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    LAS FUENTES DE

    INFORMACIÓN PERIODÍSTICAEN LA PRENSA ESCRITA EN COLOMBIA Paola Vargas Jiménez

    Magitra en Comunicación, Ponticia Univeria Javeriana. docente, programa dieño Gráco e a

    funación Univeritaria lo libertaore. [email protected]

    *Grupo e invetigación Comunicación, cutura y tecnoogía. Proyecto: “Manejo e a uente e inormaciónen a prena coombiana en e cubrimiento e a seguria democrática”, 2009. facuta e Ciencia e a Co-municación, funación Univeritaria lo libertaore.

    Resumen

    El periodismo es la principal disciplina responsable dela construcción de la opinión pública respecto a la reali-dad nacional, y al ejercer dicho rol, de manera directa oindirecta, se convierte en un “actor político” que intervie-ne en los destinos públicos. De acuerdo a esta premisahay varios aspectos que revisar desde la lógica mismadel ejercicio periodístico, entre ellos las fuentes de infor-mación y el uso de géneros periodísticos como insumosbásicos de la creación noticiosa e incluso temas de la

    realidad nacional como la Seguridad Democrática, el es-tado colombiano y los grupos al margen de la ley, asun-tos que hacen parte fundamental de las primeras planasde los periódicos nacionales. La prensa como eje funda-mental de la formación de la opinión pública y dentrode su naturaleza como institución, toma decisiones a lahora de presentar la información, incluye o excluye noti-cias y personajes e incluso decide como presentarlos entérminos gráficos. Es importante considerar que todosestos elementos afectan directamente la percepciónque el lector tiene de los hechos y de la realidad misma.

    Palabras clave

    Estado, Fuentes de información, Géneros periodísti-cos, Periodismo, Seguridad Democrática.

     Abstr act

    Journalism is the main discipline responsible forthe construction of public opinion in relation tothe national reality, and its practice becomes, di-rectly or indirectly, a “political actor” that interve-nes in public life. According to this premise, thereare several aspects to be revised from the logics ofthe journalistic practice, among them the sourcesof information and the use of journalistic genre asa basic input for the creation of news and even to-

    pics of the national reality such as democratic se-curity, the Colombia State and outlaw groups. Thepress, as the central axis for the construction of pu-blic opinion and inside its own nature as an institu-tion, makes decisions at the moment of launchinginformation, including or excluding news and cha-racters, and decides how to show them in graphicterms. It is important to consider that all these ele-ments directly affect the perception that readersmay have about facts and reality.

    Key words

    Democratic security. Journalism, Journalistic genre,Sources of information, State.

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    JOURNALISTIC INFORMATION SOURCES

    IN COLOMBIAN WRITTEN PRESSIntroducción

    Este artículo presenta la síntesis y las conclusionesmás relevantes, respecto a la revisión bibliográficarealizada acerca de los campos temáticos implícitosen el proyecto de investigación “Manejo de las fuen-tes de información en la prensa colombiana en elcubrimiento de la Seguridad Democrática”. Proyecto

    que se viene adelantando en la Facultad de Cienciasde la Comunicación en su línea Comunicación, cultu-ra y tecnología. Los temas que se cubrieron en la revi-sión fueron: prensa, periodismo, fuentes de informa-ción, géneros periodísticos, Seguridad Democrática,política, estado y guerrilla. Este ejercicio de revisiónse emprendió con el objetivo de establecer los con-ceptos básicos que determinan cada uno de los cam-pos, desde el punto de vista que interesa a la investi-gación y en la misma medida empezar a vincularlos.

    La prensa escrita, el periódico

    La prensa ha sido uno de los medios de comunica-ción más relevantes e influyentes a través de la his-toria; según Thompson, su surgimiento se remonta al siglo XVII en Europa con el inicio del comercio denoticias. En ese entonces, el auge comercial que tuvoeste tipo de publicación se debió básicamente a quele brindaba a los individuos la posibilidad de expan-dir sus horizontes y de enterarse de información lo-cal, a la que de otra manera no tendría acceso y comoconsecuencia su papel fundador, de lo que, desde en-tonces y hasta ahora, se conoce como opinión públi-

    ca. Opinión pública que, como comenta Thompson(1998), se debe a que “entre la esfera de la autoridadpública o el estado, de una parte, y la esfera privadade la sociedad civil y las relaciones personales, de laotra, emergió una nueva esfera de lo público: una es-fera burguesa cuyos inicios en semanarios críticos ymorales, que aparecen en Europa a finales del sigloXVII y durante el XVIII, brindaron un nuevo forum paradirigir el debate público. La discusión crítica estimula-da por la prensa periódica tuvo, a la larga, un impacto

    transformador en la forma institucional de los Esta-dos modernos” (p. 101).

    Esta intervención de la prensa en los asuntos del es-tado al que hace referencia Thompson ya había sidoabordado con anterioridad; Rosenblum por su parteargumenta que finalmente la relación que se gene-ra corresponde a prensa-democracia, pues desde su

    perspectiva “una democracia no puede funcionar sinun electorado bien informado” (En Van Dijk, 1990, p.20). En este mismo sentido, dice Borrat (1984) que larelación corresponde en mayor medida a prensa-go-bierno, argumentando que “el análisis del periódicocomo actor es indispensable en el análisis del sistemapolítico del que forma parte. La configuración histó-rica de los estados occidentales ha hecho del perió-dico independiente de información general un actorpolítico de existencia necesaria en todo sistema de-mocrático. El análisis destaca entonces las relacionesdel periódico con el centro de las decisiones de ese

    sistema: el gobierno” (p. 11)

    Borrat (1984) plantea entonces al “periódico como ac-tor político” , entendiendo como tal “a todo actor colec-tivo o individual capaz de afectar al proceso de tomade decisiones en el sistema político, cuyo ámbito deactuación es el de la influencia, no el de la conquis-ta del poder institucional o su permanencia en él” (p.10). El asunto central establece entonces la estrecharelación entre prensa y estado, en la cual, la opiniónpública hace de mediador y donde el ejercicio perio-dístico cobra una preponderancia inusitada pues, “sin

    duda alguna, en manos del periodismo se halla unode los principales resortes de poder en lo que con-cierne a la configuración de percepciones e imágenessociales, que suelen tener su correspondencia en lasactitudes y comportamientos colectivos. De hecho,para gran parte del público no hay otra instancia a laque recurrir a la hora de organizar su conocimientosocial que la que representan los medios de comuni-cación” (Ortega, 2006, p. 17) y entre ellos de manerasobresaliente, la prensa.

