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AÑO 98, No. 3-4, JULIO-DICIEMBRE 2007 ISSN 0006-1727 RNPS 0383 Chibás al cumplirse cien años de su natalicio Fidel Castro Ruz Armando Hart Dávalos Elena Alavez Eduardo Chibás: Vergüenza contra dinero El chibasismo ortodoxo: implicaciones y perspectivas Pág. 9 Pág. 16 Pág. 21 DE LA BIBLIOTECA NACIONAL JOSÉ MARTÍ

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AÑO 98, No. 3-4, JULIO-DICIEMBRE 2007ISSN 0006-1727 RNPS 0383

Chibás al cumplirse cien años de su natalicio

Fidel Castro Ruz

Armando Hart Dávalos

Elena Alavez

Eduardo Chibás: Vergüenza contra dinero

El chibasismo ortodoxo:

implicaciones y perspectivas

Pág. 9

Pág. 16

Pág. 21

DE LA BIBLIOTECA NACIONAL JOSÉ MARTÍ

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Director: Eduardo Torres Cuevas

Consejo de honor In Memoriam:Ramón de Armas, Salvador Bueno Menéndez, Eliseo Diego, MaríaTeresa Freyre de Andrade, Josefina García Carranza Bassetti, RenéMéndez Capote, Manuel Moreno Fraginals, Juan Pérez de la Riva,Francisco Pérez Guzmán

Consejo de redacción:Eliades Acosta Matos, Rafael Acosta de Arriba, Ana Cairo Ballester,Tomás Fernández Robaina, Fina García Marruz, Zoila Lapique Becali,Enrique López Mesa, Jorge Ibarra Cuesta, Siomara Sánchez Roberts,Emilio Setién Quesada, Carmen Suárez León, Cintio Vitier

Jefa de redacción: Araceli García CarranzaEdición y Composición electrónica: Marta Beatriz Armenteros ToledoIdea original de diseño de cubierta: Luis J. GarzónVersión de diseño de cubierta: José Luis Soto Crucet

Cubierta: Foto de Eduardo Chibás RibasViñetas: Ediciones de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Manchade la Biblioteca Nacional José Martí

Canje: Revista de la Biblioteca Nacional José MartíPlaza de la RevoluciónCiudad de La Habana

Fax: 881 2428Email: [email protected] Internet puede localizarnos: www.bnjm.cu

Primera época 1909-1912. Director fundador: Domingo FigarolaCanedaSegunda época 1949-1958. Directora: Lilia Castro de MoralesTercera época 1959-1993. Directores: María Teresa Freyre de Andrade,Renée Méndez Capote, Juan Pérez de la Riva y Julio Le RiverendCuarta época 1999-. Directores: Eliades Acosta Matos y EduardoTorres Cuevas

La Revista no se considera obligada a devolver originales no solicitados.Cada autor se responsabiliza con sus opiniones.

Año 98 / Cuarta ÉpocaJulio-Diciembre, 2007Número 3-4Ciudad de La HabanaISSN 0006-1727RNPS 0383

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Índice General

UMBRALEn el Umbral 5EDUARDO TORRES CUEVAS

ANIVERSARIOSEduardo René Chibás Ribas (1907-2007)Chibás al cumplirse cien años de su natalicio 9FIDEL CASTRO RUZ

De donde crece la palma 15PABLO ARMANDO FERNÁNDEZ

Eduardo Chibás: Vergüenza contra dinero 16ARMANDO HART DÁVALOS

El chibasismo ortodoxo: implicaciones y perspectivas 21ELENA ALAVEZ

Eduardo Chibás: Origen y proyección 37JUAN NUIRY SÁNCHEZ

Del legado de Chibás 45FAUSTINO PÉREZ

Recordar a Chibás 50NATALIA E. REVUELTA CLEWS

Eduardo Chibás y la capacidad de movilización cívica 67FRANCISCA LÓPEZ CIVEIRA

Eduardo Chibás, un hombre con vergüenza 82LEONEL F. MAZA GONZÁLEZ Y LOURDES CASTELLÓN SÁNCHEZ

¿Por qué se suicidó Eduardo R. Chibás? 92JESÚS DUEÑAS BECERRA

Chibás y la muerte 95MARTA B. ARMENTEROS

El brillo de un ejemplo. Chibás, hombre de sol y valor 97MARIO ANTONIO PADILLA TORRES

Ernesto Che Guevara (1967-2007)Evocación al Che desde las revistas cubanas de los años sesenta 99VILMA N. PONCE SUÁREZ

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MEDITACIONESPalabras de agradecimiento por el Premio Iberoamericano

de Poesía Pablo Neruda 118FINA GARCÍA MARRUZ

Miranda vuelve 136EUSEBIO LEAL SPENGLER

Memoria escrita y visual de la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana de 1898 142

NYDIA SARABIA

“¡Lo divino está en lo humano!”: dos crónicas de José Martí 162ADIS BARRIOS

Sobre la trayectoria cubana de Vicente Rocafuerte (1783-1847) 174CARMEN SUÁREZ LEÓN

La condición humana en la obra de Eduardo Torres Cuevas 180FÉLIX JULIO ALFONSO LÓPEZ

¿Era Fulgencio Batista inteligente? 186NEWTON BRIONES MONTOTO

CRÓNICASSalvador Bueno: crítico mayor 191JESÚS DUEÑAS BECERRA

Evocación al Zarapico 194MERCEDES SANTOS MORAY

DOCUMENTOS RAROSJuan de Aréchaga y Casas, primer cubano que publicó un libro

en latín 196AMAURY B. CARBÓN SIERRA

LIBROSNada hay tan bello como la esperanza 201MERCEDES SANTOS MORAY

Vergüenza contra dinero 203MARTA B. ARMENTEROS

Julio Le Riverend y la historia del pensamiento antimperialistacubano 206

FÉLIX JULIO ALFONSO LÓPEZ

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UMBRAL

En el UmbralEduardo Torres Cuevas

Historiador y director de la BibliotecaNacional José Martí

Hace más de cincuenta años, unadolescente se paró maravillado

ante una monumental construcción deestilo clásico, apenas inaugurada dos otres años antes, temeroso de cruzar elumbral del edificio. En placas de már-mol estaban los nombres de Platón,Darwin, Descartes, Kant; custodiandola gran puerta de entrada, sobre la cualaparecía, plateado, el nombre de JoséMartí, estaban asimismo los de Bolívar,San Martín, Sucre, Juárez, como partede la constelación latinoamericana, ysus columnas de entrada portaban conorgullo los cubanísimos de Varela, Luz,Céspedes, Maceo y Gómez, entreotros. Había llegado allí con el propó-sito de sentarse en su sala de músicapara escuchar todo lo que hubiese deCervantes, White, Lecuona y Sánchezde Fuentes. Fue la primera vez queatravesó el umbral de la Biblioteca Na-cional cubana. Después lo hizo muchasveces por pasión a la lectura, a la mú-sica y al propio local. Su espacioacogedor, como templo del saber, per-mitía olvidar el tiempo, escapar delbullicio cotidiano, hasta ser sorprendi-do por las once de la noche.

Años más tarde, como estudiante deHistoria y de Filosofía, encontró en sus

salas y pasillos uno de los espacios in-telectuales más fructífero y creador dela Cuba de los sesenta del siglo XX. Enlos “cubículos” y en la, por entonces,“Colección Cubana” del tercer piso, aveces en las mañanas pero sobre todoen el atardecer, confluía un grupo dejóvenes que se sumergía en documen-tos y libros “viejos” y, en voz baja –aveces no tan baja–, intercambiaba conlos, para ellos, “monstruos sagrados”.Allí se discutían las últimas teorías, mé-todos y se descubría, día a día, partedel patrimonio de la cultura cubana,irrepetible en sus documentos y librosantiguos. Moreno Fraginals lanzaba,ante un siempre escaso, atento y juve-nil auditorio, sus poderosos dardoscontra la historia tradicional y contra lainterpretación que de nuestro pasadohacía el marxismo dogmático; retaba,concienzudo, a arriesgarse en una nue-va interpretación de nuestra historia,rigurosa y vigorosa. Juan Pérez de laRiva, con su sello muy personal y des-de un marxismo renovado y científico,cargado de ingredientes de la nouvellehistorie y de la cliometría, iniciaba su“conquista del espacio cubano”. ACintio Vitier le llegó un día el joven es-tudiante con numerosas preguntassobre el Espejo de paciencia y Silves-tre de Balboa. Fina García Marruz,poesía toda, daba un toque delicado aese espacio del piso tres. A JorgeIbarra, el más joven de los “viejos”, ha-bía que descubrirlo entre los espaciosque quedaban entre libros y papeles.

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No podía imaginar aquel estudiante quequien fuera director de esa biblioteca ymaestro de historiadores, Julio LeRiverend, le colocaría en sus manos,tiempo después y como parte de su tes-tamento, su biblioteca personal.

Los entonces estudiantes o jóvenesprofesores dedicábamos horas a hurgaren los viejos documentos, abstraídos detodo referente de lo cotidiano. Fue allídonde encontré documentos únicoscomo el Informe sobre diezmos de1808 del obispo Espada o las distintasediciones hechas por Félix Varela desus Lecciones de Filosofía, para sóloreferir dos momentos perdurables enmi memoria. Cada descubrimiento pa-saba a ser objeto de debate concolegas, amigos y profesores. Estos in-tercambios se convertían en verdaderastertulias de imperecedera calidad y creoque marcaron a toda una generación deescritores, historiadores y estudiosos.Nombres como los de Ramón de Ar-mas y Francisco Pérez Guzmán(Panchito), mis inolvidables hermanos,que ya no nos acompañan, se unen, enel nublado recuerdo de aquellos años,a otros muchos que sería imposible re-lacionar aquí. Por ello prefiero nonombrar a ninguno; la memoria sueleser traicionera.

Si era posible el trabajo que ennoble-cía, disciplinaba y formaba ello se debíaal alto nivel profesional, cultural y hu-mano del personal de la BibliotecaNacional de Cuba. Con Zoila, Israel,Josefina y Araceli compartimos más deuna vez una búsqueda que ellos inteli-gentemente nos ayudaron a encaminar.Nunca se encontrará un personal másnoble que el de la Biblioteca y, a la vez,menos reconocido. En la obra personal

de todos los que hemos trabajado o es-tudiado en esta Biblioteca, está, sinlugar a dudas, una parte importante dela labor del bibliotecario, de especialis-tas y referencistas. Cuántas veceshemos llegado desorientados, o con unaligera idea de lo que buscamos, y gra-cias a ellos hemos encontrado no sólola orientación, sino todo un conjunto deconocimientos que han servido paraconformar la obra que llevará nuestronombre.

En el amor que día a día, y durantetantos años, se fraguó por nuestra Bi-blioteca, en el recuerdo de momentosy personas que quedaron en la memo-ria, la Revista de la BibliotecaNacional José Martí constituye un re-ferente que no podrá ser obviado pornadie que más que buscar la moda in-telectual quiera darle lastre a suproyecto de vida y a su pensamiento.Bajo la dirección de notables persona-lidades de nuestra cultura, no fue nuncauna revista de circunstancias. Con cadauna de sus publicaciones, creaba cono-cimiento nuevo, expandía cultura,contribuía a la formación de la memo-ria histórica sobre la base de los fondosdocumentales, bibliográficos, sonoros dela Biblioteca Nacional y de las investi-gaciones de todos los que, alguna vez,trabajaron en sus salas o en cualquierotro centro o fondo documental del paíso de otras partes del mundo.

Quién escribe estas líneas es aqueljoven que una vez se conmovió anteuna estructura externa y una imageninterna, llenó sus ojos con el vitral deMinerva, y se nutrió en los pechos deesta Madre Nutricia, de esta AlmaMáter de la cultura y de la espirituali-dad cubanas. Es el mismo estudiante

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que trabajó parte de sus investigacio-nes con los fondos de la BibliotecaNacional y que, entre sus recuerdos,conserva uno especial referido a la Re-vista de la Biblioteca Nacional JoséMartí. Por consejos de Zoila Lapique,una vez terminado de leer el Centónepistolario de Domingo del Monte, fuea la lectura de las cartas de José LuisAlfonso, publicadas en los primeros nú-meros de esta Revista. Así entendímejor los orígenes de la burguesía azu-carera cubana, atada de pies y manospor una esclavitud que los convirtió enesclavos políticos (de España o de losEstados Unidos) por ser “esclavos desus esclavos”. Desde entonces, busquéy atesoré cada número de la Revistade la Biblioteca Nacional porque suscontenidos constituyen parte invaluablede la cultura cubana, testimonio de undoble tiempo histórico, el del que escri-be y el de lo que se escribe; en susensayos e investigaciones bajo la rúbri-ca de destacadísimas personalidades delos estudios científicos, culturales e his-tóricos cubanos, está la historia de unsiglo en la cual nos fuimos descubrien-do y reconociendo; en la que fuimosintentando darle respuestas a tresinterrogantes filosóficas: ¿Quiénes so-mos; de dónde venimos; a dóndevamos? No se puede prescindir de laRevista de la Biblioteca Nacionalpara tratar cualquier tema de la histo-ria cultural y científica de Cuba.

Toda publicación, sin embargo, parasostenerse durante un siglo, la nuestra locumplirá dentro de un año, necesita deun pequeño número de hombres y mu-jeres que, afrontando numerososobstáculos, con constancia e inteligen-cia que los reducen y los sobrepasan,

materializan, en cada número, el pro-yecto intelectual que contienen suspáginas. A pesar de los espacios de si-lencio, breves períodos de ausencia, aestos hombres y mujeres les deberá lacultura cubana la preservación y el de-sarrollo constante de esta plazaimbatible de conocimiento verdadero deCuba, su historia y su cultura.

En particular, creo recoger el senti-miento de sus trabajadores, y el míopropio, al dejar en letra impresa lo queya la obra consagra para la historia.Dentro de la etapa más difícil de la Bi-blioteca Nacional, que llevó a que lapublicación no pudiera ver la luz debidoa dificultades materiales y económicas,un joven santiaguero, Eliades AcostaMatos, asumió la dirección de la insti-tución y de su publicación. Coninteligencia, trabajo y amor logró, en1999, reiniciar, ininterrumpidamentehasta hoy, la publicación de la Revistade la Biblioteca Nacional JoséMartí. La impronta de Eliades AcostaMatos queda ya como parte destaca-da de esta historia. Esta Revista esperacontar siempre con sus criterios y co-laboraciones porque a ella él pertenece.

Hoy, el que escribe, debe cruzar, denuevo, el umbral de la catedral de lacultura cubana y de su publicación.Confieso con pudor que lo hago sobre-cogido por su historia, por el recuerdode quienes contribuyeron a su perma-nencia y desarrollo y por lasresponsabilidades que, ante su futuro,contraigo. Asumo el reto, pero el resul-tado lo dirá la vida.

Dos años antes de que surgiera laRevista de la Biblioteca NacionalJosé Martí, y quizás como una pre-monición del convulso siglo XX cubano,

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en 1907, nacieron tres figuras de espe-cial significación en la historia de lasideas en Cuba: Raúl Roa García, Eduar-do Chibás y Rafael García Bárcena. Alprimero se le dedicó el número anteriorde esta Revista y al segundo el presen-te. Con García Bárcena, seguimosquedando en deuda. El pensamientosocial, la acción política y los funda-mentos éticos que los tres dejaron ennuestra historia exigen, para compren-derla, el estudio de las ideas de estas

tres personalidades de nuestra culturapolítica. Sus fuerzas creadoras emana-ron de un profundo sentido ético y deuna raigal concepción martiana.

Nuestra publicación, empeñada en lacreación y recreación de la memoriahistórica y, más aún, en nutrir el espíri-tu de este tiempo de revitalización delproyecto ético y cultural de la Revolu-ción cubana, no sólo les rememora enestos números sino que los une a nues-tro cotidiano reflexionar.

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ANIVERSARIOS

Eduardo Chibás Ribas (1907-1951)

Chibás al cumplirse cien añosde su natalicio*

Fidel Castro RuzPresidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba

Cuando leí en Granma el artículodel compañero Hart al conmemo-

rar esa fecha, se menciona un párrafodel discurso que pronuncié el 16 deenero de 1959 en el Cementerio de Co-lón, a los ocho días de mi llegada a LaHabana después del triunfo. Me trajomuchos recuerdos de los heroicos com-pañeros caídos. Pensaba en JuanManuel Márquez, brillante oradormartiano y segundo jefe de la fuerza ex-pedicionaria del Granma; en AbelSantamaría, sustituto en el mando si yocaía en el ataque al Cuartel Moncada;Pedro Marrero, Ñico López, José LuisTasende, Gildo Fleitas, los hermanosGómez, Ciro Redondo, Julio Díaz yprácticamente todos los miembros delnumeroso contingente de jóvenesartemiseños que cayeron en elMoncada o en la Sierra. Sería intermi-nable la lista. Todos procedían de lasfilas ortodoxas.

El primer problema a resolver eraBatista en el poder. Con Chibás vivo no

habría podido dar el golpe de Estado,porque el fundador del Partido del Pue-blo Cubano (Ortodoxos) lo observabade cerca y metódicamente lo ponía enla picota pública. Muerto Chibás, eraseguro que Batista perdería las eleccio-nes que debían realizarse el 1º de juniodel año 1952, dos meses y medio des-pués del golpe de Estado. Los análisisde opinión eran bastante precisos y elrechazo a Batista crecía constante-mente, día tras día.

Yo estaba en la reunión donde se eli-gió al nuevo candidato ortodoxo, máscomo atrevido que como invitado. Ingre-saría en el Parlamento, donde lucharíapor un programa radical. Nadie habríapodido impedirlo. Se rumoraba entoncesque yo era comunista, palabra que des-pertaba muchos reflejos sembrados porlas clases dominantes. Hablar entoncesde marxismo-leninismo, e incluso en losprimeros años de la Revolución, habríasido insensato y torpe. En aquel dis-curso ante la tumba de Chibás hablé

* Trabajo que forma parte de las “Reflexiones” del Comandante en Jefe que aparecen en laspublicaciones cubanas. Esta fue firmada el 25 de agosto de 2007 a las 6:32 p.m.

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de forma que se comprendiera por lasmasas las contradicciones objetivas quenuestra sociedad enfrentaba en aquelentonces, y aún tiene que enfrentar.

Me comunicaba todos los días a tra-vés de una estación local de radioubicada en la capital y con mensajesenviados directamente a decenas demiles de electores espontáneamente ins-critos en el Partido Ortodoxo. Ademáslo hacía con toda la nación a través delas ediciones extraordinarias del perió-dico Alerta durante varios lunes casiconsecutivos, con las denuncias proba-das de la corrupción del gobierno dePrío formuladas entre el 28 de enero yel 4 de marzo de 1952. Pude intuir yprofundizar las intenciones golpistas deBatista. Lo denuncié a la dirección yles pedí utilizar la hora dominical quetenía Chibás para hacerlo. “Investiga-remos”, me respondieron. Dos días mástarde comunicaron: “Hemos indagadopor nuestras vías y no existe indicio al-guno”. Pudo evitarse el golpe y no sehizo nada. Ya Chibás, meses antes, aduras penas pudo impedir “un pacto sinideología”, como él lo calificara, entreortodoxos y el antiguo Partido Revolu-cionario Cubano (Auténtico). Lamayoría de las direcciones provincialesapoyaron tal pacto. El sistema econó-mico imperante facilitó que en casitodas las provincias, la oligarquía y losterratenientes se apropiaran de la direc-ción. Sólo una fue leal, la de la capital,con gran influencia de intelectuales ra-dicales en la dirección. Consumado elgolpe y cuando más se necesitaba launión, el papel de la oligarquía fue de-jar la masa mayoritaria del pueblo amerced del viento imperialista. Yo se-guí con mi proyecto revolucionario, en

el que esta vez la lucha, desde su pro-pio inicio, sería armada.

El día que Chibás, cuyo cadáver fuevelado en la Universidad de La Haba-na, iba a ser enterrado, propuse a ladirección ortodoxa dirigir aquella enor-me masa hacia el Palacio Presidencialy tomarlo. Me había pasado toda la no-che respondiendo preguntas de losreporteros radiales y preparando los áni-mos del pueblo para acciones radicales.Nadie en la Universidad les prestabaatención a las radioemisoras aquella no-che. Había un gobierno desorganizado ylleno de pánico, un ejército desmoralizadoy sin ánimos para reprimir a aquellamasa. Nadie habría resistido.

Al conmemorarse el primer aniver-sario de la muerte de Chibás, escribíuna proclama cuyo título fue: “Zarpa-zo”, impresa en mimeógrafo seis díasdespués del golpe traidor. A continua-ción su texto:

¡Revolución no, Zarpazo! Patriotasno, liberticidas, usurpadores, retró-grados, aventureros sedientos deoro y poder.No fue un cuartelazo contra el Pre-sidente Prío, abúlico, indolente; fueun cuartelazo contra el pueblo, vís-peras de elecciones cuyo resultadose conocía de antemano.No había orden pero era al puebloa quien le correspondía decidir de-mocráticamente, civilizadamente yescoger sus gobernantes por volun-tad y no por la fuerza.Correría el dinero a favor del can-didato impuesto, nadie lo niega,pero ello no alteraría el resultadocomo no lo alteró el derroche delTesoro Público a favor del candida-to impuesto por Batista en 1944.

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Falso es por completo, absurdo, ri-dículo, infantil, que Prío intentase ungolpe de Estado, burdo pretexto, suimpotencia e incapacidad para in-tentar semejante empresa haquedado irrebatiblemente demostra-da por la cobardía con que se dejóarrebatar el mando.Se sufría el desgobierno, pero se su-fría desde hace años esperando laoportunidad constitucional de conju-rar el mal, y usted Batista que huyócobardemente cuatro años y politi-queó inútilmente otros tres, seaparece ahora con su tardío, pertur-bador y venenoso remedio, haciendotrizas la Constitución cuando sólofaltaban dos meses para llegar a lameta por la vía adecuada.Todo lo alegado por Ud. es menti-ra, cínica justificación, disimulo delo que es vanidad y no decoro pa-trio, ambición y no ideal, apetito yno grandeza ciudadana.Bien estaba echar abajo un gobier-no de malversadores y asesinos, yeso intentábamos por la vía cívicacon el respaldo de la opinión públi-ca y la ayuda de la masa delpueblo. ¿Qué derecho tienen encambio a sustituirlo en nombre delas bayonetas los que ayer robarony mataron sin medida?No es la paz, es la semilla del odiolo que así se siembra. No es felici-dad, es luto y tristeza lo que sientela nación frente al trágico panoramaque se vislumbra. Nada hay tanamargo en el mundo como el espec-táculo de un pueblo que se acuestalibre y se despierta esclavo.Otra vez las botas; otra vez Co-lumbia dictando leyes quitando y

poniendo ministros; otra vez lostanques rugiendo amenazadoressobre nuestras calles; otra vez lafuerza bruta imperando sobre larazón humana. Nos estábamosacostumbrando a vivir dentro de laConstitución, doce años llevábamossin grandes tropiezos a pesar de loserrores y desvaríos. Los estados su-periores de convivencia cívica no sealcanzan sino a través de largos es-fuerzos. Ud. Batista acaba de echarpor tierra en unas horas esa nobleilusión del pueblo de Cuba.Cuanto hizo Prío de malo en tresaños, lo estuvo Ud. haciendo enonce. Su golpe es pues, injustifica-ble, no se basa en ninguna razónmoral seria, ni en doctrina social opolítica de ninguna clase. Sólo ha-lla razón de ser en la fuerza, yjustificación en la mentira. Su mayo-ría está en el Ejército, jamás en elpueblo. Sus votos son los fusiles, ja-más las voluntades, con ellos puede

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ganar un cuartelazo, nunca unaselecciones limpias. Su asalto al po-der carece de principios que lolegitimen; ríase si quiere, pero losprincipios son a la larga más pode-rosos que los cañones. De principiosse forman y alimentan los pueblos,con principios se alimentan en la pe-lea, por los principios mueren.No llame revolución a ese ultraje,a ese golpe perturbador e inoportu-no, a esa puñalada trapera queacaba de clavar en la espalda de laRepública. Trujillo ha sido el prime-ro en reconocer su gobierno, él sabequiénes son sus amigos en la cama-rilla de tiranos que azotan laAmérica, ello dice mejor que nadael carácter reaccionario, militarista ycriminal de su zarpazo. Nadie creeni remotamente en el éxito guber-namental de su vieja y podridacamarilla, es demasiada la sed depoder, es muy escaso el freno cuan-do no hay más Constitución ni másley que la voluntad del tirano y sussecuaces.Sé de antemano que su garantía ala vida será la tortura y el palma-cristi. Los suyos matarán aunqueusted no quiera, y usted consentirátranquilamente porque a ellos sedebe por completo. Los déspotasson amos de los pueblos que opri-men y esclavos de la fuerza en quesustentan la presión. A su favor llo-verá ahora propaganda mentirosa ydemagógica en todos los voceros,por las buenas o por las malas, ysobre sus opositores lloverán vilescalumnias; así lo hizo Prío tambiény de nada le valió en el ánimo delpueblo. Pero la verdad que alum-

bre los destinos de Cuba y guíe lospasos de nuestro pueblo en estahora difícil, esa verdad que ustedesno permitirán decir, la sabrá todo elmundo, correrá subterránea deboca en boca en cada hombre ymujer, aunque nadie lo diga en pú-blico ni la escriba en la prensa, ytodos la creerán y la semilla de larebeldía heroica se irá sembrandoen todos los corazones; es la brú-jula que hay en cada conciencia.No sé cuál será el placer vesánicode los opresores, en el látigo quedejen caer como caínes sobre laespalda humana, pero sí sé que hayuna felicidad infinita en combatirlosen levantar la mano fuerte y decir:¡No quiero ser esclavo!Cubanos: Hay tirano otra vez, perohabrá otra vez Mellas, Trejos, yGuiteras. Hay opresión en la pa-tria, pero habrá algún día otra vezlibertad.Yo invito a los cubanos de valor, alos bravos militantes del Partido Glo-rioso de Chibás; la hora es desacrificio y de lucha, si se pierde lavida nada se pierde, “vivir en cade-nas, es vivir en oprobio y afrentasumido. Morir por la patria es vivir”.Fidel Castro.

Al no ser publicado este irreverenteartículo –¿quién se atrevería?–, fue dis-tribuido en el Cementerio de Colón poramigos y simpatizantes ortodoxos el 16de marzo de 1952.

El 16 de agosto de 1952 se publicóen el periódico clandestino El acusa-dor un artículo titulado “Recuento críticodel P.P.C. (Ortodoxos)”, firmado con unseudónimo del autor: Alejandro. Ya quehice una valoración crítica de aquel par-

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tido, me pareció conveniente incluir esteanálisis:

Por encima del tumulto de los co-bardes, los mediocres y los pobresde espíritu, es necesario hacer unenjuiciamiento breve, pero valientey constructivo del movimiento orto-doxo, después de la caída de sugran líder Eduardo Chibás.El formidable aldabonazo del paladínde la Ortodoxia, dejó al Partido uncaudal tan inmenso de emoción po-pular que lo puso a las puertasmismas del Poder. Todo estaba he-cho, sólo era necesario saber retenerel terreno ganado.La primera pregunta que debe ha-cerse todo ortodoxo honrado es esta:¿Hemos engrandecido el legado mo-ral y revolucionario que nos legóChibás..., o, por el contrario, hemosmalversado parte del caudal...?Quien crea que hasta ahora todose ha hecho bien, que nada tene-mos que reprocharnos, ese será unhombre muy poco severo con suconciencia.Aquellas pugnas estériles que so-brevinieron a la muerte de Chibás,aquellas escandaleras colosales, pormotivos que no eran precisamenteideológicos, sino de sabor puramen-te egoísta y personal, aún resuenancomo martillazos amargos en nues-tra conciencia.Aquel funestísimo procedimiento deir a la tribuna pública a dilucidarbizantinas querellas, era síntomagrave de indisciplina e irresponsa-bilidad.Inesperadamente vino el 10 de Mar-zo. Era de esperar que tan gravísimoacontecimiento arrancara de raíz

en el Partido las pequeñas rencillasy los personalismos estériles. ¿Aca-so fue totalmente así...?Con asombro e indignación de lasmasas del Partido, las torpes que-rellas volvieron a relucir. Lainsensatez de los culpables no re-paraba en que la puerta de la prensaera estrecha para atacar al régi-men; pero en cambio muy anchapara atacar a los propios Orto-doxos. Los servicios prestados a

Batista con semejante conducta nohan sido pocos.Nadie se escandalizará de que tannecesario recuento se haga hoy,en que le ha tocado el turno a lagran masa, que en silencio amar-go ha sufrido estos extravíos yningún momento más oportuno queel día de rendir cuentas a Chibásjunto a su tumba.Esa masa inmensa del P.P.C. estápuesta de pie, más decidida quenunca. Pregunta en estos momen-tos de sacrificio...: ¿Dónde están

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los que aspiraban... los que queríanser los primeros en los puestos dehonor de las asambleas y los eje-cutivos, los que recorrían territoriosy hacían tendencias, los que en lasgrandes concentraciones reclama-ban puesto en la tribuna, y ahorano recorren territorios, ni movilizanla calle, ni demandan los puestosde honor de la primera línea decombate...?Quien tenga un concepto tradicio-nal de la política podrá sentirsepesimista ante este cuadro de ver-dades. Para los que tengan, encambio, fe ciega en las masas, paralos que creen en la fuerzairreductible de las grandes ideas, noserá motivo de aflojamiento y des-aliento la indecisión de los líderes,porque esos vacíos son ocupadosbien pronto por los hombres ente-ros que salen de las filas.El momento es revolucionario y nopolítico. La política es la consagra-ción del oportunismo de los quetienen medios y recursos. La Revo-lución abre paso al mérito verdadero,a los que tienen valor e ideal since-ro, a los que exponen el pecho

descubierto y toman en la mano elestandarte. A un Partido Revolucio-nario debe corresponder unadirigencia revolucionaria, joven y deorigen popular que salve a Cuba.

Alejandro.Más adelante creamos una estación

radial clandestina que hiciera lo quedespués hizo Radio Rebelde en la Sie-rra. En relativamente poco tiempo,mimeógrafo, emisora y lo poco que te-níamos, cayó en manos del ejércitogolpista. Entonces aprendí las reglas ri-gurosas a las que debía ajustarse laconspiración que nos llevó al ataque delMoncada.

Próximamente se publicará un pe-queño volumen con dos ideasfundamentales que fueron condensadasen dos discursos: el de Río de Janeiroen la Cumbre de Naciones Unidas so-bre Medio Ambiente y Desarrollo hacemás de quince años y el que pronun-ciara en la conferencia internacionalDiálogo de Civilizaciones hace dos añosy medio. Recomiendo a los lectoresanalizar bien ambos documentos. Rue-go me excusen por este anunciocomercial, pero gratuito.

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De donde crece la palma*Pablo Armando Fernández

Poeta, narrador y ensayista

A Eduardo Chibás

La Luz te acepta su amigoen este largo proceso

de despedida y regresoque continúa contigo,inmarcesible testigo.

Toda propuesta que hermanaen la lucha por vencera Goliath, es renacer

a la condición humanaque la distinga cubana.

Insistes en hacer que conozcamosquiénes somos para permaneceren el suelo natal por defender

el reconocimiento que alentamosser como tú, fervorosos cubanos.

Hay propuestas que sirven de enseñanzala tuya: vergüenza contra dinero,compromete a seguir tu derrotero.

Dedicar nuestro empeño a la labranzaes obtener del suelo la esperanza.

Estos años de férvidos intentospor devolverle al suelo libre brío

que fluya sin cesar, cual patrio río,son en tu despertar nuevos asientos

que acogen progresivos sentimientos.Para cuidar del ser reconocido

mantienes siempre alertas tus ensueñosque salvaguardan firmes los empeños

de conservar tu pueblo renacidoen patriótico suelo florecido.

* Título tomado de un verso de José Martí.

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Su sacrificio no fue en vano. Su pré-dica aglutinó a lo mejor de la juven-

tud de esa época, de donde salieronmuchos de los asaltantes del Moncada.

El 16 de enero de 1959, a escasosdías de la entrada victoriosa de la Re-volución triunfante en La Habana, Fideldijo en la tumba de Eduardo Chibás:

Pero hoy es como el resumen detoda la historia, la historia de la Re-volución, la historia del 26 de julio,que tan ligada está a la historia deesa tumba, que tan ligada está alrecuerdo de quien descansa en estatumba, que tan íntimamente ligadaestá a la ideología, a los sentimien-tos y a la prédica de quien descansaen esa tumba, porque debo decirque sin la prédica de Chibás, que sinlo que Chibás hizo, que sin el civis-mo y la rebeldía que despertó en lajuventud cubana, el 26 de Julio nohubiera sido posible.1

Es de utilidad hacer una reflexiónsobre el medio político en que se mo-vió su vida y el significado de sumensaje: “Vergüenza contra dinero”.

Procedía Chibás de los jóvenes univer-sitarios más radicalmente revolucionarios

de la llamada generación de 1930 que,al decir de Raúl Roa se había ido a bo-lina. Ocurrió así porque aquel procesogestado desde los años veinte se per-dió en los cuarenta, en la politiquería,la corrupción y el entreguismo. Chibás,rebelde siempre, mantuvo en alto lasbanderas de la tradición revolucionariacubana y se enfrentó a aquella situa-ción. No le ocurrió lo que a otros de susantiguos compañeros, los cuales fuerondegenerando hasta hundirse en la char-ca inmunda del latrocinio y ladesvergüenza política. Se rebeló contraestas posturas, por esto lo recordamoshoy como un eslabón importante en lahistoria de la Revolución cubana, aque-lla que comenzó en 1868 y continúamarchando hacia delante en el tercermilenio.

La posteridad de Chibás, es decir, laCuba de hoy, lo recuerda con honor aél y a sus compañeros más cercanos,porque la historia honra a los hombresy mujeres coherentes y honestos que seentregan a la causa de su pueblo; esoportuno resaltar este hecho, pues el lí-der ortodoxo es un magnífico ejemplode los que se situaron en la vanguar-

* Versión del autor de las páginas 23 y 24 de su libro Aldabonazo (Editorial Letras Cubanas, 1997) yde su discurso pronunciado en ocasión del cincuenta aniversario de la muerte de Eduardo Chibás en elCementerio de Colón, el 16 de agosto de 2001.

Eduardo Chibás: Vergüenzacontra dinero*

Armando Hart DávalosDirector de la Oficina del Programa Martiano

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dia de la lucha contra la inmoralidadpública de aquella época.

Otro aspecto importante a destacardel período en que Eduardo Chibás al-canzó su enorme notoriedad política, esel relativo a la vigencia formal entre1940 y 1952 de la última Constitucióncon validez jurídica de la repúblicaneocolonial, es decir, la Constitución de1940. Esta Carta fue la expresión legalmás avanzada del período neocolonial.En su marco se gestaron y desarrolla-ron las acciones políticas de Chibás. Eltexto abolía formalmente el latifundio,cuestión que nunca se materializó por-que, desde luego, lo impedía el régimenpolítico y social vigente. La de 1940 esuna de las constituciones más progresis-tas del mundo para su época. Hágaseun estudio de Derecho comparado y sepodrá confirmar que esta tenía una pro-yección social muy avanzada. En sucontenido progresista y en la fuerza po-lítica que para materializarlo tomó laortodoxia, encontraremos las razones delgolpe de Estado que impidió el triunfoelectoral de quienes heredaron las ban-deras de Chibás, entre ellos, el jovenabogado Fidel Castro Ruz.

Como es de suponer, un triunfo or-todoxo el 1º de junio de 1952 hubierallevado al empeño de promulgar las le-yes complementarias de la Constituciónque estaban engavetadas por el siste-ma dominante. Nadie puede decir quéhubiera podido pasar, pero seguramen-te no hubiera sido del agrado delimperialismo. Pudiera haber dado pasoa un proceso de profunda ebullición po-lítica y social. Y esto fue precisamentelo que trató de impedir el golpe de Es-tado de Batista, apenas tres mesesantes de las elecciones.

Pero la prédica política de EduardoChibás sobre los fundamentos históricosexpuestos, logró promover en lo mejorde nuestro pueblo, la idea contenida ensu consigna esencial “Vergüenza contradinero”. La trascendencia de este hechoestá en que los acontecimientos ulterio-res y el genio político de Fidel, enlazaronlas consignas de moralizar las costum-bres públicas de la ortodoxia, con lasideas socialistas que nos llegaban deJulio Antonio Mella, Rubén MartínezVillena y sus continuadores.

A más de medio siglo de su desapa-rición física, se hace más necesario quenunca arribar a una valoración acercade los antecedentes de cómo la clari-nada del gran paladín, combatiente afavor de la honestidad administrativa demediados del siglo XX, se articuló des-pués con las ideas más radicales dejusticia social de nuestro pueblo.

Desde el seno de la tradición revo-lucionaria de 1930, Eduardo Chibáspromovió una destacada acción políti-ca contra la inmoralidad que corroíatodos los estratos de la vieja sociedad.El lema “Vergüenza contra dinero” y elsímbolo de una escoba para barrer lapodredumbre que ahogaba el país, es-tremecieron a la nación y, en especial,a las capas más jóvenes.

Al pronunciar su último discurso, con-cluyó su apelación final de formadramática al inmolarse con un disparo:“Compañeros de la Ortodoxia, ¡adelan-te! ¡Por la independencia económica, lalibertad política y social! ¡A barrer a losladrones del gobierno! ¡Pueblo de Cuba,levántate y anda! ¡Pueblo cubano, des-pierta! ¡Este es mi último aldabonazo!”.

Con orgullo recuerdo que tuve el ho-nor de ser uno de los cubanos que

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caminó junto al féretro de Chibás has-ta su tumba en el Cementerio de Colón,donde una larga lista de oradores des-pidieron el duelo del gran líder popular.

Fue velado en el Aula Magna de laUniversidad de La Habana; ningún lu-gar más apropiado para resaltar lasignificación de sus ideas y luchas. Allíse dio cita una amplísima representa-ción de dirigentes políticos y socialesdel país. Al asomarme por la parte su-perior de la Colina, se me presentó elespectáculo de una inmensa multitudde pueblo que cubría la calle SanLázaro, la plaza Julio Antonio Mella yla escalinata. En los brazos del pueblocubano fue llevado el féretro. Duran-te la larga marcha hasta el cementerio,la multitud fue creciendo. Tomó por lacalle L rumbo a 23, de allí hasta 12, ydesde esta esquina hasta el destino fi-nal del recorrido.

El vacío político creado por la muertede Chibás lo aprovechó Fulgencio Ba-tista para dar el golpe de Estado el 10de marzo de 1952.

Más allá del análisis histórico quepueda hacerse del Partido del PuebloCubano (Ortodoxos), de su heterogéneacomposición y muy especialmente de lavaloración que hagamos de su juventud,lo cierto es que el programa de Chibásestaba orientado hacia el nervio centralde la historia espiritual de Cuba: la cues-tión ética.

Para conocer lo más avanzado de lasideas que se movían en la gigantescamasa ortodoxa, hay que tomar en cuen-ta que de su juventud emergió laGeneración del Centenario. Pero inclu-so existe un documento que puedeservir de referencia histórica para inves-tigar las concepciones prevalecientes en

diversos grupos de jóvenes del Partidodel Pueblo Cubano. Me refiero al Ma-nifiesto de la Juventud Ortodoxapublicado en el año 1948, con el nom-bre de El pensamiento ideológico ypolítico de la juventud cubana, que tie-ne proyección socialista.

La ortodoxia generó desde enton-ces un movimiento político derepercusión social a partir de un pro-grama ético. Históricamente, el últimoaldabonazo de Chibás no resultó sóloun llamado a combatir la corrupciónde las costumbres públicas, sino tam-bién una advertencia a fondo alsistema económico y social del país.

Y como no se escuchó o no se podíaescuchar esta clarinada, se abrió el ca-mino a la reacción representada por losgrupos castrenses; y para rechazar aestos, el de la Revolución, que retomabala tradición martiana articulada desde losaños veinte, como ya señalé, con el pen-samiento socialista.

Excepcional tribuno y comunicador,Eduardo Chibás supo utilizar los me-dios masivos de comunicación, parapredicar a favor de la ética políticafrente a la corrupción imperante a me-diados del siglo XX, ahí está su genuinacontribución.

Síntesis biográficaEduardo Chibás nació en Santiago de

Cuba el 26 de agosto de 1907 y murióen La Habana el 16 de agosto de 1951.

Sus padres, Gloria Ribas Agramontey Eduardo Chibás Guerra, poseían unasólida posición económica.

Después de realizar sus primeros es-tudios en el colegio santiaguero deAlicia Wilson, Chibás es trasladado alColegio Dolores; y en 1920, a los tre-

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ce años, la familia decide que continúesus estudios en el Colegio de Belén deLa Habana. Tres años más tarde yatodo el colegio habla de Chibás... Aho-ra se preocupa por la economía, lasociología y la política. Se registra enél un profundo sentimiento patriótico yun gran sentido de la justicia.

En 1922, su familia se muda para LaHabana con el propósito de estar máscerca de él.

Viaja con ellos a Europa en 1925,como premio por haber obtenido el tí-tulo de bachiller. En el barco conoce aun profesor de Fisiología de la Univer-sidad de La Habana, quien más tardeocuparía la primera magistratura de lanación: Ramón Grau San Martín.

Al regresar a Cuba matricula en laEscuela de Derecho y de inmediato seune al núcleo más radical de estudian-tes de la Universidad de La Habana,que tiene por jefe a Julio Antonio Me-lla, por quien sintió siempre granadmiración y respeto.

En ese propio año Mella fue expul-sado de la Universidad y despuésdetenido y encarcelado injustamente.

En la manifestación que se organizafrente al Palacio Presidencial para soli-citar la libertad de Mella, participa EddyChibás, el cual también resulta detenidopor la policía. Es su primer enfrentamien-to con los esbirros machadistas.

En 1927, ante la repulsa unánime dela ciudadanía, se comienza a hablar dela prórroga de poderes. La Universidadse convierte en un gran foco de rebel-día contra ese engendro macabro degobierno de Machado y un grupo de es-tudiantes constituye el primer DirectorioEstudiantil Universitario contra la pró-rroga de poderes. Entre sus integrantesse encuentran: Antonio Guiteras, GabrielBarceló y Chibás. Por presión del go-bierno, los miembros del Directorio sonsometidos a Consejo Disciplinario, elcual adopta la decisión de expulsar aChibás del Alma Máter, junto a Guiterasy otros compañeros. Precisamente, enestos días comenzó a traslucirse su con-dición de líder de las multitudes y asíinicia una vida en la que la persecución,la cárcel y el exilio lo acompañan casihasta su muerte.

A la caída de Machado en 1933,Chibás apoya el gobierno revolucionariode Grau y Guiteras y al cesar este, com-bate al gobierno reaccionario deMendieta y a la primera dictadura mili-tar del entonces coronel Batista, por loque va a la cárcel y después al exilio.

En 1940 forma parte de la AsambleaConstituyente en representación del Par-tido Revolucionario Cubano (Auténtico),y en las elecciones de ese propio año, asícomo en las de 1944, es electo primerocomo representante y después como se-nador, y logró una de las más altasvotaciones entre todos los candidatos; sinembargo, debido a la falta de garantías

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y el atropello a la vida humana, el latro-cinio y los desmanes de los gobernantes,abandona el autenticismo y funda el Par-tido del Pueblo Cubano (Ortodoxos).

Comienza todos los domingos a ha-blar entre las 8 y 8:30 p.m. por la CMQ,tribuna donde decía las verdades, sintemor a nada. El programa “La hora deChibás”, como se le llamaba, era escu-chado en toda Cuba, hasta en los másapartados rincones del país. Era espe-rado, domingo a domingo, por todo elpueblo.

En las elecciones efectuadas en 1948figura como candidato a la presidenciade la república y en una campaña re-lámpago de quince días obtiene cerca de400 000 votos.

Chibás combate al imperialismo contodas sus fuerzas y cívicamente denun-cia el consorcio de las tres S, laStandard Oil, la Sinclair y la Shell. Ade-más ataca a la Compañía Cubana deElectricidad por el alto precio de las ta-rifas eléctricas. Por ello, en abril de1949, es sentenciado por el Tribunal deUrgencias a 180 días de cárcel en elCastillo del Príncipe, pero a los cuaren-ta y cinco días Carlos Prío, presidentede la república, se ve obligado a indul-tarlo debido a la fuerte presión del

pueblo que condenaba aquella medidadel gobierno.

Como presidente del Partido Orto-doxo, Chibás continúa la lucha contrael régimen imperante, y en 1950 se pre-senta como candidato a senador por laprovincia de La Habana, ganándole alpostulante por el gobierno VirgilioPérez, por una gran mayoría de votos.

En 1951, en medio de una fuertepolémica con los gobernantes de tur-no, combatiendo una vez más elgangsterismo, el robo, la corrupción, elfraude y el desvío de los recursos,Eduardo Chibás, en un conmovedorgesto de inmolación que lleva a caboen su dominical programa de radio,decidió poner fin a su vida. El 5 deagosto, aquellas conciencias que aúnpermanecían dormidas e indiferentes,despertaron con lo que él mismo lla-mó “mi último aldabonazo”.2

Notas1 Castro, Fidel. Fidel Castro ante la tumba deChibás. Bohemia (La Habana) 51(3):103; 18-25en. 1959.2 Datos tomados de la Oficina de AsuntosHistóricos del Consejo de Estado de la Repúblicade Cuba.

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Como bloque único, distintos secto-res obreros y estudiantiles van al

enfrentamiento directo contra el régi-men dictatorial de Gerardo Machado(1925-1933). Preso y en huelga de ham-bre se encuentra, grave, el dirigenteestudiantil, estrechamente vinculado ala clase obrera, Julio Antonio Mella.

Transcurrían las cinco y treinta de latarde de un día desapacible de enero de1929 y una potente manifestación paraexigir la pronta liberación del revolucio-nario, cuya vida corre peligro, se dirigeal Parque Central capitalino. El objeti-vo del formidable movimiento demasas se logra: tras haberse pagadouna fuerte fianza, Mella es puesto enlibertad.

Junto a los participantes en esa mani-festación, quizás uno más, se encuentraun joven de apenas dieciocho años, congruesos cristales de miope, que reciénhabía matriculado en la Escuela de De-recho de la Universidad de La Habana.Sólo con la Constitución de la República(1901) en mano, como única arma, en-frenta a los sicarios del machadato quedisuelven a porrazos la manifestación.Aquel alumno era Eduardo Chibás Ribas,quien es apresado por las fuerzaspoliciales, aunque es liberado posterior-mente por el pago de una fianza.

Esa fue la primera detención deChibás, el futuro dirigente del pueblo

cubano. A partir de entonces se vincu-lará siempre a las luchas de laslibertades públicas y, con el decursar delos años, su pensamiento y acción seperfilarán hacia otras dimensiones parael logro del desarrollo económico y jus-ticia social con un paradigmaprofundamente ético que lo acompañarásiempre.1

Al ser aprobada por la Cámara deRepresentantes, el 29 de marzo de 1927,la Reforma constitucional que llevabaimplícita la prórroga de poderes del dic-tador, se constituye el DirectorioEstudiantil Universitario en contra de esaprerrogativa del dictador. El documentoconstitutivo lleva la firma de Chibás, unode los más activos colaboradores de laacción estudiantil. El 7 de abril, en elCastillo de La Chorrera, el Directoriopostula en sus pronunciamientos, entreotras cuestiones, la imputación al go-bierno norteamericano de la imposiciónde la prórroga. La rúbrica de Chibás noestá ausente. No ha transcurrido unmes cuando la dirección estudiantil arre-cia su ataque contra los prorroguistasy la prórroga. Es el 3 de mayo y en susdeclaraciones el joven afirma:

Pueblo Grande, Pueblo Digno, Pue-blo Heroico; tú que has prestado enlas épocas más difíciles de nuestrahistoria nacional el riguroso con-curso a las causas nobles, dignas

El chibasismo ortodoxo:implicaciones y perspectivas

Elena AlavezHistoriadora, periodista e investigadora

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y justas; […] tú que has sido capazde los más grandes sacrificios; […]debes hoy como ayer, en un gestoviril de protesta, hacer oír tu voz, yaque ella es la única capaz de conte-ner en su desenfrenada carrera loscorceles desbocados que tiran delcarro de la República […].2

Es indiscutible que la ideologíachibacista también se va conforman-do en este crisol de rechazo a lasdictaduras; de confianza en el valor ylos principios de un pueblo revolucio-nario frente al secuestro de losderechos ciudadanos, la corrupción in-terna y la injerencia foránea. A nodudarlo, el Directorio de 1927, en eldecir de González Carvajal, siempretuvo un núcleo visible, entre los que seencontraban Gabriel Barceló y Eduar-do Chibás.

Eran momentos difíciles. El claustrouniversitario es presionado por lamachadocracia. La Universidad esocupada por la fuerza pública y sus ac-tividades suspendidas. Se crea elConsejo de Disciplina Único que co-mienza a funcionar el 24 de junio ycondena a un grupo de alumnos a laexpulsión definitiva, y a otros a variosaños de suspensión de las aulas univer-sitarias. El 21 de diciembre el Consejoexpulsa a Chibás, por cuatro años, delas aulas del alto centro docente.

Con el evidente objetivo de ejercersobre el dirigente estudiantil una presiónmás, las autoridades de la tiranía tienena bien acusarlo de comunista. Ello pro-mueve sus primeras declaracionespúblicas que, en marzo de 1928, reco-ge el periódico El Mundo donde aclaraque sí es un revolucionario, pero no unmilitante comunista.3

Tenía entonces veinte años. Habíanacido el 26 de agosto de 1907, en San-tiago de Cuba, durante la SegundaOcupación Militar de los Estados Uni-dos a la isla (21 de enero de 1906-28de enero de 1909), y su personalidad seva forjando bajo el signo de la encen-dida polémica y el cuestionamientopermanente de qué somos y qué sere-mos como nación, estilete clavado enel seno de la sociedad cubana desdeépoca tan temprana como la de la frus-trada independencia en 1899.

Junto a estas condicionantes galvani-zadoras e insoslayables alerta suconciencia la categórica respuesta: so-mos un país ocupado por un poderosovecino que nos impone un documentojurídico –la Enmienda Platt– en el cualse afirma que somos prácticamente unprotectorado.

Las actividades revolucionarias deEduardo Chibás lo ponen en la mirillaacusadora del nefasto gobierno macha-dista. El lunes 26 de febrero de 1929 leimputan querer matar al dictador. Esapresado e incoada la Causa 288 y porello recluido en la galera Nº 13 del Cas-tillo del Príncipe. Fueron tres meses deconfinamiento. Poco después marcha alexilio en Estados Unidos.

No obstante, para él no existe el re-poso. En Nueva York, junto al periodistaEnrique Delahoza, funda el periódicoLibertad, órgano de prensa de la re-cién creada Unión Cívica de ExiladosCubanos (UCEC). Como secretariogeneral de dicha organización firma sudocumento constitutivo donde refiere:“Nos oponemos a este régimen porqueha violado todo derecho público, porqueha empeñado el bien público a los inte-reses extranjeros amenazando de ese

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modo nuestra independencia y final-mente porque ha ido contra los máselementales derechos humanos”.4

En su labor proselitista viaja a Tampa.Y desde las páginas de La Gaceta, quedirige Victoriano Manteiga, escribe:“Este régimen de despotismo, depauperismo, de malversación, de críme-nes de lesa humanidad, no puedeperdurar, pues su continuación significa-ría la completa pérdida de la República”.5

En carta al director del diario ElPaís con fecha de 30 de agosto de 1930expone: “Todos los cubanos desterra-dos somos enemigos […] a la vez dela dictadura y la intervención”.6 Y allí,desde Tampa, despliega una ingente la-bor. En una entrevista EnriqueDelahoza relata cómo Chibás y él ha-blaban en distintos mítines del CentroObrero: “En general, los cubanos deIbor City eran extraordinarios acogedo-res y durante los dos meses quepermanecimos en viaje de agitaciónChibás logró una labor muy positivacontra Machado”.7

En el Evening Post World de Nue-va York, Chibás el 4 de noviembrereitera sus convicciones: “Nos opone-mos a este régimen porque ha violadotodo derecho público, porque ha empe-ñado el bien público a los intereses dela banca extranjera amenazando de esemodo nuestra independencia, y final-mente porque ha luchado contra losmás elementales derechos humanos”.8

Era entonces Eduardo Chibás, comoapunta Loló de la Torriente, “Un mu-chacho en el que apenas asomaba elbozo, fornido, alegre, capaz de mayo-res locuras. Los ojos claros, pequeños,inquisitivos, inteligentes, locuaces: fren-te despejada y un tanto altiva”.9

A partir del 15 de diciembre de 1930el alto centro de estudios permanececerrado algo más de tres años. Mesesantes el Directorio Estudiantil de eseaño se había pronunciado en un Mani-fiesto Programa donde apunta que suobjetivo mayor es coadyuvar con todassus fuerzas a la caída del régimen, yseñala además su estrecho vínculo conel de 1927, sintiéndose continuadoresde aquella enérgica protesta que dio ini-cio a su formación.

En diciembre de 1930 Chibás regre-sa a Cuba bajo un nombre supuesto.Participa en el movimiento encabeza-do por el coronel Aguado llamado “Lainsurrección de los cuarteles”, el cualterminó en un rotundo fracaso. No obs-tante, permanecerá en Cuba hastaagosto de 1931 y mantiene su actitudde llevar a la práctica su irrevocabledecisión de movilizar al pueblo. Y des-de su residencia en 17 y H en elVedado efectúa reuniones conspirativaspara llevar a la práctica la firma de pro-clamas contra el régimen de facto, asícomo la preparación de explosivos, yrealizar también colaboraciones para elperiódico Alma Máter... Comienza deesa forma su incansable batallar en laprensa plana nacional, desde cuyas pá-ginas publica artículos como “Losexpulsados del veintisiete y el movi-miento estudiantil” en el que analiza lascausas y posterior repercusión de aque-llos acontecimientos.

Nuevamente es sometido a juicio yremitido al Castillo del Príncipe y conposterioridad a la prisión de Isla de Pi-nos donde permanece casi un año. Esagosto de 1931.

A fines de 1932 parte de nuevo alexilio en los Estados Unidos, donde

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permanece hasta que la acción popu-lar encabezada por la clase obreraderroca al machadato el 12 de agosto de1933. La promiscuidad del gobierno deCarlos Manuel de Céspedes se truncael 4 de septiembre por el movimientopromovido en el Ejército y por el Di-rectorio, lo cual da paso a la llamadapentarquía que, envuelta en sus propiascontradicciones, es insostenible comosolución política. Eduardo Chibás, ya enCuba, ve en la elección de un presidentela posibilidad de un cambio transforma-dor. El Directorio, junto a Chibás,propone al profesor universitario de Fi-siología doctor Ramón Grau San Martínpara ocupar el cargo, por sus antece-dentes de cierta ayuda a los alumnosuniversitarios en su combate frontalcontra Machado. La propuesta es acep-tada.

Durante los meses definitorios de1933, Eduardo Chibás crece en dinamis-mo y combatividad revolucionaria. Habíaque enfrentar nuevos retos futuros...,andar y desandar otros caminos. Al par-ticipar en la depuración universitaria, el30 de octubre de ese año, pronuncia pa-labras claves de su trayectoriarevolucionaria: “Las grandes revolucio-nes sólo avanzan taladrando montañasde intereses, ignorancias y miserias.Montañas plagadas de mediocridad y deinfamia, que sepultan en su seno a losluchadores de avanzada que van abrien-do surcos por el que desfilan los pueblos.Estos pioneros marchan siempre haciadelante [...]”.10

Poco antes, el 14 de octubre, co-mienza a transmitir por la emisoraCMW, La Voz de Las Antillas (en losbajos del Diario de la Marina), unprograma político desde el cual contri-

buye a esclarecer la situación imperante,a profundizar en la conciencia política,a crear estados de opinión. En su mis-ma forma, directa y dinámica, inicia ladivulgación sistemática de sus ideas, suscuestionamientos e inquietudes. Es indis-cutible que la radio, al igual que laprensa plana, se convertirían en su me-dio fundamental de comunicación con elpueblo. En aquella, su primera interven-ción radial, el joven dirigente afirmaría:“[...] es que la revolución tiende a des-truir los grandes monopolios extranjeros,a eliminar a sus servidores nativos, re-integrar al pueblo las propiedades que lesfueron robadas por los politicastros deturno en el poder”.11

No duda en expresar el derecho delpueblo cubano a la propia determina-ción, la afirmación de nuestra soberaníae insiste en la necesaria libertad políti-ca y económica que serán lasconquistas permanentes sobre las cua-les se asentará verdaderamente lanueva república soberana. El joven di-rigente contaba con veintiséis años.

El golpe de Estado del 14 de enerode 1934 saca a Grau San Martín de lapresidencia y pone fin al gobierno de losllamados cien días. Comienza el tutelajedel embajador de los Estados UnidosJefferson Caffery, quien, en abiertacomplicidad con el jefe del Ejército,Fulgencio Batista, pretende dirigir losdestinos de la nación cubana con la apa-riencia de un presidente: el ingenieroCarlos Hevia que, al carecer de poderreal, como es lógico, renuncia a los po-cos días.

El día 20 Grau marcha hacia México.Tardaría en regresar. No ha transcurridouna semana y bajo las mismas condicio-nes ocuparía la “presidencia” de la

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república Carlos Mendieta, aparecien-do así la nefasta trilogía deCaffery-Batista-Mendieta que terminalos avances sociales gestados duranteel gobierno Grau-Guiteras, canceladospor la corriente reaccionaria cuyosmétodos recurrentes fueron el palma-cristi, el crimen y la tortura.

Como primeros aldabonazos comien-zan a aparecer en las páginas de larevista Bohemia, durante 1934, artícu-los de Eduardo Chibás enjuiciando elrégimen de facto, entre los que se des-taca “Cuba necesita paz”, dondedelinea con precisión cómo “[...] latranquilidad y la paz no se imponen conpólvora, palmacristi, goma ni persecu-ción económica”.12 Además señala:“Es peligroso recurrir al régimen delterror, los victimarios de hoy puedenser las víctimas del mañana”. Tambiénexpresa: “La paz sólo puede funda-mentarse en la justicia [...] Sólo ungobierno de peso nacional, podrá equi-librar el peso de la espada”.13

A su vez, de singular interés es el ar-tículo “La Directriz del ABC” dondeaclara que “La revolución significa larenovación integral para sentar las ba-ses de la Nueva Cuba”, y define suvocación de “[…] servir como soldadode la vanguardia a la revolución”.14

El asesinato de Ivo FernándezSánchez, hermano de su fraterno ami-go Leonardo, lo sacude profundamente.

En la asamblea efectuada en el an-fiteatro del hospital Calixto Garcíapronuncia válidos criterios definitoriosen su quehacer político: “Yo respetoy admiro a los grandes y verdaderoscomunistas de la talla de Mella yBarceló [...]”. No obstante, disientede aquellos a quienes Lenin calificara

despectivamente como “[…] enfermosdel sarampión izquierdista”.15

En el decursar de las semanas defi-ne y esclarece posiciones que buscansus raíces en el siglo XIX y se proyectanen la década del treinta del pasado sigloen su ideario ético y antimperialista, na-cionalista y democrático.

Al participar en la huelga de marzode 1935 contra la dictadura Caffery-Batista-Mendieta, cae preso. El Castillodel Príncipe lo acoge de nuevo por va-rios meses. No saldrá hasta el 3 deseptiembre, y se incorpora de inmedia-to a la organización de IzquierdaRevolucionaria. Esta vez permanece enCuba. Siempre alerta. Con la pluma enristre y la palabra certera en defensade las libertades públicas.

Su prestigio se acrecienta en el de-venir de aquellos turbulentos tiempos.Durante su encarcelamiento le llega lanoticia del alevoso asesinato de Anto-nio Guiteras y Carlos Aponte en ElMorrillo, provincia de Matanzas. Estoshechos, más otros posteriores, refuer-zan su accionar revolucionario eimpactan en las proyecciones de su ha-cer cotidiano.

Es entonces cuando EduardoChibás hace también del periodismo unarma de combate. Escribe sin cesar.Aclara. Demanda. Precisa. Entre susartículos están “Elecciones ad Portas”,“Alto al terrorismo”, “Roosevelt: pala-dín de la democracia”, en el cual serefiere a Franklin D. Roosevelt, quienasumía la crisis mundial de 1929 condestreza para sacar a los Estados Uni-dos de aquella hecatombe mundial,pues el New Deal y la Política delBuen Vecino parecían dar sus prime-ros frutos.

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Comenzaban los indicadores de uncambio de política. El dictadorFulgencio Batista debía variar su arteraposición de mano dura. Ahora Washing-ton así lo exigía. Y bajo la cobertura del“presidente” Federico Laredo Bru, laapertura “democrática” comienza a darsus primeros pasos.

Numerosos son los artículos deEduardo Chibás en la revista Bohemiasobre la situación nacional o bien sobrela guerra civil española. Y no pierde laoportunidad de entrevistar al genial poe-ta español Juan Ramón Jiménez en sutránsito por Cuba.

Su orientación política le hace, pocoa poco, acercarse al llamado PartidoRevolucionario Cubano (Auténtico) di-rigido por el doctor Grau San Martín,el cual, fundado en 1934, ahora tomanuevos bríos. ¿Sería, como su nombrelo indicaba igual que el partido funda-do por Martí, aunque reaparecía ahoracon el de Auténtico? ¿Llevaría a víasde hechos los postulados martianos?

La entrevista con Grau lo impacta.16

Una semana antes ya había publicadoun artículo de fondo sobre El PartidoRevolucionario Cubano,17 en el cual in-gresa meses después, el 5 de agosto.Aspiraba en él realizar una “[…] polí-tica auténtica, política de estilo nuevo,política limpia, política de unión de lasgrandes masas [...]. No somos radica-les ni intransigentes, sino honrados yconsecuentes; no estamos dispuestos aconvertirnos en el team de relevo, enla última comparsa de títeres, en la mas-carada del poder”.18

Estos postulados permanecerán incó-lumes en su breve, pero fecundatrayectoria en la vida pública cubana.No pensaba ceder en sus principios éti-

cos, ni ser uno más de los adictos a lacorrupción prevaleciente en los círcu-los de poder.

Es 1938 y no por simple intuiciónla revista Bohemia, la de mayor cir-culación en el país, lo caracterizacomo “[…] un joven de la nueva ge-neración que entra en la vida de Cubacon el ferviente propósito de lograr elcumplimiento cabal de nuestra etapade liberación nacional […]” y lo se-ñala como “[…] incuestionablemente,uno de sus más destacados represen-tantes […]”.19 Y puntualizaría en esemismo artículo del 5 de junio: “En laCuba colonial hispánica los cubanosposeían la riqueza y los españolesusufructuaban las posiciones burocrá-ticas. Cuba, colonia de España terminaen el siglo XIX. Cuba, colonia norteame-ricana se inicia en el siglo XX”.

A los treintiún años el ideariochibacista podía sintetizarse en los si-guientes puntos:

1. La guerra de 1895 sólo alcanzó enapariencias el logro del poder político.No hay por tanto plena soberanía na-cional.

2. La hegemonía económica no selogra. Por tanto no hay plena sobera-nía nacional.

3. Cuba factoría norteamericana seinicia en el siglo XX ¿Cómo lograr la ab-soluta soberanía nacional?

4. Cómo dar continuidad al genuinoproceso nacional, para alcanzar la ab-soluta soberanía.

Los meses transcurren con asombro-sa vertiginosidad. No obstante, Chibásasume con verticalidad de principios lavorágine política que lo envuelve. Eranlos meses previos a la formación de laAsamblea Constituyente. Tras haberse

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aprobado el Código Electoral el 15 de abrilde 1939, comenzaban a darse los pasosfirmes hacia las elecciones de la Consti-tuyente que se efectuarían el 11 denoviembre de 1939, y las presidencialesel 14 de julio de 1940. Cada momento erapresionante en polémicas públicas. Chibásno descansa. Opina, analiza sobre distin-tos temas de alcance nacional. Su oratoriay su pluma permanecen en plena activi-dad, pues múltiples son sus artículosesclarecedores sobre las circunstanciasque enmarcan aquel magno hecho.

En las elecciones presidenciales de1940 ya es elegido representante a laCámara por el Partido Auténtico. Sonlos instantes en el que, con el decursarde los meses se convertirá en el líderque aunará, junto a los postulados esen-ciales de independencia económica,libertad política y justicia sociales –pro-yectos ya enunciados por él conanterioridad–, a amplios sectores de lapequeña burguesía y a las masas tra-bajadoras para convertirse en la figurapolítica más importante y controvertidade la primera mitad del siglo XX.

Con la asunción al poder del PartidoRevolucionario Cubano (Auténtico), porabrumadora mayoría de votos en juniode 1944, y cuyo hecho real se producecon la toma de posesión de Grau comopresidente de la república el 10 de oc-tubre del mismo año. En dichaselecciones, ya segunda figura delautenticismo, Eduardo Chibás obtiene elacta de senador. Se mantiene firme ensus principios “auténticos” cuando afir-ma que no hay nada de oscuridad enellos: nacionalismo, socialismo y antim-perialismo.

Poco antes de las elecciones presi-denciales, la “jornada gloriosa” del 1º

de junio, el periodista Enrique Delahozatraza con precisión los perfiles del diri-gente auténtico Eduardo Chibás alafirmar:

[...] es político de cálculo, de deta-lles inferiores […] este luchador,madurado [...] en el convulso ámbi-to de la clandestinidad revolucionariay de la pelea cívica por la dignidaddel cubano [...].Ciertamente, Chibás es así. Es in-dividuo ubicado apasionadamenteante la vida y los acontecimientos,y la pasión arriba a su clímax, na-turalmente, ante su objetivo másentrañable: la política.20

Y ante el triunfo electoral alcanzadopor Grau afirma: “No ha sido la victo-ria de un partido ni la de un candidato.Es la victoria del sentimiento cubano...Hay que continuar luchando por la con-sagración de la democracia”.21

La emisora radial CMQ, surgida en1933 en Monte y Prado, acoge los pro-nunciamientos dominicales de EduardoChibás desde 1944. Desde esa fechasienta las bases de lo que para él seríael autenticismo como organización ca-paz de servir a la patria y capaz dedirigirla con energía, frente al voceríode las fuerzas opuestas a la indepen-dencia: los eternos lacayos delimperialismo.

Ya desde 1945 declara: “Hay quie-nes creen que el revolucionario es elque puede vivir campeando por sus res-petos y obteniendo por la violencia todolo que otros ciudadanos consiguen consu trabajo; pero esa no es la Revolu-ción, sino una perversión de ella, unaprofanación de la misma”.22

Sin embargo, pronto se harán visi-bles cómo el fraude y el agio rivalizan

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con la depauperación del pueblo. Ade-más cobran inusitada fuerza el nefastohábito cotidiano del gangsterismo ensus diversas modalidades, las malver-saciones del erario en toda la escaladel poder, así como la prostitución y eljuego promovidos o protegidos por elaparato gubernamental, sin poder olvi-dar la estrecha dependencia de lascapas oligárquicas al imperialismo nor-teamericano.

Indudablemente, estas circunstanciashacen que surjan y se focalicen nuevasfórmulas socioeconómicas y políticasque propendan a otras combinacionesdentro del status legal existente, quesean más sugerentes para el pueblo,dadas las imposiciones económicas ypolíticas que presionan, cada vez más,la conciencia nacional cubana. Es lacoyuntura propicia para que elpopulismo protagonice una relevanteetapa en la evolución de las contradic-ciones entre la sociedad nacional y laeconomía dependiente.

La profunda inestabilidad nacional esevidente. El detonante de la crisisinstitucional es el proyecto de elecciónpresidencial que se gesta en Palacio.Esta amarga realidad, tras el breve lap-so de arribo al poder del PartidoAuténtico, va agostando en Chibás susilusiones sobre una “revolución autén-tica”. Al entrar en crisis ese partido, losanhelos populares, defraudados, buscanotras soluciones. Y es en el llamado“chibacismo” donde laten y fructificanla voluntad de cambio y regeneraciónsustanciales.

Con precisión, Eduardo Chibás defi-ne: “La crisis del Gobierno produce lacrisis del Partido, la cual a su vez de-termina la de la revolución cubana”. Y

afirma: “Ideas y procedimientos nue-vos, nacionalismo, antimperialismo ysocialismo, independencia económica,libertad política y justicia social”.23

Cabría una opción: rescatar el Par-tido Auténtico desde sus propias filas obien, la posición más certera, crear unpartido nuevo capaz de propender a lahazaña de conquistar la independenciaeconómica, la libertad política y la jus-ticia social con el respaldo necesario delpueblo.

La forja de un nuevo partido impli-caría un proceso laborioso y nada fácil.Comienza el 14 de junio de 1946 cuan-do desde la provincia de Oriente elmáximo dirigente auténtico local doctorEmilio Ochoa, presidente de la Asam-blea Provincial, convoca a esta y a laMunicipal para promover la candidatu-ra presidencial de Eduardo Chibás,segunda figura del autenticismo. Losacuerdos de Oriente repercuten confuerza en La Habana y, sorpresi-vamente, algunos “auténticos” lanzancon premura la candidatura de CarlosPrío, por el mismo partido, para acce-der a la máxima magistratura de lanación.

Pocos meses después, desde las pá-ginas del periódico El Crisol, eldirigente populista Eduardo Chibás se-ñalaría una vez más, en la denunciaabierta de todo proyecto nocivo para lapatria, cómo había que escoger entredos caminos: la rebeldía gallarda o lasumisión incondicional. Chibás, junto asus partidarios, optará por la primera víay en una ocasión puntualizaría: “A míme preocupa más el aspecto históricode la cuestión que el meramente políti-co. No quiero llegar a la presidencia dela República a través de alianzas que

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signifiquen el sacrificio de los principios[...]. Me interesa más la ideología sinpactos, que los pactos sin ideología”.24

En esta concepción profundamente éti-ca, permanente y emblemática en él,encontramos uno de los hitos de mayorrepercusión y trascendencia en el con-secuente ideario chibacista y que en elnuevo partido, que ha de crearse, pro-movería su escisión.

En el proceso hacia el objetivo ma-yor de crear un partido distinto en suprograma, estructura y medios de ac-ción, se promueven diversas reuniones.Algunas en las respectivas casas de lossenadores Pelayo Cuervo y AgustínCruz. Los entonces ortodoxo-auténticosemprenden pasos decisivos en la bús-queda de una solución a la crisisinstitucional que ha alcanzado su clímaxy exclama enfático Chibás: “Todo hasido un engaño, una farsa, una burlacruel”.25

Desde fines de marzo inicia su ataquefrontal contra el presidente Grau. Ya nocaben dudas: desde el Palacio Presiden-cial se interfiere el libre funcionamientodel Congreso. Progresivamente el gangs-terismo se incrementa y cobra mayorosadía. Con el propósito de intimidar a loscongresistas, el 21 de abril un grupo delos denominados “auténticos de acción”tirotean el Capitolio Nacional, dondesesiona el Congreso de la República. Apesar de la agresión, los parlamentariosaprueban la moción de Chibás de unvoto de desconfianza al gabinete pre-sidencial en pleno.

En los primeros días de mayo se sui-cida el alcalde de La Habana, doctorManuel Fernández Supervielle, al nopoder cumplir su promesa de brindar unmejor servicio de agua a la población

capitalina. Ante el suceso, Chibáspremonitoriamente afirmaría el 11 demayo de 1947 cómo “[…] fue extraor-dinariamente valeroso al preferir elhonor sin vida a la vida sin honor”.26

Este aserto lleva implícito otra de susconcepciones esenciales, su honrosotalón de Aquiles por donde fuera ata-cado en los últimos momentos de suvida: la inflexible moral-ética del accio-nar en la vida pública.

El 15 de mayo de 1947, en la sedede la Sección Juvenil Auténtica, en ho-ras de la tarde, se desarrolla unareunión trascendente. Allí se acuerdaconformar una comisión con EduardoChibás, Emilio Ochoa, Manuel Bisbé,entre otros, y Leonardo FernándezSánchez, ideólogo fundamental del nue-vo partido y quien escribirá sus tesisesenciales.

En principio, la Comisión debería con-dicionar sus labores a las siguientesbases aprobadas por unanimidad:

1. Rescatar el programa del PartidoRevolucionario Cubano y la doctrinaauténtica: la independencia económica,la libertad política y la justicia social,desenvolviendo nuestras actividadesdentro del régimen democrático esta-blecido en la Constitución.

2. Organizar a ese objetivo un Par-tido medularmente revolucionario porsu estructura funcional, en que se inte-gren los núcleos sociales interesados enla liberación nacional: sectores produc-tores, obreros, campesinos, clasesmedias, juveniles y femeninas.

3. Luchar sin contemporizacionescontra el latrocinio, el prebendaje, el so-borno, el caciquismo y demás vicios dela política tradicional. Frente a la políti-ca al uso de los pactos sin ideología

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mantendremos con firmeza la ideologíasin mistificaciones de la auténtica revo-lución cubana.

4. A fines de garantizar la aplicacióndel programa y la línea táctica del Par-tido y de que la estructuración de esteno sea meramente electoral, es nece-sario adoptar formas de organización ydirección que le impriman la disciplinay la militancia indispensables en un Par-tido Revolucionario moderno.

En el punto cinco se promueve unprocedimiento de consulta popular quesea la resultante de asambleas y no demera fórmula de gabinete.

Sin dudas, las bases programáticasde la nueva organización están en cier-nes. Ya comienza a marchar el futuropartido, un movimiento de vital alientoy renovación que busca en la líneamartiana del Partido RevolucionarioCubano la razón de ser de su creación,y que surge en el seno de las masas enuna coyuntura de singular apertura. Suprograma, genuinamente revolucionariopor su estructura funcional, por los nú-cleos sociales que lo integran y por sulínea ascendente hacia el logro de la li-beración nacional, ha de responder,entre otros, a los intereses de la emer-gente burguesía radical antimperialistay, por ello, en una simbiosis específica,se caracterizaría por propender a tra-zar medidas de tipo nacionalista enoposición a los monopolios estadouni-denses y reiteramos, con una basepluriclasista integrada por obreros, cam-pesinos y la pequeña burguesía. Estascaracterísticas lo afilian a la tendenciapopulista, y es regido por un indiscuti-ble y excepcional líder de masas,Eduardo Chibás que, en los arduos yazarosos enfrentamientos contra las dic-

taduras de Machado y primera de Ba-tista, así como a los impopularesregímenes de años posteriores, demos-tró ser un combatiente nato, un fogosopolemista y un brillante político. Y ha-bría que afirmar, como conposterioridad se dijo: “Sin Chibás noexistiría Partido Ortodoxo”.

La Comisión Gestora Nacional delPartido trabaja con prisa. En junio, apropuesta de Leonardo FernándezSánchez,27 se aprueban por unanimidadlos Estatutos, de los que “Publicitas”imprime sólo cien mil ejemplares. Ya elpartido tiene su sede. Esta ocupa, conel nombre de Liceo del Pueblo Cuba-no, el local situado en la calle Industriaesquina a Dragones, en el actual mu-nicipio de Centro Habana, en la capital.Es necesario precisar que a partir del19 de mayo Chibás, en lugar de EmilioOchoa, es designado para presidir lanueva organización, aunque no duraráen el cargo mucho tiempo.

