04 Principio y Fundamento Indiferencia P Carlos Miguel Buela

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8/18/2019 04 Principio y Fundamento Indiferencia P Carlos Miguel Buela http://slidepdf.com/reader/full/04-principio-y-fundamento-indiferencia-p-carlos-miguel-buela 1/7 1 04 Principio y fundamento:  Indiferencia. 3ra. Parte I. Los preámbulos son cinco: 1º. Ponerse en la presencia de Dios, "alzando el entendimiento arriba, considerando como Dios nuestro Señor me mira,…"  [cfr. 74] [75], [130] y [239]. 2º. Pedir realizar todo ad maiorem Dei gloriam; tiene una importancia capital para alcanzar el fin de la meditación: “La oración  preparatoria es pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio  y alabanza de su divina majestad” [46]. 3º. Traer a consideración la historia y los episodios que deben contemplarse. [102]. Aquí es el texto ha considerar: <Por lo cual es menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido; en tal manera que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados> [23]. 4º. Hacer la composición de lugar: Aquí puede ser verme sobre un precipicio colgado de una soga ha punto de cortarse. Pedir a Dios que nos conceda obtener los frutos y gracias propias de la meditación que se va a realizar. Es la  petición y el  fin de cada ejercicio. Aquí será pedir comprender más ese sol de verdad que es el Principio y Fundamento.

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04 Principio y fundamento:

 Indiferencia.

3ra. Parte

I. Los preámbulos son cinco: 

1º. Ponerse en la presencia de Dios, "alzando el

entendimiento arriba, considerando como Dios nuestro Señor me mira,…"  

[cfr. 74] [75], [130] y [239].

2º. Pedir realizar todo ad maiorem Dei gloriam; tiene unaimportancia capital para alcanzar el fin de la meditación: “La oración

 preparatoria es pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis

intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio

 y alabanza de su divina majestad” [46].

3º. Traer a consideración la historia y los episodios quedeben contemplarse. [102]. Aquí es el texto ha considerar: <Por lo cual es

menester hacernos indiferentes a todas las cosas criadas, en todo lo que es

concedido a la libertad de nuestro libre albedrío, y no le está prohibido; en

tal manera que no queramos de nuestra parte más salud que enfermedad,

riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida larga que corta, y por

consiguiente en todo lo demás; solamente deseando y eligiendo lo que más

nos conduce para el fin que somos criados> [23].

4º. Hacer la composición de lugar: Aquí puede ser vermesobre un precipicio colgado de una soga ha punto de cortarse.

5º Pedir a Dios  que nos conceda obtener los frutos ygracias propias de la meditación que se va a realizar. Es la petición y el fin de cada ejercicio. Aquí será pedir comprender más ese sol de verdad que esel Principio y Fundamento.

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II. El cuerpo tiene tres puntos:

1. 

<Por lo cual es menester hacernos indiferentes1  a

 todas las cosas criadas, en todo lo que es concedido a la libertad de

 nuestro libre albedrío, y no le está prohibido;>

La indiferencia ignaciana es una de las piezas clave de los Ejercicios.Si algún cristiano no quisiese vivir la indiferencia rectamente entendida, ya puede saber que será imposible alcanzar la santidad. ¿Por qué? Porque noquiere ordenar sus amores, ya que está eligiendo hacer lo que él quiere y nolo que Dios quiere: “Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará

a uno y amará a otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará

caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero [o a la codicia de preferirse a sí mismo, en lugar de preferir a Dios]” (Mt 6,24).

La indiferencia ignaciana es una indiferencia de voluntad, no desensibilidad. Es racional, no irracional, porque deriva del fin del hombre y

del fin de las creaturas. Es sabia, no estúpida. Es fuerte, no impotente. Noslibra de caer en el pecado, en cambio la iniciación en todo pecadocomienza con la falta de indiferencia. Es humana ya que es lasubordinación de los apetitos sensibles a la razón humana y ésta a Dios, noinhumana. En noble, no envilece. Es cristiana por darlo todo por Dios, noes estoica. Es entusiasmo, no apatía. Ordena nuestras iniciativas, no lasmata. No es tristeza, sino la alegría inconmensurable, el secreto gigantescodel cristiano. Es magnánima, no pusilánime. Es liberadora con la libertadde los hijos de Dios, no esclavista. Nos hace señores, no borregos. Es la

realeza cristiana, contra la trivialización y banalización de la vida. Por todoeso el Diablo ataca despiadadamente la indiferencia. El único límite es loque está prohibido por Dios: Ante el pecado no cabe indiferencia, sinofirme rechazo. 