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    Sin embargo, su ejercicio como actor político se vioacompañado del interés comercial que provocó. Di-cho auge mercantil finalmente “alteró su carácter demanera fundamental: lo que una vez fue un  forum ejemplar de debates crítico-racionales se convirtió enotro dominio de consumo cultural y la esfera públi-ca burguesa quedó colapsada en un falso mundo decreación de imagen y gestión de la opinión” (Thomp-son, 1998, p. 106). Según Habermas, la concepciónde la política se transformó en imagen mediáticacon una intensa “preocupación por cultivar un aurapersonal, antes que estimular el debate crítico” (EnThompson, 1998, p. 107), muy similar hoy a como seconcebía en el medioevo. Esta circunstancia quizá seael efecto, como argumenta Martini (2001), “de varios

    fenómenos macroestructurales, pérdida de credibili-dad de los sistemas políticos y caída de los grandesrelatos explicadores de la realidad; reformulación delestado-nación con la desaparición de su función pro-tectora del bienestar; creciente protagonismo de lasociedad civil y aparición de nuevas agendas de pro-blemas tanto globales como locales” (p. 35) que hanhecho que el enfoque de los periódicos y en generalde los énfasis noticiosos, tienda hacia asuntos diver-sos y sean menos densos.

    El periodismo para prensa 

    El periódico se construye como cualquier informaciónnoticiosa, con base en los discursos de realidad queelaboran los periodistas sobre los sucesos novedosos,si bien, de esta manera otorgan carácter y estilo a lapublicación, las características propias del medio ter-minan siendo sus principales determinantes. López(1984) argumenta que “la misión del impreso ya no essalir velozmente a la calle a contar la última noticia,sino la de presentarla más completa, más explicaday analizada” (p. 34). El rol de la prensa ha tenido quemodificarse de acuerdo a la dura competencia esta-

    blecida por medios como la radio, la televisión y lainternet, que si bien se han apoderado de la primicia,se han ubicado dentro de las lógicas de la inmedia-tez, la imagen y el espectáculo; dejándole a la pren-sa, antes que un lugar privilegiado, un compromiso,una responsabilidad de informar en profundidad aun público que busca algo que los demás medios noofrecen, y dicha responsabilidad recae directamentesobre sus periodistas.

    Sin embargo, las responsabilidades de la prensa nosolo se limitan al área informativa, desde la perspec-tiva de Neyla Pardo (2007) la principal función de laprensa es servir como agente “equilibrante para lasociedad y como lugar para la construcción del sig-nificado cultural que da sentido al comportamientohumano” (p. 127) Martini (2001) por su parte argu-menta que la relación prensa-sociedad es muchomás compleja, pues en el ejercicio periodístico, “laselección y clasificación de los acontecimientos queserán noticia se apoya en los ejes información-socie-dad en términos de necesidades y expectativas, y dereconocimiento-realidad, en términos de verosímilesque constituyen la realidad cotidiana, y tiene que vercon los valores de noticiabilidad” (p. 32). Esto pone de

    relieve el ejercicio periodístico como mediador entrepolaridades, por un lado la información y la realidad ypor otro lo que pide el lector y la publicación mismapor su carácter institucional.

    Es innegable, sin embargo, que la prensa y el perio-dista cumplen un rol social aun más destacado, quede cierta manera es poco apreciado; dice Santos(1995) que “un periódico es el primer borrador de lahistoria, pues no hay otro sistema para registrar díapor día, sin interrupciones, lo que sucede en el mun-do. De ahí, de su función de ser la memoria histórica

    de los pueblos, se deriva la obligación que tienen losperiodistas de elaborar diariamente un producto quese ajuste a la verdad y que recoja con fidelidad, ho-nestidad y transparencia el acontecer de las comuni-dades” (p. 171). Hablando directamente del rol del pe-riodista que cada vez se nota más complejo y exigen-te, cabe anotar que en esta misma medida se vuelveun objeto de estudio interesante, sin embargo, segúnVan Dijk (1990) más allá de analizarlos como actoressociales lo importante sería ver “de qué manera com-prenden realmente lo que está pasando y cómo estascomprensiones dan finalmente forma a los textos pe-

    riodísticos que ellos producen” (p. 251). El asunto im-plícito es la ideología detrás del discurso y su capaci-dad persuasiva, pues los periodistas como cualquierhablante, tienden a querer “cambiar la mentalidad delos receptores de un modo que sea consistente conlas creencias, intenciones y objetivos” de la estructuraque lo respalda. (Van Dijk, 2000, p. 328).

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    Géneros periodísticos

    El pilar básico de cualquier tipo de periodismo es laconstrucción de la noticia, que vista desde la perspec-tiva más reduccionista, no es más que la divulgaciónde un suceso, pero que constituye el género periodís-tico más elemental. Al respecto, Martini (2001) argu-menta que en esencia la noticia es “una ruptura encualquier ámbito, privado o público, que se destacasobre un fondo uniforme; es la construcción periodís-tica de un acontecimiento cuya novedad, imprevisi-bilidad y efectos futuros sobre la sociedad lo ubicanpúblicamente para su reconocimiento” (p. 30). Porotra parte Santos (1995) la define como el “registrode sucesos recientes. Es la reconstrucción minuciosa

    y verídica del hecho, tal como sucedió en la realidad,para que el lector lo conozca como si hubiera estadopresente. Género especialmente exigente, por cuantorequiere calidad, profusión de datos y de fuentes deinformación, para ser manejados en breve tiempo ydentro de una extensión usualmente reducida” (p. 44).

    Sin embargo, el periodista dispone de otros génerospara presentar la información, entre ellos el informeespecial, la crónica, el reportaje y la entrevista quese abordan con diferentes intencionalidades. Por in-forme especial se entiende, desde el manual de re-

    dacción de “El Tiempo”, “el trabajo que resulta de unainvestigación en profundidad y presenta diversos en-foques sobre las causas y consecuencias de un hechoque afecta a la comunidad” (Santos, 1995, p. 45). Estegénero corresponde entonces al producto que surgede un ejercicio periodístico de indagación profundasobre un hecho, donde el periodista trata de agotarlas fuentes para mostrar todos los puntos de vista po-sibles de lo que sucede.

    La crónica se define, según Santos, como el “relatodescriptivo, sin especulaciones ni fantasías, que con

    estilo propio y manejo original del lenguaje cuentaun hecho que ya ha sido objeto de tratamiento noti-cioso, lo humaniza, lo hace más vivencial e involucraal lector como protagonista” (1995, p. 45). Desde otraperspectiva, Montse la define como “el texto periodís-tico que mejor se acomoda a las exigencias informa-tivas de los sucesos diarios porque permite, en tantoque es género interpretativo, una mayor flexibilidaden la narración de los hechos. A diferencia de la noti-cia, que es un texto sencillo, escueto y eminentemen-

    te informativo, la crónica se cuela por la puerta de lanarración para permitir al periodista incluir comenta-rios e interpretaciones con los que personalizar mejorsu texto y destacar los elementos de interés humanoque hayan llamado su atención. Narrar exige siempresaber más que los puros datos de un acontecimiento,significa poner en relación hechos, personas, estable-cer causas y efectos, instalar un orden en todos esoselementos” (En Quesada, 2007, p. 175).

