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El inconsciente, modo de existencia Eduardo Vidal 1 Cuando las últimas jornadas organizadas por la École de psychanalyse Sigmund Freud, Edipo, un enigma moderno, nuestra exposición “Refente du sujet et castration” 2 terminaba con una cita de Lacan de su Seminario R.S.I: “anudarse de otro modo, es lo que hace a lo esencial del complejo de Edipo y es precisamente eso en lo cual opera el mismo análisis… es entrar en la fineza de sus campos de ex-sistencia”. 3 Propongo, a partir del decir de Lacan interrogar el concepto de inconsciente. El escrito die Verneinung, la Negación (1925) constituye una pieza angular. Freud establece allí una lógica fundada sobre la pulsión en la que la instancia en juego es la del lenguaje, tal como él lo dice, en la lengua (in der Sprache) de las mociones pulsionales orales, las más antiguas. 4 Se trata de una diferencia subordinada al funcionamiento del principio de placer que precede a la instauración de la función del juicio. La primera de las decisiones del juicio, articulada al verbo sprechen, en las formas zu y ab- sprechen, 5 debe atribuir o negar una cualidad a una cosa de donde resulta una partición originaria: introducir eso que parece bueno y excluir eso que es malo. De entrada, el adentro coincide con lo simbólicamente representado, efecto de una introyección. El afuera, extranjero al yo, Fremd, como consecuencia de una expulsión, es equivalente a lo real. Sobre esta distinción primitiva interviene la segunda decisión del juicio, la de acordar o cuestionar la existencia de una representación (die Existenz) en la realidad. Al comienzo, la inscripción de la representación era ya el garante (Bürgschaft) de eso que 1 Psicoanalista, Escola Letra Freudiana, Río de Janeiro. 2 Juan Carlos Cosentino, Nélida Halfon, Eduardo Vidal, no publicado. 3 Jacques Lacan, El Seminario, libro XII, R.S.I., lección del 14 de enero de 1975, inédito. 4 Sigmund Freud, La negación, AE, XIX. 5 Sprechen: hablar, decir; aquí significa pronunciar un juicio. Mientras que zu y ab-sprechen, antinómicos, derivan inicialmente de la lengua jurídica: atribuir, negar. 1

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El inconsciente, modo de existencia

Eduardo Vidal1

Cuando las últimas jornadas organizadas por la École de psychanalyse Sigmund Freud, Edipo, un enigma moderno, nuestra exposición “Refente du sujet et castration”2 terminaba con una cita de Lacan de su Seminario R.S.I: “anudarse de otro modo, es lo que hace a lo esencial del complejo de Edipo y es precisamente eso en lo cual opera el mismo análisis… es entrar en la fineza de sus campos de ex-sistencia”.3

Propongo, a partir del decir de Lacan interrogar el concepto de inconsciente. El escrito die Verneinung, la Negación (1925) constituye una pieza angular. Freud establece allí una lógica fundada sobre la pulsión en la que la instancia en juego es la del lenguaje, tal como él lo dice, en la lengua ( in der Sprache) de las mociones pulsionales orales, las más antiguas.4

Se trata de una diferencia subordinada al funcionamiento del principio de placer que precede a la instauración de la función del juicio. La primera de las decisiones del juicio, articulada al verbo sprechen, en las formas zu y ab-sprechen,5 debe atribuir o negar una cualidad a una cosa de donde resulta una partición originaria: introducir eso que parece bueno y excluir eso que es malo.

De entrada, el adentro coincide con lo simbólicamente representado, efecto de una introyección. El afuera, extranjero al yo, Fremd, como consecuencia de una expulsión, es equivalente a lo real. Sobre esta distinción primitiva interviene la segunda decisión del juicio, la de acordar o cuestionar la existencia de una representación (die Existenz) en la realidad. Al comienzo, la inscripción de la representación era ya el garante (Bürgschaft) de eso que estaba representado. En el segundo tiempo del juicio, el modo de la existencia toma su lugar. Ya no se trata de encontrar en la percepción real un objeto que corresponda al representado, sino de reencontrarlo (es wiederzufinden), de tener la firme convicción (sich zu überzeugen) de que él existe aún (daβ es noch vorhanden ist). Señalemos el modo esencialmente problemático de la existencia, entre ausencia e inexistencia, captado en el texto freudiano por la inflexión que el adverbio –auch, noch- produce sobre el verbo vorhanden.

