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    LuisA. BorreroyLAurA L. Miotti LAtercerAesfingeindiAnA...ISSN 0325-2221Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropologa XXXII, 2007. Buenos Aires.

    LA TERCERA ESFINGE INDIANA:

    LA EDAD DEL POBLAMIENTO DE ARGENTINA

    Luis Alberto Borrero*

    Laura Luca Miotti**

    RESUMEN

    Se presenta una sntesis de las ideas y puntos de vista relacionadas con el poblamiento

    prehistrico de la Repblica Argentina. Se destaca el lento proceso de evaluacin de la existencia

    de una profundidad temporal Pleistocena para las primeras ocupaciones humanas, indicando

    las evidencias sobre las cuales se bas su aceptacin generalizada a partir de los aos 1960.Palabras clave: historia del pensamiento - arqueologa - poblamiento - Pleistoceno - Ar-gentina.

    ABSTRACT

    A synthesisof viepoints andideas related ith theearly peoplingof Argentina is presented.A synthesis of viepoints and ideas related ith the early peopling of Argentina is presented.

    The slow process of acceptance of a Pleistocene age for the rst human occupations is highlighted,

    providing the evidence used to accept it starting in the 1960s.

    Key words: history of the archaeological thougth - peopling of Argentina - Pleistocene.

    * CONICET, Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas (DIPA).E-Mail: [email protected]

    ** CONICET, Universidad Nacional de La Plata. E-Mail: [email protected]

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    INTRODUCCIN

    En los ms de 70 aos transcurridos desde la formacin de la Sociedad Argentina deAntropologa ha cambiado mucho el panorama acerca del poblamiento del pas. Ese cambio sepercibe tanto en los marcos tericos que respaldan las investigaciones, como en la base emprica

    hoy disponible para evaluar el tema. Aqu nos concentraremos en la forma en que se pens ycontempl el proceso de dispersin hacia el sur del continente a travs del perodo en cuestin,concentrndonos en el tema de la cronologa que result ms aceptable para las sucesivas gene-raciones de arquelogos. El objetivo central de este artculo es abordar el estudio del poblamientoinicial. Para cumplir con el mismo ser necesario referirnos a hallazgos y opiniones previas a lafundacin de la Sociedad Argentina de Antropologa. En segundo lugar presentaremos algunosdatos especcos que sustentan el estado actual de la cuestin.

    Al analizar el tratamiento del tema por parte de distintos autores, resulta muy difcil recortarel manejo que han realizado del poblamiento de Amrica de aquel que dedicaron exclusivamen-te a Argentina, por lo que representantes de ambos acercamientos coexistirn en este ensayo.Finalmente aclaramos que no se trata de un relatorio sobre los artculos publicados en la revista

    Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropologa, sino que tambin se utilizan otras fuentes.Intentaremos en base a estos criterios presentar la incidencia que a lo largo de la historia de laSociedad se le dio a la temtica de los primeros americanos, la cual y desde sus primeros planteoscientcos gener un dinmico debate acadmico internacional, y cuyas opiniones impactaron

    tambin en el pblico no especialista.Algo ms queda por aclarar en esta introduccin y es el mismo concepto de poblamiento.

    Aqu lo consideramos como en trabajos previos: entendemos que el proceso de poblamiento nopuede ser visto simplemente como un movimiento migratorio [] sino como un ujo multidi-reccional, dependiendo de la jerarqua de los espacios disponibles en cada sucesiva expansin(Borrero 1989-90:133), y en tal caso se reere a las etapas de exploracin y colonizacin de

    Borrero (1989-90) y a las de colonizacin inicial y consolidacin territorial (Miotti y Salemme1999) planteadas para el poblamiento de Patagonia. Este concepto es levemente diferente delconceptualizado por Politis ya que para este autor se reere a movimiento e instalacin de gente

    en un lugar despoblado. Se reere a los primeros individuos que se establecen exitosamente en una

    regin (1999:26). Ambas acepciones no son simples cuestiones terminolgicas, sino que surgende marcos tericos diferentes (ver discusin en Miotti 2003a), sin embargo no son opuestas sinoms bien complementarias. En estos trminos entonces es que vamos a considerar el poblamientohumano ya que a lo largo de la historia del pensamiento arqueolgico y antropolgico de Argentinala concepcin del mismo reejada en la revista, fue heterognea.