    Por otra parte, el reportaje es concebido por el manualde redacción de “El Tiempo” como la “información re-dactada en estilo sui generis, basada en testimoniosy vivencias, que suministra elementos al lector paracontextualizar los hechos de un tema de actualidad”

    (Santos, 1995, p. 44), como menciona Borrat (1984)este género trata de “hacer ver, sentir, entender lascosas al lector como si este hubiera estado en el lugardel suceso”(p. 122). Montse por su parte lo describecomo un género que cumple “una doble función: porun lado, la de ofrecer una explicación completa, or-denada y coherentemente organizada de todos losacontecimientos que forman parte del suceso y, porotro lado, la de entretener al destinatario con unanarración literaria muy cuidada, construida sobre labase de realidad de la que informa” (Quesada, 2007,p. 183); desde esta perspectiva el reportaje constitu-

    ye un relato periodístico descriptivo y narrativo.

    El último género pendiente, la entrevista, tiene unadefinición en la que coinciden Santos y Quesada,estableciendo que se trata del “texto final que el pe-riodista redacta después de conversar con el entre-vistado y aplicar unas técnicas específicas de interro-gación, se asocia con declaraciones en torno a algúncaso que haya acaparado el interés de la audiencia”(Quesada, 2007, p. 1919).

    Las fuentes de información

    El aspecto transversal a todos los géneros descritose incluso que se configura como el insumo básicodel ejercicio periodístico mismo son las fuentes deinformación; pues hay que tener presente que lacondición de no testigo que tiene el periodista lohace depender enteramente de las fuentes y de lainformación que ellas le suministran de los aconte-cimientos, sobre los que posteriormente informa, siel periodista carece de fuentes no tendrá manera de

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    hacer su trabajo, pues “aunque el periodista dispon-ga de buena información, excelente conocimiento decómo funciona la compleja sociedad actual, grandeshabilidades profesionales, capacidad de documenta-ción, estilo periodístico en la construcción de mensa-

     jes, calidad literaria en la narración y mucha intuición,precisará de algo más: una buena agenda de fuentes”(López y Mercade, 2007, p. 106).

    Pero paradójicamente, a pesar de su importancia, almomento de buscar bases bibliográficas que permi-tieran definir las fuentes de información con claridad,se percibió la falta de estudios o textos disciplinaresque las aborden y que ayuden a unificar las clasifica-ciones posibles, los aportes teóricos no son contun-

    dentes, se trata de un tema que en primera instanciase encuentra como propio del campo de la investiga-ción o de la bibliotecología, donde son consideradascomo “instrumentos de trabajo de uso indispensablepara poder alcanzar la información que necesitan in-vestigadores y usuarios de bibliotecas y centros dedocumentación” (Villaseñor en De Torres, 1999, p.29). Estos campos, si bien no definen las fuentes, lasasumen en términos de meras referencias, aunque labibliotecología particularmente, se ha encargado deconstruir nutridas taxonomías respecto a las fuentesde información dependiendo de diversas circunstan-

    cias, en primera instancia respecto a su procedencia uorigen, de acuerdo al canal a través del cual circula ose transmite la información, por la cobertura geográ-fica que permite el grado de adecuación que ofrece yel tipo de información que presenta.

    Sin embargo, trasladando la inquietud al campo delas ciencias de la comunicación es posible encontraralgunas definiciones. En la concepción del catedráti-co Pepe Rodríguez: “fuente es toda persona que, deun modo voluntario y activo, facilita algún tipo de in-formación a un periodista (...) También se considera

    fuente a todo depósito de información de cualquiertipo que sea accesible y consultable por parte del pe-riodista” (En Martínez, 2004, p. 30). López y Mercade(2007) concluyen, a partir de Mar de Fontcuberta y deBorrat, que las fuentes informativas, son “personas,instituciones y organismos de toda índole que faci-litan la información que necesitan los medios parasuministrar noticias. Esta información es de dos tipos:la que busca el medio a través de sus contactos y laque recibe a partir de la iniciativa de distintos secto-

    res interesados” (p. 133). Camilo Tamayo (2008) apor-ta una definición un poco más específica, dice él queel concepto de fuentes “designa a los individuos, losgrupos, los centros de poder y a las instituciones que,como actores de la sociedad, tienen la organización,la legitimidad y el capital cultural para comunicaralgo y, por esa vía, tratar de influir en la agenda delos asuntos públicos que trata la información. Son lasinstituciones, grupos sociales o sujetos individuales ycolectivos que proporcionan formas de conocimien-to y maneras de entender, más o menos estables(generalmente más interesadas cuanto más poder ymayor status tienen) que actúan sobre los aconteci-mientos sociales, políticos, económicos y culturalescon los que el periodismo trabaja” (p. 19).

    Las fuentes de información son entonces absoluta-mente indispensables para el periodista y su ejercicioprofesional, “la obtención de fuentes fiables, que ac-túan con rigor y seriedad, constituye una tarea prio-ritaria para el periodista que busca la realización deun trabajo de calidad. Sin olvidar que el número, lacalidad y la diversidad de fuentes refuerza la credibi-lidad de los periodistas, de los medios y, por tanto, lainfluencia de estos” (López y Mercade, 2007, p. 106).De alguna manera entonces las fuentes le garanti-zan al lector que la información que le ofrece el pe-

    riodista es veridica y contrastada, le permite al lector“la construcción de un espacio referencial percibidocomo actual (las fuentes están ahí y hablan) y, al mis-mo tiempo, como fuertemente real (los hechos hanocurrido de este modo porque el relato de las fuenteslo vuelve legitimo)” (Martini, 2001, p. 72). Sin embar-go hay que considerar que las fuentes, en la mayoríade casos, “no proporcionan una mera descripción delo acontecido, sino una interpretación generalmenteinteresada y partidaria” (Ortega, 2006, p. 17).

