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7/30/2019 Reaccion y Revolucion
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203Reseas
Daimon. Revista de Filosofa, n 39, 2006
tensiones: la de la tradicin contra la de la nove-
dad. Y es que los liberales, saben que uno de los
mejores medios para hacer ms fcil la asimilacin
de la novedad por el pueblo, esto es, la obedien-
cia voluntaria, consiste en poner en relacin los
nuevos principios con las leyes que en el pasado
favorecieron las libertades populares (p. 51). La
novedad est aqu en la puesta en marcha de la
divisin de poderes, en la soberana nacional y en
la defensa dogmtica de los absolutos e ilegisla-
bles derechos individuales. Por su parte, el perodo
isabelino no aport nada nuevo a la poltica espa-
ola, slo el intento del Partido Moderado con su
ambigua teora del justo medio por pacificar laherencia del liberalismo doceaista: No es otro
el espritu del siglo: el justo medio entre la estabi-
lidad de las antiguas monarquas y el progreso de
los gobiernos liberales, entre el principio religioso
y monrquico heredado de nuestros antepasados
y la libertad de los moderados (p. 96). Idea del
justo medio que, en opinin tanto de la izquierda
como de la derecha, tiene una finalidad evidente:
[] la consideran una simple excusa para obte-
ner el poder absoluto (p. 101).
b) Reaccin contra el parlamentarismo liberal.La reaccin contra la revolucin liberal no fue
entendida en trminos polticos sino teolgicos,
as no resulta en nada disparatado hablar de cru-
zada contra el mal. El autntico mal del siglo XIX
no es otro que el triunfo de las ideas liberales
francesas y americanas: El liberalismo, con su
poltica anticlerical, que haba minado el principio
de autoridad, y su injusta distribucin de las rique-
zas, que haba provocado el empeoramiento de la
condicin de los pobres, era para los reaccionariosdel siglo diecinueve el verdadero responsable del
caos poltico y de la cada vez ms inminente revo-
lucin social (p. 161). Oponindose a la liberal
definicin de libertad, encontramos como primera
crtica una definicin de la libertad catlica un
tanto especial. Libertad, s, pero para obedecer,
ya que slo a Dios le corresponde una libertad
ilimitada frente a la limitada de los hombres.
La segunda crtica habla de una teologa de la
historia: Para el pensamiento contrarrevolucio-
nario, la filosofa de la historia, en tanto consideraa la divina providencia la razn ltima de los
acontecimientos histricos, se transforma en una
verdadera teologa de la historia (p. 172). Por
ello, la revolucin no es otra cosa que un castigo
divino contra el hombre que ha credo tener tanto
poder como Dios. La tercera crtica nos habla de la
ineficacia del parlamentarismo que dice gobernar
para el pueblo, pero en realidad lo hace a espaldas
de ste, provocando inestabilidad y dividiendo a
la nacin. Y la ltima crtica defiende la implan-
tacin de una Constitucin Monrquica Catlica:
La monarqua pura, y no la constitucional, es
la verdaderamente espaola, la nica que, como
seala Donoso, puede garantizar la existencia
de un poder unitario, fuerte, y a la vez limitadopor las instituciones representativas del congreso
y el senado (p. 243). Contra el pecado de la
revolucin, slo medidas audaces, exageradas,
completamente catlicas, radicalmente opuestas
al racionalismo liberal, pueden contener la revolu-
cin y salvar la sociedad (p. 217). Medidas que,
por supuesto, pretenden erigir al espritu cristiano
contra la ilegitimidad de los tiempos modernos.
c) Revolucin demcrata como ltima fase de
la revolucin liberal. En ltimo lugar est la fase
cuya ideologa es denominada como republicanis-mo liberal. Libertad, democracia federal y asocia-
cin son sus fundamentos. Defender en estas
pginas que el republicanismo del siglo XIX, el
de los hombres de la democracia y, en especial, de
sus tres ms importantes representantes, Fernando
Garrido, Francisco Pi y Margall y Emilio Cautelar,
es ante todo liberal. [] Estos republicanos inten-
tan conciliar ambas tradiciones, la republicana y
liberal, por esta razn creo conveniente aplicarles
la etiqueta de republicanismo liberal (p. 284). Laclave de esta seccin va a ser que frente a la idea
del contrato social se defiende la del pacto federal
con la consiguiente exaltacin del individuo, de
sus derechos naturales y de su soberana indivi-
dual. Si a estas caractersticas individuales le uni-
mos el principio de asociacin tendremos las bases
tericas para emancipar a la clase trabajadora.
Pedro Garca Guirao
pegagues@gmail.com