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    Suplemento especial de PginaI12

    XXV Claves para la accin

    Cmo enfrentarlapobreza

    y la desigualdad?BIBLIOTECABERNARDO KLIKSBERG

    Coleccin declarada por unanimidad de Inters econmico y cultural de la ciudad por el Poder Legislativo de la Ciudad de Buenos Aires.

    La Biblioteca Bernardo Kliksberg tiene el auspicio especial de la

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    Los temas sucesivamente analizados fueron: I

    Los escndalos ticos de nuestro tiempo, II

    Por qu la actual crisis econmica mun-

    dial?, III Qu est pasando con los jve-

    nes?, IV Inseguridad ciudadana. Hora de mejorar la

    calidad del debate, V Mitos, falacias y racionaliza-

    ciones sobre la pobreza y la desigualdad, VI Salud

    pblica, el tema postergado, VII Economistas orto-

    doxos en aprietos. El capital social se puso en mar-

    cha, VIII Quin le teme a la participacin?, IX

    Mujeres, el mayor grupo discriminado de todo el

    planeta, X Qu est pasando con la educacin?Una cuestin clave, XI El apartheid climtico, XII

    La pelea por las percepciones y los valores, XIII El

    voluntariado. Ciento cuarenta millones ayudando a

    los dems, XIVNios, el discurso y la realidad,XV

    Desigualdades indignantes, XVI El Estado en tiem-

    pos de crisis, XVII Es posible erradicar la corrup-

    cin?, XVIII Mejorando el mundo. Los emprende-

    dores sociales, XIX Por ms tica empresarial, XX

    La familia en poca de crisis econmica, XXI La ho-

    ra de la economa social, XXII Qu piensan los la-

    tinoamericanos sobre la democracia?, y XXIII Caras

    ocultas de discriminacin y pobreza.

    En estos dos nmeros finales de la Biblioteca se

    incluyen extractos seleccionados que dan cuentade algunos de los hitos principales del trayecto

    realizado y llaman en s mismos al cambio.

    Constituyen claves para la accin.

    I Si todo anda bien,por qu lascosas estn tan mal

    Chile es el nmero uno de Amrica latina en la

    prueba de Pisa, que mide el rendimiento educativo

    de los nios de 13 aos, en matemticas, compren-

    sin, lectura y ciencias.

    Alcanza la prueba de Pisa para saber cmo los pa-

    ses andan en educacin, el gran tema del siglo XXI?

    Si es por el caso de Chile, claramente no. Los es-

    tudiantes chilenos estn llevando adelante la mayorprotesta que se haya dado en relacin con el sistema

    educativo de la regin en dcadas.

    Con precedentes en la rebelin de los pinginos,

    los estudiantes de secundaria en el 2006, la actual

    protesta masiva fue mucho ms lejos.

    Iniciada en mayo de 2011, nucle a todas las orga-

    nizaciones estudiantiles secundarias y universitarias

    y a los docentes y lleva siete meses enfrentando en

    las calles a la represin y en los medios a las descali-

    ficaciones de las elites de poder.

    Segn las encuestas, ms del 80 por ciento de la

    poblacin se ha identificado con sus reclamos y en

    algunas de sus marchas participaron casi un milln

    de personas.

    Qu les pasa a los estudiantes chilenos? Qu re-claman?

    Nada menos que contra la inequidad en educa-

    cin. Un problema de orden mayor, que afecta a la

    gran mayora de los pases en Amrica Latina, y que

    est en EL ncleo duro de las causas por las que la

    regin es la ms desigual de todo el orbe.

    El dictador tena las cosas claras. Un da antes de

    dejar el Gobierno, Pinochet dict la Ley Orgnica

    Constitucional de Enseanza.

    La Ley propuls la privatizacin. Entreg al mer-

    cado buena parte del sistema educativo. Sent las

    bases para la entrega a la educacin privada de fon-

    dos cuantiosos del Estado, sin fiscalizacin mayor.

    Municipaliz, dejando los niveles de calidad librados

    a la mayor capacidad econmica de cada municipio.