1 Ser indiferentes vendría a ser para San Juan de la Cruz la doctrina de las ‘noches’, activas y pasivas, del

sentido y del espíritu, que es desnudez y desasimiento de todo lo que no sea el mismo Dios.Para el DRAE: “indiferente. (Del lat. indiffĕrens, -entis). adj. No determinado por sí a algo más que aotra cosa. || 2. Que no importa que sea o se haga de una o de otra forma”.

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 2. 

<en tal manera que no queramos de nuestra parte más

 salud que enfermedad, riqueza que pobreza, honor que deshonor, vida

larga que corta, y por consiguiente en todo lo demás;>

Los medios son sólo eso:  medios. No deben ser nunca un fin.Cuando el medio se transforma en fin hay desorden y el desorden engendrael pecado. El P. Rootham explicita lo que puede entenderse por “todo lo

demás”: “Son materia de esta indiferencia los talentos y dotes naturales, pocos o muchos; los dones sobrenaturales, consolaciones o desolaciones; lacondición y estado de nuestra vida; la casa, el oficio, la ocupación; loscompañeros, su carácter, su comportamiento; los acontecimientos prósperos o adversos, no solamente propios. Sino ajenos, principalmente,de nuestros allegados; su fortuna, vicisitudes, su misma vida; y no tan sólolos sucesos privados, sino también los públicos, gratos o ingratos; todo estoy mucho más que sería imposible enumerar se comprende en aquella brevecláusula ignaciana: <…y por consiguiente en todo lo demás>”.

 3. 

<solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados> [23].

Hay que desear y elegir los medios  más “conducentes” (o sea,que conduce al objetivo). En el deseo y en la elección hemos de desear yelegir lo que más nos parezca conducir al fin y debemos elegirlo por la sóla

razón de que nos conduce a Él.

Éste es el ideal de toda santidad cristiana. Obrando siempre deacuerdo con él, llegaré a ser santo. Sobre todo, es el ideal de Dios, nadie lo podrá cambiar nunca jamás. Nunca debo dejarlo, sino me volveré triste.

Más materia:Debemos ser fieles a nuestro bautismo.

Somos Cristo por el Bautismo, y en esto se fundamenta todavocación, sobre todo la vocación laical, pero es nuestra tarea serlo en plenitud, muriendo y viviendo, como dice San Pablo: haced de cuenta que

estáis muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús (Rom 6,11),y como dice San Pedro:  Llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el

madero, para que, muertos al pecado, viviéramos para la justicia...  (1Pe2,24). «Sólo captando la misteriosa riqueza que Dios dona al cristiano en elsanto Bautismo, es posible delinear la figura del fiel laico»2.

a) Muriendo:2 Juan Pablo II, Christifidelis Laicis, 9.

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-Al pecado y a las obras de la carne, ya que los que son de Cristo han

crucificado la carne con sus pasiones y concupiscencias (Gal 5,24);-A la pena del pecado, o sea, al mundo malo y al infierno, porque: al nombre

de Jesús se doble toda rodilla...en el infierno (Flp 2,10);

-Al miedo a la muerte, ya que el Hijo de Dios se encarnó para librar aaquellos que por el temor de la muerte estaban toda la vida sujetos a

servidumbre (Heb 2,15);-Al poder del demonio:  para esto apareció (se encarnó) el Hijo de Dios,

 para destruir las obras del diablo (1Jn 3,8);-A la esclavitud de la vieja ley: nos redimió de la maldición de la ley  (Gal

3,13).

b) Viviendo:- La vida de la gracia en plenitud, ya que Cristo ha venido en carne para

traernos vida y vida en abundancia3. Esa vida es la gracia de Dios que noshace partícipes de la naturaleza divina (2 Pe 1,4). Es la vida sobrenaturalde las virtudes teologales, de las morales infusas y de los dones delEspíritu Santo.

