1. La Vida Intelectual y Artística

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La vida intelectual de Europa. Es la historia.

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  • 5- VIDA INTELECTUAL Y ARTfSTICA

    Es SOBRE todo en el flujo de ideas y en el creci- miento de la %Irida intelectual, donde se puede observar un rpido desarrollo en la Europa del siglo m. Fue solamente en el mundo intelectual donde se pro sent un cambio relativamente rpido y una rpida adaptacin a los nuevos conocimientos y circunstancias. Y este cambio intelectual, as como los ms lentos que se operaron en la vida econmica y social, se - leraron a partir de la dcada de 1750.

    El elemento de crecimiento ms obvio en ia viaa intelectual del siglo xvlu lo constituyeron las ciencias fsicas y las ideas y suposiciones relacionadas con ellas. Durante este periodo no produjo Europa ningn cien- tfico de la taRa de Newton o de Galileo. Ms que hacer fiuevos descubrimientos fundamentales de na- turaleza transcendental, explot e increment el acervo de ideas y conocimientos cientficos que le haba sido legado por los gigantes del siglo anterior, refinando,

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    elaborando y dando a conocer sus ideas. Ahora por vez primera ~ se empezaba a divulgar entre las clases educadas de Europa algn conocimiento de sus des-

    - cubrirnientos y de lo que implicaban. El inters po- pular por las ciencias fsicas creca rpidamente. Se ha calculado que en el periodo de 1750-89 se fundaron poco menos de 900 publicaciones peridicas cient- ficas (por supuesto, la vida de muchas de ellas fue eEmera) contra solamente unas 35 en el periodo de 1665-99. An ms, las publicaciones peridicas e s a - cialmente ''. xari :on frecuencia impriman artcu- los de ini j cb fico o tecnolgico, seal de que

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    apenas estaba empezando a surgir una clase de verda- deros especialistas en las ciencias y de que un inters

    J en ellas todava se poda considerar como parte del acervo intelectual del hombre educado comn. Ya en 1693, el gran filsofo inglb John Locke haba dicho que un caballero debera "adentrarse" en la filosofa natural "a fin de estar preparado para la conversa- cin". Incluso hubo intentos de usar mtodos cient- ficos y cuantitativos para resolver problemas sociales; as por ejemplo, el escritor italiano Tomasso Ceva, en su De Re nunrmmia (171 l), intentb por primera vez tratar matemticamente los problemas monetarios, y un grupo de sabios, aplicando los mismos mtodos a los problemas del promedio vital, fund la ciencia de la demografa. Para mediados del siglo estaba de moda en toda Europa el hacer experimentos cientficos y el asistir a los cursos de conferencias pblicas sobre ciencia elemental, que se estaban haciendo tan comu- nes. El xito de los trabajos cientficos populares, tales como el Spectacle h la nature (1732), del Abate Pluche, y la History una Present State of Electricity (1767), de Joseph Priestley, fue otra prueba de este creciente interh. Por supuesto que fue esencialmente un inters de dibttante y de poca profundidad; ya algunas ramas de la ciencia se estaban volviendo d e masiado complejas, y sobre todo demasiado matem- ticas en su lenguaje para ser fcilmente comprendidas por el lego. Pero era un nuevo y sorprendente fen- meno, del cual se haba visto pocas seales durante el siglo m.

    La actividad cientfica del siglo m n tena serias limitaciones. En fisica, astronoma y matemticas, que contaban para su desarrollo con las vastas realizacio.

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    ron importantes resultados indirectos. Produjeron in- cluso en aqullos incapaces de seguir sus refinamien- tos o su expresin matemtica, una nueva confianza en la capacidad del hombre para entender y dominar su propio medio ambiente, y una nueva fe en el poder de la razn para penetrar en los misterios del uni- verso. Tambin fomentaron una marcada preferencia por el razonamiento deductivo, a partir de principios originales relativamente sencillos, como el medio ms efectivo de atacar cualquier problema, conforme avan- zaba el siglo. Esta actitud tendia a influir cada vez

  • la viruela, la cual se estaba generalizando en las lti- mas dbcadas del siglo, mucho antes de ser descrita en 1798 por Edward Lenner, pas por encima de todas las teoras mdicas aceptadas; sblo en la segunda mitad del siglo siguiente se entendieron sus trabajos. Esta brecha entre la teora cientfica y la prctica profe- sional o tecnolgica se observa repetidamente en la historia del periodo, especialmente en el hecho de que pocos de los grandes inventos en que estaba basada en gran parte la Revolucin Industrial en la Gran Bretaa deban algo a las ciencias, y que muchos de ellos eran obra de gente de poca escuela. (La excepcin impor- tante es la mquina de vapor, cuyo desarrollo fue in- fluido considerablemente pbr el del conocimiento cien- tfico, y el cual se efectu6 en una atmsfera cientfica.)

    La influencia de las ciencias fsicas sobre las ideas polticas fue considerable, aunque indirecta. Muchos escritores, especialmente durante la segunda mitad del siglo, solan suponer demasiado fcilmente que el mundo polftico y social se poda entender de la mis- ma manera y por los mismos procesos que el fsico. Ya se saba, o se pensaba que se saba, que el movi- miento de la materia en el espacio estaba regido por re- glas generales relativamente simples. Se daba por sentado muy fcilmente que reglas similares deberan regir el comportamiento humano. Su conocimiento dara al hombre el poder para controlar la sociedad en la cual viva, para reconstruirla de acuerdo a un plan ms racional y para hacerla ms justa y eficien- te. Se asegurara as para s mismo la felicidad que en los crculos "ilustrados" se consideraba cada vez ms como un derecho y no como una anormalidad afortu- nada y transitoria en un mundo incomprensible y ge-

    neralmente doloroso. Esta corriente de pensamiento se puede observar ms claramente, aunque en diferentes

    k formas, en Francia durante las dcadas centrales y finales del siglo en las obras de escritores como d'Alem- bert, Helvtius y d'Holbah. Sirvi de base para mu- chos de los artculos, aunque no para todos, de la famosa Encyclopdie rakonne des sciences et d e s arts, inspirada por Denis Diderot, la cual se empez a publicar en 175 1. Era profundamente optimista, no tanto acerca de la naturaleza humana como de lo que se ~oda hacer para y por los imperfectos seres huma- nos por medio de la marcha de la razn, expresada en el progreso de la ciencia y en la reconstrucc i* nal de la sociedad.

