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EL 'ENIGMA DE LA CARTUJA
.. QUE sabio y qué poeta. es el hombre l que, en su biblioteca. de París, ha. .in'yeptado, o por lo menos. adornado" este postrer
idilIio entre un mpnje · m:isterioso y runa bayadera muerta que no quiere dejarse se~ltar
· por cOtn¡pletoL. Sus am.lgoo lo tienen por un
simple erudito. Pero a mí me parece, gracias
B: una 'gota de fantasía que a veces fermenta
en su raciocinio, a~o :ffiás raTO y ~jor, algo
. qué hac..e iflensar en loo an6nilmps ootores de
· loo viejos rom~nces c8Stell.anps. Yo tengo de
recho a proclamárlo as!, p~esto ~ue no se
trata de un amigo, s,ino de un enemigo .. Se ,llama ·Camilo Pitollet . .Y este hagiógrafo;-c~
• IDO nimbador .00 cabeZas ~ilngulares, ha fun~ ·
dadó eil ctilto de un monje que., en !]a SOOl,
bra de un clBrustro de las inmediaciones . de
.B,Ul'goo; brilla· cual _:una figua"a. ¡fu vidriera.
He aqUÍ ea paisaje en medio del ' cUf!.l vaJ'los a ver eIl'gU¡irse iI:a. figTu:ra del últi!mO amante de la baiJa.rinatrágica: «Un convento, en 10 alto de, una colina... Murallas, de piedra gris, techos de, teja; tOOo para . el pensa,
~ento, nada pa.ra la v •. En el interior, largos corredores,. frescos, caJladbs, Jj;rancos, en los qUje s.e abren ~s oo~. Un pa(cio en InC
dio del cual salmodia, gota a gota, un surtidor; contiguo a este ¡patio, el cementerio con s?Saltos cipreses negros» .... ¿Me' preguntáis cÓmo seUaIDa este eonvento? Pues nada me-o· ' , • ~
'ílPE\ que la Cartuja die Miraflo:nes, desde la
~u.ail loo viaje~, guiados por Toofilo Goo
tiel', ven:
Dans le b1km de la piLajlne
L'eglise ou dort le Cid pres de doñt. Chimene ...
P.ero os prevengo desde ]Juego que es in~
útiltra1:Ja¡r de ver al! j~en y torvo calJallero que a;llí ~a día y noche par el alma de . ia: que estuvo a punto de hacerle perder toda ;~,e:ranZa de , salvación: €Iter!m. Ni ~l her;trr~no portero, ' ni el rñaestró de los' novicios,
-'J!J.ü ::'Ji{NiaM' AD EJ , L:.4 (j A R T U J A
ni el reverendo padre prior, quieren saber, en el santo recinto, 'lo que significa es,a his
tori:a.. «Si aiIg:u¡:w de nuestros ~jes tuvo1
antes de ,retirr'.a.rse del. mUll1do,' intrigas CuM ': L · . . ~
~áS que contáis-:-murmuran-sólo él lo sabe ... » y como lo único que él desea es vivir en _la
penitencia y morir en la misericor~a 'del Señor, 'no es probable que conozcamos jamás por
sus ,pro¡>ias confidencias la ,verdad-de sus últim,as peripecias amorosas. ¡Qué digo! Un sacerdqte bilbaíno que-fué educado'con él en DeuSo_
to, -10 reconOció un día al visitar la Cartuja,
a pesar de su hábito, y lo llamó por su no~breo El religioso! muy grave, contest6le: «0s ,
, equivoCáis, padre: el hombre de quien vos ha-bláis, ha 'muerto ... » ' ' .
