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1 - La desaparición de Fantasía

La pandilla de los Intrépidos (Adrián, Daniela, Amel e Irune) fue al parque como todos los días. Mientras jugaban, se oyó el es-truendo de un gran trueno ¡Brruuum! De repente, todo se llenó de colores. - ¿Qué ha sucedido? –se preguntó AdriánEn aquel instante apareció un hombre de piedra. Los cuatro intré-pidos se asustaron pero como eran muy valientes se quedaron a ver qué pasaba. - ¿Sabéis dónde puedo encontrar a la Pequeña Emperatriz? - Dijo Badlerock, el hombre de roca- Es importante, tengo que hablarle.Cerca de allí, apareció el Sr. Crustáceos, un caracol extremada-mente rápido. - ¡Hola! ¿Vive por aquí le Pequeña Emperatriz? –dijo hablando deprisa. He dejado mi trabajo de mensajero y he venido lo más rápido que he podido porqué debo verla urgentemente.Con el gran trueno la pandilla de los Intrépidos había viajado al mundo de Fantasía. Allí se habían encontrado con Badlerock y Crustáceos. Uno vivía al norte y el otro al sur. Buscaban a la Pe-queña Emperatriz para contarle que sus tierras estaban desapare-ciendo. Habían dos mundos: el de Fantasía (donde vivía la Empera-triz) y el Cotidiano (donde vivimos todos los días). Las personas que vivían en el mundo cotidiano tenían un personaje semejante en el Mundo de Fantasía. - ¡El Trueno! –dijo Daniela- nos lleva de un mundo a otro cada vez que suena. - Bien dicho -le dijo Crustáceos– y vosotros al ser niños podéis estar en los dos mundos. Los adultos formamos parte de un mun-do o de otro, pero los niños no habéis abandonado Fantasía.

Los dos seres de Fantasía les explicaron que la Pequeña Emperatrizvivía en la Torre de Cristal. Es la que cuida de toda Fantasía. - Como Lourdes, la alcaldesa, que es la que nos gobierna y vive en el ayuntamiento –dijo Adrián. - ¡Muy bien, Adrián! –le dijo Irune- La Pequeña Emperatriz será nuestra alcaldesa y la Torre de Cristal será el Ayuntamiento. Qué listo eres. Enseguida llegaron a la torre de cristal que en el mundo coti-diano era el ayuntamiento. La pequeña emperatriz estaba acompañada del Consejero Real, un hombre pequeñito con sombrero oscuro y un traje de chaqueta. - ¿Qué hacéis aquí? –preguntó.El Comerrocas y Crustáceus contaron cómo habían llegado allí y cómo estaban desapareciendo las tierras del norte y del sur. - La pequeña emperatriz está muy débil -dijo el Consejero- por-que los habitantes del Mundo Cotidiano ya no creen en el Mundo de Fantasía. Sólo queda una persona que cree en ella. - ¿Cómo sabéis que sólo queda una persona que cree en el Mun-do de Fantasía? - Dijo Daniela. - Porque sólo hay una gema en el frasco de cristal– dijo el Consejero– Cada vez que una persona del Mundo Cotidiano dice que cree en Fantasía, aparece una gema brillante en el frasco de cristal. - ¿Y si la única gema que hay desaparece también lo hará el Mundo de Fantasía? -Preguntó Irune con gran tristeza. - Así es, pero vosotros podéis ayudarnos –dijo el Consejero. - ¿Cómo? –preguntó Amel. - Muy fácil –dijo el Consejero- hay que convencer a todas las personas que conozcáis para que digan: “Yo creo en Fantasía” ¿Lo haréis? - ¡Si, Os ayudaremos! –gritaron los cuatro intrépidos. Entonces el Consejero hizo sonar el trueno ¡Brruuum! Y la pandilla apareció de nuevo en el parque del Mundo Cotidiano.Al día siguiente buscaron a todas las personas conocidas para con-vencerles y que dijeran: “Yo creo en Fantasía”.

