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Clínica y Salud ISSN: 1130-5274 [email protected] Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid España Prieto-Ursúa, María Psicología Positiva: una moda polémica Clínica y Salud, vol. 17, núm. 3, 2006, pp. 319-338 Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid Madrid, España Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=180613871007 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Clínica y Salud

ISSN: 1130-5274

[email protected]

Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid

España

Prieto-Ursúa, María

Psicología Positiva: una moda polémica

Clínica y Salud, vol. 17, núm. 3, 2006, pp. 319-338

Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid

Madrid, España

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=180613871007

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Psicología Positiva: una modapolémica

Positive Psychology: a controversialfashion

MARÍA PRIETO-URSÚA1

RESUMEN

Como señala Csikszentmihalyi (2003), las nuevas ideas pueden morir tantopor la oposición como por la aceptación no-crítica, y el peligro real de la Psi-cología Positiva es convertirse en un movimiento ideológico. El objetivo deeste artículo es mostrar las principales líneas de debate abiertas sobre estemovimiento para dar al lector la oportunidad de compartir las reflexiones pre-vias sobre los alcances y límites de la Psicología Positiva. Se comentan variascuestiones principales: su pretensión de novedad y la falta de reconocimientoal trabajo científico precedente, su todavía poca calidad científica (la pobrezade sus definiciones, la falta de claridad en la correlación y co-ocurrencia entresus variables, la necesidad de utilizar diseños de investigación más adecuadosa sus fines, etc.), el peligro de dicotomizar y sobresimplificar la experienciahumana, el peligro de llevar al extremo la actitud positiva y perder de vista unaparte de la realidad, o la creación de necesidades en la población general. Elartículo finaliza comentando la coincidencia entre los propósitos y contenidosde la Psicología Positiva y la Psicología de la Salud.

ABSTRACT

Csikszentmihalyi (2003) states that new ideas can die from opposition orfrom non-critical acceptance and that there is a real danger that positive

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Clínica y Salud, 2006, vol. 17 n.° 3 - Págs. 319-338. ISSN: 1135-0806

ARTÍCULOS

1 Departamento de Psicología. Universidad Pontificia Comillas de Madrid. [email protected]

Fecha de Recepción: 04-11-2006 Fecha de Aceptación: 04-12-2006

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psychology becomes an ideological movement. The aim of this paper is tobring up the debate spurred by this approach, and to give the reader theopportunity to share the reflections held about the possibilities and shortco-mings of positive psychology. A number of issues are dealt with, such as thepretended novelty of the topic, the lack of acknowledgement for prior researchon the topic and its still poor scientific standards (i.e., poor definitions, theneed to clarify correlations between variables, the lack of a coherent theoreti-cal framework, the need of better research designs, etc.). Also, there is a dan-ger of dichotomizing and oversimplifying human experience, a risk of overem-phasizing the positive side and losing sight of other side of the world, and thecreation of needs in people. Finally, there is a discussion about the overlapbetween positive psychology goals and issues and those of health psychology.

PALABRAS CLAVE

Psicología Positiva, Críticas.

KEY WORDS

Positive psychology, Criticism.

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INTRODUCCIÓN

“Seguro que no soy ni la primerani la única que se plantea estascuestiones”. Fue lo primero quepensé cuando hace unos años ter-miné de leer “La auténtica felicidad”de Seligman (2003a) y me detuve ahacer explícitas las razones por lasque no me gustó, y cuando tuve laoportunidad de profundizar en estanueva moda: la Psicología Positiva.Desde la convicción de que misargumentos estarían ya escritos yexplicados, empecé a buscar en laliteratura científica de los últimosaños. No sólo los encontré perfecta-mente descritos, sino ademásmuchas más razones que yo nisiquiera había barajado. Descubrí,en definitiva, el apasionante debateque mantiene en los últimos años lapsicología norteamericana sobre laPsicología Positiva.

Después del número especial deAmerican Psychologist (2000) en elque podemos encontrar una exce-lente declaración de intenciones, yde una sección especial en lamisma revista titulada “¿Por qué esnecesaria la Psicología Positiva?”(2001), la revista PsychologicalInquiry (2003) dedicó un número a plantear cuestiones críticas res-pecto a este movimiento. Abre elnúmero el excelente artículo deRichard S. Lazarus “Does the Positi-ve Psychology Movement HaveLegs?”, a quien responden acalora-damente los principales precursoresde la Psicología Positiva. Pero no esesta la única fuente documental decríticas a la Psicología Positiva,como vamos a ver.

El objetivo de este artículo esrevisar las líneas principales de esedebate, con el único propósito demostrar que el movimiento de laPsicología Positiva puede ser consi-derado como no muy positivo poralgunos autores, a pesar de quecomo dice Lazarus (2003a), “cuan-do leo algo de lo que los protago-nistas de la psicología positiva hanescrito, elevándola a los cielos,puedo oír la banda tocando y 76trombones haciendo resonar suexcitante mensaje como un saludopatriótico”.

¿Qué hay de nuevo?

La Psicología Positiva parte de ungran supuesto: que hasta ahora,sobre todo después de la II GuerraMundial, la Psicología ha estadoexclusivamente centrada en el sufri-miento humano, en los aspectosnegativos o patológicos del serhumano, “en reparar el daño, dentrode un modelo médico del funciona-miento humano”, tal y como seña-lan Seligman y Csikszentmihalyi(2000) y recoge Vera (2006). La Psi-cología Positiva pretende ser unnuevo enfoque de la Psicología.Este es un punto importante, aun-que algunos autores piensen lo con-trario (Vázquez, 2006). No sólo esuna “discusión nominalista” elhecho de que se haya recurrido auna etiqueta fundacional para cen-trarse en cuestiones que, comovamos a ver, no son en absolutonovedosas.

La presuposición de que hastaahora la Psicología ha estado cen-

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trada exclusivamente en lo negativoy no se ha centrado en los aspectospositivos de la persona es, cuandomenos, exagerada. ¿Cuál es la evi-dencia que apoya esa afirmación?

