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Prólogo de 100 años de deporte Difusora internacional, 1972 MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN Probablemente el hombre aprendió a correr porque necesitaba huir. Saber correr fue un hecho cultural condicionado por una necesidad. Aprendió a lanzar la jabalina para matar a distancia a otros animales cuya aproximación resultaba peligrosa. Aprendió a nadar cuando necesitó vadear ríos o salvarse de naufragios de primerizas naves. La base histórica de la "Cultura Física" es la supervivencia, y el cuerpo del hombre se fue formando en perpetua dialéctica con la necesidad de sobrevivir: el cuerpo del hombre y el del ciempiés, el cuerpo del hombre y el del águila real, el cuerpo del hombre y el del arador de la sarna. La aparición del Deporte es otra cuestión, también cultural, pero ligada a la cultura del ocio. El Deporte es una aplicación voluntaria del ejercicio físico a fines no necesariamente de supervivencia. El Deporte, según las incipientes evidencias antropológicas que sobre él existen, nace en relación con el juego y la

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Prlogo de100 aos de deporte

Difusora internacional, 1972

MANUEL VZQUEZ MONTALBN

Probablemente el hombre aprendi a correr porque necesitaba huir. Saber correr fue un hecho cultural condicionado por una necesidad. Aprendi a lanzar la jabalina para matar a distancia a otros animales cuya aproximacin resultaba peligrosa. Aprendi a nadar cuando necesit vadear ros o salvarse de naufragios de primerizas naves. La base histrica de la "Cultura Fsica" es la supervivencia, y el cuerpo del hombre se fue formando en perpetua dialctica con la necesidad de sobrevivir: el cuerpo del hombre y el del ciempis, el cuerpo del hombre y el del guila real, el cuerpo del hombre y el del arador de la sarna.

La aparicin del Deporte es otra cuestin, tambin cultural, pero ligada a la cultura del ocio. El Deporte es una aplicacin voluntaria del ejercicio fsico a fines no necesariamente de supervivencia. El Deporte, segn las incipientes evidencias antropolgicas que sobre l existen, nace en relacin con el juego y la danza, aunque en s mismo figure desde su nacimiento como un sustituto del conflicto y la competicin. Cada comunidad primitiva cre sus juegos y sus danzas ligados al ritual religioso, pero tambin tenan mucho que ver con la Historia del Espectculo. Por muy primitivas que fueran las comunidades, asistir y participar en los juegos era una variante relajante en la rutina de cotidianeidad. El juego y la danza eran expresiones simblicas que encarnaban los jugadores y los dominantes, pero la participacin alcanzaba a los espectadores, encantados en la magia de los movimientos intiles.

Como todo hecho cultural, el juego fue ya desde sus orgenes una co-creacin. Es decir, algo que tena su definitivo sentido en el goce co-partcipe del que lo realizaba y del que lo contemplaba. La teora del valor, como siempre, estaba supeditada a la singularidad del actuante: a mayor destreza ms encantamiento por parte del espectador, ms valorado el ejercicio por la singularidad del ejecutante. De ah que el Deporte haya estado casi siempre condicionado por la escalada de singularidad de sus ejecutantes. En sus comienzos tal vez bastaba la repeticin litrgica de un proceso de movimientos y el goce final de los movimientos bien trabados y acabados. Para comunidades enteras esta armona era la plenitud misma del juego, y el deporte como medio de perfeccin corporal y espiritual un fin en s mismo al alcance, generalmente, de las clases dominantes.

Pero el pblico iba a ser tambin desde sus orgenes el elemento en definitiva interventor y corruptor de lo deportivo, previa manipulacin del poder. El pueblo, encantado ante la magia de los ejercicios bien hechos, como encantado ante el papel de medium que el sacerdote haca con las divinidades, demostraba con su aceptacin y demanda de espectculos deportivos que aquella era una frmula compensatoria de su marginacin. Los hroes deportivos se convertan as mismo en "mediums", como los sacerdotes, entre el pueblo y el Triunfo y la Perfeccin.

