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' 1 n s o m . n , 1 JUANA DE IBARBOUROU A MEDIO SIGLO DE ' PERDIDA' Dossier: Juana de lbarbourou (p 1 a 7) / Anima Mundl (p 8, 9) / Libros: El Infierno es una casa azul y otros poemas de Selva Casal (p 10) , Fuera de este mundo de Graham Swift (p 11), El prisionero de Spandau de Greg llles (p 11)/ Tinta Fresca, Poslecturas : Ganas y letras XXV por Amir Hamed(p 12) / Discos: Silver & Gold de Neil Young (p 13) , Joao voz e violao de Joao Gi lberto (p 13) / Nota: Poetas en Asunción del Paraguay (p 14) / Rehermann (P 15) / Pellegrino (p 15) / Golpe de ojo: _____ _. Magdalena Gutiérrez (p 16)

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JUANA DE IBARBOUROU

A MEDIO SIGLO DE ' PERDIDA'

Dossier: Juana de lbarbourou (p 1 a 7) / Anima Mundl (p 8, 9) / Libros: El Infierno es una casa azul y otros poemas de Selva Casal (p 10) , Fuera de este mundo de Graham Swift (p 11), El prisionero de Spandau de Greg llles (p 11)/ Tinta Fresca, Poslecturas : Ganas y letras XXV por Amir Hamed(p 12) / Discos: Silver & Gold de Neil Young (p 13) , Joao voz e violao de Joao Gi lberto (p 13) / Nota: Poetas en Asunción del Paraguay (p 14) / Rehermann (P 15) / Pellegrino (p 15) / Golpe de ojo:

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JUANA DE IBARBOUROU A MEDIO SIGLO DE 'PERDIDA'

El espejo y sus sombras

Insomnia es la separata cultural de la revista Posdata

Director Responsable: Manuel Flores Silva; SubDirector: Eduardo Alonso Bent os; Editor General: Gerardo Bleier; Director de Arte: Fidcl Sclavo; SubEditor General: Aldo Mnzuccbelli.

ru: 2 18 de agosto de 2000.

in s rnn ~a F.ditor: Aldo Mazzucchclli; Cronistas: Sofi Richcro y Maria José Santacreu; Columnistas: J\1arosa Di Giorgio, Carlos Rcbcnnann, Carlos Pelle~o, Amir Hamed, Mario Silva Garáa; Colaboradores: Gerarclo Ciancio, Gomalo Curbelo, Aldo Defilippo, Feliciano Doblé, Mana Echeniquc, Amir H amed, ChrisrianKupchik, Andrea La torre, Sandra ~z, David Marrino,Jorge Olivera, Alvaro Pemper, Gabriel Peveroni, Soledad Platero, Eduardo Roland, Gustavo San Román (Escocia), Fernando Sanfullo Banio, Fidel Sclavo,Julio Varela. Diseño: Fidcl Sel avo; Fotografía: Magdalena Gutiérrez. e-mail: [email protected] lnsomnia en Web: http:llwww.jJllsdnto.com.uylsepamta/scpamta.ht111/

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Las dos Juanas

Entre las múltiples figuras (incluimos en el término presencia y poesía) que Juana de Ibarbourou ha legado a la literatura uruguaya, dos se imponen -y en parte se oponen- desde sus lejanos comienzos en el "ejercicio del misterio" que es, al decir de su compatriota Sara de Ibáñez, la creación poética: una es la de Juana resplandeciente, alabada desde sus inicios líricos -1919: Las lenguas de diamante- , entusiastamente aceptada por un público que da respuesta inmediata a su mensaje ("Juana de Ibarbourou incorporó a la lírica uruguaya una nota nueva con un rayo de juventud y de gracia que fascinó a sus coetáneos", afinnará Roberto Ibáñez), consagrada tempranamente con aquel título que ninguna escritora del "continente mestizo" lograría (el Nobel concedido a su contemporánea Gabriela Mistral tiene, por cierto, otro carácter): el de 'Juana de América' (homenaje éste al que ella -creemos que con sinceridad- consideró siempre como un "don del Destino o de D ios", al que habría contribuido la generosidad de sus amigos que "no han querido que la tiniebla descienda sobre rrú sin que se pose una vez siquiera sobre mis manos el reflejo de la claridad que forman las aureolas" -el entrecomillado pertenece al discurso pronunciado por Juana el 1 O de agosto de 1929, cuando, en vibrante acto público, recibiera aquel galardón; más adelante se referiría a la misma celebración como a "una fiesta que sigue pareciéndome un sueño", y como a "aquel día en que me

Juana hacia 1920

fue dado conocer ese resplandor que llaman triunfo"-.

Mucho tiempo después, cuando comienzan a opacarse aquellos fulgores gloriosos ("Y Juana en el Norte, Juana en el Sur, en el Este y en el Oeste [ ... ]Juana donde se dice poesía, y Juana donde se dice mujer", había clamado, en pleno fervor, Alfonso Reyes), surgirá la otra 'figura', antípoda de la primera: su libro Perdida, de 1950, obra que hoy deseamos recordar especialmente, resulta clave para comprender y aquilatar esta nueva postura lírica que consideramos esencial en la trayectoria poética de Juana. E l poema 'Tiempo' (integrante del volumen) ejemplifica, desde su comienzo, esa tan distinta actitud: "Me enfrento a ti, oh vida sin espigas,/ desde la causa de mi soledad,/ detrás de rrú anclado está aquel tiempo/ en que tuve pasión y libertad".

El verso, más conciso, más desprovisto de ornamentos retóricos que el de sus inicios líricos, revelará, en esta segunda etapa, una intensa búsqueda en la interioridad; de un interregno que paulatinamente ha ido aneblándose, hasta incluso, 'vaciarse' temporariamente de poesía - veinte años pasan entre la publicación de La rosa de /,os vientos y Perdida- emergerá una voz más profunda, de inflexiones diferentes . "Sombría entre las sombras" (para definirla con palabras que le pertenecen), esta etapa define otra visión del mundo, de la poesía, de la autora misma. A menudo sagaz -y casi siempre modesta- para la apreciación de su propia obra, reconcerá en su discurso del 7

de setiembre de 1949 (con motivo de su incorporación a la Academia de Letras del U ruguay) que ha ido "adquiriendo esa profundidad que ahondan el dolor y la vida con sus sabios cinceles".

La primera Juana, la deslumbradora, la subyugante, imbrica con particular justeza en el por entonces bastante pretensioso Uruguay-de-los-mitos; será un trofeo selecto para la "comarca feliz", y ocupará sin soberbia (con todo el donaire de su silueta y de su estro), la silla dorada que le ofrecen. Hemos querido designar esta etapa 'Juana frente al espejo ', es el momento en que el mundo y la naturaleza se esclarecen para reflejar su imagen, que se integra a ellos -Juana-flor,Juana-espiga,Juana-río,Juana­fuente, Juana-espuma, Juana-ave- en una esplendorosa epifanía que celebra el éxtasis de su juventud y su hermosura. Y obviamente, de su canto. Desde esta suerte de arrobamiento-que conlleva inocultables latencias narcisistas- se ofrecerá a su amante (¿un hombre, el mundo?) en versos que palpitan como un corazón acelerado, ávida de agotar los matices del placer que puede brindarle ese cuerpo poseedor de todas las armonías: "carne olorosa", "ojos limpios", "piel de rosas", "labios" donde "repica la risa"; que supera su propio contorno en inusitadas, prodigiosas emergencias: "¿Qué es esto? ¡Mis manos florecen! ¡Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen!" ('El dulce milagro', de Las lenguas de diamante). Entonces, con tono imperativo apremiará al amante: "Tómame ahora que aún es

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temprano/ y que llevo dalias nuevas en la mano" ('La hora', de Las lenguas de diamante); lo invitará a un encuentro en medio de la naturaleza que los alberga deleitosamente: "Bajo las alas rosa de este laurel florido/ Amémonos. El viejo y eterno larnpadario/ de la luna ha encendido su fulgor milenario/ y este rincón de lúerba tiene calor de nido" ('Amémonos', de Las lenguas de diamante).

E l universo, que no obstant e su transparencias y luminiscencias le enseñará también sus opacidades, es, en esta etapa, predominantemente dadivoso: la recompensa con sus 'dones', la exalta, la convierte en su emblema: la exterioriza.

Su famoso tríptico: Las lenguas de dianumte (1919),Elcántarofresco (1921),Raíz salvaje (1922), atestigua cabalmente esta época . Todos los senderos que recorre cuando "calza" [ ... ] "la sandalia viva de la primavera" -y Juana es en este tramo de su vida~ una andariega del paisaje nativo- están impregnados de esa "gracia" con que se la ha querido premiar, como la elegida, para que cante "la maravilla" que es el mundo.

