Post on 05-Nov-2018
xualidad de esta convivencia, son asediadospor un pueblo mojigato soportando el vituperio y el escarnio de una "moralina" quelos agrede de lo físico a lo espiritual. Unlecho de bauxita en Weipa es el texto másexperimental de todos. En partes se recurrea una especie de escritura automática ymonólogos enardecidos. Los localismos yjuegos de palabras abundan y el autoraventura meditaciones sofistas: "Sí hombre,volvés a ir; no ves que el pecado necesita suremisión, su castigo inmediato, la penitencia terrenal; allá los' curas, todos los delmovimiento te absoIyemos en asamblea,una absolución· mutua; entonces quedáslimpio otra vez para ver si sos fuerte anteel pecado y el mundo sigue girando."
Nicaragua es blanca es el cuento máscómico. Una burla de todo el mito creadoalrededor de la época navideña. El SantaClaus y la nieve como el paisaje manifiestamente impuesto por el Tío Sam. Tododescrito con insidiosa nostalgia y el anhelante deseo de nuestros pueblos tropicalespor gozar de los privilegios de la nieve:"Está próximo el día, anuncian nuestrosamigos del norte, en que recibiremos comobendición del cielo, una nevada; así que yano tendremos nada que envidiarle a lospaíses avanzados del viejo continenie'y denorteamérica". El progreso concebido comola esperenza de habitar un mito ajeno.
A Jackie, con .nuestro corazón al igualque el cuento pasado, es una narración bajola mira del humor y la angustia. La imposición de formas de ser y pensar norteamericanas vía el arquetipo.
Jackie Kennedy, prototipo de la mujer,esposa del presidente simpático y sonriente,visitará Nicaragua. Este hecho tan honorable como inusitado, conduce a los mandamás del país centroamericano a gastar enormes cantidades de dinero y contraer másdeudas con el vecino poderoso del norte.Se compra el yate Queen Elizabeth paraesperar a tan afamado personaje que nuncallega. Historia grotesca que expone el servilismo de los mandatarios y súbditos de lospaíses dominados y colonizados "hasta lacoronilla" .
En su totalidad el. libro Charles Atlastambién muere es una obra de débileslogros literarios, pero tiene oficio y es unhbro honesto que presenta la lucha de unescritor joven por encontrar voz en la literatura de nuestro continente. Además ellibro no puede dejar de admirarse debido alhecho de mantener una posición de creadotconsecuente con la problemática política
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que acecha a Nicaragua. Sergio Ramírezestá conciente de los principales escollosque habrá de salvar su país y a ellos seenfrenta, aún cuando cierta calidad vaya depor medio. Sabe que no pueden existirprincipios que rijan una literatura cuandolos principios humanos no son respetados.Al igual que su compatriota Edwin Castro,Ramírez busca un mundo:
"sin látigo, ni cárcel, ni bala ni fusil querepriman la idea." "Mañana hijo mío,todo será diferente';. .
Víctor Navarro
* Sergio Ram{rez, Charles Atlas también muere, Edit. Joaquín Mortiz S. A., Serie El volador,México, 1976, 118 pp.
Edmund WilsonEl Castillo de Axel
Casi medio siglo después de su publicaciónen inglés, se traduce por fin al español (ybastante bien, por cierto) El Castillo deAxel,* obra central de Edmund Wilson,(1895-1972), uno de los últimos hombresde letras de nuestro siglo que gozara delpoder de la erudición y la inteligencia.
Anteriormente, se habían vertido a nuestro idioma algunos títulos de su obra:Hacia la estación de Finlandia, Los manuscritos del mar Muerto, y el volumen publicado por Barral Editores Crónica Literaria,que recopila cuatro pequeños libros: Theshores of /ight, A /iterarychronic/e of the
1920s and the 1930s, Classics and Commercials y A /iterary chronicle of the 1940s, enlos que se ocupaba principalmente de laliteratura norteamericana. Pero, si bien es·tos libros nos permitían asomarnos a esevasto mundo de conocimientos en que Wilson se desenvolvía, al menos para el lectormexicano, no eran suficientes para comoprender por qué Edmund Wilson ha side,calificado como uno de los mayores críticos literarios de nuestro tiempo. (En sumayor parte Crónica Literaria es una recopilación de sus artículos publicados en larevista New Yorker, y la diversidad detemas y autores tratados, no permiten precisar claramente los alcances de Wilson como crítico literario, aunque es cierto quecada una de esas piezas es un ejemplo debuena crítica).