Los Estatutos, compuestos de diezcapítulos y 185 artículos,28 aprobadosdemocráticamente y por unanimidad,revelan la permanente y explícita defi-nición de un partido nuevo, en el quese han de mantener en alto las verda-deras banderas y los fervientes anhelosdel pueblo para el logro real de su so-beranía e identidad nacional. Essignificativo cómo en el capítulo dos seenfatiza en que el Partido del PuebloCubano (Ortodoxos) se propone la li-beración nacional y social del país, quese proyecta en sus tres dimensiones his-tóricas ya mencionadas. Para suobtención, ¿qué métodos utilizaría elpartido? Sobre ello manifiesta el capí-tulo tres que el método de lucha ha deser la movilización popular y la lucha

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política, así como todos los medios líci-tos a su alcance en consecuencia conla Constitución y las leyes.

Uno de los aspectos definitorios –ar-tículo cuatro– es el referente a cómoha de conducirse el partido por un ré-gimen de democracia representativa ycómo su militancia, a diferencia deotros partidos políticos, ha de ser cons-ciente y activa, es decir, que todos losmilitantes se capacitarán plenamente enel conocimiento de la teoría ideológico-política que forma e informa elmovimiento ortodoxo.

Es de destacar que el núcleo funda-mental de los miembros del Partido delPueblo Cubano (Ortodoxos) lo forma-rían los trabajadores –hombres ymujeres, incluyendo a los jóvenes–, osea, sería un partido del pueblo y parael pueblo, dentro de los límites que pue-dan establecer elementos de izquierdade una emergente burguesía nacional.

Meses después, el 31 de julio de1947, la dirección “ortodoxa” presenta,firmado por Eduardo Chibás como pre-sidente y Regla Peraza comosecretaria de actas, el Programa Doc-trinal del Partido Ortodoxo ante elTribunal Supremo Electoral (TSE).

En este Programa29 se reafirma lanecesidad de integrar una organizaciónpolítica moderna que sirva de instru-mento idóneo para abrir el camino dela liberación nacional e ir al rescate denuestra identidad como nación. Susmétodos y formas movilizativas lleva-rían implícitas un profundo quehacerético sin los cuales –afirmaría FidelCastro– no hubiera habido 26 de julioni Moncada.

En lo referente al aspecto económi-co, parte del principio de que no se había

iniciado la reconquista de la tierra ni delas riquezas de Cuba para los cubanosy que los servicios públicos estaban enmanos del capital extranjero o contro-lado por este. Acorde a dichodocumento resulta evidente la necesi-dad de erradicar paulatinamente ellatifundio y el monocultivo, lo cual lle-va en sí un plan de reforma agrariapara rescatar a las masas campesinasde su estado de servidumbre, así comofomentar la organización de cooperati-vas de producción bajo el controlestatal, en coordinación, de manera pa-ralela, con el desarrollo de los pequeñospropietarios rurales y urbanos.

Hacia la factibilidad del programaagrícola sostiene la necesaria electrifi-cación de la agricultura, la implantaciónde sistemas de regadío y el abarata-miento del transporte de los productosdel agro...

Sobre todo, prioriza obtener el equi-librio entre la producción agrícola y laproducción industrial con el estableci-miento para esta, como base, de lasmaterias primas cubanas. Así, para losortodoxos el desarrollo de la agricultu-ra se revertiría en auge de la industriay, por tanto, en el fortalecimiento de unmercado interno con la posibilidad deun equilibrio estable entre ambos rubrosproductivos.

Interesantes son los aspectos rela-cionados con la necesaria creación deuna marina mercante, la ampliación delmercado internacional y la proteccióna la industria nacional. A no dudarlo, lasTesis del Partido Ortodoxo se propo-nían, si no la eliminación absoluta dedos poderosos sectores sociales, talescomo los terratenientes y comercian-tes pertenecientes a la capa oligárquica

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de la burguesía, sí su control para unmejor y mayor equilibrio en beneficiode otros sectores de la sociedad cuba-na. Para la consecución de estosobjetivos también era imprescindiblenacionalizar los servicios públicos paragarantizar su mayor eficiencia.

Una vez alcanzada la independenciaeconómica se podría sustentar la liber-tad política, pues ambas vertienteslograrían el pleno ejercicio de derechosy deberes ciudadanos sin presiones ex-ternas que pudieran coartarlas. Ypuntualiza que la función del Estado se-ría mantener el equilibrio entre el capitaly el trabajo para beneficio de la socie-dad, prevaleciendo los interesescolectivos “[…] el trabajo ha de per-der su carácter de mercancía”.30

El documento postula, como partede la justicia social, la erradicalizacióndel desempleo, protección a la mujer yal niño, hospitalización adecuada delenfermo pobre, eliminación del analfa-betismo... Y sobre política exterior dospuntos esenciales: primero, consagrar elprincipio de no limitar la actuación deningún país mientras no obstaculice lade otros; segundo, rechazar el derechoal veto en el Consejo de Seguridad dela Organización de Naciones Unidas(ONU), por considerarlo un privilegiode las grandes potencias. Es curioso ysignificativo que tal vez sin proponérse-lo, el documento considere conafortunada antelación la ley del desarro-llo desigual entre países pobres y paísesricos y la imposibilidad de una identidadentre todos, poniendo como base –comodiríamos hoy– la globalización de la so-lidaridad. En síntesis, las Tesis aspiran aun desarrollo rápido y propio del Estadocubano.

Ya Chibás al dar a conocer el nom-bre del partido con certera visión definesus conceptos fundamentales: es nacio-nalista y democrático, abarcador de lasdistintas clases sociales, pues intentaunir en apretado haz a todo el pueblocubano.

Desde muy joven estas proyeccionesbullían en su mente. Ahora las veía plas-madas en un programa concreto, puntode partida para la futura acción realiza-dora de mayores empeños. El caminohacia esa meta será vertiginoso y difícily como colofón le costará la vida, perosu inmolación será fecunda.

Diferencias internas dificultan lapostulación de Chibás para la presiden-cia de la república por la AsambleaNacional del Partido Ortodoxo. La cau-sa, a primera vista, es sencilla. El líderpopulista permanece fiel a la letra y elespíritu de los postulados del ProgramaDoctrinal, inflexible en no aceptar, en-tre otras cuestiones, los pactos sinideología, es decir, sin asumir la del par-tido; la otra fue la de permanecer fiela la estructura funcional y de masas dela organización.

Ya en enero de ese año 1948, Chibáshabía afirmado: “Mantendremos con fir-meza inflexible y con audacia, la líneaheroica de la independencia política querepresenta un bello ideal, pues sabemosque la excesiva prudencia de los ruti-narios ha paralizado siempre lasiniciativas más fecundas”. Y continúaaclarando: “Aspiramos a barrer toda lapodredumbre de la política nacional, lomismo la nueva que la vieja, igual la dehogaño que la de antaño. No es culpanuestra que haya tanta podredumbre,como no es culpa de la escoba queexista la suciedad. Cuando los viejos

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partidos se pudren, el pueblo tiene de-recho a manifestase a través de unnuevo partido”.31

Transcurren siete meses –desde el 7de septiembre de 1947, fecha de pro-clamación del Partido, hasta el 5 de abrilde 1948– para que la Asamblea Orto-doxa, en el fragor de fuerte polémicas,y bajo la presidencia de Emilio Ochoa,elija como candidato presidencial aEduardo Chibás y a Roberto Agramontecomo vicepresidente. Las divisiones den-tro del partido casi nacieron junto a sucreación, pues algunos dirigentes yasólo aspiraban al logro de actas sena-toriales o de representantes, sinimportarles los genuinos objetivos his-tóricos de la ortodoxia.

Sin embargo, a partir de entonces, seemite, en la primera quincena de abril,el Programa de Gobierno,32 el cual seproyecta hacia una política coherente,orgánica, justa, honesta y progresista,cuyos principios pueden resumirse en lavoluntad expresa de fidelidad al man-dato del pueblo y la erradicación detoda anarquía, donde no tengan cabidalas vaguedades, confusión, desorden eimposturas del providencialismo políti-co, que tan amargos frutos handeparado a la república. Es explícito enla defensa de la integridad nacionalfrente a la injerencia foránea, tanto enlo económico como en lo político, e in-quiere con premura una salida a lacrisis que atraviesa la dominación im-perialista-oligárquica para ponerle coto,mediante un riguroso control de la eco-nomía por parte del Estado, a aquellasdeformaciones estructurales en el con-texto neocolonial.

El 1º de junio de 1948 han de efec-tuarse las elecciones generales. Pronto

Chibás conoce de su revés electoral,pero con entereza afirma:

Mantendremos, ahora, con másfuerza que nunca, la línea de la in-dependencia política. Nada depactos ni componendas. Ahora esque tenemos que luchar.Hemos combatido solos, sin pactos nicomponendas, sin maquinaria política,sin dinero, nada más que con la ver-güenza, por el adecentamiento políticodel país. El Gobierno con sus enor-mes recursos económicos, ha ganadouna batalla, la guerra entablada entrela vergüenza y el dinero. Cuatro añosrepresentan muy poca cosa en la vidade los pueblos.33

No obstante, el Partido Ortodoxoobtiene la asombrosa cifra de 400 milsufragios. Había perdido los comicios–diría Chibás–, pero ganado la calle,el campo, la fábrica, la escuela. Aqueltriunfo moral significó su sentencia demuerte. Sus enemigos, quienes tambiénlo eran de la nación cubana, se veíancompelidos a eliminarlo por cualquiermétodo.

Nunca admite una posible desviaciónde los principios del Partido Ortodoxo.Es imprescindible divulgar, analizar, lle-var al pueblo los esenciales postuladosde la nueva organización política. Porello en octubre precisa:

Este no es un Partido de nadie sinoel Partido del Pueblo. Aquí no sevienen a defender aspiraciones per-sonales ni a satisfacer ambicioneso intereses privados, sino a defen-der la doctrina y los principios de laRevolución Cubana y a satisfacerlos objetivos históricos del pueblo deCuba y los intereses permanentesde la nación.

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Queremos construir el gran instru-mento político de la liberación: unPartido funcional, militante, mante-nido económicamente [...]. Frentea los millones de los explotadores,los centavos de los explotados.¡Vergüenza contra Dinero!34

No podemos olvidar cómo desarro-lla en 1949 sus campañas contra dosobjetivos fundamentales: la Compañía“Anticubana” de Electricidad queextorsiona al pueblo con sus altas tari-fas y el pretendido empréstito con labanca norteamericana que realizaríaCarlos Prío. Sobre ambas cuestionesprofundiza:

Ahora más que nunca continuare-mos luchando contra la explotaciónde los grandes monopolios extranje-ros al pueblo cubano, contra losabusos de las Compañías de Servi-cios Públicos, especialmente laCompañía Anticubana de Electrici-dad y la Cuban Telephone Company.¡Vergüenza contra Dinero!

Y apunta: “El empréstito remacharálas cadenas que atan a la República alimperialismo norteño”.35

No es ajeno a la campaña orquestada,por la cúpula del poder, para eliminarlocomo potencialidad política, como futu-ro presidente de la república. Así lotildan de loco. Acierta cuando aclaraque, como es lógico, constituye un casoanormal en un clima político donde lonormal es robar, matar, comerciar condrogas y que los cabecillas de las pan-dillas de pistoleros transiten librementepor la calle. Y aclara: “[…] prefiero serun loco con vergüenza, que un ladróndesvergonzado”.36

Y frente a la galopante corrupciónenarbola el insigne pensamiento

martiano: “Urge ya, en estos tiempos depolítica de mostrador, dejar de avergon-zarse de ser honrado”.37 o “Lavergüenza ha de ponerse de moda yfuera de moda la desvergüenza”.38

En el artículo publicado en la revistaBohemia en julio de 1950, titulado“Teoría y práctica de un gobierno or-todoxo”39 fija, entre otros, con claridadlos postulados del PPC (O), su políticanueva, por lo dinámico de su programa,por su militancia consciente y activa,por su línea de independencia política,que se fundan en una inconmovible exi-gencia de honradez administrativa.

Y refiere el 30 de octubre cómo: “ElPartido del Pueblo Cubano (O) (cruza-da de justicia, movimiento deunificación) abre sus puertas a los hi-jos de esta tierra con voluntad deservicio nacional.” ¡Cubanos adelante!¡A paso de vencedores! ¡Vergüenzacontra Dinero!”.40

Poco tiempo después, en diciembre,se le cuestiona si en política valía lapena ser honrado. Responde contun-dente:

[...] sigo pensando que vale la penaser honrado, porque yo tengo lo queno posee ninguno de los que deser-taron de los ideales revolucionarios,los que cambiaron la vergüenza porel dinero; tengo el respeto, la con-fianza y el cariño del pueblo cubano,tengo la dirección suprema del máslimpio y formidable movimiento derenovación moral que han visto lasAméricas en los últimos años [...].Podrán quitarme la vida, pero nopodrán ya arrancarme de las pági-nas de la Historia de mi país.41

Tanto es así que sobre las proyec-ciones, esencias y trascendencia del

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partido, su ideólogo, Leonardo FernándezSánchez, nos ofrece en aguda interpre-tación otra arista cuando afirma: “Elprograma y estatutos del Partido delPueblo Cubano [...] no excluye, sino pro-picia, en su debida sazón de tiempohistórico, las más audaces innovacionessocialistas”.42

En el devenir de las décadas, la rea-lidad devolverá la conceptualización deque la ortodoxia no había arado en elmar. Sus postulados democrático-antimperialistas habían calado hondoen la sensibilidad, en la conciencia yel pensamiento del pueblo. Su métodode acción, portador de una infatigabledenuncia contra la corrupción adminis-trativa en sus más diversasmodalidades, así como la invocaciónpatriótica engarzada hacia estructurassuperiores socioeconómicas y políticas,esculpirían aquella tan suya manera dehacer y decir en estrecha vinculación,o más bien directa identificación con lasgrandes masas populares.

Asimismo, el Partido Ortodoxo, eri-gido en un movimiento de recuperaciónnacional, comienza a ser temido poroligarcas e imperialistas. Para ambossectores, el fenómeno Chibás es pre-ocupante. Por ello el senador auténticoSegundo Curti, hace poco fallecido enCuba, exclamaría en una ocasión queaquellos momentos se parecían a unjuego de pelota donde existían solo doscontendientes: Batista o Chibás, es de-cir, la dictadura o la democracia.Temporalmente triunfa la primera, perola ortodoxia chibacista quedará vigen-te. El 16 de agosto de 1955, en elMensaje al Congreso de Militantes Or-todoxos, declararía el doctor FidelCastro: “El Movimiento Revolucionario

26 de Julio no constituye una tenden-cia dentro del Partido: es el aparatorevolucionario del chibacismo, enraizadoen sus masas, de cuyo seno surgió paraluchar contra la dictadura”.43

Notas1 Soto, Lionel. La Revolución del 33. La Habana:Editorial de Ciencias Sociales, 1977. t. 3, p. 357.2 González Carvajal, Ladislao. El Ala IzquierdaEstudiantil y su época. La Habana: Editorial deCiencias Sociales, 1974. p. 304.3 El Mundo (La Habana) 4 mar. 1928:1.4 Archivo de la autora.5 Ibídem.6 El País (La Habana) 20 ag. 1930:1.7 Archivo de la autora.8 The Evening Post (New York) 4 nov. 1930:2.9 Torriente, Loló de la. Una ráfaga en la tormenta.Bohemia (La Habana):54, 57, 80; 15 ag. 1954.10 Chibás, Eduardo. Intervención en la Asambleacelebrada en el anfiteatro del Hospital “CalixtoGarcía”. Pensamiento Crítico (La Habana)(39):214, 216; abr. 1970.11 Conte Agüero, Luis. Eduardo Chibás. El adalidde Cuba. México: Editorial Jus, 1955. p. 224.12 Chibás, Eduardo. Cuba necesita paz. Bohemia(La Habana):27; 10 mar. 1934.13 Ibídem.14 _______. La directriz del ABC. Bohemia (LaHabana):23, 39; 19 ag. 1934.15 Conte Agüero, L. Op. cit. (10). p. 212.16 Ibídem, p. 246.17 Ibídem, pp. 242-243.18 Chibás, Eduardo. Los gobiernos en Cuba (1933-1934). Grau San Martín. Bohemia (LaHabana):62-63; 5 jun. 1938.19 Ibídem.20 Delahoza, Enrique. Una entrevista a EddyChibás. Bohemia (La Habana):22; 28 mayo 1944.21 Conte Agüero, L. Op. cit. (11). p. 317.22 Chibás, Eduardo. Discurso. El Crisol (LaHabana) 30 de jun. 1945:1.23 _______. Discurso. El Crisol (La Habana) 18mayo 1947:1.

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24 Chibás, Eduardo. Discurso. El Crisol (LaHabana): 23 febr. 1947:1.25 Conte Agüero, L. Op. cit. (11). p. 485.26 _______. Sobre el suicidio de Supervielle.Bohemia (La Habana):44; 11 mayo 1947.27 Leonardo Fernández Sánchez escribió losEstatutos, el Programa Doctrinal y el de Gobiernodel Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxos).Testimonio de Conchita Fernández, secretariapersonal de Chibás, en su nueva casa en el edificiode apartamentos, piso 14, del López Serrano.28 Archivo de la autora.29 Ibídem.30 Ibídem.31 Chibás, Eduardo. Discurso. El Crisol (LaHabana) 5 en. 1948:1.32 Archivo de la autora.33 Chibás, Eduardo. Discurso. El Crisol (LaHabana) 7 jun. 1948:1.34 _______. Discurso. El Crisol (La Habana) 4oct. 1948:1.

35 _______. ¡Otro empréstito con el Chase!Bohemia (La Habana):60-61, 86; 10 abr. 1949.36 Conte Agüero, L. Op. cit. (11). p. 639.37 Martí, José. Obras completas. LaHabana:Centro de Estudios Martianos, t. 13, p.320. (Edición digital)38 Ibídem, “Más de las casas nuevas”. t. 5, p. 68.39 Chibás, Eduardo. Teoría y práctica de ungobierno ortodoxo. Bohemia (La Habana):68-69,90; 16 jul. 1950. 40 Eduardo Chibás. Discurso. El Crisol (LaHabana) 30 oct. 1950:1.41 _______. Sí, ¡Vale la pena ser honrado!Bohemia (La Habana):60; 15 dic. 1950.42 Fernández Sánchez, Leonardo. La ortodoxia:una estrategia de poder. Bohemia (LaHabana):12,14; 14 en. 1951.43 Fidel Castro. Movimiento 26 de Julio. Bohemia(La Habana) 1 abr. 1956.

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1907-2007.EduardoChibás: Origeny proyección

Juan Nuiry SánchezProfesor y presidente de la Cátedra José

Antonio Echeverría, de la Universidadde La Habana

Cuando miro por una de las venta-nas de la casa donde vivo, no es

posible dejar de observar el edificioLópez Serrano, un conocido “rascacie-los” que se destaca por su sugestivaconstrucción ubicada en la unión de lascalles L y 13, de la barriada habaneradel Vedado, durante la primera mitaddel siglo XX. En la parte superior de suestructura tiene una torre, donde resi-dió el destacado líder político EduardoChibás, por lo que ese inmueble está ín-timamente ligado a su recuerdo.

Al contemplar aquel lugar –que tan-tas veces me describió su recordadasecretaria, Conchita Fernández, en nues-tros encuentros dominicales– acuden ami memoria momentos importantes desu ejecutoria pública, porque desde muytemprano le admiré, pues para cualquierjoven de la época, con inquietudes pa-trióticas, su presencia llenaba el ámbitonacional. Aunque nunca fui ortodoxo, nipertenecí a ningún partido político, des-de temprana edad me llamó la atenciónsu conocida proyección y cada domin-go sintonizaba su hora radial.

Una vez coincidimos durante una fe-ria celebrada en el Parque José Martíde G y Malecón. Vestía un traje blan-co y usaba espejuelos con cristales muygruesos. Nunca olvidé esa imagen. Talvez estas circunstancias señaladas mesirvan para lograr una imparcialidad enmi juicio al escribir estas líneas, preci-samente en el centenario de su natalicioy a cincuenta y seis años de su desapa-rición física.

Entre las diversas facetas de su vida,no es posible dejar de reconocer su ac-tiva participación en la lucha estudiantil,etapa poco conocida y de gran signifi-cación en su trayectoria futura. ¡Esafue su raíz!

Eduardo Renato Chibás Ribas nacióen Santiago de Cuba, la capital de laantigua provincia de Oriente, de cara almar y junto a las estribaciones de lasaltas montañas de ese territorio. En elmismo lugar donde la poesía deHeredia se unió al coraje de Maceo ysu tierra guarda como un tesoro los res-tos gloriosos de Carlos Manuel deCéspedes, el Padre de la Patria, y deJosé Martí, el Apóstol de nuestra inde-pendencia. Hijo del ingeniero EduardoJusto Chibás y de Gloria RibasAgramonte, tuvo su origen vital en elseno de una familia de holgada posicióneconómica y estirpe mambisa. En suformación influyeron con fuerza las his-torias que conoció de primera mano porsu abuela materna, quien le referíaanécdotas de su tío-abuelo EduardoAgramonte, secretario de RelacionesExteriores de la República en Armas yde su primo, el valiente Ignacio, elBayardo, por lo que desde muy peque-ño se le oía decir a Eddy: “Yo quieroser un Agramonte”.

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En 1920 hizo el último año de la en-señanza primaria en el colegio Doloresde su natal Santiago de Cuba, y en elpróximo curso continuó sus estudios debachillerato en el capitalino Colegio deBelén, los que concluyó en el Institutode La Habana.

El 20 de mayo de 1925 había esca-lado la silla presidencial GerardoMachado Morales, quien muy prontopuso al descubierto sus desmedidas an-sias de poder. Disolvió la AsambleaUniversitaria, declaró ilegal a la Fede-ración Estudiantil Universitaria y el 14de octubre del mismo año, Mella fueexpulsado de la Universidad.

En 1925 Chibás ingresa en la Uni-versidad de La Habana por la matrículalibre, y al año siguiente se inscribe porla oficial en la Facultad de Derecho,donde admira la carismática personali-dad de Julio Antonio Mella, un joveninusitado de su tiempo, quien influyó fa-vorablemente en la trayectoria futuradel novel estudiante, pues sus escritosy discursos eran enardecedores. El 27de noviembre de ese año, Mella es de-tenido y acusado de colocar una bombaen el Teatro Payret, de La Habana y,como protesta, el 5 de diciembre co-menzó su histórica huelga de hambre,que se prolongó durante diecinueve díasy conmovió al país.

Como muestra de apoyo solidario, losestudiantes realizaron una enérgica pro-testa ante la estatua de José Martí, enel Parque Central. Entonces Chibás fuedetenido por primera vez y conducido ala Tercera Estación de Policía. Esa fuesu iniciación militante en la vida públicacubana. Tenía sólo dieciocho años.

Es oportuno señalar que en la prime-ra década del siglo XX, nacieron la

mayoría de los exponentes que en losaños posteriores imprimieron ideasreformadoras y sociales, como JulioAntonio Mella, Rubén Martínez Villena,Antonio Guiteras, Gabriel Barceló, Ra-fael Trejo, Pablo de la Torriente Brau,Raúl Roa y Eduardo Chibás, entreotros, todos protagonistas de obligadareferencia en nuestra historia.

La ambición de Gerardo Machado lollevó a proponer al Congreso una Leyde Reforma a la Constitución que per-mitiera la prórroga en el poder, la cualfue aprobada, con sólo ocho votos encontra, el 29 de marzo de 1927; a ellose sumó la modificación del CódigoElectoral.

Irreductible, la Colina universitariavibra. Al día siguiente de la aprobación,los estudiantes de todas las facultadesse dieron cita en el Patio de los Laure-les, a la voz de: “¡Todos al Laurel!”. Ahíse alzó la voz del estudiante EduardoChibás cuando expresó: “No podemossoportar más el gobierno de Machado.Frente a la actitud cobarde de ladirigencia profesoral universitaria que lonombra Profesor Honoris Causa, noso-tros, los estudiantes, tenemos queadoptar una postura viril, ahora, con másfuerza ante la Prórroga de Poderes”.

Inflamados los ánimos por la aren-ga, otros condiscípulos también usaronde la palabra. Ese día se acordó reali-zar una manifestación para llevar unadeclaración de protesta hasta la casadel maestro de juventudes, Enrique JoséVarona.

La necesidad de vertebrar la luchaimpulsó a los alumnos rebeldes a orga-nizarse y crear entonces el DirectorioEstudiantil Universitario del año 1927,contra la prórroga de poderes. Esto fue

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un verdadero combate que se convir-tió en un compromiso y logró un puestode honor en la historia de nuestro país.De inmediato se incorporaron a la lu-cha jóvenes de la talla moral de GabrielBarceló, Antonio Guiteras, AurelianoSánchez Arango, José Chelala Aguilera,Luis Lozano, Reinaldo Jordán y Eduar-do Chibás, quien redactó el primermanifiesto, el cual calzó con su firma.

Comenzó entonces una etapa difícilde abarcar en toda su amplitud. Losacontecimientos sitúan a los universita-rios a la vanguardia del movimientoreformista, que traspasa el ámbito aca-démico, con una firme conducta antelas necesarias reivindicaciones que de-manda el país, sus males seculares y lainjerencia extranjera.

Como resultado de esta posición,veintiún alumnos fueron expulsados dela Universidad el primero de diciembrede 1927, entre ellos Gabriel Barceló,José Chelala Aguilera, AurelianoSánchez Arango, José Elías Borges,Reinaldo Jordán, Pedro IglesiasBetancourt y Filiberto Ramírez Corría.Antonio Guiteras pudo eludir la sanción,pues recientemente se había graduadode doctor en Farmacia, y EduardoChibás, que fue expulsado por un pe-ríodo de cuatro años, manifestó: “Paramí, constituye un altísimo honor ser ex-pulsado por causa tan noble. Ahoramás que nunca seguiré combatiendo ladictatorial Prórroga de Poderes, defen-diendo la Universidad y a Cuba”.

Resulta interesante esta página de suvida, pues demuestra que desde tem-prana edad puso de relieve su altoconcepto del honor. Mientras estuvopreso en la tristemente célebre galeraNº 13, de la Cárcel de La Habana, lo

visitó su abogado, el doctor RicardoDolz, quien se prestó para una suciacomponenda y le ofreció la libertad acambio de su salida del país, directa-mente de la cárcel para el barco quelo conduciría. Su respuesta fue firme:“Rechazo enérgicamente esa ofertaofensiva para mi dignidad nacional. Sal-dré de todo esto cuando todos puedanhacerlo conmigo. No acepto Libertadcon condiciones. Estoy con mis com-pañeros en los ideales y estaré conellos en el sacrificio”.

Más tarde, cuando todos fueron pues-tos en libertad expresó irónicamente:“¡Qué lástima, yo que estaba aprendien-do a jugar ajedrez!”.

Forzosamente tuvo que abandonar elpaís en julio de 1929. Durante el exilioy en colaboración con EnriqueDelahoza, creó la Unión Cívica deExilados Cubanos, de la que fue secre-tario general y también el periódicoLibertad, su órgano oficial.

La muerte del estudiante de Dere-cho Rafael Trejo, el 30 de septiembrede 1930, atemorizó al régimen del dic-tador Gerardo Machado, quiendecretó la suspensión de las garantíasconstitucionales y luego declaró el es-tado de guerra en el país.

En diciembre de 1930 Chibás regre-só clandestinamente a Cuba. Entoncesse multiplicaron las demostraciones ycomenzó a circular Alma Máter, conclaras referencias a los desmanes pro-vocados por el tirano Machado.

Ante eso, la respuesta del dictadorfue terminante: “A mí no se me tumbacon papelitos”.

Poco después, en marzo de 1931, eljoven estudiante fue detenido en el lo-cal de la Federación de Torcedores

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mientras preparaba un nuevo númerode Alma Máter. El botín encontrado porlas fuerzas represivas estaba comple-to, pues se hallaron periódicos, revistas,proclamas y nada menos que a Eduar-do Chibás, quien era afanosamentebuscado. Esa vez fue conducido al Cas-tillo del Príncipe y contra él se radicóla causa 371 de 1931, por delito deconspiración para la sedición.

A los dos meses estaba libre de nue-vo y con fecha 7 de junio publicó unvalioso artículo titulado: “Los expulsa-dos del 27 y el movimiento estudiantil”.

Finalmente, el 12 de agosto de 1933,cayó la dictadura de Gerardo Machado.Tras burdas maniobras del pro cónsulnorteamericano, nombran presidente dela republica al doctor Carlos Manuel deCéspedes, hijo del prócer del 10 de oc-tubre de 1868. Este era su único mérito.Su gobierno solamente se mantuvo vein-tidós días, pues fue depuesto el 4 deseptiembre por una asonada militar, pre-parada por los sargentos, de la cual seapoderó un anodino taquígrafo nombra-do Fulgencio Batista.

Surge entonces la pentarquía que, ensu heterogénea composición, llevaba elgermen de su disolución. Sólo duró cua-tro días. Precisamente, Chibás indica alDirectorio Estudiantil que propongacomo presidente al miembro de lapentarquía, el profesor Ramón GrauSan Martín.

El doctor Grau San Martín tomó po-sesión del cargo el 10 de septiembre de1933 y el gobierno de los Estados Uni-dos nunca reconoció esa alianza, en laque se destaca la radical y valiente pro-yección revolucionaria de AntonioGuiteras. La reacción interna y las ma-niobras del mediador norteamericano

logran la renuncia de aquel gobiernoantimperialista.

Existe una página en la vida estudian-til de Eduardo Chibás que revela sufirme posición sobre el decoro y la éti-ca. En la novena sesión de la AsambleaDepuradora, constituida en tribunal el 9de junio de 1934, se pedía la expulsiónde numerosos profesores que estuvie-ron comprometidos con la dictadura deGerardo Machado. Cada caso se de-batía ampliamente ante la presencia deuna impresionante masa de jóvenesalumnos. Las actas de aquella memo-rable Asamblea de Estudiantes eranrecogidas por la fértil pluma de Pablode la Torriente Brau. Entre los docen-tes analizados estaba el doctor AntonioSánchez de Bustamante y Montoro,erudito profesor de la Facultad de De-recho con un consolidado prestigiointernacional, quien había echado portierra todos sus méritos intelectualespara convertirse en un dócil instrumentodel dictador. Se escucharon unas vocesa favor y otras en contra del afamadocatedrático para determinar si era, ono, merecedor de la expulsión.

En el acta tomada por Pablo, se re-coge su impresión sobre lo dicho por elestudiante Eddy Chibás cuando le co-rrespondió su turno: “Estuvo enérgicoy preciso y terminó diciendo que pedíala expulsión de Bustamante aun en elcaso de que se perdiera la Universidad,pues prefería la bancarrota técnica, ala moral”.

Con la caída del gobierno Grau-Guiteras se consolida el poder de lareacción, que tiene a Fulgencio Batistacomo a su verdadero hombre fuerte porla arraigada sumisión al imperialismo,que ya había demostrado. Comienza

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entonces una turbulenta etapa iniciadacon el llamado gobierno Caffery-Batis-ta-Mendieta. El sargento, ascendidorápidamente a coronel, es la figura ne-gativa, que estaba considerada como lamás representativa de aquel proceso,ubicado primero detrás de la silla pre-sidencial y luego como gobernante.

Con la misma intensidad que comba-tió a Gerardo Machado, Chibás enfrentóa Batista. Cuando estaba preso en elCastillo del Príncipe, conoció de la caí-da en combate de Antonio Guiteras, el8 de mayo de 1935 en El Morrillo, Ma-tanzas. Este fue un hecho de grantrascendencia, pues Guiteras era elprincipal obstáculo de Batista. Por enton-ces se fundó el Partido RevolucionarioCubano (Auténtico), a partir de los estu-diantes que lucharon contra Machado enlos años 1927 y 1930 y Eddy fue de losprimeros incorporados a las filas del“autenticismo”.

Chibás está considerado, dentro de suépoca, como un hombre radical y apa-sionado defensor de sus ideas. Polémico,por enfrentarse a intereses creados, y unvaliente orador, cuya prédica constituyóuna avanzada para aquel momento con-vulso del país. Fue combativo ante losmétodos, posiciones y alianzas del Par-tido Socialista Popular (PSP) y es unode los líderes que más duelos enfrentódurante su vida política. Era incansableen su faena diaria y como él mismo se-ñaló, no tuvo “más descanso que lascontinuas y forzadas prisiones” que leimpuso su azarosa trayectoria.

Esos antecedentes contribuyeron a laformación del futuro dirigente, que tuvouna ascendente carrera política. Fueelecto delegado a la Asamblea Consti-tuyente en las elecciones de 1939, con

una de las más altas votaciones dentrodel Partido Auténtico, que dio lugar ala Constitución de 1940, de innegableslogros progresistas. En las elecciones deese año, Chibás fue elegido por votacióncomo representante a la Cámara. Tam-bién, mediante la fuerza y el fraude,Fulgencio Batista fue “electo” presiden-te, para el período gubernamental1940-1944, momento en que cambió elcolor amarillo de su uniforme militar,por el blanco dril cien.

El doctor Ramón Grau San Martín,cuyo gobierno duró desde 1944 hasta1948, fue respaldado por la Alianza Au-téntico-Republicana y obtuvo el triunfopara ocupar la silla presidencial sobre elcandidato oficial Carlos Saladrigas, quecontaba con el apoyo de los Partidos Li-beral, Demócrata, ABC, y el SocialistaPopular. En estas elecciones EduardoChibás fue electo para ocupar un esca-ño como senador de la república.

Pero el Grau del año 1933, ya no erael mismo de 1944. Basta recordar queya Guiteras había caído en El Morrilloy no tardó en aparecer la descomposi-ción de aquel gobierno. En su primeraetapa, Chibás mantuvo esperanzas deuna rectificación, pero los erroresavanzaban y fueron defraudando lasaspiraciones de regeneración. En me-dio de aquel estado de cosas, surgióotro elemento preocupante, pues un airereeleccionista soplaba por el tercer pisodel Palacio Presidencial.

El 1º de marzo de 1947, hubo una re-unión del Grupo Ortodoxo del PartidoAuténtico en la casa del senador PelayoCuervo Navarro. Ante la lacerante cri-sis gubernamental del autenticismo,surgió la idea de una nueva organizacióny el 11 de mayo de ese año, Eduardo

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Chibás hizo declaraciones a la prensanacional, donde dio a conocer: “Ideasy procedimientos nuevos; nacionalismo,antimperialismo y socialismo, indepen-dencia económica, libertad política yjusticia social”. Luego vincula su pasa-do con su presente, cuando expresa:“Estas fueron las consignas de las pro-mociones revolucionarias del 23, del 27y del 30”. Es importante tener presen-te estas concepciones, pues, como fuenotorio, Chibás enfatizó en su conoci-do lema de “Vergüenza contra dinero”y la “Escoba como estandarte para ba-rrer la corrupción administrativaimperante”.

El 27 de mayo de 1947 se aprobó elnombre del Partido del Pueblo Cubano(Ortodoxos) y desde ese momento fueel paladín de una cruzada de oposición,sin descanso, contra los corruptos go-biernos de turno.

El doctor Carlos Prío Socarrás fueelecto presidente, el 1º de junio de 1948,frente al candidato Ricardo NúñezPortuondo. En esas elecciones se pre-senta Eduardo Chibás –por primeravez– como aspirante presidencial, tansólo con el respaldo del Partido Orto-doxo, recién creado, y amparado por ellema: “Con vergüenza pero sin dinero”.Sabía que no tenía posibilidades detriunfo, pero ganaba en experiencia yfundamentalmente se formaría a su ladouna heroica y aguerrida juventud.

Años después, Fidel Castro, refirién-dose al heroico acontecimiento del 26de julio de 1953 afirmó: “Nosotrosreclutamos y entrenamos, en menosde un año a 1 200 jóvenes. Eran casitodos de la Juventud Ortodoxa y logra-mos una gran disciplina y unidad decriterio”.

Es necesario tener en cuenta que enel gobierno de Prío, y bajo su protec-ción, Fulgencio Batista retornó a Cubael 20 de diciembre de 1948.

En contraposición, el propio presiden-te trató de silenciar la voz de Chibás ycreó un Decreto que pronto se cono-ció como “Decreto Mordaza”, con elfin de suspender la hora radial que estetenía cada domingo en la noche. Anteestos hechos el líder ortodoxo no se de-tuvo y la política de los NuevosRumbos, anunciada por Prío, se desva-neció dentro de sus propiascontradicciones. Por esa época, la pré-dica de Chibás es constante, contradiversos males imperantes como: elpeculado, los pandilleros, el nepotismoy también es intransigente con la explo-tación de nuestras riquezas por losmonopolios extranjeros.

Aquí llegamos a uno de los debatesmás dramáticos del proceso político cu-bano, cuando Eduardo Chibás acusó alministro de Educación, AurelianoSánchez Arango, de fomentar un repar-to residencial en Guatemala con eldinero del desayuno escolar.

Si bien nadie discute la honradez ylos principios que mantuvo el líder dela ortodoxia durante la polémica, mien-tras duró el proceso no pudo demostrarla acusación hecha contra Aureliano.Dentro de su propio partido, que teníauna composición heterogénea en su di-rección, había contradicciones, lo cualprovocó preocupaciones y algunos seopusieron cuando el senador lanzó laimputación, mientras que otros lo alen-taron en su propósito.

Años después, Fidel Castro se refi-rió a ese tema en su histórica entrevistatitulada Cien horas con Fidel, cuan-

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do señaló: “[…] al parecer alguna fuen-te en la que confiaba, [Chibás] lebrindó esa información”, y después elComandante en Jefe define a AurelianoSánchez Arango, como “[…] una per-sona con determinada cultura y en sutiempo de lucha contra Machado y Ba-tista, como estudiante y profesor, habíasido de izquierda”.

Todo el pueblo de Cuba estuvoatento al rumbo de la polémica. Nose hablaba de otro asunto. La ripostade Aureliano era directa, y solicitabaque se presentaran las posibles prue-bas de esos cargos. Chibás cayó en unestado depresivo. En ese episodio co-inciden factores tanto subjetivos comoobjetivos, propios de la época, y lo queconstituyó una polémica se convirtió enuna tragedia, con un desenlace fatal.

El 5 de agosto de 1951, al pronunciarsu alocución radial conocida como “Elúltimo aldabonazo” sintetizó la actualidadcubana de entonces cuando dijo:

La feliz conjunción de factores na-turales tan propicios a un grandestino, unido a la alta calidad denuestro pueblo, sólo espera la ges-tión honrada y capaz de un equipogobernante que esté a la altura desu misión histórica. Ese equipo nopuede ser el del gobierno actual, co-rrompido hasta la médula, aunquese disfrace de nuevos rumbos paraencubrir sus robos, contrabandos ydesvergüenza. Ni la falsa oposiciónde Batista, que alienta el regreso delos coroneles, del palmacristi, lagoma, y la ley de fuga. Ni tampo-co el grupo de despechados quesigue al ex presidente Grau. El úni-co equipo gobernante capaz desalvar a Cuba es el Partido del Pue-

blo Cubano (Ortodoxos), con su lí-nea antipactista de la independenciapolítica, que no admite transaccio-nes ni componendas. ¡Compañerosde la Ortodoxia, adelante! ¡Por laindependencia económica, la liber-tad política y la justicia social! ¡Abarrer a los ladrones del gobierno!¡Pueblo de Cuba, levántate y anda!¡Pueblo de Cuba, despierta! ¡Estees mi último aldabonazo!”.

Luego de esa patética alocución, enel propio local del estudio de radio,sacó del cinto una pistola Star, apuntóhacia él y disparó. El día 16 falleció ysu cadáver se expuso en el Aula Mag-na de la Universidad de La Habana. Elentierro fue impresionante, pues una in-mensa multitud cubrió la calle 23 hastala Necrópolis de Colón. Al morir, le fal-taban diez días para cumplir cuarentay cuatro años.

De la muerte de Eduardo Chibás sederiva toda una serie de circunstanciasy tiene además un factor desenca-denante en nuestra historia, pues comoseñala Fidel en la obra antes señalada:“Si Chibás no hubiera muerto, no haygolpe de Estado. Medió un factor sub-jetivo en los acontecimientos”.

En estas líneas he tratado de reco-ger rasgos que conforman supersonalidad desde su origen, confacetas destacadas de su vida apasio-nada y a veces polémica, pero siemprehonrada, formadora y precursora ennuestra historia. Para concluir estasideas sobre lo que significó, como líderestudiantil, hasta su desenvolvimientopolítico posterior, vale señalar lo expre-sado por Fidel, días después del triunfode la Revolución, en enero de 1959,cuando junto el panteón que guarda

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sus restos y el recuerdo emocionado deladalid de la ortodoxia, manifestó:

La historia de la Revolución, la his-toria del 26 de julio, estaíntimamente ligada a la historia deesta tumba. Porque debo decir aquíque sin la prédica de EduardoChibás, sin lo que hizo EduardoChibás, sin el civismo y la rebeldíaque despertó en la juventud cuba-na, el 26 de julio no hubiera sidoposible. El 26 de julio fue, pues lacontinuación de la obra de Chibás,el cultivo de la semilla que él sem-bró en nuestro pueblo. EduardoChibás no nos había abandonado.Eduardo Chibás estaba con el pue-blo. Su obra estaba latente en elcorazón del pueblo y sobre esa basese edificó la revolución triunfante.

Y finalmente destacó Fidel: “¡Eduar-do Chibás, tu último aldabonazo haresonado por fin!”.

Bibliografía consultada

ALAVEZ, ELENA. Eduardo Chibás en lahora de la Ortodoxia. La Habana:Editorial de Ciencias Sociales, 1994.

RAMONET, IGNACIO. Cien horas conFidel. La Habana: Consejo de Esta-do, 2006.

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Archivo de la periodista Matilde Salas.

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Del legadode Chibás*

Faustino PérezIntelectual e investigador

En justa afirmación histórica, el com-pañero Fidel Castro proclamó du-

rante la conmemoración del centenariode La Demajagua, que “en Cuba sóloha habido una Revolución”, la iniciadapor Carlos Manuel de Céspedes el 10de octubre de 1868 y que nuestro pue-blo lleva adelante en la actualidad.

Consecuentes con esa concepciónestratégica de nuestras luchas centena-rias, el gran movimiento encabezado porEduardo Chibás, que sensibilizó a lamayoría de los cubanos a combatir con-tra las inmoralidades y vicios de lapolitiquería de la seudorrepública, se ins-cribe con toda justicia en ese único granproceso de nuestra historia. No debe-mos olvidar que aquellas masaspopulares de la ortodoxia chibasistafueron cantera principal para la orga-nización de las nuevas fuerzasrevolucionarias llamadas a dar la bata-lla final bajo la guía de Fidel, por laliberación definitiva de nuestro pueblo.

Este acto a la memoria de EddyChibás transcurre en momentos difícilespara la Revolución que ha llevado ade-lante su ideario cívico de combate. Hoy,a cuarenta años de su muerte, la vidade Chibás continúa siendo fuente deinspiración en la lucha por una patria

mejor. Su tenacidad y la fe en el pue-blo son dos características de supersonalidad que le acompañaronsiempre. La circunstancia de su muer-te prueba, lo que aquí afirmamos consu llamado del último aldabonazo:

Cuba necesita despertar. [...].Cuba tiene reservado en la historiaun grandioso destino [...] sólo espe-ra la gestión honrada y capaz de unequipo gobernante que esté a la al-tura de su misión histórica.

Antes, en vida de Chibás, como aho-ra con la Revolución en el poder, elprincipal enemigo del pueblo cubanomovía sus poderosos recursos para im-pedirle salir adelante.

Nuestro país no escapó a la políticatrazada por Washington para todosaquellas estados o personas que pudie-ran afectar intereses de los EstadosUnidos.

En la Cuba de postguerra, el accio-nar político de Chibás conducía alenfrentamiento con el imperialismonorteamericano. Combatir la corrup-ción política y administrativa ypronunciarse por el rescate de nues-tra soberanía y de las riquezas del país,concitaba la animosidad de los Esta-dos Unidos.

Tan fortalecido en su dominio políticoy económico emergieron los EstadosUnidos de la Segunda Guerra Mundialque propugnaban la negación de la per-sonalidad nacional de los estados comoelemento de reblandecimiento ideológicoque les llevaba a afirmar que se vivía“el siglo americano”. Durante esosaños, en ese país se inició un proceso

* Palabras pronunciadas en el 40º aniversario de la muerte de Eduardo Chibás.

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de reorganización de las empresastransnacionales, de concentración decapitales que les llevó a priorizar la ne-cesidad de extender las inversionespara dar salida a la acumulación de di-neros ociosos atesorados en los bancosestadounidenses. Los grandes monopo-lios crecían y se reorganizaban, y suvoracidad reclamaba mayores tasas deganancias. Simultáneamente exigían ga-rantías para sus inversiones y creíanhallarlas en las fuerzas armadas y enlos jefes militares más allegados y so-metidos.

Como una mercancía más se exportóa América Latina la política norteame-ricana de “guerra fría”, que derribógobiernos e implantó tiranías militares yfortaleció las ya existentes de AnastasioSomoza en Nicaragua, Tiburcio Caríasen Honduras, y Rafael Leónidas Trujilloen Santo Domingo. Washington no per-mitía ni siquiera el surgimiento degobiernos de corte nacionalista en laAmérica Latina de los años posterioresa la Segunda Guerra Mundial.

Este es el teatro regional donde al-canza su máxima popularidad elquehacer cívico político de EduardoChibás. Para algunos era estridente ypolémico en demasía, pero la mayoríaveía en él al único capaz de convertiren realidad su consigna de “Vergüenzacontra dinero” y de usar la escoba“para barrer todos los males del país”.

Para los analistas yanquis, Chibás ysu movimiento ortodoxo les resultabanimpredecibles y contradictorios. Sinembargo, en Washington intuían quecombatir el peculado, la corrupción ya los funcionarios venales en Cuba, erauna señal de peligro para sus intere-ses en la isla.

Rechazar los pactos políticos conquienes tuvieran sus manos manchadasde sangre y dinero mal habido, consti-tuía una seria amenaza al controlnorteamericano, acostumbrado a utilizara unos y otros de los políticos cubanosen beneficio de Washington y WallStreet. No gustaba al imperialismo quequien, aunque a veces llegó a discre-par y a polemizar con los comunistas,enarbolara sin embargo parecidas pro-yecciones o coincidían incluso, enocasiones, en el apoyo a los mismoscandidatos. Le molestaba al imperio lasincursiones de Chibás por países deSuramérica como Argentina y Brasil, ysu amistad con el legendario comunis-ta Luis Carlos Prestes.

Pero aún tendrían en los EstadosUnidos, en su temor a Chibás, muchode qué hablar cuando en 1950 viajó aNueva York y en la cuna de Wall Streetaseguró durante una conferencia deprensa que si su partido ortodoxo ga-naba la presidencia del país, seríannacionalizadas empresas norteamerica-nas tales como las compañías deteléfonos, electricidad, ferrocarriles yotros servicios públicos.

De esta manera, se ratificaba lo sos-tenido en el programa del Partido delPueblo Cubano (Ortodoxos) acerca dela necesidad de nacionalizar el transpor-te y otros servicios a la población enmanos extranjeras. La propia tesis ela-borada en 1948 por la JuventudOrtodoxa, con la anuencia de Chibás,identificaba a los gobiernos del primerperíodo republicano en Cuba como“cómplices del imperialismo norteame-ricano”.

El odio imperialista se concitó aúnmás contra Chibás en la misma medida

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en que sus campañas de repudio a lasempresas extranjeras subían de tono.Durante una encendida polémica con-tra la filial en Cuba de la Electric Bondand Share, la compañía cubana deElectricidad, Chibás fue condenado aseis meses de cárcel, pero la moviliza-ción popular logró casi inmediatamentesu excarcelación.

Evidentemente, a Chibás no le asus-taba lo que pudieran pensar de él en losEstados Unidos. A los pocos días defundarse la ortodoxia en un discursoradiado a todo el país por su hora doc-trinal, el 18 de julio de 1947, Chibás serefirió a cómo ingresaban a la ortodo-xia algunos elementos:

[...] estos millonarios del Partido delPueblo Cubano, grandes terrate-nientes y abogados de poderosascompañías y trusts, parece que nofueron sinceros al ingresar en la or-todoxia, sino que vinieron a ella enbusca de senadurías.Cuando se dieron cuenta de que yosí soy sincero, de que no soy un de-magogo, sino de que pretendocumplir seriamente las basesprogramáticas fundamentales quedieron origen al movimiento ortodoxoy llevar adelante, sin contemplacio-nes con los latifundistas, nuestroprograma de reforma agraria en be-neficio de los campesinos y acabarde veras con la corrupción adminis-trativa, la bolsa negra, el trust de lacarne y los demás monopolios, sehan espantado ante la posibilidad deque yo llegara a ser presidente [...].

En el temor a Chibás coincidían losimperialistas con los batistianos y lospeores elementos del gobierno de Car-los Prío Socarrás. Los capitalistas

expresaban su aprehensión haciendoemigrar sus dineros. En 1951 se cono-ció que “algunos cubanos” estánhaciendo inversiones en Nueva York ysacando su dinero de Cuba porque “letienen menos miedo a la bomba atómi-ca que al triunfo de Chibás en 1952”.

Está claro que el análisis de una per-sonalidad no puede hacerse sin tomaren cuenta la posición que asume antelos acontecimientos históricos de la épo-ca en que transcurre su incursiónpolítica protagónica.

Así, en los años que siguen al fin delconflicto mundial, levanta su voz en apo-yo y reclamo de lucha en favor deldiferencial azucarero y la cláusula degarantía que tanto disgustó a los Esta-dos Unidos. Y cuando el TribunalSupremo declaró inconstitucional elDecreto Gubernamental afirmó que enCuba se produciría “[…] una revolu-ción, pues el pueblo estaba dispuesto adesconocer el fallo para lograr la inde-pendencia económica de nuestro país”.

La vida de Chibás transcurrió enese caminar revolucionario que lo ubi-có en todo momento al lado de lo queconsideró justo y más progresista. Te-nía dieciocho años cuando comenzó susestudios de Derecho en la Universidadde La Habana en 1926. A poco (1927)integró el primer Directorio Estudiantilcontra la Prórroga de Poderes, profun-damente permeado de las ideas de JulioAntonio Mella, a quien conoce en elalto centro docente. Detenido en variasoportunidades, fue expulsado de la Uni-versidad y se vio obligado a exiliarse.En Nueva York fundó la Unión Cívicade Exilados Cubanos que editó el pe-riódico Libertad. El 27 de diciembrede 1932 desembarcó por Punta Guano,

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cerca de Matanzas, con varios compa-ñeros, armas y parque, pero lapersecución a la cual fue sometido porMachado lo obligó a exiliarse nuevamen-te, luego de varias semanas en Cuba. Ala caída de la tiranía machadista jugó unpapel importante en la designación devarios funcionarios del gobierno quesucedió a Carlos M. de CéspedesQuesada, y que tuvo a Antonio Guiterascomo su máximo exponente revolucio-nario. El asesinato del estudiante MarioCadenas lo distanció de Ramón GrauSan Martín, a quien conminó a que re-nunciara a la presidencia desde unaemisora, dando inicio así a la comuni-cación radial con eficacia demoledora,cuando aún este medio masivo dabasus primeros pasos en Cuba.

Durante los once años que medianentre 1934 y 1944 no descansó en sulucha contra la bota militar batistiana,los personajes de la vieja política y laembajada de los Estados Unidos. Denuevo es condenado a seis meses deprisión. Aceptó la sanción del Tribunalde Urgencia declarando que luchaba“[…] por expulsar del poder a los quenuevamente implantaban los métodosmachistas”.

Fundó Izquierda Revolucionaria paraenfrentar a Batista luego del asesinatode Guiteras. En 1937 se integró al par-tido auténtico. Es de los pocos queavizoró la demagogia del Plan Trienalde Batista cuando muchos lo aplaudie-ron, y razonó que si el Diario de laMarina apoyaba dicho plan, este eracontrario a las conveniencias del pue-blo, porque el periódico representabalos peores y más retardatarios intere-ses del país. En 1939 fue electodelegado a la Asamblea Constituyente.

Entre 1940 y 1944 combatió a Batista,ahora trocado en presidente civil, por-que sabía que la mentalidad militaristabatistiana no podía abandonar sus vie-jos moldes fascistoides y de entrega ysumisión total a los Estados Unidos.

Al ocupar Grau la presidencia en1944 volvió por sus fueros de indepen-dencia de criterios y le apoyó. Fue sumáximo vocero en defensa de todas lasmedidas que tendieran al rescate denuestra soberanía, de sus riquezas y enpro de las reivindicaciones sociales quecon tanta urgencia reclamaba Cuba.Además se manifestó por la política detrueques comerciales que eliminó al in-termediario yanqui; estuvo por ladevolución de las bases militares queusaron los Estados Unidos en territoriocubano durante la Segunda GuerraMundial; apoyó la cláusula de garantíasy el diferencial azucarero. Asimismo,incitó a Grau a la destitución de los mi-litares que permanecían en el Ejércitoque había dejado Batista; aplaudió losresultados de la Conferencia de la Or-ganización Internacional de Comercioefectuada en La Habana entre noviem-bre de 1947 y abril de 1948 por sumarcado acento tercermundista quecondujo a que los Estados Unidos ja-más firmaran su acta final, con lo cualsus acuerdos beneficiosos para los paí-ses pobres nunca pudieron hacerseefectivos.

Ya antes, como miembro de la dele-gación de Cuba a la Conferencia deChapultepec, entre febrero y marzo de1945, la revista norteamericanaNewsweek calificó al grupo de cubanoscomo “un racimo de hombres salvajes”,precisamente donde la actividad patrió-tica, independiente, de Chibás se había

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hecho sentir para impedir que Cubafuera a la zaga de la política exteriornorteamericana.

Cuando Grau San Martín tuerce sucamino envanecido por el triunfo elec-toral de 1946 que le dio amplia mayoríaen el Congreso y por las presionesyanquis de “la guerra fría”, fundó en1947 el Partido del Pueblo Cubano(Ortodoxos) para “[…] rescatar el pro-grama y la doctrina de la RevoluciónCubana: nacionalismo, socialismo yantimperialismo”.

La nueva organización política“[…] capitaliza enseguida una gran par-te del descontento nacional y arrastraconsiderables masas de jóvenes y sec-tores del pueblo”. En una entrevista aBlas Roca, en mayo de 1948, el lídercomunista cubano dijo que la populari-dad de Chibás tenía su base en dosrazones fundamentales muy sentidasdel pueblo: “[…] su ataque invariablecontra la inmoralidad administrativa y surepulsa no menos constante del crimenpolítico”. Y además expresa: “Chibáses, en definitiva, el heredero de la mís-tica que el pueblo forjó en torno a Grauy seguirá creciendo políticamente”.

El regreso de Batista desde su có-modo turismo en los Estados Unidos ennoviembre de 1948, lo puso en guardia.Creyó que sólo respondía a conciliábu-los con el presidente y que el retornodel ex general a Cuba no sería“oposicionismo”, sino “cooperativismo”.

Chibás no pudo descifrar a tiempo laterrible conspiración que se urdía entrelos sectores oligárquicos del país, el im-perialismo yanqui y las ambicionespersonales batistianas.

En 1950 resultó electo senador me-diante una impresionante votaciónpopular y poco más de un año después,conturbado, creyó hallar en la muertela mejor forma de llevar a su pueblo alcombate definitivo por su liberación.Así protagonizó lo que él mismo deno-minó como su último aldabonazo,produciendo con su dramática determi-nación una conmoción nacional sinprecedentes.

Del legado de Chibás expresó Fidelen 1959:

La Historia de la Revolución, la his-toria del 26 de Julio, estáíntimamente ligada a la historia deesta tumba. Porque debo decir quesin la prédica de Eduardo Chibás,sin lo que hizo Eduardo Chibás, sinel civismo y la rebeldía que desper-tó en la juventud cubana el 26 dejulio no hubiera sido posible.El 26 de julio fue, pues, la continua-ción de la de obra de Chibás, elcultivo de la semilla que él sembróen nuestro pueblo. Eduardo Chibásno nos había abandonado, EduardoChibás estaba con el pueblo. Suobra estaba latente en el corazóndel pueblo y sobre esta base se edi-ficó la revolución triunfante.

Hoy, cuando su reclamo de libertadpolítica, independencia económica y jus-ticia social han sido ampliamentecumplimentados por la Revolución, po-demos reafirmar ante su tumba nuestraconsigna de combate y victoria: “¡So-cialismo o Muerte, Patria o Muerte,Venceremos!”.

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Recordara Chibás

Natalia E. RevueltaClews

Filóloga

Sería un minuto antes o un minutodespués de las ocho y treinta de la

noche del 5 de agosto de 1951. En casaterminábamos de comer mientras oía-mos, como casi todos los domingos, elfinal de la hora doctrinal –o tribuna do-minical, como también se le llamaba–del senador por La Habana EduardoRené Chibás Ribas, Eddy Chibás paratodos, conocidos o no, candidato a lapresidencia de la república y fundadorcon Millo Ochoa cuatro años antes delPartido del Pueblo Cubano (Orto-doxos). Había concluido este domingosu programa por la CMQ insistiendo enel antipactismo del PPC (O), procla-mando una vez más la independenciapolítica. Ocho años cumplía ya su hora,iniciada en 1943 en esa emisora situa-da entonces en Monte y Prado, desdedonde polemizaba, denunciaba las la-cras que corroían la vida políticacubana, y establecía cátedra de moralcívica.

Nos levantamos de la mesa y sinto-nizamos música.

Nada nos hacía suponer el drama quese desarrollaba en ese preciso instanteen el estudio en el cual había tenido lu-gar la transmisión, hasta que sonó elteléfono. Llamaba mi tío Enrique:

–Chibás se nos muere.

–Pero, ¿cómo?...–Tiene un balazo en el vientre.Rodríguez Díaz, su cirujano, no estálocalizable, Pelayo me pidió que losllamara para saber si pueden llevar-lo para el Centro Médico, que estámás cerca… y si tienen condicio-nes para una operación muy grave.

Yo le había hecho una seña a mi es-poso, cardiólogo y vocal de la clínica.Le pasé el teléfono. Le garantizó a En-rique que había condiciones y que élsaldría para allá de inmediato a fin demovilizar al personal de urgencia, yademás trataría de localizar a los doc-tores Rodríguez Díaz y José Bisbé,clínico de Eddy, y avisarle al doctorSanguily, cirujano y director del Centro.También –supe después–, se persona-ron sin demora el doctor Pedro IglesiasBetancourt, su médico de cabecera,cirujano y patólogo vecino de Eddy, yel doctor José Chelala Aguilera, suopositor en días estudiantiles y ahora fi-gura relevante del PPC (O). El cuerpollegaría al Centro Médico Quirúrgico enun automóvil, hacia el cual lo había car-gado Gabriel Palau, operador desonido en la CMQ. Llegó apenasconsciente, y enseguida lo colocaronen una camilla y lo subieron al salónde operaciones.

Demoré un rato en la casa tomandoprecauciones para una ausencia de quiénsabía cuántas horas. Como una autóma-ta pedí un carro de alquiler y prontoestaba en camino hacia el Centro.

*****Esparcida como pólvora la noticia,

comenzaba a reunirse pueblo en los jar-dines del edificio en las calles 29 y D,en el Vedado, y por toda esa extensazona residencial y de hospitales.

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Subí al tercer piso donde Raúl, elhermano de Chibás, mantenía silencio-so una espera angustiosa.

Durante once días sería inconteniblea todas horas la presencia de cubanos,de exiliados de nuestra y de otras lati-tudes, de personas de todas las esferasy estratos sociales, y de quienes no sealejaron de Chibás en momentos de de-finiciones. Imposible enumerarlos.Algunos recuerdo de esa noche, sin or-den ni concierto: Roberto Agramonte;Manuel Bisbé y Pelayo Cuervo, que enocasiones anteriores tuvieron discre-pancias con Chibás, como también lastuvo Millo, no lo abandonaron; PepínSánchez, su archivero y merecedor detoda confianza; Rufino González siem-pre a su vera; su chofer AlejandroArmenteros; Guido García Inclán; BetoSaumell; José Pardo Llada; LuisOrlando Rodríguez, Fidel Castro;Miguelito Quevedo, el director de la re-vista Bohemia y Enriquito de la Osa,creador de su sección “En Cuba”; laleal Pastorita Núñez; Max Lesnik de laJuventud Ortodoxa; un sacerdote;Conte; Aramís Taboada; Yuyo del Va-lle y, si la memoria no me falla, estabantambién su íntegro abogado y amigo, elprofesor Francisco Carone Dede yLeonardo Fernández Sánchez… Otrosfueron llegando, personalidades, dirigen-tes de la Ortodoxia –sus correligionarios,como se decía entonces– y de otros par-tidos incluyendo el suyo anterior, elAuténtico. Amigos, en fin. Tampocofaltaron enemigos.

Mientras, en la calle y hasta la ma-drugada del 16 de agosto, que marcóel final, iba congregándose una muche-dumbre que mantuvo en todo instantevigilias de silencios y murmullos, tanto

mística como política, pero sobre todosolidariamente humana, noche tras no-che con velas encendidas, día tras díacon estampitas, rosarios, ángeles de laguarda y también flores, siempre allí,arrodillada o de pie, solemne. Hastaprocesiones hubo a lo largo y ancho delpaís. El valiente portavoz y abogadodel pueblo no debía morir.

Dentro de la clínica se hablaba envoz baja. Perdí la capacidad de comu-nicación. Cuando llegué, conversébrevemente con Conchita Fernández,eficiente secretaria de Chibás, y con suesposo Alfredo Alberú. No recuerdohaber hablado con alguien más. Oía ytrataba de avivar la memoria.

En numerosas circunstancias lo ha-bía visto, por supuesto, en los mítines adonde acudíamos, pero igualmente porcoincidencias, con amigos que teníamosen común o porque frecuentábamos losmismos lugares.

En casa éramos ortodoxos tanto enla esperanza como en la convicción, sinideología determinada, respecto a la ur-gencia de cambios en la vida política,ajustes en las estructuras económicasy sociales que transformaran aquel pre-sente y los destinos de Cuba.

Para nosotros, los de centro-izquier-da de la época, el partido derecuperación nacional que fundó Chibásen su pujante movimiento cívico-político,tenía proyección reformista, nacionalis-ta y de postura antimperialista. Éramoslos “intermedios”, como nos denomina-ra Mañach. En un ensayo, FranciscoLópez Segrera definiría la ideología deChibás como industrialista-desarrollista-nacionalista.

En los mítines nos situábamos de pieen la periferia para observar mejor.

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Hoy recuerdo aquellos tiempos cuandotodavía busco espacio en las filas deatrás. Lo cierto es que no conocíamosde trato a los dirigentes ortodoxos, ex-cepto a Pelayo, quien era como decasa. Algo que nos agradaba de ellos–y esto siempre vive en mi memoria–era el hecho de que con alguna frecuen-cia asistían a los actos en compañía desus familiares más cercanos: esposas oesposos, e hijos todavía adolescentes.Siendo muy combativo y argumentadoel tono que imperaba en los mítines,aquel hecho creaba un amable sentidode pertenencia; como una gran familiaortodoxa.

*****Pero…, ¿dónde conocí a Chibás?Seguramente el encuentro fue cual-

quier tarde o noche en El Carmelo deCalzada en el Vedado, después de al-guna función en el teatro Auditorium, oen el vestíbulo durante un entreacto.

Amaba la música. Como sedante,decía, escuchaba y recomendaba la deBach. Y otros clásicos…, pero su gus-to musical era ecléctico.

Aunque desde sus días de estudiante–desde niño, según fuimos sabiendo através del tiempo, porque a mí particu-larmente me interesaba conocer supersonalidad, sus entretelas, ya que tantaconfianza poníamos en él– Chibás eralector asiduo de obras clásicas y contem-poráneas, de temas variados, incluido elgénero policiaco, pero sobre todo leíaHistoria de Cuba y a José Martí. Poseíacultura histórica, económica, social y li-teraria, lo que mucho contribuyó aldesempeño de su quehacer. Para él erauna necesidad el proceso de aprender,saber y meditar sobre lo aprendido ensus breves ratos de solitud.

Nació el 26 de agosto de 1907 enSantiago de Cuba, hijo de familia adine-rada de ancestro francés por el padre yde estirpe mambisa camagüe-yana porla madre, de la rama de los Agramonte.Fue una familia que los amó, a él y a suhermano varios años menor, y se ocupócon esmero de su instrucción y educa-ción. Creció sociable. Disfrutaba lasbuenas compañías, la de sus amigos y¡cómo no!, galante, la de una mujer: al-guna de su generación que tuvierapersonalidad atrayente, así como en susmaneras y su saber. Conocí a tres ami-gas suyas, Loló de la Torriente, EnaSenior y Olga Seiglie. Las tres sin dudaposeían esas cualidades.

A mediados de los cuarenta, nuestroChibás realizó un recorrido extenso porpaíses del Cono Sur. Trajo nuevos con-ceptos y experiencias. Entre ellos,expresó lo siguiente concerniente a lamujer: “Aprecio el refinamiento exqui-sito de la limeña, la elegancia y el garbovoluptuoso de la chilena, la forma es-pléndida de la argentina y la graciasensual de la zamba y la carioca; peroprefiero, con todo, el encanto incompa-rable de la cubana”.

Desde tiempos de la lucha contra latiranía machadista y desde IzquierdaRevolucionaria, que enfrentara aFulgencio Batista, Eddy conocía a unaestudiante de la Escuela Normal paraMaestros, reconocida por su valentía yoratoria combativa: Aida Pelayo. Coin-cidieron con frecuencia en aquella justacontra la represión y el peculado. Undía él le ofreció un acta senatorial; so-bre ello Aida contaba la picardía conque él la embullaba, y su respuesta:“¡Imagínate lo que sería eso si tú y yoestuviéramos en el Senado juntos, aren-

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gando y combatiendo la desvergüen-za!”. Ella no aceptó, pero jamás cedióen la lucha. Y mucho le dolió el finalde Eddy. Aida Pelayo fue una formida-ble oradora de barricada y poseedorade un carácter constructivo que dio fru-tos. No hay lugar a duda de que ella yChibás hubieran formado un frenteefectivo en la Cámara Alta.

*****Al líder ortodoxo le gustaba depar-

tir con los amigos. Casi nunca andabasolo. Les jugaba bromas sin conse-cuencias pero, imaginativo como era,a veces llegaban a ser pesadas. En laintimidad con sus amistades podía sor-prender con alguna excentricidad queles causaba sorpresa si no risa. JustoNicola Romero, antiguo compañero delsenador, contaba que “[…] allá por losaños treinta, estando Chibás preso enel Castillo del Príncipe, se le localiza-ba generalmente en la biblioteca delpenal, donde pasaba horas y horas le-yendo. Comenzaba a leer muyurbanamente, paulatinamente cambia-ba de posición y terminaba acostadoen el suelo”.

Le complacía pasar un fin de sema-na apacible en alguna finca y montar acaballo; a menudo el esparcimiento eraen la Buenavista, de MiguelitoQuevedo, quien le tenía gran aprecio,que él reciprocaba. Asimismo disfruta-ba como un muchacho conducir sucuña convertible a gran velocidad…cuando no estaba a su lado su fiel cho-fer Alejandro. Y este, para mayordisponibilidad, vivía en un apartamentoen el piso diez del edificio López Se-rrano, del cual Chibás ocupaba la torre.

El carro descapotable le servía al líderortodoxo para mantener comunicación

con personas en la calle, en esa bús-queda incesante que era su vida. Noera raro que se detuviera allí donde veíaalgún grupo y entablara conversación ohiciera algunas preguntas, a modo desondeo personal. Decía que la verdadestaba en la calle y que la calle era suelemento.

Era provocador. Un adepto de GrauSan Martín protestaba porque “[…]cada vez que Chibás pasaba frente ala residencia del ex presidente, saca-ba la cabeza del auto y gritaba¡Ladrones!”.

De Chibás existen muchas anécdotas.Entretenido, evidentemente lo era.

Dependía de si las preocupaciones lo lle-vaban a concentrarse hasta tal punto.

Existe un hecho simpático que narraConte, sobre un día al retirarse el se-nador de una de las frecuentes sesionesparlamentarias suspendidas por falta dequorum:

Al salir del Senado se introducesin demoras en el automóvilparqueado cerca de la puerta deIndustria. En el asiento delantero,junto al chofer, se halla un capitánayudante. Sorprendido, el choferinquiere:–¿Hacía dónde vamos?–Al López Serrano.Al llegar se baja, introduce la manoen el bolsillo y pregunta:–¿Cuánto es?–Senador, esta máquina tiene cha-pa oficial. Es el número 4, quecorresponde al Primer Ministro.–¡Ah! ¡Caramba! ¿Es de Lancís?Bueno, muchas gracias y dale re-cuerdos a Félix.

(Pues parece estarlo viendo y oyen-do…).

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*****Era hombre de estatura y peso más

bien medianos, fornido, vital, ágil decuerpo y mente. En realidad, no eraagraciado. Su magnetismo era otro:una fuerte personalidad que pronto sehacía notar. De frente ancha, pelo finoy ralo, el óvalo de su cara le brindabaun aire ingenuo a quien en realidad eramuy ardiente y de temperamento ner-vioso. Siendo de sonrisa fácil, suslabios delgados y su mentón, que pro-yectaba, evidenciaban lo que tenía devoluntarioso. De sí mismo decía quetenía “cara de tú”.

Un domingo de 1949, polemizando conel primer ministro Manuel Antonio de Va-rona (Tony) desde la hora doctrinal, hacebreve referencia a características propias.Cito: “El mejor síntoma de mi fortalezaes que, a través de tantas amarguras,nunca perdí mi sonrisa. Mis más íntimosamigos lo saben. Jamás he sido undespechado bilioso. Reír ha sido y es has-ta hoy, mi placer favorito. Alguna vezlloré, cuando perdí a mis padres y cuan-do perdí, por servir a Cuba, mi casa dela calle 17, por muchos años Templo dela Revolución cubana”.

El inevitable oleaje de la memoriatrae a la mente, como si fuera familiar,su presencia pulcra. Fumaba puros ycigarrillos, y estos a veces con boquillaporque evitaba manchas en los dientes.Solía vestir de saco y corbata, con cha-leco en los días fríos, al uso por lasfiguras públicas así como por la bur-guesía de su época; o bien llevabaguayabera, siempre blanca, la clásicade lino con cuatro bolsillos y alforzas fi-nas, larga hasta más abajo de la cadera,mangas largas con puño –que se usa-ban ocasionalmente con yugos–, y el

cuello siempre almidonado, listo parala corbata de “pajarita”, que no re-cuerdo haberle visto, como tampocousar sombrero, que hubiera sido el ai-roso jipijapa. El atuendo de rigor secompletaba con un pantalón de drilblanco y zapatos negros.

Esa es la imagen que me quedó másfija dado que era una figura siempre enmovimiento en la prensa y en los noti-cieros de cine.

Recuerdo su voz. Arrastraba ligera-mente la erre. Tenía un timbre sintonalidades graves, más bien agudo. Yestridente cuando se enardecía, lo cualocurría con frecuencia en sus debates,polemista como era. Su amigo el doc-tor José Chelala la clasificó como “deltipo tonal metafónico-gutural”.

Sus ojos eran muy claros –¿grises,azules?–, luminosos y de miradainquisitiva, pero disminuidos por el usode espejuelos con cristales gruesosmontados al aire, forzados por una mio-pía herencia de don Justo, su padre.

Emotivo, incisivo, irónico, en algunaocasión podía adueñarse de un vocabu-lario “carretonero”, sin embargo en sutrato social y cotidiano era formal, cor-dial y ameno. En dos palabras: bieneducado. De igual modo, este sercarismático poseía buen sentido del hu-mor, que salpimentaba con suconocimiento de refranes, proverbios,fábulas, anécdotas y citas históricas yliterarias, aunque a estas no acudía confrecuencia. Su estilo era fundamental-mente directo, rara vez alegórico ometafórico.

En su vida política, lo saben quieneshoy lo estudian o lo recuerdan, fue im-petuoso, fue cáustico, fue intransigentetanto en el campo de la polémica pú-

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blica como desde su curul de tribuno,en eso de llamar las cosas por su nom-bre: al ladrón, ladrón; al estafador,estafador; así al asesino, al pistolero, aloportunista, al tramposo. Para estos, eraun flagelo; para quienes lo oíamos delotro lado, acaso intuíamos que existía unlímite: tenía un estilo. Cuando alguno deellos saltó, él presentó el pecho dispuestoa batirse, con sable o pistola, “en el cam-po del honor”. No fueron pocas las lidesde donde salió “tocado o vencedor”. Enjulio de 1947 se batió a sable con Car-los Prío; hubo toques leves por ambaspartes, pero un corte en un codo deChibás suspendió el duelo.

Conte, quien lo trató largos años yhasta el final, escribiría sobre él: “Eshombre de carácter violento, en ocasio-nes tempestuoso y capaz de rebasartodos los límites de la prudencia, peroha demostrado que olvida y perdona, hasabido abrir los brazos para recibir a losque ayer le abandonaron, sin reservasde ninguna especie, brindando hospita-lidad a los que en el pasado le hicieronvíctima de ásperos ataques”.

Tras sí arrastró una masa irredenta,esperanzada en los cambios que reque-ría la patria cubana. Sufrió persecución,prisión y destierro, odio y envidia demuchos, pero admiración y respeto delos más. Tal es el sino de los redento-res. De verbo penetrante, eso era loque ofrecía a primera impresión estehombre a aquel pueblo al que tanto hizovibrar en aquellos años: una ciudadaníafrustrada, decepcionada, prácticamen-te desamparada, y sin otra perspectivapara la mayor parte de los esforzadoscubanos que luchar una vez más a bra-zo partido por salir de aquel presentecenagoso sin futuro aparente. Y más,

si aquilatamos que sus contiendas se-culares no fueron de rapiña, fueronguerras de liberación, partiendo de sularga lucha anticolonial, porque Cubanunca ha tenido vocación de colonia,algo que ha sido comprobado genera-ción tras generación de sus hijos.

*****Como Chibás militó desde los diecio-

cho años en el Comité Pro-Mella,cuando ingresó en la Universidad de LaHabana y formó parte del DirectorioEstudiantil Universitario (DEU) –orga-nizado en 1927 contra la prórroga depoderes del presidente Machado– asu-miendo en ambos posiciones verticales,rememorar su figura nos llega ineludi-blemente como el eco de una cruzada.En ella desplegó toda su energía.

Consecuente, asumió la divulgación delpensamiento y acciones revolucionarias.