    Precisamente por las diversas intencionalidades que

    presentan las fuentes y en relación a la calidad de lainformación y a la ética del ejercicio periodístico, untérmino recurrente es el contraste que hace referen-cia a la necesidad de comparar la información quebrindan, si coinciden o discrepan y en que grado lohacen. “Los periodistas procuran disponer de fuentespropias que les permitan contrastar informacionesque despiertan dudas o en las que se presume un es- pecial interés de quien la promueve y, por lo tanto, exis-te riesgo de que no facilite todos los puntos de vista

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    existentes y que el usuario tiene derecho a conocer.El número y la calidad de las fuentes del periodistaresultarán determinantes para conseguir una infor-mación plural, equidistante de los intereses de lasfuentes y que favorezca el interés de la comunidad”(López y Mercade, 2007, p. 111). Al tener más fuentes,el periodista puede garantizar, en mayor medida, lacalidad de la información a través del contraste. Se-gún Santos (1995), “la confrontación o cruzamientode fuentes es una obligación  del periodista” (p. 34).“La verificación de la información brindada por lasfuentes es una cuestión que hace no solo al valor dela información que se va a construir sino también alas premisas éticas de la práctica periodística  y a lascuestiones de orden legal; permite la legitimación del

    medio como creíble y serio, y evita las complicacio-nes de acciones legales por presuntas injurias”(Mar-tini, 2001, p. 65).

    Desde el manual de redacción de “El Tiempo”, Santos(1995) argumenta que lo importante es que “la fuen-te u origen de la información aparezca siempre iden-tificado dentro del texto que se redacte. Si por razo-nes excepcionales ello no fuera posible, el periodistatendrá tres opciones. Primero, omitir la información.Segundo, encontrar quién la corrobore sin temor aque su nombre sea citado. Tercero, emplear, de acuer-

    do con el editor, otras formulas que se aproximen almáximo a establecer el origen (y validez) de los datos,tales como -fuente sindical-, -eclesiástica-, -policial- o-diplomática-. El periodista debe procurar utilizar lapalabra funcionario cuando se trata efectivamentede un empleado público, siempre que ello no descu-bra la fuente que ha solicitado no ser identificada. Laimportancia de citar la fuente en la forma más claraposible, es doble: el periodista deja establecido concerteza de quién obtuvo la información, y el lectorrecibe un elemento de juicio de vital importanciaque le permitirá deducir la credibilidad del dato” (p.

    33). En este mismo sentido “el periodista debe tomarlas siguientes precauciones: Primero, establecer laidoneidad de la fuente sobre el tema de la informa-ción. Segundo, preguntarse si puede haber una razónoculta para que la fuente exprese las opiniones queestá emitiendo. Tercero, en el caso de que pida no sermencionada, preguntarse cuál es la razón de dichasolicitud” (Santos, 1995, p. 34).

     Aspectos legales en el país

    El periodismo es prácticamente la única profesiónque está explícitamente amparada bajo artículosconstitucionales; el artículo 73 hace claridad respectoa que “la actividad periodística gozará de protecciónpara garantizar su libertad e independencia profesio-nal” (Constitución Nacional de Colombia, 1991, art.73). Si bien el ejercicio mismo de la profesión estáamparado, también existe otro artículo que preten-de dar garantías al periodista; el artículo 74 estableceque “el secreto profesional es inviolable” (Constitu-ción Nacional de Colombia, 1991, art. 74), si bien esteartículo “resulta aplicable a diferentes actividadessegún su naturaleza, tiene particular relevancia en el

    campo periodístico, ya que implica la reserva de lasfuentes informativas, garantía ésta que, sobre la basede la responsabilidad de los comunicadores, les per-mite adelantar con mayor eficacia y sin prevención,las indagaciones propias de su oficio. Éste surge o escorolario de la derogada ley 51 de 1975 más conoci-da como ley del periodista, consagrada en el artículo11: El periodista profesional no estará obligado a dara conocer sus fuentes de información ni a revelar elorigen de sus noticias, sin perjuicio de las responsa-bilidades que adquiere por sus afirmaciones” (Ávila,2005, p. 103). Con este artículo se da protección a las

    fuentes de información pues “hay un compromisoprofesional que respetar, para con las fuentes y paracon la sociedad. Si el secreto profesional como dere-cho protege al periodismo para revelar la identidadde sus fuentes, el secreto profesional como debermoral protege a las fuentes de la decisión de los pe-riodistas de ejercer el secreto profesional como de-recho y de no revelar su identidad” (Martínez, 2004,p. 91). De alguna manera entonces “los periodistasestán protegidos para reservar y es su deber inclusoasegurar discrecionalidad a las fuentes. Por ello, losperiodistas no suelen revelar sus fuentes, a pesar de

    que esto implique apenas la suposición del contrastey la generación de la supuesta confianza en la éticadel periodista” (Martínez, 2004, p. 91).

    Clasificación de las fuentes

    periodísticas

    Si bien no es fácil encontrar información respecto alas fuentes, a la hora de buscar elementos para ge-nerar una clasificación que aplique a las característi-

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    cas de la investigación, el asunto se vuelve aún máscomplejo. Muchos autores exponen diversas formasde clasificarlas, López y Mercade (2007) distinguen,entre las denominadas fuentes de información, “loscontactos de los periodistas, los voceros oficiales yotras fuentes. Entre éstas se pueden distinguir tam-bién las fuentes oficiales y extraoficiales. Las oficialesson las que se identifican con los responsables direc-tos de una institución pública o privada, sean actoresdirectos o indirectos del acontecimiento, y traducenel nivel más alto de confiabilidad, y hacen al efectode credibilidad de la noticia. Por oposición, están lasfuentes extraoficiales, cuya legitimidad es más du-dosa, pero que permiten el acceso a información noconfirmada de manera oficial y que, cuando un acon-

    tecimiento altamente noticiable lo exige, alimentanla información. Las fuentes extraoficiales posibilitantambién la investigación periodística y el registro desucesos que algún sector del poder intenta disimular.Esta cualidad de permitir el acceso a hechos que elpoder quiere derivar a un segundo plano o al olvido,las legitima como posibilitadoras de la libertad de infor-

    mación” (p. 106).

    Desde otras perspectivas, las fuentes han sido cla-sificadas de acuerdo a categorias más complejas.Santos(1995), desde la posición de “El Tiempo”, habla

    de “fuentes propias, fuentes institucionales, fuentesespontáneas y fuentes confidenciales y anónimas”(p. 37). Por otra parte, Martínez (2004) ofrece quizála clasificación más exhaustiva de fuentes que haydisponible, lo hace citando a Pepe Rodríguez quien“establece dos tipos principales de fuentes: las fuen-tes objetivas de los hechos y las fuentes subjetivasdel periodista investigador. Dentro de las primeras seincluyen: Fuentes implicadas: aquellas personas que,en un sentido u otro, tienen algo que ver con los he-chos en vía de investigación, ya sea como afectados,protagonistas o testigos. Fuentes ajenas: aquellas

    personas que no tienen una relación directa con loshechos investigados pero que, por la naturaleza delacontecimiento analizado o por su propia califica-ción humana y/o profesional, pueden aportar datosde interés técnico o noticiable para el periodista. Porotra parte, las segundas incluyen: Fuentes oficiales:aquellas personas que se caracterizan por facilitarinformación más o menos institucionalizada y asu-mir su paternidad. El valor de sus comunicaciones esnotable para el informador, pero más bien relativo

    para el investigador. Fuentes oficiosas: son aquellaspersonas que suministran información más singula-rizada y original, cuya paternidad no suelen asumir.A su vez, las fuentes oficiosas se dividen en: a. Infor-mantes: las que mantienen una relación ocasional yunidireccional con el periodista. b. Confidentes: losque mantienen una relación habitual y bidireccionalcon el periodista” (p. 32).