    I Las debilidades de esta actitud son facues de ver en perspectiva dos siglos despus. Estaba generalizada

    , y era intelectualmente absolutista; haca caso omiso de la medida en que la sociedad y sus neceSidades y

    1 aptitudes diferan en diterates partes del mundo y en &pocas diferentes. Muchos de los pensadores de la Ilustracin -el gran movimiento de ideas liberales y frecuentes iconoclastas que se generaliz por toda Eu-

    l ropa en las dcadas centrales del siglo-, crean dema- siado fcilmente en la existencia de principios fun- damentales, vlidos para todos los tiempos y lugares e inherentes a todas las sociedades humanas, al igual que lo era la fuerza de la gravedad en la materia. Era una actitud profundamente apartada de la historia. El siglo xvm produjo gandes historiadores, tales como el ingls Gibbon (1737-94), el italiano Giannone

    ' ( ( 1 7 6 - 1 7 4 8 ) y el alemn Schlozer (1735-1809), y a un gran filsofo de la historia, el italiano Vico (1668- 1744). Pero fue en general una poca que no produjo

  • historia, al igual que las otras anteriores al siglo m; le faltaba la comprensin imaginativa del pasado, lo cual constituye la marca distintiva del ms grande ti o de historiador. Es raro encontrar durante este peno a o algn esfuerzo sistemtico para explicar los fen6 menos sociales o polticos segn su crecimiento a tra- vs del tiempo. La Edad Media en particular era con- siderada con desprecio (excepto una pequea minora de sabios, entre ellos el alemn Jusms Moser), a pe- sar de que se hicieron muy pocos esfuerzos para estu. diarla seriamente o para descubrir por qu esta "incom- prensible aberracin de la mente humana", como la llamara Kant, haba durado tanto tiempo. Esta Ealta de sentido histrico priv a gran parte del pensamiento poltico y social del siglo m de una dimensin im- portante. En particular, sirve para explicar en gran medida la falta de inters por las instituciones, en contraposicin con las ideas generales, que marca gran parte de l. El pensamiento radical en los problemas sociales casi nunca estuvo basado en un examen ver- dadero de los mecanismos polticos y econmicos, tal como pretendi estarlo gran parte del pensamiento del siglo z x , sino ms bien (como en los trabajos de Morellet, Mably, Brissot de Warville, e incluso del mismo Rcusseau) en criterios esencialmente inductivos de un orden social ideal. Las ideas socialistas (por ejemplo, la negacin de que la propiedad fuera un derecho natural, como lo haba afirmado k k e ) esta ban bastante difundidas antes de 1789, por lo menos en Francia, pero eran vagas y sus bases inseguras. Por ltimo, gran parte del pensamiento del siglo xvm es- taba basado en un criterio muy simplificado y poco imaginativo de la psicologa humana derivado en lti.

    mo trmino del filsofo ingls Locke, y popularizado por sus muchos seguidores, especialmente por Condi- llac en Francia y por Hartley en Inglatera. ste insista en que los sentidos fsicos y los datos adquiridos por medio de ellos eran las nicas fuentes vlidas de cono- cimiento, y en que la clave de la felicidad era la adquisicin de conocimiento y el uso de la razn.

    La relacin del pensamiento social y poltico de este periodo que se hizo en los prrafos anteriores, por supuesto, es parcial e incompleta. Las ms grandes fi- guras en la vida intelectual del siglo XMII no fueron arrastradas a aceptar las suposiciones sin prueba y el excesivo optimismo que caracteriz a muchos de sus seguidores. Ni Hume, ni Kant, los dos filsofos mas grandes del siglo, compartan la difundida creencia m "ilusaada" en los poderes casi ilimitados de la razn humana. Voltaire (1694-1778) fue eI mis grande y el ms incansable de todos los propagandistas de la Ilustracin; es significativo que en 1738 haya publi- cado la obra de popularizacin ms influyente, aun que no la mejor, de las ideas cientficas de Newton. Pero no tena creencias polticas sistemticas propias, y su inters en la poltica como tal slo era muy limi- tado. Su odio contra la intolerancia y el obscurantismo (por lo menos cuando su origen era religioso) era ver- dadero y constructivo; pero durante las ltimas dk- cadas de su larga vida su criterio acerca de la naturaleza humana y de la posibilidad de un progreso humano indefinido se hizo cada vez ms cnico. El pesimismo y el quietismo que fundamentan su obra m& cono-

    ! cida, la novela Candide (1759), tienen mucho en co- mn con Rasselas, de Samuel Johnson, publicada en el mismo ao (tal como el mismo Johnson 10 seal),

  • aun cuando la primera fue escrita por un philosqhe anticlerical y la otra por un conservador profundo. Y el pensamiento sobre problemas sociales y polticos, l en su nivel ms alto, no siempre desdeaba a la historia. Se hicieron algunos esfuerzos serios para ex. plicar los fenmenos sociales y polticos en trminos histricos y de desarrollo, especialmente en la Scienza Nuova (1726) de Vico (obra que no fue tomada en cuenta por sus contemporneos) y en Origines Zuris Civilis (1713) de su conciudadano Gravina. Con un punto de vista diferente, el alemn J. G. Herder sub- rayaba, contra el universalismo y cosmopolitismo que dominaban a la Europa ilustrada, la divisin fun- damental de la humanidad en un gran nmero de diferentes grupos y culturas, cada uno con sus propias ideas y valores.

    Sobre todo, los ms grandes pensadores polticos del periodo, Montesquieu ( 1689-1 75 5) y Rousseau ( 17 12- 1778), no encajan en el panorama simplificado de la ; Ilustracin que se ha presentado en los prrafos ante- riores. De todos los escritores que trataron problemas sociales y polticos de la historia moderna, fue Montes- quieu el ms frtil en ideas y uno de los de alcance intelectual ms amplio; en estos aspectos se puede comparar con el mismo Aristteles. Su importancia radica sobre todo en su inters y respeto por los hechos. Fue uno de los pocos pensadores polticos realmente grandes de la Cpoca que estaban profundamente inte- resados en los problemas prcticos del gobierno. Fue casi el nico de entre ellos en darse cuenta de que el buen gobierno, especialmente en estados grandes y : complejos, era difcil de lograr y que no surgira de la aplicacin ms o menos mecnica de unos cuantos

    principios generales desarrollados a pori. Es significa- tivo el hecho de que fue el nico gran escritor sobre poltica del siglo xvm cuyas obras merecieron la am- plia aprobacin de los soberanos y sus ministros. Su obra cumbre, De Z'esprit des k%s (1748), ya era citada como autoridad en el Parlement de Pars apenas un ao despus de su publicacin; el rey de Cerdea orde- n a su hijo que lo leyera, y el bibliotecario imperial de los dominios de los Habsburgo foment su difu- sin. No exageraba, como tantos de sus contempok- neos, los poderes de los gobernantes y de los gobiernos, o su capacidad para reformar la sociedad desde arriba. Su influencia ayud, por consiguiente, a contrarrestar el peligro implcito en algunos, aunque ciertamente no en todos los escritos de Voltaire, de que la Ilus- tracin pudiera degenerar polticamente en una mera apologa del despotismo ilustrado. Algunas de las ideas de Montesquieu, sobre todo su creencia en el poder del clima para determinar la psicologa humana

    , 7 por consiguiente el carcter de las instituciones poli- ticas, eran tan mecanicistas como las de cualquiera de sus contemporneos. Otras eran sumamente esque- mticas y a priozi, especialmente su suposicin de que cada forma de gobierno tena su propio principio dominante: virtud en una repblica, honor en una monarqua, miedo en una tirana. Su uso de ciertos conceptos clave -por ejemplo, Naturaleza y Ley- era tan ambiguo como el de la mayora de los escritores del periodo. Pero son sus esfuerzos para acomodar g a n nmero de hechos a lo largo de lineamientos gene- rales, los cuales se observan sobre todo en su De Z'espit des lois y en menor grado en sus Comid-hations sur les causes de la grandeur des Romains et de leur

  • dkcahnce (1734), los que hacen de l un escritor de la mayor altura. No era un historiador, pero se le puede considerar, cuando menos en un sentido general, como uno de los fundadores de la sociologa. Esto por si slo le da una validez ante los problemas del pre- sente que ha perdido la mayora de sus contempo- rneos.