Una noche a fines de 193l, Chibásestaba enfrascado en una nueva tira-da de Alma Máter , uno de losperiódicos que imprimían los estudian-tes universitarios. Esta tirada se hacíaen la imprenta de la Federación deTorcedores, en el mismo corazón deLa Habana. Una delación condujo ha-cia la calle San Miguel a la policía bajoel mando del teniente Calvo. Detuvie-ron a los diez allí presentes, ocuparonmás de once mil ejemplares y unos lla-mados dirigidos a oficiales delEjército. Los llevaron –camino obliga-do– para el Castillo del Príncipe,sujetos a la causa 371/931 por el deli-to de conspiración para la sedición. Enla cárcel, narra Conte que declaróChibás y yo cito:

Bueno, esto me sirve de descanso ysobre todo para volver a mis lectu-ras que últimamente están un poco

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abandonadas. Devoraré libros y en-trenaré los músculos revolucionariospara que se desarrollen bien. Ade-más, la cárcel siempre daexperiencia y enseña mucho. Ycomo hay tanta gente buena en lacárcel y tantos bandidos en la ca-lle, estar preso es una distinción.Una vez más tengo que darle lasgracias al machadato por los hono-res que me concede y el tiempo queme brinda para mis lecturas.

El jefe de la Policía Judicial ordenóy recibió un informe sobre el detenidoChibás, parte del cual abundaba en tér-minos como los siguientes:

[…] Chibás y Ribas es uno de loselementos más peligrosos y encar-nizados enemigos del Gobierno,especialmente por su influencia enlos sectores estudiantiles cuyos com-ponentes dirige con gran facilidad porsus grandes aptitudes de organiza-ción y agitación, y además por suincreíble valor personal. La peligro-sidad de Chibás aumenta –y aquíviene el colofón– por pertenecer alcomunismo, cosa demostrada en an-teriores informes del jefe de estecuerpo, y aunque está reclamadoúnicamente por el Juez Militar, estáacusado en las diversas causas quese instruyen por los jueces de ins-trucción de esta Capital.

Antes de los dos meses ya estabanen la calle.

Por el Partido Auténtico fue a lostreinta y dos años delegado, de un to-tal de ochenta y uno, a la AsambleaConstituyente de 1940 que deliberó enel Capitolio Nacional. Argumentó ydefendió desde el bloque de la oposi-ción, sencillamente y sin culteranismo,

el que una sola bandera y un solo es-cudo engalanaran las institucionespúblicas; el derecho al sufragio a par-tir de los dieciocho años de edad; lalucha contra la discriminación; por losderechos civiles; contra la pena demuerte; la protección laboral para na-cionales y extranjeros; contra ellatifundio y los desalojos; por los de-rechos de la mujer y de los hijos; laautonomía universitaria y el reconoci-miento del Hospital Calixto Garcíacomo patrimonio de la Universidad.Sus acaloradas polémicas y antagonis-mos con delegados de la UniónRevolucionaria Comunista –fueronantológicos sus debates con BlasRoca– y demás partidos que formabanla Coalición Socialista Democrática,de quienes no obstante en determina-dos debates recibió y a quienes a suvez brindó apoyo, esas polémicas, re-pito, tuvieron vida propia hasta el finalde sus días.

Fue semilla que brotó en la lucha re-volucionaria posterior.

*****Persona leal a sus convicciones tan-

to como a sus afectos, de algunaforma, pública o privada, Chibás man-tuvo vivas sus simpatías por AntonioGuiteras Holmes desde los días delDEU, cuando este emergiera comoluchador por causas justas. Así, con-memoraba los aniversarios de sucaída en combate el 8 de mayo de1935 en el fortín El Morrillo, en Ma-tanzas, aún cuando estuvieraguardando prisión.

Retrocedo al 4 de septiembre de1933 –día en que hizo su aparición enescena el meteórico de-sargento-a-co-ronel-a-general Fulgencio Batista. En

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esa etapa turbulenta, Chibás tuvo par-ticipación destacada en la destitucióndel presidente provisional Carlos Ma-nuel de Céspedes y en la proclamaciónde la pentarquía, que duró cinco días.A esta siguió la presidencia del doctorRamón Grau San Martín, profesor uni-versitario que se opuso en 1927 a laexpulsión de los miembros del Directo-rio Estudiantil. A partir de la presidenciade Grau durante el llamado Gobierno delos Cien Días –12 de septiembre de1933 al 15 de enero de 1934–, estuvoChibás aún más vinculado a TonyGuiteras, el joven secretario de Gober-nación, Guerra y Marina que promulgóleyes revolucionarias de beneficio pú-blico. Admiró sus cualidades y su líneaantimperialista y soberana.

A través de su existencia, estuvo gra-bado en sus afanes el ejemplo deGuiteras, fundador de la organizaciónrevolucionaria Joven Cuba.

En 1946, en el décimoprimer aniver-sario del asesinato, Chibás acudió enuna de sus tantas visitas al Morrillo, don-de un pequeño obelisco de cementorememoraba la muerte de Guiteras y deCarlos Aponte, revolucionario venezo-lano sandinista, caído junto a él. Hubominutos de silencio. Chibás se encami-nó hacia un depósito de materiales deconstrucción, se hizo de una mandarriay dirigiéndose lentamente hacia el mo-numento para el cabo Marcelo Man,muerto tratando de capturar al forjadorde Joven Cuba y a sus compañeros, lodestruyó a mandarriazos. Años después,en 1951, una vez más en el sitio de sumuerte, se prometió, si era elegido pre-sidente, denominar Guiteras el puentesobre el río Canímar y colocar en el cen-tro una rotonda con el busto del mártir.

Fue de otra índole, pero tambiéndemoledora, su conmemoración el 8 demayo de 1949. Estaba una vez más enel Castillo del Príncipe, condenado a180 días bajo acusación de desacato,pues había denunciado a tres magistra-dos por venderse al autorizar a laCompañía Cubana de Electricidad elaumento de las tarifas. Chibás dirigióuna carta extensa, emotiva y muy fuerteal presidente Carlos Prío. En ella recha-zaba, para empezar, la posibilidad de unindulto y de una suspensión de la con-dena, a menos que partiera de una“[…] Ley de Amnistía de raíz popular,limpia y diáfana, sin perchas de ningu-na clase, que arranque del pueblo y node los partidos políticos representadosen el Senado [...]”. Manuel Bisbé laleyó en la hora dominical.

Verbo incisivo, de sus veintiséis pá-rrafos, a continuación cito los dosprimeros y los cuatro últimos.

Señor Presidente:Desde mi celda en la cárcel, don-de estoy preso por pregonar a gritosla verdad y por combatir al pulpoeléctrico extranjero, quiero hacerllegar hasta usted, en este aniver-sario de la muerte de AntonioGuiteras, la profunda pena que meinspira su claudicación revoluciona-ria, su traición a los nobles idealesde la “generación del 30”, que jun-tos defendimos en la épica luchacontra Machado y contra Batista.Mientras usted marcha por el ca-mino del enriquecimiento inmediatoy fácil, cambiando vergüenza pordinero, yo me mantengo leal a misconvicciones revolucionarias detoda la vida […].[..........]

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Mis consignas de combate, señorPresidente, siguen siendo las mismasque usted y yo defendimos conjun-tamente durante muchos años.¡Guerra contra los malversadoresdel Tesoro Público, los corruptoresdel pueblo y los pandilleros! ¡Con-tinuemos luchando por la liberaciónnacional! ¡Por el adecentamientopolítico del país! ¡Por la libre emi-sión del pensamiento! ¡Por laRepública Española! ¡Por un PoderJudicial libre de interferencia guber-namental! ¡Contra los Tribunales deexcepción! ¡Contra las clausuras dehoras radiales! ¡Contra el Serviciode Inteligencia Militar! […] ¡Con-tra las tarifas eléctricas abusivas, laCuban Telephone Company y elconsorcio de las tres “S” (Standard,Shell y Sinclair)! ¡Contra losvendepatrias y los guerrilleros!Vea usted, señor Presidente, cómono he traicionado nuestras consignasde antaño, como ha hecho usted.Sigo leal a mis convicciones de siem-pre. No he plegado mi pabellón.Su antiguo compañero del Directo-rio Estudiantil Universitario, de lalucha contra Machado y Batista, delpresidio político, del Ejecutivo Nacio-nal del Partido Auténtico, de laConvención Constituyente y del Se-nado de la República, actualmente elpenado 981 de la cárcel de La Ha-bana, condenado bajo su Gobiernopor el Tribunal de Urgencia por de-fender al pueblo de Cuba contra elmonopolio eléctrico extranjero, que-da de usted, adversario insobornable.

Eduardo R. ChibásFinalmente, se dio marcha atrás al

aumento de las tarifas eléctricas. Fue-

ron recogidas miles y miles de firmaspara la amnistía. Y Prío le concedió uncontrovertible indulto condicional. Tresabogados conocidos por Chibás le infor-maron que salir del penal era deobligatorio cumplimiento. Él argüía quepodía llevarlo de nuevo al encierro paracompletar la sentencia, así fuera “porabollar el guardafango de un automóvil”.

Con los abogados abandonó la cárcel.Inolvidable fue el recibimiento a

Chibás por la multitud jubilosamenteenardecida que lo esperaba desde ho-ras tempranas en la explanada frentea la larga escalera por Avenida de losPresidentes y Zapata.

*****En la inconciliable ruptura de Chibás

con el Partido Revolucionario Cubano-Auténtico (PRC) en 1947, pudieraconsiderarse que influyó el suicidio deManuel Fernández Supervielle, alcaldede La Habana, quien en su campaña sehabía comprometido a dar agua a lacapital. Al no poder cumplir, debido ala falta del apoyo que le habían ofreci-do demagógicamente, por vergüenza sequitó la vida el 4 de mayo de ese año. Elfinal trágico de Supervielle conmocionó aChibás. Debemos agregar a esto que ensu alejamiento paso a paso delAutenticismo, debido al deterioro políticoy moral que venía denunciando desde lasfilas del propio partido, debe haber sidodeterminante el hecho de que en las elec-ciones de 1947 obtuvo la más altavotación después de Grau y que este, sa-bedor de los cambios reivindicativos queimplementaría Chibás, no lo escogiócomo candidato para sustituirlo en lapresidencia. El hombre escogido fueCarlos Prío, seguidor de la corrompidalínea grausista.

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La rauda fundación del PPC (O) enmayo del propio año contó a través dela nación con fuerzas de la Joven Cuba.Como ejemplo, tenemos que un vete-rano guiterista, el médico ManuelSánchez Silveira, residente en el sur dela antigua provincia de Oriente, le diri-gió al presidente de la Ortodoxia unamisiva en los términos siguientes:

Tengo la desdicha de que cada vezque mi partido ocupó el poder fui delos primeros en abandonarlo y com-batirlo porque nunca un gobiernocubano, por mal para la patria, cum-plió ni aproximadamente suPlataforma de Gobierno.[…] Fui de los fundadores delAutenticismo en Oriente […] aban-donando la política activa cuandopor fin llegamos a la Meta de veral Dr. Grau Presidente, objetivo demis campañas políticas […]. Yamucho antes de que usted perdierala fe en el Mito Presidencial, yo latenía perdida con un nuevo dolor enel alma por la desilusión de nuestropueblo.

El doctor Sánchez Silveira, viudo,padre de cinco hijas y dos hijos, fundóla Ortodoxia en Pilón y presidió su eje-cutivo local. En este y otros empeñoscontó con la comprensión y ayuda es-pecial de su hija Celia, quien no muchotiempo después sería gloria reconocidade la Revolución cubana.

En igual fecha, al año siguiente, enrecorrido relámpago por su tierra orien-tal, donde daría inicio a su campañapresidencial, Chibás visitó con un gru-po de sus correligionarios más de unaveintena de localidades, entre estas Pi-lón, en las cuales se dirigió al pueblo.En ellas fueron recibidos con júbilo. En

el acto de Santiago, donde también par-ticipó el dirigente universitario FidelCastro, diafanizando conceptos Chibásse expresó en tercera persona. Cito:

El apoyo a Chibás no puede condi-cionarse a la pulcritud o no de suconducta futura, a la honestidad o node su gestión gubernativa. Este locopor la locura sublime del sublime idealde una Cuba mejor, no tiene en suruta cívica más norte que el recono-cimiento de su pueblo. Él seríaincapaz de defraudar la devociónque le profesan las multitudes, puesequivaldría a una renunciación de suoxígeno vital. El día que Chibás creaadvertir una extinción o una mermaen el amor ciudadano, se parte de unbalazo el corazón, no por cobardíaante el fracaso, sí para que su inmo-lación conduzca a la victoria a susdiscípulos.

Sorprendentes palabras proféticas.Y otras más en mayo del año si-

guiente, que expresa en una cartapersonal a José Agustín Martínez:

Hemos procurado despertar la con-ciencia dormida del pueblo deCuba. Si el aldabonazo no ha sidosuficientemente fuerte para desper-tar al pueblo, redoblaremos nuestrosesfuerzos y el sacrificio. No será envano. Tenemos fe en un destino no-ble y grande para nuestra patria,que ocupa a la entrada del NuevoMundo la mejor posición estratégi-ca de la Historia. En el peor de loscasos, día llegará dentro de cincuen-ta años o de cien, cuando venganotros más afortunados que nosotrosy la despierten. Nadie podrá arre-batarnos la gloria de haber sido losprecursores.

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Contra viento y marea, Eddy Chibásse había mantenido hasta 1947 dentrodel Partido Auténtico: desde sus filasdenunció cruda e ininterrumpidamentelos desmanes de prevaricación y cohe-cho contra la víctima principal: el pueblocubano. Para él defender el porvenirde Cuba y los intereses de esta, era“fervor fanático”. Se inspiraba enMartí, a quien consideraba un “pensa-dor incorruptible”.

Su alejamiento no fue sólo por su ba-talla contra la corrupción dentro delpartido. Estaba dispuesto a proseguir lalucha. Algo más allá lo llevó al conven-cimiento de que la venalidad no eratolerada por el presidente Grau única-mente por debilidad, sino quecomenzaba por él, dejando atrás su an-tiguo prestigio de los años treinta a raízde la caída del tirano Machado, tiem-pos en los cuales contó con el apoyode la aguerrida juventud estudiantil y dehombres y mujeres del pueblo honrado.Sabía que si el Partido Auténtico alcan-zaba otra vez el poder en las eleccionesde 1948 –un gobierno disfrazado deconstitucionalista, decía él– la malver-sación continuaría y por lo tantoresultaba perentorio abrir una nuevatrinchera desde la cual labrar su cami-no hacia la presidencia a fin de darcomienzo a una etapa de rectificacio-nes, de honradez y civismo, que élenarboló bajo la consigna de “¡Vergüen-za contra dinero!”.

El símbolo: una escoba para barrerla podredumbre.

En la campaña de 1948 resultó elec-to, como ya sabemos, Carlos PríoSocarrás, candidato del partido en elpoder. El PPC (O), fundado un año an-tes, no contó con el tiempo ni los

recursos necesarios para hacer frentea la campaña. Chibás ocupó el tercerlugar. Sobre ello declaró:

Hemos combatido solos, sin pactosni componendas, sin maquinarias nidinero, nada más que con la ver-güenza, por el adecentamientopolítico del país. El Gobierno, consus enormes recursos económicos,ha ganado una batalla, la guerra en-tablada entre la vergüenza y eldinero. Cuatro años representanmuy poca cosa en la vida de lospueblos. Es el tiempo que media en-tre la batalla de Dunquerque y labatalla de Berlín.

*****En 1950 fue elegido senador con

enorme apoyo popular. Aspiraría a la pri-mera magistratura otra vez en 1952.Mientras, desde la oposición, en su Par-tido, del cual era corazón, continuaríacon su oratoria ardorosa en el flagelo“[…] contra el nepotismo, los desmanes,el pillaje y saqueo del erario público”.

Los ataques verbales a Chibás porparte de los elementos oficiales fueronconstantes y violentos después de latoma del poder. Se sabía que el sena-dor sería aspirante a la presidencia ydifícilmente derrotado en las eleccionesproclamadas para junio de 1952. Deci-didamente había que desprestigiarlo.

Los cubanos, por otra parte, sabía-mos por experiencia que “cuandoChibás apuntaba hacia elementos co-rrompidos, seguramente estaba dandoen el blanco”, y que por tales razonesestos no rebatían sus alegatos. Algunavez Batista lo tildó de miope, no sólo dela vista, sino mental. Carlos Prío decíaque era un irresponsable falto de escrú-pulos, intolerante, agitador y que su

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oficio era calumniar. Llegó a tildarlo defarsante; su hermano Antonio, de anor-mal. Y mucho más. No fueron losúnicos. Otros, objeto de sus denuncias,no las desmentían sino que intentabandenigrarlo, cuando menos, como histéri-co, perturbado. Vasconcelos, renombradoperiodista de la época, lo calificó como“Rey de la estridencia y hombre-or-questa capaz de cualquier cosa porestar en la primera plana de los perió-dicos”. Después le publicó enunciadosy cuando murió le dedicó un editorial:“El último espartano”. Los ataques con-tinuaron en todas las direcciones, adinfinitum…, pero él no se contenía yripostaba directa o indirectamente conargumentos basados en la Historia, ob-servando sentido ético, respetuoso ysereno sobre el tema y la ocasión.

Que era polemista, lo era. Chibás erapasión.

Lo cierto es que con todo y la es-trategia de adversarios y enemigos, lapopularidad del senador candidato a lapresidencia de la república en las próxi-mas elecciones crecía cada vez máscuando, precisamente entonces, cayóen una polémica con el ministro deEducación, Aureliano Sánchez Arango,que sí “recogió el guante” y lo retó aexponer pruebas. Chibás llegó a pre-sentar algunas sobre irregularidadescometidas por funcionarios del ministe-rio, mas no las que constituían el motivocentral de la denuncia hecha por él encuanto a que el ministro poseía tierrasmadereras y fomentaba un reparto re-sidencial en Guatemala. La polémicadio tiempo para que se movilizaranfuerzas convergentes en el enfrenta-miento. También hubo divergencias yretracciones dentro del propio Partido

Ortodoxo. En circunstancias tan adver-sas, sin obviar su convicción de undestino histórico para Cuba, no es iló-gico llegar a la conclusión de que lavergüenza mató al gladiador.

Me ha contado Max Lesnik, secre-tario general de la Juventud Ortodoxa,que había ido a ver a Eddy a su torredel López Serrano el sábado anterior,es decir el 27 de abril, a fin de mos-trarle unos papeles y volantes que ibana lanzar esa noche en el Prado y fren-te al Principal de la Comedia, teatrodonde tendría lugar un mitin de parti-darios de Aureliano. Chibás le pidió quelo acompañara, pues iba a pelarse enla barbería del hotel Inglaterra. Fueronen el Packard azul de Eddy, conducien-do Alejandro. Al cruzar el semáforo dePrado y Neptuno, desde la acera de ElLouvre un grupito de individuos lo re-conoció y le gritaron burlonamente:“¡Chibás, saca las pruebas de la male-ta!”. Max, desde el asiento de atrás lemiró a la cara y vio en su rostro un ges-to de amargura. Nunca antes, me decía,Chibás había enfrentado un acto de bur-la de su pueblo.

Un hombre lúcido, observador y sen-sible, durante dos períodos presidentede su país y largo tiempo residente enCuba, el dominicano Juan BoschGaviño, abordó el tema, a mi entenderde manera irrepetible. Lo expuso enuna obra que comenzó a escribir a me-diados de 1951, la cual nos aproxima nosólo a la Historia de Cuba, sino al almade la Historia de Cuba. Me permito ci-tar párrafos donde se refiere a laconfrontación que llevó a Chibás a sudecisión extrema:

Los partidarios de Chibás han co-metido el error de achacar la causa

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de su muerte al cerco dialéctico,fríamente ejecutado en que lo ence-rró Aureliano Sánchez Arango, poresos días Ministro de Educación enel Gabinete de Prío Socarrás. Enrealidad, el suicidio del líder “orto-doxo” fue causado por esaincontenible y creciente descompo-sición que iba adueñándose del país.El propio Chibás, como todo el mun-do en Cuba, resultó objeto de lamarea producida por la efervescen-cia general. Habiéndose desatado enel ánimo del cubano una especie decólera, o de ardiente impaciencia, sise quiere, encaminada a transformarla moral pública, llegó el momento enque la acusación de deshonestidad sehizo un arma habitual. Y eso teníaque resultar peligroso.Nadie usaba esa arma más queChibás, paradigma del desinterésen asuntos de dinero, que había na-cido rico, había actuado en políticausando sus bienes privados, habíahecho su carrera sin usar al “sar-gento político” (el buscadorprofesional de votos) y predicaba lahonestidad con verbo quemante.Uno tras otro, los líderes “auténti-cos” fueron cayendo bajo lapalabra demoledora de Chibás.Pero tuvo una polémica conSánchez Arango, y SánchezArango no sólo era tan desintere-sado en asunto de dinero como suantagonista, sino que además eraun estratega político de implacablefrialdad. En el ardor de la lucha,Chibás cometió el error de llamara Sánchez Arango deshonesto. Elacusado pidió pruebas. Chibás nopodía ofrecerlas, y él lo sabía.

A partir de ese momento, el áni-mo del combativo líder “ortodoxo”comenzó a ser trabajado por fuer-zas morales tan poderosas comoera el vigor de sus sentimientos.Tenía conciencia de que había lan-zado una acusación falsa; ademástenía conciencia de que ese erroriba a costarle popularidad. Y re-sultaba que para Chibás sólo unacosa tenía valor: la popularidad. Elúnico estímulo de su vida consis-tía en la adoración del pueblo. Leera indiferente tener o no tenerdinero; le era indiferente tener ono tener poder y posición. Comotodos los verdaderos dirigentespolíticos, era un solitario en me-dio de la multitud. Le sobrevino lafatiga mental y, de pronto, la sen-sación de que perdía la fe delpueblo. Su alma fue súbitamentetrabajada por una falsa concien-cia de fracaso, por la idea de quesu vida había sido y era inútil. Du-rante algunos días luchó contra lafuerza que lo dirigía a la auto in-molación. Pero al fin esa fuerzase impuso, y el gran agitador, ven-cido por sí mismo, expresión cabaldel mar de fondo que agitaba a supueblo, se lanzó al suicidio.

¿Cómo asumimos los cubanos todoel dolor, el trágico final de “el Adalid”?Fue… con toda la pasión y a la vez lacordura de que somos capaces. Huboluto nacional.

La multitud frente al Centro MédicoQuirúrgico, al anunciarse su fallecimien-to en la madrugada del 16 de agosto de1951, observó el silencio de la conster-nación. Pronto hizo sentir sus sollozos,ayes e imprecaciones, y esperaba…

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Se decidió llevar el cuerpo a la Coli-na, velarlo en el Aula Magna.

El féretro salió de la clínica en hom-bros de dirigentes ortodoxos hasta elcarro fúnebre. Fue cubierto con unabandera cubana. Se inició el intermina-ble cortejo que integró la masa aúnirredenta, la cual tenía puestas en él susesperanzas. Un pueblo le hizo guardiade honor, lo veló y lo acompañó hastala bóveda en el cementerio a la par quederramaba lágrimas, guardando el silen-cio más respetuoso y adolorido quepueda recordarse.

Funeral de las ilusiones del 30, fu-neral de la República, funeral ¿detoda esperanza cívica? […]. ¿Quésignificaba aquel río crecido, denso,indetenible, rodando lentamente porel kilómetro y medio de la calle 23,contemplado por millares de rostrosenmudecidos en las aceras, en losárboles, en los postes, en los muros,balcones y azoteas, como si lo másimportante ya no fuera el cadáverque encabezaba el desfile, sino eldesfile mismo, la masa que a sí mis-ma se demostraba y se miraba conrespeto? […]

Así escribió, conmovido, nuestro poe-ta Cintio Vitier en su novela De PeñaPobre, rememorando el día luctuoso enque despedimos los restos mortales deEddy Chibás.

*****Y comenzaría de nuevo la justa,

como él quería.Sus enemigos estarían aliviados, pero

cargarían durante años el peso de susverdades y la verdad de sus acusaciones.

Fue acicate para la redención denuestra tierra, para sembrar otra vez elgermen de la rebeldía que había sido la

consigna patria durante más de unacenturia de lucha tenaz.

Su voz se silenció pero no así en lapráctica. No pasó mucho tiempo, ape-nas semanas, cuando el joven abogadoFidel tomó en su mano las denuncias so-bre las inmoralidades de Prío, tal comolo detalló la prensa de la época, y de ahí,a formar lo que primero se llamó el Mo-vimiento o Movimiento Revolucionario.

El último discurso de Chibás comen-zó invocando a Galileo, quien no pudopresentar ante la Inquisición pruebas fí-sicas del movimiento de la tierraalrededor del sol…, pero se movía; re-cordó cómo él no pudo presentar, anteel latrocinio de José Manuel Alemán, mi-nistro de Educación bajo Grau, laspruebas del robo del Tesoro Nacional…,pero se lo robaban; ahora era el casocon el ministro de Educación de Prío.Recordó cómo el domingo anterior ha-bía presentado pruebas fotográficas deescuelas y hospitales en la miseria, con-trastando con las fincas y palacetes degobernantes que vivieron en la pobreza.Y expresó: “Pero mi aldabonazo no fue,quizás, lo suficiente fuerte. Y Cuba, ur-gentemente, necesita despertar.Seguiremos llamando a la concienciadel pueblo cubano”. Y continuó proyec-tando su pensamiento augural.

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Por su posición geográfica, la rique-za de su suelo y la inteligencianatural de sus habitantes, Cuba tie-ne reservado en la Historia ungrandioso destino, pero debe reali-zarlo. Otros pueblos asentados enislas que no gozan de situación tanprivilegiada como nuestra patria,han desempeñado en la Historia unpapel de preeminencia singular. Encambio, Cuba ha visto frustrado sudestino histórico, hasta ahora, por lacorrupción y ceguera de sus gober-nantes, cuyo pensamiento –salvoexcepciones– han volado siempre aras de tierra.

*****Las últimas palabras que Eduardo

Chibás pronunció en el micrófono dela hora doctrinal, once días antes, nofueron escuchadas por su gran au-diencia debido a que se le habíaasignado a Pardo Llada la casi tota-lidad del espacio. Pardo se extendiócerca de dos minutos más de lo cal-culado, lo cual redujo los que lequedaban a Chibás. Llegado el mo-mento y para abreviar, este decidió noleer los seis primeros, aunque no ex-tensos, párrafos de su discurso. Estosquedaron conservados en su borradory aparecen transcritos en el testimo-nio biográfico de Conchita Fernández,La secretaria de la República, (p.340) y en el libro de Conte (pp. 783-784), así como en otras obras dondese ha tratado el tema.

La grabación de la alocución deChibás comenzó, según la acuciosa pes-quisa de Armando Pérez Velázquez,con la frase “Cuba necesita desper-tar…” hasta la frase, grabada ya enfade-out “El único equipo gobernante

capaz de salvar a Cuba es el Partidodel Pueblo Cubano […]”. En este puntodejó de oírse la despedida de Eddy, delo cual él tampoco tuvo conocimiento.

Reproduzco, entonces, la última par-te de su breve, dramática alocución: loque no se oyó.

(Ortodoxos), con su líneaantipactista de la independencia po-lítica que no admite transaccionesni componendas.¡Compañeros de la ortodoxia, ade-lante! ¡Por la independenciaeconómica, la libertad política y lajusticia social!¡A barrer a los ladrones del Gobier-no! ¡Pueblo de Cuba, levántate yanda! ¡Pueblo cubano, despierta!¡Este es mi último aldabonazo!

*****Tuve “El último aldabonazo” graba-

do en un disco de setenta y ochorevoluciones, pero tanto este, como elHimno Nacional, el Himno Invasor yotras grabaciones seleccionadas, acom-pañaron al “Manifiesto a la Nación”redactado bajo la orientación de Fidelpor el joven revolucionario Raúl GómezGarcía, y llevó como firma, “La Revo-lución Cubana”.

El “Manifiesto…” y las grabacionesserían transmitidos por la CadenaOriental de Radio en Santiago de Cuba,como parte de las acciones del 26 dejulio de 1953, una vez que se hubieratomado el cuartel Moncada.

La lucha continuaba.

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ANEXO

RELACIÓN DE CONSTITUYENTESELEGIDOS EL 15 DE NOVIEMBREDE 1939

Tomado de: Cuba, sous le régime de laConstitution de 1940: Politique, penséecritique, littérature.

Por el frente gubernamental (mi-noría “coalicionista”)

Unión Revolucionaria Comunista:Salvador García Agüero, Romárico Cor-dero Garcés, Juan MarinelloVidaurreta, Esperanza SánchezMastrapa, Blas Roca Calderío, CésarVilar Aguilar

Partido Realista (Partido Nacio-nal Revolucionario): José MaceoGonzález

Conjunto Nacional Democrático:Antonio Martínez Fraga, Casimiro E.Rodríguez Cartas, Alberto SilvaQuiñones

Unión Nacionalista: FranciscoAlomá y Álvarez de la Campa, Nico-lás Duarte Cajides, Simeón FerroMartínez, Ramón Granda Fernández,Felipe Jay Raoulx, Amaranto LópezNegrón, Juan B. Pons Jané, FranciscoJosé Prieto Llera, Fernando del BustoMartínez

Partido Liberal: Emilio NúñezPortuondo, Manuel Benítez González,Miguel Calvo Tarafa, José Manuel Ca-sanova Diviñó, Orestes Ferrara Marino,Salvador Acosta Casares, QuintínGeorge Vernot, Felipe Correoso del Ris-co, Arturo Don Rodríguez, Rafael Guas

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Inclán, Alfredo Hornedo Suárez, DelioNúñez Mesa, Fernando del Villar de losRíos, José A, Mendigutía Silvera, JuanA. Vinent Griñán, César CasasRodríguez, José Manuel Cortina García

Por el bloque de oposición: (ma-yoría “oposicionista”)

Partido Revolucionario Cubano(Auténtico): Ramón Grau San Martín,Aurelio Álvarez de la Vega, RamiroCapablanca Graupera, Miguel A.Suárez Fernández, Eduardo R. ChibásRibas, Emilio A. Laurent Dubet, MarioC. Dihigo Llano, Alicia Hernández dela Barca, José A. Fernández de Cas-tro, Manuel Mesa Medina, GustavoMoreno Lastres, Carlos Prío Socarrás,Eusebio Mujals Barniol, ManuelParrado Rodés, Emilio Ochoa Ochoa,Primitivo Rodríguez Rodríguez, MaríaEsther Villoch Leyva, Antonio BravoAcosta

Partido ABC: Joaquín MartínezSáenz, Mariano Esteva Lora, Francis-

co Ichaso Macías, Jorge MañachRobato

Partido Acción Republicana: Car-los Márquez Sterling y Guiral, ManuelDorta Duque, Félix García Rodríguez,Adriano A. Galano Sánchez del Campo

Partido Democrático Republicano(pasa a la minoría “coalicionista” el 23de marzo de 1940): Alberto Boada Mi-guel, Rafael Álvarez González, José R.Andreu y Martínez, Antonio Bravo Co-rreoso, Juan Cabrera Hernández,Ramón Corona García, Miguel CoyulaLlaguno, Miguel Fueyo Suárez, PelayoCuervo Navarro, Francisco DellundéMustelier, Manuel A. OrizondoCaraballé, Joaquín Meso Quesada, San-tiago Rey Pernas, Mario RobauCartaya

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Eduardo Chibásy la capacidadde movilizacióncívica

Francisca López CiveiraHistoriadora y profesora

de la Universidad de La Habana

La muerte de Eduardo Chibás, el 16de agosto de 1951, fue un hecho

que conmovió a la mayoría de los cu-banos. Hombre que generó, y aún siguegenerando, visiones polémicas por suproyección, su modo de hacer política,los pilares fundamentales de su discur-so y hasta por su gesto final; nadiepuede negar que fue “un fenómeno depopularidad”. Las imágenes de los díasque mediaron entre el intento de sui-cidio del líder ortodoxo y su muerte y,especialmente, las de sus funerales, nodejan lugar a dudas sobre la capaci-dad movilizadora de aquel hombre.Cabría preguntarse más de medio si-glo después de tales acontecimientosy a un siglo del nacimiento de Chibás¿cómo fue posible un fenómeno dearrastre popular como aquel?, ¿quéfactores hicieron posible que las cam-pañas de “Eddy” Chibás lograranmovilizar a la ciudadanía con tantafuerza? ¿por qué sus funerales tuvie-ron la masiva presencia popular quereflejan las fotos y películas?, ¿cuálfue la imagen que caló y perduró enel pueblo? Quisiera exponer aquí algu-

nas consideraciones en torno a estasinterrogantes.

Impacto de la muerte de ChibásSi se revisa la revista Bohemia que

reportó la muerte de Eduardo Chibás,podemos tener una idea de la reacciónpopular ante aquel suceso, pero tam-bién encontrar en los varios artículosaparecidos en esa ocasión cuál era laimagen más extendida sobre el líder.Además de la multitud que acompañósus restos, están las opiniones vertidaspor hombres de distintas filiaciones eideologías, que muestran los elementoscoincidentes en sus apreciaciones.

Los autores publicados en este nú-mero –que, por demás, tuvo dosediciones dada la demanda de los lec-tores– proceden en buena medida de lageneración del treinta, aunque sus po-siciones ideológicas no fueran lasmismas ni tampoco sus derroteros pos-teriores al proceso revolucionario deaquellos años. Aquí aparecen trabajosen recuerdo u homenaje al fallecido deFrancisco Ichaso, Enrique Delahoza,Guido García Inclán, Rafael Esténger,José Chelala, Gustavo Aldereguía, RaúlLorenzo, Rafael García Bárcena, PepínSánchez y Carlos M. Lechuga, así comoreportajes de su vida, de los funerales yel contenido de la importante sección“En Cuba”. Por los nombres de losarticulistas se puede observar la disímilcomposición y, por tanto, las diferentesopiniones sobre el homenajeado, asícomo la presencia de integrantes de sugeneración y que coincidieron en las lu-chas de los años treinta desdediferentes organizaciones. En todos ellos,sin embargo, hay un punto común deapreciación: la importancia de la ética

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en el discurso político de Chibás y, enespecial, la fuerza de su lucha contrala corrupción dentro de la política cu-bana y, consecuentemente, por eladecentamiento en el ejercicio del go-bierno. Este es el asunto más destacadode manera general, si bien algunos ex-presaran otros aspectos o matices ensus consideraciones.

En la sección “Cabalgata Política”,Francisco Ichaso publicó su artículobajo el título “La ortodoxia y el testa-mento político de Chibás”, trabajo con elcual se abre el homenaje de esta revis-ta a Chibás, por ello sus apreciacionestienen una importancia especial. El au-tor establece que el líder ortodoxo teníavirtudes y defectos

[…] que le permitieron imprimir alos núcleos populares que lo seguíanuna fe dinámica, un férreo pensa-miento dogmático, un estilo peculiarde lucha, un fanatismo político se-mejante al logrado por los máscélebres conductores de masas […].A través de Chibás se adhirió unagran parte de Cuba a un modo deser cívico que se aparta del estrictoracionalismo democrático para en-trar en el reino de lo intuitivo, de loemocional, de lo carismático.1

Según Ichaso, Chibás hizo del impe-rativo moral su formidable acicate convistas a cambiar los rumbos éticos dela república. A su juicio, el énfasis mo-ral de la prédica chibasista predominósobre lo ideológico.

Algunos autores comienzan su traba-jo haciendo profesión de fe de laamistad que los unía con Chibás, es elcaso de Guido García Inclán, PepínSánchez y José Chelala; otros ponen enclaro su no afiliación a la ortodoxia y,

en algunos casos, a ningún partido, comolo hacen Gustavo Aldereguía o RafaelGarcía Bárcena; sin embargo, sintieronla necesidad de expresar sus percepcio-nes sobre el político y su gesto final.Para Guido García Inclán, Chibás era“lo más antipolítico que había”, y estoexplicaba su arraigo popular. Para Ra-fael Esténger, el ejemplo de Chibásenseñó “[…] que la corrupción adminis-trativa del país ha llegado a límitesinsoportables, hasta el punto de que bienvale pagar con el precio de la vida el es-fuerzo necesario para aniquilarla”, esdecir, que había que “[...] combatir has-ta la muerte el latrocinio público”.2 Deesta percepción, el autor desprende queel gran crimen político de entonces era“la magnitud del peculado”, postuladoen el cual basaba su artículo “Sentidorevolucionario de la muerte de Chibás”,donde planteaba el inicio de “la etaparevolucionaria por la honradez adminis-trativa”.

Gustavo Aldereguía, en “Estás per-dido Aureliano”, se refiere al fondo dela polémica entre Aureliano SánchezArango y Eduardo Chibás más allá dela anécdota en sí, para apuntar la fide-lidad o no a los ideales revolucionarios,y describe a Chibás como “[…] con-ducta adamantina y arquetipo que fué[sic] de ciudadanos, símbolo y conduc-ta, permaneció fiel a su vidarevolucionaria, fiel a su ideario, fiel a supueblo, fiel a su concepción revolucio-naria de la vida cubana […]”; paraAldereguía, Chibás fue “[…] antípodade la transigencia componedora, resba-ladiza, correvedile [sic] y celestina denuestra política al uso”.3

Según Raúl Lorenzo en “Misión deChibás”, el pueblo comprendió la misión

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de “[…] aquel hombre singular […]. Elholocausto lo consagraba como el(apóstol de la honradez)”.4 A juicio deeste autor, Chibás había nacido para es-tremecer al país y agitarlo “[…] con sugran cruzada contra la política de rapi-ña, y cuando su estilo hizo crisis, escapóhacia la muerte y hacia la historia”.5

Enrique Delahoza considera, en “Trán-sito y permanencia de Chibás”, que lasdos inclinaciones de su carácter eran“[...] la repulsión de la política codicio-sa y la fidelidad a las mayorías” yafirma que cargó el acento de su pré-dica y de su ejecutoria en un puntoexclusivo: la moral cívica.6 Para RafaelGarcía Bárcena, el balance histórico deChibás era positivo, pues a pesar de loque llamó “sus costados negativos”,había que “[…] dejarle definitivamen-te un rédito histórico de primer orden:en una época de descomposición repu-blicana, Chibás fué [sic] un combatientefrenético contra la corrupción de los go-bernantes”.7

Carlos M. Lechuga, por su parte,apunta que “[…] sus defectos y virtu-des, sus pasiones y sus afectos, sutécnica de combate, ajustada unas ve-ces y otras fuera de órbita [lomostraban como] un ser humano, nouna divinidad”. A su juicio, la muerte deChibás dejaba “[…] un vacío inmensoen el país, como si el resorte que teníael pueblo para ajustarle la cuenta a losdesvergonzados se hubiera quebradosin posibilidad de reponerlo”. El autorafirma que nadie dudaba del desinterésde aquel hombre, ni aun sus críticos, yconsidera que “[…] de verdad que an-helaba un adecentamiento de losasuntos públicos. Era cierto que hubie-ra hecho un gobierno honrado”.8

Algunos de estos autores señalaronla heterogeneidad interna del Partidodel Pueblo Cubano (Ortodoxos) y, portanto, su incierto futuro, otros afirma-ron que Chibás era la ortodoxia y laortodoxia era Chibás, hubo quienes cri-ticaron el estilo y la manera de hacerpolítica del líder ortodoxo; alguien ha-bló de demagogia, pero el rasgo comúnfue el reconocimiento de la cruzadadesatada contra la corrupción política,por la honestidad, reiterándose la refe-rencia al lema del Partido Ortodoxo:“Vergüenza contra dinero”.

Como se sabe, los dos medios másimportantes y masivos utilizados porEduardo Chibás fueron la radio y laprensa escrita. Su hora radial domini-cal por la emisora CMQ y sus artículosen la prensa, especialmente en El Cri-sol y, sobre todo, en Bohemia, fueronsus principales trincheras para movili-zar al pueblo tras sus campañas;justamente fue durante su última pre-sentación radial donde se hizo eldisparo que le llevó a la muerte, traslas palabras que identificaron parasiempre aquella intervención: “El últi-mo aldabonazo”, publicada deinmediato como el testamento políticode Chibás. Si revisamos esa interven-ción radial, veremos que el acentofundamental está en la acusación rea-lizada al gobierno de Carlos PríoSocarrás de ser el más corrupto de to-dos los que Cuba había tenido; sinembargo, en su párrafo final hace unllamado más amplio a los ortodoxos:“¡Por la independencia económica, li-bertad política y justicia social!” a loque sigue la exhortación a barrer a losladrones del gobierno y al pueblo cu-bano a despertar.9

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Es decir, las campañas chibasistaspara movilizar al pueblo no se limitabanal tema de la corrupción, sino que incluíanotros aspectos, lo cual se puso de ma-nifiesto en la cruzada contra el “pulpoeléctrico” y el aumento de las tarifaseléctricas aprobado por el gobierno dePrío, así como contra la CubanTelephone Company y otros servicioscontrolados por las empresas norte-americanas con ganancias fabulosas.En esa coyuntura, Chibás señalabaque el gobierno estaba sirviendo a“[…] los intereses ilegítimos,imperialistas y anticubanos del pulpoeléctrico”.10 En esa cruzada, denuncióel papel de Prío al servicio de lo quellamó la Compañía Anticubana de Elec-tricidad, de los intereses de Wall Street,y publicó las cifras de las ganancias dela Electric Bond and Share en Cubapara establecer la comparación con susnegocios en otros países. Igual tonotuvo la prédica contra el intento del go-bierno priísta de solicitar un empréstitoen los Estados Unidos, que calificó detraición al postulado básico de la re-volución cubana de luchar por laindependencia económica de Cuba.

Sin embargo, el acento principal de suprédica estuvo en torno al enriqueci-miento ilícito de los gobernantes,especialmente en el gobierno de Grau ycon más fuerza en el de Prío, y el pro-pio lema del partido ortodoxo centró laatención en ese aspecto, lo que se com-pletaba con su símbolo de “la escoba”como instrumento utilizado para barrera los ladrones del gobierno. La poblaciónrespondió ante este discurso con un granmovimiento cívico en distintos grupossociales, por ello esta fue la imagen quecaló más hondo en la psicología colectiva.

El Partido Ortodoxo, bajo el liderazgode Chibás, había incrementado veloz-mente su posición dentro del conjuntode los partidos que pugnaban en laselecciones. En el año de su fundación,1947, se había inscrito con 164 705 afi-liados, ocupando el quinto lugardespués de los partidos Auténtico, Li-beral, Republicano y Demócrata, sinembargo, en la reorganización de par-tidos de 1951 ocupaba el segundo lugarcon 358 118 afiliados, detrás del Autén-tico que llevaba la ventaja de ser elpartido del gobierno. La encuesta pu-blicada en Bohemia en diciembre de1951 daba un primer lugar a la candi-datura ortodoxa encabezada porRoberto Agramonte con un 29,29%,mientras le seguía la oficialista de laSéxtuple Alianza con un 17,53% y enúltimo lugar el partido de Batista, el Par-tido Acción Unitaria (PAU), con un14,21%.11 El impacto de Chibás y sumuerte daban una intención de votomayoritaria por los ortodoxos para laselecciones futuras. No obstante, las cir-cunstancias cambiaron después delgolpe de Estado del 10 de marzo de1952: en la reorganización de 1953 paralas elecciones convocadas por Batista,la fracción ortodoxa que inscribió alpartido, encabezada por Federico“Fico” Fernández Casas, sólo pudo pre-sentar 21 314 afiliados para quedar enel sexto y último lugar.12

La prédica y el gesto de Chibás ten-drían hondas repercusiones. El jovenabogado Fidel Castro denunció la mal-versación de los hermanos PríoSocarrás con datos y cifras precisas,iniciando esta acusación con la invoca-ción al recuerdo de “[…] los últimosdías de Eduardo Chibás, en que una

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banda de malversadores impúdicos,amparados en la distancia y en las so-ciedades anónimas, ultrajaban en sulecho de muerte al más valeroso y dig-no de los cubanos […]”.13 No fue elúnico en tomar a Chibás como punto dereferencia para denunciar al gobiernode Prío y su corrupción. Independien-temente de los derroteros seguidos porlos distintos grupos de la ortodoxia, elimpacto de las campañas de Chibás yde su muerte se hizo sentir con fuerza.

Considero que la reacción de ampliossectores de la población que respalda-ron las consignas de Chibás tiene raícesprofundas en la historia cubana de laprimera mitad del siglo XX, y por tantoresulta válido adentrarse en ellas.

La corrupción político admi-nistrativa y su impacto en laciudadanía

Desde la instauración de la Repúbli-ca de Cuba, el tema de la corrupcióndentro del sistema político comenzó amanifestarse. La política corrupta y eluso de los cargos públicos para enri-quecimiento personal, se asociaban conla época colonial, por lo cual la perma-nencia de estos vicios en la repúblicase vio como una supervivencia de lacolonia. Desde los años de la ocupaciónmilitar norteamericana (1899-1902) seinició el proceso de formación de losnuevos partidos políticos estructuradosen torno a figuras destacadas del“mambisado”, debido a su autoridadmoral ante la población; este proceso,que culminó entre 1905 y 1907 con laformación de los dos grandes partidos:el Liberal y el Conservador, fue deli-neando también un modo de hacerpolítica. El sistema caudillo-clientela

política se adueñó del ejercicio del po-der desde el municipio hasta el gobiernonacional. En estas condiciones, se ama-saron fortunas que permitieron a susbeneficiarios integrarse de manera re-lativamente rápida a la alta burguesíay formar parte de los sectoresoligárquicos.

Desde el gobierno de Tomás EstradaPalma (1902-1906), el problema se em-pezó a plantear, sin embargo, eldespliegue formidable de las formas defraude y malversación entronizados apartir de la segunda intervención (1906-1909) y de la restauración republicanabajo la presidencia liberal de José Mi-guel Gómez (1909-1913) hicieron que,en la comparación, Estrada Palma que-dara como ejemplo de honradez, comoel único presidente honrado de la repú-blica hasta ese momento. Tales malesprodujeron una reacción de rechazo enla población que se exteriorizaron dediferentes modos.

Los problemas de fondo de la so-ciedad cubana podían quedar ocultospara muchos, por ello se advertíanmás fácilmente los más visibles paratodos y, por tanto, la crítica más gene-ralizada se dirigía en esa dirección.Debido a esto las manifestaciones derechazo se concentraron en la corrup-ción político-administrativa, lo que seexpresaba por múltiples vías y desdedistintas clases, grupos y sectores so-ciales. Mientras la intelectualidadintentaba identificar las causas queexplicaran los problemas o, al menos,los describía –lo cual es notorio en lanarrativa de las tres primeras décadasdel siglo XX y en el creciente arraigodel ensayo y la poesía– fue tomandofuerza la construcción de elementos

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simbólicos capaces de expresar desdela óptica popular los estados de ánimodel pueblo.

En el proceso de creación perma-nente de los símbolos, se producencontinuos intercambios entre los distin-tos sujetos sociales, por ejemplo, lacaricatura construyó sus propias repre-sentaciones, las cuales fueron asimiladasampliamente en la medida en que refle-jaban los sentimientos colectivos,mientras, a su vez, se nutrió de lascreaciones populares. Lo mismo ocu-rre con otras expresiones como lapoesía y las frases populares u otras.Se trata de un proceso constante depréstamos e influencias en donde setransgreden las formas impuestas por lacultura dominante para crear espaciospropios de producción y reproducción deelementos simbólicos que, de algunaforma, increpan al poder desde la pers-pectiva de lo percibido como problemacentral. Muchos autores con voz en losespacios públicos patentizaron posicio-nes partidistas en las luchas electoralesintentando construir estados de opinióndesde los medios que controlaban, peroactuaron también tomando en cuenta lapsicología colectiva.

La capacidad de construir elementossimbólicos que expresaran los “malesde la República” fue desarrollándose amedida que el sentimiento de frustra-ción se fue generalizando, por tanto,empezaron a surgir denominacionespara designar los fenómenos de corrup-ción en sus diferentes manifestaciones.En este proceso, el período de la se-gunda intervención norteamericanamarcó un momento de despegue quealcanzaría su consolidación a partir delgobierno de José Miguel Gómez. Se

iban construyendo los signos referidosal mundo de la política, compartidos portodos.

Entre las construcciones simbólicasdel período de la república burguesaen Cuba, uno de los símbolos más per-manentes fue la representación delpoder encarnada en un “pollo”, comoocurrió durante los primeros años, o enun “jamón”, el de mayor perdurabili-dad hasta los últimos tiempos deaquella república. Esto representaba“coger el pollo” o “pegarse al jamón”,es decir, controlar el poder político, osea, la fuente de enriquecimiento apartir del erario público. El “pollo” oel “jamón” también eran representacio-nes del Tesoro público. Los políticos, portanto, luchaban por uno u otro, lo cualse convertía en el centro de las batallaspolíticas, era el premio en disputa. Lapoesía popular anónima, transmitida portradición oral, la décima en especial, lafrase popular de “pegarse al jamón”, elteatro bufo y la caricatura de época danbuena muestra de esto.

La lectura de tal imagen simbólicadel poder establece el sentido que ad-quirían la política y los políticos para elconjunto social. La política se conver-tía en el gran negocio fraudulento, deahí las formas despectivas para refe-rirse a quienes se convertían enpolíticos profesionales, a los que –comose decía cotidianamente– se “metían enla política”, aunque los mecanismos dedominación establecían códigos queobligaban a la aceptación de su preemi-nencia dentro de la sociedad. Estar“mezclado en política” no era un sta-tus respetable éticamente, pero sí unaposición dominante. Las esferas deejercicio del dominio, de hecho, dife-

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rían, pues no era lo mismo ser “sar-gento de barrio” que candidatopresidencial, por citar los dos extremosdel sistema, lo cual determinaba tam-bién la cuota de los beneficiosemanados del “jamón” y el grado deautoridad que podía ejercerse, pero entodos los casos significaba participardel mecanismo del poder.

Entre los símbolos de aquellas prácti-cas corruptas, adquirió gran popularidadla imagen del “chivo” para denominarcualquier negocio fraudulento realizadopor el gobierno. Su representación fí-sica era el animal conocido en Cubacomo chivo, por ello su aparición enuna caricatura tenía una lectura muyclara para los receptores como alusióndirecta a una transacción turbia, a unmanejo corrupto desde el poder. A partirdel gobierno de José Miguel Gómez seacuñó este símbolo por décadas y fueutilizado en el lenguaje coloquial, en lapoesía popular y en el teatro bufo.

Si bien los negocios turbios de JoséMiguel fueron denominados “el chivode la Ciénaga”, en referencia a la con-cesión fraudulenta para la desecaciónde la Ciénaga de Zapata, o “el chivode Villanueva”, por el escandaloso can-je de los terrenos de la antigua estaciónferroviaria (donde hoy se levanta el Ca-pitolio) por los del Arsenal, sugeneralización como práctica y comorepresentación puede apreciarse en laobra estrenada en el teatro Alhambraen 1923, La isla de las cotorras,cuando el personaje del Loro se refie-re a la corrupción existente en Cuba,remontándose a la llegada de Colón, enlos siguientes términos:Como a todos les gustabael sabroso chilindrón,

a una playa donde habíade chivitos un millón,la del chivo le nombraron,y del chivo se quedó,y de chivos todavíase alimenta la nación,[……….]14

La construcción simbólica del chivocomo representación de los negociosfraudulentos, sin duda, propició su utili-zación en caricaturas y obras satíricaspor su excelente ductilidad para esosmedios, pero también por la fácil comu-nicación establecida con un públicoconocedor del signo utilizado y a la vezpartícipe de su creación y uso.

Otras denominaciones alegóricas fue-ron apareciendo para expresar lasdistintas prácticas en la política, tal es elcaso de muñidor, bombín, copo, bravay cambiazo, entre otros. Muñidor ybombín se aplicaban a personas que, enel primer caso, se dedicaban a hacerarreglos electorales dudosos y, en elsegundo, a quienes sin participar direc-tamente en los combates políticossiempre aparecían ocupando puestosen la administración pública. SegúnMárquez Sterling: “A los ‘levitas’ de lacolonia los sustituían los ‘bombines’ dela república”.15 Ambas conductas eranrechazadas desde una perspectiva éti-ca, pero eran parte de los mecanismosdel poder.

Las denominaciones de copo, bravay cambiazo, por su parte, se referían amétodos utilizados por los partidos po-líticos para dominar las elecciones: “iral copo” significaba la intención de unpartido de acaparar todos los puestoselectivos para lo cual el control de lasJuntas de Escrutinio era fundamental;“dar la brava” era cambiar los votos

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de los colegios electorales a favor deun partido o candidato, algo similar al“cambiazo”, aunque este se relaciona-ba con el remplazo en el resultado delas elecciones. El más conocido por elpueblo fue el “cambiazo del cabo de lavela” que se produjo en 1916, cuandola reelección de Mario García Menocal,en alusión a la alteración en los parteselectorales realizada en la Dirección deComunicaciones en la madrugada del 2al 3 de noviembre.

Estas últimas denominaciones, esdecir, copo, brava y cambiazo, tienenuna doble significación, pues los propiospolíticos las asumieron para designardeterminadas acciones en su prácticapolítica, en particular la voluntad de “iral copo”, sin embargo, también fueronparte de las representaciones con lascuales la población se refería a talesprácticas éticamente repudiables.

Entre los símbolos más utilizados yde mayor permanencia se cuenta, sindudas, la “botella”. Dicha práctica nonació con la república, pues venía des-de antes, pero muchos contemporáneosy también historiadores posteriores aso-cian su surgimiento al gobernador de lasegunda intervención norteamericana,Charles Magoon. Ciertamente, el usode este símbolo se generalizó a partirde entonces para referirse al cobro deun salario otorgado a cargo del presu-puesto público sin realizar ningúntrabajo. La “botella” tuvo una larga vidacomo práctica política y como construc-ción simbólica.

Fue uno de los elementos principa-les para el funcionamiento del sistemapolítico basado en la relación caudillo-clientela política, desde el poder, pararepartir nombramientos ficticios dentro

de la administración pública con los cua-les se correspondía a la clientela, sefavorecía a amigos y se neutralizaba apotenciales opositores. Esta fue una delas prácticas más criticadas, por ello lospartidos políticos tuvieron que inscribiren sus programas promesas demoralización, de inamovilidad de los em-pleados públicos para que esos puestosno estuvieran al servicio de los intere-ses políticos, etcétera. En realidad no fuehasta el gobierno de Carlos Prío Socarrás(1948-1952) que se creó el Tribunal deCuentas, concebido en la Constitución de1940 como mecanismo para evitar la co-rrupción en el manejo de los fondospúblicos, pero cuya efectividad fue nulaen medio de un gobierno que se grabó enla memoria popular por sus escándalos demalversación, entre otras características,además de por haber sido depuesto porun golpe de Estado.

El dibujo de una botella en una cari-catura o en un cartel, o el uso delvocablo en cualquier frase popular, ver-so o dentro de las representacioneshumorísticas o satíricas funcionaba per-fectamente, pues el receptor conocíamuy bien su connotación simbólica. Enla coyuntura de las elecciones mencio-nadas de 1916 surgió una copla popular,a partir de la “conga” que identificabaa los liberales, la cual ridiculizaba el usode la “botella” y los manejos corruptosen los comicios:Azpiazo me dio botellay yo voté por Varona,aé, aé, aé,La Chambelona.

La “botella” y el “botellero”, es de-cir, la persona que disfrutaba losbeneficios de la botella, constituían pun-

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tos focales dentro del rechazo a la co-rrupción y los corruptos, sin embargo,el mecanismo subsistió hasta el fin dela república burguesa. Era parte delsistema y su funcionamiento. En oca-siones, cuando la “botella” adquiríaproporciones desmesuradas se le llegóa denominar “garrafón”.

Dentro de las construcciones simbó-licas de esta época que expresan elsentido de frustración y adquieren granrelieve, debe considerarse el modo dereescribir algunos valores de alta sig-nificación moral y patriótica: se tratadel mambisado y sus figuras más re-presentativas, los más formando partede los hombres dignos del país, mien-tras otros integraban el grupo de lospolíticos corruptos que dominó la políti-ca hasta la década del treinta. Por ello,el pueblo se sintió ante el dilema deaprobar al mambisado en conjunto o en-frentar a los corruptos, aunqueprovinieran de ese sector. Los mambiseseran parte de la sociedad, estaban vivosy actuantes, se reunían en su organiza-ción de veteranos, contaban sus historiaslegendarias y, como grupo, representa-ban lo mejor de la historia heroica delpaís, aunque en su interior estaban muylejos de constituir un cuerpo homogéneodesde la perspectiva de sus posicionespolíticas y sus proyecciones acerca dela nación que debía ser.

Parte importante de ese mambisadose hallaba envuelto en las redes de larelación clientelar fomentada dentro delsistema político, agrupándose en lospartidos Liberal o Conservador, o si-guiendo a su antiguo jefe en el EjércitoLibertador dentro de cualquier agrupa-ción política, pero otros combatían lasprácticas políticas establecidas, critica-

ban la corrupción y hubo algunos quellegaron a comprender más a fondo losproblemas y denunciaron la presenciadominante extranjera. No pocos deja-ron testimonio de su inconformidad conla situación existente en Cuba, algunospublicados en la prensa de entonces oen memorias y otros en documentaciónpersonal inédita, como el caso de Fe-derico Pérez Carbó, quien en la cartadel 19 de mayo de 1939 al dominicanoFederico Henríquez y Carvajal, se re-fería a la triste conmemoración de esafecha y preguntaba: “¿Qué diría Martíque tanto enalteció las virtudes de supueblo y que tanto confió y esperó deellas?...”. Para añadir después: “Maña-na, fiesta nacional; hoy de dolor. Ironíasdel destino. Habrá mucho discurso,mucho verso, mucho desborde patrió-tico y muchas alabanzas a nuestrosGrandes; pero de labios afuera; dentro¡nada!...”.16 Esto lo decía cuando aúnhabía un presidente salido de aquellageneración: el coronel Federico LaredoBrú, por cierto, el último, pues ya la he-gemonía política pasaba a manos de lageneración salida del proceso revolu-cionario de los años treinta.

En medio de tan complicada y sensi-ble situación, la solución llegó por la víade poner en la picota pública a los polí-ticos de manera individual y preservar alcuerpo con su valor simbólico para lapatria. De esta forma, el mayor generalJosé Miguel Gómez dejó de ser tal paraconvertirse en “Tiburón”, con el añadi-do de “se baña, pero salpica”; el mayorgeneral Mario García Menocal se con-virtió en “El Mayoral” que, según la“conga” conservadora, iba “sonando elcuero”, y Alfredo Zayas, quien habíapasado buena parte de la guerra de 1895

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en las cárceles españolas y tenía la au-reola de ser hermano del general JuanBruno Zayas, era “El Chino” o “El pe-setero”. Se concentraba así la repulsa enlas individualidades, que aparecían sepa-radas de su origen independentista y, enla mayoría de los casos, mambí. Esto pue-de tener una segunda lectura: el rechazoindividual no implica necesariamente elcuestionamiento al sistema, de maneraque la concentración de tales sentimien-tos alrededor de la figura del presidenteno hacía peligrar al sistema, al menos,de momento.

La reacción señalada, es decir, lanegación de los valores históricos deantiguos grandes jefes mambises den-tro de la imagen popular y, al mismotiempo, la preservación de los valoresmorales y patrióticos del cuerpo, puedeverse en una cuarteta popular transmi-tida por tradición oral:¿Quién era José Miguelcuando Máximo vivía?En el país no se oíahablar de Zayas ni de él.17

Así el pueblo contraponía a MáximoGómez, el Generalísimo, con las figu-ras de quienes habían llegado a lapolítica republicana para marcarse conel signo de la corrupción. Otras figurasde la independencia también eran enar-boladas para expresar la frustraciónrepublicana, este es el caso muy espe-cial de José Martí.

Expresiones como: “esto no fue loque soñó Martí” o “Martí no debió demorir” fueron cotidianas en los prime-ros lustros republicanos. La generaciónque vivió el tránsito del colonialismo es-pañol a la instauración de la repúblicael 20 de mayo de 1902, pasando por la

intervención norteamericana y transi-tando por el decurso republicano en susprimeros años, fue marcada por el im-pacto de la frustración, lo que llevó aun sentimiento colectivo de desastre.En aquel contexto, Martí emergía comosímbolo de lo mejor, de quien no habríapermitido tal estado de cosas, de quienhubiera podido impedir aquel descala-bro. Esto quedó plasmado en las frasescitadas, en décimas populares y otrasmuchas formas, como la famosa “Cla-ve a Martí”, de la segunda década delsiglo, que perduró en la memoria colec-tiva, y donde se decía:Si él fuera el Maestro del díaotro gallo cantaríala Patria se salvaríay Cuba sería feliz.

Dicho sentimiento de frustración y, encierto sentido, de impotencia expresadocolectivamente, buscaba sus referentesen los grandes paradigmas de la nación,en quienes representaban lo opuesto a lapolítica de los “chivos” y las “botellas”,en quienes eran la antítesis de los políti-cos que “se pegaban al jamón”. Noobstante, su simbolismo se ponía en fun-ción del lamento frente a la realidaddonde, para muchos, se habían “traicio-nado” los ideales de los grandes patriotas.Sin embargo, en la década del veinteafloró una generación que transformaríael valor simbólico de las magnas figurasde la patria: ya no se trataba de lamen-tar su ausencia, sino de concluir la obrainacabada, de completar la revolución.

Otra vez se volvería a recurrir almambisado y a sus grandes represen-tantes, pero para impulsar la acción,iniciando así un nuevo ciclo revoluciona-rio –la llamada Revolución del treinta–

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también frustrado, pero que dejó cam-bios importantes en la sociedad y en lasactitudes colectivas. A pesar de ello,muchas de las construcciones simbóli-cas en torno a las prácticas políticascorruptas permanecieron o se reprodu-jeron, al multiplicarse los manejoscorruptos desde el poder.

Las construcciones simbólicas exa-minadas tienen un papel importante enla dinámica de la sociedad cubana dela primera mitad del siglo XX: fueron for-mas de resistencia frente al poderencarnado en una república que no res-pondía a las expectativas mayoritariasde Cuba. Pudieran verse como formassimples de resistencia, pero animaban elsentido crítico, el rechazo moral, a par-tir de lo cual se movilizaba la concienciacívica de la población. La corrupciónpolítico-administrativa no constituía laraíz de los problemas cubanos, pero síla manifestación más clara y visible dela frustración republicana y, frente aella, la representación simbólica actuócomo flagelo popular, sentando la baseprimaria para combates mayores.

Este rechazo fue adquiriendo formasorganizadas de lucha, en especial la dé-cada del veinte marcó ese viraje. Elmovimiento por la Reforma Universita-ria iniciado en 1922, la Protesta de losTrece del 18 de marzo de 1923 y el Mo-vimiento de Veteranos y Patriotas entre1923 y 1924 con su impacto en el con-junto de la sociedad, por citar algunosejemplos notables, fueron acciones quelograron movilizar al pueblo tras metasde acabar con la corrupción dentro dela vida institucional cubana. Algunosintegrantes de aquella generación lle-garon más lejos en el planteamiento delos problemas cubanos.

Después del proceso revolucionariode los años treinta, las formas de ha-cer política tuvieron que cambiar. Elprotagonismo de diferentes sectorespopulares en aquel proceso obligaba atomarlos en cuenta y buscar un nuevopacto social. En ese contexto, nacien-tes partidos con estructuras modernasse adueñaron de las luchas electorales.Algunos surgieron como desprendi-mientos de los tradicionales con nuevosnombres y programas, y dentro de esamultiplicidad se destacó el Partido Re-volucionario Cubano (Auténtico), quearrastró a buena parte del electoradotras su programa de reformas, en unacoyuntura en la cual el reformismo al-canzó especial fuerza como esperanzade solución. Hombres de la generaciónsalida del proceso revolucionario de lostreinta alcanzaban la hegemonía políti-ca, sustituyendo a la anterior salida delmambisado.

La nueva hornada de políticos que seadueñó de las luchas electorales, repre-sentada en las figuras de FulgencioBatista y Ramón Grau como los dosgrandes polos de atracción, tuvieronque contender a través de alianzas ycoaliciones para aspirar al triunfo, peroen ese ejercicio fueron asimilando bue-na parte de las viejas formas de hacerpolítica. Se trataba de nuevos gruposllegados al poder para el enriquecimien-to personal y de sus allegados; así sereproducía el fenómeno, lo que, a suvez, provocaría nuevas expresiones defrustración y rechazo.

La fuerza movilizadora deChibás

En 1934 surgió el Partido Auténti-co, al cual se adhirió Eduardo Chibás

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en 1937 para con rapidez destacarsecomo uno de sus líderes de mayor fuer-za. Las elecciones para delegados a laAsamblea Constituyente de 1940 lo de-mostraron: el joven Eddy Chibás obtuvoel segundo lugar; el primer lugar co-rrespondió a Ramón Grau San Martín,quien encabezaba el PRC (A). A suvez, este partido fue el que más dele-gados eligió para la Asamblea con untotal de dieciocho y también obtuvo lamás alta votación con 225 223 votos.El autenticismo mostraba la fuerzaelectoral obtenida con su programa na-cional reformista y sus consignasnacionalistas, y Eduardo Chibásemergía como uno de sus más fuertespuntales.

El Comité Gestor del Partido Au-téntico había estado integradofundamentalmente por antiguosmiembros del Directorio EstudiantilUniversitario, organización que habíaparticipado de modo destacado en elproceso revolucionario de los añostreinta, por lo cual Chibás se integra-ba a un proyecto emanado de sugeneración y de sus propias luchas.Debe recordarse que desde su ingre-so en la Universidad de La Habana en1926, se incorporó a los combates es-tudiantiles contra Gerardo Machado,formando parte del Directorio Estudian-til Universitario contra la Prórroga dePoderes de 1927; desde entonces fueun activo participante en el panoramapolítico cubano. El nuevo partido, por suparte, se presentaba como el continua-dor de la “revolución auténtica”,teniendo como punto de referencia elperíodo del gobierno provisional presi-dido por Grau entre 1933 y 1934. Sujefe era el “mesías” y se convertía en

la esperanza de amplios sectores de lapoblación para los cambios que el paísrequería, aun cuando su programa im-plicaba la acción dentro del sistema, nosu transformación.

En el seno del Partido Auténtico, elascenso de Eduardo Chibás fue nota-ble: en las elecciones generales de1940 salió electo el representante nú-mero uno del PRC (A) a la Cámarapor La Habana por la votación alcan-zada. En las de 1944 resultó elegidosenador, hecho que se repitió en 1950.Su presencia en el Congreso, tanto enla Cámara como en el Senado, fue muyactiva, en especial fustigando los nego-cios turbios, denunciando los fraudes y“chivos” en el gobierno de FulgencioBatista (1940-1944), mientras que en elperíodo presidencial de Grau (1944-1948) el problema sería mucho máscomplicado por su pertenencia al par-tido de gobierno y por sus vínculos conel presidente.

El Partido Auténtico había concurri-do a las elecciones en alianza con elPartido Republicano, reconocido repre-sentante de las fuerzas conservadoras.Dentro de tan extraña alianza, Graubasó su propaganda electoral en la pro-moción del desarrollo económico delpaís, creación de la marina mercante,mejoras sociales, higienización de losbateyes, electrificación de los camposy la elaboración de las leyes comple-mentarias de la Constitución, talescomo la creación del Tribunal de Cuen-tas, la carrera administrativa y elpresupuesto nacional, medidas contra lacorrupción. El triunfo de la Alianza Au-téntico Republicana en las eleccionesdel 1º de junio de 1944 –primeroscomicios celebrados por el sistema de

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voto directo establecido en la Constitu-ción de 1940– se obtuvo por ampliamayoría de más de un millón de votos,de ahí que Chibás lo denominara “lajornada gloriosa del 1º de junio” y anun-ció el inicio de la transformación delsistema económico, social, político yadministrativo. Comenzaba el “Gobier-no de la Cubanidad”. A partir de talesexpectativas, la actuación del gobier-no de Grau constituyó una frustraciónde gran envergadura que incidiría enla actitud del senador Chibás.

El incumplimiento de las promesaselectorales y del programa auténticodurante el gobierno de Grau fue inci-tando la crítica de Chibás, aunquedesde las filas del autenticismo. Preten-día una gestión honesta acorde con susbases programáticas y también plantea-ba que el partido enrumbara hacia lassiguientes elecciones sin pactos queataran su actuación, lo cual provocabareacciones de rechazo en muchos as-pirantes a ganar posiciones mediantealianzas; de igual forma fue un fuerteopositor a la campaña que se empezóa organizar desde 1946 con vistas apropiciar la reelección de Grau, para loque se necesitaba una reforma consti-tucional, pero las críticas a la corrupciónfueron las de mayor resonancia dentrodel discurso chibasista.

Entre 1946 y 1947, las denuncias deChibás sobre los “chivos” del gobierno,las malversaciones y toda forma de co-rrupción fueron incrementándose, y elloprodujo un distanciamiento con el pre-sidente que terminaría en ruptura.Entre las figuras del gobierno más fuer-temente criticadas estaban el ministrode Educación, José Manuel Alemán, yCarlos Prío, quien ocupó los cargos de

Primer Ministro y Ministro del Traba-jo. En el caso específico de Alemán, losataques no sólo provenían de Chibás,pues su escandaloso manejo de los fon-dos del Inciso K, el financiamiento yuso de los grupos pandilleros con esosfondos, la creación del Bloque Alemán-Grau-Alsina (BAGA) con vistas a laselecciones y su extraordinario enrique-cimiento personal eran muy conocidos.

La inconformidad con la gestión delgobierno de Grau, el cual no promulgó lasleyes prometidas y hasta vetó el intentode Ley de Presupuesto, especialmente elalto grado de corrupción que se adueñódel aparato político, condujo a la forma-ción de un grupo dentro del PartidoAuténtico denominado los “inconformes”o los “ortodoxos”, por cuanto reclamabanel rescate del programa original auténti-co. Este grupo se fue integrando desde1946 y tuvo en Eduardo Chibás a su lí-der, quien aún trabajaba desde las filasauténticas defendiendo la unidad delautenticismo. La brecha entre los “orto-doxos” y el gobierno se iría ampliandohasta que el 15 de marzo de 1947 seprodujo la fundación del Partido delPueblo Cubano (Ortodoxos) con el quese fusionó el ABC.

El desprendimiento oficial de un gru-po importante del autenticismo paracrear su propio partido constituyó ungolpe fuerte para los auténticos. Noobstante la heterogeneidad del partido,de los vaivenes que impusieron lasaspiraciones de distintas figuras y gru-pos a su interior, sin duda, la gran fuerzaortodoxa radicó en la figura de Eduar-do Chibás. Ya como grupo de oposición,el Partido Ortodoxo, por boca de su lí-der, se convirtió en un acusadorconstante y agudo de los negocios

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sucios del gobierno, de su extraordina-ria corrupción. Esto desató un fuertemovimiento de masas en torno a las gran-des campañas contra la corrupción, queincluía a diversos sectores sociales. La“escoba” era asumida en su valor sim-bólico de manera masiva.

En las elecciones de 1948 contendie-ron la Alianza Auténtico Republicana, laCoalición Liberal Demócrata y con can-didaturas independientes el Partido delPueblo Cubano (Ortodoxos) y el Parti-do Socialista Popular. Los ortodoxosllevaban la candidatura de EduardoChibás y de Roberto Agramonte. Nointeresa exponer aquí las vicisitudes in-ternas de la ortodoxia antes de llegara conformar su candidatura, sólo espreciso destacar que los intereseselectorales se pusieron de manifiestoy la posición antipactista de Chibás lle-gó a estar en minoría. Al final, seestructuró el “ticket” presidencial orto-doxo, el cual obtuvo el tercer lugar enlos comicios con 324 634 votos. Laalianza gobiernista ganó con 905 198sufragios y en segundo lugar quedó laCoalición con 599 364. El dúo CarlosPrío-Guillermo Alonso Pujol alcanzaba eltriunfo, aunque con una merma en la vo-tación respecto a la alcanzada por lapropia Alianza en 1944. Se iniciaba el“Gobierno de la Cordialidad”.

Eduardo Chibás libró intensas bata-llas contra la corrupción del gobiernode Prío, alcanzando entonces el mo-mento más alto de su popularidad. Laprofundización de los vicios que habíancaracterizado a la administración an-terior se hizo patente, así como unmayor entendimiento con los interesesnorteamericanos. Frente a esto, Chibásdenunció de manera sistemática el en-

riquecimiento de Prío, sus familiares yamigos, con datos precisos en muchoscasos acerca de las fabulosas fortunasque se estaban amasando. La denun-cia del senador ortodoxo Pelayo CuervoNavarro, ante el Senado, de la gigan-tesca malversación del gobierno deGrau, que había recaudado más de milmillones de pesos y dejaba un déficitsuperior a cien millones provocó ungran impacto. Ante la falta de accióndentro del gobierno, Pelayo Cuervo pre-sentó la denuncia al Tribunal Supremode Justicia en lo que constituyó la Cau-sa 82/49. Aquello se convirtió en unescándalo mayúsculo, aumentado cuan-do el 4 de julio de 1950 fue robado elexpediente del juzgado. Esta denunciaera parte de las batallas ortodoxas en-cabezadas por Chibás.

Artículos y discursos del líder llega-ban a amplios sectores de la población.Su llamado expresado en frases como“¡A la cárcel los ladrones del erario pú-blico!”, sus argumentadas denunciassobre las riquezas fabulosas de políti-cos que poco antes eran personas demodestos recursos, su exaltación de lahonestidad y la vergüenza como valo-res fundamentales para el ejercicio dela política, constituyeron las palancasfundamentales para desarrollar un mo-vimiento de masas incuestionable en loque, sin duda, actuaba el precedente his-tórico examinado y la reproducción delas causas que lo habían engendrado.

Como se ha apuntado, en el discursochibasista se incluían otras demandasque correspondían con el programa delpartido, pero también desarrolló campa-ñas de denuncia contra lo que llamó el“pulpo” eléctrico y el telefónico, cuan-do aumentaron sus tarifas con la

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complicidad de los gobiernos auténticos.Sus consignas y el programa ortodoxotenían un alcance más amplio; sin em-bargo, el combate contra la corrupciónlo llevó a la cima de la popularidad y suconsigna de “Vergüenza contra dinero”penetró en la población. Indudablemen-te, la reproducción de los “males yvicios” de la república durante el perío-do posterior al proceso revolucionariode los años treinta, propició que se mul-tiplicara, a su vez, el rechazo y laconvocación al pueblo desde una pers-pectiva ética.

La historia vivida por el pueblo cu-bano en las primeras décadas del sigloXX brindaba un marco propicio para unlíder carismático y combativo comoEduardo Chibás, quien fuera capaz degenerar una movilización extraordinaria,donde predominaba el llamado cívico,en la que el factor moral se erigió enel elemento más reconocido por la po-blación. Una vez más, la concienciacívica se constituía en fuerza motorapara la acción colectiva.

Notas1 Bohemia (La Habana) 43(34):35; 26 ag. 1951.2 Ibídem, p. 55.

