Sectores Populares o Clase Obrera El Aromo 33 Marina Kabat

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Con los avances de la automatización, las teo-rías del fi n del trabajo, proclamaron la desapa-rición de la clase obrera. Algunos historiadoresque no gustaban de ser menos, decidieron dar-se la tarea de erradicarla también de la histo-ria. Nace así la noción de los “sectores popula-res”, defendida en particular por Luis AlbertoRomero y Leandro Gutiérrez. Desde enton-ces, en las universidades, los grandes diariosy los manuales escolares no se oyó más hablarde clase obrera. Los sectores populares ocupa-ron su sitio.Para justifi car este recambio se apelaba a unasupuesta especifi cidad de los países depen-dientes. De acuerdo a este criterio, en la Ar-gentina no se repetirían los procesos socialesde los países centrales. No crecería la polari-zación social ni la clase obrera engrosaría susfi las. El artesanado no terminaría de desapare-cer por lo que, junto a los obreros, encontra-ríamos un mundo de artesanos, trabajadoresa domicilio y cuentapropistas. A su vez, unaelevada movilidad social ayudaría a mantenerla confusión de este magma social.

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  • 8 El Aromo Noviembre de 006

    Del n del trabajo al n de la clase

    Con los avances de la automatizacin, las teo-ras del fi n del trabajo, proclamaron la desapa-ricin de la clase obrera. Algunos historiadores que no gustaban de ser menos, decidieron dar-se la tarea de erradicarla tambin de la histo-ria. Nace as la nocin de los sectores popula-res, defendida en particular por Luis Alberto Romero y Leandro Gutirrez. Desde enton-ces, en las universidades, los grandes diarios y los manuales escolares no se oy ms hablar de clase obrera. Los sectores populares ocupa-ron su sitio.Para justifi car este recambio se apelaba a una supuesta especifi cidad de los pases depen-dientes. De acuerdo a este criterio, en la Ar-gentina no se repetiran los procesos sociales de los pases centrales. No crecera la polari-zacin social ni la clase obrera engrosara sus fi las. El artesanado no terminara de desapare-cer por lo que, junto a los obreros, encontra-ramos un mundo de artesanos, trabajadores a domicilio y cuentapropistas. A su vez, una elevada movilidad social ayudara a mantener la confusin de este magma social.

    La evidencia faltante

    La pertinencia o no de la nocin de la cate-gora de sectores populares o de clase obre-ra, ha de juzgarse en contraste con la realidad. Romero y ca. no se molestaron en tratar de probar sus hiptesis. Confi ados quizs en la fuerza que stas cobraban al coincidir, en ple-no auge alfonsinista a principios de los 80, con las ideas triunfantes en la primavera de esa democracia sin adjetivos a la que no deba-mos acusar de burguesa. Confi anza que se re-forz, seguramente, con la cada del Muro de Berln. Trataremos de verifi car si los planteos de Romero se condicen con lo que verdadera-mente ocurri. Si es verdad que la Argentina adquiere una estructura social diferente a los otros pases. Deberemos responder si es cierto que no exista en la Argentina una tendencia a la polarizacin social. Si el universo produc-tivo responde a las descripciones que de l se han hecho. La repuesta tajante es no.El desarrollo de una investigacin colectiva acerca de la forma de organizacin del trabajo en la Argentina entre 1879 y 19401 nos condu-ce a la conclusin de que no existen diferencias profundas en las tendencias que actan a ni-vel del mundo productivo en la Argentina. En primer lugar, es falso que subsista un nmero importante de artesanos. Despus de 1890, el rgimen manufacturero del trabajo, aquel ba-sado en la divisin del trabajo manual, se ha-ba impuesto en todas las ramas fragmentando

