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    Juego profundo:notas sobre la ria de gallos en BaliLa incursin policial

    A principios de abril de 1958, mi mujer y yo, con algo de fiebre paldica ydesconfiados, llegamos a una aldea de Bali que nos proponamos estudiar como antroplogos. Era una poblacin pequea de alrededor de quinientos habitantes y relativamente alejada de todo centro, era un mundo en s misma. Nosotros ramos intrusos,intrusos profesionales, y los aldeanos nos trataron como, segn parece, los baline-ses siempre tratan a la gente que no pertenece a su vida, pero que, as y todo, se lesimpone: como si no estuviramos all. Para ellos, y hasta cierto punto para nosotros mismos, ramos seres humanos invisibles, no personas, espectros.Nos alojamos en la morada de una familia numerosa y extendida (esto ya haba sido arreglado por el gobierno provincial) perteneciente a una de las cuatro facciones principales de la vida de la aldea. Pero salvo nuestro aposentador y jefe de la aldea, de quien aqul era primo y cuado, todo el mundo nos ignoraba como slo losbalineses pueden hacerlo. Cuando andbamos por el pueblo inseguros y deseosos deagradar, la gente pareca mirar a travs de nosotros unos varios metros ms all conlos ojos clavados en alguna piedra o algn rbol. Casi nadie nos saludaba; pero tampoco nadie nos pona mala cara o nos deca algo desagradable, lo cual habra sido casi ms satisfactorio para nosotros. Si nos aventurbamos a acercarnos a alguien (yuno en semejante atmsfera se senta profundamente inhibido) la persona se alejabacon paso negligente, pero se alejaba definitivamente. Si no logrbamos atraparla,sentada o apoyada contra unapared, no deca nada o refunfuaba un "s", que para losbalineses es el colmo de lo inexpresivo. Esa indiferencia era desde luego deliberada;los habitantes de la aldea observaban todos nuestros movimientos y tenan abundante y exacta informacin de quines ramos y sobre lo que nos proponamos hacer.Pero se comportaban como si sencillamente no existiramos, que era lo que nos informaba su estudiada conducta o, por lo menos, que todava no existamos paraellos.

    Semejante actitud es general de Bali. En otros lugares de Indonesia que visity ms recientemente en Marruecos, cuando me llegaba a una nueva aldea, la genteacuda de todas partes y se precipitaba sobre m para mirarme de cerca y a menudo para tocarme. En las aldeas de Bali, por lo menos en aquellas que estn alejadas de loscircuitos tursticos, no ocurre nada de eso. La gente contina andando por las calles,charlando, haciendo ofrendas, m irandofijamenteel vaco, llevando de aqu para allcestos, m ientras uno deambula con la sensacin de estar vagamente desencarnado. Ylo mismo ocurre en el plano individual. Cuando uno conoce por primera vez a unhombre de Bali, ste parece virtualmente no mantener ninguna relacin con uno; est, para decirlo con la ya famosa expresin de Gregory Bateson y Margaret Mead,"au-339

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    sent".1 Luego un da, una semana, un mes despus (con ciertas personas ese momento mgico no llega nunca), el hombre decide, por razones que nunca llegar aimaginarme, que uno es realmente y entonces se convierte en una persona clida, alegre, sensible, simptica aunque, por ser balines, siempre medidamente controlada.En ese momento uno ha cruzado de alguna manera una frontera moral o metafsica.Aunque no se lo tome a uno como un balines (para eso tiene uno que haber nacidoen la isla), por lo menos lo miran como a un ser humano y no ya como una nube ouna rfaga de viento. Toda la complexin de las relaciones se modifica espectacularmente y en la mayora de los casos sobreviene una atmsfera de suave afabilidad, casi afectiva, leve, un poco traviesa, un poco amanerada, un poco divertida.Mi mujer y yo nos encontrbamos todava en la etapa de rfaga de viento, unafase sumamente frustrante hasta el punto de que uno comienza a dudar de si despusde todo es una persona real, cuando ms o menos a los diez das de nuestra llegada tuvo lugar una granriflade gallos en la plaza pblica con el fin de reunir fondos parauna nueva escuela.Ahora bien, salvo en unas pocas ocasiones especiales, las rias de gallos sonilegales en Bali en el rgimen de la repblica (como lo fueron durante el rgimen holands, por razones semejantes); esto se deba a las pretensiones de puritanismo quesuele aportar consigo el nacionalismo radical. La lite, que no es muy puritana ellamisma, se preocupa por el campesino pobre e ignorante que se juega todo su dinero,se preocupa por lo que puedan pensar los extranjeros y por las prdidas de tiempoque sera mejor dedicar a la construccin del pas. La lite considera lasriasde gallos como actividades "primitivas", "atrasadas", "retrgradas" y en general impropiasde una nacin am biciosa. Y junto con otros problemas fumar opio, pedir limosnao llevar los pechos descubiertos, la lite procura de manera bastante poco sistemtica poner fin a las rias.

    Por supuesto, lo mismo que en nuestro pas beber alcohol durante la poca dela prohibicin o fumar marihuana hoy, las rias de gallos por constituir una partedel "estilo de vida balines" continan sin embargo realizndose, y realizndose conextraordinaria frecuencia.Y como en el caso de la prohibicin de beber alcohol o fumar marihuana, de vez en cuando la polica (cuyos miembros, en 1958 por lo menos, eran casi todos javaneses, no balineses) se siente en la obligacin de intervenir;entonces hace una incursin, confisca los gallos y los espolones de acero, multa aunos cuantos y de vez en cuando expone a algunos a los rayos tropicales del sol durante todo un da para que sirvan de leccin, que por lo dems nadie aprende, auncuando ocasionalmente, muy ocasionalmente, el objeto de la leccin m uera. En consecuencia, los combates se desarrollan generalmente en algn rincn alejado de la aldea, en semisecreto, lo cual tiende a retardar un poco la accin, no mucho, pero alos balineses no les importa el retraso. Sin embargo en este caso, tal vez porque estaban reuniendo dinero para una escuela que el gobierno no poda darles, tal vez porque las incursiones policiales haban sido pocas ltimamente, tal vez, como hube deconjeturarlo luego, porque se pensaba que se haban pagado los necesarios sobornos,creyeron que podan correr elriesgode organizar lariaen la plaza central para atraerms gente sin llamar la atencin de los representantes de la ley.Estaban equivocados. En medio de la terceraria,con centenares de personas(incluso las ingenuas e inocentes personas de m mismo y de mi mujer) fundidas en

    1 G. Bateson y M. Mead, Balinese Characler. A Pholographic Analysis (New Yoik, 1942),pg. 68.

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    un solo cuerpo alrededor del reidero, apareci un superorganismo en el sentido literal del trmino, un camin atestado de policas armados con metralletas. En mediode desaforados gritos de "pulisi! pulisi! lanzados por la muchedumbre, los policassaltaron al centro del reidero y comenzaron a blandir sus armas como gangsters deuna pelcula, aunque no llegaron hasta el punto de dispararlas. El camin fue puestoa un lado mientras los policas se diseminaban en todas las direcciones. La gente corra por el camino, desapareca entre las paredes, se escabulla entre plataformas, seacurrucaba detrs de los biombos de mimbre, se encaramaba en cocoteros. Los gallos armados con artificiales espolones de acero con el filo suficiente para cortar undedo o hacer un agujero en el pie corran desordenadamente por todas partes. Todoera confusin, polvo y pnico.De conformidad con el bien establecido principio antropolgico "Donde fuereshaz lo que vieres", mi mujer y yo decidimos (slo ligeramente despus que todos losdems) que lo que debamos hacer era tambin escapar. Echamos a correr por la calleprincipal de la aldea hacia el norte alejndonos del lugar en que vivamos, pues nosencontrbamos en aquel lado del reidero. Despus de haber recorrido cierta distancia,otro fugitivo se meti repentinamente detrs de una empalizada que result ser lade su propia casa y nosotros, no viendo por delante ms que campos de arroz y unalto volcn, lo seguimos. Cuando los tres llegamos tambaleando al patio de la casa,la mujer del fugitivo que aparentemente ya haba vivido esta clase de experiencias antes, prepar una mesa, la cubri con un mantel, acerc tres sillas y tres tazas de t;y all estbamos los tres sentados sin comunicarnos explcitamente nada, mientrascomenzbamos a beber el t y tratbamos de componer nuestras figuras .Al cabo de un rato entr en el patio uno de los policas con aire importante;buscaba al jefe de la aldea. (El jefe no slo haba estado presente en la ria sino quela haba organizado. Cuando lleg el camin de la polica el hombre se precipit corriendo hasta el ro, se quit su sarong y se meti en el agua de modo que cuandopor fin lo encontraron sentado en la orilla con la cabeza mojada pudo decir que habaestado bandose mientras ocurra aquel otro incidente de lariay que lo ignorabatodo. No le creyeron y lo multaron con trescientas rupias, que los habitantes de la a ldea reunieron colectivamente.) Al reparar en m y en mi mujer, "gente blanca", elpolica tuvo la clsica reaccin tarda de los balineses ante un hecho inesperado.Cuando volvi a ser dueo de s mismo nos pregunt aproximadamente qu diablosestbamos haciendo ah. Nuestro amigo desde cinco minutos antes acudi instantneamente en nuestra defensa, hizo una apasionada descripcin de quines ramos y delo que hacamos, tan detallada y precisa que me toc a mi vez asombrarme, pues apenas me haba comunicado con un ser humano vivo como no fuera mi aposentador yel jefe de la aldea. Dijo que tenamos perfecto derecho de estar en aquel lugar mientras miraba fijamente a los ojos del javans, dijo que ramos profesores norteamericanos, que contbamos con la proteccin del gobierno, que estbamos all paraestudiar la cultura del lugar, que bamos a escribir un libro para enterar a los norteamericanos de lo que era Bali y que habamos estado all bebiendo t y hablandosobre cuestiones culturales toda la tarde, de modo que no tenamos noticia algunasobre unariade gallos. Adems, no habamos visto al jefe de la aldea durante todoel da; debera de haber ido a la ciudad. El polica se retir bastante cabizbajo. Y despus de un rato, desconcertados pero aliviados de haber sobrevivido y no haber ido aparar a la crcel, tambin nosotros nos marchamos.Por la maana siguiente la aldea era para nosotros un mundo completamentedistinto; no slo no ramos invisibles sino que de pronto nos habamos convertido

