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Sexualidad Prehispánica
Autor Marcelo Saavedra Osorio
Introducción
La investigación bibliográfica relacionada con la información acerca de la
Sexualidad de los pueblos prehispánicos, se ha convertido en este estudio en una
aproximación al desarrollo del conocimiento antropológico sobre las culturas
Nahual, Andinas, Mapuche y Rapa Nui y Selk´nam, desde mediados del siglo XIV -
XIX. No se abordan las transformaciones económicas sino aquellas sociales y
culturales en torno a la sexualidad que han experimentado estas culturas y los
conocimientos generados sobre estos pueblos, a la luz de la interpretación de los
distintos investigadores pero fundamentalmente a la exégesis de los códices y relatos
de transmisión oral en la evolución e interpretación del fenómeno cultural de la
sexualidad, considerando que un importante cúmulo de los datos obtenidos han sido
transcritos por los primeros evangelizadores y su particular visión dogmática con
respecto a la cosmovisión de los pueblos prehispánicos.
Es evidente, que los conquistadores no repararon que el continente americano acogía
una inmensa variedad de culturas indígenas en las que residía un concepto
primordial de la moral y de la sexualidad, ligada fundamentalmente a sus
espiritualidades. Estas dos nociones poseían para la cosmovisión indígena un acervo
cultural cuya significación era más explícita que aquella europea. La información
sobre América cambió de estilo cuando los misioneros prohibieron la escasa
vestimenta tradicional de los naturales como indigna, desde el punto de vista
cristiano y se ordenó sustituirla por ropa más “decente”. Al mismo tiempo se
quemaron y se destruyeron objetos del culto religioso indígena, y códices escritos en
los que había valiosa información de lo cotidiano particularmente de los pueblos
mayas y mexicas, también se prohibieron fiestas, danzas y cantos. Los últimos se
prohibieron por razones de la moral y de la decencia por causa del hecho de que en
ellos participaban personas desnudas. Los españoles no se dieron cuenta de que los
ritos religiosos se ejercían desnudos, porque la desnudez era entendida por los
indígenas como símbolo de semejanza a los dioses o emanación divina, como pureza
ante una deidad. En los ritos de fertilidad hombres y mujeres se presentaban por
parejas también desnudos o escasamente vestidos. Es a partir de aquí donde surge el
problema de investigación, a la luz de las interpretaciones que le dieron los
conquistadores, a la sexualidad indígena. En efecto, al destruir un significativo
número de tratados de las grandes culturas por ejemplo en México se perdieron
elementos formativos y sociales de la vida cotidiana de esas culturas, quedando ellos
sujetos solo a la interpretación cristiana.
Hoy existe un gran esfuerzo de las disciplinas científicas por reconstruir esos
significados culturales, que permitan acceder a un profundo cúmulo de saberes
perdidos.
Quizás cabría hacernos la siguiente pregunta
¿La sexualidad prehispánica tenía un sentido cultural por el que se manifestaban
los vínculos entre el deseo y la prohibición, y sugiere un campo de experiencias
subjetivas y de prácticas concretas en un espacio social determinado, frente a la
mirada eurocéntrica?
Desarrollo
En el imaginario de los conquistadores que llegaron al nuevo mundo, lo hacían con
la predisposición por encontrar las más variadas y exóticas realidades, la mayoría
asombrosas que poblaban los nuevos territorios, ello en la afiebrada ficción
construida con antelación, significó que los territorios que estaban ante ellos,
contenían riquezas inmensurables en las que habitaban seres fantásticos de prácticas
sexuales apostatas, paganas y contra natura.
Es así como se hablaba de seres hermafroditas que poblaban algunas islas, de
hombres de falos colosales, hombres que caminaban de cabeza, gigantes sodomitas,
hombres con el rostro en su pecho. Toda una zoología inquietante, que hacía aun
más ávida la curiosidad de los conquistadores.
