1. Hitchcock Alfred - Los Tres Investigadores Misterio en El Castillo Del Terror

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Misterio en el Castillo del Terror

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Misterio en el Castillo del Terror

ROBERT ARTHUR

MISTERIO ENEL CASTILLO DEL TERROR1 ALFRED HITCHCOCK Y LOS TRES INVESTIGADORES

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Robert Arthur

Misterio en el Castillo del Terror

N D I C E

INTRODUCCIN ......................................................................... 4

Captulo 1. Los Tres Investigadores ...................................... 7 Captulo 2. Una entrevista providencial ............................ 14 Captulo 3. Informe del Castillo del Terror ........................ 24 Captulo 4. Dentro del Castillo del Terror.......................... 30 Captulo 5. Ecos de muerte! ................................................ 36 Captulo 6. Una llamada telefnica fantasmal................... 39 Captulo 7. Atrapados! ......................................................... 46 Captulo 8. El hombre de la cicatriz .................................... 52 Captulo 9. Espritus siniestros ............................................ 59 Captulo 10. Un mal resbaln .............................................. 64 Captulo 11. El aviso de la bruja .......................................... 69 Captulo 12. El fantasma azul .............................................. 74 Captulo 12. La contrasea de los Investigadores ............. 84 Captulo 14. Un fantasma y un espejo ................................ 88 Captulo 15. La niebla del miedo ......................................... 93 Captulo 16. Prisioneros en la mazmorra ........................... 99 Captulo 17. Una pista de interrogantes ........................... 106 Captulo 18. Entrevista con el fantasma ........................... 113 Captulo 19. El seor Hitchcock cierra un trato............... 122

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INTRODUCCIN

AVISO AL LECTOR: No est obligado a leer ni una sola palabra de esta introduccin.

Alfred Hitchcock.

Parece ser que siempre tengo algo que presentar. Hace aos que mis trabajos se dan en televisin. Tambin en cine. He publicado novelas de misterio, de fantasmas y de suspense, a fin de que mis admiradores lo pasen bien. Esta vez se trata de un tro de chavales que se llaman a s mismos "Los Tres Investigadores". Recorren el mundo en un "Rolls-Royce" dorado, resolviendo misterios y rompecabezas de toda ndole. Algo increble, verdad? Francamente, me hubiera gustado ignorar a esos tres chicos, pero me compromet a presentarlos, Y soy hombre de palabra, si bien esta formal obligacin se derive de una simple cabezonada ma. Los Tres Investigadores, Bob Andrews, Pete Crenshaw y Jpiter Jones, viven en Rocky Beach, una

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pequea ciudad en la costa del ocano Pacfico, a pocos kilmetros de Hollywood. Bob Andrews, bajo y nervioso, tiene aires de estudiante y espritu aventurero. Pete Crenshaw es alto y musculoso. Jpiter Jones... renuncio a dar mi opinin sobre este personaje. Prefiero que sea el mismo lector quien lo describa, una vez ledas las pginas que siguen. De ah que, si bien me tienta el deseo de aclarar que Jpiter Jones es gordito, dir solamente, como hacen sus amigos, que es rechoncho. De nio, Jupiter Jones apareci en una serie televisiva con otros nios cmicos. Por fortuna para m, nunca vi semejante serie. Pero tengo entendido que era tan obeso y gracioso su aspecto, que se le conoca por "Beb Gordito". Haca rer por su original agudeza en las respuestas. "Beb Gordito" sinti una profunda aversin a que se rieran de l, y decidido a que lo tomaran en serio, estudi sin descanso. Tan pronto supo leer, creci su afn por la ciencia, psicologa, criminologa y otros temas de ndole parecida. Su buena memoria le permita retener la mayor parte de lo ledo, hasta tal punto que sus profesores optaban por no entrar en discusin con l. Muchas veces result que estaban equivocados al sustentar puntos opuestos de opinin. Jpiter Jones resulta bastante insufrible, y, a tal respecto, no puedo por menos de entrar de acuerdo con los que as piensan. No obstante, s que tiene muchos amigos leales. Claro que eso carece de importancia para la gente joven. Podra decir mucho ms de l y de sus camaradas. Por ejemplo, que Jpiter gan el derecho de uso del coche dorado en un concurso; que se labr extraordinaria reputacin por su habilidad en hallar cosas perdidas, como perros favoritos extraviados, y

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tambin que... Bueno, con lo dicho, creo haber cumplido mi promesa. Estoy seguro de que a mi amigo lector, si no hace rato que ha dejado de leerme, le gustar, incluso ms que a m, que haya finalizado esta introduccin. ALFRED HICTCHCOCK.

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Captulo 1. Los Tres Investigadores

Bob Andrews aparc su bicicleta frente al portal de su casa en Rocky Beach y entr en ella. Al cerrar la puerta su madre le llam desde la cocina. Robert! Eres t? S, mam. Robert se dirigi a la cocina. Su madre, de pelo castao y figura grcil, haca un pastel de nueces. Cmo te ha ido el trabajo en la biblioteca? pregunt ella. Muy bien contest Bob. En realidad, el trabajo en la biblioteca siempre era montono. Bob se dedicaba durante media jornada a clasificar los libros que devolvan y ayudaba a catalogarlos. Vino tu amigo Jpiter la madre trabajaba la masa con el rodillo sobre el tablero. Dej un recado para ti. Un recado? pregunt Bob con repentino entusiasmo. De qu se trata? Lo guard escrito en uno de mis bolsillos. En cuanto acabe de amasar te lo dar, No te acuerdas de su contenido? Quiz me necesite! Lo recordara si fuera un mensaje ordinario contest su madre; pero Jpiter no deja mensajes ordinarios. Me pareci algo fantstico. Jpiter es amigo de palabras poco usuales dijo Bob, controlando su impaciencia. Ha ledo infinidad de libros y a veces resulta difcil comprender lo que dice. A veces, no; siempre! replic la seora Andrews. Es un chico muy raro. An no me explico cmo logr encontrar mi alianza.

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La madre de Bob se refera a una sortija con un diamante que perdiera en el pasado otoo. Jpiter Jones vino a la casa e hizo que ella le contara todos sus movimientos durante el da en que la extraviara. Luego, tranquilamente, se encamin a la despensa, se subi a un taburete y hall la sortija en un estante detrs de una hilera de frascos de tomate en conserva. La buena mujer se la haba quitado y puesto all mientras ordenaba los frascos recin esterilizados. Cuanto ms lo pienso coment la seora Andrews, menos me imagino cmo adivin dnde estaba la sortija. No lo adivin; lo dedujo explic Bob-. Jupe tiene mucha imaginacin. Mam, no puedes darme ahora su mensaje? En seguida, hijo respondi ella, golpeando el pastel con el rodillo. A propsito, en qu consista el concurso publicado en la primera pgina del peridico de ayer, y que al ser ganado por Jpiter le dio derecho a un "Rolls-Royce" durante treinta das? Fue un concurso de la Compaa de alquiler de coches explic Bob. Llenaron de alubias una jarra grande y ofrecieron un "Rolls-Royce" con chfer durante treinta das a quien dijera con ms aproximacin el nmero de granos. Jpiter se pas tres das calculando la capacidad de la jarra y los granos de alubias precisos para llenarla. Y gan. Mam, por favor! No puedes darme el mensaje? Ahora accedi ella, que empez a limpiarse la harina de las manos. Y qu har Jpiter con un "Rolls" con chfer durante treinta das? Vers, estamos pensando... empez Bob, pero su madre no le escuchaba. Ahora una persona puede ganar cualquier cosa interrumpi ella. Le que una mujer gan un yate en un programa de televisin. La pobre vive en las montaas, y est casi desesperada. No sabe que hacer con el yate mientras hablaba se sac del bolsillo una hoja de papel. Aqu lo tienes. Dice: "La Puerta Verde. Las prensas estn en marcha." Zambomba, mam, gracias! grit Bob, que alcanz la puerta de la calle antes de que su madre pudiera detenerlo. Robert! Qu significa este mensaje? Es que Jpiter emplea alguna clave fantstica? No, mam. Est en ingls sencillo y corriente. Bueno, tengo que apresurarme. Bob salt al exterior, se mont en su bicicleta y pedale hasta el "Patio Salvaje" de los Jones.

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El movimiento de sus piernas al impulsar la bicicleta no le produjo molestia alguna en la herida que cubra con la "abrazadera" segn denominacin del doctor lvarez un aparato ortopdico, premio a su necia escalada en solitario a una montaa cercana a Rocky Beach. Este pueblo se halla emplazado en una franja llana, con el ocano Pacfico a un lado y las montaas de Santa Mnica al otro. Quizs el nombre de montaa sea excesivo, pero en todo caso, para colina resulta demasiado grande. Bob rod pendiente abajo unos ciento cincuenta metros y acab con una pierna rota por varios sitios. Haba establecido una marca nueva en descenso, pero esto le abri las puertas de un hospital. El doctor lvarez dijo que no tardara mucho tiempo en recuperarse y que entonces caminara sin la abrazadera. Mientras tanto, aquella proteccin de su pierna herida le fastidiara. Ya en las afueras del pueblo, Bob lleg pronto al "Patio Salvaje". Este patio, antes era conocido por la "Chatarrera de Jones", pero Jpiter lleg a convencer a su to, y le cambiaron el nombre. All se vendan artculos poco usuales, adems de los propios de una chatarrera. Mucha gente recorra varios kilmetros para ver de encontrar all lo que no hallaban en otros lugares. El patio resultaba fascinante para cualquier muchacho, y su aspecto fuera de lo comn se haca obvio desde lejos, tan pronto se divisaba la valla de tablas que lo rodeaba. Titus Jones haba empleado diversos colores de pintura, adquirida de desechos, para pintar la cerca. Algunos artistas locales le ayudaron, pues l siempre les prestaba trastos que ellos necesitaban. Toda la parte frontal se hallaba cubierta de rboles y flores, con un estanque donde se deslizaban majestuosos cisnes, y todo ello, cara al ocano. Sus restantes fronteras ofrecan panoramas muy diversos. Quiz fuera la chatarrera de ms colorido de todo el pas. Bob rebas la entrada principal, con sus dos enormes verjas de hierro de un establo que se haba quemado. Recorri unos cien metros y se detuvo donde la valla mostraba un mar pintado de verde, con dos buques de vela en terrible lucha con los elementos desencadenados. Bob desmont en busca de las dos tablas verdes que Jupe haba convertido en puerta privada. Aqulla era la Puerta Verde. Empuj por el ojo de un pez que se asomaba en el agua junto a un buque que se hunda, y las tablas se alzaron. Entr con su bicicleta y cerr la puerta secreta. Ya estaba en el interior del patio de chatarras, en el ngulo en que Jpiter haba dispuesto su taller al aire libre. Un tejadillo de unos dos metros de ancho circundaba la mayor parte de la valla por la parte interior del patio. El seor Jones guardaba all sus mejores chatarras.