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    en el centro de la atencin de todos, en el objeto de efusivas y clidas expresiones ymuy especialmente en un objeto de diversin.Todos los de la aldea saban que habamos huido como los dems. Nos pedan una y otra vez que les diramos detalles(aquel da debo de haber contado la historia con los ms pequeos detalles unas cincuenta veces) con tono amable y afectuoso, pero siempre hacindonos objeto dechanzas: "Por qu no se quedaron aqu y dijeron a la polica quines eran ustedes?"Por qu no dijeron que estaban slo observando y no apostando?" Estaban realmente asustados por esas metralletas?" Con su habitual sentido cinestsico y aun huyendo para salvar la vida (o, como ocurri ocho aos despus, para perderla) esa genteque es la ms equilibrada del mundo nos remedaba risueamentee imitaba nuestrodesgarbado modo de correr y lo que, segn ellos, eran nuestras expresiones facialesde pnico. Pero sobre todo, estaban sumamente complacidos y sorprendidos de quesencillamente no hubiramos "sacado nuestros papeles" (pues tambin saban de suexistencia) y hubiramos mostrado nuestra condicin de visitantes distinguidos, yque en cambio hubiramos demostrado nuestra solidaridad con los que ahora erannuestros compaeros de la aldea. (Lo que en realidad habamos demostrado era nuestra cobarda, pero tambin haba camaradera en eso.) Hasta el sacerdote brahmn, unanciano grave ya en camino hacia el cielo que a causa de sus asociaciones con elms all nunca se vera envuelto ni remotamente en una ria de gallos y el cual eradifcil tener acceso hasta para los propios balineses, nos convoc a su patio para preguntarnos sobre lo que haba acontecido y ri entre dientes feliz al enterarse de la extraordinaria aventura.En Bali ser objeto de chanzas es ser aceptado. Aqul fue el momento de cambio total de nuestras relaciones con la comunidad, y ahora ya nos encontrbamos literalmente "adentro". Toda la aldea se abri para nosotros, probablemente ms de loque se hubiera abierto de no haber ocurrido aquel incidente (en realidad sin l, nuncahabramos tenido acceso a la presencia de aquel sacerdote y adems nuestro accidentalanfitrin se convirti en uno de mis mejores informantes) y por cierto con muchamayor rapidez. Ser apresado o casi apresado en una operacin policial contra el viciotal vez no sea ua frmula muy recomendable para alcanzar esa relacin misteriosatan necesaria en el trabajo antropolgico sobre el campo, pero a m me dio muy buenos resultados. De pronto fui aceptado de una manera inusitada y completa en unasociedad en la cual resulta extremadamente difcil penetrar a los extranjeros. El episodio ofreci la posibilidad de observar de manera directa un aspecto de la "mentalidadcampesina", posibilidad que normalmente no tienen los antroplogos no lo bastanteafortunados para huir junto con sus objetos de estudio de las autoridades armadas. Yquiz lo ms importante de todo (pues las dems cosas podran haber llegado de otrasmaneras), aquello me puso en contacto muy rpidamente con una combinacin de explosin emocional, guerra de status y dramafilosficode importancia central en esasociedad cuya ndole interior yo deseaba comprender. Cuando me march del lugar,haba pasado ms o menos tanto tiempo observando rias de gallos como observando la hechicera, los riegos, las castas y los matrimonios.Sobre gal los y hombres

    Bali, porque es Bali, es un tema bien estudiado. Su mitologa, su arte, sus ritos, su organizacin social, sus maneras de criar a los nios, las formas de su ley yaun los estilos de sus trances fueron microscpicamente estudiados en busca de esa342

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    evasiva sustancia que Jane Belo llam "el temperamento balines".2 Pero, independientemente de algunas pocas observaciones hechas al pasar, apenas se ha reparadoen la ria de gallos que sin embargo constituye una obsesin popular y una revelacin de lo que son realmente los balineses, por lo menos tan importante como la delos otros fenmenos estudiados.3 As como buena parte del espritu norteamericanoaflora a la superficie en canchas de pelota o campos de golf, o en las carreras o alrededor de una mesa depoker, buena parte del espritu de Bali se manifiesta en un reidero de gallos. Pues slo aparentemente son gallos los que combaten; en realidad sonhombres.Para cualquiera que haya estado en Bali un tiempo prolongado es evidente laprofunda identificacin biolgica de los varones con sus gallos. En lasriasde gallos se oyen en balines exactamente las mismas bromas arrastradas, los juegos de palabras forzados y las obscenidades carentes de ingenio que se oyen en ingls en aquellos otros lugares. Bateson y Mead hasta sugirieron que, de conformidad con laconcepcin balinesa del cuerpo como una serie de partes separadamente animadas,los gallos son considerados como penes separables, que obran por su cuenta, rganos sexuales ambulantes con una vida propia.4 Si bien no poseo la clase de materialinconsciente para confirmar o refutar esta curiosa idea, est fuera de toda duda elhecho de que los gallos son smbolos masculinos por excelencia y que para los balineses esto es tan evidente como la circunstancia de que el agua corre cuesta abajo.El lenguaje de la moral cotidiana por el lado masculino est acuado con imgenes relacionadas con los gallos. Sabung la palabra que designa al gallo (y queaparece en inscripciones tan tempranas como en el ao 922 d. de C .) se usa metafricamente para aludir al hroe, al guerrero, al campen, al hombre de hgados, al candidato poltico, al soltero, al lechuguino, al don Juan o al tipo duro. Un hombrepomposo cuya conducta no corresponde a su posicin es comparado con un gallosin cola que se contonea ufano como si tuviera una gran cola, una cola espectacular.Un hombre desesperado que hace un ltimo e irracional esfuerzo para salir de una situacin imposible es comparado con un gallo moribundo que lanza una arremetida final contra su enemigo para arrastrarlo a una muerte comn. Un hombre tacao quepromete mucho y da poco es comparado con un gallo que, sujetado por su cola, seabalanza contra otro sin llegar a entablar combate con l. Un joven que est en edadde casarse, pero que es todava tmido con el sexo opuesto, o alquien que desempeaun nuevo trabajo y desea hacer buena impresin es comparado con "un gallo de ria

    2 J. Belo "The Balinese Temper", en Tradiional Balinese Culture, ed. J. Belo (Nueva York,1970), (publicado por primera vez en 1935), pgs. 85-110.3 La mejor exposicin sobre la ria de gallos es tambin el libro de Bateson y Mead Balinese Character, pgs. 24-25,140; pero tambin ella es general y abreviada.4 Ibid, pg. 25-26. La ria de gallos es un fenmeno inusitado en la cultura balinesa porcuanto se trata de una actividad pblica en la que interviene un solo sexo y en la que el otro sexoqueda total y expresamente excluido. En Bali, la diferenciacin sexual est culturamente en extremo borrada, pues la mayor parte de las actividades formales e informales comprende la participacin de hombres y mujeres en pie de igualdad, y generalmente esa actividad se ejerce en parejas.Desde la relign hasta la poltica, la economa, la vestimenta, Bali es ms bien una sociedadunisex, circunstancia claramente expresada por sus usanzas y su simbolismo. Aun en contextosdonde las mujeres no representan en realidad un gran papel la msica, la pintura, ciertasactividades agrcolas su ausencia, que en todo caso es slo relativa, es ms una cuestin circunstancial que un hecho impuesto por la sociedad. Frente a este cuadro general, la ria de gallosorganizada enteramente por hombres y slo para hombres (las mujeres por lo menos baline-sas ni siquiera asisten a las rias como meras observadoras) es la excepcin ms descollante.

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    enjaulado por primera vez".5 Los juicios de los tribunales, las guerras, las discusiones polticas, las disputas sobre la herencia y las discusiones callejeras se comparancon rias de gallo.6 Hasta la isla misma es imaginada a causa de su forma como ungallito orgulloso con el cuello tenso y la cola enhiesta desafiando eternamente a laftil, informe, Java, de mayores dimensiones.7Pero la intimidad de los hombres con sus gallos es ms que metafrica. Losvarones balineses, o en todo caso una gran mayora de los varones balineses, se pasan una gran cantidad de tiempo cuidando a sus gallos favoritos, alimentndolos, hablando con ellos, probndolos unos contra otros o simplemente contemplndolos enuna mezcla de rapto admirativo y profunda ensoacin. Cuando ve uno un grupo dehombres en cuclillas bajo el cobertizo del consejo o en las calles, la mitad o ms deellos tienen un gallo en sus manos, lo sostienen entre los muslos y lo hacen brincarsuavemente arriba y abajo para fortalecerles las patas, les acarician las plumas conabstracta sensualidad, lo empujan contra el gallo de un vecino para excitar su bro ylo retiran luego tras sus espaldas para calmarlo.En el patio de la casa, rodeado por altos muros, que es el lugar donde la gentevive, los gallos de riaestn colocados en jaulas de mimbre movidas frecuentementede un lado para otro para mantener el ptimo equilibrio de sol y sombra. Los gallosson alimentados segn una dieta especial que varia algn tanto segn las teoras individuales, pero que consiste principalmente limpio de toda impureza y administradocon mayor cuidado que cuando se trata de meros seres humanos; el alimento es ofrecido al animal grano por grano. Se les introduce pimienta roja por los picos y anospara infundirles bro y valor. Se los baa con los mismos preparativos y ceremoniascon que se baa a los nios pequeos, con agua tibia, hierbas medicinales, floresycebollas, y cuando se trata de un gallo especial, se lo baa an ms a menudo. Seles recortan las crestas, se les encrespa el plumaje, se afilan los espolones, se aplican masajes a las patas y se los observa en busca de defectos con la enorme concentracin de un mercader de diamantes. Un hombre que siente pasin por los gallos,un entusiasta en el sentido literal del trmino, es capaz de pasarse la mayor parte desu vida con los gallos y aun aquellos la inmensa mayora cuya pasin aunqueintensa no es del todo arrebatadora se pasan con ellos lo que parece no slo a un observador exterior sino tambin a ellos mismos una cantidad extraordinaria de tiempo."Me enloquecen los gallos" sola decir mi aposentador, un aficionado corrientementeen Bali. "Todos nosotros estamos locos por los gallos", deca mientras mova unajaula a otro lugar, mientras preparaba otro bao u otro alimento.Sin embargo, esa locura tiene algunas dimensiones menos visibles, porque sibien es cierto que los gallos son expresiones simblicas o magnificaciones del yo

    5 C. Hooykas, The Lay of the Joya Prona (Londres, 1958), pg. 39. El poema tiene una estrofa (na 17) en la que el novio rehusa el casamiento. Jaya Prana, el hroe del mito balines, responde a su seor que le ha ofrecido la ms hermosa de sus seiscientas doncellas: "Divino rey, seor yamo mo, /te ruego que me des permiso para irme; / tales cosas no estn todava en mi espritu;/como un gallo de ria enjaulado, /ciertamente estoy en todo mi vigor /soltero soy, /y todava lallama no se ha desplegado en m".6 Sobre esto, vase V. E. Kom, Het Adalrecht van Bali, 2a. ed. (La Haya, 1932), el artculotoh. 7 Ciertamente hay una leyenda referente a la separacin de Java y Bali segn la cual sta sedebi a la accin de una importante figura religiosa javanesa que deseaba protegerse de un hroede la cultura balinesa quien era un apasionado entusiasta de las rias de gallos. Vase C. Hooyki-as. Agona Tirtha (Amsterdam, 1964), pg. 184.