-La incorporación a Cristo como miembros de su cuerpo y  participando del

 triple oficio  de Cristo: Profeta, Sacerdote y Rey, es decir, enseñó comoMaestro, santificó como Sacerdote y rigió como Pastor, ya que «no sóloha sido ungido nuestra cabeza sino también hemos sido ungidos nosotros,su Cuerpo»4.

1. - La vida profética, 

ya que  los laicos par ticipan «de la función profética – o magisterial- deCristo»5, «a su modo»6, a ejemplo del Verbo Encarnado «el gran Profeta que proclamó el Reino del Padre con el testimonio de la vida y con el poder de la palabra»7. Conscientes de que este Cristo «cumple su misión profética hastala plena manifestación de la gloria no sólo a través de la jerarquía que enseñaen su nombre y con su poder, sino también por medio de los laicos, a quienes

consiguientemente, constituye testigos, y les dota del sentido de la fe y de lagracia de la palabra8, para que la virtud del Evangelio brille en la vida diariafamiliar y social»9.

2. - La vida sacerdotal,

3 Cf. Jn 10,10.4 San Agustín, Enarr. in Ps., XXVI, II, 2: CCL 38, 154 ss.5 Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 12.6 CDC., c. 204, 1.7

 Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 35.8 Cf. Act. 2,17-18; Ap 19,10.9 Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 35 .

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ejerciendo el sacerdocio común derivado del bautismo. A los laicos Cristotambién los «hace partícipes de su oficio sacerdotal, con el fin de que ejerzanel culto espiritual, para gloria de Dios y salvación de las almas...

Incorporados a Cristo, los bautizados están unidos a Él y a su sacrificio en elofrecimiento de sí mismos y de todas sus actividades»10. Así el ConcilioVaticano II recuerda a los laicos que «todas sus obras, sus oraciones, iniciati-vas apostólicas, la vida conyugal y familiar, el trabajo cotidiano, el trabajocorporal y espiritual, si son hechos en el Espíritu, e incluso las mismas pruebas de la vida si sobrellevan pacientemente se convierten en sacrificiosespirituales, que en la celebración eucarística se ofrecen piadosísimamente alPadre junto con la oblación del Cuerpo del Señor. De este modo, también loslaicos, como adoradores que en todo lugar actúan santamente, consagran aDios el mundo mismo»11.

3. - La vida del señorío o reyecía, que connota una cierta razónde dominio:

a) Señorío sobre sí mismo: en la medida en que elhombre triunfa sobre el pecado, domina los incentivos de la carne, ygobierna su alma y cuerpo. El fiel cristiano laico, en la medida en quesomete cumplidamente su alma a Dios, llega a una situación de indiferenciay desapego a las cosas del mundo, lo cual no quiere decir impotencia sino al

contrario, una voluntad dominadora y libre, capaz de dedicarse a las cosassin dejarse dominar por ellas.

 b) Señorío sobre los hombres: en la medida en queel cristiano se entrega generosamente al servicio de Jesucristo, el único Reyque merece ser servido, adquiere una realeza efectiva, aunque espiritual,sobre los hombres, aun sobre los que tienen poder y autoridad, y aun sobrelos que abusan de ella. Porque toman sobre sí la carga de sus pecados y sus penas, por un amor humilde y servicial que llega hasta el sacrificio de sí

mismo.

c) Señorío sobre el mundo: de dos maneras:

-Una,  colaborando con el mundo  de la creación por eltrabajo y el mundo de la redención por el apostolado. Se trata de consagrar almundo, o sea, de hacerlo sagrado, relacionándolo con Dios y con el cultodebido a Dios. Para que esta realeza sea efectiva será necesario que junto auna dedicación a las cosas, haya al mismo tiempo, un desprendimiento y