El Castillo de Axel, en cambio, nospresenta al crítico trabajando en un soloterreno, un solo tema (el simbolismo), ocupado en establecer relaciones, límites, esdecir, ''lo que debería ser la crítica literaria: una historia de las ideas y la imaginacióndel hombre en el marco de las relacionesque las determinan", según anota en unacarta a su maestro Christian Gauss, quesirve como prefacio al libro.
En El Castillo de Axel se estudia a seisescritores: Yeats, James Joyce, Eliot, Ger·trude Stein, Proust y Valéry, a quienes "nosuele reconocerse como culminación de unmovimiento literario consciente y muy importante": el simbolismo. Dentro del flujoy reflujo de los movimientos literarios, deacuerdo a las demostraciones que hace Wij·son en el libro, el simbolismo, opuesto alos escritores del naturalismo como Zolá,Flaubert y Maupassant, continúa las líneasdel movimiento romántico, pero las lleva alextremo. Si los románticos se oponían auna sociedad que los rechazaba y actuabandirectamente contra ésta, los simbolistas(entre cuyos precursores es necesario anotara Mallarmé, Laforgue y Villiers de L'IsleAdams entre otros) se niegan a la acción.Su crítica a la sociedad y a su tiempo seefectúa de otra manera: desde el aislamiento, la soledad, la imaginación.
Con los cambios políticos y los descubrimientos científicos ocurridos en los siglosXVII y XVIII, que tienden a mostrar elmundo como un sistema ordenado deacuerdo a leyes verificables y sujetas aexplicación, los escritores del movimientonaturalista intentan describir el mundo ysus relaciones sociales de la manera máscercana, lo más cercana posible a la reali·
dad. Para ellos el mundo se percibe comouno solo, y la literatura, entonces, deberíaser como un espejo que lo refleje fielmente(recuérdese al respecto algunos de los postulados de Stendhal). Pero para los simbolistas el mundo es distinto: transformándose perpetuamente, no puede ser descrito deuna vez y para siempre, y menos aún si lossujetos que intentan hacer tal descripciónse encuentran en la misma situación, sujetos a cambios. La prédica del simbolismoconsiste entonces en que "Cada poeta tieneuna personalidad única; cada momento tiene su tono especial, su especial combinación de elementos. Y es tarea del poetahallar, inventar, el lenguaje único y especialque convenga a la expresión de su personalidad y sentimientos. Tal lenguaje deberecurrir a símbolos: no se puede transmitirdirectamente algo tan peculiar, fugaz yvago, mediante afirmaciones o descripciones, sino únicamente mediante una sucesiónde palabras, de imágenes, que servirán parasugerírselo al lector". (pág; 25) Y los seisescritores mencionados responden en sus
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obras a tales conceptos. Wilson hace unanálisis detenido y detallado de las obras decada uno de ellos. Su capacidad de síntesises increíble (véase sobre todo el capítulodedicado a Marcel Proust en el que, enunas cuantas páginas, nos refiere toda latrama de A la recherche du temp perdu)
y su conocimiento de la literatura europeainaudito: rastrea orígenes, huellas, marcas,similitudes, influencias. Por este solo libro,es fácil constatar que la vida de Wilsonestuvo dedicada plenamente a la literatura,y uno no se explica cómo a pesar de ellotodavía se daba abasto para estudiar einvestigar marxismo, psicoanálisis, políticay economía (entre otros asuntos), temasque Wilson manejaba, si no perfectamente,sí con gran conocimiento y destreza.
