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1 Antes de su llegada a Hondarribia Esta es una historia de espías, tahúres y asesinos a sueldo. Un tipo de personajes sobre los que –por definición- puede que haya muchos datos, pero lo que siempre hay es pocas certezas. Parece generalmente aceptado que nuestro protagonista nació en Potsdam (Alemania) en 1874. Se hacía llamar, según el caso, Fritz Kölman, Alberto Colman, Federico Stagni, Von Rosbdel o Rodolphe Lemoine, aunque –según los servicios secretos franceses- su nombre de pila era Friedrich Rudolf Stallmann. El “Barón de Koenig”, estafador, chantajista, espía, jefe de pistoleros. Es una fotografía de juventud y –durante mucho tiempo- la única fotografía que se conocía de él. Inició sus andanzas muy joven. A los 18 años se alistó en la Legión Francesa para evitar una pena por robo y asesinato. Y allí se inició en las múltiples habilidades necesarias para convertirse años después en un consumado profesional del juego con ventaja, la estafa, el espionaje y el crimen a sueldo. De vuelta a Europa su carrera se hace meteórica. Trabaja de camarero, dedicando al juego su tiempo libre. Pronto ganaba mucho más dinero con el juego, y monta su propio cabaret-casino en Bruselas. Pero era tan bueno con las cartas, los dados y la ruleta, que los casinos elegantes le contratan para animar las jugadas. Así que decide pasarse al juego profesional como independiente, vende su cabaret y se inventa para sí mismo el pomposo título de Barón Von Köening. Acusado de varias estafas escapa a Argentina, donde se casa con la Srta. Lemoine, hija de un famoso médico de París. Para ella inventa el título de Baronesa René Scalda. Se convierten en la pareja delictiva perfecta. Aristócratas, refinados, amantes del lujo y exhibiendo una cuantiosa fortuna –que se incrementaba día a día-, además de inteligentes, calculadores y sin el menor escrúpulo. Continúan sus hazañas por Argentina y Venezuela. Y después por Egipto, Turquía, Persia, India y Sudáfrica. Vuelven a Europa en 1910. Inglaterra, Holanda, Bélgica, Francia. El nombre del Barón de Köening – o cualquiera de sus variantes, König, Koening, Kroff-König- están asociados en la prensa internacional de la época a estafas, juicios y condenas. Y al menos a dos asesinatos. En 1911, era ya conocido en la prensa alemana como “Köening der spieler” (Köening el jugador). Cosas de Alde Zaharra 10 El “Barón de Köening” en Hondarribia

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Esta es una historia de espías, tahúres y asesinos a sueldo. Un tipo de personajes sobre los que –por definición- puede que haya muchos datos, pero lo que siempre hay es pocas certezas. Parece generalmente aceptado que nuestro protagonista nació en Potsdam (Alemania) en 1874. Se hacía llamar, según el caso, Fritz Kölman, Alberto Colman, Federico Stagni, Von Rosbdel o Rodolphe Lemoine, aunque –según los servicios secretos franceses- su nombre de pila era Friedrich Rudolf Stallmann.

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Antes de su llegada a Hondarribia

Esta es una historia de espías, tahúres y asesinos a sueldo. Un tipo de personajes sobre los que –por definición- puede

que haya muchos datos, pero lo que siempre hay es pocas certezas. Parece generalmente aceptado que nuestro

protagonista nació en Potsdam (Alemania) en 1874. Se hacía llamar, según el caso, Fritz Kölman, Alberto Colman,

Federico Stagni, Von Rosbdel o Rodolphe Lemoine, aunque –según los servicios secretos franceses- su nombre de

pila era Friedrich Rudolf Stallmann.

El “Barón de Koenig”, estafador, chantajista, espía, jefe de pistoleros.

Es una fotografía de juventud y –durante mucho tiempo- la única fotografía que se conocía de él.

Inició sus andanzas muy joven. A los 18 años se alistó en la Legión Francesa para evitar una pena por robo y

asesinato. Y allí se inició en las múltiples habilidades necesarias para convertirse años después en un consumado

profesional del juego con ventaja, la estafa, el espionaje y el crimen a sueldo.

