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Los pájaros esta tardeme pareció que lloraban,las rosas se deshojaban,sin gala alguna el vergel.Casi un sudario de muertecubre a la naturaleza.i El mundo sin su bellezasólo un cementerio es!
l.as circunstancias de lugar y tiempoagravan las desdichas del poeta. En laGuadalajara levítica y patriarcal del siglo XIX, el padre de familia tenía el poder y el derecho (apoyado por las autoridades) de decidir el estado de sus hijos. y ellos debían de obedecer fuera ono de su gusto la elección paterna. Cuando, como en el caso de Gallardo y su ama-
En el amor no encuentra la felicidad,sino un placer dudoso. Se complace en lavoluptuosidad del desastre imaginario.Contempla la naturaleza a través del cristal subjetivo de la melancolía romántica:
Fiel a sus modelos de vida romántica seenamora a pr'imera vista. Elige parasiempre. Su amor (él piensa) será el·primero y el último. Sin tener en cuentala realidad se entrega por completo a sunaciente pasión:
Ya de Milton el ciego divinohallé el paraíso, mi dulce ilusión;i te juro a la faz del destinoser tuyo en la tumba, ser tuyo ante Dios!
A' URELIO Luis Gallardo, nace en
l.eón Guanajuato (1831); peromuy joven llega a Guadalajara.Esta última ciudad es el escena
rio de su despertar poético y de su amorcontrariado. Su espíritu adolescente nutrido en lecturas románticas se desborda sobre la vida con vagos anhelos delibertad metafísica. José Espronceda essu autor favorito. Es fácil· apreciar elefecto que produce en la mente impresionable del joven, los versos sonoros deaquel poeta español, temperamental, apasionado y tscéptico. Esta es la tónica delos primeros poemas de Gallardo:
i Yo no entiendo por qué llorola causa de estas tristezasque en mi corazón escondo!
En resumen: si neoclasicismo yromanticismo fracasaron en España, al tratar de hallar expresiónnueva para nuestra lírica, al menoshicieron evidente con su fracaso dicha necesidad; y unos y otros, almismo tiempo, ayudaron a la integración del patrimonio lírico; losneoclásicos reeditando grandes poetas olvidados y los románticoscreando el gusto por la poesía primitiva. En los capítulos siguientesveremos qué poetas del siglo pasadoayudaron primero a la tarea de very expresar la poesía nueva; y lueRoen cuáles dicha visión y expresiónnueva se va abriendo camino. Esdecir, a descubrir los orígenes denuestra poesía contemporánea.
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G a 11 a r dPor Carlos VALDES
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ron frente al internacionalismo in":telectual del siglo XVIII) halagandoel patriotismo moderno con la defensa de la literatura nacional primitiva, representa para los románticos, en cambio, una reacción brusca respecto al desdén de los neoclásicos hacia la épica, la lírica de laedad media y el teatro nacional.Pero esa actitud, que en su día tuvosin duda consecuencias beneficiosasrespecto al conocimiento y estimación de nuestra literatura medieval, sostenida hoy anacrónicamentey exagerada hasta un extremo increible por los eruditos más reputados de nuestra tierra, se ha convertido en algo no sólo ya falso, sinoabsurdo.
esta última que entre gente tan teatral como la española hallaba yaterreno abonado y había de tenervida dura, subsistiendo hasta elmodernismo y aun sobreviviéndolo.Al leer hoy el prefacio de las Lyr'ical Ballads) que probablementenuestros románticos no conocieron,ni acaso oyeron nunca el nombrede Wordsworth, nos sorprende quela argumentación de éste con respecto a la poesía neoclásica inglesasea más o menos la misma que la denuestros románticos con respecto ala poesía neoclásica española, aunque ellos no se dieran cuenta clarade lo que decían.
Pero, ¿es qué se dieron cuentatampoco de lo que el movimientoromántico significaba? Si recordamos cómo el romanticismo animael pensamiento poético y metafísicode Novalis y, en otro terreno, lacompenetración casi religiosa conla naturaleza que despierta enWordsworth, no es posible sinoconcluir que nuestros románticos,como Byron y Musset, sólo buscaban ahí pretexto para su garrulería y cabotinage. Pensamiento, notenían. En el prólogo que escribióAlcalá Galiana para El M oro Expósito) habla atinadamente de Alemania como país de origen del romanticismo, y dice que dicho movimiento "está enlazado con sistemas filosóficos llenos de misterioy de oscuridad". Y el pensamientoindudablemente asustaba a los románticos españoles más que el misterio y la oscuridad, porque éstasal menos las prodigaron, entrebambalinas y tormentas de guardarropía, como recursos escenográficos.