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    del dueo (el yo masculino y narcicista desde el punto de vista espico) son tambinexpresiones y expresiones an ms directas de lo que los balineses consideranlo diametralmente opuesto (desde el punto de vista esttico, moral y metafsico) a lacondicin humana: la animalidad. En Bali, la repulsin por toda conducta considerada como semejante a la de los animales es extremada. A los bebs no se les permitegatear por esa razn. El incesto aunque en modo aprobado, es un crimen mucho menos horrible que el de la bestialidad. (E l apropiado castigo de la animalidad es morirahogado y el castigo del incesto es verse condenado a vivir como un animal.) 8 Enlas esculturas, en las danzas, en los ritos y en el mito la mayor parte de los demonios estn representados en alguna forma de animal real o fantstico. El principal rito de la pubertad consiste en limar los dientes del joven a fin de que no parezcan loscolmillos de animal. No slo defecar sino tambin comer son consideradas actividades repugnantes, casi obscenas, que deben cumplirse apresuradamente y en privado acausa de sus asociaciones con la animalidad. Hasta caerse por tierra o cualquier otraforma de torpeza es mal mirado por estas razones. Salvo en el caso de los gallos yde unos pocos animales domsticos bueyes, patos que no tienen ninguna significacin emocional, los balineses son adversos a los animales y tratan a sus muchos perros no ya tan slo muy mal sino con una crueldad fbica. Al identificarsecon su gallo, el varn de Bali se identifica no slo con su yo ideal o con su pene, sino tambin y al mismo tiempo con aquello que ms teme, odia y (siendo la ambivalencia lo que ella es) fascina: "las potencias de las tinieblas".Es bien explcita la conexin de los gallos y de la ria de gallos con esas potencias, con esos demonios de formas de animales que amenazan constantemente coninvadir el pequeo espacio labrado con tanto cuidado por los balineses en el cual sedesarrollan sus vidas. Una ria de gallos, cualquier ria de gallos, es en primera instancia un sacrificio de sangre ofrecido con los apropiados cantos y obligaciones a losdemonios a fin de apaciguar su hambre voraz de canbales. No debera celebrarse ningn festival en un templo sin antes haberse desarrollado una ria de gallos. (Si staha sido omitida, inevitablemente alguien caer en un trance y reclamar con la vozde un espritu colrico que sea reparada inmediatamente esa falta.) Las respuestas colectivas a desventuras naturales enfermedades, cosechas fallidas, erupciones volcnicas casi siempre comprenden una ria de gallos. Y ese famoso da feriado deBali, "el da del silencio" (Njep), cuando todos permanecen en silencio e inmvilestodo el da en su casa a fin de evitar la repentina influencia de los demonios momentneamente expulsados del infierno, es precedido el da anterior porriasde gallos engran escala (en este caso legales) en casi todas las aldeas de la isla.

    En la ria de gallos, el hombre y la bestia, el bien y el mal, el yo y el ello, lafuerza creadora de la masculinidad excitada y la fuerza destructora de la animalidad desencadenada se funden en un sangriento drama de odio, crueldad, violencia y muerte.No sorprende que cuando de conformidad con la invariable regla el dueo del gallo vencedor se lleva a su casa para comerlo el cuerpo del perdedor a menudo desgarrado por su rabioso dueo, lo haga con mezclados sentimientos de embarazo social, satisfaccin moral, disgusto esttico y jbilo de canbal; ni que un hombre queha perdido una importante ria se sienta a veces impulsado a destruir los santuarios8 Una pareja incestuosa es obligada a llevar un yugo de cerdo en el cuello y a comer como

    lo hacen estos animales, en una artesa slo con la boca. Sobre esto vase J. Belo "Customs Per-taining to Twins in Bali", en Traditional Balinese Culture, ed. J. Belo, pg. 49; sobre el horror ala animalidad en general, vase Bateson y Mead, Balinese Character, pg. 22.

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    de su familia y a maldecir a los dioses, un acto de suicidio metafsico (y social), nial buscar imgenes terrenales para representar al cielo y el infierno los balinesescomparen el primero con el estado de nimo de un hombre cuyo gallo acaba de ganaren la ria y el infierno con el estado anmico de un hombre cuyo gallo acaba deperder.La pelea

    Las rias de gallos (tetadjen, sabungan) se desarrollan en un espacio de alrededor de quince pies cuadrados. Generalmente comienzan al atardecer y duran tres o cuatro horas hasta la puesta del sol. Un programa se compone de nueve a diez rias (se-het) separadas. Todas son precisamente parecidas en trminos generales: no hay unaria principal ni conexin entre las diferentes rias, ni variacin en su formato; cada una se organiza sobre una base completamente ad hoc. Una vez terminado uncombate y desvanecidos sus restos emocionales es decir, una vez pagadas lasapuestas, proferidas las maldiciones, retirado el animal muerto, siete, ocho, talvez doce hombres se aproximan negligentemente al reidero con un gallo y tratan deencontrar all un razonable adversario. Este procedimiento que rara vez dura menosde diez minutos y a menudo mucho ms, se desarrolla de una manera muy oblicua yhasta indiferente. Aquellos que no intervienen directamente echan disimuladas miradas de costado y prestan atencin; aquellos que intervienen en la operacin intentancon embarazo hacer como si realmente no estuviera ocurriendo nada.Una vez concertada unaria, os que no participan en ella se retiran con la misma deliberada indiferencia; entonces se coloca a los gallos elegidos los espolones(tadj), unas pequeas espadas de acero puntiagudas y con el filo de una navaja quemiden unos diez centmetros. Esta es una tarea delicada que slo una pequea proporcin de hombres (alrededor de media docena en la mayor parte de las aldeas) sabe realizar apropiadamente. El hombre que fija los espolones tambin los suministra y siel gallo que l atiende gana, el dueo lo recompensa con la pata y el espoln de lavctima. Los espolones se sujetan con un largo cordel alrededor de la pata del espoln y la pata del animal. Por razones de las que luego me ocupar hay algunas diferencias de un caso a otro y sta es una cuestin obsesivamente deliberada. La cienciasobre los espolones es muy ampa: se los afila slo en momentos de eclipses y enluna nueva, deben mantenerse apartados de la vista de las mujeres, etc. Y se los trata(tanto cuando se los usa como cuando se los guarda) con ese curioso modo remilgado y a la vez sensual con que los balineses tratan en general los objetos ritu ales.Una vez colocados los espolones, los galleros (los que manipulan a los gallosy que pueden ser o no sus dueos) colocan a los dos animales uno frente al otro enel centro del reidero.9 Un coco con un agujerito es colocado en una pila de agua en

    9 Salvo en casos de rias con pequeas apuestas, rias poco importantes (vase ms adelante sobre la cuestin de la "importancia" de la ria), los espolones son generalmente fijados poralguien que no es el dueo del animal. Que el propietario maneje l mismo su gallo o no dependems o menos de la habilidad que tenga en esta actividad, un hecho cuya importancia est tambinen relacin con la importancia de la ria. Cuando los que fijan los espolones y los que manejanlos gallos no son los propios dueos, aqullos son casi siempre parientes cercanos un hermano o un primo o un amigo muy ntimo. Estas personas son pues casi extensiones de la personalidad del dueo as como con el hecho de que los tres se refieren al gallo llamndolo "mo", como lo demuestra el hecho de que digan "yo" venc a fulano. Tambin las tradas de quien posee

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    la cual tarda unos veintin segundos en hundirse; ese perodo se conoce como untjeng cuyo comienzo y fin es marcado por el taido de un gong. Durante esos veintin segundos los manipuladores de los gallos pengangkeb no pueden tocar a sus animales. Si como a veces ocurre, los animales no rien durante ese tiempo, se losaguijonea, se los pincha, se los empuja y se los insulta; entonces se los vuelve a colocar dentro del reidero y el proceso torna a comenzar. A veces los gallos se niegana luchar o bien uno de ellos se aparta y se retira; en ese caso se los encierra juntosen una jaula de mimbre lo cual determina que generalmente se entable el combate.En todo caso, las ms veces, los gallos se lanzan inmediatamente uno contraotro batiendo las alas, con la cabeza enhiesta, atacando con las patas en medio deuna furia animal tan pura, tan absoluta y a su manera tan hermosa que llega a sercasi un concepto de odio platnico abstracto. En pocos instantes uno u otro de losanimales aplica un slido golpe con su espoln. El gallero cuyo animal ha dado elgolpe lo recoge inmediatamente para que no reciba a su vez una herida, pues si no lohace as es probable que la ria termine en un mortal empate, ya que los animalesluchan salvajemente hasta hacerse pedazos. Y esto ocurre generalmente cuando el espoln queda clavado en el cuerpo de la vctima, lo cual deja al agresor a merced de suherido enemigo.Con los gallos otra vez en manos de los manipuladores, ahora se deja que elcoco se hunda tres veces; transcurrido ese tiempo el gallo que ha aplicado el golpe debe m ostrar a su vez que continafirmey lo demuestra andando de aqu para all porel reidero durante el tiempo que tarda un coco en hundirse. Se hace que el coco sehunda dos veces ms y entonces la lucha recomienza.Durante este intervalo, que dura algo ms que dos minutos, el cuidador del gallo herido trabaja frenticamente, como lo hace entre dos rounds el entrenador de unboxeador que ha sido aporreado, para ponerlo en forma en un ltimo intento desesperado de alcanzar la victoria. Lo sopla, se mete en la boca toda la cabeza del gallo, lachupa, la sopla, le cura las heridas con varias clases de medicinas y hace todo cuantose le ocurre para reanimar la ltima dosis de bro que pueda tener el animal. En elmomento en que se ve obligado a colocarlo de nuevo en el reidero el hombre est literalmente empapado en la sangre del ave, pero, lo mismo en el boxeo de un profesional, un buen entrenador vale lo que pesa. Algunos de ellos hacen virtualmente resucitar a los muertos, por lo menos los mantienen en pie para la segunda vuelta quees la final.En la lucha decisiva (si es que la hay, pues a veces el gallo herido sencillamente muere en las manos del cuidador o inmediatamente despus de haber sido puesto de nuevo en el reidero), el gallo que aplic el primer golpe generalmente se lanza a ultimar a su debilitado adversario. Pero ste no es en modo alguno un desenlaceinevitable, pues si un gallo puede andar, tambin puede luchar y si puede luchar,puede matar, y aqu lo que cuenta es cul de los dos gallos muere primero. Si el gallo herido logra a su vez dar un golpe afortunado y el otro se desploma, el primeroes el vencedor oficial aun cuando el mismo se desplome un instante despus.Alrededor de todo este melodrama que la muchedumbre apiada alrededor delreidero sigue en silencio, moviendo los cuerpos en cinestsica simpata con el movimiento de los animales, animando a sus campeones con mudos movimientos de lael animal, de quien lo maneja y de quien coloca los espolones suelen ser bastante fijas, aunquelos individuos pueden participar en varias tradas y a menudo intercambiar papeles dentro de unatrada dada.

