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______________________________ CAPÍTULO II
FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA
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CAPÍTULO II
FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA
1. ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN
A continuación se presentan una serie de investigaciones que
sirven como antecedentes para el desarrollo del estudio sobre la
variable resiliencia, tomándolas como marco de referencia para la
consulta, ya que abordan la temática en cuestión en diferentes ámbitos de
aplicación.
En primer lugar, se hizo una revisión al estudio de Pelekais (2006),
quien investigó la temática sobre “La resiliencia como herramienta para el
manejo de la inteligencia emocional gerencial en la administración pública”.
Su propósito fue determinar la resiliencia como herramienta para el manejo
de la inteligencia emocional gerencial en la administración pública,
basándose en los postulados teóricos de Melillo y Suárez (2001), Sánchez y
Delgado (2002), Kotliarenco, Cáceres y Álvarez (1996), entre otros.
La investigación se enfocó bajo el paradigma positivista y corresponde
a una metodología de tipo cuantitativa, descriptiva y de campo, con diseño no
experimental, transversal-descriptivo. La población estuvo constituida por 8
secretarios que conforman el tren ejecutivo del gobierno regional,
realizándose un censo poblacional.
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La técnica de recolección de datos fue la observación mediante
encuesta, para lo cual se diseñaron dos (2) cuestionarios, uno de 28 ítems
para medir la variable resiliencia y otro de 89 para la inteligencia emocional,
validados por el juicio de cinco (5) expertos, aplicándose, además, el análisis
discriminante de ítems. La confiabilidad se calculó por medio del coeficiente
Alfa de Cronbach arrojando un índice rtt=0,99 para ambos instrumentos. El
análisis de los datos se efectuó a través de una estadística descriptiva.
Los resultados demuestran que la mayoría de la población encuestada
consideró que la vulnerabilidad la reflejan ante los problemas que se
presentan; sobre la base de los hallazgos, se establecieron lineamientos
gerenciales para el desarrollo de la resiliencia como herramienta para el
manejo de la inteligencia emocional gerencial.
La contribución principal de este antecedente está centrada en los
aportes de tipo teórico que permitirán analizar la variable resiliencia en el
contexto de la presente investigación, considerando que el manejo de las
emociones juega un papel importante en las personas resilientes, por lo cual
en este estudio se aborda a nivel de indicador como uno de los elementos
para fomentar la resiliencia.
Por su parte, Carrasquero (2006), llevó a cabo una investigación sobre
el “Coeficiente de adversidad y resiliencia en personal de a bordo de la
marina mercante”, con el objetivo de determinar la relación entre el
Coeficiente de Adversidad (CA) y la Resiliencia (R) en el personal de a bordo
de la marina mercante. A tal efecto, se sustentó en las teorías de: Luthans,
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Vogelgesang y Lester (2006), Ron, Lipshitz, y Popper (2006), Bonanno,
Rennicke y Dekel (2005), Opengart (2005), Henderson (2003), Infante
(2005), Kotliarenco (1997), Martín (2005), Suárez, Melillo y Rodríguez (2004),
Rutter (1993), Suárez (2005), entre otros.
La metodología fue de tipo descriptiva-correlacional, con diseño no
experimental, transversal-correlacional. La muestra estuvo conformada por
120 tripulantes de a bordo discriminados en: 22 individuos de puente
(capitanes, patrones, timoneles), 14 individuos de máquinas (jefes de
máquinas, motoristas, aceiteros) y 84 individuos de cubierta (marineros,
cocineros, contramaestres, estibadores). La determinación del CA y la R se
realizó a través del Adversity Response ProfileTM (ARP), Versión 7.0 (Stoltz,
2006) y el Cuestionario de Distribución Demográfica (Williams, 2003).
El cuestionario ARP describe 28 escenarios, a cada uno le
sigue una pregunta con cinco (5) niveles de respuesta con diferentes
escalas de valoración. El perfil de respuesta a la adversidad en el
cuestionario ARP ha sido validado por más de 7.500 personas alrededor del
mundo de diferentes razas, edad, culturas y ocupaciones; sin embargo, el
estudio de Carrasquero (2007) se validó por diez (10) expertos. Para el
tratamiento de la información se utilizaron métodos de estadísticas
descriptivas y asociativas.
El análisis de los resultados obtenidos establece que los factores
relacionados con el CA, tienen un control, alcance, duración, moderado y
bajo promedio internacional, superando sólo el factor duración, el cual se
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valoró como alto. En referencia al CA, la discriminación muestral indica
posiciones de valoración moderada decrecientes de la manera siguiente:
puente, máquinas, cubierta.
Los factores resilientes de esta población se centran en un moderado
gobierno de las emociones positivas y dirección de sentido de vida,
moderada capacidad de borneo y reacción por mejorar las situaciones
adversas con compromiso, iniciativa y creatividad, una moderada
estanqueidad, lo que hace que la adversidad afecte otras facetas de la vida y
un alto nivel de capear al hacer de las situaciones pasajeras, pero con apoyo,
estima y participación.
Además, se determinó una alta asociación entre CA y R, proponiéndose
un modelo de desarrollo del capital psicológico para la resiliencia humana. El
coeficiente de Spearman arrojó los siguientes índices de correlación: ?=0,860
(gobierno), ?=0,955 (borneo), ?=0,850 (estanqueidad), ?=0,941 (capear),
?=0,824 (segmento), ?=0,998 (edad).
A la luz de estos resultados, y considerando la posición teórica de los
diferentes autores que apoyaron la investigación precedente, este trabajo
ofrece una valiosa contribución a nivel científico en lo que atañe al análisis de
la variable resiliencia; ya que representa un aporte al conocimiento sobre la
misma que permite estudiar con mayor precisión el comportamiento humano
en las organizaciones.
De igual forma, Castillo y Leal (2007), publicaron un artículo
titulado “Gestión del capital intelectual y resiliencia en el personal del
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sector farmacéutico”, donde se plantearon determinar la relación entre
gestión del capital intelectual y la resiliencia en el personal del sector
farmacéutico, tomando como base los planteamientos de Suárez,
Melillo y Rodríguez (2004), Vanistendael (2004), Drucker (2004), entre
otros.
La metodología fue de tipo descriptiva-correlacional, con diseño no
experimental, transeccional-correlacional, realizándose en 14 empresas del
ramo OTC (ventas sobre el mostrador - over the counter) de comercialización
de productos farmacéuticos que actualmente lideran el mercado venezolano,
según Intercontinental Market Service - IMS (Servicio de Mercadeo
Intercontinental, específicamente en sus sedes ubicadas en el Municipio
Autónomo Maracaibo del estado Zulia, tomando como población 35 gerentes
de cuentas claves, aplicándose el censo poblacional.
La técnica de recolección de datos fue la observación mediante
encuesta, para lo cual se diseñaron dos (2) cuestionarios con preguntas
cerradas y cinco (5) alternativas de respuestas tipo escala de Likert. La
validez de contenido de los instrumentos se basó en el juicio de cinco (5)
expertos, y la confiabilidad se estimó por el coeficiente Alfa de Cronbach,
obteniéndose un índice rtt=0,9718 para la variable capital intelectual y
rtt=0,9622 para resiliencia. Los datos fueron analizados con estadísticas
descriptivas.
Los resultados indicaron que los elementos de la gestión del capital
intelectual en el personal de las empresas del sector farmacéutico, presentan
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una tendencia moderada en las tres áreas evaluadas, capital humano,
estructural y relacional. Del mismo modo, se determinó que es moderada la
resiliencia en los gerentes de cuentas clave, manteniendo una tendencia
moderada en el desafío cognitivo, estratégico, político e ideológico. Se
encontró una asociación positiva y moderada entre la gestión del capital
intelectual y la resiliencia (r=0,635) calculada por el coeficiente de correlación
de Pearson.
Las recomendaciones orientan hacia la aplicación de los lineamientos
gerenciales que aborden y valoren las capacidades, actitudes, habilidades,
destrezas y conocimientos para la gestión del capital intelectual y la
resiliencia en el personal del sector farmacéutico, abordando el conocimiento
y el aprendizaje de los trabajadores, actualizando los mismos en función de
los cambios del entorno a los cuales estas organizaciones requieren
adaptarse.
De igual forma, se recomendó a la gerencia de recursos humanos de
las organizaciones, realizar actividades planificadas enfocadas en desarrollar
la resiliencia de su personal, para comprender los procesos y mecanismos
que subyacen a las fortalezas y virtudes de sus trabajadores, a través de
intervenciones programadas, e inclusive con apoyo del coaching, para
promover comportamientos positivos enfocados en la superación de la
adversidad, buscando que el personal se sienta a gusto y satisfecho tanto
consigo mismo como con la labor que realiza, y por ende, con la
organización.
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Los aportes de este antecedente sirven como insumo teórico para
operacionalizar el análisis de la variable resiliencia, a fin de determinar su
aplicabilidad en el entorno empresarial, pues los recursos humanos
representan el activo más importante para soportar las operaciones de las
empresas y promover su productividad.
En el mismo orden de ideas, Pino y Monsalve (2008), llevaron a cabo
una investigación denominada “Resiliencia en el personal administrativo de
una empresa de telecomunicaciones”, con el objetivo de determinar la
resiliencia en el personal administrativo de una empresa de
telecomunicaciones, para lo cual se apoyaron en las teorías de Kotliarenco
(2000), Manciaux (2001), Rutter (2000), entre otros.
