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Analía Castro EsnalMaría Luz FunesMónica GrossoNora KuperszmitAndrea MurgoGuadalupe Romero(Editoras)
Entre Pasados y Presentes IVEstudios Contemporáneos en Ciencias Antropológicas
Hecho el depósito que marca la Ley 11.723. Los derechos de los artículos son de los autores.
Dibujo de tapa: Antonela Di Vruno
Entre pasados y presentes IV : estudios contemporáneos en ciencias antropológicas / Analía Castro Esnal ... [et.al.] ; edición literaria a cargo de Analía Castro Esnal ... [et.al.]. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Asociación Amigos del Instituto Nacional de
Antropología, 2014.
E-Book. ISBN 978-987-25575-3-9 1. Antropología. 2. Arqueología. I. Castro Esnal, Analía II. Castro Esnal, Analía , ed. lit. CDD 930.1 Fecha de catalogación: 07/07/2014
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METODOLOGÍA 3D PARA LA RECONSTRUCCIÓN DE FORMAS CERÁMICAS
EN CONTEXTOS DE CAZADORES-RECOLECTORES.
SITIO LAS MARÍAS (PARTIDO DE MAGDALENA, PROVINCIA DE BUENOS AIRES)
Naiquen M. Ghiani Echenique1*
y Paula N. León *
INTRODUCCIÓN
Las investigaciones arqueológicas realizadas en el noreste de la provincia de Buenos
Aires, específicamente en los partidos de Magdalena y Punta Indio, han permitido identificar
ocupaciones humanas del Holoceno tardío. Estos grupos fueron caracterizados como cazadores,
recolectores, pescadores y ceramistas con un aprovechamiento intensivo de recursos locales
(Paleo y Pérez Meroni 1999, 2004, 2007). En este trabajo se analiza el material cerámico del
sitio arqueológico “Las Marías” (partido de Magdalena), que ha sido ampliamente trabajado. Su
registro arqueológico, al igual que el de otros sitios de la zona de estudio, consta de abundante
material cerámico y arqueofaunístico, y escaso instrumental lítico y óseo. La ocupación del sitio
está fechada en 1590 ± 40 y 1820 ± 50 años AP (Paleo y Pérez Meroni 2007).
El conjunto cerámico proveniente de Las Marías, conformado por 7.132 tiestos, es
fragmentario en su totalidad. Está siendo trabajado desde el año 2000, y ha sido abordado
mediante estudios morfo-funcionales y arqueométricos, gracias a los cuales se logró identificar
la presencia de tres categorías morfofuncionales de contenedores: procesamiento, almacenaje y
transferencia. Tradicionalmente para la zona de estudio se ha considerado la existencia de
formas cerámicas globulares y subglobulares, sin mayores variaciones. En cambio, este planteo
ha permitido modificar la visión homogénea que se tenía del conjunto dando cuenta de su
variabilidad (Paleo y Pérez Meroni 2005-06, 2008).
Las sociedades cazadoras-recolectoras que habitaron la zona durante el Holoceno tardío
contaban con cierta especialización tecnológica vinculada a diferentes prácticas de
procesamiento de recursos. Esto permitiría pensar en la existencia de cierto grado de
intensificación socio-económica, y en consecuencia, adquiere importancia la comprensión de la
tecnología cerámica como parte de las transformaciones culturales propias de dicho proceso
(Paleo y Pérez Meroni 2005-06).
El presente trabajo tiene por finalidad explorar la aplicación de metodologías de
reconstrucción de la morfología cerámica. En tal sentido, se plantea como propuesta
* Laboratorio de Análisis Cerámico, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de
La Plata. naiquen_73@hotmail.com; paulaleon1@hotmail.com.
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metodológica la utilización del remontaje conjuntamente con la implementación de programas
de diseño 3D para analizar la muestra cerámica del sitio Las Marías.