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    mano, encogindose de hombros, volviendo la cabeza, retrocediendo en masa cuandoel gallo armado con sus peligrosos espolones va a parar tambaleando a un costadodel reidero (se dice que a veces los espectadores pierden un ojo o un dedo por seguircon tanta atencin la ria ), volviendo a adelantarse cuando el animal se dirige alotro costado hay un vasto cuerpo de reglas extraordinariamente elaboradas y precisamente detalladas.Estas reglas, junto con el desarrollado saber sobre los gallos y las rias de gallos, estn inscritas en manuscritos de hojas de palma (lontar; rontal) transmitidas degeneracin en generacin como parte de la general tradicin legal y cultural de lasaldeas. En la lucha, el arbitro (saja komong; djuru kembar) el hombre encargadode manejar el coco tiene la funcin de aplicar esas reglas y aqu su autoridad es absoluta. Nunca vi cuestionar el juicio de un arbitro, ni siquiera por los ms abatidosperdedores, ni tampoco o, ni siquiera en privado, una acusacin de deshonestidadcontra un arbitro o los arbitros en general. Cumplen esta funcin solamente ciudadanos excepcionalmente dignos de confianza y (dada la complejidad del cdigo) dediscernimiento reconocido; en realidad, los balineses aportan sus gallos a lariani

    camente si ella est presidida por semejantes hombres. Tambin ante el arbitro sepresentan las acusaciones de trampas que, aunque en extremo raras, ocasionalmentese producen; y es l quien decide, en los no poco frecuentes casos en que ambos gallos mueren virtualmente juntos, cul cay primero. Comparados con jueces, reyes,sacerdotes y policas, los arbitros son todas estas cosas y bajo su segura direccin lapasin animal por lasriasqueda dentro de la certeza cvica de la ley. En las docenasde riasde gallos que presenci en Bali, nunca vi que se produjera un altercado sobrelas reglas. Y a decir verdad nunca vi otra clase de altercado que no fuera la ria entregallos.Lo que define lariade gallos como una entidad sociolgica es ese carcter doble de un suceso que, tomado como un hecho de la naturaleza, es rabia desenfrenaday , tomado como un hecho de cultura, es forma perfeccionada. Una ria de gallos eslo que, buscando una expresin para designar algo no lo suficientemente vertebradopara ser llamado un grupo y no lo suficientemente carente de estructura para ser llamado una multitud, Erving Goffman llam "una reunin focalizada", un conjunto depersonas entregadas a unflujocomn de actividad y relacionadas entre s en virtud deese flujo.10Esas reuniones se forman y se dispersan; sus participantesfluctan; a actividad que los concentra es un proceso singular, particular, que se repite de cuandoen cuando en lugar de ser un proceso continuo. Dichas reuniones toman su forma dela situacin que las suscita, del suelo en que estn situadas, como la formul Gof-fman; pero ello no obstante, es una forma, y una forma articulada. Ese suelo escreado en las deliberaciones de un jurado, en las operaciones quirrgicas, en las reuniones de bloques, en las juntas de directorios, en las rias de gallos, por las preocupaciones culturales aqu, como veremos, la expresin de larivalidadde status,que no slo especifican el foco sino que, al reunir a los actores y al disponer el escenario, realmente lo crea.En tiempos clsicos (es decir, antes de la invasin holandesa de 1908), cuandono haba burcratas preocupados por mejorar la moral popular, el desarrollo de unaria de gallos era una cuestin explcitamente social. Para un hombre adulto llevarun gallo a una importante ria era un deber de buen ciudadano; los impuestos con

    1 0 E. Goffman, Encouniers: Two Studies n the So ciology of Interaction (Indianpolis, 1961),pgs. 9-10.

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    que estaban gravadas las rias, que generalmente se desarrollaban en el da del mercado, eran una importante fuente de ingresos de las rentas pblicas; a los prncipes lescorresponda la responsabilidad admitida de patrocinar ese arte; y la cancha deriasowantilan ocupaba el centro de la aldea cerca de los dems monumentos de la civilidadbalinesa: la casa del consejo, el templo de los orgenes, la plaza del mercado, la torrede seales y la higuera de Bengala. Hoy, salvo en unas pocas ocasiones especiales,la nueva rectitud hace imposible reconocer abiertamente la conexin que hay entrelas excitaciones de la vida colectiva y las de una actividad sanguinaria, pero, aunquemenos directamente expresada, la conexin misma es ltima y permanece intacta.Para exponerla ser necesario empero considerar el aspecto de lariade gallos alrededor del cual giran todos los dems, un aspecto que he pasado deliberadamente poralto. Por supuesto, me refiero al juego por dinero.Apuestas desiguales y apuesta pareja

    Los balineses nunca hacen nada de una manera simple s se las ingenian parahacerlo de manera complicada, y las apuestas de las rias de gallos no constituyenuna excepcin a esta afirmacin general.En primer lugar, hay dos clases de apuestas o ton.11 Hay una nica apuesta central entre las personas principales (ton ketengah) y una multitud de apuestas perifricas que se hacen alrededor del reidero entre los miembros del pblico (ton kesas).La parada de la primera es tpicamente elevada; la del segundo tipo son bajas. La primera es colectiva y comprende coaliciones de apostadores reunidos alrededor del dueo del gallo; la segunda forma es individual, de hombre a hombre. La primera supone un arreglo deliberado, hecho silenciosa, casi furtivamente por los miembros de lacoalicin y el arbitro reunidos en el centro del reidero como conspiradores; la segunda forma se desarrolla a gritos, con ofertas pblicas y aceptaciones pblicas lanzadaspor excitadas gargantas. Y lo ms curioso y, segn veremos, lo ms revelador esque la primera, parada es siempre, sin excepciones, una apuesta pareja (de uno auno), en tanto que las paradas perifricas, igualmente sin excepciones, nunca son deesa clase. Lo que es una moneda sana en el centro resulta una moneda viciada en laperiferia.La parada central es la puesta oficial regida por una serie de disposiciones y sehace entre los dos dueos de los gallos en tanto que el arbitro acta como supervisory testigo pblico.12 Esa apuesta que, como digo, es siempre relativamente elevada, y

    11 Esta palabra, que literalmente significa una mancha o marca indeleble, como una marca denacimiento o la veta de una piedra, se usa tambin para designar el dinero depositado en un tribunal, un empeo, la garanta ofrecida en un prstamo, la posicin favorable respecto de algn otroen un contexto legal o ceremonial, una prenda dada en una transaccin comercial, una seal colocada en un campo para indicar que su propiedad se halla en disputa y la condicin de una mujer infiel, cuyo marido debe obtener satisfaccin de su amante o entregrsela. Vase Kom, Het Ada-recht van Bali; Th. Pigeaud, Javaans-Nederlands Handwoordenboek (Groningen, 1938); H. H.Iuynboll, Oudjavaansche- Nederlandsche Woordenlijst (Leiden, 1923).1 2 La parada central debe hacerse en dinero contante que ambas partes deben entregar antes deque comience la ria. El arbitro conserva el dinero hasta que se decida la ria y luego lo entregaal ganador con lo cual se evita, entre otras cosas, el profundo embarazo que sienten, tanto el ganador como el perdedor, si este ltimo debe entregar personalmente el dinero despus de su derrota. Alrededor de un diez por ciento de lo que cobra el ganador queda retenido en beneficio del arbitro y de los que patrocinaron la ria.

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    a veces muy elevada, no es concertada solamente por el propietario en cuyo nombrese hace, sino que la formaliza l mismo con cuatro o cinco, a veces siete u ocho aliados: parientes, compaeros de aldea, vecinos, amigos ntimos. Si el dueo del animal no es una persona especialmente acomodada ni siquiera es el principal contribuyente, aunque su contribucin debe ser significativa, aunque slo sea para mostrarque no est envuelto en alguna trapacera.De las cincuenta y sieteriassobre las cuales tengo datos exactos y dignos deconfianza en lo tocante a la parada central, las posturas van desde quince ringgits aquinientos con un trmino medio de ochenta y cinco; aqu se puede hacer una divisin en tres clases: las rias pequeas (15 ringgitsa 35) representan alrededor delcuarenta y cinco por ciento del nmero total; las rias medianas (20 ringgits a 70),forman alrededor del veinticinco por ciento; y las grandes rias (75 ringgits a 175) representan alrededor del veinte por ciento; en los extremos se sitan unas pocas muypequeas y otras muy grandes. En una sociedad en la cual el salario diario normal deun trabajador manual un ladrillero, un pen comn de granja, un mandadero demercado era de unos tresringgitsy considerando que lasrias enan lugar aproxi

    madamente cada dos das y medio en la zona inmediata que yo estudiaba, esto indicaclaramente una seria pasin por el juego aun cuando las paradas se renan con contribuciones de varios individuos.Pero las apuestas perifricas son algo completamente diferente. En lugar deese pacto solemne y legalista efectuado en el centro del reidero, las apuestas se realizan un poco a la manera de las transacciones de la bolsa en medio de gritos. Hay unparadigma fijo y conocido de la desigualdad de apuestas que constituye una serie continua de diez a nueve en el extremo de las desigualdades menores y de dos a uno enel extremo de las desigualdades mayores: 10-9, 9-8, 8-7, 7-6, 6-5, 5-4, 4-3, 3-2,2-1 . El hombre que desea jugar al gallo ms dbil (dejando de lado el nmero de favoritos, kebut, y animales dbiles, ngai que haya en el momento) grita un nmerodel lado de las menores desigualdades que indica las condiciones en que est dispuesto a jugar. Es decir, si grita gasal (cinco), desea jugar al gallo dbil en la proporcinde cinco a cuatro ( o sea gana cinco y pierde cuatro); si grita cuatro desea la proporcin de "cuatro" a tres (e s decir, que l apuesta "tres"); si grita "nueve" desea jugaren la proporcin de nueve a ocho, etc. Un hombre que juega al favorito y que considera la posibilidad de aceptar apuestas desiguales en condiciones que estima aceptables, lo indica gritando el tipo de color del gallo: "pardo", "moteado", etc.13

