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Sexualidad Prehispánica Autor Marcelo Saavedra Osorio Introducción La investigación bibliográfica relacionada con la información acerca de la Sexualidad de los pueblos prehispánicos, se ha convertido en este estudio en una aproximación al desarrollo del conocimiento antropológico sobre las culturas Nahual, Andinas, Mapuche y Rapa Nui y Selk´nam, desde mediados del siglo XIV - XIX. No se abordan las transformaciones económicas sino aquellas sociales y culturales en torno a la sexualidad que han experimentado estas culturas y los conocimientos generados sobre estos pueblos, a la luz de la interpretación de los distintos investigadores pero fundamentalmente a la exégesis de los códices y relatos de transmisión oral en la evolución e interpretación del fenómeno cultural de la sexualidad, considerando que un importante cúmulo de los datos obtenidos han sido transcritos por los primeros evangelizadores y su particular visión dogmática con respecto a la cosmovisión de los pueblos prehispánicos.

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Sexualidad Prehispánica

Autor Marcelo Saavedra Osorio

Introducción

La investigación bibliográfica relacionada con la información acerca de la

Sexualidad de los pueblos prehispánicos, se ha convertido en este estudio en una

aproximación al desarrollo del conocimiento antropológico sobre las culturas

Nahual, Andinas, Mapuche y Rapa Nui y Selk´nam, desde mediados del siglo XIV -

XIX. No se abordan las transformaciones económicas sino aquellas sociales y

culturales en torno a la sexualidad que han experimentado estas culturas y los

conocimientos generados sobre estos pueblos, a la luz de la interpretación de los

distintos investigadores pero fundamentalmente a la exégesis de los códices y relatos

de transmisión oral en la evolución e interpretación del fenómeno cultural de la

sexualidad, considerando que un importante cúmulo de los datos obtenidos han sido

transcritos por los primeros evangelizadores y su particular visión dogmática con

respecto a la cosmovisión de los pueblos prehispánicos.

Es evidente, que los conquistadores no repararon que el continente americano acogía

una inmensa variedad de culturas indígenas en las que residía un concepto

primordial de la moral y de la sexualidad, ligada fundamentalmente a sus

espiritualidades. Estas dos nociones poseían para la cosmovisión indígena un acervo

cultural cuya significación era más explícita que aquella europea. La información

sobre América cambió de estilo cuando los misioneros prohibieron la escasa

vestimenta tradicional de los naturales como indigna, desde el punto de vista

cristiano y se ordenó sustituirla por ropa más “decente”. Al mismo tiempo se

quemaron y se destruyeron objetos del culto religioso indígena, y códices escritos en

los que había valiosa información de lo cotidiano particularmente de los pueblos

mayas y mexicas, también se prohibieron fiestas, danzas y cantos. Los últimos se

prohibieron por razones de la moral y de la decencia por causa del hecho de que en

ellos participaban personas desnudas. Los españoles no se dieron cuenta de que los

ritos religiosos se ejercían desnudos, porque la desnudez era entendida por los

indígenas como símbolo de semejanza a los dioses o emanación divina, como pureza

ante una deidad. En los ritos de fertilidad hombres y mujeres se presentaban por

parejas también desnudos o escasamente vestidos. Es a partir de aquí donde surge el

problema de investigación, a la luz de las interpretaciones que le dieron los

conquistadores, a la sexualidad indígena. En efecto, al destruir un significativo

número de tratados de las grandes culturas por ejemplo en México se perdieron

elementos formativos y sociales de la vida cotidiana de esas culturas, quedando ellos

sujetos solo a la interpretación cristiana.

Hoy existe un gran esfuerzo de las disciplinas científicas por reconstruir esos

significados culturales, que permitan acceder a un profundo cúmulo de saberes

perdidos.

Quizás cabría hacernos la siguiente pregunta

¿La sexualidad prehispánica tenía un sentido cultural por el que se manifestaban

los vínculos entre el deseo y la prohibición, y sugiere un campo de experiencias

subjetivas y de prácticas concretas en un espacio social determinado, frente a la

mirada eurocéntrica?

Desarrollo

En el imaginario de los conquistadores que llegaron al nuevo mundo, lo hacían con

la predisposición por encontrar las más variadas y exóticas realidades, la mayoría

asombrosas que poblaban los nuevos territorios, ello en la afiebrada ficción

construida con antelación, significó que los territorios que estaban ante ellos,

contenían riquezas inmensurables en las que habitaban seres fantásticos de prácticas

sexuales apostatas, paganas y contra natura.