    Si Montesquieu fue desde muchos puntos de vista el ms moderno de los grandes pensadores polticos del siglo, Jean-Jacques Rousseau fue el mBs dinmico y el ms revolucionano en su influencia. Como tantos de aquellos que contribuyeron al desarrollo del pen- samiento poltico del siglo m -Voltaire o Diderot o incluso Montesquieu- Rousseau no escriba nica- mente sobre poltica, ni era ste su tema principal. Su novela La Nouvelle Hloise (1761), su h i l e (1762), uno de los trabajos sobre educacin de ms visin e influencia que jams se hallan escrito, su auto-revelacin en sus Confessions (1782), son desde muchos puntos de vista tan importantes como su Dis- c m s sur Porigine et les fondaments de 'ingalite pamzi les hommes (1754) o su ms extensamente leido h contrat s o d (1762). Ms que cualquiera de los otros escritores importantes sobre poltica, expres ideas que eran resultado de su propia personalidad tortuosa e infeliz. No era un pensador sistemtico. La historia y el trabajo de instituciones existentes no le in- teresaban. Era sobre todo un visionario; es de esto de donde emanan todas sus flaquezas y su fortaleza. Sus escritos se pueden considerar como una bsqueda con- tinua y frustrada de su autosatisfacci6n y a travs de ello, de la felicidad que siempre lo eludi. Lo que bus- caba era una sociedad que fuera ms esencial, y sobre

    todo ms igualitaria que las de la Europa civilizada, que no lo expusiera a los desaires y ridculos, verdade- ros o figurados, que haba tenido que soportar en los salones de Pars. Busc dicha sociedad con un fervor que era esencialmente religioso; de hecho, desliz6 subrepticiamente dentro de la poltica el elemento religioso que cualesquiera de los otros grandes pensa- dores del siglo buscaba excluir en mayor o menor grado. l mismo admita que sus ideas, de ser prac- ticables, slo lo seran en sociedades pequeas y en gran manera autosuficientes, como su natal ciudad- Estado de Ginebra; su pensamiento fue influido pro- fundamente por recuerdos de su educacin ginebrina. Su nico esfuerzo en hacer una constitucin para un gran Estado, el plan para la reforma del gobierno po- laco, el cual redact en 1771, tena un contenido sor- prendentemente conservador. Su innovacin ms im- portante en el campo de las ideas polticas probable- mente fue el concepto de la voluntad general (volontk gnrale) que figura grandemente en su Contrato social. ste fue sobre todo un esfuerzo por conciliar en un lado el egosmo del individuo, el cual estaba impl- cito en la psicologa de Locke y era admitido por todos los rasadores de la Ilustracin. con el bien comn v 1 4 intereses de la sociedad. este problema central habrian de proponer posteriormente otras y muy dife- rentes respuesta Adam Smith en su Riquezas cIe las Nacioms (1776) y Jeremy Bentham en su Introduction to the Principies of Morals and Legislaticm (1789). Rousseau intent resolver el problema suponiendo la

    1 existencia en toda sociedad de una voluntad general que expresaba las aspiraciones ms altas de esa sacie- dad, y los verdaderos deseos de cada uno de sus miem-

  • bros. Nunca dej en claro cmo habra de recono- cerse esta voluntad general; pero insista en que era diferente y superior a la voluntad de una mera mayora numrica. Sobre todo, se debera acabar con los inte- rese locales y seccionales de todas clases que pudieran intervenir entre el gobierno y sus sbditos impidiendo as la expresin de la voluntad general. El efecto in- mediato de las ideas polticas de Rousseau no fue grande. Pero su radical utopismo y su aspiracin a una sociedad perfecta, igualitaria, y altamente intole- rante, podia tener repercusiones muy serias, como lo habra de demostrar la dictadura jacobina de 1793-94 en Francia.

    El efecto que sobre la creencia religiosa tuvo el des- cubrimiento cientfico del siglo xvm fue considerable; pero es un anacronismo el hablar de un conflicto entre la ciencia y la religin en este periodo. Como resul- tado de los descubrimientos de Newton, el universo fsico pareci reflejar ms claramente que nunca el poder y la perfeccin de Dios. En la Gran Bretaa, y en menor medida, en Francia, los cientficos eran gene- ralmente creyehtes religiosos, cuando menos en un sentido. Ya el estudio de los fsiles estaba empezando a demostrar que el relato bblico de la historia del mundo era insostenible; pero hasta ese momento lo anterior apenas haba empezado a debilitar la fe. gene- ral en la conciliacin de la ciencia con la ortodoxia religiosa. Los rudos ataque a que estaban siendo some- tidas las formas tradicionales de la religin provenan de otras fuentes distintas de las ciencias fsicas.

    El ms importante de estos fue el desarrollo de un criticismo textual e histrico de la Biblia, o por lo menos del Antiguo Testamento. Este criticismo subra-

    yaba Ias contradiciones internas de la Biblia como na- rracin histrica y por consiguiente socavaba cada vez

    S ms la ,idea de la infalibilidad de la Biblia. La seriedad de dichos ataques se puede observar en la fuerza de la reaccin que produjeron en los fieles; la obra ms famosa de esta clase, la Histoire critique dzl Vi- Testament (1678) de Richard Simon, provoc ms de cuarenta rplicas en la generacin siguiente. An ms, el creciente conocimiento de pueblos no euro- peos, sobre todo de los chinos (vase p. 212), provoc crecientes dudas sobre la suposicin tradicional de que la creencia cristiana era la nica base segura de una conducta virtuosa. Si un confuciano, un brahm- nico o aun un salvaje de las llanuras de la Amrica del Norte podan conducirse con tanta moralidad en la vida cotidiana como un europeo cristiano, (acaso no era posible que su relacin con Dios fuera la mis- ma? (Sera que, despus de todo, la verdad y la sal- vacin no eran el monopolio de una Iglesia, o de un sistema dogmtico? Por consiguiente, el conocimiento del mundo exterior, y las comparaciones que con ello se hacan posibles fomentaron en Europa una actitud ms tolerante y liberal en asuntos de religin. Fue, por consiguiente, una fuente principal de la idea de la "religin natural", y del desmo que atrajo a tantos miembros de las clases educadas (Voltaire es el ejem- plo sobresaliente) en las regiones ms avanzadas del Continente. La creencia en la religin natural tambin debi mucho al desarrollo de la fsica y de la astro- noma. Sus grandes triunfos, y la nueva imagen que

    4 dieron del mundo, debilitaron la tradicional visin de Dios como un Padre celoso, aunque amante, preocu- pado por los actos de su creacin, el Hombre. Ahora