- Dura.llJte su existencia' mundana, en todo' ' CéjSo,"eSehopibre 'lJa.trp6se Pedro ® Marti~; ,
• ' . :' . ' " ? . " , , ? ' +-!"". '¿Es¡pañoi? .. " ¡'Fronc~.... ¿InglléS.... .LIllIClt
,'és~lQf J~ lo vagn' de '· 100, d!aWs' que
: sobre ,él 'he" ill04ido re~ir. Lo único _ ~egu:r:~ ',_es qlje: b.ábiétldo;f?i40 educado P'oy' los j~S:ilí tas )'~o~li~ ,:'de: :~iis}:p~óvinéi~ ' vascongad~_
, hablabav8,rias lenguas de una manera impeca-'
ble. Poseía un hotel particular en París, una
casa de campo en ~ inmediaciones ~ Lon
d:res y un chalet suntuoso en San Sebastián.
Su! inmensa fprt¡una permiti8J.e satisfacer to
d.as sus fantasías, y su carácter aventurero
io prec,ipitaba a ~ iMtante en intrigas
'de las cuaJeS no siempre salía ileso, a ;pe
sar de su 'destreza temeraria. Una honda cicatriz que surca su frente, mantiene vivo
' en Su rostro el r~uerdo de ,UJna de sus más. : gÍ'an~ loouras. PeTO, en generaL, sus ' due'iQli, cual s¡us empresas gálantes, no dejaban '
,huellas sa.D.grien~ sino en pechos ajenos.
Como D~ ' Juan, seducía \POI' ®duci.r¡, 'por ~Qminar, P,or sati:sfácer inferna:les rupetitos de lujuria, sin pararSe ntunc&! 8 ex.aminar las
cOnsecuencias de SUS fantasías. 'En S!U cruel,
' frivdJJilda<)¡, creía que la eXlistencia e! algo así
ooTn,o ' ~ torneo en el que todos loo juegoS,
todos lbs ardides y to<ms las livia,nda.des son
~egítimaS, siempre que se trata de lides de 'amor. Una vez, sin embaT'g'Q, ' su .a.1ma, ,que
'Í;laMa nacido devort;B¡, es¡tuvó la 'punto de' in
~Aticirló, a.ntés de curn¡pl'lr los trein;t¡). 'años,.
J.~~ ¡ :
'E L E NI G M A DEL A O A R T U J A
al arrepentimñento. Una nifÍa de quince abri~ les, de Ira m¡á,s nobJe prosapia inglesa, ha
bíase Stricidado en su cas~, desPués de pasar con él una mx:he, dejándb,le un Pau>el en e1l cual escribió con S!U p'm¡pia sitngre: «Te perdono porque te adoro, pero compi"endo, en mi deJ:h,io, que no tienes perdón de Dios» ... Entonces¡, huyendo de sus am~gos, ' sin a¡pa
recer nunca por ios c]ubs die P.aU 'Mall, ha; bía llevado, durante algunos¡ meses, una vida 'de aislamiento. Y en vano sus más íntimOO, que conocían la caJusa de su retiro, trataban de haoorlo volver .aJ. ffi!undo. «Todos
100 hombres iuntos---decía.-no lograrán , decidirme a renunciar a ,mi spledad.» Una sdla muj~r, en cambio:, lo logr6. ¿Fué la fa.mooa
, , . Lady H. cuy,a fuga' se ctJiIOOl1ta aún en los ,
sa;lones aristocrá¡ticos de Londres como unO
de loo más inverosímiles escándalbs galantes die este siglo? ... ¿Fué la Ilrincesita rus,a, que, por seguir a su seductor en un viaje por
,Oriente, se disfrazó de hombre? ... ¿Fué aquella bai~ador.a se:vi!llana a quien los ingleses habían ,bautizado con ei nor$re de Perla An~ dJailu.za, y que¡, después de desdeña'!" los parr
E. G o M E Z e A R R 1 L L o
tidos más deSllumhmdol'es y de rechazar mucho¡:¡ condados y muchos millones, fué a ca¡e¡r
en las redes del endiablado Tenorio cosmo
polita? .. No ]o sé, ni es probable que Ca
milo PitoUet lo sepa tampoco. Pero lo in" dudable es que, una vez dvidada su p¡rimera
tristeza, Pedro Mortisac dejóse arrastrar por
su sino con una i:nconsciJencia y con una in
solencia absolutas. Los consejos de sus antiguos rrmestroo, que, al verlo en perpetua or,.