Y ella, por supuesto, es parte de ese sortilegio: agreste, espontánea, con todos los perfumes de la vegetación y de la tierra, su poesía revela un vitalismo porfiado que se expresa mediante un verbo ágil, impletado de sonoridades, no exento de cierto poder incantatorio: "Y bajo el milagro de mi

encantamiento/ se aroman de rosas las alas del viento" ('El dulce milagro', antes citado). En esa pletórica unidad de naturaleza animada y heclúcera que ejerce sus artificios en acuerdo con los seres y objetos que la pueblan, se perfila ese cuerpo -también objeto de fascinación- del cual hace entrega generosa y sensual: "Y te di el olor/ de todas mis dalias y nardos en flor./ [ ... ) Y te di la miel/ del panal moreno que finge mi piel" ('Implacable', de Las lenguas de diamante).

Segura de sí hasta más allá de la vida, se atreverá incluso a desafiar al barquero tenebroso: "Caronte, yo seré un escándalo en tu barca", prometerá, afirmando su rebeldía tanto en la palabra poética cuanto en esa cautivante presencia que -corno si pennaneciera frente al espejo- imagina y visualiza: "Yo iré como una alondra cantando por el río/ y llevaré a tu barca mi perfume salvaje./ E irradiaré en las ondas del arroyo sombrío/ como una azul linterna que alumbrara en el viaje" ('Rebelde', delas lenguas de diamante).

Pero la otra vertiente poética va creciendo, subterráneamen te, para manifestarse en la segunda etapa lírica e imponerse definitivamente. Sombría, enigmática, tendrá que ver con el misterio de la muerte, con el amor contrariado, con las grandes pérdidas (su juventud, sus seres queridos), con el miedo al abandono y a la soledad.

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Al borde del sendero

Si pudiéramos denominar a aquel segmento de su trayectoria creativa 'Juana ante el espejo', para referimos a la segunda - la más honda y genuina, y también la menos transitada por la crítica- recurriríamos a !a semántica de una estrofa de Antonio Machado que nos ayudó a descubrir esa otra muy diversa imagen de la autora. Dice el poeta español: "Al borde del sendero un día nos sentamos/ ya nuestra vida es tiempo, y nuestra sola cuita/ son las desesperantes posturas que adoptamos/ para aguardar, mas Ella no faltará a la cita".

Compartible o n o el mensaje significativo que nos propone el insigne español, entendemos que su sentido poderoso y sugerente se aviene a la actitud de 'la otra' Juana, la que se evidencia a partir de Perdida. 'Juana al borde del sendero', pues; cuando la marcha presurosa se ha aplacado, cuando la vejez es una comparecencia que la aterra; cuando la soledad se hace patencia insoslayable. "Me enfrento a ti, oh vida sin espigas/ desde la casa de la soledad", dirá el poema 'Tiempo' (de Perdida); su círculo vital se ha empequeñecido lastimosamente; se ha oscurecido el ámbito que la rodea; se espesan, a su lado, las tinieblas. Y la naturaleza se confabula con esta nueva r ealidad; se desdibuja el paisaje: "He aquí las flojas manos/ ya no más la defensa/ ni la labor, ni el ruego, ni la lámpara/ ahora sólo la niebla" ('Mañana', de Perdida) . Se amustiarán, asimismo, las " dalias nuevas" y aqu el "ahora" marcado por la risa, se convertirá en silencio: silencio para la conciencia que permanece alerta, en la noche, en medio del insomnio: "Apaciguada estoy, apaciguada/ muertos ya los neblíes de la sangre./ Silencio es, silencio,/ el día que empezaba en jazmín suave" ('Ruta', de Perdida). Y también silencio para la prolongada vigilia de la reflexión, que se realiza a partir de un lúcido distan ciamiento: "Esta ardua criatura/ sapiente y tan desierta entre sus

Con una prima, días antes de casarse

albas/ anclada está en la dócil paz oscura/ de su casa" ('Pax', de Perdida). Porque ha

llegado "la hora del recuento" ('Perdida'), en que van aflorando las grandes interrogantes: "¿Ahora qué hacer, caídos los dos braws/ rodeada de crepúsculo y de bruma/ extraviada en la ruta sin el vivo/ redoble del alisio entre la espuma/ sin brújula, perdida y solitaria/ con el vacío verso que me abruma?" ('Elegía').

De la" claridad de sol" en la cual reinaba cuando la consagración del 29, del "milagro de la luz", pasa a la "sombría proyección de la sombra". Y desde la sombra crecerán "la neblina", "la niebla", "la tinjebla", que vendrán a arrebatarle el contorno: "No veo la barba del verano/ ni el caballo de vidrio del invierno" ('Elegía para una casa', en Perdida). Y se intensificará esa "mudez" del mundo que le niega las dulces voces que antes la reclamaban ("la vida sin sus bodas y sus cantos"), ubicándola en los espacios del miedo: "con el espectro del temor navegas/ y el vivo corazón cortas navajas" ('D esvelo', de Perdida).

Su extenso poema 'Elegía' resulta una patética despedida de todo lo que amó y dio apoyatura a las etapas felices: "Adiós almendra, Adiós espejo, Adiós absorta luna de los sueños/ penacho azul de los cañaverales./ Compañía de alondras, dulce río./ Uva, laurel, esencias musicales".

La enumeración alude al mundo de la sensualidad y las lozanías, que desaparecerá para siempre. Otro muy diverso será el que le mostrará, ahora, a esta "triste mujer del canto", su contrafaz abismal.No sorprende entonces su desorientación, sus vacilaciones aun en tomo a lo que fuera, para ella, razón de vida (como la poesía): "Sin brújula, perdida y solitaria/ con el vacío verso que me abruma".

Las certidumbres son contundentes, dolorosas. "Ahora tengo la muerte/ sin voz, sin ojos, sin color, sin cara,! la que no es

presencia ni paisaje/ ni terrena esperanza" ('La última muerte' , de Perdida).

El poeta parece suspendido en una región donde imperan el abismo, la nada; la única posesión ("tengo") es la de una presencia sin rasgos, aunque ineluctable. Cuando las ternuras del universo floral - y sus tentaciones: valga recordar la famosa antítesis dariana: "y la vida que tienta con sus fúnebres ramos" ('Lo fatal ')- se transmutan en dureza y frialdad, la imaginería figurativa de J uana cambia radicalmente: ahora nos hablará de "espesa escarcha", "fría rosa", "frío cisne enlutado", "pico gélido", "helado sol ... "- Y se resignará a la ronda cada vez más cercana de "la que toma todo y no da nada/ muralla del misterio". La "almendra" -con toda su simbología atinente al dulce fruto otorgado por la vida- no sirve ya a su gusto descaecido; el espejo no le ofrecerá su imagen de belleza (y ella lo abandonará porque no quiere contemplar lo reflejado). Duda incluso, decíamos, del poder de la creación poética; en esta soledad, en esta desorientación que la acucian, el verso se ha "vaciado" y la " abruma". Confesión desgarradora que cobrará pleno sentido, cuando, en magnífica metáfora, nos haga "ver" la aproximación inexorable de la muerte, expresando, en las tercetas de uno de sus más bellos sonetos, 'El navío' (de Perdida): "Hoy, frente al mar de arpas renovadas,/ yo, la que nunca por el mar anduve/ y nunca entre m.is manos tuve,/ ni remo para islas alejadas/ Siento que el barco de la muerte sube/ hacia mí con las alas desplegadas".

Versos eufónicos, sabias combinaciones sintácticas que no apuestan a la ornamentación sino a una sobriedad inusual.

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Leyendo su discurso en la consagración del 29

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La selva oscura

La poesía de Juana posee, sin duda, un marcado carácter confesional. El 'yo' del hablante lírico tiende sus hilos mágicos para conducirnos con facilidad hacia sus ámbitos (aun, a veces, los más secretos) y la vivencia de la autora suele emerger, reconocible, en la formulación estética. Seguimos a Juana imantados por el poder de esa "aventura" real que se concreta poéticamente, y en los últimos tramos - "al borde del sendero"-, nos instalamos con ella en sus recintos oclusos como antes lo hiciéramos en aquellos escenarios luminosos y fragantes, elaborados para el amor, la dicha, para el contacto. Ahora, por el contrario, la 'figura' se toma esquiva, como si deseara evadirse en esas nieblas que se aglutinan a su alrededor. En la etapa final del enclaustramiento (voluntario o forzado), la confesión adquiere relieves patéticos. Sus emociones, expresadas líricamente, revelarán a una criatura trágica, que sólo aguarda a la muerte; cuya fe en Dios vacila a veces; en tanto el sufrimiento casi constante y la - ahora- condena de la vida Ja acucian: "Me duele hasta morirme este cansancio/ de temer cada día al otro día/ de saber que la sangre viva y ágil/ se pudrirá mañana en una orilla/ cualquiera, y una rosa indiferente/ abrirá en el vacío de la herida" ('Desvelo', de Perdida).

Surge, empero, en este período, la imagen de una Juana valiente, dispuesta a enfrentar la parte aciaga impuesta por su

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"hado funesto". En discurso de 194 7 en la Academia de Letras (antes citado), había admitido una dicotorrúa, una oscilación constante en los hechos que integraban su vida: "Todo , en mi destino, ha ido realizándose como una especie de magia, a veces maligna, a veces amable, a veces milagro de la luz, a veces sombría proyección de la sombra".