Es así como se hablaba de seres hermafroditas que poblaban algunas islas, de

hombres de falos colosales, hombres que caminaban de cabeza, gigantes sodomitas,

hombres con el rostro en su pecho. Toda una zoología inquietante, que hacía aun

más ávida la curiosidad de los conquistadores.

La sexualidad de los pueblos prehispánicos, sus prácticas y costumbres se pierden

por falta de conocimientos que nos permitan dar cuenta de ellos de forma concreta,

hasta nosotros sólo han llegado algunos antecedentes que han podido ser conocidas

mediante narraciones y algunas recuperaciones antropológicas además de relatos

orales que han sido alterados por las traducciones y adaptaciones que hicieron los

españoles y portugueses, comprendiendo que esas adaptaciones estaban regidas por

el estrecho horizonte cultural y religioso de los europeos y la censura que sesgó

algunas de esas narrativas. Lo cierto es que las concepciones culturales y religiosas

serán definitivamente las que se impondrán desde un arquetipo sagrado, trasladando

esto a la cultura convirtiéndola en patrón de vida para las personas, sea beneficiando

o reprimiendo aquello que la deidad aprecia o niega. El hispano durante la

ocupación siempre mantuvo una mirada desaprobadora hacia la sexualidad de los

pueblos conquistados, a través de los laicos y religiosos, quienes salvaguardando en

todo momento la no práctica de la sexualidad del ser supremo. Considerando por

siglos, aberrantes las prácticas sexuales, ritos y costumbres de los pueblos

conquistados. Con ello se eliminaron riquísimas fuentes, que podrían hacernos

comprender mejor las prácticas sexuales de los pueblos originarios. Y que hoy

llegan en forma sesgada hasta nosotros de manos de la ciencia antropológica,

etnográfica y arqueológica.

Intentar dar una mirada crítica a las prácticas sexuales prehispánicas, supone un

interesante desafío para una exposición breve, sin embargo se intentará bosquejar

una noción de esa realidad previa y posterior a la conquista.

Los pueblos prehispánicos en Mesoamérica, consentían la poligamia, la sodomía y

hasta la pedofilia, aunque sancionaban con la mutilación o la muerte el adulterio y

otras transgresiones según el arqueólogo Enrique Vela, (2014) un pasaje de la

Historia General de las cosas de Nueva España, de Fray Bernardino de Sahagún,

acumuló nutridos testimonios en torno a la sexualidad entre las sociedades

prehispánicas. Uno de ellos refiere sobre el enamoramiento de una princesa tolteca

atraída por un vendedor de chiles de la huasteca, cuyos pobladores mostraban

propensión a la liberalidad sexual y a la desnudez, en ese relato la hija del señor de

los Toltecas estaba en el mercado “y vio al dicho tohueyo (vendedor) desnudo y el miembro genital.

Y después de lo haber visto, la dicha hija entróse en palacio y antojósele el miembro de aquel tohueyo, de que

luego comenzó a estar muy mala por el amor de aquello que vio” Sahagún cuenta que el padre

ordenó buscar y traer al vendedor al que obligó a “sanar” sexualmente a la hija y a

casarse con ella.

Otra historia citada por Fernando de Alva Ixtlixochitl (historiador novohispano,

descendiente en línea directa, de la casa gobernante en el señorío acolhua de

Texcoco, 1648) y que recoge Hoyo, E. D. (1957) es la de una princesa mexica hija

de Axayacatl, que fue entregada a Nezahuallpilli, tlatoani de Texcoco e hijo del

legendario Nezahualcoyotl.

Esta princesa, cuenta De Alva, comenzó a ordenar en secreto que buscasen

"cualquier mancebo galán y gentil hombre acomodado a su gusto y afición para que

se aprovechará de ella y, habiendo cumplido su deseo, lo hacía matar y luego

mandaba hacer una estatua de su figura o retrato", que colgaba en una sala.

En una ocasión el rey descubrió a la joven en un encuentro amoroso con tres de sus

galanes y ordenó matar a la princesa, a sus enamorados y a todos los sirvientes que

participaron en esos hechos.

Una de las prácticas prehispánicas fue la homosexualidad, que fue recogida en

numerosos testimonios de los misioneros y en las mismas Cartas de Relación de

Hernán Cortés, quien escribió: "hemos sabido y sido informados de cierto que todos

son sodomitas y usan aquel abominable pecado" que consideraban "nefando contra

natura". Sobre esta particular visión de los conquistadores, es razonable detenerse

para analizar esta noción de nefando.

