07 ago 2013

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24 Páginas Año: 13 Número 311 07 de agosto 2013 as fotos en esta portada pertenecen a cuatro estudiantes de San Luis, rey de Francia. Hasta hace unos meses, estos jóvenes talentosos no tenían esperanzas de ver realizados sus sueños de estudiar y forjarse un mejor futuro. En seguida les cuento, como algunos lectores del Heraldo Hispano abrieron la ventana de su corazón y desde allí me preguntaron cómo podían contribuir a aumentar la felicidad de estos jóvenes, futuras promesas de la tierra del quetzal. Los mecenas de estos jóvenes son mexicanos luchadores, muy lejos de ser ricos o de tener de sobra. Ellos mismos trabajan a brazo partido para salir adelante. Y en eso consiste la grandeza de sus almas y la sinceridad de sus intenciones. Debo aclarar. Yo no fui a pedirles. Ellos vinieron a mí y con gusto ofrecieron compartir de su substancia y de su esencia. No me pidieron una muy bien estudiada y larga explicación de la situación de las familias de esos estudiantes. Algo sí me pidieron. No mencionar sus nombres. A eso sí me resistí a hacer y por eso al escribir esta historia, estoy faltando a esa promesa. Sucedió un día jueves, a eso de las tres de la tarde. Los propietarios del Restaurante el Oasis descansaban y almorzaban como Dios lo manda, en familia. “Me gustaría ayudar a algunos jóvenes de allá, de su tierra”, me dijo don Rigo. Tal ofrecimiento no pudo haber sido más inspirado. Pues, esa misma mañana, antes de salir a trabajar con el Heraldo, había recibido una carta de Tomasa Rutilia suplicándome algún tipo de ayuda para el estudio de sus tres hijos. En ese momento, de pie allí en el Oasis, el cielo pareció abrirse y derramar luz sobre aquella familia trabajadora con la frente perlada de sudor. El reflejo o el mágico resplandor, también había empapado mi mirada con unos gruesos goterones de felicidad. La propietaria de la tienda El Gallito, en Tama, me lo dijo con una sonrisa. “Quiero ayudar a un joven de allá, de su pueblo”. La escena la tengo bien presente. Yo no pude decir nada. Unos fogonazos de felicidad me quemaban el pecho. Lean lo siguiente para comprender mi asombro y emoción. Pedro Enrique Morales Méndez me había escrito un email esa semana. Así me decía: “Soy un buen estudiante. Tengo un promedio de 97 puntos en mis notas, pero ya no puedo continuar estudiando. Somos labriegos y mis padres ya no me pueden seguir sosteniendo en mis estudios. A veces no voy a estudiar, porque no tengo dinero para pagar el bus de aquí hasta el pueblo.” Tengo la dicha de conocer dónde viven estoy jóvenes. Es un lugar montañoso, callado; y allá, de vez en cuando, alegran aquella quietud el canto de mil gallos. Viven de la agricultura, de sembrar maíz y frijol negro. El agua de mayo es la única esperanza de regar sus cultivos y asegurar una buena cosecha. Por eso, cuando despiden a una persona siempre le dicen. “Aquí lo vamos a estar esperando como agua de mayo”. Aquellos paisanos míos, son gente sencilla y como buenos hijos de esa tierra la respetan y la veneran como a una madre. No obstante, tanta sencillez y tanta humildad, los hijos de aquellas latitudes escabrosas, desean prepararse y, en el futuro, servir mejor a sus comunidades. Por eso, he de agradecer a estos amigos mexicanos de alma grande y honrarlos escribiendo esta historia. Cuando estos jóvenes terminen sus estudios y encuentren el camino en la vida harán un alto y dirán: “bienaventurados los propietarios de aquellos negocios hispanos, allá en iowa, porque por ellos pudimos salir adelante”. Yo también, además de Bienaventurados, los llamaré “Pacificadores”, porque en medio un mundo egoísta y orgulloso han sembrado la semilla de la paz y de la concordia. La cosecha de bendiciones por seguro no será en agosto, como es costumbre, o como se espera en aquella tierra bendita, sino cuando la divina voluntad de Dios así lo quiera. Por: Oscar Argueta L

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La primera edicion de agosto. Ya esta en circulacion

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24 PáginasAño: 13 Número 311 07 de agosto 2013as fotos en esta portada pertenecen a cuatro estudiantes de San Luis, rey de Francia. Hasta hace unos meses, estos jóvenes talentosos no tenían esperanzas

de ver realizados sus sueños de estudiar y forjarse un mejor futuro. En seguida les cuento, como algunos lectores del Heraldo Hispano abrieron la ventana de su corazón y desde allí me preguntaron cómo podían contribuir a aumentar la felicidad de estos jóvenes, futuras promesas de la tierra del quetzal. Los mecenas de estos jóvenes son mexicanos luchadores, muy lejos de ser ricos o de tener de sobra. Ellos mismos trabajan a brazo partido para salir adelante. Y en eso consiste la grandeza de sus almas y la sinceridad de sus intenciones. Debo aclarar. Yo no fui a pedirles. Ellos vinieron a mí y con gusto ofrecieron compartir de su substancia y de su esencia. No me pidieron una muy bien estudiada y larga explicación de la situación de las familias de esos estudiantes. Algo sí me pidieron. No mencionar sus nombres. A eso sí me resistí a hacer y por eso al escribir esta historia, estoy faltando a esa promesa. Sucedió un día jueves, a eso de las tres de la tarde. Los propietarios del Restaurante el Oasis descansaban y almorzaban como Dios lo manda, en familia. “Me gustaría ayudar a algunos jóvenes de allá, de su tierra”, me dijo don Rigo. Tal ofrecimiento no pudo haber sido más inspirado. Pues, esa misma mañana, antes de salir a trabajar con el Heraldo, había recibido una carta de Tomasa Rutilia suplicándome algún tipo de ayuda para el estudio de sus tres hijos. En ese momento, de pie allí en el Oasis, el cielo pareció abrirse y derramar luz sobre aquella familia trabajadora con la frente perlada de sudor. El reflejo o el mágico resplandor, también había empapado mi mirada

con unos gruesos goterones de felicidad. La propietaria de la tienda El Gallito, en Tama, me lo dijo con una sonrisa. “Quiero ayudar a un joven de allá, de su pueblo”. La escena la tengo bien presente. Yo no pude decir nada. Unos fogonazos de felicidad me quemaban el pecho. Lean lo siguiente para comprender mi asombro y emoción. Pedro Enrique Morales Méndez me había escrito un email esa semana. Así me decía: “Soy un buen estudiante. Tengo un promedio de 97 puntos en mis notas, pero ya no puedo continuar estudiando. Somos labriegos y mis padres ya no me pueden seguir sosteniendo en mis estudios. A veces no voy a estudiar, porque no tengo dinero para pagar el bus de aquí hasta

el pueblo.” Tengo la dicha de conocer dónde viven estoy jóvenes. Es un lugar montañoso, callado; y allá, de vez en cuando, alegran aquella quietud el canto de mil gallos. Viven de la agricultura, de sembrar maíz y frijol negro. El agua de mayo es la única esperanza de regar sus cultivos y asegurar una buena cosecha. Por eso, cuando despiden a una persona siempre le dicen. “Aquí lo vamos a estar esperando como agua de mayo”. Aquellos paisanos míos, son gente sencilla y como buenos hijos de esa tierra la respetan y la veneran como a una madre. No obstante, tanta sencillez y tanta humildad, los hijos de aquellas latitudes escabrosas, desean prepararse y, en el futuro, servir mejor a sus comunidades. Por eso, he de agradecer

a estos amigos mexicanos de alma grande y honrarlos escribiendo esta historia. Cuando estos jóvenes terminen sus estudios y encuentren el camino en la vida harán un alto y dirán: “bienaventurados los propietarios de aquellos negocios hispanos, allá en iowa, porque por ellos pudimos salir adelante”. Yo también, además de Bienaventurados, los llamaré “Pacificadores”, porque en medio un mundo egoísta y orgulloso han sembrado la semilla de la paz y de la concordia. La cosecha de bendiciones por seguro no será en agosto, como es costumbre, o como se espera en aquella tierra bendita, sino cuando la divina voluntad de Dios así lo quiera.

Por: Oscar Argueta

L

Página 2 07 Agosto de 2013 EL Heraldo Hispano

El Heraldo Hispano 07 de Agosto de 2013 Página 3

esearía haber nacido en tiempo de paz. Lo mismo desearían otros contemporáneos míos

nacidos después del 27 de junio de 1954. Una guerra de 36 años fue nuestra herencia. Y todo por haber nacido bajo un gobierno impuesto por la voluntad de los intereses de la nación más poderosa de la tierra. De inmediato, la United Fruit Company, dueña del setenta por ciento de la tierra arable del país de la Eterna Primavera, afirmó sus dominios y Richard Nixon sonrió complacido. El sobrante de la tierra cultivable continuó en manos de un tres por ciento de mis paisanos chapines. Al resto, una inmensa mayoría Maya y una minoría mestiza nos encarcelaron

en una prisión amurallada, llamada pobreza. “Ser pobre -le dijo mi abuelo a la muy blanca y muy rubia doña Virgilia Castañeda- es como ser un natural”. La abuela no le contestó. Para ella, ese grupo de

piel color de tierra, eran invisibles o no existían. Don Ramón González había engendrado 42 hijos con una media docena de mujeres. Era rico en descendencia, pero no contaba ni siquiera con un metro de tierra para sembrar su propio maíz, ni para heredar a su numerosa prole. Otra vez, trató de hacer

entrar al aro a la muy orgullosa abuela Virgilia. Así le habló: “No poseer tierra nos hace iguales a los naturales de este pueblo.” La respuesta fue un grito: “¡Mientras yo tenga fuerzas para trabajar voy a ser blanca y punto y final!” Los dos murieron avergonzados: Uno, por no tener tierra para heredarle a los hijos; y la otra, por tener un marido apellidado con el mismo apelativo de sus vecinos de la etnia Pocomam. Don Ramón, ni nuestros vecinos pocomames, tenían la culpa de haber nacido con un apellido tan común. Los unos lo habían heredado de sus patrones, en tiempos de la colonia; y don Ramón, de sus abuelos mestizos, pero pobres a morir.

