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7O4 | Tiempo edad está codificado positivamente; pero, socializada a tr¿vés de las etapas de t¡r " ¡, lg de vida., la existencia de un individuo es concebida como una manifestación p:lrtl' rldt de un fenómeno reiterado hasta el infinito. En África negra (obra colectiva, 197 \, 141.. slrz), la individuación procede por una parte de los antepavdc y la muerte es u¡¡ .nrf i miento. a la ancestr¿lidad. Esta complementariedad entre linealidad y circtrlrrrlrled aparece cuando se considera de qué forma el individuo está encerrado en unr trJnkl genealógica que el sistema de apelaciones de parentesco organiza a medida que st' r'r i* tencia se desarrolla, a partir de un modelo que sitfia a toda p€rsona en una gencrxr Ing de referencia, distribuyéndose sus parientes (consanguíneos) en un número igrrrl rle gener¿ciones ascendentes y descendentes. Las organizaciones sociopolíticas de clasr'¡ rE edad (Paulme, 1971; Abélés y Collard, 1985), realizan generalmente un rebasamierrt, ' ,k la antinomia linealidad-ci¡cularidad al hacer coincidir regularmente una etapa gencrir hr nal del destino de unÍ¡ cohorte m¿sculina con el compromiso de sus miemtlros en Un ttlr¡ de actividad colectiva. S€ puede realizar el mismo análisls a propósito de las ide(t( )Bt,l. de la soberanía, que han satrido superar la contradicción €xistente entre la disc()nrIrili dad de los reinados y el principio de unicidad del soberano. No hay representación del tiemfn más que induruda en la relación del homlrrc , ,,ir la naturaleza, por urvr parte, y con la sociedad, por otr¿, aprehendidas como dc¡x'rr diendo de temporalidades radicalmente aienas entre sí. Existen así diferentes m<xl.rll dades del tiempo social: ecológico tecnoeconómico, genealógico, mltico, hist¿)rt',!, ritual, etc., que pueden ser consider¿das como otr¿s tantas temporalidades difere¡rtr,¡ La sucesión de los días y de los momentos del día, de las lunaciones, de las t.¡t,r ciones del año solar, acompasa la vida colectiva. Más o menos elaborado según lrra sociedades, el cómputo calendárico, basado en la obsetración de los fenómenos <o¡ mográficos, dispone la tem¡roralidad social, asocia períodos del año y tipos de actlvi dad. Los trabaios relacionados con la economía de subsistencia, las demás activida(ler técnicas, la puesta en escena de rituales, la guerra, los intercambios comerciales, ln viajes, suceden en momentos determinados del año y dependen también de temp()ril lidades cíclicas particulares. Las fcrrmas de división del año en dos grandes períodos, rt eiemplo de lo que M. Mauss (19O4-19O, puso de manifiesto para los esquimalt.r, dependen de una generalización de estos cortes secuenciales y expresan una op()il ción, según los casos, entre dos órdenes mayores de actividades de subsistencir, rr entre un período prof'ano y un período sagrado, un tiempo de l¿ paz y un tiempo dc l¡¡ guerr¿, etc. Tales dualismos temporales adquieren sentido a través de todo un regislltl de determinaciones, desde el hábitat (agrupado/disperso, sedentaiio/nómada) hastr r,l orden social en su coniunto (predominio alterno de dos formas de autoridad c¡ de ckr¡ tipos de instancias sociopolíticas, inversión de normas, de funciones, de papeles). Lrrr form¿s artificiales de cómputo no son menos importantes que las que se basan en lr astronomÍa (Huben y Mauss, 1909), como lo demustra la diversidad de fcrrmas de agrrr pamiento de los días en .semanas,, que detinen ciclos cortos de .vueltas,, teniendo ca<l,r día sus atribuciones y su marca simbólica; puede existir una ordenación de los clí:r¡ (orden no cíclico de los días del mes del calendario occidental). El detalle de los añr¡¡ y de los períodos plurianuales se basa o l¡ien en referencias astrales, para determinill secuencias rituales largas (como el ciclo dogon del slgt, cf. Griaule, 1938), o bien en rit mo.s institucionales (renovación de la intronización de los reyes moose de Burkina Fay r tr¿s treinta años de reinado). Otras referencias fijas contribuyen a la ordenación cromr lógica de la historia: por ejemplo la denominación de las hambrunas o epidemias. La gestión del tiempo consiste en el coniunto de procedimientos de disposición d( las actividades en la duración del día, de la semana, del mes lunar, de la estación, dcl año. Basada principalmente en la