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SCRIPTA THEOLOGICA Universidad de Navarra Facultad de Teología VOL. XL - FASC. 2 - MAYO-AGOSTO 2008 Olivier-Thomas Venard Del canon bíblico a la vida cristiana Jesucristo proclamado Señor en la Iglesia: Pablo y las primeras profesiones de fe Antonio Pitta Las Escrituras de Israel, Evangelio de Jesucristo Miguel Ángel Tábet PALABRA DE DIOS, ESCRITURA, IGLESIA C. Izquierdo, S. García-Jalón, B. Estrada, D. Kotecki, L. Sánchez Navarro Gregorio Guitián En diálogo con la realidad social CREACIÓN, LEY NATURAL Y ECUMENISMO G.L. Müller, G. Wenz

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SCRIPTATHEOLOGICA

!0036-jhgd!ISSN 0036–9764

U n i v e r s i d a d d e N a v a r r aF a c u l t a d d e T e o l o g í a

VOL. XLFASC. 2

2008

VOL. XL - FASC. 2 - MAYO-AGOSTO 2008

Olivier-Thomas VenardDel canon bíblico a la vida cristiana

Jesucristo proclamado Señor en la Iglesia:Pablo y las primeras profesiones de fe

Antonio Pitta

Las Escrituras de Israel, Evangelio de JesucristoMiguel Ángel Tábet

PALABRA DE DIOS, ESCRITURA, IGLESIA

EN LOS PRÓXIMOS FASCÍCULOS

Lucas F. Mateo-SecoImágenes de la Imagen.Gn 1,26 y Col 1,15 en Gregorio de Nisa

José J. AlviarLa salvación y la inocencia. Notas a propósitodel documento de la CTI, La esperanza desalvación para los niños que mueren sin bautismo

Javier Sánchez-CañizaresFe, razón y racionalidadJuan L. LordaPaul Ricoeur y el desafío del mal

C. Izquierdo, S. García-Jalón, B. Estrada,D. Kotecki, L. Sánchez Navarro

Gregorio GuitiánEn diálogo con la realidad social

CREACIÓN, LEY NATURAL Y ECUMENISMOG.L. Müller, G. Wenz

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SCRIPTATHEOLOGICA

Vol. XL/2

REVISTA DE LA FACULTAD DE TEOLOGÍADE LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA

2008

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COMITÉ DE DIRECCIÓN

Vicente BALAGUER, Director;Félix María AROCENA; Juan Antonio GIL-TAMAYO, Subdirectores;

Pablo BLANCO; Juan Luis CABALLERO;Gregorio GUITIÁN; José María PARDO, Vocales;

Eduardo FLANDES, Secretario

CONSEJO ASESOR

Lucas F. MATEO-SECO (Presidente); Pio G. ALVES DE SOUSA, José J. ALVIAR, Alfonso CARRASCO,

Hubertus DROBNER, Santiago GARCÍA-JALÓN, César IZQUIERDO,Rafael JORDANA, Marcelo MERINO, Enrique MOLINA, Paul O’CALLAGHAN,

Domingo RAMOS-LISSÓN, Marek STAROWIEYSKI, Francisco VARO;Vicente BALAGUER (Secretario)

Edición

Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, S.A.Edificio Muga. Campus Universitario. 31080 Pamplona (España)

Tfno. 948 425600

Redacción, administración y suscripciones

«Scripta Theologica»Edificio de Facultades eclesiásticas, Universidad de Navarra,

31080 Pamplona (España) - Tfno. 948 425600 - Fax 948 425633e-mail: [email protected] - http: //www.unav.es/teologia/publicaciones

Las opiniones expuestas en los trabajos publicados por la Revistason de la exclusiva responsabilidad de sus autores.

Los artículos de SCRIPTA THEOLOGICA son registrados, entre otras, en lassiguientes bases de datos: Bibliografía Española de Ciencias Sociales y Humanida-des del CINDOC, dependiente del CSIC; FRANCIS (antes Bulletin Signalétique);Maisons des Sciences de l’Homme - Revue de Sommaires, del INIST; Index Theo-logicus de la UB Tübingen; Religion Database, de la American Theological LibraryAssociation; Index to Book Reviews in Religion; Old Testament Abstracts; ReligionIndex One; Religious and Theological Abstracts.

SUSCRIPCIONES Unión Europea Otros países1 año (2008), tres fascículos 58 € 75 €

Número atrasado 25 € 33 €

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SCRIPTATHEOLOGICA

Vol. 40/Fasc. 2/Año 2008

SUMARIO

Estudios

VICENTE BALAGUERLa Sagrada Escritura, testimonio y expresión de la revelación .............. 345[Sacred Scripture, Witness and Expression of Revelation]

ANTONIO PITTAJesucristo proclamado Señor en la Iglesia: Pablo y las primeras profesiones

de fe ........................................................................................... 385[Jesus Christ Proclaimed Lord in the Church: Paul and the First Professions

of Faith]

MIGUEL ÁNGEL TÁBETLas Escrituras de Israel, Evangelio de Jesucristo ................................... 405[The Scriptures of Israel, Gospel of Our Lord]

OLIVIER-THOMAS VENARDDel canon bíblico a la vida cristiana ................................................. 433[From the Biblical Canon to Christian Life]

Palabra de Dios, Escritura, Iglesia

CÉSAR IZQUIERDOFunción de los textos en la tradición ................................................... 463[The Use of Texts in Tradition]

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SANTIAGO GARCÍA-JALÓNLa Sagrada Escritura, libro de la Iglesia ............................................. 471[Sacred Scripture, Book of the Church]

BERNARDO ESTRADALa recepción cristiana de la predicación de Jesús ................................. 491[The Way Christians Received the Preaching of Jesus]

DARIUSZ KOTECKIReinterpretación del Antiguo Testamento en el Nuevo: cristología teocén-

trica en el Apocalipsis de san Juan ............................................... 509[Reinterpreting the Old Testament in the New Testament: Theocentric

Christology in the Revelation of St. John]

LUIS SÁNCHEZ NAVARROLa Escritura para las naciones. Acerca del universalismo en Mateo ...... 525[Scripture for the Nations. On Universalism in Matthew]

Creación, ley natural y ecumenismo

MONS. GERHARD L. MÜLLERLas consecuencias éticas del dogma de la creación ................................ 549[The Ethical Consequences of the Dogma of Creation]

GUNTHER WENZLa condición creatural del hombre según el decálogo interpretado por

Lutero ......................................................................................... 559[The Created Condition of Humankind According to the Decalogue

Interpreted by Luther]

Nota

GREGORIO GUITIÁNEn diálogo con la realidad social. A propósito de los escritos de moral

social del Profesor Teodoro López ................................................. 573[In Dialogue with Social Reality. On the Writings on Social Morality

of Professor Teodoro López]

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Recensiones

BURGOS, J.M., CAÑAS, J.L. y FERRER, U. (eds.), Hacia una definiciónde la filosofía personalista (J.Á. García Cuadrado) ...................... 589

BROWN, R.E., La muerte del Mesías. Desde Getsemaní hasta el sepul-cro. Comentario a los relatos de la pasión de los cuatro evangelios(J.L. Caballero) ......................................................................... 593

MORALES, J., La experiencia de Dios (J. Alonso) ............................... 597

WOOLFENDEN, G., La oración diaria en la España cristiana. Estudiodel oficio mozárabe (F.Mª Arocena) ............................................ 601

MELINA, L., NORIEGA, J. y PÉREZ-SOBA, J.J., Caminar a la luz delamor. Los fundamentos de la moral cristina (J. de D. Larrú) ...... 603

Reseñas

FILOSOFÍA

GONZALO SANZ, L.Mª, Entre libertad y determinismo. Genes, cerebro y ambiente en laconducta humana (613). WYNN, M.R., Emotional Experience and Religious Under-standing: Integrating Perception, Conception and Feeling (614). TALIAFERRO, Ch.C.,Evidence and Faith: Philosophy and Religion since the seventeenth century (614). PA-REYSON, L., Dostoievski. Filosofía, novela y experiencia religiosa (615). CROSBY, J.F., LaInterioridad de la Persona Humana. Hacia una antropología personalista (616).

HISTORIA

ROMERO-POSE, E, Anotaciones sobre Dios Uno y Único (618). HILDEBRAND, S.M.,The Trinitarian Theology of Basil of Caesarea. A Synthesis of Greek Thought and Bi-blical Truth (620). AMBROSIO DE MILÁN, La virginidad. La educación de la virgen.Exhortación a la virginidad (621). FERREIRO, A., The Visigoths in Gaul and Iberia.A Supplemental Bibliography, 1984-2003 (622). HAUKE, M.,Urstand, Fall und Erb-sünde. In der nachaugustinischen Ära bis zum Beginn der Scholastik: Die griechischeTheologie (622). OECUMENIUS, Commentary on the Apocalipse (623). THOMAS D’A-QUIN, Abrégé de Théologie (Compendium Theologiae) ou Bref résumé de théologie pourle frère Raynald (624). RIGO, A. (a cura di), Gregorio Palamas e oltre. Studi e docu-menti sulle controversie teologiche del XIV secolo bizantino (625).

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SAGRADA ESCRITURA

PAUL Y OTROS, A., Aux origines de la Bible (626). CARBAJOSA, I. y SÁNCHEZ NAVA-RRO, L. (eds.), Entrar en lo antiguo. Acerca de la relación entre Antiguo y Nuevo Testa-mento (627). ÁLVAREZ BARREDO, M., Habacuc. Un profeta inconformista. Perfiles li-terarios y rasgos teológicos del libro (628). MARGUERAT, D. (ed.), Introducción al NuevoTestamento. Su historia, su escritura, su teología (630). FITZMYER, J.A., El evangelio se-gún Lucas. Tomo IV (631). DELUMEAU, J. y BILLON, G., Gesù e la sua Passione (632).FREYNE, S., Jesús, un galileo judío. Una lectura nueva de la historia de Jesús (633).GRASSO, S. y MANICARDI, E. (a cura di), «Generati da una parola di verità» (Gc1,18). Scritti in onore di Rinaldo Fabris nel suo 70° compleanno (634). PELLEGRINO,C., Paolo, servo di Cristo e padre dei corinzi. Analisi retorico-letteraria di 1 Cor 4 (635).

TEOLOGÍA FUNDAMENTAL Y DOGMÁTICA

CAVIGLIA, G., Gesù Cristo, via, verità e vita. Linee di Teologia Fondamentale (637). TAN-ZELLA-NITTI, G. y MASPERO, G. (a cura di), La verità della religione. La specificità cris-tiana in contesto (638). MEN’, A., Io credo... Il simbolo della fede. Sette conversazioni(639). ALVIAR, J.J. (ed.), El tiempo del Espíritu: hacia una teología pneumatológica (641).MORALES, J., Acta theologica. Volumen de escritos del autor, ofrecido por la Facultad deTeología de la Universidad de Navarra (643). SICOULY, P.C., Schöpfung und Neuschöp-fung. Neuschöpfung als theologische Kategorie im Werk Jürgen Moltmanns (644). PONCE

CUÉLLAR, M., Cristo, Siervo y Señor (645). FONTBONA, J., La Cena del Señor, misteriode comunión (646). WOÌNIAK, R.J., Przyszπoå≈, teologia, spoπeczeŸstwo (648).

TEOLOGÍA MORAL Y ESPIRITUAL

PRIETO LUCENA, A., De la experiencia de la amistad al misterio de la caridad. Estudiosobre la evolución histórica de la amistad como analogía teológica desde Elredo de Rievalhasta Santo Tomás de Aquino (649). BURGGRAF, J., Libertad vivida con la fuerza de lafe (650). TOSO, M., Democrazia e libertà. Laicità oltre il neoilluminismo postmoderno(651). SCOLA, A., Una nueva laicidad. Temas para una sociedad plural (652). FAZIO,M., Historia de las ideas contemporáneas. Una lectura del proceso de secularización(653). MASIÁ, J., Caminos sapienciales de Oriente (654). LANGERON, P., Les Institutsséculiers. Une vocation pour le nouveau millénaire (655). GRIFONE, J., Des Évangiles àJesús-Christ. Voies de la raison et du coeur (656). CHATELARD, A., Carlos de Foucauld.El camino de Tamanrasset (657). NEWMAN, J.H., Sermones parroquiales (658).

LIBROS RECIBIDOS .............................................................................. 661

INSTRUCCIONES PARA LOS COLABORADORES .......................... 665

PUBLICACIONES DE LA FACULTAD ................................................. 669

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LA ESCRITURA PARA LAS NACIONES. ACERCA DEL UNIVERSALISMO EN MATEO

[SCRIPTURE FOR THE NATIONS. ON UNIVERSALISM IN MATTHEW]

LUIS SÁNCHEZ NAVARRO

Resumen: Para algunos estudiosos elEvangelio según San Mateo reflejaríados tipos diversos de Iglesia: una ju-deocristiana, todavía sometida a lospreceptos de la ley mosaica, y otra, lade los cristianos provenientes del pa-ganismo, eximida de la obediencia aMoisés. Un atento análisis del textonos muestra con claridad que todo elEvangelio está en perfecta consonan-cia con el mandato misionero univer-sal de Mt 28,20 y con la enseñanza deMt 5,17-20, clave hermenéutica delSermón de la Montaña. En resumen:a lo largo de todo su ministerio públi-co, Jesús ha conservado el horizontede su dimensión universal, y esto lo hahecho recurriendo a las Escrituras deIsrael, a las que ha dado cumplimien-to abriéndolas a las naciones.

Palabras clave: Escritura, Mateo, Uni-versalidad.

Abstract: For some scholars the Gospelaccording to St Matthew reflects twotypes of Church: a Judaeo-Christianone, which is still subject to the pre-cepts of Mosaic law, and anotherwhich comes from the Christians con-verted from Paganism, who do nothave to obey the law of Moses. A ca-reful analysis of the text shows usclearly that all the Gospel is in clearconsonance with the universal missio-nary message of Mt 28,20 and withthe teachings of Mt 5,17-20, the her-meneutic key to the Sermon on theMount. In short, throughout His pu-blic ministry, Jesus conserved the ho-rizon of His universal dimension, andHe did so with recourse to the Scrip-tures of Israel, which He fulfilled byopening them up to other nations.

Keywords: Scripture, Matthew, Uni-versality.

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El cumplimiento escatológico de la Escritura en Jesús representa un as-pecto central del evangelio de Mateo 1. Y aparece en conexión con un tema teo-lógico también relevante en este escrito: la dimensión universal del ministeriode Jesús y de sus discípulos. En las páginas que siguen abordamos esta cuestión,de no poca relevancia para la comprensión global del evangelio 2. Nuestro pun-to de partida será el carácter judeocristiano del primer evangelio.

1. MATEO: ¿UN EVANGELIO JUDEOCRISTIANO?

No pocos autores han sostenido el carácter no judío de la comunidadcristiana a la que Mateo dirige su evangelio, así como la identidad gentil de suautor 3. Sin embargo hoy día la opinión más compartida ve en los destinatariosdel primer evangelio a los miembros de una comunidad cristiana de origen pre-dominantemente judío y orientación judeocristiana 4. Ello explicaría el carácter

LUIS SÁNCHEZ NAVARRO

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1. Cfr. S. MOYISE, The Old Testament in the New. An Introduction, Continuum, Lon-don-New York 2001, 34-44; C.L. BLOMBERG, «Interpreting Old Testament PropheticLiterature in Matthew: Double Fulfillment», en TrinJ, 23 (2002) 17-33; F. BELLI, I.CARBAJOSA, C. JÓDAR ESTRELLA y L. SÁNCHEZ NAVARRO, Vetus in Novo. El recurso a laEscritura en el Nuevo Testamento, Encuentro, Madrid 2006, 72-78; 185-187; E. MANI-CARDI, «Modelli sinottici di compimento delle Scritture: l’impeto kerygmatico di Mar-co e le riletture midrashiche di Matteo», en S. ROMANELLO y R. VIGNOLO (eds.), Rivi-sitare il compimento. Le Scritture di Israele e la loro normatività secondo il NuovoTestamento, Glossa, Milano 2006, 3-40.

2. Un amplio e iluminador estudio sobre la cuestión de particularismo y universalis-mo en Mateo: D.A. HAGNER, «The Sitz im Leben of the Gospel of Matthew», en D.R.BAUER y M.A. POWELL (eds.), Treasures New and Old. Recent Contributions to MattheanStudies, Scholars Presencias, Atlanta, GA 1996, 27-68.

3. «He is a learned Gentile scholar, not a learned Jewish scholar»: J.P. MEIER, The Vi-sion of Matthew. Christ, Church, and Morality in the First Gospel, Crossroad, New York1991, 22. Ver A.O. EWHERIDO, Matthew’s Gospel and Judaism in the Late First CenturyC.E. The Evidence from Matthew’s Chapter on Parables (Matthew 13:1-52), Peter Lang,New York 2006, 20-21.

4. Cfr. U. LUZ, Studies in Matthew, Eerdmans, Grand Rapids, MI 2005, 3-17:«Matthew the Evangelist: A Jewish Christian at the Crossroads». «Matthew’s commu-nity considered itself fully Jewish and Torah-observant. They probably insisted on fullTorah observance from Gentiles who entered the community. They differed on speci-fic points of law from their non-Christian Jewish adversaries, but that does not indica-te that they had departed from Torah»: F.J. MURPHY, «The Jewishness of Matthew:Another Look», en A.J. AVERY-PECK, D.J. HARRINGTON y J. NEUSNER (eds.), When Ju-daism and Christianity Began. Essays in Memory of Anthony J. Saldarini. Vol. II: Judaismand Christianity in the Beginning, Brill, Leiden-Boston 2004, 377-403, 402. «With therabbis he [Matthew] shares a full Torah observance (all 613 commandments, to use alater reckoning) but as interpreted by and personified in Jesus Christ who concentratesthe law in the love command»: B.T. VIVIANO, Matthew and His World, Vandenhoeck& Ruprecht, Göttingen 2007, 7. Otros autores prefieren, con más cautela, hablar de

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fuertemente «judaizante» del escrito, que se manifiesta no sólo en la abundan-te presencia de la Escritura, sino también en la gran atención que presta a la Leymosaica (recordemos el conocido pasaje de Mt 5,17-20) y en el uso de méto-dos exegéticos judíos 5, así como en determinadas expresiones que se justificana partir de un humus lingüístico arameo o hebreo 6. Esto sería coherente tam-bién con la repetida afirmación de Jesús (sin paralelo en los otros sinópticos) dehaber sido enviado en exclusiva a Israel (15,24; cfr. Mt 10,5-6) 7. «These andother Jewish features have not been sprinkled here and there for good effect:they are an organic part of the whole and imply a Jewish-Christian author andaudience» 8.

Sin embargo de este hecho pueden extraerse consecuencias que suscitancierta perplejidad. Los mismos autores afirman:

In some ways... [Matthew] was at one with Paul...: Gentiles did not haveto become Jews in order to be saved; that is, they did not have to become cir-cumcized and obey Moses. If it had been otherwise, Matthew could not haveenthusiastically endorsed the Gentile mission in his conclusion, for by his timethat mission was in most areas presumably free of the demand for circumcision.At the same time —here the harmony with Paul breaks down— Matthew belie-ved that the Mosaic law was still in effect. This can only have meant thatMatthew expected Jewish Christians to keep it 9.

Algunas preguntas se imponen. Mateo ¿tiene en mente dos tipos diver-sos de iglesia, una judeocristiana y la otra de cristianos provenientes del paga-

LA ESCRITURA PARA LAS NACIONES.ACERCA DEL UNIVERSALISMO EN MATEO

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una comunidad judeocristiana ya claramente separada de la sinagoga («extra muros»)pero aún en debate con ella: R.E. MENNINGER, Israel and the Church in the Gospel ofMatthew, Peter Lang, New York 1994, 47-52; D. HAGNER, «The Sitz im Leben»; A.EWHERIDO, Parables, 24-26.

5. C.A. EVANS, «Targumizing Tendencies in Matthean Redaction», en A.J. AVERY-PECK,D.J. HARRINGTON y J. NEUSNER (eds.), When Judaism and Christianity Began, 93-116.

6. Pensamos especialmente en Mt 1,21: «... y le pondrás por nombre Jesús: pues élsalvará a su pueblo de sus pecados»; esta frase sólo tiene sentido si el lector ha com-prendido el significado de Jesús, «Yahvé salva» (que el autor no traduce al griego). Acer-ca de los rasgos judíos en Mateo ver W.D. DAVIES y D.C. ALLISON, Matthew. A ShorterCommentary, T & T Clark, London-New York 2004, xi-xii: «These include the play onthe Hebrew name of David in 1.2-17, OT texts seemingly translated from the Hebrewspecifically for our Gospel (e.g. 2.18; 8.17; 12.18-21), concentrated focus on the syna-gogue (e.g. 6.1-18; 23.1-39), and affirmation of the abiding force of the Mosaic law(5.17-20)».

7. «Matthew alone moreover records Jesus’ prohibitions against mission outsideIsrael (10.5; 15.24), disparages Gentiles as such (5.47; 6.7), and shows concern thateschatological flight not occur on a Sabbath (24.20)»: W. DAVIES y D. ALLISON,Matthew, xii.

8. W. DAVIES y D. ALLISON, Matthew, xii.9. W. DAVIES y D. ALLISON, Matthew, xxvi.

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nismo? Es bien sabido que durante el s. I el judeocristianismo tuvo una fuertevigencia, y se distinguía de la práctica cristiana de los provenientes de la genti-lidad (cfr. He 15); pero son también conocidos los problemas que generó, has-ta el punto de provocar la airada (Gálatas) y extensa (Romanos) respuesta dePablo, de la que se desprende que el sometimiento a la ley de Moisés (por par-te de los judeocristianos) no tiene ya valor salvífico. Lo único que salva al cris-tiano —sea cual sea su procedencia étnica— es la fe en Cristo (Rm 3,21-26).Creemos que estos datos son de interés, ya que manifiestan la postura doctri-nal de la primitiva Iglesia frente a esta cuestión por parte de un judeocristianocomo Pablo 10. ¿Cómo es posible, además, que según el evangelio de Mateo Je-sús exija a unos miembros de la comunidad lo que no requiere a otros? ¿Se pue-de afirmar —como parece desprenderse del texto citado más arriba— que loscristianos de origen gentil no están obligados a obedecer a Moisés? Teniendo encuenta además que, en el mandato final, Jesús ordena a los Once enseñar a losgentiles «a guardar todo lo que yo os mandé» (28,20): no se establece ningunarestricción, han de enseñarles todo —también Mt 5,17-20— y sus implicacio-nes 11. Notemos que estos versículos, no sólo no están aislados de la Enseñanzade la Montaña, sino que son su clave hermenéutica 12.

Resumiendo: si el carácter judeocristiano del primer evangelio conllevauna orientación excluyente, entonces dentro de ese texto que culmina en elmandato misional existe una tensión irresoluble. No pretendemos resolver aquíuna temática amplísima; sin embargo hay algunos elementos que pueden ayu-darnos a reformular la cuestión. Vamos a desgranarlos exponiendo cómo estatemática está en relación con la interpretación que hace Mateo de la Escritura.Más aún: mostrando que la síntesis entre particularidad y universalidad de lamisión de Jesús pertenece al núcleo de la interpretación global de la EscrituraSagrada que nos ofrece el primer evangelio.

LUIS SÁNCHEZ NAVARRO

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10. «A Jewish Christian like the author and community of Matthew’s Gospel»: D.HAGNER, «The Sitz im Leben», 65.

11. Cfr. M. GRILLI, «El testamento del Resucitado. Análisis de Mt 28,16-20», en C.MORA PAZ, M. GRILLI y R. DILLMANN (eds.), Lectura pragmalingüística de la Biblia.Teoría y aplicación, Verbo Divino, Estella 1999, 77-103, 97; L. SÁNCHEZ NAVARRO,«Venid a mí» (Mt 11,28-30). El discipulado, fundamento de la ética en Mateo, FacultadSan Dámaso, Madrid 2004, 275-277; A. MUGARRA AHURWENDEIRE, The Will of the Ri-sen Lord: An Exegetical - Theological Analysis of Matthew 28:16-20, LUP, Rome 2006,175-177; B. PALAU, Les aparicions de Jesús ressuscitat a les dones (Mt 28,8-10) i als Onze(Mt 28,16-20) com a textos complementaris, Facultat de teologia de Catalunya, Barcelo-na 2006, 233.

12. Cfr. L. SÁNCHEZ NAVARRO, La Enseñanza de la Montaña. Comentario contextuala Mateo 5-7, Verbo Divino, Estella 2005, 59-65; R. DEINES, Die Gerechtigkeit der Toraim Reich des Messias. Mt 5,13-20 als Schlüsseltext der matthäischen Theologie, Mohr Sie-beck, Tübingen 2004, 95-101: «Mt 5,17-20 als ein Zentraltext des Evangeliums».

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2. EL EVANGELIO DE MATEO Y LAS «NACIONES»

Como punto de partida para nuestro estudio tomamos el siguiente ver-sículo del discurso escatológico, el único en el evangelio que contiene los tér-minos «nación» (e;qnoj) y «evangelio» (euvagge,lion):

Mt 24,14: Y se proclamará este evangelio del Reino en toda la ecumenecomo testimonio para todas las naciones, y entonces llegará el final.

El versículo es, dentro de Mateo, inseparable de este otro:

Mt 26,13: Amén os digo, donde quiera que se proclame este evangelio entodo el mundo, se contará también lo que ha hecho esta [mujer] para memoriasuya.

La proclamación (khru,ssw) universal (evn o[lh| th/| oivkoume,nh| / evn o[lw|tw|/ ko,smw|) de «este evangelio» (to. euvagge,lion tou/to) revela en ambos pasajesuna misma convicción por parte de Jesús. Aunque en 26,13 falta el término«nación», está claramente implícito («todo el mundo»). Examinemos un pocomás de cerca el sentido en Mateo, tanto de «evangelio» como de «nación».

2.1. «Evangelio» en Mateo

Euvagge,lion aparece sólo cuatro veces: en los dos sumarios de la activi-dad de Jesús en Galilea (Mt 4,23 y 9,35), y en los dos versículos citados másarriba (Mt 24,14 y 26,13); está siempre acompañado por khru,ssw «proclamar»(9 veces en Mateo) 13. Hace referencia interna al Reino de los cielos, como seaprecia en 24,14 y se desprende también de 4,23 y 9,35 («El Evangelio del Rei-no»); en 4,23 esta expresión explicita la predicación inicial de Jesús («Desde en-tonces empezó Jesús a proclamar [khru,ssw] y decir: «Convertíos: pues se haacercado el Reino de los cielos»: 4,17), lo cual da una idea de su centralidad den-tro del ministerio de Jesús.

Euvagge,lion es un término casi inexistente en el AT griego, donde sóloaparece una vez (en contexto bélico: 2 S 4,10) traduciendo el hebreo beåøråh«buena noticia» 14. Es por el contrario frecuente en el mundo pagano helenísti-co, donde —con sentido semejante al AT— indica el anuncio de una victoria 15.

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13. Khru,ssw: Mt 3,1; 4,17.23; 9,35; 10,7.27; 11,1; 24,14; 26,13.14. Con idéntico sentido, los LXX traducen beåøråh con euvaggeli,a en 2 S

18,20.22.25.27; 2 R 7,9.15. G. FRIEDRICH, «euvaggeli,zomai ktl)», en GLNT, III, 1023-1106, col. 1032. Tam-

bién en el AT bår / euvaggeli,zomai se usa frecuentemente con este sentido: 1025-1026.

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Entre su variedad de empleos destaca todo lo referente al emperador (noticiasacerca de él, o bien decisiones que emanan de su voluntad) 16. Aparece tambiénen relación con el culto imperial, donde el nacimiento del emperador, di-vinizado, es ya un euvagge,lion 17. Sin embargo la «prehistoria» del vocablo nose limita a este horizonte, dado que en tiempos de Jesús el verbo derivado,euvaggeli,zomai, ha experimentado un desarrollo específicamente judío: lo usa-ron los traductores de los LXX para traducir el hebreo biååær. Son dignos de es-pecial mención aquellos pasajes del Deutero-Isaías en los que se emplea el ver-bo: Is 40,9; 52,7; 61,1 18. Nos centramos en los dos últimos, dada su relevanciapara la tradición sinóptica:

a) En Is 52,7 se habla por dos veces de un misterioso mensajero como«evangelizador»: «Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajeroque anuncia [mebaååær, euvaggelizo,menoj] la paz, que trae buenas nuevas, queanuncia [mebaååær, euvaggelizo,menoj] salvación, que dice a Sión: “Reina tuDios”»; el contenido de ese mensaje es, por tanto, la proclamación del reinadode Dios 19. Así el mensajero de Dios proclama su soberanía, y con palabra efi-caz introduce la era escatológica 20. Es difícil no ver en este pasaje isaiano el tras-fondo del primer anuncio del «evangelio del Reino» por parte de Jesús (Mt4,17.23; cfr. Mc 1,14-15).

b) A ello contribuye la consideración de otro pasaje, Is 61,1, aludido porJesús la única vez que aparece en Mateo el verbo euvaggeli,zw:

Mt 11,5: ... los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpiosy los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nue-va [ptwcoi. euvaggeli,zontai].

La densa declaración de Jesús culmina en el verbo «evangelizar». Tenien-do en cuenta que este versículo es un mosaico de alusiones a Isaías 21 la referen-

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16. Cfr. R. FABRIS, «Evangelio», en P. ROSSANO, G. RAVASI y A. GIRLANDA (eds.),Nuevo diccionario de teología bíblica, Paulinas, Madrid 1990, 587-608, 591-592. «Sien-do más que un simple mortal, sus disposiciones son mensajes alegres, sus decretos sonescritos sagrados; lo que él dice es obra de Dios y significa para el hombre fortuna y sal-vación»: G. FRIEDRICH, «euvaggeli,zomai ktl)», 1068.

17. P.L. SHULER, «El significado del término “Evangelio”», en W.R. FARMER (ed.),Comentario Bíblico Internacional, Verbo Divino, Estella 1999, 1117-1118, 1117.

18. A ellos hay que añadir Na 2,1 (paralelo de Is 52,7), así como Jl 3,5 LXX.19. TM; los LXX (de forma acorde a la situación histórica de Israel en el helenismo,

un pueblo sometido a potencias extranjeras) lo reinterpretan como una profecía: «Rei-nará [basileu,sei] tu Dios».

20. G. FRIEDRICH, «euvaggeli,zomai ktl)», 1029-1030. Notemos que según los LXXquien habla, desde el versículo anterior, es Yahvé mismo; no así en el TM.

21. Is 29,18; 35,5-6; 42,7.18; 26,19.

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cia a Is 61,1 es inevitable, ya que es el único pasaje del Antiguo Testamentogriego en el que aparecen euvaggeli,zw y ptwco,j 22; su particular desarrollo en elevangelio de Lucas 23 manifiesta la importancia de esta alusión bíblica, presenteen la tradición sinóptica como un dato capital para comprender el ministeriopúblico de Jesús 24. A la luz de Mt 11,5, el sustantivo euvagge,lion se sitúa en Ma-teo en la estela del euvaggeli,zomai veterotestamentario; lo cual confirma lo quese deducía de la combinación de «evangelio» y «Reino de Dios».

Mas la proclamación del mebaååær (euvaggelizo,menoj) deuteroisaiano, queJesús encarna, no sólo tiene relevancia para Israel. Hemos visto que apareceunido al «Reino de Dios»; pues bien, este tema tiene ya en el AT connotaciónuniversalista, como se aprecia de forma especial en el salmo 96: «Decid entrelas gentes [evn toi/j e;qnesin]: «¡Yahveh es rey!» El orbe está seguro, no vacila;él gobierna a los pueblos rectamente» (Sal 96,10). También este salmo pre-senta la proyección universal en relación con la «buena noticia»: «Anunciad[euvaggeli,zomai] su salvación día tras día» (Sal 96,2b):

También para los pueblos da comienzo una nueva era; Yahvé no es sóloDios de Israel, sino también de los paganos. En el Sal 96,2 ss., que refleja ple-namente el pensamiento del Deuteroisaías, se dice: ... «anunciad [bår] de día endía su salvación, hablad a las naciones [e;qnoj] de su gloria, a todos los pueblos[lao,j] sus maravillas... Decid a las naciones [e;qnoj]: Yahvé reina». La gran horaescatológica ha despuntado. El anuncio de las obras poderosas de Yahvé recorretodo el mundo. La alegre noticia ha de ser divulgada entre los paganos de día endía, y ellos mismos acuden a Sión (Is 60,6) y proclaman la fama de Yahvé 25.

Todo esto nos lleva a concluir que ya desde el comienzo del ministeriopúblico de Jesús se adivina el horizonte de su dimensión universal; y esto comoconsecuencia de la Escritura de Israel. La combinación de euvagge,lion conbasilei,a qeou/ tiene esta connotación en la profecía veterotestamentaria. Elevangelio del Reino (Mt 4,23) aparece por tanto en virtud del trasfondo vete-rotestamentario como el cumplimiento escatológico de la Escritura proféticaque, por serlo, marcará el comienzo de la misión entre los gentiles. Desde estaperspectiva hay que entender el «evangelio» de Jesús; lo cual confirma el em-pleo del término «nación» en Mateo.

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22. Is 61,1: «El espíritu del Señor Yahvé está sobre mí, por cuanto que me ha ungi-do Yahvé. A anunciar la buena nueva a los pobres [euvaggeli,sasqai ptwcoi/j] me ha en-viado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los re-clusos la libertad, ...».

23. Cfr. Lc 4,18-21; 7,22 (|| Mt 11,5).24. «Jesús es el mensajero de alegría esperado al final de los tiempos»: G. FRIEDRICH,

«euvaggeli,zomai ktl)», 1050.25. G. FRIEDRICH, «euvaggeli,zomai ktl)», 1029.

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2.2. Las «naciones» en Mateo

:Eqnoj («nación»), referido a los pueblos paganos y diferenciados portanto del pueblo judío, presenta en Mateo connotaciones diversas. En las sec-ciones didácticas tiene una acepción negativa: «las naciones» se preocupan ex-cesivamente por las cuestiones temporales (Mt 6,32); los príncipes de las na-ciones las tiranizan (20,25). Las naciones van a dar muerte a Jesús (20,19); antelas naciones darán sufriente testimonio los discípulos (10,18); todas las nacio-nes, mutuamente enfrentadas (24,7), odiarán a los discípulos a causa del nom-bre de Jesús (24,9). Este sentido peyorativo caracteriza también al adjetivoevqniko,j («gentil»: 5,47; 6,7; 18,17), tal como revelan los respectivos contextosy los términos con que aparece relacionado (5,46 y 18,17: publicanos; 6,5: hi-pócritas). El ministerio de los Doce se limitará a «las ovejas perdidas de la casade Israel», con orden expresa de evitar el «camino de gentiles» y la «ciudad desamaritanos» (10,5-6) —conforme a la misión del propio Jesús (15,24)—.

Sería sin embargo erróneo deducir de estos textos una visión unilateral-mente negativa de las naciones en Mateo. En el juicio final, por ejemplo, seránreunidas ante el Hijo del Hombre «todas las naciones» (25,32), y en todas ellas—independientemente de su condición étnica— habrá justos e injustos (25,46).

Este dato está en relación con un segundo grupo de pasajes en los que las«naciones» aparecen bajo una luz distinta. Por vez primera en Mateo hallamosel término e;qnoj en una cita de cumplimiento, la 5ª de este evangelio. La «Ga-lilea de los gentiles» (Galilai,a tw/n evqnw/n, Mt 4,15: Is 8,23) es el escenario dela aparición de la «luz grande» (Mt 4,16: Is 9,1), es decir, de la predicación deJesús. El evangelista tiene particular interés en relacionar con las naciones la pri-mera proclamación del evangelio del Reino (cfr. 4,17) 26. Algo parecido sucedecon la 7ª cita de cumplimiento, la más larga de este evangelio, y también deIsaías (Mt 12,18-21: Is 42,1-4); la presentación de Jesús como el Siervo hu-milde y manso (cfr. 11,29) está enmarcada por el término e;qnh, en plural. EnMt 12,18 (= Is 42,1) se nos dice que el Siervo «anunciará el juicio a las nacio-nes». Y la cita concluye: «Y en su nombre esperarán las naciones» (Mt 12,21: Is42,4b LXX) 27.

No deja de ser llamativo el hecho de que la presentación de las nacionesbajo una luz positiva tenga lugar en sendas referencias a la Escritura profética,

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26. «Jesus is the eschatological light for Israel in Galilee as well as for the nations»:G. TISERA, Universalism according to the Gospel of Matthew, Peter Lang, Frankfurta.M.-Bern 1993, 98.

27. El TM lee «las islas» (’iyyîm).

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más concretamente a Isaías: el evangelista, ya desde un principio y apoyándoseen el gran profeta, presenta el ministerio público de Jesús sobre un horizonteuniversal. Más adelante comprobaremos el significado de este hecho; pero no-temos ya desde ahora que esta presentación inicial de las naciones (4,15) es con-forme con el gran mandato misional que cierra el evangelio: «Yéndoos, pues,haced discípulos a todas las naciones» (Mt 28,19) 28. Aquel cuyo ministerio sig-nificó el alba de la salvación para las naciones (4,15) encomienda a los Oncedespués de su resurrección una misión universal.

2.3. Conclusión

El evangelio del Reino, como veíamos a propósito de Mt 24,14, será pro-clamado en todo el mundo como testimonio para todas las naciones. Cuantohemos indicado de la apertura universal del ministerio de Jesús nos revela queesta afirmación no supone un dato aislado dentro del evangelio, sino que porel contrario condensa su mensaje central. Tanto el estudio de euvagge,lion comoel de e;qnoj ha puesto de manifiesto el arraigo de este hecho en la Escritura pro-fética, a la que Jesús da cumplimiento. Pero ¿cómo se puede conjugar esto conlas afirmaciones excluyentes de Jesús en Mt 10,5-6 y 15,24, que parecen des-mentir esa apertura universal? Abordamos este punto a continuación.

3. MISIÓN A LAS NACIONES Y MISIÓN A ISRAEL EN MATEO

No pretendemos presentar de manera exhaustiva un tema que ha atraídola atención de numerosos investigadores; pero partiendo de los datos evangéli-cos podemos arrojar una luz. Ante todo hemos de señalar lo obvio: los gentilesno son puestos nunca como ejemplo de piedad o de moralidad. Como yahemos señalado, su presencia en la enseñanza de Jesús tiene una connotaciónpredominantemente negativa. Los paganos limitan sus gestos de afecto a su pa-rentesco, cerrándose ante el extraño (5,47); multiplican su palabrería en la ora-ción (6,7); se afanan por las cosas mundanas (6,32); son extraños a la comuni-dad de discípulos (18,17). Esto nos permite comprender que la visión positivade los gentiles no supone la valoración por Mateo de una religiosidad que, le-jana del verdadero rostro de Dios, inspira un comportamiento erróneo.

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28. «The inclusion of “Galilee of the Gentiles” in 4.15 substantially... foreshadowsthe inclusion of the gentiles into the people of God explicitly stated in 28.18-20»: R.BEATON, Isaiah’s Christ in Matthew’s Gospel, University Press, Cambridge 2002, 108.

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Sin embargo los datos del problema son claros: por una parte, exclusión(«No os vayáis a camino de gentiles [e;qnh], sino id más bien a las ovejas perdi-das de la casa de Israel»: 10,5-6; «no he sido enviado más que a las ovejas per-didas de la casa de Israel»: 15,24). Por otro lado, inclusión («Haced discípulosa todas las naciones [e;qnh]»: 28,19; cfr. 24,14). ¿Estamos ante una contradic-ción irresoluble?

3.1. Las naciones y los Doce

Fijémonos en el contexto de la declaración de Jesús al comienzo del dis-curso misional (10,5-6). Sigue inmediatamente a la enumeración de los Do-ce (10,2-4), que Jesús acaba de constituir como grupo y que por lo tanto sonnombrados ahora por vez primera en el evangelio (10,1: «sus doce discípulos»;10,2: «los doce apóstoles»). «A estos doce envió...» (10,5): la misión restringi-da a Israel guarda estrecha relación, por tanto, con la constitución de los Do-ce 29. Es un momento de fundamental importancia para comprender el mi-nisterio de Jesús, pero sus connotaciones quedan veladas por la sobriedad dela narración. Sin embargo se traslucirán en una instrucción de camino a Jeru-salén:

Mt 19,28: Amén os digo que vosotros, los que me seguisteis, en la rege-neración, cuando se siente el Hijo del Hombre sobre el trono de su gloria, os sen-taréis también vosotros sobre doce tronos juzgando a las doce tribus de Israel.

La relación explícita de los Doce con las tribus de Israel se limita, dentrode la tradición sinóptica, a este pasaje de Mateo 30; así se confirma lo que por lodemás ya da a entender la sola acción simbólica de Jesús 31. Las doce tribus for-man la estructura fundamental de Israel; esta realidad recorre todo el AntiguoTestamento 32. Pero llega un momento histórico, el exilio en Babilonia, en que

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29. El «discurso misional» (10,5-11,1) se cierra con una expresión («Sus doce discí-pulos»: 11,1) que forma inclusión con 10,1. Los Doce vuelven a ser mencionados co-mo tales en 20,17; 26,14.20.47. Tras la resurrección serán «los once discípulos» (28,16).

30. Ver también Ap 21,12-14 (las doce tribus de los hijos de Israel / los doce Após-toles del Cordero). En varios pasajes del AT se halla (con pequeñas variantes) la expre-sión «doce conforme al número de las tribus de Israel»: Jos 4,5; 1 R 18,31; Esd 6,17;Sir 45,11.

31. Cfr. J. MATEOS, Los «Doce» y otros seguidores de Jesús en el evangelio de Marcos,Cristiandad, Madrid 1982, 48-52: «El significado de “los Doce”».

32. Algunos pasajes destacables: Gn 49,28; Ex 1,2-4; 24,4; 28,31; Nm 1,44; 7,12-83; Jos 3,12; 24,1; 1 R 18,31; 1 Cr 2,1. Cfr. G. SCHMAHL, Die Zwölf im Markusevan-gelium, Paulinus-Verlag, Trier 1974, 37-38: «Die Zwölf im Zeugnis des Alten Testa-ments».

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el pueblo elegido está disperso y humanamente desestructurado. Entonces losprofetas anuncian para el futuro la restauración escatológica de Israel en la in-tegridad de sus doce tribus; ver especialmente Ez 47,13-48,29 33. Más adelante,en el Sirácide leemos esta súplica: «Reúne a todas las tribus de Jacob y dales suheredad como desde el principio» (Sir 36,10); Ben Sira afirma en otro pasajeque Elías ha sido designado para «hacer volver el corazón del padre hacia el hi-jo [cfr. Lc 1,17] y restablecer las tribus de Jacob» (Sir 48,10) 34. Esta esperanzade restauración está ampliamente atestiguada en la literatura extrabíblica 35; yllegó a ser en el judaísmo tardío una de las expresiones usuales de la salvaciónmesiánica 36.

De manera que la constitución de los Doce, con su referencia numéricaa las doce tribus y por tanto a la estructura fundamental del pueblo elegido, nosrevela la voluntad de Jesús de reunir a Israel. No un Israel distinto o «nuevo»,sino el Israel escatológico 37. No existe una «lógica de la sustitución» 38:

A menudo se dice que Jesús estableció en los 12 los representantes delnuevo Israel, que fundó en ellos el nuevo pueblo de Dios. La expresión «nuevopueblo de Dios» no es afortunada; no aparece en la Sagrada Escritura, que sólohabla de «nueva Alianza». La constitución de los 12 no está dirigida por tanto aun nuevo Israel, sino a la nueva Alianza con Israel. En modo alguno puede en-tenderse esta constitución en el sentido de que Jesús funda un nuevo Israel a cau-

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33. «The allocation of territory here [Ez 47-48] is quite artificial and in no way co-rresponds to the original occupation as it is described in the books of Joshua and Jud-ges. This only reinforces the view that the prophet is mainly interested in the idea of anIsrael restored to its original integrity of a twelve-tribe people»: S. FREYNE, The Twelve:Disciples and Apostles. A Study in the Theology of the First Three Gospels, Sheed and Ward,London-Sydney 1968, 28.

34. Cfr. también Ba 4,36-5,9. «“Israel” behauptet seinen Platz in den weiteren Sch-riften des Alten Testaments. Gro‚enteils sind die Israeliten in die Diaspora zerstreut, po-litisch sind sie unbedeutsam geworden. Doch gerade in diesen Zeiten erwacht wiederder Gedanke an den ursprunglichen, idealen Bestand des Volkes. Das alle Zwölf Stäm-me umfassende Gesamtisrael wird Gegestand eschatologischer Erwartung»: G. SCH-MAHL, Die Zwölf, 38.

35. Aparece en los Salmos de Salomón, Qumrán, Testamentos de los Doce Patriarcas, 4Esdras y Apocalipsis de Baruc: S. FREYNE, The Twelve, 29-33. Los Testamentos son el tes-timonio más notable: «The very existence of such a work in the immediate pre-chris-tian period should be in itself a powerful witness to the currency of the idea we havebeen examining»: ibid., 31.

36. S. FREYNE, The Twelve, 32.37. «If Jesus by his choice of the Twelve has linked his community with this expec-

tation it can only be that he deliberately wished to place it in the direct line of God’sdealing with his people which began at Sinai»: S. FREYNE, The Twelve, 33.

38. Como podría hacer pensar la —polémica— afirmación de Jesús en Mt 21,43:«Por eso os digo que se os quitará el Reino de Dios y se le dará a un pueblo [e;qnei] querinda sus frutos».

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sa del rechazo experimentado en Israel. La acción de Jesús es totalmente positi-va (...) Con ella afirma que comienza la restauración de Israel 39.

Es por tanto plenamente coherente desde el punto de vista narrativo quela misión inaugural de los Doce se circunscriba a Israel (Mt 10,5); el nombre yestructura que Jesús ha querido conferir al grupo de sus discípulos (Mt 10,1-4)hace referencia intrínseca al pueblo elegido:

El número doce no es ninguna cifra arbitraria, sino que remite al pueblode Dios, a Israel. Puesto que el Israel empírico se componía tan sólo de dos tribuso de dos y media, hay que empalmar con la esperanza afincada en la literaturaprofética y apocalíptica según la cual Israel, en los tiempos mesiánico-escatoló-gicos, sería restaurado como pueblo de las doce tribus y llegaría a su plenitud.Por consiguiente, el círculo de los doce no simbolizaba únicamente la pretensiónde Jesús a la totalidad de Israel, sino también su promesa de la salvación escato-lógica para Israel... Tal vez podríamos incluso llegar a concebir a los doce comolos patriarcas de este pueblo escatológico 40.

Pero ya no hemos de entender el pueblo de Israel como destinatario exclu-sivo de la salvación de Dios: ahora es ese pueblo escatológicamente renovado queva a permitir el acceso de toda la humanidad a la salvación ofrecida por el Diosde Israel. De manera que la misión a Israel es necesaria para que el evangelio pue-da ser llevado a «todas las naciones», como vamos a comprobar a continuación.

3.2. La salvación de las naciones en la tradición judía

Según la Escritura profética, la era mesiánica marcará el comienzo de lasalvación de las naciones: «En aquel tiempo llamarán a Jerusalén «Trono deYahvé» y se incorporarán a ella todas las naciones en el nombre de Yahvé, en Je-rusalén, sin seguir más la dureza de sus perversos corazones» (Jr 3,17) 41. Cen-trándonos en la profecía de Isaías, hemos de señalar algunos pasajes clave comoIs 2,2 (|| Mi 4,1-2) que profetiza que en los últimos días «todas las naciones»afluirán hacia el monte de la casa del Señor para ser instruidas por él (Is 2,3);el dominio universal del Señor será un principio de paz universal (Is 2,4). Estolleva al profeta a exclamar: «Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor»(Is 2,5). El camino de Israel es situado por tanto en un horizonte de dimensiónuniversal. Es la perspectiva que domina todo el libro, como se descubre par-

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39. K. STOCK, Boten aus dem Mit-Ihm-Sein. Das Verhältnis zwischen Jesus und denZwölf nach Markus, Biblical Institute Press, Rome 1975, 36.

40. J. GNILKA, El evangelio según San Marcos I, Sígueme, Salamanca 31996, 163.41. «This is certainly a Messianic expectation»: M.A. INCH, Matthew in the Messia-

nic Tradition, University Press of America, Lanham, MD 2006, 77.

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ticularmente en las profecías de futuro. Ya nos hemos referido al primer cantodel Siervo (Is 42); este misterioso personaje es llamado dos veces «luz de las na-ciones» (42,6; 49,6). Es particularmente interesante el segundo texto, pues con-trapone la reunión de las tribus de Israel con la llamada universal:

Is 49,6: Es poco que seas mi siervo en orden a establecer las tribus de Ja-cob y de hacer volver los supervivientes de Israel. Te voy a poner por luz de lasgentes, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra.

La misión universal va unida a la reconstitución escatológica de Israel; espor tanto el signo de que esa renovación ha llegado a su cumplimiento. Estaconvicción aparece atestiguada, ya en época cercana al Nuevo Testamento, enel Testamento de Benjamín: «El templo de Dios se ubicará en vuestra heredad [yeste último será más glorioso que el primero]; allí se congregarán las doce tri-bus y todos los pueblos, [hasta que el Altísimo envíe su salvación por medio dela visita del profeta unigénito]» 42. La literatura extrabíblica manifiesta por tan-to la vigencia y el desarrollo de esta concepción en el pueblo judío.

3.3. La misión a las naciones en Mateo: cumplimiento de la Escritura

Mateo da un especial relieve a este aspecto; para comprenderlo hemos devolver a la doble referencia bíblica que ya hemos señalado. La presentación ini-cial de las naciones es, como hemos indicado, positiva: la «Galilea de los genti-les» representa el escenario de la manifestación de Jesús (Mt 4,15). Y el minis-terio de Jesús, con una «cita de cumplimiento» de reconocida importanciadentro del evangelio, es referido insistentemente a las naciones (12,18-21). Espor tanto Isaías, mencionado las dos veces por su nombre (Mt 4,14; 12,17),quien ha hablado de la misión universal de este Siervo 43. Jesús no hace sino darcumplimiento a esa profecía 44.

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42. A. PIÑERO, «Testamentos de los Doce Patriarcas», en M.Á. NAVARRO, A. DE LA

FUENTE ADÁNEZ y A. PIÑERO (eds.), Apócrifos del Antiguo Testamento, V: Testamentos odiscursos de adiós, Cristiandad, Madrid 1987, 9-158, 155-156; la cursiva es nuestra. Eltexto entre corchetes contiene lo que la mayoría de los estudiosos considera interpola-ciones debidas a la mano de un redactor cristiano (cfr. ibid., 17-18).

43. «Texts such as Isa 51.4-6 and Isa 42.1-4 (cfr. Isa 2.1-4) contribute a robust uni-versal dimension to the concept of the just rule, implying that the fruits of the futureage would not belong exclusively to Israel but would be extended to benefit the na-tions»: R. BEATON, Isaiah’s Christ, 164.

44. No vemos por tanto la orientación hacia las naciones como algo decisivamentenuevo del final del evangelio, como afirma G. GARBE, Der Hirte Israels. Eine Untersu-chung zur Israeltheologie des Matthäusevangeliums, Neukirchener, Neukirchen-Vluyn2005, 210. Está presente ya en los primeros momentos de la narración.