Dos actitudes, una poética y otracrítica, introducidas en España porel neoclasicismo y el romanticismorespectivamente, a saber, el sentimentalismo, originado en Rousseauy aliado a la indulgencia hacia lospropios sentimientos (fueran de laíndole que fueran, porque el sentimiento lo justifica todo, hasta lapeor literatura, según los neoclásicos y sus descendientes), y la creencia supersticiosa en una literatura"popular", tomada por nuestros románticos de los teóricos del romanticismo alemán, han sobrevivido aambas épocas y resistido hasta lanuestra, gracias a la tenacidad conque los poetas españoles modernospersistieron en la primera y los eruditos en la segunda. El sentimentalismo lo heredan los románticosde sus antecesores neoclásicos, perolo llevan aún más lejos; y en cuantoa la creencia en una literatura "popular", que los alemanes defendie-
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da, los jóvenes sostienen su noviazgoen las sombras, los sinsabores menudean.El poeta apegado al credo estético derevelar la vida íntima, a lo Byron, relatasus angustias. Gracias a esta tendenciaautobiográfica se pueden conocer muchasde sus actitudes ante el mundo.
Anoche en hora tremendacumpliéndose mi presagioquisieron por mucho tiemposepararme de su lado.Sostenía, rudo atleta,terribles combates diarios.La sociedad y mis deudos,la justicia y sus aliados,con fiero encarnizamientotodos contra mí luchando.
Pero los obstáculos que se interponena su amor, sólo logran robustecerlo. Lacristalización stendhaliana es completa.Gallardo no lnvoca a la amada por sunombre propia, sino que la llama: ángel,arcángel, paloma, Elodia, y dice hab~rla
amado en sueños aun antes de conocerla:
i Surge a la luz, visión de3lumbradora,que he amado en la región de la quimera!Yate ví en el alcázar de la aurora,tú me anuncias la duIce primavera,rozaron al pasar tus grandes alaslas misteriosas cuerdas de mi lira;deténte arcángel, que en el olor que exhalasebrio de encanto el corazón lo aspira.
En el prefacio de su libro Ley,endas yromances anuncia el propósito de conmover a los lectores: "Una sola cosaanhelo al publicar lo que es'cribo: conmover". Y luego se declara romántico: "Misversos no tienen un carácter filosóficomarcado, son únicamente la expresiónespontánea y sentida de mis impresionesfugitivas". En las citas ~nteriores creoque queda demostrado en forma suficiente el carácter espontáneo y sentidode los poemas de Gallardo; pero él afirmaque sus poesías además de "eróticas", son"descriptivas". Algunos críticos piensanque el valor estético de su poesía palideceante el sólo mérito descriptivo del color local, ya que. sus poemas contienenun variado acervo de costumbres, paseos,fiestas, crónicas 'de la vida tapatía delsiglo XIX. Pero más bien, creo que elvalor meramente descriptivo, de él, o decualquier otro, es nulo; un prosista puede superar con facilidad a un poeta enesta baja forma, hoy encomendada a losperiodistas.
Pero hay un .estilo de crónica poéticaque se aleja de las formas reales, y másbien describe el sentimiento del artista.Los románt'icos fueron maestros en estacLase dé poesía: unos reflejaron sussentimientos en panoramas de países oépocas remotos; otros se limitaron en susrespectivos pueblos natales, a configurarJa correspondencia de las formas de lanaturaleza propicias a sus estados de ánimo. A este último tipo pertenece Gallardo.
En el norte, los poetas sueñan juntoa la chimenea, el calor del hogar en lasprolongadas noches de invierno invitaal ensueño. En cambio, en los países cálidos, el patio fresco e insomne es elescenario ideal del amor y el sueño, másantaño en las provincias, donde Se puededecir que no se construían casas con patio, sino patios rodeados de corredoresy cuartos.'