En primer lugar, empecemos porreconocer que muchos de los con-tenidos ahora subsumidos en elmovimiento de la Psicología Positi-va, incluyendo la investigaciónsobre el bienestar subjetivo, hansido desarrollados durante décadas(Held, 2002).

Algunos autores mencionan ante-cedentes tan ilustres como WilliamJames y su “mentalidad saludable”(Froh, 2004; Ryff, 2003). El propioSeligman, en el número especial deAmerican Psychologist (2000) esta-blece una lista de 24 referenciasque podrían haber tenido algunainfluencia en campos de conoci-miento cercanos a la PsicologíaPositiva como la prevención prima-ria y la promoción del bienestar. Sinembargo, Cowen y Kilmer (2002)muestran de forma muy gráfica queese número especial contiene 16artículos sobre Psicología Positivaque suman, entre todos, unas 1308referencias bibliográficas; de ellas,tan sólo 3 hacen referencia a algunade esas 24 citas recogidas porSeligman.

Los contenidos de la PsicologíaPositiva tienen también gran coinci-dencia con los de la psicologíahumanista. De hecho, ya hay auto-res que reclaman la Psicología Posi-tiva como una parte de la psicologíahumanista (Greoning, 2004). Sinembargo, la Psicología Positiva ha

querido distanciarse de ella desdeel principio aludiendo a la adopcióndel método científico por parte de laPsicología Positiva y al fracaso de lapsicología humanista para acumularevidencia empírica. (No entraremosaquí en la respuesta que desde lapsicología humanista se ha dado aesta afirmación; para el lector inte-resado, véase el número 41(1) de laJournal of Humanistic Psychology, ola carta de Bohart y Greening, 2001)

Por otra parte, Lazarus (2003a)señala que los conceptos básicosde la Psicología Positiva están con-tenidos en su teoría cognitiva-moti-vacional-relacional de las emocio-nes.¿O es que el estudio del estrésy el afrontamiento formaría parte delo que se consideraría “psicologíanegativa” (Lazarus, 2003a)?. Comopuede suponer el lector a estasalturas, la respuesta de Lazarus hasido contundente: el estrés y laadversidad a menudo juegan unpapel importante en el desarrollo delas fortalezas personales necesariaspara sobrevivir y crecer. ¿Puederealmente el estudio del afronta-miento en problemas como el SIDAo el cáncer ser considerado psicolo-gía negativa? ¿O es que sólo sonrepresentativas para la PsicologíaPositiva las personas que viven encircunstancias favorables y conausencia de estrés y problemas?“Ser capaz de trascender la durezade la realidad me parece una mejoraproximación a lo que significa‘positivo’ que lo que se sugiere eneste pujante movimiento de la Psi-cología Positiva” (Lazarus, 2003a).

Pero no sólo puede discutirse la

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inclusión del estudio del estréscomo psicología negativa. La Psico-logía Positiva se ha apropiado, porejemplo, del concepto de resilienciao crecimiento postraumático comosi no se hubiera dicho nada al res-pecto antes de ella, o como si lodicho anteriormente no fuera valio-so. De hecho, yendo más allá detemas o trastornos concretos: ¿nopodrían ser tantas técnicas conduc-tuales consideradas como algo másque “remediales”? El entrenamientoen resolución de problemas, enhabilidades sociales, en asertividad,en inoculación de estrés, enautoinstrucciones, en autocontrol,etc. ¿Qué son sino la implementa-ción y/o potenciación de recursos yfortalezas del sujeto? De hecho,¿puede el psicólogo clínico trabajarcentrándose en y potenciando otracosa distinta que los recursos delsujeto? Como señala Held (2002),“después de todo, la empresa tera-péutica puede ser descrita (quizásde forma algo superficial, pero noerrónea) como el intento de hacer laproverbial limonada con los limonesque te da la vida. En otras palabras,si nuestra concepción de la psico-patología incluso en los términosmás convencionales, no nos permi-tiera al menos algún potencial parael crecimiento y la salud, ¿cómopodría cualquier noción de psicote-rapia obtener ese potencial (como lohace, por lo menos la mayoría)?”.

Por último, ya desde los años 70la Psicología de la Salud viene insis-tiendo en dedicar parte de su inte-rés al campo de la promoción de lasalud, entendida en su conceptomás amplio, más allá de la interven-

ción para prevenir o remediar tras-tornos. No me voy a detener aquí enla historia, objetivos y contenidos dela Psicología de la Salud (para ellector interesado recomiendo GilRoales-Nieto, 2004), simplementequiero hacer explícito que no todo elinterés de la Psicología previa a laPsicología Positiva estaba centradoen lo negativo.

Es decir, de una u otra manera “laPsicología Positiva ha estado siem-pre con nosotros” (Linley, Joseph,Harrington y Wood, 2006). Parece,pues, que no es tan evidente esepunto de partida tan repetido, elinterés exclusivo de la Psicologíaanterior en los aspectos negativos yel sufrimiento humano, ni pareceque la Psicología Positiva represen-te un cambio de paradigma -comopretende- a pesar de que, comoseñala Lazarus (2003b), “creo quelos psicólogos positivos están con-tinuamente felicitándose a ellos mismos por haber descubierto ellos solos los rasgos positivos delcarácter”.

Me detengo un momento parahacer explícito mi reconocimientode que, más allá de su intención deparecer nueva o de despreciar loexistente, sin duda la PsicologíaPositiva pretendía con esta ideaseñalar que lo bueno no es sólo locontrario de lo malo (“todavía la Psi-cología Positiva no tiene suficientesresultados empíricos como paraconvencer a los escépticos de quelo positivo es algo más que laausencia de lo negativo”, dicenPeterson y Park, 2003) y atraer laatención hacia las limitaciones del

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modelo médico (Cowen y Kilmer,2002). Sin embargo, como hemosvisto, no toda la Psicología anterior,ni siquiera toda la psicología clínica,asumía ese modelo ni trabajabadesde él. La Psicología Positivaparece no haber prestado suficienteatención al interés previo de la Psi-cología por los elementos positivosde la vida humana (Harvey y Pau-wels, 2003).