Se encontraron con Bernabé que en Fantasía era el Comerrocas, y también con Cristian, el cartero, y en Fantasía era Sr. Crustáceus, el caracol más rápido. Después de explicarles lo que pasaba, los dos gritaron a la vez: “Yo creo en Fantasía”. Luego Vieron a Honorato que daba paseos con su caballo, por eso era Honter el centauro. También conocieron a Borja el mecánico, que era Bíndirin el duen-decillo, y a Carlos el bibliotecario, que era Chispas el Cabezón. Todos gritaron: “Yo creo en Fantasía”.Cuantas más personas creían en Fantasía, más gemas aparecían en el frasco de cristal. La pandilla estaba muy contenta porque la pequeña emperatriz se estaba curando de su tristeza. Cada vez estaba más alegre.Al día siguiente la pandilla se fue al parque a esperar que sonara el trueno y así aparecer en el palacio de cristal y poder visitar a la Emperatriz.Junto a la princesa estaba su hermano Trimax y el Consejero Real. Todos estaban un poco tristes porque faltaba la gema de Trimax porque en el Mundo Cotidiano no habían encontrado la persona que hacía de doble.La pandilla estuvo buscando por toda la ciudad hasta que encon-traron a Tomas, el policía, que era el hermano de la alcaldesa. To-dos se dieron cuenta que era igual que Trimax y le explicaron lo que estaba pasando. Cuando Tomas se convenció, gritó: “Yo creo en Fantasía” y, de repente, apareció la gema que faltaba y, enton-ces, aparecieron gemas brillando como soles.La pandilla vio como la Emperatriz sonreía y las tierras del norte y del sur se llenaron de flores y colores.Los habitantes de Fantasía felicitaron a la Pandilla de los Intrépi-dos por su gran trabajo. Un trueno los devolvió a su mundo coti-diano. Una vez más juntaron sus manos y gritaron: “Viva la Pandi-lla de Intrépidos. Viva Fantasía”.

FIN

2 - La historia de Badlerock el Comerrocas.

La Pandilla de Intrépidos (Adrián, Daniela, Amel e Irune) ha-bían vuelto a su vida normal después de la aventura anterior. Por la tarde estaban en el parque jugando cuando, de repente, se oyó al gran trueno ¡Brruuum! - ¡Estamos otra vez en Fantasía! -gritó Adrián lleno de emoción. Algo debe ocurrir. Espero que la Pequeña Emperatriz se encuentre bien. A los pocos segundos apareció Badlerock, el Comerrocas, con su bicicleta de roca, de la que no se separaba nunca. - Buenas tardes chicos -les dijo sonriendo- Le he pedido al Con-sejero Real que os hiciese venir para ver si me podíais ayudar. - Claro Badlerock -le dijo Daniela- dinos en qué te podemos ayudar y lo haremos. - Mirad amigos, mañana hay una carrera de vainas, unos coches parecidos a un monopatín pero más grandes. A cada participante le dan una “greenrock”, la semilla de las montañas, la más sabrosa y nutritiva del mundo de Fantasía. El ganador gana una greenrock gigante, capaz de germinar por toda la montaña. El último recibe un greenrock del tamaño de un granito de arena.Badlerock les contó que el sur de Fantasía había empezado a desa-parecer porque los Comerrocas se comían la tierra a falta de otros alimentos. - Si no dejamos de comer, la montaña se destruirá y caerá sobre las casas –dijo Badlerock. - ¡Claro que te ayudaremos, Badlerock! –dijo Amel. - Os he llamado, para ver si podemos conseguir una greenrock suficientemente grande como para alimentar a toda la familia –dijo Badlerock- Tenéis que saber que la primera norma de la carre-ra es construir la vaina, y luego completar los cien kilómetros de la carrera.

