1- OJOS QUE NO VEN, CORAZÓN QUE NO SIENTE - MARILYN KAYE

1 MARILYN KAYE – SAGA ‘GIFTED’ BLOG ‘DARK PATIENCE’


oojjooss qquuee nnoo vveenn,,

ccoorraazzóónn qquuee nnoo ssiieennttee

M A R I L Y N K A Y E


ssiinnooppssiiss Traducido por Glad

a Reina de la Mezquindad Amanda Beeson, de

13 años, recibe el shock de su vida cuando

despierta una mañana para encontrarse a si

misma, dentro del cuerpo de una de sus víctimas, Tracey

Devon.

Amanda descubre que Tracey, es ignorada en la escuela,

en su casa y, tiene la capacidad de volverse invisible. Cuando

Amanda se encuentra dentro de una de las clases especiales

a la que Tracey usualmente asiste, le queda claro que en la

Escuela Secundaria Meadowbrook la definición de ―don1‖

tiene un significado enteramente distinto.

¿Podrá Amanda rescatar su destino de la oscuridad y así

volver a recupera su vida? Para poder hacer eso, ella tendrá

que revelar su sorprendente don y tomar su legítimo lugar

entre sus friki-secretos compañeros de Meadowbrook.

1 Gift: Esta saga se llama Gifted, porque a lo largo de estos libros veremos las historias de jóvenes con super-poderes, dones. Gift, puede ser traducido como regalo, poder. Pero para mejor entendimiento, desde ahora en adelante le llamaremos ‘don’.

L


ccaappííttuulloo 11 Traducido por Liberi

abía 342 estudiantes en la Escuela Secundaria Meadowbrook y tres

períodos de almuerzo cada día. Eso significaba que durante

cualquier período del almuerzo podría haber más de 114 estudiantes

en la cafetería. El ruido y la conmoción, sin embargo, sugerían que la mitad de la

población del continente de China comían el almuerzo juntos.

Los estudiantes recorrían el espacio cavernoso, gritando, corriendo de un

extremo a otro, derribando sillas, bandejas cayéndose bajo las mesas. Había un

par de profesores que se suponía supervisaban la escena y el mantenimiento del

orden, pero no podían detener las albóndigas ocasionales volando sobre el

Espagueti Especial o el largo alcance que tenia una botella de soda que había sido

intencionadamente sacudida antes de ser abierta.

Desde su asiento de primera clase en la mejor mesa, Amanda Beeson

inspeccionó la caótica escena con una sensación de bienestar. La cafetería era

ruidosa y sucia y no muy atractiva, pero era parte de su pequeño reino—o

reinado, si tal palabra existiera. No llevaba ninguna clase de corona, desde luego,

pero se sentía segura con el conocimiento de que en esta sección en particular,

era generalmente reconocida como la abeja reina.

A sus lados se sentaban dos princesas—Sophie Greene y Britney Teller. Las

tres estaban a punto de comenzar con su evaluación diaria de clase su sus

compañeros. Como siempre, Amanda empezó la conversación. "¡Ohmidios, ve el

suéter de Caroline! Es demasiado apretado."

"No es broma," dijo Sophie. "Es como si ella le pidiera a los chicos que la

mirasen."

"Y no es como si ella tuviera algo sobre su Top para ver," añadió Britney.

H


Amanda miró a su alrededor por más víctimas. "Alguien debería decirle a

Shannon Fields que las chicas con rodillas gordas no deben usar faldas cortas."

"Terri Boyd tiene una nueva bolsa," indicó Britney. "¿Es un Coach?"

Amanda sacudió su cabeza. "De ninguna forma. Es una falsificación."

"¿Cómo puedes saberlo desde tan lejos?" Sophie quiso saber.

Amanda le lanzo una mirada fulminante. "¡Oh, por-favor! Coach no hace

bolsas hobo2 en ese tono de verde." La detección de imitaciones de diseñador era

su juego favorito, y Amanda inspeccionó a la multitud por otro ejemplo. "Mira el

suéter de Cara Winters."

"¿Juicy Couture?" Sophie preguntó.

"No. Puedes darte cuenta por los botones."

Sophie la miró con admiración. Amanda respondió mirando de forma

significativa al artículo en la mano de Sophie. "¿Sophie, en realidad vas a comer

ese pastelito? Pensé que estabas a dieta."

Sophie suspiró y empujó el pastelito al borde de su bandeja. Amanda se

volvió hacia otro lado.

"¿Por qué me miras así?" Britney preguntó.

"Tienes un gran grano saliendo en tu barbilla."

Britney saco un espejo de su bolsa.

"No es tan grande," Sophie le aseguró. "Nadie puede verlo."

"Yo puedo," declaró Amanda.

"¿En serio?" Britney se miró más fijamente en el espejo. Amanda creyó ver

su labio inferior temblar, y durante un momento estuvo a punto de sentir lástima

por ella. Todo el mundo sabía que Britney estaba obsesionada con su tez. Estaba

constantemente buscando su reflejo por cualquier prueba de un desglose

inminente, pasaba la mitad de una asignatura con cremas para la cara, e inclusive

veía a un dermatólogo una vez al mes. No es que realmente tuviera que darle a su

piel toda aquella atención. Si la cara de Britney hubiera sido casi tan mala como

ella pensaba que era, no se sentaría en la mesa de Amanda. Pero ella todavía se

2 Bolsas Hobo: Un bolso hobo es una bolsa de grande o medianas o en el bolso en la forma de una

media luna. Hobo bolsas tienen una correa, cuya longitud es a menudo ajustable.


miraba en su pequeño espejo, y ahora Amanda podía ver sus ojos ponerse

llorosos.

Oh no, no dejes que llore, ella pensó. A Amanda no le gustaban las

demostraciones públicas de emoción. Siempre tenía miedo de que fuera atrapada

en ellos ella misma.

Tres más de sus amigas—Emma, Katie, y Nina–se les unieron en la mesa, y

Britney consiguió más tranquilidad sobre el estado de su piel. Finalmente,

Amanda dijo. "Tú sabes, creo que hay una mancha sobre uno de mis lentes de

contacto. Todo el mundo parece tener granos."

Britney lucia aliviada, y Amanda hizo una nota mental para no gastar sus

insultos en sus amigos. No quería tener que sentirse mal por algo que dijo. Los

sentimientos pueden ser tan peligrosos.

Por suerte, Emma trajo un nuevo tema a colación. "Heather Todd consiguió

un corte de pelo."

"Propio de la Peluquería Scissors," declaró Amanda, refiriéndose a una

cadena de peluquerías que hacían cortes a bajo costo.

"¿En serio?"

"Eso es lo que parece."

Katie se rió tontamente. "¡Amanda, eres terrible!"

Amanda sabía que esto estaba previsto como un elogio, y ella lo aceptó con

una sonrisa cortes. Katie emitió en destello en la aureola de su sonrisa, y Amanda

decidió no mencionar el hecho de que el brillo de labios de Katie había

manchado uno de sus dientes.

Además, había tantos otros que merecían más su atención crítica. Como la

chica que se dirigía hacia su mesa ahora mismo: Tracey Devon, la chica más triste

en el octavo grado, la criatura más patética en la clase entera—tal vez incluso en

la escuela entera.

En la experiencia de Amanda, con toda honestidad, sabía que aún los

individuos más profundamente dañados tenían algo de valor sobre ellos. Un

completo inadaptado social podría ser un cerebro, un chico feo podría ser un

gran atleta, y una chica enormemente gorda podría tener una buena voz para

cantar. Pero Tracey Devon no tenía absolutamente nada a su favor.


Ella era delgada—no de un modo de superior modelo, pero muy flacucha y

huesuda que sus codos y rodillas parecían anormalmente grandes. No tenía

caderas y, peor aún, no tenía busto.

No se depilaba sus piernas. El hecho de que era rubia y su cabello apenas

lucia estaba fuera de lugar. Todas las chicas que Amanda conocía habían

comenzado a depilarse sus piernas a la edad de 11 años. Luego estaba el pelo

sobre su cabeza—era plano, fibroso, y siempre luciendo con la necesidad de un

lavado. Su rostro era suave e incoloro, no tenía cejas de las cuales criticar, y sus

labios eran tan delgados que parecía que no tenía una boca, tampoco. Lo mejor

que alguien podía decir sobre su cara era que ella no tenía granos—pero ella tenía

bastantes pecas para compensar eso.

En cuanto a su ropa, olvida las cosas de diseñador—los trajes de Tracey

estaban más allá de lo terrible. Desigual la parte de arriba y la de abajo, vestidos

de mangas hinchadas que parecían que fueron hechos para personas-de-cinco-

años, zapatos con cordones, y calcetines cortos. ¡Calcetines!

Y no era todo. El especial y único desorden de Tracey estaba mucho más allá

de la superficie. Ella caminaba con sus hombros encorvados y su cabeza

inclinada. Hablaba en susurros—la gente apenas podía oírla, y cuando ellos lo

hacían, nunca parecía decir algo que valiese la pena escuchar. Era como si no

estuviera ahí, en cualquier parte donde estuviera.

Pero en ese mismo momento estaba definitivamente en su mesa, y Amanda

se puso rígida. "¿Qué quieres?" ella exigió.

Tracey masculló algo, pero la única palabra que Amanda cogió fue Katie.

Llamó al otro extremo de la mesa. "Katie, tu nueva mejor amiga, Tracey Devon,

necesita hablar contigo."

Katie frunció su frente. "¿Quién?"

"¡Tracey Devon! ¿Estás ciega? Ella está de pie aquí."

Katie le echó un vistazo vagamente a la visitante no deseada. "Oh, bien.

¿Qué quieres?"

De algún modo, Tracey logro hacer que su petición fuera audible. "¿Me

podrías dejar tus apuntes de ayer?"

Katie todavía miraba perpleja. "¿Apuntes para qué? ¿Estás en una de mis

clases?"


"Historia," la ayudo Tracey en un susurro.

"Oh sí, bien. ¿Por qué necesitas mis apuntes?"

"Yo no estaba en clases. Estaba enferma."

"Enferma," Amanda repitió. "Eso es interesante. No sabía que la fealdad era

una enfermedad."

No era uno de sus mejores chistes, pero eso consiguió una respuesta de

Tracey. Ella levantó su cabeza lo bastante alto para que Amanda y los demás

pudieran ver el rubor que cruzó su rostro y las lagrimas que brotaban de sus ojos.

Luego se dio la vuelta y se apresuró a alejarse.

"Acabo de recordar – que ha tomado prestado mis apuntes, antes," comentó

Katie.

Un destello de preocupación cruzó la cara de Britney. "¿Ella se enferma

mucho?"

Katie se encogió de hombros. "¿Quién sabe? Nunca noto si ella está allí o no.

Es como si fuera una de esas personas que no ves." Ella tomó un bocado de su

sándwich, y los demás la siguieron.

Pero Amanda no podía comer. Ella estaba demasiado – demasiado algo.

¿Enfadada? Tal vez. Debido a que era tan exasperante, el modo en que Tracey

era. Era culpa suya que Amanda pudiera burlarse de ella tan fácilmente. Era

como si quisiera ser molestada. Ella no hacia el menor esfuerzo para mejorar, y

solamente tomaba los insultos de Amanda sin hacer ningún intento de vengarse.

Había muchos otros tipos espeluznantes en Meadowbrook, pero al menos ellos

se defendían. Como Jenna Kelley, la chica que se vestía de negro y tenía una

reputación terrible. Si la acusabas de ser un vampiro, ella te diría a donde ir3. ¿Por

qué nunca se defendió Tracey?

Las amigas de Amanda habían vuelto a comer y charlar por ahora.

Claramente, ellas habían olvidado todo sobre la interrupción de Tracey.

Probablemente consideraban a Tracey por debajo de su desprecio, ni siquiera

valiendo la pena de insultar. Solo Amanda estaba aun en plena ebullición.

Apretó sus puños. ¡Uh-oh! Esto no estaba bien. Podía sentir su cara

calentarse y su acelerado ritmo cardiaco. Demasiados sentimientos.

3 Aquí hace referencia a cuando alguien te dice algo desagradable y tu los mandas al diablo, o al infierno.

A eso se refiere cuando dice: ella te dice a donde ir.


"Tengo que conseguir algo de mi casillero," le refunfuñó a los demás. Antes

de que nadie pudiera responderle, se dio la vuelta y se apresuró hacia la salida.

No tenía un pase de pasillo, y si un monitor la veía, podría ser arrastrada a la

oficina del director, pero tenía que arriesgarse.

Por suerte, fue capaz de llegar al final del pasillo y bajar dos escaleras al

sótano de la escuela sin ser atrapada. Había un baño que rara vez se usaba allí, y

se metió en el. Salpico un poco de agua en su cara, agarró los lados del fregadero,

se miró en el espejo, y se concentró en empujar cualquier compasión, cualquier

ira—cualquier sentimiento en absoluto hacia Tracey Devon—fuera de su mente.

No sientas lastima por ella, se ordenó a sí misma. No merece ninguna compasión.

En realidad, a Amanda no le habría importado si alguien quisiera

compadecerse de Tracey Devon. Pero ese alguien no podía ser Amanda Beeson.

Ella sabía demasiado bien las terribles consecuencias de la preocupación. Y se

aseguro de recordarlo, se permitió que los recuerdos regresaran a su cabeza.

La primera vez... no podía haber tenido más de cinco. Ella se vio a sí misma

en una tarde fría de invierno, caminando por una concurrida calle de compras,

agarrando la mano de su madre, y mirando a la gente que pasaban. Una en

particular agarró su atención.

Ella estaba acurrucada en la entrada de un viejo edificio abandonado, con su

espalda contra la puerta de entrada. Un tazón con unas pocas monedas yacía a su

lado, y había una mano garabateando signos apoyada contra la pared. Canas

tenues se asomaban de un pañuelo sucio que estaba envuelto alrededor de su

cabeza. Su cuerpo estaba vestido con harapos sucios, y aunque Amanda no

estaba lo bastante cerca para olerla, de algún modo sabía que la mujer emanaba

un olor repugnante. Y a pesar de que Amanda no podía leer los signos, sabía que

la mujer tenía hambre.

La madre de Amanda no la había notado, pero ella se había detenido delante

del escaparate al lado del edificio. Algo en la demostración debió haber

percibido, porque ella paso algún tiempo buscándola, lo que le dio a la pequeña

Amanda más tiempo para mirar a la pobre mujer.

Ahora, ocho años más tarde, Amanda todavía podía recordar como se había

sentido– triste, insoportablemente triste, más triste de lo que se había sentido

cuando su pececito dorado mascota había muerto. ¿Por qué esta mujer tuvo que

sentarse allí en el frío, absolutamente sola? ¿No tenía alguna familia? ¿No la

amaba alguien? ¡Esa pobre mujer! ¿Cómo se sentía?


Entonces, de repente, Amanda sabía lo que la mujer sentía. Porque ella era la

mujer. Frío, hambre, y confusión, también. Y ella miraba hacia una pequeña

niña–linda-de-cinco-años, con el pelo largo, brillante coronado por un gorro de

lana. Robusta, de ojos brillantes, y envuelta en una chaqueta hinchada. De la

mano de una bien vestida, elegante mujer en un abrigo de piel.

¿Y si Amanda se había convertido en la vieja señora, quién estaba siendo

mirada por una pequeña niña?

Su madre habló. "¿Amanda, dónde están tus guantes?"

"Están en mi bolsillo," contestó la niña con la voz muy propia de Amanda.

"Póntelos. Hace frío," dijo su madre.

"Bien." Ella tomó sus guantes de su bolsillo y se los puso, tal como Amanda

habría hecho. La Amanda-la-vieja-dama estaba desconcertada. Así que, ella

estaba aquí – y estaba allí. ¿Cómo podía ser eso?

En la confusión de su mente confundida, había sentimientos que

destacaban—envidia, nostalgia, soledad. ¡Oh, era tan horrible ser esta mujer que

Amanda no podía soportarlo!

Le tomó sólo un tirón de la mano de su madre para regresar a ella misma. En

el momento siguiente, estaba en una esquina de la calle al lado de su madre, a la

espera del cambio de luz. Sabía que la mujer triste estaba justo detrás de ella, pero

no se atrevió a volver a mirar.

La próxima vez que sucedió, ella era mucho mayor—ocho o nueve. Debía de

haber sido verano, porque estaba en el patio trasero, llevando pantalones cortos y

un top halter, teniendo un picnic con un par de amigas. Desde la casa de al lado

vino el sonido de dos personas que se gritan el uno al otro. Amanda reconoció

las voces incluso antes de que el hombre y la mujer surgieran–el Sr. Blakely

primero, seguido por la Sra. Blakely. A Amanda le gustaba la Sra. Blakely—tenía

un pequeño niño bebé, y a veces le dejaba a Amanda sostenerlo. El Sr. Blakely

no era tan amistoso. En ese mismo momento, el Sr. Blakely lucia muy enfadado,

y la Sra. Blakely lucia asustada. Entonces, para horror de Amanda, el Sr. Blakely

golpeo a la Sra. Blakely—le pegó una bofetada justo en su cara—y la Sra. Blakely

comenzó a llorar.

Fue horrible—Amanda nunca había visto a un adulto llorar así antes. ¿Cómo

pudo el Sr. Blakely hacer eso? ¿Y por qué la Sra. Blakely no hizo algo como

devolver el golpe? ¡La Sra. Blakely era agradable, quién orneaba galletas con


chispas de chocolate y le cantaba a su bebé y le había prometido a Amanda que

podría ser la niñera de él cuando fuera lo bastante grande! ¿Por qué pasaba esto?

¿Qué podría ella hacer? ¿Qué era lo que la Sra. Blakely iba a hacer?

Nada. Debido a que su marido era más fuerte, y estaba enfadado, y aun

cuando él la golpeara a veces, lo amaba mucho y tenía miedo de que él la dejara

sola con el bebé... Amanda sabía todo eso porque se había convertido en la Sra.

Blakely, y cuando el Sr. Blakely la golpeo otra vez, era Amanda quien sintió la

punzada sobre su mejilla. Fue terrible; estaba adolorida, apenas por encima del

seto podía ver a dos niñas mirando con horror junto con Amanda, quien no

pareció molestarle en lo más mínimo. Era como si ella no tuviera ningún

sentimiento en absoluto. Lo cual le causo una extraña sensación, porque Amanda

tenía sentimientos en el cuerpo de la Sra. Blakely.

El resto del recuerdo era un borrón, pero de algún modo Amanda regreso

dentro de su propio cuerpo. Poco después, el Sr. y la Sra. Blakely se alejaron.

Hubo otras experiencias. Dos se destacaron—en aquel tiempo en el cuarto

grado cuando ella vio que una compañera de clases fue golpeada por un coche

delante de la escuela y luego se sintió a si misma tirada sobre la calle, asustada y

con dolor y oyendo el sonido de la ambulancia. Y otra vez, solo hace tres años,

cuando se convirtió en un chico– un flaco, nerd, quejumbroso chico llamado

Martin, más joven que ella, que había vivido al lado de la calle. En la vecindad a

nadie le gustaba Martin, y su madre siempre se quejaba con otras madres del

modo en que sus niños lo trataban. Pero entonces un día lo vio rodeado por

chicos más grandes, que lo empujaban hacia adelante y hacia atrás y se reían de

él, y ella lo compadeció...

Fue el último. Porque para entonces, lo había descubierto. Sentir demasiado

– ese era el problema. Cuando se sentía mal por alguien más, era cuando sucedía.

Ahora, a la edad de 13 años, sabía las palabras: simpatía, compasión, piedad.

Aquellas eran las emociones que provocaban el extraño arrebatamiento de

cuerpo, que la transportaban a otras personas y la hacían sentir lo que ellos

sentían.

Una vez que lo entendió, sabía lo que tenía que hacer para impedir que le

pasara otra vez. Tuvo que dejar de sentir esas emociones. Si no se preocupaba

por alguien, no se convertiría en aquella persona.

Así que dejó de preocuparse. No fue fácil, y muchas veces tuvo que luchar,

pero valió la pena de modo que nunca sufrió esa experiencia de nuevo. Al


principio, solamente trató de bloquear los sentimientos de compasión, pero

entonces se dio cuenta que sería útil luchar contra ellos. Se enfocó en el

comportamiento que funcionaria en contra de la compasión—burlas, ridículos,

insultos creativos. Y en el proceso descubrió una extraña verdad—la gente

admiraba su mezquindad, o bien solo tenían miedo de ella. En cualquier caso,

funciono a su favor.

Y ahora tenía una vida fabulosa. Era la Reina de la Mezquindad y gobernaba

la escuela—o al menos el octavo grado, aunque se sentía bastante segura de que

su fama se había extendido a los grados menores. Nunca estaba sola; sus

compañeros de clase buscaban su aprobación y era admirada. Sabía que había

gente que decía que la odiaba, pero no tenía duda de que lo que ellos realmente

querían era ser ella.

Después de unas respiraciones profundas, otro poco de agua sobre la cara, y

una reparación rápida de maquillaje, estaba lista para volver a la cafetería y seguir

desde donde se había quedado. Y paso el día sin sentir pena por alguien otra vez.

***

Pero más tarde esa noche, en su hermoso dormitorio rosa y blanco, acostada

en su cama con cuatro pilares bajo un dosel de encaje, Amanda pensó en el

extraño suceso del día y se preguntó cómo había llegado pasar. ¿Por qué había

sentido un atisbo de compasión por Tracey Devon? Cierto, Tracey era patética,

pero no era una víctima como la Sra. Blakely o la chica que había sido golpeada

por el coche.

¿Qué sabía sobre Tracey de todos modos? No mucho. Sabía que Tracey era

uno de esos chicos "frikis" que asistían a una clase especial en Meadowbrook.

Que era algo difícil de creer, porque para Amanda ella no daba la impresión de

ser ningún tipo de genio. Habían ido a la misma escuela primaria, y Tracey había

estado en la clase del segundo grado de Amanda. No habían sido las mejores

amigas—ella era solo otra compañera de clases—pero no había nada

especialmente terrible en ella. Tracey había estado bien en ese entonces.

De hecho, había sido casi famosa. Todos en el pueblo hablaban de la familia

de Tracey ese año—su madre acababa de dar a luz a septillizos, siete niñas bebés

idénticas. Estaban en la TV, por las noticias. "Las Siete Devons"—que es como


los reporteros las llamaban. Las bebés estuvieron en muchos comerciales, y

posaban para anuncios, y cada año después de ese un programa de noticias de la

TV incluía un segmento especial mostrándolas en sus cumpleaños. Las Siete

Devons eran famosas.

Pero no lo era Tracey Devon. Ella no estaba en aquellos programas de

televisión especiales. No era sorprendente, en la opinión de Amanda. ¿Quién

querría ver a una nerd como Tracey por la TV?

Amanda se dio cuenta entonces de lo que realmente la molestaba—el hecho

de que Tracey no tenía que ser una nerd. No tenía que vestirse tan mal o actuar

tan nerviosa. ¿Por qué no se defendía a si misma? ¿Por qué toma todos los

insultos que todos amontonan sobre ella? Era más que una nerd—era una

cobarde, nunca se resistía, ni siquiera lo intentaba. Era una total, completa, y

absoluta perdedora...

Amanda era consciente de las gotas de sudor que se formaban en su frente.

Sus sentimientos funcionando toda otra vez. Esto no serviría de nada. No podía

dejar que Tracey la molestara. Todos los demás solo la ignoraban, ¿Así que por

qué no podía Amanda?

Tenía que calmarse o nunca conseguiría dormir.

Durmió finalmente.

Cuando volvió a abrir sus ojos, no había luz del sol que se vertiera por su

ventana... lo que era extraño, porque su madre siempre la despertaba cuando

entraba para abrir las persianas en las ventanas de Amanda. Pero no había nadie

más en la habitación...

Parpadeó. ¿Dónde estaba su dosel? ¿Por qué miraba al techo? ¿Se había

caído de su cama? Porque esto no se sentía como su cama—esta era más dura.

Cuando sus ojos comenzaron a enfocarse, los primeros indicios reales de miedo

comenzaron. Notó la cómoda delante de ella. Era amarillo, no rosa. ¿Y donde

estaban esas cortinas floreadas a los lados de su ventana? No... no era su ventana.

No era su habitación.

Se incorporo de repente, y fue cuando notó sus manos. ¿Qué le había pasado

a su manicura – el lindo esmalte rosa? ¿De quién eran estas uñas rechonchas,

mordidas?

Su corazón le latía con furia, pero su cuerpo se movía en cámara lenta. El

levantamiento de las piernas que no eran sus piernas. Poniendo los pies en el


piso, experimentando la nueva sensación de una alfombra en vez de una

alfombra mullida. Caminando hacia un espejo que colgaba encima de la cómoda

desconocida.

Mirando al espejo pudo ver... a Tracey Devon.


ccaappííttuulloo 22 Traducido por Lula

l reflejo le devolvió la mirada, congelada e incomprensiva. La misma cara blanca pecosa, cabello graso, y labios finos que ella había despreciado el día anterior en la cafetería.

El cuerpo escuálido, apenas disimulado por un delgado camisón infantil

cubierto de descoloridas flores de color rosa. No había duda sobre eso—Amanda Beeson era Tracey Devon.

Su cuerpo no se podía mover, pero su interior estaba sacudiéndose.

Amanda cerró sus ojos. Piensa en quien eres realmente, se ordenó. Amanda Beeson, un metro cincuenta de estatura, cincuenta kilos, cabello castaño claro, ojos azules, nariz respingada. Amanda Beeson, la chica más cool en Meadowbrook Middle School, la Reina de la Mezquindad.

Frenéticamente, trató de recordar qué fue lo que había usado para dormir la

noche anterior: una remera extra-grande con "I heart New York" escrito en él que su padre le había traído de su último viaje de negocios. Cuando tuvo la imagen firmemente impresa en su mente, abrió sus ojos de nuevo. El shock que estaba sintiendo seguía estando visible en la cara de Tracey Devon.

El silencio de la habitación se rompió por una serie de fuertes pitidos. Le

tomó un momento a Amanda darse cuenta que los ruidos provenían de un reloj despertador sobre la mesita de noche. Ella lo apagó y se sentó en la cama.

Mantén la calma, se dijo a sí misma. Tú sabes qué está pasando. Ha pasado antes y

va a pasar. Ella en realidad estaba más enojada que asustada. ¡Maldita sea Tracey Devon por exigir lástima! Si a Amanda no le gustaba la chica antes, ahora la odiaba totalmente. La odio, odio, odio, repitió en silencio.

Seguramente no podrías sentir simpatía por alguien que odiabas. Si ella se

concentraba en sus sentimientos reales por Tracey, saldría de su cuerpo y volvería al suyo.

E


Pero era difícil concentrarse en el odio cuando lo que ella realmente estaba

sintiendo en ese momento era hambre. Se le ocurrió que tal vez su hambre la

hacía demasiado débil como para volver a ella misma. Podía hacer algo al

respecto.

Moviéndose torpemente sobre los pies desconocidos, fue a la puerta y salió al pasillo. Ella escuchó voces provenientes de otra habitación y bordeó la pared a lo largo para mirar y ver lo que pasaba en su interior.

Reconoció inmediatamente a las siete pequeñas niñas de las imágenes en las

revistas. Las Siete Devon se estaban vistiendo, asistidas por una mujer de aspecto cansado—¿la madre de Tracey?—y una chica adolescente. ¿Tracey tenía una hermana mayor?

―Lizzie, ayuda a Sandie con sus botones,‖ la mujer dijo. La adolescente parecía impotente ―¿Cuál de ellas es Sandie?‖ ―Lizzie, con lo que te pago, lo menos que puedes hacer es aprender a

distinguirlas‖ la mujer le respondió con irritación. Señaló a una de las septillizas. Entonces la adolescente era una especie de ayudante de la madre, Amanda

se dio cuenta. Mientras que ellas dos estaban ocupadas vistiendo a las niñas, ella pudo arrastrarse escalera abajo, encontrar la cocina, y conseguir algo para comer.

Desafortunadamente, una de las niñas la vio. ―Mamá, ¡allí está Tracey!‖

Sorprendida, la mujer levantó la vista. Por un segundo parecía desconcertada, y luego su expresión cambió a irritación. ―Tracey, ¿porqué no estás vestida aún? Vas a llegar tarde para el autobús y yo no te voy a alcanzar‖

Bien, Amanda pensó, porque ella no tenía intenciones de ir a la escuela, no

como Tracey Devon. Sin embargo, a ella le gustaba la idea de salir de ese horrible camisón, y decidió aplazar la comida hasta después de que ella hubiese cambiado. Ella podría estar comiendo un tazón de su propio Special K en su propia cocina.

Pero mientras ella estuviese en este cuerpo, pensó que tal vez pudiese

mejorar la manera en la que Tracey se vestía para la escuela. Sin embargo, examinando el contenido del armario de Tracey, no ofreció mucho en el sentido de algo decente que usar. No había nada allí en lo que Amanda hubiese querido ser vista.

¿Era la familia demasiado pobre como para comprarle ropa? No, eso no

podía ser. La casa lucía bien, y aquellos pequeños clones estaban usando lindos


vestidos a juego. Una vez más, era la culpa de Tracey—la chica no tenía gusto. Otra razón por la cual sentirse apenada por ella.

Sin embargo, no era una razón suficiente como para que Amanda saliera de

su cuerpo. Ella abrió un cajón y buscó en vano, a través de un montón de ropa interior blanca, un sostén—y luego recordó algo sobre Tracey. Ellas estaban en la misma clase de gimnasia y se cambiaban en el mismo vestuario. Tracey no usaba sostén. Este era otro motivo por el cual burlarse de ella.

Con un suspiro, Amanda empezó a buscar las prendas de ropa menos

ofensivas. Ella terminó con una pollera de tela vaquera clara-- sin etiqueta, por supuesto-- y la única remera que no tenía manchas en las axilas. La camisa era demasiado holgada, pero ella encontró un cinturón marrón y lo ciñó en su cintura. Hurgando entre los cajones, no pudo encontrar ningún maquillaje—ni siquiera un tubo de brillo labial—pero se las arregló para descubrir una banda de goma, la cual usó para alejar el cabello sucio de la cara de Tracey en una alta cola de caballo.

Por ahora se estaba muriendo de hambre. El ruido de la habitación del

pasillo indicó que todo el mundo estaba todavía ocupado con las septillizas, por lo que se apresuró escaleras abajo y encontró la cocina. Vio una caja de barras de granola en el mostrador y tomó uno. Lo desenvolvió y logró un bocado antes de que la ayudante de la madre, Lizzie, apareciera.

―¿Qué estás haciendo? ¡Esas son para las niñas!‖ Amanda masticó y tragó. ―Yo soy una niña‖ ―Tú sabes lo que quiero decir‖ Lizzie fue al mostrador y miró dentro de la

caja. ―Oh, no, sólo quedan seis,‖ se lamentó ―¿Qué va a decir tu madre?‖ Amanda no quería saberlo. De repente, la escuela no parecía una idea tan

mala. Ella recordó haber visto una mochila en la habitación de Tracey y se apresuró escaleras arriba de nuevo. Una mirada rápida al interior reveló libros de texto, por lo que la lanzó por encima del hombro, corrió hacia las escaleras y salió por la puerta.