Son varios los autores que lamen-tan el aislamiento de la PsicologíaPositiva respecto al cuerpo de tra-bajo anterior (Cowen y Kilmer, 2002;Ryff, 2003). Señala esta última auto-ra que la miopía de la PsicologíaPositiva respecto a la investigacióny al trabajo previo sobre sus temasfomenta la percepción de que está“inventando la rueda” e impide queel conocimiento científico avance yse acumule. En la misma línea, Froh(2004) afirma que la Psicología Posi-tiva sólo podrá crecer y desarrollar-se cuando abrace su historia.

Recientemente, tras las muchascríticas recibidas, ha empezado laPsicología Positiva a admitir quedeben construir y aprender sobre lomucho que ya estaba hecho ante-riormente, tanto para “no ser acadé-micamente deshonesto como parano ser intelectualmente débil” (Lin-ley et al, 2006).

¿Por qué, entonces, tanto empe-ño en definirse como “nuevo enfo-que”? ¿Qué necesidad hay dedenominarse “movimiento”? Quizásuna revisión superficial de cuestio-nes estructurales pueda arrojaralguna intuición. En menos de 9

años la Psicología Positiva cuentacon un cuerpo de investigacióningente y creciente, un elevadonúmero de libros (incluyendo librosde texto y manuales a pesar de que,como señala Lazarus, 2003a, éstossuelen escribirse cuando ya hay uncuerpo de conocimientos bien con-solidado...), numerosas revistas connúmeros especiales dedicados aella, congresos y jornadas sobre eltema, premios y fuentes de financia-ción (por ejemplo, la TempletonFoundation), asociaciones interna-cionales que representan y promue-ven los intereses de la PsicologíaPositiva, páginas web y listas dediscusión de correo electrónico, unamplio interés en los medios decomunicación populares (incluyen-do prensa, televisión y radio), cur-sos de Psicología Positiva comoparte de licenciaturas, por lo menos27 programas de Psicología Positivaen las principales universidades deEstados Unidos (incluyendo títulosde Master) y ahora, desde enero de2006, una revista centrada en la Psi-cología Positiva (The Journal ofPositive Psychology) (Linley et al,2006).

No parece, pues, sólo una discu-sión nominalista. Sorprende estaexpansión en tan poco tiempo: nohan pasado ni 9 años, repito, desdeque la hija de Seligman le llamaragruñón en su jardín; ni 9 años desdeque coincidieran Seligman y Csiks-zentmihalyi en el mismo lugar devacaciones y comentaran lo aburri-da que era para ellos la psicologíaactual (Csikszentmihalyi, 2003).

Lo que algunos interpretan como

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clara muestra de la necesidad quehabía de la Psicología Positiva (yotros como lo que se puede conse-guir siendo presidente de la Ameri-can Psychological Association), meayuda a mí a plantearme la siguien-te cuestión: ¿se hubiera conseguidoun negocio tan floreciente sin unnombre propio y sin un autismodeliberado hacia los estudios pre-vios sobre “sus” contenidos?.

Sin embargo, no es este el únicopunto sobre el que me interesabacentrar la discusión. Más allá decuestionar su novedad teórica o sudimensión económica, es mi inten-ción dirigir la reflexión hacia otrascuestiones tanto o más preocupan-tes relacionadas con la PsicologíaPositiva.

La calidad científica de laPsicología Positiva

Como ya hemos señalado al prin-cipio y recoge Vera (2006), lo quedistinguiría a la Psicología Positivade “dudosos métodos de autoayu-da o filosofías espirituales”, inclusolo que la diferencia de “las clarastendencias positivistas de lacorriente humanista de la psicolo-gía”, es que la Psicología Positivaadopta el método de la psicologíacientífica.

Sin embargo, la necesidad cre-ciente de los defensores de la Psi-cología Positiva de repetir que no esun movimiento espiritual, ni un ejer-cicio de autoayuda, ni un métodomágico para alcanzar la felicidad -también Seligman (2001) ha tenido

que insistir en que “positive psycho-logy is not just happyology”- pareceestar reflejando que esta declara-ción de intenciones científicaspuede no estar conseguida.

En ocasiones es difícil distinguirla Psicología Positiva de un movi-miento espiritual. Dice Lazarus(2003b) que Seligman y Pawelski(2003) “parecen estar promoviendoun tipo de religión, una visión desdelo alto, que está falsamente revesti-da de una llamada a la ciencia quenunca se materializa”. Puede serilustrativo recordar aquí que una delas fundaciones que más promuevey sufraga los estudios sobre Psico-logía Positiva, The John TempletonFoundation, fue fundada, tal y comose explica en su página web, para“promover la apreciación de laimportancia crítica — para todas laspersonas y culturas — de lasdimensiones moral y espiritual de lavida (...) ¿Qué puede la investiga-ción contarnos sobre Dios, sobre lanaturaleza de la acción divina en elmundo, sobre su significado y pro-pósito? ¿Qué insight espiritual sepuede obtener del modo en que laciencia desvela aspectos de la natu-raleza y de la creatividad humana?”.Quizás esto explique también enparte la idea de Seligman “una vidacon sentido añade un componentea la buena vida: su uso de las forta-lezas y virtudes para el servicio dealgo mucho más grande que túmismo” (Seligman, 2003b).

Coincidimos con Vera (2006) enque tiene que ser el método científi-co lo que marque la diferencia. Estaes, sin duda, la cuestión central.

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Recogemos a continuación algunasde las críticas epistemológicas aeste nuevo movimiento, centradasen tres puntos: la adecuación desus planteamientos metodológicos,la pobreza de las definiciones de lasvariables relevantes y, derivada deesto, la escasez y pobreza de for-mas de medida de las mismas.