    Arancel la educacin universitaria, con costos que

    significaban que un estudiante deba endeudarse por

    veinte aos para pagar una carrera.

    Segment socialmente, creando diversos circuitosde educacin, y reforzando as todas las otras des-

    igualdades.

    La BBC describe las protestas diciendo que la ira

    estudiantil se debe a la percepcin de que el siste-

    ma educativo de Chile es groseramente inequitati-

    vo. Les da a los estudiantes ricos acceso a algunas de

    las mejores educaciones posibles en Amrica latina,

    mientras que arroja a los estudiantes pobres a degra-

    dadas y subfinanciadas escuelas pblicas.

    La situacin creada llev a las clases medias a esca-

    parse de las escuelas pblicas. La matrcula de la es-

    cuela pblica secundaria baj de 63 por ciento de la

    poblacin escolar en 1986 a 43 por ciento en 2008.

    La mayora de las universidades son hoy privadas.

    No se han construido nuevas universidades pblicasdesde el final de la dictadura.

    Los que llegan a graduarse en secundarios pobres

    compiten en desventaja en las pruebas de seleccin

    en las universidades, pero adems, como son arance-

    ladas, no pueden financiarse.

    Como seala Trucco (Cepal 2011): En vez de

    que la oferta educativa cumpla la promesa y la ex-

    pectativa de revertir las desigualdades sociales de

    origen, lo que est haciendo es reproducirlas.

    II No saben lo que quieren?

    Cmo enfrentar los argumentos de los indignados

    espaoles, o los ocupa Wall Street? Cmo contestar

    al lema de somos el 99 por ciento y hay un 1 porciento que concentra la mayor parte del patrimonio

    mundial, respaldado por las cifras, y que ha tenido

    tanta resonancia?

    A falta de respuestas, los sectores que no desean

    cambio alguno en el statu quo han apelado a la des-

    calificacin.

    Puede ir desde son confusos, quieren muchas

    cosas diferentes, en definitiva no saben lo que

    quieren, hasta que tienen el pelo largo, no se ba-

    an, hacen ruido y similares.

    La cuestin es desplazar la agenda principal de dis-

    cusin por otra secundaria, que la tape y relegue.

    Muy difcil de hacerlo en el caso de las protestas

    estudiantiles chilenas. Adems de que apelaron a in-

    novaciones muy creativas, que concitaron ampliasimpata en la sociedad, sus demandas son muy espe-

    cficas y concretas. Si se aceptaran, claramente la in-

    equidad en la educacin que denuncian mejorara

    drsticamente.

    Entre ellas:

    G Aumento del presupuesto para educacin, que es

    actualmente slo del 4,4 por ciento del Producto

    Bruto Interno, el 60 por ciento del 7 por ciento que

    recomienda la ONU.

    G Educacin pblica gratuita en todos los niveles.

    G Reemplazo del sistema actual de educacin prima-

    ria y secundaria a cargo de los municipios, que genera

    desigualdades, por un sistema gubernamental central.

    G Subsidiar solo la educacin sin fines de lucro, no

    como actualmente, a las escuelas que son empresas

    privadas.

    GMayor apoyo presupuestario para las universidades

    pblicas, que en la actualidad financian sus activida-

    des principalmente a travs de las matrculas pagas.G Creacin de una universidad intercultural que

    permita corresponder a las demandas de los estu-

    diantes mapuches.

    G Supresin de las leyes que prohben la participa-

    cin de los estudiantes en el gobierno de las univer-

    sidades.

    GMejores remuneraciones para los maestros y plan

    nacional para atraer a los mejores talentos a la pro-

    fesin y subir su status social.

    Las luchas de los estudiantes chilenos estn sea-

    lando un problema que es un pilar de las grandes

    desigualdades que presenta toda Amrica latina.

    Ha habido avances muy valiosos en matriculacin

    en primaria y alfabetizacin, Pero hay agudas inequi-

    dades, que se reflejan ntidamente en los datos de des-ercin, los aos de escolaridad y la calidad diferente de

    educacin que reciben los diversos estratos sociales.