3 Ibídem, p. 103.4 Ibídem, p. 61.5 Ibídem, p. 62.6 Ibídem, pp. 70, 98.7 Ibídem, p. 93.8 Ibídem, p. 101.9 Ibídem, p. 96.10 Vignier, E. y G. Alonso. La corrupción políticoadministrativa en Cuba. 1944-1952. La Habana:Editorial de Ciencias Sociales, 1973. pp. 185-186.11 Gutiérrez, Raúl. El pueblo opina sobre elgobierno actual y los posibles presidentes.Bohemia (La Habana):124-127, 146 y 149; 16dic. 1951.12 Los datos de afiliaciones están tomados deRiera, Mario. Cuba política (1899-1955). LaHabana: Impresora Modelo S. A., 1955.13 Ibídem, p. 236.14 En: Teatro Alhambra. Antología / Sel., pról. ynotas Eduardo Robreño. Ciudad de La Habana:Editorial Letras Cubanas, 1979. p. 347.15 Márquez Sterling, Carlos. Historia de Cubadesde Colón hasta Castro. New York: LasAmericas Publishing Company, 1963. p. 276.16 Archivo Museo Emilio Bacardí. FondoFederico Pérez Carbó, carpeta 17.17 Feijóo, Samuel. Cuarteta y décima. Ciudad deLa Habana: Editorial Letras Cubanas, 1980. p. 20.

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El ser humanoEl 26 de agosto se cumple el cen-

tenario del natalicio de Eduardo RenéChibás Ribas, figura importante de lapolítica del siglo XX en Cuba. Su naci-miento ocurre en Santiago de Cuba en1907. Hijo del ingeniero Eduardo Jus-to Chibás Guerra, oriundo de la actualprovincia de Guantánamo, y de GloriaRibas Agramonte, de origen camagüe-yano, cuya madre, la mambisa LuisaAgramonte, era hermana de un coro-nel y médico cirujano del EjércitoLibertador, y prima del Mayor Gene-ral Ignacio Agramonte y Loynaz. Deesta estirpe de patriotas le viene al re-volucionario por sangre lo que sería surebeldía y, además, enriquecieron suformación y desarrollo político.

Proveniente de una familia, de muybuena posición económica, fue un niñoy un joven privilegiados, por ello cursasus estudios en las mejores escuelas dela época como el Colegio de Belén,cuna de varios líderes revolucionarios,entre ellos el más eminente, Fidel Cas-tro Ruz. Quizás los curas jesuitas queofrecían el magisterio allí, desconocíanque en sus aulas se fraguaban los fu-

turos defensores de repartir o multipli-car los peces y los panes para todo elpueblo, y erradicar sus calamidades ymiserias. Esos sentimientos estuvieronsiempre presentes en Eduardo R.Chibás, un ferviente admirador de laobra del Apóstol José Martí, en sus ba-tallas desafiando el peligro hasta lasúltimas consecuencias.

Desde 1944 hasta 1951, año de sumuerte, radicó su domicilio en la torredel edificio López Serrano,1 situado enCalle 13 esquina a L en el Vedado, enel piso catorce, donde un apartamentopequeño no sólo le servía como vivien-da y refugio para su descanso, sinotambién como oficina del partido quehabía fundado.

Durante nuestras visitas y permanen-cia en dicho apartamento comprobamossu pequeñez y llegamos a la conclusiónde que sus dos últimos inquilinos (el ac-tual es el coreógrafo Ramiro Guerra2)han sido más grandes que el propio re-cinto. Está compuesto por una salacomedor de 7 x 5 metros una cocinade 3,50 x 1,20, un cuarto dormitorio de4 x 6 y un baño de 4 x 1,20; los pisosde cada habitación son de mosaicos

Eduardo Chibás, un hombrecon vergüenza

Leonel F. Maza GonzálezLourdes Castellón Sánchez

Investigadores

A Fidel, por cumplir los sueños e ideales de Eduardo R. Chibás.

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con diferentes diseños y colores desta-cándose, el verde, amarillo, carmelita ygris, los cuales forman hermosas figu-ras geométricas como si fueranalfombras, características muy propiasdel art decó. Aún se puede apreciar ensus paredes, de bien alto puntal, diferen-tes capas de pintura, preferentementeblanca, que las han cubierto a través delos años. Las doce ventanas le dan untoque de frescura al inmueble, y leofrecían al revolucionario una gran vistaal mar, así como de La Habana, lo cualle proporcionaba la tranquilidad nece-saria para soñar y planificar cadadiscurso y acción revolucionaria.

En la época de Chibás, allí se hizopolítica y denuncias a favor del pueblocubano y, actualmente, se ha converti-do en depositario de la creacióncoreográfica y literaria de su actualocupante.

Muchas son las anécdotas sobreChibás.

Un hecho que podemos calificar degeneroso y poco común en esa épocafue su desprendimiento cuando recibe enherencia una parte de la colonia de café,situada en Felicidad de Yateras, propie-dad de su padre. El dinero que le fueotorgado una vez vendida, lo donó parala construcción de una escuela con ca-rácter gratuito para los niños pobres dela zona. Y en los últimos momentos desu batalla contra la muerte le pidió a susecretaria, comprar un gran cake paraenviar a dicho centro escolar.

El maletín que utilizaba para sus do-cumentos llegó a ser famoso no sólopor el contenido que guardaba, sinotambién por el temor que inspiraba a lospolitiqueros y corruptos, pues en su in-terior trasladaba las pruebas que

desenmascaraban a sus enemigos,desmoralizándolos. Tan temido fue quele dedicaron una comedia teatral titu-lada La maleta de Chibás, estrenadaen el teatro Alcázar.

Chibás disfrutaba de su mascota,una singular cotorrita que podía habersido su confidente y apoyo emocional.Este animalito repetía con gracia lasfrases que tanto escuchaba a su due-ño: “¡Vergüenza contra dinero!“¡Chibás presidente” y “¡Conchita, panpa´la cotorrita!”.

Tuvo relaciones amorosas con unamujer bella, Natasha, hija del líder co-munista Julio Antonio Mella, quiendemostró con creces su amor: inclusodespués de la muerte de Chibás le guar-dó luto. Siempre fue respetuoso con susrelaciones sentimentales, las cuales cui-daba y protegía de cualquier malentendido que pudiera ser utilizado paradañar su obra política.

Su imagen era parte de su propiaexistencia: vestía de forma sencilla,pero elegante, combinando la corbata ylas medias; usaba camisa blanca, cintoy zapatos negros, y además se hacía loslazos de su corbata con impecable pre-cisión. Tenía cuatro corbaterosclasificados por colores, entre los cua-les no estaban ni el amarillo ni el verde,a los que detestaba. Debe haber sidoun castigo, quizás involuntario, convivircon dichos colores en los pisos del cuar-to de baño y demás habitaciones de suapartamento. Cuidaba de su presenciaa tal punto que se afeitaba dos veces aldía, aunque esta actividad no la reali-zaba como cualquiera frente a unespejo, generalmente en el baño, sinocaminando por la sala mientras dabainstrucciones a su secretaria.

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Sus gustos musicales y lecturas lite-rarias formaban parte de sus ratos deocio. Asiduamente oía la música de di-ferentes compositores entre ellos, Bach,del cual decía: “¡Escuchar a Bach esel contraste de mi escandalera!”, refi-riéndose a su enérgica forma dearengar en cada combate con su máspoderosa arma, la palabra. También dis-frutaba discos de Mozart, Beethoven,Tchaikovsky, Chopin, Brahms yWagner, entre otros.

Poseía un busto de Martí y no faltóen su mesa un libro del Apóstol con pen-samientos de este subrayados, así comodos Biblia en las cuales estaban marca-dos los versículos relacionados conpalabras como valentía, honestidad y es-fuerzo, que conforman su personalidad.

Al escribir poseía un estilo o quizásuna manía: necesitaba tener sobre sumesa de trabajo no menos de veintelápices afilados, de creyón fino y muynegro, papel, informaciones de archi-vos y documentos, junto a profusascajetillas de cigarrillos y fósforos, consus correspondientes ceniceros en va-rios lugares, pues fumaba muchomientras trabajaba. Escribía muy rápi-do y no borraba, si acaso tachabaalguna que otra palabra.

Desde joven leía muchísimo, y entresus autores favoritos estaba José Martí,a quien admiraba y del que fue un fer-voroso seguidor. Sus lecturas en casalas hacía los domingos… ¡para refres-car!, así le decía a su secretaria cuandole preguntaba. Los textos iban desde lasllamadas novelas de bolsillos hastacuentos.

Algunas anécdotas sobre Chibás, lasconocimos a través de GerardoRodríguez, único empleado de la épo-

ca del edificio López Serrano, aúnvivo, quien guarda con cariño una fotode 8 x 12 cm que Chibás le regalara,donde se puede apreciar al líder de la or-todoxia caminando por una calle de laHabana Vieja, vestido con traje blanco,llevando entre sus dedos un cigarrillo.Según Gerardo, era un hombre muy co-rrecto, cortés, que siempre lo saludada.En ocasiones, Rodríguez fue al aparta-mento cuando era solicitado pararealizar algún trabajo de mantenimiento.Un día le colocó un entrepaño en la par-te de arriba del baño para guardar lamaleta. Siempre atento, le daba las gra-cias. Recuerda además, como algojocoso, que Chibás al saludar a otro em-pleado que se nombraba Avelino, ledecía Humbelino. No pocas veces le viobajar o subir los 318 escalones que haydesde la entrada del edificio hasta la to-rre por alguna razón especial o quizásde seguridad, pues en una ocasión elelevador se desprendió de su mecanis-mo, y esto provocó un gran susto entrelos que lo acompañaban, aunque afor-tunadamente no ocurrió un accidentegracias a los flamantes muelles que te-nía el aparato.

Diferentes lugares de la capital fue-ron cotidianos en el quehacer del jovenestudiante y luego líder de la ortodoxia.En la Habana Vieja, el bufete de donFernando Ortiz y la alcaldía, que teníasu sede en el Palacio de los CapitanesGenerales, fueron testigos de su luchapolítica contra los gobiernos corruptos.El Capitolio Nacional de Cuba tam-bién guarda en sus paredes el timbrede su voz, cuando tiene su primeraparticipación parlamentaría por el Par-tido Revolucionario Cubano (Auténtico)sobre la Constituyente de 1940.

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Chibás fue un hombre estimado yrespetado por muchos intelectuales desu época, entre ellos, don FernandoOrtiz, Emilio Roig de Leuchsenring yJuan Marinello, quien lo catalogó comocabalmente honesto y sencillo. Alrede-dor de su figura se vincularon jóvenesde la talla de Fidel Castro Ruz.

Sus ojos azules parecían luminosos:esto se producía por el uso de unosespejuelos de gruesos cristales acompa-ñados de su vergüenza y honestidad,características inusuales entonces entrelos que practicaban la política en Cuba.

El políticoLa primera mitad del siglo XX en

Cuba, tuvo en Chibás a la figura másdestacada. Su palabra y comportamien-to estaban comprometidos con suscompañeros del Partido del Pueblo Cu-bano (Ortodoxos). Fue un hombretransparente en su manera de actuar ydecir a su pueblo, por ello proclamaba:“[…] tenemos fe en el pueblo de Cuba”y “Cuba necesita despertar”, afirmacio-nes que le daban seguridad y confianzaen la unidad para avivar los sueños dor-midos en la mayoría de los cubanos. Alfinal, se cumplieron sus deseos.

Con sólo veintiún años, es encarce-lado nuevamente, en la causa 228 de1929 impuesta contra él y un grupo decubanos por el delito de conspiracióny sedición. Es detenido el 25 de febre-ro de ese año, y cumple prisión en elCastillo del Príncipe hasta los prime-ros días de julio, cuando es liberadojunto a sus compañeros, por la presióndel pueblo.

Otro hecho enfrentado por Chibás essu separación de la Universidad de LaHabana, bajo acusaciones falsas. Tam-

bién fue llevado a consejo de guerrajunto a su padre y Carlos PríoSocarrás, acusados del delito de lan-zar un petardo desde el auto quepertenecía a su familia contra un tran-vía que transitaba por las calles K y17, en el Vedado. En la vista oral,Chibás acusa al dictador GerardoMachado y niega los cargos. Casual-mente, funge como uno de lostaquígrafos el sargento Fulgencio Ba-tista.

Después de esta situación marcha alos Estados Unidos, por gestiones de supadre para protegerlo de los esbirrosjunto con Eduardo Agramonte y arrien-dan en Nueva York un apartamento. Enese ciudad funda Unión Cívica deExilados Cubanos (UCEC).

A la caída de Gerardo Machado re-gresa y se vincula a don Fernando Ortizy a otros jóvenes en la redacción delproyecto de la Constitución transitoria,quienes estudian y profundizan en cadacuartilla de ese documento buscando laposibilidad de enriquecerla a partir delos intereses de los estudiantes.

Testigo de estos acontecimientos fueConchita Fernández, por aquel entoncessecretaria de Ortiz, y que años más tar-de describe la actitud de Chibás de estemodo: “[…] una de las cosas que másle molestó siempre fue el pacto de con-veniencia del 4 de septiembre entreBatista y sus sargentos y el DirectorioEstudiantil, a pesar de que había estadoentre los entusiastas que […] se unió alos golpistas con la creencia de que real-mente se habían complotado paraofrecerle algo al pueblo”.3

Luego se enfrenta a otro personaje:Ramón Grau San Martín, pues el re-volucionario reconoce que estaba lleno

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de debilidades ante los problemas exis-tentes en esa etapa en Cuba.

A nadie le convenía la postura dignay crítica del líder capaz de denunciarcada abuso que se cometía contra elpueblo. Sus enemigos políticos comen-zaron a tildarlo de loco, desequilibradoy anormal, pero la realidad era otra,porque cada atropello y sus denunciaseran pruebas irrefutables de lo queplanteaba.

Fue un admirador y fiel seguidor deAntonio Guiteras Holmes, asesinado enEl Morrillo, Matanzas. Se conoce quesu admiración por Guiteras fue tantaque cada 8 de mayo iba a rendirle tri-buto al lugar de su caída. En su primeravisita, encontró un busto del cabo quecometió el crimen e, indignado, buscóuna mandarria en una construcción cer-cana y lo demolió. Luego lo relató ensu programa radial ratificando así sussentimientos de amistad y lealtad a lamemoria del hermano muerto por losmismos ideales que él enarbolaba, porel mejoramiento del pueblo.

Otro gesto de Chibás y de sucubanidad fue su ruptura con el auten-ticismo de Grau. Sobre este hechoConchita recordó que se había origina-do una tormenta política dentro delpartido. Ella narra ese momento de la si-guiente forma: “‘El viejo maricón ypendejo este me tiene hasta los cojo-nes…’ –dijo Eddy–, y los manengues delPartido, que ya venían trabajando des-de hacía algún tiempo por neutralizarlopolíticamente, le fueron para arriba y loacusaron de qué sé yo cuántas cosas.Les respondió acusándolos a todos detraidores a la memoria de Guiteras”.4

Chibás le dedicó todas sus fuerzas ala ortodoxia, cuyo proyecto fue consi-

derado como la gran revolución ética dela época, pues pretendía llevar a lapráctica los ideales del Apóstol JoséMartí, para lo cual redactó una decla-ración de principios el 19 de mayo de1947. La base fundamental de este do-cumento fue el programa con que seinscribió en el Tribunal Superior Elec-toral el 31 de julio de ese año. En supresentación explicó lo que representa-ba su partido para el pueblo cubano, elcual era, en síntesis, una esperanzapara lograr cambiar y resolver los pro-blemas en Cuba.

A partir de ese año 1947 a Chibáslo acompañaría el lema que trascendióa la historia por su valor patriótico:“¡Vergüenza contra dinero!”, surgidocuando se postuló para el Senado de laRepública de Cuba.

En las elecciones de 1948 se postu-la como candidato a la presidencia dela república y comenzó su campañaelectoral por el oriente del país utilizandocomo símbolo una escoba y la consig-na “¡Barrer a los ladrones del tesoropúblico!”; claro que una sola escoba noera suficiente para acabar con tantosladrones. El resultado de los sufragioslo situaron en segundo lugar y a partirde ese momento se convierte en el pri-mer candidato de la oposicióndemostrando gran tenacidad con susprincipios, aun sabiendo que había la-drones, vividores y falsos ortodoxos. Suobjetivo era uno: defender los derechosde la mayoría del pueblo explotado.Debido a esto pierde su privacidad, puessu apartamento en la torre se convier-te en refugio y esperanza de miles depersonas que lo visitaban para solicitarsu ayuda y compromiso de dar respuestaa cada inconformidad. Como es cono-

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cido, se pasaban los días en su vivien-da, y nunca Chibás aceptó sobornoalguno por las gestiones realizadas:cuando comprometía su palabra, estaera sagrada.

Su entrega al trabajo fue total. Se le-vantaba muy temprano y laboraba todoel día, parte de la noche y no pocas ve-ces entrada la madrugada. Escribíaartículos para diferentes publicaciones,así como sus discursos, ya que le gus-taba investigar cada tema paraencontrar entre tanta mentira la verdady hacerse eco de ella.

Fue un asiduo visitante a la redacciónde diferentes medios de comunicación,en particular de la revista Bohemia, unade sus tribunas para desafiar al enemi-go del pueblo.

En 1949 se enfrenta con denunciasfuertes a la Compañía Cubana de Elec-tricidad, batalla que lo llevó a sercondenado a 180 días. Desde la cárcelofrece una entrevista al periodistaMario Kuchilán Sol, para la revista Bo-hemia, el 8 de mayo de ese propio año,donde nuevamente ataca a sus enemi-gos y pregunta:

¿Soy un loco? Lo que ocurre es quesoy un caso anormal en un ambien-te donde lo normal es robar y matar,donde los grandes magnates de losmonopolios extranjeros sobornan ma-gistrados y tienen el concepto de quecualquier problema cubano se arre-gla con dinero. Porque no me vendo,afirman los vendepatrias que soyloco, como antes calificaron a TonyGuiteras, el primer loco en conocerbien a la Compañía Anticubana deElectricidad […].

Desde su encierro, Chibás siguió de-nunciando los desmanes del momento,

por ello el pueblo no lo abandonó: ibaa la prisión a demostrarle su apoyo yadmiración llevándole comida, frutas ydulces, los cuales repartía entre suscompañeros de prisión, demostrandoasí su solidaridad. El gobierno quisocontrolar estas manifestaciones deapoyo, pero no le fue posible. Final-mente, a los cuarenta y cinco díasganaron sus seguidores, y le fue ofre-cida la amnistía. Al liberarlo, unamultitud lo espera a las afueras delCastillo del Príncipe entre las doce ytreinta de la noche, horario que no fueun impedimento para ser recibido conaplausos por los presentes.

El líder reconoce al pueblo su mues-tra de cariño, y al salir en libertad leescribe una carta a un amigo, de quienno hemos podido identificar su nombre,

aunque por su valor histórico y huma-no decidimos darla a conocer:

La Habana, agosto de 1949Estimado amigo:Al abandonar la prisión del Casti-llo del Príncipe, donde estuve preso

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por defender al pueblo contra el mo-nopolio eléctrico, hice llegar migratitud a través de la CMQ a todoslos ciudadanos que se interesaron pormi libertad. No obstante ello quieroreiterarle por medio de estas líneasmi reconocimiento por su espontá-nea adhesión al suscribir la iniciativade amnistía popular presentada alCongreso de la República en deman-da de mi libertad.Muy agradecido a usted por su ad-hesión, reciba un afectuoso saludode,

Eduardo R. Chibás5

La radio se convirtió en su mejor tri-buna, por su alcance nacional. La utilizóeficientemente como su mejor aliada,pues le permitía el contacto sistemáti-co con la población. Su oratoria y susarengas contra la corrupción fueron es-cuchadas, durante siete años, a partirde 1944, en su espacio semanal del cir-cuito de radio CMQ. La mayoría de losoyentes eran sus seguidores, y los ar-gumentos eran irrefutables. Allí, en 1947da a conocer la propuesta del Partidodel Pueblo Cubano (Ortodoxos). Susapasionados comentarios en busca dela verdad convencían. Su timbre de vozera parte de su personalidad. Con suspalabras bien coloreadas dominaba elarte de la comunicación y nunca tem-bló, ni bajó la intensidad con que se leescuchaba, demostrando tener concien-cia de sus acusaciones y del peligro alcual se exponía.

Realizó innumerables denuncias tras-cendentales, pero la más conocida yque le costó su propia vida fue la refe-rente a las acusaciones al ministroAureliano Sánchez Arango. Por testi-monio de Raúl Roa García se conoce

que Chibás desde su juventud, cuandoera estudiante universitario, tenía con-tradicciones con este personaje.

Fueron incrementándose hacia talministro sus imputaciones por todos losmedios de que disponía, en especial suprograma radial. Los comprometidos enel caso trataron de neutralizarlo y, talvez la radio se le hizo pequeña en la fe-roz batalla contra Arango.

En el estudio tres de radio CMQ, el6 de agosto de 1951, asistió vestido dedril blanco a su alocución al pueblo deCuba, en la cual planteó:

Hace cinco años acusé al Ministrode Educación José Manuel Alemánde robar los dineros del material yel desayuno escolar y de estar fo-mentando en Miami un imperio depropiedades inmuebles. El ministroAlemán y todos sus corifeosatronaron el espacio gritando:¡Mentiroso! ¡Calumniador! ¡Pre-senta las pruebas! Yo no pudepresentar las pruebas físicas de quese estaban robando el dinero delTesoro Nacional, pero seguí repi-tiendo, firme en mi convicciónmoral: ¡Se lo roban!Ahora acuso al gobierno de Car-los Prío de ser el más corrompidode cuantos ha tenido la Repúblicahasta el presente y a su ministrode Educación Aureliano SánchezArango –que ha sustituyó elBAGA [Bloque Alemán-Grau-Alsina] por el ASA– de robarselos dineros del material y el desa-yuno escolar y de realizar grandesinversiones en Guatemala y otrasrepúblicas de la América Central,al no permitirle el Gobierno deWashington entrar en los Estados

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Unidos por sus antecedentes co-munistas.[…] Y Cuba, urgentemente, nece-sita despertar. Seguiremos llamandoa la conciencia del pueblo cubano.[……….]La feliz conjunción de factores na-turales tan propicios a un grandestino, unido a la alta calidad denuestro pueblo, sólo espera la ges-tión honrada y capaz de un equipogobernante que esté a la altura desu misión histórica. Ese equipo nopuede ser el del Gobierno actual[…].Ni la falsa oposición de Batis-ta, que alienta el regreso de loscoroneles, del palmacristi, la gomay la ley de fuga, con la taimada ayu-da del comunismo internacional. Nitampoco el grupo de despechadosque sigue al ex presidente Grau. Elúnico equipo gobernante capaz desalvar a Cuba es el del Partido delPueblo Cubano (Ortodoxos), consu línea antipactista de la indepen-dencia política, que no admitetransacciones ni componendas.¡Compañeros de la ortodoxia, adelan-te! ¡Por la independencia económica,la libertad política y la justicia social!¡A barrer a los ladrones del Gobier-no! ¡Vergüenza contra dinero!¡Pueblo de Cuba, levántate y anda!¡Pueblo cubano, despierta!6

Al concluir la alocución, cuya partefinal no se oyó, se realizó un disparo enel vientre. Quienes lo vieron desplo-marse sobre la mesa, en primerainstancia creyeron que se trataba de unatentado, pero rápidamente compren-dieron que Chibás había sido su propioagresor. El sábado, en horas de la no-che, le había hecho una llamada a su

secretaria para leerle el discurso antesmencionado, sobre lo cual comentóConchita: “[…] aunque en realidad, nolo leyó completo, porque cuando pare-cía que iba a acabar, paró y me dijo queel final sería una sorpresa”.7 Es de su-poner que el desenlace estaba en supensamiento. Muchas fueron las cau-sas que pudieron influir en él a tomaresa fatal decisión, pero ese tema me-rece un trabajo más profundo.

Fue atendido en el Centro MédicoQuirúrgico (actual Instituto de Neuro-logía y Neurocirugía), donde permaneciódesde la noche del 6 de agosto hasta sufallecimiento el 16 del propio mes.

La noticia corrió rápidamente por lascalles. Fueron numerosas las manifes-taciones de apoyo al líder de laortodoxia. La presencia del pueblo enlas afueras del hospital, era numerosapara seguir el parte médico y ofrecervoluntariamente donaciones de sangre.

Los últimos días en la vida de Chibásfueron también de combate desde sucama de convalecencia, pues en todomomento estuvo pendiente de conocerlas noticias sobre lo ocurrido, en parti-cular la opinión del pueblo, y además noestuvo ajeno, en esos momentos críti-cos, de que estaba en juego su vida.Las novedades las conocía a través deConchita cuando esta se encontraba asu lado en la habitación del hospital, yaque durante esos días ella sólo salía poralgunos minutos para bañarse y comer.

Chibás insistía en conocer si iba amorir. Conchita recuerda que “[…] que-ría dar sus últimas instrucciones alPartido y darme instrucciones para queel segundo lunes de septiembre se hi-ciera un acto en el cafetal ‘LosNaranjos’ para abrir la escuela que él

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estaba impulsando y demostrarle al Go-bierno que, mientras ellos robaban ytenían abandonadas las escuelas, losortodoxos fundaban una para los cam-pesinos”.8 Esta preocupación reafirmasu sentimiento patriótico por el mejora-miento y bienestar del pueblo.

Rememora además Conchita:Dos días antes de morir, él me pi-dió que le diera la mano […], laacarició, con mucha ternura, de ver-daderos hermanos o compañeros.Me miró con aquellos ojos azulessuyos, estrábicos, pero que erancomo chispas, y me dijo con la vozde una persona sin fuerzas: “Mesiento solo, muy solo” […], de inme-diato le di ánimo […]. Se sonrió, mesoltó la mano y de nuevo quedamosen silencio, hasta que me preguntó.“¿Tú estás brava por lo que hice?”.No me quedó más remedio que de-cirle: “Mira Eddy, no jodas, despuésque te pongas bien hablaremos ydiscutiremos, porque una cosa asíno se hace por gusto”. Ahí fuecuando él me dijo una frase que re-sumía todo su sentido de la éticapolítica y del honor: “¡Conchita, valíala pena sacrificar la vida para sal-var el movimiento!” […].9

En el Aula Magna de la Universidadde La Habana se expuso su cadáver.El féretro fue cubierto por la banderacubana y entre las primeras guardias dehonor estaba el joven Fidel Castro Ruz.

Su sepelio se convirtió en un aconte-cimiento nacional. El pueblo perdía a unlíder, a un hermano, un revolucionario.Para el Partido del Pueblo Cubano (Or-todoxos) fue un golpe mortal, y para lapolítica un “aldabonazo”. En el Cemen-terio de Colón despidieron el duelo Luis

Orlando Rodríguez, José Pardo Llada yLeonardo Fernández Sánchez.

Quien visite la tumba de Eduardo R.Chibás, en el cementerio de Colón en lacapital cubana, aún puede leer en algu-nas de las tarjas, epitafios como:“Símbolo del honor patrio cuya vida laconsagró a defender la dignidad nacio-nal”; “Apóstol, ídolo y mártir”; “Elcubano más honrado y patriota”, y “Des-cansa en paz, tu pueblo no te olvida”.

En vísperas de cumplir cuarenta ycuatro años, desaparecía físicamenteEduardo R. Chibás, y sólo dejaba en elbanco trescientos pesos, y una deudade más de cuatro mil, contraída por susproyectos sociales. Su lucha por aca-bar con los males de Cuba, suhumanismo, sus sueños fueron hechosrealidad por uno de aquellos jóvenesque estuvieron a su lado, el cual concreces cumplió con su legado histórico:Fidel Castro Ruz, quien en enero de1959 le rinde homenaje diciendo:

Fácil es comprender nuestra emo-ción junto a esta tumba tan llena derecuerdos. Los sentimientos sonencontrados. Muchas veces había-mos venido aquí después del 16 deagosto de 1951, antes y después del10 de marzo. ¡Y por cuán diversasetapas hemos pasado!Aquel 16 de agosto, la apoteosis delmartirio; aquella muchedumbre in-mensa que acompañó su féretrohasta este lugar donde descansadesde entonces; aquellos meses quefueron de esperanzas, porque aun-que nos faltaba el líder, nos quedabasu fuerza, su prestigio, su pueblo.[……….]La historia de la Revolución, la his-toria del 26 de julio, está

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íntimamente ligada a la historia deesta tumba. Porque debo decir aquíque sin la prédica de EduardoChibás, sin lo que hizo EduardoChibás, sin el civismo y la rebeldíaque despertó en la juventud cuba-na, el 26 de julio no hubiera sidoposible. El 26 de julio fue, pues lacontinuación de la obra de Chibás,el cultivo de la semilla que él sem-bró en nuestro pueblo. EduardoChibás no nos había abandonado,Eduardo Chibás estaba con el pue-blo. Su obra estaba latente en elcorazón del pueblo y sobre esa basese edificó la revolución triunfante.[……….]¡Eduardo Chibás, tu último aldabo-nazo ha resonado por fin!10

Estas palabras del Comandante enJefe en los primeros días del triunfo re-volucionario nos dan la mejor valoraciónhistórica y humanista del líder revolu-cionario Eduardo R. Chibás.

Notas1 En la actualidad, el estado de conservación deledificio López Serrano, es deplorable a pesar dehaber sido declarado Monumento Nacional, enparticular el apartamento 114, único en este piso,que perteneció al líder de la Ortodoxia.

2 Desde 1959 es propietario el maestro ycoreógrafo Ramiro Guerra, Premio Nacional deDanza y de Enseñanza Artística, y DoctorHonoris Causa en el Arte Danzario conferidopor el Instituto Superior de Arte, quien nos hapermitido hacer el estudio de medición de estehistórico lugar.3 Prada, Pedro Pablo. La secretaria de laRepública. La Habana: Editorial de CienciasSociales, 2001. p. 106.4 Ibídem, p. 109.5 Fotocopia de los autores.6 Prada, P. P. Op. cit. (3). pp. 340-341.7 Ibídem, p. 136.8 Ibídem, p. 139.9 Ibídem, p. 140.10 Fidel Castro ante la tumba de Chibás. Bohemia(La Habana) 51(3):103-104; 18-25 en. 1959.(Edición de la Libertad)

Otra bibliografía consultada

ALAVEZ MARTÍN, ELENA. La ortodoxia enel ideario americano. La Habana:Editorial de Ciencias Sociales, 2002.

Diccionario Enciclopédico de Histo-ria de Cuba. La Habana: Centro deEstudios Militares. Ediciones VerdeOlivo, 2001. t. 1.

DE LA OSA, ENRIQUE. Cuba segundotiempo 1948-1952. La Habana:Editorial de Ciencias Sociales, 2005.

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La Revista de la Biblioteca Nacio-nal José Martí, enciclopedia de la

cultura caribeña, dedica esta edición delujo a conmemorar el centenario delnatalicio de Eduardo R. Chibás Ribas(1907-1951), figura emblemática de laprensa y la política cubanas en las pri-meras cinco décadas del pasado siglo.

Si bien la doctrina martiana seestructuró sobre la base de dos ingre-dientes esenciales: amor y perdón, eltambién fundador del Partido del Pue-blo Cubano (Ortodoxos) sustentó supensamiento político en la frase “Ver-güenza contra dinero”, y fueconsecuente con ese paradigma éticohasta que atentó contra su vida el 6 deagosto de 1951, porque interiorizó e in-corporó a su estilo de afrontamiento,que “[…] la vergüenza [no] es más queuna manera de morir […]”.1

Eduardo R. Chibás nace en una islatropical recién estrenada como repúbli-ca, donde “[…] hubo dependencia

política, corrupción y rutinas fraudu-lentas”,2 pero “[…] también […]movimientos culturales, tradiciones cí-vicas e instituciones públicas que[fomentaron] el desarrollo de una con-ciencia nacional y ciudadana”;3 enconsecuencia, los cubanos bien nacidosy antimperialistas por excelencia lucha-ron sin descanso no sólo por borrar dela Carta Magna de 1901 el molestoapéndice conocido como EnmiendaPlatt, que cercenaba la libertad y la so-beranía de la mayor de las Antillas,4

sino también por establecer las basesdemocráticas en las cuales descansa-ría la Constitución de 1940, calificadapor la doctora Berta Álvarez Martens,profesora e investigadora de la Univer-sidad de La Habana, como verdadera“[…] lección de madurez nacional”.5

En ese contexto socio-histórico(1902-1951), fue configurándose yconsolidándose el pensamiento ético-humanista del doctor Eduardo R.Chibás, abogado de profesión y políti-co, periodista y revolucionario porconvicción…, nacida de lo más hondode su yo patriótico.

Desde las combativas páginas delPeriódico del Aire, el eminente oradory periodista denunció los sucios mane-jos de la politiquería ad usum y el roboal erario público perpetrado por los(des)gobiernos republicanos, y convir-tió la capitalina emisora Unión Radio entribuna cívica, desde donde fustigó alos políticos venales y mandatarios sinescrúpulos, que medraban a la sombraprotectora del amo yanqui y de la bur-guesía nacional. Cual Quijote caribeñose lanzó, verbo en ristre, contra los ma-les que corroían a la sociedad cubanade la época, necesitada con urgencia

¿Por quése suicidóEduardo R.Chibás?

Jesús Dueñas BecerraCrítico y periodista

“El hombre sincerotiene derecho al error”.

JOSÉ MARTÍ

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de adecentamiento y eticidad; valoressobre los cuales se edifica la verdade-ra democracia.

Al igual que Félix Varela6-7 y JoséMartí,8-9 el doctor Eduardo R. Chibásse entregó en cuerpo, mente y alma alrecto ejercicio del periodismo revolucio-nario y comprendió, con meridianaclaridad, que el periodista comprometi-do con su patria y con su nobleprofesión (fuente inagotable de ética,humanismo y espiritualidad), debía des-empeñar cuatro funciones básicas:Buscar la verdad, porque “[…] se hade vivir y morir abrazado a [ella]”;10

pensar y sentir en función de quienesno poseen riquezas materiales, pero sídignidad y decoro, y el deber ineludiblede unirse a ellos (¿cabe alguna duda deque Chibás recogió la bandera de lasansias populares y la izó frente a losdesmanes que enturbiaban el espectropolítico cubano en los primeros cincuen-ta años del finado siglo XX?); valorar alhombre no por lo que tiene, sabe o sir-ve, sino por lo que es: un ser humanoque merece, ante todo y por encima detodo, respeto a su inviolable dignitatishumanae; y por último, llevar en el co-razón un sueño de justicia y solidaridad,porque sabe “[…] mirar a través delalma”11 y va “[…] en el bando de losque aman y fundan”.12

Ese revolucionario sin tacha y sinmancha fue víctima de una trampa ur-dida por roedores de la inteligencia y eltalento ajenos, a quienes les molestabasu verbo fácil y encendido: a las ma-nos del honrado periodista llegó unainformación acerca de un negocio su-cio, que señalaba al doctor AurelianoSánchez Arango, secretario de Educa-ción en el gobierno auténtico del doctor

Carlos Prío Socarrás, como el autorprincipal del supuesto robo de los fon-dos del desayuno escolar. Confiado enla veracidad de la fuente, el hábil pole-mista arremetió contra el doctorSánchez Arango y lo acusó de ladrón,mientras que el inculpado solicitó prue-bas concretas de su participación en eldelito a él imputado…, pero el colum-nista del Periódico del Aire no pudomostrarlas a la opinión pública nacional,porque… no las había, no existían.

El objetivo fundamental de esa cruely repugnante artimaña, que apagó parasiempre ese sol del mundo moral queiluminó a Eduardo R. Chibás durantesu fecunda vida pública y privada, noera otro que “silenciar” la pluma y lavoz de un hombre honesto, cuyoimpactante discurso no sólo irritaba alos funcionarios y políticos corruptos,sino también hacía vibrar de emoción alos cubanos de buena sangre y buen co-razón que aspiraban a vivir en un paíslibre de lacras morales y sociales, ypor ende, sano de cuerpo, mente y es-píritu; sueño que sólo se haría realidadcon el triunfo de la Revolución cuba-na el 1o de enero de 1959.

Ahora bien, ¿el suicidio de EduardoR. Chibás opaca su impecable trayec-toria cívica y revolucionaria…, como lohan insinuado los detractores de esa fi-gura “clave” de la política y la prensacaribeñas en las primeras cinco déca-das de vida republicana?

No lo creo… y voy a fundamentar mirespuesta con base en la martiana cien-cia del espíritu:13 Para el doctor CamiloSimonin,14 profesor de la Universidad deEstrasburgo (Francia), las causas oca-sionales del suicidio o autoquiria actúanrompiendo un equilibrio psíquico frágil

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y provocando el shock moral, queexaspera la hiper-emotividad, desenca-dena la angustia o la depresión, inhibela autocrítica y suprime el autocontrol.

De acuerdo con ese esquema teó-rico-metodológico, el suicidio es el finalde una crisis intrapsíquica (conflictoemocional), cuyo mecanismo se podríaresumir como sigue:

a) Causa ocasional (generadora deangustia o depresión), que determina un

b) Estado afectivo violento o shockmoral, en un

c) Sujeto psicolábil (fluctuante,emocionalmente hablando), dotado deuna constitución (personalidad) bási-camente afectiva (sentimental).

En el caso de Eduardo R. Chibás, eltemor al deshonor, a la pérdida de lacredibilidad, fue la causa ocasionalque, según el doctor Simonin,15 explica,pero no justifica, el suicidio de ese hom-bre virtuoso, a quien los demás “[…]suelen admirar […] mientras no losavergüenza con su virtud o les estorbalas ganancias; pero en cuanto se lespone en su camino […], dicen malda-des de él, o dejan que otros las digan[…], y le van clavando la puñalada enla sombra”.16

Notas1 Batlle, Jorge Sergio. José Martí: aforismos. LaHabana: Centro de Estudios Martianos, 2004.p. 387.2 Guanche, Julio César. La imaginación contrala norma. La Habana: Ediciones La Memoria,2004. p. 16 (Premio Memoria 2001)3 Ídem.4 Ibídem, pp. 85-103.5 Ibídem, pp. 17-36.6 Varela, Félix. Obras. La Habana: EditorialCultura Popular, 1997. 3 t.7 Dueñas Becerra, Jesús. Félix Varela, José Martíy el periodismo revolucionario. Revista de laBiblioteca Nacional José Martí. (La Habana)96(3-4):150-152; jul.-dic. 2005.8 Martí, José. Obras completas. La Habana:Editorial Ciencias Sociales, 1975. 28 t.9 Dueñas Becerra. Op. cit. (7).10 Batlle, J. S. Ob. cit. (1). p. 385.11 López, Félixl. Vivir en el pueblo y ver las casas.Granma (La Habana) 25 mayo 2001:3.12 Batlle, J. S. Ob. cit. (1). p. 188.13 González Serra, Diego. Martí y la ciencia delespíritu. La Habana: Editorial Si-Mar, 1999.14 Simonin, Camilo. Citado por Jesús DueñasBecerra en: “¿Por qué se suicidan los sereshumanos?”. Palabra Nueva (La Habana)3(29):11-12; 1994.15 Ídem.16 Batlle, J. S. Ob. cit. (1). p. 397.

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Chibásy la muerte

Marta B. ArmenterosEditora

La muerte, palabra que a muchosasusta, nunca lo logró con Eduar-

do Chibás. En reiteradas ocasiones,tuvo que enfrentarla de una manera uotra, pero siempre por una causa justade acuerdo con sus concepciones éticas.

El 8 de mayo de 1933 es asesinadoAntonio Guiteras en El Morrillo, Ma-tanzas. Mientras estaba preso en elCastillo del Príncipe, se entera de lanoticia y un amigo le pregunta si valíala pena esa muerte y le responde: “Sí,vale la pena. Claro que se pierde unagran cosa, pero los pueblos aprendencon golpes como este”. Y añade des-pués: “Si el pueblo es noble, vale la penadar la vida por él. Y si no lo es, más to-davía, para que se sacuda, se conmuevay comprenda la nobleza. Nadie apren-de si no experimenta dolores”.1

Cuatro meses después, el 7 de sep-tiembre, con motivo de la llegada a LaHabana del acorazado norteamericanoWyoming, en zafarrancho de combate,sostiene con un grupo de periodistas deese país el siguiente diálogo:

–Si desembarcaran sin armas losrecibimos como hermanos, pues te-nemos una gran simpatía por elpueblo americano, que nos ayudóen nuestra guerra de independencia[…], pero cualquier fuerza extran-jera que desembarque armada ennuestra patria […] la recibiremos a

tiros, aun sabiendo que vamos alsacrificio […].–Pero eso sería un suicidio.–Sabemos que es un suicidio, peroestamos dispuestos a suicidarnos.Estamos dispuestos a todo, antesque consentir esa humillación paranuestro país.2

En noviembre de ese año, a punto deefectuarse las elecciones a la AsambleaConstituyente, a las cuales se presentacomo aspirante a delegado por la pro-vincia de La Habana por el PartidoRevolucionario Cubano (Auténtico), ypara castigar su recta actitud y acendra-do civismo, recibe amenazas de muerte,a las que no presta atención alguna,pero en la noche del día 13 es atacadoen Miramar por dos individuos que ledisparan y lo hieren; los sujetos lo danpor muerto. Logra salir solo del lugarhasta llegar frente al cabaretPensylvania; allí atraviesa su carro de-lante de un ómnibus de la ruta 32 y tocael claxon. Se baja del auto y mientrasaprieta su herida, pide ayuda. Lo lle-van a la Casa de Socorro ubicada en23 y 6, pero en el trayecto son deteni-dos por una perseguidora (así se lesllamaba a los carros de la policía), ycuando le preguntan sobre lo sucedido,le dice a uno de los integrantes: “No sepreocupe de averiguar. Si muero, serápor la revolución”.3

Otro ejemplo: El 5 de junio de 1945se congregan numerosos expendedoresde carne en el Parque Central, en con-tra del decreto que establece la ventadel producto en camiones, pero unacontramanifestación, en el Parque de lasMisiones, respalda la medida oficial, locual origina reyertas entre los dos ban-dos frente al hotel Sevilla. Ello provoca

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la presencia de la policía, que lanzabombas lacrimógenas. Al conocer el in-cidente, Chibás sale de Palacio y leexige al capitán encargado de dichabarbarie que cese el disparo de lasbombas, pero al no hacerle caso el ofi-cial, saca su pistola y resuelto le indica:“Si tira otra bomba me va a tener quematar, porque yo, con una gran pena,me veré obligado a abrir fuego sobreusted”.4

El domingo 4 de mayo de 1947 se sui-cida el alcalde de La Habana, ManuelFernández Supervielle, avergonzado porno haber podido cumplir su promesa dedar agua a la capital, debido a la faltade apoyo gubernamental. Ante ese he-cho, por la noche, en su hora dominical,afirma: “Por eso su muerte es un gritodesesperado de alerta en medio de laconfusión política […]. De todos modoshay que reconocer que fue extraordina-riamente valeroso, al preferir el honor sinvida a la vida sin honor”.5

En el día de su inmolación, el domin-go 5 de agosto de 1951, Conte Agüerocuenta que, leyendo el último discurso deChibás, le sorprendió cómo terminaba:

Al combate corred, ortodoxos,que la patria os contempla orgullosa,

no temáis una muerte gloriosa,que morir por la patria es vivir.

Entonces, Conte le dice: “Este finalme parece excesivamente dramático”;6

por ello, el adalid le responde que borreese último párrafo, pues improvisaría elfinal.

¿Qué tenía en su mente?Ya cuando lo llevan herido al Cen-

tro Médico Quirúrgico tras haberserealizado el disparo, les susurra a susacompañantes: “¡Muero por la revolu-ción! ¡Muero por Cuba!7

La muerte se lo llevó físicamente el16 de agosto, pero su prédica y suscondiciones morales fueron y son re-conocidas por quienes conocen y hanestudiado su vida.

Notas1 Conte Agüero, Luis. Eduardo Chibás. El adalidde Cuba. México: Editorial Jus, 1955. p. 221.2 Ibídem, pp. 187-188.3 Ibídem, p. 268.4 Ibídem, p. 375.5 Ibídem, p. 503.6 Ibídem, p. 782.7 Ibídem, p. 785.

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No conocí a Eduardo Chibás, miedad no me lo permitió, pero ten-

go la suerte de conocer su legadohistórico y su consecuente actitud comorevolucionario de su tiempo.

Fue no sólo el hombre de “vergüenzacontra dinero”, aunque la frase lo inmor-talizó, pues su vida también conformó aun revolucionario teórico-práctico.

A pesar de haber nacido en el senode una familia rica, supo desde muy jo-ven unirse a las luchas revolucionariasen defensa de su pueblo y de los dere-chos estudiantiles universitariosparticipando así en la fundación del Di-rectorio Estudiantil.

Desde las filas de esta organizacióny con el ejemplo de Mella y Villena irra-dió en hazañas revolucionarias desdetemprana edad, por lo cual sufrió per-secución, cárcel y exilio.

Aunque ya pasó el 26 de agosto, díade su nacimiento, su centenario no haterminado porque los números no cam-bian las ideas que se convierten eninmortales. A propósito de la importan-cia del pensamiento de Eddy sólo adieciséis días del triunfo revolucionarioFidel expreso ante su tumba:

Pero hoy es como el resumen detoda la historia, la historia de laRevolución, la historia del 26 deJulio, que tan ligada está la histo-

ria de esa tumba, que tan ligada alrecuerdo de quien descansa enesta tumba, que tan íntimamente li-gada está a la ideología, a lossentimientos y a la predica dequien descansa en esa tumba, por-que debo decir que sin la predicade quien descansa en esa tumba,porque debo decir que sin la pré-dica de Chibás, que sin lo queChibás hizo, sin el civismo y la re-beldía que despertó en la juventudcubana, el 26 de Julio no hubierasido posible.

Estas palabras refuerzan la importan-cia de la actividad revolucionaria dellíder de la ortodoxia, caracterizando suexistencia, su ética martiana como laantesala del motor pequeño que echóa andar la Revolución, lo vincula ade-más a la educación patriótica de laotrora nueva generación y lo calificapor su teoría y actuar como artífice dela actual.

La piedra angular de su ideología es-taba ligada al desarrollo de la virtudmartiana y a su doctrina ética hereda-da de Varela y Luz. Conocer las ideasde Villena y de Mella también lo acer-can a un pensamiento de avanzada, deformación de tendencias representativasde la clase obrera y la intelectualidad re-volucionaria.

El brillo de un ejemplo. Chibás,hombre de sol y valor

Mario Antonio Padilla TorresHistoriador

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Chibás fue un propagandista porexcelencia que rompió con los cáno-nes partidistas al crear un partidoque buscaba ser representante del pue-blo, fundamentando en nuevas ideas quese propone alcanzar llevando una polí-tica diferente a los tradicionalistas.

El movimiento creado alrededor desus renovadas ideas muestra a la juven-tud paradigmas para lograr cambiosradicales en el país, y de entre ellos ger-mina una pléyade de revolucionariosque siguieron su ejemplo y profundiza-ron en sus ideas. De sus filas surgióFidel, que ha manifestado con devociónsus sentimientos éticos

La vida de Chibás pudo ser otra: unmillonario, un senador conservador,pero desechó las comodidades para es-tar junto al pueblo en la lucha contra lamalversación, el robo y el pillaje de losgobiernos de turno. Se ganó elliderazgo con su accionar y la prédicarevolucionaria.

Su hora radial de los domingos fueuna bandera de lucha y una trincherade ideas en su crítica al saqueo despia-dado, y una arenga a la moralverdadera y a los principios martianos.

Poseía la magia de conquistar a lasmasas, lo cual lo convierte en un propa-gandista revolucionario más allá de sutiempo. Su inmaculada imagen y sutransparente y limpia vida pública mássu habilidad como político de justa ac-tuación, y su temperamental personalidadhacen de él un hombre de futuro.

Pastorita Núñez, activa luchadorarevolucionaria, expresó en una ocasión:“Cada conversación con Eddy era unaenseñanza. Me fue haciendo concien-cia sobre la forma de combatir elcoloniaje y explicaba por qué eraantimperialista”.

Chibás supo llevar a las masas elmensaje ético que tanto se necesitaba,su floreciente liderazgo no gustaba alos regímenes de turno porque eran ver-dades irrebatibles de una gran fuerzamoral.

Quizás no hemos sido lo suficiente-mente justos por no difundir más sulegado revolucionario y representarlo,como el propio Fidel reconoció, comoun precursor que inspiró a los jóvenesa llevar adelante la obra de la Revolu-ción. Es hora, a mi criterio, de divulgarmás su obra, su pensamiento político yvalorar en su contexto histórico su ac-cionar revolucionario.

Rescatemos ese pensamiento y ha-gámoslo público y sistemático,estudiemos además su formación quelo llevó a ser un digno representante dela ética valeriana en el siglo XX, acer-quémoslo al siglo XXI donde la nuevageneración necesita beber de la fuentede la historia como vía de formación yreafirmación de valores.

El centenario de Chibás no ha ter-minado, busquemos sus enseñanzasque, con seguridad, nos harán cada díamejores y propiciaran un entendimien-to más amplio de nuestra historia.

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Ernesto Che Guevara (1967-2007)

“Debo comenzar por decir que hemosllegado a la convicción de que esas no-ticias, es decir, la noticia relativa a lamuerte del Comandante Ernesto CheGuevara es dolorosamente cierta”.1

Con estas palabras el ComandanteFidel Castro Ruz confirmó el 15 de oc-tubre de 1967, ante la radio y latelevisión cubanas, la desaparición físi-ca de un hombre que por sus cualidadeséticas excepcionales se convirtió enparadigma de los revolucionarios de lossiglos XX y XXI.

Argentino de nacimiento, obtuvotambién la nacionalidad cubana duran-te la contienda armada iniciada porFidel en diciembre de 1956, contra latiranía de Fulgencio Batista y la repro-bable injerencia yanqui en la isla.2 A lospocos meses de comenzada esta lucha,por su valor, inteligencia y humanismo,el Che era ya una leyenda viva. Así loreflejó un son popular surgido entre lasbalas que cambiaron la fisonomía de laSierra Maestra:

Quítate de la acera,Mira que te tumbo,Que aquí viene el Che GuevaraAcabando con el mundo.3

Una vez alcanzada la victoria, susatributos personales se revelaron encada momento de su existencia: al ejer-cer como presidente del BancoNacional y Ministro de Industrias; alrepresentar a Cuba en diversos even-tos internacionales, entre ellos, laReunión del Consejo InteramericanoEconómico y Social, celebrada en Pun-ta del Este, Uruguay (1961) y laAsamblea General de la Organizaciónde Naciones Unidas (1964); en las vi-sitas que realizó a diversos paísesencabezando las delegaciones cubanasy en su incorporación a los trabajos vo-luntarios y otras tareas políticas, en lascuales siempre resultó ser un ejemplopara sus compañeros, amigos y fami-liares. Trascendió además, como líderdel movimiento revolucionario interna-cional por su participación en la lucha

Evocación al Chedesde las revistas cubanasde los años sesenta*

Vilma N. Ponce SuárezInvestigadora de la Biblioteca Nacional

* En ocasión del cuarenta aniversario del asesinato del inolvidable guerrillero argentino-cubano caídoen la selva boliviana cuando luchaba por la libertad de América Latina.

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del movimiento antimperialista del Con-go, hoy Zaire (1965), y en la formacióny dirección de la guerrilla internaciona-lista en Bolivia (noviembre de 1966 aoctubre de 1967). Pero también la con-dición de adalid de los pueblos la obtuvopor su penetrante crítica al imperialis-mo y sus observaciones en torno a lasestrategias que debían abrazar los re-volucionarios del Tercer Mundo en lasluchas libertarias y durante el procesode edificación de la nueva sociedad so-cialista. Exponía estas ideas endiscursos, entrevistas, cartas, relatos yartículos, muchos de los cuales se di-vulgaron en diversas publicacionesperiódicas.

Es notoria la importancia que le con-cedió a la prensa como medio paracompartir experiencias, educar, polemi-zar, criticar y revelar valiosostestimonios sobre momentos relevantesde la historia más reciente de la nacióncubana. En el mes de noviembre de1957, en la Sierra Maestra, creó ElCubano Libre, primera publicación delEjército Rebelde, en cuyas páginas fir-mó un grupo de comentarios en lasección “Sin bala en el directo”, con elseudónimo de “El Francotirador”. Añosdespués, en 1959, fundó el boletín y lue-go revista, Verde Olivo,4 órgano oficialde las Fuerzas Armadas Revoluciona-rias; y en mayo de 1962, NuestraIndustria, donde se publicaron ensayoseconómicos en el marco de la polémi-ca que lideró a favor de la aplicacióndel Sistema Presupuestario deFinanciamiento en contra de los quedefendían el cálculo económico. Des-pués el Che promovió NuestraIndustria Tecnológica en la cual lostécnicos de diferentes esferas produc-

tivas exponían sus criterios y se infor-maba sobre los resultados de lostrabajos voluntarios. En la primera mi-tad de la década de los sesenta susartículos aparecieron en estas y otraspublicaciones cubanas, entre ellas: Re-volución, Juventud Rebelde, ElMundo, Hoy, Cuba Socialista, Tra-bajo, Bohemia y Humanismo, asícomo en la revista brasileña OCruzeiro (16 de junio, 1º de julio y 16de julio de 1959), a donde envió un bre-ve trabajo con el título “Una revoluciónque comienza”, que relata la prepara-ción en México de los jóvenes queiniciaron la lucha insurreccional enCuba y las vicisitudes enfrentadas porellos durante el viaje en el yate Granmay en el desembarco por playa Las Co-loradas.5

Meses antes de su muerte, el 16 deabril de 1967, se publicó como suplemen-to especial de la Revista Tricontinentalun mensaje del Che a todos los pueblosdel mundo,6 en el cual abordó problemasvitales para el movimiento revoluciona-rio y además exhortó a la unidad y a lacreación “[...] del segundo o tercer VietNam del mundo”. Este texto también fueuna denuncia contra la política imperia-lista hacia los pueblos subdesarrolladosque intentaban alcanzar su emancipación,y se reprodujo durante los meses deabril y mayo en otras publicaciones pe-riódicas como Bohemia, Verde Olivo yCuba. Las verdades y la energía polí-tica contenidas en dicho mensaje seconvirtieron de inmediato en consignasde las fuerzas revolucionarias, no sólode estas naciones, sino también deaquellos sectores contestatarios queemergían en las entrañas de los paísescapitalistas desarrollados. La repercu-

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sión de sus palabras se manifestó ade-más, en los debates y en los acuerdoslogrados entre las fuerzas rebeldes delcontinente asistentes a la primera Con-ferencia de la OrganizaciónLatinoamericana de Solidaridad(OLAS), celebrada en julio de 1967 enLa Habana, donde el Che fue declara-do “Presidente de honor”. Transcurríaentonces el noveno mes de constituidala guerrilla dirigida por él en Bolivia yen su diario quedó anotado un pensa-miento revelador de una personalidadexcepcional: “Es uno de los momentosen que hay que tomar decisiones gran-des; este tipo de lucha nos da laoportunidad de convertirnos en revolu-cionarios, el escalón más alto de laespecie humana, pero también nos per-mite graduarnos de hombres [...]”.7

Investido de ambas cualidades: revo-lucionario y hombre digno, ErnestoGuevara encontró la muerte antes dealcanzar su propósito supremo, la inde-pendencia de Latinoamérica y del restode los pueblos del Tercer Mundo, y laaniquilación de todas las formas de ex-plotación generadas por el imperialismo.Este suceso constituyó, sin dudas, unviolento revés para el movimiento re-volucionario y tuvo un gran impactopsicológico en las fuerzas de la izquier-da y en especial en los intelectualesprogresistas del mundo. Discurrir entorno a cómo este sector rindió tributoal Che en las páginas de las revistascubanas nos permite presumir que estehomenaje fue tan diverso comoheterogéneos eran los perfiles editoria-les de las publicaciones nacionales defines de los sesenta, lo cual les posibi-litó componer un cuadro imaginativovital del Comandante Ernesto Guevara

que contribuyó con el paso del tiempoa perpetuar su memoria.

Luego de la intervención de FidelCastro el 15 de octubre de 1967, laspublicaciones cubanas evocaron de di-ferentes formas al Guerrillero Heroico.Aunque varias de ellas estaban en pro-ceso de edición o en la imprenta, suscreadores idearon la forma de rendirletributo y de reiterar su fidelidad al pro-yecto emancipador y a la RevoluciónCubana.8 Revistas como Verde Olivo,Bohemia, El Militante Comunista,Casa de las Américas, La Gaceta deCuba, Unión, Universidad de La Ha-bana, Revolución y Cultura,Pensamiento Crítico, Islas y la Revis-ta de la Biblioteca Nacional JoséMartí expresaron en notas o editorialesestas ideas. Así, por ejemplo, FernandoMartínez Heredia, director de Pensa-miento Crítico y jefe del Departamento

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de Filosofía de la Universidad de LaHabana, así como los profesores delequipo de redacción, incorporaron uncartón suelto al número ocho (septiem-bre de 1967), ya impreso, dondedeclararon que el verdadero homenajelo estaban realizando los pueblos que enesos momentos combatían contra elimperialismo, principal propósito de laepopeya del Che.9

La revista Casa de las Américas,dirigida por el ensayista y poeta Rober-to Fernández Retamar, agregó uneditorial a su número cuarenta y cinco(noviembre-diciembre de 1967) en pro-ceso de impresión, en el cual augurabaun futuro del que hoy somos testigos:10

“Al rincón de Bolivia donde cayó iránmañana los hombres libres a inclinarsey a agradecer”.11 Por su parte, el tam-bién poeta y escritor Samuel Feijóo,responsable de la edición de la revistaIslas, de la Universidad Central de LasVillas, anexó una nota al número cua-tro (octubre-diciembre de 1967),dedicado al “Panorama de la poesíacubana moderna”, en la que distinguióla trascendencia histórica del Guerrille-ro Heroico:

No ha caído, supervive en el desti-no –que se fragua– de los pueblosque amó y deseó liberar.En su viril decisión ErnestoGuevara sacrificó amor, hijos, ami-gos, hogar, patria, para que otrospudieran tener, en paz y justicia,amor, hijos, amigos, hogar y patria.Así este hombre inmortal. Así, lamedida de su grandeza humana.12

Una de las revistas de la época, Es-paña Republicana, dirigida por ManuelCarnero Muñoz, cuando tenía cerradasu edición del 15 de octubre de 1967,

modificó su primera y última páginaspara manifestar en ellas su homenajepóstumo. La portada fue ilustrada conuna foto del Che en el acto efectuadoen la sede la Sociedad de Amistad Cu-bano Española, el 2 de junio de 1961. Lafotografía fue tomada por Raúl Corra-les, colaborador de dicha publicación. Enla contraportada reprodujeron fragmen-tos de la intervención de Fidel por laradio y televisión y los acuerdos delConsejo de Ministros y del Comité Cen-tral con motivo de su muerte.

Varias publicaciones editaron suple-mentos o números especiales dedicadosal Che, entre ellas la Revista de la Bi-blioteca Nacional José Martí, dejulio-diciembre de 1967, conducida porel sabio profesor e investigador JuanPérez de la Riva, quien introdujo en elnúmero un breve y hermoso editorial ti-tulado “Comandante Guerrillero”:

Más que una nota, más que una es-quela y que un recuerdo, unainspiración, un compromiso y unaacción.Tú eres el Comandante guerrillero,el que conoció la Sierra Cubana.Tú comprendiste que la Revoluciónera más. Que era empezar de nue-vo. Tú renunciaste a una historia enlínea recta, a vivir en un presenteque dejaba atrás un pasado presen-te en otras tierras. Tú rompiste lahistoria personal para vivir la histo-ria de los pueblos. Tú decidistevolver al comienzo porque viste queel comienzo no había concluido. Túeres el Comandante guerrillero.América guarda tu cuerpo y respi-ra tu aliento. Tú estarás presentemás que nunca en cada vida, encada acción. Tú eres desde ahora

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todo esfuerzo sincero, el síntoma delibertad verdadera. América vive tuvida desde hoy y cada vez. Esnuestro compromiso, Comandanteguerrillero.13

Che, un hombre de pensamientoEn los primeros meses después de su

asesinato, un grupo de revistas cubanasdecidieron publicar sus obras, pues con-sideraban imprescindible difundirlas paraque más personas pudieran conocer susideas y enfrentar a la avalancha dementiras y tergiversaciones en torno alChe generadas por los medios de comu-nicación extranjeros. Un estudiorealizado por el profesor e investigadorGermán Sánchez, acerca de la imagenaportada por los periódicos latinoameri-canos durante los primeros treinta díasdespués de la muerte del Guerrillero He-roico, revela que las referencias aErnesto Guevara como teórico son po-cas o superficiales y por lo general, enla prensa plana predominó la informacióntergiversada sobre la actuación y el pen-samiento del héroe.14

Esta realidad exigía una respuesta denuestras publicaciones, muchas de lascuales se distribuían más allá de lasfronteras nacionales. Una de ellas, Pen-samiento Crítico, en su número nueve(octubre de 1967), presentó la selecciónmás completa de la obra del Comandan-te Guevara, en donde se evidenciaba suvalor como pensador revolucionario.Cartas, discursos, conferencias y ar-tículos, aparecieron agrupados con lossiguientes encabezamientos: “El Cheteórico de la revolución”, “El Che di-rigente de las transformacionesrevolucionarias”, “El Che y la juven-tud”, “El Che y la Historia de Cuba”,

“El Che y las cuestiones internaciona-les”, “El Che sobre el papel de la mujer”,“El Patojo”, y “Cartas”. La publicaciónrecurrió en otras oportunidades a su pen-samiento; así, reeditaron este número enmarzo de 1968, agregándole los artícu-los: “Sobre el sistema presupuestario definanciamiento” y “La planificación so-cialista, su significado”.15 Al añosiguiente, bajo el título “Relatos de laguerra revolucionaria”, presentaron va-rios de los trabajos no recopilados en ellibro Pasajes de la guerra revolucio-naria, editado en 1963 por la UniónNacional de Escritores y Artistas deCuba (UNEAC).16

Verde Olivo, dirigida por Luis Pavón,reprodujo en su número del 22 de octu-bre de 1967, muchos de los textos quea principios de los sesenta se habían co-nocido a través de sus páginas. Estabanprincipalmente relacionados con las ex-periencias vividas por el Che comomiembro del Ejército Rebelde: “El com-bate del Uvero”, “El combate de MarVerde”, “Cuidando heridos”, “Fin de untraidor”, “Llegan las armas”, “El cacho-rro asesinado” y “Sorpresa en Altos deEspinosa”, fueron algunos de los títu-los. Varios de ellos también aparecieronen la Bohemia del 20 de octubre de1967, dirigida por el periodista Enrique

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de la Osa. En su integridad estabanredactados en un lenguaje diáfano y di-recto, regidos por el respeto a laverdad histórica, atributo que siemprecaracterizó al Che. Leyendo los rela-tos se conocen las difíciles condicionesque tuvieron que soportar los “alzados”en las montañas orientales, las que hi-cieron aflorar en ellos actitudescontrapuestas: un grupo se fue distin-guiendo por sus actos heroicos ysolidarios, mientras que otros, desertarono traicionaron, reacciones descritas por elautor con rigor y franqueza. Demostra-ba la necesidad de mantener la disciplinay de aplicar severos castigos a losinfractores de las disposiciones militares,lo cual permitió ir definiendo a los hom-bres que conformarían el EjércitoRebelde. Expresó, de igual forma, lo im-prescindible de alcanzar en la tropa nosólo la fuerza combativa, sino tambiénideológica, logrando así la participación enella de los verdaderos revolucionarios.Los textos transmiten la ética que se fueimponiendo en la formación de este ejér-cito, fundamentada en la solidaridad, elrespeto al campesinado y a los prisione-ros de guerra. Además del valorhistoriográfico, estos documentos teníanun alto significado educativo e instructi-vo que fue apreciado por muchaspersonas, pues ambas revistas tenían unaamplia tirada y eran distribuidas tambiénen otros países. La Bohemia del 20 deoctubre de 1967 se agotó casi de inme-diato, aunque se produjo un mayornúmero de ejemplares.17 Mientras queVerde Olivo llegaba a los combatientescubanos de todo el país, se intercambiabacon los ejércitos del campo socialista y laobtenían de manera informal los guerri-lleros latinoamericanos, algunos de los

cuales visitaron el país en aquellos añospor diversos motivos.18

Moncada, órgano del Ministerio delInterior, editó un suplemento especial enel mes de octubre de 1967 con frag-mentos de sus reflexiones sobre elinternacionalismo, América Latina, VietNam, el pensamiento guerrillero, el par-tido, los cuadros, la juventud, el arte, lafamilia y el hombre nuevo. A tono conel carácter de la revista, en los datosbiográficos se incorporó una relación delos principales combates donde partici-pó el Comandante Guevara en la SierraMaestra y en Las Villas.

Entre los escritos más divulgados delChe en los sesenta estuvo “El socialis-mo y el hombre en Cuba”, redactadoen marzo de 1965. Era una respuestaa Carlos Quijano, director del semana-rio uruguayo Marcha, en la que abordó,con su estilo peculiar, diversos temasrelacionados con el proceso de cons-trucción del socialismo en Cuba.Guevara mismo recomendó que fuerapublicado al unísono en Marcha y Ver-de Olivo. Después del 8 de octubre de1967, el texto íntegro o fragmentos fue-ron difundidos en diversas revistas:Pensamiento Crítico, La Gaceta deCuba, Bohemia, CDR, Moncada,OCLAE, Verde Olivo, Alma Máter,Revolución y Cultura, RevistaTricontinental y El Militante Comu-nista. En la presentación de esta última,del mes de diciembre de 1967, se va-loró dicha carta como uno de losdocumentos más importantes de la Re-volución.19 Por su parte, en la nota dela redacción de Verde Olivo, del 31 dediciembre de igual año, que acompañaal ensayo, se destacó la significación delas ideas sobre la formación del hom-

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bre nuevo y su futura influencia en eldesarrollo del Congreso Cultural deLa Habana que se celebraría en ene-ro de 1968.20

Algunos intelectuales en sus re-flexiones sobre Ernesto Guevaraelogiaron este escrito, entre ellos,Adolfo Sánchez Vázquez y GraziellaPogolotti. En la revista Casa de lasAméricas el filósofo español lo catalo-gó como una de “[...] las aportacionesteóricas más valiosas que pueden en-contrarse actualmente sobre laconcepción marxista del hombre [...]pequeña obra maestra del Marxis-mo”.21 Asimismo, la ensayista y críticacubana en su artículo, “Apuntes para elChe escritor” lo consideró como uno desus trabajos emblemáticos:

En “El socialismo y el hombre enCuba” cristaliza el pensamiento deErnesto Guevara gobernante. Pen-samiento y estilo constituyen aquí,como en toda su obra, una unidadirreductible, pareja y semejante a laque se deriva del vínculo entre ela-boración intelectual y existencia.Cristalización y anuncio de la eta-pa siguiente, puesto que el alientoque corre a lo largo de sus páginas,la visión de futuro, el sentido quecobra el internacionalismo proleta-rio (“deber pero también necesidadrevolucionaria”), sitúan este ensa-yo que toma la forma de una cartajunto a los documentos postrerosde su existencia de luchador, la car-ta de despedida a Fidel, la quedirigió a sus padres y la que envióa la Revista Tricontinental.22

Un documento que causó gran im-pacto en la sociedad cubana fue elDiario de Campaña del Che en Bo-

livia (7 de noviembre de 1966-7 de oc-tubre de 1967), editado por el InstitutoCubano del Libro y distribuido de formagratuita. Fragmentos de este texto se di-fundieron en las revistas, siendo lasiniciadoras, Bohemia y Verde Olivo.

Por primera vezNo sólo se publicaron sus obras ya

conocidas, sino también materiales inédi-tos, entre los que estuvo la carta dedespedida a sus hijos, presentada en elnúmero especial de Cuba de noviem-bre de 1967. Asimismo, PensamientoCrítico divulgó dos misivas dirigidas asu hija Hildita, la enviada el 15 de fe-brero de 1966, y la que titularon “Envuelo-Cairo”.23

La redacción de Verde Olivo en elnúmero del 29 de octubre señaló quepor primera vez se mostraba el artícu-lo “Camilo”,24 escrito por Guevara parala revista en el mes de octubre de 1964.En la nota introductoria se explicó queel Che consideraba que debía perfec-cionar su estilo y por esta razón no sehabía publicado antes. El trabajo se di-vulgó también en otras revistas comoEl Caimán Barbudo, PensamientoCrítico y El Militante Comunista, y enél revelaba su cariño y admiración porel compañero de luchas; sentimientossimilares a los que sentía el pueblo cu-bano también por él, y sobre todo en esemomento, al conocerse que había sidoasesinado. Islas, por su parte, en su vo-lumen diez, de julio-septiembre de 1968,presentó como inédito el discurso en “ElPedrero”, Escambray del 8 de febrerode 1959, primera alocución del Coman-dante Guevara en una concentraciónpopular después que triunfó la Revolu-ción. Al mismo tiempo, esta intervención

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fue publicada en la Bohemia del 12 dejulio de 1968.

Ilustraciones y fotografíasEl tributo póstumo al Guerrillero He-

roico de las revistas Cuba, VerdeOlivo, El Militante Comunista,OCLAE y Bohemia, incluyó ilustracio-nes y fotografías, muchas de las cualesimpresionan por la energía espiritualque transmiten y el significado que tie-nen aún en el presente. Son frecuenteslas imágenes del Che junto a Fidel yCamilo y la ya conocida foto tomada porAlberto Korda en las afueras del Ce-menterio de Colón, el 5 de marzo de1960, en el acto del entierro de las víc-timas de la explosión del vapor LaCoubre. La fotografía se reprodujo encasi todas las publicaciones de la épo-ca. Su rostro grave, contenido de dolorante el crimen, se convirtió en un sím-bolo de rebeldía contra las injusticiaspara todos los tiempos. Esta foto apa-rece también en el número especial dela revista Cuba de noviembre de 1967,dirigido por el escritor Lisandro Otero.Se publicaron además otras, acompa-ñadas de frases cortas, algunas del Che.Preparó los textos un equipo integradopor Luis Agüero, Reynaldo González,Alfredo Muñoz-Unsain, AntonioBenítez Rojo y Juan Sánchez, quienesenlazaron imágenes, noticias, disposicio-nes, entrevistas y anécdotas depersonas que compartieron con él enalguna ocasión. Todos estos trabajos ensu conjunto reflejaban diferentes instan-tes de su vida. En las fotos, ErnestoGuevara se nos presenta en su juven-tud junto a los amigos, durante surecorrido por Suramérica con AlbertoGranado, en las guerrillas cubanas y

bolivianas, ejerciendo sus funciones deMinistro, en los trabajos voluntarios, enlas Naciones Unidas, en las visitas aotros países, jugando ajedrez, con sufamilia, fumando un tabaco o leyendo.

Los fragmentos de la comparecen-cia de Fidel Castro ante la televisión yla radio el 15 de octubre, así como eldiscurso en la velada solemne en me-moria del Comandante Che Guevara enla Plaza de la Revolución tres días des-pués, aparecen también junto aimágenes que reflejan la tristeza delpueblo ante la pérdida de uno de sus lí-deres más admirados, las queimpresionan por su significado y dimen-sión artística. En este número especialde Cuba fueron responsables de la fo-tografía Alberto Korda, Carlos Núñez,Tirso, Paco Altunaga, ErnestoFernández, Osvaldo Salas y HernandoLópez. Esta revista logró con dicha edi-ción, a nuestro juicio, uno de loshomenajes de mayor elaboración, ori-ginalidad y belleza.

Verde Olivo, El Militante Comunis-ta y Bohemia también se distinguieronpor sus encartes fotográficos. Del con-junto de revistas comentadas, sólo enesta última, del 20 de octubre de 1967,aparecen las fotos del Comandante FidelCastro en la comparecencia ante las cá-maras de televisión, tomadas por AramísFerrera, Arnaldo Santos y PacoAltunaga, cuando el líder de la Revolu-ción notificó la existencia de evidenciassobre la caída del Che y presentó algu-nas de las fotografías que permitieronidentificarlo. Las imágenes de Bohemiadonde aparecen los rostros del pueblo enla despedida en la Plaza de la Revolu-ción son también conmovedoras. Ademásde los fotógrafos antes mencionados, par-

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ticiparon en este número Gilberto Ante,Sara Kamay, Pablo y Carlos Pildain yAvelino Leal.

A diferencia de estas revistas, en lanovena edición de Pensamiento Críti-co, cuyo diseño estuvo a cargo deAlfredo González Rostgaard, no apare-cen fotos, sino diferentes dibujos delrostro del Che y frases cortas extraí-das de sus textos; en la portada, elGuerrillero Heroico, vestido con su trajede campaña. Las ilustraciones del nú-mero catorce fueron realizadas porniños, como muestra de la pervivenciaen las nuevas generaciones de este pa-ladín de los humildes.

Cine Cubano, dirigida por AlfredoGuevara, en su número cuarenta y sie-te publicó el artículo “Che en el cine”,del realizador José Massip, donde anali-zó críticamente, desde el punto de vistaartístico, los tres documentales realiza-dos en Cuba en “poco menos de unasemana” con motivo de la desapariciónfísica de Ernesto Guevara. Estos fueronChe, de Enrique Pineda, Hora de loshornos, de F. Núñez y Hasta la victo-ria siempre, de Santiago Álvarez, el cualfue concebido para presentarse en la ve-lada solemne el 18 de octubre.

La poética del Che y sobreel Che

La poesía tuvo un significado espe-cial para él, sin embargo, en los añossesenta sólo se conoció su “Canto aFidel”, escrito en México, en 1956.25 Endicho poema dejó constancia de su fir-me resolución de acompañar al líder dela Revolución Cubana “[...] a liberar elverde caimán que tanto amas”.26 Fuepublicado por primera vez en la revistaBohemia del 1º de mayo de 1960 y se

reprodujo en la edición del 20 de octu-bre de 1967. Otras, como CDR yOCLAE consideraron igualmente queeste era un documento para recordar enlos momentos en que ya no estaba en-tre nosotros. Una prueba de supreferencia por la poesía, es la concisacarta escrita al poeta español León Fe-lipe, al que llamó “Maestro”, donde leconfesó que su libro El ciervo era unode los pocos que tenía en la cabecerade su cama. Dicha misiva fue seleccio-nada por el poeta y editor GuillermoRodríguez Rivera para formar parte deEl Caimán Barbudo de noviembre de1967, dedicado al Comandante Guevara,que sería además, el último de la primeraépoca de la revista bajo la dirección delescritor Jesús Díaz.

Asimismo, los momentos junto al Cheque Roberto Fernández Retamar evo-có en “Aquel poema”, líneas realizadaspara el número homenaje de Casa delas Américas, de enero-febrero de 1968,manifiestan la sensibilidad del Guerrille-ro Heroico hacia las obras en versos.Retamar relató que le había prestado suantología de poesía en lengua españolade Onís para que la leyera durante unviaje en avión, donde coincidieron am-bos; un tiempo después conoció queGuevara le había pedido a su secretarioque copiara el poema “Farewell”, dePablo Neruda, y no hiciera comentariosal respecto. A los pocos días partió, sindespedirse, a “otras tierras del mundo”a cumplir su misión internacionalista.Quizás no quería que estos versos dela-taran su próximo destino:Yo me voy. Estoy triste: pero siempre

[estoy triste.Vengo desde tus brazos. No sé

[hacia dónde voy.

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Desde tu corazón me dice adiós [un niño.