En un campo de oposiciones significantes – dentro/afuera, bueno/malo – se cava el intervalo, el espacio entre, como lugar del objeto perdido interviniente en la economía de la satisfacción pulsional. “Se reconoce como condición de la prueba de realidad que los objetos que antaño habían aportado satisfacción real, hayan devenido perdidos” (daβ Objekte verloren gegangen sind).

Las metáforas espaciales tomadas en la geometría de la esfera, han conducido a la idea de una complementariedad del yo con la realidad. La existencia da prueba de otra topología, a–esférica, donde la dimensión del corte hace lugar a la función del objeto perdido en tanto que anudado a la 1 Psicoanalista, Escola Letra Freudiana, Río de Janeiro.2 Juan Carlos Cosentino, Nélida Halfon, Eduardo Vidal, no publicado.3 Jacques Lacan, El Seminario, libro XII, R.S.I., lección del 14 de enero de 1975, inédito.4 Sigmund Freud, La negación, AE, XIX.5 Sprechen: hablar, decir; aquí significa pronunciar un juicio. Mientras que zu y ab-sprechen, antinómicos, derivan inicialmente de la lengua jurídica: atribuir, negar.

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causa del inconsciente. La prueba de realidad, desde luego realidad sexual, trabaja en el sentido de cernir el agujero del objeto cuya traza viene a constituir la materialidad del inconsciente.

La secundariedad de la Verneinung en la función del juicio está correlacionada a la existencia del inconsciente. Eso quiere decir que el reconocimiento del inconsciente (die Anerkennung des Unbewuβten) no se hace más que con la ayuda del símbolo de la negación. El Nein es el signo de la marca (ein Merkzeichen), un certificado de origen del orden de un “made in Germany”, de eso que del inconsciente, siempre reprimido, ve la luz en el discurso. Hay el tiempo de la huella (Spur) inscripta en el inconsciente que por una suspensión de la represión (Aufhebung), a la vez abolición y conservación, repercute en el discurso corriente, reapareciendo bajo el signo de una negación.

El inconsciente, el saber

Las manifestaciones del inconsciente se escuchan en el mundo pero el inconsciente, tal como Freud lo introduce en el discurso, es un saber.

El inconsciente no existe, desde luego, más que por el acto del analista de instaurarlo “al comienzo de la cura” en un dispositivo de discurso donde se hace escuchar entre las palabras, entre líneas, cómo se dice.

Lacan ha dicho en 1973 que sino hubiera habido discurso analítico, no habría jamás pensado en el discurso del amo, un cierto modo de cristalización de lo que constituye el hueso de la experiencia analítica, a saber, el inconsciente. Lacan ha enunciado también que la proposición de los cuatro discursos no se debe a una emergencia de orden histórico; es la respuesta a la rotación de los discursos en la experiencia del análisis. De esta experiencia el inconsciente es el hueso, a partir de que está estructurado como un lenguaje, a tomar en su corte. Lo que el psicoanálisis aprehende del amo es el lugar de semblante del significante Uno sin el que ningún efecto de sujeto sería localizable. Un significante como tal, extraído del lenguaje, que en la pura diferencia con los otros significantes y con él mismo no puede jamás significarse.

La vecindad del inconsciente al significante Uno ha podido prestarse a malos entendidos, como cuando se relega ese concepto fundamental del psicoanálisis al funcionamiento del discurso del amo, olvidando que hace de bisagra para pasar a su revés. Si se estaba engañado de la buena manera, se habría interrogado la estructura tal como Lacan lo hace, sin dejar escapar al inconsciente, reescribiéndose sin cesar.

El inconsciente ese “trabajador ideal”, como él ha podido decir. Pero eso no es suficiente para hacer un análisis. Hace falta todavía el acto de colocar el saber como un trabajo. El trabajo no es aprehensible más que en un lazo social; cambia de un discurso a otro, de función y de sentido. En el discurso analítico se es trabajado por el saber inconsciente, se es acorralado por el saber, se está realmente atrapado.

A ese saber se supone un sujeto. Sujeto, suposición, sustancia son nociones que vienen de lo imaginario, como si hubiera un debajo haciendo el fondo, el fundamento. Es a partir de la ex–sistencia que se puede interrogar la suposición y a partir de lo real preguntarse dónde situar ese saber. No hay

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sujeto que pueda hacerse soporte del saber inconsciente. Se trata de un saber sin sujeto.

