102160 El sutil perfume del azufre - Capítulo de muestra

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LA ASOCIACIÓN Pierre Bottero EL SUTIL PERFUME DEL AZUFRE EDELVIVES

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LA ASOCIACIÓN

Pierre Bottero

EL SUTIL PERFUME

DEL AZUFRELA ASOCIACIÓN vela por la convivencia

entre los humanos y los seres Anómalos.

Como organización ultrasecreta, jamás admitirá

la existencia de hombres lobo, vampiros, troles

y otras criaturas sobrenaturales. Ni siquiera

admitirá su propia existencia o la de sus agentes.

1 0 2 1 6 0C I

E D E L V I V E S

N

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ELV

IVE

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NOMBRE Ombe

...............................................

EDAD 18 años

..........................................................

....

DESCRIPCIÓN

FÍSICAAlta, complexión

atlética; pelo rubio,

corto y revuelto

.........................................................

OCUPACIÓN Agente en prácticas

de la Asociación y,

ofi cialmente, estudiante

..........................................................

....

HABILIDADES Fuerza sobrehumana;

es (casi) irrompible

.....................................................

AFICIONES Las motos y la velocidad,

zurrar a los monstruos

y que la dejen en paz

..........................................

MISIÓN Salvar la vida

de un hombre lobo

haciendo lo posible

para no enamorarse de él

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LA ASOCIACIÓNDIRECCIÓN EDITORIAL:Departamento de ediciones GELV

DIRECCIÓN DE ARTE:Departamento de imagen y diseño GELV

EDICIÓN:Área de publicaciones de literatura infantil y juvenil

COORDINACIÓN DE PRODUCCIÓN Y MAQUETACIÓN:Área I+D de soportes editoriales GELV

DISEÑO DE CUBIERTA:La Maison

TRADUCCIÓN:Elena Gallo Krahe

TÍTULO ORIGINAL: Le subtil parfum du soufre

© DEL TEXTO: Rageot-Éditeur, 2011© DE ESTA EDICIÓN: Editorial Luis Vives, 2012

IMPRESIÓN:Edelvives Talleres Gráficos. Certificado ISO 9001Impreso en Zaragoza, España

ISBN: 978-84-263-8608-3DEPÓSITO LEGAL: Z 1425-2012

Reservados todos los derechos. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares,salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos,www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

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LA ASOCIACIÓNEL SUTIL PERFUME DEL AZUFRE Pierre BotteroTRADUCIDO POR Elena Gallo Krahe

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Nota al lector

La Asociación es un proyecto conjunto concebido por Pierre Bottero y Erik L´Homme. Los autores se propusie-ron escribir las aventuras de Jasper y Ombe a lo largo de varios libros. Erik se haría cargo de aquellos protagoni-zados por Jasper, y Pierre escribiría los títulos correspon-dientes a la voz de Ombe.

Días después de haber puesto el punto final de este libro, el cuarto de la serie, Pierre Bottero falleció de forma trágica, en un accidente de moto. Erik decidió asumir la es-critura de todos los títulos planeados entre ambos.

La siguiente nota de Erik aclara un aspecto revelador de El sutil perfume del azufre:

Pierre lo decía muy a menudo: existen muchos mundos fantásticos que conviven con el nuestro; los autores son puentes, y sus libros, puertas que permiten acceder a ellos.

A veces esos mundos están tan cerca que acaban en-contrándose, y entonces se dice que la realidad supera la ficción…

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Pierre terminó de escribir este volumen poco antes de morir.

Nos habíamos enviado El sutil perfume del azufre y El frágil tejido del mundo el viernes 6 de noviembre de 2009; debíamos leer los textos durante el fin de sema-na y llamarnos el lunes para intercambiar impresiones.

Pero no fue posible.Cuando lleguéis al final de El sutil perfume del azu-

fre, seguramente sufriréis una fuerte impresión. Por eso quería hacer la siguiente aclaración: el final de este li-bro no se añadió a posteriori. Fue el propio Pierre quien lo imaginó y lo escribió.

