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Artículo 1: Neurociencia: el cerebro tiene un “diseño dinámico espiritual” Unos piensan que Dios es creado por el propio cerebro. Otros que el cerebro ha sido creado por Dios para que podamos creer en Él. La realidad es que el cerebro humano es el único entre los animales que busca relacionarse con lo trascendente, y cada vez aparecen más trabajos que muestran cómo el cerebro tiene una “ruta espiritual” que permite que esta actividad sea posible. En concreto, los neurólogos intentan entender cómo funciona el cerebro humano y si se puede detectar la “espiritualidad” según la actividad cerebral de algunas regiones específicas. Una de las últimas aportaciones en este área procede de Brick Johnstone, neurólogo de la Universidad de Missouri en Estados Unidos. Johnstone se basó para su investigación en un estudio previo en el que se había vinculado la trascendencia espiritual con una reducción del funcionamiento del lóbulo parietal derecho del cerebro. Partiendo de este estudio, el científico evaluó las características espirituales de 20 personas que padecían lesiones cerebrales traumáticas en su lóbulo parietal derecho, que es una región del cerebro situada unos pocos centímetros por encima del oído derecho. Estas características espirituales fueron, entre otras, el nivel de creencia de los voluntarios en la existencia de un poder supremo o el grado de fe de los participantes en que sus vidas formaban parte de un plan divino. El científico descubrió así que los voluntarios con lesiones más graves en esta región cerebral mostraron un sentimiento mayor de cercanía a un poder supremo.

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Artículo 1:

Neurociencia: el cerebro tiene un “diseño dinámico espiritual”

Unos piensan que Dios es creado por el propio cerebro. Otros que el cerebro ha sido creado por Dios para que podamos creer en Él. La realidad es que el cerebro humano es el único entre los animales que busca relacionarse con lo trascendente, y cada vez aparecen más trabajos que muestran cómo el cerebro tiene una “ruta espiritual” que permite que esta actividad sea posible. En concreto, los neurólogos intentan entender cómo funciona el cerebro humano y si se puede detectar la “espiritualidad” según la actividad cerebral de algunas regiones específicas.Una de las últimas aportaciones en este área procede de Brick Johnstone, neurólogo de la Universidad de Missouri en Estados Unidos. Johnstone se basó para su investigación en un estudio previo en el que se había vinculado la trascendencia espiritual con una reducción del funcionamiento del lóbulo parietal derecho del cerebro.

Partiendo de este estudio, el científico evaluó las características espirituales de 20 personas que padecían lesiones cerebrales traumáticas en su lóbulo parietal derecho, que es una región del cerebro situada unos pocos centímetros por encima del oído derecho.

Estas características espirituales fueron, entre otras, el nivel de creencia de los voluntarios en la existencia de un poder supremo o el grado de fe de los participantes en que sus vidas formaban parte de un plan divino. El científico descubrió así que los voluntarios con lesiones más graves en esta región cerebral mostraron un sentimiento mayor de cercanía a un poder supremo.

UN CEREBRO QUE CREE

Por otro lado, Johnstone evaluó la frecuencia de las prácticas religiosas de los participantes en el estudio, esto es, con qué periodicidad asistían a oficios religiosos o escuchaban programas religiosos; y al mismo tiempo midió la actividad de sus lóbulos frontales.

De este modo, encontró una relación entre la actividad reducida en estas áreas del cerebro y una participación aumentada en prácticas religiosas. Es decir, que el científico determinó diversos aspectos del fenómeno espiritual vinculados a una actividad reducida del lóbulo frontal.

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A raíz de estos resultados, Johnstone señala que “hemos descubierto una base neuropsicológica de la espiritualidad”. Pero, teniendo en cuenta los resultados de otros estudios, el científico añade que dicha base “no estaría aislada en una sola área específica del cerebro”.

Johnstone cree que la espiritualidad sería, por tanto, un fenómeno “dinámico, que emplea a muchas partes cerebrales. Ciertas áreas del cerebro juegan papeles más importantes, pero todas trabajan juntas para propiciar las experiencias espirituales individuales”.

