OTROS DE MÉXICO MÉXICO-TLAXCALANTONGO · Francisco L. UrqUizo (1891-1969). Es uno de los más...

El general revolucionario y escritor Francisco L.

Urquizo, que combatió en las filas del constitu-

cionalismo, fue testigo directo de los últimos días

del presidente Venustiano Carranza. Lo acom-

pañó hasta Tlaxcalantongo, donde el Primer Jefe

fue abatido por quienes se alzaron en armas en la

rebelión de Agua Prieta.

Con pluma magistral, narra en el presente vo-

lumen los trágicos acontecimientos, entre ataques

de tropas sublevadas, que superaban en número a

los leales al presidente, deserciones y otras vicisitu-

des, frente a las cuales Carranza responde siempre

con fortaleza y valentía.

El inehrm reedita esta versión facsimilar de

México-Tlaxcalantongo de Francisco L. Urquizo,

fuente primaria fundamental para conocer el fin del

gobierno y de la vida del gran estadista mexicano

Venustiano Carranza.

Francisco L. UrqUizo (1891-1969). Es

uno de los más importantes escritores de

la novela de la Revolución Mexicana y fue

miembro del primer patronato del inehrm.

Originario de San Pedro de las Colonias,

Coahuila. En 1911, ingresó a la guardia

personal de Francisco I. Madero y fue he-

cho prisionero por las fuerzas de Victoriano

Huerta durante la Decena Trágica. Se in-

corporó al ejército constitucionalista donde

fue miembro del estado mayor de Venus-

tiano Carranza al que acompañó en sus úl-

timos días cuando fue abatido en Tlaxca-

lantongo. Desterrado en la década de 1920

regresó al país y fue secretario de la Defensa

Nacional en 1945.

Carranza. El hombre. El político. El caudillo. El patriotaFrancisco L. Urquizo

Origen del ejército constitucionalistaFrancisco L. Urquizo

Francisco L. Urquizo. Vida y obraJuan Manuel Urquizo

De la caída de Madero al ascenso de Carranza

Varios autores

otros títulosde la colección

inehrm MÉXICOTLAXCALANTONGO

Francisco l. urquizo

Secretaría de Cultura

Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México

HISTORIA

México- Tlaxcalantongo

México-tlaxcalaltongo.indd 1 25/04/18 11:39

Secretaria de CulturaMaría Cristina García Cepeda

Directora GeneralPatricia Galeana

Consejo TéCniCo ConsulTivo

Luis Barrón Córdova Fernando Castañeda Sabido

Ana Carolina Ibarra González Luis Jáuregui FríasÉrika Pani Bano

Ricardo Pozas HorcasitasSalvador Rueda Smithers

Rubén Ruiz GuerraEnrique Semo Calev

Gloria Villegas Moreno

Francisco L. Urquizo

Primera edición, inehrm, 2017.

Producción: Secretaría de Cultura

D.R. © Patricia Galeana, presentación

Dirección General de Publicaciones Paseo de la Reforma 175,

Colonia Cuauhtémoc, C.P. 06500, Ciudad de México.

Las características gráficas y tipográficas de esta edición son propiedaddel Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones

de México de la Secretaría de Cultura.

la reprografía y el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la previa autorización por escrito de la Secretaría de Cultura

/Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México.

ISBN: 978-607-8507-95-5, México-Tlaxcalantongo

Impreso y hecho en México

F1234U0752018 Urquizo, Francisco L. (Francisco Luis), 1891- 1969 México – Tlaxcalantongo / Francisco L. Urquizo, Patricia Galeana, presentación, México, Ciudad de México: Secretaría de Cultura, inehrm, 2018. 196 páginas (Historia)

ISBN: 978-607-8507-95-5, México-Tlaxcalantongo.

Carranza, Venustiano, 1859-1920 – Asesinato 2. México – Historia – Revolución, 1910-1920 3.Tlaxcaltongo (Puebla) I. t. II. Ser.

Contenido

El fin de CarranzaPaTriCia Galeana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . VIIInstituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México

México-Tlaxcalantongo versión facsimilarFranCisCo l. urquizo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . IX

• VII •

El fin de Carranza

l general revolucionario Francisco L. Urquizo fue tes-tigo directo de los últimos días del presidente Venus-

tiano Carranza. Lo acompañó hasta Tlaxcalantongo, donde el Primer Jefe fue abatido por los rebeldes aguaprietistas. El célebre autor de las novelas del soldado hace una vívida na-rración de los trágicos acontecimientos.

