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13 1 El Territorio de Caza Era una tarde de primavera, oscura y desapacible, y la ciudad de Londres iba en persecución de una pequeña población mi- nera cruzando el lecho seco del antiguo mar del Norte. En tiempos más felices, Londres nunca se hubiera moles- tado por una presa tan débil. La gran ciudad-tracción había empleado antaño sus días en la caza de ciudades mayores que esta, yendo hacia el norte hasta los bordes del Desierto de Hielo y hacia el sur hasta las orillas del Mediterráneo. Pero en los últimos tiempos, cualquier tipo de presa había empezado a escasear y algunas de las ciudades mayores comenzaban ya a mirar a Londres con ojos hambrientos. Hacía ya diez años que se ocultaba a la vista de aquellas, emboscándose en un monta- ñoso y húmedo distrito occidental que el Gremio de Historia- dores afirmaba que había sido antiguamente la isla de Gran Bretaña. Durante diez años, apenas había comido nada más que pequeñas ciudades del campo y establecimientos estáticos de aquellas húmedas colinas. Ahora, por fin, el alcalde había decidido que era una buena ocasión para volver a llevar a su ciudad por encima del puente terrestre hasta el gran Territorio de Caza. AL86284_Maquinas_mortales.indd 13 26/7/17 12:51

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1 El Territorio de Caza

Eraunatardedeprimavera,oscuraydesapacible,y laciudaddeLondresibaenpersecucióndeunapequeñapoblaciónmi-neracruzandoellechosecodelantiguomardelNorte.

Entiemposmásfelices,Londresnuncasehubieramoles-tado por una presa tan débil. La gran ciudad-tracción habíaempleadoantañosusdíasenlacazadeciudadesmayoresqueesta, yendo hacia el norte hasta los bordes del Desierto deHieloyhaciaelsurhastalasorillasdelMediterráneo.Peroenlosúltimostiempos,cualquiertipodepresahabíaempezadoaescasear y algunas de las ciudades mayores comenzaban ya amiraraLondresconojoshambrientos.Hacíayadiezañosqueseocultabaalavistadeaquellas,emboscándoseenunmonta-ñosoyhúmedodistritooccidentalqueelGremiodeHistoria-dores afirmaba que había sido antiguamente la isla de GranBretaña. Durante diez años, apenas había comido nada másquepequeñasciudadesdelcampoyestablecimientosestáticosde aquellas húmedas colinas. Ahora, por fin, el alcalde habíadecididoqueeraunabuenaocasiónparavolvera llevara suciudadporencimadelpuenteterrestrehastaelgranTerritoriodeCaza.

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Habían recorrido poco menos que la mitad del trayectocuandoloscentinelasdelasaltastorresdevigilanciaavistaronlapoblaciónminera,quemordisqueabaenlasllanurasdesalaunostreintakilómetrospordelante.ParalagentedeLondres,aquelloparecíaunaseñaldelosdioses,einclusoelalcalde(quenocreíaendiosesnien señales)pensóqueeraunbuenco-mienzodelviajehaciaelesteydiolaordendedarlecaza.

La población minera vio el peligro y les enseñó la popa,perolasenormescadenasdeltractordeorugaquemovíaLon-dresyacomenzabanarodarmásymásvelozmente.Prontolaciudad se afanaba en la feroz persecución, una montaña demetalenmovimientoquesealzabaensietealturascomolospisosdeunatartanupcial,losnivelesinferioresenvueltosenelhumodelosmotores,lasvillasdeopulentoyfulguranteblan-codelosestratossuperioresy,porencimadetodo,lacruzdelacúpuladelacatedraldeSanPablo,consusdestellosdeoro,amásdeseiscientosmetrossobrelaarruinadatierra.

* * *

TomseencontrabalimpiandolaspiezasdelaseccióndeHistoriaNaturaldelMuseodeLondrescuandoaquelloempe-zó.Sintióeltemblordelatorenelsuelodemetalyelevólavis-taparaver lasmaquetasdeballenasydelfines,quecolgabandel techo de la galería, balancearse en sus cables con suaveschirridos.

No se sintió alarmado. Llevaba viviendo en Londres susquinceañosyestabaacostumbradoasusmovimientos.Sabíaque la ciudad estaba cambiando de rumbo y aumentandolavelocidad.Unhormigueodeagitaciónlerecorrióelcuerpo:

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laviejaemocióndelacazaquetodosloslondinensescompar-tían.¡Debíadehaberalgunapresaalavista!Dejandosuscepi-llosyplumeros,tocólaparedconlamanoynotólasvibracio-nes que llegaban en murmullos procedentes de las enormessalasdemáquinas,abajo,enlasEntrañas.Sí,alláestaba:elpro-fundo bombeo de los motores auxiliares abriéndose camino,bum,bum,bum, comoungrantamborsonandoenelinteriordesushuesos.

Lapuertadellejanoextremodelagaleríaseabriódegol-peyChudleighPomeroyirrumpiócomounafiera,consutupétorcidoysucararedondarojadeindignación.

—EnelnombredeQuirke,¿peroqué...?—profirióairado,mirandoboquiabiertoa lasballenasgiratoriasya lospájarosdisecadosquesecolumpiabanyseagitabanensusjaulascomosiseestuvieransacudiendodeencimasulargacautividadyseprepararan para emprender el vuelo de nuevo—. ¡AprendizNatsworthy!¿Quéestásucediendoaquí?

—Es una persecución, señor —respondió Tom, pregun-tándosecómoelvicepresidentedelGremiodeHistoriadoresse lashabíaarregladoparavivirabordodeLondresdurantetantosañosynoreconoceraúnellatidodelcorazóndelaciu-dad—.Debedetratarsedealgobueno—explicó—.Hanpues-totodoslosauxiliaresenlínea.Esonosucededesdehacemu-chotiempo.¡PuedequehayacambiadolasuertedeLondres!

—¡Bah!—bufóPomeroy,sobresaltándoseenseguidaalverqueelcristaldelasvitrinascomenzabaagemiryaestremecer-seen sintoníaconelbatirde losmotores.Porencimade sucabeza,lamayordelasmaquetas(unacosallamadaballena azulque sehabíaextinguido hacíamilesdeaños) daba sacudidashaciadelanteyhaciaatrásdesdesuscablesdesujecióncomosi

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fuerauncolumpio—.Esoserá,Natsworthy—dijo—.YosoloquerríaqueelGremiodeIngenieroscolocaraalgunosamorti-guadoresdecentesenesteedificio.Algunosdeestosejempla-ressonmuydelicados.Noaguantarán.Noaguantaránenab-soluto —Sacó un pañuelo moteado de los pliegues de suslargos y negros ropajes y se dio unos toquecitos en el rostroconél.

—Porfavor,señor—preguntóTom—,¿mepermitebajara las plataformas de observación a contemplar la caza, solomedia hora? Han pasado muchos años sin que haya habidounarealmentebuena...

Pomeroylemirósorprendido.—¡Pues claro que no, aprendiz! ¡Mira todo el polvo que

estadetestablecazaestálevantando!Habráquelimpiartodaslaspiezasdenuevoycomprobarsihansufridoalgúndaño.