La Psicología Positiva asume quelas emociones tienen un papel cau-sal sobre la salud y el bienestar (osobre la enfermedad y el malestar).Sin embargo, la investigación utili-zada consiste básicamente en estu-dios correlacionales en los cualesse realizan comparaciones entredos muestras separadas a las quelos participantes son asignados enuna sola ocasión sobre variablesque se hipotetizan como antece-dentes y consecuentes. Este tipode diseños puede ser de utilidadcomo una estrategia preliminar paraidentificar variables antecedentesprometedoras; sin embargo, parajustificar una inferencia causal, lainvestigación debe ser seguida dediseños intraindividuales y longitu-dinales que permitan controlar lavariación en los participantes y per-miten la posibilidad de ser prospec-tivos, incluso predictivos (Lazarus,2003a).

Una línea interesante de investi-gación para los contenidos de laPsicología Positiva, dice Lazarus,sería el estudio de las diferenciasindividuales; de hecho, el caráctercultural de la felicidad no elimina lanecesidad de centrarse en el estu-dio del significado de estos térmi-nos en una determinada cultura,

estudio que cobra significado cuan-do se conocen las variaciones indi-viduales dentro de ella.

Otro enfoque de investigaciónque echan de menos algunos auto-res (Cowen y Kilmer, 2002) es elestudio del aprendizaje y desarrollode las fortalezas, virtudes o cualida-des humanas. Es decir, una pers-pectiva evolutiva, centrada en eldesarrollo infantil, en lugar de o másque en el sujeto adulto, que identifi-que los factores y los caminos quecontribuyen a la adquisición y man-tenimiento adulto de tales fortale-zas.

Sobre la segunda crítica, la cues-tión de la calidad de las definicio-nes, Linley et al (2006) señalan queuna de las grandes aportaciones (sino la mayor) de la Psicología Positi-va es la creación de un marco teóri-co en el que los distintos profesio-nales pueden comunicarse, enten-derse y transmitir sus resultadoscon una estructura y con un lengua-je común.

Sin embargo, ellos mismos dicen,por ejemplo, que hay numerosasdefiniciones de la propia PsicologíaPositiva y que, probablemente, sipreguntamos a 10 psicólogos posi-tivos “¿qué es la Psicología Positi-va?” las respuestas sean todas dife-rentes. De hecho, por ejemplo, paraLinley et al (2006) es “el estudiocientífico del óptimo funcionamientohumano”, mientras que para Selig-man y Pawelski (2003) es “el estudiode tres tipos de vida positiva: la vidaplacentera, la buena vida y la vidacon sentido” .

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También cuestiona ese logro deun marco teórico y referencialcomún el hecho de que aún se estéestudiando la diferencia entremuchos de los conceptos clave dela Psicología Positiva como, porejemplo, entre felicidad y autoesti-ma (Furr, 2005) y que aún no sesepa qué significan realmente lo“positivo” y lo “negativo” (Lazarus,2003b). Como reconocen Petersony Park (2003), “lo que todavía notiene la Psicología Positiva en elmomento presente es un vocabula-rio común para hablar de la vidabuena o de las teorías que la expli-can” (contradiciendo, como vemos,a Linley et al, 2006, a no ser que esevocabulario se haya conseguido entres años).

Cowen y Kilmer (2002), a quienesya hemos mencionado gracias a suafición a contar referencias, ponende manifiesto la falta de integracióndel campo. Al analizar el númeroespecial de American Psychologistcomentan que la Psicología Positivaparece un conjunto de expertos endistintas áreas que funcionan comojugadores individuales, que vancada uno a lo suyo, en lugar deestablecer un marco teórico que déun sentido global o conecte todasesas áreas. En las 16 contribucionesde ese número especial cuentanestos autores unas 60 variablesdependientes, es decir, unos 60conceptos que son consideradoscentrales o importantes en la Psico-logía Positiva. Señalan Cowen y Kil-mer la ausencia de definiciones cla-ras de algunos de ellos, su sensa-ción de “puzzle” derivada de obser-var tal cantidad de objetivos, su sor-

presa por el hecho de que muchosde ellos sólo son mencionados enalgunos, pocos, artículos de esenúmero especial y su cuestiona-miento de la pertenencia de algunosal campo de la Psicología Positiva(como la superdotación, por ejem-plo).

Mientras las variables dependien-tes relevantes no estén claramentedefinidas y las inter-relaciones y co-ocurrencias entre ellas no esténestablecidas, es decir, mientras seacuestionable la consistencia internade la Psicología Positiva (Cowen yKilmer, 2003), difícilmente podemoscreer a Linley et al (2006) cuandoseñalan que la Psicología Positivaha conseguido ofrecer ya ese marcoteórico común.

El último punto de este apartadohace referencia al cuestionamientode la calidad de las medidas utiliza-das para cuantificar las variablesque estudia la Psicología Positiva.Varios autores lamentan la todavíademasiada importancia que tienenlas medidas de autoinforme en estecampo (Diener, 2003; Matthews yZeidner, 2003), que es especialmen-te vulnerable a la deseabilidadsocial (Lazarus, 2003b), haciendouna llamada a la necesidad de utili-zar otras formas complementariasde medida (crítica, como vemos,que no es exclusiva para la Psicolo-gía Positiva).

Otros autores (Ryff, 2003) se pre-ocupan, acertadamente en mi opi-nión, por la posibilidad de estarduplicando medidas (y teorías) devariables ya estudiadas previamente

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como afrontamiento efectivo, auto-regulación, autoeficacia, bienestar,optimismo, ajuste, etc. por no haberprestado la Psicología Positiva sufi-ciente atención a estos desarrollosteóricos previos, como ya comenta-mos al principio.

¿Qué aporta hablar de“emociones positivas”?

Uno de los campos fundamenta-les de la Psicología Positiva es elestudio de las llamadas “emocionespositivas”. Se parte de la suposiciónde que hasta ahora la Psicología seha centrado exclusivamente en elestudio de las emociones negativas,y que las emociones positivas “pue-den solventar muchos de los pro-blemas que generan las emocionesnegativas” (Vera, 2006).