La abuela escuchó hablar de las plantaciones bananeras de la costa norte, tomó sus tumbillas, su bacinica y un cuchillo filoso. Detrás iban los hijos. Era tarde cuando abordaron del tren pasajero. Llevaba consigo dos hijas bonitas y por eso iba preparada para defenderse de algún abusivo malandrín. Allá, en aquel infierno verde entregarían a la United Fruit Company sus fuerzas y casi sus almas. A cambio, tendrían trabajo seguro, carne de res todos los sábados y verían películas mexicanas, en la pantalla al aire libre, todos los martes. ¡Ah, y otro inusual beneficio! Tendrían tierras prestadas para cultivar por las tardes su propio maíz. No volverían a arrendar tierra de nadie más. Eran las postrimerías de la década de los cincuenta y el Che Guevara pasaba por esa región, camino a México a cumplir su destino. Como era de esperar, muchas señoras deseaban casar a sus hijas con el argentino guapetón. La abuela Virgilia, no volvió a los lavaderos públicos. Esa señora no era de andar chismeando buscándoles enamorados a sus hijas. De ese tema estaba curada. Mi papá, don Margarito Argueta, un foráneo con piel del color del

barro, le había quitado una hija con engaños. Don Ramón había sonreído satisfecho cuando el muy labioso de mi progenitor le había prometido regalarle tierras para sembrar. Cuando el enamorado tuvo a la paloma en su mano, rompió su promesa y rompió también la paz de doña Virgilia. “Era muy tarde para retroceder, para convertirme en el hazmerreír de la gente”, es la defensa de la viuda de don Margarito, el hábil engañador. De esa guerra de familia nací yo. Nací en medio de dos guerras, una sentimental y otra política, suelo decir. En las décadas por venir, a mis paisanos chapines, solo les quedó un camino: emigrar de los estragos de una larga guerra civil a este norte, de donde es ciudadana vitalicia la estatua de la libertad. Salieron huyendo de la pobreza causada por la guerra sin cuartel contra los sin tierra, contra los analfabetas, contra los dueños de nada en la prodigiosa y rica tierra del quetzal. Concluyo con un verso de Rubén Darío: ¡Oh, Señor Jesucristo! ¡Por qué tardas, qué esperas; para tender tu mano de luz sobre las fieras; y hacer brillar al sol tus divinas banderas!

EDITORIAL

D

Al pensar en ti: ¡alegría!Al silbar el viento: ¡dicha!Y si dicen “no hay lucerosno hay luz, no hay brillo”,yo respondo: ¡es mentira!

pues siempre es de díacuando alumbra el amor.Al amarte a ti: ¡fantasía!

Al acariciar tu piel: ¡gozo!Pero si me dicen, “afueraamenaza una tormenta”.Yo les digo: no obstante

el lodo, de la montaña bajaun más cristalino caudal.Al desearte tanto: ¡mía!

Al ir por la calle: ¡gracia!Y si aún dicen, “siempre

a la flor la marchita el sol”. El consejo del Santo Librosuena eterno, cuando dice:El amor nunca deja de ser.Al pensar en ti: ¡poesía!

Al ir por la vida: ¡fortuna!Y si me dicen, “es mejorser piedra para no sentir”Yo insisto. No, no es así.Pues, sino sentimos dolortampoco sentimos amor

y eso equivale, a no existir.Por: Óscar Argueta

Por: OscarArgueta

([email protected])

Guatemalteco.Escribe desde

Mount Pleasant, IA

AL PENSAR EN TI

Página 4 07 Agosto de 2013 EL Heraldo Hispano

El Heraldo Hispano 07 de Agosto de 2013 Página 5El Heraldo Hispano se encuentra en estos

establecimientos comerciales:

IOWAAMES

Hy-Vee 640 Lincoln Way / 515-232-1961West Hy-Vee 3800 Lincoln Way / 515-292-5543

BETTENDORFAzteca III 2400 Spruce Hill Dr. 563-344-2121

BURLINGTONCasa Fiesta, 2570 Mt Pleasant St. 319-758-1111Lindo México, 622 Jefferson St. 319-753-9952

Trailways, 906 Broadway St 319- 752-5453SCC Burlington 1500 West Agency Rd

Biblioteca Pública, 210 Court St. Burlington(319) 753-1647

Mi Pueblo Real, 3110 Division 3197528458

CEDAR RAPIDSLa Guanajuato, 3915 Center Point Rd NE

319-743-0081La Camelia, 475 Northland Ave 319-377-2755El Mercadito, 700 1st Av. NW 319-365-9733

Panadería Lupita, 3300 Johnson Av. NW319-366-1181

Tienda Don Miguel 2127 Wiley Blvd SW319-396-2588

El Rancho Mexican Restaurant2747 16th Av. SW 319-298-8844

Fiesta Del Sol Restaurant4801 1st Avenue Southeast, Cedar Rapids, IA

(319) 373-2477‎Salsa del Río Resturant

209 3rd Street SE Cedar Rapids, IA319-362-2627

Los Compadres 2825 6th Street Southwest 319-826-1870

COLUMBUS JUNCTIONDollar Store, 219 Main St. 319-728-8020

La Perla de México, 225 Main 319-728-8182 Santa Ana Bakery, 214 Main 319-728-5010

Taquería La Hacienda,120 North Main 319-728-8099

CORALVILLETienda Lupita, 108 2nd. Ave. Coralville

319-338-1282El Centenario 895 22nd Ave. 319-631-4953

5th Avenue 899 -22nd Avenue 319-351-3850Taquería El Paso, 2020 8th Street 319-358-8200

CLIVELa Preferida - Mexican Market, 1800 NW 86th

St. (515) 278-5806Elegante Salon, 1800 NW 86th St.

(515) 727-6058Lara’s Bakery, 1800 NW 86th St, Ste 19

(515) 276-5589

DAVENPORTAzteca I Restaurant

(Walnut Center)4811 N. Brady St.563-386-6689

Azteca 2, 2843 E. 53 RD St.Azteca 4, 3566 N. Brady

563-445-1315Los Agaves Mexican Grill

328 N. Brady Stree 563-386-5949Aborrotes Carrillo, 903 W. 3td. St. 563-323-5977

Tienda La Finca916 W 2nd Street, 563-322-0041

DES MOINESLa Tapatia 2, 4007 SE 13th St.

515- 256-3283Pasteleria La Michoacana 1552 E. Grand Ave.

Space B 515-265-0696La Cruz Mexican Market, 3900 E 14th St.

515-264-9441La Favorita, 1700 E. Grand Ave

515-262-5489La Tapatía Market, 1440 Des Moines St

515-262-8097Mundo Latino Insurance Agency

1541 East Grand Ave. 515-287-0055Tienda La Mexicana

1524 E. Grand Ave 515-265-8614La Preferida Mexican Market

1800 N 86th St Clive 515-278-5806La Michoacana Mexican Groseries

433 5th St. West Des Moines 515-255-5329El Salvador del Mundo Rest. Salvadoreño, 2901

6th Ave. 515-244-5224Tienda El Palomino, 3116 E. 14th St.

515-265-4410Pasteleria Raquel, 1521E. Grand Ave.

515-263-9233 515-771-1825.Foto Fiesta 1521 E. Grand Ave

515-264-1999Paleteria La Michoacana

1552 Grand Ave. Suite B 515-265-0696El Zapatito, 2102 E. 14th St. 515-745-8360

FAIRFIELDLa Hacienda, 2803 W Burlington Ave,

641-472-1036Tlaloc - Mexican Restaurant 116 N. Main Street

641-209-8999Arandas Mexican Restaurant

203 W Broadway Ave 641-472-4328

IOWA CITY4 Season, 1022 Gilbert Ct. Iowa City, IA

319-541-5228Hair Desing, 1930 South Gilbert St.

319-358-5710Tax Mex 1930 S Gilbert Street 319-339-4200

Los Portales, 1402 S. Gilbert St. y Hwy 6319-358-1308

Tienda El Paso, 609 Hollywood Blvd. 319-338-3703

Acapulco 2, 1937 Keokuk 319-338-1122319-358-8182

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MARIONVilla’s Patio Resturante

433 7th Ave Marion, IA (319) 447-1101El Perico 835 7th Avenue, Marion, IA

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MARSHALLTOWNLos Tucanes, 15 S. 7St. Marshalltown

641-753-0508Pan. Arcoiris, 28N 1st. Av.641-752-0714

Abarrotes Villachuato, 31 N, 1st. Ave. 641-752-2240

Carnicería y tienda La Salud, 17 N. 1st. St. 641-752-1741

Angel’s Store, 20 E. Main St. 641-844-9900Grocerys Tortillería Gaytán, 505 N. 3 Ave.

641-753-6150Hy-Vee 802 S. Center St. 641-752-4525

Lara’s Bakery, 707 North 3rd Ave. 641-752-0152

Zamora Fresh Market, 4E. Main St.641-753-8522

MOUNT PLEASANTHeidelberg Motel 2005 E Washington St,

(319)385-8968Mi Pueblo Real Resturant

1106 E Baker St (319) 385-1112

MUSCATINETienda El Olmito,502 Mulberry Av.

Rest Izalco 825 Oregon Av. 563-263-0458

Dollar Store, 119 E. 2nd St. 563-264-8286Guadalajara Resturante 203 East 2nd. St.

563-264-8192Las Lomas Restaurant, 1519 Park Ave.