—¡Oh, pero no es justo! —protestó Tom—. ¡Acabo dequitarleelpolvoatodalagalería!

Inmediatamentesediocuentadequehabíacometidounerror.ElviejoChudleighPomeroynoeratanmalocomolosgremiales solían ser, pero no le gustaba que le replicase unmeroaprendizdeterceraclase.Seirguióhastaalcanzarsues-tatura completa (que era solo ligeramente superior a su an-churacompleta)yfruncióelentrecejodeformatanseriaquelamarcadelGremiocasidesaparecióentresuspobladascejas.

—Lavida noes justa,Natsworthy—bramó—. ¡UnpocomásdecaraduraportuparteyestarástrabajandoenlasEntra-ñastanprontocomoestacaceríatermine!

Detodaslasfaenasqueunaprendizdeterceraclaseteníaquedesempeñar,ladeltrabajoenlasEntrañaseralaqueTommásodiaba.Secallórápidamente,dirigiendomansamente la

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miradaalsuelo,hacia lasbellaspunterasdeantede lasbotasdelConservadorJefe.

—A ti se te encomendó trabajar en este departamentohastalassiete,ytrabajarás hastalassiete—siguióPomeroy—.Mientrastanto,iréaconsultarconlosotrosconservadoresquéocurreconestahorriblehorriblesacudida...

Salió apresuradamente, aún mascullando. Tom le siguióconlamiradamientrassealejabayluegovolvióarecogersuspertrechosyregresóentristecidoasutrabajo.Normalmente,noleimportabalimpiar,ymenosaúnenestagalería,consusamablesanimalescarcomidosporlapolillaylaballenaazulex-hibiendosuenormesonrisaazul.Si llegabaaaburrirse, sim-plementeserefugiabaenlafantasía,enelensueño,endondeeraunhéroequerescatabapreciosasmuchachasdelospiratasaéreos, salvaba Londres de la Liga Antitracción y vivía felizdesdeentonces.¿Perocómopodíaponerseahoraasoñardes-piertoconelrestodelaciudaddisfrutandodelaprimeraper-secuciónauténticadesdehacíamuchosaños?

Esperóveinteminutos,peroChudleighPomeroyno re-gresaba.Nohabíanadiemásporallí.Eramiércoles,loquesig-nificabaqueelmuseoestabacerradoalpúblicoylamayoríadelosgremialesy losaprendicesdeprimeraysegundaclasete-níaneldíalibre.¿Quédañopodíahacersisedeslizabafueradiezminutos,lojustoparaverquéestabasucediendo?Ocultólabolsaquecontenía susútilesde limpiezadetrásdeunyakqueestabaallímuyamanoysaliódeprisa,colándoseentrelassombrasdelosdelfinesdanzarines,hacialapuerta.

Fuera,yaenelpasillo,todaslaslámparasdeargónestabantambiéndanzando,desparramandosuluzsobrelasparedesdemetal.Dosgremialesembutidosensusnegrosropajespasaron

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apresuradosyTomoyólavozchillonadelviejodoctorArken-garthgimotear:

—¡Vibraciones!¡Vibraciones!Vanaproducirunverdade-roinfiernoenmiscerámicasdelsigloxxv...

Esperó hasta que hubieron desaparecido tras un recododelpasilloyluegosedeslizórápidamentehaciafueraparaba-jar por la escalera más cercana. Atajó por la galería del sigloxxi, dejandoatráslasgrandesestatuasdeplásticodePlutoyde Mickey, dioses con cabeza de animal de la desaparecidaAmérica.Atravesócorriendoelvestíbuloprincipalybajóhas-ta lasgalerías llenasdeobjetosque,dealguna forma,habíansobrevivido todos aquellos milenios transcurridos desde quelos Antiguos se autodestruyeron en aquella terrible conmo-cióndebombasatómicasórbita-tierraydevirusdediseñolla-madalaGuerradelosSesentaMinutos.NotardócasinadaensalirporunapuertalateralalruidoyalbulliciodeTottenhamCourtRoad.

ElMuseodeLondresseencontrabaenelmismísimocen-trodelNivelDos,enunajetreadodistrito llamadoBlooms-bury, y la parte inferior de la Hilera Uno colgaba como uncielo oxidado a pocos metros por encima de los tejados. ATom no le preocupaba el hecho de ser localizado mientrasproseguíasucaminopor laoscurayabarrotadacallehacia lapantallapúblicade las cercaníasde laestacióndeelevadoresde Tottenham Court Road. Uniéndose a la multitud que sehallabafrenteaél,pudoecharunprimervistazoaladistantepresa:unapálidamanchagrisazuladacaptadaporlascámarassituadasmásabajo,enlaPlataformaSeis.

«La ciudad se llama Salthook —tronabalavozdel locutor—.Una plataforma minera de novecientos habitantes. Se mueve habitual-

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mente a ciento treinta kilómetros por hora en dirección al este, pero el Gremio de Navegantes predice que Londres le dará alcance antes de la puesta del sol. Hay, seguramente, muchas más ciudades esperándonos al otro lado del puente terrestre, prueba clara de lo sabio que fue nuestro amado alcalde cuando decidió traer a Londres al este de nuevo...».

«¡Cientotreintakilómetrosporhora!»,pensóTomconse-cretaadmiraciónnoexentadeciertotemor.Eraunavelocidadsorprendente, y ansiaba encontrarse abajo, en la cubierta deobservación,sintiendoelvientoensurostro.Probablemente,yaseencontrabametidoenunlíoconelseñorPomeroy.¿Quédiferenciahabríasileescamoteabaunoscuantosminutosmás?

EchóacorreryprontollegóaBloomsburyPark,yaalairelibre,albordedelagrada.Habíasidounparqueauténticoensustiempos,conárbolesyestanquesdepatos,peroacausadelarecienteescasezdecapturashabíasidorelegadoalaproduc-cióndealimentosysusjardinesyparterresnutríanplantacio-nes de coles y bateas de algas. Sin embargo, las tribunas deobservaciónseencontrabanaúnallí;terrazaselevadasqueso-bresalían del borde de la plataforma donde los londinensespodíanacudir aobservarelpaisajequepasabaante susojos.Tomseapresuróendirecciónalamáspróxima.Unamultitudaúnmayorsehabíacongregadoallí, incluyendounascuantaspersonasvestidasconelnegrodelGremiodeHistoriadores,yTomtratódeparecerdiscretomientrasseabríapasohaciaelfrenteyseasomabaa labarandilla.Salthooksehallabaatansoloochokilómetrosallí enfrente,huyendopor terreno liso,vomitandohumonegroporsustubosdeescape.

—¡Natsworthy!—lellamóunavozáspera,ysucorazónseparalizó.MiróasualrededorydescubrióquesehallabajuntoaMelliphant, un corpulento aprendiz de primera clase, que le

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sonreíaconunamuecay ledecía:—¿Noesestupendo?¡UnaregordetaplataformamineradedicadaalasalconmotoresdetierraC20!¡JustoloqueLondresnecesita!