No era difícil ver la parada del autobús—el autobús escolar se acercaba por

el camino y un par de chicos estaban esperando en la esquina. Ella no conocía a ninguno de ellos, y claramente Tracey tampoco, ya que ninguno de ellos la reconoció a su llegada. Y cuando el autobús se detuvo y las puertas se abrieron justo en frente de Tracey, abriéndose delante de ella para que subiera. Muy rudo.


El conductor del autobús era incluso más rudo--después de que el muchacho justo en frente de ella correteara por las escaleras, las puertas se cerraron. ¡Como si ella no estuviese allí!

―¡Hey!‖ gritó Amanda, golpeando las puertas del autobús. ―¡Abre!‖ El conductor parecía ligeramente sorprendido cuando subió a bordo.

―Disculpa, no te ví,‖ él murmuró. Ella todavía estaba echando humo cuando iba por el pasillo del autobús, lo

que fue probablemente la razón por la cual no vio los pies de alguien sobresaliendo. Ella se tropezó. Tumbada en el suelo, todo lo que podía pensar era—así que ésta es la vida de Tracey. Nadie trató de ayudarla a levantarse, y el chico cuyo pie fue el responsable de su caída ni siquiera se molestó en pedir disculpas. Por lo menos nadie se reía—sobre todo porque nadie le estaba prestando atención.

Y mientras luchaba con sus pies, ella sólo podía rezar para que estuviese de

vuelta en su propia vida muy pronto. Mientras hizo su camino a la parte trasera del autobús, decidió que lo primero que haría al llegar a la escuela sería encontrarse a sí misma. Tal vez eso daría la sacudida para poner fin a esta transformación.

Tan pronto como ella se bajó del autobús, Amanda corrió a su propio

casillero. Allí, la otra Amanda estaba jugando con la combinación y hablando con Britney, quien tenía su casillero su lado. Amanda antes había tenido la experiencia de verse a ella misma en los ojos de otro. Siempre era espeluznante—pero muy interesante.

Ella se veía bien. La falda rayada sobre las polainas funcionaban—ella no

había estado demasiado segura cuando contempló por primera vez la

combinación. Sin embargo, ella no estaba muy emocionada con las botas cortas,

la próxima vez, se pondría bailarinas planas.

―Amanda,‖ ella dijo. La otra Amanda se giró, y Amanda-Tracey inmediatamente reconoció su

propia expresión—la cual era exactamente la forma en que habría esperado reaccionar ante cualquier intento de comunicación por parte de Tracey Devon. ―¿Qué?‖

Amanda-Tracey no tenía idea qué responder. Ella había estado esperando

que el simple contacto cara a cara la pusiera de nuevo dentro de su propio cuerpo.


―Um… sólo quería decir Hola‖ La otra Amanda la miró con incredulidad. Luego se volvió a Britney, rodó

sus ojos, y dijo ―Vámonos‖ Amanda-Tracey estaba decepcionada, pero se sintió aliviada también.

Aquello había sido definitivamente un verdadero comportamiento de Amanda. Como lo esperaba, ella y Tracey no habían intercambiado los cuerpos—pero era bueno tener la confirmación. Ella no tendría que preocuparse por Tracey diciendo cosas estúpidas, actuando como una nerd, o de otro modo arruinaría la reputación de Amanda.

La alarma de la campana sonó, indicando que quedaban dos minutos para

que los estudiantes estuvieran en sus salones. Amanda cayó en la cuenta de que no tenía idea de dónde Tracey se suponía debía estar.

Ella buscó la mochila de Tracey y sacó una carpeta de tres anillos—eso tenía

sentido. Amanda no había visto una carpeta como esa desde la escuela primaria. Todos en la escuela intermedia utilizan cuadernos de espiral, uno por clase. Pero por suerte, en la cubierta interior de la carpeta Tracey estaba pegado una copia de su horario. Su clase estaba en el otro extremo del edificio, en el segundo piso.

Ella se apresuró por el corredor vacio rápidamente. A mitad de la escalera la

campana final sonó y corrió el resto del camino. ¡Maldición! Los profesores pasaban lista y hacían un gran alboroto por la tardanza, y la última cosa que ella quería hacer hoy era llamar la atención sobre sí misma.

Pero cuando ella se metió en el aula, el profesor ni siquiera levantó la vista.

Ninguno de los otros estudiantes le hizo caso—al menos no hasta que ella cayó en uno de los asientos vacíos. La chica delante de ella se dio la vuelta.

―Ese es el asiento de Heather‖ ―Lo siento‖ Amanda dijo. En ese momento ella quería patearse a sí

misma—o mejor aún, a la chica que había hablado con ella. ¿Y qué si ella estaba sentada en el asiento de Heather?

Heather no estaba allí. ¿Y por qué ella había pedido disculpas? ¿Estaba

realmente volviéndose Tracey? Miró a su alrededor. ¿Debería arriesgarse o preguntarle a la chica dónde solía sentarse Tracey?

No, ella no podría preguntar—eso sería demasiado extraño. De cualquier

manera, la chica probablemente no sabría dónde Tracey se sentaba, desde que nadie se daba cuenta de ella.


Amanda se trasladó a otra silla vacía, la que debe haber sido de Tracey, ya que nadie se opuso. Evidentemente, todo el mundo creía que ella era Tracey Devon en el asiento de Tracey Devon.

La mera noción era tan horrible que se olvidó de responder cuando el

profesor tomó asistencia. ―¡Tracey!‖ el profesor ladró. ―En realidad estás aquí por un cambio. Podrías

considerar responder a tu nombre‖ La clase se rió a sabiendas, como si fuera algún tipo de evento común.

―Lo siento‖ Amanda dijo de nuevo y luego se pateó mentalmente y

prometió no repetir esa palabra por el resto del día. Después de pasar lista vinieron los aburridos anuncios habituales por el

intercomunicador. Amanda aprovechó el tiempo para considerar su situación. Obviamente, esta experiencia de transferencia de cuerpo era diferente de

los anteriores. Nunca había pasado tanto tiempo dentro de cualquier otro cuerpo. Por otro lado, las otras experiencias no habían sido consistentes en tiempo - algunos duraban segundos, otros horas. Ella siempre había vuelto a su interior eventualmente.

Ella no estaba preocupada—no todavía. Sin embargo, algo más la molestaba—algo que nunca antes había pensado.

Mientras ella estaba en el cuerpo del otro, ¿dónde estaba esa persona? Su memoria de ser la pobre anciana le había dado un indicio de cómo la otra Amanda estaba funcionando—como un robot programado como Amanda. Pero, ¿dónde estaba Tracey?

―Hey, idiota, la campana está sonando‖ Miró sin comprender al muchacho que pasaba su escritorio y se dio cuenta

que la clase había terminado. Ella se levantó y agarró su mochila. Contrólalo, se advirtió a ella misma.

Puede que tengas que lucir como Tracey por un tiempo, pero no tienes que ser ella. La siguiente clase de Tracey era matemática, la cual no era una de las

mejores materias de Amanda. Tracey tenía el mismo maestro que Amanda, y usaban el mismo libro de texto, pero la clase de Tracey era un par de días por detrás de la de Amanda. Lo que era algo cool—por una vez Amanda sabía las respuestas de la ecuación que el maestro estaba escribiendo en el pizarrón.


Cuando el maestro preguntó por respuestas, ella alzó su mano. El profesor miró a lo largo de la clase. "¿Nadie quiere intentar esto?" Amanda sacudió su mano. Luego otra chica tentativamente levantó la

mano. ―Si, ¿Jade?‖ Amanda alzó más su mano. ¡Wow! ¿Era Tracey tan perdedora que hasta los

maestros la ignoraban? Consideró responder voluntariamente en la próxima clase de Tracey, Inglés, pero luego decidió no hacerlo.

Ella era mejor apegándose a su plan inicial de no llamar la atención sobre sí

misma. Sólo debía dejar que las cosas siguieran su curso hasta que pudiese volver dentro de sí y dejar que Tracey recogiera donde lo había dejado. Era lo menos que podía hacer por la pobre muchacha. ¡Oh, no! ¿Fue una nota de piedad viniendo de allí?

Miró el horario previsto en la carpeta de Tracey y vio que su siguiente clase

era gimnasia. Bien—por lo menos estaría moviéndose, y no sólo sentada y pensando. Pero se le ocurrió que el gimnasio estaba justo por debajo de la clase en la que actualmente estaba. No le llevaría más de un minuto y medio llegar allí, y había seis minutos para matar entre las clases. ¿Qué podría hacer con ellos?

En su vida normal, ella sabía exactamente qué podría hacer—ir a los baños

más cercanos y pasar los cuatro minutos y medio adicionales arreglándose el cabello y volviéndose a aplicar brillo de labios.

Por otra parte, la idea de quedarse en la sala no era atractiva, y no había

ninguna ley que mantuviese a Tracey alejada de los baños públicos. Por eso, cuando sonó la campana, se dirigió directamente hacia el baño de chicas a través del pasillo.

Ella fue la primera allí. A pesar de que sabía lo que veía cuando miraba en el

espejo, todavía era repugnante hacerle frente a la reflexión de Tracey. No es de extrañar que Tracey nunca permaneciera mucho tiempo en los

baños—¿a quién le gustaría ver eso todos los días? Era demasiado horrible. Y aunque en realidad no fuese ella, Amanda sintió un impulso automático de hacer algunas mejoras.

Sólo que no tenía ningún tipo de herramientas. Como se esperaba, una

búsqueda en la mochila de Tracey reveló nada en el sentido de cosméticos.


La puerta del baño se abrió. En el espejo, Amanda observó cómo sus amigas Katie y Emma se paseaban, seguidas por la Amanda-robot, o lo que sea que fuera. Todas ellas se alinearon frente al espejo, vaciaron sus bolsos de maquillaje en los lavabos, y se pusieron a trabajar. Amanda no podía sacar sus ojos de ella misma, y la Otra-Amanda se dio cuenta. ―¿Qué miras?‖

¡Wow! Si ella solo supiera a quién le estaba hablando en realidad. Amanda

se mordió la lengua y dijo lo que ella asumía que diría Tracey si hubiese estado en la misma situación: ―Nada.‖ Pero luego vio a la Otra-Amanda aplicarse su propio brillo labial Perlas de Rosa—el mismo brillo que Amanda se había comprado justo la semana pasada—ella habló impulsivamente.

―Amanda…‖ ―¿Qué?‖ ―¿Me prestas tu brillo labial?‖ La Otra-Amanda no intentó disfraz su reacción horrorizada. ―¡No!‖ Amanda no se sorprendió. Si hubiese estado en su propio cuerpo, eso era

justo lo que hubiese respondido a una pregunta como esa de Tracey. Después de todo, ella no quería tener piojos, o cualquier otro tipo de

gérmenes que alguien desagradable como Tracey tendría. Lo que le sorprendió a Amanda fue la manera en que la respuesta de la

Otra-Amanda le hizo sentir. Ella en realidad podía sentir que algo ardía detrás de sus ojos.

Eso era ridículo—ella no era Tracey, entonces, ¿porqué debería importarle

si alguien se burlaba de ella? Aún así, Amanda decidió hacer una escapada rápida del baño antes de las lágrimas de Tracey aparecieran. Se apresuró a salir, bajó las escaleras y se fue al vestuario al lado del gimnasio.

Al menos esta era una de las clases propias de Amanda, de modo que sabía

lo que iría sucediendo. Ellos estaban jugando voleibol este mes. Ella tomó un limpio-pero-feo uniforme de gimnasia de talla-única y entró en el vestuario.

A su alrededor, las chicas se desvestían y hablaban. Con su cabeza

agachada, Amanda se abrió paso a un vestidor vacío, esperando mantener un perfil bajo. Ella particularmente quería estar lejos de la Otra-Amanda. Tal vez ahora estaría cansada de molestar a Tracey por no usar un sostén.


No hubo suerte. Tan pronto como ella se quitó la camiseta, un grito se elevó.

"Hey, Tracey, ¿alguna vez has probado esto?" La Otra-Amanda posó con

los codos extendidos y comenzó a cantar mientras sacudía sus brazos hacia atrás y adelante en un ejercicio:

Debemos, debemos, debemos incrementar nuestro busto. Es mejor, es mejor, es mejor para el sweater. Era una vieja y rancia rima-- ¿cómo alguien podría encontrarlo gracioso?

Pero Katie y las otras rieron obedientemente, y Amanda experimentó una extraña sensación caliente en su cara.

OhPorDios, ¿se ruborizó? ¡Nunca antes se había ruborizado en la vida! El silbido agudo de la profesora los llamó en el gimnasio. A decir verdad,

Amanda había disfrutado gimnasia este mes—ella era buena en volleyball, y sacaba su rasgo competitivo. Ella siempre estaba tan concentrada que nunca había notado cómo jugaba Tracey, pero decidió que podía asumir con seguridad que Tracey era una torpe, y ella estaba bastante segura de que no había ningún rasgo competitivo secreto detrás de su actitud humilde.

Una vez que estaban todas en el gimnasio, la Sra. Barnes en su pantalón

blanco y camisa, hizo sonar el silbato de nuevo."Las Capitanas de hoy son Britney y Lorie." Una moneda fue lanzada para ver cuál de las chicas iba primero, y luego comenzó la selección del equipo.

Si ella hubiese sido ella misma, habría sido la primera elección de Britney,

Amanda pensó con tristeza. No importaba quien fuese la capitana, ella siempre era la primera o la segunda elección. Pero no vino como una sorpresa encontrarse aún en pie entre los equipos mientras la selección continuaba.

¡Que humillante ser la última! Una vez más, Amanda tuvo que recordarse

que ella no era ella misma, que no era realmente Amanda la que tenía que escabullirse hacia el lado de Britney cuando ya no quedaba nadie más para escoger.

El juego comenzó, y fue como una pesadilla. Amanda había estado mitad

esperando que su propia personalidad podría anular la debilidad natural de Tracey y las limitaciones físicas, pero no hubo suerte. Incluso cuando intentó lo más arduo para llegar a la pelota, alguien se lanzó delante de ella.


Otras jugadoras la empujaban a un lado como si fuera una mosca molesta que había invadido el gimnasio. Como si ella no perteneciera allí del todo. Un pensamiento la golpeó: ¡Tracey no pertenecía a ninguna parte!

Ni siquiera existía para la mayoría de la gente. A excepción de tí, se dijo con gravedad. A tí te importa. ¡Y mira donde has

llegado! Una bola golpeándola en la cabeza la trajo de vuelta al juego. No es que le

hiciera algún bien al equipo. Era su turno de sacar—y el mejor golpe de Tracey era el peor de Amanda.

La pelota pegó en la red, el juego terminó, y el otro equipo vitoreó. ―Tracey, ¿estás loca?‖ Britney gritó. ―Perdiste el juego, ¡idiota!‖ "A ver, a ver, es un deporte de equipo—no culpamos a los individuos",

murmuró la Sra. Barnes, pero incluso ella estaba mirando a Amanda con desesperación.

Por lo menos no la molestaron de nuevo en el vestuario. Sus compañeras

parecían estar satisfechas simplemente con darle miradas sucias cada vez que se encontraban con sus ojos. O por lo menos, así era como se sentía. La única persona que no parecía enojada era Sarah Miller, pero eso no era un consuelo. Sarah era la clase de chica que siempre estaba sonriente y era amable con todos, por lo que a Amanda le concernía, lo que no contaba.

El almuerzo era lo siguiente en la lista—Tracey tenía el mismo periodo de

almuerzo que Amanda. Pero caminar en la cafetería el día de hoy era una experiencia totalmente nueva para ella. Ayer era su reino, ahora se sentía como si estuviera caminando en una zona de guerra, con enemigos en cada mesa. Daba miedo.

Con la cabeza baja, se fue a la final de la línea de comida. Esperando allí,

ella no pudo resistirse a echar un vistazo a su propia mesa. Qué raro—verse sentada allí con Katie y todos sus amigos, riendo y hablando...

―Hey, ¿te vas a mover o qué?‖ el chico detrás de ella demandó. Se estaba convirtiendo automático el murmurar "lo siento", y ella se movió

con la línea. Normalmente se habría comprado sólo un yogur y una ensalada, pero el especial de hoy en realidad se veía bien, y la única felicidad que iba a conseguir de ese día iba vendría de comer. Pero cuando llegó a la caja, se dio cuenta que ella nunca había chequeado para ver cuánto dinero llevaba a Tracey.


No lo suficiente. Y entonces tuvo que soportar más miradas molestas

mientras retrocedía y devolvía el almuerzo. Terminó con una barra de chocolate y una bolsa de papas fritas de la máquina expendedora. Ella encontró un asiento en una mesa desocupada y empezó a comer. La próxima vez, ella recordaría llevar un libro o una revista. Pero no habrá una próxima vez, ella misma se aseguró. Seguramente mañana a esta hora sería ella misma otra vez.

Sin nada más que hacer que comer su dulce y papas fritas, abrió la carpeta

de Tracey para ver cómo sería el resto del día. Para la próxima clase, no había materia como historia o Inglés—sólo un número de habitación: 209.

Cayó en la cuenta de que esta podría ser la llamada Clase de Dotados de

Tracey. Y por primera vez desde que el día horrible había comenzado, en realidad sentía una chispa de curiosidad.

¿De qué se trataba esa clase, de todos modos? La gente lo llamaba

"dotados", pero había otras clases para cerebros en Meadowbrook, y todos ellos tenían nombres como Inglés Avanzado o Matemáticas Avanzadas.

Tal vez era una especie de clase especial de opinión. Pero no, Tracey era

sólo una nerd, una perdedora, no alguien que necesita ayuda adicional con el aprendizaje. Así que tal vez eso es lo que era—una clase de inadaptados sociales. En el fondo de su mente, sin embargo, Amanda sabía que eso no era posible.

Mientras que el resto de los estudiantes fácilmente clasificaba a Tracey

como una perdedora, no era una categoría que Meadowbrook Middle School reconociera jamás. Amanda tenía la sensación de que todas las escuelas intermedias eran así. Los maestros, directores, consejeros—ellos nunca sabían lo que realmente estaba pasando.


ccaappííttuulloo 33 Traducido por JLou

e trataba de un aula ordinaria, no era diferente a la mayoría de las

demás en el edificio. Había un gran mapa en una pared, en otra,

estantes, filas de pupitres y un escritorio más grande en la parte

delantera de la sala, detrás de la cual estaba sentada una mujer.

―Tracey ¡Qué bueno verte!‖. Amanda pensó que era una extraña felicitación

sobre todo, por el énfasis que había puesto a la palabra ver.

¿Esto tiene algo que ver con ser ―visto y no oído‖? ¿Tracey realmente era

ruidosa en esta clase? Eso fue difícil de creer.

Amanda no tenía ni idea de cuál era el nombre de la profesora, por lo que

dijo ‗mucho gusto‘, y luego se giro para ver quien más estaba allí.

La campana no había sonado todavía, solo había otros dos estudiantes

sentados en la sala. Uno de ellos era pequeño, un chico de cara redonda con pelo

corto y a la moda, y una expresión solemne.

Precia muy joven, ¿era un estudiante de sexto grado quizás? En cualquier

caso, nunca lo había visto antes.

Pero la otra cara fue definitivamente familiar. Era gracioso en cierto modo,

porque ella había pensado en ella el otro día… Jenna Kelley.

Por lo general Amanda no sabía los nombres de los alumnos de séptimo

grado, pero Jenna era famosa… O tal vez infame era la palabra correcta. Y no

era porque siempre andaba vestida de negro con sus oscuros ojos delineados.

Había historias sobre Jenna Kelley, y no eran sólo rumores. Se había

trasladado a Meadowbrook justo después del inicio del año escolar, y no venía de

otra escuela, sino de una especie de cárcel para delincuentes juveniles.

Amanda no tenía idea de por qué Jenna había estado en ese lugar, pero

tenía que creer que había sido por algo más que robar en tiendas. Jenna daba

miedo con solo mirarla, porque era como alguien que llevaba una navaja y no le

S


molestaba cortar la cara de alguien que la molestara. Lo que era imposible de

creer era la idea de que Jenna sea una nerd, no tan nerd era un término cortes

para otra cosa, como locos o criminales.

Pero esa idea se desvaneció con la próxima, llegada.

―¡Ken!‖, exclamó Amanda.

Ken Preston miró sin comprender. ―¿Si?‖

Entonces recordó que Ken no le estaba respondiendo a Amanda Beeson, la

chica a la que había besado bajo el agua en la fiesta de piscina de Sophie en la

primavera pasada. Él se dirigía hacia Tracey Devon, quien nunca había tenido el

descaro de hablar con un chico lindo como él, y ahora estaba mirando con

curiosidad a Amanda, seguro estaba preguntándose qué quería Tracey.

―Uh, nada‖, Amanda murmuro. ―Lo siento‖. Por una vez, pronuncio esa

palabra intencionalmente. Ella acababa de decidir que en esta clase necesitaba

comportarse como Tracey. La última cosa en el mundo que quería era que

alguien (es decir Ken), supiera quién era realmente. Si Ken sabía lo que estaba

pasando, ella tenía una horrible sensación de que nunca sería capaz de mirarla de

nuevo sin ver la cara de Tracey.

―Hola Ken‖, dijo la profesora, mientras se dirigia a su asiento.

―Hola, Madame‖, respondió Ken.

Madame. Eso fue interesante, Amanda pensó. Tal vez era una profesora de

francés en Meadowbrook.

Eso explicaría porque Amanda no la había visto antes.

Fue toda una sorpresa ver entrar a la siguiente persona, Sarah Miller, una

chica súper dulce, que estaba en su clase de gimnasia. ¿Por qué estaba ella aquí?

Esto era demasiado bueno para ser verdad. ¿Era nerd?

Pero Amanda estaba más intrigada por el hecho de que Ken Preston, un

chico lindo, que no era un criminal, del tipo sonriente estaba aquí. Él era súper

popular y había sido estrella del equipo de fútbol de la escuela hasta que tuvo

aquel fatal accidente el mes anterior. Y a pesar de que ya no estaba más en el

equipo todavía era considerado uno de los mejores chicos de Meadowbrook.

¿Así que por qué estaba en esta clase? Ella no creía que ser cool, contaba como

algo para pertenecer al grupo de los súper nerds. Si ese fuese el caso, ella, la

verdadera Amanda, habría estado allí.


El estudiante que estaba por ingresar era una joven de aspecto futurista

con una expresión de cristal. La profesora la saludo como ―Emily‖, y tomó el

asiento junto a Amanda. Entonces entró un chico que Amanda conoció, porque

él era el único que estudiante en Meadowbrook en silla de ruedas. El fue seguido

de otro chico, y esta vez Amanda contuvo el aliento bruscamente.

Ella lo reconoció de inmediato a pesar de que no lo había visto en años,

Martin Cooper, que solía vivir en la calle. El niño cuyo cuerpo había ocupado

brevemente hace mucho tiempo. Él debe estar en sexto grado ahora… pero se

vía exactamente como en aquel entonces, mirando para atrás cuando él era el

más recogido niño de la zona.

Tal vez Tracey fue recogida de un terreno y por esa razón estaba en esa

clase. Por otra parte nadie se metía con Jenna si es que querían vivir. ¿Y quién

escogería a Ken Preston?

Sonó la campana, y Amanda contó ocho estudiantes de la clase. El

promedio de alumnos por clase era entre 20 y 30. Esto era cada vez más

misterioso.

Madame, se levantó de su silla y dio la vuelta y se puso enfrente de la mesa.

Era una mujer menuda, de cabello oscuro, ojos brillantes oscuros, y una amistosa

sonrisa. ―Charles, ¿te gustaría comenzar con tu informe?‖

―No‖, respondió el niño en sillas de ruedas.

Amanda se quedó desconcertada. A nadie le gustaba dar informes, pero en

realidad nadie dijo que no.

―Pudo haber dado alguna excusa—que tenia había dejado los papeles en su

casa, fingir tener laringitis—, pero usted se ha limitado a decir que no‖.

Madame no parecía sorprendida, solo decepcionada. ―Este es tu día de

entrega del informe Charles‖.

―No estoy listo‖, dijo Charles secamente.

―La asignación se dio hace más de una semana, has tenido un montón de

tiempo para prepararlo‖

―He estado ocupado‖.

Jenna habló de repente. ―Mentiroso‖.


Charles volvió la cabeza. ―¿Qué me has dicho?‖

―Estas mintiendo‖, dijo Jenna. ―No has estado muy ocupado. Tú, solo no

quieres dar tu informe‖.

―¿Cómo lo sabes?‖ Charles, preguntó. Las risas se extendieron por todo el

salón de clases y Charles enrojeció.

Amanda no lo entendía, y ella se dio cuenta de que esto tenía que ser una

especie de broma interna. Podía ver que a Madame, no le simpatizo.

―Ese fue un comentario inapropiado, Jenna. Hay que respetar la privacidad

de los pensamientos de Charles‖.

Jenna se encogió de hombros. ―Se me escapó‖

Madame miró intencionadamente. ―Hemos hablado de esto antes Jenna.

Tienes que aprender a controlar tu ‗don‘. Todos deben hacerlo. Ahora, Charles,

tienes que darnos el informe hoy. Si no has preparado nada, todavía debes

responder a la tarea. Solo tendrás que hablar de la banda‖.

Los labios de Charles se encontraban en una línea ajustada, y el miró a su

escritorio. Amanda se preguntaba por qué, Madame no hacia lo que cualquier

otro profesor en esta situación hubiera hecho (enviarlo a la oficina del maestro, o

ponerle un cero por su actitud, ese tipo de cosas), pero esta profesora no parecía

molesta.

Ella siguió hablando con calma. ―¿Alguien recuerda la asignación de

Charles, para esta semana?‖

La chica de aspecto futurista habló. ―Dar un ejemplo de cómo se puede

utilizar el ‗don‘. Al igual que cuando dije que iba a llover el sábado, así que le dije

a Heather no hacer el picnic, y…‖

Madame la interrumpió. ―Eso es suficiente, Emily. Este es el turno de

Charles. ¿Charles?‖

Amanda lo miró con cierta alarma. El niño en silla de ruedas estaba muy

pálido, como si estuviera a punto de caer enfermo o algo así. Ella se alegró de ver

que no estaba sentado a su lado. Pobre Ken… ¿Estaba a punto de vomitar sobre

él?

Ken le habló. ―Mira hombre, tienes que enfrentar el problema, ¿sabes?‖


―No, no es un problema Ken‖, Madame lo corrigió. ―Usamos la palabra

‗don‘.‖

Charles miró a Ken. ―¿Qué sabes tú acerca de mi vida?, ¡Eres un atleta!‖

―Ya no es así‖, dijo Ken.

―Bueno esa es tu elección. ¡Tú no estás atrapado en una silla de ruedas!‖

Amanda pensó. Así que eso es. Ella había visto algo como esto en la

televisión. Esta era una especie de terapia grupal, para niños con problemas

personales, en material emocional. Con razón la gente era tan reservada. Tú no

querías que tus compañeros de clases supieran que eres un caso perdido.

Eso tenía sentido para ella ahora, salvo por una cosa. ¿Por qué la profesora

se refería a ello como sus ‗dones‘?

Ken continuó. ―Hey, todo lo que estoy diciendo es que no se debe temer

hablar en relación de a nuestros problemas. El ‗don‘ es algo que nos fue

otorgado, ¿por qué no hablar de ello?‖

Ahora los ojos de Charles ardían. ―Porque no me da la gana, ¿de acuerdo?‖.

Su voz iba en aumento. ―Tú realmente me molestas, ¿sabes? ¡Solo porque estoy

en silla de ruedas no significa que debes empujarme a tu alrededor! Así que

métetelo en tu estúpida cabeza‖. Estaba chillando ahora, tanto que fue

espeluznante, fue aún más espeluznante que Martin de repente cayó al suelo y se

arrastró debajo de su escritorio… justo antes de que varios libros salieran

volando de los estantes.

Todo el mundo se agachó cuando los libros aumentaron. Amanda se

sorprendió por lo que ella no se movió lo suficientemente rápido, y un libro le

cortó la oreja.

―¡Ay!‖

―Sarah, hay que detenerlo‖, grito alguien. Pero, ¿cómo Sarah podía hacer

algo al respecto? Amanda se preguntó. Si ella estaba sentada al otro lado de la

habitación. En cualquier caso, Madame fuñe capaz de poner fin al caos.

―¡Charles!‖, la profesora gritó fuertemente. ―¡Para ahora mismo!

¡Contrólate!‖

El vuelo de los libros continuó, pero se movían más lentamente y luego

comenzaron a caer al suelo.


Ahora Madame tenía una expresión muy severa. ―Eso fue completamente

innecesario, Charles. Voy a descontarte cinco puntos‖. La planta en la maceta

pequeña sobre su escritorio empezó a aumentar.

―¡Charles!‖, dijo en tono de advertencia. La planta volvió a bajar.

Amanda, estaba en estado de shock, aún acunaba su mano sobre su oído.

Madame se dio cuenta de eso también. ―Tracey, ¿estás bien?‖

Amanda se quitó la mano y la miró. No había sangre. ―Yo- eh-. Si‖

La profesora se fue detrás de su escritorio, abrió su cuaderno, y comenzó a

anotar algo.

Amanda se volvió hacia Emily. ―¿Qué fue todo eso?‖ Los ojos vacios de

Emily se ajustaron un poco. ―Oh vamos Tracey. Tú no tienes que ser capaz de

predecir el futuro para saber lo que Charles hace cuando se enoja‖.

―¿Madame?‖

―¿Si, Jenna?‖

―Martin necesita ir al baño‖. Hubo un par de zapatillas, y Martin se encogió

en su asiento.

Madame miró dolida. ―Jenna, Martín es totalmente capaz de pedirlo,

discúlpate‖ la expresión inocente de Jenna era una máscara, que mostraba un

brillo en sus ojos desagradable. ―Pero, usted sabe lo temido que es, Madame. Y

juro, que estaba a punto de hacerse en los pantalones‖

―No, es verdad‖. Martin chillo, pero se veía muy nervioso.

―Martin, queda justificado‖, dijo Madame.

Cuando Martin se escurrió por la puerta, Amanda se volvió a Emily de

nuevo.

―Pero, ¿cómo sabia Jenna que…‖

―Jenna no quisiera tener que decir esto de nuevo‖, declaró Madame. ―Te

estás comportando muy mal. Solo porque tú tienes la capacidad de leer la mente

de otras personas no significa que tienes el derecho de hacer esto. Por no

mencionar el hecho de que tú sabes lo que hace Martin cuando se siente

molesto‖


Jenna se dejo caer en el asiento. ―Si, está bien‖

Madame sacudió la cabeza con cansancio. ―Charles, ya ha creado un

desorden en la habitación, sin duda no necesitamos que Martin le haga daño a

nadie. Ahora clase, para el resto del periodo vamos a trabajar en ejercicios de

respiración‖.