- El acero de metilo es lo más ligero y más rápido con ruedas de goma inyectada -explicó Amel.Rápidamente se repartieron los trabajos y todos se pusieron en marcha. En la línea de salida ya había una vaina preparada, era la de los diminutenses y cabezones. Daniela reconoció a Bíndirin y a Chispas. Otros equipos iban más retrasados, los caracoles eran muy rápidos repartiendo paquetes, pero no construyendo vainas. Los centauros iban bien aunque con tantas patas se tropezaban. Adrián consiguió los materiales para construir la vaina, sólo fal-taban las ruedas de goma inyectada que las encontró en una vieja tienda. Su dueño se llamaba Kremul. - Te daré un consejo –dijo el viejo Kremul- con esas ruedas no puedes pasar por el agua porqué se hunden, pero para el fuego son las mejores.Amel y Adrián ya tenían terminada la vaina. La habían hecho con forma de bala. Con un morro muy puntiagudo y unos asientos de espuma muy cómodos para los cinco tripulantes. En medio de los asientos había una pequeña cuerda que Adrián no sabía para qué servía. - Qué bonita os ha quedado. Qué buena idea pintarla como si fuera de piedra. Claro, como es la vaina de Badlerock –dijo Daniela al verla. - El camino es bastante plano –dijo Amel- Sólo hay tres puntos difíciles. Al poco de empezar tenemos que cruzar el Prado de Fue-go. Ahí viven los dragones mágicos. No hay suelo, pero el fuego que echan por la boca es tan fuerte que se puede caminar sobre él, la lástima es que nos quemaríamos los pies. Luego hay que subir por encima de la Montaña Infinita. Es la más alta de todas, tar-daremos por lo menos dos días en subir y otros dos en bajar. Por último, hay que cruzar el Lago sin Orillas. No se puede rodear hay que atravesarlo.

Badlerock dio un paso al frente y los sorprendió a todos con los trajes de carreras y los casco. - Aguantan el viento, la lluvia y el fuego -dijo Badlerock. - Bueno, pues ya tenemos vaina y piloto y ya sabemos cuál es el camino –dijo Amel- Podemos comenzar la carrera. Todas las vainas habían salido pero eso no los desanimó. Cuando llegaron al Prado de Fuego. Muchas vainas estaban pa-radas, no sabían que las modernas ruedas de plástico espacial se derretían con el fuego. Otras las habían guardado y estaban na-vegando como si fueran barcos, con velas extendidas para que el viento les empujara. Badlerock cogió fuerte el volante y se aden-tró en el Prado de Fuego esperando que el viejo Kremul tuviera razón. Como iban mucho más rápido que el resto, adelantaron a mu-chas vainas. Después de superar el Prado de Fuego llegaron a la Montaña Infinita. - Vamos muy retrasados, y con el peso de Badlerock nos va a costar más de lo normal, pero no pasa nada, recuperaremos al ba-jar -dijo Daniela.Para sorpresa de los Intrépidos, el Comerrocas se estaba comien-do la montaña. En menos de una hora había hecho un túnel por bajo de la montaña suficientemente grande para que la vaina la cruzara sin problemas. Cuando volvió a la vaina todos le dieron un gran aplauso. Al otro lado de la Montaña Infinita habían adelantado a mu-chas vainas. Muy pocas quedaban delante de ellos, solo unas diez o doce, pero solo quedaba una prueba, el Lago sin Orillas. - Badlerock, detente, hay que pensar algo. Kremul el vejesto-rio, me dijo que estas ruedas se hundirían en agua, si no pensa-mos algo, nos quedaremos en el lago y no podremos seguir –dijo Adrián muy preocupado. - ¡No aceleres Badlerock! –gritó Amel. Badlerock pisó a fondo el acelerador y justo cuando iban a to-car el agua, Amel estiró de la cuerda que había entre los asientos y se desplegaron unas alas gigantes. La vaina comenzó a elevarse,

