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MONOGRAFÍA 5La influencia de la agricultura en el cambio climático
1. Introducción
El cambio climático es el mayor desafío ambiental que
enfrenta la humanidad. El planeta da múltiples señales de
ello: poblaciones humanas y naturaleza son frecuentemente
afectadas por desastres climáticos (inundaciones, huracanes,
sequías, desertificación, etc.), es decir, el cambio climático es un
fenómeno empíricamente constatable. Además existe un sólido
consenso científico a la hora de afirmar la innegable influencia
que tienen las actividades desarrolladas por el hombre en
esos cambios en el clima, que están provocando multitud de
alteraciones, en muchos casos irreparables, en los ecosistemas
terrestres y marinos. Este desafío es complejo de enfrentar,
no sólo por razones científicas, sino principalmente porque
implica cambios profundos en los estilos de desarrollo, en los
comportamientos de los países, las empresas y las personas.
Pero cuando se habla se cambio climático, realmente ¿a qué
nos referimos? El cambio climático viene provocado por el
aumento de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y, en
menor medida, de otros gases de efecto invernadero (metano,
óxido nitroso, etc.). Estos gases atrapan parte de la energía solar
que ingresa a la atmósfera y luego se ve impedida de volver
al espacio exterior. Sin estos gases la temperatura media del
planeta sería tan baja que es difícil que se diera la vida como la
conocemos hoy en día, pero su acumulación más allá de ciertos
límites incrementa el efecto invernadero y amenaza ocasionar
efectos desestabilizadores de gran escala en el sistema climático
mundial.
Desde los inicios de la era industrial, las actividades humanas
han lanzado a la atmósfera cantidades crecientes de gases
de efecto invernadero. El CO2 resulta, principalmente, de la
quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural)
sobretodo en los países industrializados, y en menor medida, de
cambios en el uso de la tierra, como la deforestación. Reducir
sustancialmente la quema de combustibles fósiles podría ser la
clave para minimizar los riesgos de las alteraciones crecientes
en el sistema climático.
Con respecto a la Península Ibérica, hay que decir que ésta
pertenece, en su mayor parte, a una región climática medite-
rránea, de transición entre un clima suboceánico templado, que
presenta precipitaciones regulares, y otro clima árido, donde las
precipitaciones son escasas, en su cuantía total, e irregulares.
Esto confiere a nuestro país una especial vulnerabilidad frente
a las sequías. Por otro lado, las previsiones climáticas para la
Península para el presente siglo apuntan hacia un incremento
en las temperaturas y una reducción de las precipitaciones
medias anuales, aumentando los periodos sin precipitaciones.
La incertidumbre de estas previsiones es alta. La evaluación de
los efectos detallados del cambio climático en nuestro país se
enfrenta al problema general de la inexistencia de previsiones
climáticas mínimamente fiables a escala reducida, necesarias
para estudiar los efectos concretos ecológicos y agrícolas del
cambio de clima, pero también se ve dificultada por la escasez
de estudios específicos sobre los efectos en España. Este trabajo
se está emprendiendo con varios años de retraso respecto a
otros países vecinos.
Probablemente la amenaza más grave que plantea el cambio
climático para el Estado español sea la pérdida de recursos
hídricos. El IPCC (Panel Internacional sobre Control Climático)
estima que la disponibilidad de agua per cápita y año en
102<<< Temas de Actualidad Agraria 2008
España caerá de los 3.310 m3 de 1990 a entre 1.820 y 2.220
m3 en 2050. Una reducción del 10% en las precipitaciones,
unida a un aumento de temperatura de 2,50ºC, significa
una reducción mínima del 30% o más del agua disponible
(escorrentía más infiltración), al aumentar la evapotranspiración.
Esto significa, por ejemplo, que muchos de los grandes
pantanos previstos en el Plan Hidrológico Nacional no se
llenarán jamás, al estar sobredimensionados. Se estima que
esta planificación hidrológica puede incurrir en un gasto de
aproximadamente un billón de las antiguas pesetas debido a
este sobredimensionamiento. No obstante, la revisión que se está
llevando a cabo de los planes hidrológicos está contemplando
estos cambios en el clima. El aumento en la demanda de agua,
especialmente en la agricultura, por un lado favorecerá la
sobreexplotación de las cuencas y de los acuíferos subterráneos
y, por otro, el aumento de la competencia por el agua, con
consecuencias nefastas para el medio natural. La calidad de las
aguas tenderá a empeorar, al existir menores volúmenes para
diluir los vertidos contaminantes, y aumentar la salinización de
los acuíferos costeros. La generación de energía hidroeléctrica
tenderá a disminuir.
Por otro lado, los efectos del cambio climático sobre las
costas Españolas serán múltiples: desde filtraciones marinas
en acuíferos costeros a inutilización de los sistemas de drenaje
urbanos de algunas ciudades costeras y de las zonas agrícolas
costeras. Las zonas bajas, como el delta del Ebro, corren un
peligro directo de desaparecer bajo las aguas. Más de la mitad
de la superficie del delta del Ebro puede quedar bajo el nivel
del mar si éste eleva su nivel en 50 cm, lo que podría darse
a mediados de siglo. La protección de estas áreas requerirá
costosas obras, tales como diques y barreras.
Igualmente, como consecuencia del cambio climático, la salud
de la población se verá seriamente perjudicada; así el IPCC prevé
un incremento en el número de fallecimientos a consecuencia de
las “olas” de calor, pueden volver a aparecer o emigrar a nuestras
latitudes enfermedades inexistentes o erradicadas, caso de la
malaria o de la tuberculosis endémica de Marruecos que subiría
de latitud al cambio de temperaturas. De igual modo, la subida de
las temperaturas puede favorecer la formación de contaminantes
de origen urbano que pueden incrementar el número de enfermos
que sufren alergias y enfermedades respiratorias.
Además de todas las nocivas consecuencias sobre los recursos
naturales y los ciudadanos, el cambio climático tiene efectos
negativos sobre los sectores productivos, siendo algunos de
ellos la base de la economía española.
Uno de los impactos económicos mayores del cambio climático
en el Estado Español deriva de sus efectos sobre el sector
turismo. En efecto, el turismo de sol y playa, que es una de
nuestras principales industrias y la principal fuente de divisas,
puede resentirse enormemente por la desaparición de muchas
playas debido a la subida del nivel del mar (entre 8 y 50 cm para
el año 2050) y por los costes económicos de “regenerar” otras
playas depositando grandes volúmenes de arena (una subida
de 1 cm en el nivel del mar hace disminuir en un metro, por
término medio, la anchura de las playas). Un ejemplo de playa
amenazada es la de Benidorm, donde se genera el 0,5% del
PIB de España. Ya hoy en día muchas playas sufren una fuerte
erosión por la disminución del aporte de sedimentos fluviales,
debido a que los embalses en el curso de los ríos detienen estos
sedimentos.
El sector agrícola puede verse muy afectado, pues los cultivos
demandarán un aumento de las necesidades hídricas por la
mayor evapotranspiración, al tiempo que los recursos hídricos
disminuyen. No obstante, la mayor eficiencia en el uso del agua
por las plantas al aumentar la concentración de dióxido de
carbono podría paliar el problema. Por otra parte, es posible un
aumento de plagas procedentes de zonas más cálidas.
Otro sector que sufrirá las consecuencias del cambio climático
es el de los seguros. El coste (cubierto por seguros) de los
desastres meteorológicos naturales se ha ido incrementando,
más del doble en los últimos 40 años. No está claro si el
cambio climático ha aumentado estos costes, pero sí se espera
un crecimiento de los mismos en el futuro por un aumento de
las sequías e inundaciones.
2. Estrategias globales, comunitarias y nacionales frente al cambio climático
A) Medidas globales
El calentamiento terrestre está especialmente ligado a la
emisión de gases de combustión de los derivados del petróleo,
los combustibles más habituales en la actualidad, a lo que se
suma la deforestación de grandes zonas del planeta.