Pero volviendo a nuestro asunto, el estu·dio de Wilson no se queda solamente enprecisar por qué y de qué maneras estosautores representan la culminación del sim·bolismo, sino que ahonda en el estudio desus obras: investiga aspectos biográficos,anecdóticos, sociales, y hace una crítica decada uno de ellos, situándolos en su justaposición. De Paul Valéry, por ejemplo, diceque, desde luego, es un gran poeta, pero"lo cierto es que al internarnos en susensayos no logramos hallar muchas ideas.Hallamos simplemente, como en su poesía,la presentación de situaciones intelectuales,no el desarrollo ordenado de un pensamiento" (pag. 69). "Me parece que Valéry serevela aquí como un pensador nada 'rigu·roso'; y en mi opinión (opinión· que con·vendría que consultaran jóvenes poetas mexicanos que siguen las· ideas de Valérycomo si se tratara de cuestiones de fe)revela también un deseo, sin duda defensivoal mismo tiempo que snob, de hacer pasarel verso -un vehículo ya actualmente endesuso para la historia, la narrativa o eldrama, y en consecuencia sin demasiadoreclamo popular- por algo inherentementesuperior a la prosa; ¡incluso no ha dudadoen asegurar en alguna parte t¡ue 'la poesíaes la más difícil de las artes'! " Otro tantosucede con T. S. Eliot, cuando Wilsoncomenta Ash-Wednesday: "Uno empieza acansarse un poco de tanto oír a Eliot,apenas cumplidos los cuarenta, hablar del'aguila añosa' que se pregunta por quéesforzarse más en extender las alas." Y lomismo ocurre con los demás autores. Enrealidad, Wilson los acusa de tomar demasiado en serio sus especulaciones respecto ala literatura, la poesía y el lenguaje.
En el capítulo final "Axel y Rimbaud",Wilson analiza las tendencias de la literaturadespués del simbolismo, del cual, segúnWilson, una de sus últimas manifestacionesfue el dadaísmo, "un producto especial yraro" .
Por una parte queda, como los simbolis·tas, refugiarse desesperadamente en la lite-
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ratura y evadir la realidad. El monólogo dela imaginació~ antepuesto a los compromisos de la experiencia exterior (como en elcaso de Axel, personaje creado por L'IsleAdams) o el camino de Rimbaud: abandonar el "caos humillante" de la literaturapara buscar la vida, la acción real. EdmundWilson se pregunta"¿Cuál ha de ser, pues,el futuro de esta literatura? ", si a medidaque el mundo se vuelve más difícil elescritor se muestra más cansado para lucharcontra él. Pero tal vez el camino que habráde recorrerse no sea necesariamente el deAxel o el de Rimbaud (que por otra parte,ha demostrado su esterilidad como alternativa en los casos de escritores como D. H.lawrence, o Malcolm I..owry) sino una conjugación de los dos. Wilson propone borrarlos falsos dualismos entre clasicismo y romanticismo, naturalismo y simbolismo, ycombinarlos "para darnos una visión devida humana y su universo, más rica, mássutil, más compleja y éompleta que ningunaotra antes conocida por el hombre" cOmOha ocurrido, señala Wilson, en el caso delUlysses de Joyce. Aprovechar lo que derevolucionario ha tenido cada movimiento,y conseguir que "ciencia y arte ahondencada vez ·más en la experiencia y logren unrango cada vez más amplio, a medida quese consagren de forma cada vez más directay eficaz a las necesidades de la vida humana (y) quién sabe si no llegarán a un modode pensamiento, a una técnica en el enfoque de nuestras percepciones, que hagan deciencia y arte una disciplina única" (pág.229). las investigaciones y los estudios queen nuestros días se llevan a cabo en todoslos terrenos del arte y la ciencia nos hacenpensar que las anteriores palabras de Wilsonseñalan algo factible. Día con día cambiamás nuestra visión y percepción del mundo;quizá el siguiente paso consista en abandonar al individuo que hasta ahora hemossido, para ganarnos como especie genérica(lo que de ninguna manera significaría uni·formidad). la alternativa al estilo de Wilson(el crítico y el creador que sabe de casitodo) es cada día más difícil de practicar.Sin la colaboración y las aportaciones deotros, la cultura jamás podrá cumplir suverdadera función: convertirse en un auténtico refuerzo de la vida.