Y yo le digo adiós.27

Su vida y su muerte fueron inspira-ción para poetas y escritores cubanosy extranjeros. Cuando aún el Che es-taba construyendo su historia, NicolásGuillén, Jesús Orta Ruiz (el IndioNaborí), Miguel Barnet y el tambiéncompositor y cantante Carlos Puebla,reflejaron en sus obras la admiraciónpor el héroe. De este último, la revistaCasa de las Américas de noviembrede 1967 publicó la letra de la guajiraHasta siempre (1965), donde es visi-ble el cariño por Guevara:Aprendimos a querertedesde la histórica alturadonde el sol de tu bravurale puso cerco a la muerte.28

“Che Comandante”, de Guillén, fueuna de las poesías que surgió de la con-moción provocada por la certeza de suasesinato. El poeta la leyó en la inau-guración de la velada solemne enmemoria de Ernesto Guevara, en la Pla-za de la Revolución, y apareció porprimera vez en La Gaceta de Cuba deseptiembre-octubre de 1967, donde sele homenajeó; este sería el poema de-dicado al Che más publicado enaquellos años.29 En estos versos, Nico-lás Guillén declaró la eternidad de suejemplo en las tierras de Latinoa-mérica:Estás en todas partes. En el indiohecho de sueño y cobre. Y en el

[negrorevuelto en espumosa muchedumbre,y en el ser petrolero y salitrero,y en el terrible desamparo

de la banana, y en la gran pampa [de las pieles.

y en el azúcar y en la sal [y en los cafetos.

Tú, móvil estatua de tu sangre como [te derribaron

vivo, como no te querían,Che Comandante,amigo.30

Otro de los poemas de este autor ensu honor, “Guitarra en duelo mayor”,fue publicado en el número especial deCasa de las Américas acompañadopor la música impresa, del compositorcubano Harold Gramatges. Diversospoetas como Samuel Feijóo, ÁngelAugier, Sidroc Ramos, Félix Contreras,Mirta Aguirre, Jesús Orta Ruiz y FélixPita Rodríguez, por sólo citar algunos,compartieron sus versos dedicados alhéroe con los lectores de La Gacetade Cuba, Unión, Casa de las Améri-cas, Islas, Universidad de LaHabana y Bohemia. En estas obraspalpitaba la admiración y confianza enla permanencia de la energía revolucio-naria del Guerrillero Heroico en el sueloamericano. Samuel Feijóo lo reflejó asíen su poema “Che”:Retornará como los huracanes

[y los rayos,todo encendido, como eray es, en la justicia,y abatirá a los cuervos y

[a las fieras,sangrientas águilas.No haya duelo por él, ganó

[la llamaradadel que se ofrenda entero.Todos los apaleados del mundolo entienden, lo besan, lo sujetan:

[héroe,sin esperar más gloria que el futuro

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alegre. No haya duelo.Su victoria es la nuestra,

[no cejamos;siglo tras siglo.31

Allende los mares, la poesía tambiénfluyó en los escritores y artistas enaquel momento identificados con losproblemas existenciales de los más hu-mildes, y testimonio de ello se pudoapreciar en algunas revistas nacionales,en especial en La Gaceta de Cuba yCasa de las Américas. La colabora-ción en el número de enero-febrero de1968 de esta última publicación fue“[...] una muestra más de la actividadsolidaria de los hombres de todo elmundo con las ideas del Che, con su lu-cha ejemplar, con la Revolución [...]”.32

Mario Benedetti, René Depestre, LuigiNono, Leopoldo Marechal, EnriqueLihn, David Viñas, Juan Gelman y JoséMiguel Ullán, son algunos de los auto-res de dichas obras.33

Esta fue una hermosa edición deCasa de las Américas y su distinciónemana, ante todo, de su contenido. Sepresentó con uno de los textos más con-movedores publicados en los díasinmediatos al asesinato del Che: una car-ta escrita por su compañera de luchas,Haydée Santamaría, la heroína delMoncada y primera presidenta de laCasa de las Américas, cuyas palabrastransmiten todo el amor que sentía porél y la tristeza que la afligía al tener lacerteza de que ya no lo volvería a ver:

Che: ¿dónde te puedo escribir? Medirás que a cualquier parte, a un mi-nero boliviano, a una madreperuana, al guerrillero que está o noestá pero estará. Todo esto lo sé,Che, tu mismo me lo enseñaste, yademás esta carta no sería para ti.

Cómo decirte que nunca había llo-rado tanto desde la noche en quemataron a Frank, y eso que estavez no lo creía. Todos estaban se-guros, y yo decía: no es posible, unabala no puede terminar el infinito,Fidel y tú tienen que vivir, si uste-des no viven, cómo vivir.34

El número fue ilustrado confotogramas del documental Hasta lavictoria siempre, del director SantiagoÁlvarez. En la portada y contraportadaaparece dibujada la boca de un fusil encuyo centro, como una bala, la palabraChe y junto a ella, una estrella. Colabo-raron en esta edición intelectuales deArgentina, Chile, España, los EstadosUnidos, Francia, Italia, Guatemala, Hai-tí, Inglaterra, México, Perú, Uruguay yEl Salvador. De Cuba expusieron susmensajes, recuerdos y comentarios: RaúlRoa, Roberto Fernández Retamar, Ale-jo Carpentier, José Lezama Lima,Samuel Feijóo, Manuel Moreno Fraginalsy Graziella Pogolotti, por sólo citar algu-nos nombres.

Rodolfo Walsh, Manuel Galich, Adol-fo Sánchez Vázquez, Julio Cortázar,André Gorz y Roque Dalton son sólouna muestra de un número mayor deintelectuales que expresaron en estaedición de Casa… sus sentimientos eideas surgidos ante la inesperada noti-cia de la muerte. “Mensaje alhermano”, de Cortázar,35 fue publica-do también en Cine Cubano, Bohemiay Revista Tricontinental y nos reflejaa un hombre profundamente identifica-do con el Che:

Pido lo imposible, lo más inmereci-do, lo que me atreví a hacer unavez, cuando él vivía: pido que sea suvoz la que se asome aquí, que sea

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su mano la que escriba estas lí-neas. Sé que es absurdo y que esimposible, y por eso mismo creoque él escribe esto conmigo, por-que nadie supo mejor hasta quépunto lo absurdo y lo imposible se-rán un día realidad de los hombres,el futuro por cuyas conquistas diosu joven, su maravillosa vida. Usaentonces mi mano una vez más,hermano mío, de nada les habrávalido cortarte los dedos, de nadales habrá valido matarte y escon-derte con sus torpes astucias.Toma, escribe: lo que me quede pordecir y por hacer lo diré y lo harésiempre contigo a mi lado. Sólo asítendrá sentido seguir viviendo.36

La revista Cuba, noviembre de1967, de igual forma recibió notas decondolencia de otros intelectuales ex-tranjeros como Manuel Rojas, CesareZavattini, Peter Weiss, Juan CarlosOnetti, Pedro Mir, Francesco Rosi, Da-vid Viñas, Roberto Matta, MarioBenedetti, Sarandy Cabrera, RenéDepestre y Atahualpa del Cioppo. To-dos ellos coincidieron en reconocer que,aunque ya no estaba entre nosotros,seguía siendo el guía de los “explota-dos y vilipendiados de América”.

¿Cómo ser dignos de su ejemplo?El hecho de que Ernesto Guevara no

fuera sólo un político y guerrillero inter-nacionalista, sino también un intelectualrevolucionario, pues fue médico, ensa-yista y periodista, lo aproximó muchomás a escritores y artistas de izquierda,quienes se sintieron considerablementecomprometidos a continuar la obra porla que perdió la vida. Tales impresionesfueron expuestas por los invitados al

Seminario Preparatorio (noviembre de1967) y al Congreso Cultural de LaHabana, en sus ponencias, en los de-bates desarrollados y en las entrevistasa la prensa. El propósito principal de di-chos eventos era estrechar la unidad delas fuerzas intelectuales de todo el mun-do frente a las agresiones imperialistas.

En el Congreso participaron repre-sentantes de los cinco continentes, condiversas ideologías y profesiones. Algu-nos de los temas debatidos revelan lapresencia de su pensamiento: la nece-sidad de la solidaridad y elinternacionalismo con los pueblos delTercer Mundo; el llamado a la no co-operación con organizaciones ofundaciones manejadas por la CIA ysus acólitos; la defensa de la identidadcultural de los pueblos, así como la crí-tica como instrumento del devenir socialy el compromiso de los intelectuales delos países subdesarrollados y desarrolla-dos con las personas más humildes yexplotadas de sus naciones. El consen-so logrado en estos temas fue reflejadopor diversos medios de comunicaciónextranjeros como un momento de “lunade miel” entre la vanguardia política dela Revolución y la intelectualidad.

En la Bohemia de los meses de no-viembre y diciembre de 1967 quedó laconstancia escrita de algunas de las dis-cusiones que se desarrollaron duranteel Seminario Preparatorio, donde mu-chos delegados consideraron que elmejor homenaje a la memoria del Gue-rrillero Heroico era intervenir en lalucha insurreccional con las armas enla mano. Este mismo criterio lo sostu-vo Lisandro Otero, director deRevolución y Cultura y uno de los or-ganizadores de dicho encuentro, en el

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número del 15 octubre de 1967, cuan-do manifestó:

Che era una síntesis perfecta: hom-bre de ideas y hombre de acción.O se vive de acuerdo con eso y as-pirando a eso o se debe optar porel silencio. O se es congruente conlo que se dice o se debe renunciaral decir.Un verdadero escritor revoluciona-rio debe terminar en soldado. No sepuede enviar a otros al combate sino combate uno mismo.37

Desde otro hemisferio, Peter Weiss,destacado dramaturgo alemán, en su dis-curso con motivo del asesinato del Che,publicado por el periódico uruguayoMarcha y reproducido por las revistasRevolución y Cultura, Islas y Pensa-miento Crítico, censuró la actitud deaquellos, que como él, no siguieron elcamino de la lucha armada:

Su muerte nos enseñó una lección.Él, que era más necesario que cual-quier otro, mostró lo que élconsideraba que era la única cosaválida que se debía hacer. Demostró:si los otros no lo hacen, yo lo haré[...]. Él demostró que lo único válidoque se podía hacer era empuñar lasarmas y combatir al enemigo.

Desde cualquier punto de vista quemiramos su muerte, su ejemplo senci-llo nos da la respuesta. Ya la respuestaseñala nuestra derrota o nuestra cobar-día.38

Estas ideas Weiss las reiteró en losversos que envió a la revista Cuba:Lo dejamos solo.Debió haber tenido todanuestra ayuda.Ahora hacemos un mártir de él.Para limpiar nuestras conciencias.

¿O estoy equivocado?¿Era fuerte, activo, lleno de fe?¿Era el único que se atrevió?¿Nos enseñó con su muertenuestra cobardía?AprenderAprenderAprenderLa lucha continúa.39

Una visión más abierta del problemala tuvieron otros intelectuales comoCésar López, cuya exposición en el Se-minario Preparatorio suscitó ampliosdebates: “No se trata de pedirle al in-telectual de los países no liberados queagarre un fusil y se encarame en la pri-mera montaña que se tope a mano.Eso sería otra responsabilidad, primerasi se quiere, e independientemente desu condición intelectual. Se trata de queel intelectual actúe como tal”.40

Por su parte, el poeta uruguayoMario Benedetti en una entrevista con-cedida a Bohemia y en la ponencia quepresentó en el Congreso Cultural de LaHabana, publicada en las revistas Casade las Américas y Revolución y Cul-tura, sostuvo que el escritor y el artistarevolucionario debían demostrar que sulabor era imprescindible para la forma-ción del hombre nuevo del cual el Cheera su mayor expresión. Asimismo, cri-ticó a algunos hombres de acción porreclamar que el intelectual pasara a sersoldado y dejara de cumplir su función,como si las tareas del escritor o el ar-tista fueran superfluas. Y argumentó:

No todos los intelectuales revolucio-narios (empezando por Carlos Marx)terminan en soldados, pero cada vezva apareciendo con mayor claridadque el mero hecho de escribir un li-bro en América Latina, o de adoptar

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una actitud militante, comprometida,significa un riesgo.A lo largo y a lo ancho del conti-nente, es larga la nómina deintelectuales presos, o apaleados, otorturados, o simplemente despoja-dos de sus cargos, por el solo delitode haber escrito un texto compro-metido o de haber adoptado unaactitud digna.41

Es significativo que dicho criteriofuera publicado en Revolución y Cul-tura, cuyo director, Lisandro Otero,había expresado en un número anteriorun punto de vista diferente respecto ala posición que debían adoptar los inte-lectuales, aspecto al que nos referimoscon anterioridad. Esta libertad para ex-poner pensamientos contrapuestos enuna misma publicación –de la cual elChe fue uno de sus promotores– es unacualidad que se aprecia en varias re-vistas de la época, aunque no es menoscierto que la presentación de pluralidadde discursos fue haciéndose cada vezmenos frecuente a partir de 1968.42 Síes evidente que tanto una u otra deci-sión de los intelectuales progresistas–tomar las armas o mantener la luchadesde las trincheras de ideas– eran ex-presión de una toma de concienciasobre su responsabilidad social, incita-da por el ejemplo del ComandanteErnesto Guevara.

Tanto en el Seminario Preparatoriocomo en el Congreso Cultural se pusode manifiesto el propósito de trabajarpor la formación de un nuevo tipo deintelectual “[...] en el que se daría porigual al pensador, al creador y al hom-bre de acción”.43 Dicho fin se veníamanifestando en el discurso político cu-bano de los sesenta, donde se abogaba

por eliminar paulatinamente las diferen-cias entre el trabajo físico y el intelectualy evitar que los escritores y artistas fue-ran “grupos privilegiados”; por elcontrario, se pretendía su conversión enprofesionales que asumieran todo tipode tareas según las exigencias de la so-ciedad. También se amplió el conceptotradicional de intelectual, pues a estoseventos fueron convocados no sólo es-critores y artistas, sino tambiéncientíficos, investigadores, técnicos yeducadores, es decir, todos los que enlos campos de las artes y las cienciaspodían aunar sus esfuerzos por el me-joramiento de la sociedad.44 Unaposición adoptada por los asistentescomo muestra de un profundo compro-miso con la Revolución, fue el acuerdode renunciar al derecho de autor, pro-posición basada en la convicción de quelas obras de arte debían ser para el dis-frute de todo el pueblo.

En el discurso de clausura del Con-greso Cultural de La Habana, el 12 deenero de 1968, reproducido por las re-vistas Pensamiento Crítico yRevolución y Cultura, Fidel Castroreconoció el importante papel jugado yque debían asumir los intelectuales enla lucha por los derechos soberanos desus pueblos y la defensa de la verdaden torno al Che. Sobre este último par-ticular expresó:

¿En qué sector fue donde más pro-fundo impacto tuvo la muerte delChe Guevara? ¡Fue precisamenteentre los trabajadores intelectua-les! No fueron organizaciones, nofueron partidos. Fueron hombres ymujeres honestos, sensibles, losque tuvieron la actitud de asimilar,de comprender, de admirar, de ha-

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cer justicia; frente a los que pregun-tan por qué murió el Che Guevara,frente a los que son incapaces decomprender y que no comprende-rán jamás por qué murió, ni seráncapaces jamás de morir como él, nide ser revolucionarios como él.45

Para estudiar al CheDiversos productos informativos re-

lacionados con su vida y obra fueroncreados con la urgencia que exigía elmomento histórico. La Revista de laBiblioteca Nacional José Martí (ju-lio-diciembre de 1967) incorporó unabibliografía del Che de los libros, fo-lletos y revistas publicados desdeenero de 1959 hasta el 21 de octubrede 1967, y agregó el número del 22de octubre de la revista Verde Olivo.46

Un segundo resultado fue una crono-logía que recogía los momentos mássignificativos de su corta, pero fecun-da existencia. La revista de laUniversidad de La Habana (julio-di-ciembre de 1967) también publicó unacronología del período 1959 a 1967.Mientras que Islas (enero-marzo de1968), entregó un “Breve ideario deErnesto Guevara” donde aparecíansus reflexiones sobre: socialismo, ca-pitalismo, colonialismo, Cuba, lo propio,el pueblo, el error, la burocracia, el tra-bajo, conciencia, sacrificio, justiciaeconómica, cultura, Organización deNaciones Unidas (ONU), Organiza-ción de Estados Americanos (OEA),imperialismo, internacionalismo,americanismo, la lucha armada y va-riaciones. En su totalidad estosdocumentos fueron muy importantespara el desarrollo de la docencia y lainvestigación en aquellos años, más aún

cuando el estudio del pensamiento delChe y su transmisión a las nuevas ge-neraciones era una necesidad política yética legislada en el acuerdo del 15 deoctubre de 1967 del Consejo de Minis-tros y del Comité Central del PartidoComunista de Cuba.47

Estás en todas partesLa repercusión del asesinato del Gue-

rrillero Heroico en otros países fuereflejada por Bohemia en las secciones“En Cuba” y “A través del mundo”, yen Verde Olivo, en el espacio “Miran-do al mundo”. En estas publicaciones sepudo constatar que no hubo manifesta-ción popular que no alzara comobandera de lucha su memoria. En Amé-rica Latina se produjeron múltiplesacciones guerrilleras; también los estu-diantes europeos y norteamericanos ensus protestas contra la guerra en VietNam realizaron actividades honrando alChe. Las noticias se refirieron ademása la visión de la prensa latinoamericanasobre el suceso y a los mensajes decondolencias enviados por personalida-des y organizaciones de todo el mundo.La Sociedad de Amistad Cubano Espa-ñola, en las páginas centrales deEspaña Republicana del 1º de no-viembre de 1967, dio a conocer unadeclaración en la que aseveraron: “Al in-clinar, pues, las banderas de la SACE enseñal de duelo y homenaje a la memo-ria del Comandante Ernesto Guevara,prometemos laborar incansablemente porel desarrollo, fortalecimiento y defensade la Revolución Cubana, contribuir connuestro mayor esfuerzo y sacrificio a lalibertad de España y a la causa gloriosade la liberación de todos los pueblos delmundo”.48

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Especial significación tuvo el co-municado firmado por Marco AntonioYon Sosa, comandante general delMR 13, y César Montes, comandan-te en jefe de las FAR de Guatemala,publicado por Revolución y Cultura(30 de marzo de 1968), donde expre-saron que la muerte del Che era un“grito de guerra” para los revolucio-narios latinoamericanos y ratificaronque la lucha armada era la única víaposible para lograr la libertad.49

Últimas reflexionesLas revistas cubanas de fines de los

sesenta, puntuales testigos del contex-to en que se desarrollaron, reflejaron dedisímiles formas este triste momento.Cada publicación, desde su perfil, fueuna expresión de la conmoción populary en particular de la aflicción que em-bargó a numerosos intelectuales quecolaboraban o eran responsables deellas. Nos presentaron al Che en todala plenitud de su existencia: guerrillero,intelectual, trabajador, dirigente, padre,hijo, amigo..., y lo hicieron a través desu propia obra y mediante poemas, re-latos, artículos, discursos, mensajes,anécdotas, comentarios, dibujos, fotos ycartas, que surgieron espontáneamen-te como resultado de la mezcla desentimientos de amor, admiración y do-lor provocados por el golpe emocionalproducido al conocerse la noticia de lacaída del héroe.

Mucho se ha escrito sobre el Che des-de entonces, pero la significación parala historia y la cultura cubana y de la hu-manidad de los textos redactados en losdías inmediatos a su muerte, no es posi-ble igualarla. Tienen tanta fuerza laspalabras y las imágenes que se perciben

al leer las revistas, que nos revelan a unhombre que comparte sus experiencias,trabaja, combate, orienta y educa. Es unChe que compromete, exige y proponeel camino a continuar para convertirnosen mejores seres humanos. Vale la penavolver a hojear estas publicaciones des-pués de cuarenta años.

Notas1 Castro Ruz, Fidel. Comparecencia en la radio yla televisión nacionales [15 de octubre de 1967].Bohemia (La Habana) 59(42):36; 20 oct. 1967.2 El 9 de febrero de 1959 fue declarado legalmenteciudadano cubano por nacimiento, según elprecedente establecido en el caso del dominicanoMáximo Gómez, quien también expuso su vidapor la independencia de Cuba.3 Gutiérrez, Carlos María. El Che en lo suyo.Bohemia (La Habana) 59(50):8; 15 dic. 1967._______. Una madrugada de febrero. Casa de lasAméricas (La Habana) 8(46):44; en.-febr. 1968.4 En Verde Olivo también firmó algunos trabajoscon el seudónimo de “El Francotirador” y enellos abordó casi siempre aspectos de la situacióninternacional.5 Sobre otros trabajos que publicó el Che,consultar:Bacallao Pino, Lázaro M. Che Guevara, unaperspectiva del periodismo. Cubaperiodistas.cu19 de marzo de 2007. En línea. Internet. 21 jun.2007. Disponible: http://www.cubaperiodistas.cu/noticias/marzo07/19/01.htm6 Antonio Paneque Brizuela en “Liberación entres continentes. Valioso aporte de la OSPAAALal pensamiento emancipador” precisa que:

El artículo que se esperaba fuera núcleo delprimer número de la revista [...] fue solici-tado por Osmany al Che mientras este sepreparaba en San Andrés, Pinar del Río, paraemprender la gesta boliviana. Pero al cono-cerse que el contenido logrado por el Gue-rrillero Heroico “iba más allá de lasexpectativas”, fue diferido y publicado enun suplemento especial, después de los tresprimeros combates victoriosos de la guerri-lla boliviana comandada por el Che, el 16

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de abril de 1967, con un título que pasaríaa la historia: “Mensaje a los pueblos delmundo a través de la Tricontinental” y unaconsigna de sello guevarista: “Crear dos,tres, muchos Viet Nam”.

Granma 24-04-2007 En línea. Internet. 24 mayo2007. Disponible: http://www.granma.cubaweb.cu/2007/04/24/cubamundo/artic01.html7 Guevara, Ernesto Che. “Diario [agosto 8]”. En:Obras, 1957-1967. La Habana: Casa de lasAméricas, 1970. t. 1, p. 592.8 Este trabajo se circunscribe fundamentalmentea los números de las revistas cubanas publicadosen el período de octubre 1967 a diciembre de1969.9 Estando impreso este número... PensamientoCrítico 8 [sept. 1967]: s.p. [cartón suelto]10 En la actualidad se erige un monumento a lamemoria del Comandante Guevara en el municipiode El Alto, en Bolivia, que medirá unos seis metros.Además, se están celebrando en ese país diversasactividades de recordación al héroe, con la plenaanuencia del gobierno presidido por Evo Morales.11 El Comandante Ernesto Che Guevara. Casa delas Américas (La Habana) 8(45):1; nov.-dic. 1967.12 Che Guevara. Islas (Santa Clara, Cuba) 9(4):[1];oct.-dic. 1967.13 Comandante Guerrillero. Revista de laBiblioteca Nacional José Martí (La Habana) 58(3-4):5; jul.-dic. 1967.14 Sánchez, Germán. “Che: su otra imagen”. En:Pensar al Che. La Habana: Centro de Estudiossobre América. Editorial José Martí, 1989. t. 1,pp. 29 y 47.15 En este trabajo criticó el artículo “Formas ymétodos de la planificación socialista y nivel dedesarrollo de las Fuerzas Productivas”, de CharlesBettelheim.16 Ver Pensamiento Crítico (La Habana) 31;ag. 1969.17 Ver: “La Bohemia del Che”. Bohemia (LaHabana) 59(43):46-47; 27 oct. 1967.18 En una conversación con Eduardo Yasellefectuada el 30 de junio de 2007, quien trabajó enVerde Olivo desde su fundación y en 1967 era susubdirector, nos explicó que el Departamento deRelaciones Internacionales de las FuerzasArmadas Revolucionarias se encargaba de que la

publicación llegara a las embajadas donde habíaagregados militares. También nos comentó que elChe no sólo colaboraba con trabajos para serpublicados, sino además orientaba la revista yconvocaba a los combatientes a escribir para ella,siempre ajustándose a la verdad histórica.19 [Editorial]. El Militante Comunista (LaHabana):2; dic. 1967.20 Guevara, Ernesto Che. “El socialismo y elhombre en Cuba”. [Nota de la Redacción]. VerdeOlivo (La Habana) 8(52):23; 31 dic. 1967.21 Sánchez Vázquez, Adolfo. El Socialismo y elChe. Casa de las Américas (La Habana)8(46):149-150; en.-febr. 1968.22 Pogolotti, Graziella. Apuntes para el Cheescritor. Ibídem, p. 15423 Guevara, Ernesto Che. Cartas/1956-1966.Pensamiento Crítico (La Habana) 1(9):212-218;oct. 1967.24 En realidad salió publicado en Granma unosdías antes, el 25 de octubre de 1967.25 En octubre de 1982 las revistas CubaInternacional y El Caimán Barbudo publicaronotros poemas del Che junto a “Canto a Fidel”.Ver: Cuba Internacional (La Habana) 14(155):62;oct. 1982.El Caimán Barbudo (La Habana) (178):5-7;oct. 1982.26 Guevara, Ernesto Che. Canto a Fidel. Bohemia(La Habana) 59(42):95; 20 oct. 1967.27 Neruda, Pablo. “Farewell”. SISIB Universidadde Chile. En línea. Internet. 24 jun. 2007.Disponible: http://www.neruda.uchile.cl/obra/obrafarewell.html28 Puebla, Carlos. Hasta siempre. Casa de lasAméricas (La Habana) 8(45):152; nov.-dic. 1967.29 Se publicó también en las revistas Unión,Bohemia, Verde Olivo, Cine Cubano,Universidad de La Habana, España Republicanay OCLAE; además en los periódicos Granma yEl Mundo.30 Guillén, Nicolás. Che, Comandante. La Gacetade Cuba (La Habana) 6(61):3; sept.-oct. 1967.[Fragmentos]31 Feijóo, Samuel. Che. Islas (Santan Clara, Cuba)6(4):25; dic.1967. [Fragmentos]32 Este número... Casa de las Américas (LaHabana) 8(46):221; en.-febr. 1968.

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33 En 1969 el Instituto del Libro editó unacompilación de poesías titulada Poemas al Che,realizada por Ambrosio Fornet, donde aparecenlos poemas de autores cubanos y extranjerosdedicados al héroe.34 Santamaría, Haydée. Hasta la victoria siempre,Che querido. Casa de las Américas (La Habana)8(46):4; en.-febr. 1968. [Fragmentos]35 Cortázar en uno de sus primeros viajes a Cubapudo leer Pasajes de la guerra revolucionaria ymotivado por el texto escribió su cuento “Reunión”(1964), donde evocó el desembarco del yateGranma en Cuba en 1956. Este relato fuepublicado en los números homenajes de ElCaimán Barbudo y Casa de las Américas.36 Cortázar, Julio. Mensaje al hermano. Casa delas Américas (La Habana) 8(46):6; en.-febr. 1968.[Fragmentos]37 Otero, Lisandro. Che, la razón en caballería.Revolución y Cultura (La Habana) 1(2):4; 15oct. 1967.38 Weiss, Peter. Che Guevara. Revolución yCultura (La Habana) 1(6):20; 15 mar. 1968.39 _______. [Murió cuando era más necesario...].Cuba (La Habana) 7(67):98; nov. 1967.[Fragmentos]40 El Seminario Preparatorio del CongresoCultural de La Habana. Bohemia (La Habana)59(44):69; 3 nov. 1967.41 Benedetti, Mario. Esta contienda la estáperdiendo el imperialismo. Ent. Bohemia (LaHabana) 59(52):83; 29 dic. 1967.42 Sobre este particular leer el prólogo de:Pogolotti, Graziella. Polémicas culturales de los60. La Habana: Editorial Letras Cubanas, 2006.Ver también: Navarro, Desiderio. In medias respúblicas. La Gaceta de Cuba (La Habana) (3):40-45; mayo-jun. 2001.43 Declaración General del Seminario Preparatoriodel Congreso Cultural de La Habana. Bohemia(La Habana) 59(45):41; 10 nov. 1967.44 No todos los asistentes al SeminarioPreparatorio estuvieron de acuerdo con esta nuevaconcepción del intelectual. Acerca de losenfrentamientos que sobre este tema se sucedieron,se refirió Lisandro Otero en su artículo “El tiempode RC” publicado en el número seis de Revolucióny Cultura (nov.-dic. 1991, pp. 7-8).

45 Castro Ruz, Fidel. En el Congreso. Revolucióny Cultura (La Habana) 1(6):9; 15 mar. 1968.46 Este trabajo fue realizado por el Departamentode Consulta y Referencia de esta institución.47 Partido Comunista de Cuba. Comité Central.[Acuerdo]. Bohemia (La Habana) 59(42):46; 20oct. 1967.48 Declaración de la Sociedad de Amistad CubanoEspañola. España Republicana 29(644):15; 1.

nov. 1967.49 Yon Sosa, Marco Antonio y César Montes.Ante la muerte de Che. Revolución y Cultura (LaHabana) 1(7):48-49; 30 mar. 1968.

Otra Bibliografía consultada

BORREGO DÍAZ, ORLANDO. Che Guevara,lector de El Capital. Ent. NéstorKohan Rebelión. En línea. Internet.2 jul. 2003. Disponible: http://www.rebe l ion .org /a rgent ina /030702kohan.htm

CAIRO, ANA. Ernesto Che Guevara y losintelectuales cubanos. Universidadde La Habana (248):44-64; primersemestre 1998.

FERNÁNDEZ ROBAINA, TOMÁS. Bibliogra-fía del Comandante Ernesto CheGuevara de publicaciones extranje-ras. [inédito] [mecanografiada][197?]

GARCÍA CARRANZA, ARACELI y JOSEFINA

GARCÍA CARRANZA. Bibliografía cu-bana del Comandante Ernesto CheGuevara. La Habana: Impreso porel Palacio de las Convenciones, bajolos auspicios de la Comisión para Per-petuar la Memoria del ComandanteErnesto “Che”Guevara, 1987.

Portuondo, José Antonio. “Itinerario es-tético de la Revolución Cubana”. En:Revolución, letras y artes. Ciudadde La Habana, 1980. pp. 160-187.

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Revistas consultadas

Bohemia (La Habana) 59(40); 6 oct.1967. (44); 3 nov. 1967. (45); 10 nov.1967. (48); 1 dic. 1967. (49); 8 dic.1967. (51); 22 dic. 1967 y (52); 29dic. 1967.

Cuba (La Habana); nov. 1967.El Caimán Barbudo (La Habana)

(17); nov. 1967. (24); oct. 1968 y(35); oct. 1969.

Cine Cubano (La Habana) 8(47); 1967.El Militante Comunista (La Habana);

nov. 1967.España Republicana 29(643); 15 oct.

1967 y (644); 1. nov. 1967.Islas (Santa Clara, Cuba) 10(1); en.-

mar. 1968.Moncada (La Habana); oct. 1967. (Su-

plemento especial)Mujeres (La Habana) 7(12); dic. 1967.Nuestra América. Boletín 1(10); oct.-

dic. 1967.OCLAE (nov. 1967)Pensamiento Crítico (La Habana)

(14); mar. 1968. (27); abr. 1969. y33 (oct. 1969)

Revolución y Cultura (La Habana)1(3); 30 nov. 1967. 1(7); 30 mar.1968. 1( 12); 15 ag. 1968 y 2(Suple-mento 2); 15 febr. 1969.

Revista y Boletín Tricontinental (LaHabana) 2(11-12); febr.-mar. 1967.(15); jun. 1967. (20); nov. 1967 y(21); dic. 1967.

Unión (La Habana) 6(4); dic. 1967.Universidad de La Habana (186-187-

188); jul.-dic. 1967. (Número espe-cial )

Verde Olivo (La Habana) 8(42); 22 oct.1967. (43); 29 oct. 1967.

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MEDITACIONES

Quiero antes que nada dar las gra-cias al Jurado que me ha hecho el

honor de conferirme este Premio Ibe-roamericano Pablo Neruda. A laacadémica chilena Ana Pizarro, al poe-ta peruano Carlos Germán Belli y alcubano y compatriota nuestro, RobertoFernández Retamar. Muy en particularquiero dárselas a la presidenta de Chile,Michelle Bachelet, por lo que entiendoque es también una distinción a mi paísy a la cultura cubana. De mi prestigio-so jurado quiero expresar el respeto quesiento por sus obras. A Belli lo conoci-mos en nuestro lejano viaje a Florencia,sorprendiéndonos que hubiera podidoescapar del avasallador influjo del cholouniversal, Vallejo, con esa poesía suya,de una modernidad distinta, tocada deun fino arcaísmo. En cuanto al poetaque da título a este premio, Neruda, jun-to a Gabriela Mistral los dos nombresmás altos de la poesía chilena, son vo-ces que han atravesado los límites dela cordillera andina para hacernos lle-

gar a todos, la hermosura de la geogra-fía de su patria y el heroísmo de suhistoria.

Desde los tiempos de la que llamaraNeruda “lengua de jaspe” de Ercilla seglorió el valor arauco, que hermanó alpropio el militar español, más allá de lacrueldad de la conquista, honrando aCaupolicán y a aquellos otros héroesque la resistieron sin proferir una que-ja. Y nosotros tuvimos al poetahabanero-español Manuel de Zequeira,cantor y partícipe de la batalla de Yacsi,que conmovido ante tan desiguales ar-mas de combate, al ver caer a un indio,el pecho desnudo y el penacho de plu-mas, se dolió como de un hijo yprorrumpió: “¿Quién sufrió nunca penastan extrañas?”.

El segundo encuentro decisivo conEspaña fue cuando la guerra civil. Laguerra civil española representó elreencuentro de españoles y americanos,después de siglos de enfrentamiento, endefensa de lo que llamó Martí “la repú-

* Fueron pronunciadas por el ministro de Cultura de Cuba, Abel Prieto en la ceremonia efectuada enSantiago de Chile el 20 de julio de 2007.

Palabras de agradecimientopor el Premio Iberoamericano dePoesía Pablo Neruda*

Fina García MarruzPoetisa, ensayista e investigadora literaria

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blica moral”, que parecía haber predi-cho cuando dijo: “[...] los cubanosempezamos la guerra y los cubanos yespañoles la terminaremos”. El odio aEspaña siempre propició la anexión alnorte. La América mestiza, en que enuna misma familia se pueden encontrar,junto a ancestros indígenas o africanos,ancestros andaluces o castellanos, cata-lanes o canarios, sintió siempre aEspaña como una unidad, distinguiendo“su mal gobierno” del que Martí llamó“el sobrio y espiritual pueblo de España”,la España de Ovando o de Pizarro y ladel padre Bartolomé de Las Casas, quehonrara Neruda en su Canto general.No odió Martí a España, como tampo-co Neruda. El autor de este poema, enel que están como vivos todos los hé-roes y mártires de la Conquista, fuetambién el que en la guerra civil escri-biera España en el corazón.

De sus Veinte poemas de amor yuna canción desesperada, qué jovenamericano no quisiera haber escrito susversos a la estudiante de “eras la boinagris y el corazón en calma”, quién des-pués no se apresuró a buscar susanteriores y posteriores libros. De ellosnos quedaría en el oído la palabra ingle-sa farewell que a él lo remitiera aaquellos emigrantes de Far West y otraslatitudes que, en su juventud solitaria, le-vantaron sus tiendas cerca de Temuco.Palabra que sólo en la última silaba re-tenía algo del bien buscado en nuevatierra, en tanto la primera quedaba vi-brando en el oído, nublada de añoranzas.

A su Tentativa del hombre infini-to le señaló la crítica el influjodominante de Sabat Ercasty, del quetenía la inspiración de su ancho versolibre, liberado al menos de la rima, y en

cuya exclamativa “¡Alegría del mar!”no reconocimos del todo a aquel distintomar suyo, que sorprendiéramos des-pués, en nuestra visita a Isla Negra,frente al nada pacífico Océano, del quenos dice que era a la vez un “no” y un“sí”, capaz tan pronto de arrasar la tie-rra como de alzarla de nuevo, con todossus olores y colores, en una embriaganteresurrección vegetal, que sería la únicaen la que creería siempre.

En su Tentativa..., como en el acasomenos estudiado de sus libros, El hon-dero entusiasta, se iría aproximando aesa separación definitiva de Ercasty quefueron sus Veinte poemas... hacia untono menos declamatorio y más íntimo,llevándolo a su definitiva Residencia enla tierra, cuya audacia y belleza sor-prendieron a la crítica americana yeuropea con un lenguaje nuevo. Mani-fiesta en esos versos aquella “tentativade infinitud” (“¡Salir, salir de mí, Diosmío!”), que a su hondero entusiasta hade llevar a lanzar su piedra no sólo con-tra el gigante de sobrehumana fuerza,sino aún más lejos, hacia aquella líneadel horizonte que une cielo y tierra yque siempre tendrá que ver con la es-peranza.

De Darío, autor de Cantos de viday esperanza, al que Vallejo llamó “elcósmico”, queremos hablar, de la lumi-nosidad de su palabra y no de lassonoridades fáciles que la imitaciónmodernista hizo de nuestro gran movi-miento fundador, ya que a él le debentodos. Junto a Martí, al que llamóMaestro, representa la doble vertienteética y estética de aquel romanticismolibertario de Byron y Heredia, de esen-cia y no de escuela, de su: “¿Quién quees no es romántico?”.

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¿Cuándo Neruda empezó a leerlo?Nunca sabemos cuándo es que empe-zamos a leer a un poeta así. Su recuerdono lo abandonó nunca, comunicándoleese secreto de dicha que tiene la crea-ción poética, aun cuando se escriban losversos más tristes esta noche, comuni-cándole siempre la fe en una salida, quesu temprana Tentativa del hombre in-finito pareció vislumbrar: “Está lloviendode repente mi puerta se va a abrir”.

Una lluvia acompaña sus primeros re-cuerdos, una presencia constante delagua que caía incesantemente alrededorde su casa, no por unos días o meses, sino,como en el Macondo garciamarquense,durante varios años, empapando los piesque se hundían en el barro, echando demenos al sol que había de endurecerlo,fortaleciendo las simientes –susavasalladores gerundios, que tienen eltiempo de la vida–, rompiendo los terro-nes hasta alzarlos a la luz.

Aquel joven provinciano pobre querecorría las calles de Temuco con lacapa negra oscura de su padre, no porparecerse a Bécquer sino por resguar-darse del mucho frío, sólo recordarádespués los versos de Gabriela, aque-llos que dicen de los pies de los niñosamoratados por el frío: “¡Cómo os veny no os cubren Dios mío!”.

Sería también el hombre que en unaúnica foto de las muchas que repro-ducen los libros que se le dedican,aparece fugitivo de su propia patria,atravesando los Andes, tratando de al-canzar la frontera con la Argentina,con los pies descalzos encogidos porel frío. El mismo de los versos de Re-sidencia en la tierra, que todospaladeamos, pero de los que nos diráque fueron escritos en la temporada

más solitaria y desesperanzada que tuvoen la tierra.

Nunca se vio a Neruda más feliz quea su paso por el Madrid anterior a laguerra, en que conociera a toda la jo-ven vanguardia española y en que haríacon Federico un alegre “alimón” –jue-go de toreros, en que se enfrentanjuntos a un toro con una misma capa–en que los dos preguntarían al harto ol-vidadizo Madrid: “¿Dónde está elparque Rubén Darío?”. “¿Dónde estála tienda de rosas Rubén Darío?”. Aca-so se refiriera, sobre todo Federico, aaquel primer viaje del poeta, a finales deldiecinueve, recién nombrado cónsul deNicaragua, en que les señalara a los jó-venes Machado y Juan Ramón –comoambos reconocieron al saber de sumuerte, después de un primer rechazoal peor modernismo, plaga en América–su verdadero camino.

Neruda recuerda a Federico como“derrochador de alegría”, aquel capazde romper a bailar en medio de la ca-lle sin importarle el respeto del mundo,y ya fuera de él, por lo que al conocerde su trágica muerte, lo que habrá depreguntar es: “¿se puede asesinar a laalegría?”.

Darío, que echó de menos un eje éti-co en la naturaleza y en la ambivalenciade sus dones, preguntó a Dios por quési había creado las palomas creó tam-bién los gavilanes. La razón a secas nopodía contestárselo. Entonces peregri-nó su corazón y trajo “de la sagradaselva la armonía”. Unión amorosa delos contrarios, como la del arco guerre-ro y la lira, en la definición clásica dela armonía. Equilibrio que llamó Martí“la ley matriz, la ley estética esencial”.Equilibrio de las almas y los cuerpos

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que sin él se vendrían abajo, de lasfuerzas positivas y negativas, que de noser más fuertes las primeras ya habríandado fin al mundo. De él extrae su feen la victoria final de su lucha: “Vea elque desconfíe a la naturaleza equilibraday triunfante”.

No le llamó Darío “sagrada” a laselva sino hasta entonces. Al igual queNeruda, cuya selva “secreta” no es ladarwineana del triunfo del más fuerte.

El eros nerudiano no tiene que vercon las cacerías africanas deHemingway ni con la eficacia británi-ca de la prosa de Laurence en la India,escritores a los que respeta, pero queya eran dueños de su estilo antes denovelarlos. No es el caso de Neruda,que sólo va a encontrar su propia pa-labra en su estancia en la India, dondeescribiría su Residencia en la tierra.Allí le vendrá siempre el recuerdo de“la encandilada, pálida estudiante”, queacaso conociera en su estancia en San-tiago; el recuerdo de esas decisivasexperiencias de su juventud. Aquel jo-ven “tímido y caballeroso” al queasaltan dos “precoces y diabólicas” jó-venes que lo miraban ruborizándolo, alas que se acercó atraído por un cesti-llo tejido que tenían con unos huevos decodorniz color turquesa. De su parali-zante encuentro sólo dirá “y allí seacabó el nido”.

En la India, la birmana y dulce JossieBliss, la más apasionada de sus aman-tes, que se vestía como una inglesa, tancelosa como para preferir verlo muer-to que ajeno, a la que descubre conterror un cuchillo oculto para matarlo,y de la que decide escapar en secreto,y “huir dulcemente” como dijo Gide quetuvo que hacer al romper su amistad

con Claudel, no obstante reconocer sugenio superior al suyo.

En su “Tango del viudo” recordará elincidente llamándola: “¡Oh, Maligna!”.

Hay otro pasaje, acaso el más reve-lador de su vasta experiencia amorosa,que es el del paso de una bella y raraparia, de la raza tamil, casta de los into-cables de la India, reducida al triste oficiode la limpieza de inmundicias. Neruda,siempre atraído por el secreto genesiacodel que llamara un amigo “el nacimien-to de Venus de las aguas”, tendrá unencuentro que habrá de revelarle eseescalón último del abandono humanopor el que hallará retórico el “abando-nado” de sus Veinte poemas... Fríacomo una estatua, más allá del goce odel dolor, menos que una piedra en ma-nos de su eventual dueño, se le aleja sinun reproche, sin ni siquiera desdeñarlo.

¿Alguna relación con el Rimbaud de“todas las monstruosidades violan los ges-tos atroces de Hortensia”, lo que ha sido“la ardiente higiene de las razas”? ¿Algoque ver con las “distracciones vagamen-te higiénicas” con el Esposo infernal? Sóloel reproche, que él mismo se hace poraquel encuentro con la abandonada, y sutoma de partido por ella: “Amores novi-cios. Encontrad a Hortensia”.

De pronto recordamos que llama a suautobiografía no sólo Memoria sino Con-fesión, si bien no en sentido sacramental.Neruda, como todo poeta, se confiesaen la palabra, y una vez consideró comoel origen más antiguo de ella junto a susexperiencias de juventud, lo que llamó“su infinita compasión ante la desven-tura humana”.

Ya nos hemos referido a la huida se-creta de su apasionada amante JossieBliss, quien sin esperanzas de recobrarlo

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no descansará hasta volverlo a encon-trar. Entonces, anegada en lágrimas lobesa hasta los pies. Y he aquí queNeruda ve de pronto como la tiza delos zapatos le ha enharinado el rostro,casi como una desdichada actriz, conalgo de la Gelsolmina de Fellini. La veen su absoluta orfandad, y más allá delterror sentido ante la probabilidad deque le hundiese, dormido, su terrible cu-chillo, renuncia completamente a laidea de abandonarla. Afortunadamen-te su buena estrella lo lleva a dejarla,para encontrar finalmente la paz y ar-monía rubeniana con mejor compañerade peregrinaje.

Permítaseme el recuerdo de unosversos de Cintio (Vitier) que sólo citopor la relación que guarda con las raí-ces de la palabra “materia”: “Materia,madre, mar, María,/ nombres que vie-nen del origen...”.

Y aquí la palabra María no tiene quever con la evangélica ni con una fe quesabemos no tuvo Neruda sino, justa-mente, con la común etimología de estaspalabras. ¿Pues no llama Neruda alocéano madre? ¿No se nombró entiempos de la conquista a la VirgenMadre América y no seguimos llaman-do Madre Tierra a la tierra?

El culto a la María virgen de la poe-sía provenzal parecía guardar laconfusa memoria de una relación ori-ginal, “el trovar clus” que admirabaLezama en sus trovadores, lenguajesolo oscuro por secreto. ¿Y no es loque llama Neruda la “selva secreta”,que tanta relación tiene con Darío?

Recordemos, al centro de su Resi-dencia en la tierra, su Ángela Adónica:Hoy me he tendido junto a unajoven pura

como a la orilla de un océanoblancocomo en el centro de una ardienteestrellade lento espacio.

La relación de Neruda con las ma-terias: agua, sal, aceite, que la poesíade Gabriela volvió sacramentales, no esla de un filósofo positivista sino de ori-gen popular, él llamará a sus cantos ala materia Odas elementales. No fue-ron los poetas líricos de antaño los quecompararon los ojos de la amada conlas estrellas sino que es la Física mo-derna la que descubre, como recuerdaErnesto Cardenal en su “Canto cósmi-co”, que estamos hechos de “la mismamateria que las estrellas”. “Polvo, perode estrella”, como recuerda Quevedo,tan amado por Neruda, al que tuvimosla suerte de escuchar cuando estuvo enLa Habana, descendiendo del estradodel Ateneo para recorrer sus pasillosmientras leía los “Poemas al Amor y laMuerte”, haciendo suya la resistenciaa dejar atrás el cuerpo, a liberarlo delalma:¡Médulas que han tangloriosamente ardido!Aún recuerdo su voz aindiada,parecida a la de Gabriela, aunquealargando más la penúltima sílaba:Serán cenizas mas tendrán sentido.Polvo serán mas polvo enamorado.

Neruda también se resistió a sepa-rar cuerpo y alma en su despedida dela tierra.

Allí, en sus Memorias, el recuerdode la madre que perdió, como Darío,sin llegar a conocerla. Aquella madre“enlutada” de la que sólo sabe que “ha-cía versos”, en cuyo baúl sorprendería

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un paquetico de cartas de algún Alber-to o Enrique dedicadas a MaríaThielman, de posible ancestro alemán,quizás alguna de aquellas esposas deemigrantes ingleses, irlandeses ysefarditas, que llevaban “código y Bi-blia”, tan civilizadores. Ellos le dieron alpoeta provinciano el conocimiento delotro lado del mundo y el precoz deseode recorrerlo. El baúl, con postales deartistas, tenía cintas con algunos cabe-llos atados.

La “naturaleza y el amor” fueron,nos dice, las dos fuentes de su poesía.Entremos entonces en las páginas quepresiden sus Memorias sobre el bosquechileno:La selva secreta, la madre oscura:Bajo los volcanes, junto a losventisqueros, entre los grandeslagos, el fragante, el silencioso, elenmarañado bosque chileno...

Él discierne cada uno de sus follajesdiferentes, el lineal, el encrespado, elramoso, el lanceolado, y con esa insis-tencia suya en el término aplicado atodo lo finito, los ve cortados como poruna tijera de movimientos infinitos. Pe-netra en su nariz “el aroma salvaje dellaurel”, el del boldo, el del frangíspan,el de la magnolia. Un ave atraviesa laselva fría, y desde su escondite “el si-lencio suena como un oboe”.

La naturaleza, donde al decir deEmerson todo es conjunto, le produce,nos dice, “una suerte de embriaguez”que incita, antes que a su esplendor, alas fuerzas que la acechan: “Al troncopodrido hongos negros y azules le po-nen orejas y plantas parásitas le colmande rubíes o le prestan barbas”. “Brotaveloz una culebra desde sus entrañas

podridas como una emanación, como sise le escapara el alma”. En el autor delos “Tres cantos materiales”, cuánto es-píritu. Nacido en Parral, lugar deviñedos, que como los cedros del Líba-no, se consideraron sembradosdirectamente por Dios mismo, dedicaráel primero de ellos al “Estatuto del vino”,el segundo a la alegría de los mercadosen su “Apogeo del apio”, pero el terce-ro a su “Entrada en la madera”, sinduda el más visionario de sus cantos.

También a Gabriela, a quien tuve ladicha de conocer y de oírle sus versos,le atraería la fragancia reminiscente delbosque:Viene un aroma vuelto en ráfagas.Soy muy dichosa si lo siento.De tan delgado no es aroma.Siento el olor de los almendros.

Algo más elemental aún, el olor, queno se queda sino que va y viene a rá-fagas. Ella siente cada primavera comola Primera vez, como cuando la Crea-ción del mundo. Él quiere llegar alcorazón del bosque, no al perfumeRonsard de las rosas sino al que ema-na de la resina del tronco. Ella llama aMartí el “escritor más ostensible en miobra”, que prefiere al oro impuro, el delbosque eterno “cuando rompe en él elsol”. Ella canta la almendra última detodo. Él ve a Martí como una semillaque habrá de renacer en una nueva ne-cesidad histórica, yaciente en la tierra“como una almendra pura”. Y qué biense entendieron el luchador comunista yla poetisa cristiana.

Tenían en común el amor a las raí-ces de las palabras, que son las mismasque las de la acción. Neruda, en unarranque de sinceridad de poeta

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agradecido, dijo que si bien los españo-les se habían llevado en sus galeonescasi todo el oro de América, nos deja-ron en cambio el oro no corruptible desu idioma, roca de unidad y resistenciafrente al imperio, incluso de los propiosindígenas, que divididos en etnias y cre-dos distintos, algunos rivales, malhubieran podido defenderse y constituir“Nuestra América”.

Es verdad que Martí diría, con iro-nía rara en él, que los americanoshabíamos pagado demasiado caro “lasonoridad de la lengua española”, perono se perdió la lectura de todos los clá-sicos en el Ateneo de Madrid y amó lalengua paridora de Quevedo como lamás necesaria a los que hoy vivimos.

Gabriela, de la misma ascendenciavasco-indígena que Neruda, diría delidioma arribado, que fue “Almirante ar-cangélico de las Tres Carabelas”, quenos trajeron en ellas la “Cartilla de Joséde la Luz”, el axioma de Varona, idio-ma en que se vertió la poesía cubana,y “los versos cantables de Martí”, esdecir, del Apóstol de nuestra indepen-dencia. En su estancia en La Habanaella dijo: “[...] me gusta nuestra comúnbandera y estrella de cinco puntas, quea pesar de pureza es pura ardentía,brasa blanca que cae a la vista, ardien-do hacia el pecho, como la mano, talvez de Dios, que todo lo da y no se cie-rra nunca”. Pura ardentía que nosremite a la ardiente estrella de suÁngela Adónica.

De la crueldad de la conquista sóloquedó en el idioma el “deje” del hablanatal, que está en el “parla y parla” dela tarde cocinera de Vallejo y en laGabriela de “El ruego”, parlándole aDios un crepúsculo entero. Quedaron

las semillas y las piedras. “Somos pie-dra triturada”, diría el poeta. Vallejosentiría, bajo el Arco del Triunfonapoleónico, llorar a las piedras.

El cantor de las “Alturas de Machu-picchu” sintió erguirse la piedracansada del Perú, gloriando a sus hom-bres desaparecidos. Poema que nosrecuerda a aquella “Visión de Toledo”del soneto de Góngora, que viera comoaltura que, “precipitante, ha tantos si-glos que se viene abajo”, o como elNiágara de la crónica martiana sobreel poema de Bonalde, en que el estré-pito de la caída no turba el iris decolores que se remansa en las aguasprofundas.

Neruda nos habría de contar su pri-mer encuentro con Gabriela, reciénnombrada maestra del Liceo de niñasde Temuco, “[...] una señora alta, convestidos largos y zapatos de tacón bajo”que aún no sabía que era GabrielaMistral. Demasiado joven para ser suamigo, demasiado “tímido” y “ensimis-mado”, la veía pasar por las calles y“tenía miedo de acercársele”. Cuandoempieza a visitarla –ella le regalaba li-bros–, incluso le pareció “buenamoza”. Oigamos la bella evocación:“En su rostro tostado, en que la sangreindia predominaba como en un bellocántaro araucano, sus dientes blanquí-simos se mostraban en una sonrisaplena y generosa que iluminaba la ha-bitación”.

Recuerdo que a mí también me sor-prendió esa sonrisa blanquísima, queme parecía de sal niña, una sensaciónde elemental pureza como de aguadando contra peñascos oscuros, sonri-sa que irrumpía de pronto en el rostrograve. Era uno de esos rostros en que,

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como el de Vallejo, la estructura óseaera más dominante que lo volandero delas carnes y que resisten al tiempo conla belleza que ya en los otros se va des-vaneciendo. Su autoridad natural unidaa una desarmante sencillez, a la vez in-vitaba y detenía. Sólo la naturalezasabía ser así, tan imponente y sencilla.

“¡Lea a los rusos!” Le dijo al jovenprovinciano que leía cuanto le caía enla mano “de Salgari a Ibsen”. ¿Echabaalgo de menos la maestra en su forma-ción? Le da tres nombres: Dostoievski,Chéjov y Tolstoi. ¿Por qué los rusos?El cristianismo ruso, tan distinto al fran-cés: más intelectual, o al heroicamentesanto de la doncella de Orleans, distin-to también al cristianismo español de“Santiago y cierra España”, cuya ver-dadera impronta quedó en el pueblosencillo, ajeno a la historia eclesial o ala reforma carmelitana de Santa Tere-sa y San Juan de la Cruz, perseguidospor querer devolverle a la Iglesia la pu-reza primitiva, historia que por ciertodebió conocer el abuelo del poeta quepuso a su hijo José del Carmen.

Neruda, más allá de la admiraciónque tuvo por esos genios de la literatu-ra universal, confiesa que serían muchomás para él, que lo acompañarían siem-pre. Es una de las causas por las queme referiré al influjo indirecto que tuvoen su pensamiento y en su vida el le-gado hebreo, no por comunidad de fe.Era aquella piedad, tan intensa.

El Dostoievski de Neruda es el deLas pobres gentes, acaso más que elpersonaje de El Idiota, ese príncipeMishkin encantador, que es una espe-cie de Cristo ruso, que lo lleva a sentirpiedad no sólo por la víctima sino porel aún más desdichado que acaba de

asesinar a la mujer que ama y se le de-rrumba sollozante en el regazo mientrasél le acaricia los cabellos, una vez ino-centes.

Su Tolstoi, posiblemente el de la ges-ta heroica antinapoleónica de Laguerra y la paz más que el de Resu-rrección, el de la fiesta de aquel día enque los soldados rusos atravesaban latrinchera y se abrazaban con los ene-migos, que se sentían cristianos,diciéndoles: “¡Ha resucitado!”. O aquelque un pasaje de la misma novela, enmedio de una gran fiesta familiar en queya valsan y se separan los principalespersonajes, de pronto atraviesan la tra-ma unos desatendidos niños, que conalegres griticos corren y se persiguen, enrápido pasaje de un indecible encanto.

Su Chéjov era el de los relatos siem-pre breves e incisivos, como el de aquelcuento, “Tristeza”, tan imitado como ini-mitable, en que un cochero que acabade perder su único hijo, necesita decír-selo a alguien sin lograr que lo oigan susdespreocupados pasajeros y al llegar ala casa se lo cuenta a su caballo.

No le creamos cuando al centro desus Memorias asegura que detesta lapalabra “esencia” y la palabra “espíri-tu”. Sólo detesta el abuso que hacen deellas los que hablan de esencia sin re-cordar las pobres existencias, y de“espíritu” para olvidar las necesidadeselementales de los hombres. En la pri-mera página de sus Memorias, él nosdará, paradójicamente, la esencia delbosque chileno.

En las palabras preliminares de susMemorias, no por amor excusable a sutierra natal es que asegura que quienno conoce el bosque chileno no cono-ce el planeta. Él vive junto a un océano

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que se lleva casi la mitad del globo, ylo sabe, en que después de los estre-mecimientos telúricos, la naturaleza,como una amante, se yergue con másbrío y, como una madre, va reconocien-do a todos sus hijos.

“¿Qué signo haces, temblor de ho-jas, que atraviesa el silencio de estosfollajes, el grito lejano de un animal con-fuso?”. Él sólo nos dice que de aquelsilencio salió a andar y cantar por elmundo.

En la relectura de Neruda que hehecho en ocasión de este premio mehan sorprendido aspectos de su poesíaque no advertí en mis lecturas de juven-tud, como también de su autobiografía,Confieso que he vivido, que acaso noleí enteramente, y a la que quiero de-dicar finalmente mis palabras.

En aras de la brevedad y tratándo-se de un libro de cerca de quinientaspáginas, oceánico recuento de sus en-cuentros o desencuentros con hombresque marcaron una época, inolvidablespoetas y modestos hombres imprescin-dibles de su pueblo, junto algún que otroprescindible, si algún hombre lo es,quiero compartir con ustedes mi sorpre-sa ante algunos fragmentarios pasajes,discontinuos, perdidizos, en que sorpren-demos algunos rasgos instantáneos delNeruda que no habíamos visto.

Entre las sorpresas no es la menoraquella, a la que antes me he referido,que trata sobre lo que debió al legadohebreo, tema cuyo más extenso desa-rrollo reservo para el ensayo deNeruda en el que estoy trabajando, “Ellegado hebreo o la inaudita intensidad”,y del que adelanto sólo una referenciafamiliar. No me refiero al legado quedejó en la cultura universal un imperio

que sembró la América de templos cris-tianos, que va desde las corales deBach a los Salmos de Stravinski y a losspirituals afronorteamericanos.

Por lo pronto vemos que, como depasada, nos dice que un hermano de supadre puso a sus cuatro hijos nombresde profetas hebreos: Amós, Oseas, Joely Abadías, profetas menores, menosfrecuentados que Isaías o Ezequiel, yque su padre le puso a él Neftalí (nom-bre que se cita en Jueces 4,5 y enJosué 19,32, y que junto a Zabulón,arriesgó su vida en la defensa de Is-rael). Lo que hace pensar en laposibilidad de una familia de judíos quebuscaron asilarse en América, preferi-blemente en lugares apartados,conversos al cristianismo. En cuanto alnombre que dio su tío a uno de sus hi-jos, Oseas, recordamos que al bíblico leordena el Señor: “Cásate con una adúl-tera” (Oseas 3,4), que habrá de redimiry que identifica con “El adulterio de Is-rael”; que se relaciona con el gran temadel pasaje final del Apocalipsis, en queaparece ya prostituida, junto a la Bes-tia o Fuerza sin el Espíritu; temasiempre aliado a la final conversión desu pueblo elegido.

También Gabriela mencionaría a una“tía judaizante” que pudo ser la que lle-vó al apartado valle del Elqui, en quevivía, el único libro que había en la casa,cuyo influjo va a ser decisivo en su for-mación cristiana y sin el cual no esimaginable su obra. No es el caso deNeruda.

No pretendemos confundir la elecciónde unos nombres, que pudieron debersea una preferencia cultural o literaria o algusto exclusivo por su sonoridad, o acen-tuar el ascendente genealógico, pero

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tampoco excluirlo. Mucho menos acen-tuar en Neruda el influjo del texto bíblicoque no aparece en su obra.

No cultivamos la paradoja, pero po-demos decir que lo que Neruda tienede coincidente con la Biblia es la se-vera crítica de los cinco primeros librosatribuidos a Moisés (el Pentateuco), esdecir, su total rechazo a las religiones,que considera a todas idolátricas, y larevelación hecha al pueblo judío de quela única y verdadera era la que queríaque reinase el amor y la justicia entrelos hombres. No es la única por sermonoteísta frente a las otras politeístas,la diferencia no es cuantitativa sinocualitativa; no por gusto, el ex sacer-dote jesuita y teólogo de la Liberación,Porfirio Miranda, en su libro Marx y laBiblia llama a Marx “el último de losprofetas hebreos”.

Lo del “opio de los pueblos” parecemoderada crítica frente a su abomina-ción de los cultos rituales puramenteexternos. El “Misericordia quiero y nosacrificio” recorren del Antiguo al Nue-vo Testamento. “Yo no vine a serservido sino a servir”. Rechazo de unaIglesia triunfalista que soñaba con sus-tituir el cetro de Roma por el de Israel.Judas era un patriota zelote que no per-donó a Cristo que no quisiera hacerserey y que extendiera el legado judío, aluniversalizarlo con su: “Id y predicadpor todas partes” el evangelio de la con-versión de los pecadores, que dijo que“Es el enfermo y no el sano el que ne-cesita médico”.

Nos queda referirnos al ya propia-mente legado cultural francés: Neruday Rimbaud, Neruda y Proust.

No podemos entrar ahora en esa pá-gina en que Neruda parece alejarse de

la cultura francesa y, no sin razón,culpabiliza a la crítica burguesa y a loscantos de Maldoror de haber puesto demoda la desdicha, lo infernal, lo satáni-co –que siempre fueron más vendiblesel terror y el crimen que la Geórgicasde Virgilio. Páginas en que rechazaaquel Lautreamont, verdadero conde deotro mundo que no nos pertenece, queencuentra folletinesco, no sin saberque era algo más, y a la cultura fran-cesa que admira, pero que “no vienebien a mi traje”, prefiriendo una coplade Martín Fierro o la natural “miel tur-bia” de Gabriela. Según esa crítica, elpoeta debía torturarse y sufrir, debía se-guir (con lo que se incluye a él mismo)“escribiendo la canción desesperada”,y que condenaba al poeta al tugurio, alhospital, a la morgue y a ser crucifica-do. “Pero el mundo cambió –nos dice–y los poetas de hoy encabezamos la re-belión de la alegría”.

Culpabilizar a la crítica de la poesíaporque fuera desdichado Hoderlin,Rimbaud “errante y amargo”, o que seahorcara Nerval, sin duda excede a laculpabilidad de la crítica burguesa.Justamente los que Darío incluye enLos raros son los marginados por laburguesía francesa y no sus represen-tantes, Neruda mismo rectificaría suharto rápido juicio sólo unas páginasdespués: “La inclinación profunda delhombre es la poesía, y de ella salió laliturgia, los Salmos y también el conte-nido de las religiones”.

Nos dice que en las primeras eda-des “el poeta se tituló sacerdote parapreservar su vocación”, pero en la épo-ca moderna el poeta, para defender supoesía, ha de tomar la investidura que ledan la calle y las masas. “El poeta civil

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de hoy sigue siendo el del más antiguosacerdocio”, antes “pactó con las tinie-blas” y ahora debe “interpretar la luz”.

Todas las críticas fueron justas, perolo que se echa de menos es el olvidode las fuentes comunes, que separan elorigen de la poesía del de la religiónmosaica, la alegría de la Pascua hebreaque significa el fin de las supersticio-nes y las tiranías. A Moisés, guíareligioso y político de su pueblo, al queMartí dedicó en Caracas su primer dis-curso revolucionario, lamentablementeperdido, con lo que nuestra educaciónperdió el vínculo entre religión y políti-ca. La universidad americana, lasrevoluciones americanas, tuvieron quenacer laicas en una Iglesia ligada a lacolonia.

Ya sabemos la amistad que tuvoNeruda con Eluard y con Breton, conlos que compartía la pertenencia al Par-tido Comunista, aunque confesó que sesentía más cerca del poeta que del teó-rico del movimiento, autor también deNadjá, novela ejemplarmente breve, enque dio la lección que pocos de sus se-guidores aprendieron: que unaalucinación no debía tener doscientaspáginas. En cuanto a Eluard, tenía unencanto que podía prescindir de la pe-dagogía del Manifiesto surrealista quesin duda influyó en toda la poesía y pin-tura modernas, y a quien también bastóun solo verso amoroso para dar esamezcla de sueño y vigilia que tuvo lomejor del movimiento: “Tu cabellera dealgas sobre el vacío del mundo”.

Neruda mantuvo toda la vida suamistad con ellos, aun cuando ya ha-bían roto con el Partido, por esa relaciónfamiliar diaria en que diálogos y cenascompartidas a veces sobreviven a las

propias discrepancias políticas. Vallejorompió definitivamente con ellos anteuna crítica justa, que dejaba afuera lanecesaria militancia:Un albañil se cae del andamio

[y ya no almuerza.¿Voy a hablar después de André

[Breton?

En cuanto a Rimbaud los surrealistassiempre habían preferido al “enfant te-rrible”, al blasfemo de Una temporadaen el infierno sobre el visionario de Ilu-minaciones. Breton creía detestable queClaudel quisiera presentarlo como uncristiano cuando allí estaban sus blas-femias contra la religión, la patria, elhonor militar francés que tan poco ejer-cieron en las colonias y a las que serefiere con evidente sarcasmo. PaterneBerrichon: cuñado de Rimbaud, habíaquerido tranquilizar a la burguesía ca-tólica francesa presentándolo como untardío converso. El error de Breton fueconfundir a Claudel, que pertenecíatambién a la más alta intelectualidadfrancesa, amigo de Jacques Riviere,compañero de infancia del autor de ElGran Maulnes, con Paterne Berrichon.Riviere en su recepción completa de laTemporada y las Iluminaciones, quehoy la crítica precisa que fue un textoposterior, señalaría esos momentos quepareció olvidar Breton, como: “La ver-dadera vida está ausente”. Quedarseen la Temporada y su desprecio al tra-bajo parece olvidar los dos pasajesfinales que señalara Riviere del autorde Adiós y partida, del que ya en lapropia Temporada… hay adelantosestremecedores. El que despreciaba eltrabajo y dijera: “No trabajaré”, dirá:“¡Yo, yo que me he llamado mago o

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ángel, dispensado de toda moral, soydevuelto al suelo, con un deber que bus-car, y la realidad jugosa por abrazar!¡Campesino!”, y antes: “Esclavo, nomaldigas la vida”. Seguir insistiendo,como Breton, en la invitación a la Im-pureza, como si sus partidarios nofueran ya legión, es olvidar queRimbaud, cuando tiene por un momen-to la visión absoluta de la Pureza,exclama: “Oh, desgarrador infortunio”.

El Rimbaud de Neruda es el que re-lacionaba su experiencia de la Indiacon la que tuvo Rimbaud en África. ElRimbaud de la foto, en que aparece conun rictus de asco, de “Abandono Eu-ropa”, el de la foto que se hizo a símismo en Harar, con los pies desnudos,lavado al absoluto sol de la intemperie.El que dedicó también sus Iluminacio-nes “Al espíritu de los pobres y a unmuy alto clero”, cuando se prefería ha-blar del bajo. El que escribió en“Democracia” la más vidente de suspremoniciones: “masacraremos las re-beliones lógicas”, sólo comparable en sucrítica a la que hiciera Ezra Pound a suscompatriotas con su gran poema a la“Usura”: con usura, “no va la oveja almercado”. No reconocieron el rostro deCristo en su texto “Genio”, donde noaparece con ninguno de los rasgos de sunacimiento o crucifixión, ni como histo-ria pasada, sino que se siente su “paso”inefable hacia una nueva Navidad sobrela tierra: “Nos ha conocido a todos y atodos nos ha amado”. “Sepamos llamar-lo y verlo y despedirlo”. “Y en lo alto delos desiertos de nieve, seguir sus visio-nes, sus soplos, su cuerpo, su día”.

Tendría que destacar aún otros dospasajes, menos directos, de su relacióncon Francia.

El primero es al que llama “Las tresviudas”, esposas de quienes fueronmadereros enriquecidos, y que vivensolas y enlutadas en una casa, al fon-do del bosque por el que Nerudagustaba aventurarse solo, siempre con-fiado en que habría alguien que podríaorientarlo, con ese valor inconsciente delos jóvenes. Ya completamente perdidove la casa encendida, en que toca parabuscar asilo, identificándose como unescritor en quien podían confiar, hablán-doles presumiblemente en francés ycitando de paso a Baudelaire. Y ahí vie-ne el milagro, al oír este nombre lasviejecitas le abren la puerta a un recintomucho mayor, y le ofrecen una cenaespléndida con el orgullo único que lesquedaba de su tierra natal: la exquisitacomida francesa. Al poeta aquello lepareció un palacio dentro de un lago,que tiene algo de las alucinaciones sim-ples rimbaudianas, lo de “una mezquitaen el fondo de un lago” sentimos tam-bién una reminiscencia vaga de “laextraña fiesta” de El gran Maulnes.

Neruda tiene la peculiar disponibili-dad del poeta para lo que llamaríamos“el encuentro misterioso”. Es el del con-de Arnaldos, la mañana de San Juan,cuando oye cantar a un marinero lacanción más hermosa que jamás oye-ra. Algo del recuerdo del cuento infantil“La casa encendida en el bosque” quesólo encuentra el que está perdido poramor a él.

A otro escritor francés que no sole-mos relacionar con Neruda es al quededico el segundo pasaje.

Con precisión de poeta, Neruda, queno es un creyente, ya vimos que llamaConfesión a sus memorias con tácito co-nocimiento de lo liberador de la palabra

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–conocimiento tan antiguo como elhombre–, utilizando el término para dis-tinguirlo de lo que hay en el texto deMemoria, distinción que ya intentara alprincipio, al preferir sobre el “memoria-lista” histórico, que no ha de omitirningún dato, al poeta que como él dice,trabaja a relámpagos de luz y sombra.No es así rara esa excepción que va ahacer con Proust, un poeta de la me-moria, y de ese singular pasaje de Porel camino de Swan, que le hace revi-vir los tormentos, amores y celos de suadolescencia, se trata nada menos queel pasaje de la Sonata de Vinteuil.

Dos adjetivos le han detenido, el escri-tor nombra al pasaje “aéreo y oloroso”,y a Neruda, que se confiesa terrestre ynada aéreo, le llama la atención lo de “olo-roso”. Ya conocemos, por sus páginassobre el bosque, su enorme sensibilidadolfativa, sólo comparable a la auditiva quetuvo Darío, así que pregunta a un amigomusicólogo qué músico pudo haber ins-pirado ese pasaje, “no fue uno sinovarios”, le dice: Saint-Saens, Schubert,D'Indy, Fauré, César Frank, Wagner.Reconoce su falta de cultura musical, noconocía a todos esos músicos. Pero alfin consigue un álbum de tres discoscon la Sonata para piano y violín deCésar Frank y, él mismo nos lo cuenta:“Allí estaba la frase de Vinteuil”. “Nohabía duda, allí estaba la frase de Vinteuil,no podía haber duda alguna”.

Neruda reconoce al gran realistapoético y crítico “de una sociedad ago-nizante que amó y odió”, así como suconocimiento abarcador del arte de to-dos los tiempos. Pero estamos ante untestimonio sobre todo personal, que des-pierta sentimientos que tenía porperdidos. Y ahí viene la página increíble:

“La frase se envuelve en la gravedadde la sombra, enriqueciéndose, agra-vando y dilatando su agonía. Pareceedificar su congoja con una estructuragótica que las volutas repiten llevadaspor el ritmo que eleva sin cesar la mis-ma flecha”.

El elemento nacido del dolor buscauna salida triunfante que no reniega enla altura su origen trastornado por latristeza. Parece enroscarse en una pa-tética espiral mientras el piano oscuroacompaña una y otra vez la muerte yla resurrección del sonido. La intimidadsombría del piano da una y otra vez aluz el serpentino nacimiento hasta queamor y dolor se enlazan en la agonizan-te victoria.

Mientras cuento mi emoción al leera este Neruda casi proustiano, que meha hecho recordar el piano en sombrasdel Fauré de La buena canción, enprimaveral diálogo con una voz feme-nina, un músico muy querido meinterrumpe para darme un consejoacerca de las palabras sobre Nerudaque estaba escribiendo para este Pre-mio: “Sería mejor que buscases otropasaje, ya que lo que se espera es quehables de poesía, no de música...”. “Sí,hijo” le dije, ya sé que no soymusicóloga, pero lo que me parece ex-traordinario es que Neruda, quetampoco lo era, por la intensidad delpasaje, que empieza oyendo, como escomún al que no sabe de música, comofondo de sus propios recuerdos, se vaseparando de ellos, hasta oír la músicaen sí misma, buscando una salida, quetampoco reniega de su origen, hastaque el diálogo del piano en sombras yel violín agudísimo se enlazan y lo queya oye es el silencio mismo de las mú-

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sica, que renace en su final victoria.Revive no lo que sabe sino lo que nosabe de sí mismo. Con el misterio he-mos topado. Con el misterio, bordeandoa ciegas “la música callada” y “la so-ledad sonora” de San Juan de la Cruz.

La experiencia del que ha empeza-do por confesarse como ignorante delas obras clásicas que para él eran “ca-jas ausentes o cerradas” reconoce porlo menos a tres de los músicos, que se-gún le dijeron habían inspirado el pasaje:un elemento romántico primero“¿schubertiano?”, “¿el órgano que to-caba César Frank en la Iglesia?”. Másque el filtro amoroso de que bebenTristán e Isolda, elemento pasionalque no deja atrás, el formal e indepen-diente de “una estructura gótica”, quedentro del mismo pasaje responde altema de la mitología alemana, o sea, aWagner, en que se funden el amor y lamuerte, en lo que llama “resurreccióndel sonido”, que va a sentir, primeroque en la música, al leer a Proust.

Neruda se interesará en la músicahindú, también impresionado por esosinstantes “librados del orden del tiem-po”, como dijera Proust.

La música popular sí lo conmueveenteramente (“Mátame, vidalita”), laquena humanada incaica, flauta abori-gen que eleva a las serpientes, quetambién a Gabriela la llevaran a intro-ducir las cuecas y las rondas infantilesen su poesía, ya que, como diría nues-tro Mariano Brull, “[...] la prosa se hacecon lo que se sabe y la poesía con loque desconocemos”.

Olvidamos que España sembró tam-bién de iglesias, templos y catedralesque aún asombran al continente ameri-cano entero, y el pueblo, que no asistía

a conciertos ni a exposiciones de pin-tura, oía misa. Nuestro Julián Orbón,músico de Orígenes, sentado al pianonos demostró muchas veces el origenlitúrgico de la música popular de Espa-ña y América, incluyendo sonescubanos o el polo margariteño venezo-lano, en que pasaba el tema del “Insaecula seculorum” de la melodía a laarmonía.

El conde Keyserling, en sus Medi-taciones suramericanas, puso de modauna visión de la naturaleza americanacomo anterior al quinto día según el tex-to bíblico, es decir, anterior a laCreación del hombre. El maestro ar-gentino Martínez Estrada, ya sin veladodesdén, iría a dar parecida visión en suRadiografía de la Pampa.

A Neruda le dolieron las críticas im-placables de Juan Ramón, pero hay queconvenir que con nadie fue más impla-cable que consigo mismo, cuya obra sepasó la vida transformando. Celoso delas corrientes que creía dañinas a la poe-sía española como otros creían dañinaa la suya, Juan Ramón veía a la poesíacomo una .mujer: “Tengo a la poesía enmi casa, por su gusto y el mío, y nues-tra relación es la de los amantes muyapasionados”.

