13. Ferrari, Marcela - Los políticos en la república ...

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COD 163

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y construcción de poder (1f)16-i930).

~ siglo veintiuno ...I'X.'J ed[tores

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)3f() siglo veintiuno editores argentina s.a.

Tucumán 1621 7° N (Cl050AAG) r Buenos Aires, Argenona

siglo veintiuno editores, s.a. de c.v.

Cerro del ag}la 248, Delegación Coyoacán (04310), D.F., Méxíco

sfg(o veintiuno de españa editores, s.a.

c/Menéndez Pidal, 3 BIS (28oo6) Madrid, España

Ferrari, Marcela L!J~ políticos en la república radical : prácticas políticas y

éon§trucción de poder (1916-1930) //la ed. ~Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina, 2008.11 320 p.; 2lxl4 cm. (Historia y cultura; 32 dirigida por Luís Alberto Romero_)

ISBN 978-987-.629.o364

1. Ciencias Políúcas. 2. Parlamento. l. Título CDD 328.3

Diseño de portada: Pe ter 1Jebbes Diseño de mterior. tho[ón k.unst

© :wo8, Siglo XXI Editores Argenuna SA

!SEN 978-g87-62g-036-4

Impreso en Grafinor 11 Lamadrid 1576, Villa Ballester, en el mes de JUnio de 2008.

Hecho e! depos1to que marca la ley 11.723

Impreso en Argentina 11 Made ín Argentina

A Raúl.

A nuestros hijos~ Leticia, Daníela, Julieta y Gastón.

e-)

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14 LOS POLÍTICOS EN LA REPÚBLICA RADICAL

UCR, Unión Cívica RadicaL UDC. Unión Democrática Crtsttana. UNC. Universidad Nadonal de Córdoba. UNLP, Uníversidad Nacional de La Plata. UPCA, Unión Popular Católica Argentina.

Introducción

El movzmtento popular es mvencible en la czudad y en et campo.

y creo que, sm vwlencias en la lucha cívtca, se podrá llegar a solu­

ciones favorables a las aspirqCtones del pueblo sin comprometer un

solo principio de nuestro régzmen ú?.Stituctonat. /tntes, le había ma~

nifestada a mi amigo el doctor Ortiz. Herrera, con una lealtad~

una franqueza absoluta, del movimiento de reacción dvzáz <j1Ll! se

operaba y de la necesidad del cambia de régtmen electoral.

Ñfardoqueo Molina, 25/4/1909

Sigo con todo el 1:nterés que merece este -mommiento de opmión

que ha modificado en poco tiempo la situación políttca en Córdoba

porque, aunque las cosas y los hombres contmúen donde estaban, el

ambiente moral es otro, totalmente difen;nte, y la ~:m·tcrcjón polí-·

tzca deberá transfo-rmarse a este clima sz se quwum ''ttuil(J.r las gran~

des perturbactones que es patriótico prevemr.

José Figueroa Alcon.a, 28/5/19091

La correspondencia entre José Figueroa Alcorta, el prilncr mandatario de la República Argentina, y Mardoqueo :rvfolina .. su prin1o y presidente del Senado de la Legislatura de Córdoba, traduu' bastante bíen la posic:íón de los políticos refonnistas de conlienzos del siglo XX. Estos miembros de las elites dirigentes habían salido de 1as familias de notables que gobemaban el país desde hacía al menos tretnta años bajo un régímen restrictivo, oligárquico y fraudulento. de cuestionada legítimídad. Proponían satisfacer pacífican1ente las demandas de participación política llevando a cabo una reforma que

pc
Rectángulo
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16 LOS POLÍTICOS EN LA REPÚBLICA RADICAL

podía tener lugar a condicíón de que los elencos de gobierno com~ prendieran las ventajas de realizar modiñcaciones para evitar pertur­baciones y proteger la continuidad institucional.

Entendían con acierto que el clima de época alentaba cambios; se buscaba la inclusión de un mayor número de individuos en el sistema político como forma de dar respuesta a las transformaciones que ha­bían atravesado a ia sociedad argentina desde fines del síglo XIX, de las cuales la principal estaba sígnada por los efectos de la inmigración ma­sivd. tanto en el aspecto demográfico como en el cualitativo. La reforma electoral fue la 'respuesta que se dio en lo político: tres años después de la correspondepda cítada en el epígrafe. el parlamento transformaba en ley eleC:to~F~hn proyecto presentado por el presidente de la repú­blica, el Dr. Roque Sáenz Peña. La Ley 8871 confirmaba el sufragio uni­versal, lo transformaba en obligatorio y secreto para los varones argen­tinos, nativos o naturalizados~ mayores de 18 años, y .establecía el sísten1a de representación por "lista incompleta". Sus objetivos princi­pal~~ eran dos: aumentar la participación electoral instaurando la obli­gación de votar, y dar legitimidad a los comicios y a los candidatos elec­tos pennit:J.endo la incorporación de representantes de las núnorías. En la prácuca ampliaba la participación del electorado y generaba una ma­yor competencia elector·al entre partidos al estimular los esfuerzos de movilización.

