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KKIMIM H HARRISONARRISON

SSERIEERIE M MADISONADISON A AVERYVERY, N, Nºº 01 01

UNA VEZ MUERTA,UNA VEZ MUERTA, HUYE DOS VECESHUYE DOS VECES

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TTodos lo hacen. Morir, quiero decir.

Yo descubrí esto por mí misma en mi decimoséptimo cumpleaños, cuando morí en un accidente de tráfico extraño en mi noche de baile del instituto. Pero no fue un accidente. Fue cuidadosamente planeado por un Caronte, justo un pequeño momento en la batalla entre carontes blancos y los negros, el cielo y el infierno, la elección y el destino. Sólo yo no salí de mi vida como la mayoría de la gente muerta hace. Gracias a un error, yo estoy atascada, muerta en la tierra. El ángel que falló en protegerme y el amuleto que robé de mi asesino son las únicas cosas que me mantienen fuera de donde los carontes negros deseaban que yo fuera. Muerta, eso es.Mi nombre es Madison Avery, y estoy aquí para decirte que hay más allá de lo que puedes ver, oír, o tocar. Porque yo estoy viéndolo, oyéndolo, tocándolo, viviéndolo.

PrólogoPrólogo

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Traducido por Alishea, Mai y GladTraducido por Alishea, Mai y GladCorregido por GladCorregido por Glad

IIncliné el hombro contra una roca áspera y pirógena. La luz del sol moteada cambió sobre mis zapatillas como el viento hizo que mi pelo cosquilleara mi cuello. El sonido de los niños que nadaban en el lago cerca de aquí era fuerte, pero los gritos felices sólo apretaron el nudo en mi intestino. Dejé a Barnabas para tratar dar la vuelta a cuatro meses de prácticas fallidas en solo veinte minutos.–Sin presión.– Murmuré, mirando a través del sendero de tierra al Caronte que estaba de pie contra un pino, con los ojos cerrados. Barnabas era probablemente más viejo que el fuego, pero él se mezclaba bien, con sus vaqueros, con camiseta negra, y con un físico larguirucho. No podía ver sus alas, con las que parecía que flotaba, pero estaban allí. Era un ángel de la muerte con pelo encrespado y ojos castaños, que llevaba un par de zapatillas Holey. ¿Los harían santos por llevar zapatillas Holey? Me preguntaba mientras arrollaba con mi pie nerviosamente una piña de aquí para allá.Sintiendo mi atención en él, Barnabas abrió sus ojos. –¿Lo estás intentando, Madison?.– me preguntó.–Duh. Sí.– Me quejé, aunque sabía que esto era una causa perdida. Mi mirada cayó sobre mis zapatos. Amarillos con encajes púrpuras, y calaveras con las tibias cruzadas sobre los

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dedos, hacían juego con las puntas púrpura teñidas del pelo rubio corto, algo nadie jamás había hecho la conexión.– Hacedemasiado calor para concentrarse.–Protesté.Levantó sus cejas cuando miró mis pantalones cortos y mi top de combate. Realmente no tenía calor, pero los nervios me hacían estar hecha un flan. Yo no sabía que iba a un campamento de verano cuando me había escapado de la casa esta mañana y monté mi bicicleta hacía el instituto para encontrarme con Barnabas. Pero para todas mis quejas, se sentía bien salir de Three Rivers. El instituto nacional donde mi padre había vivido estaba bien, pero ser la chica nueva apestaba.Barnabas me frunció el entrecejo. –La temperatura no tiene nada que ver.– dijo él, y arrollé la piña zarandeada bajo el pie aún más rápido.– Siento tu aura. Estoy delante de ti. Hazlo, o nos vamos a casa.Pateando la piña lejos, suspiré. Si regresábamos a casa, quienquiera que estuviera siendo cazada iba a morirse. –Estoy intentándolo.– Me incliné contra la roca detrás de mí, subo mi mano hacia arriba, para sujetar la piedra negra que esta sostenida en un alambre de plata, colgamdo alrededor de mi cuello.Barnabas carraspeó la garganta impaciente, cerré los ojos y traté de imaginarme una niebla nebulosa que me rodea. Procurábamos comunicarnos en silencio con nuestros pensamientos. Si pudiera darle a mis pensamientos el mismo color, como la neblina alrededor de Barnabas, mis pensamientos resbalarían por su aura y él los oiría. No es fácil de hacer cuando no puedo ver su aura. Cuatro meses de esta relación extraña de estudiante/maestro, y no podía ni conseguir llegar a la fase uno.Barnabas era un caronte blanco. Los carontes oscuros mataban a personas cuando el futuro probable mostraba que ellos iban a ir en contra de los grandes esquemas del destino. Los carontes blancos trataban de pararlos asegurando el derecho de la humanidad de elegir. Asignado para prevenir mi muerte, Barnabas me debe haber considerado uno de sus fracasos más espectaculares. Yo no había ido apacible en esa buena noche, sin embargo. Había gimoteado y había protestado mi muerte temprana, y cuando robé un amuleto

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de mi asesino, yo me había salvado de algún modo. El amuleto me dio la ilusión de un cuerpo.Todavía no sabía a donde había ido mi verdadero cuerpo. Lo que me causó molestias. Y no sabía porque había sido el objetivo.

El amuleto me hizo sentir como fuego e hielo cuando le reclamé, cambiando de un lánguido plano gris a un espacio–profundo negro que pareció aceptar luz. Pero desde entonces…nada. Cuanto más he tratado de usarlo, más estaba como si fuera de piedra.Barnabas ahora había sido asignado para ser mi sombra en caso de que el caronte que me había matado regresara por su amuleto, y yo había vuelto a vivir una vida normal como podía. Aparentemente justo el hecho de que había podido reclamar la piedra sin convertirme en polvo, me hizo –alguien– bastante extraordinario. Pero mirando sobre mí no era el estilo de Barnabas, y yo supe que él no podría esperar para volver a su trabajo del salva–almas. Si pudiera conseguir esta cosa de pensamiento–pasando y saliendo fuera, él podríareasumir sus deberes regulares, dejándome razonablemente segura en casa y yo seria capaz de contactarlo si el caronte

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oscuro apareciera otra vez. Pero nada de eso sucedía.–Barnabas.– dije fatigada de ello.– ¿Estás seguro que puedo hacer esto? No soy un caronte. Quizá no puedo intercambiar los pensamientos contigo porque estoy muerta. ¿Jamás pensaste en eso?.Silencioso, Barnabas dejó caer su mirada al lago rodeado de pinos. La preocupación al levantar los hombros me dijo lo que tenía.–Inténtalo otra vez.– dijo bajito.Apreté mi puño hasta que los alambres de plata se apretaron en mis dedos, intentando imaginar a Barnabas en mis pensamientos, su gracia fácil de la que la mayoría de los estudiantes carecían, su cara atractiva, su sonrisa fascinante.Honestamente, yo no era apabullante sobre él, pero cada ángel de la muerte que había visto había sido atractivo. Especialmente el que me había matado.A pesar de las noches largas en mi techo donde practicaba con Barnabas, yo no había podido hacer nada con la reluciente piedra negra. Barnabas había estado pasando tanto rato que mi padre pensó que él era mi novio, y mi jefe en la floristería pensó que debía conseguir una orden de restricción.Me aleje lejos de la piedra. –Lo siento, Barnabas. Ve y haz lo tuyo. Yo me sentaré aquí y esperaré. Estaré bien.– Quizás fue por eso que me trajo. Le era mas seguro tenerme cerca que a varios cientos de millas de distancia lejos de mí. No estaba segura, pero pienso que Barnabas le había estado mintiendo a su jefe acerca de mi progreso, como para estar fuera y trabajando de nuevo. Un ángel mintiendo. Sí, así fue, aparentemente.Barnabas apretó los labios juntos. –No. Esto fue una mala idea.– dijo, cruzando el sendero para tomar mi brazo.–Vamos.Me alejé de su agarre. –Entonces, ¿qué si no puedo empujar mis pensamientos en los tuyos? Si no quieres dejarme aquí, entonces te seguiré y me mantendré fuera del camino. Dios, Barnabas. Es un campamento de verano. ¿Cuántos problemas puedo obtener?.–Muchos.– dijo, torciendo su lisa y joven cara en una mueca.Alguien subía el sendero, y dí un paso atrás. –Me quedaré fuera del camino. Nadie sabrá aún que estoy

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allí.– dije. Y los ojos de Barnabas se arrugaron inquietos.Las personas estaban más cerca, y me moví nerviosamente. –Vamos, Barnabas. ¿Entonces, para que hemos volado hasta aquí si solo ibas a llevarme a casa otra vez? Sabías que yo no podría solidificarme en veinte minutos que lo he estado tratando de hacer los últimos cuatro meses. Quieres esto tanto como tu. Ya estoy muerta. ¿Qué más me puede suceder?Él miraba hacia el sendero al grupo ruidoso. –Si supieras, no estarías discutiendo conmigo. Oculta tu amuleto. Uno de ellos quizás sea el caronte oscuro.–No me asusta.– Dije mientras lo metía detrás de mi camisa, pero fui. No era justo, estás muerta y todavía tenías que tratar con el corazón golpeándote, robándote el aliento tenso cuando tenías miedo. Barnabas dijo que las sensaciones desaparecerían ya que estaba muerta, pero yo todavía estaba esperando, y era vergonzoso.Por caminar mirando hacia abajo, tropecé con tres chicas y tres chicos que pasaban. Ellos usaban chancletas y shorts, las chicas charlaban como si no tuvieran que preocuparse de nada en el mundo mientras se dirigían hacia el muelle. Todo parecía normal, hasta que una sombra pasó por encima de mí y me miró.Un ala negra, pensé, sofocando un estremecimiento. Ellos tenían la apariencia de cuervos vivos. –Cuando las personas los notaban. Unas oscuras y fangosas sábanas negras los cubrían haciéndolos casi invisibles a la vista, pero de una manera extraña brillaban. Estos comían las almas de las personas que los carontes negros mataban, y si no fuera por la protección de mi amuleto robado, ellos estarían sobre mí. Carontes blancos cuidaban el alma, protegiendo al difunto hasta que pudieran ser escoltados de la tierra.Eché un vistazo a Barnabas, sin tener que oír sus pensamientos sabía que había alguien en el grupo, el próximo blanco para una muerte prematura. Averiguar quién iba a ser, sería una mezcla de la explicación incompleta del jefe de Barnabas, y la intuición de Barnabas y su capacidad para ver auras. –¿Puedes decirme quien es la victima?.– Pregunté por lo que

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Barnabas me había dicho que, las auras tenían un brillo que revelaban la edad de una persona, lo cual, Barnabas había usado de excusa, por haber fallado al protegerme. Eso sucedió en mi cumpleaños, y él sólo trabajaba con personas de diecisiete años. Yo había tenido dieciséis, justo antes de que el coche diese vueltas, y oficialmente diecisiete cuando en realidad morí. Barnabas entrecerró sus ojos. El color plateado de sus ojos por un momento pareció divino. –No te puedo decir.– dijo.– Todos ellos tienen diecisiete años, excepto la chica del traje de baño rojo y short; y el chico de cabellos oscuros.–¿Qué hay con el caronte, entonces?.– Le pregunté.– Nadie llevaba un amuleto, pero ya que las piedras podían parecer cualquier otra cosa ante la mirada, no significa mucho. Sólo una más de las habilidades que no tenía.Él se encogió de hombros, y siguió observando. –El Caronte aun no podría estar aquí. Su aura se vería de diecisiete, al igual que la nuestra. No conozco a todos los carontes negros de vista, y no voy a saber con certeza quien es el o ella hasta que saque su espada. Saque su espada, o golpee a una persona, logre pillarlo. Bueno. Para cuando supiéramos quién era la amenaza, ya seria demasiado tarde.Miré el grupo de alas negras encima del muelle como gaviotas. Al lado de mí, Barnabas se movió nervioso. –Quieres seguirlos.– le dije.–Sí.Era demasiado tarde para prevenir a alguien más. La memoria de mi corazón pareció aporrear, mientras latía mas rápido. Aaún estaba viva, o lo parecía. Entonces agarré el brazo de Barnabas. –Hagamos esto.–Nos iremos.– protestó él. Pero sus pies se movían, y miré sus tennis caminar por la tierra en perfecta sincronización con los míos mientras hacíamos el descenso.–Solamente me sentaré tranquila. ¿Cuál es el gran problema?.– Pregunté.Nuestros pasos dobles, hicieron eco sobre el muelle, entonces me detuvo.–Madison, no quiero cometer otro error.– dijo él, girándome

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para afrontarlo.– Nos marchamos. Ahora.Miré hacia delante, entrecerrando mis ojos ante la luz brillante y el fresco viento, estremeciéndome cuando una oscura capa negra se poso en espera, sobre un poste.

A un lado, el grupo discutió con el jefe del muelle. Si nos íbamos, alguien iba a morir. Yo no iba a irme. Tome aire para convencer a Barnabas de que yo podía hacer eso, pero la voz del jefe de muelle nos llamó–¡Eh!! Chicos, ¿quieren hacer algo?.Barnabas saltó, mientras yo me gire sonriendo –¿Qué es? – conteste, y sentía como la tensión me golpea.–Esquí.– el chico pequeño de cabello negro dijo, sujetando un par.– No podemos tomar dos barcos a no ser que tengamos ocho personas. ¿Ustedes dos quiere ser observadores?.Un temblor se elevó dentro de mí. –¡Seguro!.– Dije, sellando el trato. Barnabas había esperado por esto. Quería hacer esto. Nosotros íbamos a hacerlo.– Madison.– se quejó.Pero todo el mundo entusiasmado se metió en los barcos, y lo arrastré mucho mas cerca al grupo, explorando las caras para ver quien no pertenecía ahí.

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–¿Cuál barco llevara a la víctima? Yo tomaré el otro.Barnabas tensó su mandíbula. –No es fácil. Esto es un arte, no una nota.–¡Entonces adivine!.– Supliqué.– Por el amor de Dios, incluso si estamos en barcos diferentes, estarás cerca…a 30 pies de distancia ¿Cuál es el problema? Solamente gritaré, ¿ok?Él vaciló, y yo le di una mirada ceñuda, mientras veía la lucha de pensamientos sobre su cara. Si la idea era mala o no, una vida estaba en el borde. Detrás de mí, el ala negra se dio a la fuga.Barnabas respiró para decir algo, haciendo una pausa cuando un tipo en bermudas se acerco. Él sujetaba un cable de remolque mientras se reía. –Soy Bill.– dijo acercando su mano. Giré hacia Barnabas y lo miré –Madison.– dijo tímidamente. Creí que el no era el caronte. Él era demasiado normal a la vista de cualquiera.Barnabas murmuró su nombre, y Bill lo observo de arriba a abajo. –¿Alguno de ustedes sabe conducir?.– preguntó Bill.–Yo se.– dije antes de que Barnabas pensara en una excusa para sacarnos de aquí.– Pero nunca he tirado a un esquiador. Solamente miraré.– Eché un vistazo a Barnabas. Esa ultima palabra había sido para él.–¡Genial!.– rió endemoniadamente.– ¿Si no quieres manejar mi bote? Solo mírame.El coqueteaba conmigo, y yo le sonreí abiertamente. Había pasado tanto tiempo con Barnabas, trabajando en como compartir nuestros pensamientos, que había olvidado lo divertido y normal que era coquetear. Y el estaba coqueteando conmigo, no con la chica que se había desnudado en el muelle para lucir su bikini amarillo y mostrar su trasero o el impresionante pelo negro y largo, quien llevaba puesto unos shorts cortos y una camiseta corta con estampado.–Sí, voy a verte.– le dije dando un paso después de él, sólo para detenerme un minuto después cuando Barnabas enganchó mi brazo.–Hey.– dijo en voz alta, sus ojos plateados de nuevo y me

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hicieron temblar.– Las chicas irán en una barco, los chicos van en otro.–¡Cool!.– la chica del Bikini dijo alegremente, sin notar los iris plateados, aunque ella estaba mirándole directamente.– Queremos el barco azul.Me alejé del agarre de Barnabas, temblando a causa de que sabia que él podía ver cosas que los vivos no podían ver. Traté de pensar en las cosas que Barnabas podía ver. El nivel de ruido aumento, mientras los demás se acomodaban en los barcos y comenzaban a desatar las sogas. Todavía en el muelle, tire hacia abajo a Barnabas a fin de poder susurrarle algo.–Bill no es el caronte, ¿Verdad?.–No.– susurró de nuevo.– Pero algo le somete a ritos de iniciación. Él podría ser la victima.Yo asentí y Barnabas se alejó para hablar con un chico de camisa azul parándose posesivamente, detrás de la rueda del barco rojo. Dije hola a las niñas, y me metí en la parte inferior de la pequeña lancha azul. El plan de Barnabas era seguir en secreto a la víctima. Miré a través del muelle hacia Bill, preguntándome si podía ver una niebla oscura sobre él, o solo era mi imaginación. (Que Bill podría estar por cumplir los 17 años)

Rápidamente, ya estábamos en el agua, acelerando la velocidad en el lago, con la chica del traje rojo en una pieza, esquiando detrás de nuestro barco, y Bill detrás del otro. El golpe rítmico y el ruido sordo de las destrozadas olas era como un sonido familiar, una gloriosa canción. El solo fuertemente golpeo sobre mis hombros, su calor fue robado por la fuerza del viento que azotaba mi pelo contra mis ojos. Los alas negras se elevaron del muelle, el más grande estaba detrás de nosotros. Mi malestar creció y fije mi mirada en los esquiadores.Bill parecía que sabía lo que estaba haciendo, al igual que la niña detrás de nuestro barco. Ellos no eran carontes negros, y el hombre que conducía tampoco era una caronte, eso solo dejaba, tres posibilidades, dos de los cuales iban conmigo. Resistí el impulso de tocar mi piedra que la tenía escondida detrás de mi camisa, con la esperanza de que Barnabas no me haya puesto en el barco equivocado. La chica del Bikini tenía puesto un collar.

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–¿Eres buena esquiando?.– Le pregunté a gritos, deseando escuchar su voz.Ella se dio la vuelta y sonrió, con su largo pelo rubio perfecto.–No soy tan mala.– dijo acercándose para que la oiga por encima del sonido del motor.–¿Piensas que ella se caerá pronto? Me muero por estar en el agua. Mi sonrisa era engañosa, y esperaba que ella no pudiera prever el futuro. –Ella podría. Veo un gran salto.–Quizás entonces.– Ella miró los mechones purpuras de mi pelo, bajando su mirada hacia mis pendientes de calaveras con huesos cruzados. Sonriendo dijo.– Soy Susan. De la cabaña Chippewa. (Chipewa: Tribu indígena propia de Minesota)

–Uh, Madison.– dijo sujetándose al barco con una mano, cuando perdí el equilibrio. Realmente había mucho viento como para hablar, Susan observó al esquiador, mientras yo evaluaba al conductor.La pequeña niña detrás de la rueda, tenía una envidiable melena de pelo negro, largo y grueso. Que fluía hacia atrás mostrando muy poco de sus orejas, pómulos fuertes, y una expresión apacible mientras que esperaba. Los hombros anchos y el cuerpo delgado la hicieron parecer tan atractiva. Su top hawaiano era brillante bajo el sol, haciéndome desear llevar gafas de sol, también.Mi atención se centró en el agua en la lancha de color rojo, que estaba a treinta metros de nosotros a estribor y vi como Barnabas hablaba con el hombre de la camisa azul. El viento cambió cuando el barco se dirigió al salto y Susan se inclinó, causando que su pelo largo, me dieran de cachetadas antes de que ella se lo sujetara Los alas negras los perseguía. A todos ellos. –¿Cuánto tiempo estarás aquí?.– Preguntó.–Uh, no mucho.– le contesté con la verdad.– La escuela se inicia en unas dos semanas.Susan asintió. –Igual aquí.Traté de caminar hacia la cabina del conductor, nerviosa. Se suponía que solamente iba a ser un observador, pero en realidad quería observar al conductor. Ningún mortal tenía

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derecho a ser tan hermoso. Si pudiera encontrar el coraje para hablar con ella, si fuera capaz de encontrar las agallas para hablarle, podría saber si ella era o no. –¿Y si no fuera ella, Madison?.– Pensé, cada vez más nerviosa. No podía decirle a Barnabas, que la idea no había sido buena.–Mis padres me hicieron venir aquí.– dijo Susan llamando mi atención de nuevo.– Tuve que dejar mi trabajo y todo.– añadió rodando sus ojos.– Un mes perdido de salario. Yo trabajo en un periódico, y mi papá no quiere verme frente a un ordenador todo el verano. Todavía cree que tengo doce.Yo asentí, mi expresión estaba congelada, cuando una sombra negra se deslizaba entre los barcos como si estuviéramos detenidos. Sofoque un estremecimiento, mientras buscaba con la mirada a Barnabas; podía ver su ceño fruncido desde aquí. Las sombras juguetearon por encima y debajo del agua, las estrechas y sinuosas alas negras eran mi mayor tensión, mis pies temblaron, quería escapar a un lugar alto.Susan se quedo de pie, en la proa del barco, tratando de disfrutar del viento. En una oleada de preocupación, obligue a mi mano a bajar, que estaba en mi amuleto y trate de sujetarme. Estaba mareándome, no por el desagradable movimiento del barco, si no por lo que estaba a punto de suceder. A menos que Barnabas, hiciera su trabajo mejor de lo que había hecho conmigo, alguien iba a morir. O bueno, por lo menos la mitad de ella, de todos modos despertar en la morgue no era divertido.Mi mirada resbaló desde el esquiador hasta Barnabas, que estaba en la barca de color rojo y poco a poco estaba mucho más cerca, nos acercamos al salto (3 En inglés la palabra es –jump.–, según el contexto y la narración, se refiere a un tipo de acrobacia, que se realiza en el agua. Para tal se usa una rampa, y la persona tiene que pasar por encima de ella, para lograr saltar una altura considerable, y caer

al agua, nuevamente). Su cabello castaño se batía con el viento, mientras hablaba con el conductor, sus rodillas estaban separadas, para mantenerse en equilibrio, mirando cada poco a los niños de diecisiete años, estaba tratando de salvarlos. Como si pudiera sentir mi mirada, Barnabas levanto su mirada y nuestros ojos se encontraron. Entre nosotros, paso un ala negro bajo el agua. Mierda. Era casi la hora.–Hey!.– gritó Susan, mirando hacia el lugar donde el ala negra había desaparecido.– ¿Viste eso?.– Preguntó con sus ojos muy abiertos.– Parecía un mantaraya. No sabía que

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había rayas de agua dulce.Porque no existen en este hemisferio, pensé, vigilando el horizonte. Los alas negras estaban por todas partes, manteniendo el ritmo de los barcos, por encima y por debajo del agua.Susan se sujeto de la borda con sus dos manos mientras miraba en el agua frente a estribor. Ella claramente no había notado lo que había allí afuera, pero había notado algo. Mi pulso ilusorio se acelero. Estaba muy ansiosa, recordando en mi mente los recuerdos de cuando estaba viva. Algo estaba a punto de suceder, y no sabía qué hacer. ¿Qué pasa si esa hermosa chica al volante era el caronte?.Tensa, escuché el silbido del agua después de pasar el salto de esqui. Nuestro esquiador lo hizo, dejando salir un grito de guerra “Whoop” cuando estaba en lo alto. Ella perdió el equilibrio al aterrizar, pero cayó en el agua con muchagracia, como si supiera lo que estaba haciendo.Bill, ahora era su turno, pero, casi en el último segundo. La punta de su esquí se engancho en la rampa. Mi aliento, se detuvo igual que el. A los carontes les gustaba trabajar causando accidentes, añadiendo accidentes graves, paraocultar sus acciones. Barnabas tenía razón. La víctima, y, por lo tanto, el caronte, debían de estar en su barco. –¡Date la vuelta!.– Le gritó.– Bill fallará el salto.Nuestro barco les pasó, y Susan agarró el riel. –¡Oh mi Dios!.– Exclamó.– ¿Está bien?.Él estará bien siempre y cuando Barnabas llegara a él primero. Fije mi mirada en nuestro conductor, mientras ella giraba el barco, la insté a que se apresurara. Ahora podía ver sus ojos, por debajo de los lentes. “Azul”, observé por primera vez, y luego hice deslizar el miedo a través de mí. Pero mientras la observaba, sus ojos se volvieron plateados, y ella sonreía con tranquila satisfacción. La conductora. Era el Caronte negro. Barnabas estaba en el barco equivocado.Maldita sea, ya sabía yo que era demasiado bonita para ser un ser vivo. Asustado, obligue a mis ojos a no mirarla mas, ya que así, ella podría notar lo que yo sabía. Gire en la parte posterior del barco, me envolví entre mis brazos, me puse mas frenética a medida que bajamos la velocidad. Nuestro esquiador iba hacia Bill, fue la natación, pero

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Barnabas se había sumergido en el agua tratando de llegar primero. Susan se unió a mí en el lado lateral de la embarcación cuando Barnabas deslizó su brazo alrededor de Bill, empezando atraerlo hacia mi barco, y no al suyo. El miedo se profundizo en mí. El no sabía que el Caronte estaba conmigo. ¡Se lo traía para ella! Maldita sea, ¿por qué había insistido en hacer esto cuando ni siquiera podía comunicarme con Barnabas!?.Los dos barcos se unieron, los motores fueron ralentizando, enviando zumbidos que murieron cuando ambos fueron apagados. Todo el mundo estaba en los bordes, gritando. Traté de conseguir la atención de Barnabas sin alertar a la Caronte negra que sabía quién era–al mismo tiempo no la dejaba fuera de mi vista. Pero Barnabas nunca me miró.Bajo sus manos estaba Bill. Él estaba consciente, pero tenía una hemorragia debido a la herida en la cabeza. Tosiendo débilmente, extendió una mano en busca de ayuda. Temblé cuando la sombra de un ala negro pasó sobre mí y se había ido. A mi lado, Susan se estremeció también, claramente sintiendo la misma sensación, viendo las sombras negras pasar por debajo y arriba de nosotros. –¡Levántenle!.– Me susurró, ya que parecía que tiburones se deslizaban suavemente bajo el agua.– ¡Sáquenlo del agua!.Mi barco, sin embargo, no era seguro, y di bandazos para interponerme entre el Caronte negro y Bill, mientras el gateaba en el borde del barco. Probablemente, la Caronte negra tenía que saber que alguien estaba aquí para poner fin a su trabajo, aunque ella probablemente pensó que era Barnabas, ya que él fue quien había saltado para salvarle.–¿Está bien?.– Dijo Susan, dando un grito agudo cuando nuestros botes se golpearon, y el conductor del barco rojo lanzaba una cuerda para mantenernos juntos. Cayendo de rodillas en el estrecho espacio delante del asiento posterior, Susan extrajo una toalla de playa de su bolsa. –Es la hemorragia. Ahora, hay que poner esto en su cabeza.– dijo, y Bill parpadeo distraídamente hacia ella.Agachado junto a Bill, Barnabas no me miraba, y mi corazón martilló poco a poco mientras me acerquÉ a la figura hermosa de muerte, que tenia el aspecto hawaiano con chancletas, con un olor ligeramente a plumas... demasiado

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dulce, empalagoso. Ella no iba a reconocerme. Estaba segura. traté de convencerme a mí misma. Pero cuando Barnabas se puso de pie, y salto hacia el otro bote, me perdí.–¡Barnabas!.– Grité. Y a continuación, me congele, al escuchar, el silbido metálico a través del aire.La tensión golpeo a través de mí, gire mi cabeza alrededor. La Caronte negra, con sus pies firmemente plantados en el estrecho espacio. Una luz brillaba gloriosamente en ella y en su espada. Tenía una piedra violeta, sujeta alrededor de su cuello. Pude verla ahora. Ambas piedras brillaron con una intensidadprofunda. Ella no buscaba a Bill. Ella estaba buscando a Susan.–¡No!.– grité entrando en pánico. Hubo un destello de luz en contra del filo de la espada. Y sin pensarlo, me moví para estar entre ellos. Golpeé a Susan con mi hombro, tumbándola. Aulló, y cayó junto a Bill en la parte trasera del barco.Mis rodillas me dolieron, ya que golpearon la alfombra de plástico. Traté de mirar hacia arriba, pero estaba cegada por el reflejo del sol en la espada enmovimiento refleja, me quede sin aliento sintiendo como cortaban en rodajas mi alma.Era como si el tiempo se detuviera, aunque el viento aun soplaba y el barco aún oscilaba de arriba abajo. La gente en el otro barco entro en shock y comenzó a gritar. Ajenos a ellos, la Caronte negra me miraba, sus labios se abrieron en un gesto de horror cuando se dio cuenta de que había atacado a la persona equivocada. –Por la serafines...– susurró levantando el volumen de su voz.–Maldita sea, Madison.– dijo Barnabas con su voz muy clara sobre el resto.– Dijiste que sólo ibas a ver.Aún de rodillas ante ella, extendí mi mano sobre mí, recordando la horrible sensación de aquel aturdido Sábado en el que un el auto en el que iba se volcó, cuando yo seguía viva. Y, a continuación, aún herida bajo el terror, la oscuridad. El Caronte negro me atacó con su espada, mirándome con confusión y enojo porque yo no había muerto en el accidente y tuvo que matarme con supropia guadaña.–Uh, no atinaste.– le dije que sacudiéndome, y sacando los recuerdos de mi muerte.

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Susan se levantó pasmada, y la Caronte negra disolvió su guadaña, enviando de regreso su poder a su piedra alrededor de su cuello. Sus labios se abrieron cuando su mirada encontró mi amuleto descansando sobre mi pecho, fuera de su escondite debido a mi caída. –¡La piedra de Kairos!.– Dijo.– ¿Tienes el amuleto de Kairos?. ¿Cómo? Él es...– Ella vaciló, mirándome confundida.–¿Quién eres?.–Quién diablos era Kairos?.– pensé. Seth era el Caronte oscuro que me había matado. Lamiendo mis labios, me levanté, apunto de pisar a Bill.–Madison.– le dije con valentía, sin miedo a la muerte.– Robé su amuleto, sí. ¡Ahora lárgate!, o voy a tomar la suya, también.Sin embargo, fue una amenaza en vano, ya que la expresión de la Caronte fue de sorpresa, cambiando a determinación.–Si tienes el amuleto de Kairos, entonces, probablemente él lo querrá de vuelta.– dijo, levantando su delgada mano, para llegar a mi amuleto.–Madison, ¡apártate de ella!.– Gritó Barnabas.Asustada, camine hacia atrás tropezando con Bill y aterrizaje en el largo asiento en la parte trasera. Con un gesto sombrío, entendió lo que debía hacer. Ella no podía intentar, volver a matarme, pero podía llevarme a la fuerza.La gente gritaba y un efecto borroso se puso entre nosotros.Era Barnabas, y me quede boquiabierta y con la mirada fija, cuando de repente se paró frente a mí, enfrentado a la Caronte oscura, en sus pantalones vaqueros perfectamente comunes, y su camiseta mojada. Su presencia era abrumadora, con la postura de un guerrero. –No te la llevarás.– dijo, mirando Caronte oscura debajo de sus rizos mojados.–Ella tiene el amuleto de Kairos.– dijo la Caronte oscuraUn pulso violeta salió de su amuleto, una guadaña se mostro en su mano, de nuevo. –Ella nos pertenece.¿Qué quería decir con –nos pertenece.–?.Me recosté hacia atrás sobre los tiesos cojines, pero Barnabas había creado su propia espada, usando la fuerza de su

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amuleto, ahora de un color naranja violento y brillante. Los dos chocaron, seguido de un profundo eco que entró en mis oídos. Al alrededor de nosotros llegó el ruido de la gente asustada gateando, y tratando de apartarse del camino.Rápidamente, Barnabas dio un paso adelante y abalanzó su arma contra la de ella en un áspero giro. Las luces violeta y naranja, se movieron a gran velocidad marcando sus trayectorias. La guadaña de la Caronte oscura fue arrancada de su mano, formando arcos eléctricos a través del aire para deslizarse rápidamente en el agua, con apenas una onda.Conmocionada, ella se encorvó encima sosteniendo su muñeca como si hubiera recibido un duro golpe. Su amuleto era tan oscuro, como su expresión. Alguien en voz baja, maldijo e hizo una pregunta.–Regrese.– dijo Barnabas.– He oído hablar de ti, Nakita, y se que estás fuera de tu territorio. No ataques más en mi ámbito. Fallaras todo el tiempo.Los ojos del Caronte oscuro se estrecharon. Presionó su mandíbula con fuerza.Susan le miró y yo también lo hice. –Algo no está bien. Tú lo sabes. Lo oigo en las canciones de los serafines.– dijo ella, y cuando Barnabas levanto su barbilla, ella se lanzó en el agua para recuperar su guadaña.Los segundos pasaron. La Caronte oscura no salió a la superficie, pero si ella era como Barnabas, no necesitaba aire para respirar y era probable que se hubiera ido.El chico de la camisa azul, salió rápidamente de la parte trasera de su barco y miró hacia abajo. –¿Viste eso?.– Dijo, mirándonos, y recorriendo la mirada el agua, y después hacia nosotros, y después de nuevo al agua.– ¿Qué mierda hiciste?.Barnabas tomó un respiro para hablar, perdiendo su postura de guerrero colérico, pero al exhalar cambió de idea. El Caronte blanco buscó mis ojos. Yo me encogí de miedo, pero sus ojos fueron sustituidos por un plata brilloso llenos de preocupación.Desde la esquina de la embarcación, Susan preguntó:–¿Acabas de empujarla al agua?.Whoops. Esto podría ser de muy difícil de explicar.

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Barnabas hizo una mueca, y sujetó entre su mano su amuleto, y dijo con calma:–¿Quién?.

Bill, miró hacia el cielo. Su mirada estaba fija en los alas negras que le vigilaban.La expresión de Susan, fue confusa. –Había una chica.– dijo poniéndose recta.– Tenía el cabello negro.– Susan miró a Bill.– Y una espada. Se trataba de una espada, ¿no?. Lo viste, ¿verdad?.Tomando la toalla de la cabeza de Bill, miro la mancha roja y dijo: –Yo lo vi.

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Barnabas caminó con perfecto equilibrio a través del barco y se puso de rodillas delante de Bill.–No he visto nada.– Sin embargo aún sujetaba su amuleto mientras miraba los ojos de Bill y le ponía de nuevo la toalla en contra de su corte.–Se golpeó la cabeza muy fuerte. ¿Te sientes bien? ¿Cuántos dedos estoy sosteniendo?.– Bill no respondía, y miré sobre el agua evitando la mirada de Barnabas. Sus ojos fueron de nuevo plateados y pensé que mirarle ahora sería un error.– Bill se golpeó la cabeza.– dijo con calma Barnabas.– Él tiene que ir al muelle que le revisen.Como por arte de magia, el miedo y la confusión desapareció del todo, siendo reemplazado por la preocupación en las personas que ocupaban los dos barcos.Mis rodillas estaban temblando cuando Barnabas puso en marcha nuestro barco, y en el súbito ruido me incliné hacia él.–¿No recuerdan nada?.– pregunté sin darme cuenta de que él tenía la habilidad para intercambiar sus pensamientos.Barnabas se alejo del timón. –Conduce.– dijo. Puso una mano sobre mi hombro, y me empujó en el asiento.– ¡Date prisa!, antes de que alguien se acuerde de que tu no condujiste hasta aquí.Él sonaba furioso y comencé a juguetear con las palancas. Sí, yo podía conducir un maldito barco. Había crecido en los Cayos de la Florida y había aprendido a manejar un barco, antes de andar en bicicleta.Barnabas revisaba los esquís y las cuerdas mojadas cuando yo giré el bote lentamente. El otro barco partió mucho más rápido, y yo le seguía para hacer el viaje más fácil. Susan estaba en su teléfono celular, gritando:–¡Él se golpeó la cabeza en el salto de esquí! Campamento Lago Escondido. ¿El mismo de la gran canoa roja sobre el camino? Vamos en camino al muelle. Esta despierto, pero necesita puntos de sutura, tal vez. Moviéndome gradualmente a una mayor velocidad, sentí el viento frio en mi hombro donde Barnabas me había tocado. Los alas negras se habían ido, solo había una sola mancha negra bordeando la orilla del lago. La muerte se había impedido, pero Barnabas no estaba contento.Cerrando su teléfono, Susan se bamboleó de regreso para volver a sentarse al lado de Bill en la parte trasera del barco.

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–Hey!.– dijo gritando por encima de todo el ruido de los motores.– Ya viene una ambulancia. ¿Te va bien?.Bill se ruborizó y se veía confundido. –¿Dónde está la chica con la espada?.–Preguntó. Vi como Barnabas mencionaba en voz baja –loco.–, girando un dedo a la altura de su oído.–Cálmate.– dijo Susan más suave, pero todavía casi gritando.– Estaremos allí en un minuto.Las luces de la ambulancia en el muelle me dieron un punto en que poner la mira, y desacelere mientras nos acercábamos. Las personas se habían reunido, y espero que Barnabas y yo, pudiéramos hacer nuestra escapa antes de ser notados.–¿Dónde está la chica con la espada?.– Preguntó de nuevo Bill, y Barnabas fue a sentarse en su otro lado.–No hay ninguna chica con una espada.– dijo firmemente.–La vi.– insistió.– Tenía el pelo negro. Tú también tenías una espada. ¿Dónde está tu espada?.Miré hacia Barnabas y el me devolvió una mirada cansada, dándome la impresión de que realmente había hecho todo mal. Tal vez el hecho de cambiar las memorias era un signo de descuido.–Relájate, Bill.– dijo el Caronte blanco.– Te has golpeado la cabeza muy fuerte.Sujete el timón mas fuerte y me pregunte si la lesión en la cabeza de Bill, le hacia menos susceptibles al cambio de memoria. Simplemente, ¿Cuan mal estaba todo esto? Jeez, todo lo que teníamos que hacer era sacar a Susan fuera del camino. Yo no podía estar solo allí y dejarla morir. Susan era felizmente ignorante de todo. Ella estaba viva. Iban a terminar con su vida, y probablemente hacer algo con ella, no era nada injusto haberle salvado de los Carontes oscuros, en primer lugar.Mi frente fue surcada de aliviadas arrugas, y tire de una hebra de mi pelo húmedo que caía sobre mis ojos. Me alegraba de haber intervenido, y nada de lo que Barnabas podría decirme me iba a convencer de no haber hecho lo correcto. No pude evitar sentir un poco de vergüenza, sin embargo. Dos años de práctica de artes marciales, ¿y todo lo que habíamos hecho era empujarla fuera del barco?Barnabas, dejo a Bill y Susan en la parte posterior del banco y

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se sentó en el asiento junto a mi. –Llamare ángel de la guarda.– dijo inclinándose mas a mi, losuficientemente cerca como para capturar el aroma de los girasoles al atardecer.– Susan va a estar bien.–Bien.– Baje más la velocidad, a medida que me acerque mucho mas al muelle, negándome a soltar su mirada.– ¿Eso no fue tan malo, verdad?.Reclinándose hacia atrás, bufó:–No tienes idea de los problemas que hemos causado.– dijo.– Que los santos la protejan, Madison. Cinco personas a las quehe tenido que cambiarle la memoria. ¿Crees que eso fue fácil?. Era mejor no haberte traído. Sabía que no era seguro.Presione mis dientes y empecé a acercarme al muelle, con demasiada gente.–Salvamos su vida. ¿Acaso ese no era el objetivo?.–Fuiste identificada por un Caronte oscuro.– dijo misteriosamente.– Dijiste que solo ibas a observar, y tu vas y… ¡eres reconocida! Ahora, Conocen la resonancia de ese amuleto. Pueden seguirle. Encontrarle.Solté un suspiro de protesta. Los carontes tenían resonancias en sus amuletos; las personas vivas tenían auras. Uno u otro, podían ser usados por los carontes para encontrar a…personas, a una gran distancia y de cerca, como una especie de ruido de huellas dactilares o la fotografía. –¿Me estás diciendo que debí de dejarla morir?, ¿Barney?.– Dije amargamente, sabiendo que el odiaba ese apodo.–¿Permitir que el Caronte la mate, simplemente para que no me reconozca?. Llamaré a Ron. Él puede cambiar la resonancia de mi amuleto. Él lo ha hecho antes.Con los brazos cruzados sobre su pecho, Barnabas frunció el ceño. Yo estaba en lo correcto, y el lo sabía. –Voy a tener que… ¿verdad?.– Dijo, sonando como un chico de diecisiete años de edad por el que se hacía pasar.– No he tenido una lucha de espadas en trescientos años. Aparte de con tu caronte, es decir. También, necesito cambiar la resonancia de mi amuleto. Sonó hosco, mientras miraba al frente. Un ángel hosco, pero dulce. Pero por más que pensaba acerca de ello, peor me sentía. Parecía que desde que me conocía, yo era un estorbo en su

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vida. Mi talento especial. Ahora tenía que pedir ayuda a su jefe para arreglar las cosas, y yo sabía que el no iba a vernos bien. –Lo siento.– le dije suavemente, pero sabía que me había escuchado.– Hasta que la resonancia de nuestros amuletos sean cambiados, somos tan vulnerables como los patos en el agua.– él murmuró.Pasmada, busqué a los alas negras, pero ya se habían ido. El agua reflejaba los árboles cerca del muelle, se apoyo en la barandilla sintiendo el viento, y yo puse el motor en neutro.–e dicho que lo siento.– le dije, y Barnabas miró hacia el parpadeo de las luces de la ambulancia.Sus ojos cafés, pasaron a oscuros, y era como si le estuviera viendo por primeravez, encontrando algo diferente en sus profundidades. –Hay muchas cosas que no sabes.– dijo mientras el bote se mecía, y llegaba al muelle.– Tal vez deberíasde comenzar a actuar como si no las supieras.La tripulación de la ambulancia estaba esperando con una camilla, y parecieron aliviados cuando Bill gritó que él estaba bien. Hubo un aire de excitación, y cuando vi la camiseta brillante del jefe del muelle, me encogí de miedo. De lo que tuvimos que pasar allí.El bote fue evacuó en medio de un charloteo fuerte y peticiones por mas información, que a Susan le dio mucho gusto suministrar en voz alta. Estuve parada, queriendo ir a casa, pero Barnabas simplemente no nos podría sacar sus alas delante de todo el mundo. Él dio un paso sobre el muelle, seguido de un nervioso apretujón.–Vigile a la chica.– dijo nerviosamente.– Tengo que encontrar algún tranquilolugar, donde el ángel pueda encontrarme. No es probable que intenten atacarle de nuevo, pero es posible. Especialmente si saben que estás aquí. No hagas nada si un caronte aparece, ¿de acuerdo? Sólo grita ¿Puedes hacer eso?.Doblegada, asentí, y el camino a través de la gente del muelle. Lentamente entendí que debía de mantenerme lejos de la ambulancia. Mi corazón se había dejado de nuevo. Por último. Barnabas pensaba que eso era divertido, pero solo era más vergonzoso. Yo siempre respiraba aire que no necesitaba,

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también.Susan giraba y gritaba dentro del grupo de chicas y el jefe de muelle. Fue una sensación extraña, queriendo estar cerca, pero tenia miedo de ser incluida.

La historia que Susan contaba atraía a un grupo de personas, pero no se trataba acerca de una chica de aspecto hawaiano con una espada, o de niñas despareciendo debajo del agua. Por la noche, cuando ella fuera a dormir, la historia sería diferente. Había visto la –magia.– trabajar en la cara de mi padre, y me preguntaba si el recordaba la morgue. Mientras yo estaba ocupada robando el amuleto de mi asesino, mi padre había recibido la llamada telefónica que le decían que yo estaba muerta. Le encontré solo en mi habitación, revisando mis cosas antes de enterarse de que yo seguía viva, había sido desgarrador. ¿Y su alegría cuando me vio respirando? Nunca había sentido un abrazo tan fuerte.Aunque sus recuerdos habían sido cambiados, a veces...pensaba que el podía recordar.Barnabas se habían había ubicado debajo de una mesa roja de

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picnic, debajo de unos pinos. Una luz pequeña y brillante se suspendió delante de él, parecía una de esas imperfecciones que se veían en las imágenes de vez en cuando. Algunas personas creen que son fantasmas, pero de lo que se tratan es de ángeles de la guarda, ¿y si sólo fueran vistos cuando la luz fuera la correcta y capturadas en película?.–Y luego se cayó al agua.– dijo Susan, en volumen bajo, como si esa parte hubiera sido borrada de su memoria, y me marche dando media vuelta, evitando así, que ella me llamara para apoyar su historia. Ella había mencionado que trabajaba en un periódico. Tal vez un proyecto de carrera de periodismo, y tal vez esa era la razón por la que había sido un objetivo.Tal vez, se suponía que ella iba a hacer algo más adelante en su vida, algo que algo que iría en contra de la labor de los carontes oscuros. Por eso había sucedido todo esto. Es por eso que me habían matado. No sabía qué era aquello que se supone que debí de haber hecho, y ahora que estaba muerta, lo más probable era que nunca lo haría.Cruzando mis brazos, me incliné contra la solidez de un alto y espinoso pino, jurando que nunca me sentiría mal, por salvar la vida de Susan. Barnabas se puso de pie, y se abrió camino a través de la multitud con la pequeña esfera de luz detrás de él. Los amigos de Susan le notaron, y riendo nerviosamente, se callaron. Fingiendo ignorancia, Barnabas sonrió y agito la mano de Susan. Como si fuera una señal, la esfera de luz pasó de él hacia ella.Ella ahora tenía un ángel de la guarda. Estaba a salvo. El nudo de preocupación, se alivio en mí.–Gracias por mantenerle hablando allí afuera.– dijo Barnabas moviendo su pelo mojado en una función casual que hizo que alguien diera un suspiro.– Deberías de ir al hospital con el. Él va a tener que pasar la noche bajo observación, en caso de que tenga alguna contusión.Susan se sonrojó. –Seguro. Sí. ¿Crees que dejarán que vaya?.– Ella recurrió a un enfermero.– ¿Puedo ir?.Bajo un coro de silbidos se escucho un sí, Susan dibujo una sonrisa y trotó haciala ambulancia. La neblina de luz entró en la ambulancia delante de Susan, y la tensión apenas

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perceptible de Barnabas desapareció, diciéndome que él, también, estaba preocupado por ella. Acaba de parecer que a él no le había importado.Sintiéndose mejor, le miré y sonreí, estaba contenta. Pero, la cara del caronte se quedó en blanco y mi sonrisa se desvaneció. El levanto su talón y comenzó a caminar de pronto, esperando que le siguiera.