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Los Doce han de limitar su acción misionera a Israel, porque Jesús ha ve-nido a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Ha venido a buscarlas «para queno se pierda ninguno de estos pequeños» (cfr. 18,12-14): para reintegrarlas enIsrael, el Israel reconstituido cuya estructura fundamental son los Doce. Es me-diante este Israel renovado como se podrá realizar la misión universal del mis-terioso Siervo de Yahvé. Por eso, una vez que Jesús ha renovado la Alianza me-diante su muerte (cfr. «mi sangre de la Alianza»: 26,28), una muerte cuyo frutosalvador tiene vastas dimensiones («por muchos»: 26,28) y mediante la cual hareunido a las ovejas dispersas 45, puede encomendar a los Once la gran misiónpara la que los ha llamado: hacer discípulos a todas las naciones (28,19) 46.

Esta perspectiva asoma en otros momentos del evangelio; es particular-mente notable en el episodio de los magos, donde —a diferencia de los judíosde Jerusalén— unos gentiles venidos de Oriente adoran a Jesús (Mt 2,1-11).Pero notemos que adoran al que reconocen como «rey de los judíos» (2,2): bus-can por lo tanto la salvación en la plenitud escatológica de Israel, tal como re-vela la alusión a Is 60,6 que descubrimos en Mt 2,11 47. Ya desde la narraciónde la infancia de Jesús, éste viene presentado como portador de la salvación alos gentiles 48; pero lo hace en la medida en que es rey de Israel, y no desmin-tiendo esa condición. Esta perspectiva aparece también en el marco general delevangelio, como comprobaremos en el apartado siguiente.

3.4. Conclusión

Según Mateo, la misión mesiánica de Jesús a Israel implica la apertura deIsrael a las naciones; la misión universal sólo puede realizarse —según la Escri-tura— en este contexto de cumplimiento escatológico. No existe, por tanto,contradicción: ambas misiones se necesitan mutuamente. Es necesario que losDoce vayan sólo a las ovejas perdidas de la casa de Israel (10,6) para que pue-dan ser enviados a todas las naciones (28,19). Una última observación: la ekklæ-sía de Jesús (cfr. Mt 16,18), estructurada en torno a los Doce (Once), no se en-tiende a sí misma como el verdadero Israel frente al pueblo judío — que, en

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45. Mt 26,31-32: «Entonces les dice Jesús: “Todos vosotros os escandalizaréis de míesta noche, pues está escrito: Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño. Perodespués de resucitar os precederé a Galilea”». Cfr. 28,10.

46. Esta misión estaba implícita en la llamada inicial a dejarse hacer «pecadores dehombres» (Mt 4,19); cfr. L. SÁNCHEZ NAVARRO, «Venid a mí», 153; 274.

47. Is 60,6: «Un sin fin de camellos te cubrirá, jóvenes dromedarios de Madián y Efá.Todos ellos de Sabá vienen portadores de oro e incienso y pregonando alabanzas a Yah-vé». El último verbo traduce el hebreo bissær, griego euvaggeli,zomai.

48. G. TISERA, Universalism, 73-75.

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consecuencia, habría sido destituido de ese título. La Iglesia es el «Israel reno-vado» 49; y por el hecho de serlo, se abre a las naciones. Pero no suplanta ni in-valida al Israel histórico: con su sola existencia lo invita constantemente a par-ticipar de esa renovación en Jesús.

4. EL MARCO DEL EVANGELIO (1,1; 28,19)

El carácter «judeocristiano» del primer evangelio se deja descubrir ya ensu obertura (la genealogía de Jesús), sobre todo en contraste con el evangelio deLucas. Lucas se remonta hasta Adán y, de ahí, hasta Dios (Lc 3,38); la pers-pectiva universal es evidente, Jesús es mostrado en su relación con todo el lina-je humano. Por el contrario Mateo, en sentido descendente (inverso al de Lu-cas), comienza desde Abraham (Mt 1,2) y por tanto se limita a esos eslabonesde la genealogía que pertenecen a la descendencia del patriarca. La perspectivaes, pues, particular, orientada hacia Israel; Jesús aparece como el hijo de la pro-mesa hecha a David y a Abraham.

Sin embargo hemos de precisar inmediatamente esta impresión. Y lo ha-cemos fijándonos en la expresión «hijo de Abraham» (1,1). Es la única vez queaparece en el NT referida a Jesús 50; en eso se diferencia de la locución que laacompaña, «hijo de David», título frecuentemente referido a él en Mateo y enlos otros evangelios sinópticos 51. Pero también se distancia de «hijo de David»en que esta expresión hace referencia directa al reino de Israel; por el contrariola figura de Abraham tiene de por sí una dimensión más amplia. No sólo porel hecho de que Abraham sea también padre de Ismael (y por tanto de otrospueblos al margen de Israel) 52. Sino sobre todo por la promesa que lo acompa-ña desde el comienzo de su historia:

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49. Es el odre nuevo (Mt 9,17) capaz de acoger el vino nuevo del Reino del Padre(26,29); en ambos pasajes aparece el adjetivo kaino,j (cfr. Jr 31,31 y Lc 22,20). «Far fromrenouncing Judaism... Matthew finds in Christianity a perfected or fulfilled Judaism,brought to its goal by the long-awaited Christ»: D. HAGNER, «The Sitz im Leben», 48.

50. En Lc 19,9 se predica de Zaqueo; cfr. también Lc 13,16 «hija de Abraham».51. Mt 9,27; 12,23; 15,22; 20,30-31; 21,9.15; cfr. 22,42.45. Cfr. F.J. MATERA, New

Testament Christology, John Knox, Louisville, KY 1999, 40-41; L. SÁNCHEZ NAVARRO,«La filiación de Cristo en el evangelio de Mateo», en J.J. AYÁN CALVO, P. DE NAVAS-CUÉS BENLLOCH y M. ARÓZTEGUI ESNAOLA (eds.), Filiación. Cultura pagana, religión deIsrael, orígenes del cristianismo. Vol. II, Trotta, Madrid 2007, 205-217, 206. Ver tambiénMc 10,47-48; 12,35; Lc 1,32; 18,38-39; 20,41.44; Rm 1,3. En Mt 1,20 el ángel se di-rige a José como «José hijo de David».

52. A su vez Ismael tendrá doce hijos, que serán padres de otras tantas naciones: Gn25,12-16.

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Gn 12,3: Por ti se bendecirán todos los linajes [pa/sai ai` fulai,] de latierra.

Gn 18,18: ... siendo así que Abraham ha de ser un pueblo grande y po-deroso, y se bendecirán por él todas las naciones [pa,nta ta. e;qnh] de la tierra.

Gn 22,18: Por tu descendencia se bendecirán todas las naciones [pa,ntata. e;qnh] de la tierra, en pago de haber obedecido tú mi voz.

Por Abraham ha de venir la bendición a «todas las naciones de la tierra»;es por lo tanto una figura a la vez particular (por su especial referencia a Israel)y universal. Su mención en Mt 1,1-2 aúna ambas dimensiones; esta impresiónse ve confirmada por Mt 8,11, donde se afirma que —a diferencia de los «hi-jos del Reino»: 8,12— muchos provenientes de Oriente (recordemos a los ma-gos) y Occidente «se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de loscielos». Los gentiles están llamados a integrarse en el banquete escatológico deIsrael, la descendencia de Abraham 53. Y lo harán por medio de Jesús: Abrahames por antonomasia el portador de la promesa, de modo que al llamar a Jesús«hijo de Abraham» Mateo (en un planteamiento sorprendentemente cercano alque descubrimos en Ga 3,16-29) lo presenta como el que da cumplimiento aesa promesa 54.

El trasfondo bíblico hace posible por lo tanto descubrir una correspon-dencia de sentido entre el comienzo del evangelio («hijo de Abraham», ui`o.jVAbraa,m: 1,1) y su conclusión («todas las naciones», pa,nta ta. e;qnh: 28,19) 55.La misión universal del Resucitado se sugiere ya, íntimamente ligada a la mi-sión a Israel, en la obertura del evangelio.

5. CONCLUSIÓN: EL EVANGELIO DE MATEO, ESCRITURA PARA LAS

NACIONES

Volviendo a la cuestión con que comenzábamos esta reflexión, podemosya avanzar una respuesta. Si con «judeocristiano» designamos un escrito que re-fleja una cercanía especial al estilo semítico de composición y a las tradicionesjudías de interpretación de la Escritura, su aplicación al evangelio de Mateo es-

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53. «Abraham is an eschatological figure connected to salvation stretching beyondthe Jewish confines. His sonship is open to all»: G. TISERA, Universalism, 33.

54. «As a descendant of David, Jesus comes as an Israelite king...; as a descendant ofAbraham, he will bless all the nations of the earth (Gen 12:1-3)»: C.L. BLOMBERG,«Matthew», en G.K. BEALE y D.A. CARSON (eds.), Commentary on the New TestamentUse of the Old Testament, Baker Academic, Grand Rapids, MI 2007, 1-109, 3.

55. G. TISERA, Universalism, 38-39.

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tá plenamente justificada. Pero si con ello quisiéramos diferenciar entre un cris-tianismo «judaizante» (aún sometido a los preceptos de la ley mosaica) frente aluniversalismo, pongamos, de Lucas-Pablo, nuestra respuesta debería ser nega-tiva. Es más, creemos que tras lo que hemos dicho, hay que hablar de Mateocomo un evangelio con perspectiva netamente universal. Pero con esto no seopone a la Escritura hebrea: al contrario, en la proclamación de su EvangelioJesús da cumplimiento a esa Escritura. No es adecuado un planteamiento queobligue a decidir entre misión a Israel o misión a las naciones, subrayando laaparente contradicción entre 10,5-6/15,24 y 28,19. Porque la primera misiónimplica necesariamente la segunda; no sólo no la desmiente, sino que la haceposible. Precisamente porque en Jesús se cumplen las Escrituras (cfr. Mt 1,23;5,17; 26,56), su ministerio en Israel —teñido del carácter escatológico delmebaååær deutero-isaiano (Is 52,7)— alcanza la dimensión universal propia delSiervo de Yahvé en cuyo nombre esperarán las naciones (Mt 12,21: Is 42,4) yque, más aún, ha sido constituido luz de las naciones (Is 42,6; 49,6).

Según el testimonio de Mateo, Jesús ha transformado la Escritura enEvangelio, Buena Noticia para todos los hombres; no forzándola, sino permi-tiéndole ser ella misma y desplegar toda su potencialidad. Llevada a su pleni-tud en «este evangelio», la Escritura santa puede ahora ser proclamada en todoel mundo «para testimonio ante todas las naciones» (cfr. Mt 24,14). Así el pri-mer evangelio se torna en el cumplimiento de la Escritura que la vuelve uni-versal; es por tanto, él mismo, la Escritura de Israel que se abre a las naciones.

Luis SÁNCHEZ NAVARRO

Facultad de Teología San DámasoMADRID

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CREACIÓN, LEY NATURAL Y ECUMENISMO

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La ley natural sigue siendo ley, y mantiene su plena vigencia y actualidad:es éste un mensaje que se viene repitiendo en los últimos tiempos. En el en-cuentro que Benedicto XVI mantuvo con la Comisión Teológica Internacionalen diciembre de 2005, el papa actual recordaba algunas de las prioridades de supredecesor Juan Pablo II, entre las que se encontraba la de la ley natural: «Esteúltimo tema es de especial relevancia para comprender el fundamento de losderechos arraigados en la naturaleza de la persona y, como tales, derivados de lavoluntad misma de Dios creador. Anteriores a cualquier ley positiva de losEstados, son universales, inviolables e inalienables; y, por tanto, todos debenreconocerlos como tales, especialmente las autoridades civiles, llamadas a pro-mover y garantizar su respeto. Aunque en la cultura actual parece haberse per-dido el concepto de “naturaleza humana”, es un hecho que los derechos huma-nos no se pueden comprender sin presuponer que el hombre, en su mismo ser,es portador de valores y de normas que hay que descubrir y reafirmar, y no in-ventar o imponer de modo subjetivo y arbitrario. En este punto, es de gran im-portancia el diálogo con el mundo laico: debe mostrarse con evidencia que lanegación de un fundamento ontológico de los valores esenciales de la vida hu-mana desemboca inevitablemente en el positivismo, y hace que el derecho de-penda de las corrientes de pensamiento dominantes en una sociedad, pervir-tiendo así el derecho en un instrumento del poder en vez de subordinar elpoder al derecho» 1. Se requiere por tanto que la teología dialogue con «el mun-do laico» y con otras religiones y confesiones cristianas, para alcanzar y com-prender de modo racional este sustrato común a toda la humanidad.

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1. BENEDICTO XVI, «Discurso a los miembros de la Comisión Teológica Internacio-nal», Roma (1.XII.2005).

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Dos años después, en un congreso dedicado precisamente a este tema,añadía de nuevo el pontífice alemán, a propósito del deterioro que está su-friendo el medio ambiente y la vida humana. «No cabe duda de que vivimosun momento de extraordinario desarrollo en la capacidad humana de descifrarlas reglas y las estructuras de la materia y en el consiguiente dominio del hom-bre sobre la naturaleza. Todos vemos las grandes ventajas de este progreso, perotambién vemos las amenazas de una destrucción de la naturaleza por la fuerzade nuestra actividad. Hay un peligro menos visible, pero no menos inquietan-te: el método que nos permite conocer cada vez más a fondo las estructuras ra-cionales de la materia nos hace cada vez menos capaces de ver la fuente de estaracionalidad, la Razón creadora. La capacidad de ver las leyes del ser materialnos incapacita para ver el mensaje ético contenido en el ser, un mensaje que latradición ha llamado lex naturalis, ley moral natural. [...] Precisamente a la luzde estas constataciones aparece en toda su urgencia la necesidad de reflexionarsobre el tema de la ley natural y de redescubrir su verdad común a todos loshombres. Esa ley, a la que alude también el apóstol san Pablo (cfr. Rm 2,14-15), está escrita en el corazón del hombre y, en consecuencia, también hoy noresulta simplemente inaccesible. Esta ley tiene como principio primero y gene-ralísimo: “hacer el bien y evitar el mal”. Ésta es una verdad cuya evidencia seimpone inmediatamente a cada uno. De ella brotan los demás principios másparticulares, que regulan el juicio ético sobre los derechos y los deberes de ca-da uno» 2. Se trata por tanto de una ley cognoscible, universal y defensora de ladignidad humana y de toda la creación.

Estas palabras parecen que han tenido cierto eco entre los teólogos actua-les. Ofrecemos por tanto a continuación dos textos, formulados desde las pers-pectivas católica y luterana, en los que se encuentra una sustancial coincidencia,a pesar de las lógicas diferencias de orientación. En primer lugar, Gerhard Lud-wig Müller (n. 1947), antiguo profesor de teología dogmática en Múnich y ac-tual obispo católico de Ratisbona, nos ofrece un texto con abundantes referen-cias a la Escritura y al Concilio Vaticano II. Ahí se recuerda que el origen del sery del conocer humano se encuentran en Dios y, en especial, en el Logos divino.Constituye éste un fundamento firme que ofrece una dignidad especial a la crea-ción y al ser humano. Existe un amor fundante por parte de Dios que crea yconserva en el ser. La creación fundamenta —sigue diciendo Müller— una «es-pecial relación con Dios», que constituye a la persona humana como un ser-en-libertad y un ser-en-relación y, en especial, en relación con Dios, es decir, «enamistad con Dios». Es éste un principio constitutivo que lleva consigo el hecho

2. BENEDICTO XVI, «Discurso a los participantes en un congreso sobre la ley moralnatural organizado por la Pontificia Universidad Lateranense», Roma (12.II.2007).

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de que el ser humano esté llamado al amor y a la glorificación de Dios y acooperar en la misma misión creadora y redentora. Son éstas consecuencias enel ámbito ético de la doctrina cristiana de la creación. Además, existe —junto alamor— un principio veritativo y cognoscitivo, una participación en el mismoLogos divino que fundamenta a su vez el logos, la razón humana. Como conse-cuencia, para el hombre, la creación no será «un todo acabado en un pasado le-jano», sino que ésta forma parte constitutiva de nuestro ser más íntimo y denuestro mundo más cercano (cfr. GS 57). Vocación, misión y responsabilidadrespecto a lo creado constituyen también la dimensión más íntima de la perso-na humana, que nos habla de su origen y de su tarea en este mundo.

Por su parte, Gunther Wenz (n. 1949), profesor de teología dogmática yecuménica en la facultad evangélica de teología en la Ludwig-Maximilians Uni-versität de Múnich, nos ofrece otra visión más de la creación entendida comopunto de partida y de referencia de todo obrar moral, sirviéndose princi-palmente de los textos de los catecismos de Lutero. Esta doctrina de la creación—sigue afirmando Wenz— llevará consigo la existencia de un decálogo quetendrá de modo necesario un valor universal, que ni siquiera el pecado puedeborrar. Es significativa esta afirmación dada la noción de naturaleza caída y dejustificación en la teología luterana, y denota una clara actitud de apertura y dediálogo con los principios de la teología moral católica. El pecado tendrá asíuna serie de repercusiones negativas no sólo en el orden social y en la concien-cia personal de culpa, sino también por las consecuencias que acarreará en ladimensión más íntima del yo y de su obrar externo. Sería ésta también una víahacia la autodestrucción del ser humano. El cumplimiento de los mandamien-tos, sin embargo, no se vería tanto como un camino hacia la libertad, la felici-dad y la realización personal, sino como un antídoto contra el mal y el pecado.Además, éstos se reducen —a pesar de lo dicho sobre su valor universal— sobretodo al ámbito de la fe y, más en concreto, a la fe fiducial, tal como suele pos-tular la doctrina luterana. De este modo, encontramos aquí un corolario —enel ámbito de la teología moral— de la doctrina de la sola fides, que no permiteun espacio muy amplio a la acción de la razón humana, si bien bastante mati-zada por una clara conciencia de comprensión y de diálogo. En cualquier caso,el recurrir a un ámbito ético compartido —a una Weltethos en sentido am-plio— podría ser también una buena plataforma común para el diálogo ecu-ménico, sostiene en fin el profesor muniqués.

Pablo BLANCO SARTO

Facultad de TeologíaUniversidad de Navarra

PAMPLONA

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LAS CONSECUENCIAS ÉTICAS DEL DOGMA DE LA CREACIÓN

[THE ETHICAL CONSEQUENCES OF THE DOGMA OF CREATION]

MONS. GERHARD L. MÜLLER

Resumen: El texto alude a las conse-cuencias del dogma de la creación enel ámbito de la ética y de la antropo-logía. De ahí surgen todo orden y li-bertad, el logos y todo amor como ele-mentos originarios y fundantes. Poreso, desde el principio, la verdad y lalibertad se imponen sobre el caos y elazar como principios constitutivos dela realidad. A la vez, el hombre se con-figura desde el origen como un ser encontinua relación con Dios, tal comoenseñó el Vaticano II. Considerar a lapersona humana como imago Dei ycomo imagen de la Trinidad es unpunto de partida y de llegada de ladoctrina de la creación. Ésta es una re-flexión válida también para la cienciaactual.

Palabras clave: Creación, Logos, Amor,Imago Dei, Concilio Vaticano II.

Abstract: The text makes reference tothe consequences of the dogma ofCreation in the ethical and anthropo-logical context. It is from here that allorder and freedom come, as well asthe logos and all love as original, foun-dational elements. This is the reasonwhy, from the beginning, truth andfreedom prevail over chaos and chan-ce as constitutive principles of reality.At the same time, humankind is con-figured from its origin as a being thatis in a continual relationship withGod, as the Second Vatican Councilteaches. To consider humankind asimago Dei and as an image of the Tri-nity is the point of departure and arri-val for the doctrine of creation. This isalso a valid reflection for present-dayscience.

Keywords: Creation, Logos, Love,Imago Dei, Second Vatican Council.

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I

«En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confu-sión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por enci-ma de las aguas. Dijo Dios: “Haya luz”, y hubo luz. Vio Dios que la luz estababien...» (Gn 1,1-4). Estas pocas líneas contienen la respuesta de la fe a la pre-gunta originaria del ser humano y de la humanidad: ¿de dónde vengo y por quéestoy en la Tierra? ¿Qué es el ser y qué es el hombre? La Sagrada Escritura, ensus primeras líneas, nos ha dado la primera respuesta válida hasta el día de hoyen la fe en Dios creador y consumador: todo lo que existe ha sido llamado porDios a la existencia. El ser fue fundado a partir de su amor y de su voluntad.

El ritmo del texto hace suyas las distintas fases de la acción creadora deDios. Lo creado está orientado hacia la plenitud —en el séptimo día Dios dejadescansar su obra—, Él orienta todo lo que, en virtud de su voluntad creadora, hasurgido de la nada para la glorificación de Dios. Toda la creación, afirma san Pa-blo en su carta a los Romanos (8,19-24), espera ansiosa y vivamente la revelaciónde los hijos de Dios, es decir, la gloria del Reino de Dios consumado. La primeracreación del principio está encaminada hacia el cielo nuevo y la tierra nueva, y lle-gará a su plenitud cuando Dios sea todo en todas las cosas (cfr. 1 Co 15,28).

Si aquí se describe el origen y el fin de la creación, su centro, el principioque todo lo abarca adquiere la forma de una persona concreta en Jesucristo. ElVerbo de Dios creó todo y, en el Verbo de Dios que es Jesucristo, se nos comuni-can incluso los misterios ocultos en la creación: tanto el dolor y la muerte comoel deseo de salvación y plenitud. En la realidad de la revelación reconocemos lasíntesis y la plenitud de todas las cosas, «las del el cielo y las de la tierra» (Ef 1,10).

Los misterios de la creación —su libertad y su orden— se nos revelantambién desde su origen en Dios. Nuestra fe confiesa que el mundo es queridopor Dios, surge de su propia voluntad libre, y que Dios deja participar a las cria-turas de su ser. Frente a la opinión muy difundida, según la cual todo cuantoexiste es producto de la pura casualidad, de un capricho de la naturaleza, pode-mos decir junto con San Agustín: «Nosotros existimos porque Dios es bueno».

El orden de la creación no reside solamente en el desarrollo ordenado delos procesos propios de la naturaleza, en su ser y devenir, en los ciclos del tiem-po; sino también se aprecia en la capacidad reguladora de la mano del Creador,en un orden que da lugar a lo bueno: «Vio Dios cuanto había hecho, y todo erabueno» (Gn 1,31).

El mundo creado no es un medio intercambiable al que Dios recurre ar-bitrariamente con el fin de autorrevelarse. Si consideramos la creación como

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parte integrante de la revelación, se realiza en su inicio la propia voluntad deDios, que recibe una respuesta en la orientación del ser humano y de su cono-cimiento. La experiencia que el ser humano hace de sí mismo en cuanto cria-tura le revela, al mismo tiempo, a Dios como fundamento trascendente del sery conocer finitos. En este sentido, se puede hablar de una autorrevelación deDios, porque se ha manifestado en la creación como origen del mundo y delser humano, del ser y del conocer finitos.

La fe cristiana en la creación introduce al ser humano en una relación es-pecial con Dios. Éste no es el deísta constructor de mundos, que después aban-dona lo creado a su suerte, para que viva únicamente de lo legado en un princi-pio. Tampoco es el creador que reina sobre todo y observa el destino del mundoy del ser humano como mero espectador; ni el soberano que esclaviza al ser hu-mano y lo mantiene atrapado en una minoría de edad. Antes bien, le concede lalibertad, e incluso lo llama a la libertad: «Para ser libres nos liberó Cristo. Man-teneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la escla-vitud», así lo anuncia san Pablo en el capítulo quinto de su carta a los Gálatas.

Esta libertad, sin embargo, implica un deber y no significa por tanto dar-le la espalda a Dios. Con esto se manifestaría una imagen deformada de Dios,que no querría ver en Él al origen creador de salvación y al redentor y consu-mador del mundo y del ser humano, sino a un ente abstracto, frente al cual elser humano ha de emanciparse para ser libre. Por otro lado, no se entiende demodo adecuado el concepto de la libertad para la cual hemos sido liberados (Ga5,1), si se concibe como la hermenéutica de lo que carece de orden y ley.

Quien, sin embargo, reconoce la libertad como don de Dios ve en ella lasposibilidades de configurar y ejercer una influencia positiva sobre el mundo. Lacreación en sí misma es sacada al principio del caos y conducida a un orden yestructura más profundos, que sólo podrá percibir quien reconozca el funda-mento auténtico de todo lo creado en el hecho de que mantiene una relacióncon Dios en cuanto origen y consumador de todo el ser. El caos del principioretrocede ante el orden bueno del Creador: «Tú todo lo dispusiste con medida,número y peso» (Sab 11,20).

II

Con esto hemos tocado un punto esencial que debe ser profundizado: Lacreación en su origen es autorrevelación de Dios: A Dios se le conoce a travésdel mundo histórico y social, él se comunica a través del ser del mundo y de suorientación hacia su consumación. «Desde la creación del mundo» Dios revela

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su «realidad invisible», su «poder eterno y su divinidad» (Rm 1,19 s.), al hacer-se cognoscible mediante la luz (intellectus agens) de la razón humana (intellectuspossibilis).

El Concilio Vaticano II ha declarado en una parte central de la Consti-tución Dogmática Dei Verbum: «Dios, creándolo todo y conservándolo por suVerbo, da a los hombres testimonio perenne de sí en las cosas creadas, y, que-riendo abrir el camino de la salvación sobrenatural, se manifestó, además, per-sonalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio. Después de su caí-da alentó en ellos la esperanza de la salvación, con la promesa de la redención(cfr. Gn 3,15)» (n. 3).

Entender la acción creadora como una orientación existencial haciaDios, a quien todo lo que existe le debe su ser, y no como un mero acto quenace de lo puramente creativo, de la acción, de la actuación visible, es de pri-mordial importancia para la teología y sobre todo para la antropología. La con-dición de criatura significa que el hombre, de acuerdo con su realidad total, ensu existencia y en la consumación de su naturaleza corpóreo-espiritual, estáconstituido exclusiva y exhaustivamente por una relación trascendental conDios como su origen y su fin. El discurso sobre Dios no nace de la preguntapor el principio cosmológico empírico-cognoscible del mundo y de las condi-ciones materiales del origen evolutivo y genético del ser humano como géneroy como individuo, sino más bien de la percepción de la relación espiritual que,con ello, abarca al ser humano con origen trascendente de toda realidad, del co-nocimiento objetivo y de la reflexión sobre las condiciones de posibilidad delconocimiento en sí.

La condición de criatura significa la pura positividad, la pura bondad detodo cuanto, por voluntad divina, existe, manteniéndose una orientación haciaÉl y una clara diferencia de perspectiva. Debido a su orientación constitutivahacia Dios, el hombre se descubre en su identidad relacional. Se percibe en elnúcleo de su existencia como persona que se experimenta a sí misma en su rea-lización espiritual, gracias a una existencia prometida de forma incondicionalde la que se apropia.

En virtud de esta autoposesión (subsistencia) en libertad, la persona pue-de disponer de sí también en orden a otra persona e identificarse con ella en elamor, en el ámbito de la comunicación interpersonal. El ser humano en cuan-to persona es capaz de percibir su condición de criatura como relación trascen-dental con Dios y realizarla en su andadura histórica. La actitud apropiada fren-te a Dios (que es la de la adoración, veneración, obediencia, gratitud y amor)nada tiene que ver con una experiencia humillante de dependencia y minoría

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de edad —tal y como postula el ateísmo—, sino que es la actitud que corres-ponde a la inclinación personal de Dios al hombre en justicia, santidad, gracia,justificación y perdón (Rom 1,1.16-20). Son las realizaciones del propio ser quebrotan de la divinidad de Dios y de la condición de criatura del hombre, queposibilitan una relación de amistad y una comunicación a través del diálogopersonal.

Esta comunicación dialógico-personal con el Creador tiene su raíz en ladonación de amor hacia todo aquello que ha recibido su ser de Dios: «tuvoincesante cuidado del género humano, para dar la vida eterna a todos...» (DeiVerbum, n. 3) y Gaudium et spes: «La razón más alta de la dignidad humanaconsiste en la vocación del hombre a la unión con Dios. Desde su mismo na-cimiento, el hombre es invitado al diálogo con Dios. Existe pura y simplemen-te por el amor de Dios, que lo creó, y por el amor de Dios, que lo conserva. Ysólo se puede decir que vive en la plenitud de la verdad cuando reconoce libre-mente ese amor y se confía por entero a su Creador» (n. 19).

III

Con esto hemos llegado, sin embargo, también a la pregunta sobre elsentido de la creación. Dado que la creación nace enteramente de Dios, tam-bién está orientada en su independencia y libertad totalmente hacia Él, para sugloria y alabanza. De ahí que el primer sentido de todo lo creado consiste en laglorificación de Dios. Son los salmos los que, de manera especial, nos presen-tan esta idea; a saber: que el sentido de la creación reside en la glorificación deDios. «¡Oh, Yahvé, Señor nuestro, qué admirable es tu nombre por toda la tie-rra! Tú que exaltaste tu majestad sobre los cielos» (Sal 8,2) y Sal 19,2: «Los cie-los cuentan la gloria de Dios, la obra de sus manos anuncia el firmamento». EnDn 3,57 toda la creación está llamada a bendecir al Señor: «Obras todas delSeñor, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle eternamente».

El enlace entre teología de la creación y antropología se encuentra ex-presado de manera explícita en san Ireneo de Lyon: «La gloria de Dios es elhombre viviente». El ser humano puede realizar esta dimensión de sentido quela creación ha adquirido en virtud de la voluntad libre y amorosa del Padre, me-diante la gran acción de gracias de la Iglesia que es la eucaristía. La eucaristía esel centro del sentido del mundo, en cierto modo «liturgia del mundo» (CCE100) y anticipación de su realización definitiva. Es el apóstol de las gentes, sanPablo, quien expresa este orden adecuado: «Vosotros sois de Cristo, y Cristo deDios» (1 Co 3,22-23). Con la primera carta de san Clemente esta relación dia-

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logal-responsorial adquiere un primer matiz de carácter ético: «... veamos lo quees bello, agradable y grato a la mirada del Creador» (1 Clem 7,3).

El Concilio Vaticano II en la Gaudium et spes puede formularlo del si-guiente modo: «El hombre, redimido por Cristo y hecho, en el Espíritu Santo,nueva criatura, puede y debe amar las cosas creadas por Dios» (n. 37). Si-guiendo la tónica del texto del Génesis 1,28, los hombres y mujeres que estánunidos por el vínculo indisoluble del matrimonio están llamados a una «parti-cipación especial» en su «propia obra creadora», a cooperar «con el amor delCreador y del Salvador» (n. 50). Esto vale especialmente para la transmisión dela vida, pero también para el testimonio mutuo del Evangelio entre los espososy respecto de los hijos.

¿Cómo puede el ser humano cerrarse ante la bondad de la creación? ¿Aca-so no es un deber inamovible el que mueve al ser humano a corresponder a lasimplicaciones éticas que se ponen de manifiesto en la creación? Puesto que Dioshizo al hombre a su imagen y semejanza, también éste está llamado y destinadoa ser bueno. El desvío de los principios éticos se ha de localizar en el rechazo dela idea de la creación en cuanto obra de Dios y en la negación de que su propiaexistencia se debe a Él. El cumplimiento de las normas de comportamiento ele-mentales que dependen de los mandamientos divinos alumbra, al mismo tiem-po, el camino hacia la realización del ser humano. Si el hombre es criatura, su serradica en la aceptación de esta condición y, dependiendo de ella, en la configura-ción de la propia vida. Dios ha hecho todo bien: es éste el ejemplo, el prototipoal que estamos unidos en la semejanza a Dios, el Creador del cielo y de la tierra.

Yendo un poco más allá, la misión ética también concierne el cultivo dela tierra: «Creado el hombre a imagen de Dios, recibió el mandato de gobernarel mundo» (n. 34). El trabajo destinado al propio sustento «continúa la obradel Creador» y contribuye «a que se cumplan los designios de Dios en la histo-ria» (n. 34). Despreciar los logros que se obtienen de un modo razonable y bue-no para el bienestar de la humanidad es totalmente imposible si partimos de lacolaboración en la creación encomendada por Dios a los hombres. Volvemos aa la Gaudium et spes: «Los cristianos, lejos de pensar que las conquistas logradaspor el hombre se oponen al poder de Dios y que la criatura racional pretenderivalizar con el Creador, están, por el contrario, persuadidos de que las victoriasdel hombre son signo de la grandeza de Dios» (n. 34). La clarificación que aquíse lleva a cabo de la interrelación entre antropología y teología de la creación,entre Dios y el hombre, nos conduce nuevamente al origen de la tradición bí-blica: «Y dijo Dios: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como seme-janza nuestra (...)” Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen deDios le creó» (Gn 1,26.27).

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IV

Hoy en día el hombre está marcado por la técnica y las ciencias natura-les. Vivimos en un mundo para el que el concepto de creación parece ser la ex-presión de la impotencia de la mente humana, que hasta la fecha no ha encon-trado una explicación científica a la existencia del ser, dando por supuesto queincluso este misterio será esclarecido algún día por la mente humana. Del mis-mo modo que el hombre logró descifrar el código genético (ADN), también lo-grará encontrar en un futuro una explicación aceptable para la existencia delmundo, del cosmos y de los seres vivos. Según algunos científicos, sólo se tratade una cuestión de tiempo.

En su conferencia a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Pon-tificia Academia de las Ciencias, el Papa Benedicto XVI alertó acerca del peli-gro que conlleva sobrevalorar las posibilidades científicas. Precisamente el pro-greso de de la técnica y las ciencias naturales supone para algunas personas unaprimera causa de la secularización y del materialismo, puesto que, por mediode este proceso, la convicción de que Dios gobierna los poderes de la naturale-za pierde progresivamente fuerza, dado que aparentemente las propias cienciasestán en condiciones de hacer exactamente lo mismo. El Santo Padre subrayóal mismo tiempo que el cristianismo «no postula ningún conflicto inevitableentre la fe sobrenatural y el avance científico». Dios creó al hombre dotado derazón para darle el poder sobre todas las criaturas. Justamente por eso el hom-bre se ha convertido en «cooperador» de Dios en la creación. Por este motivo,el ser humano se ha convertido en «colaborador» de la obra creadora de Dios.

La prevención, pero también el control y el dominio de los fenómenosnaturales por parte de las ciencias son, por tanto, «parte del plan de Dios». Poresta razón, la Iglesia se compromete desde su misión por el bien «para que lacapacidad de formular pronósticos y controles por parte de la ciencia jamás seautilizada en contra de la vida humana y su dignidad». En otras palabras: la cien-cia y el progreso deben estar al servicio del hombre, de la creación y de las ge-neraciones futuras.

Desde esta perspectiva, hay que formular también la pregunta sobre unaética de la creación, comprometida con el bien que proviene de Dios. Pensemosen la genética humana, la clonación y la investigación con células madre. ¿Lareflexión sobre la creación sigue aquí orientada hacia la voluntad de hacer elbien, hacia la intención del Creador que creó todo lo que existe desde la nada?¿Puede la reflexión teológica sobre el fundamento y principio de todo ser en-trar en contacto con la premisa científica que sostiene poder esclarecer todo? Sise observa la relación actual entre la doctrina de la creación y la reflexión cien-

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tífica, parecería que —a pesar de todo— aún es posible encontrar un punto deconvergencia entre ambas: se trata del concepto de la ética.

Tanto aquí como allí crece la conciencia de que algo tiene que cambiaren el modo en que tratamos la creación. No se trata solamente de los abusosmateriales, sino también —y sobre todo— de las dimensiones espiritual y teo-logal. Desde el punto de vista de la teología, la creación como acto tiene queser comprendida como un acto que permanece y posee una concreción históri-ca. Más allá del acto creador, Dios sigue siendo persona, fuente de amor crea-dor para el ser humano, y la creación permanece así en el espacio y en el tiem-po. Y el hombre: él es el destinatario de la llamada creadora de salvación enlibertad, él es querido y creado a partir de la voluntad creadora y amorosa deDios. Por esta razón podemos leer en Gaudium et spes: «La orientación delhombre hacia el bien sólo se logra con el uso de la libertad» (n. 17).

La creación es un acto genuino de la autorrevelación de Dios, quien leofrece un acceso a la misma al ser humano, al dotarle de la capacidad de la ra-zón. El mundo creado no es un medio intercambiable al que Dios recurre ar-bitrariamente para revelarse. A través del ser del mundo que se trasluce en el ac-to de conocimiento, penetra Dios de forma irrefutable dentro de la realizaciónracional del hombre. Dondequiera que el hombre, en su autoexperiencia tras-cendental, se plantea la pregunta por el sentido y el fin del ser humano, en-cuentra a Dios —al menos de forma implícita y atemática— como fundamen-to trascendente del ser y del conocimiento finitos. Y dado que Dios se revela enla experiencia que el hombre tiene de sí y del mundo como el origen libre delmundo y del hombre, del ser y del conocimientos finitos, como el misterio san-to, hay que hablar aquí, en un sentido explícito, de autorrevelación de Dios.

Este originario conocimiento de Dios como creador desborda amplia-mente incluso la posibilidad del acceso filosófico a Dios como causa trascen-dente del universo, porque este encuentro originario con Dios significa ya de porsí un encuentro con Dios del que nace la salvación. El concepto cristiano decreación sitúa al hombre y al mundo en un especial sistema de coordenadas, tan-to con respecto a la trascendencia personal de Dios, como de la inmanencia per-sonal divina dependiente de esta trascendencia en la historia específica de su au-tocomunicación a través de la palabra y del mediador de la Alianza, Jesucristo.

La importancia que la fe en el Dios creador tiene para nosotros se haceespecialmente patente si contemplamos la relación que el hombre tiene consi-go mismo, con su búsqueda, persecución y realización del sentido de su vida yde la meta de ésta. Sólo la fe en el Dios creador le ofrece al hombre el lugar quele corresponde en el conjunto del mundo, capacitándole para reconocer su li-

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bertad interior de asirla y conservarla, su apertura y su capacidad de decisión—creativa y servicial— en el ámbito objetivo, su dimensión anímico-ética y suentrega al Dios uno y trino.

En la actitud fundamental del hombre hacia el mundo (es decir, en la ac-titud marcada por el respeto y la comunicación responsable con la creación, enla postura para con el prójimo —misericordia y amor al prójimo—, así comoen su postura responsable y fiel hacia los valores y bienes que sustentan la hu-manidad en el campo de las ciencias, de la educación, la cultura, la política ydel Estado), se hace patente no sólo la fe en el Dios creador y en la creaciónpuesta por Él en el horizonte del espacio y del tiempo, sino que además se con-vierte en el componente creativo sustentador de su vida, de sí mismo y —en suproyección exterior— en un perfil reconocible en un mundo marcado por la«dictadura del relativismo» (Papa Benedicto XVI) y por los ideologismos. Laaceptación del mundo como una creación —que no podemos construir de for-ma autosuficiente— le otorga a la propia creación el respeto y el valor que enúltima instancia le viene de Dios.

A través de la fe en la creación, obra de Dios, el hombre encuentra tam-bién una protección ante las «enfermedades sintomáticas de un mundo secu-larizado y sin Dios» (KKD tomo 3,164) que son: la soledad, el miedo y la de-sesperación. Los nombres propios del siglo pasado, como los de Nietzsche ySartre, son representativos para un mundo marcado por el miedo, porque nosupieron reconocer a Dios en su soberanía y en su capacidad creadora.

El misterio del hombre (que puede interpretarse a partir de nuestro Cre-do: «Creo en Dios, Creador del cielo y de la tierra») es el misterio de Dios. Es-te misterio se revela y se hace palpable para el hombre en este mundo a travésdel misterio de la creación, que el hombre capta desde la fe, lo acepta como larealidad mediante la entrega y la veneración de la criatura ante el Creador, con-virtiendo así al ser humano en partícipe del amor gratuito del Dios trino. Deesta manera, el hombre es colocado en la libertad del amor: «¿Qué tienes queno hayas recibido?» pregunta san Pablo en la primera carta a los Corintios (4,7)y Dios mismo responde a esa pregunta: «Mira que estoy a la puerta y llamo»(Ap 3,20).

Quisiera concluir con una cita de la Gaudium et spes (n. 57) que sintetizalos puntos esenciales al tiempo que contiene una tarea: a saber, la de no consi-derar la creación como un todo acabado en un pasado lejano, sino que invita adescubrirla para el desarrollo de la propia vida humana: «Los cristianos, en mar-cha hacia la ciudad celeste, deben buscar y gustar las cosas de arriba, lo cual ennada disminuye, antes por el contrario, aumenta, la importancia de la misión

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que les incumbe de trabajar con todos los hombres en la edificación de un mun-do más humano. En realidad, el misterio de la fe cristiana ofrece a los cristianosvaliosos estímulos y ayudas para cumplir con más intensidad su misión y, sobretodo, para descubrir el sentido pleno de esa actividad que sitúa a la cultura en elpuesto eminente que le corresponde en la entera vocación del hombre.

»El hombre, en efecto, cuando con el trabajo de sus manos o con ayudade los recursos técnicos cultiva la tierra para que produzca frutos y llegue a sermorada digna de toda la familia humana y cuando conscientemente asume suparte en la vida de los grupos sociales, cumple personalmente el plan mismo deDios, manifestado a la humanidad al comienzo de los tiempos, de someter latierra y perfeccionar la creación, y al mismo tiempo se perfecciona a sí mismo;más aún, obedece al gran mandamiento de Cristo de entregarse al servicio delos hermanos. Además, el hombre, cuando se entrega a las diferentes disciplinasde la filosofía, la historia, las matemáticas y las ciencias naturales y se dedica alas artes, puede contribuir sobremanera a que la familia humana se eleve a losconceptos más altos de la verdad, el bien y la belleza y al juicio del valor uni-versal, y así sea iluminada mejor por la maravillosa Sabiduría, que desde siem-pre estaba con Dios disponiendo todas las cosas con Él, jugando en el orbe dela tierra y encontrando sus delicias en estar entre los hijos de los hombres».

Mons. Gerhard L. MÜLLER

Obispo de Ratisbona (ALEMANIA)

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LA CONDICIÓN CREATURAL DEL HOMBRE SEGÚN EL DECÁLOGO INTERPRETADO POR LUTERO

[THE CREATED CONDITION OF HUMANKIND ACCORDING TO THE DECALOGUE INTERPRETED BY LUTHER]

GUNTHER WENZ

Resumen: El artículo expone los diezmandamientos tal como son presenta-dos en los catecismos de Lutero. ElDecálogo tendrá una validez universaly un carácter universalmente vinculan-te, al estar vinculado de modo directoa la razón y a la conciencia. Éste seidentifica por tanto con la ley natural.La debida relación con Dios hará deri-var un buen cumplimiento de los res-tantes mandamientos. De aquí se des-prenderá una adecuada relación conuno mismo, con los demás y con elmundo.

Palabras clave: Decálogo, Lutero, Leynatural, Relación, Amor.

Abstract: This article shows the TenCommandments as they are presentedin Luther’s catechism. The Decaloguehas universal validity and a characterthat is universally binding, because itis directly bound up with reason andconscience. It is identified with natu-ral law. The proper relationship withGod implies that the other command-ments must be kept. This leads to anadequate relationship with oneself,with others and with the rest of theworld.

Keywords: Decalogue, Luther, NaturalLaw, Relationship, Love.

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1. LOS DIEZ MANDAMIENTOS COMO LEY FUNDAMENTAL

DEL SER HUMANO

Dios ha creado el mundo como un cosmos ordenado. Las leyes de la na-turaleza determinan el orden de las cosas y de las realidades sensibles. Esa deter-minación esencial del hombre como una criatura dotada de razón está basada enlas leyes de la Creación que se hacen presentes a la conciencia humana y que hanencontrado su expresión clásica en el Decálogo. El paradigma en que se realizaesta determinación creatural del hombre es el Jesús terrenal, quien ha resumidola ley fundamental del ser humano en el doble mandamiento del amor.

Debe ser, pues, un hombre que ha sido escogido por Dios entre los hom-bres, dentro del común mundo creado. Así lo ordena el mandato creador de Dios,tal y como queda reflejado en el Decálogo. Los diez mandamientos expresan loque se corresponde con el ser del hombre como una criatura racional de Dios ycon su configuración a imagen y semejanza de Dios. Como lex naturalis, que res-ponde a la naturaleza humana creada por Dios, el Decálogo constituye la base deuna ordenación humana de la Creación, la cual pretende poseer —también en laactualidad— validez universal y un carácter universalmente vinculante.

De qué modo el Decálogo determina la relación del hombre con Dios,consigo mismo y con el mundo con arreglo a la pauta del orden de la creacióndivina, se explicará a continuación, de modo breve, acudiendo a la interpreta-ción de los diez mandamientos en los catecismos de Lutero. Éstos han surgidode la actividad que el reformador desarrolló como predicador. A comienzos deenero de 1529 aparecieron ediciones con las interpretaciones de los tres prin-cipales textos: Decálogo, Credo y Padrenuestro, las cuales fueron completadas—en las posteriores ediciones en libro— con las explicaciones teológicas sobreel bautismo, la Cena y otros temas más.

El Catecismo Mayor de Lutero se dirige a todos los cristianos pero, sobretodo, a los párrocos, mientras que el Breve se dirige tanto a los párrocos comoa los padres de familia, quienes han de estar capacitados para enseñar los rudi-mentos de la fe cristiana. Ambos catecismos se convirtieron en parte integran-te de la Fórmula de la Concordia de 1580, el corpus doctrinae más importantede la Reforma de Wittenberg. Son citados en las páginas siguientes con arregloal uso actual del idioma alemán, según la edición del aniversario de los escritosconfesionales de la Iglesia Evangélica Luterana, publicada en 1930, aniversariode la Confessio Augustana (= BSLK 1).

GUNTHER WENZ

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1. Cfr. G. WENZ, Theologie der Bekenntnisschriften der evangelisch-lutherischen Kirche,2 vols., Berlín-Nueva York 1996/98, aquí especialmente vol. I, 231-237, donde se ex-plican de forma detallada la génesis de los catecismos y su organización interna.

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La división del Decálogo empleada por Lutero, en la que se basa su in-terpretación de los mandamientos en los catecismos, sigue la distinción tradi-cional de los mandamientos de la primera y segunda partes. En los primerostres mandamientos se trata de los deberes respecto a Dios (cfr. BSLK 586,36),mientras que los siete siguientes se refieren al prójimo (cfr. BSLK 5858,47). Losdeberes con el prójimo no se refieren sólo al modo de comportarse respecto delos demás seres humanos, sino también al modo de comportarse respecto deuno mismo, en la medida en que el hombre es, en cierto sentido, un punto dereferencia de obligación moral, es decir, es también un prójimo para sí mismo.En la estructura interna del Decálogo se refleja, de este modo, un complejo en-tramado de relaciones que comprende la relación con Dios, con uno mismo,con los demás y con el mundo. Pero el carácter internamente diferenciado delDecálogo no va en contra de su unidad, ya que el modo adecuado de compor-tarse respecto a Dios ha de servir de fundamento y condición de posibilidadrespecto al modo de comportarse con uno mismo y con los demás. Según esto,los mandamientos de la segunda parte se encuentran en una relación indirectarespecto a los de la primera. A su vez, el segundo y el tercer mandamientos ex-plicitan de modo claro el primero, que contiene en sí mismo todo el Decálogo.

La interpretación del Decálogo de Lutero sigue la tradición escolástica,pues juzga que el contenido de los diez mandamientos es idéntico al de la leynatural, que Dios creador ha inscrito en el corazón del hombre. El Decálogo esasí la forma clásica de expresión de la lex naturalis. El Decálogo del AntiguoTestamento mantiene, tanto en la cristiandad como en toda la historia delhombre, una plena vigencia como resumen paradigmático de aquello que man-tiene una total validez cara a la conciencia. Por cierto, en las actuales circuns-tancias en las que se encuentran la humanidad y el mundo, ni el reconoci-miento claro de la lex naturalis ni mucho menos su seguimiento voluntarioresultan evidentes por sí mismos. Sin embargo, ni la caída del hombre por elpecado ni sus perjudiciales consecuencias alteran en nada la plena validez delDecálogo, como ordenamiento humano fundamental de la creación divina.

Los diez mandamientos se mantienen inamovibles en su validez, inclusobajo las consecuencias de la caída por el pecado. Pero, según Lutero, para elhombre pecador, cuyo corazón ha sucumbido al mal, el Decálogo tiene, a lo su-mo, una utilidad exterior, pero no puede orientarlo en su interior. Para ilustraresto, se distinguen dos clases de funciones del Decálogo tras el pecado: deacuerdo con la primera, la finalidad de los mandamientos consiste en mante-ner el orden externo de la convivencia civil, incluso en la situación creada porla caída en el pecado; de acuerdo con la segunda función, que Lutero llama laauténticamente teológica, el Decálogo declara al pecador culpable de sus peca-

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dos y lo hace consciente de su culpa. Con esta última función, los manda-mientos de Dios adquieren la forma de ley que enjuicia y condena.

De la sentencia del juez, que es el modo como el mandamiento creadordivino se le presenta al pecador, sólo le puede liberar la doctrina de la justifica-ción, por medio de la gracia incondicional obtenida por Cristo a través de la fe.Por tal razón, la interpretación del Decálogo según Lutero está constitutiva-mente ordenada al Credo y al Padrenuestro. Sin este contexto no se puede en-tender adecuadamente el significado cristiano del Decálogo. Por esto mismo,habrá que tener presente de modo constante esta referencia de los diez manda-mientos al Credo y al Padrenuestro y, junto con ella, también a la doctrina re-formada de la ley, del evangelio y de las buenas obras de la fe sustentadas por elmandato del Señor, aunque no se podrán explicar aquí de modo claro las co-nexiones aquí indicadas, sino que habrá que limitarse a mantenerlas presentespor medio de algunas referencias a las distintas formas que tiene el hombre detransgredir el mandato divino.

2. LA DEBIDA RELACIÓN CON DIOS

El primer mandamiento fundamenta a todos los demás y comprende todoel Decálogo. Lo confirma Lutero de forma explícita, cuando dice que el primermandamiento es la fuente principal y originaria que recorre todos los demás, así co-mo también, por contra, todos los demás mandamientos se refieren a él y depen-den de él, de tal modo que principio y fin se encuentran en él unidos y contenidos(cfr. BSLK 644, 17-22). Por medio del primer mandamiento todos los manda-mientos del Decálogo cuentan con una corona y una diadema, que logra unir ensí la vida entera y la conduce a su recta condición (cfr. BSLK 643,26 y ss.). «Que elprimer mandamiento ilumine, pues, y dé su brillo a todos los demás» (BSLK 643,24).

Debido a su importancia central para todo el Decálogo, Lutero dedica—en el Catecismo mayor— una parte muy extensa al primer mandamiento, alque con razón se ha considerado como centro de su teología, ya que, como élmismo destaca (cfr. BSLK 572,10-14), todo irá bien si la relación del hombrecon Dios es correcta. Si se respeta voluntariamente el primer mandamiento, seobedecerán como consecuencia los demás mandamientos. En el Catecismo me-nor Lutero da expresión a esto mismo al retomar —cuando se refiere a los de-más mandamientos— la sintética respuesta a la pregunta sobre el sentido delprimer mandamiento (BSLK 597,43 y ss.: «Debemos temer a Dios, amarlo y con-fiar en Él sobre todas las cosas»), al comenzar la interpretación de cada uno deellos con la frase: «debemos temer y amar a Dios» (ver BSLK 508,5 y ss.).