HerbertMelliphanteraunbravucóndelapeorclase,deltipodelosquenosoloteempujabaytedabaungolpeenlacabezaalláabajo,enloslavabos,sinoqueponíatodosuempe-ñoenaveriguarhastaelúltimodetussecretosylascosasquemástemolestabanparadespuésburlarsedeticonello.Disfru-tabametiéndoseconTom,queerapequeñoytímidoynote-níaamigosquelepudiesendefender.YTomnopodíarespon-derle, porque la familia de Melliphant había pagado paraconseguir que fuera un aprendiz de primera clase, mientrasqueél,huérfano,erasimplementeunterceraclase.SabíaqueMelliphantseestabamolestandoenhablarconélsoloporqueesperabaimpresionaraunajovenybonitahistoriadorallama-da Clytie Potts, que se encontraba justo detrás. Tom asintiócon la cabeza y se volvió de espaldas, concentrándose en lapersecución.

—¡Mira!—gritóClytiePotts.ElespacioentreLondresysupresaseestabaestrechando

rápidamenteyunaformaoscurasehabíaelevadoporencimadeSalthook.Prontohubootra,yotra.¡Naves!Lamultituddelas plataformas de observación de Londres aplaudió, y Me-lliphantdijo:

—Ah,mercaderesdelaire.Sabenquelaciudadestáperdi-da,yaves,yseestánasegurandolahuidaantesdequenosloscomamos.¡Sinolohacen,podremosreclamarsuscargamen-tosytodoloquellevenabordo!

TomestabaencantadodeverqueClytiePottsteníaunaexpresióndetotalaburrimientoporculpadeMelliphant:ella

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lellevabaunañoyyadebíadesabercómoeraelasuntoporquehabía aprobado sus exámenes del gremio y tenía tatuada lamarcadeloshistoriadoresenlafrente.

—¡Mira!—exclamóelladenuevo,captandolamiradadeTomysonriendo—.¡Oh,miracómovan!¿Nosonpreciosos?

Tom se apartó el revuelto cabello de los ojos y observócómoseelevabanlasnavesydesaparecíanenelcielogrispiza-rra.Porunmomentoseencontródeseandoirconelloshaciaarriba,hastaalcanzarlaluzdelsol.¡Sialmenossuspobrespa-dres no le hubieran dejado al cuidado del Gremio para quefueraentrenadocomohistoriador!Deseabapodersergrume-teabordodeunanaverápidayvertodaslasciudadesdelmun-do: Puerto Ángeles, abandonada allí, en el azul Pacífico; yArkangel,deslizándosesobreroldanasdeaceropor loshela-dosmaresdelnorte;lasgrandesciudadesziguratdelosNue-vomayasylasinmóvilesfortalezasdelaLigaAntitracción...

Peroesonoeramásqueunafantasía,unsoñardespiertoque era mejor guardarse para cualquier tarde aburrida en elmuseo.Unnuevoestallidodegritosdealegríaleanuncióquelacazaseacercabaasufin,yseolvidódesusnavesyvolvióacentrarsuatenciónenSalthook.

Lapequeñaciudadsehallabatancercaquepodíaverlasformas,comohormigas,delaspersonasquecorríanporlosni-veles superiores. ¡Qué atemorizadas tenían que estar, conLondrescayendosobreellasysinningúnlugardondeescon-derse!Perosabíaquenodebíacompadecerlas;eranaturalquelas grandes ciudades engullesen poblaciones más pequeñas yqueestassetragaranalosmiserablesnúcleosestáticos.Esoeradarwinismomunicipal,yeralaformaenqueelmundohabíafuncionado durante mil años, desde que el gran ingeniero

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NikolasQuirkehabíaconvertidoaLondresenlaprimeraciu-dad-tracción.

—¡Londres, Londres! —gritó, sumando su voz a los cla-moresyexclamacionesdeánimodetodoslosqueseencontra-banenlaplataformayque,unmomentodespués,seveíanre-compensados por la visión de una de las ruedas de Salthookdesprendiéndosedelaciudad.Lapoblaciónseparalizómien-traslaschimeneassepartíanyseprecipitabansobrelascallesllenas de pánico, y luego los niveles inferiores de Londres laocultarondelavistayTomsintiólasplanchasdelniveltem-blarmientraslasenormesmandíbulashidráulicasdelaciudadsecerrabanenmediodeungranestrépito.

Se produjeron frenéticos aplausos en las plataformas deobservacióndetoda laciudad.Losaltavocesde lascolumnasde soporte de las plataformas comenzaron a tocar Orgullo de Londres yalguienaquienTomnohabíavistoensuvidaloabra-zóconentusiasmomientraslegritabaaloído:«¡Unacaptura!¡Una captura!». Pero a él no le importó; en esos momentosamabaatodoslosqueseencontrabansobrelaplataforma,in-clusoaMelliphant.

—¡Una captura! —respondió también él, tratando de li-brarsedelaopresióndelagentemientrassentíaquelasplata-formastemblabandenuevo.Enalgúnlugarpordebajodeél,los grandes dientes de acero de la ciudad estaban agarrandoSalthook,elevándolayarrastrándolahastalasEntrañas.

—...yquizáalaprendizNatsworthylegustaríavenirtam-bién—estabadiciendoClytiePotts.Tomnoteníaniideadeloqueestabahablando,peroalvolverse,ella letocóelbrazoylesonrió—.HabrácelebracionesenKensingtonGardensestano-che—leexplicó—.¡Baileyfuegosartificiales!¿Quieresvenir?

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Lagentenoinvitageneralmentealosaprendicesdeterce-raclasealasfiestas—enespecialagentetanguapaypopularcomoClytie—,yTomsepreguntóalprincipiosiellaseestaríariendodeél.PeroMelliphant,obviamente,nolocreíaasí,por-queselallevóaparteyledijo:

—NonecesitamosgentedeltipodeNatsworthyallí.—¿Porquéno?—preguntólamuchacha.—Bueno,yasabes—bufóMelliphant,consucaracuadra-

da,poniéndosecasitanrojacomoladelseñorPomeroy—.Noesmásqueunterceraclase.Uncriado.Nuncaconseguirá sumarca del Gremio. Acabará únicamente como ayudante deconservador. ¿Verdad, Natsworthy? —preguntó, mirando dereojoaTom—.Esunapenaquetupapánodejasedinerosufi-cienteparaunaprendizajeadecuado...

—Esoatinoteimportaenabsoluto—gritóTomenfada-do.Sualegríaporlacapturayasehabíaevaporadoyempezabaaponersenerviosopreguntándosequécastigosleesperaríanasuregreso,cuandoPomeroydescubrieraquesehabíaescabu-llidodelmuseo.Noestabadehumorparalasbromassarcásti-casdeMelliphant.

—No obstante, eso es lo que pasa por vivir en una ba-rriadadelosnivelesinferiores,supongo—sonriópresuntuo-so Melliphant, volviéndose a Clytie Potts—. La mamá y elpapádeNatsworthyvivieronabajo,enelCuatro,yasabes,yentonces, cuando sucedió la Gran Arremetida, ambos que-darontanaplastadoscomounpardetortitasdeframbuesa:¡chaps!