Casi no hay un poeta de fin de siglo yprincipio' del presente que deie de ~Iu
dir directa o indirectamente a los patIOS,'lugar.. común de la poesía de aquellas'époéas.. Citaré un fragmento de un poema de la primera cosecha de Ramón López Velarde. 'quien nos hace sentir como
ningún otro, el hálito fresco de las cosasprovincianas:
Honda es la paz ... Pero la angustia creceal mirar que no vuelves. Hace ruidoel viento entre las hojas, y pareceque en el patio se quejan los difuntos ...i Es el naranjo que al temer tu olvidome está invitando a que lloremos juntos." 1
Gallardo es también un devoto de lospatios, su gusto romántico por la naturaleza artificiosa de los jardines lo inclinan a des'cribirlos con detalles nímios,frente a ellos tiene la misma actitud anímica que López VeJarde, casi idénticotono de voz. Cotéjese el llanto del árbolcon el del zenzontli de Gallardo, queluego escucharemos. Ambos poetas aprecian las notas rhe~ancólicas del mundodesolado de la provincia; sólo que LópezVelarde, se ha liberado por compleltodel neoclasicismo, y su actitud es retrógrada, se .fuga hacia el pasado, es unpoeta reaccionario en todo el sentido dela palabra.
Dicen que toda la nochese escuchan allí los cantosde un peregrino zenzontli,que cogieron en el campo,
Es di,fícil encontrar otro poeta queame más los patios que Gallardo. Esimpresionante eL número y el afecto especial que pone en la pintura de sus patios casi palaciegos, pequeños parquesbotánicos y zoológicos, engalanados confuentes, mosaicos, aves, estatuas, enredaderas, macetones.
Describe los patios de su casa con lapeculiar sintaxis neoclásica, y con Jostibios adjetivos calificativos que son tandel gusto de su escuela. Diríase que elcalificativo ideal de los románticos seríael que no alterara al sustantivo:
y la alcoba tiene vistaa un jardín con pajarera,de en pilastras de azulej oshay 1nagn·íficas lllacetas.
Tres gentiles corredoreslo abrazan, que no lo estrechan,y en el ai re los suspendencolumnas de fierro esbeltas,
El comedor a este sitio,cuya hermosura recrea,abre de ricos cristalessus elegantes vidrieras.
Separa los grandes patiosun frontispicio de piedra,con anchos cornizamentosy ornamentación sobel'bia.
Salvador Novo, en los patios de Gallardo' podría encontrar numerosas presas para su colección de Las aves en lapoesía castellana,:
Silban las pintadas mirlas,y más dulce que la mielregalan su blanda mÍ1sicatiernos zenzontlis después.Las pardas tórtolas dicenromanza de amor cruel,que expresa en sentidas notaslllelancólica vinuez. 2
Su canto es crepuscular, fino y sutil,puede unirse sin violencia al del !estode las aves de la lírica mexicana. PI'ensoque Castro Leal no protestaría. La autencidad de Gallardo reside en la armonía de sus poemas con su manera de ser,que no desdice e! temperamento del mexicano: melancólico y rebelde, educado yamante de la dialéctica. Gallardo en suspoemas es mexicanísimo aun en los diminutivos que usa en los títulos: "El aguacerito de Zapopan", "Su casita", "La esquilita de! Carmen", "Las barranquitasdel Carmen. José COrr!é'jo Fra~co q,uepresta atención a las corr: entes 1Jteranas
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en que se expresa Gallardo, las encuentrade profunda mexicanidad:
"Si alguna expresión pudo incrustarsesin esfuerzo en la sensibilidad mexicana,y le es connatural, fué la del barroco, quese detuvo con el neoclásico, para volverrenovado con el romanticismo, trayendo los mismos excesos y la misma exuberancia, y sobre todo idéntica actitudante la vida".
GaUardo encarna el modo de sentir yactuar de toda una época, es un rebeldeque desprecia la élite social a que pertenece; aunque su familia es tradicionalmente conservadora, él milita en las filasdel partido liberal, escribe literatura decombate contra los imperialistas. Su drama Los mártires de T acubaya es quemado en público, a él se le sentencia aldestierro, condena que cumple en los Estados Unidos. Reacciona contra e! pasado, ama el presente, y se proyecta enel mañana, donde espera encontrar lafelicidad. En literatura guarda una actitud semejante: reacciona contra los clásicos en que fué educado; aunque losrespeta y recibe de ellos el influjo quees natural; pero lucha por una expresión más adecuada a sus sentimientos,por una nueva manera de sentir .y valorar la vida.