  • 176 VIDA ~ L E C ~ U A L Y ART~S'IICA ! se Ie vea ms bien como la fuente de la simetra y de la regularidad que dominaban al universo, como un relojero csmico que supervisaba los trabajos de la mquina que haba construido. Ahora mQs que nunca pareca estar alejado de las inquietudes y alegras hu- manas. Se argumentaba que todos los hombres posean ciertas ideas religiosas innatas: el conwimiento de la existencia de Dios, de que la virtud sera premiada y el mal castigado en alguna vida futura, y de que existan ciertas leyes fundamentales que el hombre debe obedecer en las relaciones con s ~ s semejantes. La obediencia de estas ideas y la reverencia al Dios que continuamente se manifestaba por medio del funciona- miento del universo fsico era todo lo que se nece- sitaba para una creencia y conducta conectas y, por consiguiente, para la salvacin. El ceremonial religioso, las complejidades litrgicas, y las intiles e incluso destructivas sutilezas de la teologa acadmica eran meras corrupciones de la verdadera religin de la na- turaleza. S610 la intolerancia y el propio interks de los clrigos y la ignorancia y sumisin del hombre comn explicaban su continuada existencia. Las virtudes co- tidianas y la moralidad del hombre sencillo, y no el misticismo o el dogma, eran la verdadera esencia de la religin. Se debera resistir cualquier cosa que ten- diera a complicar y a oscurecer su esencial sencillez y, - - por consiguiente, a separar a los hombres entre si ge- :lil nerando disensiones religiosas.

    Esta actitud encontr apoyo entre los legos desilu- ': sionados de las actitudes religiosas tradicionales; tam- - bin afect el pensamiento dentro de las iglesias esta- blecidas. Influy poderosamente sobre la Iglesia angli- ," cana, y explica en cierta medida el crecimiento que

    durante este periodo tuvo el unitarismo como una pequea pero intelectualmente importante congrega- cin distinta de la de la iglesia de Inglaterra. Tuvo gran influencia dentro de las iglesias luteranas de Ale- mania y de Escandinavia, sobre todo en Prusia, donde Ia enseanza de la teologa en las universidades, sobre todo en Halle, era fuertemente racionalista. Tal clima de opinin obviamente favoreca el desarrollo de la lf tolerancia religiosa; y el siglo presenci, especialmente en SUS ltimas dcadas, un movimiento continuo en

    -I en 1703 haban sido incitados a la insurreccin por las .# persecuciones en el rea de Cevennes, en 1787 recu peraron en gran medida sus derechos civiles perdidos En la Gran Bretaa, las restricciones legales que se haban impuesto a los cat6licos empezaron a derrum- barse lentamente de 1778 en adelante. En las tierras hereditarias de los Habsburgo, se concedib la libertad religiosa a los no catlicos en 1781. En muchas par- tes de Europa, especialmente en Prusia y en el Imperio de los Habsburgo, mejor grandemente la posicin legal y social de los judos; ya Locke y Montesquieu haban abogado por la tolerancia para ellos, y ya en la dcada de 1780 incluso en la atrasada Polonia unos cuantos radicales estaban dispuestos a considerar que se

    , les otorgaran derechos polticos iguales. La Francma- ,sonera, con su vago anhelo de razn y virtud, y con

    : -su implcita hostilidad hacia muchos aspectos de las jreligin organizada y de las iglesias establecidas, se i difundi rpidamente en gran parte de Euroo, a - pesar de las condenaciones papales de 1738 y 1751.

    Aunque siempre habfa tenido relativamente poca im- 'portancia en los estados occidentales, para la dcada

  • l 178 VIDA INTELECTUAL Y ARTSTICA

    de 1770 haba llegado a ser un elemento considerable 1 en la vida intelectual de Rusia, de Polonia y de al- 1 gunas partes de Alemania. La decreciente importancia de los antagonismos entre catlicos y protestantes se observ tambikn en que, aun cuando todavfa en la primera mitad del siglo haban sido un factor de cierta importancia en los asuntos internacionales, perdieron esta posicin en la dcada de 1760 o a ms tardar en la de 1770.

    Pero debe insistirse en que las tendencias liberales que se acaban de describir eran limitadas en su alcan- ce. En todas partes estaban restringidas a las minoras educadas. Incluso en Francia, centro de la Ilustracin la tolerancia religiosa progres con la mayor dificultad. All sufri severas persecuciones la corriente conocida como jansenismo, la cual haba surgido desde mediados del siglo m, primero como movimiento esencialmente religioso entre los sabios, y desde los ltimos aos de Luis XIV, como algo ms ampliamente fundamentado y mhs popular. Teolgicamente, atribua decisiva i m - j

    I portancia a la predestinacibn en contraposicin al libre albedro. Polticamente, su mayor importancia provena de su asociacin con el galicanismo (la tradicional resistencia de la Iglesia en Francia contra las preten* :. siones y el dominio de los papas). Por ambos motivosAD era odiado por los ortodoxos y por los ultramontanos. Recibi considerable apoyo de los parlements, sobre todo del de Pars, y de muchos sacerdotes franceses. , Durante casi medio siglo fue el centro alrededor del cual se poda reavivar la oposici6n al antiguo rgimen de Francia, as como a muchos aspectos del catolicis- . mo del siglo m. Sus ideas encontraron considerable apoyo en otras partes de Europa, especialmente en los

    ' l

    Paises Bajos y en Italia. Sin embargo, en la dcada de 1769 era visible que haba sido derrotado en Francia y que sus probabilidades de victoria en otros pases eran muy escasas. Para el hombre comn de todas partes, la tolerancia, la religin natural, y el desmo eran ex- traos y motivo de desconfianza.

    En este nivel social y educacional 'la supersticin no era impuesta por el clero desde amba; emanaba de la gente de abajo", segn frase de un historiador reciente. Un claro ejemplo de este criterio es la forma en la cual la resistencia popular oblig a la inmediata revocacin de un proyecto de ley, el cual haba sido aprobado por grandes mayoras en ambas cmaras del Parlamento en 1753, por medio del cual se hubiera permitido que los judos se naturalizaran sbditos bri- tnicos sin antes tener que convertirse al cristianismo y tomar los sacramentos segn los ritos de la iglesia de Inglaterra. Otro ejemplo es el hecho de que en 1780 durante algunos dias, en los motines dirigidos por lord Gordon estuviera Londres completamente a merced de una violenta turba anticatlica. La tortura hasta la muerte de una supuesta bruja en Angers en

    : 1780, y la muerte en la hoguera de otra en Suiza, dos - aos despuCs, y el horror casi universal hacia los sui-

    cidas y los ultrajes que se infligan a sus cadveres, 'J muestra la fuertes que segdan siendo los temores e in

    tolerancias ancestrales. De hecho en gran parte de la - Europa Catlica -en Esapaa, Portugal, Baviera y

    la mayor parte de Italia- ni aun las clases ms altas de la sociedad haban sido tocadas por nuevas ideas sobre asuntos religiosos. As por ejemplo, en la dkada

    . de 1740 el confesor jesuita de Carlos 111 de las Dos Sicilias le entreg una bolsa llena de hechizos, lla-

  • ados '%illetes de la inmaculada", la cual habra de usar continuamente; en caso de que lo amenazara algn peligro, haba de tragarse los hechizos. En Ba- viera, en 1777, el elector Maximiliano Jos, en su lecho de muerte, fue obligado a tragarse un pequeo crucifijo en un esfuerzo para prolongar su vida. En Espaa, en donde todava en 1781 un hombre fue quemado por la Inquisicin, la sociedad en todas sus escalas era completamente hostil a la idea de un czm- bio religioso. Lo era todava ms en Portugal, donde k' en la dcada de 1760 se calculaba que un diez por ciento de la poblacin estaba formada por monjes, monjas y sacerdotes.

