Post on 08-Feb-2022
TIMLEACH
Lasonrisadellobo
Traducciónde
GabrielDolsGallardo
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ParaCaroline
Al final del libro el lector encontrará un breve glosario de términosescandinavos.(N.delE.)
1
Elpleitoempezóeninvierno,cuandounmuertoselevantódelasepultura.
En las lejanas tierras donde los hombres adoran al Cristo Blanco, tengoentendidoqueunespíritunoesalgo tanpeligroso.Soncriaturassinsustancia,quetalvezlloranoaúllan,peronopuedenhacerdañoanadie.Peroenmitierrasomos guerreros incluso después de la muerte. Nuestros fantasmas no estánhechosdesombrasyaire,sinodecarnequecamina.Blandensusarmasconlamismafuerzaconquelohacíanenvida,yconmayorarrojo,puesyanadatienenque temer. Y así, desde que se supo que Hrapp Osmundsson había salido arastrasdesutumbaymerodeabaporsustierrasdenoche,ningúnhabitantedelvalledelRíodelSalmónsalíadecasadespuésdeponerseelsolsinunabuenaarmaalcostadoyunescudoenelbrazo.En vida, Hrapp había sido el terror de sus vecinos, pues siempre había
codiciadosustierras,susmujeresysusangre.Cuandocontrajolafiebreinvernalysupoquelequedabapocodevida,ordenóasumujerqueloenterrasedepiebajo el umbral de la casa, para poder vigilar sus tierras incluso después demuerto.Alcabodepoco tiempo, empezaronacorrer rumoresporelvalle.Thordel
Taimado había salido una noche a ver cómo estaban sus ovejas y lo habíaatacado un muerto con un hacha. Erik Haraldsson, que era más valiente queThord,forcejeóconlacriaturacuandoestaseleechóencima,perotuvoquehuira la carrerapara salvar lavida, seguidode cercapor laspesadas zancadasdelfantasma.NadiequisocomprarlagranjaalaviudadeHrapp.Alcontrario,losvecinos
hablabandevendersus tierrasymudarseaotro lugar,aunqueentodaIslandiahabía pocas tierras de labranza tan preciadas como las del valle del Río delSalmón.Pormuchoquesehablaradelfantasma,alprincipioyonomeloacababade
creer.Pensabaqueeramerachácharadeinvierno,unadeesashistoriassinpiesni cabeza que se cuentan para pasar los largos y fríos meses de noche casipermanente, cuando los hombres hacen poca cosa más aparte de acurrucarsejuntoalfuego,beberhidromiel,cantarcanciones,narrarcuentosyesperaraquevuelvaelsol.Yocoleccionoesaclasedehistorias,perosolocuentolasqueséque son verídicas, o por lo menos medio ciertas. Aquella de fantasmas meinteresabamásbienpoco.Peroentonces,unanoche,cuandoestabadevisitaenlagranjadeOlafelPavo
Realpara cambiar lechepor cerveza, le oí hablarde ello;Olaf eraunhombrehonorable, un jefe respetado que jamás mentiría. Dijo que había visto losmoratones en los brazos de Erik y que él mismo había salido en busca delfantasma.Lo encontró deambulando por los campos deHrapp, con la antiguahachadeesteenlamano.Olafletiróunalanzayelfantasmahuyódeél.Ojalá no me lo hubiera contado. Porque fue entonces cuando me creí la
historiayempecéacontarlayomismo.
SoyKiarán;muchosme llamanKiaránSinTierra, aunquealgunosde losmásmordaces me conocen como Kiarán el Desafortunado porque creen que unhombresintierraseselpeordelosdestinos.Esverdad,noposeopropiedadesoriquezas.Mipadreeraesclavo;ledieronla
libertadynadamás,demodoquepocopudodejarasushijos.Perotengolavozdulceybuenamemoria,ysiemprehecambiadohistoriasporcomidaycancionesporuntecho.Nosoyunodelosescaldosverdaderamentegrandesdeestepaís,como Kormákur Ögmundarson o Hallfréd el Poeta Molesto, pero no temíaapoyaraunamigoenunpleitocuandollevabalasdeperder,nuncaabusédela
hospitalidad de nadie ni tampoco perseguí a la mujer de otro (cualidadesinfrecuentesenunpoeta,losé),asíquemelabréunabuenareputaciónentreloshabitantes de esta isla. Había cumplido veinticuatro inviernos el año en queempezóelpleito.HabíapasadoaquelinviernoconelhombrealquemástardeapodaronGunnar
elEjecutorperocuandoloconocísoloeraGunnarKarlsson,ungranjeroconunpoco de tierra y un buen rebaño. También había pasado el verano con él,cazando focas por toda la costa y ayudándole a cuidar de sus ovejas, pues unhumildeescaldoseganael sustentoconel sudorde su frente tantoomásqueconlafuerzadesuvoz.Peroeninviernoeranlashistoriasloquecambiabaportechoycomida.YcuandolecontéaGunnarelcuentodelfantasma,unanochedefinalesdeinvierno,élmedijolosiguiente:—Bien.¿Elfantasmaletienemiedoaunalanza?No lo dijo con tono de burla o de duda. Simplemente pensaba en voz alta,
centrándoseeneldetallequelehabíaparecidomásimportante.Queelfantasmatemíaelhierroyaunhombrelobastantevalienteparaplantarlecara.Nodijonadamásduranteunrato.Estábamossentadosantelosrescoldosdela
hoguera,consuesposadormidaasuspiesyunodesushijosdormidoalosmíos.Habíasidosuinvitadoalolargodelosmuchosmesesdeinviernoyhabíamospasadoasíunsinfíndeveladas.Esasnochessabenaaguagélidaypescadoensalazón, suenan al crepitar del fuego y el silbido del viento, huelen a humo,sudor, ceniza y tierra.Casi había llegado la primavera y pronto yo partiría deallí. La temporada de contar historias ya casi había terminado; pronto sería eltiempodelaacción.TalvezGunnarestuvierapensando lomismo,porque fueentonces,después
dellargosilencio,cuandodijo:—Cazaréaesefantasma.Nodeberíahabermesorprendido.DejovenGunnarhabíasidovikingo,unode
esoshombresinquietosquetomabancuantoselesantojabadelastierrasdelossajones,losescotosylosirlandeses.Perosehabíacansadodelderramamientode
sangre, demodo que había navegado hasta estas tierras y había desarmado subarco para tener madera y con ella había construido una casa. Se habíaconvertidoengranjeroy laquilladesunavehabíavaradoparasiempreen lasvigasdel techoque teníamosencima,embarrancadayvolcadaparanuncamászarpar. Los días de guerrero de Gunnar habían quedado atrás, pero matar escomocualquierotroarte:unavezaprendido,nopuededesaprenderse.Unavezdominado,seanhelapracticarlo.—¿Crees la historia que te ha contado Erik? —preguntó—. Nunca me ha
parecidounhombredefiar.—No.PeroOlafelPavoRealnomementiría.Asintió.—¿Meacompañarás?—¿Por qué no? En el peor de los casos, será una buena historia para el
inviernoqueviene.Alomejorhastaunacanción.Gunnarmesonrió.—Síqueloserá.Muchos hombres habían salido a cazar fantasmas en el pasado, y nunca
habíanatrapadoninguno,porquelosmuertossolosecebanenlosdesprevenidosyhuyendelosvalientes.Peroenlagranjahabíapocoquehacer.Seríaunabuenaexcusaparasaliracaminarjuntosdenoche,pueshabíallegadoaapreciarmucholacompañíadeGunnar.Nuncasabemejorelhidromielnicalientamáselfuegoquedespuésdeunacaminatainvernal.Nosdemostraríamosanosotrosmismosqueéramoshombresvalientesquenotemíanalosmuertosyyocompondríaunacanciónapartirdeello.Ahíquedaríatodo.Alfinal,conseguímicanción.Además,fueunadelasbuenas,aunquenovalía
elprecioquepaguéporella.Pero,esosí,conseguímicanción.
La soledad de la noche islandesa; ¿cómo describirla a alguien que no sea denuestropueblo?
Nohaylugarmásinanimado,másaislado,quenuestraislaenlomásoscurodeunanochedeinvierno.Lascasasdispersas,consusparedesdetierrayhierba,prácticamenteseconfundenconelsueloyseparecenmásaunpromontorioountúmulo funerario que a una morada para los vivos. Nada se mueve en loscampos.Los rebañosestánmuertos, sacrificadosyensalazónparaaguantarelinvierno,ylosescasosanimalessupervivientesseacurrucanenlaoscuridaddelos establos. Fuera, en plena noche, Gunnar y yo podríamos haber sido losúnicos seres vivos enuna isla vacía.No era una fantasía tan descabellada.Enestelugarvivenhombresymujeresdesdehacepocomásdecienañosy,cuandooscurece,casipuedesentirsequelatierraañorasudesolación.Aquílosmuertosencajanmásquelosvivos.Habíamos partido aprovechando la media luz de finales de invierno, un
amanecerdedoshorasqueseconvierteenunocasodeotrasdos,sinqueelsolllegue apenas a asomar por encima del horizonte. Pues ya lo dice la antiguacanción: «Quien quiera cobrarse una vida, debe madrugar». Nos habíamosabiertopasoentrelanievedebuenhumor,conunasgruesascapascubriéndonoslaespaldayarmasenlasmanos,cantandoacoroparaahuyentarelfrío.Aunasí,el breve día casimoría para cuando llegamos a las tierras deHrapp, donde elvientonosazotóymordiócomounespírituinvisible;cuandobordeamosaquellugar,lohicimosensilencio.Yanoestábamosdehumorparacanciones.Pronto la casa deHrapp apareció ante nosotros, acechante en la penumbra.
Lasparedesdetierrayhierbaseencontrabanenmalestadodespuésdepasaruninviernodesatendidas,peroaúnsalíahumodelachimenea.LaesposadeHrapp,Vigdis,vivíasolaahoraenlagranja.Sola,aexcepciónquizádeunaesclava,unacriadaolacompañíadelfantasma.—Alomejortodavíalepreparalacenaporlanoche—dijoGunnar,mirando
elhumo.—¿Creesqueelfantasmapuedetenerhambre?—Vamosaaveriguarlo.Empecéareír,peroelsonidosemeatragantóymurióenmiboca,porqueen
esemomentolovi.Aunoscuatrocientospasosdedistancia,deespaldasanosotros,conunandar
pesadoycomosisintieraelfrío,unmuertocaminabaporlanieve.Eraimposibleconfundirlo con cualquier otra cosa. No era un granjero persiguiendo a unanimal huido ni un amante que volviera a escondidas tras un escarceo amedianocheenelvallevecino.Llevabauncascoenlacabeza,unescudoenelbrazoyunhacha,laviejahachadeHrapp,enlamano.Vagabaporsusantiguastierras,enbuscadehombresalosquematar.—¿Loves?—preguntóGunnar.Alprincipionorespondí.Noqueríacreerlo.Gunnarvolvióahablar,conuntonoapenasmásaltoqueunsusurro.—¿Estoyloco?¿Loves?—Sí—contesté—.Loveo.¿Quéhacemos?Gunnarnorespondióconpalabras.Golpeósuescudoconlaespada;unsonido
hueco que retumbó, como si una mano llamase a la puerta de una tumba.Entonces el fantasma se volvió hacia nosotros, aunque en la oscuridad no ledistinguíamoslacara,yGunnarlanzósugritodeguerra.No arrancamos a correr, como tal vez hayas oído que cuentan las viejas
historias.Unguerreronomalgasta sus fuerzas ni se arriesga a dar unpaso enfalsoenlaoscuridad.Avanzamospocoapoco,siempreconelpieizquierdopordelante y el escudo en posición, con los movimientos acompasados como sifuéramosunmurodedospaneles.Unaullidodesgarró lanoche,elchillidodelmuertoquerespondíaanuestro
grito de guerra. Era un sonido que no se parecía a nada que yo hubiera oídonunca, pero no flaqueamos. Entonces el fantasma retrocedió unos pasos, sindudaenbuscadeunaposiciónmásestable, aunquedaba toda la impresióndequesedisponíaasalircorriendo.Ya estábamos cerca, lo bastante para ver el centelleo de sus ojos pálidos a
través de la abertura del casco y el vaho de su aliento en el aire, porque alparecerlosfantasmasseguíanrespirandocomolohacemoslosvivos.Elmuerto
nosdedicóun saludodeguerrero, alqueGunnar, trasungruñidode sorpresa,respondió.Alverque intercambiabanesaseñal—undesafío lanzadoy, luego,aceptado— dejé que Gunnar avanzase solo. Hasta un fantasma merecía sertratadoconhonor.Noemitieronningún sonidomásmientrasacortaban ladistanciaentreellos,
porque los hombres luchan como los perros: cuando juegan todo son gritos yaullidos,peroalpelearporsuvida lohacenensilencio.Tansoloseoíanunasrespiraciones profundas y serenas y el crujido de las botas sobre la nieve.Después,elchoquedelacerocontralamadera.Elfantasmaluchabaconunafuriatemeraria,yalprincipioobligóaGunnara
retroceder, levantando polvo de nieve con cada paso atrás. Me recorrió unescalofríodemiedoalverlotanapurado.Pero había sido un necio al preocuparme. Todavía se seguirán contando
historias de Gunnar dentro de cien años, porque mi amigo era un guerreropaciente que conocía su oficio. No luchaba contra el hombre, sino contra elescudo;atajabaconelumbodelsuyolosataquesquerecibíaycontraatacabacongolpesa lamaderadelotro.Siempreenelmismo lado,el izquierdo,comounleñadorvadandohachazosensumarca.Arrancócrujidosychirridosdelescudodelfantasmahastaque,conunfuerterevésdelaespada,lopartióporlamitad.HabíallegadoelmomentodeGunnar.Concadapasosedesplazabahacia la
derecha,hacialaparterotadelescudo,paraensancharlaguardiadelmuerto.Elfantasma se defendió lo mejor que pudo, pero es agotador pelear con medioescudoytenerquedoblartodoslosmovimientos.Oíasusgemidoscadavezquerechazabaungolpe,viqueseenlentecíansusmovimientos.Entoncesllegóelmomentodematar:Gunnarfintóotropasoaladerechayel
escudo del muerto le siguió. Pero mi amigo quebró a la izquierda, pusohorizontallaespadaylanzóunaestocadaporelhuecoabiertoenlaguardia.—¡Espera!—dijoelfantasma,ysemeparóelcorazónaloírsuvoz,unavoz
queconocía.Pero ya era demasiado tarde. La espada lo había atravesado antes de que
hubieraterminadodepronunciarlapalabra,lanieveyaseoscurecíaasuspies.Yfueentonces,alolejos,cuandooímosqueunamujerempezabaagritar.
Elasentamiento
2
La voz parecía provenir de todas direcciones en aquella oscuridad, como si
todas lasmujeres que hubieran vistomatar a uno de sus parientes tratasen deahogarnos con sus gritos. Tardé un momento en divisarla: otra figura en laoscuridad,quecorríahacianosotrosdesdelacasadeHrapp.La luz de la luna alumbró su cara cuando se acercó a nosotros y pude
reconocerla.LaquegritabaeraVigdis, lamujerdeHrapp.Yotracosavibajoesaluz:queloquehabíaenelsueloanuestrospiesnoeraningúnfantasma.Loqueyacíaallíeraunhombrevivoconlarespiracióngorgoteanteyentrecortada,unmoribundoqueseahogabaensangreentierrafirme.Gunnaryyonosquedamosinmóviles,estupefactos,mientrasellaselanzaba
sobre el caído. Le quitó el casco y se colocó su cabeza sobre el regazo. Elhombre llevaba la túnicadeHrappy lacaraembadurnadadeblancocon lechecuajada, pero era imposible no reconocerle una vez disipada la fiebre de labatalla.Se tratabadeunvecinonuestro:ErikHaraldsson,unode losprimerosquehabíacontadohistoriassobreelmuertoandante.—Erik—dije.Elmoribundoalzólacabezaaloírsunombre.Intentóhablaryensuslabiosse
formaronburbujasdesangre,negrasalaluzdelaluna.Fue tan rápida que ni siquiera la vimoverse. En un abrir y cerrar de ojos,
Vigdis se había abalanzado sobre Gunnar y le agarraba la mano derecha conambassuyas,intentandoarrebatarlelaespada.Ycuandoélintentóapartarlaconlamanolibre,Vigdislemordióentreelpulgaryelíndice.Gunnargritódedolory lepegó.Ellasaliódespedidahaciaatrás, sangrando
profusamente por la nariz y con las piernas temblorosas, pero, aun así, tancombativa como cualquier joven guerrero. Sus ojos fueron a dar con el hachaquehabíaenelsuelo,ytalvezlahabríarecogidoyluchadocomounadoncellaescudera de las crónicas de antaño, si hubiera tenido frente a ella a uno denosotros, en vez de a dos. Dada la situación, nos observó en silencio,mostrándonoslosdientesylosojosnegros.Mearrodillé juntoaErik.Leenseñéel cuchillo; él sollozóyarañó lanieve
rojaconlasmanos.Despuésasintió.Mirócómoseacercabaelcuchillo,peroenelúltimomomentocerrólosojosyapartólacabeza.Nopudosoportarverlo.Lasangrehumeóaltocarlanieve;sonócomoelaguadelríocuandoalguien
rompe el hielo en la primavera. Y aunque pensé que pelearía, se revolvería,patearíayaullaría,Vigdisrenuncióacualquierresistenciaenelmomentoenquevio clavarse el cuchillo.Sequedóquietay calladayobservó cómoel hombremoría.Melimpiélasmanosfrotándomelasconnieve,mepusedepieylamiré.—¿Quétienestúquevercontodoesto?—lepregunté.—Aquífuerahacefrío—dijoella—.Acompañadme.Oslocontarétodo.—Tenemos que enterrarle y marcar de algún modo la sepultura. Hay que
contarleasufamilialoquehasucedido.Vigdismiróhacia lasestrellaspara juzgarelcolordelcieloyel tiempoque
nosquedabahastaqueamanecierasobreaquellaescenademuerte.—Hacefrío—repitió—.Esopuedeesperar.Entoncesnosdiolaespaldayarrancóacaminarconcuidadoporlanieve,en
dirección a la casa achaparrada que se veía a lo lejos. Y nosotros fuimos tanneciosquelaseguimos.
Sonoscurascomotumbas,lascasasdelosislandeses.Enotrastierrasesposiblequesecuelealgodeluzatravésdelapajadeltechooporalgúnresquicioenlasparedes.Peronuestroshogarescarecendeventanasytienenlosmurosdetierra.
Nosaíslandelfríoinvernal,perotambiéndelsol,lalunaylasestrellas.Laúnicaluzesladelfuegoparacocinar,quehaciafinalesdelinviernoespocomásqueunasbrasas.Vigdisnosdiopanyesehidromielaguadodefinalesdeinviernoqueyohabía
llegadoaodiar.Semovíadeunladoaotrodelaestrechaconstrucción,yviqueeraunamujerhermosa,esbeltayconelcabellomuyrubio.Másbellaquealaluzdeldía,comodescubriríamástarde,porquealsolseleveíanlosojos:«ojosdeladrón»,comolosllamamigente.Peroalamedialuzdeaquelfuego,empecéaentenderquépodíallevaraloshombresalucharymatarporella.Nossentamosjuntosenaqueltúmulohabitadoynodijimosnadaduranteun
rato. Si hubiera entrado algún caminante perdido, le habríamos parecido ungrupo de gente como en cualquier otra casa. Familia y amigos, anfitrión einvitados.Ynoloqueéramos:gentequemata.AlfinalhablóGunnar.Habíaestadocavilandoenlapenumbrapero,aunasí,
dijo:—Noloentiendo.—Tuamigo,sí—replicóVigdis,mirándome—.¿Ono?—Sí,loentiendo—respondímientrasalargabalasmanossobrelasascuasde
la hoguera—. ¿Quiénquerría unas tierras por las quedeambulan losmuertos?¿Quiénquerríadevecinoaunfantasma?—Ereslisto—dijoella—.Esofueloquepensamos.—Un truco. Un truco para conseguir tierras ajenas. —Eché otro trago de
hidromiel—.¿EratuamanteantesdequemurieseHrapp?—¿Erik?—Sí.—No,noloera.—PerodespuésErikacudióati.—Sí.Mesentíasola.Fuebuenoconmigo.—¿Yelplanfueideatuya?Vigdisnegóconlacabeza.
—EradeErik.Mediomiedodecirqueno.—Nome lo creo—dijoGunnar—.Fueun truco femenino.AErikno se le
hubieraocurrido.—Creeloquequieras—leespetóella.Gunnar se puso de pie y levantó lamano como si fuera a pegarle otra vez.
Vigdisno seasustóni se encogió, sinoque le aguantó lamirada, impertérrita,lista para encajar el golpe.Todavía tenía sangre seca en el labio y la barbilla,frutodelabofetadaanterior.ComoeraconscientedelaclasedehombrequeeraHrapp,supusequeellasabíaloqueerarecibirunapalizayqueyanolotemía.—Gunnar—dije,conuntoquedeadvertenciaenlavoz.Sonóunsiseocuandomiamigoescupióenelfuego.—Yabasta.¿Quénecesidadhaydehablar?Tenemostestigosdelamuertey
podemosdecirquehasidouncombatejusto.Mañanairemosaverasufamilia,pagaremoselwergildydejaremosasentadoelasunto.—¿Porquévasapagarpormataraunhombredeshonesto?—Tiene hermanos, tíos, amigos. Les pagaré.Y lo haré generosamente.Así
quedarázanjadalacuestión.—No.—Lapalabraatravesólaoscuridad,peronofuiyoquienlapronunció.
Vigdisesperóaquelosdosnosvolviéramoshaciaellaparaagacharlacabezayhablardenuevo—:Pensadenlavergüenzaquemesupondrá.—¿Quénosimportaanosotrostuvergüenza?—preguntóGunnar.—Lamíano.LadeErik—replicóella,yfueesaidealaquenoshizopararnos
apensar.Nuestras vidas son cortas en esta tierra fría y todos anhelamos dejar algo a
nuestropaso.Unpocodeoroparanuestroshijosehijaspero,porencimadeeso,un recuerdo honroso, que hablen de nosotros como hombres buenos. Y allíestabaErik,haciéndosepasarporunmuerto,untrucodecobardeparaquedarseconlastierrasdesusvecinosmediantemalasartes.—Yentonces¿quéquieresquehagamos?—pregunté.—Nada—dijoella.
ViqueGunnar seestremecía.Viel rocedelmiedoenél,unhombrealquenadie llamaría cobarde. Pues un hombre puede matar y, siempre que lo digaabiertamente, siempre que pague el precio de sangre a la familia, eso no lesupondrá ninguna deshonra. Pero matar y ocultarlo… nuestras leyes nocontemplabanuncrimenpeor.Melopensé,esverdad.YtambiénpenséenlasmagrasposesionesdeGunnar
y el precio que tendría que pagar por el hombre al que había matado. Habíatrabajadoduromuchosañosparareuniralgoquedejarasushijos.Unpequeñopedazo de tierra, un rebaño decente, unas pocas onzas de oro y una buenaespada. No era el tesoro de un rey, pero sí algo de lo que un padre podíaenorgullecerse.Ahoraseloibanaarrebatar.Penséen lo infrecuentequeeraqueunpleito seasentarademutuoacuerdo
con plata, por mucho que las leyes estipularan esta posibilidad, y en que loshermanos del muerto vendrían por nosotros, si dábamos a conocer lascircunstanciasdesumuerte.EntoncesGunnarmemiróyensusojosviquemepedíaquedecidiera.
Nonosatrevimosacorrerelriesgodeencenderunaantorchapormiedoaquiénpodría vernos.Y así, cavamos en la nieve y perforamos el suelo helado en laoscuridad, un trabajo esforzado y penoso que nos llevó el resto de la noche.Siemprecuestamásenterraraunhombrequematarlo.Cuandohubimostapadolasepulturasinmarcarla,Vigdisseacercóanosotros
conunodredeagua.—Gracias—dijo,ynosbesó lasmanos,nuestrasmanosdeasesinos—.¿No
hablaréisdeestoconnadie?—preguntó,ynosotrosjuramosqueno.Esonolebastó,demodoquenosestrechólamano,primeroaunoyluegoal
otro, como si fuéramos mercaderes que hubiésemos concluido un negocio.Cuando asió la mano de Gunnar, vi que él tiraba de ella para acercarla y le
susurrabaunapregunta.PeronooíniloqueéldecíanicuálfuelarespuestadeVigdis.Caminamosensilencioduranteunratoypenséenelhombrealquehabíamos
matado.Había cantado en su pequeña granja hacía dos otoños, pero no habíaquerido pasar el invierno con él. Era un hombre bromista, y amable también,peroelsuyoeraunhogarsinmujernihijos,demodoqueélsiempreirradiabacierta tristeza. Recordé una noche en la que habíamos bebido demasiado ydemasiadodeprisa,yleoísollozarcuandoélpensabaqueyoestabadormido.Sesentíasolo,creo,ylossolitariossiempremehandadomiedo.—Estonoacabarábien—dijoGunnar.—Talvez—repliquéyo.Yaunqueintentamosentablarconversaciónmuchas
veces durante aquella larga caminata de vuelta, no encontramos otra cosa quedecir.
Espera.Algovamal.Elfuegomenguaynodebemospermitirqueseapague.Fueraestáoscuroy
sé que te vence el cansancio. Deberíamos dejar que el fuego se redujera abrasas,deberíamostumbarnosadormir.Peronoloharemos.Mequedamuchopor contarte esta noche.Noquiero ofrecerte esta historia a trozos, comounaanciana hambrienta que escatima los víveres de su mezquina despensa. Estanochenosdaremosunbanqueteconestahistoria.Telacontaréentera.Asípues,echaal fuego lasramasbuenas.No,no lasdeesemontón;usa la
mejorleñaquetengas,nohacefaltaquelareserves.¿Porqué?Yatelocontaré,prontolosabrás.Peroaúnno.Esoestámejor.Ahorateveoconclaridad.Mealegrodevertucaraconesta
luz.Tambiénmeapena,porsupuesto.Porqueenunaépocahabléycantéenlascasasdelosgrandesjefes,cienalmasenunasalaensilencio,pendientessolodemis palabras. Nunca canté para la corte de un rey, como hacen los poetasrealmente grandiosos, pero sí que se concedieron ciertos honores a mi voz.Ahoracantosoloparati.Elfuegobrillamás.Yahoratecontaréotrahistoria.Dejaquetenarrecómo
llegónuestropuebloaestaisla.Ah, sí; pon cara de aburrimiento si quieres. Me dirás que ya la has oído
muchasveces.Esverdad.Perolaescucharásotravez,puesesunahistoriaquenuncaestádemásrecordar.Ningunaotrahistoriaimporta,siestaseolvida.Ante ellos había una tierra vacía y, pisándoles los talones, un tirano; así
llegaronaesta isla losprimeroshombres.Asíseasienta lagenteen todos losnuevospaíses.Cuandosereunieronenlasorillasdelaviejapatria,quemarontodoaquello
quenopudieroncargarenlosdrakkares.NopensabandejarnadaalreyquelosexpulsabadeNoruega,elhombrealquellamabanHaraldCabelleraHermosa.Besaronlatierraylaarena,ylloraronporloshogaresquenovolveríanaver.Lagranflotadeexiliadoszarpóparasurcarelmaroscuro,rumboaunlugarquesoloconocíanporrumoresyleyendas.Notodossobrevivieronparaverlanuevatierra.Lastormentasylosbloques
dehieloaladerivadestrozaronvariasnavesyenviaronamuchosaalimentaralosespíritusmalignosquecazanenaquellasaguasnegras.Otrosseperdieronen las tormentas y recalaron en países hostiles, donde les esperaba unabienvenida de hierro y un hogar a poca profundidad bajo tierra. Pero lossupervivientes siguieron adelante, navegaron y dejaron atrás las costas deEscocia y las islasOrcadas yFeroe.Al final arribarona sunuevohogar.Tufamiliaylamía.Eraunagran islaenmitaddelmar frío,una tierradeorillasverdesconel
corazóndehielo.Unpaísdeshabitado,denombrelargoydifícil,peroesofueloqueatrajoalosqueiban.Erasuprotecciónvivirenunatierraquenadiemásquería;unlugarqueparecíainhóspito.Conunpocodehabilidad,ydefortunaporpartede losdioses,sabíanqueallísepodíavivir.Nocomoreyes,esoeracierto. Nunca serían hombres ricos o poderosos, sino una simple nación degranjerosquearañabanunatierracasiinfértilyluchabanpormantenervivosasusrebañosdurantelalargaoscuridad.Sedijeronasímismosquenoansiabanriquezanipoder.Quizáalgunoshastaseloacabaroncreyendo.Cuando estuvieron cerca de la orilla, el capitán de cada nave alzó de la
cubierta un objeto largo y estrecho. Lo hicieron con cuidado, como sisostuvieranenbrazosaunchiquillo,mientrasretirabanlamantadepieldefocapara revelar el tesoroque llevaban envuelto.No eraoroni unarma, sinounsimpletrozodemadera.Partedeunapuertaotejado,olacolumnadeunsitial,
algúnfragmentodelhogarquehabíandejadoatrás.Yalgunosdesenvolvieronun ataúd, donde reposaba un pariente que había iniciado la travesía pero nohabíavividolosuficienteparaversufinal.Cadahombre lanzó su recuerdoa lasolas embravecidas y lo siguió con la
mirada. Algunos de los fragmentos de madera fueron derechos a la orilla,mientras que otros, arrastrados por los remolinos, fueron a parar a calascerradas y fiordos, y aun otros encontraron una corriente que los transportóhasta alguna parte lejana de la costa. Allá donde viajaba cada una de esasvaras, una nave la seguía. Allá donde alcanzaban la orilla, se instalaba unafamiliaquelevantabaunanuevacasaconmaderosdelaantigua.Vinieronparaconstruirunpaíssinreyesniciudades.Unlugardondetodos
loshombresfueranigualesytodostuviesentierra.Unlugarsinotrogobernantequeelhonorylaley.Y,porlomenosduranteuntiempo,asífue.
3
Duranteellargoinvierno,hastaelmásricodelosislandesesmaldiceeldíaen
que sus antepasados llegaron a esta tierra. Olvidan el sueño del pueblo, esesueño de un mundo sin reyes, y solo saben que viven en un lugar oscuro ysolitario.Perocuandoelsolempiezaaascenderenelcieloylanieveempiezaacalentarseyfundirse,esunatierrafácildeamar.Elsueñocobrafuerzaunavezmás,porquesomosunpuebloobstinado.Los hombres y lasmujeres salen de sus casas como los osos de las cuevas
dondehanhibernado,y sienten lapunzadadel sol en losojoscomo ladeunaespada contra la piel. Rompen el hielo de los ríos, empiezan a sembrar lasprimeras cosechas, sueltan a su ganado para que vaya a pastar a las altasmontañas,salenacomerciarparaobtenersuministrosyprovisiones,yvisitanaamigoslejanos.Ycuandoviajan,lashistoriaslohacenconellos.Nadie había vuelto a ver al fantasma deHrapp. Corrió el rumor de que lo
habíamatadoOlaf,dadoquehabíasidoelúltimoenverloylucharconél.Éllonegó, pues era un hombre honorable, pero la gente tomó su sinceridad pormodestia,ylahistoriaseextendió.En cuanto a Erik, sobre él también corrieron historias. Algunos creían que
había caído al río a través del hielo, mientras que otros afirmaban que habíasalidoenbuscadeunasovejasextraviadasysehabíaperdidohastasucumbiralfrío.Hubomuchosquedijeronque la locura invernalsehabíaadueñadodeél,como les sucede a tantos, que se había tirado por un acantilado o se habíatumbado en la nieve a esperar lamuerte. Sabían que estaba solo, tal como lohabíavistoyo,ysabíanqueaunhombreselehacíadifícilaguantarelinvierno
sin compañía. Esperé a ver si alguien establecía una conexión entre las doshistorias, entreErikyel fantasma,peronadieatócabos.Hace faltaunamujerparapensarasí.
Unmontóndearmasromasamiscostadosylaamoladeraamispies;esoesloquesignificaparamíelprimerdíadeprimavera.Prontovolveríamosasalirdecazay,porlotanto,mientrasGunnarseocupabadelrebaño,yollevélasarmasdelacasajuntoalapiedradeafilar.Estabatrabajandoenmiarmafavorita,milanza,disfrutandodelasensación
del sol en la cara, cuando oí que la puerta de la casa se abría de par en par.Escuché: ¿serían los pasos susurrantes de Freydis, la hija de Gunnar? ¿LospisotonesdeKari,elniñoquequeríaquelovierancomoaunhombreyporesoimitabalospasospesadosdesusmayores,aunquenotuvierasucorpulencia?Alos niños les gustaba jugar conmigo; les fascinaba mi pelo rojo y estabanconvencidos de que era producto de algún truco o ilusión. Cuando las tareasdiarias estaban terminadas, los perseguía a cuatro patas por toda la casa o lescontabalashistoriasquemerelatabamipadre,losviejoscuentosirlandesesdelaRamaRojaylosFianna,mientrasGunnarnosmiraba,sonreíaynegabaconlacabeza,ymedecíaquemiauténticavocacióneraladeaya.Alomejoraqueldíasalíanaincordiarmeantesdelohabitual.Nofueronlosniñosquienessalieron.OíelpasofirmedeDalla, lamujerde
Gunnar;asomóporlaesquinadelapareddetierraymemiró.Podríahaber sidounabelleza sinpar,morenaydepiel pálida, denohaber
sidoporsunarizdeguerrera,rotayrecompuestahacíamucho,detalmaneraquele había quedado casi aplanada contra la cara; un regalo de despedida de supadre,oesomedijoGunnar.Adecirverdad,esanarizpartidacasabaconella,porque era una mujer dura, como hecha aposta para estas tierras. Sin mediarpalabra,metió un cuerno vacío en el cubo de leche que transportaba yme loofreció.
—Gracias—dijemientrasmelabebíatoda,aúntibiayespesa.—Trabajoduro—comentóella.—Loes.Cuestamásafilarunalanzaqueusarla,esmásfácilmatarunabestia
quedesollarla…—Dejélafraseenelaire.Elproverbioteníaunfinalquenomeapetecíapronunciar.—Esmásfácilmataraunhombrequeenterrarlo—concluyóella.Lanocheenlaquevolvimosdecazarelfantasma,laencontramosdespierta,
puesregresamosalrayarelalba,dandotrompiconesporelcansancioycubiertosde la suciedadde labatallayelenterramiento.Lamirada implacabledeDallaplanteó la pregunta, y tal vez la habrían seguido unas palabras, pero Gunnarhabíaestiradolosbrazosylahabíacogidodelasmanos.Cerrólosojosyporunmomento pensé que se deshonraría llorando, pero cuando volvió a abrirlosestabansecos.Besóasumujerenlafrenteydijo:—Porfavor,nomehagaspreguntas.Todovabien,peronopreguntes.Ella había mirado la marca del mordisco en la mano de Gunnar, el filo
embotadodesuespadaylasmarcasensuescudo.Leyóunahistoriaennuestrosojos, que eran los de unos hombres extenuados trasmatar a alguien, y dio laimpresióndequenodeseabaoírlaenpalabras.Dejóquenosfuéramosadormir,envueltosenpielessobreelsueloy,cuandodespertamos,nohizopreguntas.Porsumanera de actuar, hubiésemos podido fingir que lo habíamos soñado todo,quehabíasidounapesadilladesangre,nieveyunmalhadadopacto.Bajé la vista y probé el filo de la lanza con el pulgar. Ya estaba bastante
afilada.Levantélasiguientearmadelmontónydije:—Mealegrodequehayaacabadoelinvierno.—Yotambién.Perosupongoqueprontonosdejarás.—Así es —dije. Porque pronto sería el Día del Traslado, cuando un
vagabundocomoyodebíaencontrarunnuevositioalquellamarhogar.Dalladejóelcuboysesentóenelsuelo,conlaespaldaapoyadaenlacasa.—Ojalánotefueras—dijo.Lesonreíylecantéunviejocuarteto:
Elinvitadoparteynoalargasuestanciaporsiempreenelmismositio:hastaalmásamadolodetestansisedemoraenelsalóndeotrohombre.
Despuésañadí:—Damalasuertepasarelinviernodosvecesenelmismolugar.Uninvierno
hacedeunhombreuninvitado;dos,unladrón.Nuncahevistoquesalierabien.Dallanorespondió.Enlugardeeso,bajólamiradaalasarmasqueyoteníaa
lospiesy,enconcreto,alaqueestabaencimadelmontón.LaespadadeGunnar,unahojadeacerodeUlfberhtquevalíamásquesugranja,conel filo todavíamelladoyembotadoacausadelinvierno.Lalevantéyempecéaafilarlacontralapiedra,conelmismocuidadoconelquepodríahaberafinadounarpaúnicaosostenidoenbrazosaunniño.—¿Porquéquieresquemequede?—pregunté.Ellanoapartólosojosdelfilodelaespada.—Tengomiedo.—Nohaynadaquetemer.—¿Deverdad?—Deverdad.Dallaasintiópocoapoco.—Tetomolapalabra—dijo,yapreciéciertadurezaensuvoz,comolaquese
notaenlaspalabrasdeunjefeoelcapitándeunapartidadeguerreros.Porqueesacasaerasudominioylallavedelasdespensascolgabadesucintura,nodeladeGunnar.Ellanomeacogeríaensuhogarcontra suvoluntad,pormuchoquesumaridoinsistieraenello.—Tumaridonohahechonadadeloquepuedasavergonzarte—afirmé—.Es
unhombrehonorable.—Comoloerestú.
Neguéconlacabeza.—No.Elhonoresunlujopararicosyvalientes.Yonosoyningunadelasdos
cosas; no puedo permitírmelo.Me conformo con la astucia y la lealtad. PeroGunnaresunhombrehonorable.Ycomosimispalabraslohubieraninvocado,levicoronarlapendientedela
colina,conunaovejasujetabajoelbrazocomounfardo,elanimalperdidoquehabía salido a buscar. Incluso a esa distancia distinguí su sonrisa cuando nossaludó con lamano; le devolví el saludo y levanté una brazada de lanzas delsuelo.Unavezmás,habíallegadoelmomentodequesaliéramosdecaza.—¿Porquéhablabasconmimujer?Unapreguntapeligrosa,laquemehizoGunnarmientrascaminábamoshacia
elmar.Muchos la han respondido de formano satisfactoria y lo han acabadopagandoconsuvida.PeroGunnarmelaplanteóconunasonrisaenloslabios,demodoquerespondíconelmismotono.—Cosas de amor, por supuesto. No es tarea fácil mantener un amorío en
invierno.Estetiempoprimaveralmesientamuchomejor.—Alcéundedohaciaélycanté:
Puessielvarónsolovelaporlasovejas,inclusounloborequebraráalahembra.
EntoncesGunnarlanzóunrugido,aunqueeramitadcarcajada,yenunvistoy
novistoestábamosluchandoenelsuelo,alternandorisasymaldicionesmientrasbuscábamos la presa que inmovilizase la cabeza o el brazo y nos diera lavictoria.Conunaespadayonolehabríaduradoniuninstante,peroenlaluchacuerpoacuerposualtaydelgadaconstituciónobrabaensucontra,por loqueestábamosigualados.Quizápodríahaberloderrotadosilohubieraintentadocontodasmis fuerzas, pero al cabo de un rato tuve la precaución de ofrecerle un
brazoizquierdoquepudieraapresarconfacilidad.Puedequefuéramosamigos,peronuncaesunabuenaideaponerenevidenciaalanfitrión.Cuandonoslevantamosdelsuelo,sacudiéndonoslatierradelaropa,mepasó
lalanzaqueyohabíasoltadoalcaerymediounapalmadaenlaespalda.—Tendríamosqueencontrarteesposa—dijo—.Asídejaríasdeperseguirala
mía.—Un hombre sin propiedades no sueña con semejante cosa.Ni tampoco la
quiereunvagabundo.—Llegaráunmomentoenelquetecansesdeirdeunladoaotro,Kiarán.—Lodudo.—¿Adóndeirásestavez?¿AcasadeOlaf?—¿ElPavoReal?Esposible.Nuncamehangustadomucholascasasdelos
jefes.Demasiadagente.Mordisqueólapuntadesubigote,comoteníaporcostumbrecuandopensaba
enloqueibaadecir.Lohabíavistohacerloamenudo,porquelaspalabrasnoeransufuerte.—Megustaríaquetequedases.—Elinvitadoparteynoalargasuestancia…—Sí—dijo—.Conozcoesacanción;lahascantadomuchasveces.Peroojalá
nofueraasí.Mientraspronunciabaesaspalabrasllegamosalacimadeunpromontorioylo
queoímehizocallardegolpe.Porprimeravezenmuchosmesesoíaelmar.Somosunpuebloquellegódelmar,ycreoquesonpocoslosislandesesque
pueden contemplar las aguas abiertas sin sentir cierta melancolía cariñosa.Habíamosrenunciadoalmar,habíamosconvertidonuestrosbarcosenmaderayhabíamostrocadolavidadelvikingoporladelgranjero;habíamosescogidolapaz.Yaunasí,nossiguellamandoynosllenaeseanhelodenavegarporél,deescucharcómohabla.Elmaresungranprofeta;bastaconsentarseunratoasuorilla para saber que el cántico de las olas contiene la respuesta a todos losmisterios. Pero llevamos tanto tiempo viviendo separados del mar que ya no
hablamos su lengua. Y así, lo miramos como los sordos observan al cantor,tratandodeentenderloquesehaperdidoparanosotros.Vamosacazarasusorillas,porquecualquierhombrepuedereclamarloque
encuentra en la costa, territorio de todos.Madera que llega a la deriva desdetierras lejanas,árbolesenterosblanqueadosporsulargoperiployconunvalorincalculable en un país donde ya no crecen árboles altos. Focas, perdidas yenfermas,quevanamoriralaorilladelmar.Maderaycarne;conunpocodesuerte,unhombrepuedeganarunafortunaconambasgraciasalagenerosidaddelasolas.Ennuestrasalidadeaquellamañananosguiabanmáslasganasdedisfrutarde
la libertadque laesperanzadeencontrarunbotíndeesaclase.Pisarhierbaenvezdenieve,sentirelfrágilcalordelsolenlaespaldayescucharelmarunavezmás; eso era todo lo que esperábamos. Los témpanos de hielo apenas habíanempezadoadesaparecer,demodoqueeldiosdelmarteníapocoqueofrecer.Entonces una curva de la costa, una cala oculta.En ella, ante nosotros, una
granformanegra,tanenormeyextrañaquealprincipionosupeponerlenombre,extendidasobrelaarenaeinmóvilapesardelamarea,quenopodíaconsupeso.Soloelhedorpútrido—lejanopero,aunasí,intenso—mehizocomprenderdequé se trataba. Una ballena varada. Muerta desde hacía mucho y en partepodrida, y pese a todo, una fortuna en aceite, carne y piel para cualquiergranjero.Sinembargo,apenas lahabíavistocuandodistinguíotracosamásallá: tres
puntosnegrosenlalejaníaqueavanzabanagranvelocidad.Unapartidadecazarival en los terrenos comunales, y ellos también habían visto la ballena. LosiguientequeoífueelvientoenlosoídosyelcrujidodelaspiedrecillasbajomisbotascuandoGunnaryyoarrancamosacorrer.Erauna carrera, pues la costa erauna tierraquenadiepodía reclamar salvo
por el derecho más antiguo de todos, que era el de llegar antes. Gunnar meadelantó,poniéndosesusacoaunladoparacorrermejorperosinsoltarlalanza
de caza, porque llegar a la ballena con lasmanos vacías no significaría nada;muertacomoestaba,solopodíamosreclamarlahaciéndolelaprimeramarca.Nuestracarreraeraunacausaperdida.Elotrogrupohabíaempezadoacorrer
desdemáscercay,además,contabaconuncorredormásrápido,unhombremásbajo que se adelantó a sus compañeros. Llegaríamos en segundo lugar sindemasiadadiferencia,peronoviningunamaneradecompensar laventajaquenos llevaban.Aun así, corrimos tanto como nos dieron las piernas, pues ¿quéíbamosahacersino?Hacercualquierotracosahubierasupuestounadeshonra.AlgocambióenlamaneradecorrerdeGunnar.Alprincipiopenséquehabía
tropezadoo sehabíahechodaño en el pie, porque sepuso a avanzar de lado,apoyándose en la pierna izquierda durante un par de pasos. Luego vi quearqueabayretorcíaelcuerpoyoíunfuertegritocuandoechósulanzaavolar.Me detuve para observar la trayectoria, mientras la punta giraba
perezosamentepor losaires.OíungritoprocedentedelotrogrupoyviqueelrivalqueibaencabezaarrojabasulanzaaimitacióndeGunnarpero,aunqueeraunbuencorredor,subrazoeradébil,ysulanzamientosequedómuycorto.Unchasquidodehierrocontra lapiel resonóen toda laplaya: la lanzadeGunnarhabíadadoenelblancoyconseguidosumarca.Traslanzarungritovictorioso,Gunnaryyoempezamosacaminar,sonriendo
comoniñosquehubieranganadounacarreraenelcampo.Ofreceríamosalotrogrupounaporcióndelaballenacomopremioasusesfuerzos,porquehabíavistoempezar pleitos por asuntos semejantes. No se sentirían afrentados y todospodríamosvolveracasaconunarecompensa.Perocuandollegamosalaballenayvimosalosotroshombres,reparéenque
aGunnarseleborrabalasonrisadelrostro.Observéaltríoquesenosacercaba;no conocía sus nombres y, aun así, me daba la impresión de que conocíademasiado bien algunos de sus rasgos. La nariz ganchuda de la de uno, elmarcado mentón de otro, el vello negro y duro que recubría los nudillos deltercero; todome resultaba familiar, como si hubierandividido aunhombre alqueconocíaentreesostresdesconocidos.