Hubo un fuerte gemido de los estudiantes (a excepción de Sarah, por

supuesto), Amanda se preguntaba si alguna vez se quejaba de algo.

Madame frunció el ceño.

―Estos ejercicios son esenciales para mantener el control. Ahora vamos a

repasar los cinco pasos básicos‖. Ella se giro hacia la pizarra y comenzó a

escribir.

―Paso uno: No respirar por la nariz, concentrarse en la expansión de los

pulmones…‖

Amanda no escuchaba, ni miraba la pizarra. Su cabeza le daba vueltas tan

rápido que se sentía mareada. ¿Qué estaba pasando aquí? Charles hacia mover las

cosas, Jenna podía leer mentes, Martin Cooper, el niño cobarde… podía lastimar

a alguien? ¿Cómo? ¿Qué eran estas personas?

Se trataba de una fantasía, no podía estar sucediendo. Gente como esta,

personas con extraños poderes, pertenecían a películas como X-Men, o animes.

No podía haber imaginado a personas como estas en Meadowbrook Middle

School. Olvídate de Meadowbrook, esta gente no se supone que existiera en el mundo real.

Psicópatas. Locos. Monstruos. Ella no sabía cómo llamarlos. Ken era uno

de ellos… y Sarah Miller. ¿Qué clase de poderes tenían? Y, ¡oh mi Dios!, ¿qué

clase de psicópata era Tracey Devon?



enna estaba teniendo problemas para mantener sus ojos abiertos. A medida que pasaba por los de ejercicios de respiración de Madame, ella usaba cada inhalación de aire como una excusa para bostezar. Esto

significaba que siempre exhalaba un segundo o dos después que los demás en la clase, lo que provocaba que Madame frunciera el ceño en su dirección. No es que a ella le importara lo que Madame pensara de ella—pero había algo en la maestra que siempre la hacía temblar un poco. Era casi como si Madame pudiese ver lo que estaba pasando dentro de la cabeza de Jenna, lo que era ridículo, por supuesto. Sólo Jenna podía ver lo que estaba pasando dentro de las mentes de los demás. Sin embargo, curiosamente nunca pudo penetrar completamente en la cabeza de Madame. No es que alguna vez realmente quisiera. Después de todo, ¿qué clase de pensamientos interesantes podría tener un maestro?

Madame quitó la atención de Jenna mientras le ofrecía al huraño de Charles

algunos consejos sobre el ritmo de su respiración. Jenna se aprovechó de esto y cerró los ojos. Ella se podía dormir con tanta facilidad...

Había dos razones para esto. Ella había estado hasta muy tarde la noche

anterior. No estaba muy segura de a qué hora se había quedado frita, pero pensó que ella podía ver los primeros rayos de sol desde la ventana de su dormitorio. Así que ella no había dormido mucho, y sólo eso justificaba sus bostezos.

La otra razón era el hecho de que estaba aburrida, pero eso no era un

estado inusual de mente para ella, sobre todo aquí. Sus clases eran aburridas, sus maestros eran aburridos, ¿y cuál era el punto de estar allí de todos modos? A ella no le importaba lo que pasaba en la escuela.

Esta clase era la peor. Era demasiado pequeña y no se podía ocultar. En

otras clases se sentaba en la parte posterior, donde el maestro no pudiese notarla. Allí, podía dejar de prestar atención y se divertía escuchando los pensamientos de sus compañeros de clase. Nunca eran especialmente divertidos o incluso ligeramente interesantes, los sueños de otras personas podían ser tan aburridos como la suciedad. Pero en esta clase, ni siquiera podía hacer eso. Madame

J


conocía su don, y ella estaba viendo siempre su cara en busca de signos reveladores de espionaje mental.

Por supuesto, había momentos en los que Madame estaba ocupada con

otros estudiantes, al igual que ahora, y Jenna podía concentrarse en la lectura de las mentes de los demás. Pero estos niños llamados ‗dotados‘ no eran más entretenidos que sus compañeros de clase habitual. Charles, por ejemplo, sólo pensaba en cosas como lo que iba a pedir para la cena de esa noche o lo que haría ver a todos en la televisión. Parecía que él era quien totalmente mandaba en su hogar.

Ahora Madame estaba ayudando a respirar Ken, por lo que Jenna volvió su

atención a Emily. Cuando ella aprendió primero acerca del don de Emily, tenía la esperanza de encontrar algo interesante dentro de su cabeza. Pero Emily era una despistada total—ella no tenía control del todo sobre su don. En este momento, todo lo que Jenna podía ver era una vaga imagen de un incendio forestal. En algún lugar, en algún momento en un futuro próximo o lejano, un grupo de árboles se quemarían. Tal vez. Era imposible decir si Emily tenía visiones o simplemente soñaba despierta.

Jenna se centró en los pensamientos de Martin, pero ella sabía que no sería

nada extraordinario. La cabeza de Martin estaba llena de recuerdos de cada vez que se había sentido una víctima. Los únicos momentos en los que podría ser interesante leer a Martin se producían cuando estaba enojado. Luego Jenna podía ver una pantalla brillante de luces centelleantes en muchos colores diferentes, algo así como fuegos artificiales.

Los pensamientos de Sarah eran bastante aburridos. Se podría pensar que

una chica que podía controlar a otras personas podría tener algunas ideas interesantes en la cabeza, pero Sarah no estaba en uso de su poder, de modo que incluso se rehusaba a pensar en ello. Era como si estuviera en una especie de estado zen todo el tiempo.

Jenna no se molestó en tratar con Carter, el estudiante más joven del grupo.

Ella sabía que no habría nada dentro de su cabeza. A veces se preguntaba cómo el extraño muchacho podía caminar y comer y vestirse cuando parecía que ni siquiera tenía un cerebro.

Tracey era casi peor que nada. Sus pensamientos estaban sin forma, sólo

una nube grande, negra y espesa de miseria. Cualquier pedacito o pieza que Jenna pudiese descifrar era generalmente demasiado deprimente como para leer ...

Ella frunció el ceño. Algo desconocido estaba viniendo de la mente de

Tracey. Había una luz... Jenna la miró y trató de concentrarse, para ver a la luz.


Pero antes de que pudiera tener sentido, los pensamientos de alguien más irrumpieron:

Me asesinó, ¡y ahora se está saliendo con la suya! ¡Ella tiene que ser detenida!

¡Ayúdame! ¡Dile a la policía! Sólo había una cabeza que podría producir un pensamiento como éste. "Hey, Ken" ella susurró. "Alguien te llama." Madame escuchó. "¡Jenna! ¿Qué te dije sobre las escuchas?" "Está bien, Madame", dijo Ken cansado. "Realmente no puede culparla.

Este tipo es tan ruidoso." "No es broma", dijo Jenna. "Ni siquiera tuve que tratar de escuchar." "¿Te gustaría compartir este problema con nosotros, Ken?" Madame le

preguntó. Ken suspiró. "Él aparece alrededor de una vez por semana más o menos, y

él realmente me molesta. Supuestamente murió en un accidente—se cayó por unas escaleras y se golpeó la cabeza. Pero él afirma que su esposa lo asesinó, y él quiere que yo llame a la policía."

"Entonces, ¿por qué no haces lo que dice?" Jenna sugirió. "Dile a la policía,

y luego dejará de molestarte". Ken negó con la cabeza. "Yo no me quiero involucrar. Además, ¿qué voy a

decir? '¿Hola, señor policía. Un hombre muerto me pidió que le diera un

mensaje'? ¡Van a pensar que estoy loco!"

"Clase, hemos hablado antes sobre este tipo de problemas," dijo Madame.

"¿Qué hacemos cuando nuestros dones se entrometen en nuestras vidas?

Martin?"

El escuálido poco cobarde murmuró la respuesta estándar. "Se supone que

debemos ignorarlos."

"Exactamente. ¿Y si persisten? ¿Charles?"

El muchacho desplomado en la silla de ruedas habló. "No lo sé."


Madame lo miró con reprobación. "¡Tonterías, Charles! Sabes lo que debes

hacer, aunque no siempre lo hagas."

Charles murmuró algo.

"¿Qué dijiste, Charles? No podemos oírte." "¡Los alejas!" Charles espetó. El vaso en la mesa de Madame se estremeció. Madame lo miró. "¡Charles!" El vaso se calmó. "Gracias, Charles. Sí, estás en lo correcto. Nos concentramos en la fuerza

alejando el don." "Estoy tratando de perderlo, Madame", declaró Ken, "pero este tipo es muy

persistente." Madame asintió con simpatía y se dirigió al grupo. "Clase, Ken necesita

nuestra ayuda. Vamos a tratar de mediar con algunas ideas para él." Jenna no había querido dejar escapar el gemido de sus labios tan fuerte.

Ahora todo el mundo estaba mirando a ella. "¡Por Dios, Jenna! ¿Por qué tienes que ser una-" Ken se detuvo a sí mismo.

"Bueno, ya sabes lo que quiero decir." "Todos estamos juntos en esto, Jenna," Emily agregó en voz baja. "Hemos

de cuidar el uno del otro." Madame se les unió "Necesitamos el apoyo de unos a los otros." No de mí, Jenna pensó, pero se las arregló para mantener esto para ella y

trató de detener su expresión de mostrar lo que estaba pensando. ¡Lo que era una corazonada de perdedores! No quería escuchar ninguna de sus opiniones sobre cualquier cosa.

Por fortuna, la campana sonó en ese momento, así que no tenía que

hacerlo. "Vamos a continuar este debate mañana", dijo Madame. "Y su tarea para la

clase de mañana es relatar sobre un momento en el que controlaron con éxito su don."


Mientras Jenna se movía hacia la puerta, pasó a Tracey, y una vez más tuvo una visión de algo inusual en ella. Pero cuando sus miradas se encontraron, Tracey dejó escapar un pequeño chillido asustado y corrió de inmediato.

A Jenna no le importaba. Incluso si había algo nuevo sucediendo dentro de

la pequeña cabeza embotada de Tracey, ¿qué diferencia habría? Todos ellos eran nerds, estos niños llamados dotados, cada uno de ellos viviendo una triste, patética, aburrida vida.

No como su vida...


ccaappííttuulloo 55 Traducido por Camii

manda estaba mirando el reloj.

Desde hacía un tiempo, se preguntaba si tal vez, cuando sonara el timbre final, su pesadilla terminaría. No tenía ninguna razón real

para creer que esto iba a pasar. Su transformación no había comenzado con el primer timbrazo en la escuela, así que ¿por qué que terminaría con el último? Sin embargo, albergaba una esperanza.

Después de todo, el último timbre tenía mucho significado, no sólo para ella sino para todos los estudiantes de Meadowbrook, y tal vez para los profesores también. Era algo importante: Significada el fin de la jornada escolar, la autorización para retirarse, escaparse, liberarse de la autoridad. Así que tal vez, sólo tal vez, ese timbre significaría su propia libertad, su fuga de la prisión del miserable cuerpo de Tracey.

Pero a las 15:45 de la tarde, Amanda Beeson salió de la secundaria Meadowbrook en las mismas condiciones en las que había entrado esa mañana: Como Tracey Devon. Así que Amanda revisó sus expectativas. Se había levantado esa mañana como Tracey, así que no sería ella misma hasta que se levantara la mañana siguiente. De alguna manera tendría que pasar el resto del día y la noche como la nerd número uno del universo.

Planeaba irse a la cama muy temprano. Mientras tanto no había otro lugar al que pudiera ir que no fuera la casa de Tracey. Así que se dirigió hacia el lugar donde se supone que esperan los chicos que toman el autobús. Esta vez, reconoció a uno de los pasajeros, un chico que estaba en la clase de estudio social de Tracey. Amanda no podía recordar su nombre, pero pensó que era un poco lindo, así que decidió entablar una conversación.

"Hola."

El chico ni siquiera giró en su dirección. Ella levantó la voz. "Hola". Él la miró. "¿Qué?" Era evidente que ese chico no tenía habilidades de conversación. Así que Amanda uso una frase segura, segura de que estaba obligado a hablar.

"¿Puedes creer cuánta tarea nos dio la Sra. Dailey?" Ella esperó una

A


respuesta. Un consentimiento sincero, una queja, algo como eso. En cambió el chico se alejó e inició una conversación con otra chica. Bueno ¿Qué es lo que esperaba? El pensaba que ella era Tracey Devon.

Si ese chico sólo supiera quien era realmente la persona que estaba parada a su lado, la persona con la que estaba hablando. Estaría emocionado, estaría desesperado por hablar, y tratar de impresionarla. Saber eso le dio un poco de satisfacción pero aún así seguía algo deprimida.

Su autobús llegó, y Amanda vio que el conductor era el mismo hombre que los había recogido esa mañana. Esta vez, se aseguró de estar al frente del grupo para así, subirse primera y obtener el primer asiento. No quería tener que pasar por el pasillo, en el que alguien podía tropezar con ella. Pero una vez más, cuando se abrieron las puertas del autobús, la empujaron fuera del camino hacia la parte posterior del grupo.

Y de nuevo, las puertas del autobús se cerraron en su rostro. Ella fue a golpear la puerta pero ésta vez, llego demasiado tarde. Alguien en una ventana la vio pero no se lo dijo al conductor, él sólo sonrió y sacó la lengua cuando el autobús se fue. Amanda se quedo allí, furiosa. ¿El conductor era ciego o algo? ¿Qué estaba haciendo al conducir el autobús escolar? Le diría a su madre, no, a la madre de Tracey, que hiciera una denuncia a la escuela.

Ahora tendría que caminar a la casa de Tracey. Trató de recordar la ruta que el autobús había tomado esa mañana, y pensó que tenía una idea bastante buena de como llegar allí.

Pero no estaba familiarizada con el barrio, así que por supuesto hizo un par de giros equivocados y tuvo que dar marcha atrás dos veces. Un viaje que tomaba 10 minutos en autobús le tomó una hora. Cuando dio la vuelta en la esquina de la calle de Tracey, se imaginaba la escena que habría en casa cuando llegara. La madre de Tracey estaría preocupada. Algunas veces cuando ella, Amanda, llegaba a casa más tarde de lo esperado encontraba a su madre al borde de las lágrimas, lista para llamar a la policía y reportarla como persona desaparecida. Los padres de sus amigos también eran así, reaccionaban exageradamente, pero a veces de diferentes formas.

Se acordó de Britney y a su madre gritándole, y Katie podría incluso estar castigada si llega tarde tres veces seguidas. Tal vez, la madre de Tracey no se enojaría tanto si Amanda le señalaba que no era su culpa, que el conductor no la había visto. En cualquier caso, ella no estaba esperando a la confrontación. Unos minutos más no harían ninguna diferencia, así que caminó lentamente y aprovechó el tiempo para examinar barrio de Tracey.

Amanda vivía en una parte más antigua de la ciudad, donde—las casas eran enormes y estaban rodeadas de grandes y frondosos árboles. Este era uno de los nuevos barrios, con casas de aspecto moderno, bonitas aunque no tan grandes


como las que había en la zona de Amanda. Cayó en la cuenta de que Tracey no vivía en ese lugar cuando estaban juntas en la escuela primaria. ¿Cómo es que sabía esto? Tal vez estar en el cuerpo de Tracey le hizo recordar algo que había olvidado hacía mucho tiempo.

Había ido a la fiesta del octavo cumpleaños de Tracey, cuando estaban en la misma clase de segundo grado. En ese momento la familia Devon era sólo de tres miembros, Tracey y sus dos padres. Y vivían en un apartamento de dos ambientes, en un complejo con jardín. Debían haberse mudado a este barrio cuando nacieron las septillizas y necesitaron más espacio. Era difícil de creer que ella, Amanda Beeson, la reina de la secundaria Meadowbrook, había ido alguna vez a la fiesta de cumpleaños de la número uno menos importante de Meadowbrook, Tracey Devon.

Amanda no podía recordar si su madre la había obligado a ir. Lo que sí recordaba era una simple fiesta de cumpleaños, con los juegos de siempre, un pastel y velas. Pero ahora que lo pensaba, tenía la misma idea que había tenido anteriormente, que Tracey había sido una persona normal, normal en ese entonces. No una de sus amigas, pero tampoco un bicho raro sin esperanzas. En resumen, Amanda se preguntó qué podría haberle sucedido a Tracey entre ese tiempo y ahora. ¿Un accidente? ¿Algún tipo de lesión cerebral? Ella estaba en la puerta de Tracey ahora, tomó una respiración profunda. Luego giró el picaporte, entró y gritó:

"¡Ya estoy en casa!"

Eso era lo que Amanda siempre hacia cuando llegaba a su casa, todos los días después de la escuela. Pero aparentemente, no era lo que Tracey hacia. La Sra. Devon salió disparada de un cuarto de arriba y apareció en el rellano que daba a la sala de estar.

"¡Silencio!" dijo entre dientes. "¡Las niñas están durmiendo la siesta!"

Luego volvió a entrar en cualquiera que fuera la habitación de la que había salido.

"Lo siento" murmuró Amanda a la nada, y se encaminó a la cocina. Si estuviera en su propia casa, su madre la estaría esperando con una pequeña merienda para después de la escuela. Si no estaba, la merienda estaría en la mesada. Su cara se iluminó cuando vio una caja de pasteles en el mostrador de la cocina de los Devon, pero antes de que pudiera tomar uno, entró en la habitación la ayudante de la madre de Tracey.

"¡No toques eso. Son para las niñas!"

"¿Qué hay para mí?" preguntó Amanda pero Lizzie ya había corrido fuera de la habitación. Amanda vio una canasta de manzanas en la mesa. Ella hizo un conteo rápido, vio que había más de siete y tomó una. Mordiéndola, fue de


nuevo hacia la sala y miró a su alrededor. Algunas fotos enmarcadas colgaban en la pared, y mientras ella comía la manzana, se acercó a examinar más de cerca.

Había una foto tradicional de la novia y el novio de una mujer que podría identificarse como una versión más joven de la desagradable madre de Tracey, y supuso que el hombre de la foto era el padre de Tracey. Había otra foto de la pareja, mayor, sonriendo con orgullo junto a una cuna de gran tamaño con siete bebés dentro. El resto de las fotos eran de las septillizas en sus cumpleaños y tomas individuales de cada niña en cada edad.

Una habría sido suficiente, pensó Amanda, las niñas se veían exactamente igual. ¿Y dónde estaba Tracey? Amanda finalmente encontró otra foto que parecía ser una versión enmarcada de la tarjeta de Navidad de la familia del año anterior. Allí estaban, las siete pequeñas y sonrientes niñas Devon paradas en una fila delante de sus padres. Mirando de cerca, Amanda fue capaz de distinguir a Tracey, medio escondida detrás del árbol de Navidad.

Gracioso—era una buena toma en comparación con las demás, pero Tracey se veía difusa. Estaba claro para Amanda que Tracey no era la estrella de la familia, ni siquiera una jugadora destacada. No había absolutamente nada más sobre ella en la habitación. Nada parecido al tipo de cosas Amanda podía ver en su propia casa y las casas de sus amigos. No había premios o diplomas o cintas azules, medallas, ni estatuillas de gimnastas o patinadores artísticos. A pesar de su anterior falta total de interés por Tracey Devon, Amanda descubrió que estaba empezando a estar curiosa sobre la chica.

Ella subió las escaleras, a la habitación donde había despertado esa la mañana. Seguramente allí sería capaz de encontrar algunas pistas sobre la vida de Tracey. No recordaba nada que hubiera visto esa mañana en las paredes, eso era extraño. La mayoría de las chicas que conocía tenían posters, de estrellas de rock, de caballos, con las estrellas de la popular serie de televisión, cosas por el estilo.

Las paredes de Tracey estaban vacías. Amanda miró en los estantes, en los cajones, incluso debajo de la cama, pero después de 20 minutos de búsqueda, estaba desconcertada por completo. No había encontrado nada que le diera una mínima idea de como era Tracey Devon. No había libros, CDs, ni revistas. Pero al final, su búsqueda dio frutos. En la parte posterior del armario de Tracey, bajo el cesto de la ropa, Amanda descubrió un cuaderno de color rosa. Garabateados en la tapa, con escritura infantil se encontraban las palabras de Tracey Devon: " Mi diario. PRIVADO. No tocar." Amanda ignoró la advertencia. Sentándose en la cama de Tracey, abrió el cuaderno en la primera página.

"Querido diario: ¡Hoy cumplo ocho años! Tuve una fiesta con todos mis amigos. Hubo pastel de chocolate con rosas de color rosa en la cubierta. Tengo un montón de regalos. Mamá y papá dicen que tengo que esperar todo un mes para recibir el más grande. ¡Ellos me van a dar bebés reales! Espero que todas sean niñas, los niños son asquerosos."


Amanda pasó a la siguiente página.

"Querido diario: ¡Hoy saqué 10 en mi examen de ortografía! Mamá me llevo a tomar helado. Papá dice que soy la chica más inteligente del mundo."

Y a la siguiente.

"Querido diario: Hoy fui a mi clase de natación. Estamos aprendiendo a zambullirnos. Es muy divertido."

Amanda pensó que Tracey definitivamente sonaba como una persona común y corriente en su diario. Eso era todo tan normal, era aburrido. Ella no iba a encontrar nada interesante allí, cerró el cuaderno y lo tiró al suelo. Por supuesto, eso realmente no importaba. Amanda estaba segura que en la mañana estaría fuera de esa prisión sombría. Por lo que realmente no necesitaba averiguar mucho sobre la chica. Se detuvo frente al espejo y se obligó a echar otro vistazo a Tracey.

Este espejo no debe estar muy limpio, pensó.

La imagen reflejada le parecía borrosa. Lo cual era preciso, supuso, teniendo en cuenta lo mal que se veía Tracey. De repente una idea la golpeó, y casi sonrió por primera vez ese día. Ella había pensado en una manera de ocupar su tiempo y hacer realidad una buena acción mientras estaba aquí. (No es que las buenas obras fueran un hábito en ella, pero se imaginó que podría ser recompensado por ello por las fuerzas positivas y salir de cuerpo de Tracey incluso antes.) ¡Había algo muy importante que podía hacer por esta pobre muchacha, podría hacer que Tracey tuviera un mejor aspecto! Ahora, el día de hoy, mientras tenía el control del cuerpo de Tracey, podía conseguirle un corte de pelo decente, algo de ropa bonita, brillo labial, y tal vez algún bronceador para iluminar su monótona piel. Ella se estaría ayudando a sí misma, también, si Tracey no era tan patética, Amanda no tenía que preocuparse de sentir lástima por ella y encontrarse en esa misma situación de nuevo. Ella ya sabía que Tracey no llevaba dinero, y no había encontrado nada en su búsqueda de la habitación, pero con sólo mirar la casa, Amanda podía ver que la familia no era pobre. Se dirigió a buscar a la madre de Tracey. La encontró en una habitación que no había visto antes, una pequeña sala con un televisor. La Sra. Devon estaba sentada en el sofá, hablando por teléfono mientras hojeaba a través de lo que parecía un catálogo de ropa.

"Lila, ¡estas cosas son tan lindas!" gritó. "Mis hijas van a verse adorables este invierno. Voy a pedir el pequeño sombrero de color rosa a juego y guantes."

Si esa hubiera sido su propia casa, Amanda sólo hubiera interrumpido. Pero aquí esperaba una pausa en la conversación, golpeando frenéticamente el suelo con el pie, impaciente por poder forzar la entrada. De todos modos, tenía que decidir cómo iba a abordar a la mujer. No tenía idea de como la llamaba Tracey.


¿Mamá? ¿Mami? ¿Madre?.

"Ve y abre la puerta Lila, yo esperaré." dijo la Sra. Devon, Amanda vio su oportunidad.

"¿Mamá?" No hubo respuesta mientras la mujer pasaba otra página del catálogo.

"¿Mamá?" dijo Amanda "¿Madre?"

La mujer levantó la cabeza y miró fijamente a Amanda. "¿Has dicho algo?"

"Me preguntaba, ¿podríamos ir de compras?"

"¿Qué? ¿Ir a donde?"

"Ir de compras. Como...ir al centro comercial."

La Sra. Devon respondió como si Amanda hubiera sugerido un viaje a la luna. "¿El centro comercial?"

"Sí, no al grande de la carretera, sino al otro al que está al otro lado de Meadowbrook." La voz de Amanda se apagó mientras la cara de la Sra. Devon pasaba del asombro a la incredulidad y a algo muy parecido a la ira.

"¿Estás loca? ¿Has perdido la cabeza? ¡No seas ridícula! No tengo tiempo para ir de compras. ¡Tengo siete hijas arriba!"

Amanda iba a decir algo que tenía en la punta de la lengua: "Tú tienes ocho hijas." Pero la amiga de la Sra. Devon había regresado al teléfono.

"Sí, Lila, estoy aquí. Sólo tengo que correr a la farmacia para recoger las vitaminas de las niñas. Por supuesto que podríamos tomar un café. En casa está mi ayudante, y las niñas están durmiendo la siesta. Bueno, te veré en diez minutos."

Amanda se quedó pasmada. Miró a la Sra. Devon mientras colgaba el teléfono.

"¿Tienes tiempo para encontrarte con tu amiga pero no para llevarme de compras?" Pero la Sra Devon, pasó junta a ella como si ni siquiera estuviera ahí.



Jenna particularmente no le gustaba ningún día de la semana, pero realmente odiaba los miércoles. Cada miércoles, después de sus clases, debía visitar al consejero escolar.

Este era un requisito que el juez había impuesto cuando Jenna había sido

liberada después de un mes en un reformatorio escolar. Si omitía las reuniones, el consejero la reportaría ante el juez y el juez la podía enviar de vuelta a ese lugar, en donde muchos de los niños eran aún más difíciles que ella.

Ella llamó a la puerta del Señor González y esperó a que su voz alegre y

resonante la llamara, "¡Adelante!" Como de costumbre, estaba sentado sobre su escritorio en lugar de detrás de él.

"¡Hola, Jenna!" dijo con una sonrisa. Era muy difícil para ella no devolverle la sonrisa. Ella en realidad tenía una

especie de enamoramiento con el señor González, pero no le podía dejar saber eso. Así que sólo murmuró algo que sonó como un saludo entusiasta y tomó su asiento habitual.

"¿Cómo estás?" El Sr. González preguntó. "Bien," murmuró Jenna. "¿Sólo bien? Vamos, dame algo más interesante que eso. Fabulosa,

emocionada, triste, enojada--cualquier cosa es mejor que simplemente 'bien'." "Estoy un poco cansada", admitió. "¿Por qué es eso? ¿Tienes problemas para dormir?" Era la oportunidad perfecta para entrar en su pose. "Nah, estuve fuera hasta

tarde. Saliendo con mi pandilla." A ella le gustaba esa palabra, pandilla. Lo había tomado de un programa de televisión, y sonaba mucho mejor que equipo.

A


El Sr. González frunció el ceño ligeramente. "Jenna, sabes que tienes un

toque de queda. Se supone que debes estar de vuelta en casa a las diez de la noche."

Ella había olvidado eso, y era otro de los requisitos dictados por el juez.

Apresuradamente, corrigió su declaración. "Bueno, no estuve exactamente afuera. La pandilla estaba en mi casa."

"¿Tu madre aprobó eso?" ―Um, ella no lo supo. Ella estaba afuera‖ "Ya veo," dijo el señor González. Tomó un lápiz y anotó algo en el

cuaderno que estaba abierto en su escritorio. Jenna se puso rígida. "Ella no estuvo fuera toda la noche ni nada de eso", dijo. "Ella estaba en

casa antes de las once." "¿Y ella dejó que tus amigos se quedaran?" Jenna pensó rápidamente. "Uh, ella no sabía que estaban allí. Ellos estaban

en mi habitación y la puerta estaba cerrada." ¿Lo estaba comprando? Ella buscó en la mente de él y vio que estaba

nublado con dudas. Tenía que avanzar con la conversación, así que improvisó. ―Uh, uno de los chicos de mi pandilla, él, uh, me ofreció algunas drogas,

pero dije que no. Y lo hice salir‖ agregó. ―Eso es bueno,‖ él dijo. ―¿Fuiste tentada a tomar las drogas?‖ ―Oh, no,‖ Jenna le aseguró. ―Ya no toco drogas.‖ En realidad, ella incluso

nunca había probado drogas, pero fue una de las razones por la que había sido detenida hace seis meses atrás—ella había estado con personas que estaban drogadas. No le importaba que la gente pensara que ella había estado en las drogas en un momento. Era bueno para su mala reputación.

Para su alivio, el asunto de conversación pasó a las clases y grados—un

tema mucho más seguro para Jenna. No es que ella lo estuviese haciendo de una manera brillante, pero había logrado mantener su desempeño ligeramente inferior a la medida, haciendo lo justo para evitar ser reportada a alguien oficial. Ella no quería hacer nada mejor que eso—no sería bueno para su imagen.


Gracias a Dios el señor González no podía leer su mente. Mientras fingía escuchar mientras él hablaba acerca de lo brillante que era y cómo podía hacerlo mucho mejor y tal vez obtener una beca para una universidad algún día, sus pensamientos se cernían en torno a los hechos reales de la noche anterior.

Ella no había estado con su "pandilla". Ella realmente no tenía una, a

menos que contara como una el grupo triste con el cual a veces se quedaba cerca de la estación de tren, cuando cualquier cosa era mejor que estar en su propia casa.

Ella en realidad había estado en casa antes de la noche, con planes de ver a un par de cosas en la televisión y luego ir a la cama. Pero su madre había llegado a casa con amigos, los que pusieron música y empezaron a bailar, y no había forma de que Jenna hubiese podido dormir con eso en un pequeño apartamento. Debían haber estado bebiendo también, porque su madre se había descompuesto y Jenna había tenido que limpiarlo.

Así que realmente no había sido su culpa el que no hubiese conseguido

dormir mucho la noche anterior, pero no podía decirle al señor González la historia real. Si el juez sabría de qué manera su madre se comportaba de esa manera, podría ser otra razón por la cual mandar lejos a Jenna.

Era divertido, en cierto modo. Pensó que los demás de su llamada Clase de

Dotados tenían vidas despreciables—vidas completamente diferentes a la suya. Sólo de vez en cuando, ella tenía que admitir que su vida apestaba, también.

Pero no había manera de que ella dejara que otras personas lo supieran.

* * * Amanda no tenía nada que hacer. Había terminado la tarea de Tracey y

había hecho incluso la cama de Tracey (que era algo que rara vez hacía con su propia cama en casa). Se preguntó si había tareas que Tracey se suponía tenía que hacer, como poner la mesa para la cena. Ella suponía que le podía preguntar a Lizzie, la ayudante de la madre. Por otra parte, no tenía especial ganas de hablar con la adolescente, quien siempre la regañaba por comer algo que pertenecía a las septillizas.

Amanda recogió el diario de Tracey del suelo. Esta vez se abrió a la mitad.

A partir de la fecha, se podía ver que era de dos años después de la última entrada que había leído. Tracey había tenido diez. Sólo había una línea en la página.