La sexualidad de los pueblos prehispánicos, sus prácticas y costumbres se pierden
por falta de conocimientos que nos permitan dar cuenta de ellos de forma concreta,
hasta nosotros sólo han llegado algunos antecedentes que han podido ser conocidas
mediante narraciones y algunas recuperaciones antropológicas además de relatos
orales que han sido alterados por las traducciones y adaptaciones que hicieron los
españoles y portugueses, comprendiendo que esas adaptaciones estaban regidas por
el estrecho horizonte cultural y religioso de los europeos y la censura que sesgó
algunas de esas narrativas. Lo cierto es que las concepciones culturales y religiosas
serán definitivamente las que se impondrán desde un arquetipo sagrado, trasladando
esto a la cultura convirtiéndola en patrón de vida para las personas, sea beneficiando
o reprimiendo aquello que la deidad aprecia o niega. El hispano durante la
ocupación siempre mantuvo una mirada desaprobadora hacia la sexualidad de los
pueblos conquistados, a través de los laicos y religiosos, quienes salvaguardando en
todo momento la no práctica de la sexualidad del ser supremo. Considerando por
siglos, aberrantes las prácticas sexuales, ritos y costumbres de los pueblos
conquistados. Con ello se eliminaron riquísimas fuentes, que podrían hacernos
comprender mejor las prácticas sexuales de los pueblos originarios. Y que hoy
llegan en forma sesgada hasta nosotros de manos de la ciencia antropológica,
etnográfica y arqueológica.
Intentar dar una mirada crítica a las prácticas sexuales prehispánicas, supone un
interesante desafío para una exposición breve, sin embargo se intentará bosquejar
una noción de esa realidad previa y posterior a la conquista.
Los pueblos prehispánicos en Mesoamérica, consentían la poligamia, la sodomía y
hasta la pedofilia, aunque sancionaban con la mutilación o la muerte el adulterio y
otras transgresiones según el arqueólogo Enrique Vela, (2014) un pasaje de la
Historia General de las cosas de Nueva España, de Fray Bernardino de Sahagún,
acumuló nutridos testimonios en torno a la sexualidad entre las sociedades
prehispánicas. Uno de ellos refiere sobre el enamoramiento de una princesa tolteca
atraída por un vendedor de chiles de la huasteca, cuyos pobladores mostraban
propensión a la liberalidad sexual y a la desnudez, en ese relato la hija del señor de
los Toltecas estaba en el mercado “y vio al dicho tohueyo (vendedor) desnudo y el miembro genital.
Y después de lo haber visto, la dicha hija entróse en palacio y antojósele el miembro de aquel tohueyo, de que
luego comenzó a estar muy mala por el amor de aquello que vio” Sahagún cuenta que el padre
ordenó buscar y traer al vendedor al que obligó a “sanar” sexualmente a la hija y a
casarse con ella.
Otra historia citada por Fernando de Alva Ixtlixochitl (historiador novohispano,
descendiente en línea directa, de la casa gobernante en el señorío acolhua de
Texcoco, 1648) y que recoge Hoyo, E. D. (1957) es la de una princesa mexica hija
de Axayacatl, que fue entregada a Nezahuallpilli, tlatoani de Texcoco e hijo del
legendario Nezahualcoyotl.
Esta princesa, cuenta De Alva, comenzó a ordenar en secreto que buscasen
"cualquier mancebo galán y gentil hombre acomodado a su gusto y afición para que
se aprovechará de ella y, habiendo cumplido su deseo, lo hacía matar y luego
mandaba hacer una estatua de su figura o retrato", que colgaba en una sala.
En una ocasión el rey descubrió a la joven en un encuentro amoroso con tres de sus
galanes y ordenó matar a la princesa, a sus enamorados y a todos los sirvientes que
participaron en esos hechos.
Una de las prácticas prehispánicas fue la homosexualidad, que fue recogida en
numerosos testimonios de los misioneros y en las mismas Cartas de Relación de
Hernán Cortés, quien escribió: "hemos sabido y sido informados de cierto que todos
son sodomitas y usan aquel abominable pecado" que consideraban "nefando contra
natura". Sobre esta particular visión de los conquistadores, es razonable detenerse
para analizar esta noción de nefando.
En efecto, la descripción relativa a la homosexualidad en la cultura mexica
precedente a la llegada española es distinta a la del pecado nefando.
La descripción sobre la homosexualidad en el mundo mexica prehispánico tiene
diferentes aristas. De acuerdo con el historiador Guilhem Olivier, por un lado, los
testimonios recopilados por los frailes muestran reacciones de asco y rechazo hacia
las prácticas homo-eróticas, así como cierta condena al hecho. Esto es visible en la
última parte de la descripción del “cuiloni”, en lengua náhuatl, cuiloni era el
equivalente a “puto” en el México prehispánico, pero no solo se trataba de un
insulto, también funcionaba como denuncia y alerta, ya que si un ciudadano mexica
descubría a dos hombres dándose cariño, tenía la obligación de gritar ¡CUILONI!