EntoncescaíenlacuentayentendíporquéGunnarnosonreía.—Unbuen lanzamiento—comentóSnorri, el hombremenudoy rápidoque
casinoshabíaganadolacarrerahastalaballena.Gunnarserelamióloslabiossecos.—Gracias.—Tuescaldodeberíacomponerunacanciónparacelebrarlo—dijoHaakon,el
mayor—.LasagadelaBallenaPodrida.Serieron.Nosotrosno.Elhombremáscorpulento—recordéquesellamaba
Bjorn—advirtiónuestrosilencioyuniósuspobladascejasnegrasenunceño.Snorri,BjornyHaakon.LoshijosdeHaraldelNavegante.Loshermanosdel
hombrealquehabíamosmatado.Tenía entendido que habían pasado el invierno yendo de casa en casa, en
buscadenoticiasdesuhermano.NohabíanvisitadolagranjadeGunnar,porqueestábamosdemasiadolejosdelacasadeErikparaquelassospechasrecayeransobrenosotros.Perohabían interrogadoamuchosotroselprimermesdespuésdeladesaparicióndesuhermano,quehabíadejadoatrássolounagranjavacía.Nohabíamediadopleito,nadiesebeneficiabadesumuerte,nadiehabíapodidodarlesningunapistasobreloquelehabíaacaecidoaErik.Sololesquedabaesenosaber,esevacíodentroquedejaunadesaparicióninexplicada.—Meheenteradodelodevuestrohermano—dijoGunnar.—¿Quésabesdeello?—preguntóHaakon.—Lomismoquetodoelmundo.—Nadieparecesabernadaenabsoluto—dijoBjorn.—Alomejorlomatóunproscrito.—¿Porquélodices?—Meparecelomásprobable.—No nos corresponde a nosotros hacer conjeturas, Gunnar —dije. Miré a
Haakon—.Sioigoalgomásquemerosrumores,oslocomunicaré.—Teloagradezco,Kiarán.—Mediounapalmadaenelhombro—.Mealegro
dehablarcontigootravez.Seríamejorinclusooírtecantardenuevo.Miesposa
todavía habla de tu última estancia, tienes que volver a visitarnos.Gunnar nopuede acapararte durante dos inviernos, ¿verdad? ¿Te plantearás pasar elinviernoconmifamiliaesteaño?—Melopensaré.Megustaría.—Siempreeresbienvenidoenmicasa.—Diounpalmetazoenelcostadode
laballena,cuyacarneondeóbajoelimpacto—.Ungenerosobotín.¿Quéharéisconél?Gunnarnodijonada.Loshermanossemiraronentresí.FueBjornquienhabló
yexigiócondescaro:—¿Quépartedelaballenanosdarás?—Bjorn —dijo Snorri, con tono de advertencia. Se volvió hacia nosotros,
sonriendo—.Peroestoysegurodequeunhombre tanhonorablecomoGunnarnonosescatimaráalgunaporcióndeestehallazgo.Al finyal cabo, lohemosvistoprimero.Gunnarseguíasindecirnada;surostrocarecíadeexpresiónyteníalamirada
perdida, como un vidente en pleno trance.Vi que los hermanos empezaban aponersenerviososeibanadoptandounconatodeposicióndecombate,alavezquesusmanossedesplazabaninquietashacialasarmas.—Gunnar —dije, con la esperanza de que mi voz lo arrancara de aquel
mutismo.Yalfinalhabló:escogiólaspeorespalabrasquepodríahaberpronunciado.—Quedáoslatoda.Bjornretrocediócomosilehubieranabofeteado.—Nosinsultas—dijo—.Nopiensoquedarendeudacontigo.¿Nostomaspor
mendigos?—Lahasganadodemanera justa—añadióHaakon—.Novoyaquitarte tu
presa.Venga,danosunadécimaparte,ountercio,sitangenerosotesientes.Nohaynecesidaddeesto.PeroGunnarsequedóplantadodondeestaba,conlamiradafijaenelsueloy
negandoconlacabeza,formandolapalabra«no»unayotravezconlaboca,ynoquisodecirnadamás.—Dadlenuestrapartealosdioses—expliqué—.EsoesloqueGunnarquiere
decir.—Noosteníaporhombrestanpíos—comentóHaakon.—Esta ballena es un regalo de Ægir —repliqué—. Necesitamos su
benevolenciamásquelacarne.Cogedcuantoqueráisyquemadelrestoparaeldios.Ydicho esto, le puse lamano en la espalda aGunnar yme lo llevéde allí
comosifueraunniñoagotado.Mientrascaminábamosporlaplaya,oíqueBjornmascullabaalgo,yapretéelpasoparasermásrápidoquelaspalabras.Sioíamoselinsulto,tendríamosquepelearcontraellos.—No imaginé que la vergüenza sería tan grande. ¿Cómomientes con tanta
facilidad?Estábamosyalejosdelaplayacuandomehabló.Lejosdelaplaya,ydecasa,
sentadosa laorilladel río, tratandodehallar laspalabrasquedieransentidoatodoaquello.Melavélacaraenelaguaysentísufríointensocontramisojos.—Porque no me queda más remedio —dije—. Ahora no podemos
desentendernos de ella. Tenemos que luchar por esta mentira como si fueranuestrorey.Nosmantieneasalvo.—No pienso luchar por ningún rey. Ni por una mentira. Yo lucho por mi
familia;luchoporti.—Entoncesmientepornosotros.—Nopuedo.Nodijenadamásydejéqueseimpusieraelsilencio.Nodeberíasertandifícilmantenerunsecretoenunpaíscomoelnuestro.La
vidaessolitaria,lafamiliaeselúnicomundodelagenteypuedenpasarmeses
antesdequeunhombre tengaantesíalguienquenoseasumujerosushijos.Lasgranjasestántandispersascomolasestrellasenelfirmamento,diferentesyseparadas.Unislandésconunsecretonotieneningúnsacerdotequeruegueporsualmanitampocounreyqueamenacesucuerpoy,aunasí,sientelanecesidaddeconfesar.Enelcaminodevueltaalagranja,Gunnarcaminabapocoapoco,comosile
pesarasusecreto.Penséenelveranoqueseacercaba,cuandolesdejaríaatrásaél y a su familia para seguir mi camino y encontrar un nuevo hogar para elinvierno.Hubountiempoenelquemedecíaquesivivíacomounvagabundoera por necesidad, porque el hijo de un esclavo no tenía esperanzas deconvertirseenunhombrecontierras.Después,durantemuchosaños,lovicomounabendición:podíarecorrerlatierralibreysinataduras.Deprontoahoramepreguntaba si no sería un anhelo de cobarde:mantenerme enmovimiento, unpasopordelantedelospleitosquellegandeformataninevitablecomoelhieloconelinvierno.—Mihogar—dijoGunnarcuandoavistamos lagranjaunavezmás,conun
quedotonodealivioenlavoz.Devueltaalaoscuridad,comounafieraqueregresaasuscuevasytúneles.
Supongo que resulta más fácil ser un asesino entre tinieblas que proclamarsecomotalalaluzdeldía.Gunnardiounapalmaditaalmascaróndeproaquecolgabasobresupuerta,la
cabezadedragóntalladaqueotroraformabapartedesubarco,yyotambiénlatoqué, ya que andaba necesitado de un poco de suerte. Los dos debimos deactuarllevadosporalgunaclasedepremonición,puesalentrardistinguimosunasombrapocofamiliarenlaoscuridad.VilaspequeñasformasdelosdoshijosdeGunnar,elperfildenarizachatadadeDallayotrapersonaalaquenoreconocíalprincipio.Sinembargo,solotardéunmomentoensaberdequiénsetrataba,porqueen losmeses transcurridoshabíavistoesasiluetamuchasvecesenmisrecuerdos,ytambiénenmissueños.EraVigdis,lamujerdelfantasma.
4
—Bienvenidaamicasa—saludóGunnar,trasuninstantedesilencio.
—Eselprimerdíadeprimavera—replicóVigdis—.Buenafechaparavisitaralosvecinos.—Síqueloes—dijomiamigo,quesesentóymepasóunpocodepan.Tomé
asientojuntoaél,sinapartarlamiradadeVigdis.—Dagustovolveradisfrutardelacompañíadeunamujer—comentóDalla
—.Haydemasiadoshombresenestacasa.—Aloíreso,suhijaprotestóylediounmanotazoenbroma.Dallaserio—.Ytútambién,porsupuesto,cariño.Todavía ultrajada, la niña cruzó al trote la habitación, se sentó entre las
rodillasdeVigdisymiróa sumadreconunmohín.Vigdis rodeóelcuellodeFreydisconlasmanos,luegolasechóunpocohaciaatrásysepusoatrenzarleelpelo.—Esperoquetodovayabienentucasa—dijoDalla.—Todolobienquecabríaesperar.OlafHoskuldssonmeenviaráprontounas
sirvientasparaquemeayudenallevarla.LabocadeGunnarsetensóaloírelnombredenuestrojefe.—Es un hombre generoso —señaló Dalla—. Debes de sentirte sola en la
granjasincompañía.—Nosiempreestoytansola—replicóVigdis,ymiróendirecciónaGunnar.Estelesostuvolamiradasindecirnada.Sehizounsilencioquerecordabaa
esacalmapeculiarqueprecedealosduelos.Dallalosobservóalosdos—alainvitadayasumarido—yvicómoensucabezaempezabanlaselucubraciones.
Quién, qué, cuándo.Me alegré de que nomemirase, porque no sé si podríahaberlesostenidolamirada.Los niños empezaron a inquietarse. Siempre son los que más notan la
discordia,comoesospájarosqueechanavolarenbandadashorasantesdeunterremoto, expulsadosde susnidosporunos tembloresdemasiado suavesparanosotros.Me subí aKari al regazo, le agarré lasmanos e intenté que lucharaconmigo.Eraunniño fuertey le encantabapelear,peroesaveznoquiso.Pormuchoqueintentéazuzarle,loúnicoquehacíaeravolverlacabezaparamirarasumadre.Gunnarmetióunavezmássuvasoenelbarrildelagua.—Ybien.¿Haspensadoenmipropuesta?—dijo.—Sí—respondióella.—¿Ycuálestuopinión?—Digoqueno.—Yaveo.—Gunnar torcióelgestocomosihubieramordidocarnepodrida
—.Entoncesnohaymásquehablar.—¿Quépropuestaes esa?—preguntóDalla.Gunnarnocontestóyentonces
ellarepitiólapregunta,estavezdirigidaamí.—Nosénadadeesto—repliqué.Vigdisladeólacabeza,comounamadrequehablaseconunniñoperezoso.—Dalla,tumaridopretendíacasarmeconsuamigo.—Nodigasmás—laatajóGunnar—.Eltemaestázanjado.—Pretendíasentregarmeaél,comosileregalarasuncaballoparamontaroun
cuchilloparadestriparpescado.¿Creíasquemecasaríaconunhombrequenoposeesiquieraunapiezadeplata?—Nocreoquevayanallegartemejoresofertas.Parairseaviviralacasade
tufantasma.—Y,sinembargo,elfantasmayanocamina.—Gunnar—dije yo—, no tendrías que haberlo hecho. Deberías habérmelo
consultado.Estonoesloquequiero.
Éltiróalsueloelvasodeagua.—Siento que te conformes con vivir como un mendigo, cambiando tus
canciones por sobras. Es deshonroso. Y tú —añadió, señalando a Vigdis—,ahorapuedesmarcharte.Yahascausadobastantesproblemas.—Nohemosacabadoconesteasunto.—¿No?—No.No quiero casarme con tu amigo.—Acarició el pelo de la niña que
estaba sentada entre sus pies. Después añadió—: Quiero casarme contigo,Gunnar.En mi regazo, Kari se quedó inmóvil. Dejó de retorcerse para mirar a su
madre o de revolverse para soltarse de mi presa. Se quedó totalmente quietoduranteuninstanteydespuésseinclinóhaciadelante,merodeóconlosbrazosyhundiólacaraenmihombro.—¿Quéhasdicho?—preguntóGunnar.—Para eso he venido. Para decirte que te divorcies de tumujer y te cases
conmigo.—Estásloca—dijoDalla,sinlevantarlavoz.—Notedeseoningúnmal,Dalla,peronopiensocasarmeconunmendigo.Y
tumaridoestáatadoamídemanerasquenotehacontado.—Fuera—ordenómiamigo.—¿Quieresponermeaprueba,Gunnar?¿Selocuento?Elsusurrodelasascuas,laluztenueytitilante.LabocatensadeiradeDalla,
y Vigdis en el centro de todo, con las manos unidas sobre el regazo yobservándonosconsusojosmuertossinparpadear.—Sacaalosniñosdeaquí,Dalla—dije.—No.Nopiensoirme.Noquieromássecretos.Gunnar se inclinóhaciadelantey, a la luzdel fuego,vi elodioen susojos
cuandosedirigióaVigdis.—Diloquequieras.Hazloqueteplazca.Peronodejarépor tiamimujer.
Porqueeresunaramera.Ounabruja.Oambascosas.
—Como desees.—Vigdis se puso en pie y se alisó el vestido—. Pero nocontarétussecretosporti.Esotendrásquehacerlosolito.—Entróunchorrodeluzporuninstantecuandoellaabriólapuerta,bruscaeinmisericorde.Despuéssefue,yregresólaoscuridad.Di gracias por ello, porque no creo que hubiese podido mirar a la cara a
ningunodelosdemás.Alcélavistaeinclusoalatenueluzpudeverlosmaderosdeltecho,picadosdesalydeformadosporelaguaquehabíasurcadoensuvidapreviacomopartedelcascodeundrakkar.AGunnarsiemprelehabíagustadocontemplarese techo, recordarelhombrequehabíasido,ungranguerrerodelmar.Peroyosiemprehabíasentidoinquietudalmirareseesqueletoinvertidodeunbarco.Elúnicohombrequeveíaunaembarcacióndesdeabajoeraelqueseestabaahogando.Recayóenmíromperelsilencio.—Kari,Freydis;venidconmigo.Elniñonegóconlacabeza.—Quieroquedarme.—Veconél—ordenóDalla—.IdconKiarán.Kari se dispuso a replicar, pero una mirada de Gunnar le silenció. Me
preguntosihabíavistoantesalgunavezaquellamiradaenlosojosdesupadre.Losojosdeunejecutor.Cogídelamanoalosdosniñosylossaquédeallí,hacialaluz,elaguayel
aire. No fui lo bastante rápido porque, antes de abandonar aquel lugar, todosoímosalgoquenodebíamoshaberescuchado.A mi espalda, oí que Dalla hablaba, tranquila e insistente, aunque en voz
demasiadobajaparaquedistinguieralaspalabras.YoísollozaraGunnar.
En cuanto estuvimos al aire libre, Kari se zafó de mí y se alejó con pasodecidido. Recogió del montón de leña un palo del tamaño de una espada y,cualquier otro día, se lo habría arrebatado de lamano. Lamadera es un bien
preciado en la isla, no un juguete para los niños. Aquel día, dejé que se loquedara.Karigolpeóelaireconelpalo,peronoeran losmovimientosalazardeun
niño enfadado.Lo sostenía conmanodeguerrero, como le había enseñado supadre,ycadaunadesusacometidasllevabaelecodeunpropósitoletal.Elrevésqueparteunacabezadesdeelojohastalaoreja,larápidaestocadadeladoquepasapordetrásdel escudo, el tajo abaja alturaquedestrozauna rodilla.Soloteníadiezaños,peroyaconocíatodoslosmovimientos.Dejé que abriera él la marcha mientras lo seguía guiando los pasos de su
hermana, que se conformaba con caminar callada y con los ojos enrojecidosmientrassechupabaelpulgarensilencio.Traspasamoslaslindesdelagranjaendirecciónaloeste,siguiendoelfiordo.Mepreguntésielchicollegaríahastaelmar, en caso de que yo se lo permitiera, para luchar contra las olas como elCúchulainndelosantiguosrelatos.Freydismirónerviosaporencimadesuhombro,endirecciónalagranja,que
seveíareducidaaltamañodeunamanoanuestraespalda.—Yabasta,Kari—dije,peroélnomehizocaso.SoltélamanodeFreydisy
corrídetrásdelniño—.Basta.Para.Espeligroso.—Yélgiróenredondoymelanzóungolpeconelpalo.Sin duda un guerreromejor habría esquivado el ataque y habríamovido el
hombroparaqueelarmapasaradelargo.Peronuncahesidohábilorápidoconlaespada.Loqueyoaportoalaluchaesciertabrutalidaddirectayladisposiciónaaguantareldolor.Así,envezdeesquivarelpaloloquehicefuesalirlealpasoconelantebrazo,conlapielyloshuesoscomoúnicoescudo.Eldolor fue tan intensoquemivistasenublóduranteunmomentoy,aloír
que lamaderasepartía,alprincipiopenséquemehabíarotoelbrazo.Peroeldolor fueútil, porquemeenfureció.Antesdequepudiera echar el brazoatrásparaasestarmeotrogolpe,seloagarréconlasdosmanosyleretorcílamuñecahastaquechillóytuvoquesoltarelpalo.Ledidosbofetadas,lolevantéporlagargantaylotiréalsuelo.
Sequedótotalmenteinmóvil,conlarespiracióncortadaydandoboqueadasenbusca de aire.Miré a Freydis para ver cómo reaccionaba, si corría, peleaba olloraba;peronohizoningunadelastrescosas,sinoqueselimitóaobservarloqueibaapasaracontinuación.Debiódesertodaunaexperienciapresenciarquetratabanasuhermanocomoaunhombre.—Tendrásqueguardarteesetrucoparacuandoseasmayor—dije—otengas
unaespadaenlamano.Hastaentonces,harásloqueyotediga.Le tendí la mano, que él aceptó, y tiré para levantarlo. Se le doblaron las
rodillas y arqueó la espaldamientras seguía esforzándosepor respirar, pero senegóacaeralsuelootravez.—Siéntate.Notienenadadedeshonroso.Cuandopudorespirarbien,mepreguntó:—¿Tehehechodaño?—Lodijosintonodedisculpa;locontrariomehabría
decepcionado. Sacudí el brazo para intentar devolverle algo de sensibilidad,porqueseguíamedioentumecido.—Síquemelohashecho.Hasidounbuengolpe.Sihubierastenidounaño
más,alomejormehabríasrotoelbrazo.Él sonrió y volvió lamiradahacia su hermana, que aguardabadetrás demí
con cara de incertidumbre.Kari le indicó que se acercara y le cogió lamano,como si fuera uno de los poetas guerreros de los antiguos relatos que hubieraganadoaunamujerenunduelo.Freydissesentóasuladoyapoyólacabezaenelhombrodesuhermano.Sentadoanteellosconlaspiernascruzadas,poetaconlamisióndeentretener
aesacortedecríos,dije:—¿Queréisunacanción?¿Unadrápaounflokkr?—No.—Puesuncuento.Dediosesyhéroes.—¡No!—Karimemirócomosituvieradelanteaunnecio,yquizáfueraasí,
porque entonces comprendí lo que querían oír. ¿Qué otra cosa iba a quererescucharunniñoenunmomentoasí?
—Noospreocupéisporloquehabéisoídohoy—dije—.Todoirábien.—¿Quépasaconella?—preguntóFreydisconvozqueda.—ManteneosalejadosdeVigdis.Esunamentirosayunaladrona.—Nomehaparecidoquehoyestuvieramintiendo—replicóKari.Maldijela
astuciadelosniños.—¿Nosdejaránuestropadre?—preguntóFreydis—.¿Parairseconella?—Puesclaroqueno. ¿Sabéis lobienquehablade todosvosotros?Solome
habladesufamilia.Losoistodoparaél.—Pero¿esamujernoscausaráproblemas?—preguntóelniño.—Ningunoquetupadrenopuedasolucionar.Estuvieroncalladosduranteunrato.Karifueelprimeroenhablardenuevo:—UnavezmecontastelahistoriadeWulf,quequeríarescatarasuamadade
lasgarrasdeEadwacer.Intentóconseguirquesusamigosleayudaran,yellosnoquisieron.Alfinaltuvoquelucharsoloylomataron.—¿Tequedarásconnosotros?—preguntóFreydis—.Tengomiedo.NorespondíenseguidayKarirepitiólapreguntadesuhermana:—¿Tequedarás?—Nosésipuedo—respondí.Entoncesmiraronamiespaldayvolvílacabezaparaseguirsusojos.Gunnar
yDallacaminabanhacianosotros,ellapordelanteysinqueningunodelosdoshablara.Mesentéconlaspiernascruzadasenelsueloyentrelosniños,comosiyotambiénfuerauncríogrande.Cuando llegaron a donde estábamos, nodijeronnada.Observé aDalla para
formarmeunaideadeloquesabía,deloquepensaba.—Ojalánomehubierasmentido,Kiarán—dijoella—,cuandomerespondiste
quenoteníanadaquetemer.—Ensumomentopenséqueeracierto.Dallaasintió,peronosupe interpretarelgesto.Hevistoaguerrerosdedicar
esa inclinación de cabeza a un adversario digno, pero también a padreshaciéndoselaaunoshijosalosquenodeseabanvernuncamás.
Después extendió los brazos hacia sus hijos, que fueron con ella. Luegoemprendieronelregresoalagranjasinpronunciarunasolapalabramás.—Entonces—dijeyo,mirandoamiamigo—¿eseeratuplan?Gunnarasintió.—Noeraunplanmuybueno—añadí.Casiserio;abriólabocaymovióloslabiosunpocoparaformarunasonrisa,
peroelsonidonoquisosalir.—No soy tan listo como tú—dijo—.O esa zorra de Vigdis.—Se calló y
empezóahurgarsebajolasuñas;allíteníasangreotierra,nosupedistinguircuáldelasdoscosas—.Notendríaquehabervenidonuncaaestelugar—selamentó,alcabodeunosinstantes—.Entiendolaespadayelmar.Yamiesposa.Porlomenosaratos.Perosoyunhombresencillo.Estapareceunaisladeintrigantes.Mujeres que incitan a los hombres para ponerlos a sus órdenes, hombres queintimidan y engañan a otros para conseguir tierras, jefes que engordan y seenriquecengraciasatodaslasriñas.—Yotengoastuciasuficienteparalosdos,Gunnar,ytúeresrivalparaunpar
deguerrerosconunaespadaenlamano.Juntosnotenemosnadaquetemer.—Noséquéproblemasnoscausaráestamujer.—Nosoydelosquerehúyenunapelea.—Noquieroquesalgasmalparadodeesta.—Esolodecidiréyo,¿nocrees?—Mepuseenpieymesacudílatierradela
camisa—.¿HashabladoconDalla?—Selohecontadotodo.—¿Qué…?—Noacabélafrase.Sumiradameacalló.—¿Yahoraquéhacemos?—preguntó.—Nopodemoshacerotracosaqueesperar.—¿Eseestuplan?Noparecemuchomejorqueelmío.—Unamujernopuedepresentarcargoscontranosotros.Nopuedeactuarde
testigo.No tienepodersegún la ley.Loúnicoquepuededifundirsonrumoresvacíos.
—¿Yquépasaconloshermanos?Haygentequehamatadoporunrumor.—La hay. Tenemos que confiar en que ellos no sean de esos.—Vacilé, y
luegodije—:¿Merespondesaunapregunta,Gunnar?Élapretóelmentón.—Pregunta.—Queríasquemecasaraconella.Paraquemeasentarayfuesetuvecino.—Asíes.—¿Porquéteníastantasganasdequemequedase?Gunnar no dijo nada durante un rato. Contempló el terreno despejado, las
granjasdispersasquehabíaalolejos,larocanegradelasmontañasyelverdeintensodelvalle.—Creo que me sentiré solo si te vas —respondió por fin—. Nunca he
conocidoanadieaquienapreciaratantocomoati.—Y,comosihubieradichoalgo atroz y vergonzoso, se puso en pie de un salto y se alejó dando grandeszancadas.Vicómosemarchabaynodijenadaparaqueregresara.Alcélavistahaciaelsolysupequenoteníamuchotiempo.Losdíassonmuy
cortoscuandoelañoes tanjoven.Meorientémediante lascolinasyelaguayechéaandarporelvalle,alejándomedelagranjadeGunnar.
5
Lacasadeunjefenosepareceaningunaotra.Noesunlugardondereinenla
oscuridadyelsilencio,sinoelruido,elcalorylaluz.Dondequieraquesemire,haycriadospisandoalosperros,guerrerosfanfarroneandooluchandoentresí,yniñoscorreteandoenmanada.Siempreheodiadoesaclasedesitiosy,aunasí,fueallíadondemedirigí,tomandoelcaminomáslargo,quebordeabalacasadeVigdis,puesHjardaholt,elhogardemijefe,quedabajustoalotroladodeesaslindes,queyonoqueríavolveratraspasarenmivida.El sol estaba bajo para cuando llegué ante los imponentes muros de
Hjardaholt.LasparedesdetierradelacasadeGunnarpodríanhabersetomadopor una ondulación del terreno o una pequeña loma, pero esta resultabainconfundible. Era más grande que un drakkar y salía humo de un par dechimeneas a todas horas del día y de la noche. En nuestra isla no tenemoscastillos o grandes salones, pero Hjardaholt no tenía nada que envidiar enmajestuosidad a la mejor casa que un islandés pudiera aspirar a contemplaralgunavez.Sentadoalaentradahabíaunthingman,KetilHaakonsson,unalegrecentinela
quemeofrecióunodredevinocuandomeacerqué.—¡Kiarán!Mealegrodecontarcontucompañía.SeguroqueOlaftambién.—¿EstádentroelPavoReal?—Allí está. Hace mucho tiempo que no hay ningún escaldo en el salón.
Esperoquevengasparaquedarte.—Alomejor.
Apenashabíapuestounpieenelinteriorcuandosentíelabrazodemianfitrión.Tal era siempre el talante del hombre al que llamabanOlaf elPavoReal, queacogíaacadaviajeroqueentrabaensucasacomoaunamigoalquenohabíavistodesdehacíamuchotiempo.Tambiénesciertoqueunhombredesuriquezayprestigiopodíapermitirseesagenerosidad.—Nodeberíasviajaraestashoras—dijomientrasmeacompañabaamisitio
a lamesa—.Debes de llevar horas caminando a oscuras. Fantasmas, trolls…Quiénsabequéotrosserespodríaninfestarlascolinas.—Mealegrodevolveraverte,Olaf.—¿Quétetraeporaquí?Sospechoquenosolomibuenacompañía.Peroya
hablaremosdeesoasudebidotiempo.Pasaypontecómodo.Alomejorpuedesregalarnosunacanciónsinoestásdemasiadocansado.—LoqueseaparacomplaceralPavoReal.Se rio al oír su apodo. Se lo había ganado gracias al torque de bronce que
llevabaalcuello,losanillosdebuenafacturaqueadornabansusdedos,losarosdeoroquerodeabansusbrazosylasrefinadasprendasrojasquevestía,puesnoera hombre que temiera hacer gala de las riquezas que había amasado en susaventuras en otras tierras.Era algo digno de ver y había quienesmurmurabansobresuafeminamiento,peroaunquesiemprehubieraoroensusbrazosyunasonrisaensuslabios,ensusojoshabíahierroysumanososteníalaespadacontemple y fuerza. Muchos habían subestimado al Pavo Real. Algunos habíanpagadoelpreciodecruzarseensucaminoconhonoryplata;otros,conlavida.—Ybien—dijoOlafencuantoestuvimossentados—,Gunnarpor fin teha
dejadomarchar,¿eh?Pensabaqueibaaacapararteparaélsolodurantemuchosveranosmás.—Unviajerocomoyodebetrabajarduroenveranoparaganarsesuhogardel
invierno.—¿NovasaquedarteotroinviernoconGunnar?—No,traeríamalasuerte.
—Bueno, aquí tienes sitio, si quieres. Aunque he oído que quizá HaakonHaraldssonvengaacortejarte.Estáconstruyendounacasapoderosa.—¿Tantocomopararivalizarconlatuya?—Ni por asomo. Aunque me romperías el corazón si prefirieses su
hospitalidadalamía.—Ay,Olaf,peroesquelosescaldossomosasí,siempredejamosinsatisfechos
anuestrosjefes.Vuestraslágrimasdanparaunascancionesestupendas.Eljefesonrió.—Ja,sihubierasnacidoesclavo,mividahabríasidomássencilla.¡Comprary
vender poetas a mi antojo, en vez de tener que ganarme su estima! Sería unmundomásfácil.—Estoyseguro.Olafcogióun trozodepan, lopartiópor lamitadymepasóelpedazomás
grande.—Cuando te he visto entrar, he tenido la esperanza de que Gunnar te
acompañase.—Estáocupadoconsugranja.—Parecequeloestámuyamenudo.Aunjefeleponenerviosovertanpocoa
unhombre.SobretodoaunocomoGunnar.—Noesporfaltaderespeto.—No me malinterpretes, no soy un rey avaro en busca de tributo. Tiene
derechoanovenirsinoleapetece,peroesunpocomisterioso,yalagentenolegustanlosmisterios.Hayquienlellamaría«distante».Antesdequeacertaseareplicaralgo,unodelosguerrerosdelsalónllamóa
Olafparapedirlequedirimieseunaapuestadeborrachosoalgoporelestilo.Élalzó lasmanosenademándedisculpayse levantóde lamesa,algo inestable.Me quedé donde estaba y miré cómo hablaba, mientras me preguntaba si deverdadestabatanebriocomoaparentaba.Dejéelvasoenlamesay,conelrabillodelojo,viquemelorellenabanenel
acto.Lacriadanosefuedespuésdecumplirsutareay,cuandolamiréintrigado,
me sostuvo la mirada con total desparpajo. Era una mujer bella, calculé quedebíade tenerunosdiecisieteaños; supeloeramuy rubioy susojosparecíancambiardecolormientraslosmiraba.—¿Nosconocemos?—lepregunté.—Teheoídocantar.Elinviernopasado,cuandovinisteacomerciar.—Ah, lamentohaberte lastimado losoídos.Noestabaacostumbradoa tocar
parasemejantepúblico.—Noseasmodesto.Estuvobastantebien,porsiquieressaberlo.—¿Solobastantebien?Ellaserio.—¿Tequitasimportancia,yesperasqueteaplaudancomoaunmaestro?—Eseljuegodelpoeta.Nosinsultamosconlaesperanzadequenosalaben.
Loúltimoquequeremosesunarespuestasincera.—Lorecordaréymentirémejorenunfuturo.La llamó una voz de hombre desde el otro lado del salón. La seguí con la
miradaysentílamanodeOlafenelhombro.—VeoquehasconocidoaSigrid.Unaprincesaentreloscriados,oesodiría
cualquieraqueviesecómosecomporta.—Notienepelosenlalengua,¿eh?—Nosécómose lasapaña,hablandocontantafranqueza.Esperoqueno te
hayaofendido.—Alcontrario.Labellezahaceperdonarmuchascosas.—Ah,creoqueyaveoporquéhascambiado lacasadeGunnarpor lamía.
Allínohayotramujerquemirarquenoseasuesposa,yGunnaresunhombrealqueesmejornobuscarlelascosquillas.—Esciertoquevengoconunpropósitodistinto.—¿Distintoabebermivinoycomerteamiscriadasconlosojos?—Distinto.Bajóunpocolavoz.—¿Esunasuntoqueconvienetratarasolas?
—Nohacefaltaquedédetalles.—Entoncescuéntameloaquí.—Alzóunaceja—.Sindetalles,siespreciso.Echéunvistazoalsalón,alosgruposdeguerrerosquebebíanyreíanjuntos.
Nos rodeaba toda la vida, todo el poder de la casa de un gran jefe. Se hacíadifícilpensarallíenelpeligro.—¿RespaldaríasaGunnar—pregunté—sisemetieraenunpleito?—Esodependeríadelpleito.—Unarespuestaprudente.—Soyunhombreprudente.—No hay pleito. Todavía no. Pero hay algunos que lo envidian y están
dispuestosacontarmentirassobreél.Gunnarlucharácontraellos,sihacefalta.Quierosabersidejarásqueluchesolo.Clavó en mí una mirada inquisitiva y por un momento desapareció de sus
faccionestodaligereza.—Solotepidoqueestéspreparado—añadí—,porsisurgenproblemas.—Nomesorprendequelebusquenlosproblemas.Eslaclasedehombreque
inspiraenvidia.—Supongoquesí.—No por el oro o las riquezas, ojo.—Olaf sonrió para sí y bajó la vista
mientrasremovíalospososdelfondodesuvaso—.Eslaclasedehombrequelegustaría ser a todos los islandeses. —Apuró el resto y dejó el vaso condelicadeza—.Estarédelladodetuamigo,sillegaelcaso.—Gracias,Olaf.—Peroesotieneunprecio.Noenoro,sinoenlealtad.—Seráunthingmanlealcontigo.—Nohablodesulealtad,sinodelatuya.Tienesquehaceralgopormí.—Noestoysegurodeaquéterefieres.Guardósilencioduranteunlargoratomientrashacíabailarsusdedosatravés
delallamadelavelaqueteníadelante.—¿Creesenlasvisionesenviadasporlosdioses,Kiarán?
—Porsupuesto.—Entonces cree lo siguiente: cuando pienso en ti y Gunnar juntos, veo la
muerte.Deunoodelotro,ytambiéndemuchosmás.Comoparejatraéismalasuerte.Tienesquemantenertealejadodeél.ReflexionésobreesoduranteunratobajolamiradaimperturbabledeOlaf.—Siesoesloquepides,vendréavivircontigodespuésdelAlthing.—Bien, bien—dijo con aire casi ausente, como si deseara olvidar lo que
había pedido—. Puedes quedarte tanto como desees. Pasa el invierno aquí,incluso,siteapetece.Contemplé lacasaqueOlafhabíaconstruido, elhogardeunorgulloso jefe.
Crucélamiradaconlasirvientaqueestabaalotroladodelasalayvidenuevoesosextrañosojoscambiantes,comosifuerauntrucodebrujas.Ysupequenomequedaríamuchotiempo.Ya era noche cerrada cuando volví a casa de Gunnar. El fuego se había
reducido a unas ascuas dispersas, pero incluso con aquella tenue luz pudedistinguirelblancodeunosojosquememiraban.—¿Dóndehasestado?—susurróGunnar.—Nodeberíacontártelo.Unaexclamaciónahogada,casiunaquejadedolor.—Pensabaquenoqueríasmássecretos.—Unapausaenlaoscuridad—.¿Te
quedarás?¿Tequedarásotroaño?—MequedaréhastaelAlthing.—De modo que ahí es donde has estado. Buscando otro agujero al que
arrastrarte.—Gunnar.—Basta.Bastadepalabras.Yahasdichotodoloqueteníasquedecir.Aquellosojosblancossecerraronynoseabrieron.Esperéunrato,paraversi
despertabayhablabaotravez,peronolohizo.
6
Entodaslasocasionesanteriores,siemprehabíaviajadoalAlthingconmuchas
ganas,conuncalorcilloenelpechoqueseparecíabastantealamor.Eseaño,alomosdeuncaballoprestado,nosentíanadaenabsoluto.Nialegríanimiedo,solounhuecoausenteenelcorazón.Gunnarcabalgabaamilado,aunqueentodoslosdíasquepasamosviajando
apenascruzamosunapalabra;habíasidoasídesdeaquellaconversaciónalaluzdelasbrasas.Habíamospasadoelmescomoextraños,yotrabajandoenloscamposconlos
sirvientes contratados por Gunnar, mientras él cazaba, pescaba o cuidaba delganado.Cuando se ponía el sol, le veía volver a casa con una red cargada depescado y entonces le echaba a su hijo una carrera hasta la casa que perdía apropósito, mientras Dalla asomaba medio cuerpo por la puerta y extendía lamanoconlapalmahaciaarribaparacalibrarelpesodelalluvia.Contélosdíashastaquellegóelapogeodelverano.Entonces,sinpronunciar
una palabra, Gunnar me indicó que lo acompañase al establo y escogió uncaballoparamí.Subimosanuestrasmonturasyemprendimoslatravesíahaciaeloeste.ÉlsabíaquedejaríasucompañíaenelAlthing,aunquedesconocíaadóndeiríayconquién.Ytampocolopreguntó.Mantuveelsilenciodurantelosdíasenqueavanzamoscruzandoporpasosde
montaña y recorriendo las llanuras negras en dirección al centro del país. Nohizoningúnademándereconciliarseconmigo,aunquetampocointentóalejarsedemíoadelantarseparairporsucuenta.Parecíaqueesperabaalgodemíy,porlo tanto, yo cantaba ante el fuego por las noches, aunque él se tumbara de
espaldas a mí. Tal vez, en algún lugar de alguna vieja canción, estarían laspalabras que él necesitaba oír, pero no supe encontrarlas. Y ya no quedabatiempo.ElsonidodelAlthingflotabaenelaire;primerocomounsusurro,luegocomo
una voz y, por último, como un rugido. Pues se oye antes de verse: el rumorgravedemilesdevoces charlandoa lavez, un sonido tan extraño en Islandiacomo lo es el silencio en una ciudad. Los niños que no lo han oído antes loconfunden con el ruido del mar o el gruñido de un monstruo espantoso. Seagarranasuspadres,llorandemiedoysufrenlasburlasdelosmayores.Trassuperarlosriscosnegros, lallanuraseextendíapordebajodenosotros.
Labradaen lomáshondodelvalle, comosi lahubiese creadoundiosusandounamanoamododepala,yflanqueadaporelmajestuosolagoThingvallavatn,de aguas quietas e insondables. Y adondequiera de la llanura quemirásemos,habíaalguien.Nohayciudadesennuestraisla.Nohaypueblos,grandesnipequeños.Esuna
isla de familias, una única aldea repartida y dispersa por todo el paisaje. Esposiblequeunhombretengaunagranjaenelrincónmásprofundodeunvalleyque, al alzar la vista, no vea a otro vecino y se sienta como si fuese el únicohabitantedeIslandia.Alládondehayunaciudad,elmatónlocalseconvierteentiranoyeltirano,en
rey.Labandadevieneenpartidaguerrerayluegoenejércitodeconquista.Laspersonas que llegaron a esta isla, exiliados, soñadores e insensatos, seestablecieronenellaporquesehabíancansadodeesaclasedecosas.Eranuestroaislamientoloquenosmanteníaasalvo,oesocreíamos.Nodejábamosnadaqueunreypudieragobernar.Aunasí,enaquelmomentoveíamosalosmillaresquesehabíanreunidoallí,
anteelgran lagoqueeraprimodelmaryespejodelcielo.ElAlthing, lagranreunióndelPueblo.Aquíesdondecomerciamosycantamos,dondevemosalosamigosquecreíamosperdidosdesdehacíamucho.Esaquídondehablalaleyy
sehacejusticia.Allísejuntabantodaslascosasqueunhombrepodíasoñar;soloteníamosqueencontrarlasyescogerlasentretodasellas.—¿Quépiensashacer?Habíapasado tanto tiempoquesuvozsemehizoextraña.Miré fijamentea
Gunnarparaasegurarmedequehabíasidoélquienhabíahablado,ynoeransoloimaginacionesmías.Mehizoungestoconlamano,impaciente.—Iré a ver a los poetas. Debo aprender algunas canciones. Y tengo que
cantarlesunanueva.¿Ytú?—Voyacomprarleuncaballoamihijo.Leprometíuncastradonegro—dijo,
yespoleósumonturaparaavanzar.Quizáfueratansencillocomoeso:medebíalacortesíadeacompañarme,un
honorqueyadabaporcumplido.Aunasí,cuandoestabaapuntodecreerlo,sevolvióensusillademontarymehablóunavezmás:—Teveréconlospoetas.Oiréesanuevacanciónquetraes.
Ataron ami caballo con todos los demás en un cañón yme ligué el hacha alcinturónconunoscordelesblancos,porquenadiepuedeasistiralAlthingconunarmaapuntopara ser usada.Entoncesme zambullí en aquelmardepersonascomounnadadorenelagua,abriéndomepasoentreelgentíoseparandoespaldasconlasmanos.Envezdelbatirdelasolas,llenabanmisoídoslosgritosdelosviejoscompañerosquesereunían,lashijasquevolvíanaverasuspadres.Olíalasaldelsudor,noladelmar.No dirigí mis pasos hacia las imponentes cabañas de los jefes, donde se
reuníanlosTreintayNuevebajolosaltosriscosnegrosparadepartirsobre lasgrandes hazañas de su pueblo y deliberar sobre la voluntad de los dioses.Tampocoacudíalagranzonademercado,dondehombresymujeressereuníanpara contemplar los tesoros traídos de tierras lejanas—joyas con filigrana deplata, prendas teñidas con ricos tintes, acero sueco de calidad—, que pocospodíanpermitirse,perotodospodíanmiraryanhelar.NofuialríoOxara,para
verlaislitadondesehabíanlibradoincontablesduelosdehonor,dondehabíanmuertohombresporuninsulto,unapalabra,unasolamiradafueradelugar.Envezdeesomeencaminéhaciaunaelevacióndelterrenosituadaaloeste.Fuiadondecantabanlospoetas.Avecesmepreguntocómohablarándelosescandinavoslasgentesdeotras
tierras,lossajonesypictosquehansufridonuestrasfrecuentesincursiones.Alomejor nos respetan por ser guerreros más valientes que ellos, por enseñarlescómose luchaycómosemuere.Lomásprobableesquenosconsiderenunosmonstruosyunosasesinos.Peroesoesporquenuncanoshanoídocantar.Esposiblequenosencanteobservarunarmabienforjada,elcentelleode la
plata en un pecho, la joyería bien trabajada o un paño teñido de un escarlataintenso,perosolohayunartedeverdadqueimportealosescandinavos,yeseeslapoesía.Porqueesposiblequepasemosbuenapartedenuestravidaacurrucadosjuntos
en la oscuridad, esperando a que salga el sol. Quienes no sucumben a laenfermedad,elhambreounpleitopasanelrestodesuvidasindescansar,arandoloscamposycriandounganadoenfermizo.Hastanuestrosdiosessabenquelasuyaesunabatallaperdida, queestán condenados amorir en elRagnarok.Y,aunasí,sabemosloqueeslabelleza,yesoeslavozquenoscantaenmitaddelanoche.Puescuandoelescudosepartaylaespadasemelle,cuandotodoslosamigos se hayan distanciado y se enfríen los amores, no estaremos solos. Elpoetanosharácompañía.Aquellaeramigente,ynoéramosdemasiados.Muchoshabíanviajadoaotras
tierrasparaencontrarunhogarenlascortesdelosreyes,puesessabidoquelosislandeses cantamos conmás verdad y dulzura que ningún otro pueblo. Pocospuedenresistiresallamadadelagloria,lascortesdelosreyes;soloaquellosdenosotros que estamos atados por la pobreza, un pleito o la falta de talentopermanecemosenlaisla.Los conocía a todos.Hallfréd, que era pocomásqueunniñopor entonces,
pero de quien ya veíamos que llegaría a ser más grande que cualquiera de
nosotros.Kormákur,consusojosenloquecidosporelamorylapoesíaysucaramarcada por las cicatrices de los numerosos duelos que había disputado porasuntos de mujeres. A cierta distancia, distinguí la imponente figura de EgilSkallagrímsson;yaeraunanciano,peroparecíaporlomenosmediogigante,yaún irradiaba tal ferocidad que hombres que tenían la mitad de sus añosprocurabannoacercárseledemasiado.Eraelmayordelospoetasguerreros,quehabíaconseguidoaplazarunaejecuciónconunsolopoemayterminarunpleitoconunacanción.Yhabíamáspoetastambién,otrosalosquenonombraré.Entoncesmesaludaron,puesaunquefueraelmáshumildedeentreellos,tenía
oficiosuficienteparamerecermisitio.Ningúngranreymeinvitaríanuncaasucorte;nadiecantaríasobremídeaquíacienaños.Pero,aunasí,habíabebido,comoellos,elhidromieldelapoesía,eseregalodelosdiosesqueapocoslesesdadoconocer.Memiraronyesperaronaquecantase.Secongregóunamultitudamialrededor;notangrandecomolaquerodeaba
a los jefes o los comerciantes, pero sí lo bastante para que seme acelerase elpulsoynotaseunsaborahierroenlalengua.Peronoescudriñaríaalamultitudenbuscaderostrosconocidos.Mispalabrasnoibandedicadasaellos.Cerré losojosy acompasémi respiración.Empecéa cantar.Canté sobreun
hombrequehabíaluchadocontraunfantasmaenlanieve.Unacancióncautelosa:nodejépistaspara loscuriososni laoportunidadde
que adivinasen el significado que se ocultaba tras las palabras.Aun así, cantésobre la batalla en la nieve y acerca de un gran guerrero que nunca recibiríareconocimiento. Un hombre orgulloso que no necesitaba el aplauso de susvecinososu jefe.Paraesehombre,elolvidoera lamayorde lasalabanzas;élluchabasoloporsímismo.Sihabíaperdidosuamistad, laspalabraspor lomenosperdurarían.Al igual
quealgunoscantan sobre los amoresquehanperdido, así lohiceyo sobremiamigo.Veoentusojosquequieresoírla.Detodaslascancionesquetehedado,quizá
deseesestamásqueningunaotra.Peronolatendrás,yprontosabrásporqué.