Pierre no releyó ni corrigió este texto, cosa que hacía siempre y que sí llegó a hacer con Los oscuros límites de la magia. Os ofrecemos su último libro en estado bruto. Me parecía importante que lo supierais.

Ahora os dejo con Ombe y Jasper, para que disfru-téis del sutil olor del azufre, vosotros, que sabéis mejor que nadie lo frágil que es el tejido del mundo…

ERIK L’HOMME

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Apago el motor.Mi Kawa emite un rugido de decepción, pero como

tiene de obediente lo que de arisca, abandona la noche al silencio.

Me quito el casco para echar una ojeada alrededor. El muelle está desierto.

A un lado tengo una serie de almacenes avejentados a los que se adosan varios contenedores moribundos; al otro, la cinta oscura y lisa del Sena, que ondea plácida-mente. Bajo mis pies descubro el asfalto, húmedo por el último chaparrón, residuos de basureros destripados y charcos de agua aceitosa en los que se refleja la luna obe-sa que vela sobre París.

Tras un instante de vacilación decido no ponerle el candado a la moto. No hay nadie alrededor y, si por ca-sualidad llegara alguien y fuera necesario improvisar una retirada estratégica, no me gustaría perderme ese irrepe-tible segundo que, con frecuencia, señala la frontera entre la vida y la muerte.

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Bueno, exagero un poco. No hay ninguna señal que indique peligro. «Es solo una misión de información», me aclaró Walter al entregarme el sobre sellado que con-tenía mis instrucciones. «Uno de nuestros agentes consi-dera que esos almacenes son el escenario de actividades sospechosas. Es muy probable que se equivoque, pero la Asociación no puede permitirse correr el menor riesgo. Sobre todo en estos momentos».

¿Uno de nuestros agentes? ¿Es probable que se equi-voque?

Oyendo hablar así al director de la oficina de París, la imagen de Jasper es lo primero que me viene a la mente. Pensar y equivocarse son dos verbos que ilustran a la per-fección su personalidad. No le pregunté a Walter si mi in-tuición estaba justificada. La quinta regla de la Asociación establece: «El agente mantendrá en secreto la naturaleza de su trabajo», de modo que no me habría respondido.

Si exagero cuando hablo de la frontera entre la vida y la muerte es porque, cuando estoy en apuros, soy perfec-tamente capaz de defenderme. Eso quedó claro durante mi última misión (que era también la primera). Empecé a practicar artes marciales, kárate, boxeo thai y pancra-cio hará unos diez años, cuando vivía en Canadá. Siendo totalmente objetiva —no me atrevo a decir modesta—, se me dan bastante bien, incluso diría que soy tirando a peligrosa cuando me provocan.

Además, tengo otras capacidades… particulares, que mencionaré más tarde, si se presenta la ocasión.

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Por último, aunque mi anterior misión se saldó con un éxito más que digno, tengo la impresión de que provocó una especie de transformación en mí. No sé si fue por mi encuentro con Erglug, el trol filósofo, o por haber escapado de milagro a Siyah, el mago que quería liquidarme, pero el caso es que una certeza que consideraba anclada en mí para siempre está empezando a tambalearse. Ahora me en-frento a una pregunta recurrente: ¿puedo seguir resolvien-do a mamporro limpio cada problema que se me plantea?

¡Cuidado, Ombe, no te pongas ñoña! Tal vez las tortas no sean la panacea, pero repartir unas cuantas de vez en cuando puede evitar que se reciban muchas a menudo. Nadie lo sabe mejor que tú.

Soy Ombe.Ombe Duchemin.Tengo dieciocho años. Según la opinión generalizada

estoy bastante buena; eso sí, no logro conservar a un tío más de una semana. Trabajo para la Asociación.

Es una descripción más bien lapidaria, ya lo sé; por eso añadiré algunos detalles.