"Querido diario, a veces los odio." ¿Odiar a quien? ¿Los niños en la escuela? Entonces ¿por qué Tracey no

hacía algo al respecto? Frustrada, Amanda tiró el cuaderno de nuevo en el suelo. Tal vez había algo en la televisión. Ella volvió a bajar a la pequeña

habitación donde había visto un aparato de televisión. Pero las Siete Devon estaban levantadas de sus siestas, y estaban reunidas ahora en esa habitación con Lizzie, sentadas en la alfombra y viendo algún espectáculo tonto para niños.

Se detuvo de pie en la puerta por un momento, y una de las siete incluso la

miró. "Hola, Tracey". Amanda tenía la sensación de que era la misma que la había notado por la

mañana, pero no podía estar segura. Y lo que importaba—ellas no eran sus hermanas. Así que ni siquiera se molestó en responderle a la niña.

En la biblioteca, vio algo que parecía un álbum de fotos. Ella lo recogió y se

sentó en el pequeño sofá con él. Las primeras páginas contenían fotos muy antiguas, en blanco y negro, de

personas en ropas anticuadas. Ella pensó que podrían ser los abuelos de Tracey o bisabuelos. En cualquier caso, no eran muy interesantes. Siguió pasando las páginas hasta que vio a alguien a quien ella reconoció—a la Sra. Devon como una joven adolescente, tal vez 13. Al menos, ella supuso que era la señora Devon porque se parecía un poco a Tracey. O la forma en que Tracey podría lucir si no fuese tan horrible.

La chica de la foto era flaca, pero Amanda la habría descrito como delgada,

no escuálida. Y ella era rubia, pero su pelo era hasta el mentón, a corto y movido, no un lacio colgando, fibroso. Tenía ojos azul pálido como Tracey, pero eran brillantes, no llorosos. Había pecas en la cara también, pero lucían adorables. Y tenía los mismos labios finos, pero eran color de rosa y se estiraban en una sonrisa. Amanda no podía recordar haber visto alguna vez la sonrisa de Tracey. Tal vez en esa fiesta de su octavo cumpleaños...

La joven señora Devon llevaba algunas ropas lindas, también. A pesar de

que la foto tenía que ser, como, de 30 años atrás, la minifalda que llevaba incluso se hubiese visto bien hoy en día, aunque Amanda no estaba tan segura acerca de las botas blancas.

Dio vuelta la página. Había más fotos de la señora Devon, cada vez más y

más reconocible mientras se hacía mayor. Había una copia de la misma imagen de la boda que Amanda había visto en la pared de la sala de estar. Y un par de


páginas más adelante, la misma pareja de pie en una pose similar, pero esta vez la señora Devon estaba sosteniendo a un bebé.

El bebé debía ser Tracey, Amanda se dio cuenta. Examinó la imagen de

cerca. Bueno, Tracey había, obviamente, nacido normal—se parecía a cualquier otro bebé, lindo y gordo, y sus padres parecían muy contentos de tenerla.

Había más fotos de Tracey en las páginas siguientes—Tracey en vestidos de

niña adorables con volados y frunces, Tracey usando un traje de baño y sentada en una piscina para niños, Tracey sobre los hombros de su padre. En casi todas las fotos, Tracey estaba sonriendo o riendo, con ojos arrugados. En la página siguiente, Amanda vio una foto del primer día de escuela, había una casi exactamente igual en el álbum familiar Beeson, y le pareció a Amanda que la pequeña Tracey llevaba la misma mochila rosa Hello Kitty que la pequeña Amanda llevaba en su imagen.

Entonces ella vio una foto que la hizo jadear. Era la fiesta del octavo

cumpleaños de Tracey, con todos los invitados en la mesa y Tracey en el centro. Amanda se vio a ella misma, y reconoció a sus amigas Sophie y Nina, que

habían estado en la misma clase de segundo grado con Tracey, también. Eso no fue un choque—a esa edad, todas las chicas de una clase eran invitadas a otras fiestas de cumpleaños. Lo que realmente golpeó su mente fue la forma en que ella y Sophie tenía sus brazos alrededor de Tracey, ¡como si fueran realmente amigas! Parecía completamente natural también, ya que Tracey se veía tan linda y feliz como el resto de ellas.

La Sra. Devon también estaba en la foto, de pie detrás de Tracey, y estaba

claro, por su tamaño, de que ella estaba muy embarazada. Ese fue el año del nacimiento de las Siete Devon, Amanda recordó.

En la página siguiente, no había fotos de Tracey en absoluto. Prácticamente todas las fotos del resto del álbum retrataba a las

septillizas—juntas, por separado, a veces con los padres. De vez en cuando había un atisbo de Tracey, pero su imagen siempre era medio oculta o borrosa.

Desde la cocina llegaba el sonido de las ollas y sartenes traqueteando, y

Amanda adivinó que la señora Devon debía haber llegado a casa. Un momento después, oyó la voz de la mujer.

―¡Lizzie! ¿Me ayudarías con la cena?‖ Lizzie abandonó la habitación, y Amanda se preguntó si podría ayudar

también. Pero la Señora Devon no la había llamado… ¿Tracey?


Esta vez Amanda estaba casi segura de que la septilliza que acababa de hablar era la misma que había hablado con ella esa mañana. ―¿Qué?‖

―¿Nos puedes leer una historia?‖ Ahora, siete caritas la miraban con expectación. Amanda tuvo que admitir

que eran muy lindas. Pero antes de que pudiera responder a la petición, oyó abrirse la puerta principal, y una voz de hombre gritó: "¡Estoy en casa!"

Las siete Devon se levantaron de un salto y salieron corriendo de la

habitación. Gritos de "¡Papá! ¡Papá!" llenaron el aire. Lentamente, Amanda se levantó y se fue al pasillo, donde podía ver lo que estaba sucediendo en la sala de estar.

"¡Aquí están mis niñas!" El Sr. Devon cantó mientras hacía torpes esfuerzos

para reunir a todas las niñas en sus brazos. "¡Hola, Sandie, Mandie, Randie, Kandie, Brandie, Tandie y Vandie!" Los septillizas se reían como unas locas mientras, una a la vez, eran levantadas en el aire. Él no pareció ver Tracey en el pasillo, y tampoco preguntó por ella.

Fue entonces cuando Amanda supo a quien a veces Tracey odiaba. Sus

hermanas pequeñas. Una vez que nacieron, Tracey fue dejada de lado y nadie le prestó ninguna atención.

"La cena está lista," dijo la señora Devon. Su marido y las siete Devon se

fueron en esa dirección. Amanda los siguió, pero se preguntaba, mientras iba, si no había aún un

lugar estable para Tracey.


ccaappííttuulloo 77 Traducido por Carmen

manda fue la primera en llegar a la clase de los dotados al día siguiente, y se había apresurado a propósito. Este era probablemente el único lugar en Meadowbrook donde ella

conseguiría algo de atención—atención positiva, sobre todo. En la clase de gimnasia, la chica con su rostro, demandó que había visto a un insecto salir de entre el cabello de Tracey. Lo que no había sido cierto, por supuesto. Pero Amanda-Tracey no había podido reírse o contradecirla. ¡Era extraño—su otro yo le crispaba los nervios! ¿Por qué no podía Amanda ignorar a Tracey como lo hacían todos los demás?

Pero esto era el menor de sus problemas por el momento. Aún se

encontraba en el estado de incredulidad con el que ella había despertado esa mañana. Cuando había comprendido de que ella era Tracey Devon, 24 horas más tarde, ella había sido absorbida por el pánico. ¿Era posible que esto fuera una situación permanente? Ella no podría soportar aun contemplar la idea. Esto justamente no podía ser—esto no podía ocurrir. De alguna manera, ella encontraría una salida de este cuerpo humano.

La Madam la saludó con una sonrisa—la primera sonrisa que había sido

apuntada en su dirección en todo el día. "¡Tracey, estas aquí dos días seguidos! ¡Eso es genial!"

Otra vez, Amanda estaba intrigada por la respuesta entusiasta a su aspecto.

¿Tracey no solía venir? Ella recordó el aula el día anterior, cuándo se había presentado. La profesora había actuado como si fuese toda una sorpresa el encontrarla allí. Ninguno de sus otros profesores hicieron mayor problema sobre eso—pero entonces, ninguno de los otros profesores tomaron asistencia. Esos maestros probablemente ni siquiera se fijaron si Tracey estaba allí o no.

Tal vez Tracey tenia la costumbre de únicamente asistir a las clases de los

dotados. ¿Pero por qué evitaría la única clase donde era tratada amablemente? O, al menos, notada. De todos modos, Amanda no pensó que Tracey era del tipo de romper las reglas. ¿Y a dónde iría ella?

A


Ken entró en el aula, y Amanda le contempló con una luz completamente nueva. Él aun era lindo, seguía siendo estupendo, pero si estaba segura de haber entendido bien la clase el día anterior, Ken oía las voces de personas muertas. O al menos, él dijo que lo hacia. Si las personas muertas realmente hablaban con él o Ken simplemente suponía que les oía, de uno u otro modo esto le ponía la carne de gallina a Amanda.

El siguiente en ingresar—bueno, en aparecer, en realidad—era Charles.

Charles, quien parecía ser capaz de mover cosas simplemente mirándolas. Ese podría ser un talento útil, Amanda pensó. Sentándose en la mesa del comedor, uno no tendría que pedirle a alguien que le pasará la sal. Todo lo que uno tendría que hacer era mirar el salero. Ella se preguntó si él tenía que usar el control remoto cuando miraba la TV o si él podía cambiar los canales con su mente.

Por otra parte, su "don" le daba algo de miedo. Ayer, uno de esos libros

voladores le pudo haber pegado en la cara. ¿Y qué hubiera ocurrido si ella hubiera estado sentada debajo de una lámpara colgante? Charles habría podido hacerla caerse directamente sobre su cabeza. Ella hizo una nota mental para evitar llamar su atención. Realmente no creía que fuese un problema—Tracey parecía muy hábil en evitar la atención. Tal vez ese era su don.

Emily y Sara fueron las siguientes en entrar en la habitación. Amanda

realmente no había sacado en claro la clase de aptitudes especiales que tenían. Todo lo que ella realmente había notado el día anterior fue que Emily dijo cosas extrañas y Sara era completamente ilegible. Martin estaba detrás de ella. Todo lo que Amanda supo sobre él era que podía hacerle daño a la gente, pero ella no sabia cómo.

El pequeño niño de cara redonda entró. Amanda no supo nada de él, ni

siquiera su nombre. Y finalmente llegó Jenna, quien sabía lo qué la gente pensaba.

Mientras Amanda recorría con la mirada a Jenna, vio que Jenna la miraba

fijamente, y allí estaba la expresión más extraña en su cara. ¡Oh Dios mío, ella está tratando de leerme la mente! Amanda se percató. Frenéticamente, intentó imaginar en lo qué Tracey podría pensar en la clase. Ella probablemente estaría deprimida, pensando en toda la gente que la había ignorado hasta ahora ese día—sus padres, el conductor del bus, los niños en escuela. O tal vez estaría pensando en la persona que no la había ignorado—la chica que todo el mundo pensó era Amanda Beeson. Se hizo evidente para Amanda que ella realmente merecía el título de Reina Mezquina...

¡A…oh no, ella pensaba como Amanda! Rápidamente, ella cambió sus

pensamientos hacia las siete hermanas pequeñas de Tracey y trató de recordar sus nombres. Sandie, Mandie, Kandie... ¿Blandie? No, eso no podría ser correcto.


"Buenas tardes, clase," Madam dijo. "Como ustedes recordarán, ayer

discutíamos el problema actual de Ken. Un hombre que cree que fue asesinado por su esposa quiere que Ken le informe a la policía. Ken no quiere involucrarse, y él tiene razón de sentirse así. ¿Por qué él tiene la razón?‖

La mano de Martin subió velozmente, y él la agitó salvajemente. "Sí,

¿Martin?‖ "Él está en lo correcto porque la policía no le creería. Nadie nos cree a

cualquiera de nosotros. Cuando les digo a las personas lo qué puedo hacer, sólo se ríen de mí, así que tengo que demostrárselos. Y todo el mundo se enoja conmigo".

Ken habló. "Martin, tal vez es mejor si tú no les cuentas. Entonces no se

reirán, y no tendrás que probar nada, y nadie se enfurecerá contigo". La Señora le sonrió a Ken. "Muy buen consejo, Ken. Pero Martin, usted

contestó mi pregunta. Ken hace lo correcto no diciéndole a la policía porque no le creería. Usted tiene que recordar que la gente normal—las personas que no tienen dones—no cree en la clase de talentos que usted tiene. ¿Qué podría ocurrir si cualquiera de ustedes le dice a la gente lo qué usted puede hacer? ¿Emily?‖

No hubo respuesta. ―¡Emily!‖ ―¿Huh? Digo, disculpe, Madam, ¿qué me preguntó?‖ La Madam habló severamente. "Emily, usted debe mantener su mente aquí,

en clase". "Lo siento, Madam. Es el caso que, bien, me mantengo viendo un

terremoto, y pienso que tal vez ocurrirá mañana, pero no sé donde" La Señora negó con la cabeza. "Se Supone Emily, que tienes que intentar

controlar tus visiones, no explicarlas en detalle.‖ "Pero si sé dónde el terremoto va a ocurrir, le podría advertir a las personas

de allí así nadie saldrá lastimado‖. Charles ofreció un comentario. "No te escucharían. Es como Martin acaba

de decir - no te creerían. Sólo pensarían que estas chiflada".


Emily continuó. "Pero se enterarían más tarde que yo estaba en lo correcto.‖

"Y entonces qué le ocurría, ¿Emily?‖ Madam se dirigió a la clase entera.

―¿Qué le ocurría a cualquiera de ustedes si la gente aceptase el hecho de que ustedes tienen un don? Sara, ¿qué piensa usted que le podría ocurrir?‖

La permanente sonrisa de Sara en verdad vaciló. "Alguien me podría pedir

que haga cosas terribles cosas para ellos". "Usted siempre podría decir que no," Charles dijo. "Eso es lo que yo haría". Jenna empezó a hablar. ―¿No me digas? ¿Qué ocurre si esa persona apunta

con una pistola tu cabeza mientras te pregunta?‖ "Cálmate," Charles contestó. "Haría volar el arma fuera de su alcance. Y

Sara podría hacerse cargo de eso. ¡Ella le podría el arma en su cabeza y sacaría de un soplo su materia gris!‖

―¡Nunca haría eso!‖ gritó Sara. ―¡Tal vez no lo harías," Jenna dijo, "…pero podrías!‖ Madam se hizo cargo. "El punto es, si la gente descubre lo que ustedes

pueden hacer, intentaran utilizarle para sus propósitos. Serán encerrados en algún lugar para estudiarlos, revisarlos, examinarlos. Arrestarles, posiblemente. Tracey, ¿tienes alguna opinión sobre esto?‖

Amanda no supo qué decir. Ella estaba todavía tratando de aceptar lo que

acababa de aprender - que Emily podía ver el futuro. Que Sara podría controlar lo que hacían las personas. Y ella estaba desconcertada por la manera en la que la Señora hablaba con ellos - sonaba como a un padre recordándoles a sus niños por qué no deberían de hablar con desconocidos. Era una actitud extraña para un maestro. Y Amanda ni siquiera sabia sobre si misma—ni lo que Tracey, podía hacer.

Madam estaba esperando una respuesta, y contemplaba a Tracey con una

diminuta arruguita en su frente. "Uh, no, no tengo una opinión, Madam‖. ―¡Típico!‖ Charles bufó. Por su reacción, Amanda entendió que Tracey no participaba mucho en

esta clase. Eso estaba bien con ella.


Madam continúo. ―Regresemos a la situación de Ken. Ayer le pedí que piense en algún momento en el que exitosamente controló su don. Es posible que Ken pudiese sacar provecho de su experiencia. ¿Quién quiere contarnos sobre algún incidente en particular? ¿Emily? ¡Emily!‖

"Sí, Madam, tuve una buena experiencia el último fin de semana. Mi tía y su

novio cenaban con nosotros. Se casan en un par de meses, y hablaban sobre a donde ir en su luna de miel. ¡Mi tía quiere ir a Bermudas, y ni siquiera sé dónde es eso, exactamente, pero cerré mis ojos y me concentré, y vi una tormenta tropical sucediendo allí en dos meses, casi al mismo tiempo que su luna de miel!‖

Madam lucía preocupada, pero Amanda no pensó que esto tenía relación

con la luna de miel de la tía. ―¿se lo dijiste a tu tía?‖ "No exactamente. Les dije que conocía a algunas personas que fueron a

Jamaica para su luna de miel, y que les gustó bastante. Así que empezaron a hablar sobre Jamaica. ¡Y resulta que el novio de mi tía siempre ha querido ir a Jamaica, así es que cambiaron sus planes de luna de miel!‖

"Oye, eso es bastante guay," comentó Ken. "Tú los sacaste de la ‗tormenta

tropical ‗, pero no tuviste que revelar nada de ti". Madam asintió con la cabeza lentamente. "Sí, eso fue pensamiento creativo,

Emily. Pero todavía corrías el riesgo. Has incrementado las sospechas". ―¡Pero ella es mi tía, Madam! Ella no querría lastimarme". "No intencionalmente, quizás," Madam dijo. "Pero el peligro está allí,

Emily, y siempre debes estar al tanto—‖ ―Esperen un momento," Jenna interrumpió. ―¿Y qué con todas esas otras

personas en Bermudas? Algunas podrían estar de luna de miel, también". ―¡Pero no puedo ayudar a todo el mundo!‖ Emily gritó. ―¿Por qué no?‖ la desafió Charles. ―¡Si has visto el futuro antes de que

nacieses, le pudiste haber dicho a mis padres que el doctor iba a cometer un estúpido error cuando él me entregó, y ellos podrían haber cambiado a los doctores, y no estaría en una silla de ruedas!"

―¡No tenía ni un año cundo tú naciste! Emily gimió. Madam dio unas palmadas. ―¡Clase, clase! Ya basta. Se supone que

hablamos de la situación de Ken hoy".


Pero entonces la puerta del aula se abrió, e ingresó el jefe, el señor Jackson, con una joven mujer que Amanda nunca había visto antes. La señora frunció levemente el ceño por la interrupción.

"Buenas tardes, Señor Jackson," dijo respetuosamente, pero hubo un borde

en su voz que Amanda encontró interesante. Cada vez que el jefe entraba en las aulas, los maestros se comportaban muy respetuosamente e hicieron un gran intento de darle la bienvenida. Algo en la voz de Madam y su expresión le dijo a Amanda que ella no estaba demasiado entusiasmada por el señor Jackson. Tal vez a los otros maestros no les gustaba el jefe, pero ciertamente nunca lo demostraban. Y nuevamente, Amanda estaba intrigada de cómo Madam era diferente de los otros maestros.

―¿Qué podemos hacer por usted, señor Jackson?‖ Madam preguntó, pero

pareció que ella no quiso hacer nada por él. La cara normalmente solemne del jefe era extraordinariamente alegre. "Es

lo que puedo hacer por usted, Madam. Y por su clase. Me gustaría presentarles a todos ustedes a Serena Hancock, su nuevo maestro estudiantil".

Madam quedó claramente estupefacta. ―¿maestro estudiantil? No pedí a un

maestro estudiantil, señor Jackson. Nunca hemos tenido a un maestro estudiantil en esta clase".

El jefe se endureció ligeramente. "Pues bien, usted lo tiene ahora. Y creo

que usted agradecería tener la ayuda. Sus estudiantes son supuestamente dotados, ¿es correcto?‖

La señora le miró cautelosamente. "Sí". "Bien Hancock tiene un don, también. Ella puede realizar hipnosis". Para Amanda, Madam pareció alarmada ahora. ―¿y por qué necesitan mis

estudiantes ser hipnotizados?‖ El jefe se encogió de hombros. "Niños especiales, necesidades especiales,

soluciones especiales. Dejaré a la señorita Hancock con usted ahora". Y él salió del cuarto.

Junto con los demás, Amanda contempló a la señorita Hancock

curiosamente. Ella quedó en verdad bastante impresionada con esta nueva adición a su aula. Como la mayoría de los maestros estudiantiles, la señorita Hancock era joven, probablemente en sus 20s. A diferencia de la mayoría de los maestros estudiantiles, ella lucia muy serena. Tenía el cabello rubio largo, grueso que colgaba por su espalda en ondas perfectas y una boca color escarlata. Su


vestido era asombroso - corto, abrazando su figura, y de atrevidos colores, en turquesa y profundo violeta. Siendo un lector fiel de Teen Vogue, Amanda sabía que la turquesa y el violeta profundo eran la sensación esta temporada.

"Siéntese por favor, señorita Hancock," Madam ordenó. "estoy segura que

usted sólo querrá observar hoy". La mujer menor sonrió, revelando sus perfectos dientes blancos brillantes. "Gracias, Madam. Pero por favor, llámeme Serena". Ella se dirigió a los estudiantes. "Todos ustedes me pueden llamar Serena".

Amanda podía entender por completo la expresión sorprendida que cruzó

la cara de Madam. A ningún maestro, ni aun a los maestros estudiantiles, se le llamaba nunca por su nombre de pila en Meadowbrook.

Todo el mundo observó como Serena se sentaba al fondo de la habitación.

Luego se volvieron hacia Madam. Amanda pensó que ella parecía nerviosa, como si ella no estuviese segura de

cómo proceder. Era una expresión extraña para Madam - después de sólo dos clases, Amanda pudo deducir que la maestra normalmente tenía un aire de completa confianza. ¿Por qué estaba preocupada? ¿Pensó que ella perdería el control de la clase por un maestro estudiantil? Nadie alguna vez les ponía demasiada atención a los maestros estudiantiles.

Finalmente, Madam habló otra vez. "Creo que esto es un buen momento

para hacer un poco de lectura silenciosa. Estoy segura que todos ustedes han conseguidos sus libros. Por favor sáquenlos ahora". Ella, también, fue a su escritorio y abrió un libro.

Esto fue muy extraño, Amanda pensó. Era como si Madam no quisiese

continuar discutiendo los dones delante del maestro estudiantil. ¿Pero seguramente los otros maestros deben saber de las cosas extrañas que estos estudiantes podrían hacer? ¡Al menos el señor Jackson tenia que saber de ellos - él era el jefe! Y seguramente él se lo ha debido de haber dicho a este maestro estudiantil, Serena, antes de enviarla a esta aula a trabajar con estos raritos.

¿Entonces por qué no podrían volver a retomar la conversación? Si lo

hiciesen, tal vez Amanda finalmente podría aprender cuál era el don de Tracey. ¿Por qué estaba Madam actuando repentinamente como si quisiera que guardaran silencio? Parecía que Madam siempre trataba de protegerlos. ¿Pero protegerlos de qué - o de quién?

No tuvieron que leer por mucho tiempo. Unos momentos más tarde, la

campana timbró, y Madam los echó sin darles tarea que hacer para el día siguiente.


Amanda recogió sus libros y salió al pasillo. Ella caminó por el corredor hacia su siguiente clase, y no se dio cuenta de que Jenna la seguía hasta que Jenna le susurró al oído.

"Tú no eres Tracey".


ccaappííttuulloo 88 Traducido por Carmen

or un breve momento, Jenna pensó que ella podría haberse equivocado. La reacción a su acusación fue típica de Tracey. La chica a quien ahora contemplaba de regreso se veía nerviosa, temerosa, y

casi a punto de llorar. Pero cualquier duda en la cabeza de Jenna desapareció cuando la expresión

de ‗Tracey‘ rápidamente cambió. Ella volteó y miró fijamente a Jenna con una mirada desafiante.

"Estás loca," la muchacha dijo. "Por supuesto que soy Tracey. ¿Quién más

podría ser?‖ Esta respuesta sólo confirmó la sospecha de Jenna. Tracey nunca la había

confrontado de esta manera. "Tú eres Amanda Beeson". "No lo soy," ella declaró fervientemente, pero Jenna no tuvo que ser una

adivinadora del pensamiento para ver el pánico en sus ojos. "Oh sí, lo eres. Eres la Pequeña Señorita soy-demasiado –guay- para-hablar-

Amanda Beeson. Recuerdo cuándo tú y tus arrogantes amigos me llamaron vampiro. ¡Huh–ojalá lo fuera! Te habría drenado a esta hora".

"Eres asquerosa y loca," la chica-que-no era-Tracey, dijo. Jenna la sujetó del

brazo. ―¿Saben tus amigos mocosos que eres una ladrona de cadáveres? ¿Qué

dirían si descubrieran que eres una dotada, como los otros fenómenos en clase?‖ ―¡Nunca te creerían!‖ Probémoslo. Jenna miró a su alrededor. ―¿Allí está Sophie Greene-no es

ella una de tus amigos? y mira quien se encuentra en su casillero," replicó su compañera de clase. "Amanda Beeson".

P


La frente de Jenna se arrugó mientras observaba como Sophie y Amanda caminaban juntas por el vestíbulo. "No sé quién es. Tu clon, tal vez. O un robot. No es Tracey, eso es obvio. Ella se ve demasiado segura de sí misma". Ella miró a Amanda-Tracey calculadoramente. ―¿así es que tú y Tracey no cambiaron lugares?‖

"No. Esa soy yo y yo soy yo y no sé cómo funciona, pero..." Amanda

Tracey calló repentinamente, y Jenna sonrió ampliamente. "Así que es cierto. Solo adivinaba, pero tú en verdad eres una ladrona de cadáveres. He escuchado sobre gente como tú, pero nunca me he encontrado con uno antes".

Ella reconoció el destello de cólera en la cara de Amanda-Tracey. Ella lo

había visto una vez anteriormente, en el restaurante de autoservicio, cuándo alguien derramó jugo de naranja en los jeans blancos de Amanda.

"Si se lo cuentas a alguien," Amanda expresó, "Si te atreves, voy a -" Jenna no le dio la oportunidad de completar su amenaza. "No te preocupes,

Amanda, no voy a decírselo a nadie. Todavía no. Ahora hay algo por lo que tengo curiosidad de saber, sin embargo. ¿Por qué querrías ser Tracey?‖

―¿Estás bromeando? ¿Piensas que quiero estar dentro del cuerpo de esta

chica espeluznante? Esto – solo sucedió. ¡Estaba pensando en ella, y entonces... ¡poof!‖

―¿Por qué estabas pensando en ella? No puedo creer que a la gran y

maravillosa Amanda Beesonn le importe un comino la pobre Tracey Devon". Jenna se divertía molestando a Amanda. Ella nunca había tenido esta clase de encuentro con una chica popular, y tuvo que admitir que fue entretenido, aun si la chica popular no se veía como ella misma.

―¿No puedes sólo irte y ocuparte de tus propios asuntos?‖ Amanda estaba

furiosa. "No. Quiero saber dónde está Tracey". Fue tan extraño ver una expresión arrogante en la cara de Tracey. Jenna

tuvo que mantenerse recordándose que detrás de esa cara estaba la súper snob Amanda Beeson.

"No lo sé," Amanda finalmente admitió. ―¿no puedes oír sus pensamientos

o algo?‖ "No".


Jenna sintió una punzada de preocupación. "Ella no está... muerta, ¿verdad? ¿La mataste cuando asumiste el control de su cuerpo?‖

―¡No!‖ Amanda exclamó. Ella vaciló. "Digo, no lo creo. Ella se mordió los

labios. ―¿No lo sentiría si hubiese alguien muerto dentro de mí?‖ "No sientes que esté viva, ¿verdad?‖ "No". Amanda contempló el reloj del vestíbulo. "La campana está a punto

de timbrar. No quiero retrasarme para la clase". "No importa," Jenna apuntó. "La mitad del tiempo nadie ve a Tracey de

todos modos". Amanda frunció el ceño. "Sí, ¿de que se trata eso? Madam continúa

diciendo que es agradable verme". ―¿No lo has averiguado aún?‖ ―¿Averiguar que?‖ "La habilidad especial de Tracey. Su don". ―¿Cuál es su don?‖ Sonó la campana, y los pocos estudiantes que permanecían en el vestíbulo

se fueron. "Nos vemos después de la escuela, en el centro comercial, frente a Barnes & Noble". Ella no pudo resistirse a un insulto más: "Es una librería, en caso que no lo sepas. Está junto a Style Session, y estoy segura de que sabes dónde está".

Sintiéndose extraordinariamente feliz consigo misma, Jenna se pavoneó a

su clase siguiente. Por el resto del día lectivo, su ánimo estaba alto. A ella no le gustaba nada en Meadowbrook, pero particularmente despreciaba a Amanda Beeson y a su grupo. Iba a disfrutar observar a Amanda retorcerse.

***

Amanda se sintió enferma. Tener a un fenómeno como Jenna Kelley

actuando de manera superior con ella era casi tan malo como ser un fenómeno como Tracey Devon. Las cosas iban de mal en peor.

Pero hacia el final del día, había tomado la decisión de verse con Jenna en el

centro comercial. Jenna conocía a Tracey, y Jenna podía leer la mente, entonces


tal vez, simplemente tal vez, Jenna podría ayudarla a salir del cuerpo de Tracey. Ella no supo cómo podría Jenna ayudar, pero creía que había una probabilidad de que todos estos extraños niños estuvieran conectados de alguna forma—que tuviesen alguna especie de conocimiento especial.

Sólo que, ¿querría Jenna ayudarla? Obviamente, Jenna despreciaba a Amanda,

lo cual era natural. Bobos, nerds, y cerebritos fingían odiar a los chicos populares, cuándo en realidad los envidiaban y querían ser ellos.

Pero parecía como si Jenna se preocupara por Tracey. Y tal vez ella

ayudaría Amanda si pensaba que ayudaba a Tracey. En todo caso, Amanda no tenía nada mejor para hacer, e ir al centro comercial era preferible a volver a la casa de Tracey y ser ignorada.

Así que cuando sonó la última campana, ella salió corriendo de la escuela y

fue directamente a la esquina donde podría cruzar con seguridad la avenida principal y dirigirse al centro comercial del otro lado. Y, a pesar del comentario sarcástico de Jenna, conocía exactamente dónde estaban Barnes & Noble. La estúpida Jenna no comprendía que únicamente por ser una chica bonita, guay y popular no significaba que ella nunca había leído un libro.

Algunos momentos después de ella arribaron a la librería, Sophie, Nina, y la

otra Amanda paseándose por el centro comercial. Por un segundo, ¿Amanda se congeló - qué ocurre si la veían con Jenna? Y luego casi se rió de su pensamiento absurdo.

―¿Por qué te ves tan feliz, Tracey?‖ Nina preguntó mientras el grupo la dejó

entrar. "No tienes nada por lo cual sonreír". Ahora eso era interesante, Amanda pensó. Usualmente, Nina ignoraba a

Tracey como todos los demás. Tal vez ella estaba justamente tratando de impresionar a la otra Amanda con su inmundicia. ¡O tal vez estaba a punto de desafiar el estatus de Amanda como Reina Mezquina! Amanda hizo una nota mental de vigilar estrechamente a Nina.

Ella estaba por irse cuando llegó Jenna, quien debió oír por casualidad el

comentario de Nina. "Amigos agradables los que tienes," comentó. "Oh, cállate," Amanda-Tracey le contestó. "La única razón por la que te

veo aquí es porque tal vez me puedas ayudar a regresar a mi cuerpo. Y devolver a Tracey dentro del suyo," añadió rápidamente. Adivinó que Jenna con mayor probabilidad ayudaría si pensaba que era por el bien de Tracey.