Como consecuencia de la “Cumbre de la Tierra”, celebrada en
Río de Janeiro de 1992, y de la “Agenda 21”, documento aprobado
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en la misma, nació la Convención Marco de Naciones Unidas
sobre Cambio Climático, con la finalidad de abordar este
problema a nivel mundial.
En el seno de la III Conferencia de las Partes de dicho Convenio,
celebrada en la capital japonesa, fue aprobado el Protocolo de
Kioto el 10 de diciembre de 1997, documento internacional de
gran relevancia, porque a través de él, los países industrializados
se comprometen, por primera vez, a reducir la emisión de gases
de efecto invernadero, al objeto de afrontar la amenaza del
cambio climático.
El citado Protocolo fue firmado por España y por la Unión
Europea en su conjunto, a finales de abril de 1998, en el
marco de la VI reunión de la Comisión para el Desarrollo
Sostenible, de la ONU, celebrada en Nueva York. Estados
Unidos lo firmó en noviembre de 1999, y Rusia, segundo
productor global de gases de efecto invernadero, lo hizo en
marzo de 1999.
Ahora bien, para su entrada en vigor, el propio Protocolo
señalaba la necesidad de su ratificación por al menos 55
países, cuyas emisiones igualarían al 55% de las emisiones de
CO2 producidas en el año 1990. Había que tener en cuenta
que éste difícilmente entraría en vigor sin la ratificación de los
Estados Unidos y la Federación Rusa, ya que ambos países
representaban más del 50% de las emisiones mundiales de
CO2 (36,1% EE.UU. y 17,4% Rusia). Por esta y otras razones, el
Consejo Europeo de Jefes de Estado y de Gobierno, celebrado
en Colonia en junio de 1999, ya insistió en la importancia de
crear las condiciones necesarias para que se pudiese ratificar
en breve el Protocolo, habiéndose proseguido en este empeño
en posteriores cumbres comunitarias (las emisiones de la UE
representan el 24,2% del total).
B) Iniciativas comunitarias
Como se ha visto anteriormente, la política para afrontar el
problema del cambio climático está promoviendo en la Unión
Europea importantes esfuerzos al más alto nivel. De esta forma,
la estrategia comunitaria sobre el cambio climático se concreta,
básicamente, en el denominado Programa Europeo del
Cambio Climático (PECC), anunciado por primera vez por la
Comisaria Wallström en el Parlamento Europeo en octubre de
1999, y que se puso en marcha mediante la Comunicación de
la Comisión al Consejo y al Parlamento Europeo de 8 de marzo
de 2000, sobre políticas y medidas comunitarias para reducir las
emisiones de gases de efecto invernadero, en la que se detallaban
los principales componentes del programa.
Así, diferentes grupos técnicos de trabajo han elaborado una
serie de propuestas políticas a discutir por la Comisión con el
Consejo de Ministros, en campos como la energía, el transporte,
los gases industriales y el intercambio de emisiones. Uno
de los pilares de la estrategia será, precisamente, un plan de
intercambio interno de emisiones dentro de la UE (compraventa
de los derechos de emisión entre países), según destaca el
Libro Verde aprobado por la Comisión europea para mejorar la
comprensión del problema.
También se ha fijado un calendario estricto que obligaba a los
grupos de trabajo a presentar sus informes dentro de doce meses.
La Comisión insistió en la necesidad de reforzar las medidas a
adoptar, toda vez que los últimos datos disponibles mostraban
el aumento de las emisiones de CO2 en vez de la disminución, lo
que impediría cumplir el objetivo asumido en Kioto de reducción
en un 8% de los gases de efecto invernadero.
Lógicamente, en algunos sectores ya se ha venido trabajando
anteriormente con miras a la creación de las condiciones marco
para sistemas de transporte que produzcan menos emisiones
y sean más respetuosas con el medio ambiente, y a la vez,
para conseguir un mayor desarrollo de las fuentes de energía
renovables, como se puso de relieve en el Consejo Europeo
celebrado en Colonia, a comienzos de junio de 1999.
Una buena muestra de esta política, que se remonta a 1996,
sería la impulsión de una estrategia comunitaria para reducir las
emisiones de CO2 producidas por los automóviles particulares y
mejorar el ahorro de combustible. Para alcanzar esos objetivos,
se habían previsto acuerdos con la industria del automóvil que
permitieran reducir el promedio de emisiones de los turismos de
nueva matriculación, a 120 gramos de CO2/km para el año 2005
o, como máximo, para el año 2010.
Otro proyecto de la Unión Europea, impulsado en la reunión de
los Ministros de Medio Ambiente en la ciudad austríaca de Graz,
en julio de 1998, fue la elaboración de un Libro Blanco sobre
las energías renovables, que representaban una importante
oportunidad para alcanzar los objetivos de Kioto manteniendo
los niveles de desarrollo económico. En dicha reunión se apuntó
la necesidad de duplicar la utilización de este tipo de energías
antes del año 2010, obteniéndose, para esa fecha, un 12% de la
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energía necesaria a partir de fuentes renovables, lo que requería
estrategias específicas de cada uno de los Estados Miembros
y una aproximación integral de las políticas sectoriales. Otro
elemento importante de la estrategia comunitaria de reducción
de las emisiones de CO2, reconocido como tal por la Comunidad,
lo constituyó el Programa ALTENER, de fomento de las
energías renovables.
Para la consecución práctica de este objetivo en el marco de
los compromisos de Kioto, y por impulso de los Consejos de
Ministros Europeos de Energía, se consiguió dar luz verde, en
diciembre de 1999, a una iniciativa de la Comisión Europea
sobre la presentación de una propuesta de Directiva relativa
a la producción de electricidad a partir de fuentes de energía
renovables en el mercado interior de la electricidad. En
diciembre de 2000, el Consejo Europeo de Energía aprobaba la
propuesta de la citada Directiva. En ella, los Estados Miembros se
comprometían a respetar los objetivos nacionales de consumo
de electricidad producida por fuentes energéticas renovables, a
instaurar un sistema de certificación de origen de la electricidad
“verde” y a crear condiciones justas que favorecieran el acceso
prioritario a la electricidad producida a partir de fuentes de
energía renovables, respetando las reglas de la competencia.
Por otra parte, en abril de 2000 la Comisión Europea adoptó
un Plan de Acción para mejorar la eficacia energética, tanto
en el ámbito de la Unión Europea como para los Estados
Miembros. El tema era de gran transcendencia, ya que se
calculaba que en el momento de poner en marcha este plan,
existía en la UE un potencial de mejora de dicha eficacia
energética superior al 18 por 100, lo que equivalía a más de 160
Mtep, es decir, el equivalente de la demanda energética final
total representada por el conjunto formado por países como
Austria, Bélgica, Finlandia, Dinamarca, Grecia y Países Bajos.
Otra iniciativa comunitaria a destacar fue el “Informe ACACIA”,
cuyos antecedentes se remontan al año 1997. En dicho informe la
Comisión Europea designó a un grupo de expertos para realizar
una Evaluación del Impacto Previsto del Cambio Climático en
Europa. Las conclusiones del Informe se presentaron tres años
después, en enero de 2000, en España, en Toledo. El estudio
realizado fue preocupante, pues vino a constatar el incremento
de las temperaturas anuales en Europa entre 0,1 y 0,4 grados
centígrados en cada decenio, calentamiento progresivo que
es más acusado en los países europeos mediterráneos. El sur
de Europa se calienta a una tasa dos veces mayor que el norte
del continente. Se apuntan consecuencias importantes, como
la posible desaparición en Europa de los inviernos clasificados
como fríos, el aumento de la frecuencia e intensidad de las olas
de calor, el aumento de los riesgos de inundaciones en gran
parte del continente, el aumento de las sequías en el sur, etc.