Urquizo comienza su relato refiriendo que el 5 de mayo de 1920 fue muy diferente a los anteriores. Se habían sublevado el gobernador de Sonora, Adolfo de la Huerta, y Álvaro Obre-gón, que se encontraba en Guerrero, donde se había levantado también Fortunato Maycotte. Pablo González, encargado de la custodia de la capital del país, también se insurreccionó y ocupó Texcoco. Sólo permanecían leales a Carranza los gene-rales Manuel M. Diéguez, en el Norte, Francisco Murguía en el Noreste, y Cándido Aguilar, en Veracruz.

El autor narra los preparativos de la fiesta cívica en Pala-cio Nacional:

VIII • EL FIN DE CARRANZA

Nos saludó a todos con el afecto de siempre, como si nada ex-traordinario ocurriera y su Gobierno tuviera el firme cimiento que antes tuvo. Él solo constituía la piedra más fuerte de aque-lla edificación potente. La racha huracanada del movimiento insurreccional no llegaba hasta él.1

Ante la defección de los cuerpos militares de élite, la situa-ción del presidente en la capital era insostenible. Esa noche se decidió abandonar la capital el 7 de mayo y preparar la salida hacia Veracruz, donde Cándido Aguilar reuniría una fuerza de 12 mil hombres, en 24 horas.

Urquizo se opuso a que el trayecto se hiciera por ferroca-rril mexicano, ya que el enemigo controlaba Puebla y Oaxaca y podrían cortarles la retirada en varios puntos, pero su opi-nión no fue aceptada. Motu proprio, todos los alumnos del Colegio Militar decidieron acompañar al presidente.

El entonces secretario de Guerra narra con detalle los preparativos de la salida a las 7 de la mañana del 7 de mayo, que se retrasó cuatro horas por las deserciones en masa de muchos de los oficiales. Los más de 60 convoyes salieron de la estación Buenavista, con muchas dificultades, pues tam-bién habían desertado los maquinistas, y ya estaban entran-do las primeras tropas rebeldes a la ciudad.

La mañana del 8 de mayo el presidente pasó revista a los tres mil hombres que quedaban. Con pluma magistral Urquizo describe la fortaleza de Carranza:

El Presidente, en brioso caballo, recorría la línea, impávido ante la lluvia de balas que enviaba el enemigo. Su caballo cayó

1 Véase las páginas 9-10 de la presente edición.

PATRICIA GALEANA • IX

muerto de un tiro y él continuó impasible, de pie, viendo cómo sus soldados disparaban hacia arriba.2

El autor refiere los muchos ataques que sufrieron. El pre-sidente ordenó que no se fusilara a los 400 prisioneros de fuerzas que apenas unos días antes estaban con el gobierno. Jacinto B. Treviño propuso a Carranza que saliera del país a cambio de respetar su vida. Urquizo señala al respecto:

No obtuvo contestación el recado. Una sonrisa amarga se di-bujó en la faz del Presidente. ¡Que escapara! Poco conocía el General Treviño a quien tanto tiempo fué su inmediato jefe…

No, el hombre que (...) redimió a un pueblo no podía huir en aquella forma. No era un cobarde, nunca lo fué.3

El 13 de mayo, pasando Aljibes, los convoyes tuvieron que detener su marcha al encontrar destruida la vía del ferrocarril. Los 4 mil soldados leales al presidente abandonaron los tre-nes y se enfrentaron a un enemigo muy superior, pues los 12 mil hombres que Carranza confiaba se mantendrían leales en Veracruz, habían defeccionado y los tenía enfrente. A pe-sar de ello, los leales lograron rechazarlos una vez más. Fue su última victoria.

La mañana siguiente, el presidente y un consejo de ge-nerales leales decidieron seguir a caballo y a pie por la sierra hacia Veracruz, cargando a lomo de mula la poca artillería y el dinero que les quedaba. Cuando las fuerzas leales estaban arreglando sus maletas para partir, el enemigo los atacó por varios flancos, sembrando el pánico y la confusión.

2 Vid, págs. 53-54.3 Vid, pág. 61.

X • EL FIN DE CARRANZA

Al internarse en la sierra, bajaron hacia el rancho de San-ta María y emprendieron la marcha:

En cada rostro de los fugitivos se veía el desaliento infinito, la impotencia, el dolor, la desesperanza. (…) Sólo el Presidente, el Primer Jefe Carranza iba erguido en su caballo, majestuoso, impertérrito, altivo y digno en su porte, aunque quizás adolori-do en su corazón; caminaba a la cabeza del corto grupo sin de-mostrar el más leve disgusto, el menor temor, ira o desconsuelo, callado, digno, severo, como una bandera, como un símbolo.4

La comitiva fue guiada en la sierra por Luis Cabrera, que la conocía bien.