    Sin embargo, durante el siglo x w r , sobre todo desde

    I la dcada de 1760, muchos soberanos y ministros re- dujeron los privilegios de la Iglesia catlica, y toda- va ms el poder efectivo del papado en sus dominios. Se hicieron esfuerzos (por ejemplo en Espafia en 1737 1 y a principios de la dcada de 1770) para limitar o

    , abolir el derecho de asilo por medio del cual se per- mita a los criminales refugiarse de sus perseguidores , en iglesias. Los monasterios y los conventos de mon- jas, frecuentemente deteriorados, con pocos ocupantes, y que aparentemente no contribuan en nada a la sociedad, fueron un blanco favorito. En Francia, una comisin real de 1768 suprimi un nmero considera- ble de casas religiosas y aument la edad mnima a la cual podan hacerse los votos religiosos. Ya la ley de amortizacin de manos muertas, destinada a restringir los legados a la Iglesia, haba sido rgidamente puesta en vigor all en 1749; y la idea de la expropiacin en gran escala de tierras eclesisticas estaba ganando te- rreno mucho antes de la Revolucin. En Lombardfa,

    VIDA IN~LECTUAL Y AXTSTICA 181

    durante la dcada de 1770, el nmero de inonasterios fue reducido a la mitad, y sus ingresos en las dos ter- ceras partes. En Npoles y Sicilia bajo un ministro anticlerical, Bernardo Tanucci (1759-76), se hicie- ron considerables esfuerzos a fin de reducir la carga que para la sociedad constitua el clero regular, en tanto que en 1768 el duque de Parma fue excomul- gado por el papa Clemente XIII a causa de sus ata- ques contra el poder de la Iglesia en el ducado. El emperador Jd 11 no solamente introdujo un alto grado de tolerancia religiosa en sus dominios, sino que tambin suprimi ms de cuatrocientas casas religiosas catlicas, al mismo tiempo que limitaba rotundamente el poder papal en los territorios de los Habsburgo. La actitud "josefista" antipapal expresada en sus polti- cas obtuvo gran popularidad en Alemania. sta habria de influir sobre las relaciones de los Habsburgo con la Iglesia catlica durante el siguiente medio siglo. Simultneamente, el hermano de Jos, Leopoldo, pro- yectaba una completa revisin del sistema de gobierno eclesistico en el Gran Ducado de Toscana, aunque en 1787 el plan tuvo que ser abandonado por imprac- ticable. En los ltimos aos del siglo, el barn Thugut, quien en 1794 haba sucedido a Kaunitz como can- ciller, proyectaba la anexin por los Habsburgo de una parte del Estado papal. 1

    La manifestacin ms sorprendente de la debilidad papal y de la hostilidad de los poderes seculares de la Europa catlica hacia muchos aspectos de la Iglesia en la forma en que en aquel entonces exista, lleg con la supresin de los jesuitas. La Sociedad de Jess siem- pre haba sido vista con gran aversin por un nmero muy grande de catlicos. Su riqueza y su influencia

  • poltica, y tambin la verdadera talla intelectual soberanos seculares de Europa en el siglo m, no de muchos de sus miembros despertaban la envidia de se deba a razones polticas o econmicas, ni a razones otras rdenes. Su extremado papismo le acarre un t filosficas o docmnales. El que entraran en conflicto creciente resentimiento de monarcas y gobiernos. En el con la Iglesia se deba a cosas especificas que hacan tercer cuarto del siglo, se desat sbitamente la hosti- o que no hacan. No objetaban, como lo haca un lidad que se haba estado acumulando durante dos- reducido nmero de phisobphes radicales, su & cientos aos. En 1759, los jesuitas fueron expulsados tencia misma. El violento y sistemtico anticlericalis- de Portugal. En 1764 fueron echados de Francia; en mo de Voltaire, a pesar de la brillantez de su expresin 1767 de Espaa, de las Dos Sicilias y de Parma. En y de la acogida que encontr entre las clases educadas 1773, el papa Clemente XIV, fuertemente ~resionado de gran parte de Europa, reflejaba la actitud de slo por los gobiernos francs y espaol, disolvi la sociedad un pequeo segmento de la sociedad. El siglo MI. por medio del breve Dominus ac R e d e m p Noster. y fue, en un sentido muy real, una poca de la r d n , El ms grande bastin del espritu de la Contra-Re- . si por razn hemos de entender hostilidad hacia los forma haba sido destruido, y precisamente por la . dogmas tradicionales; pero el alcance efectivo de esta institucin para cuya conservacin y fortalecimiento razn estaba limitado a ciertos grupos sociales, a cier- tanto haba hecho. La disolucin de la Sociedad, fre- tas zonas geogrficas y a ciertos individuos. Por consi- cuentemente llevada a cabo con brutalidad considera- guiente, en la religin, ms que en la poltica o en la ble e innecesaria por parte de los gobiernos involucra- vida econmica, coexista la razn con una masa de dos, fue una indicacin inequvoca de la d e n t e 1 creencias y suposiciones t~adicionales, profundamente negativa de los prncipes catlicos a tolerar por ms arraigadas y todava en su mayoria fuera dei alcan- tiempo los derechos clericales que les resultaran incon- ce del argumento racional. Casi en ninguna parte de venientes, o las instituciones religiosas que parecieran Europa tena el hombre comn ideas propias sobre amenazar su poder. Solamente la Revolucin francesa cuestiones polticas o econmicas. Por doquier tenia y sus consecuencias pudieron debilitar y luego invertir creencias y emociones religiosas. esta actitud, haciendo que la Iglesia apareciera como e mximo bastin del statu quo social y poltico. La divuigacin de nuevas ideas, cientficas, polti-

    Pero nada de esto reflejaba hostilidad alguna por 'i cas o religiosas, debi poco a las universidades. No parte de los soberanos catlicos a las creencias reli- fue ste un gran periodo en la historia de la educacin giosas de sus sbditos, o a los dogmas catlicos. De ' universitaria. De hecho, muy pocas universidades con- hecho, frecuentemente eran apoyados en su hostilidad : tribuyeron realmente a la vida intelectual de la poca. hacia el papado por la jerarqua eclesistica que se 1 . ' La escuela de medicina de Leyden en la primer mitad encontraba dentro de sus dominios. El que varios as- 4 : 1. del siglo, y las de Edimburgo y Viena en sus ltimas pectos del catolicismo no hayan sido del agrado de los r dcadas; la importancia de GlaSgow en la' enseanza

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  • VIDA INTELECTUAL Y ARTSTICA

    de muchas de las ciencias fsicas; la investigacin y escritos histricos que se asocian c m Edimburgo y Gotinga: todas stas mantuvieron viva la idea de que las universidades eran centros de descubrimientos y de ideas nuevas. Pero brillaban contra el fondo de un sis- tema de educacin superior, generalmente dominado por el conservadurismo, la timidez y el apego a la ruti- na. Los logros intelectuales de la Francia del siglo XVIII 110 debieron nada a las universidades del pas; stas en ciertas formas, incluso los impedan. De una manera general lo mismo puede decirse de Inglaterra, Italia y Escandinavia. Uno de los hechos negativos ms no- tables acerca de la gran dcada revolucionaria que em- pez en 1789, es el papel casi completamente insig- nificante que desempearon en ella las universidades y sus estudiantes y profesores; slo en los ltimos aos del Imperio napolenico empezaron a desempear un papel poltico significativo en Europa.