Entonces los vi. Al terminar mi canción, cuando me llovían las primerasalabanzas, miré entre el gentío y vi a las dos personas que más esperabaencontrar.PrimeroaGunnar,depieenlaprimerafila,conlabocaalgoabiertaysusojos
de guerrero tan inescrutables como siempre. Y a Sigrid, algo más atrás, casiperdidaentrelagente.Noleveíalacara.Cayeron sobre mí las palabras de los demás poetas: elogios comedidos,
preguntassobreelorigen,unpardecomentarioshirientes.Nolesrespondí,sinoque me adentré entre la multitud. Pero Gunnar ya se había marchado; trasdedicarmeunleveasentimientodecabezaquepodríahabersignificadocualquiercosa, se había dejado arrastrar por una de las caprichosas corrientes querecorríanaquelmardepersonas.Sigridsehabíaquedado;diounospasosalfrenteconunalevesonrisaenlos
labios.Anteslahabíavistocortante,haciendogaladeunacalculadaindiferencia,talcomounguerreromantienelaguardiaenalto.Peroentonces,almenosporunmomento,lafrialdadlahabíaabandonado.Paseabalamiradaentreelgentíoysesobresaltabaunpocoantelosgritosy
chillidos,comouncaballosalvajeantesdequelodomen.—NohabíasestadonuncaenunAlthing,¿verdad?Ellanegóconlacabeza.—Mipadrenomedejaba.—¿Yahoratelopermite?—Estámuerto.Él…—Enmudeció,ylecogílamano.—Ven.Dejaqueteloenseñe.Aquelprimerdía, el nuevomundo todavía estaba en construcción.Pasamos
por delante de esos jefes, mercaderes y sacerdotes que siempre asistían alAlthingyqueandabantrabajandoenlascabañasqueocupabantodoslosaños,reemplazando tejados que se había llevado una tormenta y reparando paredes
perforadas por vagabundos y proscritos. Parecían hombres que reconstruyesenunaciudadperdidaapartirdesusruinas,deunrecuerdo.Enotraszonas,losqueerandemasiadopobresparatenerunsitiofijodiscutíanentresí,luchandoporelmejorenclaveentreloslugaresquequedabanlibres.Loscomerciantesmásvivosesperabanaqueestallaseunadiscusiónysecolabandiscretamenteenelhuecoendisputa.Sialgunaveztehasfijadoenlasfocasdelasislascuandosedisputanlos lugares de cría, un combate de voces y cuerpos, de gruñidos, rugidos yenfrentamientos,puedesimaginarteesamismaescenaounamuyparecida.EnelAlthing sepresenciangrandes acontecimientos, hay lugaresdonde los
discursosdehombrescélebresremodelannuestropequeñomundo,conpalabrasque caen sobre el resto de nosotros como el martillo sobre el hierro al rojo.Podríahaberlallevadoaveralossacerdotesquedebatíansobrelallegadadelanuevareligiónquealgunosislandesespracticabanensecreto,difundidaporlosseguidores del Cristo Blanco. O a donde los grandes jefes hablarían para susseguidores,oal lugarenquelosviajerosa tierras lejanascompartirían,conunpúblicodemelancólicosvikingossinbarco,historiassobrelasincursionesenlasque habían luchado. Quizá allí sería donde Gunnar estaba en ese momento,perdidoenelrecuerdodelhombrequehabíasidoyentregadoalsueñoimposibledearrancardesucasaloshuesosdesunaveparazarparunavezmás.Peronolallevéaningunodeesoslugares.Envezdeeso,laacompañéhastadondeThordelTaimadovendíasushachas
aquienesnoleconocíanyleexpliquéque,porlasmotasdelahoja,podíaversequehabíaescatimadoelhierro.Eranhojasdehachaquebradizasqueseharíanpedazostantocontralosescudoscomocontraloscráneosolosbloquesdeleña.Lecontéque,cuandoerajoveneignorante,habíacompradounadesushachasyhabíarecuperadomiplataenundesafío.—Me planté allí, con un escudo en la mano—rememoré—, y le dije que
podíadarmetodoslosgolpesquequisieraconunadesushachas.Siserompíaantes quemi escudo,mepagaría el doble de su valor. Si el escudo se rompíaantes,yolepagaríaeldobledelprecio.Ynodioniunsologolpe.Se limitóa
sonreíraquienesnosrodeaban,mellamóneciopornosaberapreciar labuenacalidadcuandolateníadelanteymedevolviómiplata.—¿Yporquésiguehabiendogentequelecompra?—Tienelabia.Loshombresquierencreerle.FuimosaverunapeleadecaballosorganizadaporelViejoTuertoyleconté
cómodistinguiraunganador:casisiempreelqueteníapintadecobarde,elqueponía los ojos en blanco y se alejaba caracoleando de su dueño era el queluchabaconmássañacuandonolequedabamásremedio.Loscobardestienenmásmiedoalamuertequelosvalientes,poresosonmáspeligrososcuandosevenacorralados.Leenseñélasyeguasquehabíaatadasdetrásdecadasemental,cuyopropósitoerahacerqueestoslucharanconmásentrega.—Ah—dijoella—.Entonces¿matanporamor?—Sí.—¿Matanloshombresporamoralgunavez?—Enpocasocasiones.Lamayoríamataporhonoroenunarrebatodefuria.—Oseaquesololoscaballosmatanporamor.—Sololoscaballos.Ylospoetas,aveces.Esohizoqueserierademí.—Venga,enséñamealgomás.No le llevé al sector de los poetas, donde unos escaldos mejores que yo
estaríanrecitandosuscancionesmásfamosas,conelfindefijarlasenlavolublememoriadequienesseparabanacuriosear.Enlugardeeso,laacompañéhastalapequeñahondonadajuntoallagoenlaque,todoslosaños,elmismoancianocontaba la misma triste historia. Lo había visto allí en todos los Althing quehabíavisitado.Surelatonoeraeldeunavidagloriosadedicadaacombatirenincursionesopleitos,sinounahistorialentaycalmadadepérdidaeinfortunio.Unaesposaquesedivorciódeélcuandovinieronmaldadas,hijosperdidosporculpadeenfermedadesynaufragios,unagranjaarruinada.Alancianoletraíasincuidado si alguien acudía a escucharle, lo que de por sí ya era bastante raro.
Estabaciegoynoesperabanadadesupúblico.Parecíaconformarseconnarrarlahistoria.Leenseñésoloesaspartesdelaasamblea,elAlthingqueyoconocía,conla
esperanza de que así pudiera conocerme a mí. Un vendedor de hachas sinescrúpulos, un duelo de caballos y un hombre contando historias al aire. Unmundo transitorio.Era lomásparecidoaunaciudadqueveríamosningunodelosdosennuestrasvidas.Al fin llegamosalcorazóndelAlthing.Unsencillocampo juntoa las rocas
peladas,alquenoacudimosparaescucharlaspalabrasdediosesohéroes,jefesopoetas.EsadondevamosaescucharlaLey.Llegamostemprano:aúnnohabíamuchagente;solounpuñadodehombres
quedeambulaban inquietosdeun ladoaotro.Todosellos teníanagraviosqueplantearanteeltribunalycaminabanencírculomascullandoparasí,repitiendolos detalles de sudemandaunayotra vez.Éramos los únicos, al parecer, queestábamosallísinuncasoquepreparar.Nossentamosaesperarsobrelahierbacálida.—Vale —dije—, ya has visto el Althing. Me gustaría saber qué te ha
parecido.—Estanmaravilloso.Tanmaravillosocomomeesperaba.—Memiró,como
si viera de nuevopor primera vez—.Peromeparece que a ti no te complacetanto.—Nomedesagrada.Peroprefieroelsilencio.—Un poeta del silencio. Me parece que te impones a ti mismo muchas
dificultades.—Nolosabesbien—dije,ylesostuvelamiradahastaquelaapartó.—¿Porquéhasvenidoentonces?—preguntó.—Paracumplirmideberconunamigo.—¿Yyalohashecho?—Sí.—Peronoañadínadamás.La observé durante un rato: sus manos ásperas, de criada, unidas sobre el
regazo;ladanzadelasangrebajolapieldelcuello,rápidaylentaalcompásdelpechoylarespiración;suslabios,finosysiempreunpocoseparados,pareceríaque siempreapuntoparauna respuestapronta.Mepregunté cómoseríabesaresoslabios.Quizáellamevieraesospensamientosescritosenlacara.—La tolerancia de Olaf tiene sus límites, debo irme—dijo—. Pero ven a
buscarmemástarde.Tendríamosquehablarmás.Nopudeevitarreírme.—Mepreguntodedóndevienetuvalentía.¿Algúnantepasadofamoso?—No.Quizámivalorseaelmismoqueeltuyo.—¿Creesquetengovalor?—Sí.—¿Ydedóndeviene?—Dealguienquetienepocoqueperder.—Sepusodepiey,comosinquerer,
dejóqueelcantodesumanomeacariciaselacara.Pielfresca,elfilodeunauñaarañándomelamejillaporunmomento.Despuéssealejóyempezóamezclarseconlamultitud.Lelancéavocesunaúltimapregunta.—¿Sabescantar,Sigrid?—Mejorquetú.—Ydesapareció.Me tumbé en la hierba, observé el baile de las nubes que surcaban el
firmamentoymeentreguéafantasearsobreel futuro.Penséenel tactodeesapielcontra lamía,en loqueseríacompartircaloren laoscuridad.Elbrillodeplataque,por lanoche, adquieren losojosdeunamujer a la luzde lasvelas.Despuésnopenséennada.Nohabíapasadomuchotiempocuandooíunospasos,suavessobrelahierba.
Unasombraenlatrayectoriadelsolyluegounapresenciaenelsueloamilado.Supequiéneraantesdeincorporarme,ycompartimoselsilencioduranteunrato.EntoncesGunnardijo:—Perdóname.
—Nohaynadaqueperdonar.EchólavistahaciaatrásendirecciónalpuntopordondesehabíaidoSigrid.—Unachicamuyhermosa.¿Tecasarásconella?—Quizá.Asintió, casi para sí. Se llevó la mano al antebrazo, el lugar donde los
hombresdeIslandiaguardansuriquezaenformadearosdeoro,plataybronce.Hay hombres, comoOlaf, cuyos brazos centellean como la luz del alba en elagua, y que además atesoranmuchomás a buen recaudo en sus casas.Otros,comoGunnar, llevanenlosbrazostodaslasriquezasqueposeenenelmundo.Cuando sedesprendendeunapieza, todo elmundo sabe con exactitud loquedanyloquelesqueda.Se quitó un brazalete de plata y me lo ofreció, sujeto entre el índice y el
pulgar.—Esunregalodemasiadoespléndido—protesté.—No,noessuficiente.Peronopuedopermitirmemás.Vamos,acéptalo.No
medeshonres.Conestopodríascomprarteunpedazodetierra.Examinéelbrazaleteeintentéqueladudanotraslucieraamirostro.Perono
lologré,porqueGunnarseriodemíydijo:—Noseríaunpedazomuygrande,loreconozco.Peroseríaalgo.—No necesitaría demasiado. —Miré a mi alrededor a la gente que se iba
congregando.Seacercaba lahoradequehablara laLey—.Nuncamehevistorenunciandoalavidadevagabundo.Supongoqueteníasrazóntú.Alpensarquedebíacasarmeysentarlacabeza.—No;meequivoqué,¿noesasí?Porlomenosenlamujerqueelegíparati.A
lomejornotengoesedon.—Entucasoescogistedemaravilla.—Sí,esverdad.—Y,aunasí,notéalgoextrañoensuvoz;algoqueseparecía
unpocoalosremordimientos.Ojalá hubiéramos habladomás en aquelmomento, demujeres y del futuro.
Mehabríadejadounbuenrecuerdo.Perononosquedabatiempo.
Un silencio expectante se extendía por la planicie, a pesar de que ya laabarrotabanmilesdepersonas.Muchosestabanahíporobligación,puesacudíanparaapoyaraunprimo,unhermanoounamigoimplicadosenunadisputa.RaroeraqueunhombreasistieraalAlthingsinque tuviera relaciónconunouotrocaso, pues todos estábamos ligados por lazos de sangre y deber. Quienesgozabandelraroprivilegiodeversealmargendeloscambiantespleitosacudíandetodasformasparaobservarlosyescucharlos.Puessomosunpuebloqueamabatallar,quevivepara laguerra.Yahoranuestrasguerrashan terminadoy losdíasdenuestrasincursionescosterasquedaronmuyatrás.Loúnicoquetenemosson los duelos judiciales de los interminables casos que se dirimen en lostribunalesylaviolenciarepentinaysecretadelpleito.Nossentamosjuntos,ensilencio,yesperamosaquehablaralaLey.
7
Hayunarocaenlosriscosquerodeanlallanura.Nadieconocesuhistoriani
sabeporquécontienetantamagiaparanuestropueblo.Talvezsecelebraseallíunjuicioenlosañosdelosprimeroscolonos.Marcadaconunasmanchasrojas,pudo haber servido de tajo para un verdugo, aunque es irregular y habríaresultado difícil conseguir un corte limpio sobre ella. O tal vez, en unenfrentamientoentrefamiliasrivales,conlasespadasdesenvainadasylasangrea punto de correr sobre la nieve, alguien se encaramó encima de ella y gritópidiendo paz. No conocemos la verdadera historia de esa piedra, y tampocoimporta.AhoraesellugardondehablalaLey,mediantecánticosyplegarias.La palabra es la Ley, la Ley que hemos acordado todos. Puede que otras
tierras inscribansus juiciosy leyesenpergaminosy tablillas,peronosotrosnohacemosnadasemejante.Laspalabrasescritassoncreacionesinertes,queamipueblo no le sirven de nada. Nuestra ley vive en la palabra y el recuerdo.Nuestros jefes no nosmandan, nos piden.Nuestras leyes no son cadenas paraatarnos ni látigos para azotarnos. No pagamos diezmos ni derechos, tampocoreclutamosejércitos.Soloexiste laLeyqueacordamosenconjuntoyelhonorquenossujetaaella.Nohayquepensarqueesaclasede leynoescritaesalgosencillo.Encada
Althing, laVozde laLeyse levantayhabladuranteunahora,yaunentoncessolohabrápronunciadoun terciode las leyesqueacatamos.LaVozde laLeyhablatresveces,entresAlthingsdiferentes,yunavezquehapronunciadotodasycadaunadenuestrasleyes,seleliberadesucargoysenombraaotrapersona,como si la Ley fuera una especie de maldición de la que solo fuese posible
desprenderserecitándolaensutotalidad.NossentamosaobservarcómolaVozdelaLey,ThorkellThorsteinsson,ocupabasulugarsobrelapiedra,porencimadenosotros,yempezabaahablarnos.Aqueldía,porsupuesto,hablódeasesinato.SihubiéramosmatadoaErikunañoantes,ounañodespués,nohabríamos
tenido que escuchar algo así. Habríamos aguantado un repaso de los edictossobreelrobodeganado,elarbitrajedelasdisputassobrelindes,losderechosdeloshombresenlacostacomunalylascondicionesdeldivorcio.Peroeseaño,laVozdelaLeyhablódeasesinato.Nosiemprequesedamuertesecometeunasesinato.¿Quéleyprohibiríapor
completo cualquier derramamiento de sangre?Solo la del cobarde.El duelistaquesiegalavidadesuoponenteenelholmgangoelguerreroquerespondeauninsultodepalabraconunaréplicadefríoacerosonhombresquemerecenescasocastigo.Cuentanloquehanhechoalaprimerapersonaconlaqueseencuentran,pues no tienen nada de lo que avergonzarse. Plantean sus motivos ante eltribunal,paganenplataunpreciodesangrealosparientesdeldifuntoyesperana ver si el pleito se entierra o sigue adelante. Pero un asesinatomantenido ensecreto era harina de otro costal. Matar y no reconocerlo era el acto de unhombre deshonroso. Y así, Gunnar y yo escuchamos cómo la Voz de la Leyhablabadelcrimenquehabíamoscometido.MeresistíalimpulsodemiraraGunnardurantetodoeltiempoquefuicapaz,
porquetemíaloquepodríaverensusojospero,cuandoalfinmevolvíhaciaél,vi que nomostraba ninguna culpa o vergüenza.En lugar de eso, tenía la carainexpresiva,casiaburrida,quelehabíavistoponermientrasluchabaporsuvidaenelcampodebatalla.Eraunaimagenmásterribleparaunguerreroqueladeunberserkermordiendosupropioescudooladeunrostrocargadodefuriaydeodio.Eralaexpresióndeunhombrequenonecesitabalacóleraparamatar,nitampocoungranesfuerzodefortalezaovoluntad.Lacaradeunhombreparaelquemataraalguiennosignificabanada.Porfin,laLeyterminó.Unlevesuspirorecorrióalamuchedumbre,puesesta
Ley nuestra reviste una gran importancia para nosotros. Somos un pueblonaufragadoysinlíder,yesteesunsueñoconjunto,unsueñofrágilquemantienelapaz.CuandolaVozdelaLeyhuboterminado,Olaffueelprimeroenponerseen
pie.—SoyOlafHoskuldsson—anunció,aunquehubierapocosquenosupieransu
nombre—. Algunos de vosotros me conocéis. Muchos más conocisteis a mipadre.—Unmurmullodecondolenciaporpartedelamultitud—.Haypocoquedecir.Eraunbuenhombreyungranjefe.Dejóunatierraenpaz.Esperoquemishijos tambiénpuedancrecer rodeadosdepaz.—Alzó lacabezayoteó lagranplanicie, y una inmovilidad gélida se adueñó de mi piel—. Con ese fin —prosiguió—, os pregunto ahora: ¿hay algún hombre en el valle del Río delSalmón que sufra un agravio no resuelto? Solucionémoslo ahora, delante detodos.Conpalabrasynoconsangre.Unsilencio,yluegounmovimientoentreelgentíocuandounagranfigurase
adelantó. Era Bjorn Haraldsson; el hermano del hombre al que habíamosmatado.ViquesuhermanoHaakonposabaunamanoapaciguadoraensuhombro,con
laintencióndehacerleretrocederdevueltaalamultitud,paraquedeliberaranunpocomás.Bjornselasacudiódeencimaconunmovimientodelhombro.—Deseohablar.—¿Cuálestuqueja?—SoyBjorn;BjornHaraldsson.Algunosmeconoceréis.Hizo una pausa demasiado larga, y el público se agitó inquieto. Era la
vacilación propia de un hombre que no estaba acostumbrado a sentirseintimidado. Tenía mal genio y era lo bastante alto para mirar desde arriba acualquiera queno fuese ungigante, demodoque sin duda estabahabituado aque los hombres se acobardaseny plegaran ante sus deseos.Pero allí, con losojosdemedianaciónpuestosenél,creoqueteníamiedo.Gunnarseinclinóhaciamí.
—Nocreoquetengaungranfuturocomoescaldo.—Noteníapensadotomarlocomoaprendiz.Olafinterrumpióelsilencio.—¿Yquétienesquedecir?—PerdimosamihermanoErikelinviernopasado.—Esoyalosé.—Peroesposiblequeotrosno.—Hablaentonces.—Partióunanochedefinalesdeinvierno.Sucriadadicequeleoyósalirpor
lanoche.Queamenudopaseabaaesashorasyquenuncaexplicóporqué.Yqueesanochenovolvió.Entonces se calló, yun temblorde impaciencia recorrió a lamuchedumbre.
PeroBjorn,comocualquieroradorpocoavezado,noparecióadvertirelestadodeánimodesupúblico.Sequedóa laexpectativa, impasible,esperandoaquealgúnotrolerespondiera.Olafnoeraajenoaldespreciodelamultitud.—¿Esoestodoloquetienesquedecir?—preguntó.—Sí.—¿Nohasvistouncuerpo?¿Notienestestigosdequesehayacometidouna
fechoría?¿Notienesunaacusaciónqueplantearantenosotros?—No,pero…—Estenoesunlugarparaconjeturas.Notenemostiempoparaesto.Al oírlo planteado de esa manera, olvidando lo que yo sabía, podía
comprenderqueOlaf sedesentendieradel problema.En inviernomoríagente.La locura, la enfermedad, el frío…Todos recogían su cosecha. Erik no teníaningúnpleitopendienteodeudaimpagadaquepudieraimpulsaraunhombreacometerunasesinato.Laverdadqueyosabíaeraalgoquenoselepodíaocurrira nadie. A mi lado, vi que Gunnar asentía para sí mismo, como si quisieraanimaraOlafmientrasesteseburlabadelhombrequehabíaintervenido.Eraelgestoconelquealgunosespoleansinpalabrasauncaballoounperromientras
pelean,temerososdequesihablan,talvezhaganmásmalquebien,porqueunanimal leal podría volverse hacia la voz de su amo y acabar con la gargantadesgarradaenelsuelo.—¿Deseaalgúnhombrehablarsobreesto?—preguntóOlaf.Un momento de silencio, de perfecto silencio. Después un grito a nuestra
espalda,unchillidodehorror.Unavezvi cómounamadre sacabadeun ríoa suniñomuerto.Lacriatura
habíacaídoatravésdelhielounmesantesyhabíaquedadosepultadaallí,comouna sombra bajo el agua helada. La mujer acudía allí todos los días, paraasomarse a las profundidades y contemplar a su hijo. Cualquiera hubierapensado que su dolor, su pena, se habrían embotado con el tiempo, al verlomuertoundíatrasotro.Y,aunasí,cuandoporfinelríosedeshelóyellasostuvoen sus brazos la carne rígida, fue como si su hijo hubiera muerto hacía uninstante.ElchillidoqueemitiófueelmismoqueoíaqueldíaenelAlthing.Elchillidodealguienquecontemplaasumuertoporvezprimera.Selesumaronotros,yunaondademovimientoseextendiópor lamultitud,
parecidaalmomentoenqueunmurodeescudossedescomponeyunejércitoecha a correr. Vi muchas manos que se desplazaban por instinto hacia unasarmas que estaban atadas con firmeza, pues pensaban que solo un ataquerepentinopodíaprovocarsemejantesgritosdeterror.Lamuchedumbreseseparóyviqueporentreellaavanzabaunasolafigura.
Se trataba de unamujer, a la que olí antes de verla: era el olor caliente de lapodredumbre,elhedordeuncampodebatallaunmesdespuésdelamatanza.Llevabaalgoenlasmanos.Algoquelehabíaabiertocaminoentreelgentíoy
quehabíaprovocadolosgritosdetodosloshombresymujeresqueloveían.Yaunqueyosabíaquéeraypodíaapreciarloconelrabillodelojo,nofueloquemellamólaatenciónenprimerlugar.Cuando los héroes de las viejas historias encuentran la muerte, en esos
momentos postreros no ven los rostros de los hombres que vienen amatarles,sinoqueseconcentranenalgúndetalle irrelevante.El rocíosobre lahierba,el
reflejodelsolenelfilodeunaespada,unaespiralenunescudoroto,uncuervoqueobservadesdeloalto.Siempremehabíaparecidounadeesasmentirasquesontancarasalospoetas,peroenlallanuradelAlthingdescubríqueeraasí.Loprimero que vi no fue su cara o lo que traía, sino la pronunciada curva de subarriga,suavanzadoembarazo.Fuedespuéscuandoreparéenelobjetohediondoquecolgabaoscilanteensus
manosyenlacaraquemeeraconocida.Supequiéneraesamujeryquéeraloquecargaba.Era Vigdis, la esposa del fantasma, y traía la cabeza del hombre al que
habíamosmatado.
Elpleito
Hay algo que he olvidado decir. Hay algo que siempre he temido hablarcontigo.Peroahoradebodecirlo.¿Nos queda hidromiel? ¿Solo un poco? Bueno, da lo mismo. Tómatelo tú.
Venga,echaunbuentrago,puedeshaceralgomásquemojarteloslabios.Hoyesundíaespecialparalosdos,¿ono?Yyotambiéndebobeber,porquetehecontadomuchashistoriasycantadomuchascanciones,peroningunatanlargacomoesta.Ymequedamuchoporcontar.Esoes.Muchomejor.Ahoraestoylisto.Ahorapuedohablartedevenganza.No creas que es algo intangible. Se puede agarrar, sentir, tocar. Pasa de
padresahijos,deunhermanoaotro,demaridoamujer.Puessibienesciertoqueunhombrepuedeheredarmuchascosasdesusparientes—tierras,ganado,unbrazaletedeplata,unescudofavorito,unabuenaespada—,tambiénrecibealgomuchomásvalioso:eldeberdelavenganza.Porquecuandounotieneparientesqueyacenenlatierrasinvengar,estosno
descansanenpaz.Losmuertoshablan,ysololohacendevenganza.Avecessonblandos y te susurran al oídomientras le haces el amor a tumujer.Otras tegritanporlanochehastadespertarte.No,losmuertosnuncacallan.Quienes oyen esas voces siempre tienen el mismo aspecto. La cabeza algo
ladeada,inclinadahaciaunavozquesoloellospuedenoír;lamiradaperdida,contemplandounfuturoquesoloellospuedenver.Cuandointentashablarles,alprincipio no te prestan atención. Tienes que hacerlo en voz más alta, repetirtodoloquedices.Tienesquelucharparahacerteoír,porquehayunavozquenocaptasyqueahogahastalaúltimapalabraquepronuncias.
Te parecerá una locura, hasta que oigas esa voz con tus propios oídos.Entoncesharáscualquiercosacontaldeacallarla.Pero tardarás años. Pasarás largos inviernos esperando breves veranos y
breves veranos esperando una oportunidad para matar. Años que se pasanobservando y esperando,mientras la voz susurrante hablamásalto, cada vezmás y más alto en tu oído, hasta hacerte desear que lleguen la locura o lasordera.Peroningunadelasdosserviríadenada.Lossordossiguenoyendolaspalabras en su cabeza y no tienen otros sonidos que las amortigüen. Y loslocos…Loslocosoyenalosmuertosmásquecualquierotro.Oyennosolounavoz,sinolainterminablecacofoníadetodoslosmuertossinvengar,cadaunodeloscualespugnaporhacerseoírporencimadesurival.Sitienessuerte,elmomentoacabaráporllegar.Tupresaseaventurarásola
enterritoriocomunalyalgúnpastorlenguarazteloharásaber.Ycuandoporfin asestes el golpe mortal a un enemigo, cuando enmudezcan los gritos deguerrayserompaelúltimoescudo,tepararásaescucharynooirásnada.Loslocuacesmuertoscallanalfin.Nohaynadamásdulcequeesesilencio.Nohaynadamásbelloquelavenganza.Veoquenomecrees.Talvezcreasenotrofalsodios.Elamorolacanción.
Laamistad,quizá,elhonoroeljúbilodelabatalla.Noimporta.Descubriráslaverdadasudebidotiempo.
8
Alprincipionohubonadasalvosonido.Chillidosdemujer,gritosdehombre.
Elmartilleodecentenaresdepiescontralatierra,cuandoalgunosseagolparonen las primeras filas para ver y oír mejor y otros se alejaron corriendo de laplanicie para reunir a sus parientes como testigos. Yo tenía los ojos abiertos,pero parecía incapaz de ver nada. Notaba cómo la multitud se cerraba a mialrededorymeponíalasmanosencima.Alguienmesujetólosbrazos,perosentíqueaflojabasupresaalcabodeunmomento,golpeadoporlaincertidumbre,sinsaberquéeraloquedebíahacer.Cerrélosojos,uninstintoquehabíaaprendidodepequeñoparadespertarde
losterroresnocturnos.Sicerrabalosojosduranteelsueño,cuandolosvolvieraaabrir ya estaría en el mundo de la vigilia y mi pesadilla se disolvería en laoscuridad.Cuandolosabríenesaocasión,mivisiónregresóparaencontrarunmillardeojosquemecontemplabanensilencio.Estábamosrodeadosporuncírculo.Sihubieratenidounaespadaamano,no
podría haberla blandido sin golpear amedia docena de hombres.Al principioestábamos solosGunnar y yo, pero lamuchedumbre se separó unmomento ymás gente se unió a nosotros. Entonces los vi. A los tres hermanos: Haakon,Bjorn,Snorri.Yentoncessenosuniótambiénsuhermanoperdido,sinojosnilabios,todopielgrisyhuesoblanco,colgandodelasmanosdeVigdis.Noséquéaspectopresentabayoenaquelmomento,peroviqueGunnarno
teníacaradeculpable,sinodehombretraicionado.FueHaakonquienhablóprimero.—Gunnar—dijo—,¿quéhicisteis?
Gunnarnorespondió.NoapartabalosojosdeVigdis.—¿Lo reconocerás ahora,Gunnar?—preguntó esta—. ¿O sigues siendo un
cobarde,ademásdeunasesino?Gunnar profirió un grito inarticulado, un rugido como una gran ola que
rompiesecontraunacantilado.Despuésalfinencontrópalabras:—Lediunamuertedeguerrero.¿Ytúmellamascobarde?—Entonces¿escierto?—preguntóHaakon.Unestremecimientorecorriólamultitudaloíresaspalabras.Observélascaras
dequienesnosrodeabanyviqueunafrialdadhomicidaseibaadueñandodesusmiradas. Íbamos a morir allí, pensé, y mi único deseo era que mi arma nohubiese estado atada para poder llevarme conmigo una buena compañía a laoscuridad.Miréaloshombresqueteníamáscercaytratédepensarcuáldeellosvendría el primero a por mí. En cómo le clavaría el pulgar en el ojo, ledesgarraríalamejillaconlosdientesolehundiríaelgaznateconlapalmadelamano.Consuerte,podríallevarmeaalgunodeellospordelante.—¡Basta!—Seoyóunanuevavoz,ladeOlafelPavoReal,queseabríapaso
aempellonesentreelgentíoconunadocenadesusthingmen.Nosrodearonencuestióndeunmomentoy,aunqueeranpocoscontramuchos,lamuchedumbreretrocedió—.¡Nodigasnadamás,insensato!—legritóaGunnar,blancodeira.Meseñaló—.Hastaelpoetasabequeesmejorrefrenarlalengua.Entonces Bjorn se dirigió a Olaf, embistiendo hacia delante contra los
esfuerzosdequienesintentabansujetarle.—¿Pretendesprotegeraunasesino?—¿PretendesmataraunhombreenelllanodelaLeyyqueesavergüenzate
acompañe de por vida? Obtendrás justicia, pero de acuerdo con la Ley, y noaquí.—Nosmiró—.Acompañadme.Ahoramismo.—¡Nopiensohuirdeunoshombrescomoestos!—Gunnarescupióenelsuelo
—.Nopiensohuirdeestamujer.PosélasmanosenloshombrosdeGunnar.—Vamos—dije—.Tenemos que irnos.—Él negó con la cabeza, demodo
que hablé de nuevo y pronuncié las palabras que sabía que escucharía—.Venganza,Gunnar.Piensaenlavenganza.Nopodremoscobrárnoslasimorimosaquí.Y entonces me sonrió; una sonrisa de monstruo, dientes bajo unos ojos
muertos.—Sí—dijo—.Venganza.Melacobraré.—Ysepusoacaminar,despacioy
conorgullo,sinningúnmiedo.Nosalejamosjuntos,rodeadosporloshombresdeOlaf.Peroestosnosenos
acercabandemasiado;sabíanqueestábamosmalditos.
En la oscuridad se encuentra consuelo.Eso lo sabe cualquier islandés, o debeaprenderloparasobrevivirallargoinviernosinquelalocurareclamesumente.Sentarseinmóvilyserinvisible,vivircasienexclusivaporeloídoyeltacto…Puedeserunplacer,paraquiensepaapreciarlo.SentadosjuntosenlacabañadeOlafenelllano,sumidosenunapenumbracasitotalaunquesecolaraunpocodesolatravésdelcañizo,nuncaleheestadotanagradecidoalaoscuridad.Talvezestuviéramosmuertosantesdequeacabaraeldía,peromesentíaencalma.Allí,enaquelmomento,soloestábamosOlaf,Gunnaryyo.Elrestodelmundo,almenosporelmomento,noexistía.Olaf se inclinó hacia nosotros, con las palmas unidas del modo en que yo
había oído que usaban los cristianos para rezar. Gunnar estaba en un rincón,encorvado contra la pared, pero aquella era una postura de descanso, no dederrota.El hábitoque tiene el guerrerodehacer acopiode fuerzas a lamenoroportunidad,puesnuncasabecuándoseveráobligadoaluchar.Olafrompióelsilencio.—Contadmeloquehabéishecho.Gunnarlemirócondesdénynegóconlacabeza.—Eseparecedecididoamorirensilencio—medijoOlaf—.¿Ytú?—Yo hablaré—respondí. Gunnar alzó una mano, no supe distinguir si en
ademán de súplica o de cólera—.Gunnar, debo hablar. Si no por nosotros, almenosportufamilia.—Aloíreso,volvióaapoyarlaespaldacontralapared.—Dateprisa—meconminóOlaf.Entonces le conté la historia. Del fantasma en la noche, de la canción del
acero contra el acero. De nuestro pacto con Vigdis para guardar silencio yahorrarlelavergüenzaaldifunto.DelprecioquelehabíapedidoaGunnarydelanegativadeeste.—Nolocreeríadelabiosdeningúnotrohombre—dijoOlafcuandoterminé.
Serecostóysepusoa juguetearconunbrazaletedeplata,dándolevueltassinparar. Escuché los sonidos que llegaban del exterior, pues la muchedumbreempezabaacongregarseunavezmás,aunquealparecermanteníaunadistanciaprudencial, por el respeto que todavía le tenía a nuestro jefe. Solo una o dosveces oí gritar a los hombres de Olaf para ahuyentar a las jaurías de niñoscuriososqueacudíanparaveraunasesino.—Osdiréloqueharemos—dictaminóOlaf,queesperóunmomentoparaver
siGunnarofrecíaalguna respuestao interponíaalgunaobjecióna suspalabras—.Hablaremosenprivadoconloshermanos.Lesexplicaremosloquemehascontado.Seenterarándequesuhermanosecomportódemododeshonrosoyusóun trucomujeril. Aceptarán una compensaciónmenor. No reclamarán vuestramuerte.—¿Piensasquenoscreerán?—pregunté.—Esunahistoriademasiadoextrañaparaserinventada.Gunnarnegóconlacabeza.—No—dijo—.Nodiremosnada.LaLeydicequeunamujernopuede ser
testigo.—¡Lohasconfesadotúmismo!—exclamóOlafmientrasseponíaenpie,al
fin enfadado—. Has proclamado tu culpabilidad delante de un millar dehombres.—Comoellaquería—dije.—Comoellaquería—repitióOlaf—.Hassucumbidoalengañodeunamujer.
¿Pagarásahoraelprecioporello?Gunnarvolvióelrostrohacialapared.Yanoqueríamirarnosaningunodelos
dos.—¿Quédebopagar?—preguntó.—Dalestugranja,Gunnar—dijoOlaf—.Ytambiénturebaño.Yesaespada
de la que estás tan orgulloso. Quizá baste con eso. Puedes venir ami casa yconvertirte en uno de mis thingmen. —Se volvió hacia mí—. Te debo tupromesa y he sido fiel a mi palabra. Aunque deberías avergonzarte de tuartimaña.—Meavergüenzo.Ycuentasconmigratitud.—Quedamuchopendienteentrenosotros—replicóOlaf—.Noestoycontento
contuengaño.Creoqueestonoacabarácomoatitegustaría.—¿Otraveztudonparalaprofecía,Olaf?—Nosenecesitalaclarividenciaparasabercómohallarálamuerteunhombre
comotú.Ensurincón,Gunnarporfinserevolvió.—¿Dequépromesahabláis?Vacilé,pensandoque talvezencontraría laspalabrascorrectas,peroOlafse
meadelantóantesdepoderhacerlo:—Eresunhombresinsuerte,peropuedesconsiderarteafortunadodetenerun
amigocomoeste.Vinoamísuplicandounfavor.Suplicandoqueosprotegieseenunpleitoquenoquisodetallar.Ahoraveoporquéacudióamí.Porquetúeresdemasiadoorgullosoparasuplicar.Aloíreso,Gunnarsonrió.—Norenunciaréamitierra—dijo—.Noaceptaréquemecastiguenpormatar
aunhombreenuncombatejusto.—Esesooaceptarqueteconviertanenproscrito.—Asísea.—Nodurarásunsoloinvierno—advirtióOlaf.—Prefierovivirymorireseúnicoinviernoenmicasaquesuplicartucaridad.
—Entoncesmuere,Gunnar.Medalomismo.Heofrecidomiayudaydoyporpagadamideuda.LuegoOlafnosdiolaespaldaylevantólasmanos,yGunnarsonrióunavez
más. La sonrisa del guerrero que afronta aliviado un combate que no tieneesperanzasdeganar.EntoncesmedicuentadequeeraverdadquepreferíamorirantesqueaceptarlaayudadeOlaf.Ysupeloqueyoteníaquehacer.—Quierohablarcontigo,Olaf—dije.—Nadieteloimpide—observóGunnar.—No.TengoquehablarconOlafasolas.Pensé que tendría que luchar con denuedo para obtener lo que quería, pero
Gunnarselevantódeinmediatoynosmiróalosdoscondesdén.—Más trucos—dijo—.Máspalabrería.No servirándenada.Perohaced lo
quequeráis.Veoquemeconsideráisdemasiadonecioparacomprenderlo,peroloentiendo.Losé.—Ysalióconpasofirmedelacabaña,paravérselasconlosaullidosdelamultitud.—No puedo hacer nada más por ti —me aseguró Olaf—. Tendrás que
convencerledequehagaloquepropongo,omoriréislosdos.—No—repliqué—.Hayotramanera.Estoesloqueharemos.
Despuésdequehabláramos,esperéallíasolas.Olafsehabíaidoconlagente,paratrabajarenloquehabíamosacordado.DelparaderodeGunnar,noteníaniidea. Cabalgando de vuelta a casa con una partida de guerra pisándole lostalones, sentado solo en la hierba, pidiendo venganza con una espada en lamano…ningunadeestasopcionesmehabríasorprendido.Una sombra cruzó el umbral. Pensé que sería Olaf, que llegaba para
anunciarme si habíamos tenido éxito o fracasado. O Gunnar, que venía aexigirmeunarespuestaqueyonopodíadarle,ounodeloshermanos,enbuscade una compensación en forma de sangre. Sin embargo, cuando alcé la vista,
encontré una silueta femenina.No le veía la cara, pero nome hacía falta. Lahabríareconocidoencualquierclasedeoscuridad.—¿Es verdad? —preguntó Sigrid, mientras se sentaba a mi lado—. ¿Es
verdadloquedicelagente?—Engranmedida,loes.—¿Gunnarmatóaesehombre?—Amboslomatamos.Seinclinóhaciadelanteysumelenasueltasederramóenlamismadirección
hastataparlelacara.—¿Quépasaráahora?—preguntó.—Olafofreceráunacompensaciónaloshermanos.—¿Ysilarechazan?—Secelebraráunjuicio.Nosdeclararánproscritosalosdos.Alprincipionorespondió.Proscritos.Lapalabraflotabaenelaire.Desde que el hombre es hombre nos hemos preguntado qué hacer con el
ladrón, el asesino, el blasfemo. Sé que haymuchos países donde la sentenciaconsisteentorturaroasesinaralcriminal.Peroquéactotancobardeesataraunhombredesarmadoyrebanarleelcuelloconunahoja,ocolgarlodeunasogaoquemarlo enunapira.Deshonra al verdugomuchomásque a su víctima, conindependenciadelcrimenquehayacometidoesta.Mipueblonohacenadaparecido;nosemeocurreningúncrimenmerecedor
desemejantedeshonra.Alospeoresdeloshombressimplementeselesdeclarafuera de la ley. No son hombres, sino carne. Cualquiera puede matar a unproscrito sin tener que pagar precio de sangre a su familia ni que se busquevenganzaenunlargopleito.Suvidanovalenada.—Entoncesmoriréis.—Noeraunapregunta.—No tenemosplata suficienteparaemigrar.Niparientesquenosdefiendan
delasentencia.—Pueselhombrericopuedehuirdesucondena,yelpoderosopuedeconvertirsucasaenunafortalezayreunirasugenteparaqueleproteja.Pero nosotros no éramos ninguna de las dos cosas—. He oído historias de
proscritosquesobrevivieron—añadí—.Aquellosqueerandemasiadopobresuorgullosos para huir, aquellos que eran los más temerarios y astutos, queintentaronsaliradelanteenlasmontañasdeloeste,dondenadapuedevivir.—¿Creesesashistorias?—No. Los proscritos siempre huyen, siempre son perseguidos y siempre
mueren.Peromuerendepie,conunarmaenlamano.—Intentésonreír—.Quenosedigaquesomosunpuebloquenoconocelamisericordia.Me miré las manos y me pasé los pulgares por las palmas para sentir las
marcas,lascicatrices.Noeranseñalesdearmas,sinodeherramientasdegranja.¿Quiénlashabríatomadoporlasmanosdeunasesino?¿Quiénhubierapensadoquemislabiosdepoetapertenecíanaunhomicida?EntoncesSigridapartólamirada,sepusoenpieysedirigióhacialapuerta,
conlosbrazosaloscostados.¿Cuántoscaminosdistintoslaesperabanfuera,enaquel llano? ¿Cuántos mejores que el que le quedaba allí en la oscuridad,conmigo?Yregresóalaluz,alosvivos.Cerrélosojosenlapenumbraeintentédormir,comounguerreroantesdela
batalla.Prontoibaanecesitartodasmisfuerzas.
9
—Asesino.
FueBjornquienpronunciólapalabraynopudecontenerunrespingoaloírla.Gunnarnoreaccionóconningúnmovimientoparecido;quizáuntemblor,comoel de un guerrero que restase importancia a una herida encogiéndose dehombros,peronadamás.EstábamosapretujadosenlacabañadeOlaf.Gunnar,loshermanos,Olafyyo.
Olíaelsudordeloshermanosyoíasurespiración,puesnuestrasrodillascasisetocaban.Bastaríaelmenormovimientopararodearlagargantadeunodeelloscon lasmanos o coger una piedra del suelo y golpearle en la cabeza. Solo elrespetoqueledebíamosaOlafimpedíaquecorrieralasangre.Elhermanomayor,Haakon,miróaOlafenaquelmomento.—De acuerdo, Pavo Real. Aquí estamos, como nos has pedido. Habla y
escucharemos.Olaf no respondió de buen principio. Levantó la tira de tela que cubría la
entraday,porunmomento,dejóentrarunchorrodeluz.Fuera,bajoelsolyelcielo despejado, nos esperaba el tribunal. Un círculo de piedras donde todosoiríanelcrimenylosjuecesdictaríansentencia.Imaginéalamuchedumbrequese congregaría allí, a los padres que nos señalaríanmientras les decían a sushijos: «Mira a ese hombre y recuerda su cara. Ese es el aspecto que tiene uncobarde».Olafdiounapalmadaparareclamarsilencio,yloobtuvo.—Hanmatadoaunhombre—dijo—.Hasidounasesinatosecretoy,porlo
tanto,unactodeshonroso.Eselpeorde loscrímenes,yseacusadeélaestoshombres.Yyovengoahablar,aofrecer…—¿Y por qué debemos aceptar tu juicio en este caso?—Fue Bjorn quien
interrumpióaljefe.Nosseñaló—.Sontushombres.¿Cómopodemosfiarnosdeti?—No impongo una sentencia vinculante—aclaróOlaf,mientras alzaba una
mano como si fuera una espada para parar un golpe—.Lo que ofrezco es unacuerdo.Podéisaceptarloorechazarlosegúnosparezcamejor,obuscarotrojefeanteelquepresentarvuestra reclamación.Perocreoquequedaréissatisfechos.Hehabladoconestoshombres;mehandicholaverdad.—Adelante, pues—dijoHaakon, antes de que su hermano pudiera plantear
másobjeciones—.Escuchemosloquetienesquedecir.—Se encontraron con Erik en invierno. Discutieron y lucharon. Y no
informaron de lo que habían hecho.—Entonces Olaf se volvió y extendió lamanohaciamí,mientrasañadía—:Perofueestehombrequienasestóelgolpemortal.Esoprovocóunsilenciocasitotal.Elmurmullodelagenteenelexterior,el
gemido del viento contra las paredes y ningún otro acompañamiento para lademolición demi vida.Aun así, sentía una extraña alegría en el corazón, tanintensa que tenía que esforzarme por no sonreír.Cuando ha sucedido lo peor,cuandotuvidasehadesmoronadoy,aunasí,siguesindemne,¿quéquedasinolasonrisaolacarcajada?—Esaeslaverdad,¿no?—dijoOlaf.—Sí,eslaverdad—respondí.Olafhizounapausa,comosiesperaraqueGunnarfueraadeciralgo,peroeste
no objetó nada. Su cara permaneció impasible, la misma máscara vacía queadoptabaalcombatir.Susojoseranotroasuntoynomeinspirabaconfianzaloquevienellos.Perosusilencioaguantaría,porlomenosdurantealgúntiempo.—¿QuéparticipacióntuvoGunnarenesto?—preguntóOlaf.—Lehicejurarcomoamigoquenodiríanada.