Por tanto, según el científico, el “punto de Dios” no existiría, sino que la espiritualidad sería un fenómeno complejo, que implica a múltiples áreas del cerebro, relacionadas además con muchos aspectos de las experiencias espirituales.

OTRAS INVESTIGACIONES

La aportación científica en este campo ha aumentado en los últimos años. En 2010, una investigación realizada por científicos del Institute of Neurology de Londres, reveló que existía una relación entre el lóbulo temporal derecho y la religiosidad.

Por otro lado, un estudio de investigadores de la Universidad de Udine, en Italia, ha vinculado las zonas parietales posteriores del cerebro con la noción de “autotrascendencia”, concepto que se usa para evaluar el comportamiento espiritual de cada individuo; y una investigación llevada a cabo por especialistas del National Institute on Aging, de Estados Unidos, ha establecido una asociación entre la religiosidad y el volumen del gyrus temporal medio de nuestro cerebro.

Los expertos llevan tiempo tratando de averiguar si el cerebro humano cuenta con un “God spot” o “punto de Dios”, un área cerebral específica responsable de la espiritualidad de nuestra especie. Las investigaciones de Johnstone apuntan a una respuesta más compleja.

ORACIÓN, MEDITACIÓN, ALTRUISMO

Johnstone considera que su investigación concuerda con la experiencia histórica de las religiones. “Los especialistas en neuropsicología han demostrado varias veces que los daños en la parte derecha del cerebro reducen la atención personal en el yo. El hecho de que nuestra investigación haya demostrado que la gente con estas lesiones es más espiritual, sugiere que las experiencias espirituales estarían asociadas con una reducción de la atención en uno mismo. Esto es coherente con muchos textos religiosos, que señalan que los individuos deben concentrarse en el bienestar de otros más que en el propio”, dice el neurólogo norteamericano.

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También sería coherente con los resultados de estudios previos, realizados con monjes budistas y franciscanos con una función cerebral corriente, que revelaron que las personas que aprenden a minimizar el funcionamiento de la parte derecha de sus cerebros incrementan sus “conexiones espirituales” durante la meditación y la oración.

En general, se sabe que el lado derecho del cerebro está relacionado con la auto-orientación, mientras que la parte izquierda está asociada con la manera en que cada individuo se relaciona con otros.

Los resultados del presente estudio han aparecido en la publicación especializada International Journal of the Psychology of Religion.

Fuentes: tendencias21, Protestante Digital

http://llamadafinal.tv/joel21/neurociencia-el-cerebro-tiene-un-diseno-dinamico-espiritual/

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Artículo 2

Meditación, oración y cerebro

Numerosos grupos de investigación han estudiado el efecto de la meditación en el ser humano. En general se ha logrado establecer que la meditación induce un estado de relajación y cambios funcionales en el sistema nervioso autónomo con un incremento de la actividad parasimpática y una reducción del tono simpático. Además se observa un aumento en los niveles de algunos neurotransmisores entre ellos la serotonina. Los niveles de serotonina detectados en sangre estarían en directa relación con el estado de bienestar percibido.

De otro lado se han descrito cambios estructurales cerebrales en personas que practican la meditación. Estudios realizados en la Universidad de Montreal han mostrado que la meditación Zen produce un aumento en el espesor de la corteza del cíngulo una zona que esta asociado a controlar la percepción de la intensidad del dolor. Esto llevaría a que se tenga una menor sensibilidad a sensaciones dolorosas. Esto implicaría que la meditación seria benéfica no solo para controlar dolor crónico, por ejemplo, además seria probable útil en donde hay disminución en la densidad de la corteza cerebral: microinfartos, enfermedades neurodegenerativas, etc.

Por otro lado investigadores de la Universidad de Duke han reportado un menor volumen del hipocampo en individuos adultos con experiencias religiosas transformadoras, comparados con aquellos que no las experimentaron o no son religiosos. La explicación que se da a esto es la situación de estrés a la que están sometidos quienes experimentan episodios religiosos intensos: apariciones, éxtasis, nirvana. Sin embargo no es claro si la reducción en el tamaño del hipocampo es causa o consecuencia de la religiosidad. Todo esto confirma que el estrés (cualquiera sea la causa) tiene efecto negativo en la plasticidad sináptica y la relajación (a través de meditación, oración, prácticas deportivas, artísticas, etc.) favorecerían los cambios plásticos cerebrales.