    13 En realid ad, la clasificacin de los gallos, que es extremadamente refina da (he reun ido msde veintisiete clase s y ciertamente esto no repr esenta una lista complet), no se basa solamenteen el color, sino tambin en una serie de otras dimensiones que incluyen adems del color, el tamao, la solidez de los huesos, el plumaje y el temperamento del animal. (Pero no el pedigree;los balineses no cran gallos como una actividad significativa, ni que yo sepa, lo han hecho nunca. El asil, o gallo de la selva, que constituye la clase principal de gallo de ria y que se encuentra en todas las partes en que se practica esta actividad, es oriundo del Asia Meridional, y uno puede comprar un buen ejemplar en la seccin de aves de casi cualquier mercado balines por una sumaque va desde cuatro o cinco ringgits a cincuenta o ms). El elemento del color es el que normalmente se usa para designar el tipo, salvo cuando los dos gallos de diferentes tipos como enprincipio deben serlo tienen el mismo color, en ese caso se agrega una indicacin secundariade una de las otras dimension es ("el grande moteado" frente al "pequeo moteado", etc.) Lostipos estn coordinados con varias ideas cosmolgicas que ayudan a organizar rias parejas, demanera que, por ejemplo, uno juega por un gallo pequeo, pero voluntarioso, blanco con manchas castaas, el plumaje liso y patas delgadas desde el lado oriental del reidero cierto da delcomplejo calendario balines y por un gallo grande, cauteloso, negro, con plumaje como espesamata y patas gruesas desde el lado septentrional del reidero otro da, etc. Todas estas cosas estn

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    Cuando los que hacen los envites (los que juegan al gallo ms dbil) y los qoelos aceptan (los que juegan al gallo favorito) llenan el ambiente con sus gritos, comienzan a fijarse los unos en los otros como potenciales parejas para concertarapuestas, a menudo desde el otro lado del reidero. El que hace el envite trata de llevar a quien lo acepte a las desigualdades mayores, en tanto que ste replica a gritoscon nmeros de desigualdades menores.14 El primero, que en esta situacin es el cortejado, indicar la cantidad que est dispuesto a arriesgar en la desigual apuesta, queanuncia a gritos y manteniendo en alto y agitando el nmero de dedos correspondiente. Si el otro, el que hace de cortejante, replica de la misma manera queda concertadala apuesta; si no lo hace, las miradas de cada cual se dirigen hacia otros probablespartcipes.Las apuestas perifricas, que se realizan despus de haberse concertado la parada del centro y de haberse anunciado su m onto, consisten en un crescendo de gritoslanzados por los que juegan al animal ms dbil y exponen sus proposiciones aquien quiera aceptarlas, en tanto que quienes juegan al favorito pero no estn satisfechos con las condiciones ofrecidas gritan con igual frenes el color del gallo paramostrar que tambin ellos desean desesperadamente apostar pero con desigualdadesmenores.Casi siempre los ofrecimientos de apuestas desiguales (que tienden a ser encierto modo homogneas pues en algn momento dado casi todos los jugadoresestn ofreciendo lo mismo) comienzan aproximadamente en la zona de las desigualdades mayores cinco a cuatro o cuatro a tres y luego se mueve, tambin por consenso hacia el extremo de las desigualdades menores del campo con mayor o menorrapidez o en medida mayor o m enor. Los hombres que gritan "cinco" y se ven respondidos slo por gritos de "pardo", comienzan a gritar "seis"y luego o bien atraen aotros jugadores con bastante rapidez o bien se retiran de la escena cuando son aceptadas sus ofertas demasiado generosas. Si se produce un cambio y los participantesson todava escasos, el procedimiento se repite en un movimiento que llega a "siete"y slo rara vez se llega a los niveles ltimos de "nueve" o "diez" en el caso de las rias verdaderamente grandes. En ocasiones, si los gallos son claramente desiguales,puede no registrarse ningn movimiento hacia arriba o hasta se produce un movimiento descendente en la escala de cuatro a tres, de tres a dos y muy raramente dedos a uno, descenso que va acompaado de un nmero declinante de apuestas, as como los movimientos hacia arriba van acompaados por un nmero creciente deapuestas. Pero lo ms general es que las apuestas se desplacen hacia uno u otro extremo de la escala y, como en el caso de las apuestas perifricas no existe el polo deregistradas en manuscritos de hoja de palma y los balineses (que no todos tienen idnticos sistemas) las discuten sin cesar. Un anlisis completo de los componentes y smbolos que intervienen en las clasificaciones de los gallos sera sumamente valiosa, tanto como aditamento a la descripcin general de la ria de gallos, como en s mismo. Pero mis datos sobre el asunto, aunqueextensos y variados, no parecen lo bastante completos y sistemticos para que yo pueda intentartal anlisis aqu. Acerca de las ideas cosmolgicas balinesas en general, vase Belo, ed. Tradilio-nal Balinese Culture J. L. Swellengrebel, ed., Bali: Sludies in Ufe, Thoug ht, and R itual (La Haya,1960).14 Desde un punto de vista etnogrfico habra que observar que el hombre que apuesta al favorito el que acepta la diferencia de postura puede hacer una apuesta en la cual gana si su gallovence o si la ria queda en un empate (no poseo suficientes casos para dar una cifra exacta peroparece que los empates se registran alrededor de una vez cada quince o veinte rias). El hombre indica su deseo de apostar de esta manera gritando sapih ("empate") en lugar de indicar el tipo de gallo; pero esta clase de apuestas es en realidad poco frecuente.

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    uno a uno, la gran mayora de las paradas entra en el campo situado entre cuatro atres y ocho a siete.Cuando se aproxima el momento en que los cuidadores sueltan los gallos, losalaridos, por lo menos en una ria en la que la parada central es elevada, alcanzanproporciones casifrenticascuando los apostadores que todava no han concertadooperacin tratan desesperadamente de encontrar en el ltimo minuto un contrincantecuyas condiciones resulten tolerables. (Cuando la parada del centro es pequea, ocurre lo contrario: el entusiasmo de las apuestas se desvanece, se produce silencio y lagente pierde inters.) En el caso de una parada alta, de unariabien equilibrada laclase de ria que los balineses consideran una "verdaderariade gallos", tiene unola sensacin de que est a punto de estallar el caos en medio de todos aquellos hombresfrenticosencaramados que agitan las manos y gritan, sensacin que sube depunto al producirse el profundo silencio que de pronto sobreviene cuando suena elgong, como si se hubiera cortado la corriente elctrica. Entonces se sueltan los gallos y comienza la lucha.Cuando sta termina (unos quince segundos o unos cinco minutos despus),se pagan inmediatamente todas las apuestas. Aqu no hay ninguna clase de pagars.Por supuesto, puede uno pedir dinero prestado a un amigo antes de hacer un envite ode aceptarlo, pero para ofrecer o aceptar una apuesta uno ya debe tener en la mano eldinero y, si uno pierde, tiene que pagar al punto, antes de que comience la prximaria. Esta es una regla frrea, y as como nunca o que se disputara la decisin del arbitro (aunque indudablemente esto debe de ocurrir alguna vez), tampoco o decir queuna apuesta no fuera pagada, quiz porque en medio de una multitud acalorada y enel ambiente de la ria de gallos las consecuencias para los defraudadores podran serdrsticas e inmediatas.En todo caso, es esta formal asimetra entre las equilibradas apuestas centralesy las desiguales apuestas perifricas lo que plantea el problema analtico crtico auna teora que concibe las apuestas de las rias de gallos como el lazo que conecta laria misma con el mundo ms amplio de la cultura de Bali. Y esa asimetra tambinsugiere la manera de resolver el problema y de demostrar el lazo de conexin.El primer punto que hay que sealar en esta cuestin es el hecho de que cuantoms elevada es la parada central, ms probable es que la ria sea verdaderamente unaria pareja. Simples consideraciones de sentido comn lo sugieren.Aun cuando sienta uno que el animal al que apuesta pueda ser no muy promisorio, as y todo podr estar dispuesto a arriesgar quince ringgits ugando a ese galloen la proporcin de uno a uno. Pero es probable, muy probable, que uno no est dis-

    15 La dinmica precisa del movimiento de las apuestas es uno de los aspectos de la ria msdifciles de estudiar pues es sumamente complicado a causa de la condicones turbulentas en que serealiza el juego. Probablemente un registro cinematogrfico, adems de mltiples observadores sera necesario para estudiar efectivamente este aspecto. Pero aun fundndonos slo en impresionesel nico enfoque de que dispone un solitario etngrafo inmerso en semejante confusin, esevidente que ciertos hombres determinan cul haya de ser el favorito (es decir, nombrando al comien zo e l tipo de g allo al que apuesta, fase que siempre inicia- el proc eso) y adems dirigen el mo vimiento de las apuestas; estos "directores de la opinin" son los jugadores ms cumplidos y losciudadanos ms solidos a los que luego nos referiremos. Si estos hombres comienzan a cambiarsus deseos, otros los siguen; si comienzan a hacer apuestas, otros las hacen y aunque siemprehay un buen nmero de apostadores frustrados que gritan distintas proporciones de apuestas hastael final el movimiento general ms o menos cesa. Pero para comprender todos los detalles deeste proceso habr que esperar, jay!, lo cual no es muy probable que acontezca, la aparicin de unterico armado con observaciones precisas de la conducta individual.

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    puesto a jugarle quinientos ringgits. De manera que en las rias con grandes apuestas, en las que desde luego intervienen los mejores animales, se pone enorme cuidado para que los gallos sean aproximadamente proporcionados en cuanto al tamao,el estado fsico general y la belicosidad en la medida de lo humanamente posible. Para asegurar esta situacin se recurre a diferentes maneras defijar os espolones de losanimales. Si un gallo parece ms fuerte que el otro, se llega al acuerdo de colocarlelos espolones en un ngulo ligeramente menos ventajoso, lo cual constituye una especie de handicap en cuya realizacin los que fijan los espolones son extremadamente diestros, segn se dice. Tambin se pone mayor cuidado en emplear hbiles galleros y en que stos sean tambin parejos en su habilidad.En suma, en una ria en la que entran grandes apuestas, la presin para hacerque la contienda resulte genuinamente pareja es enorme y se la siente como tal. Encaso deriasmedianas la presin es algo menor y en el caso de las pequeas es menor an, aunque siempre se trata de que los animales sean por lo menos aproximadamente iguales, pues aun en el caso de apostar quince ringgits (el trabajo de cincodas) nadie desea hacer una apuesta de uno a uno en una situacin claramente desfavorable. Y lo cierto es que las estadsticas que poseo tienden a confirmar esta aseveracin. En las cincuenta y siete rias que estudi, el favorito venci treinta y tresveces en total, y el gallo ms dbil veinticuatro, una proporcin de 1,4:1. Pero siuno considera las cifras de las apuestas centrales en sesenta ringgits, la proporcin resulta 1,1:1 (doce favoritos y once gallos ms dbiles) en los casos en que las apuestas estn por encima de esta lnea de sesenta 1,6:1 (veintiuno y trece) en los casos deapuestas por debajo. Ahora bien, si uno toma los extremos, en el caso deriasmuyimportantes, aquellas con paradas centrales de ms de cienringgits, a proporcin es1:1 (siete y siete); y en el caso de las paradas muy pequeas, aquellas de menos decuarenta ringgits, la proporcin es 1,9:1 (diecinueve y diez).16

