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Introducción
La historia de Israel de cuarenta
años cruzando el desierto, es una
historia viva que se ha ido
cumpliendo como réplica en todos
los tiempos de la Iglesia del Señor
del nuevo pacto, por tanto es de
absorbente interés recordarla,
porque como dijo un hombre
sabio: “el pueblo que olvida la
historia comete el mismo error varias
veces”. Cuán importante es
recordar esta historia y liberarla de
esa vejez de letra elevándola al
nivel espiritual para aplicarla a
nosotros, el apóstol de los gentiles
dijo: “Y estas cosas les
acontecieron como ejemplo, y
están escritas para
amonestarnos a nosotros, a
quienes han alcanzado los fines
de los siglos.” 1 Corintios
10:11. No debemos olvidar que la historia
sagrada se convierte en profecía y
mediante ella podemos recordar
todos los acontecimientos buenos y
malos que le sucedieron al pueblo
de Israel y aprender de esas
experiencias: “Porque las cosas que
se escribieron antes, para nuestra
enseñanza se escribieron, a fin de
que por la paciencia y la
consolación de las Escrituras,
tengamos esperanza.” Romanos
15:4
espués que los hijos de
Israel miraron aquella
gran hazaña que el mar
Rojo se partió y fueron
liberados de la esclavitud egipcia:
“Hizo Moisés que partiese Israel del
mar rojo, y salieron al desierto de
Shur, y anduvieron tres días por el
desierto sin hallar agua. Y llegaron a
Mara, y no pudieron beber las aguas
de Mara porque eran amargas; por
eso le pusieron el nombre de Mara.
Entonces el pueblo murmuró contra
Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de
beber? Y Moisés clamó al Señor y Él
le mostró un árbol, y lo echó en las
aguas, y las aguas se endulzaron…”
Éxodo 15:22 – 25. Desde este
momento Dios empezó a
demostrarle al pueblo de Israel que
Él es capaz de transformar lo
amargo a dulce, la obscuridad en
luz, y la esclavitud en libertad, pero
Israel no comprendió este poder de
transformación que el Dios de
Abraham tiene, como igual nos
pasa hoy a nosotros, el Eterno
promete transformar todas nuestras
amarguras, tristezas, y desilusiones
en esperanza, se trata de una
esperanza que no avergüenza.
El desierto de Shur, fue el primero
que cruzó Israel y aquel pueblo
contumaz y rebelde empezó a
murmurar contra Dios desde el
momento en que se alejó del mar
Rojo: “Y llegaron a Elim, donde
había doce fuentes de aguas y setenta
D
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palmeras; y acamparon allí junto a las
aguas.” Éxodo 15:27. “Partió luego
de Elim, toda la congregación de los
hijos de Israel, y vino al desierto de
Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los
quince días del segundo mes después
que salieron de Egipto. Y toda la
congregación de los hijos de Israel
murmuró contra Moisés y Aarón en
el desierto; y les decían los hijos de
Israel: ojalá hubiéramos muerto por
mano del Eterno en la tierra de
Egipto, cuando nos sentábamos a las
ollas de carne, cuando comíamos pan
hasta saciarnos, pues nos habéis
sacado a este desierto para matar de
hambre a toda esta multitud.”
Éxodo 16:1 – 3. ¡Qué diferencia
entre los desiertos de Shur y Elim!
En este último disfrutaron de un
refrescante lugar de descanso y
tomar fuerza para seguir con la
faena. Esa fue la constante del
pueblo de Israel cuando cruzaba el
desierto, por todo murmuraban,
haciendo remembranza de Egipto
para provocar a Moisés, decían que
aquellas comidas que se daban en
Egipto eran gratuitas y sabrosas.
Egipto siempre se les apareció en el
desierto como un espectro, como
un fantasma los subyugó. Esteban,
queriendo ablandar la dura cerviz
del sanedrín hebreo les dijo en su
último discurso entre otras cosas:
“Al cual nuestros padres no quisieron
obedecer, sino que le desecharon, y
en sus corazones se volvieron a
Egipto… Y Dios se apartó, y los
entregó a que rindiesen culto al
ejército del cielo; como está escrito
en el libro de los profetas: ¿Acaso
me ofrecisteis víctimas y sacrificios
en el desierto por cuarenta años, casa
de Israel? Antes bien llevasteis el
tabernáculo de Moloc, y la estrella de
vuestro dios Renfán, figuras que os
hicisteis para adorarlas. Os
transportaré, pues, más allá de
Babilonia.” Hechos 7:39, 42 y 43.