El tipo de investigación fue descriptivo y de campo, con diseño no
experimental, transeccional-descriptivo. La población estuvo constituida por
un censo poblacional, conformado por 60 sujetos, de ambos sexos (28
femenino y 32 masculino). Para recolectar los datos, se utilizó la escala de
medición de Colina y Esqueda (2002), cuya validez se determinó a través del
análisis factorial y la confiabilidad por el coeficiente Alfa de Cronbach que
arrojó un índice rtt=0,924, y la fórmula de Guttman (Split-half) con un
resultado rtt=0,837, corregidas simultáneamente por la fórmula de Spearman
Brown. Para el análisis de los resultados se empleó la estadística descriptiva.
Los resultados obtenidos demuestran un nivel de resiliencia medio en el
personal administrativo. En cuanto al control personal y competencia, se
evidenció una baja capacidad de anticipación, autopercepción, visión de
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oportunidad y capacidad de influir en otros para ambos sexos. Con respecto
a la fortaleza y actividad física, se determinó una baja fortaleza y actividad
física por parte del personal masculino, así como una baja predilección y
práctica de los deportes por parte del personal femenino.
En relación a la seguridad afectiva, se evidenció un bajo nivel de
dinámica familiar y apoyo efectivo favorable en el personal de ambos sexos.
Con respecto a la estabilidad emocional, se observó un bajo nivel en relación
a la figura paterna y relación de los padres de cada sujeto del sexo masculino
entre sí, y de manera similar en el sexo femenino.
Las recomendaciones se orientan a realizar talleres de capacitación y
adiestramiento para ayudar a que los trabajadores eleven sus niveles de
resiliencia laborales, de forma tal que pueda maximizarse la capacidad de
sobreponerse ante los obstáculos y las adversidades con el propósito de
inducir hacia la eficiencia del personal de la empresa.
Desde el punto de vista teórico, la consulta de este antecedente ofrece
una valiosa contribución para el análisis de la variable resiliencia,
considerando la afinidad de las referencias bibliográficas que sirvieron para
desarrollar el estudio, contribuyendo a ampliar la información y herramientas
disponibles para definir cada uno de los conceptos, ampliando la visión del
atributo en estudio.
Por su parte, Salas (2008), realizó un estudio titulado “Resiliencia y
motivación al logro en Oficiales de la Policía Municipal de Maracaibo”, con la
finalidad de determinar la relación entre la resiliencia y la motivación al logro
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en los oficiales de la policía municipal de Maracaibo, apoyándose en las
teoría de Henderson (2003), Kalawski (2003), Manciaux (2003), Robbins
(2004), entre otros.
La metodología utilizada fue de tipo descriptiva-correlacional, de campo,
con diseño no experimental, transeccional–correlacional. La población estuvo
conformada por 150 oficiales de la policía municipal de Maracaibo,
pertenecientes a la división de patrullaje ordinario, de los cuales se
seleccionó una muestra de 81 oficiales.
La técnica de recolección de datos fue la observación mediante
encuesta, utilizando como instrumentos la escala de resiliencia de Colina y
Esqueda (2002), constituida por 20 ítems, y la escala de la motivación al
logro (MLP) de Romero García y Salom de Bustamante (1990) compuesta
por 24 ítems, ambas estructuradas bajo el formato Likert.
La validez de contenido se hizo por el juicio de expertos en los
dos casos. La confiabilidad del instrumento para medir la resiliencia, se
determinó a través del coeficiente Alfa de Cronbach con un índice rtt=0,924
y de la fórmula de Guttman (Split-half) con un resultado rtt=0,837,
corregidas simultáneamente por la fórmula de Spearman Brown. Mientras
que para el inventario MLP tuvo un valor rtt=0,79, calculada por el mismo
método.
Para el análisis de los datos se utilizó la estadística descriptiva,
encontrándose como resultado que las variables resiliencia y motivación al
logro se ubicaron en niveles medios, con unas medias totales de 105,76 y
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114,66, respectivamente. De igual forma, se calculó el rango de correlación
de Pearson entre las variables, resultando una correlación moderadamente
significativa al nivel 0,01 de r=0,439.
La revisión de este antecedente contribuye no sólo a profundizar los
conocimientos sobre los elementos de la variable resiliencia, sino además
para analizar su relación con otros atributos, fortaleciendo el marco teórico de
la presente investigación, dada su correspondencia con el objeto de estudio,
a pesar que difieran en su contexto de aplicación.
Siguiendo esta misma línea de investigación, Chacón (2009), desarrolló
un estudio titulado “Resiliencia gerencial como plataforma efectiva en la
gestión del cambio organizacional”, cuyo propósito fue analizar la resiliencia
gerencial como plataforma efectiva en la gestión del cambio organizacional
en los docentes de los institutos universitarios del estado Zulia, tomando
como base teórica los planteamientos de Forés y Grané (2008), Siebert
(2007), Schneider (2007), Manciaux (2003), Davis y Newstrom (2007), entre
otros.
La metodología se enmarcó en la tipología descriptiva, de campo, con
diseño no experimental, transversal-descriptivo. La población estuvo
conformada por 11 docentes y auxiliares del taller de maquinado del Instituto
Universitario de Tecnología de Maracaibo (IUTM) y el Instituto Universitario
de Tecnología de Cabimas (IUTC). La técnica de recolección de datos fue la
observación mediante encuesta, elaborándose dos (2) cuestionarios, con
preguntas cerradas y 5 alternativas de respuestas, tipo escala de elección
forzada.
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La validación de contenido estuvo a cargo de un panel de
siete (7) expertos y la confiabilidad se calculó por el coeficiente Alfa de
Cronbach, arrojando un valor rtt=0,93 para el instrumento que midió la
resiliencia y rtt=0,91 para el instrumento que midió la gestión del cambio
organizacional. Asimismo, se utilizó la estadística descriptiva para analizar
los datos.
Los resultados permitieron conocer que los docentes tienen
desarrollados los factores de realizar planes realistas, visión positiva,
comunicación, así como el manejo de sentimientos; los pilares de la
resiliencia de introspección, independencia, humor e iniciativa, con
debilidades en la capacidad tanto para relacionarse como en la creatividad.
El personal posee una alta resiliencia, es decir, capacidad humana de hacer
frente a las adversidades de la vida, superarlas y salir de ellas fortalecido e,
incluso, transformado.
De igual forma, se conoció que la población encuestada tiene
desarrolladas las conductas de la delegación de autoridad, participación,
cultura de colaboración, aprendizaje continuo; con oportunidad de mejora en
apertura en la comunicación. Asimismo, la capacidad para aceptar los
cambios o compromisos, con oportunidad de mejora en conocimiento, aún
cuando sienten temor ante los cambios organizacionales.
En ese sentido, se generaron lineamientos estratégicos para
fomentar la resiliencia gerencial como plataforma efectiva en la gestión del
cambio organizacional en los docentes de los institutos universitarios del
estado Zulia, tales como: establecer relaciones, evitar ver las crisis
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como problemas insuperables, aceptar que el cambio es parte de la vida,
seguir tras las metas, liderazgo y comunicación, diagnóstico de la
organización, generar tanto conocimientos como competencias, entre
otros.
El estudio precedente sirve para soportar teóricamente el análisis de la
variable en la presente investigación, así como sus objetivos, teniendo un
alto valor científico como evidencia teórica y empírica que contribuye a una
mejor comprensión de este constructo y su comportamiento en las
organizaciones.
En líneas generales, se puede afirmar que los diferentes
antecedentes constituyen aportes significativos, con el fin de fortalecer el
proceso investigativo de este trabajo, orientando la formulación de los
objetivos específicos planteados para analizar la resiliencia en los
empleados con discapacidad permanente del Banco Occidental de
Descuento.
2. BASES TEÓRICAS
Para obtener una mayor comprensión del objeto de estudio de la
presente investigación, a continuación se desarrollan las bases teóricas que
sustentan la variable resiliencia. Éstas fueron fundadas en las teorías de
distintos autores y expertos en el tema, de tal manera de ofrecer una
comparación y contraste de los mismos, a fin de establecer cuáles son los
enfoques convenientes a ser aplicados en este trabajo.
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2.1. ASPECTOS GENERALES DE LA RESILIENCIA
Recientemente se ha despertado un gran interés, por el hecho de que
existen personas que en medio de situaciones muy adversas, logran
enfrentar con éxito sus dificultades y romper con sus expectativas de
fracasos. Esto es así, porque la optimización de las condiciones de vida de
las mismas, viene determinada por la forma en que éstas son capaces de
desarrollar mecanismos protectores o de resiliencia.
Esta palabra fue tomada de la metalurgia y describe la capacidad de los
metales a resistir los golpes y recuperar su estructura interna. En osteología,
se usa para expresar la capacidad de los huesos para crecer en sentido
correcto, después de una fractura, o como “cualidad de los objetos de
recobrar su forma original luego de soportar presiones”. De Filippis (2008, p.
179).
Así, en el campo del desarrollo psicosocial del ser humano, tiene un
sentido similar: esa capacidad del ser humano para recuperarse de cualquier
adversidad. Esta definición habla de la combinación de factores que permiten
al hombre, superar y afrontar los problemas o situaciones adversas de la
vida. Este concepto, tal como lo exponen Melillo y otros (2004, p. 57), es en
cierta forma “inverso al de riesgo o complementario a él. En vez de poner
énfasis en aquellos factores negativos que permitirán predecir quién iba a
sufrir un daño, trata de ver aquellos factores positivos que, a veces,
sorprendentemente y contra lo esperado protegen al ser humano”.