    Por lo general, las sociedades y academias ilustradas (algunas de las cuales ya estaban bien establecidas a principios de este periodo y muchas otras que sur- gieron entonces) tampoco desempearon un papel muy creador en la vida intelectual. Algunas de ellas -probablemente de manera especial la Academia de Ciencias fundada en Rusia en 1725 bajo la inspi- racin de Pedro el Grande- tenfan un verdadero sig- nificado cultural para sus propias regiones. Sin embar- go, SU papel en general fue slo de una importancia secundaria. La Sociedad Real en la Gran Bretaa y la Acadmie des Sciences de Francia, ambas con un his- torial de logros a fines del siglo m, cayer~n en una inercia relativa durante este periodo. Por aadidura, las sociedades literarias, muchas en la mayor parte de

    la Europa occidental, solan ser sumamente conserva- doras incluso oscurantistas en su actitud, de tal suerte que los papeles que se lean ante ellas ms que frecuen- temente eran meros despliegues de sabidura divorcia- dos de los problemas contemporneos. La insistencia de una de las ms famosas, la Academia della Crusca de Florencia, en que el nico medio adecuado de ex- presin literaria para sus miembros era el toscano surgido en el siglo m, y que toda "variedad y barba- rie'' posteriores deberian evitarse, es un ejemplo ex- tremo pero no injusto de la actitud de muchas de ellas.

    La difusin de las ideas en la Europa del siglo m pudo Iograr una rapidez y efectividad hasta entonces desconocidas, sobre todo por el desarrollo de la im- prenta. La censura oficial de la palabra impresa, aun- que todavfa operaba en las partes ms atrasadas de Europa, era ahora menos rigurosa que nunca en mu- chos de los estados relativamente desarroliados. En la

    b Gran Bretaa y en la Repbblica Holandesa, las res- tricciones a la libre publicacin de libros eran ahora muy limitadas. Aun en Francia, la censura, severa en teora (en 178 5 haba 179 censores reales de libros), Frecuentemente era muy inefectiva en la prctica. En Prusia tuvo muy poco resultado prctica un esfuerzo hecho en 1789 por restaurar y fortalecer los antiguos reglamentos de censura. En todos Ios estados euro- peos aument grandemente la cantidad de libra pu- blicados durante el siglo m, y en su segunda mitad, este incremento fue muy rpido. El tamao de los cat- logos de la anual feria del libro de Leipzig, por mucho

    t la ms importante de su clase en Europa, aument a ms del triple en las dos dcadas posteriores a 1770. Para citar un ejemplo extremo, en Rusia, que a prin.

  • cipios de siglo solamente posea una imprenta, se mon- taron por lo menos veintids en el periodo de 1783-96. Se publicaron all trescientos sesenta y seis ttulos en 1790, contra slo treinta en 1760; y en 1768 apareci el primer intento hecho por un autor ruso de analizar seriamente las contemporneas teoras polticas de la Europa occidental. Sobre todo, las ltimas dcadas del siglo presenciaron un gran crecimiento de las pu- blicaciones peridicas y el establecimiento de peri6- dicos como parte integral de la vida europea. Ya se ha mencionado el creciente nmero de publica- nes peridicas cientficas (vase p. 162), y se pue- de observar un crecimiento similar, aunque menos rpido, en la popularidad y la influencia de otras formas de publicaciones peridicas. La primer publi- cacin poltica mensual se haba fundado en La Haya en 1686, y en la Gran Bretaa el xito del Spectator (1711-14), probablemente la ms famosa de las publi- caciones peridicas literarias del siglo m, y de otros ms generales como el Gentiaman's Magazine (fundado en 1731) y el Scots Magazine (fundado en 1739), fue una demostracin sorprendente de las posibilidades de la nueva forma. El Spectator en particular fue amplia- mente imitado y tuvo una verdadera influencia en el desarrollo del gusto literario de muchas partes de Europa. Desde la dcada de 1740 en adelante se estaba aumentando el atractivo de las publicaciones peridicas por medio de grabados que las ilustraban; par; I dcada de 1780 fueron posibles los grabados a color.

    Los peridicos se desarrollaron mucho ms lenta- mente que las publicaciones peridicas literarias o cientficas. En este aspecto tambin fue 'pionera" la Gran Bretaa; el primer diario ingls apareci en

    - : VIDA INTELECTUAL Y ART~STJCA 187

    1702, y para 1724 ya se estaban publicando tres en Londres. Francia no tuvo diario hasta 1777 y el cre- cimiento de la prensa francesa no se hizo marcado sino hasta los aos anteriores a la Revolucin, pero entonces se desarroll rpidamente. Tambin en Ale- mania, 5610 a las postrimeras del siglo obtuvieron los peridicos una influencia importante y relativamente independiente. Sin embargo, aqu se present tambin un avance muy marcado. Durante la dcada de 1770 slo se editaban siete publicaciones peridicas, prin- cipalmente polticas, en los estados alemanes; para la

    s de 1790, eran ya veinticuatro. En pases como Rusia, r, Espaa, Portugal y la mayor parte de Italia, los

    diarios y las publicaciones peridicas todava se en- 4 contraban en su infancia cuando la Revolucin empez6 [ 4 en Francia. .4

    F : Toda esta materia impresa hizo ms que ninguna L

    : otra cosa para difundir -por supuesto, frecuentemente en una forma diluida y ms que simplificada- las 4 ideas de la epoca sobre cuestiones intelectuales, pol-

    - ticas y sociales. La creciente produccin y facilidad , ; de conseguir libros, publicaciones peridicas y pen- Jdicos determinaron que en los ltimos aos del pe-

    ' 'nodo surgiera, por lo menos en algunas de las partes m 0 ricas y mejor educadas de Europa -los Paises Bajos, la Gran Bretaa, Francia y algunos estados alemanes- algo parecido a la opinin pblica de una clase moderna. Los sermones, la lectura de la Biblia y las influencias clericales en la educacin habian ase- gurado que el hombre comn de la mayor parte de la Europa occidental y central tuviera siempre algn contacto con ideas y controversias religiosas. Ahora, por primera vez en la historia, tambin podra tener

  • igual acceso a las relativamente avanzadas ideas sobre problemas polticos y sociales. Los peligros de esto eran demasiado visibles para los contemporneos. Ex- plican la ansiedad de los gobiernos, aun en la Gran Bretaa, por mantener una influencia, si no un con- trol absoluto, sobre la prensa. Pero esta gran expan- sin del pblico para escribir sobre problemas pol- ticos y sociales difcilmente se poda detener a estas alturas y mucho menos se le poda hacer cambiar de rumbo. En la Europa de fines del siglo wnr, fue sta una de las ms importantes advertencias de la nueva poca en la cual pronto habra de disolverse el antiguo rgimen.