(563) 264-0904Hy-Vee 2400 2nd Ave. (563) 264-2420

Temp Asociation104 Cleveland Street (563) 263-6589

Central Bank301 Iowa Avenue, # 204 (563) 263-3131

El Sombrero, 801 Oregon St. Ste. 8 563-607-8019

NORTH LIBERTYAzul Tequila Restaurant, 720 Pacha Parkway

319-665-2656

OTTUMWAExcel Corporation, S Iowa Ave

López Bakery, 223 N. Sheridan Ave. 641-684-6231

Pupusería Juanita’s Restaurant537 Church St. 641-682-1530

Abarrotes Cerro Grande, 311 E. Main St. 641-682-9610

Tda. México Lindo, 606 W. 2nd. St. 641-683-4456

Tda. La Guadalupana, 301 Church St. 641-682-6937

Tienda Corazón Latino, 412 E. Main 641-682-8690

Taquería La Juquilita, 624 E. Main641-684-6273

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1505 A Av. East 641-673-0154Mi Ranchito Mex. Rest, 112 East 1st Av.

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PERRYH. Hernández Mex. Bakery,1114 2nd St.,

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TOLEDOEl Campesino Mexican Rest.

401 W. Hwy 30, 641-484-2860

URBANDALESuper Mercado Bella, 6808 Douglas Ave.

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WAPELLOEl Oasis Rest, 201 HWY 61, 319-523-2837

WASHINGTONHy-Vee 528 South Highway 1

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WATERLOOEl Mercadito, 520 La Porte Rd.

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319 287-8005La Guadalupana, 1010 Mitchell Ave., Suite 6

319-236-1374Las Chikas Fashion, 1010 Mitchell Ave., Suite 7

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319-232-1909El Patrón Restaurant, 301 E. 4th Street

319-287-8110YMCA Ayuda a Latinos 669 South Hackett Road

319-233-3531La Michoacana, 1221 Frankland St.

319-236-9990Queen of Peace Parish, 320 Mulberry St.

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319-287-4114La Placita, 322 W 4th St, 319-232-4228

WEST LIBERTYPan. Acapulco, 311 N. Calhoun St.

319-627-6745West Liberty Foods 319-627-2126Dollar Store, 320 N. Calhoun St.

319-627-2340 Tortillería El Norte, 110 N. Columbus

319-627-2617La Rosa Market, 109 West Third St.

319-627-7266

ILLINOIS

EAST MOLINESupermercado El Monarca 755, 15th Av.

Tel. 309-278-0267La Primavera II

914 15th Avenue (309) 755-6315

GALESBURGHy-Vee 2030 East Main Street 309-342-1615

Hacienda Jalisco 2105 E Main St 309-344-2957El Jarochito 164 E. South Academy St,

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(309)345-0066El Rancherito

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MOLINELa Primavera Mexican Grocery & Restaurant,

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Desafortunadamente el 2011 terminó, para muchas personas en Iowa, con una visita inesperada de oficiales de ICE a sus casas o centros de trabajo, en medio de la noche o temprano en la mañana, con el fin de arrestarlos y deportarlos fuera de Estados Unidos. Una cliente, una joven madre fue esposada y arrestada frente a sus hijos de entre 1 y 7 años, un señor de 48 años que entró a fines de los 80’ y siempre tuvo permisos de trabajo está detenido hace 4 semanas. Así como estas dos personas, muchos fueron detenidos en una operación destinada a detener a personas que tenían órdenes de deportación. Los familiares de estas personas, alarmados, han contactado a abogados de inmigración a ver si podemos ayudarlos a que salgan en libertad bajo fianza para “pelear” sus casos. Lo cierto es que, una vez que alguien tiene una orden de deportación, generalmente la persona no puede salir en libertad bajo fianza, y es muy difícil reabrir el caso, salvo ciertas excepciones. A continuación, les doy consejos y pautas para que sepan (a) lo que es una orden de deportación y (b) qué hacer si tiene o algún día termina con una en contra suya. “Yo no he tenido deportación, el juez me dijo que podía irme voluntariamente” Uno puede tener una orden de deportación sin haberse percatado de ello: si usted vio a un juez de inmigración, quién le otorgó el beneficio de salida voluntaria y usted nunca cumplió con salir, entonces, al no cumplir con irse cuando era debido, su orden de salida voluntaria se convirtió en una de deportación; lo mismo aplica si usted sí salió cuando debía, pero volvió a entrar ilegalmente; en el momento en el que entró

nuevamente de manera ilegal, su orden de partida voluntaria se convierte en una de deportación.“El abogado apeló mi caso y me dijo que espere” Una vez que un juez de inmigración ha tomado una decisión sobre su caso, usted o su abogado/a tiene 30 días para interponer una apelación ante el tribunal de apelaciones de inmigración. Una vez que dicha apelación es denegada, usted tiene 30 días para interponer un pedido para que la corte federal revise su caso, mas mientras dicha revisión está en proceso, usted puede ser deportado.“No presentarse a la audiencia frente a la corte de inmigración”.

Si usted tenía que presentarse a una audiencia en la corte de inmigración y no se presentó porque no le llegó la fecha en la que tenía que presentarse, o simplemente, no fue por temor a que lo arrestaran y deportaran, entonces es probable que usted tenga una orden de deportación emitida en ausencia.Efectos de Una Orden de Deportación, y Acciones que Debe/Puede tomar.- Una vez que un extranjero tiene una orden de deportación, tiene entre 90 días y 6 meses para pedir a la corte o tribunal

que reabra su caso, y solo por motivos determinados por la ley. Por ejemplo, el dejar pasar años de años después de recibir una orden de deportación, y luego casarse con un ciudadano norteamericano no es una base para poder reabrir su caso. Tiene que demostrar que actuó con celeridad, y se ocupó de tratar de reabrir su caso. Una vez que alguien tiene una orden de deportación, los oficiales de ICE pueden ir a detenerlo y mantenerlo detenido hasta que su caso se reabra o lo deporten. No importa si tienen 15 hijos nacidos acá o está casado con una ciudadana de Estados Unidos. Una orden

de deportación es algo muy serio. Tal vez el motivo más común para reabrir los casos de inmigración son casos donde el abogado/a no representó efectivamente a una persona: por ejemplo, no pidió los beneficios para los cuales calificaba, no se presentó a la corte cuando debía, no interpuso las peticiones que debiera haber interpuesto frente a la corte. En casos como ese, un abogado de inmigración puede asistirlo para reabrir su caso. Otro motivo común, es el no haber recibido una notificación de su próxima

corte, en dicho caso, puede reabrirse el caso de inmigración, si esto se prueba. Recuerde: lo más importante es actuar con celeridad y consultar con más de un abogado cuando está enfrentándose a una orden de deportación, pues la deportación puede efectuarse con celeridad una vez que la persona afecta está en la custodia de ICE. Este artículo no constituye consejo legal, por favor consulte con un abogado de inmigración para determinar si esto aplica a su caso.

¿QUE HACER SI TIENE UNA ORDEN DE

DEPORTACION?

“Por ejemplo, el dejar pasar años de

años después de recibir una orden de deportación, y luego casarse

con un ciudadano norteamericano no es una base para poder

reabrir su caso...”

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El Heraldo Hispano 07 de Agosto de 2013 Página 7

GIROS DE LA

VIDA Mientras asistía a la universidad, tuve la oportunidad de ser maestra de español en El Centro de Capacitación Misional en Provo, Utah. Los estudiantes estaban preparándose para ir a países hispanohablantes en una misión religiosa. Como era una capacitación intensiva, su última clase del día terminaba a las 9:30 de la noche. Durante un semestre me tocó enseñar esa última clase. Me encantaba el ambiente que teníamos en ese horario, al terminar el día, y poder disfrutar del espíritu de estos jóvenes especiales. El Centro de Capacitación Misional estaba muy cerca al campus universitario donde pasaba casi todo el día en mis propias clases, pero se encontraba muy lejos de mi casa. En ese tiempo yo no tenía un auto, ni contaba con los medios para comprar uno; y para regresar caminando a mi casa, me llevaba un poco más de una hora. A mí me encantaba caminar, pero cuando era de noche, después de un día muy largo me sentía cansada, el trayecto me parecía interminable y tenía que caminar un tramo por calles muy pocas iluminadas. Realmente disfrutaba mucho la clase en la noche, pero también me preocupaba el asunto de la transportación. Sin embargo, cuando más cansada o preocupada estaba, otros maestros, que tenían

el mismo horario que yo, se ofrecían para llevarme a mi casa. No estaba acostumbrada a pedir favores de otras personas, pero la situación en que me encontraba hizo que la necesidad fuera mayor que la incomodidad de tener que pedir favores; y muchas veces, las personas estaban dispuestas a llevarme, antes de que les preguntara. El buen ánimo que mostraban en servirme en ese tiempo que yo no tenía los medios para tener mi propio transporte, hizo que la situación fuera más llevadera. Sentía una profunda gratitud por esas personas, pero a la vez solo podía decir gracias. Fueron tantas las personas que bendijeron mi vida durante ese tiempo; y que hicieron que yo pudiera sentir que mis esfuerzos no eran en vano y que alguien más estaba pendiente de mis circunstancias y conocía mis necesidades. Han pasado quince años desde aquellas clases que terminaban tarde en la noche y ahora me encuentro experimentando el otro lado de la experiencia. Una madre que vive en mi barrio y que está luchando para sacar a su familia adelante, estaba caminando a su trabajo cada día. Cuando entra a las seis de la mañana tiene que salir de su casa dos horas antes, para llegar a tiempo. Para sumar a sus dificultades una compañera

de trabajo sufrió un accidente y ella era la otra persona que sabía cómo hacer el pan. Su supervisor le pidió que comenzara a llegar a las tres de la mañana. Ella se sintió abrumada, pero no podía decir que no. Eso significaba que tenía que comenzar a caminar a la una de la mañana. Entendía que había una necesidad real y que ella misma había estado en una circunstancia donde habían tenido que cubrir sus horas, para que pudiera mantener su fuente de trabajo. Estaba dispuesta, pero también se sentía absolutamente cansada. Alguien me hizo saber de su situación e inmediatamente vi la oportunidad de servir, tal como me habían servido a mí. Yo reconocí la luz de gratitud en sus ojos cada mañana al dejarla en la puerta del trabajo. Yo me vi en ella y supe lo que estaba experimentando. Yo sabía lo que estaba sintiendo. Así son los giros de la vida. En un momento recibimos y en otros momentos damos. Y nuestra experiencia en dar es más profunda y pura porque cabalmente entendemos cómo es recibir. Muy pocas veces tenemos la oportunidad de dar a quien nos han servido, pero hay algo poderoso en la experiencia de dar a otra persona, en otro momento. Es una cadena infinita de servicio que embellece las historias de nuestras vidas.