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Debemos temer y amar a Dios. Esto significa, según Lutero, que debe-mos conocer y reconocer a Dios como Dios, para abandonarnos completa-mente a Él con la confianza de la fe. La forma consumada de la fe, en la cual lanotitia y el assensus quedan superados, es la fiducia, que se basa completamen-te en Dios. La fiducia —y sólo ella— es el comportamiento del hombre que co-rresponde a la divinidad de Dios y, con ello, corresponde también al primermandamiento. Dios y la fe forman teológicamente una unidad inseparable. Lafamosa respuesta de Lutero a la cuestión de qué quiere decir «Dios», o mejordicho, de qué significa «tener a Dios», lo confirma: «Dios significa algo de lo quese puede esperar todo bien, y en lo cual siempre se puede encontrar amparo en mo-mentos de necesidad. Tener a Dios no significa ninguna otra cosa que confiar en Ély creer en Él de corazón; sólo que, como he dicho a menudo, la confianza y la fe delcorazón convierten a algo tanto en Dios como en un ídolo. Si la fe y la confianzason correctas, también lo es tu Dios, y al revés: donde la confianza es falsa o inco-rrecta, ahí tampoco está el Dios justo. Porque ambos forman una unidad: la fe yDios. Donde pongas, pues, tu corazón y tu confianza, te digo que ahí está, en ver-dad, tu Dios» (BSLK 560, 10-24).

Aunque Lutero no teme llamar a la fides «creatix divinitatis» (WA 40 I,360,5: «non in persona, sed in nobis»), supondría un total malentendido decla-rar al hombre como sujeto de la teología, y hacer de Dios una mera función dela fe humana. La fe como fiducia no es, según Lutero, sino un puro, abandona-do y confiado conocimiento de la divinidad de Dios; conocimiento que es im-pensable sin el reconocimiento de la incomparable diferencia que existe entreDios y el hombre. La fe es lo que es para corresponderse ella misma a sí misma,en cuanto que se hace consciente de la diferencia —que funda todas las otrasdiferenciaciones teológicas debidas— que existe entre Dios y el hombre. La«obra» imperativa de la fe se dirige, por tanto, a una constante autodiferencia-ción del hombre respecto de Dios. No ser Dios es la determinación esencial delhombre, tal como se desprende de su propia condición de creatura. Ajustarse aeste dato creatural originario es la exigencia del primer mandamiento. Ésta secumple a través de la completa entrega al Dios uno, cuya unidad no es sólo denaturaleza numérica, sino también de inigualable, pura y absoluta singularidad.

En este sentido sería válida la siguiente afirmación: cuando se deforma lasingularidad de Dios, entonces la fe no es correcta. Cuando no pertenecen ya aDios todo nuestro corazón y toda nuestra confianza, entonces no se respeta lasingularidad de Dios. Sólo la fe, que se abandona completamente en el Diosuno, es acorde con el primer mandamiento, y sólo en Dios se mantiene y pue-de mantenerse la fe con entera confianza: él es deus pro me, deus pro nobis, elCreador del cielo y la tierra, tal como él mismo se ha revelado de forma plena

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en Jesucristo, a través del poder del Espíritu Santo. Con esto quedan, al menos,señaladas las implicaciones trinitarias de la teología de la creación de Lutero yla ya mencionada ordenación del Decálogo al Credo y el Padrenuestro.

3. LA DEBIDA RELACIÓN CON UNO MISMO

Fundamento fiable de la total entrega a la fe y a la confianza sin reservases tan sólo el Dios uno, y no el mundo, tampoco el mundo como aquello conlo que el hombre se relaciona corporalmente. Tampoco inspira pues confianzaalguna, en sentido teológico estricto, el yo del hombre como instancia aními-co-espiritual, sin cuya función configuradora de identidad son impensables losmodos humanos de relacionarse con el mundo. Por eso también el yo del hom-bre —particularmente como fundamento básico de toda referencia a sí mismoy al mundo— debe ser claramente distinguido de Dios y comprendido, desdeel punto de vista de la teología de la creación, en su modo de estar en la reali-dad que le ha sido dada. Cuando esto no se da de forma correcta, sino que pre-tende fundarse en el yo del hombre, entonces tienen lugar una oposición fun-damental al primer mandamiento y una perversión radical que produce las másterribles consecuencias. El desorden sin fundamento propio del pecado —caí-do en su propio abismo— consiste en el absurdo deseo de querer ser como dio-ses. La idolatría del yo es la causa deficiens del peccatum originale, así como latransgresión más radical y, al mismo tiempo, más absoluta del primer manda-miento.

El pecado es la perversión no creyente y contraria a la fe de la relacióncon Dios propia del hombre. Inicialmente Lutero busca ilustrar esto con ejem-plos cotidianos de un comportamiento contrario a los mandamientos, ponien-do como ejemplo a aquellos que depositan su corazón en Mammón o en otrosbienes terrenales, en lugar de confiar en Dios y sólo en Dios. Sustituir el Crea-dor por algo creado, o confundir algo heterónomo por algo autónomo (o vice-versa) es la culpa que trae consigo el pecado de la transgresión del primer man-damiento. El desorden del pecado consiste en que «vuestro confiar es falso eincorrecto, pues no está dirigido al único Dios, fuera del cual no hay Dios algunoni en los cielos ni en tierra» (BSLK 564,12-15). Por consiguiente, como criteriode juicio teológico que distingue entre lo correcto y lo incorrecto, se encuentrala diferencia entre Dios y el mundo, la cual viene cada vez que «se busca ayuday consuelo en las criaturas, en los santos [sic] o en el demonio» (BSLK 564,23 y ss.)y no se confía la propia salvación a Dios y sólo a Dios. Pregunta a tu propio co-razón y examínalo, exhorta Lutero, «así seguro que sabrás si descansa sólo en Dios

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o no. Si tienes un corazón así, que espera todo bien sólo de Él sobre todo en la ne-cesidad y en la escasez, y que no deja pasar todo lo que no sea Dios, entonces tú tie-nes al Dios único y verdadero. En cambio, si tu corazón depende de cualquier otracosa que prometa más bienes o más ayuda que Dios, y no acude a Él cuando se en-cuentre mal sino que huye de Él, entonces tú tienes un ídolo y un falso dios» (BSLK566,47-567,8).

Un ídolo y un falso dios pueden ser entendidos no sólo los bienes de es-te mundo, sino que también el propio yo —que de hecho lo sea— es un pun-to que se menciona en el Catecismo tan sólo de pasada, pero no por ello de unmodo menos claro. La forma primera de perversión y la forma originaria delpecado consisten en confiar en uno mismo como si fuera un dios. La crítica delCatecismo a la justificación por las propias obras apunta precisamente a esteaspecto. Efectivamente, Lutero considera que una forma elemental de contra-venir el primer mandamiento se da también —y justamente allí— donde laconciencia busca ayuda, consuelo y bienaventuranza en las propias obras; osaarrebatarle el cielo a Dios e insiste en adquirir la salvación a través de sus pro-pios méritos, en lugar de recibirla como un regalo. ¿Qué otra cosa es esto sinohacer de Dios un ídolo y un falso dios, tomarse a uno mismo por Dios? «Pero—añade Lutero— esto es demasiado fuerte y no debe ser formulado de este modoante los jóvenes estudiantes» (BSLK 565,14-16).

A pesar de tal cautela pedagógica, está claro que Lutero vislumbra en laauto-idolatría la más abismal perversión producida por el pecado y, al mismotiempo, la transgresión más grave del primer mandamiento. Aquí, el peccatumoriginale de querer ser como Dios se lleva al traste no sólo la sensibilidad, sinotambién la capacidad racional del hombre, hasta la infeliz consecuencia deaquella «ignorantia dei» que no consiste tan sólo en la falta de conocimiento, si-no también en un consciente y malicioso desconocimiento de Dios, lo cual en-gendra un ateísmo no sólo teórico sino también práctico. El pecado crea unaresistencia activa contra Dios. A esta oposición activa del pecado contra Dios—que en modo alguno se apodera sólo de la sensibilidad, sino también de latotalidad de las capacidades anímicas del hombre— Lutero la designa prefe-rentemente, siguiendo a San Agustín, como concupiscencia.

El alejamiento del hombre respecto a Dios, que produce la aversión aDios propia de la auto-idolatría del pecado, tiene como consecuencia inmedia-ta y forzosa una desavenencia en la relación del hombre consigo mismo. La re-lación en la cual el yo pecador se sitúa en abierta oposición respecto a Dios, re-sulta algo forzada en sí misma. Al desconocimiento de Dios en la auto-idolatríadel yo corresponde el autodesconocimiento del yo pervertido por el pecado; ala voluntad contraria a Dios, la voluntad contraria a uno mismo; a la diabólica

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demonización de Dios, la destrucción consciente y voluntaria del propio yo. Enla medida en que el pecado suprime la diferencia entre Dios y el hombre, la nodivinidad del hombre y, en concreto, del propio yo busca manifestarse como al-go contrario al mismo hombre. El pecado desconoce así que el hombre está lla-mado a ser hombre y que la finitud del hombre —en el sentido de su diferen-cia respecto de Dios— no señala un déficit antropológico, sino que supone unacategoría de perfección. Del desconocimiento de la condición finita del hom-bre se sigue de modo forzoso la voluntad humana contraria a uno mismo. Talvoluntad contraria puede manifestarse en formas diversas y aparentementeopuestas, pero se caracteriza sobre todo por su fatal atracción hacia la autodes-trucción. El hombre pecador se comporta de forma inhumana respecto de símismo.

Si se toma conciencia de las consecuencias inhumanas del pecado, tam-bién para el propio yo, sólo entonces se aprende realmente a valorar hasta quépunto resulta bueno y conforme a la bondadosa creación de Dios que el primermandamiento ordene dejar que Dios sea Dios y ser uno mismo un hombre ynada más que un hombre. El segundo y el tercer mandamiento sirven, en loesencial, para disponerse a ese abandono en la fe. Para apoyarse de modo dura-dero en Dios en lo más íntimo, el hombre debe confesar a Dios y participar enlas celebraciones religiosas. A su vez, en lo que concierne al cuarto manda-miento referido a la honra a los padres, hay que reflexionar, en primer lugar,acerca de por qué, según Lutero, este mandamiento no sólo debe ser conside-rado como el primero, sino también como el más importante de la segundaparte, incluso antes del mandamiento sobre el respeto a la vida (ver BSLK586,48 y ss.). Una posible explicación para este dato en principio sorprenden-te puede hallarse en el hecho de que, con el mandamiento del respeto a los pa-dres, se remite —de modo elemental— al hecho fundamental de haber venido-al-mundo o bien del ser-en-el-mundo propio del hombre.

Mientras que el segundo y el tercer mandamientos buscan configurar, demodo pastoral, el patrón interior de comportamiento del ser-hombre fundadoen Dios, el cuarto mandamiento se dirige a la existencia corporal del hombreen su mera facticidad, que queda representada por proceder de los padres. Loque ordena el cuarto mandamiento no es otra cosa que la recta percepción yconfiguración del hecho básico de la existencia exterior propia de la vida hu-mana, la cual constituye un hecho singular y cuya peculiaridad no puede ser re-lativizada ni siquiera a través del factum de que existan otros posibles herma-nos: todo ser humano es hijo de sus padres, es decir, de un varón y de unamujer particulares y determinados, sin los cuales no se estaría en el mundo nise tendría una existencia corporal. Que aquí se trata de algo diferente a un me-

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ro hecho biológico que pueda ser distanciado de la propia vida lo subraya la in-terpretación de Lutero, cuando pone en el correspondiente contexto un énfasiscada vez mayor sobre el pronombre posesivo «tú».

Así pues, el mandamiento fundamental de la segunda parte (que con-cierne a la pertenencia establecida por Dios de los hijos respecto a sus corres-pondientes padres) se refiere —según se puede inferir siguiendo a Lutero— aldato más elemental para todos los patrones externos de comportamiento deuna subjetividad establecida por Dios, a saber: al factum de su propia existen-cia corporal, que subyace ya de modo contingente en todos los actos realizadospor la persona. Así como en el caso de la relación entre padres e hijos no se tra-ta de un parentesco elegido, así tampoco la relación con la propia existenciacorporal en el mundo no estuvo ni está sujeta a la propia decisión. Aun así, nin-gún ser humano puede evitar reaccionar ante el hecho básico de su existenciapor haber venido al mundo y habitar en él de un modo corporal. El manda-miento de honrar a los padres ordena afirmar y refrendar de modo voluntarioeste factum y las relaciones elementales del propio origen que vienen dadas poréste. Lo que el cuarto mandamiento exige como tarea moral fundamental y co-mo acción básica para todo lo demás es justamente esto: a través del respeto ala relación de origen con los padres, adoptar el comportamiento correcto res-pecto del dato contingente del propio ser corporal en el mundo. Tal respeto alos padres se lo debe también el ser humano, en alguna medida, a sí mismo, sies que pretende asumir la corporalidad de su existencia y aceptarse como crea-tura de Dios en tal corporalidad recibida de los padres. Esta auto-aceptación re-presenta la condición previa para la debida entrega amorosa al prójimo y a to-das las criaturas.

4. LA DEBIDA RELACIÓN CON LOS DEMÁS SERES HUMANOS

Y CON EL MUNDO

Con el quinto mandamiento avanzamos, según Lutero, «de nuestra casaa la del vecino, para aprender cómo debemos vivir los unos con los otros, cada unocon su prójimo» (BSLK 605,40-606,1). No matar, no cometer adulterio, no ro-bar, no levantar falso testimonio, no codiciar los bienes ajenos. Las interpreta-ciones de Lutero para cada uno de los correspondientes mandamientos siguen,en cada caso, un patrón más o menos uniforme: siguiendo el ejemplo de Jesús,apuntan a una apropiación no sólo exterior, sino también de corazón de losmandamientos, a cuyo contenido se le da finalmente un giro positivo, de mo-do que ya no se trata tan sólo de protegerle de posibles daños al prójimo, sino

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también de aumentar y promover su propio provecho. Aquí, el amor al próji-mo tiene que orientarse constantemente al bien de las personas de carne y hue-so, en un mundo en el que habitamos corporalmente. Pero esto ocurre delmodo adecuado, según Lutero, sólo a condición de que el prójimo se me re-presente inmediatamente como un yo dado por Dios y como un alma encar-nada. Este modo de representación presupone la fe y no puede accederse a élde modo suficiente sino a través de la experiencia del mundo. En la fe, y sóloen la fe, el hombre sabe de sí no sólo en cuanto diferente de Dios, sino tam-bién, por eso mismo, como uno entre tantos otros, cuya irreducible e insupri-mible alteridad tiene que ser respetada, por amor de Dios. Tal respeto del ser-otro de los demás es el mandato fundamental compartido por la humanidad.

El Decálogo —basado y resumido en el primer mandamiento— es ex-presión del orden creado por Dios por amor al hombre y es la ley fundamentalde la humanidad creada. Es bueno y provechoso para la condición humana de-jar que Dios sea Dios y ser de modo voluntario un ser humano diferente deDios. Es bueno saberse fundamentado no de modo inmediato en uno mismo,sino en Dios, y vivir como un alma humana encarnada, con la certeza de habersido dado a sí mismo el propio yo, fundado a su vez en Dios. Es bueno, comoser humano dotado de cuerpo y alma, no estar solo, sino ser uno entre otros enun mundo común dado. En una palabra, para decirlo con ayuda del principiobásico de la interpretación de Lutero del primer artículo de la segunda secciónen el Catecismo Breve: es bueno que «Dios me haya creado junto con todas las de-más criaturas» (BSLK 510,33 y ss.). En cambio, es malo considerar lo terrenalcomo algo celestial, es radicalmente malo y terrible idolatrar «al propio yo y co-locarse uno mismo en el lugar de Dios». Porque la auto-idolatría produce no só-lo la disociación interna del hombre consigo mismo, sino también el disociadoextrañamiento respecto a los demás seres humanos y al mundo.

En fin, al yo pervertido en sí mismo por la auto-idolatría contraria aDios, todo se le vuelve en contra. La inhumanidad externa del pecado se ma-nifiesta como desconocimiento de los demás seres humanos. En lugar de servisto como hombre, éste es visto o bien como Dios o bien como un ser subhu-mano. E incluso cuando el yo pervertido en sí mismo descubra en el otro a susemejante, no será para respetar al otro como otro, sino para valerse de él co-mo una simple prolongación del propio yo. Al hecho de ignorar al prójimo seune, a modo de desavenencia, el rechazarlo. De ahí que se pueda decir que talrepugnancia, si bien se puede manifestar de diversas formas, desemboca siem-pre en la tendencia a un nihilismo que desprecia tanto al ser humano como almundo, para el cual lo mejor sería hacer que la Creación no se hubiera dado.Las consecuencias de tal nihilismo son mortales.

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5. EPÍLOGO

De sus obras literarias, Martín Lutero consideró sólo dignos de ser con-servados los catecismos, junto al libelo contra Erasmo de Rotterdam tituladoDe servo arbitrio. Así lo reconoció en una carta del 9 de julio de 1537 a su com-pañero de fatigas Wolfgang Capito (ver WA Br 8,99,5-8). Los padres de la Fór-mula de la Concordia luterana reconocieron en los catecismos una Biblia paralaicos, en la cual está contenido todo aquello acerca de lo cual la Sagrada Es-critura trata de modo amplio y todo lo que un cristiano necesita saber para al-canzar su bienaventuranza (ver BSLK 769,6-10; ver 836,27-35). Y enfatizaron,como anteriormente ya lo había hecho Lutero, el carácter común cristiano delas partes principales de los catecismos y la voluntad de unidad y de alcanzar elecumenismo en la Iglesia.

Los diez mandamientos nos enseñan lo que tenemos que hacer y omitiry, al mismo tiempo, nos dan a conocer nuestro estado fáctico de perversión yla pecaminosa contradicción en la que nos encontramos respecto a la bonda-dosa voluntad creadora de Dios y a su orden creatural. En el Credo se declarala fe en el Dios Uno y Trino que —en Cristo, el Crucificado-resucitado— seha entregado del todo por nosotros, y que nos ha dado el perdón, la justifica-ción de los pecados y la salvación de todo mal. En fin, en el Padrenuestro pe-dimos que —por el poder del Espíritu Santo— se cumpla en cada uno de no-sotros, miembros de la comunidad de creyentes, lo que Dios nos ha prometidoen Cristo y nos ha asegurado con total garantía, a saber: que el todopoderosoCreador de cielos y tierra es nuestro Padre, que no abandona nunca a sus hijoshumanos, tampoco si éstos se han comportado como «hijos pródigos».

El Padrenuestro remite a los pasajes previos del artículo de la Creación ya la correspondiente primera parte y, al mismo tiempo, remite de modo antici-pativo al reino de Dios que ha de venir, en el que será abolido todo mal, se ve-rá cumplido el Decálogo y se completará la creación de modo escatológico. Alrezar el Padrenuestro, la cristiandad se hace una y, al mismo tiempo, queda uni-da también a toda la humanidad y a todas las criaturas: «Padre nuestro, que es-tás en el Cielo. ¿Qué quiere decir esto? La respuesta es que Dios quiere atraernosasí para que creamos que Él es nuestro verdadero Padre y que nosotros somos sus ver-daderos hijos, que encontremos consuelo en esto y le pidamos cosas con total con-fianza, como hacen los hijos amorosos con su querido padre» (BSLK 512, 18-24).

Gunther WENZ

Ludwig Maximilians Universität MünchenMÚNICH (ALEMANIA)

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EN DIÁLOGO CON LA REALIDAD SOCIAL. A PROPÓSITO DE LOS ESCRITOS DE MORAL SOCIAL

DEL PROFESOR TEODORO LÓPEZ

[IN DIALOGUE WITH SOCIAL REALITY. ON THE WRITINGS ON SOCIALMORALITY OF PROFESSOR TEODORO LÓPEZ]

GREGORIO GUITIÁN

Resumen: Este escrito presenta algunosde los rasgos más sobresalientes de losescritos del Profesor Teodoro Lópezsobre Moral Social. La naturaleza de laDoctrina Social de la Iglesia, la aten-ción a la contribución de las cienciassociales, la necesidad de mantener undiálogo con la ciencia económica o lapreferencia por los temas de actuali-dad de mayor dificultad fueron algu-nas de las constantes de su trabajo enel campo de la Moral Social.

Palabras clave: Teodoro López, Moralsocial.

Abstract: The paper offers an insightof the most remarkable features of thewritings of Professor Teodoro Lópezon Social Morality. The nature of theSocial Doctrine of the Church; the at-tention to the contribution of socialsciences; the need for maintainingdialogue with economy or the prefe-rence for the analysis of challengingissues in current society were someconstant elements of his work on So-cial Morality.

Keywords: Teodoro López, Social Mo-rality.

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El título que llevan estas páginas pretende recoger uno de los rasgos mássobresalientes del trabajo académico del Profesor Teodoro López en el área dela Moral Social. La búsqueda del diálogo refleja, en efecto, su afán por haceruna teología atenta a la realidad del momento, una teología que tuviera encuenta, además, las enseñanzas y perspectivas que proporciona la historia.

En este escrito quisiera reflejar y agradecer la figura académica e intelec-tual de este amable sacerdote que dedicó sus mejores energías a la enseñanza einvestigación de la Moral Social 1. Don Teodoro destacó por su claridad demente y de exposición, la agudeza de sus intuiciones, la valentía para abordarlos temas conflictivos, y todo ello con un fino sentido del humor, un modo deser y de hacer, que le convertían en un hombre que se hacía querer.

1. ENRAIZADO EN LA HISTORIA

El Profesor Teodoro López nació en Villafruela del Condado (León) el20 de enero de 1940. Ingresó en el Seminario menor de la Diócesis de León en1951 y, tras realizar los estudios institucionales de Filosofía y Teología, recibióla Ordenación sacerdotal el 8 de junio de 1963.

Pocos años más tarde vino a la Universidad de Navarra a estudiar —y es-trenar— la Licenciatura en Sagrada Teología. Efectivamente, Don Teodoro formóparte de la primera promoción, que obtuvo la Licenciatura en 1969. Prosiguió rea-lizando el doctorado en el área de Teología Histórica, en 1970 fue nombrado Ayu-dante de la Facultad de Teología y en 1972 obtuvo el título de Doctor.

Su tesis doctoral, dirigida por el Prof. Amador García Bañón, versó so-bre el binomio «fides et mores» 2. Este estudio de Teología histórica da cuentadel origen y sentido preciso de la expresión que se emplea habitualmente parareferirse al objeto del Magisterio, y que sirvió para delimitar el alcance de la in-falibilidad tal y como fue definida en el Concilio Vaticano I. A mi modo de ver,quien conoce los escritos posteriores de Moral Social del Profesor Teodoro Ló-

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1. Estoy seguro de que otras personas están más cualificadas para llevar a cabo el pro-pósito mencionado que el que escribe estas líneas, pero también es cierto que la Provi-dencia tuvo a bien que trabajara junto a Don Teodoro durante los últimos tres años desu vida y que, de alguna manera, recibiera de sus manos el testigo del estudio de estadisciplina moral.

2. T. LÓPEZ, El binomio «Fides et mores». Extracto de la Tesis Doctoral presentada enla Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, Pamplona 1976. Posteriormentepublicaría dos artículos en «Scripta Theologica» sobre el binomio en el Concilio deTrento y en la literatura medieval.

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pez y se remonta a su tesis, descubre el origen de dos elementos constantes ensu trabajo teológico: el deseo de hacer luz sobre las cuestiones conflictivas y elinterés por los aspectos históricos de los temas tratados.

En efecto, con ocasión de la Encíclica «Humanae vitae» se plantearon ob-jeciones a la competencia e infalibilidad del Magisterio en lo relativo a la ley na-tural. Esto afectaba, como consecuencia, al alcance del binomio «fides et mo-res» y, en particular, a las costumbres. La tesis del Profesor Teodoro López esuna investigación histórica sobre el origen y sentido de esta fórmula desde laPatrística hasta los años posteriores al Concilio Vaticano I. Muestra, entre otrascosas, la consistencia y oportunidad del significado y alcance que siempre le hadado el Magisterio.

En 1974 Don Teodoro fue nombrado Profesor Adjunto de «Historia dela Teología y Magisterio». En los años sucesivos se ocupó, con frecuencia en co-laboración con el Prof. Gonzalo Aranda, de diversos temas entonces problemá-ticos como la especificidad de la moral cristiana, algunas cuestiones sobre la se-xualidad humana, las absoluciones colectivas, etc. 3 Son trabajos donde ya sepuede ver una característica de la obra del Prof. Teodoro López: el orden y cla-ridad de exposición.

Repasando la bibliografía puede verse cómo a partir de las raíces de la teo-logía histórica crecía el tallo, que se iba haciendo tronco, de la Teología Moral;tronco que a su debido tiempo echaría las ramas, hojas, flores y frutos de sus es-critos de Moral Social y en particular sobre la Doctrina Social de la Iglesia. Esecuidadoso desarrollo está jalonado por un acontecimiento especialmente signi-ficativo: en 1978, compaginando la actividad docente e investigadora, el Profe-sor Teodoro López comenzó a cursar Derecho Civil en la Facultad de Derechode la Universidad de Navarra hasta obtener la Licenciatura en 1983.

Esta ampliación de estudios obedece a una convicción suya, muy rela-cionada con la metodología propia de la Moral Social y de la Doctrina Socialde la Iglesia (en adelante DSI). Para poder servir eficazmente a la sociedad la

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3. T. LÓPEZ, «La existencia de una moral cristiana específica. Su fundamentación enSanto Tomás», en Scripta Theologica, 6 (1974) 239-271; T. LÓPEZ y G. ARANDA, «Loespecífico de la moral cristiana. Valoración de la literatura sobre el tema», en ScriptaTheologica, 7 (1975) 687-766; IDEM, «Lo específico de la moral cristiana, II. El tema enla Comisión Teológica Internacional», en Scripta Theologica, 8 (1976) 663-682; IDEM,«La declaración “Persona Humana”. Líneas doctrinales y resumen crítico de algunos co-mentarios», en Scripta Theologica, 9 (1977) 1083-1118; T. LÓPEZ, «La sexualidad en larevelación cristiana. Estudio teológico moral», en AA.VV., Analítica de la sexualidad,Eunsa, Pamplona 1978, 225-274; IDEM, «Nuevos documentos en torno a las absolu-ciones colectivas», en Scripta Theologica, 10 (1978) 1161-1174, etc.

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DSI necesita previamente un conocimiento cercano de la realidad social. Estatarea requiere por parte del teólogo una aproximación a las ciencias sociales, ca-paces de ofrecer un conocimiento más certero de las distintas dimensiones dela vida del hombre en sociedad. El Profesor Teodoro López entendió que el co-nocimiento de la ciencia jurídica sería de gran utilidad para entablar un diálo-go fecundo entre la Teología Moral y el ámbito de la política, la economía, etc.

2. AL SERVICIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Precisamente 1983 es el año en que se publica su primer escrito sobre untema de DSI. Además de la presentación del Cuaderno de «Scripta Theologi-ca» 4 Trabajo humano y Doctrina Social de la Iglesia 5, aparece su artículo Iglesiay reforma social, también como parte de otro Cuaderno sobre el primer viaje deJuan Pablo II a España. Al hilo de la enseñanza del Pontífice, el Profesor Teo-doro López se centraba en la responsabilidad de los fieles laicos en la tarea derenovar la sociedad española y sus estructuras, manteniendo siempre viva lapropia identidad cristiana. En este contexto se refería a los rasgos esenciales dela identidad cristiana, «que consistirían en la profesión de la fe de la Iglesia conel nivel de certeza que le es propio, y en el asumir unos valores éticos y mora-les, percibidos desde la razón y urgidos por la fe, que exigen una determinadaforma de conducta tanto a nivel individual como en el orden social, conductaque es posible con la ayuda de la gracia» 6.

Fueron años de docencia ordinaria en la Facultad de Teología. Anterior-mente (entre 1973 y 1981) había enseñado también en las facultades de Medi-cina y Filosofía y Letras, y posteriormente —hasta el año anterior a su falleci-miento— en la Facultad de Derecho. En esta última el Profesor Teodoro Lópezenseñaba una asignatura de cuestiones de DSI sobre política y economía. Lomenciono expresamente porque —digámoslo todo— Don Teodoro se encon-traba allí muy a gusto y tenía un gran aprecio a esa Facultad por razones obvias.

Quienes tuvimos ocasión de asistir a las clases del Profesor Teodoro Ló-pez recordamos la elegancia y claridad de su discurso que, combinado con laprecisión de los términos empleados y el bagaje de conocimientos acumuladoa lo largo de los años, dejaba en el oyente la certeza de estar ante una autoridad

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4. El Profesor Teodoro López formó parte del Comité de Dirección de Scripta Theo-logica durante siete años (1983-1990) y colaboró en la revista durante muchos otros.

5. Cfr. «Trabajo humano y Doctrina Social de la Iglesia», en Scripta Theologica, 15(1983) 155-237.

6. T. LÓPEZ, «Iglesia y reforma social», en Scripta Theologica, 15 (1983) 819-837.

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en la materia. Además, Don Teodoro sabía interpelar a los alumnos con pre-guntas que conseguían suscitar el interés y llevaban a plantearse los diferentestemas con más profundidad.

Uno de los primeros aspectos de la DSI que ocuparon al Profesor Teo-doro López fue precisamente el de la oportunidad de dicha doctrina. Como essabido, la DSI fue puesta en entredicho en los años inmediatamente posterio-res al Concilio Vaticano II, llegando a producirse la denominada «crisis de laDSI». Como no podía ser de otra manera, el Profesor Teodoro López recogióel guante 7, trabajó el itinerario redaccional de la Const. Past. «Gaudium etSpes» (GS) con los profesores Francisco Gil Hellín, Augusto Sarmiento y JoséMaría Yanguas, con quienes publicó una obra de referencia 8 y, por su parte, es-cribió el que —en mi opinión— es uno de sus dos mejores artículos: La Doc-trina Social de la Iglesia. Balance del postconcilio 9.

Dividido en dos partes, este interesante estudio refleja el perfil académi-co y las constantes del pensamiento del Profesor Teodoro López acerca de laDSI. Quisiera detenerme brevemente en una relevante aportación en el terre-no histórico, aunque desde el punto de vista de la DSI no es lo más importan-te del artículo.

Después del Concilio algunos autores habían insistido en la necesidad deabandonar la expresión «Doctrina Social de la Iglesia» por considerarla equívo-ca e inadecuada, alegando además que el Concilio había apoyado este propósi-to al no utilizar la expresión en textos conciliares que, por su temática, debe-rían haberla empleado. De entre estos autores destacaba por su autoridad M.D.Chenu, quien además insistía con fuerza en lo improcedente de la expresión 10.El Profesor Teodoro López puntualizaba que, de hecho, varios documentosademás de la GS habían empleado esa fórmula. Sin embargo se encontraba an-te una grave afirmación del Profesor Chenu sobre el texto de la GS: «El voca-blo (doctrinam) fue introducido de manera subrepticia e indecorosa después dela promulgación conciliar» 11.

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7. Puede verse una primera aproximación en T. LÓPEZ, «Actualidad de la DoctrinaSocial de la Iglesia», en AA.VV., La misión del Laico en la Iglesia y en el mundo. VIII Sim-posio Internacional de Teología, Pamplona 1987, 427-435.

8. Cfr. F. GIL HELLÍN, A. SARMIENTO, T. LÓPEZ y J.Mª YANGUAS, ConstitutionisPastoralis Gaudium et Spes. Synopsis historica III de cultura, vita oeconomica-sociali, vitacommunitatis politicae et de pace, Eunsa, Pamplona 1991.

9. T. LÓPEZ, «La Doctrina Social de la Iglesia. Balance del postconcilio», en Scrip-ta Theologica, 22 (1990) 809-842.

10. Cfr. M.-D. CHENU, «La “doctrina social” de la Iglesia», en Concilium, 140 (1980).11. Ibid., 533; y anteriormente en IDEM, La doctrine sociale de l’Eglise comme ideolo-

gie, Paris 1979, 88.

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Teniendo a la vista las aportaciones de otros autores pero corrigiéndolas enun punto esencial, el Profesor Teodoro López hizo notar que la introducción dela expresión obedeció a una petición expresa de varios Padres conciliares, formu-lada en uno de los «modos», admitida y aceptada por amplísima mayoría al tér-mino de la última Congregación General previa a la votación global de la Cons-titución. Sin embargo, y sorprendentemente, el texto que se sometió a votaciónen el día fijado había sufrido una inexplicable variación (en lugar de «socialemsuam doctrinam docere» decía «suam doctrinam de societate docere»). Ante la re-clamación posterior a la votación de varios Padres conciliares, la Editio Typica Va-ticana volvió a emplear la expresión original tal y como fue aprobada en el aula.

Así las cosas, el Profesor Teodoro López concluía mesuradamente que«los complejos avatares de su historia redaccional no permiten afirmar que ha-ya sido introducida en el texto conciliar de “manera subrepticia e indecorosadespués de la promulgación conciliar”. Las Actas atestiguan claramente que lafórmula fue introducida por el cauce reglamentario de un “modus” presentadopor algunos Padres conciliares y aceptado por la Comisión competente. Luego,tras su incorporación al texto, fue votado favorablemente por la CongregaciónGeneral. Lo que no hubiese sido legítimo es suprimir la fórmula por otros cau-ces no reglamentarios. Precisamente lo que hizo la Políglota Vaticana, en la edi-ción oficial de los textos conciliares, fue subsanar un error, volver al texto au-téntico aprobado en el aula conciliar, no dando validez a un cambio en el textoque se había introducido de manera ilegítima» 12.

Una de las aportaciones más relevantes de este artículo es precisamente lalúcida visión panorámica de la situación de la DSI en el postconcilio. Comosiempre, el Profesor Teodoro López tenía en mente las críticas más extendidas y,al hilo de la exposición, iba haciendo ver lo que tenían de cierto y aquello en loque podían ser corregidas. Después de mostrar los cambios de perspectiva intro-ducidos por el Concilio en materia teológica y, en particular, en la eclesiología,hacía notar las implicaciones que tenían para la DSI. Llegaba así al punto clavede su pensamiento. Más que abandonar la DSI como algunos proponían, «las en-señanzas conciliares reclaman un esfuerzo de reflexión sobre el estatuto episte-mológico de la doctrina social de la Iglesia, que lleva consigo una profunda trans-formación de la misma acorde con el nuevo marco doctrinal del Concilio» 13.

Efectivamente, el estatuto epistemológico de la DSI fue uno de los temasde mayor interés para el Profesor Teodoro López. Queda constancia de ello enun capítulo para una obra colectiva que apareció por esas mismas fechas y en otro

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12. T. LÓPEZ, «La Doctrina Social de la Iglesia. Balance del postconcilio», cit., 818.13. Ibid., 825.

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posterior 14, aunque también aborda la cuestión en el artículo al que venimos re-firiéndonos. De entre las aportaciones que se podrían comentar destaca el inte-rés de nuestro Profesor en subrayar la realidad histórica como fuente de la DSI.

Es habitual enumerar la fe y la razón, la Revelación y la naturaleza hu-mana, como fuentes de la DSI 15. Al hilo de las aportaciones de la Enc. «Solli-citudo rei socialis», el Profesor Teodoro López situaba la revelación y la antro-pología formulada a la luz de aquélla como fuentes prioritarias de la DSI 16. Sinembargo hablaba de otra fuente de carácter secundario: «la realidad de la vidade los hombres tiene el carácter de fuente de la doctrina social. (...) la Revela-ción, factor prioritario, no explicitaría sus virtualidades sin la ayuda de la reali-dad histórica; a su vez esta realidad, sólo si es contemplada a la luz de la Reve-lación aporta una ayuda valiosa en orden a la formulación doctrinal» 17.

Al considerar la realidad social como fuente, el Profesor Teodoro Lópezquería resaltar —a mi entender acertadamente— que ésta es «un elementoconstitutivo de la doctrina social» 18. Sin embargo, podría discutirse si la reali-dad social es más bien el objeto de la DSI. En realidad el Profesor Teodoro Ló-pez usaba el término fuente en un sentido amplio. Esto se ve bien cuando afir-maba que «la realidad social tiene, en algún sentido, el carácter de fuente de esadoctrina junto con la revelación o el Evangelio» 19. Con este matiz se permitíasituar la revelación y la antropología que de ella deriva como fuente prioritaria(explicando cómo la razón bien entendida jamás se contrapone a la revelación)y la realidad social como fuente secundaria 20.

3. UN HOMBRE DE DIÁLOGO

Como decía más arriba, la necesidad de un conocimiento más cercano dela realidad social llevó al Profesor Teodoro López a buscar y fomentar con losmedios disponibles el diálogo interdisciplinar. Estaba convencido de que la DSI

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14. T. LÓPEZ, «La naturaleza de la Doctrina Social de la Iglesia: estatuto teológico»,en F. FERNÁNDEZ (coord.), Estudios sobre la Encíclica «Sollicitudo rei socialis», AEDOS-Unión Editorial, Madrid 1990, 41-61; IDEM, «Doctrina Social de la Iglesia, II. Natu-raraleza», en C. IZQUIERDO (dir.), J. BURGGRAF y F.M. AROCENA, Diccionario de Teolo-gía, Eunsa, Pamplona 2006, 264-270.

15. Cfr. CDSI, n. 75.16. Cfr. T. LÓPEZ, «Doctrina Social de la Iglesia, II. Naturaleza», cit., 265-266.17. T. LÓPEZ, «La Doctrina Social de la Iglesia. Balance del postconcilio», cit., 841.18. IDEM, «Doctrina Social de la Iglesia, II. Naturaleza», cit., 265.19. Ibid., 267. La cursiva es mía.20. Cfr. ibid.

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sólo puede servir eficazmente a la sociedad, si permanece atenta a la contribu-ción de las ciencias sociales.

La búsqueda del diálogo se materializó claramente en el ámbito de la eco-nomía, uno de los campos de investigación preferidos del Profesor Teodoro Ló-pez. Su curriculum vitae da cuenta de su frecuente participación en congresosnacionales e internacionales sobre aspectos éticos de la Economía, así como enotros cursos de DSI y en las Semanas Sociales. En esta línea, en 1991 y con oca-sión del centenario de la Enc. «Rerum Novarum», organizó (junto con otrosprofesores) y presidió el XII Simposio Internacional de Teología en la Facultadde Teología de la Universidad de Navarra con el tema DSI y realidad socio-eco-nómica. Las más de mil doscientas páginas del volumen de las actas del Simpo-sio dan cuenta de la interdisciplinariedad 21.

La manifestación más notable del afán de diálogo del Profesor TeodoroLópez es, quizás, su ilusión por el proyecto de la Asociación para el Estudio yDivulgación de la Doctrina Social de la Iglesia (AEDOS). En 1989 fundó jun-to con otros académicos y profesionales de renombre esta Asociación que tanbuen servicio sigue haciendo. Mientras no se lo impidió la enfermedad, DonTeodoro acudía con gran ilusión y aprovechamiento a las reuniones periódicasdel Capítulo de Economía. Cuando ya no le era posible asistir, iba yo a esas reu-niones llevando y trayendo de regreso recuerdos de unos y otros 22. Fruto de esasreuniones aparecieron una serie de publicaciones —en las que participó el Pro-fesor Teodoro López—, que constituyen hoy una obra de obligada referenciapara quienes se adentran en el estudio de algunos de los documentos más re-presentativos de la DSI 23.

Con el mismo deseo de diálogo cabe destacar otra iniciativa impulsadapor el Profesor Teodoro López, junto con otros profesores de la Universidad deNavarra. Me refiero al Seminario permanente de Ética y Economía entre pro-

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21. Cfr. T. LÓPEZ Y OTROS (eds.), Doctrina Social de la Iglesia y realidad socio-econó-mica: en el centenario de la «Rerum Novarum», Actas del XII Simposio Internacional deTeología, Pamplona 1991. Sobre el contexto histórico de la citada Encíclica (la famosa«cuestión social») escribió más adelante un capítulo para un libro. Cfr. T. LÓPEZ, «LeónXIII y la cuestión social», en J.-I. SARANYANA (ed.), Cien años de pontificado romano(1891-2005), Eunsa, Pamplona 22006, 23-41.

22. No me es posible recoger aquí todos los nombres que me vienen a la memoria:Fernando Fernández, Rafael Rubio, Esteban García Morencos (q.e.p.d), José AntonioGarcía-Durán, José Tomás Raga y otros a quienes —me consta— Don Teodoro teníaun gran aprecio.

23. F. FERNÁNDEZ (coord.), Estudios sobre la Encíclica «Sollicitudo rei socialis», cit.;IDEM, Estudios sobre la Encíclica «Centesimus annus», AEDOS-Unión Editorial, Madrid1992; IDEM, Estudios sobre el Catecismo de la Iglesia Católica, AEDOS-Unión Editorial,Madrid 1996.

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fesores del Departamento de Teología Moral de la Facultad de Teología y pro-fesores de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. Guardaba ungrato recuerdo de las animadas conversaciones con los profesores Miguel Al-fonso Martínez-Echevarría, Reyes Calderón, etc. Esas interesantes reunionestuvieron lugar durante varios años y el Profesor Teodoro López las tenía en mu-cho, dada la importancia que otorgaba al diálogo interdisciplinar.

4. EN EL AMPLIO CAMPO DE LA MORAL SOCIAL

Las veintinueve tesis de doctorado y treinta de licenciatura que dirigió elProfesor Teodoro López dan muestra de otros temas de Moral Social que ocu-paron su atención: los elementos analíticos para el estudio moral de las activi-dades económicas; moral y sistemas económicos; salario justo; concepción cris-tiana del trabajo; desarrollo económico; capital, trabajo y distribución de lariqueza; bien común; actuación de los católicos en la vida pública, etc.

La aparición del Catecismo de la Iglesia Católica en 1992 propició laocasión de reflexionar sobre la Teología Moral Social. De 1993 es un artículosuyo en «Scripta» titulado precisamente Moral Social. Este breve trabajo cons-tituye al mismo tiempo un excelente instrumento para acercarse con rapidez yclaridad a las líneas fundamentales de la visión de la moral social sobre las cues-tiones económicas.

Subrayaba entonces que «la “moral social” no es solamente una parte dela moral cristiana, sino un aspecto constitutivo de la misma, una dimensiónesencial presente, de modo habitual, en todo obrar moral y, por tanto, en elobrar moral cristiano. De ahí que hablar de “moral social cristiana” no deja deser, en realidad, una redundancia, ya que toda la moral cristiana es esencial-mente social, dado el carácter comunitario de la persona humana como sujetodel actuar moral» 24.

En este mismo artículo aparece la primera referencia al problema de lajusticia social en diálogo con el liberalismo. Como hemos mencionado ante-riormente, el Profesor Teodoro López tendía a abordar los temas conflictivos y

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24. T. LÓPEZ, «Moral social», en Scripta Theologica, 25 (1993) 697-717; 699.25. T. LÓPEZ, «El diálogo entre ética y economía: el “escándalo” de la justicia social»,

en T. TRIGO (ed.), Dar razón de la esperanza. Homenaje al Prof. José Luis Illanes, Servi-cio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, Pamplona 2004, 599-610. Vendríadespués una voz para un Diccionario de Teología y todavía queda pendiente la publi-cación de una comunicación que preparó (pero no llegó a realizar) para la Segunda Jor-nada «Iustitia et Iure», en Argentina, titulada Ley y dominio en Francisco de Vitoria.

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éste —el de la oportunidad de la justicia social— era claramente uno de ellos.En otro ejercicio de diálogo interdisciplinar, el Profesor Teodoro López se fijóen las tesis opuestas del prestigioso economista F.A. Hayek.

Es éste, precisamente, el tema del último artículo del Profesor TeodoroLópez 25. Ya el título de este escrito en homenaje al Profesor José Luis Illanespermite reconocer el afán de Don Teodoro: El diálogo entre ética y economía: el«escándalo» de la justicia social. En el debate sobre la naturaleza de la justicia so-cial, el Profesor Teodoro López sostenía que ésta coincide sustancialmente conla denominada «justicia general». Para él la justicia social es «la justicia del biencomún, es decir, la justicia que contempla concretos deberes tanto de la auto-ridad como de los individuos particulares, deberes correlativos a derechos quecorresponden a los individuos como miembros de la sociedad» 26.

La discrepancia con el liberalismo económico estriba, según el Profesor Teo-doro López, en el concepto de hombre del que parte. A partir de ahí, y ya en el te-rreno de la justicia social (un concepto «vacío», según Hayek), nuestro Profesor ha-cía notar el hecho de que, «como resultado de los innumerables e incontrolableselementos que concurren en el instrumento que llamamos mercado, a veces se pro-ducen situaciones en las que objetivamente se conculcan concretos derechos de laspersonas, y a estas situaciones lógicamente las llamamos “injustas”» 27. Son esas si-tuaciones —apuntaba— las que exigen ser atendidas por la justicia social.

Vale la pena reproducir aquí el párrafo final de este escrito, pues es unbuen reflejo de su talante: «la justicia social, que frecuentemente se presenta co-mo el gran obstáculo en el diálogo entre doctrina social de la Iglesia y sistemaliberal (...), es, en realidad, la gran oportunidad de un enriquecimiento mutuoentre un sistema económico, de cuya eficacia técnica no cabe dudar, y un cuer-po doctrinal llamado a ser el referente más eficaz en orden al respeto y servicioa la dignidad de la persona en la organización de la actividad económica» 28.

Su familiaridad con los temas jurídicos también se refleja en varios de susescritos, pero, de modo particular, hay que mencionar un artículo que es refe-rencia obligada para el estudio de la objeción de conciencia desde el punto devista moral 29.

Aunque no aparece expresamente en el trabajo, la realidad es que, unavez más, el tema vino dado por una controversia: la suscitada en España en tor-

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26. Ibid., 607.27. Ibid., 606.28. Ibid., 610.29. T. LÓPEZ, «La objeción de conciencia: valoración moral», en Scripta Theologica,

27 (1995) 497-517.

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no a la objeción de conciencia al servicio militar obligatorio. El Profesor Teo-doro López abordó el tema con un lenguaje preciso y de manera clara y siste-mática. Trabajó desde los conceptos mismos de conciencia, objeción de con-ciencia, etc., hasta las relaciones entre moralidad y legalidad, autonomía de laconciencia y obediencia, así como otras claves del conflicto. Al final, reflejan-do su aprecio por el derecho, concluía equilibradamente como sigue: «hay querecuperar el sentido y la importancia de la legalidad, del comportamiento acor-de con las leyes, pero esto será muy difícil, quizás imposible, mientras en elordenamiento jurídico tengan cabida normas legales que desprecian, o no pro-tegen suficientemente valores morales irrenunciables para la conciencia hu-mana» 30.

Quisiera evocar aquí, porque le retrata, la última vez que estuve con DonTeodoro. Era el final de la mañana de un día a primeros de julio, cuando se dis-ponía a partir hacia Villafruela para pasar allí el resto del verano. Me mostró undossier que había preparado, con ayuda del Profesor Tomás Trigo, sobre la asig-natura Educación para la ciudadanía. Había seguido la controversia en torno aesta asignatura desde la Clínica Universitaria de Navarra, donde estuvo ingre-sado un tiempo considerable, y quería conocer de primera mano los conteni-dos de los diversos programas para formarse un juicio al respecto. «Ya ves —medijo con ese sentido del humor suyo mientras me mostraba el dossier— quemarcho al pueblo lleno de buenos propósitos...».

5. DE VUELTA A LA HISTORIA: EL PROYECTO SOBRE ÉTICA

Y ECONOMÍA EN LA ESCUELA DE SALAMANCA

En 1998 Don Teodoro fue nombrado Profesor Ordinario de TeologíaMoral. Por entonces dirigía como investigador principal un proyecto sobre Éti-ca y Economía en la Escuela de Salamanca (s. XVI). Más adelante continuó dealguna manera este proyecto pasando a formar parte de otro más amplio y am-bicioso, todavía en curso: el proyecto «Pensamiento Clásico Español (siglos XV-XVII): su inspiración medieval y su proyección en la filosofía contemporánea»,llevado a cabo por varios profesores de la Universidad de Navarra. En él DonTeodoro dirigió un subproyecto dedicado a la justicia.

Entre otros motivos, el interés del Profesor Teodoro López en esta épocaestribaba en que aquellos teólogos afrontaron los problemas morales en el ám-bito del comercio con una comprensión notable de los temas jurídicos y eco-

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30. Ibid., 517.

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nómicos. Se convirtieron así en un referente metodológico obligado para el es-tudio de la moral económica. Como es sabido, en esa época y gracias a la vir-tualidad mencionada, se pusieron las bases que permitirían abordar desde cla-ves nuevas el juicio moral sobre la usura. Para el Profesor Teodoro López estehecho reflejaba en buena medida la tesis de la realidad social (en este caso la rea-lidad económica) como «fuente» de la moral social, pues demostraba cómo,permaneciendo invariables los principios de juicio, un cambio en la realidadeconómica (en la naturaleza del dinero) requería también una nueva conside-ración del juicio moral sobre ciertas prácticas económicas hasta entonces mo-ralmente prohibidas. Quienes trabajaron con el Profesor Teodoro López en es-tos temas conocen la pasión que ponía para llegar a conocer los pormenores(autores, obras, momentos, etc.) de esta evolución.

Al principio el trabajo se centró en la aportación de dos estudiosos nava-rros, Martín de Azpilcueta y Bartolomé de Carranza. Sobre el primero el Pro-fesor Teodoro López dirigió la tesis doctoral de Rodrigo Muñoz 31, actualmen-te Profesor Adjunto de Moral Social en nuestra Facultad y que desde entoncestrabajó con Don Teodoro. Respecto a Carranza, además de editar el tratado dejusticia de este autor 32, presentó una comunicación titulada La riqueza y la po-breza en la justicia social según Carranza, en el Congreso Internacional Carran-za y su tiempo, celebrado en la Universidad de Navarra en 2003.

En los últimos años, al entrar en el despacho del Profesor Teodoro Ló-pez, era frecuente verle repasando fotocopias de manuscritos de aquel siglo.Respondía esto a sus trabajos de edición y traducción de obras de autores co-mo Bartolomé de Carranza, Domingo de Soto, Mancio, Bartolomé de Medinao Pedro Fernández 33. Ésta de Pedro Fernández, realizada en colaboración conla Técnico de Investigación Mª Idoya Zorroza, fue la última publicación denuestro Profesor 34.

* * *

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31. R. MUÑOZ, Moral económica en la obra de Martín de Azpilcueta, Eunsa, Pam-plona 1998.

32. B. CARRANZA, Tratado sobre la virtud de la justicia (1540); transcripción, traduc-ción y verificación de fuentes a cargo de Teodoro López, Ignacio Jericó y Rodrigo Mu-ñoz, Eunsa, Pamplona 2003.

33. Cfr. T. LÓPEZ, Mancio y Bartolomé de Medina: Tratado sobre la usura y los cam-bios, Eunsa, Pamplona 1998; P. FERNÁNDEZ, La justicia en los contratos: comentarios a«Summa Theologiae», II-II, 77-78; introducción, transcripción, traducción, verificaciónde fuentes y notas a cargo de Teodoro López y Mª Idoya Zorroza, Eunsa, Pamplona2007.

34. No obstante, queda pendiente la edición de parte del Comentario a la SummaTheologiae, II-II, de Domingo de Soto, que dejó bastante avanzada.