Tomnopretendiópegarle;únicamentesucedióasí.Antesdesaberloqueestabahaciendo,sumanosehabíaconvertidoenunpuñocerradoylolanzóhaciadelante.

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—¡Uy!—sollozóMelliphant,tansorprendidoquesecayódeespaldas.AlguienaplaudióyClytiesofocóunarisita.Tomsequedómirandofijamentesupuñotemblorosoysepregun-tócómohabíahechoaquello.

PeroMelliphanteramuchomásgrandeybrutoqueTomyyaestabadenuevoenpie.Clytietratódefrenarlo,peroalgu-nos otros historiadores lo estaban animando y un grupo demuchachosataviadosconlasverdestúnicasdelosaprendicesde navegantes se congregaron alrededor coreando: «¡Lucha!¡Lucha!¡Lucha!».

Tom sabía que no tenía más posibilidades contra Me-lliphant que las que había tenido Salthook contra Londres.Diounpasoatrás,perolamultitudleimpedíaretroceder.En-tonces,elpuñodeMelliphantlegolpeóenunladodelacara,mientrasrecibíatambiénunenormerodillazoentrelaspier-nas, loquelehizodoblarseysalirdeallítambaleándose,conlos ojos llenos de lágrimas. Algo tan grande suave y blandocomounsofáseencontrabaallí,enmediodelpaso,ycuandolacabezadeTomchocócontraaquello,lamoledijo:«¡Ufff...!».

Levantó lamiradahastaunacara roja, redonda, conpo-bladascejasbajounapelucapococonvincente;unrostroquesepusoaúnmásrojocuandoloreconoció.

—¡Natsworthy! —bramó Chudleigh Pomeroy—. ¿A quétecreesqueestásjugando,enelnombredeQuirke?

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2 Valentine

Ydeesamanera,Tomseencontróconqueseleenviabaatra-bajaralasEntrañasmientrastodoslosaprendicesseentrega-ban a celebrar la captura de Salthook. Tras una embarazosaconferencia en el despacho de Pomeroy («Desobediencia,Natsworthy... Golpear a un aprendiz sénior... ¿Qué habríanpensadotuspobrespadres?»), sedirigióapesadumbradoa laestacióndeTottenhamCourtRoadyesperólallegadadeunelevadorquelobajara.

Cuandoestellegó,estabahastalostopes.LosasientosdelcompartimentosuperiorestabanllenosdehombresymujeresdeaspectoarrogantepertenecientesalGremiodeIngenieros,elmáspoderosodeloscuatroGrandesGremiosquedirigíanLondres. A Tom le daban grima, con sus cabezas peladas yaquellas largas túnicas blancas de goma, así que se quedó depieallí,enlaseccióninferior,dondeelrostroseriodelalcaldedeLondres,ellordmayor,lemirabaconairedesuperioridaddesdecartelesquedecían:«¡Elmovimientoeslavida.AyudaalGremiodeIngenierosamantenerLondresenmovimiento!».Elascensorbajabaybajaba,deteniéndoseentodaslasestacio-nes conocidas —Bakerloo, High Holborn, Low Holborn,

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Bethnal Green—, y en cada parada, otra multitud entraba aoleadas en el vagón, aplastándolo contra la pared del fondo,hastaqueresultócasiunaliviollegaralfinalybajarseparaver-seinmersoenelruidoyelbulliciodelasEntrañas.

Las Entrañas, o la Entraña, era el lugar donde Londresdesmantelaba las poblaciones que capturaba: una malolienteexplanadadepatiosyfábricasentrelasMandíbulasylassalascentralesdemotores.Tomladetestaba.Siempreeraruidosayacogíaatrabajadoresdelasplataformasmásinferiores,quete-níanunaspectosucioyaterrador,yaconvictosdelasprisionesde las Entrañas Profundas, que eran peores. El calor de alláabajosiempreledabadolordecabeza,elairesulfurosolehacíaestornudarylasoscilacionesdelosglobosdeargónqueilumi-naban los pasadizos le dañaban los ojos. Pero el Gremio deHistoriadoressiempreseasegurabadequealgunodesuplan-tillaestuvieraamanocuandounaciudadestabasiendodigeri-da,yestanocheéltendríaqueunirseaellosymoverseporallírecordandoalosrudosyviejoscapatacesdelasEntrañasquecualquier librooantigüedadqueseencontraseabordode lanuevacapturaerapropiedadlegaldesugremioyquelaHisto-riaeraexactamentetanimportantecomolosladrillos,elhie-rrooelcarbón.

SeabriócaminoconesfuerzoenlaterminaldelascensorparasalirdelaparatoyapresurósupasohaciaelalmacéndelGremiodeHistoriadores,atravesandopasillostubularesalica-tadoscongrandesplacascerámicasyestrechoscorredoresdemetalporencimadelosferocesabismosdelosPatiosdeDi-gestión.MuypordebajodeélpudovercómoSalthookerare-ducida a pedazos. Ahora parecía minúscula, empequeñecidaporlavastedaddeLondres.Enormesmáquinasamarillasen-

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cargadasdeldesmantelamientosemovíanportodaspartesso-breraíles,balanceandogrúasyencaramándoseporencimadetodoaquelloconsuspatasdearañahidráulicas.Ya lehabíanquitadolasruedasylosejesycomenzabaahoraeltrabajoso-breelchasis.Sierrascirculares tangrandescomogigantescasnorias de feria mordían las planchas de las plataformas, lan-zandochorrosdechispas.Enormesvaharadasdecalor llega-banondulandodesdeloshornosycrisolesdefundición,yan-tesdequehubieradadoveintepasos,Tompudosentirelsudorque empezaba a empaparle la parte de las axilas de su negratúnicadeuniforme.

Perocuandollegóporfinalalmacén,lascosasempezaronaparecerunpocomejores.Salthooknohabíatenidonuncaunmuseoounabibliotecaylospequeñoslotesrescatadosdelastiendasdecachivachesde laciudadestabanyasiendoempa-quetadosenbanastasparasuviajehastaelNivelDos.¡Conunpocodesuerte,probablementeselepermitiríaterminarpron-toy llegaraúnatiempoparaelfinalde lascelebraciones!Sepreguntabaquégremialestaríaalmandoesanoche.SieranelviejoArkengarthoeldoctorWeymouthestabaperdido:siem-prelehacíantrabajarelturnocompleto,hubieraalgoqueha-cerono.SifueranPottyPewtertideolaseñoritaPlym,todosaldríabien...