Las consecuencias de 1a aplicación de la reforma electoral de 1912 son conoddas. Permitió que 1a Unión Cívica Radical (UCR). el prín­c1pal partido político de oposición, incorporara sus candidatos algo­bierno. Desde entonces, el radicalismo fue ganando espacios en el Poder Legislativo nacional y provincial y en la gobernación de Santa Fe. En 1916logró llevar a la presidencia de la nación a su principal lí­der, Hipólito Yrígoyen. Repiúó la experiencia en 1922 con Marcelo T. de Alvear y en 1928, de nuevo, con Yrigoyen. Hasta 1930 ese partido nunca tuvo mayolia propia en el Senado, aunque la consíguió en la Cámara de Diputados en 1920. También .es sabido que las institucio­nes y el partido radical-que era uno y muchos al mismo tiempo, ya

que albergaba, b~jo el apelativo común, una multiplicidad de tenden­cias y facciones entre las cuales, las dos mayoritarias. personalismo y antipersonalismo, actuaron como oposícíón al menos desde 1924--2

INTRODUCCIÓN 1 7

sufrieron un duro golpe en 1930, cuando una revuelta cívico-militar puso fin a1 segundo gobíemo yrigoyenista.

Es menos conocida la historia de los representantes seleccionados, a partir de la aplicación de la nueva 1ey, durante los catorce años su­cesivos a fa llegada de! radicalismo al Ejecutivo nacional. 3 Quiénes eran los miembros de los elencos elegidos. cómo hacían carrera en el interior de los partidos. cuáles eran sus cualidades y atributos, cómo convertían esos atributos en recursos políticos, qué prácticas utiliza-ban para construir sus trayectorias y vincularse con otros grupos de poder y con la sociedad, cómo se modificó su perfil a 1o largo de ese e-­período son cuestiones que han quedado relativamente soslayadas y ' constituyen ias preocupaciones centrales de este libro. que analiza el personal político argentino durante la experiencia sucesiva a la am­pliación democrática de comienzos del siglo XX.

En relación con las interpretaciones referidas a las elites de go­bíemo, la historia política del .. largo" siglo XIX. lleva -una vez más-la delantera con respecto a la del síglo XX. La clase gobernante del régi­men oligárquico ha sído caracterizada como "un col1)unto de actores que desempeñaron cargos institucionaLes decisívos y se jerarquizaron, unos con respecto a otros~ mediante la acumulación de esos papeles". 4

Ya en esta definición Natalio Botana destacaba que los elencos políticos reforzaban su poder desde la política y en vrrtud de la obtención de cargos en el estado. Quienes alcanzaban posiciones públicas tendían a permanecer en ellas. oscilando entre cargos representativos y otros de la burocracia estatal. En buena medida. esos indivíduos se habían des­plazado desde eJ. ámbito local o provincial, donde habían adquirido re­conocido prestigio, al nacional. Su poder se desarrollaba en el marco de un proyecto que conjugaba la autoridad concentrada en las provin­cias con la racionalización jurídica de las instituciones nacionales. El fundamento regíonal de los gobernantes era defendido a medida que crecía el poder presidencial. razón por la cual no se vieron afectadas las oligarquías provinciales del régimen: aunque las intervenciones federa­les introdujeron cambios o reajustes entre los dirigentes locales, el po­der central nunca avanzó contra la base de su autoridad.

Esta dedicación a la política no tmpedía a quienes ta ejercían que desempeñaran ocupaciones en otros órdenes sociales (propietarios,

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18 'u:)s POLÍTICOS EN LA REPÚBLICA RADICAL

tnílitares, escritores} que hasta podían llegar a ser el sustento de la ac­tividad pública de los gobernantes. Por lo general, a estos políticos se los ha caracterizado como notables en tanto eran indivíduos que de­tentaban una alta posición econónúca, prestigio social y educación formal. y transferían esas condicíones de distinción, de superioridad, al ámbito político. Mas no eran los únicos que se dedicaban a la polí­

tica: desde sítuaciones más humildes, algunas personas llegaban a ocupar esas posiciones a una edad más tardía que los anteriores. Para

éstos, la política era un destino plausible en el camino del ascenso so­cial. ya en forma índividual, ya de una generación a otra.