Los griegos divinizaban a los triunfadores de los Juegos Olmpicos porque su funcin social era muy semejante a la de los dioses, los sacerdotes y los actores de las tragedias clsicas: sustituan y comprometan al pblico por los caminos de la Plenitud, la Omnipotencia, y la Verdad.

Teora democrtica del deporte

As pues, el Deporte tena ya en sus orgenes las mismas connotaciomes fundamentales que hoy podemos considerar: medio de formacin fsica y espiritual, medio de esparcimiento para el pblico y medio de control de la conciencia del pblico. Solemos tener una educacin histrica psima. La Historia que nos han enseado es una historia construida sobre nombres y fechas y movida por misteriosas rfagas. Si se realiza un ejercicio de autoclarificacin se observar que, salvo en el caso de los muy iniciados o de los especialistas, la Historia se nos aparece como una sucesin de claros y oscuros. Muy claro el clasicismo greco-latino, muy oscura la Edad Media, muy claro el Renacimiento, muy oscuro lo que le sigue hasta la explosin omnipotente de la burguesa. Y sin embargo esos perodos de oscuridad no significaron el letargo que generalmente se adjudica a la marmota; todo lo que ocurri antes y despus, all crece y de all arranca. Quiere esto decir que tambin en la parcela cultural de "lo deportivo" parece como si el deporte muriera con las invasiones brbaras, resucitara en las cortes renacentistas, desapareciera sustituido por guerras de religin y coloniales y reapareciera, ya con su filosofa de fair-play construida y a punto de inaugurarse el Estadio de Wimbledon, de manos inglesas.

El juego deportivo, como prctica y espectculo, sobrevivi a los apagones histricos porque no era un hecho cultural obsoleto: era una necesidad perenne y como tal sometida al trnsito, la modificacin y la supervivencia. Lo que s haba desaparecido con el mundo clsico era el marco urbano apto para grandes concentraciones de masas, y con esa desaparicin se iban tambin formas deportivas condicionadas por la civilizacin urbana: los Juegos Olmpicos, por ejemplo. Pero cada comunidad, por pequea y aislada que fuera, conservaba sus juegos deportivos ancestrales que han sobrevivido hasta nuestros das; entre nosotros, tenemos la demostracin tan prxima de los juegos vascos. La fiesta de los toros ha sido durante siglos un espectculo casi deportivo y slo la literatura postromntica la ha convertido en show metafsico-plstico.

Los ejercicios fsicos seguan ligados a la cultura del ocio y tenan expresiones "espectaculares" condicionadas por usos y costumbres sociales: los reyes de Francia jugaban al frontn y a un tenis primitivo; los lugareos levantaban piedras o concursaban en la tala de bosques. Estas prcticas deportivas, es decir, movimientos fsicos gratuitos regidos por unas reglas previas, pueden aparecer a la ptica de un espectador actual como algo muy alejado de lo que hoy entendemos por deporte. Pero, si as pensara estara muy equivocado. Casi todas las variantes deportivas actuales son modificaciones de usos deportivos antiqusimos que han viajado con la historia: el polo y el hockey sobre hierba eran juegos tradicionales del Punjab; el tenis est emparentado con el frontn jugado con raqueta; el juego con una pelota procede de prcticas de juego colectivo con baln que sirve de punto de partida tanto al ftbol, como al rugby, como al ftbol americano. Hay que desterrar la creencia de que los hechos histricos y sociales surgen por generacin espontnea de una tabula rasa anterior. Cualquier descubrimiento cientfico se fundamenta en otros previos. La actual morfologa de los usos sociales, los deportes por ejemplo, se debe a modificaciones y adaptaciones de formas preexistentes.

Sin embargo, ha habido una serie de factores objetivos que han hecho del Deporte lo que hoy entendemos por tal. El hecho objetivo fundamental es la aparicin de las masas en la sociedad moderna y el imperio de una ideologa competitiva al servicio de una sociedad competitiva. Los deportes modernos no nacen porque s en el umbral del siglo XX y en el Reino Unido. Se conforman casi todos en Inglaterra porque all estaba la primera potencia de la era industrial, la cabeza del ariete de la ideologa competitiva y en la que mayor presencia iban tomando las masas urbanas.