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GUÍA DE PREGUNTAS PARA EL DEBATE

1. ¿Qué cree que significa la frase: “Dios está en los detalles”?

2. ¿Por qué escogieron un grupo religioso en particular (Las hermanas Carmelitas), que

efectos creen que tendrían sobre el estudio?

3. ¿Qué buscaban los científicos con las diferentes investigaciones?

4. ¿Qué relación hay entre las tres investigaciones y cómo se pueden complementar, Sí es

que se pude?

5. ¿Qué cree que significa la frase: “El Alma es la Organización de células materiales”?

6. ¿Qué similitudes o diferencias hay entre el discurso y la actitud, entre las monjas

carmelitas y los budistas?

7. ¿Por qué crees que se construye un objeto llamado el casco de Dios?

8. ¿Cuál es su opinión sobre el origen del hombre dentro de la creencia tibetana?

9. ¿Por qué cree que las emociones se vinculan a las experiencias espirituales?

10. ¿Qué puede concluir a partir de las investigaciones?

11. ¿Qué piensa sobre la idea de que una experiencia sobre natural podría ser una reacción

anómala del lóbulo temporal?

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INFORMACIÓN PARA AMPLIAR COMPRENSIÓN DE LOS VIDEOS Y LOS TEXTOS

1. Actividad Teta

Nuestro cerebro produce impulsos eléctricos (potenciales de acción) que viajan a través de nuestras neuronas. Estos impulsos eléctricos producen ritmos que son conocidos como ondas cerebrales. Los impulsos eléctricos son información que viaja de neurona a neurona haciendo uso de cientos de miles de ellas para lograr transportarse y ejecutar una función determinada. La actividad de las ondas cerebrales puede ser observada un electroencefalograma o EEG.

Desde la invención del EEG se han producido numerosas investigaciones que han estudiado la relación entre las ondas cerebrales y los diferentes estados de conciencia. Sabemos que los diferentes patrones de ondas cerebrales se relacionan biyectivamente con diferentes estados de consciencia, tales como concentración intensa, estado de alerta (despierto), sueño profundo, sueños vívidos, somnolencia, relajación, hipnosis, estados alterados de conciencia, etc.

Existen cuatro tipos principales de ondas cerebrales: alfa, beta, theta y delta. A continuación se describen estos diferentes tipos de ondas cerebrales, en orden de mayor a menor actividad.

Ondas Theta: Son ondas de mayor amplitud y menor frecuencia (entre 4 y 8 cps). Se alcanzan bajo un estado de calma profunda. La persona que está fantaseando (o soñando despierta), se encuentra en este estado, así como la persona que tras conducir un rato, de repente se da cuenta

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de que no recuerda como ha hecho los últimos kilómetros. Se dice que es un estado de inspiración de ideas y soluciones creativas. Se trata de un estado en el que las tareas realizadas se han automatizado, ya no se necesita tener un control atencional y consciente de su ejecución, pudiendo el sujeto distanciarse de ellas mentalmente. Es decir, que su mente esté en “otro sitio” (a veces decimos “en la luna”).

http://www.ub.edu/pa1/node/130

2. Electro encefalograma

Es un examen para medir la actividad eléctrica del cerebro. Las células del cerebro se comunican entre sí produciendo pequeñas señales eléctricas, llamadas impulsos.

Un EEG ayuda a medir esta actividad. El examen lo realiza un técnico especialista en electroencefalografías en un consultorio médico, en un hospital o en un laboratorio.

http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/003931.htm

3. Ínsula / Corteza insular

La corteza insular, o ínsula, es una estructura cortical que se encuentra en lo profundo de la cisura de Silvio, entre el lóbulo temporal y la parte inferior del lóbulo parietal. La ínsula no es visible a simple vista, ya que esta cubierta por dos áreas corticales que pertenecen al lóbulo temporal y al lóbulo parietal y se conoce como opérculos. La corteza insular está dividida en dos partes: la ínsula anterior mayor, y la ínsula posterior menor.