    Ahora bien, de esta coincidencia la coincidencia de que cuanto ms elevadaes la parada central, ms exactamente proporcionada es lariase siguen ms o menos dos cosas: 1) cuanto ms elevada es la apuesta central, mayor es el impulso delas apuestas perifricas hacia el extremo de menores desigualdades en el espectro delas apuestas, y viceversa; 2) cuanto ms elevada es la apuesta central, mayor es elvolumen de apuestas perifricas y viceversa.Y la lgica es similar en ambos casos. Cuanto ms cerca est la ria de laigualdad de los contendientes, menos atractivo ser el extremo de las desigualdadesmayores y, por lo tanto, se jugar hacia el otro extremo para que haya quienes haganenvites. Que esto es as resulta evidente de la mera observacin, del anlisis de lacuestin que hacen los propios balineses y de los datos sistemticos que logr reunir. Debido a la dificultad de obtener un registro preciso y completo de las apuestasperifricas, este argumento es difcil de formular en trminos numricos, pero en todos los casos que estudi, los que dan envite y los que lo aceptan lo hacen en una zo-

    16 Considerando slo la variabilidad binmica, la divergencia respecto de una expectacin deuno a uno, en el caso de apuestas de sesenta ringgils y por debajo de esta lnea, es de desviaciones de 1,38, o sea 8 en un centenar de posibilidades; en el caso de sumas inferiones a cuarentaringgits, las desviaciones corrientes son de 1,65 o sea cinco en un centenar. El hecho de que estas desviaciones, aunque reales, no sean extremadas indica ciertamente que aun en las riaa mspequeas persiste la tendencia a enfrentar gallos por lo menos razonablemente parejos. Aqu setrata de mitigar relativamente las presiones hacia la compensacin, no de alimentarlas. En el caso de las paradas elevadas, la tendencia a que las proposiciones sean de cara o cruz es desde luegoaun ms notable y sugiere que los balineses saben muy bien lo que hacen.

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    na de mnimo y mximo en la cual se realiza el grueso (segn mis conjeturas, dedos tercios a tres cuartos, en la mayor parte de los casos) de las apuestas, zona queen la escala est situada tres o cuatro puntos ms hacia el extremo de las menores desigualdades en los casos de rias con elevadas apuestas centrales que en los casos delas rias de pequeas paradas, habiendo generalmente situaciones intermedias. Por supuesto, en los detalles la coincidencia no es exacta, pero el esquema general es consecuente y slido: la fuerza que tiene la parada central para atraer las apuestas perifricas a su esquema de paridad es directamente proporcional a su monto, porque ste esdirectamente proporcional al grado en que los gallos son realmente parejos. En cuanto a la cuestin del volumen de las apuestas, las paradas totales son mayores en lasgrandesriascon grandes apuestas centrales porque esas rias se consideran ms "interesantes", no slo en el sentido de que son menos predecibles, sino sustancialmen-te n el sentido de que lo que est en juego en tales rias es algo ms que el dinero;es la calidad de los gallos y, en consecuencia, como veremos, el prestigio social. 17La paradoja de la moneda sana en el centro y viciada en la periferia es, pues,slo aparente. Los dos sistemas de apuesta, aunque formalmente incongruentes, noson en realidad contractorios entre s, sino que forman parte de un sistema mayor enel cual la apuesta central es, por as decirlo, el "centro de gravedad" que, cuanto mayor es, ms atrae las apuestas perifricas hacia el extremo de menores desigualdadesde la escala. La parada central "determina el juego" o, quiz sea mejor decir, lo define, y seala lo que, siguiendo una idea de Jeremy Bentham, llamar su "profundidad". Los balineses procuran organizar una contienda interesante, "profunda", si sequiere, haciendo que la parada central sea lo ms elevada posible de manera que losgallos debern ser tambin, lo ms parejos que sea posible y, por lo tanto, el desenlace lo ms impredecible que sea posible. No siempre alcanzan esa meta; casi la mitad de las rias son espectculos relativamente triviales, relativamente carentes deinters o "superficiales" para decirlo con la terminologa que acabo de tomar en prstamo. Pero esta circunstancia no invalida mi interpretacin, pues el hecho de que lamayor parte de los pintores, poetas y dramaturgos sean mcdriocres no invalida laconcepcin de que el esfuezo artstico est enderezado a la profundidad y que con alguna frecuencia se aproxima a ella. La imagen de la tcnica artstica es por cierto exacta: la puesta central es un medio, un expediente para crear contiendas "interesantes","profundas"; no es la razn (o por lo menos no la principal razn) de que sean intere-

    1 7 La reduccin de las apuestas en las rias ms pequeas (una de las razones por las cuales lagente encuentra poco interesante las rias pequeas es la de que se apuesta menos en ellas, en tanto que en las grandes ocurre lo contrario) se realiza de tres maneras q ue se refuerzan recprocamente . Primero se registra una simple falta de inters cuando la gente se aleja para beber una taza decaf o charlar con un amigo; segundo, los balineses no reducen matemticamente las posturas sino que apuestan directamente segn las diferencias de postura establecidas como tales. As en elcaso de una apuesta de nueve a ocho, un hombre arriesga nueve ringgits y el otro ocho; en el caso de una apuesta de cinco a cuatro, uno arriesga cinco y el otro cuatro. De manera que por unidadde moneda, como por ejemplo un rnggit, est en juego una cantidad de dinero 6,3 veces mayoren una apuesta de diez a nueve que en una de dos a uno, como ya se hizo notar, en las rias pequeas las apuestas tienden a situarse hacia el extremo de las diferencias mayores del espectro. Porfin, las apuestas concertadas suelen sealarse con un dedo en lugar de dos, tres o (en algunas delas rias ms importantes) cuatro o cinco dedos. (Los dedos indican los mliplos de las diferentesproporciones de la puesta en juego, no cifras absolutas. Dos dedos en una situacin de seis a cinco significan que un hombre desea apostar diez ringgits al gallo ms dbil contra doce ringgits.Tres dedos en una situacin de doce a siete significa veintiuno contra veinticuatro, etc.)

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    santes, no es la fuente de su fascinacin, la sustancia de su profundidad. La cuestinde saber por qu esas rias son interesantes a decir verdad para los balineses sonexquisitamente absorbentes nos saca de la esfera de las preocupaciones formales,nos lleva a esferas ms ampliamente sociolgicas y sociopsicolgicas y nos conduce a una idea menos puramente econmica de lo que implica "la profundidad" en eljuego.18

    Jugar con fuegoEl concepto de "juego profundo" de Bentham se encuentra expuesto en su TheTheory of Legistation. Con esta expresin el autor designa el juego en el cual loque se arriesga es tanto que, desde el punto de vista utilitario, es irracional que loshombres se lancen a semejante juego. Si un hombre cuya fortuna alcanza a mil libras (o ringgits) apuesta quinientas en una parada igual, la utilidad marginal de las libras que se propone ganar es claramente menor que la inconveniencia de lo que arries

    ga perder. En el genuino juego profundo, sta es la situacin de ambas partes. Unasituacin temeraria. Se reunieron en busca de un momento agradable y entraron enuna relacin que deparar a los participantes sufrimiento antes que placer. Por esoBentham llegaba a la conclusin de que el juego profundo era inmoral en principio yque, como es tpico en este autor, debera prohibrselo legalmente.Pero ms interesante que el problema tico, por lo menos desde nuestro puntode vista en nuestro actual contexto, es el hecho de que a pesar de la fuerza lgica delanlisis de Bentham los hombres se entregan a semejante juego apasionadamente y amenudo hasta afrontando losrigoresde la ley. Para Bentham y para quienes piensancomo l (hoy en da principalmente abogados, economistas y algunos psiquiatras) laexplicacin est, como ya dije, en que esos hombres son irracionales, viciosos, feti-

    1 8 Adems de las apuestas hay otros aspectos econmicos de la ria de gallos, especialmentesu estrecha conexin con el sistema del mercado local, aspectos que, aunque secundarios en cuanto a su motivacin y a su funcin no dejan de tener su importancia. Las rias de gallos son acontecimientos pblicos a los que puede concurrir todo el mundo que lo desee, y a veces la gente acude desde regiones distantes y ms del noventa por ciento, posiblemente el noventa por ciento delos negocios tratados son locales; la localidad en cuestin est definida, no por la aldea y ni siquiera por el distrito administrativo, sino por el sistema del mercado rural. Bali tiene una semanade mercado de tres das con la familiar rotacin del tipo del " sistema solar ". Aunque los mercados nunca estuvieron muy desarrollados en muy alto grado, en la plaza de la aldea se realizan pequeos negocios matinales, pero la rotacin segn ese sistema solar, afecta a toda microrregin ysta abarca unas diez o veinte millas cuadradas con siete u ocho aldeas vecinas (lo cual, en Balicontempornea, representa ms o menos de cinco mil a diez u once mil almas); de esa microrregin procede el grueso o virtualmente la totalidad del pblico que acude a las rias de gallos. Lamayor parte de stas est organizada y patrocinada por pequeas asociaciones de insignificantescomerciantes rurales que comparten con todos los balineses la idea de que las rias de gallos sonbuenas para el comercio porque " sacan dinero de la casa y lo hacen circular". Puestos en los quevenden clases de mercaderas as como puestos de juego de puro azar (vase ms adelante) estninstalados alrededor de la zona del reidero, de manera que sta viene a asumir la calidad de un pequea feria. Esta relacin de la ria de gallos con los mercados y con los vendedores del mercadoes muy antigua como, entre otras cosas, lo indica su aparicin conjunta en inscripciones [R. Go-ris, Prasasti Bali, 2 Vols Banding, 1954]. El comercio sigui a los gallos durante siglos en laBali rural y esa actividad fue uno de los principales factores de la monetizacin de la isla.

    1 9 La frase se encuentra en la traduccin de Hildreth, Internacional Library of Psychology(1931), nota de la pgina 106; vase L. L. Fuller, The Morality of Law (New Haven, 1964),pgs. 6 y siguientes.