Otro elemento que caracterizaba la formación del poder de los di­rigentes de fines del siglo XIX eran los lazos de parentesco. Se ha se­ñalado que pertenecer a una .. buena familia" era un atributo que.su­maba a la hora de actuar en política antes de la apertura democrática. Y tanto los políticos que provenían de familias tradicionales habitua­das. a conducír esa actividad como aquellos que emergían de otras menos prestigiosas compartían valores y no tenían conflictos Violen­tos, aunque sí enfrentamientos que eran producto de las disputas por la dominación. 5

A partir de la década de 1890 hubo importantes transformaciones en el campo político. que en buena medida reflejaban c:::ambíos de or­den socia! más amplios, consecuencía de la inmigración masiva y del espectacular crecimíento económico del país. especialmente de la re­gión pampeana. La masívidad de la sociedad arrastró requerimientos de especialización en diferentes campos, y en materia política fueron dos las cuestiones que más contribuyeron a transformar el régimen: 1a necesidad de partidos dotados de carta orgánica y la preocupación por ampliar el electorado.

La presencia de la UCR y del Partido Socialista signó en buena me­dida los cambios encabalgados entre los dos siglos. Mientras el socia­lismo se integró tempranamente a la política electoral y en 1904logró llevar a su primer representante, Alfredo Palacios, a la Cámara de Di­putados de la nación. el radicalismo -que en la década de 1890 había oscilado entre la participación electoral y !as revoluciones cívicas- se replegó en la abstención amparándose en la ilegitimidad de un régí~ men fraudulento. A partir de 1904 volvió a organizarse, a expandirse

INTRODUCCIÓN tg

territorialn1ente a Lravés de una red de comités pennanentes, y a1 año síguiente tentó una última accíón revolucionaria. Recién después de 1912, tras la sanción de ia Ley Sáenz Peña y en virtud dt; qu~-'C·\~a ofre­cía las garantías exigídas por el líder del partido, Hipólito Yngo}-rn. el ra<llcalismo se incorporó a ia lucha electoral. Por su parte, los n6{ables de tendencia conservadora fueron proclives desde el discurso a la ere­adán de partidos orgánicos de principios, no personalistas, pero, aún

en las postrimerías del régímen, estos dirigentes -habítuados a articu­larse en torno al aparato del estado- no lograron consolidarse como una máquina política de alcance nacional. Desde príncipios del siglo XX, entonces, mientras el radicalismo no cesaba de sembrar comités en el territorio nacional, los socialistas permanecieron· máS, ligados a los centros urbanos, donde había una n1ayor presencia de sectores so­ciales medios y bajosT y las fuerzas conservadoras no lograban org-Q.ni­

zar un partido nacional permanente, aun en 1930. Pese a los csfuer.zos de algunos de sus esclarecidos dirigentes. los partidos provinciales o regionales de esta tendencia siguieron fusionándose frente a las co­yunturas electorales, como si contlnuaran detentando e1 aparato del

estado. et control de la sucesión o, lo que es peor en el grado de in­comprensión de ia realidad, como si la política no hubiera sído afec­tada por los efectos de la gran transformación operada en el país.

También la Ley Sáenz Peña, que pautaba nuevas reglas electorales para elegir diputados nacionales, senadores por la Capital Federal y electores de presídente y vicepresídente, constituyó un carnbio im~ portante, aunque sus efectos fueron menos rupturistas de lo que se creía hasta hace algunas décadas. Está claro que esta nom1ativa refle­

jaba un paso importante en pos ~F la construcción de un cqnsenso democrático inclusivo sobre e1 cu~ las elites dirigentes vcníatl discu~

tiendo y tomando medidas. al menos desde comienzos de siglo 1 tales como la sanción de la ley electoral uninominal por Circunscripciones de 1902. Con todo, se ha demostrado que los efe e Los de la ley t\lVle­

ron un alcance que se limitaba a la modificación de las reglas del juego electoral mas no cambíaron las prácticas políticas. Por e1 con­trario: aquellas que suponían algú1i grado de manipulación eran de probada eficacia y, por ello, muy útiles p,ra reclutar adhesíones cuando la competencia se arnpli~ba.