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UNA FLOR EN MI PANTANO

En una ciudad fundada en 1839, al lado de río Misisipí, que tiene un nombre del idioma hebreo Sefardí y ortografía anglosajona; vuelvo a encontrarme con la flor que marcó los recuerdos de la despedida de mi abuelo. La mañana comenzó con un desayuno de hotel que lo recordaba del año anterior como más suculento y sabroso. Los que participamos en este viaje teníamos más expectativas de cómo sería nuestro día que equipaje y por supuesto una multitud de cosas asumidas y una gigantesca falta de comunicación. Ingredientes que nos llevaron a una cadena de momentos frustrantes y de “yo pensé que íbamos a hacer esto” o “¿cómo no sabían que les estaba esperando en tal lado”. Cuando la mañana estaba por acabarse tuve que enfrentarme a la realidad de las cosas que no iban saliendo como hubiese deseado y que hubiese sido sencillo darme por vencida y comunicar a los demás que me estaba volviendo a casa. Mientras caminaba por la parte histórica de la ciudad de 1.149 habitantes me detuve a contemplar una casa de ladrillos a la vista y un jardín sumamente cuidado. Unas flores pequeñas que parecían un puñado de pétalos anaranjados estaban a la sombra de una maraña de flores hermosas y exóticas. Algo en mí se detuvo. Miré para todos lados como queriendo confirmar lo que estaba sucediendo. Me acerqué más, como no dando crédito a lo que estaba viendo. ¿Cómo era posible? Hacía dos semanas que había escrito sobre el jardín que había plantado mi abuela para que mi abuelo pudiera ver las flores, desde la cama de su

agonía. Había escrito sobre las flores anaranjadas que se movían con la brisa, mientras me despedía de él. Ahora estaban nuevamente frente a mí, a miles y miles kilómetros de aquella casa y a varias décadas de ese tiempo. Un detalle diminuto que hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas. Podía pensar que solo era una coincidencia o que por haber escrito sobre el jardín de mi abuela, mi mente estaba más alerta a descubrir la misma clase de flores, pero mis sentimientos

me decían algo absolutamente diferente. Dejé de lado mi cámara y me senté debajo de un frondoso árbol a contemplar lo que se me acaba de dar. Mi frustración de la mañana comenzó a diluirse y deseé haber tenido alguien conmigo, para poder contarle lo que estaba sucediendo. La vida está llena de momentos donde debemos elegir qué es lo que deseamos. Podía seguir enojada todo el día porque las cosas no estaban

saliendo según mis planes, mis expectativas o porque no consideraba justa la situación. ¿Qué había pensado mi abuela mientras plantaba el jardín? Su compañero eterno moría cada día sumido en dolores inmensos. Era un hombre honrado y trabajador, que había vivido cada día haciendo el bien a su prójimo, sin embargo estaba sufriendo y ella no podía tomar sobre sí su dolor. ¿Había pensado que era injusta su situación? ¿Se habría sentido frustrada o impotente?

Comenzaba a tener una perspectiva diferente de lo que había impulsado a plantar ese jardín. Incliné la cabeza e hice una oración en ese especial lugar que había sido un pantano y que hombres y mujeres transformaron en una hermosa ciudad. Mi abuela, en el pantano de su dolor, de su impotencia, y de sus miedos había hecho un hermoso jardín y había plantado esa flor anaranjada que me había acompañado tantos años en mi recuerdo. Mi abuela me seguía enseñando y consolando, después de tanto años de haber cruzado el velo de la muerte. Debía quitar de

mí las malas hierbas de la impaciencia, de la frustración y del enojo. Tenía que elegir qué camino tomar. Estaba en una encrucijada y tomar uno u otro camino que me llevarían a lugares bien diferentes. Volví a mirar la flor anaranjada y decidí que yo solo tenía el poder de decidir. Tomé una decisión que me hizo pensar que tal vez haría sonreír a mis abuelos. Todavía tenía el resto del día para disfrutar en Nauvoo.

“Había escrito sobre las flores anaranjadas que se movían con la brisa, mientras me despedía de él. Ahora estaban nuevamente frente

a mí, a miles y miles kilómetros de aquella

casa y a varias décadas de ese tiempo. Un detalle

diminuto que hizo que mis ojos se llenaran de

lágrimas...”

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El Heraldo Hispano 07 de Agosto de 2013 Página 11

Por: Arturo Gómez (El Salvador), escritor invitado Son las cinco de la mañana. A lo lejos, en mi profundo sueño, escucho el ir y venir de Don Camilo, mi querido suegro, preparándose para salir rumbo a su Finca El Carmen e iniciar un día normal de trabajo. Escucho el suave sonido que hace la puerta principal al abrirse. El caballo relincha alegremente en su corral; sabe que su amo, además de la montura y otros aperos lleva consigo un manojo de zacate fresco para alimentarlo y comenzar bien la jornada. Después de atender a la bestia, toca a mi puerta y me recuerda el compromiso que tengo de viajar con él a la finca, ese día. Me levanto de un salto. Todavía estoy greñudo y con sueño, pero trato de apurarme para ponernos en camino. El invierno ha entrado y veo cumplidas las sabias palabras del Gran Creador: «...haremos que broten cardos y espinas para afligir y atormentar al hombre…» A esa frase yo le agrego: bejucos que se enrollan como locos, buscando subsistencia en los verdes cafetos. Estoy impaciente por salir de la ciudad. Pasamos por El Amatillo, comprando el pan francés para desayunar cuando lleguemos a nuestro destino. Luego cruzamos la Ciudadela y el cruce de El Barro. En este último lugar, cada anciano, joven y niño nos saludan amablemente, como solo la buena gente de este pueblo lo hace. El fiel caballo “Rebelde» de don Camilo nos anuncia el primer descanso de nuestro viaje. Hemos llegado al pocito de agua nacida de la peña en la cuesta de Salutiúpan donde Rebelde bebe agua zarca y fresca, en cada uno de sus viajes. Comienzo a sentir el viento fresco del campo con ese olor especial a lluvia recién caída, a zacate mojado y a flor de café recién reventada. Como siempre puedo sentir una sensación de libertad y de aproximación a lo Divino.

El sendero se cierra de a poco con derrumbes y breñales, que aparto con un palo formando casi una vereda. Camino chahuiteando y dando pequeños saltos, para buscar los pequeños espacios de tierra firme. Seguimos caminando al ritmo de los cascos del caballo; y con el alba llegamos al área del Ausolón. Desde allí se divisa límpida la montaña que anida La Laguna Verde, protegida por una infinidad de pinos y cipreses, lo cual la hace lucir hermosa para propios y extraños. El Ausolón se mira calmado hasta que, cual niño imprudente a sabiendas de lo que pasará, le arrojo piedras para provocarlo y

comienza a lanzar borbollones de barro prieto (casi líquido) e hirviente y mi suegro y yo nos alejamos rápidamente saltando el riachuelo de agua caliente azufrada, para no ser alcanzados por esos dardos naturales. Ya al pie de la última cuesta, siento gran placer al sentarme a resollar bajo la sombra de un palón de mango indio. Desde ahí observo cómo la bestia sube con su preciada carga, mientras tomo fuerzas para terminar mi viaje hacia la Finca «El Carmen». Al nomás llegar, mi suegro desensilló el caballo para dejarlo descansar; lo empotreró para que coma y sin siquiera sentarse, preparó en un zaz el esperado y bien ganado desayuno. Yo, mientras tanto, camino un rato montaña arriba, dentro de la propiedad, gozando el lenguaje del canto de innumerables

pajaritos que juguetean ruidosamente en las ramas de los árboles. Después de comer veo de reojo a mi suegro tanteándolo para asegurarme si su ánimo permite una pequeña siesta desayunera y me apeno al percibir que a respuesta es negativa. Para iniciar la faena, Don Camilo da indicaciones tanto a los trabajadores de la finca como a mí mismo. Las tareas que emprendemos son propias de la estación: primero, aplicación de fertilizante a la plantillona; deshije al árbol viejo; desbejucado a la plantilla nueva; combatir un poco la broca, etc. Al filo del mediodía, llega el tan esperado almuerzo. Mi suegro desenvuelve su tambache, decuelga y lava muy cuidadosamente su olla preparándose inmediatamente su especialidad finquera: sopa de res, acompañada de un sin fin de abundantes verduras y yerbas de olores que corta fresquecitas de su huerto en la misma finca. La sopa va acompañada con su respectivo «chile». Previamente Don Camilo me ha enseñado a elaborar el picante deshaciendo varios chiles «diente de chucho» con sal, en un recipiente hondo; luego agregándole cebolla finamente picada, alcapate, cilantro y orégano; y finalmente recubriéndolo con jugo de naranja agria. Las tortillas frías se atraviesan en laterales verdes de cafeto viejo y se dejan dorar en el fogón al gusto, junto con uno u otro tomate que se asan lentamente. Después del almuerzo, me estiro a gusto, a todo lo que me da el cuerpo, en una de las hamacas instaladas en la casita de campo para ese propósito; y duermo, como un niño, mi bien ganada siesta oficial del día. Al despertar, me siento avergonzado, porque me doy cuenta que he dormido por una hora. Busco a mi alrededor la figura protectora de mi suegro; al no encontrarlo, salgo a la finca y lo avisto agachado en plena labor agrícola y entonces la vergüenza se torna insoportable.