Lo que le sucedió a Israel en el
pasado nos puede acontecer a
nosotros en el presente, Dios nos
ha libertado y vamos cruzando este
ardiente desierto de la vida,
pasamos por los desiertos de
SHUR, ELIM, SIN y SINAI,
sentimos que la vida es árida, y
Esta es la característica de un
esclavo, mentalmente arrastra
la cadena que le impuso su
amo, aunque sea libre siempre
se cree esclavo y con el pueblo
de Israel sucedió lo mismo, no
pudieron quitarse ese estigma.
Rápido se les olvidó las
tremendas y fatigosas trabajadas
a las que por muchos años
fueron sometidos por los
egipcios. Hasta que elevaron el
grito al cielo, y Dios vio y
escuchó su estado de miseria, y
les dio la libertad.
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siempre se nos aparece como
espectro el mundo viejo de donde
salimos, y muchos regresan a la
vieja vida. Las Escrituras revelan
que este mundo por muy pletórico
de espejismos que esté no es más
que un “ardiente y desolado
desierto”: “y os traeré al desierto de
los pueblos, y allí litigaré con
vosotros cara a cara.” Ezequiel
20:35 Así como en esa tierra
infecunda lo que impera es la
soledad, la única música que se
escucha es el desentonado graznido
de los cuervos que están prestos a
precipitarse a los cadáveres o a los
cuerpos casi muertos, también es
común que las víboras durante el
día se encuentren escondidas bajo
la arena para evitar los 50º de
calor y en la noche salen a buscar
la presa porque las noches son
frías, igual es este mundo, las
serpientes están escondidas en el
corazón de los hombres que son
como la diminuta arena de esos
infecundos campos, Juan el
bautista los detectó bien y les dijo:
“Al ver él que muchos de los
fariseos y de los saduceos venían a
su bautismo, les decía: ¡Generación
de víboras! ¿Quién os enseñó a huir
de la ira venidera?” Mateo 3:7
Cuantos se enfundan hoy en
lujosos trajes y tienen una lengua
locuaz, vertiendo veneno como
una serpiente, engañando a los
incautos con mentiras, sean estas
religiosas, comerciales y políticas,
son verdaderas serpientes en este
desierto de la Vida. Por eso
necesitamos ceñirnos bien nuestros
zapatos a los pies para evitar que
estos reptiles nos muerdan y nos
provoquen la muerte: “y calzados
los pies con el apresto del evangelio
de la paz.” Efesios 6:15
Solo la Luz hace que las serpientes
en el desierto huyan, por eso el
Dios les puso durante la noche a
los israelitas una columna de fuego
que los iluminara, los calentara y
espantara las serpientes que
merodeaban el campamento: “Con
columna de nube los guiaste de día, y
con columna de fuego de noche, para
alumbrarles el camino por donde
habían de ir.” Nehemías 9:12, igual
nosotros en este desierto de las
gentes el Dios nos ha dado una
antorcha, la cual tenemos que
mantener encendida para librarnos
de los peligros de este mundo:
“Tenemos también la palabra
profética más segura, a la cual
hacéis bien en estar atentos como a
una antorcha que alumbra en lugar
oscuro, hasta que el día esclarezca y
el lucero de la mañana salga en
vuestros corazones;” 2 Pedro 1:19
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Es nuestro deber coadyuvar para
mantener encendida esta antorcha,
la cual sirve para guiarnos en el
Camino por donde debemos ir y
no extraviarnos en los confusos
laberintos de esta vida. Luchemos
unidos para evitar que algún
vendaval de doctrina nos apague la
antorcha de la profecía: “para que
ya no seamos niños fluctuantes,
llevados por doquiera de todo viento
de doctrina, por estratagema de
hombres que para engañar emplean
con astucia las artimañas del error,”
Efesios 4:14
Bien escribió Pablo: “Mas estas
cosas sucedieron como ejemplos para
nosotros, para que no codiciemos
cosas malas, como ellos codiciaron.
Ni seáis idólatras, como algunos de
ellos, según está escrito: Se sentó el
pueblo a comer y a beber, y se
levantó a jugar.” 1 Corintios 10:6 –
7 No codiciemos las locas y
engañosas vanidades del mundo,
no cometamos el mismo error de
los israelitas en el desierto, si Cristo
nos hizo libres hagamos firme esa
libertad y no sigamos arrastrando la
cadena de la esclavitud.