¡CUILONI! De esta forma los amantes en cuestión eran detenidos y llevados ante
las autoridades para recibir su castigo. El amante pasivo (el penetrado), era
asesinado y al activo (el que penetra), lo golpeaban y humillaban públicamente. De
hecho, el término cuiloni era tan machista, que solo aplicaba para los mexicas
pasivos. De esta definición que también fue elaborada por Sahagún, en la cual
menciona: “Se hace pasar por mujer. Merece ser quemado, merece ser puesto en el
fuego”. En (Olivier, 2004). Homosexualidad y prostitución entre los nahuas y otros
pueblos del posclásico. Historia de la vida cotidiana en México, 1, 301-38. Al
sugerirse una sanción a la conducta, los frailes, asegura Olivier, elogian de alguna
manera la moral prehispánica al asegurar en sus relatos que cada vez que se
descubre un acto de sodomía, es castigado.
La visión de los soldados es que en los pueblos mesoamericanos, existía una
permisividad social de la homosexualidad y dichos actos van muy de la mano de las
ceremonias rituales donde había antropofagia, como se lo describe Hernán Cortés al
rey Carlos I de España en sus cartas: “…aun allende de lo que hemos hecho relación
a Vuestras Majestades de los niños y hombres y mujeres que matan y ofrecen en sus
sacrificios, hemos sabido y sido informados de cierto que todos son sodomitas y
usan aquel abominable pecado”. (Oliver, 1992)
En ambos casos, los conquistadores como religiosos transcriben los términos
indígenas para nombrar a las personas homosexuales como sodomitas, en franca
alusión al pasaje bíblico de Sodoma y Gomorra, cuyo contenido evoca el castigo de
Dios hacia los habitantes de la ciudad de Sodoma por la intención de haber
“conocido” (término con el que se sobreentiende “hacer suyo”) a un par de ángeles
varones.
En las palabras “pecado nefando” hacían alusión a la gravedad de la falta desde la
perspectiva cristiana, debido a que las relaciones sexuales entre personas del mismo
sexo transgreden la naturaleza de las relaciones, si se tomaba en cuenta que la pareja
humana primigenia, había sido la de Adán y Eva.
Si tomáramos en cuenta que los clérigos y soldados que procedían de diversos reinos
de España, estaban fundados en el contexto punitivo hacia todo lo que fuera
impropio a la moral y costumbres de los fieles cristianos, la visión con que se ha
fundado en relación a la homosexualidad en el mundo mexica previo a la conquista,
está fundada en esa visión de pecado y reprensión de las relaciones entre hombres o
entre mujeres.
Tal vez a partir de nuevas interpretaciones críticas tanto de códices, crónicas y
documentos elaborados en los primeros decenios del siglo XVI, que no consideren
los prejuicios registrados, y que analicen sin el sesgo religioso los conocimientos de
las culturas prehispánicas, podría dar a lugar el surgimiento de nuevo cuerpo
fundado de saberes sobre el tema y a partir de allí comenzar a reconstruir la historia
de las variedades sexuales en México.
Quezada (1996) Refiere que entre los grupos mexicas se diferenciaba al homosexual
activo del pasivo. Mientras que el activo seguía personificando su rol genérico
masculino, el pasivo, al ser penetrado en el acto sexual, transgredió su rol de hombre
y se feminiza.
Por este motivo, al pasivo le sacaban las entrañas y le prendían fuego, en tanto que
al activo lo enterraban con ceniza y ahí moría, como ha sido descrito
precedentemente.
Como refiere Austin (1993) El adulterio era uno de las más importantes
transgresiones y que entre los cronistas existen numerosas referencias a la pena de
muerte por adulterio, aunque también se dejaba en ocasiones que el castigo lo
aplicará el mismo marido, quien arrancaba a mordiscos la nariz a su esposa y al
amante.
Sobre la prostitución, entre los mexicas fue ambivalente, pues por un lado la
prostituta era estigmatizada y repudiada socialmente, pero por otro su actividad era
tolerada, pues no había penas judiciales contra ella.