y desde arriba veían cómo adelantaban a muchas vainas que iban remando para llegar al fin del Lago sin Orillas. - ¡Chicos, solo faltan dos! ¡Vamos terceros! ¡Acelera Badlerock, lo podemos conseguir, podemos ganar la carrera! –gritaba Adrián. El Comerrocas y el resto de compañeros se pusieron en la par-te de delante de la vaina para que fuese todavía más rápido. A lo lejos divisaron la vaina de los Centauros. Cada vez estaba más cerca. Lo podían conseguir. Comenzaron a soltar peso para que la vaina fuese más rápida, se acercaban rápidamente a los centauros, pero cuando los iban a alcanzar, estos tomaron la última curva y llegaron a la meta tan solo un segundo antes. Los Intrépidos y Badlerock habían quedado terceros por detrás de los duendes di-minutenses que habían llegado hace mucho rato con los Centau-ros. En la meta Trimax y la Pequeña Emperatriz se acercaron a ellos para felicitarles y darles la greenrock que les correspondía. Era del tamaño de un puño, más o menos. Amel se giró a ver la de los Centauros que era mucho más grande. - Lo sentimos Badlerock – dijo Irune. Podíamos haber hecho la vaina un poco más grande y lo habríamos conseguido. - No os preocupéis. Con esta Greenrock será suficiente para salvar nuestras casas y alimentarnos durante, al menos, dos años - dijo muy contento. De repente, por detrás, oyó una voz. Badlerock se giró y solo veía una greenrock del tamaño de una casa. Tras ella había un vie-jo amigo con la cabeza gigante, sosteniéndola. - Los duendes diminutenses y los cabezones queremos dártela para que la plantes y sea la más grande de Fantasía. Para nosotros solo es un trofeo, para ti y tu familia, puede ser alimento para mu-cho tiempo –le dijo Chispas, sosteniendo la gran roca. - Los centauros también queremos que te la lleves. No pode-mos quedárnosla sabiendo que puede salvar a los comerrocas –dijo Honters.

Badlerock no salía de su asombro. No podía creer que la gen-te de Fantasía fuese tan solidaria. Entre lágrimas, se giró a todos y les agradeció su gesto. Los habitantes de Fantasía felicitaron a la Pandilla de los In-trépidos por su gran trabajo. Un trueno los devolvió a su mundo cotidiano. Una vez más juntaron sus manos y gritaron: “Viva la Pandilla de Intrépidos. Viva Fantasía”.

FIN

3 - Mensajes y alegría

Una mañana Irune se despertó con los gritos de su madre. - Irune, abre la puerta que es el cartero que viene a traer un paquete -dijo la madre de Irune. Irune saludó a Cristian el cartero que tenía una cara muy tris-te. - Buenos días, Cristián, ¿qué te ocurre? –preguntó Irune. - Buenos días Irune. Menos mal, por fin alguien agradable. Lle-vo toda la mañana haciendo entregas y todo el mundo está muy serio. Pero la verdad es que me encuentro un poco cansado y tris-te. Al reunirse con la Pandilla de Intrépidos en el parque, los cua-tro amigos (Adrián, Daniela, Amel e Irune) volvieron a cruzarse con el amable cartero. - Buenos días Cristian –dijo Amel.Cristian pasó por delante de ellos con la cara triste sin decir nada. De repente el trueno sonó y los niños aparecieron en Fantasía. - Chicos, tenemos que buscar al Sr. Crustáceus porque Cristian, el cartero, es el Sr. Caracol en Fantasía. Vamos a preguntarle qué ocurre –dijo Daniela. - La mejor manera de encontrar a un mensajero es pronunciar su nombre bien fuerte tres veces seguidas. Los chicos cogieron aire y gritaron: “Crustáceus, Crustáceus, Crustáceus”. Sus voces re-tumbaron por toda Fantasía, pero no apareció el Sr. Caracol. - No entiendo porque no viene velozmente Crustáceus -dijo Adrián. Después de pasar un buen rato escucharon: - Chicos, corred venir aquí –dijo Adrián. Había encontrado una estatua que se parecía al Sr. Crustá-ceus. - Mirar chicos –grito sorprendida Daniela señalando los ojos de la estatua.