Ahora "la pasajera" ha descubierto la soledad esencial y adopta una postura de firmeza ante los angustiantes "sucesos" que le acontecen, ante los ineludibles que se avecinan. Se ha vuelto Qo señala en su poema 'Pax', de Perdida) una "ardua criatura/ sapiente y tan desierta entre sus albas" que "mide hoy la voz, y son ángeles lentos/ los que la guían por la selva oscura". Las últimas imágenes, los símbolos, serán elocuentes: la vida no aparece ya como una campiña florida (paraíso terrenal en el que ha sabido ser reina), sino como una "selva oscura" (con las connotaciones culturales que Juana seguramente incluye en la imagen). Se acentúan los contrastes (el ayer, el ahora); una penosa melancolía la invade y, en ocasiones, se agudiza hasta el tormento; el tono exclamativo intensifica la angustia de la pérdida: " ¡Cómo era antes rico nacimiento/ el día en tierra gris y aire celeste!/ ¡Cómo vivía yo cada minuto/ y me moría jubilosamente,/ para tomar a renacer más clara/ como los puros musgos de la fuente!", aunque se desvanezca en los dos

versos luctuosos que constituyen la estrofa fu1al: "Ahora asisto con inmóvil párpado/ al continuado juego de la muerte" ('Ahora', de Perdida).

Amenguadas las fuerzas vitales, el cuerpo todo se rinde: carne, músculo, nervio, voluntad, voz: "He aquí las flojas manos,/ ya no más la defensa,/ ni la labor, ni el ruego, no la lámpara./ Ahora sólo la niebla./ lojo también el paso, y la mirada/ sin

voluntad de asir ninguna imagen./ Se pierden por el aire las señales/ en este turbio espejo de la tarde./ [ ... ] Soledad como nunca conociera} Soledad de la voz y del silencio/ el ayer se borró como una cifra/ escrita

sobre el agua en movimiento" ('Mañana', de Perdida).

El mundo exterior va desapareciendo con la declinación de los sentidos, y la resignación (salvo algunos atisbos de protesta con los que intenta oponerse a este nuevo "destino" de sombras) la lleva a una postura estática, a un repliegue cada día más persistente, donde de modo muy fugaz asoma una esperanza de cobijo para el cuerpo que apenas halla un espacio recoleto; su casa solitaria, el menguado hueco de su cama: "Sólo me queda ya la luz morada/ del ocaso que en Junio llueve hielo/ y que

no busca el esplendor del cielo/ sino el descanso tibio de la almohada" ('La hora', de La pasajera).

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(IV)

La hiel y el miedo

Hemos llegado al último, fatigoso trance; todo se hace difuso: los colores truecan sus simbolismos, cromatizando de forma diferente los aspectos del universo; ya no celebra el amor en los "lirios morados"; el adjetivo sirve ahora para calificar situaciones opuestas: "la luz morada del ocaso", dirá; y hasta el tiempo se colorea premonitoriamente en su poema 'La hora morada', de La pasajera: "Es la hora de la hiel/ sólo me da su raso deslucido/ y una confusa sensación de miedo".

La peregrina audaz en busca de peripecias insólitas ha perdido su adhesión al mundo, que se ha vuelto hostil; se nublan las "visiones" resplandecientes y sólo pem1anece una conciencia desdichada que atisba ese "mañana" cuyo perfil siniestro se hace inmenso frente a su pequeñez. Aterra "la eternidad de Dios/ en su cielo desierto" ('Eternidad de Dios', de La pasajera) y también la soledad en que la arrojan los otros, esos desconocidos: "¡qué importa, oh muchedumbre, qué te importa!/ qu e estén cerrados para nú los cielos!" ('Cerrados cielos', deLaposajera). El verso contundente, limpio ya de oropeles, testimonia hasta dónde ha calado el poeta para llegar a estas certezas sobre el ser que "El" quiso crear desvalido y efímero: "Sólo es el hombre/ el monstruo fugitivo/ su deleznable cuerpo/ su talento cautivo,/ la presa más segura/ del amor y del tiempo/ del nacer y el morirse, dividido/ entre el dolor y el gozo tan incierto" ('Eternidad de Dios', de La pasajera).

Consciente, pues, de su declinación física, Juana apuesta a una meditación casi permanente y canta sus desgarraduras con voz austera, auténtica; poesía la suya que no se ha alejado, en general, de las formulaciones tradicionales; que sin excesivo afán de innovación (salvo en su libro La rosa de los vientes, donde arriesgará en sintaxis y léxico hacia las exigencias vanguardistas), sabrá adoptar los cánones formales menos sofisticados del modernismo (cómo eludirlos), su modalidad confesional servirá, de manera conspicua, para esclarecer su nueva postura ante lo humano, lo inefable, lo oscuro, lo

fugaz. Y ese yo lacerado, hundido en la tiniebla, surgirá de su ejercicio ascético para develar -testigo solitario- inquietantes comprobaciones.

E l poema 'La pasajera' resu me ajustadamente su angustioso mensaje final. En él decantarán las imágenes más profundas de la soledad, la desprotección, el abandono. Cierta altura tonal, qu e no decae, concatena los estratos semánticos y los adjunta a la idea de matriz, que es la del ascenso a lo definitivo ("a la elevada, misteriosa sombra"). Fatigoso ascenso, en pura soledad ("sin nadie que me ciña la cintura/ con poderosa mano protectora"), que privilegia, una vez más, la metáfora del navío "subiendo" silenciosa y aceleradamente hacia la muerte.

Se reafirma también la imagen de la valenóa de esta mujer que se distancia de sí misma para poder reconocerse sumida en sus innumerables miedos. Altiva a la hora del enfrentamiento último ("Erguida estoy, sin voz y sin sonrisa"), se ''ve" de esta manera ante la instancia inevitable: "Ah, qué triste, qué calma y valerosa/ esta mujer que asciende hacia la noche/ sin un temblor, y sola cual si fuese/ la pasajera única e insomne!" Lo ascensional no sugiere la idea de compensaciones ultra terrenales. Se hace presente, sí, como otras veces, la referencia a la vida del más allá: "Ha de arribar a la mañana nueva/ desmadejada por el sufrimiento,/ como si hubiera estado en los crisoles/ donde se funden el clamor y el miedo".

Aunque esa nueva vida no ofrezca expectativas explícitas en relación a un mejor destino para el alma. Su religiosidad -públicamente declarada y poetizada con frecuencia en momentos anteriores-parece atenuarse: ''Y bajará llorando de la nave/ porque no pudo vislumbrar el cielo".

¿Dudas en tomo al misterio "mayor", ya sin presentimientos o intuiciones que fortalezcan, como antes, su fe? ¿Quizá "la pasajera", como el desdichado personaje de su poema 'Caín' sintió, aunque sólo sea por un instante, que la cegaba "la niebla de Dios"? Lo cierto es que no habrá indicios ("vislumbres") -y mucho menos

"certezas"-cuando deba abandonar la nave (tan alejada, ésta, de aquella barca que soñara en su juventud, cuando su presencia, su canto, su risa, podría fascinar también al guardián siniestro).

Mujer y creadora se unifican, sin duda, en este lapso poético. También coexisóan en sus primeros recorridos líricos, pero la coincidencia es ahora -creemos- más plena, más profunda. Esta última 'figura' de Juana nos resulta la más admirable. Y, asimismo, la más querible. Cuando confrontamos sus desoladas estrofas con la fotografía de Juana vieja, la del rostro ladeado (¿resignado?) donde se deslíen los afeites y se hacen dulces la mirada y la sonrisa, parece más fácil encontrarla verdadera y definitivamente con ella. Juana la nuestra, limpia de falsos mitos y fulgurantes oriflamas, reconociéndose, en sus postrimerías: "con la brasa del verso en la garganta/ y en el pecho la sed de la aventura", no necesita preseas ni condecoraciones para afianzar su grandeza.

Sylvia Lago

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~J A N 1 M A (

Manual del peifecto idiota norteamericano

No es que no nos guste Tom quistar, se hincaría y daria puñe­Wo1fe, pero su último artículo t:azosenelsuelo,desesperadopor titulado 'Marxismo Rococó' es habersidounsimpleguerreroque sorprendente y no precisamente nunca oyó hablar de fusiones y por su sagacidad. El artículo en adquisiciones internacionales, cuestión es reproducido por el rock y rap, filmes meteóriros, te­suplemento cultural del diario ar- levisión, la NBA, la Red y el juego gentino La Naci.6n en su edición de la 'globalizac:ión". Bueno, ése del 2 de agosto y, en líneas gene- es sólo el comienzo. Para Wolfe rales, es una exaltación los Estados Unidos son de los Estados Unidos "la nación más libre de la como potencia mundial, tierra" y lo alarmante es sóloequiparableallmpe- . quelamejorfonnadece-rio Romano, aunque ~ , lebrarlo parece ser escri-mucho mejor. 'Mancis- . bir, entre otras linduras, mo Rococó' comienza que ''los Estados Unidos con un Wolfe extrañado pronto llegaron a ser la dequenadiehaya notado que, con nación más poderosa, próspera y el cambio de siglo, tenninaoo el popular de todos los tiempos. ''Primer Siglo Norteamericano" Desde el punto de vista militar, y comenzaoo el Segundo y que a podíamos hacer estallar al plane­partir de entonces podrían haber ta Tierra con sólo manipular un "cinco, seis u ocho más por venir par de llaves en una base subte­y, por ende, mil años de PaxAme- rránea de lanzamiento de misi­riama [ ... ] ¿Tan siquiera un histo- les, pero también llevarnos a cabo riadormencionó que el actual do- la haz.aña técnica más pasmosa

llamando a Raymuná Caroer

Gallagher es un apellido que mucl1os aso­ciarían con algo antipático. Hay quienes pen­sarán en la música y quienes pensarán en lite- 11,._.....,.==-i ratura, porque Tess Gallagher es la esposa de Raymond Carver. Hay mucha gente que no quiere a la esposa de Carver porque ha dicho que ella también merece crédito por los escri­tos de su esposo. Que hay muchas cosas que admiramos en Car­ver que en realidad son de Gallagher.