gía, trat,á¡han de atraerlo hacia e[ buen ca
mino, sólo servían ¡para hacerlo reir. Sus. caprichos eran sus únJcas leyes. En París, a
' donde vino ~pués ·de ]a aventura de La.
dy H., COffi';:)n:zÓ por dar un' baile j~onés,
en el cual era obligatorio que cada invit.ado " nevase un kimono decorado por un ¡pintor.
i1ill ruido que hiz~ en ciertos círculos, aque"
Ha fiesta en la que 1xldo era de w.ca., de porcelana, de seda y de bambúl La cena, ser
vida en ell S).lelo, en platos de Satsuma coWcadoo sobre cojines de estera, com[Joníase
de rnanjaresaThi;e.s munca probados pOl~ las daIIl1l¡S prurisiens;es. En . las' tazas ,traslúcidas
0001 casca.rones de huevo, sóro se servía ese_
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EL ENIGMA DE LA CARTUJA
néctar ¡temiblemente emibriagadO'r que es mi
tad vino" mitad aguardiente, y que se llama
saleé. mI kimono del anfitrión había sido decorado iP9r un gran pintor españOll, nO' sé sj, Angl¡ada 01 Zuloaga, y en los, de las invi
t,adas, más distinguidas ieíanse, entre extrañas figluras asiáticas, las firmas de los más
gloriosos artiSJ~ de París, de RO'ma" de ' Yie: n~ de Londre&.
Luegq, por 'Una disputa sin impOlrtancia. tuvo c~trO' dueios en la misma semana, y
sus ' padrino,s, que eran Georges Brey~mayer ,
y Esteban Laberede,sque, hablaban de su ele.gancia en el terreno comO' de un especiácuilo
digno d,e s~r OIfrecido a la adll:4iración \ del
mundo enterO'.
-w que me extraña.--decía Laberedesque-es que nOl se haya hechO' aún matar.
-A mí-contestaba Brey,1:;tmayer-lo que
~ sorprende ~ que nO' haya matado a todos sus adversarios.
y al mismo tiempO' <l'U!e exponía así su
vi~ deshojaba su coraz,ón para ofrecerlo,
pétalo por .pétalo, a , iJas be~ damas que
tenían · la desgracia de encontra,rlo ~;n s,u ca,..
· E . G O M E Z '0 A 'H H 1 L L O
mino. Darío NiccodemJ, que lo conocía y 10 trataba, maravillábase de que, no siendo ni
guapo, n.i artista, 1mvaese una magia tal de
S¡educción, que ninguna bella fuese capaz de, resistilrle.
Todos estos datos sobre 'su vida anterior,
.no es Cami'lo Pitollet quien me. los propor
cióna. ElI hagiógrafo de ~ de Mortis;ac, .pa;~ece no conoce~ sino. de una manera muy
vaga la existencia de SU héroe antes de la
" época en que ·la fa;talidad: lo hizo enamorarse locaJm.ente de la que, iniciánddlo en 100 .$
cr~~ monstruosos de la luj,UTia índica, lo
hizo .renunciar a SiUS . devan~ donjuanescos para no delirar sino entre gas brazPS. De.'