De vuelta a Europa su carrera se hace meteórica. Trabaja de camarero, dedicando al juego su tiempo libre. Pronto

ganaba mucho más dinero con el juego, y monta su propio cabaret-casino en Bruselas. Pero era tan bueno con las

cartas, los dados y la ruleta, que los casinos elegantes le contratan para animar las jugadas. Así que decide pasarse al

juego profesional como independiente, vende su cabaret y se inventa para sí mismo el pomposo título de Barón Von

Köening. Acusado de varias estafas escapa a Argentina, donde se casa con la Srta. Lemoine, hija de un famoso médico

de París. Para ella inventa el título de Baronesa René Scalda. Se convierten en la pareja delictiva perfecta.

Aristócratas, refinados, amantes del lujo y exhibiendo una cuantiosa fortuna –que se incrementaba día a día-, además

de inteligentes, calculadores y sin el menor escrúpulo.

Continúan sus hazañas por Argentina y Venezuela. Y después por Egipto, Turquía, Persia, India y Sudáfrica. Vuelven

a Europa en 1910. Inglaterra, Holanda, Bélgica, Francia. El nombre del Barón de Köening – o cualquiera de sus

variantes, König, Koening, Kroff-König- están asociados en la prensa internacional de la época a estafas, juicios y

condenas. Y al menos a dos asesinatos. En 1911, era ya conocido en la prensa alemana como “Köening der spieler”

(Köening el jugador).

Cosas de Alde Zaharra 10

El “Barón de Köening” en Hondarribia

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Unas condenas que milagrosamente conseguía evitar, o de las que escapaba misteriosamente cuando era arrestado. En

realidad, el asunto no era ni tan milagroso, ni tan misterioso. Desde 1902 estaba a sueldo del Deuxième Bureau

francés y, desde 1910 en nómina también de los servicios secretos alemanes. Estaba bien protegido.

No nos resistimos a contar una de sus hazañas más sonadas y que fue recogida, a finales de abril de 1912, por la

prensa de medio mundo. Como miembro de una banda internacional de gansters, y con el nombre de Barón de Kroff-

Koenig, estaba acusado de haberle birlado a las cartas 4.000 libras esterlinas a un teniente alemán, en sólo veinte

minutos. El barón defendía en el juicio que no había trampa alguna y que una partida de cartas no era un juego de azar

para un jugador profesional, sino un tema de buena memoria. Con su aplomo habitual, planteó al juez una partida de

cartas entre ambos, en presencia de todos los asistentes. El juez aceptó. En la mesa del juzgado, con cartas nuevas, y

rodeados por público y periodistas, el juez hizo el papel de banca. A los pocos minutos, y ante la hilaridad de los

presentes, Kroff-Koenig ya había desplumado al juez. Quedó en libertad.

La vida de nuestro protagonista daría para varias novelas. Pero sirvan estos antecedentes para calcular la que les caía

encima a los hondarribiarras, cuando el Barón de Köening cruzó la frontera de Irún a mediados de agosto de 1915.

Su estancia en Hondarribia

Como ya hemos comentado, el barón era un espía doble que trabajaba tanto para los servicios secretos franceses como

alemanes. Y, en plena Primera Guerra Mundial, a ambos patronos –aunque obviamente por razones diferentes- les

interesaba su presencia en la frontera. El veraneo de la familia real en San Sebastián había producido una llegada

masiva de familias de la aristocracia, la política o las finanzas a San Sebastián y Hondarribia. El Barón de Köening

tenía en Hondarribia y su entorno sus dos intereses fundamentales: mucha información, y mucho dinero.

Pero tenía que trabajar rápido. Tenía una bien ganada fama en muchos lugares de Europa, así que sólo era cuestión de

tiempo que las informaciones sobre él llegaran a Gipuzkoa. Es interesante observar como consiguió convertirse en una

personalidad en tan poco tiempo.

Empezó por entrar en Hondarribia desplegando todos sus encantos como un pavo real. McHarg nos describe que

“llegó a Fuenterrabía de forma típicamente ostentosa, en un espléndido Mercedes Cabriolet rojo con techo negro y

adornos dorados, rematado por un chófer con librea engalanado con los mismos colores. Le acompañaban dos

hermosas y elegantes mujeres: una era su esposa, la Baronesa René Scalda, y la otra su amante, CJ”. Su llegada,

según el comisario Manuel Casal, entonces jefe de policía de Irún, “produjo en los sencillos y crédulos habitantes de

Fuenterrabía una gran curiosidad”.

Tras su llegada “tomaron en arriendo un aristocrático chalet, sito en uno de los puntos más deliciosos de la ciudad”.

Y la primera visita del barón fue al alcalde de Hondarribia, a quien entregó 500 pesetas para que fueran distribuidas

entre las familias más necesitadas. Tomó el relevo la Baronesa René Scalda, quien socorría espléndidamente a todos

aquellos que llamaban a las puertas de su chalet en busca de ayuda.