"Tenemos que encontrarla primero," Jenna indicó. "Lo cuál no puede ser

tan fácil, cuando uno piensa en su don".


―¿Cuál es?‖ Amanda preguntó impacientemente. Pero ahora Jenna estaba distraída por el grupo que se encontraba al otro

extremo del centro comercial, delante de Target. ¿Quieres conocer a algunos de mis amigos"? Ella le preguntó a Amanda.

"No en particular," Amanda contestó, pero Jenna ya se alejaba, y Amanda

no tuvo opción sino de seguirla. Cuando se hicieron más cercanas al grupo, ella comenzó a tener serias dudas. Los amigos de Jenna se veían como un grupo muy espeluznante.

El mayor, un flaco con el cabello verde teñido y un cigarrillo colgando de

su boca dijo, "Hiya, Janie". No pudieron haber sido grandes amigos si él no supiese su nombre,

Amanda pensó. Pero Jenna no pareció consternada. "Jenna," le corrigió. "Yo, Slug".

¿Slug? ¿Quien tenia un nombre como Slug? Amanda no podía esperar a

averiguar como se llamaban los demás. La chica gótica de mala pinta, rímel negro, lápiz labial rojo como la sangre se llamaba Bubbles4, mientras que la otra chica con la cabeza afeitada y los brazos completamente tatuados de arriba hacia abajo era Skank5. Jenna presentó al amigo corpulento de ojos entreabiertos como Harry. Amanda pensó que todos lucian mayores, al menos de 18. Y todos ellos eran sumamente feos. "Éste es mi amigo Am-I mean, Tracey".

Desde que había comenzado la experiencia de intercambio de cuerpos

Amanda no se había sentido tan agradecida de parecerse a Tracey. Ella absolutamente moriría si alguien le viese a su cuerpo verdadero con gente como ésta.

―¿Qué están tramando?‖ Jenna les preguntó. "Pasearemos por Target," Slug dijo, asintiendo con la cabeza hacia la tienda.

―¿has visto alguna vez uno de estos?‖ De su bolsillo que sacó una cosa de metal extrañamente formada.

―¿Qué es eso, algún tipo de arma?‖ Jenna preguntó. Slug hizo un sonido de bufa, el que Amanda supuso era su versión de una

risa. ―Nah. ¿Conoces esas cosas plásticas adheridas a las cosas de manera que

4 Bubbles: Burbujas.

5 Skank: Guarra.


uno no las puede robar?‖ Él estaba mirando a Amanda ahora, así que ella se sintió obligada en contestar.

"Es un dispositivo de seguridad. El cajero lo quita después de que uno paga

por algo. De otra forma activa una alarma cuando uno abandona la tienda". "Si, Claro. Bueno, el pequeño número plástico que tiene se quita con esto.

Uno puede caminar sin problemas con media tienda en los bolsillos". "Tendrías que tener bolsillos enormes y bonitos," Jenna dijo, y Amanda no

pudo evitar reírse, pero nadie más entendió el chiste. "Sólo conseguí dos de estas cosas," Slug continuó, ―Pero estaremos por ahí.

Entonces después nos dividiremos el botín. Entraré a revisar primero el lugar, veré dónde están las cosas buenas. Volveré en seguida". Volviendo a guardar la cosa en su bolsillo, Slug se paseó en la tienda.

Amanda se dirigió a Jenna. ―¿Van a robar cosas?‖ "Sí," Jenna contestó, con una voz que fue solo un poco arrogante. ―¿Tienes

un problema con eso?‖ "Bien, eso es ilegal, en primer lugar". Ese comentario consiguió que el resto de los amigos de Jenna se rieran, y

Amanda pudo sentir que la cara de Tracey se sonrojaba. "Bien, ustedes me pueden dejar fuera," ella dijo.

―¿Gallina?‖ Jenna se burló. A Amanda no le podía importar menos si Jenna pensaba que era cobarde.

Lo que la preocupaba era la idea que esta empresa podría acabar con cualquier clase de colaboración entre ellas.

"Allí está Slug," Bubbles apuntó. Él estaba simplemente fuera de la puerta

de Target, y les hizo señas para que se acercaran. Bubbles, Skank, y Harry caminaron hacia él, pero Jenna se quedó atrás por un momento. ―¿Estas segura que no te nos unes?‖ Ella le preguntó a Amanda.

Antes de que Amanda pudiese contestar, oyó otra voz familiar detrás de

ella. ―¡Hola, chicas! ¿Qué hacen?‖ Era Emily, de la clase de dotados. Estaba sola y llevaba una bolsa de la

librería. "Simplemente haciendo esto y lo otro," Jenna le contestó.


Emily sonrió vagamente. "No sabia que andaban juntas". Amanda quiso corregir esa suposición, pero controló su lengua. ―¿Qué

compraste?‖ le preguntó en lugar de eso. Emily metió la mano en su bolsa y extrajo un libro.

Jenna leyó el título en voz alta. ―¡Yo fui Marie Antoinette!‖ "Ella fue la última reina de Francia," Emily les explicó. "Su cabeza fue

cercenada durante la Revolución Francesa". Jenna rió disimuladamente. ―¿Quién escribió el libro? ¿Su fantasma?‖ "No, una mujer que se llama Lavinia Pushnik. Ella afirma que fue Marie

Antoinette en una vida pasada". Amanda puso sus ojos en blanco. "No crees eso, ¿verdad?‖ Emily se encogió de hombros. "Veo el futuro. Tal vez ella ve el pasado". Ahora fue el turno de Jenna de blanquear sus ojos. "Emily, cualquiera

puede ver el pasado. Eso se llama historia. Puedes leer sobre eso en los libros". "Mmm". Emily parecía haber dejado de escuchar. Sus ojos estaban

vidriosos. ―¿Ves algo sobre el futuro ahora?‖ Amanda preguntó. Emily asintió con la cabeza. "Alguien que está a punto de ganarse la

lotería‖. ―¿Oh sí?‖ Ahora Jenna se vio interesada. "Mi madre juega la lotería cada

semana". "Alguien en Canadá," murmuró Emily. "Toronto... no, Montreal". El rostro de Jenna se hundió. "Oh. Bueno, tengo que entrar en Target antes

que todas las buenas cosas se hayan ido". ―¿Qué quieres decir?‖ Emily preguntó. "Jenna y sus amigos están a punto de cometer un robo en la tienda,"

Amanda le contó. La expresión de Emily cambió. "No hagas eso, Jenna".


Jenna gimió. ―¡Oh, estupendo! Otra santurrona que tiene miedo de infringir

la ley". Emily negó con la cabeza. "Tus amigos... van a ser atrapados‖. ―¿Ves eso"? Amanda preguntó. ―¿De veras?‖ Emily asintió con la cabeza. Jenna se vio escéptica. "Sólo dices eso para que yo no robe nada". "No," Emily le respondió. "Va a ocurrir". "Mejor les advierto.‖ Jenna se dirigió hacia la tienda. ―¡No!‖ Emily gritó. "Serás atrapada, también. Está a punto de suceder". Jenna vaciló, y esa fue algo bueno. Porque segundos más tarde, un guardia

uniformado apareció con los amigos de Jenna, todos esposados. Desaparecieron detrás de una puerta que decía Seguridad.

"Wow," Amanda dijo temerosa. ―¿Cómo lo supiste?‖ "Ese es mi don," Emily respondió, pero ella no sonó particularmente

orgullosa de eso. "Veo cosas. Sólo que yo nunca sé qué cosa hacer con ellos". "Bien, gracias por decírmelo," Jenna dijo. "Me habría ganado un boleto de

ida al reformatorio‖. "Me alegro de haberte ayudado," Emily contestó, pero ahora su voz estaba

triste. "No consigo ayudar mucho a la gente, mayormente porque mis visiones no son por lo general muy claras. Y entonces - pues bien, es como Madam dijo, ¿quién va a creerme? Sólo pensarán que estoy chiflada".

Amanda supo que si ella quiso que todos creyeran que ella era Tracey,

debería mantener la boca cerrada. Pero no pudo resistir hacer una pregunta. ―¿Siempre has hecho esto? ¿Ver el futuro?‖

"Cuando tenía cinco años, tuve mi primera visión. Mi papá salía de casa

para ir al trabajo. Y vi que cuando él llegaba al final de la calzada, otro coche daría la vuelta en la esquina realmente rápido y lo atropellaría. Pero no se lo dije".

―¿Sucedió?‖ Amanda preguntó.


Emily asintió con la cabeza. "Él murió. ¿No lo recuerdas? Conté esta historia en la clase".

"Yo, uh, he debido haber estado fuera ese día," Amanda respondió. La

historia de Emily era horrible, en realidad deprimente, y Amanda quiso cambiar el tema. Afortunadamente, divisó a alguien en el centro comercial que podrían encontrar interesante. ―¿No es esa la nueva maestra estudiantil?‖

Mientras todos giraban a mirarla, la joven los vio. Los saludó y se dirigió

hacia ellos. ―¡Oh, estupendo! Una maestra," Jenna gimió. Pero la joven parecía muy contenta de verlas. ―¡Hola, chicas! ¡Qué

coincidencia, que nos encontremos aquí!‖ Emily le respondió, "Hola, Señorita... uh..." "Serena," la maestra contestó. ―¡Esto es tan agradable! ¿Qué hacen aquí?‖ Personalmente, Amanda pensó que exageraba las cosas ―no-soy-tu-amiga-

no tu-maestra", Jenna también parecía dudar. Pero Emily se veía intrigada. "Únicamente paseamos" le respondió. ―¡Estoy tan entusiasmada con el trabajo!‖ les contó Serena. Las cejas de Jenna se arquearon. ―¿de verdad? ¿Por qué?‖ "Pues bien, no sólo es enseñar a estudiantes ¿cierto? Digo, ustedes son

realmente diferentes". Jenna aún se veía cautelosa. "¿Cómo que, ‗diferentes‘? "Está bien," Serena le reconfortó a ella. "Sé lo que ustedes son, ya saben,

especiales. Y yo en realidad quiero llegar a conocerlos. Como amigos, no como estudiantes".

"Pero eso es lo que nosotras somos," Emily dijo. "Estudiantes". Serena tiró hacia atrás la cabeza y se echo a reír, como si Emily hubiera

dicho algo realmente gracioso. "En realidad, amigas, no soy como sus otros maestros. Madam, es muy simpática y todo eso, pero es vieja. No es alguien con quien puedan ser confidentes. Quiero que piensen en mí como alguien con quien ustedes puedan hablar. Ustedes me pueden contar sus secretos, sus sentimientos".


"A Madam no le gusta que nosotros hablemos de nosotros mismos con otros más de la cuenta," Emily dijo.

Serena asintió con la cabeza. "Bien, eso es algo triste, ¿verdad? Debe ser

algo solitario para ustedes, sin poder hablar de lo que es importante para ustedes".

Emily asintió con la cabeza fervientemente. "Lo es". Serena estaba terriblemente ansiosa, Amanda pensó. ¿Por qué querría una

persona decirle sus secretos a alguien que acaba de conocer? La mujer era tan insistente; hacia que Amanda se sintiese incómoda.

Jenna pareció tener una reacción similar. "Me voy de aquí," ella anunció y

entonces levantó vuelo. "Tengo que irme, también, Señorita - uh, digo, Serena," Amanda dijo.

"Adiós, Emily". Ella corrió tras de Jenna y la alcanzó. ―¡Un momento! todavía no me ha

dicho". ―¿Decirte qué"? Jenna preguntó. "Sobre Tracey. Sobre su don". ―¿Aún no lo has adivinado?‖ "No". Jenna le dio una gran sonrisa. "Tracey puede desaparecer".

*** Caminando a casa, Jenna estaba de buen ánimo para variar. No había sido

un mal día - nada mal en absoluto. En su mente, se mantenía viendo la cara de Amanda-Tracey cuando ella le había dicho que había resuelto quién era. Por supuesto, habría sido más divertido ver esa expresión aturdida en el verdadero rostro de esa engreída Amanda Beeson, pero esta fue la segunda mejor - saber que ella había enloquecido a la chica más altanera en Meadowbrook. Y ese incidente en el centro comercial había estado bastante divertido, también.

A ella no le gustaba Slug, Skank y el resto de ellos, si bien los había llamado

su "equipo" cuando habló con el señor Gonzalez y le había dicho a Amanda que eran sus amigos. En realidad, ella pensaba que eran un ramillete de miserables


delincuentes. No hacían nada realmente, como ir a estudiar o trabajar. Solo se quedaban por ahí todo el día, mendigando en las esquinas o robando carteras o alguna tienda. Ellos eran asquerosos y no muy inteligentes, aunque admitía que le gustaba la forma gótica de Bubbles, la cual era una versión extrema de si misma.

Ellos realmente no vivan en algún lugar, aunque a veces ocupaban una casa

abandonada o algún apartamento hasta que alguien lo ocupara legalmente o la policía los echara. Muchas veces durmieron en los bancos de la estación del tren, y así es como Jenna los conoció. Había momentos en el que ella también daba vueltas por la estación del tren, cuándo no podía soportar ir a casa.

Pero probablemente habría entrado en Target con ellos si Emily no hubiese

venido y predicho lo que iba a ocurrir. Como los demás niños en la clase, Emily no tenía mucho control sobre su don, por lo que Jenna fue realmente afortunada.

Una ligera lluvia comenzó a caer, pero eso no fue lo que repentinamente

humedeció su ánimo. Ella giró en la calle donde vivía. Los tres altos edificios de apartamentos dominaban toda la calle. Brookside

Towers, así se llamaban, lo que era una broma – no existía un arroyo a lo largo de las estructuras, y ‗las Torres‘ hacían pensar en los castillos o algo por el estilo. En realidad, Brookside Towers era alojamientos públicos, donde se apiñaban toda clase de gente con sólo una cosa en común - sin mucho dinero.

Jenna sospechaba que los edificios habían sido feos cuando se

construyeron, y eran incluso más feos ahora, cubiertos de graffiti y de pandillas. Había muchas ventanas rotas, y el cartón había reemplazado el vidrio en algunas de ellas. La tierra alrededor no era exactamente jardines: Cualquier hierba que pudiese estar allí estaba cubierta de chatarras (trastos viejos) – bolsas de basura, un viejo refrigerador, una bicicleta quebrada.

Vivian algunas buenas personas en Brookside Towers. Jenna pensó en la

señora Wong al final del vestíbulo, quien había puesto macetas llenas de geranios en las ventanas. Luego algunos chicos desagradables habían logrado trepar a su ventana y las destruyeron completamente. La Señora Wong había llorado...

No, Brookside Towers no era un lugar muy bonito para vivir. Algunas

veces, cuando su madre estaba sobria y se sentía optimista, le hacia promesas a Jenna.

"No importa que tan quebrada esté, voy a comprar un billete de lotería cada

semana. Y uno de estos días, cariño, eventualmente lo lograremos, y nos compraremos una bonita casa en un barrio bonito. Si sigo comprando boletos, tengo que ganar tarde o temprano, ¿verdad? Digo, es como esa ley de las probabilidades, o como se llame". Jenna nunca se molestó en decirle a su madre


que ella estaba equivocada, que la ley de probabilidades significaba que era altamente improbable que ella alguna vez ganase algo.

Jenna no despreciaba a su madre. Ella era simplemente una mujer pobre,

una débil mujer cuyo marido - el padre de Jenna – la abandonó cuando ella había quedado embarazada. Y ella se sentía mejor consigo misma únicamente cuando estaba ebria o drogada. Ella no era odiosa - solo muy, muy triste.

Jenna pensaba que uno podía sentir la tristeza cuándo entrabas al

apartamento, aún cuando su madre no estuviera en casa, como ahora. Ella aprovechaba la ausencia de su madre para recoger las botellas vacías, barrer los pisos, y lavar los platos sucios de fregadero. Buscando entre las alacenas encontró entreabierta la mantequilla de maní y algunas galletas saladas rancias para untarlas.

La cuenta del cable no había sido pagada, así es que la TV era una

porquería. Con nada que hacer, ella saco su tarea. Tenia muchísimo que leer, pero eso estaba bien. A Jenna le gustaba leer.

Por supuesto, ella no se lo podía contar a nadie. Era muy malo para su

imagen...



l principio, Amanda no pensó que sonará tan mal y, de camino a casa, consideró esta noticia. Así que, Tracey podía volverse invisible. Eso explicaba porque parecía estar ausente y porque

Madam seguía diciendo que era agradable verla. Y tal vez, también explicaba porque se veía difusa en las fotos y su reflejo borroso frente al espejo.

Ahora, la pregunta era, ¿Qué podía hacer Amanda sabiendo esto?. Este don abría toda una nueva gama de posibilidades. ¿Y si ella simplemente desaparecia y se iba hasta que todo terminara? Tal vez, podía colarse en algún avión, ir a algún lugar exótico y quedarse en la playa. ¿ Podía broncearse la gente invisible?. Podría quedarse en un lujoso hotel sin tener que pagar. Se preguntaba que pasaba cuando una persona invisible comía, ¿La comida simplemente desaparecía? ¿O podría ver la digestión dentro de un estomago invisible? Eso sería bastante asqueroso. O podría quedarse con personas famosas, como estrellas de rock o actores, y ver como son en realidad. O incluso ir a su propia casa y ver lo que su otro yo hacia.

Pero al final, tuvo que recordar la triste verdad de ese tema, estos chicos superdotados, no podían controlar sus dones. Los muertos parecían hablarle a Ken, quisiera o no; y las visiones del futuro que tenía Emily no siempre eran claras. Para Tracey, desaparecer seguramente sólo sucedía. Ella no podía chasquear sus dedos y desaparecer. Así que Amanda volvió a la casa de Tracey y pasó otra noche del asqueroso estilo de Tracey.

En la cena, ella empujó la comida alrededor de su plato, mientras que cada una de las siete Devon le preguntaban sobre su día y sus padre exclamaban los adorables que eran. Nadie notó que no estaba comiendo. Después de la cena, subió a la habitación de Tracey, donde realizó algunas tareas y leyó un libro que había traído de la biblioteca escolar. Y entonces recordó el diario de Tracey. Tal vez ella había tenido algunas aventuras interesantes mientras era invisible. Amanda recuperó el cuaderno y lo abrió al azar.

"Querido Diario: Todo el mundo piensa que los Siete Devon son tan lindos. Yo no soy linda". Eso era cierto, pensó Amanda. Pasó unas cuantas páginas más.

A


"Querido diario: Mis hermanitas cumplieron tres años hoy. Son cada vez más grandes. Yo siento como si cada vez fuera más pequeña." Ahora eso sonaba interesante, pensó Amanda. ¿Fue cuando ella empezó a desaparecer? Pasó la página.

"Querido Diario: Mamá y papá no me miran más. Ellos sólo ven a las siete niñas, así podría ser invisible tranquilamente." Definitivamente Tracey había estado hablando de las septillizas cuando escribió ‗A veces las odio‘. Amanda no podía culparla. Las septillizas tomaron toda la atención que recibía Tracey. Pero ahora Tracey estaba a punto de volverse invisible, eso completaba todo. Entusiasmada, Amanda dio vuelta la hoja.

"Querido diario, a veces pienso que me gustaría hacerme un nuevo corte de pelo. Y conseguir algo de ropa nueva. Pero ¿de qué sirve? Nadie lo notaría. Nadie me ve ahora. No soy nada."

Amanda se enfureció. Sin siquiera tomarse la molestia de cerrar el cuaderno, lo lanzó a través del cuarto. Así que Tracey sentía lastima por ella misma, tenía todo su derecho. Amanda sabía que ella probablemente se tuviera auto-compasión pero no necesitaba leer al respecto. Por lo menos Tracey estaba empezando a tener sentido. Por las fotos que había visto, Amanda sabía que Tracey debía haber sido el centro del universo de sus padres cuando había nacido, como la mayoría de los bebés lo son. Pero cuando las siete niñas nacieron ella fue cada vez menos y menos importante para los ojos de sus padres. Ella debía haber sentido eso. Y si se sentía invisible en casa e invisible en la escuela también. No era sólo la timidez lo que había hecho que Tracey desapareciera. Tracey se desvaneció lejos de la falta de atención. Y todo por la culpa de esas siete miserables niñas.

Más tarde, tumbada en la cama de Tracey, Amanda pensó en su propia casa, sus propios padres. Al ser hija única, ella siempre se quejaba de que su madre y su padre hacían demasiado alboroto sobre ella, la miraban muy de cerca, y querían saber todo lo sobre ella. Ella era una estrella en casa, que era agradable pero podría ser, también, un poco molesto, no había tal cosa como demasiada atención. Sin duda tenía que haber un término medio entre lo que ella tenía y lo que tenía Tracey.

Al día siguiente, el viernes, comenzó como un típico día de Tracey. Las puertas del autobús se cerraron en su cara y tuvo que caminar a la escuela. Lo cual la hizo entrar tarde al salón de clases, pero nadie lo notó. En la clase de Inglés de Tracey estaban leyendo Romeo y Julieta, y Amanda quería decir algo sobre como Romeo tendría que haber sentido el pulso de Julieta y entonces se hubiera dado cuenta que en realidad ella no estaba muerta, así el no se suicidaría y ella tampoco lo haría, y podrían vivir felices por siempre. Pero no importaba cuántas veces levantó la mano, el profesor no la llamó. Ni siquiera cuando agitó violentamente el brazo en el aire.


Fue en la hora del almuerzo cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando. Ella estaba buscando un lugar para sentarse, una mesa vacía. Al mirar alrededor de la concurrida y ruidosa cafetería, se dio cuenta de que accidentalmente se había detenido justo al lado de su propia mesa especial donde Britney y Sophie y su otro yo, estaban reunidas. Ella estaba lo suficientemente cerca como para tocar, pero nadie la insultó, ni siquiera la misma Amanda.

Fue entonces cuando supo que se había vuelto invisible. Salió corriendo de la cafetería para ir al baño y confirmarlo en un espejo. Qué extraño se sentía, buscarse a sí mismo y no ver nada. Y ¿cuánto tiempo duraría?.

Se fue del baño y deambuló por el pasillo. Era bastante bueno para dar un paseo frente al supervisor y que no le pidieran un pase. Podía caminar por las afueras del edificio y nadie la detendría. Pero ¿Dónde podría ir? En cierto modo, era una lástima que ella no fuera un gángster como Jenna, en estas condiciones ella podría hurtar en muchas tiendas. Decidió parar en la biblioteca y escoger algunos libros. Pero en el camino, pasó la oficina del director. La puerta estaba entreabierta, y oyó hablar a Madam con el Sr.Jackson. Ella sonaba molesta, Amanda se detuvo a escuchar.

"No me gusta para nada este acuerdo, Sr Jackson. Tenemos conversaciones de carácter muy personal en esa clase. Mis alumnos no se sentirán cómodos hablando delante de una desconocida."

"Serena no será una desconocida por mucho tiempo." respondió el director. "Y van a aprender a estar cómodos con ella. Para ser perfectamente honesto, Madam, no estoy cómodo con la forma de conducir esa clase. Me doy cuenta de que sus estudiantes son, eh, inusuales, pero eso no quiere decir que no deban tener las experiencias usuales del salón de clase."

La vos de Madam subió un tono. "Pero seguramente usted pueda comprender que sus circunstancias especiales requieren un elemento de privacidad."

"¿Qué es exactamente que los hace tan especiales, Madam?" Hubo un momento de silencio. Amanda deseaba poder ver la expresión de Madam.

"Usted sabe que no estoy en libertad para discutir los detalles de estos niños", dijo ella finalmente.

El Sr. Jackson profirió un ruidoso gruñido. "Lo único que sé es que hace dos años se presentó aquí con una carta del superintendente de escuelas, un mandato que la autorizaba a iniciar una clase especial, con muy poca información en cuanto a qué tipo de alumnos especiales serían invitados a unirse a la clase. Obviamente sus estudiantes no son especialmente brillantes ni mentalmente discapacitados. Todo lo que puedo ver es el hecho de que tienen problemas. "

"Dotados."


"Sí, sé que es así como los llamas. Otros pueden llamarlo delirio. Lo único que sé es que alguien cree que estos niños tienen..." hizo una pausa, como si estuviese buscando las palabras correctas "... capacidades inusuales poderes extraños o algo como lectura de la mente, adivinación. ¿Estoy en lo correcto?" Amanda no pudo escuchar la respuesta de Madam. Tal vez ella ni siquiera respondió, porque el siguiente sonido escuchado por Amanda fue un largo suspiro del director.

"Y yo sé que no estas obligada a compartir toda la información conmigo. Pero a pesar de cualquiera de los bizarros dones que tienen estos chicos, creo que te estás volviendo sobre-protectora con ellos, Madam. ¿Tal vez un poco...posesiva?" Madam si respondió a esto.

"Tengo que ser posesiva. Ellos necesitan ser protegidos".

"Pero ¿protegidos de quién? ¿De otros estudiantes? ¿De maestros? ¿De mí Seguramente, no sugiere que están en peligro aquí, en Meadowbrook? "

"El peligro puede venir de muchas formas, Sr. Jackson. Mi trabajo es preparar a estos estudiantes para defenderse." Su voz se elevó de nuevo. "No, es más que un trabajo, es una misión. Estoy tratando de enseñarles a estos niños a salir adelante. ¡Y usted no tiene ninguna autoridad sobre mí!"

"Si va a gritar, Madam, por favor, cierre la puerta." Madame obedeció rápidamente, y Amanda no tuvo tiempo suficiente para deslizarse en el interior antes de la puerta cerrada. Era una lástima, porque este asunto estaba poniéndose interesante. Madam sin duda tomaba su trabajo muy enserio.

Y Amanda todavía no estaba completamente segura de que se trataba ese trabajo. Ella se olvidó de la biblioteca y vagó por los pasillos buscando otra cosa de interés para escuchar u observar pasando desapercibida. Cuando vió a Katie y a Britney con pases para la sala, las siguió hasta el baño. Por lo menos podía ponerse al día con los últimos chismes. Ella miró con nostalgia como sus dos amigas hacían el ritual que se realiza siempre después del almuerzo. Ellas vaciaron sus bolsas de maquillaje en los fregaderos, y luego examinaban sus rostros en los espejos para ver qué necesitaba ser retocado. Y, por supuesto, cotilleaban. Pero fue un shock escuchar lo que estaban hablando hoy.

"Amanda realmente me esta poniendo de los nervios últimamente ", dijo Britney. Amanda se sorprendió. Britney se dio vuelta y miró a su alrededor el baño.

"¿Hay alguien aquí?" Katie se acercó a los puestos y miró debajo de las puertas.

"Nadie está aquí."

"Acabo de tener la sensación de que alguien nos escuchaba." Britney volvió


a retomar la conversación. "Amanda sólo piensa que es todo eso...¿sabes? Bueno, ella tiene unos nuevos zapatos de bailarina rojos, ¿realmente tiene que seguir diciéndonos cuánto costaron? "

"Ella hace eso todo el tiempo", dijo Katie. "Es como si ella quisiera asegurarse de que sabemos que tiene más dinero que nosotras. Eso es tan molesto." Amanda se quedó estupefacta y totalmente desconcertada. ¿Cuál era el punto de conseguir cosas nuevas, si nadie sabía cuan caros eran? Ella siempre había pensado que sus amigas quedaban impresionadas por el valor de su ropa.

"Y la forma en que se estaba burlando de la camisa de Shannon, la de las flores, sólo porque su madre las había bordado."

Britney continuó. "Aquí entre nosotras, yo pensé que era bastante linda."

"Yo también lo pensé." dijo Katie.

¡Asi que, así de bien hablaban sus amigas de ella cuando no estaba! En ese momento, su otro yo entró en el baño.

"Chicas, me olvidé de mostrarles." dijo "Miren lo que compre en Sephora6 ayer."

Amanda sentía como si estuviera viendo una película casera mientras la otra Amanda abría su mochila y sacaba un pequeño estuche. "Es un kit de maquillaje para viaje. Con todo lo que necesitas en un solo lugar. Miren, hasta tiene cepillos pequeños y todo. Fue super-caro, pero yo sólo tenía que tenerlo."

"¡Oh, me encanta!" exclamó Britney.

"¡Es tan lindo!" dijo Katie efusivamente.

Aduladoras de dos caras, pensó Amanda. Otra chica entró en el baño, y ella aprovechó la puerta abierta para escapar. Sin nada más quehacer, se dirigió a la clase de dotados. Fue la primera estudiante en llegar, pero Madam estaba allí con una profesora.

"Me gustaría empezar hoy con las sesiones de hipnosis." decía Serena.

"Lo siento", dijo Madam, aunque ella no parecía sentirlo en absoluto. "Tengo el plan de una lección complicada. No habrá tiempo hoy."

Serena sonrió. "El señor Jackson me dijo que podía llevar a los estudiantes de forma individual fuera del aula y trabajar con cada uno en la habitación vacía de al lado. Así que no supondrá un obstáculo a toda la clase. "

"Pero el estudiante que saca se perderá lo que hace el resto de la clase." objetó Madam.

6 Sephora es una cadena de cosméticos que vende artículos de lujo


"Pero piense en los posibles beneficios, Madam. Su objetivo es enseñar a sus estudiantes a hacer frente a sus... peculiaridades. Ha habido una gran cantidad de investigación que indica que la hipnosis puede tener un impacto real sobre la capacidad de una persona para controlar los malos hábitos." Amanda aprovechó su invisibilidad para acercarse, evadiendo la mesa y darle un buen vistazo a Serena. Personalmente, no podía entender por qué Madam estaba tan nerviosa a su alrededor. Bueno, Serena era insistente, pero ¿por qué Madame se veía tan sospechosa? ¿Tenía miedo de que Serena le gustara más que ella como profesora a los estudiantes? Pero Madam no parecía el tipo de persona que se preocupaba por la popularidad. Los demás estudiantes iban llegando, y Madame hablaba en voz más baja a Serena.

"Sus hábitos, como usted los llama, no son necesariamente malos."

"Bueno, ya sabes a qué me refiero", dijo la profesora. "Y tengo el permiso del Sr.Jackson para llevar a cabo estas sesiones."

Los labios de Madam estaban apretados. Luego asintió con la cabeza. "Muy bien, Srita. Hancock".

"Llámame Serena."

Madam se volvió y contempló la habitación. "Charles, por favor ve con la Sra. Hancock a la sala de al lado."

"No quiero ir con ella" murmuró Charles.

"Ahora, Charles, no hay nada que temer", dijo Serena intensamente. "¡Esto va a ser divertido!" Ella agarró el mango de la silla de ruedas Charles y lo empujó fuera de la habitación.

"¿Va a hipnotizar a Charles?" Preguntó Emily cuando ya estaban fuera.

"Va a tratar." dijo Madame.

"No todas las personas pueden ser hipnotizadas. Las personas únicas pueden tener... reacciones únicas." Amanda pensó que podía ver una pequeña sonrisa en la cara de la profesora, pero desapareció demasiado rápido como para que estuviera segura.

