Leyenda del Callejón del Muerto

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HISTORIETA

“EL CALLEJON DEL MUERTO”

Materia: Literatura

Grupo: 07

Integrantes: Angélica Madelein Rueda Valencia Eryka Sayori Cabrera Gorgorita Dulce Hernandez Jimenez Zaashil Thaylí Marín Hernández

Corría el año de 1600 y a la capital de la Nueva España continuaban llegando mercaderes, aventureros y no pocos felones, gentes de rompe y rasga que venían al Nuevo Mundo con el fin de enriquecerse como lo habían hecho los conquistadores.

Don Tristán de Alzúcer que tenía un negocio de víveres y géneros en las Islas Filipinas, pero ya por falta de buen negocio o por querer abrirle buen camino en la capital a su hijo del mismo nombre, arribó cierto día de aquél año a la ciudad.

Después de recorrer algunos barrios Don Tristán instalo su comercio con ayuda de su hijo . El mejor amigo de Don Tristán lo iba a visitar siempre en su comercio para platicar de las cosas de Filipinas de donde nacieron.

Buenos Días señor.

Ya que el comercio de Don Tristán iba saliendo muy bien decidió darle variedad así que mando su hijo a la Villa Rica de la Vera Cruz, pero su hijo enfermo tanto que era imposible con su estado que se trasladara hasta donde su padre se hallaba.

Don Tristán se arrodillo ante la virgen para pedir por su hijo, que mejorara y prometió ir caminando hasta el santuario del cerrito si su hijo se aliviaba y podía regresar a su lado.

Virgen protege a

mi hijo

El muchacho regreso pálido pero vivo, su padre feliz lo estrecho en sus brazos. Pasaron días y todo volvió a la normalidad, el negocio iba saliendo tan bien que Don Tristán a veces ignoraba la promesa que le había echo a la virgen.

Don Tristán fue a visitar a su amigo y consejero el arzobispo García para contarle sobre sus remordimientos sobre la promesa no hecha a la Virgen.

¿Qué es conveniente hacer? De todos

modos ya le he dado las gracias a la

virgen por el alivio de mi hijo.

Bastara con eso, si habéis rezado a la virgen

dándole las gracias, pienso que no hay

necesidad de cumplir lo prometido.

Don Tristán salió muy complacido de haber hablado con el arzobispo que decidió olvidar aquella promesa a la Virgen.

Un día apenas amanecida la mañana, el arzobispo Fray García de Santa María Mendoza iba por la calle de la misericordia

cuando se topó a su viejo amigo don Tristán de Alzúcer

El arzobispo lo reconoció y aunque estaba más pálido y delgado que la última vez que lo vió se acercó

¿A dónde vais a estas

horas, amigo Tristán

Alzúcer?

A cumplir con la

promesa de ir a darle

gracias a la Virgen

Esa noche el arzobispo decidió ir a visitar a su amigo, para pedirle que le explicara el motivo por el cual había decidido ir a pagar la

manda hasta el santuario de la Virgen en el lejano cerrito y lo encontró tendido, muerto, acostado entre cuatro cirios mientras su

joven hijo Tristán lloraba ante el cadáver con gran pena

Con mucho asombro el prelado vio que el sudario con que habían envuelto al muerto era idéntico al que le viera vestir esa mañana y que la vela que sostenían sus agarrotados dedos, también era la misma.

-Mi padre murió al amanecer-, pero antes dijo

que debía pagar no sé qué

promesa a la Virgen.

Esto acabó de comprobar al arzobispo que don Tristán Alzúcer estaba muerto ya cuando dijo haberlo encontrado por la calle de la Misericordia.

En el ánimo del prelado se prendió la duda, la culpa de que aquella alma hubiese vuelto al mundo para pagar una promesa que él le había dicho que no era necesario cumplir.

?

Pasaron los años…Tristán el hijo de aquel muerto llegado de las Filipinas se casó y se marchó de la Nueva España hacia Nueva Galicia.

Pero el alma de su padre continuó hasta terminando el siglo, deambulando por la calle en que estaba su casa, gimiendo con su vela encendida, cubierto con el sudario amarillento y carcomido.

Desde aquel entonces, el vulgo llamó a la calleja de esta historia, El Callejón del Muerto.

FIN