    Por su parte, Quesada (2007) argumenta que lasfuentes se pueden clasificar de acuerdo a “la acce-sibilidad de la fuente, no en función de la habilidadde los periodistas, sino de la predisposición inicialde las fuentes a hablar con ellos, de su posible atri-bución y del interés informativo que puedan tener

    sus declaraciones. Primero, las fuentes de máximaaccesibilidad comparten la característica común deser las primeras interesadas en hablar con los mediosde comunicación. Las razones en las que apoyan eseinterés puede ser variopinto, pero todas coinciden ensu apresuramiento por identificarse adecuadamenteante los periodistas para que se les pueda atribuir susdeclaraciones. Las fuentes de accesibilidad media sonlos familiares de las víctimas afectadas directamentepor un suceso. Debido a que, en ocasiones, la propiavíctima no se encuentra en condiciones de hablarcon el periodista por el trauma físico o síquico que

    éste le haya provocado. En el grupo de las fuentes deaccesibilidad mínima solamente incluimos a los auto-res presuntamente responsables de los hechos, tantosi se encuentran detenidos en las dependencias poli-ciales o si han quedado en libertad y a sus familiaresmás directos” (p. 90).

    Es importante anotar que a pesar de la multiplicidadde fuentes que es posible conseguir para el periodis-ta, la tendencia indica que usualmente se privilegianlas fuentes oficiales, es el fenómeno generalizado;Villaseñor indica que “el término oficial hace referen-

    cia en su significado a todo aquello que proviene delgobierno y de los órganos de administración del es-tado” (en Martini, 2001, p. 29), lo cual implica, comolo menciona Martini (2001), “colaborar en la natura-lización del discurso social establecido, causandoun efecto de seguridad” (p. 50). Sin embargo, segúneste mismo autor, causan también un efecto adverso,pues “las fuentes oficiales pueden llegar a dificultar elacceso a la información o proveer otra para sostenersu buena imagen. El caso de los sucesos que ocurren

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    por la intervención de los seres humanos, sean su- jetos individuales o colectivos, comunes o públicos,instituciones, estados o conjuntos de estos, ubican alperiodismo en el lugar de buscar, negociar, interpre-tar y verificar el valor y justeza de las fuentes, porqueal cruzarse con el ámbito del poder hay un margenmás amplio para la manipulación de los datos. El ac-ceso a las fuentes se dificulta porque se interponendiferentes grados de opacidad, proporcionales al ni-vel de jerarquía de la fuente, a la importancia públicadel tema y al interés que aquella tiene por hacer o nopúblico el hecho” (p. 49) y en este sentido, es posiblecomo menciona Francesc Pascual, “que los gabinetesfiltren la información, es decir, por un lado, esconderlo que no les favorece (o si no tienen más remedio

    que contarlo, revestirlo y maquillarlo para que nosea tan malo) y, por otro, dar suficiente difusión a lasinformaciones positivas y lúcidas, que dejan bien alcuerpo policial” (En Quesada, 2007, p. 134).

    La prensa ha sido escenario habitual de estas me-diaciones políticas, Borrart (1984) menciona que “elperiódico tiende a excluir aquellas fuentes de la opo-sición, no parlamentaria, que utilizan medios violen-tos para el logro de sus objetivos y que bregan porel cambio del sistema. Sobre las fuentes incluidas es-tablece una jerarquización que, en general, privilegia

    al gobernante, al jefe de partido, al líder” (p. 59). Eneste mismo sentido, Borrart (1984) agrega que “a lavez que fuente de información y actor protagónicode los relatos informativos y los comentarios políti-cos, el gobierno pone e impone el marco institucionalde todas las relaciones de comunicación que se esta-blezcan dentro del propio sistema político y disponede sus propios poderosos medios para controlar y en-cauzar el flujo informativo: agencias de informaciónoficiales, medios del estado, prensa del partido go-bernante. Por eso las fuentes gubernamentales son,para el periódico, fuentes necesarias de información

    buscada y de información recibida, unas veces resis-tentes y otras compulsivas”(p. 60).

    Como en todo medio de comunicación, el poder influ-ye en los flujos informativos, el periódico debe lidiarcon su proximidad y “el poder, cuanto más próximo,más -aprieta-, es decir, trata de influir y condicionar elmensaje final” (López y Mercade, 2007, p. 106), comoafirman estos mismos autores, “el poder político hatenido en cuenta el funcionamiento de los medios lo-

    cales y, en la medida de sus posibilidades, ha estable-cido una red de comunicación que defiende sus inte-reses y que trata de conseguir una buena posición enlos distintos medios” (2007, p. 110), pueden “desviar laatención de un hecho, relativizarlo o encausarlo conotro sentido, a partir de otra información accesoria odiferente, y hasta hacerlo desaparecer. Las relacionesentre los medios y el poder político pueden tomar laforma de presiones más o menos sutiles: unos y otrosejercen presión para obtener un beneficio, la presióndel medio responde a garantizar el flujo de informa-ción para desarrollar sus agendas y también a preser-var sus intereses económicos; la presión del gobiernoresponde a la necesidad de resguardar su imagen ylograr un beneficio concreto” (Martini, 2001, p. 59).

    En Colombia 

    Desde los inicios de la prensa en el país, después dellanzamiento de “El aviso de terremoto” en 1785, es-pecíficamente hacia 1792, este medio se establecióde manera regular bajo el titulo de “Papel Periódicode Santafé de Bogotá”. Comenta Antolínez (1991) queel papel periódico se fundó en busca de “la utilidadcomún, el bien común, como máximo objeto de lasociedad, como máximo vínculo” (p. 74). Antolínez(1991) cita a Rodríguez para argumentar que de igual

    manera, el papel periódico surge bajo unas caracte-rísticas que privilegian “una virtud que corresponde ala prudencia, lo cual significa hablar o escribir lo másútil y conveniente” (p. 74).