La Comida del Cielo
“Y el Señor dijo a Moisés: he aquí Yo
os haré llover pan del cielo; y el
pueblo saldrá, y recogerá diariamente
para que Yo lo pruebe si anda en mi
ley o no. Más en el sexto día se
prepararán para guardar el doble de
lo que suelen recoger cada día.”
Éxodo 16:4 – 5.
Los hijos de Israel desconocían la
comida con que Dios los iba a
sustentar mientras cruzaban el
desierto, todos salieron de Egipto
sin pensar qué beberían y qué
comerían en esta travesía. Cuando
se enfrentaron a la realidad fueron
las murmuraciones, quejas e
incomodidades contra Dios y
Moisés. El Señor permite que el
pueblo pase por ese tipo de
experiencias para que valore el
sacrificio de alcanzar la libertad: “Y
te acordarás de todo el camino por
donde te ha traído tu Dios estos
cuarenta años en el desierto, para
afligirte, para probarte, para saber lo
que había en tu corazón, si habías de
guardar o no sus mandamientos. Y te
grandes enseñanzas para
nosotros en este tiempo,
como ya nos lo dijo Pablo
escribiéndole a los corintios.
La historia de Israel en el
desierto tiene un sentido
profético y simbólico, y
debemos buscar en ella
grandes enseñanzas para
nosotros en este tiempo,
como ya nos lo dijo Pablo
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afligió, y te hizo tener hambre, y te
sustentó con maná, comida que no
conocías tú, ni tus padres la habían
conocido, para hacerte saber que no
sólo de pan vivirá el hombre, más de
todo lo que sale de la boca del Señor
vivirá el hombre. Tu vestido nunca se
envejeció sobre ti, ni el pie se te ha
hinchado en estos cuarenta años.”
Deuteronomio 8:2 – 4. Todo lo
que les aconteció fue una escuela,
aquella generación no aprendió la
lección, todos quedaron postrados
en el desierto, excepto Josué y
Caleb, igual nosotros, cruzando
este ardiente desierto de la vida se
vuelve una enseñanza, tenemos que
aprender que no solo de pan
viviremos, las penurias y alegrías,
las escaseces y abundancias sirven
para templar nuestro carácter en el
soleado ambiente de esta vida: “Y
sabemos que a los que aman a Dios,
todas las cosas les ayudan a bien, esto
es, a los que conforme a su propósito
son llamados.” Romanos 8:28, y
agrega en la siguiente Escritura:
“confirmando los ánimos de los
discípulos, exhortándoles a que
permaneciesen en la fe, y
diciéndoles: Es necesario que a través
de muchas tribulaciones entremos en
el reino de Dios.” Hechos 14:22
Dios sustenta a su Pueblo
“He hizo llover sobre ellos maná para
que comiesen y les dio trigo de los
cielos. Pan de nobles comió el
hombre; les envió comida hasta
saciarles.” Salmo 78: 24 – 25, “Así
comieron los hijos de Israel maná
cuarenta años, hasta que llegaron a la
tierra habitada…” Éxodo 16:35
Lastimosamente se comían aquel
pan que les caía del cielo en medio
de murmuraciones, llantos e
inconformidades, habían perdido el
objetivo que al llegar a la tierra
prometida iban a disfrutar de la
abundante riqueza que
encontrarían, en ningún momento
les prometió Dios gozo y felicidad
en el desierto: “Y la gente extranjera
que se mezcló con ellos tuvo un vivo
deseo, y los hijos de Israel también
volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién
nos diera a comer carne! Nos
acordamos del pescado que
comíamos en Egipto de balde…y
ahora nuestra alma se seca; pues nada
sino este maná ven nuestros ojos. Y
era el maná como semilla de
culantro, y su color como color de
bedelio. El pueblo se esparcía y lo
recogía y lo molía en molino o lo
majaba en mortero y lo cocía en
caldera o hacía de él tortas; su sabor
era como sabor de aceite nuevo. Y
cuando descendía el rocío sobre el
campamento de noche, el maná
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descendía sobre el.” Números 11:4
– 9.