En efecto, la descripción relativa a la homosexualidad en la cultura mexica

precedente a la llegada española es distinta a la del pecado nefando.

La descripción sobre la homosexualidad en el mundo mexica prehispánico tiene

diferentes aristas. De acuerdo con el historiador Guilhem Olivier, por un lado, los

testimonios recopilados por los frailes muestran reacciones de asco y rechazo hacia

las prácticas homo-eróticas, así como cierta condena al hecho. Esto es visible en la

última parte de la descripción del “cuiloni”, en lengua náhuatl, cuiloni era el

equivalente a “puto” en el México prehispánico, pero no solo se trataba de un

insulto, también funcionaba como denuncia y alerta, ya que si un ciudadano mexica

descubría a dos hombres dándose cariño, tenía la obligación de gritar ¡CUILONI!

¡CUILONI! De esta forma los amantes en cuestión eran detenidos y llevados ante

las autoridades para recibir su castigo. El amante pasivo (el penetrado), era

asesinado y al activo (el que penetra), lo golpeaban y humillaban públicamente. De

hecho, el término cuiloni era tan machista, que solo aplicaba para los mexicas

pasivos. De esta definición que también fue elaborada por Sahagún, en la cual

menciona: “Se hace pasar por mujer. Merece ser quemado, merece ser puesto en el

fuego”. En (Olivier, 2004). Homosexualidad y prostitución entre los nahuas y otros

pueblos del posclásico. Historia de la vida cotidiana en México, 1, 301-38. Al

sugerirse una sanción a la conducta, los frailes, asegura Olivier, elogian de alguna

manera la moral prehispánica al asegurar en sus relatos que cada vez que se

descubre un acto de sodomía, es castigado.

La visión de los soldados es que en los pueblos mesoamericanos, existía una

permisividad social de la homosexualidad y dichos actos van muy de la mano de las

ceremonias rituales donde había antropofagia, como se lo describe Hernán Cortés al

rey Carlos I de España en sus cartas: “…aun allende de lo que hemos hecho relación

a Vuestras Majestades de los niños y hombres y mujeres que matan y ofrecen en sus

sacrificios, hemos sabido y sido informados de cierto que todos son sodomitas y

usan aquel abominable pecado”. (Oliver, 1992)

En ambos casos, los conquistadores como religiosos transcriben los términos

indígenas para nombrar a las personas homosexuales como sodomitas, en franca

alusión al pasaje bíblico de Sodoma y Gomorra, cuyo contenido evoca el castigo de

Dios hacia los habitantes de la ciudad de Sodoma por la intención de haber

“conocido” (término con el que se sobreentiende “hacer suyo”) a un par de ángeles

varones.

En las palabras “pecado nefando” hacían alusión a la gravedad de la falta desde la

perspectiva cristiana, debido a que las relaciones sexuales entre personas del mismo

sexo transgreden la naturaleza de las relaciones, si se tomaba en cuenta que la pareja

humana primigenia, había sido la de Adán y Eva.

Si tomáramos en cuenta que los clérigos y soldados que procedían de diversos reinos

de España, estaban fundados en el contexto punitivo hacia todo lo que fuera

impropio a la moral y costumbres de los fieles cristianos, la visión con que se ha

fundado en relación a la homosexualidad en el mundo mexica previo a la conquista,

está fundada en esa visión de pecado y reprensión de las relaciones entre hombres o

entre mujeres.

Tal vez a partir de nuevas interpretaciones críticas tanto de códices, crónicas y

documentos elaborados en los primeros decenios del siglo XVI, que no consideren

los prejuicios registrados, y que analicen sin el sesgo religioso los conocimientos de

las culturas prehispánicas, podría dar a lugar el surgimiento de nuevo cuerpo

fundado de saberes sobre el tema y a partir de allí comenzar a reconstruir la historia

de las variedades sexuales en México.

Quezada (1996) Refiere que entre los grupos mexicas se diferenciaba al homosexual

activo del pasivo. Mientras que el activo seguía personificando su rol genérico

masculino, el pasivo, al ser penetrado en el acto sexual, transgredió su rol de hombre

y se feminiza.

Por este motivo, al pasivo le sacaban las entrañas y le prendían fuego, en tanto que

al activo lo enterraban con ceniza y ahí moría, como ha sido descrito

precedentemente.

Como refiere Austin (1993) El adulterio era uno de las más importantes

transgresiones y que entre los cronistas existen numerosas referencias a la pena de

muerte por adulterio, aunque también se dejaba en ocasiones que el castigo lo

aplicará el mismo marido, quien arrancaba a mordiscos la nariz a su esposa y al

amante.