No podía comprender Juan Ramónesa naturaleza en constante transfor-mación que hizo a la crítica hablar dela “enumeración caótica” del america-no, desde una poesía del reposo de laforma en su plenitud –la de “no la to-quéis ya más que así es la rosa”. Erandos poéticas distintas, no podía com-prender Juan Ramón sino a lo que “talcomo en sí mismo” sólo la eternidadlo cambiaba, y eso que no era unmallarmeano.

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Su agudísima hiperestesia tenía quellevarlo a la creación de un género: lacaricatura lírica. Solía decir que habíaque ser indulgentes con los que empie-zan, recordaba sus primerizas“Ninfeas” y “Almas de violeta”, edicio-nes que recogió completamente, peromuy exigente con los que ya conside-raba jóvenes maestros, e implacablecon los viejos poetas, que podían influiren los que empezaban.

Neruda lo atribuyó a la envidia, “su-puesto pecado capital sólo de España”,que ya tenía Caín por Abel, pero él mis-mo dice después, enseguida, que nopodía caber envidia en “un poeta de talesplendor”.

No envidió al joven Alberti sino queescribió su carta, después prólogo, a suMarinero en tierra, ni al joven pastorde cabras Miguel Hernández, al que lla-mó el “milagro de Orihuela”, ni aFederico, con el que, en el Parque delRetiro, se lo ve riendo junto a su her-mana niña. Mucho menos podíaenvidiar a sus propios discípulos, a losque tenía ya por jóvenes maestros, enlos que vigilaba lo que creía que daña-ba a su poesía. Guillén quería ser unpoco el Valéry español cuando su Cán-tico continuaba la mejor tradición de lapoesía popular de España, vertida prin-cipalmente en metros cortos:Oh, luna, cuánto Abril!qué vasto y dulce el aire!Todo lo que perdí, volverá con las aves.

Y así fue. Cuando en La Habana unosjóvenes quisieron alagar a Juan Ramónhablándole mal de Guillén, los detuvocomo plantando quijotesca lanza: “¡Unmomento! Pero Guillén es el diamante”.

El mismo que, caricaturizando su es-tudiada frialdad, podía escribir: “Cuandollegó a Murcia, nevó”.

Tuvimos ocasión, Cintio y yo, al vi-sitar a Guillén en Nerja, de contarleeste episodio, y nos dimos cuenta deque lo conmovió vivamente.

Lo importante es que los dos sereleyeron con cuidado y más que rec-tificar sus primero juicios, ahondaron enellos. Neruda no deja de reconocer,por dos veces, “que en el pan de lapoesía entra la retórica”, aunque,como dijera Martí, antes que el talen-to abominara la retórica el talento lahabía creado. Lo sabía el que llevabaen sus bolsillos, al desembarcar enCuba, una Vida de Cicerón y sirvió asu verbo en su oratoria revolucionaria.En cuanto a Juan Ramón, llegó a cali-ficar a Neruda como “el poeta mayorde América”.

Es curioso que le dice las mismaspalabras con que lo recibiría Vallejo laprimera vez que se encontraron: “ustedes para mí el poeta mayor de Améri-ca”, a las que Neruda contestó que siquería ser su amigo no empezaran tra-tándose como dos personalidades. Ymucho honra a la modestia de Neruda,al ver que sus palabras parecieronenojarlo, reconocer que Vallejo venía deuna cultura milenaria muy refinada, demayor cortesía, mostrándose desfavo-rablemente a sí mismo al decir que lohizo sentirse como un rudo aldeano.

La página que le dedica Neruda aVallejo, con el que muchos quisieronenfrentarlo para disminuirlo, revela queél también sintió en Vallejo la fuerzamayor del ancestro indio que compar-tían y que estaba más allá de cualquierconsideración de tamaño. Revela que

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penetró completamente en la nada co-mún peculiaridad de su carácter, másbien algo taciturno, con el que compar-tió experiencias de un rasgo pocoseñalado en él: su alegría.

Quisiera detenerme un momento en loque creo que fue la causa inicial de estamutua incomprensión. Ni Juan Ramón era“un demonio barbudo”, ni Neruda era “ungran poeta malo”, aunque antes de lla-marlo malo lo llama “gran poeta”. Lacausa hay que buscarla en que Juan Ra-món, que confesó que nunca había leídoun libro completo, al leer su “Oda a Fe-derico” –muerto recientemente–, poemaal que dirige su crítica, no podía compren-der que necesitara hablar de hospitales,barrios marítimos y sastrerías cuandotoda su poética buscaba el “nombre exac-to de las cosas”.

La oda nerudiana a Federico es, enverdad, un gran poema imposible. Loescribe loco de dolor. A veces pareceque delira. Sabe que no podrá escribirlo que llama oda, y no lo es a lo An-drés Bello, sino una elegía.

Así da entrada a sus condicionales “Sipudiera...” que repite dos veces. Sabeque no puede. Acude a todos sus adver-bios, “heridamente”, “perdidamenteherido”, y a uno que le viene de su ju-ventud: abandonadamente. El poemasólo se le alza cuando recuerda su “risade arroz huracanado”. “Déjame coro-narte, joven de la salud y la mariposa”siempre con imágenes de vuelo como ensu gran “Oda a Alberto Rojas Jiménez”,que no en balde elige para terminar eltríptico de su Residencia... –poema quetiene relación con el de Federico quevuela “vestido de durazno”–, más alláde las sombras, más allá de la muerte:“Oh deudo mío, vienes volando”.

Neruda manifiesta en su “Sucedeque me canso de ser hombre” un can-sancio, como todo en él, “infinito”. Elpoeta no sólo se cansa de “sus pies ysus uñas” sino de los incontables obje-tos materiales que lo abruman en unmedio consumista que establece un in-esperado nexo con aquellas páginas queJuan Ramón publicara en Cuba, “Lími-tes del progreso”, en que hace unaverdadera sátira del mundo moderno,de los múltiples “aparaticos” que locomponen, de su viaje a Nueva York,en que se pregunta si lo que ve “¿es laluna o el anuncio de la luna?”. Lo queno deja de ser una previsión acerca delos límites de la ciencia, que no debíallegar a las bombas nucleares, y que yaadvirtiera Martí cuando esto no preocu-paba a los ecólogos.

Después de la Guerra Hispano-Cu-bano-Norteamericana, España sevolvió hacia sí misma. Nadie de la ge-neración del 98, o de los pensadoresjóvenes como Ortega, advirtieron elmenor peligro en una nación que esteconsideró joven y sin peso en la histo-ria, aun cuando escribiera sobre Eltema de nuestro tiempo, y que sóloJuan Ramón tocó en estas páginas. Hoysabemos que el tema central en nues-tro tiempo es si podrá el hombre seguirresidiendo en la tierra.

Quiero terminar con uno de los pa-sajes que más me conmovieron de susMemorias. Era entonces muy joven yél recuerda a un cisne herido que unospescadores dejaron medio muerto. Perooigámoslo contar a él mismo:

Fue cerca del mar, en PuertoSaavedra, imperial del sur. Era unade esas aves maravillosas que no hevuelto a ver en el mundo, el cisne

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de cuello negro. Una nave de nie-ve con el esbelto cuello comometido en una estrecha media deseda negra. El pico anaranjado y losojos rojos. Bañé sus heridas y leempujé pedacitos de pan y de pes-cado en la garganta. Todo lodevolvía. Sin embargo fue reponién-dose de sus lastimaduras, ycomprendió que yo era su amigo. Yyo empecé a comprender que lanostalgia lo mataba. Y entonces,cargando el pesado pájaro en misbrazos por las calles lo llevaba alrío. Él nadaba un poco, cerca demí. Yo quería que pescara y le in-dicaba las piedrecitas del fondo, lasarenas por donde se deslizaban losplateados peces del sur. Pero él mi-raba con los ojos de triste distancia.Así, cada día, por más de veinte, lollevé al río, y lo traje a casa. El cisneera casi tan grande como yo. Unatarde estuvo ensimismado cerca demí, pero no se distrajo con lasmusarañas, aunque yo quería lle-varlo de nuevo a pescar. Entoncesse estuvo muy quieto y lo tomé denuevo para llevármelo a casa. En-tonces, cuando lo tenía a la alturade mi pecho, sentí que se desenro-llaba como una cinta, algo como unraso negro le rozaba la cara. Era sulargo y ondulante cuello que caía.Así aprendí que los cisnes no can-tan antes de morir.

Me gusta imaginar a Neruda leyen-do, tantos años después, el poema deDarío, de Cantos de vida y esperan-za: “¿Qué signo haces, oh Cisne, contu encorvado cuello […]?”.

Acaso pensando en su pobre cisne.O el poema a Teodoro Roosevelt, al

que llama el Gran cazador, recordan-do a aquellos pescadores que viera enel lago Budi, clavando su arpón sobrelos cisnes, que como albatros de pe-sadas alas, intentaban huirles,patinando sobre las aguas, hasta quecaían medio muertos; poema queDarío le dedicara al Presidente, dicién-dole: “y puesto que contáis con todo,sólo os falta una cosa: Dios”.

Algunas veces pensé lo distinto queera el cisne insigne de Darío, que pu-siera en su cuello interrogante suprotesta antiimperialista: “¿Tantos millo-nes de hombres hablaremos inglés?”.

Pero era el poeta mismo el que pa-recía contestármelo en el poema: “Erasu largo y ondulante cuello...”. Era elmismo, con el que probaba que los cis-nes si cantan al morir.

Todos somos hoy conscientes de undesequilibrio de aquellas fuerzas matri-ces, tanto de la estética como delequilibrio del mundo por el que tantocreyó Martí que había que luchar. Us-tedes celebran anualmente unahermosa fiesta de poesía, conscientestambién de que son como las de uncumpleaños al lado de un volcán. Perono es a los chilenos, que viven en tie-rra de lagos y volcanes, ni a ninguno delos americanos, que como ellos se en-frentaron a siglos de conquista ycolonización, a los que puedaasustárseles.

Prefiero recordar el párrafo final deldiscurso martiano conocido por “Lospinos nuevos” en la ocasión anual enque se conmemoraba el fusilamiento delos siete estudiantes de medicina, esco-gidos en sorteo, en que más de uno erahijo de cubana y militar español, hechoque estremeció a todo el país, en el que

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dijo que no había venido allí “para avi-var con un haz de niños muertos loscrímenes del mundo”, y que otros la-mentasen el sacrificio necesario. Élcreía en él, como la levadura que hacecrecer el pan para el triunfo de la vida,finalizando: “[…] cantemos, ante latumba inolvidable, el himno de la vida.Ayer, en el paisaje húmedo y negrusco,corría turbulento el arroyo cenagoso yen lo alto de las nubes desgarradas, rom-pió de pronto el sol sobre un claro debosque en torno a los pinos nuevos”. “Yeso somos nosotros, dijo, pinos nuevos”.

Las guerras de liberación, todas jus-tas porque fueron defensivas y noagresivas, ceden ante la posibilidad deextinguirse la vida misma del planeta,que afectaría por igual a todos y en laque no habría ni vencedores ni venci-dos. Hoy surgen fuerzas nuevas, no sóloen nuestra América sino en la del nor-te, que permiten esperarlo. Precisavolver a las raíces que nos unen y noa las guerras que nos separan. Y comodijo el benemérito Juárez “El porvenires la paz”.

Ehrenburg, el traductor del queNeruda cuenta que a veces lo regaña-ba porque, le decía, “usted siempre estáhablando de raíces”, “hay demasiadasraíces en su poesía...”. ¿Y qué reme-dio, le preguntáramos, si sin raíz novive el más mísero arbolillo, si llama alas raíces “catedrales volcadas”?

“En el Dios de las semillas, dice SorJuana Inés, creyeron nuestros indiosamericanos”, y los más modestos cu-banos en “los cemíes”, pequeñas

piedrecillas que gustaban llevar en lasmanos. El pueblo agricultor todo lo sa-bía de la semilla hundida en la tierra,sabía que todo lo creador necesita cre-cer en la sombra. El pueblo alfarerosiempre amó sus vasijas, que torneabanal fuego con la palma de la mano. Lamás modesta jarra tiene un adentro yun afuera, y como dijo un poeta, “es eladentro el que guarda la leche y lamiel”.

En el último capítulo de sus memo-rias, Confieso que he vivido, a la quehe querido dirigir mis palabras, él re-cuerda con gran respeto al compatriotaque quiso defender la riqueza salitrerade Chile, pero dedica el capítulo a aquelque no es preciso decir el nombre por-que todos lo guardamos en el corazón,al nacionalizador del cobre chileno,aquel a cuya muerte sólo sobreviviótres días. Y ahora al recibir este pre-mio, que lleva su nombre, creo que nodebo omitir lo que confiesa que ha vi-vido, ello significa que confiesa que hagozado y que ha sufrido, que como to-dos ha tenido errores y aciertos, peroque ante todo se ha querido poner allado no de los beneficiados de la rique-za de la tierra que lo vio nacer sino delos desposeídos de ella. Ahora que elpoeta ha entrado definitivamente en elbosque chileno no nos queda sino re-cordar sus propios cantos de vida yesperanza, con el verso mayor de su“Entrada en la madera”: “Y ardamos,y callemos, y campanas”.

Muchas gracias.

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* Discurso pronunciado el 13 de junio de 2007 en el Aula Magna del Colegio Universitario de SanGerónimo de La Habana en presencia de Hugo Chávez Frías, presidente de la República Bolivarianade Venezuela, y Raúl Castro Ruz, primer vicepresidente cubano.

Mirandavuelve*

Eusebio Leal SpenglerHistoriador de la Ciudad de La Habana

Venimos de la explanada de LaPunta, lugar memorable para los

cubanos, lugar de martirio y recorda-ción, donde ha quedado colocada laestatua de Francisco de Miranda, pre-cursor de la independencia americana.

Hecho en Caracas por el maestroÁngel Carrasco, este hermoso monu-mento reproduce una de las copiasrealizadas por el escultor italo-venezo-lano Carmelo Tabacco de la obraoriginal, salida de las manos del artistavenezolano Lorenzo González en 1930y que sus contemporáneos considera-ron como pieza maestra.

Se encuentra situada esa estatuaprimigenia en el Campo de Valmy, a 200kilómetros de París, en el sitio dondeMiranda contuvo con su genio y con loshombres que le acompañaron al ejérci-to austriaco-prusiano, aquella avanzadade la Santa Alianza que intentaba aho-gar la revolución proclamada en 1789con la Toma de la Bastilla.

De las varias copias confeccionadaspor Tabacco, la primera fue colocadaen La Vela del Coro, donde el precur-sor desembarcó al mando de suexpedición libertadora en 1806 y en la

que por primera vez izó –como un lá-baro– la bandera tricolor de la repúblicapor él diseñada.

Precisamente, una réplica de esa co-pia en territorio venezolano es la quehoy inauguramos en La Habana, adon-de llegó Miranda en 1780 para –tresaños después– partir desde aquí hacialos Estados Unidos. Era el comienzo deuna larga peregrinación que lo llevaríaa renunciar a su historia personal, la tie-rra amada, la patria nunca olvidada, dela cual muy joven quiso conocer en pro-fundidad todos los detalles.

Había estudiado Arte y Filosofía enla Universidad de Santa Rosa, funda-da entre 1721 y 1725, un poco antes deesta en que ahora nos encontramos: laUniversidad Pontificia de San Geró-nimo de La Habana (1728).

Luego de pasar tan importante eta-pa de su vida juvenil como estudianteuniversitario en aquel primer ColegioMayor, creado en la Capitanía Generalde Venezuela, parte hacia España y seenrola en el ejército, quizás para ven-gar el agravio cometido con su padre,canario de origen, menospreciado porsu condición social cuando había sidodesignado capitán de milicias en suelocaraqueño.

Será entonces el primer empeño deMiranda hijo: conseguir los grados decapitán y, ya en posesión de ellos, in-gresará en el Regimiento de LaPrincesa para servir al rey de Españaen la guerra contra los musulmanes deÁfrica del Norte.

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Terminado su servicio militar enMelilla, Marruecos, siendo ya otro hom-bre, tras infructuosas tentativas de serascendido o tomado en cuenta, volve-rá a la península. Y desde Cádizpartirá hacia las Antillas como partede esa gran expedición que envía laEspaña borbónica para –en su vieja einacabada batalla con el Reino Unido–apoyar la proclamación de la indepen-dencia de los Estados Unidos.

Desde La Habana asistirá Mirandaa su primera experiencia emancipadora:la toma de Pensacola. Y a Cuba regre-sará junto a su amigo, el capitán generalJuan Manuel de Cagigal, quien sosten-drá todos sus esfuerzos y, en largastertulias, escuchará sus sueños políticosque comenzaban a modelarse.

Fiel fue, sin duda alguna, Miranda alrey y a los propósitos de aquel ejérci-to, como lo fueron Pepe Antonio y losdefensores de La Habana en 1762 con-tra la invasión inglesa. Como lo fue donLuis de Velasco, el gran defensor delCastillo de los Tres Reyes del Morro, vi-sible a espaldas del esbelto monumentoque hoy hemos dejado inaugurado, el deMiranda oteando la capital cubana.

De su estancia en nuestras tierras,cabrá decir que circunstancias particu-lares lo obligaron a abandonarla: parte deLa Habana ante el riesgo inquisitorialque, iniciado en la península, ya le ame-naza desde Cartagena.

Convertido prácticamente en un reode Estado, escapa hacia los EstadosUnidos, cuando sus presuntos captorespensaban que partía con Cagigal a unaexpedición española, de regreso a Cádiz.

De esta forma, salvado de este tran-ce, aparece Miranda en Norteamérica,donde aún vivían los padres fundado-

res. Allí podrá dialogar ampliamente conGeorge Washington; conocerá a Benja-mín Franklin y a Thomas Jefferson;compartirá con John Adams, luego pre-sidente, así como con AlexanderHamilton… y de esas relaciones nace-rá su interés por conocer la jovenrepública norteamericana. También co-nocerá al marqués de La Fayette, elhombre que, desde Francia, había ayu-dado al movimiento insurgente de lasTrece Colonias.

Desde el puerto habanero partían lastropas criollas de pardos y morenos, asícomo de regulares hispanos, a comba-tir en esas tierras. Y en el campamentode Washington, en su propio campa-mento en Georgetown, es recibidoJuan de Miralles Trailhon, represen-tante de los hombres de La Habana,de su naciente patriciado, quien apo-ya la causa independentista enmemoria de los vínculos establecidos,tiempos atrás, con las Trece Colonias.

Para Miranda ha comenzado lo queél llamó la apertura y el conocimientodel gran libro universal.

De los Estados Unidos partirá al Rei-no Unido, y allí conocerá las institucionesmodernas que tanto le impresionaron: elrégimen constitucional, el rey sujeto alparlamento, la revolución industrial, lalibertad de prensa y de lectura, todo locontrario de lo que ocurría bajo eláguila del imperio español que, gober-nada por el siniestro Fernando VII,había –a la sazón– restituido la viejaautoridad inquisitorial y el despotismomás absoluto.

Traidor a su padre y a su patria, elrey había hecho decapitar a los libera-les revolucionarios, entre ellos a Rafaelde Riego y a otros tantos. Es por eso

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que el conocimiento de Inglaterra fue tanimportante para Miranda y, sobre todo,a partir de sus diálogos con el primerministro William Pitt, iniciados en 1790,a quien le pedirá apoyo para sus planesredentores de la América del Sur.

Ya en esa época es una leyenda laafición de Francisco de Miranda por loslibros. En Londres puede comprar lasmás modernas ediciones, que solamentede forma subrepticia había hallado enLa Habana o en los Estados Unidos:Voltaire, Rousseau, Locke, Smith…

La Ilustración le seduce. El pensa-miento moderno le llena de orgullo, y sesiente perteneciente a una generaciónque proclama el culto de la razón pura,ideal puesto en práctica por la Revolu-ción Francesa. De ahí que la estadía deMiranda durante ese primer período bri-tánico resulte tan interesante.

Para la historiadora venezolana doñaCarmen L. Bohórquez, quien en marzodel año pasado pronunció en la Asam-blea Nacional el bellísimo discurso dehomenaje a Francisco de Miranda, resultareveladora su riquísima documentaciónpersonal, que siempre le acompañó comoun tesoro. Ella reclama que sea decla-rada Patrimonio de la Humanidad por laUNESCO y que sea reeditada para elconocimiento del hombre y de la mujeramericana.

Para la notable investigadora nocabe duda de que Miranda ha sido unode los hombres más calumniados, en elsentido de que el rigor viril de sus amo-res, de su pasión por la belleza –que noes ajena a los revolucionarios– primómás que el pensamiento y que la idea.

Lo cierto es que Miranda es unideólogo, el primero que establece conclaridad un sentimiento de América

nuestra, de Nuestra América, que asílo proclama con notable anticipación, yahora entendemos un poco la fuente dela cual nuestro Apóstol tomará tan mag-nífica síntesis de lo que queríamos ser.

Hacia 1783, Miranda ya acaricia unaidea bastante clara, aunque esencial, delo que será su destino y de lo que quie-re para el continente americano. Perocomo la tarea de buscar apoyo de In-glaterra para enfrentar a España sedilata, decide seguir el reclamo de laFrancia revolucionaria.

Llegará a la convulsionada París en1792 y permanecerá hasta 1798 paraver los antecedentes de la radicalizacióndel proceso político y, finalmente, par-ticipar en la égida de la batalla materialpor la revolución, primero como maris-cal de campo –grado inferior porque notiene la significación que tendría elmariscalato hoy– hasta ser General deEjército, título que llevará en las gran-des hazañas que con el Ejército delnorte protagonizará.

Su gran éxito militar será –sin du-das– la batalla de Valmy, cuando almando de una división obliga a retro-ceder a las fuerzas prusianas, lascuales se retiran totalmente. Allí, enmedio del campo, está todavía enhiestosu monumento, perpetuándolo como elguerrero americano a quien NapoleónBonaparte reconoció su talento llamán-dole “un Quijote que no está loco”, ycuyo nombre mandó a escribir en elArco de Triunfo.

Sin embargo, la revolución y el terrorsacarán a Miranda del paso: acusadopor el traidor Dumouriez de haber co-metido errores militares, es enjuiciadoy, a pesar de comprobarse su inocen-cia en magistral defensa, no puede evadir

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la prisión al tomar sorpresivamente losjacobinos el poder y caer en desgracialos girondinos, con quienes el venezola-no simpatizaba.

Y cuando cumpliendo una ley terri-ble, los propios revolucionarios suban alcadalso; cuando los grandes héroes en-cabezados por el propio Robespierre–paradigma de la revolución– sucum-ban a su propio hierro, entoncesMiranda se irá de Francia, volverá alReino Unido, buscando en el equilibriovacilante del mundo una grieta por don-de entrar con su causa.

¡Francia, Inglaterra! Ya no será po-sible el apoyo de ninguna de las dospotencias. Entonces continuará su viajeinterminable y visitará los países escan-dinavos. En todas partes, con avidez yagudeza, visita cárceles, orfanatos, es-cuelas tratando de tener una idea clarade cómo es el mundo que le tocó vivir.

Habló numerosas lenguas, se formóen el arte y las pinturas. Aun en los pro-pios días de la revolución, en medio dela inquietud reinante, visita museos ycolecciones, encarga lienzos, compra li-bros que siempre una mano generosale acompaña a llevarlos con él a dondequiera que fuese.

Finalmente, la Rusia zarista, su en-cuentro con la genial emperatrizCatalina II, la autócrata ilustrada, el co-nocimiento de Potemkin, de Suvórov yde todos aquellos grandes generalesque habían establecido el dominio deRusia hasta el Báltico siguiendo el de-signio de Pedro el Grande.

Como dice Carmen Bohórquez: Ru-sia fue la nación que extendió su manoa Miranda; fue la zarina quien, paraprotegerlo de España –que lo conside-raba un reo de Estado– lo hace coronel

del ejército imperial, le destina una pen-sión vitalicia para que pueda seguir susviajes, ordena que lo reciban embajado-res y ministros rusos ante las potenciaseuropeas y que le salven del acoso.

En líneas generales –siendo imposi-ble contar su biografía–, vemos aMiranda en Turquía y Escandinavia, enel corazón de los pequeños pueblos, enla mágica ciudad de Estambul y, final-mente, de regreso al Reino Unido o alos Estados Unidos, para buscar de al-guna forma, ante la decepción y elolvido, el destino americano que era supropio destino.

Sueña ya con Colombia. Por contra-dictorio que parezca, ha dado esenombre a Nuestra América: Colombia.

Bolívar retomará en su momento esegran legado, y en la creación políticaesmaltará el sueño visionario de Miran-da, quien no pudo verlo hecho realidad.

Triste destino el de los precursores;por eso debemos saber colocarlos en eltiempo y en el espacio que les tocó vi-vir. A veces los historiadores y lasépocas, con cruel pragmatismo, inten-tan poner una barrera ante la cual yaresultan insalvables los héroes.

Es el caso de los primeros conspira-dores cubanos: Frasquito Agüero,Manuel Andrés Sánchez Pérez, Narci-so López…, este último tambiéncaraqueño, quien traería a Cuba la ban-dera tricolor bajo el signo de una épocaen que todavía hombres como él espe-raban apoyo de los Estados Unidos,como Miranda esperó en la medianeríadel siglo anterior el apoyo de Inglate-rra, Francia o cualquier otra potencia.

Hasta que, finalmente, al negárselela ayuda británica y estadounidense,el precursor concebirá por sí mismo

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la valerosa expedición a costas venezo-lanas, aunque no tenga ese gran ejércitoque solamente existe en sus ardientesconversaciones con colaboradores yconspiradores, ese gran ejército de suimaginación.

Para ese ejército ha creado una ban-dera; una bandera que algunos sostienense inspira en el triángulo perfecto deNewton, o más bien en el arco iris quemuestra los colores primarios (amarillo,azul y rojo) y que, descomponiéndose,crea la multiplicidad de nuestra realidadétnica y cultural. Un nuevo continente,un nuevo mundo: Colombia.

Y es precisamente ese sueño el quele permitirá un día colocar esa banderasobre lo alto del Leander, el bergantínque le llevará finalmente a las costas deVenezuela, donde desembarca el 3 deagosto de 1806 por La Vela del Coro.

Por fin ha llegado, venciendo contra-tiempos, después de haber leído una ymil veces aquella maravillosa carta deljesuita padre Vizcardo y Guzmán; lue-go de haber imaginado que aquellosjesuitas expulsados en 1767, donde ha-bía científicos y pensadores como elpadre Godoy o como el propio Vizcardo,podrían acompañarle en el noble empe-ño, semejante al que esa orden habíainiciado utópicamente en las reduccio-nes de América del Sur.

Pero en La Vela de Coro nadie leespera, y cuando llega, bandera, llama-miento y proclama no pueden serescuchados. Los criollos empezaban aformarse en medio de prejuicios quetambién el propio Miranda compartía,fundamentalmente para una sociedaddividida en castas, en hombres negros,pardos y morenos, sindicados así des-

de el bautismo por la propia Iglesia ypor el poder político.

No encuentran la unidad necesariapara recibirle y, después de ser pro-clamado traidor, de ponerse a precio sucabeza, de ordenarse y quemarse enuna plaza de Caracas su propio retratoy los ripios de su bandera, se ve obli-gado a partir, dejando atrás a una partede sus compañeros, que son prisioneroso ejecutados dramáticamente, colocadasen picas por toda Venezuela las cabe-zas de los conspiradores expedicionarios.

De esta forma, regresa Miranda,pero no regresa definitivamente. Él vol-verá de nuevo en 1810, cuando lasituación es distinta. Desde 1808 la mo-narquía española estaba en crisis. Losreyes de Portugal habían escapado alBrasil para fundar una nueva dinastía.Fernando VII renunciaba a sus derechosy a los de su padre, para aceptar el yugogeneroso de Bonaparte. Y en medio deesa acefalía política, de la confusión ge-neralizada, se proclaman en todas partesjuntas generales para representar losderechos del rey cautivo. Aun en la pro-pia Habana, se colocan en la fachada delPalacio de Gobierno alusiones a los va-lientes defensores de la corona.

Sin embargo, la conmoción lleva aque los cabildos abiertos proclamen pri-mero gobiernos provisionales y luegoindependencias. Miranda escribe, envíacartas, insta… Su nombre empieza arevertir la propia trayectoria desmesu-radamente torcida que sus enemigospolíticos habían ofrecido de su imageny de sus ideas.

Finalmente, al regresar, es recibido, esreconocido, pero no se le otorga el papelprotagónico que su historia reclamaba. Deesa manera, en medio de dudas y vaci-

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laciones, nacerá el primer Congreso dela República, la Sociedad Patriótica des-de la cual Miranda –con participación, porprimera vez, de pardos y morenos– va aproclamar la necesidad de que el proce-so se radicalice.

Divididos, enfrentan la reaccióncontrarrevolucionaria, y le correspondea él aplastarla en Valencia, pero no selo permiten. Armados por el clero y lareacción, los realistas se disponen a re-tomar el poder.

En medio de un baño de sangre y deterribles contradicciones, ocurre el des-graciado incidente de Puerto Cabello.Vuela el polvorín encargado a un jovenoficial: Simón Bolívar. Y, posteriormente,tiene lugar la dramática capitulación aque conducen todas estas contradiccio-nes y circunstancias.

Un misterio rodea el final, en LaGuaira, antes de partir los capitulados.Miranda es entregado a los españolespor un grupo de jóvenes oficiales, en-tre ellos, el propio Bolívar.

Nada nos sorprende. Pensamos ennuestra propia Historia; pensamos enCéspedes, Padre de la Patria, depues-to y entregado después de Bijagual asus enemigos políticos, reducido a SanLorenzo, sometido por una traición a lamuerte y al escarnio. ¡Cuántos no pa-decieron tan infinito dolor!

Dolorosamente, Miranda aceptará eldestino de la Guaira a Puerto Cabello.Allí yacerán encadenados negros yblancos, en supremo vejamen queMonteverde quería infringir a los quehabían proclamado la igualdad.

Finalmente, Puerto Rico y, por último,La Carraca, oscura fortaleza, oscura pri-sión en el puerto de Cádiz.

Allí llegué una vez, subiendo aquellaescalinata primero y aquella pequeñaescalera después, hasta una habitaciónde la cual un oficial retiró cadena ycandado. Dentro del recinto de calesblancas y con una ventana que mira ha-cia el páramo y el pantano, un jergón, ysobre ese jergón, una pobre cama, unabandera: la bandera de Venezuela.

Sentí profunda emoción al pensarque allí, el 14 de julio, conmemorándo-se la histórica Revolución Francesa,pero de 1816, se apagó la vida de Mi-randa. Hombre acostumbrado a lalibertad, no pudo resistir la soledad delencierro, la triste circunstancia de serolvidado por sus contemporáneos, lacruel certeza de que su sueño se habíaconvertido en pesadilla.

Hoy, queridos amigos, Presidente,Ministro, cumplimos un deber gratísimo.Al colocar su imagen a la entrada deLa Habana, podemos decir como elpresidente Hugo Rafael ha dicho: “EsMiranda que vuelve”.

Vuelve Miranda con el gesto altivode desprenderse de la capa y tomar elarma; el Miranda soldado, filósofo, pen-sador, hombre político… ha vuelto.

Para nosotros, los cubanos, es elcompromiso también con nuestros pro-pios precursores, con la historia serenaque todo puede explicarlo y siempre po-drá emitir el fallo justo, situando a cadahombre en su tiempo y en su lugar.

Bolívar, en la soledad de Santa Mar-ta, en los últimos momentos de su vida,debió pensar, repasando la historia desu patria, en aquel infausto destino queahora también se volvía contra él.

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IntroducciónLas raíces históricas de la Cuba con-

temporánea se remontan al siglo XIX consu lucha por la independencia. Diver-sos juicios, criterios, análisis críticos, sehan desarrollado acerca de este tematan apasionante y discutido.

La mayoría de los manuales de His-toria de Cuba, publicados alrededor dela década de 1950, señalaban que esalucha por la independencia había culmi-nado en 1898 con la capitulación deEspaña durante la llamada Guerra His-pano-Americana.

A partir de esa fecha fue cuando al-gunos historiadores cubanos realizaronuna revisión crítica de ese proceso y lollamaron con justicia Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana, ya que en élintervinieron ejércitos de España, los Es-tados Unidos y el Libertador Cubano.

Por ello la historia de ese pasado tie-ne forzosamente que involucrar en suhistoriografía a los patriotas cubanos,información todavía un tanto dispersaen periódicos, revistas y textos de la

época, cuyas noticias se publicaban adiario en España, los Estados Unidos,Cuba y el resto del mundo.

Debe añadirse que existía una tradi-ción historiográfica cubana donde porlo general se hacía hincapié en anali-zar sólo la parte de los patriotas, sin teneren cuenta la contraria, en este caso elEjército español. Esto trajo como con-secuencia un apologético discurso queha restado rigor científico, y en los ana-les de la historia cubana se pierden aveces acciones por no ajustarse a unarealidad objetiva y concreta.

Por fortuna, esos conceptos se hanido eliminando con la aparición de unanueva hornada de historiadores e inves-tigadores de las Ciencias Sociales.

Es tarea difícil y complicada, aunquese cuente con documentación conteni-da en bases de datos del ordenador.Acopiar ese valioso material daríacomo resultado una mejor historiografíatécnica, la que permitiría al estudiosovalorizar en todo su contexto opiniones,ideas, conceptos, versiones, estadísticas,

Memoria escrita y visualde la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana de 1898*

Nydia SarabiaHistoriadora, periodista y ensayista

* Ponencia inédita aprobada por la Asociación de Historiadores Latinoamericanistas Europeos (AHILA)para ser presentada en septiembre de 1996 ante su XI Congreso Internacional, celebrado en laUniversidad de Liverpool, Reino Unido. Debido a la ley Helms–Burton, aprobada por el gobierno delos Estados Unidos contra la isla de Cuba, se le prohibió a la historiadora realizar el viaje.

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etcétera, acerca de cómo vio y con quéóptica se ha venido tratando esa gue-rra donde España perdió sus últimascolonias en el continente americano:Cuba y Puerto Rico.

A falta de parte de ese material, he-mos intentado reunir lo que lahistoriografía produjo al concluir lacontienda, partiendo de autores, pro-tagonistas en cierta medida, y otros quese inspiraron, como el caso del artista,en los principales motivos y causas quehicieron llevar a la escritura y a la plás-tica sus impresiones.

Se han tomado como modelos auto-res del Reino Unido, los Estados Unidosy Rusia, teniendo en cuenta que los dosprimeros participaron en la guerra comoobservadores y militares, y el tercerocomo artista que llegó a Cuba para di-bujar y pintar lugares en los cuales sedesarrollaron los más importantes esce-narios de la guerra.

En el presente trabajo se planteancriterios contenidos en la memoria es-crita y visual de esos actores durantela Guerra Hispano-Cubano-Norteame-ricana, significándose que ese sucesotuvo sus antecedentes históricos hacemás de dos siglos, en especial en el XIX,a través de un proceso que arranca apartir de un nativismo primario, cuyadesvinculación de la metrópoli va avan-zando y genera el criollismo, y surge unsentido de orgullo de ser “criollo y cu-bano”, plasmado esto en la vanguardiade Francisco Arango y Parreño que sepreciaba de ser “cubano”.

La lucha del pueblo cubano por sulibertad y con ella el reforzamiento desu nacionalidad, de su identidad, tam-bién se precisa durante el estallido de laGuerra de los Diez Años (1868-1878).

En la continuación de aquella guerradel 68, surgió más tarde la independen-cia de 1895, la cual impulsó el conflictoentre España y los Estados Unidos, alproducirse la voladura del acorazadoMaine, de la armada estadounidense enLa Habana, el 15 de febrero de 1898,buque enviado para proteger las vidasde los ciudadanos norteamericanos antelos extremismos de los voluntarios es-pañoles contra los autonomistas y quecausaron serios disturbios.

Han transcurrido más de cien añosde aquellos hechos. Sin embargo, toda-vía no se ha esclarecido la verdaderacausa de esa voladura, pues existen hi-pótesis, tesis, conjeturas, versiones, quese abocan en que fue causada por unamina colocada por los españoles, aunquesegún algunos se debió a una autopro-vocación por parte de las autoridadesnavales estadounidenses lo cual serviríapara declararle la guerra a España y asípoder obtener la isla de Cuba.

Existe una tercera versión basada enun supuesto accidente en el propio aco-razado. El dictamen técnico español deaquella época así lo aseguraba.

La problemática insertada en 1898fue una fecha clave para los destinosde Cuba, pues se conjugaban interesesbastardos por un lado y, por otro, el de-seo ardiente de los cubanos en obtenersu libertad, conjuntamente con la dePuerto Rico.

La isla presentaba realmente un pa-norama sombrío y caótico. La guerrahabía venido diezmando los plantíos decaña de azúcar en las provincias orien-tales y centrales, mediante la estrategiamambisa de la “tea incendiaria”, y porlo tanto esto ocasionaba la ruina dela industria en manos de hacendados

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y disminuía cada vez más la economíade la colonia.

El Ejército Libertador en 1898 domi-naba gran parte del territorio rural delpaís, y el Ejército español era atacadoconstantemente mediante la táctica dela guerra de guerrillas por los patriotas.España, pese a gastar millones de pe-setas en mantener su Ejército bienequipado en hombres y armamentos,sufría constantes bajas no sólo en laconfrontación bélica con los insurrectos,bajo el cimbrar de la carga al machetemambí, en esa batalla por el Caribe.Cientos de jóvenes eran reclutados enlas diversas regiones de la península yllevados a Cuba. Muchos morían comoconsecuencia de las epidemias como elcólera, la fiebre amarilla o el paludis-mo, debido al cambio de clima y a la faltade salubridad en la isla. Decenas deaquellos jóvenes hispanos perdieron susvidas y sus familiares en España igno-raron sus decesos hasta meses o añosdespués de terminado el conflicto.

Por tal motivo, hacemos un recono-cimiento a los jóvenes españoles queperdieron sus vidas en aquella guerray no pretendemos de manera algunautilizar epítetos peyorativos contra elheroico pueblo español, de donde salie-ron esos soldados y oficiales, sinocontra aquella otra España colonial deideas obsoletas y extremistas, diferen-te a la España noble y generosa.

Españoles pundonorosos también pe-learon en las dos guerras emancipadorasde Cuba, tales como los generales delEjército Libertador Francisco Villamil,Matías Vega, Manuel Suárez, JuliánSantana, Jacinto Hernández, José MiróArgenter, para evocar tan solo a unospocos.

En este somero estudio sobre la me-moria escrita y visual de la guerra de1898 en Cuba, se hace un sucinto re-cuento de una de las etapas máscruentas de la nación cubana que lla-ma a la reflexión por la necesidad delheroísmo a las puertas de un nuevomilenio.

Miguel de Unamuno escribió sarcás-ticamente sobre esta guerra al decir:“Pero aquella sacudida de 1898 fue unacosa puramente interior, más bien ca-sera. Aquellas guerras de Cuba yFilipinas fueron guerras civiles, no in-ternacionales”.1

En cierta medida fue así, guerras ci-viles porque en ellas se conjugabanproblemas típicamente separatistas delas colonias españolas en América,pues las islas caribeñas o antillanaseran consideradas –en su mayoría– porEspaña como parte de sus regiones,amén de la lengua, costumbres, religión,cultura, etcétera. Cuba y Filipinas for-maban, al igual que Puerto Rico, unámbito de la geografía o del territorioespañol.

Por otro lado, la voladura del Mainefue motivo o pretexto para que ciertaprensa amarilla de los Estados Unidos,acusara a España de aquel bárbaro su-ceso y llamara a los tambores de laguerra. Las condiciones de la declara-ción de guerra por parte del país delnorte, estaban dadas y se fueron con-sumando de manera muy rápida.

Al estallar el conflicto, en el campoinsurrecto se continuaba peleando, pesea la caída en combate, primero de JoséMartí, el 19 de mayo de 1895, y mástarde, la del general Antonio Maceo, el7 de diciembre de 1896, ya a las puer-tas de la capital. El Comandante en

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Jefe del Ejército Libertador, MáximoGómez y otros jefes, resistían en zonasde Sancti Spíritus y Camagüey. El ge-neral Calixto García Íñiguez lo hacía enla provincia oriental de Cuba.

Fernando Portuondo, historiador cu-bano al analizar esta guerra subraya:

De hecho, los conflictos internos,como la pugna entre esclavistas, yel temor a una guerra exterior parala cual no se sentían preparados, hi-cieron que los norteamericanos noprecipitaran la maduración de lamanzana cubana. Así negaron todoapoyo a los movimientos armadosde mediados de siglo y a la guerrade independencia iniciada en 1868.En ambos casos, temerosos de queabortaran sus planes a largo plazo,intentaron comprar a Cuba.

Y puntualiza: “Al comenzar la guerrade 1895 la política exterior invariable deEstados Unidos encaminó su acción alograr una fórmula que, sin desposeer aEspaña de su preciosa colonia, permitie-ra aplastar un movimiento revolucionarioque claramente se enderezaba a obte-ner la independencia absoluta”.2

El 11 de abril de 1898, el presidentede los Estados Unidos, WilliamMcKinley, envió un mensaje al Congre-so solicitando la intervención armada ypedía autorización para poner términoa las hostilidades en Cuba. Textualmen-te expresaba: “[…] asegurando [así] elestablecimiento de un gobierno capazde mantener el orden y observar lasobligaciones internacionales”.3

Después de las deliberaciones delCongreso estadounidense, este aprobó lallamada Joint Resolution, el 19 de abril.En su primer apartado dicho documen-to registraba: “Que el pueblo de la isla

de Cuba es y de derecho debe ser libree independiente”. En su apartado cuar-to añadía: “Los Estados Unidos niegantoda intención de ejercer sobre la Isla yafirman su determinación de dejar el go-bierno de la misma a su pueblo”.4

Esta resolución conjunta fue firma-da por el presidente McKinley el día 20y enviada al Ministro en Madrid, quienla presentó al gobierno español como unultimátum. Este contestó dándole suspasaportes. Así quedaban rotas las re-laciones diplomáticas y la guerra se ibahaciendo realidad cuando el 22 la es-cuadra norteamericana se presentó enaguas territoriales de Cuba.

Por su parte, el Ejército regular es-tadounidense, al declararse la guerra,fue elevado a 60 000 hombres, y el día23, por medio de una proclama presi-dencial, se llamó a las armas a 120 000voluntarios, cantidad que se elevó el día25 a 200 000 hombres.5

El 20 de junio las tropas estadouniden-ses desembarcaron por el Aserradero, alsur de la provincia de Oriente, bajoel mando del almirante Sampson ydel mayor general William Shafter.Estos conferenciaron con el generalCalixto García Íñiguez, jefe de la zonade Oriente del Ejército Libertador yacordaron un plan para que los norte-americanos desembarcaran por Daiquirí(también al sur de la provincia de Orien-te), donde los esperarían el 21 las tropascubanas bajo el mando del general Joa-quín Castillo Duany y las del coronelCarlos González Clavel, que comenzaronacciones de limpieza de tropas españo-las en la costa, cerca de Santiago deCuba para asegurar el desembarco nor-teamericano consistente en 15 000hombres, durante el 22 y 23 de junio.

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Dos escuadrones de Rough Riders,dirigidos por el coronel médico LeonardWood y otras tropas de caballería, apo-yados por los patriotas cubanos,desembarcaron por la playa Siboney.

Según Horatio Rubens:Los “Rough Riders” eran volunta-rios procedentes del oeste deEstados Unidos, hombres rudos,reclutados entre cazadores, vaque-ros y rancheros, elemento que enEstados Unidos se denominan conel nombre de cowboys. Se decíaque eran indiferentes a toda clasede peligros y privaciones, en vida deconstante aventura. Entre ellos ha-bía algunos indios de pura raza yunos cien jóvenes cultos y distingui-dos del Este.6

El segundo al mando de los RoughRiders lo era el teniente coronel TheodoreRoosevelt, quien luego iba a ganar fama,precisamente, por su participación en laGuerra Hispano-Cubano-Norteamerica-na de 1898. Había nacido en NuevaYork en 1858 y falleció en esa ciudaden 1919. Terminada la guerra en Cubapasó a la política, en el Partido Repu-blicano, y llegó a ser vicepresidente. Alocurrir el asesinato de McKinley en1900, Roosevelt asumió la primeramagistratura. Su política fue eminente-mente imperialista. Durante su mandatose compró el canal de Panamá. Ademásintervino con habilidad en la guerra ruso-japonesa de 1905 para que concluyeray por tal motivo se le otorgó el PremioNobel de la Paz en 1906.

El 3 de julio se dio la batalla navalfrente a la bahía de Santiago de Cuba,donde España perdió sus mejores bu-ques de guerra y también las islas deCuba y Puerto Rico, sus posesiones in-

sulares antillanas, así como el archipié-lago de Filipinas y la isla de Guam enel archipiélago de las Marianas o de losLadrones. La guerra de 1898 tuvo pre-cisamente esos escenarios de lucha quemarcaron la hegemonía de un imperiocolonial asiático yanqui con la derrotaespañola, el nacimiento de la explota-ción capitalista y el control de la llavedel golfo de México: Cuba.

Para tener una idea exacta de las con-secuencias que se derivaron de esteconflicto bélico, un historiador local deSantiago de Cuba, testigo de la tragediaque vivió el pueblo cubano, escribió estacrónica que bien vale ahora recordarla:

Santiago de Cuba, en los primerosdías que siguieron a su rendición, ri-valizaba en desaseo con las mássucias ciudades de Levante. Des-de la Alameda de Michaelsen hastamás allá de la Estación del Ferro-carril de Sabanilla a Maroto, sealineaban las blancas tiendas delejército de ocupación, y al ladoopuesto se veía una prolongada hi-lera de mesas, barracas, cobertizosy casetas, reunidos con el gusto yel ornato, en donde se expedían li-cores, consumidos sin cesar y enabundancia por los yanquis. Pirámi-des de botellas vacías amenazabanllegar a las nubes. La multitud abi-garrada de vendedores y demendigos (y casi todos lo eran), an-drajosa y maloliente, pululaba comolos gusanos en la carne putrefacta;ensordecía el continuo zumbido deaquella gran colmena humana; elvaho del alcohol, el tufo del tabacovirginiano y el hedor de las inmun-dicias depositadas por todas partes,producía mareo, provocaba náu-

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seas. Santiago de Cuba había per-dido su habitual fisonomía. Laantigua Marina parecía un suburbiode Pekín o un arrabal de La Meca.La disentería, el beriberi, las fiebresy todo un largo séquito de enferme-dades arrancaban 40 o 50 víctimasdiarias... La población entera erra-ba por la Marina, atraída por el olorde los guisos que confeccionaba latropa norteamericana y por la pre-sencia en la rada de 40 vaporescargados de provisiones que, desdela tarde del 18 de julio, formaban es-pesa selva de mástiles, chimeneas,jarcias y vergas dando a nuestropuerto el aspecto de un pedazo delTámesis o del Hudson. Así se cum-plía el viejo adagio castellano: elmuerto al hoyo y el vivo al pollo.

En otra parte de la narración, su au-tor reflejará la situación de una ciudadinvadida por los soldados yanquis:

En el antiguo Teatro de la Reina yen el vetusto convento y cuartel deSan Francisco se alojaba una partede los 17,000 hombres del generalShafter, y se veía en Punta Gorday Cayo Duan, y en las entradas detodos los caminos que conducen ala ciudad, las tiendas de lona don-de acampaba el resto del ejércitointerventor [...].A los cubanos, que habían comba-tido con tanta heroicidad, no se lespermitía aún, la entrada en la ciu-dad libertada [...] por donde quierase veía la figura del interventor concamisa azul, pantalón amarillo, po-lainas, sombrero de castorparduzco [...] rodeado de una tur-ba de chiquillos hambrientos quese esforzaban por limpiarles las

botas o tenerle de las bridas el ca-ballo para ganar five cents... Lasprimeras raciones de galletas y to-cino yanquis distribuidas a lamultitud hambrienta, le produjeronun efecto mortal que precipitó amuchos al sepulcro al igual que alos españoles que aún estaban ensus campamentos [...].7

Estos fragmentos revelan uno delos testimonios más serios y veracesde la Guerra Hispano-Cubano-Norte-americana de 1898 y aplicable encualquier época a nuestros pueblosiberoamericanos.

La selección de tres escrituras pro-ducidas en el tiempo-espacio de laguerra de 1898, forman parte de unaespecie de literatura de campaña.

Dichos textos fueron producidos porsus autores en un momento históricodentro del proceso económico-social definales del siglo XIX y comienzos del XX.Por lo tanto, dan idea del antagonismode países que provocaron en Américay en las islas del Pacífico, un aconteci-miento que cambió su historia.

A modo de reflexión: la utopía cuba-na desde el siglo XIX perseguía la luchapor la libertad y la independencia, y enespecial su autodeterminación y la so-beranía absoluta, sin subordinaciónextranjera.

Su inveterada tradición patriótica,cognoscitivamente hizo que todos losgrandes hombres de la historia de la na-ción cubana, desde aquellos forjadoresde su primera gran guerra por la liber-tad: Carlos Manuel de Céspedes,Vicente García, Ignacio Agramontehasta José Martí, Antonio Maceo,Máximo Gómez, Calixto García y tan-tos que harían la lista interminable,

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fueran de manera incuestionable, acé-rrimos enemigos de anexar la isla a supoderoso vecino del norte.

Tal vez la objetividad de este traba-jo haya hecho que se insista sobre latemática independentista y el recelo delos cubanos en que los Estados Unidosse apoderaran de la isla como sucediócon Puerto Rico y las posesiones es-pañolas en el Pacífico.

El balance final de esta ponencia hasido dar a conocer a tres importantes fi-guras extranjeras que de alguna manerapudieron intervenir y opinar sobre la Gue-rra Hispano-Cubano-Norteamericana de1898. Esas personalidades ocuparon unespacio en aquella gesta que puso fin ala maravillosa historia de España enAmérica.

I

La recurva de nuestra historiaUna de las personalidades europeas

de la primera mitad del siglo XX lo fuesin duda alguna Winston S. Churchill.No vamos a referirnos sobre la vida delpolítico inglés, sino tan solo citarlo enel momento en que se peleaba en Cubapor su libertad como lo fue la Guerrade Independencia de 1895.

Churchill publicó sus Memorias y enellas incluyó, como era obvio, su cortaestancia en la isla de Cuba durante laguerra con España por su independen-cia. El joven militar británico deseabaver cómo peleaban españoles y cuba-nos y ese fue el motivo primordial desu estadía en Cuba. Esas Memorias,cuyo capítulo seis tituló “Cuba”, fuerontraducidas más tarde al castellano bajoel epígrafe de Mi primera juventud.En ellas comenta: “La paz en la que lahumanidad venía languideciendo desde

hacía tantos años, sólo había sido per-turbada en un punto del planeta. Lainterminable lucha de guerrillas entrelos españoles y los insurrectos cubanos,se decía, iba a entrar en una fase másdecisiva”.8

Referirá el autor cómo el gobiernoespañol había enviado a Cuba a su ex-perimentado general Arsenio MartínezCampos, conocido por sus victoriasfrente a los moros y su pacificación dela isla en 1878 que selló con el llamadoPacto del Zanjón. España había envia-do 80 000 mil hombres de refuerzo pararealizar el intento de dominar la insu-rrección.

Churchill pertenecía entonces al 4ºde Húsares y comunicó su proyecto auno de sus compañeros –ReginaldBurner–, que había dirigido divisionesen Francia. Para los dos jóvenes britá-nicos, esta idea de ver el desarrollo dela guerra en Cuba fue bien acogida, enespecial si era en el escenario de unconflicto bélico, tal y como venía suce-diendo en la isla.

El joven oficial inglés se valió de unamigo de su padre, Sir Henry Wolf, en-tonces embajador de Gran Bretaña enMadrid y decano del cuerpo diplomáti-co, quien tenía gran influencia en lacorte española y así obtuvo el permisopara que Churchill pudiera visitar el paísantillano.

A comienzos de noviembre de 1895,Winston S. Churchill embarcó paraNueva York con su amigo y de aquí si-guieron viaje hacia La Habana. Sobresu permanencia en el campo de bata-lla referirá: “Los hombres de estageneración exhausta, embrutecida mu-tilada y fastidiada por la guerra, nopueden comprender la deliciosa, aun-

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que trémula emoción con que unos jó-venes oficiales británicos, criados enlargos años de paz, se aproximaban porprimera vez a un verdadero teatro deoperaciones”.9

Recordaba con este viaje a la ma-yor de las Antillas, su lectura de RobertLouis Stevenson, aquel brillante narra-dor inglés que escribió una magníficanovela sobre una Isla del Tesoro, per-dida en el mar al sur de Cuba y quemuchos consideran que se trataba de laantigua Isla de Pinos (hoy Isla de la Ju-ventud), situada precisamente al sur deLa Habana, la cual fue durante siglosrefugio de piratas, bucaneros, corsarios,y toda clase de traficantes de negros es-clavos, ladrones de tesoros y ganado,que asolaban las costas de las islas an-tillanas y del continente.

Churchill manifestará: “Cuando, a laluz poco clara de las primeras horas dela mañana, vi las costas de Cuba dibu-jarse en el azul intenso del horizonte,tuve la impresión de viajar en el barcodel Capitán ‘Silver’ y tener delante demi la isla del Tesoro”.10

Y acotaría: “Cuba es una isla encan-tadora. Con razón la llamaban losespañoles ‘la perla de las Antillas’”. Asíevocaba el futuro político inglés aque-lla época en la que la armada británicahabía tomado La Habana por un espa-cio corto de tiempo, lo cual resultó unverdadero vuelco para las relacionescomerciales de la nación con el restodel mundo, toda vez que España per-mitía el comercio con un solo puerto dela península. Esos sucesos ocurrieronen 1762 cuando Lord Albemarle des-embarcó con 14 000 británicos y tomóLa Habana, pese a la resistencia desus moradores.

Los dos jóvenes oficiales fueron re-cibidos por el Capitán General de laisla, entonces de recorrido por SantaClara. Los españoles habían blindadotrenes donde transportaban sus tropas,a fin de defenderlas de los constantesataques de los patriotas cubanos en lasvías férreas. Al sentir los tiroteos, los sol-dados se tiraban al suelo de los vagonesespeciales para protegerse.

Churchill fue recibido por el gene-ral Martínez Campos y presentado aun joven oficial del Estado Mayor, hijodel duque de Tetuán, llamado JuanO’Donnell, quien hablaba inglés y leexplicó que si deseaba presenciarcombates deberían incorporarse a unacolumna móvil.

Se trataba de la columna que esta-ba al mando del general de divisiónÁlvaro Suárez Valdés, que había salidorumbo a Sancti Spíritus, localidad situa-da en el centro de la isla y siemprehostigada y sitiada por las fuerzas cu-banas bajo el mando del Comandante enJefe del Ejército Libertador, MáximoGómez.

Churchill ha narrado este diálogo ensus Memorias:

Había que ganar tiempo para al-canzar la columna, pero el jovenoficial español meneó la cabeza:–Ustedes no llegarían a cinco mi-llas de aquí.–¿Dónde está, pues, el enemigo?–preguntamos.En todas partes y en ninguna –re-plicó. Cincuenta hombres a caballo,pueden ir donde quieran: dos, nopueden ir a ninguna parte.11

Contará también las peripecias parapoder encontrar la columna del gene-ral Suárez Valdés y de su intención

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de viajar en tren hasta la ciudad deCienfuegos (al sur de la isla) y llegarluego a la región oriental de Las Tunas.Existía ya una línea férrea que estaba“[…] convenientemente protegida porblocaos y los trenes militares llegabanhasta allí con regularidad”.

Tres días duró el viaje hasta SanctiSpíritus, en la región de Las Villas, paralocalizar la columna española adondehabían sido asignados.

En esos años se había desatado unaepidemia de viruela y fiebre amarilla, di-fícil de controlar debido al pésimo estadosanitario de la isla. Según Churchill, lafuerza que vio en esa ocasión:

Era una fuerza respetable: Cuatro ba-tallones comprendiendo unos 3 000hombres de infantería, dos escua-drones de caballería y una bateríatirada por mulas. Las tropas, al pa-recer, estaban descansando en unabuena disposición, no dando mues-tras de fatiga. Vestían uniforme dealgodón, que en sus primeros tiem-pos debieron ser blancos, pero queahora, con el polvo y la inmundicia,habían adquirido una tonalidad kaki.Llevaban pesada mochila y cartuche-ra doble, usando grandes sombrerosde panamá.12

Así describía el Premio Nobel de Li-teratura de 1953 sus recuerdos de laguerra en Cuba. Su narración era comouna secuencia cinematográfica, no exentade cierta riqueza o rigor literario. El ge-neral Suárez Valdés tenía en su poder eltelegrama donde se le comunicaba elarribo de Winston S. Churchill al cam-pamento. El citado militar español leagradeció “este gesto de Gran Bretaña”.Al otro día, en la mañana, emprenderíanviaje con la columna española. Estaban

ansiosos los dos jóvenes británicos detopar con los insurrectos cubanos.

Churchill subrayará que al ponerseen marcha “[...] en aquella media luz,largas filas de hombres armados mar-chaban hasta el enemigo. Este podíaencontrarse cerca: quizás nos espera-ba a una milla de distancia. Nopodíamos decirlo; no conocíamos ni lascualidades de nuestros amigos ni las denuestros enemigos. Nada teníamos quever con sus querellas. Excepto paradefendernos, no podíamos tomar parteen los combates”.13

Han referido algunos autores e his-toriadores en forma crítica la presenciade Churchill en las filas del Ejército es-pañol. Ciertamente el joven inglés vinoautorizado por la corona española ynada tuvo que ver con los insurrectos.Lo movió la curiosidad y el deseo deobservar qué clase de guerra era esa.No fue este el caso específico y sin-gular del periodista y político irlandésJames O’Kelly, quien arribó a Cuba en1872 para realizar una entrevista exclu-siva al Presidente de la República enArmas, Carlos Manuel de Céspedes ensu campamento de la Sierra Maestra,para The New York Herald. 14

Churchill cuenta que pronto se hizoamigo de los soldados y oficiales es-pañoles a través de un “francésdetestable”. Explicó cómo se impresio-nó con los puntos de vista de algunosespañoles sobre aquella guerra, y conlos cuales tuvo sus diferencias. Sobreello confesará:

El jefe del Estado Mayor, tenienteBenzo, por ejemplo, en una ocasiónse refirió a la guerra que “nosotrosestamos haciendo para preservar laintegridad de nuestro país”. Me que-

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dé sorprendido por esto. Sin duda de-bido a mi educación limitada, no habíallegado a comprender por completoque otras naciones tuviesen la mismaclase de sentimientos sobre sus po-sesiones que nosotros en Inglaterrapor las nuestras. Ellos sentían porCuba, al parecer, lo mismo que no-sotros respecto a Irlanda.15

Próximo a establecerse el combatede la Reforma, en la zona de SanctiSpíritus, el 30 de noviembre de 1895, elGeneral en Jefe del Ejército Libertador,Máximo Gómez arengó a su tropa paraprepararle con vistas al próximo com-bate. Entre otras cosas señalaba:

Yo le auguro a Martínez Camposun fracaso cabal, que ya empezópara él en las sabanas de Peralejo,pronóstico que habrá de cumplirseal llegar los invasores a las puertasde la Habana con la bandera vic-toriosa, entre el humo rojizo delincendio y el estrépito de la fusilería.¡Soldados!, llegaremos hasta los úl-timos confines de Occidente, hastadonde haya tierra española: ¡allá sedará el Ayacucho cubano!16

Con esa arenga del jefe militar de larevolución cubana se dio la orden a latropa insurrecta de marchar y estable-cer campamento en las orillas del ríoGrande, más conocido por la Reforma.El general Suárez Valdés se hallabaacampado en Trilladeritas, que ejercía decampamento general en la región deLas Villas. Este fue precisamente el lu-gar que indica Winston S. Churchill ensus Memorias.

El ataque de los insurrectos fue sor-presivo y lo describe así:

Aquel día, cuando hicimos alto paradesayunar, cada cual se sentó cer-

ca de su caballo, comiendo un mus-lo de ave, cuando de pronto, muycerca, casi enfrente de nosotros,salió una descarga cerrada desde laorilla del bosque. El caballo que seencontraba junto a mí –no el mío–dio un brinco. Se produjo una granexcitación. Parte de los soldados selanzaron hacia el sitio de donde ha-bían surgido los disparos y,naturalmente, no encontraron nada,con excepción de unas cuantas cáp-sulas vacías.17

Enfatizará el autor inglés que al otrodía –exactamente el 2 de diciembre,fecha del combate de la Reforma–, des-pués de bañarse en el río y cuandoestaban en ese trajín, oyeron disparos.Se vistieron rápidamente y se retira-ron del río hacia el cuartel general. Seenteró de que se trataba de una esca-ramuza a una distancia de media milla,pero que aun así las balas llovían so-bre el campamento.

Los insurrectos o mambises se ha-llaban bien armados de fusilesRemington, como el propio Churchillpudo comprobar por el ruido que pro-vocaban y las cápsulas vacías. Narrarátambién que al cabo de media hora, losinsurgentes se retiraron después de ha-ber llevado a cabo la táctica militar dedisparar y retirarse, en una especie deguerra de guerrilla psicológica que em-plearon en el ataque los patriotascubanos en todas sus guerras por la li-bertad.

El combate de la Reforma fue dirigi-do por el Lugarteniente General AntonioMaceo ese 2 de diciembre de 1895, ypara una mejor interpretación, por suveracidad, por ser uno de sus testigos,insertamos un fragmento que al respecto

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escribiera el general José MiróArgenter, un catalán que fue jefe delEstado Mayor de la tropa del generalMaceo y aparecido en sus Crónicasde la guerra:

El combate de la Reforma sólo cos-tó siete bajas; pero el generalespañol en los partes oficiales le dioproporciones de batalla campal, ha-ciendo aparecer un montón de“muertos vistos” del bando insurrec-to. Suárez Valdés fue uno de losprimeros que puso en escena loscombates fabulosos o novelescos, enlos que después de un fuego nutri-do, terminado con la correspondientecarga a la bayoneta, el enemigo sedispersó sin causar bajas a las fuer-zas españolas, debiendo por el parte“haber sufrido muchas”.

Y continúa Miró Argenter: “Con la di-visión de Suárez Valdés iba un oficial delejército británico, quien se llenaría deasombro al ver cómo se arrollaba a unenemigo invisible y se ganaban laure-les militares haciendo derroche defiguras retóricas; que no era otra cosaque las cargas a la bayoneta de SuárezValdés y de algunos capitanes más quecon él emularon en los torneos fabulo-sos”.18

Por su parte Churchill explicará latáctica seguida por el Ejército españolen la Reforma:

La táctica era muy sencilla. Tanpronto como el primer batallón es-pañol llegó a campo abierto, selanzaron dos compañías hacia cadauno de los flancos, desplegándose.La caballería se dirigió hacia la de-recha y la artillería ocupó el centro.El general, su estado mayor y losdos huéspedes avanzamos solamen-

te a lo largo del camino cerca decincuenta yardas detrás de la líneade fuego. El segundo batallón se-guía a los cañones en columna decompañías. Durante las primeras300 yardas no sonó ni un solo dis-paro. Después, en la lejana línea dela colina, se formaron algunasnubecillas de humo, seguidas inme-diatamente por los estampidos delos fusiles rebeldes.19

Churchill prosigue su relato expresan-do que esta operación se produjo por dosocasiones y que el fuego enemigo se hizocontinuo y se extendía de izquierda a de-recha en toda la posición. Según expresa,la infantería española comenzó a reple-garse y a avanzar alternativamente: “Elfuego, por ambas partes era nutrido. Elgeneral y su Estado Mayor avanzaronhasta que la línea de fuego enemiga es-tuvo sólo a una distancia de cuatrocientaso quinientas yardas. Allí nos detuvimos,y siempre montados, completamente aldescubierto, presenciamos el asalto de lainfantería”.20

La estrategia era tenderle una em-boscada a Suárez Valdés en la cualcayó, teniendo que replegarse; su arti-llería dispara contra una colina,desalojada ya por los cubanos. El fue-go de los emboscados detiene el avanceespañol y la impedimenta del generalMaceo gana tiempo en su marcha y seretira, esquivando presentar batalla, deacuerdo a la estrategia planeada por elGeneral Gómez.

Winston S. Churchill y ReginaldBerner fueron testigos de esa escara-muza en la Reforma, pero tan solo deun lado. No supieron que se trataba deuna bien trazada maniobra del General enJefe. Por último, Churchill escribió: “El

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honor español y nuestra propia curiosidadquedaron plenamente satisfechos. La co-lumna regresó a la costa y nosotros aInglaterra. No creíamos que los españo-les llevasen su guerra en Cuba a unrápido final”.21

Tal y como lo narró el general MiróArgenter, los insurrectos cubanos bienpronto supieron que del lado del ene-migo se hallaban dos militares inglesescomo observadores y que la columnaespañola de Suárez Valdés, en la regiónvillareña, dejó de hostilizarlos.

Tal impacto tuvo la noticia de la pre-sencia de Winston S. Churchill en lasfilas del Ejército español que en pagoa su aventura como oficial británico, elgobierno de España en La Habana lecondecoró con la Medalla Militar dePrimera Clase.

IIAntes de comenzar la Guerra His-

pano-Cubano-Norteamericana de 1898,desde Tampa, en Florida, fueron em-barcados, sin distinción alguna, soldadosy algunos jefes norteamericanos, acan-tonados allí para ir a Cuba y entablarcombate por mar y tierra con el Ejér-cito español. Casi no esperaron la ordende partir.

Entre esos jefes se hallaba el enton-ces teniente coronel TheodoreRoosevelt, quien “[…] metió su tropaen el primer barco que hallaron, aun-que estuviera destinado a llevar otroregimiento”.22

El propio Roosevelt, como se ha di-cho, fue uno de los protagonistas de esaguerra al mando de su gente denomi-nada Rough Riders, y explicaría luegoen varios artículos, en discursos y ensus memorias, la razón de su presen-cia en esa guerra en Cuba: “En mayo

de 1898, cuando nuestros buques deguerra estaban anclados a lo largo dela Habana y los torpedos destructoresespañoles atravesaban el Océano nues-tros mejores comandantes sintieron unaansiedad bien justificada, porque noso-tros no teníamos destroyers paraguardar nuestra flota contra losdestroyers españoles”.

Y continuará: “Gracias sean dadas asus errores y a la falta de iniciativa, losespañoles no hicieron ningún buen usode sus formidables buques, enviándoloscontra nuestros barcos en pleno díacuando no había ninguna esperanza deobtener algún resultado”.23

No le faltaba razón, pues la escua-dra española era, antes de la batallanaval de Santiago de Cuba, mucho mássuperior que la norteamericana. La de-rrota naval de España no sólo significóla pérdida de su último bastión en Amé-rica, sino la sepultura de su dominio enel Nuevo Mundo.

Teddy Roosevelt representaba enton-ces el liderazgo de una corrienteguerrerista y algunos le llamaron “elmuchacho terrible de la política estado-unidense” de esa época en queexaltaba el orgullo nacional en sus dis-cursos y amenazaba con arrojar deAmérica “[…] a todas las potenciaseuropeas [...] empezaría por España”.24

La composición social y étnica de losdenominados Rough Riders el propioRoosevelt lo describía así:

Entre los cowboys, hay algunos pro-cedentes de Méjico y quegeneralmente salen bastante biende su empresa, pero no merecenentera confianza, y por otra parte,en un rancho son siempre mal vis-tos por los de Tejas, entre los que

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el espíritu de casta y de intoleran-cia está acentuado. Los blancosnacidos en el Sur, rehúsan siempretrabajar a sus órdenes, así comotambién miran con desprecio a todaslas razas de color o procedentes desangres mezcladas.25

Al desembarcar las tropas yanquispor Daiquirí, con el apoyo del EjércitoLibertador, a medida que avanzabanfueron tomándose posiciones hasta lle-gar a la zona del Caney, que teníafuertes españoles, y estaba cercana ala elevación montañosa conocida comola Loma de San Juan por donde tam-bién cruza el río del mismo nombre.

En esa elevación, ya a las puertasde Santiago de Cuba, los españolestenían un fuerte bien artillado con ca-ñones de largo alcance, garitasprotegidas y trincheras de piedras.Estaba como en una especie de bos-que camuflajeado, pues aparecíanelevados pinos en su entorno. Hoydía, Loma de San Juan forma partede la Historia de Cuba y se mantieneen iguales condiciones que durante laguerra de 1898.

El primero de julio se dio allí la ba-talla más encarnizada de la GuerraHispano-Cubano-Norteamericana. Lasbajas causadas a los atacantes fueronde consideración, en especial en el cru-ce del río San Juan, llamado por losyanquis el Paso Sangriento (TheBloody Bend). Se dice que en esa fe-roz batalla, “[…] hasta de la rama delos árboles arrojaban mortífero plomolos guerrilleros españoles […]”. Y eracierto, pues las bayonetas de los solda-dos españoles en el cuerpo a cuerpoeran superiores a las de los yanquis, porser la de estas pequeñas.

Al frente de los Rough Riders iba elteniente coronel Roosevelt sobre su ca-ballo hasta que se lo derribaron losdisparos de los españoles.

Dos piezas de cañones Krupp, quemanejaban 500 hombres de España,demostraron que sabían defender susposiciones. En su libro Rough Riders,Roosevelt ha señalado: “Aunque gana-mos la cresta (de la Loma de San Juan),los españoles que se hallaban atrinche-rados fuertemente por encima denuestras fuerzas, abrieron un nutrido fue-go de fusilería y con dos piezas deartillería, empleando fulminantes que ar-dían muy bien, las balas estallaban sobrenuestras cabezas”. Y proseguía:

En la cumbre había una caldera oalgo parecido, probablemente dehacer azúcar. Algunos de los nues-tros se refugiaron detrás de estacaldera. Teníamos una magníficavista de la carga al blocao de SanJuan a nuestra izquierda, (a un ter-cio de milla) por donde la infanteríade Kent, dirigida por Howkins, su-bía la loma. Naturalmente que lomás indicado era ayudarlos y porello reuní a mis hombres y abrí fue-go sobre el blocao y las trincherasque lo rodeaban [...]. La infanteríase acercaba más y más a la cres-ta. Al fin pudimos ver a losespañoles que estaban metidos enlos hoyos, escaparon cuando losamericanos hicieron el asalto final.Detuve entonces el fuego para evi-tar herir a nuestros compatriotas.26

Por su parte, Horatio S. Rubens, unilustre abogado y escritor norteameri-cano, que fue amigo de José Martí enNueva York, aclara la presencia deTeodoro Roosevelt en dicha batalla:

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La leyenda de que Roosevelt tomóla Loma de San Juan no fue obrasuya, sino una anécdota interesanteadecuada a un carácter tan pintores-co, de modo que en la literatura y enel cine, alcanzó éxito. La gloria queél alcanzara, no necesita de esta ha-zaña. En un parte oficial él declaró:“Fue después que tomamos la pri-mera colina. Había congregado amis soldados para asaltar la segun-da, y habiendo perdido mi caballo,salté la cerca de alambre y me diri-gí cuesta arriba. Después de haberavanzado unas doscientas yardasbajo un fuego vivo, advertí que es-taba casi solo y la razón fue, segúnsupe más tarde, que en la confusióndel asalto, mientras mis soldados ma-taban y eran matados, no advirtieronmi ausencia. Dije a los cinco que mehabían seguido que aguardaran unmomento, ya que si todos regresá-ramos, podía prestarse a la malainterpretación. Volví pues, solo, y re-organizando el regimiento, volvimostodos a la carga”.27

La infantería estadounidense coman-dada por el mayor general Hawkins,que había resultado herido, avanzabaincesantemente sobre el fuerte de SanJuan, causándoles bajas a los defen-sores españoles, cuyos cañones sesilenciaban a falta de municiones. Sujefe, el coronel Vaquero caía en una delas trincheras, el coronel Ordóñez re-sultaba mal herido. A la una y media dela tarde el general Linares ordenó la re-tirada desde el lugar denominado ElPozo, ya herido de metrallas. Se hizocargo del mando el general Toral.

Los españoles hicieron un último es-fuerzo para retomar la Loma de San

Juan, pero fueron rechazados y heridosu jefe el capitán de navío Bustamante.Aun así, las pérdidas sufridas por losyanquis fueron muy grandes como loexpresara el general Shafter al gene-ral Lawton. Shafter tenía pensadoretirarse y pedir refuerzos a Washing-ton, pero en un Consejo de Guerra estofue rechazado por la oficialidad.

Perdidos en el Caney, San Juan y ElPozo, los españoles quedaban derrota-dos, sólo les quedaba la plaza sitiada deSantiago de Cuba.

La toma de San Juan costó a las tro-pas yanquis 160 muertos y 960 heridosy por su parte los hispanos tuvieron 600bajas. El 2 de julio continuaba el fuegodesde las trincheras y el cañoneo porparte de la escuadra norteamericana,desde la boca del puerto y hacia susfortificaciones como El Morro, La So-capa y La Estrella. Las tropas cubanastrataban de tomarlas por asalto bajo elmando del mayor general Calixto García.

Sin embargo, el general Shafter orde-nó que las fuerzas cubanas participaranen el asalto a las guarniciones españolas.El 17 de julio se rindió la de Santiagode Cuba al general Shafter. Por su par-te, el mayor general Nelson Milesordenaba que se impidiera la entrada aSantiago de Cuba a las tropas cubanascomandadas por el general GarcíaÍñiguez, en uno de los gestos másdenigrantes del poderío de los EstadosUnidos en esa guerra. Miles alegaba quepodían ocurrir conflictos y rozamientosy que, a petición del general españolToral, esto se cumpliera.

Entonces el general García Íñiguez es-cribió, a las puertas de Santiago de Cuba,en Casa Azul, una carta de protesta algeneral Shafter, otro de los documentos

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más dignos de la Historia de Cuba enel cual decía: “La ciudad de Santiagode Cuba se rindió al fin, al Ejércitoamericano y la noticia de tan importan-te victoria sólo llegó a mi conocimientopor personas completamente extrañasa su Estado Mayor, no habiendo sidohonrado con una sola palabra, de partede usted, sobre las negociaciones depaz y los términos de la capitulaciónpropuesta por los españoles”.

Y en otro párrafo notificaba:Circula el rumor que, por lo absur-do, no es digno de crédito general,de que la orden de impedir a miEjército la entrada a Santiago deCuba ha obedecido al temor devenganza y represalias contra losespañoles. Permítame Ud. que pro-teste contra la más ligera sombrade semejante pensamiento, porqueno somos un pueblo salvaje que des-conoce los principios de la guerracivilizada; formamos un ejército po-bre y harapiento, tan pobre yharapiento como lo fue el ejército devuestros antepasados en su guerranoble por la independencia de los Es-tados Unidos; pero a semejanza de loshéroes de Saratoga y Yorktown res-petamos demasiado nuestra causapara mancharla con la barbarie y lacobardía.28

En un discurso pronunciado enMinnesota, el 2 de septiembre de 1902,Roosevelt ya presidente de los EstadosUnidos en sustitución de McKinley, quehabía sido asesinado, explicaba el sig-nificado de la Doctrina Monroe, delproyecto del canal en el istmo de Pa-namá y del engrandecimiento de lanación norteamericana y juraba que“[…] bajo ningún pretexto haya en-

grandecimiento territorial sobre el sue-ño Americano por parte de ningunapotencia europea”.29

El poeta nicaragüense Rubén Daríose encontraba en Málaga en 1904 y es-taba al tanto, como diplomático, de losacontecimientos de la guerra en Cubay de las intervenciones estadounidensesen la isla, así como del destino trágicode Puerto Rico y dedicó una patética“Oda a Roosevelt”:Eres los Estados Unidoseres el futuro invasorde la América ingenua que tienesangre indígena,que aún reza a Jesucristo y aúnhabla en español.