Ilustraciones de Helios Gómez mostrando a la

familia Köening. A la izquierda el Barón de

Köening y la Baronesa René Scalda. A la

derecha, la “bondadosa” baronesa junto a la

“diabólica” CJ

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El resto lo ponía el barón. Educado, amable y buen conversador. Con su traje de cachemira de Mongolia, su pañuelo

de seda roja en el bolsillo o los anillos de diamante en sus dedos, “en una corrección tan impecable que estaba

peligrosamente cerca de resultar remilgado”. Y dejando caer en cada conversación su gran conocimiento de las

familias más poderosas de Europa…lo que en buena medida era cierto, porque había jugado unas manos de cartas con

muchos de ellos.

El caso es que en muy poco tiempo había conseguido su propósito. La ciudad y su entorno hablaban de la llegada de

una aristocrática familia francesa, con una cuantiosa fortuna y gran generosidad, elegantes, educados y amables, que

por azares de la guerra europea se habían visto en la necesidad de fijar su residencia a este lado de la frontera. A este

pastel se añadía una guinda final: entre los tres formaban un “ménage à trois” inusual para la época, suficientemente

discreto para no escandalizar demasiado, pero suficientemente explícito como para convertirse en el tema preferido de

las conversaciones picantes en la Hondarribia de la época. Tener alguna relación con el barón y su familia –y ser

saludado por ellos en público- acabó por convertirse en un objeto de deseo para quien quisiera ser alguien en la

ciudad.

Así que poco después, considerado un hombre de mundo, bien relacionado y con una holgada posición económica, le

ofrecieron un puesto clave. Por alucinante que ahora nos pueda parecer, le ofrecieron el cargo de Director del único

casino existente entonces en la ciudad, Le Casino de Fontarabie, nuestro actual Kasino Zaharra. Lo que, claro está,

aceptó encantado. Los veraneantes de la aristocracia madrileña, las familias importantes de la ciudad y el

Ayuntamiento de Hondarribia no podían haber hecho una mejor elección. Habían puesto al zorro a cuidar de las

gallinas.

Retrato del Comisario M. Casal, jefe de policía de Irún Retrato de Köening realizado por Victoriano Juaristi

No sabemos exactamente cuándo recibió su nombramiento, pero según la documentación existente en el Archivo

Histórico de Hondarribia ya estaba a cargo del casino en febrero de 1916. Sólo seis meses después de su llegada.

A partir de aquí es fácil aventurar a qué se dedicó. El Comisario Casal nos describe su actividad como director del

casino, “cargo que supo explotar admirablemente desplumando a una infinidad de incautos (…) el fingido

aristócrata, grave y ceremonioso, ejercía casi siempre las funciones de banquero, habida cuenta su natural y ágil

destreza en el manejo de los naipes, sin que los puntos pudieran percatarse del vil escamoteo del que eran víctimas”.

Y, en cuanto a su labor de espía, su posición en la frontera le permitía –en plena primera guerra mundial- una

tremenda libertad de movimientos en el eje San Sebastián-Hondarribia-Biarritz. Victoriano Juaristi, entonces médico

de Irún, nos cuenta que “el barón iba y venía, con gran frecuencia y amplia libertad, por uno y otro lado de la

frontera; gendarmes y policías le saludaban con deferencia y recibían, agradecidos, sus cigarros”.

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El eje San Sebastián-Fuenterrabía-Biarritz era un área importante para un aristócrata/espía como Köening

En la fotografía los embajadores de Italia, Rusia y Francia conversando en el casino de San Sebastián en 1916

Según Rodríguez, “Berlín quería que el País Vasco se mantuviese en calma, un remanso de paz donde sus espías

trabajasen con tranquilidad”. Quizá por ello, en el tiempo que residió en Hondarribia, el comportamiento de Köening

fue bastante tranquilo. Con una única excepción conocida. El caso de Antonio Calvo.