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2 O LOS POLÍTICOS EN LA REPÚBLICA RADICAL

La preg·unta que se impone en ese contexto, transformado por la confonnación de 1os partidos y la sanción de la ley electoral, es saber cuánto de nuevo y de viejo había entre los elementos constitutivos de la democracia dur::tnte la república radical, en sus políticos, cuando la competenc1a el~ctoral era más ardua y los esfuerzos de movilización debían ser rnayCites para seducir o arrastrar las voluntades ·del más ele­vado númerp d(!,:personas, en un universo de votantes ampliado por la obligatoried~d.:''d.~I sufragio y la tnclusión del radicalismo en la lucha electoraL ¿Eran necesarias nuevas capacidades en los dirigentes políti­cos para atender los requerinlientos de una socíedad transformada? ¿Para los partidos políticos era más adecuado retener a los hombres que contaban con experiencia previa y, a la vez, indispensable a la hora de acumular votos, o preferían hombres nuevos. que encarnaran una concepción de la política respetuosa de los preceptos constitucio­nales? Darío Cantón ofreció algunas respuestas considerando los atri .. bu tos de poder y las características de los parlamentarios en 1916. En su argumentación confirmó en dicha cohorte la presencia de viejos ac­tores junto a algunos nuevos que tendían a especializarse en política o que, si bien no eran profesionales, contaban con sustento popular. Tal como ocurría a fines del siglo XIX. en 1916 la educación, una «buena familia'', el ejercícío de la actividad periodística y e1 ejército podían contribuir a lanzar una carrera política. t>ero la confirmación de los parlamentarios provenía de los partidos a los que éstos pertenecían. 6

Los señalamientos realizados por Cantón resultaron estimulantes para profundizar en el estudio de! personal político. pero es necesa­rio tener en cuenta dos cuestiones. La primera, que si bien estas ob­servaciones ofrecían respuestas referidas a ia composición de los elen­cos parlamentarios en una coyuntura de cambio (1916), dejaban abíertas las preguntas para los catorce años que duró la etapa que en este libro se ha llamado "república radical", un período que. por cierto, no fue homogéneo. Sólo consíderando los perfiles de los pre­stdentes Yrigoyen y Alvear, y teniendo en cuenta que los seguidores del primero eran más plebeyos que los del segundo, pueden hipoteti­zarse transformaciones en el personal político elegido para ocupar cargos representativos en cada periodo presidencial. La segunda, que los parlamentarios eran sólo una parte del personal político. que se

INTRODUCCIÓN 2·.1

nutría de figuras de mayor y menor jerarquía. Poco se sabía sobre !os políticos locales o provinciales. los punteros. los afiliados, los militan­tes y sobre el rosario de figuras que resultaban índispensables a la hora de actuar como intermediarios para establecer relaciones entre las bases del electorado -los votantes. la gente- y aquellos que. por detentar posiciones de poder, que les insumían mucho tiempo y hasta los obligaban a desplazarse de sus lugares de origen a la capital de la república, estaban alejados de sus representados. Estos hombres. difi­ciles de reconocer por no haber dejado trazos significativos en la hís­toria nacional. construían poder.

. Recapítulando. uno de los objetivos de esta investigación era saber si la sociedad más compleja y diversificada de principios del siglo XX había provocado una transformación del personal político de elites y

de base a lo largo del tiempo, y en qué medida esto era resultado de los cambios ocurridos durante ese período en la política y, más am­pliamente, en la sociedad. que afrontaba los procesos de argentiniza­ción, de movilidad socia! y de profesionalización política.

En este libro se sostiene que, durante el periodo señalado. se acen­tuó un proceso que no era nuevo en la Argentina: e! de la autonomi­zadón de lo político y, con ello. la formación de una dirigencía espe­cializada, aquella a la cual Ja sociedad suele llamar "clase política'\ un concepto de uso común que está algo reñido -ya se verá- con térmi­nos de clase más estrictos. Por otro lado. se hace referencia al personal político de la república radical entendiéndolo como una multiplici­dad de actores, entre 1os cuales algunos recién llegados se sumaban a otros de vieja presencia que se iban adaptando a las nuevas reglas de juego, reproducían sus formas de hacer política o las transformaban utilizando la orgariízación y los recursos de los partidos para ínflurr so-bre e1 electorado y, más ampliamente, sobre la población en general. También se plantea que el recambío generacional y el ingreso de nue­vos individuos en el campo político fueron llevando a 1a extinción de los notables y de sus formas de concebir la acdón política. Todas estas modificaciones fueron paulatinas. complejas. nunca lineales. y se die­ron en un contexto en el que coexistían diferentes grupos en conti­nua evolución. es decir. en un espacio político compartido por víejos y

nuevos actores en el que los segundos, provenientes de los aparatos

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2 2 LOS POLITlCOS EN LA REPUBLICA RA.DICAL

partidarios~ iban cobrando primada. Si bien algunos notables pudie­ron permanecer en carrera adaptándose. 1a tendencia general era que la política fuera quedando en manos de individuos que se dedicaban a ella cada vez con mayor exclusívidad, que invertían su tiempo y es­fuerzo para obtener buenos resultados a 1a hora de competir electoral­mente y, con posterioridad. para permanecer en puestos expectables. Los representantes más importantes, aquellos que llegaron a ocupar cargos de gobierno remunerados y pudieron sostenerse en ellos, vivie­ron para la política a condición de Vivír de ella: se profesionalizaron. 7