"Ahora, vamos a ver." continuó Madame examinando la habitación. "Tenemos algunos ausentes hoy, Martin tiene gripe, su madre llamó a la oficina. Y Tracey..."

Jenna interrumpido. "Tracey esta aquí, Madam, se lo puedo asegurar."

"Gracias, Jenna, pero debo recordarte que no es conveniente leer la mente de Tracey sin su permiso. O la de cualquier otra persona, para el caso. Ahora... " Pero una vez más fue interrumpida, esta vez por un estrépito que prácticamente


hizo vibrar toda la habitación.

"¡Dios mío," dijo Madame. "Creo que la hipnosis ha sacado un poco de enojo de Charles." Efectivamente, segundos después, la puerta se abrió y una Serena furiosa irrumpió en la sala, seguida por Charles que hacía girar su silla de ruedas.

"¡Ese...ese mocoso hizo que me silla se cayera!" bramó la profesora.

"Ohh, eso no es muy agradable Charles." lo regañó Madam, pero su tono era suave, y Amanda podría haber jurado que vio un destello de satisfacción en los ojos de Madame.

"Señorita Hancock... quiero decir, Serena ¿por qué no llevas a Ken hoy en su lugar?" Serena la fulminó con la mirada.

"No, creo que me llevaré a ella." Señaló a Emily.

"Como desee." dijo Madam con frialdad.

La expresión de Serena cambió drásticamente, y sonrió hacia Emily. "¿Está bien para tí, Emily?"

Amanda las vio irse, y se preguntó si la hipnosis de Serena la ayudaría. Tal vez si ella estaba inconsciente, Serena podría llegar a la Tracey real dentro de ella y hacerla volver a salir...Hubo una voz en su oído.

"O tal vez la hipnosis te convertirías en Tracey para siempre. ¿No te encantaría eso?"

Cállate, Jenna, pensó con fiereza. Y no te burles de mí. ¡Ayúdame! Después de un segundo, se concentró tan fuerte como le fue posible en dos palabras más. ¿Por favor?

Pareció pasar una eternidad antes que la chica sentada detrás de ella susurrara en su oído otra vez.

"Ok."



No estoy haciendo esto por ti", dijo Jenna."Quiero ayudar a Tracey. Estoy segura de que no está emocionada de tenerte dentro de su cuerpo."

Ella leyó la mente de Amanda. Sí, claro, lo que sea. Sólo hazlo. "¡Y no me des órdenes! No me importa si eres la Miss UA-Amanda

Beeson—no puedes IR mandándome por ahí" Jenna estaba casi sorprenda de oír el más mínimo toque de dulzura en la

respuesta mental de Amanda. Bueno, lo siento. ¿Hacia dónde vamos? "Mi casa". Espero que ninguno de tus amigos canallas estén ahí. "No te preocupes, no hay nadie en casa", espetó Jenna. Este era el día en

que los billetes de lotería salían a la venta, y el premio mayor era enorme. Su madre siempre estaba dispuesta a hacer cola durante horas si era necesario.

Pensaba que poner esfuerzo le traería más suerte. ¿Podrías por favor apagar el don? Tengo derecho a la privacidad de mis propios

pensamientos. "Como si estuviera interesada en cualquier cosa que pasara en el interior de

tu pequeña mente débil". ¡Entonces deja de leerlo! Jenna trató. Pero no faltó la reacción de Amanda cuando doblaron la

esquina. OhPorDios, vive en Brookside Towels! ¡Qué asco!

―


Jenna apretó los dientes. Era una lástima que Amanda no pudiese leer su mente - ella se oiría a sí misma siendo llamada con cada nombre repugnante, sucio que jamás hubiere inventado.

Pero Jenna se decía a sí misma - tal como le había dicho a Amanda - que

estaba haciendo esto por Tracey, y se quedó con la boca cerrada. ¿Pero por qué ella estaba tan concentrada en ayudar a Tracey? No era como

si fueran grandes amigas, se conocían sólo a través de la clase de dotados. Y ella no sabía nada de Tracey, ya que la chica no decía mucho, ni siquiera cuando era visible.

No estaba segura de si Amanda estaba junto a ella o detrás de ella, Jenna

sostuvo la puerta de su apartamento abierta. Ella sabía que Amanda estaba dentro cuando sintió la molestia de ella por encontrarse en condiciones tan miserable.

"No es el tipo de castillo al que estás acostumbradas", declaró, "pero es

limpio." ¿Cuál es tu problema? Ni siquiera estaba pensando en algo. Bueno, tal vez era sólo lo que ella esperaba que Amanda sintiera. ―Siéntate,‖

ordenó Jenna, señalando el sofá. Se acercó una silla. "¿Me vas a enfrentar?" ¿Vas a tratar de hipnotizarme? "No, no estoy en eso." Ella alcanzó a ver otra cosa en la cabeza de Amanda

y no podía dejar de asentir. "Sí, creo que Serena es como rara, también." Luego frunció el ceño. ¿Estaba realmente encontrando algo en común con esta snob? "¿Cómo conseguiste meterte en el interior de Tracey, en primer lugar?" preguntó. Ella alcanzó a ver una respuesta en la mente de Amanda, pero era obvio para ella que Amanda estaba tratando de poner más de una de ella.

"¿Te preocupas por ella? ¡Ja! Amanda Beeson sólo se preocupa por Amanda

Beeson." Jenna se centró en ir más profundo en los pensamientos de Amanda, pero no había mucho que aprender de ella. Amanda estaba mentalmente contando hacia atrás desde mil. Obviamente, ella estaba tratando de mantener a Jenna lejos de aprender más sobre ella.

―Okay, okay, lo entiendo ", dijo Jenna. "Y yo no te quiero conocer

tampoco. Como dije, esto es por Tracey." Ella respiró hondo.


"Tracey, yo sé que estás ahí. No es tu culpa que esto—que Amanda se hiciera cargo de tu cuerpo. Pero tienes que ser fuerte ahora. Sal, deshazte de ella, toma el control."

¿Tiene que hacerlo sonar tan violento? "¡Deja de pensar!" Jenna ladró. "No puedo llegar a Tracey si sigues

interrumpiendo. Tracey, apuesto a que me oyes. No sé por qué te convertiste en invisible como lo haces. Tal vez sólo estás huyendo o algo. Pero ahora es como si hubieses desaparecido por completo, y eso es peor. Ahora, si sales, Amanda puede volver a su mundo de princesita y tu puedes volver al tuyo y todo será normal, ¿de acuerdo? Tracey? ¡Tracey! "

Jenna se concentró tan fuerte como pudo, pero lo único que podía sentir

era a Amanda tratando muy duro de pensar en nada. "Me doy por vencida. No puedo escucharla en absoluto." No puedes darte por vencida—tengo que salir de aquí! ¡Tráela de vuelta! "¡Acabo de decir que no puedo! Mira, ¿se te ha ocurrido pensar que tal vez

ella no quiere volver?" ¿Quieres decir que podría estar atrapada dentro de Tracey para siempre? Jenna se salvó de responder cuando la puerta del apartamento se abrió.

"¡Hola, pastelito!" su madre chilló. "Hola, mamá." Jenna miró nerviosamente en la dirección donde estaba

sentada Amanda. "¿Sabes qué? ¡Compré cincuenta boletos de lotería!" Estaba claro para Jenna que su madre debía haber bebido un par de copas

antes de tomar la decisión de comprar más de lo usual. "¿Por qué, mamá?" "Cariño, sólo tengo esta sensación. ¡Esta es! ¡Esta es nuestra semana!" "Claro mamá." Ella miró hacia atrás en el sofá y sabía que Amanda estaba

todavía allí. ¡Fuera de aquí!, pensó con fiereza, pero por supuesto Amanda no era un lectora de mentes. Todo lo que Jenna obtuvo a cambio fue la reacción de Amanda hacia su madre.


"Me muero de hambre, Jenna, cariño. ¿Hay algo para comer?" "No, mamá. Estaba esperando a que vuelvas a casa con algo de dinero para

que yo pudiera ir a la tienda. Iré ahora." La cara de su madre se arrugó. "Pero no tengo más dinero, Jenna. Lo gasté

todo en billetes de lotería." Jenna suspiró. "Está bien—creo que tengo cinco dólares guardados. Nos

conseguiré algo." Entonces ella se puso rígida cuando se dio cuenta de algo muy diferente

procedente de Amanda. No era la repugnancia que Amanda se sentía, o incluso aversión. Era lástima. Amanda sentía lástima por ella.

Jenna apretó los puños con rabia. Incluso en su estado confuso, su madre

pudo ver que algo andaba mal. "Cariño, ¿estás bien?" ¿Qué podía decir Jenna? ¿Que desesperadamente quería que su madre se

fuera de la habitación para que ella pudiera decirle a Amanda lo que podía hacer con su piedad?

Entonces todavía otra comprensión la golpeó. ¿Cómo podía estar leyendo

piedad en la mente de Amanda? Las niñas como Amanda Beeson nunca pensaban en nadie más que ellas mismas. Era imposible que Amanda pudiera sentir lástima por ella. Así que tal vez, tal vez, era en realidad el contacto con Tracey!

Y entonces se dio cuenta de que Amanda se estaba yendo. "¡Espera!" ella

gritó. Su madre la miró con extrañeza. "¿Qué has dicho, cariño?" Jenna suspiró y trató de aferrarse a los pensamientos de Amanda-Tracey,

mientras ella salía por la puerta. La lástima todavía estaba allí, pero otro sentimiento se le unió—algo que no tenía sentido en absoluto para Jenna. Le parecía como... miedo.

Ahora, ¿de qué iba todo eso?



manda no paro para respirar hasta que las torres Brookside estuvieron fuera de su vista y ella se sintió razonablemente segura.

No podía creer lo cerca que había estado de tener problemas más serios allá atrás. Lo último que necesitaba era sentir lástima por Jenna. Convertirse en Jenna Kelley para ella, no era más atractivo que ser Tracey Devon. Ciertamente Jenna no tenía mejor vida que Tracey. Al menos Tracey vivía en una linda casa, donde había comida en la cocina, y por lo menos tenía padres normales. Bueno, más o menos normales. Eran normales para las septillizas, pero para Tracey...

Amanda no podía entenderlo del todo. Ok, Tracey era nerd y no tenía amigos, ¿pero no se suponía que los padres tienen que amar a sus hijos incondicionalmente, incluso si son patéticos? Mientras más pensaba en eso, se daba más cuenta de que no era la culpa de las siete Devon que Tracey fuera un desastre. Era culpa de sus padres.

Por el momento ella no estaba de humor para enfrentarse a esos padres, incluso si la pudieran ver. Decidió sacar ventaja de su invisibilidad visitando un lugar en el que había estado tratando de no pensar. ¿Realmente había pasado menos de una semana desde que había estado en su propia casa? Se sentía como una eternidad. Era gracioso como ella había olvidado que linda era la casa. Se quedó ahí. Al final del camino, y sólo la admiró. Entonces contuvo el aliento. Ahí estaba, Amanda Beeson, acompañada por Katie y Britney, caminando a su lado. Cielos si solo supiera que habían estado diciendo sobre ella en la sala de descanso. Pensó Amanda. Tomó su pase para poder entrar con ella.

Su propia madre fue al vestíbulo a saludarlas. "Hola cariño, hola chicas"

Amanda no se molestó en saludar. "Mamá estamos hambrientas. ¿Hay algo para comer?"

"Por supuesto que hay. Hice galletas con chips de chocolate para ti."

"Yummie" exclamaron Katie y Britney a coro. Amanda las pisó.

A


"Mamá sabes que estoy a dieta. ¿Por qué hiciste galletas?"

"Amanda, cariño, no hay necesidad de que estés a dieta." Su madre protestó mientras ella las seguía a la cocina.

"¿Y tú que sabes?" murmuró Amanda. Jeesh ¿estaba siendo grosera o qué? Pensó. ¿Pero no era lo que normalmente hubiera dicho?.

"Chicas, ¿les gustaría algo de leche con las galletas?" Preguntó la madre de Amanda, abriendo el refrigerador y sacando un cartón.

"¡Mamá! ¿Podemos tener algo de privacidad? ¿Por favor?" Amanda pudo ver la molestia en la cara de su madre, pero la mujer no dijo nada. Probablemente no quería avergonzar a su hija regañándola en frente de sus amigas. Ese es el tipo de persona reflexiva que era.

Tan pronto como su madre se fue, Amanda dijo "¿Les conté lo que le hice a Tracey Devon en mi clase de gimnasia? Le dije que vi un bicho saliendo de su cabello" Britney y Katie se echaron a reír.

Después de lo que había oído decir a sus amigas en el baño ese día, Amanda-Tracey sabía que estaban fingiendo el entusiasmo por su maldad. ¡Eran tan hipócritas! Y ella no quiso seguir escuchándolo. Se dirigió a la puerta, entonces tuvo otra idea. Corrió por las escaleras a su propia habitación. Entró en el ropero y agarró sus zapatos de bailarina rojos favoritos. En realidad no estaba robando, se dijo a sí misma. Después de todo, eran de ella.

Para el momento en que volvió a la casa de Tracey, eran pasadas las seis, y ya que todavía era invisible nadie pudo ver que ella estaba en casa. Pero su ausencia claramente no estaba teniendo ningún efecto en la casa.

De hecho, estaba ocurriendo un evento, un reportero y un equipo de filmación estaban ahí. Las siete Devon estaban usando vestidos rosas idénticos. La madre de Tracey había ido obviamente al salón de belleza, el padre de Tracey había vuelto del trabajo temprano. Estaban todos reunidos en la sala de estar.

Amanda se quedó, flotando en un rincón para ver que estaba pasando. Una mujer atractiva estaba parada frente a la cámara, hablando. "El impacto de múltiples nacimientos en una familia es enorme, financiera y emocionalmente. Sres Devon ¿qué hizo la llegada de las septillizas en su vida?‖.

La madre de Tracey lanzó una risita tintineante. "Bueno, como pueden imaginar, nuestro estilo de vida ciertamente cambió. George y yo solíamos salir a cenar frecuentemente e ir al teatro. No podemos hacerlo tan a menudo ahora"

"Vamos a salir ésta noche" agregó el Sr. Devon. "Por primera vez desde que las niñas nacieron"

"¿Salen menos ahora debido al gasto?" Preguntó la reportera. La señora


Devon lucia insultada.

"No, somos bastante afortunados en ese sentido. Pero es muy difícil encontrar una niñera cuando hay siete niños en la casa." Ocho niños. Hay ocho niños en la casa. Pensó Amanda. Tal vez Tracey no era una niña adorable y tal vez no requería una niñera. Pero ella tenía que contar para algo.

El Sr Devon intervino con un comentario. "Por supuesto, no nos importa renunciar a nuestra vida social. Con siete hijas, ¡ésta casa es una fiesta todo el tiempo!" ¡Ocho hijas! ¿Cuál es el asunto de esta gente?¿No les importa Tracey?¿ Se olvidaron de ella? Amanda realmente estaba empezando a irritarse con ellos.

"¿No piensan nunca en tener otro hijo?"

"Cielos no", dijo la Sra. Devon "Siete son suficientes"

Amanda estaba humeante y no pudo callarse. "¡Ocho! ¡Tienen ocho hijos!"

Hubo un chillido de un camarógrafo y otro hombre gritó "¡Corte! ¿Qué pasó?"

Los ojos del camarógrafo eran enormes y estaba apuntando en dirección a Amanda.

"Esa-- Esa chica, apareció de la nada."

Así que ella era visible de nuevo. Era un alivio. Bueno no era un alivio para el camarógrafo, pensó. Su cara estaba blanca y su mano temblaba mientras la apuntaba. "Se los estoy diciendo. Miren la cinta. No estaba ahí hace un segundo"

"No seas ridículo" Dijo otro hombre. "Simplemente no la viste entrar" Él miró a Amanda.

"De todas maneras, ¿quién eres?"

"Soy Tracey Devon, la hermana mayor de las siete Devon"

El director parecía desconcertado "¿En serio?" a la reportera, quien respondió " No sabía que había otra hermana. ¿Y tú?". La reportera se giró hacía los padres Devon. "No creo que ustedes mencionaran a otro hijo." Luego volviéndose a Amanda, dijo. "¿Cómo dijiste que es tu nombre cariño?"

"Tracey" Amanda fulminó con la mirada a los padres de Tracey "¿Se acuerdan de mí?".

El señor Devon parecía un poco confundido. "Por supuesto no seas tonta".

La señora Devon dijo "Pensamos que estaban interesados en las septillizas. Tracey es nuestra primera hija. Tiene doce."


"¡Trece!" La corrigió Amanda, entonces se dio cuenta porque la habilidad especial de Tracey era la de desaparecer. Nadie nunca la vio, asique ella simplemente desapareció. ¿Si nadie le prestaba atención para que molestarse en ser visible?.

"¿Te gustaría ser entrevistada Tracey?" preguntó la reportera. "Me gustaría saber como afectó tu vida tener siete hermanas idénticas."

Yo no tengo una vida. Quiero decir, Tracey no tiene una vida. Pensó Amanda. Y no había nada que quisiera decir sobre las siete Devon, ella ni siquiera las conocía. "No, no quiero ser entrevistada" Dijo Amanda. Si hubiera estado en su propia casa, su madre o su padre la hubieran corregido diciendo "No, gracias a ti."

Ella miró a los padres Devon. Como de costumbre no estaban prestando atención. Ambos parecían completamente perplejos. Las siete Devon también la estaban mirando. Probablemente estaban asombrados de escucharla hablar o de escuchar a otras personas hablar con ella. Amanda resistió el impulso de sacar la lengua a las pequeñas criaturas y darles una mirada indecente. No, eran los padres los que merecían esa mirada.

¡Alguien tenía que hacerse cargo de la miserable vida de Tracey! Sin decir otra palabra, Amanda salió de la habitación y corrió escaleras arriba. Lanzándose a la cama de Tracey, contempló su situación. La situación de Tracey. No estaba bien y no era justo. Amanda golpeó, con frustración, la almohada. Incluso comenzó a preguntarse si tal vez Tracey tuvo una vida peor que la de Jenna. Al menos parecía que la madre de Jenna la quería. Pero lo que realmente molestaba a Amanda fue el hecho de que Tracey no hizo nada al respecto. Dejó que la ignoraran y vivió con eso por desaparecer.

Entonces Amanda se incorporó, tal vez era culpa de la misma Tracey que su vida fuera miserable. Bueno si Amanda iba a tener que vivir como Tracey por un tiempo, no había manera de que siguiera los pasos de Tracey. Una voz en su cabeza preguntó: ¿Y qué si tuvieras que vivir como Tracey para siempre? Ella empujó a la fuerza ese pensamiento fuera de su mente. Durante el tiempo que ella tuviera que ser esa triste chica, no iba a sufrir como ella lo hizo. Ya era hora de que Tracey tomara parte de la responsabilidad de sí misma.

Amanda permaneció en la cama, pensando en cómo hacer para poder hacer eso. Después de un rato, escuchó que el equipo de filmación se iba y salió de su habitación. Todavía no estaba segura de cuál sería su primer paso, pero tenía que hacer algo. Las siete niñas estaban rebotando y haciendo mucho ruido. El Sr. Devon estaba tratando de callarlas cuando la señora Devon fue a atender el teléfono que sonaba en la cocina. Desde el pie la escalera, Amanda miraba mientras el señor Devon hacía inútiles esfuerzos para tener a las niñas bajo control.

"Kandie deja de saltar, me estás dando dolor de cabeza."


"No soy Kandie, ¡soy Mandie!" declaró la niña.

La señora Devon emergió de la cocina con una mirada afligida en la cara. "Era Lizzie. Ella no puede cuidar a las niñas."

"¿Qué?" Gritó el señor Devon. "¡Pero nos encontraremos con mi jefe y su esposa, no podemos cancelar ahora!"

"Bueno, ¿qué quieres que haga?" la señora Devon gritó de vuelta.

Amanda vio su oportunidad. "Yo las cuidaré"

La señora Devon continuó con su diatriba7. "¡No puedo encontrar una niñera a último minuto!"

"Sí, puedes." Dijo Amanda en voz más alta. "¿Me escucharon? Dije que yo las cuidaría". Ella debía haber hablado aún más fuerte de lo que creía, porque llamó la atención de ambo padres. Pero ninguno de los dos parecía haber entendido.

"¿Qué dijiste?" Preguntó el padre de Tracey. Amanda se estaba impacientando.

"Dije que YO cuidaría a las niñas"

La madre de Tracey la miró "¿Tú?"

"Sí, yo. Tengo trece años, ¿recuerdan? Las puedo vigilar. No estoy diciendo que las voy a entretener. Pero puedo ver que no jueguen con un reloj o con cuchillos afilados. Puedo mantenerlas vivas hasta que vuelvan."

El señor Devon miro a su esposa."¿Por qué no? No iremos tan lejos. Dejaré mi número de móvil, ella puede llamar si hay problemas." La señora Devon todavía parecía insegura. "Bueno... Supongo que estará bien."

"Absolutamente." le aseguró el Sr. Devon "Gracias por ofrecerte Tracey."

"Oh, no estoy haciendo esto como un favor." lo corrigió Amanda. "Espero que me paguen, ¿cuánto le pagaban a Lizzie por cuidarlas?" El señor Devon estaba sorprendido. "No lo sé" él se giró a su esposa "¿Cuánto le pagamos?"

"5 dólares la hora" dijo débilmente la Sra. Devon.

"Eso estará bien." dijo Amanda."Cinco dólares la hora. Si no estoy despierta cuando vuelvan por favor, dejen el dinero en la mesa de la cocina." La Sra. Devon asintió, todavía viéndose un poco aturdida.

"Bien" dijo Amanda. "Estaré en mi habitación. Avísenme cuando estén

7 Diatriba: Discurso violento contra alguien.


listos para irse y empezaré a trabajar." Ella no los podía ver mientras se daba vuelta para volver a subir las escaleras pero podía evocar la agradable visión de los dos padres aturdidos.

Y eso, la hizo sonreír.



uando Amanda-Tracey entró a la clase el Lunes, Jenna parpadeó dos veces. Una de las dos había estado muy ocupada ese fin de semana. No sólo Amanda-Tracey era visible, sino que también había pasado

por algún tipo de transformación. El exterior seguía siendo el de Tracey, pero la influencia de Amanda se notaba. El pelo rubio ya no era plano y fibroso. Estaba cortado a la altura de su mentón y se veía brilloso. Llevaba maquillaje, no mucho, pero algo hacía que sus ojos se vieran más grandes; tenía una capa de brillo rosa en sus labios. Y su ropa, no era el estilo de ropa de Jenna, pero ella sabía que otros chicos en la escuela la considerarían atractiva. Esta nueva Tracey llevaba una larga chaqueta de color rojo, pantalones vaqueros cortados, un jersey negro y zapatos de bailarina rojos. Cargaba sus libros en un morral de lona, encima de su hombro. Ella era diferente de otras maneras también. Caminaba con la cabeza en alto, dando pasos largos y seguros a través de la habitación. Incluso Madam la miró intrigada. Antes que alguien pudiera hacer algún comentario, la profesora Serena entró en la habitación.

"Me gustaría ver a Jenna hoy" anunció.

Ella se dirigía hacia Madam pero Jenna contestó "¡Quizás yo no quiera verte!"

"Jenna eso es grosero" Murmuró Madam.

Emily se inclinó hacia Jenna. "No duele ni nada, Jenna. De hecho es bastante divertido."

"¡Eso es!" Dijo Serena alegremente. Se volvió hacia Madam. "Y no olvide que tengo la autorización del rector Jackson para reunirme con cada estudiante de manera independiente"

"No lo he olvidado." Dijo Madam tranquilamente. "Por favor Jenna, ¿Podrías ir con la señorita Hancock?."

Y en ese momento, por primera vez, Jenna pensó que había leído algo en la mente de Madam. Y descubre qué es lo que realmente quiere ésta mujer. ¿Lo había imaginado? ¿O Madam realmente había permitido que Jenna entrara en su

C


cabeza?. Jenna decidió que tal vez una sesión con la profesora sería más divertido que pasar los habituales y aburridos 50 minutos de clase.

"Está bien."

Ella siguió a Serena a la habitación contigua. Era sólo otro salón de clases, nada especial. Serena le indicó que se sentará. Ella lo hizo y a continuación, comenzó a concentrarse. Pero antes de que siquiera comenzara a penetrar en la mente de la profesora, Serena sacó un objeto circular del tamaño de un plato de comida.

"Quiero que mires el punto rojo del centro, Jenna."

Apretó algo en el plato y éste empezó a girar. Jenna trató de apartar la mirada pero por alguna extraña razón no pudo. Tampoco podía cerrar los ojos. Y la oportunidad de leer la mente de Serena se evaporó mientras su propia mente se quedaba en blanco. No, no exactamente en blanco. Ella era consciente, era consciente de que estaba sentada en la sala mirando la placa de Serena, pero algo estaba sucediendo en su mente, estaba siendo drenada. El tiempo pasó pero no tenía idea de cuánto. No podía apartar los ojos del punto. Sin embargo, podía oír muy bien.

"Sé todo sobre tu don Jenna. Pero no serás capaz de leer mi mente. Si lo intentas, sufrirás un intenso dolor de cabeza. El dolor será insoportable. Esta es una sugerencia post-hipnótica, Jenna. Nunca serás capaz de leer mi mente. ¿Entiendes?"

Jenna no creía que pudiera hablar o incluso asentir con la cabeza. Estaba completamente paralizada. Pero de alguna manera debía haber comunicado algo porque Serena dijo "Bien. Ahora, por favor sígueme."

Y entonces Jenna ya no estaba paralizaba. Se levantó y siguió a Serena fuera de la habitación. Fue entonces cuando se dio cuenta de qué había vaciado su mente. De su voluntad. Haría lo que fuera que esa mujer dijese. Y ni siquiera tenía la suficiente libertad de pensamiento para sentir miedo. Bajaron las escaleras, caminaron hasta el final de un pasillo y giraron a la derecha. Vagamente, Jenna sabía que estaban entrando en la cafetería de la escuela. El último período de almuerzo todavía estaba en curso y ella podía notar el ruido y la gente y el caos general. Pero era como si no fuera parte de eso. Era como si estuviera viendo la escena en la televisión. Serena la guió a través de la habitación a una alcoba donde los profesores comían su almuerzo. Ambas estaban detrás de una columna, por lo que Jenna podía ver a los profesores pero ellos no la podían ver.

Ahora Serena susurraba en su oído.

"Hay un hombre en la mesa. Tiene el pelo castaño claro y usa anteojos. ¿Puedes verlo?" Jenna lo vio, e incluso en ese extraño estado, lo reconoció. El


Sr. Jones, un profesor de historia.

"Durante los próximos minutos quiero que leas su mente." dijo Serena. Dejó a Jenna allí y se acercó a la mesa.

Con todo el ruido en la cafetería, Jenna no pudo escuchar nada de lo que Serena le dijo a los otros profesores. Pero los labios de la profesora se estaban moviendo y estaba sonriendo mientras se sentaba junto al Sr. Jones. Jenna no tuvo ningún problema en sintonizarse con el hombre, de hecho fue la mente más fácil de leer de todas.

Wooow, ella está buena. ¿Está viniendo hacia mí? Eso espero. Me pregunto si tiene novio. Si puedo estar a solas con ella más tarde, la invitaré a salir.

Serena volvió hacia Jenna. "Ahora podemos irnos." dijo. Jenna la siguió a la habitación donde habían estado antes.

"Ahora" dijo Serana mientras regresaban a sus asientos. "Quiero que me digas lo que el señor Jones estaba pensando cuando hablé con él." Jenna no tenía otra opción. Al igual que un loro, repitió los pensamientos que había leído.

"Wooow, ella está buena. ¿Está viniendo hacia mí? Eso espero. Me pregunto si tiene novio. Si puedo estar a solas con ella más tarde, la invitaré a salir."

Serena sonrió. "¡Excelente! Ahora Jenna te voy a sacar de tu estado hipnótico. Mirá el punto rojo de nuevo." Levantó el objeto y esta vez, lo hizo girar en el sentido contrario. Una vez más, el tiempo pasaba de manera extraña. Segundos, minutos, no lo podía notar. De repente, Jenna sintió como si simplemente alguien le lanzara un vaso de agua en la cara. No estaba mojada, pero sí muy despierta.

"No fue tan malo, ¿Verdad?" Preguntó Serena alegremente.

"¿Realmente estaba hipnotizada?" le preguntó Jenna.

"Absolutamente." le aseguró Serena. "¿Por qué lo preguntas?"

"Porque recuerdo todo lo que hicimos."

Serena seguía sonriendo. "Por supuesto que sí esto no es una especie de brujería, Jenna. Es la ciencia psicológica. No estoy intentando cambiarte. Simplemente quiero entenderte, entenderlos a todos ustedes. Ustedes, chicos con dones especiales, necesitan atención especial."

"¿Pero por qué tuve que..."

Serena la interrumpió. "Eso es todo, Jenna. Por favor regresa al salón de clases y envía a Ken aquí, ahora. Tenemos unos cuantos minutos de sobra."


Jenna la miró pero Serena había abierto un cuaderno y estaba totalmente abstraída escribiendo algo. Evidentemente, no iba a responder a ninguna pregunta que Jenna pudiera hacerle, por lo que hizo lo que le dijo. Pero por el resto de la jornada escolar, pensó en su extraña experiencia. Había estado con Serena más de la mitad de un período de clase, 30 minutos. Pero los acontecimientos que tuvieron lugar podrían haber ocurrido en solo 10 minutos. ¿Serena la había hecho hacer cosas que no pudiera recordar? ¿O había estado el resto del tiempo ocupada mirando el estúpido plato giratorio con el punto rojo?. Jenna mantuvo la esperanza de encontrarse en algún momento con Emily para poder comparar sus experiencias individuales con la profesora. Cuando termino la escuela, se apresuró hacia la entrada principal y se colocó allí a esperar que Emily saliera. Cuando vio a Amanda-Tracey salir, miró hacia otro lado, esperando que ella hiciera lo mismo. Pero en lugar de hacerlo, Amanda se detuvo y habló.

"¿Qué es lo que hizo la profesora? ¿Te hipnotizó?"

"Sí."

"¿Cómo fue?"

Jenna se encogió de hombros. "No es gran cosa. Ella no me hizo graznar como un pato ni nada de eso." Hizo una pausa. Realmente quería decirle a alguien lo que había sucedido. "En realidad, era un poco tonto. Lo único que quería hacer era leer la mente de otro maestro para saber si quería salir con ella."

"¡Estás bromeando! ¿Eso es todo?"

Jenna asintió. "Apuesto a que cuando hipnotizó a Emily, le preguntó si tendrían un futuro juntos."

Amanda se echó a reír. "Y ella probablemente le dijo a Charles que lo empujara en su dirección."

Jenna se echó a reír también, y entonces recordó con quien estaba hablando. Inclinó la cabeza hacia un lado y pretendió estar observando algo por primera vez ese día. "Te ves diferente"

Amanda asintió. "Sí, tengo un corte de pelo. Y he comprado algo de ropa y maquillaje."

