05. Humildad

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Humildad Psicólogo Adán Domínguez Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, y que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables

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Humildad Psicólogo

Adán Domínguez

Admitimos que éramos impotentes ante el

alcohol, y que nuestras vidas se habían

vuelto ingobernables

Al principio sacrificamos al alcohol. Tuvimos que

hacerlo, o él hubiera acabado con nosotros. Pero no

podríamos liberarnos del alcohol si no hacíamos otros

sacrificios. La vanidad y la pomposa mentalidad tuvieron

que desaparecer. Tuvimos que echar por la ventana la

justificación propia, la autocompasión y la ira. Tuvimos

que retirarnos de la desatinada competencia por el

prestigio personal y los enormes saldos bancarios.

Tuvimos que asumir la responsabilidad por nuestro

lamentable estado y dejar de culpar a otros por ello.

¿Fueron aquellos realmente sacrificios? Sí, lo fueron.

Para obtener la humildad y el respeto propio, suficiente

siquiera para permanecer vivos, tuvimos que desechar

aquello que había sido nuestra más cara posesión:

nuestras ambiciones y nuestro ilegitimo orgullo.

“La verdad os hará libres”. Esto es algo que un AA

entiende muy bien, se libera de las cadenas del

alcohol, de sus conflictos y aflicciones cuando está

dispuesto a ver de frente la verdad acerca de sí mismo.

Con humildad, elige examinarse a sí mismo, a los

demás. Pero ¿Qué significa esta humildad?

Curiosamente es algo es algo que no parece brotar en

el ser humano hasta que se ve totalmente derrotado.

El logro de un mayor grado de humildad es

ciertamente la base de cada uno de los doce pasos de

AA, porque sin cierto grado de humildad, ningún

alcohólico podría conservarse sobrio.

Bill W.

La humildad es la herramienta fundamental para

la recuperación y, sin embargo, el carácter

alcohólico que ya hemos descrito parece carecer

por completo de ella. Es por esto que en AA se

habla tanto de que el alcohólico debe “tocar

fondo”, no como un castigo sino como camino

seguro para adquirir esta humildad necesaria.

A través del fracaso aprendemos la lección de

humildad que es necesaria, por dolorosa que

resulte.

La humildad puede resultar dolorosa al principio,

pero en realidad es una gran liberación. Sólo con

ella podremos liberarnos de la ambición, el orgullo,

la autojustificación, la autocompasión y la cólera.

Y digo liberarnos porque son cadenas que nos

arrastran. Sólo a través de la humildad podemos

darnos cuenta de que estas posesiones que tanto

valoramos y apreciábamos nos estaban

aniquilando; y al ser concientes de esta realidad,

podemos estar dispuestos a renunciar a ellas.

Toda nuestra querida filosofía de

autosuficiencia ha tenido que ser desechada.

La humildad significa un claro

reconocimiento de lo que en realidad somos

en lo que podríamos ser. Pero hacer esto no

es fácil. Cuando se hace un examen de las

propias fallas por primera vez, no todas

salen a la luz. Se requiere de una gran

honestidad y disposición para encontrar los

motivos ocultos de nuestras actitudes, como

la de juzgar a los demás para sentirnos

falsamente superiores a ellos y evitar

examinar nuestros propios defectos

Pero aún reconociendo las fallas, no es tan

fácil deshacerse de ellas. Cuando uno piensa

que ha superado cierta actitud, resulta que

ésta brinca de la nada y se apodera de

nosotros. Debemos también reconocer que

no s regocijamos con algunos de nuestros

defectos. La ira virtuosa puede ser muy

amena. Pero no podemos renunciar sólo a

una parte de nuestro orgullo y conservar

otra.

MI HISTORIAL, NO EL DE LOS DEMÁS

Pero no estamos hablando aquí de lograr un

acto de humildad, sino de conseguir el

estado de humildad, esto es, entender y

aceptar que todos los poderes físicos y

mentales dependen de un Poder Superior.

Este estado de humildad no tiene nada que

ver con la humillación, es un estado de

grandeza porque el individuo reconoce que

no es un ser independiente y está contenido

en el creador.

Una mejor percepción de la humildad inicia un

cambio revolucionario en la actitud. Nuestros ojos

empiezan abrirse para ver las inmensos valores que

han surgido del doloroso desinflamiento del ego.

Mientras poníamos en primer lugar la conciencia de

nosotros mismos, no era posible tener confianza

genuina en un Poder Superior. Uno de los

ingredientes básicos de la humildad es el deseo de

hacer la Voluntad de Dios, y este deseo conlleva la

confianza de que su Voluntad es perfecta.