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    chistas, nios, tontos, salvajes que necesitan ser protegidos contra s mismos. Peropara los balineses aunque naturalmente no formulan la explicacin con tantas palabras, sta reside en el hecho de que en el juego profundo el dinero es menos una medida de utilidad (obtenida o esperada) que un smbolo de alcance moral (percibido oimpuesto).En realidad, es en los juegos superficiales, en aquellos en que se arriesgan pequeas cantidades de dinero, donde los incrementos o disminuciones de dinero efectivo son ms sinnimos de utilidad e inconvenientes en el sentido ordinario y no muydifundido de placer y sufrimiento, felicidad y desdicha. En los juegos profundos, enlos que se apuestan grandes cantidades de dinero, lo que est en juego es algo msque las ganancias naturales: la consideracin pblica, el honor, la dignidad, el respeto, en una palabra (aunque en Bali este vocablo tiene una compleja carga de significacin) el status.70 Pero el status est en juego simblicamente, pues (salvo en unospocos casos de jugadores viciosos arruinados) el status no se altera por la obra del resultado de una ria de gallos; es slo, y eso-momentneamente, afirmado o afrentado. Pero, para los balineses, para quienes nada es ms placentero que una afrentaoblicuamente proferida o ms penoso que una afrenta obcuamente recibida especialmente cuando estn observando lo que ocurre conocidos de ambas partes, esedrama de evaluacin es ciertamente profundo.Debo hacer notar enseguida que esto no significa afirmar que a los balinesesno les importe el dinero o que les d lo mismo perder quinientos ringgits que perderquince. Semejante conclusin sera absurda. Precisamente porque el dinero importa eimporta mucho en esta sociedad en modo alguno antimaterialista es por lo que cuanto ms dinero se arriesga tantas ms cosas diferentes se arriesgan, como el orgullo,el equilibrio, la serenidad, la m asculinidad, aunque slo sea momentneamente, perotodas estas cosas se arriesgan tambin pblicamente. En las rias de gallos profundas el dueo del animal y sus colaboradores as como, segn veremos, los demsque apuestan al mismo animal, aunque lo hacen en menores cantidades, colocan sudinero segn el status que tienen.En gran parte es porque los inconvenientes marginales de perder son tan grandes en los niveles superiores de apuesta, que lanzarse a semejante riesgo equivale aexponer pblicamente el yo de uno de una manera alusiva y metafrica a travs desu propio gallo. Y aunque para un discpulo de Bentham esto parecera acrecentarmucho ms la irracionalidad de la accin, para los balineses lo que principalmenteaumenta es la significacin de toda la accin. Y como (para seguir ahora a Weber yno a Bentham) imponer significacin a la vida es elfinprimordial y la condicin primaria de la existencia humana, ese aumento de significacin hace ms que compensar los costos econmicos del caso.21 En realidad, considerando la condicin pareja

    2 0 Desde luego ni siquiera en Bentham el concepto de utilidad se limita a las prdidas y ganancias monetarias y aqu yo podra formular mi argumento ms cuidadosamente agregando que paralos balineses, lo mismo que para cualquier otro pueblo, la utilidad (placer, felicidad.) no se identifica meramente con la riqueza. Pero estos problemas terminolgicos son en todo caso secundarios frente al punto esencial: la ria de gallos no es la ruleta.2 1 M. Weber, The sociology of Religin (Boston, 1963). [Hay traduccin espaola: Ensayossobre sociologa de la religin, Madrid, Tauros, 1984.] Por supuesto, no hay nada especialmentebalines en esta ahondada significacin del dinero, como lo demuestra la descripcin que haceWhyte de los muchachos que juegan en la esquina de un distrito de la clase trabajadora de Boston:" El juego por dinero desempea una parte importante de la vida de Comervle. Cualquiera sea eljuego a que se entregan los muchachos de la esquina casi siempre lo hacen por dinero. Cuando nohay nada en juego, la partida no se considera una verdadera contienda. Esto no significa que el e-

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    de la apuesta en las grandes rias, virtualmente no se dan importantes cambios en lafortuna material de aquellos que participan regularmente en lasriasde gallos, porque a la larga las cosas se van ms o menos compensando y equilibrando. Es en lasrias superficiales, pequeas, donde uno encuentra el puado de jugadores del tipoms vicioso aquellos principalmente interesados en el dinero y donde se producen "verdaderos" cambios de posicin social, generalmente en sentido descendente.Los hombres de este gnero, jugadores desenfrenados, son despreciados por los "verdaderos galleros" quienes los tienen por tontos que no comprenden el aspecto deportivo de la ria, hombres vulgares que sencillamente confunden todas las cosas. Esosjugadores viciosos son considerados cmoda presa por los genuinos entusiastas,sos que saben de qu se trata, para sacarles algo de dinero, operacin que les resultabastante fcil, pues explotando la codicia de aqullos los tientan a hacer apuestas irracionales sobre gallos claramente desparejos. La mayor parte de estos jugadores searruinan en muy breve tiempo, pero siempre queda uno o quedan dos que ofrecen daren prenda su tierra y que venden sus ropas para obtener dinero y poder apostar.^Esta clara correlacin de "jugarse el status" con las rias profundas y, por otrolado, la correlacin de "jugar dinero" con rias superficiales es en realidad general.Los mismos apostadores forman una jerarqua sociomoral en estos trminos. En losalrededores del lugar donde se desarrollan las rias de gallos hay una gran cantidad deinsignificantes puestos de juego de puro azar (ruleta, dados, peonza, guisantes ocultos bajo media cascara de nuez) regenteados por concesionarios. Slo mujeres, nios, adolescentes y otras varias clases de personas que no concurren (o todava no lohacen) a las rias de los gallos los extremadamente pobres, los socialmente despreciados y los personalmente atpicos se entregan a estos juegos en los que arriesgan desde luego slo unos centavos. Los hombres vinculados con lasriasde gallosse avergonzaran de acercarse siquiera a semejantes lugares. Ligeramente por encimade quienes se entregan a estos triviales juegos estn aquellos que, si bien ellos mismos no poseen gallos, apuestan perifricamente en rias menores. Luego estn losque intervienen directamente en riaspequeas u ocasionalmente medianas, pero noestn en la posicin de intervenir en las grandes, aunque pueden apostar de vez encuando perifricamente tambin en las grandes rias; y, por ltimo, estn aquellosmiembros realmente importantes de la comunidad, los ciudadanos slidos alrededorde los cuales gira la vida local y que intervienen en las grandes rias y apuestan enlemento financiero lo sea todo. Frecuentemente tuve ocasin de or decir a hombres que el honorde ganar era mucho ms importante que el dinero que estaba en juego. Los muchachos de la esquina consideran jugar por dinero la prueba verdadera de habilidad, y a menos que un hombre se comporte bien cuando el dinero est en juego, no es considerado un buen competidor". W. F. Whyte,Sreet Crner Society, 2a. ed. (Chicago, 1955), pg. 140.2 2 Los extremos a que puede llegar esta locura y el hecho de que sea considerada una locura estn demostrados por el cuento popular balines / Tuhung Kuning. Un jugador llega a estartan alterado por su pasin que debiendo ausentarse en un viaje ordena a su mujer embarazada quecuide bien de la criatura que haya de nacer si es varn, pero que la d como alimento a sus gallosde ria si es mujer. La madre da a luz una nia, pero en lugar de entregrsela como alimento a losgallos da a stos una gran rata y oculta a la hija en casa de su madre. Cuando regresa el maridolos gallos cacareando le informan sobre el engao y el hombre furioso se dispone a dar muerte aln nia. Entonces baja del cielo una diosa que recoge a la nia y se la lleva con ella a las alturas.Los gallos mueren por el mal alimento que se les dio, el dueo recupera su sensatez, la diosa devuelve a la nia al padre, quien se rene con su mujer. El cuento est dado como "Geel Komkom-mertje" en J. Hooykaas-van Leeuwen Boomkamp, Sprookjes en Vehalen van Bali (La Haya, 1956),pgs. 19-25.

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    ellas. Siendo el elemento focal de estas reuniones focalizadas, estos hombres generalmente dominan y definen la actividad deportiva as como dominan y definen la sociedad. Cuando un varn de Bali habla, casi con tono de veneracin, de "verdaderos galleros", del verdadero bebatoh ("apostador") o del djuru kurung ("cuidador de jaulas")se refiere a esa clase de personas, no a los que se entregan al trivial juego de los guisantes ocultos, ni a los jugadores empedernidos (pott, vocablo que tiene la significacin secundaria de ladrn o reprobo), ni al vido oportunista. Para ese varn balines,la ria de gallos se aproxima ms a un affaire d'honneur (aunque, considerando al talento balines tocante a fantasa prctica, la sangre que se derrama es humana slo ensentidofigurado)que al estpido mecanismo de una mquina automtica.De manera que lo que hace de la ria de gallos en Bali un juego profundo es,no el dinero en s mismo, sino lo que (cuanto ms dinero entra en juego tanto msintensamente es as) el dinero hace que ocurra: el desplazamiento de status en la jerarqua balinesa, desplazamiento proyectado en la ria de gallos. Psicolgicamente setrata de una representacin espica del yo masculino relativamente narcisista, ideal ydemonaco; sociolgicamente se trata de una representacin tambin espica de loscomplejos campos de tensin determinados por la interaccin controlada, callada, ceremoniosa pero as y todo profundamente sentida, del yo de quienes mantienen contacto en el contexto de la vida cotidiana. Los gallos pueden ser sustitutos de las personalidades de sus dueos, espejos animales de la forma psquica, pero la ria eso, ms exactamente, se hace deliberadamente que sea una simulacin de la matriz social, del sistema de grupos cruzados, superpuestos y en alto grado solidariosgrupos de aldeas, grupos de parentesco, sociedades de irrigacin, congregaciones delos templos, "casta" en los cuales viven los individuos. Y as como el prestigio, la necesidad de afirmarlo, de defenderlo, de celebrarlo, de justificarlo y de sencillamente baarse en l (pero no buscarlo, considerando el carcter fuertemente atributivo de la estratificacin en B ali), sea quiz la fuerza motriz central de la sociedad,as tambin, independientemente de ser penes ambulantes, sacrificios de sangre e intercambios monetarios el prestigio es tambin la fuerza motriz de la ria de gallos. Esta aparente diversin y deporte, para emplear otra frase de Erving Goffman,"un bao de sangre en el status".La manera ms sencilla de aclarar esto y demostrarlo por lo menos hasta ciertopunto es considerar la aldea cuyasriasde gallos tuve ocasin de observar directamente, esa aldea en que fui testigo de aquella incursin policial y de la cual procedenmis datos estadsticos.Como todas las aldeas de Bali, sta Tihingan, situada en la regin de Klung-kung, en el sudeste de Bali est intrincadamente organizada y forma un laberintode alianzas y oposiciones. Pero a diferencia de muchas otras, aqu se destacan particularmente dos clases de grupos solidarios que son tambin grupos de status, en loscuales podemos concentramos para describirlos sin indebidas deformaciones.Primero, la aldea est dominada por cuatro grandes grupos en parte endogmi-cos por la lnea paterna que se hallan en constante rivalidad y que forman las principales facciones de la poblacin. A veces se agrupan dos contra dos y generalmente

    2 3 Se encontrar una descripcin ms completa de la estructura social rural de Bali en C. Ge-ertz, "Form and Variation in Balinese Village Structure", American Anthropotogisl 61 (1959); pgs. 94-108; "Tihingan, a Balise", en R. M. Koentjaraningral,V//ag&s in Indonesia (Iihaca, 1967), pgs.210-243; y aunque no se refiere directamente a las aldeas balinesas, vase V. E. Kom, Do Dorps-republiek tnganan Pagringsingan ( Santpoort, Netherlands, 1933 ).5 4 Goffrnan, Encouners, pgs. 78

