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Capítulo 1 Diálogos geopolíticos y Reparaciones

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  • Captulo 1Dilogos geopolticos y Reparaciones

  • Foto: Mara Esperanza Palau

  • Resumen

    Paralelamente a la expansin colonial ibrica en Amrica y fricase gener un saber erudito acerca de las diferencias entre los seres hu-manos. Los criterios de origen, color y pureza de sangre sirvieron parajustificar la inferioridad natural de los pueblos conquistados y para im-poner la hegemona colonial y la esclavizacin de los africanos. En esteartculo examinar algunos de estos discursos con el objeto de mostrarque las formas de discriminacin social que sufren hasta la actualidadlos afrodescendientes no se originan solamente en el sistema de clasifi-caciones raciales que aparece en los saberes noreuropeos desde la se-gunda mitad del siglo XVIII. Argumentar que el reconocimiento del es-pesor histrico que tienen las formas de exclusin social que se generanen el Renacimiento espaol es indispensable para descolonizar el pen-samiento sobre las diferencias y encontrar formas de superarlas.

    Palabras clave: pureza de sangre, castas, mestizaje, esclavitud africa-na, color, discursos de inferioridad, siglo XVII, evangelizacin

    Color, inferioridad y Esclavizacin:la invencin de la diferencia en losdiscursos de la colonialidad temprana*

    MARA EUGENIA CHVES

    * La escritura de este artculo se realiz en el marco del proyecto de investigacin TheColour of Citizenship in Latin America. Racial Discourses and the Dynamics of Gender inthe Transition from Colonial to Post-colonial Regimes, financiado por el Departamento deInvestigacin para el Desarrollo (SAREC) de la Agencia Sueca de Cooperacin Internacionalpara el Desarrollo (ASDI) y dirigido por la autora.

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    Para entender la mayor dificultad [] que se halla en la especie humana entrelos Etopes y dems Reinos de negros, es necesario saber la causa de la genera-cin de los monstruos y su principio, lo cual sabido, quedar la dificultadclara. Para lo cual digo, que el principio de esto solo consiste [] en no alcan-zar [la] naturaleza su perfecto fin, que es engendrar cada uno su semejante,porque no alcanzndola, es monstruo lo que se engendra, segn aquella parteen que se diferencia de su principio []. Y as es ms conforme a razn decirque monstruo no es otra cosa, sino un pecado de naturaleza, con que pordefecto o sobra, no adquiere la perfeccin que el viviente haba de tener.

    SANDOVAL 1627: 77

    El epgrafe con que se inicia este artculo est tomado del libro Naturaleza,policia sagrada y profana, costumbres y ritos, disciplina i catechismo evangelico detodos los etopes, publicado por el jesuita Alonso de Sandoval en 1627. Actual-mente, la enunciacin de esta opinin provocara por lo menos asombro, si nouna franca indignacin. Sin embargo, en la primera mitad del siglo XVII estasideas gozaban de completa autoridad, eran aceptadas en los crculos eruditos yformaban parte del gran corpus de discursos construidos con el objeto de darsignificado y hacer inteligibles los nuevos mundos que se agregaban al cono-cimiento europeo. En este artculo intentar deshilvanar algunas claves paraentender la forma en que, durante los primeros siglos de la colonialidad, se cons-truyeron los discursos sobre las identidades de los africanos esclavizados y susdescendientes.Cada vez se acepta ms la tesis de que el pensamiento sobre la raza, las clasi-

    ficaciones raciales y la exclusin racial se gener a fines del siglo XVIII (Wade2000; Graham 1990; Cooper 2000; Andrews 2004). Mi intencin es mostrarque este tipo de conocimiento tiene un espesor histrico que se remonta al Re-nacimiento espaol y al conjunto de discursos que surgen a partir de la explora-cin y conquista de Amrica y frica. A continuacin voy a presentar de formamuy sucinta las tesis de algunos de los eruditos hispanos que contribuyeron adar significacin a las relaciones de dominacin coloniales y a construir las iden-tidades de los africanos esclavizados en el Nuevo Mundo. Este ejercicio me pa-rece imprescindible para entender los fundamentos discursivos que han impuestoy reproducido, hasta el da de hoy, una epistemologa que mantiene en condi-ciones de subalternidad a una gran parte de la poblacin afrodescendiente.Alonso de Sandoval vivi la mayor parte de su vida en Cartagena de Indias,

    dedicado a la misin de evangelizar a los africanos esclavizados que llegaban al

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    puerto. Con base en su ministerio escribi un libro fundado en una exhaustivainvestigacin sobre el lugar de origen, las costumbres, la lengua y las prcticasreligiosas de los africanos. Su obra se public en dos versiones, la primera en1627 y la segunda, extensivamente revisada, en 1647. En ambas ediciones,Sandoval inicia su disertacin sobre las diferentes naciones de negros con undiscurso erudito que pretende explicar el origen del color negro de su piel yjustificar su esclavitud. En este contexto, el jesuita introduce la cuestin ha-ciendo referencia al origen de los monstruos. Para Sandoval, el color oscuro,entendido como el efecto de un pecado de la naturaleza, ubicaba a las nacio-nes de negros en ese espacio lmite en el cual se situaba a aquellos seres huma-nos cuyas diferencias con el resto eran extremas.De esta forma, Sandoval nos ofrece todo un catlogo de las teoras que tra-