Según Castellanos, (1980) cuando Colón arriba a la isla de Cuba en octubre de 1492,
halló una sociedad en la que dominaban relaciones humanas fundadas en una
especie de “comunismo primitivo” Vincent (1998) Refiere los procesos particulares
de emergencia de formaciones tributarias "primarias" sin la existencia de la
propiedad privada, clases sociales ni explotación. La sociedad se caracterizaba por
un régimen matriarcal, por tanto la mujer desempeñaba un rol y posición muy
apreciado por la comunidad, dedicándose tanto a la agricultura como a las labores
domésticas, en tanto los hombre cazaban y pescaban. En consecuencia, su trabajo
tenía una alta estimación ya que proporcionaba el sustento alimenticio de la
comunidad, para Jiménez (2004) en la obra de Fernando Oviedo “Sumario de la
naturaleza histórica de los indios” refiere que: “Los autóctonos cubanos, tenían sus
propias normas morales surgidas espontáneamente, entre ellas que el incesto era
prohibido y los hombres tenían mujeres propias, no estableciendo relaciones
sexuales con sus hijos, hermanas, ni madre”.
Esta concepción equilibrada de orden social, será brutalmente escindida con la
llegada de los españoles y la instalación de la esclavitud en Cuba.
El esquema que se consigna a continuación, representa las principales diferencias,
entre la visión hispánica colonizadora de los españoles y la visión, prehispánica
según diversos autores como Beltrán, Rodríguez y Rosales Mendoza:
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Culturas Andinas
Dentro del espacio andino, una de las manifestaciones más interesantes de la
sexualidad prehispánica, es aquella que nos brindan los ceramios de la cultura
Mochica. En cuanto al carácter y propósito de los ceramios con expresiones eróticas
podríamos llegar a comprenderlas en relación al cuadro de Beltrán, Rodríguez y
Rosales Mendoza descrito más arriba, en la medida que vamos entendiendo que los
símbolos y valores de los pueblos pre-colombinos en la dimensión que ellos tenían
para las culturas andinas y las doctrinas hispánicas, que la relacionaron con
manifestaciones sexuales de pecado y condenación.
Las manifestaciones eróticas que están representadas en la cerámica preínca parecen
haberse perfeccionado en la época clásica de la cultura moche, llegando a un
refinamiento en los ceramios sexuales, que llega a una expresión de máximo apogeo.
Esparza (2005) Nos refiere al interpretar el contenido simbólico o representativo de
los cerámicos arqueológicos en los que podemos ver: besos, caricias, representación
de genitales, prácticas sexuales urogenitales. Ello nos indica la variada práctica
sexual de los antiguos peruanos. En ellos existen evidencias de carácter místico
religioso.
La cultura moche en el horizonte cultural prehispánico, es la que más destaca por
sus representaciones eróticas. Los “huacos eróticos” son la herencia de los hábiles
mochicas, cuyos ceramios manifiestan la genitalidad humana, el coito en diversas
posiciones.
La cultura mochica también conocida como Moche ocupó el mismo territorio que
siete siglos después dominó el imperio Inca, sus ceramios reflejaron el alto nivel que
expresó su cosmovisión. Plantas, animales y escenas de la vida diaria que dan cuenta
de su mundo: la sexualidad.
Según Federico Kauffman Doig (1993) La sexualidad era comprendida no solo
como la unión carnal entre un hombre y una mujer, sino más bien como la
representación de la fertilidad de la tierra que los cobija. De este modo, la lluvia que
riega el suelo para dar fruto y la semilla entregada por el hombre y fecundada por la
mujer, corroboran el ciclo de la vida y su dualidad sexual.
Los Incas
La cultura inca del Perú fue el Tahuantinsuyo, que entre 1438 y 1525 se caracterizó
por una ocupación territorial de más de 1.500.000 Km2, que se extendía desde el río
Ancasmayo, en Colombia y el Maule en Chile, a la que la civilización Inca
incorporó más de 100 etnias, señoríos o naciones. Es así como el Tahuantinsuyo se
identificó principalmente por su organización administrativa, fundamentada en la
planificación de todas las esferas de su vida; comunicación, tributación, agrupación
decimal, sumado a la religión y lengua las que tuvieron una especial relevancia, en
la búsqueda de la unidad del imperio.
El Estado Inca, arbitraba directamente todas las relaciones sociales. La unión
conyugal era consentida y regulada por el Estado. Es así, como la unión entre
familiares directos era una prerrogativa de los nobles. Los Incas cohabitaban con sus
hermanas a fin conservar los privilegios de la casta. Mientras que los señores podían
ser polígamos, la monogamia era la regla entre el común del pueblo.