—¿Porquélohiciste?—Soypobre.¿Quécompensaciónpuedoofreceramododepreciodesangre?
Sabíaqueresponderíaconlavida.—¿Yquéprovocólapelea?—Uninsultoquenorepetiréaquí.—¿Porquéno?—Porque deshonraría al hombre al que hematado.—Busqué lamirada de
Haakonyselasostuve—.Peroestoydispuestoadecírseloaloshermanos,simelopiden.Yellosentenderánporquéactuécomolohice.Haakonhizolaúnicapreguntaqueimportaba.—¿Murióbien?—Fueuncombatejusto.Peleóbien.Muriósinmiedo.—¿Esesocierto?—preguntóOlaf,dirigiéndoseaGunnar.Miamigovacilóymemiró, sopesandosusopciones.Pero lo teníamos todo
planeado: yo le había asegurado aOlaf queGunnar nomentiría, o que, si seproducía el caso, no sabría hacerlo lo bastante bien. Solo debíamos plantearlepreguntasquepudieraresponderconlaverdad.Yesofueloquehizo.—Sí—dijo—.Fueuncombatejusto.Unocontrauno.—He oído elmotivo por el que pelearon—explicóOlaf—.Y juro, pormi
honor,quedicenlaverdad.Hubounabuenacausaparalapeleaymiúnicaquejaesquenocontarannadadeinmediato.Aunasí,nopuedepermitirsequealguienquemataensecretoquedesincastigo.Yesteeselacuerdoqueofrezco:Gunnarpagará un cuarto de su ganado y su plata a los hermanos Haraldsson por suparticipaciónenelcrimen.YKiarán…—Entonceshizounapausa,sinqueyosupiera por qué—. Kiarán quedará fuera de la ley durante tres años. Se leconcederá un mes antes de que entre en vigor la sentencia. Después de esetiempo,laleydejarádeampararle.—Volvióamiraralostreshermanos,yabriólosbrazos—.¿Loaceptáis?¿Ocompareceremosanteeltribunal?Sangre y plata, y ambas en cantidades respetables. Así se saldan todas las
deudasenIslandia.
—Aceptamos—dijoHaakon—.Esunapropuestajusta.Lecreícuandolodijo;creíqueerasinceroyunhombredepalabra.Yalavez
supequenadadeesoimportaba.PuesBjornmemiró con odio homicida.Nunca dejaría de darme caza, con
independenciadesihabíanpasadotresañosodesicontabaconelapoyodelaley.Perodeesoyameocuparíaenotromomento.Antestendríaqueatraparme.
LoshermanossefueronynosquedamossolosOlaf,Gunnaryyo.Miamigoyyonos sentamos en el sueloyOlafpermaneciódepie antenosotros comounpadre ante unos hijos díscolos,mientras esperaba a que uno de los dos dijeraalgo.Alfinal,Gunnarlevantólacabeza.—Déjanos,Olaf—dijo—.Notenemosnadaquedecirte.—¿Meordenasquesalgademipropiedad?—Telopido.Noséquéquieresdemí,sigratitud,vergüenzauotracosa,pero
noloobtendrás.Olafescupióenelsueloysedirigióamí.—Mideudaestápagada.Nomepidasmásfavores.Novuelvasahablarmede
estonunca.Se fue y noté que se apoderaba de mí un cansancio que no había sentido
nunca,nisiquieradespuésdelabatallaodehacerelamor.EsperabaqueGunnardijera algo más; había tantas cosas que podría haberme preguntado, tantasrespuestas que yo deseaba dar… Pero no habló, y recayó en mí romper elsilencio.—¿Quieressaberporqué?—pregunté.—Creoquenoquierosaberlo.Creoquemeavergonzaría.—Comodesees.—¿Adóndeirás?
—Olaf conoce a un capitán mercante, Ragnar el Vagabundo de las Olas.Zarpadentrodeunmes.PuedequevayaaIrlanda.Hablounpocosulengua.Meenseñómipadre.Asintióconaireausente.—NocreoqueyopudiesedejarnuncaIslandia.Meparecequemoriríaantes
deconsentirqueesoocurriera.—Tresañosnosontantotiempo.—Entonces¿luegovolverás?PenséenBjorn,quemeesperaríaconelasesinatoenlamirada.—Sí—aseguré—.Volveré.Poco a poco, como un árbol talado que cae por su propio peso,Gunnar se
doblóhaciadelanteyhundiólacabezaensusmanos.Apartélavistaeintenténoverniescuchar.Dejéquemimiradavagasehaciaelrecuerdoymipensamientoflotarahacialacanción,paraconcederlelaausenciaquenecesitaba.Alcabodeunratohablódenuevo.—¿Tequedarásconmigo?¿Antesdeirte?—Sí—dije—.Loharé.Ydichoeso,ambosguardamossilencio.Nohabíanadamásquedecir.
No pensaba que fuera a volver a ver a Sigrid. Mientras deambulaba por elAlthing, me crucé con hombres a los que conocía desde hacía diez años ymujeresquehabíanjugadoconmigodepequeñoyreídoconmigodemayorquepasaban a mi lado sin mirarme, como si fuera un desconocido. No era unproscrito, todavía no, pero yame veían como a un hombremuerto. ¿Por quéSigridibaaserdistinta?Aun así, no llevaba mucho tiempo vagando por el llano —un paseo de
despedida,sinmetaniesperanza—cuandolaviacercarsehaciamí.Medesviéun poco del camino y encontré una roca algo separada de la gente parasentarnos; su superficie pulida daba fe de los centenares de personas que la
habían usado de asiento. Ancianos contemplando su último Althing, jóvenescavilandosobresuspleitos.Ytambiénamantes,talvez.Sigridsesentóymeatravesóconlosojos,quenoparpadeabannipresentaban
rastrodelágrimas.Losojosdeunguerrero.—¿Porquéhasmentidoporél?—preguntó.—Entonces¿yahasoídolasentencia?—Todoelmundolahaoído.—Vaciló,mientrasjuntabayseparabalasmanos
comosipretendieraromperunasatadurasimaginarias—.¿Porquéhasmentidoporél?—Solohasidounamentiraamedias.Yolerajélagargantaaaquelhombre.—Pero¿porquélohashecho?Bajélamiradaalsuelo.—Gunnartienemujer.Hijos.Tierra.—Creesquesuvidavalemásquelatuya.—Séqueesasí.Yentodoslossentidos.—¿Yquéhaydemí?¿Haspensadoenmí?Paraesonoteníarespuesta.Sigridtorciólabocaapenadayhablódenuevo:—Eresunnecio.Miraquepesartuvidaentierra,familiayganado.Siempre
son loshombrescomo tú losquemuerenprimero.Y losbardosnuncacantáisesashistorias.—Noloentiendo.—Claro,sobreesosgranjerosricosoesospoderososjefessíquecantarás.De
lovalerosasotrágicasquefueronsusmuertes.Perosiempreempiezaasí:algúnpobreesclavoocriadoqueseofrececomosacrificio,queseenvíaa lamuertepor orden de su amo. Siempre son los primeros en morir, pero nunca secomponencancionessobreellos.—Esefueeldestinodetupadre,¿verdad?Murióenelpleitodesuseñor.Aloíreso, seencogióyyanopudosostenerme lamirada.Alparecerhabía
dadoenelclavo.
—Para esoshombres eresun trozode carne—dijo, con lavozquebrada—.Puedencortarte,venderteodestruirte.No lesdebesnada.Yahoravasamorirporunodeellos.—Antestendránqueatraparme.—Esperéunmomento,paradejarlepensaren
eso.Despuéslecogílasmanos—.Estaréfueratresañosyestepleitocaeráenelolvido.Luegovolveré.—Levantéelbrazoparaquevieseelaroquellevaba—.Esta es toda la plata que tengo en el mundo. Podría ser un principio paranosotros.Algodetierra,unrebañopequeño.Nadamásqueeso,perotalvezseasuficiente.Ella ladeó la cabezaymemiróconunosojosque seguían siendo tanduros
comocuentasdecristal.—Lodicesenserio,¿verdad?—Sí.¿Meesperarás?Guardósilenciodurantemuchorato.—Esperaré—dijoporfin,cansada,derrotada.Porqueesunalocuraquecorre
porlasangre,eseamorconelcorazónmorboso.Noesningunabendición.Peroesinalterable.La locura también me poseía a mí, y no sé qué habríamos hecho si nos
hubierandadounmomentomás, juntos en aquellas llanuras. Pero noquedabatiempo.Unospasosseacercabananosotros,unafiguracruzabalaplaniciealacarrera.RagnarelNavegante,unhombrealqueconocíadepasada,elcapitándebarco
que me llevaría al exilio al cabo de un mes. Al principio pensé que venía ahablardelatravesía,adarmeunprecio.Perounvistazoasucaramerevelóqueotroasuntoleconducíahastamí.Tenía la respiración demasiado entrecortada para pronunciar más de una
palabra,peroesoeratodoloquenecesitaba.—Gunnar—dijo,yseñalóenladireccióndelaqueprovenía,haciaelcorazón
delAlthing.MellevélamanodeSigridaloslabiosylasolté,yviqueellacerrabalosojos
yquelerecorríaunestremecimiento.Luegoechéacorrer.
SangrederramadaenelAlthing:esafuemiprimeraconjeturasobreloquedebíadehaber sucedido.QueGunnar oBjornhabían roto la tregua, habían acudidoarmadosalcampoyunohabíamatadoalotro,uncrimenquepodíahacerqueelPuebloolvidarasusmandamientosencontradelasejecucionesyasesinaraenellugaralculpable.NosabíacómopreferíaveraGunnar: simuertoenel suelo,asesinadoporunblasfemo,oconunaespadaensangrentadaenlamano,apuntodesufrirunamuertedeshonrosa.Gunnar y Bjorn; vi que estaban muy juntos, con la cabeza inclinada hacia
delante como toros antes de embestir. Pronto llegarían los gritos que vanmásallá de las palabras, tras los cuales mana la sangre, tan inevitable como lascrecidas del otoño. Pero todavía no; aún no habíamos pasado de las palabras.Seguíanexistiendoesperanzasdequelacontiendanollegaraaestallar.Meinterpuseentrelosdos,agarrélacabezadeGunnarconlasmanosyapreté
lafrentecontralasuya.—Háblame —le dije—. Cuéntame qué ha pasado. El pleito ha quedado
asentadoconnuestroacuerdo,¿ono?Mesonrió,conlosojosluminososdehonorylocura.Extendióundedo,recto,
porencimademihombroydijo:—Elcaballo.Lomiré:unbellocastradonegroquesacudiólatestaymedevolviólamirada,
orgullosocomounpríncipe.EraelcaballoqueGunnarqueríacomprar,peronomereí.Habíavistomatarahombrespormuchomenos.—Tiene que ser un caballo negro—explicó mi amigo— para Kari. Se lo
prometí.Ysemeprometióamí.Miréalvendedor,unhombrealquenoconocía,delgadoyencorvado,quese
removíaensusitioconnerviosismo.—Mehanhechounaofertamejor—dijoeste—.Nopodéisechármeloencara.
Vendoalmejorpostor,nadamás.—Ya,noteculpo—aclaróGunnar—.Leculpoaél.Bjorn habló con parsimonia, como si sopesara todas y cada una de sus
palabrasantesdepronunciarlas.—No sabía que querías este caballo. No es culpa mía que no tengas plata
suficienteparasuperarmioferta.—Acerotengotantocomotú.¿Bastaráconeso?—Gunnar,calla—ledije,peronomehizocaso.—En tu familia sois todos unos ladrones —prosiguió, y esas palabras
provocaronalgoacaballoentreelsuspiroyelgemidoenlamultitud.Sabíanloquedebíaseguiraesapalabra.VicómoBjornpalidecíaantesdereplicar:—Eseinsultotendráunarespuesta.—Espera—supliqué—.Gunnar,dejaquesequedeelcaballo.—Quemueraporél,sitantoloquiere.Yoselovoyallevaramihijo.NotabaenélaquellahambrequehabíaintentadoolvidaralllegaraIslandiay
queahoraregresabaconlamismafuerzadeantaño.Laseddesangrequesiententodoslosauténticosguerreros.Elansiaquenoconocefin.Volvíaacercarmeysusurréparaquesolomeoyeraél.—¿Estoesloquequieres,Gunnar?¿Deverdad?—Quierenasesinarteconla leyenlamano,¿noesasí?¿Porquénodebería
haceryolomismo?—Elpleitopuedeterminarconmigo,Gunnar…Peroélhablóporencimademihombro,gritandohacialoshermanos.—Lodigootravez:soisunafamiliadecobardes.¿Yquiénresponderáaeso?—¡Tendrásturespuesta!¡Bastardo!¡Asesino!Yyanohubomáspalabras.HiceunesfuerzoporconteneraGunnar,yvarios
hombresalosquenoconocíasujetaronaBjorn.Habíasidounnecioalcreerqueaquellopodíaterminardeotramanera.Para
nuestropueblo,queprefiereversedestripadoyconlasentrañashumeandosobre
lanievequeconelhonormancillado,palabrayespadasonlamismacosa.Siunhombreteatacabaconuncuchillo,nodescansabashastaverlomuerto.¿Porquéibaaserdiferenteuninsulto?Yasí,Gunnarmiróaunhermanoyluegoaotro,conesasonrisadesquiciada
enelrostro,ydijo:—¿Quiéndevosotroslucharácontramí?¿Serástú,Bjorn?Creoqueseríalo
correcto.—No—replicóHaakon—.Hasinsultadoaunafamilia,noaunhombre.Yo
soyelmayor.—MiróaGunnarporunmomento,quizáesperandoloimposible,queretirasesudesafío.Despuésañadió—:Seráconmigoconquienluchesenelholmgang.
10
En pleno verano, el sol apenas se pone. Toca el horizonte dos veces al día,
comoquienhaceunareverenciaanteunrey.Talycomonuestroinviernoesunaépocadeunanochecasiinterminable,elveranoesundíapermanente.De manera que cuando digo que nos fuimos del mercado y luego nos
levantamos al amanecer del día siguiente, no hay que imaginarlo como unasuertededespertaraoscuras,dondeunafiguraensombrasdespiertaaotraconun zarandeo y luego emprenden lamarcha bajo una luz tenue.No dormimos,sinoquenos limitamosaesperarsentadosaqueelsoldieraun tímidobesoalextremodelmundo,sinqueenelcielodejaradebrillarentodomomentounaluzimposible. Después recogimos nuestras armas, un poco de agua y comida ycaminamoshastaelrío.Allí nos estaban esperando.Haakon,Bjorn, Snorri,Vigdis y otros parientes
cuyosnombresypadresnoconocía.EstabanRagnar,Sigrid,Olafyvariosdesushombres,yalgoapartadodelosdemásseveíaaldesdichadotratantedecaballos,con el castrado negro a su lado. Era el trofeo para el ganador, un burlónrecordatoriodelomezquinoqueeraelasunto.Caminábamos con el sol y el río a la derechay la paredbaja del valle a la
izquierda. Sin duda, antaño el caudal de agua llenaba el desfiladero, en losalboresdeltiempo,cuandoloshombresvivíancentenaresdeañosyseerguíanaltoscomogigantes.Elríoesahoratandébilcomonosotros,unacorrientebajaeirregulardeaguaqueconeltiempohaperdidosufuerza.Viajábamoscomounasolacomitiva,puesentrenosotrosreinabaunaextraña
cortesía.ViqueGunnar,enunactoreflejo,letendíaunamanoaHaakoncuando
este tropezó con una piedra saliente, y cuando el sol empezó a apretar, medescubríofreciéndoleelodredeaguaa lapersonaque teníaal lado, soloparadescubrir que era Vigdis quien lo aceptaba. Pronto, dos de nosotros estaríanluchandoporsuvida; talvezfueraesacertezalaquemanteníalapaz.Cuandounosabequeprontovaaderramarsesangre,nohacefaltabuscarpeleanihaynecesidaddeprecipitarla.Reinalapazyunsentimientoqueescasidefelicidad.Cualquieraqueviesenuestracompañía,ignorantedeladisputa,podríatomarnosporunafamiliaqueviajarahaciaungranbanqueteoporunacomitivapiadosaenrutahaciaalgunode los lugaressagradosde la isla,dondeelmundode losdioses y del Pueblo Oculto se cruzaba con el nuestro. Y en cierto sentidoestábamos haciendo ambas cosas. Para los hombres como nosotros, queconsideran la danza del acero su arte más preciado, el holmgang es unafestividad.Laislahacialaquenosdirigíamostambiénerasagradaasumanera;sobreellasehabíasacrificadonopocasangre.Enpuridadnopodíarecibirelnombredeisla,pueseramásbienunpequeño
bancodetierrahúmedaenelcentrodelrío,separadodelaorillaporunospiesescasosdeaguapocoprofunda.Aunasí,seconsiderabadistanciasuficientedelatierrafirme,porqueelholmgangdebelibrarseenunmundodiferentealnuestro.Haymuchoslugaresparecidos,enlosquesepuededarelsaltodesdeIslandia
hastaelpaíssecretodelosduelistas.ElsalientederocaescarpadaenlacostadeBorg, que apesta por culpa de las focas que lo habitan. La isla de tierraempapada que hay en medio del Hitarvartan, donde algunos duelistas hanluchadohundidoshastalasrodillasenelbarronegro.Yheoídodecirqueenlasmontañasdel estehayuna isla en el centrodeun lagode aguas tan serenasycristalinasqueparecequecombatierancuatrohombres,dosarribaydosdebajodelagua.Peronuestraisla,alestar tancercadelAlthing,havistomásbatallasque cualquier otra. Cualquiera que la pise podrá ver el suelo gastado y lasesquirlasdehierro,lasastillasdemaderaquehandejadolosdueloscelebradosconanterioridad.Décadasdepleitosiniciadosyzanjadosenaquellugar.NosreunimosalaorilladelaguayhabléconSigrid.
—Paseloquepase—dije—,nohagasnidigasnada.—Túnoereselduelista.—Noseríalaprimeravezquematanaunescudero.Noséquéesloquevaa
pasarenesaisla.Ellaasintióy,cuandoestuvobienseguradequenadielaobservaba,sellevó
losdedosaloslabiosyluegolospusoenmimano.Mantuveelcontactoduranteunbrevemomentoantesdealejarme.Esperoqueellaentendieraporqué.Notéelfríodelaguaenlosmuslosalmetermeenelrío,cargadoconelpeso
de los tres escudos que sostenía en alto sobre la cabeza. Un escudo mojadopuederomperseungolpeantesde tiempo,yyonopensabadejarnadaalazar.Losotroscruzabandetrásdemí,entreellosHaakonyBjorn,queenunvistoynovistopodríanhabermerajadolagargantaydejarmeallí tirado,ahogándomeensangreyaguaapartes iguales.Encualquierotromomentonosemehabríaocurridodarles laespalda,peroenaquellascircunstanciassabíaqueestabaporcompletoasalvo:hastaunhombrecomoBjornrespetabalaleydelduelo.Enlaisla,cadaunofuealosuyo.HaakonyGunnarsedirigieronarincones
opuestos,conelarmaen lamano;Gunnar,consupreciosaespada,yHaakon,conunhachasencillaydebuenafactura,mientrasqueambosteníanalladounasegundaarmaporsilaprimeralesfallaba.Haakonsesentóenelsueloconlaspiernas cruzadas y se puso a arrancar briznas de hierba, a la vez queGunnarpaseabainquietodeunladoaotro,lanzandopequeñostajosalairemientrassemovía.El resto de nosotros tenía que ocuparse de la tarea de preparar el terreno.
SnorriyRolf,quehabíanllevadoconsigoelcuero—unsencillopellejomarrónde buey—, lo tendieron en el suelo como si fuera una capa recamada conbordados o hilo de oro. La alisaron, para que no quedara ningún pliegue quepudiera adulterar el duelo, y después entre todos la clavamos con estacas ymarcamosloslímites.Allíeradondelucharían,puesnobastaconcombatirenelescaso terreno de la isla, sin esperanza de retirada. Incluso un sitio así debereducirse otra vez, y solo cuando un hombre esté dispuesto a plantarse en un
espacio que ha sido cuarteado, y luego vuelto a cuartear, se habrá ganado elderechoalucharenelholmgang.Hubountiempoenqueelduelosolopodíasaldarseconunamuerte,peroya
noesasí.Siunhombresacaunpiedeesecuero,aunquesoloseaundedo,osicae sobre este una sola gota de sangre, elholmgang se da por terminado.Hevistoconcluirduelosdeesaclaseporculpadecortessinimportancia:unaastillaquesalevolandodeunescudorotoylehaceunarañazoaunhombreenlacara,una esquirla de hierro de una espada que causa una heridaminúscula entre elíndice y el pulgar. Me han hablado de un holmgang que acabó nada másempezar,cuandoel frenesídeunberserker leprovocóunahemorragianasalyunascuantasgotasmancharonelcueroqueteníabajolospies.Hevistoduelosresueltos conunagotade sangreocon toda ladeunhombre.No se sabequéclasedeholmgangsepresenciaráhastaquenoserompeelúltimoescudo.Mearrodilléparaexaminarlostresquedebíasosteneryo,buscandocualquier
defectoenlamaderaquenecesitasecorregir.OípasosamiespaldaysupusequeseríaGunnar.Yo nunca había actuado de escudero y pensé que tendría algúnúltimoconsejoquedarme,porqueenelduelohaymuchostrucosqueconvieneconocer,muchastrampasquenodebíancogermedesprevenido.Sin embargo, cuandomepuse enpieymedi la vuelta,me encontré cara a
caraconHaakon.Llevabaelhachaenlamano,peronometransmitióningunasensacióndepeligro.—Imaginoquepreferiríaslucharcontramí—dije.—No tengo el menor deseo de luchar contra ninguno de los dos. —Se
arrodillóamilado,clavóelfilodelhachaenelsueloyseapoyóenella—.Perosilotuviera,seríaconGunnar.PorquenofuistetúquienmatóaErik,¿verdad?Nodijenada.—Loentiendo—prosiguióél—.Meimportapoco,Kiarán.Séqueambossois
hombreshonorables,aunquenosécómopudisteisdejarosengañarporesabrujaparacometerestacobardía.—Miróhaciaelcielo,comosicreyeraqueenéliba
a encontrar sus respuestas—. Me avergüenzo de lo que hizo Erik. Meavergüenzodeloquehicisteisvosotrosdos.—Yotambién.—Hevistodemasiadospleitosenmivida. Inviernosque sepasandeseando
que no llegue la primavera, a los que siguen veranos dematanzas. Esperar ymatar,mataryesperar.—Vilapinceladadeplatadesussienes,casiblancabajoaquel sol tan intenso. Me pregunté cuántos años de su vida habría pasadoentregadoaunouotropleito.—Yotambiénhevistopleitosdesobras.Preferiríanovivirningunomás.—Ojalá dependiera de nosotros. Esperemos que todo acabe con este duelo.
Gunnarquieresacarmealgodesangre,esoestodo.Medejaráunabuenacicatrizparasatisfacersuhonor.Peronocreoquememate.—Esbozóunleveatisbodesonrisa—.Esperoqueno.Nodeseomorirhoy.—Puedequevenzastú.—¿VenceraGunnar?Nocreoquelosdiosessesientanhoytancaprichosos.
No puedo superar al hombre ni tampoco a su espada.—Debió de vislumbraralgoenmicara,porquealcabodeunmomentoañadióalgo—:Perosigano,nolemataré.Teloprometo.—Gracias.Queluchesbien,Haakon.—Loharé.Nohayhonorenesto.—No.Peroquéselevaahacer.Asintió,arrancóelhachadelsueloylalimpiódetierraconlospantalones.No
había necesidad de esperar más. No quedaba nada que decir, de modo queHaakonpisóelcueroyledijoaGunnar:—Veamossierestanbuenocomodicen.Gunnar se adelantó sin pronunciar palabra y se colocó en posición.Yome
situéasuizquierda,deslumbradoporelsolhastaquelevantéelescudo.Bjorn,quesosteníaeldesuhermano,memiróydijo:—Esunavergüenzadejartuescudoenmanosdeunproscrito.—Todavía no es ningún proscrito —replicó Gunnar, mientras miraba a
Vigdis,puesellaestabaallí,silenciosayatenta,albordedelcuerodebuey—.Esunavergüenzatraeraquíaesamujer.—Ahoraperteneceanuestrafamilia.—Ya lo veo.Ten cuidado,Bjorn.Ya ha enterrado a dosmaridos. Si puede
llamarseasíaErik.Bjornseadelantóconunamuecaderabia,enseñando losdientesysoltando
espumarajoscomounperrodepelea,soloparaqueHaakonlorefrenaseunavezmás.—¡Yabasta,hermano!Soyyoquienvaalucharhoy.—Levantóelhacha,y
luegovolvióabajarla.SesecólabocaconeldorsodelamanoymiróaGunnar—.¿Mentisteeneljuicio?—¿Mentirsobrequé?—¿Deverdadluchóbien?—aclaróHaakon.—¿Qué?—Mihermano.¿Luchóbien?Gunnarvaciló.—Sí.Peleóconvalentía.Murióbien.—Mealegro.Venga,empecemos.Gunnargolpeóconlaespadacontraelescudoqueyosostenía,yHaakonhizo
lopropio.Yentoncescantóelacero.Solocaptéuninstantedemovimientogrisyluegolacarainteriordelescudo
de madera saltó contra mi cara como un perro. Un sonido metálico cercano,como una campanada, y luego el escudo se estremeció una vezmás. Eso fuetodoenaquellosprimerosgolpes,puesnotuvetiempodepensarover,sinosolodeoírysentir.LasboqueadasroncasqueemitíaHaakonalacometer,lassuavesespiracionesdeGunnar,uncombateencasicompletosilencio.Elcuerosemeclavabaenlamano,lamaderamepresionabaelbrazo.Ydolor.Soloempecéaverdespuésdequecincogolpesalcanzasenmiescudo,yaun
entonces lo único que distinguía eran las armas, y no a los hombres que lasempuñaban.Elhachaquesealzabaycaíadelmismomodocadavezcontrami
brazo,untorpegolpedearribaabajomásapropiadoparapartirleña.Laespadaque cortaba desde un ángulo distinto cada vez, como una serpiente lanzandomordiscos a un hombre. Haakon acometía para romper el escudo, paraobligarnos a rendirnos.Gunnar se afanaba en sortear el escudo.Luchaba paramatar.No intentábamos movernos. El juego de pies no vale para nada en el
holmgang, donde los trucos que tienen que ver con el peso y el equilibrio sevuelveninútiles.Soloimportanlafuerza,eldestinoyelcorajeparaaguantarapiefirmeelintercambiodegolpes.Entonceselsolmealcanzóenlosojos,repentinoycegador,cuandolamitad
de mi escudo se partió y desprendió del resto. Los golpes dejaron de caer,mientras Haakon esperaba a que recogiese el segundo de los tres escudos ysacudía su brazo cansado para desentumecerlo. Su primer escudo, lleno demuescasyrajas,todavíaaguantabaenposición,peroélyaestabacansado,puesjadeabayseapoyabaensuarma.Gunnarrespirabaconcalma,pacientecomounpoetaconmediocentenardeversosaúnporcantar.Prontosevolcaríadellenoenlacanción.Esbozósusonrisadeasesinoydijo:—Esprontoparaestartancansado.—Yaveremos.Seoyóungolpedeespadacontraelescudo,yreanudamoselduelo.Peronodurantemuchotiempo.ElescudodeHaakonserompióencuestiónde
un momento y Gunnar lanzó un tajo al aire, impaciente, mientras Bjornlevantaba la siguiente rodela, que pareció escurrírsele de los dedos y cayó alsuelo. Cuando vi que la recogía y volvía a caérsele, comprendí lo que estabahaciendo.—Erestanlentocomoestúpido—lesoltóGunnar.—Noesnecesario—ledijoHaakonaBjorn,porquedebíadeavergonzarsede
lo que su hermano estaba haciendo. Volvió a mirarnos, con una sombra desonrisaenlacara—.Mealegrodeverquehasdecididolucharcomoesdebido.Viendocómogolpeabasantes,pensabaquetureputaciónerainmerecida.
Gunnar asintió, del mismo modo en que podría reconocer un buenmovimientoenel tablerodeajedrezounbuengolpeodelabolaenunpartidosobreelhielo.El traqueteode losescudosy,unavezmás,el tañidodelacerocontralamadera.Pero algo había cambiado. Antes, los golpes caían sobre mi escudo con la
fuerza suficiente para hacer que los dientes me castañetearan y se meentumecieseelbrazo.Ahoraeracomosielhachalablandieraunniñoqueperdíaempujeconcadagolpe.Se oyó un chasquido de madera cuando se rompió el segundo escudo de
Haakon,yestaveznohubopalabras.Esperódepie,sinmás,bañadoenunsudorgris y con los ojos apagados de agotamiento. Gunnar también empezaba acansarse, pero era como si se comparara el agotamiento del lobo con el delciervoalqueacosa.Conlodébilesqueestabanamboshombres,tardaríanmuchoenromperelsiguienteescudo.Maslosdossabíanyacómodebíaacabaraquello.Haakongimiódeesfuerzoalblandirelhachayparecióencontrarunúltimo
retazo de energía. Sabía que no tenía ninguna posibilidad de ganar el duelo.Perderporunsoloescudoera laúnicaambiciónque lequedaba,ymeparecióque Gunnar, aunque estuviera entregado a su furia fría, aflojaba un poco susacometidas. Es inevitable admirar la valentía cuando no la acompaña ningunaesperanzadevencer.Sin embargo, aunque el hombre tal vez sintiera piedad, aquella inmaculada
espadasuyanolaconocía.ElúltimoescudocayóhechoañicosyBjornsequedóallíplantado,mirandosincomprendernadaeltrozodemaderarotaquecolgabadesubrazo.Haakonlanzóunúltimotajodesesperadocontramiescudo,peronoconsiguió nada. Había llegado el momento de que diera un paso atrás paraindicar que se retiraba y poner fin al combate, para comprar con plata larestitucióndesuvidaysuhonor.Peronolohizo.Bajóelhachayabandonósuposicióndecombate,colocandolaspiernasenparalelo.Esperó.Gunnarfrenóelgolpequeestabaapuntodeasestar.—Saldeaquí—dijo—.Unpiefueradelcuerobastará.Noquieroatacaraun
hombreindefenso.—No—replicó Haakon con voz pausada, respirando a boqueadas como si
estuviera ahogándose—.No pienso rendirme.Cóbrate el precio de sangre quecreasquesetedebe.Unagotaotodalaquetengo.Gunnar no golpeó. Entendía lo que debía hacerse en el holmgang si un
hombrehuíaosipeleaba.Nosabíaquéhacersisequedabaquietoyhablaba.—Osinoquieres—añadióHaakon—,quizáhayaotramanera.Bjornsusurróalgoasuhermano,peroyosolocaptéunapalabrade lasque
pronunciaba: «Vergonzoso». Al oírla, Haakon levantó el mentón con orgullo,negóconlacabezayhablódenuevoaGunnar.—No hay nada vergonzoso en esto. Depongamos juntos las armas. Nos
daremoslamanoynosjuraremoshermandad.Noshasarrebatadounhermano;sustitúyelo tú. ¿Y qué necesidad habrá entonces de convertir a tu amigo enproscrito?—Esperóunmomento,duranteelcualsoloseoyóelecodelvientoalcruzar la llanura.Sepasóelhachaa lamano izquierday le tendió laderecha,abierta,aGunnar.Entoncesdijo—:¿Noseríahermoso?Yallíestaba,algoquepocoshombresvivenparaver.Elfinaldeunpleito,tan
próximoypoderosoquepareceun servivo, algo tan infrecuentecomoavistarunabestia legendaria.Durantemucho tiempo el pleito parecerá tan inalterablecomoeldestino,taninevitablecomolasalidaylapuestadelsol.Yaunasí,trasmeses o años de sangre y odio, durante los cuales los nudos de la disputa seestrechancadavezmás,comoel lazodeunatrampa,seofreceunamano,oro,unamujer, el perdón, una promesa o un vaso de hidromiel y un sitio junto alfuego.Siseaceptan,eselfindelamatanza.—No quiero tu sangre —dijo Gunnar. Enarboló la espada una vez más y
apuntó con ella hacia Vigdis—. Habría luchado contra ella, de haber podido.Peronopuedo.—Pocoapoco,lapuntadesuespadadescendióhaciaelsuelo.Vigdiscontemplóa losdoshermanos,BjornyHaakon,escudoyespada.Y
pronuncióunasolapalabra.—Cobardes.
ElprimeroenmoversefueBjorn,quetiróalsueloelescudorotoyagarróelhacha.YGunnarnolevantólaespada;unveteranodetantasbatallas,yporunavezlopillaronindefenso,yyonoalcéelescudoatiempo.PeroviqueHaakonsemovía,quedejabacaersuhachaalsueloylevantabalosbrazosparafrenarasuhermano.Yentonces,comosidespertaradesopetón,Gunnargolpeó.Seprodujounmovimientofugaztanrápidoquenovinadasalvoelreflejodel
solenunahojadehierro.Yunalluviarojaquecaíaalsuelo.Nuncahevistounmovimientodeespadamásrápido.
11
Heoídoaalgunosbardosdescribiralosmuertoscomosidurmieran.Quietos,
en paz, de camino a reunirse con los dioses. Tal vez en el pasado fuera así,porque yo no lo he visto nunca. Ancianos deformados por la enfermedad,mujeresmuertas en el parto entre unmar de sangre, bebés resecos que pesanmenosqueunahogazadepan,hombresdesgarradosporhachasydagas…Losmuertosquehevistosiempreseasemejabanmásamonstruosqueahombres.Haakon no fue una excepción. Los ojos en blanco a excepción de una fina
medialunanegraenlapartesuperior,labocaabiertaconunaanchuraimposibley los dientes a la vista en un grito interminable. Y una segunda boca en lagarganta,dondelablancuraintensadelhuesoofrecíaunasegundadentadura,lasonrisadelasvértebrasatravésdelcuello.Notéelsabordesusangreenmiboca,lasentígoteardemicara.Memojaba
lospies,mecalentabalaropa.Bjorn estaba de rodillas ante nosotros, con una mano en la frente de su
hermano,comosibuscarasentirconellaelcalordelafiebre.Comosiaquellofueraunaenfermedadquepudieracurarse.Duranteunrato,parecióolvidarqueestábamosallí.Sequedóderodillas,sin
más, mientras sentía cómo se enfriaba la piel de su hermano bajo su palma,moviendoloslabiosensilencio,conlacaradequienintentaresolverunacertijo.—Queríasdarmeamí,¿verdad?—dijoporfin—.Noaél.—Sí—respondióGunnar—.Migolpeibadirigidoati.Bjornbajólacabezaydevolviólamiradaasuhermano.—¿Mematarás?Nopuedovivirconestavergüenza.
Gunnardesviólamirada.—¿Iría contra la ley que lomatara?—preguntó con tono indiferente, como
podríahaberseinteresadoporelritmodelasmareasolaslindesdeunpasto.Alprincipio pensé que hablaba conmigo, pero miraba más allá, hacia Olaf, queobservabadesdeelbordedelcueroconlabocaalgoabierta.Eljefevacilóantesderesponder.—¿Estásherido?—preguntó.—No.—Entoncessíqueviolaríaslaley—dijoOlaf—.Alomejorcuandoteníaun
armaenlamano,peroahora…—Puesestádecidido—concluyóGunnar,sinesperaraqueeljefeconcluyese
—.Noquebrantaré la leypor ti,Bjorn.—Limpió con esmero la sangrede suespada—.Todosaprendemosavivirconlavergüenza.—Seacabó—sentencióOlaf—.Seamostodostestigos.Noesningúncrimen
mataraunhombreenelholmgang.—¿Y qué pasa con él? —pregunté yo, refiriéndome a Bjorn—. Ha
quebrantadoelcódigodelduelo.—Haperdidoaotrohermano.¿Noteparecepagosuficiente?—¿Yella?—añadióGunnar—.¿QuéserádeVigdis?—Las palabras de unamujer no significan nada para la ley. No es ningún
crimenquehayadichoesaspalabras.—Hoylaleysehadadounfestín—dijoGunnar,conlabocatorcidaenuna
expresiónasqueada.Salióalfindelcuero,conlasangrequelecubríaaúnhúmeda,yviquetodos
los presentes retrocedían un poco a su paso, como si fuera unmonstruo de laantigüedad.Me pregunté si sería así como hablarían de él las historias en lossiglosvenideros,enelcasodequelohicieran.Losdemásseapartaronparaabrirlecamino,yélllegóhastalaorilladelaisla,
conlaespadatodavíaenlamano.Antesdemeterseenelrío,sevolvióyapuntóconlahojaalvientrehinchadodeVigdis.
—No puedo matarte —dijo—. Pero rezo por que tengas un hijo. Quizáentoncessaldarémideuda.—Eresunasesino—leespetóella.—Yonoasesinoahombres—lecorrigióél—.Soloejecutoloquemejorsé
hacer:losmato.Yasífuecomoseganósuapodo.Asíescomoleconoceránsiempre:Gunnar
elEjecutor.
Losdemáspartieronrumboalsur,devueltaal llanoqueocupabaelcentrodelAlthing,cargadosconelcuerpoylasnoticias.SoloGunnaryyonosquedamosatrás,alavistadelaislaquetantasmuerteshabíapresenciado.Noslavamoslasangrelomejorquepudimos,viéndolaenrojecerlasaguaspor
unmomentoantesde seguir el cursodel río trazando líneasy remolinos,peronuestrosesfuerzosobtuvieronpocofruto.Pasaríamesesencontrandofragmentosnegrosbajolasuñasypreguntándomesinoseríangotasdesangresecadeaqueldía.Veríaunamanchaoscuraenmi túnicaymepreguntaría siproveníade latierraodeunhombre.Gunnaryyoguardamossilenciodurante largorato.Desnudos,nosfrotamos
conarenaparalimpiarlasangreyraspamosnuestraropaempapadaconpiedraspara eliminar lasmanchas rojas.Despuésnosvestimosynos tumbamos sobrelas piedras a esperar que nos secara el calor del sol. Todo eso lo hicimoscallados, con el único sonido del agua corriente y algún que otro resoplido yrelinchodelcaballonegroquehabíasidolacausadeaquelduelo.Nuestrotrofeoensangrentado.AlfinalGunnarhabló:—Unavezmás,hematadoalhombreequivocado.Seechóa temblary, al principio,penséque tiritabade frío,porque su ropa
aúnestabamojada.Cuandolostembloresaumentaron,creíquetalvezlehubieradadounataquedeparálisis,unamaldicióndelosdiosesporlasangrequehabía
derramado. Tardé más de lo que hubiera debido en comprender que habíaempezadoasollozar.Entonces lo abracé, como podría haber hecho con un niño. Su reacción era
vergonzosa,perosupongoquesehabíaganadoelderechoaesatristeza.Intentéperdonarlelaslágrimas.—Podríashabermatadoalcorrecto—observé—.Telohapedido.—Bjornsabíaquenoloharía,peroqueríaquelevieranpedirlo.—Meapartó
ysepusoenpie—.Ojalánohubieramatadoasuhermano.Hasidoinnecesario.—Eldueloloprovocastetú.—Losé.Yalprincipioqueríamatarlo.Perocuandohahablado…—Memiró
yvaciló—.¿Túhasmatadoalgunavezaunhombre?—MatéaErik.Desechóesecasoconungestodelamano.—Antesdeél.—No—dije, y memiró con incredulidad, como si le hubiera contado que
nuncamehabíaacostadoconunamujer—.¿Quiénfueelprimerhombrealquemataste?—lepregunté.—Nomeacuerdo—respondió.Habíamatadodesdequelealcanzabalamemoria,eraincapazderecordarun
tiempoenelquenofueseunsegadordevidas.TratédeimaginarcómodebíadeserGunnarentonces:unniñoquehabíamentidosobresuedadparacolarseeneldrakkar de uno u otro capitán. Temblando y vomitando en su primer viaje aponiente,abochornadoporlasrisasyburlasdelosotroshombres.Ensuprimerabatalla debieron de dejarlo en la retaguardia, detrás de los guerreros conmáshabilidad, experiencia o ganas demorir, incapaz de ver la batalla, únicamenteescuchándola.Suprimeramuertedebiódeconsistirenremataraunherido,algúnguerrero
sajóncaídoenelsueloyenmarañadoconsuspropiastripas,cuyaúltimaimagendelmundo fueel rostropálidodeunniñoque searrodillabaa su ladoconuncuchillo en la mano. O tal vez se tratase de un cura indefenso postrado ante
Gunnarduranteelsaqueo,suplicandounaclemenciaquenoseleconcedería.Talvez por eso había olvidado aquella muerte. Tal vez había sido un actodeshonroso.—¿Quéhacemosahora?—pregunté.Sevolvióhaciaeloeste,dondeel sol incesantemarcabauncaminoa través
delpaís.—Volvamosacasa—dijo.
Insistió en que yo montase el caballo. Ignoró mis protestas, pues, habiendomatadoporél,casiparecíaqueledieramiedotocarlo.Sin duda tendría que haber sido una travesía lúgubre y sin duda ambos
tendríamosquehaberlarecorridocontemplandolaruinaqueeranahoranuestrasvidas.Yoprontomeconvertiríaenunproscrito,unfueradelaley,exiliadodemi hogar, quizá para siempre. Él estaba atrapado sin remedio en el pleito;durante el resto de su vida tendría que permanecer atento por si alguien se leacercabaenbuscadevenganza.Aunasí,recuerdovariasjornadasentonandocancionesmientrascaminábamos
y cabalgábamos, en las que evitábamos cualquier granja que veíamos y soloparábamosacomerciarparaobtenerpanehidromielcuandolonecesitábamos.Fueunodeesosveranosbenditos,sinlluviasninubes,queparecequenopuedenterminarnunca.Ojalánolohubierahecho.Cuandollegamosporfinalacolinaquedominaba
lagranjadeGunnar,supimosquevolvíamosalmundodelpleito.—¿Creesquelosaben?—lepregunté.Observóelhumoquesalíadelacasa.—Ellasí—dijo—.Alomejornoselohadichoalosniños.Peroprontoellos
tambiénlosabrán.—¿Quieresesperar?Podemosquedarnosaquíeltiempoquedesees.—No.—Negóconlacabeza—.Vamosya.Noquedaotra.
Pensabaqueanuestroregresonosesperaríalacóleraolaslágrimas.TalvezGunnar también lo previera, porque caminó hasta la puerta de entrada con elcuidado con el que alguien se acerca a un territoriodebandidos.Pero cuandocruzamos el umbral y nos sumimos en aquella acogedora penumbra,Dalla selevantó, le pusounamano firme en el hombro, le dio unvasode hidromiel yhablócomosifueraunjefedandoórdenes:—Siéntate y descansa —dijo—. Pronto tendremos mucho que hacer. Te
vendrábienelreposo.Yasí,nossentamossinpronunciarunapalabra,yapesardetodoviquealos
labios deGunnar asomaba una sonrisa.No tendría que habernos sorprendido:Dalla era unamujer de pleitos, la esposa de un vikingo, y su respuesta era lavigilanciadeunguerreroantesdelabatalla.Eranlosniñoslosqueestabancambiados.Sindudasumadrehabíaintentado
hablarles del pleito y, sin duda, ellos no podían entenderlo. Al principio seadelantaron, casi a punto de abrazarnos, y luego se alejaron de nosotros y seacurrucaronenlaoscuridad.Esdolorosoverqueunosniñosterehúyen.Dejémibanco,mearrodilléenelsueloyletendíunamanoaKari.—Tengounabuenahistoriaquecontarte.Deduelosytraiciones;deexilioy
venganza.Hastaahorasiempretehangustadoesashistorias.¿Porquéibaaserestadistinta?Miróasupadrecongestodubitativo.—Seacercanproblemas,hijomío—dijoGunnar.—¿Habrámuertos?—Esperoqueno,peroesposiblequenoquedemásremedio.—Gunnaralzó
elmentónymiródesdearribaasuhijoconexpresióninquisitiva—.¿Lucharásanuestrolado,sillegaesemomento?EntoncesKarisonrióyasintió.—Elcachorrotienecolmillos—señalóDalla.—Bien.Losnecesitará.—Gunnarselevantó.