Nací en Canadá. Mejor dicho, me encontraron en Ca-nadá dormida en la nieve. Si aclaramos que tenía apenas unos días de vida y que la persona que me dejó en ese lugar —¿un secuestrador?, ¿mi madre?, ¿un loco?— no consideró necesario vestirme y que, por consiguiente, es-taba muriéndome, se comprenden mejor los problemas de relaciones y comportamiento que arrastro desde esa época, ¿no?

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Crecí en Montreal y probé todos los centros para menores extraviados de la región, pues ninguna familia quiso concederme otra cosa que no fuera un contrato temporal de corta duración. Eso me impidió disfrutar de besos, cuentos por la noche en la cama y todo lo que se supone que constituye el día a día de una niña normal. A cambio, adquirí una autonomía de hormigón armado y un instinto de supervivencia más afilado que una cu-chilla. Y, aunque siempre he sido una solitaria —o tal vez aunque siempre he estado sola—, nunca me he sentido desgraciada. Casi nunca.

Soy alta, rubia, tengo el pelo corto y los ojos azules, la piel mate y, como me encanta el deporte, tengo buen cuerpo. Para conocer más de cerca mi aspecto físico —chi-rrido de dientes— basta con comprar la revista para la que posé hace poco. El fotógrafo —nuevo chirrido de dientes— me la pegó bien, y al final aparecí más desves-tida de lo que esperaba…

Momento fundamental de mi historia personal: tenía catorce años cuando la Asociación se puso en contacto con-migo, quince cuando firmé el contrato y dieciocho cuando dejé Canadá para unirme a la sucursal francesa y empecé a trabajar.

En Francia entablé las primeras relaciones humanas dignas de tal nombre. En esa categoría entran Laure y Lucile, las dos chicas con las que comparto piso en la ca-lle Muad’Dib; Walter, mademoiselle Rose y la Esfinge, los tres miembros de la oficina de París, y, en menor medida,

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por ser tan horripilante como entrañable, y tan pringado como brillante, Jasper, agente en prácticas, como yo.

Podría hablar de otras muchas cosas, como la asom-brosa cantidad de lenguas —vivas— que hablo, mi odio por los profesores, comparable solo al placer que me cau-sa aprender leyendo, y mi pasión por las actividades de riesgo, pero creo que me repetiría, y ahora mismo tengo un almacén que explorar.

Seguiré más tarde, si todo va bien.Me guardo las llaves de la moto en el bolsillo de la chu-

pa de cuero, cojo el casco y me dirijo hacia lo que parece una puerta oxidada, como del siglo pasado. Antes de llegar a ella me doy cuenta de que, en lo que a discreción se refiere, la he hecho buena. Los talones de mis botas resuenan en el asfalto con fuerza. Si hay hombres lobo por los parajes, no tendré ninguna oportunidad de pasar desapercibida.

Nunca he conocido a un hombre lobo, pero lo que he leído sobre ellos no deja lugar a dudas: tienen el oído y el olfato superdesarrollados.

Estoy tan encantada de haber encontrado por fin las botas de mis sueños que no se me ocurrió ni por un se-gundo quitármelas para ponerme un par de deportivas. ¡De perlas, Ombe!

Otro detalle que podría añadir a mi descripción: tengo una tendencia muy marcada a darle prioridad a la acción sobre la reflexión.

Bueno, el mal ya está hecho. Como no pretendo volver a casa para cambiar de zapatos, más vale que siga.

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La puerta está abierta.Mejor, porque no veía claro lo de ponerme a hacer

magia para forzarla. Pero que conste que sería capaz de hacerlo. Ejem…, se supone que soy capaz de hacerlo. Esto es lo que hay: mientras Jasper es la caña en todo lo que se refiere a conjuros, yo soy un poquitito obtu-sa cuando tengo que enredar con los arcanos. ¡Nadie es perfecto!

Dentro está muy oscuro, mucho más que fuera. Meto la mano en la mochila, de la que nunca me separo, y saco una linterna que llevo junto al neceser de magia que me ha preparado la Esfinge.