    RELACIONESY LA EDAD DEL POBLAMIENTO

    Ms all de la importancia atribuida al tema del poblamiento, la revistaRelaciones consti-tua en sus comienzos un componente signicativo de la cultura nacional y probablemente ms

    importante que lo que es en la actualidad. Un ejemplo de ello se maniesta en el lugar de anuncio

    de los tomos. Cuando en el mundo se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial, el peridicoLaNacin del domingo 13 de agosto de 1941, a la par de la informacin sobre la guerra y con elmismo tenor, anunciaba la aparicin del tomo II de Relaciones (gura 1). Esto puede reejar laimportancia de la antropologa en el campo de las ciencias del pas, sin embargo, al examinar endetalle el contenido de los primeros nmeros deRelaciones, es claro que el tema del poblamientono ingres de la mejor manera en las arenas terico-prcticas de la arqueologa. Una posible res-puesta a por qu mientras en los Estados Unidos de Norteamrica el tema era motivo de crecienteinvestigacin, en Argentina el mismo perda inters, se puede encontrar en la historia del mismo

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    debate cientco. La superacin de las teoras de Ameghino, debido a los fuertes argumentos

    presentados por Hrdlika y asociados en 1912, haban producido el desmoronamiento no slo del

    ncleo fuerte de la teora de poblamiento del autor argentino, sino todas las hiptesis secundariasdel mismo, con lo cual en el pas se produjo un abandono de todo estudio arqueolgico sistemticorelacionado con hallazgos de fauna pleistocena, artefactos que daban cuenta de mucha antigedad

    del hombre en Amrica y de toda investigacin que se reriera al poblamiento temprano y quehoy conocemos como del Pleistoceno nal.

    Figura 1. Pgina del diarioLa Nacin.

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    Los programas de investigacin del pas y los artculos deRelaciones reejan otras preocu-paciones o, mejor dicho, intentan encuadrar el tema de los primeros americanos dentro de unoslmites temporales que raramente van ms atrs de las sociedades estatales prehispnicas comoTiahuanaco, Inca, Diaguita o la cultura Chaco-Santiaguea.

    Lo que podra haber sido un programa de investigacin extenso y prolco dedicado a la

    bsqueda de evidencias de las primeras ocupaciones humanas en el continente, como ocurri apartir de la dcada del 1920 en Norteamrica, como veremos ms adelante, en nuestro pas des-apareci tras los pocos seguidores de Ameghino. Un ejemplo es el paleontlogo Rusconi (1931)quien haba emprendido con Ameghino el estudio experimental de las fracturas de huesos paradistinguir entre la morfologa de las fracturas humanas y las producidas por los grandes carnvorosde las pampas argentinas. El caso es que el estudio de sociedades cazadoras-recolectoras y lasinvestigaciones en regiones que, como Pampa y Patagonia, haban sido las ms examinadas parael estudio de los primeros americanos por Roth, Hauthal, Ameghino y hasta el mismo Moreno,quedan hacia las dcadas de 1930 y 1940 fuera de la agenda de investigacin. Esa discontinui-dad fue particularmente lamentable debido a la calidad y resultados alcanzados por algunos deaquellos estudios pioneros. Ms aun cuando en los aos setenta veremos nuevamente resurgir eltema en la misma revistaRelaciones (Cardich et al. 1973, Gradin et al. 1976, Sanguinetti 1976,entre otros).

    Haciendo una evaluacin de los artculos publicados en Relaciones durante los primerosaos, entre 1937 y 1944, slo se reconoce un trabajo relacionado con poblamiento americano-en poca que hoy ubicaramos como nipleistocena- entre 72 publicados. Se trata del trabajo

    de Bordas que se reere al estudio del fmur de Monte Hermoso y que concluye compartiendo

    los argumentos de Hrdlika sobre el estatus taxonmico de Tethraprothomo argentinus, asig-nando el resto a un carnvoro y no a un ancestro humano. En realidad aqu Bordas diere de la

    hiptesis taxonmica de Hrdlika en que es un Carnivora, pero no de la familia de los Felidae,

    como cree Hrdlika, sino de los Procyonidae (Bordas 1942:57). No lo consideramos un avance

    en trminos de la bsqueda de los primeros pobladores, sino que sus objetivos e intereses son deneto corte geolgico y paleontolgico. Hay tambin otro trabajo que comienza indagando un sitiode cazadores-recolectores del ro Matanzas. Es el artculo de Florencio Villegas Basavilbaso (h)Un paradero indgena en la margen izquierda del ro Matanzas (1937:59-64), que termina sinembargo armando que el paradero corresponde a un asentamiento de los querandes histricos

    o etnogrcos como haba indicado Vignati en 1930.

    Estos trabajos dejan tcitamente clara la nueva mirada hacia el poblamiento del territorioargentino, que poda hacerse extensiva al rea temtica del poblamiento del continente. De algunamanera delinea el marco de referencia temporal a todo lo que desarrollan los investigadores en esetomo y los subsiguientes. La arqueologa de los primeros americanos parte de la idea de que los

    mismos tuvieron un ingreso tardo al territorio argentino o unos escasos cientos de aos previos ala conquista europea. Esa hiptesis, por otro lado expresada por Hrdlika (1912) y otros, inuynotablemente en el pensamiento antropolgico de las investigaciones en el pas (Miotti 1998),aunque no todos los investigadores nacionales la compartieron (ver Castellanos 1943).