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    los dos ms importantes contra los dos ms pequeos a los que se unen las personasque no estn afiliadas a ninguno de los dos grupos. A veces operan independientemente. Dentro de los grupos hay tambin facciones y subfacciones dentro de las sub-facciones, de manera que se alcanzan niveles de distincin bastantes delicados. Y segundo, est la aldea misma, casi enteramente endogmica, opuesta a todas las otrasaldeas de los alrededores y dentro de la jurisdiccin de la ria de gallos (que constituye la regin del mercado); pero la aldea forma tambin alianzas con algunas de susvecinas contra otras en varios contextos polticos y sociales que trascienden los intereses de la aldea misma. La situacin exacta es pues, como en todas partes en Bali,perfectamente distintiva; pero el esquema general de la jerarqua de status y de las rivalidades entre grupos en alto grado solidarios aunque con diferentes bases (y lo mismo ocurre entre los miembros de los grupos) es enteramente comn.Consideremos pues (como apoyo a la tesis general de que la ria de gallos, yespecialmente la ria profunda, es fundamentalmente una dramazacion de interesesde status) los hechos siguientes que para evitar extensas descripciones demogrficasdeclarar simplemente que son hechos aunque, por otra parte los testimonios concretos, ejemplos, declaraciones y nmeros que podran aducirse en apoyo de la tesis sonextensos e inequvocos:

    1. Un hombre no apuesta virtualmente nunca contra un gallo perteneciente aun miembro de su propio grupo de parentesco. Generalmente se siente obligado aapostar por el animal y tanto ms obligado cuanto ms ntimo es el vnculo de parentesco y ms profunda es la ria. Si tiene la certidumbre de que no habr de ganarpuede abstenerse de apostar, especialmente si se trata del gallo de un primo segundoo si la ria es superficial. Pero, por lo general, sentir que debe prestarle apoyo y,cuando se trata de juegos profundos, generalmente siempre apuesta. De manera queesa gran mayora de personas que gritan tan ostensiblemente "cinco" o "moteado" estn expresando su adhesin a su pariente, no la evaluacin del gallo ni su versacinen la teora de las posibilidades y ni siquiera sus esperanzas de ganar algn dinero.

    2. Este principio es una extensin lgica. Si en la ria no interviene el pariente, uno apostar en favor de un grupo aliado contra otro que no lo es y as sucesivamente a travs de las muy intrincadas redes de alianzas que forman, como dije, estaaldea, as como toda otra aldea de Bali.3. Lo propio cabe decir de la aldea misma como todo. Si un gallo del exterior

    de la aldea ha de combatir con uno de la propia aldea, todos tendern a jugar al gallolocal. Si, lo cual ocurre en raras circunstancias pero as y todo ocurre de vez en cuando, un gallo exterior a la jurisdiccin de rias de la propia aldea debe luchar con ungallo perteneciente a esa jurisdiccin, uno apostar tambin en favor del gallo "local".4. Los gallos que llegan de lejos son casi siempre favoritos, pues se sostienela teora de que su dueo no se habra atrevido a llevarlo si no se tratara de un animal muy bueno y tanto ms bueno cuanto ms alejado est su lugar de origen. Losacompaantes del dueo del animal estn por supuesto obligados a darle su apoyo ycuando se desarrollan las rias de gallos ms importantes y legales (en los das feriados) los hombres de la aldea echan mano de los gallos que consideran mejores, independientemente de quienes sean sus dueos, y van al reidero para apostar por ellos

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    grandes sumas y mostrar as que en la aldea no son tacaos. En realidad esas "riascon el exterior", aunque poco frecuentes, tienden a mejorar las diferencias entre losmiembros de la aldea que exacerban las constantes "rias locales", donde intervienenfacciones opuestas.5. Casi todas las rias son sociolgicamente relevantes. Rara vez encuentra

    uno dos gallos del exterior que combatan entre s o dos gallos que no tengan el respaldo de un grupo particular o que tengan el respaldo de un grupo cuyos miembrosno estn mutuamente relacionados de una manera clara. Cuando se da esa situacin,el juego es muy superficial, las apuestas se hacen muy lentamente y todo el espectculo resulta aburrido pues, salvo los que intervienen directamente y algn jugadorvicioso, nadie muestra inters en apostar.6. Tambin rara vez se encuentran en lucha dos gallos pertenecientes al mismo grupo y ms raramente aun pertenecientes a la misma subfaccin (que la mayorparte de los casos representara una familia extensa). Anlogamente, en las rias que

    se libran fuera de la aldea, muy rara vez dos gallos de la aldea lucharn uno contra elotro, aun cuando, siendo sus dueos enconadosrivales, o haran con entusiasmo enla propia aldea.7. En el nivel individual, una persona que mantiene una relacin de hostilidadinstitucionalizada con otra, relacin llamada puik, en la que no se hablan ni tienenque ver nada la una con la otra en otras cuestiones (las causas de esta ruptura formalde relaciones son mltiples: seduccin de una esposa, cuestiones de herencia, diferencias polticas) apostar fuertes sumas, a veces casi maniticamente, contra la otra enlo que es un ataque franco y directo a la masculinidad misma, al fundamento ltimo

    de la condicin del contrincante.8. La coalicin de la parada central est en todas las rias, salvo en las ms superficiales, siempre formada por aliados estructurales y aqu no entra en juego "dinero exterior". Lo que sea "exterior" depende por supuesto del contexto, pero considerando que existe algo exterior no entra en la apuesta principal ningn dinero exterior; si los interesados directos no pueden reunirlo, la parada no se hace. La apuestacentral, especialmente en los juegos profundos, es pues la expresin ms directa yfranca de oposicin social, lo cual es una de las razones por las que esa apuesta y lasoperaciones para que los dos gallos resulten proporcionados en fuerzas estn rodeadasde una atmsfera de cierto malestar y sean ms o menos furtivas y embarazosas.9. La regla sobre tomar dinero en prstamo uno puede pedir prestado para hacer una apuesta pero no en una apuesta procede (y los de Bali tienen plena conciencia de ello) de anlogas consideraciones: de esa manera uno no queda nunca econmicamente a merced del enemigo. Las deudas de juego, cuyo monto puede ser muyelevado y que son siempre a corto plazo, son deudas contradas entre amigos, nuncacon enemigos.10. Cuando dos gallos son estructuralmente irrelevantes o neutros en lo que auno respecta (aunque, como ya dije, casi nunca son irrelevantes entre s), uno no debe preguntar a un pariente o a un amigo por cul animal est apostando, porque siuno sabe de qu manera est apostando y l sabe que uno lo sabe y adems uno hace

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    la apuesta contraria, la situacin crear tensiones. Esta regla es explcita y rgida yse toman elaboradas y hasta artificiales precauciones para evitar transgredirla. Por lomenos debe uno fingir que no advierte cul es la apuesta que est haciendo el pariente o amigo y sta fingir ignorar lo que uno hace.11. Hay una palabra especial para designar el acto de apostar contra la corrien

    te; esa palabra tambin "perdn" (mpura). Se mira mal hacerlo aunque, si la paradacentral es pequea, a veces se disculpa el hecho siempre que no se incurra en l condemasiada frecuencia. Pero cuanto mayor sea la parada y cuanto ms frecuentementeuno recurra al "perdn" lanto ms disociacin social implica la circunstancia.12. De hecho la relacin de hostilidad institucionalizada, puik, comienza for-malmente (aunque sus causas residen siempre en otra parte) con esa apuesta de "perdn" en un juego profundo, pues simblicamente viene a ser como echar lea al fuego. Del mismo modo, el fin de la hostilidad y la reanudacin del trato social normalestn sealados por el hecho de que uno u otro de los enemigos apueste al gallo del

    otro.13. En situaciones viscosas de cruzada adhesin (de las cuales hay muchas eneste sistema social extraordinariamente complejo), toda vez que un hombre se veobligado a prestar su lealtad a dos partes ms o menos con iguales derechos a ella,suele alejarse para beber una taza de caf o hacer cualquier otra cosa afinde no tenerque apostar: una forma de conducta que recuerda a la de los votantes norteamericanosen anlogas situaciones.2514. Las personas que participan en la parada central son (especialmente en ju

    gadas profundas) virtualmente siempre miembros rectores de su grupo. Adems,aquellos que apuestan perifricamente (incluso esas personas) son, como ya lo hicenotar, miembros sobresalientes de la aldea, ciudadanos conspicuos. Las rias de gallos son apropiadas para aquellos que intervienen en la poltica cotidiana y tienenprestigio, no para los jvenes, para las mujeres, para los subordinados, etc.15. En lo que se refiere al dinero, la actitud explcitamente expresada es la deque el dinero es una cuestin secundaria. Como ya dije, esto no quiere decir que notenga importancia; como a todo el m undo, a los balineses no les gusta perder los ingresos de varias semanas; pero miran los aspectos monetarios de la ria de gallos

    principalmente como una cuestin que se equilibra por s misma, una cuestin decirculacin de dinero entre el bien definido grupo de los galleros serios. Las ganancias y prdidas realmente importantes son las que se dan en otros planos y la actitudgeneral ante las apuestas no es la esperanza de dar un buen zarpazo (con excepcin delos jugadores viciosos) sino que es la splica del jugador de caballos: "Oh, Dios,haz que salga sin ganar ni perder". Pero en punto a prestigio uno no desea salir empatado, sino que aspira a obtener una victoria categrica, aunque sea momentnea.De lo que se habla continuamente es de la ria contra tal gallo de tal persona que elgallo de uno hizo pedazos; nadie habla del dinero que gan; la gente rara vez lo recuerda durante mucho tiempo, aun tratndose de paradas muy altas.2 5 Berelson, P. F. Lazersfeld y W. N. McPhee, Voting: A Siudy of Opinin Formal ion in aPresidential Campaign (Chicago, 1954).

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    16. Uno debe apostar por los gallos del grupo propio no slo por razones delealtad, sino porque la gente podra decir: "Cmo! Es tan orgulloso que nos desdea? Tiene que ir a Java o a Den Pasar (la ciudad capital) para apostar? Es acaso unhombre tan importante?" De manera que existe una presin general para hacer apuestas, pues uno debe mostrar que es importante localmente pero no tan importante quemire a los dems, ni siquiera a susrivales,como contrincantes inapropiados. De lamisma manera, la gente de la aldea debe apostar contra los gallos procedentes de afuera porque de otra manera los de afuera los acusarn un grave cargo de limitarsesencillamente a cobrar los derechos de entrada y no estar realmente interesados en laria de gallos y los acusarn tambin de ser arrogantes y despectivos.

    17. Por ltimo, los campesinos balineses tienen plena conciencia de todas estas cosas y pueden manifestarlas, por lo menos a un etngrafo, en aproximadamenteen los mismos trminos en que yo lo he hecho. Casi todo balines co