    III La desigualdad crece

    El Instituto del Crdit Suisse, uno de los bancos

    lderes en asesora a las grandes fortunas, estima que

    el 0,5 por ciento de la poblacin adulta del planeta

    tiene nada menos que el 35,6 por ciento de la rique-

    za del mundo. El 7,5 por ciento siguiente en riqueza

    es dueo del 43,7 por ciento.

    Forbes, que hace la lista anual de los 1200 billona-

    rios ms ricos del mundo, dice (marzo de 2011) que

    en conjunto tienen 4,5 trillones de dlares. Del otro

    lado, los 3000 millones de personas que tienen me-nos de 10.000 dlares suman 8,2 trillones.

    Esto implica que 1200 personas tienen ms que

    1650 millones. Qu dira Platn, que abogaba por

    que se hiciera todo lo posible porque hubiera un

    equilibrio en la distribucin de la riqueza.

    Un reciente informe (diciembre de 2011) de la

    Organizacin para el Desarrollo Econmico y la Co-

    operacin (OECD), que agrupa a los cincuenta pa-

    ses ms ricos, denuncia que la desigualdad en esos

    pases es la mayor en los ltimos treinta aos.

    El ingreso del 10 por ciento ms rico es 9 veces el

    del 10 por ciento ms pobre. La relacin vara mu-

    cho segn los pases. Va de 5 a 6 veces en los nrdi-

    cos, hasta 10 a 1 en Italia, Japn, Corea y Gran Bre-

    taa; 14 a 1 en Turqua y Estados Unidos, y llega asu mximo nivel, 27 a 1, en Mxico y Chile.

    Dentro del 10 por ciento ms rico, el 1 por ciento

    tiene cada vez ms y a su vez, dentro de l, el 0,1 por

    ciento es el que tuvo ms ganancias.

    En la principal potencia econmica mundial,

    EE.UU., el 0,1 por ciento cuadruplic su participa-

    cin en los ingresos preimpuestos, entre 1978 y 2008.

    II DOMINGO 18 DE MARZO DE 2012 DOMINGO 18 DE MARZO DE 2012 III

    Las tendencias al empeoramiento de la desigual-

    dad tienen expresin mundial, con claras excepcio-

    nes, como las de los pases nrdicos y Amrica del

    Sur.

    En el Informe sobre Desarrollo Humano 2010 del

    PNUD se constata entre otros aspectos que el coefi-

    ciente Gini, que mide el nivel de desigualdad en la

    distribucin de los ingresos, se ha elevado. Ahora

    hay ms pases con un coeficiente Gini alto que en

    la dcada de 1980. Por cada pas donde la desigual-

    dad disminuy en los ltimos veinte o treinta aos o

    aument en ms de dos dgitos, la participacin deltrabajo en los ingresos cay en 65 de 110 pases en

    las ltimas dos dcadas.

    En Rusia, Estados Unidos y la India, la cada fue

    de nada menos que 5 por ciento entre 1990 y 2008.

    IV Costos humanos de lasdesigualdades

    Una oleada de investigaciones de los ltimos aos

    ha demostrado que las altas desigualdades son nefas-

    tas para la economa y la sociedad. Entre otras com-

    probaciones, han encontrado que generan trampas

    de pobreza, reducen los mercados internos, bajan la

    capacidad de ahorro nacional, llevan a muchos

    alumnos a desertar de la escuela y a que reciban edu-cacin de poca calidad, crean inequidades mltiples

    en salud, degradan la cohesin social, provocan fuer-

    tes grados de conflictividad, promueven la criminali-

    dad y estimulan y facilitan la corrupcin.

    El director de la OCDE, Angel Gurria, resalt al

    presentar el estudio sobre el crecimiento de la des-

    igualdad: El contrato social est empezando a des-

    moronarse en muchos pases. Este estudio echa por

    tierra la hiptesis de que los beneficios del creci-

    miento econmico automticamente repercuten so-

    bre los ms desfavorecidos.