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Estas páginas no dejan constancia de todos los escritos del Profesor Teo-doro López. Espero, sin embargo, haber conseguido plasmar de alguna mane-ra los aspectos más relevantes de su aportación a la Moral Social. Soy conscientede que muchos otros rasgos de su humanidad (su figura sacerdotal, su modo deser, etc.) no han quedado reflejados aquí, pero no me es posible recogerlos enun escrito de esta naturaleza.

Al terminar quisiera evocar un episodio que me viene a la memoria concierta frecuencia. Aquella mañana de septiembre de 2004 en la que, acompa-ñado por el Profesor Augusto Sarmiento, entré por primera vez en el despachode Don Teodoro para ponerme a su disposición. Medio en broma y medio enserio, con ese gesto divertido suyo, exclamó: «Nunc dimittis servum tuum, Do-mine...».

Descanse ciertamente en paz. En la tarde del 21 de julio de 2007, en supueblo natal, entregó su alma al Señor el Profesor Don Teodoro López Rodrí-guez. Dios le tenga en Su gloria gozando en la Jerusalén celeste; en esa «om-nium beatorum iucunda societate» 35, como gustaba decir a Santo Tomás.

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Facultad de TeologíaUniversidad de Navarra

PAMPLONA

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35. SANTO TOMÁS DE AQUINO, Expositio In Symbolum Apostolorum, art. 12.

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J.M. BURGOS, J.L. CAÑAS y U. FERRER (eds.), Hacia una definición de la filo-sofía personalista, Biblioteca Palabra, Asociación Española de Personalismo &Ediciones Palabra, Madrid 2006, 173 pp., 17 x 24, ISBN 84-8239-998-5.

En noviembre de 2004 se celebraron las primeras Jornadas filosóficas dela Asociación Española de Personalismo, con el título Itinerarios del personalis-mo. Balance y perspectivas de una filosofía. En este volumen se recoge una selec-ción de las ponencias y comunicaciones presentadas en ese Congreso, con elque dieron comienzo las actividades de esa nueva Asociación. Un total de on-ce trabajos integran este libro que supone sin duda una buena presentación delmovimiento personalista en general, y de los principales cultivadores del perso-nalismo en España, en particular.

Como es lógico en este tipo de publicaciones los trabajos son heterogé-neos en su contenido y perspectivas. Desde aspectos más sectoriales, donde losprincipios personalistas invitan a un diálogo con otras disciplinas (por ejemplo,los textos de J.J. Muñoz, «Entender el cine en clave personalista», y de M. Ro-dríguez, «Personalismo y psiquiatría»), hasta otros más generales (como los deJ.M. Burgos, «El personalismo hoy o el sentido de una Asociación», y el de J.L.Cañas, «Personalismo o personalismos. El problema de la unidad de los filóso-fos personalistas»). La variedad de perspectivas y enfoques se puede advertirtambién en las diversas tradiciones personalistas que se encuentran aquí ex-puestas. La tradición fenomenológica del personalismo se encuentra presenteen las densas páginas de Urbano Ferrer («De la fenomenología a una teoría dela persona»), así como el primer personalismo —ligado más estrechamente a lafigura de Enmanuel Mounier, con una impronta social— es presentado porCarlos Díaz en «El yo personalista-comunitario». No podía faltar la tradiciónprocedente de la filosofía del diálogo, abordada por López Quintás (en «El pen-samiento dialógico y su fecundidad») y por la profesora M. González Martín(«Tradición y método en la filosofía personalista»). Interesante y necesaria es laperspectiva del personalismo moral que J.J. Pérez-Soba desarrolla en «Persona

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y personalización», en donde se abordan las dificultades que la corriente perso-nalista ha encontrado en la ética por su proximidad temática con el existencia-lismo y la renovada «moral contemporánea».

Cabe destacar, en esta breve enumeración del contenido, los artículos dedos filósofos no estrictamente personalistas, pero que mantienen un vivo diá-logo con esta corriente. Así, E. Forment, en su artículo «Personalismo y to-mismo: convergencias y divergencias», traza un paralelismo entre la antropo-logía tomista y la personalista donde es posible encontrar un eje centralcomún, capaz de obviar las diferencias: el valor y dignidad de la persona hu-mana. Según Forment, la distinción radical entre persona y cosa —señal deidentidad de todo personalismo— se encuentra también netamente trazada enTomás de Aquino. Desde esta idea basilar, este autor analiza las críticas del per-sonalismo a la insuficiente caracterización tomista de la persona desde catego-rías «sustancialistas» e «individualistas». Tendremos ocasión de abordar esteasunto más adelante. El segundo trabajo al que me refería es el del profesor J.F.Sellés, titulado «El método del conocimiento personal. Una cuestión difícil enla investigación sobre la persona». Se trata de una apretada y equilibradasíntesis histórica acerca del conocimiento del ser personal haciendo ver la in-suficiencia del planteamiento griego, y más concretamente de la «sustancia»aristotélica y la «reflexión» neoplatónica, insuficiencias que no pudieron sercompletamente satisfechas, a pesar de sus indudables aciertos, por la filosofíaescolástica medieval. De ahí la deriva del pensamiento moderno hacia la iden-tificación entre sujeto y objeto, propia del idealismo. La reacción al objetivis-mo hegeliano desemboca en la apelación al conocimiento subjetivo, en dondese salva la peculiaridad del acceso al sujeto humano frente al conocimiento«objetivo»; pero a cambio, se sustituye el paradigma de la verdad por el de lacerteza. A su vez, la misma incertidumbre acerca del conocimiento del ser per-sonal deja abierta la puerta a postular la imposibilidad de su conocimiento y,antes o después, a la disolución de la persona. Ante estos problemas, Sellésapunta muy brevemente las claves aportadas por la Antropología trascenden-tal de Leonardo Polo como método adecuado para satisfacer el acceso al serpersonal.

El conjunto del libro resulta ser sugerente y, en líneas generales, clarifi-cador —desde el punto de vista histórico— de las fuentes del pensamiento per-sonalista. Resultan de indudable utilidad algunas distinciones como la aporta-da por J.M. Burgos entre el personalismo —originado en la filosofía social deMounier— y la filosofía personalista, en donde el marco conceptual se amplíay diversifica con las aportaciones de otras tradiciones filosóficas. Asimismo, elartículo de Cañas arroja luces acerca de lo esencial y aglutinante del pensa-

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miento personalista: la experiencia de ser persona. El trabajo de Urbano Ferrerevidencia las raíces fenomenológicas del personalismo, mientras que los artícu-los de González Martín y López Quintás nos sitúan frente al personalismodialógico en sus fuentes. Así pues, es una obra que aporta valiosas síntesis y es-timula a pensar en la persona humana desde perspectivas en ocasiones no sufi-cientemente atendidas desde instancias del pensamiento clásico.

Con todo, quizás lo más interesante de este libro sean las divergencias ypuntos débiles que los editores no han querido silenciar. Se trata, en definitiva,como refleja el título del libro, de un esfuerzo especulativo por esclarecer las cla-ves esenciales de la filosofía personalista. Por esta razón, la lectura de estas pá-ginas no refleja una escuela filosófica cerrada y definida; ni tampoco encontra-mos una voz unánime y coherente entre sus integrantes.

Una de las cuestiones que puede suscitar más perplejidad al lector es laenumeración de los autores que se pueden considerar personalistas. Cierta-mente los nombres de Mounier, Nédoncelle, Ebner, Buber, Levinas, o el mis-mo K. Wojtyla, aparecen de modo unánime en los elencos. Pero puede sor-prender ver incluidos en esta enumeración a filósofos que de manera más omenos explícita rechazan ese calificativo: J. Maritain; J. Marías; P. Ricoeur (quedeclara el fracaso del proyecto personalista, como se reconoce en las pp. 7-10)y que al igual que X. Zubiri rechaza su filiación personalista (cfr. p. 65). Algosimilar ocurre con L. Polo (que afirma los logros, pero también la falta de con-sistencia especulativa del personalismo; cfr. p. 157, nota 3). No faltan tampo-co referencias a posibles precursores del personalismo cuya afinidad podría su-ponerse un tanto remota: Kant (p. 42), Kierkegaard (p. 38), Víctor Frankl (p.150), incluso Max Scheler (p. 51), Merleau-Ponty (pp. 96-101), o Husserl (p.95). No parece estar suficientemente justificada la remisión a estos autores y noa otros cuya filosofía presenta una defensa neta del concepto de persona (porejemplo, Robert Spaemann) frente a posturas materialistas. Ya hemos aludidoa la ambigua postura que Tomás de Aquino representa para el personalismo ac-tual. Se puede argumentar, y con razón, que la cita de uno u otro autor no obe-dece a un afán académico (más bien «academicista») de etiquetar de manerasimple a autores que han sostenido un pensamiento original acerca de la per-sona humana. Y en ese sentido, estos nombres hay que tomarlos como merospuntos de referencia para un pensamiento personalista, sin querer tomarlos co-mo personalistas stricto sensu.

Algunos lectores podrían, sin embargo, preguntarse si esta amplia enu-meración no puede significar más bien una falta de definición clara acerca dequé se entiende por filósofos personalistas. Y ciertamente, si la idea unifica-dora de la filosofía personalista es la distinción radical entre persona y cosa,

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como se afirma certeramente en varias ocasiones (pp. 14; 38; 50, etc.), el elen-co de filósofos personalistas se puede hacer extensivo con toda propiedad acualquier filósofo del pasado o del presente que apueste por dicha distinción;y más aún, que subraye la superioridad y dignidad del hombre sobre el restode los seres de la naturaleza. Sin embargo, si ser personalista conlleva la afir-mación, por ejemplo, de que la persona debe ser tratada con categorías filo-sóficas propias, no provenientes de la metafísica clásica (tales como sustanciao naturaleza; cfr. p. 13) porque son categorías inapropiadas al ser personal, en-tonces es posible que el elenco de personalistas tienda a disminuir drástica-mente, porque muchos de los autores antes citados o bien no se plantean lacuestión, o sin más admiten la posibilidad de esa aplicación de los términosmetafísicos a la realidad personal. Así por ejemplo, Forment se cuestionaabiertamente este punto —que se presenta como fundacional de la filosofíapersonalista—, al menos cuando se aplica a Tomás de Aquino: «Dejandoaparte la posible discusión sobre el origen de los conceptos categoriales y suaplicación analógica a lo inmaterial, Santo Tomás no entiende la sustancia co-mo una esencia sustancial», sino que se refiere al acto de ser (p. 82), porque,como apunta el mismo autor, la definición tomista de persona no tiene su ori-gen en las cosas: el ser personal no se capta por el conocimiento sensible ni in-telectual en sentido estricto, sino por la experiencia del conocimiento habitualde sí mismo (p. 83).

Las divergencias sobre estas cuestiones centrales de la filosofía persona-lista intentan salvarse con la distinción entre filosofía personalista en sentidoamplio (distinción entre persona y cosa) y filosofías personalistas (con sellos yacentos muy variados, según los diversos autores y corrientes). No obstante, es-ta ambigüedad y falta de definición clara sobre la naturaleza de este movi-miento hace precaria la apelación al personalismo «como la antropología quehoy necesita el cristianismo» (p. 22). Evidentemente para el pensamiento cris-tiano resulta básica la distinción entre el mundo personal humano y el mundoinfrahumano, donde cada ser personal goza de una dignidad inalienable y deun valor en sí mismo. Sin embargo, algún lector puede sentir cierta desazón alcomprobar la difícil e inestable amalgama de autores, corrientes e ideas (a vecesirreconciliables) y manifestar sus reservas para reconocer el personalismo en elmodelo intelectual del pensamiento cristiano. Por otro lado, tenemos expe-riencia de las grandes dificultades que se presentan cuando se ha querido erigirun pensamiento filosófico —esencialmente ligado a tradiciones históricas par-ticulares— como único modelo del pensamiento cristiano.

En definitiva, nos encontramos ante una obra muy útil para adentrarseen este complejo movimiento filosófico contemporáneo: quizás lo mejor del li-

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bro consista en evidenciar las propias dificultades y tensiones que se encuentranen la base del mismo, sobre todo a la hora de intentar una cierta autoaclaracióny sistematización de su pensamiento.

José Ángel GARCÍA CUADRADO

R.E. BROWN, La muerte del Mesías. Desde Getsemaní hasta el sepulcro. Comen-tario a los relatos de la pasión de los cuatro evangelios, 2 tomos, Verbo Divino, Es-tella 2005 y 2006, 1850 pp. (tomo I: 1-1031; tomo II: 1037-1850), 16 x 24,ISBN 84-8169-486-X (tomo I) y 84-8169-487-8 (tomo II).

Han pasado ya casi 15 años desde la publicación de la última gran obradel exégeta norteamericano Raymond Edward Brown (1928-1998). Desde1994, su Death of the Messiah, ha sido un punto de referencia para los estudio-sos de los relatos evangélicos de la Pasión, lo que no quiere decir que no se ha-yan revisado desde entonces algunas de sus propuestas e incluso la metodologíade su Comentario. Esta traducción al español nos hace ahora más accesible es-te texto de casi 2.000 páginas, una nutrida compilación y discusión de datos yposturas de los especialistas sobre la parte central de la vida de Jesús. Con estaslíneas no pretendemos hacer una valoración de todos los temas tratados en laobra. Lo que haremos, por un lado, es una descripción formal y metodológica;por otro, una breve valoración crítica de estos aspectos.

El Comentario comienza con el relato de Getsemaní —no estudia los su-cedidos en torno a la Última Cena—, y acaba con la muerte de Jesús en la cruz.Los acontecimientos que tienen lugar en este lapso de tiempo se dividen encuatro actos: I. La oración y el arresto de Jesús en Getsemaní (pp. 159-389); II.Jesús ante las autoridades judías (pp. 391-786); III. Jesús ante Pilato (pp. 787-1031); IV. La crucifixión y muerte de Jesús en el Gólgota (pp. 1055-1543). Elprimer tomo comprende los tres primeros actos; el segundo tomo, el cuartoacto y nueve apéndices (pp. 1545-1781) que, por su interés, elencamos: 1. ElEvangelio de Pedro: un relato no-canónico de la pasión: II. Fecha de la crucifi-xión (día, mes, año); III. Pasajes especialmente difíciles de traducir; IV. Estudiogeneral de Judas Iscariote; V. Grupos y autoridades judíos mencionados en losrelatos de la pasión; VI. El sacrificio de Isaac y la pasión; VII. La base vetero-testamentaria de los relatos de la pasión; VIII. Predicciones por Jesús de su pa-sión y muerte; IX. La cuestión de un relato de la pasión premarcano (realizadopor Marion L. Soards). Además, el Comentario contiene una amplia introduc-ción (pp. 41-158), en la que se expone la perspectiva de la obra junto a la bi-bliografía general, y unos índices al final.

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Para llevar a cabo su investigación, Brown ha puesto en paralelo los cua-tro relatos evangélicos de la pasión y ha construido un solo hilo argumental. Es-te hilo es el que le ha servido de base para la investigación, aunque no ha deja-do de reseñar las particularidades de cada evangelista cuando se ha tratado unaescena relevante: el escarnio y maltrato de Jesús por parte de los judíos, el pro-ceso romano, etc. Para delimitar los actos, el A. ha tomado como base el relatode Marcos —el autor supone que éste, a su vez, se basa en un relato «pre-mar-cano»—, al que Mateo siguió, aunque insertando nuevas escenas, fruto de suspropias tradiciones. Lucas se basó en su propia tradición; Juan también, aun-que usando fuentes afines a la tradición sinóptica. Aquí se especifica uno de loscriterios básicos de Brown: cuando Marcos y Juan presentan una secuencia co-mún, ésta debe reconducirse a la antigua tradición cristiana. Cada uno de losevangelistas se aprovechó, además, de sus propias tradiciones orales. La historiaresultante se ha dividido en los cuatro actos mencionados y, cada uno de éstos,en varias escenas. A su vez, las escenas se estudian según un esquema fijo: bi-bliografía de esa sección, partes en las que se divide la escena y análisis generalde las partes. Cada uno de los textos ha sido traducido antes de hacer el co-mentario o análisis pertinente.

La obra de Brown es un libro de consulta: en sus páginas encontramoslos datos y las opiniones relevantes acerca hasta de los más pequeños detalles delos textos evangélicos. La metodología de estudio es histórico-crítica, y se basafundamentalmente en la teoría de las fuentes, en la historia de las tradiciones yen la crítica de la redacción. Y quizá es en esta opción, pienso, donde se en-cuentra la limitación más relevante de la investigación. El A. deja consciente-mente de lado la crítica literaria, porque la ve poco práctica. En los últimosaños los estudios bíblicos desde una perspectiva sincrónica se han desarrolladomucho; sin embargo, Brown, a la hora de juzgarla, cita un texto un tanto ob-tuso de G. Bucher sobre lo que es el análisis estructural (p. 51, n. 11).

El A. enuncia, en la primera página, la finalidad principal de su obra:«Explicar detalladamente lo que los evangelistas intentaron transmitir y trans-mitieron a sus auditorios mediante sus relatos de la pasión y muerte de Jesús»(p. 41). La introducción es el examen por partes de esta afirmación. SegúnBrown, estos relatos fueron escritos entre 30 y 70 años después de la pasión, ydependen, por tanto, de tradiciones transmitidas por una generación interme-dia, que no podemos reconstruir sino con especulaciones. Otro aspecto a teneren cuenta es que los evangelistas se dirigen al auditorio de su época, con el len-guaje de su época, del mismo modo que hizo Jesús años atrás. Por ello, paraBrown, reviste una gran importancia discernir el antiguo público o auditoriodel evangelio. También habría que tener en cuenta que lo que estudiamos son

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unos relatos verdaderamente dramáticos, aspecto éste relevante cara a su inter-pretación (p. 50).

La introducción se detiene a comentar el papel de la historia y de la teo-logía en los relatos de la pasión. La suposición de base de Brown es que ningu-no de los evangelistas ha sido testigo directo de los hechos. Es más, los recuer-dos de los testigos les habrían llegado ya considerablemente reelaborados ydesarrollados por el camino. De todos modos, si nos remontamos de los evan-gelios al mismo Jesús, según Brown, acaban apareciendo testigos presenciales opersonas que de oídas llegaron a conocer con relativa precisión los hechos ocu-rridos. Los relatos, por tanto, se basan en hechos históricos, aunque las tradi-ciones posteriores y los mismos evangelios las organizaron a su modo, «con elobjeto de comunicar a su audiencia una interpretación de Jesús capaz de nutrirla fe y, con ella, la vida» (p. 53). Desde este punto de vista, el A. parte de la ba-se de que no todo lo que aparece en los relatos acerca de Jesús es histórico: dehecho, su trabajo se centrará, a menudo, en discutir el posible valor históricode las tradiciones preevangélicas, sin tono polémico, y llegando a conclusionesen términos de mayor o menor probabilidad.

Por poner un ejemplo, fijémonos en la discusión acerca de la causa de lacondena de Jesús a muerte. Brown analiza las distintas posibilidades y las valo-ra, teniendo en cuenta el pensamiento judío de la época y la distancia que hayentre los sucesos que se narran y el momento en que se escribieron los relatos.La conclusión general que saca es que hubo, por parte del sanedrín, una reso-lución —la de declarar reo de muerte a Jesús por blasfemia— tomada sobre unabase improcedente. Históricamente, siempre según Brown, no parece que laacusación de blasfemia pudiese basarse en el hecho de haberse arrogado Jesús eltítulo de mesías. Tampoco parecen determinantes —aunque la condena hayapodido estar influenciada de algún modo por ellos— el uso del título de hijodel hombre (Dn 7), su actitud hacia el templo/santuario o la acusación de serun falso profeta. Parece más bien que la acusación de blasfemia se ha apoyadoen algunas de sus actitudes a lo largo de su predicación: «Jesús hablaba con granautoridad (...). Jesús dijo tener el poder de perdonar los pecados (...). Jesús rea-lizó hechos y curaciones de carácter extraordinario (...). Jesús dio a entender eincluso declaró que las personas serían juzgadas por Dios con arreglo a cómoreaccionasen a su proclamación del reino (...). Jesús tomó posturas con respec-to a la Ley, sobre todo en lo concerniente al sábado, que seguramente parecie-ron muy discutibles a los fariseos, saduceos y esenios (...). Jesús, aun siendo lai-co, criticó con hechos y palabras las costumbres del tiempo (...). Jesús nuncaexplicó su autoridad de modo que lo hiciese identificable a la luz del AntiguoTestamento (...). Jesús se dirigió familiarmente a Dios como “Abba” (...). Jesús,

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en ciertas ocasiones, se refirió a sí mismo situándose en relación filial con Dios(...). Si, como parece probable, Jesús hizo o dijo en vida la mayor parte de lascosas enumeradas, no encuentro razón para dudar de que sus oponentes lo hu-biesen considerado blasfemo (i. e., alguien que arrogantemente se atribuía unacategoría o prerrogativas más propiamente relacionadas con Dios), tal como re-fieren los evangelios en el proceso» (pp. 655-657).

En esta misma línea, Brown discute el tema de la responsabilidad y/o cul-pa de la muerte de Jesús: según él, el contexto de la pasión y muerte de Jesús esel de una disputa interna judía; los judíos serían responsables, pero no culpa-bles. En cuanto a los romanos, éstos se habrían limitado, para evitar problemas,a hacer lo que les pidieron los judíos al entregar a Jesús al prefecto romano.

Otro ejemplo lo tenemos en la discusión que hay en uno de los apéndi-ces sobre la posible fecha de la muerte de Jesús. Esta investigación se sirve nosólo de los datos que aportan los evangelistas, sin tratar de hacer armonizacio-nes rocambolescas, sino también del texto no canónico que se ha discutido po-co antes, el Evangelio de Pedro. Brown llega a las siguientes conclusiones, supo-niendo, dice, que sean fiables las mínimas referencias cronológicas ofrecidas enlos evangelios: Jesús murió un viernes, en alguna hora diurna; ese día sería, conmayor probabilidad que otras propuestas, el 14 de nisán, a caballo entre un jue-ves y un viernes, víspera del 15, día en que se tomaba la cena de Pascua; la fe-cha sería o bien el 7 de abril del año 30 d.C. o bien el 3 de abril del año 33 d.C.

Pasemos a las valoraciones. Las divisiones textuales que adopta Brown —yla forma que tiene de trabajarlas— tienen sus ventajas y sus inconvenientes: porun lado, la comparación de episodios paralelos puede arrojar luz sobre muchosdetalles de los textos y sobre la visión propia de cada evangelista; por otro, hacemás difícil el acceso al sentido global de la trama que cada uno ha compuesto.

Es cierto que, en muchos casos, la investigación de Brown aporta lucesinteresantes sobre el sentido de una expresión o de un pasaje y sobre su tras-fondo histórico. De todos modos, con frecuencia, la limitación de la metodo-logía queda patente ante la imposibilidad de profundizar en lo relevante de ladinámica y del sentido de cada texto. En no pocas ocasiones, la investigacióndiscute con exhaustividad las cuestiones relativas a fuentes y tradiciones pre-evangélicas, dejando un poco de lado el sentido del texto tal y como ha sido re-cibido. Las discusiones previas de Brown son necesarias, pero su metodologíasólo puede aspirar a buscar respuestas a lo propio del método histórico: no másallá. Hay que tener en cuenta que lo realmente relevante es la recepción delevangelio histórico en la Iglesia, y no tanto los acontecimientos verificables porel método histórico del siglo XIX. Estudiar éstos es algo ineludible, porque es-

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tán en la base de la fe, pero los evangelios son relatos de fe y biografías; por tan-to, su estudio meramente histórico no hará más que crear un mar de hipótesis,probabilidades y dudas.

Brown afirma que quiere explicar lo que los evangelistas intentaron trans-mitir y transmitieron a sus auditorios. Lo que no está claro es si el método le per-mite descubrirlo. Esto no quita valor a su trabajo; simplemente se hace necesa-rio definir con claridad sus límites, ya que, en último término, no interesantanto las fuentes de cada evangelio como su resultado final, que es el que da sen-tido al texto. La obra de Brown es una pequeña enciclopedia y, en muchos as-pectos, es muy de agradecer. La amplísima bibliografía que se usa permite teneren un solo libro todas las opiniones relevantes hasta 1994. De todos modos, alprimar el estudio comparativo de los cuatro relatos de la pasión, pasaje a pasaje,se deja de lado el estudio de la trama de cada evangelio, limitando así las posi-bilidades de acceder a la intención del texto canónico y, por tanto, limitando lasposibilidades de actualización en la vida de la Iglesia. Aunque el A. menciona laperspectiva teológica propia de cada relato en las páginas introductorias (pp. 68-78), al comparar los textos pasaje por pasaje, ese contenido queda algo difumi-nado. En este campo se hace necesario, pienso, un complemento vital: estudiarel sentido con el que se recibieron los textos en la primitiva Iglesia. A esto habríaque añadir el recurso a los acercamientos sincrónicos, que nos permiten accedercon más fiabilidad a la dinámica del texto y, por tanto, a su intención.

El tono del Comentario de Brown es respetuoso, tanto con el contenidode fe de los evangelios como con las opiniones de los colegas, y refleja la evo-lución de pensamiento que ha tenido el A. Estamos, pues, ante una obra de unaespecial utilidad, sobre todo para los investigadores y profesores de Sagrada Es-critura, especialmente cuando se es consciente de sus límites metodológicos.Será de especial utilidad para los que buscan respuestas a cuestiones históricaso de comparación sinóptica y de una utilidad menor para los que quieren es-tudiar las narraciones bíblicas en su conjunto.

Juan Luis CABALLERO

J. MORALES, La experiencia de Dios, Rialp, Madrid 2007, 255 pp., 13,5 x 20,ISBN 978-84-321-3650-4.

La categoría experiencia cobra hoy, a todos los niveles, un peso difícil-mente superable. Después de su notable presencia a partir del principio de in-manencia sintetizado en el cogito cartesiano, la experiencia ha devenido poco apoco un término cultural y popular imprescindible. Su poder como instru-

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mento de expresión de realidades teóricas o prácticas no encuentra fácilmentecompetidor entre otros vocablos. A pesar de pertenecer, al menos a primera vis-ta, a la esfera de lo privado y subjetivo, y de estar, por tanto, potencialmente so-metida al imperio de lo inestable y provisional, la experiencia es valorada comopunto de encuentro indispensable entre la autenticidad personal y el conoci-miento intersubjetivo.

El Profesor José Morales afronta en su nuevo trabajo el tema de la expe-riencia, tan actual y atractivo como complejo y difícil. Si todo intento de refle-xión sobre las experiencias humanas más habituales exige un gran esfuerzo ana-lítico para la percepción de sus manifestaciones concretas, y constituye unverdadero reto especulativo para la inteligencia, es evidente que en el caso de laexperiencia religiosa y, concretamente, de la experiencia cristiana, el desafío es-tá condicionado por unas mayores exigencias.

Desde las primeras páginas el autor reconoce las tensiones que inciden enla expresión «experiencia de Dios»: «Es como una ecuación de solución tal vezno muy difícil pero que exige un tratamiento delicado. Señala un campo de fuer-zas poderosas, y no del todo bien conocidas, en el que hemos de vivir» (p. 12).La tensión entre la trascendencia del misterio de Dios, por un lado, y la finitudy la contingencia humanas, por otro, hacen que «la expresión puede incluso re-sultar escandalosa y producir crispación. Une con desenvoltura dos extremos,como son lo más bajo y trivial, y lo más elevado y majestuoso, lo empírico y lodivino, lo más flotante e impreciso y lo más firme y estable, lo que podría con-siderarse el no ser y el ser más intensamente real y absoluto» (ibid.).

Las aporías que se perciben en esa fórmula no impiden sin embargo unareflexión sobre la experiencia religiosa, como lo demuestra la existencia de mu-chos caminos y maneras en los que el hombre capta reflexivamente su relaciónefectiva y afectiva con Dios, a los que se añade el testimonio sincero de hom-bres y mujeres sobre sus vivencias de lo divino.

Con todo, el Prof. Morales no se centra en la cuestión concreta de la ex-periencia mística, aunque el tema no permanece al margen de su interés y mu-chas de sus reflexiones aluden a las vivencias religiosas de los místicos: siendociertamente ese tipo de experiencias como la coronación de otras manifestacio-nes de la experiencia cristiana, su carácter más bien extraordinario le inclina a nocentrarse en ellas, sino más bien en las experiencias de Dios que tienen los hom-bres en su vida cotidiana. En todo caso, el lector puede encontrar en la mismaIntroducción interesantes aunque breves páginas sobre la mística (pp. 14-21).

En los diez capítulos que componen el ensayo están comprendidos losprincipales temas que cabría esperar en un estudio sobre la experiencia religio-

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sa y cristiana. Un capítulo inicial de carácter introductorio (I. El hecho de la ex-periencia de Dios) sirve para situar la experiencia religiosa en relación a otras ex-periencias humanas de marcada intensidad espiritual, al tiempo que se subrayala decisiva influencia de los protagonistas de la experiencia de Dios en la reno-vación de la vida de la Iglesia y del mundo. Los dos capítulos siguientes cons-tituyen un acercamiento bíblico al tema de la experiencia; el primero de ellos,de proyección más panorámica (II. Testimonios de la Biblia), y el segundo, decontenido más concreto, en el que se ofrece una sugerente reflexión sobre la in-comparable experiencia espiritual de Jesús. El autor reconoce la dificultad deintentar describir esta peculiar experiencia de Jesús, por lo que se ayuda de unaprolongación del pensamiento de los Padres: «Podemos afirmar tensando laspalabras que usamos, que Dios parece buscar en la Encarnación hacer expe-riencias humanas, de modo que los hombres podamos hacer experiencias divi-nas (...). La “experiencia Dios” se comunica a la nuestra, y la nuestra se abre enJesús a la suya» (p. 59).

El capítulo IV (El sentir de los hombres y mujeres cristianos) repasa las di-ferentes maneras en las que los cristianos han vivido su experiencia religiosa. Laforzosa brevedad de la exposición no impide al autor ofrecer un magnífico cua-dro con los trazos históricos esenciales de la experiencia de Dios hecha por loscristianos a partir de la predicación de Jesús: unos primeros pasos en cierta con-tinuidad con el judaísmo; las persecuciones anteriores a la paz constantiniana;la vida cenobítica y monacal, expresión de la dimensión ascética del cristianis-mo; las modulaciones espirituales de las distintas épocas que llegan a plasmar-se plásticamente (la majestad de Jesucristo en el Pantocrator, su humanidad do-liente en el Ecce Homo), o las variadas formas de devoción y culto cristianos(piedad eucarística, devotio moderna, etc.); las reacciones a la visión protestanteque reduce la religión al ámbito privado; el renacimiento de la conciencia ca-tólica en el siglo XIX y los variados movimientos de renovación teológica y es-piritual del siglo XX; etc.

Podríamos considerar los tres capítulos siguientes como formando partede una reflexión más específicamente teológica en el conjunto de la obra. Si enel capítulo V (Voces de la teología) el autor sintetiza los hitos históricos más no-tables en el estudio teológico de la experiencia religiosa —marcados a veces porepisodios delicados y espinosos, sobre todo a partir de la sola fides luterana—,en los dos capítulos sucesivos trata temas relativos respectivamente a la teologíade las religiones (VI. Percepción de lo divino en las tradiciones religiosas) y a lateología fundamental (VII. Fe y experiencia). En este último capítulo, el Prof.Morales busca resaltar los elementos que han de articular la relación entre el co-nocimiento del misterio cristiano y la vida práctica del creyente, para así evitar

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dos peligros siempre amenazantes: el intelectualismo y el emocionalismo. «Lafe supone conocimiento y experiencia del misterio divino, y tiene por tanto unaspecto objetivo y un aspecto subjetivo. Una fe que no tendiese a la experien-cia del misterio podría ser una fe en cierto modo vacía y abstracta. Una expe-riencia sin un contenido claro de fe podría desembocar en la irracionalidad, oen un simple entusiasmo religioso sin fundamento ni equilibrio» (p. 162).

Que la experiencia de Dios se encuentra siempre situada, es decir, expre-sada en contextos concretos, viene explicado en los capítulos VIII (Diversidadde caminos) y IX (La Liturgia, lugar de experiencias). El autor señala que no hayni puede haber una experiencia directa e inmediata de Dios; toda experienciade lo divino adviene al sujeto siguiendo las formas mentales y sensibles que soncaracterísticas del hecho religioso: «El ser humano hace su experiencia de Diosa través del mundo finito»; de manera que, «la experiencia religiosa se origina en,con y bajo nuestra experiencia habitual» (p. 174). En este punto destacan losfinos análisis del autor sobre las variadísimas realidades humanas capaces de en-cauzar y manifestar la experiencia de lo divino: la belleza de lo creado, la evo-cación de vivencias pasadas, el rico mundo de las relaciones interpersonales, eltestimonio de los santos, la experiencia litúrgica, el dolor, etc.

El último capítulo (X. Retrato miniatura de la experiencia espiritual) es, encierto modo, un epílogo que sintetiza los rasgos fundamentales de la experien-cia espiritual cristiana, señalando sus límites (precariedad, inestabilidad, volati-lidad), sus paradojas (racionalidad e inefabilidad, claridad y oscuridad), su es-pecífica dinámica (iniciativa divina y búsqueda humana), así como los criteriosque la autentifican y enriquecen (experiencia en Cristo y en el Espíritu Santo,realizada en la Iglesia y encarnada a través de una vida coherente de testimonioevangélico).

Cabe destacar finalmente cómo el autor se sirve a lo largo del libro deltestimonio de una gran multitud de testigos para trazar los rasgos esenciales yla dinámica de la experiencia de Dios. Las ricas experiencias de maestros espi-rituales como San Agustín, San Francisco de Asís, San Bernardo, San Juan dela Cruz, John Henry Newman o Edith Stein, y de la destreza inigualable de losgrandes literatos, como Shakespeare y Dostoyevski, para describir las luces y lassombras del misterio humano, van jalonando el ensayo e imprimen hondura yamenidad a la reflexión. Además, los acercamientos a la experiencia cristianadesde distintas dimensiones y ámbitos humanos otorgan a la obra un carácterinterdisciplinar que enriquece la reflexión y hacen de ella un útil instrumentode alta divulgación para la presentación de la fe cristiana en toda su amplitud.

Juan ALONSO

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G. WOOLFENDEN, La oración diaria en la España cristiana. Estudio del oficio mo-zárabe, Cristiandad, Salamanca 2003, 313 pp., 13 x 21, ISBN 84-7057-452-3.

A los tres años de la publicación de la obra de Graham Woolfenden enLondres, ve la luz en España su correspondiente versión castellana titulada«La oración diaria en la España cristiana. Estudio del oficio mozárabe». Sale,así, a la palestra la plegaria de las Horas mozárabe, hecho del que deberían fe-licitarse cuantos vienen trabajando por un mejor conocimiento del antiguo yreinstaurado Rito hispano. La lex orandi del Rito mozárabe es la plasmaciónde la fe en la Iglesia hispana del imperio romano de Occidente y, más tarde,visigoda.

La presente versión española constituye una interesante contribución delos Editores a la tradición litúrgica española, tan necesitada del aliento de losestudiosos que dedican su esfuerzo a poner de manifiesto la idiosincrasia teoló-gica, cultural y lírica de la Iglesia en la Península ibérica. Tarea tanto más apre-miante si dirigimos nuestra atención a la celebración de la oración eclesial en elRito hispano. Han venido haciéndose escasos los estudios que arrojan luz sobrela intrincada selva del oficio mozárabe. La desaparición de sus más grandes es-tudiosos (J. Pinell, J. Janini, M. Férotin, L. Brou...) abre un periodo que nece-sita ser llenado por la contribución de nuevos investigadores (G. Ramis, J.J.Flores, J.M. Ferrer, G. Woolfenden...).

El libro que reseñamos testimonia el interés de Oxford por el oficio his-pano. El autor, sacerdote de la iglesia rusa y miembro del claustro de Ripon Co-llege de aquella Universidad, es especialista en liturgia comparada e historia delos ritos orientales. El original inglés encontrará su difusión en América y paí-ses de lengua anglosajona, toda vez que el oficio mozárabe es una rica fuente ala que le resta mucho por ser suficientemente descubierta. Con la versión espa-ñola se contribuye a una nueva y amplia difusión en los ambientes teológico-litúrgicos hispanoparlantes de un oficio cuya celebración se halla actualmenterestringida a la Capilla mozárabe de la catedral primada de Toledo.

La obra se estructura en torno a dos temas centrales: la oración del oca-so y la oración de la aurora. Estos dos capítulos son los cardinales del libro. Enellos se analizan de modo descriptivo y comparativo las diferentes unidades queintegran ambos oficios. Se pasa revista a los salmos, los cánticos, las antífonas,los himnos, los soni, las missæ, la supplicatio, las completuriæ... y a todo el vastocomplejo bíblico y eucológico del oficio hispano, con las necesarias referenciasa las eventuales tradiciones A y B. Precede una sección histórica tras la cual elautor aporta los schema d’ufficiatura del oficio vespertino y del oficio matutino,a los que el lector debe remitirse, como es lógico, a cada paso, si no quiere per-

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derse en la intrincada complejidad de los elementos que integran la celebración.La parte final del libro se dedica a las conclusiones, de las que trataremos másadelante, e incluye una bibliografía verdaderamente completa e interesante pa-ra quien aspira a introducirse en el estudio del oficio hispánico, como área deinvestigación técnica bien determinada.

Merece la pena destacar la introducción histórica donde el autor de-muestra su conocimiento del iter genético del oficio que expone cubriendo susfases más importantes: desde las primeras referencias litúrgicas de los antiguosconcilios (Mérida, Agde...), pero, sobre todo, la serie de los toletanos, pasandopor la crisis abolicionista de Gregorio VII y los manuscritos de las parroquiasde santa Justa y santa Rufina, hasta las dos tareas de reinstauración de Ortiz yLorenzana en los siglos XVI y XVIII respectivamente. Hay alusiones que sirvenpara encuadrar, dentro del marco histórico general, los manuscritos y libros li-túrgicos más importantes (el Liber Misticus, el Orationale de J. Vives, el impor-tante Antifonario de León, el posible Psalmographus de J. Pinell, el Liber Mo-zarabicus Sacramentorum de M. Férotin...). Una última sección refiere la prolijainvestigación de J. Pinell que desemboca en la reinstauración no del BreviariumGothicum —tarea ardua y llena de variadas clases de interrogantes—, sino delMissale Hispano-Mozarabicum, bajos los auspicios del Superior responsable delRito Hispánico en España, Card. González Martín († 2004).

El autor se muestra reiterativo a la hora de enfatizar el carácter vigiliar deloficio catedralicio, algo que, en su opinión, debería ser común a toda la Euro-pa occidental. «Puesto que los oficios se centran en la muerte y resurrección deCristo, y puede ser que tengan un origen remoto en la prácticas judías de la tar-de y de la mañana en la que se recuerda la Pascua por la noche y la Alianza porla mañana, es más lógico entonces utilizar la noche como símbolo del pecadoque quita la vida y que es vencido por Cristo, el Señor resucitado» (p. 270).

Entre otros de los aciertos del autor, se halla una cumplida exposición delos paralelismos que observa y explicita a lo largo de su estudio entre el Ritomozárabe y el ambrosiano y entre el Rito mozárabe y el galicano (noticias li-túrgicas en la obra de Cesáreo de Arlés y Gregorio de Tours). Son datos suges-tivos que invitan a una reflexión sobre las interdependencias de estos ritos ensus esquemas de ufficiatura. En este sentido, sabemos que el oficio ambrosianoestá siendo objeto de un marcado interés por parte de los especialistas ingleses,contribuyendo a que renazcan, en cierta medida, las primeras investigacionesde W.C. Bishop (1924).

El autor observa con respeto la obra de reinstauración llevada a cabo enla Liturgia de las Horas romana en lo que respecta a la parte intercesoria. Lasnuevas Preces le merecen la estima de un trabajo bien realizado (p. 276).

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Otras opciones expuestas en la obra de G. Woolfenden nos parecen me-nos compartibles.

Hay que admitir que, desde una óptica unilateralmente arqueológica, al-gunas de las propuestas que condujeron la reforma del oficio romano no se co-rresponden con los usos orientales o con la que pudiera haber sido la primeratradición oracional. El autor viene a advertir que en la reforma se perdió la po-sibilidad de una repristinación. Sin embargo, hay que admitir que muy proba-blemente hubiera resultado pastoralmente inoportuna la conformación de losnuevos oficios matutinos y vespertinos romanos a partir de unos parámetrospuramente vigiliares, que, si bien responden a la tradición, serían difíciles decompatibilizar con una oración litúrgica matutina y vespertina adaptada a lamente y la coyuntura del fiel cristiano del siglo XXI. Solamente los especialis-tas son capaces de reconocer las características primigenias de la plegaria litúr-gica de la Iglesia y su plasmación en elecciones de ritos concretos (lucernarios,oblatio luminis...) y textos concretos (salmos lucernarios, cánticos, himnos...).

Félix María AROCENA

L. MELINA, J. NORIEGA y J.J. PÉREZ-SOBA, Caminar a la luz del amor. Los fun-damentos de la moral cristina, Palabra, Madrid 2007, 923 pp., 17 x 24, ISBN978-84-9840-141-7.

Tras la publicación del libro La plenitud del obrar cristiano (Palabra, Ma-drid 2001) y del volumen Una luz para el obrar. Experiencia moral, caridad yacción cristiana (Palabra, Madrid 2006), que pueden considerarse como unavance o anticipo de los resultados obtenidos en el proyecto de investigaciónsobre los fundamentos de la moral iniciado el año 1997 en el Área de investi-gación creada en el Instituto Juan Pablo II para estudios sobre matrimonio y fa-milia, los profesores Melina, Noriega y Pérez-Soba nos presentan ahora estanueva obra en colaboración, publicada en la misma editorial que las dos prece-dentes, y que constituye una auténtica propuesta orgánica y sistemática de loscontenidos de la moral fundamental.

En el título elegido por los autores, Caminar a la luz del amor, resuena co-mo el volumen de las actas del congreso organizado con motivo del décimo ani-versario de la publicación de la encíclica Veritatis splendor, Camminare nella luce.Prospettive della teologia morale a partire da Veritatis splendor (Lateran UniversityPress, Roma 2004). Siguiendo las líneas de renovación indicadas por este docu-mento, el título trasluce la pretensión de fundar la moral cristiana a la luz de laexperiencia del amor como fuente de sentido y vocación fundamental de la vida.

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El manual ofrece como pórtico una parte preliminar compuesta por trescapítulos que ilustran algunos aspectos introductivos de la teología moral fun-damental: el anuncio del Reino y la relevancia salvífica del actuar humano conel fin de iluminar el nexo fe-moral, la tradición moral como horizonte herme-néutico adecuado para la teología moral y, por último, las fuentes y el métodode esta disciplina.

La estructura trinitaria de la obra no es simplemente formal sino que esfruto del primado de la perspectiva teológica adoptada en la que se integran ele-mentos antropológicos, filosóficos y los provenientes de las ciencias humanas.

La primera parte, bajo el título: «Para la gloria del Padre. La vocación ori-ginaria al amor», busca explicar la experiencia moral y su sentido desde la vo-cación al amor que se revela plenamente en Cristo y en su remisión al misteriodel Principio.

El punto de partida del volumen es la experiencia moral; por tanto, secomienza con un preciso análisis de la misma, intentando buscar su significa-do más profundo. Para ello los autores toman como hilo conductor, siguien-do de cerca la perspectiva de Veritatis splendor, la pregunta del joven rico y elposterior diálogo con Jesús. Desde esta originalidad del encuentro con Cristo,los autores pretenden mostrar la naturaleza específica de la experiencia moralcristiana. A diferencia de la experiencia estética y la experiencia religiosa, la ex-periencia moral se dirige a la realización de acciones y tiene como elementosbásicos la presencia de una dimensión absoluta y la finalización interna de lalibertad. El pasaje del Evangelio escogido se pone en estrecha relación con elinmediato precedente, donde Jesús responde a la pregunta sobre las condicio-nes de licitud del acta de repudio. La pregunta tiene un contenido directa-mente moral y en su respuesta Cristo se remite al Principio, alejándose clara-mente de la casuística contemporánea y ofreciendo una original interpretaciónde la Escritura. Esta «remisión al Principio» revela una presencia divina ennuestras acciones fundada en el plan de Dios sobre el hombre. El «Principio»tiene tres sentidos fundamentales: el plan creador de Dios, el corazón huma-no y Jesucristo mismo. Esta «remisión al Principio» va a conducir a los auto-res a indagar los fundamentos de la moral a la luz del misterio de la creaciónen Cristo.

La experiencia moral compromete al hombre en la búsqueda del sentidode su vida. En sus acciones la persona se va haciendo a sí misma. Esta cons-trucción dinámica del agente le impele a buscar la verdad de sus acciones en es-trecha relación con su propia identidad. La identidad moral de cada persona seencuentra en íntima conexión con la experiencia fundante del amor. La inter-

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personalidad propia de la experiencia del amor revela que la pregunta por laidentidad de la persona no puede responderse sino desde la interpersonalidad.

La identidad narrativa de la persona tiene su centro de gravedad en la ex-periencia del amor. El amor precede activamente el dinamismo del deseo, queencierra en sí una paradoja doble: no se puede apagar, no se puede extinguir.De este modo, la dialéctica inmanente de Blondel encuentra un fundamentoteológico original. Las falsas soluciones a esta paradoja (el hedonismo, el bu-dismo, el estoicismo, el existencialismo, el esteticismo) reciben una vigorosa luzdesde la perspectiva de la esperanza que transforma el deseo de salvación en sal-vación del deseo. El amor, que el hombre percibe con una peculiar razón de fin,pues trasciende lo directamente querido, conduce al hombre hacia la biena-venturanza eterna. Para comprender adecuadamente el concepto de felicidad espreciso saber conjugar el don divino y la acción humana. Para ello es decisivoun criterio cristológico. Es en el Discurso de la Montaña, en las bienaventu-ranzas, donde Cristo nos revela un original camino por el que mediante la rea-lización de acciones excelentes nos disponemos de modo perfecto a recibir ple-namente el don de Dios. La felicidad, la bienaventuranza eterna, consisteentonces en la comunión real con Dios y con los hombres, que se nos ofrece enel Reino de Dios como la acción propia de Cristo que inaugura en el mundouna definitiva presencia divina.

En esta tensión hacia la comunión se ha de afrontar una amenaza radicalque es la posibilidad de rechazo del don divino. La experiencia del pecado sub-yace en lo más profundo de la conciencia humana e influye como un peso entodos nuestros actos. El mal moral es original, ya que es irreducible al mal físi-co o al mal ontológico. El pecado original aparece en la experiencia humana co-mo algo anterior a cualquier acción por parte del hombre, originado por unainclinación que le condiciona por dentro. Esta fragilidad y debilidad interiordel hombre hace que el hombre experimente la vulnerabilidad de sus afectos yla falibilidad de su libertad. El mayor problema para acceder a la culpa morales la dificultad real de su reconocimiento. El motivo de esta dificultad estribaen que se trata de un conocimiento no inmediato, sino reflexivo. El auténticomal de culpa tiene que ver con la voluntad propia y con la responsabilidad per-sonal. La respuesta última a la culpa del hombre no puede hacerse sino desdela Revelación de Dios.

La ley natural como memoria de la llamada originaria al amor no quedadestruida por el pecado del hombre. El concepto tradicional de ley natural esprofundizado desde la economía de la salvación que tiene su raíz más profun-da en la sabiduría creadora del Padre. Desde esta perspectiva teológica, la leynatural contiene una fundación cristocéntrica y personalista. Siguiendo la ter-

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minología introducida en Veritatis splendor, la estrecha relación entre «bienespara la persona» y «bien de la persona» muestra que el contenido de este últi-mo se encuentra detallado en la dinámica comunicativa de los múltiples bienesoperables moralmente relevantes que tienen como fin la persona.

La segunda parte de la obra, titulada «Hijos en el Hijo» se centra en laconstitución del sujeto moral cristiano. El acceso a este tema se va a realizar através de la categoría de encuentro interpersonal. En el encuentro se experi-menta una llamada, pues la presencia de otra persona me interpela, de tal mo-do que el acto original de la libertad es la aceptación de esta presencia. El en-cuentro con Cristo encierra una originalidad totalmente singular que provienede su propia identidad. El asombro que causa su Persona da paso a una inten-ción de Cristo sobre cada hombre que encauza su vida y que es su propia vo-cación. Éste es, por consiguiente, el modo concreto como se le revela al hom-bre la elección divina. La realización de la vida en Cristo se nos ofrece de unmodo plenamente humano en la amistad con Él. La amistad con Cristo con-tiene un dinamismo conversivo fundamental. La conversión significa la acep-tación del amor redentor que nos hace hijos de Dios. El bautismo es la realiza-ción inicial de esta nueva identidad, que conlleva la elección fundamental de lafe y que inaugura el seguimiento de Cristo en la vida moral del cristiano.

La correspondencia entre el don del Bautismo y la respuesta humana seha desarrollado en la tradición por medio de las virtudes teologales. La exposi-ción de las mismas tiene un destacado contenido escriturístico, que muestra lanovedad de la revelación cristiana al respecto. Gracias a esta novedad, en el cris-tianismo se ha ido purificando e integrando la doctrina de las virtudes huma-nas proveniente de la filosofía griega. Las virtudes teologales conforman unnuevo sujeto moral y activan en él dinamismos que son canalizados según lapropia naturaleza humana, que es ahora no anulada, sino profundamente po-tenciada e interiormente transformada.

La libertad humana es siempre originada; su origen se halla en la expe-riencia del encuentro interpersonal que se verifica en el ámbito de la familia co-mo lugar originario de la libertad. La libertad filial tiene su fundamento másprofundo en la libertad de Cristo como Hijo del Padre. La experiencia de la li-bertad, unida al desarrollo del hombre, permite distinguir diferentes sentidosde la misma: libertad social, moral, libertad de elección, personal. Debido al in-flujo del pensamiento individualista y utilitario, el significado de la misma sereduce con frecuencia a la libertad social y de elección, perdiendo de vista elmarco interpersonal en la que nace y crece.

La libertad no solamente se encuentra despertada por el amor sino quees conducida por él hacia la plenitud de una comunión. El don de la caridad

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concebido bajo la analogía de la amistad con Dios se convierte en un verdade-ro principio operativo. Dada la complejidad del hombre en la diversidad deprincipios operativos, es necesaria una integración de los mismos. La caridadengendra las virtudes en el sujeto que le dirigen a la consecución del fin últimoen la mediación de los bienes humanos que son los fines que las diversas virtu-des morales persiguen.

El hombre nace y crece moralmente en una comunidad. La Iglesia es, almismo tiempo, «morada» y «camino» hacia la meta de la comunión definitiva,lugar que alimenta la esperanza del Reino. La Iglesia es la contemporaneidad deCristo respecto al hombre, es decir, es la que posibilita el encuentro entre Cris-to y cada hombre.

En el interior de esta perspectiva moral de la caridad y las virtudes queapuntan hacia un obrar excelente continúa estando vigente el valor de la leymoral. Entre las normas morales asumen un valor particular las denominadas«absolutos morales», pues tienen un valor absolutamente obligatorio y no ad-miten excepciones. Las teorías proporcionalistas y consecuencialistas que po-nen en duda el valor absoluto de estas normas son refutadas, siguiendo el Ma-gisterio de la Iglesia, particularmente en la encíclica Veritatis splendor. Por otrolado, en el contexto social contemporáneo, el cristiano se encuentra ante leyesciviles que pueden entrar en contradicción con las leyes morales; frente a ellasse imponen, en ocasiones, elecciones difíciles para el cristiano que está llamadoa promover el verdadero desarrollo de la sociedad humana apuntando siemprehacia la instauración definitiva del Reino de Dios.