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Bob hall a Jpiter sentado en una vieja mecedora, presionndose el labio inferior, mientras su mente trabajaba a todo vapor. Y a Pete Crenshaw atareado en la pequea imprenta recibida como chatarra, y que Jpiter haba conseguido que funcionase de nuevo. La imprenta emita su clic-clac una y otra vez. Pete, alto y moreno, pona y quitaba tarjetas blancas. se era el contenido del mensaje de Jupe: que la prensa estaba en marcha y que deba de reunirse con l detrs de la Puerta Verde. All, los chicos eran invisibles para quien se hallara en la parte principal del patio, donde estaba emplazada la oficina grande. Sobre todo para ta Mathilda, mujer corpulenta, quien en realidad llevaba el negocio. Su gran corazn y paciencia sin lmite no le impedan un afn desmedido por ocupar en algn trabajo a cualquier chico que viera cerca. Jpiter, astuto, poquito a poco, amonton chatarra diversa en el patio, de modo que ocultaba su taller. As poda gozar con sus amigos de inalterada libertad cuando su ayuda no era precisa para sus tos. Mientras Bob aparcaba su bicicleta, Pete cerr la prensa y entreg una de las tarjetas que haba impreso. Mirad esto! dijo. Se trataba de una tarjeta grande de negocios. Deca:

LOS TRES INVESTIGADORES "Investigamos todo" Primer investigador Segundo investigador Tercer investigador Jpiter Jones Pete Crenshaw Bob Andrews

Fantstico! exclam Bob admirado. Esto s que tiene garra! As que has decidido seguir adelante con tu idea, Jupe? Hace tiempo que hablamos de fundar una agencia de investigacin respondi Jpiter. Ahora que tenemos un "Rolls" a nuestra disposicin durante las veinticuatro horas del da y por espacio de un mes, gozaremos de libertad para desentraar misterios en cualquier parte. Opino que no vamos a desaprovechar la ocasin, verdad? Desde este momento somos oficialmente Los Tres Investigadores. "Como primer investigador, me har cargo del trabajo mental. Pete, segundo investigador, se cuidar de todas las operaciones que requieran facultades atlticas.

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T, tercer investigador, por no estar muy ducho en el oficio y sentir aprensin en cuanto a seguir sospechosos, trepar vallas y obligaciones parecidas, te encargars de las gestiones secundarias y del registro de todas nuestras operaciones. Eso me va dijo Bob. Mi trabajo en la biblioteca me capacita para ese cometido. La investigacin moderna precisa de un trabajo exhaustivo explic Jpiter. Observo que miras nuestra tarjeta de publicidad de un modo raro. Puede preguntar qu te preocupa? Bueno... estos signos de interrogacin, qu significan? Esperaba que lo preguntases salt Pete. Jupe ya me advirti que lo haras. Segn l, todo el mundo lo preguntar. El interrogante explic Jpiter, es el smbolo universal de lo desconocido. Estamos dispuestos a resolver cuantas adivinanzas y misterios se nos presenten. Por eso el interrogante ser nuestro distintivo. Tres interrogantes juntos significan Tres Investigadores. Bob crey que Jpiter haba terminado, pero eso fue porque an no lo conoca bastante. Su amigo apenas si haba entrado en vena de explicaciones. Adems continu los interrogantes provocarn inters. Har que la gente nos pregunte su significado, igual que hiciste t. Ayudar a que nos recuerden. Ser una excelente publicidad. Todo negocio precisa de propaganda para atraerse clientes. Formidable! exclam una vez ms Bob, mientras colocaba la tarjeta en el montn que Pete haba impreso. Podramos ya ser hombres de negocios si tuvisemos un caso que investigar. Pete se adelant a dar la noticia. Bob, tenemos un caso! Discrecin! orden Jpiter. El chico se irgui y apret las mandbulas. Cuando lo haca, su cara pareca alargarse y tener ms edad. Desgraciadamente explic, hay un pequeo obstculo. Desde luego, se trata de un caso apto para nosotros. Intuyo que podramos resolverlo con facilidad. Lo malo es que an no hemos sido contratados. Cul es el caso? pregunt ansioso Bob. El seor Alfred Hitchcock busca una casa verdaderamente encantada para su prxima pelcula habl Pete. Pap se enter de ello en los Estudios.

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El seor Crenshaw, perito en efectos especiales, trabajaba en uno de los estudios cinematogrficos de Hollywood, a pocos kilmetros al otro lado de la montaa. Una casa encantada? Bob frunci el ceo. Qu podemos resolver en una casa encantada? -Podemos investigar la casa y averiguar si est o no realmente encantada. La publicidad har que nuestro nombre sea conocido, y los Tres Investigadores se vern lanzados. Pero hay el inconveniente de que el seor Hitchcock no nos lo ha pedido objet Bob. Es eso lo que t llamas un pequeo obstculo?

Tendremos que persuadirlo asever Jpiter. Naturalmente! exclam Bob, sarcstico. Basta con aparecer en la oficina del productor de cine ms famoso del mundo y preguntarle: "Es usted la persona que nos llam?" Los detalles an no han sido concretados, pero la idea s est en marcha inform Jpiter. Ya he telefoneado al seor Hitchcock pidindole una entrevista. Eso has hecho? pregunt Pete mostrndose tan sorprendido como Bob. Y ha dicho que nos recibir? No admiti el primer investigador. Su secretaria ni siquiera me dej hablar con l. Era de esperar coment Bob, algo desinflado. En realidad, me amenaz con pedir nuestro arresto si nos acercbamos a su jefe sigui Jpiter. La secretaria que el seor Hitchcock tiene este verano, es una chica que iba con nosotros a la escuela, aqu en Rocky Beach. Asista a unos cursos ms adelantados, pero la recordaris. Se llama Henrietta Larson. La sabihonda Henrietta! exclam Pete. Adivinaste. La recuerdo. Bob dijo: Sola ayudar a los profesores y mangoneaba a todos los peques. Vaya si la recuerdo! Si Henrietta Larson es la secretaria del seor Hitchcock, mejor ser que lo olvidemos. Tres tigres no conseguirn burlarla. Jpiter no se daba por vencido. De ah que respondiera: Los obstculos constituyen la sal y pimienta de la vida. Maana por la maana iremos en coche a Hollywod y visitaremos al seor Hitchcock.

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Y si Henrietta llama a la polica? pregunt Bob.Adems, maana tengo que trabajar todo el da en la biblioteca. Entonces iremos Pete y yo. Telefonear a la agencia de coches de alquiler y les dir que empezar el uso de mi coche maana por la maana a las diez. T, Bob, aprovechars la ocasin de estar el da en la biblioteca para hojear todos los peridicos y revistas viejos en busca de informacin. Escribi en el dorso de una de las tarjetas "El Castillo del Terror", y luego se la dio a Bob. ste ley lo escrito, trag saliva, y dijo: Conforme, Jupe. Los Tres Investigadores tienen trabajo ahora anunci Jpiter, mostrndose satisfecho. Llevad tarjetas encima siempre. Sern vuestras credenciales. Maana, todos cumpliremos con nuestro deber, pase lo que pase.

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Captulo 2. Una entrevista providencial

Mucho antes de la hora de llegada del "Rolls-Royce" al "Patio Salvaje" de los Jones, Peter y Jpiter aguardaban a pie firme frente a la puerta exterior. Ambos se haban puesto sus mejores ropas, incluidas camisas blancas y corbatas. El pelo bien peinado haba sido tratado con abundante fijador, y las vigorosas abluciones sacaron rosetones de manzana en sazn a sus mejillas. Hasta las uas les brillaban a efectos del cepillo manejado sin tacaera. El gran coche les gan en brillo. Era un Rolls-Royce" bastante antiguo, con enormes faros que semejaban tambores. El motor era tremendamente largo, delante de una caja semicuadrada. Todos los accesorios, incluidos los parachoques, brillaban dorados cual joya cara. Las partes negras resplandecan como el charol. Cspita! exclam Pete. Parece el coche de un millonario de ciento diez aos de edad. El "Rolls-Royce" es el coche de artesana ms caro del mundo alab Jpiter. ste fue construido para un rico jeque rabe de gustos refinados. Ahora la compaa lo emplea slo para fines de publicidad. Tan pronto se detuvo el coche, su conductor descendi a tierra. Era un hombre delgado y fuerte, y de casi un metro noventa centmetros de alto, cara larga y buen carcter. ste se quit la gorra y se dirigi a Jpiter. Master 1 Jones? Soy Worthington. Ah, bien! Celebro conocerlo, seor Worthington respondi el aludido. Pero llmeme Jpiter, como todo el mundo. Por favor! Worthington pareci confuso. Es costumbre que el amo me llame simplemente Worthington. Tambin es costumbre que yo me dirija a mis1

Master: Tratamiento de respeto que se da a los muchachos en Inglaterra

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dueos con el mximo respeto. Ahora usted es el amo, y prefiero atenerme a las reglas de la profesin. Bien, como quiera, Worthington. Seguiremos la costumbre. Gracias, master Jones. El coche y yo estaremos a su servicio durante treinta das. Treinta das de veinticuatro horas cada uno remarc Jpiter. Eso decan las bases del concurso. As es Worthington abri la puerta de atrs. Quiere entrar? Gracias Jpiter y su amigo subieron. No es preciso que se moleste en abrirnos la puerta. Somos jvenes. Si no le importa contest Worthington, prefiero realizar mi servicio como se espera de m. Si dejo de hacerlo, quizs en lo futuro incurra en defectos. Comprendo murmur Jpiter, mientras Worthington ocupaba su lugar delante del volante. Slo que, tal vez, en alguna ocasin tengamos necesidad de precipitarnos al exterior, y entonces no podremos esperar a que usted nos abra la portezuela. En todo caso, propongo que usted la abra al empezar y acabar la jornada. Muy bien, master Jones. Semejante solucin es aceptable. Ambos muchachos vieron por el espejo retrovisor que Worthington se sonrea. Bueno... probablemente no seamos de ese tipo de clientes que usted acostumbra a llevar coment Jpiter. Quiz... quiz... queramos ir a lugares poco habituales. Esto se lo explicar. Entreg a Worthington una tarjeta de los Tres Investigadores. El chfer la estudi sin descomponer su grave semblante. Me encanta la idea coment Worthington. En realidad me seduce un cambio en la rutina diaria. No siempre se tiene una oportunidad de servir a jvenes aventureros. Mis clientes suelen ser mayores y precavidos. Nuestro primar destino, master Jones? Pete y Jpiter admitieron que les gustaba mucho el chofer. Queremos ir a World Studios, en Hollywood, para visitar al seor Alfred Hitchcock dijo Jpiter. Yo... bueno... le telefone ayer. Entendido, master Jones. Poco despus el lujoso coche se deslizaba por la carretera de las colinas hacia Hollywood. Worthington habl por encima de su hombro.

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Debo informarles que este coche posee telfono y un departamento con refrescos, que pueden utilizar. Muchas gracias respondi Jpiter, ya centrado en su papel de propietario accidental de tan lujoso vehculo. El muchacho alarg el brazo, abri un departamento y alz un telfono dorado como los restantes adornos del coche. El telfono careca de esfera numerada, pero en su lugar haba un botn. Un telfono mvil inform a Pete. Se pulsa el botn y se da el nmero deseado a la telefonista. No creo que de momento tengamos necesidad de usarlo. De mala gana, Jpiter volvi a dejarlo en su sitio, y se apoy contra el respaldo de bello tapiz.