    Desde esta perspectiva, habría que cuestionarserespecto a quienes son los beneficiarios de esa in-formación y los criterios que la seleccionan consi-derándola “útil y conveniente” en la prensa colom-biana. Neyla Pardo (2007) argumenta que “histórica-mente la prensa escrita en Colombia nace con sellopartidista y, por lo tanto, selecciona los hechos para

    ser divulgados, destaca o minimiza personajes, haceeco, amplifica o distorsiona discursos unilateral-mente; acalla, condena o genera vacíos en quienesconsidera sus adversarios y usa estrategias lingüís-ticas o de diagramación para hacer sentir su poderen la construcción o transformación de las opinio-nes públicas. Estos y otros aspectos, que no son deuso exclusivo de la prensa escrita en Colombia, sonel conjunto de factores y condiciones a las que seenfrenta el lector común, y evidencia que la prensa

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    escrita se articula con el poder político y económi-co para fabricar consensos capaces de fortalecer lascondiciones políticas existentes y garantizar mejo-res condiciones económicas para los empresarios dela información” (p. 55). “La prensa escrita, desde estepunto de vista, no se ha constituido históricamenteen constructora de una experiencia de organizaciónpolítica masiva e igualitaria para los diferentes gru-pos sociales y culturales que forman la estructurasocial colombiana” (Pardo, 2007, p. 53).

    Sin embargo, al respecto menciona Martini (2001)que “las negociaciones de un medio con las fuentesgubernamentales dependen de la postura del me-dio en un tema determinado, de su relación con el

    gobierno y de la participación en los circuitos de laeconomía del país. Entre periodistas y fuentes se es-tablece una relación de (des)confianza, basada en lanecesidad que cada uno tiene del otro, la fuente tienesus cartas echadas en el juego de intereses” (p. 55) yagrega que el periodista debe ser consciente de ello,pues su “excesiva dependencia de ellas puede afectarla confiabilidad de la información” (p. 56) y por endevolverla parcial. “Algunos periodistas que, en una re-lación estrecha con el gobierno de turno, (el fenóme-no se hace más evidente bajo dictaduras o gobiernosautoritarios) en la práctica se convierten en voceros

    de los actos gubernamentales, verdaderos expertoso fuente privilegiada de los actos del gobierno” (Mar-tini, 2001, p. 56), sin problemas de verosimilitud, perocon la responsabilidad ética de la verificación y elcontraste de la información.

    Según Quesada (2007), “El periodista debe ser cons-ciente de que si solo dispone de la información pro-cedente de esas fuentes de máxima accesibilidad, nopodrá completar el relato periodístico” (p. 90), pueses evidente que “los representantes del poder tienenlugar en las agendas noticiosas porque toda la infor-

    mación que generan está revestida de noticiabilidadpor su relación con los intereses de la nación y de lasociedad, son fuente privilegiada” (p. 61). Así mismo,afirma este autor, “Si la información a la que accedenlos medios a través de sus diversas fuentes les per-mite construir la agenda que ofrecen al público, lapregunta obligada es acerca del grado de seleccióne interpretación realizado por los medios, y el gra-do de presión que ejercen las fuentes oficiales paraque prime su propia interpretación de los hechos” (p.

    53). En este sentido, con Ortega (2006) vale la penaconsiderar que “la noticia resultante es siempre lapublicidad del actor o los actores involucrados en elacontecimiento, pues la visibilidad se hace un impe-rativo, especialmente en tiempos de baja credibilidadde las instituciones” (p. 50). De igual manera, hay queconsiderar, que la prensa colombiana tiene sus parti-cularidades, “vivimos en una sociedad transparente,en la que todo se hace público, lo que realmente sedescubre es una sociedad con un bajo y deformadonivel informativo, producido por un sistema de la co-municación que bajo el fragor de sus ruidos encubrela naturaleza misma de las cosas”(Ortega, 2006, p. 50).

    La política de Seguridad Democrática 

    En la actualidad nacional, uno de los asuntos quemás cubre páginas en las publicaciones periodísticases el gobierno del presidente Uribe Vélez, y con él, lapolítica de Seguridad Democrática. En la búsquedade antecedentes se encontró en un texto resultadode investigación de la Universidad del Rosario queel concepto de Seguridad Democrática surge de lanecesidad de responder a los desafíos de la postgue-rra fría, “la Seguridad Democrática se constituye enun concepto que puede cumplir una doble funciónno solo de identificar un amplio conjunto de ame-

    nazas tradicionales y no tradicionales, sino tambiénde señalar, en el marco de un proceso democrático,los mecanismos operativos para responder a dichasamenazas” (Sánchez y Rodríguez, 2007, p. 12).

    Desde el documento oficial de la presidencia de la re-pública publicado en 2003 se plantea que “el objetivogeneral de la Política de Defensa y Seguridad Demo-crática es reforzar y garantizar el Estado de Derechoen todo el territorio, mediante el fortalecimiento de laautoridad democrática: del libre ejercicio de la auto-ridad de las instituciones, del imperio de la ley y de la

    participación activa de los ciudadanos en los asuntosde interés común. «El fortalecimiento del Estado deDerecho es la condición necesaria para cumplir con elpropósito de la Seguridad Democrática: la protecciónde todos y cada uno de los habitantes de Colombia»como dispone la Constitución Política. Los objetivosestratégicos de la política de Seguridad Democráti-ca son: La consolidación del control estatal del terri-torio, la protección de la población, eliminación delnegocio de las drogas ilícitas en Colombia, el man-

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    tenimiento de una capacidad disuasiva y finalmenteeficiencia, transparencia y rendición de cuentas” (Pre-sidencia de la República, 2003, pp. 32-33). Y se afirmaen el mismo documento: “Si el Estado de Derecho rigeplenamente, los derechos y libertades del ciudadanoestarán protegidos; y en la medida en que el ciudada-no se sienta protegido, se fortalecerá la participaciónciudadana y la seguridad. Sin estado de derecho nofunciona la economía interna de mercado ni las rela-ciones de comercio con el exterior” (p. 14).

    Sánchez y Rodríguez (2007) plantea que si bien “laparticipación efectiva de los ciudadanos en la tomade decisiones y el principio de autonomía, constitu-yen los criterios básicos que fundamentan las demo-

    cracias contemporáneas, también hacen de telón defondo de la Seguridad Democrática” (p. 14), aunquehay razones de mayor peso que la soportan, porejemplo, la necesidad de mejorar y fortalecer las polí-ticas y las relaciones internacionales. “El eje central deestas relaciones es el concepto de seguridad; desdeun comienzo debe quedar claro que las razones pararealizar un estudio sobre la seguridad trascienden elclima político desatado por los atentados perpetra-dos el 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos,las cuales ya se ven más profundas y configuran unapreocupación de vieja data. La primera razón es la ne-

    cesidad ética y física de buscar la supervivencia y deasegurar la existencia de los actores objeto de la se-guridad: ¿cómo entender una sociedad que no aspirea la seguridad, si aquella se constituye en el funda-mento de cualquier tipo de transacción, sea política,económica, social o de otra naturaleza? Indudable-mente, está es una preocupación muy vieja. Nicolasde Maquiavelo vinculó el tema de la seguridad al ejer-cicio del poder y las armas” (p. 17).