Ahora ella ha decidido que es bueno publicar un nuevo libro reuniendo lo que su esposo dejó por aquí y por allá. El nuevo libro se llama Call If You Need Me y tiene un subtítulo que reza: 'The Uncollected Fiction and Prose'. Lo raro del asunto es que el grueso del volumen -ensayos, primeros cuentos, el fragmento de una novela-ya habían sido publicados en 1991 en el libro llamado No Heroics, Pkase, por lo que no sabemos a qué se refiere lo de 'unco­llected'. Lo verdaderamente nuevo del nuevo libro se' reduce a cinco cuentos que están terminados (en el sentido de "estar com­pletos" y no inconclusos aunque con Carver nunca se sabe con certeza) pero que el escritor decidió no publicar, tal vez por tratar­se de primeras versiones que no habían pasado todavía por su clásico proceso de reescritura incansable. Es extraño ver impresos estos cuentos en bruto en un libro que lleva grabado el credo revisor del autor: ''Raramente he visto un fragmento de prosa o un poema -mío o de cualquiera- que no pueda mejorarse si se lo deja descansar un rato."

Alejandro Magno, que creía que volarnos a la luna". Fantástico l minio mundial de los Estados de la historia: rompimos las ata- rT1 Unidos es de tal magnitud que duras de la gravedad terrestre y

_n_o_ha_bfu_ mas_' _m_un_ d_os__.,,po_r_ co_n_-_ Tc_o_m_. ________ ~ T Hallan el d'Íario de Florence Nightingale

n m MU N D 1

a El diario de Florence Nightingale, extraviado por muchos años, ha sido enviado de forma anónima a la

National Trust House, aún parcialmente ocupada por los descendientes de la célebre nurse. El manuscrito cubre un período crucial de su vida, 1850, cuando se encontraba viajando por Europa y

Egipto, estudiando enfermería y procedimientos hospitalarios y rechazaba la propuesta de matrimonio del poeta Richard Monkton-Milnes porque creía que Dios le tenía reservada una misión diferente en la Tierra. 1tes años más tarde lideró el cuerpo de enfermeras de Crimea y se transformó en la "Dama de la Lámpara"

Antony Sattin, quien editó las cartas de Nightingale del mismo período y cuyo documental transmitido recientemente por Radio 4 puede haber llevado a la devolución del diario, dijo: "De alguna manera el diario presenta una versión menos depurada de sus experiencias y pensamientos comparando con lo que escribía a sus parientes y amigos".

Sattin reconoció inmediatamente la escritura de Nightingale y el diario ha sido asimismo autenticado por Alix Attiewell, curador del Museo Florence Nightingale de Londres.

El pequeño cuaderno de tapas de cuero cayó del sobre que lo contenía cuando el custodio Ray Sandham estaba abriendo el correo en la casa que ocupa la familia Vemey desde 1620. Edmund Vemey, descendiente directo de Florence Nightingale, declaró: "La fumilia está muy sorprendida y maravillada. Sin dudas es muy agradable poseer este diario entre sus otros papeles y cartas".

Concurso de cuentos - La oficina de Montevideo de la Unión Latina presenta el concurso literario internacional 'Juan Rulfo 2000' en el que se puede participar con un solo cuento en español, original e inédito de no más de veinte páginas de extensión. Cada página no puede contener más de veintidós líneas, mecanografiadas a doble espacio y de un solo lado. Al final del relato deben figurar los datos completos del concur­sante. El plazo de recepción vence el 15 de setiembre del

RI 8 18 de agosto de 2000.

2000. Se establecen los siguientes premios. Premio Radio Francia Internacional (30 mil francos fran­

ceses), Premio Instituto Cervantes de París (20 mil ffr) Premio Centro Cultural de México (15 mil ffr) Premio Casa de América Latina (15 mil ffr), Premio Le Monde Diplomatique a cuentos que manifiesten una preocupación social (15 mil ffr), Premio Feria del Disco de Chile a relatos en los que la música ocupe el tema central (10 mil ffr), Premio Unión Latina, París, a auto-

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M U N D 1

ASUNTOS URUGUAYOS: DICHO Y ESCRITO

Comte de Lautréamont

Les Chants ~ Maldoror

Chant premier (fragm.) (*)

Ph1t au ciel que le lecteur, enhardi et devenu momentanément féroce comme ce qu'il lit, trouve, sans se désorienter, son chemin abrupt et sauvage, a travers les marécages désolés de ces pages sombres et pleines de poison; car, a moins qu'il n'a¡;ipo~e dans sa lecture une logique rigoureuse et une tension d'esprit égale au moms asa défiance, les érnanations mortelles de ce livre in1biberont son ame corn­me l'eau le sucre. Il n'est pas bon que tout le monde lise les pages qui vont suivre; que!ques-uns seuls savoureront ce fruit amer sans danger. Par conséquent, ame tllnlde, avant de pénétrer plus loin, dans de pareilles landes inexplorées, dirige tes tal<?~ en arriere et non en avant. Ecoute bien ce que je te dis: dirige tes talons en amere et non en avant, cornme les yeux d'un fils qui se détourne respectueusement de la contemplation auguste de la face matemelle; ou, plurot, comme un angle a perte de ':1e de groes fr_üeuses méditant.beaucoup, qui, pendant l'hiver, vole puis­samment a travers le silence, toutes voiles tendues, vers un point détenniné de l'horizon, d'ou tout a coup part un vent étrange et fort, précurseur de la tempete. La groe la plus vieille et qui forme a elle seule l'avant-garde, voyant cela, branle la tete comme une personne raisonnable, conséquernment son bec aussi qu'elle fait claquer, etn'est pas contente (moi, non plus, je ne le serais pasa sa place), tandis que son vieux cou, dégarni de plumes et contemporain de trois générations de grues, se remue en ondulations irritées qui présagent l'orage qui s'approche de plus en plus. Apres avoir de sang-froid regardé plusieurs fois de tous les c6tés avec des yeux qui renfennent l'expérience, prudemment, la premiere (car, c'est elle qui a le privilegc de mo?~e~ les plum<:' de sa ~¡ueue au;c autres groes infürieures en intelligence), avec 5?n en VJgilant de mélancobque sennnelle, pour repousser l' ennemi cornmun, elle VJr~ avec flexi?ilité la poi~~~ de 1: ~gure géométrique (~'est peut-etre un triangle, mais on ne vo1t pas le tr01s1eme cote que forment dans 1 espace ces curieux oiseaux de passage), soira babord, soita tribord, comme unhabile capitaine; et, manoeuvrant avec des ailes qui ne paraissent pas plus grandes que celles d'un moineau, parce qu'elle n'est pas bere, elle prend ainsi un autre chemin philosophique et plus sfu.

Lecteur, c'est peut-etre la haine que tu veux que j'invoque dans le commence­ment de cet ouvrage! Qui te dit que tu n' enrenifleras pas, baigné dans d'innombrables voluptés, tant que tu voudras, avec tes narines orgueilleuses, larges et maigres, en te renversant de ventre, pareil a un requin, dans l'air beau et noir, comme si tu com­prenais l'importance de cet acte et l'importance non moindre de ton appétit légiti­me, lentement et majestueusement, les rouges émanations? Je t'assure, elles réjoui­ront les deux trous informes de ton museau hideux, o monstre, si toutefois tu t'~ppliques auparavant a respirer trois mille fois de suite la conscience maudite de l'Etemel! Tes narines, qui seront démesurément dilatées de contentement ineffa­ble, d'extase immobile, ne demanderont pas quelque chose de meilleur a l'espace, devenu embaumé comme de parfums et d'encens; car, elles seront rassasiées d'un bonheur complet, comme les anges qui habitent dans la magnificence et la paix des agréables cieux. [ ... ]

(*) Se mantuvo el original francés para respetar el natural bilingilismo de la cultura aluvional uruguaya, de la que Du~ es ejemplo. Tomado de la edición de 1869, respetando puntuación y grafia originales.

r75 que no tengan nada publicado (10 mil ffr), Premio Editorial Monte Avila, Venezuela, a cuentos para niños (5 mil ffr), Premio Semana Negra a cuentos policiales (viaje y estadía durante la Semana Negra en Gijón, España), Premio Salón del Libro Theroamericano de Gijón a relatos latinoa­m~ricanos que resalten la importancia del libro y Ja lectura (viaje y estadía en G11ón, mayo 2001). El fallo se dará a conocer el 16 de diciembre del 2000. Los originales deben remitirse a Radio Francia Internacional, Concurso de Cuen­tos Juan Rulfo, 116Av. du Président Kennedy, 75786 París.