Antonio Calvo regentaba la cantina de la estación de Irún, en la que vendía periódicos nacionales y extranjeros, y de la

que Köening era cliente asiduo. En una ocasión Antonio le hizo una confidencia. Se había topado con un grupo de

soldados alemanes, fugados de un campo de concentración, hambrientos y semidesnudos. Les había alojado en su

casa, y les había proporcionado ropa y comida. Köening urdió su plan. Le acusó ante los servicios secretos franceses

de ser el cabecilla de una red clandestina de apoyo al ejército alemán. Con la ayuda de una joven de Hendaya

consiguió engañarle para que participara en un paseo en chalupa por la bahía. En cuanto se separaron de la orilla, los

remeros apuntaron con una pistola a Antonio y lo trasladaron a Hendaya. Dos meses después, Antonio Calvo fue

fusilado en Burdeos. Y Köening se embolsó una fortuna en francos franceses por haber desarticulado la “red enemiga

clandestina”.

Pero sus actividades no podían seguir ocultas eternamente. A mediados de 1917 las sospechas de juego sucio en el

casino iban en aumento y empezaron a llegar con cuentagotas algunas informaciones sobre las hazañas anteriores del

Barón de Köening. El asunto llegó a oídos del gobernador civil, López Monis, quien decidió su detención. Pero

gracias al chivatazo de un agente de policía, Köening se enteró a tiempo…y desapareció de Hondarribia.

Según el Comisario Manuel Casal “la rápida y misteriosa desaparición de este ladino y astuto espía alemán, al

servicio de Francia, mantuvo viva por unas semanas la atención del vecindario de Irún y Fuenterrabía; pero pronto

la curiosidad pública lo dio al olvido”.

De su estancia en Hondarribia, y por el momento, sólo hemos encontrado un “souvenir”. Su firma en un

escrito que envió al Ayuntamiento el 17 de febrero de 1916. En el encabezamiento afirma llamarse Rodolfo

König y ser vecino de Fuenterrabía.

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Después de su salida de Hondarribia

Tras su salida apresurada se sabe que anduvo por Bilbao, Palma de Mallorca, Cartagena, Málaga, Sevilla y Cádiz.

Haciendo su entrada en la Barcelona convulsa de septiembre de 1918, donde desarrolló su actividad más violenta.

En la Gran Guerra, la industria catalana producía y enviaba suministros para los países aliados. El mando alemán

había organizado una estructura dirigida por el comisario de policía Bravo Portillo. La banda de este policía/espía

montaba huelgas en las fábricas de armamento, informaba a los submarinos alemanes de los barcos que zarpaban con

suministros y extorsionaba a los industriales pro-aliados. El Barón de Köening se integró en esta banda, y se convirtió

en su líder a la muerte de Bravo Portillo.

A la Izquierda, caricatura de la época sobre las relaciones entre el Barón de Köening (derecha) y Bravo Portillo (izquierda)

A la derecha, matones en Las Ramblas a la espera de órdenes en 1918

Terminada la guerra se produjo un freno drástico en la producción industrial y se incrementaron los conflictos

sociales. El barón restructuró totalmente la banda y sus objetivos. La que sería conocida como la “La Banda Negra” se

puso al servicio de la Federación Patronal Catalana, dando inicio a los años más duros del pistolerismo en Barcelona.

Desde el número 6 de la Rambla de las Flores, su agencia de detectives BKS (Baron von Köening Services), protegía

los intereses de la Patronal atentando sin disimulo contra los líderes del movimiento obrero. Estaba compuesta por 70

matones que recibían las armas y las licencias directamente del Gobierno Civil de Barcelona.

Pero el barón se volvió ambicioso e inició un círculo infernal. Extorsionaba directamente a los industriales, contra los

que no tenía ningún problema en atentar si no pagaban. Responsabilizaba a los líderes obreros de los atentados, y

cobraba grandes sumas de la Patronal por eliminar a los autores. En dos años, la banda de Köening acabó con la vida

de centenares de militantes del movimiento obrero,

Llegó un momento en que Köening se convirtió en un problema para la Patronal y el gobierno civil. El 5 de enero de

1920 su banda llegó a atentar contra el propio presidente de la Federación Patronal Catalana, Félix Graupera. Esto

obligó a intervenir directamente al presidente de gobierno, Eduardo Dato, que ordenó su expulsión inmediata del país

a finales de mayo de ese mismo año, acusado de “no tener su documentación en regla”.

Al parecer no salió directamente por la frontera catalana, sino que volvió a salir por Irún después de haber visitado

Hondarribia, donde “en marcha para otros países, fue despedido por las autoridades españolas con todos los

honores”. Cierto es que López Monís ya no era Gobernador, que el comisario Manuel Casal ya no estaba destinado en

Irún y que, en los años veinte, el éxito económico se valoraba muy por encima de la forma en que éste se conseguía.

Pero no dejan de sorprender estos “honores”.