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En ese sentido, postula Rutter (citado por Melillo y otros, 2004, p. 70)
que todos los estudios de factores de riesgo han revelado una considerable
variabilidad en la manera en que las personas responden a la adversidad
psicosocial. Aún con experiencias horribles, suele encontrarse que una
proporción considerable de individuos no sufre secuelas graves.
Por ello, durante los últimos 20 años se ha prestado más atención a
este fenómeno, el cual entraña la esperanza de una prevención satisfactoria,
partiendo de la hipótesis implícita de que si tan sólo se conociera a ciencia
cierta qué es lo que permite a las personas “liberarse” del daño de graves
experiencias adversas, se podría tener a disposición el medio de incrementar
la resistencia al estrés y la adversidad. Al respecto, Rutter (citado por Suárez,
Melillo y Rodríguez, 2004, p. 72) afirma que “la resiliencia no debe ser
entendida como la animada negación de las difíciles experiencias de la vida,
dolores y cicatrices: es más bien, la habilidad para seguir adelante a pesar de
ello”.
Por su parte, Wolin y Wolin (1993, citados por Lamas y Murrugarra,
2010) advierten que la herida o el daño es un hecho real, pero a pesar de las
heridas infringidas, para muchos, el trauma también ha sido instructivo y
correctivo. Así, el ambiente continuamente presenta demanda de estresores,
retos y oportunidades, y éstos podrían a la vez, convertirse en obstáculos
dada una complejidad de otros factores, genéticos, neurobiológicos,
familiares y comunales, para el desarrollo de la fuerza, de la resiliencia, o por
el contrario, producir una disminución en la capacidad para enfrentarse a la
adversidad.
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En este sentido, Rutter (citado por Suárez y otros, 2004, p. 75),
expone que la investigación sobre la resiliencia ha introducido ideas
que desafían tres conceptos dominantes sobre el desarrollo humano: (a) hay
etapas fijas, inevitables, críticas y universales en el desarrollo, (b) un
trauma de la niñez inevitablemente lleva a una psicopatología adulta
y, (c) hay condiciones sociales, relaciones interpersonales y arreglos
institucionales que son tan tóxicos que inevitablemente llevan a carencias o
problemas en el funcionamiento diario de los niños y adultos, familias y
comunidades.
No obstante, Sambrano (2010, p. 17), destaca que la procedencia
del término resiliencia tiene su origen en el idioma latín, en el término
resilio, que significa volver atrás, retornar de un salto y regresar a la forma
original. En esta palabra, se ha determinado la capacidad de algunas de las
personas que logran superar condiciones severamente adversas y que,
inclusive, consiguen transformarlas en un estímulo para su desarrollo bio-
psico-social.
Tomando como fundamento lo anterior, puede referirse que la
resiliencia es tan antigua como lo es la humanidad, ya que desde siempre
han existido individuos cuyas condiciones particulares y formas de
interacción con la realidad les ha permitido adaptarse o superar situaciones
de gran dificultad y lograr vivir con estabilidad, e incluso, tener éxito de
acuerdo a la circunstancia histórica, social y cultural en que se han
encontrado inmersos; sin embargo, el interés científico por este fenómeno es
mucho más reciente.
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Investigadores como Vanistendael y Lacomte (2002, p. 23), refieren que
hacia el final de la década de los setenta se inició el proceso de elaboración
de una nueva postura en cuanto al estudio los factores relativos a la pobreza
y otros agentes de negativa afectación a la vida del individuo, tales como:
presencia de enfermedades físicas, estrés familiar, apoyo social insuficiente,
entre otros. De esta forma, prevaleció un enfoque que subrayaba las
carencias o déficits que presentaban las personas en pobreza, por ello lo que
se buscaba era generar recomendaciones para darle respuestas a los
problemas identificados, con el objetivo de suplir las carencias encontradas
en estos sectores.
Bajo esta óptica, ambos psicólogos establecen la discusión
acerca del tema que se inició en el campo de la psicopatología, como
producto de la constatación de que algunos niños criados en familias
en donde uno o ambos padres eran alcohólicos, y lo habían sido
durante su proceso de desarrollo, no presentaron carencias en el plano
biológico, ni psico-social y alcanzaban por el contrario, una adecuada calidad
de vida.
En este orden de ideas, Rutter (citado por Suárez y otros, 2004, p. 79)
señala que el interés por el estudio de la resiliencia sobreviene de al menos
tres décadas de investigación. La primera ocurre por la consistencia de
algunos datos empíricos relativos a las diferencias individuales que se
observan en poblaciones de alto riesgo referidas a los hijos de enfermos
mentales.
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Posteriormente, se encuentran diversos estudios sobre el
temperamento, efectuados por investigadores norteamericanos en la década
de los setenta. En último lugar, este autor menciona la importancia que
asigna al hecho de que, a nivel de las personas, es posible identificar las
diferentes maneras de enfrentar sus situaciones adversas y los momentos
clave o de transición.
No obstante, a partir de la década de los noventa, Osborn (1993, citado
por Vanistendael y Lecomte, 2002, p. 38), destaca que ha existido un
creciente interés para conocer a las personas que desarrollan competencias
a pesar de haber crecido en situaciones adversas, lo cual supone un
aumento considerable del riesgo de aparición de patologías. Este grupo de
personas han sido denominadas “Resilientes”.
Para Henderson (2006, p. 20), la resiliencia se sustenta en la
interacción que se produce entre el individuo y su entorno. Esta cualidad
genera que la misma no sea absoluta ni terminantemente estable, ya que
observará rasgos y características particulares resultantes de los diferentes
contextos en que se manifiesta. Por esta razón, para la autora, no es
adecuado concentrarse en el aspecto individual, sino que se debe ampliar el
concepto, para entender el interjuego que se produce entre las variables
familiares y comunitarias.
La autora en cuestión, concibe la resiliencia como la capacidad humana
para resistir y afrontar ese bombardeo incesante de eventos que causan
sufrimiento, de tal forma que la experiencia sirve para fortalecer, adquirir
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mayor confianza en las habilidades propias y ser más sensibles a los
padecimientos que otras personas estén experimentando, así como más
hábiles para generar cambios y minimizar o erradicar las fuentes originarias
del estrés o el trauma. En pocas palabras, es la capacidad del ser humano
para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser
transformado positivamente por ellas.
2.2. DEFINICIÓN DE RESILIENCIA
Forés y Grané (2010, p. 19), definen la resiliencia como “un canto a la
libertad, un no rotundo a todo tipo de determinismo, enmarca un antidestino,
nos acerca y nos asocia como seres a la palabra devenir”. Por su parte,
Rojas (2010, p. 63), se refiere a la misma como “un atributo natural y
universal de supervivencia, que se compone de ingredientes biológicos,
psicológicos y sociales”.
Otros autores como Calhoun y Tedeschi (1995), citados por Rojas
(2010, p. 187), expresan que la resiliencia “es la condición necesaria para
poder recuperarnos emocionalmente después de sufrir una desgracia, pues
nos permite encajar circunstancias muy adversas y volver al estado de
equilibrio emocional que se disfrutaba con anterioridad”.
Asimismo, el Illinois Community College Board - ICCB, Institute on Child
Resilience and Family (1994), citado por Sambrano (2010, p. 20), define la
resiliencia como la “habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse,
recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva”. Para Sambrano
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(2010, p. 17), es el término que define la transformación positiva de
adversidades en fortalezas y da la esperanza para volver a empezar con la
energía del aprendizaje regenerador. A su vez, la transformación positiva de
la adversidad proporciona herramientas para convertir a las personas en
seres resilientes, con el ímpetu necesario para empezar de nuevo y convertir
la adversidad en un aprendizaje sano y beneficioso.
En este orden de ideas, refieren Vanistendael y Lecomte (2002, p. 26),
“la resiliencia distingue dos componentes: la resistencia frente a la
destrucción, es decir, la capacidad de proteger la propia integridad, bajo
presión y, por otra parte, más allá de la resistencia, la capacidad de forjar un
comportamiento vital positivo pese a las circunstancias difíciles”.
Es decir, la resiliencia implica de acuerdo a las definiciones el resistir y
recuperarse de situaciones desfavorables y poder disfrutar del sentido
creativo de la vida. De esta manera, hace referencia al hecho que las
adversidades que experimenta el ser humano a lo largo de su vida es
extensa. Más allá de su magnitud, de las situaciones devastadoras o de los
pequeños tropiezos cotidianos, todas las personas han transitado el camino
espinoso de la dificultad en algún momento y necesitan estar preparadas
para enfrentarlos y superarlos con éxito.
En este sentido, Sambrano (2010, p. 18), plantea una metáfora al
referirse a la resilencia: "Las personas resilientes son como cisnes en un
pantano". Son aquellos seres que, a pesar de los entornos muy difíciles o de
situaciones traumáticas repentinas, logran resurgir más fortalecidos que
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antes. Al mismo tiempo, menciona que todas las personas cuentan con
características de resiliencia, aunque algunas las han desarrollado mejor que
otras y las revelan en situaciones difíciles. Son ellas las que se convierten en
los cisnes del pantano.
Es por ello, que para la autora antes mencionada, la resiliencia debe
estar presente en la familia, en la escuela y en el trabajo. Una persona que
se desarrolla en un ambiente resiliente se considera un elemento importante
desde el punto de vista sistémico y consigo mismo. En eso consiste la
interdependencia, importante en la evolución de la resiliencia.