Nos dirigimos hacia abajo, dejando a la multitud detrás de el, mi satisfacción de haber salvado a Susan se fue opacando. Si habría tenido otra forma de ir casa, la habría tomado. Barnabas se veía enojado.

Traducido por Alishea, Mai y GladTraducido por Alishea, Mai y GladCorregido por GladCorregido por Glad

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Traducido por GladTraducido por Glad

EEn el cielo, el aire estaba muy frio, y mi pelo mojado se sintió congelado cuando Barnabas hizo un buen aterrizaje en el lugar de donde habíamos partido esta mañana: En el parque de estacionamiento de New Covington High. Como siempre, sus alas habían desaparecido en un remolino de viento antes de que pudiera verlas, se cambio con unos pantalones vaqueros secos, una camisa playera negra casual, y un paño guardapolvo gris completamente impropio para el sofocante calor pero a él le hacia verse completamente bien. El color suave me recordó a sus alas sobresaliendo de sus hombros y cayendo hacia sus talones.Insegura, camine a través de algunos autos tratando de llegar hacia mi bicicleta.Aquellos vehículos no habían estado aquí esta mañana, y me pregunté lo que estaba pasando. Me requirió dos intentos para obtener la combinación correcta, y lentamente empuje mis verde–diez velocidades de regreso a la sombra junto a Barnabas, la puse en contra de la pared entre la gran ladera pronunciada y el pasadizo principal antes de que me apoyara junto a él para esperar a Ron, el jefe de Barnabas.Extrañaba mi coche, que estaba aún en la parte trasera de la casa de mamá en Florida, pero la falta de un vehículo era un castigo más, y por lo menos podía estar con mi padre. Mamá

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me había enviado aquí debido a las charlas entre padres y maestro; y a las preocupaciones que le daba, cada vez que llamaban de la escuela diciendo que había huido. Bueno, tal vez yo había estado un poco entusiasmada –ejerciendo mis tendencias libre–pensadoras.–, hasta que el consejero de la escuela le había dicho a mi mamá, bueno, antes me lo había dicho a mí en privado, que abandonara mis actos impulsivos, que prestara más atención y creciera, ya que todo lo que estaba haciendo eran cosas de niños.

Una cigarra lloriqueó desde alguna parte, me trepé encima de la pared y me senté al lado de Barnabas, crucé mis brazos sobre mi pecho. Inmediatamente los bajé. No quería verme pensativa. Barnabas se veía lo suficientemente pensativo por ambos. Nuestro vuelo había sido incómodo. Él había guardado mucho silencio. No es que él hablase mucho, pero ahora noté una rigidez, casi amenazante. Tal vez él estaba molesto por haberse mojado al lanzarse al lago.Mi trasero entero estaba húmedo, gracias a él.Inquieta, fingí arreglar mis cordones, ya que así podría alejarme unas pulgadas o poco más lejos de él. Yo le podía

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pedir que me llevara a casa, pero mi bicicleta estaba aquí. Sin mencionar que no quería que la curiosa Mrs. Walsh vea a Barnabas mostrando sus alas y emprendiendo vuelo. Estaba segura, que esa mujer tenia binoculares en el borde de su ventana. La escuela era el único lugar que teníamos para pensar y donde nadie nos veía. Por qué estábamos entre autos, aquí y ahora, más allá de mí.Extraje mi móvil de mi bolsillo, lo encendí, y revisé en busca de llamadas perdidas, y volví a guardarle. Fije mi mirada en Barnabas, y le dije:–iento mucho que no hayas cumplido con tu misión (cosecha).–No era una misión (cosecha). Solo era prevención, contra carontes negros.Su voz era tensa, y pensé que para alguien que había estado por aquí por tanto tiempo, seguro podía actuar infantilmente. Tal vez por eso fue asignado a cuidar de los de diecisiete años.–Aun así, lo siento.– dije mientras picaba (pateaba) la superior de la pared de cemento.Apoyándose contra la pared, Barnabas me miro de reojo para después tener la mirada fija en el cielo y suspirar. –No te preocupes por eso.Presioné mis uñas en el duro cemento duro cuando de nuevo el silencio nos abrazó. –Yo estuve pensando en lo hermoso que es un Caronte oscuro.Barnabas fijo su mirada en mi, de nuevo, enfrentándome.–¿Hermoso? Nakita es un caronte oscuro.Mis hombros fueron de arriba abajo en un encogimiento de hombros. –Ustedes los carontes son hermosos. Podría reconocer a uno de ustedes entre toda una multitud solo por eso.Su cara mostró sorpresa – como si él nunca hubiera notado cuan perfectos eran. Cuándo apartó la mirada, continué diciendo:–¿La conoces?.–Si, la he oído cantar antes.– dijo suavemente.– Así es que cuando ella utilizó su amuleto para matar, la reconocí. Ella ha sido una caronte negra por largo tiempo. Lo suficiente como para tener una piedra con una profunda sombra violeta.

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Lentamente intercambian de color debido a la experiencia. los carontes blancos por ejemplo; empiezan con el espectro verde, para ponerse amarillo, naranja, y finalmente un rojo tan profundo que casi parece negra. Los carontes negros van de otra manera, empiezan por el azul después el púrpura y el violeta. El color de su piedra se refleja en su aura cuando usas tu amuleto. Perotu aun no puede ver auras, ¿verdad?.Eso había sido constructivamente malicioso, y si no hubiera estado hablando de mi piedra como si fuera un espacio negro, le habría dicho a él que se callara.–Así es que ella ha estado en esto, mucho más tiempo que tú.– dije. Él se sorprendió.–¿Cómo sabes eso?.– preguntó, sonando insultado.Recorrí con la mirada su amuleto, un negro plano ahora que él no lo estaba usando. –Es como un arco iris. El de ella es violeta, y el tuyo es naranja, a un paso de ser rojo, al otro lado del arco iris. El tuyo no es rojo aún. Si el tuyo se pone rojo, serás tan experimentado como ella.Él me miró de arriba hacia abajo, su posición se volvió tiesa. –Mi amuleto no es naranja. ¡Es rojo!.–No, no lo es.–¡Lo es! Ha estado así desde las pirámides.Agité una mano despectivamente. –Cualquier cosa… el hecho de que aun no pueda oírla cantar entra en eso.Con una pataleta, él se alejo hacia el estacionamiento, lejos de mí. –Los amuletos posibilitan la comunicación más allá del dominio de tierra, y yo la he oído. El color de la piedra y el sonido de su canto hacen juego. En el momento de oír un aura en lugar de verla. Desde allí, no es difícil adivinar de quién es el canto, porque hay muy pocos de nosotros en la tierra. Y aunque puedo oír a los carontes negros, no puedo entender lo que dicen. Nakita tendría que cambiar el color de sus pensamientos para así corresponder a los míos, y por ahora eso es casi imposible. Además, ¿por qué querría sus pensamientos en mí?.Mis cejas ascendieron. Ese pedacito de información podría

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haber sido de ayuda en vez de gastar los últimos cuatro meses enloqueciéndome, intentando aprender a usar mi amuleto. –Huh pensé que tu ibas a subir al cielo o algo cuando te pusiste a hablar.Su cabeza se encorvó. –Eso ha sido desde hace eónes, que obtuve mi amuleto y me ataron a la tierra.¿Él está atado a la tierra? –Whoa.– dije mientras escuchaba el rechinar del cascajo debajo de mis zapatos, y le miré a la cara.– ¿Los carontes están atados a la tierra?.–No, sólo los carontes blancos están atados a la tierra.– dijo mientras se sonrojo debido a la vergüenza.– Nakita tiene libertad de ir y venir. Ella solo viene a la tierra para matar. Solo allí sale.Eso me sonó más bien amargo. –Pensé que todos los ángeles vivían en el cielo.–No.– dijo al momento. –No todos nosotros.Frunciendo la cara, pasó su mano sobre su crespo cabello, revolviéndole y volviéndole aun mas desarreglado, en una forma fascinantemente atractiva.–Pocos ángeles delinquen, ellos se convierten en carontes para deshacer su desagravio. Y cuando se absuelven ellos mismos, regresan a sus otros deberes.¿Desagravios? ¿Absolución? ¿Barnabas era un caronte porque se había metido en líos? Y aquí, entendí mejor. Supongo que salvar vidas se veían bien en el curriculum vitae de cualquier ángel. –¿Qué hiciste?.– Pregunté.Barnabas se cruzó de brazos y se apoyó contra la pared. –Soy un caronte blanco por un sentido de responsabilidad moral, no porque les desagradé a los serafines. No me importa lo que piensan.Había oído a Barnabas tener fe ciega en – o en los – serafines antes, cuando estábamos sentados sobre mi techo y lanzando piedras en los bates. Ahí supe demasiado bien, que él no tenia en buen concepto fango–mierda acerca de un ángel, pero tampoco podría ayudarle sino podía preguntarle lo que los serafines hicieron. Supongo que se requirió bastante para ser lanzado a vigilar el universo.

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Aún sin mirarme, Barnabas se alejo de la pared y se emociono al estar parado al borde de la luz. Él aún no me decía nada, un sentimiento creció cuando se puso en jarras y se quedó con la mirada fija en el caluroso estacionamiento. –Sin embargo, ella está en lo correcto. Algo es mucho más hediondo, peor que un ala negra.– dijo casi para sí mismo. –Nakita dijo que tienes la piedra de Kairos. Eso no es posible. Él es… .– Barnabas dio vuelta, con una expresión que me dejó helada.– Madison, he estado pensando. Cuando Ron venga, voy a pedirle que le dé tu instrucción a alguien más.Mis labios se abrieron, y tuve la impresión de que me habían dado un puñetazo en el intestino. Repentinamente todo tenía mucho más sentido. Él había perdido las esperanzas conmigo. Dios mío, debo de ser más estúpida de lo que pensaba.Lastimada y no sabiendo qué hacer, me deslicé fuera de la pared, raspando la parte trasera de mis piernas alejándome lo suficientemente lejos. Las lágrimas escocían en mis ojos, agarré mi bicicleta, y empecé a caminar hacia la distante entrada. Iba a casa. Ron me podría encontrar allí.–¿Dónde vas?.– dijo Barnabas mientras yo mecía mi pierna sobre mi bicicleta.–A casa.– El estar muerta apestaba. No podía decírselo a nadie, y ahora me sentía un pastel de fruta de Navidad que nadie quería. Si Barnabas, no me quería a su alrededor, eso estaba bien para mí. Pero el iba a decírselo a Ron, y eso iba a ser humillante.–Madison, no es que tu me hayas fallado. Yo no puedo enseñarte.– dijo Barnabas, sus ojos negros estaban llenos de preocupación y simpatía.–Porque estoy muerta y soy estúpida. Entendí esa parte.–, dije miserablemente.–No eres estúpida. No te puedo enseñar, por la piedra que tienes.Sus palabras fueron de un espeluznante interés, y me detuve, me asusté repentinamente. En todo este tiempo, Ron nunca había podido saber la clase de piedra que yo tenia. –¿La piedra de Kairos?.– Susurré, entonces me puse rígida y sentí un cosquilleo repentino entre mis omóplatos. Me quedé quieta, con la mirada fija entre las sombras, preguntándome

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si debía o no de seguir adelante.La mirada de Barnabas se posó detrás de mí, y su expresión se revolvió entre una mezcla extraña de alivio y cautela.–Yo sólo he venido por un momento. Veamos sus amuletos.– vino la voz característicamente crujiente del cronometrador (Así se le conoce a Ron, ya que él controla el tiempo).

Gire para ver a un hombre pequeño, que entrecerraba los ojos bajo el sol. –Ron.– dije suavemente mientras se acercó a grandes pasos, con su pelo gris suelto. Vestía con un paño guardapolvo igual al de Barnabas, pero en él se veía como si estuviera totalmente equivocado para el calor. Fije mi mirada en la escuela, esperando que nadie me viese con ellos. Era extraño, ya tenía una reputación bastante mala. Seis meses, y aun era la chica nueva. Tal vez debería comenzar a vestirme mejor. Nadie más tenía el pelo púrpura.Chronos (Ron más corto) lucía como un mago y Gandhi, que sabía artes marciales. Su túnica y sus ojos café me dieron la impresión de que él podía ver alrededor de las esquinas. Sus cejas eran rubias como el sol pero su piel y su pelo rizado eran oscuros. Era más pequeño que yo, pero no obstante, él tenía una enorme presencia. Su voz, era más profunda de lo que uno esperaría. Él tenía un acento agradable, crujiente, como si tuviese muchísimo que decir no hallando una buena forma para hacerlo.Él se movió rápidamente, el también, tenia una piedra que lo dejaba conectarse con la corriente de tiempo y no le permitía envejecer, desde entonces a diferencia de los carontes, el tiempo solo era para los humanos, por alguna razón. Yo imploraba por preguntar qué tan viejo él era en realidad. Él usó su habilidad para manipular el tiempo de los carontes blancos. Era a través de él, que Barnabas obtenía sus asignaciones de prevención de muertes.Recorriendo agriamente con la mirada el cielo, Ron tendió su mano, sus dedos se contoneaban. –¿Madison?.––Ron, acerca de mi piedra….– empecé, sujetando mi amuleto delante del cronometrador, todavía en su colgador de cuero, que lo sujetaba alrededor de mi cuello.–Sí, lo sé. Voy a arreglar eso.– masculló y sus dedos se pusieron borrosos por un momento, rodeando mi amuleto.

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Sentí un hormigueo a través de mi cuero cabelludo, y entonces sucedió.– ¿Cuándo has teñido tu pelo?.– dijo ágilmente, su mirada fija y afilada me observaba.–Después del baile de graduación. Ron–.Pero él ya estaba delante del caronte blanco, su mano tendida en una forma posesiva. Barnabas tenía un mal semblante, y entonces él se elevó sobre el pequeño hombre. –Barnabas….– el hombre entonó dando un aviso, o recriminación tal vez. Pienso que Barnabas lo oyó también, ya que él tomó su piedra de su cuello y lo entregó en lugar de acercarse. Sin su piedra, Barnabas no podía ser un caronte, perdía muchas de sus habilidades. Yo, sin la mía, sería un fantasma, más o menos.–Señor.–, dijo Barnabas, viéndose incómodo cuando su amuleto cobró el mismo matiz que tuvo cuando su espada fue dejada al descubierto; Entonces regresó a un negro mate. –Acerca de la piedra de Madison…–Se compondrá.– dijo Ron inteligentemente, siendo eso una patada en el trasero de Barnabas.Barnabas amarró las cuerdas simples de su amuleto de regreso sobre su cuello y puso su piedra detrás de su camiseta playera. –La caronte negra en la misión la reconoció.–¡Lo sé! ¡Por eso es que estoy aquí! Te identificaron.– Ron ladró, con los puños en sus caderas mientras miraba hacia arriba, hacia Barnabas, el bajo su mirada, abochornada.– Ambos. Era su primera misión. ¿Qué pasó?.Estupendo, había metido a Barnabas en problema otra vez. –Lo siento.– dije con arrepentimiento, y la cabeza de Barnabas subió. –Fue todo debido a mí.– dije a borbotones, pensando que si daba la cara, Barnabas me podría reconsiderar.Ahora había entendido que las auras hacían sonidos, y eso ya podía ser un avance. Y ahora tal vez entonces podríamos lograr compartir pensamientos.–Barnabas no quiso llevarme hasta que pudiéramos intercambiar pensamientos, pero le convencí. Y entonces me encontré a Susan. No podía dejar que el caronte la matase. Ocurrió tan rápidamente...–¡Alto!.– gritó Ron, y yo di un salto. Los ojos del hombre eran

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enormes, y él clavo sus ojos en Barnabas, que estaba encogiéndose… ¿de miedo?.– ¡Dijiste que ella ya podía pasar sus pensamientos!.– El pequeño hombre acusó y mi boca se dejó caer.– ¿Me mentiste? ¿Uno de mis carontes me mintió?.–Uh.– Barnabas tartamudeó, dando pasos hacia atrás subiendo unos cuantos escalones. Ron le miró fijamente a la cara. –¡No mentí!.– gritó agudamente. –Tu asumiste que ella podría hacer eso, cuando te dije que ella estaba lista. Y ella lo está.¿Él pensaba que yo estaba lista? ¿Aún cuando no podía pasarle mis pensamientos?. Los ojos de Ron se estrecharon. –Tu sabias, que yo no te permitiría tener una misión de prevención hasta que ella pudiese compartir sus pensamientos. ¡Por eso, cinco memorias tuvieron que ser borradas. ¡Cinco!.Mi júbilo momentáneo por ayudar a Barnabas se había evaporado, y deseé no haber abierto la boca. Me sentía como la mierda de un cachorro en medio de una lujosa alfombra.–No tiene importancia cuánto practiquemos, Madison no podrá compartir sus pensamientos conmigo.– Barnabas protestó, su cara estaba roja de ira. –¡Es su amuleto, no ella!.–Por Dios, Dios todo poderoso.– Ron interrumpió, caminando y dando media vuelta mientras levantaba una mano en el aire. –No le puedo decir esto a los serafines. ¿Puedes imaginarte el afán? Tú simplemente no has pasado bastante tiempo con ella. El conocimiento de cómo compartir pensamientos es lento, no es rápido y tu lo puedes hacer.Las cejas de Barnabas se levantaron. –Señor, nunca dije que ella no podría aprender a compartir sus pensamientos con alguien, simplemente no conmigo..– dijo recorriéndome con la mirada.– Nakita fue el caronte negro asignado para esta muerte. Ella reconoció la piedra de Madison. ¡Madison tiene el amuleto de Kairos!.El señor cronometrador se quedo completamente quieto. Después del alarma paso a la sorpresa con los ojos muy abiertos. Fijando su mirada en mi amuleto. Presione en un puño mi piedra tan firmemente que las cadenas de plata me dolieron profundamente. Era mío. Había afirmado eso y nadie me lo iba a quitar sin una pelea. Ni aun Kairos, quienquiera que fuera él.

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–¿Kairos?.– Ron susurró, y entonces, viendo mi miedo, quebró el contacto visual conmigo.–Sí. Y si ella tiene el amuleto de Kairos.– dijo Barnabas–entonces tal vez ...–Cállate.– susurró Ron, cortando sus palabras, y Barnabas echaba humo.– Sabía que no era una piedra de caronte normal, ¿pero de Kairos? ¿Tienes la seguridad de lo que Nakita dijo?.Barnabas estaba de pie rígidamente. –Estaba allí, Señor. Nakita también dijo que yo les pertenecía, lo cual me hizo sentir un cosquilleo agudo. Deseaba ser alguien normal, una persona dichosa, e ignorante acerca de carontes, cronometradores y alas negras. Tal vez si los ignorase, se irían.Ron miró de reojo hacia nosotros, su posición tiesa emitiendo un aire repentino de desconfianza. Él gesticuló para el borde de la sombra. –Te ordeno que mires al cielo, Barnabas.Barnabas silencioso, caminó hacia el borde de la luz del sol y envió su mirada fija hacia arriba. Un frío me traspasó. Todo había cambiado en un instante, por Kairos.–¿Quién es Kairos?.– Pregunté, devolviendo mi atención a Ron.–Mi contraparte.– Ron tenía sus manos en sus caderas como si estuviese ansioso bajo el cuidado de las sombras del árbol y en el caluroso estacionamiento.–Imaginé carontes blancos y carontes negros. Imaginé un cronometrador blanco, y un cronometrador oscuro.– No pensaras que soy el único, ¿verdad?. Todo tiene un balance, y Kairos es mí balance. Kairos observa los hilos del tiempo y de los futuros posibles y envía a los carontes negros a matar a las personas antes de tiempo. Gasto más tiempo intentando secundar mis suposiciones hacia él que cualquier otra cosa. Él dijo la última palabra como si fuese un maleficio. Mi corazón golpeaba otra vez, y crucé mis brazos sobre mi pecho como si así le pudiese detener. Bueno. Había robado el amuleto de un cronometrador. Mierda, tenia que deshacerme de esta cosa, pero no era como si pudiese pedir prestado el

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amuleto de un caronte y le pudiese devolver este a Kairos. Mantenerlo era mi única opción.Nunca dormiría otra vez. Algo bueno que ya no necesitaba.–¿No es extraño que Seth no haya regresado?.– dije intentando pensar para llegar a una conclusión.– Hago una apuesta de que él se esconde de Kairos.Frunciendo el ceño, Ron cambió de posición en la sombra para apoyarse contra la pared junto a mí. –Un caronte no puede usar el amuleto de Kairos, tal como un cronometrador no puede utilizar la de un caronte.– dijo.–Nakita debe estar equivocada. A menos que....– la cejas de Ron que parecían las de un soldado raso se levantaron ligeramente y empezó lateralmente a mirarme.– a menos que no fuese un caronte quien te mató. Quizá Kairos estaba haciendo un poco de trabajo extracurricular matando por si mismo.Barnabas miró por encima de su hombro cuando Ron mencionó eso, y Ron le instó a guardar silencio. Otra vez.–¿Cómo era Seth?.– preguntó Ron. Su voz era engañosamente suave.Nerviosa, trepé para estar sentada sobre la pared, paralela a Barnabas, excepto que él volvió a mirar al cielo. Llevé mis rodillas a mi barbilla, no queriendo acordarme de aquella noche, pero la memoria regresó con claridad de cristal.–Tez morena.– dije.– El pelo ondulado oscuro. El acento bonito.–. “Besaba muy bien”, incluí en mis pensamientos. Lloriqueé. ¡Oh, Dios mío!. ¡Había besado al chico que me mató!.El desconocido atractivo y sexi de el baile de graduación se había convertido en un psicópata Seth, un caronte negro que vino a matarme. Que uso una hoja (daga) de caronte después de hacer rodar su coche descapotable, mientras derribaba un muro de contención. Me había despertado en la morgue aquella noche, para oír a Barnabas discutiendo con otro caronte blanco en lo que se refiere a la falla que habían cometido al estar yo muerta. Habían estado allí para disculparse y para mantener a los alas negras lejos de mi alma hasta que lleguara a mí “la recompensa”. Pero todo cambió cuando Seth apareció en la morgue. Parecía que él quería llevarse mi alma y mostrarla a alguien, y

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así poder llegar a un juzgado mayor... o cualquier cosa que eso pueda significar. Pero sólo Barnabas y yo sabíamos esa última parte. Por alguna razón Barnabas había pensado que no deberíamos decir nada acerca de eso a Ron. Y entonces yo había robado el amuleto de Seth. Y el hecho de cómo había logrado hacer eso y permanecer aquí era un misterio para todo el mundo, muy complejo.Ron se restregó la oreja como si él tuviese una contracción nerviosa. –¿Cuánto más alto que tú?. ¿Aproximadamente una mano?.Mi estómago se contrajo con fuerza. –Sí.– hablé entre dientes.– Ese es él.Los pies de Barnabas se movieron, mientras Ron dio un largo suspiro evadiéndole. –¡Maldita sea!.– Ron masculló, entonces comenzó a caminar dentro de los confines de la sombra.–Ese era Kairos.– dijo amargamente. –Él no le dio su nombre correcto. ¡Dios mío, si usted alguna vez me amó, abra mis ojos para cuando estoy siendo así de estúpido!.–Excepto que él vio mi edad.– protesté. ¡Estupendo, no sólo había besado al hombre que me mató, si no que también él era mas viejo que las pirámides.¡Yuck! Ahora que pensé acerca de eso, él había sido demasiado hábil bailando y besando, solo para tener diecisiete años de edad.–Kairos ganó su posición de cronometrador en muy corto tiempo, mucho antes de que su predecesor lo intentase.– Haciendo un alto, Ron miró perdidamente hacia el estacionamiento. –No ha envejecido un día desde que adquirió el amuleto, que yacía alrededor de su cuello. ¡Maldita sea!. Hago una apuesta a que él no es feliz envejeciendo otra vez. Apostaría el amuleto de un cronometrador, ya que es la única piedra sagrada que pudiste haber reclamado y que esta no convirtiera en polvo tu alma.–¿Porque estoy muerta?.– Adiviné, y Ron negó con la cabeza.–Porque eres humana. Así como los cronometradores lo son.–Así que realmente no fue falla mía... el que no la pudiese mantener viva.Barnabas interrumpió. –Ya que no puedo superar a un cronometrador.

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–No, no puedes.– dijo Ron, dándole una mirada para que se callase. –Y si Madison ha reclamado la piedra de Kairos, la única manera que él pueda recuperarla es si ella está muerta.–Excepto que ya lo estoy. Totalmente.– protesté, mientras mantenía mis manos abrochadas cerca de mis rodillas.Ron sonrió débilmente. –Me refiero, a su alma. Él tiene su cuerpo, supongo. Alguien debe tenerlo. Y mientras de alguna forma tú existas, el amuleto te pertenece. Ya que pudiste reclamarlo y eso ya un milagro.Él miró furiosamente a Barnabas cuando el Caronte blanco intentó interrumpir.–Necesitas mantenerte lejos de él.– dijo, dirigiéndose a mí.–No es un problema.– dije escudriñando el cielo.–Simplemente dime en qué nube vive, y yo tomaré nota.Ron reanudó su caminar. Sus túnicas se movían elegantemente y su pequeña forma permanecía bajo la sombra del árbol. –Él vive en la tierra, tal como yo.– dijo alejándose, claramente alarmado con sus pensamientos esperando que todo se tratase de un chiste.–Señor.– dijo Barnabas poniéndose nervioso cuando le dio la espalda al cielo.– ¿No debería de vigilarla alguien?.– Si Kairos aún no la ha perseguido hasta ahora, tal vez él no haga.–¿Kairos dejando la búsqueda de su inmortalidad? No. Lo dudo.– dijo.–Especulo que aun no ha perseguido a Madison, porque hasta el día de hoy nadie sabía que él había perdido su amuleto. Él indudablemente estaba tomando el tiempo para hacer otro. Mientras más tiempo gaste, mejor será. Aunque él nunca creará uno de similar poder que él que perdió. No. Nakita probablemente ya le ha dicho que Madison lo tiene. Él saldrá en su búsqueda ahora. Tendremos que esperar que yo haya cambiado su resonancia lo suficientemente rápido.–¿Los cronometradores hacen (crean) amuletos?.– Pregunté, era toda una sorpresa, y mi atención se fijo en el amuleto negro de Ron, casi perdido entre los pliegues de su túnica.–¿No me puedes hacer uno nuevo, así yo podría devolverle a Kairos su amuleto?.Ron me evadió, como si mi idea le hubiera sobresaltado.

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–Los hago, sí. Y se los doy a los ángeles apasionados, que actúan y eligen convertirse en algo diferente a lo que ellos nunca fueron. No todo el mundo está feliz tal y como están lascosas, y ésta es una forma para hacer una diferencia. Pero tú estás muerta, Madison. No puedo crear una piedra para mantener vivos a los muertos. Intentar utilizar uno, que le he dado a un caronte la quemaría y la convertiría en polvo. A lo que me refiero, es que desde que Kairos te mató, tienes derecho a mantener el suyo. Por supuesto, los serafines pueden pensar diferente.

Mordí mi labio inferior, muy inquieta, cuando Barnabas fijo su atención a la vía en lo alto de la colina, cuando un coche paso. Serafines. Tenían el poder para tomar grandes decisiones. Los carontes estaban debajo de ellos, y los ángeles de la guarda mucho más abajo. Barnabas hablaba de serafines como si fuesen niños mimados con poder. Espeluznante. –Esto es malo, ¿verdad?.– balbuceé suavemente.El eco de risa de Ron murió rápidamente. –No es bueno.– dijo entonces. Pellizcando mi frente, sonrió. – Madison... has reclamado la piedra de Kairos. Es tuya. Me esmeraré en ver que se quede de ese modo. Simplemente deme el tiempo para poner la máquina política a funcionar.Me deslicé de la pared, mis nervios me exigían moverme. –Ron, ya sé por qué él vendrá detrás de mí, ahora, pero esto empezó hace unos meses. ¿Qué hice yo alguna vez, para hacerle venir tras de mí en primer lugar?.– Barnabas se apartó del borde de la sombra para afrontarnos, pero Ron le interrumpió antes de que él pudiese hablar, tomando mis manos y sonrió reconfortablemente. Por lo menos yo pensé que era reconfortante. Pero había algo tras sus ojos que me

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pusieron intranquila.–Tengo algunas ideas.– dijo, su mirada fija me estudio brevemente antes de salir rápidamente hacia el sol. –Déjeme averiguar más. No hay necesidad de preocuparse innecesariamente.–Ron, si ella tiene la piedra de Kairos, entonces quizá.–Oh, espere momento.– Espetó Ron atrayendo el brazo de Barnabas y sacudiendo con fuerza al Caronte, sacándolo de balance. –Tenemos que ir.–¿Ir? ¿Ir a dónde?.– Pregunte alarmada, dando un paso adelante. –¿Te iras?.–Estaremos pronto de regreso.– Ron entrecerró los ojos empujando a Barnabas sin motivo hacia el estacionamiento soleado.– Tengo que hablar con los serafines, y necesitaré a Barnabas como un mediador.– Él sonrió, pero se veía tenso.–No estoy muerto aún, ya lo sabes.– dijo con un humor forzado.– No tengo un pase directo para el avión sagrado. No hay necesidad de preocuparse, Madison. Todo está bien.– Pero no se sintió bien. Las cosas ocurrían demasiado rápido, y no me gustaba aquello.–¡Señor!.– Barnabas exclamó como jalando bruscamente el agarre de Ron.– Si Kairos la persigue, cambiar la resonancia de su amuleto no es suficiente. Él sabe como es ella. También Nakita. Cualquiera de ellos simplemente pueden venir y pueden encontrarla. ¿No la deberíamos dejar con un ángel de la guarda?.– Ron parpadeó conmocionado como si él no habría pensado acerca de eso.– Uh, por supuesto.– dijo regresando a la sombra. –Es algo correcto que debemos hacer. Sino, Madison….– dijo sujetando su piedra y un resplandor de luz negra se filtró de entre sus dedos.– le recomendaría no decir nada acerca del amuleto de Kairos a su guardián.– Sus ojos fueron a mi amuleto y entonces fue de regreso a mi.– Mientras haya menos quiénes saben que lo tienes, a menos tendré que convencer para que tengas permiso de conservarlo.Asustada, asentí y él sonrió. Casi antes de que mi cabeza se dejase de mover, una esfera débil de luz dorada se poso con la neblina bajo la sombra del roble.Me quedé con la mirada fija en el, mientras este revoloteaba con resplandor. ¿Ese era mi ángel guardián? Barnabas estaba

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claramente aliviado, y me pregunté por qué es que yo le importaba tanto, ya que el había estado tan obstinado con deshacerse de mí, no hace ni veinte minutos.¡La esfera de luz se encogió, aterrizando encima de la pared, y una voz etérea pareció introducirse en mi cabeza, diciendo.–¡Un querubín guardián, pedido por el Caronte, estaré a su cuidado, conforme a lo solicitado!.Palmeando mi hombro, Ron giro, aparentemente habiendo escuchado todo. –¿Y tu eres?.–G.R.A.C.E.S. uno setenta y seis.– la voz de campanillas curiosas vinieron otra vez, haciendo a mis orejas zumbar.¿Los querubines? ¿Eran aquellos bebés desnudos y voladores, con flechas? Barnabas se notaba preocupado y la esfera de luz reapareció con la voz belicosa, que salió disparada. –¿Haz tenido algún problema con querubines, caronte?.–No.– dijo Barnabas.– No pensé que a G.R.A.C.E.S. se les había unido un querubín para proteger a niños de dieciocho.Un bufido rudo y diminuto, colmó mi mente. –¿Cree que voy a enamorarme de ella?.– La luz se mofó.– Soy un ángel de la guarda. No alguien que hace milagros.–¡Hey!.– Exclamé, me sentí insultada, y la esfera de luz giro hacia mí. Di marcha atrás cuando el se acerco. Gracias, ¿eh? Me gustaría más una luciérnaga del infierno.–¿Tu me puedes ver y me puedes oír?.– La esfera de luz repicó, dando un círculo rápido alrededor de mí, y yo di vueltas para intentar no perderlo de vista.–Escucharle, sí. ¿Ver? No realmente, no.– Desorientada, dejé de dar vueltas, y el resplandor se poso en mi descolorida bicicleta. Barnabas bufó, y el resplandor reapareció y perdió intensidad.Ron habló de arrastrando las palabras –Encantador.– Uno setenta y seis, este es un trabajo termporal, no debe separarse de ella. Cuidele, y quiero saber inmediatamente si cualquier cosa sucede, dentro de treinta codos suyos.– La luz se levanto de mi bicicleta y se desvió hacia mí.– Treinta codos. ¡A–a–aafirmativo!. ¿Sí? Ése era un ángel, ¿verdad?. Ron me dio una última mirada preventiva, sujeto el brazo de Barnabas y comenzó a guiarle.

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–Estaré de regreso cuando pueda. A oh, y nos gusta su pelo. Es como… tú Intenté alisar mi frente tocando los bordes de mi pelo, entonces avancé a brincos cuando la pareja desapareció. Mi aliento siseó dentro de mí y vi como las sombras cambiaron de posición más tarde, en el día. No por mucho tiempo.

Tal vez algunos segundos fueron todo, pero Ron había detenido el tiempo para cubrir sus huellas. Mi piedra estaba caliente como si reaccionara ante su amuleto, y la sujeté furiosa. Teniendo cuidado de la brillante sombra en el estacionamiento, pensé que el mundo se veía mucho más peligroso. Por primera vez en cuatro meses, estaba sola.

Traducido por Glad

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Traducido por Mai y GladTraducido por Mai y GladCorregido por GladCorregido por Glad

–Odio cuando hace eso.– murmure dando un salto cuando mi guardián vuela alejándose frente a mi.–¿Hacer que?.– replica.Tal vez no estoy sola. Suspirando, trató de llegar a mi bicicleta. –Detener el tiempo y saltar directo al sol, pero realmente no deseo hablar contigo.– Si alguien me viese hablando con el aire, definitivamente iba a terminar en la pandilla de bichos raros cuando la escuela finalizara las clases. No era mi último año. Pero no tenía tiempo para procesar esa información para mi misma.Al llegar a la escuela un día, con alas de murciélago’ para Halloween, nunca mas pude borrar el pasado. Una sonrisa apenas perceptible curvo mis labios.Wendy, mi mejor amiga en Florida, también los llevaba puestos. Hicimos del par de Bati–chicas, bromas muy divertidas.La bola de luz hizo una ráfaga de sonidos indignados. –Eres realmente pequeña, para ser un mortal.–Mira quién habla.– devolví el disparo, y luego mecí mi pierna sobre mi bicicleta. Empujé sobre el pedal, y las ruedas hicieron un sonido terrorífico, resistencia, previniéndome del

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movimiento.– ¡Hey!.– Exclamé cuando me percaté que mi neumático delantero era plano. El ángel de la guarda rió. Tenía que haber sido él. Su color era tremendamente cambiante a través del espectro.–¿Qué le hiciste a mi bicicleta?.– Le dije, aunque era evidente.

–¡Te estoy protegiendo!.– cantó alegremente.– ¿No te sientes mas segura ahora?.Mis pensamientos me llevaron por las cinco millas alrededor de casa.–¿Protegiéndome de qué?.– Me quebré.– ¿Tu me consideras

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como algo peor que boba?.– Resignada, empuje mi bicicleta a través del pavimento caliente hacia lalejana salida. Estúpido ángel de la guarda. ¿Que diablos estaba tan mal con eso?.Escuche el ruido del metal de las puertas de la escuela, abrirse, y un chico con pantaloncillos cortos corriendo hacia fuera. Dos personas más le siguieron. ¿Carreras de práctica en agosto? –Había una vez una chica con el pelo rubio, cuyas trenzas eran cortas como una yegua– G.R.A.C.E.S. uno–setenta y seis cantó, asomándose por mi oreja. –Ella se lo corto y arreglo, como si fuera una reina, hasta que rocié su champú con mucha suciedad.–Encantador. La canción.– le murmuró. El ángel se rio nerviosamente, enviándome un aire frío sobre mí. Detrás de mí, las voces se oyeron por encima del aporramiento de puertas de coche, y por encima de los sonidos de los motores en movimiento. El primer camión rugió cerca a mí, y me gire a la derecha para evitar los gases del tubo de escape, tirando de mi bicicleta hacia el centro de la acera y arrastrándola hacia arriba de la colina, para la calle principal.Alguien presiono su bocina, y yo le ignore. La colina era empinada, y cuando una línea de arbustos erosionados apareció frente a mí, me encamine a un foso lleno de agua y rocas del tamaño de mi cabeza. Pero el momento que encontré la zanja, mi neumático delantero quedó atascado y el manubrio (manillar) se atasco en mi intestino. Mi aliento salió en un jadeo adolorido, y vi como un camión se detuvo en la cima de la colina. ¡Genial!. Tenía una audiencia inesperada.–Había una vez una chica con una bicicleta, que pensó que debía de hacer una caminata.–¡Cállate!.– Grité, y oí el sonido de una puerta cerrándose de golpe. Mis hombros cayeron en recesión y me sentí cansada. Era Josh, mi cita en el baile de graduación, Josh. El mismo tipo que sólo había salido conmigo porque mi padre y su padre trabajaban juntos y así lo habían planeado. Había sido un “favor”. Y cuando Josh por casualidad me abandono en medio del baile de graduación, hice una pataleta, escapando con Seth – Kairos. ¡Genial!. Yo no había visto mucho a Josh

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desde que había muerto a excepción cuando le deje pasar en el vestíbulo. Ahora, apoyándome contra mi bicicleta, le vi reclinado contra la puerta de su camión con los tobillos cruzados, sonriéndome.¡Oh, por el amor de Dios!. Miré hacia abajo. Con dificultad destranqué la rueda y empuje hacia adelante, pero el recuerdo de la noche en la que morí lleno mis pensamientos. Josh me había seguido para asegurarse de que yo llegara a casa a salvo bien, incluso después de que yo le abandonara. Él había visto el accidente del coche, se había deslizado bajo el descapotable para tratar de salvarme.Pienso que aún había sostenido mi mano cuando morí. Barnabas me aseguró de que el no recordaba nada. Excepto quizás que yo había sido una perra con en la fiesta escolar quien se había marchado con alguien más.–¿Necesitas ayuda?.Miré hacia arriba, hacia Josh, quien todavía estaba apoyado contra su camión. Él lucia bien, su oscuro pelo humedecido por haberse dado una ducha, sus ojos azules entrecerrados debido al sol, empujó un par de nuevos lentes muy modernos sobre su estrecha nariz. Yo le había visto hablando con los perdedores del club de drama en la escuela y dando la cara por los niños listos en el pasillo, pero por lo general solía estar con los atletas. No se mezclaba lo suficiente con las personas, solo un poco para ser importante en medio de este pequeño pueblo. Él era amable con todo el mundo, lo que no era la norma para que yo le llamara como un chico para citas.–Pregunte, ¡¡si necesitas ayuda!!.– Dijo más fuerte, saludando a una chica que pasaba por allí. Era Amy. Ella no me agradaba. Era demasiado llena de sí misma como para tener un espacio para pensar en su cabeza.Moviendo el pelo de mis ojos, lamente no estar en cualquier otra parte, como en el lago, con la Caronte oscura y todo los demás. –No.– dije.– Pero gracias. Agache la cabeza, aparte de un empujón la bicicleta, sobre una roca, y mecí un pie sobre ella.–¿Estás segura?.¿Por qué estaba siendo amable conmigo?.Desde arriba, detrás de mi, llego una gran voz diciendo.

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–Escucha, ya he inventado el final de esto. Había una vez una chica con una bicicleta, que pensó que debía de hacer una caminata. Ella se marchó el oeste, porque pensó que era lo mejor, pero se topó con alguien que le gustaba.Mi pie resbaló. Mi respiración se disparo rápidamente cuando a mi tobillo le dio una punzada de dolor, y mi bicicleta cayo las seis pulgadas que ya había logrado recorrer. –Voy rumbo al Sur, no al Oeste.– murmuré. A continuación mire hacia arriba, hacia Josh, y el ángel se rió de mí. Él era muy ardiente, y me sentí culpable por lo que había pasado.–He cambiado de opinión– le dije en voz alta. –Puede que necesite ayuda.Josh se apartó de su camión y comenzó a descender, deslizándose hasta que quedo entre las rocas y comenzó caminar con cuidado. Esperé, y después di un paso atrás, cuando el se acerco y tomo los manubrios de mi bicicleta.–¿Cómo obtuviste pinchar la llanta?.– Preguntó mientras miraba mi cabello púrpura.–Había una vez una chica del Condado, que constantemente tenía un neumático desinflado.–¡Cállate!– Grité. Y me encogí de miedo cuando Josh abatido, giró hacia mí, conmocionado.–Uh, no tú.– Me enmendé casi muriendo en el acto. No es que pudiese, pero me sentía como si pudiera.– Yo... um... no hablaba contigo.Las cejas de Josh se elevaron. –¿Con quien estabas hablando? ¿Con gente muerta?.Lo dijo en forma de broma, pero me sentí palidecer. A mis espaldas vino un sonido de campanillas. –Primero tienes que estar vivo, pequeña cosita, para luego querer estar muerta.El silencio se extendía, y la expresión de Josh pasó de la diversión a la molestia.–Fue una broma, Madison.Tristemente, traté de encontrar un giro a esto que no me hiciera parecer a “Demente Madison”. Estúpido ángel de la guarda. Todo era su culpa. –Lo siento.– moviendo mi pelo hacia mi espalda.– Fue amable de tu parte detenerte y ayudarme. Realmente te lo agradezco. Solo tengo calor–. Mi tensión se alivió cuando él

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relajó su mandíbula.– Hoy no ha sido un buen día.– añadí.Josh guardó silencio y le eché un vistazo. Cuando ya estábamos casi en la cima, yo no quería que él pensara que yo había gritado sin ninguna razón.– Tu estás... um… en el equipo de atletismo ¿verdad?.– Le dije.–Sip. Haremos una carrera de caridad, mañana, en el carnaval de la escuela– dijo reduciendo la marcha tratando de pasar la llanta desinflada en medio de dos rocas.– Dólares, por tiempo alrededor de la pista, esa clase de cosas. El entrenador piensa que esto es un gran modo de impedirnos relajarnos a lo largo del verano. ¿Qué harás tu para ayudar?.–¿Yo?.– Tartamudee.– Uh...Josh me miró con recelo. –Es por eso que estuviste en la escuela, ¿no?.–No realmente– le dije. –Me encontré con alguien. Ellos se fueron. Mi neumático se desinfló.– El ángel entró en mi visión, y yo lo abofeteé.– Wow, un enorme mosquito– le dije. Él cantó con indignación. Su luz se tornó de suave a brillante.–¿Y viniste aquí porque no quieres que tu padre se entere de que te encontraste con alguien?.– Dijo Josh. –Te atrapé.– Suspirando, él miro hacia la cima de la colina como si deseara alejarse de mi, ya.Estaba echando a perder todo esto, espléndidamente. –No es por mi padre, es por mi vecina– le dije.–¿La Sra. Walsh?.– preguntó Josh sobresaltándome.–¿Has oído hablar de ella?– dije encontrándome a mí misma sonriendo por su sonrisa comprensiva.Él asintió. –Mi amigo Parker vive en su calle. Esa mujer revisa su basura para sacar los reciclables. Vieja Murciélago Espeluznante.–Eso es horrible.– Sintiéndome mejor, bajé mi mirada.– No esperaba tener una rueda pinchada. Quiero decir, son solo 5 millas hasta casa... ya sabes– Josh puso la bicicleta justo entre nosotros, lo mire, deseando no haberle gritado al ángel de la guarda. Josh se mantuvo callado mientras subíamos hacia la cima, y en cuanto salimos al terreno llano, traté de alcanzar los manubrios, nerviosamente tratando de no tocarle. –Gracias.– le dije y mire su camión aparcado a un lado de la carretera. Él iba hacia el norte y yo iba hacia el sur, hacia el

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pueblo.– Creo que puedo llegar desde aquí.Las manos de Josh se deslizaron de los cromos. –¿Está todo bien? estás un poco nerviosa.Alejé la bicicleta de él, con rudeza. –Estoy bien. ¿Porque?.

Él empujó sus lentes hacia arriba. –Tu pelo esta mojado y se que no estabas en la pista. ¿Alguien te dio un revolcón o algo?. Estas actuando como mi hermana cuando está en problemas y el mundo esta dispuesto a traerla.Me sentí acorralada, y mi paso se aceleró. –Ningún problema, más que lo usual.le dije con una falsa alegría. Un auto pasó. El último del equipo de atletismo. ¡Cáspita!, como extrañaba mi auto.Josh guardó silencio. Sus pasos se fueron haciendo lentos, mientras nos íbamos alejando más de su camión.– Mira, se

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como son los padres. El mío mantiene una apretada correa, tan apretada en mí, que no puedo huir de él sin que verifique si me lavé las manos.Haciendo un alto miré hacia arriba. –No es mi papá. Él es genial.–¿Cuál es tu problema?.– dijo Josh.– Solo estoy intentando ayudarte.Mis cejas se elevaron cuando la bola de luz hizo el sonido de un beso. –Él esta intentando ayuuu–daaar.– Cantó dulcemente, y Josh tembló cuando aterrizó en su hombro. Genial, la cosa pertenecía al grupo de los cupidos. Esto no era lo que yo necesitaba.–Estoy bien. Realmente. Gracias.– dije rápidamente, empujando mi bicicleta a través de la roca seca.–Bueno, yo no.– Dijo misteriosamente y continúo.– Escucha, no estoy intentando ligar, pero he estado teniendo estos sueños acerca de ti, estas ultimas 3 semanas y esto me esta volviendo loco.Me detuve, incapaz de darme la vuelta. ¿El soñaba conmigo?–Hubo una vez un poeta perdedor...Le dirigí un golpe al ángel, como si se trata de una mosca y con un sonido y sensación corta y metálica, lo golpee. Formó arcos a través del camino con un aullido pequeño y apenas perceptible. Y mire fijamente hacia Josh. ¿El soñaba conmigo?–No importa– dijo, dando media vuelta y alejándose. –Me tengo que ir–Josh.Él agito su mano hacia mí, pero no miro hacia atrás mientras caminaba con pasos pesados hacia su camión.–¿Josh?– lo llame otra vez, entonces me puse rígida cuando me fije en la sombra que pasaba por la tierra entre nosotros. Mis ojos subieron como miedo, dando vueltas sobre mí, había un ala negra. ¿Aquí? ¡Que diablos!.–Josh!– Grite. Hijo de perra. En alguna parte de mi ciudad, un Caronte estaba cazando. ¿Cazándome a mi? pero ¡Ron había cambiado mi resonancia!El tintineo agrio de campanas me indico que mi ángel había regresado.