Perocuandosedirigíaatodaprisahaciaeldespachodelsupervisor,comenzóadarsecuentadequealguienmuchomásimportantequecualquieradeellosestabaalcargodelasEn-trañas esa noche. Había un vehículo estacionado fuera de laoficina,unamáquinanegraconelemblemadelgremiopinta-doenelcapódelmotor,demasiadolujoparacualquierperso-nacorrientedelrestodelpersonal.Doshombresconlalibrea

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delserviciodelosmiembrosdealtorangodelgremioespera-bandepiejuntoalvehículo.Erantiposdeaspectorudo,ape-sardesus ricos ropajes,yTomsupoenseguidaquiéneseran:Pewsey y Gench, los piratas aéreos reformados que habíansidolosfielesservidoresdel jefedeloshistoriadoresduranteveinteañosyquepilotabanelelevadordelDecimotercerNi-vel cada vez que este volaba en una expedición. «¡Valentineestáaquí!»,pensóTom,ytratódenoquedarsemirandofija-mentealpasarjuntoaellosescalerasarriba.

ThaddeusValentineeraelhéroedeTom:unantiguoba-sureroquehabíaidosubiendoenlaescalasocialhastaconver-tirseenelmásfamosoarqueólogodeLondres,einclusoensuHistoriador Jefe, para envidia y aversión de gente como Po-meroy.Tomteníaunretratodeélclavadoconchinchetasenlapareddesudormitorioencimadesu literayhabía leídosuslibrosAventuras de un historiador práctico yAmérica desierta: a través del Continente Muerto con fusil, cámara y aeronave, hastaqueselosllegóasaberdememoria.ElmomentodemásorgullodesuvidahabíaocurridocuandoteníadoceañosyValentinehabíabajadoaentregar lospremiosdefindeañoa losaprendices,incluidoelqueTomganóporunensayosobre lamaneradeidentificar antigüedades falsas. Aún recordaba cada palabradeldiscursoqueelgranhombrehabíapronunciado:«Nuncaolvidéis, aprendices, que nosotros los historiadores somos elgremiomásimportantedenuestraciudad.Nohacemostantodinerocomolosmercaderes,perocreamosconocimiento,quevalemuchísimomás.Nosotrosnopodemosser responsablesde dirigir el rumbo de Londres, como los navegantes, pero¿quéseríanlosnavegantessinohubiéramosconservadonoso-troslosantiguosmapasylasviejascartasdenavegación?Yen

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loqueserefierealGremiodeIngenieros,únicamenterecor-dadquecadamáquinaquehandesarrolladodesdesiempresebasaenunfragmentodelaAntiguaTecnología,laantiguaaltatecnologíaquenuestrosconservadoresdemuseoshanpreser-vadooquenuestrosarqueólogoshanexcavado».

TodoloqueTomhabíasidocapazdedeciramododeres-puesta fue un entrecortado: «Gracias, señor», antes de escu-rrirsedenuevohaciasuasiento,asíquenuncaseleocurrióqueValentinepudierarecordarle.Perocuandoabriólapuertadeldespachodelsupervisor,elgranhombrelevantólavistadesumesaysonrió.

—Eres Natsworthy, ¿no? El mejor aprendiz detectandofalsificaciones, ¿eh? ¡Tendré que mirar muy bien por dóndeandoestanocheomedescubrirás!

Como chiste no era demasiado bueno, pero sirvió pararomperelmomentoembarazosoquenormalmenteseprodu-cíaentreunaprendizyungremialdelrangomásalto,yTomserelajólosuficientecomoparadejardetitubearenelumbraldelapuertaydecidirseaentrar,llevandoenlamanolanotaquelehabíaentregadoPomeroy.Valentineselevantóbruscamen-teyseadelantóagrandeszancadasarecogerla.Eraunhombrealto y bien formado, cercano a los cuarenta años, dotado deuna hermosa cabellera de pelo azabache mechado de hebrascolorplataydeunanegrabarbaperfectamentearreglada.Suojosgrisesdemarinerocentelleabanconciertohumory,enlafrente,sutercerojo—lamarcagremialdelhistoriador,elojoazulquemirahaciaatráseneltiempo—parecíahacerungui-ñocuandoelevababurlonaeinquisitivamenteunaceja.

—Asíquepeleándonos,¿eh?¿YquéhahechoelaprendizMelliphantparamerecerunojoalafunerala?

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—Seestabametiendoconmipadreyconmimadre,señor—balbucióTom.

—Yaveo—elexploradorasintióconlacabeza,observan-doelrostrodelmuchacho.Envezdereprenderle,lepregun-tó—:¿EreselhijodeDavidydeRebeccaNatsworthy?

—Sí,señor—admitióTom—.Peroyosoloteníaseisañoscuando ocurrió la Gran Arremetida... Quiero decir, que casinomeacuerdodeellos.

Valentineasintiódenuevoyahorasusojossemostrarontristesyafectuosos.

—Eran buenos historiadores, Thomas. Espero que sigassuspasos.

—¡Oh,sí,señor!—dijoTom—.¡Quierodecir,queesoes-peroyotambién!

Pensó en sus pobres padres, muertos cuando parte deCheapside cayó sobre el nivel inferior. Nadie había habladonuncadeellosdeesamaneradesdeentoncesynotóque losojosselellenabandelágrimas.Sesintiócomosipudieracon-tarletodoaValentine,todoporcompleto,ycasiestuvoapun-todedecirlecuántolosechabademenosylosolitarioyabu-rridoqueresultabaserunaprendizdeterceraclase,cuandounloboentróeneldespacho.

Eraun loboenorme,yblanco,yentrópor lapuertaquedabaalalmacén.EnelmomentoenquevioaTom,comenzóacorrerhaciaél,enseñandosuscolmillosamarillos.

—¡Aaaah! —chilló Tom, saltando sobre una silla—. ¡Unlobo!

—Oh,pórtatebien—dijounavozdemuchacha,yunins-tantedespuéslachicaestabayaallí,inclinándosesobrelabes-tiayrascandolasuaveyblancagorgueradepielbajosuman-

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díbula.LosferocesojosámbarsecerraronfelicesyTompudooírel sonidodesucolarozando lasropasde lamuchacha—.Notepreocupes—rioella,sonriéndoleaTom—.Esuncorde-ro. Quiero decir que es un lobo realmente, pero tan mansocomouncordero.

—Tom —intervino Valentine con un brillo divertido enlosojos—.QuieroqueconozcasamihijaKatherineyaPerro.

—¿Perro?—Tombajódelasillasintiéndosealgotontoytodavíaunpocoasustado.HabíallegadoapensarquelafierasedebíadehaberescapadodelzoodeCirclePark.

—Esunalargahistoria—explicóValentine—:Katherinevivióen laciudadflotantedePuertoÁngeleshastaquetuvocincoaños,entoncesmuriósumadreylaenviaronavivircon-migo.YotrajeaPerrocomoregaloparaellademiexpediciónalDesiertodeHielo,peroKatherineapenassabíahablar in-glésenaquellostiemposynuncahabíaoídonadaacercadeloslobos,asíquecuandolovioporprimeravezdijo:«¡Perro!».Yconesenombresequedó.