LINEAMIENTOS TEÓRICO- METODOLÓGICOS
Siguiendo a Falabella (1997), se considera a la vasija arqueológica como un
instrumento. Su fabricación implica decisiones tecnológicas en relación a las materias primas a
utilizar y a los pasos a seguir en la manufactura, con el objetivo de otorgarle determinadas
características relacionadas al uso (Rice 1989). Estas responden a un sistema de significados que
le asigna sentido a la vasija y establece pautas para el cumplimiento de su función social y
cultural. Así, desde la fabricación se asigna a la pieza una función primaria relacionada a la
forma, pudiendo corroborarse una vinculación estrecha entre morfología y uso (Sinopoli 1991),
si bien se debe tener en cuenta que es una relación multivariada (Rice 1989) y que existe la
posibilidad de diversos usos secundarios (Skibo 1992). Es además necesario considerar el
término “función” más allá del rol puramente utilitario, respecto a la interacción del artefacto
con la sociedad. En este sentido Skibo (1992) propuso definir esta característica mediante los
conceptos de tecnofunción, sociofunción e ideofunción, que determinan el rol que cumple el
artefacto como parte de la tecnología de una sociedad, y por lo tanto influencian su diseño y
explican su variabilidad y cambio. En consecuencia la morfología de una pieza cerámica,
además de estar relacionada con cierto uso específico que se le asigna, es afectada por pautas
que responden a factores simbólicos de la sociedad o de un sector de la misma (Ramundo 2010).
El conocimiento morfológico de las vasijas usadas por sociedades cazadoras-
recolectoras permite indagar sus prácticas cotidianas al brindar indicios que ayuden a pensar
cómo fueron esas actividades en las que estuvieron involucradas. Además puede aportar
aspectos relacionados a los usos del entorno, la interacción social, entre otros (Paleo y Pérez
Meroni 2005-06, 2008). Debido a lo anteriormente expuesto, son importantes las categorías
morfofuncionales y el trabajo a escala del artefacto, concibiendo los fragmentos como partes
constitutivas de una vasija (Falabella 1997). Por lo tanto, se busca realizar un análisis cerámico
contextual en el sentido de Orton et al. (1997), que intente ir más allá de los fragmentos,
indagando en las características de los recipientes, y pensando cómo ha sido su uso por parte de
los grupos humanos.
Existen abundantes metodologías para la clasificación de formas cerámicas
arqueológicas, dentro de las cuales las propuestas de Shepard (1956) y Balfet et al. (1992) han
sido frecuentemente aplicadas en la arqueología argentina (Cremonte y Bugliani 2006-09).
Shepard (1956) propone utilizar puntos notorios del perfil de la vasija para su sistematización:
puntos terminales (PT), puntos de tangencia vertical (PTV), puntos de inflexión (PI) y puntos
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angulares (PA). En relación a estos, la autora define ciertas clases estructurales, según tengan
orificio restringido u orificio no restringido, como punto de partida para clasificar la vasija
como restringida simple dependiente, restringida independiente o no restringida. Estas
categorías pueden subdividirse según el tipo de contorno. Shepard (1956) ha ampliado la
clasificación tradicional que distingue silueta simple y compuesta, determinando cuatro tipos de
contorno en base a los puntos que lo caracterizan: simple, compuesto, inflexionado y complejo.
Otra forma de clasificación cerámica, es la propuesta por Balfet et al. (1992). Estas
autoras formularon normas para la descripción de vasijas cerámicas desde un enfoque formal,
con el objetivo de normalizar la descripción aportando denominaciones unificadoras frente a
múltiples denominaciones de uso local (Cremonte y Bugliani 2006-09). La clasificación de las
formas cerámicas se fundamenta en la relación altura-diámetro de boca, y según Orton et al.
(1997) representa un tipo de clasificación basada en medidas donde se diferencian grupos de
vasijas según los índices de sus dimensiones principales. En este caso se distinguen vasijas
abiertas (plato, escudilla, cuenco o vaso) y cerradas (olla o botella).