    taban de explicar la existencia de los monstruos, entre stas el efecto de la ima-ginacin y del clima para alterar la materia generativa (esto es, el semen) y,como consecuencia, las caractersticas fsicas de los seres humanos. Sin embar-go no cree que estas teoras expliquen satisfactoriamente el fenmeno. Porque,segn opina, el color negro

    proviene, o de la voluntad de Dios, que pretendi esta variedad, para eladorno, y hermosura del universo; o de las particulares calidades, que estagente en s misma tiene intrnsecas; o Proficit a spermatis natura, esto es de lasemejanza, y calidad de los padres. Lo cual es conforme al sentir de los filso-fos [] que la blancura proviene de la suma y predominante frialdad, comose ve en la nieve: y la negrura del sumo, y excesivo calor, como se ve en la pez(Sandoval 1647: 10).Como muestra la cita, para Sandoval son posibles dos explicaciones: que

    esta diferencia de color sea producida por Dios o, en su defecto, que se hayaproducido como consecuencia de calidades intrnsecas presentes en la natura-leza del semen de los negros. Con esta tesis Sandoval rechaza las causas exter-nas de la diferencias, como las producidas por el clima o la imaginacin, queson contingentes y por lo tanto reversibles, para establecer una causa inhe-rente a la naturaleza de las naciones de negros, una causa que resulta serfundamental e inmutable. Este discurso tendr profundas resonancias en laforma en que, durante el desarrollo de las relaciones coloniales, se definirla posicin de los africanos esclavizados y sus descendientes en la Amricahispana.

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    Los hijos de Adn y el relato de la diferencia

    Uno de los dogmas fundamentales del saber escolstico preconizaba el ori-gen comn de todos los seres humanos en la generacin de Adn. No obstante,desde los primeros siglos cristianos la exgesis bblica patrstica se encarg deestablecer el carcter diferenciado de la poblacin que poblaba el continenteafricano. El color oscuro de la piel se consider no solamente un atributo queestableca una diferencia sino tambin un signo cargado de significados que,como se ver a continuacin, construan la imagen de las naciones de negroscomo naturalmente inferior a la del resto del gnero humano.Este discurso parte de la interpretacin de un pasaje del Antiguo Testamen-

    to en que se relata la innoble accin en la que incurri Cham, tercer hijo delpatriarca No y quien, en una ocasin en que vio borracho a su padre, se burlde su desnudez. A diferencia de Cham, sus hermanos Seth y Jafet expresaron surespeto al padre y lo cubrieron sin atreverse a mirarlo. La burla que Cham hizodel padre fue castigada por Dios, quien maldijo a sus descendientes y los conde-n a servir por siempre como esclavos de los descendientes de Seth y Jafet. Lahistoria bblica no hace referencia al color como un signo de la maldicin. Sonlas interpretaciones patrsticas las que establecen esta relacin de significacincomo una estrategia discursiva para justificar la diferencia y fundamentar lasubalternidad de los pueblos africanos (Goldenberg 2003: 45-75). Este giro deldiscurso es posible toda vez que la interpretacin del mito hebreo fundacionalestablece una divisin tripartita del mundo en la que Seth y Jafet habran pobla-do Europa y Asia, respectivamente, y Cham, los territorios que comprenden elcontinente africano y la pennsula arbiga y que en hebreo se denominan Kus,un vocablo que se ha traducido como quemado, y que tambin han recibido elnombre de Etiopa (Goldenberg 2003; Snowden 1983). Este espacio se concebi-ra entonces como el del pueblo maldito, condenado a la esclavitud y marcadopor el color oscuro, un signo de su inalterable diferencia.No obstante estos argumentos, uno de los dogmas del cristianismo establece

    que todos los seres humanos, sin importar sus diferencias, descienden de unsolo tronco: el de Adn, primer hombre creado por Dios. Esta tesis, conocidaluego como monogenismo, tuvo su contraparte en el poligenismo, que preconi-zaba la existencia de generaciones diferentes. Este debate, que empez a adqui-rir relevancia a partir del siglo XVI, y con la consolidacin del movimiento refor-mista, tuvo una larga influencia en el pensamiento occidental. En el contextodel saber cristiano dominante, empero, el dogma tena que ser respetado so penade caer en la hereja. Con una estrategia retrica admirable, Alonso de Sandoval

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    logra construir su explicacin de la diferencia radical de las naciones de ne-gros sin contrariar el dogma de la generacin nica. Su hiptesis est clara-mente expuesta en el pasaje siguiente:

    Es pues mi parecer, y sentencia en cuestin tan altercada, que la tez negraen todas, naciones prietas, no provino tan solamente de la maldicin queNoe ech a su nieto Chanaan [] sino tambin de una calidad predominan-te, innata, e intrnseca, con que cri Dios a Cham, que fue un excesivo calor,para que los hijos que engendrase saliesen con ese tizne, y como marca de quedescendan de un hombre que se haba de burlar de su padre con tanto atre-vimiento; y as dispuso que en la materia seminal de su primognito Chuz, yno en la de otros, hubiese tal temperamento de las primeras cualidades, cualera menester para que de ellas resultase aquella cualidad segunda de negrura,para lo cual no le faltara a su padre Cham aquel exceso de calor, que pidenlos Filsofos para el color negro []. Lo cual a su modo se puede entender enlos negros que traen su origen de Cham; que fue el primer siervo y esclavo quehubo en el mundo [] en quien estaba este calor intrnseco para con el tiz-nar a sus hijos y descendientes. Y con reparo que aquel color negro que en-tonces hacia variedad y causaba hermosura se convirti en mancha (Sandoval1647: 17).A pesar de la novedad que presentaba el argumento de Sandoval en el pro-

    ceso de construccin de un discurso de diferenciacin, su erudicin tiene ante-cedentes claros en la obra de Joseph de Acosta, otro jesuita que sirvi al gobier-no colonial durante el siglo XVI y que dedic su obra a explicar el origen y lanaturaleza de los nativos americanos y de sus sociedades (Acosta 1590). Susesfuerzos, contrariamente a lo que la historiografa ha mantenido, se dirigierona definir la naturaleza inferior de los habitantes originarios de Amrica y a jus-tificar el dominio colonial a travs de la labor evangelizadora. En 1589, en suPromulgatione evangelio apud Barbaros, siue De Procuranda Indorum Salute librisex, Acosta estableci una clasificacin jerrquica de todos los no-europeos ono-blancos, a los cuales denomin de forma general los brbaros. Sus crite-rios tienen que ver con caractersticas de civilidad tales como el manejo de laescritura y el desarrollo de instituciones polticas, militares y religiosas. Acostadivide a todos los brbaros en tres diferentes clases: primero, los chinos y japo-neses; luego, los peruanos, mexicanos y chilenos, y, finalmente, los salvajes pa-recidos a las fieras (Acosta 1589: 102-103). Aparte de los parmetros de barba-rie/civilidad, Acosta introduce la variable del color como signo visible deinferioridad natural e inmutable.

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    En el proemio a su obra describe las dificultades casi insalvables que se pre-sentan para evangelizar a los indgenas americanos y los compara con el pueblobblico descendiente de Cham, los cananeos; una nacin, segn l, perversa, deuna malicia natural y cuyo pensamiento no poda transformarse porque era unasimiente maldita desde el principio. As se expresa Acosta:

    Hay, pues, gentes imbuidas en una malicia ingnita y como hereditaria, cuyopensamiento es tan rebelde, y est tan hundido en la maldad, que ser muydificultoso arrancarlo de ella. Como no puede el etope cambiar el color de supiel, o el leopardo sus manchas multicolores, as tampoco podis vosotros hacerel bien, estando enseados a hacer el mal. [] Esta es, pues la primera causa y laprincipal que puede traerse de que en estas regiones con mucho trabajo no se puedaesperar gran fruto, porque son simiente maldita, destituida del divino auxilio y destina-da a la perdicin (Acosta 1589: 398) (cursiva aadida).A pesar de todas estas trabas, Acosta escribe su obra como una defensa de

    la tarea evangelizadora en el Nuevo Mundo y ofrece una gua para quienes de-cidan enfrentar el reto. La obra de Alonso de Sandoval es, en ms de un senti-do, una emulacin de la obra de Acosta, ya que buena parte de su tratado sededica a definir un mtodo de evangelizacin acorde a la naturaleza de las na-ciones de negros. La conversin de los africanos esclavizados debe funcionarcomo una herramienta efectiva de salvacin. Tanto para Acosta como paraSandoval, la salvacin es un proceso necesario para rescatar a los nativos ame-ricanos y a los africanos esclavizados del destino al que los ha condenado sunaturaleza, expresada en su poco entendimiento, sus apetitos desbocados y susherejas. Es, en definitiva, la nica va de estos pueblos para aspirar a la reden-cin de su diferencia. Sin embargo se espera que esta redencin tenga lugar enun espacio y en un tiempo que estn ms all de la vida y la muerte: el momentodel Juicio Final y de la resurreccin. Mientras tanto, los nativos americanos ylas naciones de negros deben sujetarse a la autoridad de quienes tienen elimperio de la fe, la palabra y la fuerza.Por esto, Sandoval, aunque denuncia las condiciones de la trata y la violen-

    cia y crueldad del trato que los amos dan a sus esclavos, no realiza una condenade la esclavitud. De hecho cree necesario aclarar que su insistencia en la salva-cin de las almas de los esclavizados no implica una defensa de su libertad ni,menos an, puede dar pretexto al cuestionamiento de la autoridad de los amos:

    Por lo dicho hasta aqu, del modo que los amos tratan a sus esclavos [] meha parecido discurrir un poco, para dar a entender a los esclavos, que no por eso