La humildad perfecta sería la completa libertad de mí mismo,

libertad de todo lo que mis defectos de carácter exigen. La

humildad perfecta sería la buena voluntad para, a todas horas

y en todas partes, encontrar la Voluntad de Dios.

La humildad y el intelecto pueden ser compatibles, siempre que

coloquemos en primer término la humildad. El estado de

humildad es una forma de vida en la que nos vamos interesando

cada vez menos en nosotros mismos, en nuestros pequeños

proyectos y planes; y cada vez más nos vamos interesando en

ver que contribución podemos darle a la vida.

Mientras estuviéramos convencidos de que podamos vivir

exclusivamente a base de nuestra inteligencia y de nuestras fuerzas

individuales, sería imposible tener una fe operante en un Poder

Superior. Esto fue cierto hasta cuando creímos en la existencia de

Dios. En realidad, podíamos tener creencias religiosas fervorosas,

pero resultaban estériles porque todavía no creíamos en la existencia

de El.

Mientras poníamos en primer lugar la confianza en nosotros

mismos, no era posible tener confianza genuina en un Poder

Superior. Faltaba uno de los ingredientes básicos de la humildad: el

deseo de hacer la voluntad de Dios.

Bill W.

En AA se sabe que no es posible encontrar

una fortaleza duradera hasta que uno la

derrota totalmente. La admisión humilde

sobre la impotencia ante el alcohol es el

primer paso hacia la liberación de un poder

paralizante. De modo que al principio se

ve la humildad como una necesidad. Un

alcohólico en recuperación busca la

humildad en todos sus actos las 24 horas

porque la necesita. Sin embargo, esto

puede tomarle mucho tiempo; toda una

vida dirigida hacia el egocentrismo no

puede ser cambiada repentinamente.

Como todo camino espiritual, aquí se corre el peligro de caer en la

soberbia espiritual y la arrogancia en los que se pierde la tan

valiosa humildad. El individuo puede convertirse en maestro y

predicador, ser alguien superior que hará el favor, a los que no

saben, de darles sus conocimientos. En AA se sabe muy bien de

este peligro, y ésta es la razón principal del anonimato. Tal vez

muchos piensan que el anonimato se debe a un estado de

vergüenza, y al principio puede ser así, pero al percibir los

resultados del sistema, el cambio favorable en todos los aspectos

de la vida, uno puede olvidar que fue precisamente un Poder

Superior quien concedió todo, uno puede engañarse y creer que es

el héroe de la película, sentirse superior a los demás, investirse de

autoridad y caer en la trampa de la soberbia espiritual creyendo

que es “el elegido” de Dios. Entonces todo se derrumba, la

humildad ha desaparecido y la luz se apaga. Del mismo modo en

que el alcohólico había exagerado lo poco que había logrado con

la soberbia, ahora exagera sus logros y hasta presume de

humildad. El anonimato y su diario recordatorio cumple la

finalidad principal de alertar al alcohólico para que no se permita

caer en esta trampa terrible en la que se cae de muy alto.

Los alcohólicos somos los más grandes racionalistas del mundo; que

fortificados con la excusa de que estamos haciendo grandes cosas

por el bien de AA podemos, al romper el anonimato, continuar en

nuestra antigua y desastrosa búsqueda de poder, prestigio personal,

honores públicos y dinero, las mismas ambiciones implacables, que

cuando vimos frustradas una vez, nos condujeron a la bebida.

El Dr. Bob fue en esencia una persona más humilde que yo. En

algunos aspectos él tuvo una clase de espiritualidad “natural” y este

tema del anonimato lo entendió muy fácilmente. Cuando se supo con

seguridad que el Dr. Bob tenía una afección mortal, algunos de sus

amigos sugirieron que se erigiese un monumento o mausoleo en su

honor y en el de su esposa Anne, algo digno de su fundador y su

esposa. Contándome esto, el Dr. Bob se sonrió ampliamente y dijo:

“Dios los bendiga. Tienen buena intención. Pero por Dios Santo.

Bill, que nos entierren a ti y a mi como cualquier hijo de vecino”

Un año después de su muerte visité el cementerio de Akron donde

yacen el Dr. Bob y Anne. La lápida sencilla no dice ni una palabra

acerca de AA. Este ejemplo conmovedor y definitivo de modestia

tiene un valor mayor y más permanente para AA que cualquier

cantidad de promoción pública o cualquier grandioso monumento.

racias