Los enfoques expuestos resultan adecuados para la descripción de formas cerámicas,
pero resultan de difícil aplicación en conjuntos íntegramente fragmentarios, como es el caso del
sitio Las Marías y de otros sitios del noreste de la provincia de Buenos Aires. Pese a la gran
cantidad de cerámica recuperada en ellos, no se presentan vasijas enteras o reconstruidas en un
alto porcentaje que sirvan como referencia morfológica, lo cual constituye para esta área una
problemática específica. En general no se ha avanzado lo necesario en su remontaje, lo que
impide el conocimiento exhaustivo de la variedad de formas presentes. En tal sentido, hay
medidas que son fácilmente estimables a partir de los tiestos, como es el diámetro de la boca,
pero no es posible deducir de éstos la altura de las piezas. Es necesario entonces el avance en el
remontaje para poder conocer la altura y por lo tanto las formas presentes. Luego es factible
aplicar una clasificación morfológica; en este caso se utiliza la propuesta por Shepard (1956).
En consecuencia, se propone aquí la utilización de la reconstrucción 3D que posibilita
“completar” el remontaje de modo virtual y así visualizar la pieza completa. Se presenta una
metodología de análisis morfológico basada en el uso complementario del remontaje y la
aplicación de programas de diseño 3D en la reconstrucción de formas.
AGRUPAMIENTO DE FRAGMENTOS Y REMONTAJE
Siguiendo a Shepard (1956), como punto de partida para clasificar un grupo de
fragmentos es necesario reconocer ciertos rasgos que establezcan una relación hipotética entre
los mismos. En segundo lugar, crear la caracterización de cada grupo en base a las normas y las
características de forma y diseño. En los comienzos del análisis de la muestra del sitio
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arqueológico Las Marías se realizó una clasificación tipológica, conformándose cinco grupos a
partir de las variables color y acabado de superficie, y características de pasta (Paleo y Pérez
Meroni 2007). Posteriormente, al avanzar en el análisis no se encontró utilidad en esta
clasificación, puesto que los fragmentos pertenecientes a una misma vasija formaban parte de
grupos diferentes. Esto se debió, por ejemplo, a la utilización del color como un criterio de
agrupación, cuando se ha comprobado su gran variación entre tiestos que remontan entre sí, lo
cual puede atribuirse a la cocción, el uso, el descarte y fundamentalmente la acción de procesos
posdepositacionales, como evidencia el caso representado en la Figura 1.
Figura 1. Ejemplo de alteración posdepositacional de la coloración de fragmentos cerámicos que
remontan.
En consecuencia se planteó una nueva forma de agrupar fragmentos, concibiéndolos
como partes constitutivas de las piezas, mediante la generación de categorías que permitiesen
organizar las tareas de remontaje. Para tal fin se conformó la unidad de remontaje (UR),
compuesta por aquellos fragmentos que remontan entre sí, a los que se adicionan fragmentos
asociados (FA), considerados parte de la misma vasija, pero que no han logrado unirse a la UR.
El Número Mínimo de Contenedores (NMC) se establece agrupando UR y FA que pueden
considerarse parte de la misma pieza, en base a características definidas por Paleo y Pérez
Meroni (2005-06). El remontaje nos permite superar limitaciones del trabajo con conjuntos
fragmentarios y formular planteos aproximados sobre tamaño, morfología y decoración de las
piezas. Estas observaciones, en combinación con otras (tipo de pasta, inclusiones, etc.),
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permiten plantear propiedades de uso relacionadas a la forma (Rice 1989) y en consecuencia
una potencial función (Ramundo 2002-04; Paleo y Pérez Meroni 2008; Ramundo y Sanz 2012).
