Post on 04-Jul-2015
Los caballos arribaron a América en 1493 en el segundo viaje de Cristóbal Colón,
llegando a la Isla Española.1 Desde ahí se multiplicaron para posteriormente reunirse
en gran número en Jamaica y México, lugares desde donde la corona concedió los
caballos suficientes a los conquistadores para llevar a cabo sus expediciones al interior
del continente americano. Estos caballos eran de raza española y eran principalmente
de 3 tipos: El caballo español de Castilla, el caballo andaluz y el caballo Tipo Jaca y
Rocín. Los orígenes del caballo chileno se remontan a 1542, cuando el conquistador,
don Pedro de Valdivia, introdujo en su expedición desde el Virreinato del Perú los
primeros 75 ejemplares provenientes del valle de Charcas. Tres años después de la
llegada de Valdivia, don Alonso de Monroy ingresó al país 70 ejemplares más, los que
se incrementaron con otras 4 remesas venidas desde el Cuzco, Perú, y que al cabo de
7 años conformaron una masa cercana a los 500 caballos. Esta población fue reforzada
y mejorada con la inclusión de 42 reproductores escogidos, de propiedad de García
Hurtado de Mendoza, que en suma constituyen la base del caballo chileno de hoy. La
consolidación del caballo en territorio chileno se debe al establecimiento del primer
criadero del país a cargo del padre Rodrigo González de Marmolejo, quien con sus
propias yeguas seleccionadas establece su crianza en los sectores de Melipilla y
Quillota. El devenir del caballo en Chile continuó con la época de la Colonia (1610
-1818), cuando el país se dividía en dos grandes zonas: una zona de paz,
eminentemente agrícola y ganadera, ubicada entre Copiapó y Bío Bío, y una zona de
guerra, desde Bío Bío hacia el sur. Época, ésta, en que el auge del caballo fue enorme
y que comenzó a decrecer cuando sobrevino la guerra de la Independencia y los
ataques a las manadas de españoles y hacendados por parte de los patriotas. El
caballo pura sangre chileno comenzó a perfilarse hacia 1820, con tres tipos definidos
por sus usos: el de paseo o de lujo, constituido por ejemplares de contextura gruesa y
corpulenta; el de paso o viajero, que era un caballo de pechos algo más angostos, cruz
baja y muy andador y; el de trote o marcha, utilizado para faenas agrícolas y por el
ejército.