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El paseo result agradable, aunque sin novedades. No tardaron mucho tiempo en alcanzar el sector comercial de Hollywood. A medida que se acercaban al destino, Pete empez a revolverse inquieto en el asiento. Jupe dijo. Me gustara saber cmo cruzaremos el umbral de los Estudios. Sabes perfectamente que hay muros y vigilantes para alejar a la gente como nosotros. Nunca entraremos en su interior. Tengo un plan en la cabeza confes Jpiter. Ahora espero que nos salga bien. Ya hemos llegado. Pasaron junto a un muro de lisa fachada que ocupaba la extensin de dos bloques de viviendas. En su letrero leyeron: World Studios. Aquella pared responda a una necesidad: mantener alejados a los curiosos inoportunos, como haba dicho Pete. En el centro, vieron una alta puerta de hierro que permaneca abierta. Un hombre uniformado vigilaba la entrada sentado en un taburete. Worthington desvi el "Rolls" al camino y el portero se puso en pie de un salto. Eh, un momento! -grit. Adonde van? Vamos a visitar al seor Hitchcock. Tiene pase? No sabamos que se necesitase un pase para venir replic Worthington. El seor telefone al seor Hitchcock,

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Cosa totalmente cierta. Claro que el seor Hitchcock no haba contestado. Oh! El portero se rasc la cabeza, inseguro; Jpiter baj la ventanilla de su lado y se asom. Buen hombre. Pete casi dio un salto, pues Jupe hablaba un ingls rico en matices que jams haba empleado antes. Seguramente que lo vendra practicando en secreto. Buen hombre repiti Jpiter. A qu se debe el retraso? Recanastos! susurr Pete. Jpiter, de pequeo, haba sido actor de televisin, y haba demostrado verdadero talento. Empero Pete jams lleg a verlo antes de interpretar su papel con tanto aplomo. Su amigo, con los carrillos y los labios abultados, y con la cabeza bien alta, se haba transformado en un excelente imitador de los modales ms peculiares del seor Hitchcock. S, se haba convertido en un joven Alfred Hitchcock, bastante impertinente, cuya presencia no dejara de ser notada. Pero yo tengo que saber quin visita al seor Hitchcock! grit nervioso el portero. Comprendo Jpiter acentu su glacial mirada. En tal caso, telefonear a mi to. Cogi el telfono dorado, puls el botn y pidi un nmero. Era el nmero de "Patio Salvaje". Jpiter, ciertamente, llamaba a su to. El portero mir una vez ms al sorprendente automvil y a Jpiter con el telfono dorado entre sus manos. Est bien, pasen ustedes! concedi algo confuso. Avisar que van ustedes hacia all. Gracias se apresur a decir Jpiter, que orden a Worthington: Siga. Jpiter se volvi a acomodar contra el respaldo, mientras el "Rolls-Royce" enfilaba una estrecha calle bordeada de prados verdes y palmeras, con docenas de pequeos y atractivos bungalows. Ms all se divisaban los tejados en arco de los grandes estudios. Algunos actores, vestidos segn el papel que deban interpretar en sus pelculas, se encaminaban a uno de ellos.

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Pese a que haban logrado entrar en el recinto de los Estudios, Pete segua sin comprender cmo su amigo conseguira entrevistarse con el seor Hitchcock. No obstante, la incgnita estaba a punto de resolverse. Worthington se arrimaba ya junto a un gran bungalow. Es costumbre en muchos estudios, que los productores residan en uno de estos edificios donde pueden trabajar sin ser molestados. Un letrero pulcramente pintado, rezaba: Alfred Hitchcock. Esprenos, Worthington orden Jpiter, mientras aqul abra la puerta. No s el rato que estaremos ah dentro. Muy bien, master Jones.

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Los muchachos empujaron la puerta y pasaron a la sala de recepcin, dotada de aire acondicionado. Una chica rubia sentada a un escritorio colgaba en aquel instante el auricular del telfono. En principio Pete no reconoci a Henrietta Larson, pero en cuanto habl, supo quin era. Vaya! Henrietta, apoyadas las manos en sus caderas, miraba a Jpiter Jones . Al fin lograste llegar hasta aqu hacindote pasar por el sobrino de! seor

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Hitchcock! Muy bien! Ahora sabrs cunto tiempo necesita la polica de los Estudios para desembarazarse de ti. El corazn de Pete pareci latir dentro de sus calcetines cuando Henrietta descolg el telfono. Espere! rog Jpiter. Esperar, qu? pregunt ella, rencorosa. Penetraste aqu diciendo al portero que eres sobrino del seor Hitchcock. No, no lo hizo habl Pete. Ocurre que el portero se enga a s mismo con sus propias conclusiones. T quedas fuera de esto replic Henrietta. Jpiter Jones es una calamidad pblica y yo me cuidar de que deje de serlo. La joven acerc de nuevo su mano al telfono. Ahora fue Jpiter quien habl: No es prudente actuar con precipitacin, seorita Larson. Pete dio un respingo. Jpiter volva a usar su voz de ingls bien educado, que tanto impresionara al portero. En verdad que tena aires de un Alfred Hitchcock adolescente. Estoy seguro de que al seor Hitchcock le interesar conocer una muestra de mi talento aadi Jpiter. Henrietta dej caer el telfono, y alz los ojos con la viveza de movimientos de una avispa enfurecida. Vaya... t... t...! guard silencio un breve momento, como si tratase de hallar las palabras precisas. Luego, ms serena, aunque muy seria, dijo: S, Jpiter Jones. Estoy segura de que el seor Hitchcock querr conocer tu talento. Ejem... seorita Larson. Los muchachos se volvieron precipitadamente hacia el inesperado sonido de voz detrs de ellos. Incluso Henrietta mostrose sobresaltada. En la puerta de la oficina se hallaba el mismsimo Alfred Hitchcock. Qu ocurre, seorita Larson? pregunt el hombre. Por qu no responde a mis llamadas? Decida usted mismo, seor Hitchcock dijo Henrietta. Este joven tiene algo que mostrarle, y estoy segura que le interesar. Lo siento. No puedo ver a nadie hoy. Despdalos. Estoy segura de que le interesar recibirlos, seor Hitchcock.

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Su tono de voz no gust nada a Pete. El productor mir apreciativamente a los muchachos, se encogi de hombros, y dijo: Bien, seguidme, chicos. Entr en su oficina y se encamin a un escritorio del tamao de una mesa de pingpong, donde tom asiento en una silla giratoria. Jpiter y Pete se quedaron en pie mirndolo mientras Henrietta cerraba la puerta. Bien, muchachos dijo el seor Hitchcock. Qu es eso que deseis mostrarme? Puedo perder solamente cinco minutos. Quera ensearle esto, seor contest Jpiter, que le entreg una tarjeta de los Tres Investigadores. Pete comprendi que Jpiter segua una estrategia planeada de antemano. Aparentemente, daba resultado. El seor Hitchcock cogi la tarjeta y la estudi. Hum! As que sois investigadores. Puedo preguntar qu significan los interrogantes? Indican, acaso, alguna duda en cuanto a vuestra habilidad? No, seor replic Jpiter. Son nuestra marca. Simbolizan preguntas a contestar y misterios a resolver. Tambin hacen que la gente formule preguntas y eso ayuda a que nos recuerden. Comprendo el seor Hitchcock tosi. Os interesa la publicidad? Un negocio no puede triunfar si la gente lo desconoce. Aseveracin irrefutable concedi el seor Hitchcock. Pero ya que hablis de negocios, an no s cul es el vuestro. -Queremos encontrar una casa encantada para usted. Una casa encantada? las cejas del seor Hitchcock se alzaron. Qu te hace pensar que me interesa una casa encantada? Sabemos que necesita de una autntica casa encantada para su prxima pelcula de suspense. Los Tres Investigadores desean ayudarle en la bsqueda. Hitchcock se ri. Dos exploradores locales me buscan ya la casa que necesito. Uno est en Salem, Massachussetts, y el otro, en Charleston, Carolina del Sur. Ambos lugares son ricos en historias sobrenaturales. Maana irn a Boston y a Nueva Orlens. Estoy seguro de que ellos encontrarn la casa que preciso. Pero si nosotros la hallamos aqu, en California, le ser mucho ms sencillo hacer su pelcula sin trasladarse del lugar objet Jpiter.

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Lo siento, chaval; no interesa. No queremos dinero insisti l. Pero todos los detectives famosos tienen a alguien que escribe sus casos, y as la gente llega a conocerlos: Sherlock Holmes, Ellery Queen, Hrcules Poirot; todos. He llegado a la conclusin de que es as como se han hecho famosos. Luego consiguen clientes importantes. Para dar a conocer a los Tres Investigadores haremos que nuestros casos sean escritos por el padre de nuestro tercer socio, Bob Andrews, que trabaja en un peridico. Y bien? Hitchcock consult su reloj. Pens que si usted se decida a presentar nuestro primer caso... Imposible! cort Hitchcock. Decid a la seorita Larson que venga y os acompae. S, seor respondi abatido Jpiter. Mientras nuestros amigos se encaminaban a la puerta, y ya cerca de ella, Alfred Hitchcock dijo: Un momento, chicos. Se volvieron. El seor Hitchcock los miraba con el ceo fruncido. Diga, seor. Se me ocurre que no habis sido totalmente francos. Qu es exactamente lo que la seorita Larson cree que puede interesarme? Desde luego, no se refera a vuestra tarjeta de visita; de ello estoy seguro. Bien, seor respondi Jpiter, de mala gana. S hacer imitaciones, y ella pens que le interesara ver la imitacin que hago de usted en su poca de muchacho. Una imitacin de mis tiempos de adolescente? la voz del famoso director se agudiz, y sus rasgos se endurecieron. Qu quieres decir? Esto, seor. Y de nuevo, el rostro de Jpiter pareci cambiar: su voz se hizo profunda, y su ingls, impecable. Acababa de transformarse en un individuo distinto. Se me ocurri, seor Hitchcock dijo, en aquella voz tan distinta a la suya normal, que algn da usted necesitar de alguien que imite su personalidad de muchacho en alguna pelcula. Y, de ser as... El ceo del productor pareci arrugarse ms. Su rostro oscureci de enojo. Monstruoso! grit. Para en seguida!

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Jpiter volvi a su personalidad. No encuentra un parecido? pregunt.Me refiero a su poca de chico. Ciertamente que no! Yo era un muchacho agradable y bien parecido, y no esa mala caricatura que t has remedado. En tal caso, tendr que practicar ms suspir Jpiter. Mis amigos opinan que lo hago muy bien. Te lo prohbo! tron Hitchcock. Te prohbo que lo intentes. Me vas a prometer que nunca intentars personificar mi infancia y... porras! A cambio presentar lo que t escribas. Gracias, seor. Entiendo que nos autoriza a buscarle la casa encantada que necesita. Oh, s; desde luego. Pero no prometo usarla si la encuentras. No obstante, puedes hacer averiguaciones. Y, ahora, fuera de aqu, antes de que pierda el ltimo vestigio de dominio que me queda. En mi vida he visto a muy pocos chavales como t. Sin duda eres demasiado inteligente para tu propio bien, jovencito. Jpiter y Pete se marcharon. Hitchcock se qued confuso y pensativo.