En la vida moral del hombre se verifica la realidad del pecado como re-chazo explícito de Cristo y del plan de salvación que Él anuncia. Este rechazodel amor filial en actos morales malos que son siempre actos personales, es res-pondido por el amor misericordioso de Dios en el perdón que supera la ofensacometida. En la tradición eclesial se ha distinguido con un criterio teológico en-tre pecado mortal, que hace perder la gracia santificante y la caridad, y venial,que no rompe esta unión con Dios. Hay un segundo criterio de carácter an-tropológico que distingue por su objeto entre pecados graves y leves. La viven-cia del pecado se une a la práctica de la penitencia y a la celebración del sacra-mento de la Reconciliación.

La tercera parte del volumen se titula «Guiados por el Espíritu». En ellalos autores buscan mostrar el modo de autorrealización del hombre a través desus acciones. Para ello toman como punto de partida el amor como el primerode los dones y la razón de cualquier otro don. Respecto a la estructura del amor,la dinámica del don tiene como características propias la alteridad, la liberali-

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dad, el desinterés y la reciprocidad. La lógica del don tiene un fundamento tri-nitario y una estrecha vinculación con la teología de las misiones divinas. Elhombre recibe el don divino en sus acciones humanas que van conformando,por ello, una verdadera historia de salvación.

Tras el estudio de la dinámica del don, se afronta el tema de la estructu-ra de la acción humana como un proceso complejo en el que se integran dife-rentes dimensiones. Los autores siguen de cerca la exposición de Sto. Tomás deAquino respecto a los actos humanos e incorporan las principales aportacionesde los estudios más recientes sobre la teoría de la acción humana. El resultadoes altamente novedoso. La libertad brota de un primer momento afectivo. Laafectividad despliega una dinámica con diferentes dimensiones que en su uni-dad intencional es preciso saber dirigir hacia la construcción de acciones exce-lentes. La racionalidad de la acción aparece en el momento de la intención quese determina en la elección. La inseparabilidad entre intención y elección in-cluye un eventual proceso de deliberación. La especificación de la acción con-forma su objeto moral como el fin próximo de una elección deliberada.

La unidad de todo este dinamismo de la acción es generada por el Espí-ritu Santo que posibilita que la acción adquiera una dimensión salvífica. El ins-tinto del Espíritu, los dones, las bienaventuranzas, los frutos y el mérito son, deeste modo, consideradas como dimensiones constitutivas del actuar humano.La vida cristiana como vida en el Espíritu hace inseparables las dimensionesmoral y espiritual de la misma. La presencia del Espíritu no solamente poseeuna dimensión impulsiva de la acción, sino también una dimensión normati-va. La ley del Espíritu o ley nueva constituye la clave de bóveda de la reflexiónmoral cristiana; ella, como ley interior, contiene toda la perfección capaz de di-rigir y regular nuestro obrar hacia la comunión con Dios en Cristo.

La interioridad de la ley nueva en el corazón humano apunta a la cues-tión de la conciencia moral como un juicio interior que ilumina los actos conla luz de la verdad moral. La formación de la conciencia implica la adquisiciónde las disposiciones capaces de guiar al hombre hacia el bien. Esta formacióntiene siempre una referencia comunitaria concreta, como el ámbito donde serealiza la educación moral en el contexto de una tradición.

La vida moral cristiana se concibe, por consiguiente, como una vocación,una respuesta a la llamada al seguimiento de Cristo. Esta vocación, eminente-mente personal, se concreta en diferentes formas según los estados de vida delcristiano que brotan de la riqueza del misterio pascual de Cristo, fuente de to-da fecundidad para el obrar cristiano. El actuar del creyente contiene una di-mensión fundamental de testimonio, que es mucho más que el ejemplo de una

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buena acción, ya que implica la vinculación personal del testigo con el conte-nido del testimonio. El martirio es la expresión suprema de este testimonio.

La originalidad de este manual se encuentra, a mi modo de ver, tanto enla metodología cuanto en el contenido. Respecto al primer aspecto, cada capí-tulo está introducido con una breve descripción en forma de «claves de lectu-ra» y concluido con una síntesis final. Se subrayan los términos centrales con elfin de que el lector pueda situarse y seguir el hilo conductor del discurso. La bi-bliografía contenida en las notas a pie de página es abundante y actualizada. Alfinal de cada capítulo se ofrece, además, un resumen de las obras más relevan-tes que se han tenido en cuenta. Este esfuerzo de los autores se agradece since-ramente, pues el tamaño del volumen no es precisamente el que se esperaría deun manual. La densidad del discurso hace, en ocasiones, no sencilla la com-prensión inmediata del texto. El índice de autores facilita la consulta, aunquese echa de menos un índice de materias.

Respecto al contenido, los autores integran de manera convincente tresnúcleos fundamentales de renovación de la teología moral fundamental: la di-mensión teologal de la misma, que se concentra en la propuesta de un cristo-centrismo moral, la cuestión de la originalidad de la racionalidad práctica, quese materializa en la importancia concedida al dinamismo de las virtudes, y elhorizonte novedoso de la experiencia del amor (interpretada en una clave filo-sófíca personalista que subraya con fuerza la nota de la interpersonalidad), yque se concentra en la relevancia de la caridad para el actuar moral del hombre.La estructura del libro es original respecto a la distribución clásica de los trata-dos de la teología moral fundamental que quedan, con frecuencia, redimensio-nados y recolocados en una nueva perspectiva (por ejemplo, el tratado de la ley,la conciencia o el pecado).

Este manual, cuya traducción italiana estará también pronto a disposi-ción de los estudiosos de la materia, es una importante aportación para la en-señanza y el aprendizaje de la moral fundamental. Por ello, es necesario agra-decer sinceramente a sus autores el trabajo realizado, animándoles a proseguiren el empeño de la renovación de la teología moral.

Juan de Dios LARRÚ

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FILOSOFÍA

Luis Mª GONZALO SANZ, Entre libertady determinismo. Genes, cerebro y ambien-te en la conducta humana, Cristiandad(Colección Ciencia y Fe), Madrid2007, 231 pp., 10,5 x 17,5, ISBN 978-84-7057-519-8.

A lo largo del siglo XX es posible ad-vertir una larga y fecunda tradición demédicos humanistas españoles, como,por ejemplo, Gregorio Marañón, JuanJosé López-Ibor, Juan Rof Carballo, Pe-dro Laín Entralgo y, más recientemente,Juan Antonio Vallejo-Nájera. Se tratade médicos con una amplia cultura hu-manista que en el ejercicio de su profe-sión se han llegado a preguntar acercade la constitución íntima del ser huma-no, y de manera más o menos conscien-te han dado el salto a una visión filosó-fica del hombre. Este pequeño libro, sibien con un formato expresamente di-vulgativo, se inscribe de algún modo enesta tradición de médicos humanistas.

En efecto, el autor es Catedrático yProfesor Emérito de la Facultad de Medi-cina de la Universidad de Navarra, dondeha desarrollado una amplia labor científi-ca en el campo de la Embriología y Neu-rología, campos en los que ha publicadomás de un centenar de artículos especia-lizados y una decena de libros. El autor,

lejos de estancarse en un miope reducti-vismo según el cual el hombre no seríamás que un conjunto de operaciones vi-tales muy complejas, ve la necesidad deabrirse a la dimensión filosófica que se in-terroga por los aspectos esenciales de lapersona humana. De esta manera, se ac-cede al problema de la libertad humanacon el propósito de mostrar hasta dóndepuede llegar la ciencia y dónde es precisoabandonarla para poseer la verdadera di-mensión del hombre, que escapa al de-terminismo biológico o ambiental.

El libro se divide en dos partes. Enla primera se abordan las bases somáti-cas que influyen en la libertad: las alte-raciones cerebrales y cambios de perso-nalidad, las patologías de la violencia, elproblema de la adicción y alteracionesdel ánimo, la posible base genética de lahomosexualidad, etc. Con el análisis dela base somática se muestra cómo éstaafecta a la conducta humana; pero laconstatación de esta relativa dependen-cia no justifica las tesis deterministas.En la segunda parte, se aborda la expo-sición de la libertad desde una perspec-tiva más estrictamente filosófica: argu-mentos de tipo psicológico y metafísico,la experiencia moral y la responsabili-dad, para concluir con una exposiciónde diversas servidumbres en la vida hu-mana, como las denomina el autor. Endefinitiva, queda patente la dimensión

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espiritual de la vida humana frente aciertos reductivismos cientificistas.

La exposición resulta clara y amena.Para un no especialista en Medicina seaporta una bibliografía esencial muyútil. Desde el punto de vista filosóficose mueve en un nivel explicativo senci-llo; y no rehúye abordar temas especial-mente debatidos y polémicos. Son deagradecer también las ilustrativas figu-ras, que resultan muy adecuados instru-mentos pedagógicos. Está dirigido a unpúblico muy amplio, sin una especialformación filosófica ni científica.

José Ángel García Cuadrado

Mark R. WYNN, Emotional Experienceand Religious Understanding: IntegratingPerception, Conception and Feeling,Cambridge University Press, Cambrid-ge 2005, xiv+202 pp., 15 x 23, ISBN0521549892.

Mark Wynn es profesor de la Facul-tad de Teología de la Universidad de Exe-ter, Inglaterra. Además imparte docenciaen otras universidades británicas y en laAustralian Catholic University. En este li-bro, como sugiere el título «experienciaemocional y conocimiento religioso», elautor hace notar cómo los sentimientos ylas emociones, unidas inseparablementeal conocimiento que se tiene sobre Dios,forman parte de la respuesta del ser hu-mano a lo religioso. Para desarrollar estaidea, el autor se basa principalmente en laconocida obra de J.H. Newman, An Es-say in Aid of a Grammar of Assent. ParaWynn, en esta obra Newman se adelantaa algunos planteamientos recientes —en-tre otros, los de William Alston y Ray-mond Gaita—, que consideran que lareligión y la ética están mutuamente im-plicadas (entre otros modos) a través de laexperiencia emocional, debido al carácterintencional de las emociones, de manera

que éstas llevan contenido intelectual. Alhilo de esta temática, se aborda, entreotras cuestiones, la noción de experienciareligiosa, la relación entre religión y éticay el problema del mal. Para ello el autorno duda en recurrir a recientes desarro-llos en los campos de la psicología y de lasneurociencias.

Tal como se señala en el prefacio dellibro, la argumentación se desarrolla entres partes, en las que se tratan los senti-mientos y emociones: 1. en relación conDios, el mundo y los seres humanos;2. como paradigmas que entran en juegoen el conocimiento discursivo; 3. segúnsu representación a través del arte. Se tra-ta de diversas perspectivas que contri-buyen a una mayor comprensión de lasemociones y percepciones, integradas enla unidad del ser humano, que se ha deevitar entender reductivamente como su-ma de partes. La parte central, que cons-tituye el núcleo de la obra, es la segunda(los capítulos cuarto y quinto de siete), enla que se aborda la argumentación de laracionalidad de los afectos, a través del es-tudio de cuatro modelos de relación en-tre experiencia emocional y comprensiónreligiosa: los desarrollados por J. Deigh,P. Goldie, R. de Sousa y G. Maddel.

Se trata de una obra de carácter másbien especialista, dirigida preferente-mente al mundo anglosajón, que contri-buye a superar la perspectiva empiristaen la que se incurre con frecuencia en lapsicología actual y en las neurociencias.

Francisco Gallardo

Charles C. TALIAFERRO, Evidence andFaith: Philosophy and Religion since theseventeenth century, Cambridge Univer-sity Press, Cambridge 2005, 457 pp.,15 x 23, ISBN 0-521-79375-0.

Estamos ante un extenso tratado so-bre la evolución de la filosofía de la re-

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ligión a partir del siglo XVII. Su autor,Charles Taliaferro, es profesor de filoso-fía en St. Olaf College, de Minesotta,perteneciente a la Iglesia Evangélica Lu-terana. Además ha escrito numerosasobras, tanto en el campo de la filosofíadel conocimiento como de la filosofíade la religión.

El hilo conductor de la obra apare-ce de modo explícito en el título. Talcomo explica el autor, los distintos mo-dos de entender la religión pueden po-nerse en estrecha relación con la ideasubyacente de evidencia —ya sea paraafirmarla, o para negarla— respecto a larealidad trascendente.

En el primer capítulo, cuyo título es«La soberanía del bien en la filosofía dela religión del siglo XVII», aborda el es-tudio de la doctrina de los «Platónicosde Cambridge»: un grupo de filósofosde mediados del siglo XVII pertene-cientes a la Universidad de Cambridge,cuyo principal representante es RalfCudworth (este pensador, según parece,fue quien acuñó la expresión «filosofíade la religión»). Dicha escuela se carac-terizó por subrayar la armonía existenteentre la religión y la razón, en abiertaoposición tanto al racionalismo carte-siano como al puritanismo vigente enaquella época en el mundo anglosajón.

A lo largo de los capítulos sucesivos,el autor, siguiendo una secuencia másconvencional, analiza con detalle la ideade religión en los racionalistas —Des-cartes, Spinoza, Leibniz—, empiristas—Locke, Hobbes, Hume—, Kant, He-gel, los pragmatistas James y Dewey, lospositivistas del Círculo de Viena, Witt-genstein, Plantinga, etc. Bajo el pe-culiar título «Filosofía de la religióncontinental y feminista» se aborda elpensamiento de autores como Heideg-ger, Sartre, Camus, Beauvoir, Weil, Bu-ber, Levinas, Marcel, Gadamer, Ri-

coeur, Derrida y Foucault, dedicando elúltimo apartado a la filosofía feminista,representada —entre otras autoras—por Luce Irigaray, Grace Jantzen y Pa-mela Sue Anderson.

El último capítulo se podría descri-bir como un compendio de la filosofíade la religión que se lleva a cabo hoy día,preferentemente en el mundo anglosa-jón, siguiendo la estela tanto a autorescomo a temas abordados. Y, en sendosapéndices, el autor reúne material de degran utilidad para quien se dedica a la fi-losofía de la religión: en el primero apa-recen las principales sociedades y revis-tas especializadas; en el segundo, unaselección de filósofos actuales.

Al abordar esta temática, el autor nodeja de señalar con acierto los méritos ylas lagunas de cada uno de los plantea-mientos estudiados. Por todo ello, sulectura es de gran interés, a pesar de queen ocasiones los desarrollos de las dis-tintas temáticas puedan resultar algoprolijos.

Francisco Gallardo

Luigi PAREYSON, Dostoievski. Filosofía,novela y experiencia religiosa, Encuentro(«Ensayos», 328), Madrid 2007, 295pp., 15 x 23, ISBN 978-84-7490-890-9.

Luigi Pareyson (1918-1991) es unfilósofo existencialista italiano, teóricode la estética y la hermenéutica y crea-dor del «personalismo ontológico» y deuna «ontología de la libertad». A pesarde ser uno de los filósofos italianos másimportantes del siglo XX, de momentono es tan conocido en el ámbito hispa-no. Este libro podría ayudar, por tanto,a suplir esta carencia, gracias también alos buenos servicios de Costanza Gimé-nez Salinas, de la Universidad de LosAndes, de Santiago de Chile. En él se

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contienen las dispense de un curso im-partido por el pensador turinés sobreDostoievski, así como una serie de ar-tículos sobre la antropología y la filoso-fía de la religión del novelista y pensa-dor ruso. A la vez supone una claramuestra de lo que Pareyson llamaba la«confilosofía»: se trata no sólo de «ha-blar de él», sino de «hablar con él». Tam-bién en las páginas de este Pareyson-Dostoievski aparecen referencias a otrosautores rusos, como Ivanov, Chestov,Berdiaev y Evdokimov.

El resultado es un completo retratoen el que «Dostoievski constituye en símismo y al mismo tiempo un estupendoartista y un magnífico filósofo» (p. 40).Los personajes trazados por el escritorruso se convierten de esta manera enportadores no sólo de ideas, sino tam-bién de interesantes desarrollos de an-tropología, ética y filosofía de la reli-gión. A esto se une una importantesituación coyuntural, pues Dostoievskise convierte en la «superación del nihi-lismo» y en un refutador de Nietzscheavant la lettre, según el profesor turinés.Él puede vencer el nihilismo con el cris-tianismo, tras haber descendido a losabismos de la nada. «Su pensamiento es—sostiene Pareyson—, sin duda, pro-fundamente cristiano, y en este sentidoes de excepcional importancia para la re-cuperación actual del cristianismo: hoyen día nadie puede ser seriamente cris-tiano sin tener en cuenta a Dostoievski,así como a Kierkegaard» (p. 295).

En este sentido, las páginas de Pa-reyson sobre Dostoievski podrían supo-ner también una profundización y vía desalida a su «ontología de la libertad». Es-te inacabado «discurso temerario» —co-mo él lo llamaba— proponía la presen-cia de il male in Dio, esto es, lo que elmaestro turinés consideró «un momen-to ateo de la divinidad», en el que el mal

entrara incluso a formar parte de la con-dición divina. De ahí lo de «temerario».En estas páginas, sin embargo, se ofreceuna solución cristiana a esta confronta-ción con el nihilismo, de la mano deDostoievski. En este sentido, me parecesignificativo el artículo sobre los Los her-manos Karamazov titulado «Dimitriconfuta a Iván» (1991) en el que, a pesarde tratarse tan sólo de un esbozo y sercasi uno de sus últimos artículos, se con-tiene una alternativa al problema delmal y al dostoievskiano «sufrimiento delos inocentes» (sobre esto, puede versemi artículo «Los Karamazov discuten.Dios y el mal en Dostoievski», EspírituLIII [2004] 77-85), que sin embargo nose contiene en esta edición en lenguacastellana.

Pablo Blanco

John F. CROSBY, La Interioridad de laPersona Humana. Hacia una antropologíapersonalista, Encuentro (Colección En-sayo Filosofía), Madrid 2007, 368 pp.,11 x 18, ISBN 978-84-7490-865-7.

John F. Crosby (1944) es uno de losdiscípulos más destacados de Dietrichvon Hildebrand (1889-1977) —al cualva dedicada esta obra—, aunque tam-bién debe su trayectoria intelectual alpensamiento de filósofos como New-man, Scheler y Wojtyla, entre otros.Actualmente es profesor de filosofía enla Universidad de Steubenville (Ohio,USA), si bien también ha ejercido sudocencia en la Universidad de Dallas yen la Academia Internacional de Filoso-fía en Liechtenstein.

La presente obra está estructuradaen tres partes. La primera trata de la in-terioridad misma. La segunda se dirigea explicar cómo gracias a la trascenden-cia se puede desarrollar la interioridadde la persona. Y, ya en la última parte,

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«Interioridad y Teonomía», traza unperfil de la finitud humana, con la pe-culiaridad de que se trata de una finitudque no menoscaba lo infinito que hayen el hombre sino que, más bien, en-cuentra en lo finito algo infinito, a sa-ber, la imago Dei. Crosby llama teono-mía de la persona humana al alcanceinsospechado de la similitud que parecehaber entre la condición de la personahumana y la divina.

Adentrándonos un poco más en suobra, Crosby divide la primera parte encuatro capítulos: La interioridad de laspersonas humanas tal como se revela enla conciencia moral; Incomunicabili-dad; Subjetividad; Subjetividad y sus-tancialidad.

En la primera parte se proponemostrar la unidad de la persona huma-na, una unidad que ya desde su interio-ridad es capaz de llegar a la comunióninterpersonal (trascendencia) y atisbarde modo diáfano la dependencia deDios (teonomía), sin convertirse (o me-jor, sin con-fundirse) en Dios, tal y co-mo llegaron a creer no pocos autoresdel romanticismo alemán. Además,Crosby usa métodos que nos recuerdana fenomenólogos como Pfänder o elmismo Scheler, los cuales trataron deesclarecer esencias por la vía negativa, esdecir, señalando primero lo que no es,contorneando así la silueta de lo quequeda para aproximarse, cada vez conmayor nitidez, al objeto.

La incomunicabilidad es un rasgode la interioridad personal, que es sinó-nimo de irrepetibilidad, esto es, de quela persona no comparte su ser con otro.Esta expresión, aparentemente negati-va, es clave para la comprensión de lapersona humana. Sabiendo que no so-mos la única persona que existe, nossentimos, por otro lado, como si asífuera. Cuando caemos en la cuenta de

que nuestro ser posee «cierta absolutez»,recuperamos el sentido propio de nues-tra condición de persona. Pues bien, di-cha absolutez coincide prácticamentecon la incomunicabilidad personal.

Los capítulos 3 y 4 se adentran en lasubjetividad humana con una finurapoco habitual. Para Crosby la subjetivi-dad es la experiencia de la interioridad,del selfhood. Se trata de la existencia co-mo sujeto. Esta vida consciente de la in-terioridad propia es la riqueza que nosproporciona la subjetividad humana,esa maravilla de las maravillas que tantogustaba decir a Husserl.

La segunda parte, Interioridad ytrascendencia, contiene tres capítulos:Subjetividad y objetividad; Interioridady trascendencia en relación al bien; lobueno y lo malo en sentido moral.

En esta segunda parte el autor, ape-lando al concepto de intencionalidad,define a la persona en cuanto sujeto yobjeto de actos intencionales. La inten-cionalidad implica una polaridad de su-jeto y objeto, una dimensión subjetiva yobjetiva. En la parte intermedia de suobra Crosby se centra más en la dimen-sión objetiva, pues la dimensión subje-tiva, cuya dirección se enderezaba haciala interioridad, ya ha sido bosquejadaen la primera parte. Ahora emprende ladirección opuesta, esto es, la direcciónque va del sujeto al objeto, hacia lo tras-cendente. La perspectiva que mira a lapersona como objeto de actos intencio-nales es la perspectiva del recibir los ac-tos: «Al referirme a la objetividad de lainterioridad personal (...) no sólo merefiero a la capacidad de vivir en actosdirigidos a objetos, sino también a lacapacidad de recibir esos actos» (p.195). Scheler rechazaría esta perspecti-va pues para él la persona está libre detoda objetivación, no así el yo. Por esoScheler recurre —como única forma de

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experimentar a las otras personas sinobjetivarlas— a la empatía o a la sim-patía y a la experiencia de otros encuanto que co-sujetos (como lo desa-rrolla en la última sección de su DerFormalismus in der Ethik und die mate-riale Wertethik). De ahí que Crosby pa-rece dar un paso más allá de la filosofíascheleriana. «Hay una prueba que sepuede dar para legitimar el tomar a laspersonas como objetos de determina-dos actos intencionales. Todo el mundosabe que los demás pueden ver en mí loque a mí se me escapa, por lo que pue-den ayudarme (...). Pero si los demássólo me pudieran entender como yo meentiendo, quedando excluida por prin-cipio toda afirmación crítica, todo jui-cio sobre mí, me estarían confinandodentro de mis límites naturales, no meserían de ayuda para superarlos y así su-perarme a mí mismo (...). Lo que yoveo en el otro al objetivarlo puede ser supropia verdad, y tratarse de hecho deuna verdad que el otro ha de recibir demí; por tanto, no tiene nada que vercon despersonalizar al otro» (pp. 197-198). De este modo, aunque la personase puede convertir en objeto intencio-nal, esto no significa que sea un meroobjeto.

La última parte aborda la finitudhumana, que se descubre en su interio-ridad finita. En esta interioridad —queestá teñida de «cierta absolutez»—, noshacemos cargo de que no podemos serpersonas divinas. Si así fuera, la personase reduciría a ser parte del todo. Hayocho indicios en los que la condiciónde persona se manifiesta como finitud,que son: la pluralidad de las personas yla parcialidad de cada una de ellas, surelación con el tiempo, la suspensiónentre la potencialidad y la actualidad, launidad de persona y naturaleza en laspersonas humanas, la distancia entre elser y la conciencia, la condición limita-

da de su libertad, la unidad que formanla pertenencia a sí y el recibirse a sí mis-mo, y por último, la autotrascendenciaque hace despertar la interioridad. Sontodos indicios de la finitud que dejanadivinar el misterio de su apertura a loinfinito en sus paradojas. Tales indiciosno son constitutivos de la persona hu-mana, «sólo ayudan a establecer unacondición de persona limitada» (p.344). A fin de cuentas, tal finitud seña-la exclusivamente la condición humanade la persona, no la condición de la per-sona como tal.

Alberto Sánchez León

HISTORIA

Eugenio ROMERO-POSE, Anotaciones so-bre Dios Uno y Único («Studia Theolo-gica Matritensia», 11), Facultad de Teo-logía San Dámaso, Madrid 2007, 150pp., 16 x 23, ISBN 84-96318-39-7.

Es de todos bien conocida y apre-ciada la figura del que fuera obispo au-xiliar de Madrid D. Eugenio Romero-Pose, fallecido en 2007, sobre todo porla gran labor teológica que desarrolló alhilo del estudio de los Padres de la Igle-sia, a los que siempre vio como verda-deros «maestros en la fe y como ejem-plo de teología orante». En la presenteobra póstuma se recogen una serie deestudios suyos anteriores en los que de-sarrolla una verdadera teología trinitariaa partir de textos de la primera patrísti-ca, fuentes de las que sabe extraer todosu contenido teológico y proyectarlo enla elaboración de una reflexión actual ypoderosamente sugerente sobre lo esen-cial: el Dios vivo y verdadero, uno yúnico.

En una primera parte se agrupandos estudios en los que, frente a la di-

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cotomía gnóstica entre Dios Creador yDios Padre, entre el Antiguo y el Nue-vo Testamento, Romero-Pose recoge eltestimonio patrístico en defensa de lavinculación esencial de Dios como Pa-dre y Creador, algo que se pone de ma-nifiesto en toda la historia de la salva-ción: la misma acción creadora de Dioses el punto de arranque de toda la eco-nomía salvífica. Partiendo del estudiode algunos Padres Apostólicos, se detie-ne de manera especial, a modo de com-pendio representativo, en lo transmiti-do por uno de los grandes autores de lateología patrística prenicena: Ireneo deLyón. De esta forma se van desgranan-do temas nucleares de la revelación dela paternidad divina: Paternidad y filia-ción como corazón de la economía dela salvación; Dios que se da a conocercomo Padre otorgándonos al Hijo; laprovidencia divina y la filiación de to-dos en y con el Hijo. «El Dios creadores el Dios Padre que salva. Es el DiosPadre de nuestro Señor Jesucristo, suHijo, y de todos los humanos, hechos aimagen de la Imagen de Dios. De DiosPadre reciben todas las criaturas todobien: el de sentirse criaturas, el de labondad para con los hermanos, el depoder contemplar un mundo que refle-ja misericordia y benignidad» (p. 84).Creación, Humanidad nueva y fraterni-dad reflejada en la Iglesia, son aspectossubrayados por la primera literatura pa-trística al hablar de Dios como Padre yque Romero-Pose expone interrelacio-nándolos con maestría.

El tercer capítulo se dedica al estu-dio, apoyado en autores como Justino,Ireneo e Hipólito, de la relación del Hi-jo con el Espíritu Santo a través de laUnción de la carne de Jesús a la luz delos principales misterios de la vida deCristo: Nacimiento, Bautismo en elJordán, Tabor, Cruz, Resurrección, As-censión y Pentecostés. Esa Unción es

clave para la teología del Espíritu Santoy la antropología cristiana, pues consti-tuye el punto de partida para aproxi-marse a la acción del Espíritu Santo enla humanidad y la creación, conducidasde este modo a su plenitud. «Los térmi-nos Unción y Carne no son anacronis-mos trasnochados sino expresión tradi-cional de la respuesta al desafío másactual: la desencarnación de lo cristianoy la sustitución del Espíritu Santo porun espíritu postcristiano, es decir, suce-sor de la historia de Jesús como merahistoria ya pasada y lejana» (pp. 91-92).

El cuarto y último estudio se centra,de manera más explícita, en la pneuma-tología de la primera teología cristiana.Comenzando por un estudio de carác-ter histórico, que permite una aproxi-mación al ámbito religioso-cultural enel que se desenvolvió esa incipiente ypluriforme teología del Espíritu, Rome-ro-Pose expone posteriormente conmayor detenimiento la pneumatologíade Ireneo de Lyón: su teología de las«Manos de Dios»; el Espíritu profético;la Unción de la carne de Cristo en elJordán para llevar a cabo su misión sal-vífica consumada en la Cruz. La carnede Cristo es así el referente privilegiadopara la pneumatología; desde ella se re-vela la acción del Espíritu y desde ahí suser personal. Una tradición con capaci-dad para revitalizar la cristología, laeclesiología y la exégesis.

En definitiva, estamos ante un mag-nífico libro, cargado de una gran pro-fundidad teológica y clara expresión delamor por los Padres, rasgos que caracte-rizaron siempre la vida y obras de Ro-mero-Pose. Una obra que pone de relie-ve la relación entre Trinidad ontológicay salvífica al modo de las primeras ge-neraciones cristianas, con sus mismasexpresiones, formas y estilos.

Juan Antonio Gil-Tamayo

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Stephen M. HILDEBRAND, The Trinita-rian Theology of Basil of Caesarea. A Syn-thesis of Greek Thought and BiblicalTruth, The Catholic University of Ame-rica Press, Washington D.C. 2007, 254pp., 15 x 22, ISBN 978-0-8132-1473-3.

Basilio de Cesarea (329/330-378),uno de los grandes Padres Capadocios,dedicó sus mayores energías a defenderla doctrina católica sobre la consustan-cialidad del Verbo, definida solemne-mente en el Concilio de Nicea (325).Por esta razón sufrió muchas contradic-ciones por parte de los arrianos, y tuvoque hacer frente a los abusos de la auto-ridad imperial, que pretendía imponercon violencia la doctrina de Arrio. ConGregorio Nacianceno y Gregorio deNisa, contribuyó de manera decisiva aprecisar el significado de la terminolo-gía trinitaria, preparando de esta ma-nera el Concilio I de Constantinopla(381), que enunció de forma definitivala doctrina de fe sobre la Trinidad. A élse debe la fijación definitiva de una delas más conocidas liturgias orientales,que lleva su nombre. Y, junto con SanGregorio Nacianceno, escribió dos Re-glas que tuvieron un influjo decisivo enla vida monástica del Oriente cristiano.Pero la relevancia de Basilio no radicasólo en su influencia sobre el monacatooriental. También se extiende su influ-jo, especialmente, a los debates teológi-cos del siglo IV, hasta la polémica del fi-lioque, o la doctrina de las Energías deGregorio Pálamas. Es igualmente signi-ficativa su interpretación del Hexaeme-ron, que no sólo influyó en Ambrosio,sino que también ha sido muy tenidaen cuenta y comentada en la tempranamodernidad, cosa que se verifica tam-bién en lo que se refiere a los desarrollosen torno a la formación helenística.

El presente trabajo del Prof. Hilde-brand, de la Universidad franciscana de

Steubenville, explora la doctrina trinita-ria de Basilio, apreciando en ella un ver-dadero encuentro entre el helenismo enel que fue educado el Capadocio y la fecristiana, vivida en la liturgia y expresa-da en las Escrituras. Basilio supo cons-truir verdaderos puentes de contactoentre esos dos mundos, poniendo demanifiesto la capacidad que tiene elcristianismo de hacer propio lo que debueno se encuentra enraizado en las di-versas culturas. Dentro de ese bagajecultural helenístico del que se serviráBasilio para fundamentar su teologíatrinitaria, cabe destacar los diferentesmétodos exegéticos empleados en ladialéctica clásica y en los que él se for-mó, instrumentos eficaces para el desa-rrollo de su exégesis de las Escrituras.

A pesar de la permanente insisten-cia por parte del Obispo de Cesarea enla absoluta trascendencia y simplicidaddivina, desarrollará, sin embargo, unvocabulario preciso trinitario que le vaa permitir refutar los dos principaleserrores de entonces en el ámbito delpensamiento trinitario: la negación dela divinidad del Hijo y del Espíritu San-to, y la negación de la verdadera y realdistinción de éstos respecto al Padre. Sucontribución más importante fue el ha-ber atraído nuevamente a la Iglesia a lossemiarrianos y el haber fijado de unavez para siempre el significado de laspalabras ousia e hypostasis. Basilio fue elprimero que insistió en la distinciónuna ousia y tres hypostasis en Dios. Paraél, ousia significa existencia o esencia,entidad substancial de Dios, mientrasque hypostasis quiere decir la existenciaen una forma particular, la manera deser de cada una de las Personas. De estamanera Basilio hizo avanzar la doctrinatrinitaria, y en particular su terminolo-gía, en una dirección que acabó desem-bocando en la definición del conciliode Calcedonia (451). Los otros dos Ca-

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padocios, Gregorio de Nacianzo y Gre-gorio de Nisa, siguieron las huellas desu maestro, dando mayor firmeza a susposiciones teológicas y utilizándolas co-mo base para ulteriores progresos.

Juan Antonio Gil-Tamayo

AMBROSIO DE MILÁN, La virginidad.La educación de la virgen. Exhortación ala virginidad, trad. D. Ramos-Lissón,Ciudad Nueva (Fuentes Patrísticas, 19),Madrid 2007, 367 pp., 15 x 23,5,ISBN 978-84-9715-116-0.

El presente volumen ofrece al lectorde habla castellana tres tratados del san-to Obispo de Milán sobre la virginidad.Ya en 1999, el prof. emérito de la Fa-cultad de Teología de la Universidad deNavarra nos había ofrecido en el nº 12de esta misma Colección otros dos tra-tados de san Ambrosio: los tres librosSobre las vírgenes y el tratado Sobre lasviudas. Así pues, con estos dos volúme-nes el lector castellano tiene a su dispo-sición todos los escritos salidos de lapluma del Padre de la Iglesia del sigloIV relativos a las vírgenes y viudas cris-tianas.

En el volumen que ahora mostra-mos se ofrece la destacada acción pasto-ral del santo Obispo de Milán en tornoa las vírgenes. Acción pastoral que refle-ja el interés e importancia que san Am-brosio dedicó a esta parcela de sus fieles.Como afirma el prof. Ramos-Lissón,«además de las circunstancias históricasque marcan el desarrollo del primermonacato latino de carácter urbano...,pensamos que la influencia personal desu hermana Marcelina, consagrada a lavirginidad, debió de jugar un papel nopequeño... a lo largo de toda la vida delsanto Obispo, puesto que los escritosque ofrecemos ahora corresponden a laúltima etapa de su vida» (pp. 9-10).

El tratado Sobre la virginidad (pp.33-147) parece estar compuesto porfragmentos de diversa procedencia. Co-mienza narrando un episodio quemuestra la sabiduría del rey Salomón,pero que a san Ambrosio le sirve depunto de partida para defender la virgi-nidad, rechazando las acusaciones deser contraria al matrimonio. También eltratado posee como línea argumental elveterotestamentario Cantar de los Can-tares. Concluyen estas páginas (121-147) con una especie de homilía conmotivo de la fiesta de los santos Pedro yPablo.

El escrito titulado La educación de lavirgen (pp. 149-237) inicia con un ser-món ocasional con motivo de la impo-sición del velo, por parte del Obispomilanés, a la virgen Ambrosia. Las pági-nas dedicadas a este tratado tienen co-mo núcleo argumental la defensa de lavirginidad perpetua de María frente alas posturas de Bonoso y Joviniano, cu-yas doctrinas negaban dicha virginidady que fueron condenadas en un sínodode Obispos celebrado en Roma.

Finalmente, el tercer escrito quecomprende el presente volumen, y quelleva por título Exhortación a la virgini-dad (pp. 239-329), reproduce una pre-dicación del Obispo de Milán que tuvolugar en Florencia con motivo de latraslación de los restos martiriales desan Agrícola. Se trata de un elogio ini-cial a la viuda del mártir, seguido de unargumento sencillo: una madre, que haelegido la profesión de la viudedad, di-rige a sus hijos una exhortación paraque tomen la resolución de vivir la vir-ginidad.

La buena traducción que nos ofreceel prof. Ramos-Lissón va acompañadadel texto latino de las mejores edicionescríticas hasta la fecha, con sus distintasvariantes, y de las fuentes bíblicas y pa-

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ganas correspondientes. Se trata, pues,de una edición bilingüe que en nadadesmerece, más bien al contrario, de lasmejores ediciones actuales en esta clasede textos. Los distintos índices (pp.331-367), bíblico, ambrosiano, de au-tores antiguos y modernos y el temáti-co, dejan constancia del buen hacer delprof. responsable del presente volumen.

Marcelo Merino

Alberto FERREIRO, The Visigoths inGaul and Iberia. A Supplemental Biblio-graphy, 1984-2003, Brill (The Medievaland Early Modern Iberian World, vol.28), Leiden-Boston 2006, 889 pp.,ISBN 978-90-04-14594-8.

El Prof. Alberto Ferreiro, docenteen el Departamento de Historia de laSeattle Pacific University de los EEUU,se ocupa del Cristianismo Antiguo yMedieval. Prolífico investigador, ha pu-blicado en las más prestigiosas revistasde Historia de la Iglesia. El extenso vo-lumen que ahora nos ofrece es un ines-timable suplemento bibliográfico paraquienes se dedican a los cuatro siglos dedominio visigótico en la Galia y en lapenínsula Ibérica. El repertorio que seofrece en este volumen continúa el an-terior, publicado también en Brill, en1988.

En la Introducción se exponen lascaracterísticas de la investigación: másde ocho mil entradas, clasificadas concriterios claros. Los temas que invocason: Referencias bibliográficas e histo-riográficas, Estudios generales, Invasio-nes germánicas y de los musulmanes,Bibliografía socio-politico-económica,Derecho civil, Literatura y cultura, Pa-leografía, Historia de la Iglesia, Patrís-tica ibero-galicana, Arqueología, Elpueblo suevo, Toulouse, Otros pueblos:alanos, vascos, judíos y vándalos.

Respecto del anterior repertorio, sehan incluido trabajos publicados sobreotros autores de la península Ibéricaque no habían sido objeto de atenciónen su anterior compilación como, porejemplo, Gregorio de Elvira, Potamiode Lisboa, Prudencio y Paciano. El vo-lumen, además de la lista de abreviatu-ras de las revistas consultadas, tiene másde cincuenta páginas dedicadas a los ín-dices temático y de autores. La consul-ta resulta cómoda y fácil

Un trabajo de este tipo supone unesfuerzo de recopilación y una dedica-ción que redunda en la labor de otrosinvestigadores. Por ello, nuestras felici-taciones al Prof. Ferreiro y a la editorial.

Marcelo Merino

Manfred HAUKE, Urstand, Fall undErbsünde. In der nachaugustinischen Ärabis zum Beginn der Scholastik: Die grie-chische Theologie, Verlag-Herder, Frei-burg-Basel-Wien 2007, 174 pp., 17,8 x26,5, ISBN 978-3-451-00752-1.

De comienzos del siglo V procedenlas aclaraciones con respecto a la caídadel hombre y del pecado original, quepodríamos considerar decisivas para laIglesia universal. Por tal razón, las obrasque tratan del desarrollo histórico deldogma del pecado original, general-mente, sólo tienen en cuenta la teologíaoriental hasta la época de San Agustín yolvidan el tiempo posterior.

Manfred Hauke —profesor de teo-logía dogmática y de patrología en laFacultad de Teología en Lugano— de-muestra, sin embargo, que en las déca-das y en los siglos ulteriores del doctorgratiae, la Iglesia griega ha seguido supropio camino para profundizar en elmisterio de la naturaleza caída. En con-secuencia, ofrece un manual sobre el

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pecado original en la teología oriental,que comienza con la condenación delpelagianismo y del mesalianismo en elConcilio de Éfeso (431) y se extiendehasta el final de la patrística, incluyen-do la teología del patriarca Focio (ca.820-893).

Dado que una presentación críticade todas las fuentes asequibles desbor-daría las exigencias de la presente inves-tigación, el autor se limita a contemplartextos ejemplares y autores de especialimportancia para la Iglesia griega. Asítrata, por ejemplo, de las enseñanzas so-bre el bautismo según Marcos Ermita-ño y Diadoco de Fotice, de la recepciónde Orígenes en Esiquio de Jerusalén, dela «exégesis protológica» en Atanasio Si-naíta, de la «síntesis antropológica» enMáximo el Confesor o también de losprimeros testimonios sobre la Inmacu-lada Concepción en Teotecno de Liviay en Andrés de Creta. Después de unresumen final, Hauke da una miradasucinta al desarrollo de la teología orto-doxa sobre el pecado original, desde en-tonces hasta nuestros días. Su obraconstituye, sin duda, una mina muy ri-ca para los especialistas en la materia.

Jutta Burggraf

OECUMENIUS, Commentary on the Apo-calipse, translated by John N. Suggit,The Catholic University of AmericaPress (col. The Fathers of the Church112), Washington 2006, 216 pp., 13,5x 25, ISBN 0-8132-0112-8.

El comentario de Ecumenio al Apo-calipsis es el más antiguo que se conoce.Se trata de un comentario ordenado,realizado versículo a versículo a todo eltexto del Apocalipsis. Las páginas deEcumenio, como es lógico, fueron muytenidas en cuenta por los comentaristasposteriores, especialmente por Andrés

de Cesarea y Aretas de Cesarea. El co-mentario de Ecumenio, como nota J.N. Suggit, tiene gran importancia, ade-más, por dos razones fundamentales:porque al ser el más antiguo y citarcompleto el texto del Apocalipsis ayudaa establecer ese texto, y porque es unbuen ejemplo de cómo se aplicaban enel siglo VI los métodos de interpreta-ción a uno de los libros más difíciles delNuevo Testamento.

El Comentario al Apocalipsis de Ecu-menio fue descubierto por F. Diekampen 1901, pero el texto no fue publicadohasta 1928 por H.C. Hoskier, en Mi-chigan, con el título The CompleteCommentary of Oecumenius on the Apo-calypse. Preocupaba fundamentalmentea Hoskier el establecimiento del textodel Apocalipsis, y anotó las variantesencontradas en las citas del Apocalipsis,muchas de ellas debidas a errores mate-riales de los copistas. Esta edición, sinembargo, contiene a su vez numerososerrores. Hace pocos años, Marc DeGroote ha publicado una cuidada edi-ción crítica del Comentario de Ecume-nio (Oecumenii commentarius in Apo-calypsin, Peeters, Leuven 1999). Se trataestrictamente de una edición del texto,sin entrar en los detalles biográficos deEcumenio ni analizar su pensamientoteológico, pero atendiendo generosa-mente a las citas internas, tanto de laSagrada Escritura como de los diversosautores, y comparando el texto de Ecu-menio con los de Andrés y Aretas deCesarea.

En su traducción para la ColecciónThe Fathers of the Church, Suggit siguetotalmente la edición de De Grootetanto en el texto griego que traduce, co-mo en la partición de ese texto. Las ci-tas internas de la Sagrada Escritura, encambio, están aligeradas, pues Suggitsólo aduce las citas literales. La traduc-

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ción es fiel y, al mismo tiempo, de unasobria elegancia, que hace amena la lec-tura.

Tanto en la introducción como enalgunas notas, Suggit presenta un breveresumen de la teología de Ecumenio yanaliza su relación con Orígenes y sumétodo exegético (cfr. pp. 6-16). Estaspáginas son especialmente interesantes,porque, a pesar de la importancia delComentario, la personalidad de Ecume-nio permanece en una discreta penum-bra; también permanece en una discre-ta penumbra la clave para interpretar supensamiento cristológico. Algunos hansituado a Ecumenio entre los monofisi-tas. A nuestro modesto entender, nohay motivos suficientes para calificar aEcumenio de «monofisita». Es claroque Ecumenio tiene muy en cuenta laexégesis espiritual de Orígenes, y es unadmirador de la cristología de Cirilo deAlejandría, pero también es evidenteque se adhiere explícitamente a la doc-trina cristológica del Concilio de Calce-donia y del Concilio I de Constantino-pla (a. 381). Más aún, Ecumeniorechaza sin ambigüedades la cristologíade Eutiques y cita como autoridad alConcilio de Calcedonia (a. 451). Encualquier caso, es perfectamente justaesta observación de J.N. Suggit: «Nohay duda de que Ecumenio se conside-raba a sí mismo como ortodoxo, no só-lo porque sigue un camino intermedioentre Nestorio y Eutiques, sino porqueapoya su enseñanza en la definición deCalcedonia» (p. 6).

Lucas F. Mateo-Seco

THOMAS D’AQUIN, Abrégé de Théologie(Compendium Theologiae) ou Bref résu-mé de théologie pour le frère Raynald.Texte latin de l’édition Léonine. Intro-duction, traduction française et annota-tions par Jean-Pierre Torrell, O.P., Les

Éditions du Cerf, Paris 2007, 691 pp.,18 x 23, ISBN 978-2-204-08359-1.

La nueva edición francesa del Com-pendium Theologiae forma parte delproyecto de Éditions du Cerf de acercarla obra del Aquinate a los lectores dehabla francesa; de hecho, su colección«Thomas d’Aquin» cuenta ya con buennúmero de volúmenes publicados. ElAbrégé de Théologie (CompendiumTheologiae) es una edición bilingüe, acargo de Jean-Pierre Torrell, dominico,profesor emérito de la Universidad deFribourg (Suiza) y conocido experto enSanto Tomás. Aunque ya existían tra-ducciones francesas, la novedad de estaversión es que aporta el texto crítico la-tino de la edición Leonina (1979).

El Compendium Theologiae es pococonocido y son contados los estudiosespecíficos. La escasa atención se expli-ca quizá porque es una obra inconclusa.Está dedicada a Fray Reginaldo de Pi-perno, el socius continuus, secretario ytambién amigo de Santo Tomás. Comoexplica en el primer capítulo, el Aqui-nate pretendía escribir un resumen dela doctrina cristiana, claro y fácil de re-tener, pero esta finalidad práctica tienesu fundamento en Cristo como Verbodel Padre Eterno que, sin dejar de serDios, se hizo pequeño (breue fieri uoluitnostra breuitate assumpta) para salvar-nos, e hizo también breve su mensaje(verbum abbreviatum) para los «ocupa-dos» con las cosas del mundo (propteroccupatos), el mismo mensaje que los sa-bios pueden estudiar en los libros sagra-dos. Esta intención se refleja en el es-quema, articulado según las virtudesteologales —fe, esperanza, caridad—,que se concreta en los artículos de la fe,el Padrenuestro y el Decálogo. Torrelldescubre aquí un paralelismo con lapredicación napolitana del Angélico enlengua vernácula (p. 10). El Compen-

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dium se interrumpe de modo abruptoen la segunda parte, dedicada a la espe-ranza, al exponer la segunda peticióndel Padrenuestro. La tercera parte, so-bre la caridad, debía tratar seguramentedel Decálogo, que se compendia en elmandamiento del amor.

Es evidente que el texto salió demodo espontáneo de la pluma de To-más, sin que tuviera el tiempo de rea-justar y corregir lo escrito como era sucostumbre. Por eso resultan útiles lasayudas para la lectura que propone To-rrell en la introducción. Sugiere, porejemplo, prescindir de la división ennumerosos capítulos, que no es origi-nal, sino posterior y rompe el texto.También advierte que el Aquinate se ex-tiende a veces en temas especializadosque se discutían entre sus contemporá-neos, como es la cuestión del monopsi-quismo averroísta en el capítulo 85. Encuanto al contenido teológico, destacala maestría del tratado trinitario comouna muestra de concisión y madurez depensamiento, y señala también la cali-dad de la cristología y la antropología.

Buena parte de la introducción ver-sa sobre la datación del Compendium.Esto sorprende a primera vista, pero esrealmente difícil saber cuándo fue escri-to. La larga discusión, con propuestasque variaban de entre 1259 y 1273, pa-recía superada cuando René-AntoineGauthier, en la edición Leonina, optópor los años 1265-1266. Torrell, trasun concienzudo análisis histórico-teo-lógico, avanza su propia hipótesis: laprimera parte (De fide) sería anterior ala fecha propuesta por Gauthier, mien-tras que la segunda parte (inconclusa)podría situarse en los años 1272-1273(pp. 31-32). No se trata de un mero ex-cursus historiográfico, sino que introdu-ce al lector en la manera de trabajar deSanto Tomás —que simultaneaba sus

obras—, en la evolución de su pensa-miento y en el modo de acometer lascuestiones en discusión.

Si la introducción es una prepara-ción para la lectura del CompendiumTheologiae, las notas al pie ayudan acomprender los temas concretos, tantoen su contexto como en su profundi-dad. No son un mero añadido eruditoal texto, sino que realmente facilitan larelación entre lector y autor.

Elisabeth Reinhardt

Antonio RIGO (a cura di), Gregorio Pa-lamas e oltre. Studi e documenti sulle con-troversie teologiche del XIV secolo bizan-tino, Casa Editrice Leo S. Olschki (Col.Orientalia Venetiana, XVI), Florencia2004, 315 pp., 15 x 21, ISBN 88-222-5372-8.

Edición crítica de documentos con-cernientes a las controversias teológicasde finales del siglo XIV bizantino. Seeditan, en concreto, el Tomo Sinodal dela. 1368, la Profesión de fe de los atoni-tas, y el Testamento de Santiago Trika-nas. Se trata de una edición de estos do-cumentos muy cuidada tanto en eltexto griego, como en las notas e intro-ducciones.

Las controversias del siglo XIV tie-nen como centro la doctrina teológica yespiritual de Gregorio Palamas, y en ellajuegan un papel de primer orden losmonjes del Monte Athos. Es una con-troversia muy importante no sólo paraconocer las luchas que tuvieron lugar entorno a Palamas, sino también paracomprender la posterior evolución delpalamismo. Para adentrarse en estemundo, tan lejano a los teólogos occi-dentales, siguen siendo imprescindibleslos estudios de J. Meyendorff sobreGregorio Palamas, especialmente su li-

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bro St. Grégoire Palamas et la mystiqueorthodoxe (París 1959), su introducciónen la edición del libro de Gregorio Pala-mas Defense des saints hesychastes (Lovai-na 1973), y el artículo sobre Palamaspublicado en el «Dictionnaire de Spiri-tualité», 12, 81-107. Resulta tambiénimprescindible el riguroso estudio de A.Rigo con que se abre el presente volu-men (pp. 1-51): Il monte Athos e la con-troversia palamitica del concilio del 1351al Tomo Sinodale del 1368. Giacomo Tri-kanas, Procoro Cidone e Filoteo Kokkinos.

Los trabajos que acompañan a estaedición son los siguientes: Ioannis D.Polemis, Nikephoros Blemmydes andGregorios Palamas (pp. 179-190); Ma-rie-Hélène Congourdeau, Nicolas Ca-basilas et le Palamisme (pp. 191-210);Martin Hinterberger, Die Affäre um denMönch Niphon Skorpios und die Messa-lianismus-Vorwürfe gegen Kallistos I (pp.211-248); Brigitte Mondrain, L’ancienempereur Jean VI Cantacuzène et ses co-pistes (pp. 249-296).