Pero el final de esa oda realmente esimpactante: “Y, pues contáis con todo,falta una cosa: ¡Dios!”.30

IIILa primera vez que se escribió en

idioma castellano, y en los Estados Uni-dos, acerca del pintor Vasili VasilievichVereschaguin, fue una hermosa cróni-ca de arte salida de la brillante plumade José Martí, escrita en un estilo úni-co del periodismo literario.

Algunos críticos opinan que el dis-curso martiano en sus crónicasperiodísticas “transformó la prosa his-panoamericana” y no les ha faltadorazón toda vez que el poeta y revolu-cionario cubano fue un verdaderoprecursor del modernismo.

En 1888, Vereschaguin exponía susobras en Nueva York y Martí, amantey conocedor del arte pictórico, fue a vi-sitarla para luego escribir una crónicapara el periódico La Nación, de Bue-nos Aires, porque “[…] el ruso quehace odiar la guerra por lo real de sus

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pinturas, y amar la nieve, por lo poten-te de su luz […]” bien valía que se leconociera entre sus lectores de Hispa-noamérica.

Vereschaguin fue un pintor realistanacido en Cherepovets en 1842, o sea,que cuando expuso sus obras en Nue-va York, y seguramente Martí asistió asu inauguración, tendría alrededor decuarenta y siete años de edad.

Este creador ruso fue discípulo enParís de León Gérome, pintor yestatuario francés de estilo académicoque alcanzó fama en la pintura de his-toria y temas militares.

Para Martí, la obra de Vereschaguinestaba plena de ricos matices, pintadoscon “[…] el color sin brillo de la ver-dad, el color seco de los objetos al airelibre, y no eso de academias [...]”. Elintelectual cubano descubre en el pin-tor ruso que había roto con lastradiciones academicistas de su épocaal adquirir, dentro del realismo, su pro-pio estilo, tal y como se observa en sufamoso cuadro de los uzbecos “[...] co-rriendo la pólvora entre los rusos, enTashkent”.31

Esa reseña de arte la escribió Martíel 13 de enero de 1889, cuando residíaen Nueva York y colaboraba con nu-merosos periódicos de Hispanoamérica.Fueron decenas las crónicas, reseñas,críticas, etcétera realizadas por el Após-tol y que hoy se han recogido en susObras completas.

En 1900, en el comienzo de un nue-vo siglo, otro cubano reedescubrirá aVereschaguin, pero no en Nueva York,sino en París. Nos referimos al tam-bién periodista y escritor EzequielGarcía Enseñat, entonces laborandopara la revista El Fígaro, de La Ha-

bana, una de las más importantes deesa época en Cuba.

Vereschaguin exponía en el club dela rue Volney, en París. El día de lainauguración comenzó su amistad conGarcía Enseñat. El pintor ruso presen-taba “[…] cuadros nuevos, estudios yreproducciones hechas por él de traba-jos suyos anteriores –en los que sepodía seguir paso a paso la existenciadel artista en su hogar (casa solariegade una antigua familia de Novgorod):en la India, en la guerra turco-rusa yen sus excursiones por Vologda,Iaroslaw, Crimea, etc.”.32

La rue Volney se le llamaba común-mente al “Cercle Artistique Littèraire”.En este lugar Vereschaguin cubrió susparedes con 140 de sus obras.

El periodista García Enseñat descu-brió en uno de los cuadros del maestroruso, el titulado Gran Ejército, dondehabía plasmado toda la epopeya de lallegada de Napoleón Bonaparte a Mos-cú hasta su retirada por el camino deSmolensk. Mientras escribía sus notas,alguien pronunció su nombre. Se trata-ba de un amigo francés, monsieurDussaq, a quien conocía desde La Ha-bana y que venía acompañado por“[…] un caballero de aspecto militar,calvo, de grandes barbas y de miradapenetrante”.33

Fueron presentados y este último re-sultó ser el pintor ruso Vasili V.Vereschaguin. García Enseñat se mos-traba inquieto, pues no aparecía uncatálogo de la exposición. Sucedía quedicha exposición había tenido una pé-sima acogida en París, pues según elperiodista “[…] al razonar los cuadrosrelativos a la invasión napoleónica, lohabía hecho demasiado en ruso, y hay

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razonamientos que no se toleran al ex-tranjero en ningún país [...] más que enCuba”.34

Informará también que en dicha ex-posición de 1900, las sociedadesconsagradas en propagar aquella “ge-nerosa utopía”, colocaron en el lugarde honor de sus instalaciones el cua-dro de Vereschaguin titulado Laapoteosis de la guerra.

Agrega además que Vereschaguin“[…] preparaba caja de colores cadavez que su patria comenzaba una gue-rra […]”. El pintor pertenecía a unafamilia de la nobleza rusa y por tal mo-tivo se le autorizaba agregarse al EstadoMayor. Realizaba sus bocetos al pie deltronar de los cañones y de la fusilería,sin importarle el perder la vida en esasjornadas tan peligrosas. Cierta vez fueherido en un ataque en el Danubio cuan-do se combatía contra los turcos.

En 1900, casi a un año de que con-cluyera la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana y del comienzo de unanueva república en una Hispanoaméricallena de malos presagios y ante el prelu-dio de una intervención norteamericana,el artista ruso se interesó por el conflictode 1898 y se propuso ir tras las huellasde esa guerra para dejar constancia deella en el lienzo, pues aún estaban fres-cas las memorias y vivían los testigos.

Arribó a Cuba por primera vez paraañadir un capítulo más a su vida de ar-tista bohemio y captador de losproblemas humanos al pintar batallas yver de cerca la muerte de unos hombrescontra otros. Por eso Vereschaguin con-fesará en sus memorias que odiaba laguerra. Los ecos de la reciente lucha de1898 le atraían como imán. La informa-ción que obtiene ha sido a través de la

prensa. Desde Nueva York se comuni-ca con su amigo García Enseñat en LaHabana y este le promete ayudarle entodo lo que concierne a su trabajo.

Llegó a La Habana y se interesó porvisitar la bahía habanera donde explo-tó el acorazado Maine. Allí realizó unboceto del lugar y escribió todos los da-tos que se le ofrecieron sobre el hecho.

Sin embargo, al pintor lo que más leimportaba eran las batallas de la Lomade San Juan y la naval en la boca dela bahía de Santiago de Cuba. GarcíaEnseñat lo conectó con dos amigossantiagueros: Gutiérrez y Pepe Jerez,“[…] quienes, además de llevarle a losescenarios más importantes de los com-bates, le proporcionaron los uniformesespañoles y la ropa mambisa que él ne-cesitaba para emprender su trabajo”.35

Vereschaguin bocetó una trilogía quetituló La toma de la Loma de San Juan,y luego llevó al lienzo. En la primera par-te de su libreta de apuntes dibujó, congran realismo, a los insurrectos omambises, en pleno combate, pese a losdesarrapados uniformes que vestían; enla segunda, a los Rough Riders avanzan-do “para apoderarse de la colina”, y enla tercera, al desmoralizado y destruidoEjército colonial hispano. De sus viajesa Cuba, Vereschaguin dibujó bocetosque luego llevó al lienzo.

Incluso, habrá que agregar en la obrade Vereschaguin, los lienzos que pintóacerca de la guerra de 1898 en Filipi-nas, donde también estuvo obteniendoinformación.

El Museo Vasili V. Vereschaguin, deNikolaev, ciudad portuaria rusa donde sehallaba su más completa flota del MarNegro, exhibe la mayor parte de la obrade este genial creador ruso. Existe una

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gran pinacoteca que comenzó a prestarservicios desde mayo de 1914.

En la actualidad este museo cuentacon diez salas, y la principal está dedi-cada a exponer las obras del maestroVereschaguin, entre las cuales se en-cuentran las que el artista concibiódurante sus dos visitas a Cuba, la pri-mera en marzo de 1901 y la segundaen julio de 1902.36

Otra de sus obras representa al de-sertor del Ejército español, la titulada Elinterrogatorio del desertor (1901) yque es la imagen de un soldado hispa-no interrogado por un oficial yanqui.

Durante la Segunda Guerra Mundial(1939-1945) el 90% de las obras deVereschaguin del Museo de Nikolaev,óleos, dibujos, bocetos, fueron evacua-das a Moscú y al antiguo Leningrado(hoy San Petersburgo). Más de sesen-ta de sus óleos y bocetos se encuentranno sólo en Rusia, sino en museos delos Estados Unidos y en manos de par-ticulares.

Según expertos, la obra mejor con-cebida de Vereschaguin en estas visitascubanas es la que tituló El Morro deSantiago de Cuba, una de las forta-lezas emblemáticas del siglo XVII

(1632) que defendía la ciudad. Estaobra se encuentra en el museo deTaganrog. También pintó El bohío en1902, El árbol del banano (1902) yPalma real, que es el símbolo mági-co del paisaje cubano.

De regreso a Nueva York, despuésde su primer viaje a Cuba en 1901,Vereschaguin obtuvo más informaciónsobre la guerra de 1898 y llegó a en-trevistarse con el ya “presidenteTeodoro Roosevelt”, quien le proporcio-nó los datos que buscaba, pero el pintor,

consecuente con su posición de no re-flejar en su pintura a los poderosos,decide no concebir el cuadro, sino querealiza una serie de retratos referidos ala sociedad estadounidense, entre ellosdos de sus mejores obras de un profun-do contenido social: Un minuto dealegría, el retrato de un camarero ne-gro norteamericano y Vagabundo enWashington...37

Impactado el artista por lo que ha-bía oído contar durante su visita a Cuba,se dedicó a pintar y a escribir un libroantológico que tituló Del libro de apun-tes. En este texto describió cómo vio LaHabana de comienzos del siglo XX y loque permanecía aún del recuerdo de Es-paña y del ambiente inseguro existenteen la isla. Sobre ello dice: “Claro está quela ciudad de la Habana nunca en lostiempos del poder de los españoles fuetan linda como ahora: las calles limpias,las plazas y parques verdes, ni se acuer-dan ya de los gatos y perros muertosque antes yacían por las calles y lasllenaban de peste. Los bulevares, ma-lecones, árboles y flores hacen que losextranjeros se queden sorprendidos porel estado de las ciudades cubanas”.

Evidentemente, la belleza tropicalhabía sorprendido a Vereschaguin y enrealidad la sanidad pública fue una ta-rea primordial del gobierno interventor,por las epidemias desatadas durante laguerra.

También se percató del momentopolítico que vivía la isla y por eso es-cribió:

Se puede decir que la mayoría estáesperando desórdenes en la nuevarepública cubana [recuérdese queel primer gobierno de los cubanosse inauguró el 20 de mayo de 1902]

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y con mucho gusto se inmiscuiríanen los asuntos de la isla anexándolaa la Gran República. “Annexation”es popular solamente en los EstadosUnidos aunque no quieran recono-cerlo, esa palabra en Cuba más amenudo se pronuncia sólo entre lagente poderosa, como si fuera la úni-ca solución que dé salida a la crisismonetario-agraria y artesanal. Lospobres en Cuba sin duda están porla libertad e independencia cueste loque cueste, pero sabrán ellos reali-zarlos y conducir el gobierno de larepública por la vía de la firmezacontra el soborno y el favoritismo.Eso lo dirá el futuro.38

Vasili V. Vereschaguin murió mientraspintaba –sin duda– el 13 de abril de1904, casi a dos años de su última visitaa Cuba, en el buque Petropavlosk, enPuerto Arturo, durante la guerra ruso-turca, junto al almirante Makarov.

Ezequiel García Enseñat escribió en ElFígaro sobre el pintor: “La muerte deVereschaguin no ha podido sorprender alos que lo conocían, pues ha sido tal cualla afrontó muchas veces, y digna de suhistoria. Le ha servido de sudario su glo-riosa bandera; le despidió el estruendo delos cañones, como si hicieran por él sal-vas magníficas, y su cadáver yaencerrado, con los de sus heroicos cama-radas, en un grandioso féretro de acero,que se diría hecho a la medida de los an-tiguos bogatyri de la Santa Rusia”.39

IVLo expuesto en apretada síntesis re-

presenta la historia de mi país. En 1898se dio lo que se llama “la gran recurvade nuestra historia”, porque al concluirla gesta libertadora iniciada en 1895,

nuestro pueblo se encontró ante una en-crucijada con la intervención extranjera.

Cuba ha atravesado por muchaspruebas duras y difíciles. Pero no de-seamos más recurvas, sino proseguir elcamino indubitable de la libertad, la to-lerancia y la justicia social.

Se nos presentan retos muy difícilesporque no se han abandonado los prin-cipios revolucionarios y es por ello queCuba representa un paradigma paraIberoamérica, unido su destino al sue-ño de Bolívar y Martí.

Notas1 Unamuno, Miguel de. Inquietudes ymeditaciones. Madrid: Afrodisio Aguado, S.A.Editores-Libreros, 1957. p. 137.2 Portuondo, Fernando. Estudios de Historia deCuba. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales,1973. p. 256.3 Leiseca, José M. Historia de Cuba. La Habana:Montalvo, Cárdenas & Co., 1925. p. 419.4 Ibídem, p. 420.Se trataba de la Enmienda Teller, que “[...] tuvo elefecto inmediato de evitar una anexión deCuba [...].” (Véase: Pérez, Louis A., Jr. El diseñoimperial: política y pedagogía. Pittsburg: Centrode Estudios Cubanos de la Universidad dePittsburg, Estados Unidos. t. 12, n. 2 y reproducidopor el Ministerio de Educación de Cuba en 1985).5 Lesica, J. M. Op. cit. (3). p. 423.6 Rubens, Horatio S. Liberty Story of Cuba / Trad.Adolfo G. Castellanos. La Habana: “La RosaBlanca”, 1956. p. 307.7 Trabajo de Manuel A. Barrera aparecido en ElCubano Libre, Santiago de Cuba, citado en:Martínez y Martínez, Ramón. Lecciones deGramática Castellana / 2ª ed. Santiago de Cuba:Librería y Papelería “Renacimiento”, 1922-1925.El 17 de julio de 1898 fue la rendición de la plazade Santiago de Cuba.8 Churchill, Winston S. “Cuba”. En: Mi primerajuventud. Una misión errante. Buenos Aires:Editora Claridad, S.A., 1941. pp. 89-90.

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9 Ibídem, p. 91.10 Ibídem.11 Ibídem.12 Ibídem, p. 92.13 Ibídem, p. 96.14 O’Kelly, James. La tierra del mambí. LaHabana: Instituto del Libro.15 Churchill, W. S. Op. cit. (8). p. 98.16 Miró Argenter, José. Crónicas de la guerra. LaHabana: Instituto del Libro, 1970. t. 1, p. 173.17 Churchill, W. S. Op. cit. (8). p. 98.18 Miró Argenter, J. Op. cit. (16). pp. 177-178.19 Churchill, W. S. Op. cit. (8). p. 100.20 Ibídem, p. 101.21 Ibídem.22 Rubens, H. S. Op. cit. (6). p. 307.23 Roosevelt, Teodoro. Las dos Américas y lavida en el rancho. Barcelona: Guarner y TabernerEditores. p. 205.24 Portuondo, Fernando. Op. cit. (2). p. 157.25 Roosevelt, Teodoro. Op. cit. (23). p. 20.26 Dicho por Horatio S. Rubens en la obra citadaen la número tres, página 319.27 Ibídem, p. 319.28 Escalante Beatón, Aníbal. Calixto García. Sucampaña en el 95. Ciudad de La Habana: Editorialde Ciencias Sociales.29 Roosevelt, Teodoro. Op. cit. (23). p. 91.30 Nuestro Rubén Darío / introd. Ernesto MejíasSánchez. Nicaragua: Ministerio de Cultura, 1982.pp. 47-48. (Colección Popular de la LiteraturaNicaragüense)31 Martí, José. Obras completas. La Habana:Editorial Nacional de Cuba, 1964. t. 12, p. 62; t.15, p. 430; t. 20, p. 217.32 García Enseñat, Ezequiel. Vasili Vereschaguin.El Fígaro (La Habana) 15 mayo 1904:240.

Aclaramos que el apellido Vereschaguin se escribeen otras formas: Vereschagine, Vereschagin,Veroschaguin y Verestchagin, como lo escribióEzequiel García Enseñat.33 Ibídem, pp. 240-241.34 Ibídem, p. 240.35 Nabel Pérez, Blas. Cuba por Vereschaguin.Revolución y Cultura (La Habana) 31(2):44; mar.-abr. 1992.36 _______. Cuba en el pincel de Vereschaguin.Granma (La Habana) 7 jul. 1988:3.37 _______. Op. cit. (35). p. 46.38 Ibídem, p. 47.39 García Enseñat, Ezequiel. Op. cit. (32). p. 201.Ezequiel García Enseñat nació en La Habana, el23 de marzo de 1862. Doctor en Filosofía y Letrasy Licenciado en Derecho. Fue secretario tercerode la Sección de Literatura del Ateneo de Madrid,secretario de la Sección de Bellas Artes del Ateneoy Círculo de La Habana y catedrático de Historiay bibliotecario de la Universidad habanera, asícomo catedrático auxiliar de Literatura. Miembrode la Cámara de Representantes, director de ElSport y El Liberal, redactor de Patria todas de LaHabana, y de La República Cubana de París. Fueacadémico de Historia. Falleció en La Habana el 9de noviembre de 1938. Acerca de su obraescribieron los intelectuales cubanos Enrique JoséVarona, Emilio Roig de Leuchsenring y ReginoDíaz Robaina. (Datos tomados de Cuba en la mano.La Habana, 1940, pp. 888-889, y de la BibliotecaNacional José Martí).

Otra bibliografía consultada

COLLAZO, ENRIQUE. Los americanos enCuba. La Habana: Editorial de Cien-cias Sociales, 1972.

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Mi tío el empleado1 de RamónMeza fue el impacto estético del

siglo XIX cubano. Tras la monumentalidadespacial y analítica de Villaverde y suCecilia Valdés (Nueva York, 1882),Meza fracciona los asuntos y los ponea hablar entre sí con sorprendente mo-dernidad para nuestro relato finisecular.Es obra que adquiere inusual densidadartística en el uso del lenguaje y en ladeformación de las imágenes como par-te del andamiaje simbólico que sostienela historia.

Probablemente, lo más desconcertan-te para sus coevos y notable paranuestra historiografía literaria contempo-ránea es el desempeño de la luz que fijael difumino del dibujo en masas de to-nalidades verbales sustentadoras decaracteres y situaciones; luz que jun-to a la risa entregan la figuracióndemacrada de los intersticios del po-der y su desastrosa “normalización”administrativa.

No fue reconocida esta ficción en sutiempo. La crítica explayó sus perpleji-dades ante el inacabamiento de lospersonajes y lo episódico y aparente-mente deshilvanado de la narración. Lanovela extraía sus jugos, esta vez, de

lo miniaturesco y no se detenía en ex-tensos parlamentos aburridores, típicodel afán explicativo de la ficción del XIX.

Los procedimientos estilísticos hacíanuna propuesta novedosa para el nove-lar, era una visión diferente, era laosadía del ojo dictando a la escritura laceleridad memorística, diciendo un pa-recer abocetado por momentos,anamórfico siempre, por el carnaval yla caricatura encubridoras de las esen-cias profundas.

Martí retoma el desvío y loreencauza en la tradición cubana des-de la Historia. Capta el mensajeenmascarado tras la risa, las refulgen-cias, las distorsiones y las prediccionesoníricas, y cree en la obra, por la ín-dole humana que halla, como dijo enesta importantísima crónica, en esa“[…] mueca hecha con los labiosensangrentados”.2 [Los subrayadosde todas las citas son de la autora. N.de la E.].

En el pórtico de su exégesis nos sor-prende la condición sintetizadora yplástica del verbo gráfico martiano. Enapenas once líneas, Martí condensa las“ideas madres” de la novela de Meza,a través de la concatenación de frases

“¡Lo divino está en lo humano!”:dos crónicas de José Martí”

Adis BarriosInvestigadora y ensayista

“El sueño de la razón produce monstruos”.GOYA

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subordinadas, sustantivos, adjetivos deinapelable exactitud y verbos derelampagueante celeridad:

Esta es la historia del poblano donVicente Cuevas, que llegó a Cubaen un bergantín, de España, sinmás seso, ciencia ni bienes que unacarta en que el señor marqués deCasa Vetusta lo recomendaba aun empleado ladrón, y con lasmañas de este y las suyas, ampa-radas desde Madrid por los queparticipaban de sus frutos, paró eldon Cuevas de las calzasfloreadas y las mandíbulas ro-bustas en “el señor condeCoveo”, a quien despidieron conestrépito de trombones y lujo deestandartes y banderines los“buenos patriotas de la Haba-na”, cuando se retiraba de la ínsula,del brazo de la rica cubanaClotilde. Esta es la vergonzosahistoria, dicha con sobrio inge-nio, cuidado estilo y varonilamargura.3

Como explica Adelaida de Juan ensu imprescindible: José Martí: Imagen,crítica y mercado de arte (1998), elautor de Nuestra América, aguza suvocación hacia la pintura desde su des-tierro político en España, y susposteriores estancias en países de Amé-rica, excepcionalmente, México y losEstados Unidos. Sin embargo, fue enEspaña donde aprehende los conceptosseminales que conformarán el “ejerci-cio del criterio” en las artes plásticas.Allí tiene contacto con destacadosmaestros de la pintura –de los princi-pales, Raimundo Madrazo–, visita sustalleres y, sobre todo, conoce el arte deVelásquez y Goya, este último, piedra

angular de su sentido plástico.4 Pero nosólo de su sentido plástico. Goya da aMartí la grandeza del estilo en el apa-rente descuido que es también forma,cuando parte de una apercepción pro-funda del objeto y un conocimientoexhaustivo de las técnicas. Dice encrónica de 1879, a propósito del granaragonés: “¡El genio embellece losmonstruos que crea!” Y más adelanteagrega: “Cada aparente error de colory dibujo de Goya, cada monstruosidad,cada deforme cuerpo, cada extrava-gante tinta, cada línea desviada, es unaáspera tremenda crítica. […] Yo no co-nozco obra más completa en la sátirahumana”.5

Cuando Martí escribe su crónica so-bre el libro de Meza ya había conciliadosus opiniones sobre el arte de losimpresionistas.6 En 1886, les dedica unadmirable estudio en el cual puntualizala preeminencia de la luz y el color enla expresión plástica, diciendo, con suhabitual acento sentencioso: “DeVelázquez y Goya vienen todos, –esosdos españoles gigantescos [...]Velázquez fue el naturalista: Goya fueel impresionista […]”7 y, también dijoalgo que Adelaida de Juan –y nosotroscon ella– considera centro de una esté-tica y una ética fusionados en laejecución de su obra: “[...] les lleva porirresistible simpatía con lo verdadero, pornatural unión de los ángeles caídos delarte con los ángeles caídos de la exis-tencia, a pintar con ternura fraternal,y con brutal y soberano enojo, la mise-ria en que viven los humildes”.8

El arte francés conquista a Martí ensus mejores exponentes, y esta con-quista es un suceder de revelacionesque van afinando su perfil ideoestético.

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Sus palabras sobre los hermanosGoncourt –Julio y Edmundo– son siem-pre elogiosas.9 Manet, reservas aparte,es “grandioso” y, la idea del procederartístico de los impresionistas, la califi-ca de “sana” y de “[…] efecto fuertey bello […]”.10 No obstante, Goya esel maestro, y por algo lo es.

Fundador del lenguaje de la moder-nidad para América,11 Martí reconoceen la novela de Ramón Meza, comohemos insistido, novedades estéticasportadoras de un interlineado de alusio-nes críticas. No lo distrae la risa queda andadura a las palabras, ni se pier-de en el deletreo de episodios contadoscomo manchas, en donde, al igual queVillaverde, pero con otros métodos, elautor coloca el debate de la nación queestá por hacerse. En Martí se produ-ce, como dijera Schulman, haciéndoloextensivo a los modernistas, “[…] unasimbiosis de la historia y la escritura”,12

de manera que su acento recae en elsentido y su palabra se torna didáctica,al inducir la sentencia clara hacia esereceptor que siempre será el sujeto desu discurso: el hombre de NuestraAmérica.

En el siguiente fragmento sobre Mitío el empleado Martí enfatiza los pre-ceptos estéticos defendidos en 1881sobre “El carácter de la Revista Vene-zolana”,13 donde legitimó una posturacívico-intelectual en connivencia con laesencialidad de las “ideas madres” en-gastadas en la excelencia del lenguaje:

Y ¿en qué estilo está escrito todoesto? En un estilo intenso y labo-rioso [...] En este repulgo de lafrase, así como en lo minuciosode la descripción y uso frecuentedel sueño simbólico, se ve el in-

flujo de los autores que están po-niendo ahora en lengua académica,por métodos ingleses y franceses,las cosas de España.[...] Ya Meza sobresale por su hon-rado y constante deseo de emplearla palabra propia, necesaria y grá-fica; pero lo que anuncia en él alescritor no es esta caza del voca-blo, [...] sino la determinación desubordinar el lenguaje al concep-to, el don de ver en conjunto [...].14

Martí reclama en este comentario laeticidad fundante de la palabra para lamodernidad hispanoamericana, susten-tada sobre el humanismo que es paraél, meridiano de valoración en arte, esdecir, función social y destino último delo bello y lo verdadero, triunfo produc-tivo del forcejeo entre lo viejo y lonuevo, en estos difíciles tiempos de“reenquiciamiento” y “remolde”.

Vio Martí en este libro una “[…] pro-cesión de fantasmas lívidos ydeshuesados”,15 y vio, además, que“[…] sin ser más que retrato” era “ca-ricatura”,16 aclarando, que esta“observación” no es “copia” “como lafotografía”, “sino otra […] que realzasu poder con su justicia […]; es comociertos pintores, que no dibujan conlápices, sino con púas de acero”.17

Martí defiende la idoneidad del tra-zo lingüístico de Meza fundamentadoen la caricatura y enfatiza: “El artesienta a su mesa a Daumier yHogarth”.18 De modo que, al citar aDaumier, especialmente, como referen-cia en la ejecución de Meza, ponderala caricatura y su función altamente crí-tica y polémica en la historia del arte,partiendo de una figura notable en elgénero, que, además de notable, fue

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“hombre de su tiempo”. Daumier,19 aligual que Víctor Hugo, Callot, AloysiusBertrand,20 Balzac, Baudelaire y Goya,entre otros, “arrancó máscaras” y pe-netró estructuras sociales de laintrahistoria, traspasando, según los len-guajes, las travestidas esencias deaquella “sátira humana”. Con línea apu-rada, Meza, al estilo de Daumier,interiorizó la imagen y mostró la signi-ficación, en lo distorsionado yagrandado del gesto hecho con pala-bras, acentuando un expresionismo delo singular humano que coloca las se-ries tipológicas de las épocas históricas.

Los “pintores que dibujan con puntasde acero” son los pintores impresionistasque Martí había definido ya en 1886como “pintores fuertes y varones”. Peroen ellos había descubierto algo más quela luz y las masas de color robándole ala línea la hazaña del ojo cognoscente.En ellos se había logrado una estéticasuperadora que unía los “ángeles caí-dos del arte”, como ya dijimos, con los“ángeles caídos de la existencia”; porellos, aparecían protagónicos losdostoievskianos subsuelos de la preca-riedad humana, haciendo significativo elagigantado primer plano del remero dellienzo de Renoir,21 como Meza nos pro-vocaba a ver la profecía de una risainmensa y obsesiva en los dientes de unpiano, o nos permitía escuchar el trotede una desventura en el destartalo mo-ral de cierta carretela “que bajaba porla calle Muralla”, “barniz” y “charol”,todo un “espejo de luz”.

Martí leyó los huecos oscuros de laspalabras, el lenguaje que sólo descifrael “perspicaz” visionario, atento a losabismos de la historia, acosado por vo-ces que lo cercan desde las simas de

la injusticia humana y anunció para supúblico hispanoamericano, una vez más,con prosa fulminante y concisa, que eneste libro: “Hay ojos centelleantes bajoesa careta pintarrajeada. En ese sil-bato chasquea un látigo. Ese conde quese lleva de Cuba a Clotilde tiene las es-paldas listadas de negro, como losvestidos de los presidiarios”.22

Martí devolvió su “impresión” sinponer reparos a la “risa” con que estratado asunto tan grave que pareceuna “bofetada”:23 los laberintos em-polvados del mundo administrativo, losfuncionarios sin funciones, las atmósfe-ras gélidas donde la luz iluminaesperpénticas imágenes, la ausencia delamor, los palacetes recargados de gustoecléctico que anuncian desde la arqui-tectura una figuración diferente de lariqueza en el espacio de la ciudad,24 bu-lliciosa, cosmopolita y los banquetespantagruélicos –“[…] ¡daba gusto vercomer a aquellos […] hombres!”,25

dice Martí en su crónica–, la palabraprostituida cuando no es elogio justo, sinoadulación, desajuste y vacío en la paro-dia del “festín patriótico” y, sobre todo,profecía que ronda con aire de tragediay que retoman los escritores de la lla-mada “primera generación republicana”–Miguel de Carrión y Carlos Loveira,fundamentalmente–, al descubrir, desdeel realismo y el naturalismo, el destinoposcolonial de una nación que emergecon rasgos extraviados al imaginariomartiano. El amante de lo bello y la li-bertad, de la verdad, la justicia y el dolor,por encima de todo, vio los barrancos,en esta historia de:

[...] entes cómicos, sobre cuyascabezas brota la tragedia [...] lospinta, calcándolos del natural [...].

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Es un teatro de títeres; de títeresfúnebres. [...] El libro, sin sermás que retrato, parece caricatu-ra [...] no quiso el autor invalidarlamejorando lo real en una obra rea-lista, cuya esencia y método es laobservación, sino que, hallandocaricatura la verdad, la dejócomo era”.26

Martí asimila la risa –como habíaentendido la de Gogol27– sin objetarirreverencias vergonzantes para el su-jeto cultural cubano, sino descifrando ladistinción identitaria que disminuye al“Otro” en su artificio mecánico, en suretocada barbarie autoritaria y deca-dente desde “[...] el chiste viril, elchiste útil, el único chiste que estáhoy permitido en Cuba a los hombreshonrados”.28

En su discurso gráfico, anhelante yparticipativo, Martí sigue el trayecto dela luz con la cual Meza modula los tin-tes fuertes de su lienzo, luz que se enfríaal contacto de la platería que desbordala estancia del farsante conde Coveo,recargamiento objetual de una atmósfe-ra que ha dejado de ser naturaleza paraentrar en los laberintos urbanos de lanovela moderna, aún extraña a nuestrorelato decimonónico, si pensamos queeste texto queda dentro de los márge-nes escriturales de la colonia.

Meza, gradualmente, vuelve fría yartificial la luz que Martí magnifica ensus contrapuntos, a fin de realzar lagran metáfora crítica de la risa, ese sím-bolo desplazado a signo previsor ymaldito, en donde Rabelais29 triunfa yGoya es el “iluminado”. En el párrafofinal de esta crónica, sentencia el Após-tol: “La gracia es de buena literatura;pero donde se vive sin decoro, hasta

que se le conquiste, no tiene nadie elderecho de valerse de la gracia sinocomo arma para conquistarla. A Níobeno se le debe poner collar de cascabe-les. A Cristo no se le puede poner enla mano una sonaja. La gacetilla noes digna del país que acaba de salir dela epopeya”.30

Si en la crónica sobre la novela Mitío el empleado de Ramón Meza, Martíproyecta su discurso crítico desde larisa y la luz que desenmascaran el ric-tus de aquella “mueca hecha con loslabios ensangrentados”, en “El Cristode Munkacsy”,31 nos habla desde laangustia, pero no deslumbrado por laepifanía triunfalista del símbolo redentory redimido que ha encontrado launivocidad perfecta del referente, sino enla dispersión del signo irresuelto, tensor desentidos, dado el destino perpetuo de sureencarnación: “¡Miserables! Olvidabanque en aquel hombre iba Dios”.32

Martí realza en la observación delCristo del pintor húngaro Munkacsy sumedida ética junto a la humanista –cul-tural y existencial, como explica RafaelCepeda en importante estudio.33 Deaquí, que su observación del cuadro seabra a un escalonado contrapunteode la estructura composicional en fun-ción de la idea que toma vida en la voz“creativa”, poética, que “reescribe”,34

(re)componiendo un armónico conjun-to de significaciones que remiten su“texto más anticlerical” –según CintioVitier–, “Hombre de campo”: “¡No,amigo mío, hay otro Dios!”.35

Ese “otro Dios” define perspecti-vas de sentido en la minuciosagradación de las palabras. Son metá-foras sumariando las esencias de las“ideas madres” que dialogan desde lo

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puramente existencial humano y la sin-gularidad de la representaciónestética. El siguiente fragmento ilustralas tonalidades verbales que operan enoposición, como juegos de luces y som-bras y en donde la luz es elementoprimordial de unidad y movimiento:

Pero más honores que él, recibe enel humilde tabernáculo en que seenseña, su sublime Cristo, de cuyatúnica de lienzo blanco, por ma-ravilla secreta del pincel, emergeuna luz magna que domina y com-pendia todas las del contorno,concentra en el reposo el variomovimiento del conjunto, einviste de seductora majestad uncuerpo escueto por donde cae ellienzo en pliegues desairados.[...] es preciso, para entenderbien a Jesús, haber venido almundo en pesebre oscuro, con elespíritu limpio y piadoso, y palpadoen la vida la escasez del amor, elflorecimiento de la codicia y la vic-toria del odio: es preciso haberaserrado la madera y amasado elpan entre el silencio y la ofensade los hombres.36

Al caracterizar la estirpe gitana deMunkacsy, Martí coloca sintagmas sen-soriales que confirman su noción de lascorrespondencias.37 Son trazos rotundosdibujando el carácter de un rasgo y suhistoria, en oposiciones contrastivas queponen de relieve la textura de un lienzoresuelto con palabras:

[...] la gente de esas tierras de Hun-gría, de ojo negro y tenaz, adorala naturaleza [...] beben el vinofresco de los odres: aman de modoque queman: cuando tocan sus mú-sicas selváticas tienen de crin de

corcel revuelta por la tempestad,y de voz de flor, y de reclamo depaloma: de allí son los gitanos decolores, con sus caravanas felicesy pintorescas; sus amoríos que hue-len a fruta primeriza, sus vagabundosde cabellos rizados que se enamo-ran de las reinas.38

Pero Martí exalta el dominio de la idea.En ella queda ínsito el estilo. Por eso, alreferirse a las pinturas de Munkacsy, nopuede soslayar el “betún oscuro” querebasa la percepción del ojo del artista,marca de aquella dolorosa experiencia deHungría, su país arrasado, que define enpreciosa metáfora: “[…] el bello país deselva y viñedos [que] parecía unacopa de colores quebrada por el cas-co de un caballo”.39

El Cristo ante Pilatos es pretextopara (re)crear una espiritualidad centra-da en el hombre, es decir, unainterpretación humana de la divinidad,en donde lo feo se estiliza retando lomonumental de las catedrales y lamagnificencia de un Cristo vencedor yúnico, fundido a su creador en la verti-calidad del concepto de perfección.Ocurre un cisma dentro del símbolo delo religioso martiano al sublimizar, con lapertinencia de valores otros, alteridadesen diálogo discrepante con la cristiandady las instituciones religiosas.

La visión cristiana de Martí es liti-gante y contestataria, y no se dirimeen la ortodoxia de los credos, sino en lagrandeza de la “Historia y sus mártires”,como dijera Cintio Vitier en Ese sol delmundo moral. Es una fe que se alza delo no liberado, que sostiene sus certe-zas por la lucha del bien contra el mal,que no construye su ministerio en losídolos, sino en el dolor que los invoca,

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en la vida del hombre y sus dilemasexistenciales: “Toda esa búsqueda desí, sólo tiene un objeto: darse. Los másaltos maestros de esta sabiduría sumano son los filósofos ni los moralistas,sino los héroes, es decir, los hombresvocados a la transformación redento-ra del mundo por el propio y voluntariosacrificio”.40

Esa espiritualidad encarna en la cris-tiandad irredenta: en Nicolás del Castillo,en el niño Lino Figueredo, en el negroTomás, en los representantes del poderque Martí no logra odiar, en todo aque-llo que se forja al calor del martirio, enla patria, que como él dice, “es Diosmismo” y, en su lectura del cuadro deMunkacsy, en el cual,: “[...] sin esfuer-zo alguno artificioso, ni violencia en elcontraste, resaltan [...] en su doble opo-sición moral y física: el hombreacrisolado que ama y muere, y el bes-tial que odia y mata”.41

La lectura martiana del discursoplástico de Munkacsy, especialmente, ladel Cristo ante Pilatos es, aún, llagasangrante por el grillete incrustado ensu tobillo. Así, la descripción del cua-dro es creadora. Es signo fecundadopor la palabra de la Historia, del Hom-bre, es, como él mismo sentenciara: “elpoder de la idea pura”. Martí empla-za la continencia cristiana y discutecon los estereotipos teológicos:

Ese es su Cristo. Esa es su extra-ña concepción de Cristo. Él no love como la caridad que vence,como la resignación que cautiva,como el perdón inmaculado y abso-luto que no cabe, no cabe, en lanaturaleza humana: cabe el placerde dominar la ira, pero sería menoshermosa y eficaz la naturaleza del

hombre si pudiese sofocar la in-dignación ante la infamia, que esla fuente más pura de la fuerza.42

El verbo de Martí se mantiene en todala crónica como incitación, en donde lapalabra colma la expresividad desmesu-rada de los rasgos, que nos llegan enescorzos metonímicos; por ejemplo, cuan-do se refiere al soldado: “[...] hombrebestial, lampiño, boca grande, narizchata, mucho pómulo, ojo chico yviscoso, frente baja [...]”,43 o al in-ducir la caracterización moral de Caifás:“[...] aquella cabeza de la barbablanca increpa y apremia: de aque-llos labios están saliendo laspalabras, ardientes y duras”.44

Pero la luz del Cristo esavasalladora. El Cristo, que no está enel centro es, no obstante, figura de sig-nificaciones múltiples y resulta, por fin,“[…] el término inevitable de las ex-cursiones por el lienzo […]”.45

Para Martí, el cuadro tiene el valorde penetrar la pasión del Hombre-Cris-to, eludiendo las perspectivas de laimagen convencional de las liturgias or-todoxas, también, el facilismo plásticocon soluciones centralizadoras de pers-pectivas. Toda la expresividad de lasfiguras y su disposición, sostienen la“idea madre”, que es el vórtice de sueticidad y de su estética: “[…] lo di-vino está en lo humano […]”.46

Desde lenguajes diferentes, prosa ypintura, ambas crónicas emplazan undiálogo crítico que resiente el dilema delsigno en la modernidad. Martí propiciala lectura desde confines polares: larisa y la angustia y, desde ellos, remi-te su visión ecuménica, que induce alfundamento ético-humanístico de suescritura sintetizadora. Rompe la lógi-

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ca de significado y significante parahacer más vital la armonía, para propi-ciar sin artificios la correspondencia delo dispar, abriendo su propia palabracomo un signo en donde se “transpor-tan lo fantástico y sobrenatural a loreal”. Sorprende, una vez más, estaotra dimensión que encara la lectura ar-tística de la Historia, cuando nos dice:“[…] este siglo, cuya grandeza caó-tica y preparatoria, no ha podidocondensarse en símbolos […]”.47

Notas1 Martí, José. “Mi tío el empleado. Novela deRamón Meza”. En: Ensayos sobre arte y literatura/ Sel. y pról. Roberto Fernández Retamar. LaHabana: Instituto Cubano del Libro, 1972.Texto publicado en El Economista Americano(Nueva York, julio de 1888).2 Ibídem, p. 169.3 Ibídem, p. 168.4 Sobre este aspecto dice Adelaida de Juan en lapágina 42 de su documentado estudio:

Con respecto al arte español, hemos encon-trado comentarios de Martí sobre treintitrésartistas. Mencionaremos, tan sólo como bo-tón de muestra, sus criterios que cubren unespectro tan amplio que nos lleva, entreotros, a Sánchez Coello, Alonso Cano, Juande Juanes, Berruguete, Zurbarán, Ribera; enespecial, Murillo, Madrazo, Fortuny y, par-ticularmente y a lo largo de su vida, aVelázquez y a Goya.

5 “Goya”. Op. cit. (1).6 Recordemos que a propósito de RaimundoMadrazo, Martí escribe en 1880:

Vive, ama y ríe en amplia luz solar, con luzen su paleta y luz en su corazón. [...]Madrazo ha encontrado el secreto de la ori-ginalidad, no en las absurdas fantasías de laescuela impresionista ni entre los discípu-los del ultrarrealismo, ambas buscadorasdesesperadas de críticas favorables. Lo en-contró donde debía de hallarse, en la verdady en la sencillez, sin alterar brutalmente la

realidad de la naturaleza. [...] Ha tenido elatrevimiento de mirar al sol cara a cara, y¡cuántas rosas espléndidas le han brindadosus pétalos para que pudiera perfeccionarsus ideas acerca del color! (“RaimundoMadrazo”. En el CD Obras completas. LaHabana: Centro de Estudios Martianos,2001. t. 15, p. 154).

7 “Nueva exhibición de los pintoresimpresionistas”. En el CD Obras completas. LaHabana: Centro de Estudios Martianos, 2001. t.19, pp. 304-3058 Ibídem, p. 305.9 En crónica publicada en La Opinión Nacional,Caracas, el 7 de marzo de 1882 (CD de OC, t. 14,pp. 390-391), escribe José Martí sobre losGoncourt, con joyante prosa:Pero de Edmundo es el libro parisiense, el librolóbrego y luminoso, el libro cándido y terrible, ellibro sonriente y espantable, el libro terso,sonrosado, pulido y ameno. Edmundo deGoncourt, que ama la realidad abomina la fealdad;cuando pinta lo feo, le da la belleza que le faltacon la manera de pintarlo. [...] Y de los Goncourt,es la elegancia suma, el aire de salón, cargado deámbar, el reflejo misterioso de la luz en la anchacolgadura voluptuosa, y ese vago susurro, comode pájaros que anidan, que se siente en los lugaresen que los hombres aman. [...] Y es Goncourtcual aquellos artistas refinados, a quienes disgustacomo faena de aprendiz la tarea fácil. Sabe que enesta humana naturaleza, donde no hay dos serescontradictorios, y es cada ser como nido degérmenes y suma de resúmenes de todo cuantovive, se encrespa el alma, y ruge, y lidia, y duerme,y murmura como un mar pujante: y sabe que esel alma en París como un mar turbio.10 Ibídem, t. 10, p. 473.11 Es imprescindible en este aspecto del carácterfundacional de la modernidad martiana, citar lasconceptualizaciones al respecto de la doctoraCarmen Suárez en la página 82 de su texto: JoséMartí y Víctor Hugo en el fiel de las modernidades(1997, Premio Anual de Investigaciones 1996 delMinisterio de Cultura):

[...] José Martí realizará una síntesissuperadora de romanticismo e ilustración a tra-vés de una escritura moderna que anuncia lasvanguardias del siglo XX y en la que formula

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un proyecto alternativo de modernidad par-tiendo de una muy bien incorporada cultu-ra universal, poderosamente imbricada en lasesencias de su realidad histórico-social. Esesujeto cubano moderno cuya imagen tratande conformar los románticos cubanos den-tro de una realidad colonial que los condenaa una inevitable abstracción, será proyecta-da por José Martí a nivel continental den-tro de un proyecto de emancipación radical.

Y, al analogar la relación Hugo-Martí, comofundadores de esa modernidad, que para el segundotiene el obstáculo de la condición periféricaiberoamericana, concluye la estudiosa: “Hugolegitima una modernidad instaurada por laRevolución Francesa, Martí propone el proyectode una modernidad otra, que está sin construir. Latransgresión martiana es doble porque implica laconstrucción del sujeto moderno en el ámbito delas culturas colonizadas”. (p. 231).12 Schulman, I. El proyecto inconcluso: Lavigencia del Modernismo. México: SigloVeintiuno Editores, 2002? p. 17.13 Martí, J. “El carácter de la Revista Venezolana”.Op. cit. (1). pp. 55, 57.En este trabajo publicado originalmente en dichapublicación de Caracas, el 15 de julio de 1881, elApóstol dice:

Es fuerza meditar para crecer: y conocerla tierra en que hemos de sembrar. Es fuer-za convidar a las letras a que vengan a an-dar la vía patriótica, de brazo de la historia,con lo que las dos son mejor vistas, por lobien que hermanan [...].[……….][...] La frase tiene sus lujos [...] Pues ¿cuán-do empezó a ser condición mala el esmero?

También, resulta notable la traducción de Martí a“Mes Fils” de Víctor Hugo, publicada en la RevistaUniversal de México, el 17 de marzo de 1875 (OC.,t 24, pp. 15-16, 18) y que aparece ampliamentecomentada e interpretada por la doctora CarmenSuárez, en su libro citado. Dice Martí:

Ideas, son fuerzas madres [...][……….]Yo anhelo escribir con toda la clara limpie-za y elegancia sabrosa, y giros gallardos delidioma español; pero cuando hay una inte-

ligencia que va más allá de los idiomas, yome voy tras ella, […] y si para traducirlahe de afrancesarme, me olvido, me domino,la amo y me afranceso.[……....]Y así todo, mar de luz, idea de ideas, sínte-sis de gérmenes, palabras madres.

14 Martí, J. “Mi tío el empleado…” Op. cit. (1).pp. 172-173.15 Ibídem, p. 169.16 Ibídem, p. 171.17 Ibídem.18 Ibídem.19 Sobre el talante artístico de Daumier y sunotabilidad en la caricatura política y social,recomendamos Testimonios sobre Daumier(Editorial Arte y Lilteratura, Ciudad de La Habana,1984, 205 p.). Es una selección de interesantísimostextos críticos de la época en que se desarrolló suarte.20 Louis-Jacque-Napoleón Bertrand (1807-1841),conocido por Aloysius Bertrand, fue el autorde Gaspar de la Noche. Fantasías a la manerade Rembrant y de Callot (1836). He citado aeste escritor francés por su vinculación con lasartes plásticas, según lo atestigua el título de sulibro, además, por ese virtuosismo que sepropuso en la descripción de impresiones en undiálogo aparentemente simple e intrascendenteentre el hombre y la Historia. Aloysius Bertrandcoloca el lugar común en un punto crítico ysugerente de significado. Fue admirado porCharles Baudelaire, quien le dedica importantespárrafos en sus Pequeños poemas en prosa,admirado por la voluntad de Bertrand de crear el“poema en prosa”, algo que para el autor deFlores del mal era esencial:

¿Quién de nosotros, en sus días de ambi-ción, no hubo de soñar el milagro de unaprosa poética, musical, sin ritmo y sin rima,lo bastante flexible y trabajada para plegar-se a los movimientos líricos del alma, a lasondulaciones del ensueño, a los sobresaltosde la conciencia? De la frecuentación de lasciudades enormes, del cruce de sus relacio-nes innumerables, nace, sobre todo, esteideal obsesionador. ¿No estuvo usted mis-mo, mi querido amigo, tentado de traduciren una canción el grito estridente del vidrie-

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ro, y de expresar, en prosa lírica, lasdesoladoras sugestiones que envía ese gritohasta las bohardillas, a través de las más es-pesas nieblas de la calle?” (Pequeños poe-mas en prosa. Buenos Aires: EditorialSopena Argentina, S.R.L., 1944. p. 6).

21 La observación apuntada por Adelaida de Juanen el fragmento citado, es puntual para cualquieracercamiento que pretenda objetivar el humanismovivencial, más que cultural martiano. En el trabajoaludido, “Nueva exhibición de los pintoresimpresionistas” en Nueva York, Martí termina sutexto enfatizando la impresión sintetizadora, perocuidadosamente exaltada, según los planos decomposición escritural que dicta su idea y segúnlas perspectivas que sugiere el cuadro. Dice:

[...] surge de los ojos, que salen de allí tris-tes como de una enfermedad, la figura po-tente del remador de Renoir, en su cuadroatrevido “Remadores del Sena”.–Las mozas,abestiadas, contratan favores a un extremode la mesa improvisada bajo el toldo, o des-granan las uvas moradas sobre el mantel enque se apilan, con luces de piedras precio-sas, los restos del almuerzo.El vigoroso remador, de pie tras ellas, os-curecido el rostro viril por un ancho som-brero de paja con una cinta azul, levantasobre el conjunto su atlético torso, alto elpelo, desnudos los brazos, realzado el cuer-po por una camisilla de franela, a un solabrasante”. [Op. cit. (1). p. 140].

22 Martí, J. “Mi tío el empleado…”. Op. cit. (1).p. 173.23 Ibídem, p. 170.24 No queremos ser radicales en ninguna denuestras reflexiones, pero sería pertinente sugerirque esta obra de Meza fue una de las queinauguraron la “novela de la ciudad, o novelaurbana”, de ahí, también, su modernidad. Martísiente este cambio en el relato cubano. En general,el Apóstol previó la llegada de los nuevos tiemposen una paulatina evolución de su pensamientoenrumbada en crónicas, tanto de carácter estético,como político, o, en las que comenta, de manerainformativa, algún hecho, histórico o artístico.Además del paradigmático prólogo al Poema delNiágara de Pérez Bonalde, publicado en 1882,entre otros, quisiéramos citar algunos versos

ilustrativos sobre este asunto, del poemaperteneciente a Versos libres, “Amor de ciudadgrande”:El hombre, como alado, el aire hiende.¡Así el amor, sin pompa ni misterioMuere, apenas nacido, de saciado! [...]Se ama de pie, en las calles, entre el polvoDe los salones y las plazas libres muereLa flor en el día en que nace [...][…] Pues ¿quién tieneTiempo de ser hidalgo? [...]¡La edad es esta de los labios secos! [...]Tomad vosotros, catadores ruinesDe vinillos humanos, esos vasosDonde el jugo de lirio a grandes sorbosSin compasión y sin temor se bebe!Tomad! Yo soy honrado, y tengo miedo! (CDOC., t. 16, pp. 171-172).Sobre este poema en especial y sobre su distincióne indistinción con respecto a otros autores, eneste caso Rubén Darío y Gómez Carrillo, quevaloraron la “ciudad” como entrada de un nuevosigno, recomendamos el magnífico estudio deSonia Matalia: “Sueño y desilusión de laModernidad: imágenes de la ciudad”, publicadoen Miradas al fin de siglo: lecturas modernistas(Valencia: Universidad de Valencia, 1997.25 Martí, J. “Mi tío el empleado…”. Op. cit. (1).p. 170.26 Ibídem, p. 171.27 Martí fue un conocedor de la literatura rusa enla figura de sus representantes fundamentales.En su crónica “Pushkin: Un monumento alhombre que abrió el camino hacia la libertad rusa”,publicada en The Sun, Nueva York, el 28 deagosto de 1880, se lee:

Las nacionalidades pasaron ante sus ojoscomo nubes en el cielo. Era un hombre detodos los tiempos y todos los países–unhombre intrínseco, el universo en un solopecho.[……….][...] Potiekhine aseguró que por grande quefuese Pushkin él no estudió ni denunció losmales de la sociedad como Gógol. (CD OC,t. 15, pp. 420-421).

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Anteriormente en ese mismo trabajo habíaafirmado: “También estaba el conde Tolstoi, eldepuesto Ministro de Instrucción Pública. Al ladode Ostroski, el más célebre entre los tristesdramaturgos de Rusia, Potiekhine, el novelistaencantador y el genial Dostoievski, que maneja lapluma con punta acerada, y que tiene mirada deáguila y corazón de paloma [...]. (Ibídem, p. 420).En unos de sus cuadernos de “Fragmentos” (CDOC, t. 22, p. 88) leemos: “The Inspector of Gogoltransl. by Mérimée as Le Reviseur a very seriousattack uppon official corruption”.28 Martí, J. “Mi tío el empleado…”. Op. cit. (1).p. 173.29 En crónica publicada en La Nación de BuenosAires, el 27 de enero de 1884, dice Martí, refiriéndosea uno de los más grandes escritores universales yfundador, también, de la novela moderna: “¡Oh,Rabelais, grandísimo maestro! Riéndose con risamás sana y saludable que la de Voltaire, pondría yosu efigie culminante en cada plaza pública: para quelos hombres se avergonzasen de no serlo ydespertasen a sí, con lo que empezarán a ser felices.(CD OC, t. 9, p. 489).30 Martí, J. “Mi tío el empleado…”. Op. cit. (1).p. 173.31 “El Cristo de Munkacsy”, publicado en LaNación, de Buenos Aires, el 28 de enero de 1887.32 Martí, J. “El presidio político en Cuba”. Op.cit. (7). t. 1, p. 61.33 Cepeda, Rafael. Lo ético-cristiano en la obrade José Martí / Pról. Cintio Vitier y Fina GarcíaMarruz. Cuba: Comisión de Estudios de Historiade la Iglesia en Latinoamérica, CEHILA, [s.a.].206 p.34 Vitier, Cintio. “Martí como crítico”. En: Temasmartianos. La Habana: Departamento ColecciónCubana, Biblioteca Nacional José Martí, 1969.p. 187.35 Martí, J., CD OC, t.19, p. 383.36 _______. “El Cristo de Munkacsy”. Op. cit.(1). pp. 141-142.37 Dice Cintio Vitier en “Martí como crítico”, enla página 189 de Temas martianos:

[…] la sinestesia (correspondencia mutuaentre los sonidos, los colores, los olores, lassensaciones táctiles y los estados anímicos),anunciados en Francia por la Symphonie enblanc majeur de Théofile Gautier (1852),

formulados en los sonetos Correspondancesde Charles Baudelaire (1857) y Voyelles deArthur Rimbaud (1871), expuestos comoteoría por René Ghil en su Traité du verbe(1886-1888), ya Martí había revelado suasimilación en un pasaje de la Sección cons-tante que escribía para La Opinión Nacio-nal de Caracas (1881): “Entre los colores ylos sonidos hay una gran relación. Elcornetín de pistón produce sonidos amari-llos; la flauta suele tener sonidos azules yanaranjados; el fagot y el violín dan soni-dos de color de castaña y azul de Prusia, yel silencio, que es la ausencia de los soni-dos, el color negro. El blanco lo produce eloboe”.

38 Martí, J. Op. cit. “El Cristo…”. (1). p. 143.39 Ibídem, p. 142.40 Vitier, Cintio. Ese sol del mundo moral.41 Martí, J. “El Cristo…”. Op. cit. (1). p. 147.42 Ibídem, p. 145.43 Ibídem, p. 147.44 Ibídem, p. 148.45 Ibídem.46 Ibídem, p. 150.47 Ibídem, p. 149.

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Las primeras décadas del siglo XIX

cubano se caracterizan por un granauge de la economía de plantación ypor una política de mano abierta de lametrópoli española ejercida por capita-nes generales instruidos para captarseel favor de los criollos ricos –y sus re-cursos materiales para apoyar aFernando VII–, así como por sucesivosperíodos constitucionales y de libertadde imprenta y etapas realistas y de po-lítica absolutista que reflejaban losavatares políticos por los que pasabaEspaña. En este contexto las ideasindependentistas emanadas por las lu-chas de emancipación de las coloniasespañolas en América del Sur son tam-bién uno de los factores que desempeñanun importante papel dentro de la con-formación de la conciencia criolla de laisla de Cuba, donde una clase de jóve-nes formados por la Ilustración, recibirálos primeros influjos románticosindisolublemente ligados a las ideasindependentistas y al amor a la patriacubana y americana.

Aventados por las tempestades de lasluchas emancipatorias del continentesuramericano llegan a las costas deCuba hacia fines de la segunda décadadel siglo XIX un grupo de hombres quese había destacado ya en esas lides: elperuano Manuel Lorenzo Vidaurre

(1773-1841), el argentino José AntonioMiralla (1790-1825), el colombiano JoséFernández Madrid (1789-1830) y elecuatoriano Vicente Rocafuerte (1783-1847). Todos estos hombres ilustradosy patriotas, y heraldos del romanticismosocial y literario en alguna medida, muyinfluidos por el ideario de la RevoluciónFrancesa y efectivos luchadores por unaAmérica emancipada de la metrópoliespañola y constructora de las moder-nas repúblicas, gravitaron dentro de laórbita bolivariana, y en Cuba constituye-ron una especie de red que activó yextendió el ideal independentista a la ju-ventud cubana, así como ahondó ycontribuyó a la conformación de nues-tra conciencia nacional.

En estos días de su estancia en la ma-yor de la Antillas, vemos que la vida deestos hombres se entrelaza con la de loscubanos, mientras ellos mismos entran ysalen de la isla, desempeñando misionesbolivarianas, o trabajando a favor de la li-bertad en México, o esforzándose porvertebrar conspiraciones por la indepen-dencia de Cuba. Por aquellos años quevan de 1816 a 1820, el ecuatoriano Vi-cente Rocafuerte era ya una figuradestacada continentalmente. Había sidoenviado a las Cortes de Cádiz en 1812como representante de su provincia y par-ticipaba de manera activa en la política

Sobre la trayectoria cubanade Vicente Rocafuerte (1783-1847)

Carmen Suárez LeónInvestigadora, ensayista y poetisa

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y las luchas continentales. La marearevolucionaria lo trajo a Cuba y me pa-rece que están aún por investigarmuchos detalles y circunstancias de suactividad en Cuba. En estas páginasquisiera comentar tres tópicos de su tra-yectoria cubana: su polémica conTomás Romay reflejada de modo indi-recto en la revista El Argos, dirigida porHernández Madrid; su amistad con elprimer gran poeta romántico cubano:José María Heredia, y la invocación desu nombre en el enigma de la autoríade la novela Jicotencal.

*****La Biblioteca Nacional José Martí,

en La Habana, atesora un valioso fo-lleto entre su colección cubana de librosraros y valiosos titulado: Rasgo Impar-cial. Breves observaciones al papelque ha publicado el Dr. D. TomásRomay en el Diario del Gobierno de LaHabana de 20 de mayo de 1820 (Im-prenta de D. Pedro Nolasco Palmer èHijo, La Habana, año de 1820) por Vi-cente Rocafuerte, que consta de sietepáginas. Contiene un texto en dondeesta personalidad ecuatoriana intervie-ne en lo que se convertiría en una agriapolémica en la cual involucró a variosescritores.

Tomás Romay fue uno de los funda-dores de la ciencia en Cuba, médico,profesor universitario, redactor del Pa-pel Periódico de La Havana (1791).Escribió una memoria sobre la fiebreamarilla y fue director de la Junta Cen-tral de Vacuna (1804), introdujo enCuba la vacuna antivariólica y erradicóla práctica del enterramiento en las igle-sias. Ostentó, además, una trayectoriacientífica reconocida internacionalmentey venerada hasta hoy entre los cubanos.

Era pues un criollo ilustrado de brillan-te ejecutoria y convencido, comomuchos patricios cubanos de la época,de que en Cuba no era posible ni de-seable la independencia de España.Publicó un desdichado texto en que fi-jaba su posición frente al problema dela independencia de Cuba, donde ata-caba duramente a los prócereshispanoamericanos, calificando de “fu-nestas” las victorias de Bolívar y noescatimó improperios contra loslibertadores y sus acciones.

Rocafuerte, radicado en Cuba comocomerciante de tabaco y con negociosde navegación, pero activo agentebolivariano y apasionado batalladorsuramericano no soportó el insulto yrespondió a Romay con exaltada dig-nidad patriótica. Su artículo breve, perobrillante, es un interesante documentocuya legítima lectura sólo puede reali-zarse a la luz del contexto político en quese realiza. Vicente Rocafuerte siente lanecesidad de poner las cosas en su sitioy reivindicar las luchas por la emanci-pación de las que él mismo eraprotagonista, aunque asumir esa defen-sa en La Habana de 1820, donde sedisfrutaba de libertad de imprenta am-parados en la Constitución vigente delos liberales españoles, pero era gober-nada por España con todo un aparatode censura y de represión, era cosabien delicada.

De modo que su artículo es reivindi-cación de los hombres y las luchas deHispanoamérica y al mismo tiempo tex-to de maniobra política en el cualdespliega una estrategia de distancia-miento y ocultamiento de sus trabajosindependentistas, negando expresamen-te toda posibilidad de independencia

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para la isla en aquellas circunstancias,opinión que tenía objetivos fundamen-tos en esos días en los que sólo entrealgunos grupos de jóvenes se alentabala idea de la independencia. Pero cuan-do se habla de que la presencia de losemigrados hispanoamericanos en LaHabana profundizó el proceso de con-formación de la conciencia nacionalcubana, no puede dejar de considerar-se ese texto donde se escribe:

No necesitaba el Sr. Dr. Tomay in-famar a los americanos delContinente (cuya conducta juzgarála imparcial posteridad) para probarque todo sistema de independenciaes un absurdo en esta isla; que todootro establecimiento que el de laConstitución sumergirá este hermo-so país en un piélago de malesincalculables. Basta echar la vis-ta sobre el mapa de Las Antillas,observar la extensión de la isla yde sus costas, el número de suspuertos, la escasez y variedad de supoblación relativa, y en fin, conocerun poco del actual sistema de Eu-ropa, para convencer al hombremás irreflexivo o al más exaltadoque es físicamente imposible esta-blecer aquí la independencia: bastaen fin leer el mismo papel del Dr.Romay, para convencerse que nopuede ser independiente un país, endonde los hombres que tienen tan-ta reputación de sabios e ilustradoscomo el Dr. Romay, manchan supluma exagerando los errores desus hermanos, faltan la generosidadpara conformarse al olvido generalque prescribe la misma Nación, yno poseen bastantes luces ni cono-cimientos para ver la gran cuestión

de La América bajo su verdaderopunto de vista.1

Ese año de 1820 la isla se debatía en-tre los “piñeristas” y los “hijos del país”,la Habana era la plaza fuerte por dondepasaban los ejércitos derrotados en Amé-rica o las tropas frescas que iban acombatir en la provincias rebeldes, y elcubano José Francisco Morales Lemus,agente colombiano, pasaba por Cuba ycomprobaba que no había en ese momen-to ninguna voluntad organizada parapreparar una revolución. Por ello, estetexto vibrante de Vicente Rocafuerte de-biera ser estudiado en el contexto de unapolémica que involucró después a defen-sores de Romay como Diego Tanco,quien además atacó a Rocafuerte, a suvez defendido por José Fernández Ma-drid desde las páginas de El Argos(“Papeles públicos”, número 2 de 13 dejunio de 1820).2

*****Una hermosa página de la trayecto-

ria cubana de este ecuatoriano fundador,es su amistad con el joven poeta JoséMaría Heredia (1803-1839). Al parecer,se conocen en estos primeros años dela década del veinte y no sabemos encuáles circunstancias. En octubre de1822 le escribe Heredia a su amigo Sil-vestre Luis Alfonso: “Me alegro infinitoque haya venido Rocafuerte. Tú sabescuánto le quiero. Bajo cubierta de Do-mingo le escribo y si se detiene piensoir a verlo”. Cabría preguntarse por quéHeredia tiene que escribirle bajo elnombre de un tercero, seguramente porestas fechas ya Heredia está envueltoen sus trabajos conspirativos en la aso-ciación secreta de Soles y Rayos deBolívar, con la cual tiene que ver tam-bién, el ecuatoriano.

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Los biógrafos registran la intervenciónde Rocafuerte junto con Silvestre LuisAlfonso en los trámites que Herediadebe realizar para investirse como abo-gado y poder ejercer. Se apoyan en unacarta de José María Heredia a su ami-go Silvestre Luis Alfonso, con fecha de11 de noviembre de 1822, donde se lee:

Pienso mandar a Domingo unapóstrofe a los mexicanos contrala tiranía de Iturbide: dile que te loenseñe, y dame tu opinión.Rocafuerte me escribió que habíahablado a Nicolás Escobedo sobremi certificación, y que éste meofreció que se la daría. Rocafuer-te me dice que vaya por ella, y queno dude conseguirla. Yo no puedohacer este viaje, y te ruego que veasen mi nombre a Escobedo, le re-cuerdes la recomendación, y leprocures sacar la certificación, quedeseo tener aquí a vuelta de vaporpara enviarla al Príncipe con mi tí-tulo, que debe ir en el próximocorreo. Yo fío en tu amistad.

Esta carta también nos ofrece inte-resantes pistas sobre el texto de unpoema que Rocafuerte publica al finalde su ensayo publicado en ese mismoaño y titulado: Bosquejo ligerísimo dela Revolución de Méjico, desde elgrito de Iguala hasta la proclama-ción imperial de Itúrbide, por unverdadero mejicano, Philadelphia,Imp. de Teracrouef (Rocafuerte) yNaroajeb (Bejarano), 1822. Según An-tonio Bachiller y Morales, aunqueaparece impreso en Filadelfia, se impri-mió realmente en La Habana. Esteensayo de Rocafuerte forma parte delos trabajos que hacia 1821 realizabapara derrotar a Iturbide en México para

restablecer los principios republicanos.El joven poeta cubano Heredia y el ma-duro y culto conspirador ecuatorianodebieron experimentar una mutua y pro-funda simpatía, y a lo largo de la obrade Heredia se encuentran datos quenos hablan de una sostenida relaciónsobre todo epistolar que se continúadurante las estancias de Heredia en losEstados Unidos y en México, lugaresdonde Rocafuerte también residió y tra-bajó durante períodos más o menoslargos.

Rocafuerte, que está por esos díasen el servicio diplomático mexicano,escribe al presidente Guadalupe Victo-ria para que Heredia pueda residir enMéxico y encontrar un trabajo digno. Yadesde México, en carta de Heredia aSilvestre Alfonso de 6 de marzo de1826, escribe: “Rocafuerte me ha es-crito, pidiéndome las PoesíasAmericanas para publicarlas en Lon-dres. No sé si las envíe o las imprimaaquí. En los Ocios y algunos periódi-cos franceses hacen elogios de laspoesías publicadas en Nueva York”.

*****En relación con Cuba, aunque se tra-

ta de uno de los enigmas de la literaturaen lengua española que involucra a todoel ámbito hispanoparlante, me gustaríacomentar los avatares sufridos por elproblema de la autoría de la novelaJicotencal (Imprenta de WilliamStavelly, Filadelfia, 1826), consideradala primera novela histórica y de temaindigenista de la literatura hispanoameri-cana. Esta obra sí fue impresa en esaciudad norteamericana y la casa impre-sora era bien conocida entre autoreshispanoamericanos residentes allí. En ellapublicaron otros autores de ese grupo

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de emigrados de Filadelfia como es elcaso del sacerdote independentista cu-bano Félix Varela.

La novela narra la legendaria vida delgeneral tlaxcalteca Jicotencal, quien seopuso a que su pueblo se convirtiera enaliado del invasor español y se convirtióen símbolo de la rebeldía y el amor a lapatria frente a las huestes conquistado-ras. La novela nace, como vemos, de lanecesidad de las repúblicas incipientesde crear su propio imaginario heroico enmomentos cruciales para la conforma-ción de una identidad nacional y cultural.Hizo fortuna en su momento y dio lugaren México a dos obras dramáticas. Loshistoriadores de las literaturas hispano-americanas la consideran la primeranovela histórica y de tema indigenista delcontinente.

El hecho de que la obra saliera a laluz sin consignar el autor, dio lugar a unode los enigmas mayores de la literaturahispanoamericana. En los años de ladécada del veinte, Filadelfia era un grancentro de conspiradores hispanoameri-canos y españoles, a la sombra de lamasonería norteamericana. Muchos deellos, escritores cultos, hombres de im-prenta y periodistas, se consideraroncomo posibles autores de Jicotencal. Nopocos estudios durante el pasado sigloavanzaron sus conjeturas sobre la obra.Dos libros recientes han elaborado rigu-rosas tesis al respecto.

En 1895 apareció en Houston, im-preso por Arte Público Press, unaedición de Jicotencal atribuida al sa-cerdote independentista cubano FélixVarela Morales, con un detenido y mi-nucioso estudio de Luis Leal quefundamenta esta atribución con una se-rie de argumentos históricos y filológicos.

En 1997 se publica el libro de AlejandroGonzález Acosta, El enigma deJicotencal. Estudio de dos novelas so-bre el héroe de Tlaxcala, editado enMéxico por la UNAM y el InstitutoTlaxcalteca de Cultura que considera yfundamenta como autor al poeta cuba-no José María Heredia a partir de unestudio comparativo y estilístico.

Ambos textos repasan el desarrollohistórico de los estudios sobre la autoríade ellos, y los dos investigadores con-vienen en la importancia del grupo deemigrados de Filadelfia, en el seno delcual parece gestarse la novela, y traena colación la existencia de un tercercandidato a esa autoría. AlejandroGonzález Acosta escribe al respecto,citando a otros autores:

Entre los datos aportados se en-cuentra el de cierta atribución de lapaternidad de la novela al escritorecuatoriano Vicente Rocafuerte,según la referencia del Boletín Bi-bliográfico Mexicano, y se agregael hecho de que Stavelly, el impre-sor de Filadelfia, publicaba otroslibros en español, entre ellos unaedición de Eliecer y Nephtaly, deFlorian, realizada por un refugiadoespañol –Félix Megía– redactor deEl Zurriago.

Como quiera que los argumentos delos dos autores para legitimar la autoríade Jicotencal son muy serios pero noconcluyentes, es de tener en cuentaesta sugerencia que data de 1951. Siestudiamos las características de laobra de Rocafuerte y su inmersión enlas luchas de emancipación, así comosu pluma de polemista y escritor de te-mas políticos e históricos, y las cotejamoscon ciertas características que le sirven

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de argumentos para validar sus tesis alos dos autores citados, comprobaremosque pueden aplicarse tanto al ilustreecuatoriano como a los otros.

Un estudio de las relaciones deRocafuerte con los conspiradores cuba-nos, y con otras personalidades isleñas dela época, así como su trayectoria enFiladelfia y en México, arrojaría sin du-das luces nuevas sobre varios problemasliterarios e históricos que aún permane-cen en la penumbra. Los archivoscubanos deben contener más datos, y lomismo resultaría de un análisis compara-tivo de epistolarios y otros documentos.Estos deshilvanados comentarios habránalcanzado su objetivo si consiguen moti-var a los estudiosos para emprendernuevas pesquisas históricas y literarias.

Notas1 Rocafuerte, Vicente. Rasgo Imparcial. Brevesobservaciones al papel que ha publicado el Dr.

D. Tomás Romay en el Diario del Gobierno de LaHabana de 20 de mayo de 1820. La Habana:Imprenta de D. Pedro Nolasco Palmer è Hijo,1820. pp. 4-5.2 Una numerosa bibliografía aborda estas primerasy cruciales décadas del siglo XIX en la Historia deCuba. Véase, por ejemplo:Historia de la literatura cubana. Tomo I. Lacolonia: desde los orígenes hasta 1898. La Habana:Editorial Letras Cubanas, 2002. pp. 106-110.Torres Cuevas, Eduardo. “Introducción”. En:Obras de Félix Varela / Investigación, comp. ynotas Eduardo Torres Cuevas, Jorge Ibarra yMercedes García. La Habana: Editora Política,1991. t. 1._______. Félix Varela. Biografía. La Habana:Editorial Letras Cubanas, 2001.Guerra y Sánchez, Ramiro. Manual de Historiade Cuba (económica, social, política). La Habana:Editora del Consejo Nacional de Cultura, 1964.Esténger, Rafael. Heredia: la incomprensión desí mismo. La Habana: Editorial Trópico, 1938.Arias, Salvador. Aire y fuego en la raíz: Heredia.La Habana: Centro de Estudios Martianos, 2001.

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Las reflexiones del historiador y fi-lósofo cubano Eduardo Torres Cue-

vas sobre la condición humana en susdiversas facetas, no pueden ser com-prendidas ni estudiadas si no se conocesu formación intelectual y su amor porlas cuestiones que, como afirma en unareveladora entrevista, le permitan a laspersonas “[…] percibir la complejidadcultural –las razones y sinrazones– dela acción humana y de los proyectossociales”.1

Esta magistral definición de la histo-ria, entendida como devenir del hombreen tanto totalidad compleja, hunde susraíces más hondas en el niño que leyócon avidez los libros del tío EduardoTorres Morales, recibió de su madre lasensibilidad por la música y tuvo en laadolescencia maestros excepcionalescomo Fernando Portuondo y HortensiaPichardo, quienes le inculcaron la pa-sión por la historia, no sólo comodelectación por las cosas del pasado,sino como vocación profesional.

Luego este acervo humanista secompletaría con la lectura meditada delos grandes clásicos de la historiografíacubana: Guerra, Roig, Ortiz, HorregoEstuch, Franco, Le Riverend, MorenoFraginals… No debemos olvidar tam-poco que la madurez de su formacióncoincide con los espléndidos años se-

senta para las Ciencias Sociales cuba-nas, en que los estudios universitariosasimilaban las más diversas corrientesy escuelas de pensamiento, y no se ha-bía impuesto todavía el dogmatismo delos manuales soviéticos.

Su primera carrera fue la de filoso-fía, y quizás por este motivo su reflexiónsobre lo cubano está marcada de ma-nera indeleble por la comprensión yexplicación de las ideas que formaron elsaber de un país, y las discusiones másperdurables acerca de sus problemasen tanto nación colonial y subdesarro-llada que aspiraba a emanciparse. Peroantes de abordar este punto, que con-sidero central en la obra de Eduardo,quisiera propiciar un breve acercamien-to a su primer libro publicado, laAntología del pensamiento medieval.Este volumen fue concebido con pro-pósitos docentes para la asignatura deHistoria de la Filosofía, y llenó un vacíoapreciable en la escasa bibliografía pro-ducida en Cuba hasta ese momentosobre el tema. Su fecha de publicacióntampoco puede pasar inadvertida, pues1975 está todavía dentro de aquelquinquenio gris para las artes y el pen-samiento en general que definieraAmbrosio Fornet.