    Cabe preguntarse porqu esto se reeja tan radicalmente en el por ese entonces mximo

    rgano de difusin de las ideas cientcas de las ciencias del hombre, la revista Relaciones.Este nico artculo de Bordas es un reejo de la reaccin acadmica negativa hacia las hiptesis

    de Ameghino, Rusconi o Teodoro de Urquiza, quien fue el Primer Doctor en Ciencias Naturalesde la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata en 1912 ycuya tesis dirigida por Lehmann-Nistche estaba dedicada a las Nuevas Investigaciones del atlasde Monte Hermoso (Miotti y Caball 1995). A pesar de que el trabajo tuvo un antroplogo dedirector, en esos momentos todas las divisiones de Antropologa del Instituto Museo de La Plataestaban dedicadas a los estudios de los indios cultivadores, aldeanos, que enterraban a sus muertoscon grandes ajuares y que haban aparecido en el Norte del pas en pocas recientes (de Urquiza

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    1912), por lo que las culturas de los Diaguitas y los materiales excavados en las expediciones deMuiz Barreto en el noroeste argentino llevaban calma y conabilidad cientca sobre el estudio

    del reciente poblamiento indio del pas. En este marco acadmico la tesis de Urquiza fue ingre-sada a la biblioteca de la institucin dentro de la geologa y no de la antropologa. Hacia 1924 secuenta con el primer doctor en Ciencias Naturales con orientacin antropolgica egresado de la

    Universidad Nacional de La Plata, el Dr. Alberto Abelardo Gallo (Miotti y Caball 1995:3), conuna tesis sobre Las ruinas de Tiahuanaco, exposicin y examen de las ms importantes doctrinasarqueolgicas que se han formulado a su respecto. Esa es otra evidencia de los supuestos de baseque para el primer cuarto del siglo XX circulaban en los mbitos acadmicos argentinos y queapoyaban la hiptesis de un poblamiento muy tardo del continente americano.

    En el primer perodo predominan, sin que fuera necesariamente de produccin local, lasteoras exticas. El tomo especial del volumen III de la revista Relaciones (1940) est dedicadoa Los aborgenes de Santiago del Estero, a n de discutir las ideas que relacionaban a las cul-turas de esa provincia con las de Troya y otras lejanas culturas. Dentro de una posicin crticapredominante, se destaca la nota de Emilio Wagner, quien sigue sosteniendo esas ideas. El libro

    La Segunda Esnge Indiana de Jos Imbelloni (1955) constituye una compilacin crtica deestas y otras extraas teoras utilizadas para explicar el poblamiento de Amrica, algunas deellas generadas o mantenidas en Argentina. En general las teoras criticadas, que eran creadas ydefendidas principalmente por amateurs, buscaban los orgenes en algn lugar lejano del plane-ta. Asi fueron apareciendo egipcios, caldeos o vascos como los agentes de dispersin inicial yposterior colonizacin de Amrica. An en el pensamiento histrico-cultural de los aos 1950estas posiciones extremas eran rechazadas por la comunidad cientca, por lo que se puede decir

    que Imbelloni -con su particular estilo punzante- recopila y despacha las teoras una a una. Sinembargo, la lectura de textos producidos en aquella misma poca por investigadores asentados enuniversidades o museos -como los propios de Imbelloni (1942)- no entregan un panorama muchoms calmo, sobre todo porque sus hiptesis surgidas de la antropologa fsica estn acopladas a

    las conictivas tipologas de razas y sus implicancias racistas. Nuevamente aparecen centros dedispersin de rasgos culturales europeos o asiticos implicados (Menghin 1955-1956, 1960, 1964)o se asiste al seguimiento de rasgos arquitectnicos, por ejemplo el kalasasaya, como marcador dedistribuciones pan-sudamericanas o an ms amplias. Sobre esa base Imbelloni arma, siguiendo

    ideas que ya haba defendido en el volumen III de Relaciones (1942): Nunca [...] hemos tenidomejores pruebas de que la anticuaria de Amrica de ningn modo puede conar en el prejuicio del

    aislamiento de las formas (Imbelloni 1955:158). En sntesis, lo que parece faltar en la primerapoca abarcada porRelaciones son trabajos de campo especcamente destinados a iluminar eltema del poblamiento. En distintos momentos se utilizaron extensivamente las evidencias seashumanas para construir modelos de poblamiento (Imbelloni 1937-38, Brmida 1953-54)1. Hoy

    sabemos y criticamos que esto era hecho principalmente dentro del marco de una comparacinmorfolgica de los materiales, que buscaba ubicar lo obtenido localmente dentro de un esquemaprevio continental o global. Se trata de esa misma cualidad cuya aprobacin por Imbelloni re-cin transcribimos, cuyo uso continu simplicando la interpretacin de relaciones culturales y

    biolgicas entre poblaciones y culturas muy distantes. Si bien dentro del marco de otras ideas, lamisma lgica subyace a algunas interpretaciones del poblamiento antiguo que an hoy acuden ala cultura Clovis como el ancestro de las primeras sociedades del sur de Amrica del Sur (Fiedel2002).