- Los ojos se mueven, como si alguien estuviera dentro de la estatua atrapado –dijo Amel. - Es el Sr. Caracol, pero ¿qué le ha ocurrido, se ha convertido en piedra? -dijo Irune. Los Intrépidos empezaron a buscar para que alguien les ayu-dara a liberar al Sr. Crustáceus. Al oír los gritos, aparecieron el duende Bíndirin y el cabezón Chispas que les contaron el proble-ma que tenían. Afortunadamente Bíndirin tenía un invento que escribía en una carta los pensamientos de cualquier personaje de Fantasía, era la máquina Pensatrónic. - Mirar, la máquina funciona así -dijo Bíndirin, mientras acer-caba el pequeño objeto a la cabeza de la estatua. De la Pensatrónic, empezó a salir una carta, como si de una impresora se tratara. La carta la cogió Amel y empezó a leerla al resto de sus amigos. Decía así: “Chicos, me he quedado sin velo-cidad, soy tan lento que me he convertido en Piedra. Los carteros somos rápidos si la gente nos recibe con alegría. Si están tristes perdemos la velocidad. Si no me ayudáis, antes de que se ponga el sol, me quedaré de piedra para siempre”. - Tenemos que lograr que las personas que reciben cartas o mensajes se muestren alegres para que Cristian se sienta feliz –dijo Daniela. - ¿Y cómo haremos para que la alegría de Cristian llegue hasta Fantasía? -preguntó Adrián. - Debéis recoger la alegría de la gente con la máquina Pensa-trónic y luego volver antes del último rayo de luz para que poda-mos salvar a Crustáceus -dijo Bíndirin. - Nos vamos chicos –dijo Amel entusiasmado. Sonó el Trueno y aparecieron en el parque como siempre y con la pequeña máquina que parecía un chupa-chups, pero ahora debían de pensar en un plan que les ayudará a conseguir la alegría de la gente. - Chicos, creo que hay que hacer que la gente se dé cuenta del magnífico trabajo que hace Cristian repartiendo los mensajes de familiares y amigos -dijo Amel.

- Si –dijo Adrián- hay que lograr que la gente habrá los mensa-jes antes de que Cristian se vaya, y así le agradecerán de corazón que se los haya entregado. - Buena idea Adrián –dijo Irune con entusiasmo- y nosotros iremos con nuestra máquina acompañándolo y así recogeremos los agradecimientos y la alegría. Cristian fue recuperando la sonrisa mientras repartía los mensajes con la pandilla de los Intrépidos. Fueron casa por casa repartiendo decenas de mensajes que la gente agradecía con ale-gría. Cada vez que recogían un agradecimiento la máquina brilla-ba más y más. Al final de la tarde la pandilla se fue al parque a esperar el trueno. Cuando sonó apenas quedaba luz, se estaba haciendo de noche. El grupo de amigos llegó apresurado donde estaba la esta-tua del Sr. Crustáceus. Al lado de ella estaban llorando Chispas y Bíndirin. - Hola chicos, ya no queda luz en el cielo y todo lo que habéis trabajado para salvar a Crustáceus no ha servido de nada -dijo en-tre lloros Bíndirin. Los Intrépidos muy tristes, empezaron a lamentarse por haber llegado tarde, y no haber podido salvar a Crustáceus. Sólo con un par de minutos antes, podrían haberle ayudado. - Creo que sé cómo salvarlo –dijo Chispas- Si os cogéis de las manos podremos llamar a la Pequeña Emperatriz y hablar con ella. A lo mejor nos puede ayudar porque la luz que desprende la Torre de Cristal es como la luz del sol. - Hola amigos ¿necesitáis algo en lo que yo os pueda ayudar? -dijo la Emperatriz. - Si Emperatriz –dijo Irune- necesitamos un pequeño rayo de luz, para poder liberar toda la alegría del mundo cotidiano y así ayudar al Sr. Crustáceus. - En eso os puedo ayudar –dijo la Emperatriz- poned la máqui-na delante de la estatua y enviare un rayo de luz. Amel cogió el Pensatrónic y lo colocó delante de la Estatua. Justo en ese momento un rayo de luz atravesó la oscura noche y activó la máquina que empezó a desprender una brillante luz.

Cuando la luz se apagó, el Sr. Crustáceus empezó a dar vuel-tas e ir de arriba abajo más rápido que nunca diciendo:

- Gracias, gracias, gracias, sois los mejores, estoy salvado.Los habitantes de Fantasía felicitaron a la Pandilla de los Intrépi-dos por su gran trabajo. Un trueno los devolvió a su mundo coti-diano. Una vez más juntaron sus manos y gritaron: “Viva la Pandi-lla de Intrépidos. Viva Fantasía”.

FIN

4 - Los inventos de Bíndirin, el duende diminu-tense.