Gallardo vive para los sentidos; noii1tenta la poesía metafísica, ni tiene fe enel intelecto. Piensa que la salvación delhombre está en los sentidos. Cree en elromanticismo, no como escuela o moda,sino como concepción peculiar del cosmos. La ilusión en él, como en otros muchos es completa: no son románticoslos poetas sino el mundo que los rodea,ellos simplemente hacen notar esto a losespíritus menos perspicaces:
un patio que baña en silencioromántica Inna;
Gallardo muere en los Estados Unidos,en Napa, condado de California, a Jos38 años de edad; poco antes de su muerte escribe presintiendo su fin:
Este cantar de lágrimas perdona.En él una alma triste se reflej a,que es de ciprés y adelfas mi caranay una incurable enfermedad me aqueja.
Pero ni el tiempo ni la distancia borran el recuerdo de su amor, la edad notrae ningún cambio en sus puntos devista, su mekmcolía persiste, la construcción verbal es casi la misma:
Pocos realizan el amor primero,y aquel que triunfos y ambiciones lograen honda lucha, afán perecedero,siempre .el primer amor se le malogra.
En conclusión: Gallardo es un poetaapreciable que posee varias virtudes desu época, y en particular del mexicano;pero no tiene fuerza ,suficiente IXlracrearse un universo poético, cerrado ytotal, se contenta con la perfección de lospoemas en sí mismos, sin preocuparsepor la continuidad metafísica. No tienela voluntad de romper radicalmente consu medio, hace concesiones a su familiay a la tradición académica. A pesar deestas limitaciones Gallardo puede reclamar la autenticidad, cuando logra librarse de metáforas e imágines hechas, yataca desde adentro e! problema poético.Su originalidad no está en una determinada imagen o giro afortunado, sino enel continuo f1uír poético que los románticos llaman inspira'ción. Uno tras otrosus versos fluyen en tui constante diálogodel poeta con el mundo, originalidad queno comprenden los críticos neoclásicos
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que solo la ven, en el brillante apegoa las reglas de la antigüedad, ni los críticos de hoy que juzgan la poesía deacuerdo a un nuevo' a,cademicismo, lapoesía de moda, y olvidan las referenciasde tiempo y espacio.
No pretendo agotar la ríqueza de lapoesía de Gallardo, al que interese enmayor número de datos lo remito a su
libro Leyel/das }I 'romauces, San Franc!sco(1868), reilllp'reso en Gua?ala]ara(1952). Poemano de donde rcc~]o todoslos f ragmcntos de los poemas cItados.
Le'l'el/da }I roma l/ces contiene poemasfec!leidos entre 1850 y 1867, y sus otrospoel11arios están editeídos dentro de esteperíodo. Por lo que creo que su estadode ánimo puede variar con los sucesos
felices o desgraciados, pero su visióndel mundo de principio a fin debe deser la misma.
1 El fragmento de este poema está tomadodel libro ele Emmalluel Carballo, RamólI Lópe::; Ve/arde ell Cuada/aja-ra. GlIadalajara, 1952.pp. 38-39.
2 "melancólica viudez", prefigura la peculiar tónica Velan.leana.
Por Mario PUGA
DON AR~rt~JviIO
DE VALLE ARIZPE
DesinteTés por el pn'sente
nacional por el distrito de Comitán de las Flores, Chiapas.
ro tenía ninguna idea de lapolítica. Sólo siete meses hacía que optara el título de abogado en la Escuela de Jurisprudencia de la Uni versidadN aciana!. Mi nombramientoera un beneficio inesperado.N o sabía Cjué hacer. Mas creíde mi deber aceptar el cargoy cumplirlo, en mi modesta medida. Mi suplente de esta diputación fué un novelista brillante y fogoso, don Emilio Eabasa.
Nos Ihira interrogante.Guardamos silencio. Y agrega:
-j Qué quieren ustedes! Asíse manejaba la política de laépoca.
DOl1 Artemio no se ha animado poco ni mucho duraute<,'ste relato. Muy erguido sobred duro sillón frailero de rectoespaldar de añosa encina, habla casi sin gesticulacic.'nes. Esun caballero de ascéticos modales.
Al producirse la revoi;lciónde don Francisco 1. lVIadero,don Artemio abandona "u fugaz papel político y se dedicaa su profesión de abogado. Fuéésta, también, una actividadque no le satisfizo. Nos diceun poco burlón:
-Guardo mi titulo de abogado como México guarda laestatua ecuestre de don Carlos IV, como un adorno. Mivocación profunda era el estudio de la historia, particularmente la de la Nueva España y comienzos de la República.