Adherir a la estructura no es sin dejar de adherir a la suposición.

El saber sin sujeto

Se está acorralado por el saber inconsciente de la misma manera que el análisis consiste en acorralar ese saber en una escritura topológica. Una pregunta se plantea para el analista: cómo aprehender un saber que articulándose de una lógica propia, toca los bordes de lo real. S2 el saber es real: no hay ningún sujeto que sepa ese saber –eso ha producido la idea del no saber- S2 es un depósito, un sedimento de la lengua.

Unerkannt, es una palabra freudiana para designar el lugar y el límite del saber, el ombligo, al mismo tiempo, corte y nudo. Es el Uno de la negación, lo no-reconocido como el agujero donde el significante falta y el saber lo contornea. Este término, introducido por Freud en 1900, prefigura la función de la represión originaria enunciada en el escrito de 1915, Die Verdrängung.

Lacan ha elevado el Uno de la negación freudiana a la imposibilidad lógica que se escribe como modal: lo que no cesa de no escribirse. La negación del cuantor universal, de donde resulta el no-todo, se distingue de la negación redoblada que alcanza la existencia: il n´y a, il nia (no hay, negó).6

Se toca lo real y allí el significante no responde. Una escritura nodal es pues necesaria como respuesta a la modalidad de lo imposible.

Esta escritura se sostiene del decir hay del Uno, a partir de la cual la existencia se divide entre el decir “existe” y el decir “no existe”. Del lado del hombre, es una equivocación: existe x, el Uno único que, de ser lógico, no supone ni sujeto ni individuo. El Uno de partida, es el Uno del trazo que se repite, que da vuelta y se cierra en un redondel de cuerda sin saber que allí hay tres. Del lado mujeres, en plural, una barra cae sobre el Uno único negando el cuantor de existencia. Hay un Uno que es triple;7 el Uno parte ya como trenza que se cierra, al final de seis permutaciones, en nudo borromeo.

Sin elementos que lo rice, el saber inconsciente consiste en un conjunto abierto que no se puede escribir más que cuando se hace el nudo. Es un saber en suplencia por el hecho que dos son sin relación entre ellos y que no se anudan más que en una instancia de tres, no es cuestión de orden sino de vecindad. El saber inconsciente toca los bordes del agujero de lo real y allí no se trata más que de invención. Eso se sostiene de una escritura borromea donde el tres tiene relación a lo real.

A partir de que se hace la trenza, se riza como nudo, se produce un efecto retroactivo sobre el uno de partida que se pensaba el uno único. Se trata desde luego del uno todo solo, del uno que no establece lazo con el otro, del uno de la imposibilidad de hacer dos, escribiendo la relación sexual. En el lugar de la

6 Jacques Lacan, L’Etourdit, Scilicet 4, París, Seuil, 1973, p. 11. Juego homofónico y ortográfico entre il n'y a y il nia. entre il n`y a rien: no hay nada y el verbo nier: negar. Cuando Lacan escribe nya está jugando con nia (negó), forma del passé simple del francés. Cuando dice nya la trace engloba en la misma frase: il n´y a pas de trace (no hay huella) y nia trace: no hay la huella. En español, “no hay” y “negó”, no conlleva la misma homofonía que en francés.7 Jacques Lacan, El Seminario, libro XXI, Les non-dupes errent, lección del 15 de enero de 1974, inédito.

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relación que falta, no hay sujetos sino significantes. S2 es el saber con respecto a la imposibilidad que surge del Uno.

Del Uno de la soledad radical, el inconsciente no habla a nadie, habla solo. Él equivoca, de donde resulta lalengua en una sola palabra que consiste en un depósito de equívocos donde lo real ha dejado huellas a lo largo de los siglos. El inconsciente es un saber hecho de sedimentos, de lo que se balbucea cuando uno se aproxima al agujero de la relación sexual.

Como un lenguaje

Ciertamente, pero no todos los lenguajes, no todo lenguaje, es decir, el revés del ideal de la ciencia. En el curso de su enseñanza, Lacan ha leído como un lenguaje de diversas maneras. ¿Un lenguaje todo solo que no comunica nada es aún un lenguaje? Es la interpelación que el inconsciente hace a la ciencia.