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    se libran de la obligacin de servidumbre, a que su corta ventura y triste suertelos trajo: y a los amos que abran los ojos y vean la obligacin que les corre, queno por ser amos son seores absolutos, sin ley, sin obligacin, ni Rey en orden asus esclavos (Sandoval 1627: 243-244).En el espacio de la contemporaneidad, los africanos esclavizados deben, se-

    gn Sandoval, aceptar su servidumbre con humildad y obediencia y sobrellevarsu destino como un martirio necesario y justo:

    Porque en esto consiste la gracia y amistad de Dios, y por este camino sealcanza, si el criado por conservar la conciencia pura con Dios, y por deseo deagradarle, sufre con paciencia, las tristezas y aflicciones que injustamente lecausa la furia de su seor. De modo que sirviendo bien reciba mal, y por la obraque mereca premio, reciba castigo [] Porque vuestra vocacin es para obe-decer, no solamente a los seores que os tratan con blandura sino tambin a losque os tratan con aspereza y os agravian [] porque dado que esta vez padez-can sin culpa presente, han hecho otras culpas que merecen stas, y otras msgraves penas (Sandoval 1627: 243-244).

    Mestizaje, Esclavitud y color

    Discursos normativos y prcticas de represin y exclusin encontraron sus-tento en los saberes que se generaron durante el Renacimiento espaol en vir-tud del antagonismo entre civilidad y barbarie, color oscuro y color blanco,Europa y el resto del mundo, salvadores y condenados y dominadores y domina-dos. Durante los siglos siguientes del desarrollo colonial, las identidades delmestizaje fueron afectadas profundamente por estos discursos. Tanto en la le-gislacin como en las relaciones sociales se apunt a reproducir estas formas dediferenciacin y a reprimir a la poblacin que se consideraba subalterna.Juan Solrzano y Pereyra, tambin jesuita y contemporneo de Sandoval,

    fue uno de los tratadistas polticos ms connotados del siglo XVII. Una de susobras ms relevantes para la historia de la Amrica hispana es el tratado Indiarumiure siue (Solrzano y Pereyra 1639). La versin espaola, que difiere en variosaspectos de la original, se public en 1647, el mismo ao en que Sandoval publi-caba la segunda versin de su obra.Siguiendo de cerca a Joseph de Acosta, Solrzano y Pereyra divide a los ha-

    bitantes del mundo, segn una escala de civilidad, en las tres categoras ya enun-

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    ciadas por Acosta. Su aporte, sin embargo, es ms evidente a la hora de definirlas identidades del mestizaje:

    Tomaron el nombre de mestizos por la mixtura de sangre y Naciones que sejunto a engendrarlos [] Y los mulatos, aunque tambin por la misma razn secomprenden en el nombre general de mestizos, tomaron ste en particular cuan-do son hijos de negra y hombre blanco, o al revs, por tenerse esta mezcla porms fea y extraordinaria y dar a entender con tal nombre que le comparan a lanaturaleza del mulo [] Lo ms ordinario es que nacen de adulterio o de otrosilcitos y punibles ayuntamientos, porque pocos espaoles de honra hay que casen conindias o negras, el cual defecto de los natales les hace infames [] sobre l cae lamancha del color vario y otros vicios que suelen ser como naturales y mamados en laleche (Solrzano y Pereyra 1777: 612) (cursiva aadida).Como lo refleja el texto, un impedimento insuperable para los mestizos era

    el defecto de los natales. Los mestizos se consideraban producto de relacionespecaminosas y delictivas que connotaban suciedad, impureza y contaminacin.En el contexto colonial, esta idea de contaminacin, en trminos tanto fsicoscomo sociales, tuvo un claro referente en la mancha del color vario.La mancha del color vario fue una metfora usada para aludir no sola-

    mente a la mezcla en trminos de origen-color sino tambin a la idea de pecadoy a un sentido figurado de suciedad. La mancha no es literalmente una man-cha, as como lo impuro no es literalmente lo sucio. Su representacin se man-tiene en el claroscuro de una afeccin casi fsica que, sin embargo, apunta haciauna indignidad de tipo ms bien moral concretada en formas de exclusin so-cial y represin. Una de las contribuciones del humanismo no platonizante queinfluy en las estructuras de saber de los siglos XVI y XVII fue la preeminencia deluso de la metfora para definir el sentido de las cosas. Es decir la preeminenciade la palabra sobre las cosas. La metfora, articulada en el marco de la retrica,constitua el elemento fundamental de la significacin (Grassi 1993). MichelFoucault (Foucault 1990) ha hecho referencia tambin a esta forma de sabercomo la episteme del Renacimiento, en la cual las cosas se conocan por efec-to de una relacin de semejanza. Las cosas llevaban en s mismas el cdigo quehablaba de su naturaleza y su significacin. Aun reconociendo que la cronolo-ga de las diversas epstemes que Foucault propone debera revisarse para elcontexto de la colonialidad espaola, es interesante constatar que la idea delcolor de piel como signo de la diferencia y la idea de la mancha del color variocomo signo visible de la contaminacin del mestizaje se establecen en el marcode relaciones de similitud.