Todo este panorama avala la necesaria aplicación de políticas
medioambientales más drásticas y la necesidad de un cambio
de mentalidad de productores y usuarios.
Una de las principales medidas que se ha adoptado para facilitar
el cumplimiento de las obligaciones asumidas con el Protocolo
de Kioto, es el régimen Comunitario de Comercio de Derechos
de Emisión. El régimen consta de dos fases, la primera que
ha transcurrido entre 2005 y 2007, estaba destinada en
buena medida a la adquisición de experiencia, y la segunda,
para el periodo 2008-2012, coincide con el primer periodo
de cumplimiento del Protocolo de Kioto. El sistema persigue
introducir en el proceso de toma de decisión de las empresas, el
precio del CO2, al obligar a que cada instalación afectada cubra
sus emisiones mediante la entrega de derechos que tienen
un coste en el mercado. Se crea un incentivo económico para
reducir las emisiones.
Mediante este sistema, los países que reduzcan sus emisiones
más de lo comprometido podrán vender los certificados de
emisiones excedentarios a los países que no hayan alcanzado
cumplir con su compromiso. Dentro de las emisiones con las que
se podrá negociar se encuentran todas las emisiones de los gases
de efecto invernadero procedentes de: 1.-Las cuotas de emisión
asignadas por Kioto (sólo en caso de que hayan cumplido su
objetivo), 2.- Emisiones procedentes de la Aplicación Conjunta y
de los Mecanismos de Desarrollo Limpio. Si algún país vendiese
más cuotas de emisión de las permitidas se le prohibirá vender
CO2 hasta que restaure los niveles exigidos, teniendo un plazo
de 30 días para ello.
C) Estrategia española
España es país firmante de la Convención Marco sobre Cambio
Climático (CMCC) de Naciones Unidas, y país miembro de la
Organización Meteorológica Mundial (OMM) y del Programa
de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Por ello,
participa en la elaboración de los informes sobre cuestiones
específicas que realiza el Grupo Intergubernamental de
Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), que sirven de base
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para los acuerdos de obligado cumplimiento que se toman en
el seno de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco
sobre Cambio Climático, en la que se adoptó el Protocolo de
Kioto.
Antes de suscribirse el Protocolo, dentro del reparto interno
de países de la Unión Europea, ya comentado, se preveía para
España, en los gases del primer grupo (CO2, CH
4 y N
2O) un
incremento de hasta el 17% en el año 2000, con respecto a
los niveles de 1990; pero tras la firma del Protocolo (en mayo
de 1998), de acuerdo con lo previsto en el reparto de cargas
establecido en el Consejo de Luxemburgo (junio de 1998), fue
necesario rebajar la cuota hasta un máximo del 15%, lo que
obligaría a diseñar políticas más eficaces en el terreno energético
(políticas de ahorro, fomento de energías renovables, especiales
esfuerzos en los sectores del transporte y los servicios, etc.).
Para el seguimiento y cumplimiento de estos compromisos, el
Consejo de Ministros creó el Consejo Nacional del Clima (Real
Decreto 177/1998, de 16 de febrero), que estaba presidido por el
Ministro de Medio Ambiente y en el que estaban representados
9 Ministerios.
El Consejo tenía por objeto la elaboración y aplicación de una
“Estrategia Nacional frente al Cambio Climático”, como
resultado de un consenso entre todos los sectores implicados.
El Consejo Nacional del Clima trabaja, desde entonces, en
contacto con la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente, el
Consejo Asesor de Medio Ambiente y la Federación Española
de Municipios y Provincias.
La citada Estrategia, que debía definir la aplicación de los
Acuerdos Internacionales y fijar un calendario definitivo para el
desarrollo de políticas y medidas que frenasen la emisión de
gases de efecto invernadero en España, incluiría obligaciones
para todas las Administraciones Públicas y la cooperación del
sector privado, que tendría también que asumir una modificación
de sus modelos de producción. La aplicación de las medidas
previstas en esta Estrategia no debería suponer consecuencias
negativas para el desarrollo económico, o para el desarrollo
social del país, exigiendo esfuerzos de manera equilibrada entre
todos los sectores implicados.
Estas opciones pueden consultarse en el número 68 del Boletín “Información de Medio Ambiente”, de diciembre de 1998.1
El primer trabajo importante elaborado por el Consejo Nacional
del Clima fue el documento marco “Políticas y medidas
de lucha frente al cambio climático: un primer avance”,
presentado en noviembre de 1998 y aprobado por el Consejo
en enero de 1999, y en el se incluía un listado de las medidas
técnicas1 que se pueden adoptar en cada uno de los sectores:
energético, industrial, transporte, residencial y comercial,
agrario y residuos. Entre las medidas concretas, ya adoptadas,
para alcanzar los compromisos adquiridos por nuestro país en
la limitación de emisiones de carácter invernadero, figura el
Plan de Fomento de las energías renovables 2000-2010,
aprobado por el Consejo de Ministros en diciembre de 1999.
El Instituto Nacional de Meteorología (INM) fue designado para
dirigir durante tres años el Programa de la Red Europea de
Apoyo al Clima (ECSN), uno de los Programas internacionales
creados por la Conferencia de los Servicios Meteorológicos
Nacionales en Europa (EUMETNET). Este Programa, que entró
en vigor en abril de 1998, trataba de fortalecer la aportación
de los Servicios Meteorológicos Nacionales a la gestión del
medio ambiente, y al seguimiento de la evolución climática,
para contribuir a un desarrollo sostenible. En esta faceta, el
cometido del INM era, por tanto, la coordinación del trabajo de
los diecisiete Servicios Meteorológicos europeos en el campo de
la climatología y actividades relacionadas.
Previsiblemente, los trabajos y cometidos del Consejo Nacional
del Clima serían continuados por una Oficina del Cambio
Climático, encargada del seguimiento de las políticas de lucha
contra el cambio climático en España. Dicha Oficina funcionaría
como un organismo dentro del Ministerio de Medio Ambiente,
con una estructura propia.
En marzo de 2001, el Ministerio de Medio Ambiente suscribió un
Convenio de colaboración con la Comisión Nacional de la
Energía (Ministerio de Economía) para impulsar el desarrollo
sostenible en la planificación energética, mediante actuaciones
que, entre otros compromisos internacionales, se enmarcan
también en el Protocolo de Kioto (limitación de emisiones,
utilización racional de los recursos no renovables, como los
fósiles, fomento de energías renovables, etc.).
106<<< Temas de Actualidad Agraria 2008
El Plan Nacional de Asignación 2005-2007, nuevos entrantes
propuesta de asignación, proponía la asignación de derechos
a un quinto y definitivo conjunto de instalaciones que habían
solicitado asignación como nuevos entrantes. Con este quinto
grupo se cerraría la tramitación de expedientes de asignación a
nuevos entrantes en el marco del Plan Nacional de asignación
de derechos de emisión 2005-2007.
Estrategia Española de Cambio Climático y Energía Limpia
horizonte 2007-2012- 2020. Conforme a los datos oficiales del
último Inventario de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero
de España 1990-2005, las emisiones brutas han aumentado
un 52,2% respecto al año base. Este dato refleja la necesidad
de acciones adicionales urgentes, aun cuando los datos
preliminares del año 2006 muestran un cambio de tendencia
iniciado a mediados de 2005.
La Estrategia Española de Cambio Climático y Energía Limpia
persigue el cumplimiento de los compromisos de España en
materia de cambio climático y el impulso de las energías limpias,
al mismo tiempo que se consigue la mejora del bienestar social,
el crecimiento económico y la protección del medio ambiente.
Los objetivos operativos son:
• Asegurar la reducción de las emisiones de GEI en España,
dando especial importancia a las medidas relacionadas con
el sector energético. Según el inventario nacional, siguiendo
la clasificación IPCC, en el año 2005, el total de las emisiones
relacionadas con el procesado de la energía fueron el 78,87%
de las emisiones nacionales.