    En los pases ms ricos, las desigualdades tienen se-

    rios impactos en las condiciones de vida ms bsicas

    de vastos sectores. Lo mismo sucede en modo ampli-

    ficado en los pases en desarrollo, donde los sistemasde proteccin social han sido normalmente ms d-

    biles que en los ricos.

    Las desigualdades impactan regresivamente en dos

    de las bases estratgicas para que las personas comu-

    nes puedan acceder a oportunidades y progresar: la

    salud y la educacin.

    En salud, actan tanto sobre aquellos determinan-

    tes sociales que inciden en la produccin de salud o

    enfermedad, cuanto en el acceso a coberturas de sa-

    lud. Un reciente estudio sobre treinta pases indus-

    trializados refleja cmo las desigualdades en determi-

    nantes sociales de la salud impactan sobre ella.

    Bradley y Tayor (diciembre de 2011) dicen que

    normalmente se pregunta por qu Estados Unidos,

    que gasta en salud ms que muchos otros pases des-arrollados, tiene tan bajos ndices en trminos de es-

    peranza de vida y mortalidad infantil comparadas

    con ellos.

    Est por debajo de la mitad de la tabla en logros.

    En tanto que la esperanza de vida norteamericana es-

    t estacionada en 78 aos, en muchos pases europe-

    os super los 80 aos. Asimismo, sus tasas de morta-

    lidad infantil son la mitad de las de EE.UU.

    Consideran que se debera tomar, junto al gasto

    directo en salud, el gasto en servicios sociales, como

    los subsidios de alquiler, los programas de capacita-

    cin laboral, los seguros de desempleo, el valor de las

    jubilaciones, las ayudas a las familias y otros servicios

    que pueden extender y prolongar la vida.

    Cuando eso se toma en cuenta, se ve que en 2005

    EE.UU. dedicaba slo el 29 por ciento de su produc-

    to bruto a salud y servicios sociales combinados. Esa

    cifra era del 33 al 38 por ciento en Suecia, Francia,

    Holanda, Blgica y Dinamarca.Gastaba menos que los otros en estos productores

    de salud, pero adems las proporciones eran peores.

    Por cada dlar que gastaba en el sistema de salud,

    EE.UU. asignaba 90 centavos a servicios sociales. En

    los otros pases, por cada dlar en salud se adiciona-

    ban dos dlares en servicios sociales.

    Los gastos en servicios sociales actan como polti-

    cas igualadoras en relacin con la salud. Cuanto ms

    dbiles esas polticas, peores sern los niveles de salud.

    En los pases de Europa donde se estn recortando

    estos programas, son ya visibles los resultados regresi-

    vos.

    En el mundo en desarrollo, a los dficit de polti-

    cas pblicas de servicios sociales se suman las pro-

    nunciadas disparidades en acceso a cobertura de sa-lud. Un estudio en 55 pases (PNUD 2010) muestra

    que en los hogares pobres slo el 40 por ciento de los

    chicos recibieron todas las vacunas, comparado con

    el 66 por ciento en los de mejores recursos.

    En Per, el 20 por ciento ms rico tiene acceso

    universal a personal entrenado en el parto, mientras

    que en el 20 por ciento ms pobre slo lo tiene entre

    el 10 y el 15 por ciento de las madres.

    Las desigualdades en servicios sociales, cobertura

    mdica y otros aspectos traen graves brechas en sa-

    lud, que despus se van a expresar en posibilidades

    muy diferentes de alcanzar resultados educativos y

    conseguir trabajo.

    La incidencia de las desigualdades generales en

    educacin es dramtica. La escuela recibe a los ni-os con diversos bagajes de condiciones que van a

    repercutir fuertemente sobre su rendimiento. Nueva-

    mente hay determinantes sociales adems de lo que

    la escuela pueda hacer.

    As, los nios de los pases en desarrollo aprenden

    en los mismos aos menos que los de los pases desa-

    rrollados. En pruebas estandarizadas, sus puntajes son

    inferiores en un veinte por ciento a los de los pases

    industrializados. Eso equivale a tres grados.