La conducta sexual en la cultura inca, podríamos analizarla desde la perspectiva de
la virginidad de la mujer andina. Sara Castro (1996) nos refiere lo que en el siglo
XVI el padre Joseph de Acosta, escribía: «Existe también entre los indios un abuso
común, que debe desaparecer inmediatamente, y es que las mujeres no cuidan su
virginidad ante nuptias que es respetada y honrada por todas las naciones del
mundo; antes bien consideran a ésta como una afrenta, y se consideran desgraciadas
si nadie no les ha arrebatado».
El tema del desprecio de la virginidad en la sociedad prehispánica va desde el
desfloramiento ritual y público, hasta su protección reglamentada impuesta por los
Incas. El desprecio de la virginidad, tuvo, sin embargo, durante el Estado Inca, un
valor nacional. La virginidad está en el sistema de valores de los individuos
vinculados por una «coincidencia colectiva » y aparece claramente definido en el
acllahuasi (Casa de las Escogidas) y el sacrificio de vírgenes, instituciones que
responden evidentemente a este carácter de valor nacional, que afectaba el prestigio
de toda la cultura.
El servinacuy o matrimonio a prueba, es la primera etapa de esta convención social,
que debe tener remotos antecedentes en la lengua indígena actual, se denomina
sirvinacuy o tincunacuspa, y en el Cusco rimayucuy o munacuy; y consiste en que
un hombre y una mujer pueden convivir libremente -algunas veces después de una
declaración ante los padres- sin formalizar su unión ante un representante público.
Esta prueba dura un tiempo determinado y al finalizar queda formalizada por el
Estado Inca y aunque aun se práctica ella queda aceptada, a través del matrimonio
católico. Si la prueba no ha sido satisfactoria devuélvase la mujer con los hijos, si
los hubo a la casa de los padres.
Por otro lado, el uso de estimulantes sexuales, sustancias que excitan y aumentan el
instinto y el placer sexual, tampoco fueron desconocidas en el antiguo Perú, y
particularmente entre la nobleza y sacerdocio inca. Chotarpo (Jatropha macrantha,
Mull) y huanarpo (Jatrohopa basiacantha, Par y Horffman), se usaron con cierta
liberalidad para conseguir la excitación sexual:
El chutarpo era la planta macho y «sirve para adaptarse a la fornicación». Mientras
que el guanarpo servía «para lo contrario». Tampoco puede dejar de mencionarse, el
uso de los khochga o guacanqui, destinados a traer la buena suerte, proteger al
ganado o traer la muerte. Particularmente cabe señalar un amuleto fabricado en
alabastro, que aún supervive entre la población indígena del sur del Perú y Bolivia,
que se denomina jatachicu, monolito, atasi jatachicu, warmimunachi o cuya cuya,
que consiste en un hombre y una mujer unidos en acto sexual, y cuyo objeto es
obtener el amor de la persona deseada.
Existieron otras muchas características, en la sexualidad andina, como la referidas a
la prostitución, dos de los más importantes cronistas, Blas Valera y Garcilaso Inca
de la Vega, defensores de las instituciones y costumbres Inca, nos transmiten la más
completa y detallada información sobre este trato sexual anónimo permitido por los
soberanos del Tahuantinsuyu: «Permitía (el Inca) que en semejantes juntas de
borracheras y bebidas viniesen las mujeres rameras ó solteras que no fuesen vírgenes
ni viudas, o las mancebas ó las mujeres legítimas de cada uno, y en casas o
escondrijos, que por allí había muchos, cometieron sus fornicaciones y torpezas,
porque cesasen los incestos, los adulterios y estupros y nefandos».
La sexualidad mapuche
Kurretu es aquella designación que utiliza un mapuche para citar al acto sexual o
coito y significa “"toda aquella acción circular y recíproca que se hace con la kure o
esposa". Para esta etnia la sexualidad formaba parte de su cosmovisión, considerado
como un suceso trascendente, era el contacto con la divinidad.
La cultura tradicional mapuche, poseía ritos como “curenquenuel” (nubilidad
femenina) que trazaba ritualmente la posición femenina en la ceremonia,
comprendido el sacrificio de los animales, estaba a cargo de las mujeres, en tanto los
hombres tenían una participación secundaria. Esto se acompañaba de una manifiesta
libertad sexual femenina y de una poliginia limitada al sororato ( se entregaban en
matrimonio o trueque dos hermanas para hacerse compañía) Estos aspectos, además
de la filiación matrilineal, hicieron que Latcham erróneamente la expusiera como
“matriarcado” al confundir entre sistema de filiación y sistema de gobierno.