división sexual del trabalo y, para cada. sexo, en lrr división del tr¿bajo según el grupo de edad, concierne en primer lugar a las tareas reh- cionadas con la economla de subsistencia. Así, se han puesto de manifiesto múltiplcs Totemismo / 705 de gestión ¡¡lobal, y subsistemas especializados, relacionados con la vlda con las prestaciones sexuales en un medio poligíniccr, con el ritmo de lc¡s de interés individual, familiar, comunitario, con las rupturas de gestión debidas las crisis de subsistencia, etc. La antropología del tiempo no es separable de la del espacio. Así, la ontología africa- asigna al destino humano una doble determinaciónr en la dumción y en la extensión, las que se asocian respectivamente los elementos constitutivos de la representación mundo (eiemploi antepasados,.genios,) o formas de alteración del individuo (muer- locura). M. IZARD ABÉds, M, y CouRD, C., (ba,o la dirección de), 1985, Age, pouwtl et soctét¿ d Afilque Notre, Montré^|, de I'Untveñité de MontréayParls, Krfthah. - BAGMR0, c., 1950, Iz dtaledqüe de la dur&, p^tís,pUF, ErNNs, P., 1968, '¡¡s Baoulé et le aemo$, Cab¡6 ORSrOM, *tie .tc¡ac6 bur@lrt6, V (3): 17-37. - Ev¡m- E. E., 1939, .Nuer ¡ime trckonlnfl', ¿llt]u, 12 (2): 1A9-216. - CeeE, C., 1rú6, Pñil, tlme and con- t t Ball: Ar¿ esstt ltt qltutal ar4bsl{'Yale, Yale Unive6lty PGs. - tl^ux8, C.R., !979, Tbef@ttdatkút tbougbr, Oxfofd, CIarcndon Pres (tnd. esp. LN fwdafldtE del petmrnteth Nmtíw, Mextco, 19a6). - HUBM, H. y M^N, M., 19(D, .Etude $mm¡ire de la représntatloñ du remps daN la reltglon et et\Mélqrtgq d'bKhlre d6 rcllgku$, Pals, Alon. - ¿¿ notlü de lwoilre a ülrlque Ndrc, 1973, Edidoús du CNRS. - LÉu-Sm6s, C., 1962, Iz pa6ée s4uw4e, Pafis, Plon (tr¿d. esp. El Iwmk tro vl- México, F.C.E., 19ó4). - Malatr, G., 19(tO, 7Acb6 quotldleilil$ et tawuu MlsottntN qtlwJ' brM,D^ktt, de Dakar - M^uss, M. y BEUmT, H., 1904-1905, .Esai sur les wriation eiñniéres des siétés Eüde de morphologle wl^16, IAttnée s@lokgtquqlx 39-132, - NúNGoMN-Bous, c., lW, La dkt- du tqnlx et le calendrler tltuet d6 Püpl6 l4gurulr6 de (frte d'In /q Parls, tnstltut d'Ethnolo¡tie. - PAIL D. (ba,o fa dircccfón.le),1971, Clarg d Nc¡atkúE d'Agedt AÍrtquede I'A164Parl6, Plon. - RouDñ, P, .Ia corceptlon 8l)af¿'lxxloe du temps', .!^'tAr6.le pe$& qt Alrlque Nolre,l: 11-44- - &)usrus,J,, 1940, wt(8ortLlue des 4ttcrq$ MeÍJ@lrL\,Pa¡ls, Hem¿nn. - 5)á'rÉ¿6 de trpLr& n AfrTque Nolre,7, 19841 dAÍríque Nolre (prcsenación de M. C¡rtry). - Tarta et da&lcppmúrt. Quatre fic¡A qt (nrc nr1merc esfEc¡af de Oahl^ ORSTOM, erle Sctqc$ buüqt te\ V (t), 1968. la p labra.tótem. está tomada del oiibwa, lengua algonquina que se habla en el de los Grandes l¿gos nofteamericanos. Fue introducida en Occidente porJ en 779l, y es a J. F. Maclennan (1869-f870) a quien se debe el concepto antro- correspondiente. Un oiibwa entiende tótem en el sentido de relación, de puramente sociológico (a¡¡rupactóno amistad), entre dos personas.Algunos gru- oiibwa están organizados en clanes patrilineales exógamos, que tienen como ep('" nombres de especies animales. El término sirve a veces para enunciar su perte- clánica: makua ntndotefit..el oso es mi clan.. Se trata de hecho de una fórmula que recubre el significado siguiente: .yo esoy emparentado con el que per- al clan cuyo epónimo es el om, por lo tanto yo pertenezco a este clan.. La inter- del término puede prestarsea confusión, y eso fue lo que llevó a J. l.ong a dos iristituciones distintas. a saber.la división entre clanes v la Dosesión indi- de un espíritu tutelat muy extendida en América del Norte. En sus comienzos, la antropologla se apasíona por estas relaciones con entidades especialmente animales, que reivindicaban los miembros de las sciedades La combinación de elementos subsiguiente parece en un primer momento una definición del totemismo: conexión entre una esDecie natural y un clan creencia segln la cual los individuos pertenecen a la especie en cuestión, de .respeto' frente a la especie (prohibición alimenticia, etc.). No delan de dificultades rápidamente, al no poder esta definición explicar la diversidad de etnográficos. Pero las dificultades de los teóricos del totemismo (Frazeq 19lO; 1912) proceden sobre todo de su deseo de explicar estas relaciones entre naturales y unidades o subunidades sociales; al buscar su contenido, no