Junto a ellos -o por deb~o de ellos en 1a escala jerárquica- se ubicaba un sinnúmero de figuras que. actuando desde la estructura de los par­tidos y en contacto directo con la gente. íntegrando redes de sociabi­lidad de existencia prevía a los mísmos partidos, nutrian la política y la llenaban de prácticas singulares plausibles de contribuir a lograr adhe­siones y hasta apoyos traducidos en votos durante la competencia elec­toral. Estos políticos de segundo o tercer orden en la escala nacional, que en algunos casos actuaban de manera vocadonal y sín remunera­ción, constituyen un punto de vista privilegiado para comprender los mecanísmos de la acción política y entender qué era para ellos hacer política, cuál era su horizonte de poder o qué retribuciones esperaban obtener a cambio de sus servidos.

Para observar ese proceso. el corpus de análisís fue restringido a quíenes, luego de haber sido elegidos en regla, ocuparon puestos en ínstitudones y cuerpos constitucionales de representación nacional. Por su función y su poder de legislar, los diputados y senadores nacio­nales fueron considerados a prian como míembros de las elites políti­cas. Además, para recuperar el universo de políticos de menor jerar­quía e identificar mejor las «ventajas competitivas" que distinguían jerárquicamente a los parlamentarios de otros miembros de los par-tidos, fueron incluidos en este libro otros actores menos conocidos y reconocidos, con fines comparativos: los miembros de los colegios electorales. Salvo excepciones, eran cuadros situados por debajo de los parlamentarios en el orden nacional, pero que solían integrar las elites políticas de los lugares donde se desempeñaban.

Parlamentarios y electores de presidente resultaron un buen labo­ratorio para observar cómo la ley electoral de 1912 afectó la selección

INTRODUCCIÓN 23

del personal político. En el caso de los primeros, porque tanto la m~ troduccíón de representantes de las n1lnorias de cada distrito con1o e} recambio parcial de sus miembros cada dos o tres aii.os. según se tra.­ta.se respectivamente de diputados o senadores, permitían captar la diversificación paulatina de1 personal políuco. En el segundo, porque la composición de los colegios electorales proporcionaba una foto­grafía en la que se veía cnstalizada esa diversificación en tres mornen­tos significauvos de la hístoria política nacíonal: 1916, 1922 y 1928, años de recambío p1esidencial. De los más de 1.500 individuos que componían la totalidad de representantes elegidos. aquí se dec1dió investigar en profundidad a aquellos de dos distritos relevantes en la toma de decisiones del periodo, los que. por otra parte, habían sido menos frecuentados por los estudios históricos que la capital de la re­pública: la provincia de Buenos Aires y Córdoba. La muestra dejó de ser representativa. pero ganó en significatividad para comprender los mecanismos propios del campo político.

La provincia de Buenos Aires se imponía como opción por ser ·~el primer estado argentino" y también porque sus gobiernos fueron ra­dicales desde la intervención federa.! de 1917 y, por elecciones suce~ sivas, hasta concluir el período analizado. Era e1lnás poblado de los distritos y, dado que los diputados y los electores eran elegidos en proporción al número de habitantes, tenía el mayor número de rew presentantes en la Cámara Baja y en los colegios electorales. Ade1nás, desde el punto de vista económíco, era una de ias provincias rrlc:jor adaptadas a la producción de carnes y de cereales, des tinados al con~ sumo interno y a !a exportación. En la selección del corpus, entonces, se tuvo en .cuenta que los re:presentantes bonaerenses podían estar vinculados a los intereses de la economía agroexportadora.

A diferencia la provincia de Buenos Aires, Córdoba Luvo más go .. biernos demócratas -de tendencia conservadora- que radicales: en~ tre 1919 y 1928 fue gobernada por opositores al gobíemo nacional. Por la cantidad de población. era el tercer distrito electoral de la república. Mientras el norte de 1a provinda -que durante el período co1onial y buena parte del síglo XIX había sido la región más impor­tante en lo económico- permanecía al margen de las transformacio­nes que afectaron al litoral, el sur y el este habían sido integrados al