• Contribuir al desarrollo sostenible y al cumplimiento de
nuestros compromisos de cambio climático fortaleciendo el uso
de los mecanismos de flexibilidad basados en proyectos.
• Impulsar medidas adicionales de reducción en los sectores
difusos.
• Aplicar el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático
(PNACC), promoviendo la integración de las medidas y
estrategias de adaptación en las políticas sectoriales.
• Aumentar la concienciación y sensibilización pública en lo
referente a energía limpia y cambio climático.
• Fomentar la investigación, el desarrollo y la innovación en
materia de cambio climático y energía limpia.
• Garantizar la seguridad del abastecimiento de energía fomen-
tando la penetración de energías más limpias, principalmente
de carácter renovable, obteniendo otros beneficios ambientales
(por ejemplo, en relación a la calidad del aire) y limitando la
tasa de crecimiento de la dependencia energética exterior.
• Impulsar el uso racional de la energía y el ahorro de recursos,
tanto para las empresas como para los consumidores finales.
3. La agricultura y el clima a lo largo de la historia
Desde la época neolítica hasta el siglo pasado el clima ha sido un
elemento fundamental para la agricultura; el uso y explotación
de las tierras, la tipología de cultivos y ganadería, etc, han estado
condicionados, en gran medida, por los factores climáticos y por
el asentamiento de las poblaciones en los territorios. Así, cuando
como consecuencia de diferentes acontecimientos (guerras,
epidemias, migraciones, etc), la población de un determinado lugar
disminuía, los terrenos agrícolas retrocedían, incrementándose
los bosques ó pastizales naturales hasta que la población volvía
a aumentar y crecía de nuevo la superficie cultivable.
En el último siglo, los avances tecnológicos y médicos han
propiciado un aumento de la población y los sistemas más
eficientes de explotación agraria; mejoras de plantas por
selección y una modernización de las explotaciones han
incrementado tanto la superficie agraria como la producción
para satisfacer a la creciente población.
Las fuentes de energía tradicional, basadas principalmente en
madera como combustible y animales como fuerza mecánica,
han sido sustituidas en el último siglo en los países desarrollados
por derivados del petróleo para mover motores y fabricar
electricidad, principalmente. El uso de derivados de petróleo
ha ido incrementando progresivamente el nivel de dióxido de
carbono en la atmósfera, aumentando el efecto invernadero e
influyendo en el clima.
Hoy en día la gran extensión de superficie cultivada y el cambio
climático originado por la presencia de dióxido de carbono están
produciendo que la relación Clima-Agricultura sea muy intensa,
ya que no sólo el clima afecta la agricultura sino también la
agricultura incide en el clima, con lo cual la agricultura puede
verse afectada gravemente como consecuencia de los cambios
en el clima y éste puede sufrir grandes cambios debido a los
usos de la agricultura.
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3.1. Influencia del cambio climático en la agricultura
Las características más importantes del cambio climático son las
siguientes:
A) Influye en todo el planeta, pero se expresa en forma
diferenciada en las distintas zonas de la tierra, o sea que algunas
regiones resultarán más afectadas que otras.
B) Los países industrializados son los principales responsables
del problema, pero otros lo sufren con mayor rigor.
C) El cambio climático no se produce en la forma de lentos
cambios acumulativos graduales (a los que sería más fácil
adaptarse), sino en un marco de una fuerte y creciente
variabilidad.
Más allá de lo que indican las tendencias de los promedios
anuales, para el sector agropecuario, que trabaja casi
enteramente a cielo abierto, es particularmente preocupante el
aumento de la variabilidad climática intra e interanual, ya que
significa mayores riesgos y un potencial de afectación muy
relevante, que aún no ha sido suficientemente internalizado
en las estrategias productivas. Este aumento de la variabilidad
significa que es esperable una mayor intensidad y frecuencia
de eventos extremos: en particular periodos de déficit o excesos
hídricos.
Para la agricultura esto significaría rendimientos menos
previsibles y, por ejemplo, mayor riesgo de enfermedades
(caso del desarrollo de micotoxinas en trigo y cebada, asociado
a primaveras más húmedas). Para las producciones intensivas
representaría mayor riesgo de daños en la infraestructura
productiva y el patrimonio (por ejemplo, invernáculos). Para la
forestación, el riesgo de incendios sería una amenaza creciente.
En la ganadería extensiva es de esperar un aumento de la
variabilidad de la oferta forrajera dentro de años y entre años, lo
que afectaría directamente los niveles de producción de carne.
A la vez, hará más difícil optimizar la carga, por lo que cabría
esperar que aumenten tanto el sobrepastoreo (y la degradación
de los tapices) como los excesos de forraje.
El cambio climático aumenta el riesgo de pérdidas de suelo por
erosión (más lluvias y más intensas, particularmente en el norte
del país), aumenta los riesgos de incendios por olas de calor y
sequías, deteriora la biodiversidad natural y afecta fuertemente
al ciclo hidrológico. En definitiva, el cambio climático torna los
agroecosistemas mucho más vulnerables. Es necesario, pues,
plantearse estrategias de adaptación. La vulnerabilidad debe
ser entendida como un concepto que incluye la probabilidad de
exposición a perturbaciones severas, la tolerancia de los sistemas
a las perturbaciones y, por último, la capacidad de recuperarse
de las perturbaciones (resiliencia). Los seguros agrícolas, por
ejemplo, adquieren en este marco una mayor relevancia.
La investigación agropecuaria tiene también un papel central
a jugar, por ejemplo generando materiales genéticos más
resistentes a enfermedades o a excesos o déficit de agua, y
proponiendo estrategias de diversificación de los sistemas
productivos y prácticas de manejo que minimicen los riesgos
asociados a eventos extremos. A nivel de establecimiento
será necesario incorporar crecientes medidas para amortiguar
los impactos de la variabilidad climática (reservas de forraje,
mejores sistemas de aguadas, más abrigo y sombra, mínimo o
cero laboreo, sistemas productivos más diversificados, escalonar
épocas de siembra, medidas de protección de los recursos
naturales, etc.).
La mejora de la disponibilidad de información sobre escenarios
climáticos de corto y mediano plazo, los sistemas de alertas
tempranas y, en particular su incorporación a la planificación de
las actividades, son otra parte central de esas estrategias.
Todos estos efectos se derivarán de las siguientes alteraciones
provocadas por el cambio climático:
- Aumento medio de la temperatura en unos 2ºC. Esto
corresponde a una variación latitudinal de climas de unos
200 km hacia los polos, con una reducción de las superficies de
reflexión por los hielos.
- Aumento del promedio mundial de las precipitaciones hasta
un 5%, e intensificación del ciclo del agua (mayor velocidad
de renovación del agua en la atmósfera: mayores tasas de
evapotranspiración debidas a temperaturas superiores, y
concentración de las precipitaciones en un número menor de
fenómenos de lluvia).
- Aumento medio del nivel del mar en unos 50 cm.
108<<< Temas de Actualidad Agraria 2008
Cualquiera de los cambios que se produzcan, persistirá durante
decenios o siglos, pues el clima tiene una inercia considerable.
Los efectos potenciales del cambio climático en la producción
agrícola dependerán no sólo del clima en cuanto tal, sino
también de la dinámica interna de los sistemas agrícolas,
especialmente de su capacidad de adaptarse a los cambios.
La conclusión más sólida que surge de los estudios es que el
cambio climático tiene el potencial de cambiar notablemente la
productividad. En comparación con los efectos mundiales, los
efectos en las plantas y animales son relativamente fáciles de
evaluar:
Un alargamiento de las estaciones agrícolas y de pesca en
agua dulce.
Ciclos más breves para todos los organismos, incluidas las
plagas.
Mayor pérdida de respiración debida a temperaturas superiores
durante la noche.