De acuerdo con las posturas antes enunciadas, se entiende entonces
por resiliencia, la habilidad que poseen las personas para seguir
proyectándose en el futuro a pesar de acontecimientos desestabilizadores,
de condiciones de vida difíciles y de traumas a veces graves, lo cual les
permite afrontar la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida
significativa y productiva.
De acuerdo a lo expuesto anteriormente, para efectos de la presente
investigación se ha decidido asumir la definición de resiliencia establecida
por el Illinois Community College Board - ICCB, Institute on Child Resilience
and Family (1994), citado por Sambrano (2010, p. 20), en la cual se define la
resiliencia como la “habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse,
recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva”; todo esto debido
a la congruencia de dicha postura teórica con respecto a los objetivos
planteados inicialmente.
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2.2.1. NIVELES PSICOLÓGICOS DE LA RESILIENCIA
Los niveles psicológicos, según Sambrano (2010, p. 75), se construyen
adjuntos a las características para lograr una mejor salud mental, estar
preparados para contingencias diversas y tener herramientas poderosas que
protejan a las personas de la extrema vulnerabilidad. Los niveles del ser,
armónicamente constituidos, contribuyen enormemente al desarrollo de la
capacidad y al aumento de las probabilidades de reconstrucción y de la
habilidad para rehacerse luego de vivir crisis fuertes. A su vez, esta autora
identifica diversos niveles psicológicos: nivel conductual, afectivo, somático,
interpersonal y cognitivo, los cuales se describen a continuación:
2.2.1.1. NIVEL CONDUCTUAL
El nivel conductual, según Sambrano (2019, p. 75), se refiere al
comportamiento personal e íntimo propiamente dicho y a la capacidad de
repuesta ante situaciones diversas (positivas o negativas). A su vez, también
hace referencia a que un individuo con nivel conductual equilibrado responde
con autorregulación y autoeficacia; además, aprovecha las oportunidades
que se le presentan, bien sean positivas (para disfrutar o enriquecerse) o
negativas (para aprender las lecciones y aplicarlas en futuras ocasiones).
Por su parte, Vaello (2009, p. 58), sostiene que la conducta resiliente
consta de tres fases: (a) resistencia a la destrucción, consistente en aguantar
el primer embate, resistiendo y soportando la contrariedad sin romperse; (b)
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reconstrucción, consistente en rehacerse y recomponerse a pesar de las
circunstancias adversas; (c) fortalecimiento de defensas, con vistas a futuras
reapariciones de las mismas adversidades.
Asimismo, es importante destacar, según Gamboa (2008, p. 180), que
la conducta resiliente no es estable en el tiempo, ni tampoco lo es a través de
los contextos sociales y/o culturales. Al respecto, resulta necesario distinguir
los variados factores que entran en juego en el proceso de crecimiento y
desarrollo del individuo, como una forma de diferenciar entre aquellos que
actúan a favor de la resiliencia o bien de la vulnerabilidad.
En síntesis, el nivel conductual se refiere al comportamiento personal e
íntimo y a la capacidad de respuesta ante situaciones positivas o negativas,
proporcionando al individuo un nivel de equilibrio que le permita responder
con autorregulación y autoeficacia; aprovechando así las oportunidades o
lecciones para aplicarlas en futuras ocasiones.
2.2.1.2. NIVEL AFECTIVO
Este nivel, correspondiente a la resiliencia afectiva, proporciona los
contrastes que la vida necesita para estar llena de experiencias
revitalizadoras y emocionalmente propicias para el crecimiento del ser
particular e, interrelaciona a las personas con alto control de las emociones,
ante situaciones de crisis o adversidades, las cuales pueden regular sus
emociones, lo que le permitirá pensar con mayor claridad para resolver los
problemas que se les vayan presentando. Sambrano (2010, p. 77).
37
Así, los vínculos afectivos son factores generadores de resiliencia, y si
el entorno ofrece varios, los factores de resiliencia aumentan. Si falla alguno,
siempre se puede recurrir a otro. Cuando se piensa en resiliencia, se trata de
la capacidad de remontar las dificultades que pueden aparecer desde la
temprana infancia, por carencias, agresiones, abusos, entre otras. De la
Torre, Pujol y Rajadell (2005, p. 171).
De aquí que parezca casi imposible que una persona duramente
dañada en su vida afectiva por circunstancias carenciales graves pueda
remontar las dificultades, porque le cuesta encontrar el tipo de entorno que le
brinde la oportunidad de colmar las necesidades, y aún más, de propiciar la
aparición de factores de resiliencia.
Atendiendo a la posición teórica de los autores mencionados, es
indudable que una buena resiliencia ha de comenzar en la infancia. Un
individuo tiene más facilidad de convertirse en resiliente si ha recibido buenos
tratos, en especial durante el período temprano de su vida, de forma que el
niño establezca un vínculo seguro y se sienta arropado en un entorno
afectivo.
Por ello la ausencia de este nivel de resiliencia afectiva, a edades
tempranas, muestra que a una persona le puede costar más recuperarse de
un trauma al no contar con un entorno favorecedor para su desarrollo
evolutivo. Asimismo, también se ha comprobado que los niños que no
cuentan con el apoyo emocional requerido acaban sufriendo mas heridas
traumáticas porque se sienten abandonados.
38
No obstante lo anterior, el proceso de resiliencia, es un proceso
constructivo que se puede observar, controlar y experimentar incluso con
ancianos. Se trata de una nueva manera de formular la cuestión que entraña
formas de atender a los niños o adultos heridos. Aunque no todo el mundo
será feliz, todos tendrán la oportunidad de intentar la aventura humana.
De acuerdo a lo expuesto anteriormente, puede afirmarse que este nivel
hace referencia a lo que siente interiormente un individuo y la capacidad de
establecer un vínculo de carácter satisfactorio y duradero a través de
relaciones saludables, regulando los estados emocionales. Es por ello que,
en los momentos más duros, tormentosos o de gran vulnerabilidad, los lazos
afectivos se convierten en aspectos que ayudan a superar las adversidades.
Asimismo, los autores expresan que una relación amorosa constituye a
menudo el combustible que impulsa a luchar, resistir y sobrevivir a la
adversidad; de igual forma aseguran que los individuos felizmente
emparejados, como aquellos que se sienten parte de un hogar familiar o de
un grupo solidario de amistades, muestran un nivel de resiliencia muy
superior a aquellos quienes viven desconectados o carecen de una red social
emocional.
2.2.1.3. NIVEL SOMÁTICO
El funcionamiento somático en estado óptimo permitirá afrontar las
dificultades en buenas condiciones, y tener resistencia y energía para
recomenzar en caso de ser necesario. Por tal razón, un cuerpo bien
39
estructurado, bien alimentado, con un sistema nervioso fuerte y saludable,
puede resistir mejor los embates de las crisis, y sufrirá menos
somatizaciones producto de un sistema inmunológico débil a causa de una
inadecuada condición física. Sambrano (2010, p. 77).
Señala Levine (2005, p. 23), mientras que los humanos y los
animales comparten la misma parte del sistema nervioso diseñado para
responder a la amenaza, muchos individuos de alguna manera han perdido
la capacidad de, literalmente, "sacudir" sus encuentros con el peligro, sino
que se paralizan física, emocional y mentalmente, como víctimas de los
traumas.
Para este investigador, cada vez más las personas están obligadas a
sentirse liberadas; la supervivencia de la energía y la búsqueda de acceso a
su capacidad innata de restauración, es lo que les permite volver plenamente
a la vida. Esto se ha convertido en el objetivo terapéutico central. Se ha
asumido implícitamente que el cambio psicológico se produce principalmente
a través del vehículo de la introspección y la comprensión o mediante la
modificación del comportamiento; el estudio de los procesos mentales
("mente") ha demostrado ser sólo un valor limitado para ayudar a cambiar a
la gente.
Por ello, a menudo las personas se quedan sitiadas con síntomas
molestos durante años. El cambio duradero, en lugar de ser estrictamente
psicológico -"de arriba hacia abajo"– es un fenómeno, que se produce en la
relación "de arriba hacia abajo" y "de abajo hacia arriba" (físico, emocional y
40
cognitivo) de transformación. La mutación somática basada en los afectos,
en forma de sensaciones físicas, constituye la base misma de cómo se
sienten y conocen las personas.
Así, a través de la experiencia corporal consciente, los seres
humanos son capaces de acceder a sus sensaciones más primarias y
sentimientos. Estos fundamentos constituyen el núcleo fundamental del
equilibrio, auto-descubrimiento, y del común milagro de la curación en
plenitud.
En síntesis, el funcionamiento razonable del nivel somático es una
condición necesaria para poder afrontar con éxito las duras y complicadas
pruebas a de vida. Pero además de los beneficios objetivos y prácticos que
aportan estas actitudes en el plano de lo subjetivo e intangible los frutos son
también muy evidentes. Sentir que se es eficaz o estar convencido de poseer
lo que hace falta para ejecutar las acciones necesarias y vencer situaciones
adversas fomenta pensamientos como: se puede, se está preparado, se
tiene lo necesario para lograrlo.
2.2.1.4. NIVEL INTERPERSONAL
En lo relativo a las relaciones interpersonales, los individuos con
redes sólidas de comunicación pueden hallar rápidamente grupos de
apoyo que los contengan y los ayuden a manejar emociones fuertes
durante experiencias dolosas o traumáticas. Este nivel, bien ajustado, es un
pasaporte seguro a la conducta resiliente porque, justamente, uno de los
41
factores más importantes es la capacidad del hombre no solamente
de liberar su propia vida, sino también la de otras personas. Sambrano
(2010, p. 78).