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24 LOS POLÍTICOS EN LA REPÚBUCA RADICAL

sistema de producción predomínante, por la fertilidad de sus tierras y por la expansión del proceso inmigratorio santafesino sobre estas regiones. En el centro, ía capital de la provincia conservaba rasgos que ya eran evidentes en tiempos de la colonia, tales como la influen­cia de la íglesia católica y la condición de centro comerdal. sobre los cuales reposaban los sectores más elevados de la escala social. Al rnismo tiempo, la ciudad había cambiado y una manifestación de las transformaciones era 1a presenda de ínmígrantes de primera o se­gunda generacíón que penetraban en las elites de poder. Además, en relación con esta província existían estudios previos referidos a los principales partidos políticos del período a analizar. 8

Seieccionados los elencos procedentes de cada uno de los distritos, fueron elegidos los represenL1.ntes de sus partidos mayoritarios: los radicales y sus opositores de tendencia conservadora, demócratas de Córdoba y conservadores de Buenos Aires. De este modo, el universo analítico quedó reducido a 430 personas; así. pudieron realizarse comparaciones entre provincias. entre partidos y entre cuerpos parla­mentarios y constitucionales, comparaciones que no son nunca mecá­nicas y pemliten observar tendencias comunes y particularidades.

Entre los distintos abordajes posibles del tema, se eligió indagar las trayectorias individuales -diversas, imprevisibles. nunca lineales-, que penn1tieron u-azar perfiles de conjunto utilizando el método proso­pográfico, específico para construir biografías colectivas~ a la vez que destacar casos personales. Se analizó el recorrido político, pero tam­

bién el social, económico y cultural de los miembros de los elencos seleccionados, con el objetivo de captar la nqueza de las experiencias de vida.9 Es c1erto que. durante el período analizado, la política era un campo autónorno, contaba con sus propias formas de organiza­ción y su jerarquía era distinta a la de otros órdenes sociales. Sin em­bargo. dejando de "lado los consu·eñimíentos propios de marcos teó­ricos que ven en ella un epífenómeno de lo social, existen ciertas dimensiones de 1o social que ernergen a través de la política. Por ejemplo, ¿cómo es posible no reconocer en un miembro de la Socie­dad Rural Argentina (SRA) que llega a ser diputado a un indivíduo que tiene intereses en e1 sector ganadero y está dispuesto a favorecer la produccíón agropecuaria; o en 1a SRA, a una corporación que

INTRODUCCIÓN 25'

puede brindarle apoyo. al menos simbólico, a la hora de nutrir su ca­pítal político? El estudio de las trayectorias permitió, además, eluci­

dar el modo en que eran construidos los candidatos a quienes la ciu­dadanía delegaba la facultad de gobemar1a, con mayor o menor conciencia a la hora de evaluar estas figuras y !os proyectos -explíci­tos o no- que representaban. A la vez, contribuyó a reconocer cuáles eran las capacidades, aptitudes y actitudes valoradas en un candidato por la sociedad y por el partido que lo seleccionaba. Pero. a los fines de esta investigación. conocer los recursos de los políticos era ínsufi~ cien te para comprender el modo en que éstos se hacían elegír por la población que les delegaba la representación. Ni los ingresos, ni la ri­

queza, ni la profesión, ni el lugar ocupado en lajerarquía institucio­nal, ni el estilo de vida definían a un dirigente político. Lejos de todo automatismo, las vías de acceso a la política durante e1 período selec­cionado fueron múltiples y complejas, y la principal tomaba cuerpo

en el seno de los partidos políticos.

Los fenómenos que se analizan en esta ínvestigación son tres: el del funcíonamiento de los partidos políticos, el de la conformación de las elites y, más ampliamente. del personal políúco. y el de la profesíona­

lización de ia actividad. Con respecto al primero, está claro que en la Argentina de 1916-

1930 no se discutía que el lugar desde el cual lanzarse a la política eran los partidos. La principal fuerza mayoritaria era la UCR, sobre Ja cual existen, a grandes rasgos, dos líneas interpretativas sólidamente instaladas por la abundante literatura que se produjo. La primera. de corte rupturista. vincula la llegada del radicalismo al gobierno con el acceso de las clases medias o, en palabras de algunos contemporá­neos, de la "chusma" al poder. lO En esta línea se inscriben Jos relatos de militantes. entre los cuales se destaca el de Gabriel de! Mazo, que consagró una visión diádica del radicalismo: por un lado. un tronco partidario popular y mayoritario, encolumnado tras Yrigoyen, y

frente a este grupo, por otro lado. un ala minoritaria, más conserva­dora, seguidora de Alvear. La segunda línea ínterpretativa se inscribe en una perspectiva más continuista, introducida por un trabajo pio­nero de Ezequiel Gallo y Siliva Sigal. Más tarde. otros estudios -que