—Está perfectamente domesticado —prometió la chica,todavía sonriéndole a Tom—. Mi padre lo encontró cuandoeratansolouncachorro.Tuvoquemataralamadre,peronolequedóvalorparaacabarconelpobrePerro.Loquemáslegus-taesquelerasquenlabarriga.APerro,quierodecir,noamipadre—Ysereía.Teníaunaespesamatadepelolargoynegro,losojosgrisescomosupadreylamismasonrisaespontáneaydeslumbrante.IbavestidaconlosajustadospantalonesdesedaylatúnicasueltaqueeralaúltimamodaentodoLondreseseverano.Tomlamirabamaravillado.HabíavistoretratosdelahijadeValentine,peronuncasehabíadadocuentadelobellaqueera.

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—¡Mira!—dijoella—.¡Legustas!PerrosehabíaacercadotranquilamenteaTomyleestaba

olisqueandoeldobladillodelatúnica.MovíalacoladeladoaladoyunalenguahúmedayrosarefregabalosdedosdeTom.

—SiaPerrolegustaalguien—dijoKatherine—,normal-mentesucedequeamítambiénmegusta.Asíque,vamos,Pa-dre,¡preséntanosdeformaadecuada!

Valentineserio.—Bueno,Kate;esteesTomNatsworthy,quehasidoen-

viadoaquíparaayudar,ysitulobohaacabadoyaconél,creoquetendremosquedejarlequesevayaatrabajar—pusounamano amable sobre el hombro de Tom y añadió—: No haymuchoquehacer;echaremosunúltimovistazoporlosPatiosyentonces...—MirólanotadePomeroy,luegolarompióenpe-dacitospequeñosylosdejócaerenlalatarojadereciclajesi-tuadajuntoasumesa—.Entoncestepodrásir.

Tomnoestabasegurodequélesorprendíamás,queVa-lentineledejaramarchar librementeoqueelgranpersonajeestuvierabajandoalospatiosenpersona.Losgremialessupe-riorespreferíannormalmentequedarsesentadosenlacomo-didaddesuoficinayquelosaprendiceshicieraneltrabajomásduroabajo,enmediodelcalorydeloshumos;peroaquíesta-ba Valentine quitándose sus negros ropajes, poniéndose unapluma,paraescribir,enelbolsillodelchaleco,ydeteniéndoseuninstanteparasonreíraTomdesdeelumbral.

—Venga,vámonosya—dijo—.Cuantoantesempecemos,antesestarás libreparaunirtea lafiestaenKensingtonGar-dens...

* * *

* * *

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E iniciaroneldescenso,y siguieronbajandoconPerroyKatherinesiguiéndolos,dejandoatráselalmacénycontinuan-do en su descenso por espirales de escaleras metálicas hastallegaralosPatiosdeDigestión,dondeSalthookseibahacien-domáspequeñapormomentos.Todoloqueaúnquedabadeella era el esqueleto de acero, y las máquinas estaban ahoradesgarrándolo,arrancandoplataformasyvigasmaestrashastaloshornosparaserfundidasallí.Mientrastanto,montañasdeladrillos,depizarra,demadera,desalydecarbóneranlleva-dasencintastransportadorashaciaelcorazóndelasEntrañasylasbrigadasdesalvamentosacabandeallícontenedoresen-terosdemueblesyprovisiones.

Los miembros de estas brigadas de recuperadores eranlosverdaderosamosdeestapartedeLondres, y ellos lo sa-bían.Semovíanjactanciosamenteporlosestrechospasadizosconlamismaagilidadquelosgatos,consustorsosdesnudosbrillantes de sudor y sus ojos ocultos tras gafas tintadas. ATomlehabíancausadosiempreunciertotemor,peroValen-tinelessaludabaconunasimpatíanaturalylespreguntabasihabíanvistoalgoentrelosdespojosquepudieraserdeinterésparaelmuseo.Avecessedeteníaabromearconellosoparapreguntarles cómoestaban sus familias, y todoel tiempo seocupó de presentarles a Tom como «mi colega, el señorNatsworthy».Tomsesentíahenchidodeorgullo.Valentineleestabatratandocomoaunadultoydeesaformaloshombresdelabrigadadesalvamentolotratabandelamismamanera,tocando con los dedos las viseras de sus grasientas gorras ysonriendoalpresentarseasímismos.Todosparecíanllamar-seLenoSmudger.

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—Nohagascasodeloquedigandeestoschicosallíarribaenelmuseo—leadvirtióValentinemientrasunode losLenlosllevabaauncontenedordondehabíansidodepositadasal-gunasantigüedades—.Elhechodequevivanabajo,enlosba-rrios inferiores, y no pronuncien las haches no quiere decirqueseantontos.Poresomegustabajaraquíenpersonacuan-do en los Patios se está trabajando. He visto con frecuenciacómoestoshombresdelrescateylosbasureroshanencontra-doobjetosdeartequeloshistoriadoresseguramentehabríanpasadoporalto...

—Sí,señor...—asintióTom,echandounamiradaaKathe-rine.EstabadeseandohaceralgoqueimpresionaraalJefedelos Historiadores y a su bella hija. Si solo pudiera encontraralgún maravilloso fragmento de Vieja Tecnología entre todaaquellachatarra,algoqueloshicierarecordarledespuésdequehubieran regresado al lujo del Alto Londres... Porque si no,tras este recorrido por los Patios, posiblemente nunca másvolveríaaverlos.

Esperandosorprenderlos,corrióhastaelcontenedorymiródentro.Despuésdetodo,laViejaTecnologíaaparecía devezencuandoenlastiendasdeantigüedadesdelaspequeñasciudadesoenlasrepisasdelaschimeneasdelasviejasdamas. ¡Imaginaser el único redescubridor de un legendario secreto, como lasmáquinasvoladorasmáspesadasqueelaire,olosfideos!

InclusoaunquenohubieranadaqueelGremiodeInge-nierospudierautilizar,aúnpodíaacabarenelmuseo,etiqueta-doyconservadoenunavitrinaconunanotaquedijera:«Des-cubierto por el señor T. Natsworthy». Se asomó lleno deesperanzaaescudriñarelmontóndeobjetosrescatados:tro-zosdeplástico,basesdelámparas,unaplastadococheterrestre

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de juguete... Una pequeña caja de metal llamó su atención.Cuandolasacóylapudoabrir,supropiorostrosereflejóbri-llanteenundiscodeplásticoplateado.

—¡SeñorValentine!¡Mire!¡Unhallazgo!Valentineseacercóalacajaysacóeldisco,haciéndolobri-

llarcomosicontuvieralaslucesdelarcoirisensusuperficie.—Muybien—dijo—.LosAntiguoslosutilizabanensus

ordenadorescomoformadealmacenarinformación.—¿Podría ser importante? —preguntó Tom. Valentine

negóconlacabeza.—Losiento,Thomas.Lasgentesdelosviejostiempospo-

dríanhabervividoúnicamenteenestablecimientosestáticos,perosusmáquinaselectrónicasibanmuchomásalládecual-quiercosaque los ingenierosdeLondreshayansidocapacesde construir. Incluso si aún hubiera algo almacenado en esedisco,notenemosformade leerlo.Peroesunbuenhallazgo.Quédateconél,porsiacaso.