Luz.El almacén es amplio y está medio en ruinas. Se ven

máquinas y herramientas oxidadas que yacen en el suelo, palés apilados a la espera de que un improbable camión venga a buscarlos para el reciclaje, y cartones que, menos pacientes, ya han empezado a descomponerse. Un repug-nante olor a aceite rancio y cenizas agrias llena el lugar.

¿Qué narices harán aquí unos hombres lobo?Sé que viven en clanes urbanos y que prefieren los lu-

gares discretos, pero también son conocidos por su gusto por la limpieza y su necesidad de aire puro. Yo aquí no veo ni lo uno ni lo otro.

«Un grupo de vampiros corruptos podría estar utili-zando a un clan de hombres lobo marginales para su-pervisar la fabricación de una droga. Nuestro agente sospecha que están trabajando en los muelles del Sena,

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cerca del bosque de Vincennes, en unos almacenes aban-donados. Tu misión consiste en investigar, desentrañar qué hay de cierto y de falso y elaborar tu informe, pero en ningún caso deberás intervenir».

Ese es, palabra arriba o abajo, el contenido del sobre que me entregó Walter. Un Walter que no pudo aguan-tarse las ganas de asestarme una última recomendación cuando salía del despacho:

—¡Discreción, Ombe! ¡Sobre todo, discreción!El director de la agencia parisina es un hombre inquie-

to, además de un maníaco de la discreción; lo contrario que yo, vamos. Curiosamente, me cae bien. Si los alma-cenes de por aquí se parecen a este, voy a redactar mi informe en un pispás, y así tal vez Walter pueda respirar tranquilo y se ahorre el infarto.

En este punto de mis cavilaciones suena el teléfono. Pasado el primer momento de sorpresa no puedo con-tener una sonrisa. Desde luego, soy la reina de la discre-ción: ¡primero las botas y ahora el teléfono! Si Walter se enterara, se tragaría toda su colección de pañuelos. Y mira que son grandes y feos.

Menos mal que no se va a enterar.Y menos mal que no hay hombres lobo por aquí.Que te pillen en plena misión de vigilancia por no ha-

ber apagado el teléfono es, sin duda, lo que más se acerca a la vergüenza absoluta para un agente de la Asociación.

Un vistazo a la pantalla me revela la identidad de mi interlocutor: Jasper.

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Ahogo un gruñido. Es curioso lo mucho que me gusta acudir a él cuando lo necesito y lo mucho que me disgus-ta cuando me llama. Será un rollo mío de independencia.

—¿Ombe?—Sí.—Sí…, eh…, perdona que te moleste. Es que esta no-

che he hecho una pifia y…—¡Un momento!Me ha llamado la atención un movimiento en la oscu-

ridad, a mi derecha. Lo bastante furtivo como para que salte una alarma en mi cabeza y deje a Jasper en segundo plano de mis prioridades.

Me doy la vuelta. Apunto con la linterna.¡Guau! ¿Qué narices es eso?

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EL SUTIL PERFUME

DEL AZUFRELA ASOCIACIÓN vela por la convivencia

entre los humanos y los seres Anómalos.

Como organización ultrasecreta, jamás admitirá

la existencia de hombres lobo, vampiros, troles

y otras criaturas sobrenaturales. Ni siquiera

admitirá su propia existencia o la de sus agentes.

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NOMBRE Ombe

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EDAD 18 años

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FÍSICAAlta, complexión

atlética; pelo rubio,

corto y revuelto

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OCUPACIÓN Agente en prácticas

de la Asociación y,

ofi cialmente, estudiante

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HABILIDADES Fuerza sobrehumana;

es (casi) irrompible

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AFICIONES Las motos y la velocidad,

zurrar a los monstruos

y que la dejen en paz

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MISIÓN Salvar la vida

de un hombre lobo

haciendo lo posible

para no enamorarse de él

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