Por ello, la resiliencia se construye primero a nivel interpersonal
y luego a nivel intrapsíquico. En tal sentido, se evidencia la necesidad
de apelar a la perspectiva sociocultural definida por Vygotsky, con respecto a
la interacción social y su influencia en el desarrollo individual. Melillo y
Suárez (2008, p. 56).
En forma general, en las relaciones interpersonales los individuos
con redes sólidas de comunicación pueden hallar, rápidamente, grupos de
apoyo que los contengan y los ayuden a manejar emociones fuertes
durante experiencias dolorosas o traumáticas; también, el saber que se
comparte con personas que han tenido los mismos problemas y los han
podido resolver, proporciona una seguridad basada en los cimientos de la
vida en sociedad.
2.2.1.5. NIVEL COGNITIVO
Se refiere a la capacidad de pensar con claridad, buscar
soluciones innovadoras a los problemas, encontrar salidas creativas a
callejones aparentemente sin ellas. Las destrezas cognitivas que son
propias del ser humano, se pueden desarrollar hasta estadios
superiores de ejecución, logrando integrar los aspectos emocionales
y los sociales a una inteligencia que aplica, que resuelve y participa
42
a todos los procesos de la sociedad en la que el individuo
aporta sus competencias para el logro del bien común. Sambrano (2010,
p. 79).
En este sentido, la resiliencia es entonces una cualidad humana
propia de la tenacidad cognitiva, surge como resultado de múltiples
procesos mentales que contrarrestan las situaciones nocivas y les
permiten a las personas aprovechar las crisis para su crecimiento. Naranjo
(2010, p. 270).
Desde este punto de vista, este es un atributo que provee protección
cuando los individuos afrontan situaciones estresantes, las cuales demandan
recursos adicionales para sobreponerse y adaptarse con éxito a los retos en
diferentes niveles del ser. En forma particular, refiere Postigo (2009, p. 96), el
cultivar las fortalezas y virtudes aumenta el nivel de resiliencia y por tanto
permite enfrentar mejor las adversidades. Según el autor, a mayor actividad
cognitiva y a mayor capacidad intelectual aumenta la resiliencia.
Así, un nivel cognitivo bien establecido significa la posibilidad de
concentrarse en trabajos provechosos con la persistencia suficiente para
llevarlos a término exitoso en beneficio de la persona y del grupo de
referencia al que pertenece.
En función de que la clasificación establecida por Sambrano (2010), y
considerando que la autora presente una clara diferenciación de los niveles
psicológicos de la resiliencia, estos son fundamentales para el desarrollo y el
mantenimiento del optimismo a lo largo de toda la vida de una persona.
43
Es de destacar, que la resiliencia no se desarrolla en todos los
individuos de la misma forma y que cada uno tiene diversas maneras de
desenvolverse y adquirir capacidades para superar sus problemas,
por lo cual es necesario puntualizar que cada cual forma sus capacidades y
elige cómo desarrollarlas de acuerdo al desarrollo de sus niveles
psicológicos.
2.2.2. ATRIBUTOS DE LA RESILIENCIA
Según Forés y Grané (2010, p. 82), las personas resilientes poseen una
serie de presunciones o actitudes, características o atributos sobre ellas
mismas que influencian en su conducta y en las habilidades que desarrollan.
En este orden de ideas, Sambrano (2010, p. 72), plantea que las personas
capaces de crecer en la crisis en general, viven transformaciones
trascendentales, considerando el evento traumático como una experiencia
cristalizante que les marca de por vida para resurgir de las cenizas. Dentro
de las características de esta, los autores destacan las siguientes:
2.2.2.1. INTROSPECCIÓN
Para Forés y Grané (2010, p. 95) es como el arte que tienen las
personas de preguntarse, de conversar y darse una respuesta honesta. Por
su parte, Sambrano (2010, p. 81), se refiere a este atributo como la
capacidad de autocrítica, de observarse a sí mismo y al entorno; hacer
cuestionamientos profundos y dar respuestas honestas.
44
Para referirse a la introspección o “insight”, los autores como Posada,
Gómez y Ramírez (2005, p. 100), utilizan el término perspicacia, y lo definen
de manera muy similar a las anteriores posturas teóricas, es decir, capacidad
para observar y observarse a sí mismo simultáneamente, para hacerse
preguntas difíciles y darse respuestas honestas. Es una puerta que se abre a
la mente para encontrarle un nuevo significado a la tragedia, para ver lo que
es imperceptible a simple vista, para descubrir lo que se puede aprender de
ella.
De lo anterior, se infiere que la introspección es la capacidad que tiene
un individuo de mirarse internamente, plantearse preguntas difíciles y
responder honestamente, comprenderse a sí mismo. En otras palabras, se
refiere a la capacidad de la persona para examinarse internamente,
plantearse preguntas difíciles y darse respuestas honestas.
2.2.2.2. INDEPENDENCIA
Definida como el hecho de saber fijar límites entre un individuo y el
medio con problemas (Forés y Grané, 2010, p. 95). Para Sambrano (2010, p.
81) se refiere a la capacidad para ver objetivamente los problemas y
situaciones, establecer límites sin dejarse apasionar o influenciar por sus
propios mapas.
Por su parte, Posada y otros (2005, p. 100) denominan a la
independencia refiriéndola como autonomía, la capacidad para fijar los
propios límites en relación con un medio problemático y para mantener
45
distancia física y emocional con respecto a los problemas y a las personas,
sin llegar a caer en el aislamiento. Para los autores, esta manifiesta en la
claridad mental con respecto a la propia identidad, a las fortalezas y
debilidades propias.
En concordancia con estas definiciones, la independencia no es más
que la capacidad de establecer límites entre el individuo y ambientes
adversos a él, esto significa la actitud que tiene una persona para vivir en
forma autónoma y tomar decisiones por sí misma. Puede entenderse como la
habilidad para mantener distancia física y emocional con respecto a los
problemas sin caer en el aislamiento.
2.2.2.3. RELACIÓN
La capacidad de relación, según Forés y Grané (2010, p. 95), es la
habilidad que tiene un individuo de establecer vínculos con otras personas.
Por su parte, Sambrano (2010, p. 81), utiliza este término para referirse a la
capacidad que tiene el individuo para brindar, sostener y establecer
relaciones de confianza y solidaridad fuertes y de largo plazo con otras
personas.
Otros autores como Posada y otros (2005, p. 100), la definen como la
capacidad para crear vínculos íntimos fuertes y equitativos con otras
personas, con quienes se sabe que se puede contar cuando se necesita
apoyo incondicional. Se trata de la capacidad para expresar con naturalidad,
con claridad y al mismo tiempo con respeto, las necesidades, opiniones,
46
expectativas y sobre todo los propios sentimientos, a la vez que para
escuchar, para ponerse en el lugar del otro, para aceptarlo tal y como es, sin
quererlo cambiar, ni tampoco llegar a depender de él. Está directamente
relacionada con la solidaridad y amistad. De acuerdo con estas posturas
teóricas, es la habilidad que tiene un individuo para mantener lazos internos y
satisfactorios con otra persona; en otras palabras, la capacidad de mantener
y crear lazos.
2.2.2.4. CENTRO DE CONTROL INTERNO
Consiste en localizar y mantener el control dentro de uno mismo,
manteniendo el sentido de autonomía y dominando razonablemente las
circunstancias. Rojas (2010, p. 68). Para Colina (2002, p. 64), se define por
medio de la capacidad de anticipación y planificación, autopercepción de
poder, visión de oportunidad y capacidad de influir en otros que posee un
individuo.
En términos de resiliencia, el autocontrol o control interno, es la
capacidad que posee un individuo para aprender a regular su reactividad,
sirviéndose de la racionalidad y de la lógica. Tener dominio de sí mismo para
evitar problemas. Capacidad que tiene una persona para controlar sus
decisiones. Rojas (2010, p. 73). Asimismo, puede entenderse como la
capacidad de inhibir respuestas, pensamientos o emociones que puedan
generar posteriores perjuicios. Personas con esta capacidad demuestran
madurez, serenidad, son cautelosas, con sentido de ubicación y oportunidad
(Forés y Grané, 2010, p. 80)
47
2.2.2.5. AUTOESTIMA
Para Forés y Grané (2010, p. 95), la autoestima se refiere al fruto de la
acción y el cuidado de las personas que son significativas para permitir la
superación de las adversidades. Es la autoapreciación positiva; a través de
este atributo los individuos consideran que lo más importante son ellos
mismos. Rojas (2010, p. 68).
Desde ambas perspectivas, se entiende por autoestima, el
sentimiento de aceptación y aprecio hacia uno mismo y va unido a un
sentimiento de competencia y valía personal. Su importancia es tal, que
impulsa al individuo a actuar, a seguir adelante y lo motiva para perseguir sus
objetivos.
Además, potencia la capacidad de las personas para desarrollar sus
habilidades y aumenta el nivel de seguridad personal, moldeando la manera
de percibir y valorar la vida. Por ello, se dice que una persona con alta
autoestima, supera sus problemas o dificultades personales, afianza su
personalidad, favorece su creatividad; es más independiente y tiene amigos
con mayor facilidad.
2.6. PENSAMIENTO POSITIVO
Este atributo, según Rojas (2010, p. 68) se refiere a las ganas de vivir y
la capacidad de valorar con seatez las ventajas e inconvenientes de las
decisiones que se toman, luchando contra las adversidades. La capacidad de
48
pensamiento crítico, como lo conciben Forés y Grané (2010, p. 95), es la
comprensión del principio que dice que todo puede ser de otra manera,
contra todo pensamiento único de cualquier clase.