Son varios los autores que secuestionan estos supuestos. El pri-mer problema se refiere a la justifi-cación del criterio: siguiendo aLazarus (2003a), ¿sobre qué baseclasificamos una emoción comopositiva o negativa? En principio,podríamos entender que las emo-ciones son consideradas positivascuando nos hacen sentir bien subje-tivamente, o también cuando apare-cen en condiciones vitales favora-bles, o cuando tienen como conse-cuencia un resultado social positivo.Las consideradas negativas lopodrían ser en base también a tresaspectos: que la persona se sientamás mal que bien, que la emociónse base en condiciones causalesdesfavorables, o que la emocióntenga consecuencias sociales o

personales negativas. ¿A qué llama-mos, pues, “emociones positivas”?En muchos casos ni siquiera losautores se detienen a ofrecer unadefinición, suponiendo que todossabemos de qué hablamos cuandohablamos de emociones positivas(Fredrickson, 1998).

Recientemente, Linley et al (2006)han suavizado este postulado de laPsicología Positiva, señalando que“no queremos dar a entender enningún modo ni apoyar la dicotomi-zación de la experiencia humana enpositiva y negativa; más bien lavemos como colocada a lo largo deun continuo”. Sin embargo, no hasido esta la idea que se refleja enlos artículos sobre emociones y Psi-cología Positiva (Fredrickson, 1998;Vecina, 2006; Vera, 2006).

Por otra parte, Lazarus (2003a)recoge el debate que en el campode la investigación sobre las emo-ciones se mantiene desde hacetiempo: la cuestión sobre la aproxi-mación dimensional versus modelosdiscretos de emoción. El autorseñala que combinar emociones endos grandes categorías, positiva ynegativa, para compararlas, lleva aperder información esencial sobre eldistinto rol que cada emoción juegaen la adaptación de la persona a laspresiones y dificultades de la vida.Sería mejor comparar emocionesdiscretas, cuyos antecedentes, cua-lidades subjetivas y consecuentesson muy diferentes unas de otras.Cada emoción tiene un significadorelacional diferente, lo que implicadiferentes conjuntos de causa,experiencia subjetiva e impulso a la

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acción. Ignorar o minusvalorar ladiferente importancia adaptativa decada emoción, al sacarla de su con-texto y denominarlas a priori “positi-vas”, considerando que son por símismas buenas, supone olvidarnosdel análisis funcional de la conduc-ta: prescindimos de ponerlas enrelación con antecedentes y conse-cuentes, con las situaciones en lasque se incluyen, lo que, en mi opi-nión, es un gran paso atrás en lacomprensión del comportamientohumano.

La tiranía de la actitud positiva.¿Es obligatorio ser feliz?

Considerar que las emocionespositivas son siempre el objetivo ydeben estar siempre presentes escuestionable. En primer lugar, por-que como señala Lazarus (2003a)sobre el disfrute o la alegría, enalgunos casos puede ser defensivoy aparecer lo que el autor llamaPollyannismo: puede representar unintento de evitar enfrentarse con laadversidad de la vida. Evitar miraruna parte de la realidad nos lleva ala ausencia de compromiso con larealidad social que nos rodea. Yo nome siento feliz ni tengo emocionespositivas cuando veo el telediario oleo el periódico, pero no quieroprescindir de esa carga de sufri-miento que me lleva a la solidaridad,a la sensibilidad, a trabajar paramejorar la situación. Cada pasohacia delante en la sensibilidad llevaa intensificar las emociones, tantopositivas como negativas. Comoseñala Jopling (1996, en Held,2002), rehusar afrontar o encarar no

sólo la parte aversiva de la vida,sino la parte negativa de nosotrosmismos, tiene profundas implicacio-nes morales, “puede suponer unadisminución en nuestro nivel deconciencia (...) [y consecuentemen-te], una disminución en el grado deresponsabilidad y apertura a loreal”.

En segundo lugar, buscar siemprelas emociones positivas lleva a tri-vializarlas facilitando lo que algunosautores han llamado “la tiranía de laactitud positiva” (Held, 2002). Helddedica su excelente artículo a revi-sar cómo puede exagerarse la lla-mada a las virtudes del optimismo ola visión positiva y cómo en las dosúltimas décadas en Norteamérica seha exagerado esta tendencia. Elempuje para la actitud positiva hallegado a ser tiránico en esa socie-dad, en la que los norteamericanosno sólo viven con una inclinaciónhistórica y cultural hacia el optimis-mo, sino con una expectativa y unademanda hacia el mantenimiento deuna actitud positiva en cualquiermomento y a cualquier precio.

Buscando evidencia empírica deesta presión hacia lo positivo, laautora revisa tanto la iconografíanacional (deteniéndose en analizarla ubicuidad de los famosos “smi-lings”, esas caras amarillas sonrien-tes que encontramos en cualquiersitio), como la música, los refranesy, sobre todo, los libros de autoayu-da. Merece la pena detenernos arevisar los datos que esta autoraencuentra sobre el mercado de loslibros de autoayuda; desde el primersuper-ventas, publicado en 1936

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(Cómo ganar amigos e influir en lagente, de Carnegie) se ha desarro-llado una industria que genera unos2000 títulos nuevos cada año(Rosen, 1993, en Held, 2002), de losque se calcula que el 95% se publi-can sin investigación que documen-te su efectividad (Norcross et al,2000, en Held, 2002). Sólo los librosde autoayuda generan 563 millonesde dólares al año, que se elevan a2500 millones (¡¡!!) de dólares al añosi se incluyen CDs, seminarios y‘coaching’ personal. Se pregunta laautora: si esa búsqueda de la acti-tud positiva funcionara, ¿necesitarí-amos tantos libros de autoayuda?

El propio Seligman se ha opuestoa esta clase de optimismo tiránico,criticando la falta de apoyo científi-co del prolífico movimiento de auto-ayuda en América (1993, en Held,2002). De hecho, se insiste desde laPsicología Positiva en la idea deque NO es un movimiento de autoa-yuda (Vera, 2006).