    los antiguos ofi cios artesanales. Ramas como la industria del calzado o la fabricacin de ca-rruajes, tradicionalmente consideradas artesa-nales, muestran distintos grados de avances de desarrollo del rgimen manufacturero. En el calzado, bajo el sistema de rueda, la fabrica-cin del calzado se haba escindido en alrede-dor de cien operaciones distintas. Un carruaje, en cambio, pasaba por cerca de 10 manos dis-tintas. Lo mismo ocurra, aunque en menor medida, en la confeccin. El trabajo a domi-cilio era importante en estas ramas. Pero esto no implica ninguna particularidad argentina, puesto que lo mismo ocurra en Estados Uni-dos, por citar slo un ejemplo. En el mismo perodo, otras ramas ms avan-zadas se mecanizan. Los grandes talleres ganan protagonismo. Avanza la organizacin fabril que ya estaba instalada desde 1890 en moli-nos, cerveceras y que, entrado el siglo veinte, avanza sobre otras ramas como calzado, gr-fi cos, fbricas de cigarrillos y el mismo agro, con la mecanizacin de la cosecha del trigo y el maz. El rgimen de trabajo fabril, basado en la me-canizacin de las tareas y en la conformacin de un sistema de mquinas, se generaliza en la Argentina entre la dcada del veinte y del treinta, aunque haba aparecido antes en al-gunas ramas.

    Un grupito de in ltrados?

    Los militantes y las distintas organizaciones polticas son vistos como externos a los tra-bajadores. No seran parte de ellos, ni sus de-mandas brotaran de sus necesidades. Por el contrario, ellos actuaran por fuera, interpe-lando desde all, con mayor o menor xito, a los sectores populares. Pareciera que, tal como afi rmaran los gobiernos conservadores, anar-quismo y socialismo fueran simplemente ideas surgidas en otra realidad (en la vieja Europa donde s existiran los antagonismos de clase) y tradas aqu por algunos inmigrantes. Ideas ajenas al sentir nacional, que no encontraban en la estructura social argentina un asidero fi r-me para desarrollarse. Los intentos de trans-plantarla y de cultivar un sentimiento de clase estaran, entonces, destinados al fracaso en la mvil sociedad argentina.No slo las ideas de izquierda son consideradas externas a la clase. Tampoco los militantes for-maran parte de ella. Ante la ausencia de una defi nicin estructural, los sectores populares son defi nidos por una sumatoria de caracte-rsticas. Una de ellas pareciera ser la ignoran-cia. Por el contrario, la Cultura con mayscu-las sera propiedad exclusiva de la elite. Un obrero que, quizs motivado por sus inquie-tudes polticas se instrua, ya no pertenecera a los sectores populares, porque no comparti-ra su cultura. Todo militante es considerado diferente per se: sus ideas polticas y su forma-

    cin cultural lo alejaran de su clase (a la que se supone bruta e iletrada). Se parte de una defi nicin arbitraria de las supuestas caracte-rsticas de los sectores populares y todo lo que no concuerde con aquella es considerado un elemento ajeno y externo. Nuevamente, todas estas afi rmaciones, junto con una serie de apreciaciones complemen-tarias, son enunciadas sin ninguna prueba a favor. Por ejemplo, contra toda la evidencia disponible, hay quienes sostienen que las pri-meras leyes laborales dictadas en el pas se an-ticipaban a las necesidades reales, puesto que aqu no habra fbricas. De este modo, las le-yes seran el producto de un grupito de trasno-chados que se quejaban contra cosas que toda-va no ocurran.2 Esta visin, para ser coherente, deba negar los enfrentamientos sociales del perodo o, al menos, distorsionar sus caractersticas. Por esta razn se desconoce el carcter obrero de La Semana Trgica y se la caracteriza como un evento policlasista. Al mismo tiempo se des-tacan los confl ictos fuera del mbito laboral, como la huelga de inquilinos de los conventi-llos. Estos no son considerados como una pro-testa obrera (cuando la mayora de sus habi-tantes eran obreros y la queja era el aumento de los alquileres frente a salarios estancados), sino como una protesta de consumidores.3 En la misma clave interpretativa, el anarquis-mo ganara adeptos no por su capacidad de enfrentar y resolver los problemas del trabaja-dor, sino por haber sido tolerante y receptivo a los problemas tnicos, como quiere Ricardo Falcn. De este modo, cada uno de los his-toriadores de esta corriente aporta su granito de arena a este gran trabajo de distorsin/dilu-cin de la cuestin de clase.