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Misterio en el Castillo del Terror

Captulo 3. Informe del Castillo del Terror

Bastante tarde ya, aquel da Bob Andrews resoplaba mientras empujaba su bicicleta hacia la Puerta Verde. Vaya momento de reventarse un neumtico! Hizo rodar la bicicleta al interior del patio y la aparc. Junto a la entrada principal oy la voz de la seora Jones, que daba rdenes a Hans y Konrad, ayudantes de su marido. Jpiter y Pete no estaban en el taller. Semejante ausencia no sorprendi a Bob, que anduvo hasta situarse detrs de la pequea imprenta, donde apart un trozo de verja en desuso, que pareca estar apoyada contra el fondo del banco de trabajo, cuando en realidad ocultaba un tubo galvanizado muy ancho y largo. Se introdujo en l y volvi a colocar el trozo de verja, para luego arrastrarse lo ms de prisa que le permita el aparato ortopdico acoplado a su pierna. Se trataba del Tnel Dos, una de las varias entradas secretas al Puesto de Mando. El otro extremo del tnel se hallaba cerrado con una tapa de madera. Bob empuj la tapa y se hall en el interior del Puesto de Mando. En realidad se trataba de un viejo hogar remolque, de unos ocho metros de largo, que Titus Jones haba comprado haca un ao. El hombre no logr venderlo debido a las tremendas abolladuras que tena, consecuencia de un accidente. Por eso, termin cedindoselo a Jpiter para usarlo como oficina. Durante un ao, los tres chicos, con la ayuda de Hans y Konrad, apilaron montones de chatarra alrededor del remolque. As qued oculto el exterior entre montones de barras de acero, trozos de una escalera de incendios medio consumida, maderos y otros materiales. Aparentemente, el seor Jones se haba olvidado por completo de su existencia. Y nadie, excepto los chicos, saba que hubiera sido transformado en oficina, laboratorio y cuarto oscuro para el revelado de fotografas, provisto de varias entradas secretas.

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Bob hall a Jpiter sentado en una silla giratoria reconstruida, detrs de un escritorio que tena un extremo quemado, debido a un incendio. (Todo el equipo de la oficina haba sido reconstruido con chatarra. Pete Crenshaw tambin permaneca sentado al otro lado del escritorio. Te has retrasado reproch Jpiter, como si su amigo no lo supiera. Se revent un neumtico jade Bob. Pis un clavo gordo precisamente a la salida de la biblioteca. Averiguaste algo? S. Averig ms de lo que me gustara saber del Castillo del Terror. Castillo del Terror! exclam Pete. Ese nombre no me gusta. Espera hasta que sepas de l dijo Bob, En cuanto a una familia de cinco miembros que intent pasar una noche all, y que jams se supo... Empieza por el principio cort Jpiter. Danos los datos segn su cronolgica sucesin. Conforme Bob empez a abrir un gran sobre de color castao que traa. Primero debo deciros que Skinny Norris estuvo sobre mi hombro toda la maana, intentando averiguar qu haca. Espero que no hayas permitido a ese memo enterarse de nada coment Pete . Siempre intenta meter sus narices en todo lo que hacemos. Yo no le dije nada. Pero fue muy tenaz. Cuando llegu a la biblioteca, quiso que hablsemos del coche de Jupe. Me pregunt cmo crea yo que iba a usarlo. Skinny est muy enojado. Prefiere ser el nico del colegio que tenga coche dijo Jpiter. Si su padre no fuera residente legal de un Estado donde se dan licencias de conduccin incluso a los nenes pequeos, Skinny no conducira ms que nosotros. De todos modos, ahora no le va presumir. Pues bien continu Bob, fruncido el ceo. Mientras trabajaba en la biblioteca, me vio apartar las revistas y peridicos viejos que necesitaba para tu informacin, Jupe. No le dej mirar lo que yo lea, pero... Sigue invit el primer investigador. Te acuerdas de nuestra tarjeta comercial, en la que escribiste "Castillo del Terror", cuando me encargaste que buscara algo sobre el lugar? Supongo que la sacaras mientras buscabas en el catlogo la ficha, y luego ya no la encontraras.

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Bob parpade. Cmo lo sabes? No la hubieras mencionado, si la tuvieras respondi Jpiter. Y el sitio ms propicio para perderla es en la biblioteca, mientras examinabas el fichero Bien, pues as ha sucedido confirm Bob. Imagino que la dejara sobre la mesa. No estoy seguro de que Skinny la cogiera, pero cuando se march, pareca muy satisfecho de s mismo. No es hora de preocupamos con Skinny dijo Jpiter-. Tenemos un caso importante que resolver. Dinos qu has sabido. Bob sac unos papeles del sobre. Para empezar -dijo, el Castillo del Terror est emplazado en un pequeo y estrecho can, llamado Can Negro, encima de Hollywood. Originariamente se llam Castillo de Terrill, porque fue construido por el actor de cine Stephen Terrill. Fue un gran artista en los tiempos del cine mudo. "Sola trabajar en toda clase de pelculas de miedo, vampiros, salteadores de caminos y cosas as Construy su casa segn el modelo de un castillo encantado que utilizaron en una de sus pelculas. Est llena de viejas armaduras, cajas de momias egipcias y otras cosas fantasmales, procedentes de distintas pelculas en que trabaj. Muy prometedor dijo Jpiter. Eso depende de lo que pretendas t! se lament Pete. Qu aconteci a ese Stephen Terrill? A eso voy dijo Bob. Stephen Terrill era conocido en todo el mundo como "El hombre de! milln de caras". Luego se invent el cine sonoro, y la gente descubri que tena voz chillona y adems, ceceaba. Fantstico! se excit Pete. Un monstruo que cecea en voz chillona. Se reventaran de risa en sus asientos. As fue como sucedi. Pero Stephen Terrill dej de hacer pelculas, despidi a todos sus criados, e, incluso, a su mejor amigo y apoderado, un tal Jonathan Rex. Finalmente, dej de contestar al telfono y la correspondencia que reciba. El hombre se encerr en el castillo, y la gente no tard en olvidarse de l. "Un da se descubri un coche a unos cuarenta kilmetros de Hollywood, fuera de la carretera, y estrellado en los arrecifes. Por muy poco no se cay al ocano. Y qu tena eso que ver con Stephen Terrill? interrumpi Pete.

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La polica hizo averiguaciones y supo que el coche haba pertenecido a Terrill explic Bob. No hallaron su cuerpo. Pero a nadie sorprendi eso. Debi de llevrselo una ola gigantesca. Sopla! exclam Pete. Piensas acaso que se estrell a propsito contra el arrecife? Nadie estuvo seguro de eso contest Bob. Sin embargo, cuando la polica fue al Can Negro, hall abierta de par en par la puerta del castillo. Por otra parte, no vieron a nadie en los alrededores. En cambio, s encontraron una nota clavada en la mesa de la biblioteca Bob busc entre sus papeles. Deca: "Aunque el mundo no vuelva a verme con vida, mi espritu jams abandonar este lugar. El castillo queda perpetuamente maldito. Stephen Terrill." Cascaras! exclam Pete. Cuanto ms oigo de esto, menos me gusta. Al contrario replic Jpiter. Cada vez se vuelve ms prometedor. Contina, Bob. La polica investig toda grieta y ranura del viejo castillo, pero no hallaron ms que la nota dejada por Terrill. No obstante, result que deba mucho dinero y que tena la casa hipotecada por un banco. Vinieron unos hombres a recoger las pertenencias de Stephen Terrill, pero se pusieron muy nerviosos, sin causa aparente, y rehusaron acabar el trabajo. Dijeron haber odo y visto cosas raras, que no podan definir con claridad. Finalmente el Banco intent vender el castillo. Nadie, absolutamente nadie, quiso vivir all, y menos an comprarlo. Todo el que entraba se pona muy nervioso, transcurrido un rato "Un agente federal vino a pasarse una noche entera dentro del castillo para demostrar que todo se deba a simples imaginaciones. Huy a medianoche, asustado. Jpiter se mostr muy complacido. Pete trag saliva. Sigue dijo Jpiter. Eso es mejor de lo que yo esperaba. Otras personas intentaron tambin pasar la noche all cont Bob. Lo hizo una estrella cinematogrfica para alcanzar publicidad. Se fue a medianoche dando diente con diente hasta el punto de que no poda hablar. Cuando lograron entenderle se refera a un fantasma de color azul y a una niebla que daba mucho miedo. El Fantasma Azul y la Niebla del Miedo? Pete se pas la lengua por los labios. Y no vio jinetes silenciosos, ni una agrupacin de fantasmas que arrastran cadenas, ni...? Si dejaras acabar a Bob intervino Jpiter, podramos avanzar. Por mi parte prefiero que haya terminado. No quiero or nada ms!

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Jpiter no le hizo caso. Algo ms, Bob? Bueno dijo ste. Hay otros incidentes de la misma naturaleza. Una familia de cinco miembros procedentes del Este se instal all. El Banco ofreci gratis el castillo durante un ao, en un intento de romper el maleficio. La familia entera desapareci la primera noche. Hubo, ruidos o visiones pregunt Jpiter, como suspiros, gemidos, fantasmas o algo parecido? Al principio, no contest Bob. Ms adelante se oyeron gemidos distantes, y vieron una figura entre neblina que ascenda la escalera, y, de cuando en cuando, lanzaba suspiros. Tambin se ha escuchado un grito amortiguado provinente del fondo del castillo. Muchos han credo escuchar msica hechicera del rgano estropeado que hay en la sala de proyecciones. Otros afirman haber visto una figura fantasmal y una especie de llama azul de dbil resplandor, tocando el rgano. Le pusieron el nombre de Fantasma Azul. Seguro que han investigado estas manifestaciones sobrenaturales? Un par de profesores se mudaron all para comprobarlo continu Bob, leyendo sus notas. Pero no oyeron ni vieron nada. Slo se sintieron intranquilos, preocupados y raros. Despus, el Banco, seguro de que jams podra vender el castillo, lo cerr. "Durante ms de veinte aos, nadie consigui pasarse all una noche entera. Un periodista narra que, al principio, contrabandistas y mendigos intentaron aposentarse, pero tampoco se quedaron. stos contaron tales historias, que ningn vagabundo se acerca a menos de un kilmetro. "Hace aos que ningn peridico ni revista ha contado historias del Castillo del Terror. As, de mis averiguaciones se deduce que el Castillo del Terror permanece vaco, desierto. El Banco no ha logrado venderlo, y nadie se acerca a l, a menos que tenga un motivo especial. Entiendo que no hay motivo especial se apresur a comentar Pete. A m no me convenceran para ir all. Por supuesto afirm Jpiter que vamos a ir... esta noche. Realizaremos una visita preliminar al Castillo del Terror, provistos de cmara y magnetfono, para comprobar si est encantado. Lo que averigemos nos servir de base para una investigacin ms completa que realizaremos ms adelante. Confo en que el lugar

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est encantado. Si as es, encajar a la perfeccin en la prxima pelcula del seor Hitchcock.