    Pero en el interior de los pases ricos sucede lo

    mismo. En una observacin mucho ms aguda que la

    de algunos analistas argentinos cuando sacan conclu-

    siones apresuradas sobre la prueba de Pisa, dos exper-

    tos norteamericanos, Ladd y Fiske, se preguntan

    (The New York Times, 12/12/11): Los resultados delas pruebas de lectura 2009 del PISA muestran que

    en EE.UU., al igual que en los trece pases en que los

    estudiantes de 15 aos superan a los norteamerica-

    nos, los alumnos con status econmico y social ms

    bajo tienen menores resultados que los de mejor sta-

    tus en cada pas. Puede alguien creer que la medio-

    cre performance de los estudiantes norteamericanos

    en los tests internacionales no est vinculada con el

    hecho de que el 20 por ciento de los nios viven en

    la pobreza?.

    Las cifras son categricas. El 40 por ciento de la

    variacin en desempeo en lectura y el 46 por ciento

    de la variacin en conocimiento de matemticas en-

    tre estados en EE.UU. est asociado con la variacin

    en las tasas de pobreza infantil.

    Ms desigualdad y pasividad o inaccin en polti-

    cas pblicas a favor de los desfavorecidos generan va-

    riaciones sustanciales en salud y educacin y en otrosterrenos que van a alimentar la reproduccin y am-

    pliacin de las desigualdades.

    La desigualdad es un generador neto de pobreza,

    como se constat con tanta fuerza en Amrica latina

    en los 80 y 90.

    V Por qu avanza la ideade RSE?

    Hay importantes fuerzas histricas que reclaman

    un cambio profundo en la concepcin de la empresa

    privada y de su rol. Entre ellas se destacan:

    G Una sociedad civil movilizada

    En la lucha por democracias reales, los ciudadanosexigen tica a los polticos, pero tambin cada vez

    ms a los empresarios.

    Las ONG y la opinin pblica han librado en los

    pases desarrollados extensas luchas, como la que lle-

    varon adelante en defensa de la salud pblica contra

    una de las concentraciones empresariales ms pode-

    rosas, la de la industria del tabaco. Sin esas luchas,

    los millones de muertes anuales que produce el ciga-

    rrillo seran an muchas ms. Han sido fundamenta-

    les en derrotar la tesis propiciada por empresas con-

    taminantes de que no hay un peligro medio ambien-

    tal real.

    G Los pequeos accionistas defraudados

    Los pequeos accionistas estn en total ebullicinfrente a la cada de las grandes instituciones finan-

    cieras de Wall Street y de otros pases desarrollados,

    con grandes prdidas para ellos. Exigen, a travs de

    los fondos de pensiones y otras organizaciones en que

    han invertido, un cambio sustancial en las reglas de

    juego, en el que el buen gobierno corporativo con-

    trolado es una reivindicacin central. Entre sus pro-

    testas estn ahora las enormes retribuciones de los

    altos ejecutivos, muchas veces autofijadas, porque

    cooptan a los consejos directivos, en cuyo nombra-

    miento influyen, y la mencionada disociacin entre

    su rendimiento y lo que cobran. As, dicen los direc-

    tores de dos grandes organizaciones que trabajan con

    pequeos inversores, Fidelity World Wide Inves-

    tment y la Asociacin de Aseguradores de Gran Bre-taa: (The New York Times, 23/1/12): Los niveles

    inapropiados de remuneracin de los ejecutivos han

    destruido la confianza pblica y llevado a una situa-

    cin donde se percibe que todos los directores estn

    sobrepagados. Los nimos de los pequeos inversio-

    nistas y de la sociedad se caldearon en Inglaterra en

    estos das, cuando se supo de los planes para pagarles

    El autor ha hecho un recorrido sobre 23 temas clave de nuestro tiempo, fundamentales

    para entender, analizar y actuar sobre los dos grandes desafos, ya no ms postergables,

    de nuestro tiempo: las condiciones de pobreza que agobian a buena parte del gnero

    humano y las agudas desigualdades que son una causa central de ellas.