Elchicosevolvióhaciamí.—¿Túlucharásanuestrolado,Kiarán?—Nopuedoquedarme.Dalla,quehabíaidoavigilarelfuego,sequedóinmóvil.Apoyólamanoenla
maderadelacasayrecorrióconlosdedoslasvetasdelostablones.Viquesusojoscentelleabanenlaoscuridadcuandomemiró.—¿Yadóndevas?—Voyaserunproscrito.Ragnarmesacarádelaisla.DallamoviólacabezahaciaGunnarydespuésvolvióadirigirlamiradahacia
mí.—Teechasalhombrounapesadacarga,Kiarán.Noloolvidaré.Un momento de silencio, y no encontré palabras para romperlo. Luego
Gunnardiounapalmada.—Ven,Kari—dijo—.Tehetraídounregalo.Venidconmigo,todos.AlsalirotravezalaluzycontemplarlastierrasdeGunnar,casimeolvidédel
pleito.¿Cómopodíaunhombrellegaraunsitiocomoeseypensarenderramarsangre? Una sencilla granja, una cosecha arrancada con gran esfuerzo a unatierra testaruda. El único sonido de una corriente de agua y algún que otrocrujidoleveprocedentedelosescasosárbolesmecidosporelviento.Aun así, solo tenía que mirar un pocomás allá para ver el pleito conmis
propios ojos. El pliegue del terreno que señalizaba las lindes de la casa deVigdis. La lejana espiral de humo que se elevaba desde la casa de Bjorn.Estábamostodostancerca;nosseparabantansolounashorasapie.Puescuandoelvalleestáenpaz,uno lo recorrecon lamiradayvea todos losamigosquetiene en elmundo. En tiempos de pleito, un hombre tiene que ver la casa dequienhamatadoasuhermanotodoslosdías,mientrastrabajaensuscamposypastorea su rebaño.Se le recuerda adiario suvergüenza, sudeshonra. ¿Cómopuedehaberpazenunatierraasí?¿Quécantidaddeplata,pagadaparaasentarunpleitoyzanjarloparasiempre,puedeaspiraracompraresavergüenza?El caballo, recién llegado a ese lugar, solo parecía corroborar y fijar esa
imagen.Atadoaunodeloscobertizos,alto,negroybrillante,conelsolenloscostados.Noeraunabestiadecarga,perotampoco,sinduda,unadeguerra.Untesoroenformadecarne,unregalocargadodeamor,cuyavisiónhizoqueKariolvidasefingirqueeraunhombre.Volvíaaserunniño,queestirólamanocontimidez para aferrar la de su padre en ademán de agradecimiento, de amor.Entonceshablósuhermana.—¡Uncaballorojo,uncaballorojo!Sentíeltactofríodeundiosenelhombro.—Elcaballoesnegro,pequeña.—¿Estástonta?—leespetóGunnar.Laniñabalbució.—Yoloveorojo—dijo,puestodavíanoeralobastantesabiaparamentir.Nodijimosnadaduranteunrato.—Unefectodelaluz—señaléalfin,cuandoviquenadiemásibaaromperel
silencio.—Sí—corroboró Dalla—. Un efecto de la luz.—Pero lo dijo con la voz
huecaynotéquesusojosseenturbiaban.Alomejorsabíaloquesuhijaestabaviendo.Alomejorellatambiénloveía—.¿Yquéhacemosahora?—lepreguntóaGunnar.Estenoapartólavistadelcaballo.—Celebraremos un banquete —dijo—. Por las Noches de Invierno. Para
despedirnosdenuestroamigoyverquiénnotienemiedodeponersedenuestrolado.—Haymuchoquepensar.—Sí.Peroantestenemosquehacerotracosa.Venconmigo,Kiarán.—¿Adóndevamos?En vez de responder, Gunnar se limitó a señalar los salientes de roca que
habíaencima,elterrenoelevadopordondehabíamosllegado.Entoncessupeloqueseproponía.
—¿Pordóndecreesquellegarán?—pregunté,cuandohubimosrecuperadoel
aliento.Gunnarpasólamiradaporelcontornodelterreno,examinándoloconsusojos
deguerreroacostumbradoamilincursiones,enbuscadepuntosdébiles.—Novendránporlascolinas.Quedaríanalavistaalacercarseysuretirada
seríamáslenta.—Llegarán cruzando el arroyo, entonces. El rumor del agua camuflará sus
pisadas,yelterrenobajolosmantendráescondidos.—Tienes buen ojo. Pero disponen de una opciónmejor, con la que además
mantendránlospiessecos.—Extendióunbrazoeimitóelperfildelterrenoconlapalmadelamano—.Serádesdelapartequequedaalestedelrío.Miréhaciaellugarqueindicabayentonceslovi,conlaclaridaddeunavisión
enviadaporlosdioses:elfuturoo,porlomenos,laposibilidaddeunfuturo.Ungrupo de hombres armados, moviéndose en la oscuridad, sin luna en el cielosobresuscabezas.Agazapadosporelterrenoonduladoquehabíaalestedelrío,usandolosdesnivelesparaesconderse.Cadaunoconunamanoenelhombrodelguerrerodedelanteparaseguirelmismocamino,comosifueranunapartidadedepredadores ciegos que cazaran guiándose por el oído y el olfato. Llegaríanatravesando los escasos árboles y caerían sobre la casa desde el sur. Unchispazo, una antorcha que se enciende. Y luego el fuego. Tras el fuego, lamatanza.—Ypuedenretirarsesiguiendoellechodelrío—dije—.Después.—Exacto.—Hizounamuecarápidaconloslabios;estabaorgullosodemí,tal
vez,porhaberaprendidodeél.—¿Cuándovendrán?—Esposible quehaganun reconocimiento dentro de poco, pero todavía no
vendrán a matar. Necesitan tiempo para reunir a los suficientes hombres. Untiempoquenosotros,yo,usaréparareuniramipropiogrupo.—Esposiblequenovengannunca.
—¿Deverdadlocrees?—¿Cuántagentesepondrádetuladoenelpleito?—Nolasuficiente.Norespondíycontemplédenuevoelterrenobajo.Misojosrecayeronunavez
más en aquellos árboles dispersos, que a duras penas podían calificarse dearboleda y, mucho menos, de bosque. Antaño esta tierra estaba poblada porgrandesespesuras,perocasitodashabíandesaparecidoparaentonces,taladasyquemadas,yyanovolveríanacrecer.Aquelpuñadodedelgadosarbolilloseranunafortunaenmaderaparaunislandés.YohabíavistoaGunnarsentadojuntoal fuego, por la noche, escuchando el crujido del viento contra la madera ysonriendo como un hombre rico que contemplase una montaña de oroacumulado.—Lostalaremos—dije—.Paraquenolosocultencuandovengan.—Seráunapenaperderlosárboles.Miesperanzaeraqueaquíllegaraahaber
un bosque algún día, cuando tuviera la barba gris. —Suspiró—. Pero tienesrazón.—Elbosquenohabríavueltoacrecernunca.—¿No?—Nohapasadoconninguno.Unmovimientomellamólaatención.EranKariyelcaballo,alqueelchico
llevabasujetopor labrida,puesaúnnoseatrevíaamontarlo,dandovueltasymásvueltasalacasa.Devezencuandohacíaunapausayacariciabaelhocicodelanimaloseensortijabalosdedosconsucrin,mostrandoeseamorpacientequesolotienenlosniños.Gunnar se rascó labarbaparaocultaruna sonrisa, peroyo sabíaque estaba
allí.—Lehedichoquenollevaraelcaballomásalládelcobertizodelasovejas—
dijo—, pero veo que ha encontrado unamanera de sortearmi orden. Imaginoquesepasarátodoeldíaahífuera.—Puedequemematencomoproscritoyqueestepleitoacabecontigodentro
deunaño,peronopodemoscambiarloqueestáhecho.Y,ahoramismo,tuhijotieneuncaballoysonríe.Gunnarladeólacabeza,perplejo.—Palabrasdepoeta—dije—.Disculpa.—Noteentiendocuandohablasdeestamanera.—Metocóelhombrodurante
uninstante—.Pero,aunasí,megustaescucharte.—Supongoqueteconvienehacerlomientraspuedas.Prontotelibrarásdemí.—¿Cuándopartes?—Enquincedías;puedequeunpocomás,siestoydispuestoacorreralgún
riesgo con las mareas. Pero sería una muerte lamentable, ¿no te parece?Aguardandoenelpuerto,fueradelaley,mientrasesperoaquecambieelviento.—Yomeenfrentaríaaellos,sillegáramosaeso.—¿Lucharíascontralaislaentera?Porqueaesosellegaría.—Lointentaría.Apartélavista,porqueensusojoshabíaalgoquenomegustabamirar.Una
especiedelocuraparalacualnoteníanombre.—Vamos.Tenemosquebajarotravez.Haymuchoquehacer.Teayudaréen
todoloquepueda,peronotenemosmuchotiempo.—No;no lo tenemos.—Desvió lamiradaendirecciónalmar.Loveíamos,
pero no se oía desde aquella distancia. Si tenía algunas sabias palabras quesusurrarnos, no podían alcanzarnos—. Y hay otra cosa que debemos planearantesdequetevayas.—¿Aquéterefieres?Me miró una vez más, con una sonrisa tan repentina y radiante como el
amanecersobreelagua.—Unafiesta,porsupuesto.
12
Aquel año tuvimos una cosecha temprana.Una cosecha demadera, armas y
promesas. Para quienes andan metidos en un pleito, los largos días de plenoveranosonlosmásduros,losmáspeligrosos.Eslatemporadadematarhombresynoofrececuartel.Trabajábamos durante todas las horas que nos daba el día: talamos árboles,
raspamos la corteza de la madera y reunimos piedras para construir unaempalizadaentornoalagranja.LamayoríadelasjornadaslaspasétrabajandocodoconcodoconDalla,que,arremangadayconlosfaldonesrecogidos,eratanfuertecomocualquierhombre.Losniñosayudabanentodoloposible,ytambiénGunnar,peroélteníaotrosasuntosdelosqueocuparse.Viajardeunagranjaaotra, llevando madera, cerveza, carne y plata; ofrecer regalos, prometer unafiesta,pediracambioeljuramentodequeacudiríanensuayudacuandollegaralahora.Yporlanochehacíamospreparativosparaelbanquete.Charlamossobreaquiéninvitaríamos,haciendomemoriaatravésdelosaños
para intentar recordar a todos los hombres que pudieran debernos su amistad.PorqueGunnarteníapocafamiliaenlaisla,yyoninguna.Pensamosenhombresconlosquehubiéramoscomerciadoointercambiadohistoriasenañospasados,en aquellos que me hubieran cobijado en inviernos anteriores y que meparecieran aficionados a combatir.Recopilábamos losnombresdenochey losrepetíamosunayotravezcomounaplegaria,ydedíaGunnaribaaverlosparapedirlesayuda.A veces regresaba con promesas y a veces incluso con compañía, hombres
que acudían a echar un vistazo a la granja y jurar lealtad ante la familia de
Gunnar.Peronohubomuchos:unpardehermanosalosqueGunnarleshabíahechounregalo,unviejopescadoralquelegustabaoírmecantar,elhermanodeDalla, llegado del norte. Y demasiados de aquellos que vinieron lucían unaexpresióndedudatalquenopodíaconfiarenellos.Comíansucarneybebíansucerveza,prometíanvolverparaelbanqueteysejactabandelasganasqueteníandequeempezaraelcombate,peroyosoypoetayreconozcoaunmalactornadamásverlo.Unavez,mientrascharlábamossobreaquiénmáspodíamosinvitaranuestro
banquetedelacosecha,meatrevíapronunciarunnombremásconocido.—TienesqueinvitaraOlaf—dije.—¿ElPavoReal?Novendrá.Noquieresabernadamásdenosotros.—Perotienesqueinvitarle.Esunhombreorgulloso.Nolonecesitasatulado,
peronodebeponerseentucontra.Invítaleydejaquedigaqueno.Reflexionósobreesoduranteunratoysefrotólosnudillosdeunamanocon
lapalmasuciadelaotra.—Nohaymuchagentequevayaaponersedenuestrolado,¿verdad?—No.Yelloscuentanconsujefe,Hallstein.—El padre de Vigdis.—Negó con la cabeza—. Qué ascome da. Suplicar
favoresaprimosycobardes.Yal final se tratadeeso,¿no?Ellos tienenaunamigopoderosoyyono.Bjorn,Snorri,ningunodeellospodríaplantarmecaraenelholmgang.—Peronopuedes lucharcontra todos.—Hiceunapausa,antesdeañadir—:
YoiréaveraOlaf.Puedequemefavorezcaunpocomásamíqueati.—Lodudo.—CaptéelblancodelosdientesdeGunnaralaluzdelfuego—.
Perocreoquehayalguienmásaquiendeseasver.—Porsupuesto.Aloíreso,Dallapreguntó:—¿Dequiénhabláis?—Unamujer—respondióGunnar—.UnacriadadeOlaf.—¿Una amante? —dijo ella, con tono escrupulosamente neutro—. ¿Irás
mañana?—Sí.—Noséquéregalostenemos…—No ofreceremos nada —la atajé yo—. No hay nada que pudiéramos
entregaraOlafsininsultarle.—Muybien.Dallasepusoenpie,sesacudióelpolvodelvestidoyfueacuidardelfuego.
Cuandoestuvoen laotrapuntade lacasa,con losniñosa su lado,Gunnar seinclinóhaciadelanteymesusurró:—Tencuidadoduranteelviaje.—¿Tehanestadovigilando?—Nopuedoestarseguro,perocreoquesí.—¿Cuántos?—Solounoodosencadaocasión.Ypodríansergranjerosdeotrovalle,pero
nomeloparecen.—¿Creesquepretendenatacarnosesteverano?—No, de momento solo quieren vigilarnos. Pero si se les presenta la
oportunidad…Levantéunamanoparaacallarlo.—Entoncesnolesdaréesaoportunidad.
Viajé todo el tiempo por terrenos elevados, siguiendo las crestas ymanteniéndomealejadodelosestrechosdesfiladerosdeabajo.Siunoloconocebien, el nuestro no es un país propicio para ladrones y asesinos, aparte dellaberintodevallesquehaymásalnorte.A la luzdeldía,desde loaltode lascolinas, podía avistar a cualquier grupo de hombres mucho antes de tenerlosencima.Lástimaqueelsolsepusiera,puescuandollegalaoscuridad,fantasmasyasesinospuedencaminarasusanchasporigual.No tardé en tener delante la gran casa, el humo dulce de sus fuegos para
cocinar, los criados que trabajaban en sus campos, las rollizas ovejas quedeambulaban satisfechas. La clase de hogar con el que soñaban todos los quellegaban a Islandia, el que se les había prometido y que aun así muy pocosllegaríanatenernunca.Metoméunmomentoparamedirlaalturadelsolenelcieloyeltiempodel
que disponía antes de que la oscuridad homicida cayera sobre la tierra.Suficiente. Cogí aire, puse unamano sobre el hacha que llevaba al costado yentré.Merecibióelsilencio.Misojos tardaronenacostumbrarsea laoscuridady,
entretanto,nosepronuncióniunasolapalabra.Esperé,ciegoymudo.Cuandoalfinfuicapazdever,todosloshombresteníanlamiradapuestaenmí.Habíaquienesmeobservabancomosiyafueraunproscrito,conexpresiones
ansiosas,asesinas.Nodebíandellevarlacuentadelosdíasynosabíanqueaúnmequedabaunpocodetiempo.Viqueunhombrellevabalamanoasuarmaysemediolevantaba,peroentoncesechóunvistazoasuscompañerosinmóvilesycayóenlacuentadesuerror.Todavíanoeraunfueradelaley.Habíaotrosquememirabanconunaespeciedepiedad,lamismaqueusarían
con un moribundo. Otros expresaban pura curiosidad y alegría por elentretenimiento que podría ofrecerles, porque es entretenido presenciar lospleitoscuandounonoestáinvolucrado.Perosolounapersonameobservabaconodio.Unamiradademujer,puesVigdisestabasentadaalamesajuntoaOlaf,conlapanzamuyhinchadaporelembarazo.Se puso de pie y, mientras yo la miraba, un par de hombres a los que no
conocía se levantaronconella.Parientesdeella,odeBjorn, talvez.Pasópordelantedemí,conlacabezaalta.Yelsilencioseprolongótrassupartida,hastaqueOlaflointerrumpió.—¿Qué es esto? —les dijo a sus hombres—. ¿Sois unas bestias mudas?
¡Hablad! ¡Cantad!Ysaludadanuestro invitado.—Seadelantóymeagarróelbrazo—.Puesaquítodoelmundoesbienvenido—añadió,mientrasloshombresquenosrodeabanempezabanahablarotravez.
—Gracias,Olaf.—¿Tequedasacomer?—Tengoquevolverantesdequeoscurezca.—Por supuesto —dijo mientras me acompañaba a un asiento—. Entonces
¿quétetraeaverme?—Gunnar organiza un banquete dentro de una semana, para celebrar la
llegadadelacosecha.Teinvitaaacompañarle.Olafnodijonadaduranteunrato.Tamborileóconlosdedossobrelamesa.—Os agradezco la cortesía —dijo—, pero no abusaré de la paciencia de
Gunnar.Elhombrenometieneenmuchaestima.—¿Quéimportasuestima?Leharíasungranhonorsiasistieras.—Nomepreocupasuhonor.—Pero¿eldeVigdissí?Memirósinperderlacomposturaynorespondió.—¿Tepondrásdelladodeellos,Olaf?—Nomepondrédesulado.Nidelvuestro.Noapoyoanadieenestepleito
miserable.—Entonces¿quéhaceellaaquí?—Asuntosdenegocios.Quierevendermesugranja.—¿Yquélehasdicho?—¿Atiquéteimporta?—Deseosaberlomismoqueella.—Noesdetuincumbencia.Vuestropleitoesconloshermanos,noconella.—Noeresningúntonto,Olaf.Nohablescomosilofueras.Unguerrerocercanosepusoenpieconunamanosobreelarma,peroOlafle
indicóconungestoquesesentase.—Siéntate —le dijo—, y no prestes tanta atención a las conversaciones
ajenas.—Sevolviódenuevohaciamí—.Tienesrazón.Perodebesolvidarla;nopodéishacernadacontraVigdis.—Yellalosabe,¿verdad?Esoesloquelavuelvetanpeligrosa.
Olafasintió.—Mihermana,Hallgerd…hadescubiertolomismo.Dosmaridosmuertosy
nohayhombrequevayaalevantarunamanocontraella.Conunamujerasísolopuedehacerseunacosa.—¿Qué?—Nodejarleningúnarmaquepuedausarcontrati.Mataratodosloshombres
de su vida—respondió, sin andarse por las ramas, y luego dio un sorbo a suhidromiel.Yo también bebí, y no hablamos durante un rato. No sé en qué estaría
pensandoOlaf.—¿Esebanqueteserátudespedida?—preguntó,alcabodeunrato.—Enefecto.—Tendrías que haber empezado por ahí.Me tientamás honrarte a ti que a
Gunnar.—Peroaunasínoasistirás.—No.Ycreoquenoesconmigoconquienhasvenidoahablarenrealidad.Supequeellaestabaallí,peronolabusquédeinmediato.Queríasaborearla
sensacióndesumirada.CuandomevolvíhaciaSigrid,memiróa losojos sindisimulo,echóunvistazoaOlafdereojoyvolvióasutrabajo.Cuandodevolvímiatenciónaljefe,ensucaraapreciéunatristezacansada.—¿La dejarás libre? —dijo—. Es una mujer hermosa. Hay muchos que
podríanquerercasarseconella.—¿Hombresmejores?—Hombresmásricos.Hombresquenoseanproscritos.—Esadecisiónnoestáenmimano.—Podrías dejarla libre si quisieras. Alejarla de ti. Algunos lo llamarían
piedad.—Volveréaporella.Seremospobres,yfelices.Noesperoqueloentiendas.—Novolverás.—¿Otradetusprofecías?
—Nohacefaltateneresedonparaadivinarlo.—Volveré.Mecasaréconella.Jurolasdoscosas.—Creoqueconel tiempo lamentarás ese juramento.Perocomoquieras.—
Mediounapalmadaenlamano—.Ahoravete.Ojalálascosashubieranseguidootroderrotero.Melevanté,peronopartídeinmediato.Permanecíunratomásenelsalóndel
gran jefe,pensandoquepodíaser laúltimavezqueestabaenunsitioasí.Porprimera vez desde dondeme alcanzaba lamemoria, deseé haber sido un jefecomoOlaf.No era por las montañas de comida que se apilaban sobre las mesas, las
prendasescarlatasdeOlaf,lastierrasdecultivoqueseextendíanfueraolagranreservadeoroyplataqueteníaabuenrecaudoenarconesdemadera.Tampocoeraporlafamaoelprestigio.Eraporloshombresquesecongregabanallí;losguerrerosqueleapoyaríanencualquierpleito.SiaGunnaryamínoshubiesenjuradolealtadaunquefueranlamitaddeesos
guerreros, no habríamos tenido nada que temer. Cuando se ve a un hombreluciendo anillos de oro y ropa escarlata, ¿qué importa eso,mientras uno andecaliente?¿Porquéenvidiaralgranjeroquetienetrescientascabezasdeganadosiunotienecomidasuficiente,oaquienesdueñodemediovallesiunotienesupropiagranjita?Peroal fin entendí, demasiado tarde,porquécualquiera ansíariquezaypoder.Puesenelpleito,losontodo.
CuandoSigridsaliódelacasa,llevabauncuboenlasmanos;unameraexcusa,sinduda,puesnadamáscruzarelumbrallotiróalsuelo.—Nohacefaltafingir—leexpliqué—.Olaflosabeynoseinterpondráentre
nosotros.—Oh,esoloséperfectamente.Medispuseahablar,perodescubríquenopodía.Ellaladeólacabezaydijo:
—¿Quéesloquevescuandomemiras?—Tusojos.Nomehabía fijadoantes.—Pueshabíauncírculoverdedentro
del azul de sus iris en el que no había reparado previamente. Era demasiadotenue para haberlo apreciado en la penumbra del interior, mientras que ennuestrosencuentrosdiurnosnomehabíaatrevidoamirarlostandecerca,porquenoparecíacorrecto.Sinembargo,dadoqueíbamosacasarnos,yapodíamirarlacomodeseara.—Dicenquetengountoquedehada—explicó.—Melocreo.—Notendríasquehabervenido—dijo—.Seenfadacuandoteve.Osepone
triste,nosébiencuáldelasdoscosas.—MedaigualloquepienseosientaOlaf.Hevenidoaverteati.—¿Porqué?—Tengomiedo.—¿Miedodequé?—Dequecambiesdeopinión.Serio.—Notienesnadaquetemer.¿Túcumplirástupromesa?—Cumplirémipromesa;volveré.—Entonces no tienes nada que temer.—Debió de apreciar una sombra de
dudaomiedoenmirostro,porquemededicóunasonrisatolerante—.Soyunamujerdepalabra—añadió—.Nolodudes.—¿Meesperarás?—Sí.Esperaré.Ysepusodepuntillasymepasólosbrazosporelcuello.Teníafuerza,como
sifueseunaguerrera,ymeparólarespiraciónconunbesopacientetrasotro.Sabíaquenohabíaotracomoella.Silaperdía,noencontraríaotramujerque
ocuparasulugar.Esaeslaclasedepensamientosquelosjóvenesexpresanylosviejoscritican.
Pero yo mismo, en el momento de contar esta historia, soy ya un anciano y
puedodecirquesonlosviejosquienesseengañan.Sehanforzadoaolvidarloque es el amor, han encontrado una manera de mentirse a sí mismos yconformarse con cualquier matrimonio de conveniencia o una lujuria que notardaenperderfuelle.Peroyonopiensomentirme.Ytampocotementiréati.Existeelamoryson
pocosquieneslopruebandeverdad.Sederramaunavezyluegosepierdeparasiempre.
13
Habíavistootrospleitosantesdeaquel:asuntosdepocamonta,disputaspor
ganado,unapeleadecaballosounaapuesta.Peronuncahabíaestadoenplenocorazón de uno. En alguna ocasión había apoyado a un hombre al que dabancaza,peronuncahabíaconocidoquéeraserunapresa.Descubríesasensaciónen aquelmomento, cuandovolvía de casadeOlaf, con el sabor deunamujertodavíaenloslabios.Al desandar mis pasos por el camino elevado, distinguí el rastro de otro
hombre.Unaramadobladamásalládeloquejustificabalafuerzadelviento,elagujeropocoprofundoenellechodelarroyoqueindicabaqueunabotaacababadepisarlo.Alprincipio,tratédeconvencermedequealgúnanimalperdidohabíaalterado
el terreno, de que eran imaginaciones mías o de que un espíritu errante delPueblo Oculto me estaba jugando unamala pasada. Hubiese preferido que elresponsablefueraunduende,ynounhombre,puestemíaalacarneyelhierromásquealamagia.Perosabíaquenoeracierto.Loshombresylosanimalesseparecenporlomenosenunacosa:losdossabencuándolosestáncazando.No tardé mucho en avistar a los hombres que me seguían. Unas sombras
móviles en las colinas circundantesque sequedabanquietas encuantomirabahaciaellas.Ademáslesoía,porqueelvientometraíalossusurrosylasvocesdeunoshombresquenosabíanquealguienpodíacaptarsuvoz.Miréalsolyviquemequedabamenostiempodeloquepensaba.Aunasí,no
podía apresurarme ni ser temerario. Nunca he prestado tanta atención a cadapaso que daba, pues hubiera hecho falta muy poco para dejarme cojo. Una
rodillatorcidaporunresbalónenuntramodebarroytierra,untobillorotoporun traspié con una roca suelta. Me verían caer, y tendría que esperar a quellegasen hasta mí como un animal atrapado en un foso que oye las pisadasrotundasdelgranjeroquevieneaacabarconél.Devezencuandomedeteníaymirabadenuevohaciaatrás,endireccióna
aquellas sombras en la lejanía, pero enningúnmomento se acercaronmás.Sequedabaninmóvilesencuantolasmiraba.Talveznofueranconscientesdemibuenavistaypensasenque surgiría algunaoportunidadde sorprenderme,perocreoquelaclaveesquenoteníanningunaprisa.Yoseríaunproscritoalcabodeunas pocas semanas, y podrían cazarme a sus anchas sin temor a lasconsecuencias.Demomentoseconformabanconobservar.
Gunnar debía de andar ocupado con una u otra tarea —cuidar del rebaño,construirmuros, afilar armas, con sus hijos a su lado y el sol a la espalda—,porquenoestabadentrodelacasa.Mealegrédenoencontrarloallíydequenomepreguntasequéhabíavisto.SoloestabaDalla,quecuidabadelalumbre.Siconfiabaenguardarmis secretosparamí solo,aquella fueunaesperanza
vanaalaqueprontotuvequerenunciar.Debíadetraerlahistoriaescritaenlacaraporque,almirarme,lasonrisadeDallaasomóporuninstanteyseesfumó.Meindicóquemesentaraconun leveademánde lasmanosycompartimoselsilencioduranteunrato.—EntoncesGunnarteníarazón—dijo—.Estánahífuera,observando.—Sí.—¿Hanintentadoatraparte?—No. Solo vigilaban.—Meobservé lasmanos—.YVigdis estaba allí. En
casadeOlaf.—Yaveo.¿Conquémotivo?—Éldicequequierevenderlelagranja.
—¿Túlecrees?—Lecreo.Aunasí,esmalaseñal.Dallavolviólacabezadespacio,contemplósucasa,descansólapalmadela
manoenlaparedyseapoyólevementeenella.—Siempresupequemoriríaenestelugar—dijo—,perocreíaquetendríamás
tiempo.—Nollegaremosaeso.—Tal vez.—Sepuso a hacer cosas por la casaypormi parteme serví un
cuernodeaguaymelavéelpolvodelasmanosylacara.Fuiconcuidadodenofrotarmeloslabios,paranoperderningúnvestigiodelbesoqueSigridmehabíadado. Me pregunté cuántos años de exilio duraría ese recuerdo, ese sabor.Cuántopasaríaantesdequeloolvidara.—¿Meharásunfavor,Kiarán?Suspalabrasmesobresaltaronunpoco.—Loquequieras.—¿PuedesllevarmeaveraVigdismañana?No respondí durante un rato.Lamiré fijamente, esperando a que retirase la
petición,aquedijeraquesehabíaequivocadodenombre.Peroellamesostuvolamiradaynopronuncióunasolapalabra.Teníamáscorajequeyo.—Gunnarnoestaríadeacuerdo—señalé.—Gunnar no lo sabrá. —Se inclinó hacia delante y añadió—: Sé que no
quieresocultarlenada,perohayunaposibilidaddequeyopuedaponerlefinaestepleito.—¿Cómo?—Las palabras de una mujer pueden importar más que las de un hombre.
¿Acasonolohademostradoestepleitohastaahora?Ellaeselmeollodelasunto,¿ono?—Sí.—Vosotrosnopodéismatarla.Yopuedohablarconella.—Noservirádenada.
—Esposible.PeropiensaenOlaf.¿Noteníasque invitarle,aunquesupierasquelorechazaría?Eslomismo.Abrí la boca para decir algo más, para encontrar un nuevo argumento que
rebatiesesusugerencia,peronosemeocurriónada,puesnohabíamásobjeciónqueuna:medabamiedovolveraaquellugar.MedabamiedoVigdis.—Loharé—dije—.¿Cuándovamos?—Mañana. Después demediodía. Gunnar y los niños estarán fuera, con el
rebaño.Tendremostiempodesobra.Volvió el silencio, y escuchamos juntos el crepitar de la madera, el viento
contralasparedes,elburbujeodelguisoenelpuchero.Esperamosjuntos,ymepermitíalbergarunatisbodeesperanza.
La niebla llegó delmar como un ejército invasor que avanzara implacable enformacióncerrada,cubriendoel terrenoentodaslasdirecciones.Yasí,cuandoDalla y yo emprendimos lamarcha, no teníamos puntos de referencia con losqueorientarnos.Viajamosconfiadosanuestroinstinto,lasuerteymisrecuerdosdelcamino.—Unmalpresagio—ledijenadamáspartir.—Quizá—replicóella,aunquenoparecíamuypreocupadaporlaniebla—.O
proteccióncontraquienesquierancazarnos.Sentíelescalofríoquepodríanotarcualquierhombreanteunposibleactode
brujería.—¿Estoesobratuya?Seriodemí.—No.Noposeoelarte.—NomesorprenderíaqueVigdislotuviera,contodoslosproblemasqueha
causado.—No. Si lo tuviese no necesitaría hombres que cumplieran su voluntad,
¿verdad? Bastarían sus maldiciones. —La sonrisa desapareció de su cara—.Vamos.Tenemosquedarnosprisa.El batir del viento y el repiqueteo de la lluvia fueron los sonidos que nos
acompañaronennuestroviaje.Cuandoemprendimoslamarcha,teníamisdudassobresiencontraríaelcamino;talvezesperabanosercapaz.Quizáesperabaquenosperdiéramosconlanieblahastaquellegaraelmomentodevolveracasa.PeroaunquenohabíaidohastaallídesdelanocheenquematamosaErik,el
caminoparecíagrabadoenmicabezaconclaridad,comosihubiéramosdejadoun rastro tras nosotros que solo yo podía distinguir. Recordaba la pequeñapirámide de piedras queGunnar y yo nos habíamos encontrado a la luz de laluna,mientrasreíamosycantábamosjuntosalprincipiodelviaje.Recordabalaonduladaladeraenlaquehabíamosesperadoaquelasnubesescamparanparaque la luna volviera a iluminar nuestros pasos. Y recordaba el pequeño lagomontañoso de aguas calmadas en el que nos habíamos lavado las manos desangre y de tierra después del combate. Al cabo de poco, distinguimos unasombra en la niebla ante nosotros, una forma negra y amenazante, como unaballenaquenadasebajolasolas.—¿Esaquí?—preguntóDalla.—Sí—respondí. Vi palpitar la sangre bajo la piel de su cuello, vi que su
blanca tez palidecía hasta adquirir el color del hueso—. Todavía estamos atiempodevolver,silodeseas.—Tengo miedo —reconoció ella con voz queda—, pero no. No podemos
volver. Digamos lo que digamos, promete que no hablarás. Gunnar y tú yahabéishechobastante.Ahoratenéisquedejarquelointenteyo.—Comodesees.Una granja en paz presenta un desorden acogedor: cubos y herramientas
desperdigadosporelcampo,animalesquedeambulanasusanchas,puertasquesedejanabiertasonosecierranconpasador.Cuandohayunpleito,nadasedejaal azar.Seatan los animales, seguardan lasherramientas, lasvallasno tienenhuecosyloscaballosenelcamponoseconocenentresí,resoplanysemueven
en círculos uno alrededor de otro como hombres enzarzados en una pelea apuñetazos.Allítambién,atravésdelaniebla,entrevíaunhombrequemontabaguardiaalapuertadelacasa,aburridoeinquieto.Quiso el azar, o el destino, que fuese un hombre al que había visto de
centinela para Olaf, Ketil Haakonsson. Durante un momento parecióconfundirme con otra persona y empezó a esbozar una sonrisa de bienvenida,dominadoaúnporloshábitosdelostiemposdepaz.Luegomereconoció.Levantélasmanosydije:—Espera.Venimosahablar,noacombatir.—Podríaseruntruco—replicó,mientrasdesenganchabaamediaselhachade
su cinto y se pasaba la lengua por unos labios que de pronto habían quedadosecosdemiedo.«Lashistoriasque lehabráncontadodemí»,pensé.Queeraunasesinoque
atacaba de noche; un vagabundo sin tierra que llevaba la sangre y el caosdondequieraquefuese;elhombrequesosteníaelescudodeGunnarelEjecutor.Unaespeciedemonstruoqueahoraélteníacaraacara.EntonceshablóDalla:—Novendríaconunamujerasulado,¿osí?Sesobresaltóylamirócomosilavieraporprimeravez.—¿Quiéneres?—preguntó.—DallaEgilsdottir.LaesposadeGunnar.YvengoahablarconVigdis.—Muy bien —dijo él—. Ahora le pregunto. —Sus ojos bailaron hasta la
espadaqueyollevabasobrelacadera—.¿Accederásadejartuarmaaquífuerasidicequesí?—Notengonadaencontradeti,amigo,peronopiensoentrarenesacasasin
un arma. Estoy seguro de que ahí dentro soismuchos hombres. Si pretendéisasesinarme,nooslopuedoimpedir,peromoriréconunaespadaenlamano.Yhabrásangreensuhoja,antesdelfinal.El centinela se estremeció un poco, y no pude evitar compadecerlo. No
pintabanadaenaquelpleito.Esperabanotenerquelucharnuncacontraél.
—Pero escucha—añadí—: te juro pormi honor que no seré el primero endesenvainarelacero,sillegaelmomento.Hemosvenidoahablar,noamorir.Tragósaliva,asintióyentró.Esperamos.—Tedoylasgracias,Kiarán—dijoDalla.—¿Porqué?—Ahoracomprendoelriesgoquehascorridoviniendoaquí.Lapuertaseabrióunavezmásyeljovenguerreroreaparecióantenosotros.
Parecíamás asustadoque antes. Intentó hablar peronopudo, demodoque selimitóaindicarnosporseñasqueentráramos.
Me tapé un ojo con una mano antes de entrar, para darle la oportunidad deacostumbrarsealaoscuridad.Coneseojocontéaloshombresdedentroytoménotadel lugarqueocupaban.Cinco,yaningunoloconocíabien,peroentodocaso eso hizo que recelara más que antes. Si hubieran sido diez, se habríanconfiado gracias a su superioridad numérica, pues no habrían tenido nada quetemerdemí.Cincoerandemasiadosparacombatircontraellos,perodemasiadopocosparaconfiarse.Vigdis estaba sentada en la silla alta,monarca de su pequeño reino, conun
heredero bien visible en el vientre.Nosmantuvo esperando un rato con regiodesdén, mientras los hombres nos observaban temerosos, perdidos en aquelsilencio.TalvezVigdispensaraqueacabaríamosrecurriendoalaviolenciaporfaltade
otracosaquehacer;dehaberestadoyosolo,quizáhubieraestadoenlocierto,puesloshombrestemenelsilencio.PeroDallanoteníanadaqueenvidiarleencuantoapaciencia.Semantuvodepie,conelpesobienequilibradoentreambaspiernas y lasmanos unidas por delante del cuerpo, y esperó a que hablase suanfitriona.—Dalla—dijoestaporfin—.¿OtellamanlaChata?¿Porquéhasvenidoa
insultarme?
—Nohevenidoainsultarte.—Vienesconunasesinoatucostado.—Élconocíaelcamino.Habríavenidosola.—Tumaridoconoceelcamino.¿Porquénolohastraídoaél?—Creoqueesmejorquenoestéaquí.¿Túno?—Supongoqueescierto.Muybien,teconcedomihospitalidad.Elfuegobajonossiseó;notéenmis labioselaguamiel fuerteycaliente.Oí
que los hombres semovían detrás demí yme resistí al impulso de darme lavueltaparaverquéhacían.Unomerozó laespalda,con laesperanzaquizádeque hiciera alguna estupidez que justificara mi muerte.Mantuve la mirada alfrente,puestaenVigdis,yobservéquesusmanosinquietasvolvíanunayotravezasubarriga.—¿Nuncahabíasestadoembarazada?—preguntóDalla.—Seráelprimero—respondióVigdis.—Esalgomaravilloso.—Eslomásgrandioso.¿Noestásdeacuerdo?—No.Hayotrascosasquemehacenmásfeliz.Peromishijossonunaalegría.—¿Quépuedesermejorqueunhijo?Dallasemordióellabioymiróhacialamesa.—¿Porquéhasvenido?—preguntóVigdis.—Vengoabuscarlapazentrenuestrasfamilias.—Se ha derramado sangre dos veces en nuestro bando. Erik y Haakon. Y
vosotros no habéis sufrido nada.—Me señaló—.Este hijo de esclavo será unproscritodurantetresaños;¿aesolollamasjusticia?—Lo llama justicia laLey.—Dallabebióydejóelvasoen lamesaconun
movimiento parsimonioso—. Pero no, yo no estoy de acuerdo en llamarlojusticia.—Entonces¿quépuedesofrecerme?Dallamemiró,perosoloporuninstante.Entonceslocomprendí.Pretendía entregarme a ellos. Por eso me había llevado hasta allí. Me
entregaría para salvar a su familia. Dejé que mi mano fuera descendiendo,despacio,muydespacio,haciaelarmaquellevabaalcostado.Mataríaauno,porlomenos,cuandoplantearasuoferta.—Unavezmepedistealgo—señalóDalla—.O,mejordicho, amimarido.
Queríasquemerepudiaseysecasaracontigo.Vigdisladeólacabeza.—Sí—dijo—.Lorecuerdo.Dalla vaciló durante unmomento. Incapaz de sostener lamirada de la otra,
bajólavistaalsuelo.—Sisiguesqueriendoeso,puedesquedártelo.Tampocopodíamirarmeamí,perodebiódenotarquememovíaporque,sin
mirar, levantó una mano, con la palma vuelta hacia mí, para indicarme queesperase.Vigdissequedóinmóvilporcompleto,comosiestuvieratalladaenpiedra.—¿Haríaseso?—preguntó.—Siasíseacabaraelpleito,sí.—¿Gunnarloaceptaría?Dallaalzólacabezaunavezmásyhablóconorgulloenlavoz.—Siyoselopidiera,sí.Vigdisguardósilencioduranteunbuenrato,reflexionandosobreloquehabía
oído. El rumor grave de la charla de los otros hombres había cesado porcompleto; guerreros y criados por igual, solo tenían oídos y ojos para nuestraconversación, que presenciaban con rostro de incomprensión, porquedirectamentepodríamoshaberestadohablandootroidioma:aquelextrañodueloverbalentremujeresnoeraalgoquepudiesenentender.—Esemomentohapasado—dijoVigdis—.Esoyanoesloquedeseo.—Entonces¿quéesloquequieresdemí?—Quieroquemueras.Dallanorespondiónada;nomovióniunmúsculo,nisiquieraparpadeó.Eso,
al principio. Pero luego bajó un poco la cabeza y alzó un tanto los hombros,
comosilehubierancolgadodelcuellounpesodehierro.Aunasí,nocambiódeexpresión,nisiquieraalplantearsusencillapregunta:—¿Porqué?—Él dijo quemataría ami hijo, si pudiera. ¿Qué perdón puede haber para
eso?—Unhombrepuededecirmuchascosascuandolehiervelasangre.—No,élhablabaenserio.Selovienlosojos.Nohabráacuerdo,nitrueque
desangreporplata.Solosangreporsangre.—Podríasterminarestocuandoquisieras.—Podría,peronoquiero.He visto a hombres a punto de morir en una batalla. Llenos de heridas y
cortes,conelescudorotoyningúnaliadoquelesayudara.Siempredanunpasoalfrenteylanzanunúltimoataque.Aunquesepanquenoservirádenada,puesnolesquedaotrasalida.Muchoslohacensonriendo,pensandoenlagloriaquelesesperaenelotromundo.Otrossevanconunaseriedadestudiada,centradossoloenesemomento, eseúltimomomento, sinpensarennadamás.Yasí fuecomoDallalevantólacabezaydijo:—Tu primer marido, Hrapp. Debió de ser tan malvado como dicen para
insuflartetantoodio.—No—dijoVigdis—.Creoquefuiyoquienlovolvióasí.
Nohablamosdurante un rato, despuésde salir de la casa.Caminamosdeprisahastallegaraunterrenoelevadodondefueramásdifícilpillarnosporsorpresa.Antes no seme habría pasado por la cabeza que nos atacasen, que estuvierandispuestosadeshonrarseasesinandoaunamujer.TrasoírhablaraVigdis,yanosabíaloquecreía.Apretamos el paso, con los pulmones ardiendo y las piernas pesadas, hasta
que llegamos al lago.Allí descansamos, bebimos y empapamos de agua unostraposqueluegonospasamosporlapiel.
Había motivos de sobra para apresurarse y ninguno para esperar. Aun así,cuandohubimosacabado,descubríquenoteníaganasdepartir.AlparecerDallasentíalomismo,porquenonospusimosenmarcha.Esperéaquehablaseella.Penséenelinviernoanterior,entodaslasnochesque,desveladoenmicama,
habíaescuchadoaGunnaryDalla,leshabíaescuchadohaciendoelamor.Porque no existe intimidad en un lugar así, más allá de la que ofrece la
oscuridad.Enunhogarcomoese,sobretodoeninvierno,nohaynadaqueunonosepasobreelotro.Habrá a quien le fascine escuchar las prácticas de unmarido y sumujer, u
hombressolitariosquetalvezalimentensuscelosysurencorcomoquienafilaunalanza.Paramí,nosignificabanada.Pero recuerdo una vez en la que deseé mirarles, como esos héroes de las
historias antiguas que anhelan contemplar lo que está prohibido, y no puedenevitarecharunvistazo.Yrecuerdoqueviqueellamedevolvíalamirada.Soloel blanco de sus ojos, como un brillo de plata en la noche.E intercambiamosalgotácito,aunquenosabríadecirelqué.—Notehabráresultadofácilllevarmeallí—dijoDalla.—¿Aquéterefieres?—¿Nolohassentido?—Noloentiendo.—No fue un fantasma lo quemataste aquella noche—explicó—, pero esa
casaestállenadeellos.¿Deverdadquenolohassentido?—No.—Pensaba que un poeta lo vería inclusomejor que yo.Da lomismo.A lo
mejorhacefaltasermujerparanotarlo.—¿Notarelqué?Negóconlacabeza.—Noquieropensarenloquehasucedidoeneselugar.Loquesehadicho,y
hecho,allí.Esunsitioplagadodehorrores.—Uniólasmanos,comosifuesearezar—.¿Quévamosahacerahora?—preguntó.
Norespondídeinmediato.Luegodije:—Pensabaque tedisponíasaentregarmeaellos.Quepretendíascomprar la
vidadeGunnarconlamía.—Lohabríahechosicreyesequeserviríadealgo.¿Esotesorprende?—No.Noteculparíaporello.LosdosharíamoscualquiercosaporGunnar.Asintió.—Sí.Tenemosesoencomún.—Pasóunamanoporlasaguasdellagoyvio
cómoseextendíanlasondas—.¿Puedocontartealgo?—Porsupuesto.—Conocí a Gunnar cuando acababa de llegar a esta tierra —dijo—. Un
vikingo que traía una pequeña provisión de oro y plata y buscaba un hogar.Llegó al salóndemi padre, pues deseaba el favor de unhombre rico.Viominariz rotaypreguntóquiénhabía sido,parapodervengar laafrenta.Mipadrerespondióquemelahabíarotoél,yGunnarledijoqueobiensecasaríaconsuhija,obienlomataríaaélenelholmgang.Yasífuecomonoscasamos.—Nuncamehacontadoesahistoria.—Más tarde, me explicó que no había sido mi nariz rota lo que le había
llevadoaelegirme,sinolasheridasdemismanos.Levantólasmanosconeldorsohaciaarribayvielcírculorojizodepielque
rodeabacadanudillo.Cicatricesdealguienquepeleaconlospuños,talycomoelqueluchaconelcuchilloestáseñaladoconviejasheridasenelantebrazo,elarqueroexpertotieneunbrazounpocomáscortoqueelotroyelguerreroluceabundantes callos en una mano. Pues cada arma deja su marca en quien lablande.—Lavezquemipadremerompiólanariz,luchécontraél—prosiguióDalla
—.Yno se atrevió a pegarme otra vez. Sabía que encontraría unamanera dematarlo.—Gunnarytúhacéisbuenapareja.—Esverdad.PerolehabríaentregadoaGunnaraesamujerparasalvarlo.Y
parasalvaranuestroshijos.—Hundiólacaramarcadaenlasmanosmarcadas,peronolloró.—Debistedeamarledesdeelprincipio—dije.—No.—Negóconlacabeza—.Queríasalirdecasademipadre.Mehabría
casado con cualquier hombre dispuesto a aceptar a una chica chata. Tardémuchosañosenquererle.Fueunartequemeenseñéamímisma.—Cogióunasbriznasdehierbaqueteníacerca—.Cuéntamecómoloconocistetú.—FueenelsalóndeOlaf,hacedosinviernos.Gunnarfueavisitarasujefe.