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Captulo 4. Dentro del Castillo del Terror

Bob posea mucha ms informacin acerca del Castillo del Terror, y Jpiter le escuch sin perderse una palabra. Pete sigui afirmando que ni caballos salvajes lograran llevarlo all; no obstante, cuando lleg el momento de partir, estuvo dispuesto. Se visti su ropa ms usada y se llev consigo un magnetfono porttil que haba cambiado a un chico del colegio por su coleccin de sellos. Bob se provey de un libro de anotaciones y de un par de lpices afilados. Jupiter prepar su cmara con bombilla de flash dispuesta. Pete y Bob dijeron a sus respectivas familias que se iban con Jpiter en el coche ganado en el concurso. Sus padres opinaban que mientras fuesen con Jpiter estaban seguros. Tambin saban que Worthington, el chfer, los acompaaba. El enorme "Roll-Royce", con los faros encendidos, lleg al "Patio Salvaje" tan pronto oscureci y todos subieron a l. Jpiter posea un mapa que mostraba el emplazamiento del Can Negro. Worthington lo examin y dijo: Muy bien y se puso en marcha. Mientras se deslizaban por las colinas, girando curva tras curva, Jpiter dio las instrucciones finales. Esta visita dijo, es slo para sacar la primera impresin. No obstante, si vemos algo fuera de lo normal, tomar una instantnea. Si oyes sonidos, Pete, regstralos en el magnetfono. Si tengo que usarlo asever Pete, mientras Worthington se desviaba a un estrecho sendero entre casi verticales laderas de dos montes, todo lo que oiris sern dientes que castaetean. T, Bob continu Jpiter, esperars en el coche nuestro regreso. Ese cometido me gusta afirm Bob. Repmpanos, que oscuro est esto!

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An ascendan el estrecho y serpenteante camino, sin advertir casa alguna por ningn lado. Quienquiera que lo llamara el Can Negro, supo lo que se dijo coment Pete. Parece que nos hallamos ante un obstculo observ Jpiter. Una masa de rocas y grava bloqueaba el camino. Las montaas en aquella parte de California, si bien cubiertas espesamente de mezquite y otros arbustos, tienen muy poca hierba. Ello facilita que las rocas se desprendan y rueden hasta el camino. Y eso es lo que debi suceder esta vez, que una roca vino a detenerse en el sendero, aplastando algunas barras de hierro que en tiempos protegan el lado sobre el barranco. Worthington detuvo el coche. Me temo que no podemos seguir ms inform, Pero mi impresin, segn el mapa, es que el can no se extiende ms de cien metros. Gracias, Worthington. Vamos, Pete; recorreremos a pie el resto del camino. Descendieron del vehculo. Regresaremos dentro de una hora! grit Jpiter a Worthington, que giraba cauteloso, para volver el coche.

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Sopla! exclam Pete, manifiestamente aprensivo. Este lugar asusta. Jpiter, agachado junto a l en la oscuridad, no contest. Inspeccionaba atentamente lo que haba ante ellos. Desde el oscuro y estrech can, los dos muchachos observaron los trazos en penumbra de una estructura fantstica. Contra el firmamento estrellado, poda verse claramente una torre picuda. Pero a excepcin de esta torre, el Castillo del Terror era casi invisible. Construido en una de las paredes del estrecho can, el edificio se hallaba envuelto en una impresionante sombra. Opino que tendramos que venir de da sugiri Pete. As veramos por dnde vamos. Jpiter sacudi la cabeza. Aqu no sucede nada de da dijo. Es slo de noche cuando este lugar asusta a la gente hasta la locura.

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Te olvidas de la gente del Banco? argument Peste. Adems, yo no quiero asustarme hasta la locura! Y ya medio lo estoy.

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Yo tambin admiti Jpiter-. Me siento como si me hubiera tragado un puado de mariposas. En tal caso, regresemos exclam Pete, aliviado. Ya hemos hecho bastante por una noche Corramos al Puesto de Mando a trazar nuevos planes. Ya he trazado mis planes respondi su compaero, que se irgui. Mis planes incluyen una hora de estancia en el Castillo del Terror esta noche. Jpiter camin con la linterna encendida. Pete corri tras l. Nunca so que esto sera algo as se lament. De otro modo, jams me hubiera convertido en investigador. Te encontrars mucho mejor cuando hayamos resuelto el misterio. Pienso en el magnfico comienzo que ser para nuestra empresa de investigacin. Piensa t en que se nos aparezca ese espritu, ese Fantasma Azul, que encanta el lugar. Eso es exactamente lo que deseo Jpiter golpe la cmara fotogrfica que colgaba de su hombro. Si logramos semejante fotografa, nos haremos famosos. Supn que el fantasma nos caza a nosotros. Chist! sise Jpiter, detenindose y apagando la linterna. Pete se qued sumido en helado silencio, con la oscuridad alrededor de ellos. Alguien o algo bajaba por el sendero directamente hacia ellos. Pete se agach. Junto a l, Jupe dispuso velozmente su cmara. El ruido, producido por una piedra desplazada por algunos pies, estaba casi sobre ellos cuando el flash convirti en da la noche. En la repentina iluminacin, Pete vio dos enormes y rojizas pupilas que saltaban directamente sobre l. Algo peludo pas entre ambos chicos, cayendo al camino, donde, rpidamente, se perdi de vista. Un conejo! suspir Jpiter desilusionado. Lo asustamos. Lo asustamos! rezong Pete. Y qu te imaginas que hizo l conmigo? Efecto natural de un sonido y un movimiento misterioso en la noche sobre un sistema nervioso excitado respondi su amigo. Adelante! Jpiter tir de Pete. Ya no es preciso que avancemos con cautela, pues el flash habr alertado al fantasma, si es que lo hay. Podemos cantar? pregunt Pete; que segua a Jpiter de mala gana. Si cantamos en voz alta; "Un elefante se columpiaba en una tela de araa...", no oiremos el arrastre de cadenas o gemidos del fantasma.

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No es aconsejable pasar de uno a otro extremo replic su amigo. Queremos or el arrastre de cadenas y los gemidos... tanto como los gritos, suspiros, roces, y, en fin, todo cuanto se supone que se oye en una casa encantada! Pete refren su impulso de responder que no tena el ms absoluto deseo de or gemidos, lamentos, chillidos, roces, suspiros ni arrastre de cadenas. Hubiera sido intil. Cuando Jpiter se empeaba en algo, lo haca. Era tan inamovible en sus ideas como una roca gigantesca. A medida que se acercaba al viejo castillo, ste se engrandeca, vindose ms lgubre y menos deseable. Pete intent olvidar todas las raras historias que Bob contaba. Salvado un ltimo tramo de rocas desmoronadas, ambos amigos penetraron en el patio principal del Castillo del Terror. Ya hemos llegado! dijo Jpiter, detenindose. Una torre suba recta hacia el firmamento encima de ellos. Otra, ms pequea, pareca quererlos asustar. Las ventanas rotas eran como ojos ciegos que reflejaban la luz de las estrellas. De repente, algo vol por encima de sus cabezas. Pete se agach. Rayos y centellas! casi grit. Un murcilago! Los murcilagos slo comen insectos record Jpiter. Nunca personas. Quizs ste quiera cambiar su dieta. Para qu exponerse? Jpiter seal el amplio portal y la enorme puerta labrada. Mira esa puerta dijo. Ahora, slo nos resta cruzarla. Si mis piernas lo consienten. Me temo que prefieren correr hacia atrs. Tambin las mas. Pero ellas obedecen mis rdenes. Vamos! Avanzaron a pasos largos. Pete no poda consentir que su amigo entrara solo en un lugar como el Castillo del Terror. Eso lo decidi. Ascendieron unos viejos peldaos de mrmol y cruzaron una terraza enladrillada. Cuando Jpiter iba a tocar el pomo de la puerta, Pete le cogi de un brazo. Espera! No oyes una musiquilla? Escucharon. Durante un momento tuvieron la impresin de haber odo unas notas brujas, como si procedieran de un milln de kilmetros de distancia. Luego, en la oscuridad, distinguieron fcilmente ruidos nocturnos de insectos y piedrecillas que se desprendan de una de las laderas del can.

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Mera imaginacin afirm Jpiter, si bien no muy seguro de ello. Posiblemente omos la msica de un aparato de televisin que resonara en el can. Quizs eso que llaman fenmeno acstico. Fenmeno acstico tal vez murmur Pete. Pero, y si era el viejo rgano del castillo tocado por el Fantasma Azul? Entonces, con toda certeza, deseamos escucharlo. Entremos. Jpiter gir el pomo de la puerta. Tras un largo criiiiiiiic, que hel la sangre de Pete, se abri. Antes de que se volatilizaran sus restos de valor, siguieron por un largo y oscuro recibidor, jugando con los destellos de sus linternas delante de ellos. Cruzaron umbrales abiertos, llenos de sombras, a travs de los cuales eran azotados por corrientes de aire hmedo. As llegaron a un gran vestbulo de dos pisos de alto. Jpiter se detuvo. sta es la sala principal! dijo. Nos quedaremos una hora. Luego nos iremos fuera. Fuera! susurr en sus odos una voz baja y aterradora.

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Captulo 5. Ecos de muerte!

Oste algo? pregunt Pete. El fantasma dice que nos vayamos! Hay cosas que no han de repetirse dos veces. Espera! Jpiter lo cogi por la mueca. Espera! repiti la voz fantasmal, ms audible ahora. Ya me o supuse! exclam Jpiter. Sencillamente, el eco de nuestras voces. Esta sala es muy alta, como ves, y circular. Las paredes en crculo son estupendas superficies que devuelven los sonidos. El seor Terrill lo construy as adrede. sta es la Sala de los Ecos. Estaba en lo cierto. Y, desde luego, resultaba impropio asustarse del eco. Bromeaba respondo humorstico Pete. Desde el principio supe que era el eco se ri en voz alta para demostrarlo. Instantneamente una risotada espantosa se alz alrededor de ellos. Era como si las paredes tuvieran risa propia. Ja-ja-ja-ja-ja-ja! Jo-jo-jo-jo-jo-jo! el sonido muri en una especie de risita burlona. Pete se atragant. Pero... hice yo eso? Lo hiciste susurr su amigo. Por favor, no vuelvas a intentarlo! Descuida! musit Pete. Ven ac Jpiter lo llev a un lado. Ahora podemos hablar. El eco slo se produce cuando ests exactamente en el centro de la sala. Quise probarlo como posible fuente de manifestaciones sobrenaturales mencionadas por algunos testigos del pasado. Y no me lo advertiste?

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La Sala de los Ecos est claramente mencionada en el informe de Bob. Ocurre que t no leste bien. Le lo de la familia del Este que se pas la noche aqu y luego no fue vista jams de los jamases. Lo ms probable es que regresara al Este. No obstante, parece cierto que nadie ha pasado ms de una noche entera en este edificio en los ltimos veinte aos. Nuestro trabajo consistir en saber qu asust a tales personas. Si fue un fantasma autntico, o el espritu de Stephen Terrill, habremos realizado un importante descubrimiento cientfico. Qu otra cosa podra ser? pregunt Pete. Su linterna recorra las piedras que formaban las paredes circulares de la sala. As vio una escalera que suba al piso de arriba. Pete no sinti ningn deseo de pisar sus escalones. Vio tambin tapices en las paredes, y bancos de madera labrada. Haba cuadros colgados por todas partes. El haz luminoso fue posndose en uno tras otro. Parecan ser retratos del mismo hombre con trajes distintos: de noble ingls, de bandido, de payaso, y de tuerto pirata. Pete comprendi que se trataba de Stephen Terrill, en varias de sus mejores interpretaciones en los tiempos del cine mudo. He calibrado mis propias sensaciones asegur Jpiter, y, de momento, no estoy muy asustado. Si acaso, un poco impresionado. Yo tambin acept Pete. Desde la jugarreta del eco, parece mucho ms vieja la casa. Por lo general prosigui pensativo su amigo, se requiere algn tiempo para que el Castillo del Terror se manifieste cual es, para quien penetra en l. Al principio sientes una vaga intranquilidad. Esto va seguido por una sensacin de nerviosismo, que progresa hasta franco terror. Pete slo oy la mitad de la observacin. Resegua con su luz los cuadros de la pared, cuando vio algo que le produjo una repentina sensacin de intranquilidad seguida de gran nerviosismo. El ojo nico del pirata tuerto lo estaba mirando! El ojo enfermo apareca tapado con un parche negro. Pero el sano, definitivamente, miraba hacia l. Posea una luminosidad rojiza, y Pete lo vio parpadear. Jupe! la voz le sali agarrotada. Aquel cuadro! Nos est mirando!