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7O4 | Tiempoedad está codificado positivamente; pero, socializada a tr¿vés de las etapas de t¡r " ¡, lgde vida., la existencia de un individuo es concebida como una manifestación p:lrtl' rldt

de un fenómeno reiterado hasta el infinito. En África negra (obra colectiva, 197 \, 141..slrz), la individuación procede por una parte de los antepavdc y la muerte es u¡¡ .nrf imiento. a la ancestr¿lidad. Esta complementariedad entre linealidad y circtrlrrrlrled

aparece cuando se considera de qué forma el individuo está encerrado en unr trJnklgenealógica que el sistema de apelaciones de parentesco organiza a medida que st' r'r i*tencia se desarrolla, a partir de un modelo que sitfia a toda p€rsona en una gencrxr Ingde referencia, distribuyéndose sus parientes (consanguíneos) en un número igrrrl rlegener¿ciones ascendentes y descendentes. Las organizaciones sociopolíticas de clasr'¡ rEedad (Paulme, 1971; Abélés y Collard, 1985), realizan generalmente un rebasamierrt, '

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la antinomia linealidad-ci¡cularidad al hacer coincidir regularmente una etapa gencrir hrnal del destino de unÍ¡ cohorte m¿sculina con el compromiso de sus miemtlros en Un ttlr¡de actividad colectiva. S€ puede realizar el mismo análisls a propósito de las ide(t( )Bt,l.

de la soberanía, que han satrido superar la contradicción €xistente entre la disc()nrIrilidad de los reinados y el principio de unicidad del soberano.