Las investigaciones sobre la sexualidad mapuche nos indican, que la iniciación
sexual de este pueblo, comenzaba a edad temprana entre los 12 y 13 años, sin
embargo el compromiso espiritual y la vida en comunión que hoy conocemos como
matrimonio solo se iniciaba años más tarde tras alcanzar la madurez sexual a los 20
años. El sociólogo de la Universidad Central, Rodrigo Larraín señala “la virginidad
de la mujer mapuche no era un tema relevante en absoluto” Con respecto a la
poligamia ella era ejercida por los hombres, aunque esto dependía de sus
capacidades económicas, algunos solo tenían una esposa, en tanto otros tenían
múltiples.
Ziley Mora (2006) Explica distintas etapas de la cosmovisión mapuche y como cada
evento de sus vidas está vinculado a una ceremonia. Es así, cuando las niñas
comienzan con su primera menstruación se denomina ulchatum (ulcha, diosa mujer
joven, una de las cuatro deidades mapuche), el rito indica que la madre y abuela
conducen a la niña a una casa de piedra, la madre le dará una manta simbolizando su
transformación corporal a mujer, en tanto la abuela transmitirá sus saberes
ancestrales para su vida como mujer.
El autor nos refiere en su obra que la sexualidad sea pensada como una experiencia
espiritual, una fuerza sagrada. “Por eso, la partícula lingüística clave para
comprender el concepto de "sexo" o de "sexualidad" es el prefijo ku, que en
mapudungun significa concavidad, canal fecundo, canalización de energía y está
presente en palabras como kuram (huevo), kutri (vagina) o kudañ (testículo)” (Mora,
2006) El autor reflexiona sobre el amor o ayún y que no está ajena a este juicio,
dado que contiene tres elementos primordiales en su raíz. Representa “belleza”, algo
así como una luz especial, y transparencia, palabra que surge desde la matriz
“aywon” o “ayon” que expresa “luz que mira” es decir el amor significa una especie
de clarividencia lúcida. Es así como el sexo deviene en una fuerza vigorosa,
creadora que envuelve a todas las facultades humanas. A la llegada de los
conquistadores y su hegemonía militar y religiosa, los indígenas hubieron de doblar
la rodilla a muchas de sus ideas del buen comportamiento sexual, decoro y pecado
para sortear la coacción, mezclándose y reduciendo la transmisión de sus creencias a
las nuevas generaciones frente a la sociedad dominante, nos refiere Mora.
Sexualidad Rapa Nui
La cultura Rapa Nui, y la isla han avasallado al imaginario. Por el otro, aparece
como isla antropógena (en términos de Sloterdijk 2009) que al ser construida
humanamente y gracias a su aislamiento, la relación que se establece con ella se
nutre de fantasía, de extrañeza y de dominio.
Por otro lado, El territorio habitado por los rapanui es denominado kainga, que
significa útero o matriz. Como explica Virginia Haoa (1993) El territorio de cada
tribu tiene que ver también con el territorio en el útero materno y tiene un
significado muy similar. Cada tribu se alimenta de su territorio, o sea tiene su tierra,
tiene su mar y viven de lo que les da el territorio y el mar. “Es lo que pasa con la
mujer que engendra el hijo, que se alimenta de lo que pasa a través del útero
materno, de su territorio. Es el territorio de la vida que se engendra ahí” (Haoa,
1993)
La sexualidad pascuense fue tratada por algunos antropólogos de forma errónea
como es el caso del trabajo de Margaret Mead, en Adolescencia y Culturas en
Samoa publicado en 1928, asignando al resto de las culturas polinésicas el mismo
juicio mitificando las culturas a partir de un estudio que solo consideró las
referencias de dos niñas samoanas, sobre la sensualidad como señala Collyer (2010)
exaltó a partir de dicho relato, la libertad sexual en Samoa obviando sus inhibiciones
y tabúes, como aquel de la virginidad a partir del trabajo de Mead que fue
considerado como un tratado serio.