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–¿Cuanto tiempo es un codo?.– le pregunte a mi ángel sin aliento, mientras miraba como Josh se acercaba a su camión.–Cerca de un pie y medio.– Dijo firmemente.– Tengo manchas de hierba en mi vestido, eres una persona desagradable, ¿sabes?.–¿Vestido?.– entonces era una chica.–¿Por que?.– me pregunta. Y entonces llego hasta mí el campaneo de entendimiento.– Oh, Bueno. Alas negras, no te preocupes. Ellos no pueden sentirte si yo estoy cerca, tengo un campo de inmunidad. Es como si no estuvieras aquí.–Sip, yo también lo tengo.– le dije.– Pero si no pueden sentirme, entonces ¿Por qué están aquí?.–Por él, creo. Si. Es por el. Alguien lo esta cazando.Mis ojos se ampliaron. ¿El? ¿Ella quiso decir Josh? ¿Por qué? Y entonces lo entendí. La resonancia de mi amuleto fue cambiado muy tarde. Nakita me había seguido hasta aquí, por lo menos hasta “Three Rivers”, pero me perdi cuando Ron cambio las cosas y puesto que ni ella ni Kairos se quedarían en una esquina esperando que yo aparezca, ellos deben estar tratando de encontrarme cazando alguien que yo conozca. Kairos conocía a Josh del baile. Hablo con el. Lo vio a el y a su aura. Ellos me estaban siguiendo a través de Josh: la única persona que yo y Kairos conocemos. –Llama a Barnabas.– le dije al ángel, asustada.–No puedo hacer eso.– dijo a la ligera.– No soy lo suficientemente experimentada para llamar a nadie con el pensamiento. Soy la primera ángel de la guarda en toda la atmosfera.–Entonces ve con Ron.– le dije, al ver al Ala Negra comenzaba a dar vueltas.–No puedo hacer eso, tampoco.– Arremolinándose alrededor de mi cabeza, envió destellos de luz a mis ojos.– Tengo instrucciones de mantenerte a salvo y reportar Carontes. Estas a salvo.–¿Qué hay de Josh?– le pregunte, y ella canturreo como si no le importara.Las puertas del camión de Josh rechinaron al abrirse, y entre en pánico. Torpemente baje corriendo por el centro de la calle vacía.–Josh, lo siento.– Dije con excesiva efusión mientras que

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alcanzaba la puerta del conductor y mantenía la ventana abierta. –Espera–. Mi corazón golpeaba mientras miraba para arriba, pero el Ala Negra había comenzado a salirse del curso. Mi tensión se alivio y fue sustituido por preocupación. El ángel no lo protegía a el, pero si me quedaba con Josh, el estaría bajo mi inmunidad. Si el Ala Negra no podía sentirle, tampoco lo haría Kairos o Nakita. ¿Porque no había trabajado mas en el ‘intercambio de pensamientos’? Seguro eso hubiera sido útil ahora.Josh se sentó con sus manos sobre el volante, me miro mientras un auto pasabaalrededor nuestro. –Madison, eres un chica extraña––Si, lo se– me apresure. –Me das un aventón hasta la tienda de bicicletas?necesito un neumático nuevo–Estrujando su cabeza, Josh me miro. Justamente ahora, no tenia ningunaexplicación, pero también estaba dispuesta a hacer cualquier cosa pormantenerlo a salvo. Era mi culpa que el estuviera en peligro. Puedo estarmuerta, pero todavía tenía que vivir conmigo misma, y si me alejaba Joshpodría sufrir. Tal ves morir.–Estoy en el fondo de un barranco profundo, ¿verdad?– barbulle desesperada,mis ojos pidiéndole que me escuche. –En un convertible negro, en tus sueños–Josh se quedo con la boca abierta. –¿Como sabes eso?–Me lamí los labios, sentí el calor venir de la carretera, como los fuegos delinfierno. Sabía muy bien, que romper la memoria falsa que Ron le había dado aJosh. Pero él no estaba aquí, y no supe cómo detenerle. –Porque no fue unsueño.–, le dije.

Traducido por Mai y GladTraducido por Mai y GladCorregido por GladCorregido por Glad

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Traducido por QwelyTraducido por QwelyCorregido por GladCorregido por Glad

TTenía la apariencia de alguien que tuviese 20 años, el camión de Josh tenía cómodos y buenos repuestos. Tenía cerraduras manuales, ventanillas manuales, un gran asiento, y no tenia aire acondicionado. Tenía un monstruoso equipo de música, y sin embargo tuvo que mover una caja de Cds al medio antes de poder entrar. Rock duro, en su mayoría, y algunos clásicos rockeros que mi padre solía escuchar. A Wendy le hubiera gustado lo duro. Él no encendió la música, lo que me puso nerviosa, debido al continuo silencio entre nosotros.Una campana Harley colgaba del mando de la radio, y mi ángel de la guarda se poso sobre la misma con un zumbido satisfecho en el momento en el que me siguió dentro. Juro que la oí cantar cuando Josh hizo un giro de tres puntos y nos dirigimos a la ciudad, la campana se balanceo suavemente.Su bolso de gimnasio fue apartado de un empujón debajo del asiento, y en el estrecho espacio del asiento trasero tenia una barra sujeta para que no pareciese que volaba. No pude evitar preguntarme ¿por qué llevaba Josh un viejo camión cuando sabía que su padre podía permitirle algo mucho mejor?.Era un buen conductor, silencioso mientras lográbamos dirigirnos a la tienda de bicicletas. Su curiosidad sobre cómo me enteré de su sueño me había llevado de paseo, pero ahora

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parecía estar esperando a que le diera detalles. No sabia lo que debía de decirle cuando me senté junto a él, y me recline hacia adelante, hacia el sol para mirar por la ventana delantera a los alas negras. Sólo había el cielo azul, lo que me hizo sentir mejor. Que no hubiese alas negras significaba que no había Carontes. Uno siempre seguía a lo otro.

–¿Qué estás mirando?.– pregunto Josh, y me recline de regreso.–Nada.– El viejo camión reboto cuando pasamos por el

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puente, y las casas empezaron a desplazar a las empresas. Él estaba a la espera de que yo dijera algo. Puesto que solo teníamos que pasar unos cinco semáforos. Suspiré.– ¿Qué recuerdas del baile?.– Pregunte suavemente.–Que eras real…– Sus palabras se cortaron, y su cuello estaba rojo.– Uh.–Insoportable.– terminé por él repentinamente.– Lo siento. Yo estaba disgustada cuando me enteré de que solo me pediste ir al baile de promoción, porque tu padre quería que lo hicieras, porque mi papá estaba preocupado por mí, al ser la nueva de la ciudad y no conocer a nadie. Yo fui una puta de clase A.–No, no lo fuiste.– dijo. Pero podía distinguir que el aun estaba disgustado por eso. Me quedé en silencio y añadió.– Te fuiste con alguien a quien no conocía, y me fui a casa temprano. Eso es todo.Mis dedos jugaban con el aire que se filtraba por la ventanilla abierta cuando dude, y él redujo la velocidad cuando el tráfico se puso difícil. –Me fui con un tipo que nunca habías visto antes.– me dijo suavemente.– Pero tu nos seguiste para asegurarte de que yo llegara bien a casa.La sujeción de Josh cambio, como si yo estuviera diciendo algo que él nunca le había dicho a nadie.–Eso fue dulce por tu parte.– le dije. Él tragó marcando su manzana de Adán.–Yo estaba siendo estúpida. Estaba enojada con el mundo porque mi mamá me envió aquí. Lo que ocurrió no fue culpa tuya– Tomé una respiración lenta y escogí mis próximas palabras.– Él condujo directamente fuera de la carretera. El coche rodó recto por la tierra hacia la parte inferior de una colina.– Mi puño se cerró herméticamente cuando Josh se detuvo en el cruce de cuatro direcciones, y puse una mano en mi cintura. No me estaba sintiendo bien.–Él tenía una espada.– dijo Josh. Luego cruzó la intersección. –En mi sueño, quiero decir.Su voz sonaba a la defensiva, como si no me creyera, posé mi mano sobre mi rodilla para ocultar el raspón que me había echo con el borde del bote –El accidente no me mató.– continué.– Algo así... uh sí. Él sí.

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Él me “cosechó”. No recuerdo nada después de eso, hasta que desperté en la morgue.El resplandor en torno a la campana de Harley brilló mucho más, y el ángel de la guarda soltó de pronto un–¡Oh, mi Dios en el cielo! ¡Estas muerta! ¿Por qué estoy cuidando una persona muerta?.Ignorándola, presioné mi amuleto cuando ella lo miro asombrada. –¡Oh–hhh!.Ella refunfuño, su resplandor casi apagándose. –Kairos está a punto de ser Supernova. ¿Sabe que tienes su amuleto? ¿De dónde sacaste esto? ¿Chronos te hizo uno? ¿Cómo lo obtuvo él?.Josh hizo un ruido de incredulidad. –Bueno, bueno Madison.– se burló.– Así que ahora estás muerta.Miré de reojo a través de su resplandor hacia Josh. Mierda. Esto no iba bien. Se suponía que ella no debía saberlo. Ron iba a ser marcado. Pero mientras ella estuviese conmigo, no podía dejar que lo pregonara indebidamente. Josh negaba con la cabeza. Levanté mi barbilla airadamente. –Está bien entonces. Dime de lo que te acuerdas de tu sueño.– Cambiando de marcha, giró hacia el distrito central. –Es como un tipo de niebla.– dijo concentrado.– Tú sabes cómo son los sueños, cuando piensas acerca de ellos.–¿Bueno?.– Apunte. Él frunció el ceño.–Llame al 911. En mi sueño. – dijo. Los músculos de su cuello contraídos.– Ellos me dijeron que me quedara en la línea, pero no lo hice. Corrí para ver si estabas bien. Estuviste sola por un momento y cuando volví a por ti parecía como… como si estuvieses dormida. Paraste de respirar.Y no he tenido la necesidad de comenzar de nuevo, pensé amargamente.–¿Entonces qué?.– Yo no sabía nada de lo que pasó entre mi muerte y la morgue.Barnabas no hablaba de eso.–Uh…– Josh mantuvo sus ojos en la carretera, mirando nervioso. –La ambulancia llegó antes que la policía. Ellos te pusieron en una bolsa de cremallera negra.– El sonido de ella subiendo… Nunca olvidaré eso.– Su postura cambió y parecía

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estar casi avergonzado.– Los paramédicos estuvieron realmente silenciosos cuando te sacaron del coche. Era su trabajo, pero estaban tristes.–Yo no recuerdo esa parte.– susurré. El ángel de la guarda volvió a la campana y escucho silenciosamente, su brillo desapareció tan pronto como aterrizó.–La policía…– Josh hizo una pausa, pretendiendo mirar a ambos lados mientras se concentraba.– Me metieron en el asiento trasero, y me llevaron al hospital para hacerme un reconocimiento a pesar de decirles que yo no estaba en el coche. Después, tu padre estaba allí. Él estaba llorando. La culpa subió a través de mí. Ron dijo que había bloqueado la memoria de mi padre, pero ¿cómo podía estar él seguro? Esto era una pesadilla.–Él dijo que no era mi culpa.– dijo Josh, su voz baja.– Pero yo tenia que haberte llevado a tu casa. Y entonces el sueño cambia. Parece como si no hubiera pasado nada. Estoy en casa limpiando el barro de mis zapatos buenos antes de que mi padre me gritase.– Le miro, y él sacude su cabeza mientras mira la carretera. –Y esa es la cosa más extraña, porque yo recuerdo limpiar mis zapatos.– Él mira sus manos, y luego a la carretera.– Era como si nunca hubiera sucedido y tú estás bien. Odio los sueños como ese.Me preguntaba cómo podría hacerle descartar que solo se tratara de un sueño, pero le vi tratando de averiguar en donde se había ensuciado sus zapatos con barro y si en realidad se deslizó por el barranco detrás de mí.–Arruiné mi vestido.– le dije.– Todavía estoy tratando de pagar por el.Josh me miró de lado y cambió de dirección. –Es solo un sueño. Quiero decir, estas aquí. Viva.Apoyo mi codo en la ventana abierta y llego a tocar la parte superior. –Bueno, yo estoy aquí.Un ruido burlón viene desde él. –Estás viva.Toqué con mis dedos mi amuleto. –No realmente.– Él se detuvo detrás de un Corvette de color gris, volviéndose hacia mí con una sonrisa de burla en los

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labios, y le dije de nuevo.– En realidad, no lo estoy.Desde la campana de la Harley de Josh, un tintineo de una voz dijo: –Había una vez una niña que llevaba Keds (Keds: Zapatillas o tennis con

dibujos punk), quien dijo a todos que estaba muerta. Hasta que todos dijeron que ella estaba ida y la llamaron loca, usando en ella toda clase de medicamentos.Mi pie se balanceó, demostrando que no llevaba puesto Keds, golpeando la campana, y el ruido saco a Josh de su ensoñación. –¿Sabes qué?.– Dijo cuando el Corvette y su camión se movieron de nuevo.– Olvídate todo lo que he dicho.Hombre, todos en la escuela me dijeron que estabas rara. Les dije que solo necesitabas alguien con quien hablar, pero maldita sea, chica. Estás echa polvo si crees en eso, y si no lo haces, entonces estas realmente deprimida como para llamar mi atención al decirme que estas muerta.Podía entender el por qué no quería creerme, pero aun así me irritó. –Bueno, déjame rellenar las lagunas de tus sueños, ¿Ok?.– Dije agriamente, perdiendo la esperanza, acerca de mantener en secreto a mi ángel. Si Ron no hubiera querido que supiera que yo tenía el amuleto de Kairos, no debió de haberla dejadoconmigo. –Kairos es oscuro, con un acento sexy que hacer el papel de un cantante principal de cualquier banda por el que las chicas se orinarían en sus pantalones. Él me besó. ¿Te acuerdas de eso? Te vi.–¿Tu besaste a Kairos?– Dijo el ángel de la guarda, con su alta y delgada vozmaravillada. –Ya no quiero saber lo que hiciste para obtener su amuleto. ¡Oh MiDios!–Eso fue insultante, y Josh me vio fruncirle el ceño a la campana cuando giro denuevo en la carretera.–Kairos mantuvo la puerta abierta de su descapotable para mi, cuando me metíen su coche–, continué. –Tú y Barnabas nos siguieron cuando nos fuimos. ¿Recuerdas a Barnabas? ¿Un tipo alto con una expresión molesta? De todas formas, el mejor había venido

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por mí.– El mejor para terminar conmigo, cariño.El ángel de la guarda se rió alegremente. –¿Barnabas hizo todo mal, a la hora de prevenirla? ¿Es por eso que no ha estado trabajando últimamente? ¡Santos Serafines cojos! ¡Esto mejora cada segundo!.

Josh ahora, también estaba escuchando y animada, continué.–El coche salió por el lado derecho de la carretera.– le dije, volviéndome sombría cuando lo recordé.– Dio dos vueltas. El parabrisas se rompió en el primer golpe. Tenía mi cinturón de

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seguridad, por lo que no salí fuera. Eso salvó mi vida.– Miré hacia abajo, hacia el cinturón de seguridad alrededor de mí nuevamente. Viejos hábitos…– Cuando terminó de rodar, Kairos estaba de pie junto a mi puerta como si nada hubiese pasado.– susurré.– y su desagradable hoja nos atravesó, al auto y a mí. No dejo sangre. Ninguna marca. El ángel estaba en mi rodilla, y un sentimiento de simpatía y el calor me rodeó como un rayo de sol. Le di una sonrisa, entonces le mire, quitando el pelo de mis ojos.– Dejaste tu coche en marcha. Y me llamaste por mi nombre dos veces. Corriste colina abajo.– Me sentí enferma al recordar el miedo en su voz. –Lo siento, Josh. No fue tu culpa.–Detente.– dijo. Sus manos se presionaron fuertemente contra el timón y su respiración se hizo rápida.–Él no te cree.– dijo el ángel amargamente.–¿Preferirías que le dejara creer que solo fue un sueño?.– Protesté.Josh se detuvo en la tienda de bicicletas, fácilmente deteniendo el camión y aparcando en la plaza. –Tú no te has muerto.Yo me encogí de hombros cuando solté el cinturón de seguridad. –Pensaron lo mismo en la morgue.Josh acorto el espacio entre nosotros, dentro del camión y me punzó con un dedo.–¡Ay!– chille, echándome hacia atrás y cubriéndome con la parte superior de mi brazo, mientras el ángel se reía tontamente.Él sonrío burlonamente. –No estás muerta. No es divertido. Ya basta.Mi pulso se disparo precipitadamente, e intente reprimirlo. –Es el amuleto. Me da la ilusión de un cuerpo.– “Y mi memoria mantiene mis recuerdos”, pensé sombríamente.–¿Qué amuleto?.– Preguntó.Lo saqué para que lo inspeccionara. Los ojos de Josh se ampliaron y lo alejé fuera de su alcance, no queriendo que lo tocara.–Se lo robé a Kairos, cuando apareció en la morgue reclamando mi alma.– le dije, consiguiendo de nuevo su

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atención.– Siempre que le tengo, estoy segura. Pero... eh... tu no lo estas.–¡Oh–h–h–h–h!.– murmuró el ángel.– Madison, estas en muchos problemas. Me alegro de que estés muerta. Porque creo que no podría mantenerte con vida si no lo estuvieras.Eso me hizo sentir mejor a toneladas, y escudriñé el cielo buscando alas negras.Había una oscura nube de niebla en la distancia. ¿Cuervos?.–¡Dios, eres tan rara!.– dijo Josh mientras apagaba su camión y comenzaba a salir el viejo metal crujió cuando abrió su puerta.–¿No me crees?– Dije horrorizada. –¿Después de lo que te he dicho?– Ron realmente iba a PO'ed (PO’ed: Significado de “enojado” o

“molesto”) si había traído los recuerdos de nuevo en la memoria de Josh para nada. Por no hablar de que se enojaría conmigo por decirle a mi ángel de la guarda sobre el amuleto. ¿Pero que esperaba, sin embargo? Estaba malditamente muerta. Pienso que ella lo habría resuelto eventualmente, primera esfera o no.Josh sonreía como si se tratara de una gran broma. –Voy a ayudarte con tu bicicleta, Rara Madison. ¿Puedes llegar a casa desde aquí?.– Me quité el cinturón de seguridad cuando el salió, echando humo por el apodo.Lo odiaba. Lo odiaba apasionadamente. La primera vez que había sido enviada a la oficina del director fue porque que empuje a una chica porque cantaba eso. Había tenido seis, y se requirió la mayor parte de mi carrera en la escuela primaria para borrar mi pasado.Mis ojos se cerraron en un largo parpadeo, para poder controlar mi temperamento, y continué. –¡Josh!– Exclamé cuando me reuní con él en la parte de atrás.– No estoy haciendo esto. ¡Tú sabes que es lo que sucedió! ¡Estuviste allí!.–Era un sueño.– dijo cuando bajó la puerta de descarga.Frustrada, puse mi puño en la cadera. Él no quería que esto fuera real, porque si lo fuera se sentiría culpable, debido a que debió insistir a la hora de llevarme a casa.– ¿Un sueño que tienes y del que yo se todo?.– Le pedí dando un paso atrás cuando la bici raspo la línea.–Seguro.– dijo con un gruñido libre.– Mi mamá diría que

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tengo una retención psicológica e imprevista contigo. Pero lo superaré.–¡Vas a morir!.– Exclamé. Y luego bajé mi voz cuando los coches se detuvieron a menos de diez pies de distancia de nosotros.– Los carontes no pueden encontrarme, pero a tí sí que pueden encontrarte.–Esos son los chicos con las guadañas (espadas), ¿verdad?.– Preguntó riéndose.Tomé mi bicicleta que rodaba entre nosotros. –Josh, estuviste allí la noche que me estrellé. Kairos te vio. Él me está buscando, y te va a utilizar para encontrarme. La única razón por la que estás seguro en este momento es porque estás conmigo.Él sonrió, entrecerrando los ojos por el sol. –¿Eres la mujer maravilla?.–¡Para de reírte de mí!.– le dije, imaginando lo que iba a suceder cuando la escuela comenzara de nuevo. Él y sus amigos iban a reírse sobre esto. Si él sobrevivía.– ¡Es el amuleto lo que te protege, no yo!.– Yo no podía decirle nada acerca de mi ángel de la guarda. Aún no. Se habría reído completamente de mi trasero*.Sus ojos de repente se fijaron en la piedra que descansaba contra la parte inferior de mi cuello y su diversión se atenúo. Una sombra negra paso sobre el estacionamiento y envió un espigón de miedo a través de mí. Miré para ver a un ala negra. Se mantenía en movimiento, pero había tres más en la calle. Esto no era bueno. En diez segundos que había estado lejos de mí, ellos habían recibido un rastro de él. –Quédate conmigo hasta que Barnabas vuelva, ¿de acuerdo?.–¿Barnabas?.– Pregunto, a continuación. Entonces empujó hacia arriba la puerta de descarga.– Ese es el tipo del baile de graduación.–Sí–. Alas, amuleto, lo echaba de menos.Su rostro estaba serio cuando sujetó mi bicicleta y la empujó hacia la tienda.–Mira– le dije, pensando que estaba empezando a creer.–¿Ves esas cosas?.– Señale hacia las sombras negras que se desplomaba encima del techo de la oficina de correos, y sonrío afectadamente de nuevo. –¿Los cuervos, Madison?.

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Puse una mano en mi bicicleta y lo detuve antes de que entrara dentro. –Ellos sólo parecen cuervos. y creo que el hecho de que los puedas ver es porque tu has sido marcado. Susan también los vio ayer, desde el bote. Se llaman alas negras. Los Carontes las utilizan para localizar a sus víctimas. Si estás demasiado lejos de mí, la muerte va a llamar a tu puerta.– ¿Y donde diablos estaba mi ángel de la guarda? Pensé de repente dándome cuenta que ella estaba ausente.–Carontes.– dijo riéndose ahogadamente, y yo tire de la bici para pararle cuando él empujaba hacia delante.–Kairos sabe la resonancia de tu aura. Él puede encontrarte. ¡Escúchame!.– Yo no le dejé mover la bicicleta, y de repente él la empujo de nuevo hacia mí.–Eres una chica rara, Madison.–¡Josh, estoy hablando en serio!.Ni siquiera se dio la vuelta mientras abría la puerta de su camión, diciendo sobre su hombro. –Lo que tú estas, es seriamente desequilibrada. No me hables, ¿de acuerdo?.Un ruido de frustración se me escapó cuando subió el volumen de la música y se recostó en el respaldo de su camión. Su cuello estaba rojo cuando arranco, y después de vacilar en la parte superior de la entrada, él acelero el motor, las llantas chillaron cuando el llevo su camión a la carretera antes de que el trafico lo atrapase aquí conmigo.–¡Idiota!.– Exclamé.Entonces me puse rígida, cuando como leones oliendo la sangre, todas los alas negras a la vista se levantaron y giraron a su alrededor.–Oh–hhhh, ¡mierda!.– susurré, observando a Josh quien se detuvo en un semáforo a media cuadra de distancia.– ¡Josh!.– Grité, pero no podía oírme por encima de su música.La luz cambio y él acelero, claramente enojado por la forma en que conducía.Mi mano fue a mi boca cuando un familiar descapotable negro apareció de la nada. Era Kairos. Tenía que ser él. Y se dirigía directo hacia Josh.Una fuerte explosión me sacudió y una bola de luz eléctrica parpadeo en la parte superior del poste. En un proceso lento,

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majestuoso, el semáforo se meció contra el pavimento, los cables cortados en un extremo. Josh estaba justo debajo de la parte inferior del arco.

–Josh!.– Grité, pero no me escuchó. Vio la luz, sin embargo. Frenó de golpe con los neumáticos chirriando cuando giro. Saltando sobre el borde la acera, se deslizo en el estacionamiento de la heladería. El polvo formo remolinos cuando él freno al final. Detrás de él, el descapotable negro golpeo el semáforo en una espectacular explosión de electricidad, plástico y metal. Fue justo donde Josh había estado.Yo arroje la bici y empecé a correr. Una figura alta salió del descapotable, vestida formalmente, con cabello negro ondulado brillando en el sol. Me acordé de su piel oscura, el olor de la muerte y agua salada en él. Y sus ojos azul grisáceos, mirando distante y directamente a través de mí. Era Kairos. Mi ritmo falló cuando el trafico se paró. La gente estaba saliendo de sus coches.El estruendo de la puerta del camión Josh aumentó mi adrenalina.

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–¡Hey, hombre! ¿Estás bien? –Gritó mientras corría hacia Kairos.

–¡Josh!.– susurré demasiado asustada como para decirlo más fuerte por temor a que Kairos me viera. ¿Kairos había hecho caer el semáforo para matar Josh o su caída había sido una casualidad de la que felizmente Josh se salvó?.Me encogí cuando un ala negra bajaba en picado desde lo alto, y mi aliento siseó. Josh se deslizo hasta quedar en la mitad de la calle en frente de Kairos. Su

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rostro estaba pálido, y él miraba como si finalmente viera las hojas goteando en el círculo negro por primera vez. La gente estaba en mi camino, y no pude llegar a él. –¡No dejes que él te toque!.– Grité, pero era demasiado tarde.Mis pies se volvieron arcilla cuando Kairos alzo una delgada mano y se apoderó de la parte superior del brazo Josh. El hombre elegante tiro hacia él, y fue como si estuviera viendo mi propia muerte, reviviéndola. No hubo guadaña (espada), pero eso no sería difícil de ocultar, estaban tan cerca.Y a continuación Josh se alejó bruscamente fuera de su alcance. Tropezando, se protegió de Kairos, continuando para poner espacio entre ellos se apartó. Él evadió la forma negra que salió de la nada, que nadie fuera de nosotros tres pudo verlo.Corriendo como una flecha y rodeando el descapotable, me acerqué y agarré el brazo de Josh.–¡Hey!.– Gritó, alejándose de mi agarre. Entonces me reconoció. Sus gafas se habían ladeado, y en sus ojos azules había miedo, el temor de que finalmente me creía y temor de que la muerte estaba interesada en nosotros.El terror se apropió de mis músculos. La gente estaba entre nosotros y Kairos, preguntándole si estaba bien. Alguien me empujó, y asustada arrastre a Josh hacia atrás, mis ojos nunca dejaron a Kairos. Él quería verme muerta incluso antes de que le robara el amuleto. ¿Por qué?. –Vamos.– le dije, tirando de Josh en la presión de las personas.–¡Entra en tu camión!.Salté cuando la risa de mi ángel de la guarda tintineo cerca. –Había una vez un muchacho con mucha clase.– cantó la luz –que siempre se salta la misa dominical. Él casi golpeó a la muerte, pero Kairos/Seth falló. Él nunca sabrá quien salvó su trasero.–¡Entra en el camión!.– Grité, tirando de Josh que estaba aún mirando a Kairos.Yo no creía que las alas negras lo pudiesen ver ahora, porque mi ángel de la guarda estaba de regreso. Ella fue probablemente quien hizo caer la luz, causando que Josh se desviase del camino y que colisione con Kairos, con lo que atrajo suficiente atención para que el Cronometrador oscuro no pudiera matar fácilmente a Josh.

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–Es él.– dijo Josh, pálido cuando fijó sus gafas sobre su nariz. –Él preguntó acerca de ti.– añadió.Lo empujé a través de la multitud curiosa hacia su camión. Su música todavía sonaba muy alta y añadía confusión.–¡Wow, gran sorpresa!.– murmuré. Pude escuchar una sirena en la distancia, y envíe una agradecida mirada en dirección de mi ángel de la guarda. Había detenido a Kairos de manera que Josh había sido solo un espectador. Ningún rasguño en su coche, ni una razón para quedarnos. Kairos, sin embargo tendrían dificultades para salir, lo que nos daba más tiempo para escapar. Ella era buena. ¡No, ella era genial!El calor del sol rebotaba sobre el estacionamiento de la heladeria cuando tiré de la puerta del camión de Josh para abrirla. –No temas al Caronte.– apagué su música bulliciosa y me deslicé en el asiento y jalé a Josh detrás de mí. Mi ángel de la guarda estaba cantando, el tintineo de su voz se sumó a la parodia.–El camión se mueve, ¿verdad?.– Dije, y Josh tomó una respiración profunda.Agitando las manos, encendió el camión, poniéndolo en marcha. Cuidadosamente bordeó de nuevo la calle y aceleró. Cada segundo ponía más espacio entre Josh y Kairos, entre Kairos y yo.Josh encendió de nuevo su música, para decepción del ángel de la guardia. Su mirada vagó a nuestras espaldas mas que al frente. Con un frenético movimiento de pánico, se puso su cinturón de seguridad.–¿Estás bien?.– Le pregunté. Y me incliné para mirar el velocímetro. Yo nunca había visto a nadie estar tan blanco como lo estaba él, ahora. Tal vez debería de haber conducido yo.Él lamió sus labios. –Eso era él. Él pregunto por tí. Por tu nombre.Mi pecho me dolió, y tomé una profunda respiración para explicarle. –Al menos no te mató. ¡Hey!, ¿puedes frenar?. Hay otras personas aquí.–Él puede seguirnos.– dijo. Apoye una mano en su brazo para reconfórtale, peroeso solo le hizo saltar.

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–Él ya no puede rastrearte por tu aura, debido a mi amuleto. Siempre y cuando estés cerca de mí, estarás a salvo.De la campana vino una voz que repicó–Es por el ángel, nena, no por tu amuleto.–Sí.– disparé de nuevo.– pero él no creerá eso.¡Mierda!. Cerré mi boca y me avergoncé. Josh ralentizó el coche cuando un policía nos paso, dirigiéndose rumbo al accidente. Frenando se dirigió a mí. –¿Con quién estás hablando?. Por favor, por favor, por favor no me digas que es gente muerta.Mi cabeza me comenzó a doler. Yo era realmente estúpida a veces. –Uh... mi... eh... ángel de la guarda.– le dije vacilante.– Ella está... eh... en tu campana Harley.–¿Ángel de la guarda?.Le di una sonrisa patética. –Ella es un Guardián Caronte, Aumentada, ascendida a Querubín.– “Extinción de Seguridad uno setenta seis”. O “G.R.A.C.E.S uno setenta seis”, mucho mas corto (G.R.A.C.E.S :Acrónimo de Guradian, Reaper – Augmented Cherub Extención Security). Sin embargo, no podía llamarla de esa manera. Grace, podría ser.Josh comenzó a protestar y Grace hizo ping en la campana. Josh la miro, pálido. –Madison.– dijo suavemente.–¿Sí?.–¿Estás muerta?.Yo asentí. –Sí.Él trago, con ambas manos en el volante mientras miraba hacia la franja azul del cielo a través de los vidrios polarizados. –¿Y esos no son cuervos?.Estremeciéndome, tome nota de los alas negras que se encontraban en el horizonte una vez más, volando en círculos.–No.– dije.Josh dejó que su frente golpeara el volante con un suave estruendo.–¿Pero estás bien?.– Dijo mirando sus rodillas.–Porque tengo mi amuleto.– le dije, acompañándolo.– Estás bien porque Ron me dejó con un ángel de la guarda, mientras

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intenta convencer a la serafines que me permitan quedarme.– Retorciéndome, me volví para mirar detrás de nosotros.–Kairos conoce la resonancia de tu aura desde el baile, pero no puede verte si estás conmigo. Pero quizás deberíamos... uh... movernos de nuevo.

Sin decir una palabra, Josh comprobó detrás de él y puso el camión en marcha.Nos dirigimos a través de la ciudad por fuera de las autopistas.

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–Ah.– dije con incertidumbre.– ¿Quieres venir a mi casa por un sándwich?.–Se–seguro.Me lamí los labios, no agradándome su expresión de conmoción cuando él hizo un giro a la izquierda para tomar la interestatal y el largo camino hacia el otro lado de la ciudad. Sabía cómo se sentía cuando la muerte te tocaba, dándote cuenta de lo que es estar muerto por un capricho de no tener cuidado al coger un camino u otro.–Yo siento haberte involucrado.– le dije recordando la voz de Josh cuando se deslizó hacia el barranco aquella noche, tratando de alcanzarme incluso cuando Kairos cortó el hilo de mi vida.– Estuviste ahí. No fue un sueño. Pero quiero darte las gracias. Por tu causa, no morí sola.

Traducido por Qwely – Traducido por Qwely – Corregido por GladCorregido por Glad

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Traducido por QwelyTraducido por Qwely

JJosh estaba sentado con dificultad en la mesa rectangular de la cocina. Las piernas extendidas de un extremo a otro. Se había hecho dos sándwiches con jamón y el queso derretido. Le gustaba el hielo en su coca–pop y las patatas fritas con sabor a barbacoa. Para mí, obtuve un pequeño sándwich, un puñado de patatas fritas, y un vaso de té helado. Le miraba envidiosa mientras vaciaba de un trago la mitad de su refresco. No tenia hambre, lo haría si pudiese reiniciarlo. Una prometedora escusa para mi papá de el por qué yo no estaba comiendo más.La cocina no había sido remodelada desde que la casa fue construida, y el blanco amarillento del salpicado suelo de baldosas y las paredes de color cremas se veían ajadas. Los armarios eran marrón oscuro y la nevera era una que recordé de antes de la separación de mis padres. Sin embargo, escondido en un rincón había una moderna cafetera, demostrando que mi papá tenía sus prioridades. Había un pequeño juego de cocina con sevilletas, salero y pimentero, y un polvoriento cenicero que habría sido puesto en la cocina por mi mamá, susurros de su vida pasada con mi padre a pesar de los años.Josh miró mi sándwich cuando me senté frente a él.

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–¿Es todo lo que vas a comer?.– preguntó. Me encogí de hombros.–No duermo mucho, tampoco.– le dije cogiendo con las dedos una patata y preguntándome a mi misma si Grace, que actualmente cantaba coplillas bajo las luces de la lámpara, comía algo. Barnabas no lo hacía.– La televisión nocturna apesta después de unos meses.Televisión nocturna, navegación por Internet sin interrupciones, estaba en el limite cuando Barnabas se cruzo en mi vida… no es muy divertido cuando no tenias una que compartir. La información sobre las auras que había sacado de Internet no me ha ayudado. Tampoco lo habían echo las cosas de los Ángeles.Barnabas se reía tan fuerte que casi había rodado del techo, cuando lo saqué del mi ordenador portátil para mostrárselo en nuestro nocturno, y aparentemente inútil, intento de enseñarme como tocar los pensamientos. ¿Podría ser el tal vez fuese como tratar de obtener un secador de pelo de EE.UU. para trabajar en un enchufe británico–Estás muerta.– dijo Josh con la mirada completa alrededor de su boca.El té helado me dio dentera, dirigí la mirada al reloj. Habían sido horas. ¿Donde estaban?.–Si.–Y el el amuleto el que te da un cuerpo.– Puntualizó él.–La ilusión de uno sólido, sí.– le dije con inquietud.–También me esconde de las alas negras para que no se lleven mi alma. Un alma sin cuerpo es un juego limpio. Esa es la razón por la que anticipan la cosecha, con la esperanza de hurtar alguna. No aparecen en condiciones normales de muertes, sólo cuando han sido marcados antes de tiempo.– Saqué las cortezas de mi sándwich, pero no me lo comí.Miró como mutilaba la corteza. –Mantén tu amuleto, ¿OK?. Me da que las alas negras la pueden arrastrar.–No es un problema.– Debería haber practicado más, pensé. Por otra parte, si tuviera un cronometrador oscuro, la resonancia de mi aura pasaría de largo a Barnabas, cuando tratara de utilizarlo. Más del tipo de Nakita. ¿Seria posible que yo pudiese tocar los pensamientos de Nakita entonces?.

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–Entonces...– dijo Josh vacilante trayendo mi errantes pensamiento de donde vagaban. –¿Dónde estás de verdad? Tu cuerpo, quiero decir.– Su frente apretada.– No estarás enterrada en el patio trasero, ¿verdad?.–Kairos lo tiene.– admití con una astilla de miedo parpadeando a través de mí. Por lo menos, lo robó de la morgue... cuando me corrió.

Josh pasó sus pies y dio un golpe en mi silla con la pierna. –Eso es feo. Kairos era ese tipo en el coche negro, ¿verdad?. ¿Es un reaper (Segador)?Me acobarde, no quería decirle que era un conservador del tiempo. Sonaba tan cojo. –Él es en realidad... es mas del tipo que encabeza los reaper de la oscuridad.– le dije pensando que era un poco mejor.–Barnabas es un reaper (Segador) de la luz. Trata de salvar a la gente de ser el objetivo de los reaperes oscuros.Josh tomo otro bocado y limpió la esquina de su boca. –¿Al igual que usted?.–Sí, pero el desorden fue debido a que era mi cumpleaños.– Reorganicé inquieta las patatas en mi plato.– Pensaba que Kairos iba después detrás de tí, en realidad.Ralentizado su masticación levantó las cejas. –No sabía que era su cumpleaños. No es de extrañar que

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todos estén enojados. ¿Lo montó tu padre para tu cumpleaños? ¿Eso es incorrecto?.Me sonrió con una torcida sonrisa y sonrió de nuevo. Desde la lámpara, Grace soltó una carcajada.

Bajé los ojos, y Josh volvió a su sándwich. –Yo recuerdo a Barnabas. ¿Dices que puedo conservar las cosas que me has dado? ¿Dónde está él? Uh... ¿En el cielo?.Sacudí la cabeza. –Está con Ron, su jefe.– La tensión me estaba agobiando, así que nos sentamos y no hicimos nada. ¿Por qué estaba jugando en un fiesta de Te con Josh cuando la muerte nos está buscando? Un golpe de calor golpeó mi espalda y miré por la ventana de la cocina hacia la calle vacía.– Kairos quiere

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su amuleto de vuelta. Ron piensa que debo mantenerlo conmigo. –¿Qué pasaría si nunca aparecen?–Pero Kairos tiene un amuleto.– dijo Josh.–Yo lo vi.Sonriendo lúgubremente, asentí. –Aparentemente no es tan poderos como el que tengo. Md siento muy mal por él, pero me gustaría permanecer con vida,gracias. No debería haberme matado en primer lugar.– murmuré.Josh, con expresión reflexiva y sus codos apoyados sobre la mesa, dijo:–Kairos regresó a por su alma en la morgue. Eso esta equivocado.–Sí.– dije sofocando un estremecimiento.– Él me marcó, me mató, y luego regresó a por mí. Ellos no harían eso. ¿Por qué yo? No soy especial.–¿Así que eres un reaper (segador) ahora?.– dijo Josh, mirándome incómodo.– En un tipo de libros dice que si la muerte te engaña, ¿puedes tú ocupar su lugar?.–¡No me asustes!.– Exclamé. –Solo eres un reaper cuando puedes ser un reaper. Yo simplemente estoy muerta.Esto pareció tranquilizar a Josh ya que acomodó su espalda y comenzó su segundo sándwich. –Esto es tan extraño.Riéndome me comí una patata frita. –No tienes ni idea.– le dije, y luego deslicé mi sándwich hacia él, menos las cortezas que había seleccionado para mí.Aunque estaba molesta, fue agradable tener a alguien con quien charlar, además de Barnabas. Lo estuve haciendo estos meses. No es que Josh me hubiese creído, y mucho menos me hablase. Solía pasar tanto tiempo en mi habitación con los correos electrónico de Wendy sobre que yo no estaba haciendo nada para hacer nuevos amigos. “Creo que debo cambiar”, he pensado tristemente. “Es decir, si sobrevivo”. ¿Cuándo creo Dios a Barnabas?.Josh comenzó a reírse a carcajadas. Le miré– Estoy contento de que estés muerta.–¿Por qué?.– Pregunte disgustada.– ¿Porque así te puedes comer mi almuerzo?Colocando los codos sobre la mesa, él sonrió.

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–Porque significa que no estoy loco.Mi breve sonrisa se desvaneció. –Lo siento. Se supone que no recordabas nada. Debe haber sido terrible, con una memoria que, como cuando todo le está diciendo que es un sueño. ¿Es malo? Creo que mi padre se acuerda de cosas también. –Yo en la morgue, la llamada que nunca llegó a completarse a mi mamá. La culpabilidad, la pérdida, las cajas... por abrir, cerradas con cinta adhesiva, y colocadas en el ático.Bajando los ojos, Josh asintió. Oyó un coche entrar en el camino y se levantó. Era mi papá, y después de ver el camión de Josh aparco en la calle donde no le bloquease la salida– ¿Qué hace en casa?.– Mi atención se centró en el reloj de la estufa. Eran solo la una y media…Limpiándose las migas, Josh cambio de posición en su asiento. – ¿Tu no crees que escuchase algo de lo sucedido, verdad?. Probablemente no debería haber conducido algo como eso.Mi papá miró el camión de Josh. Mientra venía, andaba entrecerrando los ojos hasta que llegó a la sombra. Vestía con una camisa caquis de vestir que le hacia parecer profesional, pero seguí llevando su bata de laboratorio, lo que significaba que estaba en problemas. Él nunca se olvida de quitársela a no ser que se este molesto. Su identificación del trabajo colgaba alrededor de su cuello, y la escondió en el bolsillo de la bata de laboratorio cuando llegaba de conducir.–No hicimos nada equivocado para salir.– le dije de repente nerviosa.– No fue tu culpa que Kairos golpease un semáforo. No has golpeado nada.–¡Fue mi culpa!.– Carcajeo Grace y la lámpara en la que estaba brillaba más.–Yo era testigo.– Josh sacó el teléfono de su bolsillo y lo miró.–Sin embargo, ¿Cómo le encontramos fuera?.– murmuré volviendo a cerrar la ventana cuando mi papá miró la casa.Josh cambió su vaso de manera que se alineaba perfectamente con su plato. –Es una ciudad pequeña.– dijo con su frente fruncida de preocupación.– Debo llamar a mi mamá.Nos pusimos tensos cuando se abrió la puerta delantera. –¿Madison?.– La voz de mi padre hizo eco en el silencio de la

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casa.– ¿Estás en casa?.Le di a Josh una mirada nerviosa. –Estamos en la cocina, papá.Sus zapatos golpearon el piso de madera y él apareció en el arco de la sala. Josh se puso de pie y las cejas de mi padre se elevaron hasta tocarse– Hola, señor.– dijo Josh extendiendo su mano.– Soy Josh Daniels.La mirada perpleja de mi papa se alivió y se convirtió en una de aceptación. –¡Oh!. El hijo de Mark. Te pareces a él. Es bueno conocerte.–Agarró su mano.– Eres el que estaba a la izquierda en el baile de Madison.– acusó de forma defensiva.–¡Papá!.– Protesté, avergonzada.– No me dejó. Me encontré en él después de que me dejara definitivamente. Josh fue un perfecto caballero. Le pregunté si quería almorzar para tratar de compensarle por ello.Josh estaba desplazando su peso de un pie a otro, pero mi padre ya había encontrado su habitual buen humor, y su rostro mostraba una sonrisa de nuevo. –Pensé que quizás era porque tu bici había pinchado y que necesitabas que te llevaran a alguna parte.– dijo arqueando sus cejas.Parpadeé. –¿Co-cómo lo sabes?.– Tartamudeé.Mi padre puso una mano sobre mi hombro y me dio un rápido apretón antes de que fuese al contestador. –Yo recibí una llamada de la tienda de bicicletas.Mi boca se abrióa en una “O” cuando me acordé de que la había dejado allí. –Oh, sí. ¿Sobre qué fue?.–Ellos comprobaron el número de registro y vieron que estaba a mi nombre.– dijo mi padre alejándose del contestador y frunció el ceño.– ¿Por qué no respondiste a tu teléfono? He estado tratando de hablarte durante una hora. Incluso llamé a Flower Bower para ver si era tu día libre. Finalmente tuve que dejar el trabajo.Avergonzada, me encogí de hombros. Yo no había comprobado mi teléfono, con toda la conmoción de hoy. –Uh. Perdón. Estuve fuera unos minutos.– mentí.– Josh me

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dio un paseo. Mi padre me padre estaba poniéndose nervioso. –Así que le pregunte sobre lo de almorzar conmigo.– balbuceé y luego cerré mi boca. ¡Mierda!.Un sonido de desaprobación se le escapó. –¿Puedo hablar contigo un momento?.– Dijo fríamente pasando por el segundo arco del nunca utilizado comedor.Suspiré. –Disculpa.– le dije a Josh. Luego seguí a mi padre con abatimiento. Él había ido todo el camino hasta el comedor y estaba en el parche de sol, que brillaba en la pared donde había colgado algunas de las fotos que había tomado en el festival de globos del último mes. Había surgido dar un paseo en uno y podías ver todo el centro viejo de la ciudad de un solo vistazo. Los ríos se esbozaban en sus bordes.La sala de estar, como la cocina, tenía los susurros de mi madre: desde la mesa de cristal hasta la estatua de Art Deco en la esquina. Parece ser que mis padres tenían ideas de decoración muy similares, o mi padre seguía viviendo en el pasado, en torno a sí mismo con los recuerdos de ella. No había fotos de ella, sin embargo.–Papa.– empecé, pero no me dio la oportunidad de explicarme.–Stop.– dijo haciendo el gesto con la mano.– ¿Qué es en lo que estábamos de acuerdo acerca de los huéspedes?.Tomé un respiro y exclamé. –Lo siento. Pero es Josh. Pensé que estaría bien. Es sólo un sándwich.– Mi voz había llegado a ser un lloriqueo, y odiaba eso.–No es el sándwich, es que el estar aquí a solas con él.–¡Paaapaaaa!.– Gemí.– Tengo diecisiete.Sus cejas subieron. –¿Cuál es el acuerdo?.– Preguntó, y yo me hundí. –Tengo que preguntar antes de invitar a otras personas.–murmuré.– Lo siento. Me olvidé.Inmediatamente cedió y me dio un abrazo de lado. Mi papá no podía permanecer enojado conmigo, especialmente cuando parecía que estaba empezando a hacer algunos amigos.