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    millones a los altos ejecutivos del Banco Barclay,

    aunque el precio de las acciones del banco haya ca-

    do en un 30 por ciento el ao pasado. El Royal

    Bank of Scotland anunci que pagara a su jefe de

    inversiones una gran suma, aunque el banco decla-

    r que iba a despedir a miles de empleados. Los pa-

    gos a los ejecutivos de las cien empresas mayores

    en Gran Bretaa crecieron en promedio 49 por

    ciento en 2010, cuando las remuneraciones de los

    empleados lo hicieron solo un 2,7 por ciento.

    G Consumidores responsables

    En tercer trmino se halla el avance del consu-mo responsable. En los Estados Unidos, como en

    otras economas desarrolladas, crece el consumi-

    dor verde o tico. Se estima en no menos de

    110.000 millones de dlares en EE.UU. el mercado

    de consumidores que cuando compran tienen en

    cuenta si la empresa es saludable, amigable con el

    medio ambiente y sus niveles de RSE.

    Ciudadanos activos, accionistas indignados y

    consumidores responsables estn empujando el

    cambio de paradigma en RSE. Son fuerzas que han

    llegado para quedarse. Cuanto ms progrese el irre-

    versible proceso de democratizacin que viven am-

    plias reas del planeta, mayor ser su incidencia y

    presin. Estn movilizadas por la profunda decep-

    cin que ha dejado el comportamiento tico perso-nal y empresarial de amplios sectores de las elites

    empresariales. Plantean que algo muy importante

    debe cambiar.

    La Encuesta Edelman entrevist a fines de 2011

    a una muestra de 5075 personas del 25 por ciento

    ms rico de la poblacin de 23 pases, de cinco

    continentes. Encontr una fuerte cada de la con-

    fianza en las empresas en el ltimo ao. Baj en

    EE.UU. del 54 al 46 por ciento, en Francia del 48

    al 36, en Gran Bretaa del 49 al 44 por ciento.

    Se hizo a este 25 por ciento ms rico una pregun-

    ta muy concreta: Las corporaciones deben crear

    valor accionario que se alinee con los intereses de

    la sociedad, aun cuando ello signifique sacrificar

    ese valor?. La gran mayora contest que s: Ale-mania 91 por ciento, Gran Bretaa 89, China 89,

    EE.UU., 85, Mxico 85, Canad 82, Suecia 81,

    Argentina 78, India 74 por ciento.

    La encuesta concluye: Las empresas deben ali-

    near los objetivos de ganancias y metas sociales.

    En el campo de las ideas, la RSE ha ganado. Es

    nadar contra la corriente hoy oponerse a ella. La

    doctrina Friedman fue derrotada. Pero esto no su-

    cede as necesariamente en el campo de los hechos.

    VI La gran mentira

    Segn repiten con frecuencia los economistas or-

    todoxos en el mundo desarrollado, y en el pas, la

    culpa de la crisis est en el Estado de Bienestar.

    Desarmndolo se desactivara su causa central.

    Los datos indican lo contrario. En los pases con

    Estado de Bienestar ms desarrollado como Nor-

    uega y Suecia la crisis no se produjo. Su presencia

    hace que la poblacin sea protegida y ello la empo-

    dera productiva y econmicamente, asegurando las

    bases de crecimiento de la economa.

    Incluso el pas menos afectado por la crisis euro-

    pea, Alemania, es el que tiene mayor Estado de

    Bienestar de acuerdo con su gasto en servicios so-

    ciales.

    Ello puede verse asimismo en los ejemplos de

    Canad y EE.UU. Canad, que tiene servicios so-

    ciales mucho ms amplios que los de EE.UU., con

    un sistema de salud pblica universal y una gran

    red de proteccin social, ha enfrentado mucho me-jor la crisis que EE.UU.

    La gran mentira no coincide con la realidad, pe-

    ro es muy funcional, permite dar un aura de legiti-

    midad a cortes que son ticamente inadmisibles y

    que violan los derechos sociales ms bsicos.