Con ningún otro pueblo el Dios ha
usado de tanta misericordia como
la que le mostró a los rebeldes
Israelitas en las infecundas tierras
del desierto, provocaban a Dios a
ira a cada instante menospreciando
sus bendiciones y sus cuidados para
con ellos, David dijo: “Por tanto,
consumió sus días en vanidad, y sus
años en tribulación” Salmo 78:32
Cuando los hijos de Israel llegaron
a la tierra prometida después de un
año, no llovió más Maná: “Y el
maná cesó el día siguiente, desde que
comenzaron a comer del fruto de la
tierra; y los hijos de Israel nunca más
tuvieron maná, sino que comieron de
los frutos de la tierra de Canaán
aquel año.” Josué 5:12.
Media vez los hijos de Israel tenían
donde trabajar, sembrar la tierra,
Dios dejó de alimentarlos como lo
hizo en el desierto, ahora tenían
que trabajar, esto es otra lección
importante para nosotros, hay
cosas en la vida que nosotros
tenemos que hacer nuestra parte
para adquirirlas, no estemos
pensando que todo el tiempo nos
va a estar cayendo del cielo las
dádivas de Dios, tenemos que
trabajar materialmente, esforzarnos
con inteligencia para vivir
dignamente y no mendigando,
porque si no trabajamos Dios no
nos bendecirá.
“Y te acordarás de todo el camino
por donde te ha traído el Señor tu
Dios estos cuarenta años en el
desierto, para afligirte, para
probarte, para saber lo que había en
tu corazón, si habías de guardar o no
sus mandamientos. Y te afligió, y te
hizo tener hambre, y te sustentó con
maná, comida que no conocías tú, ni
tus padres la habían conocido, para
hacerte saber que no sólo de pan
vivirá el hombre, mas de todo lo que
sale de la boca del Eterno vivirá el
hombre.” Deuteronomio 8:2 – 3.
Como ya dijimos, todo aquello que
fue escrito antes lo fue para nuestra
enseñanza, nosotros podemos
encontrar una grande y edificante
lección en la travesía de Israel por
el desierto. Dios está comparando
a este mundo como un ardiente e
Dios hizo que los hijos de Israel
por algunos momentos
padecieran hambre y sed para
que aprendieran una lección
importante en la vida, la cual
todos necesitamos también
aprender para valorar las
bendiciones de Dios.
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infecundo desierto donde solo
existe muerte y soledad para el
alma y Él quiere que también
aprendamos la lección que no solo
de pan se sustentará el hombre,
esto lo confirma el Maestro cuando
se enfrentó al enemigo: “Y después
de haber ayunado cuarenta días y
cuarenta noches tuvo hambre. Y vino
a Él el tentador y le dijo: si eres Hijo
de Dios di que estas piedras se
conviertan en pan, Él respondió y
dijo: escrito está no solo de pan
vivirá el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios.”
Mateo 4:2 – 4.
Dios quiere que aprendamos en
este desierto de la vida a depender
absolutamente de Él y que no nos
afanemos apasionadamente
alimentando nuestra carne, sino
que aprendamos alimentar nuestra
alma con todo lo que sale de la
boca de Dios, y ¿cómo se llama ese
alimento que sale de la boca de Dios?
Esa es su Palabra, su Evangelio, el
cual nos trae fortaleza para el alma
y poder así cruzar este valle de
sombras y de muerte, el Maestro
Jesús dijo: “El Espíritu es el que da
vida; La carne para nada aprovecha,
las palabras que os he hablado son
espíritu y son vida.” Juan 6:63.
Comamos el maná de Dios, la
Palabra que sale de su boca y no
permitamos que Egipto entre a
nuestra mente trayéndonos el
recuerdo de los pescados y cebollas
que comíamos al otro lado del mar
Rojo; ya cruzamos el mar,
prototipo del bautismo y ahora
avancemos con paso firme
soportando el calor del desierto
tipo y figura del bautismo en fuego
que servirá para templar nuestro
carácter y sustentémonos con el
maná caído del cielo hasta llegar a
la tierra prometida símbolo del
Reino de Dios.
LA PEÑA EN HOREB
“Toda la congregación de lo hijos de
Israel partió del desierto de Sin por
sus jornadas conforme al
mandamiento del Señor, y
acamparon en Refidin, y no había
agua para que el pueblo bebiese. Y
altercó el pueblo con Moisés, y
dijeron: danos agua para que
bebamos y Moisés les dijo: ¿Por qué
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altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis
al Eterno? Entonces clamó Moisés al
Señor diciendo: ¿Qué haré con este
pueblo? De aquí a un poco me
apedrearán.” Éxodo 17:2 – 4.