Sobre la prostitución, entre los mexicas fue ambivalente, pues por un lado la

prostituta era estigmatizada y repudiada socialmente, pero por otro su actividad era

tolerada, pues no había penas judiciales contra ella.

Según Castellanos, (1980) cuando Colón arriba a la isla de Cuba en octubre de 1492,

halló una sociedad en la que dominaban relaciones humanas fundadas en una

especie de “comunismo primitivo” Vincent (1998) Refiere los procesos particulares

de emergencia de formaciones tributarias "primarias" sin la existencia de la

propiedad privada, clases sociales ni explotación. La sociedad se caracterizaba por

un régimen matriarcal, por tanto la mujer desempeñaba un rol y posición muy

apreciado por la comunidad, dedicándose tanto a la agricultura como a las labores

domésticas, en tanto los hombre cazaban y pescaban. En consecuencia, su trabajo

tenía una alta estimación ya que proporcionaba el sustento alimenticio de la

comunidad, para Jiménez (2004) en la obra de Fernando Oviedo “Sumario de la

naturaleza histórica de los indios” refiere que: “Los autóctonos cubanos, tenían sus

propias normas morales surgidas espontáneamente, entre ellas que el incesto era

prohibido y los hombres tenían mujeres propias, no estableciendo relaciones

sexuales con sus hijos, hermanas, ni madre”.

Esta concepción equilibrada de orden social, será brutalmente escindida con la

llegada de los españoles y la instalación de la esclavitud en Cuba.

El esquema que se consigna a continuación, representa las principales diferencias,

entre la visión hispánica colonizadora de los españoles y la visión, prehispánica

según diversos autores como Beltrán, Rodríguez y Rosales Mendoza:

📷

Culturas Andinas

Dentro del espacio andino, una de las manifestaciones más interesantes de la

sexualidad prehispánica, es aquella que nos brindan los ceramios de la cultura

Mochica. En cuanto al carácter y propósito de los ceramios con expresiones eróticas

podríamos llegar a comprenderlas en relación al cuadro de Beltrán, Rodríguez y

Rosales Mendoza descrito más arriba, en la medida que vamos entendiendo que los

símbolos y valores de los pueblos pre-colombinos en la dimensión que ellos tenían

para las culturas andinas y las doctrinas hispánicas, que la relacionaron con

manifestaciones sexuales de pecado y condenación.

Las manifestaciones eróticas que están representadas en la cerámica preínca parecen

haberse perfeccionado en la época clásica de la cultura moche, llegando a un

refinamiento en los ceramios sexuales, que llega a una expresión de máximo apogeo.

Esparza (2005) Nos refiere al interpretar el contenido simbólico o representativo de

los cerámicos arqueológicos en los que podemos ver: besos, caricias, representación

de genitales, prácticas sexuales urogenitales. Ello nos indica la variada práctica

sexual de los antiguos peruanos. En ellos existen evidencias de carácter místico

religioso.

La cultura moche en el horizonte cultural prehispánico, es la que más destaca por

sus representaciones eróticas. Los “huacos eróticos” son la herencia de los hábiles

mochicas, cuyos ceramios manifiestan la genitalidad humana, el coito en diversas

posiciones.

La cultura mochica también conocida como Moche ocupó el mismo territorio que

siete siglos después dominó el imperio Inca, sus ceramios reflejaron el alto nivel que

expresó su cosmovisión. Plantas, animales y escenas de la vida diaria que dan cuenta

de su mundo: la sexualidad.

Según Federico Kauffman Doig (1993) La sexualidad era comprendida no solo

como la unión carnal entre un hombre y una mujer, sino más bien como la

representación de la fertilidad de la tierra que los cobija. De este modo, la lluvia que

riega el suelo para dar fruto y la semilla entregada por el hombre y fecundada por la

mujer, corroboran el ciclo de la vida y su dualidad sexual.

Los Incas

La cultura inca del Perú fue el Tahuantinsuyo, que entre 1438 y 1525 se caracterizó

por una ocupación territorial de más de 1.500.000 Km2, que se extendía desde el río

Ancasmayo, en Colombia y el Maule en Chile, a la que la civilización Inca

incorporó más de 100 etnias, señoríos o naciones. Es así como el Tahuantinsuyo se

identificó principalmente por su organización administrativa, fundamentada en la

planificación de todas las esferas de su vida; comunicación, tributación, agrupación

decimal, sumado a la religión y lengua las que tuvieron una especial relevancia, en

la búsqueda de la unidad del imperio.