Fertilización de CO2
con un efecto más señalado en el maíz,
sorgo, mijo y caña de azúcar.
Mejor eficiencia en la utilización del agua de los cultivos.
Modificaciones en la agricultura costera y en deltas.
Modificación de las relaciones cultivos/animales y plagas/
enfermedades, incluyendo nuevas plagas y enfermedades y
cambios en los rendimientos económicos (así como nuevas
oportunidades).
Modificación de las pautas de variabilidad y riesgos.
Los posibles efectos mundiales del cambio climático en la
producción y la seguridad alimentaría pueden ser:
Cambios pronunciados en la distribución geográfica de los
climas y en las consiguientes pautas de utilización de la tierra,
con la posibilidad de que ello provoque una modificación del
equilibrio geopolítico de la producción agrícola, incluyendo un
impacto positivo neto potencial en la producción de los países
desarrollados de clima templado, y un impacto negativo en
los países en desarrollo tropicales.
Pérdida del carbono almacenado en los suelos turbosos y la
materia orgánica del suelo.
Modificación de las pautas de erosión y mayor degradación
de las tierras.
Movimientos de población humana y mayor inseguridad
mundial.
Pérdida de biodiversidad y modificación de la composición en
especies de los ecosistemas.
Migración zonal de especies, ecosistemas, cultivos y animales.
Modificación de las interacciones y el equilibrio entre especies,
incluyendo las plagas y enfermedades.
Resumiendo, estos pueden ser los futuros efectos del cambio
climático en la agricultura (Cuadro 1):
Cuadro 1. Probables impactos en la agricultura por el cambio climático en los próximos años
Año
Concentración de CO2
Cambio de la temperatura
media mundial desde
el año 1990
Efectos en la Agricultura
2005
405 - 460 ppm
Aumento del rendimiento
de la cosecha de cereales
en muchas regiones, en
latitudes medias y altas
(confianza entre baja y
media). Disminución del
rendimiento de la cosecha
de cereales en la mayoría
de las regiones tropicales
y subtropicales (confianza
entre baja y media).
2050
445 - 640 ppm
Efectos mixtos en el
rendimiento de la cosecha
de cereales en regiones
de latitudes medias.
Disminución más acentuada
del rendimiento de la
cosecha de cereales en
regiones tropicales y
subtropicales (confianza
entre baja y media).
2100
540 - 970 ppm
Reducción generalizada
del rendimiento de la
cosecha de cereales en la
mayoría de las regiones en
latitudes medias, tras un
calentamiento superior a
unos pocos °C (confianza
entre baja y media).
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-
Rendimiento medio
de las cosechas
-
0,4 - 1,1ºC 0,8 - 2,6ºC 1,4 - 5,8ºC
>>>109
Efectos en la Agricultura
Temperaturas bajas
y altas extremas
Ingresos y precios
Reducción de los daños por
heladas en algunos cultivos
(confianza alta). Aumento
de los problemas por el
calor en algunos cultivos
(confianza alta). Aumento de
los problemas en el ganado
debido al calor (confianza
alta).
Aumento de los efectos de
los cambios en temperaturas
extremas (confianza alta).
Disminución de los ingresos
de los agricultores pobres
en países en desarrollo
(confianza entre baja y
media).
Aumento de los efectos de
los cambios en temperaturas
extremas (confianza alta).
Aumento de los precios de
los alimentos en comparación
con las proyecciones que
excluyen el Cambio Climático
(confianza entre baja y media).
3.2. Influencia de la agricultura en el cambio climático
Alrededor del 10% de las emisiones de gases de efecto
invernadero de la UE provienen de la agricultura. Las principales
fuentes de emisión de gases de efecto invernadero en la
agricultura son tres:
- N2O (óxido nitroso): emisiones procedentes del suelo, debidas
principalmente al uso de abonos nitrogenados.
- CH4
(metano): emisiones procedentes de la fermentación
intestinal de los animales durante la digestión principalmente.
Un 41% del total de emisiones de CH4 de la UE proceden de la
agricultura.
- Emisiones de CH4
y N2O procedentes de la gestión del
estiércol.
El intentar reducir el carbono orgánico afecta negativamente a
la agricultura, pues tiene un especial relieve en funciones del
suelo tales como la fertilidad, la estabilidad, la estructura y la
capacidad de almacenamiento de agua.
Mientras tanto, los informes casi diarios sobre ecosistemas que
se colapsan o se degradan a causa del calentamiento global, y
las noticias de que el CO2 de la atmósfera ha aumentado un 35%
más rápido de lo previsto, confirman que el cambio climático
está sucediendo a mucha más velocidad y de modo que no
había sido previsto.
Los agrocombustibles, que dependen de los monocultivos a gran
escala, pueden ser una de las causas del calentamiento global
del planeta porque, si bien su uso es un medio para reducir
las emisiones de gases de efecto invernadero, la expansión
de monocultivos a gran escala puede provocar mayores
emisiones, ya que lleva aparejada una mayor deforestación y
la destrucción de otros ecosistemas en países en desarrollo,
desplazando otros posibles usos de la tierra y provocando
un mayor uso de fertilizantes nitrogenados. Esta producción
apresurada de los agrocombustibles, en países en desarrollo,
ya ha provocado la expansión de los monocultivos a gran
escala, causando una escalada de los precios de los alimentos,
generando deforestación, afectando la protección de la
diversidad biológica, amenazando los derechos y los medios de
vida de los pueblos indígenas, compitiendo por el agua potable
y los recursos del suelo e incrementando el uso de pesticidas
tóxicos, herbicidas y fertilizantes nitrogenados. A medida que
aumenta la demanda de tierras cultivables, ecosistemas enteros
se ven seriamente amenazados.
Teniendo en cuenta que más de 854 millones de personas
padecen malnutrición crónica, Jean Ziegler, relator especial
de las Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación,
2005 2050 2100
110<<< Temas de Actualidad Agraria 2008
catalogó como “crimen contra la humanidad” el desvío de
cultivos alimenticios hacia la producción de agrocombustibles,
y pidió una moratoria internacional de cinco años para la
producción de estos últimos. Los argumentos según los cuales
los agrocombustibles “reducirán las emisiones de gases de efecto
invernadero” y “beneficiarán a los pobres” ya han probado estar
muy lejos de la verdad. Cuando se señala esto, surgen promesas
de “nuevas y mejores tecnologías” futuras, como una razón para
continuar por la senda actual, aunque esté claro que no es la
correcta. Los impactos de esas nuevas tecnologías no han sido
considerados cuidadosamente; las tecnologías mismas aún no
están disponibles.
La competencia entre alimentos y combustibles se está volviendo
cada vez más problemática. Una “solución” propuesta para este
dilema es el desarrollo de la producción de etanol de celulosa.
Se dice que los futuros avances tecnológicos permitirán la
producción de etanol de celulosa a partir de la madera. Esto,
según se argumenta, nos permitirá hacer a un lado el conflicto
entre alimentos y combustibles ya que, además de tener un
mayor rendimiento energético que el almidón y el azúcar,
no depende del uso de tierras agrícolas y no provocará el
desvío de los cultivos alimenticios. Se considera que hay “gran
disponibilidad” de árboles y otras materias primas celulósicas.
Sin embargo, dada la gran demanda, la introducción de
estas tecnologías requeriría casi inevitablemente el uso de
transgénicos (vegetales modificados genéticamente) y la
expansión de las plantaciones de monocultivo dedicadas a la
producción de agrocombustibles, incluyendo las plantaciones
industriales de árboles, definidas por la FAO como “bosques
plantados”.