Todos ellos tratan personajes y acon-tecimientos relevantes en la controversiapalamita. Resulta de gran interés elequilibrado estudio de Congourdeausobre la relación de Nicolás Cabasilascon el palamismo. Cabasilas fue conse-jero del emperador Juan VI Cantacu-ceno, y su doctrina espiritual tiene ungran vigor y una especial influencia enlos siglos posteriores. Congourdau sabeenumerar las convergencias y divergen-cias existentes entre Cabasilas y Pala-mas, que ayudan a comprender bastantede lo que había en juego en la contro-versia: mientras que Palamas reserva laplenitud de la experiencia espiritual alos monjes, Cabasilas defiende la posibi-lidad de un hesicasmo que se puedapracticar en todos los estados de vida;mientras que Palamas insiste en la dis-tinción entre la esencia y las energías di-

vinas, Cabasilas distingue con mayorfuerza entre la contemplación en esta vi-da y la contemplación en el cielo, con laafirmación de que «la contemplaciónperfecta sólo existe en el cielo»; Cabasi-las es más abierto hacia el mundo latinoque Palamas, el cual quiere que losmonjes se den por satisfechos con la tra-dición cristiana ortodoxa (cfr. pp. 201-202). Tras esta enumeración, concluye:«Es tan exagerado decir que Cabasilasera antipalamita, como decir que era pa-lamita» (p. 206).

En resumen, un libro que recoge untrabajo riguroso que contribuirá no sóloa conocer mejor los avatares de la con-troversia palamita, sino a un mejor en-tendimiento entre Oriente y Occidente.

Lucas F. Mateo-Seco

SAGRADA ESCRITURA

André PAUL Y OTROS, Aux origines de laBible, Le Monde de la Bible y Bayard,Paris 2007, 156 pp., 21 x 14,5, ISBN978-2-227-47720-9.

El libro es un conjunto de diecisieteartículos cortos que versan sobre losorígenes de la Biblia. Se completan contres anexos y un prefacio de A. Paul. Laextensión de los artículos es breve, entrecinco y diez páginas. Tienen carácter deintroducción a un tema y no tienen no-tas a pie de página. Al final del volu-men, una bibliografía elemental ofreceinformación complementaria. Lo sin-gular del volumen es que los quinceautores de los artículos (P. Gibert, M.Harl, D. Marguerat, H. Cousin, por ci-tar algunos) son especialistas de los te-mas que se abordan. El lector puede deesta manera acudir al libro como pri-mera información sobre el origen de lostextos bíblicos.

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El texto se divide en cuatro partes.La primera se titula «Los debates sobrelos orígenes de la redacción bíblica» yexamina cuestiones sobre oralidad ytextualidad, así como las condicionesen las que pudo aparecer en Israel laprimera literatura bíblica. La segundaparte se denomina «El exilio de Babilo-nia, momento crucial» y, como puedededucirse del título, estudia en cincoartículos las condiciones en el exilio deBabilonia y en la vuelta a Israel que per-miten la formación del primer corpusbíblico de gran entidad. El tercer capí-tulo se titula «Alejandría, cuna de la Bi-blia griega» y, en tres artículos, examinael judaísmo de Alejandría desde el siglocuarto antes de Cristo hasta el siglo se-gundo de la era cristiana, las caracterís-ticas de la traducción de la Biblia lla-mada de los LXX y la aparición de loslibros griegos que no ha conservado laBiblia Hebrea. Finalmente, la últimaparte se dedica a «Los orígenes del Nue-vo Testamento», y trata obviamente delorigen de los textos neotestamentarios.

Como puede deducirse de lo quehemos apuntado y de la dimensionesdel volumen, no puede uno buscar en éluna información exhaustiva del tema,ni siquiera completa. Pero como prime-ra aproximación, la lectura no defrau-dará.

Vicente Balaguer

Ignacio CARBAJOSA y Luis SÁNCHEZ

NAVARRO (eds.), Entrar en lo antiguo.Acerca de la relación entre Antiguo yNuevo Testamento, Publicaciones de laFacultad de Teología San Dámaso, Ma-drid 2007, 166 pp., 14 x 21, ISBN978-84-96318-8.

El volumen recoge cinco interven-ciones de una jornada de estudio en laFacultad de Teología San Dámaso de

Madrid. El tema abordado no puedeser más actual: la unidad de la Biblia. Sila Biblia es Sagrada Escritura lo esdesde su totalidad, como una unidad.Ahora bien, esta unidad canónica de laBiblia está causada por diversas accio-nes y tiene muchas dimensiones. Launidad se afirma en la Tradición, quetransmite así los libros; se fundamentaen la única referencia que es la revela-ción de Dios que culmina en Jesucristo,y expresa de esa manera la única Pala-bra de Dios. Cada uno de estos aspec-tos tiene sus corolarios a la hora de en-tender qué es la Sagrada Escritura en laIglesia, y por tanto, cómo hay que in-terpretarla y cómo puede ser vehículode la palabra de Dios. De todos los as-pectos que se refieren a la unidad de laEscritura, el libro que reseñamos abor-da algunas dimensiones de uno deellos: las relaciones entre el Antiguo y elNuevo Testamento. Decimos algunasdimensiones, porque, sin duda, es im-posible abordarlas todas. Pero atenderal tema en la constitución de los librossagrados, o mejor, en la escritura y for-mulación de los textos del Nuevo Tes-tamento, es abordar uno de los tópicosnucleares.

La primera comunicación es de Ig-nacio Carbajosa, profesor de la Facultadde Teología de San Dámaso, y trata de«El Antiguo Testamento, realidadabierta». Desde tres puntos de vista di-versos —el orden y la forma de los li-bros del AT, la constitución en los tresgrupos de libros del canon hebreo y lainterpretación de la Escritura en el ju-daísmo intertestamentario— muestraque los libros del judaísmo anterior alcristianismo no forman un conjuntoautotélico: están a la espera de algo o al-guien que ofrezca una explicación. LuisSánchez Navarro, profesor también deSan Dámaso, habla de «La relación An-tiguo-Nuevo, clave hermenéutica de la

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Escritura». Por el título, es fácil ver quese aborda el centro de la cuestión: elNuevo Testamento se explica sobre loscaminos abiertos por el Antiguo. Eltema está presente ya en las mismas ex-presiones de Jesús y de los autores neo-testamentarios. Sánchez Navarro expo-ne diversos caminos por los que algunosautores modernos —Childs, Beau-champ— han intentado exponer pro-puestas metodológicas que den cuentade este proceso relacional y de cumpli-miento en toda la Escritura veterotesta-mentaria en Jesucristo. A continuación,Carlos Jódar, de la Universidad Pontifi-cia de la Santa Cruz de Roma, trata de«La relación Antiguo-Nuevo Testamen-to y la configuración de la Biblia comotexto». Jódar presenta los mismos temasapuntados en las dos relaciones anterio-res (la unidad de los libros bíblicos), pe-ro lo hace sirviéndose sobre todo de losprocedimientos que encuentra en la se-miótica y en las teorías literarias con-temporáneas. Una comunicación de Fi-lippo Belli, profesor de la Facultad deItalia Central, en Florencia, cierra laprimera parte del libro. Belli trata de«¿Por qué usa San Pablo las Escriturasde Israel? Esbozo de respuesta». En suescrito Belli muestra cómo San Pablo,aun cuando tiene a las escrituras de Is-rael como autoritativas y eficaces para lapersuasión, no las toma como punto departida en la argumentación, sino comodeixis, como formas de llamar la aten-ción sobre la realidad de Jesucristo y,después, como expresión del misteriode Cristo.

La segunda parte se dedica a unaconferencia mucho más larga (de hechoocupa casi el mismo espacio que lascuatro comunicaciones anteriores) deDomingo Muñoz sobre «El Pentateucoen San Juan». Con gran erudición, D.Muñoz va repasando los diferentes tex-tos y los diversos procedimientos con

los que el autor del cuarto evangelio re-curre al Antiguo Testamento, especial-mente al Pentateuco, para espirituali-zarlo y descubrir en él a Cristo y a sumisterio.

Un libro breve no puede abordartodos los aspectos contenidos en la mis-ma formulación del tema, como estabreve reseña tampoco puede dar noticiacabal de todo el contenido del libro.Quien se decida a leer el volumen se da-rá cuenta enseguida de que el tiempoque le dedique será un tiempo aprove-chado. Con el paso del tiempo serátambién consciente de que eligió sabermás de uno de los temas más interesan-tes en la teología de este comienzo de si-glo.

Vicente Balaguer

Miguel ÁLVAREZ BARREDO, Habacuc.Un profeta inconformista. Perfiles litera-rios y rasgos teológicos del libro, Espigas(Publicaciones del Instituto TeológicoFranciscano, 44), Murcia 2007, 252 pp.,17 x 24, ISBN 978-84-86042-66-0.

Esta monografía viene precedida deunos buenos adelantos del mismo autoren la revista Carthaginensia (22 [2005]1-32 y 22 [2006] 251-294). Tiene elprivilegio de ocupar un hueco casi im-perdonable en la bibliografía española,pues, como reconoce el autor, el librode Habacuc «no ha suscitado la aten-ción de un estudio homogéneo y globalen lengua española» (p. 30).

Álvarez Barredo ha dividido su co-mentario en dos secciones amplias, co-rrespondiendo a las partes del libro pro-fético, oráculos (1,2-2,20) y el Salmo(3,1-19). Comienza con una amplia einteresante introducción y un breve ca-pítulo sobre el momento histórico alque corresponden las diferentes seccio-

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nes. Al final, ha recogido la bibliografía,prácticamente completa, de los comen-tarios a Habacuc y de los temas aborda-dos a lo largo de la monografía.

Cada una de las secciones está divi-dida en tantos apartados como períco-pas contiene. En concreto, la primerasección consta de tres apartados: el títu-lo de Habacuc (Ha 1,1), el diálogo en-tre el profeta y Dios (Ha 1,2-2,4) y lasátira de los cinco «ayes» (2,5-20). Elcomentario de las perícopas está estruc-turado del siguiente modo: un análisisminucioso de los aspectos literarios, unestudio de las sincronías literarias e in-fluencias en otros libros de la Biblia,una contextualización histórica y un re-sumen del contenido teológico. El aná-lisis de los aspectos literarios tiene enor-me interés porque resume los datos mássignificativos y las aportaciones de au-tores precedentes, y además contiene lasaportaciones más relevantes.

Aunque no abusa de estudios de crí-tica textual, que podrían ralentizar lalectura, acude a ella cuando es impres-cindible, como al analizar el conocidotexto de Ha 2,4, «el justo vivirá por sufidelidad» (pp. 120s.), si bien lo hace deforma somera para concluir que, a pesarde las variantes en las versiones griega ylatina, y a pesar de las opiniones de loscríticos, «la lectura del TM se ajustamejor a la situación histórica del profe-ta, donde se subraya la lealtad y la fide-lidad del justo» (p. 121).

En general, no rechaza la metodolo-gía histórico-crítica, por ejemplo, al es-tudiar si el texto de 2,5-6a es una adi-ción o un comentario; pero aún en estecaso, y en general a lo largo del libro, elA. se encuentra como pez en el aguautilizando el método sincrónico, tantoal estudiar las perícopas concretas comoal buscar alusiones y coincidencias ver-bales o temáticas en otros libros.

Sus mayores aportaciones se en-cuentran en la explicación de los rasgosestilísticos de las perícopas, entre otros,la lamentación de las primeras estrofas,los elementos sapienciales, la sátira delos «ayes» o las características del salmode Ha 3. Esta sección habría quedadomás completa y se leería con más facili-dad si se hubiera recogido la traduccióncastellana del libro, puesto que es breve.Podría haberse puesto todo el texto en-tero al principio o, quizás más asequi-ble, la parte correspondiente al iniciode cada capítulo.

Me parece muy acertada la contex-tualización histórica de las perícopas,especialmente porque se utiliza comoargumento definitivo el análisis literarioanterior, poniendo de relieve que algu-nas expresiones sólo caben en el mo-mento concreto, y así asigna a circuns-tancias diferentes las dos quejas inicialesdel profeta. Se echa de menos la mismaconcreción histórica en el comentariode los «ayes».

La explicación de la doctrina conte-nida en cada sección es atinada y bienfundamentada. En ningún momentocae el A. en comentarios facilones querebajarían el carácter científico del mis-mo. Volviendo al ejemplo de Ha 2,4:«el justo vive por su fidelidad», se seña-la que «Habacuc ha sabido adaptar undicho sapiencial a una situación históri-ca violenta y desconcertante» y se cul-mina confesando que «la fidelidad aDios puede resolver muchas crisis yayuda a no confundirse con el cienohumano y a superar muchas ceguerasexistenciales».

Nuestro autor tiene una pluma ágilque hace agradable la lectura. Ha logra-do un comentario sencillo dentro de suprofundidad, sin excederse en datoseruditos que pudieran distraer, adu-ciendo con sobriedad las notas biblio-

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gráficas a pie de página y haciendo lassubdivisiones oportunas que, sin llegara cansar, facilitan la comprensión de losanálisis literarios y doctrinales. Quizáspodría haber añadido un capítulo finalque, a modo de epílogo, resumiera lomás específico del libro de Habacuc yque empalmara con el capítulo intro-ductorio, dando razón de lo afirmadoallí. En todo caso, es un comentario deestupenda factura que acredita la cien-cia bíblica española.

Santiago Ausín

Daniel MARGUERAT (ed.), Introducciónal Nuevo Testamento. Su historia, su es-critura, su teología, Desclée de Brouwer,Bilbao 2008, 524 pp., 15,5 x 23,5,ISBN 978-84-330-2207-3.

La presente obra, traducción de latercera edición (2004), revisada y au-mentada, del original francés (Introduc-tion au Nouveau Testament. Son histoire,son écriture, sa théologie, Labor et Fides,Genève 2000), está concebida comomanual de Introducción al Nuevo Tes-tamento. Según se señala en el prólogodel editor, el libro está dirigido a unamplio público pero, en especial, aaquellos interesados en una lectura ri-gurosa de esta parte de la Biblia. Desdeeste punto de vista, los autores han in-tentado seleccionar y jerarquizar la in-formación útil, con el objeto de ofrecerun panorama lo más completo y rele-vante posible de la investigación actualsobre el Nuevo Testamento.

El libro está dividido en seis partes,más un glosario y los índices: I. La tra-dición sinóptica y los Hechos de losApóstoles, II. La literatura paulina, III.La tradición joánica, IV. Las cartas cató-licas, V. La historia del canon, VI. Lacrítica textual. Dentro de este esquemageneral, cada escrito neotestamentario

se expone de una forma similar: 1. Pre-sentación literaria (estructura —basadaen indicadores textuales— y conteni-do); 2. Composición literaria (fuentesliterarias y tradiciones); 3. Análisis delcontexto histórico de su producción(autor, datación, medio de origen y des-tinatarios); 4. Perspectiva teológica(programa teológico del autor); 5. Nue-vas perspectivas (descripción somera delas nuevas propuestas e interrogantes);6. Bibliografía (lecturas recomendables).

Desde el punto de vista metodoló-gico, los autores parten de la convicciónoriginaria del enfoque histórico-crítico:una lectura adecuada de los textos exigeque éstos sean situados en el contextohistórico (literario, cultural, religioso)que los vio nacer y «para el que nacie-ron» (p. 6). Por otro lado —y éste esuno de los aciertos metodológicos deesta obra—, el enfoque histórico-críticose ve completado por las aportacionesde las lecturas pragmáticas (narrativa,retórica): «A quien pudiera pensar quela exégesis histórico-crítica constituyeuna disciplina rígida en sus procedi-mientos, este manual le ofrece la bri-llante demostración de una renovaciónde las categorías literarias clásicas, pormedio de los instrumentos de la narra-tología y de la retórica. Está surgiendoun nuevo paradigma, en el que una in-vestigación fundamentalmente históri-ca se apropia de instrumentos aptos pa-ra sondear la estrategia de escritura delos autores del Nuevo Testamento. Elanálisis histórico-crítico puede, pues,aceptar el postulado formulado por lasemiótica y, posteriormente, por la na-rratología: un autor se da a conoceresencialmente a través de sus eleccionesde escritura» (p. 7).

Uno de los aspectos más positivosde este manual es la presencia de losapartados de perspectiva teológica. Ba-

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sándose en el estudio previo, los autoresextraen las líneas de fuerza del mensajede cada libro. Pongamos un ejemplo.La perspectiva teológica de la Carta alos Romanos se estructura en dos epí-grafes: «Revelación y conocimiento na-tural de Dios», «Revelación de la justi-cia de Dios». Los primeros capítulos deesta carta tratan de mostrar que nadie—ni pagano ni judío— es justo delan-te de Dios, ya que ni los primeros hanquerido reconocer a Dios y secundar suvoluntad, a pesar de que habrían podi-do, ni los segundos han querido hacerlo propio aprovechando su privilegioespecífico: la Ley mosaica. De este mo-do, el hombre ha ocupado el puesto delCreador y no ha dejado lugar para lajusticia divina. Esta última se ha revela-do, tal y como es en realidad, en Jesu-cristo.

Hay que tener en cuenta que las ex-plicaciones teológicas no son comple-tas, ya que la obra se presenta —y fun-ciona como tal— como un manual deIntroducción. Por tanto, no debe extra-ñar que falten algunos aspectos o queotros se encuentren sólo apuntados. Pa-ra algunos de los temas teológicos másdelicados será necesario, por tanto, to-mar las indicaciones o propuestas comopunto de partida para el estudio perso-nal, un estudio que debe ser completa-do con otra bibliografía.

En esta obra han colaborado diez bi-blistas centroeuropeos de habla francesa,de facultades católicas (Jacques Schlos-ser, Estrasburgo; Roselyne Dupont-Roc,París) y protestantes (Andreas Dettwiler,hoy en Ginebra; Jean-Daniel Kaestli yDaniel Marguerat, Lausanne; JeanZumstein, Zurich; François Vouga, Be-thel-Bielefeld; Corina Combet-Galland,París; Élian Cuvilier, Montpellier; YannRedalié, Roma). Estos autores avalan laaltura científica del libro. Además, han

conseguido algo poco común en obrasde este estilo: hacerse útil y fácil de ma-nejar tanto por estudiantes como por bi-blistas o lectores cultos que busquenprofundizar en sus conocimientos deNuevo Testamento. En muchas ocasio-nes, los diferentes epígrafes aportan losdatos que sirven de punto de partida pa-ra un estudio más en detalle; además,proporciona la bibliografía —sobre todoen francés e inglés— más útil para ha-cerlo.

La obra no es meramente expositi-va: en ocasiones los diferentes autorestoman partido por una u otra propues-ta, decantándose, en general, por lasmás aceptadas, aunque dejando abiertala posibilidad de hallar soluciones mássatisfactorias. Sin embargo, lo más fre-cuente es que se detallen, cuando haydivergencias de pareceres, las diferenteshipótesis de los estudiosos —las cualesdeben ser valoradas por el lector des-pués de un estudio más profundo—,apuntando unos someros criterios quepuedan ayudar al trabajo y la dilucida-ción personales. En todo caso, las hipó-tesis sostenidas o expuestas no dan lu-gar a confusiones en un lector con unabase previa de conocimientos bíblicos.Este manual se hace, por tanto, reco-mendable tanto para alumnos que van acursar los materias de Sagrada Escrituracomo para lectores cultos y docentes deteología.

Juan Luis Caballero

Joseph A. FITZMYER, El evangelio segúnLucas. Tomo IV, Cristiandad, Madrid22006, 679 pp., 15 x 22,9, ISBN 84-7057-477-9.

Como dice la nota bibliográfica, es-tamos ante el cuarto y último volumentraducido al castellano del monumentalcomentario de Fitzmyer al evangelio de

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Lucas. Con esta parte dedicada a los ca-pítulos 18,15-24,53 el conocido espe-cialista en la obra lucana culmina largosaños de estudios exegéticos sobre el ter-cer evangelio canónico. El resultado esun todo un alarde de erudición y apli-cación paradigmática y rigurosa del mé-todo histórico-crítico, que supone unaineludible aportación para los estudioslucanos y sinópticos en general.

Al iniciar su obra, Fitzmyer afirma-ba que lo que pretendía su comentarioera «desentrañar el significado del textoevangélico para los lectores del sigloXXI» (tomo I, p. 15). Para ello empren-día la obra con un largo recorrido por lainvestigación sobre Lucas, las diversascuestiones acerca del autor, la fecha decomposición, el estilo y el lenguaje, lateología lucana, etc. Sólo esta introduc-ción ocupa el tomo I del comentario.Los otros tres siguen paso a paso el es-quema metodológico establecido al ini-cio, ofreciendo la traducción del griegode cada pasaje estudiado, un comenta-rio general a la perícopa y unas notasexegéticas. El autor afronta cada cues-tión con detalle y manejando una am-plia bibliografía específica para cada pa-saje. Es digno de mención el esfuerzopor aplicar sistemáticamente el métodohistórico y basar en éste las conclusio-nes después de ofrecer las diversas alter-nativas y propuestas. Este sistema con-sigue arrojar luz sobre algunos pasajesdifíciles, haciéndolos más asequibles ycercanos al lector contemporáneo.

Quizá en ocasiones se percibe ciertadependencia por parte del autor de lospostulados que baraja a priori: su par-ticular teoría sobre la composición encapas, la solución que propone al pro-blema sinóptico y los diversos materia-les, fuentes y tradiciones. Por ejemplo, apropósito del motivo que aduce un exe-geta para que Simón cargue con la cruz

—porque Jesús no podría ya con esepeso— Fitzmyer comenta que «ese mo-tivo puede ser válido para el estadio I dela tradición evangélica, en el que cabesuponer que Jesús había sido azotado;pero la narración de Lucas no dice nadasobre este punto» (p. 483). En ciertosentido, la dependencia del método lle-vada hasta el extremo conduce al autora no recurrir a otras vías de interpreta-ción como la lectura canónica o el aná-lisis literario. De todas maneras, la obrade Fitzmayer sobre el evangelio deLucas—que debe completarse con suestudio sobre los Hechos— se ha con-vertido ya en un clásico de la exégesiscontemporánea que no podrá pasar poralto cualquier estudio sobre Lucas.

Pablo M. Edo

Jean DELUMEAU y Gérard BILLON,Gesù e la sua Passione, Messaggero, Pa-dova 2007, 144 pp., 19 x 12,5, ISBN978-88-250-1818-9.

«La figura de Jesús continúa, afortu-nadamente, atrayendo la atención de lasmasas y la simpatía de personas no cris-tianas» (p. 5). Estas palabras inician elprefacio de este breve y sucinto estudiosobre los momentos finales de la vida deJesús. En un ambiente de gran interéspor la figura histórica de Jesús, la presen-te obra pretende aportar una visión his-tórica de la Pasión resumida, asequible acualquier público y acorde con el Jesúsque presentan los relatos evangélicos.

El trabajo, a cargo de los investiga-dores franceses Delumeau y Billon y pu-blicado ahora en italiano y en edición debajo coste, analiza primero desde unpunto de vista histórico y sincrónico losacontecimientos del Calvario. Para ellector iniciado se trata de una interesan-te recopilación de las últimas aportacio-nes de la investigación histórica sobre la

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Pasión de Jesús. La segunda parte del li-bro contiene un recorrido diacrónico dela historia de la recepción del aconteci-miento narrado en los evangelios. Laprimera parte, obra del biblista Billon ycentrada en Lucas, pretende indagar enla veracidad histórica de la Pasión anali-zando las diversas fuentes internas y ex-ternas que la crítica histórica conoce enla actualidad. La segunda parte pretendeser una invitación a la lectura y la medi-tación sobrias de los relatos de la Pasiónfrente a un exagerado dolorismo o pate-tismo. Para ello, el historiador Delu-meau recurre a citas de los Padres o deautores modernos como Pascal o Bos-suet, sirviéndose incluso de una canciónreligiosa infantil. El autor trata de susci-tar una mirada serena y esperanzada dela Pasión que esté de acuerdo con laperspectiva que adoptan los narradores,denunciando en cierto sentido el hinca-pié que ha hecho alguna época en lomás sangriento de la cruz, en la cóleradel cielo y la imagen de un Dios Padrejusticiero. Ciertamente la esperanza cris-tiana insiste más en el perdón ganadopor Cristo en la Cruz que en la realidaddel pecado. Pero valorar en su justa me-dida dicho perdón precisa también unaatenta mirada a la gravedad del pecadoque se refleja en lo dolorosa y trágicaque fue la Pasión de Jesús.

En definitiva, la narración evangélicade la Pasión no pretende ser ni una fábu-la ni una crónica minuto a minuto; noquiere ser morbosa y desgarrada, perotampoco es ingenua y de evasión. Estáfuera de lugar tanto la visión de un Cris-to rabioso, como una concepción miti-gada de la gravedad del pecado. Por últi-mo, el libro incluye el texto traducido delos evangelios canónicos para confrontarlo que se afirma con la narración mismade los acontecimientos del Calvario.

Pablo M. Edo

Sean FREYNE, Jesús, un galileo judío.Una lectura nueva de la historia de Jesús,Verbo Divino, Estella 2007, 279 pp.,15 x 24, ISBN 978-84-8169-756-8.

El libro se encuadra dentro de la in-vestigación moderna sobre Jesús: encierta manera podría decirse que perte-nece a la «Tercera pregunta» sobre el Je-sús histórico, la que tiene más en cuen-ta los descubrimientos arqueológicos ydocumentales del siglo XX. Sin embar-go, hay unas notas que singularizan a es-te estudio frente a otros modernos librosde la Third Quest. El autor advierte alcomienzo que toda investigación histó-rica sobre Jesús debe intentar no caer enla descalificación que A. Schweitzer di-rigía a los autores de la «Pregunta sobreel Jesús histórico» del siglo XIX: quererhacer actual a Jesús acaba por moderni-zarlo y sacarlo de su época. Un investi-gador actual tampoco puede confor-marse con un estudio que reduzca aJesús a un patrón general, como líder re-ligioso o profeta carismático, tal comolo dibujó la New Quest. Finalmente, ca-da día aparece más clara la pobreza, o eldespropósito, de una caracterización deJesús como un mero reformador social,un activista campesino, o un disidentecínico, como lo quieren dibujar, porejemplo, los miembros del «Jesus Semi-nar». Ante estos límites, ¿qué alternativaofrece Freyne? La que señala en el subtí-tulo: no ofrece una biografía, sino unalectura de la historia de Jesús. Y lo hacedesde una perspectiva peculiar: conside-ra a Jesús un galileo judío, es decir, al-guien que vivió sobre todo en Galilea,que no era tan pagana como puede de-ducirse de una lectura ligera de los datosbíblicos, pero imbuido de la piedad ylos horizontes de fidelidad a Dios pro-pios de un judío.

Freyne ofrece unos marcos de la in-vestigación muy interesantes. En pri-

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mer lugar, en lo que se refiere a los cri-terios de investigación histórica, eligedar prioridad al de la «verosimilitudcontextual» tal como lo formuló en sudía G. Theissen. El criterio de deseme-janza presenta el inconveniente de sacara Jesús de su ambiente, y, por tanto, to-do el valor apologético que puede tenerpara mostrar la historicidad de tal ocual hecho de la vida de Jesús, lo pierdecuando se vuelve incapaz de construiruna vida de Jesús. En segundo lugar,acude al método sociológico, pero nocomo rector de la investigación sino co-mo instrumento: el método sirve paraprovocar preguntas interesantes. En ter-cer lugar, la lectura de los evangeliosque hace es crítica, pero no suspicaz.Estos procedimientos resultan intere-santes si se unen al conocimiento quetiene Freyne de la Galilea del NuevoTestamento. A un volumen anterior deinvestigación sobre Galilea desde Ale-jandro Magno hasta Adriano, se le su-man dos volúmenes más de estudios so-bre Galilea y los evangelios. El autormismo indica en la introducción queéste era el libro que le faltaba por escri-bir de esa época y esa tierra.

Estos planteamientos están expues-tos en el primer capítulo del libro.Otros cinco capítulos se dedican no auna biografía de Jesús, sino a algunosaspectos de su vida: Jesús en el paisajede Galilea, subrayando la concepción yel valor de la tierra de Israel para un ju-dío; la llamada de Sión; las relacionescon el imperio en virtud del reino deDios predicado por Jesucristo; y lamuerte en Jerusalén.

Lo apuntado arriba señala algunosaspectos importantes del libro: sus valo-res y sus limitaciones. Como todo estu-dio que aborda al Jesús histórico, la lec-tura deja siempre el regusto de pobreza:ni toca la dimensión sobrenatural del ser

de Jesús, ni describe un Jesús al que se lepueda rezar. Con todo, cuando se com-para con los textos afines, los de investi-gación sobre el Jesús histórico, éste tieneuna frescura y una novedad de plantea-mientos que lo hacen diferente y de lec-tura mucho más interesante y amable.

Vicente Balaguer

Santi GRASSO y Ermenegildo MANI-CARDI (a cura di), «Generati da una pa-rola di verità» (Gc 1,18). Scritti in onoredi Rinaldo Fabris nel suo 70° complean-no, EDB, Bologna 2006, 426 pp., 17 x24, ISBN 88-10-30235-4.

El trabajo intelectual de RinaldoFabris, uno de los biblistas italianos demás reconocido prestigio, ha dado co-mo fruto un buen número de artículosy monografías de alto nivel académico.Además de dedicarse a la investigacióny la docencia, Fabris ha sido, durantecuatro años, presidente de la Associa-zione Biblica Italiana (ABI) y, durantediez, director de la Rivista Biblica italia-na. Con ocasión de su 70° cumpleaños,la ABI ha publicado, en los Supplemen-ti (nº 47) de la Rivista, un grueso volu-men de colaboraciones en su honor.

No es posible reseñar uno por unolos trabajos que aparecen en el libro. Entotal son 27, todos relativos al NuevoTestamento, divididos en cinco partes: latradición sinóptica (6), la tradición joá-nea (6), los Hechos de los Apóstoles (3),las Cartas (7) y estudios varios (5). Entrelos colaboradores, hay, lógicamente, unabuena representación de biblistas italia-nos: M.-L. Rigato, M. Marcheselli, G.Ghiberti, D. de Virgilio, R. Penna, S.Romanello, F. Manzi, G. Barbaglio, C.Buzzetti y otros.

Una gran parte de las colaboracio-nes se compone de estudios exegéticos

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de cortos pasajes neotestamentarios, enlos que se analiza su estructura, el léxi-co, el contenido, la redacción, el con-texto, etc.: Manicardi estudia los bienesverdaderos del Discurso de la Montaña(Mt 6,19-34); De Zan, la parábola delos viñadores homicidas y su relacióncon el Jesús histórico (Mt 21,33-41 ypar.); Rossé, la tumba abierta y vacía(Mc 16,1-8); etc. Otros son de cortemás propiamente teológico, como elDe Virgilio, «El uso teológico de kalein-klêsis en Pablo», o «El cumplimientocristológico del Antiguo Testamento enla Carta a los Hebreos», de F. Manzi.

La mayoría de los estudios conjugaambas perspectivas. Así, por ejemplo:«Las Bienaventuranzas y el Padrenues-tro. Aclaración estructural y contenido»(B. Estrada), «El “profeta despreciado”:revelación de Dios y dureza de corazónen el discurso en parábolas de Mt 13»(G. Benzi), «Los dos rostros de un úni-co anuncio. Pedro y Pablo en los He-chos de los Apóstoles» (G. Perego),«Los “santos profetas” (Lc 1,70; Hch3,21; 2 P 3,2). La santidad en la me-diación de la palabra de Dios» (G. Ghi-berti), etc.

El último apartado del volumen secentra en aspectos más generales, dondese relacionan cuestiones bíblicas conotras áreas de la teología e incluso conotras ciencias: «La escritura en la Escri-tura: el léxico del material de escrituraen la Biblia griega» (A.P. dell’Acqua),«El problema de la relación Jesús-Pablo» (G. Barbaglio), «Las raíces bíbli-cas del pregón pascual: el Exultet» (S.A.Panimolle), etc.

Los estudios son originales y su ni-vel académico alto, como es propio dela exégesis italiana de las últimas déca-das. La obra incluye, además, un índicebíblico y una nutrida tabula gratulato-ria. Tanto el número de trabajos como

su categoría científica son un homenajemerecido y parejo a la labor desarrolla-da por Fabris durante tantos años.

Juan Luis Caballero

Carmelo PELLEGRINO, Paolo, servo diCristo e padre dei corinzi. Analisi retorico-letteraria di 1 Cor 4, Editrice PontificiaUniversità Gregoriana, Roma 2006, 404pp., 17 x 24, ISBN 88-7839-079-8.

El presente volumen pone a la dis-posición del público la tesis doctoral delautor, defendida, en Roma, el 30 demayo de 2006. La introducción (pp. 9-18) parece más bien el esquema de unadefensa ante un tribunal académico,pues incluye una presentación del tema,una explicación de la metodología, lospuntos más sobresalientes de la investi-gación y las conclusiones. El trabajopropiamente dicho consta de cuatro ca-pítulos: I. La retórica epistolar de Pa-blo; II. Delimitación y retórica de la pe-rícopa; III. Lectura detenida de 1 Co4,1-21; IV. La teología de la perícopa.Al final se incluyen una amplia biblio-grafía (pp. 357-392) y los índices.

El origen de la investigación se en-cuentra en un versículo que, para el au-tor, rebosa de fuerza paulina: «Puesaunque tengáis diez mil pedagogos enCristo, no tenéis muchos padres, por-que yo os engendré en Cristo Jesús pormedio del Evangelio» (1 Co 4,15). Es-tas palabras llevan a un examen más de-tenido del contexto inmediato en quese encuentran (1 Co 4), estudio que, asu vez, conduce al análisis retórico-lite-rario de 1 Co 1-4.

El propósito del autor es analizarcon lupa el desarrollo de la argumenta-ción llevada a cabo en estos cuatro ca-pítulos de 1 Co. El trabajo recoge unanálisis histórico-crítico del texto, pero

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incide sobre todo en modelos sincróni-cos. Se sirve ciertamente del análisis re-tórico, pero no se sujeta a un métodopredeterminado. Las conclusiones dePellegrino constatan que la forma de ar-gumentar de Pablo podría encuadrarse,de una forma general, en el ámbito delgénero epidíctico. Sin embargo, tam-bién queda claro que la retórica paulinaes muy personal, y que nunca se some-te a unos cánones preconcebidos: «(...)una retorica epistolare “di Paolo”, cioènon clonata dai manuali antichi maforgiata con elasticità in funzione delmessaggio da trasmettere. Si tratta diuna retorica dell’umiltà (...). Per Paolo,a partire dalla morte in croce del Figliodi Dio, tutto cambia, anche le modalitàdell’annuncio e persino le regole retori-che» (p. 12).

El grueso del trabajo, los capítulosII y III, está precedido por un capítulodedicado a la formación de Pablo en elcontexto de la pedagogía greco-romanay la pedagogía judía. El punto centralde estas páginas es la relación existenteentre epistolografía y retórica, dado queesta última, en principio, está ligada a laoralidad y no a la escritura. El autorconcluye que en la carta que estudiaambas realidades son perfectamentecompatibles, a la vez que todo el con-junto tiene el particular sello paulino.

El capítulo IV del libro trata lascuestiones teológicas del texto. Las con-sideraciones desarrolladas en el capítuloIII, centradas en la retórica paulina delautoelogio, en la synkrisis o compara-ción, y en las metáforas de la evangeli-zación, tienen aquí su explicación úl-tima. Pablo, frente a los que dan másimportancia a los criterios humanos desabiduría, se señala a sí mismo con unafunción ejemplar. Sin embargo, esta ac-titud no es sino un puente tendido ha-cia aquel al que se imita realmente,

Cristo: el apóstol se denomina siervo yadministrador fiel de Cristo y, al mismotiempo, padre, maestro y modelo de loscorintios. El estudio detallado de 1 Co4,1-21 permite individuar la estrategiapersuasiva de Pablo y aclara el impor-tante valor de esa exhortación a imitar-le: «Por consiguiente, os suplico: sedimitadores míos» (1 Co 4,16).

Del contenido de la tesis podríandestacarse algunos puntos. En primerlugar, y utilizando la terminología retó-rica clásica, Pellegrino trata de indivi-duar la tesis o propositio general de laque emanará toda la dispositio de la car-ta. Su propuesta es 1 Co 1,17: «PorqueCristo no me envió a bautizar sino aevangelizar, y no con sabiduría de pala-bras, para no desvirtuar la cruz de Cris-to». Este versículo compendia, además,los polos entre los que se mueve la te-mática de la carta: Cristo, Pablo y loscorintios; criterios humanos de sabidu-ría y fuerza del evangelio (sofia y dyna-mis). Por otro lado, el autor defiende launidad de la carta. El estudio particula-rizado de 1 Co 4,1-21 le lleva a concluirque estos versículos son la verdaderaconclusión de 1 Co 1-4 y no un meroapéndice de los tres capítulos anterio-res. Estos cuatro capítulos, por su parte,estarían ligados a 1 Co 5-16 a través de1 Co 4.

La tesis de Pellegrino incide en unaspecto central de las cartas paulinas: laejemplaridad y la imitación de Cristo.El tema es interesante, porque nos haceconsiderar con qué maestría el apóstolrecurre a la retórica para animar a susoyentes/lectores a dejar de lado mode-los regidas por criterios humanos, a se-guir las huellas de Cristo, tal y comoPablo intenta hacer continuamente.Además, el autor concluye su trabajocon unas consideraciones sobre la ejem-plaridad en la Iglesia, en la perspectiva

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de la «pedagogía de la santidad», queson un interesante intento de «actuali-zación» del texto paulino.

En síntesis, un trabajo serio, equili-brado, con un nivel académico alto, yque permite una fructífera discusióncon los colegas exegetas y teólogos, puestiende sólidos puentes entre exégesis yteología. Estas páginas no sólo ayudan ahacer una lectura más profunda de laCarta a los Corintios, sino que tambiéncontribuye a mostrar la validez de losplanteamientos de la teología de SanPablo que se encuentra en la base de lascuestiones concretas que aborda en susescritos.

Juan Luis Caballero

TEOLOGÍA FUNDAMENTAL Y DOGMÁTICA

Giovanni CAVIGLIA, Gesù Cristo, via,verità e vita. Linee di Teologia Fonda-mentale, Editrice LAS (Col. «Manuali eSussidi per lo studio della Teologia. Lexcredendi-Fides»), Roma 2005, 549 pp.,17 x 24, ISBN 88-213-0595-3.

Giovanni Caviglia, fallecido en2003, fue durante treinta y cinco añosprofesor de teología dogmática en la Fa-cultad de Teología de la UniversidadPontificia Salesiana, Sección de Torino.El presente trabajo puede considerarseel fruto maduro de sus años de en-señanza de la teología fundamental. Elvolumen inaugura la sección Lex cre-dendi-Fides de la colección «Manuali eSussidi per lo studio della Teologia»,coordinada por la Facultad de Teologíade la Universidad Pontificia Salesianade Roma.

Las páginas del manual contienensustancialmente las reflexiones desarro-

lladas por el Prof. Caviglia en uno desus trabajos precedentes, Le ragionidella speranza cristiana (Elledici, 1981),que en su día registró una buena recep-ción de la crítica. El texto, presentadoahora de manera póstuma, está notable-mente renovado y enriquecido con losfrutos de la reflexión que el autor ha de-sarrollado desde entonces, al hilo de lasadquisiciones de la investigación teoló-gica. Muestra de ello es la cuidada ac-tualización bibliográfica del nuevo vo-lumen.

Los once capítulos del libro se agru-pan en dos grandes partes. La primerade ellas, siguiendo las líneas maestras deDei Verbum, presenta la revelación co-mo el acontecimiento por el que Diospor Cristo y en el Espíritu Santo se au-tocomunica al hombre para hacerlepartícipe de la naturaleza divina. Entres capítulos sucesivos se expone res-pectivamente la naturaleza de la revela-ción y las características de su trans-misión, para terminar con un análisissobre el estatuto y las funciones propiasde la teología fundamental. Para elautor, una de las principales claves in-terpretativas de la revelación es la ca-tegoría encuentro, proveniente de lascorrientes personalistas que influyeronnotablemente en el lenguaje del Conci-lio Vaticano II.

La segunda parte contiene una sec-ción inicial consagrada al estudio delproblema histórico sobre Jesús de Naza-ret, en la que el autor expone primera-mente una síntesis del desarrollo histó-rico de la cuestión y ofrece después undenso y documentado capítulo sobre elacceso a Jesús a través de las fuentes his-tóricas (capítulo 5).

En la segunda sección (El problemacrítico) puede distinguirse una primeraserie de capítulos (caps. 6 al 9) queafrontan cuestiones clásicas de Cristolo-

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gía fundamental: las acciones de Jesús(con especial atención a la teología delmilagro), las palabras de Jesús y el «mis-terio» de Cristo (títulos cristológicos,etc.). Los dos capítulos restantes de estasección, que cierran el volumen, se ocu-pan de la dimensión salvífica de la reve-lación cristiana en el contexto de la Teo-logía de las religiones. Especialmente enel capítulo 11 son tratados temas anti-guos y nuevos sobre la relación entrecristianismo y religiones: la unicidad yuniversalidad de la salvación en Cristo yen la Iglesia, el diálogo interreligioso, la«teología del pluralismo religioso», ladimensión misionera de la Iglesia, etc.

El lector que se acerque a este textoencontrará una reflexión actualizada so-bre las cuestiones teológicas fundamen-tales acerca de la revelación, la fe y la cre-dibilidad del cristianismo, expuesta conla claridad y el vigor de un autor reco-nocido, con gran experiencia didáctica.

Juan Alonso

Giuseppe TANZELLA-NITTI y GiulioMASPERO (a cura di), La verità della re-ligione. La specificità cristiana in con-testo, Cantagalli, Siena 2007, 270 pp.,14,5 x 21, ISBN 978-88-827-2312-5.

Nos encontramos ante una obra co-lectiva que tiene su referente próximoen el congreso «La naturaleza de la reli-gión en contexto teológico», celebradoen la Pontificia Università della SantaCroce en marzo de 2006. Ante la actualincertidumbre sobre los caracteres esen-ciales de una religión y su relación conla filosofía, la cultura y la sociedad civil,en el presente volumen se recogen di-versos estudios que nos ayudan a abor-dar el problema desde una perspectivahistórica, filosófica y teológica. Comoacertadamente señalan los editores, lapregunta sobre la verdad de la religión

es una exigencia insuprimible del pen-samiento humano. Al mismo tiempo,para poder realizar un análisis compara-tivo de las religiones, es necesario refle-xionar sobre la naturaleza de la religión.

La obra se divide en dos partes fun-damentales: la primera se dedica a laconsideración de la religión a lo largode la historia del pensamiento. La pri-mera contribución de H. Bürkle mues-tra la correlación existente entre la reli-gión verdadera y el pluralismo religiosoque se da de hecho en la historia de lahumanidad, considerando que el cono-cimiento parcial de Dios de las diversastradiciones religiosas debería ser una víasuficiente para que cada hombre re-conociese su revelación definitiva en Je-sucristo. E. dal Covolo, por su parte,presenta los términos religión y piedaddentro del ámbito de la teología políti-ca durante la edad clásica, a la vez queseñala cómo el cristianismo, si bien sealinea con la filosofía para derrocar a losmitos, no elimina la religio sino que do-ta a esta noción de una nueva valencia.A. Strumìa, con su estudio de la cues-tión en Santo Tomás, propone algunasaplicaciones de los principios teológicosde la síntesis tomista, con el fin de en-contrar indicaciones útiles para la ela-boración de una teología de las religio-nes moderna.

Al final de esta primera parte, los ar-tículos de J. Dougherty y L. Romera,focalizados en el pensamiento modernoy contemporáneo, respectivamente,muestran la centralidad de Hume, Kanty Hegel para entender el pensamientooccidental sobre la religión y las conse-cuencias implícitas en la negaciónnietzscheana de un Dios trascendente.Especialmente iluminante resulta ladescripción que Romera hace de tresposiciones ateas que parecen irse suce-diendo en el s. XX: el ateísmo cons-

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tructivo, que busca hacer al hombre apartir de su libertad autorreferencial, laindiferencia desesperanzada y pesimistay la sacralización de lo inmediato, comoexigencia de experiencias y «funcionali-zación» de la religión. M. Introvigne ce-rrará la parte histórica desde una pers-pectiva sociológica, apuntando la actualdificultad para distinguir entre las sec-tas y las nuevas religiones, en parte porla falta de una noción de religión co-múnmente compartida.

La segunda parte de nuestra obratrata de mostrar la especificidad cristia-na atendiendo a los resultados obteni-dos en la primera. P. Sequeri inicia la se-rie de contribuciones enfatizando laexclusividad del cristianismo que se ha-ce presente en la «limitación» de Diosque se revela en Jesucristo: se trata deuna anómala singularidad, una osadíareligiosa que sólo es posible si el Hijoestá ejerciendo el señorío incondiciona-do y universalmente inclusivo del amorde Dios. G. Tanzella-Nitti, atendiendomás directamente a la cuestión de launiversalidad, juzga como condiciónnecesaria para la verdad de una religiónla convergencia o, al menos, la compa-tibilidad con cuanto la razón filosóficapuede decir sobre el problema cosmoló-gico: en dicho terreno una religión ma-nifiesta sus pretensiones de universali-dad y puede garantizar la universalidadde sus respuestas. La Revelación hebrai-co-cristiana poseería los recursos nece-sarios para asegurar la universalidad desu mensaje religioso también en esteplano, por lo que la teología debería sercapaz de lograr una síntesis con otrasfuentes del saber que exploran el mun-do real.

Concluyen el volumen los estudiosde P. O’Callaghan y G. Maspero. Elprimero se adentra en las implicacionesantropológicas del cristianismo frente a

otras religiones, indicando la actual re-cuperación religiosa de las categorías delo «sagrado» y del «mito», sin menosca-bo de la racionalidad, la ética o la an-tropología, así como la centralidad de lacategoría de «testimonio», que no que-da cerrada en sí misma sino plenamen-te abierta hacia lo alto. El profesor Mas-pero realiza una relectura del problemareligioso a partir del secular conflictoentre el intelecto y la voluntad del hom-bre; dicho conflicto sólo sería superadoen el contexto de la plena revelación di-vina como Trinidad, que da la vida alhombre para ser imagen voluntaria delLogos por el Espíritu Santo.

Javier Sánchez Cañizares

Aleksandr MEN’, Io credo... Il simbolodella fede. Sette conversazioni, Nova Mi-llennium Romae, Roma 2007, 176 pp.,11,5 x 16,5, ISBN 88-87117-51-9.

Aleksander Men’ (1935-1990), sacer-dote de la Iglesia ortodoxa rusa, fue unode los grandes revulsivos de la vida cris-tiana en la agonizante Unión Soviética.Men’ llevó a cabo una intensa labor pas-toral e impartió numerosas clases y con-ferencias. Muchas de sus obras, entre lasque se encuentra su conocido Jesús, elmaestro de Nazaret (Hijo del hombre, enel original ruso), de 1969, fueron pu-blicadas originalmente en el extranjero,bajo pseudónimo; otras son póstumas.La publicación en italiano que ahora re-señamos vio la luz, en ruso, en 2005. Ellibro contiene siete conferencias o con-versaciones sobre el Símbolo de la fepronunciadas ante un público muy am-plio, en los años 1989 y 1990.

En la primera (13-34), Men’ recuer-da el origen del Credo de Nicea-Zar-grad (así es como llaman los rusos aConstantinopla: la ciudad de los zares),al tiempo que insiste en la necesidad de

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que todos los cristianos conozcan bieneste testimonio de fe. En su tiempo, elCredo fue concebido como una confe-sión de fe para los catecúmenos. En élse encuentra resumida, mediante sím-bolos, la esencia de la fe. Precisamentepor eso se le llama Símbolo: porque suspalabras —el A. insiste en la importan-cia que tiene el hecho de que cualquierpalabra es símbolo— representan cier-tas realidades que están detrás, cuyacompleta realidad no puede ser abraza-da por la lógica humana.

Esta conferencia explica la primeraparte del Credo, hasta que entra en es-cena Jesucristo. El desarrollo es paulati-no, y se centra en las palabras o expre-siones clave del texto: «creo», «un sólo»,«creador», etc. Para el A., en esta pri-mera sección, el Credo habla de cosasque podrían ser perfectamente acepta-das por otras religiones; lo esencial delcristianismo viene cuando se empieza ahablar de Jesucristo. Las conferenciassegunda (pp. 35-55), tercera (pp. 56-78) y cuarta (pp. 79-104) se introducenmás en profundo en este misterio. Des-taquemos algunas ideas centrales de es-tos textos: la principal diferencia delcristianismo respecto a las otras religio-nes del mundo consiste en la personade Jesucristo, más que en su predica-ción; Cristo nos revela el Misterio Sa-grado, al Padre; la comprensión de Dioses un encuentro con el que se revela; lacomunión con Dios se realiza a travésde Jesucristo; la historia apunta al reinode Dios; Jesús concluye la historia.

La quinta conversación (pp. 105-128) aborda el misterio del EspírituSanto y su relación con la Iglesia, «co-munidad espiritual en cuyo ámbitoCristo sigue obrando, donde vive el Es-píritu y que existe gracias al Espíritu»(p. 111). Pero la Iglesia no es algo sim-plemente un organismo espiritual, sino

que también es social, y por eso tieneuna estructura social, un orden jerár-quico, sin el que no podría vivir. LaIglesia, que es una, santa, católica yapostólica, es el ámbito en el que loshombres comprendemos la verdad:Dios ha querido que sea así, juntos, yno que cada uno lo haga en su pequeñomundo aislado.

La sexta (pp. 129-149) y la séptima(pp. 150-166) desarrollan los últimospárrafos del Credo: el bautismo y elperdón de los pecados, la resurrecciónde los muertos y la vida del mundofuturo. Las reflexiones de Men’ se am-plían a todos los sacramentos, siguien-do el esquema septenario. El bautismomarca el ingreso en la Iglesia; los sieteabrazan la vida del hombre, cuerpo yespíritu, en todas sus manifestaciones.La última conversación está dedicada ala figura de Cristo transfigurado, primi-cia de los resucitados, y al reino deDios, nuestra esperanza y nuestro fin.

A lo largo de las conferencias, que-da de relieve la gran importancia que daMen’ al tema de la unidad, tanto cuan-do habla de Dios mismo, como cuandohabla del hombre y de la Iglesia. Juntoa esto, Men’ escribe unas preciosas yprofundas líneas sobre la Virgen María.En su conjunto, lo expuesto en estasconferencias podría ser suscrito sin nin-gún problema por un católico. El A. haevitado «por elevación», si podemos ha-blar así, los puntos teológicos más dis-cutidos. Por el contrario, insiste en lanecesidad del conocimiento mutuo en-tre Occidente y Oriente, demostrandoasí un marcado interés ecuménico. ElA. pone esto por obra al dejar ver susamplios conocimientos culturales, tan-to científicos como literarios, y su pro-funda religiosidad y amor por la Iglesia.

Vistas en su conjunto, estas confe-rencias son un resumen de lo esencial

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de la doctrina cristiana. A raíz de las ex-presiones del Credo, el A. ha expuestola naturaleza de la Alianza, el mal, la re-velación y la fe, el reino de Dios, elEvangelio y los misterios de la vida deJesucristo, la unidad de Dios, el Espíri-tu Santo y la Iglesia, la Tradición, lossacramentos, la escatología. Aunque es-tas consideraciones no son aportacionesnovedosas a la teología, lo más intere-sante es que todas ellas quedan encua-dradas en un todo armónico. Además,su estilo claro, directo, plagado deejemplos y citas de todo tipo, son unaestupenda muestra de cómo la explica-ción de la fe puede hacerse amable ycercana y, al mismo tiempo, profunda.Por eso, su lectura será sin duda una re-ferencia segura para quienes buscanpuntos donde apoyarse en su fe y fuen-te de sugerencias para quienes buscanexplicaciones y argumentos de más ca-lado.