    En el contexto colombiano de acuerdo con Franco(1996) “desde mediados de los 70 y con más fuerza

    durante los 80, se hizo explícito y notorio el vínculoentre la realidad interna y el entorno internacional.Mientras la compleja agenda de los asuntos priorita-rios en lo nacional tuvo una influencia manifiesta enel planteamiento y la ejecución de la política exteriordel país, variables externas y actores estatales y no gu-bernamentales en el plano mundial y regional fueronincidiendo de manera creciente en la formulación yconcreción de la política doméstica” (p. 132). Además,el fenómeno generalizado de los años 80 hizo pro-

    gresar “la sustitución del estado por la fuerza, avanzótambién la sustitución del mercado por los negociosdel crimen organizado, mediante dos instrumentosprivilegiados: la corrupción y la violencia. Como elcrimen organizado prospera en la medida que esca-pa al poder del Estado, tiene vocación de convertirseen una caricatura de estado alternativo, y la conver-sión se facilita en proporción directa al deterioro delpoder estatal” (p. 286). En respuesta a la intensa pro-blemática nacional, el gobierno Uribe Vélez plantea lapolítica de Seguridad Democrática, cuya promesa esla “seguridad para todos” (Sánchez y Rodríguez, 2007,p. 24). Sin embargo, vale la pena citar el tono de des-confianza que incluyen Sánchez y Rodriguez (2007),cuando mencionan que “un gobierno puede escoger

    un concepto como sustento para diseñar una políticade seguridad con un alto valor discursivo y, por ende,con capacidad para cegar la opinión pública”(p. 24).

    La versión del estado colombiano

    El estado colombiano como cualquier otro es un “or-ganismo múltiple, compuesto por un conjunto deinstituciones que tienen autoridad y legalidad paraadministrar, regular, controlar e intervenir los interesespúblicos de la sociedad. Un estado para que repre-sente los intereses públicos, debe poseer la suficiente

    fuerza coercitiva y jurídica. Solo así puede imponer suautoridad, hacerse obedecer legítimamente y ejercerla defensa social” (Triana, 1988, p. 34). En este sentido,“el estado no puede admitir un poder o poderes pa-ralelos que le disputen su autoridad y su legitimidad.Cualquier movimiento que quiera desconocer dichalegitimidad mediante procedimientos ajenos a los ins-titucionales puede ser considerado por fuera de la leyy sancionados sus participantes por atentar contra laintegridad y seguridad del estado” (Triana, 1988, p. 35).

    A partir de este fenómeno y como dentro de la política

    de Seguridad Democrática es importante la rendiciónde cuentas, existen documentos publicados por el mi-nisterio de defensa dedicados a exhibir los logros deesta política; la última publicación de este tipo se rea-lizó en 2009 a manera de cierre de periodo de gestióndel exministro Juan Manuel Santos, quien hace la eva-luación y comenta: “asestamos los más duros golpes yno dimos respiro a las organizaciones terroristas, nar-cotraficantes y criminales. A través de diferentes accio-nes y medidas ejecutadas simultáneamente en varios

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    frentes, podemos decir que dejamos a las diferentesorganizaciones que amenazan la seguridad de los co-lombianos en el peor momento de su historia y, lo quees más importante, cada vez con menos posibilidadesde recuperación” (Santos, 2009, p. 10).

    En este mismo documento, Santos hace aclaracionesrespecto a varios aspectos de la política, por ejemploque “la seguridad no es principalmente coerción: esla presencia permanente y efectiva de la autoridaddemocrática en el territorio, producto de un esfuer-zo colectivo de toda la sociedad” (Presidencia de laRepública, 2003, p. 13). Respecto a las fuerzas arma-das hace un especial énfasis en que “el ejercito de lapatria necesita voluntad política permanente en sus

    comandantes civiles, una gran decisión de motivar-lo. Lo indica la historia de la patria. Nada se gana unocon creer en el ejercito si no lo motiva. Nada se ganauno con darle toda la posibilidad logística, si la fuerzapública no siente la voluntad política en los coman-dantes civiles. Por eso el tema de la voluntad políticaes fundamental en esto. Y han venido trabajándosedos consignas: agresividad y transparencia. Hay queestar permanentemente a la ofensiva con toda laagresividad y proceder siempre con toda transparen-cia” (Rangel, 2005, p. 19). “La voluntad política es muyimportante mantenerla en todos los momentos. Por

    ejemplo, la he relacionado con el acuerdo humanita-rio. Por eso he dicho que hay tres puntos inamoviblespara un acuerdo humanitario, relacionados con la vo-luntad política que tiene que hacerse sentir en el almade los soldados y policías del patria. Un punto: no zo-nas de despeje. Pero hemos ofrecido alternativas, he-mos estado dispuestos a una embajada, a la sede delCardenal en Bogotá, a una iglesia. Segundo punto: noentrar a liberar de la cárcel personas condenadas pordelitos atroces. Habrá que buscar beneficios jurídicosen el momento de un proceso de paz. Tercer punto:que aquellos guerrilleros que lleguen a salir de la cár-

    cel no vuelvan a delinquir”(Rangel, 2005, p. 20).

    “En América Latina, las políticas de seguridad se cons-truían para perseguir disidentes y no para para prote-ger al universo poblacional. Según el presidente Uri-be, “Esta política de Seguridad Democrática es paraproteger a todos los colombianos” (Rangel, 2005, p.22). En el caso de Colombia es necesario hablar direc-tamente del problema de los grupos al margen de laley y frente a esta problemática el presidente men-

    ciona que “son unos grupos que están perturbandoel proceso de profundización de la democracia co-lombiana. Siempre invocaron la realidad social. Ellosla han agravado, espantaron la inversión, dispararonel desempleo, produjeron éxodo de tres o cuatro mi-llones de colombianos hacia el exterior y ocasionaronel desplazamiento de más de dos millones de colom-bianos en el interior. Ellos son, hoy causa y no resul-tado de la problemática social. Sus acciones son ple-namente configurativas de actos terroristas” (Rangel,2005, p. 26). Sin embargo, aclara el presidente que “ennombre de la paz no podemos llegar a la impunidad yen nombre de la justicia no podemos llegar al someti-miento” (Rangel, 2005, p. 32).