    Estn produciendo un crculo perverso en todos

    los pases en que se estn aplicando: reduccin del

    Estado, achicamiento de las polticas pblicas

    cuando ms necesarias son, descenso del consumo,

    baja de la recaudacin fiscal, aumento de los im-

    puestos y los cortes para compensarla y ms rece-

    sin.

    Ya Keynes haba explicado en 1937 que La ex-

    pansin, no la recesin, es el momento idneo para

    la austeridad fiscal, advirtiendo a Roosevelt que

    no se apurara y no ahogara la recuperacin en des-

    arrollo.

    VII El Estado necesario

    Hay una gran demanda social en la regin por

    ms Estado, pero de una mejor calidad.

    No se aspira a un retorno al Estado de los 60, si-

    no a construir un Estado eficiente, participativo, y

    equitativo. El autor lo ha llamado en algunas de sus

    obras un Estado inteligente.

    Frente al argumento de que hay que tener cui-

    dado con el crecimiento del Estado en la regin,

    vale la pena ver las estadsticas actuales. Segn un

    informe reciente de Cepal y OCDE sobre el Estado

    (diciembre 2011), el gasto pblico como porcen-

    taje del Producto Bruto Interno muestra un rezago

    de la regin con respecto a los pases de la OCDE.

    A pesar de que el gasto pblico ha aumentado, anlas diferencias son sustanciales, e incluso se han

    ampliado en los ltimos aos. El empleo pblico

    representa la mitad del tamao que tiene en los pa-

    ses de la OCDE.

    La regin est tambin muy atrs en el proceso

    de descentralizacin. Ha habido avances importan-

    tes en transferir poderes y competencias a las regio-

    nes y municipios, pero el gasto municipal es slo el

    9,5 por ciento del Producto Bruto. En la OCDE es

    el 20,6 por ciento.

    Entre las reformas pendientes se halla la necesi-

    dad de un nuevo pacto fiscal, a favor del desarrollo

    y la gente.

    Cuando el 1 por ciento ms rico de Amrica lati-

    na y muchas voces sin informacin de los estratosmedios se quejan de la presin fiscal en la regin,

    deberan ver las cifras comparativas. En los pases de

    la OCDE la carga tributaria se estima en el 34,8 por

    ciento del Producto Bruto (2008), en Amrica lati-

    na en un promedio del 20,6 por ciento, un 40 por

    ciento menor. Por otra parte, mientras que en los

    primeros las principales fuentes fiscales son los im-

    puestos directos al patrimonio y los ingresos, los que

    ms afectan a los que tienen ms, en Amrica latina

    son los indirectos, que impactan en toda la pobla-

    cin. El sistema es marcadamente ms regresivo.

    No es Amrica latina la que tiene hoy que mirar

    a una Europa y a los sectores en EE.UU. que dicen

    haber descubierto que hay que recortar drstica-

    mente el Estado, inventando pretextos para hacer-

    lo. Es al revs. Ya se hizo en Amrica latina. Me-

    nem lo hizo, as como previamente la dictadura

    militar genocida, y al mismo tiempo Salinas en

    Mxico y otros, y los resultados estn a la vista.

    El Estado es, en una democracia, la accin colec-

    tiva potenciada. Tiene funciones irremplazables

    como, entre otras, la mejora de la equidad, el des-

    arrollo de las energas productivas de la poblacin,

    la potenciacin de la inclusin, dar acceso a todos

    a salud y educacin, proveer los motores del empo-

    deramiento productivo laboral y ciudadano, el apo-

    yo a la investigacin cientfica y tecnolgica, el

    cuidado del medio ambiente, la promocin de la

    cultura, el rescate de la memoria, la proteccin

    irrestricta de los derechos humanos y de la demo-

    cracia misma.Prescindir de l es renunciar a la accin colecti-

    va. Es casi suicida hacerlo en el mundo actual, pero

    favorece los intereses de aquellos a los que no les

    conviene que la sociedad se organice para regular,

    combatir las desigualdades y dar voz y poder real a

    las grandes mayoras.