Dicho en otras palabras, el pensamiento positivo afecta todo lo que el
individuo hace, impregnando de elevadas vibraciones todo lo que le rodea.
Sólo trabaja en su beneficio y en el de los demás, dado que en el reino de la
mente lo positivo atrae a lo positivo y rechaza lo negativo. Es decir, tanto la
esperanza como el optimismo pueden contribuir a la resistencia, porque
están orientadas hacia el futuro. Las personas que se sienten esperanzadas
y optimistas aumentan las probabilidades de recobrarse y hacer que las
cosas sean incluso mejores que antes.
Es así como, la esperanza ayuda a que la persona aguante en los
momentos difíciles, y el optimismo proporciona pensamientos e imágenes de
las cosas saliendo bien. Anhelo es lo que las personas tienen. Confianza es
lo que las personas creen. En fin, las actitudes positivas suelen estar
relacionadas con acciones que las personas pueden llevar a cabo, paso a
paso, para ir desde donde están hasta donde quieren estar.
2.2.2.7. INICIATIVA
Para Forés y Grané, (2010, p. 95), es el disfrute de exigirse y
ponerse a prueba con actividades accesibles. Para Sambrano
(2010, p. 81), consiste en la capacidad de una persona para autoexigirse,
apersonarse de su responsabilidad, de sus decisiones y consecuencias.
49
La posición teórica de Posada y otros (2005, p. 101), guarda
correspondencia con los aportes de los autores mencionados; sin embargo,
destaca este rasgo como la capacidad del individuo para la autorregulación y
la responsabilidad personal, necesarias para lograr autonomía e
independencia, siendo además, un impulso para lograr experiencia. Por
tanto, para los autores, es la fuerza que impulsa a poner en práctica lo que la
creatividad propone.
Ello supone, entonces, que la capacidad de iniciativa de un
individuo se hace demostrable cuando puede hacerse cargo de sus
problemas y ejercer control sobre ellos. Al respecto, son personas que,
por lo general, participan en proyectos comunitarios, manejan sentimientos
de autorrealización, tienen capacidad de liderazgo y enfrentamiento de
desafíos.
2.2.2.8. HUMOR
Según Forés y Grané (2010, p. 95), el humor posibilita
encontrar el punto medio entre la tragedia y la comedia. Sambrano (2010, p.
81), lo define como la capacidad de una persona para afrontar
situaciones en forma lúdica y divertida; ver la crisis como fuente de
inspiración.
Con base en estas definiciones, el humor no es más que la capacidad
de un individuo de reírse ante las adversidades; ridiculizar el temor a no
poder resolverlas. El humor es finalmente una actitud de pensamiento
50
positivo, es la base o columna donde se establece la resiliencia o capacidad
de superar todos los obstáculos que pudieren presentarse a lo largo de la
vida. Es la predisposición del espíritu a la alegría, permite alejarse del foco
de tensión, relativizar y positivizar.
2.2.2.9. CREATIVIDAD
La creatividad es la capacidad de poder abrir la mente hacia nuevas
posibilidades (Forés y Grané, 2010, p. 95). Para Sambrano (2010, p. 81), es
la capacidad de establecer y crear orden, así como nuevos modelos a partir
de la confusión. Además de la concordancia con estas definiciones, Posada y
otros (2005, p. 101), señalan que la creatividad constituye un puerto seguro
para la imaginación, en el que cada persona puede refugiarse y reestructurar
sus experiencias. Permite idear alternativas y caminos de salida ante la
adversidad.
De acuerdo con estas definiciones, la creatividad no es más
que la capacidad de un individuo para imponer orden, belleza y
propósito a la situación de caos. Las personas con este rasgo son
capaces de recomponer y reconstruir. La creatividad es un sí a la
vida y un compromiso con la propia existencia. Es libertad responsable
en la inacatable tarea de encontrarse con uno mismo y con los otros.
Es un proceso que requiere seres íntegros y a cada instante, con
fuerzas encendidas en la llama de la vida, puesta la mirada en lo que no
tiene fin.
51
2.2.2.10. MORALIDAD
Según Forés y Gané (2010, p. 95), es entendida como el deseo de
querer bienestar para todos los seres humanos y la capacidad de
comprometerse con este valor. Asimismo, consiste en dar sentido
trascendente a las actuaciones, desear a otros el bien propio. Sambrano
(2010, p. 81). Para Suárez, Melillo y Rodríguez (2004, p. 64), se refiere a la
conciencia moral; a la capacidad de comprometerse con los valores y de
discriminar entre lo bueno y lo malo.
Para referirse a este rasgo, los autores Posada y otros (2005, p. 101),
aplican el término ética. Al respecto, la ética o moralidad abarca dos
variables fundamentales: la capacidad de desearle a otros el mismo bien y al
mismo tiempo de comprometerse con valores específicos. Es la actividad de
una conciencia informada. Tiene que ver con la capacidad para darle sentido
a la propia vida en cada momento y a pesar de cualquier situación.
Así, y de acuerdo con las posturas teóricas de los autores citados, los
individuos con este rasgo de personalidad son capaces de desarrollar sus
propios valores, establecer juicios en forma independiente, expresar sentido
de compasión, justicia y lealtad, además de mostrar capacidad de servicio y
entrega a los demás. La conciencia moral abarca toda gama de valores
internalizados por cada persona a través de su desarrollo vital.
Luego de teorizar sobre cada uno de estos atributos, puede observarse
que existen más que similitudes, una amplia relación de conceptos
52
engranados, como los de Sambrano (2010), Forés y Grané (2010), Rojas
(2010), Posada y otros (2005), de ahí que sean precisamente estos autores
los que se tomaron como referencia para analizar los atributos de las
personas resilientes.
Vale destacar que, según Sambrano (2010, p. 78), toda persona
resiliente presenta estos rasgos que se relacionan tanto con los niveles de
comportamiento, como con las competencias propias y pertenecientes al
mismo. De igual modo, las personas resilientes suelen manifestar algunas o
todas las características anteriormente mencionadas, las cuales constituyen
como su sello personal, la manera como afrontan las dificultades. La mayoría
de los autores se refieren a unas o a otras, empleando para ello diferentes
términos que coinciden con los mismos significados.
2.2.3. ELEMENTOS QUE FOMENTAN LA RESILIENCIA
Hay elementos que pueden operar como una adversidad y que
fomentan la resiliencia, o sea, permiten un mayor crecimiento
de los seres humanos, entre ellos, vale señalar los emocionales,
los relacionados con la ética, la moral y la espiritualidad, y los
cognoscitivos.
2.2.3.1. EMOCIONALES
Según Valero, Gil y García (2007, p. 80), la experiencia de las
emociones positivas no es más que un reflejo de un modo resiliente
53
para afrontar las situaciones adversas. Asimismo, los autores afirman
que, a pesar de ser un fenómeno individual, la resiliencia es un
fenómeno común entre personas que enfrentan experiencias
adversas y surge de funciones y procesos adaptativos normales en el ser
humano.
De igual forma, señalan que las emociones positivas, ayudan
a que la persona desarrolle la resiliencia psicológica lo cual le
permitirá afrontar de forma efectiva las situaciones de desastre y
emergencia. En esta línea de pensamiento, Fredrickson (2001),
citado por Valero y otros (2007, p. 81), afirma que son las personas
con mayores niveles de resiliencia quienes muestran interés por
diferentes cosas en momentos de ansiedad que se provocan de forma
experimental.
Sambrano (2010, p. 21), con respecto al elemento emocional afirma
que el resiliente es una persona que tiene la capacidad para concientizar,
modular, adaptar y transformar en forma concreta y experiencial su
despliegue interior de energía, motivaciones, tendencias y predisposiciones
emocionales expresados en forma de comportamientos, conductas de
atracción – repulsión, temperamento, reacciones psicofisiológicas,
entre otros. En síntesis, los autores citados consideran que la
presencia de emociones positivas contribuye al desarrollo de planes
de futuro y a un mejor ajuste psicológico tras la experiencia de un
suceso traumático.
54
2.2.3.2. ÉTICA, MORAL Y ESPIRITUALIDAD
La moralidad es uno de los pilares de la resiliencia, ésta es definida
como la propia voluntad de extender el deseo personal de bienestar a todos
los semejantes, junto con la facultad de comprometerse con valores. Esto
conduce a la idea de que ninguna sociedad humana es posible sin una
moralidad corriente, y en toda sociedad conocida la moralidad es una norma
crítica. Walzer (1993), citado por Bouché e Hidalgo (2006, p. 25). Por su
parte, Sambrano (2010, p. 38), define la espiritualidad como una serie de
principios, normas y sentimientos profundos que en una sociedad
contribuyen a regular el comportamiento de la persona, de acuerdo a lo que
se considera bueno, correcto o justo.
En este sentido, Sambrano (2010, p. 40) señala que la ética se trata del
sentimiento distintivo que comparten los miembros de un colectivo por
pertenece a él y que generalmente los diferencia de otro colectivo; pero en la
actualidad es entendido como los principios y normas que caracterizan a un
grupo. Por su parte el término moral significa costumbre, práctica (lo que
mora) y, actualmente, ésta se refiere a principios y normas propias de una
persona en particular. De forma general, la sociedad tiene un conjunto de
normas y principios por las que se rige; estas reglas cambian de acuerdo a
las culturas y a la geografía en la que se ubican. Así se forman las
instituciones con sus leyes, normas y reglamentos, las cuales moldean el
comportamiento de sus integrantes.