Los rebeldes israelitas rápido
olvidaron las hazañas de su gran
líder, quien había renunciado a las
glorias y comodidades egipcias por
venir al desierto a sufrir con aquel
pueblo mal agradecido. Moisés
estaba seguro que si no les resolvía
el problema del agua lo iban a
lapidar, a saber con qué tremenda
angustia Moisés le clamó a su Dios:
“Y altercó el pueblo con Moisés, y
dijeron: Danos agua para que
bebamos. Y Moisés les dijo: ¿Por qué
altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis
al Eterno? Así que el pueblo tuvo allí
sed, y murmuró contra Moisés, y
dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de
Egipto para matarnos de sed a
nosotros, a nuestros hijos y a
nuestros ganados? Entonces clamó
Moisés al Señor, diciendo: ¿Qué haré
con este pueblo? De aquí a un poco
me apedrearán. Y Él dijo a Moisés:
Pasa delante del pueblo, y toma
contigo de los ancianos de Israel; y
toma también en tu mano tu vara
con que golpeaste el río, y ve. He
aquí que yo estaré delante de ti allí
sobre la peña en Horeb; y golpearás
la peña, y saldrán de ella aguas, y
beberá el pueblo. Y Moisés lo hizo así
en presencia de los ancianos de
Israel. Y llamó el nombre de aquel
lugar Masah y Meriba, por la rencilla
de los hijos de Israel, y porque
tentaron al Señor, diciendo: ¿Está,
pues, Dios entre nosotros, o no?”
Éxodo 17:2 – 7
Seguramente Moisés un tanto
disgustado al ver aquel pueblo
rebelde subió y golpeó la Piedra y
en aquel infecundo desierto
borbotó agua con gran torrente, no
vayamos a pensar que fue un
riachuelo que apareció de la Roca,
fue una cantidad de agua para
sustentar a varios millones de
personas, David en el Salmo 78 lo
recuerda así: “Partió las peñas en el
desierto; y les dio a beber como de
grandes abismos, pues sacó de la
peña corrientes e hizo descender
aguas como ríos.” Salmo 78:15 –
16.
El Dios experto en hacer
portentosos milagros y extrañas
operaciones nuevamente les
manifestó su gloria, seguramente
pasaron momentos de gran
satisfacción al ver de repente en el
desierto un impetuoso y caudaloso
río fluyendo de aquella Peña del
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monte de Horeb, pero aún con
todo esto Dios no satisfizo la
inconformidad de aquel pueblo:
“Pues tentaron a Dios en su corazón,
pidiendo comida a su gusto. Y
hablaron contra Dios, diciendo:
¿Podrá poner mesa en el desierto?
He aquí ha herido la peña y brotaron
aguas y torrentes inundaron la tierra
¿Podrá dar también pan? ¿Dispondrá
carne para su pueblo?” Salmo 78:18
– 20.
Y en esta travesía encontraremos
siempre la Peña de Horeb
emanando agua refrescante y
cristalina para quebrantar la sed de
nuestra alma: “Y todos bebieron la
misma bebida espiritual; porque
bebían de la roca espiritual que los
seguía, y la roca era Cristo.” 1
Corintios 10:4
No queda duda que es el Cristo
viviente la Roca espiritual que se le
apareció a Israel en el desierto para
ayudarle y que no pereciera de
insolación en las dunas del desierto,
Él es la misma Roca Eterna que se
nos aparece en el devenir de
nuestra vida y nos dice como les
dijo a los judíos: “En el último y
gran día de la fiesta, Jesús se puso en
pie y alzó la voz, diciendo: si alguno
tiene sed venga a Mí y beba.” Juan
7:37. El Maestro Jesús nos ofrece
agua fresca que viene del Río de
Dios, agua cristalina que quebranta
la sed del alma y como Él mismo le
testificó a la mujer samaritana que
el que llegue a beber de esa agua
nunca más tendría sed. La
refrigerante doctrina de Jesús nos
calmará la sed de la vida: “Porque
el que crea en Él como dice la
Escritura, de su interior correrán ríos
de agua viva…” Juan 7:38
La sed de vivir un día concluirá, en
la resurrección de los muertos
llegaremos a tener vida en sí mismo
cuando habremos terminado de
beber el Vaso que contiene el agua
viva.