Sin embargo, señala Held,muchos seguidores entusiastas delmovimiento de la Psicología Positivapodrían haber malinterpretado sumensaje y haberlo llevado al extre-mo que mencionábamos: la necesi-dad de una actitud positiva o deoptimismo en todas las circunstan-cias, considerándola siempre comola actitud adecuada. Y el peligro demalinterpretar las ideas de la Psico-logía Positiva crece conforme éstase introduce en la cultura popular.

Es decir, la Psicología Positivapodría haber legitimado, inadverti-damente (e irónicamente, dice la

autora) la pretensión irracional,injustificada y grandiosa de los mis-mos gurus de la autoayuda a quie-nes critica. (No puedo resistir la ten-tación de comentarlo: entre las res-puestas al provocador artículo deLazarus, 2003a, se encuentra la deTennen y Affleck, 2003, que paramostrar que Lazarus no sabe dequé está hablando argumentan que“ya hay publicados varios libros deautoayuda derivados de los conoci-mientos de la Psicología Positiva”(p. 164) ¿?).

Held (2002) plantea la posibilidadde que la presión hacia la actitudpositiva esté contribuyendo a ciertaforma de infelicidad: algunas perso-nas se sienten culpables, defectuo-sas o ambas cosas cuando no con-siguen sentirse bien. El concepto dedepresión por la depresión, o elsentirme mal por sentirse mal, contoda la carga de auto-acusacióncontenida en esa experiencia, pasaa ser así muy relevante. Parece quesomos cada vez menos capaces deaceptar que a veces es saludablesentirnos mal como respuesta a lascircunstancias de la vida, y tende-mos a interpretar el sentirse malcomo patológico bajo cualquier cir-cunstancia. A medida que crece lapresión para sentirse bien en todaslas ocasiones entendemos que sen-tirse mal no sólo es patológico, sinosocialmente inaceptable.

La tiranía de la actitud positivapuede contribuir paradójicamente areducir el bienestar subjetivo, preci-samente lo que quiere fomentar. Esdecir, que la creciente presión paraser felices y risueños, para sonreír y

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mirar siempre el lado positivo de lavida puede hacer más daño quebien. Si te sientes mal por algo y nopuedes poner una cara feliz aunquelo intentes, puedes llegar a sentirteincluso peor. No sólo te sientes malpor lo que te está afectando en pri-mer lugar, sino además te sentirásculpable cuando no puedas sentirtebien, por no ser capaz de cumplir“el programa diario de actitud posi-tiva”; si no puedes “to have a niceday”, no importa cuánto lo intentes,es tu propio fracaso personal, es tupropio fallo moral (Held, 2002).

¿Existe el optimismo realista?

Recoge Vera (2006) algunas inte-resantes preguntas planteadassobre el optimismo desde la Psico-logía Positiva: “¿Qué distingue auna persona optimista de una pesi-mista? ¿Es bueno ver la vida unpoco mejor de lo que en realidades? ¿Los pesimistas son realistas ylos optimistas viven de ilusión?”.

A pesar del excelente trabajo deAvia y Vázquez (1999), no todosconsideran más acertada la actituddel optimista. “Dado el mundo enque vivimos, yo sugeriría que nece-sitamos a los pesimistas más que alos optimistas. Los pesimistas, orealistas si queremos pensarlos así,movilizan recursos valiosos contrala privación humana y su banalidad.La crueldad, el asesinato, esclavi-tud, genocidio, prejuicio y discrimi-nación, y quizás lo peor de todo, laindiferencia hacia el sufrimientohumano, abundan tanto hoy comoen los siglos pasados (...) necesita-

mos aprender del heroico buenhacer de tanta gente que se hamovilizado contra estos demonios”(Lazarus, 2003a).

Seligman (1990, en Held, 2002)dice que no deberíamos ser escla-vos de las tiranías del optimismo.“El optimismo puede en ocasionesimpedir que veamos la realidad conla necesaria claridad”, “lo que bus-camos no es un optimismo ciegosino flexible, optimismo con los ojosabiertos. Debemos ser capaces deutilizar el agudo sentido de la reali-dad del pesimismo cuando lo nece-sitemos”. De hecho, ya hay variosautores que insisten en que la Psi-cología Positiva no es sinónimo depensamiento positivo o de optimis-mo (Norem y Chang, 2002) y otrosque llaman la atención sobre lospeligros del que se está dando enllamar “optimismo no-realista” (Clar-ke, Lovegrove, Williams y Machper-son, 2000; Chapin y Coleman,2003).

Sin embargo, recojo las cuestio-nes que plantea Held (2002): ¿Quésignifica optimismo realista? ¿Quésignificado tiene la idea de elegir eloptimismo cuando es más apropia-do? ¿Cómo sabemos qué futurospueden ser y cuáles no pueden sermodificados mediante el pensa-miento positivo? ¿No son por defi-nición, tanto el optimismo como elpesimismo, expectativas sesgadasy generales sobre el resultado futu-ro que están, de alguna forma,deformando la realidad? (recordan-do el chiste, de hecho el vaso noestá ni medio lleno ni medio vacío;simplemente es dos veces mayor

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de lo necesario, como diría el inge-niero).

El carácter cultural de la“auténtica felicidad”

El bienestar y la felicidad son losobjetivos de la Psicología Positiva.Sin embargo, lo que constituye lobueno y lo valioso varía sustancial-mente de una a otra cultura (Uchi-da et al, 2004). Como ya hemosvisto, las emociones no son elresultado directo de mecanismosfisiológicos o neurológicos; estánsiempre situadas y embebidas encontextos culturales específicos yestán saturadas de significadosculturales.