No hay representación del tiemfn más que induruda en la relación del homlrrc , ,,ir

la naturaleza, por urvr parte, y con la sociedad, por otr¿, aprehendidas como dc¡x'rrdiendo de temporalidades radicalmente aienas entre sí. Existen así diferentes m<xl.rlldades del tiempo social: ecológico tecnoeconómico, genealógico, mltico, hist¿)rt',!,ritual, etc., que pueden ser consider¿das como otr¿s tantas temporalidades difere¡rtr,¡

La sucesión de los días y de los momentos del día, de las lunaciones, de las t.¡t,rciones del año solar, acompasa la vida colectiva. Más o menos elaborado según lrrasociedades, el cómputo calendárico, basado en la obsetración de los fenómenos < o¡mográficos, dispone la tem¡roralidad social, asocia períodos del año y tipos de actlvidad. Los trabaios relacionados con la economía de subsistencia, las demás activida(lertécnicas, la puesta en escena de rituales, la guerra, los intercambios comerciales, lnviajes, suceden en momentos determinados del año y dependen también de temp()rillidades cíclicas particulares. Las fcrrmas de división del año en dos grandes períodos, rteiemplo de lo que M. Mauss (19O4-19O, puso de manifiesto para los esquimalt.r,dependen de una generalización de estos cortes secuenciales y expresan una op()ilción, según los casos, entre dos órdenes mayores de actividades de subsistencir, rrentre un período prof'ano y un período sagrado, un tiempo de l¿ paz y un tiempo dc l¡¡guerr¿, etc. Tales dualismos temporales adquieren sentido a través de todo un regislltlde determinaciones, desde el hábitat (agrupado/disperso, sedentaiio/nómada) hastr r,lorden social en su coniunto (predominio alterno de dos formas de autoridad c¡ de ckr¡tipos de instancias sociopolíticas, inversión de normas, de funciones, de papeles). Lrrrform¿s artificiales de cómputo no son menos importantes que las que se basan en lrastronomÍa (Huben y Mauss, 1909), como lo demustra la diversidad de fcrrmas de agrrrpamiento de los días en .semanas,, que detinen ciclos cortos de .vueltas,, teniendo ca<l,rdía sus atribuciones y su marca simbólica; puede existir una ordenación de los clí:r¡(orden no cíclico de los días del mes del calendario occidental). El detalle de los añr¡¡y de los períodos plurianuales se basa o l¡ien en referencias astrales, para determinillsecuencias rituales largas (como el ciclo dogon del slgt, cf. Griaule, 1938), o bien en ritmo.s institucionales (renovación de la intronización de los reyes moose de Burkina Fay rtr¿s treinta años de reinado). Otras referencias fijas contribuyen a la ordenación cromrlógica de la historia: por ejemplo la denominación de las hambrunas o epidemias.

La gestión del tiempo consiste en el coniunto de procedimientos de disposición d(las actividades en la duración del día, de la semana, del mes lunar, de la estación, dclaño. Basada principalmente en la división sexual del trabalo y, para cada. sexo, en lrrdivisión del tr¿bajo según el grupo de edad, concierne en primer lugar a las tareas reh-cionadas con la economla de subsistencia. Así, se han puesto de manifiesto múltiplcs

Totemismo / 705

de gestión ¡¡lobal, y subsistemas especializados, relacionados con la vldacon las prestaciones sexuales en un medio poligíniccr, con el ritmo de lc¡s

de interés individual, familiar, comunitario, con las rupturas de gestión debidaslas crisis de subsistencia, etc.

La antropología del tiempo no es separable de la del espacio. Así, la ontología africa-asigna al destino humano una doble determinaciónr en la dumción y en la extensión,

las que se asocian respectivamente los elementos constitutivos de la representaciónmundo (eiemploi antepasados,.genios,) o formas de alteración del individuo (muer-

locura).