Y se dio media vuelta mientras Tom ponía de nuevo eldiscoenlacajayseloguardabaenelbolsillo.PeroKatherinedebíadehabernotadoladesilusióndeTom,porqueletocólamanoyledijo:

—Esestupendo,Tom.Cualquiercosaquehayasobrevivi-do todos esos miles de años es fantástica, bien tenga algunautilidadparaelhorribleGremiodeIngenierosono.Yotengouncollarhechodeviejosdiscosdeordenador...

Ellalesonrió.Eratanencantadoracomounadeaquellasmuchachas con las que soñaba despierto, pero más amable ymásdivertida,yélsupoquedesdeesemomento,lasheroínasquerescataseensuimaginaciónseríantodasKatherineValen-tine.

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Nohabíanadamásdeinterésenelcontenedor.Salthookhabíasidounaciudaddetipopráctico,demasiadoatareadaro-yendoellechomarinocomoparapreocuparsedeexcavarenelpasado.Peroenlugardedirigirsedirectamentedevueltaalal-macén,ValentinesubióasusacompañantesporotraescalerayloscondujoatravésdeunestrechopasadizoelevadohastalaEstación de Ingresos, donde los antiguos habitantes hacíancolaparadarsusnombresaloficialdeAdmisionesantesdeserllevadosasusnuevoshogaresenlosalberguesyhospiciosdeLondres.

—Inclusoaunquenoestédentrodemiturnodetrabajo—explicó—,mepropongobajarhabitualmenteaveralosba-sureroscuandorealizamosunacaptura,antesdequetenganlaoportunidaddevendersushallazgosenlosmercadosdeanti-güedadesdelNivelCincoydequesedispersenporlaRegiónExterior.

Siempre había algunos basureros a bordo de una presa,vagabundossinunaciudaddeterminadaquerecorríanelTe-rritorio de Caza a pie, arañando piezas de Vieja Tecnología.Salthook no era una excepción: al final de una larga cola deabatidos lugareños se encontraba un grupo más harapientoqueelresto,conlargosyandrajososabrigosquelescaíanpordebajodelostobillos,gafasprotectorasymascarillasatadasasusmugrientoscuellos.

Comolamayoríadeloslondinenses,Tomsesentíahorro-rizadoantelaideadequelagenteaúnviviera simplementedelatierra.SequedóalgorezagadoconKatherineyPerro,peroValentineseadelantóparahablarconlosbasureros.Ellosseleacercaronysecolocaronasualrededor;todosmenosuno,unoalto,delgado,conunabrigonegro:unamuchacha,pensóTom,

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aunquenopodíaestarseguroporquellevabaunabufandane-graqueleenvolvíaelrostrocomoelturbantedeunnómadadeldesierto.SequedócercadeellayobservómientrasValen-tinesepresentabaalosotrosbasurerosypreguntaba:

—Asíque,¿hayalguienquehayaencontradoalgoqueelGremiodeHistoriadorespodríadesearcomprar?

Algunosdeloshombreshicierongestosafirmativosconlacabeza,otroslamovieronnegativamenteyotrosregistraronelinterior de sus abultadas bolsas. La muchacha de la bufandanegracubriéndolelacabezadeslizóunamanoenelinteriordesuabrigoydijo:

—Yotengoalgoparati,Valentine.HablótansuavementequesoloTomyKatherinepudie-

ronoírla,ycuandosevolvieronparamirar,ellasacóderepen-teunlargoyafiladocuchilloquelevantóenelaireendirec-ciónaValentine.

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3 El conducto de la basura

Nohubotiempoparapensar:Katherinegritó,Perrogruñó,lamuchachadudóunosinstantesyTomviosuoportunidadyselanzóhaciadelante,agarrándoladelbrazocuandoyadirigíaelcuchillo al corazón de Valentine. La joven emitió un sonidosilbantemientrasseretorcíayelcuchillocaíaalsueloyellasegirabasobresustalonesysalíadisparadaporelcorredor.

—¡Detenedla!—bramóValentine,saliendohaciadelante,perolosotrosrefugiadoshabíanvistoelcuchilloysearremoli-nabanendesordenatemorizados,impidiéndoleelpaso.Variosdelosbasureroshabíansacadoarmasdefuegoyunpolicíaconarmadura llegó abriéndose paso entre la multitud, como unenormeescarabajoazul,mientrasgritaba:

—¡NoseadmitenarmasdefuegoenLondres!Mirandoporencimadelascabezasdelosbasureros,Tom

divisóunasiluetaoscurarecortándosecontraelresplandordeloshornos.Lamuchachaestabaalotroextremodelestrechopasadizo elevado, subiendo ágilmente por una escalera haciaun nivel superior. Corrió tras ella y trató de atraparla por eltobilloenelmomentoenque lachicaalcanzabasuobjetivo.Fallóporunospocoscentímetrosy,enesemismoinstante,un

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dardolepasósilbando,produciendochispasenlospeldaños.Volvió la cabeza.Dospolicíasmás seabríancaminoentre lamultitudconlasballestasenalto.Unpocomásatrás,pudoveraKatherineyasupadreobservándole.

—¡Nodisparéis!—gritóTom—.¡Puedoatraparla!Saltóhastalaescalerayselanzóatodaprisahaciaarriba,

decidido a ser el que capturara a la supuesta culpable. Podíasentirsucorazónlatiendoconfuerzaenlaagitacióndelmo-mento.¡Despuésdetodosaquellosañostananodinosqueha-bíapasadosoñandoconaventuras,derepenteseencontrabaenmediodeuna! ¡HabíasalvadolavidadelseñorValentine!¡Eraunhéroe!

Lamuchachaestabayacaminodellaberintodeangostaspasarelaselevadasquellevabaaldistritodeloshornos.Espe-randoqueKatherinepudieraaúnverlo,Tomselanzóensupersecución. El pasaje elevado se bifurcaba y se estrechaba,los pasamanos solo se hallaban a un metro de distancia elunodelotro.Pordebajodeél, la labordelosPatiosdeDi-gestión continuaba indiferente; nadie allá abajo se habíadadocuentadeldramaqueestabateniendolugararriba,en-cimadesuscabezas.Seadentróentrelasprofundassombrasycálidasycegadorasnubesdevaporconlamuchachasiem-preaunoscuantosmetrospordelantedeél.Untubosituadoabajaalturaseleenganchóenlabufandaquelecubríalaca-bezayselaarrancó.Suslargoscabelloserandecolorcobrizoalasuaveluzdeloshornos,peroTomtodavíanopodíaversurostro.Sepreguntabasiseríabonita:unabellaasesinadelaLigaAntitracción.

Dejó atrás la bufanda balanceándose y siguió corriendo,jadeando en busca de aire y despejándose el cuello con la

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mano.BajóporunavertiginosaespiraldeescalerasdehierroysalióporelpisodelosPatiosdeDigestión,entredestellos,atravésdelassombrasdelascintastransportadorasylosenor-mestanquesesféricosparaelgas.Unabrigadadetrabajadoresconvictos levantó la vista con asombro cuando la muchachapasócorriendo.