10 Juan Pablo II, Christefidelis Laicis, 14.11 Concilio Vaticano II, Lumen gentium, 34.

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desapego a las mismas: Sólo queda que los que tengan mujer vivan como si

no la tuvieran; los que lloran como si no llorasen; los que se alegran como

si no se alegrasen; los que compran como si no poseyesen, y a los que

disfrutan del mundo, como si no disfrutasen, porque pasa la apariencia de

este mundo (1Cor 7,29ss).-Otra, rechazando el mundo, ya sea por lealtad al mundomismo que debe ser tenido como medio y no como fin, ya sea por lealtadhacia Dios, resistiendo a las concupiscencias, tentaciones y pecados delmundo; siendo independientes frente a las máximas, burlas y persecucionesdel mundo, sólo dependiendo de nuestra recta conciencia iluminada por lafe; dispuestos al martirio por lealtad a Dios, lo que constituye el rechazo pleno y total del mundo malo.

d) Señorío sobre el demonio:  Necesitamos fieles cristianoslaicos convencidos no sólo de que tienen por gracia de Dios poder pararesistir al demonio, sino también para poder exorcizarlo, aunque a su modo,es decir, saneando toda la realidad temporal con la que están estrechamentevinculados, de modo tal que sin cesar se realice y progrese conforme a Cristoy sea para la gloria del Creador y Redentor.

***

En fin,  por el bautismo, por la práctica de las virtudes que se

nos dieron en él, queremos llevar a plenitud las exigencias del santoBautismo:

Queremos imitar lo más perfectamente posible a Jesucristo yaque Él nos enseña: Os he dado ejemplo  (Jn 13,15) y San Pablo exhorta:Tened los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús...  (Flp 2,5), de talmanera que seamos el buen olor de Cristo  (2Cor 2,15), embajadores de

Cristo  (2Cor 5,20)... del misterio del Evangelio  (Ef 6,19), carta de Cristo (2Cor 3,3), revestidos de Cristo (Gal 3,27), firmemente convencidos de que

somos predestinados a ser conformes con la imagen de su Hijo (Rom 8,29),reproduciéndolo12, haciéndonos semejantes a Él13, configurándonos con Él14,sabiendo que reflejamos la misma imagen (2 Cor 3,18) del Hijo Único deDios. Queremos imitarlo hasta que podamos, de verdad, decir a los demás,Sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo (1 Cor 11,1), ya no vivo yo, es

Cristo quien vive en mí  (Gal 2,20).

12

 Cf. Rom 8,29.13 Cf. Flp 3,10.14 Cf. Flp 3,21.

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En una palabra «somos hijos de Dios y, por tanto herederos»(Cfr. Ga 4,7). El Concilio Vaticano II proclama la altísima vocación  delhombre y afirma «la presencia en él de un cierto germen divino...»

15  yafirma que « La semilla de la eternidad  que lleva en sí...»

16 . Se da en cada

 bautizado el misterio trascendente de la filiación divina y de la herencia delCielo.

III. El coloquio:

En la ley de la santidad que es el Principio y Fundamento hay unagalaxia de verdades que debemos conocer cada vez mejor, para mejorvivirlas. Eso debemos pedir a la Infinita Sabiduría de Único Dios en TresPersonas distintas.

1. 

Por razón de que las innumerables creaturas deben ser caminoapto para llegar a Dios “es necesario ser indiferentes”, es decir, tenerfrente a ellas una voluntad dominadora y libre, capaz de dedicarse a lascosas sin dejarnos dominar por ellas. Porque “quien quiere el fin, quiere losmedios”, como es incluso de sentido común, si alguien quiere ir a NuevaYork no toma un vuelo que lo lleve a Nueva Delhi.

2. 

De tal manera que no queramos más una cosa dulce que ácida,ardua que fácil, cómoda que incómoda, rica que pobre, con salud que con

enfermedad y así en todo lo demás, ya que nos es, inexorablementenecesario, la práctica de las virtudes mortificativas que nos corresponde porser creaturas caídas en pecado, por el pecado de origen u original y los personales. Virtudes mortificativas como humildad, sacrificio, penitencia,dolor, cruz, justicia, sufrimientos, castidad, pobreza, obediencia…

3. 

Deseando y eligiendo aquello que más  nos lleve a Dios,aunque sea lo que más nos cueste.

IV. El examen de la meditación.

15 Constitución Gaudium et spes, 3: «divinum quoddam semen in eo insetum asseverans...».16 Constitución Gaudium et spes, 18: «Semen aeternitatis quod in se gerit...».