La industria biotecnológica ve los agrocombustibles como una
tremenda oportunidad para promover el uso de organismos
genéticamente modificados (GM), desde el maíz y la soja hasta
los árboles y los microbios, para la producción de etanol de
celulosa. Ya están siendo modificadas numerosas variedades
de árboles para que contengan determinados rasgos, como
un contenido reducido y alterado de lignina, la capacidad
de captar carbono más rápido y una mayor tolerancia al frío,
específicamente para que puedan ser usadas en la producción
de combustible. La introducción de árboles GM en los bosques
nativos y zonas adyacentes conlleva muchos riesgos. La
introducción de cultivos alimenticios GM ya ha generado una
contaminación generalizada, a pesar de los argumentos de la
industria que sostenía que era improbable que eso ocurriera. Lo
mismo puede llegar a pasar con los árboles GM. Si los bosques
nativos son contaminados con rasgos como la producción
reducida de lignina, los impactos – totalmente desconocidos
por el momento – podrían ser catastróficos y, una vez que
ocurran, irreversibles.
4. Buenas prácticas medioambientales
La adopción y el fomento de medidas respetuosas con el
medio ambiente por parte de las empresas, retornará sobre
el ecosistema como también sobre la economía de la propia
empresa. Permite ahorrar, al controlar el consumo de recursos y
hacer más eficientes los procesos productivos; mejorar la imagen
de la empresa al respetar el ambiente y la sociedad; acceder
a nuevos mercados, más exigentes y especializados; mejorar
la competitividad, por la diferenciación de un negocio limpio
y sostenible y, por supuesto, proteger el medio ambiente, para
mantener el bienestar de la vida presente y futura en nuestro
planeta.
Entre las buenas prácticas medioambientales agroganaderas,
destacan las siguientes;
- SOBREFERTILIZACIÓN: La contaminación de las aguas
subterráneas puede llegar a producirse por la sobrefertilización
que se produce en los cultivos. Por lo tanto, una buena práctica
medioambiental consistirá en intentar reducir la cantidad de
nitratos aplicada a la superficie cultivable, para así evitar que esta
carga contaminante llegue a las aguas, ya sean subterráneas,
por lixiviación, o a las superficiales, por arrastre. Esta buena
práctica consiste en procurar que las máquinas de aplicación de
fertilizantes estén reguladas.
Mejora Ambiental: Reducción del consumo de fertilizantes o,
al menos, distribución más idónea de los mismos, consiguiendo
reducir la contaminación por el arrastre de nitratos.
- ROTACIÓN DE CULTIVOS: Una adecuada alternativa de
cultivos es, desde el punto de vista agronómico, una práctica
aconsejable para cualquier explotación. La rotación de cultivos
es la renovación regular de los cultivos en el tiempo en el
mismo terreno. Es una práctica muy antigua, y gracias a ella
se controla la erosión y se mantiene la productividad de los
terrenos. El beneficio de esta práctica depende de la selección
>>>111
de los cultivos que van a rotarse y de la secuencia que se siga en
su siembra. La rotación de cultivos mejora el suelo si se tienen
en cuenta una serie de ideas generales:
En la rotación se establecerá un cultivo de raíces profundas
tras un cultivo de raíces superficiales, con el fin de mantener
una buena estructura, con una profundidad adecuada, abierta,
que facilite el drenaje y la aireación del suelo.
Alternar entre cultivos de poca biomasa radicular con los
de biomasa abundante, ya que ello contribuye a mejorar la
actividad biológica del suelo.
Utilizar cultivos intercalados, abonos verdes, praderas, para
mantener el suelo lo más cubierto posible con el fin de
disminuir la erosión y las pérdidas de nutrientes por lavado.
En regadíos o en lugares donde las condiciones climatológicas
lo permitan, lo ideal es alternar cultivos de invierno con
cultivos de verano.
Mejora Ambiental: Gracias a la rotación de cultivos se pueden
obtener en la explotación diversos beneficios medioambientales,
tales como:
Control de plagas y enfermedades: al utilizar la rotación, se
reduce la presión que puedan llegar a producir.
Control de malas hierbas: al sembrar diferentes tipos de
cultivos, se varía la fecha de su siembra, lo que facilita el
manejo de las malas hierbas.
Mejora de la bioestructura del suelo: las rotaciones mejoran
la estructura del suelo, ya que los diferentes cultivos tienen
distintos sistemas radiculares que aportan beneficios al suelo.
Aumento de la biodiversidad.
Ahorro de recursos, ya que la rotación facilita el aumento de
los nutrientes naturales del suelo.
- MÍNIMO LABOREO: El laboreo de las parcelas agrícolas se
realiza para preparar el lecho de siembra, pero la realización
del laboreo considerado como tradicional acarrea para el
suelo una gran erosión, pérdida de fertilidad y de humedad. El
mínimo laboreo consiste en la preparación del lecho de siembra
mediante la realización de una labor de tipo vertical y dejando
los restos de la cosecha del cultivo anterior, logrando proteger
al suelo de la erosión y acumulando mayor cantidad de agua
de lluvia.
Mejora Ambiental: el mínimo laboreo trae consigo las siguientes
mejoras:
Aprovecha mejor el agua de lluvia, aumentando la infiltración
al suelo y reduciendo la evaporación debida a las labores.
Reduce los costes operacionales, ahorrando tiempo y gasoil, y
haciendo la explotación más competitiva.
Elimina labores innecesarias, ahorra tiempo y permite sembrar
en el momento oportuno, ya que solamente se dan uno o dos
pases de labor.
Mejora el suelo a largo plazo: reduce la erosión, controla la
compactación, aumenta la materia orgánica en las capas
superficiales del suelo y una mayor estabilidad de los
agregados del suelo.
- MANTENIMIENTO DE LA MAQUINARIA DE APLICACIÓN:
El mantenimiento de los equipos es una práctica importante
para lograr una buena gestión ambiental. En este caso, el
lograr un buen mantenimiento de los equipos de aplicación
de fitosanitarios permitirá ser mucho más eficaces a la hora
de efectuar los tratamientos, evitando tener que repetir las
aplicaciones por un mal control de la plaga o mala hierba.
Cuanto más efectivo sean los tratamientos que se realicen, habrá
que hacer menor cantidad de ellos. Así se consigue disminuir la
carga de productos químicos sobre los cultivos.
Mejora Ambiental: Ahorro en la cantidad de plaguicidas
utilizados y por tanto, minimización del impacto que éstos
producen en el entorno.
- MANTENIMIENTO DE LAS INSTALACIONES DE RIEGO: El
mantenimiento es una buena medida de prevención de posibles
averías de las instalaciones. Un buen mantenimiento de los
sistemas de riego favorecerá la disminución de posibles pérdidas
de agua, debido a averías, en la explotación.
Mejora Ambiental: Ahorro de agua.
- CORRECTA APLICACIÓN DE FERTILIZANTES ORGÁNICOS:
A la hora de aplicar fertilizantes orgánicos sobre la superficie
de las parcelas, se debe tener en cuenta una serie de
recomendaciones para evitar que se produzca escorrentía
o lixiviación que llegue a contaminar las aguas cercanas o
subterráneas.
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112<<< Temas de Actualidad Agraria 2008
Mejora Ambiental: Evitar la contaminación de aguas, tanto
superficiales como subterráneas, además de pérdidas de
estiércol.
- SELECCIÓN Y USO CORRECTO DE PLAGICIDAS Y
HERBICIDAS: Debido a la necesidad de obtener un alto
rendimiento de cosechas, el consumo de plaguicidas y
herbicidas es cada vez más alto. Con ellos se intenta controlar
las plagas, ya sean de animales o de vegetales, que impiden
el crecimiento de los cultivos. Pero, al aplicar este tipo de
productos, no solamente se actúa sobre estas plagas. Diferentes
impactos sobre el medio ambiente son producidos al realizar
las aplicaciones: muerte de microflora y microfauna del suelo,
incidencia sobre las propiedades físico-químicas del suelo,
riesgo de contaminación de aguas. Para intentar minimizar
este impacto, se debe seleccionar aquel plaguicida de menor
impacto sobre la salud y el medio ambiente, entre la gama
de productos fitosanitarios presentes en el mercado, que varía
bastante en cuanto a su agresividad.