Una de las cuestiones que más llamala atención en aquel texto fundacional,

La condición humana en la obrade Eduardo Torres Cuevas

Félix Julio Alfonso LópezHistoriador

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es el apego del joven investigador a lateoría marxista original para explicarseal hombre del medioevo y su complejosistema de representaciones y creen-cias. No hay en el prólogo a la antologíauna sola cita de manuales, y sí unaenjundiosa asimilación marxista del lugardel hombre en el devenir histórico quele permite afirmar: “Pero dentro de todoproceso histórico el factor fundamentales el hombre, concreto, realmente exis-tente que, como dijera Marx, crea elmedio en la medida en que el medio locrea a él y que no está condicionadopor ninguna fuerza extraña a su reali-dad social concreta”.2

El principal objeto de reflexión eneste volumen pionero era la escolásti-ca en tanto conjunción teológica yfilosófica, que servía no sólo como ins-trumento de dominación y control en elmundo medieval, sino como visión to-talizadora que trataba de conciliarciencia y razón. En este sentido apunta:“La escolástica es el intento, a partir dela aceptación por la fe de la trascenden-cia de Dios, y del hombre mismo, dehacer inteligible, de una forma u otra, elmundo de los hombres y su inserción enun sistema más universal que escapa alas posibilidades humanas de compren-sión inmediata”.3

Otro momento interesante en esteprólogo es el que discute la tensión en-tre la visión filosófica del hombre burguéssobre la esencia humana, y las preocu-paciones que en este sentido habíanexpresado los pensadores medievales,para quienes el hombre era un ser regi-do por la divinidad y la trascendencia.La explicación de esta dicotomía la en-cuentra Torres Cuevas en el hecho deque:

Los ideólogos burgueses centran suinterés en la esencia humana, paraconvertirla en el paradigma del Uni-verso; es la condición humana,abstracta y universal, la base queexplica la actuación humana y laposibilidad de emancipación delhombre. La concepción escolásticano busca una esencia en sí, sino lafunción del hombre como parte dela comunidad humana, que a su vezno es más que un segmento regidopor Dios. Por ello le interesa másla salvación humana que su esen-cia. El problema es, pues, cómo elhombre puede alcanzar su salva-ción. De aquí la preocupación porla actuación humana y lasinterrogantes sobre la predestina-ción y el libre albedrío.4

Una última aproximación a este textonos revela no solamente al investigadoracucioso, sino también al ensayista enciernes que lanza ideas y deja un es-pacio para la duda y las interrogantesacerca de aquel hombre tan distante denuestro tiempo, unas veces lúcido y otrasveces perplejo ante los retos sociales quedebía enfrentar. Entonces encuentransentido las preguntas sobre la ontologíahumana: “¿Qué tiene entonces de extra-ño que el hombre de la Edad Mediacentre su vida en este ideal de trascen-dencia? ¿Qué tiene de criticable que suteorización esté en dependencia de esatrascendencia? En definitiva, su mundoes también el mundo ignoto y reveladode las profecías y de los misterios”.5

Como apuntábamos al inicio, una par-te significativa de la obra de EduardoTorres Cuevas, se ha dedicado a de-sentrañar los orígenes y la singularidaddel pensamiento cubano en el contexto

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americano y universal, desde sus nom-bres precursores hasta los clásicos delos siglos XIX y XX. En este sentido, hayvarias figuras ilustres que retienen suatención: el obispo Espada, FélixVarela, José de la Luz y Caballero,José Antonio Saco, Vicente Antonio deCastro, Antonio Maceo y José Martí.Para el historiador, al trabajar a estospróceres bajo los preceptos de la bio-grafía intelectual, de lo que se trata esde hurgar en los entresijos de una exis-tencia, encontrar las savias nutricias desu formación axiológica y patriótica, re-velar sus angustias y empeños, en suma:“[…] rescatar la riqueza humana denuestra cultura fundamentándome en elhombre, en el sujeto”.6

Esta cohorte de intelectuales y patrio-tas cubren todo el pensamiento cubanodel siglo XIX, y están telúricamenteinterconectados por una prédica debondad, de virtud, y de fe en las posi-bilidades humanas para alcanzar suemancipación individual y social. Todostuvieron como objetivo de sus vidas, deuna manera u otra, contribuir a la con-formación de un ser nacional que seconstituyera en nación, y no a la inver-sa. En esta dirección apunta:

Y hay aquí algo que me parece esimportante para todos ellos y paranosotros a la hora de reflexionarsobre la obra de Varela como edu-cador, como iniciador de la cienciay conciencia cubana. Y es el hechode que son hombres conscientes deque la nación hay que crearla. Lanación no es un ente que surge y sedesarrolla por sí misma, sino fruto deun acto voluntario de creación; paracrear esa nación hay que tener con-ciencia de que debe ser creada. Es

decir, en el caso de Cuba, es unanación que, a partir de esta intención,se puede pensar.

Y agrega “[…] no se trata sólo dela explosión del sentimiento, sino de unproyecto racional: crear una sociedady una nación libres, independientes,cultas”.7

Dentro de este análisis sobre los fun-damentos ideológicos y filosóficos de lanación cubana, premeditada por unageneración de brillantes pensadores ypolíticos, y ejecutada luego por sus dis-cípulos a lo largo del siglo XIX, EduardoTorres Cuevas enfatiza el papel deci-sivo que otorgaron aquellos sabios a laeducación, y sobre todo a la enseñan-za de valores éticos y patrióticos en lasmás tempranas edades:

[…] donde se gana o se pierde labatalla de una Cuba cubana, comola quería Saco, es en la educación.No en la educación secundaria ouniversitaria, sino en la primaria, enel niño. Luz y Varela fueron prime-ro educadores de niños y despuésde todo lo demás. La misma per-cepción tenía Martí respecto a laeducación del niño; es en la educa-ción del niño donde se forma laconciencia; lo que no se forma allíno se forma jamás.8

Esta tradición pedagógica cubana es,a juicio de Eduardo, una de las más po-derosas corrientes patrióticas ynacionalistas, que se continúa en la re-pública burguesa neocolonial. Laescuela pública cubana, y sus protago-nistas, los maestros, son descritos en laperspectiva de Torres Cuevas con unaelevada dosis de altruismo y desinterés:

Había en todas aquellas escuelitasun retrato de Martí, y se aprendía

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obligatoriamente sus versos […].Se trata de la obra imperecederadel maestro cubano, de ese que seiba a las montañas montado a ca-ballo y, aunque estuviera seis mesessin cobrar, nunca faltaba a clases.Allá iba vistiendo su única guaya-bera raída, que tenía que tenercuidado porque –si la soplaba elviento– se rompía en pedazos…9

Quizás uno de los mejores ejemplospara demostrar la importancia de laformación de valores como parte delproceso de crecimiento personal, loencuentra Eduardo en la figura de An-tonio Maceo. En su opinión, es la ética“la espina dorsal de la práctica políti-ca” de Maceo, pero “[…] los orígenesdel conjunto de valores que constitu-yen la base de la moral maceica debenencontrarse en factores tales como laeducación que recibió en el seno fa-miliar, el medio social en que sedesenvolvió […]”.10 Esta formacióninicial, como es conocido, se nutrió dela inflexible disciplina hogareña prac-ticada por su madre, pero también delos principios ideológicos que recibió enla masonería cubana y se continuó através de una avidez permanente desuperación personal.

En Maceo se dan cita, en opinión deEduardo “[…] lo mejor de los valores,sentimientos y formas de ser del cuba-no”.11 Y entre tantos valores yprincipios, destaca el historiador el le-gítimo humanismo de Maceo, uno de losrasgos menos divulgados de su pensa-miento, pero que se reitera ennumerosos documentos y cartas. Aldecir de Torres Cuevas

[…] la visión del guerrero a vecesha obstaculizado la entera compren-

sión de este humanismo del revolu-cionario que tiene como pedestal unprofundo sentimiento de amor […].La concepción humanista que apa-rece en forma explícita en susepístolas, documentos y comentariossobre su conducta, debemos consi-derarla como centro motor a partirdel cual se ramifica el núcleo bási-co de su ética. No hay arista de supensamiento que no esté relaciona-da con esa concepción.12

Unido a este penetrante pensamien-to axiológico, el historiador observaque los grandes pensadores cubanossupieron distinguir el concepto de na-ción, de origen y contenido europeo,del concepto de patria, mucho más in-mediato a la sensibilidad humana quelo determinado por concepciones polí-ticas, religiosas o étnicas. ParaEduardo Torres, la categoría de patriaencuentra en Varela, Luz, y principal-mente en José Martí, su fundamentoen tanto idea vehemente de amor alprójimo y de amor al género humano.La célebre sentencia martiana de que“Patria es humanidad” le sirve comopresupuesto para expresar: “No es po-sible la unidad del cuerpo social sin elamor, y el amor lo funda la esperanzay el amor lo funda la comunidad debienes, el destino común”.13

Por último, en este breve análisis so-bre las ideas claves que relacionan yle dan una coherencia y una universa-lidad sorprendente al pensamientocubano, desde Varela hasta Martí, elinvestigador no olvida la dimensión in-dividual, personal, imprescindible encualquier análisis sobre lo social. Y lapatria es también, desde esta perspec-tiva, una construcción íntima de cada

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uno de sus integrantes. De nada val-dría una exquisita teorizaciónacadémica sobre el deber ser patrio-ta, si cada hombre por separado no lorecepciona e interpreta desde su sub-jetividad. Por eso señala:

Pero pensar la patria siempre tieneuna condición personal. Patria es elconjunto de voluntades e ideas queunen, pero hay un hecho personal,hay que pensarse desde dentro,identificarse con determinadas co-sas. La patria siempre serápensada desde el individuo. Donde-quiera que haya un cubano, debeser un pensamiento. Y este pensa-miento debe ser en cubano. Esevestirse de ideas desde la culturacubana.14

Pensamiento y cultura son quizás losconceptos que más se repiten en todala producción filosófica e historiográficade Eduardo Torres Cuevas, y ambos seencuentran en su obra telúricamenteentrelazados. Pensamiento, porque elautor confiesa que nunca ha queridover la historia “[…] como historia de loshechos o cronología de los hechos,sino como historia de procesos que nosólo tienen el cuándo, el cómo y eldónde, sino también el porqué: es de-cir, las causas que mueven ciertasacciones, y como estas –de un modou otro– se relacionan con las ideas omentalidades”.15 Cultura, porque elcompromiso del intelectual entraña enúltima instancia “[…] el problema dela subsistencia de una cultura, de unpueblo. Y esto es lo esencial, porque loque salvará a Cuba en cualquier circuns-tancia futura es su cultura, su cultura depensar o del pensar, sin la cual estaría-mos absolutamente desvalidos”.16

La perspectiva que tiene EduardoTorres de la Historia de Cuba, de susproblemas como nación y retos para elfuturo es profundamente cultural eintegradora. En ello coincide con unode los grandes maestros de las cien-cias sociales cubanas del siglo XX,Fernando Ortiz, del cual afirma que:“Quien se acerque atentamente a suobra se percatará de cómo su concep-to de transculturación evoluciona apartir del estudio de lo afro e hispanohasta la síntesis sin prefijos ni sufijosque lleva por nombre: la cubanidad; osea, hacia la culturación o creación deuna cultura cubana”.17

A esta conclusión arriba alguien queconfiesa haber leído en cada momentolo más avanzado del pensamiento uni-versal, tomando aquello que le era útilpara forjarse un método propio de inter-pretar la realidad y desechando lasmodas pasajeras. El intelectual que paraformarse sólidamente leyó a Sartre, aAlthusser, a los estructuralistas y al fi-nal alcanzó a conjugar lo mejor de todasestas tradiciones, pero que confiesa ha-berse inclinado más hacia “[…] elhumanismo marxista sartreano, por con-siderar que no sólo me permitía veresquemas y estructuras, sino al hombreactuando”. 18

La aseveración anterior lo lleva aidentificarse con los conceptos deSartre de la responsabilidad moral y elcompromiso ético de cada individuo,ante sí mismo y ante la sociedad. Porello puede afirmar, en una hermosaexégesis del escritor francés, que:

Su encuentro con Marx […] paraél resultaba natural y armonioso. Eldescubrimiento de la historicidad,del compromiso del intelectual y del

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imperativo moral de la responsabi-lidad, le da sentido a su negación detoda metafísica […]. El imperativomoral que reclama en El ser y lanada y la exigencia individual deque “soy responsable de todo lo quehago”, armonizan en él con la insu-perable posición marxista.19

Y más adelante enfatiza en el hu-manismo del filósofo francés cuandoalega:

Desde este nuevo ángulo del análi-sis sartreano, todo hombre es, almismo tiempo, autoafirmativo e his-tóricamente condicionado; esabsoluto en su afirmación individualy relativo en su dependencia social.La totalidad de la sociedad real (lacapitalista) –cuya resultante era laalienación o separación del hombrede su obra– requería, primero, de sudestotalización y, después, de laretotalización de todo lo real exis-tente en un nuevo proyecto social(el socialismo).20

En opinión de Torres Cuevas, lotrascendente en el pensamiento deSartre radica en su esencia rebelde,provocadora y liberadora del hombrede todo tipo de enajenación o domina-ción. Esta dimensión desalienadora sólopodía encontrar su realización en el so-cialismo:

[…] el socialismo como expresiónde una totalidad futura que trascien-de la situación. No es un socialismoteleológico, predestinado, definitivo,invariable, ineludible; es la perma-nente búsqueda de un cambio desituación; la superación de una an-gustia; una búsqueda permanente;

un identificarse a sí mismo, en el cualsu yo es su conciencia moralizadora:“es una apuesta, pero diferente a lade Pascal, le apuesto al hombre yno a Dios”.21

Notas1 Calcines, Argel. Eduardo Torres Cuevas por elfilo del cuchillo. Opus Habana (La Habana)6(2):21; 2002.2 Torres Cuevas, Eduardo. “Prólogo”. En:Antología del pensamiento medieval. La Habana:Editorial de Ciencias Sociales, 1975. p. 9.3 Ibídem, p. 11.4 Ibídem, pp. 15-16.Cursivas en el original.5 Ibídem, p. 28.6 Calcines, A. Op. cit. (1). p. 31.7 Torres Cuevas, Eduardo. El legado común deFélix Varela y de José Martí. La Habana:Arzobispado de La Habana, 2003. p. 5. (Cuadernosdel Aula 2)8 Ibídem, p. 12.9 Calcines, A. Op. cit. (1). p. 31.10 Torres Cuevas, Eduardo. Antonio Maceo. Lasideas que sostienen el arma. La Habana: Editorialde Ciencias Sociales, 1995. p. 109.11 Ibídem, p. 107.12 Ibídem, p. 111.13 Torres Cuevas, E. Op. cit. (7). p. 15.14 Ibídem, p. 23.15 Calcines, A. Op. cit. (1). p. 21.16 Ibídem, p. 32.17 Ibídem, p. 22.18 Ibídem, p. 32.19 Torres Cuevas, Eduardo. “Sartre: testimonioesencial de una época vital”. En: Sartre-Cuba-Sartre. Huracán. Surco, semillas / EduardoTorres Cuevas, coord. La Habana: EdicionesImagen Contemporánea, 2005. p. XXIV.20 Ibídem.21 Ibídem, p. XIX.

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¿Era FulgencioBatistainteligente?

Newton Briones MontotoHistoriador e investigador

El pueblo cubano en su odio aFulgencio Batista calificó al dicta-

dor de bruto y esa estampa como unsello quedó grabada en nuestra con-ciencia hasta nuestros días. Suactuación como coronel del Ejército ydespués como presidente de la repúbli-ca, dejaron a su paso engaño, tortura ymuerte dando la impresión de alguienque utilizaba más la fuerza que la inte-ligencia. A esto se le puede agregar laincongruencia entre su imagen, algovulgar e ignorante, y los cargos queocupó. Y Liborio lo contraatacaba mo-fándose con cuentos donde suignorancia era resaltada. Batista, que sesuperó bastante intelectualmente, tuvoun pleito a muerte con la “c” interme-dia, pues cuando hablaba su diccióndejaba qué desear. Él nunca podía de-cir doctor sino decía “dotor”, y ellodaba la sensación de estar ante unhombre iletrado. Un cuento de la épo-ca narraba su intervención en un actopúblico, donde dijo “Ojio”, refiriéndose alestado de Ohio en los Estados Unidos.Alguien lo rectificó diciéndole que eninglés se decía “ojaio”. Y en otra inter-vención, algún tiempo después,pronunció “bojaio”, refiriéndose al bo-hío de los campesinos. Al no saber

diferenciar entre la pronunciación deOhio en inglés y bohío en español, elcuento ratificaba su estupidez, aun-que Batista hablaba inglés. Verídicoo no, el cuento circulaba en las ter-tulias sociales.

Aunque es cierto que su pronuncia-ción dejaba mucho que desear, suinteligencia no era escasa como se pen-saba. Dan fe de ello diferentescircunstancias de su vida, y hacemos lasalvedad de que estamos hablando deinteligencia y no de cualidades moralesy éticas. Una persona que lo conocióde cerca, lo describió de la siguientemanera: “Dedicaba toda su atención aquien se dirigía a él, captando las ideascon tal rapidez que a veces contestabaantes de que le hubiesen formulado ca-balmente la pregunta”. Nadie carentede inteligencia puede gobernar un país,once años, la primera vez (1933-1944)y seis la segunda (1952-1958). Alguienmás que lo trató de cerca refiere otraimpresión: “Jamás he conocido yo aotra persona que fuese capaz de domi-nar sus emociones como el generalBatista. Siempre asequible, siempre afa-ble con quienes lo rodeaban, y pese a lacarga abrumadora que sobre sí llevaba,continuaba mostrándose cariñosísimo”.A la luz de la psicología actual, lo an-tes dicho sería calificado de inteligenciaemocional. Este hombre en aparienciaignorante y torpe supo imponerse a in-telectuales, políticos, militares yburgueses. El quehacer diario puedeilustrar algunos episodios de su vida.

El 14 de abril de 1921, con veinteaños de edad acabados de cumplir, in-gresa como soldado de línea en elEjército. Cuatro años más tarde es tras-

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ladado como escribiente al Estado Ma-yor General. Corría el año de 1926 yel séptimo distrito militar, La Cabaña,convocó a una oposición al quedar va-cante una plaza de sargento mayortaquígrafo. Batista obtuvo la más altapuntuación, cien puntos, según la OrdenGeneral # 149. En agosto de 1928 asis-te a nuevos concursos y gana, poroposición otra vez, el cargo de sargen-to mayor taquígrafo. Existen otroshechos que demuestran otro ángulo des-conocido. Era alguien que sabíamanejar los símbolos. Los símbolos sonrepresentaciones abstractas y sus crea-dores deben separar mentalmente unacualidad, estado, o fenómeno con inde-pendencia del objeto en que existe o porel que existe; la rama del olivo es elsímbolo de la paz. Batista tenía estacualidad, la de la abstracción y esto lepermitía crear símbolos.

En 1929 la situación económica delpaís se hacía difícil y el sargento Ba-tista al igual que muchos otros buscabaopciones. “¡Un negocio de prendas fia-do! ¡Esta puede ser una buena solución!Yo adelanto el dinero para la compra,después lo vendo un poco más caro ylo voy cobrando en mensualidades”,pensó el sargento en su soliloquio. Co-menzó a vender sortijas, relojes,prendedores y todo lo que los soldadosquisieran comprar. Un día compró unanillo de oro con una piedra amatista yse la propuso a varios conmilitones,pero resultaba muy cara y nadie podíacomprarla. No tuvo más remedio queusarla hasta tanto apareciera algún in-teresado. Se colocó en su dedo lahermosa piedra de irradiaciones ama-rillas, montada en anillo de oro. En laventa de cigarrillos de la esquina de

Toyo, frente a su casa, compró diez pe-dazos de billetes. En el ómnibus que lollevaba a Columbia fue contemplandola prenda de su propiedad. Le subyu-gaba el violeta pálido de aquella piedracon irradiaciones amarillas. Al día si-guiente se sacó el tercer premio de lalotería nacional. ¡La suerte lo premia!No es rico, pero está feliz de poder pa-liar la situación económica. Le compróa su mujer un juego de sala, ropitas ala hija y él adquiere un automóvil deuso. Ya no irá más a Columbia con elriesgo de estrujar su uniforme en elatestado autobús. Haciendo un recuen-to, se pregunta, de dónde le puede habervenido esa suerte, se da cuenta de quelo único nuevo que tiene es el anillo conla piedra amatista y piensa en la sortijacomo algo que da suerte. Se debateinternamente en lo que debe hacer conla sortija, si venderla o quedarse con ella,si realmente en este pequeño artículoestá la suerte. “¡Bueno si da suerte ono! –se dice–, no es lo más importan-te, lo que voy a contarle a todo elmundo desde ahora, es que las sortijascon amatistas que yo vendo, dan suer-te; yo soy el mejor ejemplo. ¡Seguro voya vender muchas sortijas de oro conpiedras de amatista!”.

No sabemos si la nueva idea le dioresultado o no. Sin embargo, no dejade ser novedosa la forma que le da alasunto para provecho propio. Pero nose detuvo ahí y continuó sacándolesustancia a la prenda. En 1933, cuan-do llega a la jefatura del Ejército ypasa de sargento a coronel, regala asus amigos sortijas con amatistas, ré-plica de aquella que, según él, le trajola buena suerte. Aunque esto se con-tradijera con posterioridad, en el exilio,

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después de 1959, se le veía vestir conelegancia un traje veraniego de colorgris, y en el dedo anular la sortija. Al-guien dijo que la prenda era una de laspocas instituciones batistianas verdade-ramente sentimental. La amatista seconvirtió en un símbolo y lucirla equi-valía a decir: “Soy amigo de Batista”.

Desde su época de sargento taquí-grafo tenía como compañera a ElisaGodínez Gómez, con quien se casó mu-chos años después, el 24 de junio de1936. Sin embargo, por esa misma épo-ca conoce a Marta Fernández Miranda,una muchacha alta de ojos verdes ymagnífica figura y, además, veinte añosmenos que él. Batista queda prendadode ella y a escondidas la ve, pues suposición social y política unida a la mo-ral de la época le impiden hacerlo deotra manera. En 1940 se postuló parapresidente de la república y obtuvo lavictoria, ayudado por su posición de co-ronel y jefe de las fuerzas armadas.Durante ese período existían en Cubados primeras damas. Una, a la luz deldía, que vivía en el palacio. Y otra, se-creta, que ejercía las funciones dequerida del presidente y ya tenía con élun hijo. El gobernante quería resolverel asunto, casarse con Marta, pero lasnormas de la época estaban en contradel divorcio. Su condición de presiden-te, la imagen de buen padre de familia,en fin de hombre político, le impedíahacer realidad su deseo. No obstan-te, mediante una ley de divorcioencontró la solución, a pesar de los es-fuerzos de la Iglesia católica en contra.

Dicha ley tenía también un propósitoeconómico, convertir a La Habana paralos americanos en Las Vegas, como se-gunda opción. Irónicamente, los cubanos

comenzaron a sacar ventajas del divor-cio. Cientos de matrimonios fuerondisueltos y nuevos se contrajeron entrelos oficiales de las fuerzas armadas yfuncionarios civiles. Este era el primerpaso, el divorcio con Elisa, la meta, elmatrimonio con Marta. Pero antes de-bía elaborar una historia que convencieraa la opinión pública y esta no lo castiga-ra para un hipotético futuro político conel voto en contra. Se preocupaba por suimagen y hacía por conservarla. Si paraconseguirlo tenía que elaborar una his-toria falsa, lo haría.

Según cuenta la leyenda, el presiden-te había conocido a Marta en unasituación difícil. Transitaba con su ca-rro por la Quinta Avenida y Marta enuna bicicleta, cuando su carro la atro-pelló al pasar a su lado. Después elgeneral la visitó en el hospital, le llevóflores, y se interesó por el estado de lapaciente, hasta que Cupido se apoderóde los sentimientos de ambos. La ima-gen de hombre fuerte, presidente y exgeneral, se trocaban en débil, amable ycomprensivo por haber sucumbido antela tierna joven de ojos verdes. El mitose afianzó y los periodistas divulgabancosas como estas: “Del choque de unadébil bicicleta y un poderoso Cadillacnació este idilio que sigue teniendo elmismo simbolismo […]”. Los italianostienen una frase apropiada para casoscomo estos: se non e vero e bentrovato (si no es verdad está bien con-tado). Esperó hasta que pasaran laselecciones de 1944, y su contrincantede época anteriores, Ramón Grau SanMartín, salió electo. Mantuvo un tiem-po más su matrimonio con Elisa, hastael 27 de octubre de 1945, y se casó conMarta el 22 de noviembre de ese año.

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El divorcio le costó unos cuantos mi-llones, y Elisa pasó de ser la lavanderade los tiempos duros a una opulentadama de la sociedad habanera, aunqueera más discreta que Marta. Con lasalida de Batista al exterior no termi-naba su capacidad creativa, nuevosacontecimientos pondrían a prueba tanútil herramienta.

La preocupación por su imagen esotro tanto a favor de sus neuronas. Undomingo estando de pesquería se sin-tió indispuesto y ordenó el regreso atierra, por una ligera parálisis facial, yse incomodó porque los altos oficialesmilitares estuvieron presentes a su lle-gada en el barco Cuba. Batista, quesiempre ha sido muy meticuloso y cor-dial, mostró en esa oportunidad rasgosde incomodidad, porque trascendieraque tenía una simple parálisis facial.

Como hábil político, jamás definió sufilosofía esotérica, y sabiendo de lascreencias populares, brujería, espiritismoo catolicismo, no quería perder adeptosal inclinarse por una de ellas. Si leyó ono a Maquivelo lo desconozco, pero lle-gó a la misma conclusión que el florentino:es indispensable saber disfrazar bien lascosas y ser maestro en fingimiento, aun-que los hombres son tan cándidos y tansumisos a las necesidades del momentoque quien engañe, encontrará siempre aalguien que se deje engañar. Con unaidea menos elaborada que el creador delas sugerencias a El príncipe, supo quelos hombres están más educados paracreer que para analizar. Cuenta su secre-tario, Acosta Rubio:

Cuando era candidato presidencialpor el PAU [Partido Acción Unita-ria] alguien le tomó una fotografíaen los jardines de Kuquine, sobre el

fondo de unas matas enredaderas.Me llamó una noche y me dijo:“¿No ves un indio en el fondo? Estábien clarito y definido”. Le contes-té que sí, y era evidente que lasramas configuraban la cabeza, perode un indio piel roja. “¿Qué te pa-rece mandar a imprimir unoscuantos millares, para que la genteque cree en eso, y aquí son miles,vea que tengo la protección de uncacique? ¡Sería una buena propagan-da!”. Y, como era lógico, mandamosa reproducir por millares aquella fo-tografía. En la intimidad, Batistahacía burlas de aquello, pero cuan-do alguien le hablaba del asunto,sonreía como asintiendo a la protec-ción que recibía del más allá.1

Otro investigador refiere algo pare-cido con la relación a la bandera del 4de septiembre, la constituida por los co-lores representativos de las distintasinsignias de los cuerpos armados. Elamarillo, el Ejército; el azul, la Policía;el blanco, la Marina, y el rojo la sangrede nuestros patriotas. La coincidenciade que estos colores correspondían alos de las deidades más sonadas delpanteón lucumí (el verde a Orúmbila, elamarillo a Ochún, etcétera), hizo que lossanteros, ante la rápida y exitosa carre-ra política de Batista, reconocieran aBatista como hijo de Orúmbila, el due-ño del azar. Encontró un símbolo paradramatizar un suceso que lo había lle-vado al poder. En realidad el objetivoera asegurar la confianza de la tropa ysubordinar el poder civil al militar.2

Sin embargo, después de su golpe deEstado el 10 de marzo de 1952 su inte-ligencia no resultó suficiente paraentender otros acontecimientos de vital

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importancia: Los estudiantes de la Uni-versidad se rebelaron en su contradesde el principio y no supo ver el sig-nificado de esa lucha, y la respuesta seafincó en la fuerza y no en la inteligen-cia; pues esta no le alcanzaba paradarle una solución política, sino todo locontrario. No supo que la batalla de laopinión pública la perdería frente a losestudiantes y en especial con José An-tonio Echeverría, que era partidario deenfrentarse al régimen. En más de unaocasión los periódicos y revistas publi-caron fotos de los estudiantes apaleadosy derribados en el suelo por los sicarios.Esto cambió la imagen del dictador que

al principio se presentaba como el sal-vador del orden, en relación al anteriorgobierno. Ahora la imagen de salvadorse trocaba por la de abusador, y de víc-tima pasó a victimario. Tampococomprendió que la organización 26 deJulio y sus combatientes le ganarían laguerra política y militar hasta hacerlohuir del país.

Notas1 Acosta Rubio, Raúl. Cuba, todos culpables.Miami: Editora Universal. pp. 150-151.2 Lachatañeré, Rómulo. El sistema religioso delos afrocubanos. La Habana: Editorial de CienciasSociales, 2004. pp. 113, 227.

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CRÓNICAS

SalvadorBueno: críticomayor

Jesús Dueñas BecerraCrítico y periodista

“Criticar es amar […]”.JOSÉ MARTÍ

El principal vínculo que me unía aldoctor Salvador Bueno (1917-

2006) era su hija, la psicóloga yprofesora de enseñanza artística AdaBueno Roig, quien fuera mi colega deprofesión en el Departamento de Tra-tamientos Especializados del HospitalPsiquiátrico de La Habana “Cdte. Dr.Eduardo Bernabé Ordaz”, donde hacecasi dos décadas comenzó a floreceruna linda amistad que –hasta hoy– si-gue y seguirá creciendo per se culomseculorum.

No obstante, desde los años cin-cuenta del pasado siglo, conocía altambién profesor, periodista e investiga-dor, porque leía –con la curiosidad conque suele hacerlo un púber– el “Noti-ciero Cultural” que publicaba la revistaEcos y confeccionaba el ilustre críticoy ensayista. En ese espacio reseñabalibros, conferencias, exposiciones de

artes plásticas u otras actividades cul-turales.

En la Escuela Normal para Maestrosde Santa Clara, donde estudié durantela mayor parte de mi adolescencia, elprofesor de Literatura Cubana utiliza-ba como libro de texto Historia de laLiteratura Cubana,1 del doctor Salva-dor Bueno, quien –en aquel entonces–era profesor de la Escuela de Filosofíay Letras de la Universidad de La Ha-bana.2 Con la lectura analítico-sintéticade esa obra (una de las mejores y máscompletas que escribió y de las que sehicieron seis ediciones), la mente y elalma de un joven se enfrentaron al ri-gor histórico, crítico e investigativo quecaracterizara la prosa elegante, perodirecta a la inteligencia humana, dequien recibiera, en 1959, el premio dela Sección de Gramática y Literatura,3

otorgado por el Colegio Nacional deCiencias y de Filosofía y Letras por suensayo crítico Trayectoria de Labra-dor Ruiz (A los 25 años de Laberinto).4

A partir de ese momento, caí en lacuenta de que Salvador Bueno no sóloera un magnífico historiador de la lite-ratura caribeña, sino un excelente críticoe investigador de la producción literariaproducida en la mayor de las Antillas,porque, al igual que el Apóstol, sabía“[…] ver […] deducir […]; analizar,presumir, explicar […]”,5 y además,aguijonear el intelecto y el espíritu dequienes buscábamos en las páginas deese texto el alimento cognoscitivo in-dispensable para crecer desde todo

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punto de vista; en consecuencia, con-vertirnos no sólo en respetablesprofesionales de la educación, sino tam-bién en buenas personas, porque nodebe olvidarse que el ex presidente dela Academia Cubana de la Lengua era,ante todo y por encima de todo, unmaestro que formaba a sus discípulosen el amor a la cultura cubana y uni-versal, al idioma cervantino y a lahumanidad.

Hace diez años, cuando incursionépor vez primera en la vida y la obra delpadre Félix Varela,6 piedra fundacionalde la martiana ciencia del espíritu,7-8

le di a leer mi artículo a Salvador Bue-no, y cuando lo hubo diseccionado conafilado, pero amoroso bisturí, me dijo porteléfono: “[…] su trabajo sobre esa fa-ceta poco conocida del padre Varela mepareció muy interesante […], pero loque más me llamó la atención fue lavaloración integral que hace de Varelacomo filósofo, psicólogo, profesor, sacer-dote y ser humano [...]; sin embargo, meagradaría hacerle algunas observacionespersonales”;9 señalamientos que, por ra-zones ajenas a la voluntad de ambos,quedaron archivados para siempre en suyo crítico.

El poeta, crítico y ensayista VirgilioLópez Lemus estima que SalvadorBueno es –sin discusión alguna:

[…] un creador literario, puestoque se ha ocupado durante sesen-ta años consecutivos de laliteratura, de estudiarla, historiar-la, explicarla, divulgarla, y ha sidouno de los ensayistas literarios másfecundos del siglo XX cubano [y elprimer lustro del XXI]. Como el tér-mino creación –aclara el doctorLópez Lemus– no implica sólo […]

los géneros de ficción, SalvadorBueno ha sido un creador eficien-te en su área de trabajo: el ensayoy la crítica literarios, que ha culti-vado con profusión. Ha sido ademásun periodista cultural muy destaca-do, con numerosísimos artículos[…], reseñas, comentarios críticos,[crónicas] y notas divulgativas publi-cados extensamente en revistas yperiódicos cubanos, españoles,mexicanos, estadounidenses y demuchos otros países de Europa yAmérica.10

De acuerdo con López Lemus, lafunción desempeñada por SalvadorBueno en el contexto crítico-literarioiberoamericano “[…] es servir [alotro], ser útil, trabajar en silencio en lasáreas de estudio para las que se sientemejor dotado […]”,11 razón por la cual“[…] se le ha asignado el calificativode ‘divulgador’, como si con ello se re-bajase su condición de ser uno de losprincipales críticos e historiadores lite-rarios [de todas las épocas y de todoslos tiempos] […]”.12 Sin duda alguna,quienes piensan que Salvador Bueno essólo un “buen divulgador cultural” noconocen la vida y la obra de uno delos primeros cubanos que obtuvo lacategoría científica de Doctor en Cien-cias Filológicas, la cual defendió enuna universidad este-europea cuandoya “[…] era un intelectual prominen-te, reconocido en el medio profesoral yprofesional de las letras y el periodis-mo patrio”.13

La fuente intelectual y espiritual dela cual bebió durante su juventud el quefuera asesor literario de la centenariaBiblioteca Nacional José Martí habríaque buscarla en la prosa del doctor

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Medardo Vitier (1886-1960),14 a quien élpercibe como paradigma (y sin duda al-guna lo es), y también en los escritoresespañoles que integraron la emblemáticaGeneración del 98.15

No obstante todo lo que pudieraargumentarse sobre la excelencia deldoctor Salvador Bueno como intelectualy como persona, y que, por su magni-tud, no podría resumirse en un modestoartículo periodístico, el crítico que siem-pre fue nos deja como legado unalección magistral de ética, humanismoy espiritualidad:

La misión de un crítico es –antetodo y por encima de todo– trans-mitirle al receptor un mensaje claroy preciso; ser honesto consigo mis-mo y con el otro o no yo… cuandolo que escribe es expresión genuinade su forma de pensar y sentir elhecho artístico-cultural que valoradesde una óptica objetivo-subjetiva,sin transgredir los principios ético-humanistas sobre los cuales seestructura el ejercicio del criterio yel periodismo cultural.

Para el colega Salvador Bueno, losperiodistas que ejercen la crítica artís-tico-literaria deben “[…] ser muysensibles y tolerantes […]. No obstan-te, y esto es quizás un defecto, yo noescribo de lo que no me gusta. Cuan-do algo definitivamente no me gusta, loque hago es callarme la boca”.16 Paramí, esa “confesión” es la mejor clasede ética periodística que un profesionalde la prensa puede recibir… no impor-ta dónde ni cuándo.

De críticos de la extirpe del doctorSalvador Bueno, Martí escribió: “Fue ungran crítico; apuntó y dio en el blanco”.17

Notas1 Bueno, Salvador. Historia de la LiteraturaCubana / 2ª ed. La Habana: Editorial Minerva,1954.2 Instituto de Literatura y Lingüística de laAcademia de Ciencias de Cuba. Diccionario dela Literatura Cubana. La Habana: Editorial LetrasCubanas, 1984: t. 1, pp. 158-159.3 Ibídem.4 Ibídem.5 Batlle, Jorge Sergio. José Martí: aforismos. LaHabana: Centro de Estudios Martianos, 2004.p. 87.6 Varela, Félix. Obras / Comp. Eduardo Torres-Cuevas, Jorge Ibarra Cuesta y Mercedes GarcíaRodríguez. La Habana: Editorial Cultura Popular,1997. 3 t.7 Dueñas Becerra, Jesús. Varela: psicólogoprecursor. Revista Cubana de Psicología (LaHabana) 15(3):186-90; 1998.8 González Serra, Diego. Martí y la ciencia delespíritu. La Habana: Editorial Si-Mar, 1999.9 Conversación telefónica con el doctor SalvadorBueno realizada en La Habana, 1997.10 López Lemus, Virgilio. Salvador Bueno y laliteratura cubana. Revista de la Biblioteca NacionalJosé Martí (La Habana) 95(1-2):103; 2004.11 Ibídem, p. 105.12 Ibídem.13 Ibídem, p. 103.14 Instituto de Literatura y Lingüística… Op. cit.(2). t. 2, pp. 1108-1110.15 Nórido, Yuris. El trabajo gustoso no es trabajo.Trabajadores (La Habana) 32(7):6; 2002.Entrevista al profesor, periodista e investigadorSalvador Bueno.16 Ibídem.17 Batlle, J. S. Op. cit. (5). p. 88.

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Evocacióndel Zarapico

Mercedes Santos MorayPoetisa, novelista y ensayista

Se me hace muy difícil hablar en pa-sado de Samuel Feijóo, evocar des-

de la sombra a un ser travieso comolos duendes, de incansable vitalidad. Sinembargo, así es, han transcurrido quin-ce años de la muerte de este hombreque no sólo dejó la huella personal desu escritura, sino esa pasión arrollado-ra, y tan suya, que lo convirtió en unaproeza viva, en un personaje que muybien podríamos encontrar en cualquierespacio rural o urbano de nuestro ar-chipiélago.

Recuerdo las últimas noticias que re-cibí de Samuel, gracias a su devota yleal Cleva Solís, esa poetisa y pintoraque fue una de las dos musas del gru-po Orígenes, y que desde el cultivoprofundo de la amistad verdadera, le dioel amor y el cuidado desde la sustan-cia cristiana de su existencia, comotributos reales, y no ficticios, del que-rer, espacio materializado en obras yque muy bien cumplía la máxima lati-na: Facta non verbum.

Muy enfermo, con las heridas de laedad y la salud quebrada, recibía enton-ces la atención de aquella mujer, brevey gentil, siempre acogedora que, cuan-do viene a mi memoria, llega nerviosae intranquila, deseosa de llegar prontoa su casa para ver cómo estaba Samuel,en aquellos terribles años iniciales delllamado Período Especial.

Ahora, que tanto se habla de las re-vistas culturales, asidero indispensablepara la cultura y para la actualizacióndel pensamiento y de la imaginación hu-manas, debemos recordar la laboriosidahuella de Feijóo desde la UniversidadCentral de Las Villas, y los signos de suSignos, virtual enciclopedia del folklo-re, expresión voluntariosa, más allá de lasdificultades y de las incomprensiones, deaquel singular antropólogo y etnólogocubano.

Uno de los más agudos críticos lati-noamericanos, Max Henríquez Ureña,nos dio la más justa e integral valora-ción de este cubano universal: “Feijóo esun espíritu inquieto, capaz de faenasmúltiples. Ha desentrañado del folkloreesencias autóctonas y ha comunicado enformas diversas su emoción del paisajecubano. Ya en verso, ya en prosa y aveces en prosa poética, su obra está di-fundida en multitud de folletos y librosque es preciso clasificar cuidadosamentepara apreciar las distintas direccionesde su labor creadora. Él mismo ha se-ñalado, en esa labor, dos principalesdivisiones: una, la poesía interior; otra, laque llama “línea vegetal cubana”.

Personaje él mismo más dinámicoque las propias criaturas nacidas de sucorazón y de sus manos, bien mereceSamuel Feijóo que le rindamos homena-je, y hagamos un alto en las cotidianaspresiones de la vida, para evocar suamor a la cultura y a las letras cuba-nas, de las que fue un legítimo y muytrabajador protagonista, capaz de supe-rar cualquier retrato por fiel que estefuese, dado ese invencionero afán suyode jugar a la incertidumbre.

Cienfueguero por haber nacido el 31de marzo de 1914 en San Juan de los

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Yeras, hoy provincia de Cienfuegos, fuecomo tantos escritores cubanos, esen-cialmente autodidacta, y así se expresósu genio, tanto en las letras como en laplástica.

“Nací en el campo, en un pequeñopueblo de calles de tierra, y me crié en-tre lomas, cañaverales, guayabales, jirascamperas, gallos, caracoles de monte,arroyos, pesquerías y trovadores delpunto cubano”, afirmaba para que no-sotros recordásemos sus orígenes.

Cuando le conocí, en los camerinosde un teatro, el de nuestro Guiñol, jun-to al teatrista Armando Morales, Feijóointentó sonrojarme con sus múltiples pi-ruetas verbales, y después, con ciertosentido de la mesura, más inusitado ensu desbordada especie, tuvo lástima demi adolescencia, mientras se interesabapor lo que hacía y por cuánto aspirabaa ser, con un desdoblamiento que merevelaba otra arista de su persona, ladel maestro.

Allí, sencillo, como si hubiese salta-do de la hamaca, al comienzo delcrepúsculo, estaba el autor de aquel clá-sico de nuestra narrativa, pícaro comosu progenitor literario, que fue JuanQuinquín, el mismo que se trasladó alcine gracias al talento de Julio GarcíaEspinosa y en el que latían muchas delas virtudes y también los yerros delZaparico.

Así conocí al poeta, al novelista, alinvestigador del folklore, al editor que

dirigió aquel espacio increíble que fuela Editorial de la Universidad Central deLas Villas, y revistas como Islas, asícomo el Departamento de EstudiosFolklóricos de aquella institución acadé-mica a la cual accedí, años más tarde,cuando un grupo de jóvenes escritoresy artistas nos reunimos en el terruño deMarta Abreu con la esperanza, másbien alucinada y errática que posible, decambiar al mundo como si pudiéramosemular con el célebre Zarapico que,como si fuera un personaje cervantino,podía batirse con los molinos de vien-tos sobre los campos de la Mancha,mientras de su laúd brotaban madrigalespara las mozas como Aldonza Loren-zo, perdón, como Dulcinea del Toboso.

Porque Samuel fue además un amo-roso enamorado del amor, y de la mujercubana, que tradujo a diversos mediosentre sonetos, décimas, romances, re-franes, leyendas y mitos, los cuales lepermitían convertirse en güije por nues-tros campos.

En su amplia papelería, recordemostambién que no fue menor su presenciaen la prensa cubana, como lo pruebanlas hemerotecas, y las ediciones de re-vistas como Orígenes, Carteles,Bohemia, entre otras, así como en eldiarismo, espacio testimonial no sólopara el poeta y el narrador, sino y sobretodo, para el incansable promotor cultu-ral que fue Samuel Feijóo.

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DOCUMENTOS RAROS

Quizás pudiera parecer una rarezao una extravagancia que un cuba-

no publicara un libro en latín, lo quesupone la existencia de lectores en esalengua. Sin embargo, no fue –claroestá– una excepción. Sería necesarioentonces recordar que al igual que enotras partes del mundo, el latín fue des-de la colonización de la isla por losespañoles, no sólo el idioma oficial dela Iglesia y su liturgia, sino el emplea-do con preferencia sobre el español enla enseñanza académica erudita y en elaprendizaje. Era, pues, el núcleo de la“segunda enseñanza” –inexistente aúny sólo reconocida como tal hacia me-diados del siglo XIX–, ya que sin sudominio no se podía acceder a los es-tudios superiores ni a la bibliografíacientífica y profesional básica. Estoexplica que fueran muchos los que ennuestro país –y fuera de él– poseye-ran la lengua de los antiguos romanosy la emplearan en forma oral, escrita,o combinadamente en su vida profe-sional. Juan de Aréchaga y Casas,nacido en La Habana en 1637 y falle-cido en México en 1688, según MaxHenríquez Ureña,1 o 1695, de acuer-

do con el Diccionario de la literatu-ra cubana,2 es uno de estos casosrepresentativos.

Hijo legítimo del capitán español, te-sorero y juez oficial de la Real Hacienda,de igual nombre,3 y de la cubanaManuela de Casas de Inestrosa (Cabe-za de Vaca incorrectamente en PérezBeato),4 después de cursar las primerasletras en Cuba, se fue a España en 1650con trece años de edad para realizar es-tudios en la Universidad de Salamanca,adonde llegó finalmente después dehaber sido robado por un pirata. Allí,de acuerdo con los documentos de suArchivo Histórico, se graduó de bachi-ller en Cánones en abril de 1657; enLeyes el 2 de diciembre de 1659, y delicenciado en estos estudios en 1662,mediante dispensa de un año de pa-santía otorgada el 16 de mayo delcorriente. Asimismo, aparece comodoctor en Leyes el 22 de mayo de1662.5

Según Francisco Calcagno, apartir de ese momento el rector lonombró lector y sustituto de la Cáte-dra de Institución, y poco después dela de Vísperas de Leyes y en ambasprestó servicios hasta 1670. Ese año

Juan de Aréchaga y Casas, primercubano que publicó un libroen latín

Amaury B. Carbón SierraProfesor de la Universidad de La Habana

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fue uno de los opositores a la cátedrade Instituta más antigua, por ascensoque hizo a la de Código más antiguo eldoctor García Dávila, y habiendo obte-nido éxito favorable, la ocupó el 9 defebrero de 1671.6 No consta la fechaen que abandonó la península, pero pu-diera haber sido esta última, pues apartir de ese año no se han encontra-do allí nuevos datos suyos ni se leregistra en el “Catálogo de los catedrá-ticos, maestros, doctores y rectores queha tenido la Universidad desde el cur-so 1546 al 47 que es el libro másantiguo que se conserba [sic] de ma-trícula”. En su brillante carreraprofesional y política, desempeñó ade-más, entre otros cargos y comisionesimportantes en el orden político einstitucional, el de gobernador deYucatán (1679), el de oidor y luego de-cano y presidente de la Sala de la RealAudiencia de México (1682), y el dejuez conservador del estado de HernánCortés. En La Habana, su patria, fun-dó con sus bienes y los de cincohermanas residentes aquí, tres donce-llas y dos viudas, el monasterio dereligiosas dominicas de Santa Catalinade Siena (1688?),7 aunque no constaque haya visitado la isla a ese fin. LaReal Cédula que declaró el permiso sedictó el 2 de agosto de 1684. Con estaacción piadosa tal vez quiso Aréchagalavar las faltas de su padre como fun-cionario público, fallecido antes de quese dictara sentencia en su contra pordelito de fraude.8

El habanero Juan de Aréchaga yCasas parece haber sido el autor delprimer libro, publicado en latín o al me-nos editado en esa lengua por uncubano. Así lo considera el bibliógrafo

Carlos M. Trelles,9 y hasta ahora ningúnnuevo hallazgo lo niega. Fue, sin embar-go, el historiador José Martín Félix deArrate (1701-1765), quien en su Llavedel Nuevo Mundo, antemural de lasIndias Occidentales, escrita un siglodespués, ofrece como título de la pri-mera obra del jurisconsulto el deArechaga Commentaria juris civilis(1662), de donde han tomado el datootros estudiosos, entre ellos, FranciscoCalcagno10 y el propio Trelles.11 Quizásse tratara de sus tesis de Licenciado yDoctor, defendidas ese año. No obs-tante, dada la búsqueda infructuosa enla Biblioteca y en el Archivo de la Uni-versidad de Salamanca, en la BibliotecaNacional de Madrid, y en otras biblio-tecas y archivos cubanos y españoles,suponemos, aunque sin ninguna certe-za y muchas dudas pero para partir deun hecho probado, que su primer libro,al menos como editor, haya sidoExtemporaneae commentationes adTextus sorte oblatos pro petitionibusCathedrarum Academiae Salmanti-censis. Salmanticae, apud JosephumGomez de los Cubos, 1666, en 4º, 107p. (Disertaciones improvisadas sobretemas sacados a la suerte con moti-vo de Cátedras en la UniversidadSalmantina), que sí se encuentra en laUniversidad de Salamanca y se consig-na en los catálogos bibliográficoseuropeos consultados. Consta de cua-tro disertaciones fechadas en 1662,1663, 1664, y 1665, que quizás contie-nen la mencionada por Arrate. Seacual fuere su primer libro, nadie pue-de disputarle la primacía, pues lacuestión sería sólo de título: este o unode los citados. Pero “como las obras deaquel son para nosotros monumentos

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venerables”,12 nos place consignar queel único ejemplar de esta obra existenteen Cuba fue donado en microfilm a laUniversidad de La Habana en 1996 porel director del Archivo Histórico de laUniversidad de Salamanca, donSeveriano Hernández Vicente, quien per-sonalmente realizó la búsqueda de losprincipales documentos relacionados conAréchaga e hizo la transcripción paraponerla en nuestras manos. Uno de ellos,lo constituye un dato curioso, la carac-terización física del estudiante que hacíael secretario, por desconocerse aún lareproducción fotográfica: “Don Juan deArechaga natural de la Abana de edadde diecisiete años Moreno cejisjunto ycejas negras un lunarcillo devajo de labarba al lado izquierdo pasahabil aCanones en 1º de octubre de 1654. DonMartin Gimenez [...]”.13

Lamentablemente, con la considera-ción hecha arriba, no queda resuelto elproblema de las publicaciones deAréchaga. El propio Arrate, quien citala obra de 1662 sin añadir datos com-plementarios, menciona también otrasdisertaciones impresas en el mismoaño 1666 y en la misma imprenta queel título anterior: Extemporaneaecommentationes ad quod autem inInstit. de capite minutis. Esta es, porotra parte, la única obra de Aréchaga quecita Nicolás Antonio en su BibliotecaHispana Nova (Roma, 1672, t. 1, p.638), a la cual, basándose en Arrate, serefiere Calcagno como otra publicacióndel cubano, lo que puede hacer pensarque se tratara de un folleto como pudoser el de 1662, si realmente existió, olo menos probable, de otro libro del queno se conserva ningún ejemplar. Por

otra parte, hemos comparado las pro-posiciones de las dos Extemporaneaey solamente una se aproxima en el títu-lo. Habrá que continuar esta indagacióncentenaria hasta poder llegar a una con-clusión definitiva o más satisfactoriasobre las obras de Aréchaga, algo quea estas alturas parece sumamente difí-cil. He aquí la ficha del libro delcubano:

A tinta: Bibliotheca Collegis RegalisSalmantin. Societ. Jesus Imoreso:Doctoris D. Ioannis de Arechaga etCassas i.c. Havanensis et in InclytaSalmanticensium Schola Juris CivilisProfessoris Extemporaneae commenta-tiones ad textus forte oblatos propetitionibus Cathedrarum DicataeExcelmo. Principi D.D. Gaspari deBracamonte: Comiti de PeñarandaRegni Gobernatori Supremi ImdiarumSenatus Praesidi, &c. CVM DñiChancellarii permissu SalmanticaeApud Josephum Gomez de los CubosAnno Dñi 1666. [107 p.]

Aréchaga fue también uno de nues-tros primeros poetas. Su bibliografíaactiva incluye el Epigramma in obitumPhilipppi IV, Magni Hispaniarum, &Indiarum Regis (Epigrama a la muer-te de Felipe IV, Rey de España y delas Indias), escrito por encargo y pu-blicado por el maestro fray FranciscoRoys o Roix en Pyra real que erigióla Universidad de Salamanca...(Salamanca, febrero de 1666, pp. 308-309). He aquí, por primera vez enCuba, el poema en latín, escrito endísticos elegíacos y con perfecto do-minio de la métrica, así como sutraducción al español, probablementela primera de ese texto:

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EpygrammaTetrica terra gemit, singultit luctibus orbis.

Nec elugendus funere casus erit.Flebilis Hesperia, Hispani ¡eheu! Solvite crines

Ferali squalens pulvere ferte caput.Praestitit Hispani Maiestas nominis altaHaeredi imperium, nobile corpus humo

Digno pro tumulo certant elemêta PhilippiSed maior Princeps est, ut in his iaceat.

Pantheon sarcophagus dives, adamantina molesGazae artisque stupor, cunta’que mira simul,

Relligione sacer, sublimis, maxima rerumAugustos cineres conteget. Haud capiet,Vix tanto Heroi superest condigna quietiUrna Hispanorum pectora busta manent.

EpigramaLa tierra gime sombría, solloza el mundo de dolor

Y no habrá otro acontecimiento mortuoriotan digno de ser llorado.

Llorosa está España, ¡ay!, españoles,desatad los cabellos en prueba de luto,

llevad la cabeza al aire libre, al descubierto.La alta majestad del pueblo español otorga el reino al sucesor

Y entrega a la tierra el noble cuerpo.Se disputan los restos de Felipe un digno túmulo

Pero es más grande el príncipe, aunque en ellos descanse.Como su panteón, un rico sarcófago, duro como el acero,

Fascinante por su riqueza y por su arte,y al mismo tiempo admirable por todo.Consagrado por su religión, sublime,

Grandioso, guardará las augustas cenizas.No acogerá totalmente a tan gran héroe,

Sobrevive apenas una condigna urna de paz:Los pechos de los españoles permanecen como su sepulcro.

Digamos, finalmente, que el eminentísimo cardenal José Sáenz de Aguirre hizoun elogio de Aréchaga, su maestro, en el libro Ludi Salmanticenses siveTheologia florentula (Salamanca, 1668), y fray Martín del Castillo le dedicó suobra Tractatus panegiricus de Sanctissima Maria domina nostra in Debboraet Jahele, Genuae, Joannis Salvatoris Pérez, 1690, aparte de otras referenciasya recogidas o consultadas, lo que constituye una prueba más de la significaciónintelectual del famoso jurisconsulto, uno de los primeros autores neolatinos cuba-nos, y el primero en dar a la luz un libro en latín.

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Notas

1 Max Henríquez Ureña. Panorama histórico de la literatura cubana. La Habana: Ediciones R, 1967.t. 1, p. 52.2 Instituto de Literatura y Lingüística de la ACC. Diccionario de la literatura cubana. La Habana:Editorial Letras Cubanas, 1980. t. 1, p. 69.3 “[...] el dicho don Juan, padre del pretendiente, hera natural y originario de la villa de Escoriaza enla provincia de Guipuscoa, y que era hijo lejítimo de Juan de Arechaga y doña Simona de Celaya yArana, naturales de dicha villa de Escoriaza”. AUS, Grados, L 787.4 La rectificación se basa en el “Claustro de Cancelario, constancia de nobleza, diócesis de Cuba (f.121, vº), AUS, Grados, L 787: “[...] y que la dicha Manuela de Casas hera hija lejitima de Melchor deCasas y doña Juana de Inestrosa, naturales de Maruella, en los reinos de Castilla, en el obispado deMalaga”.5 AUS, Grados, L. 787 y AUSA, Folio 2 vuelto, Registro de Matrículas, L-370.6 Calcagno, Francisco. Jurisconsultos cubanos. Revista de Cuba (La Habana) 2:154; 1877.7 Le Riverend, Julio. Notas para una bibliografía cubana de los siglos XVII y XVIII. Universidad de LaHabana (88-90):136; en.-jun. 1950.8 Había falseado una cifra de ingreso de esclavos con fines lucrativos. Cf. “La ilustre casa de losAréchaga”, en Un recuerdo de La Habana del siglo XVII de Juan Luis Martín (Archivo Nacional,Donativos y Remisiones, caja 362, Nº de orden 13).Las hermanas solteras de Juan de Aréchaga: Ana, Francisca y Teresa, profesaron después con losnombres de María de la Ascensión, María de la Purificación y María de Jesús Nazareno,respectivamente. A la muerte de Ana, en 1714, el cubano José Bullones publicó su “Sermón funeralque en las honras de la Vener. Madre María de la Ascensión, fundadora y primera prelada delmonasterio de Santa Catalina de Siena...” (C.M. de la Biblioteca Nacional José Martí).Sobre el convento, ver: Weiss, Joaquín E. Arquitectura colonial cubana, siglos XVI-XVII La Habana:Editorial Arte y Literatura, 1972. pp. 132-133.9 Trelles, Carlos M. Bibliografía cubana de los siglos XVII y XVIII / 2ª ed. La Habana: Imprenta delEjército, 1927. p. 2, nota 1.10 Calcagno, Francisco. Diccionario biográfico cubano. Nueva York: Imprenta de Néstor Ponce deLeón, 1878. p. 61.11 Op. cit. (8).12 Calcagno, F. Op. cit. (6). p. 55.13 AUSA, 552, F. 838. La fotografía fue descubierta en 1829 por Niepce y Daguerre.

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LIBROS

Suele ceñirse y también reducirse elconcepto de cultura a las artes y las

letras, así se olvida la Historia, esereservorio natural de la memoria, testi-monio de la especie humana en sudiálogo con el universo. De ahí la sig-nificación que alcanza la publicaciónpor la Editorial Argos, de Santo Domin-go, en la República Dominicana del libroCasados con la verdad, de la perio-dista cubana Mercedes Alonso Romeroen el que se reúnen numerosas entre-vistas, realizadas por la autora, endistintos períodos de su profesión, aprestigiosas y reconocidas figuras denuestra cultura, Premios Nacionales deHistoria, de Ciencias Sociales, laurea-dos con diversos galardones, como elPremio Casa de las Américas y los dela Crítica.

Este cuaderno, enriquecido desde lagráfica, con las imágenes de los entre-vistados, realizadas por algunos de losmás destacados fotógrafos cubanos,como Raúl Castillo, José OscarCastañeda, Pablo Pildaín, GilbertoRabassa, Guillermo de Jesús, J. L.Garciandía y Yamil Lage Acosta, es untributo al pensamiento cubano contem-poráneo, expresión legítima de nuestracultura, ya que estas mujeres y estos

hombres retoman el legado fundacionaldel siglo XIX y se adentran en nuevas ycomplejas zonas de la reflexión y delanálisis de cuanto ha sucedido y suce-de en nuestro país.

El título del volumen brota de las pa-labras del primer entrevistado, el decanode los historiadores cubanos en activo,el maestro y obligado referente por susapiencia y modestia César García delPino, laborioso e infatigable que se con-fiesa, desde su especialidad y por suética, “un individuo casado con la ver-dad”, como condición sine qua non dequien se entrega a la Historia.

También merece destacarse el espa-cio dedicado a “los que ya no están”,entre los cuales se encuentran figurasmayores de nuestra cultura, como Hor-tensia Pichardo, José Luciano Franco,José Antonio Portuondo, Sergio Aguirre,la escultora Jilma Madera, cuya presen-cia en este homenaje se valida desde elMartí del Turquino, y Francisco PérezGuzmán a quien se dedica el libro, sen-sibles pérdidas que sin embargo nosdejaron la riqueza de sus obras, home-naje per se del hombre sobre la vida.

Varias mujeres se incluyen en este li-bro, amén de la maestra de maestrosque fue la Pichardo, y de la propia Jilma,

Nada hay tan bellocomo la esperanza

Mercedes Santos MorayPoetisa, novelista y ensayista

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como Nydia Sarabia, Áurea MatildeFernández Muñiz, Olga PortuondoZúñiga y María del Carmen Barcia, ex-presión de la presencia femenina dentrodel horizonte de las Ciencias Históricasen Cuba que califican por su autoriza-da incidencia desde el claustro y laAcademia, desde el periodismo al ejer-cicio intelectual con diferentes aportesa nuestra cultura, que inciden ademásen el enriquecimiento de la propia cien-cia, con esa perspectiva de lucidez noexenta de lirismo, el cual permite apre-hender hasta el detalle y, sobre todo,dimensionar espacios subjetivos decuanto acontece por la mano humana,en pos de un testimonio que no silen-cie a nadie, ni invisibilice circunstanciasy seres, desde la Cuba profunda hastalos escenarios hispánicos siempre rela-cionados con nuestra historia comonación y nacionalidad.

Voces y experiencias como las deJosé Cantón Navarro, Jorge Ibarra,Oscar Zanetti, Eduardo Torres Cuevasy Eusebio Leal se reúnen aquí, desdela singularidad de cada uno, en este tex-to que cuenta a manera de prólogo conlas reflexiones de un joven de las últi-mas promociones de los historiadores,como Yoel Cordoví, todos los que su-brayan el sentido de pertenencia y deresponsabilidad moral y social de losque se dedican a esta profesión y ven-

cen dogmas, prejuicios, ignorancia,desinformación y esquemas a priori enpos de una mirada en verdad signadano sólo por la cientificidad de su labor,sino por el compromiso ético de quie-nes la realizan.

Eusebio Leal destaca: “La cultura esla verdadera clave interpretativa. Ade-más, hay para millones de sereshumanos una profecía de perennidad yresurrección que no acaba. No haynada tan bello como la esperanza”.

Mientras, Eduardo Torres Cuevas sedeclara deudor de los maestros del pen-samiento histórico y social en Cuba,quienes supieron no sólo darnos leccio-nes de principios científicos eideológicos, sino que subrayaron la ne-cesidad comunicacional de unaescritura de la Historia que pudiese lle-gar a todos, como vía de enseñanza yde crecimiento, legado asumido por éldesde el magisterio de José de la Luzy Caballero, y reconoce en Félix Varelay en José Martí.

Como María del Carmen Barcia,natural, aguda y sensible, quien resumesu profesión, la que ha ejercido duran-te varias décadas desde las aulas de laUniversidad de La Habana y ha volca-do en sus libros, al situar la funciónformativa de una vocación: “Enseñar apensar ha sido para mí una divisa”.

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Vergüenzacontra dinero

Marta B. ArmenterosEditora

Un libro acaba de aparecer en la ca-pital de Cuba con motivo del cen-

tenario del nacimiento de EduardoRené Chibás Ribas: Vergüenza contradinero, de Ramón Rodríguez Salgado(La Habana, Editora Política, 2007) que,además de la “Nota de presentación”,está conformado por dos partes: la pri-mera, bajo el título general de “Partido,doctrina y acción”, consta de cuatrocapítulos:

I) “La formación del Partido Orto-doxo” comienza con la llegada al poderdel Partido Revolucionario Cubano (Au-téntico) y de Ramón Grau San Martína la presidencia del país. Este hechoaparece bajo el subtítulo “La JornadaGloriosa de 1944: apertura de la era au-téntica”, donde se presenta la situacióndel país y el inicio de las decepcionesdel pueblo, lo cual aparece en “La frus-tración nacional”, acápite en el cualChibás denuncia los desmanes del go-bierno y el gangsterismo existente en laépoca, realidad enfrentada por él consu habitual fortaleza. Las esferas gu-bernamentales en 1945 intentan realizarun cambio en la Constitución que con-llevara a la prórroga de poderes delpresidente, y a esto se opone el adalidcon su característico ímpetu; dichaproblemática está reflejada en“Reeleccionismo y fisura en las filasdel PRC (A)”. En “La irrupción de la

‘guerra fría’: un nuevo elemento”,muestra las luchas obreras y la políti-ca de los Estados Unidos en cuanto asus relaciones internacionales y su in-fluencia en Cuba. “Nacimiento yestructuración del Partido de Chibás”presenta la crisis política del país, la queconlleva a que el líder y un grupo deauténticos decidieran formar el Partidodel Pueblo Cubano (Ortodoxos), presi-dido por él.

II) Este capítulo, titulado “Los fun-damentos ideológicos”, se inicia con“Análisis sumario del Programa” don-de se analiza el texto del ProgramaDoctrinal del Partido Ortodoxo. En “Lalínea de la independencia política o anti-pactismo”, el autor estudia la posicióndel ortodoxismo en cuanto a las coali-ciones político-partidistas en la luchapor el poder. Un aspecto importante setrata en “La Tesis Programática de laJuventud Ortodoxa”, aparecida en eldocumento El pensamiento ideológi-co y político de la juventud cubana.Tesis de la Comisión Nacional Orga-nizadora de la Sección Juvenil delPartido del Pueblo Cubano (Orto-doxos), en el que se expone la teoríapolítica de la nueva generación.

III) “Los inicios de la lucha” es elcapítulo cuya primera sección es “Lamano imperialista en el sector azuca-rero”, en él se muestra el apoyo deChibás al diferencial azucarero con-quistado por los trabajadores del ramo,encabezados por Jesús Menéndez, logroque el gobierno de los Estados Unidosquería eliminar. En “Las elecciones ge-nerales de 1948” se señala la situaciónpolítica del país en esos momentos; endicho proceso electoral salió elegido Car-los Prío Socarrás por el Partido

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Revolucionario Cubano (Auténtico),mientras Eduardo Chibás recibe el ter-cer lugar en la votación. “El nuevoinquilino de Palacio” da a conocer laposición política del gobierno de Prío ensus primeros tiempos y el enfrenta-miento del líder ante los desmanes quese cometían. El subtítulo “La lucha deChibás por la nacionalización de los ser-vicios públicos” presenta el punto devista del líder en relación con los mo-nopolios extranjeros, en particular laCompañía “Anticubana” de Electricidady la Cuban Telephone Company.

IV) “El afianzamiento del chibasismo”se inicia con “El empréstito de la des-vergüenza”, o sea, el que el gobierno dePrío pretendía concertar con el ChaseNational Bank de Nueva York; Chibáscon sus prédicas demuestra su signifi-cado nefasto para el país, pues loendeudaría por tiempo indefinido. En elsiguiente acápite, “La Causa 82, losNuevos Rumbos y el Decreto 2273”, seprecisa, en primer lugar, sobre la acu-sación impuesta por el senador PelayoCuervo contra el ex presidente RamónGrau San Martín y un grupo de sus co-laboradores ante el Tribunal Supremode Justicia por el delito de malversación.También expone la falsa política de losNuevos Rumbos proclamada por Prío,en la cual este propone terminar con lacorrupción administrativa y el nepotis-mo heredados del gobierno de Grau.Asimismo, desarrolla la posición deChibás ante estos hechos y el llamadopor él “Decreto Mordaza”, que aprue-ba el acoso y la vigilancia contraquienes estaban en contra del gobier-no. “Más inmoralidad, y las revelacionesde los surveys” analiza el enfoque deChibás y de los sectores de la oposi-

ción acerca de los primeros dos años delgobierno de Grau, y los sondeos realiza-dos en el pueblo, que pronosticaban elfuturo triunfo ortodoxo en las elecciones.

La segunda parte del libro, “Acoso,sacrificio y legado”, consta también decuatro capítulos:

V) Titulado “Acoso, sacrificio y le-gado” tiene como primera sección“Una historia poco conocida”, donde elautor se refiere a la denuncia hecha porChibás sobre la presencia de mafiososnorteamericanos en Cuba, como LuckyLuciano y Meyer Lansky, que contro-laban el tráfico ilegal de drogas, el juegoy la prostitución en el país. “¿Qué ha-cer con Eduardo Chibás?” trata de laimputación hecha por el líder de la in-versión de capitales del régimen porparte de algunos cubanos en los Esta-dos Unidos y los depósitos bancariosque efectúan en ese país en contra delbienestar económico de Cuba. Ante to-das sus acusaciones y la probableelección de Chibás como presidente, seproduce una conjura entre el gobier-no, la mafia y la oligarquía cubana,entre otros, en la cual se planteabantres variantes expuestas en este seg-mento del libro.

VI) “El último combate” comienzacon el subtítulo “La conjura en marcha”,y explica cómo el ministro de EducaciónAureliano Sánchez Arango se convier-te en la punta de lanza de la conspiracióncontra Chibás para desprestigiar su pers-pectiva política, comenzando así lafamosa polémica donde este acusa alministro de que tanto él como otros in-tegrantes del gobierno cometen diversosdesmanes. Continúa el capítulo con “Laspruebas que no pudieron ser exhibi-das”, donde se demuestra la firmeza

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de la posición de Chibás ante sus de-nuncias de corrupción, pero al no poderpresentar pruebas concluyentes, estoprovocó que perdiera parte del apoyode sus correligionarios.

VII) “El aldabonazo de la inmola-ción” se titula este capítulo, cuyo primerepígrafe es “El drama y metáfora de undisparo”, y en él son narrados los mo-mentos anteriores a que se realizara eldisparo; aparecen además opiniones dealgunas personalidades sobre el hecho.En “La apoteosis del martirio” se des-cribe el tiempo transcurrido entre elintento de suicidio y la muerte del líder.En el siguiente subtítulo, “La continua-ción de la obra”, se explica cómo apesar de que un grupo de seguidores deChibás continúa sus preceptos, entreellos el joven Fidel Castro Ruz, otrosprovocan la fragmentación dentro delPartido. “El regreso de los coroneles”aborda el golpe de Estado provocadopor Fulgencio Batista el 10 de marzo de1952 y sus consecuencias para el país.

VIII) El último capítulo, denominado“La fructificación de la semilla”, es co-menzado con “La confirmación del lídernecesario”, donde el autor demuestra elpapel jugado por Chibás y su importan-cia ante la cruda realidad querepresentaba el gobierno golpista deBatista. Termina esta parte del textocapítulo con “La presencia de Chibásen el Moncada”, y se prueba la in-fluencia del ideario chibasista en lageneración del centenario.

A continuación aparece un “Epílogo”con la opinión del autor sobre lo queimplicó la desaparición de EduardoChibás para la sociedad cubana.

Finaliza el volumen con una “Biblio-grafía” de los materiales consultadospor el autor, quien desgraciadamente nopudo ver la publicación de su libro, peroque no obstante, estará orgulloso de estainvestigación, importante para quienesdeseen profundizar en la vida y obra deEduardo René Chibás Ribas.

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Julio Le Riverend Brusone (1912-1998) es uno de los príncipes de la

historiografía cubana de la segunda mi-tad del siglo XX, y tal condición quizáshaga pensar que su nombre y su obrason bastante conocidos entre nosotrosy no necesitan presentación. Y esto escierto si pensamos por ejemplo en susgrandes obras como La Habana: bio-grafía de una provincia (1960) y susegunda edición bajo el título de La Ha-bana: espacio y vida (1992). O en lacontribución realizada a los capítuloseconómicos de la obra colectiva His-toria de la Nación Cubana (diezvolúmenes, 1952), luego recogidos en li-bro aparte bajo el título de HistoriaEconómica de Cuba (1971). Inclusoen obras de menor volumen o dedica-das a la divulgación, como son los casosde La República: dependencia y re-volución (1966) o Breve historia deCuba (1978), la maestría y la lucidezde Julio Le Riverend lo convierten enun clásico de la literatura histórica cu-bana y latinoamericana.

Sin embargo, en este nuevo libro (pós-tumo) del doctor Le Riverend, conprimor antologado y acuciosamenteprologado por la profesora e investiga-dora Josefina Suárez, el tema es uno de

los menos conocidos y valorados dentrode la vasta producción del autor, aunqueparadójicamente resulta central en supensamiento: la historia de las ideasantimperialistas en nuestra patria. Estamateria, que quizás hoy pudiera no pa-recer demasiado en boga dentro de lasciencias sociales, tiene un riquísimo le-gado en la cultura de las ideasemancipadoras y libertarias de la nacióncubana, y su trascendencia, por supues-to, superó los ambientes académicospara convertirse en acción política y de-nuncia de la injerencia de los EstadosUnidos en los asuntos cubanos durantela república burguesa neocolonial.

El propio autor, desde su tempranamilitancia de izquierda en los partidoscomunistas de Cuba y Francia, su lu-cha antimachadista que le valió laprisión y el exilio, su oposición a la dic-tadura batistiana y su compromisomilitante con la Revolución cubana, ala que consagró buena parte de susdesvelos intelectuales e incluso el sa-crificio de la obra personal, fue tambiénun luchador antimperialista. En estesentido, su biografía da fe de que enJulio Le Riverend las palabras ibanacompañadas de los actos, y que po-día hablar con la autoridad del sabio y

Julio Le Riverend y la historiadel pensamiento antimperialistacubano

Félix Julio Alfonso LópezHistoriador

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el compromiso del hombre público so-bre un tema tan sensible en la historiade Cuba como el de sus problemáticasrelaciones con el vecino del norte. Que-da así demostrada su sagaz afirmaciónde que “la historiografía es, en definiti-va, un campo específico de la política”.

La originalidad y el mayor aporterealizado por Julio Le Riverend en es-tos trabajos, como demuestra Josefinaen sus penetrantes e iluminadoras pa-labras introductorias, es haber dadocuenta de lo temprano que se forja enun grupo de intelectuales cubanos, des-de los albores mismos de la república,una conciencia y un deber de poner aldesnudo la verdadera naturalezadeletérea de la intervención norteame-ricana en la historia reciente de Cuba.Peligro nefasto que ya había denuncia-do con claridad el apóstol José Martí ensus fulgurantes discursos y cartas, enpropiedad el iniciador de esta corrientede pensamiento antimperialista.

Radicales pensadores e historiadorescomo Enrique Collazo, autor delanticipador estudio Los americanos enCuba (1905); Julio César Gandarilla, acuya pluma se debe la apasionada prosade Contra el yanqui (1913) y el granEmilio Roig de Leuchsenring, cuya His-toria de la Enmienda Platt (1935)constituye un monumento a la investi-gación erudita en función de exponer laverdad histórica, desfilan por estos pró-logos, artículos y ensayos de LeRiverend, escritos en diversos momen-tos y por circunstancias tambiéndiversas, pero que reunidos en un solohaz, nos devuelven el señorío y la re-ciedumbre de un pensamientocoherente en sus hipótesis principales,pero capaz de transmitir con audacia las

interrogantes para nuevas investigacio-nes.

Y no digo más, pues no es deber deuna reseña el contar en detalle los con-tenidos de un libro, sino únicamenteestimular en los lectores la necesidadde este acercamiento a un autor y a unasunto que conserva toda su vigencia,y transmitir la certeza de que su lectu-ra les deparará un conocimiento que nodebe ser desaprovechado.

Si algo debo reprochar a este texto,por otro lado editado con sobriedad y pon-deración por un profesional avezadocomo Luis M. de las Traviesas –quienademás introduce una nota acerca de lasrelaciones de trabajo desempeñadas porel autor con la Editorial de Ciencias So-ciales–, es su lamentable diseño decubierta, donde es difícil discernir el men-saje que nos quiere transmitir esa imagenborrosa y lo tenebroso del color hace ar-duo descifrar una parte del título y hastael nombre de la antologadora. No debe-mos descuidar esto, pues un libro, ademásde una fuente de sabiduría, debe consti-tuir también un placer estético, dondebelleza e inteligencia anden de la mano.

Quedan, pues, a disposición de susnumerosos y renovados lectores, estaspáginas rebosantes de cubanía, escri-tas con una prosa limpia y fluida,despojada de cualquier artificio retóricoo cientificista, y que la generosidad deJosefina Suárez ha rescatado de fuen-tes publicísticas hoy de difícil acceso ode libros editados hace muchos años,como una contribución personal que ellatambién realiza, dentro de una línea deinvestigación que ha trabajado durantedécadas, al conocimiento y la difusiónde las mejores tradiciones antim-perialistas de nuestro pueblo.

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DisciplinaPastel seco sobre papel, 100 x 70 cm

Isaac García Toledo (Isla de la Juventud, Cuba, 1975)Graduado de la Academia de Artes Plásticas de Nueva Gerona en 1994, entre sus exposiciones personales se destacan “De lo que me dan y lo que cae” (1999), “Ideas enfermas y otros pensamientos” y “Propia condición” (ambas en el 2001). Ha participado en numerosas exposiciones colectivas entre las que se encuentran “Quieres más” y “En el ojo del cuervo” (2006), “Imagen y posibilidad: plástica cubana”, “Luz de tu ausencia” (ambas en el 2007), así como en el XI Salón Nacional de Premiados (2005). Obtuvo el primer premio en el XIX Salón Municipal Pablo Porras Gener de la Isla de la Juventud (1992), y mención en la edición vigésimo primera de dicho evento (2003). Sus obras se encuentran en colecciones privadas y públicas de Cuba.

del patio... ...