El deporte iba a irradiar a todo el mundo movido por los higienistas que prevean la catstrofe biolgica de millones de seres humanos "urbanizados", con sus movimientos atrofiados por la especializacin laboral y los lmites de la ciudad; pero paralelamente la irradiacin la iban a alimentar los polticos, que vean en la prctica deportiva un medio de integracin de la agresividad social condicionada por el industrialismo, y, finalmente, los pensadores al servicio del orden establecido propiciaran el deporte como una frmula de participacin simblica en la competicin; la victoria y el xito al alcance de cualquiera: bien como ejecutante (como medium), bien como espectador inmerso en la catarsis.

Inglaterra, suprema cspide de la pirmide del capitalismo occidental, tena que ser forzosamente el faro alumbrador de todo el mundo, como en la actualidad puedan serlo Estados Unidos, la URSS o la Repblica Popular China. Inglaterra empez creando la moda del sport al alcance de snobs y pioneros, pero fue tambin la que encarril esta moda hasta su verdadera meta de necesidad cultural colectiva. Entre 1890 y 1914, el deporte moderno dej de ser una moda para ser una mana y convertirse posteriormente en una droga. Aparentemente, los deportes modernos eran hijos de la democracia: estaban al alcance de todos como sujetos agentes o pasivos. Es indudable incluso que gran parte de su publicidad proceda de la evidente necesidad de salvar al gnero humano de la atrofia fsica con que le amenazaba la civilizacin urbana. Pero...

En busca de antepasados nobles

Una de las manas ms atribuidas a los nuevos ricos es la bsqueda de la legitimacin nobiliaria, bien por un milagro del olvidado rbol genealgico o bien comprndola. La clase dominante del Renacimiento ya haba buscado legitimidad en la cultura clsica. La clase dominante de la Roma del siglo I busc la legitimidad del Imperio nada menos que convirtiendo al troyano Eneas en antepasado de Octavio Augusto (lase La Eneida). Los burgueses de fin de siglo no se andaron con chiquitas. En el momento en el que arranca el ancho y profundo movimiento para-deportivo, se busca la legitimidad de los Juegos Olmpicos. El deporte no slo estaba avalado as por la opinin de los higienistas y la voluntad de los polticos; tena adems el inmenso aval protector de la Historia con mayscula y de todas las divinidades del Olimpo.

El barn de Coubertin es el nombre ms asociado con el sentido positivo del deporte moderno. Coubertin quiso convertir el espritu olmpico en una religin laica que instaurara entre los hombres el sentido de la solidaridad. "Lo importante no es vencer, sino participar" fue un principio moral que slo rigi en el terreno del deporte. Precisamente en el momento en que la sociedad capitalista penetraba en la fase ms aguda del capitalismo monopolista, aquella en que las reglas de competencia se convertan en reglas de exterminio del competidor, el barn de Coubertin creaba un lema olmpico en abierta contradiccin con el espritu de la clase dominante. No hay que sorprenderse si el eslogan fue aceptado por los padrinos deportivos, con trminos industriales que basaban su gestin empresarial ms bien en vencer y no en participar. Pero el lema olmpico contribua a tranquilizar al hombre masa, condenado a la frustracin y las limitaciones. Su vida estaba condicionada por la desigualdad de oportunidades... salvo en el acto de practicar el cross-country o de asistir a un espectculo deportivo. Lo importante para los dueos de la tierra segua siendo la propia victoria y que los ciudadanos se conformaran con "participar".