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Mera ilusin. Cuando un artista pinta a un individuo con los ojos mirando recto, siempre parece que miran a uno, doquiera que ests en la habitacin explic Jpiter. Pero se no es un ojo pintado! protest Pete. Es un ojo de verdad. No es pintado! Me temo que ests en un error. Es un ojo pintado. Nos acercaremos a comprobarlo. Se acercaron al cuadro. Ambos enfocaron sus linternas a la pintura, y Pete pudo ver que Jpiter tena razn; era un ojo pintado. Muy real, pero no brillaba del modo que lo hace un ojo de verdad Supongo que me equivoqu admiti. Ciertamente, pens que parpadeaba... Eeeeeh! fue casi un grito ahogado. Sientes lo que yo? Siento fro confirm Jpiter, desconcertado. Hemos entrado en una zona de baja temperatura. Claro que los lugares fros abundan en cualquier casa encantada. Entonces sta lo est afirm Pete, castaetendole los dientes. Siento una fra corriente de aire, como si todo un desfile de fantasmas pasara por mi lado. Tengo la carne de gallina. Estoy asustado! Estoy totalmente asustado! Se qued muy quieto, intentando controlar sus dientes. De dnde proceda aquella corriente helada? De repente, vio cmo se formaban en el aire transparentes nubculas de niebla, como si se tratase de un espritu a punto de materializarse. La desagradable sensacin transformada en extrema nerviosidad, se troc en insufrible terror. Pete se gir sin habrselo propuesto. Fueron sus pies, guiados por un reflejo misterioso, quienes lo llevaron en lnea recta a la entrada principal del Castillo del Terror, en busca de la vereda, donde corri como un gamo perseguido. Tras l galopaba Jpiter Jones. Era la primera vez que vea a su compaero huir de algo. Cre que tus piernas aceptaban tus rdenes! grit. As lo hacen. Les orden que corrieran! Ambos parecan disputar reida competicin. Sus linternas encendidas proyectaban focos de luz danzantes, mientras dejaban atrs el silencioso Castillo del Terror. Los dos amigos eran presa de incontrolable, terrible y escalofriante sensacin de temor.

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Captulo 6. Una llamada telefnica fantasmal

Pese a tener las piernas ms largas, Pete apenas lograba mantenerse pegado a su veloz compaero. De pronto, su corazn salt deseoso de correr ms aprisa. Alguien los persegua! Alguien... jade, alguien... nos persigue! Jpiter sacudi la cabeza. Son... los ecos... de la pared! Para Pete los pasos que oa no eran producto del eco. Tampoco sonaban como pasos de ser humano. En aquel momento dejaron atrs el muro, y de repente, los pasos no se oyeron. De nuevo Jupe tena razn: eran slo ecos. Pero no fue un eco lo que provocara en ellos aquel sentimiento de terror, y que a l, Pete, lo atenazara en la gran sala del castillo. De eso estaba seguro. Tan seguro como de que no dejara de correr ni por mil dlares. Aminoraron la carrera al llegar al sitio donde el camino se estrechaba. Sin embargo, ninguno de los dos pens en restablecer un paso normal. Giraron el recodo, y el oscuro y singular edificio ya no fue visible. Delante, lejos, all en el valle, las luces de Los ngeles parpadeaban. A cien metros de distancia vieron el coche aparcado con su chfer ingls al volante. Pete y Jpiter redujeron velocidad hasta convertir su marcha en un trote. De repente, y tras ellos, son un agudo chillido, penetrante, con extrao sonido de gorgoteo balbuciente como si ... Pete no quiso imaginarse de qu garganta haba salido aquel chillido tan raro.

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Llegaron al gran "Rolls-Royce" que los aguardaba, cuyos dorados y dems partes metlicas brillaban a la luz de la luna. Alguien abri la puerta y Pete se introdujo con tanta premura que termin encima de Bob, seguido de Jpiter, que vino a engrosar el lo de piernas, manos, cabezas y cuerpos sobre el asiento trasero. Worthington! grit Jpiter. Llvenos a casa! Muy bien, master Jones respondi el inmutable conductor. El gran coche ronrone suave y no tard en deslizarse hacia el valle, cada vez ms de prisa. Qu ha sucedido? pregunt Bob, que haba quedado entre sus dos amigos. Qu fue aquel grito? No lo s respondi Jpiter. Ni quiero saberlo! intervino Pete. Si alguien lo sabe, espero que no me lo diga! Pero, qu sucedi? insisti Bob. Visteis al Fantasma Azul? Jpiter sacudi la cabeza. No vimos nada. Y, no obstante, algo nos asust como a unos tontos. Puntualicemos habl Pete. Ya estbamos tontos, pero algo nos asust de modo que nos atont ms an. Supone eso que de verdad est encantado el castillo? inquiri Bob, ansioso. Son ciertas las historias que se cuentan? Para m no hay dudas en cuanto a que es el cuartel general de todos los espritus, fantasmas y almas en pena de Amrica declar Pete, respirando ms normal a medida que el coche los acercaba a su destino. Nunca ms volveremos all! Verdad, Jpiter? El jefe se hallaba recostado con el labio inferior entre el pulgar y el ndice, signo inequvoco de profunda mediacin. Nunca ms volveremos all, verdad? repiti Pete esperanzado. Jpiter no pareca orlo. Mir a travs de la ventanilla del coche lanzado en veloz carrera y continu presionndose el labio, sin responder. Finalmente, el "Rolls" se detuvo frente al "Patio Salvaje" de los Jones. El primer investigador dio las gracias a Worthington, y lo despidi.

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Espero que tenga mejor suerte la prxima vez, master Jones dijo el chfer. Me entusiasma esta clase de servicios. En verdad que resulta muy distinto a conducir a gruesos banqueros y a ricas seoras ancianas.

Se alej con el coche, y Jpiter pas con sus amigos al patio. Sus tos, Titus y Mathilda, estaban en el interior de la casita aneja al patio. Los muchachos los vieron a travs de la ventana abierta, sentados ante la televisin. An es temprano dijo Jpiter. Regresamos de nuestra expedicin ms pronto de lo previsto. Pero menos pronto de lo que yo hubiera deseado respondi Pete. Ambos se hallaban muy plidos. Sin embargo, el tenaz Jpiter nunca admita sentirse asustado. Imagino que registraras aquel grito. Si es as, podemos escucharlo ahora e intentar identificarlo. Imaginas que registr el grito? exclam Pete. Corra, no registraba! O es que no te enteraste? Te orden que registrases todos los sonidos no habituales. Claro que, dadas las circunstancias concurrentes no se te puede culpar. Los tres amigos se dirigieron a "Los Tres Tranquilos", nombre clave para la entrada ms fcil al puesto de mando. Se trataba de una gran puerta de roble, que apareca sobre grandes bloques de granito de un edificio derribado. Jpiter se adelant y cogi una gran llave de hierro oxidada que haba en una caja destartalada, incapaz de atraer dos veces la mirada de cualquier persona. Abri la puerta de roble y todos pasaron al interior de una caldera de hierro procedente de alguna mquina monstruo. Caminaron por ella, ligeramente agachados, y en el otro extremo salvaron a rastras una puerta redonda que daba directamente al puesto de mando. Jpiter encendi la luz y todos se sentaron alrededor de la mesa. Bien dijo, ahora procede estudiar todo lo ocurrido. Pete, qu te hizo correr del Castillo del Terror esta noche? Nada me hizo correr. Corr porque quise hacerlo. Formular de modo distinto la pregunta. Qu hizo que t quisieras correr?

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En tal caso dir que fue en la Sala de Ecos donde empec a sentirme desasosegado. Despus de un rato, me senta extraamente nervioso. De repente, el extremado nerviosismo se transform en terror y en apremiante necesidad de correr. Hum! Jpiter se apret el labio inferior. Tu experiencia fue exactamente igual a la ma. Primero desasosiego, luego nerviosismo y despus franco terror. Pero, qu es lo que sucedi en realidad? Omos algunos ecos... sentimos una fra corriente de aire... Una superhelada corriente de aire corrigi Pete. Y qu decir del cuadro que me miraba con un ojo de verdad? Probablemente slo fue imaginacin replic Jpiter. En realidad, no vimos ni omos nada que justifique nuestro miedo. Y, no obstante, nos asustamos. La pregunta es: por qu? Y preguntas "por qu"? inquiri Pete. Cualquier casa vieja y desierta resulta atemorizadora, y este castillo impone tanto que asustara al ms pintado. Quizs sta sea la respuesta acept Jpiter. Debemos volver a visitar el Castillo del Terror y... Son el telfono. Los tres lo miraron. El telfono jams haba sonado antes. Haca menos de una semana que lo haban instalado. Jpiter lo consider necesario para la buena marcha del negocio. Los gastos seran pagados con el dinero que les proporcionaba la reparacin de artculos de la cacharrera. El telfono fue inscrito a nombre de Jpiter, pero, naturalmente, an no constaba en el listn. La verdad era que nadie conoca su existencia, y, no obstante, alguien llamaba! Volvi a sonar. Pete trag saliva. Bueno, contesta dijo. Lo har Jpiter lo cogi Diga? Diga? Mantuvo el auricular junto a un micrfono que haba hecho con piezas de un viejo aparato de radio. As, todos podran or la conversacin. Pero, cosa extraa, slo escucharon un rumor muy lejano. Diga? repiti el primer investigador. Tampoco obtuvo respuesta. En vista de ello colg el auricular. Probablemente se equivocaron explic. Bien, deca... El telfono volvi a sonar.

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Misterio en el Castillo del Terror

Se lo miraron. Jpiter lo cogi sobresaltado. Diga! Diga! De nuevo oyeron el extrao zumbido, lejano y solitario. Luego captaron una voz gangosa, como si su dueo hiciera muchos aos que no hablase y le costase mucho decir algo. Manteneos... y, como si realizase un gran esfuerzo, aadi una segunda palabra: alejados... Luego la voz muri, como en un largo jadeo, y de nuevo slo se oy el lejano y tembloroso zumbido. Alejados de qu? pregunt Jpiter.

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Nadie respondi. El nico sonido perceptible era el apagado zumbido. Jpiter colg. Durante largo rato ninguno dijo nada. Al fin, Pete se puso en pie. Tengo que irme a casa. Acabo de recordar algo pendiente que hacer.

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Yo tambin Bob se puso en pie de un salto. Te acompao. Posiblemente, mi ta Mathilda necesite que le haga algunos encargos dijo Jpiter, que tambin se levant. Tanto se apresuraron a abandonar el puesto de mando que los tres llegaron al unsono a la puerta, donde hubo un corto forcejeo para salir. La voz desconocida no acab la frase. Pero a ellos no les cost nada imaginarse lo que el hombre, la cosa, o lo que fuera, haba intentado decirles: Manteneos alejados del Castillo del Castillo del Terror

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Captulo 7. Atrapados!