esos mÍsmos amores,n~ sabemos ta.!llPoco. ¿r>6nde comenzaron? ¿ Exisitían ya ail decla
rarse 1la gu¡eria? ¿FuerO!n, por el cont:r:arlG,
¡posterñoreE¡.!lJ, idilio de Vite1., ene:1 que la·
bayadera parecía tan enamorada de un ofi
cial ruoo? ... Mistyrio ... 'Pero a' partir del ~O'Ilre.n:to en qlU.e Mata
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EL ENIGMA DE LA CARTUJA
Hari es encareelada como es.p'Ía, .y en q.'uesu
a:rllaJnte jura que ha de saJlvarla aun expo
niendo su vida: y su fortuna, Camilo Pitollet
es quien todo 10 descubre ' o todo lo inventa,
para crear esta flor mística ' que parece, en
su esplendor penitente, arrancada del jardín en que Jacol:><> de Voragine cultivó las rosas místicas de su Leyenda Sanctorum.
«La histocia. verdadera del descubrimiento ·
dell cri~n de Mata Hari-<1ice-; la de las
nazones secretas de su cO'ndena; la del cOigt
plot urdido (por Pedro de MO'rtisac para sal
var a la bailadora de la muerte, cOinStituyen
una 'bril<l!gia ,que nadie escribirá probable
mente jamás, y que si píudiera ser publicada
hoy, dejaría en la sombra las historias de
las más famosas aventureras, deSde Helena
hasta nuestroo días.» Y agrega a renglón
seguido: «En V'erdad la int,riga imagñnada
por Sardo'U para su Tosca ha sido vivida en la . tragedia real ' de Pedro de Montisac, con lla ,diferencia de que eSte último nO' ha ' lo- '
grado jamás saber exactamente . a quién se
debe el · fracaso de su p;jan. Y es precisp
también recordar que, en . la colección de~
197
E. G o M E Z O A R R 1 L L O ,
postgue~ de UIl1 semam8lrio ¡parisiense con
sagrado a ~os chismes del t~ro y del bO'Urevard, se dice que Mata Rari fue traicio
nada ,por alguien, por uno de €SbS hombres
~ en inglés se llaltnjan resPonsible men, el
cual no l'e pe'rdbnaba que hubiera dicho, ha
bLando de el, qtue era un oficiall, alemán y
que !pOr su culpa habla ella entrado al servicib de 'Alemania. Y sólo tenien'clo presen
tes estos enig'maS" bien claros para algunos,
se _ 1qgrará ex¡piliC8lr die que modo la esp,ía
pudo 1mlJrchar a1 patíbulo ooal a una fieslta,
c.omo 10 ha admirablemente descrito (ihnni
nadp por las rev:e1aeiones de CT,unet, d'efEm
sor de Ma¡ta Rari, a quien ella había entre
gadoen la madrugada del fusilamiento sn
carta para P~ro de Mortis?c, el cuaJ. creía
obstinadam'eute en s;u inocencia) el gran nO-: . ' \
velllsta españdlBlasco Ibáñez en: Mare Nos-
trum, sin adivinaT, SID embargo, el secreto
de esta audaz actitud enfrente de runa des
trucción que la condenada no desafiaba sino
por~ le parecía iIm¡posii.ble.»
¿Puede escribirse algo más incitanlte y más
, tenitador que estas p,a;]¡abras ~ripsas? Ú>
198
EL ENI .GMA PE LA: OARTU1A
nmlo es que en PitdUet hay dos hombres: uno que es el erudito siem[l!l'e bien informa:.. do y otro el poeta que se complace eiI1 alargar las aJas 'de las quimeras hist6ri~as. ¿Cuál de ellos es ~l que habla en las circunstancias actuales? Probable 'mente el segundo. Pero no importa. Gracias a la fantasía de este sabio, la historia del amante que, despuéS de haoor gastado el resto de su fortuna en preparar un plan novelesco para arrancar a Mata Hari de las manes de los gendarmes que la nevaban al patíbulo, vive ahora una; vida de san:ta ¡penitencia , en el
fondo de un clausrt1rQ! hase convertido -en una realidad de la cual nadie duda y que ID1 día u otro figurará entre las páginas más enternecedoras de las f,utupas lleyendas áureas ...