Por ejemplo, en culturas europe-as y norteamericanas la felicidad sebasa en la afirmación de los atribu-tos positivos de uno mismo; amenudo se construye ella mismacomo uno de esos atributos inter-nos que son buscados y consegui-dos a través del esfuerzo personal.En otras palabras, la felicidad seconcibe como un logro personal, taly como vimos que señalaba Held(2002). Las características negativasy los sentimientos negativos sonpercibidos como un obstáculo parala positividad y la felicidad. Csiks-zentmihalyi y Hunter (2003) encuen-tran, por ejemplo, que los máspotentes predictores de la felicidaden estudiantes norteamericanos sonel sentirse bien con uno mismo,activo, orgulloso, excitado y estaren las condiciones para la experien-cia del “flow” (otro de los grandestemas de la Psicología Positiva en el

que no puedo entrar por cuestionesde espacio).

Esta concepción de la felicidadcomo un logro personal y como unestado contingente con la afirma-ción personal de sí mismo es cohe-rente con una visión protestante dela persona que, según Uchida et al(2004), subyace en la concepciónnorteamericana y noreuropea de lafelicidad, de la misma manera quelas culturas asiáticas se apoyan enideas provenientes del confucionis-mo, taoísmo y budismo.

En las culturas del este de Asia, elcentro del pensamiento, la acción yla motivación es el yo-en-relación-con-otros. La forma personal de feli-cidad se considera impura e incom-pleta; no hay un fuerte deseo deperseguir la felicidad personal aexpensas de la armonía social. Lafelicidad se considera un estadointersubjetivo basado en la simpatíamutua, la compasión y el apoyo delos demás; se ve incrementada porfactores más de tipo social, como laadaptación a las normas sociales oel cumplimiento de las obligacionesrelacionales, o por la consecuciónde objetivos que suponen sermenos independiente, como el con-tribuir a la felicidad de los padres;en definitiva, la armonía social(Uchida et al, 2004).

¿Por qué insisto tanto en estasdiferencias culturales? Sencillamen-te, porque me ayudan a plantearmelas siguientes preguntas: ¿cuál es,entonces, la “auténtica felicidad”?¿Por qué asumimos un determinadomodelo de felicidad como si fuera el

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único? ¿Podemos importar directa-mente en España el concepto defelicidad norteamericano? ¿Debe-mos hacerlo?

Una de las grandes aportacionesde la Psicología Positiva, según Lin-ley et al (2006) puede ser la “apertu-ra de un vigoroso debate sobre loque es bueno y deseable, y bajoqué circunstancias, en qué escena-rios culturales, o en qué periodoshistóricos”. Coincido plenamentecon ellos, aunque creo que esedebate no es exclusivo de la Psico-logía (de hecho, el estudio de laeudaimonia es propio de la filosofíadesde hace siglos).

Ponga un psicólogo positivo en su vida

Una última cuestión sobre la Psi-cología Positiva es su crítica (que yotambién comparto) a una fuerte ten-dencia actual en el campo psicoló-gico: la patologización de cualquierproblema vital (King, 2003). El abusode etiquetas y nuevos “síndromes”en nuestros días haría palidecer aFreud más de 100 años después desu Psicopatología de la vida cotidia-na.

Una sencilla búsqueda por inter-net me ha permitido aprender que,junto a los síndromes más clásicos(Síndrome de Burnout, Síndrome deAcoso Laboral o Mobbing, Síndro-me de Peter Pan, Síndrome deMunchausen por poderes, Síndro-me de Diógenes, Síndrome deWendy, Síndrome de depresiónpost-parto, Síndrome del nido

vacío), se van identificando algunosnuevos (Síndrome de AlienaciónParental, Síndrome de Stendhal,Síndrome de Fatiga por Exceso deInformación, Síndrome de la Perple-jidad o Complejo de Ulises, Síndro-me de Estocolmo Doméstico), otroscuando menos curiosos (Síndromede los Recuerdos Falsos, Síndromede Mari Pili, Síndrome de la AbuelaEsclava, Síndrome de la Página enBlanco, Síndrome Posvacacional,Síndrome de la ResponsabilidadSocial Empresarial) y otros que,ciertamente, no tienen desperdicio;no me resisto a mencionar el Sín-drome de Amaro (interesarse enconocer la vida de los famosos conla condición de que esté rota) quees por lo visto diferente al Síndromede los Fans (demostrar una fuertefascinación por la vida privada delos ricos y famosos). Y para losjaponeses, malas noticias: dos nue-vos síndromes psicológicos ligadosa la depresión, el kitaku kyohi, quese distingue por el miedo a volver alhogar, y el susha kyohi, definido porpánico de regresar a la oficina. Aun-que no deja de parecer cómico (yque conste que he renunciado amencionar más de 20 síndromesmás), este repaso pone de mani-fiesto la imparable tendencia a psi-quiatrizar o psicologizar el sufri-miento que genera la propia dificul-tad de vivir. Cualquier voz queclame en contra de esta tendenciava a contar con mi apoyo seguro.Vivir no es una enfermedad. Y sufrirtampoco.

Derivado de esta tendencia a lapatologización se encuentra unmensaje que cuestiono: necesitas

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un psicólogo prácticamente paracualquier momento difícil o delicadode la vida, para cualquier momentoen que sufras. No lo creo y creo quehace un flaco favor a la Psicología,vaciándola de contenido y haciendode ella un término vago (aquél quese usa para tantas situaciones quesu significado es mínimo; es decir,su extensión es tan grande, que suintensión es muy escasa).

Pero, paradójicamente, la Psico-logía Posit iva puede l legar almismo punto recorriendo el cami-no contrario. Puede acabar, invo-luntaria y paradójicamente, ofre-ciendo el mensaje: necesitas unpsicólogo (positivo) para ser feliz.Es decir, puede acabar fomentan-do, incluso más que el mensajeanterior, la dependencia y la per-cepción de necesidad en el sujeto,funcionando como una nueva reli-gión natural.