    Como resultado de esta situacin, a la escasa profundidad temporal asignada al poblamientoen Argentina contribuy la falta de bsquedas estratigrcas (Fernndez 1982:39). A tal punto

    se crea una cronologa corta, que en el terreno interpretativo rige la etnologa como va de inter-pretacin (Canals Frau 1946, Palavecino 1948). Hubo un perodo durante el que el poblamientosimplemente no pareca constituir un tema esencial. Bsicamente se evaluaban posibles asig-naciones tnicas de los materiales (ver Politis y Madrid 2001). Dentro de ese marco, el artculo

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    de sntesis sobre los huarpe para el Handbook of South American Indians (Canals Frau 1946),reconoce pocos antecedentes para esa etna:

    before the conquest a large section of the country had been more or less inuenced by Ti-

    ahuanaco, Chincha, and Inca cultures of the Andes (Canals Frau 1946: 169) [antes de la

    conquista una buena parte del sector haba estado ms o menos inuenciado por las culturasandinas Tiahuanaco, Chincha e Inca (traduccin nuestra)].

    Destaquemos que la informacin actual para la regin utilizada para los huarpe muestraedades de varios miles de aos radiocarbnicos y ofrece muchos elementos para considerar desa-rrollos locales (Brcena 2001, Garca 2003). No muy lejos, en la Patagonia chilena, el marco quese haba generado era diferente. Por ejemplo, en el mismo volumen del Handbook, Junius Bird(1946, 1988), provisto del backgroundofrecido por la aceptacin de un poblamiento antiguo enNorteamrica, entregaba un tratamiento arqueolgico en el que claramente reconoca la profundidadtemporal del poblamiento del sur del continente. Tanto la asociacin con megamamferos como lasevidencias de sucesin de ocupaciones en sitios como la cueva Fell o un clculo geocronolgicorespaldaban esta posicin.

    La conclusin para esta primera mitad del siglo XX, entonces, es que el tema del poblamientoantiguo, que ya era reconocido en otros lugares de Amrica (Figgins 1933, Bird 1938, Roberts1940, Wormington 1957), an no guraba en la agenda nacional. Las razones son bastante claras,

    la teora de Ameghino haba cado en la primera dcada del siglo con los demoledores argumentosde la academia norteamericana. A su vez, con el tiempo esta posicin mostrara tambin sus in-suciencias explicativas en relacin con los modelos de poblamiento continental (ver al respecto

    Miotti 2003b, Politis 2003). Durante la segunda mitad del siglo XX persisten enfoques histrico-culturales. Dentro de esta escuela resultaban esenciales las pruebas de continuidad espacial paraenlazar culturas muy separadas entre si, aunque esto raramente se veric (ver Orquera 1976:21),

    acudindose a soluciones muy dependientes de encadenamientos de datos poco vericados, talescomo la existencia de:

    isoidas de importancia fundamental pueden faltar a algunas culturas actuales del ciclo porhaberse stas originado de grupos desprendidos del rea de origen, antes de que el procesode intercambio produjera una mayor uniformidad (Brmida 1956:22).

    El trabajo de Brmida (1964) sugera la expansin de pueblos, en forma de oleadas, que semanifestaban en distintas industrias. Como bien sintetiza Bonomo:

    Por lo tanto el cambio en la frecuencia de los tipos de instrumentos lticos, las tcnicas demanufactura y la aparicin de la alfarera eran asumidos como inuencias externas intro-ducidas mediante mecanismos de difusin que iban a caracterizar distintos perodos de unamisma entidad cultural (Bonomo 2005:29).

    La cronologa implicada en los trabajos de los aos 1930 o 1940 era siempre corta (MrquezMiranda 1939). Si bien este concepto se aplicaba a todo el pas, los trabajos se concentraron en elnoroeste argentino, siendo bastante discontinuos en las dems regiones. Un ejemplo interesantede esa percepcin del tiempo es la discusin acerca de las potenciales asociaciones de elefantesy humanos que realiza Imbelloni (1955:262), casi siempre en el plano de ocupaciones de pueblosagricultores de Centro Amrica -principalmente la identicacin de lo que parecan representacio-nes de elefantes en las estelas de Copn, Honduras-, discusin que no anticipa la realidad de esasasociaciones que iba a caracterizar la arqueologa de Norte y Centro Amrica (Haynes 1991)2. Apesar del nfasis original en el noroeste del pas y de los primeros esfuerzos concretos para ampliar

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    el marco cronolgico (Gonzlez 1955), la efectiva utilizacin de una profundidad temporal ampliaocurri en otros lugares. La inuencia terica de autores como Imbelloni hizo torcer el curso de

    la investigacin hacia la arqueologa de los grandes monumentos arquitectnicos, la lingsticay otras cuestiones de etnologa.