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    El discurso del mestizaje como elemento contaminante y amenazante parael orden colonial no aparece con la colonizacin espaola. Tiene sus races enel discurso de limpieza de sangre que aparece en la Pennsula a raz de lascampaas de la Reconquista. Junto a la guerra de expulsin de las comunidadesrabes afincadas en la Pennsula por siete siglos se construye un discurso paramantener identidades diferenciadas y justificar el dominio cristiano. No obs-tante, lo puro no pude pensarse sin el recurso a su contrario; de all que laparafernalia con que se acompaa la representacin de la suciedad y la impure-za sea imprescindible para crear y mantener formas de diferenciacin y exclu-sin social. A partir de una lgica de exclusin de lo sucio, de lo impuro, sefundan lneas de demarcacin entre unos individuos y otros (Douglas 1966).Lo impuro amenaza los lmites, los lugares seguros, las reglas (Kristeva 1980).Tal es el trasfondo de la obsesin por la limpieza de sangre.Es interesante notar, que en este discurso de limpieza de sangre que subyace

    a la definicin de las identidades del mestizaje se puede detectar, desde tempra-no en la Colonia, la necesidad de diferenciar entre los mestizos que descendande africanos y aquellos que no. En la Recopilacin de las leyes de Indias, de 1680,se dedica un captulo a establecer una serie de regulaciones sobre la vestimenta,el uso de armas y de joyas y los lugares de vivienda y los espacios que se conside-raban apropiados o inapropiados para los negros libres y los mestizos de ancestroafricano. Por otro lado se insiste en la necesidad de la separacin entre indios ynegros libres y en que a estos ltimos se los obligue a vivir bajo la autoridad deun amo y a pagar tributo (t. 2, lib. 7, tt. 5).A medida que creca la incidencia de la poblacin de origen africano en el

    fenmeno del mestizaje, los adjetivos para diferenciar a los individuos tendan amultiplicarse al ritmo al que se multiplicaba la mancha del color vario. Tr-minos como zambo, mulato, coyote, lobo, etc., o vocablos generalizadores comocastas y gente de todos los colores se contaban entre los ms comunes. Como se ve,estos apelativos hacen referencia a cualidades animales. A medida que avanza-ba el siglo XVIII, los nombres para definir las identidades del mestizaje con ancestroafricano se multiplicaban.Este proceso de multiplicacin de los apelativos del mestizaje ha dado pie

    para caracterizar a la sociedad colonial como un rgimen de castas, en dondeblancos y mestizos ocupaban los niveles superiores, que correspondan al mayoraprecio social, mientras que indios y negros se relegaban a los inferiores (Mrner1967; Lockhart 1984). El espacio intermedio sera, segn este modelo, el decastas de personalidad incierta. Se ha sometido a discusin esta caracterizacin

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    de una estructura social jerrquicamente organizada con base en la superposi-cin de la apreciacin del color a una estructura estamental. Se ha puesto enduda la preeminencia de la apreciacin del color sobre otros factores, como lacapacidad econmica, el gnero y la opinin pblica, a la hora de definir lasidentidades coloniales (Boyer 1997; Minchom 1994; Poloni-Simard 2000;Schwartz 1995; Kuznesof 1995; Kellog 2000; Jackson 1999).No obstante, trabajos realizados en sociedades con alta incidencia de pobla-

    cin afrodescendiente muestran con claridad que el color fue un factor de pesoen el destino de las generaciones de mestizos con ancestro africano (Martnez-Alier 1974; Mattos 1998; Estensoro 2000; Anrup y Chves 2005). En estoscontextos, la preeminencia del origen o el color, lejos de desaparecer con latrasformacin poltica que marc el fin del rgimen colonial, se agudiz y favo-reci la reproduccin de prcticas de exclusin social dirigidas a la poblacinafrodescendiente (Andrews 2004; Cooper 2000; Castro-Gmez 2005).Los discursos eruditos de comienzos de la Colonia, de los cuales aqu he pre-

    sentado slo una pequea muestra, sentaron las bases para definir la domina-cin y la subalternizacin de las poblaciones de nativos americanos y de africa-nos esclavizados con base en criterios de origen-color y de civilidad. En el marcoepistmico del saber escolstico, sin embargo, no exista la necesidad de esta-blecer un concepto que diera cuenta de las diferencias individuales, de sus gra-dos o de sus relaciones. Lo mismo ocurri con el trmino raza, que se generalizdesde la segunda mitad del siglo XVIII en el contexto de los discursos de natura-listas y filsofos noreuropeos. Slo a partir del siglo XVIII se empez a notar uncambio en los sistemas de significacin en el contexto hispanocolonial. Estecambio coincidi con la multiplicacin de los apelativos para designar las iden-tidades del mestizaje y con la popularizacin del vocablo castas, con el cual seintentaba reducir a un solo trmino la multiplicidad de los nombres que apare-can constantemente para hacer referencia a los mestizos.El discurso de las castas