    Una clase obrera madura

    Entre los eventos que los historiadores gustan olvidar, pues no coinciden con su visin, en-contramos la huelga general de 1902 y la de 1904. Mientras que Estados Unidos conside-raba a estas acciones materia para la literatu-ra de ciencia fi ccin4 en la Argentina ya eran parte de la vida poltica. Esto es posible por la rpida gestacin de la clase obrera argentina.La Argentina, merced al desarrollo desigual y combinado, experimenta una veloz madura-cin de las relaciones capitalistas y de los co-rrespondientes regmenes del trabajo: el desa-rrollo industrial, el salto a la manufactura y luego a la gran industria en la Argentina, insu-me muchsimo menos tiempo que en los pa-ses donde esa evolucin se dio por vez prime-ra. La destruccin de las formas artesanales del trabajo es veloz: las mismas no sobreviven a la crisis del noventa. De all en ms, la divisin del trabajo no hace ms que profundizarse. Al mismo tiempo, la mecanizacin avanza aun-que a diferentes ritmos en cada industria. Esa

    misma rapidez de la transformacin involucra del mismo modo a la clase obrera que pronta-mente es empujada a la vida fabril.Las primeras huelgas ocurren cerca de 1890 con los primeros pasos de la subsuncin for-mal del trabajo. Es decir, cuando avanza la produccin asalariada y disminuye el traba-jo por cuenta propia de los artesanos. En esa misma poca se dan las primeras transforma-ciones productivas que van a avanzar en la subsuncin real del trabajo. sta se completa cuando aparece la gran industria. En ese mo-mento el obrero ya no puede desarrollar su ac-tividad por cuenta propia. Porque la transfor-macin que ha sufrido el proceso productivo vuelve inviable esta opcin. Un obrero no po-see ni los conocimientos ni los medios tcni-cos para desarrollar por su cuenta el proceso productivo y competir con las grandes fbri-cas. Naturalmente, en este momento se ter-minan de cristalizar las relaciones de clase y las posibilidades de ascenso social se reducen notablemente.Como dijimos, en la Argentina la gran indus-tria se vuelve dominante en la mayora de las ramas entre la dcada del 20 y del 30. Desde entonces, no caben dudas de que, en trmi-nos objetivos, nos hallamos frente a una cla-se obrera madura. Ante esta realidad algunos insisten en negarle entidad a la clase obrera. Otros, como Suriano, se rinden ante el he-cho consumado y admiten su existencia desde 1930. Para ellos, la clase pareciera emerger y delimitarse de golpe, de un da para otro. Di-fcilmente quienes estudian los sectores popu-lares y reniegan de la existencia de tendencias en la historia, podran explicar la formacin de la clase obrera argentina. A lo sumo pue-den reconocerla, una vez enfrentados a su for-ma adulta.

    Notas1 Ver las investigaciones del Grupo de Investigacin de los Procesos de Trabajo en www.razonyrevolu-cion.org2 Nos referimos aqu a Dona Guy. Estas crticas, como todos los comentarios sobre autores citados en este artculo, se encuentran ms desarrolladas en nuestra ponencia en las XX Jornadas de Historia Econmica: Las investigaciones sobre los procesos de trabajo y sus aportes a los estudios sobre los tra-bajadores que puede verse en nuestra pgina web.3 La conceptualizacin de la huelga de inquilinos como un movimiento de consumidores pertenece a Juan Suriano.4 Jack London concibe una huelga general con ca-ractersticas catastrfi cas similares a las de La pes-te escarlata: toda comunicacin se interrumpe, la gente huye de las ciudades desabastecidas hacia el campo, los personajes famlicos disputan entre s por los alimentos. Mientras los obreros que haban aprovisionado vveres esperan con tranquilidad la rendicin de los burgueses. Vase su cuento La huelga general.

    del taller a la fabricaMarina Kabat

    r rEdiciones

    Reserve su ejemplar a: ventas@razonyrevolucion.org

    Cmo cambian las formas de trabajo en la industria argentina y cmo responden los obreros a estas transformaciones? Este libro responde, desde el marxismo, a estos problemas para el caso de la indus-tria del calzado entre 1870 y 1940. En este recorrido se sacan a la luz diferentes experiencias tiles para comprender la situacin del trabajo hoy: entre ellas, el empleo a domicilio, la situacin de la mujer tra-bajadora y los intentos cooperativos y de control obrero.

    GenealogaNde una

    Marina KabatGrupo de Investigacin de los Procesos de Trabajo - CEICS

    Sectores populares o clase obrera?