Le llevaba un escaso puñadode regalos que entregó a regañadientes y apenasdijo una palabra a ninguno de los presentes. Lo tomé por un arrogantealborotadorcualquiera.Unmatónarmadoconunabellaespada.Aunasí,cuandocanté,levisonreír.Sesentóenelsueloynoabriólabocahastaestarsegurodequehabíaterminado.—¿Ycreístequeélerarealmenteasí?—Por supuesto.Si las canciones tienen algodemágico, es eso.Cuando les
canto,veoquiénessonloshombresenrealidad.Tambiénlasmujeres.—Recuerdo el día en que volvió del salón de Olaf y me habló de ti. Aún
sonreía y tenía los ojos iluminados.Cualquiera diría que eras unamujer de laquesehabíaenamorado.—Vaciló—.Ojalánotehubieraconocido.Todopodríahabersidomuydiferente.—Creoquemeodias.—Noteodio.Veoquellevascontigomimuerte.Cuestanoodiaraunhombre
así.Perolointento.Nosemeocurríanadaquereplicaraeso.Ellalonotóysonrió.—Unpoetaenmudecido.Porlomenoshevividoparavereso.—Sepusoen
pie—.Venga,volvamos.Gunnar regresarápronto,ynodeseo responder a suspreguntas.—Hizounapausay luegoañadió—:Quieroolvidarquealgunavezhehabladoconesamujer.—Lucharemos.—Meprepararéparaluchar.Túdebesestarlistoparahuir.
Entonces sonrió, con ese mismo rictus terrible y desesperanzado con losdientesalavistaquelehabíavistoesbozaraGunnarenelAlthing.Unasonrisadeguerrero.¿Lahabíaaprendidodeél,oéldeella?—Pero antes —dijo— celebraremos nuestro banquete. Eso no nos lo
arrebatarán.
Estamosenlomásnegrodelanoche,¿verdad?Hoynohaylunaylasnubesformanunamallaprietacomolasanillasdeuna
cota.Elairenegronosrodea.Deberíamosestardurmiendohacerato,peromequedamuchoporcontar.Estanochenohabrásueñoparaningunodelosdos.Envezdeesotendremosquesoñardespiertos.Y así ahora, en esta oscuridad, cuando podemos ver tan poco de nuestro
propiopaís,dejaquetehabladeotrastierras.PuestúnuncahassalidodeIslandia,¿verdad?Nohasconocidootrolugar.
Medicesquenoquieresdejarlonunca.Peroeresjoven,yllegaráelmomentoenquetecansesdeestaisla,enquesueñesconotrolugarquepuedaofrecerteunhogarmejor.Unlugardondepuedasrenacer.QuizáviajesaNoruegaoDinamarca,losantiguosreinosdetusantepasados.
Verásgrandesciudadesyconoceráselaspectoquetieneelverdaderopoderenestemundo.Alguiencomotúllamaríalaatencióndelreyyséqueallírecibiríasun buen trato. Oro, mujeres, guerra… todo cuanto los hombres desean seríatuyo.Pero allá adonde fueras, sentirías en el hombro la mano fría del rey. Las
alhajasdeoroquellevasesllegaríanaantojárseteunyugo,cadenas.Ysoñaríascon Islandia, donde no hay rey que te exija que te arrodilles ante él. Solohombresvalientes,queteexigenqueluchesasuladoocontraellos.Quizá no llegues tan lejos. Viajarás un poco más al sur, a las Orcadas o
Escocia.Unpocomásallá,a la tierrade los irlandesesoaInglaterra.Puede
queallí hagas fortuna, conmañas demercader o por la fuerza de tu espada.Peronosontugente.Losclanesylastribusnoestánemparentadoscontigo,yallí nadie tedará labienvenida.Teofrecerán tolerancia, sí, si les traesoroyhierro,peronoamistad.Teestablecerásallí,conlaesperanzadequelascosasserándistintas.Nocambiaránnunca.Ymorirásallí,solo,soñandoconIslandia.Otalvezviajesmáslejostodavía,alasruinasdeviejosimperiosentierras
lejanas,apaísesqueardenbajoelsol,malditosporlosdioses.Allínohallaráscuartel,solodesolaciónytraiciones.Pues no hay tierramás bella que esta; debes saberlo. Vinimos a crear un
mundo nuevo donde enmendar todos los errores. Fracasamos, porque somosdébiles,neciosycrueles,pero todavíapervivepartedeaquel sueño,partedelpoderdeaquelhechizo.Ynopuedeencontrarsenirastrodeélenelrestodelmundo.Prométemeunacosa:que sidecidesquedebesmarcharte,nonavegarásal
suroaleste.Puesallínohaynadaparati,ningúnpaísalaalturadetuhogar.Prométemequeenlugardeesozarparásrumboaloeste.Nodigasnada,yaconozcoturespuesta.Medirásqueallínohaynadasalvo
unocéanointerminabledondelosbarcossepierdenylastripulacionesmuerendehambre.Quizáseacierto,yseríaunamuerteheroica,notemasporeso.Lavalentíadelmarineroquesurcaaguasignotasesmayorqueladelguerreroenelcampodebatalla.Peroademásallípodríahaberotratierra,ysilahay,seráunpaísqueloshombresnohabrántocado.Puestaleselúnicopaísquepodríasermejorquenuestratierrasinreyes.Un
paíssinhombres;unatierravacíaqueespereunnuevocomienzo.Si es necesario que partas, debes ir al oeste. Paramorir en el mar vacío,
como un guerrero frente a un enemigo imbatible, o para encontrar un nuevopaísquepuedasllamartuyo.
14
Lanochedelbanquete.Elaireinmóvil,elfirmamentodespejado.Lafamiliade
Gunnaresperabaen fila, lavadosyungidoscomo lasvíctimas sacrificialesdelviejo país. Kari sostenía las riendas del caballo negro, que ya era como suhermano.Estábamostodosjuntos,mirandohacialascolinas.Eraelprimermomentodetodoaqueldíaquepasábamosquietosyesperando.
Elfuegodelacocinahabíaestadoencendidotodalajornada,ydentrodelacasahabíatantohumoquehabíaquereptarporelsueloparapoderrespirar.Gunnaryyo habíamos acabado pareciendo criaturas hechas de sangre, después desacrificaraunanimaldelrebañotrasotro,sinpausa,hastacubrirnosderojolacaray losbrazos.Ysiempremirandodereojoelsolponiente,preocupadosdequenotuviéramostiemposuficiente.Despuésbajamosjuntosalrío,parafrotarnoslapielconarenaygrava.Enla
orilla,mientrasnossecábamosalsol,tampocodejamosdetrabajar,remendandonuestrasraídasprendasytrenzándonoselcabelloylabarba.Hastaqueelsolnohubiesedescendidoysehubieranencendidolashoguerasyelreclamosilenciosode las antorchas en la noche, no podríamos descansar. Entonces podríamosaguardaryalbergaresperanzas.¿Vendría alguien? Más de una docena habían hecho promesas, algunas
fuertes, otras débiles. Pero no confiaba en ninguno de forma incuestionable.Podíamos pasarnos toda la noche allí plantados, con suficiente carne cocinadapara dar de comer a veinte familias, sin ver a un solo visitante. Sin duda noestaríamosconánimosparaprobarbocadoesanoche sino llegabanadie.Una
partede lacomida la salaríamosparaconservarla,yel resto la tiraríamosparaquesepudriese,carroñaabandonadacomolosmuertosdeunejércitoderrotado.PasóunahoraynotéqueGunnarmeagarrabalamanoconunpocomásde
fuerza, como si fuera elmangode un hacha y él se enfrentara a una cantidadabrumadora de enemigos en el campo de batalla. Parecía que nuestras peorespesadillasibanahacerserealidad,quetodossusviajessindescansohabíansidoenvanoyquetodoslosvotosdelealtadhabíansidovacuos.Peroentoncesoímosqueuntamborempezabaasonar.Lejano, continuo, inconfundible y acercándose a nosotros. Me recorrió un
estremecimiento de júbilo al oír que a ese tambor se le sumaba otro, y luegootro.Yhabíafuegoenelhorizonte.Lasantorchasylamúsicaseaproximaban.No teníamos otro instrumento aparte de nuestras voces para responderles.
Aullamoscomolobos,rebuznandoalaluna,llamándolesparaquesereunierancon nosotros. Y llegaron, diez familias del otro lado del valle del Río delSalmón, hombres, mujeres y niños, todos juntos, borrachos y entre risas, queveníanaacompañarnosenelbanquete.¿Qué clase de hombres eran? Los había comoNarfi Thorkelsson, al que le
traían sin cuidadoelhonoro elparentesco,pues solo ansiaba lagloriadeunabatallacontraunenemigomásnumeroso.LoshabíadesesperadoscomoOddelZorro, hombres que no tenían ninguna esperanza de granjearse el favor de unjefeyestabandispuestosavolcarsu lealtadenunguerrerocomoGunnar.Loshabía reacios como Kormák Bersisson, obligado por las deudas de sangre aunirseanosotroscontrasuvoluntad.Estoseranloshombresquenosapoyaríanenelpleito.DesdelamuertedeErik,habíaolvidadoloqueerasentirafinidadhaciaotro
hombrequenofueseGunnar.Aquellanochesentílafuerzaquesoloinsuflaunareunióndeguerreros.Yapuedovermesuperadoennúmeroyabocadoamorir,quesitengobuenoshombresluchandoamiscostados,séquenosentirémiedoalguno.Aceptarédebuengradomidestino.Pueslagentedemipaísnotememosalamuerte.Solotememosmorirsolos.
Recuerdomuchas cosas de aquella noche.ANarfi yGunnar charlando ymástarde forcejeando con furia, para después hacer una pausa y hablar con calmadurante un momento y luego ponerse a pelear otra vez, mientras los demásmirábamos y reíamos. A los niños corriendo como locos a nuestro alrededor,agrupándose y disgregándose como bandadas de pájaros en el cielo. A lasmujereshablandoentreellas,puesalgunasnocharlabandesdehacíaañosapesardevivirapocadistancia,perdidasen los laberintosdesuscasas.Aunquemiréunayotravez,conesperanzasrenacidasencadamomento,nodistinguíaSigridentreellas.Hablamos durante horas, de todos los temas del mundo salvo el pleito.
Cantamos hasta quedarnos afónicos, yo declamé mis poemas y reímos ymaldecimosjuntos.Peroenmirecuerdofuecomosihubiéramospasadotodalanocheensilencio,comounaplegariamuda.Norecuerdoniunapalabrade lasquesepronunciaron.Recuerdosentirmellenodeunasúbitaenergía,undesasosiego,yveraKaride
pie,vacilante,albordedelcírculo,conaquelcaballonegrotodavíaasulado.Mepuse a perseguirle, cojeando tras él, con el hombro torcido para simular unajoroba y con una mueca horrenda en la cara. Él escapó corriendo y riendo,acariciandoycalmandoentodomomentoalcaballoquetrotabaasucostado,yoíquelosdemásmeabucheabanysereíandemíapartesiguales.Alomejorlesparecíaalgovergonzosodedicarseajuegosdeniñoscuandose
eraunhombre,peroalomejortambiénellosqueríanolvidar,comoyo;vivirporcompleto en el juego o la canción, aunque solo fuera por unmomento. Si lanuestrafuesetansolounaisladeniños,talvezconoceríamoslapaz.Porquelosniños tienensuspleitos,claroquesí,ysepeleanconmásganasquecualquierguerrero; pero saben perdonar. Y parece que, a medida que nos hacemosmayoresyaprendemossobreelhonor,esesacualidadlaqueperdemos.Mástarde,losquevivíancercaempezaronapartirconpasotambaleante,sin
dejardereírycantar.Otrossemetieronenlacasaadormirencualquierrincónqueencontrasenenelsuelo,consushijos tumbadosfuera,amontonadoscomoanimales durmientes, inmunes al ruido y el relente. Los tapamos con unasmantasylosdejamosenpaz.SalíatomarelfrescoyviqueDallasedespedíadeKormákBersissonysus
parientes.—Pensabaquenoteveríaaquí,Kormák—ledijo.—Yyonopensabavenir.—Kormák se rascó la coronilla ybajó lavista al
niñoqueteníaasulado—.Perotumaridoesunhombrevaliente,aunquetengamalasuerte.Alomejorelfuturoosdeparamejorfortuna.—Confiemoseneso.YentoncesKormáksemarchóhacialaoscuridad.SoloquedamosDallayyo.—No pensaba que fuese a venir nadie —reconoció ella, con los ojos
brillantes.—Tenéismásamigosdeloquecreíais.—Notenemosnadaqueofrecerles.—Solohonor,lapromesadesangre.Algunosseconformanconeso.—Cierto—dijoella.Arrastróunpieporelsuelo—.¿Partirásmañana?—Sí.—Mealegrodequehayasvistoesto.Unpocodeesperanza,antesdequete
vayas.—Aquíhaymuchaesperanza.Siloshombressemantienenleales,tenéispoco
quetemer.—Siguensiendomásquenosotros.—Perolucharánenvuestroterreno.Osbastaconobservaryesperar.—¿Esperaraqué?¿AqueBjornyVigdisenvejezcanymueran?—Esperar a que yo vuelva. A que se aburran y se atonten.Yo regresaré y
resolveréestepleito.—Loresolveremosjuntos—dijoella.—Eso.Loresolveremosjuntos.
Sonrióaloírlo,ynocon laespantosasonrisadeguerreroque lehabíavistoantes,laquesaludaalamuertecomocompañeradenacimiento.Poruninstante,creoqueolvidóporcompletolospensamientosaciagos.Entoncesescudriñólaoscuridadylasonrisasehelóensucara.—¿Quéves?—Hayalguienahífuera—dijoella,conlavozátonayelcuerpoinmóvil.Seguísumirada,peronodistinguínadaenlatiniebla.—¿Dónde?Noveo.—Notemuevas.Nopodemosdejarquesedencuenta.—¿SonBjornylosdemás?—Nolosdistingo.Espera.Perforó laoscuridadcon lamiradaymovióunamanohaciael cuchilloque
llevabaenelcostado.Esperé:aquemedieralaordendehuiroluchar,oaquesalieranunaflechaounajabalinadelanegrura.Entoncesdijo:—Notenemosnadaquetemer.—¿Quiénes?Dallaserio.—¿Todavíanoloves?—No—respondí,porqueellapasabalamayorpartedesuvidaenlaoscuridad
de la casa y por la noche veía mejor que yo. Pero entonces lo distinguí: unmovimientofugaz,unatelagrisquereflejabalaluzdelamedialuna.Entoncesmedicuentadeloquehabíaahífueraysalídetrássinmediarpalabra,seguidoenlanocheporlasrisasdeDalla.
Mi padre me contaba historias sobre el Pueblo Oculto. Mujeres a las que sepuede ver pero no tocar, bellas y terribles, que conducían a los hombres a laoscuridad, almar o a despeñaderos. Y hubomomentos, en aquella noche del
banquete, en que me pareció que podría estar persiguiendo a una de esascriaturas.Aquelinviernohabíadadocazaaunfantasmaenlanoche,soloparadescubrir
que era un hombre. En esa ocasión perseguía a unamujer; ¿sería esta vez unfantasmadeverdad?Muchasvecesestuveapuntodeatraparla,peroerarápidayveíamejorenla
oscuridadqueyo.Muchasvecespenséquelahabíaperdido,soloparaoírelecodeunarisaplateadayarrancardenuevoenposdeél,atravésdeloscampos,losríosylosvestigiosdebosque.Nosupeapreciarunpatrónenladirecciónenlaquemellevaba,aunquenunca
nosalejamostantoquenosedejaradeverlagranjaolashoguerasdelbanquete.Noparecíaestarconduciéndomeaningúnlugarenconcreto,puesvolvíapasarmuchasvecesporlosmismoslugaresdurantemipersecución;atravesamosunayotravezlosrestostaladosdelaarboledadeGunnar,lasaguaspocoprofundasdelríoy laspiedrasrotasde lasalturasquemarcabanlas lindesdel terrenodeGunnar.Noentendílasreglasdeljuegohastaquemequedéquietounmomentopara
recobrarelalientoyviqueellasedeteníaaciertadistanciaparaesperarme.Le di la espalda y caminé de vuelta hacia un meandro del río, donde las
colinas que se alzaban a cada lado podían concedernos un poco de intimidad.Puselamanoenelsuelo:lahierbaestabamojada,ytendíencimamicapa.Mesentéyesperé.Lavienlacimadelacolina,peronobajóhaciamídeinmediato.Empezóa
caminar poco a poco, haciendo pausas de vez en cuando para ver si perdía lapacienciaymeponíaaperseguirlaotravez.Meestabaponiendoaprueba,peromemantuveinmóvil.Sabíaqueesoeraloqueellaquería.Noqueríaquelaatrapasen.Queríaatraparmeellaamí.Caminóríoarribahastamíysearrodillósobrelacapa.Nosmiramos,yestaba
tan cerca que, incluso en la penumbra, distinguí lamarca de las hadas en sus
ojos.Aúnnomecreíadeltodoquefueseella.Estirélamano,paraasegurarme,yalcabodeunmomentosentísuslabiosenmipalma.Nospusimosdepieyescuchamoselsusurrodelrío.Viqueellatemblabaun
poco;unestremecimientodeloshombros,untemblordelamano.Perosusojosestabandespejados,yensuslabiosdanzabaunasonrisa.—Nopodíaesperar—dijoSigrid.Yallí,enlaoscuridad,nosencontramoselunoconelotro.
15
Más tardese tumbódelado,dándomelaespalda,yobservécómometíauna
manoenelríoyladejabaflotarenlacorriente.—Nopodíaasistiralbanquete—dijo.—Olaf te lo prohibió—repliqué yo,mientras ensortijaba unmechón de su
peloentornoamidedo.—Porsupuesto.—Perohasvenidoestanoche.—Porsupuesto.Saqué el brazo de la capa para buscar mi cinturón en el suelo. Saqué el
cuchilloylecortéelmechón.Entoncesellarodóparasituarsedecaraamíy,enlaoscuridad,viqueponíalosojosenblanco.—Claro,muypropiodeunpoeta.Labesé.—Tienes que volver.No quedamucha noche.Olaf se enfadará si descubre
quenoestás.Yodebopartirmañana,perotendréestopararecordarte.—¿Yquétendréyo?Noquieroningunadetusprendas.Tequieroatientero,
onada.—Sepusodepieencimadelacapa,desnudaperonoavergonzada.Selavóenelríoysevistió,ycuandoestuvimosjuntosdepieotravez,tocólosdosbrazaletesdeplataqueadornabanmibrazo—.Unodeestostecompraunpasajeenunbarco.Elotronoscompraunagranja,cuandovuelvas.—Asíes.—¿Volverás?—Sí.Volveré.
Bajó la cabeza, de modo que, si había lágrimas, no pude verlas. Era tanorgullosacomocualquierguerreroynoqueríaquelavierallorar.—Muybien—dijo,porquenohabíanadamásquedecir.La seguí con la miradamientras se alejaba, una sombra en la oscuridad, e
intenté grabármela en la memoria: cada palabra, cada caricia que me habíaregalado. Serían mi única compañía en el exilio. Dentro de mí, la esperanzaangustiosadequemeaguardase.Volví hacia la granja con paso despreocupado, ajeno a cualquier otra cosa.
Porque era joven, insensato y estaba enamorado.Aun así, no durómucho.Lapalpitacióndequinientoslatidos,talvez.Loquelellevóalalunadescenderuntrecho minúsculo en el firmamento. Lo que tardé yo en poner la vista en lagranjaydescubrirquelasantorchasestabanapagadas.Alomejor,pensé,sehabíanconsumidosinmásellassolas;quizáesofuera
todo.Aunasí,miinstintomehizoavanzarcontodoelsigiloposible,esperandoalvientoantesdemoverme,observandoyescuchandocomosifuerauncazadorcercanoalloboynounhombrequeregresabaacasa.Deaquellugaremanabaalgoanómalo,aunqueyonosupieraapreciarelqué.Me acerqué un poco más y vi que la puerta estaba abierta, pues batía y
chirriaba suavemente impulsada por el viento. No había ninguna luz dentro.«Hanapagadolahoguera»,pensé,ysentíquemeinvadíaelfrío.La casa parecía abandonada, como una de esas granjas vaciadas por la
enfermedad y frecuentadas por los espectros.Como si una extraña brujería sehubieraabatidosobreelvalle,ySigridyyohubiéramosyacido juntosdurantemediocentenardeaños,enlugardeunbrevetiempo.Peroentoncessoplóunafuerteráfagadevientoquemoviólapuerta,ylahabríacerradodegolpesiunamano pálida no hubiera surgido de la oscuridad paramantenerla abierta.Aúnhabíaalguiendentro.Saqué el hacha del cinturón yme pegué a la pared. La tanteé con el brazo
libre,buscandoapoyosparamismanosypies.Intentérememorarelmomentoenquehabíaayudadoaconstruiresemuro,laspiedrasquehabíaescogidoyenqué
ordenlashabíacolocado.Mimemoriadepoetamevinobien:habíacolocadolosmampuestosuncalurosodíatressemanasatrás.Mipocooficiofuemiperdición,puesalbajarporelotro ladoaflojéconelpieunapiedramalsujeta,quecayórodandoporlapared,emitiendounsuavecastañeteodealarma.Me agaché, esperando que no me hubiera oído nadie. Me llegó un silbido
desdeelumbral:lamelodíadeunacanciónqueyohabíacantadoesanoche,quetratabadeOdínyelhidromieldelpoeta.Repliquésilbandoelmismoconjuntodenotas.—¿Kiarán?—EralavozdeGunnar,quellegabadesdeelumbral.—Sí.—Entra,rápido.Crucéalacarreraelterrenodespejado,esperandooírencualquiermomentoel
tañidodeunacuerdadearcooelsilbidodeunalanzavolando.PerologrécruzarlapuertaynotélamanodeGunnarenlaespalda.—¿Qué…?—empecéapreguntar,peroGunnarmeagarróelbrazoymepuso
undedosobreloslabios.Esperéensilencioaquemisojosseacostumbrasenalaoscuridad.Cuando empecé a ver, me pregunté si Gunnar habría sucumbido a alguna
suerte de locura, pues no aprecié nada fuera de lo normal. Los invitadosdormían, tumbadosenelsueloa lo largode toda lasala.Habíanentradoa losniños, pero ellos también dormían, agotados y satisfechos. No vi que nadieacusara señales de heridas; no quedaba nadie despierto, salvo Gunnar y sufamilia.PeroFreydislloraba,sentadaenelregazodesumadreysollozandocontrasu
pecho,mientrasDallalahacíarebotarsobresusrodillas.YKarinollorabadeltodo,peroestabaparpadeandoparacontenerlaslágrimas,conlabocaabierta.—Pensabaquealomejortehabíantendidounaemboscada—dijoGunnar—.
Habríasalido,peronopodíadejarlossolos.—Noloentiendo—confesé—.¿Quéhapasado?Gunnar,envezderesponder,señalóhaciafueraymevolvíparamirar.
Alprincipionovinada.Losrestosdelbanquete,elsueloholladopormuchospies.Elgranero,lospostesparaatarloscaballos,lavalla:todoestabaensusitio.Entoncesselevantóelvientounavezmásyviuntrozodecuerdabailandoenelaire.Unextremoestabaatadoaunposte,mientrasqueelotrosemecíasuelto.—Elcaballonoestá—observé.—Me ha despertado Kari. Dice que ha oído hablar a unos hombres y el
relinchodelcaballo.Cuandohasalido,yanoestaba.—Alomejorharotolacuerda.Gunnarsoltóunresoplidodedesdén.—¿Deverdadcreeseso?—Tenemosquesalirparacomprobarloconnuestrospropiosojos.—Yoosacompaño—dijoKari.—No.—¡Voyair!Gunnarlepegó;unrevéscalculado.—Tehedichoqueno.Nomehagasrepetirlo.Dallaatrajoalchicohaciasí,ytambiénasuhija.Nomevicapazdemirarlaa
losojos,demodoquecogíunescudoymiréaGunnar.Élasintióysalimosalaoscuridad,conlosescudosenalto.Ahí fuera, en aquella noche de verano, la tierra parecía un hervidero de
movimiento.Misojos lo convertían todoenunapesadilla.Unpájaro asustadoque emprendió el vuelo desde losmatorrales se transformó en una flecha quevolabahacianosotros.Unaapacibleoveja se convirtióporunmomentoenunhombre agazapado que caminaba a gatas. Nos movíamos entre monstruos yhombrescobijadosenlaoscuridad.—Ojaláfueseinvierno—dije.—Ojaláno—replicóGunnar—.Siemprehequeridomorirenverano.Meagachéjuntoalataderoy,bajolapenumbraazulada,intentédesentrañarla
historia que contaba el suelo.Había tantas pisadas de hombres y caballos queparecíaunatareaimposible,peroestudiélosrastroscomounsacerdoteinterpreta
un presagio, tratando de oír una voz de los dioses que pudiera guiar nuestrospasos.—¿Quéopinas?—pregunté.Gunnarpasóundedoporelcortelimpiodelacuerda.—Elcaballonorompiósusataduras.—¿Creesquesiguenporaquí?Memiró.—De eso estoy seguro. Pero, aun así, debemos ir a buscarlos. No pienso
escondermeenmicasacomouncobarde.—No creo que quieran combatir con nosotros. Si quisieran matarme, solo
tendríanqueesperarunpardedías.Loquequierenesasustarnos.—Entoncesnonosasustaremos.Peromanténelescudoenalto.Esposibleque
consigohayaunarquero.—Negóconlacabeza—.Ojalálleváramosarmadura.—Nuncahellevadocota.Memoveríacomounviejogordinflón.Serio,ymeconsolécomopudeconesesonido.Aunquehubiésemostenido
luzdiurnayuncaballoparaocuparnosdelabúsqueda,habríamostenidopocasoportunidadesdehallar aunanimalhuido,yningunaenabsoluto si lohabíanrobado. Pero teníamos que intentarlo; deambular a oscuras, tropezando conpiedras ymatas, con el peso del escudo quemándome el brazo y la boca secacomo una piedra. Meternos de cabeza en cualquier trampa que nos hubierantendido,enarasdelhonorynadamás.Bordeamos la granja,manteniéndola a la vista siempre a nuestra izquierda.
Gunnarinsistióenocuparelladodefuera,loquedejabasucostadonoprotegidoexpuestoantequienquieraquepudieseestar acechandoenel campo.Agucéeloído,porsioíaelsusurrodeunospasosenlaoscuridad,elchirridodeunalanzainexperta,elgolpeaccidentaldeunaespadacontraunescudo.—Espera.AntelaadvertenciadeGunnar,levantéelescudoyapoyémiespaldacontrala
suya.—Heoídoalgo—explicó.
Nos quedamos quietos, escuchando.No oí nadamás salvo el viento en losárboles lejanos y la respiración regular de Gunnar. Aun así, sentía contra loshombros la humedad de su túnica empapada en sudor; al parecer, a fin decuentas,eracapazdesentirmiedo.—¿Quéhasoído?—pregunté.—Unarisa.Esperamosconlaorejaparadadurantenosécuántotiempo,aguardandoque
se oyera lo mismo otra vez. Pero el sonido no se repitió, de modo queretomamosnuestrolentocircuito.Llegamos de vuelta adonde habíamos empezado sin haber visto rastro de
hombresodelcaballodesaparecido.Nohabíamosencontradoningunahuellaenelsueloqueyosupieraleer.Lacriaturasehabíaesfumado.—¿Haquedadosatisfechotuhonor?—pregunté.Gunnarasintió,exhausto.—Sí.Laluzdeldíarevelarálodemás.Imaginaaunguerreroqueesperalabatalla,sabedordequelamañanatraerá
sumuerte. Sin embargo, sale el sol y,mientras está preparando sus armas, ledicen que se ha acordado una tregua y que no habrá batalla ese día. O a uncondenado amuerte por orden de algún tirano extranjero que se apresta parasubiral tajodelverdugoysufrirunamuertedecobarde, soloparadescubrirseindultadoenelúltimomomento.Asímesentíayomientrasvolvíamosacasa.Talvezhubieseafrontadobienmimuertetrashaberconocidoaquellanochea
la mujer que amaba. He oído que eso es lo que pasa y he cantado muchashistoriasenlasquegrandeshéroesmoríanfelicestrasunanocheconsuamada.Peroenaquelmomentosupequeaquellonopodíasercierto;nomesentíanienpaznipreparadoparamorir.Porqueelmíoeraunamorcodicioso.Cruzamos el umbral y volvimos a la acogedora oscuridad. Y en cuanto
entramos,supequemialivioeraprematuro.PuesDallaseadelantó,conlosojosdesorbitados como los de un caballo espantado y agarró a su marido por loshombros.
—¿DóndeestáKari?—susurró—.¿Vieneconvosotros?—¿Porquéibaaestarconnosotros?—preguntóGunnar.Dalla abrió la boca, transida de dolor, y no replicó nada.No hacía falta; lo
supimosenelactosinquesepronunciaraunasolapalabramás,pormuchoquebuscáramosconlamiradaaunniñoquenoestabaahí.Karisehabíaido.
Laexplicaciónestabadetrásdelostablonesdesucama.Laencontrépasandolamanoporlamadera,cuandosentíelvientoenmipiel.Diunosgolpecitosa lapared, que sonaba a hueco, y levanté el tablón suelto. Y, tras él, un túnelexcavado en el muro de tierra, con la anchura justa para que un niño loatravesaraarastras.—Mehadichoquequeríadormir—explicóDalla—.Sehaacostado.Cuando
hevueltoamirar,yanoestaba.Entoncesloviclaro:unniñoaburrido,atrapadoencasaporellargoinvierno,
que se autoimponeunproyecto: convertir su casa enun sitioque explorar, unmundodetierraymaderaquecobravidamerceda la imaginación.Unsecretoinfantil; una travesura inocente para la que de pronto había encontrado otrautilidad.—Siempre me había parecido que en esta casa hacía demasiado frío en
invierno—dijoGunnar.Escupiósobrelasascuasyoíunchisporroteo.—¿Cómohemospodidonoverlo?—Haseguidoelcursodelrío,corrientearribaoabajo.Eralaúnicamanerade
escaparsinqueleviéramos.—Tenemosquesalirotravez.—Os acompaño—dijo Dalla—. Si esos rondan por ahí fuera, no le harán
dañoaunamujer.—No sabemos qué están dispuestos a hacer —señaló Gunnar—. Además,
tienesquequedarteaquíparadefendernuestracasa.
Dallamiróasuhija,quedormíaconsueñointranquilojuntoalfuego,ytorcióla boca con rabia; una expresión homicida cruzó su rostro.Después cogió unhacha y se arrodilló junto a la niña. Con una mano le acariciaba la melenadorada, mientras con la otra sujetaba el mango del arma, como si fuese unaespeciedeverdugoenamorado.Así la dejamos, y volvimos al aire azul de la nocheveraniega, siguiendo el
sonidodelaguahastallegaralarroyo.—Yoiréríoarriba—dije—.Túvehaciaabajo.Alrayarelalba,volvemosa
lagranja.Gunnarechóunvistazocorrientearribaynegóconlacabeza.—LagranjadeBjornestáporahí.—YVigdis vive río abajo. Podrían estar esperándonos en cualquiera de las
dosdirecciones.Oenambas.—Elpeligroeselmismo;muybien.—Hizounapausa—.Quetengassuerte,
Kiarán.—Seríaunbuenmomentoparaqueempezara.Asintió.—Daunavozsilosves.Iréaayudarte.—¿Quéseñaldeboesperardetisinecesitasmiayuda?Dioungolpeconlaespadaalumbodesuescudo.—Oirásesto,yagentemuriendo.Dicho eso, se puso en marcha con paso rápido y sigiloso a pesar de la
oscuridad, bailando de roca en rocamientras seguía el curso de ese río pocoprofundo.Levialejarseymedilavueltaparaemprendermipropiocamino.Yasolo,avancéporlaorilladelarroyo,sintiendoenlospieslatierramojadaa
través de los puntos donde mis botas estaban más desgastadas. Tendría quehabermesentidomásasustado,peronoloestaba.Mividaestabaenmismanos,perosololamía.NocargabaconladeGunnaroladesufamiliay,porlotanto,eraunhombresonrienteyligeroelquecorríaenlaoscuridad,escudriñandoelmonte en busca de la silueta de un niño. No podía arriesgarme a gritar su
nombre,peroescuchabaatentoporsioíasuvoz.Puesnoimaginabaqueelvalorfueseadurarlemucho,solocomoestaba.Pero no oí nada. El viento, los árboles, el río, y nadamás que eso. Estaba
llegando a las lindes de las tierras de Gunnar y no había encontrado ningúnrastro de la presencia del muchacho. Me dije que debía de haberse dirigidocorrienteabajoenbuscadelcaballo,quetalvezGunnaryalohabíaencontrado.Di media vuelta, ahora apresurado y algo más temeroso, porque el peligro
parecíahaberpasadoyningúnhombredeseaque lomatencuandoseatisbaelfinal de la batalla. Un poquito más, unos pocos centenares de pasos, y mereencontraríaconelcalorylaseguridad.Pero algo ibamal.Me daba cuenta, y a la vez no. Era como simi cabeza
intentasegritarmeunaadvertencia,peroenunalenguadesconocida.Nadahabíacambiado:lanocheseguíaencalmaynoseveíanioíanadafueradelonormal.Medetuveyagucéeloído, tratandodeentender,peronoapreciénadaquenofueseelvientoyloschirridosdelosárboles.Entoncessupedequésetrataba.Elfantasmadeunsonido,unrecuerdodela
primavera.PorquehabíamostaladoaquellaarboledaquesealzabaenlastierrasdeGunnar.No quedaban árboles.No sabía qué era aquel chirrido, pero no locausaban unas ramasmecidas por la brisa. Era un rechinar demadera lento ysordo,queibayveníaconlasráfagasdeviento.Mepuseagatas,cerrélosojosyescuchéotravez.Aloeste.Enunahondonadadelvalle,quequedabaocultaa lavista.Deallí
proveníaelsonido.Me dirigí hacia ese lugar. Poco a poco, con la lentitud del hielo que se
extiendesobreelagua;poniendocadapiedondemepareciesequefueraahacermenosruido.Noqueríadejarnadaalazar,porquenohaymayorpacienciaqueladelhombrecazadoporsuscongéneres.Elruidoparecíacambiarpormomentos.Sonócomoelgraznidodeuncuervo,
luegocomoelgemidodeunárbolydespuéscomoelgirodeunaruedadecarro
vieja.Nisiquieraalllegarcasialahondonada,tumbadoenlahierbadelacolinaconelsonidojustodebajodemí,fuicapazdeidentificarloqueera.Esperéallíduranteunrato.Siemprehabíapensadoque,enunatesituracomo
esa, sentiría el toque de un dios en el hombro y sabría que había llegado elmomento de luchar o morir. Pero no sentí ninguna señal, así que conté diezrespiracionesymelevantédeunsalto,conelescudopordelanteyelhachaenaltoymásatrás.Unmonstruo.Esoera loque seerguíaantemí.Una formamásaltaqueun
hombre, una cabeza hinchada que sonreía obscena con la boca abierta y lalenguacolgando;unosdientesquebrillabanenlaoscuridad.Eso fue loqueviduranteun latidodel corazón,dos, tres.Luegomi cabeza
desentrañó loqueveíanmisojos.Reparé enelpostedemadera clavadoenelsuelo,negrodesangre.Vilacabezadecaballoclavadaenél,zarandeándoseychirriando con el viento. Y vi las runas grabadas en carne y madera. Unamaldición;unaadvertencia;unapromesadelasmuertesqueseavecinaban.Mevolví,esperandoencontrarmealresponsabledeaquelloamiespalda,pero
nohabíanadie.Debíandehaberseidohacíamucho,devueltaasushogarestrasdejaratrássumaldición.Allíestabasumensaje,escritoenelcuerpo,montadoenelposte:nohabríaperdónnifinalparaelpleito.Lomismoquelehabíanhechoaaquelcaballoseloharíanaloshombres.Elvientoamainóyoíotrosonido.Unsollozo.Yentoncesviotraformaenla
oscuridad,arrodilladaalospiesdelposte,unfielpostradoanteundiosodioso.Eraelniño.—Me ha parecido que era él —dijo—. Lo he visto. Pensaba que le oía
llamarme.—Losé.—Mesentéasuladoylepaséunbrazoporencimadeloshombros
—.Noesnada.Soloesunpostedeagravio;unaherramientadecobardes.—¿Nosmaldecirá?—No. Su intención es insultarnos y asustarnos. Pero somos demasiado
valienteseinteligentesparaeso,¿ono?
—¿LecontarásaGunnarquehellorado?—Esonoesloquehevisto.Estabasvigilandoconvalentíaporsiregresaban,
¿verdad?Asintióaturdido.—Venga,volvamosacasa.Sepusoenpieyarrancóacaminarpordelantedemí,tambaleantecomouna
criaturaconlamitaddeaños.Loseguí,peroalhacerloechéunúltimovistazoalpostedeagravioycontemplélacaradeaquelcaballo.Parecíaqueseestuvierariendodemí.Casi looía,ymepregunté si ellos tambiénestaríanahí fuera,observandoy
mofándose.Entoncessentíquesealzabaenmíelanhelodematar,comonuncalo había notado antes. Había estado junto a Gunnar en el holmgang, habíamiradoalosojosdequienesmequeríanmuertoynohabíasentidodespertarlaviolencia.Aunasí,pensarenaquelescarnio,enquealguienjugabaconnosotrospordiversión…esofueloqueincitóenmílafuriadelasesino.Miúnicodeseoerarecorreresosmontesymatarlosatodosycadaunodeellos.Peronoteníasuficientetiempo.Aldíasiguienteyahabríazarpado.
16
—Fueunodeellos,¿noesasí?
—¿Qué?—Unodenuestrosinvitados,enelbanquete.Elquesellevóelcaballo.Norespondí.Nohabíanecesidad.Gunnaryyoestábamossentadosenelterrenoqueseelevabaporencimadela
granja.Contemplábamos las ovejas que pacían por los campos y el trigo alto,casi listo para la cosecha.Contemplábamos el lugar quenoveríamásdurantemuchosaños,puesaqueldíadebíapartir.Los invitados habían vuelto a casa con las primeras luces del alba.Gunnar
habíasonreídoyhabíaactuadocomounanfitriónfeliz.Nadiehabíapreguntadoporquélosniñosestabansentadosconlamiradaapagadaenunaesquinadelacasay senegabanahablar,niporquénosotros teníamos la tezgrisporhaberpasadolanocheenvela.Habíanpartidoyquedábamosnosotros.Parahablarydespedirnos.Habíamos salido una vez más la noche anterior, para retirar el poste de
agravio y quemarlo. El cuerpo no lo encontramos. Tal vez lo hubierandescuartizadoparaobtenercarneydividírselaentreellos,amododesangrientarecompensa por el duro trabajo de la noche. O se la habían dejado a loscarroñeros.Alfin,Gunnarhablódenuevo.—Por lo menos ahora sé que no puedo fiarme de ellos. Mejor tenerlo en
cuentadeantemano.—Descubrirásquiénhasidoenseguida.Aquínohaysecretos.
—Comoamboshemosdescubierto.—Volvióamirarhaciaelvalleyelpuntodondehabíanerigidoelpostedeagravioconlacabeza—.¿Creesqueesciertoloquedicen?¿Queeslapeordelasmaldiciones?—Nolosé.Asintióconaireausente.—¿Yconquiéndicesquezarpas?—ConRagnarRagnarsson.EsealquellamanelVagabundodelasOlas.—Asílellamansusparientes.HeoídoaotrosqueleapodanelCobarde.—Asílellamanlamayoríadeloshombres,sí.—Noparecemuyfiableparacapitanearunbarco.—Bah,esposiblequetiembleenlaorillaanteelprimerindiciodequevaa
corrersangre,peronohayhombremásserenoenunmaragitado.Oesomehancontado.—¿Yadóndeirás?—Nolosé.QuizáaDublín.SiemprehequeridoverIrlanda.Alomejorallí
encuentroparientes.OaJorvik.—CreoqueDublíntegustará.—Ytrasdecireso,desenvainósuespadayla
sostuvoplanaconambasmanos,conlahojasobrelaspalmascomoquienrezaasu dios. Después se volvió y me la tendió. Sin palabras, tal vez porque noconfiabaensuvoz,meindicóporseñasquelacogiese.—Esunregalodemasiadoespléndido—protesté—.Nolonecesito.—Lonecesitasmásquenadie.—Podríanconfundirmeconungranguerrero.Notengolahabilidadsuficiente
paracombatircontraquienesestaríandispuestosaplantarcaraaestaespada.—Laaceptasolatiroalmar.Túeliges.Levanté la espada y la sostuve en horizontal, colocando una palma bajo la
punta.Recorrílahojaconlavistayvigrabadoelnombredealgúnartesanocuyahistoriasehabíaolvidadohacíamucho.Paséundedoporelcentro,porelsurcolabradoparaqueelarmafuesemásligeraylasangrefluyesesinimpedimentosporlahoja,ypenséencuántadebíadehabercorridoporaquellaranura.Aunque
no diera para llenar un gran río, tal vez en algún lugar de Islandia había unarroyueloquebañaba el suelo con tanta agua como sangrehabíavisto aquellaespada.Erabella,enlamedidaenquepuedeserlomatar.—¿Quéhehechoparamereceresto?—pregunté.Gunnarselopensóduranteunbuenrato.—Eres amable —dijo por fin—. Tal vez sea tan sencillo como eso. La
mayoríadelaspersonasamablessoncobardes;quierencomprarconpalabrasloquenopuedenganarsea fuerzadevalor.Pero túnoeresasí.Creoqueereselúnicohombrequeconozcoqueposeeesacualidad.—Yatengootroapodo.KiaránelAmable.Si titularaasíunacanción,nadie
querríaescucharla.—No puedo aprenderla de ti, aunque me gustaría. Pero no soy más que
alguienquemata.Loshombresmeamanporello,peroesalgoquenovalenada.Estoyharto.—Loshombresnoteamanporeso,Gunnar.—¿Porquésino?—Porquenotedamiedomorir.Memiróconcaradeincredulidad.—¿Yesoteparecetanprecioso?—preguntó.Quécantidaddecosasdescubrimosde laspersonascuandoestamosapunto
desepararnosdeellas.Quétrucotancrueldeldestino.Lehabríapedidoqueseexplicasemejor,peroentonceslosviacercarsedesde
Hjardarholt. Olaf y sus hombres, una caravana de guerreros y caballos. Miescolta a otromundo.Olaf tenía cosas quehacer enBorg, parientes a los quevisitar,ysehabíaofrecidoaescoltarmehastalacosta.Unúltimofavor.Sindudasería una deshonra para él queme asesinaran por el camino. Se aseguraría dedejarmesanoysalvoabordodelbarcoydaríaporacabadasuparticipaciónenelpleito.—¿Teembarcasaquí?
—No.Enelsur,enBorg.Ragnartieneallíuncarpinterodebarcosenelqueconfía.—¿Tedespedirás?¿DeDallaydemishijos?—Esmejorqueno.—Apartélavista—.Podríaisacompañarme—añadí.—¿Qué?—Vende tu tierra.Olaf tepagaríabiencon talde librarsede tiydelpleito.
Llévateatufamiliayencuentraunnuevohogar.Tienesplatasuficienteyningúnparienteteretieneaquí.Noséporquétequedas.Leobservémientras se lopensaba.Noescierto loquedicen: lospoetasno
ven el interior de los corazones. El mundo sería un lugar más sencillo sipudiéramos.Nohabríaniunpleitomásniunamorverdaderoquesequedasesinexpresar.Nopuedover el interior de los corazonesde loshombres, pero creoqueenesemomentoviqueGunnarsesentíatentado.Alfinalhabló:—¿Sabesporcuántossitioshepasadoantesdeinstalarmeaquí?—No.Nuncamehablasdeaquellosaños.—Heestadoentierrasalestedondehaydesiertosmásgrandesquetodaesta
isla. He estado en cortes de reyes donde hasta las putas llevan oro. He vistomaravillasquenopodríasniimaginar,inclusotúqueerespoeta.—Volvióunapalmahaciaelcieloyestiróelbrazohaciaelvallecomosibrindaraconélconunacopadevino—.Peroestaeslamejortierradetodas.Jamásabandonaríaestelugar.Amoamishijosyamiesposa.Y…—Guardósilencioporunmomento.Yentoncesdijo—:Peroamoestepaísmásqueningunaotracosa.—Entonces¿deseasquemequede?—No.Quieroquetevayas;quedartesignificamorir.Peroojalápudieras.—Se
puso en pie y me tendió la mano—. Nos vemos dentro de tres años.Prométemelo.—Tedoymipalabra.—Posélosdedosenlaespada—.Teladevolveré.—Sisigoaquí.—Esamíaquienquieren.Atufamilialadejaránenpaz—dije.