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2G LOS POLÍTICOS EN LA REPÚBLICA RADICAL

analizaban la composición social de los gabinetes radicales, que en su mayoria formaban parte de la membresía de la Sociedad Rural Ar­

gentina- reforzaron esa hipótesis. Y los últimos trabajos sobre el radi­calismo. elaborados desde una perspectiva que privilegiaba los nue­vos enfoques de la hístoria política. mostraron la pluralidad de actores contenidos en el partido; éstos. en términos generales, adhe­rían a distintas líneas internas por enfrentamíentos políticos y no ne­cesariamente en razón de su extracción social. Para esta línea. la UCR

/_,.... . no fue fundada con el objetivo de representar a ningún sector sociaL ,Ylasí continuó. Esto sugíere que ni el "arco iris radical" ni las ínnume­rables facciones en que estaba divídido e! radicalismo en los distritos provincíales con tenían un único perfil de hombres políticos.ll

En cuanto a las fuerzas conservadoras, los aportes son menos a~un­dantes. Los estudios referidos a estos partidos provinciales o regiona­les, en general. focalizan su atención en los años posteriores al golpe de 1930, cuando se realizaron avances en pos de la unificación de las derechas y cuando estos sectores fueron oficialismo. Con respecto at período que aquí se analiza. se ha coincidido en señalar que. en esos años. eran organízaciones lábiles a pesar de su institucíonalización y

de algunos íntentos de autodepuración, fuertemente afectadas por 1a faccionalizacíón y el personalismo al punto de no lograr consolidar una máquína política de alcance nadonaJ.l2

Con sus particularidades, el proceso argentino se enmarcaba en uno más universal que lo antecedía o acompañaba: el de la democra­tización y la ampliación política que arrasó con las democracias par­lamentarias y las repúblicas restrictivístas en Europa y en los Estados Unidos. Por esa razón, para abordar el segundo eje problemático en lo que respecta atas elites gobemantes, se tomaron en cuenta las re­flexiones de algunos observadores contemporáneos que, ante la emergenda de la demacrada de masas, explicaron cómo en sistemas democráticos regidos por principios igualitarios según los cuales to­

dos los ciudadanos tenían la posibilidad de elegír y de ser elegidos, sólo algunos se presentaban como candidatos, accedían a puestos públicos y se Inantenían en ellos. Gaetano Mosca sostenía que en las sociedades de iguales había individuos que, a través del ejercicio de prácticas políticas, se reladonaban con su sociedad~ se hacían elegir

INTRODUCCIÓN 27

y gobernaban en nombre de los habitantes de la localidad, provincia o nación. y de este modo obtenían benefidos para ellos nlismos y

para los miembros del partido al que pertenecían. Así, los políticos se imponían a una sociedad que tenía la ilusión de elegirlos y, en tiempos de cambio, llegaban !a conformar una nueva elite de go-­bierno.13

En efecto, en virtud del calendario electoral había un recambío paulatino de representantes. Si el perfil político de los electos repetía el de los dirigentes que los precedían se daba un proceso de asinlila­cíón o cooptación. Sólo cuando la renovación pcqnitía incorporar

elementos nuevos, externos y distintos a los dirigentes de un lugar y

un momento determinados, se producía el proceso que Vilfredo Pa­reto denominó como "circuiación"14

Además, en esas sociedades complejas donde existía divísión del tra-­

bajo, surgían íntereses del grupo dirigente en sí y para sí. que incluso en los partidos de izquíerda llegaban a desviar a sus cúpulas de las fi­nalidades que ínícialmente las habían reunido. Éste fue el fenómeno al que Robert :Michels. observando la socíaldemocrada desde su pers­pectiva revolucíonaria, caracterizó como "la ley de hierro de las oligar· quías", que confirmaba que los goben1antes estaban más preocupados por mantenerse en el poder que por representar los intereses de los habitantes de la nación una vez que, abandonados sus principios, en­contraban en la perpetuación del ínterés particular un fin en sí miSmo. El proceso desembocaba -según !o entendía Maif. vVeber. qtúen creía en 1a efidenc1a de los individuos foxjados en las luchas de­mocráticas mas no en la voluntad popular- en el surgimientQ de lapo­

línea como profesión, entendida como una actividad de tiempo corn~ p1eto, que permltia vivir de ella a condición de vivír para ella.l 5

Ahora bien, la actividad política no se llevaba a cabo individual­mente ni a través de negociaciones entre los miembros de los parla­mentos como en tiempos de la demacrada restrictiV1sta. Según obser­vaba Moisei Ostrogorski, en una democracia de masas los partidos políticos actuaban como maquinarias jerárquican1ente organizadas, en las cuales cada índividuo cumplía funciones específicas para alcan­zar la meta propuesta: reclutar la mayor cantidad de adhesiones po­sible para obtener el triunfo electorai.l6

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28 LOS POÚTICOS EN L\. REPÚBLICA RADICAL