E FEMÉ R 1 DES 19deagosto

1886 - Se publica Tnharé, de Juan Zorrilla de San Martín. El autor se encontraba residiendo en Buenos Aires en esta fecha.

20deagosto

1882 - Se funda en Montevideo la Sociedad~ ws 13. Sobre esta original agrupación bucrilico-políti­ca, consigna Eduardo Acevedo: ''Durante todo el tiempo de su administración presidió el general San­tos una sociedad compuesta por trece jefes de Cuer­po que se reurúan invariablemente el 13 de cada mes, en tomo a una opípara mesa, para celebrar la caída de Latorre, ocurrida el 13 de marzo de 1880.

1899 - Aparece en esta capital la publicación periódica de literatura y ciencias La revista, dirigida por Julio Herrera y Reissig. Llegaron a aparecer 22 números.

1902 - Fallece el pintor DiógenesHequet.

21 de agosto

1814 - Se reabre la Casa de Comedias, cerrada durante el sitio, de Montevideo, e inicia sus especci­culos con la ejecución del Himno Nacional Argen­tino, de Bias Perera, y representándose, por suges­tión de Bartolomé Hidalgo, EJ humúre agradecido. Como una nueva demostración de repudio a las autoridades porteñas que gobernaban Montevi­deo, destacadas ~as que asisten a esta función de gala permanecen sentadas al ejecutarse ese himno.

1865 - Muere en Montevideo uno de los pri­meros artista'> que plac;mó imágenes de estas tierras, Juan Manuel Besnes e Irigoyen.

22de agosto

1902 - Ley decretando la construcción del Pa1acio Legislativo. Insumiría 23 años llegar al día de la inauguración oficial de la obra. La comisión de construcción estaba presidida por José Batlle y Or­dóñez.

23 de agosto

1863 -Al regresar de un viaje al pueblo de Goya, fallece el Dr Eduardo Arevedo, hombre de esta­do, periodista y codificador.

24 deagosto

1788 - Nace en Montevideo Bartolomé Hi­dalgo. Falleceria en Morón, Buenos Aires, a los 44 años.

Los datos para esta sección son tomados de Efemérides uru­guayas, de Arturo Scaronc, Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, Montevideo, 1956 (3 t.), a lo cual se agregan datos obtenidos de otras fuentes variables.

18 de agosto d e 2000. ffi: 9

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Los rincones azules de la poesía

Un libro de poemas de más de trescientas páginas es un suceso in­usual por estos lares. Selva Casal con su trabajo El infierno es una casa azul y ot:ros poemas (editado, proli­jamente, en Buenos Aires, por José Luis Mangieri) corre el riesgo de esa inusualidad. Se expone (se pone fuera) al campo (¿abierto?) intelectual nacional. Puede ser, la siguiente, una glosa que sintetice la intencionalidad creadora: He aquí mi azulina, propia y asardi­nada poesía, abierta en múltiples meandros del caudaloso torrente de mi enunciación lírica. He aquí mi mundo con su infierno, su pa­

raíso y sus lugares donde purgar. Que es también vuestro mundo, donde vida y muerte son caras de Jano bifronte.

Me remito ahora a la voz poética que enuncia:

''Vivir morir así/ profunda piedra/ de sol de abrazos fieros/ la luz rotunda/ donde flotan los cuerpos/ donde te ha­blo muerta." (Pág. 94)

El locutor lírico informa de la vida y su natural aliada, la muerte, pero a tra­vés de una sobrevida, de un plus que so­portamos, padecemos o gozamos, todo planteado en un tono vallejiano o fal­quiano (quienes comparten, en definiti­va, una misma genealogía poética):

"Y lo peor es que sobrevivimos/ so­brevivimos siempre/ al amor a la ruina/ a la incesante sorpresa de la muerte/ avanzo entre despojos/ y sé que lo terri­ble/ es que volvemos a ser felices." (Pág. 239)

Quien sostiene este libro, y comien­za a ejercer una lectura más o menos atenta, percibirá que estos poemas se disparan a raudales: heterogéneos y cuasi monocromos, múltiples e idénticos - en el anverso del sentido-, dispares y pare­jos en su concepción sintáctica y en su diseño rítmico. Y llevan en su embrión estético otro riesgo: no condicen con las hablas poéticas 'validables' del fin de si­glo (o, más bien, de todo el último si­glo). No vanguardizan la palabra, no la requieren para especular en un enuncia-

ffi'. 10 18 de agosto de 2000.

do problemático, no dan cuenta de quie­bres, fisuras o búsquedas incesantes de sintaxis lingüísticas e ideológicas que se explicitan en su misma enunciación como esos quiebres, fisuras o búsquedas incesantes.

El discurso lírico de Casal se saltea ese callejón o puente de experimentos estéticos -a algunos comensales esto puede decepcionarlos o invitarlos a la no lectura- , br inca sobre la adolescente madurez de la vanguardia, e hinca el filo lírico en un r asgo, que, en su poesía, de­viene como sustantivo: la emocionalidad. Poesía desde la emoción para la emo­ción. Quien no pueda experimentarla así, queda fuera del circuito. Clavarse el pu­ñal de las palabras en clave sensible, es el asunto:

"la poesía es como un puñal/ afilado y terrible/ amante cruel/ que apenas nos deja/ lugar al sueño y a la muerte." (Pág. 235)

La misma poesía es sensible a los tiempos históricos. Se permite la función especulativa (porque refleja visos de la realidad) y, paradójicamente, al mismo tiempo, se toma abortiva, infecunda, si­lenciosa, cuando el terror es un mal pú­blico y se cuela en los espacios privados: "en mi país sórdido acribillado/ poesía duro espejo/ poesía muro infranquea­ble". (Pág. 224)

Poesía testimonio, voz que acusa y señala, dedo en ristre. Señal hacia la os­curidad en espera de la luz:

"Hoy se me caen los ojos fusilados/ con tres gendarmes enfrente de mi puer­ta/ adentro de mi patria". (Pág. 23)

Atenta a los tópicos de la poesía uni­versal, la lírica de Casal testimonia tam­bién sobre los avatares del amor, sobre el pathos de la soledad, sobre la inminen­cia de un tiempo que viene, de otro que fue y que, sin embargo, parece no trans­currir; avisa del dolor de la condición humana y de las ambiguas relaciones entre vida y muerte: "ya no estoy en la vida/ pero puede desencadenarse/ el mundo sobre mí/ llevo una muerte dor­mida/ en las tres últimas campanadas". (Pág. 92)

El INFIERNO ES UNA CASA AZUL

s.lvaCalCll

Asistimos a la construcción de un mundo articulado con sus trasmundos que son meros reflejos del primero, o parte de él, porque si "el infierno es una casa azul" (pág. 209), "el cielo/ no es cie­lo/ es una casa ardiendo". (Pág. 218) Las categorías terrestres se p:¡;oyectan en los universos posibles, en los terre­nos infernales y celestiales. O tal vez, los infiernos y cielos están en el baldío más próximo.

Pero también se configura un espa­cio azul, quizás descargado de las con­notaciones modernistas del símbolo ru­bendariano. Presenciamos cómo una tinta azulina que fluye por entre los ver­sos, que otorga color y con ello un am­biguo misterio a lo que roza, atraviesa las páginas del poemario y entrama una región diferente: "la mentira es un vi­drio azul" (pág. 49); es "inútil ocultar los rincones azules de la casa" (pág. 68); "hoy han allanado mi casa/ han desdoblado afanosamente/ sus 'intestinos azules" (pág. 70); "yo vi la tierra suspendida/ en el pico de un pájaro/ y era azul" (pág. 102); "es a rrú que me crece/ un gran árbol desolado y azul/ dentro del vientre" (pág. 200); ''y hay un grito azul moviendo un árbol/ un hombre azul" (pág. 274).

Este libro, cuyo prólogo - extraña­mente fechado en 1983-a cargo de Wal­ter González Penelas es, según me ma­nifestó la poeta, un homenaje al autor de Elegías y otros poemas (19 5 6) y Bosque de espejos (1977), se despliega como un convite a la lectura de poesía, a la reva­loración de la vida y de sus zonas azules, amén del riesgo:

''Vivir es esto/ un desorden soberbio/ porque se parece al olvido/ o a una mesa r ecién puesta/ para comensales ausentes".

GerartÚJ Ciancio

EL INFIERNO ES UNA CASA AZUL Y OTROS POEMAS - Selva

Casal - Libros de T ierra Firme Buenos Aires, 1999 - 318 págs.