FunciónLa corteza insular desempeña un papel importante en varias funciones relacionada con las emociones y la regulación de la homeostasis del cuerpo. La ínsula se está convirtiendo en el foco de atención por su función en la experiencia subjetiva emocional y su representación en el cuerpo. Antonio Damasio ha propuesto que esta región empareja estados viscerales emocionales que están asociados con experiencia emocional, dando cabida a los sentimientos de consciencia. En esencia ésta es una formulación neurobiológica de las ideas de William James, que primero propuso que la experiencia subjetiva emocional emergen desde la interpretación de los estados corporales que son elicitados por sucesos emocionales. Éste es un ejemplo de pensamiento formado.

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Se cree que la corteza insular procesa la información convergente para producir un contexto emocionalmente relevante para la experiencia sensorial. Más específicamente, la ínsula anterior está más relacionada al olfato, gusto, sistema nervioso autonómico y función límbica, mientras la ínsula posterior está más relacionada a funciones somáticas motoras. Experimentalmente se ha demostrado que la ínsula juega un importante papel en la experiencia del dolor y la experiencia de un gran número de emociones básicas, incluyendo odio, miedo, disgusto, felicidad y tristeza.

http://medicinafarmacologia.blogspot.com/2010/05/corteza-insular.html

4. Actividad Simpática y Parasimpática:

Las vísceras de nuestro cuerpo están controladas por las dos ramas del sistema nervioso autónomo, la rama simpática y la parasimpática. Sabemos que a la mayor parte de las vísceras les llegan impulsos nerviosos tanto por las neuronas simpáticas como por las parasimpáticas. Sin embargo, el funcionamiento de casi todas ellas está regulado fundamentalmente por uno de los dos sistemas. En cualquier caso, en casi todas ellas, la actividad de los dos componentes del sistema nervioso autónomo es antagónica. Así, por ejemplo, la estimulación simpática produce un aumento de la frecuencia cardiaca, dilatación pupilar y la disminución de la actividad de los músculos intestinales; por el contrario, la actividad parasimpática disminuye la frecuencia cardiaca, contrae la pupila y aumenta el peristaltismo. No obstante, la estimulación simpática de las glándulas sudoríparas produce abundante sudoración, mientras que la parasimpática no tiene efecto fisiológico alguno.

La importancia del sistema nervioso autónomo se puede ver claramente con su efecto sobre la presión arterial. Si disminuye la presión sanguínea, mediante una serie de procesos reflejos la estimulación simpática hará que se recuperen los valores normales de presión. Si por el contrario aumenta la presión arterial, serán los estímulos del componente parasimpático los que la reducirán.

Ahora bien, los efectos antagónicos que se observan en muchos aspectos de la fisiología de las dos ramas del sistema nervioso autónomo, requieren una coordinación extraordinaria entre ellas

http://biologiaemocional.blogspot.com/2011/03/simpatico-parasimpatico-y-sexo.html

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5. Hipocampo

El hipocampo es un área relacionada con la corteza cerebral que se ubica al interior del lóbulo temporal. Se le considera perteneciente a la corteza primitiva o alocorteza.

Se encuentra en estrecha comunicación con diversas regiones de la corteza cerebral en lo que podría considerarse un sistema, el sistema hipocámpico. En él se incluirían, la corteza perirrinal, la entorrinal y la parahipocámpica.

En el ser humano el sistema hipocámpico se asocia a la llamada memoria episódica y a la memoria espacial. Las personas con daño hipocámpico, en especial en el hipocampo derecho, presentan problemas para la ubicación de objetos individuales en un ambiente (memoria con contenido espacial). Sin embargo, la memoria espacial depende también de otras estructuras nerviosas. Así, el lóbulo parietal parece ser importante en relación al conocimiento espacial, tipo de memoria que parece estar presente en diferentes áreas de la corteza de ese lóbulo, en cada una de las cuales puede tener un tipo de representación diferente.

Como la representación espacial es un fenómeno muy complejo diversas otras estructuras participan en su manejo:

el lóbulo frontal transforma el conocimiento espacial en acciones. la corteza motora usa referencias espaciales para codificar sus programas. la corteza premotora tiene una serie de representaciones espaciales diferentes

relacionadas con la generación de movimiento. la corteza prefrontal maneja también representación espacial y participa en la memoria de

corto plazo.