Y Gunnar sonrió de una manera que dejaba claro que sabía que estabamintiendo,peroquequeríacreerlamentira.Medispuseaenvainarlaespada,perounpresagioinciertomedetuvo.Llevé
hasta lahojamimano libreysentíen lapalmael filoaguzado.Loagarréconfuerzahastaquesentímanarlasangre.Luegotendíhaciadelantelaespadaylapalmaensangrentadademimano.—¿Quieressermihermano?—dije—.Hazconmigounjuramentodesangre.Siempre se ha hecho entre mi pueblo. Cuando un hombre encuentra a un
hermano de batalla, no por parentesco, y sella el lazo con sangre. No se meocurríaporquénolohabíamoshechoantes.Gunnarnohabíadadomuestraalgunademiedolanocheenquesalióacazar
alfantasma,nicuandonosacusaronenelllanonitampococuandoluchóenelholmgang,perocreoque,porunmomento,loviasustado,aunquenoentendiesedequé.—No—respondió,contonofrío—.Noquiero.Habíaalgomásquedecir,peronoencontrépalabrasparaexpresarlo.Oíque
loscaballosseacercabananuestraposiciónyqueOlafmellamaba.Así fue como dejé aGunnar. Con palabras pendientes de pronunciar y una
deudasinpagar.Lapeordelasdespedidasentreamigos.
Quedabandosdías.Duranteese tiemposeríaunhombredelpueblo,protegidopor las leyesoralesquenosuníana todos.Unavezvencidoelplazo, seríaunanimal alquepodría cazarsepordiversiónoporvenganza.Pero siOlafo sushombres me veían con otros ojos, no dieron muestras de ello. No viajabaseparadodeellos, sinocomounmiembromásde lacomitiva.Talvez inclusomientras se agotaban los últimos instantes, seguirían riéndose conmigo, meinstaríanaentonarotracanción,mepasaríanunúltimovasodecerveza.Yluego,cuando el sol tocara el horizonte, alzarían sus armas y me ejecutarían sin
pensárselodosveces.Taleraelpoderdelaleyquenosunía.Ytaleraeldestinodelproscrito.Atravesamoselvalle rumboal sur,pasandoantemontañasqueconservaban
sus nieves incluso en pleno verano, escuchando la llamada de las cascadas.Llegamosalasllanurasabiertas,quemostrabanlascicatricesylasmarcasdelarocanegraalládondelatierrasehabíaagrietadoysangradomuchosañosatrás.Fueentoncescuandolosvi.Siempredetrásdenosotros,otrogrupodejinetes.
Mi segunda escolta, que nos seguía como los lobos van detrás de un ciervoabandonado por sumanada. Esperando a que se detenga, esperando a que setumbeymuera.Semanteníanaunarespetuosadistancia,sinacercarsenuncalobastantepara
ser una amenaza, pero siempre lo suficientemente cerca para no perdernos devista.Nohacían intentoalgunodeocultarse,porquenoestabanhaciendonadamalo.Eranungrupodehombresqueviajabanhaciaelmar.Bjorn,Snorriyelrestodesufamilia.MepreguntésiVigdiscabalgaríaconellos.Hubierasidounavergüenza permitir que una mujer acompañase a una partida de guerra, peronadieeracapazdedecirleaellaquépodíaonohacer.Suintencióneravercómodejabaelpaís,paraquenohicieseningúntrucode
magia. Y si algún imprevisto nos retrasaba —si una tormenta repentina nosatrapaba en tierra firme o las mareas se volvían en nuestra contra—aprovecharíanlaoportunidadparavengarse.Niunsolohombredelosquemeacompañabanhablósobrelagentequenos
seguía, pero unas cuantas veces, cuando creían que no estaba atento, les viretorcerseenlasillaparaecharunvistazoatrás.Talvezcalculasenladistanciapara cerciorarse de que los otros no se acercaban. Tal vez contaran hombres,para ver qué bando tendría ventaja si llegaba la hora de combatir. Tal vezdesearan formar parte de ese segundo grupo, cabalgar con los cazadores dehombres.Nome cabía ningunadudade que, simequedaba en Islandia comoproscrito,sobraríancandidatosentreloshombresdeOlafparairapormí.Dejamosatráslallanurayantenosotrosseextendióelfiordo,elpuerto,elmar
abierto.EllugaralquellamabanBorg.Unataúdarrojadoamarabiertohabíaguiadohastaallíalosprimeroscolonos
ylosmuertoshabíanelegidobien.Eraunpuertonatural,contierrasdelabranzaque se extendían hacia el interior durante un buen trecho. Llegamos hastaaquellaprimeragranja,dondeahoravivíaEgilSkallagrímsson,yfueallídondeOlaf se separó de nosotros. Se pavoneó y se acicaló para hacer reír a sushombres, mientras se preparaba para encontrarse con el más temible de lospoetasguerreroscomosifueseacortejaraunazagalaalaqueamase.Susojossoloperdieronelbrillocuandoseposaronenmíporunmomento.Sus hombres no tardaron en dispersarse para ocuparse cada uno de sus
asuntos:visitaraloscomerciantesdelpuerto,interesarseporlosviejosamigosovisitaranuevosamores.Ragnaryyonosdirigimossolosalosmuelles.Entierraseleveíanerviosoydubitativo,tropezandoycorreteandocomoun
niño torpe mientras descendía por el sendero rocoso que llevaba al mar. Sinembargo,nadamásposarlamanoenelcascodelbarco,sonriócomounamantetímido y pareció recomponerse; clavó los pies y se irguió en toda su estatura,porqueeraunhombrenacidoparaestarenelagua.Nohaydudadequesuvidahabríaterminadomuchoantesenunadisputau
otrasinohubierahechogaladetantovalorenelmar.PorquenohaynadaqueelpueblodeIslandiaodiemásqueauncobarde,ninadaquetemamásqueaunatormentaenaltamar.HaciaRagnar,queeraunhombredel revés, sentíanunaespeciede respeto receloso.Puesyomismohabíaoído lashistorias sobreolasqueparecíancordilleras, relámpagosquebailabandepuntaapuntadelcieloytruenos ensordecedores; sobre cómo los guerreros más valerosos se dejabanavergonzarporelmiedo,mientrasqueallíestabaRagnaraltimón,impertérrito,guiandoasubarcosinperderelrumboatravésdelapeordelastormentas.—¿Cómoloves?—lepregunté—.Nosénadadebarcos.—Micarpinterosehaocupadobiendeél—respondió—.Deberíamoszarpar
estanoche.Vacilé.
—Pensabaquepartiríamosporlamañana.Nosevolvióamirarme.—¿Porquéesperar?Lamareaestarádenuestroladoyelvientotambién.—¿Adóndenosdirigiremos?Memiróconunasonrisaenloslabios.—¿Adóndequieresir?—Elegiresunprivilegiodemasiadograndeparamí.Soyunmeropasajero.—Amímeimportapoco.Haycomerciodondequieraquesevaya.Norespondíduranteunrato.—Noquieroelegirloyo—dije.—¿Porquéno?—Sitepreguntasesiprefieresquetecortelasmanosotesaquelosojos,¿cuál
seríaturespuesta?Mispalabraslehicieronpalidecer.—Losiento—dijo—.Unacosaesemprenderunviajeporvoluntadpropiay
otra,hacerloobligado.—Pasólasmanosporelcascootravez.—Siemprehevagadoporlatierra.Alomejortúpuedesenseñarmeloquees
vagarporelmar.—Amílatierranuncamehaatraído.Esposiblequeloshombresmetoleren,
peroséloquepiensandemí.Yningunamujertomaríaauncobardepormarido.Paramíesunlugarsolitario.Ycuandoestoyenelagua,noestoysolo.Nosoyuncobarde.—Tucuerpoescobarde;tucabeza,no.Séesodetiynisiquieratehevistoen
elmar.—Gracias,sonunaspalabrasamables.Muyamables.—Parpadeóyapartóla
mirada—. Iré a buscarte cuando llegue el momento de zarpar. Tendrías quedespedirte.—¿Despedirme?¿Dequién?—Delaisla,porsupuesto.
Deambuléasolas,siguiendolossenderosrocososyescuchandolosgraznidosdelasgaviotas,hastaquelleguédondeacababalatierra.Parecíaunlugarapropiadoparadespedirse.Elmarqueteníaenfrentenoestabavacío,nisiquieraallí.Habíaunislote,del
quelasleyendaslocalesdecíanqueeraunpeñascoarrojadocontraunabruja.Mesentéymeenvolvíporcompletoconlacapa,porquedelmarllegabaunvientofríoycortante.Miréhaciaelotroladodelocéanoabierto,haciaeloeste.Corrían historias sobre las tierras vírgenes que se hallaban allí.No sabía si
creérmelas.Porloqueyoconocía,elocéanoqueveíaeraunlugarvacío,talvezinclusoinfinito.Amenosquelascancionesfueranciertasyalolejos,enalgunaparte,estuvieralasierpequerodeabaelmundo.Contempléelocéanoydescubríquemedabamiedo.No,loquetemíanoeraelmar,sinoloquesignificaba;loquehabíaenély
más allá de él. Los países que no eran este, los pueblos que no eran el mío.Perdermihogar.Elexilio.Tratédepensaren todas lasmaravillasquepodríaver.Grandesciudades, la
corte de reyes poderosos; los bosques donde los árboles se erguían muy porencimadelascabezasdeloshombresyqueseextendíanhastadondealcanzabala vista.Había cantado sobre esos lugares y, aun así, no conocía nada que nofueraesaisla.Conocíaloslargosinviernosylosveranoscortos,lasgranjasperonolasciudades,elmarperonoeldesierto.Ahoraibaatenerlaoportunidaddeverelmundoquehabíamásallá.Volvílavistahacialasmontañas,coronadasdenieveeimponentessobrelas
pálidascolinas.Penséenellargoinviernoqueseavecinaba,enloshombresqueesperabanparamatarmeyensuanhelodesangre,esasensaciónqueseparecemásqueunpocoalamor.OípasosenelsenderoyviqueRagnarcaminabahaciamí,conpasoligeroy
alegre,ysupeporsusonrisaquehabíallegadoelmomentodepartir,quenoveíalahoradehacersealamar,deestarenelúnicositioquesentíacomosuhogar.
Memiróyvicómolasonrisasedesvanecíadesucara.
Losremosgolpeabanelagua;lavelaextendidacomoelestandartedeguerradeungigante.Elmarlamíaelcascoylamaderagemíacomounaamante.Esofueloqueviyoí,mientrasobservabaelbarcoalejándose.Mequedéenaquelmismosalientederoca,contemplandoaquelmismoislote,
mientrascargabanelbarco,cortabanamarrasyzarpaban.UnayotravezviqueRagnarmemirabamientras semovíapor la cubierta, perono crucé lamiradacon él. Tampocomemoví de aquel sitio hasta que el barco estuvo lejos,maradentro.Mientras esperaba, por unmomentomehorroricé al pensar en lo quehabía
hecho.Sentíelimpulsodecorrerhaciaelmuelleytirarmealagua,degritarqueme esperasen y me llevaran con ellos. Pero para alcanzarlos a esas alturashubiesetenidoqueserunodeesoscambiaformasquepuedenmetamorfosearseenfocaopez.Yaseestabanacercandoalhorizonte.Yaerademasiadotarde.Fueunasensaciónpasajera,comounabrisafríaquesoplaunavez,nospone
la piel de gallina y luego no vuelve a notarse.Después de eso, dejé de sentirmiedo, aunque sabía que en un momento dado llegaría. No sentía nada enabsoluto.Cambiéelprimerodemisarosdeplataporcomidaquenoseechaseaperder.
Vacilé solo un instante antes de entregar el segundo, el queGunnarme habíaregalado,acambiodeuncaballoresistente.Medirigíaaunsitiodondelaplatayel oro no significaban nada. De ahora en adelante solo el hierro y la carnetendríanvalorparamí.Nosésiaquellosmercaderessabíanquiénerayoolasentenciaqueestabaa
puntodeentrarenvigor;queaqueldíapodíacomerciarconelloscomocualquierotrohombre,peroquealsiguienteseríaunproscrito.TalvezfueranhombresdemarcomoRagnar,quenosabíannadadelospleitosdelaspersonasvaradasen
tierra. Tal vez pensaran que iba a embarcarmás tarde, que compraba víveresparalatravesía.Otalvez,simplemente,lesdieralomismo.SalíacaballodeBorgypuserumboaleste.Sabíaqueprontoiríanapormí.
Elproscrito
17
Fuealquintodíacuandolosvi.Unospuntosnegrosenelhorizonte,lobastante
pequeñosparatomarlosalprincipioporunefectodelaluz.Perolaverdadquedóclaraenseguida.Jinetesenlalejanía,siguiéndome.Pensabaquellegaríanantes.Sindudahabíancreídoquehuiría,quenoseríalo
bastanteestúpidoparaquedarmecomoproscrito.DebiódellegarlesdeBorglanuevadequenohabíaocupadomiplazaenelbarco,dequeelsoldemiúltimodíacomohombrelibresehabíapuesto.Habíansidocincodíasdepaz.Todavíamequedabacomidaynohabíatenido
que cometer la deshonra de robar del cobertizo de algún granjero.Viajaba dedía, cantandomis canciones para hacerme compañía.De noche dormía con lacabezaapoyadaenelcostadodemicaballo,arrulladoporelsuavemovimientodesupechoyelpoderoso latidode sucorazón.Porúltimavez, fuiunviajerofelizymeengañédiciéndomequeseguíadisfrutandodeunaespeciedelibertad.El día en que desperté y avisté aquellas figuras en lontananza, clavé los
talonesenlosijaresdemicaballo.Lapersecuciónempezabaenserio.Fueron muchas las ocasiones en las que creí haberlos despistado. Busqué
valles y estrechos desfiladeros para que me perdieran de vista, espoleé micaballo tanto como pude. Si el día de mi exilio hubiera llegado un mes mástarde,talvezlohubieralogrado.Podríahaberviajadodenocheparaescondermededía,ynohabríansidocapacesdeseguirmedeningunamanera.Perolosdíasde finalesdeveranoseguían siendo largosy lasnoches,demasiadocortas.Nopodíaviajartandeprisacomounhombrelibre,puesdebíaescogercaminosquebordearan las lindes de todas las granjas por las que pasábamos o atravesar
terrenosrocososeinhóspitosquefrenabanmiavance.Cualquierhombreconelquemecruzarapodíaestaraltantodemisituación.Cualquierhombreconelquemecruzarapodíadecidirmatarme.Algunos días lograba escapar demis perseguidores durante un tiempo.Una
mañana entera cabalgando abuen ritmo, unvalle oculto conbifurcacionesdelcamino,yaquellas figurasdelhorizontedesaparecíanduranteun rato.Noséaquérastreadorhabíanconvencidoparaquelosacompañase,peroconocíabiensuoficio.Sihabíaunatardecerenquelosperdíadevista,alamañanasiguientesinfaltamelevantabayavistabaaaquellasfigurasenelhorizonteunavezmás.Ymicaballoempezabaacansarse.¿Durantecuántotiempomeseguirían?¿Hastadóndellegarían?Eranhombres
congranjas,familiasyuninviernoparaelqueprepararse.¿Estaríandispuestosaarriesgartodoesopordarcazaaunfueradelaley?Tododependíadequiénfueraconellos,delofirmequefuerasulealtad.Bjorn
debía de liderarlos, conSnorri al costado y todos aquellos parientes a los quehubiera movilizado para la persecución. También habría otros hombres,motivados por tentaciones distintas de la venganzay el parentesco.A algunosloshabríanreclutadoconplataysiempreestaríanlosquecazabanporelplacerde matar. Hombres a medio civilizar con ansias de asesinato que cogían lasarmasparaperseguiracualquierproscrito,conindependenciadequiénfuera.Yoteníamisesperanzaspuestasenlasmontañas,pueselinvierno,elhielo,la
nieveylapiedraeranlosúnicosaliadosquepodíanacudirenmiayuda.Yasí,dirigíamimonturahaciaelcorazóndenuestraisla,unatumbadehieloynievedondeningúnhombrepodíasobrevivirdurantemuchotiempo.Apretélamarchahacialasmontañas,rezandoporquenevase.
Nosabríadecirquédíalleguéalrío.Unasemanadespuésdeempezaracorrer,otalvezmás,porquelasjornadasyaseconfundíanunasconotrasydormíapoco.Erabravo,decorrienterápidayorillasrocosasyescarpadasporamboslados,
infranqueable durante buena parte de su curso, aunque yo conocía un vado,porquehabíapasadoporallíhacíatiempo,cuandoviajédelsuraloeste.Másalsurhabíaunmeandrodondelacorrienteperdíavelocidadyunhombrevalientepodíaobligarasucaballoacruzarelvadoantesdequeelfríolerobaralafuerza.Miúnicaesperanzaeraquemisperseguidoresnoconociesenesepunto.Encontréeltramodondeelríosehacíamenosprofundo.Lohabíaatravesado
seisañosantes,huyendodeunapartedelpaísalaqueyanopodíaconsiderarmihogar.Locrucédenuevo,otravezhuyendo,ydirigímicaballohaciaelnorte.Lasmontañas cobraban altura por delante demí, yme adormilé en la silla
mientrascabalgaba,porquehacíasolynosemovíabrisa.—Kiarán.Meestremecíaloírlo,tomándoloporunapalabrasoñada.—¡Kiarán!Minombre,repetido.Alcémicansadacabeza,miréalotroladodelríoyallí
estaban.Unadocenadehombresacaballo,lapartidaquemedabacaza.Me enderecé en la silla y estiré lamano hacia la espada que llevaba en el
costado,mientrasnotabaunsaborahierroen laboca.Aunasí,estabanalotrolado del río. Por mucho queme tuvieran casi a tiro de arco, tardaríanmediajornada,forzandolamarcha,enllegarhastamiposición.Nomeloacababadecreer;parecíaimposibletenerelpeligrotancerca,yalaveztanlejos.HabíasidoBjornquienmehabíallamado,aunquenoparecíasaberquédecira
continuación. La gente sale de caza para matar a un asesino, no a un jinetecansadoquedacabezadassobrelasilla.Bjornmontabaunodeloscaballosmásgrandesqueyohubieravistonuncay,aunasí, sediríaque ibaagrupasdeunpotro,por lopequeñoqueparecíadebajodeél.Noera tanaltocomoHrolf elCaminante,elgranvikingocuyopesoningúncaballopodía soportar,peroaunasí resultaba algo absurdo ver que casi arrastraba los talones por el suelo alcabalgar.Seencaramaronalaorillayviqueunodeellosexaminabaelaguaparaversi
podíacruzarse.Yosabíaqueloesperabauntorrentequeningúnhombrepodía
aspiraravadearysalirconvida,yunaspiedrasafiladasyhúmedasporlasqueningúnhombrepodíaescalar.—Venaquí,Kiarán—dijoBjorn—.Hablemos.Noviningúnarcoentreellos,peromeacerquéconcautela.Algúnmiembro
delapartidapodíatenerunbuenbrazoyunalanzaamano,ynohacíafaltaquemealcanzasenamíparamatarme.Lesbastabaconheriramicaballo,yprontoseríasuyo.Asíquenolleguéhastalaorillacomoellosymelimitéaacercarmelosuficienteparahablar.Aun así, no dijimos nada durante un rato. Nos contentamos con mirarnos,
mientrasellosnoseacercabanmásniyomealejaba,acompañadosporelúnicosonido del agua y el viento. Me asaltó el pensamiento, descabellado yesperanzado, de que de alguna manera podríamos quedarnos todos allí.Encontrar un lugar donde acampar a cada orilla del río, siempre vigilantes,incapacesdehacernosdaño.Nosharíamosviejosmirandohaciaelotroladodelatierradividida.—Oseaquevasalnorte—dijoBjorn—.¿Piensasbordearlasmontañas?—Esoes—repliqué.Mirédetrásdeél,hacia loshombresque leseguían—.
¿Hastadóndepensáis llegarporunpleitoajeno?—pregunté,yvientreellosaKetilHaakonsson—.Lamentoverteaquí,Ketil.Teteníapormejorhombre.Ketilnegóconlacabeza.—Notendríasquehabertequedado,Kiarán.¿Porquénotefuistecuandoaún
podías?Norespondí.Noestabasegurodepoderhacerlo.—Esalgovergonzoso,huirdeestamanera—señalóBjorn.—Es algo vergonzoso —contraataqué— perseguir a un hombre con una
docena.—Nodeberíamoshablarconél—observóKetil.Bjornsevolvióhaciaél,conlacararojadeira.—¡Hablarésimedalagana!Ketilnegóconlacabezaybajólavistaalsuelo.
—Nodeberíamoshablarconél.—Tiene razón —dije—. No deberíamos hablar. Marchaos a casa. No hay
honorentodoesto.—No—reconocióBjorn—.Perohayvenganza.—Sevolvióhacia losotros
guerreros—.Quierohablarconélasolas.Quierohablarconelhombrequematóamihermano.Los demás dieron media vuelta a su caballo y se alejaron un poco. Bjorn
desmontó,desenvainósuhachaysucuchilloylospusoenelsuelo.Fuehastalaorillaconlasmanosvacías.—Hablemos.Voydesarmado.—Siguesteniendotuespada.Escupióalsuelo.—¿Creesquetelalanzaré?Tirédelasriendasdemicaballo,lehicevolverseehinquélostalonesensus
costados.—QuierohablartedeGunnar.Tendríaquehaberseguidocabalgando.Nodeberíahaberhabladomásconél,
peroyahabíadetenidomicaballoyélsabíaquesuspalabrashabíandadoenelblanco.Asípues,desmontéycaminéhastalaorilla.—¿Quéquieresdecirme?Entoncesmesonrió,porquesabíaquemehabíaencontradounpuntodébil.—Vigdismecontólaverdad—dijo.—¿Aquéterefieres?—MentisteenelAlthing.Séquenofuistetúquienmatóamihermano.Vacilé.—Entonces¿porquéperseguirme?—Tuviste un papel; no hay clemencia para los de tu calaña. Peromataré a
Gunnar.—Puedes matarme a mí. Si no logro evitarlo, que así sea. Pero no puedes
derrotaraGunnar.Yesposiblequeyonoseatanfácildematar.
Desenfundé una parte de la espada, el regalo de Gunnar, lo justo para quevieraelcolordelmetalylosfamiliaresgrabadosdelahoja.Echólacabezaatráscomo si aquella visión lo sobresaltara, yme pregunté si no la temería.Habíamatado a dos de sus hermanos. Quizá aún creyese en el destino y lasmaldiciones.—Meparecequetútambiénmorirásatravesadoporestaespada—dije.—No.—Negóconlacabeza—.Todavíacreesquemoriráscomounguerrero,
como un poeta. Que morirás bien. Cuando te atrapemos, te descuartizaremoscomoaunanimaldecaza.—Esposible.PeroGunnarvengarámimuerte.—No.Nolohará.Mediolaespalda,sediríaquedecepcionado.Noséquéesperabademí,pero
no lo había obtenido.Mientras se alejaba, busqué enmi cabeza algomás quedecirle.Algunapalabracapazdeaplacarsuodiooinsuflarlemiedo.Peronosemeocurriónada.Subíamicaballoycabalguéhaciaelnorte,mirandoporencimadelhombro
devezencuandoparaverlosavanzarrumboalsurhaciamivado,hastaquelosperdídevista.Cuandollególamañana,volvíanaestarallí.
Había llegado elmomento, pues, de jugármela.De quitarme de encima amisperseguidoresomorirenelempeño.Llevaban semanas pisándome los talones, y apenas habíamos puesto a
nuestroscaballosaltrotealgunavez.Tengoentendidoqueseproducenmuchaspersecuciones parecidas al final de las batallas, cuando los hombres estándemasiadocansadosparacorrer.Losguerreroscaminanatrompiconesdetrásdeotros,arrastrandolospies.Porquelapersecucióndeunhombreacaballonoseresuelvegraciasalavelocidaddelgalope,sinoabasedepurapersistencia.Son
cosascomoelcaballoquetropiezayserompeunapataolanzaasujinetecontralasrocaslasquedecidencómosesaldaunapersecuciónportierra.Pero aquella mañana rompí con la tradición. Aguijoneé a mi caballo y
arrancamosagalopar.Cuandomiréhaciaatrás,viquelasfigurasdelhorizontesealejabanunpoco.
Ellostambiénhabíanespoleadoasuscaballos,peroseresignabanaperderalgode terreno, sabedores de que yo estaba exigiendo demasiado a un animalexhausto.Sindudacreeríanquehabíasucumbidoalpánico,quesoloteníanqueesperar a que mi caballo se agotase. No tenía montura de repuesto y nadiecambiaríacaballosconunproscrito.Esperaríanymeatraparíanenunvistoynovisto.Peronoentendíanmipropósito.Cabalguéaeseritmohastallegaralafaldadelasmontañas.Alnortehabíaun
valle que llevaba hacia tierras verdes, pobladas por hombres que me erandesconocidos,ydelantesealzabaunamasadepiedragrandeyanónima;¿quiénibaaperdereltiempoenponerlenombreaesaclasedecosas?Mebajéde lasillaymicaballopareciódarunaboqueadadealivio.Bajóla
cabeza,escupiendogotasdeflemaranciaysudandoamares.Enelúltimotrechohabíacargadomenoselpesoenunapata,yvienesemomentoqueapenas sesostenía sobre ella. Aun así, aguantó en pie; era tan valiente que no queríatumbarsehastaqueledierapermiso.Apretélacabezacontralasuyayleabracéelcuelloconambosbrazos.Sentí
queseinclinabahaciadelante,contramí,comounancianocansadoseapoyaensuhijo,comosiesperasepodercargarpartedesupesoenmí.—Gracias—dije.Saquéel cuchillo, le rajé lagargantaydejéquecayeraal
suelo.Leabracémientrasmoría.
Noteníatiempodedescuartizarlocomoeradebido.Solomellevélosfiletesdellomo,queeranlosmásfácilesdecortar,yenvolvílacarnesanguinolentaenuntrapo. Luego me puse en marcha, corriendo por el pedregal de la ladera tan
rápidocomomepermitíanlaspiernas,clavándomeenlospiesaquellaspiedrassueltas.Tresvecescaíymellenélaspalmasdearañazos,mientrashincabalasrodillasy loscodosparanoseguirresbalandohaciaabajo.Unarodilla torcida,unhuesoroto…cualquieradeesoscontratiemposseríamiruina,puesmedejaríaamerceddemisperseguidores.Pero teníaquearriesgarme.Nopodíapermitirquemesorprendieranenaquellaladera.Me pareció oír un grito a lo lejos, queme transportó el viento.Miré hacia
atrásyviquelasfigurasenlontananzasemovíanmásdeprisa.Espoleabanasuscaballos, porque al fin habían comprendido mis intenciones. No volví ainteresarmeporelloshastallegaralacima,jadeandoypresadearcadas,cuandomiré hacia abajo para ver a la partida de guerra arremolinada al pie de lamontaña,discutiendoagritosentreellos.Nome hacía falta oírles para saber lo que se estaban diciendo. No habían
pensado que estaría lo bastante desesperado para escalar las montañas. ¿Meseguiríanhastaallí?¿Oconfiaríanenqueelhieloylapiedraresolvieranelpleitoporellos?Puesnohayhombrequepuedaaspirarapasartresañosensemejantelugar.—Marchaosacasa—susurré,deseándolodetodocorazón,comosifueseuna
plegariasincera.Y,aunasí,parecióquemehubieranoído…yhubierandecididocontravenir
misdeseos.Porquedescabalgarondeunsalto,sacarondelasalforjassusarmasysusvíveresyemprendieronelascensoporlaladera.Me volví ymiré hacia el este, hacia el corazón de nuestro país. Y fue allí
dondeviunaamenazamáspeligrosaqueunejércitodeconquista,unaflotadebuquesdeguerraounamontañaescupiendofuego.Vi…lanada.Viunatierradondenadavivíaynadapodíavivir.Ymeadentré
enella,rompiendolanievevirgenbajomispies,yavancétandeprisacomopudesobreunterrenoqueningúnhombrehabíaholladodurantecienaños.Noandaríanmuyatrás.
18
Hay viajeros que arriban a Islandia—recién llegados,mercaderes de tierras
lejanas—sinhabervistonuncanuestropaís.Sial llegarencuentranunespesomantodenieblamarina,esposiblequesoloveanlasricasgranjasquejalonanlacosta, los ríoscargadosde salmonesy lospastosverdesde lascolinasbajasyonduladas.Quizásepreguntencómoestepaísadoptóunnombre tanseveroalnacer. Cómo alguien pudo poner la vista en este lugar y llamarlo «tierra dehielo».Luegoelvientosopladesdeelmar,lanieblasedespejayesosviajerosvenlas
grandesmontañasqueocupanelcorazóndelpaís.Losinterminablescamposdenieveyhielo,larocanegra,latierrayerma.Yesentoncescuandoloentienden.Vivimos en los bordes de esta isla, aferrados a cualquier extensión de tierraverdequepodamosencontrar.El resto se lodejamosalhieloy lanieve, a lasfieras,losmonstruosylosproscritos.Vigilamos el centro con atención, como si temiéramos que un día las
montañas y el hielo fuesen a marchar sobre nosotros como un ejército deconquistaparaconsumirlospastos,congelarlosríosyexpulsarnosalmar.Nadapuedevivirenese lugar.Nadacrece.Unmundodehieloynieve,que
sololosdesesperados,losperseguidos,puedenllamarhogar.
Me siguieron hasta ese laberinto de piedra y hielo. Sus efectivos habíanmenguado:soloquedabanochodelosdoceoriginales,pueslosdemásdebíande
haberregresadoacasaconloscaballos.Ellosnodebíandehabersacrificadoasusmonturascomoyo;eranhombresqueaúnteníanalgoqueperder.Antes,nuestrapersecuciónhabíasidocasiaciegas.Motasenelhorizonteque
seguíanaotropuntitoenlalejanía,cruzandounterritoriovacíoconloscaballosalpaso.Peroenaquellamontañaíbamosapie,sobreunterrenodondehastaunaescasadistanciapodíaexigirunajornadadecamino.Cuandogritaban,losoíaconclaridad,yavecesnisiquierateníanquehacerlo.
Las retorcidas paredes de piedra llevaban sus voces hastamí: conversacionesintrascendentessobreganadoycosechas,quejasrezongadassobreelfrío.Porlanoche,avecesmesentíacomosicompartieralahogueraconellos,yteníaquecontenermeparanoresponderaalgunaobservación.Nopasóundíasinquenosviéramos:oraestuvieseavanzandoporunsendero
elevadoyvolvieralamiradaparaverlosenlasrocasdedebajo;oraacabasedeatravesaruncampodenieveespesay,conaquellablancurafríaporlosmuslos,oyeseelsuavecrujidodelanievequeserompíaamisespaldasyavistaraamisperseguidoresauntirodepiedra.Noteníatiempoparaencenderhoguerasynopodíacorrerelriesgo,demodo
que comía cruda la carne de mi caballo; como un lobo, con la sangrecorriéndomepor la barba y la carne blanda deslizándose gaznate abajo. Penséquetalvezseríaunaenfermedadloquemematase,envezdeloshombresqueme daban caza, porque ya tenía la garganta irritada de tanto toser. Pero, encuanto pareciera que ese iba a ser el desenlace, daría media vuelta paraenfrentarme a mis perseguidores. Prefería morir peleando que sucumbir a laenfermedad;preferíaelsabordelhierroquemorirdehambre.Noconocíaningúncaminoatravésdellaberinto.Encualquiermomentopodía
toparme con un muro de piedra infranqueable, sin tiempo para retroceder.Doblabacadaesquinaconmiedo,remontabacadaescarpaduraesperandoverellugar donde iba a morir. Pero los dioses fueron benévolos, o tal vez solodesearan juguetear conmigo un rato más. Siempre encontré un camino paraseguiradelante.Yaunasí,entodomomento,lesoíapisándomelostalones.
Cadadíamásdébil,mascandonieveafaltadeagua,sentíaqueelfríocalabaenmiinteriorcomounaflechaclavada,unaheridaprofundaquenopodíacurar.Encuantomequedésincarne,empecéarasparmusgoyliquendelapiedra,conlaesperanzadequeaquellapantomimadecomidaaplacasemihambreduranteunrato.Esperabaquealgocambiase,quesemeaparecieraunavíadeescape.Entonces,unamañana,sentíunroceenlacaramientrasdormía.Fueuncontactodelicado,comounamanodeamantequepretendeacariciarla
piel del durmiente sin despertarlo. Me incorporé, buscando a tientas con unamanounatúnicaounamelenaenlaquehundirlosdedos,yaferrandoconlaotrala espada que tenía al lado, pues allí no podía haber ninguna amante quemedespertara.Mismanos no encontraronmás que aire, y al principio pensé quedebíadehabersoñadoeseroce,sinmás.Entonces volví a sentirlo.Un contacto frío y disperso, que parecía estar en
todaspartesalavez.Nolocomprendíhastaqueabandonédeltodoelmundodelossueños:estabanevando.Dejélaespada,alcélasdosmanosysentíelfríocontralapiel.Loquehabía
empezadocomoun levísimoroceyaestabadandopasoaalgomás:unadensacataratadeblancoqueyametapabalaspiernasycubríaelpaisajemontañosodemialrededor,hastaelpuntodevolverinvisibleelrestodelmundo.Lacontempléyempecéareír.Fue una risa silenciosa, porque no podía arriesgarme a que me oyeran,
sacudiendoloshombrosmientrasmemordíalamembranadepielqueseparaelpulgardelíndiceylanievecaíaamialrededorcomosifueralarespuestaaunaplegaria.Melevanté,yatiritandoaunqueaúnmuertoderisa,yechéacaminaratrompiconesporlanieve,haciéndomepantallaantelacaraconunamano.Habíallegadoelmomento.Lacaceríaylahuidaseibanaacabar.Aqueldía
losperderíaenlaventiscaomoriríaenelintento.
Los tenía cerca. Les oía dar voces en la tormenta, tratando de no perderse de
vistaunosaotros.Lesquedabanmás fuerzasqueamí,porquehabíancenadobien y en torno a una hoguera todas las noches, por lo que se movían másdeprisaqueyo.Alládondeplantaraelpie,dejabaunamarcaen lanieve.Alládondefuera,lesabríauncaminoqueellossoloteníanqueseguir.Yaunasí,nonosveíamos;laventiscaerademasiadoespesa.Éramosunciego
cazando a otro, guiándose por el tacto, el sonido, la voz, luchando contra laintensa nevada que hacía que cada paso doliera.De todas lasmaneras en quehabíaimaginadoquemoriría,nuncahabíaprevistoesta.Allí,enlasaltasmontañas,lleguéaunagranexplanadadenieve,queteníasu
propiabellezabaldía.Eracomouncampobiencuidado,comosilosespíritusdelamontañahubiesenescogidoaquellugarparasembrarnieveyhielo.Entonceslatormentaamainóporuninstantey,alotroladodelcamponevado,
divisé algo. Solo fue un atisbo, tan breve que podría haberse tratado de unespejismo,peroteníaquecreerqueerareal.Unpasoquebajabadesdelasmontañas.Ymásallá,unvalle,camposverdesy
ríos.Unlugarprovistodevida,adiferenciadeaquellatumbaalairelibreenlaquemehallabaatrapado.Lanieveocultóaquellavisiónunavezmás,peroyosabíaqueestabaallí.Seguícruzandoelcampo,tanrápidocomopodía,endirecciónaloquehabía
visto.Ynopasómuchotiempoantesdequelosoyeraamiespalda.Elcrujidodelanieveylasmaldicionesdeunoshombrescansados.Parecíanestarmuycercademíy,aunasí,eraincapazdeverlos.Avanzaba con esos movimientos trabados y lentos propios de los sueños.
Sacabalaspiernasdelanieveconlaayudademismanosateridasytomabaunasbocanadasdeaquelairegélidoqueparecíanrajarmelospulmones; lapuntademi espada envainada se clavaba en la nieve a cada paso que daba, mientrasesperabasentirelcontactodeunamanoenelhombroolasensacióndelacerobajolapiel.Peronollegaron.Sentírocabajolospiesyvolvióaaparecerantemílavisión
quehabía tenido.Podía salir de aquel lugar, bajar con los vivosunavezmás.Peronoseríapormuchotiempo.Giré a la derecha y corrí a través de las rocas, agachado, con la capa raída
ondeando a mi espalda como las alas de un cuervo. Cuando me pareció queestabalobastantelejos,dimediavueltadenuevohaciaelcampodenieve.Volvíametermeenélyempecéacaminarhaciadondehabíavenido.Enesaocasiónavancépocoapoco,puesmeinteresabamáselsigiloque la
velocidad,yesperabaaqueelvientoarreciaseantesdedarcadapaso.Lesoíaacercarse. Si avanzaban en formación abierta sobre la nieve, me atraparían.Vería la sombra de un hombre delante de mí y sabría que ya era demasiadotarde,quemiestratagemahabíafracasado.Elhombremeveríayavisaríaasuscompañeros. No se apresurarían, porque yo no podía huir con aquella nieve.Seríaunaejecuciónpaciente.Peronome topéconningúnhombre.Debíandehaberse juntado, comouna
cuerdadeesclavoscegadosqueseorientarancomounosolo.Oísurespiraciónprofundayrítmicaysuspesadospasosamiderecha.Estábamostancercaque,sime hubieran hecho una pregunta, habría podido responderles sin alzar la voz.Luegopasaronde largoysussonidosse fuerondesvaneciendo.A lo lejos,meparecióqueunodabaunavozalllegaralextremodelcampodenieveyverelsenderoquebajabadelasmontañas.Unvuelcodealegríaenmicorazón.¿Cuántotardaríanencaerenlacuentade
su error? ¿En dar media vuelta y encontrar ese segundo rastro a través de lanieve? Lo bastante para que yo me desvaneciera en las montañas. Muyprobablementeparamorirdefríoodehambre,peroporelmomentoesonomeimportaba.Solosentíaeljúbilodelembaucador,laalegríadeLoki.Puesmuchasveces, en las historias,Loki engaña con un truco a sus parientes. Sabe que lodescubrirányseenfrentaráatormentosyescarnio,peroledalomismoporqueenesemomentonohaynadasalvoesegozo.Entoncesvi una sombra en la ventisca.La formadeunhombrequepasaba
cercademí.
Me agaché y, en una pausa entre dos ráfagas de nieve, lo vi. Un hombrearrebujadoensucapa,que,dobladohaciadelante,contemplabamishuellasenlanieve e intentaba interpretarlas. Solo durante un instante, porque luegodesapareció.Concuidadoydelicadeza,mepuseacavarenlanievepordebajodemí.Abrí
unhueco,comounlocoquecavarasupropiatumba.Despuésmemetídentroymetapéconlanieve.Cogíelcuchilloconlamanoizquierdayescuché.Durantemuchotiemponooínadaquenofueseelaullidodelviento.Teníala
manoderechaapretadacontraelpechocomosiquisieraaquietarellatidodemicorazón,mientras la izquierdame ardía en la gélida superficie, con los dedosenroscadosconfuerzaentornoalmangodelcuchillo.Eldolorquemecausabael frío no tenía parangón con nada que hubiese experimentado, y mordí losplieguesdemicapaparanoecharmeagritar.Entonces,desúbito,comoelgolpedelrayocontraelsuelo,dejédesentirnada.Entoncesleoí;lapesadacadenciadeunospasosqueseacercaban.También
unavozquegritaba,demasiadoroncaparaquelaidentificase.—¡Bjorn!¡Kari!¿Meoís?Sehabía perdido.Llamaba a sus compañeros, porquehabía confundidomis
huellasconlasdeellos.¿Quéextrañocaprichodelazarlohabríallevadohastaallí?Unretortijónque
lehabíahechoretrasarserespectodesuscompañeros;unapiedraqueselehabíametidoenlabota,porloquehabíatenidoquepararunmomentoparasacársela,yjustodespuéshabíaalzadolavistaysehabíadescubiertosolo.Se fue acercando,más ymás, hasta que estuvo tan cerca demí que podría
haber estirado el brazo para tocarle desdemi agujero en la nieve. Pero él noprestaba atención al suelo. Intentaba atravesar la ventisca con la mirada paradistinguirasuscompañeros.—¡Bjorn!—gritóunavezmás,aunqueelvientoengullóelsonido.Después
—:Kiarán.Nogritóminombre.Lodijoconvoznormal,parasí;habíacaídoenlacuenta.
Entoncesbajólavista,ysusojosseencontraronconlosmíos.La nieve salió volando cuandome levanté, cargué con el hombro contra su
rodillaybusquéyrajésupiernaconelcuchillo.Cayó,conelcuerpotensoporelhorror,moviendoloslabiosperosindecirnada.Mesubíarastrassobreélcomoquienescalaunamontañay lemetíelpuñoen labocaantesdequeacertaseagritar.Era Ketil. Estaba allí para satisfacer una obligación contraída con Bjorn,
alguna deuda que debía saldarse con sangre. No le movía el ansia de matarhombres,sinoelmerocumplimientodeundeber.Ydetodaslaspersonasalasquepodríahabermeenfrentado, losdioseshabíanquerido traerloaélparaquemurieseamismanos.Rodéparasalirdeencimadeélyretrocedíporlanievecorreteandoagatas.Él
se me quedó mirando con incredulidad e intentó ponerse en pie, mientrasbuscabacon lamanoelhachaque llevabaal costado.Probóa levantarse,y lapiernadestrozadacedióbajosupeso.Yohabíanotadocómolapielseseparabahasta muy hondo bajo el corte que le había hecho, pero él no había sidoconsciente de su herida hasta ese momento. Vi el blanco del hueso y lostendonesdesupiernaexpuestoscomogusanoscortados.Seabrazó laextremidad,colocandoyrecolocando losbrazosunayotravez
sobre las heridas que le había causado, porque eran demasiadas para taparlastodas.Seperdióporunmomentoensupropiodolor,conlosojoscerradosylosdientesalavista.Luegoparecióacordarsedemí.—Nomedeshonres—dijo.Mirédetrásdeél,hacialaventisca.Meparecióoírsonidosalolejosquese
acercaban.Losotrosregresaban.—¡Nomedeshonres!—repitióagritos.Pero yo le di la espalda y arranqué a correr por la nieve. Volvía hacia los
senderos rocosos del corazón de las montañas y dejaba atrás a un hombremoribundo.Antesdequeelvientoapagaraelsonido,oíquemesuplicabaunaúltimavez.
Oíquemesuplicabaquelomatase.
Deambuléperdidoenlatormenta,buscandounlugardondemorir.Concadapasosentíaque lavidaescapabaachorrodemí,comosi fuera la
sangre causada por una herida profunda y terrible. Lo único que deseaba eradormir,tumbarmeenlanieveydormir.Hay un anhelo que siente cualquiera que afronta una batalla perdida. Es el
afándematarporlomenosaunhombre,denomorirsinderramarlasangredequienhavenidoapor ti.«Hasmatadoauno—parecequediga lamente—,yconesobasta.Hanpagadotuvidaporlomenos.Túmbateymuere,siteapetece,porqueyahashechosuficiente.»Tal vez por eso había dejado a Ketil con vida. No por piedad, ni para
ralentizaraquienesquisieranseguirme,sinoparanegarmeesasatisfacción.Paraproporcionarmeunmotivoafindedarotropasomás:laesperanzadevengarme,dehacerquemimuertenofueraenbalde.Lanievecaíacadavezmásespesayelrecuerdodelasangreeraelúnicocalor
delquedisponía.Cuandoavancédandootrotraspié,sedesprendióunarocaylaoí rodaryrepiquetearhaciami izquierda.Seguíelsonidoy,bajo lanievey lapiedra, vi algo. No era un sendero, sino una quebrada que parecía descenderhacialafaldadelamontaña.Bajéatrompicones,conpasosdescuidadosytorpesquequedabanenterrados
enlanieve,yresbaléalpisarlapiedracubiertadehielo.Caíunayotravez.Aldesplomarmesobreelmantoblancodelsuelo,cerrabalosojosparadisfrutardeunexquisitomomentodedescanso,peroluegovolvíaalevantarme.—Unpasomás—mesusurraba.Unpasomás.Enunmomentodadodescubríquehabíabajadodelamontaña.Elterrenose
nivelabaantemisojosylaventiscafueperdiendofuerzahastaquepudeverconclaridadelcaminoycomprendíadóndemehabíanllevadolosdioses.Eraotromundodepiedranegra.Unvalleyermoyvacío,sincobijonihierbaa
lavista.Ningúnhombrehabíapisadoaquellugardesdehacíaporlomenoscienaños.Caíyfuiincapazdelevantarme.Lointentéunayotravez,perosentíaunpeso
enorme e invisible sobre el pecho. Fui consciente de que no iba a llegarmáslejos. Por lo menos no moriría en las montañas. Por lo menos no moriría amanosdemisperseguidores.Mirélamanoquesosteníaelcuchillo,laquehabíamutiladoaunhombreal
queotrorahabíaconsideradounamigo,ynolasentíenabsoluto.Metumbéenlanieveaesperarlamuerte.