El remontaje ha sido realizado en diferentes etapas, primero entre los fragmentos
obtenidos de la misma cuadrícula y luego poniendo en relación los tiestos de diferentes
cuadrículas. Para el mismo se tienen en cuenta ciertas características macroscópicas: tipo de
pasta, acabado y coloración de la superficie interna y externa, decoración, grosor de paredes,
curvatura del fragmento, diámetro de la boca, y evidencias de uso como presencia de hollín,
manchas de ahumado, marcas de cocción, y otras (Ramundo 2002-04; Paleo y Pérez Meroni
2005-06). La tarea consiste en intentar uniones entre fragmentos identificados como semejantes
en relación a dichas características, y luego entre todos ellos aunque no sean semejantes. Esto se
debe a que procesos de alteración pudieron haber actuado de modo diferencial sobre los
fragmentos. Por ejemplo en el material cerámico de Las Marías suelen presentarse cambios de
coloración visibles en fragmentos que remontan entre sí (ver Figura 1), y marcas dejadas por
roedores. Esta desventaja a la hora de remontar, se vuelve provechosa en otro sentido, ya que
aporta evidencias sobre los procesos de formación de sitio (Ramundo 2002-04).
En el conjunto trabajado se ha podido reconstruir parcialmente un NMC de 171. De
dicha cantidad, en muy pocos casos se ha podido estimar la forma, para lo cual se necesita
conocer el diámetro de boca y la altura de la vasija. El cálculo de dicho diámetro es sencillo
(Meggers y Evans 1969), pero resulta problemático el cálculo de la altura. Sólo es posible
estimarla en los casos en que se posee una parte significativa de la pieza reconstituida, que
además debe evidenciar la constitución del perfil y su tendencia hacia la base. La reconstrucción
de la base se realiza a partir de la prolongación de los perfiles estimados considerando una
tendencia generalizada a bases cóncavas. Este aspecto se ve corroborado con la presencia de
fragmentos cóncavos asignados a bases en el conjunto.
En la tarea de remontaje del conjunto cerámico analizado resulta más sencillo avanzar
con el borde, ya que es la parte de la vasija a la cual es posible asignar fragmentos con mayor
seguridad. Esto se debe a las características del labio y, en la mayoría de los casos, la frecuente
decoración en el tercio superior de la pieza. En muchos casos se ha remontado un porcentaje
significativo del borde, sin haber podido lograr lo mismo con el cuerpo y la base de la vasija.
Como resultado de dicha tarea se han logrado conformar UR (por ejemplo las que se
presentan en la Figura 2) a partir de las cuales pudieron conocerse los perfiles de las trece piezas
cerámicas. En base a los mismos ha sido posible posteriormente la aplicación del proceso de
reconstrucción 3D.
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Figura 2. Ejemplos de unidades de remontaje.
DIBUJO DE PERFILES Y RECONSTRUCCIÓN 3D
Desde la década del ´80 se han generado software para la edición de modelos 3D. Se
destaca la importancia de estos programas informáticos en el análisis cerámico ya que permiten
la reconstrucción de piezas y la visualización de la variabilidad de las formas cerámicas, así
como el almacenaje de las mismas en formato digital (Irujo Ruiz y Prieto Martínez 2005;
Martínez Carrillo et al. 2010).
En este caso de estudio se carece de piezas enteras, por lo cual se requiere de una
metodología que permita de modo sencillo su reconstrucción. Siguiendo a Irujo Ruiz y Prieto
Martínez (2005), se propone partir del dibujo del perfil y luego aplicar al mismo la simetría
cilíndrica mediante un software de diseño 3D. Esto implica la creación de un sólido de
revolución a partir de una sección del mismo, con un eje de rotación perpendicular al plano de
sección (Sopena Vicién 2006). Cabe destacar que esta aplicación es adecuada sólo si la pieza es
simétrica. En general las piezas hechas sin torno, como las aquí consideradas, no tienen una
simetría perfecta, aspecto evidenciado por ejemplo en las irregularidades que presentan los
bordes. Por lo tanto se debe tener presente que se obtendrá un modelo y no una representación
real de la pieza.