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–Parece que te olvidaste un montón de cosas.– dijo cuando se soltó.– ¿Al igual que de tu bicicleta? Madison, esa bicicleta no era barata. No puedo creer que la dejases allí.

Cuando se trataba de dinero, entonces se enfriaba. –Lo siento–, yo trataba de cubrirme mientras volvía a la cocina.– Josh casi tiene casi en un accidente y me distraje.Con la palabra accidente, mi papá tiro de mi. –¿Estás bien?.– Jadeo poniendo sus manos en la parte superior de mis brazos y me echó otra ojeada.–Papá, estoy bien.– le dije, y se redujo su agarre.– Yo no estaba ni siquiera en el coche. Un semáforo cayó y Josh se desvió del camino.– Kairos podría quedarse fuera de la historia.

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–Madison.– comenzó, mirándome con miedo, y paso por mi memoria cuando se encontró solo en mi habitación, rodeado de cajas de embalaje y creyendo que estaba muerta.–No es como si lo rayase o nada.– le dije, con la terrible imagen en mi propia cabeza.– Era el otro hombre que golpeó el semáforo.Mi papá busco en mi cara para ver si yo estaba diciendo la verdad. –Quieres decir una señal de stop.– dijo sacudiendo la cabeza.–Semáforo.–afirme, encontrando divertido como se reía Grace en la cocina.–Es cierto. Se cayó y un tipo salió corriendo. Si no loubiera echo, podría haber golpeado a Josh en su lugar.Finalmente perdió la mirada de susto. Tirando de sí mismo exhalo. –Suena como si su ángel de la guarda estuviera trabajando horas extraordinarias.Una brillante bola de luz silbó en la sala. –Estás en lo correcto, pastelito.–dijo Grace, brillantemente suspendida en un rayo de sol.– Ni siquiera se supone que le custodiara, pero aunque Madison no es agradable conmigo, él sí lo es.–Él es realmente un buen conductor, papá.– le dije.– Usa el cinturón de seguridad y todo.Mi papá se rió. Su mano aterrizó en mi hombro de nuevo antes de reducir distancia. –Sé que tu madre te dio mucha más libertad…–Eso no es cierto.– interrumpí, recordando sus estrictas normas y principios de los toques de queda, las exigencias d que hiciera lo correcto y fuera tan respetable como ella, cuando todo lo que quería hacer era ser yo misma.–Llámame la próxima vez que quieras que vengan tus amigos, ¿de acuerdo?.Se dio la vuelta, y juntos entramos de nuevo en la cocina. –Lo siento, lo haré.– me disculpe, en este caso sin lloriqueos. Estaba mejorando en esto de la responsabilidad.–¿Conseguisteis lo suficiente para comer?.– Dijo cuando entró en la cocina y yo asentí.Josh estaba con su teléfono celular, y al vernos dijo:–Adiós.– y colgó. Tuve un momento de preocupación de que

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pudiera estar hablando con sus amigos acerca de “la extraña Madison”, pero después de que sonriera lo desestimé. ¡Carajo!, tenía una bonita sonrisa. Mejor aún: me creía. Era como si me hubiera quitado un peso de encima. No estaría sola nunca más.–Gracias por traer a Madison a casa.– dijo mi padre, y me sentí mejor. Le gustaba a él también.Josh pareció entender que yo ya no estaba en problemas y se relajó.–No fue un problema.– dijo, jugueteando con su vaso.– No me desvíe del camino de retorno a casa.–¿En el camino de regreso de donde?– Preguntó mi padre consiguiendo un té helado de la nevera.Dudé. Yo no había dicho mi padre que iba a ir a la escuela hoy.–De la escuela.– dijo Josh, ajustando su vaso y claramente curioso oír la excusa de que iba a dar a mi padre por estar ahí. –El equipo de atletismo corre mañana en el carnaval, así que tuvimos una práctica. ¿Le gustaría patrocinarme?. Se trata de un dólar por cada minuto.–Claro. Apúntame una – dijo encorvado mientras rebuscaba un vaso en el lavaplatos. Me acobarde, recordando que se suponía que esta mañana lo vaciaría.– No serás un corredor de larga distancia ¿no? Preguntó levemente preocupado por el claro pensamiento de los dólares saliendo de su cartera.–No. Corro los 100 m.Mi padre sonrió vertiendo su té. Estaba empezando a desear que se fuera. Tenía cosas que hacer. Gente a la que salvar.–Madison, no me dijiste que no ibas a hacer nada para el carnaval.–Uh...– perturbada para dar una respuesta, pensé.– Pensaba que podría... eh... tomar fotos. Pero es una idea estúpida.–No, no lo es.– dijo Josh, y podría haberle besado– La gente ama este tipo de cosas.Le di una mirada de esa que dicen “calla”, y luego sonreí cuando mi padre cerró la nevera. –¿Quién paga por una imagen que no puede ver y obtiene hasta dos días más tarde?.– Protesté.Mi papá asintió, pero no de acuerdo conmigo. Había visto esa expresión de reflexión en él antes, y se inclinó contra el

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mostrador con su bebida y cruzó los tobillos. –Si eso es todo lo que necesitas, voy a hacer que tengas una de esas impresoras que permiten hacerlo allí mismo.– dijo, y mi estómago se redujo.– Les das un billete, y pueden recogerlo antes de que se vayan.–¿En serio?.– Dije con forzado entusiasmo. Tal vez yo podría llamar a mi jefe en la tienda de flores y ofrecerme para entrar mañana para salir de esto.–Claro.– dijo, y luego empujo sus gafas hacia arriba por su nariz.– Pensaba que ya casi es tu cumpleaños, hubiera querido que tuvieses una mejor cámara antes.Pensé en mi nueva cámara en mi vestidor, utilizada sobre todo para tomar fotos del nuevo y llamativo vestuario que mi padre me había dado y que había enviado por correo electrónico a Wendy. Probablemente se moriria en cuando viese la foto de mis zapatillas con calaveras y huesos cruzados. –Gracias, papá.– le dije poniendo la mirada triste, tratando de decirle que quería estar a solas con Josh.– Voy a hablar con alguien acerca de ello.–Lo haces.– dio un saludo con su vaso, que paseó alredor del arco.– Josh, le invitamos a quedarse para la cena si así lo desea.–Gracias, Sr. A.– dijo Josh.– pero le dije a mi mamá que estaría en casa a las seis treinta.Mi papá dio un movimiento brusco de su cabeza, en reconocimiento sonriendo en el plazo de respeto. Estaba seguro de que nunca lo había pedido antes.Barnabas siempre había sido muy formal, las pocas veces que había hablado con él. –Voy a estar en mi oficina.– dijo mi padre.– Tengo algunas cosas que terminar para hoy, pero que puedo hacer desde casa.Suspiré cuando salio de la cocina. Yo podía oír sus pasos en la entrada, y el crujido de la puerta de su oficina al no cerrarse del todo. No trabajaba mucho en su oficina de casa, pero estaba al otro lado de la cocina, y así podría mantener un oído en nosotros.–Había una vez una niña que nació en Zaire–Por favor, no.– gemí suavemente, y Grace rió

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ahogadamente. Tal vez podría encontrar una campana para ella. Viendo que el accidente del semáforo había sido aterrador.–Él no confía en mí.–dije suavemente y me senté frente a Josh. ¿Seis treinta? Habíamos tenido que esperar aproximadamente cinco horas hasta que llege Barnabas para hacer desaparecer esta pesadilla. ¿Dónde estaba él de todos modos? No puede tener tanto tiempo para hablar con los seraphs. Simplemente bajabas las rodillas y lo tenías.Josh se rio y comió otro chip. –Él no desconfía, porque el no confía.Me sonrió un poco, los codos sobre la mesa mientras mi padre hablaba por teléfono. Las alas negras no tenían un reloj que marcaba el fin del horario comercial, y si Barnabas no estaba entonces, las cosas se iban a poner feas. Eso habría resultado simple si hubiera podido saltarme el toque de queda, pero si yo no podía estar con Josh, él podría no hacerlo. No era como si Grace pudiese jugar a chica mensajera.–¿No debo suponer que tienes alguna forma de mantener a Kairos fuera a partir de las seis treinta?.– pregunto Josh y le di una mirada de disculpa.–Nada que no me aterre.– Observé a Grace. Sabía que la única manera de que dejara venir a Ron, sería si yo estuviera en peligro y que ella no lo pudiera manejar. En ese caso, yo probablemente moriría. Eso no parecía tan bueno. –Uno de ellos debería estar de vuelta ya. Tal vez algo anda mal.Desde la luz, Grace tintineó.–Nada está equivocado. Si no puedes pasar las puertas del cielo, toma tiempo obtener la atención de los Seraph.–¡Me siento tan impotente!.– dije, derrumbándome de nuevo en mi silla.–¿Impotente? ¿Quieres hablar de impotencia?.– murmuró Grace. Su vocecilla fue creciendo, ya que aterrizó en la mesa.– Yo ni siquiera se por qué estoy aquí. Barnabas puede cuidarte mejor de lo que lo pueda hacer yo. El por qué Ron me trajo aquí en vez de pedir la ayuda de otro reaper para hablar con los seraphs está más allá de mí.–Estás haciendo un gran trabajo.– le dije. Le di una mirada a

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Josh cuando él miraba para mí, aunque solo escuchase la mitad de la conversación. –Tienes un miedo de mierda a lo que será de mi cuando envíes la luz tras Kairos. Tiene que ser tema del Karma, sencillo.

Josh sonrió a su sándwich. –Miedo de mierda sobre mí, también. Gracias por salvar mi vida.El resplandor de sus alas se iluminó. –Es inteligente, ¿no?.

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Yo asentí poniéndome de pie y recogiendo los platos vacíos y llevándolos a la pileta. ¿Por qué Ron la tomaba con Barnabas? Era casi como si no deseara ser reaper nunca más.El hielo chapoteó cuando Josh tomó un trago, enrojeció cuando se limpió la barbilla.–No quiero ser castigado.– dijo.–Tiene que haber algo que podamos hacer hasta las seis treinta.–¿Quieres decir como elaborar un plan para deshacernos de Kairos?.– pregunté enjuagando los platos.– Claro, como puedo coger al rey de los reaperes oscuros...– le dije, pero luego lo pensé.– En realidad, eso no es una mala idea.– le admití, secando mis dedos.– Si yo robara su nuevo amuleto, no podría aprovechar el flujo de tiempo hasta que haga uno nuevo. Tendría que dejarlo. No podría cosechar, tampoco.La expresión de Josh fue de perplejidad cuando me di la vuelta. –¿No se puede simplemente tomar prestado uno de los reapers?.Sonreí, dándome cuenta de que había dicho flujo de tiempo y que Josh sentado todavía me escucha. –No. Kairos puede tocar el amuleto de un reaper.– le dije, recordando cómo Ron tocó el de Barnabas.– pero no usarlos. Tampoco puede Ron.– Permaneciendo en silencio, toqué mi amuleto recordando cómo la piedra de Nakita tenía la misma sombra que la joya de su espada.– Tener que acercarme a él probablemente no sea una buena idea. Solo tiene que llevarme. Y si tratas de tocarle, simplemente te cosecha. Tiene que haber una manera de poder hacer esto.Comencé a menear mi pie, pero Josh tranquilamente empujo sus gafas y se comió una patata. Podría decirle que sentía culpable por tener miedo, pero estábamos hablando sobre la muerte andando, y de ninguna manera era su problema. Era el mío.–No se puede usar el amuleto de un reaper, ¿pero puede utilizar el de Kairos?.– Dijo a pesar de su boca llena.– ¿Qué lo hace tan especial?–Uh... porque el amuleto de Kairos no es la piedra de un reaper-–le dije vacilante.– Es un cronometrador.– añadí, envalentonandome por su aceptación del comentario “flujo de tiempo”.– Y los cronometradores son humanos. Supongo que

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diluyeron lo divino o algo por el estilo.–Cronometrador.– dijo Josh suavemente. Yal parecer satisfecho, regresó a las patatas.– Tuvieron la suerte de no tener el amuleto de un reapers por error.–Sí, suerte.– le dije con una sensación incómoda. Que Kairos tuviera que volver para mi alma fue bastante raro, pero ¿por qué me habría marcado? ¿Cómo estando muerta podía moverme a un tribunal superior como me había dicho la noche en que me mató? ¿Estaba destina a hacer algo horrible que hiciera a los Ángeles extinguirse?.–Es posible que sólo ser humano no sea suficiente para usar esa cosa, y ese es el por qué de que yo no pueda usarla.– dije con melancolía mientras oscilaba mi amuleto y Josh se recuperaba.–Bueno, ¿qué deberías ser capaz de hacer con el?Soplando mi flequillo fuera de mis ojos, pensaba en ello. Si se trata de un cronometrador, ¿Yo podría hacer lo mismo que podía hacer Ron en teoría?. Además, reflexione, ¿podría tocar a un reaper? –Um... creo que debería ser capaz de manejar pequeños pedazos de tiempo.– dije recordando el cambio de sombras, cuando Ron apareció a la izquierda.– O irme en una especie de niebla fantasmal. Le he visto hacer eso. Cambió recuerdos. Ron cambió la resonancia de mi amuleto en dos ocasiones, ahora. Barnabas puede manipular la influencia de un amuleto de modo que no interfiera con las alas negras olfateando una víctima. Barnabas puede usar los amuletos para encontrar el objetivo, así que estoy asumiendo que un cronometrador puede hacer lo mismo. Y él dijo algo sobre lo de establecer un camino falso para engañar a las alas negras y a los reapers oscuros que las siguen por la misma razón.– Mi mirada se redujo a la mesa.– Barnabas dice que no podría ser capaz de tocarle con mis pensamientos porque mi amuleto perteneció a un cronometrador oscuro y él es un reaper de la luz. Polos opuestos. La única cosa que he podido hacer a sido reflexionar sobre esto.Josh se inclinó de nuevo con los brazos sobre su pecho. –Bueno, ahí lo tienes. Deberías intentar algo más. Algo que no tenga nada que ver con los reapers. Si pudieras ser niebla, podrías caminar junta a él y cogerlo. Su nuevo amuleto sería

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el tuyo.Coincidí con él, considerándolo. El robo del nuevo amuleto de Kairos podría muy bien ser tan fácil. Sonriendo a Josh, me sentí como que tuviese un nuevo motivo de esperanza para intentarlo–¿Me podrías ayudar?.Desde la lámpara, Grace murmuró:–No me gusta esto.Ese comentario perversamente me hizo sentir aún más esperanzada.–¡Por supuesto!.– el entusiasmo de Josh me hizo pensar que no estaba ansioso por dormir esta noche en su armario, oculto de un reaper oscuro. Aunque ¿Quién podría culparle?.Sonriendo me paré, raspando la silla. –Vamos. Vamos a salir de aquí.–¿Por qué?Cabeceé hacia el otro extremo de la casa. –No voy a practicar cuando mi padre esté alrededor.– Sabía que mi padre no me dejaría tener gente en mi habitación, pero tiene que haber en algún lugar público que podría ir a donde nadie nos mirara dos veces. Tal vez la biblioteca. Yo había echado un vistazo un par de veces para ver por la noche como la bibliotecaria ocultaba la llave tras un ladrillo. Me estaba empezando a gustar esta pequeña ciudad.–Pero...– dijo lentamente, con una mirada preocupada.–Usted estará bien.– gemi, arrastrándole fuera de su silla.– El ángel de la guarda va donde este yo. Estás cubierto. Tenemos solo hasta las seis. ¿Tienes la confianza de que Barnabas aparezca entre ahora y entonces?.Asintiendo con la cabeza, Josh tomó su vaso al fregadero. –Bien.Emoción corrió a mis pies. –¿Papá?.– llame en voz alta.–Josh y yo vamos a la ciudad para obtener una tarjeta adicional para mi cámara. ¿OK?.–Lleva a tu teléfono.– su voz llegó filtrada.– Compra más minutos. Estate de vuelta a las seis.–¡Lo tengo!.– golpee con mi mano el bolsillo trasero de mis pantalones cortos para sentir mi teléfono. Me volví hacia Josh, realmente alegre de que tuviera coche.–¿Listo para irnos?.

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Me miró aturdido. –¿Dónde? Mi casa está fuera. Mi mamá trabaja desde casa.Hubo un pequeño tintineo de risas en algún lugar por encima de mí.

–Había una vez una chica que le gustaba mentir, que sólo empeoró después de morir.–¿La biblioteca?.– dije.– Pero, ¿podemos ir a los centros comerciales en primer lugar?. Realmente tengo que recoger una nueva tarjeta de memoria. Ya que estoy jugando fotógrafo en el carnaval ahora. Gracias.– terminé secamente.Josh sonrío ampliamente. –Si todavía estoy vivo mañana por la mañana, ¿quieres un

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aventón?–Usted lo sabe.– le dije, sonriendo. Quería recogerme, y yo no creo que fue sólo por las alas negras. Creo que le gustaba.Dije adiós a mi padre cuando hizo rodar su silla de escritorio hasta la puerta para vernos irnos, dándome una sonrisa. No pude evitar sentirme bien. No es simplemente que pudiese gustar a Josh, tampoco. Me he golpeando la cabeza contra una pared durante meses tratando de utilizar mi amuleto, sintiéndome más y más estúpida, así como Barnabas se sentía cada vez mas desanimado. Si pudiera contar con Josh, entonces no tendría que depender tanto de Barnabas o Ron. Yo podría hacer esto por mi cuenta. Bueno, con Josh como musa inspiradora cerré la puerta tras de mi y busqué su bolsillo para sus llaves, posiblemente no totalmente sola, pero iba a hacerlo.

Traducido por Qwely

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Traducido por QwelyTraducido por Qwely

YYo solo había estado una vez antes en El Común Denominador Más Bajo o la Baja D como todos le llamaban. Mi papá me llevó por pizza, y el restaurante casual había estado de estudiantes universitarios, embutiéndose para los finales o relajándose después de haberlos terminado. Supe que él había estado tratando de ayudarme a encajar, pero pizza con mi papa donde todos los demás estaban por su cuenta no pintaba el cuadro que había esperado hacer. Quizás si hubiera podido ser invisible esa noche, yo tal vez hubiera tenido más suerte haciendo amigos.Sonriendo ante el pensamiento, tomé una papa frita. Josh estaba hambriento de nuevo (o hambriento todavía, quizá) el cual fue como rápida parada aquí en el hoyo se había convertido en un lugar conveniente para practicar, viendo cómo el sitio grande estaba casi vacío. Eso fue hace casi una hora, y me comenzaba a sentir ansiosa. Quizá no era el amuleto, como Barnabas había dicho. Quizá realmente era yo. Había visto un ala negra através del estacionamiento cuando Josh había ido a la habitación de los niños pequeños, y el rostro de pánico que hice tratando de alcanzar los pensamientos de Barnabas que había puesto a Grace en puntadas.

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Nosotros ya habíamos estado en el centro comercial, y había una nueva postal en la bolsa a la moda sobre la mesa, justo al lado de mi soda intacta y las papas fritas. Era el segundo plato de Josh, y él comía a con un ritmo constante mientras mojaba la papa en el queso picante y me miraba por señales que el llamaba “fantasmales”.

La luz de la tarde corrió en por las grandes ventanas de plato que daban fuera del centro comercial. Baja D había sido una vez un conjunto de hamburguesas, pero inclinándose a la convención, ellos ahora servían lattes y tenían acceso wifi gratis. Había un espacio central con mesas de café y sillas acojinadas, y con los mesas en las orillas alrededor. Unas pocas personas fueron conectadas, se encorvaron sobre sus ordenadores portátiles, y comiendo bocadillos sobrevaluados y papitas gourmet hervidas mientras navegaban por la red.Solo sonidos solitarios se filtraban en la galería desde la cueva oscura ubicada en un lado como si las maquinas hablaran para si mismas. Viniendo de la arena para patinaje anexa, estaba el retumbar de ruedas donde los patinadores ponían a

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prueba sus nervios y sus tablas en colinas y barandas artificiales en el “nido de serpientes”. El sonido de monopatines en el contrachapado subió a través de mí como un segundo pulso de sangre. Grace estaba en el registro, descansando en la campana que supuestamente sonaba cuando alguien en el nido de serpiente saltaba lo suficientemente alto como para dispararla. Una de las paredes estaba fuertemente marcada de Plexiglas y nebulosas imágenes se movían mas allá en el tiempo con el retumbe.Giré de la pared transparente y mi mirada volvió a Josh. Mis dedos hormigueaban, pero pensé que era porque agarraba mi amuleto muy apretadamente, no porque estaba cerca de resolver esta situación. Quizás había estado pensado demasiado optimistamente que podía aprender como hacer algo útil en tan corto tiempo, pero estaba cansada de recargarme en alguien para mi seguridad y Josh había estado dispuesto a ayudarme. –¿Me puedes ver ahora?.– Pregunté esperanzada.Los ojos de Josh se encontraron directamente con los míos y me desplomé.–Pienso que lo tratas demasiado duro.– dijo él.Lentamente solté mi amuleto. –Solo nos quedan unas pocas horas. No es como si esta cosa hubiera venido con un manual de instrucciones.– Deprimida, pasé mis dedos sobre mi copa de cera y papel para quitar la condensación. Barnabas había sido menos que útil la ocasión en la que le pregunté acerca de ello después de una noche particularmente frustrante. Él sólo dijo sus pensamientos, escurridizos pensamientos. Y que sería mejor que gastara mi tiempo aprendiendo como contactarlo si necesitaba ayuda. Pensamientos escurridizos. Sí. Y si yo tuviera pensamientos felices, le brotarían alas y volaría.–Sólo has estado en ello por una hora. No seas tan dura contigo misma. Todavía tenemos un poco de tiempo.– Dijo Josh, pero sus ojos bizqueaban de preocupación.“Tiempo”, pensé mientras hacia de mi envoltura una pelota y la dejaba caer. Tal vez debería tratar de aprender como hacer más lento el tiempo, pero eso sonaba más difícil que hacerme invisible.–No te preocupes por ello.– Josh dijo, pero podría decir que

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él se estaba poniendo nervioso. Encontrarte con la muerte no era algo que te pudieras sacudir fácilmente y el recuerdo de Kairos parado en la luz de luna con su guadaña descubierta mientras yo estaba sentaba indefensa en un convertible destrozado conducido por mí.Mi mano volvió a mi amuleto, y sostuve la piedra, buscando certeza incluso si fuera un oscuro amuleto para detener el tiempo, estaba aquí y algo viva.Despertarme en la morgue y verme a mí misma en la mesa había sido la cosa mas espantosa en mi vida. Incluso peor, sabía que era mi culpa por haberme subido en su coche, para comenzar, con un mega lindo lado. Kairos ya no era tan lindo. No podía creer que lo había besado.Agarré el amuleto más fuerte. Había estado conmigo por meses, su peso era familiar y consolador. Sin este, no sólo sería invisible, sino también insustancial, capaz de pasar por paredes y puertas cerradas. Carnada de alas negras. Espectral. Quizá esa era la clave de todo. No pensar pensamientos escurridizos, pero algo así para encontrar la forma de bloquear la influencia de la piedra.Mirando fijamente la mesa, examiné mis pensamientos para la memoria de ese momento atroz en la morque. Había sido capaz de sentir el latido de mi corazón y el aire moviéndose, incapaz de sentir la frialdad del granito o la uniformidad del plástico que le rodeaba. Había estado divorciada de ello. La atadura a mi cuerpo se había roto. Simplemente no había estado ahí. Y, asustada, corrí.Cuándo huí, el aire se había adelgazado en mí, como me estuviera convirtiendo en tan insustancial como el casi igualado. Las rodillas se tambaleaban. El toque de objetos reales había dolido, como si rallaran mis huesos. Fue sólo después de que Barnabas hubiera venido a mí que sentí normal otra vez. Sólo entonces estuve en posición de comprender y reconocer lo que había perdido.Con la falta de un cuerpo, el universo no me reconocía. Fue así hasta que el amuleto de Barnabas se acercó lo suficiente y tuvo algo que sostener de nuevo y me regresó con todo lo demás.Quizás con la separación de mi cuerpo, yo había perdido el tiempo y el universo que usualmente me tiraba hacia

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adelante. Quizá los amuletos eran como puntos artificiales que el tiempo y el universo podían abrochar y usar para mantener mente y alma en sincronía con el presente. Y si pudiera romper esas ataduras....

Ansiosa, me retorcí en el asiento duro, creyendo que estaba en lo correcto. Con ojos aun cerrados, caí en el fondo de mis pensamientos y trate de verme a mi misma como una identidad singular, atada al presente por hebras de pasado.Podía escuchar el ruido a mi alrededor: Josh sorbiendo ruidosamente su bebida, el resonar del teléfono de la tienda– y después de meses aprendiendo a concentrarme, algo al final fue a mi manera.El entusiasmo que se disparó en mí mientras de repente pude ver la línea que mi vida había hecho. Tensa, vi cómo crecí de una posibilidad a una presencia, maravillándome en cómo mi

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vida se tejía con las v idas de otras personas, y entonces el feo gruñido donde yo se había muerto, casi como si el tiempo o elespacio hicieran un nudo para mantenerse integro cuando un alma le fue recortada. Fue como si la memoria de otros atara la oscuridad aquí donde hago lo dejé, dado forma por lo que faltaba, un fantasma de una presencia que estalló de repente hacia la existencia cuando yo había obtenido un amuleto. Pero ahora, el tiempo no utilizaba mi cuerpo para encontrar que mi alma y continuar; utilizaba el amuleto que había robado Kairos. El color, o quizá el sonido, era diferente. Había sido un azul oscuro hasta el punto cuando morí, y entonces, cambio bruscamente a un púrpura tan oscuro que tenia un tinte ultravioleta en él. Como Nakita.Mi aura, yo me di cuenta, queriendo dejar caer todo y tratar de tocar los pensamientos de Barnabas, pero atraje mi atención de nuevo. Me sentí temblar cuando me di cuneta que podía ver mi alma tirando hilos del pensamiento hacia el futuro, para pensamientos se debía mover mas rápido que el tiempo.Podía ver realmente líneas violetas extendiéndose de mí hacia el futuro, llevándome con el resto del universo. Lo que hizo todo funcionar, lo que coloreo las líneas de mi muerte en adelante, fue el amuleto dando tiempo a algo que era más rápido.Y si podía romper alguna de esas líneas que corrían desde el amuleto al presente, quizá podría hacerme invisible, como lo había sido cuando huí de Barnabas en la morgue. Casi como si yo no llevara la piedra aunque se quedara en mi cuello.La anticipación me hizo temblar y desenfoqué mi atención lo suficiente como para asegurarme que aun estaba sentada con Josh y no pasaba nada. Esto tenía que funcionar. Nos quedábamos sin tiempo. No destruiría todos los hilos solo unos cuantos y ninguna de las líneas que me empujaban hacia el futuro. Solo las que me sujetaban junto en este preciso segundo.Tomé un aliento lento que yo no necesitaba, y cuando exhalé, arranqué un hilo que me ataba al presente. Separó como seda de araña, haciendo un zumbido suave de sonido en mi mente cuando se separaba. Animada, corrí una mano teórica entre mí y el presente, quitando una ringlera más grande. El

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retumbar del nido de serpientes pareció resonar a través de mí rebotando contra el lado más lejano de la mesa.–¿Madison?– Josh murmuró, y mis ojos se abrieron de repente. Miré fijamente la mesa, mis dedos hormigueaban. –Funciona,– él dijo, con admiración en su voz.Inhalé como si estuviera subiendo del agua profunda. Levante mi cabeza y lo miré fijamente. El sonido de los patinadores se volvió de nuevo real, las ondas de sonido imaginarias se fueron de mis pensamientos. Mi corazón golpeó y me sentí mareada, casi como si estuviera viva. Josh me miraba fijamente con sus ojos azules muy abiertos.–¡Funcionó!.– dijo de nuevo, se inclinó sobre sus papas fritas. –estás de vuelta ahora ¡pero pude ver el asiento detrás de tí!.– él miró alrededor para ver si alguien lo había notado. –Ha sido la cosa mas extraña que je visto en mi vida. Hazlo de nuevo.– puntualizó.Me llenó el alivio, y me removí en el cojín duro. –Está bien. Aquí va..– Nerviosa y entusiasmada, me senté con las palmas sobre la mesa mientras le permitía suceder de nuevo– Con los ojos abiertos, mire fijamente el cielo visible a través de las ventanas frontales. Mi enfoque se empañó, y lo sentí en mis pensamientos. Sentí la presencia de la piedra por todas partes de mi pasado reciente, tejiendo una red para atar cada momento del tiempo al siguiente. Era mas fácil ahora y con un dedo del pensamiento, toquen la nueva red violeta quese había formado y la hice secarse y caerse. Los sonidos a mi alrededor se hicieron huecos y sentí la sensación de mareo al volverme insustancial. El ruido sordo de mi corazón, incluso si era solo una memoria, se desvaneció. –¡Santos humos, Madison!– Josh exclamó en una callada carrera de palabras. –¡Te has ido!– El vaciló. –¿Estas…allí? No creo esto–. Me concentré, rompiendo un buen número de hilos mientras ellos cambiaron del futuro al presente, asegurándome de dejar suficientes para impulsarme hacia adelante. –Aquí estoy..– Dije, sintiendo mis labios moverse y escuchando mis palabras como si vinieran de muy lejos. Atraje mi mirada a Josh, encontrando que era más fácil con la práctica. Sus ojos vagaban por todas partes, enfocándose mayormente en el asiento detrás de mí.–Dulce,– él dijo mientras retrocedía. –Apenas puedo oírte.

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Suenas escalofriante. Como si murmuraras en el teléfono o algo así..– Un zumbido en mi oído me dijo que Grace había abandonado la campana en el registro. Giré a la luz brillante que se lanzaba sobre la mesa y mi boca se abrió.–Puedo verte.– murmuré –Mi Dios, eres hermosa.– Ella solo era un poco alta, aunque su resplandor la hacia ver del tamaño de una pelota de softball. Su tez era oscura y sus características faciales eran delicadamente agudas. Oro brillaba a su alrededor para hacerla poco clara, especialmente cuando se movía. No podía decir si era tela o niebla. Lo desdibujado de sus alas hacía que el resplandor nebuloso que yo veía. Inmediatamente el ángel diminuto se detuvo, centrándose en mi voz. Ella parpadeó en la sorpresa, los ojos que resplandeciendo como el sol. –Perdí tu canción, Madison,– ella dijo. –No podía oír más tu alma. Detén lo que estés haciendo. No puedo verte..– “¡Funcionó!” pensé extasiada. Si mi ángel guardián no podía verme, menos un cosechador o un timekeeper.– Soy invisible.– Dije mirándola maravillada.–Puedo ver eso,– ella chasqueó, moviéndose en agitación. –Detenlo. Tiene que ser un error. Apenas puedo oír cantar tu alma. No puedo protegerte si no te puedo ver.– Moví el brazo, viendo que tenia ahora una brillante orilla blanca, de la clase que un ala negra parecía al final. Curioso, traté de recoger mi vaso. Temblé cuando el frío fue directamente a mis huesos, y no podía apretar lo suficiente los dedos como para conseguir un puño. Me pregunté por qué podía sentarme en una silla sin atravesarla, incluso moví la envoltura de mi pajilla echa bola.Debía ser que era suficientemente insustancial como para tener algún efecto en el mundo, pero no en todo. Tomar una caminata en un huracán seria mala idea.Tal vez era así como Barnabas podía volar.–¿Madison, sigues allí?.– Josh murmuró.–Sí,– dije, permitiendo unas pocas líneas más quedarse cuando el futuro llegó a ser el presente. El ángel suspiró en el alivio, y los ojos de Josh se movieron a los míos.–¡Maldición!.– Susurró él. –Puedo apenas verte. Santo dios, Madison. Esto es extraño. ¿Puedo tocarte?.

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–No puedo.– Grace dijo mientras se cernía sobre la mesa, pero me encogí de hombros, y él alcanzó a poner los dedos en mi muñeca. Ambos nos estremecimos ante la sensación misteriosa de contacto. Sus dedos parecieron quemar, y di un tirón lejos al mismo tiempo que él lo hizo.–Frío,– él dijo, ocultando su mano bajo la mesa.–¿Puedes oírme mejor?.– Pregunté, y él asintió. Esto tenía que ser la cosa más rara que yo había hecho. Destruir los hilos del amuleto mientras ellos cambiaban del futuro al presente era casi fácil ahora. Lo había hecho.Finalmente había aprendido algo, y el alivio que casi suficiente para hacerme llorar.–Excelente– dijo Josh sonriendo como fuera totalmente invisible otra vez, para el disgusto de Grace. –Si puedes hacer esto, puedes tomar ese amuleto por seguro.–Yo me reí, y Josh se apretó en los cojines. –No te rías cuando estas así de fantasmagórica.– dijo él mientras echaba una mirada alrededor la cafetería. –Es realmente raro. El hombre, yo tendré más pesadillas–. Pienso que destellé visible por un instante cuando la puerta principal se abrió, sorprendiéndome Apreté mi conocimiento en los hilos del amuleto, quitando un pedazo de ellos y mareadome por un instante hasta que me estabilicé y caí en un modelo de destruirlos en una fina progresión. Miré arriba cuando Josh se puso tieso, viendo como dos personas se dirigían hacia nosotros y un tercero aun en el mostrador, ordenando.Me congelé, preguntándose que hacer. Ellos habían visto a Josh aquí sólo. Yo no podría destellar a existencia. Pero entonces hice caras cuando reconocí a la chica alta con una blusa de diseñador y unos shorts cortos como Amy, viéndose como el verano encarnado mientras se paseaba con Len detrás de ella. Parker estaba en el mostrador pagando todo como de costumbre. Todos ellos estaban en el equipo de senderismo.Amy andaba con las chicas populares. Agradable en la superficie, pero había tratado de ser una chica popular en mi antigua escuela lo suficiente para saber que la superficie era a menudo solo eso. Ella generalmente estaba con Len a menos que ella lo castigara para engañarla. Pero después de habiendo visto a Len la acción, no la compadecí a para nada.

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Len era un tipo grande, y le gustaba azotar niños contra los lockers cuando los maestros no miraban, riéndose y jugando con ellos como si fuera una broma que ellos comerciaran con la humillación por cinco segundos de ser notado por el chico popular. Aunque él no era la persona más rápida en el equipo de búsqueda, él era encantador, especialmente en su propia mente, y trataba a chicas como si fueran un helado: probando un nuevo sabor cada mes por un día o dos. Era suficiente guapo para que las chicas que él perseguía permitiesen salirsecon la suya, un hecho que me irritaba a no más.

Parker pareció suficientemente agradable, pero yo tenía la sensación de que él andaba con ellos porque él aguantaba su abuso, hambriento de pertenecer.Verlo pagando por todo ahora me hizo enferma. Yo casi había sido una Parker una vez, intentando de todo, aguantando todo, ofreciendo disculpas por otros en mi esfuerzo de pertenecer. Si no fuera por Wendy, yo quizás se habría derrumbado y convertido en esa persona. No valía la pena. Ni con mucho.–Hola, Josh,– Amy dijo alegremente como ella enderezó la cadera y puso una mano sobre la mesa. –¿dónde está Madison Una-chica-muy-rara? ¿Todavía empuja su bicicleta camino abajo?. – Resentida, anduve rápidamente hasta el rincón de la mesa, cortando hilos como loca para permanecer invisible.Josh le dio una mirada agria mientras hacia un juego de manos con Len. –Ella es realmente agradable, ¿ok? No la llames más así.

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–¿Ah?.– Amy se sentó, haciéndome encogerme más lejos.– Tu eres quien lo comenzó.Trepé arriba y subí sobre el asiento para pararme en el cojín del asiento adyacente cuando Len se sentó y Amy cambió hacia abajo.–Eso fue antes de conocerla.– dijo Josh, sus orejas volviéndose rojas. –Ella es agradable.Amy se burló, recogiendo mi bolsa de compras con un meñique y moviéndolo más cerca para que pudiera mirar adentro. –¿Haciendo un poco de compras?. – ella incitó, y si pudiera recoger cosas, yo habría empujado un pedazo de hielo bajo la espalda de su camisa. –Les vimos en el centro comercial.Los ojos de Josh escudriñaron la estancia, buscándome, probablemente. Si fuera lista, iría al servicio de chicas para volverme visible y volvería. Pero me quedé.–Es de Madison. Tomará fotografías mañana y necesitaba una tarjeta nueva.– dijo él, tomando de nuevo la bolsa. –Deberías darle una oportunidad. Te agradaría.––Lo dudo.– Amy dijo secamente, entonces tomó el café helado que Parker había traído. –¿Dónde vive ella? ¿Hidden Lake? Como si alguna vez hubiera un lago en un barrio de clase media..Mis dientes rechinaron, y tijereteé apuradamente líneas antes de que me volviera visible.–Eso es realmente elegante, Amy.– Josh dijo mordazmente. Miré a Parker, sabiendo que él vivió calle abajo de mí. Los labios estaban apretados juntos y él no miraba a nadie.Amy atrajo sus rodillas arriba, sentándose de lado con sus pies en el asiento de banco para parecer tímida. –Pienso que Josh es dulce en su nueva amiguita. ¡Dios! Ella tiene pelo púrpura. Que rara.Josh exhaló lentamente, con los ojos hacia abajo. Si yo no hubiera estado ya muerta, podía haber muerto entonces. Mis dedos tocaron mi cabello, y prometí poner una raya verde en él la semana próxima. Junto a mí Grace comenzaba a enojarse, sus ojos casi disparando chispas.–Te dije que te verías mejor sin éstos.– Amy dijo mientras le quitaba a Josh sus gafas y las ponía en la mesa.– Ella es rara y una zorra.– Dijo ella, tan casual que me sacudió. –Tu mismo

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lo dijiste. ¿Por que has estado andando con la tal Meg?.Sonó inocuo, pero estaba arriba en mi argot de inglés. Significaba El o la Mayor Chica o chico vergonzoso. Grandioso. Viéndose afligió, Josh levantó la vista. –Lo dije antes de conocerla, ¿Entendido?.– dijo fuertemente – ¿que te pasa, de todos modos? ¿ Todavía estás enojada por que te dejé el año pasado?.Len se rió, alcanzando para a dar a Parker un choque de palmas. –¡Justo antes de la graduación!.– dijo él apiñando tres patatas en su boca.– Si hubiera tenido una cámara, seria millonario.Mis ojos estaban muy abiertos. ¡Whoa!. ¿El la botó, y entonces me invito a salir? No es de extrañar ella me odie.Los ojos de Amy se estrecharon. –Ah, por amor de Dios. Ella es tan rara que incluso los góticos no la quieren. ¡Un caso perdido!.Len se inclinó hacia delante con sus brazos sobre la mesa. –Amy tiene razón.– dijo él gravemente. –Puedes tener algo mejor que ella. Eres de ultimo grado.¿Un caso perdido? ¿El podría tener algo mejor? Mis emociones daban vueltas y rechiné mis dientes tan apretado que podía gritar. Debía haberme ido. Debía haberme alejado y no haber escuchado. El golpeteo de las alas de Grace dieron un zumbido apretado, y la escuché decir: –Hubo un chica de Lake Powell, que su boca estaba algo sucia. La mierdaque ella arrojaba, era como un retrete rebosante hasta que la aplasté contra una pared.Deprimida, me hundí en el asiento de la mesa más cercana, aun cortando hilos, todavia invisible. –Eso no rima.– murmuré, limpiándome bajo los ojos.Maldición, no iba a llorar por algo que Amy dijera.–Quizá no.– Grace dijo ácidamente. –pero eso es lo que sucederá.–Quítatela de encima, amigo.– dijo Len. –Hazlo, o ella estará andando contigo todo el año.–¿No piensas que tal vez yo quiera andar con ella todo el año?.– Dijo Josh enojado.– Ella es más divertida que tu, tan atemorizado como estás de lo que los demas piensen, que no puedes ni siquiera escoger tu ropa sin llamar a alguien. Y esa

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es su bebida, weenis.–¡No puedo creer que la trajiste aquí!.– dijo Amy fuertemente. –¡Este es nuestro lugar!.Yo me animé, comenzando a sentirme mejor cuando Josh dijo:– Mejor vete, a menos que quieras verla. Tendrás que ser agradable y sonreír probablemente agriete tu rostro perfecto, Amy.Silenciosamente me levanté para mirar el respaldo de el asiento. Josh estaba rojo de ira. Len se veía inseguro, y Parker estaba claramente incomodo mientras removía si café helado. En un movimiento rápido, Amy empujó con los pies a Len para hacerlo moverse para que ella se pudiera ir. –Hasta luego, amigo,.– Dijo Len mientras el y Amy se iban.Parker Le dio a Josh una mirada inquieta y se paró. De la frente del parque de sitio/patín, Amy lo ridiculizó–Adiós, Josh.– mientras ella lo esperaba en la puerta.Supe que mi expresión fue fea cuando Parker siguió a Len a la puerta. Josh exhaló, entonces cuchicheó.–Madison, lo siento. ¿Estás todavía aquí? Ellos son idiotas. No los escuches. Dije eso antes de conocerte. Soy un asno. Por favor regresa. Lo siento... Yo... Me gusta tu cabello.Frustrada, trepé sobre la espalda del asiento del asiento y me deslicé hacia abajo. El asiento estaba todavía tibio de Amy. Asqueroso. Me centré en mi amuleto, tomando un momento para permitir a las líneas formarse, hilos de violeta de la piedra, a mí, y al presente, aferrandome a un nuevo pasado. La mirada de Josh me recorrió cuando llegué a ser visible, pero yo no podíamirarlo. El ángel guardián pareció relajarse, yendo a sentarse en la instalación fija ligera, donde su resplandor débil se perdido. –¿Nada como saber tu lugar en la jerarquía, eh?– Murmuré.Josh cambió inquietamente. –Ellos son idiotas.– dijo como que él empujaba mi bebida de regreso a mí. –Lo siento mucho. Yo no debí haber dicho esas cosas antes. Entonces no te conocía.– Jugueteé con la paja, incapaz de encontrar sus ojos. –Ellos son sus amigos.Él se encogió de hombros. –No realmente. Amy piensa que su sudor no apesta. Len es

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un buscapleitos que no dejé que me golpeara en tercer grado... tenemos una tregua rara en la que fingimos ser amigos por lo que él no tiene que tratar de golpearme de nuevo. Parker.... Creo que le dejamos estar con nosotros porque necesitaban alguien a quien molestar, y él estaba tan desesperado por pertenecer que se lo permite.Tomé un sorbo de mi bebida, tiritando como la soda helada se deslizó hacia abajo. Si esos eran con los que Josh andaba, no me sorprende que él me quisiera.Estaba comenzando a sentirme mejor, especialmente cuando oí un aullido amortiguado desde el estacionamiento y vi a Amy salir de la camioneta de Len, su mano sobre su rostro. Ella estaba gritando algo acerca de su nariz. Junto a mi, una neblina de luz rió tontamente.–Gracias.– dije a Josh con timidez. –Por quedarte conmigo, quiero decir.La sonrisa de Josh hizo mi corazón golpetear. –Olvídalo.– dijo él mientras tomaba una de sus patatas.Pero no lo haría. Jamás. Sus ojos azules se encontraron con los míos mientras el se ponía. –Y tu puedes ser invisible.–Si–i–i–i–i.– arrastré las palabras, con un sentimiento de satisfacción. Recostándome, crucé los dedos y extendí mis brazos, haciendo chasquear mis nudillos. Era difícil permanecer disgustada con tontos cuando te puedes convertir en invisible.– Kairos no tiene oportunidad. Todo lo que tenemos que hacer es encontrar un lugar tranquilo, distanciarte de mí lo suficiente como para que las alas negras puedan sentirte. Kairos aparecerá, y tu te vuelves invisible y tomas su amuleto.– sonreí.– Entonces huimos rápidamente, y el tendrá que irse hasta que pueda hacer un nuevo amuleto.El rió en la parte de huir rápidamente, y me sentí bien. Terminando sus patatas fritas, él miró su reloj. Tenía mas botones que una calculadora. –Así que ¿Lo hacemos?.Miré las ventanas en las sombras alargadas. –Sí. No aquí, creo. ¿Sabes de algún callejón o algo así?.–Mmmm... ¿Qué tal Parque de Rosewood?.El zumbido de la Grace creció más fuerte, y ella se dejó caer desde la instalación fija ligera cerniéndose a pulgadas de mi rostro,

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–Madison, Soy un ángel de primera esfera, pero no hagas esto. No te vuelvas invisible de nuevo. Espera por Barnabas. Por favor. Se siente peligroso.Alejándola, dije:–No puedo esperar por Barnabas. Además, si no puedes verme, tampoco Kairos. No puedes atrapar lo que no puedes ver.– ¿Qué hay de lo demás, Madison.– preguntó preocupada.–Hay otras cosas. Si no puedo verte, tal ves algo más si podrá.

