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QUE LA PRISA Y LOS TSUNAMIS NO NOS ALEJEN DE JESUS

Viceprovincia de la Inmaculada Concepción del Ecuador

CARTA DE CUARESMA Y PASCUA

Un considerable número de personas que

escriben, afirman que uno de los peores males

que aqueja a los hombres de esta época

es la prisa, la urgencia y el estrés.

Rodeados de muchas cosas y palabras –

directas y virtuales- , el hombre ha dejado de lado la capacidad

de detenerse para gustar del silencio y

cultivar su vida espiritual y, por otro,

ha dejado de preocuparse del ser humano herido, del que está a su lado,

del que sufre y se ha encerrado en su

propia carne o subjetivismo.

En el paso y la visita a las fraternidades de la Viceprovincia y otros grupos ya sean de familiares o laicos comprometidos en la tarea de evangelización, algunos de ellos me han dicho que están atestados de múltiples tareas y que el vertiginoso ritmo de las cosas y actividades les ha alejado de la oración larga y sin prisa y del compartir sosegado con los hermanos

y familiares más cercanos.

Han visto también que

ha decaído en ellos el

compromiso concreto a

favor de los más pobres y necesitados,

porque la agenda y la prisa no les

dejan tiempo para sí

mismos y, menos para

los otros.

Los signos de los tiempos, esperan ser leídos e interpretados desde el Evangelio y la vida de Jesús

pero la realidad corre el riesgo de pasar tan rápido que nos impacta sólo el momento que suceden las cosas y un nuevo hecho en la historia, sepulta al anterior en el olvido.

Así podemos ver, que una noticia impactante hoy, en un par de días, es parte del recuerdo. Por mencionar algunos acontecimientos fuertes de nuestro mundo

¿qué queda de los tsunamis de Japón y Chile o del terremoto de Haití?

Qué nos dicen las guerras en Libia o en África o la corrupción y violencia en nuestra América latina y en

nuestro país? Son tantas las cosas que desfilan por nuestra retina, que no alcanzamos a digerir, reciclar o discernir.

Y más acuciante es la pregunta : ¿Qué acciones hemos desplegado o apoyado a favor de todos estos hermanos nuestros afectados

duramente por las heridas corporales, sociales, políticas, económicas, naturales, religiosas?, ¿Qué estamos haciendo por los

heridos del sistema?.

Hoy más que nunca y en este tiempo de cuaresma nos desafía Jesús a convertirnos a Él

A estar muy cerca de su persona, ha acompañarlo en su camino a Jerusalén donde será su Pascua, el

paso de la muerte a la vida.

Jesús nos invita, en medio de la vorágine estresante de nuestro tiempo a orar, buscando espacios de largos diálogos con Él,

escuchando su voz y llenándonos de su

fuerza transformadora.

Jesús nos invita también a la solidaridad, que es el nuevo significado de la limosna

compartiendo nuestras cosas, bienes, tiempo y proyectos con las personas que las necesitan

sobre todo nos invita a ayunar de prisa, estrés, ruido, egoísmo, chismes, materialismo, televisión, internet…, es

decir, a ayunar de todo aquello que nos aleja de Jesús y del compromiso real con nuestra gente concreta que está al

margen de los caminos.

sobre todo nos invita a ayunar de prisa, estrés, ruido, egoísmo, chismes, materialismo, televisión, internet…, es

decir, a ayunar de todo aquello que nos aleja de Jesús y del compromiso real con nuestra gente concreta que está al

margen de los caminos.

Así mismo Jesús nos invita al ayuno

En el encuentro de Guardianes pasado, que trató el tema: Cómo realizar nuestra misión apostólica en los tiempos actuales

se dijo que sólo podemos llevar adelante nuestra misión siendo testigos de Jesucristo y habiendo

tenido un encuentro personal con él.

Compartimos que hoy más que nunca necesitamos lanzarnos a la evangelización con nuestra vida y

nuestra palabra, presentando en todo tiempo a Jesús como nuestro salvador.

Que cada uno de nosotros en nuestra Viceprovincia estemos muy cerca de Jesús en la oración y con los

hermanos.

Que estemos también muy cerca y muy dentro de la gente más herida de nuestros pueblos, llevándoles con nuestra vida y

palabras a Jesús, nuestro salvador.

Que en este camino cuaresmal estemos muy cerca de Jesús

que le sigamos sin perder el paso en su subida a Jerusalén

que le llevemos a nuestros prójimos y a nuestras propias personas con todas nuestras heridas y

muertes, para que así, llegados a la Pascua

Resucitemos con El y vivamos todos los días su vida nueva.

¡Felices Pascuas de Resurrección!

Hno. Adalberto Jiménez, ofmCap