    Construir el Estado necesario en Argentina y

    Amrica latina es uno de los mayores desafos his-

    tricos que enfrentan el pas y la regin e incidir

    decisivamente en su futuro.

    VIII Perspectivas

    La crisis econmica mundial ha arrojado a la

    desesperanza a importantes sectores del mundo

    desarrollado, particularmente a los jvenes.

    Encontrar un primer empleo es una tarea que

    est ms all del alcance de muchos jvenes por

    ms empeo que pongan.La insistencia en las polticas ortodoxas, que

    calman a ciertos actores en los mercados, agita

    en cambio y arrincona a gruesos sectores de la po-

    blacin.

    En Amrica latina, con diferencias segn las sub-

    regiones, las percepciones han ido en otra direc-

    cin. As, en el Latinobarmetro se ha reducido

    notablemente el grupo de los que cuando se les

    preguntaba si sus ingresos les bastaban, decan que

    no le alcanza y tiene grandes dificultades.

    Era el 24 por ciento en 2003. En 2011, baj al 10

    por ciento (la proporcin ms baja desde 1995,

    cuando se inici la medicin).

    Al interior de ese promedio general, las diferen-

    cias son marcadas. En Repblica Dominicana, elgrupo que manifiesta tener serias dificultades eco-

    nmicas es, en 2011, el 23 por ciento. Sigue Hon-

    duras, con un 19 por ciento.

    Del otro lado de la tabla, son solo el 5 por ciento

    hoy en Argentina y en Brasil.

    Otra pregunta clave respecto de los que indican

    estar Muy o algo preocupados por quedarse des-

    empleados vari totalmente en sus resultados. En

    2002, eran el 76 por ciento. Hoy son muchos me-

    nos de la mitad, el 35 por ciento. Se redujeron en

    un 3 por ciento entre 2010 y 2011.

    Argentina y Uruguay encabezan la tabla de los

    pases donde hay menor preocupacin, con 17 y 23

    por ciento.

    Las expectativas de la ciudadana de Amrica la-tina son hoy muy diferentes de las de hace una d-

    cada.

    No es un tema subjetivo. Tiene que ver con que

    en muchos pases hay ahora un modelo que los re-

    presenta, que trabaja para ellos.

    Se ha construido gracias a las luchas de la pobla-

    cin y est en marcha teniendo como parmetros

    principales de xito sus logros en trminos de in-

    clusin, calidad de vida, empleo, educacin, sa-

    lud... lo que ms le importa a la poblacin.

    Pero la ciudadana sabe que hay mucho trecho

    por recorrer. Por eso avisa que se debe trabajar so-

    bre los altsimos niveles de disparidad, el peso des-

    proporcionado de grupos de intereses sobre el po-

    der, la igualdad efectiva ante la ley.

    Existe una amplia heterogeneidad de situaciones

    respecto del estado de esas luchas.

    Segn indican las respuestas, los ciudadanos es-

    tn protagonizando un verdadero cambio de para-

    digma respecto de la democracia, en amplias reas

    de la regin, que tiene segn ellas una expresin

    ms alta en el sur.

    Dejaron definitivamente atrs la visin de que

    podan esperar salvadores providenciales de dicta-

    duras militares. Confan plenamente en la demo-

    cracia como el mejor sistema posible.

    Pero saben que hay niveles diferenciados de de-

    mocracia y aspiran a marchar a una que garantice

    cada vez ms derechos. Junto a los derechos polti-

    cos, reclaman hoy los derechos econmicos y so-

    ciales. No los viven como concesiones, sino comoel reconocimiento de derechos que hacen a la cali-

    dad misma de ciudadano.

    Pero por sobre todo, cada vez ms, se preparan

    no a ser espectadores, sino participantes a pleno de

    la lucha por defender y profundizar el modelo que

    les ha hecho recuperar la esperanza.

    IV DOMINGO 18 DE MARZO DE 2012