M. IZARD

ABÉds, M, y CouRD, C., (ba,o la dirección de), 1985, Age, pouwtl et soctét¿ d Afilque Notre, Montré^|,de I'Untveñité de MontréayParls, Krfthah. - BAGMR0, c., 1950, Iz dtaledqüe de la dur&, p^tís,pUF,

ErNNs, P., 1968, '¡¡s Baoulé et le aemo$, Cab¡6 ORSrOM, *tie .tc¡ac6 bur@lrt6, V (3): 17-37. - Ev¡m-E. E., 1939, .Nuer ¡ime trckonlnfl', ¿llt]u, 12 (2): 1A9-216. - CeeE, C., 1rú6, Pñil, tlme and con-

t t Ball: Ar¿ esstt ltt qltutal ar4bsl{'Yale, Yale Unive6lty PGs. - tl^ux8, C.R., !979, Tbef@ttdatkút oÍtbougbr, Oxfofd, CIarcndon Pres (tnd. esp. LN fwdafldtE del petmrnteth Nmtíw, Mextco,

19a6). - HUBM, H. y M^N, M., 19(D, .Etude $mm¡ire de la représntatloñ du remps daN la reltglon etet\Mélqrtgq d'bKhlre d6 rcllgku$, Pals, Alon. - ¿¿ notlü de lwoilre a ülrlque Ndrc, 1973,

Edidoús du CNRS. - LÉu-Sm6s, C., 1962, Iz pa6ée s4uw4e, Pafis, Plon (tr¿d. esp. El Iwmk tro vl-México, F.C.E., 19ó4). - Malatr, G., 19(tO, 7Acb6 quotldleilil$ et tawuu MlsottntN qtlwJ' brM,D^ktt,

de Dakar - M^uss, M. y BEUmT, H., 1904-1905, .Esai sur les wriation eiñniéres des siétésEüde de morphologle wl^16, IAttnée s@lokgtquqlx 39-132, - NúNGoMN-Bous, c., lW, La dkt-

du tqnlx et le calendrler tltuet d6 Püpl6 l4gurulr6 de (frte d'In /q Parls, tnstltut d'Ethnolo¡tie. - PAILD. (ba,o fa dircccfón.le),1971, Clarg d Nc¡atkúE d'Agedt AÍrtquede I'A164Parl6, Plon. - RouDñ, P,

.Ia corceptlon 8l)af¿'lxxloe du temps', .!^'tAr6.le pe$& qt Alrlque Nolre,l: 11-44- - &)usrus,J,, 1940,wt(8ortLlue des 4ttcrq$ MeÍJ@lrL\,Pa¡ls, Hem¿nn. - 5)á'rÉ¿6 de trpLr& n AfrTque Nolre,7, 19841

dAÍríque Nolre (prcsenación de M. C¡rtry). - Tarta et da&lcppmúrt. Quatre fic¡A qt (nrc

nr1merc esfEc¡af de Oahl^ ORSTOM, erle Sctqc$ buüqt te\ V (t), 1968.

la p labra.tótem. está tomada del oiibwa, lengua algonquina que se habla en elde los Grandes l¿gos nofteamericanos. Fue introducida en Occidente porJ

en 779l, y es a J. F. Maclennan (1869-f870) a quien se debe el concepto antro-correspondiente. Un oiibwa entiende tótem en el sentido de relación, de

puramente sociológico (a¡¡rupactón o amistad), entre dos personas. Algunos gru-oiibwa están organizados en clanes patrilineales exógamos, que tienen como ep('"

nombres de especies animales. El término sirve a veces para enunciar su perte-clánica: makua ntndotefit..el oso es mi clan.. Se trata de hecho de una fórmula

que recubre el significado siguiente: .yo esoy emparentado con el que per-al clan cuyo epónimo es el om, por lo tanto yo pertenezco a este clan.. La inter-