Como señala Sopena Vicién (2006), en varios trabajos de las últimas décadas se
presentan procedimientos automatizados para el dibujo cerámico e incluso ciertos equipos de
investigación se dedican a la elaboración de programas informáticos específicos a partir del uso
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del escáner 3D (Melero et al. 2003; Melero et al. 2004; entre otros). La generalización en su uso
seguramente aporte a lograr una estandarización y mayor precisión en el dibujo, pero aún no
existe fácil acceso a estas herramientas y se carece del conocimiento adecuado para su
aplicación. No obstante, la propuesta metodológica aquí desarrollada implica una manera rápida
y eficaz para obtener modelos 3D de recipientes cerámicos, ya que es una aproximación
totalmente manual que evita tener que recurrir a soluciones tecnológicas de mayor complejidad
y difícil acceso.
Dibujo en el programa de diseño gráfico “Corel Draw”
Para desarrollar esta metodología se parte de la toma de fotografías laterales de cada
unidad de remontaje, que permitan una visualización adecuada del perfil. Es fundamental la
inclusión de una escala que permita recrear las dimensiones reales. Luego, a partir de estas fotos
se realiza el dibujo del perfil en algún programa informático de diseño gráfico; en esta
oportunidad se ha utilizado “Corel Draw X3”. En principio se realiza la ilustración de la mitad
de la vasija, que se inicia dibujando una línea en sentido horizontal, dispuesta sobre el borde
para indicar la mitad del diámetro de boca. A partir de su punto distal se dibuja la segunda línea,
en sentido vertical, que va a representar el eje de la pieza. En los casos de vasijas restringidas se
dibuja una línea horizontal adicional para ilustrar el diámetro máximo.
Luego se procede a dibujar el perfil mediante la herramienta “polilínea”, señalada en la
Figura 3a. El contorno se realiza marcando diversos “nodos” o puntos que van a fijar la
orientación de cada segmento de la curva. Es recomendable crear cierta cantidad de éstos
aunque no cambie la orientación, para una representación más adecuada del contorno. Una vez
que se llega al extremo de la porción reconstruida, se representa el espesor mediante un pequeño
segmento y se continúa con la misma línea en un recorrido paralelo al anterior, conformando
nuevamente el espesor en la parte superior hasta llegar al nodo inicial. Se utilizan entonces dos
herramientas también señaladas en la Figura 3a: “seleccionar todos los nodos” y luego “reducir
nodos”, donde se debe ingresar un porcentaje de reducción para lograr una curva más armónica,
que puede ser del 50%. Si la curva tiene un cambio de orientación brusco como el que indica un
punto angular, difícilmente quede representado al utilizar dicha reducción, que busca unificar
puntos. En este caso se pueden modificar nodos particulares manualmente, usando zoom, con el
fin de lograr una fiel representación del perfil.
Ya terminada la curva se procede a dibujar la parte faltante en la reconstrucción, es
decir, la porción estimada hacia la base. Esto es posible ya que se tiene el eje principal y se sabe
que las bases suelen ser cóncavas. El dibujo se realiza de igual modo mediante una polilínea,
que después puede modificarse como línea punteada para distinguirla de la porción dibujada
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anteriormente. De este modo se logra la ilustración de la mitad de la vasija. Para constituir la
otra mitad se debe obtener una copia a la cual se aplica la herramienta “reflejar”, y luego se
alinean ambas mitades (Figura 3b). Este proceso da como resultado el perfil de toda la pieza con
su correspondiente escala, que puede exportarse como imagen: archivo - exportar - guardar
como tipo: JPG (Figura 3c).
Figura 3. Dibujo y reconstrucción 3D de la pieza N°4. a) Realización de la curva en el programa “Corel
Draw”. b) Duplicación e inversión de la mitad de la vasija mediante la herramienta “reflejar”. c) Vasija
entera con la escala correspondiente.
Para la modelización 3D se necesita un perfil continuo, de modo que a partir de una
copia de la mitad de la vasija se realiza una nueva “polilínea”, englobando la curva y la línea
punteada. Una vez obtenido este perfil se lo va a exportar en un formato que permita su
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utilización por parte del programa de diseño 3D, seleccionando: archivo - exportar - guardar
como tipo: EPS (Figura 4d).