Ese era un pensamiento desagradable, y me senté de nuevo contra el duro asiento, meditándolo.–¿Qué dijo?.– Preguntó Josh, tratando de verla siguiendo mis ojos.Suspiré dramáticamente para restar importancia a su preocupación. –Ella no quiere que me vuelva invisible porque no puede verme. Piensa que es peligroso.Un resoplido indignado llenó mi oído. –No es que no pueda verte. Es que tal vez algo más pueda hacerlo.Josh dijo:–No sabia que no era seguro.–Es suficientemente seguro.– protesté. –Además, si nosotros no encaramos a Kairos ahora, ¿que sucederá esta noche? No es como si pudieras pasar la noche en mi casa. Mi padre

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agradable, pero decirle que pasaríamos la noche juntos para que mi ángel guardián pudiera mantenerte a salvo no va a funcionar. Personalmente, prefiero encarar ahora a Kairos que a mi padre después del toque de queda.Josh hizo muecas. –Yo tampoco quiero tener problemas.Frustrado, tomé un sorbo de soda. Estaría castigada durante un mes si no aparecía para cenar, si tenia suerte. Pero Josh no pasaría de la noche si no hacíamos algo. –Romper demasiadas veces el toque de queda es como fui enviada aquí.– Dije suavemente, casi para mi misma.–Además. ¿Qué nos haría eso? Cuando llegue la mañana nos localizan, tú serás tirado al otro lado del pueblo y yo estaré encerrada en mi habitación. Demasiado bien no nos hará. No, encaramos a Kairos ahora. Mientras tenemos alguna elección de cuándo y cómo.–Madison, no.– Grace protestó. Sus alas yendo tan rápidamente que pienso que Josh casi podría ver su resplandor.– Espera hasta que Ron o Barnabas vuelvan. Háganlo entonces.Un ruido exasperado Salió de mí. –Si cualquiera de ellos estuviera aquí, yo no tendría que hacer esto. ¡Ese es el punto!–Pero no creo que ustedes lo estén haciendo bien.– dijo ella retrocediendo ligeramente.– ¡Debería ser capaz de oír su alma cantando aún eres invisible, y no puedo!. ¡Por favor no hagas esto!.–O hacemos esto ahora– dije esperando que Josh captara lo esencial de esto – O rompemos el toque de queda. Ganaríamos sólo el tiempo entre ahora y cuando nuestros padres nos agarren. Yo no estoy dispuesta a arriesgar la vida de Josh con la esperanza de que Ron regresará para entonces. Así que a menos que quieras permanecer con Josh esta noche, no tenemos razón para esperar a Barnabas.– Me congelé y Josh me miró, con Bromeo mirado arriba en mí, con preguntas en los ojos.–Oye, eso no es una idea mala.– dije, impulsándome hacia delante en el asiento mientras Grace se cernía hacia atrás.– mi ángel guardián podría irse contigo. Estarás seguro y ninguno de los dos se meterá en problemas.–

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–¿Qué?.– Fue esa expresión diminuta, sonando extraña viniendo de una bola de luz.– No. Estoy encargada de vigilarte. Ron mismo me puso en la tarea de mantenerte fuera de problemas. Segura.–Sí. Bien. Si no vas con Josh, entonces yo encontraré a Kairos y entraré en un problema mayor.Josh se inclinó en complicidad. –¿Qué dice ella?.–Sonriendo, di golpecitos con las uñas en la mesa. La respuesta había estado mirándome fijamente en la cara toda tarde, cantando versos jocosos. –Si mi ángel custodio permanece contigo, estarás bien. Ella puede ocultar tu aura, igual que yo.–¿Qué hay de ti?.– Preguntó Josh mientras Grace se columpiaba de aquí para allá en agitación.–¡Estaré bien!.– Dije segura.– Él no conoce la resonancia de mi nuevo amuleto. No sabe dónde vivo. Ellos no me pueden encontrar a menos que los otros te encuentren primero. Y si lo hacen, simplemente me vuelvo invisible.– Giré a la bola de luz.– Como ves, es mi mayor interés que te vayas con Josh.–No.– dijo ellao fuertemente.– No funciona así. Me fue dicho que permaneciera contigo.–¡Y yo te digo que permanezcas con él!.– Exclamé, entonces bajé mi voz cuando tres tipos flacos salieron del nido de serpientes con sus tablas metidas bajo sus brazos.La pelota resplandeciente de luz vino tan cerca de mi rostros que di un tirón hacia atrás. –Mira, nena.– dijo Grace bruscamente.– No puedes decirme que vaya a cualquier lado. Tengo mi orden de Ron y, bebé, no eres Ron. Frustrada, me incliné hacia delante hasta que ella retrocedió.–Vete con él, Grace.– entoné.– Ahora. Hasta que diga algo diferente. De otro modo, yo me vuelvo fantasma y lo haré esta noche.–¿Grace?.– el ángel guardián cuchicheó mientras su resplandor bajaba.– ¿Me diste un nombre?.Josh comenzaba a parecer incómodo, lo que podría comprender, desde que él no la podría ver y pareció que le gritaba a él. Con los labios apretados, fulminé al resplandor sobre la mesa. Yo me abstuve de señalar con el dedo al ángel

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terco, pero solo. –Grace.–Iré con él.– dijo ella con su resplandor brevemente más brillante. Era manso y templado, y ella me devolvió mis palabras.–Madison.– continuó. –Si me metes en problemas, estaré muy enojada contigo! Nunca he sido guardián antes. Tienes mi primer encargo, y si lo hago mal, tendré que volver al entrenamiento de sensibilidad de por vida.Miré fijamente como Grace cambió unas tres pulgadas para acercarse a Josh.–Permaneceré con él.– dijo con su voz que fluyendo como líquido.Josh miraba mi sorpresa aturdida con una mirada curiosa. –¿Qué acaba de suceder?.Desconcertada, me enderecé. –Ajá, ella permanecerá contigo.– dije. Él exhaló de alivio. Con las cejas altas, se recostó.– ¿Así que… esperaremos?.Asentí, para alivio de Grace. –No más que hasta mañana.– Añadí. Ella se erizó, como si las chispas naranjas que ella estaba lanzando significaran algo. –Si Barnabas o Ron no aparecen para la mañana, entonces convocaré a Kairos. Tomaré su amuleto.–Derríbalos. Haz lo tuyo.– agregó Josh riéndose. –Bueno. Eso nos dará tiempo para hacer un mejor plan para conseguirlo. Te diré algo. Vendré a recogerte mañana en la mañana para ir al carnaval e iremos al Parque Rosewood en lugar de cuidar a Kairos. De esa manera, podrás tener tu ángel de vuelta en seguida.–Suena como un plan.– Dije, mirando a Grace mientras hacia un ruido extraño parte desaprobación, parte planeando mal, parte frustración. No me gustaba la decepción pero ¿Qué le diré a mi papá? Hola, papá. El malvado padre del tiempo matara a Josh. No te preocupes, porque voy a robar de nuevo su fuente de poder. Estaré aquí antes del almuerzo ¡besos!–Te llevaré a casa entonces,.– Josh dijo, parando se y reuniendo sus cosas.–¿tienes mi numero celular?.–No.– dije distraída mientras pensaba en lo que acababa de ocurrir. Dang, yo le había dado una orden a un ángel, y ella la

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había tomado. Fue del desafío total al acuerdo. Y cuando bebí lo ultimo de mi soda para que nos pudiéramos ir, temblé.

Yo ordenando a Ángeles. Eso no podría ser bueno.

Traducido por QwelyTraducido por Qwely

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Traducido por CanelaTraducido por CanelaCorregido por GladCorregido por Glad

EEl cielo estaba azul, la temperatura era fabulosa, y había sólo una pista de una brisa. Era un día perfecto. O lo sería, si yo pudiera entrar antes de que mi papá despertara.A unas calles, el tráfico de la mañana era silencioso, y tranquilamente apoyé mi bicicleta contra un lado del garage y trate de mirar mi reloj con la luz de post-alba. Seis cuarenta. A papá le gustaba dormir en los sábados, pero viendo que yo tenía que estar fuera de la puerta en menos de una hora, era probable que el estuviera levantado ahora. Debería haber venido a casa más temprano, pero había sido difícil creer en Grace y dejar la calle de Josh... especialmente después de observar esa Ala Negra en el distante horizonte.Josh y yo habíamos acordado enviarnos mensajes de texto toda la noche, y cuando sus mensajes habían parado alrededor de las dos, yo salí a hurtadillas para asegurarme de que él estaba OK. El había estado durmiendo, pero ahora yo estaba rígida, mojada por el rocío, y en peligro de ser castigada de todos modos.Yo usualmente pasaba mis horas nocturnas, cuando todo el mundo estaba durmiendo, ya sea en Internet o en el techo con Barnabas, martillando mi cabeza contra la pared, pero las actividades furtivas que había desarrollado fuera de la casa de

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mamá nunca me habían dejado despierta durante tanto tiempo. Al menos una vez por semana yo podía escapar para vagar durante la noche, pretendiendo que podía evadirles a ambos, a Barnabas y al aburrimiento.Así que cuando los mensajes de texto de Josh habían parado. Yo había sido una descerebrada al escaparme. No había ningún alas negras circulando su casa, pero dejarlo no iba conmigo. Yo había pasado el resto de la noche detrás de un árbol hablando con Grace, tratando de no sentirme como una acosadora.No me gustaba escaparme o mentirle a mi papá, pero no era como si tuviera alguna opción.

El perro del vecindario me ladró, y trate de alcanzarle tras la luz fija, un regalo que había puesto ahí la semana pasada, comprando el silencio del golden retriever. Viendo como la cola del perro se movía por la felicidad, cuidadosamente me subí en el basurero plateado, el cual yo religiosamente reemplacé exactamente en el lugar donde tiraba la basura. Agarrando el exterior del alféizar de la ventana del garage con una mano, alcancé el bajo techo con la otra, balanceando mi pierna hacia arriba para llegar a la cima de la ventana antes de subir mi otra pierna y aterrizar con el estomago abajo en las tejas (con las tejas bajo mi estomago). Satisfecha, me senté, restándole importancia al jadeo del perro, rogando por más.–Todavía lo consigo.– susurré sonriendo. Había sido un truco como este el que me había enviado hasta aquí, a la casa de mi padre. Era por esto, que mi madre me había dicho, que iba a ponerle barras a mis ventanas.

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Encorvada, caminé como un cangrejo a la cima de la azotea del garage, ignorando el solitario Ala Negra que iba a la deriva en el horizonte. Aliviando a mí estomago, me asomé por la parte superior para encontrar a la Sra. Walsh sentada en su pequeña mesa de la cocina con rizadores en su cabello, leyendo el diario. –¡Ahí estás!. ¡Tú, vieja murciélago!– susurré.Lo juro, la mujer esperaba por mí, queriendo vehemente atraparme en algo. Ella me recordaba a las mujeres aburridas, de mediana edad con las que mi madre me hacía ser simpática durante el almuerzo en sus intentos de recaudar dinero para cualquier causa que ella estaba defendiendo en el momento. Yo como que extrañaba esos tés formales, también, las inevitables batallas pre-té sobre mi más nuevo color de cabello o el nuevo tatuaje temporal cuidadosamente puesto para ser visto mientras lucia las ropas de niña ñoña.Viendo a mi madre vestida con su mejor perfume y siendo encantadora, pero cuando yo sabía ella quería estrangular a esas mujeres por ser tan miopes, había sido muy divertido. Tal vez yo era más como mi madre de lo que pensaba.Una sonrisa arqueó las esquinas de mis labios mientras estaba recostada en el techo, pensando en mi madre. Yo había hablado con ella la noche anterior, cuando me llamó para comprobar como estaba, su radar de problemas estaba trabajando incluso desde Florida. Honestamente no sabía como ella hacía eso. Encogiéndome a un costado, encajé mis dedos en mi bolsillo y saqué mi teléfono. Una pequeña sacudida de entusiasmo me atravesó cuando vi el mensaje de Josh. Él ya se había levantado (algo que yo ya sabia, después de haber oído su alarma apagarse) él estaría aquí en media hora. Disparé un CU, y presione el marcado rápido, tres. Segundos después, escuché un débil ring y la Sra Walsh se paró, desapareciendo al interior de la casa. No pude evitar mi sonrisa.En el instante que su espalda se giró, cerré el teléfono. Tarareando la música de Misión Imposible, Me puse de pie y me deslicé por el otro lado del techo, fácilmente haciendo el salto al techo sobre mi habitación. Impaciente, deslice la cuña de mi ventana y caí en la alfombra. Sentándome en el alféizar, me saqué los zapatos y me deslicé adentro. No podía dejar

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marcas húmedas en el suelo que me delataran. Yo lo había aprendido de la manera más difícil después de una caminata de medianoche en la playa en Florida y mi alfombra llena de arena se convirtió en un castigo de una semana.Mi sonrisa desapareció con el familiar sonido de la ducha de mi papá y el olor del café.–Genial!.– susurré, no sabiendo si mi papá había mirado para asegurarse que me había levantado antes de que él entrara en la ducha. Yo sabía de la experiencia que las almohadas debajo del cubrecama no funcionaban, así que dejé mi cama sin hacer, esperando que él pensara que yo estaba en mi baño.Preocupada, camine de puntillas. Debería de haber creído en Grace, y salir antes.Con prisa nerviosa, tiré mi cubrecama encima y arrojé las almohadas que yo había empujado al suelo la noche pasada volviendo a la cama. Odiaba volver a casa tarde. Me estaba volviendo descuidada. Pienso que mi padre me habría llamado si me hubiese atrapado escapándome, pero tal vez no, a lo mejor el quería ver cuanto me hundía a mi misma en una mentira antes de hacerme intentar salir ilesa del asunto. Aunque él era más tolerante que mi madre, tenia una vena malvada. Iba a darme donde me lo había buscado, supongo.La foto de mi madre en el espejo estaba sonriéndome, y yo retrocedí. Moviéndome rápidamente, me saqué las ropas de ayer y salté a la ducha para deshacerme del frío de la noche. Tenía que obtener el nuevo amuleto de Kairos, hoy. No tenía tiempo para esperar por Ron o Barnabas y que vinieran a mi rescate. Era sólo cosa de tiempo antes de que Kairos siguiera a Josh o a mi bajo por el proceso de eliminación, y no podía tener otra noche como la que recién había pasado. Honestamente no sabía como Barnabas o Grace lo hacían.Refrescada por la ducha rápida, salí de la ducha y, me sequé con la toalla y tiré algunas ropas, escogiendo un set de medias amarillas para esconder la lenta y desaparecida magulladura que me hice en el borde del bote, una falda corta morada, y un combinado top sobre una camiseta negra. Mis zapatillas seguían mojadas, pero después de secar los fondos, me las volví a poner, estremeciéndome con la humedad y preguntándome si mi padre se daría cuenta. No era como si yo pudiera usar otra cosa. Estaban hechas para este atuendo.

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Y si a Amy no le gustaba, ella podía estrangularse con mi individualidad. Esto era quién yo era, y estaba cansada de tratar de encajar. Además, a Josh le gustaba mi cabello púrpura.Presumida, me incliné a través de la cama y arrastré mi cámara por encima. Aún tenía cinco minutos o más antes de que Josh llegara. Tiempo suficiente para enviarle una foto a Wendy. Ella me había enviado un e-mail la noche pasada con una foto de ella y mi antiguo novio, viendo el atardecer. Ellos se veían bien juntos, y después de terminar con mi locura, yo me había dado cuenta que era tiempo de dejarlo ir. Yo había tratado de mantenerlo de cualquiera manera, pero no podía. Ya se había ido. Yo estaba enviando un email del pasado, tratando de hacerlo mi futuro, pero mi futuro estaba en cualquier otra parte. Pero eso no significaba que no iba hacerla enloquecer de envidia con mis medias amarillas.Poniéndome de pie, suavice las arrugas de mi camiseta, esperando que el día fuera a ser tan cálido como el cielo lo predecía. Sosteniendo la cámara frente a mí, encontré una pose de artes marciales, luego puse la cámara en mi otra mano, para así salir frente al lente, pero me vi reflejada en el espejo por encima de mi vestidor. Molesta, puse baje la cámara. Mi cama estaría en la foto, y aun seguía siendo un desastre.Ordenar fue fácil, y puse el vampiro osito de peluche que Wendy me había dado en el lugar de honor entre las almohadas de encaje que mi padre había pensado que me gustarían. La habitación no tenía nada de la oscura cueva que tenia en la casa de mi mamá. El vestidor blanco decorado con rosas no era para mí. Tampoco el cubrecama estilo antiguo o el montón de almohadas de encaje que lanzaba fuera de la cama cada noche para convencer a mi padre de que yo estaba durmiendo. El color rosa pálido de las paredes aunque era reconfortante, iba muy bien con la alfombra crema. Era dolorosamente obvio que mi padre había olvidado que ya no tenía seis años y había llenado la habitación con volantes rosas y blancas, con cosas de niña, que yo había rechazado por años.Mis dedos que estaban organizando las almohadas se detuvieron poco a poco y me di cuenta que mi pieza era casi

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idéntica a mi antigua habitación, antes de que nosotras nos fuéramos. Algo así como la cocina, y la sala, todos estaban cargados de los susurros de mi madre. Él tampoco la había dejado ir.

Mi estado de ánimo se volvió introspectivo, y tomé mi cámara. Me dolía no ver a Wendy cada día. Nos conocíamos desde quinto grado, y ella era probablemente la razón por la cual nunca me convertí completamente en alguien popular, ahora que pensaba sobre eso. Ella era más rara que yo, pero me había negado a deshacerme de ella cuando finalmente había sido invitada a entrar al grupo de los populares, en vez de eso, trate de traerla conmigo. Wendy se quedó en silencio y permaneció fiel y a la espera, junto con su comida ambiental, su música política a todo volumen, sabiendo que yo estaba cometiendo un error pero confiando mucho en mí, y esperando que me diera cuenta. Esperando encontrar otra amiga como ella en medio de las Amys y Lens quienes lucían realmente esbeltas. Josh, sin embargo, estaba convirtiéndose en alguien genial.La cámara emitió su sonido de ‘click’, y dejé caer mi brazo y mi falsa sonrisa. Conecté la cámara a mi laptop. Al menos eso se había venido conmigo desde la casa de mi mamá y era convenientemente oscura y triste. El fondo era de mi banda alternativa favorita. Wendy me los había presentado, pero para ser honesta, me gustaba más el sonido agresivo que el

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mensaje detrás de eso. Inmediatamente la foto se cargó, y yo la abrí para verificar la resolución.Mi piel aún retenía su bronceado de la playa, lo que era raro, pero lo atribuía a no tener un cuerpo real. Las puntas moradas de mi cabello estaban empezando a desaparecer. No había crecido nada desde que había muerto, y yo me preguntaba si iba a lucir así para siempre. Mis ojos fueron hacia mi pequeño pecho, y suspiré. No era bueno. Para nada bueno. Pero luego miré más cerca la foto, frunciendo el ceño.–Oh, mierda!.– susurré. Una alarma fría me traspaso. Podía ver mi cama a mis espaldas, es decir, podía verla a través de mí. Asustada, miré mis manos. Ellas lucían sólidas para mí, pero la foto decía otra cosa.–Oh, mierda...– me puse de pie frente al espejo, el miedo recordándole a mi corazón como latir. Aquí, yo lucia bien, pero cuando tomé mi cámara y me miré a través del lente...–¡Oh, mierda!.– dije una tercera vez. No era obvio, pero había una insinuación de sombra donde estaba la cama, e incluso una forma en medio de las almohadas.Esto no era lo que yo necesitaba. Josh estaba listo para tocar mi puerta y llevarme a la batalla con el malvado maestro caronte y robar su amuleto. No tenía tiempo para cambiar los planes. Preocupada, sujete mi amuleto y aflojé mi enfoque, tratando de saltar en ese estado nebuloso en el que había estado ayer, para verificar las cosas desde una perspectiva externa. ¿Tal vez había roto muchos hilos cuando practiqué y volverme invisible? ¿Tal vez, yo misma había comenzado un problema que ya no podría solucionar? Grace me había dichoque no lo hiciera. ¡Pero nunca iba a averiguarlo, tenía que dejar de temblar! El tiempo que había pasado con Barnabas en mi techo, aprendiendo a relajarme dio resultado, y lentamente mi pulso desapareció. Mis dientes se aflojaron, y encontré en mis pensamientos la brumosa imaginación del hilo de mi vida y una telaraña de hilos uniéndolos al cosmos. Inmediatamente el nudo en mi intestino se relajó. Los hilos de la conexión eran obvios, atándome al presente como al futuro, y me deslice en ellos ahora. Mis pensamientos iban a través de los nuevos hilos tan rápido como el sol giraba a través del cielo, llevándome con el, junto al resto del mundo. Yo no había roto nada.

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–¿Entonces por qué puedo ver a través de mi?.– susurré. El Pánico me llevo a la preocupación, Visualice la foto de mis zapatos en mi laptop. La habíahecho, mientras trataba de hacerme una nueva foto. Desviando los ojos, miré otra vez, pero lo poco que pude ver de mis tobillos parecía normal. Aliviada, envié ambas fotos a la papelera de reciclaje, y la vacié. Wendy no podía ver eso. De ninguna manera iba a dejar nunca, a alguien hacerme una foto. El sonido de un vehículo viniendo por la tranquila calle residencial me hizo asomarme a la ventana. Una sonrisa creció cuando vi la vieja camioneta azul de Josh. Él estaba aquí. Finalmente.Trepando, desenchufé mi chamará, tomé mi billetera, palpe con la mano mi bolsillo posterior para asegurarme que tenía mi teléfono, y comencé a ir al hall. Por favor, por favor, por favor no dejes que mi papá sepa que había salido esta mañana. Todo esto podía terminar muy mal, con gritos altos..–¿Madison?– la voz de mi papá era un eco débil. –¡Josh está aquí!– Él sonaba importunado, y exhalé. –Ya voy,– grité mientras bajaba rápidamente las escaleras, muy aliviada. Mi papá esperó al final, junto a la puerta delantera, luciendo casual en jeans y una camiseta ligera, sonriendo. Yo lo había logrado, solo por un poco.–No olvides la impresora,– dijo, dándome un pequeño estuche para la cámara. –Puse papel y tinta extra ahí–, dijo cuando pase la correa sobre mi hombro, sintiéndome culpable. –Suficiente como para tomar tantas fotos como quieras.–Jeez, papá– dije mientras miraba adentro. –¿Cuántas fotos crees que la gente va a querer?– Yo ni siquiera iba a estar ahí. ¿Cómo iba a explicarle que no iba a usar nada de eso? Pero yo tenía que confrontar a Kairos ahora, así Grace lo desaprobaba o no. Si ella realmente pensaba que yo estaba en peligro, entonces debería de ir en busca de Ron.–Te conozco– dijo mi papá. –Cuando estás detrás de una cámara, no podrás detenerte a ti misma. Considéralo un regalo. ¡Es deducible de impuestos!.– dijo, su sonrisa estaba convirtiéndose en una ancha sonrisa que hacía a su enorme cara iluminarse. –Y me gustan tus fotos.– dijo dándome un

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abrazo de despedida.– Todos los demás lo harán también. Luces muy bien, hoy. Estabas en lo cierto. Purpura (morado) es tu color.– Su expresión se volvió prudente, y miró hacia afuera, hacia la camioneta de Josh. –¿Tú y Barnabas no van a tener problemas, verdad?.Di unos cuantos pasos hasta que me detuve. Oh, si. –Papá, ya te dije, Barnabas y yo sólo somos amigos.–Él anda rondándote mucho, como para ser simplemente un amigo.– advirtió mi papá.–Sólo un amigo.– dije firmemente. –Y él lo sabe. Yo sólo estoy pasando el día con Josh. No es gran cosa. Si somos afortunados, Barnabas aparecerá, y nosotros podemos hacer la exposición juntos.Asintiendo, puso una mano en mi hombro. –Suena como si lo tuvieras bajo control.– dijo, y yo traté de ahogar lo que pudo haber sido una risa histérica.–Diviértete hoy.–Lo haré.– dije. Mi preocupación y culpabilidad aumentó. Casi podía escuchar a Grace cantando acerca de la chica que era una mentirosa y caía en una freidora. –Gracias por la impresora y todo.– Yo era una hija muy mala. Pero el aun no había conseguido enterarse de porque mi madre me había enviado aquí... en una gran parte.Mi papá me siguió hasta el porche cuando Josh salió de su camioneta.–Hola, Sr. A.– dijo Josh, saludando. Él estaba usando jeans y una camiseta, pero pude ver su bolso de gimnasia puesto contra la ventana posterior, ropa para la carrera de hoy, o eso creía.Buscando alas negras, rápidamente entré en su camioneta y cerré la puerta, ansiosa de irme. La campana Harley resplandecía, y me incliné hacia adelante mientras me ponía mi cinturón de seguridad. –¿Grace luzco bien para tí?.– pregunté recordando mi foto.– ¿Estoy delgada? Quiero decir, ¿transparente?.El zumbido de unas alas, se hizo notorio. –No.– dijo, revoloteando frente a mí. –¿Por qué?.Suspiré y trate de decírselo, pero después cambié de idea, cuando Josh abrió su puerta. –Después.

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Josh se deslizó adentro, detrás del volante y me miró con recelo cuando cerró su puerta. –¿Sintiéndote culpable?.– bromeó, viendo mi preocupación.Rodando mis ojos, hice una mueca. –Josh.– dije tratando de encontrar un aire mundano.– La cosa que hice en el pasado, mientras mi madre pensaba que yo estaba durmiendo podría erizar tu cabello.– Él rió y yo agregué.– La primera vez que fui hacia Kairos, morí. Estoy un poco nerviosa, ¿ok?.– No iba a decirle que yo había acampado junto a su casa la noche anterior, después de que él se durmiera. El chico tenía su orgullo.Josh miró sobre su hombro y dio marcha atrás, hacia la calle. –Lo siento.– dijo suavemente.Él lentamente aceleró hacia la ciudad, y le dije adiós, a mi padre con las manos, mientras él estaba de pie en el porche. Dando gritos, ¿podía él ser más bochornoso? –Hey, gracias por enviarme un mensaje esta mañana.– dije.–Vi un ala negra cerca del amanecer. ¿Qué tal tú?.–Nada– Frunciendo el ceño, empujó sus lentes y dio un giro, dirigiéndose al Parque Rosewood.– Estoy contento de que tengamos algún descanso, pero nosotros tenemos que obtener el amuleto de Kairos hoy. No puedo tomar prestada a Grace por mucho mas tiempo.–¿En serio?.– pregunté, y el ángel hizo un sonido de risitas.–Me quede sin agua caliente anoche, mientras me duchaba, y estoy seguro que fue por ella.– dijo.– Internet tampoco podía funcionar. Y mi hermano estuvo tropezando toda la maldita noche. Madison, ella me está volviendo loco.Desde la campana Harley venía una risa tintineante. –Josh iba a cortar su cara con su máquina de afeitar si trataba de usarla sin un espejo, y su hermano iba a hacer algo sucio, así que corte su señal de internet. Y cada vez que él maldecía, yo lo hacía tropezar.Miré a la neblina dorada sobre el balanceo de campana. ¿Josh se había afeitado? Mis labios se presionaron al recordar el semáforo que cayo estrepitosamente. Claramente a Grace no le importaba causar caos al tratar de prevenir o impedir algo que ella creía mucho más horrorífico. –Nada pasó anoche Grace.– dije para calmarla.– Para la tarde, todo estará bien.– Pensé en esa foto y los alas negras, y

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aunque no lo necesitaba, respire profundamente.– Josh está bien, y no podría estarlo si no hubieras estado con él. ¿No te sientes bien por eso?.–Siiiiiiiiiiii– Dijo ella arrastrando las palabras, sonando muy complacida con ella misma para mi tranquilidad. Miré a través de la camioneta de Josh cuando hicimos otra vez un giro. –Ella es terriblemente presumida.– dije previniendo.–Genial!.– dijo él.– Grace.– dijo claramente más cómodo mientras le hablaba al aire, que cuando lo deje anoche.– No importa si conseguimos un neumático desinflado en el camino al parque, aún así vamos a hacer esto. Trataremos de ir por un camino suave y tranquilo de tierra donde nadie será herido si las cosas salen mal.La campana se balanceaba gentilmente. –Nada esta mal.– ella casi ronroneó.–No me gusta esto.– murmuré. Era un sentimiento que crecía a medida que nos acercábamos al parque y yo veía más autos. Algunos habían incluso aparcado al lado del camino. Parejas con niños iban saliendo, nerviosos del tráfico. Rosewood no era un parque muy grande. Nunca había mucha actividad ahí, incluso en un sábado.–Uh, ¿Madison?– Josh preguntó cuando el entró al parque y encontró entre la fila de autos. Una furgoneta se puso detrás de él, y estábamos atrapados. Josh se movió poco a poco delante de una mujer que usaba una gorra escolar. Ella estaba obviamente dirigiendo el tráfico, y todos se detenían para hablar con ella.Grace comenzó a reír, y me di cuenta de lo que pasaba. El evento había sido trasladado del Parque ‘Diamante Azul’ hacia aquí. Genial. Simplemente genial. No era nada sorprendente que Grace se riera tontamente.–Grace!.– grité, y Josh me disparó una mirada para tranquilizarme mientras él bajaba su ventana. ¡Yo no tenía tiempo para esto! ¡Tenía que encarar a Kairos y recuperar mi vida!.La mujer con el gorro nos miro fijamente bajo el sol. –¿Participante o asistente?.– preguntó.Desde la campana vino un repique –Una chica llamada Madison Avery, ella era simpática y

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sabrosa. Pero ella le dio una orden a un ángel convirtiéndola en su esclavo, pero de pronto ella fue se estremecía y dudaba.Josh se asomó a la ventana. –Uh... participante. Voy a correr en la carrera y ella está tomando fotografías.Levanté mi cámara ante la explicación, pero mi conciencia estaba punzando. No había venido aquí para tomar fotos, pero aquí estaba. La mujer entrecerró los ojos, al mirar hacia el estacionamiento repleto.–Maneja directo al final. Tenemos el estacionamiento de participantes en el pasto. Sólo sigue los globos amarillos.–¡Sigue los globos amarillos!– intervino Grace, zumbando alrededor de la cabina, encantada por su éxito al impedirnos confrontar a Kairos.Josh asintió, pero no se movió hacia adelante. –¿Por qué no estamos en “Diamante Azul”?.Las cejas de la mujer subieron. –¡Oh, fue la cosa más extraña!.– exclamó.– Los rociadores se encendieron y funcionaron durante toda la noche. Había barro hasta tus tobillos, así que todo fue trasladado hacia aquí. Gracias por ayudar hoy. Asegúrense de parar en la tienda de hospitalidad.No había ninguna manera en que pudiéramos salir pronto de aquí, y me incliné hacia adelante. –¿Sabes con quien puedo hablar acerca de poner una mesa para desarrollar mis fotos?.– pregunté.Ajustando su sombrero, la mujer pensó. –Trate con la Srta. Cartwright.– dijo mirando sobre los autos al parque.– Ella está supervisando todo. Está en la tienda verde.Mi cabeza osciló de arriba hacia abajo. Yo había visto a la Srta. Cartwright en los pasillos de la escuela, pero no sabía qué enseñaba.–Gracias.– dije, y me acomodé en mi asiento, nerviosa.“Maldita sea, Grace”. Josh se arrastró hacia adelante –Sigue los globos amarillos.– dijo agriamente Grace pasando rápidamente desde un extremo de la cabina al otro.– ¡Sigue los globos amarillos!.Suspiré, y mi cámara se sintió pesada en mi pecho. –Grace, eres malvada.– susurré.

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–Esto fue muy fácil.– dijo con aire su suficiencia.Aparentemente me había perdonado, ya que se sentó en mi hombro e hizo que la vibración de sus alas, zumbaran en mis oídos.Josh miró a los autos estacionados mientras pasábamos, y suspiró. –No podemos pelear con Kairos aquí.Grace rió nerviosamente, y yo fruncí la cara. –Nop.– dije. –No creo que podamos irnos, tampoco.Desde mi hombro, Grace dijo –Si lo intentas, vas a conseguir un neumático pinchado Joshua.“Joshua”, pensé. “Curioso”. –No trates de salir.– dije cuando nos acercamos a la salida.–Obtendrás un pinchazo. Srta Limerick aquí no quiere que causemos problemas.– Mierda, tal vez nosotros podríamos intentar huir caminando fuera de aquí. Grace no podía rompernos una pierna o algo, ¿o podría?–¿Limerick?– preguntó Josh, y negué con mi cabeza.–Realmente no quieres saberlo.– Si, Grace probablemente nos rompería algo, riéndose mientras lo hacía.Él estaba concentrándose en el estacionamiento, y yo presioné la manija de la puerta cuando nos pusimos sobre el pasto y dimos bandazos entre los surcos, siguiendo la inclinada línea de autos al final, hasta que nos estacionamos bajo la sombra de una rama de un roble. El sonido de nuestras puertas cerrándose parecía un eco cuando un puñado de otras personas aparcaron y salieron de sus vehículos. Josh tenía su bolso de gimnasia con él, y el bolso de mi cámara estaba sobre mi hombro. El aire estaba crujiente y frío bajo el árbol, y yo podía sentir la emoción cuando las personas lentamente migraban desde sus autos al campo abierto. Había sido una larga noche, miserable, mientras vigilaba la casa de Josh, pero el hecho de ser un poco transparente me preocupaba, temía volverme invisible, de nuevo y tan pronto.Podía alejar a Kairos por unas horas. Tomar unas fotos. Para no ser tan mentirosa.–Grace, tu quédate con Josh. Por favor.– agregué con retraso cuando la brillante bola de luz que eran sus alas adquirió un tono áspero.– Él no puede hacer su carrera conmigo

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corriendo junto a él.Sus alas se oscurecieron hasta casi nada, y un moderado “Okay” vino de ella.No creí en su demostración de debilidad, y lentamente caminamos a través de los autos estacionados en el campo. A medio camino de ahí, saqué mi cámara y tomé una foto de un niño, con un temor en su cara mientras él tocaba la nariz de un payaso. Una sonrisa vino a mí mientras me consideraba solamente como un espectador. El cielo era un azul brillante, y el maquillaje del payaso estaba rígido y perfecto. Brillante y audaz.–Buen día para una carrera.– Josh dijo lentamente.Asentí, sintiendo el aire en mis pulmones. –Supongo que podemos hacer esto un rato.– dije, no queriendo que un meteoro cayera sobre mí si trataba de salir.–Me comprometí a hacer un par de vueltas.– dijo. –No puedo recolectar el dinero de otra manera.Viendo su deseo por correr, puse mi bolso más alto en mi hombro. Estaba pesado con mi promesa. Kairos podía esperar un par de horas con tal de que Grace vigilara a Josh. –Así que, ¿los veo al mediodía? dije cuando me encamine hacia la tienda verde.Josh sonrió, el sol en su cabello. –Cuidado con Amy.–Sonreí burlonamente. Tomaba habilidad tomar una buena foto. Tomaba más tomar una mala. –Claro que sí.– Él asintió y se giró. Esperé por un momento para estar segura que Grace fuera con él, luego me dirigí a la tienda verde y la Srta. Cartwright.

Traducido por CanelaTraducido por CanelaCorregido por GladCorregido por Glad

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Traducido por CanelaTraducido por Canela

EEl viento movió las puntas moradas de mi cabello frente a la cámara, y esperé hasta que se aclaró. Lentamente seguí el cuerpo de Josh que iba trotando alrededor de la pista, acercándome cuando el dio un giro y pude ver su cara.Él inspiró, y yo tomé la foto, inmediatamente baje la cámara para ver lo que había capturado en la pantalla de visualización. No pude evitar sonreír. Él lucía apropiadamente torturado, ojeroso y con la boca abierta. El sudor hacía que su pelo se pegara a su frente. Detrás de él estaban las borrosas y coloridas figuras de los otros corredores. En primer plano, estaba una brumosa bola de luz que cualquiera podría decir era un artefacto de la cámara, pero yo sabía que era Grace. Josh podría estar contento de ver alguna evidencia de ella.El sonido de pies corriendo captó mi atención. –¡Luces bien, Josh!– grité. Y regresé rápidamente a mi posición. Él no estaba tan cansado como la foto indicaba. Y no era una carrera. El equipo de pista estaba simplemente asegurándose de que alguien estaba en el campo en todo momento, un tipo de maratón que duraba todo el día. Afuera de la pista había un grupo mucho más lento, un grupo de no-atletas. Era como mucho un evento social como cualquier otro, y yo podía oír a las mujeres hablando acerca de sus hijos

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corriendo en la carrera, ganando dólares por cada vuelta que daban, para ayudar a comprar un nuevo bus para las actividades.Levanté mi cámara y disparé el flash cuando una de las mujeres reía, captándola en un momento de felicidad. Las credenciales de los participantes eran claramente visibles, y jugué con la idea de mostrárselo a la Srta. Cartwright para ver si ella quiera usarlo en la promoción del próximo año. Girando, vi a unas chicas del equipo de pista de Convington High, estirándose bajo la sombra de los abedules. Coloridos bolsos de gimnasia cubrían el pasto, y tomé algunas fotos, asegurándome que Amy no estuviera luciendo bien. Haciendo zoom, me enfoqué en el vendaje sobre su púrpura nariz, amoratada e hinchada, ¡gracias a Grace!, y con una sonrisa, tomé una realmente mala foto, mientras su boca colgaba abierta.–Nunca volverás a fastidiar a la fotógrafa.– susurré, sintiéndome bien por haberla captado en su más que incómoda, y no halagadora pose. Yo había estado tomando fotos por cerca de tres horas y estaba comenzando a cansarme, aún cuando mis inútiles músculos fotográficos disfrutaban el ejercicio. La tarjeta de la cámara que había comprado ayer había sido un envío de Dios. Ya la había llenado una vez, me tome el tiempo para de ingresarlas en la impresora antes de dejarla vacía nuevamente y volver en busca de más oportunos momentos.–Como ese.– susurré cuando vi a un hombre sujetando a su hija en lo alto y cerca a su cara. Él estaba apuntando a uno de los corredores, y la bebé, una niña por el aspecto del moño y los volantes, estaba siguiendo su mirada. La cara del hombre brillaba cuando el le hablaba a su hija. Detrás de ellos había un coche (de esos de bebé) con un gran bolso de pañales debajo de él y un puñado de juguetes atados a la barra delantera.Tomé una foto del coche sólo porque pensaba que era genial que algo tan pequeño necesitara tantas cosas, luego enfoqué al hombre y su hija, esperando hasta que la pequeña niña reconociera a los que él les estaba señalando e hizo un encantado, y movido gorgoteo. Disparé, y el hombre se giró cuando la cámara dio el click.

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Sonreí, verificando que la etiqueta de identificación que la Srta. Cartwright me había dado estuviera a la vista. –Estoy tomando fotos para apoyar a la escuela.– le dije por enésima vez, hoy.– ¿Le gustaría que imprimiera esta para usted? Puedo tenerla lista en cerca de una hora.– Su sospecha se evaporó, cambiando por un gesto de encanto cuando le extendí la parte de atrás de la cámara para que viera. –Yo ni siquiera sabía que estabas ahí,– dijo. La niña se sacudió.– Eso es hermoso. ¿Cuánto es?.– Él cambió a su hija hacia su otra mano, para alcanzar su bolsillo posterior, y yo moví mi mano diciendo no.–Estamos pidiendo un dólar, pero usted pagará cuando la vea.– expliqué.– Yo las tendré en la tienda verde.– Unos golpes de pies rápidos sonaron a mis espadas, y la niñita se giro, para mirar sobre mi hombro y seguir a los corredores con sus ojos.–Estaré ahí.– dijo el hombre cuando la sostuvo. Miró a la pequeña infante, diciendo en un falsetto.– Mami amará tener una foto de nosotros.– Su amor por su hija estaba aún es sus ojos cuando se giró hacia mi. –Gracias, siempre olvido traer mi cámara a estas cosas. Pañales, biberón, juguetes, y su mantita, pero nunca una cámara.Asintiendo, le di un ticket de recordatorio antes de saludar a la niña que arrullaba y salí. Se sentía bien estar fuera haciendo algo en vez de andar deprimida en mi pieza como si fuera una prisión, extrañando a mis viejos amigos. Ayer en el Low D con Josh había sido lindo, incluso con Amy entrometiéndose y el problema que se avecinaba con Kairos. Yo había olvidado cuan bien se sentía estar con alguien y no estar temerosa de ser lo que era. Hoy, el sol estaba cálido, el aire estaba bien, y estuve ocupada gastando el dinero de mi papá en tinta y papel. No iba a obtener algo mejor que eso.De los árboles cercanos, escuché a Amy gritar un llamado de atención,–¡Hola–a–a–a, Josh!– y yo miré para verlo girar en la pista otra vez. Parker estaba ahí con él ahora, y lucía como si estuvieran hablando. Yo iba a tomar una foto de ellos, pero el mensaje de “tarjeta llena” apareció.–¡Por todos los dioses!.– dije con un suspiro, luego me dirigí a la tienda donde había ubicado mi mesa. La Srta. Cartwright

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era realmente simpática, no parpadeo de sorpresa debido a mis puntas del cabello moradas y los aros de calavera, mientras me había dado una mesa donde podría ponerle cinta a alguna combinación de fotos que probablemente nadie podría reclamar.–¡Madison! ¿Está mi foto lista ya?.– Una cansada y matronal voz llamó, y mi mirada se poso sobre una fatigada mujer con tres polvorientos chicos. Ella lucía lista por ser libre algún día. Yo tenía una hermosa foto esperando por ella y sus chicos en el carrusel antes de que ellos la hubieran hecho gastar y comprarles algodones de azúcar ensuciando todas sus ropas.El sol brillando en el dorado color que había combinado con su cabello y las rectas líneas verticales contrastaban hermosamente con las melenas rizadas y la brillante pintura de los caballos. Lado a lado, el aire de familia que había cambiado poco, estaba sorprendida. Imprimí una segunda para mí, sólo porque me gustaba.–Está lista.– dije haciendo un gesto hacia la tienda, pero ella estaba ocupada sujetando y separando a los más jóvenes mientras ellos discutían sobre el pez dorado que habían ganado.–Ya estaré por allí.– ella dijo rápidamente, luego alzó su voz para decirles que ellos iban a matar al pez si seguían sacudiéndolo así.Nadie me notó cuando me deslicé dentro de la tienda y camine lentamente hacia la mesa de atrás. La sombra era un alivio bienvenido, y me alivié detrás de la larga mesa para ubicarme en mi silla. Un satisfecho sonido escapó de mi cuando me di cuenta que una buena cantidad de las fotos se habían vendido, incluso las que había pensado que nadie querría. Feliz, conecté mi cámara a la impresora y le dije imprimir todo. Se sentía bien tener mis esfuerzos apreciados.Las fotos comenzaron a salir una por una, y me ocupé arreglándolas en la mesa así la gente las pudiera encontrar. Una sombra cayó sobre mi, y miré hacia arriba cuando la Srta. Cartwright dijo admirativamente.–Oh, tomaré esa.– Ella alcanzó la fotografía, agregando, –Howard es mi hermano. Yo amaría dársela para su cumpleaños. Es maravillosa.Miré a una foto de un hombre sentado en tanque de

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inmersión, casualmente hablando a alguien en la multitud. Él estaba mojado, y el borrón de una bola era dirigido directo para el objetivo. ¿Que había pasado después?. Era obvio. –¿En serio? pregunté, gratificada. –Gracias.– agregué entregándosela.Ella le sonrió brevemente, sus cansados ojos verdes viajandoafectuosamente sobre la foto. –No, gracias a ti. Él es difícil para comprar.– dijo cuando metió una larga hebra de cabello que había escapado de su apretada cola detrás de una oreja. –Y esta es una linda foto de Mark.– dijo cuando la foto del hombre y la niñita en la pista salió. –Él es dueño del lavado de autos. No suele tener la oportunidad de estar mucho con Jem. Así es como llamaron a su hija. Jem.– Su expresión brilló y sus dedos viajaron sobre las fotos. –Y la Sra. Hall. ¡Oh mi Dios!, mira el tamaño del zapato. No me extraña que no se recuperara de su foto. Esta pata está frontal y centrada.– Me inquietó, y me sentí avergonzada, pero era genial escuchar sobre la gente de la que había estado robando pedacitos de vida. Me hacía sentir como si perteneciera a ella de alguna forma. No iba a ayudarme si me preguntaba a mi misma, si eso era lo que había estado tratando de hacer hoy ... capturar vida. Porque la vida para mí básicamente se había detenido y el mundo no. Continúo sin mí. Circulando como las estaciones.Mirando más cerca, quise sacarle una foto al sol. Era casi como si pudiera ver un brillo sobre ella. ¿Su aura? Nahhh. –Pienso que la manera que el morado de los globos iba con las plantas en sus zapatos era pulcra.– dije tratando de explicar por qué la espalda de la Sra. Hall era tan fascinante. ¿Pulcra? ¿Yo pensaba que es pulcra? ¡Dios! Soy una nerd.–Eso es.– la Srta. Cartwright sonrió a la foto de la van de alguien, laspuertas traseras abiertas para mostrar que estaba hacinadas hasta la cima con periódicos no entregados. –Tu tienes un don real para la composición. Viendo lo importante. Lo que nos perdemos si no vamos despacio.Otra foto salió de la impresora, y la ubiqué en la mesa. –Gracias, yo pertenecía al club de fotografía en mi ultima escuela. Supongo que tomé más de lo que pensaba.La Srta. Cartwright hizo un sonido interesante. –Tu no estás en mi lista de clase. ¿Por qué no?. Tienes buen

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ojo para eso.¿Ella es la profesora de fotografía? –Uh, no lo sabía.– dije repentinamente nerviosa.Las cejas de la mujer se arquearon, y ella dejó la foto de la Sra. Hall abajo.–Oh-h-h-h, ¿tú eres una de esas, cierto?.– dijo. Yo me quedé sin comprender. –Tu no quieres ser etiquetada como una geek, así que tiñes tu pelo morado y evitas todo lo que diga que eres inteligente.–No.– dije rápidamente, pero ella hizo una mirada conocida por mí y giré mi mirada al polvoriento techo. –La clase de fotografía es casi tan mala como el club de ajedrez.– protesté. Ella rió, tomando la siguiente foto que salió. Tenía un sentimiento de que el club de fotografía no había ayudado en mi búsqueda de la popularidad en mi antigua escuela. No pensaba que podría ayudarme mucho aquí tampoco. ¿Pero por qué estaba intentando entrar entre la gente popular otra vez?–Reconsidéralo Madison.– dijo mientras escrudiñaba una foto. –Hay mucho talento aquí. He estado mirando lo que has estado haciendo, y tú estás capturando vida en una forma que es únicamente hermosa; incluso la fealdad es bella. Ese tipo de ojo es difícil de desarrollar, si perdonaras el juego de palabras. Tu serías capaz de obtener una beca si te aplicas.– Estaba muerta, sí; pero probablemente aún tenía que ir a la escuela y conseguir un buen empleo. Si era que iba a vivir para siempre, preferiría hacerlo en una linda casa que en un callejón. –¿Usted cree?.– le pregunté, preguntándome si podía hacer dinero haciendo algo que amaba. Casi no parecía justo.La Srta. Cartwright puso abajo la foto cuando otra mujer comenzó a mirar las fotos. Reconociéndola, señalé a la suya. Su “oohh!” de deleite me hizo sonreír, y ella se demoró observándola antes de pagar por ella, riendo por las fotos de sus vecinos.–Hablaré con el consejero y te tendré en una de mis clases avanzadas.– dijo la Srta. Cartwright para captar mi atención. –Tu estarás en ultimo grado este año, ¿cierto?.Una emoción corrió a través de mí. Ultimo grado. Me gustaba el sonido de eso.