De la misma manera que seempieza a denunciar en los mediosel hacer de la salud un bien de con-sumo (para lo que previamente seha creado la necesidad, que lagente se sienta enferma, promocio-nando convenientemente algunasenfermedades en lo que se estádando en llamar disease monge-ring), se puede caer fácilmente enhacer de la felicidad un bien de con-sumo, creando en las personas lanecesidad de utilizar, no fármacosen este caso, sino cursos, talleres,libros, conferencias, orientaciones,asesoramientos, etc. (de psicologíapositiva, por supuesto) convencidasde que son necesarios para apren-der a ser feliz.

¿Qué futuro tiene la PsicologíaPositiva?

Muchos de los autores relevantesen la Psicología Positiva se niegan,prudentemente, a hacer prediccio-nes sobre el futuro de la misma(Csikszentmihalyi, 2003; Harvey yPauwels, 2003; King, 2003). Megustaría atreverme a ir más allá dela prudencia para recoger la, a mijuicio, acertada idea de Vázquez(2006) y Linley et al (2006) sobre laPsicología Positiva: “lo que ahoratiene de movimiento o, si se quiere,de moda, acabará disolviéndose sinmás estridencias dentro del queha-cer de la Psicología”.

Linley et al (2006) señalan que laPsicología Posit iva está ahoramismo en una encrucijada, contres posibles caminos abiertosante ella. El primero es su desapa-rición o integración plena en la Psi-cología, como consecuencia dedejar de ser necesaria al haberconseguido su propósito: que laPsicología aprecie plenamentetodo el rango del funcionamientohumano, incluido el óptimo funcio-namiento (Diener, 2003). El segun-do posible camino es su continua-ción como un área de investigaciónespecializada y centrada en temascomo la felicidad y las fortalezashumanas. El tercer camino es con-tinuar como una especialidad pro-gresivamente marginada, cerradaal trabajo principal de la Psicolo-gía.

Yo aún me atrevo a decir más:probablemente siga el primer cami-no, y el campo concreto en el que

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los contenidos y aportaciones másvaliosas de la Psicología Positivase pueden disolver o en el que sepuede integrar es la Psicología dela Salud. La Psicología Positiva es,en mi opinión, una acertada (queno nueva) l lamada de atenciónhacia el campo de la promoción dela salud, uno de las áreas priorita-rias de estudio de la Psicología dela Salud tal y como se definió en1978 .

Gran parte de los contenidos yobjetivos de la Psicología Positivacoinciden con los de la Psicologíade la Salud: la salud, el bienestar,la calidad de vida y el estudio delas variables relacionadas conellos. Más de 20 años antes delnacimiento de la Psicología Positi-va, la Psicología de la Salud yaestaba empezando a hablar de“salud posit iva” entendiéndolacomo algo más que la ausencia deenfermedad, sino como bienestarpersonal, físico y social. ¿No eseste el objetivo de la PsicologíaPositiva?

Es probable que, paulatinamente,la parte de la Psicología Positivaque se centra en conceptos comofortalezas, virtudes, cualidadeshumanas, “flow” o felicidad acabesiendo incorporada a la psicologíahumanista, más cercana a dicha ter-minología, y que el estudio sobrerecursos, afrontamiento, estrategiasy actitudes que facilitan y promue-ven la salud y el bienestar sea bien-venido e incorporado (como lo estásiendo) al caudal de conocimientosya establecidos por la Psicología dela Salud.

CONCLUSIONES

Como señala el propio Csikszent-mihalyi (2003), las nuevas ideaspueden morir tanto por la oposicióncomo por la aceptación no-crítica, yel peligro real de la Psicología Posi-tiva es convertirse en un movimien-to ideológico.

Era el objetivo de este artículomostrar algunas de las principaleslíneas de debate abiertas para dar allector la oportunidad de compartirlas reflexiones previas sobre losalcances y límites de la PsicologíaPositiva. Las críticas recogidas aquíson sólo una parte de todas las quehasta ahora se han formulado, peroson suficientes como para, en micaso, frenar el entusiasmo por estefalso “nuevo paradigma” e introdu-cir un razonamiento crítico en cadaaportación que surja de él antes deaceptarla sin más.

Entre las críticas formuladas herecogido y destacado las que másme afectan de una u otra manera.Así, su dimensión de negocio, supretensión de novedad y su falta dereconocimiento al trabajo científicoprecedente me hace cuestionar lamotivación última de sus activida-des científicas.

Su llamada constante al métodocientífico mientras se desarrolla yexpande a un ritmo mucho másrápido que el que la ciencia normal-mente permite, más allá de demos-trarme su novedad, su seriedad osu necesidad, me hace cuestionar lafundamentación empírica y teóricade cada avance.

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El peligro de sobresimplificaciónde la experiencia humana, de llevaral extremo la actitud positiva y per-der de vista una parte de la realidad,personalmente me preocupa.

La implícita creación de necesi-dades que se deriva de la apropia-ción del concepto de bienestar ofelicidad, la introducción de criteriosy conceptos morales en la psicolo-gía, y la pretensión de que sea laPsicología Positiva (e incluso la Psi-cología) la “autoridad” que dicte quées y cómo ser feliz, ciertamente meenfadan (y además contribuyen aese carácter ideológico y a alejarlade lo que es el quehacer científicode la Psicología).

Seguro que ya habrá quedadoclaro que he llevado al extremo algu-nos de los postulados de la Psicolo-gía Positiva. El único propósito es

poner más claramente de manifiestolos peligros inherentes a una acepta-ción no-crítica de unos postuladoscon apariencia inofensiva y amable.Varios de los seguidores más rele-vantes de la Psicología Positiva yaestán matizando, puntualizando ycorrigiendo algunos de estos peli-gros, como he intentado poner tam-bién de manifiesto en el texto.

AGRADECIMIENTOS

Quiero agradecer a los compañe-ros de la lista de distribución TyMC,de Rediris, las interesantísimas dis-cusiones que me ayudaron a pro-fundizar en algunas de las ideasaquí expuestas. En particular, mimás sincero agradecimiento al Dr.D. Manuel Sedo, quien me introdujoen estas cuestiones y alentó mimirada crítica.

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