Pero por el otro lado en este
bronceado desierto de la vida,
aquellos que transitan por el
mundo alejados de la Roca Eterna
y del Río de Dios andan divagando
en sus pensamientos, deshidratados
No nos cansamos de decirle:
igual que en el pasado el
pueblo de Dios va cruzando el
desierto de la vida, el valle de
sombras y de muerte, y las
inconformidades están siempre
latentes porque en nosotros los
humanos por naturaleza hay
mala levadura.
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por falta de esa agua preciosa, el
enemigo de las almas ha puesto
para ellos un río de agua ardiente y
envenenada: “Y la serpiente arrojó
de su boca, tras la mujer, agua como
un río para que fuese arrastrada por
el río. Pero la tierra ayudó a la mujer
pues la tierra abrió su boca y tragó el
río que el dragón había echado de su
boca.” Apocalipsis 12:15 – 16.
¿POR QUÉ MOISÉS NO
ENTRÓ A LA TIERRA
PROMETIDA?
El gran protagonista de toda esta
historia, el rescatado de las
peligrosas aguas del río Nilo, el que
renunció al trono de Egipto ¿No se
merecía entrar a la Tierra
Prometida? Había hecho un trabajo
de cuarenta años en aquel ardiente
desierto, y: “Subió Moisés de los
campos de Moab al monte Nebo, a
la cumbre del Pisga, que está
enfrente de Jericó; y le mostró El
Eterno toda la tierra de Galaad hasta
Dan, todo Neftalí, y la tierra de
Efraín y de Manasés, toda la tierra de
Judá hasta el mar occidental; el
Neguev, y la llanura, la vega de
Jericó, ciudad de las palmeras, hasta
Zoar. Y le dijo Dios: Esta es la tierra
de que juré a Abraham, a Isaac y a
Jacob, diciendo: A tu descendencia la
daré. Te he permitido verla con tus
ojos, mas no pasarás allá. Y murió allí
Moisés siervo del Señor, en la tierra
de Moab, conforme al dicho del
Señor. Y lo enterró en el valle, en la
tierra de Moab, enfrente de Bet-
peor; y ninguno conoce el lugar de
su sepultura hasta hoy.”
Deuteronomio 34:1 – 6
¿Qué error cometería el profeta
para no merecer esta gran
bendición, de disfrutar la milenaria
promesa de sus padres? En el
devenir de su ministerio, aquel
pueblo rebelde que no entró
también a la tierra prometida por
sus murmuraciones lo hizo cometer
un craso error, cuando por
segunda vez Dios ordenó que
saliera agua de la Peña, Moisés
golpeó la Piedra y el Señor no le
dijo que la hiriera, solo que le
hablara, el inspirado relato dice:
“¿Y por qué nos has hecho subir de
Egipto, para traernos a este mal
La mujer es el Remanente
Santo y no bebe del agua del
río de la serpiente porque ella
está en el Río de Dios, la tierra
que abre su boca y bebe de
aquel sucio río, es el pueblo sin
Dios.
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lugar? No es lugar de sementera, de
higueras, de viñas ni de granadas; ni
aun de agua para beber. Y se fueron
Moisés y Aarón de delante de la
congregación a la puerta del
tabernáculo de reunión, y se
postraron sobre sus rostros; y la
gloria del Señor apareció sobre ellos.
Y habló Dios a Moisés, diciendo:
Toma la vara, y reúne la
congregación, tú y Aarón tu
hermano, y hablad a la peña a vista
de ellos; y ella dará su agua, y les
sacarás aguas de la peña, y darás de
beber a la congregación y a sus
bestias. Entonces Moisés tomó la
vara de delante de Dios, como él le
mandó. Y reunieron Moisés y Aarón
a la congregación delante de la peña,
y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os
hemos de hacer salir aguas de esta
peña? Entonces alzó Moisés su mano
y golpeó la peña con su vara dos
veces; y salieron muchas aguas, y
bebió la congregación, y sus bestias.
Y el Señor dijo a Moisés y a Aarón:
Por cuanto no creísteis en mí, para
santificarme delante de los hijos de
Israel, por tanto, no meteréis esta
congregación en la tierra que les he
dado.” Números 20:5 – 12
Al que mucho se le da también
mucho se le demanda, dijo el
Maestro, a Moisés se le dieron
muchas glorias, como el de hablar
con Dios audiblemente, bendición
que ningún profeta ha disfrutado,
pero también así le exigió Dios a
Moisés, obediencia grande, y en
este momento crucial, cuando los
hijos de Israel lo asediaron tanto,
perdió la perspectiva de glorificar a
Dios, y por esta razón no entró a la
tierra de promisión.
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