del término puede prestarse a confusión, y eso fue lo que llevó a J. l.ong ados iristituciones distintas. a saber. la división entre clanes v la Dosesión indi-

de un espíritu tutelat muy extendida en América del Norte.En sus comienzos, la antropologla se apasíona por estas relaciones con entidades

especialmente animales, que reivindicaban los miembros de las sciedadesLa combinación de elementos subsiguiente parece en un primer momento

una definición del totemismo: conexión entre una esDecie natural y un clancreencia segln la cual los individuos pertenecen a la especie en cuestión,

de .respeto' frente a la especie (prohibición alimenticia, etc.). No delan dedificultades rápidamente, al no poder esta definición explicar la diversidad de

etnográficos. Pero las dificultades de los teóricos del totemismo (Frazeq 19lO;1912) proceden sobre todo de su deseo de explicar estas relaciones entre

naturales y unidades o subunidades sociales; al buscar su contenido, no

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hacían más que declinar sus f'<trmas hasta el infinit<t. En esto participan del evoluci<rnlsmo de su época; la reificación de los f'enómenos totémicos, por una parte, la reduc.ción de las irlstituciones sociales a estos f'enómenos, por otra, traducen un rechazo clt.estas sociedades "primitivas, hacia la naturaleza de la que nuestr¿ civ¡lización se habrí:rseparado hace tiempo. Es sintomático a este respecto que a la superación del evohr-cionismo como teoría dominante corresponde la recesión progresiva del totemismo entanto que problemática antropológica.

Cnfi Ie totémisme aulourd'bui (7962), IéviStrauss exhuma la cuestión para ref<tr-mularla de forma radicalmente nueva, invirtiendo literalmente la perspectiva inicial.I¡rs fení¡menos llamados totémicos no traducen segfin él l¿ interpenetración de l:rcultura y de la naturaleza, sino que el contrario, suponen una cesura entre estos closórdenes, lo que permite su interpretación. La identificación nominal o ritual (prohil)i-ción alimenticia), esta puesta en relación de grupos sociales <¡ de individuos con espe-cies animales o vegetales distintas, es el resultado de un doble movimiento del intelec-to: p€rcibir la diferenciación de las especies en el orden de la natur¿leza y servirse delas diferencias percibidas para expresar una diferenciación en el seno <tel orden soci:ll.Se trata en primer lugar del eiercicio de una lógica de lo continuo y de lo discontinlk),por lo tanto de una lógica de clasificación. I¿ hipótesis de Lévi-Strauss, gracias espe-cialmente a su tabla de permutación entre se¡ies naturál y cultural (categorla, individu()por unn parte; grupo, persona por otra), explica pefectamente todas las fbrmas del tote-mismo, pero no todos sus aspectos. Esta aproximación pone de m¿nlfiesto el momen-to en que el pensamiento se hace cargo de bs ohjetos del mundo sensible, los ctife-rencia o k>s asimila y luego los clasifica para eventualmente contugark)s, pero olviclapor el contfari() ese otro momento, en el que este mlsmo pensamiento reinvierte lasrepresentaciones que produce, a saber, el momento del ritual. Ahora bien, es precis¿Lmente ba¡) la forma de rituales o creencias como se presenttrn en general los heclnstotemicos.