El espritu olmpico era en s mismo positivo. Responda a una idealizacin democrtica de la cultura fsica y el espectculo. Recomendaba sobre todo los deportes bsicos, en los que el hombre luchaba en solitario, sin suscitar grandes apasionamientos: el atletismo y la natacin. Recomendaba el amateurismo, puesto que el deporte era un medio de perfeccionamiento que serva para vivir ms plenamente, no una profesin-fin. Es decir, el deporte se conceba como un medio de superacin humana y el record y su homologacin una meta variable de perfeccionamiento, cuyo alcance significaba automticamente la propuesta de una nueva meta y mejorar al hombre y lanzar un reto contra las limitaciones de espacio y tiempo. Sin embargo, poco a poco, el deporte alcanzaba una dimensin de espectculo de masas susceptible de ser comercializada e instrumentalizada. Entre 1914 y 1939 aparecen una serie de sntomas de la modificacin fundamental:a) Los deportes-espectculo toman la delantera sobre los deportes puros;b) Aparece un pblico masivo que convierte los deportes-espectculo en xitos comerciales;c) Como consecuencia de ello, se crean grandes instalaciones de exhibicin deportiva y se protege polticamente a los deportes que atraen a ms pblico, no a los que atraen a ms practicantes.

En este perodo crece la prctica deportiva, pero crece sobre todo la curiosidad deportiva. El deporte se transforma en un centro de inters, en un continente de informacin que interesa a millones de personas. Se va formando una nueva dimensin del hecho deportivo, realmente nueva, ultimsima aportacin a lo que tradicionalmente haba sido el hecho deportivo. Esta ultimsima aportacin era la concepcin del deporte como un medio de comunicacin de masas, como lo eran la Prensa, la Radio, el Cine, la Enseanza Primaria, y como lo seran en un futuro la Televisin y la Cancin de consumo.

De los antepasados divinos de Olimpos a la manipulacin de los mass media, el deporte perda la intencionalidad fundamental de medio de perfeccin del hombre, medida de todas las cosas, para convertirse en un medio de control del hombre, medida de la potencia de los poderes establecidos.

Del pan y Circo al pan y Deporte

El perodo de entreguerras fue capital para la moderna configuracin del deporte. Ya a comienzos de siglo el inters popular por la cuestin se haba traducido por la aparicin de los primeros mitos-smbolo, por la adopcin popular de un vocabulario convencional, por la influencia del sport en modas del vestuario y del comportamiento. Al mismo tiempo aparecen publicaciones especializadas que pronto compiten en circulacin con la prensa informativa.

Sin embargo, la mitologa deportiva de la belle poque se centraba ms sobre los "deportes mecnicos" que sobre los deportes de destreza fundamentalmente fsica. La aparicin de la mquina como herramienta del deportista, fascin a los hijos del siglo: la bicicleta, el automvil, el trineo, el globo, el avin, en una confusa mezcla de deporte real y de hazaa cientfica.

Era el perodo del futurismo, en el que el hombre empieza a ser consciente del papel de la mquina a su servicio. Con ella puede desafiar la coalicin enemiga del espacio y el tiempo mediante la velocidad. Los pioneros del ciclismo, del automovilismo, de la aviacin, desplazan de las primeras pginas a los conjuntos deportivos, a los recordmans primerizos. La velocidad y su vrtigo acercaban al deportista a la muerte. Los torpes juegos, las torpes mquinas iniciales creaban una fascinacin especial en el espectador. Pero, una vez convertida en normativa la relacin del deporte con la mquina, volvi a diversificarse la curiosidad deportiva y el ciudadano medio se convirti pronto en un pozo de sabidura informativa sobre toda clase de deportes.