El Estado Inca, arbitraba directamente todas las relaciones sociales. La unión

conyugal era consentida y regulada por el Estado. Es así, como la unión entre

familiares directos era una prerrogativa de los nobles. Los Incas cohabitaban con sus

hermanas a fin conservar los privilegios de la casta. Mientras que los señores podían

ser polígamos, la monogamia era la regla entre el común del pueblo.

La conducta sexual en la cultura inca, podríamos analizarla desde la perspectiva de

la virginidad de la mujer andina. Sara Castro (1996) nos refiere lo que en el siglo

XVI el padre Joseph de Acosta, escribía: «Existe también entre los indios un abuso

común, que debe desaparecer inmediatamente, y es que las mujeres no cuidan su

virginidad ante nuptias que es respetada y honrada por todas las naciones del

mundo; antes bien consideran a ésta como una afrenta, y se consideran desgraciadas

si nadie no les ha arrebatado».

El tema del desprecio de la virginidad en la sociedad prehispánica va desde el

desfloramiento ritual y público, hasta su protección reglamentada impuesta por los

Incas. El desprecio de la virginidad, tuvo, sin embargo, durante el Estado Inca, un

valor nacional. La virginidad está en el sistema de valores de los individuos

vinculados por una «coincidencia colectiva » y aparece claramente definido en el

acllahuasi (Casa de las Escogidas) y el sacrificio de vírgenes, instituciones que

responden evidentemente a este carácter de valor nacional, que afectaba el prestigio

de toda la cultura.

El servinacuy o matrimonio a prueba, es la primera etapa de esta convención social,

que debe tener remotos antecedentes en la lengua indígena actual, se denomina

sirvinacuy o tincunacuspa, y en el Cusco rimayucuy o munacuy; y consiste en que

un hombre y una mujer pueden convivir libremente -algunas veces después de una

declaración ante los padres- sin formalizar su unión ante un representante público.

Esta prueba dura un tiempo determinado y al finalizar queda formalizada por el

Estado Inca y aunque aun se práctica ella queda aceptada, a través del matrimonio

católico. Si la prueba no ha sido satisfactoria devuélvase la mujer con los hijos, si

los hubo a la casa de los padres.

Por otro lado, el uso de estimulantes sexuales, sustancias que excitan y aumentan el

instinto y el placer sexual, tampoco fueron desconocidas en el antiguo Perú, y

particularmente entre la nobleza y sacerdocio inca. Chotarpo (Jatropha macrantha,

Mull) y huanarpo (Jatrohopa basiacantha, Par y Horffman), se usaron con cierta

liberalidad para conseguir la excitación sexual:

El chutarpo era la planta macho y «sirve para adaptarse a la fornicación». Mientras

que el guanarpo servía «para lo contrario». Tampoco puede dejar de mencionarse, el

uso de los khochga o guacanqui, destinados a traer la buena suerte, proteger al

ganado o traer la muerte. Particularmente cabe señalar un amuleto fabricado en

alabastro, que aún supervive entre la población indígena del sur del Perú y Bolivia,

que se denomina jatachicu, monolito, atasi jatachicu, warmimunachi o cuya cuya,

que consiste en un hombre y una mujer unidos en acto sexual, y cuyo objeto es

obtener el amor de la persona deseada.

Existieron otras muchas características, en la sexualidad andina, como la referidas a

la prostitución, dos de los más importantes cronistas, Blas Valera y Garcilaso Inca

de la Vega, defensores de las instituciones y costumbres Inca, nos transmiten la más

completa y detallada información sobre este trato sexual anónimo permitido por los

soberanos del Tahuantinsuyu: «Permitía (el Inca) que en semejantes juntas de

borracheras y bebidas viniesen las mujeres rameras ó solteras que no fuesen vírgenes

ni viudas, o las mancebas ó las mujeres legítimas de cada uno, y en casas o

escondrijos, que por allí había muchos, cometieron sus fornicaciones y torpezas,

porque cesasen los incestos, los adulterios y estupros y nefandos».

La sexualidad mapuche

Kurretu es aquella designación que utiliza un mapuche para citar al acto sexual o

coito y significa “"toda aquella acción circular y recíproca que se hace con la kure o

esposa". Para esta etnia la sexualidad formaba parte de su cosmovisión, considerado

como un suceso trascendente, era el contacto con la divinidad.