E. Df,SVEAUX

a BoAs,R,1916,.Thco.iginoftoteñlsm.,ArnedcaqAúbropokgtst,tSr319-326.-DURKHE]M,E.,t)l2,LarÍú-m4t éléfrqttalr'$ .le la ule rellgteuse. Le úst¿fre ntAnque dt Aust alle, parls, Alctn (tr¿d. esp. Ias Ior.m6 ele_,nqttales de la ol.la rclwr(M, Madrld, Akal, 1982). - FMzDn, J. c, 1813'7 , Totem(\rn,E4lmburyo, A. y C, Black (tÉd.6p, El toremlsmo, M¿drld, Eyr¿s, 1987); 1910, Totmkn d|d qwaul, Edimbuq¡o, A. and C. Bl¿ck (rr¡d. esp.parcial en T' H. c^ste\ Mlto, leJqtAa )/ cN¡unbrc dt el l¡hro del Gért6(i Barcelona, Barr¡|, 1973). - cor.oBN-wrsBR, A'.4., 1910, .Totemism, An lnllytlc sttdy.,.Jour'rul oJAna.tcar, Folhlore,23t 179-293, - tiv-SrMuss, C.,1962, Le htAn*rne dulour¿I'bul, Parls, pUF (tmd. sp. El krtffilsño qt la acrualtda¿, Méxlco, RC.E., l96i). _M^CLBNNN,J. F., 1869-1870, .The woFhlp of animals and plants., Fott ttgbtbl Rettaq6-7, - M^uss, M., 1969, .E$aisur quelques fomes p.imi¡lves dc clasific¿tio¡,, en Otuú-et, pry'6, Editions dc M¡nulr, t. t (tr¿d. esp. Oár?qBarceloM, Bar¿1, 1970).

TRABAJO

El término trabai), en la actualidad, designa en primer lugar las diversas fbrmasinventadas ¡ror el hombre para actuar sobre su entorno natural y extraer de él losmedios materiales de su existencia social. Estas formas llevan el nombre de crza, agri-cultura, etc. Este sentido abstracto aparece en Occidente hacia mediados del siglo wnren el campo de una ciencia nueva, la economla politica. En el siglo xr, .trabajo, desig-naba un instrumento de tortura formado por tres estacas (trlpaltum) y "tr¿baiar. signi-ficaba tortur¿r. .El tr¿baio" designaba i¡¡ualmente los esfuerzos realizados por una mujerp^r^ dar a luz. A partir del siglo xvr, los sentidos de .trabajo, y "tt^b^iar, se ampllan,mientras que se borra poco a poco la antigua sociedad feudal dividicia entre los queoran, l<ls que comtaten y los que cultivan la tierr¿. Trabajat reemplaza a .láborar, y.obrar.; trabaio substituye a.labor., que desde el siglo xr designaba las activiclacles agricolas. En la Antigüedad, encontramos en griego poleln (h2tcer-f^bricar un obieto),

Ttabaio | 7O7pratein <hacer-"ctuar y sobre todo actuar sobre otro), ergazestal (realizar una tare¿rtanto agrícola como guerrera), p:ro

T) el equivalente á..";.";;";;;;#, *'

En 1776, Adam Smithauanzala.icl", a".tr. "t;¿Lr¡-o,r-rr,r, sean cuales sean susformas, es la fuenre cle la riqueza ¿. fu"

"""iá.r.". üJionro a euesnay (1757) pan elque las riquezas provenían <te,la

" t"t^r"r^,y l^ ig,iJiiur" y

"orr"i.t.raba .estériles, laindustria, el c'.mercio y a las clases que se deaican a ellos. para Smith, la pro<iucción yla circulación de mercancías, agricoras,, ¡rcrust.iar,es,óarecen como las fuentes de lariqueza de las naciones civiriza<las, riqueza mecticta en áinero. Er trabaio se presentabacomo f'uente de valores de uso y tuente cle urlo..., áL ."*t io, pero para Smith sola_mente er¿ "productor' de rrqueza sociar eJ trabajo procructor cre