    El mestizaje fue un elemento perturbador de un orden colonial concebido, enprincipio, como la convivencia de dos repblicas separadas, la de los espaoles yla de los indios. Los esclavos africanos nunca fueron considerados un ente cultu-ral o social por s mismos, pero se consideraban un elemento de la sociedad colo-nial que deba mantenerse en subordinacin con respecto a los blancos-espaolesy de aislamiento con respecto a los indios. Este ideal fracas desde un principio, yel mestizaje un producto complejo de las interrelaciones sociales, culturales y

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    sexuales entre los colonizadores, la poblacin nativa y los esclavos africanos seacept como una consecuencia indeseable. Durante todo el gobierno colonial, lasautoridades intentaron discriminar entre las identidades de unos mestizos y otrosy, sobre todo, ejercer prcticas de control social y represin.Desde comienzos de la Colonia, las identidades del mestizaje en que no in-

    tervena el elemento europeo-blanco empezaron a ser definidas con la expre-sin general de castas de color incierto. El trmino casta figura en los dialec-tos castellano, gallego y portugus desde poca medieval. Es interesante notarque, en los siglos XII y XIII, en una sociedad en la que musulmanes, judos y cris-tianos convivan evitando mezclarse, la palabra design a los grupos de cristia-nos. Ser de casta, en este contexto, tena una acepcin de ausencia de mezcla.Este sentido de pureza lo recoge Nebrija (Nebrissensis 1492): casta: buen lina-je. En su Diccionario, Covarrubias (Covarrubias 1610, I: 209) as lo indica: casta:vale linaje noble [] que es de buena lnea y descendencia, no embargante quedecimos de buena casta y mala casta. Con el desarrollo de la colonialidad his-pana en Amrica, el trmino aparece con otros significados:

    Metafricamente llaman todas las cosas que descienden o provienen de unprincipio []. Hacer casta: procrear y tener hijos lo que comnmente se en-tiende de los animales [] y jocosamente se usa tambin hablando de los ra-cionales. De casta le viene al galgo el ser rabilargo: Refrn con que se significa lapropensin que los hijos suelen tener, como heredada, a los vicios y defectos de los pa-dres: asemejndose a ellos en esto como en las propiedades y seas corporales (RealAcademia, I: 209) (cursiva aadida).En el contexto de las relaciones de dominacin coloniales, el trmino casta va

    adquiriendo connotaciones que potencian sus significados peyorativos, con baseen los cuales se identifica a aquellos a quienes se les aplica con seres cercanos a losanimales. Hay que notar que en el transcurrir del siglo XVIII, el trmino se emplefrecuentemente para referirse a los mestizos con ancestro africano. De hecho,varios de los apelativos para referirse a este tipo de identidades provienen de nom-bres de animales monstruosos o salvajes. El trmino zambo se define como si-gue: animal silvestre y disforme, que se cra en algunos parajes de la Amrica[] su piel de vario colorido y su garra de bastante fuerza. Es tan horrible, que ala primera vista espanta a quien no lo conoce (Real Academia, I: 616).Unas dcadas despus, un burcrata espaol con amplia experiencia en

    Amrica, Dionisio Alcedo y Herrera, describe as a zambos y cambujos: hijo denegro y mulata, o al contrario: es la casta ms despreciada de todas por sus

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    perversas costumbres: cuando la mezcla es de indio y negra, o de negro e india,se llama Zambo de indio: en Nueva Espaa llaman a este Cambujo (Alcedo yHerrera 1967: 286).Por su parte, la importancia del color blanco como signo de mayor estatus se

    estableci ya a principios del siglo XVIII:Hombre y mujer blancos es lo mismo que persona honrada, noble, de cali-

    dad conocida: porque como los negros, mulatos, berberiscos y otras gentes queentre nosotros son tenidas por balades y despreciables, carecen regularmentede color blanco, que tienen casi siempre los europeos: el ser hombre blanco omujer blanca se tiene como por una prerrogativa de la naturaleza, que calificade bien nacidos a los que la poseen (Real Academia, I: 616).A medida que avanzaba el siglo XVIII, bajo el apelativo de castas se fue

    reuniendo una serie de identidades de color vario que dieron paso a variastipologas, acompaadas muchas veces de una rica iconografa. Los vocablospara designar a las castas se podan multiplicar hasta el absurdo. En esa pocaempezaron a producirse sistemas para clasificar los diferentes tipos de mestiza-je. Estas tipologas se acompaaron, la mayor parte de las veces, con represen-taciones pictricas que ilustraban las secuencias del mestizaje hacia la reden-cin o blanqueamiento o hacia la degeneracin o ennegrecimiento.La casta estableca criterios de origen y expresaba jerarquas con base en formasde degeneracin. El color era el signo con que estas tipologas se expresaban.A continuacin cito tres ejemplos de estas tipologas, las dos primeras ela-

    boradas en Mxico, en 1715 y entre 1770 y 1780, y la ltima, en Per, en 1770:De espaol e india produce mestizoDe espaol y de mestiza produce castizoDe castizo y espaola produce espaolDe espaol y negra produce mulatoDe espaol y mulata produce moriscoDe espaol y morisca produce albinaDe mulato y mestiza produce mulato torna atrsDe negro e india produce loboDe indio y loba produce grifo que es tente en el aireDe lobo y de india produce lobo que es torna atrsDe mestizo y de india produce coyote(Katzew 2004: 12-14)