Este conjunto de interpretaciones que sírvíeron para pensar las transformaciones producidas en el continente europeo y en los Esta­dos U nidos -y han sido presentadas como un coro polifónico, de ma­nera sLn1plista- ofrece un diag11óstico de la época en cuanto al modo de abordar las transforrnacíones de los elencos políticos de elite del período que se analiza desde la perspectiva de pensadores con~empo­ráneos. Mucho más recientemente. otros aportes contribuyeron a analizar dichos elencos. U no de ellos es el concepto de "personal pü-< lítico" en el sentido establecido por Raymond Aran. es decir, aquella '~minoría (algunos cientos o miles de personas) que~ conforme a la

fórmula de legíthnidad y a su traducción institucional, está compro­metida en la competencia en la que está en juego eL ejercicio del po­der ... [o] ... rrunoría que engloba a los delegados de quienes deten­tan el poder", 17 Ésta es una categoría abierta en tanto da la posibilidad de incluir a individuos de distintos sectores sociales y de constatar los lazos o sumisiones de sus miembros a otros grupos de poder o a miembros de ou·os grupos de poder; permite expresar la eventual separación entre quienes ocupan puestos de gobierno y

quienes tienen la propíedad de los medios de producción; y pone en evidencia el carácter transitorio de la función pública a diferencia de Ja permanencia que supone, por ejemplo, la noción de clase. En

suma, ofrece la posibilidad de captar la diversidad y los matices que coexisten en los representantes, que, si sólo son considerados por su función, pueden parecer homogéneos.

El tercer problema que atraviesa el análisis es el de la profesionali~ zación de la política, a 1a que ya se ha aludido. Mkhel Offerlé, recu­perando a Max Weber y a Pierre Bourdieu, la entiende como un pro­

ceso, com,o, ~~s~'tJargo movimiento secular durante el cual los actores .. ~.;-~: ; ·' ,'~;:~~ '~~ .. ' -;;. ~

políticos; espeCializándose en política, se consagran a esta actividad de tiempo completo",18 En e1 curso de una vida, ello implica un des­prendinüento de las primeras actividades ocupacionales. Pero tal transformación pllede ser temporarta o definitiva. Y si bien aquellos que asumen la política de manera definitiva, en tanto ejercen prácti­cas, referencias, creencias e intereses comunes, son verdaderos profe­sionales políticos, esto no significa que quien se dedique a esta activi­dad ten1porariamente sea un profano, alguien que no tiene fe en las

INTRODUCCIÓN 29

reglas de juego del sistema, ya que la periodicídad de las funciones permite acercarse a! ejercicio de cargos públicos de manera intermi­

tente. Ahora bien, ¿qué era profesionalizarse en política en la Argentina

durante el primer tercio del siglo X.X?l9 Como se verá, existía un

enorme abanico de individuos que hacían política. Recuperando la noción weberiana. no todos vivían de ella y, por lo mismo, tampoco todos vivían para ella. Había políticos profesionales y otros que no lo eran. Pero el campo político era lo suficientemente vasto como para ofrecer posibilidades de inserción a unos y otros. y los convertía en engranajes necesarios para que la maquinaria funcionara aceitada­

mente. En este libro se sostendrá que, en tiempos de la república ra­dical. los políticos se hacían en el ejercicio de !a práctica y desde los partidos, no obstante lo cual los individuos solían iniciarse en la ac­ción política a través de espacios de sociabilidad en los cuales se de­senvolvían con anterioridad a su incorporación en esas organizacio­nes. La posibilidad de entrar y salir de la actividad convertía a los

políticos en un conjunto dinámico. inestable, en e! que tanto podían profesionalizarse como practicar la política esporádicamente, sin ale­

jarse de ella. En este libro. también se considera que lo particular del quehacer

político era el dominio de prácticas de lo más diversas, entre otras, el uso del discurso oral o escrito. el establecimiento de relaciones clien­telares~ ciertas dosis de manipulación~ la participación en distintas instancias de la organización partidaria. la competencia ínterna y ex­tema~ y el ejercido de la representación. La condición de político se consolidaba mediante la permanencia en la actividad. a través del re­conodmíento de aquellos que continuaban en ella. y por la valida­ción de quienes estaban fuera de tos espacios donde se hacía política

en sentido estricto. Entoncest el dominio de una forma de relacionarse con los pares y

con la población, así como e1 uso de prácticas específicas y 1a inver­sión de tiempo en la actividad eran condiciones imprescindibles para un profesional de la política. ¿Cuánta permanencia? Se ha optado por considerar especialistas en política a quienes ocuparon puestos remunerados~ partidarios, municipales, provinciales o nacionales du-