Mejora Ambiental: Menor consumo en productos químicos,
menor contaminación de los suelos y de las aguas subterráneas
y menor impacto sobre la salud.
- GESTIÓN DE ENVASES FITOSANITARIOS: Esta buena
práctica evita una gran impacto medioambiental negativo. La
gestión de estos residuos es necesaria, ya que los productos
fitosanitarios tienen en su composición muchos productos
químicos de difícil eliminación que pueden contaminar aguas
subterráneas, tierra e incluso a la atmósfera por emisiones. La
quema y el enterramiento son prácticas perjudiciales porque se
elimina el envase pero no el producto químico.
Mejora Ambiental: Reducción del impacto provocado por los
residuos, en el suelo, atmósfera y aguas.
- APLICACIÓN DE RESTOS DE PODA: Los restos de poda
son uno de los tipos de residuos habituales generados en las
explotaciones agrícolas que disponen de cultivos arbóreos:
almendros, frutales o viñedos. La gestión tradicional de estos
residuos ha consistido en su quema, con toda la problemática
medioambiental que acarrea: emisiones a la atmósfera de
CO2, pérdida de materia orgánica que podría enriquecer el
suelo, riesgo de incendios, etc. Una buena gestión de este tipo
de residuos es su trituración y su aplicación en la superficie
de la parcela, entre la calles de la plantación. Realizando
esta buena práctica se evitan malas gestiones de residuos,
además de favorecer el suelo de las parcelas, ya que gracias
a la aplicación de restos de poda se protegen los suelos de la
erosión que produce el agua, se aporta materia orgánica extra
a las capas superficiales, y se mejora la estructura del suelo y la
conservación de la humedad.
Mejora Ambiental: Disminución de emisiones a la atmósfera
de gases de efecto invernadero, protección contra la erosión de
suelos y aporte a largo plazo de materia orgánica.
- VENTILACIÓN NATURAL: Dentro de las granjas de animales
se produce la emisión de diferentes gases, como pueden ser
el CO2, gases amoniacales, etc. Estos gases crean atmósferas
perjudiciales para el bienestar animal y aumentan las
enfermedades por lo que su extracción del interior de la granja
es fundamental. La ventilación de las naves se puede realizar de
dos formas:
• Natural: a través de las ventanas y puertas.
• Forzada: a través de extractores y ventiladores.
La utilización de ventilación natural en todas las ocasiones
posibles, permitirá lograr ahorros en los consumos de energía.
Mejora Ambiental: Ahorro en el consumo de energía.
- AISLAMIENTOS TÉRMICOS: Se puede ahorrar mucha energía
aislando adecuadamente las estancias de la explotación que
necesiten calefacción o aire acondicionado. También, en zonas
con inviernos crudos, un buen aislamiento del techo de los
establos evitará congelaciones en las conducciones y en los
bebederos de los animales. Un edificio perfectamente aislado
térmicamente cuesta dinero, pero esta inversión es fácilmente
amortizable con el ahorro energético que se logra. En algunos
casos, bastará con el simple hecho de plantar árboles, que
den sombra en verano y corten los vientos en invierno, a lo
largo del perímetro de las instalaciones. Los mejores aislantes
térmicos son la «perlita» (roca volcánica), la arcilla expandida,
y el aglomerado de corcho. Otros materiales utilizados son:
poliuretano proyectado, vidrio celular, espuma de polietileno
(de fácil aplicación y muy económica), fibra vegetal (virutas de
madera) y cartón yeso.
Mejora Ambiental: Descenso en el consumo de energía de la
explotación.
>>>113
- ALMACENAJE DE DEYECCIONES: Disponer de un estercolero
en la explotación ganadera es algo obligatorio, pero con tenerlo
no basta. Se debe gestionar el estercolero de una manera
correcta para lograr reducir el impacto medioambiental en la
explotación. Por ejemplo, para evitar contaminar tanto cauces
de agua superficiales como aguas subterráneas, se recomienda
almacenar las deyecciones sólidas en una superficie estanca
dotada de un punto bajo, de modo que se recojan los líquidos
de resume y se evacuen hacia las instalaciones de almacenaje
o de tratamiento de los efluentes. También se tiene que tener
en cuenta las dimensiones del estercolero, que debería ser
suficiente para el tamaño de la explotación. Mantener techado
el estercolero es otra buena práctica para evitar la posibilidad de
que se generen escorrentías producidas por el agua de lluvia.
Mejora Ambiental: Correcta gestión de residuos, con lo que se
evitarán posibilidades de contaminación de suelos.
- MINIMIZAR EFECTOS DE RESIDUOS GANADEROS: Con el
fin de garantizar una buena calidad en la producción ganadera
y disminuir las posibles sustancias residuales en la carne,
los tratamientos a realizar sobre los animales (utilización de
productos químicos, antibióticos, hormonales...) se deben hacer
bajo prescripción veterinaria, según la Ley de Sanidad animal.
También se deben aplicar productos más naturales, siempre
que se pueda, sustituyendo a los habituales productos químicos
de síntesis. Además, se debe llevar un registro sanitario donde
conste la enfermedad padecida por un animal, su evolución, el
tratamiento, así como la dosis, duración y período de espera.
Mejora Ambiental: Reducción en la generación de residuos
peligrosos, fomento de la calidad y seguridad alimentaria.
- ALMACENAJE DE PURINES: Según el sistema de producción
de la granja se generan deyecciones líquidas que van a parar a
una balsa de purines. Estas balsas de purines deben ser, según
la normativa:
Con materiales impermeables tanto en la nave como en las
paredes.
Deben tener una valla perimetral de dos metros de altura
como mínimo.
Deben tener una capacidad para almacenar, al menos, los
purines de seis meses de producción.
Se debe hacer una revisión periódica para detectar grietas o
fugas que se deberán reparar.
Para evitar emisiones a la atmósfera es conveniente que tengan
una cobertura de plástico, de cortezas o de paja.
Mejora Ambiental: Se evitan posibles derrames y contaminación
de suelos y aguas tanto subterráneas como superficiales.
- EDUCACIÓN Y PREPARACIÓN: Para que una empresa consiga
que su apuesta medioambiental sea exitosa, deberá lograr que el
compromiso por ella abarque desde los propietarios hasta todos
sus empleados. Esto se puede conseguir formando a todos los
trabajadores. Todo el personal debe recibir formación relevante
y ser consciente de las nuevas funciones medioambientales que
le corresponden. Gracias a esta formación, además de lograr
la mejora medioambiental, probablemente se conseguirá una
mayor competitividad de la explotación.
Mejora Ambiental: Mejor gestión del agua, mejor gestión de
energía y mejor gestión de residuos.
- DOSIS ADECUADA DE LIMPIEZA: Cuando se utilicen
productos de limpieza en las instalaciones, se debe intentar
utilizar cantidades ajustadas a las recomendadas en la etiqueta
del producto. Es posible que utilizando cantidades un poco
más bajas se obtengan unos resultados en limpieza similares.
Se plantea esta buena práctica porque la utilización de dosis
mayores a las recomendadas no garantiza una mayor limpieza de
las instalaciones, sino que lo único que genera son unos vertidos
con mayor carga contaminante y pérdida de materia prima.
Mejora Ambiental: Reducción de la contaminación en los
vertidos, y reducción en la cantidad de materias primas a
adquirir.
- BUENAS PRÁCTICAS EN EL USO DEL PAPEL: El consumo de
papel en las empresas, sobre todo en oficinas, suele ser bastante
elevado. Por ello, su buen uso y la reducción de su consumo
repercutirán en mejoras medioambientales y en consecuencia
también se obtendrán ahorros económicos.