UN DIA DE FINCA

“Al nomás llegar, mi suegro desensilló

el caballo para dejarlo descansar; lo empotreró para

que coma y sin siquiera sentarse,

preparó en un zaz el esperado y bien ganado desayuno...”

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Por: David Suárez Moreno

Llegamos a Ames el sábado a eso de las once y media de la mañana. El viaje de tres horas y medio, desde Burlington, nos dejó un poco cansados, pero no menguó para nada nuestro entusiasmo de visitar a mi hijo mayor, quien vive y estudia en la Universidad Estatal de Iowa. Mi esposa y mi hijo menor, me acompañan en este viaje que se ha convertido en nuestra actividad familiar de verano. Recorro lentamente la University Boulevar. En mi mano llevo un mapa con las instrucciones para llegar seguro a mi destino. Mientras avanzo lentamente por la University Boulevar trato de ubicarme, pero algo no cuadra… los números de la calle no coinciden con los que me indica mi mapquest. Finalmente resolvemos acudir a un puesto de información para que nos ayuden a encontrar la dirección de mi hijo. El cubículo está ubicado a un lado de la calle; tiene un pequeño parqueadero para que los padres o alumnos nuevos que se encuentren perdidos, puedan dejar sus automóviles y entrar al cómodo local para encontrar respuestas a sus preguntas. Adentro, una dama muy amable se pudo detrás de una computadora, sacó varios mapas del cajón de su escritorio y comenzó una escrupulosa investigación para ayudarnos. Al salir del cubículo teníamos un nuevo mapa en nuestras manos y la certeza de saber dónde estábamos y hacia dónde nos dirigíamos. La alegría de ver a mi hijo, conversar y almorzar con él y su novia hicieron que el viaje valga la pena. Luego de la comida, él nos sirvió de guía y nos llevó a conocer una pequeña parte del enorme campus universitario de ingeniería. Vimos la fotografía y leímos un poco sobre la historia de los profesores John Vincent Atanasoff y Clifford Berry quienes fueron los pioneros de la computadora digital electrónica. Recorrimos algunos laboratorios científicos llenos de probetas, microscopios y toda la parafernalia de quienes se dedican a la investigación. Fue muy emocionante visitar el laboratorio donde trabaja mi hijo. Es pequeño (en comparación con los otros que habíamos visitado), pero lo

suficientemente cómodo para el propósito que cumple.-Aquí usamos agua pura, para los experimentos –nos dice nuestro joven guía científico-O sea ¿agua de botella? –pregunto yo ingenuamente.-No. Agua pura. Es agua como cualquier otra, solo que se ésta no tiene las sales naturales que contiene el agua que tomamos.-¿Se puede tomar esa agua? –pregunto.-¡Claro que sí! Pero va a ser muyyy desgradable. Todos reímos y seguimos nuestro recorrido por los pasillos y grandes espacios del campus. Muy pocos jóvenes ocupan sus lugares en las aulas de clase. Después de todo quién ¿quiere estudiar un sábado? La plática, la buena compañía, la intimidad de estos valiosos momentos familiares,

nos invitaban a quedarnos indefinidamente en Ames. En este ambiente académico que flota en el aire y que invita a desempolvar los libros para alimentar la mente con nuevos conocimientos. Nos despedimos con un abrazo y con la promesa de volvernos a ver pronto. En el camino de regreso comencé a recordar mi propia experiencia asistiendo a la Universidad de Guayaquil. Nuestro campus no era tan grande como el de mi hijo; como mi profesión no tenía nada que ver con las ciencias, tampoco teníamos laboratorios; y ninguno de los estudiantes o profesores destacados han hecho aporte alguno a la humanidad. En mi primer día de clases, cuando apenas tenía 17 años, me di cuenta que tenía que llegar temprano todos los días, porque el aula era muy pequeña para los más de 60 alumnos. Además, aprendí que ya no tenía que levantarme de mi silla para

saludar al maestro (como lo hacía en la secundaria) y que, en lugar de decirle “Sr.” al profesor, de ahora en adelante bastaba con decirle “compañero”. Cada aula tenía una cátedra, sobre la cual se paraba el maestro y dictaba su clase magistral. Los alumnos tomábamos nota tan rápido como podíamos y aprovechábamos cualquier oportunidad que nos diera el maestro para demostrarle nuestro interés o el conocimiento que teníamos sobre los temas que nos enseñaba. Cómo me gustaba instalarme en la biblioteca de mi facultad. Aprovechaba la ausencia de algún maestro para esconderme del mundo, detrás de sus muros. Ahí me sumergía en los libros y tratados de comunicación. No tomaba nota alguna. Más bien me concentraba en disfrutar esos momentos muy personales de encuentro con la luz del conocimiento. Ahora que lo recuerdo, en aquellos días sentía algo parecido a lo que sentí durante la visita a la Universidad de mi hijo. Me refiero a ese ambiente académico que flotaba por en el aire, parecía que entraba por la nariz al aspirar profundo; y llenaba la mente y el corazón. Sin lugar a dudas, mi universidad y la de mi hijo son muy diferentes, pero ambas también tienen cosas en común. En mi tiempo, la universidad estatal era gratuita; pero la gente era tan pobre que aún reunir el dinero necesario para el transporte y para comprar los libros era un gran desafío. Muchos se daban por vencidos frente a la primera dificultad. Solo los perseverantes y quienes estaban dispuestos a hacer sacrificios, perseveraban hasta coronar sus carreras. Aquí las universidades son más grandes, cuentan con más facilidades para lograr una mejor educación, pero el costo de asistir a sus aulas es escandaloso. Eso hace que muchos jóvenes se den por vencidos y se resignen a trabajar en una fábrica. Solo unos pocos están dispuestos a hacer enormes sacrificios para continuar con su educación. Incluso a costa de empeñar su futuro, condenándose a ellos mismos a pagar enormes los enormes préstamos que tienen que hacer para pagar sus estudios.

DIARIO DE UN INMIGRANTE

DE VUELTA A LA ESCUELA

“Luego de la comida, él nos sirvió de guía y nos llevó a conocer una

pequeña parte del enorme campus universitario de

ingeniería...”

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El Heraldo Hispano 07 de Agosto de 2013 Página 15

Hace pocas semanas, el gobierno de Nicaragua anunció que una empresa privada china construirá un nuevo canal interoceánico, de gran calado, para unir el Atlántico con el Pacífico. La obra tendrá un costo de 44 mil millones de dólares y un tiempo de ejecución de15 años. Aunque nadie conoce aún los detalles del trazado, se estima que el nuevo canal podría tener una extensión de unos 230 kilómetros de longitud. Esta noticia ha generado diversos tipos de reacciones. En primer lugar, el canciller de Panamá, Fernando Núñez Fábrega, se muestra profundamente escéptico con el anuncio. Aseguró que existen dos elementos que hacen “imposible” el éxito de esa obra: Nicaragua se encontraría en una zona altamente sísmica, lo cual haría muy difícil que se cierren herméticamente las puertas de las esclusas; y este país, se encuentra en una zona de huracanes. «(Y) si tú estás manejando un barco lleno de petróleo y vas por el canal de Nicaragua, a lo mejor del otro lado te espera un huracán. ¿Tú sabes lo difícil que es manejar un barco de esos en un huracán? Es imposible… Es más fácil llegar a la luna que construir un canal en Nicaragua”, afirmó el diplomático. “Nosotros, con una pequeñísima inversión de 5.200 millones de dólares, hemos duplicado la capacidad de nuestro canal. Y eso lo vamos a amortizar en tres años”, aseguró Núñez Fábregas, agregando en tono irónico que “con esa plata (44.000 millones de dólares) nosotros podríamos construir una carretera de aquí (Panamá) hasta Londres”. Pero, ¿en realidad es tan así como dice el canciller panameño? ¿Es imposible construir un canal interoceánico en Nicaragua? ¿De dónde surgió esta idea? ¿Qué intereses hay detrás de esta obra? ¿Cómo podría afectar a los intereses de los Estados Unidos? Son muchas preguntas las que surgen con el anuncio de los nicaragüenses y no podemos conformarnos con el exceso de confianza evidenciado por el gobierno panameño, a través de su canciller. La idea original de una vía

interoceánica en Nicaragua no es nueva. Se remonta a la época de la colonia, cuando los colonizadores españoles querían sacar el máximo provecho al curso natural del Río San Juan para trasladarse de un océano a otro. Más tarde, Napoleón III comentó por escrito estos planes, a inicios del siglo XIX; y enseguida Estados Unidos comenzó a demostrar un creciente interés en el proyecto, pero los abandonaron a inicios del siglo XX, cuando compraron los derechos y las obras abandonas por los franceses del Canal de Panamá.