55
En relación a la espiritualidad, para Kronenberg, Simó y Pollard (2007,
p. 249), el espíritu es una palabra misteriosa, poderosa; sus significados se
extienden como una red invisible a través de todos los niveles de la
existencia. Es el aire, el aliento, y por extensión, el lenguaje y la vida misma.
Es el poder de la creación divina, que se manifiesta sobre las aguas, y es la
divinidad misma, el Gran Espíritu, el Espíritu Santo, el Señor de todos. Por
ello la espiritualidad es el conocimiento de lo sagrado, lo divino, según los
autores.
Así los seres humanos tienen una esencia espiritual. El espíritu es el yo
verdadero, que se intenta expresar a través de todas las actividades, pero las
distintas expresiones espirituales y sus significados están culturalmente y
éticamente fundamentados en diversos sistemas de valores, por lo que no
existe una única experiencia que pueda ser denominada espiritualidad.
Por lo tanto, el terreno espiritual es considerado como un pilar de apoyo
para las personas adultas y un recurso poderoso ante la necesidad de
adaptarse y hacer frente a nuevas situaciones. Al hablar del terreno
espiritual, las personas se refieren a la creencia de la existencia de un poder
superior en el cual pueden apoyarse.
En este orden de ideas, Walsh (1998), citado por Vidal (2009, p. 383),
hace hincapié en la importancia empírica de la espiritualidad y la mirada
trascendente, así como el valor de la religión como comunidad y sentido,
para crear y sostener la resiliencia. En su opinión, los sistemas de creencias
constituyen fuerzas poderosas para la resiliencia. De esta manera, las
56
personas pueden lidiar con la crisis y la adversidad dando sentido a su
experiencia, relacionándola con su mundo social, con sus creencias
culturales, religiosas, con su pasado multigeneracional, con sus esperanzas y
sueños respecto del futuro.
2.2.3.3. COGNOSCITIVOS
Sambrano (2010, p. 43) explica que los procesos cognitivos son
relativos al conocer y se producen en un contexto interactivo de naturaleza
social y explícitamente comunicativa. La capacidad para aprender de la
experiencia es una de las más valoradas y practicada por los seres
resilientes. Cognoscitivo se refiere a captar o tener la idea de algo, llegar a
comprender su naturaleza, relaciones y cualidades, por medio del uso de las
facultades mentales.
Para la autora antes mencionada, la cognición es el conocer la realidad
(interna o externa); se recibe por medio de los órganos de los sentidos y
luego es elaborada por un complejo sistema que interpreta y reinterpreta la
entrada de datos, y posteriormente, los elabora, los almacena, los utiliza y los
transforma en informacional válida y transferible a situaciones diversas.
Cuando se habla de cognoscitivo; se trata de entender tanto los procesos
básicos (atención, observación, memoria, organización de la información,
sensación, percepción, entre otros), como los complejos (toma de decisiones,
creatividad, solución de problemas).
57
Así mismo, los principales procesos cognoscitivos presentes en la
naturaleza humana maduran de manera ordenada durante las etapas del
desarrollo. De esta manera, las experiencias que viven las personas
contribuyen a consolidarlos, mediante el aprendizaje lo cual a su vez refuerza
dichos procesos para devenir en múltiples opciones para desenvolverse en el
medio. Es evidente que las experiencias cristalizantes y poderosas en las
que las personas aprenden a resolver sus problemas, utilizando el intelecto y
la capacidad de razonar, convierten a la resiliencia en uno de los recursos
mas expeditos.
2.2.4. HERRAMIENTAS DE INTERVENCIÓN QUE POTENCIAN LA
RESILIENCIA
Según Greve y Staudinger (2006, p. 797), algunos investigadores
insisten en que la resiliencia no es considerada una característica o
atributo de la personalidad, sino un conjunto de recursos y fortalezas
que son capaces de potenciarla y proveerla cuando la situación lo
requiera.
Entre los recursos señalados constantemente en la literatura se
encuentran la identidad positiva, el control personal, la autoeficacia, la
autoestima, las emociones positivas, el optimismo, el afrontamiento y el
apoyo social. Sin embargo, Kinsel (2005, p. 28), realizó un estudio cualitativo
en el que encontró otros recursos o herramientas, como las psicológicas,
sociales y familiares, las cuales se describen a continuación:
58
2.2.4.1. PSICOLÓGICAS
Para Kinsel (2005, p. 28), los recursos psicológicos son usados por
personas mayores “resilientes”. Éstos se refieren a la curiosidad hacia el
mundo y el otorgar alto valor a la educación, considerada como variable de
fundamental importancia. Para el autor, las personas adultas tratan de seguir
aprendiendo y no sienten temor ante la necesidad de buscar información
cuando no conocen ciertas cosas, reportando que es muy gratificante
involucrarse en constantes actividades de aprendizaje. Asimismo, otra
cualidad demostrada por las personas resilientes es el ser poco ortodoxas o
convencionales, sin importar discrepar con las normas sociales del momento,
lo cual implica adoptar una “actitud activa”.
En este orden de ideas, este recurso para potenciar la resiliencia,
algunos autores como Brites y Müller (2007, p. 79), lo denominan factores
personales, los cuales constituyen rasgos de personalidad protectores,
moderadores del estrés y favorecedores de la resiliencia, siendo éstos los
siguientes: la aproximación activa hacia la resolución de problemas de la
vida, el interactuar con efectividad ante gran cantidad de experiencias
emocionales de riesgo, el buscar y conseguir la atención y protección de
otras personas, el percibir sus experiencias de modo constructivo, aún
cuando les hayan causado dolor y sufrimiento, además de la autonomía y
sentimiento de autosuficiencia.
De igual forma, se encuentran la fe, la cual favorece el sentido de
trascendencia y una visión optimista de la vida; la autoestima, al
59
sentirse amados; la motivación hacia el logro; la capacidad de coordinar los
impulsos; la propensión a la esperanza; la habilidad de afrontamiento: al
orientarlos hacia las tareas, la actividad dirigida a solucionar problemas, el
manejo económico y una menor tendencia al fatalismo ante situaciones
difíciles.
2.2.4.2. SOCIALES
Según Kinsel (2005, p. 29), las redes sociales y de apoyo
brindan no sólo la ayuda instrumental para resolver problemas,
también intervienen otros recursos como la autoestima y el sentimiento
de autoeficacia. Al parecer, su importancia no radica en el apoyo
en sí mismo, sino en la percepción que la persona que lo recibe
tiene de dicho apoyo, siendo, al parecer, la calidad de las relaciones
lo que más contribuye a la resiliencia. Todo indica que existe una
asociación positiva entre el apoyo social y la autoeficacia. A su vez, el apoyo
social contribuye al bienestar percibido de los adultos. Heckhausen (2001, p.
98).
Por su parte, Brites y Müller (2007, p. 81), señalan que dentro de los
factores provenientes de la sociedad y la cultura se encuentran: la
disponibilidad de sistemas de creencias y valores, el establecimiento de
relaciones sociales tanto privadas (familiares) como públicas (educativas,
laborales, amistosas, recreativas, entre otras), el acceso al sistema
educativo, el sistema político democrático y la economía equitativa.
60
2.2.4.3. FAMILIARES
Kinsel (2005, p. 30), destaca que una relación cálida, nutritiva y de
apoyo familiar, aunque no tiene porqué ser omnipresente, protege o mitiga
los efectos nocivos de vivir en un medio adverso. Es decir, se precisa una
relación emocional estable con la familia, o bien con alguna otra persona
significativa y allegada a ésta. En efecto, la familia es un factor
preponderante en la formación de personas sanas física y psíquicamente,
pero este modelo de familia es el clásico y las condiciones en que se
desenvuelve la sociedad no son las apropiadas para que esto sea un bien
común.
En el caso de los adultos, si éstos han tenido sus necesidades básicas
llenas desde niños, tienen más opciones de haber alcanzado el éxito o estar
cerca de ello; si a esto se le añade el contacto físico, las caricias y el respeto
de sus padres o familiares, su desarrollo en todos los aspectos será
armónico.
Pero en el caso de la resiliencia, ella busca restituir corazones heridos y
darles la posibilidad de emprender un proceso de rehumanización a los niños
de la calle, a los refugiados, a las mujeres maltratadas, a los discapacitados,
a los grupos que han sufrido la crueldad institucionalizada para la formación
de familias resilientes impulsadas por promotores sociales, de salud,
voluntarios, expertos en educación y en desarrollo.
Según Brites y Müller (2007, p. 80), en algún momento de la vida, la
persona resiliente encontró alguno de estos apoyos familiares o vinculares:
61
un ambiente afectivo cálido, una madre o sustitutas maternas apoyadoras,
una comunicación abierta al interior de la familia (al menos, con alguno de
sus miembros), un padre o sustitutos paternos estimuladores, buenas
relaciones con algunos pares, alguna forma de apoyo social (transmisión de
valores, información, respaldo material y/o emocional).
En síntesis, cuando las personas adultas se enfrentan a nuevas
situaciones como son las enfermedades crónicas, el abandono por parte de
los hijos, la separación del esposo o de la esposa, la viudez o la jubilación,
entre muchas otras, se ven obligados a replantearse nuevas pautas de vida
que les llevará a la adopción de estrategias encaminadas a superar las crisis.