Jenna olfateó. "Perfume, también. Debe ser agradable tener todo ese dinero para gastar en cosas como esas."

"¿Crees que los padres de Tracey siempre le dan dinero?" contrarrestó Amanda "Apenas saben que está viva."

Ahora Jenna estaba interesada. "Entonces, ¿Qué hiciste, tomar el dinero mientras que eras invisible?"


"No, lo gané. Cuidando a las clones. Y esto no es exactamente ropa de diseñador. La conseguí en Target."

"Oh."

Amanda cambió su mochila a su otro brazo. "Debo irme."

"Espera, tengo que preguntarte algo. No, quiero decir, tengo que decirte algo."

"¿Qué?" preguntó Amanda.

"Nunca sientas pena por mí."

"No lo hago." Respondió Amanda

"Lo hiciste, el viernes, en mi casa, lo leí"

"Bueno, has leído mal. Nunca siento lástima por nadie." Con eso, Amanda se fue caminando despacio.

Jenna se quedó mirando detrás de ella mientras se iba. ¿Amanda había querido decir eso? Trató de leer sus pensamientos pero su don no hizo efecto. Así que tal vez era Tracey con quien había hecho una conexión. Pero eso tampoco se sentía bien. Si Jenna se encontrara en la situación de Tracey, la única persona por la cual se sentiría mal sería ella misma.


ccaappííttuulloo 1133 Traducido por Jlou

uando Amanda llego a casa de Tracey, sintió que pudo haberse quedado en la cafetería de Meadowbrook. Ya que el caos reinaba en casa.

En la sala de estar una de las siete niñas estaba tirada en la alfombra, pataleando y gritando. Otra estaba llorando. En la cocina, una niña había derramado la leche y había empezado a llorar, y mientras que otra estaba arrebatándole una galleta a su otra hermana, comenzaron a luchar, la ayudante de la madre no estaba a la vista, y la madre de Tracey parecía estar al borde de la histeria.

―¡Basta, suban las escaleras es hora de la siesta!‖. Ninguno de las septillizas le prestó atención, mientras la madre de Tracey no prestó atención al hecho de que Tracey estaba por allí, caminando.

Amanda se movió al frente de la visión la señora de Devon y habló en voz alta.

―¿Qué está pasando?‖

―¡Lizzie nos dejó!‖ la mujer se lamentó. ―He llamado a todas las agencias de la ciudad, y nadie responde! ¿Qué voy a hacer?‖

Amanda observo a las septillizas. Después de haber pasado mucho tiempo con los septillizas el fin de semana, había sentido la personalidad de cada una de ellas, y se centró en quien comandaba al grupo, lleno de aire sus pulmones y gritó, ―¡Mandie!‖

La séptuple que estaba tomando galletitas por la fuerza, de las otras en realidad estaba mirando en su dirección.

―Ayúdame‖, Amanda le ordenó. ―Tenemos que subir a todas, es hora del cuento‖.

Mandie se volvió hacia la dulce, Randie. ―Vamos, vamos arriba‖.

C


Randie estaba en el proceso de torcer el cabello en trenzas de Brandie, por lo que las dos empezaron a salir juntos. Una por una, las otras los siguieron, hasta que solo había una niña que lloraba en la izquierda de la cocina. Amanda tomó de la mano a Tandie y la arrastró fuera de la cocina hacia las escaleras. La Sra. Devon fue la última al final de la línea.

Una vez que estuvieron todos reunidos en el gran dormitorio de las niñas, Amanda preguntó: ―¿A quién le toca elegir la historia?‖

―¡A mí, a mí!‖ Vandie gritó. Era la quejumbrosa numero uno. Amanda negó con la cabeza.

―Déjame pensar…la noche del viernes fue Brandie, ayer por la tarde fue el turno de Kandie, Mandie eligió la historia del sábado…‖

―Elegí la historia de ayer‖, declaró Randie.

―¡Es mi turno! ¡Es mi turno!‖ Vandie gritó.

―No, ayer te dije que vamos por orden alfabético Sandie eligió la historia del viernes pasado…‖

―¡Eso no es justo!‖ Vandie se quejó.

―¡No!‖, dijo Amanda. ―La vida no es justa. Sandie debe elegir una historia‖.

Mientras Sandie corría hacia la biblioteca, Amanda se dio cuenta de que la señora Devon la miraba de manera extraña.

―¿Te cortaste el pelo?‖

―Si‖, dijo Amanda brevemente. ―Tuve que cortarme el pelo el sábado con el dinero que me pagaron por la noche del viernes‖.

―¿Sábado? Yo no lo había notado‖

―No‖, dijo Amanda.‖Ustedes nunca lo hacen. Tal vez deberían de echarme un vistazo de vez en cuando‖

―Esta es mi historia, Tracey‖, anunció Sandie. Las chicas se reunieron en un semicírculo, como Amanda les había enseñado el fin de semana, y tomó su lugar en el centro, frente a ellas.

A medida que empezó a leer, desde el rabillo del ojo pudo ver ahí a la señora Devon de pie, buscando aturdida, como si se hubiera tropezado en un nuevo y extraño mundo. Mientras Amanda leía las septillizas se calmaron y al tiempo que la historia terminaba, comenzaron los bostezos. Con la ayuda de la madre de Tracey, ella les metió en la cama para la siesta.


Al salir de la sala juntas, la señora Devon siguió mirando a Amanda como si nunca la hubiera visto antes en su vida. Cuando sonó el timbre parecía aliviada de tener algo más que hacer y se apresuró a abrir la puerta. Amanda se sorprendió al ver que era Jenna.

―Um, ¿es Aman—el hogar de Tracy?‖

―Si aquí es,‖ Amanda dijo. Se unió a la señora Devon en la puerta. ―Vamos entra‖

La madre de Tracy parecía aún más sorprendida que Amanda. ―Tracey, ¿quién es ella?‖

―Una amiga mía, Jenna Kelley‖, dijo Amanda. ―Subamos a mi cuarto, Jenna‖

Mientras se dirigían a las escaleras, ella vio la expresión desconcertada de la señora Devon. Amanda no se sorprendió. Tracey no había tenido un visitante desde su octavo cumpleaños.

―¿Qué estas haciendo aquí?‖ Amanda le preguntó en cuanto entraron dentro del dormitorio de Tracey y cerraron la puerta. Fue entonces que se dio cuenta de que la chica llevaba una bolsa.

Jenna no la miraba a los ojos. Miró a Amanda mientras hablaba. ―Yo, uh, necesito un lugar para quedarme. Un par de noches. ¿Me puedo quedar aquí?‖

Había dos camas en la habitación de Tracey. ―Sí, supongo que sí. ¿Por qué necesitas un lugar para quedarte?‖

Jenna desplazo su mirada hacia el otro lado de la habitación. ―Es mi madre… Ella tiene un montón de amigos allí. Parece que esta esperando que llegue otro más. Lo que significa que no voy a poder dormir esta noche‖.

―Oh‖. Amanda la miro con curiosidad. ―¿Te ha sucedido esto antes?‖

Jenna asintió con la cabeza. ―Apenas la semana pasada, el ruido me mantiene despierta toda la noche. A veces me basta con ir a la estación de tren y pasar el rato con los chicos y Slug. Pero esta vez, no sé no tengo ganas‖.

―Probablemente están en la cárcel de todos modos por intentar robar en la tienda de Target‖, dijo Amanda de manera casual. ―¿Sabes qué, Jenna? No creo que me gusten esas personas. Y yo apuesto a que nunca has robado algo en tu vida‖.

Jenna frunció su frente de indignación. ―¿Qué te hace pensar eso?‖

―Porque yo no creo que seas tan mala como pretendes ser. Y si tu fueras una ladrona, probablemente tendrías más comida en tu casa‖.


La cara de Jenna se puso blanca.‖¿Tu sientes pena por mi?. No te atrevas a sentir pena por mí‖.

―No te preocupes – no lo haré‖, dijo Amanda con emoción. ―No quiero tu vida más de lo que quiero la de Tracey‖.

Jenna se quedó desconcertada. ―¡No me digas que estás pensando en robar mi cuerpo!‖

Amanda se levanto y comenzó a caminar por la habitación. ―Yo no tomo ese tipo de decisiones‖. Su necesidad de confiar, de hablar con alguien, era irresistible. Y por lo menos a ella no le importaba lo que Jenna pensara de ella. ―Simplemente sucede cuando me siento realmente mal por alguien. Así es como conseguí llegar al cuerpo de Tracey‖.

―Si, lo he leído en tu mente, y todavía no lo puedo creer‖, dijo Jenna. ―¿Siente pena por la gente?‖ Frunció el ceño. ―Todavía eres muy Amanda Beenson, la más mezquina niña de la escuela ¿verdad?‖

―¡Es por eso que soy una mezquina!‖ Amanda grito. ―¡No puedo dejar que esos sentimientos de pena me inunden, ya que podría terminar siendo como ellos! ¿Crees que quiero ser Devon Tracey? ¿O ser tu?‖.

La boca de Jenna aún estaba abierta. Pero la única palabra que salió fue ―¡Wow!‖

―Exactamente‖, dijo Amanda. ―¿Ves? No soy la perfecta princesa que crees que soy‖

―Nunca pensé que fueras perfecta‖, murmuro Jenna.

―Y tú no eres el gánster que pensé que eras‖, añadió Amanda.

―Realmente estuve en un reformatorio‖, argumento Jenna.

―¿Por qué te enviaron allí?‖ pregunto Amanda.

Jenna desvió la mirada otra vez. ―Yo tuve algunos problemas con drogas y los policías allanaron la casa donde estábamos alojados, y alguien planto cosas en mi bolsillo‖.

Amanda asintió con aire de suficiencia. ―Sabía que tenía razón acerca de ti. Tú eres un gran engaño‖.

―Así es‖, señalo Jenna.

Amanda se encogió de hombros, hubo un largo silencio. Por último, Jenna habló.


―¿Recuerdas cuando te hable de Serena y la hipnosis? ¿Cómo ella quería saber si ese tipo estaba interesado en ella? Bueno… No creo que ella estuviera realmente interesada en él. Hay más en juego. No pude leer su mente, pero tengo la sensación de que tiene secretos‖.

Amanda asintió con la cabeza. ―Sí creo que es un poco rara, también‖

Jenna la miro con curiosidad. ―¿Sabes qué? Es como si pensáramos igual‖.

―Si, tal vez‖ dijo Amanda. ―Pero eso no quiere decir que vamos a ser amigas‖, añadió a toda prisa.

―Absolutamente no‖, Jenna le aseguró.

―Bien‖. Amanda se detuvo de nuevo. ―Vayamos a la cocina a encontrar algo para comer. Le diré a la madre de Tracey que te vas a quedar por un tiempo‖.

―¿Y si ella dice que no?‖ Jenna le preguntó.

Amanda sonrío. ―Ella va a tener que acostumbrarse a un tipo de hija diferente. El tipo de hija que siempre se sale con la suya.‖



o hubo ausentes en la clase dotados al día siguiente por lo que Serena tenía un gran grupo para elegir. ―Vamos a ver‖, dijo Madam, parada junto a ella.

―Ya has visto a Carlos, Emily, Ken, y Jenna, así que tienes a Tracey, Martin, Sara, y Carter para elegir‖.

Yo no, penso Amanda. De alguna manera quería evitar estar con Serena. Quién sabía lo que ella podía revelarle bajo la hipnosis.

Madam, trataba de darle una lección a Serena. ―Me gustaría que pases algún tiempo con Carter‖.

Serena contestó ―¿Por qué él?

Amanda también estaba interesada en él. Carter era el único del que no sabía nada al respecto. Nunca hablaba, y ella no tenía idea de cual podría ser su regalo especial.

―Creemos que Carter tiene amnesia‖, explico Madam. ―Fue encontrado hace un mes, por uno de nuestros profesores vagando por las calles. Hemos probado, y el parece muy inteligente, pero no habla o se comunica de cualquier otra manera. No sabemos nada de él‖.

―¿Por qué esta en la clase de dotados?‖, preguntó Serena.

―Pensamos que Carter podría beneficiarse de estar rodeado por otros jóvenes, especiales‖, dijo la Madam.

Serena no se veía terriblemente intrigada pero tenía una pregunta. ―Si no se comunica, ¿cómo sabe su nombre?‖

―No‖, dijo Madam. ―Lleva el nombre del lugar donde fue encontrado ‗Carter Street‘, en el lado oeste. Creo que realmente podrían beneficiarse de la hipnosis‖

―Oh‖, dijo Serena, pero ella parecía haber perdido el interés y recorrió la habitación con la mirada. ―En realidad, me gustaría elegir a Emily‖.

N


Los ojos de la Madam se estrecharon. ―Pero ya has trabajado con Emily‖, protesto ella.

―Hay más trabajo por hacer‖, insistió Serena.

―Pero…‖

―Tengo el permiso del principal Jackson‖, Serena le recordó.

―Muy bien‖, dijo Madam, pero no había ningún entusiasmo en su voz. ―¿Emily?‖

Emily obedientemente salió de la habitación con Serena. Los ojos de la Madam las siguieron, y la desconfianza se notaba en su cara. Amanda se volvió para mirar a Jenna. Ella no tenía que ser adivina para saber que Jenna estaba preguntándose acerca de eso también.

Por último Madam se dio vuelta y se dirigió al resto de la clase.

―En el pasado hemos hablado de la conexión cuerpo – mente. Hoy vamos a recurrir a algunos ejercicios de yoga, que pueden ser útiles para controlar su cuerpo‖.

Amanda estaba satisfecha. Ella esperaba que al encontrarse con su cuerpo no tendría que pensar en lo que estaba pasando dentro de su cabeza. Ella se unió a la clase en el impulso de los escritorio y sillas de distancias que se distanciaban dejando espacio libre para los ejercicios de yoga. Madame tomo aire y lo expulso hacia fuera.

Pero el yoga no era como hacer ese tipo de ejercicios en la clase de gimnasia. Daba un montón de tiempo para pensar. Amanda no deseaba pensar.

Mi madre es buena, pensó. Y yo no soy muy amable con ella. ¿Qué me pasa? Si alguna vez vuelvo a mi cuerpo te prometo que lo hare mejor.

Eso estaba muy bien, pero tendría que ser ella misma otra vez antes para que pudiera hacer realidad su promesa. Y ella no tenía idea de cuando iba a suceder, si alguna vez ocurriría.

¿Dónde estás Tracey? pensó. ¿Por qué no vuelves a recuperar tu cuerpo? Estoy mejorando las cosas para ti. Te ves mucho mejor. He hecho que tus padres te escuchen. Si sigues haciendo lo que estoy haciendo vas a hacer muy importante.

Ella no esperaba ninguna respuesta por lo que no se sorprendió cuando no la obtuvo. ¿Cuál era el problema con la estúpida chica? No, tal vez estúpida no era la palabra correcta. Triste, Tracey era triste.

Tracey deja de sentirte triste. Ella se enojo.


Todavía no había respuesta. Amanda se dio por vencida y se concentró en su cuerpo. Y tuvo que admitir, cuando la clase había terminado, que estaba más relajada de lo que se había sentido en mucho tiempo.

Tal vez lo demostró porque la Madam se la quedo mirando de una manera extraña. Y cuando sonó la campana, ella gritó: ―Tracey, ¿podrías venir por un momento?‖

Amanda fue a la mesa de la profesora, pero Madam no dijo nada hasta que todos los estudiantes habían abandonado la sala. Entonces ella miró a Amanda con tal intensidad, que la hizo sentirse incomoda.

… ―¿Sí, Madame?‖

La mujer negó con la cabeza. ―No, tú no eres Tracey‖.

Amanda tragó con fuerza. ―¿No lo soy?‖

Madam sonrío. ―Tú sabes que no lo eres‖.

Amanda se mordió el labio. ¿Debería argumentar algo? Algo sobre la confianza en la expresión de Madam, le dijo que no tenía sentido. ―¿Por qué? ¿Cómo que no soy Tracey?‖

―El modo de andar, la manera de hablar, la forma de ver… he tenido mis sospechas desde hace un par de días. ¿Puedes decirme si Tracey está bien?‖

―No sé‖, dijo Amanda con honestidad.

―¿Me puedes decir quién eres realmente?‖

Amanda tragó saliva. ―¿Tengo que hacerlo?‖

―No voy a forzarte‖, dijo Madam.

―¿Puedo irme ahora?‖

Madam asintió con la cabeza. Pero mientras Amanda comenzó a salir de la habitación, la profesora le tocó el hombro, y ella miró hacia atrás.

―Quien quiera que seas… se buena con Tracey, ¿de acuerdo? Hay más en Tracey de lo que parece‖.

Amanda tenía la sensación de que no solo estaba hablando acerca de la capacidad de Tracey para desaparecer.

―Estoy tratando‖, dijo Amanda.

Cuando termino el día escolar, Jenna estaba esperando a la salida de la escuela. ―¿Qué deseaba Madam?‖


―Ella sabe que no soy Tracey‖, dijo Amanda con tristeza.

―Bueno, no puedo culparla. Tú no estás actuando exactamente como Tracey. ¿Sabe quién eres tú realmente?‖

Amanda la miro. ―No, es mejor que no se lo diga‖

―Mis labios están sellados‖, dijo Jenna. ―¿Puedes hacerme un favor?‖

―¿Qué?‖

Jenna se mostró incomoda. ―Esto es un poco embarazoso, pero… cuando tiré mis cosas en mi bolsa ayer, se me olvidó algo. Algo bastante importante‖.

―¿Así es que quieres ir a casa para buscarlo?‖

Jenna hizo una mueca. ―Lo que pasa es…que no quiero entrar en el departamento si mi madre y sus amigos siguen allí. A veces eso continúa por días. Si mi madre me ve, ella podría comenzar a llorar, y va a sentirse muy mal‖.

―¿Quieres que lo consiga por ti?‖

―¿Lo harías?‖ Jenna preguntó con ansiedad.

Amanda se encogió de hombros. Ella no tenía ninguna otra cosa por hacer.

Cuando llegaron a la puerta del departamento de Jenna, se oía música y las voces en su interior. Amanda vaciló. ―¿Qué voy a decirle a tú madre?‖

―Solo tienes que decir que estas buscando algo para mí‖.

―Pero ella querrá saber quién soy. Y ella querrá saber por qué no lo estas buscando tú misma. ¿Qué se supone que le voy a decir?‖.

Jenna se quedó en silencio. Después de un momento, dijo, ―Tal vez podrías hacerte invisible‖.

Amanda puso los ojos en blanco. ―Jenna sabes que Tracey no puede controlar eso‖.

―Pero tú no eres Tracey‖, respondió Jenna.

―¿Y qué?‖

―Tú eres mucho más fuerte que ella. Apuesto a que si quieres ser invisible, podrás hacer que suceda‖.

Amanda no se lo tragó. ―Desaparecer es el ‗don‘, de Tracey, no el mío‖.

―Pero tú tienes el control del cuerpo de Tracey‖, dijo Jenna. ―Tal vez tú puedas controlar ese ‗don‘‖.


Amanda todavía tenía dudas. ―¿Qué es lo que se supone tengo que recoger para ti, de todos modos?‖

Jenna le dio una sonrisa avergonzada. ―Esta es la parte vergonzosa. Es un oso de peluche‖

Amanda la miró con incredulidad. Entonces se echó a reír. ―¿Ves? Sabía que no eras tan dura‖

A continuación Jenna se reía también. ―Si, está bien, sé que es ridículo, pero yo siempre eh dormido con él. No se lo digas a nadie, ¿de acuerdo? Esto sería muy malo para mi reputación‖.

―No es una broma‖. Amanda se río. ―La delincuente juvenil se acuesta con su pistola, y su oso de peluche‖.

Las dos se reían tan fuerte en ese momento que no podían parar. Y debido a eso de pronto se oyó una voz desde el interior del departamento. ―¿Hay alguien ahí afuera?‖

Entonces oyeron pasos que se acercaban a la puerta.

Jenna se congeló. ―Es mi madre‖

―Ocúltate‖, susurró Amanda.

Jenna corrió hacia las escaleras. Amanda cerró sus ojos y se concentró tan fuerte como pudo. Ayúdame Tracey, ayúdame a desaparecer. Ella trato de imaginarse así misma desapareciendo.

Oyó la puerta abierta y sabia que alguien estaba allí de pie, frente a ella. De mala gana, poco a poco ella abrió los ojos.

La madre de Jenna se quedó perpleja. Ella miró a ambos lados del pasillo, y luego se encogió de hombros.

¡Lo hice! Amanda pensó alegremente. Rebaso a la madre de Jenna en el apartamento, tratando de evitar chocarse con la gente. No tenía ni idea de cuánto tiempo podía aferrarse a la invisibilidad, por lo que se traslado rápidamente a la habitación de Jenna. El oso de peluche estaba en la cama.

De nuevo en el pasillo, encontró el hueco de la escalera.

Jenna no miro en su dirección, así que pensó que aún debía de estar invisible. Ella cerró los ojos. Quiero ser visible, quiero volver. Tracey lo había logrado, y ya podía ser visible. ―¡Lo lograste!‖


Amanda abrió los ojos para ver a Jenna con la boca abierta de admiración. Metió el oso de peluche en los brazos de Jenna. ―Vamos salgamos de aquí‖

Una vez que estaban en frente de Torres Brookside, Amanda hablo con Jenna. ―Vas a tener que hacer algo al respecto, ya lo sabes‖.

―¿Sobre qué?‖

―Tú madre, como vives, todo eso‖.

―Tú no puedes decirle a nadie Amanda. Esto es aún más importante que el oso de peluche. ¿Sabes tú, lo que pasaría si la gente se enterara de mi madre?‖.

Amanda lo podía adivinar. ―Ellos te llevarían lejos de ella y te pondrían bajo guardia tutelar‖.

Jenna asintió con la cabeza.

―Tiene que haber alguien que te pueda ayudar‖, dijo Amanda. ―¿Qué pasa con Madam, me da la sensación de que realmente se preocupa por nosotros?‖ ―Quiero decir acerca de ti y de los chicos‖. No podía creer que había dicho ‗nosotros‘, como si se fuera uno de ellos.

Jenna negó con la cabeza. ―No puedo correr riesgos. Ella puede sentir que tiene que decirle a las autoridades‖. Ella sacudió la cabeza con tristeza. ―¿No es esto raro? Tú Amanda Beeson, eres la única que sabe sobre mi vida y realmente puedo confiar en ti‖.

―Sí, creo que es bastante raro también‖, contestó Amanda. ―Tú eres la única que conoce mis secretos también. Y tengo un favor que pedirte. ¿Dime por favor que no vas a tratar de leerme la mente sin pedirme permiso primero?‖

―Está bien‖, dijo Jenna.

―Gracias‖.

Después de un momento Jenna dijo: ―Ahora dime algo. ¿Somos amigas?‖

―Yo, no iría tan lejos‖, dijo Amanda. ―Pero… no somos enemigas‖.

Jenna asintió con la cabeza. ―Si ya se, lo que quieres decir‖.

Amanda se alegró de que Jenna hubiera entendido. Ella no podía imaginarse a si misma saliendo con Jenna Kelley.

Pero por otro lado, podría ser Tracey Devon durante mucho tiempo, mucho tiempo. Y teniendo en cuenta la impopularidad general de Tracey, vio la necesidad de conseguir todos los amigos que pudiera.


ccaappííttuulloo 1155 Traducido por Daniela

Jenna le parecía que Amanda había encontrado un muy buen lugar en la casa Devon. Se corrigió a sí misma – Amanda se había hecho un buen lugar. Por lo que Jenna había visto, la vida no había sido así para la pobre Tracey. De acuerdo con Amanda, Tracey había

sido ignorada en esta familia, virtualmente invisible aun cuando ella era visible.

Mirando las cosas ahora, a Jenna le parecía difícil creer que este había sido el caso alguna vez. En la gran y redonda mesa de desayuno, las septillizas discutían sobre quien iba a sentarse a cada lado de su hermana mayor. La Sra. Devon revoloteaba sobre ella. ―Tracey, tienes que comer un poco más de tostadas francesas. Necesitas comer; estás demasiado delgada. ¿Tienes el dinero para tu almuerzo? Jenna, querida, por favor asegúrate de que Tracey coma su almuerzo en el colegio.‖

―Si, Sra. Devon,‖ dijo Jenna. Caray, ¡a Tracey le esperaba un gran shock

cuando regresara a su propio cuerpo! Pensó. Amanda había hecho sentir la presencia de Tracey. Le mencionó esto a Amanda mientras esperaban en la parada del autobús.

―No fue tan difícil,‖ le dijo Amanda. ―Tracey tiene que ser una completa

llorona para aguantarse a sus padres comportándose de esa forma. Solo espero que ella pueda mantener esto cuando regrese y que no se vuelva a desvanecer otra vez.‖

―Tu no la dejaras hacer eso,‖ le aseguró Jenna. Amanda frunció el ceño. ―¿Qué se supone que significaba eso? Una vez que

regresemos a nuestros respectivos cuerpos, te garantizo que no estaré involucrada con Tracey Devon.‖

―¿No sientes que ahora están como conectadas?‖ ―¡No!‖

A


Su violenta respuesta casi hizo saltar a Jenna. ―Cielos, no estoy diciendo que ustedes tienen que ser mejores amigas ni nada como eso, pero…‖

El bus se acercaba. ―Mira esto,‖ dijo Amanda. ―Este conductor nunca la

notaba antes. A veces él le cerraba la puerta en la cara.‖ Esta vez, cuando las puertas se abrieron, Amanda fue la primera en subirse, y el conductor realmente le dijo ‗buenos días‘.

Las dos se sentaron. ―Mira,‖ dijo Amanda ―Estoy haciendo lo que puedo

para mejorar la vida de Tracey. Y aunque lo diga yo misma, ahora ella es menos nerd de lo que era antes de que yo pusiera mis manos en ella. Pero cuando este asunto termine, no creas que en algún momento voy a estar saliendo con Tracey Devon. Vivimos en mundos completamente distintos. ¿Podrías si quiera imaginar a Tracey con la verdadera yo y mis amigas?‖

―Wow, tu sí que eres una esnob,‖ comento Jenna. Amanda se encogió de hombros. ―Como si me importara lo que pienses de

mí.‖ ―No lo entiendo,‖ dijo Jenna. ―A veces siento como si fueras una buena

persona, y entonces te volteas y te comportas así.‖ ―Estoy practicando para estar lista cuando sea yo misma otra vez,‖ le

informó Amanda. Jenna suspiró y se recostó en su asiento. Las chicas populares siempre

habían sido un misterio para ella, y llegar a conocer a Amanda no le había ayudado a entenderlas mucho mejor. Y aunque le había prometido a Amanda que no leería su mente sin pedirle permiso primero, no pudo resistirse. Cerró los ojos y se concentró.

Espero que ella encuentre una nueva ayudante esta semana. Quiero que me lleve de

compras el sábado. Realmente no me importa cuidar a las niñas. Sandie y Mandie son divertidas, y me siento especialmente cercana a Randie. No puedo odiarlas, no es su culpa que yo no obtenga suficiente atención. Es la culpa de mis padres, y mi propia culpa también.

Jenna estaba confundida. Obviamente ‗ella‘ era la Sra. Devon. Pero, ¿quién

era ‗yo‘? Entonces, se quedó sin aliento. ―¿Qué?‖ preguntó Amanda. ―Mira, no te enojes, pero leí unos pensamientos.‖ Amanda estaba claramente enojada, ―Oye, prometiste…‖


―Espera,‖ interrumpió Jenna. ―Creo que no eran tus pensamientos. ¡Creo

que estaba oyendo a Tracey! Los ojos de Amanda se agrandaron. ―¿En serio? ¿En qué estaba pensando?

¿Se está preparando para salir de nuevo?‖ ―Era algo sobre como quería que su madre la llevara de compras el sábado.

Y otra cosa sobre sus hermanitas, y lo mucho que quiere a Randie.‖ La cara de Amanda se cayó. ―Ooh.‖ ―¡Pensé que estarías feliz! Si puedo leer los pensamientos de Tracey, ella

tiene que estar más cerca de la superficie, ¿cierto?‖ ―Esos no eran los pensamientos de Tracey,‖ Amanda le dijo con tristeza.

―Eran los míos.‖ Jenna contuvo el aliento bruscamente. ―¡Oh por dios! ¿Sabes lo que podría

significar esto? Tracey y tú….tal vez ustedes se están fusionando. Tú sabes, convirtiéndose en una sola persona. Tracey-Amanda Devon-Benson. ¡Wow! ¡Qué nombre!‖

―¡Cállate!‖ dijo Amanda furiosamente. ―Cierra tu estúpida boca.‖ Jenna no estaba ofendida por la ofensa de Amanda. Creía que ahora si

estaba empezando a entender. Amanda estaba asustada. Cuando llegaron al colegio, las dos se separaron, pero Jenna no dejó de

pensar en Amanda. En cierta forma, ella casi esperaba que sus sospechas fueran ciertas, que Tracey estuviera absorbiendo a Amanda, o al revés. Porque tenía que admitir, que algo así como que le caía bien Amanda. Envidiaba su seguridad y admiraba la forma en que estaba cambiando la vida de Tracey.

Y Amanda había encendido una pequeñísima esperanza en Jenna, que en el

estilo Tracey de Amanda, ella podría haber encontrado una amiga que la ayudara a mejorar su propia vida.

El estado de ánimo de Amanda parecía haber mejorado cuando se

encontraron otra vez para la clase especial. ―Creo que me voy a ofrecer para ir con Serena hoy,‖ le confió a Jenna. ―¡Estás bromeando!‖ Te lo dije, no le importamos ni un bledo, ella solo

quiere usarnos.‖


―Lo sé,‖ dijo Amanda. ―Ella definitivamente es extraña. Pero me he estado preguntando si tal vez la hipnosis podría ser la respuesta. Como, si ella profundizara lo suficiente en mi subconsciente, tendría que encontrar a Tracey, ¿cierto?‖

―No sé,‖ dijo Jenna. ―Tal vez vale la pena intentar.‖ Pero ella tenía serias

dudas de que la profesora auxiliar fuera capaz de hacer algo significativo. Ken entró y tomó el asiento al lado de ella. Jenna se giró hacia él. ―¿Qué pasó cuando tuviste tu reunión con Serena?‖ le preguntó. Amanda se giró para escuchar también. Él sonrió. ―Fue una completa tontería. Ella estaba tratando de hacerme

contactar con su tátara-abuela para preguntarle donde había escondido su joyería antes de morir.‖

Jenna le dio a Amanda una mirada triunfante. ―¿Ves? Solo le importa ella

misma. No va a ayudarte.‖ ―¿Ayudarte con qué?‖ le preguntó Ken a Amanda. ―Con nada….absolutamente nada. Olvídalo y métete en tus propios

asuntos,‖ le espetó Amanda mientras le daba una fiera mirada a Jenna. Jenna estaba más interesada en observar la reacción de Ken a la respuesta de Amanda. Él estaba obviamente sorprendido, y Jenna no podía culparlo. Esa explosión no era una reacción típica de Tracey.