La cultura tradicional mapuche, poseía ritos como “curenquenuel” (nubilidad

femenina) que trazaba ritualmente la posición femenina en la ceremonia,

comprendido el sacrificio de los animales, estaba a cargo de las mujeres, en tanto los

hombres tenían una participación secundaria. Esto se acompañaba de una manifiesta

libertad sexual femenina y de una poliginia limitada al sororato ( se entregaban en

matrimonio o trueque dos hermanas para hacerse compañía) Estos aspectos, además

de la filiación matrilineal, hicieron que Latcham erróneamente la expusiera como

“matriarcado” al confundir entre sistema de filiación y sistema de gobierno.

Las investigaciones sobre la sexualidad mapuche nos indican, que la iniciación

sexual de este pueblo, comenzaba a edad temprana entre los 12 y 13 años, sin

embargo el compromiso espiritual y la vida en comunión que hoy conocemos como

matrimonio solo se iniciaba años más tarde tras alcanzar la madurez sexual a los 20

años. El sociólogo de la Universidad Central, Rodrigo Larraín señala “la virginidad

de la mujer mapuche no era un tema relevante en absoluto” Con respecto a la

poligamia ella era ejercida por los hombres, aunque esto dependía de sus

capacidades económicas, algunos solo tenían una esposa, en tanto otros tenían

múltiples.

Ziley Mora (2006) Explica distintas etapas de la cosmovisión mapuche y como cada

evento de sus vidas está vinculado a una ceremonia. Es así, cuando las niñas

comienzan con su primera menstruación se denomina ulchatum (ulcha, diosa mujer

joven, una de las cuatro deidades mapuche), el rito indica que la madre y abuela

conducen a la niña a una casa de piedra, la madre le dará una manta simbolizando su

transformación corporal a mujer, en tanto la abuela transmitirá sus saberes

ancestrales para su vida como mujer.

El autor nos refiere en su obra que la sexualidad sea pensada como una experiencia

espiritual, una fuerza sagrada. “Por eso, la partícula lingüística clave para

comprender el concepto de "sexo" o de "sexualidad" es el prefijo ku, que en

mapudungun significa concavidad, canal fecundo, canalización de energía y está

presente en palabras como kuram (huevo), kutri (vagina) o kudañ (testículo)” (Mora,

2006) El autor reflexiona sobre el amor o ayún y que no está ajena a este juicio,

dado que contiene tres elementos primordiales en su raíz. Representa “belleza”, algo

así como una luz especial, y transparencia, palabra que surge desde la matriz

“aywon” o “ayon” que expresa “luz que mira” es decir el amor significa una especie

de clarividencia lúcida. Es así como el sexo deviene en una fuerza vigorosa,

creadora que envuelve a todas las facultades humanas. A la llegada de los

conquistadores y su hegemonía militar y religiosa, los indígenas hubieron de doblar

la rodilla a muchas de sus ideas del buen comportamiento sexual, decoro y pecado

para sortear la coacción, mezclándose y reduciendo la transmisión de sus creencias a

las nuevas generaciones frente a la sociedad dominante, nos refiere Mora.

Sexualidad Rapa Nui

La cultura Rapa Nui, y la isla han avasallado al imaginario. Por el otro, aparece

como isla antropógena (en términos de Sloterdijk 2009) que al ser construida

humanamente y gracias a su aislamiento, la relación que se establece con ella se

nutre de fantasía, de extrañeza y de dominio.

Por otro lado, El territorio habitado por los rapanui es denominado kainga, que

significa útero o matriz. Como explica Virginia Haoa (1993) El territorio de cada

tribu tiene que ver también con el territorio en el útero materno y tiene un

significado muy similar. Cada tribu se alimenta de su territorio, o sea tiene su tierra,

tiene su mar y viven de lo que les da el territorio y el mar. “Es lo que pasa con la

mujer que engendra el hijo, que se alimenta de lo que pasa a través del útero

materno, de su territorio. Es el territorio de la vida que se engendra ahí” (Haoa,

1993)

La sexualidad pascuense fue tratada por algunos antropólogos de forma errónea

como es el caso del trabajo de Margaret Mead, en Adolescencia y Culturas en

Samoa publicado en 1928, asignando al resto de las culturas polinésicas el mismo

juicio mitificando las culturas a partir de un estudio que solo consideró las

referencias de dos niñas samoanas, sobre la sensualidad como señala Collyer (2010)

exaltó a partir de dicho relato, la libertad sexual en Samoa obviando sus inhibiciones

y tabúes, como aquel de la virginidad a partir del trabajo de Mead que fue

considerado como un tratado serio.