La llamada lingüística -si es que hay una- se pretende una ciencia del lenguaje sin darse cuenta que eso viene en segundo término como una elucubración de saber sobre lalengua. El lenguaje, de entrada no existe, dice Lacan. De entrada son restos, huellas dejadas por las palabras que afectan al cuerpo. Y, a partir de que la lengua es interrogada como lenguaje, el Uno que ex-siste a lo simbólico se desprende: restos, significantes que se soportan del nudo del Uno. El lenguaje no está hecho de palabras como se cree: lalengua demuestra que no subsiste más que del significante Uno. Encarnado en lalengua, el S1 se sostiene del redondel de cuerda donde hace nudo con los otros significantes, uno por uno.

Es el S1, enjambre zumbador,8 dice Lacan copulando en la lengua con el S2, el saber que goza.

Se está afectado por el significante como se habla con el cuerpo, sin saberlo. Pero los efectos de lalengua están ya allí como saber: efectos que se cuentan como afectos.

Freud se ha interrogado sin cesar sobre la relación del saber inconsciente con el afecto mayor de la clínica: la angustia. Ha reparado en que se trata de un efecto del inconsciente, siempre opaco y desplazado, estrechamente correlacionado al encuentro del ser parlante con el falo y la castración. Eso ha trazado la vía para enunciar que el inconsciente es un saber parasitario, más bien discordante y disarmónico, que goza con el mal-entendido y el Witz, sin querer comunicar nada. Y a partir de que el goce está puntuado y localizado, es cuestión de cuerpo, de cuerpo parlante.

La ex-sistencia del inconsciente

Cómo escribir el lazo entre dos registros tan heterogéneos como la pulsión y el inconsciente, es la pregunta que se plantea Freud en 1915. Su respuesta habrá sido localizar la pulsión como límite entre lo somático y lo psíquico. Para este límite él ha propuesto el punto nodal de la Urvendrängung, allí donde se produciría una fijación, inscripción del representante, dando “origen” al inconsciente. Origen desde siempre inalcanzable debido al hecho de que el representante permanece excluido de la cadena que él inaugura. Es por un agujero en el corazón del saber que el inconsciente trabaja. Aunque el agujero 8 Jacques Lacan, El Seminario, libro 20, Aun, Bs. As., Paidós, 1981, p. 172.

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sea necesario para fundar una experiencia de saber, tal como el análisis, se demuestra que es insuficiente para sostener los diversos efectos de escritura. Han sido necesarias otras dimensiones topológicas a fin de cernir el torbellino del agujero

Para cernirlo es necesaria una cuerda y la cuerda está ligada a la consistencia, una “corpsistance”.9 Pero no es suficiente uno para hacer el nudo borromeo, son necesarios al menos tres. La consistencia imaginaria del cuerpo hablante no se anuda a la de lo simbólico de la articulación significante más que por lo real, en tanto que lo real hace tres, tres donde cada uno es todo solo.

El nudo, construido en el espacio con la consistencia propia de cada cuerda, se hace escritura por la puesta en el plano de dos dimensiones y entonces puede leerse. Allí, la existencia se figura por la abertura de un redondel de cuerda, haciendo de la cuerda una recta al infinito. Para lo que es de lo simbólico, la abertura de ese redondel produce el campo de ex−sistencia donde se despliegan los efectos del inconsciente en la materialidad de lalengua. El inconsciente como saber de lalengua ex─siste pues al agujero de lo simbólico y a la consistencia de la articulación significante.

El analista debe sostener la cuerda para que eso trabaje. Sostener la cuerda de la ex-sistencia como el acto que hace corte a la suposición de un sujeto al saber. Plantear el inconsciente como un saber que trabaja todo solo va contra el amor del sujeto supuesto en la transferencia. No es cuestión de estar enamorado del inconsciente sino de saber-hacer con ese saber encumbrado, de saber-hacer con la cuerda anudándola de otra manera, de tal manera que la fineza de ese campo de ex-sistencia repercuta más allá, en un decir inédito. Es necesario apostar en el discurso analítico a que “el inconsciente nos lleva, más allá, al puro real”.10/11

9 Consistencia del cuerpo10 Jacques Lacan, El Seminario, libro XXI, Les non-dupes errent, op. cit., lección del 11 de junio de 1974, inédito.11 Traducción del francés: M. Lucía Silveyra. Publicado en M. Lucía Silveyra, Marcela Lombán, Viviana Fanés, Diego Rodríguez Duca, Juan Carlos Cosentino (compiladores), Experiencia de saber, Bs. As., Mármol-Izquierdo editores, 2012, pp. 57-66.

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