Uso del programa de diseño 3D “Strata Design 3D CX”
Se procede luego a utilizar el programa de diseño 3D, en este caso “Strata Design 3D
CX 6”. Para importar el perfil antes exportado se ingresa el comando: file - import, escogiendo
el archivo en el cuadro de diálogo. Entonces se selecciona la herramienta “lathe tool” señalada
en la Figura 4e, se hace clic sobre el punto medio externo del perfil, y se gira sin soltar el botón
del mouse unos 360°, hasta volver al punto inicial. De este modo se obtiene el modelo 3D que
se observa en la Figura 4f.
Figura 4. Dibujo y reconstrucción 3D (cont.) d) En “Corel Draw”, polilínea continúa que se exporta en formato EPS. e) En “Strata Design 3D CX”. Se aplica el giro de 360° con la herramienta “lathe tool”. f)
Modelo 3D resultante.
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El cuadro de diálogo “resource”, ubicado en la parte inferior de la pantalla, permite
cambiar la textura del objeto. Se elige una de las texturas y se aplica al modelo mediante la
opción “apply”, siendo posible editarla previamente utilizando la opción “edit” (Figura 4f).
Luego, mediante la herramienta “environment” (Figura 5g) podemos modificar cuestiones del
entorno de la pieza, como la iluminación y el color del fondo. Aunque no se apliquen
directamente al modelo, estarán presentes cuando se obtenga el renderizado, que es una imagen
del modelo 3D. Esto se realiza mediante la herramienta “rendering”, opción “rendering
image” (Figura 5h). Como resultado de este proceso se logra la imagen que puede observarse en
la Figura 5i, guardada en formato JPG mediante el comando: file - save as - tipo: JPG.
Figura 5. Dibujo y reconstrucción 3D (cont.) g) Uso de la herramienta “environment” h) Proceso de
renderizado, mediante la herramienta “rendering” i) Imagen resultante del modelo generado.
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RESULTADOS
Mediante la metodología aquí desarrollada se ha conseguido realizar los gráficos de los
perfiles y los modelos 3D de las trece piezas parcialmente reconstruidas. La visualización de las
mismas de manera conjunta revela la variabilidad de formas y tamaños en las piezas cerámicas.
Éstas se describen a continuación en base a Shepard (1956) (ver Tabla 1 y Figura 6).
Pieza N° 1: se compone de cinco fragmentos de borde y cuerpo. Se trata de una pieza
tubular de 17,2 cm de altura, con un contorno simple. No puede clasificarse como forma abierta
ni restringida ya que presenta ciertas particularidades que permiten caracterizarla como alfarería
tubular. Posee dos extremos abiertos, cada uno con su respectivo borde, y carece de base.
Siguiendo los criterios explicitados en Ghiani Echenique et al. (2013), uno de los extremos es el
borde menor, restringido, y el segundo, abierto y acampanado, se define como borde mayor. En
este caso presentan 3 cm y 13,5 cm de diámetro respectivamente.
Pieza N° 2: conformada por 25 fragmentos, que forman parte del borde y el cuerpo de la
pieza. La misma tiene una altura estimada de 15 cm. Es una forma restringida, de contorno
simple, con un punto de tangencia vertical. Por lo tanto presenta un diámetro mayor en este
punto de 35 cm, y un diámetro de boca de 32 cm.
Pieza N° 3: esta UR se conforma de cinco fragmentos, uno de los cuales es parte del
borde. Es una vasija no restringida, de contorno simple, con una altura estimada de 9,5 cm y un
diámetro de boca de 25 cm.
Pieza N° 4: se compone de dieciséis fragmentos, de los cuales seis son de borde y diez
son de cuerpo. Es una vasija restringida simple dependiente, de contorno inflexionado, con dos
puntos de inflexión. Tiene una altura estimada de 19,2 cm. Posee un diámetro de boca de 20 cm
y un diámetro máximo de 25 cm.
Pieza N° 5: UR compuesta de cinco fragmentos, siendo tres de ellos bordes. Posee una
altura de 9,6 cm y un diámetro de 22 cm. Es una forma no restringida, de contorno simple.
