Psicología: Los bebés lloran para darte miedo | Ciencia | EL PAÍS

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LUIS CREO 4 AGO 2015 - 13:04 CEST 11

Los llantos de losniños poseen unacualidad acústica,conocida comodureza, que hastaahora seconsiderabairrelevante para lacomunicaciónhumana

Los ingenieros acústicos

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Los bebés lloran para darte miedoUn estudio profundiza en los mecanismos psicológicos tras los gritos y el llanto

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De todos los sonidos que nos asaltan,ninguno despierta una reacción tanfuerte y clara como el llanto de un bebé.Puede uno estar en la terminal de unaeropuerto, cientos de metros y miles depersonas mediante, y aun así oír y lo quees más, alterarse, por la pataletaininteligible de un niño finlandés. Ahora,gracias a un estudio de Current Biology,sabemos que esto es debido a que elllanto, al igual que el grito humano, tieneuna cualidad sonora única que espoleano solo las partes de nuestro cerebro queprocesan los estímulos acústicos y ellenguaje, sino también la destinada aprotegernos y prepararnos para elpeligro.

Un equipo internacional liderado por Luc Arnal (Universidad de NuevaYork y Universidad de Ginebra) y David Poeppel (Universidad de NuevaYork e Instituto Max Planck) ha descubierto que los gritos suenan en unafrecuencia específica, ni aguda ni grave, de un rango muy amplio. Esterango corresponde con la cualidad acústica conocida como dureza, quehasta ahora se consideraba irrelevante para la comunicación humana; sepensaba que estaba basada únicamente en binomio agudo-grave. Esprecisamente esta cualidad la que reserva para los gritos y el llanto unnicho único y privilegiado en nuestro cerebro, y una función biológica ysocialmente efectiva.

“Encontramos que los gritos ocupan un fragmento reservado del espectroacústico”, cuenta Poeppel acerca del trabajo de laboratorio para el quemidieron toda clase de sonidos y las reacciones neurológicas queactivaban. “En una serie de experimentos, vimos que esta observación se mantenía cierta cuandocomparábamos el grito con el canto y el habla, más allá del idioma. La única excepción fueron lasseñales de alarma de coches y casas, que también activaron el rango específico de los gritos”. Estossonidos tienen la propiedad de variar muy rápido su intensidad, lo que conocemos como dureza. Elrango de intensidad en el que se mueve el lenguaje oral es de entre 4 y 5 hercios mientras que losgritos modulan mucho más rápido entre los 30 y los 150 hertzios. Cuando Arnal y el resto del equipopreguntaron a los sujetos del experimento qué sonidos les parecían más aterradores y perturbadoresresultó que eran aquellos más duros, incluso cuando se trataba de frases normales modificadas parasonar así, constatando que cuanto más duro es un sonido mayor era la respuesta al miedo en laamígdala.

El equipo pudo comprobar sorprendido que los ingenieros acústicos se habían topado con la

EVAN AMOS (WIKIMEDIA COMMONS)

Los ingenieros acústicoshabían topado con la

propiedad de la dureza demanera fortuita, en su

empeño por crear alarmasmás efectivas

propiedad de la dureza de manera fortuita, en su empeño por crearalarmas más efectivas. Arnal cuenta que “por un lado, nuestrosdescubrimientos pueden usarse para mejorar la manera en que diseñamoslas señales acústicas de alarma. Podríamos aplicarlo con los cocheseléctricos, que son muy silenciosos, para hacerlos fácilmente detectablespara los peatones. Por otro lado, podremos reducir las molestiasprovocadas por ciertos sonidos reduciendo su dureza, cómo por ejemploel del motor de las motocicletas, reduciendo así el estrés y las demásinconveniencias que el exceso de estos sonidos tiene en nuestra salud”.

Sobre sus proyectos y los siguientes pasos en el estudio de estas formas de comunicación, Arnalenfatiza en cómo el llanto infantil, cuyo sonido es aun más duro que el del grito, les está acercando, alser innato y universal, a entender “qué tienen en común todos nuestros cerebros con respecto a lavocalización”. Otro paso será aplicar estos estudios en animales. “Nuestras primeras conjeturas nosllevan a pensar que compartimos el grito con los mamíferos y, quizá también con las aves y otrosanimales. Será muy interesante ver cómo afecta la dureza del sonido a otras especies, y sicompartimos con ellos los mecanismos cerebrales requeridos”.

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