Se mitifican entidades, practicantes, hechos. Se ciment el culto nacionalista del deporte, frente a la conciencia internacionalista de Coubertin y los exgetas olmpicos. La relacin "deporte-poltica" empez por la conversin del deporte en un escaparate de los msculos de cada nacin. Los deportistas iban a defender los "colores nacionales" y a "poner muy alto la bandera del pas". No es de extraar que en el perodo de entreguerras, el deporte polarizase ms el sentimiento patritico que las penltimas luchas de afirmacin nacional. Pero quiz ningn acontecimiento deportivo fue tan revelador de estos extremos como la Olimpada de 1936, convertida por el nazismo en una plataforma propagandstica del racismo: la exaltacin del mito ario dominante en lo fsico y lo espiritual sirvi para un supraesfuerzo del atleta alemn, dispuesto a demostrar sobre las pistas y los cspedes las virtudes fatales de los cromosomas germnicos. El triunfo del fabuloso atleta negro norteamericano Owens puso tan entredicho la operacin propagandstica de los juegos que Hitler, sin poder superar la rabieta, se neg a entregar personalmente las medallas al atleta impugnador de las tesis de Chamberlain, Rosemberg y el Dr. Goebbels.

Pero la relacin nazismo-deporte se limitaba a ser una exageracin de lo que estaba ocurriendo en todos los pases. El deporte se converta en un elemento de exaltacin y afirmacin nacional, en un vengador de afrentas histricas no bien resueltas en los campos de batalla. Esto en cuanto a poltica exterior. En cuanto a poltica interior, se intentaba convertir al deporte en un elemento de control, fiscalizador de las energas morales de las multitudes. Las reiviedicaciones polticas o econmicas podan derivarse a reivindicaciones deportivas. Que el icono deportivo venciera poda compensar de los fracasos personales o colectivos de las masas.

En esta evidencia el Deporte sustitua al Circo, porque de hecho, y desde la perspectiva del poder, no era otra cosa que su prolongacin: pan y Circo; pan y Deporte. Lo nico que se haba ganado era en lo incruento de la satisfaccin, pero slo hasta cierto punto. El pblico ya no peda la sangre del gladiador, pero s reclamaba su posesin. Cada vez ms, el deportista practicante va dejando de ser un hombre en lucha contra sus limitaciones fsicas, para ser un criado de las reacciones de las masas.

Esto no disminuye la indudable grandeza del deportista; se limita a aclarar el trasfondo.

Es indudable que la lucha del corredor para superar el record o la destreza del deportista-showman (como el futbolista) para ser ms diestro en su parcela de actividad deportiva, era una contribucin al mejor conocimiento de la potencia humana y a la higiene social. Porque no era negativo ni el esfuerzo del deportista por superarse, ni la bsqueda en las masas de la satisfaccin espectacular. Lo negativo es que uno y otro nivel se convirtieran poco a poco en enfermizos. Porque el deportista dej de estar supeditado al fin para convertirse en esclavo del medio, y el pblico dej de asistir a la "magia" del juego para presenciar un drama apasionado en el que se reflejaba, en el fondo y en la superficie, su propio drama de vctima o comparsa de la Historia.

La prueba de lo vicioso de este planteamieeto es la pronta aparicin del profesionalismo en los deportes ms comercializados: ftbol, boxeo, base ball, y del profesionalismo encubierto (ms o menos, mejor o peor) en casi todos los restantes deportes.

Un "mass media" como otro cualquiera

El deporte ya tiene sobre su costillar casi cuarenta aos de existencia como "mass media", como medio de relacin de masas. En esos cuarenta aos se han configurado los distintos deportes no de una manera espontnea o a tenor de polticas limitadas, de dinmica sectorial (barrio, municipio, regin, etc.). El deporte ha tenido una programacin poltica nacional en casi todo el mundo. Era lgico, segn los presupuestos deportivo-filantrpicos del siglo XIX y comienzos del XX, que as fuera puesto que el deporte se conceba como un servicio pblico, como una poltica de creacin de instrumentos capaces de mejorar fsicamente al pueblo. Pero la participacin del Estado moderno en las polticas deportivas no ha ido por ah y se ha dedicado a convertir el deporte en un medio de autopropaganda y, como ya he sealado, de diversin de la agresividad social de las masas. Estas dos perspectivas condicionantes han determinado que se atendiera ante todo a la proteccin de figuras capaces de cimentar el prestigio nacional (el prestigio del Estado) y a la proteccin de instalaciones deportivas colosales, capaces de convocar a las masas hacia esos enormes mausoleos de la tranquilidad civil. Una poltica deportiva realmente interesada en el deporte como promocin humana, hubiera atendido sobre todo a la creacin de zonas deportivas indiscriminadas, de fcil acceso y utilizacin por parte de la inmensa mayora. Existe un ndice revelador de hasta qu punto una poltica deportiva se corresponde con una poltica democrtica en todas las dimensiones: el respeto por las zonas libres para la prctica deportiva, poniendo freno a la especulacin del suelo, y la obligacin real de que la cultura fsica entre de veras y no tericamente en los planes de enseanza.