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Duelo de recuerdos

Once años después de su publicación en inglés, cuando Swift se ha ubicado ya como uno de los más celebrados novelistas en lengua inglesa, aparee~ la versión espa­ñola de Out of this wurld. Esta fue su novela que siguió a la publicación de El país del agua, libro que difundió su nombre internacio­nalmente. Como en todos sus libros, en Fuera de este mundo Swift explora la forma en que el pasado interactúa con el presen­te. Sus argumentos habitualmente circu­lan en paraJelo entre dos o más épocas, y sus protagonistas tienen la misma tenden­cia a desmenuzar el recuerdo que su autor. La guerra en una narración en presente es poco más que una invención caprichosa. Al colocar las acciones de sus personajes en sus rememoraciones, el relato adquiere un espesor que tiende a convencer al lector de la pertinencia de la ficción. Digamos que para una época atiborrada de ficciones, y desilusionada con las versiones documen­tales de un mundo lleno de máscaras, Swift intenta recuperar esas ganas de creer en la invención que tenemos los seres humanos.

Acciún adolescente

Contrariamente a lo que podría pen­sarse por su fecha de edición en español, El prisiunero de Spandau no es la última novela del escritor estadounidense Greg files. En realidad es la primera, anterior a su 'hit' Gas letal y su muy buena Terror en la red. Lo que ocurre es que, una vez comprobada la eficiencia de los libros de llies en el merca­do de habla hispana, Emecé decidió tradu­cir y sacar a la venta su ópera prima.

El tema de El prisionero de Spandau ( ori­ginalmente Spandau Phoenix, mucho más sugerente) es una impostura y la persecu­ción que ésta desencadena. Rudolph Hess, el último prisionero de la prisión alemana de Spandau se ha suicidado. Lejos de im­plicar el cierre de la era oscura del nazis­mo, su muerte abre numerosas interrogantes, la primera de ellas, ¿era real­mente Hess quien apareció colgando de un cable en su celda? Luego de la demoli­ción de la nefasta prisión, un joven oficial de policía alemán de guardia en las ruinas encuentra unos papeles que parecen con­firmar la histórica farsa: el prisionero de la celda número siete nunca fue Hess sino un doble. A partir de ese descubrimiento se desata una sangrienta cacería que involucra

Fuende este mundo

La elección de dos voces, que en ocasiones se refieren a los mis­mos hechos vividos por ambos, habilita una lectura que llene la­ .

~

gunas; padre e hija están impedi- __ ..........,., . .,. . ....,.......,,.,, ....

tura de la continuidad tem­poral, multiplicidad de vo­ces), y a la vez conseivar aJ­gunas características clásicas (estructura jerárquica de personajes, anécdota pre­dos de percibir algunos aspectos

de su relación que el lector puede deducir. Esos huecos son suficientemente amplios como para que el juego no se trate de un simple rompecabezas, sino de una inteiven­ción activa del lector en la reconstrucción de sus historias personales, de sus caracte­res. Esta actividad intensa del lector, sin embargo, es dificil de notar, entre otras co­sas porque le permite sumergirse en su pro­pia historia personal. Una narración diná­mica, una leve intriga bien sostenida, una prosa compacta y ágil hacen que la lectura se realice sin pensar en la compleja cons­trucción del relato.

Poco perfilados, los personajes de Swift no son tan importantes como su capacidad de rememoración. El novelista parece to­mar casi todos los rasgos de la novela del siglo xx (recuerdos, monólogo interior, rup-

a la Policia de Berlín Occidental (la acción se sitúa en 1987, dos años antes de la caída del muro), la KGB, la Policia secreta de la RDA, la inteligencia británica, el ejerci­to de los FE uu, elMossad, un par de libios y algunos sudafricanos. O sea, casi cualquier organización que tenga armas y esté dispuesta a usarlas.

Con el precedente de Terror en la red, si bien la lista de intereses involucrados es casi irrisoria, era dable es­perar de parte de llies un tratamiento cer­tero y corpóreo de los héroes, cierta lógica en la acción y un estilo tan llano como efi­caz. En esa novela, los protagonismos eran sólidos, las relaciones entre los personajes eran realistas y estaban bien construidas a los efectos de la trama. mes lograba ade­más crearun clima de horroroscuroyopre­sivo que mejoraba sensiblemente varios formulismos que aparecían aquí y allá.

En esta novela no está casi ninguno de los elementos favorables que el escritor había mostrado. Peor todavía, en su pri­mer libro files muestra una deuda grande y evidente con los libros de ese agente del Departamento de Estado disfrazado de es­critor que es Tom Clancy: docenas de per-

sentada con claridad, ubicación es­pacio temporal precisa). Podría tra­tarse de una operación resultante de un estudio de mercado al estilo de Eco, en busca de lectores esnobs que quieren sentirse actuales pero le te­men a lo nuevo, si no fuera porque no hay concesiones: se trata de un texto veraz consigo mismo, coheren­te, de un autor sofisticado, capaz de evitar las tentaciones del juego 'cul­turoso'.

Carlos Rehermann

FUERA DE ESTE MUN­DO - Graham Swift -Anagrama

- Barcelona, 1999 - 204 págs. -Distribuye Gussi

sonajes entran y salen sin que se sepa bien para qué, los 'buenos' son monolíticos y los 'malos' son hasta feos. N i qué hablar de los claroscuros y las ambigüedades que llies construyera en varios personajes de Terror en la red: en El prisiunero de Spandau los roles son tan obvios y transparentes como en una película de indios y vaqueros. Al mejor estilo de los

best sellers de acción berretas, el final es apoteósico, explosivo y francamente bobo. Salvo por algunos comentarios geopolíticos interesantes, el promedio de la primera novela de llies es más bien pobre y plagado de recetas.

Por fortuna, en sus libros posteriores Greg files supo encontrar una voz relativa­mente propia y eficaz para contar lo suyo. Desafortunadamente, en El prisionero de Spandau todavía estaba muy lejos de en­contrarla.

Fernamk> Santullo Barrio

EL PRISIONERO DE SPANDAU - Greg IDes - Emecé

Buenos Aires, 1999 - 652 págs. Distribuye Emecé:

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HISTORIA CRÍTICA DE LA LITERATURA ARGENTINA Vol 11. l.a narración gana la partida - Di­rección general de Noé Jitrik/ Direc­tora del volumen: Eisa Drucaroff - Emecé - Buenos Aires, 2000 - 579

la relectura del 'objetivisrno francés' y el naveau roman; por otro, las repercusiones de la 'narración infinita' que inventara Manuel Puig; el estudio de los particulares cruces de ficción y política de Tomas Eloy Martínez y Osvaldo Soriano; el análisis de las narraciones fe­meninas del periodo (el cuerpo y sus excesos, el erotismo, la vida familiar burguesa y otros tópicos, desde una "habitación estética 1 realista''). Pero también la recuperación de la narrativa histórica; págs. - Distribuye Emecé.

Dirigida por Noé Jitrik, esta Histmia críticadelaliteraturaargmtinallevayaonce .

qué sucedió en el plano de la literatura funtástica y la ciencia ficción (Luisa Valenwela, Elvio E. Gandolfo, Angélica Gorodischer); las consecuencias del bomn y la consolidación de una literatura infantil; volúmenes publicados, y todavía prome­

te algunos más. Bajo el lema 'La narración gana la partida', el volumen Nº 11, dirigido por Elsa Drucaroff, propone la pre­misa de un auge de la narración argentina durante la mitad de los años setenta, la década del ochenta, y su natural evolución hasta el presente. En el prólogo que fuma la directora del volumen se explicita esa tesis sobre "un periodo en que la narración se impuso con una legitimidad particular, adquirió un prestigio específico en un imaginario de expectativas liga­das a una gran expansión de la escritura y a una no menos fuerte problematización de la lectura". El hecho es que la narración y particularmente la novela fueron sentidas y en­tendidas como la cifra definitoria de un verdadero escritor. Es de este espíritu y de la producción literaria que lo expresó, de lo que se ocupa el volumen. Veíntidós artículos que enfrentan el auge de la narración no ya desde capítulos monográficos de autor (aunque hay algunas excepciones, como los destinados a Manuel Puig,JuanJ osé Saero Ricardo Piglia) sino más bien

las líneas de búsqueda experimental y la recuperación de la historie-ta; las experiencias narrativas del exilio (Cap~ Wtlcock, Héctor Bian­ciotti) y la incidencia de Gombrowicz, en ésta y otras novelísticas.

PAIABRADEBIOY. Omversaciones con Sergio López - Emecé - Buenos Aires, 2000 - 217 págs. - Distribuye Emecé.

Cuenta el periodista Sergio López que un día se animó y después de unos cuantos balbuceos in­conducentes sobre el estado del tiempo, consultó a Bioy Casares sobre la remota posibilidad de es­cribir un libro de conversaciones. "Si le parece em­pezamos mañana a las once", fue la respuesta al

atentos a la definición de fenómenos de orden literario: por un lado

otro lado del teléfono. Desde 1991 y por un periodo de nueve años Sergio L9pez frecuentó el elegante pensamiento de este elegante escritor. Este es el comprimido resultado de unas charlas que, dis­tendidas y afables, revelan esa "forma suprema de la cortesía, de la inteligencia y la piedad" de la que gozaba Adolfo Bioy Casares.