Juan Luis Caballero

J. José ALVIAR (ed.), El tiempo del Espí-ritu: hacia una teología pneumatológica,Eunsa, Pamplona 2006, 234 pp., 16 x24, ISBN 84-313-2375-2.

Relegada a un segundo término du-rante el segundo milenio en Occidente,la teología del Espíritu Santo ha sido untema recobrado por la teología occiden-tal, sobre todo a raíz del Concilio Vati-cano II, gracias al impulso de la reno-vación bíblica, patrística, litúrgica yecuménica. En la actualidad, existe unclaro consenso en torno a dos cuestio-nes fundamentales. Primero, hay unacuerdo generalizado en torno a la ideade que la dimensión pneumatológicano es un aspecto marginal, ni —muchomenos— opcional, para cualquier tra-tado teológico. Segundo, la necesidadde distinguir un tratado de pneumato-

logía junto a las demás disciplinas dog-máticas.

En esta obra de colaboración quedarecogido un conjunto de estudios sobrepneumatología de diversos profesoresdel Departamento de Teología Dogmá-tica de la Facultad de Teología de laUniversidad de Navarra. El origen deesta publicación se encuentra en unaserie de seminarios del Departamentodedicados de forma monográfica a ladimensión pneumatológica en las dis-tintas disciplinas de la Dogmática du-rante los cursos 2003-2004 y 2004-2005.

En la introducción, el editor pro-porciona el marco de los diferentes es-tudios al reflexionar sobre el modo ade-cuado de incluir al Espíritu Santo en lateología. Su presencia no puede ser lade un elemento arquitectónico más. Laforma de incluir al Espíritu Santo en lateología y en cada materia concreta hade ser la de su propiedad personal en elseno de la theo-logía manifestada en laoiko-nomía: la de ser la Persona-nexo,que realiza la comunión de los hombrescon Dios y de los hombres entre sí enJesucristo para gloria del Padre.

J. Burgraff ha dedicado un detalla-do estudio al decurso de la pneumato-logía desde los inicios de la teología has-ta la actualidad. Dedica una especialatención al siglo XX, momento en queha llegado a convertirse en un tratadonuevo dentro de la teología dogmática.En una primera parte presenta autores ytítulos relevantes y en la segunda repasalas distintas dimensiones de la pneuma-tología actual.

L.F. Mateo-Seco se ocupa del Espí-ritu Santo en los recientes tratados deDios Uno y Trino, y define las líneasfundamentales que han de dar unidad auna pneumatología como tratado espe-

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cífico estudiando el tratamiento de laPersona del Espíritu Santo en la granteología patrística oriental y occidentaly en Tomás de Aquino. Sostiene queentre el tratado de Dios Uno y Trino yel de pneumatología, ha de existir unarelación de distinción y colaboración.

Entre los contenidos de la teologíafundamental, C. Izquierdo ha conside-rado la presencia o ausencia de la perso-na del Espíritu Santo en las propuestasde una teología de la revelación. Traspresentar y sopesar críticamente la pre-sencia del Espíritu Santo en la concep-ción de la historia del movimiento teo-lógico posterior al abad de Fiore y deHegel, Izquierdo profundiza en la radi-cación trinitaria de la revelación y en lasmisiones divinas, destacando la distin-ción y la unidad entre la obra del Hijoy la del Espíritu Santo.

J.R. Villar delinea el marco de la re-lación entre el Espíritu Santo y la Igle-sia dentro de una visión trinitaria. Latesis fundamental de este artículo esque Jesucristo hace partícipe a su cuer-po místico de la Unción del Espíritucon que Él mismo fue ungido. En estacolaboración el enfoque es más sistemá-tico que histórico.

R. Pellitero considera los estudiosactuales sobre un tema fundamental enla pneumatología: la teología de los ca-rismas. Primero se detiene en las apor-taciones sobre los carismas en sí mismosy después en aquellos que los conside-ran en relación con la construcción dela Iglesia.

J.L. Bastero ha estudiado la pneu-matología en la doctrina mariológicadel Vaticano II y Pablo VI. Profundizaen el enfoque histórico-salvífico y laimpronta cristocéntrica y trinitaria de ladoctrina sobre la acción del EspírituSanto en María a la luz del Vaticano II,

así como la proclamación de su misiónmaterna que desde este punto de vistale corresponde en la Iglesia tal como fueproclamada por Pablo VI. A continua-ción, se detiene en el magisterio de Pa-blo VI y advierte una clara continuidadrespecto al Vaticano II.

Dentro de la temática de la teologíade las religiones, adoptando una pers-pectiva sistemática más que histórica, J.Morales reflexiona sobre la actividaddel Espíritu Santo más allá de los lími-tes visibles de la Iglesia dentro de un ré-gimen salvífico trinitario. Afirma que,para realizar esta tarea, no es necesariodisolver su autocomprensión, sino quees necesario profundizar en su propiatradición para descubrir sentidos nue-vos en principios cristianos de validezpermanente.

La relación entre el Espíritu Santoy la gracia es el tema del que se ocupaJ.L. Lorda. Respecto a esta cuestión,detecta una importante carencia y pro-pone una solución. Una parte de lateología católica y protestante cae enun cierto aislamiento de la gracia, fe-nómeno que viene a difuminar su ori-gen, que no es otro que la realizaciónde las promesas divinas con el envío delEspíritu Santo. El misterio de la graciadebe quedar radicalmente vinculadocon la persona del Espíritu Santo. Éstees el acceso más apropiado para elabo-rar una teología de la gracia. Lorda par-te de la vida trinitaria para entender lamisión del Espíritu Santo y estudiardesde esta perspectiva la economía dela salvación.

F. Arocena señala que la acción fun-damental del Espíritu Santo es aquellaque se dispone en orden a la divini-zación del hombre. Esta consideraciónpone en el centro de la atención la ac-ción litúrgica. En su colaboración, pre-senta el desarrollo de la reflexión doc-

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trinal y teológica en el terreno de lapneumatología litúrgica desde la pro-mulgación de Sacrosantum Concilium,pasando por el tratamiento de la cues-tión en los manuales de liturgia de len-gua española, hasta la edición típica delCatecismo de la Iglesia Católica en 1997,donde detecta la presencia del pensa-miento y la pluma de Corbon.

J. Alviar detecta también un «des-pertar pneumatológico» en la escatolo-gía que se inicia antes del Vaticano II ycontinúa después con mayor impulsocomo consecuencia de profundos estu-dios exegéticos y patrísticos. El autorrastrea la presencia del Espíritu Santoen una selección de manuales y tratadosde escatología entre los años 1990 y2003, y propone una vía por la queavanzar hacia una escatología pneumá-tica.

La lista de las cuestiones considera-das podría haber sido más amplia. Sinembargo, el conjunto de las aportacio-nes a esta obra dibuja un rico panoramade la pneumatología y de su intrínsecarelación con los diversos tratados de lateología. Cada autor aborda la cuestiónque se plantea en esta obra de forma di-versa. Unas veces prima una perspectivasistemática, otras positiva, o una com-binación entre ambas. Esta variedad deperspectivas y acercamientos, sin em-bargo, no va en detrimento de la uni-dad que viene garantizada por la pre-gunta que sirve de eje a las distintascolaboraciones: cómo se halla presentela persona del Espíritu Santo en la pro-ducción teológica actual. Por eso, a pe-sar de esta diversidad de enfoque y mé-todo, esta obra proporciona una ampliay detallada panorámica de las cuestio-nes que conforman la pneumatologíacomo un tratado específico y su presen-cia en la teología actual.

Juan Ignacio Ruiz-Aldaz

José MORALES, Acta theologica. Volumende escritos del autor, ofrecido por la Fa-cultad de Teología de la Universidad deNavarra (edición a cargo de J. José Al-viar), Eunsa, Pamplona 2005, 495 pp.,17 x 24, ISBN 84-313-228-02.

Con ocasión de la jubilación acadé-mica del profesor José Morales, la Fa-cultad de Teología de la Universidad deNavarra ha publicado el presente volu-men en el que se recogen veintitrés tra-bajos del profesor Morales, que se ha-llaban dispersos en diversas revistas yobras colectivas. La obra, por tanto, tie-ne el significado de un homenaje aquien ha dedicado tantos años de traba-jo abnegado y fecundo a la Facultad,desde sus mismos comienzos y a lo lar-go de su desarrollo hasta lo que hoy esy representa en el panorama teológico.

En una obra como la que comenta-mos importan, sin duda, los diversos es-critos que se recogen; pero quizás impor-ta más llegar a aquello que subyace a lostemas, en su variedad y en su estructuraparticular. De ese modo es posible descu-brir, a través de temas distintos —y hastadispares—, la unidad del origen del queproceden, la síntesis teológica que está ensu fuente, el espíritu que los anima.

El lector observa inmediatamenteque la variedad de cuestiones que aquí serecogen es signo de la amplitud de inte-reses del autor. Los apartados «Biblia»,«Religiones», «Teología Dogmática»,«Existencia cristiana» y «Literatura» po-nen de manifiesto la diversidad de temasde que se ha ocupado el teólogo José Mo-rales. Para él la teología no es un cotoperfectamente delimitado por una espe-culación especializada, que cuaja en cues-tiones más o menos convencionales, sinoque tiene que ver con los diversos camposen los que cuaja la aventura de la existen-cia. Y con la existencia tienen que ver las

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cuestiones bíblicas, la actividad económi-ca, el mito, el significado del Islam, losescritos de los Padres de la Iglesia o de au-tores como E. Waugh o Dostoyevski, olos problemas de la inculturación en laIndia (todos ellos temas que son aborda-dos en los capítulos de esta obra). Nadiepuede pensar que estos escritos —necesa-riamente breves— representan el meollode la aportación teológica de un autorque ha dado a la imprenta libros de granaliento, como queda plasmado en las re-censiones y reseñas que se le han hecho(entre otras, dentro de esta misma revis-ta). La importancia de los escritos recogi-dos en esta obra es, sobre todo, que po-nen de manifiesto el ánimo humanista,verdaderamente universitario, del autor.

El libro cuenta con una nota deleditor (José Alviar) y un prólogo en elque el profesor José R. Villar, Decanode la Facultad, ofrece una condensada«laudatio» de José Morales. Les sigue elelenco bibliográfico del homenajeado:veintitrés libros (hasta la fecha de pu-blicación de este volumen; después hapublicado varios más) y casi un cente-nar de trabajos más breves.

El lector encuentra, pues, en este li-bro, además de sugerentes estudios so-bre temas de interés teológico, el testi-monio de homenaje y agradecimiento aun maestro de la teología como ha sidoy sigue siendo el profesor José Morales.

César Izquierdo

Pablo Carlos SICOULY, Schöpfung undNeuschöpfung. Neuschöpfung als theolo-gische Kategorie im Werk Jürgen Molt-manns, Bonifatius Verlag, Paderborn2007, 420 pp., 15 x 23,5, ISBN 978-3-89710-239-0.

La presente obra —una tesis docto-ral, aceptada en 2004 en la Philoso-

phisch-Theologische Hochschule SanktGeorgen, en Francfort al Meno— versasobre una de las preguntas fundamenta-les de la teología sistemática: ¿cómo serelacionan creación, redención y (últi-ma) perfección entre sí? ¿Cómo pode-mos comprender adecuadamente estasrealidades, de modo que se destaque,por un lado, la única obra salvífica deDios, y se subraye, por el otro, la abso-luta novedad de la redención y de laperfección final?

El autor, P.C. Sicouly —padre do-minico argentino—, es actualmenteprofesor de Teología Dogmática y deHistoria de la Teología tanto en la Uni-versidad del Norte Santo Tomás deAquino (UNSTA) como en la Universi-dad Católica Argentina (UCA), enBuenos Aires. Nos presenta una ampliainvestigación sobre la obra del conoci-do teólogo protestante Jürgen Molt-mann, que incluye sus fuentes filo-sóficas-teológicas y las discusionessuscitadas a raíz de varias proposicio-nes. En el centro del debate se encuen-tra el uso moltmanniano del concepto«nueva creación», que sirve para res-ponder —según Sicouly— a los inte-rrogantes arriba enunciados.

En la primera parte de su libro, Si-couly estudia diez grandes obras deMoltmann, que han sido publicadasentre 1964 (Theologie der Hoffnung,esp. Teología de la esperanza, 1968) y1999 (Erfahrungen theologischen Den-kens, esp. En el fin el principio, 2004).Así, por el límite del tiempo, han teni-do que quedarse fuera otros libros inte-resantes que han salido en el tercer mi-lenio, como Weiter Raum; Leidenschaftfür Gott; Totentänze - Tanz des Lebens.Aparte de ello, Sicouly constata que elconcepto de «nueva creación» juega,efectivamente, en todas las obras deMoltmann un papel más o menos im-

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portante. Sin embargo, el contenido deeste concepto varía según las distintasépocas y cuestiones. Mientras que de-signa, al principio, un cierto «horizonteescatológico» o un «horizonte de la es-peranza» (p. 51), expresa una décadamás tarde «la plenitud de la historia tri-nitaria de Dios con el mundo» (p. 75).En las últimas obras, la «nueva crea-ción» se encuentra cada vez más en elcentro de las reflexiones, y se refiere cla-ramente a una «perfección conjunta dela historia y de la naturaleza» (p. 126).

En la segunda parte de su libro, Si-couly contempla algunos interlocutoresde Moltmann, de épocas diversas. Entreellos se encuentran, por ejemplo, variosfilósofos (Bloch, Hegel), reformadoresprotestantes (Luther, Calvin), teólogosevangélicos del siglo XX (Käsemann,Barth, Bultmann, Pannenberg) y algu-nos teólogos católicos (Balthasar, Rah-ner, Congar). Todos ellos aportan ele-mentos interesantes que llevan aMoltmann a (re-)formular continua-mente su concepto de «nueva crea-ción».

Sicouly dedica la tercera y últimaparte de su libro a realizar una síntesisentre «creación» y «nueva creación» enla obra de Moltmann. Descubre tresmodelos, que muestran las mutuas rela-ciones entre ambas de tres modos dife-rentes. La «nueva creación» es presenta-da, por el teólogo alemán, a veces comouna «nova creatio ex nihilo» (¿dualis-mo?); otras veces, él la describe comoparte de la «historia de Dios con elmundo» (¿monismo?) y, por último, sela concibe como «nova creatio ex vetere»(¿un cambio consecuente?).

Sicouly muestra a la vez simpatíahacia el influyente teólogo y concienciade una cierta falta de claridad en sus es-critos. No deja de interrogar crítica-mente su pensamiento. Finalmente,

propone buscar ayuda en la tradicióncatólica para seguir investigando conmás equilibrio en las relaciones entre«creación» y «nueva creación».

Jutta Burggraf

Miguel PONCE CUÉLLAR, Cristo, Siervoy Señor, Edicep (Col. Compendios deestudios teológicos), Valencia 2007,413 pp., 14 x 25, ISBN 978-84-7050-908-7.

El A. es bien conocido, entre otrascosas, por sus anteriores manuales deteología. Preceden a este tratado unaantropología teológica, El misterio delhombre (Herder 1997), un tratado so-bre el sacerdocio ministerial, Llamadosa servir (Herder 2001), una mariología(María, Madre del Redentor (Herder1996) y un Tratado sobre los Sacra-mentos (Edicep 2004). En este manualanuncia ya el tratado sobre Dios. Nosencontramos, pues, ante la cristologíade un Autor, muy atento a una visiónsintética de toda la teología, y que tienegran experiencia en el «arte» de la ela-boración de un manual de teología sis-temática.

La cristología que ahora reseñamosconserva la estructura ya mantenida porel A. en los otros tratados: comienzapor un estudio de la Sagrada Escritura,prosigue con un estudio de la Tradicióny de la historia de la teología, y finalizacon una última parte dedicada al estu-dio sistemático de las cuestiones perte-necientes a la cristología. Huelga decirque Ponce, como casi todos los que es-criben de cristología, considera insepa-rables en Cristo su ser y su misión, esdecir, considera inseparables cristologíay soteriología. El título de la Cristolo-gía, Cristo, Siervo y Señor, es ya bien elo-cuente de la perspectiva unitaria en quese sitúa su Autor.

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Quizás la mejor alabanza que sepueda hacer de este manual sea decirque nos encontramos ante un trabajoserio, ordenado, equilibrado y solvente,con una magnífica información de lascuestiones y de las tensiones existentesen la actualidad, y en el que el primerobjetivo de su Autor consiste en facili-tar el inicio en el estudio de la cristolo-gía y ofrecer un buen punto de partidapara una investigación pormenorizada aquien quiera proseguir ese estudio conmayor profundidad y detalle.

El Autor aborda con claridad y conbrevedad todas las cuestiones impor-tantes en la cristología de nuestro siglo.Baste enumerar algunos epígrafes de laparte dedicada a la Sagrada Escriturapara mostrar ya, en su mismo enuncia-do, que el «equilibrio» del que hemoshablado no se puede confundir con am-bigüedad a la hora de manifestar el pro-pio pensamiento: Cristo al inicio de lacristología (p. 50), Autoconciencia de Je-sús (p. 54), Los inicios del credo cristoló-gico (p. 93), Diversidad de enfoques yunidad de la Cristología neotestamenta-ria (p. 105). Las tomas de posición sonya evidentes en estos sencillos epígrafes.

La segunda parte —el dogma cris-tológico en la fe de la Iglesia— es, encierto sentido, la más fácil de escribir.Los abundantes y magníficos estudiosexistentes sobre la cristología de los Pa-dres, de los primeros Concilios, y, engeneral, sobre la historia de la teologíaque llega hasta nuestros días, permitenal autor de un manual escribirla con se-guridad. Miguel Ponce conoce bien losmejores estudios, sabe sintetizar susafirmaciones fundamentales y las expo-ne de un modo asequible. También tra-ta en esta parte la historia de la soterio-logía.

La tercera parte consiste en la siste-matización de la cristología y de la sote-

riología. Está dividida en tres capítulosque tratan respectivamente la encarna-ción del Verbo y la Persona de Cristo, lapasión y muerte del Señor, la glorifica-ción de Jesucristo. No falta ninguna delas cuestiones importantes, y en todasellas el A. aporta abundantes datos so-bre las diversas posiciones existentes y laevolución del pensamiento de los teólo-gos a lo largo de la historia. Así sucede,p.e., en cuestiones como la unión hi-postática y la conciencia de Cristo (pp.249-286 y 261-276) o la resurreccióndel Señor (pp. 331-374).

El libro termina con unas páginasdedicadas a la mediación de Cristo y alas consecuencias que se siguen de ella ala hora de concebir la salvación de quehabla la fe cristiana y la relación de lasdemás religiones con Cristo.

Lucas F. Mateo-Seco

Jaume FONTBONA, La Cena del Señor,misterio de comunión, Centre de Pas-toral Litúrgica («Biblioteca Litúrgica»,32), Barcelona 2007, 281 pp., 16 x 22,ISBN 978-84-9805-225-1.

Jaume Fontbona i Missé es profesorde teología sacramentaria en la Facultatde Teología de Catalunya. En este libronos ofrece un breve tratado de la Euca-ristía, que comienza con una detenidaatención a las fuentes bíblicas (pp. 15-61). Basándose también en estudios exe-géticos y de crítica textual recientes,Fontbona insiste en la dimensión a lavez convivial y sacrificial, anamnética yescatológica de la Cena, así como en sudimensión eclesial y comunional, tal co-mo se desprende del mismo título de laobra. El punto de partida resulta, portanto, no sólo erudito, sino tambiénbastante equilibrado por la diversidadde fuentes y testimonios ofrecidos. Re-sulta así interesante y sugerente el para-

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lelismo que presenta entre la últimaCena y el simposio socrático. A la vez,Fontbona propone —siguiendo a Lo-nergan— la última Cena como el tipo—«figura y anuncio»— de la muerte yresurrección de Cristo, aunque en cier-tos momentos podría dar la impresiónde dejar en un segundo plano la cele-bración eucarística como memorial dela pascua del Señor. A su vez, «el pan yla copa de la última Cena son el mode-lo del pan y de la copa de vino de la eu-caristía» (p. 63). El centro y el origen detoda celebración eucarística se establece-ría, por tanto, sobre todo en torno a laúltima Cena de Jesús con sus discípulos.

Siguiendo con el esquema propues-to, en el capítulo titulado «Testimoniode la consolidación de la tipología» (pp.63-113), Fontbona utiliza las principa-les fuentes litúrgicas: la Didajé, la «Eu-caristía mística» de las Constitucionesapostólicas, la anáfora de Addai y Mari...Se abordan, de igual manera, en clavetipológica los testimonios de los Padressobre la cuestión del sacrificio y la con-cepción de la celebración como memo-rial de la pascua del Señor, al mismotiempo que considera las cuestionesrelacionadas con la presencia de Jesu-cristo en la Eucaristía o la misma ecle-siología eucarística. Esta parte resultatambién completa y convincente, por eldetenimiento con que se procede. LaEdad Media se aborda de un modo unpoco más breve y resulta a su vez califi-cada como «el fin de la tipología» (pp.115-150), lo cual denota un enfoquepredominantemente litúrgico frente aotro complementario más propio de lasacramentaria y más centrado, por tan-to, en la cuestión de la presencia real deJesucristo en el sacramento eucarístico.El resultado es, sin embargo, suficiente-mente completo, al abarcar tambiéntanto las teologías de Oriente como lasde Occidente. De igual manera, se

abordan los problemas presentes en ladoctrina eucarística como consecuenciade la Reforma, si bien —en el breveanálisis que se hace sobre la situacióndel diálogo ecuménico— se afronta elproblema de un modo algo parcial yaislado. Se dejan así aparte las cuestio-nes referidas al defectus ordinis de UR22 y a las distintas eclesiologías existen-tes en las diferentes confesiones cristia-nas, también importantes a la hora deafrontar la cuestión eucarística en ám-bito ecuménico.

En la reflexión sistemática que Font-bona nos ofrece sobre la eucaristía, sesigue sobre todo la eclesiología de co-munión propuesta por J.M.R. Tillard(1927-2000), en la que se combinan lafe, el bautismo, la eucaristía, el ministe-rio y la dimensión misionera de la Igle-sia (cfr. p. 270). Ahí se recuerda cómoen la celebración eucarística, la Iglesiapide al Padre el Espíritu, que es quienofrece la verdadera comunión entre to-dos los creyentes; se insiste de igual ma-nera en la dimensión epiclética del mis-terio eucarístico (cfr. pp. 187-196). Porotra parte, ofrece Fontbona a su vez unabuena explicación sobre la comple-mentariedad de los términos transus-tanciación, transignificación y transfi-nalización, si bien destaca la prioridadontológica de la primera (cfr. pp. 196-199). A su vez, establece una analogíaentre la transformación obrada sobre lasespecies sacramentales y la operada en laasamblea eucarística, constituyéndose deeste modo la auténtica comunión ecle-sial, de manera que se vuelve a insistirahí en la dimensión comunional y con-vivial de la eucaristía (cfr. pp. 200 ss.), ala vez que se alude al aspecto sacrificial alconsiderarlo también como memorialde la pascua del Señor (cfr. pp. 219 ss.).Al final, se añade un capítulo de teologíalitúrgica sobre las partes de la celebra-ción eucarística (pp. 233-260).

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En definitiva, un completo y equili-brado estudio sobre la celebración euca-rística y su ineludible importancia en lavida de la Iglesia, el cual ofrece una ex-posición actual de la fe de la Iglesia so-bre el misterio eucarístico, si bien a ve-ces el uso específico de la terminologíaespecializada —como la de «tipo» y«antitipo»— podría causar alguna per-plejidad en un lector no demasiado fa-miliarizado con ella.

Pablo Blanco

Rober Józef WOÌNIAK, Przyszπoå≈, teolo-gia, spoπeczeŸstwo, WAM («Myål teolo-giczna», 56), Kraków 2007, 188 pp.,15 x 24, ISBN 978-83-7318-975-1.

La monografía de Wo∞niak, publica-da en la prestigiosa serie polaca «El pen-samiento teológico» (Myål teologiczna,56), intenta describir la situación de lateología en el mundo posmoderno, pre-guntando por su futuro en una sociedadque parece plantearse cada vez menos eltema de Dios. Ya el mismo título, «Fu-turo, teología, sociedad», demuestra queel enfoque dominante en el libro será lareflexión acerca del diálogo con otrasdisciplinas y con el pensamiento moder-no, para poner de relieve la necesidad dela presencia de la teología en el horizon-te intelectual de nuestra época ya queella misma tiene algo importante quedecir sobre el futuro del hombre.

El libro de Wo∞niak, profesor deteología en la Pontificia Academia deTeología de Cracovia, está compuestode cuatro capítulos, con una amplia bi-bliografía filosófico-teológica, sobre to-do contemporánea, que el lector encon-trará en las páginas finales.

El primer capítulo considera la teo-logía como escatología, a la que presen-ta como clave hermenéutica de todo el

discurso teológico. El modus vivendi delos cristianos es su ser-hacia-Cristo, suser-hacia la parusía que marca al mismotiempo su presente: no es una reflexióninfructuosa sobre el futuro, sino undarse cuenta de que el futuro tiene unvalor cristológico. Para Wo∞niak es im-portante comprender que el momentocentral de la escatología es la teologíatrinitaria que expone la obra salvífica detoda la Trinidad y presenta al hombrecomo llamado a la amistad con cadapersona. En el fundamento de este dis-curso cristiano sobre el futuro, encon-tramos a Dios como primer filántropos.

La fe cristiana, sigue en el capítulosegundo, es una anticipación del futuro:es una capacidad de dejar el presentepara el futuro (lógica de la promesa), laconfianza de que Dios garantiza el futu-ro del hombre (caso de Abrahán). La feno puede, influida por las corrientes dela Ilustración, convertirse en una elec-ción sólo para el momento actual. Portanto, Wo∞niak, a modo de ejemplo,muestra tres casos donde la teologíaabre el futuro: con su concepción depersona, con su «desencantar» el mun-do (quitándole su manto mágico) y conla preocupación por los pobres.

El siguiente capítulo reflexiona so-bre la pregunta siguiente: ¿qué tipo deteología necesita el futuro? La respuestase halla en la enseñanza del Vaticano II,con su intento de presentar la teologíaen su aspecto sintético (trinitario) y noa través de la estructura de tratados, quedesgraciadamente han provocado la se-paración entre la teología y la vida cris-tiana. La fe tiene que ser descrita comoun organismo vivo de la verdad revela-da. En esta visión de la teología, la cris-tología obtiene una centralidad dinámi-co-funcional, como regla metodológicafundamental, pero sin olvidar su fun-ción servidora: como lugar de la revela-

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ción de la verdad. Se trata de promoverla «racionalidad participante», que esuna de las aportaciones más importan-tes de la teología al debate moderno. Elaspecto hermenéutico que le interesa aWo∞niak se basa en la naturaleza histó-rica, contextual de la teología («El mis-terio de Dios —escribe el teólogo deCracovia— es inagotable, incluso cuan-do fue radicalmente revelado en Cristo.(...) La teología que rechazara en su au-tocomprensión su propia historicidad,cerraría la infinitud del misterio de Diosen una noción y, como consecuencia, seconvertirÌa en una ideología», p. 86).Por tanto, Wo∞niak distingue claramen-te la «explicación» y la «comprensión»del misterio. La «comprensión» consisteen aceptar lo que hace del misterio unmisterio, es decir, un principio funda-mental que consiste en la afirmación deque Dios es amor. La comprensión seríael fruto de la mirada amorosa de la sa-biduría. En definitiva, todo el discursodemuestra que entre metafísica e histo-ria no hay contradicción.

El libro concluye con una reflexiónsobre los síntomas del retorno del pen-samiento moderno a los temas religio-sos provocado por la decepción de la ra-zón y el vacío existencial del hombre.Wo∞niak presenta algunos ejemplos deeste retorno: el pensamiento de Haber-mas, la escuela parisina (M. Henry, J.L.Marion, J.Y. Lacoste), la «radical ortho-doxy» de Inglaterra (J. Milbank, G.Ward, C. Pickstock), la filosofía de E.Lévinas y los motivos teológicos en elpensamiento de J. Derrida.

Wo∞niak está convencido de que lateología entendida como la «fe racio-nalmente pensada» tiene futuro y exigerealizar la tarea eclesial de crear un buenclima para las reflexiones teológicas. Setrata de no huir del diálogo con otrasciencias, de tener la sensación de ham-

bre espiritual, de lo inadecuadas queson las fórmulas siempre repetidas. Lamisión del teólogo en la Iglesia es siem-pre necesaria para que la respuesta de lafe sea integral.

Piotr Roszac

TEOLOGÍA MORAL YESPIRITUAL

Antonio PRIETO LUCENA, De la expe-riencia de la amistad al misterio de la ca-ridad. Estudio sobre la evolución históri-ca de la amistad como analogía teológicadesde Elredo de Rieval hasta Santo Tomásde Aquino, Publicaciones de la Facultadde Teología San Dámaso («Disserta-tiones Theologicae», 1), Madrid 2007,772 pp., 16,5 x 23, ISBN 978-84-96318-38-0.

Aparece el primer título de la colec-ción Dissertationes Theologicae de la Fa-cultad de Teología san Dámaso, frutode la investigación de doctorado del au-tor sobre el empleo de la amistad hu-mana como analogía teológica. El arcode tiempo estudiado abarca los pocomás de cien años que van desde el mon-je Elredo de Rieval, a mediados del s.XII, hasta Tomás de Aquino. Mientrasque los autores anteriores al primeroúnicamente hacen referencias ocasiona-les a la amistad, sin dedicarle espacio ase, Elredo le dedica un entero tratado,lo que motiva su elección como puntode partida para seguir el desarrollo teo-lógico que llevará al Aquinate a identi-ficar la caridad como amistad entre elhombre y Dios.

Nos encontramos ante un períodode abundante elaboración teológica enel que se generaliza la referencia a laamistad como imagen que permita pro-fundizar en algunos de los problemas

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del momento. No obstante, a pesar dela complicación de la época y sus diver-sas teologías (monástica, dialéctica, pri-mera escolástica y gran escolástica), elautor logra mantener el hilo conductorde la investigación apoyándose en launidad de fondo del objeto de estudio.

El trabajo se divide en cuatro partes:(i) la cristianización de la amistad clási-ca en Elredo de Rieval y Pedro de Blois;(ii) su extensión a los problemas teoló-gicos del s. XII; (iii) la síntesis en tornoa la caridad en los grandes escolásticos;(iv) la síntesis tomista, atendiendo a laevolución de su pensamiento en las dis-tintas obras. En cada parte se estudianlos textos más relevantes de modo his-tórico-crítico, atendiendo al contexto ya las fuentes de cada autor, y se intentala parcial articulación de su pensamien-to con los anteriores. De este modo, elestudio nos introduce en algunas de lascuestiones más candentes de la teologíamedieval: tras la primera sistematiza-ción de Elredo, la amistad se utiliza enlas discusiones en torno a la Creación,la Trinidad o la gracia y el dinamismode la caridad. Merece la pena destacar,por ejemplo, la influencia de la analogíade la amistad para superar la identifica-ción que Pedro Lombardo realiza de lacaridad creada con la caridad increada yla cuestión de la sobrenaturalidad delamor en los debates entre Guillermo deAuxerre y Felipe el Canciller. El uso deesta analogía va a permitir finalmente aSanto Tomás vincular la gratuidad delamor al «amado», y no tanto al desinte-rés. Se subraya de este modo el valor in-terpersonal del afecto humano, en elque se inserta la gracia para hacer posi-ble el don de sí a Dios, resultando la ca-ridad una auténtica amistad del hom-bre con Dios. A lo largo del estudio seobserva cómo la analogía de la amistadpermite una articulación de los miste-rios de la fe que pone de relieve su ar-

monía y unidad originaria; la sinergiadel dinamismo divino y humano en laamistad abre las puertas a la compren-sión de esa nueva dinámica comunica-tiva que es la autorrevelación de Diosen Jesucristo.

Podemos añadir que con esta obrase pretende contribuir a un estudio teo-lógico de la amistad, manifestar la cua-lidad del amor como luz intelectual,fuente de conocimiento, y contribuir auna sistemática de la moral bajo la pri-macía del amor. Amén de realizar unalectura diacrónica y una síntesis muycompleta de la época estudiada, el tra-bajo tiene el mérito de conectar conuna teología del amor, en sintonía conlas sugerencias del magisterio actual.

Javier Sánchez Cañizares

Jutta BURGGRAF, Libertad vivida con lafuerza de la fe, Rialp, Madrid 2006, 212pp., 13 x 20, ISBN 84-321-3583-6.

Resulta difícil a estas alturas de lahistoria del pensamiento decir algonuevo y significativo acerca de la liber-tad, que es posiblemente el más altoatributo del ser humano. Sólo el hom-bre y la mujer que conocen y actúan lalibertad que adorna su condición finitapueden considerarse verdaderamentehumanos. El gran asunto que el hom-bre debe resolver a lo largo de su exis-tencia terrena es el uso que hace de sulibertad. Ésta es probablemente el mo-tor de la existencia humana. La libertadorigina en el hombre una legalidad di-námica y un régimen de vida que le re-laciona con Dios, con el mundo, conlos demás y también consigo mismo. La«libertad vivida», como se la describe enel título del libro que comentamos, per-mite al hombre y a la mujer ser verda-deros interlocutores de Dios, y emplearcoram Deo sus facultades anímicas y fí-

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sicas del mejor modo posible. Es a tra-vés de su libertad como el ser humanopuede aspirar a planteamientos de tota-lidad para su destino terreno y eterno.«¿Me dices que eres libre y todavía no tehas entregado a Dios?»: estas palabrasde Sören Kierkegaard definen bien larazón de ser y el don de la libertad, co-mo fuerza para la elección no sólo delbien sino sobre todo del bien sumo, quese abre al mayor Amor.

Sólo el ejercicio adecuado de la li-bertad capacita al hombre para vencerla resistencia del mundo, que conviertenecesariamente la vida humana en unaexistencia agonal y arriesgada, porque elhombre es siempre un ser en peligro. Lacondición de seres libres faculta al hom-bre y a la mujer para crear un espaciovital interhumano que lo sea realmente,porque reine en él de modo auténtico lacomún humanidad. Donde mejor ob-servamos en acción el misterio de lalibertad es en el mundo interior delhombre, allí donde se desarrolla silen-ciosamente la relación con Dios.

La libertad es una realidad polifacé-tica que interesa diversos aspectos delcomplejo humano, pero que, bien en-tendida, no autoriza a separar en elhombre un ámbito inteligible de auto-determinación y un ámbito fenoménicode la necesidad. Es libre el hombre en-tero y no solamente una zona de su per-sonalidad. De acuerdo con esta perspec-tiva, la autora aborda en su ensayo tantola ontología como la fenomenología dela libertad humana. Lo hace en diez ca-pítulos en los que se despliegan sencillosy a la vez penetrantes análisis de la na-turaleza y el ejercicio de la libertad. Laprofesora Burggraf ofrece al lector un li-bro de altos vuelos, cuyos contenidosnunca pierden de vista el terreno y lassendas que recorren el hombre y la mu-jer concretos entre el cielo y la tierra.

Los capítulos llevan los títulos de1. Una llamada original; 2. La Libertadinterior; 3. La Libertad de ejercicio; 4. LaLibertad para amar; 5. Obedecer a Dios:fuente de la libertad; 6. Obedecer a auto-ridades humanas: expresión de la liber-tad; 7. Obstáculos en el camino; 8. Sal-tar los muros; 9. Crear ambientes libres;10. Educar personas libres.

En el conjunto de la obra resaltanprincipalmente una visión, una arqui-tectura y un lenguaje. Es la visión dequien no escribe de oídas, la arquitectu-ra de un discurso bien trabado que co-bra vida cada vez que se lee, y un len-guaje que es en gran medida nuevo enrelación con estos temas. La autora nose limita a formular verdades. Lo hacede tal modo que los enunciados contie-nen motivaciones, y suenan como invi-taciones a la acción. El ensayo se perci-be entonces como una educación parael ejercicio de la libertad, que siempreva unida a la razón y a los sentimientos.

Hay que felicitar a la autora por ha-ber escrito un libro tan lúcido y esti-mulante.

José Morales

Mario TOSO, Democrazia e libertà. Lai-cità oltre il neoilluminismo postmoderno,LAS («Biblioteca di Scienze Religiose»,196), Roma 2006, 248 pp., 17 x 24,ISBN 978-88-213-0610-5.

La crisis por la que atraviesa desdehace décadas la democracia conciernetanto a su aspecto institucional como alideal, al conjunto de valores, opinioneso creencias que la sustentan. Esa crisisse extiende a las diversas formas que haconocido, sean las de la democracia so-cial, sean las de la democracia liberal. Seha hablado de un cierto vaciamiento dela democracia desde dentro, que afecta

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particularmente a su dimensión antro-pológica y ética. Más recientemente, haresurgido un laicismo radical que secreía superado, y que sin negar formal-mente la protección jurídica de la liber-tad religiosa, pretende eliminar cual-quier manifestación confesional de laesfera democrática.

«El presente volumen no proponeuna reflexión sistemática sobre el temade la democracia. Asume algunos de susproblemas cruciales para individuar lasaporías heredadas del pensamiento mo-derno y para ofrecer líneas guía para susuperación, a la luz de una razón espe-culativa y práctica, iluminada y poten-ciada por la fe, que la purifica y la vuel-ve recta» (p. 7).

La democracia pasa actualmentepor la siguiente alternativa: si se reducea un procedimiento para la toma de de-cisiones (regla de la mayoría) sólo valecomo sistema político y no puede gene-ralizarse a toda la vida social, como si setratara de un criterio de verdad. Si, co-mo ocurre con frecuencia, la democra-cia se generaliza, entonces debe consis-tir en algo más que un procedimiento.

A juicio de Toso, el ámbito de la de-mocracia no se agota en el de la políti-ca sino que lo trasciende, pues alcanza ala familia, a la sociedad civil, a la eco-nomía, al «ethos» de los pueblos. De ahíque la democracia no venga referida só-lo a reglas sino a aspectos sustanciales,es decir, a la dignidad de la persona ex-presada en unos derechos fundamenta-les de base meta-convencional.

Los diez capítulos del libro tocanpuntos diversos: la familia como tejidovital de la democracia, el sindicato, ladimensión antropológica y ética, la glo-balización como contexto, el bien co-mún, la justicia social, la laicidad en-tendida como distinción de ámbitos y

funciones más que como oposiciónconstitutiva, etc.

Como el mismo autor advierte, nopuede esperarse un tratamiento unita-rio sobre la democracia de este libro,cuyos capítulos parecen haber surgidocomo trabajos independientes y no co-mo el fruto de un proyecto unitario.Sin embargo, estas páginas bien puedenservir a quienes se interesan por lascuestiones que tiene actualmente abier-tas la democracia, y facilitarles una pro-fundización inspirada en los grandesprincipios de la doctrina social de laIglesia.

Rodrigo Muñoz

Angelo SCOLA, Una nueva laicidad. Te-mas para una sociedad plural, Encuentro-CEU Ediciones, Madrid 2007, 183 pp.,15 x 23, ISBN 978-84-7490-882-4.

El debate reciente sobre la laicidad,especialmente vivo en algunos países dela Europa meridional, ha puesto de ma-nifiesto los estrechos límites de las cate-gorías desde las que con frecuencia seaborda. El enfoque clásico jurídico-ins-titucional o de «relaciones Iglesia-Esta-do», todavía válido para aquella dimen-sión del problema que le compete, se vehoy ampliamente desbordado por elconjunto de cuestiones que suscita lapresencia social de las religiones. Almargen de los modelos de relación ins-titucional, el desafío consiste —comoha escrito P. Donati— en repensar lasociedad civil como esfera pública queestá cualificada por la religión, es decir,como campo de encuentro y de inter-cambios sociales (de mercado y de inte-gración social) entre sujetos cualifica-dos por su pertenencia religiosa (p. 41).

Este volumen recoge algunas refle-xiones del cardenal Scola elaboradas

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desde que fuera nombrado Patriarca deVenecia en 2002. «Como el lector po-drá notar desde las primeras líneas, nose trata más que de apuntes. Además,están siempre ligados a circunstancias«ocasionales», por lo que carecen de ca-rácter orgánico» (p. 12). Estas palabrasque el autor consigna en el prólogo,aunque dictadas en parte por la modes-tia, apuntan sin embargo a una reali-dad: el libro ofrece un conjunto de ma-teriales con una primera elaboración odesarrollo, sobre un amplio arco decuestiones que exceden con mucho eltema de la laicidad, pues tocan de unamanera u otra los fundamentos de laconvivencia de orden político, social,ético, religioso, cultural, etc.

Los temas tratados se agrupan en die-cisiete capítulos cuyo enunciado puederesultar revelador del conjunto: 1. Unanueva laicidad; 2. Sociedad civil, política,estado; 3. Religiones y política; 4. Laidentidad dialógica de Europa; 5. Mesti-zaje de culturas y civilizaciones; 6. Losdolores de parto de la cultura contemporá-nea; 7. Progreso y sentido; 8. La vida bue-na: un ideal practicable; 9. Educar en unasociedad en transición; 10. Hombre-mu-jer; 11. El trabajo del hombre; 12. Eco-nomía y nuevos estilos de vida; 13. Eldescanso; 14. El ambiente y la comuni-dad humana; 15. Edificar la paz; 16. Bie-nes culturales e Iglesia; 17. Bioética: apropósito de vida y muerte.

El público al que el libro se dirige esenormemente amplio, podría decirseque todo lector medianamente ilustradoque se interese por los desafíos que ace-chan a la convivencia en las democraciasmodernas. El lector encontrará una pers-pectiva lúcida sobre esas cuestiones,abordadas desde una inspiración cristia-na y elaboradas con una competencia in-telectual que está a la altura de su autor.

Rodrigo Muñoz

Mariano FAZIO, Historia de las ideas con-temporáneas. Una lectura del proceso desecularización, Rialp, Madrid 2006, 432pp., 16 x 24, ISBN 84-321-3613-1.

El profesor Fazio, historiador y filó-sofo argentino, es Ordinario de Historiade las doctrinas políticas en la Facultadde Comunicación Social Institucionalde la Pontificia Università della SantaCroce (Roma), de la que actualmenteocupa el cargo de Rector. Ha publicadoalrededor de una decena de libros que sesitúan en el campo de la filosofía y de lahistoria, aunque incluso en este últimocaso con una mirada que atiende prefe-rentemente a la evolución de las ideas, ya los acontecimientos como realidadesque las acompañan y permiten explicar-las mejor.

En la introducción el autor explicala génesis del libro, que originalmente«fue publicado en italiano (2001,2005), como manual para los estudian-tes de la Facultad de Comunicación Ins-titucional». El propósito del proyectoera presentar un panorama de las prin-cipales corrientes de pensamiento de losúltimos dos siglos, como contexto de lasituación cultural presente (p. 15).

El autor es consciente de que estasindicaciones resultan insuficientes paraacotar razonablemente el amplísimocampo del pensamiento moderno. Latarea de selección se impone y el crite-rio empleado para realizarla, que cons-tituye el hilo conductor del libro tal co-mo indica el subtítulo, es el proceso desecularización que acontece en ese pe-riodo.

Este punto estructurante del con-junto merece mayor atención. El autoradvierte de que secularización no puedetomarse obviamente en un sentido uní-voco equivalente a descristianización, apérdida del sentido religioso. Cabe ha-

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blar de una autonomía que lo temporalva alcanzando progresivamente respec-to de un dominio eclesiástico (descle-ricalización), o de una desvinculaciónrespecto de su origen trascendente. Es-tas diversas comprensiones dan lugarcon frecuencia a cortocircuitos en lamanera de comprender las relacionestemporal-espiritual, o la institución dela cristiandad medieval, por decirlo conterminología que evoca la obra de J.Maritain.

Al menos son posibles aquí tresgrandes posturas: la que atribuye a lotemporal y a lo espiritual identidad deorigen y de fines para ambas esferas,que tiende a comprender el poder delpríncipe como una derivación del po-der espiritual. «Una radicalización deesta actitud clerical la encontramos enel tradicionalismo» (p. 22) y en actitu-des de tipo regresivo o nostálgico. Ensegundo lugar, afirmar un mismo ori-gen remoto para ambos órdenes (Dios)que, sin embargo, tenderían a fines di-versos: la bienaventuranza y el bien co-mún temporal. Esta distinción es secu-larizadora, en el sentido de que suponeuna autonomía relativa de lo temporal.Finalmente, quienes niegan incluso unorigen común trascendente para ambosórdenes, se adentran en lo que en el si-glo XIX recibió el nombre de laicismo.

El libro consta de catorce capítulosagrupados en cuatro grandes partes: Lasraíces de la modernidad, La moderni-dad ideológica, La crisis de la cultura dela modernidad y La Iglesia católica y elmundo contemporáneo. Concluyen elvolumen un epílogo y una bibliografía.

Aunque concebido como materialespecífico para la docencia, el interésdel libro desborda desde luego ese estre-cho círculo, también por su estilo yfacilidad de lectura. Es de agradecer alautor que se ofrezca ahora al público es-

pañol; en particular, puede ser leídocon provecho por cualquier persona decultura media-alta que desee acercarse ala dimensión intelectual del momentopresente. Éste es a mi juicio el atractivoprimero que ofrece este libro, que vamucho más allá del mero interés erudi-to por la historia del pensamiento.

Rodrigo Muñoz

Juan MASIÁ, Caminos sapienciales deOriente, Desclée de Brouwer (Colec-ción Crecimiento personal, n. 66), Bil-bao 2002, 263 pp., 14 x 21, ISBN8433016636.

En el presente trabajo nos encontra-mos con una serie de ensayos redacta-dos en el marco de la convivencia con lacultura japonesa. El Autor completacon nuevos estudios e integra algunostemas esenciales de un libro anterior,Aprender de Oriente (1998). El telón defondo principal son distintos episodiosde una serie de encuentros entre cristia-nos y budistas, por lo que, más que re-dactados, están vividos. No se trata deuna mera acumulación de datos y de unanálisis ligero desde la perspectiva occi-dental, como podría hacer un turista oun periodista, sino del juicio pondera-do de una persona que ha vivido más de25 años en Japón.

El Autor no pretende un análisis ex-haustivo de la tradición oriental. Sim-plemente quiere resaltar lo que hay desapiencial en el núcleo de sus raícessintoístas, budistas, confucionistas otaoístas. Por la extensión con que seexaminan, tiene prioridad el elementobudista. El budismo es considerado co-mo un camino de sabiduría (filosofíay/o religión), un camino de búsquedade la auténtica felicidad, que se aprendecon la práctica de contemplar y compa-decerse. Se dice que el budismo es una

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tradición sapiencial resumida en dosgrandes temas: el despertar o ser ilumi-nado, que conlleva liberación y pacifi-cación, y la compasión y benevolenciauniversal, que identifica con la corrien-te profunda de la vida.

El trabajo invita al encuentro conestas tradiciones orientales. La preten-sión del Autor es doble: ampliar la com-prensión de lo ajeno, junto al redescu-brimiento de lo propio. Nos parece queayuda más a lo primero que a lo segun-do, aunque su aportación es inestima-ble. No sólo por el hecho de recordar-nos la vida de tantos cristianos que hanvivido en esas tradiciones, respetando,valorando y aprendiendo de lo que allíhan encontrado, a la vez que aportandolo propio; sino también porque nos in-vitan al diálogo plural a partir de la pro-pia identidad.

Estamos de acuerdo en su denunciade la actitud colonialista con que mu-chas veces se han movido Occidente ylos occidentales respecto al Oriente.Para ello afirma que, si tuviera que re-sumir brevemente su experiencia de Ja-pón, diría lo siguiente: «Yo, que pensa-ba en 1966 que iba a llevar a Cristo aJapón, estoy convencido en 2001 deque ni yo tenía entonces del todo alCristo que creía llevar a allí, ni acabo detenerlo ahora. Él es ese Dios siempremayor que, a través de ese Japón al queyo creía llevarle, me ha hecho descu-brirle. Y eso ha ocurrido a través de unproceso de despojo; había que desnu-darse de falsas imágenes, recibidas oconstruidas, sobre Cristo» (p. 20). Eneste sentido, concluye que la clave deldiálogo interreligioso es ir «a aprenderde todas las gentes antes que a enseñara todas las gentes» (ibid.). Porque es unhecho que «el encuentro con otra cul-tura y religiosidad nos cambia el modode vivir la propia fe» (ibid.), ya que

Dios siempre es mayor de lo que cree-mos, y descubrimos su rostro en otracultura. Estoy de acuerdo en que estaactitud de aprender de todos los demáses un punto de partida fundamental enla búsqueda de Dios. Pero pienso queno es el único, ni el más importante.Me parece que la clave reside en el de-seo de encontrar a Dios y en el amor ala verdad. Y para eso es esencial la críti-ca y el contraste personal con la Verdadde Dios, y por tanto con la singularidadde Jesucristo y de su mensaje.

Pablo Marti

Pierre LANGERON, Les Instituts séculiers.Une vocation pour le nouveau millénaire,Les Éditions du Cerf, Paris 2003, 189pp., 14 x 22, ISBN 2-204-07050-5.

Una de las manifestaciones de la re-novación de la Iglesia actual es la eclo-sión de nuevos movimientos espiri-tuales. Muchos de ellos son bastanteconocidos, pero otros no. La intenciónprincipal del Autor es dar a conocer losInstitutos Seculares, poco conocidos se-gún su parecer, como un instrumentoquerido por Dios para la renovación dela iglesia y del mundo en el momentoactual. Se trata de más de 200 institu-ciones eclesiales en todo el mundo, quecuentan con unos 35.000 miembros,hombres y mujeres, que viven y traba-jan en una sesentena de países.

El primer paso es describir su ori-gen. Partiendo de los que denominapioneros de este tipo de vida (SantaÁngela de Merici, el padre Cloriviere),constata a principios de siglo XX la apa-rición de un nuevo género de fundacio-nes en Italia, Francia y otros países, antelas cuales la Iglesia debe dar una res-puesta. La respuesta del Magisterio des-pués de diferentes estudios y debatesserá la constitución apostólica Provida

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Mater Ecclesia (2 de febrero de 1947),que crea los institutos seculares comouna nueva forma de vida consagrada. Acontinuación analiza esta figura en lostextos del Concilio Vaticano II, el Có-digo de Derecho canónico de 1983 y elCatecismo de la Iglesia.

Esta nueva realidad eclesial se sitúadentro de la dinámica del Vaticano II.En este sentido su explicación se en-marca en estos tres ejes: la llamada uni-versal a la santidad (la santidad es paratodos, la santidad religiosa, la santidaden la vida ordinaria); la relación entreIglesia y mundo; y la consideración dela Iglesia como pueblo de Dios.

A partir de ahí analiza un poco másdetenidamente los principales temasque se plantean. El significado de la vi-da consagrada secular (vida consagraday secularidad); la santificación del mun-do (los laicos y la iglesia, y la misión dela Iglesia en el mundo); el estatuto ca-nónico de los institutos seculares (sucreación y funcionamiento); y la vidade los miembros, que caracteriza comovida plenamente secular y vida plena-mente consagrada.

Por último, en clara conexión con lafinalidad principalmente divulgativadel estudio, hace un pequeño balancesociológico de los Institutos secularesexistentes: número, miembros (mujeresy hombres, sacerdotes y laicos), paísesde fundación e implantación. Y ofreceuna lista de los institutos seculares delengua francesa.