Al final resulto que Amanda no tuvo la oportunidad de ofrecerse de

voluntaria de todas formas. La profesora auxiliar no fue a clase ese día. ―¿Dónde está Serena?‖ le preguntó Jenna a Madam. ―Creo que llamó a decir que estaba enferma,‖ dijo Madame. Ella realmente

parecía un poco preocupada, lo que Jenna pensó que era extraño. Trató de descubrir lo que Madam estaba pensando realmente, pero como siempre, no pudo entrar en su cabeza.

―¿Está grave?‖ preguntó Jenna. ―No, solo un resfriado. Por lo menos eso fue lo que el Director Jackson me

dijo.‖ Sonó el timbre, y ahora Madam se veía aún más preocupada. ―¿Dónde está Emily?‖


Nadie sabía. Madam frunció el ceño. ―Probablemente está perdiendo el tiempo en el baño,‖ dijo Amanda. ―Ya

sabe cómo se la pasa soñando despierta. ¿Quiere que vaya a buscarla?‖ ―No, está bien,‖ dijo Madame. ―Estoy segura de que nos acompañará en un

minuto. Ahora, me gustaría que pasáramos el tiempo compartiendo algunas experiencias personales. Normalmente hablamos de cómo hemos tratado de suprimir nuestros dones. Sé que no siempre es posible, y puede haber veces en que es apropiado usarlos. Entonces esta vez, hablemos de las veces en las que han usado su poder positivamente en esta semana. ¿Quién quiere ir primero?‖

Como siempre, nadie levantó la mano. Madam suspiró. ―Está bien, yo

decidiré quien va primero. ¿Martin?‖ Martin se veía asustado. ―¡Yo no hice nada!‖ ―No es mi intención castigarte, Martin. Solo quiero saber si esta semana

hiciste algo con tu don de lo que te hayas sentido bien.‖ Martin arrugó su pequeña cara de rata como si estuviera pensando muy

fuertemente. ―Oh, si… estaba en el supermercado con mi mamá el lunes y vi esta señora con un niño pequeño, creo que tenía alrededor de cinco años, y él tiro algo de un estante. ¡Y su mamá lo abofeteó!‖

―Oh, dios,‖ murmuró Madame. ―Yo tampoco apruebo que castiguen

físicamente a los niños. ¿Pero que podías hacer tu al respecto, Martin? ¿Le dijiste algo a la mujer?‖

―Naah. Le pegué una patada.‖ ―¡Martin!‖ ―Bueno, el niño era demasiado pequeño para patearla él mismo. Entonces

yo lo hice por él.‖ Madam sacudió la cabeza. ―Martin, ¿cómo puedes pensar que esa fue una

acción positiva?‖ ―¡Porque lo hice por el niño, no por mí mismo! La mujer no se hirió

gravemente…ella solo se deslizó hasta el final del pasillo y se vio realmente avergonzada. Deberían haber visto la cara del niño. Estaba muy feliz, entonces me sentí bien de mí mismo.‖

―¿Cómo te saliste con la tuya?‖ quería saber Charles.


Martin sonrió radiante. ―Me moví muy rápido, cuando nadie estaba

mirando. ¿Y quién iba a pensar que alguien como yo iba a patear una persona así de lejos?‖

Madame sacudió la cabeza. ―Lo siento, Martin, pero no creo que ese sea un

buen ejemplo de una acción positiva. ¿Quién puede ofrecer un mejor ejemplo?‖ Sarah levantó la mano, y Madame asintió en su dirección. ―Vi a una mujer que estaba por cruzar una calle. Entonces un carro dobló la

esquina yendo demasiado rápido, y el conductor estaba hablando por celular y no estaba poniendo atención. Él la habría atropellado si yo no hubiera hecho que pisara el freno.‖ Miró suplicante a la profesora. ―Sé que se supone que no debo intervenir, Madam, pero no podía permitir que esa pobre mujer saliera herida, ¡hasta podría haber muerto!‖

―Eso es genial,‖ dijo Ken. ―Le salvaste la vida.‖ Jenna lo veía de otra forma. ―Pero y si de pronto esa mujer estaba en

camino de matar a su esposo. Habrías salvado la vida de él si hubieras dejado que el carro la atropellara.‖

Sarah suspiró y se hundió de nuevo en su silla. Madam miro a Jenna con reprobación. ―¿Tienes tu una historia interesante,

Jenna?‖ No la tenía, pero se las arregló para inventar algo. ―Em, el otro día estaba en el centro comercial, y sabía que unos chicos estaban planeando entrar a una tienda a robar cosas. Lo tenían todo planeado, hasta tenían un aparato para sacar esa cosita de seguridad de las cosas que iban a robar. Entonces, le dije a un guardia de seguridad, y fueron arrestados.‖

Era solo una pequeña mentira, y pensó que complacería a Madam. Amanda

se giró y levantó las cejas, pero Jenna la ignoró. ―¿Pero cómo hiciste para que el guardia de seguridad te creyera?‖ preguntó

Ken. ―Esa es una buena pregunta, Ken,‖ dijo Madam. ―Ya hemos hablado de

esto antes, Jenna. Todos tienen que ser muy cuidadosos sobre rebelar sus habilidades. ¿Qué fue lo que realmente le dijiste al guardia?‖

Jenna pensó rápidamente. ―Yo…yo no le dije nada sobre leerles la mente.

Le dije que había oído hablar a los chicos.‖


¿Se lo había creído Madam? Antes de que ella pudiera responder, la puerta del salón se abrió y el director asomó la cabeza adentro.

―Discúlpeme, Madam. Lamento interrumpir su clase,‖ él ladró. ―Solo es un

mensaje para transmitirle. Emily Sanders está enferma hoy.‖ ―¿De verdad?‖ Madam miró una hoja en su escritorio. ―Ella no está en la

lista de ausentes.‖ ―Un error de la secretaria,‖ dijo rápidamente y se retiró, cerrando la puerta. Madam se quedó mirando fijamente la puerta. Después meneó la cabeza

como si se estuviera sacudiendo unos pensamientos inquietantes. ―Veamos, ¿en qué estábamos? ¿Quién quiere ser el siguiente en compartir? ¿Charles?‖

Jenna estaba aliviada de que parecía que Madame había olvidado su historia.

Cuando Amanda-Tracey se giró hacia ella, Jenna pensó que quería felicitarla por salirse con la suya con esa historia reinventada. Pero ella parecía tener otra cosa en mente.

―Emily no está enferma. Yo la vi antes en la cafetería.‖ ―Tal vez se enfermó justo antes de clase,‖ sugirió Jenna. ―Entonces, ¿por qué el director diría que fue un error que ella no estuviera

en la lista de ausentes?‖ ―¿Tracey?‖ Ella tuvo que girar para enfrentar a la profesora. ―¿Tuviste alguna

experiencia positiva con tu don esta semana?‖ ―No.‖ La profesora continuó con Ken, pero Jenna ya estaba distraída. Emily

todavía estaba en su mente, y no podía dejar de pensar en ella. Era como si Emily estuviera trancada en la cabeza de Jenna y ella no sabía porque. Entonces, Emily estaba enferma… ¿o qué? Probablemente no era nada serio, solo un resfriado o algo. Tal vez había vomitado el asqueroso almuerzo de ese día.

¿Entonces por qué seguía en su mente? Jenna dio un salto cuando la respuesta le llego como un disparo. Ella estaba

pensando en Emily porque Emily estaba tratando de contactarla.


Pero, ¿por qué Emily querría comunicarse con Jenna? La respuesta era obvia: porque Emily sabía que Jenna podía leer mentes. Y ella quería que Jenna leyera la de ella, justo en ese instante. ¿Pero por qué?

Jenna cerró los ojos y se concentró. Emily…estoy escuchando. Estoy tratando de

oírte. ¿Qué quieres? ¿Emily? Nada…y entonces Emily comenzó a desvanecerse de su mente. Otra cara la

remplazó…Serena, la profesora auxiliar. Esto se estaba poniendo todavía más extraño. ¿Por qué Serena querría

comunicarse con Jenna? ¿Estaba teniendo problemas para que el Sr. Jones la invitara a salir?

¿Y que tenía que ver esto con Emily? Porque ahora Emily estaba

regresando a la cabeza de Jenna. Emily estaba tratando de decirle algo sobre Serena. Pero era todo borroso y difuso, porque, porque….porque Emily estaba bajo hipnosis.

La campana sonó y Jenna se inclinó hacia adelante. ―Tengo que decirte

algo,‖ susurró.

* * * ―No entiendo,‖ dijo Amanda cuando oyó lo que había estado pasando en la

mente de Jenna. ―¿Qué significa?‖ ―Emily está tratando de decirme algo. Creo que está en problemas. Y tiene

algo que ver con Serena.‖ ―Pero Emily está enferma en su casa, ¿no?‖ Jenna no estaba tan segura. ―¿Tienes un celular?‖ Amanda negó con la cabeza. ―Esa era la siguiente cosa que le iba a decir a

los padres de Tracey que me dieran.‖ ―Bueno, yo no tengo uno.‖ Jenna se percató de la corriente de estudiantes

que iban pasando y se detuvo. ―Tú tienes uno, ¿cierto?‖ ―Acabo de decirte…‖ ―Me refiero a la verdadera tú.‖


Amanda se veía prácticamente ofendida por la pregunta. ―Por supuesto que lo tengo. Cualquiera que sea alguien tiene un celular.‖

Ignorando el insulto, Jenna se precipitó por el pasillo y arrinconó a la otra

Amanda, quien estaba parada en su casillero con un par de sus tonti-amigas. ―Necesito usar tu celular,‖ declaró Jenna.

―¿Qué?‖ Jenna repitió su demanda. ―¿Estás hablando en serio? ¿Realmente crees que te prestaría mi celular?‖

Las dos niñas a su lado se veían horrorizadas, como si Jenna estuviera en el proceso de retenerlas con un arma. Lo que le dio a Jenna una idea.

Se movió más cerca de la otra Amanda. ―Dame tu celular,‖ susurró, ―O

Hare que mi equipo se encargue de ti.‖ Una de las niñas se aferró al brazo de la otra Amanda. ―Será mejor que lo

hagas. Ella conoce a gente realmente mala.‖ Pero esta Amanda era tan dura como la Amanda que Jenna conocía.

―Olvídalo,‖ le espetó. Afortunadamente, sus amigas no eran tan valientes. ―Mira, puedes usar el

mío,‖ dijo una, y lo puso en la mano de Jenna. Jenna marcó el número de información de directorio. Había cinco

Sanderses en la ciudad, y Jenna le dijo a la operadora que intentara con el primero. No hubo respuesta. Nadie respondió el segundo tampoco, pero al segundo intento alguien contestó.

―¿Hola?‖ ―¿Puedo hablar con Emily, por favor?‖ ―¡Emily está en el colegio! ¿Con quién hablo?‖ ―Emm, número equivocado,‖ arrojó el celular a su dueña y corrió de

regreso a Amanda-Tracey. ―No está en casa, y yo debí haber adivinado eso. Ella tiene que estar cerca para que yo pueda tener algún mensaje de ella.‖

―¿Crees que está en algún lugar de este edificio?‖


Las imágenes de Emily y Serena llegaban más y más rápido, y estaban oscuras.

―Si, empecemos en el sótano.‖ La campana sonó para señalar el comienzo de la siguiente clase. Las dos

niñas se estaban dirigiendo a las escaleras cuando un monitor de pasillo apareció doblando la esquina y les cerró el paso. ―¿Dónde están sus permisos de pasillo?‖

Jenna no tenía paciencia para esta tontería. ―Sal de nuestro camino.‖ El chico le tomó el brazo con su mano derecha y el brazo de Amanda con

su izquierda. ―Ok, ustedes dos irán a la oficina.‖ Jenna forcejeó para liberarse, pero él era grande y fuerte. Se giró hacia

Amanda. “¡Haz algo!” Amanda entendió el mensaje. En menos de un segundo, el monitor de

pasillo estaba sosteniendo nada en su mano izquierda. ―¿Qué diablos…?‖ Jenna había esperado que la sorpresa de la desaparición de Amanda hiciera

que aflojara el agarre en su brazo también, pero él solo apretó más. Sin embargo, ella apenas lo sintió, porque ahora realmente le estaba doliendo la cabeza. Emily estaba tratando contactarla con mucha fuerza, y ella supo que algo tenía que estar terriblemente mal.

Pero Jenna no tenía la fuerza de Martin, o la habilidad de Charles de mover

cosas, o el don de Tracey para volverse invisible. Ella no era Sarah, no podía forzar al tipo para que la soltara. Todo lo que tenía era la sensación de que Emily necesitaba ayuda. Tendría que contar con que Amanda la ayudara. O Tracey, o quien quiera que estaba dentro de ese cuerpo invisible.


ccaappííttuulloo 1166 Traducido por Daniela

manda nunca había estado en esas parte del nivel más bajo del colegio. Todo lo que sabía es que no había nada más que cuartos de almacenaje, tuberías y cosas como esas. Y recordaba vagamente las

señales que dirigían al club de medios ahí abajo, pero solo los nerds pertenecían a clubs como ese, por lo que no estaba segura.

Una cosa estaba clara, estaba oscuro. Y la invisibilidad no parecía darle ningún poder especial para ver. Se deslizó a lo largo de una pared, tratando de adivinar el camino.

Por suerte, no tenía ningún problema con su audición. Más allá por el

pasillo, captó un ligero susurro. Mientras se acercaba, la voz se volvió reconocible.

―Debes hacer esto, Emily. Mantén tus ojos en el punto rojo y escúchame.

Piensa más profundamente, más.‖ Era la profesora auxiliar. Y aunque Amanda nunca había tenido una sesión

con Serena, podía adivinar que ella estaba hipnotizando a Emily. ¿Pero por qué aquí abajo?

―Los números están ahí, Emily. Puedes verlos. Dime los números.‖ Lo que ella decía no tenía sentido, pero algo en el tono en que lo dijo hizo

que a Amanda le diera un escalofrío. ―Escúchame, Emily. ¿Puedes oírme? Responde, Emily.‖ Y entonces escuchó la voz de Emily, plana y sin expresión. ―Puedo oírte.‖ ―¡Dime los números!‖ había más urgencia en la voz de Serena ahora. Y guío

a Amanda justo a la puerta.

A


Ellas estaban ahí, lo sabía. Lo que no sabía era cómo iba a hacer para entrar ahí con ellas. En todas sus experiencias como invisible hasta ahora, las puertas habían estado abiertas. Tal vez ella tenía la habilidad de pasar a través de las paredes.

Se apretó contra la puerta. Su cuerpo no la atravesó, pero resultó que la

puerta ni siquiera estaba cerrada por completo. Lo siguiente que sabía era que se había caído en el piso de la habitación.

―¿Quién está ahí?‖ preguntó Serena bruscamente. Todavía en el suelo, Amanda miró hacia arriba. Era un cuarto de

almacenaje, con pilas de sillas. Sus ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad, y vio a Emily sentada en una de ellas. Amanda sabía que ella todavía era invisible, porque Serena no la estaba mirando a ella sino hacia la puerta abierta.

Serena se movió hacia la puerta para cerrarla, y su pie toco la cabeza de

Amanda por el camino. ―¡Diablos!‖ murmuró Serena, y pateó la obstrucción fuera del camino. En su último pensamiento consciente, Amanda aprendió algo más sobre su

condición. Cuando eres invisible, todavía duele. ―¿Amanda?‖ La voz parecía venir desde muy lejos. Amanda se esforzó por oírla. Por lo

menos, su cabeza había dejado de dolerle. ―¡Amanda!‖ La voz era ruda ahora. Amanda se esforzó por abrir los ojos. Estaba

mirando al Sr. Jones, su profesor de historia. ―Amanda, le hice una pregunta. ¿Cuáles fueron las tres causas principales de

la Guerra Civil Americana?‖ Ella había leído ese capítulo, sabía que lo había hecho, pero su cerebro no

cooperaba. ―¿Impuestos sin representación?‖ El Sr. Jones la miró con exasperación. ―Esa fue la Guerra Revolucionaria,

Amanda. ¿Alguien más? ¿Britney?‖


Amanda no escuchó la respuesta de Britney. Estaba absorbiendo gradualmente sus circunstancias. Tracey tenía a la Srta. Galvin para historia. El Sr. Jones… él era su profesor de historia. El profesor de historia de Amanda. Y así era como él acababa de llamarla.

Amanda. Se miró la mano derecha. Ahí estaba, el pequeño anillo de zafiro que sus

padres le habían regalado para su último cumpleaños. Y su Swatch estaba en su muñeca. Y sus uñas no estaban mordidas, tenían hecha la manicura y pintadas de rosa. Se quedó mirándolas por lo que pareció un largo tiempo.

―¿Amanda?‖ El Sr. Jones le estaba hablando otra vez. ―¿Si?‖ ella le pregunto débilmente, subiendo la mirada. Ahora él se veía más preocupado que molesto. ―¿Te estás sintiendo bien?‖ ―Si….‖ Empezó a recordar. Emily sentada en una silla. Serena. Algo sobre

números. ―¡No! No me estoy sintiendo muy bien. Tal vez debería ir a la enfermería.‖

El Sr. Jones sacó un permiso de su escritorio y Amanda se lo arrancó en su

carrera por salir del salón. Detrás de ella, podía escuchar la clase cuchicheando. Probablemente pensaban que estaba a punto de vomitar. Por primera vez, a Amanda no le importó lo que los demás pensaran sobre ella.

Corrió escaleras arriba, agitando la hoja de un monitor de pasillo que iba

pasando. Después corrió por el pasillo e irrumpió en el salón de la clase especial. Madam estaba sola en el salón, caminado. Cuando oyó entrar a Amanda, se

giró con una mirada expectante en su cara. Cuando vio a Amanda, pareció decepcionada. ―¿Si? ¿Puedo ayudarte?‖

―¡Emily está en problemas! ¡Tiene que venir conmigo!‖ La profesora se quedó sin aliento. ―¿Quién eres?‖ Las palabras le salieron atropelladamente. ―Yo era Tracey. Tracey Devon.

Emily está en el sótano con Serena, y…‖ Madam no la dejó terminar. Tomó el brazo de Amanda. ―¡Llévame a ella!‖ Rápidamente, Amanda la guió bajando los dos tramos de escaleras. Cuando

llegaron al sótano, podían oír la voz de Serena.


―¡Los números, Emily! ¡Los números! Tengo el control de tu mente, tienes que responder. ¿Cuáles son los números?‖

Entonces pudieron escuchar la voz de Emily, no tan fuertemente, pero

distinguible. ―Cuatro…dieciocho…‖ ―Si, si, continúa. Necesito todos los siete números.‖ ―Veinticuatro…‖ Para ese momento, Madamese había adelantado a Amanda, y fue la primera

en entrar al cuarto de almacenaje. Amanda estaba justo detrás de ella. ―¡Señorita. Hancock! ¿Qué está haciendo?‖ ―¡Sálga de aquí!‖ gritó la profesora auxiliar. ―¡Estoy trabajando con una

estudiante!‖ ―Cuarenta y seis…‖ murmuró Emily. Madam se adelantó y tiró el disco de la mano de Serena. ―¡Despierta, Emily!

¡Despierta!‖ ―¡Deténgase! ¡Deténgase!‖ chilló Serena. ―¡Esto es importante! ¡Continúa,

Emily! ¡Solo tres números más!‖ Pero ahora, Madam tenía sus manos sobre los hombros de Emily y la

estaba sacudiendo. Emily abrió los ojos y sonrió débilmente. ―Hola, Madam.‖ ―Emily, ¿qué está pasando?‖ ―Estoy prediciendo los números ganadores de la lotería. Para la próxima

semana.‖ Madame miro furiosa a Serena y dio un paso hacia ella. Serena miró hacia

atrás. ―No se moleste en tratar de reportarme. Nadie le creerá.‖ Amanda trató de bloquear la puerta mientras Serena empezó a salir, pero la

profesora auxiliar la empujó a un lado. Y Amanda no pudo resistir por mucho tiempo. No quería saber particularmente que pasaba si ella le golpeaba la cabeza otra vez.


Fue entonces cuando dio un paso atrás y casi se tropieza con algo. No, con alguien. Madame la vio también.

―¡Tracey! ¿Estás bien? ¿Qué está pasando?‖ La delgada niña de pelo rubio se esforzaba por ponerse en pie. ―No… no

estoy segura.‖ Miró a Amanda, y frunció el ceño. Entonces, una pequeña sonrisa apareció en su rostro.

―Yo te conozco…‖ Amanda la miró de reojo. ―No, no me conoces.‖ Se giró hacia Madam,

quién ahora estaba sosteniendo a una aturdida Emily con un brazo, mientras alcanzaba a Tracey con el otro. ―Parece que ahora todo está bien por aquí, ¿cierto?‖

Sin esperar una respuesta, dejó la habitación, regresó al piso principal, y se

dirigió directamente al baño de niñas. Había pasado demasiado tiempo desde que había arreglado su pelo y reparado su maquillaje.



a hora del almuerzo, estaba casi finalizando. Desde su asiento de primera en la mejor mesa, Amanda observó como los estudiantes iban a la cinta transportadora para descargar sus bandejas. Ella no

tenia bandeja. Ya que no había estado observando sus hábitos alimenticios durante la semana pasada y había ganado dos libras. Su madre, con amabilidad le había preparado un almuerzo de dos huevos duros, palitos de zanahoria y una manzana.

―¡Oh mi Dios!, mira a Boyd Terri‖, dijo Britney.

Amanda miró. ―¿Qué pasa con ella?‖

―Su falda es prácticamente transparente. Se puede ver su ropa interior‖.

Amanda miró. ―Oh, si claro‖.

Katie identificó a la siguiente victima. ¿Vieron a Cara Winters?. Ella le ha estado diciendo a todo el mundo que su suéter es de un catalogo de J. Cew. Pero vi su etiqueta cuando ella se lo quito en el gimnasio y vi que era de Target‖.

Amanda miro. ―En realidad te sorprenderías‖, comento. ―Tienen algo de ropa decente y de moda en Target‖.

Katie, Britney, Nina, Sophie, y Emma la miraron con horror boquiabiertas. ―¿Cuándo has pasado por ahí?‖. Preguntó Sophie.

Amanda hizo una mueca. Había estado cometiendo errores estúpidos como este, en los últimos días. Ella tenía que recordar quien era.

―Um, mi madre iba a comprar paños de cocina. Pasamos caminando y vimos la ropa‖.

Ellas parecían estar conformes con la explicación, aunque Amanda todavía podía ver la expresión de escepticismo de Britney. Amanda Beeson podría haber sido obligada a caminar en el departamento Target, pero ella no hubiera visto nada al pasar.

L


Ella no quería pensar en absoluto que había cambiado durante la semana pasada, y ella no quería que sus amigas notaran algo diferente en ella.

Pero no siempre era fácil. Al igual que ahora, cuando Tracey Devon llevó su bandeja más allá de su mesa. Los ojos de Amanda se encontraron con los de Tracey. No hablaban, pero definitivamente había una comunicación silenciosa.

―¿Por qué la estas mirando a ella?‖ Katie exigió saber.

Amanda no pudo resistirse. ―Me preguntaba… ¿crees que se ve diferente?‖ se aventuro.

―Si, me di cuenta de ello también‖, señalo Nina. ―Ella se arregla mucho mejor. Y me gusta su pelo‖.

―Pero sigue siendo un nerd‖, Spears le recordó. ―Una vez que eres un nerd, siempre lo serás. Y estoy totalmente segura de que su ropa no cambiara el destino‖.

―Oh, si absolutamente‖, acordó Nina.

Tenían razón en eso. Amanda recordó la erección de la parte superior elegida para llevarse con esa falda. Ella se sintió bastante orgullosa de su trabajo.

―¿Por qué aún estamos hablando de ella?‖ Katie le preguntó. ―Si ella es nadie‖.

―Eso no es cierto‖, dijo Amanda. ―Ella es alguien‖. Consiente de cómo sus amigas la estaban mirando, se corrigió. ―Simplemente no queremos saber de alguien‖.

Ella no había hablado con Tracey desde esa reunión en la sala de almacenamiento en el sótano. Ella tuvo que admitir que sentía curiosidad ¿dónde había estado Tracey cuando Amanda se apodero de su cuerpo? ¿Fue consiente de lo que estaba pasando? ¿Su relación con sus padres seguía mejorando? ¿Y qué hay de las siete Devon? Amanda quería saber particularmente de Randie. Tal vez algún día cuando no hubiera nadie alrededor para ver, podría arrinconar a Tracey y obtener las respuestas a sus preguntas. Y ver que recordaba Tracey. Y amenazarla o sobornarla, o hacer lo que fuera necesario para asegurarse de que nunca diga a nadie lo que había ocurrido.

No es que Amanda estuviera muy preocupada. ¿Quién lo creería? Solo una persona sabia toda la historia… Jenna Kelley. Y ella sabia que Jenna nunca diría nada. Debido a que Jenna sabía que Amanda tenía información que la podría mandar a un hogar sustituto. O tal vez no diría nada porque Jenna era en realidad buena persona y no quería lastimar a Amanda… Amanda apretó los dientes. Odiaba cuando pensamientos como esos se metían en su cabeza. Ellos no eran el estilo de pensamientos de Amanda.


Britney la estaba mirando de manera extraña. ―¿Estás bien?‖

―Bien‖, dijo Amanda con rudeza. Sabiendo lo que ahora sabía acerca de cómo Britney habló de ella a sus espaldas, Amanda no fue cuidadosa en darle una pista de cómo había cambiado.

Y otra vez otro pensamiento estúpido. Yo no eh cambiado. Soy yo otra vez.

―Quiero ir al baño y comprobar mi pelo y maquillaje antes de la campana‖, anunció.

Spears y Katie se levantaron con sus bandejas. ―Nos encontramos allí‖, anunció Katie.

Amanda pensó que el baño estaba vacío cuando ella entró, pero entonces oyó un inodoro, y Jenna Kelley salió de un cuarto.

Ella miro a Amanda y Amanda la miró. Amanda no se pudo contener. ―¿Todavía sigues en casa de Tracey?‖

―¿Te interesa eso a ti?‖ Jenna le respondió.

―Solo me preguntaba si la situación continuaba igual‖.

Jenna la fulminó con la mirada. ―No te atrevas a sentir pena por mi‖.

―No te preocupes‖, dijo Amanda sentidamente. ―No lo haré‖. Spears y Katie entraron.

―¿Cómo están las cosas en la tierra de los vampiros, Jenna?‖ Britney le dijo, y Katie se rió. Jenna se retiro. ―Fenómeno raro‖, murmuro Spears. ―Amanda, ¿me prestas tu brillo labial?‖

* * *

Amanda iba a su próxima clase Inglés. Acababa de entrar cuando la maestra le hizo señas desde su escritorio.

―Acabo de recibir un mensaje‖, le dijo. ―Eres requerida en administración‖.

―¿Por qué?‖ Amanda le preguntó, pero la maestra no lo sabia. Ella le dio un pase, y se fue. Cuando entró en el área de recepción, el secretario le dijo que fuera directamente a la oficina del Sr. Jackson.

El director no estaba solo.

―Hola, Amanda‖, dijo Madam.

Amanda se congeló.


El director habló. ―Estas siendo trasladada fuera de la clase del Sr. Jones. Ve con Madam‖.

―Pero-―

―Vamos Amanda‖. Dijo Madam suavemente, y ella puso su mano en el brazo de Amanda. Sintió que todo se había intensificado que regresaba a una pesadilla, Amanda se fue junto con ella.

―No es lo que piensas‖, le dijo a la profesora frenéticamente. ―Esta cometiendo un error‖.

Madam sonrió. ―Vas a estar bien, Amanda. Ya lo verás‖

Caminaron en silencio. ―¿Le dijo al Sr. Jackson sobre Serena?‖, preguntó a Madam.

Madam la miró fijamente. ―No tendría ninguna diferencia, Amanda. Ella ha desaparecido‖.

―Bueno, al menos ella no molestará más a Emily‖, dijo Amanda.

Madam volvió a sonreír, pero esta vez no oculto la tristeza detrás de la sonrisa. ―Esperemos que no. Pero siempre habrá otra Serena‖.

―¿Habrá otro profesor-aprendiz?‖

Madam giro sus ojos. ―No, me refería a que siempre habrá personas que quieran algo de mis estudiantes. Tendrás que estar preparada para eso, Amanda. No siempre resulta una amenaza. Pero estoy aquí para ayudarte a lidiar con ellos‖.

Por lo que Amanda se refería, la verdadera amenaza estaba más allá de la puerta de la habitación 209.

Era un aula dotada de todo, los ochos estudiantes extraños. Charles de mal humor, hundido en su silla de ruedas. El chico con amnesia, Carter, mantenía la misma expresión en blanco. Martín estaba ahí, y Sarah, y Ken, y Emily mirando con expresión perdida. Tracey miró a Amanda con interés, y Jenna tenía una pequeña sonrisa en la cara. Jenna sabia de ella, y esa sonrisa solo era muestra de lo que venia.

―Toma asiento Amanda‖, dijo Madam, mientras apuntaba a la mesa vacía delante de Jenna y junto a Ken. ―Clase tenemos un nuevo estudiante. Amanda Beeson‖.

Ken miró con sorpresa. ―¿Qué estás haciendo aquí?, eres uno de nosotros?‖

¡No! Amanda tenía ganas de gritar. ¡Soy Amanda Beeson, la mejor chica en Meadowbrook, la reina de la mezquindad, la chica que lo tiene todo!


Pero protestar no tenía sentido. La cruel verdad era evidente, y ella le respondió a Ken con un breve gesto.

Ella era Amanda Beenson otro fenómeno raro.

Nueve dones secretos en una clase, ¿Qué podría salir mal?...

ffiinn


pprróóxxiimmaammeennttee ‘Mejor Tarde que Nunca’

SINOPSIS

Traducido por Glad

enna Kelley la chica-gótica, tiene el arma más genial para organizar una

rebelión adolescente: ella puede leer las mentes de las personas sin

siquiera intentarlo.

Cuando su madre alcohólica es hospitalizada, un desconocido aparece

diciendo que es su padre perdido, quien le promete un futuro mejor. ¿Demasiado

bueno para ser cierto? Sus compañeros-con poderes creen eso, pero Jenna está

tan decidida a tener a un padre real a su alrededor y una vida algo normal que

podría haber perdido la habilidad de escuchar.

J


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Lula

CORRECCIÓN GENERAL

Glad

FORMATO Y EDICIÓN DEL DOCUMENTO

Glad

AGRADECIMIENTOS ESPECIALES

A Shuk, quien consiguió los libros en inglés y me los paso.

Gracias guapa.

A Camii, JLou y Lula, quienes se curraron la gran mayoría

de los caps en tiempo record. ¡Sois excelentes niñas!

Y a todos los lectores que han seguido el libro. ¡No se

pierdan el que sigue!

SI DESEAS LEER MÁS DE ESTA SAGA ENTRA EN

‘DARK PATIENCE’


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1- OJOS QUE NO VEN, CORAZÓN QUE NO SIENTE - MARILYN KAYE

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