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–Okay.– dije.– Usted me convenció.– Era más feliz siendo yo misma: cabello morado, música fuerte, muerta y todo... que tratando de encajar con las Amys. Y no creo que Josh podría dejarme de lado sólo porque no estaba en la multitud genial. Ni que nosotros realmente fuéramos algo. Ella asintió, deslizándose para tomar la foto de Josh, una de las primeras en tener impresa. –¿Otra de Josh?.– dijo sonriendo.– ¡Wow!, lo hiciste bien aquí. ¿Tomaste esta desde las gradas?.– asentí, y ella murmuró.– Mano firme. Muy mal acerca del brillo de sol en la foto. Divertido. Estos usualmente no aparecen cuando el sol está en ese ángulo.– Ella frunció el ceño llevando la foto a su nariz.– Algo acerca de esta me inquieta. El pellizco de sus ojos, quizás...– Sus hombros subieron y bajaron. –Deben ser los cuervos en el fondo. Mi madre los habría perseguido por todo el techo todo el tiempo. Ella odiaba a los cuervos.Mi cara se puso rígida. ¿Cuervos?.La Srta. Cartwright dejó la foto abajo. –Lo hiciste genial hoy, Madison.– dijo con una sonrisa.– La gente ha estado dando más de la donación requerida. Tu trajiste más de doscientos dólares.No había ningún cuervo en la pista. ¿O só?. Grace había estado justo ahí con Josh. Yo la había visto.–Mejor que el tanque de inmersión.– Estaba diciendo la Srta. Cartwright.– Howard estará decepcionado. Él es usualmente la gran atracción. ¿Por qué no lo llamas un día?.– sugirió.– Ve a divertirte. Ellos están por leer los totales. Tú deberías encontrar a Josh y quedarte para la fiesta. Habrá baile...– Ella me dio una sonrisa final y se alejó al ver a una nerviosa mujer sosteniendo una mano llena de tickets. Yo difícilmente noté su retirada, y cogí la última foto que había tomado de Josh. Esos no eran cuervos en el fondo; esos eran alas negras. Estaban en la distancia sobre la línea del árbol, pero era eso loque ellos eran. Frenética, miré desde debajo de la tienda para buscar la línea que los árboles hacían con el cielo. Nada. Sólo podía ver un pequeño pedazo de cielo.Algo debía estar mal. Grace se suponía estaba vigilándolo, pero ahí habían alas negras, y donde estaban los alas negras, habían carontes. O Kairos. Si él estaba aquí, nunca lo sabría. El trabajo de Grace era proteger a Josh, no decirme cuándo

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había problemas.En una oleada de movimiento, desconecté mi cámara de la impresora. Las fotos ya estaban en la cola, y después de asegurarme que había suficiente papel en la tolva, me deslicé fuera bajo las cuerdas atrás de la tienda. Tenía que encontrar a Josh.

Traducido por CanelaTraducido por Canela

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Traducido por Isabella_Cullen88Traducido por Isabella_Cullen88

LLa gente a mi alrededor se transformó en representaciones hermosas de los molestos obstáculos de la vida. Me eché a un lado y traté de llamar a Josh y explorar el cielo al mismo tiempo.–Todavía debo correr.– refunfuñé cuando no me contesto y puse mi teléfono en el bolsillo trasero. Hice más progresos de esa manera, pero la ocasional lluvia de las mismas personas que había fotografiado que se excusaban de tomar cualquier nueva imagen.El sol calentaba, pero estar muerta tenía sus ventajas, y aun no estaba sudando cuando regrese a la pista. El calor había empujado a casi todos los observadores hacia la sombra mas cercana y descubrí a Josh rápidamente. El corría justo como cuando le deje, viéndose fuerte y preparado para dar una o dos vueltas mas. El alivio desgarro mi mandíbula, pero volví a apretarla de nuevo cuando explore la línea de arboles. Alas negras. Al menos seis.–Mierda.– susurré, saltando la valla entre la grada y la pista para tratar de llamar la atención de Josh. Las alas negras estaban lejos, pero estaban allí. Era como si estuvieran confundidos. Finalmente Josh me divisó y desesperadamente agite mi mano hacia el. Inmediatamente el gesticuló como lo hace un corredor que sale de la carrera y redujo la marcha a

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solo una caminata.Respirando pesadamente, cogió el agua embotellada que alguien le lanzo y vino hacia mí. –¡Esto son dieciséis vueltas en total!– un hombre regordete dijo bizqueando con una carpeta de clip. –Buen trabajo Josh. ¿Vas a venir al Low D con el resto del equipo de carreras? La pizza la pago yo.– Josh busco mi expresión preocupada, luego negó.–¡No gracias!– chilló el –Me tengo que ir.Y el hombre volvió a su portapapeles. En el banquillo, Amy frunció el ceño, mirándonos con una mano sobre la cadera. A su lado había una muchacha rubia vestida exactamente como ella.–¿Qué pasa?.– dijo Josh mientras abría el pestillo de la puerta para que pasara.– Parece que has visto un fantasma–Muy gracioso. Ha-ha.– dije, arrastrándolo hacia el aparcamiento. Si Kairos estuviera cerca, este no seria un buen lugar para enfrentarle. –Mira esto– le dije dándole su foto. Una sonrisa vino a su cara.–¡Mira el sudor en mi! ¿Es esta Grace?.De nuestras espaldas, llego una risa tonta y eche un vistazo para ser cegada por el sol. Parpadeando, me senté encima de la pila de bolsas. –Comprueba el horizonte.– le sugerí, con la vista más limpia. –No lo bien que te ves.–¿Alas negras?.– dijo el.–No, son cuervos,– dije esquivando cuando Grace se acerco para ver la foto.–No es mi culpa,– dijo Grace mientras Josh empezaba a meter sus cosas en la bolsa. –He estado con él todo el día.– protestó ella. –Mírame en la foto. Y además, ellos no pueden acercarse más. No mucho. Josh cerro la cremallera de su bolsa de gimnasia rápidamente y se enderezo, echándole un vistazo nervioso a la línea de arboles y las alas negras que allí esperaban.–¿Tu sabias que estaban aquí?– Le pregunté, y el brillo de su luz aumento.–Bien, sí. Ellos han estado allí desde hace bastante.– la voz de Grace parecía sarcástica. –Rodeándonos despacio. Es como si no supieran a dónde van.– Miré a Josh con miedo y casi

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culpable. ¿Qué estaba haciendo disfrutando y ocultandome entre mis vecinos como una avestruz? Debería estar abajo en un callejón enfrentando a ese cretino. El hecho de que Grace pensara que hacerme invisible era peligroso no debería haberme detenido.–Tenemos que irnos.– dije, y después de dar un saludo a sus compañeros de equipo, Josh asintió. Su cara estaba pálida y juntos nos dirigimos a la salida.–Grace, si tratas de pararnos te juro que voy a llevarme tu nombre conmigo.Se mantuvo en silencio y la tensión se arremolinaba en mi estomago, empeorando cuando estábamos a medio camino. Tuvimos que ir por delante del quiosco de música para alcanzar el aparcamiento y este estaba atestado de gente que quería oír los resultados. La banda del colegio estaba tratando de organizar y entre los padres que llamaban la atención de sus niños y los funcionarios que traían los resultados, pasar por la muchedumbre era imposible.No puede haber toda esta gente en Three Rivers, pensé ácidamente, entonces intente evitar la caída en una silla de paseo cuando Josh me agarro del codo. No había forma de pasar rápido. Dándole una sonrisa triste, reduje la velocidad.–Tal vez los alas negras no puedan encontrarnos entre tanta gente.– dijo Josh.Asentí. –Tal vez,– dije, la gente cuyas vidas yo había robado hoy. No había considerado nunca el ponerlos en peligro simplemente por estar entre ellos, pero probablemente lo haría.– Creo que Kairos nos busca con los ojos, pues no puede rastrear nuestras aureolas.Desde arriba Grace dijo.–No es Kairos, y los carontes no cazan a la gente con sus ojos. Esto lleva mucho tiempo y cometen errores. Vosotros os veis todos parecidos para ellos y mas para los carontes oscuros.–Es Kairos y no creo que el se preocupe si se equivoca–. Proteste. –Todas las apuestas están cerradas, Grace. El quiere su amuleto de vuelta y no quiere que nadie mas sepa que lo ha perdido.Los labios de Josh se mantenían juntos y enfocaba su mirada en la muchedumbre.

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–Solo puedo escuchar la mitad de esta conversación.– se quejó él.– Tal vez alguien más fue cogido por una guadaña.– sugirió él.–Ellos han estado parados en el horizonte durante horas.– dijo Grace mientras mirábamos alrededor a los observadores. –Si eso hubiera ocurrido, los alas negras ya se habrían ido.–Grace dice que si eso hubiera ocurrido, ya se habrían alejado.– dije para el beneficio de Josh. –Todavía creo que es Kairos el que nos busca.Nos echamos a un lado para que pasara el ultimo grupo de personas y finalmente el sitio quedo vacio. Dejando a la banda tocar una entusiasta versión de “Louie, Louie” y corrimos hacia el aparcamiento cargando con nuestras cosas.Me relajé un poco cuando alcanzamos unos globos amarillos colgando entre los palos, que marcan las fronteras. Vacilando como un ciervo en el linde del bosque, mire a un lado y a otro de las filas de coches. ¿Donde había aparcado Josh?.–Allí.– dijo Josh, indicando el árbol a la sombra como si hubiera leído mi mente, y nos apresuramos oyendo a la Sra Cartwright's dar las gracias por haber ido.Suspiré cuando la parte de atrás de su camioneta se hizo visible. Pero mi alivio se transformo en irritación cuando noté quién nos esperaba.–¿Como llegaron aquí antes que nosotros?– dije. Amy estaba en la parte trasera de la furgoneta apoyada con los codos, tratando de parecer atractiva con sus pantalones cortos de correr. El vendaje blanco en la nariz mato el efecto. Parker se apoyaba en la puerta trasera moviendo los pies de forma inquieta, y Len se apoyaba en la otra puerta con los brazos cruzados como si quisiera empezar el problema. Mis manos se cerraron. No tenía tiempo para esto.–Malditos serafines santurrones– refunfuño Grace. –Este no es mi día.Desde la parte de atrás de la furgoneta Amy dijo:–Hola Madison, cariño– Se estaba burlando, y los labios de Josh se apretaron mientras sacaba las llaves de su bolsa de gimnasia.–Bájate de mi furgoneta.– dijo al poco rato.Amy abrió la boca de nuevo y le solté –Hola, Amy. ¿Qué le has hecho a tu nariz?.

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Poniéndose roja de la vergüenza, dijo con timidez:¿Es este tu nuevo atuendo? Estas tan mona como mi hermana pequeña con esos leotardos.El modo en que dijo eso fue como si le hablara a una niña de tres años, y eché humo, pensando en como podría golpearle cien veces más en la boca y ponerle la nariz azul e hinchada, como en el pasillo del instituto.Len no se había movido y Josh dio un paso mas cerca. –¿Porque no creces?.– dijo en voz alta.Al ver la foto de Josh, Len se inclino hacia adelante.–Déjame ver.– dijo agarrándola y Amy se lo arrebato en el momento.–Oh, ¿no es precioso?.– se burlo ella.–¿Cuántas más has tomado de el, cariño?.Mis labios se apretaron, pero un crujido suave de hojas me llamo la atención hasta que ví un fantasma de alas negras moviéndose. Abriendo los ojos, sentí el susurro del aumento de latidos de mi corazón. ¡No aquí! ¡No ahora!.Amy debió pensar que tenía miedo de ella, porque saltó de la furgoneta y se situó mas cerca. –El equipo va a ir al Low D, Josh.– dijo ella.– Todos estaremos allí. ¿Vendrás, verdad?.– Ella indicó –Tú, pero no ella.– Era obvio que estaba tratando de hacerme enfadar.Josh alcanzó la foto y sorteó a Len hacia la manija de la puerta. La abrió de un tirón y con suficiente fuerza para que Len tropezara hacia adelante.–No.– dijo mientras metía la foto en su cartera y ponía su bolsa en el asiento.– ¿Porque no vas a darte una ducha, Amy? Estas sudando como un cerdo.Su boca se abrió desmesuradamente y me reí de forma disimulada pero lo suficiente para que se enterara. Len intentó hacer parecer que su tropezón fue algo planeado, pero había perdido el equilibrio y lo sabía. Incluso su risa no ayudó.–Vamos.– dijo metiéndose las manos en los bolsillos y empezándose a alejar. –No voy a perder más tiempo aquí. Vamos. ¿Parker?.Amy pasó un brazo sobre los hombros de Parker para llevárselo. Parecía como si quisiera decir algo, pero todo lo que hizo fue encogerse de hombros cuando Josh le miró.

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Josh se giró.Traté de parar mi corazón mientras Amy y Parker pasaban entre Josh y yo y forcé a mis manos a desapretarse. Estaban tres coches más lejos cuando Amy llamo a alguien más y ellos siguieron. En la distancia, la banda empezó de nuevo, ruidosa y entusiasta.Josh se veía apesumbrado. Su cuello estaba rojo cuando entró en la furgoneta y encendió el motor. Ansiosa por irme, me dí la vuelta para darle la espalda a la furgoneta, parándome en seco cuando una forma ágil bajo de un árbol y se interpuso en mi camino. Aspire fuertemente. Nakita.–¿Tu?.– Tartamudeé, tratando de reponer mis pensamientos. Pero esto tenía sentido. Nakita era la única caronte oscura que seria capaz de reconocerme con la vista. Y ya que ella sabía que tenía el amuleto de Kairos, Kairos no tenía nada que perder si la enviaba a por mí.–¡Te dije que era un caronte!.– chillo Grace.– ¡Sal de aquí, Madison!Nakita dio un paso adelante mirando al ángel. Su sonrisa se hizo mas profunda.–Creo que Ron quiere tu alma destruida. ¿Dejo una principiante para vigilarte?. Ella no es capaz de detenerme.Di unos pasos atrás. –¡Josh! ¡Es un caronte!– Grite, y oí el crujido de la furgoneta mientras se iba.Con una suave sonrisa y confidente, Nakita se quito las gafas de sol y las dejo aparte. Llevaba pantalones largos y un top muy apretado, todo blanco. Un cinturón de oro daba vueltas en su cadera y además de un plumero blanco, luminiscente que se prolongaba hasta la hierba enmarañada. La gema sobre su lámina dibujaba un destello en matices ricos de violeta, que se correspondían con el amuleto en su cuello. La muerte daba un paseo buscándome a mí.–Hola Madison.– dijo ella llamándome mientras sacudía su largo pelo negro hacia atrás.– Eres un alma difícil de encontrar.Sujeté mi cámara fuertemente como si ella pudiera ayudarme. Mierda, ¿donde estaba Barnabas cuando se le necesitaba? No podía reclamar el amuleto de Nakita porque ella era un caronte. ¿Cómo se supone que tengo que hacer esto?.

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Tenía que encontrar la forma de quitárselo. ¿Pero cómo? Tenía que hacerlo rápido.De repente Josh estaba a mi lado, viéndose asustado pero determinado. Grace se cernía sobre nosotros. Oí un crujido en el árbol “alas negras”. –¡Hazlo!.– Susurró Josh intensamente.Podía intentarlo y ver qué pasaba. Si no podía, Josh estaba muerto. Yo no tenía nada que perder. Dándole mi cara, suspire para traer la imagen mental de mi amuleto en mi mente y limpiando cada línea que me unía al presente. Me tambaleé, casi cayéndome de la sensación de ingrávida e insustancialidad.Grace fue bruscamente visible y Josh se fue alejando despacio. En mi cuello estaba mi amuleto, pero parecía que realmente no lo tenía. Grace me miraba directo a mí, con una expresión asustada. Una suave voz me decía que algo no estaba bien, pero no tenía tiempo para pensar en ello, y alcancé el amuleto de Nakita.–¡Madison, no!.– Grito Grace, pero era demasiado tarde.–¡Hey!.– Aullé cuando Nakita por accidente apartó mi muñeca de su mano libre.– Se supone que no eres capaz de verme.– dije tontamente, impresionada mientras levantaba la vista hacia ella.Josh tenía la cara blanca, claramente viéndome también. ¡No lo entendía! ¡Podía ver mi amuleto en mi imaginación, los hilos siendo cortados, pero estaba visible!. Sus labios se curvaron en una sonrisa y Nakita me acerco más, poniendo su brazo alrededor de mi cuello y agarrándome de espalda.–¡No se qué intentas hacer, pero deja de utilizar mi amuleto, tu pequeña succubo!.¿Su amuleto? Pensé, entonces comprendí lo que había pasado. Tal como cuando había estado muerta en la morgue y el amuleto de Barnabas se había atado, el de Nakita ahora también. ¡Mierda, mierda, mierda! me reprendí. Yo era capaz de ver a Grace, pero no era completamente invisible. ¡Maldita sea!Inmediatamente dejé de destruir los hilos y Grace se hizo una pelota nebulosa de luz. Nakita todavía me tenía y trate de escaparme de su asimiento, en vano.–¡Déjala ir!.– Gritó Josh mientras saltaba al lado nuestro.

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“¡Dios, no!”. Nakita se alejo de Josh, llevándome con ella. Antes de que pudiera mantener el equilibrio ella me empujó contra él, golpeándole en el pecho. Josh voló hacia atrás, un feo ruido salió de el mientras caía de rodillas al lado de mi abandonada cámara y trataba de respirar. Sus ojos abiertos y el sudor caían del pelo a la cara. Nakita era mucho más fuerte de lo que parecía.––Okay. Me has atrapado. Déjalo a el.– Dije jadeando mientras miraba primero su espada y luego su amuleto, a unas pulgadas de mi.–Kairos quiere verte.– dijo ella, sus ojos azul pálido mirándome fríamente. –Al parecer hay un asuntito acerca de llevar tu alma y cuerpo y mi guadaña.“Mierda!”, pensé tratando de girarme. Esto no estaba bien. –Prométeme que dejaras en paz a Josh.– dije, alcanzando con mi brazo su brazo alrededor de mi cuello, hasta rozar la piedra fresca sobre su cuello. Nada paso. Si yo pudiera tocarlo, podría cogerla. Mientras no lo reclame yo estaría bien. Ella sonrió y me situó lejos de forma que mis manos quedaran lejos.–Tu amigo morirá primero.– dijo ella.– Kairos es dos días mas viejo de lo que era la semana pasada y él esta irritable.“Ellos me han conseguido, ¿y ella va a echarle el guante a Josh de todos modos?”. Entonces jadeé cuando salí volando hacia adelante, agitando brazos y piernas. Caí con fuerza al lado de Josh. Mi vista se dirigió a los arboles, y ayudé a Josh alevantarse, aterrorizada por las hojas negras que vi. Alas negras volaban por las ramas y rodeaban el árbol. Ellos podrían desnudar mi alma y destruirme completamente. ¿Qué los habría traído? ¡Mi amuleto y Grace ocultaban nuestras auras! ¿No era así?Miré hacia arriba para ver a Nakita sonreír abiertamente, mostrando sus dientes perfectos. El filo agudo de su lámina destelló y cuando ella cayó sobre Josh, rodé, estrellándome contra sus piernas. Chillando, cayó sobre mí. Trepe para conseguir su amuleto y me empujo, rodando para ponerse de pie.–Madison, ¡saca los resplandores fuera!.– grito Grace.Josh gimió. Encontré que mis pies lo buscaban. Él estaba de espaldas, mirando fijamente hacia arriba. La lámina de

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Nakita estaba al descubierto y brillando en un rayo de luz.–¡Josh!.– grité, y casi grite de alivio cuando él se movió dando una vuelta y consiguió poner sus brazos bajo el. El no estaba muerto. Pero estaba herido. ¿Le cortó ella?.Nakita frunció el ceño, claramente no feliz. Un ala negra voló entre Josh y yo, y mi miedo se volvió tan embriagador que casi podía probarlo. Se estaban volviendo muy valientes. No podía dejarle que lo tocaran. Grace cayó hacia abajo. Me puse tiesa cuando ella cogió a uno y este desapareció con un brillo de luz. Yo lo habría celebrado, pero otro tomó su lugar.–Kairos me dijo cómo le robaste el amuleto.– dijo Nakita, y mi atención se dirigió a ella mientras se apoyaba en la furgoneta con la lámina fuera.– Eso fue un error. No solo va a terminar con tu vida, si no destruir tu alma. El chico ya es historia. Hora de irse.Ver la sonrisa de Nakita y como la brisa leve ondulaba su pelo largo, sentí mi miedo volverse en enfado: la cólera de que ella pensara que me iría dócilmente hacia mi final, cólera porque le había hecho daño a Josh, cólera porque ella era más fuerte que yo, y cólera porque todo lo que aprendí ayer no significa nada. –Me gustaría verte tratando de cogerme.– dije, cayendo de forma medio agachada.Nakita se rio, con su voz poniendo los últimos alas negras en el aire. –No tienes opción. Es el destino.– dijo ella, la música de la banda de fondo en contraste con sus duras amenazas. –Supuestamente no tendrías que tener la piedra. Supuestamente estas muerta. Y contigo fuera, podremos volver todos a la normalidad. Como han sido las cosas durante milenios.–Excepto en que estaré muerta.– dije, y ella se encogió.– Tu puedes simplemente darme la piedra ahora mismo– dijo ella, extendiendo su mano delgada.–Ni lo pienses,– dije, y sus ojos se estrecharon.Grace se dejo caer al lado mío y le grite. –¡Permanece con Josh!– le exigí.–Los alas negras no van detrás de el.– protestó ella. –¡Van detrás de ti! Madison, no te hagas invisible más. Estas rompiendo tu amuleto. Se está rompiendo. Te dije que era

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peligroso. Es el amuleto de Nakita el que los mantiene lejos de ti ahora.Entonces era el amuleto de Nakita el que me protegia, pero luego vacile. Si el amuleto me ataba al presente, entonces ¿porque podía cortar mis lazos con el amuleto de Nakita y también con el mío?–¡Madison, no lo hagas!– dijo Grace, como si supiera lo que iba a hacer.–Permanece con Josh– insistí y su brillo aumento con la frustración. Nakita vino hacia a mí y yo me eché hacia atrás, calculando el espacio y el tiempo que necesitaba para desconectarme de su amuleto. Yo no podía sentir una conexión, pero tenía que estar allí. Yo no podía luchar y encontrarla al mismo tiempo.Miré a Josh arrodillado en el suelo con la cabeza inclinada. Pensé en mi padre y en cómo quería verlo de nuevo. Pensé en la gente que vive sus vidas, con hermosos momentos a momentos, capturados con mi cámara, ignorantes del regalo que les habían dado. Yo no estaba lista para marcharme. Tenía que encontrar un modo de hacer esto, hacer una conexión más fuerte entre el amuleto de Nakita y el mío de forma que pudiera romperlo. Y tenía que hacerlo sin reclamar la cosa mortal.Cerrando los ojos y rezando para no equivocarme, dejé que me tocara. Me puse rígida cuando su mano tocó mi hombro. Disponiéndome a mi misma en mi inconsciencia, dejé que mi amuleto llenara mi visión mental. El amuleto de Nakita me sostenía con hilos mucho menores, pero cuando miré, los ví haciéndome más solida y verdadera. Más muerta pensé, tratando de cortar las líneas entre nosotras, y sólo logré borrar las líneas entre mi amuleto y yo. Nakita lo sintió y tiro de mí, con su mano aún sobre mí y yo no era invisible. No podía cortar las líneas de su amuleto sin tomar el mando de él y no podía tomar el mando de él sin reclamarlo. Debía hacer esto, y evitar morder el polvo. Pero de repente pensé, en su espada. Estaba hecha de su amuleto. Tenía una conexión directa con el. Tal vez si trabajaba con esto... Un sonido de Nakita abrió mis ojos con sorpresa. Grace estaba con Josh, bañándolos en una neblina de luz. Ella era hermosa y salvaje, una belleza áspera difícil de mirar. Y

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gritaba. Me gritaba a mí. Trate de decirle que estaría bien, pero no podía pensar en las palabras. Algo cayó sobre mí, y yo me caí debido a la sorpresa. Me hubiera caído del todo si no fuera porque Nakita me sostuvo. Encontré sus ojos y ellos se ensancharon. Su boca abierta y el horror cruzo su cara.El inesperado dolor aplastante me dejó tiesa. Me caí de rodillas cuando Nakita me empujó lejos. En un terror repentino, comprendí qué era. Un ala negra. Un ala negra me había encontrado.Un frío y profundo dolor se sentía como fuego, empujando mi espina y dentro de mi mente. Jadeé, incapaz de gritar. Esto no era la muerte. Esto era la sensación de no haber existido nunca, de nunca haber estado. El ala negra cogía mis recuerdos y dejaba un vacío en su lugar. Esto me destruía, quitándome mi pasado, momento por momento.El instinto me empujo al suelo. Frenética del dolor, traté de quitarme el ala negra de encima arrastrándome y retorciéndome. Alcance a liberarme, pero la hoja fría colgaba en un segundo allí, chupándome la piel. ¡Esto se estaba comiendo mi alma, quemándome donde mis manos lo tocaron!Me puse de pie, sintiendo agonía en cada movimiento. Estaba de pie, tambaleándome, cuando otro cayó sobre mí. Sobresaltada, no pude hacer nada.El dolor me había vuelto a hacer visible. No podía ver mi amuleto, mucho menos las líneas de conexión y bamboleándome, mire a Nakita. Había fallado. Me había equivocado e iba a morir. La inteligente, y hermosa Nakita había ganado mi final y la piedra sin problemas. Si no hacía nada iba a ser comida por mi existencia. Yo debería ser feliz. Había tenido un verano suplementario a mi vida. Pero no era suficiente y rechazaba mi final aun cuando lo veía. Todo lo que necesitaba era su maldita espada. Esta se unía directamente con su amuleto y por eso estaba segura de que podría cortar los lazos que me ataban. –Puedes ser una Caronte oscura.– dije con mis miembros entumecidos.– pero no sabes una mierda sobre la determinación humana.Ella parpadeó y me miró confusa. Apretando los dientes me abalancé hacia ella.

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Dos años de práctica dando patadas y plante mi pie izquierdo en el suelo al lado del suyo derecho, luego hice girar para estar de pie a su lado, mi codo derecho se balanceo con todo el ímpetu hacia su parte central. Golpeé la tripa de Nakita con fuerza. Ella se dobló hacia adelante con los músculos encogidos. Su lámina colgaba floja y la sujete por encima de sus dedos. Los míos y los suyos. En mi imaginación, podía ver nuestros dos amuletos y todas las líneas que me unían.Comprendió que trataba de tomarlo, y Nakita puso su mano encima de la mía que sujetaba su espada. Lo sostuvimos. Tenia que volverme invisible.Si no podía hacer esto, Josh moriría. No no podía simplemente dejarlo morir solo porque yo tuviera miedo al dolor. La decisión era fácil. Mi mano dolió debajo del apretón del ángel. Cedí ante el dolor. La deje irse, dejándome limpia de todo excepto de mi voluntad. La euforia se elevó, algo falso de lo que mi mente trató de protegerse. Muy animada y poderosa, exhalé soplando sobre los lazos que me unían al presente y con el aliento de mi voluntad, todos ellos se cortaron como hilos de seda. Su espada era mía.–¡No!.– Grito Nakita, echándose hacia atrás cuando sintió su lámina volverse invisible conmigo. Yo era niebla y ella no podía aguantarme, pero se movía como si pudiera. El instinto le hizo alargar la mano, y la caronte pasó a través de mí, con su amuleto ardiendo como una llama violeta.La cara de Nakita era de pasmo y su boca abierta dio un grito silencioso. Era como si el tiempo fuera más despacio y sostuve mi aliento para no respirar.Empecé a arrugarme, sintiendo su fría cólera, probando su frustración, viendo en mi mente a Kairos de pie en un suelo de azulejos negros al sol y él diciéndole que yo era una amenaza y él enviándola a buscarme. Yo era Nakita y ella era yo.Los alas negras conectados a mí la sintieron a ella también. Y encontraron algo mejor que comer que mis diecisiete años íntimos de memoria. Nakita gritaba de agonía mientras los alas negras me dejaban a mí y se centraban en ella. El dolor se fue de mi cuando salieron de mi alma, integrándose dentro de la caronte así como ella pasó a través de mí.Golpeé el suelo y el choque rompió mi agarre mental con los

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amuletos. Las líneas irrumpieron en mi existencia, dos piedras me ataban al presente. Yo era de nuevo sólida. Nakita estaba delante de mí, tiesa de dolor. En mi mano no estaba su espada, pero sí su amuleto. Por tomar uno yo había tomado ambos.Su voz era un grito de agonía, Nakita se dejo caer arrodillándose en el suelo. Sus alas blancas brillaban, estirándose como nunca. Corrí hacia donde estaba Josh, asustado. Josh alzó la vista, una mano en su pecho mientras miraba temblando. Mientras Grace se volvía de nuevo una pelota encendida de luz encima nuestro.Un grito perforador vino de Nakita. No sonó humano, y esto heló mis venas. Ella tenía a los alas negras en su interior. Miré fijamente, horrorizada, mientras comprendía lo que había hecho. ¡Pero yo no lo sabía. Yo no lo sabia! Echando sus alas hacia atrás, se arqueo de nuevo en lo que debía ser un dolor horrible y su gemido se cortó con una brusquedad espantosa mientras, con un empuje hacia abajo de los alas negras, ella se desvaneció. La suciedad y los trozos de hierba volaron, y me agaché.–Madison.– dijo Grace con voz aterrorizada y clara sobre el sonido de la banda de la escuela secundaria. –Entra en la furgoneta. Coge a Josh y entra en la furgoneta.Nakita se había ido, pero los alas negras aún estaban aquí. Había cientos de ellos. Yo era sólida y Grace estaba con nosotros, pero ellos no se disipaban.–Josh.– jadeé sintiéndome cansada e insustancial. Tropezándome le ayudé a levantarse. El amuleto de Nakita se abrió en mi muñeca. Sacudiéndome, agarré mi cámara olvidada en el suelo. La puerta de la furgoneta estaba abierta y le empujé dentro haciéndolo deslizarse en el lado del pasajero. Todavía estaba en marcha y agradecí a Dios estos pequeños favores.–¿Esta bien Josh?– Jadee, mientras cerraba la puerta de golpe. El cambio de marchas se sentía como si esto fuera bueno para mis huesos.– ¿Le golpeo ella?.–No fue un golpe limpio.– dijo Grace.– La habría parado completamente, pero te pusiste en el camino. Su alma pende de un hilo. Sácalo de aquí. No puedo concentrarme tanto si ellos atacan juntos. Te has ocultado, pero dos te han probado

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y los demás lo sienten. ¡No te vuelvas invisible de nuevo. Madison, no te hagas invisible! Estás partiendo el amuleto un poco mas, cada vez que lo haces.Temblaba mientras dirigía la furgoneta y luego me sumergí en el engranaje. Josh había caído contra la puerta de pasajeros. “No te hagas invisible”. Grace había dicho esto antes. Que nos echaría las alas negras encima. Pero yo no había tenido opción.–¿Josh?.– dije mientras salíamos de la calzada y yendo más despacio de lo que normalmente, para evitar a la gente que en ese momento empezaban a abandonar el parque. –Josh, háblame.Miré detrás de mi, pero era como si nadie hubiera oído el grito de Nakita. Nadie había visto a un ángel alado arqueado por él en una belleza terrible bajo los arboles.Alcancé a sacudirle y el gimió. –Hospital.– susurro el.–Madison, siento que me muero. Llévame. Por favor.El miedo me golpeó. Salí hacia la carretera general y aceleré. Con la bocina sonando y conectando las luces de emergencia, para que hicieran algo bueno.Cuando mi padre averiguara esto iba a matarme. Otra vez.

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Traducido por Isabella_Cullen88Traducido por Isabella_Cullen88

EEl olor de alcohol de 90 grados y pegamento salia del estéril vestíbulo blanco y entraba en la sala de espera marrón. Ahora estaba tranquilo, pero habia una mujer con un bebé quisquilloso sobre su regazo. Me encorvé sobre mis rodillas y froté mi codo, recordando lo que había sentido cuando golpee a Nakita. Estaba cansada, cansada de esperar noticias. La madre tenía un niño pequeño con ella tambien, el cual estaba ocupado causando problemas, probablemente celoso de que su hermana pequeña se llevara toda la atencion. La mujer no dejaba de darme miradas horribles mientras le hacía caso al febril bebé.Ella ya estaba aquí cuando llegamos, pero una persona incosciente tiene prioridad antes que un bebé resfriado. Aunque algo de la prisa hubiera sido causada por el hecho de que entrara gritando en urgencias. No me había enterado hasta que un policia, que al parecer me había seguido, había entrado.Juro que no le habia visto por mi espejo retrovisor. Tal vez había ido demasiado rapido, pues me había llevado solo ocho minutos llegar hasta aquí. Ocho minutos aterradores en los cuales pensé que Josh iba a morir.Mis pies se arrastraron por la alfombra plana, y cai en los sillones mientras el oficial hablaba con la enfermera de la

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bata rosa. El policia joven cogió mi carnet de conducir, lo que queria decir que mi padre estaba en camino. Había intentado llamarle, pero había sido incapaz de dejarle un mensaje diciéndole que yo estaba bien y que estaba en el hospital con Josh.La cara de la enfermera me envio un calambre de preocupación. Josh se lo habian llevado lejos despues de que le dijera que se habia derrumbado en la pista. Esta mujer con la bata rosada era el primer medico que habia visto desde entonces y ella no me decia nada. Estupidas leyes de intimidad. Al menos Grace estaba con él, aunque el angel no fuera feliz. En realidad ella estaba esplendidamente P.O.'ed (P.O.’ed: Molesta), y creo que ellos me hubieran puesto en la sala de observaciones cuando me puse a discutir con ella hasta que lo entendió. Él estaba inconsciente y yo no. Entonces era él el que la necesitaba. Duh. La voz del policia se elevo y me puse nerviosa cuando ellas me miraron.Las dos mujeres dijeron algo en un susurro. La enfermera volvió al pasillo y la policia vino hacia mí. No podía recordar el nombre que me había dicho en nuestra primera discusión, pero su credencial llevaba una B.B de ¿Betty? ¿Bea? ¿Barbie? Nah. No con esa pistola en la cadera. La oficial se detuvo a una distancia cercana para mi comodidad, con sus zapatos meciéndose lentamente sobre la alfombra cuando se paró. Mis ojos pasaron por sus pantalones embutidos, cinturon, arma asegurada en una pistolera rota, camisa almidonada, credencial y finalmente su cara.No parecía lo suficientemente vieja como para haber sido policía durante mucho tiempo y me irritó que me mirara con expresion de preocupacion maternal. Bien, ¿como si ella tuviera hijos? no lo creo.Tenía una cara agradable, aunque con el pelo corto, rubio arenoso y ojos color avellana, bronceada y mostraba solo arrugas de preocupacion. No dijo nada, y cuando ella arqueó una ceja miré hacia otro lado. Podia darme una multa por conduccion temeraria y no haber parado, ¿pero quién me diria algo así cuando yo iba al hospital con un amigo herido?–Josh se ha estabilizado.– dijo, y mi mirada se alzo sorprendida.–Gracias.– susurré, y mis hombros se aliviaron. No sabía que

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estaban tensos.–Ellos tenian una ambulancia allí.– dijo la oficial mientras se sentaba al lado mío, suspirando. Vi cuando los pies se le tranquilizaron y pasó una mano por su pelo. Odio cuando me llaman valiente, pero esto se veia como divertido, enérgico, y alguien que empujaría un poco los límites por un poco de excitación.–¿Por qué no la cogio en vez de poner en peligro a la ciudad entera?– añadió ella.No era como el policía que me había llevado a casa despues de romper el toque de queda durante el huracán de categoría uno en casa de mi madre. Hablaba acerca de un drama.–No sabía que hubiera ambulancia.– admití. Aunque ¿Qué iba a decirle?. ¿Que una caronte oscura habia tratado de matar a Josh y él necesitaba atencion medica inmediata?La oficial rió en silencio. –Conduces bastante bien.– dijo Le di una sonrisa ácida.–Gracias.Dejé de frotar el codo con el que habia golpeado a Nakita cuando ella lo miró, juntando mis manos. La oficial se sentó más recta y suspiré. Aquí viene la conferencia.–He llamado a tus padres.– dijo ella. Me giré alarmada.–¿Has llamado a mi madre?.– pregunte realmente preocupada. Ella fliparía.–No. Tu padre. Tienes un historial inquietante, Madison, para alguien de tu edad.Mi historial no me molestaba, ya que no era nada malo como robar en tiendas o asaltar a mano armada. Sólo por romper el toque de queda y holgazanear. ¡Whoo–hoo! Aliviada cai en la silla.–¿Qué se suponía que tenia que hacer, oficial levy?.– pregunté con una expresión de no entender.– ¿Qué habría hecho usted? Sólo conduje un poco rápido para traer a Josh al hospital. Me asuste, ¿okay?. Pensé que se moría.Las cejas de la mujer se elevaron. –Yo habría pedido ayuda y me habría quedado con la victima hasta que ésta llegara. Generalmente no se muere de insolacion.

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–Si esto fuera una insolación, me habrían dejado verle ya.– dije. Ella hizo un sonido suave de acuerdo. El silencio creció y pensé que esperaba que dijera algo. Entonces dijo.–Recuérdalo la proxima vez. Llama para pedir ayuda. Permanece con la victima.Pero no había nadie en la tierra que pudiera haberme ayudado. Quizás no debería haberle dado ninguna orden a Grace. Parecía haber borrado cualquier orden que Ron pusiera en ella, incluido lo de llamarle si había problemas queno podía manejar.La oficial Levy se puso de pie y volvio a parecer severa. –Espero que no haya una proxima vez.– dijo mientras me daba mi carnet de conducir. –No te vayas hasta que tengo posibilidad de hablar con tu padre.–Okay.– Tomé el carnet, contenta de que no me llamara para llenar un informe o algo. –Gracias.La Oficial Levy vacilo. –¿Estas segura de que no quieres contarme nada mas?Se encendieron mis alarmas, la mire de forma confusa. –No. ¿Por que?.Su mirada permaneció fija en la mía.– Tienes hierba en el pelo y sucios tus leotardos.Dudé y rechazé mirarme las piernas. ¡Maldita sea!. –¿Hubo una pelea?.– Preguntó estrechando los ojos.– ¿Quién más estuvo inplicado?.Mirando lejos me encogí. La Oficial Levy suspiro. –Se lo difícil que es entrar en un colegio nuevo, pero si hubo una pelea tengo que saberlo. No eres una chivata.–Josh no tuvo una pelea.– dije.– Él se derrumbó.– Podría haberle mentido y decirle que me caí y me ensucié cogiéndolo, pero ¿para qué molestarse? Ella simplemente me miró y yo miré hacia atrás. Al final ella presionó los labios y con otro de sus ruidos suaves, caminó hacia la recepcionista.La oficial Levy probablemente se quedaría hasta que pudiera hablar con los padres de Josh. Esperaba estar fuera de aquí antes de que llegaran. Josh era un buen tipo, y yo sabia que mirarían mi pelo púrpura y pendientes y me etiquetarían de no adecuada para su niño, pensado que alguien como Amy era mejor.Resoplé, preguntándome cuándo habia empezado a pensar en

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Josh como “posible novio”. Habíamos pasado dos tardes juntos. Reconociéndolo, esas tardes de “lucha por tu vida”, probablemente le convencerían de que no podiamos ser pareja.Mi mirada se levantó para observar detenidamente las ventanas de la furgoneta de Josh. Dejé el amuleto bajo el asiento delantero cuando estuve libre de alas negras. No creía que Nakita volviera, pero Kairos podría. Y si lo hiciera, conoceria la resonancia de Nakita. El sonido de su grito había sido horrible, y sofoqué un temblor al pensar en las alas negras sobre mí, como una manta de ácido frío que se come mis recuerdos... mi vida. Apreté (Rebusqué) mi mente, preguntando ¿qué habria perdido?.El hecho de que se hubieran cernido sobre Nakita en vez de que lo hicieran contra mí, habia sido un Shock. Era horrible y esperé que estuviera bien, aunque hubiera intentado matarme. Una forma familiar en vaqueros y una camiseta se movía por delante de las ventanas captando mi atención, y me sente recta, con la mandibula caída mientras veia a Barnabas esperando a que se abrieran las puertas automáticas.–¿Donde has estado?.– exigí cuando él entró con una ráfaga de aire.–Me voy un día. – él empezó, con sus ojos oscuros.– Y todo se va al Hades.– dije mientras me ponía de pie sin querer que él estuviera más arriba.–Sí. Estuve aquí tratando con esto. ¡Estuve evadiendo a Kairos y Nakita desde ayer!– dije de forma rotunda.–¿Nakita?– preguntó, claramente sin escuchar lo que dije.–Si, Nakita.– disparé, preocupada. Ella se habia marchado con mucho dolor. Los ángeles no deberian sufrir de dolor, ni siquiera los carontes oscuros.Barnabas se sento en el borde del asiento enfrente mío, pasando una mano sobre su pelo castaño rizado para domesticarlo un poco. Para ser un caronte, se veía inocente. Sobre todo con la camisa de una banda de rock que llevaba puesta.–¿Fuiste tú?– dijo él, y me senté hacia atrás a su lado. –Las canciones entre el cielo y la tierra decían que había sido herida en la batalla. Naturalmente Ron pensó en tí y me envió

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para comprobarlo. El, uh, quiere hablar contigo.– Miserable, me senté repatingada en mi silla. ¿Canciones entre el cielo y la tierra?. Le daré a esta especie de CNN con un palo. Barnabas me miro con recelo.–¿Qué ha ocurrido? No puedo creer que tomaras su amuleto. Madison, tienes que dejar de hacer eso. ¿Dónde esta tu angel de la guarda? No tuvimos noticias de que ella tuviera problemas.–Esto es culpa mía.– dije suavemente.– Le dije que protegiera a Josh, entonces no se marcho para llamarte. No te pongas loco con ella. Le dije que hiciera eso.–¿Josh?– Barnabas se puso derecho. –¡El ángel de la guarda se supone que tiene que estar contigo!.Él miraba impresionado y me encogí.–Estoy consciente. Josh no. Fácil elección.–¡Ella se supone que tiene que estar contigo!.– él exclamó de nuevo.Hice un ruido exasperado. –Le dije que lo vigilara. Ella salvó su vida dos veces hasta ahora. Kairos trató de matarlo ayer. ¿Qué se suponía que debía hacer?. ¿Dejarle? Yo estaba bien.– Hasta que los alas negras me encontraron. Y Grace dijo que había roto mi amuleto. Fantástico.Barnabas siguio mirandome fijamente con incredulidad. –Ella te abandonó.– declaró el. Mierda, ¿el aun está con esto? –No por opcion suya.– dije esperando no haber metido a Grace en problemas.– Ella no estaba de acuerdo.– Vacilé mirando el vestíbulo blanco.– Nakita trató de matar a Josh. Creo que le ha dañado. ¿Estará bien?.–No lo se.– Barnabas le echo un vistazo al recepcionista y a la policia, y luego se echo hacia atras con los brazos cruzados.–¿Qué le hiciste a Nakita? Cogerle su amuleto limitaria sus habilidades y la enfadaría, pero no la dejaría catatónica.¿Nakita estaba catatónica? Barnabas me miraba fijamente y empecé a pensar que había hecho algo realmente malo. Vale, ella era una caronte oscura, pero la entrada de los alas oscuras en ella era horrible. Incluso si hubiera sido un accidente. –Tuve que hacerlo para marcharme.– dije, levantando mi voz apenas en un susurro cuando la oficial

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Levy nos miro.– Hice todo lo que pude. No es como si fuera capaz de tocar sus pensamientos.– Terminé.–¿Si?.Era dificil pero logre no gritar la palabra. Dos dias de miedo salían en forma de cólera y no podia ayudarle.–Nakita dijo que me dejasteis un angel principiante. Me gusta ella y todo, pero ella no es lo suficientemente poderosa para protegerme de un ataque, y Ron lo sabe.La colera de Barnabas desaparecio sorprendido y retrocedió, mirando a la mujer con sus dos niños mientras eran llevados a una habitacion. La enfermera que los habia llamado le dijo a la Oficial Levy que podía volver tambien y lo tomé como algo bueno, encontre algo de control. Miré los dedos de Barnanas apretados de forma poco humana.–¿Josh sabe que estas muerta?.– Pregunto y asentí incapaz de levantar la vista de la alfombra. No debería haberle involucrado, pero la opcion desapareció cuando los alas negras empezaron a seguirle.– Tuve que decirselo.– dije.– Los alas negras lo rastreaban, pero mientras yo estuviera con él estaria bien. Hice que mi ángel permaneciera con el durante la noche. Él no habría sobrevivido de otra manera.– Y ahora él estaba en el hospital. Bien hecho Madison. Un rastro de sombra captó mi atencion y levante la cabeza para encontrarme con Ron simplemente allí de pie, mirando casi triste con sus manos juntas. El sol brillando sobre sus rizos, grisaceos y sus ojos de un gris azulado mientras él miraba mis leotardos amarillos y mi falda purpura. Sus ojos habian sido marrones ayer. No pensé que los ojos así fueran algo bueno.–Madison.– dijo, con una fatiga cansada en su voz que me asustó.–Lo siento.– dije asustada.–Lo se.– Él echó un vistazo al escritorio de recepción vacío antes de que él se acercara.– Hace más de dos mil años que un ángel no ha vuelto de la batala sin su lámina e inconsciente. ¿Tienes idea de qué significa hacer esto?. Miserable, me encogi en los sillones. –¿Los alas negras entraron en ella?– Ofrecí vacilantemente. ¡Dios ayudame, pero fue un accidente!.El respirar de Ron era ruidoso y Barnabas hizo un sorprendente ruido nasal. Yo no quería alzar la vista por

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miedo a lo que podia encontrarme.–¿Cómo hiciste que los Alas negras entraran en Nakita?– preguntó Ron, cada palabra lenta y exacta.Mi cabeza se alzó y me encontré con la expresion de Ron de pura tristeza. –Yo, uh, ¿accidentalemnte los puse alli?.– dije, odiando el modo en que mi voz sonó al final.–¿Perdon?.– dijo Ron. La frase parecía rara en él.Barnabas sacudía su cabeza. –Esto es imposible. Los alas negras no pueden hacer daño a los carontes. Ella debe estar confundida acerca de lo que realmente pasó.–Era insultante, y dije con voz enfadada. –No lo estoy. Sé lo que pasó.– dije encontrando las palabras mas faciles de decir de lo que pensé que serian. –Grace dijo que cuando me volvia invisible yo disociaba mi amuleto. Esto fue lo que trajo los alas negras a mi, y cuando Nakita fracasó conmigo, los alas negras la tomaron a ella en cambio.–¿Grace?.– preguntó Ron, con su cara apretada por la preocupacion. –¿Quién es Grace?.– Su expresión se volvió afligida.– ¿Le pusiste nombre? Madison, ¿no le has puesto nombre a tu angel guardian, verdad?– Comparado con alas negras entrando en un angel para comérselo, ponerle nombre a Grace parecia una pequeñez.– Rompí las lineas de conexion de mi amuleto en el presente, no en el futuro.– expliqué, tratando de hacerme sonar menos tonta de lo que me sentía y casi podia ver a Ron cambiando los engranajes mentales para entender lo que estaba diciendo. Al menos eso creo, pues el de pronto miró horrorizado. Barnabas, en cambio, se veía menos impresionado. –¿Qué tiene que ver esto con los alas negras?– preguntó el.–Nakita iba a matar a Josh, aún cuando ella ya me tenía. Yo no podia conseguir alejarla de su guadaña a no ser que me volviera invisible. Tenía que encontrar algún modo de protegerme y ninguno de vosotros estaba cerca.– dije suplicando para que me entendieran. –Yo no sabía que los alas negras irían a por ella. ¡Ella es una caronte! ¡Los alas negras se supone que no dañan a los carontes!.La cabeza de Ron se movia en negación. –Esto no es como volverse invisible. Madison tu no tenías la

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luz a tu alrededor; rompiste tu conexion con tu amuleto, como si realmente no lo llevaras. Muerta sin conexion a la vida. Un alma que anda sin un cuerpo. Nada raro que tú atrajeras a los alas negras. ¿Ellos estuvieron... en ti?.Grace había dicho que era peligroso. Yo debería haberla escuchado a ella.–Nakita iba a matar a Josh y llevarme a Kairos. Pensé que si conseguía su espada al menos no podría matar a Josh. Pero cuando me volví invisible para coger su amuleto, dos alas negras cayeron sobre mi.– El miedo me hizo temblar.–Eso dolió. Creo que perdí algo de mi.– hice una pausa cuando el recuerdo de ellos comiéndome vino.– Eso realmente dolió, Ron. Me volví invisible otra vez para tratar de conseguir llevar su espada lejos y ellos le atacaron cuando ella fracasó conmigo.– terminé miserablemente. Caray, no iba a llorar.Barnabas se había retirado como si fuera una serpiente. –¿En cuanto al amuleto de Nakita?.– preguntó.– ¿Cómo es que su amuleto no te mantuvo conectada a la tierra?.–Porque corté esos lazos tambien.– dije.– Reclamé su espada, no su amuleto y eso me dio suficiente control para romper los lazos sin freirme.–Barnabas estaba de pie con la cara palida. –Ron.– dijo él mirandome.– ¡Ella rompió el asimiento al amuleto de Nakita mientras la caronte todavía lo llevaba puesto! ¿Que más pruebas necesitas? Creo que en la elección, como tú, ¡pero está mal! Mira lo que ha ocurrido. Madison esta...– Bien.– Ron cogió mis manos y llamó mi atención de Barnabas. Su cara redonda sonreia con seguridad, pero sus ojos estaba muertos de preocupacion. –Ella está bien.–Nakita dijo que tú le pusiste una principiante para vigilarla.– interrumpió Barnabas, la colera invadiendo su cara.– Está claro por qué. Tú sabes que es un error. ¡Esta mal, y lo sabes!.El hombre más viejo miro airadamente a Barnabas, su apreton sobre mi más fuerte. –No tengo que explicarme. Pedí una principiante pero las posibilidades de que ocurriera esto eran pocas.–Mal.– Barnabas le afrontó directamente y la expresion de Ron se volvio fea.–Tu lo admites entonces.–Barnabas, ¡cállate!– el maestro exclamó y Barnabas dejó

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caer su cabeza frustrado. Me senté alli atontada. Era la segunda vez que habia visto a Ron acallar las palabras de Barnabas, primero en el aparcamiento de la escuela y luego aquí. Algo no estaba bien. ¿Qué habia hecho?–Ron.– dije asustada.– Lo siento. Yo solo trataba de mantener a Josh y a mí a salvo. Ella le hirió. ¿Estara él bien?.Él pareció notar por primera vez dónde estaba. Dándome una mirada infeliz, él sacudio su cabeza, enviando el terror hacia mí. –Nakita sostiene su vida. Ella decide si él vive o muere.“!Oh, Dios, los he matado”, pensé. El pánico casi me paralizaba. Tenía que dirigirme a Nakita.–Hay esperanza.– Ron calmó mis pensamientos que giraban, pero no había nada amigable en su forma de tocar el hombro. En cambio, una advertencia se alzó en mí. Detras de él Barnabas echaba humo. –Voy a seguir hablando en tu nombre.– dijo Ron, como si la muerte de Josh fuera triste pero insignificante.– Por la que estoy mas preocupada es por tí. Tu disociacion con el amuleto como tu lo hiciste deberia ser imposible. Que estés muerta probablemente te da la capacidad para hacerlo. A pesar de todo, estoy seguro de que dañaste tu amuleto. No lo hagas más. Parte de esto es culpa mía. Deberia haber estado pendiente de tus progresos. Pero Barnabas no me dijo que tuvieras problemas.Él no se preocupaba por Josh. No realmente. La advertencia era para mí, y me salí de su apreton. ¿Y por qué culpaba a Barnabas? Barnabas dijo que era mi amuleto el que me protegía de tocar mis pensamientos no mi carencia de habilidad o de tentativa. Y Ron debería saberlo. Él ocultaba algo.–Grace dijo que lo rompí.– dije con cautela, pero no pensaba sacarlo de mi camiseta para mostrarselo.Detras de Ron, Barnabas se puso tieso y tenso. Yo ví parte de su ángel de venganza en sus ojos plateados. –Me voy a casa.– le dijo a Ron, con dolor en su cara. –Ellos me dejarán entrar. Tienen que hacerlo. Tengo que avisarles de los alas negras. Ellos pueden sacarlos fuera de ella.– ¿Casa? Pense. ¿Como en el cielo? ¿Porque no le dejarían entrar ellos? Él no era solo terrestre, ¿pero echado del cielo?