    En este contexto de ideas sobre la corta antigedad asignada al poblamiento humano del Cono

    Sur, un caso destacable dentro de la misma escuela histrico-cultural lo constituye sin embargola arqueologa de Osvaldo Menghin. Su fuerte formacin dentro de la tradicin de pensamientosobre la prehistoria dentro de la escuela histrico-cultural de Viena lo llev a preguntarse seria-mente sobre la antigedad del poblamiento americano. Si bien su trabajo fue puntual y dispersosus principales ideas movilizaron nuevamente a los arquelogos argentinos hacia la bsqueda-acertada o no- de un poblamiento muy antiguo, que incluso en su libro de 1964 propone enalrededor de los cien mil aos AP. Sin embargo y como observamos en los principales artculosde Menghin (por ej. 1952, 1957, etc.) los mismos no fueron nunca motivo de inters de la revista

    Relaciones.Mientras esto suceda en nuestro medio acadmico, en Norteamrica se iba fortaleciendo

    el estudio con los numerosos hallazgos de sitios antiguos de las Grandes Llanuras que como losde Folsom en 1926 y los de Clovis en 1937, que iban dando paradjicamente argumentos cadavez ms cercanos a las hiptesis de convivencia y uso de la fauna del Pleistoceno por parte de losprimeros americanos. El estudio de la gran profundidad temporal de los humanos, en Sudamricaal menos, va a tener que esperar hasta los aos 1950 para ser considerado sistemticamente. Antesde eso no se ignoraba el tema, pero sin producir evidencias slidas (por ej. Lehmann-Nitsche 1899,Rusconi 1931). EnRelaciones esto se ver reejado recin a partir de la Nueva Serie, iniciada en1970.

    El descubrimiento y aceptacin de la profundidad temporal grande para Argentina, queconstituy un paso crucial en el estudio de los orgenes, arrib de la mano de proyectos e in-vestigadores muy distintos. Esta heterogeneidad de ideas se debi en gran parte a que nuevos

    paradigmas comenzaron a inuenciar ampliamente el pensamiento arqueolgico y antropolgicoargentino y de este modo empezaron a desplazar a los marcos previos con renovadas preguntashacia los objetos del pasado. Se incorporaba en el pensamiento argentino la nueva arqueologa.Sin embargo el paradigma histrico-cultural no cay nunca en el completo abandono; su desapa-ricin a principios de 1970 fue aparente ya que el ncleo fuerte de teora en realidad qued enlatencia y hasta hoy se puede rastrear el uso de conceptos e interpretaciones del mismo en muchostrabajos. Sin embargo y de modo creciente dentro de los diferentes paradigmas que hacia 1960ya comenzaban a manifestarse en la antropologa argentina, la preocupacin sobre los primerosAmericanos. El tema vuelve a considerarse un programa importante en la antropologa argentinay la Nueva Serie deRelaciones no queda al margen de ello.

    Como ejemplo de lo antedicho destacamos por un lado las investigaciones estratigrcas deAlberto Rex Gonzlez en Inti Huasi, San Luis (Gonzlez 1960), producidas dentro de un marcode evolucionismo cultural que responda a criterios de organizacin de los datos arqueolgicosdesarrollados por la posicin histrico-cultural norteamericana (por ej. Steward 1955). La fuerzade este enfoque ha sido destacada por Politis (2003), quien ha mostrado la prevalencia de estemarco para Amrica Latina en general, an en tiempos ms recientes.

    Por el otro lado estn los trabajos de miembros de la escuela histrico-cultural de Viena enPampa y Patagonia, que utilizaron tanto materiales estraticados -principalmente en la cueva Los

    Toldos, Santa Cruz y las de la Gruta del Oro y Margarita en la provincia de Buenos Aires- comoaquellos obtenidos de sitios en supercie -por ejemplo los de regiones patagnica y pampeana-.