Lo cierto que Collyer indica con claridad que en la isla de Pascua, la cópula solía
ocurrir al aire libre, lo que era y es bien aceptado hasta el día de hoy. Las relaciones
entre las parejas cuyos enlaces eran eróticos-amorosos bastaba solo con la anuencia
mutua para que ella quedara refrendada y ritualizada en una cena colectiva, unión
que se disolvía ante la aparición del menor conflicto, resultando ambos libres para
tomar nuevamente estado. Como lo señala el naturalista Rodolfo Phillipi en su
investigación “La Isla de Pascua i sus habitantes” publicado en 1873. Además nos
dice “En esa vena, la bigamia y poligamia solían ser un honor antes que un motivo
de reproche para los varones, pero la escasez de mujeres hacía de esta práctica algo
infrecuente” Phillipi además nos indica que los viudos y viudas no tardaban
nuevamente en hallar pareja, esto probablemente se debía al instinto de
supervivencia. Según Collyer, la homosexualidad entre hombres tenía un status de
legitimidad, la que estaba relacionada con las actividades artesanales y artísticas, en
el trenzado de cañas, tallas de piedra, los juegos manuales de hilos, que son comunes
entre los habitantes de la isla. Un elemento interesante para el autor, es la forma en
que eran tratados los mellizos y gemelos y hasta discapacitados, se les consideraba
como sujetos con un sello diferente, indeterminado en su naturaleza, vagamente
sugestivo de una carencia. Los gemelos originan fantasías pecaminosas basadas en
la fase prenatal, se les presumía una relación incestuosa en la vida intrauterina y
precedente al nacimiento lo que era razón de recelo para la comunidad. Por ello en
opinión de Collyer esto sugiere “…una renuencia arcaica ante el incesto,
considerado en un sentido amplio” (Collyer, 2010)
Las festividades cíclicas de Orongo y Mataveri, de la Paína y los Areauti, o el rito
anual de Tangata-Manu en que tanto hombres como mujeres nadaban hasta los
riscos aledaños intentando hacerse del huevo que “el hombre pájaro” ponía allí y
que ellos traían al retorno para brindarle al líder eventual de la comunidad, estos
ceremoniales poseían una fuerte carga de frenesí colectivo y ambiente dionisíaco
expresados en sus danzas de características suave y ondulantes para dar paso a
gestos provocativos de hombre y mujeres en destemplados movimientos pélvicos y
coitales las que refrendan su propia sexualidad. Como las culturas originarias de
América la pascuense sería analizada bajo la misma anteojera de los europeos al
asignarles una interpretación prostibularia o de lascivia a las ofrendas sexuales a los
visitantes, a través de sus dioses arcaicos como Make - Make como el Dios que
engendra al universo a través del contacto sexual, cuyo principio masturbatorio
como lo señala Collyer, se disemina la semilla al aire dando origen a los pájaros,
para fecundar las aguas y crear a los peces, para más tarde fecundar la piedra
embebida en un polvillo rojo introduciendo en un hueco su falo divino, para dar
origen al hombre quien acompañará a su creador. La mujer llegará de la costilla en
el sueño de Make- Make, aunque esto último ya sugiere influencia del mito
cristiano.
James Frazer (1993) refiere en su obra “La Rama Dorada”, la forma originaria de
ritualismo con que homenajeaban a los dioses a través del desenfreno orgiástico
Frazer cita como estas ofrendas sexuales, poseían un profundo contenido místico y
generatriz:
“…el libertinaje que notoriamente se deba en estas ceremonias fue, en algún tiempo,
no un exceso accidental sino una parte esencial de los ritos y que, en opinión de los
que lo hacían entonces no sería fértil el casamiento de los árboles y las plantas sin la
unión verdadera de los sexos humanos” (Frazer, 1993)
Selk´nam
Finalmente, nos referiremos a los Onas o Selk´nam, pero no se hará desde la
perspectiva de su sexualidad en el contexto histórico pre-europeo, sino más bien a
partir la presencia de estos últimos.
El archipiélago fueguino, era el territorio de las sociedades indígenas Selk´nam,
quienes eran cazadores-recolectores con movilidad pedestre que residió el norte de
la Isla Grande, los Yámana-Yahgan y Alakaluf-Kaweskar, estos últimos cazadores-
recolectores-pescadores con movilidad canoera que vivieron desde el sur de la Isla
Grandes de Tierra del Fuego hasta el Cabo de Hornos y el suroeste del archipiélago
fueguino.