Tenemos un problema dijo Jpiter a Pete a la siguiente maana. Ambos se hallaban sentados en la oficina del puesto de mando. Bob estaba en la biblioteca. Jpiter pareca estudiar una hoja de papel, cuando aadi: En realidad, tenemos dos problemas. Puedo decirte cmo resolver esos problemas dijo Pete. Coge el telfono y di al seor Hitchcock que hemos decidido no buscarle la casa encantada. Dile que nos convertimos en grandes gallinas en cuanto nos acercamos a una. Dile que nuestras piernas se sincronizan admirablemente a la hora de correr. Jpiter hizo caso omiso de la sugerencia. Nuestro primer problema es averiguar quin llam por telfono anoche. Quien no arguy Pete. Qu... Un fantasma, un alma en pena... o un espritu? Los espritus respondi su amigo, que yo sepa, no emplean los telfonos. Ni los fantasmas, ni almas en pena. Eso era antes afirm Pete. Por qu no han de amoldarse a cada, poca y modernizarse tambin? Aquella voz de anoche no me pareci voz humana. Jpiter se estremeci y sus redondos rasgos mostraron sobresalto. De acuerdo dijo. La cosa se complica por el solo hecho de que no vimos un alma viviente en nuestra visita al Castillo del Terror. Y qu me dices de las almas que no viven? pregunt Pete. Si el Castillo del Terror est de veras encantado sigui Jpiter, hemos de comprobarlo. Sera una pluma en nuestras boinas. Tenemos que saber ms de Stephen Terrill. Si fue l quien maldijo el castillo, presumiblemente ser su espritu el que lo habita.

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Bueno, eso parece razonable admiti Pete. Nuestro primer cometido ahora es localizar a alguien que haya conocido a Stephen Terrill en sus das de actor del cine mudo, y que nos hable de ste. De eso hace muchsimo tiempo! exclam Pete. Nos parece muchsimo tiempo debido a nuestros aos respondi Jpiter. Tiene que haber mucha gente en Hollywood que lo conociera. Seguro, seguro. Nmbrame a dos. Nuestra mejor pista a seguir ser la del agente comercial del seor Terrill, el Murmurador. El Murmurador? Qu clase de nombre es ste? Se trata de un apodo. Su nombre es Jonathan Rex. Aqu tienes una foto de l. Jpiter le entreg una fotografa que Bob haba fotocopiado en la biblioteca, de un peridico antiguo. Mostraba a un hombre bastante alto, de cabeza calva, con una larga y fea cicatriz a lo largo del cuello. Estrechaba las manos a un sujeto ms bajo, de aspecto agradable, pelo castao y sonrisa simptica. El ms alto tena ojos oblicuos y aspecto feroz. Castaas! exclam Pete. As era Stephen Terrill en vida? No necesitara fingir para asustar a la gente. Esa cicatriz y esos ojos haran temblar a cualquiera dentro de sus calzones. Miras al que no es. El seor Terrill es el ms bajo, el inofensivo y amistoso. ste? exclam sorprendido Pete. Y con esa cara representaba todos aquellos monstruos feroces? Tena una cara muy normal, pero la retorca de tal modo que nadie le superaba a la hora de representar a un sujeto diablico explic Jpiter. El pie de la fotografa dice, por si no te lo has ledo... Me concentr en la visin fantasmal confes Pete. Bueno, dice que, fuera de escena, Stephen Terrill, debido a su ceceo, era tan vergonzoso que apenas hablaba a la gente. Por eso encarg al Murmurador sus relaciones. ste no tena dificultad en lograr las mejores condiciones para su cliente. Apuesto a que no dijo Pete. Parece capaz de sacar un cuchillo en cuanto alguien se niegue. Si podemos localizarlo, seguro que nos dir las cosas que necesitamos saber. Seguro... si quiere. Sabes ya cmo localizarlo?

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Los listines de telfonos. Puede que an viva en esta regin. Fue Pete quien hall el nombre. Aqu est! exclam. Jonathan Rex. 915 Winding Valley Road. Le telefoneamos? Creo ms conveniente visitarle sin anunciarnos. Telefonearemos para pedir el coche. Fue un golpe de fortuna ganar ese coche dijo Pete mientras Jpiter telefoneaba. Odio pensar en qu haremos cuando se acabe el plazo de treinta das. Tengo ciertos planes respondi su amigo. No obstante, eso queda para el futuro. Ahora lo importante es decir a mi ta que llegar tarde a cenar. Ta Mathilda acept guardarles cena. Pero cuando Worthington y su enorme y brillante coche aparecieron frente al "Patio Salvaje", la buena mujer sacudi la cabeza. Vaya, vaya dijo a su sobrino. Eso de viajar en un automvil fabricado para un pacha rabe, te estropear. Oyes lo que te digo? Semejante perspectiva no preocupaba ni poco ni mucho a Jpiter cuando se acomod en el asiento suntuosamente tapizado. Worthington examin varios mapas antes de anunciar que haba hallado Winding Valley Road. Se encontraba algo alejado al otro lado de las colinas. Ya en marcha el vehculo, Jpiter tuvo una de sus frecuentes inspiraciones. Creo que esta carretera pasa cerca de la entrada del Can Negro. S, master Jones corrobor el chfer. Justo antes de que empecemos a subir las colinas. En tal caso me gustara visitar el Can Negro. Hay algo que deseo averiguar. Precisaron de poco rato para llegar a la boca del estrecho can, del cual huyeron tan precipitadamente la noche anterior. De da mostraba mejor aspecto, si bien slo un poco mejor. Cuando llegaron a la barandilla, donde precisamente se hallaba el corrimiento de rocas que obstrua el camino, Worthington exclam: Miren! Huellas de neumticos sobre las de nuestro coche! No quise alarmarles anoche master Jones, pero tuve la impresin de que ramos seguidos. Seguidos? Pete y Jpiter se miraron. Otro misterio que necesita ser aclarado dijo el primer investigador. Si bien puede esperar. En este momento prefiero investigar los alrededores del Castillo de! Terror.

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Estupendo! aplaudi su amigo. Inspeccionar los alrededores no me pone la carne de gallina. De da era ms fcil llegar al Castillo del Terror. Y pensar que vinimos a este lugar de noche! exclam Pete. Jpiter y su compaero rodearon el edificio, explorndolo. Buscamos evidencia de que seres humanos empleen este lugar como escondite dijo. De ser cierto, seguro que habr huellas, como suciedad, puntas de cigarrillo y otros restos. Un minucioso reconocimiento de los alrededores result infructuoso. Cansados, se detuvieron a reponer fuerzas. En definitiva, que no hay huellas de seres humanos que entren o salgan de aqu dijo Jpiter satisfecho. Si el castillo est habitado, sus inquilinos slo pueden ser fantasmas. Precisamente, eso es lo que nosotros pretendemos demostrar! Estoy dispuesto a creerlo sin necesidad de prueba alguna dijo Pete. Unos gritos inconfundiblemente humanos les hicieron girarse y mirar hacia el camino que suba al Castillo del Terror. De repente vieron dos figuras que huan dando gritos de terror. Uno de los fugitivos tropez y se cay a tierra. Algo brillante vol de su mano. Quien fuera, no se preocup de su prdida, pues se puso en pie de un salto y corri detrs de su compaero. Bueno, admito que sos no eran fantasmas -dijo Pete, una vez disminuida la sorpresa inicial. Pero se portaron como si acabasen de tropezarse con ellos. Rpido apremi Jpiter, corriendo hacia el camino. Tenemos que identificarlos! El segundo investigador lo sigui. Los dos que corran delante se haban perdido de vista. Jpiter lleg al sitio donde se cayera uno de ellos, y recogi la linterna, que mostraba grabadas las iniciales "E.S.N ". E.S.N. ley Jpiter. A quin te recuerda? E. Skinner Norris! explot Pete. Skinny Norris! Pero es imposible! Cmo diablos puede estar aqu? Recuerda que Skinny estuvo tras Bob en la biblioteca, y que ste perdi una de nuestras tarjetas. Tampoco te olvides de que Worthington cree que anoche nos segua otro coche. Tal vez Skinny intenta averiguar lo que nos proponemos, para fastidiamos.

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S convino Pete. Skinny hara cualquier cosa por superarte aunque slo fuera una vez. Pero si entr con uno de sus amigos en el Castillo del Terror. Ciertamente salieron con mucha prisa se ri. Jpiter tena el aspecto grave, mientras se guardaba la linterna. Nosotros tambin salimos con mucha prisa record a su amigo. La diferencia estriba en que nosotros volveremos a entrar, mientras que Skinny no lo intentar ms. Bueno, he decidido entrar ahora mismo y darle un vistazo a la luz del da. Antes de que Pete pudiera protestar, un sonido de aplastamiento son encima de ellos, obligndolos a levantar la cabeza. Una enorme roca descenda saltarina por la empinada ladera del can, hacia ellos. Pete quiso agacharse, pero Jpiter lo sujet. Esperad! Fallar por varios metros. Y as fue. Rebotando en el suelo con formidable estruendo, a diez metros de ellos, rompi el firme del camino y sigui ladera abajo. Si eso nos toca dijo Pete, El Castillo del Terror hubiera tenido nuevos fantasmas esta noche. Mira! Jpiter lo agarr por el brazo. Hay alguien en aquella ladera ocultndose entre los arbustos. Apostara que es Skinny Norris quien desde all nos solt la piedrecilla. Si lo hizo replic Pete furioso, le ensear mejores modales. Vamos a por l, Jupe! Nuestros hroes iniciaron la escalada de la rocosa pared del can, entorpecidos por piedras sueltas y maleza. Encima de ellos, la figura del agresor empez a retroceder. Rodearon un macizo rocoso y se detuvieron a recuperar aliento. Entonces vieron una estrecha abertura en la piedra, posible consecuencia de un terremoto que debi de estremecer la montaa en poca lejana. Los dos amigos se acercaron a inspeccionar la grieta, y, de repente, un ensordecedor ruido los sobresalt. Desde la cima, rodaban rocas y piedras hacia ellos. Pete se qued como petrificado. No as Jpiter, que actu sin vacilacin. Agarr a su amigo por el brazo y lo empuj a la estrecha hendidura, donde quedaron a salvo. Segundos despus, con horrsonos estampidos que hacan estremecer la montaa,

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cay una impresionante catarata de piedra por encima de la grieta que los cobijaba. Algunas piedras se deslizaron al interior del providencial refugio y otras muchas quedaron apiladas en la salida, formando una pared insalvable que los encerr en las entraas de la tierra. El resto de piedras sigui hasta el camino.