Pieza N° 6: está integrada por seis fragmentos, de los cuales la mitad son de borde. Es
una vasija no restringida de contorno compuesto, con un punto angular. Su altura es de 6,7 cm y
su diámetro de 15 cm.
Pieza N° 7: se compone de ocho fragmentos, siendo la mitad de borde. Tiene una altura
estimada de 20,5 cm. Es una pieza restringida independiente, de contorno compuesto con un
punto angular, con un diámetro de boca de 40 cm y un diámetro máximo de 45 cm.
Pieza N° 8: está integrada por quince fragmentos, de los cuales nueve son de borde. Es
una pieza restringida simple dependiente, con un punto de tangencia vertical. Posee una altura
de 9 cm, un diámetro de boca de 25 cm y un diámetro máximo de 26 cm.
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Pieza N° 9: se compone de ocho fragmentos, seis son de borde y los restantes de cuerpo.
Al igual que la anterior, es una pieza restringida simple dependiente, con un punto de tangencia
vertical. Su altura es de 18,5 cm, el diámetro de boca de 30 cm y el diámetro mayor de 35 cm.
Pieza N° 10: la UR está conformada por sólo dos fragmentos, uno de cuerpo y otro de
borde. Es una pieza no restringida, de contorno compuesto, con un punto angular. Posee una
altura de 9 cm y un diámetro de boca de 22 cm.
Pieza N° 11: compuesta de dos fragmentos, uno de cuerpo y uno de borde. Es una vasija
no restringida, de contorno simple. Su altura es de 6,5 cm y su diámetro de 20 cm.
Pieza N° 12: se conforma de cuatro fragmentos, dos de ellos son bordes. Es una forma
no restringida de contorno simple. Tiene una altura estimada de 7,5 cm y 22 cm de diámetro.
Pieza N° 13: compuesta de dos fragmentos, uno es de borde. Es una vasija no
restringida de contorno simple, de 7,8 cm de altura y 33 cm de diámetro.
N° de
pieza
Frag.
de
UR
Frag.
de
Borde
Frag. de
Cuerpo y
Base
Frag.
Sin Dec.
Frag.
Decorados
Frag.
Asociados
Espesor
(min-máx)
(mm)
Altura
Estimada
(cm)
Diám.
Boca
(cm)
Diám.
Máx.
(cm)
Altura
Estimada/
Diám.
Máx.
Tipo de
Contorno
Tipo de Forma
1 5 2 3 5 - 5 6-10 17,2 3 y 13,5 - 1,27 Simple -
2 25 4 21 21 4 49 5-10 15 32 35 0,46 Simple Restringida
3 5 1 4 - 5 19 6-9 9,5 25 - 0,38 Simple No restringida
4 16 6 10 3 13 20 5-7 19,2 20 25 0,76 Compuesto Restringida
5 5 3 2 2 3 14 4-5 9,6 22 - 0,43 Simple No restringida
6 6 3 3 2 4 6 7-8 6,7 15 - 0,44 Compuesto No restringida
7 8 4 4 2 6 12 6-9 20,5 40 45 0,51 Compuesto Restringida
8 15 9 6 - 15 19 4,5-7 9 25 26 0,34 Simple Restringida
9 8 6 2 2 6 18 6-8 18,5 30 35 0,52 Simple Restringida
10 2 1 1 - 2 4 5-8 9 22 - 0,40 Simple No restringida
11 2 1 1 - 2 7 5-7 6,5 20 - 0,32 Simple No restringida
12 4 2 2 - 4 4 4-6 7,5 22 - 0,34 Simple No restringida
13 2 1 1 2 - 2 4-6 7,8 33 - 0,23 Simple No restringida
Tabla 1. Sistematización de las piezas reconstruidas. UR: unidad de remontaje; Frag: fragmentos; Dec:
decoración; Diám: diámetro
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Figura 6. Reconstrucción 3D de vasijas del sitio Las Marías.