El Castillo de Axel, es un libro deindispensable lectura. Nos enseña a apren·der la literatura mediante una impresión dela inteligencia, la emoción y los sentimientos. Tanto lo que dice Edmund Wilsoncomo el estilo en que lo dice, hace del
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Castillo de Axel uno de los libros másactuales que podamos leer.
Edmund Wilson. El Castillo de AxeL Cupsa Editorial, colección Goliárdica, Madrid, 1977. 242 pp.Traducción de Luis Maristany.
Rafael Vargas
Rayrnond Queneau
Las flores azules
Raymond Queneau (1903-1976) ha sidouna de las figuras menos ubicables dentrodel contexto de la literatura francesa contemporánea. Maurice Nadeau dice que "apesar de todo lo dicho, Raymond Queneausigue siendo, para la crítica, un caso cuyaresolución necesitaría una larga exégesis. Seha intentado ya. Nos podemos preguntar enefecto si su obra se establece como unanegación de la literatura, o como una burlacontra ella, o quizás como un monumentoexageradamente literario." Su obra puedecompararse con el parque de diversionesque aparece en Pierrot mi amigo, dondecada juego provoca distintas reacciones entre los participantes: risa, desconcierto,enojo, indiferencia. En efecto, las novelasde Queneau tienen algo de juego. Sonenormes casas de la risa y de los espejos enlas que el lenguaje se refleja infmitamente,se distorsiona, cambia de niveles, transgredeel orden de las imágenes y se pierde después de un sinnúmero de giros y transformaciones. Desde diálogos absurdos, chistes
personales, juegos de palabras, neologismosdisparatados, alusiones literarias <> guiñosretóricos, hasta un complejo aparato, comoEjercicios de estilo, donde Queneau narrauna breve anécdota 99 veces de 99 manerasdistintas. El sueño y la vigilia, las caricaturas y los seres reales, pueden entablar interminables diálogos a través de un humor yuna comicidad que funcionan como losúnicos instrumentos capaces de darle coherencia a la trivialidad de la vida.
"Sobre las hojas, nada de lcaro; entre,tampoco", así empieza Queneau El vuelode ¡caro. Un novelista, Huberto Lubert,encuentra un buen día que el protagonistade su obra se ha escapado de ella. Piensaque sus colegas se lo han robado, pero enrealidad Icaro escapa para tener una vidapropia que no dependa de los caprichos dela mente de su creador. Y se enfrenta almundo a sabiendas de que su única experiencia es el lenguaje: tiene apenas unascuantas cuartillas de edad. Otros personajesigualmente inconformes salen de sus respec~
tivas obras a batirse, ya no con ese mundoque les estaba vedado, sino con una diversidad de lenguajes que no podían preveer. Delos alejandrinos, Icaro pasa a la lectura deun ininteligible manual de mecánica. Comoautor, Queneau ha participado de esa lucha.Se afiHó prematuramente a las aventurassurrealistas, para romper después con Breton en 1929. Desde entonces sus actividades se dispararon hacia otros lenguajes. Fuemiembro de la Academia Goncourt, director de la Encyclopédie de la Pléiade, sátrapa del Colegio de Patafísica, autor de canciones y de artículos sobre actualidadesmatemáticas, ensayista, filósofo, poeta ynovelista.
En Las flores azules, los juegos de Queneau se multiplican. Dos personajes se engendran en sueños: Joaquín de Auge, unduque feudal del siglo XIII, sueña que esun hombre que vive en un lugar cercano alParís de nuestros días. Cidrolín, por su'parte, sueña que es aquel duque medieval.Ambos sueños, como puede verse, son también dos vigilias (dos historias) que el autorva intercalando. Cuando alguno de los dospersonajes cierra los ojos y se duerme,aparece la historia del otro. El procedimiento no es, por lo ingenioso, tan simple. Elduque de Auge se reúne con Cidrolín, sudoble onírico, después de recorrer los 700años que los separan. A través de Auge,Cidrolín asiste a las construcciones de Nótre Dame, rechaza la invitación del rey SanLuis IX para asistir a una cruzada en