Con posterioridad don Artemio viajó largamente por Europa. -Mi primer viaje fuécomo Secretario de nuestraLegación en Madrid, y másadelante ocupé cargos análogos en Bélgica y Hoi2nda. Deaquella época guardo ,,1 i ecuerclo de mis investigacio'1es enlos archivos peninsuhr,~s, quecontribuyeron mucho a erJcauzar definitivamente mi ambición de escritor. Después formé parte, junto con l\'¡fonsoReyes, de la Comisión de Estudios Históricos de la qut erajefe don Francisco A. (~C Icaza y en seguida me re;ntegréde nuevo a la Legación. igualque Reyes, durando t'n esepuesto cosa de cínco años.
TIEMPO
do por don Fodi rio gobernador de mi Estado natal, Coahuila. Mi padre se rehusó conempeñosa terquedad, pero elGeneral sabía lograr sus propósitos, Emplazó a mi padre aescoger entre su amistad y, entonces, colaborar; o ser su enemigo, y atenerse a las consecuencias. Mi padre no podíaperder el amigo y aceptó. Asívine a ser yo, un joven de veinte años, persona de posibilidades políticas. -Hace una pausa, sobre el rostro se extiendeuna sonrisa plácida, de recuerdos lejanos-o Para mí fuéUl1a sorpresa, uo diré que desagradable. Sencillamente no meinteresaba. Un día recibí untelegrama. Se me cOlllunicabahaber sido elegido díputado
s Uy
-Soy apolítico, pero no soyajeno al hombre y sus tribulaciones- nos dice.
-Eeconozco que la búsqueda del pasado, allá por los añosagitados de la Revolución maderista. fué un modo de escapar al imperio de la canal/ocmcia. El caos Cjue me rodeaba,hizo de mi yocación histórica elobjeto único de mis preocupaciones.
Le recordamos quc el1 algu11<1 época de su jm'entud p<lrticipá c!t; la política.
-Sí, en los finales del régimen del general PorfirioDíaz. Mi padre, tambíén un;,político dcdicado a sus 11 ';0
cios particulares, fué designa-
ESCRITOI~E L
AL trasponer el umbral,admitidos en su apacible casona por donA r t e m i O d e Va 11 e
Arizpe, hemos traspuesto laslindes del presente para ingre-sar en el pasado. Reina aquí hColonia, y en ella uno .le lo.;más fecundos escritores mexicanos de nuestros días, cuyayida dedicó a la recreélción u;~
aquel ambiente y aquellas r~)s
tumbres y personajes. L',¡n Artemio --67 años, alto, portecaballeresco, piel sonrosada -es, en sí mismo, el redivivopersonaje de más de uno de susrelatos. En su jovial y hi)spitalaria actitud nos recuer(,<, a sudon Ra fael Ri\'adesella, prota-gonista de su na rración "Lasflores del pino". 1
Rodeado de las cosas queama, obras de arte y mueblescoloniales del más exq¡üsito yrefinado gusto, goza del ambiente el1 que desen ,'ud'-.'c suvida metódica y tranquila, sinmás preocupación o ir,U:rés quedevol ver a la luz lo qUt; ;'¡¡{losatrás fuera luz: P<.TSCliaies deconvento, de Corte o J.~ callejuelas sombrías; pasa ji.''; de lavida de la N ueva Esp~1~;'a, hechos y sucedidos sing-Jlares,cuya prestancia procerlc de lrtmagia de lo maravi;lo';o queles acom p ií:l.
El tradicionalista ~~~:xical1o
es ejemplo cabal de escritOlque se abstrae del mundo contemporáneo para adentnrse enla realidad pretérita. N o esésta una actitud exclusivamente romántica. N o llega al pasado por el simple impu:"o delsentimiento; es por la vía delestudio, que le ha dado 1111 sólido conocimiento del obido desus preferencias. Si h;en escierto que la vuelta al pasadoes, fundamentalmente, gestoromántico, a este gesto se añade una sincera vocación histórica, y un no oculto des;nteréspor las cosas del prese!1t·'. DonArtemio de Valle-Arizpe no esun aficionado de la tradición;es él mismo, personaje de lahistoria que le embebe V le recrea, le mueve a la vida y alestudio, causa y objeto de suactividad de escritor. Vive,pues, en la más completa ascepción, en el pasado. Es untradicionalista Dar naturaleza.más que por afición.