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Entonces ¿quienes eran los chicos malos aquí? El miedo se deslizó por mi como un cuchillo, nacido de la compresión repentina de que todo lo que yo creía que era verdad no lo era.–Barnabas, cállate.– Dijo Ron mientras él se elevaba entre nosotros, mas pequeño que Barnabas, pero mortalemente serio.– Mandare decir y Nakita estará bien. Ellos no la dejarán atrás, y tengo trabajo que hacer. Permanece con Madison. Intenta mantenerla lejos de los problemas. ¡Y mantén tu boca cerrada!– sus ojos eran casi negros, llevado con una mezcla de colera, frustracion y... incertidumbre.–¿Me entiendes? No puedo fijar esto si tú interfieres. Mantén tu boca... callada.La imagen de Nakita arqueada por el dolor, sus alas blancas se estiraron alto mientras ella gritaba, volvio a mi memoria. Yo habia dañado a uno de los ángeles del cielo. ¿Quién era Barnabas? ¿Con quién habia estado pasando mis noches en la azotea?Asustada, miré cómo cruzaba Ron el edificio, desapareciendo como si hubiera encontrado el sol. Me gire hacia Barnabas, encogiendome cuando el hizo un sonido de cólera y se arrojó en la silla a mi lado, su frente fruncida y expresion cruzada. El no se movio. Ni un parpadeo.–Ella trataba de matarme.– dije.– ¡Ella trataba de matar a Josh! Ella iva a...–Llevarte a Kairos. Ya dijiste esto.– dijo él bruscamente. Habia una indirecta de miedo en él. No tenía miedo de mí. Tenía miedo de sí mismo. Él no iba a callarsecomo Ron habia dicho y temble.–Muchas religiones, Madison.– dijo él.– Pero solo un lugar de descanso, y ella iba a ponerte de nuevo en el camino que te has saltado cuando reclamaste el amuleto de Kairos.–Nakita no es del infierno.– adiviné conociendo que mi cara estaba blanca. –Tú lo eres.Barnabas me miro directamente. –¿Yo? No.– Enrojeciendo como si le estuviera poniendo en un aprieto. –No infierno. Aún no se si hay tal lugar para lo que hacemos nosotros. Pero no estoy en el cielo... no más. Me fui porque no estaba de acuerdo con el destino. Ellos no me dejan volver. Ellos no nos dejarán a ninguno de los carontes

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de luz volver.– Con la mandibula apretada, exhaló poniendo una mano en su cabeza y frotando sus sienes.– Yo debería habertelo dicho, pero es embarazoso.–¡Pero tu eres un Caronte Blanco!.– dije confusa.– La luz es buena. La oscuridad es mala.Él frunció el ceño. –La luz, para la eleccion humana, es facil de ver. La oscuridades para los seraph, otra opcion para espigar.–¡Oh! ¡Habria sido bueno saberlo!.– Grité.– ¿Cómo es que nadie se molestó en decirmelo?!– Añadí frustrada, asustada y algo aliviada de que Barnabas no fuera del infierno, solo sacado a patadas del cielo. ¿Era diferente verdad?.El recepcionista echó una ojeada desde la entrada, desapareciendo cuando decidió que estaba alterada por Josh, no por ser un malentendido entre la luz y la oscuridad. Los pensamientos de Barnabas estaban claramente en otra parte.–No entiendo lo que hace Ron.– se dijo a sí mismo, con la mirada distante e inconsciente de que estaba alli.– Creo en la elección, pero despues de lo que ha ocurrido, no lo se. Tu eres una persona agradable Madison, y me gustas, pero pusiste los alas negras en Nakita. Esto es... una cosa horrible. Tal vez los Serafines tienen razon. Tal vez tienes que ir donde perteneces. Tal vez el destino tiene un lugar en el mundo. Luchar contra ello solo ha traido cosas peores.“¿Donde pertenezco? ¿Quiere decir en mi casa con mi padre, o como muerta?”. Tragué con fuerza. Yo no era a la que le habían dado una patada fuera del cielo.–Ha sido un accidente.–¿Es un accidente que tu trabajaras para aprender a hacerte invisible?– Preguntó él con seriedad.– ¿Fue un accidente que usaras ese conocimiento para romper su lazo con el amuleto de Nakita? ¿Es un accidente que ella fracasara contigo? ¿O era el destino?.Su cabeza fue sacudida, moviendo los rizos oscuros. –Debería haber comprendido lo que Ron hacía antes.– sus ojos se estrecharon. –Todavia no puedo creerlo. No quise creerlo.Mi boca estaba seca. ¿Lo que Ron hacia? Barnabas sabía algo que yo no. Y lo juro, yo iba a averiguarlo.

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–Barnabas.– empecé, pero el teléfono en el escritorio tarareto y la enfermera se volvió para contestarlo. Ella me dio una sonrisa alentadora cuando se sentó, diciendome que Josh estaba bien. O almenos no se ponía peor. Distraida me recosté en la silla, y oyendo un crujido de hojas secas, la saqué de mi pelo. La sostuve durante un momento, luego la puse sobre la mesa cercana. ¿Realmente quería saber la verdad?. Sí. Quería. Miré a Barnabas preguntandome si su abrigo era para disfrazar sus alas.Mi mente cambiaba recordando cuando Ron arrastró a Barnabas lejos de mí en el aparcamiento del colegio y luego cuando en este momento Ron advirtió a Barnabas de que mantuviera su boca cerrada para que él pudiera fijar las cosas y el sentimiento horrible que me transmitió Ron cuando trató de consolarme.–Barnabas.– susurré.– ¿Qué es lo que no me dice Ron?.Levantando la vista, le vi apretar la mandibula. –Este no es mi lugar.El miedo hizo que mi corazon diera un golpe, pero entonces se paró. –Tu quieres decírmelo. Lo intentaste en el parking del colegio y veo que quieres decírmelo ahora. Si tú crees en la elección (libre albedrio), dime si puedo hacer algo bueno.Sus ojos se levantaron, cayendo primero sobre mi amuleto, y entonces en mis ojos y temblé.–Ron está ocultandoles quién eres a los seraphines, entonces puede cambiar el equilibrio entre el destino y la eleccion engañándote a ti.– dijo él rotundamente.–Esto es lo que creo que hace.–¡Él dijo que hablaba con ellos!.– discutí. Luego vacilé.–¿Engañarme a mi?. ¿Por qué?.Sus ojos se fijaron en los míos, Barnabas silenciosamente dijo. –Tu eres el nuevo cronometrador, Madison. El oscuro.Parpadee. –No lo soy.– dije beligerante.Pero en vez de discutir conmigo, él rió amargamente. –Te dije que había una razon para que tu no puedas tocar mis pensamientos.– dijo él con su mirada fija en mi amuleto.–Tienes un amuleto de Cronometrador oscuro. Si fuera de otra

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forma, nuestras resonancias serían suficientemente cercanas para que nosotros pudieramos hablar, pero ellos estan en lados opuestos. Ron lo sabe. Ron lo sabe todo. Simplemente no dice nada.Bajando la mano, toqué la piedra negra. Luego la dejé caer. –Tal vez no funcione, porque estoy muerta.Barnabas se giró y aspiró fuertemente dejando caer en un suspiro pesado. –La unica razon de que tu lograras reclamar un amuleto de cronometrador es porque tu eres uno.–¡No!– exclamé.– Fui capaz de reclamarlo porque era humana.Él sacudio la cabeza. –Podrías tocarlo si fueras humana, pero tu lo reclamaste debido a quién eres. Continuaste aprendiendo cómo separate de ello y todavía sostener la reclamacion. Mandaste a Grace, le diste un nombre que la ató y rompiste el mandato de Ron. Eres un cronometrador en crecimiento, Madison. Una de las dos personas nacidas en este milenio con la habilidad de sobrevivir el doble de tiempo.Le mire fijamente, el panico empezando a enrollarse por mi columna. ¿Yo? ¿Un cronometrador oscuro? No creia en el destino. Él tenía que equivocarse. –¿Ha dicho Ron esto?.– susurré.Cambió el peso de sus pies y me miro a través de sus rizos.–No.– admitió y exhalé aliviada. –Pero lo eres. Madison, los cronometradores son mortales por alguna razon. La tierra cambia, la gente cambia, los valores cambian. Preguntarle a un humano que nació en el tiempo de las piramides que entendiera a alguien que da por sentado que el hombre puede ver la tierra desde el espacio no es razonable y entonces es cuando el cambio se desborda y nuevos cronometradores asumen el cargo.– Echó un vistazo a la recepcionista y se movió un poco mas cerca.– Lo he visto antes, como la vuelta de una tuerca. Los Cronometradores en crecicimiento son encontrados y enseñados, aprendiendo hasta que el amuleto sea pasado. Que tu estés muerta complica las cosas, pero tu eres quien eres.–¡No, no lo soy!.– protesté.– Soy solo yo. E incluso si yo fuera un cronometrador, yo no seria un cronometrador oscuro. No

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creo en el destino. ¡Solo cogí la piedra de Kairos para sobrevivir!.Frunciendo el ceño, Barmabas echo una mirada a la ocupada recepcionista.–Tomarlo podría haber sido una eleccion, pero el destino la pone allí para que lo hagas. Si tu fueras inocente, Ron te habría mandado a los seraphines el primer día. Pero no lo hizo.– El ceño de Barnabas se hizo mas profundo.– Yo debería haberlo sabido entonces, pero nunca creí que haría algo tan bajo para mantenerte en la oscuridad con mentiras.–Ron dijo que le hablo a los seraphines de mí, para pedirles que me dejaran mantener la piedra.– dije desconcertada.– Si él no lo ha hecho, ¿por qué la tengo aún?.–Porque Kairos tampoco les ha dicho que tú la tienes.–¿Por qué?– pregunté. Yo no podia pensar. Estaba entumecida. Necesitaba una respuesta y no podía comprender bastante para adivinarla por mi misma. Barnabas cambió de posición en su silla, tirando su abrigo por encima de él.–Creo que Kairos te quiere destruída. Entonces no tomarás su lugar y si los serafines averiguan que tu existes, aun muerta mientras tu estes, ellos estarán forzados a complir con su voluntad. Solo si tu eres destruída, ellos se verán obligados a permitirle que sea cronometrador de nuevo.Kairos quería vivir por siempre. Inmortalidad. El más alto tribunal. Es por eso que él me mato, y entonces vino detras de mí. Él quería destruir mi alma completanemte. El Pánico arranco otra vez. –No. Te equivocas. Simplemente tengo el amuleto incorrecto.– dije.–Si Nakita te encuentra, ella te llevará a Kairos.– dijo Barnabas mirando al techo.–Arrepentirse no va a cambiar nada. Tú ya has reclamado el amuleto de un cronometrador oscuro. Lo eres, Madison. Reclamandola a Kairos, ¡tu alma tiene que ser destruida!. Solo uno de vosotros puede ser el cronometrador oscuro.Tenia vertido. Tenia que haber una salida para esto. –¿Uno o el otro? No creo eso.– dije, con mucha impetuosidad.– Puedo disociarme de mi amuleto. Tal vez la razon de que pueda es que no me pertenece realmente. ¿Has

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pensado esto? Si puedo devolverselo totalmente a Kairos, entonces quizás sea el cronometrador de luz creciendo.El pie de Barnabas dejo de moverse y se dio la vuelta hacia mi, considerándolo.–Ron dijo que no te disociaras de tu amuleto.– Temblé sin aliento con esperanza. –Y Ron ha estado mintiéndome, mintiéndonos. Es una posibilidad. Barnabas, ¡No soy el cronometrador oscuro!Pensando, miré lejos de su expresión. –Necesito hablar con Kairos.– refunfuñé.– ¿Dónde vive él?.La mandibula de Barnabas cayó. –¡No vas a ir ha hablar con Kairos!.– dijo él.– Y ademas, no lo se.El ángel caido se dio la vuelta en la silla para afrontarme, subiendo una pierna en el cojín. –Madison, incluso si tu eres el cronometrador de luz en crecimiento y tu puedes devolverle su amuleto, Kairos destruirá tu alma de todos modos para deslizar el equilibrio hacia su lado del camino.Yo no podía permitirme pensar así. –Él es mortal, entonces el vive en la tierra, ¿verdad?.– pregunté mirando el escritorio de recepción vacío.– Si Kairos quiere su amuleto, va a tener que darme mi cuerpo.– Dije, chasqueando mi amuleto, pasándolo alrededor del cuello.–Apuesto a que Nakita sabe donde vive él. ¿Está bien ella? ¿Consiguieron sacar los alas negras de su interior? Puedes oirlas canciones entre el cielo y la tierra. ¿Que dicen?.Barnabas permanecio donde estaba, alzando al vista hacia mi con incredulidad.–Madison.– protestó él.–¿Está ella bien?.– dije fuerte con una mano en mi cadera.–¿Puedes llamar a alguien? ¡Vamos! ¿cual es el punto de ser un caronte si no puedes hacer nada?.Sus ojos se estrecharon en mi durante un momento molesto; entonces una sonrisa brulona subió a sus labios. –Ella está bien.– dijo. Y un nudo de alivio me llenó.– Pero esto es mala idea.– Lo levanté de golpe, sorprendida de que semoviera tan rapido.–Si, pero es una idea. Y si soy un cronometrador en crecimiento, voy a ser tu jefe algun día. ¡Vamos!. ¡Ayudame a

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encontrar a Nakita!.Barnabás se mantuvo quieto y cogió mi mano cuando intenté empezar a andar.–Tu no vas a ser el jefe de nadie si estas muerta.– dijo irónicamente.–Tengo que disculparme.– dije alcanzando su mano y tirando para que diera otro paso.– Y devolverle su amuleto. Tal vez si lo hago, dejara a Josh vivo. Tal vez es por eso que no lo ha matado. Me esperaFruncio el ceño. –¿Quieres darle un amuleto a una caronte oscura?. ¿Te estas oyendo?.–Es suyo.– dije.– ¿Cual es el problema?.–Ron. Se llevará mi amuleto.– refunfuñó Barnabas cuando miró hacia el aparcamiento con preocupación.– No debería habértelo dicho.– Puse una mano sobre mi cadera, viendo cada segundo como uno mas en que la vida de Josh colgaba de un hilo.–Sabes que lo has hecho bien. No te pido que me abandones. Si Ron se lleva tu amuleto, te haré otro. A no ser que esto sea otra mentira y yo solo soy la pobre que mezclaron en esto y no soy un cronometrador en crecimiento.– Hombre, estaba alegre de que la recepcionista se hubiera ido.De todos modos, él vaciló. –¡Porque escuchas a Ron!.– exclamé frustrada.– Él sabía lo que yo era y no me lo dijo. Él te dijo que me enseñaras algo que el sabía que no podía hacer. ¿Puedes simplemente ayudarme!? Estoy intentando salvar a Josh. Estoy intentando salvarme. ¡Puedo ser yo otra vez!.Los ojos marrones de Barnabas buscaron los mios. –Tu siempre seras tu.Me mantuve, no sabiendo lo que él iba a decidir. –¿Me ayudarás?.Él se mantuvo de pie a mi lado. –¿Ves alguna eleccion aquí?.Mi cabeza se balanceó. –Yo veo una posibilidad.– Y un modo de salir de aquí antes de que mi padre o los padres de Josh aparezcan. Barnabas contempló el aparcamiento y el sol poniendose.–No puedo creer que vaya ha hacer esto.– dijo él.

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–¿Me ayudarás?.– dije jadeando, asustada y alborotada al mismo tiempo.–Voy a meterme en muchos problemas.– se dijo a sí mismo, y juntos nos dirigimos hacia las puertas automaticas.– Voy a darte un punto seguro. Nakita no puede hacerte daño allí. Aunque no pienso que esto sirva de nada bueno.–Gracias.– dije mientras caminabas hacia las puertas, con un revoloteo en mi estomago.Convencería a Nakita de devolverme la vida de Josh por un trozo de piedra. Traducido por Isabella_Cullen88Traducido por Isabella_Cullen88

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Traducido por QwelyTraducido por QwelyCorregido por GladCorregido por Glad

TTensé mis agotados músculos, y cerré mis ojos cuando vi que la parte verde superior del bosque se acercaba peligrosamente. No quería ver cómo Barnabas cerraba sus alas cuando atravesábamos una pequeña abertura en la cubierta. Mi estómago se revolvió y mi piel se erizo. Hubo un silbido apresurado del viento entre las hojas, y el aire se enfrió. Abrí mis ojos cuando esquivaba un árbol y aterrizaba con un fuerte golpe en un tronco cubierto de musgo. Comenzó a desintegrarse y salté fuera, cuando se derrumbó silenciosamente.Mi pelo enredado cubría mi rostro cuando Barnabas empujado una vez hacia atrás con sus alas, para detener su impulso. Cuando me di la vuelta, él permanecía detrás del tronco, sus alas y su abrigo habían ido cubriendo sus hombros estrechos. Sus rasgos mostraban preocupación. Él claramente veía en la oscuridad y yo miraba hacia el dosel. Los árboles eran grandes y la maleza casi inexistente. Blanda arcilla almohadillaban mis pies, y apreté mis brazos en torno a mí, sintiendo la humedad. Montículos de tierra salpicaban el espacio con formas que no pude ver. Parecían tumbas…–¿Dónde estamos?.– Le dije y dando un traspié fuera del tronco me acerqué a Barnabas.

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–Un lugar de tierra.– dijo suavemente.– La tierra se agita al sentir el toque de un Serafin, pero hay pocos lugares donde el terreno es lo suficientemente fuerte, y en el pasado los inmortales lo han utilizado para realizar negocios en la tierra.Los círculos en el mar se han marcado con grandes piedras, pero aquí, era donde las personas vivían armoniosamente con la naturaleza hasta que fueron expulsados. Esta tierra fue marcada con montículos que le indicaba a los ángeles que los dejaran a ellos y a sus hijos en paz.– Él se giro hacia mí, y de repente temblé por su extraño aspecto.– Es un lugar neutral. Si la sangre es derramada aquí, un Serafin vendrá. Nakita no querrá eso. Explore la madera abierta, sintiendo picazón en mi piel. –Se siente divertido.–Y lo es, ¿no es así?.No había nada que escuchar, salvo el viento en las hojas más altas. –¿Cómo puedo decirle a Nakita que quiero hablar.–Barnabas silenciosamente, dio un breve paso alejándose de mí. Seguidamente dio unos buenos veinte pasos de distancia, logrando alejarse más y evitando que la marca de su amuleto se mezclase con la mía. Ojeando los ennegrecidos árboles, dijo: –Me imagino que te estará buscando. Es mejor que estés aquí.–Lo estoy.– le dije con confianza, pero por dentro estaba preocupada. Estaba expuesta, con mi alma cantando a todos los que la pudieran oír, repicando como una campaña, logrando alzar una luz, que Nakita fuera capaz de seguir.Apreté mi mandíbula cuando vi unos alas negras volando silenciosamente atraves de espacio entre el suelo y los árboles, pero luego decidí que era en realidad unos cuervos. Miré hacia arriba, sientiendo que algo no estaba bien, algo estaba por suceder.Barnabas cambio su peso en sus pies, y una rama se quebró. –Yo también lo siento.– susurró.Tragué saliva. –¿Qué es?.Sus ojos se movieron lentamente hacia adelante y hacia atrás.–No lo sé. Se siente como un caronte, pero ansioso y

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asustado. Parece un humano.– Barnabas lanzo una mirada detrás de mí.– ¡Madison! ¡Tirate al suelo!.– Gritó, y caí hacia delante en una caída mal hecha, obteniendo una mascarilla facial de arcilla. El peso de una piedra rodó en mi espalda, y luego se fue. Miré hacia arriba, escupiendo mi pelo y la suciedad de mi boca.Unas alas de color blanco brillaban ante el crepusculo, Nakita vino a tierra, girando sobre mi cabeza, evitando que sus pies tocaran la tierra.–¡Estás bien!.– Grité, pensando que era una de las cosas más estúpida que alguna vez había dicho.–Los serafines me están diciendo mentiras.– gruñó el caronte. El miedo y la ira retorciendo sus, una vez hermosas, facciones. No tenía ni idea de lo que estaba hablando, y le clavé una miraba inexpresiva.–¡Nakita, espera!.– Gritó Barnabas con todas sus fuerzas interponiéndose entrenosotras. El Caronte Blanco se lanzó hacia abajo como un rayo acerado. Los brazos de Nakita se extendieron, con la espalda arqueada bajando en un remolino, lanzándose a una guerra. Contuve mi aliento y extendí la mano en una advertencia inútil, la espada de Barnabas se reunió con su espada, batiéndose una y otra vez y me estremecí al escuchar el sonido, que parecía hacerse eco en los árboles y me hizo temblar. Kairos debia haberle dado un nuevo amuleto. Ella ya no necesitaba el que yo tenia, ya no podía devolverselo.En su espada había una piedra negra ahora, y la joya de la espada de Barnabas se había desplazado rápidamente, bajando en tonalidades, se había convertido en un glorioso amarillo. La mirada de Nakita estaba muerta, de un negro sinvida.–Madison quiere hablar.– dijo Barnabas cuando el arma de Nakita inmovilizó la suya.– Guarda tu arma en este lugar santo.Nakita sonrió. La determinación en su cara era espantosa. Ella no lucía como sí misma, vestida con un traje blanco que se veía igual a las túnicas de Ron.–Yo la necesito a ella.– dijo con su voz musical, que aumentó y descendió.– Usted la trajo. Ella es mía.Barnabas dio un paso atrás y mis oídos dejaron de zumbar

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cuando sus espadas dejaron de tocarse.–Ella vino por sí misma. Quiere pedir disculpas. Y el que no la escuches la avergonzaría.–Proliferando algo, Nakita dio un paso atrás. Lucía salvaje y extravagante mientras gesticulaba para que yo hablara. No creí que a ella le importara lo que yo dijera, pero era mi única oportunidad.Asustada, aparté a Barnabas con mi codo. –Nakita, lo siento.– le dije. Mis palabras se desaparecieron en la tristeza del crepusculo.– Yo no sabía que los alas negras entrarían en ti. Yo sólo estaba tratando de evitar que mataras a Josh. Traje de vuelta tu amuleto.– dije, temblando cuando extendí la mano.– No es un soborno, pero por favor, deja a Josh vivir.Su rostro se retorció frunciendose, pero ella atrapó el amuleto que le tendía, empujándolo en su cinturón. –Kairos me da mi amuleto, no tu.– dijo.– Y necesito tu piedad menos de lo que necesito tu disculpa. Los serafines dicen que estoy perfectamente bien. ¡Estoy perfecta!.– Le gritó al cielo, y luego se dirigió a mí, jadeando y con ojos salvajes. –Pero ellos mienten.Barnabas me hizo retroceder un paso. –Tenemos que salir de aquí. Ella se ha roto. Esto no va a lograr nada. –Estoy rota también.– le dije pensando en mi vida interrumpida y tirando de su agarre, avancé hacia ella.– Nakita, ¿puedes darle un mensaje por mí a Kairos?. Él tiene mi cuerpo. Lo quiero de vuelta. Voy a darle su amuleto pero solo si él promete dejarme sola. Sólo quiero ser de la manera en que yo era. Por favor. Estoy cansada de tener miedo.En la palabra miedo, ella tembló. Un brillante aire detrás de sus alas las hacía verse arqueadas, pareciendo más grandes de lo posible, agitando las puntas de las plumas. Puede que ellos le hubieran quitado sus alas negras, pero dejaron dentro de ella una cosa que un caronte nunca podría entender. Miedo. Y había venido de mí. Mis recuerdos.–Yo no soy tu ángel mensajero.– dijo amargamente.– Pero nosotros iremos con Kairos. Eres una ladrona. Una mentirosa. Con tu cuerpo y tu alma y mi guadaña, él me puede hacer como era. Como realmente era. ¡Él lo prometió!.

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Kairos aún tenía mi cuerpo. ¡Gracias, Dios!.–No vas ha llevarla.– dijo Barnabas, alucinado con la idea de que Nakita fuese ahora cien veces más peligrosa. Ella tenía el poder de los ángeles junto a la voluntad de la humanidad. El miedo y el conocimiento de la muerte la habían echo así. Yo la había hecho así.–Ella es mía, y ella esta justo allí, a mi alcance.– Dejando la posición encorvada, Nakita arrastro su nueva espada hacia adelante. La punta cortó en la tierra, haciendo una división en el musgo, como una herida.Sacudí la cabeza, retrocediendo. –Nakita, escúchame. Sólo quiero recuperar mi cuerpo de nuevo. Vivo e ileso. Él no tiene que destruir mi alma para el amuleto. Yo puedo separarme de el.Ella se enderezó con una risa cruel y horrible para escuchar, explotando de ella. Barnabas se acerco mucho más a mí.–Kairos te necesita muerta para hacerme de nuevo.– dijo.–Barnabas, sal de mi camino, o serás el primero en caer.–Tú no puedes.– Barnabas me empujó detrás de él, mientras Nakita tiró de su espada en la tierra y limpió la suciedad de la misma en su pierna. –Un Serafin vendrá. Tú no debes arriesgarte.–¿Por qué no?.– Nakita gritó. Luego retrocedió un paso, abriendo los ojos. –¡No tengo nada, Barnabas!.– Gritó.–¿Sabes lo que es tener miedo? Sere feliz si un Serafin viene a matarme por violar uno de sus lugares sagrados en la tierra. ¡Si fuese así al menos yo no tendría que tener miedo nunca más!.Barnabas no lo entendió, y su frente se vio surcada. –¿Miedo?.Un feo ruido provenía de Nakita, bajo, casi un gruñido. Fue tamizado a través de mi cerebro y me paralizó. Y luego ella se movió. Reprimí un chillido, mientras ella se lanzaba contra Barnabas. Alas de color blanco se desplegaron detrás de ella. Barnabas se dejó caer de rodillas. Sus propias alas grises se ampliaron cuando se lanzó hacia atrás. Suspendido en el aire.Me retiré confundida, para cubrirme. Un gran viento batió las hojas del suelo del bosque. Un sonido metálico de acero lastimó mis oídos. Me encerré en un abrazo, esforzándome.

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Barnabas estaba de pie. Sus alas golpeando para encontrar la fuerza para empujar a Nakita hacia atrás.–Voy a tenerla a ella.– Nakita gritó cuando sus alas golpearon salvajemente y trató de presionar a Barnabas en la tierra con su voluntad.– ¡No voy a ser de esta manera! ¡No puedo!.Barnabas la apartó de un empujon, completamente. Las alas grises y blancas golpearon los árboles. Destellos plateados brillaron en la noche cuando Barnabas planeó hacia delante, en clara desventaja. Él no quería derramamiento de sangre. A Nakita eso no le importaba y embistió salvajemente contra Barnabas. El Caronte Blanco contrarrestó cada golpe más lentamente que el anterior. El Caronte oscuro luchaba ferozmente en su contra, con una desesperación que sólo poseen los seres humanos y que comenzaba a vencer a Barnabas.Un fuerte sentimiento en mi cuello me impactó, y trate de capturar mi amuleto. Sentí como si la tierra desapareciese de bajo de mis pies. ¡Alguien… alguien estaba tratando de usarlo! Y cuando Nakita gritó, supe que ella estaba intentando copiar lo que yo había hecho para volverme invisible. Estaba demasiado lejos para que mi amuleto la mantuviera sólida, pero Barnabas no lo estuvo.Con un grito salvaje, Nakita embisti´p su espada contra la espada de Barnabas, golpeándola una y otra vez. El amuleto de su cuello destelló. Él estaba indefenso. Di un grito ahogado, cuando Nakita saltó directamente hacia él.Barnabas se preparó para el impacto que nunca llego, así que Nakita rompió su relación con su amuleto y se hizo invisible, buceando a través del suyo como si fuera agua.–¡Barnabas, cuidado!.– Grité, pero era demasiado tarde.Nakita apareció detrás del Caronte Blanco, girándose para poner su espada contra su cuello. Sus brazos listos para tirar.–Nakita, ¡no!.– Grité, gateando para ponerme de pie ante ellos. El Caronte oscuro dudó, sus labios tiraron en una salvaje, victoriosa sonrisa. Ellos estaban en la posición. Dos ángeles de la muerte bloqueados juntos, uno salvaje y loco, y el otro golpeado y conmocionado.–¿Do… donde aprendiste eso?.– Barnabas tartamudo, congelado al sentir la cuchilla del otro caronte contra su garganta.

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Los ojos de Nakita nunca dejaron los mios, cuando ella se inclinó hacia adelante, susurrando en la oreja de Barnabas. –Es asombroso lo que puedes hacer una vez que sabes que nada dura para siempre a menos que así lo hagas.Mi boca estaba seca. –No lo mates.– le rogé.–Por favor, Nakita.–Niñata.– Nakita dijo, sus labios torcidos en una fea expresión. –¿Por qué te importa? Nadie más lo hace. Él fracaso en protegerte, te trajo a mí. Y ahora, vas a morir.–¡Voy a ir contigo! Simplemente no lo mates. Llévame con Kairos.– exigí, agitada.– Déjeme hablar con él.–Eso es exactamente lo que me propongo hacer.– dijo Nakita. Y entonces se movió tirando para atras.–Nakita, ¡No!.– Grité cuando ella llevó la culata de su espada en contra del cráneo de Barnabas. Silenciosamente las alas grises del caronte de la luz se encorvaron y cayeron hacia adelante, desplomándose contra la musgosa tierra. Sus alas lotaparon, y él pareció dormido. Un ángel descansando en un bosque.Mi corazón estaba latiendo de nuevo, y empecé a retroceder. Nakita sacudió sus alas y sonrió. Una pluma suave cayó de ella, de un color blanco puro, fue a la deriva para aterrizar en el musgo verde, muy verde.Corrí.Hubo un whoosh (Whoosh: Sonido del aire) en el aire, y ella me atrapo. Fue rápido y había terminado.–¡Suéltame!.– Lloré. Yo sabía que hacerme invisible no ayudaría si ella también podía.– ¿Por qué no puedes dejarme sola?.–Quiero volver a ser yo.– Gruñó Nakita, presionándome contra ella, de una manera poco generosa.– No quiero tener miedo nunca más. Los alas negras...– dijo, recortando sus palabras mientras elevaba su tono de voz.– Nunca he conocido el miedo. Te vi y pensé que eras débil para todo, pero ahora se que no lo eres. No quiero tener miedo nunca más. Quiero ser de la manera en que yo era. Kairos me puede hacer volver a ser lo que era. Pero él necesita su amuleto parahacerlo.“Mi amuleto”, pensé rebeldemente, Entonces grité cuando abruptamente me di cuenta deque ya estaba en el aire,

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girando y elevándonos cada vez mas para salir de la superficie verde, volvimos a la luz. Su brazo estaba presionado en torno a mí, y mis piernas se agitaban violentamente hasta que mis pies encontraron sus talones, y me apoye en ellos. Fue una muestra de cooperación, pero por lo menos mi coraje no se empujó hasta mis pulmones.–Nakita, lo siento.– le dije mientras ascendíamos cada vez mas. –Yo no sabía que las alas negras te dañarían. ¡Estabas tratando de matarme!.–Esa era mi tarea, tu destino.–, dijo, me agarre bien. –Yo no puedo existir como soy ahora. ¡Voy a ser de la manera en que yo era! El aire era frío. Sin previo aviso, Nakita voló en picado, sus alas plegadas alrededor de nosotras, ocultándonos en su cálida almohadillada. Luché cuando mi estómago se redujo y el vértigo me dijo que estaba cayendo.–¡Quédate quieta!– Nakita gruñó y a continuación el mundo volvió de adentro hacia fuera.Grité. Mi mente era incapaz de asumir la ausencia absoluta. No había sonido, ningún toque, nada. Era como si fuese un ala negra, nunca tener la certeza de haber existido, pero teniendo terror. Sabiendo que había más y que ahora me lo estaba perdiendo. Yo estaba cayendo, y no había nada dentro de mi experiencia que me dijese que alguna vez terminaría.De repente las alas de Nakita se me acercaron una vez más a su calidez. introduciéndose en mí. Respiré su aroma jadeando por el alivio que me brindaron, con la sensación de que su presencia me llevaría de vuelta a la cordura. No nos movimos, y cuando su brazo que me sostenía se alejó, mis rodillas golpearon un duro suelo. Luchando por ponerme de pie en el lugar para estirar los músculos, gateé hacia atrás, para llegar a mis pies y tratar de averiguar lo que había sucedido. Mi espalda golpeó un espeso pilar conjuntado con un dosel blanco y me congelé, boquiabierta.Yo estaba fuera, de pie sobre una terraza de mármol negro con vetas doradas disparadas a través suya. No había barandilla de hierro entre éstas y la dejada estrecha playa de abajo. El sol estaba justo encima del horizonte, pero el frío y la humedad que se sentía en el aire estaba equivocada para la puesta de sol. Se alzaba sobre el océano, no engastada, y

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cuando miré la escasa vegetación con sus hojas pequeñas y duras cortezas diseñadas para sobrevivir a la sequía, me di cuenta que estaba en algún lugar al otro lado de la tierra.Un ruido arrastrado atrajo a mi atención del todo. Era Nakita, pero hizo caso omiso de mí, cuando me acurruque obedeciendo a uno de mis instintos. Sus alas se habían ido y ella estaba plácidamente al lado de Kairos, que estaba sentado detrás de una pequeña mesa cubierta de libros antiguos y una bandeja de desayuno. El cronometrador oscuro estaba vestido con ropas sueltas, como las que Ron solía llevar, viéndose joven, fabulosamente elegante y refinado. Preparado y alto, su tranquila expresión celebraba la satisfacción de una esperanza.Asustada, mire detrás de mí a un edificio construido ladera abajo. Sus amplios ventanales abiertos a la interperie. Cortinas desplazándose dentro y fuera de la casa, moviéndose en la brisa. Yo podría morir aquí y mi papá nunca lo sabría.–Esta es tu casa, ¿no?.– Susurre, y el viento llevó mis palabras a Kairos.Él sonrió mientras se ponía de pie, listo para responderme. Yo estaba muerta. Estaba así: m–u–e–r–t–a. Totalmente.

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Traducido por Lexie22 y QwelyTraducido por Lexie22 y QwelyCorregido por GladCorregido por Glad

–P–Perspicaz.– dijo Kairos. Su voz era tan dura como su expresión.Mis zapatillas de color amarillo chirriaron cuando empecé a correr, pero no había ningún lugar para ir. Con un desenfocado movimiento, Nakita estaba a mi lado, y di sacudidas para permanecer fuera de su alcance. Haciendo una mueca, ella me aparto de un empujón. Mi codo golpeó el granito negro, sacudiéndome hasta la columna vertebral. Intente ponerme de pie, cayendo nuevamente cuando Nakita enganchó un pie bajo de mí y me hizo rodar enmi trasero.Me congelé, ya que ambos se situaron sobre mí.El olor de la tierra se elevaba desde una mancha en la pierna de Nakita. La piedra negra en mi espalda era fría como la frialdad de la noche y el cielo mantuvo una luz delicada y transparente.–¡Qué rápido puede fallar el destino de los ángeles!.– dijo Kairos. Su voz iba creciendo y cayendo como la música. Yo una vez pensé que podría oír el mar en su voz, que él había sido hermoso, encarnando la elegancia, el refinamiento y la sofisticación. Pero todo lo que quedó fue el hedor del agua salada muerta, podrida y apestosa. Mis ojos parpadearon cuando vi la guadaña en su mano y la reconocí como con la que él me había matado al pie del muro de contención.

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–¡No otra vez!.– Balbuceé, retorciéndome para safarme. Mi espalda encontró un pilar, deslicé mi espalda por encima de él para estar de pie con mis dedos apretando los cantos levantados. Jadeando como reflejo, esquivé la hoja de Nakita cuando balanceo su espada hacia mí.Un crujido sibilante se hizo eco a través del aire, y vi que Kairos había interpuesto su propia guadaña (espada) para frenar el golpe mortal con una facilidad aterradora.–Paciencia, Nakita.– dijo el cronometrador oscuro.– Puedes matarla, pero no hasta que haya recuperado su cuerpo. Los tres tienen que unirse a la vez, de lo contrario no habrá cambio. Simplemente necesito un momento para encontrarlo.Salí corriendo lejos, tratando de poner espacio entre nosotros. Nakita me miraba fijamente. –Me dijiste que estaba cerca.–Está. ¿Me das un momento para concentrarme? Una vez que lo encuentre, estará aquí, y podras matarla.Él sonaba molesto, y me detuve, aterrorizada. Perdida en cuanto a qué hacer. Claro, había llegado lejos, pero no iba a ninguna parte. Estaba en una isla. Sabía cómo se sentía la tierra cuando el agua la golpeaba por todos los lados. –Kairos, devuélveme mi cuerpo y déjame ir, y te daré tu estúpido amuleto – dije mientras escaneaba el horizonte abierto para escapar, pero estaba temblando, y maldije mi voz cuando tembló.– No me importa si soy con un cronometrador creciente. Todo lo que quiero es estar sóla, ¿de acuerdo?.Kairos reía, tirando su cabeza hacia atrás y dejando que el despliegue de sonido se alargara. Me di cuenta de que Nakita había parpadeado ante mis palabras. Ella no lo sabía. Kairos no se lo había dicho. Yo había sido un error para ella, nada más. –¿Quién te lo dijo?.– Kairos pregunto limpiándose un ojo.–No fue Ron. ¿O tú lo entendiste sola? Increíble. Totalmente, tengo la intención de darte tu cuerpo, porque hasta que estés muerta y bien muerta, no podre utilizar el amuleto que me darás.––Me puedo disociar de él.– dije.– Aprendí a hacerlo ayer. Será todo tuyo. Ron me puede hacer uno nuevo. Sólo dame mi cuerpo y déjame ir, ¿de acuerdo?.El aire cambio y yo me gire.