Abordar las existencias de los Selk´nam supone una sensación aflictiva
antropológicamente ante la pérdida irreparable de esta cultura, como también fueron
las persecuciones que tuvieron lugar en contra de los pueblos alacalufes y yaganes,
reducidos como raza hasta sus extinciones. Hablar de su sexualidad supone el uso de
fuentes limitadas por el contacto tardío, pese a que su ocupación territorial
Karunkinká como denominaban a su zona de influencia cultural, puede datarse en
las tierras australes de América del Sur aproximadamente en 10.000 años A.C. Si
soslayamos a modo de información al respecto de las iniciaciones sexuales Selk
´nam podríamos decir según Gusinde (1982) dentro de su fuerte configuración
patriarcal que las relaciones amorosas fueguinas en esta cultura, se manifestaban
mediante el Hain, ritual colectivo de bailes eróticos y cuerpos pintados. Esta
ceremonia de iniciación también daba cuenta cómo el hombre engañó a la mujer,
para justificar a través del miedo su primacía patriarcal. Previo a esta ceremonia
tanto niñas como niños se mantenían separados, hasta que las niñas tuvieran su
primera menarquía, lo que claramente significada el paso a la madurez sexual. En
tanto, los varones alcanzarían su adolescencia entre los 17 y 18 años.
La ceremonia de emparejamiento, se daba dentro de ciertos requisitos ritualistas.
Como señala el religioso y etnólogo Gusinde, los jóvenes que llegaban a esta
ceremonia no debían tener ningún parentesco con la joven, esta forma de asegurar
que no hubiera uniones endogámicas tenía como propósito la “ventilación” de los
genes, en una comunidad reducida de sujetos. Pese a lo anterior, también los
matrimonios podían ser asimétricos en edad, hombres mayores se casaban con
mujeres jóvenes y hombres jóvenes con mujeres mayores. La cultura selk´nam no
era ajena a los conflictos por la posesión de ellas lo que les llevó a crímenes
enfrentando a los hombres por las que había disponibles o por celos. Esto puede
explicarse aunque no lo dice directamente Gusinde por la ocupación y colonización
de sus ancestrales territorios, sumado a las enfermedades introducidas por el hombre
blanco y la disminución de la población y la preservación de la comunidad.
Conclusiones
La colisión cultural fundada e impuesta por la supremacía hispánica y los europeos
conquistadores, arrasó la identidad colectiva y psicológica de los pueblos originarios
colonizando sus saberes, despojándoles el sentido de vida.
La vida y sus convenciones, sus tradiciones y simbolismos en sus proporciones
duales y circulares, terminaron por transmutarlas a un régimen vertical e individual.
Sin embargo, previo a las conformidades morales y religiosas asignadas por los
conquistadores también rechazaron la sexualidad indígena.
En efecto, la sexualidad prehispánica, de ser vista, dentro de su contexto circular y
dual. El sexo estaba relacionado con lo divino, la naturaleza y el orden del universo,
esto lo podemos refrendar en la masturbación ritual de los pueblos mayas como una
forma de fecundar a la tierra, considerada por muchos pueblos como un símbolo
femenino. Por tanto según la investigaciones las culturas mesoamericanas, andinas,
mapuche Rapa Nui y Selk´nam entre otras consideraban el erotismo no solo como su
elemento central, sino más bien como la forma de ordenar el mundo que ellos
concebían, la dualidad femenino y masculino. Allí se valoraba más el felicidad
individual sobre el colectivo. Lo legítimo se convirtió en tabúes morales y religiosos
que fragmentaron la organización social, religiosa y psicológica inaugurando un
sincretismo, que más que articular tradiciones, asignó una serie de concepciones
distintas acerca de la vida y de la muerte, en donde la diferencia de género se hizo
más evidente y se basó en la violencia hacia las mujeres, inventando a estas la
incitación al pecado por lo que fueron poco valoradas. Es a partir de este instante
que la cosmovisión indígena cambia y se transforma en una filosofía de vida disímil
basada en un sistema vertical y no cíclico, con raíces judeo – cristianas sustentadas
en la prácticas conductuales de pecado –culpa. Se imputa violentamente el miedo a
la sexualidad y a la muerte, encubriendo ambas ideas y menguándolas, a pesar de
que son parte inseparable del ser humano, ello aún se exterioriza en la época
moderna conflictuando nuestra existencia como seres humanos tanto a nivel
individual como a nivel colectivo. Finalmente concluyó examinando la verdad que
encierra la frase de Bourdieu “Toda acción Pedagógica implica una violencia
simbólica”.
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