Pero, aun garantizados en muchos pases estos puntos por la presin vigilante del electorado, a la poltica deportiva, en realidad anti-deportiva, le ha quedado un importantsimo medio de mixtificacin: la conversin del xito deportivo en un medio de promocin social individual. Esta evidencia ha ido decantando a los deportistas hacia los deportes social o econmicamente ms rentables y hoy podra hacerse una sociologa del deporte segn la relacin de participantes de distintas clases sociales: A los deportes puros concurren fundamentalmente las clases medias cuyos miembros ya tienen estudios o medios econmicos para proyectarse posteriormente. A los deportes comercializados concurren fundamentalmente las clases bajas en busca de la emancipacin econmica. Dentro de este apartado se evidencia otra subclasificacin: Los deportes ms duros tienen sobre todo practicantes de humildsima condicin. Son contadsimos los casos de boxeadores o ciclistas que no sean de origen proletario o lumpen-proletario.

Paradoja admisible es precisamente Onassis, quien acude en defensa de esta tesis. En cierta ocasin le preguntaron que por qu era Grecia un pas de marinos:Porque es un pas pobre y los pobres tienen que apechugar con los oficios ms duros, los que le van dejando los que son menos pobres.En el deporte pasa otro tanto. Federico Martn Bahamontes dijo en cierta ocasin que Espaa es un pas de buenos escaladores no slo porque hay muchas montaas, sino porque el ciclismo es un deporte duro y est al alcance, con poco gasto, de las gentes ms pobres. Basta una bicicleta y carretera por delante y ganas de no ser un don nadie.

Este planteamiento es humansimo y tal vez nunca pueda o deba desterrarse de la accin humana: sobresalir es una forma de vivir ms. Pero ha contribuido a aniquilar el verdadero sentido de lo deportivo, el verdadero carcter positivo de lo deportivo. Ese carcter positivo no es la "idealidad beatfica del deporte pursimo", sino la realidad del deporte al servicio de la salud y la mejora fsica del hombre.

El deporte se ha convertido en un medio de agrupar, controlar y desviar el lenguaje de las masas. Algo as como la Prensa, la Radio y la Televisin. Nada ms alejado del aire libre y nada ms cercano a la industria de la carne en conserva. Pero tal vez nada tan consustancial con los tiempos del "equilibrio del terror".

Deporte y "equilibrio del terror"

Nuestra poca ms actual, la de ahora, la de maana por la maana, se caracteriza por el llamado "equilibrio del terror". La humanidad vive bajo su rgimen diettico de verdad, como los diabticos viven gracias a la insulina. Los dos poderes del mundo lo son tanto que pueden destruir toda forma de vida por el simple hecho de enfrentarse. Ante esta evidencia se impone un equilibrio de "mutual deterrence", de mutua disuasin que, como mal menor, crea una paz vigilante.

El deporte, aunque no lo parezca, bajo su blancura de paloma amateur o bajo su parduzco color profesional, vive la peripecia histrica con igual implicacin que la carrera espacial o la lucha por los mercados o la fuente de materias primas. El deporte se ha convertido ya se ha dicho en un medio de hablar a las masas y silenciarlas. En lo que respecta al gran pleito entre comunismo y capitalismo cumple igualmente esta funcin. A ms de un lector no se le habr escapado que, al final de los juegos Olmpicos, una de las informaciones ms divulgadas es la cantidad de medallas que separan a la URSS de los Estados Unidos, o viceversa. Por qu? Porque las medallas deportivas son smbolos y signos: smbolos de victoria deportiva y signos de victoria a secas.