Ganas y let:ras XXV

Escribir vida (Il)

Para mediados del siglo XIX, la épica byro­niana de la biografia dio un giro. Baudelai­re, se puede decir, transformó al romántico en un gótico, un héroe dúplice, enclaustra­do, incomprendido. Un nerd llamado dan­dy, de ritmos vitales bajos - por un lado-, despreciado por el bullanguero burgués que se movía a ritmo de máquina industrial, que ni bien se decidía a amonedarversos se trans­formaba en rey del azul, en médium simbo­lista y en titular de un emporio privado de sinestesias y encimas hiperestésicas.

Era, en buena medida, la entronización de una neurosis, de aquel que se manifiesta incompetente para la vida pero titín para la escritura. En buena medida, este trastorno precedió a los supethéroes de historieta que, como los de la Matvel, cuentan con genes mutantes para confrontar el Mal, pero son relegados en la pequeña batalla cotidiana por alcanzar pequeños éxitos y un mínimo de re­conocimiento. En castellano, Rubén Darío, mutante con "manos de marqués y sangre de indio chorotega", fue el gran difusor, a través de su poesía, del sobremundo hiper­estésico. Esto se daba por inferencia, ya que de su ideal femenino "futal, cosmopolita",

ru: 12 18 de agosto de 2000.

se infería el don del poeta de ser el único capaz de advertir el carácter imprescindible de esa ideación.

Más que la biografia, el héroe moder­nista pasó a ser un avatar del humor: la neu­rastenia. Y lo que se hizo imposterg:ilile con la modernidad fue el mercadear, con los ver­sos, un relato alternativo. Primero era im­prescindible leer detrás de la lírica una bio­grafía; ahora, una anomalía que superaba el caso clínico. l.asvanguardias, por último, tras­ladaron esto al manifiesto, y cada poema no era más que la actualiz.ación de determinadas nonnas productoras del texto. En tiempos en que cobraron fuerza las nociones colectivistas, lo que fuera sinestesia o neurastenia se trans­fonnó en ismo; el poema se hizo manifesta­ción de lo ya manifiesto (una versión indivi­dual deunmovimientn plur.tl). D&ieentonce; heµios venido leyendo lo litenrrio, y específi­camente lo poético, a partir de estos rasgos neurótiro;: tiene que haber por alguna p:rrte ciem inscripción que trasciende al verso, que pueden ser emblemas (el albatros de Baude­laire, el estro parnasiano-modernista, etcéte­ra), marcas registradas de fübrica (el fetv0r maquinista deMarinetti, las asociaciones des­quiciadas del surrealismo). Si se lo piensa, toda esta tradición que desde el primer romanti­cismo viene renegando de retóricas se ha afa­nado por aherrojarse en poéticas, y estos he­rrajes, ni bien pasa el frenesí que impone cada

ismo, dejan prontamenteenvejecidalas obras, forzándonos -para tolerarla&-- a leer en cali­dad de historiadores.

Hay episodios de esta epopeya autnral que hoy todavía se reciben con gratitud. Uno, por ejemplo, el del Prufrock, de T S Eliot, que es meramente un antihéroe, al que nada le es dado: las mujeres hablan de cosas que no entiende y las sirenas cantan, en efecto, pero no para él. En definitiva, el apocado Prufrock sólo cuenta que no está a la altura de ninguno de los héroes literarios que pres­cribe la tradición. Otro, por anacrónico y desmesurado, seria el creado por Sandro y Anderle: un histérico entrañable que - mer­cachifle de toda esa tradición- promete una galaxia de sorpresas: "tengo un mundo de sensaciones". Como se sabe, fue a ese tem­blororo "gitano" a quien las recatadas hispa­nas de los sesenta y setenta (que, en buena medida, habían sido educadas en los sÚJto­mashistéricos del modernismo) primero des­pojaron de vestiduras. Todavía hoy, Roberto Sánchez, Sandro, de bata bordó, héroe ca­duco pero irredento, conmociona corazo­nes: un testimonio de que, en tanto no apa­rece un lenguaje que logre derribar toda esa tradición heroica, la lírica se vive, por sobre todo, como una nostalgia.

AmirHmred ohame®chasque.apc.arg

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Plata y oro, sí

Una taza blanca sobre un mantel de hilo. El pájaro que baja y sube otra vez al árbol. Muchas hectáreas de césped. Más o menos así es el nuevo disco de Neil Young. Empeñado en seguir des­cubriendo gemas entre el desorden. Poniendo armonía donde no siempre la hay. "En el fondo no tengo más que una meta: construir cosas hermosas", decía Young en una reciente entrevis­ta, "y a partir del momento en que empiezan a vivir por sí mismas, irme en otra dirección. Si hace falta que ca­mine por encima de lo que acabo de levantar para continuar avanzando, lo haré sin ningún remordimiento. Mi mensaje es muy claro: no quiero ver­me frenado por lo que ya hice". En más de treinta años de carrera el músico adoptó el género que más le apetecía

en el momento, rock, folk, country, rock sinfónico y hasta new wave, en grupo o solitario, más o menos eléc­trico y rabioso. Y cada tanto regresa magistralmente -como en este caso- a la estética del legendario 'Harvest', con tomas directas y discretas bases rítmi­cas para su guitarra acústica, que lo acompaña en una canción mejor que la otra. Cantautor siempre diferente a su espejo. Con esa voz que le viene de un planeta aún no descubierto. "A esta altuia ya no voy a hacer volar en peda­zos mis fronteras'', continúa diciendo, "mi música tiene sus propias estacio­nes, que se suceden naturalmente. Pero no por eso tengo temor a repetirme: nunca vi dos primaveras o dos veranos idénticos ... La mayor parte del tiempo me abro a los sonidos de la naturaleza,

Cada vez que el señor aparezca, siempre, todos deben ponerse de pie, durante el tiempo necesario, y no hablar palabra

"Mejor que el silencio, sólo Joao."

a la sinfonía que se reinventa to­dos los días alrededor de miran­cho. Hay una música en todo eso. No conozco nada tan inmediato ni tan vivo."

Así, como una vaca que cie­rra los ojos. Como un perro fren­te a la playa. Como el cartero que entregó todas sus cartas. Como una niña que baila y baila y bai­la. Más o menos así es el nuevo disco de Neil Young.

Fidel Sclavo

SILVER & GOLD - Neil Young- Reprise - Cd 47305-2

F. s. JOAO VOZ E VIOLAO -

J oao Gilberto - Universal/ Mercury - CD 546713.

18 de agosto de 2000. f\:l: 13

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ASUNOÓN EN VERSO

El general C>viedo, la. poesía y las cortinas metálicas

Quizás el encuentro de Asun­ción <1> no pase a la historia, o tenni­ne por aceprnrse la versión de que la detención por esos días en Ciudad del Este del requerido general Lino Oviedo no se debió a un pacto en los pasillos del poder sino a la conspira­ción de la poesía. El día en el que el General aparecía en todos los me­dios con peluca y falso bigote era el tercero de 'Poetas en la bahía', inau­gurado con pompa azuncena el miér­coles 7 de junio, y que se prolongó hasta el domingo 11. Era la primera vez que la ciudad mediterránea, la 'isla de tierra', recibía tamaña delegación de vates: ochenta prometieron los anfitriones, los poetas Jorge Montesi­no y Sonia Trranti. Más de sesenta, finalmente.

A medida que iba cayendo la tar­

de, las sambras sobre presidente fran­co resultaban más agobiantes. Ago­bio, era la palabra para trndudr sus

sentimientos. Un agobio que bahía visto avanzar ya esa '111UÍÍana, diáfana, entur­biada, por la presencia de mntos y tantos vigilantes. ''Nadie aquí parece reparar en ellos", wmentaría lzrego, a sus amigos.

Miércoles a la mañana: a las siete hora local nos espera una ciudad de Asunción que algunos desconocíamos. Nos jala la ciu­dad, con su bullicio ferial. Las calles Palma y Estrella, en pleno centro, son una exten­sión del mercado todopoderoso, pero en estilo frontera. Múltiples vendedores, de relojes, cambistas, niños inhalando cemento acurrucados sobre una cortina metálica, taxis a velocidad desaforada, micros sortean­do el tráfico a través de la banquina. Y ca­mionetas caras por donde quiera se pose la mirada. País de contrastes: los poetas son interceptados en plena tarde y hay quien les solicita autógrafos. Parecen existir, acá.

Una cuadra para la casa presidencial, mnuraJlaáa, como qui,zás en tiempos del general. Nada parece haber cambiado. Quizás ni siquiera esta María Paula ái.­fiere demasiado de aqueUa que cmwcW en otro tiempo, en otro país, frente a un vaso de cerveza de otra marca.

María Paula, su sonrisa incumprensi­ble entre mnm milicia. BriUante, con bri­llo sólo visible para unos pocos. Siempre es así, P<Jr otra parte. ''Uámame, el domin­go, cuando regrese de San Pedro."

Supo que no la llamaría. Que preferí-

Rl 14 18 de agosto de 2000.

ría ese dato inconcluso que surgía de sus <(jos, la promesa, la et.ernidad de esperarla sin posibilidaáde acertijo o de nada. Dudó, ese domingo, sin embargo.