    Esos estudios estraticados recibieron un tratamiento bsicamente conrmatorio -nos referimos

    estrictamente a lo temporal- aos despus (Cardich et al. 1973, Gradin et al. 1979, Orquera et al.1980, Miotti 1996, Miotti et al. 1999, 2003, Paunero et al. 2005). El reconocimiento del pobla-miento temprano igualmente produjo estudios que, al estar apoyados en una base principalmente

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    estratigrca y geocronolgica, intentaron aportar alguna evidencia (Sanguinetti 1976, Sanguinetti y

    Borrero 1977). En otras regiones del pas los trabajos conrmatorios tardaron un poco ms. Estudios

    de Cigliano (1961) en el borde de la puna de Atacama, como los del Ampajanguense, siguieronprincipios morfolgicos de los artefactos lticos y la posicin topogrca de los materiales, no

    obstante sus cronologas no han sido revalidadas aun. La bsqueda de las primeras ocupaciones

    humanas en el noroeste argentino comienza a ser fructfera a partir de los trabajos superadores dela Puna argentina -basados sobre evidencias estratigrcas (entre los principales destacamos losde Aguerre et al. 1975, Aschero 1984, Yacobaccio et al. 1997-1998, Yacobaccio 2001, HernndezLlosas 2005). Esas investigaciones llevaron la cronologa del primer poblamiento a tiempos dela transicin Pleistoceno-Holoceno. Muchos de estos trabajos se publicaron en la Nueva Serie de

    Relaciones, indicando que el creciente inters en el tema estaba adelantado por la poltica editorialde la revista. Un anlisis crtico sobre la incidencia de los escritos de Arqueologa de ndoleterico-metodolgica sobre los trabajos de Arqueologa publicados en el pas desde el ao 1970hasta la actualidad (Bonnin y Laguens 1994-95:7) dio como resultado que los autores que msinuencias haban ejercido en el pensamiento arqueolgico argentino durante ese lapso fueron

    Augusto Cardich y Carlos Gradin (Bonnin y Laguens 1994-95, gura 2). En este caso la muestra

    de publicaciones argentinas considerada fueron las revistasRelacionesy losAnales de Arqueologay Etnologa de Cuyo. En la etapa contempornea de la revistaRelaciones, entre 1970 y 2006, hay32 trabajos vinculables ms o menos directamente con temas de poblamiento sobre un total de364 publicados. Esto constituye un nueve por ciento de la produccin, por lo que no se trata deun incremento muy grande en comparacin con los primeros aos. La importancia real radica enque aparecen trabajos que, con informacin muy variada, ubican el tema del poblamiento comocentral (Cardich et al. 1973, Gradin et al. 1976, 1979, Sanguinetti 1976, Cardich y Flegenheimer1978, Cardich y Miotti 1983). Para ese momento el tema era fundamental en toda Amrica y lasprincipales teoras en puja se pueden sintetizar en los trabajos de Alan Bryan (1978) y Paul Martin(1973).

    Figura 2. Augusto Cardich en la trinchera excavada en la Cueva 3 de Los Toldos en 1971.

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    Cuando se analiza la instalacin de la idea de un poblamiento antiguo, la ms importantediferencia en cuanto a como se arriba a la aceptacin de que haba transcurrido mucho tiempo desdeel poblamiento inicial, medible en miles de aos, radica en que adems de identicar secuencias

    Gonzlez utiliza fechados radiocarbnicos -los primeros realizados en el pas- para respaldar unaedad correspondiente al Holoceno temprano para cazadores-recolectores, avalando de esa manera

    impresiones previas (Gonzlez 1952). Menghin y Brmida por su parte derivaron las edades delas primeras ocupaciones humanas en el Cono Sur y an ms en Amrica. A modo de ejemplo:

    En las cuevas de Shasta en el norte de California, se excavaron, en los primeros aos deeste siglo, artefactos seos en estratos que, segn la opinin generalmente aceptada, perte-necen al timo interglacial hasta el penltimo glacial; por lo tanto representan un legtimoProtoltico, contemporneo con el Hombre de Neandertal y sus parientes del Viejo Mundo(Menghin 1964:107).

    Estos enunciados surgieron a partir de principios de dispersin de los pueblos y similitudesmorfolgicas de los artefactos, provenientes del cuerpo terico histrico-cultural3, intentandoavalarlos con estudios geocronolgicos. El resultado es que la primera cronologa an hoy semantiene, aunque ha sido renada y profundizada en la misma regin de Inti Huasi (Rivero y

    Roldn 2005), en tanto que la segunda slo ha podido mantenerse para parte de los materialesimplicados, aquellos derivados de trabajo estratigrco. Las cronologas asignadas a materiales en

    supercie no han podido ser validadas y, en los casos en que han existido trabajos de evaluacin,

    han sido refutadas (Borrero 1980, Orquera 1984). A este panorama deberan agregarse las yamencionadas evidencias obtenidas por Junius Bird en Pali Aike (gura 3), que indiscutiblemente

    ponan a los primeros cazadores patagnicos en relacin con fauna hoy extinguida (Bird 1938,1946, 1988, ver tambin Lehmann-Nitsche 1899). Asimismo exista informacin proveniente delas Pampas que fuertemente sugera esa posibilidad (Ameghino 1918).

    Figura 3. Sitio estraticado en cueva (La Carlota) en el campo volcnico Pali Aike.