La mañana del 18 el presidente decidió aligerar la peque-ña columna, separando a los cadetes del Colegio Militar para no exponer sus vidas, y trató de salir de la sierra poblana, donde el enemigo estaba cada vez más cerca. Aunque el jefe de los cadetes no quería dejar al presidente, ante las órdenes de éste, tuvieron que hacerlo.

Todos comprendíamos que la aventura estaba perdida; quizá hasta el mismo Presidente lo pensaba así y sin embargo no lo demostraba; siempre igual: firme, digno, con la esperanza del triunfo final…5

El general Urquizo refiere cómo delante de Necaxa se les in-corporó el general Herrero, rebelde poblano quien días atrás se había rendido al gobierno de Carranza. Creyendo que se-guía fiel al presidente y necesitados de apoyo, lo recibieron con alegría, sin saber que era un traidor.

4 Vid, pág. 86.5 Vid, pág. 121.

PATRICIA GALEANA • XI

Guiados por Herrero, llegaron a San Antonio Tlaxcalan-tongo a las 5 de la tarde de ese 20 de mayo. El presidente de-cidió pasar allí la noche, sus habitantes le dieron el mejor jacal del pueblo. El autor se quedó en un cobertizo a 150 metros de Carranza, desde donde pudo ver cómo le disparaban.

Urquizo, el general Pilar Sánchez y uno de sus ayudan-tes lograron escapar por la sierra y llegar a Xico, donde les confirmaron que el presidente había sido asesinado. Allá fue llevado su cuerpo. Urquizo narra la escena.

Llegamos los tres hasta donde se encontraba el féretro. Parecía que el Sr. Carranza dormía tranquilamente; ni una contracción de dolor, ni un gesto de espanto, ni la tristeza se reflejaban en su rostro, a pesar de haber caído traicionado y abandonado de todos los que fueron sus subordinados o amigos. Expresaba la tranquilidad de los justos, de los que han cumplido su misión en la tierra, de los mártires que mueren por su fe, con la satis-facción dibujada en los labios; perdonando a todos: a amigos, que lo abandonaron, a enemigos que lo traicionaron y ya caído se cebaron en él…6

El inehrm reedita esta versión facsimilar de México-Tlax-calantongo de Francisco L. Urquizo, fuente primaria funda-mental para conocer el fin del gobierno y de la vida del gran estadista mexicano Venustiano Carranza.

Patricia GaleanaInstituto Nacional de Estudios Históricos

de las Revoluciones de México.

•6 Vid, pág. 163.

versión facsimilar

Fue editado por el insTiTuTo naCional de esTudios hisTóriCos de las revoluCiones de méxiCo

Se terminó de reimprimir en 2018, en Edigráfica S.A. de C.V., José Ma. Vértiz 1205,

Col. Letrán Valle, Ciudad de México. Su tiraje consta de 1 000 ejemplares.

El general revolucionario y escritor Francisco L.

Urquizo, que combatió en las filas del constitu-

cionalismo, fue testigo directo de los últimos días

del presidente Venustiano Carranza. Lo acom-

pañó hasta Tlaxcalantongo, donde el Primer Jefe

fue abatido por quienes se alzaron en armas en la

rebelión de Agua Prieta.

Con pluma magistral, narra en el presente vo-

lumen los trágicos acontecimientos, entre ataques

de tropas sublevadas, que superaban en número a

los leales al presidente, deserciones y otras vicisitu-

des, frente a las cuales Carranza responde siempre

con fortaleza y valentía.

El inehrm reedita esta versión facsimilar de

México-Tlaxcalantongo de Francisco L. Urquizo,

fuente primaria fundamental para conocer el fin del

gobierno y de la vida del gran estadista mexicano

Venustiano Carranza.

Francisco L. UrqUizo (1891-1969). Es

uno de los más importantes escritores de

la novela de la Revolución Mexicana y fue

miembro del primer patronato del inehrm.

Originario de San Pedro de las Colonias,

Coahuila. En 1911, ingresó a la guardia

personal de Francisco I. Madero y fue he-

cho prisionero por las fuerzas de Victoriano

Huerta durante la Decena Trágica. Se in-

corporó al ejército constitucionalista donde

fue miembro del estado mayor de Venus-

tiano Carranza al que acompañó en sus úl-

timos días cuando fue abatido en Tlaxca-

lantongo. Desterrado en la década de 1920

regresó al país y fue secretario de la Defensa

Nacional en 1945.

Carranza. El hombre. El político. El caudillo. El patriotaFrancisco L. Urquizo

Origen del ejército constitucionalistaFrancisco L. Urquizo

Francisco L. Urquizo. Vida y obraJuan Manuel Urquizo

De la caída de Madero al ascenso de Carranza

Varios autores

otros títulosde la colección

inehrm MÉXICOTLAXCALANTONGO

Francisco l. urquizo

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