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–¡Ron!– Grite cuando le vi.– Barnabas. ¿Está bien?.Entonces mis ojos se redujeron. ¿Por qué me alegraba de ver a Ron?. Nakita se abalanzo hacia adelante para agarrar mi brazo, y luché... hasta que su hoja se encontró a pulgadas de mi garganta, como una joya de aspecto mortal destellando a pulgadas de mi ojo. ¡Maldita sea! ¿Cómo pudo pasar tan rápido?.La reclamación de Kairos de que mi cuerpo estaba cerca, congeló mis músculos. Si él lo reclamaba ahora, ella podría matarme para siempre.–Demasiado tarde, Ron.– Kairos dijo riendo suavemente para mi sorpresa.– Eso es gracioso– dijo a la ligera a Nakita.– Un amo del tiempo llegando tarde.Mis pies resbalaron en la piedra lisa. Si no fuera por que Nakita me había capturado, me habría cortado yo misma con su hoja. Tan asustada estaba.Ron inclinó la cabeza. El nuevo sol le iluminó. La determinación en sus ojos brilló, cuando fijó su mirada en mí. ¿Determinación y culpa…? Ya era tiempo de asustarse.–Déjala ir, Nakita.– dijo persuasivamente.– Kairos no puede ayudarte, aunque tenga su amuleto de vuelta. Madison es una cronometradora creciente. Ya está predestinado el puesto que va a tomar.Su aliento llegó suavemente, y cuando su control sobre mí se aflojó, pude sentir su confusión. Kairos dio una zancada hacia adelante, diciendo: –Yo no mentí. No sabre si puedo o no hacerlo, hasta que lo intente. –¿Ella es un cronometrador naciente?.– Nakita dudó y su espada comenzó suavemente a ser movida, pasando de mi cuello para señalarle a él. Viéndo eso, Kairos se detuvo con una comica rapidez. Ella todavía me sostenía, aunque su brazo estaba alrededor de mi cuello. El choque mostró en su lado refinado que escondió rápidamente.–Nakita.– él trato de persuadirla.– Podría ser capaz de ayudarte. Aleja tu espada.–Dijiste que podías arrancar el miedo de mi.– dijo Nakita, apretándome mas.– Dijiste que los serafines cantaron que ella estaba predestinada para morir y ser condenanda. ¿Es ella un cronometrador? ¿Me envíaste a cosechar a un

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cronometrador porque le temes a la muerte?. ¡Chronos también lo cree!.La voz de Nakita retumbó en mi oído, la honrada ira de un ángel equivocado. El dobladillo de la túnica de Kairos temblaba cuando él retrocedió tres pasos, su mandíbula apretada. El momento parece vacilar, y me pregunté si yo era sostenida para mi muerte… o para mi protección.–Así que mentí.– admitió Kairos regresando a su mesa y girando el dedo para tocar la pequeña jarra en la bandeja. Su sombra desde el creciente sol se extendía hasta tocar mis pies, y temblé cuando la luz destelló sobre su no tan poderoso amuleto.– He gobernado tanto tiempo como tú y por más de mil años, Nakita. No voy a irme tranquilamente porque los serafines destinen que era el momento para enseñarle a otro, y me desvanecerme en la muerte. Y menos por una chica que apenas tiene la edad suficiente para ser contada como una mujer. –Ella es tan mayor como lo eras tú cuando asesinaste a tu predecesor.– dijo Ron amargamente.– Es gracioso cómo estas cosas se resuelven.El labio inferior de Kairos temblo, pero sus ojos estaban fijos en Nakita. –Ella no puede ser un mejor cronometrador.– dijo firmemente. –Ella está muerta. La maté.Ron se acerco un paso, deteniéndose cuando la espada de Nakita le apuntó por un momento, luego regresando a Kairos.–Ella robó tu amuleto.– dijo.– No creo que importe su estatus de viva, si ella puede controlarlo. Madison ya ha reclamado sus derechos de nacimiento. Me arrebató el control de un ángel de la guarda, simplemente dándole un nombre, y ahora está bajo la protección de Nakita. Es demasiado tarde. Has perdido, Kairos. Esto está terminado. Déjala ir. Acéptalo. Y, sin embargo, yo todavía estaba bajo el agarre de un Caronte oscuro.–¿Kairos?.– Nakita preguntó. Su voz alta cuando ella luchó por juntar las piezas.Yo estaba allí con ella, y una ola de vértigo hizo mis rodillas acuosas. Asustada, me puse rígida cuando el suave viento revolvió mi cabello en mis ojos, bloqueando por un momento

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mi visión de Kairos con la espada de Nakita inmóvil entre nosotros.–No soy un cronometrador oscuro naciente.– dije cuando Nakita me hizo retroceder un paso.– Soy un cronometrador blanco. Es por eso que quiero negociar con el amuleto de Kairos por mi cuerpo. ¡Ron!, él tiene mi cuerpo. ¡Puedo regresar a ser lo que yo era! Dile que puedo romper mi asociación con su amuleto.– Mire fijamente a Kairos, viendo su incredulidad.– ¡Yo puedo! ¡Lo he hecho antes! ¡Ron, díselo! ¡Dile que soy un cronometrador blanco!. Pero Ron tenía la vista en el suelo, totalmente asustado. Con una falsa facilidad, Kairos vertió un líquido ámbar en un vaso de cristal, saboreandolo ligeramente antes de bajarlo. –¿Aún no lo has entendido?.– Dijo.– Estabas destinada a ser mi estudiante, Madison, ¿por qué otra cosa iba yo a cosecharte? Ron no puede tenerte ahora, aunque él quiera. Ha estado enseñándole a un cronometrador blanco durante más de un año.“¿Qué que?”... Mi mirada frenética fue hacia Ron, leyendo en su alicaída expresión que Kairos estaba diciendo la verdad. –¡Tú, hijo de perra muerta!.– Le susurre.– ¿Lo sabías? ¿Estas enseñandole a otra persona? ¿Es por eso que me pusiste bajo el cuidado de Barnabas?.Ron se estremeció. Avanzó un paso adelante, y Nakita me hizo retroceder dos. Asqueada, remecí el agarre de Nakita y me puse de pie con la expresión de que iba a asumir el poder. La Caronte oscura miró hacia el segador sol y se arrodilló con su espada en a una rodilla e inclinó su cabeza en una reverencia. Parecía que estuviera orando, su pelo ocultando su rostro suavemente y un misterioso entusiasmo vino de ella.–Lo hice por los humanos, Madison.– dijo Ron persuasivamente.– Tu podrías detener las muertes sin razón si podía ponerte de lado mío. ¡Piensa en ello! ¿Un cronometrador oscuro que creía en la elección? No habría más guadañas, no más vidas truncadas. Kairos sería privado de poder, dejando sólo paz cuando tú tomes su lugar.–¿Por qué ella se aliaría contigo?.– Kairos exclamó.– La ocultaste de los serafines detrás de denuncias e investigaciones, negando su existencia de quienes habrían

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corregido las cosas. Tus propias acciones le han obligado a ver la verdad de su existencia, desde donde ambos nos ocultamos para poder luchar por ella como dos perros por los restos. Falsas verdades que susurraste en su oído hasta que sus opciones eran las tu querías. Le diste su instrucción a un Caronte, dándole una tarea que pudiese manejar mientras adiestrabas a tu sustituto, con la intención de dejar a Madison privada de habilidades en caso de que la verdad saliera y tuviese que tomar mi lugar, seguramente ignorante y en desventaja.– Kairos se dirigió a mí, con repugnancia en los ojos.– Y tú lo dejas.Mi cabeza se movio en una negativa. Yo no lo había sabido. ¿Cómo podría?. Salté de repente cuando Nakita se puso a mi lado, el suave tacto de sus alas acariciándome. Su espada se había ido. La miré fijamente, viendo su confusión, sabiendo lo que ella estaba sintiendo. Yo sentía lo mismo: traición, desconcierto, miedo.–Por lo menos yo no intente matarla.– murmuró Ron.–No, tú la mantuviste ignorante.–¡Yo soy el que la salvó!.– Ron gritó de nuevo.–Tú no me salvaste.– le dije, apenas moviendo los labios.–Morí. ¿Te acuerdas?.La brisa ligera procedente de la playa levantó mi pelo haciendo que las puntas púrpuras cosquillearan mi mejilla. Traté de entender. Nada tenia sentido. No podía ser la cronometradora oscura. Yo no creía en el destino.Ron comenzó adelantarse, y di un tirón fuera de mi niebla. –¡Alto!.– Grité agarrando mi amuleto con una mano y la otra la extendí y él se detuvo y se bloqueó.–¿Los serafines predestinaron a Madison para tomar tu lugar?.– Nakita dijo, su voz agrietada. –¿Me enviaste a matar al que sería mi maestro?. ¿La siguiente cronometradora a quienes los serafines destinaron?.Kairos le frunció el ceño. –Ella no será tu nuevo maestro si me permites destruir su alma. Con su partida, viviré para siempre, seré capaz de reclamar un lugar en una corte más alta–. Kairos se irguió en una postura orgullosa.– Seré inmortal. ¡Inmortal, Nakita!– él dijo, su expresión volviéndose ferviente mientras hacía gestos, casi tirando su taza.– Seré capa de cambiar las mareas

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del tiempo a nuestro favor para siempre. ¡Imagínatelo!.–Prometiste ayudarme.– Nakita susurró, su voz más suave que el viento. Kairos la recorrió con una mirada de fastidio, pero sus ojos se estrecharon cuando se dio cuenta de la amenaza que ella era. –Dame tu amuleto.– dijo él extendiendo su mano, y cuando ella no lo hizo, él anduvo a zancadas, enojo y dominación en sus movimientos.Suprimí una boqueada cuando Nakita me empujó detrás de ella, y mis pies treparon para mantenerme derecha. Hubo un resplandor que se parecia a la luz del sol, y cuando miré, el amuleto de Nakita estaba en la mano de Kairos y él caminaba a zancadas rumbo a su mesa más cercana. Él la había desarmado. Mierda. ¿Ahora que?–Soy todavía tu maestro, ángel ignorante.– él dijo con la fuente de poder de Nakita tintineando sobre la mesa. Entonces su sonrisa me enfrió hasta los huesos.–Ahora. Madison. Acerca de tu cuerpo...“¡Oh, Dios. Él tenía mi cuerpo. El podría destruir mi alma”. Ron estaba inmovil, no es que esperara algo de él.Nakita se dejo caer en una rodilla ante Kairos, su rostro pálido y una línea de humedad resbalando por sus ojos. –Dijiste que podrías arreglarme.– dijo ella evidentemente con tristeza en su tono.– No quiero tener miedo.A pesar de mi propio temor, la compasión subió por mí. Ella estaba derrotada, un ángel doblemente traicionado. La inocencia de algo salvaje de poder dándole en conocimiento de la muerte.–Lo prometiste, Kairos.– Nakita dijo suavemente mientras las lágrimas resbalaban de ella y las enjugó con consternación mostrándose brevemente con su presencia.– Soporté a los alas negras comiéndose mi memoria. La memoria es todo lo que tengo. Te creí. ¿Me enviaste a matarla porque temes la muerte?.–¡Seré inmortal!.– Kairos gritó, su ira estallando.– ¿Cómo puedes presumir de saber lo que es temer la muerte? ¡Haz existido desde que el tiempo empezó y lo harás hasta que termine!.Nakita se paró, el aire brillando donde sus alas estarían. –Ahora sé lo que es temer la muerte, pero seguire viviendo

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por la voluntad de los serafines.– ella dijo, con su voz temblando. –Vivíre por eso. Morirás por ello.Kairos sonrió burlonamente, tomando su amuleto de sobre la mesa. –¿Cómo, Nakita? Me perteneces.Pero entonces ella tiró de su cinturón una piedra blanca, atada por un alambre negro y amarrado en una sencilla cuerda negra. No se pareció al amuleto que le había devuelto a ella en el bosque, y Kairos sacudió la cabeza como si no significara nada... hasta que ella frotó un pulgar en él y lo que parecía sal cayó para mostrar una simple piedra negra brillando infinitamente. Era la piedra que le había devuelto en el bosque. Como si hubiera sido su guardián. Yo lo había manchado con mis lágrimas... regalándosela como un símbolo de mi pena y una expiación por haber roto la pureza de su existencia.La mano de Nakita empuñó alrededor de ello. –Yo te acepto.– ella me dijo aunque su espantosa mueca fue dirigida para Kairos.–¡No!.– Chillé extendiendo la mano cuando el destello de su espada destelló en una luz negra. Nakita saltó hacia delante para enviar su cuchilla limpiamente atraves de Kairos.Ron dio varios pasos hacia adelante, gritando en consternación, pero fue demasiado tarde. Estaba hecho.Kairos miró su centro sin marcar, parpadeando cuando él miró arriba, fijándose primero en la piedra violeta, entonces en sus ojos. –Nos has fallado.– él murmuró, y entonces se desplomó.Nakita avanzó y lo agarró suavemente, casi amorosamente, y recostó al cronometrador oscuro en el piso pulido.– Destino, Kairos.– Nakita cuchicheó llorando mientras sus manos se deslizaron de él, y cerró sus ojo así no mirarían el cielo. –Los serafines la destinaron a tomar tu lugar. Tu tiempo se ha cumplido. No hay fallo. Solo cambio.–¡Oh Dios mío!.– Grité aterrorizada mientras estuve ahí. –¡Lo mataste! ¿Cómo pudiste…? ¡él está muerto!.Ron hizo un sonido de pena y yo giré a él, atemorizada. Si Kairos estaba muerto, entonces eso quería decir... –Él no está muerto.– balbuceé.–Dime que él no está muerto.–Él se ha ido.– Ron dijo y bailé hacia atrás cuando Nakita

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estuvo de repente ante mí, arrodillándose y ofreciéndome su espada.–¡Nakita, no!.– Grité, asustada.–Mi señora.– ella insistió, el dolor en su expresión frágil.–Estoy defectuosa.–Para. ¡Para!.– Dije frenética mientras trataba de levantarla.Ella era tan bella. Era un ángel. Ella no debía estar arrodillada ante mí. –N-no hagas esto.– balbuceé.–No soy la cronometradora oscura.– Miré a Ron, parado con sus manos agarradas ante el.–Tu eres la cronometradora de la justicia, jamás vista.– Nakita dijo sonriéndome.– Destinada por los serafines. Capaz de rastrear el tiempo y doblarlo a tu voluntad.–¡No lo soy!.– Insistí mirando al cuerpo de Kairos. ¡Nakita recién lo había matado!Ron suspiró lo suficientemente fuerte para que yo lo oyera. –Sí. Tú lo eres.Mi mirada fue a él, y me puse tiesa. Una figura estaba detrás de él, difícil de ver contra el solo naciente. Ron vio hacia dónde estaba mi atención. Un sonido estrangulado escapó de él y se trepó entre nosotras. Era un serafín. Tenía que serlo.–Sangre ha sido rociada en la casa de un cronometrador.– el serafín dijo, su voz fue musical y dolorosa. Llevaba el poder de las mareas y la apacible caricia de las olas sobre la playa, y casi lloré al oírlo. Yo no lo podía soportar. Era demasiado.–Por un sacrificio así, usted oiría mi súplica.– Nakita se paró ante el serafín con la cabeza inclinada, pero su espada estaba todavía en mis pies, y yo la recogí.El serafín asintió, y yo me pregunté si debía inclinarme o hacer una reverencia, o arrodillarme o algo .Oh, Dios. Era un bendito serafín, y aquí estaba yo en mallas amarillas y pendientes de cráneo.–Ella ha tomado su lugar.– Nakita dijo.– La presento ante usted y pido una bendición. Quiero ser como era. Estoy dañada.– Ella miró arriba. Las lágrimas estropeaban su hermosa cara.– Tengo miedo, serafín.–Eso no es daño, Nakita.– el serafín dijo suavemente.– Eso es un regalo. Alégrate en tu temor.El serafín giró hacia mí, y mi boca se secó. –No soy un cronometrador oscuro.– balbucee empujando la

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espada de Nakita de vuelta a ella hasta que la tomó.– ¡No puedo serlo! ¡No sé nada!.–Lo serás, con el tiempo.– el serafín dijo con diversión socarrona en su voz.– Hasta entonces, mantendré todo funcionando. No será largo. Mi voz lo dijo entre los coros.–¡Pero no creo en el destino!.– exclamé. Mi mirada cayó en Ron; se notaba como si el también tuviera dudas.–Creer en el destino no es un requerimiento.– la voz musical dijo. El serafín pareció mucho mas grande de lo que yo era. –Kairos no lo hacía. Aparentemente.Tomé un aliento rápido cuando dejo de mirarme y se fijó en Ron. –Tu lo haces, creo. Por todo lo que dijiste la otra vez.Ron no se movió hasta que el serafín dejó de verlo, entonces él se contrajo en alivio.–¡Pero no quiero el trabajo!.– dije francamente. Lo que yo quería no parecía importar. –Por favor, ¿no puedo sólo tener mi cuerpo y volver a como estaban las cosas?.El serafín parpadeó, viéndose impactado (si tal emoción pudiera aplicarse a lo divino). –¿no quieres esto?.– Preguntó, y Ron dio un paso adelante como si fuera a protestar.–¡No!.–Dije, con la esperanza llenándome.– Solo quiero ser yo.– En un impulso, tiré de la piedra alrededor de mi cuello. Reuniendo mi coraje, lo lancé hacia delante, empujando el amuleto en las manos del serafín. Mi corazón estaba golpeando de nuevo y, avergonzada de no poder controlarlo, retrocedí preguntándome si había roto alguna regla acercándome tanto. No pude verle al rostro. Dolía.El serafín miró el amuleto en sus dedos luminiscentes como si estuviera sosteniendo un gran tesoro. La piedra ardía en un negro infinito, los alambres plateados eran ahora dorados. –Tu ya estas lista.–Por favor.– rogué mirando a Kairos, muerto y olvidado.–¿No puedes solo hacerme como era? ¿Ponerme de vuelta en mi cuerpo?.La esperanza me sostuvo cuando el serafín sonrió tan brillantemente que yo bizqueé. –Si así lo eliges.– dijo con un humor inesperado en su voz.–¿Dónde está?.

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Mi excitación murió en la consternación. –Kairos lo tenía.– dije, sintiéndome enferma cuando mi mirada se fijo en Nakita y entonces en Ron, silencioso atrás. Él no era de ayuda, y volví al serafín.–Tiene que estar en la casa.– dije, girándome y sintiéndome desnuda sin el amuleto alrededor de mi cuello.–Debe estar pudriéndose para este momento.– dijo RonEl horror me atravesó, y entonces el miedo. ¿Había permitido Kairos que mi cuerpo se descompusiera? ¿Todo esto había sido para nada?.–Él esta en lo correcto.– dijo el serafín.– Tu ser corpóreo ya no esta en la tierra.Tambaleé en la mesa, sentándome pesadamente, mis piernas incapaces de sostenerme más. Mis codos en la mesa de baldosas, y golpee la taza de Kairos. De prisa, la coloqué correctamente, preguntándome por qué. Nadie iba a beberla. Era la bebida de un hombre muerto.–Él dijo que estaba cerca.– susurre entumecida. ¿Dónde estaba un cuerpo si no estaba en la tierra?El sol estaba eclipsado, y levanté la mirada para ver al serafín sentado delante de mí, una situación impactante y mentalmente insensibilizante. –Tu cuerpo está seguramente en un lugar entre el ahora y lo que sigue.Mi corazón se sintió como en cenizas, y parpadee, tratando de ver las características del ángel. Pero había esperanza en sus palabras. –¿Entre el ahora y lo que sigue? ¿que significa eso?.– Estaba sentada en una mesa con un ángel al otro lado del mundo ¿cuan extraño es eso?–Significa que tu cuerpo esta perdido, pero lo perdido puede ser encontrado.– dijo el serafín.– Kairos habría puesto tu cuerpo en el único lugar donde permanecería oculto y aun inmediatamente accesible. Entre el ahora y lo que sigue.Enjugándome los labios, miré furtivamente el cuerpo de Kairos. –¿Puedes llevarme ahí?.De nuevo, el serafín sonrió, y yo baje la mirada. –No hay ningún lugar donde ir. Simplemente es. Con el tiempo, serás capaz de ver entre el ahora y lo que sigue.–

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Aclarando su garganta en un gesto muy humano, el serafín me devolvió mi amuleto. ¿Escoges tomarlo o escoges perecer completamente?.¿Cómo si realmente tuviera opción?El viento del océano levanto mi flequillo, y miré a Nakita, viéndose pérdida y bella mientras ella frotaba la marea de lágrimas entre sus dedos, tratando de borrarlas. –¿Puedo tomarla bajo mi cuidado?.–pregunté.– Simplemente ¿hasta que encuentre mi cuerpo?.El serafín rió. El bello sonido sacudió el aire, y la mesa entre nosotros crujió.–¡Y no crees en el destino!.– dijo alegremente, recordándome de alguna manera a Grace.–Es en serio.– dije brutalmente tratando de cubrir mi impacto por la mesa rota.– ¿Puedo hacerlo hasta que encuentre mi cuerpo y entonces te devolvería el amuleto?.– Estar viva era todo lo que quería.Nakita respondió el llamado. Un “propósito” reemplazando su confusión. Viéndola, el ángel cambió su expresión a una calculadora. –Si esa es tu elección.– dijo astutamente.–¿Elección?.– pregunté agriamente.– Pensé que todo era el destino.–Siempre hay elección.– dijo el serafín.Miré a Kairos y reprimí un temblor. –Kairos dijo que era solo el destino.–Y Cronos dice que es solo libre albedrío.– dijo con un tono retorcido en su voz.El serafín se guardaba algo entre manos. Hablarle era muy extraño. Sus emociones eran tan fáciles de leer como las de un niño, pero mas poderoso de lo creíble. Enjugué mis labios y giré tanto que no podía ver a Kairos.–¿Qué es lo correcto? ¿Elección o destino?.–Ambos lo son.– dijo. Con un ligero sonido de tela deslizándose que sonó como un rayo de sol, el serafín se arrodillo frente a mí. El amuleto sostenido en súplica.Salté hacia atras asustada. –No hagas eso.– susurré deseando que todos simplemente me ignoraran. Me iba a enfermar. Me enfermaría justo aquí en este bello piso.

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El serafín miró hacia arriba. El dolor se deslizó en mi cabeza mientras nuestros ojos se encontraron, casi cegándome. –Te honro. Puedes hacer algo que yo no.– dijo suavemente.–Por todo lo que soy y he sido, tu eres humana. Eres amada por tu imaginación, buena y mala. Puedo matar, pero tú puedes crear. Incluso puedes crear… un final.– dijo con nostalgia. –eso es algo de lo que nunca podré hacer. Acéptalo. Crea.Miré fijamente mi amuleto. Era bello, la piedra negra brillando con las luces plateadas en su centro como estrellas. No podía ver el rostro del serafín, dolía demasiado, pero sentí como si estuviera sonriéndome.– Madison, destino... No elección... envió a Kairos a matarte. El destino te dio el coraje para reclamar su amuleto... Destino causo que Cronos te escondiera de nosotros. Fue el destino que movió cientos de momentos para traerte aquí. Y aun así, tu tienes la elección de aceptar tu lugar o regresar como eras.Aun así yo dudaba si regresar. –¿Qué escogerías?.– dije.– si pudieras.El serafín rió. –Ninguno. Yo soy yo. ¿Elección? ¿Destino? Son lo mismo. Nopuedo ver la diferencia. Solo es porque solo un humano puede retorcer el tiempo a su voluntad. Cuando tu vuelas lo suficiente, viendo las esquinas del tiempo no es un problema, pero hace difícil separar el futuro del pasado.Era una elección que no había. El destino estaba definido por el libre albedrío. No quería morir, así que solo había una opción, y como en un sueño, alcancé mi amuleto, mi vida. La piel del serafín era fría y cuando nuestros dedos se tocaron, sentí el vasto espacio extenderse delante de mí en mis pensamiento. La piedra era calida, y mis dedos se cerraro sobre el, reclamándolo de nuevo.En un movimiento grácil, el serafín se puso de pie. –Está hecho. Ella ha tomado su lugar.Así de rápido, estaba hecho. Nada de fanfarronerías, nada de trompetas. El amuleto descansaba en mi mano, sintiendo como si siempre lo hubiera estado. Impactada, levanté la vista. ¿Eso era todo? ¿Soy una cronometradora oscura?.Ron suspiró. Nakita estaba ahora de mi codo, su miedo de que la apartara era evidente en sus ojos.

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–¿Que me ordenarás?.– ella susurró, rogándome darle una misión.Miré al serafín, confusa y dijo –Tienes un deseo. Ella se encargara de hacerlo.–Salva a Josh.– dije maravillada de que fuera tan fácil. Después de todo lo que había hecho, ¿Solo tenía que pedirlo?. –Ayuda a Barnabas.Las cejas de Nakita se elevaron y sus labios se abrieron –Nunca he hecho eso.– dijo ella y Ron hizo un ruido de ahogo.–Por favor.–añadí, enrollando mis dedos alrededor de los de ella mientras sostenía su espada.Nakita asintió. Sus alas se desenfocaron a la existencia. La blancura de ellas brillaron mientras se enrollaban a su alrededor, con un suave suspiro en el aire, ella se desvaneció.–Es un buen comienzo–.el serafín dijo atrayendo mi atención de vuelta a él.–Verás bien, Madison. Tu amigo Josh no esta aun terminado para los otros.Sonriendo, se acercó. No me pude mover mientras la esencia de agua limpia volaba hacia mí, enfriando mi ansiedad y llenándome de paz. –Deberías irte antes de que tu padre te llame.– dijo y cuando besó mi frente, me desmayé.

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Traducido por Lexie22Traducido por Lexie22Corregido por GladCorregido por Glad

EEra ruidoso el sonido del primer dia. A a la exitacion se le sumó los ocasionales golpes de cerrar los casilleros. Los maestros ni siquiera intentaban mantenerlo en control. Three Rivers era una pequeña comunidad, y ellos no tenían que pararse en los pasillos entre clases como lo hacían en mi antigua escuela, la cual estaba tan llena como para dejar al cuerpo estudiantil sin supervisión. Otra ventaja más de la vida provinciana.Empujé mis libros en mi casillero y saqué mi horario de clase. Decía “Último Grado” en la primera línea, y yo no podía dejar de sonreír. Ultimo grado. Ese era una buena sensación. Incluso mejor, ya que no era más la chica nueva. No. Había sido expulsada de esa posición estelar.–¿Qué se hace en estudios económicos domésticos?– Nakita preguntó lentamente mientras entrecerraba sus ojos en el delgado papel amarillo que sostenía en su puño. Le había ayudado a escoger su guardarropa esta mañana, y se veía bien en sus vaqueros de marca y las sandalias que mostraban sus uñas negras. Yo no había tenido que pintarlas de ese color. Aparentemente los Caronte Negros tienen uñas negras.De mi otro lado, Barnabas puso su mochila más arriba en su hombro, pareciéndose a cualquier niño en cualquier escuela en sus vaqueros y camiseta.

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–Lo amaras, Nakita.– él dijo sonriendo burlonamente. –Eso te ayudará a mezclar. Trata de no segar (cazar) a tu compañero si las galletas se queman.Reprimí mi risa tratando de imaginarme a la pequeña, atractiva, pero algunas veces totalmente despistada Caronte, equilibrando una chequera o aprendiendo como usar un microondas. Mi mirada regresó a mi horario. Física. Sala de estudio. Inglés avanzado con Josh. Fotografía. Iba a ser un buen año.Nakita retrocedió de los casilleros mientras lucia perpleja, casi estorbando el tráfico de peatones. –¿qué tienen que ver las galletas con economía?.– preguntó mientras batía su pelo a sus espaldas en un gesto inconciente que la mayoría de las modelos tardaban años en perfeccionar. Con ese cabello y esos ojos, ella era primorosa, y yo ya podía sentir las miradas fijas mientras todos se preguntaban que hacia ella parada junto a mí. La historia era que ella y Barnabas eran estudiantes de intercambio, y con una pequeña intervención angelical, ellos tenían el historial para probarlo. Hasta donde todos sabían, ellos estaban quedándose en mi casa. La verdad era más... interesante.La voz de Amy se alzo por encima del murmullo circundante, y yo me puse rígida, abriendo mi casillero y escondiéndome bastante detrás de la puerta. No le temía, pero su mentalidad de reina del baile de graduación me irritaba a más no poder.–¡Hola!.– vino su voz alegre, y yo me encogí de miedo, se detuvo para hablar con Nakita. Su grupo de chicos tontos y conformistas estaban detrás de ella, y yo fingí estar buscando algo. –Soy Amy.– ella prácticamente burbujeó. –Tu debes ser la nueva chica. ¿Es tu hermano? Es atractivo.Barnabas se rigidizó luciendo fascinantemente inocente con su mata de rizos y sus ojos grandes y sonreí. Él no tenia idea de cuan bien se veía.–¿Ese pedazo de fracasado?.– Nakita dijo, su antipatía casi goteando visiblemente en charcos desagradables sobre los zapatos de piso de diseñador de Amy.– Sí, creo. Eso no significa que tenga que quererlo.–Sé lo que quieres decir–. Amy falsificó un suspiro sincero.–Tambien tengo un hermano–. Las chicas detrás de ella se

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rieron tontamente cuando ella empujó a Barnabas hacia mí.–Soy Amy.– ella dijo, sonriendo mientras ella extendía la mano.–Barnabas.– dijo el Caronte mientras se apresuró rapidamente, rebasándome y dándole a Nakita un abrazo lateral para evitar que ella salude a Amy. –Ella es Nakita. Es mi hermana predilecta. Somos de Noruega.“¿Noruega?” No pude sino sonreír cuando los amigos de Amy empezaron a murmurar detrás de ella.–Pensé que tenías un acento.– Amy dijo sólo ligeramente aturdida por las leves D.– ¿Por qué no se sientan en mi mesa para almorzar? Ambos. Ustedes no querrán comer con memos.Incapaz de soportar más, cerré mi casillero de un azote.–¡Madison! ¡Cariño! No te vi allí.– Amy arrulló.– Esa blusa es para morirse.– ella dijo, haciendo gestos.– Es tan Tú. Mi hermana pequeña donó una como esa para la caridad el año pasado.Nakita me había estado enseñando cómo utilizar mi amuleto para dibujar energía de la corriente de tiempo y hacer una cuchilla, e hice lo posible para no practicarlo ahora. –Hola, Amy. ¿Como esta la nariz? ¿Lograras que te quiten esebollito antes del dia de la foto?.– Eso se sintió casi bien.Amy se ruborizó, pero esperé que ella me lo devolviera cuando su fuerza armada comenzo a reírse, y Len se pavoneó. En un rápido movimiento, Nakita lo asió por el cuello y lo golpeo ruidosamente contra el casillero. Horrorizada, estuve de pie con la boca abierta. A nuestro alrededor se oyeron “Oohs” y silbidos. –Tócame de nuevo allí, y morirás, cerdo.– ella dijo cada palabra sucinta.Los ojos de Len se abrieron, y su cara enrojeció donde Nakita lo presionó en el metal acanalado. Barnabas se reía, pero yo no quise pasar mi primer día de escuela en la oficina del director. –Uh, ¿Nakita?.– Ofrecí.La Caronte tomó un aliento asustado, recorrió con la mirada las caras que la observaban, y le dejo ir. Len tropezó tratando de buscar su punto de equilibrio, pero nada lo podría ayudar a encontrar su orgullo. Quiero decir, Nakita era más pequeña

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que él, y ella parecía una ditz (Ditz: Dulce, hermosa, pero tonta), con su perpetua confusión. Por supuesto, ahora ella se parecía a una ditz avergonzada.–¡Tu loca golpeadora!.– Len gritó retrocediendo mientras arreglaba su camisa.–¿Me oyes? Eres amiga de Madison, ¿verdad? ¡Estas tan reventada como ella!.Hice una cara inocente, tratando de no reírme. Barnabas reía disimuladamente, así como todo el alumnado masculino entero que había visto el incidente.Amy asió su brazo como si le estuviera impediendo de venir a por nosotros y ella lo jaló cuando un maestro vino por la esquina. No había nada que ver, aunque el entusiasmo y la risa perduraron. Los chicos se fueron con respuestas fuertes, y el puñado de estrógeno se fue detrás de ellos. Exhalé. Ni me había dado cuenta de que había dejado de respirar.–¿Nakita?.– Dije mientras abría mi casillero una vez más.–Necesitamos trabajar en tus habilidades con las personas.–Él me tocó.– dijo ella frunciendo el ceño.– Tiene suerte de seguir vivo.Mis cejas subieron, y yo me pregunté si la idea del serafín de que Nakita me enseñara cómo usar mi amuleto y que yo le enseñara como vivir con su nuevo don del miedo fuera una buena idea.– Correcto, pero si quieres permanecer en la escuela, tienes que ser mas sutil.–Sutil.– la Caronte reflexionó y su expresión fue aliviándose –¿como un cuchillo entre sus costillas?.Barnabas se inclinó cerca. –Cámbialo por un dedo y sí, eso funcionaría.Desde arriba, una voz tintileante llego hacia mí, y la reconoci al instante. –Había una vez una chica que tenia un angel.Mi atención se disparó y le sonreí a la pelota de luz. –¡Grace!.– Dije, esperando que nadie pensara que le estaba hablando al techo. La primera vez que el Serafin había tratado de contactarme, me desmayé del dolor. Ahora, cada vez que quería contactarme, enviaba un ángel mensajero, pero esta era la primera vez que veía a Grace.El ángel revoloteó aterrizando encima de la puerta de mi casillero. –Hola Madison. Tengo un mensaje para Nakita–.

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Resplandeciendo más brillante, ella agregó.– ¿Qué hace Barnabas aquí? Eres una cronometradora oscura y él es...–No con Ron.– Barnabas dijo con su rostro apretado mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho.La luz brilló aún más hasta que tuve que creer que ella era visible para todos.–¡Te has vuelto oscuro!– ella exclamó, y respingué debido al dolor de la cabeza causado por la fuerza de su voz.Barnabas corrió una mano sobre sus rizos mientras Nakita reía disimuladamente. –No sé lo que soy, pero no podía permanecer donde estaba. Yo no me fío de Ron, pero todavía no creo en el destino.Nakita echó al aire su cabello hacia su espalda y puso una mano en su cadera. –¿Te atreverás a desafiar a los serafines?.– ella casi gruñó.Él le contestó: –Utilizaría mis ojos para ver y los pensamientos para pensar. Grace tarareó impacientemente.Dando un paso entre ellos, yo dije: –Bueno. ¡Correcto! Yo tampoco creo en el destino, pero respetó a Nakita–. Y a esa enorme guadaña (espada) que ella me enseño a hacer la semana pasada.– Cuando estoy en la escuela, estoy a salvo de lo que sea que están preocupados, chicos ¿Por que no esperan afuera?.Inmediatamente ellos se echaron atrás. –Necesito estar aquí.– dijo Nakita bajando los ojos.– Por mí misma. Necesito comprender. Los serafines están inseguros de cómo el que estés muerta afectará tu capacidad de leer el tiempo. Y yo ya no me siento bien por mí misma. Ellos piensan que estoy defectuosa.– ella terminó y respingué ante la vergüenza que pude oír en su voz.Barnabas dejó vagar su mirada por encima de las otras personas a nuestro alrededor. Personas entusiasmadas.–Necesito algo que hacer. Yo tambien estoy… sólo. Y tu me eres familiar.Eso era agradable. Le era familiar. Como un par de calcetines viejos.–¿Ambos protegen a Madison?.– Grace preguntó.– Alguien necesita hacerlo. Ella no me dejaría hacerlo.Me sentí mal por eso, pero entonces ella aterrizó en mi

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hombro y cuchicheó.–Gracias, Madison, por nombrarme. Pensé que ellos iban a quitarme mi nombre, pero finalemente concordaron que ya que fui asignada como una mensajera permanentemente para tí, yo podría mantenerlo.–¡Grace, eso es grandioso!.– dije verdaderamente complacida. Era bueno ver a Grace, pero en la ultima ocasión el mensaje que había venido a decir era para Nakita, la Caronte negra se había excusado a sí misma, regresando con una sonrisa satisfecha y una nueva muesca en su guadaña.El ángel diminuto subió alto, y sentí una presencia familiar detrás de mí. Nakita apartó la mirada con los labios apretados, pero Barnabas sonrió y yo estaba sorprendida cuándo Josh salió inadvertidamente de entre la multitud hacia nuestro pequeño remolino en el tráfico del vestíbulo.–Hola Madison.– Josh dijo mientras chocaba los nudillos con Barnabas.–Hola Josh–. Dije nerviosa, y eso me hizo avergonzarme más. Especialmente cuando Grace tarareó felizmente. Él lucía bien, completamente recuperado de su roce con la muerte. A él no le agradaba Nakita, y el sentimiento era mutuo, de lo que podría decir de la expresión oscura apuntando al piso.–Madison es mi responsabilidad.– Nakita murmuró, continuando nuestra conversación anterior.– Fallaste. Dos veces. Pienso que eres un espía.– ella acusó a Barnabas, ignorando a Josh.El Caronte Blanco convertido la afrontó. –¡No lo soy!.– él dijo fuertemente. –Mira mi amuleto. ¿Te sigue pareciendo rojo?.Era verdad. Muy para el disgusto de Barnabas, el resplandor de su amuleto había subido un tono en su espectro y ahora era un dorado brillante y neutral como la de un Caronte inexperto. Él ya no estaba atado a Ron. El estaba atado a mí y volviéndose… oscuro.–Si no eres un espía.– Nakita dijo, su dedo señalando.–entonces ¿por qué estas aquí, Barney?.–Porque yo no me fío de ti. Y no me llames así.Ella silbó algo sobre él, y cuando Grace se convirtió en árbitro, yo giré suspirando.– Ellos son como niños pequeños.– me quejé. Entonces sonreí.– ¿A qué hora tienes el

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almuerzo?.–A la segunda hora.– dijo Josh mientras rebuscaba en su horario.–¡Como yo!.– Dije, encantada.– Te veo en la fuente delantera. A menos que...El sonrió, tomando mi pausa. –A menos que nada. Estaré allí.Al lado de nosotros, Nakita gritó. –¡Arrancaré tu lengua y con ello alimentaré a mi hellhounds (Hellhounds: Perro del infierno).Josh respingó, y un gran espacio se abrió entre nosotros y los demas. –¿No puedes deshacerte de ellos?.Emitiendo, negué con la cabeza.–No. Lo he intentado.Él cambió su libro a otra la mano. –Creo que oí a Grace ¿esta ella aqui? Creo que la extraño.Me recosté contra mi casillero y asentí hacia Nakita y Barnabas, quienes todavía discutían. Las personas les daban miradas extrañas, y me pregunté si había comenzado un nuevo grupo exclusivo. Uno raro y ruidoso. –Ella trajo un mensaje para la todopoderosa Kita.El se rió. Fue un sonido agradable, y me pregunté si él me llevaría a casa después de la escuela o si tendría que tomar el autobús. Eso realmente fundiría a la igualada de Amy.Josh miró a Barnabas y Nakita, que por último había parado discutir así podrían escuchar a Grace –¿Vas a hacer algo después de la escuela?.“Ya no más”, pensé. Pero entonces me encogí de hombros.–No sé. Nakita quizás tenga algo en mente.–Cierra tu boca cantante.– Nakita le dijo a Barnabas.Entonces sacudió su cabello para encontrar su compostura. Encarandome, ella dijo. –Hay una situación. Barney te cuidará por unas cuantas... horas.Era como pensé. Ella tenía una cita para cazar. –Nakita, no me gusta… esto.– dije mientras Barnabas se erizaba a mi lado.– Segar personas que hacen elecciones equivocadas, está mal. Es fácil pero esta mal.Sus cejas se arquearon.

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–Es por eso que son elegidos. Sentirás diferente cuando hayas visto suficiente de la atrocidad humana. Para cuando aprendas cómo usar tu amuleto, entenderás. Hasta entonces, lo que desees no hace la diferencia.Era tan condescendiente como se pudo, pero ella era más vieja que cualquiera excepto Barnabas. –¿Qué hay de tus estudios domésticos?.– dije sabiendo cuanto ella quería encajar, viendo que su propia gente ya no la entendía.Su mandíbula se presionó. Nakita le dio su horario escolar a Josh. –Él lo puede hacer por mi.Las cejas de Josh se alzaron. –Uh, Nakita. La escuela no funciona así..– Barnabas tomó el papel de Josh y se lo regresó a ella de un empujon. –Si tu vas, yo también voy. No te voy a permitirte tomar otra alma, así que tal vez es mejor que te quedes.–¡Quiero verte intentar detenerme!.– dijo ella girándose y echándose a andar.Grace cayó entre ellos, un leve susurro en el aire. –¡Todo el amor en este edificio! Me pone frenética. Me voy. Nakita, ¿tomaras la caza o no?.–Sí.– ella dijo, y Grace salió de repente de existencia con un exhabrupto de luz interna y el olor de rosas.Nakita me tiró hacia ella, nuestras cabezas casi tocándose. –Tu deberías de venir conmigo.– ella dijo, observando a las personas que estaban a nuestro alrededor.– Quizás entonces aprendás a mirar hacia adelante y ver las atrocidades que las elecciones de estos humanos causan. Entonces, se que estarías de acuerdo.–¡Es el primer día de escuela!.– Dije mientras Josh comenzaba a hablar con Barnabas para conseguir la pista de lo que pasaba. –Yo no puedo saltarme el primer día de escuela.Sus ojos azules se estrecharon y sus mejillas se sonrojaron –Eres la voluntad de los serafines, Madison.–Bien, la voluntad de los serafines no quiere ser castigada.– protesté, pensando que nunca hubiera creído que esas palabras podrían estar juntas y tener sentido.– No estoy de acuerdo con el destino.– añadí. La clase estaba a punto de

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comenzar, y todo el corredor esta vaciándose.–Está mal, Nakita.– Barnabas dijo suficientemente fuerte. Tanto que temí que alguien pudiera escucharnos –Esa persona no hizo nada.–Lo hará.– su respuesta fue segura.– Solo porque no puedas volar lo suficiente alto como para ver las esquinas no significa que los serafines no puedan.Esto era condenadamente grandioso. Primer día de escuela y Nakita quería llevarme a una fiesta de caza. La campana de advertencia timbró, y salté. Suspirando, recogí mis libros y empeze a caminas por el corredor. Josh se adelantó, poniéndose entre Barnabas y yo y Nakita quedó atrás.–Así que...– Josh dijo, con sus ojos muy abiertos.– ¿Estamos yendo a clase o a un safari?.Lo miré fijamente, no creyendo esto. –¿Quieres ir también?.Nakita se inclinó hacia delante entre nosotros, apartándolo. –Disfrutarás matando a éste, Madison. Grace dice que la semilla del demonio creará un virus de computadora que quitará los sistemas operativos de un hospital. Cientos de tus preciosas personas, Barnabas, morirán inoportunamente porque este humano hizo una búsqueda por el reconocimiento y el orgullo. Si nosotros no movemos esta alma a plano más alto antes que él la mancille, él llegará a ser finalmente un ciberterrorista.“Ooh, primer strike”.Barnabas tenía un rostro cruel cuando vino a mi otro lado. –Pero él no lo ha hecho todavía. Hay siempre una elección, y él quizás haga la correcta.El pasillo estaba vacío. A la derecha estaba el pasillo que tomaría a mi clase de física, a la izquierda el rectángulo brillante de la puerta principal de la escuela.–Nakita.– dije, mi pasos mas lentos en el cruce.– ¿estaba equivocada al salvar a Susan, la chica en el bote?.–Sí.– ella dijo inmediatamente.–No.– Barnabas volvió a juntarse.Nakita sostuvo su libro de texto de economía domestica en el pecho, la hoja de cálculo y el tazón de huevos en la cubierta eran una combinación rara con su expresión severa, casi sanguinaria. –Ella iba a crear artículos de la verdad sin la

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compasión. Ella iba a dedicar su vida a destruir la fe y la creencia de unas personas en otras. No había el dar en su vida, sólo destrucción.“Strike dos”. –¿Ese aun es su destino?.– Pregunté escuchándola mientras caminaba.Su hermosa cara cambió, llegando a ser confusa. –No.– ella dijo, y nuestros pasos ralentizaron hasta detenerse. –Los serafines cantan que su futuro está enturbiado, y ellos no saben por qué.Una sonrisa lenta curvó hacia arriba sus labios. –Yo sí.– Complacida, me dirigía a las puertas principales. Sabia ahora lo que iba a hacer... cómo iba a reconciliar trabajar como cabeza de un sistema con el que no concordaba hasta que encontrara mi cuerpo y regresara a la normalidad.–El temor la hizo cambiar. Susan vio la muerte, y como resultado, aprendió cuán preciosa es la vida. Es difícil hacer una elección cuando solo puedes hacerlo una vez en un solo sentido.Desde mi izquierda, Barnabas frunció el ceño. –Estás hablando de mí.– él dijo malhumoradamente.–No.– miré en las oficinas, esperando que nadie estuviera mirando. –No lo creo. ¿Tal vez?– Yo me encogí de hombros. –Iré contigo, Nakita, pero antes que saques tu arma y vayas a cazarle, quiero hablar con él.Las cejas de la Caronte oscura se elevaron. –¿Por qué?.– ella dijo reflejando la expresión confusa de Barnabas.–Para ver si no puedo cambiar su destino.– dije. Duh…Bueno, así que estaba muerta, mi cuerpo estaba en algún lugar entre ahora y lo que sigue, y tenía a dos Carontes discutidores protegiéndome del cronometrador en el que una vez confié. Las cosas no eran del todo malas. Mi papá no tenia ni idea de lo que sucedia, Josh estaba vivo, y hasta que recuperara mi cuerpo y me bajara de esta montaña rusa, no solo podía saltarme la escuela con impunidad, era mi responsabilidad moral hacerlo.Habíamos alcanzado la puerta, y tiré bruscamente de ella para abrirla. La luz del sol se derramó dentro, calentándome mientras Josh agarraba la puerta y la sostenía.

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–¿Vas a faltar?.– preguntó, y yo sonreí.–Sí. Nakita y Barnabas pueden cubrirme. Cubrirnos. Para ser una chica buena, yo ciertamente hago algunas cosas malas.Josh se rió mientras me hacía señas para que yo fuera primero. –Romper reglas no es malo cuando estás haciendo algo más importante que la regla misma.Vacilé en el umbral, bizqueando en el sol. –¿Piensas que eso hace una diferencia?Josh asintió, y su sonrisa hizo comenzar un temblor dentro de mi ser. –Sí. Lo se.–Yo también.– dije.Y juntos salimos en el sol para guardar el alma de algún tipo bueno.

Foro “Alishea’s Dreams”Foro “Alishea’s Dreams”

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FinFin

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F O R O “A L I S H E A ’ S D R E A M S”F O R O “A L I S H E A ’ S D R E A M S”

FORO “ALISHEA’S DREAMS”FORO “ALISHEA’S DREAMS”http://alisheadreams.foroactivo.com/http://alisheadreams.foroactivo.com/

TRADUCTORAS:TRADUCTORAS:

AlisheaAlisheaCanelaCanelaGladGladIsabella_Cullen88:Isabella_Cullen88:Lexie22Lexie22MaiMaiQwelyQwely

CORRECCIÓN Y RECOPILACIÓN:CORRECCIÓN Y RECOPILACIÓN:

GladGlad

FORMATO DEL DOCUMENTO:FORMATO DEL DOCUMENTO:

Las Twins (Las Twins (Reprisse y GladReprisse y Glad))

OPTIMIZACIÓN PSP Y “ADORNOS”:OPTIMIZACIÓN PSP Y “ADORNOS”:

beonciabeoncia

“A“ALISHEALISHEA’’SS D DREAMSREAMS””

¡U¡UNN FOROFORO HECHOHECHO PORPOR FANSFANS, , PARAPARA FANSFANS!!¡¡Ú¡¡ÚNETENETE AA NOSOTROSNOSOTROS!!!!

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