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    1. Indios montaraces2. De espaol y mestiza, castiza3. De espaol y castiza, espaol4. De mestizo e india, coyote5. De negro e india, lobo6. De espaol y negra, mulato7. De espaol y mulata, morisco8. De espaol y morisca, albina9. De espaol y albina, torna atrs10. De lobo y mestiza, cambujo11. De chino cambujo y mulata, albarazada12. De albarazado y mulata, barcina13. De indio y barcina, zambaiga14. De castizo y mestiza, chamizo(Katzew 2004: 21-27)Indios infieles, demIndios serranos tributarios civilizados, demEspaol, india serrana o cafetada produce mestizoMestizo, mestiza, mestizaEspaol, mestiza, producen cuarterona de mestizoCuarterona de mestizo, espaol, producen quinterona de mestizoEspaol y quinterona de mestizo, producen espaol o requinterona de mestizoNegros bozales de Guinea, demNegra de Guinea o criolla, espaol producen mulatosMulata, hija de mulata, padre mulatoMulata con espaol, producen cuartern de mulatoEspaol, cuarterona de mulato, produce quinterona de mulatoQuinterona de mulato, requinterona de mulato, espaolEspaol, requinterona de mulato, produce gente blancaEspaol, gente blanca, producen cuasi limpio de origenMestizo e india, producen choloIndia con mulato producen chinosEspaol, china produce cuartern de chinoNegro con india, producen sambo de indioNegro con mulata, producen sambo(Majluf 2000: 17)

    Estas tipologas se acompaaban de representaciones pictricas, las mismasque han sido objeto de varios estudios histricos en los ltimos aos (Majluf

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    2000; Katzew 2004; Carrera 2003) y que me relevan de entrar en el anlisis detan extenso corpus de representaciones. Se podra decir que, con el desarrollode las relaciones coloniales, las identidades del mestizaje fueron siendo percibidascon mayor grado de especificidad. Coincido con Katzew, empero, en que la mayorparte de las representaciones y de los nombres que las acompaan no retratanla complejidad del mestizaje colonial sino que son construcciones intelectualesque pretenden organizar el caos del mestizaje en sistemas coherentes de descen-dencia asociados con la variacin de origen-color y de atributos sociales (comovestimenta, oficios y actitudes). Es notable, con todo, la influencia que los cri-terios de origen-color definidos en los siglos XVI y XVII tuvieron en la estructurade las gradaciones hacia la blanquicidad, por un lado, y hacia la negritud, por elotro. Estas jerarquas guardaban ntima relacin con atributos de civilidad o defalta de sta. Los mestizos con varios ancestros espaoles tendan a retornar a lablanquicidad-civilidad, como, por ejemplo, en la descendencia de espaol conrequinterona de mulato que produce gente blanca; los mestizos en los que pre-dominaba el ancestro indio o africano, por el contrario, tendan a retornar a lanegritud-incivilidad, como ocurre cuando espaol y albina, produce tornaatrs. El trmino castas empez, pues, a consolidarse hacia la segunda mitaddel siglo XVIII como un concepto que se pretenda usar para condensar la multi-plicidad de las identidades del mestizaje dentro de un sistema clasificatorio endonde las diferencias naturalizadas de origen-color se replicaban en una jerar-qua social.Por la misma poca, en la Europa del norte filsofos y naturalistas como el

    alemn Immanuel Kant, el francs Georges Louis Leclerc Buffon y el suecoCarl von Linneo desarrollaban un metalenguaje para explicar la existencia decaractersticas intrnsecas que justificaran las diferencias de los seres humanos(Chukwudi 1997; Bernasconi 2001). El sistema clasificatorio tena como finestablecer una jerarqua entre grupos humanos primitivos y desarrollados. Esteesfuerzo de enunciacin dio lugar a la emergencia del concepto de raza comoorganizador de las categoras de diferenciacin. A medida que el imperio espa-ol iba perdiendo hegemona geopoltica, los poderes noreuropeos iban conso-lidando la suya. Como consecuencia se produjeron campaas de redescubri-miento de los mundos nuevos y de produccin de discursos para nombrarlos ydarles significado en el marco de las formas de saber de la modernidad iluminista.El desarrollo y la popularizacin del discurso de raza, que invalidaba cual-quier discurso anterior, se debe entender en este contexto de transformacionesgeopolticas y epistmicas y de los idiomas imperantes, as como de las institu-ciones en la que se generaban las nuevas verdades.