Lo cierto que Collyer indica con claridad que en la isla de Pascua, la cópula solía

ocurrir al aire libre, lo que era y es bien aceptado hasta el día de hoy. Las relaciones

entre las parejas cuyos enlaces eran eróticos-amorosos bastaba solo con la anuencia

mutua para que ella quedara refrendada y ritualizada en una cena colectiva, unión

que se disolvía ante la aparición del menor conflicto, resultando ambos libres para

tomar nuevamente estado. Como lo señala el naturalista Rodolfo Phillipi en su

investigación “La Isla de Pascua i sus habitantes” publicado en 1873. Además nos

dice “En esa vena, la bigamia y poligamia solían ser un honor antes que un motivo

de reproche para los varones, pero la escasez de mujeres hacía de esta práctica algo

infrecuente” Phillipi además nos indica que los viudos y viudas no tardaban

nuevamente en hallar pareja, esto probablemente se debía al instinto de

supervivencia. Según Collyer, la homosexualidad entre hombres tenía un status de

legitimidad, la que estaba relacionada con las actividades artesanales y artísticas, en

el trenzado de cañas, tallas de piedra, los juegos manuales de hilos, que son comunes

entre los habitantes de la isla. Un elemento interesante para el autor, es la forma en

que eran tratados los mellizos y gemelos y hasta discapacitados, se les consideraba

como sujetos con un sello diferente, indeterminado en su naturaleza, vagamente

sugestivo de una carencia. Los gemelos originan fantasías pecaminosas basadas en

la fase prenatal, se les presumía una relación incestuosa en la vida intrauterina y

precedente al nacimiento lo que era razón de recelo para la comunidad. Por ello en

opinión de Collyer esto sugiere “…una renuencia arcaica ante el incesto,

considerado en un sentido amplio” (Collyer, 2010)

Las festividades cíclicas de Orongo y Mataveri, de la Paína y los Areauti, o el rito

anual de Tangata-Manu en que tanto hombres como mujeres nadaban hasta los

riscos aledaños intentando hacerse del huevo que “el hombre pájaro” ponía allí y

que ellos traían al retorno para brindarle al líder eventual de la comunidad, estos

ceremoniales poseían una fuerte carga de frenesí colectivo y ambiente dionisíaco

expresados en sus danzas de características suave y ondulantes para dar paso a

gestos provocativos de hombre y mujeres en destemplados movimientos pélvicos y

coitales las que refrendan su propia sexualidad. Como las culturas originarias de

América la pascuense sería analizada bajo la misma anteojera de los europeos al

asignarles una interpretación prostibularia o de lascivia a las ofrendas sexuales a los

visitantes, a través de sus dioses arcaicos como Make - Make como el Dios que

engendra al universo a través del contacto sexual, cuyo principio masturbatorio

como lo señala Collyer, se disemina la semilla al aire dando origen a los pájaros,

para fecundar las aguas y crear a los peces, para más tarde fecundar la piedra

embebida en un polvillo rojo introduciendo en un hueco su falo divino, para dar

origen al hombre quien acompañará a su creador. La mujer llegará de la costilla en

el sueño de Make- Make, aunque esto último ya sugiere influencia del mito

cristiano.

James Frazer (1993) refiere en su obra “La Rama Dorada”, la forma originaria de

ritualismo con que homenajeaban a los dioses a través del desenfreno orgiástico

Frazer cita como estas ofrendas sexuales, poseían un profundo contenido místico y

generatriz:

“…el libertinaje que notoriamente se deba en estas ceremonias fue, en algún tiempo,

no un exceso accidental sino una parte esencial de los ritos y que, en opinión de los

que lo hacían entonces no sería fértil el casamiento de los árboles y las plantas sin la

unión verdadera de los sexos humanos” (Frazer, 1993)

Selk´nam

Finalmente, nos referiremos a los Onas o Selk´nam, pero no se hará desde la

perspectiva de su sexualidad en el contexto histórico pre-europeo, sino más bien a

partir la presencia de estos últimos.

El archipiélago fueguino, era el territorio de las sociedades indígenas Selk´nam,

quienes eran cazadores-recolectores con movilidad pedestre que residió el norte de

la Isla Grande, los Yámana-Yahgan y Alakaluf-Kaweskar, estos últimos cazadores-

recolectores-pescadores con movilidad canoera que vivieron desde el sur de la Isla

Grandes de Tierra del Fuego hasta el Cabo de Hornos y el suroeste del archipiélago

fueguino.