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    EL PANORAMA ACTUAL

    De todas maneras, hoy enfrentamos un cuadro en el que lgicamente an persisten algunasdiferencias interpretativas sobre los resultados cronolgicos disponibles, pero donde el debate -almenos para regiones como la Puna- est acotado a si existe actualmente respaldo emprico para

    edades que, segn el autor que uno quiera citar, se remontan a unos 11.000 aos o a unos 13.000aos radiocarbnicos. Estas diferencias dependen de la interpretacin de conjuntos de fechadosobtenidos en varios sitios, del carcter de las asociaciones culturales que acompaan a estas fechasy otros temas surgidos de la perspectiva multi e interdiscipliaria, como son principalmente loszooarqueolgicos, tafonmicos, geoarqueolgicos y genticos, que se han incorporado en tiemposrelativamente recientes a la arqueologa argentina (gura 4). Esta situacin indica la existencia

    de un esquema cronolgico bsicamente consensuado, tanto en nuestro pas como en los pasesvecinos (ver Miotti y Salemme 2003, Borrero 2004, Politis y Gnecco 2004 y bibliografa allcitada).

    Figura 4. Vista del Alero El Puesto en la Localidad arqueolgica Piedra Museo (pcia. de Santa Cruz).

    Por otra parte se ha aprendido que el tema cronolgico no puede examinarse exclusivamente

    evaluando las evidencias ms antiguas dentro de los lmites del pas. El conocimiento recientemostr que algunos sectores del espacio que se crean poblados muy tardamente, como los canalesfueguinos, presentaban edades mucho mayores. Los trabajos de Orquera, Piana y colaboradores(Orquera et al. 1977, Piana 1984, Orquera y Piana 1999, 2007a, 2007b) en el canal Beagle mos-traron, por ejemplo, que se requeran bastante ms de 6.000 aos radiocarbnicos para explicarel poblamiento de ese sector, extendiendo as la cronologa registrada por el arquelogo chilenoOmar Ortiz Troncoso para el occidente del estrecho de Magallanes (Ortiz Troncoso 1973, 1975).Asimismo los trabajos de Gmez Otero (2007), Bayn et al. (2007) y Castro y Moreno (1996-98, ver Moreno 2002) vericaron edades del Holoceno medio para distintos sectores de la costa

    atlntica y nalmente para el norte de Tierra del Fuego los trabajos de Massone y colaboradores

    se han esforzado en presentar evidencia slida sobre antigedad nipleistocnica en el norte de

    la isla (Massone 1987, Massone et al. 1998, Borrero 2003).Los avances no derivan exclusivamente del inters o desinters en la cronologa. Los trabajos

    bioantropolgicos dejan de concentrarse en lo tipolgico y pasan a considerar, desde innovadoras

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    lneas de anlisis (morfomtricos multivariados, de ADN, paleopatologas, entre otras), distanciaso diferencias entre poblaciones (Cocilovo y Guichn 1985-86, Guichn et al. 1989-90, Cocilovoet al. 2001, Barrientos y Prez 2004),

    que la historia biolgica del norte de Chile y noroeste de Argentina pudo iniciarse a partir de

    una poblacin ancestral andina arcaica de la cual derivaran varias lneas de descendencia quese distribuyeron por un amplio territorio sufriendo procesos evolutivos locales y regionales(Cocilovo et al. 2001:281).

    Por otra parte los trabajos no han avanzado a la misma velocidad en todas las regiones delpas. En los aos 1960 y 1970 se utilizaban aun criterios morfolgicos para evaluar movimientosde pueblos a lo largo de distancias hemicontinentales (Schobinger 1969), a la vez que se orga-nizaban esquemas secuenciales para el centro-oeste (Lagiglia 1968, Brcena 1977-1978), Pata-gonia (Cardich et al. 1973, Gradin et al. 1976, 1979, Sanguinetti 1976, Gradin 1980), Nordeste(Rodrguez 2001), Pampa (Austral 1971) y otros que completaban esquemas ya vigentes para elnoroeste argentino (Gonzlez 1955). Esto fue reiteradamente criticado (por ej. Nuez Regueiro1974, Orquera 1976, Politis 1984, Borrero 1988, 1989, Durn et al. 2006). Estos esquemas sonmuy variables en su forma de construccin, soporte cronolgico y fundamento terico. Estasdiferencias causaron mayor o menor dicultad para su superacin (ver Orquera y Piana 1999,