En definitiva, el libro presenta losInstitutos seculares en una síntesis sen-cilla y amplia, fundamentada principal-mente en las enseñanzas del magisteriooficial. Los aspectos teológicos y canó-nicos más complicados no se han pro-fundizado a propósito, porque esa laborcorresponde a los especialistas. Efectiva-

mente, la realidad sociológica y teológi-ca que está detrás de la vida consagradaes compleja y muy variada. La defini-ción de la vida consagrada (también dela distinción entre vida consagrada reli-giosa y vida consagrada secular) está le-jos de una clarificación unánime en lateología actual, así como el sentido deuna vida consagrada secular y la rela-ción entre la secularidad consagrada y lasecularidad de los fieles laicos.

Pablo Marti

Joseph GRIFONE, Des Évangiles à Jesus-Christ. Voies de la raison et du coeur,Éditions Tempora, Perpignan 2007,300 pp., 14,5 x 22, ISBN 978 29 16053 141.

Hay lectores que, al iniciar la lectu-ra de un libro, tienen como fin apren-der; otros lo leen para examinar la com-petencia del autor sobre el tema queaborda; otros, finalmente, como mediode hacerse con un panorama de la cues-tión que tratan. Sucede a veces, sin em-bargo, que quien comienza la lectura deun libro con el fin de conocer la com-petencia de un autor en cuestiones quele son familiares, acaba sacando granprovecho de esa lectura. Algo de eso su-cede al lector experto con la obra quecomentamos.

Estamos ante un libro de teologíaque ya en su título se compromete a untema de interés y difícil. Su autor no esun teólogo de profesión, sino un mate-mático. Así se entiende, espero, que latendencia inicial del teólogo de profe-sión al abrir el libro sea limitarse a exa-minar si el autor sale airoso de su empe-ño al escribir sobre cuestiones teológicas.Y aquí está la sorpresa: Grifone ha escri-to un libro no sólo perfectamente digno,sino de cuya lectura el lector saca un in-dudable provecho personal.

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El libro consta de tres partes que co-rresponden, con más o menos aproxi-mación, al ámbito de la teología funda-mental, de la teología dogmática, y dela teología moral respectivamente. Elprincipio de unidad que hace de ellasun todo único es la figura de Jesucristo.Grifone toma como lema de su trabajola invitación de S. Josemaría en Cami-no: «Que busques a Cristo, que encuen-tres a Cristo, que ames a Cristo»; a esostres pasos corresponden los títulos queencabezan las tres partes de la obra:«¿Cómo conocemos a Cristo?», «El mis-terio de Cristo», «La vida en Cristo».

La primera parte aborda la historici-dad en general de los evangelios y de al-gunos episodios y cuestiones particula-res (mesianismo de Jesús, su conciencia,la resurrección, etc.). El autor se sirvede una bibliografía reducida pero sol-vente para su propia reflexión. La con-secuencia a la que llega se correspondecon la de Benedicto XVI en Jesús de Na-zaret, que el autor cita: el Jesús de losevangelios goza de toda credibilidad, yla fe de la Iglesia está en perfecta sinto-nía con lo que los métodos históricosnos dicen del Jesús de los evangelios.

La segunda parte ofrece una brevecristología con sus elementos principa-les: la profundización de la fe en Cristoa lo largo de la historia; la encarnación;la salvación que Cristo nos trae; el sacri-ficio redentor; la glorificación de Cristo.El último epígrafe de esta parte («Lapresencia de Cristo en la historia») estádedicado a una síntesis eclesiológica.

La tercera parte sobre la vida enCristo es para el autor la más importan-te, y también la más delicada porquecompromete no sólo la dimensión inte-lectual sino también las disposicionesdel corazón. En sus páginas se exponenlos sacramentos junto con la doctrinade la gracia y los principios de la vida

espiritual (ascética, virtudes, oraciónetc.). Grifone es consciente de la difi-cultad de hacer una síntesis de elemen-tos que, aunque pueden ser puestos enrelación, exigen un tratamiento diferen-ciado. Es entonces cuando el lectordebe recordar el propósito confeso delautor que no ha pretendido escribir unlibro especializado ni una monografía,sino ofrecer «una reflexión destinada afavorecer el encuentro personal conCristo y el conocimiento de su misterioy de su mensaje».

No cabe duda de que este libro ha-rá mucho bien para formar, alimentar yguiar al lector por las vías que siguen larazón y el corazón en su búsqueda,comprensión y vivencia del misterio deJesucristo.

César Izquierdo

Antoine CHATELARD, Carlos de Fou-cauld. El camino de Tamanrasset, SanPablo, Madrid 2003, 342 pp., 14 x 22,ISBN 84-285-2528-5.

Antoine Chatelard, Hermanito deJesús, reside en Tamanrasset (Argelia)desde 1954, por lo que no sólo es ungran conocedor intelectual de la figuray la obra de Carlos de Foucauld, sinoque también tiene su experiencia decampo. El origen de esta biografía es uncursillo celebrado en Lyon, del 26 dejulio al 2 de agosto de 1998, para laFraternidad Carlos de Foucauld.

Aunque existen ya muchas biogra-fías, la novedad que aporta ésta es resul-tado de una aproximación a la vida yescritos del personaje a partir de mo-mentos concretos de su existencia. Asíse pretende describir de alguna maneratodo el itinerario interior de su espiri-tualidad. En cada etapa se puede descu-brir una nueva dimensión de humani-

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dad y de santidad. «Nos hemos limita-do a algunos momentos de esta vida sinocultar las evoluciones y cambios deorientación. Estos cambios tienen siem-pre su origen en un movimiento inte-rior o en un impulso profundo susci-tando un vivo deseo que se convierte endeber» (p. 9).

Este fijarse en los momentos sig-nificativos de su vida y el uso de pasa-jes íntimos de los escritos de Foucauld—principalmente de su corresponden-cia con el P. Huvelin— nos permite co-nocerle desde su mundo interior. Sinduda esta visión depende mucho delpunto de vista propio de Chatelard, pe-ro está avalada por su profundo conoci-miento del Hermano Carlos y de su ex-periencia. Se pone muy bien de relievela particular personalidad de Foucauld,que podemos tildar de excepcional.Tanto su personalidad como su voca-ción lo llevan a explorar el desierto deMarruecos y peregrinar a Tierra Santa,a vivir en Akbès, en Nazaret, en Benni-Abbés, Hoggar y finalmente en Taman-rasset.

El objetivo que dirige su vida a par-tir de la conversión es el deseo apa-sionado de imitar a Cristo. Además,vamos comprobando cómo todo el iti-nerario de su vida y su vocación (tra-pense, ermitaño, sacerdote) está marca-do por una visión peculiar del misteriode Jesucristo. En concreto por su formade entender la vida escondida de Jesúsen Nazaret. «Si hay una palabra quepueda expresar su mensaje es ese nom-bre de Nazaret, con todo lo que contie-ne de realismo histórico, de enseñanzateológica y de ideal místico. Es una lla-mada a vivir un amor apasionado por lapersona de Jesús en las situaciones másordinarias de la vida de los hombres, yen las más extraordinarias, a ejemplodel mismo Jesús» (p. 304).

Pero, ¿desde qué perspectiva entien-de Foucauld la vida oculta de Cristo?«Dios vivió treinta años en ese pueblode Nazaret sin que nadie lo reconociese:¡qué vida tan escondida!, ¡qué vida tanoscura!, ¡qué abajamiento!» (p. 274).Jesucristo «en toda su vida, hasta sumuerte, sigue siendo Jesús de Nazaret.El hermano Carlos ha dado valor a esteaspecto insistiendo sobre la oscuridad,el incógnito del Verbo Encarnado, quedurante los treinta años de Nazaret fuea los ojos de todos uno de tantos. Looculto de su vida era su relación únicacon el Padre, su ser divino, es decir, loesencial» (p. 286). La palabra «oscuri-dad», tal como la contempla en la vidade Cristo, está «en el centro de su caris-ma» (p. 279), como un aspecto de suvocación personal que le diferencia deotras vocaciones. El Hermano Carlos, através de una vida escondida, de amor aDios y al prójimo, en un medio no-cris-tiano, pretende conseguir la conversiónde los que le rodean. Más a través delejemplo de caridad que por la palabra.De ahí que pueda describírsele comouna «nueva especie de monje en misiónespecial» (pp. 273-290).

En definitiva, nos encontramos conuna buena biografía de Carlos de Fou-cauld, beatificado en 2005, que permi-te introducirnos en su experiencia inte-rior y en la comprensión de su mensajeparticular.

Pablo Marti

John Henry NEWMAN, Sermones parro-quiales, vols. 1 y 2, Encuentro, Madrid2007, 321 pp. (vol. 1) y 356 pp. (vol.2), 15 x 23, ISBN 978-84-7490-238-9(vol. 1) y 978-84-7490-885-5 (vol. 2).

John Henry Newman predicó, en-tre 1824 y 1843, más de 600 sermonesanglicanos: en 1845 sería recibido ofi-

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cialmente en la Iglesia católica. Muchosde estos sermones se perdieron, peromuchos otros fueron publicados, endiversas ocasiones, ya desde 1834. En1868, siendo Newman sacerdote católi-co, uno de sus amigos, el anglicano Wi-lliam Copeland, hizo una colectánea deocho tomos que tituló Parochial andPlain Sermons, cuya publicación gozóya desde el principio de un gran éxito.Los volúmenes que ahora publica Edi-ciones Encuentro son una traducción alcastellano de esta colección.

El primero está compuesto por 26sermones, predicados entre 1826 y1833, cuyo hilo conductor, en expre-sión de los traductores, es la apremiantellamada a la vida cristiana, y que tienecomo punto de partida esta afirmación:sin santidad no hay felicidad eterna. Elcontenido es muy variado, pero sus lí-neas más destacadas se pueden exponercon unas palabras de la introducción:«Es el Newman que tiene un alto senti-do de la dignidad de su oficio de pastorde almas (...). Es el que ha dejado atrássu primitiva creencia en la conversión yha aceptado la regeneración por mediodel Bautismo; el que va situando la pre-sencia real de Cristo en la Eucaristía co-mo misterio supremo en la vida espiri-tual, el que habla de la divinidad deCristo Mediador, el que entiende laIglesia como el Reino de Cristo en la tie-rra que intercede y salva a los hombres»(p. 25, vol. 1). El camino de santidadque se describe poco a poco en estos ser-mones es el siguiente: «docilidad a laconciencia, la fe, la lectura de la Escritu-ra, la obediencia a Dios y a la Iglesia, laparticipación en la liturgia, la oraciónpública y privada; y, recorriéndolo todo,la sinceridad, la autenticidad, el com-promiso con la realidad de Dios, el “iren serio” hacia la “santidad, sin la cualnadie puede ver a Dios”, con cabeza, co-razón, conducta y palabras» (ibidem).

El segundo volumen está compues-to por 32 sermones, predicados entre1830 y 1835, sobre las fiestas del año li-túrgico: desde San Andrés hasta Todoslos Santos. En ellos, Newman vuelve aexponer de una forma exigente y bri-llante la doctrina cristiana: «Los cris-tianos del siglo XXI nos admiramostambién al ver cómo, en uno de estossermones, Newman nos devuelve a loesencial cristiano al ofrecernos un es-pléndido recorrido por el paulatinonacimiento de los Símbolos de la Fe,partiendo de textos teológicamente car-dinales del Nuevo Testamento. Y enotro, nos deja suspensos descubrir tantapiedad mariana en un anglicano, o sumanera de hacer desembocar el tratocon el Espíritu Santo en una especie deinfancia espiritual. (...) Newman ad-vierte a sus contemporáneos del engañode un cristianismo inmanente que noreconoce exigencias externas al indivi-duo, una religión a la medida de la ra-zón y el sentimiento humanos, que enrealidad olvida a Cristo» (p. 16, vol. 2).

Realmente llama la atención la fres-cura de la pluma del futuro cardenal ca-tólico, la agudeza y profundidad de suspalabras, y al mismo tiempo la sencillezcon que escribe y la actualidad de los te-mas que trata. Como ya queda dicho,una de los temas favoritos de Newmanes el de la sinceridad a la hora de vivir lareligión cristiana, dejándose guiar porla conciencia, sin intención de «crearse»una religión a la medida. En estos ser-mones se conjugan, sin estruendo, afir-maciones teológicas de gran calado conconsejos pastorales de todo tipo. Es fá-cil entrar en sintonía con sus palabras,siempre familiares y cercanas. Tambiénconmueve su gran devoción por las Es-crituras y por los Padres de la Iglesia, suinsitencia en la verdad y en la fidelidadal depósito recibido y a la Iglesia; susexposiciones son positivas y están llenas

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de esperanza, aun en medio del naci-miento, en aquellos tiempos, de unaabierta irreligiosidad. Los sermonesparten de algún pasaje de la Escritura,al que poco a poco se va dando vueltashasta sacar de él su riqueza, incluidas lasimplicaciones personales. En los desa-rrollos se descubre con facilidad a unNewman que va camino de desembocaren el catolicismo. Desde el punto devista del ecumenismo, la lectura de es-tas páginas nos reconforta al constatarsu gran respeto por el catolicismo y suamor por la Iglesia.

No podemos dejar de valorar comomuy positiva la traducción al castellanode estos sermones. Esta labor está aúnsiendo llevada a cabo de una forma ex-celente por Víctor García Ruiz y sus co-laboradores. La lectura detenida de estapáginas será de gran utilidad para to-dos. En ellas, de un modo muy particu-lar, los cristianos con deseos de mejorarsus vidas, de profundizar y fortalecer sufe, encontrarán un auténtico caudal deideas.

Juan Luis Caballero

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LIBROS RECIBIDOS*

AA.VV., Basilio de Cesárea. Panegíricos a los mártires. Homilías contra las pasiones,Ciudad Nueva, Madrid 2007, 174 pp., 20,5 x 13,5.

AA.VV., Orígenes. Homilías sobre Jeremías, Ciudad Nueva, Madrid 2007, 430 pp.,20,5 x 13,5.

ABRAHAM, M., Evangelium und Kirchengestalt. Reformatorisches Kirchenverständnisheute, Walter de Gruyter Verlag, Berlin 2007, 601 pp., 23,5 x 16.

ARENDT, H., Karl Marx y la tradición del pensamiento político, Encuentro, Madrid2007, 120 pp., 23 x 15.

BAÑARES, J.I., El Matrimonio: Amor, Derecho y Vida de Fe, Rialp, Madrid 2008, 97pp., 20,5 x 13.

BARTHELEMY, J.D., God and His Image. An Outline of Biblical Theology, IgnatiusPress, San Francisco 2007, 295 pp., 20 x 13,5.

BLASI, F., Para conocer la Biblia, Rialp, Madrid 2008, 266 pp., 19 x 12.

BONINO, S.T., Les anges et les démons. Quatorze leçons de theologie, Éditions Paroleet Silence, Paris 2007, 351 pp., 23,5 x 15.

BORRAS, A., Le diaconat au risque de sa nouveauté, Éditions Lessius, Bruxelles 2007,239 pp., 20,5 x 14.

BRÄNDLE, F., Biblia en San Juan de la Cruz, Espiritualidad, Madrid 2007, 203 pp.,21 x 13,5.

BRAVO, A., Ministro de la Nueva Alianza (Nueva Alianza 202), Sígueme, Salaman-ca 2007, 217 pp., 21 x 13,5.

BURGOS, J.M., Repensar la naturaleza humana (Repensar), Eiunsa, Madrid 2007,168 pp., 21,5 x 14,5.

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* Esta relación de libros recibidos en la Redacción de Scripta Theologica se publica aefectos puramente informativos. La inclusión de una obra en este elenco es indepen-diente de la publicación de una eventual reseña.

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CARLOTTI, P., In servizio della parola. Magistero e teologia morale in dialogo, Editri-ce L.A.S., Roma 2007, 186 pp., 18,5 x 11,5.

CORBON, J., L’Église des Arabes, Les Éditions du Cerf, París 2007, 247 pp., 19,5 x13,5.

DE LA SOUJEOLE, B.D., Initiation à la théologie mariale; Tous les âges me diront bien-heureuse (Bibliothèque de la Revue Thomiste), Éditions Parole et Silence, Paris2007, 264 pp., 23,5 x 15.

DE LAUBIER, P., Phénoménologie de la religion, Éditions Parole et Silence, Paris 2007,196 pp., 21 x 14.

DEACY, C. y WILLIAMS ORTIZ, G., Theology and Film. Challenging the Sacred/Secu-lar Divide, Blackwell, Oxford 2008, 245 pp., 23 x 15.

DEMEL, S. y MÜLLER, L., Krönung oder Entwertung des Konzils? Das Verfassungsrechtder Katholischen Kirche im Spiegel der Ekklesiologie des Zweiten VatikanischenKonzils, Paulinus Verlag, Trier 2007, 300 pp., 23,5 x 16,5.

DENEKEN, M., Johann Adam Möhler, Les Éditions du Cerf, Paris 2007, 347 pp.,21,5 x 13,5.

DOMÍNGUEZ PRIETO, P., Historia de la Filosofía Antigua. Del gemido de los alabas-tros al escorzo de la luz (Subsidia Instrumenta 3), Facultad de Teología «San Dá-maso», Madrid 2008, 257 pp., 23 x 16,5.

ETZIONI, A., La dimensión moral. Hacia una nueva economía (Serie Pensamiento33), Palabra, Madrid 2007, 364 pp., 24 x 17.

FAMERÉ, J. y ROUTHIER, G., Yves Congar, Les Éditions du Cerf, Paris 2008, 311pp., 21,5 x 13,5.

FAZIO, M., Cristianos en la encrucijada: los intelectuales cristianos en el periodo de en-treguerras, Rialp, Madrid 2008, 298 pp., 20 x 13,5.

FERNÁNDEZ, J.M., Historia de la Iglesia Medieval (Subsidia Instrumenta 4), Facul-tad de Teología «San Dámaso», Madrid 2008, 273 pp., 23 x 16,5.

FITTE, H., Dejarse amar por Dios. La Fe, la Esperanza, y la Caridad, Rialp, Madrid2008, 166 pp., 20 x 13.

FLICHY, O., La Figure de Paul dans les Actes des Apôtres. Un phénomène de réceptionde la tradition paulienne à la fin du premier siècle (Lectio Divina), Les Éditionsdu Cerf, París 2007, 364 pp., 21,5 x 13,5.

FLURY-SCHÖLCH, A., Abrahams segen und die Völker (Forschung zur Bibel), EchterVerlag, Würzburg 2007, 376 pp., 23,5 x 15,3.

FLYNN, G., Yves Congar. Théologien de l’Eglise, Les Èditions du Cerf, París 2007,445 pp., 21,5 x 13,5.

FONTBONA, J., La cena del Señor, misterio de comunión, Centre de Pastoral Litúrgi-ca, Barcelona 2007, 281 pp., 22 x 16.

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GONZÁLEZ, A.M. (ed.), Contemporary Perspectives on Natural Law. Natural Law asa Limiting Concept, Ashgate, Hampshire 2008, 322 pp., 24 x 16.

GRANADOS, C. y GIMÉNEZ, A., Biblia y ciencia de la fe, Encuentro, Madrid 2007,230 pp., 23 x 15.

HERRANZ, M., San Pablo en sus cartas, Encuentro, Madrid 2008, 358 pp., 23 x 15.

JERICÓ BERMEJO, I., Autoridad de la Iglesia y autoridad de la Escritura: textos sal-mantinos. Fray Pedro de Aragón y Fray Luis de León (Pensamientos 10), RevistaAgustiniana, Guadarrama 2007, 398 pp., 22 x 15.

JIMÉNEZ HERNÁNDEZ, E., Alleluia maranà tha! Escatología Cristiana, Edizioni Chi-rico, Napoli 2007, 254 pp., 21 x 15.

KANDLER, K.H. Das Wesen der Kirche. Nach evangelisch-lutherischem Vergtändnig,Christliche Buchhandlung Freimund, Ansbach 2007, 176 pp., 24 x 16.

LAUDAZI, C., Di fronte al mistero dell’uommo. Temi fondamentalli di antropologia te-ologica, Edizioni OCD, Roma 2007, 485 pp., 24 x 17.

LÁZARO PULIDO, M., El amor de Dios que es amor. Reflexiones en torno a la encícli-ca de Benedicto XVI (Estudios 1), Instituto Teológico «San Pedro de Alcántara»,Cáceres 2007, 416 pp., 17x 24.

LE GUILLOU, M.J., Le sens de notre vie: Passion et résurrection de Jésus-Christ, Édi-tions Parole et Silence, Paris 2006, 115 pp., 19 x 11,5.

LIES, L., Misterium Vocationis. Sodierungen zur Spiritualität ignatianischer Exerzi-tien, Echter Verlag, Würzburg 2008, 151 pp., 14 x 22,5.

MAGAZ FERNÁNDEZ, J.M., Los obispos españoles ante los conflictos políticos del sigloXX, Facultad de Teología «San Dámaso», Madrid 2008, 293 pp., 21 x 14.

MARGUERAT, D., Introducción al Nuevo Testamento. Su historia, su escritura, su teo-logía, Desclée de Brouwer, Bilbao 2004, 524 pp., 23,5 x 15,5.

MARKHAM, I., Understanding Christian Doctrine, Blackwell, Oxford 2008, 232 pp.,23 x 19.

MARTÍNEZ ESTEBAN, A., El seminario de Madrid. A propósito de un centenario (Pre-sencia y diálogo), Facultad de Teología «San Dámaso», Madrid 2008, 272 pp.,21 x 14.

MERINO RODRÍGUEZ, M., La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. AntiguoTestamento, Ciudad Nueva, Madrid 2008, 368 pp., 25 x 17.

MILLÁN-PUELLES, A., La inmortalidad del alma humana, Rialp, Madrid 2008, 204pp., 19 x 12.

MITRE FERNÁNDEZ, E., Iglesia, herejía y vida política en la Europa medieval (Estu-dios y ensayos), BAC, Madrid 2007, 203 pp., 20,5 x 10,5.

MOULINET, D. y DUMONS, B., Le Diaconat Permanent, Les Éditions du Cerf, Pa-rís 2007, 368 pp., 23,5 x 14,5.

SCRIPTA THEOLOGICA 40 (2008/2) LIBROS RECIBIDOS

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NEWMAN, J.H., Sermones Parroquiales/ 2. Parochial and plain sermons (Ensayos333), Encuentro, Madrid 2007, 356 pp., 23 x 15.

ORELLANA, J., Como en un espejo. Drama humano y sentido religioso del cine, En-cuentro, Madrid 2007, 263 pp., 23 x 15.

ORLANDIS, J., La vida vista a los noventa años, Rialp, Madrid 2008, 69 pp., 19 x 12.

PAREYSON L., Dostoievsky. Filosofía, novela y experiencia religiosa, Encuentro, Ma-drid 2007, 295 pp., 23 x 15.

PENA GONZÁLEZ, M.A., Aproximación bibliográfica a la(s) «Escuela(s) de Salaman-ca» (Fuentes Documentales), Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca2008, 429 pp., 21 x 15.

PÉREZ ASENSI, J.E., Ecclesia. Principium et Fundamentum (Series Valentina LVII),EDILVA, Valencia 2008, 446 pp., 23 x 15,5.

PULCINELLI, G., La morte di Gesù come espiazione. La conzecione paolina, San Pao-lo Edizioni, Cinisello Balsamo 2006, 463 pp., 21,5 x 14,5.

RANCAN, F., Yo también vivía en esa casa, Rialp, Madrid 2008, 173 pp., 14,5 x 21,5.

SABETA, A., Dal senso cercato al senso donato. Pensare la regione nell’orizzonte della fe-de, Lateran University Press, Città del Vaticano 2007, 189 pp., 24 x 17.

SCHELER, M., Arrepentimiento y nuevo nacimiento, Encuentro, Madrid 2007, 59pp., 21 x 15.

SCHLOSSER, M., Saint Bonaventure: La joie d’approcher Dieu, Les Éditions du Cerf,París 2007, 237 pp., 19,5 x 12,5.

SCHÖBORN, C.C., L’homme et le Christ à l’image de Dieu: La création de l’hommecomme Bonne Nouvelle, Éditions Parole et Silence, Paris 2007, 118 pp., 21 x 14.

SCOLA, A., Una nueva laicidad. Temas para una sociedad plural, Encuentro, Madrid2007, 183 pp. 23 x 15.

SEQUERI, P., Teología fundamental; la idea de la fe (Lux Mundi, 87), Sígueme, Sala-manca 2007, 293 pp., 21 x 13,5.

SESBOÜÉ, B., La theologie au XXe siécle et l’avenir de la foi, Desclée de Brouwer, Pa-ris 2007, 391 pp., 23,5 x 15.

TRESMONTANT, C., Les malentendus principaux de la théologie, François-Xavier deGuibert, Paris 2007, 201 pp., 21 x 14.

TURBÓN, D. y ARTIGAS, M., Origen del Hombre. Ciencia, Filosofía y Religión (As-trolabio), Eiunsa, Madrid 2007, 181 pp., 21,5 x 14,5.

VERGOTE, A., Humanité de l’homme, divinité de Dieu, Les Éditions du Cerf, Paris2007, 342 pp., 23,5 x 14,5.

VICTORINO DE PETOVIO, Comentario al Apocalipsis y otros escritos, Pascual Torró, J.(trad.), Ciudad Nueva, Madrid 2008, 272 pp., 23,5 x 15.

VON BALTHASAR, H.U., Escatología en nuestro tiempo, Encuentro, Madrid 2008,166 pp., 23 x 15.

LIBROS RECIBIDOS SCRIPTA THEOLOGICA 40 (2008/2)

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INSTRUCCIONES PARA LOS COLABORADORES

I. Indicaciones generales

1. Para publicar en Scripta Theologica, deben enviarse los originales a:Sr. Director de Scripta TheologicaFacultad de TeologíaUniversidad de Navarra31080 Pamplona (España).e-mail: [email protected]

2. El Director de la Revista comunicará, discrecionalmente, al autor por escritosu aceptación o no. Si se acepta, se le enviará un dictamen con observaciones.

3. Corresponde al Comité de Dirección de la revista, atendiendo a las caracte-rísticas de los originales, determinar la sección apropiada para su publicación:Estudios, Notas, Boletines, Recensiones, Reseñas.

4. El Comité de Dirección se reserva el derecho de introducir modificaciones enlos artículos, para adecuarlos al estilo de la sección y presentación de textos dela Revista.

5. Los autores recibirán las pruebas del texto compuesto, para su inmediatacorrección. Una vez publicado, recibirán gratuitamente un volumen de laRevista y treinta separatas de su colaboración.

II. Presentación de los originales

1. El texto se enviará impreso en folios Din A 4 y también en soporte informá-tico (diskette o vía e-mail), en un programa convencional.

2. La extensión debe ajustarse a estas medidas:a) Estudios: entre 8.000 y 12.000 palabras (incluidas las notas);b) Notas y Boletines: entre 6.000 y 7.000 palabras (incluidas las notas);c) Recensiones: entre 1.000 y 2.000 palabras (no llevan notas al pie);d) Reseñas: entre 400 y 800 palabras (no llevan notas al pie).

3. Los Estudios y Notas deben ir acompañados de un resumen de 100 palabras, consu traducción al inglés, en el que se expresen con claridad los temas tratados enel trabajo y su enfoque o conclusión. Además, se escogerán tres palabras clave(keywords), en castellano e inglés, para facilitar su indexación y búsqueda.

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4. En los Estudios, después del título, figurará un sumario del artículo.5. Las notas a pie de página seguirán numeración consecutiva en todo el artículo. 6. Al final del artículo, debe figurar:

– el nombre completo del autor, con el nombre en minúsculas y los apellidosen versalitas;

– la institución académica en que trabaja y la ciudad correspondiente;– puede figurar la dirección de correo electrónico.

III. Títulos

1. El título del trabajo debe ser claro, expresivo y conciso. Se puede completarcon un subtítulo. Conviene evitar abreviaturas, exceso de paréntesis, comillas,etc., que dificultan la citación bibliográfica.

2. En principio, se emplearán tres niveles de títulos:– El título del artículo se escribirá en mayúsculas.– Los apartados en versalitas.– Las subdivisiones de los apartados en cursiva.

IV. Referencias bibliográficas

1. Las referencias bibliográficas irán siempre en notas a pie de página y nuncadentro del texto, salvo en la sección de Recensiones y Reseñas.

2. En el texto pueden ir las referencias de los textos bíblicos y las abreviaturasmuy conocidas o que se han explicado antes. Por ejemplo: (GS 5) para seña-lar Gaudium et spes, nº 5.

3. Para las referencias a los textos bíblicos se usarán las abreviaturas habituales encastellano: las que figuran en el Catecismo de la Iglesia Católica, la Biblia deJerusalén o la Sagrada Biblia traducida y anotada por profesores de la Facultadde Teología de la Universidad de Navarra.

Citas de libros ordinarios y monografías:

– A. FERNÁNDEZ, Sacerdocio común y sacerdocio ministerial. Un problema teológico,Aldecoa, Burgos 1979, 128 [o bien, 128-135, o bien 128ss].

– (si son varios volúmenes) J.H. NEWMAN, Parochial and Plain Sermons, VII,Rivingtons, London 1887, 23.

– (si son varios volúmenes con título diferente) M. SCHMAUS, Teología Dogmática,IV: La Iglesia, Rialp, Madrid 1961, 112-118.

– (si se cita la 2ª edición u otra posterior) L. SCHEFFCZYK, Katholische Glaubenswelt,Paltloch, Aschaffenburg 21978, 57-67.

– (si son dos autores) P. RODRÍGUEZ y R. LANZETTI, El Catecismo Romano: fuentese historia del texto y de la redacción, Eunsa, Pamplona 1982, 427.

– (si son tres o más) P. RODRÍGUEZ, J.I. SARANYANA y R. LANZETTI (o bien: P.RODRÍGUEZ y otros). Se evitará siempre la expresión AA. VV., que dificulta laidentificación del libro.

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Cita de artículos en obras colectivas:

– P. RODRÍGUEZ, «La teología del Papado según Santa Catalina de Siena», en J.I.SARANYANA (dir.), De la Iglesia y de Navarra. Estudios en honor del Prof. GoñiGaztambide, Eunsa, Pamplona 1984, 225-232.

– G. ARANDA, «Canon bíblico y comprensión actual de la Teología», en J. MORA-LES y otros (eds.), Cristo y el Dios de los cristianos. XVIII Simposio Internacional deTeología, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, Pamplona1998, 420.

Cita de artículos en revistas (o periódicos):

– M. MERINO, «Teología y filosofía en San Gregorio el Taumaturgo», Scripta Theo-logica 17 (1985) 227-243.

– W. WEBER, «La realización de lo cristiano en una sociedad pluralista», ScrTh 12(1980) 93-118.

– Pueden usarse las abreviaturas de las revistas según el elenco del TRE (Theologis-che Real Enzyclopädie).

– Si la revista es poco conocida, puede agregarse entre paréntesis la ciudad.También si hay dos revistas con el mismo título, por ejemplo, Nova et Vetera, deFriburgo (Suiza) o Zamora (España).

Cita de voces en Diccionarios y enciclopedias:

– J.L. ILLANES, «Vocación», en Gran Enciclopedia Rialp 23 (1975) 659-662.– Y. CONGAR, «Théologie», en DTC 15 (1946) 341-502.

Otras observaciones

– En las citas bibliográficas a pie de página, debe figurar el nombre y apellido delautor, aunque se mencione en el texto.

– Si se cita varias veces la misma obra, se pondrá la referencia completa la primeravez. Después, se puede abreviar así: A. FERNÁNDEZ, Sacerdocio común..., cit., 25.

– Cuando no se trata de una cita textual, sino de una alusión, se puede anteponervid. o cfr.

– La ciudad en la que se edita el libro debe ponerse en su idioma original (Mün-chen, no Munich) y si la edición es latina, en genitivo locativo (Romae, noRoma).

V. Para las Recensiones y Reseñas

1. En esta sección, no se ponen referencias a pie de página. Si se cita la obra re-censionada, se pone en el texto la página entre paréntesis; por ejemplo: (p. 27).Si se citan otras obras, se ponen los datos necesarios en el mismo texto y entreparéntesis.

2. En el encabezamiento de la recensión o reseña figurarán los datos del libro,según este orden:

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Nombre completo del autor (minúsculas).Apellido(s) del autor (versalitas).Coma.Título del libro (y subtítulo, separados con un punto) en cursiva.Coma.Casa editorial.Si el libro forma parte de una colección, se indica entre comillas, con unacoma y el número del libro en la colección. Todo entre paréntesis.Coma.Ciudad en que se ha editado, en el idioma del libro (si son varias, se pone unguión entre ellas).Año de edición (sin coma precedente).Coma.Número de páginas, distinguiendo, si es el caso, entre las numeradas enromanos, en arábigos, con asterisco, etc.Coma.Dimensiones del libro en centímetros (ancho por alto).Coma.ISBN.

Ejemplos:

Gerhard BELLINGER, Der Catechismus Romanus und die Reformation. Die kate-chetische Antwort des Trienter Konzils auf die Haupt-Katechismen der Reforma-toren, Verlag Bonifatius («Konfessionskundliche und kontroverstheologischeStudien», XXVII), Paderborn-München 1970, XXXII+312 pp., 15 x 24,ISBN 3-487-07849-X.César IZQUIERDO, De la razón a la fe: la aportación de M. Blondel a la teología,Eunsa («Colección Teológica», 97), Pamplona 1999, 228 pp., 16 x 23, ISBN84-313-1728-0.

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PUBLICACIONES DE LA FACULTAD DE TEOLOGÍADE LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA

I. COLECCIÓN DE MANUALES DE TEOLOGÍA

Augusto SARMIENTO - Tomás TRIGO - Enrique MOLINA, Moral de la Persona, 455 pp. EUNSA, 2006.Javier SESÉ, Historia de la Espiritualidad, 304 pp. EUNSA, 2005.Domingo RAMOS-LISSÓN, Patrología, 525 pp. EUNSA, 2005.Fernando OCÁRIZ - Lucas F. MATEO-SECO - José Antonio RIESTRA, El misterio de Jesucristo (lec-

ciones de Cristología y Soteriología), 452 pp. EUNSA, 1991 (3.ª edic. 2004, 567 pp.).José ALVIAR, Escatología, 365 pp. EUNSA, 2004.Daniel CENALMOR y Jorge MIRAS, El derecho de la Iglesia. Curso básico de Derecho Canónico, 573

pp. EUNSA, 2004.Jaime PUJOL BALCELLS y otros, Introducción a la Pedagogía de la fe, 448 pp. EUNSA, 2001.Augusto SARMIENTO, El matrimonio cristiano, 484 pp. EUNSA, 1997 (2.ª edic. 2001, 486 pp.).José MORALES, El misterio de la Creación, 336 pp. EUNSA, 1994 (2.ª edic. 2000, 360 pp.).José Antonio ABAD, La celebración del misterio cristiano, volumen doble, 672 pp. EUNSA, 1996

(2.ª edic. 2000, 728 pp.).José Antonio ÍÑIGUEZ HERRERO, Arqueología cristiana, 272 pp. EUNSA, 2000.José MORALES, Introducción a la Teología, 352 pp. EUNSA, 1998.César IZQUIERDO, Teología fundamental, 584 pp. EUNSA, 1998.Lucas F. MATEO-SECO, Dios Uno y Trino, volumen doble, 784 pp. EUNSA, 1998.Evencio CÓFRECES-Ramón GARCÍA DE HARO, Teología moral fundamental. Fundamentos de la vida

cristiana, 608 pp. EUNSA, 1998.Juan Luis BASTERO, María, Madre del Redentor, 333 pp. EUNSA, 1995.

II. COLECCIÓN TEOLÓGICA

Jósef WOZNIAK, Primitas et Plenitudo, 233 pp. EUNSA, 2007.Juan Ignacio RUIZ-ALDAZ, El concepto de Dios en la Teología del siglo II, 292 pp. EUNSA, 2006.César IZQUIERDO, Parádosis, estudios sobre la tradición, 266 pp. EUNSA, 2006.Gregorio GUITIÁN CRESPO, La mediación salvífica según Santo Tomás de Aquino, 225 pp. EUNSA,

2004.Mario ICETA GAVICAGOGEASCOA, La moral cristiana habita en la Iglesia. Perspectiva eclesiológica

de la moral en Santo Tomás de Aquino, 479 pp. EUNSA, 2004.Joan COSTA, El discernimiento del actuar humano. Contribución a la comprensión del objeto moral,

436 pp. EUNSA, 2003.Miguel DE SALIS AMARAL, Dos visiones ortodoxas de la Iglesia: Bulgakov y Florovsky, 400 pp.

EUNSA, 2003.José Luis ILLANES, Existencia cristiana y mundo. Jalones para una reflexión teológica sobre el

Opus Dei, 335 pp. EUNSA, 2003.Tomás TRIGO, El debate sobre la especificidad de la moral cristiana, 760 pp. EUNSA, 2003.Manuel GUERRA GÓMEZ, Sacerdotes y laicos en la Iglesia primitiva y en lo cultos paganos, 320 pp.

EUNSA, 2002.Juan ALONSO, Fe y Experiencia Cristiana, La teología de Jean Monroux, 326 pp. EUNSA, 2002.Francisco José MARÍN-PORGUERES, La Moral Autónoma. Un acercamiento desde Franz Böckle, 291

pp. EUNSA, 2002.Gloria HERAS OLIVER, Jesús según San Mateo. Análisis narrativo del primer evangelio, 283 pp.

EUNSA, 2001.

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Pedro URBANO LÓPEZ DE MENESES, «Theosis». La doctrina de la «divinización» en las tradicionescristianas. Fundamentos para una teología ecuménica de la Gracia, 408 pp. EUNSA, 2001.

Antonio GARCÍA MORENO, Jesús el Nazareno, el Rey de los Judíos, 417 pp. EUNSA, 2001.José Luis ILLANES, Laicado y Sacerdocio, 304 pp. EUNSA, 2001.Martín RHONHEIMER, Ley natural y razón práctica. Una visión tomista de la autonomía moral, 584

pp. EUNSA, 2000.Teología: misterio de Dios y saber del hombre. Textos para una conmemoración. Edición a cargo

de César IZQUIERDO y Rodrigo MUÑOZ, 890 pp. EUNSA, 2000.Antonio ARANDA, La lógica de la unidad de vida. Identidad cristiana en una sociedad pluralista,

232 pp. EUNSA, 2000.

III. SIMPOSIOS INTERNACIONALES DE TEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE NAVARRA

27. La liturgia en la vida de la Iglesia. Culto y celebración. XXVII Simposio Internacional de Teo-logía (2006). Edición dirigida por José Luis GUTIÉRREZ-MARTÍN, Félix María AROCENA y PabloBLANCO, 318 pp. EUNSA, 2007.

26. Sociedad Contemporánea y Cultura de la Vida. Presente y futuro de la Bioética. XXVI Simpo-sio Internacional de Teología (2005). Edición dirigida por Enrique MOLINA y José M.ª PARDO,XIV+293 pp. EUNSA, 2006.

25. La Sagrada Escritura, palabra actual. XXV Simposio Internacional de Teología (2004). Edi-ción dirigida por Gonzalo ARANDA y Juan Luis CABALLERO, XXIX+547 pp. Servicio de Publi-caciones de la Universidad de Navarra, S.A., 2005.

24. El caminar, histórico de la santidad cristiana. De los inicios de la época contemporánea hastael Concilio Vaticano II. XXIV Simposio Internacional de Teología (2003). Edición dirigida porJosep-Ignasi SARANYANA, Santiago CASAS, Rosario BUSTILLO, Juan Antonio GIL-TAMAYO yEduardo FLANDES, XVIII+660 pp. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra,S.A., 2004.

23. El cristiano en el mundo. En el Centenario del nacimiento del Beato Josemaría Escrivá (1902-2002). XXIII Simposio Internacional de Teología (2002). Edición dirigida por José Luis ILLA-NES, José Ramón VILLAR, Rodrigo MUÑOZ, Tomás TRIGO y Eduardo FLANDES, XX+580 pp.Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, S.A., 2003.

22. Escatología y vida cristiana. XXII Simposio Internacional de Teología (2001). Edición dirigidapor César IZQUIERDO, Jutta BURGRAFF, José Luis GUTIÉRREZ y Eduardo FLANDES, XVII+687 pp.Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, S.A., 2002.

21. Dos mil años de Evangelización. Los grandes ciclos evangelizadores. XXI Simposio Interna-cional de Teología (2000). Edición dirigida por Enrique DE LA LAMA, Marcelo MERINO, MiguelLLUCH-BAIXAULI y José ENÉRIZ, 705 pp. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Nava-rra, S.A., 2001.

20. El Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo. XX Simposio Internacional de Teología (1999).Edición dirigida por José Luis ILLANES, Javier SESÉ, Tomás TRIGO, Juan Francisco POZO y JoséENÉRIZ, XXII+716 pp. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, S.A., 2000.

19. El Espíritu Santo y la Iglesia. XIX Simposio Internacional de Teología (1998). Edición dirigidapor Pedro RODRÍGUEZ, José R. VILLAR, Ramiro PELLITERO, José Luis GUTIÉRREZ y José ENÉRIZ,XXII+705 pp. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, S.A., 1999.

18. Cristo y el Dios de los cristianos. Hacia una comprensión actual de la teología. XVIII SimposioInternacional de Teología (1997). Edición dirigida por José MORALES, Miguel LLUCH, PedroURBANO y José ENÉRIZ, 660 pp. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, S.A., 1998.

17. El primado de la persona en la moral contemporánea. XVII Simposio Internacional de Teología(1996). Edición dirigida por Augusto SARMIENTO, Enrique MOLINA, Antonio QUIRÓS, Jorge PEÑA-COBA y José ENÉRIZ, 819 pp. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, S.A., 1997.

16. Qué es la «Historia de la Iglesia». XVI Simposio Internacional de Teología (1995). Edicióndirigida por Josep-Ignasi SARANYANA, Enrique DE LA LAMA y Miguel LLUCH-BAIXAULI, 800 pp.EUNSA, 1996.

15. Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo, Templo del Espíritu Santo. Implicaciones estructurales ypastorales en la «communio». XV Simposio Internacional de Teología (1994). Edición dirigida

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por Pedro RODRÍGUEZ, Pedro LÓPEZ, José R. VILLAR, Arturo CATTANEO, Ramiro PELLITERO yJosé Manuel ZUMAQUERO, 575 pp. EUNSA, 1996.

14. Esperanza del hombre y revelación bíblica. XIV Simposio Internacional de Teología (1993).Edición dirigida por José María CASCIARO, Gonzalo ARANDA, Francisco VARO y Juan CHAPA,569 pp. EUNSA, 1996.

13. Dios en la palabra y en la historia. XIII Simposio Internacional de Teología (1992). Edicióndirigida por César IZQUIERDO, J. José ALVIAR, Vicente BALAGUER, José Luis GONZÁLEZ-ALIÓ,Jesús María PONS y José Manuel ZUMAQUERO, 636 pp. EUNSA, 1993.

12. Doctrina social de la Iglesia y realidad socio-económica. En el Centenario de la «Rerum nova-rum». XII Simposio Internacional de Teología (1991). Edición dirigida por Teodoro LÓPEZ,Javier SESÉ, Antonio QUIRÓS, Carlos MOREDA, Antonio CAROL y José Manuel ZUMAQUERO,1.208 pp. EUNSA, 1991.

11. La formación de los sacerdotes en las circunstancias actuales. XI Simposio Internacional deTeología (1990). Edición dirigida por Lucas F. MATEO-SECO, Enrique DE LA LAMA, RafaelRODRÍGUEZ OCAÑA, Paul O’CALLAGHAN y José Manuel ZUMAQUERO, 1.015 pp. Servicio dePublicaciones de la Universidad de Navarra, S.A., 1990.

10. Evangelización y Teología en América (siglo XVI). X Simposio Internacional de Teología(1989). 2 tomos. Edición dirigida por Josep-Ignasi SARANYANA, Primitivo TINEO, Antón M.PAZOS, Pilar FERRER y Miguel LLUCH-BAIXAULI, 1.584 pp. Servicio de Publicaciones de la Uni-versidad de Navarra, S.A., 1990.

19. Iglesia Universal e Iglesias particulares. IX Simposio Internacional de Teología (1988). Edi-ción dirigida por Pedro RODRÍGUEZ, Eduardo MOLANO, Arturo CATTANEO, José R. VILLAR y JoséManuel ZUMAQUERO, 752 pp. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, S.A.,1989.

18. La misión del laico en la Iglesia y en el mundo. VIII Simposio Internacional de Teología (1987).Edición dirigida por Augusto SARMIENTO, Tomás RINCÓN-PÉREZ, José María YANGUAS y Anto-nio QUIRÓS, 1.096 pp. EUNSA, 1987.

17. Biblia y Hermenéutica. VII Simposio Internacional de Teología (1985). Edición dirigida porJosé María CASCIARO, Gonzalo ARANDA, Juan CHAPA y José Manuel ZUMAQUERO, 748 pp.EUNSA, 1986 (agotado).

16. Dios y el hombre. VI Simposio Internacional de Teología (1984). Edición dirigida por AntonioARANDA, José María YANGUAS, Antonio FUENTES y Juan BELDA, 820 pp. EUNSA, 1985 (agotado).

15. Reconciliación y penitencia. V Simposio Internacional de Teología (1983). Edición dirigida porJesús SANCHO, Juan BELDA, Antonio FUENTES, César IZQUIERDO y Eloy TEJERO, 1.040 pp.EUNSA, 1983 (agotado).

14. Sacramentalidad de la Iglesia y sacramentos. IV Simposio Internacional de Teología (1982).Edición dirigida por Pedro RODRÍGUEZ, Jesús SANCHO, Juan BELDA, Raúl LANZETTI, Tomás RIN-CÓN-PÉREZ y José Manuel ZUMAQUERO, 856 pp. EUNSA, 1983.

13. Cristo, Hijo de Dios y Redentor del hombre. III Simposio Internacional de Teología (1981). Edi-ción dirigida por Lucas F. MATEO-SECO, Domingo RAMOS-LISSÓN, Luis ALONSO, MarceloMERINO y José Manuel ZUMAQUERO, 1.024 pp. EUNSA, 1982.

12. Cuestiones fundamentales sobre matrimonio y familia. II Simposio Internacional de Teología(1980). Edición dirigida por Augusto SARMIENTO, Eloy TEJERO, Teodoro LÓPEZ y José ManuelZUMAQUERO, 976 pp. EUNSA, 1980.

11. Ética y Teología ante la crisis contemporánea. I Simposio Internacional de Teología (1979).Edición dirigida por José Luis ILLANES, Pío G. ALVES DE SOUSA, Teodoro LÓPEZ y Augusto SAR-MIENTO, 664 pp. EUNSA, 1980.

IV. COLECCIÓN HISTORIA DE LA IGLESIA

Elisa LUQUE, Iglesia en América Latina (siglos XVI-XVIII), 408 pp. EUNSA, 2008.Elisabeth REINHARDT, Por las rutas medievales del saber, 348 pp. EUNSA, 2007.Elisabeth REINHARDT, La dignidad del hombre en cuanto a imagen de Dios. Tomás de Aquino ante

sus fuentes, 244 pp. EUNSA, 2005.Josep-Ignasi SARANYANA, Filosofía y Teología en el Mediterráneo Occidental (1263-1490), 214 pp.

EUNSA, 2003.

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Elisabeth REINHARDT (ed.), Historiadores que hablan de la Historia. Veintidós trayectorias intelec-tuales, 626 pp. EUNSA, 2002.

Elisabeth REINHARDT (dir.), Tempus implendi promissa. Homenaje al Prof. Dr. Domingo Ramos-Lissón, 896 pp. EUNSA, 2000.

V. BIBLIOTECA DE TEOLOGÍA

José Luis ILLANES, Tratado de Teología Espiritual, 593 pp. EUNSA, 2007.Enrique DE LA LAMA, Historiologica. Estudios y ensayos, 634 pp. EUNSA, 2006.J. José ALVIAR (ed.), El tiempo del Espíritu: Hacia una teología pneumatológica, 234 pp. EUNSA,

2006.J. José ALVIAR (ed.), José Morales. Acta Theologica. Volumen de escritos del autor ofrecido por la

Facultad de Teología, 495 pp. EUNSA, 2005.Tomás TRIGO (ed.), Dar razón de la esperanza. Homenaje al Prof. Dr. José Luis Illanes, 1.399 pp.

Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 2004.José R. VILLAR (ed.), «Communio et sacramentum». En el 70 cumpleaños del Profesor Pedro

Rodríguez, 911 pp. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 2003.Juan CHAPA (ed.), «Signum et testimonium». Estudios ofrecidos al Profesor Antonio García-Moreno

en su 70 cumpleaños, 340 pp. EUNSA, 2003.José A. ÍÑIGUEZ, Tratado de arqueología cristiana, 568 pp. EUNSA, 2002.Johann Adam MÖHLER, Simbólica o exposición de las diferencias dogmáticas de católicos y pro-

testantes según sus públicas confesiones de fe. Introducción y notas de Pedro RODRÍGUEZ y JoséR. VILLAR. Traducción de Daniel RUIZ BUENO. Presentación del Card. Antonio M.ª ROUCO, 749pp. Ediciones Cristiandad, 2000.

Fernando OCÁRIZ, Naturaleza, Gracia y Gloria. Prólogo del Card. Joseph RATZINGER, 368 pp.EUNSA, 2000 (2.ª edic. 2001).

VI. PUBLICACIONES PERIÓDICAS

SCRIPTA THEOLOGICA, Revista de la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra. Cuatrimes-tral. Comenzó a publicarse en 1969.

ANUARIO DE HISTORIA DE LA IGLESIA, Revista del Instituto de Historia de la Iglesia de la Facultad deTeología de la Universidad de Navarra. Anual. Comenzó a publicarse en 1992.

EXCERPTA E DISSERTATIONIBUS IN SACRA THEOLOGIA, Revista para la publicación de los extractos delas tesis doctorales defendidas en la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra. Hasta2008 se han publicado 52 volúmenes.

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SCRIPTATHEOLOGICA

!0036-jhgd!ISSN 0036–9764

U n i v e r s i d a d d e N a v a r r aF a c u l t a d d e T e o l o g í a

VOL. XLFASC. 2

2008

VOL. XL - FASC. 2 - MAYO-AGOSTO 2008

Olivier-Thomas VenardDel canon bíblico a la vida cristiana

Jesucristo proclamado Señor en la Iglesia:Pablo y las primeras profesiones de fe

Antonio Pitta

Las Escrituras de Israel, Evangelio de JesucristoMiguel Ángel Tábet

PALABRA DE DIOS, ESCRITURA, IGLESIA

EN LOS PRÓXIMOS FASCÍCULOS

Lucas F. Mateo-SecoImágenes de la Imagen.Gn 1,26 y Col 1,15 en Gregorio de Nisa

José J. AlviarLa salvación y la inocencia. Notas a propósitodel documento de la CTI, La esperanza desalvación para los niños que mueren sin bautismo

Javier Sánchez-CañizaresFe, razón y racionalidadJuan L. LordaPaul Ricoeur y el desafío del mal

C. Izquierdo, S. García-Jalón, B. Estrada,D. Kotecki, L. Sánchez Navarro

Gregorio GuitiánEn diálogo con la realidad social

CREACIÓN, LEY NATURAL Y ECUMENISMOG.L. Müller, G. Wenz