En el año 2004, nuevamente surgió la idea del canal nicaragüense para que sirva de alternativa al canal panameño y que permita el paso de barcos de mayor calado. Además ciertos políticos nicaragüenses han visto a esta obra como la vía más rápida para sacar a Nicaragua de la pobreza. No obstante, el alto costo de 25.000 millones de dólares (25 veces el presupuesto nacional del país)y la oposición de políticos y ambientalistas, los hizo desistir de la idea. El 3 de julio de 2012 la Asamblea Nacional de Nicaragua finalmente aprobó, por una amplia mayoría la ley que autoriza la construcción de un canal interoceánico de gran calado. El 7 de junio de 2013 el gobierno de Nicaragua entregó a la empresa china HK Nicaragua Canal Development una concesión por 50 años,

renovable por otros 50 años del nuevo canal y varias obras anexas, que incluirían dos enormes puertos de aguas profundas y una vía férrea que uniría las dos costas oceánicas. La empresa HK está a cargo del joven multimillonario chino Wang Jing, quien ha ofrecido invertir, de su propio bolsillo, los primeros 100 millones de dólares que servirían para pagar los estudios de factibilidad y prospección de la obra. Para ello se ha contratado, nada más y nada menos que a prestigiosas firmas norteamericanas, entre ellas, McKinsey, McLarty

Associates y al ex directivo del grupo contra la corrupción Transparencia Internacional, Ronald MacLean Abaroa. Hasta ahora y desde 1914, ningún país del mundo se había atrevido a desafiar la hegemonía de Estados Unidos en el manejo de la comunicación interoceánica en el continente americano. Al cabo de una centuria, una “empresa privada china” se atreve a iniciar un megaproyecto monumental, que se convertiría en la obra más costosa e importante de América Latina. Además, con todos los adelantos tecnológicos actuales, los ingenieros y constructores podrían construir un canal mucho más funcional que el de Panamá, permitiendo

el tránsito de barcos de carga más grandes, pesados y con mayor calado, lo cual ayudaría a promover el comercio entre los países de América Latina y Europa, al permitir un mayor tránsito de carga a un menor tiempo de entrega de mercadería. Además aumentaría la importancia comercial y de navegación del océano Pacífico en el nuevo siglo. Luego de la inversión inicial de 100 millones de dólares por parte de Wang Jing, la empresa HK tendrá que salir a los mercados tradicionales a buscar miles de millones de dólares para financiar la obra. No somos adivinos, ni expertos en el tema, pero no es difícil predecir que ese capital podría provenir de China, país que tiene un creciente interés en invertir en América Latina y en afirmar su presencia como una potencia Mundial.

CHINOS CONSTRUIRANEL NUEVO CANAL DE

NICARAGUA

“...con todos los adelantos tecnológicos actuales, los ingenieros y constructores podrían construir un canal

mucho más funcional que el de Panamá, permitiendo el tránsito de barcos de carga

más grandes, pesados y con mayor calado, lo cual ayudaría a promover el

comercio entre los países de América Latina y Europa, al permitir un mayor tránsito

de carga a un menor tiempo de entrega de

mercadería...”

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El Heraldo Hispano 07 de Agosto de 2013 Página 17

QUEDAMOS ENCERRADOS EN LA

IGLESIA ¿Te acordás del Cerrito del Carmen? (1) donde se celebra la feria en honor a la Virgen del Carmen, cuando hace años, por necedad tuya en un descuido del sacristán dejó la puerta abierta de la torre de Juan Corz, nos metimos sin permiso. Creo que algo olvidó mientras limpiaba, pues entró a la Iglesia, momento que aprovechamos pues estábamos seguros que dentro encontraríamos tesoros de algo, pero estaba más limpio que los santos de la abuelita. Yo tenía miedo, pero como casi me empujaste, subimos al segundo piso en donde debimos inclinarnos porque es muy bajo. En ese momento oímos el ruido de puerta que se cierra y quedamos casi sin respirar y por eso escuchamos el ruido de la puerta que se cerró. Cuando nos pasó el susto bajamos y nos dimos cuenta que ¡la puerta estaba cerrada con llave! Nuestra reacción fue somatarla, pero creo que el sacristán es sordo porque no regresó, dejándonos encerrados en penumbra y nos dio miedo. El temor nos hizo guardar silencio y aunque pasaría el mediodía, el hambre me hizo susurrarte: - Peor si vamos a quedar encerrados ¿qué vamos a comer? Aunque no lo dijiste, creo que la idea te aterró pues gritaste: -¡Noo! tan fuerte que me asusté más y empezaste a golpear la puerta con tus dos puños. La puerta es maciza pues no se movió un poco y por eso, quitándome el zapato, la golpeé más fuerte y esperamos que reaccionara alguna de las personas que llegaban a la Ermita de Nuestra Señora del Carmen. La mala suerte nos acompañó, pues minutos antes de que entráramos a la torre de Juan Corz, había terminado la misa y seguro que en el atrio de la Ermita no había nadie, pues al pegar nuestros oídos a la puerta, apenas si escuchamos el bullicio de la feria cantonal instalada en las faldas del cerro, a lo largo de la avenida “Juan Chapín” (2). Creo que eso se debía a que como la torre está en la cima del cerrito, porque aunque lejano, escuchábamos “El Cafetalito”, canción que estaba de moda, y “El Rock de la Cárcel” que cantaba Elvis Presley que tanto te gustaba, pero en ese momento no estabas para bailar como lo hacías en la casa, mientras la abuelita se desternillaba de la risa pues decía que eso, no era como en su tiempo que sí se

bailaba; y que parecías mono atormentado por las hormigas. Claro que ese no era momento decir nada, porque estábamos asustados pensando que hasta el día siguiente abrirían la puerta. El temor nos hizo golpear con más fuerza la puerta, con la esperanza de que alguien oyera y dijera al sacristán que estábamos encerrados. Y tuvimos suerte pues, luego de una nueva tanda de golpes, pegadas nuestras orejas a la puerta, oímos el cuchicheo de dos personas, hasta que una de ellas dio discretos golpecitos y preguntó: -¿Quién está allí? Sea por hambre o miedo de quedar encerrados, sin proponérnoslo con voz temblorosa respondimos al unísono: -¡Nosotros! Entonces, lo que en otra ocasión nos habría hecho tronchar de la risa, nos angustió, pues una de las voces con tono de susto exclamó: -¡Son espantos… Corramos! y

por sus gritos entendimos que se alejaban, mientras con más fuerza golpeamos la puerta, con lo único que logramos, fue que corrieran más rápido. Sin sentir vergüenza empezamos a llorar y si dejé de hacerlo, fue para reprocharte que por tu culpa estuviéramos encerrados. -Se lo voy a decir a la abuelita, susurré entre sollozos a lo que respondiste: -Yo no te obligué, Carlos. Entraste porque querías. -¡Me empujaste! grité entre lágrimas. En un momento en que ambos aspiramos aire, escuchamos otra voz que gritó: -¡Ay no, almas en pena están encerradas en la torre de Juan Corz! y luego ruido de pasos alejándose del lugar, con lo que nuestras lágrimas aumentaron y si golpeamos más la puerta, fue no con la energía del desesperado, sino con la lentitud de quien vencido, abandona la lucha. Con la sensación de total derrota nos sentamos en el suelo sollozando quedito. Y sin

embargo, ambos nos levantamos de un solo impulso, cuando escuchamos el ruido de llave que se introduce en la cerradura. Nuestra alegría se trocó en miedo, pues imaginamos que el sacristán estaría acompañado de dos policías que nos llevarían presos al segundo cuerpo de la Policía que está en la parroquia. En vez de eso, estaba el sacristán con expresión de pocos amigos en el rostro y detrás de él, tres patojos estiraban el pescuezo y que sin duda fueron quienes lo llamaron. -¡Ya vieron patojos! ¿Para qué iba a traer una cubeta con agua bendita para sacar almas en penas? Se los dije, dos patojos traviesos como ustedes en un descuido, entraron a la torre de Juan Corz después de limpiarla y sin desearlo, los dejé encerrados. Y ustedes par de abusivos ¡vamos con el Padrecito! Poco después, con manos

hacia atrás, cabeza gacha y sin atrevernos a levantar la mirada estábamos frente al señor Cura quien con voz suave y pausada nos dijo: -Niños, levanten esa carita. Al hacerlo vimos un rostro bondadoso que sonreía y cuando ambos nos vimos, por poco soltamos la carcajada porque al limpiar nuestras lágrimas con las manos llenas de polvo, nos ensuciamos la cara y parecíamos payasos. -¿Tienen hambre? Preguntó. Por primera vez sonreímos, mientras asentíamos con la cabeza. -Vayan a lavarse las manos y la carita y luego

van a la mesa. Poco después en la cocina de la casa parroquial, nos sentamos ante suculento plato de comida. Como ya se me cansó la mano, después te contaré lo que me pasó en la feria del Cerrito del Carmen. Mi mamá dice que le mandés el Moner Orden y vos, no te olvidés de mandarme mis lenes, pues por ir a la feria me quedé sin nada. En la casa todos te mandan saludes.

El Carlos

1)Uno de los muchos cerros dentro del Valle de las Vacas o de La Virgen como se llamó pues en él, el ermitaño Juan Corz, en un nicho natural, colocó la imagen de plata de la Virgen del Carmen, que trajo de Ávila España, que ordenó Santa Teresa de Ávila y que según profetizó la santa, en aquel lugar en la que se le venerara, surgiría una gran ciudad.2)Personaje creado por el novelista guatemalteco José Milla y Vidaurre.

“Entonces, lo que en otra ocasión nos habría

hecho tronchar de la risa, nos angustió, pues una de las

voces con tono de susto exclamó: -¡Son

espantos… Corramos!”