Para el pblico, una victoria deportiva ya lleva hoy la ganga de una victoria poltica. No hay guerras abiertas que decidan la victoria de Aquiles sobre Hctor o viceversa, pero s hay "guerras referenciales" de atletismo, baloncesto, ftbol, tenis, etc. Incluso hay un desarrollo prcticamente paralelo del deporte con el nivel poltico o econmico. En la URSS de los aos cuarenta el deportista glorificado era un corredor de fondo: Kuts; en la URSS de los aos setenta que lucha por niveles de consumo equiparables a los occidentales, el deportista glorificado es Metreveli, as del tenis. El atletismo o el ciclismo son deportes que poco afectan a la sensibilidad del ciudadano neocapitalista ms habitual; son deportes sin charme social. En cambio, el tenis es un deporte de "promocin". La estampa de un tenista sovitico triunfador puede derribar ms murallas de Jeric propagandsticas que cien medallas olmpicas en atletismo.

Los presupuestos econmicos dedicados al deporte en los pases vanguardia del socialismo y del capitalismo son, proporcionalmente, tan importantes como los dedicados a armamento o a la tecnologa de la carrera csmica. Cada uno de los Juegos Olmpicos es una pequea guerra referencial en la que se juega una victoria simblica de indudables efectos propagandsticos. Para muestra, basta el botn de la ms reciente participacin de Cuba en los Juegos Panamericanos. El deporte cubano obtuvo triunfos impresionantes frente a los norteamericanos. La desigualdad de envergadura geofsica agrandaba la proporcin de la victoria, y la renta poltica de la misma fue muy apreciable.

Sorprende que, llegados a este punto, los miembros del Comit Olmpico Internacional sigan preocupados por si los esquiadores hacen propaganda de industrias de equipamiento durante las competiciones. Es como si a un moribundo se le reprochara leer sin gafas.

A escala individual, el deporte es un medio competitivo para superar el horror del anonimato y de que la propia cabeza sobresalga sobre la del gento. A escala poltica, el deporte es un medio de alienacin de las masas y un medio de propaganda poltica. Esto no quiere decir que el deporte haya quedado definitivamente invalidado. Ni muchsimo menos. Cada da es ms evidente que el deporte es algo consustancial con la supervivencia de la especie humana. El hombre industrial o hace deporte o sufrir una mutacin que puede acabar con sus propias caractersticas biolgicas. Por otra parte tampoco es de desdear el papel de higiene depurativa que, para el espectador, pueden tener los espectculos deportivos.

En una u otra funcin el deporte tiene un futuro honesto asegurado y su papel no slo no disminuir, sino que se acrecentar. Pero en el largo camino hasta la consecucin de un deporte verdaderamente popular, verdadera incitacin para la participacin libre del pueblo, hay conquistas que no son deportivas: lentas, duras, difciles. Hoy sabemos ya cmo debera ser la organizacin humana, en todas las dimensiones y desde la cultural a la econmica. Precisamente por ello es tan doloroso captar las brutales diferencias que hay entre lo que debera ser y lo que es, entre un deporte programado para la mejora de la especie y un deporte programado para el control poltico de las masas. "Qu tiempos estos en los que hay que luchar por lo que es evidente!", ha escrito Durrenmatt. Pero sta ha sido siempre la caracterstica de la historia: luchar para que las leyes, las moralidades y las instituciones concordaran con lo que ya era justo y estaba legitimado por la realidad.

En la evidencia de este juego repetido, la lucha por un deporte realmente al servicio del hombre pasa por una toma de conciencia de su historia y mixtificacin. En las pginas que siguen no slo se vern mitos y odas triunfales, sino tambin un intento de comprensin global de algo determinante del mundo que compartimos: el Deporte, el mayor Espectculo del Mundo, su ms claro sntoma... Una irrevocable esperanza.