Abordar las existencias de los Selk´nam supone una sensación aflictiva

antropológicamente ante la pérdida irreparable de esta cultura, como también fueron

las persecuciones que tuvieron lugar en contra de los pueblos alacalufes y yaganes,

reducidos como raza hasta sus extinciones. Hablar de su sexualidad supone el uso de

fuentes limitadas por el contacto tardío, pese a que su ocupación territorial

Karunkinká como denominaban a su zona de influencia cultural, puede datarse en

las tierras australes de América del Sur aproximadamente en 10.000 años A.C. Si

soslayamos a modo de información al respecto de las iniciaciones sexuales Selk

´nam podríamos decir según Gusinde (1982) dentro de su fuerte configuración

patriarcal que las relaciones amorosas fueguinas en esta cultura, se manifestaban

mediante el Hain, ritual colectivo de bailes eróticos y cuerpos pintados. Esta

ceremonia de iniciación también daba cuenta cómo el hombre engañó a la mujer,

para justificar a través del miedo su primacía patriarcal. Previo a esta ceremonia

tanto niñas como niños se mantenían separados, hasta que las niñas tuvieran su

primera menarquía, lo que claramente significada el paso a la madurez sexual. En

tanto, los varones alcanzarían su adolescencia entre los 17 y 18 años.

La ceremonia de emparejamiento, se daba dentro de ciertos requisitos ritualistas.

Como señala el religioso y etnólogo Gusinde, los jóvenes que llegaban a esta

ceremonia no debían tener ningún parentesco con la joven, esta forma de asegurar

que no hubiera uniones endogámicas tenía como propósito la “ventilación” de los

genes, en una comunidad reducida de sujetos. Pese a lo anterior, también los

matrimonios podían ser asimétricos en edad, hombres mayores se casaban con

mujeres jóvenes y hombres jóvenes con mujeres mayores. La cultura selk´nam no

era ajena a los conflictos por la posesión de ellas lo que les llevó a crímenes

enfrentando a los hombres por las que había disponibles o por celos. Esto puede

explicarse aunque no lo dice directamente Gusinde por la ocupación y colonización

de sus ancestrales territorios, sumado a las enfermedades introducidas por el hombre

blanco y la disminución de la población y la preservación de la comunidad.

Conclusiones

La colisión cultural fundada e impuesta por la supremacía hispánica y los europeos

conquistadores, arrasó la identidad colectiva y psicológica de los pueblos originarios

colonizando sus saberes, despojándoles el sentido de vida.

La vida y sus convenciones, sus tradiciones y simbolismos en sus proporciones

duales y circulares, terminaron por transmutarlas a un régimen vertical e individual.

Sin embargo, previo a las conformidades morales y religiosas asignadas por los

conquistadores también rechazaron la sexualidad indígena.

En efecto, la sexualidad prehispánica, de ser vista, dentro de su contexto circular y

dual. El sexo estaba relacionado con lo divino, la naturaleza y el orden del universo,

esto lo podemos refrendar en la masturbación ritual de los pueblos mayas como una

forma de fecundar a la tierra, considerada por muchos pueblos como un símbolo

femenino. Por tanto según la investigaciones las culturas mesoamericanas, andinas,

mapuche Rapa Nui y Selk´nam entre otras consideraban el erotismo no solo como su

elemento central, sino más bien como la forma de ordenar el mundo que ellos

concebían, la dualidad femenino y masculino. Allí se valoraba más el felicidad

individual sobre el colectivo. Lo legítimo se convirtió en tabúes morales y religiosos

que fragmentaron la organización social, religiosa y psicológica inaugurando un

sincretismo, que más que articular tradiciones, asignó una serie de concepciones

distintas acerca de la vida y de la muerte, en donde la diferencia de género se hizo

más evidente y se basó en la violencia hacia las mujeres, inventando a estas la

incitación al pecado por lo que fueron poco valoradas. Es a partir de este instante

que la cosmovisión indígena cambia y se transforma en una filosofía de vida disímil

basada en un sistema vertical y no cíclico, con raíces judeo – cristianas sustentadas

en la prácticas conductuales de pecado –culpa. Se imputa violentamente el miedo a

la sexualidad y a la muerte, encubriendo ambas ideas y menguándolas, a pesar de

que son parte inseparable del ser humano, ello aún se exterioriza en la época

moderna conflictuando nuestra existencia como seres humanos tanto a nivel

individual como a nivel colectivo. Finalmente concluyó examinando la verdad que

encierra la frase de Bourdieu “Toda acción Pedagógica implica una violencia

simbólica”.

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