Mejora Ambiental: Reducción en la generación de residuos
y una correcta gestión en los residuos generados; beneficios
medioambientales de forma global, ya que la fabricación de
papel conlleva perjuicios medioambientales: tala de árboles,
contaminación de agua, consumos de energía, etc.
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114<<< Temas de Actualidad Agraria 2008
5. Nuevas tecnologías en la agricultura para prevenir el cambio climático
El Libro Blanco para una Estrategia y un Plan de Acción
Comunitarios, “Energía para el futuro: fuentes de energía
renovables”, de la Unión Europea, publicado en 1997, es el
primer marco significativo en el campo de estas energías y la
referencia para el resto de planes sectoriales y nacionales de los
países miembros.
Una vez fijado como objetivo alcanzar en 2010 una cuota
renovable del 12% en la producción de energía, se plantearon
metas para cada fuente de energía renovable. Si se mantiene
el ritmo de crecimiento actual, las 69.000 ktep procedentes de
biomasa previstas para 2010 quedarán muy lejos de las 100.000
ktep establecidas por el Libro Blanco.
El Plan Europeo de Acción de la Biomasa de finales de 2005
intenta corregir esta tendencia, y basa sus objetivos en garantizar
un abastecimiento adecuado implicando y actuando en todos
los sectores afectados, no sólo en el energético, sino también
en la agricultura, la generación de residuos, la silvicultura, la
industria, el desarrollo rural y el medio ambiente en general.
Dentro de este plan, entre otras medidas, la Comisión pretende
estudiar el desarrollo del esquema de cultivos energéticos
y financiar una campaña para informar a los agricultores y
propietarios forestales sobre las propiedades de los cultivos
energéticos y las oportunidades que ofrecen.
Por otro lado, la Comisión ha presentado un Plan de Acción
Forestal, en el que el uso energético del material forestal es
una sus partes. Además, entre los objetivos planteados por la
Comisión Europea en febrero de 2007, se fija como meta para
las energías renovables una contribución del 20% del consumo
de energía primaria en la Unión Europea en 2020. Para alcanzar
dicho objetivo es necesario acentuar los esfuerzos de todos los
actores integrados en el sector de las energías renovables.
En una línea similar se inscribe el actual Plan de Energías
Renovables (PER), 2005-2010, en España, que aporta la
herramienta idónea para que la biomasa alcance en España
los niveles de desarrollo necesarios, en especial acorde con
los recursos forestales y agrícolas disponibles. Para ello es
necesario que se lleven a cabo las medidas propuestas en este
texto y en el Plan Europeo de Acción de la Biomasa. Dentro del
PER, la aportación de la biomasa es una de las bases para lograr
el cumplimiento de los objetivos de aportación de energía
primaria en el año 2010. Sobre un objetivo total de incremento
de 10.481 ktep/año de producción de energía primaria renovable,
la contribución de la biomasa en el PER se establece en 5.040
kep/año, casi la mitad, a lo que debe añadirse la participación
del biogás (188 ktep/año) y los biocarburantes (1.972 ktep/año).
Esto puede dar una visión de la importancia que tendrá en un
futuro próximo el uso de estos recursos renovables.
Para poder alcanzar los valores establecidos para la biomasa
en el PER, se han planteado unas medidas pensadas para
superar las distintas barreras existentes, relacionadas con la
fase de producción, tales como la inexistencia de un mercado
desarrollado de logística de biomasa o la falta de disponibilidad
de biomasa en cantidades, calidades y precios adecuados, y
relacionadas con la fase de transformación.
Por otro lado, la creación de empresas de logística que lleven
a cabo la recogida de la biomasa y los pretratamientos que
la habiliten como biocombustible, y que la distribuyan de
manera adecuada y rentable, aparece como el gran reto en este
apartado. Mejoras en la mecanización de la recogida, programas
de ayudas a la adquisición de maquinaria o la formalización de
contratos tipo para la compra de biomasa son algunas de las
medidas más relevantes entre las contempladas en el PER.
Todas estas medidas ayudarán a lograr los objetivos del PER
para la biomasa que, además de la ya comentada aportación
energética, supondrá la realización de inversiones por un valor
superior a los 2.700 millones de euros y una reducción de
emisiones de más de 9 millones de toneladas de CO2
al año.
El desarrollo del mercado energético de la biomasa puede
también dar un impulso a los núcleos rurales que han sufrido
una disminución importante de la actividad económica por
la disminución de algunos de los precios de los productos
agrícolas y porque la mejora de las técnicas de producción en
el sector agroforestal ha disminuido las necesidades de una
población estable, cercana a las áreas de producción, durante
las últimas décadas.
>>>115
6. Nuevos empleos del sector
El fomento de la producción de biomasa para uso energético
permite el desarrollo de nuevas actividades en las áreas rurales,
sobre la base de un mercado con una demanda continua y
sin fluctuaciones, que genera puestos de trabajo estables y
beneficios en las industrias locales. De acuerdo con lo expuesto
por el Comité de las Regiones, en su dictamen sobre el Libro
Blanco de las Energías Renovables, a igual potencia instalada
se crean hasta cinco veces más puestos de trabajo con energías
renovables que con combustibles convencionales.
Esta nueva oferta de empleo podrá contribuir a la fijación de
la población en los núcleos rurales, evitando algunos de los
problemas sociales derivados de la migración hacia las grandes
ciudades, como son el abandono de las actividades del mundo
rural, de los pueblos y la aparición de zonas marginales y
desempleo en las grandes ciudades.
Desde el punto de vista de los agricultores, la posibilidad
de dedicar parte de sus terrenos a prácticas distintas de las
tradicionales (alimentación humana o animal, sector del papel,
del mueble, etc.) da lugar a un equilibrio en sus ingresos anuales
a través de un mercado mucho más amplio para sus productos.
En lo que se refiere a las ventajas ambientales de la biomasa,
es bien conocido el compromiso de los países desarrollados en
la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Estas emisiones, producidas en su mayor parte en la generación
de energía térmica, pueden reducirse con el uso de la biomasa
gracias a lo que se denomina el “Balance Neutro del Ciclo de la
Biomasa”. Todo lo que emite la biomasa en su combustión ha sido
captado antes por ella durante su crecimiento, y debe volverse
a captar si se quiere seguir utilizando biomasa. Esto supone que
el mismo CO2 que hoy captan los cultivos energéticos es el que
se liberará en su combustión para volver a ser captado cuando
crezca la nueva siembra del cultivo.
Pero también hay otros beneficios ambientales del uso
energético de la biomasa. El simple hecho de recoger los
residuos de los montes supone una mejora para el medio
ambiente y para las especies animales que viven en él, y servirá
de prevención contra plagas y, sobre todo, contra incendios, un
gran problema en nuestro país. La utilización de los terrenos de
cultivo y forestales para abastecer las necesidades energéticas
también asegura el mantenimiento del suelo frente a la
desertización.
7. Conclusiones
- Las predicciones a lo largo de este siglo auguran cambios
muy perjudiciales para todos los sectores, en general, y para
la agricultura, en particular, si no se toman medidas que palien
las consecuencias del cambio climático, a causa del efecto
invernadero del CO2, principalmente.
- Los nuevos usos energéticos en el medio rural son muy positivos
para la población que reside en estos núcleos, puesto que
representa un mercado emergente con grandes expectativas y
volúmenes de negocio que puede amortiguar las fluctuaciones
de los mercados agrarios más globalizados, al ser muy estable
la demanda de energía, lo que permitirá desarrollar y fijar la
población en las zonas rurales.
- El aprovechamiento energético de la biomasa es una
oportunidad que va a generar beneficios en distintos ámbitos,
y poner los medios para conseguir su incorporación al mercado
sólo puede abordarse como una tarea compartida. En particular,
las Administraciones regionales y locales, desde donde parten
las competencias para estas actividades, deben jugar un papel
especialmente activo.
Juan José Aroca Gallardo
UPA Sevilla