Página 18 07 Agosto de 2013 EL Heraldo Hispano

El Heraldo Hispano 07 de Agosto de 2013 Página 19

Por Sady Ogalde (escritor chileno, invitado)

Desde la aparición del lenguaje en la vida de los humanos se narraron cuentos, historias, leyendas y vivencias que por su naturaleza quedaban registradas en la mente… había que trasmitirlas y exponerlas a otros como una experiencia de vida, enseñanza o advertencia, esto fue así en todas las culturas y subculturas y en todas las latitudes del mundo, aparecía en pleno la capacidad intrínseca del ser humano de comunicarse por medio un lenguaje creado, hablado, modulado y entendido y de propiedad solo del animal racional que es el ser humano. En las narraciones de las civilizaciones aparecen por naturaleza parangones con nuestros “hermanos menores” que son los animalitos, como que necesariamente la experiencia humana había que narrarla poniendo como personajes a los distintos seres vivos que nos acompañan amorosamente en nuestro planeta.Pero más allá de esta reflexión histórica, la pregunta es: ¿Por qué se perdió en el tiempo esta hermosa tradición oral de narrar cuentos, historias y vivencias solo apoyándose en el lenguaje? Es obvio que más de alguien reflexionará que la aparición de la imprenta en la edad media fue la que detuvo en alguna medida la tradición oral de narrar, la invención y posterior desarrollo de esta mecánica influyó para que se dejara de narrar y se imprimiera lo hablado. Entonces no cabe duda que la respuesta está, entre otros motivos: “por el desarrollo brutal de la ciencia y la

tecnología”… todo lo que en el ámbito de las comunicaciones, había que hacerlo con técnicas modernas de apoyo al mensaje tanto escrito como visual y hablado… mas la causa principal de la pérdida de la oral tradición, según explica Manuel Peña Muñoz, fue que los adultos dejaron de contar cuentos a los niños y no que estos hayan dejado de escucharlos… y, si tomamos en cuenta que en la cultura mapuche hasta su lengua vernácula se ha ido perdiendo por culpa de un modernismo brutal, con mayor razón es susceptible de disiparse la tradición oral de contar cuentos. No olvidemos que el patrimonio folclórico de los cuentos orales es universal. Las historias que se hallan repartidas por el mundo con pequeñas variantes son estudiadas por expertos en migraciones y mitos. Así encontramos que, independiente de su origen, tenemos cenicientas y caperucitas en Oriente, Asia, Europa y Latinoamérica. Según la teoría del escritor experto en el tema, Manuel Peña Muñoz, fueron los curiosos, los eruditos y los sabios los que inmovilizaron en un texto escrito la belleza de la tradición oral. Luego lo que se trasmitía de boca en boca quedó estático y sin vida en la impresión. El desarrollo acelerado y alucinante de la televisión terminaría por rematar la tradición oral de los cuentos. Un cuentacuentos en la actualidad pretende ir al rescate de esta tradición histórico-oral y aunque existen muy pocos narradores de historias es posible ver en programas de televisión a un cuentacuentos para niños excesivamente

caracterizado y adornado solo para programas de televisión y curiosamente sólo en Santiago y asociados por lo general a programas de farándula. En definitiva, no hay en otras ciudades personas ya sean hombres o mujeres que se atrevan a incursionar en este tema. La verdadera dimensión de un cuento está en su expresión oral y la mímica; y por tanto, el histrionismo con que el narrador le da vida, incluido su lenguaje, sus expresiones exageradas o discretas y el tono musical, tanto como cuando se lee en voz alta, o cuando se narra mental y oralmente. Así, cobrarán sentido sus figuras estilísticas básicas: la repetición y el ritmo. Luego y entonces, el cuentacuentos resultará emocionalmente “creíble” independiente de lo real o ficticio de lo contado. Súmese a esto que las narraciones orales contadas a grupos crean necesariamente lazos afectivos y con mayor intensidad aún, a niños en su más pleno proceso de socialización. Así fue en la antigüedad cuando en torno a enormes hogueras se narraban y se actuaban cuentos portentosos, exagerados e incluso violentos que unían a los hombres remotos sintiendo colectivamente la misma emoción. ¡A interesarse entonces las generaciones jóvenes! A crear, a investigar, a ser emprendedores del cuentacuentos (hoy en día está muy de moda el emprender), a postular proyectos a las instituciones que disponen de recursos para eso… ES SOLO CUESTIÓN DE ATREVERSE…

AL RESCATE DE LOS CUENTOS

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El Heraldo Hispano 07 de Agosto de 2013 Página 21

Doctor CorazónEstimado doctor Corazón: Mi esposo y yo estamos llevando a cabo los últimos detalles para adoptar a un niño con el síndrome de down. Somos una pareja sin hijos y habíamos buscado adoptar un bebé desde hace mucho. Hasta ahora habíamos ido de un obstáculo grande a otro más grande en el proceso. Todo parecía entramparse en la etapa final. Eso nos desanimaba y, a pesar de tener fe en Dios, a veces, parecíamos perder la esperanza en nuestro deseo de tener familia. Nos parecía lejano el día cuando pudiéramos acariciar y proteger a un bebé. Hace seis meses, nuestros amigos y hasta nosotros mismos nos sorprendimos cuando decidimos adoptar un bebé con el síndrome de down. Fue amor a primera vista. El bebé nos vio y mi esposo y yo caímos rendidos de felicidad y amor ante tanta fragilidad y pureza. Primero sentí emoción. Luego, mi corazón se llenó de paz. Algo más allá de mis propias fuerzas y entendimiento me colmó de un gozo superior. A nuestra victoria le siguieron comentarios mal intencionados de nuestros amigos y hasta de desconocidos. En las últimas dos semanas nos han estado pintando un futuro negro. Nos han alertado de cuanta discriminación sufriremos cuando nuestro hijo llegue a la edad escolar. Piensan como si ellos fuéramos nosotros y estuvieran adoptando a la criatura. Piensan cuánto sufriremos en el futuro cuando veamos a nuestros vecinos jugar e interactuar con sus hijos. De cuando los jóvenes de la misma edad de nuestro hijo avancen es sus estudios y tengan novia y manejen sus propios autos. No han dejado de imaginar hasta lo

imposible. Por ejemplo, no nos ven como futuros abuelos consintiendo nietos, sino dos viejos solitarios, tristes y desconsolados. En fin, nos la han puesto imposible, como si solo nuestra felicidad importara, como si solo nuestros intereses valieran la pena considerar. Y usted, nos diría algo diferente al respecto. Ojalá. Muchas gracias. Pensativa.

Querida Pensativa, A mí, solo me queda felicitarlos por tan grande misión a emprender. Ustedes son almas grandes. Grandes por sentir amor por los despreciados, por los sin futuro, por los diferentes. A mi parecer, hay dos tipos de discapacidad: una física y otra espiritual. Con la primera se nace; la segunda la causa, casi siempre, nuestra voluntad. Antes de proseguir, pensemos en una persona con síndrome de down como si el cielo la hubiera enviado a la tierra protegida contra el mal. Traen el corazón asegurado de por vida. Por lo tanto, el mal no tiene poder sobre esas almas y eso las hace especiales o muy escogidos, me atrevería a decir. Entonces quien ama y cuida a esas almas no está amando a un ser inferior, sino a un ser protegido por una discapacidad temporal. A veces, solo el tiempo puede contribuir a cambiar el pensamiento de las personas. Siempre habrá personas aburridas o descontentas consigo mismas y por eso siempre las veremos en las ventanas de sus casas burlándose o riéndose de los demás. Si estuvieran satisfechas dejarían de ver hacia fuera y así tendrían más tiempo de verse así mismas. Por lo tanto no les pongas atención. Tu Doctor corazón.

HOY SE QUE ERES TU Hace varios años una señora, con mucha sabiduría, de esa que no dan los libros sino solo los años, me dijo: “Dios tiene preparado a alguien para cada uno de nosotros. Usted debió haber esperado a que llegara, porque él es quien Dios tenía preparado para usted, pero usted no lo supo esperar”. Ahora que tengo la oportunidad de escribirlo y contarlo a todos, ahora no sé cómo empezar. Y es que ¿saben? Mi historia de amor es así: no sé cómo empezó, solo sé que está, ha estado durante 15 años y con el corazón en la mano les digo que deseo que siga por muchos años más. Lo conocí en tiempos de escuela. Aquellos días, cuando creemos que el mundo es nuestro y que queremos comerlo todo como un delicioso pastel; aquellos días que no vemos más allá del día que vivimos o el fin de semana que iremos de paseo con los amigos. Así lo conocí en esos días y desde el momento en que nos vimos, algo muy dentro me dijo: es él (ella), es quien he estado esperando. Tan importante fue ese primer momento que lo callamos,

pues ambos nos sentimos culpables y hoy, sonriendo coincidimos en: que ganas de regresar a esos días donde nos amábamos tan intensamente, sin miedo a nada. A pesar de no tener mucha experiencia, era tan intenso el deseo que nos daba miedo acercarnos uno al otro.

Lo fuimos haciendo poco a poco, paso a paso, para no arruinar el momento, ni lo que estaba sucediendo. Nos gustaba estar cerca, platicar, reír, pero cuando llegaba el momento de estar solos… alguno de los dos le ganaba el miedo y se apartaba. Recuerdo que estaba tan pendiente de mí. Es tan detallista, nunca nadie me había tratado así, me sentía

importante, única, dueña del mundo. Era tanta su atención hacia mí, que el más tonto de mis deseos lo cumplía con prontitud. Eso y mucho más me hacen amarlo tanto, soy una persona totalmente distinta cuando estoy con él. Poco a poco irán conociendo más de mí y de él… Abrazos

“Lo conocí en tiempos de escuela.

Aquellos días, cuando creemos

que el mundo es nuestro y que

queremos comerlo todo como un

delicioso pastel...”