    En la pintura, la literatura y la msica, el siglo XVIII fue una poca fecunda aunque dificil sera decir que igual, excepto en mhica, a aquellas que vieron nacer a Miguel ngel y Shakespeare. Sin embargo, su va- riedad y fecundidad hacen imposible presentar una breve descripcin de sus logros en estos campos sin recurrir a una gran simplificacin, y los prrafos si- guientes son un resumen muy escueto e inevitable- mente incompleto de ellos.

    En la literatura y en las artes plsticas es posible presentar, en los trminos ms generales, una serie de contrastes entre la primera y segunda mitades del siglo. El arte y la literatura de su primera mitad, cuando menos en lo que los contemporneos considera- ron como sus niveles ms altos, tendan a ser solemnes, formales, frecuenteinente impersonales, y consciente- mente motivadores y didcticos. El artista, sobre todo el escritor, deba preocuparse de los aspectos perma- nentes, universales y generalizados de su tema, antes que de aqullos ms individuales, transitorios y per-

    VIDA INTELECTUAL Y ARTSTICA 189

    sonales. En la teora literaria, que se estaba produ- ciendo en cantidades hasta entonces sin paralelo, se puede ver esta actitud en la suposicin general de que la pica y la oda eran las formas ms elevadas no solamente de la poesa, sino de la literatura en general. Esto signific que se relegara a una posicin de inferioridad a la escritura en prosa y, sobre todo, a la novela que actualmente parece ser la forma lite- raria ms interesante e importante del periodo. En el arte y en la arquitectura se puede observar una co- rriente similar en los estilos barrocos, los cuales, sobre- vivientes del siglo anterior, tambin tenan como obje- tivo motivar e impresionar al observador, y tambin estaban marcados, en el mejor de los casos por una nobleza algo consciente de s misma y una seriedad impresionante, y en el peor de los casos por pesadez y rigidez agobiantes. Aun entre los crticos y escrito- ,es profesionales sobre esttica, estas actitudes esen-

    cialmente conservadoras y aristcratas no dejaron de ser atacadas durante la primera mitad del siglo. Siem- pre fue evidente, cuando menos para algunos de ellos, que el genio era bastante diferente del buen gusto (los primeros escritos crticos de Diderot ilustran bien este punto), y que la imaginacin y las emociones personales formaban por lo menos tanta parte de los cimientos de lo grande en pintura, arquitectura, y escri- tura, como el apego a las reglas acadmicas. An ms, en Inglaterra y en Francia, Defoe, Prevost, y posterior-

    I mente Richardson y Fielding, estaban produciendo novelas que se alejaban por completo de las restric- ciones impuestas por el buen gusto y la tradicin a las formas ms elevadas de literatura. En la pintura se puede observar un alejamiento similar de la correc-

  • cin hacia el realismo en la obra de Hogarth en In- glaterra y de Chardin en Francia; y Watteau, el ms grande pintor de principios del siglo m, cre un estilo.surnamente personal, que puede haber debido algo a las influencias chinas.

    Para mediados del siglo, tanto la literatura como el arte estaban sintiendo cada vez ms el impacto de nuevas fuerzas. Los escritores estaban siendo influi- dos ms que nunca por un inters en el pasado, por la creencia en que la poesa producida por un pueblo es una expresin de su historia y de su carcter, y por un inters en la literatura de la Edad Media, hasta entonces totalmente relegada al olvido, y en la de pueblos remotos y primitivos. El historicismo y el exo- tismo, cuya influencia estaba cobrando gran fuerza, se pueden observar en las primeras grandes coleccio- nes de canciones folklricas reunidas por el obispo Percy en Inglaterra (1756), y por Herder en Alema- nia; en las primeras muestras de inters por Dante (aun cuando slo en el siglo se logr una amplia comprensin de su grandeza como poeta), y en la extraordinaria aunque temporal popularidad de la obra de James Macpherson, Works of Osdan (1765), co- leccin, en su mayora espuria, de poemas clticos supuestamente antiguos. En el arte la tendencia gene- ral de desarrollo fue similar en algunas formas. La$ cada de 1740 ayudaron a estimular un renacimiento excavaciones en Pompeya y Herculano desde la

    del inters en la arquitectura clsica, en la estatuaria y en el arte de todas clases. Este inters fue alimentado durante la generacin siguiente por una comente de sorprendentes descripciones publicadas, adornadas exac- ta y copiosamente con dibujos y planos, de las gran-

    VIDA INTE

    des construcciones de la antigedad clsica, sobre todo de las de Grecia y del Mediterrneo oriental. Frecuen- temente el estilo neoclsico que surgi por medio de su ayuda fue de una notable elegancia. Originado mayormente, en lo que a la arquitectura y decoracin se refera, por los hermanos Adam en la Gran Bre- taa desde finales de la dcada de 1750, ofreca un sorprendente contraste con los estilos decorativos ro- coc de mediados del siglo, con su frecuente comple- jidad y su aversin a la simetra y a los patrones geomtricos. Al igual que la literatura, el arte y la arquitectura se estaban inclinando ms que nunca hacia la historia. Incluso haba seales de un decre- ciente inters en la arquitectura gtica (ya en 1741, el arquitecto francs Soufflot hizo un anlisis sor- prendentemente favorable de ella en su Pasallle des glises gothiques avec les glises modernes), aunque hasta finales del siglo sigui siendo un elemento muy poco importante en la vida artstica de Europa.

    La literatura y las artes tambin estaban siendo in- fluidas por un creciente culto a la sensibilidad, por una creciente y excesiva importancia atribuida a la emocin personal como lo esencial para el pintor y sobre todo para el escritor. En tanto que en la pri- mera mitad del siglo se haba razonado sobre litera- tura y arte, en la segunda mitad se tenia un creciente deseo de sentir su efecto, ms bien que de entender- los completamente, y de que se presentaran edifican- tes y purificadores modelos de virtud, una noble emo- :in y un sufrimiento inmerecido. Los escritos y las pinturas producidas en estos aos, al igual que los de las primeras dcadas del siglo, fueron en gran parte didcticos; pero las lecciones que ensearon fueron

  • VIDA INTELECTUAL Y ARTSTICA 193

    esencialmente de sentimiento. Eran ms emocionales, una generacin anterior la importancia acordada a la ms enfocados hacia el individuo, ms femeninos, y en sensibilidad, el pesar, las lgrimas, el emocionalismo una palabra ms modernos, que las aristocrticas y religioso y el sentimentalismo general, que se volvi

    suposiciones de la generacin anterior. Esta cada vez ms dominante en la literatura desde la d- atencin de la literanira a la sensibilidad y l a cada de 1750 o la de 1760. Ya en 1719 se haba em- cienes obtuvo su primer gran triunfo con ~@meh pezado a manifestar en Francia, en una forma dife- (1740) de Richardson, y lleg6 a su apogeo con Las rente y ms intelectual, en una de las obras crticas Czritas del joven Werther (1774) de Goethe, y con ms importantes del siglo, las Reflexions critiques sz~r la b~stante ridcula obra Paul et Virgink, de Bernar- Ia poksie et sur peinture, del abate Du Bos. La vida din de St. Pierre (1789). En la pintura, en donde literaria y artstica de Europa en el siglo xvnr era nunca se difundi tanto, o se llevb a tales extremos, ms compleja que nunca. Su lento redescubrimiento probablemente se nota mejor en las sentimentales y de la historia el hecho de que por primera vez estaba moralizadoras escenas de la vida familiar realizadas siendo influi dY a en cierto grado por modelos no euro- por el artista francs Greuze. peos, significaba que tenia ahora a su disposicin una