En 1926 obtiene la nacionalidad francesa y adopta el apellido de soltera de la baronesa. Desde ahora se llamarán

Rodolphe y Rand Lemoine. A partir de aquí parece que el Barón de Köening, que aparece en documentos oficiales

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como “Coronel Lemoine”, se dedica en exclusiva a trabajar para los servicios secretos franceses (el Deuxième

Bureau) con el nombre en clave de REX, sin dejar nunca de frecuentar las salas de juego de los casinos.

Entre 1931 y 1937 consigue para los aliados informaciones de primer nivel sobre el armamento y las fortificaciones

alemanas y, en especial, sobre su programa de rearme. Pero su mayor éxito fue haber sido el primer agente secreto que

fotografió dos manuales sobre la máquina encriptadora ENIGMA, el secreto mejor guardado por el ejército alemán.

Lemoine entregó a los aliados el manual de utilización y los métodos de fijar claves en la máquina. Esta acción

contribuiría en gran medida a la victoria aliada en una segunda guerra mundial que ya se avecinaba. Su jefe en el

Deuxième Bureau, Paul Paillole, definió a Rodolphe Lemoine como “el espía francés conocido, temido, admirado y

buscado por todos los servicios especiales del mundo”

La entonces recién creada Gestapo no identificó a Lemoine hasta el 18 de noviembre de 1937, cuando emitió una

orden de búsqueda y captura con su descripción física, acompañada de una fotografía. Es la segunda fotografía

conocida de Lemoine/Köening. Podemos verla aquí debajo.

Fotografía de Rodolphe Lemoine (Köening) en 1937

Cuando los servicios alemanes descubrieron sus actividades de espionaje para los aliados, Lemoine se refugió en la

Cerdanya francesa. En 1943 fue localizado y detenido por la Gestapo. A partir de aquí esta historia tiene dos finales

diferentes:

• Según la mayor parte de autores, el Barón de Köening/Rodolphe Lemoine murió víctima de un accidente de

automóvil en Baden-Baden en 1943, tras escapar misteriosamente de los alemanes.

• Según la versión oficial de los servicios secretos franceses, la Gestapo le liberó…después de que desvelara

detalladamente a los alemanes la estructura del espionaje galo, lo que les permitió detener a los agentes secretos

franceses más destacados. Tras la Liberación de París fue detenido por los franceses y murió de una enfermedad

en 1946.

Las autoridades militares francesas no descubrieron hasta 1948 que Friedrich Rudolf Stallmann (alias Barón de

Köening, alias Coronel Lemoine, y otros muchos alias) había sido siempre un agente doble que nunca había dejado de

informar también a los alemanes.

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Epílogo

Bajo la dirección del falso “Barón de Köening” el Casino de Fuenterrabía experimentó muchos cambios. Se amplió el

ala norte, se renovaron los muebles y la decoración, y se cambió la disposición de los jardines. Pero también cambió el

ambiente de sus salones de juego, que se fueron llenando de tahúres y cocotas. Su sorprendente desaparición, y los

continuos rumores sobre estafas y juego sucio, acabaron por hundir el prestigio del establecimiento. Con la

inauguración en 1921 del nuevo Casino Miramar, el viejo casino del baluarte de San Felipe pasó a la historia.

A la izquierda, ampliación del ala norte del casino realizada por Köening.

Esta ampliación hoy no existe.

Tetxu HARRESI, 4 de junio de 2012

Fuentes:

• Iván, V. (Victoriano Juaristi) (1928), Costa de Plata, La Voz de Guipúzcoa, San Sebastián, pp.135-139

• Casal Gómez, M. (1931). La Banda Negra. Origen y actuación de los pistoleros en Barcelona (1918-1921). Barcelona,

reed. (1977), Icaria, Barcelona.

• Ventura Subirats, J. (1971). La verdadera personalidad del barón de Koenig. Cuadernos de Historia Económica de

Cataluña, Nº ,5 marzo 1971,pp. 103-118.

• Rodríguez, M. (2004), Espías vascos, Txalaparta, Tafalla

• Beck, P. y Verhoeyen, E. (2009), Agents secrets a la frontière belgo-allemande, Cahiers d’Histoire du Temps Présent,

CHTP/BEG, nº 21

• McHarg, F. (2011), Pistoleros. The chronicles of Farquhar McHarg. Vol. 1: 1918, PMPress, Oackland

• Prensa nacional e internacional, Archivo Histórico de Hondarribia, etc., etc.