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a estaba dicho. Yo seguiría mi camino, como una hoja llevada por el aire. Sobre mi hombro llevaría

unas pocas pertenencias; y en un morral, un futuro incierto. Atrás, se quedarían mis memorias pegadas en los árboles, en las paredes y en el corazón de amigos y clientes. Casi podía escucharlos decir:-¡Ah! Óscar Abigail, ya no pasa por aquí vendiendo tamales, ni pan. Seguramente, Doña Goyita y sus amigas también saldrían a la puerta de su casa a recordarse de mis lágrimas, cuando les rogaba de esta manera.-Por favor, compren mis tamales. Están sabrosos. -Así continuaría diciéndoles- Nada bueno me espera al regresar a mi casa, si no termino a tiempo de vender mis tamales. Mi abuela Virgilia me castigará como siempre lo hace, con azotes, con un látigo duro e hiriente. Así, iba llorando de casa en casa y así era como les suplicaba a mis clientes cuando no les veía en la mirada el deseo de comprar. Al reportarme con la preparadora de los tamales, además de propinarme una media docena de azotes, me anunciaría otro castigo.-Mañana, te me levantas de madrugada y sales a vender el resto. Y si no terminas, no hay escuela. -Y así era. Ese día, si no terminaba la venta a eso de las siete de la mañana, no iba a estudiar. Este castigo era más doloroso; era como si una piedra me rajara con su filo el corazón.-¡Allá viene Óscar Abigail con su venta de tamales! -gritaban los niños del vecindario.-¡Cómprenle, cómprenle tamales al pobre muchacho! -les gritaba doña Goyita a sus vecinas. Así, pasé días, meses y años; y así crecí y viví mis años de adolescencia vendiendo tamales con sabor a lágrimas y a dolor. Todos los días, a eso de las tres de la tarde, se me podía encontrar preparando con una manta, una especie de turbante. El yagual, como lo llamábamos en aquella región, me lo colocaba sobre la cabeza y sobre el suave

acolchado, una olla caliente repleta de esa vianda de origen ancestral. Por eso, cuando uno de estos días desaparezca de las calles, de mi vecindario, mis clientes me extrañarán y aunque podrán comprar tamales de otro vendedor, éstos no tendrán sabor a mis lágrimas, ni a mi dolor. Este era el mandato de mi abuela Virgilia al colocar la olla de tamales sobre mi cabeza.-Aquí están estos tamales. Véndelos todos y regresa, antes de ponerse el sol. En ese momento, no necesitaba repetirme uno de sus muchos dichos sobre la noche o sobre la oscuridad, pero de todos modos lo hacía. Así iba el refrán:-Mucho cuidado, porque nadie sabe lo que la noche trae. Acordarme de tal dicho no me salvaba de recibir azotes por demorarme al vender y por demorarme al no vender. El último regaño iba así.-Óscar Abigail, no se te ocurra sentarte por allí a perder el tiempo, ni a quedarte viendo hacia el cielo. En mi caso, del cielo vivía necesitado y lejos de ella y de sus dichos, yo era dueño de todo el azul. También mis amigos del fútbol ya no saldrían por la ventana a gritar.-¡Allá va Chaflán! ¡Ven a jugar con nosotros Chaflán! Al notar mi ausencia, seguramente se preguntarían.-¿Dónde se habrá ido Chaflán? Seguro evocarían aquella tarde cuando en vez de decir, “voy a tirar un chanfle”, dije, “voy a tirar un chaflán.” Nunca jugué un partido completo. No podía. Salía a jugar por gotas y lo hacía cuando la abuela Virgilia preparaba los tamales o le dictaba a mi prima una carta para mandarla a algún pariente en Nueva York. Por lo tanto, jugaba con un ojo puesto en la pelota y con otro, en los movimientos de la abuela Virgilia. Durante esas jugadas furtivas nació mi apodo y también la gloria cuando metía un gol. Para entonces, el llamado de la naturaleza me apremiaba y a eso culpo de haber besado en la mejilla a la mitad de las muchachas de la clase de cuarto grado. Por estas travesuras

fui a parar a la Dirección del plantel. ¡No! ¡No iba a esa oficina a recibir felicitaciones! ¡Iba a recibir como castigo una tunda en el trasero con una varita de arbusto de ciprés! Allá voy, avanzando como un león hambriento, con sigilo, con inteligencia, no a matar sino a besar a mi presa. Por ejemplo, me aprovechaba del nerviosismo del público esperando el gol del desempate. Cuando todo el mundo esperaba petrificado el desenlace del partido, yo avanzaba suave y pausado y tas, besaba la mejilla tierna y rosada de alguna joven bonita. Cumplida mi fechoría, salía corriendo a esconderme en algún rincón. En la estampida podía escuchar los gritos de rabia de mis presas por haber sido besadas contra su voluntad. Esas compañeras de cuarto grado no me extrañarían para nada, o quién sabe. Con frecuencia, la conducta humana es caprichosa, casi imposible de predecir. A la abuela Virgilia la veo trabajar y también la escucho hablar sola.-¡Perdí el perro! -se lamenta-. Le di de comer al perro ajeno y me quedé sin la comida y sin el animal -prosigue. La veo remendando ropa, cuidando las flores y entre uno y otro paso, repite, “un perro, un perro ajeno.” En la mente de la abuela Virgilia no hay espacio para otra cosa. El personaje principal en el teatro de sus pensamientos soy yo. Para alivio de mi corazón yo, “el perro ajeno”, todavía me quedaría por un tiempo viviendo en aquel puerto sin fama, al lado de mi singular abuela Virgilia. A quienes se estén preguntando. “Bueno, pero ¿en la voz y voluntad de doña Virgilia había urgencia de despedir a su nieto a la mayor brevedad posible? ¿Hemos de creerlo así? Sí, así es como deberíamos creerlo, es mi respuesta. Tal urgencia de enviarme lejos de ella no se podía negar, ni cambiar. Contra ese muro alto y fuerte, o sea contra esa voluntad de hierro, era inútil ponerse a pelear o a intentar derribar. Antes, era mejor cargar la cruz y sobrevivir lo mejor posible dentro de esa prisión. Para alivio de mis penas,

cuando estaba a punto de partir surgió un hecho imprevisto; y ahora paso a contarlo. Antes de proceder, les pido regresar conmigo al capítulo donde ella me manda a robar una cobija al tendedero de don Armindo Vásquez. La famosa cobija viajó con nosotros cuando nos fuimos a vivir al puerto sin fama. La muy sagaz de doña Virgilia la escondió donde ni el dueño, ni los tres muy adelantados comisionados militares de la Media Luna la pudieron encontrar. Ese día, la autoridad desbarató el interior de todas las cabañas bananeras y no pudo encontrar el cuerpo del delito, arriba, abajo o por ningún rincón. Pues, les cuento, el deseo de mi abuela, en ese momento de mi partida, era dividir y repartir en partes iguales el botín. Según ella, los dos éramos cómplices del robo y por eso cada uno tenía derecho a quedarse con la mitad de lo robado. Para malestar de esa mi muy querida señora, cuando intentó sacar la cobija del baúl, ésta había desparecido. La mantenía guardada allí con todo el celo del mundo. Tal pérdida le subió, a la abuela, el nivel del mal humor, de cien a doscientos grados. A partir de ese día, esta fue la queja de la señora Castellanos:-Seguramente, el diablo tiene metidas sus narices en este asunto. Y así, pasó quejándose días, semanas, culpando al diablo de ser el responsable de cometer semejante travesura. Al preguntarme si yo pensaba como ella. Yo le respondí:-¡Es cierto! Solo el diablo pudo habérsela llevado. Aclaro, aquella actitud mía era fingida, pues todo mi ser y todos mis pensamientos estaban muy lejos de compartir esa idea. Esta era mi explicación de la desaparición de la cobija: un ángel se la había llevado por algún tiempo a algún lugar en el cielo a fin de demorar mi partida o hacer a mi abuela cambiar de parecer. Aferrado a esta explicación seguía adelante, sin retroceder, sin dudar. A estas alturas o en medio de tan agobiantes circunstancias solo un ángel podía haberme librado de sentir más sufrimiento o

de soportar más dolor. Ahora, este no era el primer milagro o rescate salvador. La primera vez, un personaje vestido de blanco se había aparecido en sueños a la abuela Virgilia y le había aconsejado mandarme a la escuela. Por eso, en lo profundo de mi ser continuaba empecinado en mirar hacia el cielo y creer en tan alegre y dulce posibilidad. En medio de mis cavilaciones y de ir de un lado a otro buscando el tesoro desaparecido, me sorprendí cuando mi cómplice de robo, me confío sus pensamientos en cuanto al verdadero ladrón de la cobija.-Óscar Abigail, ven para acá y enhébrame la aguja de esta máquina.-Sí, abuelita aquí voy. De pie, sosteniendo la punta del hilo en la mano, me pide detenerme y escucharla.-Mira, debes de agradecerle al diablo por haberse metido en este asunto. Pues él y solo él podría tener esa cobija en su poder. O, ¿quién más podría no tener oficio y molestar así? Estas cosas ya las ha hecho antes y cuando a él le da la gana las devuelve o hace aparecer. Ahora, enhebro la aguja y escucho:-Sin la mitad de esa cobija no te puedes ir. Eso está claro entre nosotros. ¿No es así?-¡Sí, así es! Una respuesta diferente hubiera encolerizado a mi abuela a morir. Con las horas y mientras me ocupaba de mis muchas tareas, me fue pareciendo curiosa la idea de culpar al diablo del robo de la cobija. Esta era mi duda y mi gran pregunta. Podía un ser tan malo obrar el bien. O era la desaparición de la cobija uno de los muchos engaños de ese tan oscuro ser. Al verme rascando la cabeza, la abuela, me lanzó esta pregunta.-¿Te estás rascando la cabeza porque no crees en las hazañas engañadoras de Satanás? ¿Verdad?Tuve miedo a ofrecerle como respuesta un sí o un no. A mi silencio, la abuela Virgilia continuó.-Pues, lo creas o no, el diablo te está haciendo un favor. -Es cierto, pensé. Sin querer queriendo, el diablo me está haciendo un favor.

SECCION NOSTALGIA

Y¿DONDE ESTA LA COBIJA?

por: Oscar Argueta

Página 24 07 Agosto de 2013 EL Heraldo Hispano