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    Conclusiones

    El saber erudito que emergi como producto del proceso colonial espaolestableci relaciones antagnicas entre civilidad y barbarie, color oscuro y co-lor blanco, Europa y el resto del mundo, salvadores y condenados y dominadoresy dominados. Estos discursos dicotmicos sentaron las bases para definir la do-minacin y la subalternizacin de las poblaciones de nativos americanos y deafricanos esclavizados. En el marco epistmico del saber escolstico, sin embar-go, no exista la necesidad de establecer un concepto que diera cuenta de lasdiferencias individuales, de sus grados o de sus relaciones. Slo a partir del sigloXVIII se empieza a notar un cambio en los sistemas de significacin en el contex-to hispanocolonial. La multiplicidad de identidades del mestizaje fue entoncessometida a un rgimen clasificatorio en el cual el trmino casta funcion comoel elemento aglutinador. Este cambio coincidi con la adopcin, por parte delas autoridades peninsulares, de los nuevos saberes propugnados por la Ilustra-cin europea. Aplicado en un sentido particular, empero, el trmino casta seusa para referirse a los mestizos con ancestro africano. En este sentido conservaconnotaciones que potencian sus significados peyorativos e identifica a quienescalifica con seres cercanos a los animales.Desde mediados del siglo XVIII, los poderes coloniales cambian de mano y los

    idiomas en los que habla la dominacin y que generan las nuevas verdadestambin. Es preciso revisar la tesis de que el concepto de raza nace en el sigloXVIII y de que cualquier forma de dominacin anterior fundada en criterios depureza de sangre adquiere legitimacin a posteriori en las teoras raciales defines de ese siglo. Este artculo ha pretendido aportar a este ejercicio mostrandoque los discursos eruditos generados durante el dominio colonial hispano esta-blecieron sistemas complejos para naturalizar las diferencias con base en el ori-gen-color y perpetuar formas de exclusin social, dominio y subalternizacin.Tambin he mostrado la influencia que la esclavizacin de los africanos tuvo eneste proceso y en la definicin del color oscuro como una marca de inferioridadnatural.El proceso que lleva a los filsofos y naturalistas noreuropeos de los siglos

    XVIII y XIX a desarrollar la idea de raza como un concepto cientfico, es decir,como un metalenguaje para explicar caractersticas intrnsecas que justificanlas diferencias de los seres humanos y para calificar las razas de buenas o malas,primitivas o desarrolladas, no puede desligarse de la historia del saber que seprodujo en la Pennsula Ibrica durante los siglos de exploracin, conquista ycolonizacin de las Indias y de frica ni de los esfuerzos consiguientes por esta-

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    blecer campos de significacin y formas de discurso para nombrar, controlar yexplotar los territorios coloniales y a sus habitantes.Eruditos como Joseph de Acosta, Alonso de Sandoval y Juan Solrzano y

    Pereyra definieron los discursos de diferenciacin, fundados en las caractersticasbiolgicas intrnsecas e inmutables con que se defini a la poblacin bajo dominiocolonial. Estas formas de saber establecieron las pautas que hasta hoy gobiernanla forma en que pensamos el mundo y nos pensamos a nosotros mismos. Los saberesde la modernidad ilustrada impactaron los imaginarios y las prcticas del mundocolonial espaol cuando la hegemona espaola desapareca. Cabe preguntarse:hasta qu punto se produjo este impacto? hasta qu punto hicieron mella en lasprofundas matrices del coloniaje sus preceptos transformadores? Me atrevo a afir-mar que la reproduccin de la subalternizacin y la exclusin social de las pobla-ciones indgenas y afrodescendientes, sobre la que se han levantado los Estadosmodernos, hunde sus races en los sistemas de saber coloniales.La reflexin sobre las exclusiones sociales actuales y las formas, sean de re-

    paracin dentro de los marcos institucionales o de rechazo de estos marcos y delconcepto de nacin que los contiene, debe pasar necesariamente por la crticadel entramado histrico de nuestro ser contemporneo. Esta crtica slo serposible a partir de un ejercicio de descolonizacin doble. En primer lugar, elreconocimiento de la pervivencia de los sistemas de pensamientohispanocoloniales que han modelado nuestra visin del mundo y la necesidadde deconstruir sus fundamentos. En segundo lugar, el rechazo del imperio de larazn de la modernidad ilustrada como nica herramienta para dar sentido asistemas de saber y formas de exclusin social anteriores. Esta segunda forma dedescolonizacin implica liberarse de la colonizacin epistmica, que aunquede influencia ms reciente que la del coloniaje espaol se ha impuesto como lanica forma idnea de explicacin. Sin embargo, su retrica cientificista y re-volucionaria ha servido para cimentar las prcticas y los discursos de los que senutren la discriminacin, la explotacin y el continuo genocidio de los pueblosque han optado por no redimirse, por no aceptar la salvacin, ni en su ver-sin del siglo XVII ni en su versin actual.Considero que la activacin de esta memoria y el esfuerzo de esta doble des-

    colonizacin son un camino necesario para reparar el sentido de nuestra iden-tidad como activistas, acadmicos y sujetos sociales en general. Las reparacio-nes que apuntan a remediar formas atvicas de exclusin social deben empezarpor un ejercicio de reconocimiento del interior de nuestra historia: slo as po-dremos hacer de esta memoria un arma poltica efectiva para no convertirnos

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    en receptores pasivos de la salvacin y ser, s, agentes activos valga el nfa-sis de otro mundo posible.

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  • Foto: Steve Cagan