Miércoles a la tarde. Un universo va­riopinto de poetas, dignatarios municipa­les, del gobierno nacional paraguayo, de la Unesco y estudiantes llenan la sala Tom Jobim de la embajada del Brasil, en la Ave­nida Perú de Asunción. Es el comienzo del encuentro. Sus organizadores, dos poetas argentinos residentes desde hace ya años en Paraguay: Jorge Montesino (1962), na­cido en las costas del Río Uruguay, en Con­cepción del Uruguay, Entre Ríos, radica­do en Paraguay desde 1989, y su mujer, Sonia Trranti (1962), coreógrafa, nacida en la ciudad de Corrientes.

El día se cierra pasadas las nueve de la noche: le toca el turno a las perlormances, ese pastiche resultante de la fusión de lo teatral con lo poético, a medio camino en­tre el continuar la tradición oral y la explo­ración de lo escénico-gestual. Nuestra Marosa Di Giorgio y su espectáculo Dia­dema, en elJuan de Salaz.ar, centro cultural del ro en Paraguay.

A excepción del Festival anual en Ro­sario, Argentina, no hay en este costado del mundo eventos que nucleen a escritores de la región, en este caso del Mercosur. El encuentro fue definido por sus organiza­dores como "de la poesía emergente'', y tuvo un marcado acento provinciano: poe­tas en su mayoría del norte y este argenti­no, Entre Ríos, Santa Fe, Corrientes y Misiones; de Matto Grosso, de la frontera con Paraguay, entre los brasileños (que su­maron alguna módica representación ca­rioca y de San Pablo); y una nutrida dele­gación wuguaya. Once vates, entre ellos Marosa Di Giorgio, Víctor Cunha, Elder Silva, Marianella González, Helena Cor­bellini y Jorge Olivera. Sólo un poeta bo­naerense, Reynaldo Giménez.

Seguramente el acento en lo 'emergen­te', calificación discutible, se comprende por tracirse de un festival celebrado en Para­guay, país culturahnente más cerca del norte y litoral argentino, del oeste brasileño, que delas metrópolis. Y probado esci que Mon­tevideo es una provincia más.

De todas maneras, la calificación de 'emergente' no es aplicable al menos a algunos de los participantes en el en­cuentro: la poeta rosarina Nora Hall, Enrique Butti, narrador y poeta santa­fesino, el carioca Marco Luchessi, o los uruguayos Marosa Di Giorgio y Víctor

Cunha, para nombrar algunos.

Esa rroche, viernes, mientras avanza­ban en el desvencijado autobús por la calle Colún, rumbo a Sajonia, e<mservaba aún esa sensad6n de agobio, de territmio sitia­do, del que sólo se liberaría varios días des­pués, al cruzar la frontera de regreso. (¿Existe una frontera de regreso? Le es inevimble preguntárselo ah<Yra, quizás sin consecuencias.) Fue hermoso verte, como hernwsa la cerveza, fría, de una marca que no conocía.

Eran las tres, quizás cuatro de lama­ñana cuando decidieron interrumpir la algarabía, que de otro modo se habría prolongado inevitablemente hasta el amanecer.

El encuentro fue valorado como am­pliamente positivo, esencialmente como oportunidad para levantar por un momento las cortinas y balcanizaciones que compar­timentan nuestras prácticas literarias. Tan lejos y tan cerca, tan hermanos y tan aje­nos, fue un ejercicio de acercamiento, que en lo literario es posible se multiplique en otros eventos e iniciativas. No hubo decla­raciones en este encuentro, y nadie recla­mó por ellas. En todo caso coincidencia en la necesidad de "contra la malversación" generaliz.ada en nuestras sociedades, opo­ner "el buen verso", en palabras de Edgar Montiel, representante regional de la Unes­co, entidad patrocinadora del encuentro, en la apertura. La programación incluyó puntos altos y especialmente reveladores. A modo de ejemplo, una conferencia dic­tada por el sacerdote Bartolomeu Meliá a propósito de la poética en la lengua y cul­tura guararú. Cartografía de lo que desco­nocemos, para los de este lado del río.

Cruzar la frontera. Eran quizás las nueve de la noche, qui,­

zás las siete. Lzregv de atravesarmimíscu­los e inexplicables villorrWs. Otra vez los gendarmes, pero ah<Jra menos impunes, salvo con unos peruanos que viajaban con nosotros. Se sabe, las hinchadas del ascen­so siempre son patotas, y mádicos "pro­motores de disturbios" en primera. Así sucede con los "tipos que 'fUlCÍerrm en el país equivocmkJ.

Luis Pereira

(l)Poetas en la bahía, encuentro de escritores del Mercosur celebrado en Asunción del 7 al 11 de junio.

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Todo a 88

En la ciudad de Nueva York había una tienda en la que todos los objetos de consumo podían adquirirse a ochen­ta y ocho centavos de dólar. Segura­mente no fue la primera de esta clase, pero sí una de las más famosas. Ahora también en Montevideo hay pequeños comercios de precio fijo, donde la com­pra se motiva a sí misma. La posesión del objeto comprado adquiere valor sin importar el objeto. Lo que vale es el acto de la apropiación mediante una compra.

Se trata de una rotación de la moti­vación -puesto que un razonamiento simplista favorecería la idea de com­prar algo, y no de comprar algo-, que invade muchas áreas de la cultura.

Las noticias de la mañana ofrecen ejemplos de la nula importancia que tiene el contenido. (Por lo demás, la forma indirecta de pago por el acto de escuchar la radio no debe engañarnos con respecto al carácter de comprador que tiene el oyente.)

El origen del despropósito de los temas informativos debería buscarse en el nacimiento del boletín meteo­rológico. No fue sino hasta la década de 1950, cuando se dispuso tanto de buenas redes de comunicación como de instrumentos sofisticados de me­dición de la velocidad del viento, la presión y la temperatura en todo el espesor de la atmósfera, y, por otra parte, cuando las computadoras estu­vieron disponibles para realizar cálcu­los complejos, que el desarrollo de la

Acaso

ciencia del clima adquirió su madurez. Si uno quiere, puede considerar casual que el desarrollo del marketing y la pu­blicidad haya sido contemporáneo con el surgimiento de los boletines meteo­rológicos.

Si bien es indudablemente útil, ya que permite tomar diversas medidas de pro­tección, el boletín meteorológico radial no tiene ninguna utilidad. Tanto nos hemos acostumbrado a recibir diaria­mente el dato numérico de la tempera­tura del aire, la humedad relativa y la presión, que nos parece que esos núme­ros nos informan algo. Pero casi ningún escucha sabe qué es un hectopascal (se­ría mejor que supieran quién fue Pascal, o qué relación hubo entre Pascal y Newton para que la física los relaciona­ra mediante el homenaje de poner sus nombres a ciertas unidades), y casi nin­guno es capaz de vincular el porcentaje de humedad con la temperatura que lo detemúna en ese momento: el boletín meteorológico permite una sustitución de la sensación corporal personal por un conjunto de datos sin significado. Pero nos hemos acostumbrado a prestarles atención, o al menos a considerar ade­cuado que al comenzar el informativo se mencione la temperatura y la hume­dad del aire.

Lo que importa entonces es el hecho de recibir el informe (como oyentes, mediante la compra indirecta de tiempo de antena, el valor por el que la empresa emisora evalúa el discurso que difunde). Ese acto implica que el escucha es una

persona previsora: sabe si debe lle­var abrigo o paraguas cuando sale por la mañana hacia su trabajo. También es un abandono de la re­ligión: Dios no proveerá. El infor­me meteorológico tiene una fun­ción, como discurso, similar a la fábula de La Fontaine de la ciga­rra y la hormiga. Nos enseña a ser previsores y ahorrativos. El bole­tín meteorológico es una escuelita de ahorristas.

Coincidente con todo a ochen­ta y ocho y el informe del tiempo, pero mucho más cómico, es el con­junto de informaciones económi­cas que propalan las radios por la mañana. El índice NASDAQ, el Dow Janes, los porcentajes de alza o baja de las bolsas de Tokio o Londres, ocupan un dilatado tiempo de an­tena.

Sería bueno conocer cuántos oyentes saben realmente qué es una Bolsa de valores, cómo se define el Dow Janes o qué significa el NASDAQ.

Se puede sospechar que pasarían la prueba menos de una docena. Saber que Rembrandt usaba blanco de plo­mo, Monet blanco de zinc e Iturria usa blanco de titanio en sus pinturas, sería tan útil para la audiencia como cono­cer el Dow J ones de ayer; el carácter de la información inútil que acepta una comunidad ilustra profundamente acerca de su personalidad.

[email protected]

~ Nlí!TOSll

Mitad de la luna roja. Es la hora en que actúan los tucu-tucus, los topos familiares, blancos, negros, blan­cos con rayas negras, negros con rayas blancas. La carita picuda, el sacón sedoso. Roen las raíces de oro y de plata de los claveles y las clavelinas; se erizan de miedo las

rosadas flores de miel; pero ellos prosiguen los vericuetos de la pared, de la subtierra, hay asamblea, convocación, un silbido, un tamboril.

.. . Soplan lejanos vientos. La luna vuela. Acaso es tan tarde diabólico ayer.

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g o 1 p e

Magdalena Gutlérrez

ru: 16 18 de agosto de 2000.