-.r"".r"i""; "rir-""iii.plenamente de acuercro cc¡nra rógic':r ae 1". *ú;ú;;";re dominaban la economía.eInglaterra, naciÓn cloncle la proclucción comercial capitaiista era la más clesarrollacla .elmundo.El concepto abstracto d€ trabaio nace entonces en una época en ra que se hunctanlas distinciones que separa'an las.iversas ttÁ* J. tr"¡"¡". i_pl¿i^'" ,rr:.il;;..ción, en la que los productos de toclas las tirrtnot a. t"rl"¡o se tmnsformab an cada vezrbás en mercanclas cuyos valores.cte uso y .e camtrio-se-me¿ir" p", ;;;l;;;q;Valente, el dinero, y en la que el propio traha¡" ;";;;ru progresivamente la mtsmzLforma .social la ael trabajo.as al.iaáa i.of iz^a"' p"i iiairriá.,o"' p.rrárr"i;; il;;pero obli¡¡ados pafa subsistrr a vencrer el us. <re.su f'uerza de tra-ba¡o -conveitid; ;:;

;:i;,:f;:*".Ía- a k:s que derentaban ta propieclacl <te bs mediás a. fr"J".:.:iár'y

Las relaciones de krs hombres con la naturaleza son al mismo tiempo relacionesentre los homl>res, relaciones ae c.operación o .e clominación y ae explotación quedeslmrdan por otra p¿rte el marco aelos procesosa,r*i"r.r, de trabaio. En ef.ecto, entoda sociedad, kx indivlcluos. grupos que no participan clirectamente enl;";;;..,,de.trabaj..desempeñan un papel eiencial porq.r".ontrot"n o bien lo" ,.".r.J.;;;;i;;-tados,. bien la persona misma ae los proáuctóres, o bien los;r;;";;;;';r;lr;;y elkr a partir de relacrones cre parcntésc'o <te reíacicrnes p"iiu"^"

" ,"rüroi...l.;¿i;iproceso de trabajo pone por lo tanto en acción relaciones sociares que a tii u.z lo

"trr-vlesan y lo sotrrepasan, puesto que controlan sus c.ncliciones y sus resultaclos. por últi_mo, un proceso de tr¿baio no se recluce nunca a sus aspeoos materiales y sociales,puesto que éstos rmplican la presencia actrva de drversos tipos de repr"r.rr,"óiorr.* o.r"son un componente esencial, la parte idealr representaciones cle loi animate.s;;;;.i;.-de sus cosrumbres, etc., representaciones p.r, i., t"nt,, d" i;;;;"t";;'r;'i" üliiilll;que la controlan y c¡ue ltay que ganarse con plegarias, riros, representaciones de losgestos a realizat p r^ cultivar ra tierra, y de ras heiramrentas

^ utíríz^r, trrstrrn a"

"uror,arddo, y por últim. representaciones cle l.s propbs actores, del . "idor,.t.l

fu;;.;:etc., y de k:s cliversos valores vlnculaclo. * ."tr"-.Jlu..s", f.rr;r. J";;;;r;;;;."..,.'lfieren estatutos diferentes a l.s que las practrcan, inferi.res, superrcfes o equivalentesa los que confieren otr¿s fbrmas cle activtclactes h.r-"rru".

El trabaio es por lo tanto una activictact inclividual o colectiva, intenciona¡q y no ins_tintiva, que se eierce sobre la naturaleza a través cre una sucesión .r. "p..";{" ¿;;tienen como fin separar de ella ciertos elementos materiares para haceilos

".-ño lr"necesidades humanas, sea en su estado natural (fruto.s consumidos crudos), sea il4stransformaciones de estacro o cre forma impuestas por er homtrre <ru rurr¿¡"iáá ¿.i lri"l .fra para f'abricar heramientas o armas). En esias caclenas operatorias (A. Leroi_Gourhan), numercrsos gestos no tienen ninguna r,¿zón mafe."..l, i..a, a*praa",

"i.rir.,relaciones con los dioses o entre los hombres. La elección de ciertas técnicas materia-les puecle por otra parte tener razones principalmente icieolírgi."". E" N;;;; ¿;i".;,el casuario, consideraclo como una mufer salvaje, no es muerto con flechas p<lrque elcazad<>r no debe derramar su sangre. Es capturzído con una trampa que Io e"ira.grla I