—¡Detenedla!—gritóTom.Ellossimplementesequedaronmirandoboquiabiertosal

pasarél,perocuandodirigiólavistahaciaatrásvioqueunodelosAprendicesdeIngenieroquehabíaestadosupervisándolosacababadeinterrumpirsutrabajoparaunirsealapersecución.Tomlamentóinmediatamentehabergritado.¡Noestabadis-puestoaentregarsuvictoriaaunestúpidoingeniero!Añadióunpuntomásdevelocidad,deformaqueasípodríaserelúni-coencapturarla.

Pordelante,elcaminoseveíaobstruidoporunagujerocircular en el piso de la plataforma protegido por oxidadospasamanos:untobogándebasurachamuscadoyennegrecidopor donde la escoria de los hornos había sido arrojada. Lamuchachaquebrósupasoporunmomento,dudandoquéca-minoseguir.Cuandoreanudósuhuida,Tomhabíaacortadodistancias; susmanosextendidashaciadelanteconsiguieronasirsumochila;lacintaserompióyellasedetuvoysevolvióparadarlelacara,iluminadaporelrojoresplandordelafun-dición.

NoteníamásañosqueTomyeraespantosa.Unacica-trizterriblelerecorríalacaradesdelafrentehastalaman-díbula, haciéndola parecerse a un retrato que hubiera sidorajado furiosamente. Su boca estaba torcida hacia un lado,mostrando una especie de sonrisa despectiva permanente,

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su nariz era un muñón aplastado y su único ojo lo mirabafijamentedesdeaquellaruina,tangrisyfríocomoelmareninvierno.

—¿Por qué no me dejaste que lo matara? —dijo en unsiseo.

ATomlepillótandesorpresaquenopudonimoversenihablar,soloquedarseallíparadomientraslamuchachaseaga-chabaarecogersumochiladelsueloysevolvíaparaseguirco-rriendo.Perodetrásdeélsonabanyalossilbatosdelapolicíaylosdardosdelasballestaspasabanchisporroteandoalchocarcontralossuelosmetálicosdelaplataformaycontratubosqueseextendíanporencimadesuscabezas.Lamuchachaperdiólamochilaycayóaunlado,soltandoenunresuellounasuciamaldición.Tomnisiquierasehabíaimaginadoquelachicasu-pierasemejantespalabras.

—¡Nodisparen!—gritóél,haciendoseñasconlamanoalospolicías.Ellosyaavanzabanpesadamenteporlaescaleradeespiraltraslostanquesdegas,disparandomientrasseacerca-ban,comosinolesimportasegrancosaqueTomseencontra-raensucamino—.¡Nodisparen!

La muchacha gateó hacia arriba por los peldaños y Tomvioentoncesqueteníaundardodeballestaclavadoenlapier-na,justoporencimadelarodilla.Lachicaseagarróaélmien-traslasangrelefluíaentrelosdedos.Surespiraciónseconvir-tióensollozosmientrasretrocedía,alzándosetrabajosamentehastalabarandilla.Trasella,eltobogándelabasurasepresen-tabacomounaenormebocaabierta.

—¡no!—gritóTom,alverloquepretendíahacer.Yanosesentía ningún héroe. Solo sentía lástima por aquella pobre yhorriblemuchacha,yculpabledeserunodelosquelahabían

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atrapadoallí.Extendiósumanohaciaella,esperandoquenosaltara.

—NopodíapermitirquelehicierasdañoalseñorValen-tine—ledijo,gritandoparaqueellalepudieseoírporencimadelestrépitode lasEntrañas—.Esunbuenhombre,amable,valiente,maravilloso...

Lamuchachaseprecipitóhaciadelante,acercandoaquelrostrosinnarizhaciaél.

—¡Mírame!—legritó—.¡MiraloquetuvalienteyamableValentinemehizo!

—¿Quéquieresdecir?—¡Pregúntaseloaél!—gritó—. ¡Pregúntalequé lehizoa

HesterShaw!Lapolicíasehallabaahoramáscerca.Tompodíaoír sus

pasos retumbando en la plataforma. La muchacha dirigió sumiradadetrásdeTom,luegopasóconesfuerzosupiernaheri-daporencimadelabarandillagritandoyllorandodedolor.

—¡No!—lesuplicóTomdenuevo,peroyaerademasiadotarde. Su andrajoso abrigo se abrió y ondeó en el aire y elladesapareció.Élseacercóalabarandillayescudriñóelsombríotobogán.Unafríaráfagadeairelesubióhastaelrostro,mez-cladaconelolordelodoylavegetaciónprensada:elolordelatierragirandovelozbajolaciudad.

—¡No!¡Habíasaltado!¡Habíasaltadodelaciudadhaciasumuer-

te!HesterShaw. Debería recordaraquelnombreydecirunaoraciónporellaaunodelosmuchosdiosesdeLondres.

Unoscuerpos fueron tomando formaa travésdelhumoenmovimiento.Lospolicíasavanzabanconcautela,comocan-grejosvigilantes,yValentineveníaconellos,corriendoalaca-

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beza.Enlassombras,bajoeltanquedegas,Tomvioaljoveningenieroqueseguíamirando,sobrecogido.Tomtratódeson-reírle,perosucarasequedóheladayuninstantedespuésotraespesabocanadadehumoleenvolvió,borrándolotododefini-tivamente.

—¡Tom!¿Estásbien?—Valentinesubiócorriendo,apenassin respiración por la larga persecución—. ¿Dónde está ella?¿Dóndeestálamuchacha?

—Muerta—respondióTomdébilmente.Valentinesequedó juntoaélapoyadoen labarandillay

miróhaciaabajo.Lassombrasdelhumoquesubíasemovíansobresurostrocomotelarañas.Habíaunaextrañaluzensusojosysurostrosemostrabatenso,pálidoyatemorizado.

—¿Laviste,Tom?¿Teníaunacicatriz?—Sí—lerespondióTom,preguntándosecómopodíaVa-

lentinesaberaquello—.¡Erahorrible!Habíaperdidounojoysunariz...—Luegorecordólacosatanterriblequelamucha-chalehabíaconfesado—.Ydijo...—PeronoestabasegurodesiledeberíacontaralseñorValentineloqueellalehabíadi-cho;podíaserunamentira,unalocura—.Elladijoquesella-mabaHesterShaw.

—¡GranQuirke!—gritóValentine,yTomretrocedió,de-seandonohabermencionadonuncaaquello.Perocuandovol-vióa levantar lavistadenuevo,Valentine lesonreíaamable-mente,con losojos llenosdepena—.Notepreocupes,Tom—ledijo—.Losiento.

Tomsintióunamanograndeyamablesobresuhombroyluego—nuncaestuvosegurodecómosucedióaquello—unatorsión,unempujón,yseviolanzadoporencimadelabaran-dilla y cayendo en el vacío, de igual forma que había caído

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HesterShaw,buscandodesesperadamenteunagarraderoenelpulidometaldelbordedeltobogándelabasura.

—¡Élmeempujó!—pensó,yfuemássorpresaquemiedoloquesintióamedidaquelanegragargantaletragabahacialaoscuridad.

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