    El contraste que se ha sealado en los prrafos ante- amplsima gama de estilos. Por consiguiente, la impo- riores entre los estilos que esencialmente eran del sibilidad de meterla violentamente en una categora siglo XVII y las formas de pensar de la primera paae conceptual se hace cada vez mayor conforme avanza de a t e periodo y el historicismo, neoclasicismo, pri- C 1 el siglo. Sin embargo, se ve claramente que para m e mitivismo y sensibilidad de sus partes central y final, diados del siglo estos aspectos de la vida europea se por supuesto es muy general. Probablemente oculta estaban modernizando en forma hasta entonces desco- tanto como revela y falsifica tanto como explica. Cier- nocida. La creciente importancia de la novela y la con- tamente, sera muy engaoso decir que hubo al@n siguiente disminucin del valor atribuido al poeta, el progreso claro que se pueda trazar fCicilmente en el culto de la sensibilidad, que ech gran parte de los tiempo y en el espacio desde una fase y un g m p ~ de* cimientos del culto que el siglo wr elevara al artista

    culturales a otra. Fue as como la idea, como rebelde en contra de la sociedad; la creciente po. pularidad de la pintura costumbrista, la cual habra de llegar a su apogeo en el siglo siguiente; la creciente desconfianza a las rgidas reglas artsticas o literarias:

    + 1 todo esto seala hacia el futuro. No es fcil estable ter una relacin entre el desarrollo de la literatura y el de las artes plsticas por un lado, y el de la msica

    otro. Sin embargo, se pueden observar ciertos os y puntos de contacto. Las peras italianas

    i

  • que tanto dominaron la msica europea en la primera mitad del siglo, con sus tramas sacadas de la historia y de la mitologa clsica, sus escenarios frecuentemente elaborados y caros, y su estilo musical ornamentado y tcnicamente difcil, probablemente se puedan con- siderar como el equivalente del barroco en el arte y la literatura. Como este ltimo, eran producto de una . sociedad en la cual predominaban los valores aristo- crticos, e iban dirigidas a los educados y a los bien nacidos antes que a la masa del pueblo. Al igual que el barroco, expresaban emociones humanas reales, pero lo hacan de una manera grave, estilizada y un tanto impersonal. En Francia sobre todo, haba contactos obvios, si bien limitados, entre la msica y el ms amplio mundo de las ideas. Rousseau estaba profun- damente interesado por la msica, y fue autor de dos peras y de fragmentos de una tercera incompleta y, en su Lettre sur la musique frawise (1753), de uno de los estudios acadkmicos ms importantes que sobre la materia se hayan publicado durante este periodo. En la dcada de 1730, Voltaire particip muy activa- mente en las controversias entre Rameau, el gran compositor francs, y sus crticos; y el Traitk de l'hamtonie rkduite h ses principes natwrels (1722) de Rameau, primera obra importarke que se haya escritol sobre la teora de la composicin, casi se puede con- siderar como un intento de hacer por la mhsica la que Newton haba hecho por la fsica. De hecho, du- rante todo el siglo se estaba fortaleciendo la idea d e considerar a la msica como una ciencia. En particular estaba siendo explorada sistemticamente por prime- ra vez en su relacibn con las matemticas, de manera notable por Leonhard Euler, el gran matemtico suizo,

    Este esfuerzo para establecer equivalencias entre la msica y otros aspectos de la vida intelectual se

    ; puede llevar ms adelante. La reaccin que contra ' los estilos y convenciones de la opera seria italiana se

    estaba haciendo ms marcada para mediados del siglo en toda Europa, y la mayor apreciacin de la m-

    ( sica instrumental contra la msica vocal que fue con- secuencia de tal reacci6n, se pueden conside~ar como el equivalente del movimiento literario tendiente a alejarse de las convenciones del barroco, y la impor- tancia cada vez mayor que ste dio a la prosa, y sobre todo a la novela, sobre la poesia. En la pera, la cre- ciente popularidad de las formas ms realistas y dem6- ticas, la F a h f f a en Italia, la pera-balada en Ingla- terra y el Singspiel en Austria, es casi un equivalente del creciente gusto literario por el realismo y por una expresi6n menos alambicada de las emociones. Las grandes peras neoclsicas de Gluck, tales como Orfeo et Euridice (1762), y Alceste (1767), que intenta- ron resucitar en forma musical algo del espritu y perspectiva de la cldsica kagedia griega, tienen una semejanza clara con una expresin de neoclasicismo en

    I el arte, como las Reflexiones sobe Ea imitacin de tra- bajos griegos en Ea pintura y Ea escultura 1755), -p -A-!!!!- del crtico alemn Winckelmann. A , __rs Tanto en la msica como en l a - d a t u r a estos cam- bios reflejaban los cambios de la composicin social del pblico que escuchaba o lea sus producciones. La gran importancia de la pera en la vida musical euro- pea durante las primeras dcadas del siglo fue posible porque apenas existan en aquel entonces los concier- tos pblicos, hoy da el aspecto ms importante de

    1 la msica profesional. (La primera serie de conciertos

  • II 196 VIDA INTELECTUAL Y ARTS~CA YIDd INTELECTUAL Y mLRTsnc~ 197 abiertos ai blico se ofreci en Hamburgo en 1722.) El teatro f e la pera, el cual era creacin de prn- cipes, excepto en cierta medida en Italia, y el cual normalmente estaba abierto solamente a las clases ms altas de la sociedad, tuvo por consiguiente una im- portancia en la msica que nunca ha vuelto a alcanzar. Por otro lado, el anhelo de un mayor realismo en la pera y el mayor aprecio de la msica instrumental reflejan la lenta formacin de un pblico musical ms amplio, en su mayor parte de la clase media. Esto a su vez fue posible por d crecimiento del sistema de con-

    - - -- - -

    la msica italiana, como nunca lo estuvo Bach. Haydn, el primer compositor alemh en lograr una verdadera

    I 1 reputacin internacional, fue afectado por el catoli- ' cismo que tanto llenaba la vida y la sociedad en el 1 Imperio de los Habsburgo; y Mora~t, el ms comple , jo y desgraciado de los cuatro, tena claras simpatas

    por ciertos aspectos de la Iiustracin, probablemente ' en particular la Francmasonera. Sin embargo, ningu- ni de ellos era bien ilustrado ni tena una amplia gama de intereses intelectuales. Tiene muy poco sentido i 3 juzgarlos segn trminos que no sean musicales. Y

    tanto forzadas analogas entre el desarrollo de la

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