    Desde los grupos al margen de la ley 

    Es dificil rastrear documentos sobre el surgimiento dela guerrilla en Colombia, cuenta Rangel que frente aeste tema “hay dos miradas. Una proviene de adentro,de la percepción que la sociedad colombiana tienede los rebeldes. La otra es la que llega allende el océa-no, la perspicaz mirada de otras naciones y pueblos.La guerra mediática que tiene lugar entre el gobiernoy la guerrilla para mostrar la vigencia de sus propues-tas políticas o ideales revolucionarios se ha libradoen el plano exterior tanto como en el interior. Desde

    el rompimiento de las relaciones del Caguán entre elpresidente Pastrana y las Farc a principios del 2002,esta guerrilla se acentuó. En el escenario colombiano,en el que el monopolio de los medios de comunica-ción se concentra en un puñado de familias afinesa las políticas estatales (un solo diario de coberturanacional y dos sesgados canales de televisión), el go-bierno le ha ganado la batalla a los insurgentes, hastael punto que lo que se acostumbra designar comoopinión pública tiene hoy una percepción distantede los propósitos de las Farc” (Rangel, Ateta, Lozanoy Medina, 2008, p. 98).

    Una mirada extranjera como la que menciona Rangelfue dada por Jhonson y Fuentes (1973) a partir de unainvestigación y que argumentan que “las guerrillas enColombia se originaron sin responder a un lema ideo-lógico o una consigna popular; surgieron como unareacción a la violenta lucha desatada luego del ase-sinato del líder popular Jorge Eliecer Gaitán. La gue-rrilla tiene como triste herencia a los `bandoleros´,ya sea de origen liberal o conservador que arrasaron

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    con el campesinado colombiano. Es un fenómenoque se autogenera, improvisadamente, ante el carizque tomaban las circunstancias. La lucha guerrillerano puede ser analizada en base a esquemas foráneos.Lo que podemos afirmar es que las fuerzas represivasmotivaron la reacción popular manifestada en gru-pos que posteriormente se organizaron en guerrillas.No lucharon por altos ideales, sino por elementos bá-sicos tales como la vida, la subsistencia, la casa y lacomida” (p. 109). Continuando con Jhonson y Fuentes(1973), la mirada extrajera entonces argumenta que“es de comprender entonces la herencia de odios quese transmite de generación en generación y que hacede la venganza el elemento rector en la vida socio-política de una nación. Es por eso también que una

    nación se embrutece culturalmente y la violencia setransforma prácticamente en una función social, quelas mismas oligarquías se encargan de perpetuar”(p. 103). “La decadencia política colombiana es unadecadencia de partidos o de rebeldes. Los rebeldes,desde la época de la gran violencia, pueden habersido inconformes creativos o rebeldes autodestruc-tivos. No hay duda que los acontecimientos trágicosacaecidos en Colombia nos conducen a esta segundaalternativa. Mientras se daba el circulo vicioso de laconducta desviada, lo único que se lograba era la ra-dicalización del fenómeno. Se luchaba sin saber por

    qué y para quién. Los rebeldes no lucharon en pro deun ideal, sino simplemente para salvar sus vidas, queera la única meta que comprendían. Y así se llegó a laautodestrucción personal” (p. 125).

    Plinio Apuleyo Mendoza (1990), por su parte, cons-truyó su propia versión en el texto ¿En qué momentose jodió Colombia?, en el cual menciona que “en unmomento de intensa polarización social y política, yfrente a una corriente popular tumultuosa y exalta-da por el verbo y las propuestas de Jorge Eliecer Gai-tán; el nuevo marco político y social dentro del cual

    se puso en marcha el viejo expediente de consolidaren el poder a una minoría, mediante la coacción ofi-cial, hizo que éste asumiera una dimensión inédita yterriblemente explosiva. Fue el fenómeno que partióen dos nuestra historia” ( p. 12). En este mismo tex-to, - aventura una reflexión sobre el destino del país,en el caso de que el asesinato de Gaitán no hubieratenido lugar; al respecto dice que “una cosa es segura:no tendríamos el país de hoy, infestado de guerrilla yterrorismo. ¿Por qué? Porque con su muerte, la vio-

    lencia apareció como protagonista determinante decambios políticos y se introdujo, dentro de la izquier-da y en sectores urbanos y campesinos, el escepticis-mo sobre la legitimidad de los medios democráticospara subir al poder” (p. 18).

    Sin embargo, Rangel (2008) tiene otra perspectiva delsurgimiento de la guerrilla, dice que “el contexto de lalucha armada en nuestro país es otro: su génesis se en-cuentra en la violencia oficial, en el terrorismo de esta-do y en la protuberante brecha social. En su conjuntoesto fue lo que le dio origen a la guerrilla colombiana.Y como esos factores están intactos, sin conmover ala oligarquía dominante, es indispensable cambiarlospara que desaparezcan las causas del conflicto. Para

    superar el conflicto colombiano es menester erradi-car por lo menos sus principales causas: la estrechezde la democracia y la negativa a superar los abismossociales acumulados en los últimos seis decenios de lahistoria nacional” (p. 174). Sin embargo, el estado co-lombiano siempre a preferido ocultar a transformar,según Mendoza (1990) “nuestra realidad siempre hasido generosamente maquillada por la literatura oficialy la retórica de la clase política y de la prensa” ( p. 11). Yagrega en otro aparte: “Colombia es hoy por hoy el paíscon índice de violentización más alto del mundo; entrelos indeseables honores que tenemos está el de haber

    creado nuevas categorías de violaciones de derechoshumanos: los magnicidios, genocidios, exterminios degrupos humanos, masacres colectivas, desaparicionestorturas, pero es más evidente, en el nivel del diariovivir de los ciudadanos, la inseguridad y la desprotec-ción en que nos encontramos”(p. 137).

    Pero a fin de cuentas, ¿existe conflicto en Colombiao no? “para algunos analistas no es importante de-finir si hay conflicto o no, pues se trata de un asuntosemántico, de términos. Lo mismo da si hay conflic-to o no lo hay porque la violencia es igual, e igual la

    tragedia de la confrontación armada, aseguran. Sinembargo, si es importante definir la existencia delconflicto, al menos por tres aspectos fundamenta-les: 1. Porque las partes tendrían la obligatoriedadde respetar el Derecho Internacional Humanitarioy de suyo disminuiría la intensidad del conflicto. 2.Porque las partes tendrían que reconocer el prin-cipio de distinción entre combatientes y no com-batientes, de tal suerte que la guerrilla respete alos civiles no comprometidos en los operativos bé-

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    licos y el gobierno abandone la cacería de brujascontras sindicalistas y opositores a los que señalade terroristas y cómplices de los alzados en armas,en flagrante violación a los derechos de oposiciónpolítica y social. 3. Lo más importante: porque laspartes tendrían que aceptar que un conflicto inter-no de tantos años de duración, con un alto nivelde degradación y una grave crisis humanitaria, solo

    puede resolverse por la vía política del diálogo y lanegociación. La visión equivocada del presidenteUribe consiste en creer que reconocer el conflictoequivale a darle a los alzados en armas tratamientopolítico y status de beligerancia, además de afectarla Seguridad Democrática, cuya esencia es la víamilitar para doblegar a la guerrilla” (Rangel, Ateta,Lozano, Medina, 2008, p. 151).

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