El hipocampo presenta memoria espacial episódica relacionada con la orientación espacial. En relación al cumplimiento de esas tareas se ha descrito en el hipocampo la actividad eléctrica de ciertas neuronas obtenida de ratas que cumplen determinadas tareas en el laberinto de masas de 8 brazos. Se ha encontardo que la mayoría de las neuronas presentan especificidad de lugar para diferentes sectores del laberinto. Es decir, cada neurona descarga a más alta frecuencia cuando el animal se encuentra en un determinado espacio del laberinto.

http://www7.uc.cl/sw_educ/neurociencias/html/204.html

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6. Gen de la religión:

Encontrado el gen “religioso” en humanos

Un genetista molecular estadounidense ha llegado a la conclusión, después de comparar más de 2.000 muestras de ADN, que la capacidad de una persona para creer en Dios está relacionada con la química cerebral.

Sus hallazgos han sido criticados por los líderes clericales, que desafían la existencia de un “gen de Dios” y dicen que la investigación mina uno de los principios fundamentales de la fe – que la iluminación espiritual se alcanza a través de la divina tranformación y no gracias a los impulsos eléctricos cerebrales.

Dean Hamer, director de la Unidad de Regulación de la Estructura Genética en el Instituto Nacional para el Cáncer, ubicado en Bethesda, pidió a unos voluntarios que le respondieran a 226 preguntas para determinar el nivel de espiritualidad con el que se sentían conectados al universo.

Cuanto más alta era la puntuación, mayor era la habilidad de esa persona para creer en una gran fuerza espiritual, y el Sr. Hamer encontró que en estas personas, la probabilidad de compartir el gen VMAT2 también era mayor.

Los estudios en gemelos demostraron que aquellos con este gen, un transportador vesicular de monoaminas que regula el flujo de elementos químicos que alteran el humor en el cerebro, tenían mayores probabilidades de desarrollar creencias religiosas.

Según comentó, crecer en un ambiente religioso tiene poco efecto sobre las creencias.

El Sr. Hamer, quien en 1993 afirmó haber identificado una secuencia de ADN relacionada con la homosexualidad masculina, comentó que la existencia del “gen religioso” explicaba por qué algunas personas tienen mayor aptitud para lo espiritual que otras.

“Buda, Mahoma y Jesús compartían todos una serie de experiencia místicas, o alteraciones en la consciencia, y por ello probablemente portaban este gen”, comentó. “Esto significa que la tendencia hacia lo espiritual es parte de la configuración genética. Esto no es algo que pase estrictamente de padres a hijos. Podría saltarse una generación, es como la inteligencia”.

Sus hallazgos, publicados en el libro “El gen de Dios: cómo la fé se configura en nuestros genes”, están siendo recibidos con gran escepticismo por mucha gente de la jerarquía religiosa.

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El reverendo John Polkinghorne, miembro de la Royal Society y teólogo canónigo en la Catedral de Liverpool, dijo: “La idea de que existe un gen de la religiosidad va contra mis convicciones teológicas personales. No se puede reducir la fe al mínimo común denominador de la supervivencia genética. Esto demuestra la pobreza del pensamiento reduccionista”.

El reverendo Walter Houston, capellán del Mansfield College en Oxford, y profesor de teología comentó: “La creencia religiosa no está relacionada solo con la constitución de una persona, sino con la sociedad, la tradición, el carácter; todo cuenta. Poseer un gen que puede hacer todo eso, me parece bastante improbable”.

El Sr. Hamer insistió, no obstante, en que su investigación no se opone a la creencia en Dios.

“Las personas religiosas pueden señalar la existencia del gen de Dios como un signo más del ingenio del creador, una forma inteligente de ayudar a los humanos a reconocer y abrazar su presencia divina”, añadió.

Fuente

Original: The Washington Times

Traductor: Miguel Artime

Fuente: Astroseti

http://www.novaciencia.com/2006/05/30/encontrado-el-gen-religioso-en-humanos/