    Politis y Madrid 2001, Garca 2003, Bern 2004, Durn y Cortegoso 2006).La ltima observacin que desearamos hacer es que actualmente la escala de anlisis est

    denida por el problema a resolver -el poblamiento de Amrica, el de Argentina, el de las distintas

    regiones geogrcas del pas, etc.- y lo que ha variado es la forma en que se la trabaja. Se hacen

    comparaciones con las Grandes Llanuras de Norteamrica (Miotti 2004, Johnson et al. 2006),se cotejan las vertientes ubicadas al oriente y occidente del sur de Sudamrica (Orquera 1987,Borrero 1999, Yacobaccio 2001, Miotti 2006b), se experimenta con materiales lticos replicando

    tecnologas del Pleistoceno nal (Nami 1993-1994), o se realizan otras comparaciones de mayoralcance an (Miotti y Salemme 2003). Se evalan las formas de dispersin (Borrero 1989, Miotti2006b) con un fuerte inters en el estudio de los procesos de exploracin (Guichn 1993, Borreroy Franco 1997, Franco 2002, Miotti 2003b, 2006b, Miotti y Salemme 2003, Hernndez Llosas2005), seleccin de materias primas a larga distancia (Flegenheimer et al. 2003) y cuestionestericas (Borrero 1988, 1989, Politis 1999, 2003, Miotti 2003b, 2006a). Todo esto culmin en lapresentacin y discusin de modelos de poblamiento que se aplican a escalas relativamente bienacotadas en lo espacial y en lo temporal (Piana 1984, Borrero 1989, 1994-1995, Miotti 1990,2006a, Mazzanti 1997, Martnez 1999, Muscio 1999, Miotti y Salemme 2003, Gonzlez Jos etal. 2004, Politis y Gnecco 2004, Orquera y Piana 2007b).

    Las lineas de investigacion mas recientes relacionadas con el tema del poblamiento incluyenuna valorizacin del estudio del marco ambiental (Yacobaccio 2001), paleoecolgico (Miotti ySalemme 1999, 2003, Garca 2003), biogeogrco (Borrero 1989-1990), la tafonoma y los proce-sos de formacin (Gutirrez 2004, 2006, Martin 2007), paleopatologas y antropologa biolgica,aunque las lneas bsicas y de sistemtica arqueolgica aplicada al primer poblamiento como sonel estudio de los materiales lticos y el arte rupestre desde nuevas perspectivas tericas no quedanfuera del estudio del poblamiento (Cattneo 2002, Carden 2007, Hermo 2008).

    CONCLUSIN

    La simple presentacin del panorama sobre los estudios de poblamiento a travs de los 70aos evaluados alcanza para reconocer que los cambios han sido profundos. Entendemos que estoes en parte el resultado del progreso en los componentes metodolgicos y tericos asociados con

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    el estudio del poblamiento, pero tambin ha contado con el apoyo del crecimiento tcnico (porejemplo la tcnica del radiocarbono). En conjunto, estos factores han permitido arribar a una visindel poblamiento de Argentina que no puede ser considerado simple. Si bien existe acuerdo acercadel esquema cronolgico bsico -la edad del poblamiento se remonta a nes del Pleistoceno- y

    la caracterizacin tecnolgica y espacio-temporal de las ms tempranas manifestaciones de la

    cultura material, an subsisten interrogantes primarios relacionados con las caractersticas de lasprimeras ocupaciones. En cuanto al proceso de poblamiento, la mayora de los investigadoresparece inclinarse hacia un lento llenado de los espacios geogrcos. El debate acerca de las vas

    tempranas de circulacin recin comienza y cualquier delimitacin de lo que parecen ser los nodosde las ocupaciones antiguas ser necesariamente incompleta. Al mismo tiempo son prcticamentedesconocidos el nmero y caractersticas demogrcas de las primeras poblaciones implicadas

    y an son muy inmaduros los modelos de exploracin y circulacin humanos tanto los de escalahemicontinental como los regionalmente ms especcos. Esto nos ensea que tan solo hemos

    reemplazado algunos problemas por otros, a la vez que nos sugiere que nuestras actuales sealesde progreso han de ser efmeras. Las que nos parecen obvias fallas de los ms antiguos modelosaqu revisados han sido sustitudas por formulaciones cargadas de un adecuado sustento empricopara nuestro tiempo, pero sin duda igualmente falibles. Entendemos que solo la conciencia deesta situacin conducir a mejoras decisivas en nuestra comprensin de los procesos de pobla-miento.

    Fecha de recepcin: 11 de marzo de 2008Fecha de aceptacin: 24 de julio de 2008

    NOTAS

    1

    Sin embargo debemos destacar que el trabajo de Brmida tuvo una proyeccin hacia un esquema depoblamiento antiguo, en lnea con su conexin con Menghin.2 Por otra parte estudios pioneros como el que realiz Lehmann-Nitsche (1899) sobre restos de Mylodon

    darwini provenientes de la cueva del Milodn, Chile, en el que reclamaba una accin humana sobreanimales del Pleistoceno nal produjeron poco impacto.

    3 En Harris (1983 [1968]:336) puede verse un tratamiento comparativo de ambas escuelas histrico-cul-turales, que muestra las enormes diferencias existentes en acercamiento, sustento y metodologa (vertambin Trigger 1989).

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