Los cuatro Intrépidos jugaban en el parque. De repente sonó el trueno ¡Brruuum! - El Trueno ¡Estamos en Fantasía! ¿Qué aventura nos esperará ahora? –preguntó Daniela. - Chicos, mirad a nuestro alrededor, algo raro pasa -dijo Adrián al ver que las calles estaban desiertas y las paredes de los edificios llenos de golpes. - Mirad eso –gritó Amel– ¿Es un robot que está intentando pei-nar una flor? ¡Se ha vuelto loco! - Vamos a ver a la Pequeña Emperatriz. Seguro que ella nos han hecho venir por alguna razón –dijo Irune. Bienvenidos de nuevo, chicos –dijo la Pequeña Emperatriz– Como veis, estamos aquí con los duendes diminutenses y los ca-bezones intentando buscar una solución a un problema que nos ha surgido. - Pero majestad ¿Qué es lo que ha pasado? –preguntó Adrián. - Sabéis que los duendes diminutenses son los mayores inven-tores del mundo de Fantasía, de cada cosa que se les ocurre a los cabezones hacen un invento. Gracias a ellos tenemos lavarropas (lavadoras), cristaluces (bombillas), pegagolpes (martillos) y mu-chas otras cosas. Pero algo ha pasado que muchos de sus inventos se han vuelto locos y están causando problemas a todos los habi-tantes de Fantasía. - Sí, nosotros hemos visto un robot que intentaba peinar una flor –dijo Daniela - ¡Ya lo tenemos! –dijo Chispas- Las ideas que tenemos los ca-bezones son geniales, pero necesitamos hacerles cambios. Este año no pudimos porque Fantasía había desaparecido y con ella los planos de todas las máquinas.

- ¿Y qué podemos hacer? – preguntó Daniela dispuesta a cola-borar una vez más con los seres de Fantasía - Como no hay planos –dijo Chispas– tenemos que dibujarlos nosotros antes de que los inventos sean más peligrosos. Debemos cazar a todos los inventos de los duendes diminutenses y abrirlos con este ruedaclavos (destornillador) para dibujar el plano de su interior. Con ellos podremos hacer los cambios. - ¡Está bien! ¡Manos a la obra!– dijo enseguida Amel poniendo su monopatín en el suelo. - Esperad –dijo la Emperatriz- No quiero que corráis peligro. Algunos inventos son muy grandes y os pueden aplastar. Aquí te-néis una poción mágica reductora de objetos. Mucha suerte chi-cos, estaremos esperando a que vengáis con los planos. - Es muy importante –dijo Bíndirin antes de despedirse de la pandilla- que cada vez que tengáis un plano nos lo traigáis para hacer los cambios necesarios. Los cuatro amigos se fueron en busca de todos los inventos. Se encontraron con Hairy 2000, la máquina que estaba peinando las flores. Se acercaron los cuatro y Adrián emocionado con el frasco que les había dado la Emperatriz les propuso probar. - Chicos, ¿queréis que probemos la poción reductora a ver lo que hace? Se acercaron al Hairy 2000, le echaron la gotita y por arte de magia pasó a ser del tamaño de una tostadora. Con el ruedaclavos (destornillador) lo abrieron y Daniela, que dibujaba muy bien, co-pió cada uno de los cables, tornillos y cositas de colores que había en su interior. Rápidamente fueron a la Torre de Cristal a llevar el plano. - ¡Qué rápido! Ya hay un invento arreglado. ¡Vamos, quedan muchos más – dijo Amel. Los siguientes inventos fueron: el Antihelado (expendedor de helados), la Antitomate (lanzadora de tomates), el Maxigorro, que es un gorro que se adapta a todas las cabezas de Fantasía, y mu-chos más inventos.