La selección de nuevos esquemas de conductas para compensar y
optimizar de acuerdo a sus objetivos personales, denotará una persona
integrada, que resuelve de manera consciente o inconscientemente tales
crisis, que por lo tanto, asienta un acercamiento a las fortalezas y a la
resiliencia. Greve y Staudinger (2006, p. 810).
Por su parte, Peláez, Martínez y Leonhardt (2009, p. 47), señalan que
las habilidades y factores que potencian la resiliencia se muestran de manera
desigual en los distintos tipos de personalidades, pero se puede trabajar para
potenciar los rasgos que conducen a gozar de esta capacidad de resistir y
superarse. Quizás, la mayor dificultad que se puede encontrar, es la creencia
de que no se puede cambiar.
Finalmente, todos estos recursos o herramientas que potencian la
resiliencia son estudiados, fomentados y aplicados por la psicología positiva,
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vistos como factores internos, relacionados a los aspectos biológicos y
psicológicos en mutua interacción, o externos, relacionados con las
características del contexto familiar y social. No obstante, los autores que los
postulan creen que éstos no deben ser considerados universales. Muchas
veces, están ligados a las características de las personas. Por ello, sostienen
la necesidad de considerarlas para lograr su adecuada comprensión.
2.2.5. FACTORES PROTECTORES EN LA RESILIENCIA
Para Rojas (2010, p. 99), los factores protectores se definen como
“aquellos mecanismos espontáneos y fundamentales para salir con vida de
las crisis”. Dentro de éstos, destaca los siguientes: ver lo que no se espera
ver, la intuición y análisis informado, el altruismo y liderazgo en la tormenta,
el explicar el sufrimiento, el sentido del humor, el narrar-compartir y
solidarizar, y pasar página. A continuación, se describen cada uno de ellos
de acuerdo al criterio del autor:
1. Ver lo que no se quiere ver: se refiere a la conciencia que el sujeto tiene
del dolor, del miedo y de los peligros que lo acechan.
2. Intuición y análisis informado: consiste en que las decisiones y respuestas
de los sujetos dependerán de cómo se procese y se utilice la información que
se les provee a través de la intuición (emocional, intuitiva o inconsciente) y
del análisis informado (razonado, analítico y consciente).
3. Altruismo y liderazgo en las tormentas: se refiere al desarrollo de un
liderazgo altruista, que genera beneficios a través de la participación activa
en tareas destinadas a guiar y auxiliar a otras víctimas.
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4. Explicar el sufrimiento: son las fuerzas destructivas que están fuera del
control del individuo y que pueden arrebatarle todo lo que posee, pero
mientras esté vivo y consciente no podrá despojarse de la libertad del
conocimiento de su sufrimiento.
5. Sentido del humor: explica el goce de las personas al poseer la capacidad
de explicar las circunstancias desfavorables en un contexto jocoso o
humorístico.
6. Narrar, compartir y solidarizar: se define como el proceso de ponerle
palabras y verbalizar las preocupaciones o los temores, reduciendo así la
intensidad emocional.
7. Pasar página: se refiere a los individuos que dan por terminado su papel
de víctima, considerándose supervivientes o no.
En el mismo orden de ideas, para Forés y Grané (2010, p. 92), existen
diversas maneras de presentar los factores protectores que promueven la
resiliencia. Estos investigadores nombran una serie de factores protectores,
entre los cuales se encuentran: las fuentes de la resiliencia y los diez
caminos para construirla.
Las fuentes de la resiliencia: se categorizan en tres dimensiones la
dimensión interna (fuerza interior) formada por los apoyos internos extraídos
de los elementos positivos; la dimensión externa (factores de apoyo
externos) que aglutina los apoyos externos de familiares, amigos, modelos
de conducta o servicios institucionales; y por último, la dimensión social
(factores interpersonales) que comprende la interacción con los otros y la
capacidad de resolver los problemas.
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En cuanto a los diez caminos para construir la resiliencia: son aquellos
factores que promueven la formación de la misma en los individuos, su
objetivo es proveerlos de herramientas e información necesaria para
sobrevivir a las adversidades. Dentro de éstos destacan el hacer conexiones;
evitar ver las crisis como problemas insuperables; aceptar que los cambios
son parte de la vida; avanzar hacia sus objetivos (trabajar sobre objetivos
realistas); actuar con decisión sobre las adversidades: buscar oportunidades
para descubrirse a sí mismos.
Asimismo, el alimentar una visión positiva de sí mismo; mantener la
perspectiva de las cosas (prever el largo plazo y saber recontextualizar los
acontecimientos); mantener una visión esperanzada; cuidarse: prestar
atención a las propias necesidades y acontecimientos.
Por su parte, Fergusson y Lynskey (1996, citados por Belalcazar y
Trejo, 2006), indican una serie de factores que actúan como protectores,
éstos son:
1. Apego parental: indican que la presencia de una relación de calidad,
nutritiva y apoyadora, aunque no necesariamente en todo momento, con la
presencia de al menos uno de los padres, protege y mitiga los efectos
nocivos de vivir en un medio adverso.
2. Género: el pertenecer al género femenino es considerado como una
variable protectora, según lo indican estudios que han observado una mayor
vulnerabilidad al riesgo de los hombres por mecanismos expuestos en el
futuro.
65
3. Inteligencia y habilidad de solución de problemas: es la habilidad de
poseer una capacidad intelectual promedio que esté en armonía con la
habilidad para resolver problemas.
4. Relación con los padres: los individuos resilientes se caracterizan por tener
relaciones de calidad con sus padres, a diferencia de los individuos no
resilientes.
5. Temperamento y conducta: son factores que determinan las
características resilientes del individuo fácil y de buen temperamento.
2.2.6. BENEFICIOS PSICOLÓGICOS DE LA RESILIENCIA
Dentro de los beneficios de la resiliencia, Manciaux (2003, p. 72),
señala al respecto que existen aspectos favorables derivados de un alto nivel
de la misma, entre los cuales incluye:
Enriquecer los vínculos sociales: sus principios se basan en la
solidaridad y en la tolerancia, mejora la comunicación y en adaptarse
positivamente a las situaciones, al no quedarse estancado en el conflicto.
Fijar límites claros y consensuados: considera muy clara la opinión de
los demás, es democrático, no es contradictorio entre su manera de pensar y
su accionar.
Las habilidades para la vida: capacidad de asombro, es curioso, busca
aprender y capacitarse por su propia satisfacción.
Brindar apoyo y afecto: cuando un individuo se siente valioso, estimula
y busca recibir estímulos, siempre está sumando y no restando cualidades.
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Establecer y transmitir expectativas elevadas: el individuo no espera
resultados en cantidad, sino en calidad, tiene en cuenta los procesos
centrados en el esfuerzo, promueve y pone en ejercicio constantemente el
pensamiento crítico y creativo.
Brindar oportunidades de participación significativa: el individuo
participa con alegría porque sabe que su aporte es valioso, no interpreta el
desacuerdo del otro como algo personal, sino simplemente como otra mirada
de la misma situación.
Al mismo tiempo, Suárez y otros (2004, p. 74), agregan otros
aspectos que pueden resultar relevantes para constituir los beneficios
de la resiliencia, entre los cuales incluyen: el control de las emociones
y de los impulsos, autonomía, sentido del humor, alta autoestima
y empatía.
3. SISTEMA DE VARIABLE
Las variables para que permitan medir los conceptos teóricos, deben
llevarse a sus referentes empíricos, es decir, expresarse en indicadores que
cumplan tal función. A esa expresión de análisis, se le ha denominado
proceso de operacionalización, lo que hace manejable a las mismas, es
decir, ir de lo más teórico a lo empírico, al dato al hecho.
3.1. DEFINICIÓN NOMINAL
Resiliencia.
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3.2. DEFINICIÓN CONCEPTUAL
Es la “habilidad para resurgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y
acceder a una vida significativa y productiva” (Illinois Community College
Board – ICCB, Institute on Child Resilience and Family 1994; citado por
Sambrano, 2010, p. 20).
3.3. DEFINICIÓN OPERACIONAL
Es la habilidad que poseen los empleados con discapacidad
permanente del Banco Occidental de Descuento para resurgir de la
adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa y
productiva, la cual fue medida a través del cuestionario elaborado por las
investigadoras (2011), tomando en consideración las dimensiones e
indicadores que se presentan a continuación en el cuadro de
operacionalización de la variable.
Cuadro 1
Operacionalización de la Variable
Objetivo General: Analizar la resiliencia en los empleados con discapacidad permanente del Banco Occidental de Descuento. Objetivos Específicos Variable Dimensiones indicadores
Identificar los niveles psicológicos de la resiliencia en los empleados con discapacidad
permanente del Banco Occidental de Descuento.
Resiliencia
Niveles Psicológicos
Conductual Afectivo Somático Interpersonal Cognitivo
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Cuadro 1 (cont.)
Objetivo General: Analizar la resiliencia en los empleados con discapacidad permanente del Banco Occidental de Descuento. Objetivos Específicos Variable Dimensiones indicadores
Analizar los atributos de la resiliencia en los
empleados con discapacidad
permanente del Banco Occidental de Descuento.
Resiliencia
Atributos de la Resiliencia
Introspección Independencia Relación Centro de Control Interno Autoestima Pensamiento Positivo Iniciativa Humor Creatividad Moralidad
Describir los elementos que fomentan la resiliencia en los empleados con discapacidad
permanente del Banco Occidental de Descuento.
Elementos
que fomentan la resiliencia
Emocionales Ética, Moral y Espiritualidad Cognoscitivos
Fuente: Belloso, Perdomo, Pirela y Robles (2011)