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Captulo 8. El hombre de la cicatriz

Mientras el estruendo cesaba, los dos valientes se vieron sumidos en absoluta oscuridad. El aire estaba saturado de polvo seco. Jupe! dijo Pete, tosiendo. No podemos salir de aqu. Estamos atrapados! Nos ahogaremos! Respira a travs de tu pauelo hasta que el polvo se pose aconsej Jpiter, que palp a su alrededor hasta que not a su amigo en la oscuridad. Entonces apoy una mano sobre su hombro y aadi: No te preocupes por el aire. Esta hendidura debe estar muy profunda en el corazn de la montaa. Eso hace que la reserva de aire sea grande. Por fortuna, y gracias a Skinny, disponemos de una linterna. Desgraciadamente no podemos probar que fuera l quien nos echara las rocas encima coment Pete. Un amplio destello de luz horad la oscuridad. Lentamente, Jpiter traslad el haz luminoso por las paredes de la cueva en que se hallaban. Era una cavidad de unos dos metros de alto por uno y medio de ancho. Hacia el fondo se estrechaba bruscamente hasta convertirse en una mera grieta, que si bien deba de prolongarse muchsimos metros, no era factible para pasar a travs de ella. En la misma boca de la cavidad haba encajada una enorme roca. Otras piedras se amontonaban a su alrededor, mientras guijarros y tierra cubran los espacios o junturas. Jpiter coment: La salida est obstruida por una formidable barricada. Incluso en momentos as tienes humor para definir las cosas. Por qu no me dices cmo podremos salir? Estamos atrapados!

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Yo no asegurara tanto, pues eso tiene que demostrarse primero respondi Jpiter. Aydame a empujar estos peascos y sabremos si se pueden mover. No pudieron. Los dos prisioneros utilizaron sus hombros como arietes pero todo esfuerzo result vano. Jadeantes se detuvieron a recuperar aliento. Pete se lament en tono lgubre. Worthington vendr a buscarnos. Pero, naturalmente, no dar con nosotros. Luego llamar a la polica y los boy scouts iniciarn la operacin de rescate. Claro que no oirn nuestros gritos a travs de tantas rocas, y antes de que nos encuentren pasar por lo menos una semana. Y luego... Qu hacer? se interrumpi. Jpiter, de rodillas, inspeccionaba la prolongacin interior con gran inters. Veo cenizas de un campamento debajo del polvo dijo. Evidentemente, en el pasado algn guerrero debi de usar esta hendidura como refugio. Estir el brazo y pas la mano por encima del polvo. Sus dedos tocaron un palo de un metro aproximadamente de largo, por cinco centmetros de grosor Result que tena afilado uno de sus extremos y quemada la otra punta. ste es el palo que usaba para asar la carne explic. No me negars que se trata de un hallazgo interesante. Pete mir dubitativo el palo. Llevaba demasiado tiempo all y era evidente su fragilidad. Es tan flojo que no sirve para desplazar las rocas se quej. Si es eso en lo que piensas, pierdes el tiempo. sa no es mi idea. Jpiter no era amigo de explicar sus proyectos. Generalmente gustaba de sorprender a los dems con los resultados positivos de su desarrollo. Pete no ignoraba esta peculiaridad de su camarada y, silencioso, se dispuso a esperar acontecimientos. El primer investigador desprendi de su cinto la navaja suiza de ocho hojas y, abriendo la ms larga, se puso a afilar la punta del palo. Minutos despus, terminada esta operacin, se puso a estudiar la pared de piedra y tierra que los mantena encerrados. Enfoc la luz de la linterna sobre un tramo de pared, e insert la punta del palo dentro de los cascotes. Pero no tard en hallar resistencia. Esto no lo desanim y de nuevo hizo el experimento a pocos centmetros.

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Pacientemente fue escarbando hasta descubrir un resquicio entre dos piedras relativamente pequeas. El palo, presionado con suavidad, se introdujo en toda su longitud y cuando tir de l arrastr tierra y piedrecillas. Nuestros hroes advirtieron de inmediato la brillante luz del da que entraba por el agujero perforado. Esto anim a Jpiter, que persisti en su empeo, hasta limpiar las junturas de un pedrusco algo mayor que una pelota de balompi. Satisfecho de su progreso, se volvi a Pete para darle instrucciones. Ahora, si t empujas el lado inferior izquierdo de la piedra, hacia la derecha, creo que mi intento dar resultado. Pete apuntal sus pies en rocas sueltas, y empuj en el sentido recomendado por el primer investigador. Al principio la piedra ofreci seria resistencia. Pero no tard en ceder y salirse de sitio para rodar ladera abajo, arrastrando una docena ms de piedras, que dejaron un boquete de casi sesenta centmetros en lo alto de la entrada a la cueva. Jupe, eres grande! exclam Pete. Por favor se excus ste, visiblemente emocionado, no me alabes. Slo he puesto a prueba mi inteligencia. Conforme, Jupe. Pero tu inteligencia nos va a sacar de aqu en cuanto nos deslicemos por este agujero. Finalmente consiguieron salir, y al sacudirse la suciedad, Pete exclam sobresaltado: Cspita! Mira qu facha tenemos' Podemos lavarnos manos y cara y cepillarnos en alguna estacin de servicio afirm Jpiter. Despus continuaremos viaje a la residencia del seor Rex. Piensas todava en ir a la casa del seor Rex? pregunt Pete. Jpiter ya se diriga hacia el camino, que entonces se vea obstruido por un mayor nmero de piedras. Iremos respondi. Es demasiado tarde para entrar en el Castillo del Terror. Nos resta poco tiempo disponible y prefiero no visitar al seor Rex. Worthington, al verlos, emiti una exclamacin de alivio. El hombre haba estado pasendose inquieto junto al coche. Master Jones! Empezaba a preocuparme. Han tenido dificultades? pregunt al observar el estado de sus manos, caras y ropas.

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Nada grave. Pero, dgame, vio salir a dos muchachos del Can Negro har unos cuarenta minutos? Hace ms tiempo contest mientras suban al coche. Los dos chicos aparecieron corriendo, pero al verme se desviaron por la maleza, donde debieron dejar oculto un coche, pues poco rato despus sali un sport azul a toda velocidad. Nuestros amigos se miraron y asintieron. El coche de Skinny era un sport de color azul. Despus de eso aadi Worthington, o el ruido de un corrimiento de rocas. Tengo rdenes de no separarme por nada del coche, pero si hubieran tardado un poco ms habra ido a buscarlos. Quiere decir que el ruido de las rocas se produjo despus de que los dos chicos se fueran? pregunt Jpiter. S, as es. Dnde vamos ahora, master Jones? ' Al nmero 915 de Winding Valley Road indic el primer investigador, acentuando su aire de despiste. Pete comprendi el motivo que intrigaba a su amigo. Si Skinny y su compaero se haban marchado antes del desprendimiento de rocas, quin las haba empujado contra ellos dos? El segundo investigador observ a su jefe, que se presionaba el labio, sumido en meditaciones. Parece que hemos resuelto el misterio de las otras huellas de neumticos coment Jpiter. Evidentemente, fue el coche de Skinny. Pete, entonces, a quin vimos en el can despus de que ste y su amigo se marcharan? Quiz fuera un enano que viva all sugiri Pete. De la que s estoy seguro es de que no se trata de un aparecido, fantasma o espritu. Desde luego se trata de un ser humano acept Jpiter. Cuando lleguemos a una estacin de combustible, Worthington, detngase, pues hemos de aseamos. Poco despus, nuestros detectives se adecentaban en una estacin de servicio. Luego siguieron viaje por una larga cordillera, descendieron a un valle y no tardaron en divisar Winding Valley Road. Desembocaron en una amplia y hermosa avenida flanqueada de lujosos edificios. Pero a medida que avanzaban por ella, sta se haca ms estrecha y serpenteante. Aquella va principal se transform en camino emparedado por casi verticales laderas, donde de cuando en cuando apareca un pequeo bungalow.

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Pero Winding Valley Road se extenda an ms hasta terminar en una abrupta falda de montaa, donde haba una pequea plaza que apenas permita el giro de retomo de un vehculo. Worthington detuvo el coche. Hemos llegado al fin del camino dijo. Pero no veo casa alguna. All hay un buzn exclam Pete. Dice: Rex 915. La casa tiene que estar cerca.

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Los dos amigos rodearon a pie el buzn de correos, y casi oculta por la maleza, vieron una escalera de estrechos peldaos de piedra que ascenda a la colina entre arbustos y matorrales. No tardaron mucho en divisar all abajo, a sus pies, el "Rolls" dorado.

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Despus de rodear un pequeo bosque, descubrieron un bungalow, literalmente pegado a la falda de la colina, con techo de tejas rojas. A un lado de la construccin hallaron varias jaulas muy grandes con cientos de periquitos de cola larga que volaban de barras a columpios, entre chillidos constantes. Los muchachos se detuvieron a mirar con ojos sorprendidos los pjaros de brillantes colores. De repente, oyeron pasos detrs de ellos. Al girarse, se hallaron ante un hombre alto, de calva brillante y ojos ocultos detrs de enormes gafas negras. Una cicatriz lvida resaltaba en su garganta, por debajo de la oreja derecha hasta el hueso del pecho. Su voz fue como un susurro siniestro. Quedaos quietos! No deis ni un paso! Paralizados, los dos investigadores observaron al hombre que se les acercaba con un gran machete en la mano izquierda, cuyo filo brillaba a la luz del sol.

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Captulo 9. Espritus siniestros

El siniestro sujeto aparecido, de garganta marcada por una cicatriz, avanz rpidamente hacia ellos. Quedaos inmviles, chicos! susurr. No os movis si apreciis en algo vuestras vidas! Pete estim que la advertencia era innecesaria. l, personalmente, no hubiera podido moverse. De pronto, el machete hendi el aire entre ambos amigos y fue a clavarse en el suelo. El hombre grit desconcertado: Fall! Luego se quit las gafas, y sus ojos azules parpadearon amistosos. Eso lo hizo menos siniestro. Haba una serpiente en la hierba detrs de vosotros, muchachos. Posiblemente era una cascabel, pues abundan por aqu. No logr alcanzarla con el machete, y huy. Con un pauelo rojo y blanco se sec la frente y aadi: Vengo de cortar la maleza en la colina. Seca se transforma en peligro, pues resulta altamente combustible. Cortarla es un trabajo muy pesado. Me acompais a tomar una limonada? Su voz baja y ronca tornse agradable para los muchachos. Sospecharon que su extrao sonido se deba a la herida que ahora slo era cicatriz en su garganta. Jonathan Rex los condujo a su bungalow. Entraron en una gran habitacin dividida por un biombo. A un lado haba sillones y una mesa en cuyo centro descansaba una jarra de refrescos. Detrs de la pantalla, ms pjaros en jaulas alborotaban sin cesar. -La cra de periquitos es mi nico medio de vida explic el dueo, mientras llenaba tres vasos de limonada.

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Luego de entregar un refresco a cada chico, el hombre se excus por dejarlos solos un momento, y entr en otra habitacin. Jpiter, pensativo, bebi limonada. Qu opinas del seor Rex? Te dir... que parece muy agradable contest Pete. Bueno, despus que uno se acostumbra a su voz. S, es muy simptico. Me pregunto por qu dijo que vena de cortar maleza con el machete cuando sus manos y brazos estn completamente limpios. En esa clase de trabajo, manos y brazos se llenan de ramillas y astillas. Y qu necesidad tena de inventarse una historia de esa naturaleza ante dos chicos desconocidos? Jpiter sacudi la cabeza. No lo s. Tampoco me explico que haya estado fuera cortando maleza, y tenga a punto una jarra de limonada con hielo apenas derretido. Rbanos y grillos! exclam Pete. Tal vez la respuesta sea fcil: que le gusta la limonada. Todas las respuestas son fciles cuando no se sabe que son difciles. Jpiter guard silencio al ver que Jonathan Rex volva a la habitacin. Se haba puesto una camisa deportiva, y un pauelo alrededor