Llegó el momento de investigar el Multipán (corta panes). Esto ya empezaba a ser peligroso porque tenía unos cuchillos muy afilados que servían para cortar el pan de una sola vez. Cuando lo vieron lo encontraron con sus chuchillos intentando cortar un árbol. - Vamos a reducirla y así no nos cortará –propuso Irune.Irune sacó el frasco y le echó una gota. La máquina se redujo y cuando los cuchillos eran como alfileres la cogieron, la abrieron y copiaron el plano para llevarlo a los cabezones.Todo empezaba a tranquilizarse cuando, de pronto, se oyó un gri-to al otro lado de la calle. Los cuatro Intrépidos corrieron preocu-pados. Cuando llegaron se quedaron sorprendidos al ver al Levanta-caballoches (la grúa de coches) lanzando por los aires todo lo que encontraba a su paso. Alrededor de la grúa había muchos seres de Fantasía asustados No sabían cómo huir sin que el Levantacaba-lloches los lanzara por los aires. - Corre Irune, saca la poción. Vamos a hacer que esta grúa sea de juguete y deje de lanzar a todo el mundo –le gritó Daniela.Irune sacó la poción, Amel la cogió y se dirigió rápidamente con su monopatín hacia la grúa y, esquivando su brazo mecánico, se subió sobre ella, abrió el frasco y dejó caer una gota.En unos pocos segundos la grúa estaba desmontada y Daniela e Irune estaban dibujando cada detalle, sin olvidar nada. - ¡Lo tenemos! Vayamos, rápido – dijeron las dos.Llegaron a la Torre de Cristal con el último plano, y se lo entre-garon a los cabezones. En unos pocos segundos, se asomaron a la ventana del Gran Salón y vieron cómo la grúa transportaba un coche estropeado al taller. Ahora sí que estaba todo a salvo. Los habitantes de Fantasía felicitaron a la Pandilla de los In-trépidos por su gran trabajo. Un trueno los devolvió a su mundo cotidiano. Una vez más juntaron sus manos y gritaron: “Viva la Pandilla de Intrépidos. Viva Fantasía”

FIN

Para los papás:

HAZ CUENTOS CON TU HIJO

- Busca el momento en el que tu hijo está tranquilo y recepti-vo. Motívalo con alguna explicación de la actividad. - Elige un lugar cómodo con una mesa donde trabajar. - El cuento lo podéis hacer con folios, cartulinas o con cual-quier superficie en la que se pueda colorear o pegar fotos. - Podéis hacerlo con lápices de colores, rotuladores, ceras, ti-zas, etc. - Mientras le cuentas una pequeña historia hacer dibujos rela-cionados con ella. No te preocupes del resultado, dibuja con total libertad y tu hijo te lo agradecerá. Deja que el niño participe di-bujando y coloreando. Si el niño sabe leer escribe pequeñas frases con letra grande. - Utiliza los folios que quieras. Añade uno al principio que hará de tapa y otro al final que hará de contra tapa. Únelos con grapas, pegamento, hilo, etc., como prefieras. - Recuerda. Siempre utilizaremos materiales que no supongan un peligro (tintes, punzones, tóxicos, fáciles de tragar, etc.). - En la tapa pon el título y los nombres de los autores. En la contratapa puedes pegar alguna foto del niño o de la familia. - La historia que cuentas, al mismo tiempo que la dibujas, debe tener las siguientes características: o Ha de tener una trama sencilla y un vocabulario compren-sible para el niño. Ten en cuenta su edad. o Elige uno o varios personajes. En la historia pueden viajar, buscar, luchar, transformarse, etc. Puedes incluir animales como mascota, que hablan, mágicos, etc.

o La mente de los niños es mágica, y su historia también debe serlo. La mente de los papás es lógica y su tendencia es razonar todo lo que sucede a los personajes. Sé un poco mágico e incon-gruente y el niño lo entenderá mejor. o La acción de cada historia puede ser cualquiera, pero evi-ta la violencia, la venganza, el menosprecio, la intolerancia, etc. Recuerda que para ti un cuento sólo es una historia, pero para el niño un cuento es una lección. o Al personaje principal puedes añadirle cualidades que quie-res que el niño aprenda. Por ejemplo haz que el personaje sea valiente, alegre, solidario, tolerante, comunicativo, etc. El niño siempre querrá identificarse con el personaje principal de la his-toria. o Si el niño tiene una idea de cómo debe ser la historia, deja que sea él quien la cuente, dibújala y haz preguntas para que el niño no pierda el hilo de la trama.

- Es muy importante saber que cualquiera de los resultados obtenidos es perfecto. Siempre que se haga una actividad con-junta, el resultado es positivo. - Recuerde: besos y abrazos. Los niños no entienden otra cosa que no sea cariño. - Añade a esta página las sugerencias que tu propia experien-cia te vaya enseñando.