CONSIDERACIONES FINALES
La muestra cerámica de Las Marías es de carácter fragmentario y a nivel regional se
carece de piezas enteras que sirvan como referencia. Frente a conjuntos de estas características,
la metodología aplicada en el presente trabajo ha permitido superar las limitaciones del análisis
morfológico tradicional. En este sentido, el remontaje ha resultado ser una herramienta
sumamente útil, cuya aplicación es fundamental en estos casos para la estimación de la forma de
las piezas. Es además el punto de partida para poder realizar dibujos de los perfiles y aplicar la
reconstrucción tridimensional. Por lo tanto ambas herramientas deben ser entendidas como
complementarias.
La reconstrucción 3D permite la visualización de la variabilidad de formas y tamaños,
posibilita confirmar la diversidad representada en el conjunto, y aporta elementos para la
consideración de su funcionalidad en un contexto sociocultural particular. Este corresponde a
grupos cazadores-recolectores implicados en procesos de intensificación socio-económica
(Paleo y Pérez Meroni 2005-06). Sin embargo, su aplicación se encuentra restringida a aquellos
casos donde el remontaje realizado permite conocer la mayor porción del perfil, de modo que
sea posible estimar la altura y de esta manera inferir la forma. Las trece piezas que se han
podido reconstruir resultan un aporte de suma importancia para el conocimiento de la
variabilidad morfológica existente en el conjunto.
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La reconstrucción mediante programas de diseño 3D es una herramienta de trabajo de
gran utilidad para la arqueología, en cuanto a las ventajas que brinda para el análisis, la
documentación y la visualización del material arqueológico (Irujo Ruiz y Prieto Martínez 2005,
Martínez Carrillo et al. 2010). Se considera que representa un aporte significativo para el
estudio cerámico del sitio, con implicancias importantes para el área en que éste se encuentra.
Resultaría interesante su aplicación para reconstruir las formas cerámicas arqueológicas de otros
sitios del noreste de la provincia de Buenos Aires, que presentan la misma problemática. Así
también, sería posible contribuir a la arqueología de la región con la constitución de colecciones
de referencia (Irujo Ruiz y Prieto Martínez 2005; Martínez Carrillo et al. 2010). Estas podrían
incluir además de la reconstrucción de cada pieza en 3D, información sobre el contexto de
hallazgo, el proceso de fabricación, el tratamiento de superficie, la decoración, etc. Además,
esta herramienta permite revalorizar los resultados de la investigación en el entorno social, ya
que brinda la posibilidad de un conocimiento visual preciso e interactivo del recipiente cerámico
(Martínez Carrillo et al. 2010).
Este trabajo aporta una interesante línea de investigación, que debe continuarse para
incrementar el conocimiento de las formas cerámicas producidas y utilizadas por grupos
cazadores-recolectores. Para ello resultaría provechoso agregar los rasgos decorativos y de
tratamiento de superficie a las piezas, de modo de representar fielmente cómo se veían. Esto
posibilitaría la evaluación del grado de visibilidad de cada recipiente, y en consecuencia, de las
estrategias de visibilización de la cultura material propias de un contexto social (Irujo Ruiz y
Prieto Martínez 2005). Por otro lado, es necesario considerar los diversos aspectos relacionados
a su función (la capacidad de transporte, el acceso al contenido, etc.), para avanzar en la
caracterización de cada morfología en particular y así profundizar en el conocimiento de las
actividades en las cuales estas vasijas fueron utilizadas.
AGRADECIMIENTOS
A las Lics. Mercedes Pérez Meroni y Clara Paleo, por su interés y dedicación en formarnos
como investigadoras, además de brindarnos los recursos necesarios para llevar a cabo este
trabajo en el marco del Laboratorio de Análisis Cerámico (FCNYM-UNLP). A los restantes
miembros del equipo de trabajo por sus aportes y sugerencias. A Raúl González Dubox por la
ayuda brindada con los programas informáticos. A la Dra. Verónica Schuster, evaluadora de
este trabajo, por sus interesantes comentarios y sugerencias.
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