Fuialternandoentrelavigiliayelsueño,unayotravez.Miesperanzaerasoñarde nuevo con Sigrid, pero no soñé nada en absoluto. Solo una penumbrasilenciosa,comoestarsumergidoenaguasprofundasyquietas.Despertéunavezmásyantemíhabíaunafiguraenlaoscuridad.Noerauna
jugarreta de la imaginación, porque sentía sus pasos pesados sobre el suelo.Pensé, por unmomento, que se trataba de uno demis perseguidores, quienescontratodopronósticohabíanlogradoseguirmehastaallí.Peroeraunhombrealquenoconocía.Un fantasma, tal vez, de otro proscrito que había muerto en aquel lugar y
acudíaadefendersuterritoriodelosvivos.Suropaeraunmosaicoderetales,teníalosojosdesorbitadosyenlamanollevabaunhachamellada.Aunasí,alaespaldacargabaconunanimalmuerto:unzorro,desolladoy sanguinolento,yesomehizodarmecuentadequenoeraningúnfantasma,pueslosmuertosnonecesitanalimento.Se arrodilló ami lado y destapó un odre de cuero que llevaba colgado del
cuello.Mellegóelolordulcedelhidromiel.Eneseolorestabalavida,lapoesíayelamor.Laenergíaparalevantarmeylucharotravez.Ansiababeberloyestiréelbrazo,peroélloapartódemimanocodiciosa.Profirióunladridoyuncarraspeo;eraunhombrequehacíamemoriadecómo
sehablaba.Despuésdijo:—¿Porquétendríaquesalvarte?Noleentendí,yélnoañadiónada.Meagarródelabarbillaymesacudióla
cabeza.—¡Escucha!Dimeporquédeberíasalvarte.Moví los labios, perono salió ningunapalabra.Él enderezó la espalda y se
preparóparaabandonarmeen lanieve.Antes,con lavozcargadadepena,mehablóunavezmás.—¿Quésabeshacer?Entonces supe lo que debía decir, lo que podía ofrecerle a este hombre, lo
únicodevalorqueyoteníaenaquelpáramodehieloynieve.—Sécantar—dije.Despuésdeesonorecuerdonadamás.
19
Cuandodesperté,nohabíacielosobremicabezanimontañasamialrededor.
Solosombrasquedanzabanenlasparedesdeunacuevay,cercademí,elsonidoycalordelfuego.Alprincipiomeencogíanteesa sensación,comodebiódepasarlealprimer
hombrequeprendióunallama,asustadoantesupropiacreación,creyendoqueibaaquemarelmundoconeseextrañodonparpadeante.Mireacciónduróuninstante.Despuésquedósolounansiadefuegoquehizo
quemearrastraratodolocercaquepudedelahoguera.Estirélosbrazoshaciaellay,apesardequeolíapeloquemado,nosentíelcalorenlosdedos.Alcambiardepostura,captéunmovimientoalotroladodelfuego.Unagran
sombraavanzóagatashastasituarseamilado,porqueeraunhombrealtoyeltechodelacuevaestabacercademicabeza.Enesemomentolovimejorqueenlanieve.Teníaelpelodelcolordelhierro
mojado,y lo llevabarecogidoymuy tirantecontra lacabeza,peroensusojosbrillabalajuventud,olalocura.Cuandovolviólacabezaparamirarme,alaluzdel fuego vi que le faltaba una oreja; en el lado derecho de su cabeza soloquedabaunraídopegotedecarneycicatrices.Mediounsorbodeagua.Lepedímásporseñas,peromelaquitóapenasme
hubemojadoloslabios.Apoyólacabezaenlapalmadeunamanoymeobservóduranteunrato.—Creo quemorirás—dijo al fin—.De fiebre, lomás seguro.—Apartó la
vista,atizóelfuegoyluegovolvióamirarme—.Tedaréunpocodecomidayde
agua.No tengomucha y no piensomalgastarla. Si sobrevives una semana, tedarémás.¿Loentiendes?—Loentiendo.—Noensuciesestacueva.Avisacuandosientasnecesidady tesacaré fuera.
—Hizo una pausa—. Hace mucho que no comparto este sitio con nadie.Intentarérecordar.Peronomepongasaprueba.Measaltódenuevolanegrura,conlarapidezconqueserompeelhielodel
ríoyunosehundeenelaguafríayoscura.Cuandomedespertédenuevo,nodabalaimpresióndequemianfitriónsehubiesemovido.—¿Eresunproscrito?—pregunté.—¿Creesqueunhombrelibreescogeríavivirenestelugar?Supongoquetú
tambiénloeres.—Sí.Seinclinóhaciadelanteysesituólobastantecercademicaraparaqueoliese
sualientofétido.—¿Sabesquiénsoy?—preguntó.—Noteconozco.¿Eresdelnorte?Seechóhaciaatrás,concaradesatisfacción.—Sí.¿Ytúvienesdeloeste?—Vivíenelsur,hacealgúntiempo.Despuéseneloeste.—Yahora,aquí.—Apoyólaespaldaenlapareddelacuevaysiguióconlos
ojoselbailede las llamas—.SoyThoris.MellamanelFratricida.—Hizounapausa—.Ahoracreoquesabrásquiénsoy.—Matasteatuhermano.—Sí.Matéamihermano.Queríacasarmeconsumujer.Despuésdeesocalló.Nohabíanadaqueañadir.Puesunhombrepuedematar
pormuchas razones: para responder aun insulto, paravengarse, para evitar lavergüenza.Porplata,tierraopoder.Entodosesosmotivospuedehaberhonor,deunauotraclase.Peromatarporunamujereraunactodeshonroso.Nuestropueblonovehonorablematarporamor.
—Cuando te encontré, ¿de quién era la sangre que te manchaba? —mepreguntó.—Deunhombrequemeperseguía.—Unenemigo,vamos.—No.Yonolollamaríaasí.—¿Ledisteunamuertedeguerrero?—No.Lodejémutiladoenlaventisca.—Apartélamirada.—Nohacefaltaqueteavergüences—dijoél—.Aquíno.Eseeselsecretoque
conocemosloshombrescomonosotros.—¿Quésecreto?—Quenonosdetendremosantenada.Comerseaunhombre,mataraunniño.
Hevistoaproscritoshacertodoesoycosaspeores.Parasobrevivir.Meinvadióelagotamientoysupequeprontocaeríaotravezenelsueño.Alcé
lasmanoshaciaelfuego,noparacalentarlas,sinoparaexaminarlas.Los dedos de la derecha presentaban un blanco puro. Los de la izquierda
estabangrises,conlaspuntasnegras.Nosentíanadaenningunadelasdos.Éllasmiróydijo:—Teayudaré,cuandohayapasadounasemana.—Sisobrevivo.—Si sobrevives.—Entonces, casi con timidez,preguntó—:¿Cuándopodrás
cantar?—Pronto—prometí.Porprimeravez, vi asomaruna sonrisa a sus labios.Soloporunmomento,
comounaestrellafugaz,yluegodesapareció.
Llegó la fiebre, como él había pronosticado.Días de locura en la vigilia y depesadillasenlaoscuridad.Apesardesusinstrucciones,mehicemisnecesidadesencima una y otra vez en la tiniebla. Y le recuerdo gritándome, dándomebofetadasysacándomearastrasalaentradadelacuevamientrasusabatraposy
nieveparalimpiarla.Lafiebremellenódeunsentimientoparecidoalodio,unodiolocoyvociferante;peronopudomatarme.Lasuperé tanescuálidocomoelganadoafinalesdeinvierno,conelcuerpo
hueco y los huesos clavándose contrami piel. Vi que Thoris no parecíamuyconvencido cuandomemiraba.Y, aun así, yo sentía en lomás hondoquemihora no había llegado.He vistomorir de enfermedad a hombres ymujeres, ysiempreintuyen,antesdelfin,queseacercaelmomento.Yosabíaquedeseabavivir.PensabaenSigridysabíaquesobreviviría.Mimanoderechahabíavueltoalavida,aunqueeldolorquehabíasentidoera
peorquecualquiercosaquehubieraexperimentadoantes.Aunsumidoenlomásprofundodelafiebreyajenoatodolodemás,habíasentidoarderaquellosdedosqueresucitaban.Sinembargo,enmimanoizquierda, laquehabíasostenidoelcuchillo,nohabíanada.Losdedosseablandaron,peronorecuperaroneltactonilacapacidaddemoverse.Habíanpasadodelgrisalnegro.Nosabíacuántosdíashabíantranscurridodesdequemehabíaencontradoen
lanieve.Talvezhubierapasadounasemana,quizámás.Peroaqueldía,cuandoThorisvolviódesuexpediciónmatutinaenbuscadevíveres,mediounpedazodesupansinlevadura.Solounpedacito,perohastaesemomentosiempreselohabíacomidoenterosinofrecermenadajustoantesdemarcharse.Solomehabíadadodecomerporlasnoches,cuandotambiénmedejabauncubodenievequesefundiríaduranteeldíaparaproporcionarmeaguapotable.Aqueldía,mientrasel ardorde la fiebre sedesprendíademipiel, sentíuna
variedaddistintadecalor.Nohabía fuegoencendidoen lacueva,yapesardeello,debajodemí,sentíaquelapiedraestabacálidaaltacto.—¿Estoesuntrucotuyodemagia?—pregunté.—Puedequeseamagia,peronoesobramía.Noposeoelarte.—Seagachóy
extendiólosdedossobrelapiedra—.Talvezduermaalgoahíabajo.Undragónuotrabestia.Ymientrasduerma,podremosvivir.Ysidespierta,moriremos.—Hablaréenvozbaja,pues,paranodespertarlo.—No.Cantarásbienalto.Quesedespierte,¿quémásda?—Hizounapausa
—.¿Cuántotiempoestarásfueradelaley?—Tresaños.Apartólamirada.—Mealegroporti—dijo,puesyohabíaoídoqueaéllehabíancondenadoa
serproscritoduranteelrestodesuvida.—¿Cuántotiempollevasaquí?—lepregunté.No respondió. Esperé, porque había aprendido que, después de pasar tanto
tiemposolo,estabaacostumbradoalsilencio.Muchaseranlasocasionesenlasquelehacíaunapreguntaynooíanadadeélhastaquerecibíaunarespuestaalcabodeunashorasounosdías.—Yavansieteaños.—¿Nopensasteeniralextranjero?¿Porquétequedaste?—Una mujer. La mujer por la que maté a mi hermano. Vino a reunirse
conmigoaestelugar.Esteeranuestrohogar.Busquéindiciosdeellaentodalacueva.—Murió—explicó él—.De fiebre.Hace tres años. Por ella he sobrevivido
másquecualquierotro.Hevisto iryveniramuchosproscritos.Hombresmásfuertesqueyo,mejorescazadores,mejoresladrones.Ytodosmueren.Pues¿quéotracosapuedehacerunhombreenunsitiocomoeste?¿Quéquedasinomorir?—¿Sesuicidan?—No. Pero se vuelven descuidados. No se preparan lo suficiente para el
invierno.Sepaseansindisimuloporloscamposdelasgranjasyloscazadoreslosencuentran.—Arrancóotropedazodepanymelodio—.Muerensinsaberquedeseanhacerlo.—¿Todavíahayhombresquetedancaza?—Siguenviniendo.Todoslosveranos.Mifamilia,cargadaconeldeberdela
venganza.Mehanvistodelejos.Supongoquealgúndíameencontrarán.—Nunca había oído hablar de un proscrito que hubiese sobrevivido tanto
tiempocomotú.—Tienesuparteplacentera:vivir,cuandotodosloshabitantesdeunaislate
quierenvermuerto.—Esbozóunavezmásaquellaleveytemblorosasonrisa—.Mesientopoderoso.Entonces me reí, con toda la fuerza que pude reunir, al oír sus palabras y
contemplarnos a los dos:mediomuertos de hambre, astrosos y sucios. Peoresqueanimales,porquehastauncaballoounaovejagozabandemásprotecciónquenosotrosbajolaleyy,aunasí,élhablabadepoder.—Yaloverás—dijo—.Quizálosepasya,peroprefierasnocreerlo.Yahora
dime:¿porquénohuistetú?Alomejornoteníasplatasuficiente.—Habíaunbarcoesperándomeyuncapitánparallevarme.—Entonces¿porquénoembarcaste?Norespondí.—¿Tienesunamujer?—preguntó.—Sí.—Yaveo.Poresonoescapaste.—No.Ellaqueríaquemefuese.Leprometíqueloharía.—Entonces¿porqué?Reflexionéduranteunosinstantes.—Tengounamigo—dije—.Éltambiénestámetidoenelpleito.Mientrasme
cacenamí,aélledejaránenpaz.Escupióenelsuelo.—Lo dudo. A estas alturas deben de darte por muerto. —Me miró con
detenimientoyviquesusojosempezabanaenfriarse—.Omediceslaverdadonodejaréquetequedesaquí.Apoyé lamanomuerta en la espada que llevaba en el costado. Busqué las
marcasdelasrunasylasespiralesdelhierro.Sabíaqueestabanallí,peronolasnotaba.—Noqueríairme—dije—.Nopodía.Tienequehaberunmundomásalláde
estaisla,peroescomosinopudieracreerlo.Hubiesesidocomocogerunbarcohacialanada.Paraestarconlosmuertos.Ynohallegadomihora.Asintióparasusadentros.
—Creoquediceslaverdad.—Sepusolasmanosenlosmuslosysesentóconlaespaldarecta,comounjefeenelasientodehonor—.Yahoracantarás.Entonces tuve miedo, más que el que había sentido durante la tormenta, o
cuandohabíaidoacazarelfantasmaconGunnaroencualquierocasiónenquehubieseidoalabatallaarmadoconespadayescudo.Penséenlashistoriasquehabía oído sobre escaldos que se salvaban gracias a sus canciones. EgilSkallagrímsson, el más grande de entre los míos, había pagado al rey deInglaterraelrescatedesucabezaconunpoema.Aquellacuevanoeraningunacortereal,peroenellaThorisejercíacomounmonarca.Noteníaverdugoparaejecutarmesi fracasaba,pero tampoco lonecesitaba.Elhieloy lanieve seríansusejecutores,sioptabaporexpulsarme.Meincorporésobrelamanta,bebíaguaparasuavizarunagargantairritadade
tantotoserymepaséuntrapomojadoporlacaraparaaquietarminerviosismo.Habíapasadotantotiempodesdelaúltimavezquehabíacantado,queestaba
segurodehaberperdido el don,dequenome saldrían laspalabras, deque elpoeta que llevaba dentro habíamuerto en la ventisca. Quizá la Dama Blancatambiénacatelapalabradelaley.Talvezlosproscritosnopuedencantar.Pero, al cabo de apenas unmomento, sentí el contacto de laDamaBlanca
sobre el hombro y supe que seguía conmigo.Me vinieron las palabras, comosiempre había sucedido, y sentí que se avivaba el calor en mi corazón y migarganta, sentí el anhelo del poeta y supe, en ese momento, que no podríahabermequedadocalladoaunquehubiesequerido.Yasí,alcélacabezaycerrélosojos.Ycanté.
Thorishabíadejadoquesucabezase inclinasehaciadelanteyesamelenagrisplomizalecayerapordelantedelacara.Habíapermanecidoinmóvilycalladodurantetodalacanción,ynohabíasidounsilencioquemedijeranada.No tuve la oportunidad demirarlo para observar su reacción, porque había
necesitadotodasmisfuerzasparacantar.Lavozsemehabíaquebradomuchas
veces,miritmohabíasidoirregularymirespiración,débil.Aunasí,poralgúnmotivo,meparecíaquenuncaanteshabíacantadotanbien.Al final,Thorisalargóunamanoymepusoenelhombro laspuntasde los
dedos.Lasdejóallíduranteunrato.—Biencantado—dijo,convozqueda—.Teloagradezco.—Tragósaliva—.
Puedesquedarte.—Meparecequehacebastantequenooyescantaraunpoeta.—Gudrun.Mimujer.Ellacantaba,peronoasí.¿QuiénfueeseCúchulainndel
quehashablado?—Elgranhéroeirlandés.¿Nohabíasoídohablardeél?—No.Nuncaheoídocantaraunirlandés.—Mesémuchascancionessobreél.Cómovivióycombatió.Ycómomurió.—¿Cantarásmássobreél?—Sí—respondí—. Pero antes tienes que hacer algo por mí.—Levanté la
manoizquierdayleenseñélosdedos.Élvaciló.—Deberíamosesperar—dijo—.Siguesestandodébil.Neguéconlacabeza.—Nohaytiempo—objeté—.Queseaahora.Movió la boca, pero no llegó a hablar. Creo que tenía miedo; miedo de
matarme, aunque su intención fuera salvarme.De quedarse sinmás compañíaqueelrecuerdodeunacanción.Cogió un cuchillo que llevaba al cinto. Era el mío, el más afilado que
teníamos, porque su hacha y su cuchillo se habían embotado y oxidado hacíamucho.Probóelfiloconelpulgaryasintió.—Damelamano—ordenó.Metumbébocaabajoyapoyémimanoizquierdasobrelapiedraconeldorso
haciaarriba,losdedosnegrossobreelgrisdelaroca.Laotralamantuvecerradadebajodemicuerpo,comosiquisieraprotegerladeél.Apoyóelcuchilloenmipulgar,dondeacababaporabajolapielnegra.Porlo
queyonotaba,elfilopodríahaberestadosobrelamanodeotrohombre.—Hazlo—dije—.Nosientonada.—No—replicóél—.Tenemosqueestarseguros.Y bajó el filo un poco más, hasta apoyarlo sobre la carne blanca, y no la
negra.Sentíelfríodelmetalcontralapiel.Notabaalaperfecciónhastalaúltimamuescaymarcadelahoja.—Ahí—dije.—No te muevas —ordenó, y colocó las dos manos sobre el mango del
cuchillo,listoparaapretarhaciaabajo.—Espera—lepedí.Observé la mano una vez más. Había sostenido un escudo, había recogido
cereales de la cosecha, había sostenido el rostro de la mujer a la que amabamientrasnosbesábamos.Yconellahabíamatadoaunhombre.—¿Ya?—preguntó.Cogíunatelamugrienta,hiceunapelotaconellaymepreparéparamorderla.
Luegovolvílacabeza.—Sí—dije—.Ya.Yempezóacortar.
Tratédevermecomounprisionero,encadenadocongrilletes.YaThoriscomoun amigo que había acudido a liberarme y que, con cada golpe de cuchillo,rompíauneslabóndelacadena.TratédecreerquemehabíanencantadoconunsortilegioyqueThoriserael
sacerdotequeveníaapurificarmicuerpoylibrarlodelamaldición.Tratédecreermuchascosas,mientrasescuchabaelsonidodeloscortesyme
estremecía y temblaba contra el suelo.Ninguna de ellas sirvió paramitigar eldolor.No fue hasta después,mientras sosteníamimanomutilada pegada al pecho
comosi fueramihija,meciéndola atrásy adelante conun sabor abilis en los
labios, concentrándome en hacer desaparecer el dolor; no fue hasta entonces,digo, cuando me invadió un júbilo enorme y terrible. El júbilo de saber queviviría.Ynohaytormentoquenopuedasuperarseconesejúbilo.Me obligué a inspeccionarla: cinco muñones húmedos y empapados de
sangre.Ymeobliguéasonreír,comosabíaqueThorisdeseaba.—Yameheganadootroapodo—susurré—.KiaránMediamano.—Haynombrespeores.Metumbéypenséentodoslosdiosesalosquehabíanmutilado.Penséenmi
dios Odín, que había renunciado a uno de sus ojos a cambio del don de lasabiduría.¿Cuálsemeconcederíaamíacambiodeloquehabíasacrificado?SentílamanodeThorisenelhombro;casitierna.—Descansa—medijo—.Lohasaguantadobien.—Mañanateayudaré—leaseguré—.Nomequedarémástiempotumbadoen
estacuevacomounanciano.—Comodesees.Peromañana.Metumbéydejéqueelsueñoseapoderasedemí.Soñéconcuracionesmilagrosas,conquemisdedosestabancosidosotravez
en su sitio y vivos de nuevo. Soñé que me ataban y me hacían cortes todasaquellaspersonasqueconocía,quesangrabaygritabaperonopodíamorir.DespuésnosoñéconSigrid,niconGunnar.Soñéconlavenganza.
Pasaron tres días hasta que tuve fuerzas suficientes para levantarme.Despertésoloenlacuevaytardémuchoenponermeenpiecongranesfuerzo.Perounavezerguido,nosentídeseosdevolveratumbarme.Meapoyéenlapareddelacueva,respiréysentíquemisfuerzasvolvían.Cuandoregresó,Thorisnocomentónadaalprincipioyselimitóaobservarme
conojosdeguerrero,enbuscadepuntosdébiles.Cuandoquedósatisfecho,medijo:
—Tenemos que ponernos a trabajar. No falta mucho para que llegue elinvierno.Miré detrás de él, hacia el exterior de la cueva con su paisaje de piedra y
nieve.Parecíaimposiblequealguiensiguierallamandoaesoverano.Nopodíaimaginar cómo serían allí los inviernos, cómo un hombre podía albergaresperanzasdesobrevivireneselugar.Sinembargo,prontodescubríqueíbamosaserloquesiemprehabíansidolos
islandeses:granjerosypastores.PorqueThoristeníaunpequeñorebañoenunode los valles exteriores. Eran unas ovejas de un año, enfermas y débiles, quesacabangusanosporlasfosasnasalesalrespirar,peroaunasíéllastratabaconunaternuradignadelmejorganadodelospastosverdes,conelamorpacienteyexhaustodelpastorporsurebaño.Tambiénteníamosunapequeñaparcelasembrada,enuninopinadopedazode
tierra verde. Las plantas estaban mustias y la mitad habían sucumbido a laescarcha,peroaunasínosdaríanunpocodegrano.Cuidamosdeesacosechaydeeserebañoenunatierradesolada,ypenséenaquellosprimeroscolonosquehabían llegado a Islandia siglos antes quenosotros.Tal vezhabíanvivido así,solosenelfrío,luchandocontralatierraparasobrevivir,sinparientesenlosqueconfiarsilacosechalesfallaba.Noerasuficiente,hastayoloveíaclaro.Lacarneyelgranoquetendríamos
nos durarían con suerte unos pocos y escasos meses. Pero no bastarían parasobreviviralinvierno.Cuandoselodije,Thorisasintió.—Perdí mucho tiempo cuidándote. Necesitamos más comida de lo que
pensaba.—Entonces¿quéhacemos?—pregunté.Nocontestó,pues la respuestaerademasiadovergonzosaparaexpresarlaen
vozalta.Selimitóamirarhaciaeloeste,hacialastierrasqueeranpropiedaddeotroshombres.
Esperábamos a quepasaran las nochesdespejadas, a que llegaran las nubes, aque la luna menguase. De día cruzábamos caminando las montañas yermas,dormíamosunpardehorasdesueñoligeromientrasatardecíay,cuandocaíalanochedeverdad,salíamosdenuestroescondrijoynosmetíamosenloscamposdeunoshombresalosquenoconocíamos.Éramos los fantasmas que matan a las ovejas de un pastor, los duendes
traviesosquerobaneltrigoylosgranosdeloscobertizosaislados,lassombrasque hacen que los niños vuelvan corriendo a sus casas a través del brezal,gritandoquehanvistoaunmonstruoenlaoscuridad.Nuncahabíaparticipadoenunaincursiónvikingapero,aunasí,lollevabaen
la sangre. El pueblo demimadre lo formaban cazadores y saqueadores, ymipadrehabía sidounode losesclavosqueseobteníanenesas incursiones.Así,medecíaamímismoquenoéramosladrones,sinocazadores.Ellosnoshabíandejadofuerade la leyynosmataríansinosatrapaban.No lesdebíamossentirningunavergüenza.Yasí,nochetrasnoche,asaltábamoslasgranjasenbuscadecerealesycarne.Siempre íbamos con cuidado de no repetir víctimas en nuestras correrías, y
siemprenosllevábamoslosuficientementepocoparaquelosgranjerospudieranconvencersedequesehabíanequivocadoalcontarsurebañoohabíanolvidadodóndehabíandejadoesesacodegrano.Noqueríancreerenladrones.Avecesveíamosaotroshombresocupadosconelmismo trabajonocturno;
solos, por lo general, aunque a veces en parejas como nosotros. Nosmanteníamos alejados unos de otros, por el miedo a que nos descubriesen siéramos demasiados o a que una rivalidad desembocara en violencia, y por elmiedo innombrable a otros proscritos. Pues aunque fueran como nosotros, lostemíamos. Llevábamos el infortunio como si fuera un hedor; estábamosacostumbradosalnuestro,peronosdabaascoeldeunosdesconocidos.Hicimosmuchasincursiones,ylleguéaesperarenascuasesasnochesnegras.
Caminar por unos campos cuidados, entre el ganado, en terrenos limpios de
nieveyhielo,separecíaunpocoaserunhombrelibreotravez.Perosabíaquenoseríapormuchotiempo,queaquellonopodíadurar.Caminábamos de vuelta una mañana, cada uno con una oveja cargada a
hombros, cuando reparé en el cambio. Una ausencia que me hacía sentirincómodo, una sensación que había experimentadomuchas veces, pero nuncacomo proscrito. No entendí de qué se trataba hasta que llegamos a lasestribacionesdelasmontañas.—Noseoyeaningúnpájarocantar—dije.Thorisasintió.—Sí,sehanido.Prontollegaráelinvierno.Bajé lavistaamimanodestrozada;el fríosehabía llevadocincodedospor
delante, y había sido a finales de verano.No podía ni imaginar cómo sería elinviernoenesasmontañas;nosemeocurríacómoíbamosasobreviviraél.Tengoentendidoque,enotrospaíses,elinviernonoestancruel.Haymuchos
que mueren en esos meses, pero son víctima de las muertes lentas: la tospersistentequesevuelvehúmedayasfixiantealolargodemuchassemanas,lalluviaincesantequeatraviesaeltejadoyprovocaunafiebremortal,elmohoquese extiende invisible por un almacén y echa a perder las provisiones para elinvierno. Pero la gente sabe que se acerca sumuertemucho antes de que lesalcance.Enmi país, el invierno es un asesino de hombres.Nomata en cuestión de
semanas o meses, sino de un momento a otro. Alguien sale al aire libre eninviernoysienteelvientocomosifueraunosdedosqueselecerrasenentornoalagarganta,unacuchillafríasobrelasmuñecas.Notacómocorta,cómomata,ylagentevuelvecorriendoalahoguera,heridayderrotada.Conocíaunhombrequesalióalairelibrepararecorrercincuentapasoshasta
el retrete. Se alejó del fuegoborrachoy sonriente, diciendo en tonodebromaqueelvientoalomejorleserenaría.Esperamosaqueregresara,peronovolvió.Lebuscamos,lollamamosagritos,hastaqueelferozvientonoshizoretroceder.Cincuentapasoshastael retrete,y seperdióen la tormenta.Y loencontramos
mesesmástarde,cuandolanievesederritió.Loscarroñerossehabíancebadoenél;sinojosnilabios,sonreíaciegohaciaelfirmamento.Elsolapenassuperaelhorizonteydesaparecetanprontocomohaceactode
presencia.Elmarsellenadetémpanosdehieloaladeriva;sialguiendecidiesehacerse a la mar para seguir a las aves rumbo al sur, su barco acabaríadespedazado.Laislaenteraquedaseparadadelmundo,ynadiepuedeentrarnisalir.Yasí,nosotrostambiénnosaislamos.Cantamosybebemos,eintentamosnopensarennuestrasreservasmenguantesdecomidaycombustible,enlafríamuertequellamaalapuertaconcadaráfagadeviento,pidiendoqueladejemosentrar.
Nohicimosningunaincursiónmásenloscampos.Sacrificamosnuestroganadoy salamos la carne,y cosechamosel granoquepudimos.Cavamosuna fosayenterramosbuenapartedeloqueteníamos,mientrasqueelrestolollevamosalacueva.Antesdemeter lacomida,nopodíamosponernosdepiedel todosinchocar
con el techo. Una vez introducidos todos los víveres, vi que tendríamos queentrar a rastras. Vivir reptando como serpientes, mientras nos abríamos pasocomiendohastaalcanzardenuevoelsuelodelacueva.—¿Cuándosabremosquehallegadoelmomento?—lepreguntéalforajido.—Losabrás—respondió.
20
Un día como cualquier otro. Estábamos enterrando nuestras últimas
provisiones.El viento eramás fuerte,más intensode lo normal, perono le dimayor importancia.Vi que Thoris parecía tenso, dubitativo, pero no supe porqué.Notabaalgoqueamísemeescapaba,sabíaalgoqueyoignoraba.Empezóanevar.¿Quéimportanciateníaeso?Habíapasadomuchasvecesen
los días anteriores. Pero vi que Thoris había dejado de moverse y mirabafijamenteelcielo.Volvíasentirelviento,esevientofamiliaryhomicidacontralapiel.Cayólanieve,cadavezmásdeprisa,yviquenoibaaaflojar;quelosdioses
estabandispuestosaahogarnosentierrafirmesipodían.Fuecomosiunadelasmontañasquesedivisabanalolejoshubieraempezadoaescupirfuegoocomosi en el horizonte hubiese aparecido una gran hueste invasora. Arrancamos acorrer,pornuestrasvidas.Me apreté la capa contra el cuerpo conmimediamano, como si fuera una
armaduracontralaespadadelviento.Laotralaadelantéporinstinto,porquelanevadaeratanespesaquesentíaelimpulsodesepararla,comosifueraunatelagruesaquedividieraunadenuestrascasas.Por tres veces, en nuestra carrera hacia las cuevas, nos perdimos en el
laberintodenieve.Perdidosenunterrenoquehabíamosrecorridoendocenasdeocasiones, y no hay sensación más temible que la de extraviarse en sueloconocido. Aun así, cada una de las veces logramos elegir bien, hasta queavistamosaquellagrietanegraenlaladeradelamontaña.Nosarrastramoshastaelinteriordelacuevaynosquedamosmirandocómocaíalanieve.
Enunvistoynovisto,seacumulóhastallegaramediaalturadelacueva.Medispuseaadelantarmeparadespejarla,peroThorismeindicóqueretrocediera.—Déjala—medijo—.Nosirvedenadalucharcontraella.Observé cómo se acumulaba y cómo la cueva se iba oscureciendo por
momentos.Meconsumíaeldeseoenloquecidodecorrerhacialaentradayhuirala tierra nevada, pues ¿qué hombre se deja enterrar vivo de buena gana? Eracomosiyaciéramosennuestra tumbaviendodesaparecerelcielomientrasnosenterraban,conunpuñadodetierratrasotro.Al final la entrada quedó bloqueada por completo, y se hizo la oscuridad
absoluta.Guardamos silencio durante un rato, escuchando los alaridos del viento y
sintiendoqueelfríoempezabaacalarnosyaadueñarsedenuestrapiel.Entoncesunavozdesdelanegrura:—Será mejor que cantes —dijo Thoris—. Pero haz durar tus canciones,
porquetenemostiempodesobraparaescucharlastodas.Dejaquetecuenteundíadeinvierno.Despertéenlaoscuridad,aunquesabíaquefueraeradedía.Lonotaba,como
losientenesosanimalesquevivenbajotierray,aunasí,sonconscientesdequeelsolhasalido.Debajodemí,sacosdecerealycarneensalazón,odresdeagua.Enalgúnpunto,másabajo,estabaelsuelodepiedradelacueva.Medabamiedobajar lamanoytoparconél,puessabíaque,si tocabalafríaroca,significaríaquenonosquedabacomida.Esecontactoseríacomolamanodeundiosenelhombroparaanunciarmequehabíallegadoelmomentodemorir.Reptéhacia laentradade lacueva,escuchandopor si sentía los sonidosdel
vientoylanieve.Nooínada,demodoquecogíelpicodemaderayempecéagolpearaquelmuroblanco.Fuiabriendounhuecoenlaoscuridadhasta lograrque entrase un punto de luz, como una cuchillada en los ojos. La luz nodesprendíacaloralgunoy,conella,entróunairefríoquemedejótiritando.Aun
así,medejébañarporellacomosimeiluminaseelsoldeverano.Esaluzyeseaire limpio eran nuestros tesoros, regalos con los que los dioses nos tentabanhastaquecayeralasiguientenevadayvolvieraaenterrarnos.Habíaalgunosdíasenlosquesolosenosconcedíanunosbrevesinstantesde
luz antes de que regresaran las tormentas, el fuego blanco que caía del cielo.Habíavecesenlasquelanevadanoamainabayvivíamosenlaoscuridadylainmundiciadurantedíasseguidos.Pero aquel no era uno de esos días. No nevaba y el cielo azul estaba
despejado. Agucé el oído para ver si captaba algún sonido procedente de lasmontañasquenosrodeaban,porqueaveceshabíamúsicaenellas:elcantodelviento,elcrujidodelhieloquesequebraba,eltraqueteodelosdesprendimientosdepiedras.Esedía,nocorríaniunagotadevientonitampocoseoíanielmenorsonido.Unsilencioabsolutoeinterminable.Amiespalda,oíqueThorisselevantaba.Luego,suvoz.—¿Quétaldíahace?—preguntó.—Precioso.—Yloera.Tiré fuera mantas sucias, sacos vacíos y huesos viejos. La ladera quedó
cubiertadenuestraporqueríapero,aunasí,yoeraconscientedequelasiguientenevadalosepultaríatodocomosinuncahubieraexistido.Sivivíamosparaverelverano,tendríamosqueocuparnosdeesosinoqueríamosarriesgarnosaquenosdescubrierancuandolanievesederritiese.Sivivíamosparaverelverano.Hacía un día precioso como no recordaba otro, pero no saldríamos de la
cueva.Memoríadeganasdecaminarsobreesanieveysubiraalgúnaltozanoparadirigirlavistahaciatierraslejanas,endirecciónamicasa.Perosabíaqueno podía.Había visto días como aquel, despejados y hermosos, que cedían elsitio a una ventisca en cuestión de un instante. El invierno quería tentarnos asalirparamatarnos,porqueeratantaimadocomocualquierasesinoenunpleito.Perome atreví a alejarmemás de lo que lo había hecho enmeses: hasta el
bordedelacueva,dondeapoyélaespaldacontralapiedra.Desdeallí,contempléelvalle.
Dabalomismoqueeldíafueradespejadoybrillaraelsol.Nonecesitabaluzparaconoceresepaisaje,pues llevabamuchosmesescontemplándoloyaesasalturas me conocía hasta el último vericueto. Era como un prisionero de lasantiguas leyendas,quesoloveunatisbodelmundoa travésde losbarrotesdeunaventana.Tratéde recordarotros lugares, los sitiosqueme importaban.Lasmontañas
querodeabanBorg,elpaisajeonduladodelvalledelRíodelSalmón,la laderade Hildarendi donde vivía mi padre. Recordarlos tendría que haber sidosencillísimo,peromeresultóimposible.Seestabandesvaneciendodemicabeza;polvoysueños.Nohabíamáslugarqueese.Thoris saliópara sentarseami lado.Mepasóun trozodecarneen salazón,
que sería loprimeroquecomiese esedía,pueshabía aprendidoano tocar losalimentosamenosqueéllopermitiese.Observábamoselmismohábitoqueloslobos,loscualesnocomenamenosqueellíderlopermita.Estuvimos sentadosun rato juntos sinhablar.Contemplamoselmovimiento
del sol, que llevaba muy poco tiempo en el cielo pero, aun así, empezaba adescender.Thorisrompióelsilencio.—Encenderemosunfuego—dijo.—¿Estásseguro?—Sí.¿Porquéno?Sentí el escozor de las lágrimas que afloraban amis ojos y volví la cabeza
paraqueThorisnolasviera.Reunimoslopocoqueteníamosparaquemar,contodalapacienciaritualde
unos sacerdotes preparando un sacrificio. Colocamos con el máximo cuidadohastaelúltimoretaldetela,cadafragmentodemaderaypedazodeestiércol.Nopodíamosdejarnadaalazar.Esperamosaqueelsolsepusieray,cuandotocóelhorizonte,saquéchispas
delpedernal.Unadocenadepuntosdeluz,cadaunodeellosvisiblesoloporun
momento, y aun así me pareció distinguirlos todos a la perfección. Sentía unansiaenormeporveresefuego.Vi las chispas que morían y las que prendían. Vi todos los puntos donde
surgíanlasllamas,lasviparpadearydanzar,crecerycombinarsehastaformaruna poderosa hoguera, cuyo siseo y crepitar era música para nuestros oídos.Tendímimanodestrozadahaciaelfuego,yelcalorhizoquelavolvieseasentircompleta.Anuestroalrededorlanieveseablandóconelcaloryempezóaderretirsey
rezumar, como una mujer en una pira funeraria. Durante un rato, estuvimosocupadosponiendocomidaenelfuegoycazosdenieveparaquesederritieseyobtener agua caliente. Luego sentí el anhelo que siempre invade a hombres ymujeres cuando se sientan ante un fuego de invierno. El anhelo de compartirrecuerdosehistorias.—Dejaquetehabledelamujeralaqueamo—dije.—No—replicóThoris—.Noquierooíresahistoria.—PuestehablarédemiamigoGunnar;ungranguerrero.—No.Nomeapetece.—Entoncescuéntame…—No—meatajó él,mientras removíaun cazo con el cuchillo—.Nodeseo
hablar.—¿Porqué?Nodijonadaduranteunlargorato.Despuéshabló:—Nohaymásmundoqueestelugar.Nohaymáspersonasquenosotrosdos.
¿Loentiendes?Deseéqueelfuegofueramásfuerte,paraasíverlemejorlacaraysaberqué
queríadecir.Perotalvezleentendiese.—Canta para mí —dijo. Y había pronunciado esas palabras en muchas
ocasiones,peronuncacomolohizoaqueldía.Mehabíaganadoelderechoavivirgraciasamiscanciones,mehabíahecho
merecedordemisustentoconellas.Siendountullidosinexperienciaenlasartes
del proscrito, era lo único que tenía para ofrecer. Él siempre había dado lasórdenesyyosiemprehabíaobedecido.Peroesedía,suvozeradiferente.Nomeexigióquecantase;melopidió.Ledilacanciónquesabíaquequería,laqueamabaporencimadetodaslas
demás,laprimeraquelehabíacantado.CantésobrelamuertedeCúchulainn,yen esas palabras él tal vez viera una muerte deseable. No por hambre ocongelación, solo en las montañas, sino en batalla contra un enemigo muysuperior.Yo no pensé en mi muerte mientras cantaba. Tal vez esa fuera la única
esperanzaquelequedaseaél,peroamíno.Porqueélhabíarenunciadoasoñarconquienesvivíanmásalládelvalle,conlasvidasnovividasyloscaminosnotomados,peroyono.Entendía el peligro que entrañaba pensar en aquellos a los que tal vez
envidiase.EnOlaf,presidiendosugransalón,bienprovistodecalorycompañía.EnBjornyVigdis,quepasaríanelinviernocómodosyvictoriosos.TalvezporesoThorisnodeseabapensarenloquehabíamásalládelvalle.Talvezaquelfuerauncaminoquellevaraalalocura,eldeloscelos.Peronofueelquetoméesedía.No pensé en mis enemigos ni en hombres afortunados a los que podía
envidiar.PenséenGunnaryenSigrid.Le di a Gunnar cien vidas diferentes en mi cabeza e imaginé todos los
caminosquepodíarecorrer.Levienelagua,capitándebarcounavezmás.Levi trabajandoen suscamposycuidandode suscosechas.Levi estrechando lamanodesusenemigosy jurando lapaz.Levienelholmgang,despachandoasusenemigosunoporunoendueloshonorables.Levimorircomounvalienteenunabatallaabierta,conlasangredesusenemigosenlaespada.Lesoñécienvidasdiferentesytratédepensarcuálpodíasercierta.ParaSigridsolosoñabaundestino;quemeesperase.Soñabaenunpedacito
detierraenelvalledelRíodelSalmón,dondepudiéramospasarelrestodela
vida.Soñabaconelamorenlaoscuridad.Otrossueñosintentabanencontrarme,peronoselopermití.Pensé en los callos de lamano deGunnar cuando estrechaba lamía. En la
finura del cabello de Sigrid al deslizarse entre mis dedos. En el fuego queparecía encenderse en sus ojos un momento antes de sonreír. En lo fuerte yorgullosoqueparecíaGunnarcuandoadelantabaunpocounpiepordelantedelotro y adoptaba la postura del guerrero. Estaba perdiendo esos recuerdos; losguardaba a buen recaudo como un avaro y, aun así, cada día parecían quedarmenos que recontar. Pero esa noche, junto al fuego, los recuerdos parecieroncobrar fuerza en vez de debilitarse. Por unmomento, mientras compartíamosnuestrascancionesysoñábamos,volvimosasentirnosvivos.Las llamas empezaron a morir. Nos acurrucamos más cerca de ellas en
silencio,conlasmanosestiradashastacasitocarlasascuas.Hastaquefuecomosi nuestros papeles se hubieran invertido, como si yo estuviese intentandoentregarlemicaloralfuego,mantenerlovivo.Yenelprecisoinstanteenquelasúltimasbrasas parpadearony se enfriaron, empezó a nevar unavezmás.Eranunoscopospesadosy regulares,comopuñadosdenieve lanzadosporundios.Volvimosarastrasanuestratumbayesperamosaquenosenterrasen.Losvivosseconvertíanenmuertosunavezmás.Comohacíamostodaslasnoches,nosabrazamosparacompartirelcalor,que
eranuestrodonmáspreciado.Intentérefugiarmeenelsueño,ylossueños,antesdequeelfríoapretasedemasiado.Podría haberte contado muchos otros días. Días en los que el invierno
intentabamatarnos, comoaquel en el quehizo tanto fríoque los labios semecongelaronysepegaronyunapátinadehielocubrióelinteriordenuestracueva,en el que nos las vimos y nos las deseamos para encender un fuego con lasmanostemblorosas.Oeldíaenquequedamosenterradosatalprofundidadqueel aire de pronto se vició, y luchamos contra la nieve como duelistas en elholmgang,dandomandoblesentreboqueadasyarcadas,hastaqueentróelairelimpioypudimosrespirarotravez.
Yaúnpodríahablartededíaspeores.Losdíasvacíos,quefueronlamayoría.Tumbadoeinmóvilenlaoscuridad,mudo,temblando,sintiendolacomezóndelalocurainvernalenelpensamiento,tratandodenogritar.Perohequeridocontarteesedía.Unbuendía.
21
Cada inviernodemividahabíasabido loqueeraestaratrapadoenunvalle.
LasllanurasquerodeabanHildirandicuandoerapequeño,elvalleHermoso,elvalledelRíodelSalmón.Aunasí,inclusoenlosinviernosmáscrudos,eracapazdeencontrarindiciosdeotravida.Elhumodeunahoguera,unasombralejanaquecaminabaporelmonte,unavozentonandounacanción,transportadaporelviento.Peronoenaquelvalledelosproscritos.Nohabíanadiemásenelvalle,nitampocoseesperabaquellegase.Aunque
nuestros enemigos hubieran estado lo bastante locos para perseguirnos eninvierno, se habrían encontrado todos los pasos bloqueados por el hielo y lanieve. Ellos no podían entrar en las montañas y nosotros no podíamos salir.Estábamossolos.Los dos nos pusimos enfermos, por turnos. Nos mantenía en vela la tos
perrunadelotro,demasiadocansadosparacompadecernosdelotro,por loquesolo deseábamos que sanase o muriera de una vez. Porque la falta de sueñoacarrea una especie de locura, y no pasó mucho tiempo antes de que lapadeciéramosambos.Apenas comíamos. Jirones de carne seca, cuencos de gachas frías y nieve
fundida. Nuestros cuerpos adelgazaron y nuestros huesos se aligeraron, hastaquedarreducidoslosdosaunpardepulmonesdoloridosyuncorazónquelatíaperezoso.Mepreguntésillegaríaunmomentoenelquecomprendiéramosque,enverdad,nohabíaningunaesperanza;enelquenosarrodillaríamosennuestraminúscula cueva y buscaríamos el cuchillo con mano temblorosa; en el que
accederíamosa intentardarnosmutuamenteunamuertedeguerrero,envezdeesperaramorirdehambrecomoloscobardesolosanimales.La nieve perdió fuerza. La luz cobró intensidad. La estación empezó a
transformarse.Aunasí,paranosotros,nadacambió.Al final, llegó el día en que nos quedamos sin nada que comer. Nuestras
manos tocaron la roca pelada del suelo de la cueva, nuestros dedos palparonunos huesos recubiertos de señales de dientes y despojados de cualquierfragmentodecarne.Abrimosunagujeroenlanieve,ylaencontramosmásblandayhúmedaque
otras veces. Salí y tropecé, porque tras tanto tiempo sin usarlas, mis piernastemblabancomolasdeuncorderoreciénnacido.Antemí,elmismopanoramaque había visto tantas otras veces. El único sonido, el del viento cuando selevantabaunpocoyelcrujidodelanievebajonuestrasbotas.Cuandoelvientoamainabaonosotrosnosquedábamosquietos,noseoíanada.Enelríoheladoquesurcabaelfondodelvalle,elhielofuefácilderomper.
Llené un cubo y bebí de él a lametazos como hubiera hecho un perro, concuidado de nometer las manos para coger el agua en las palmas. Thoris mehabía advertido que no lo hiciese, porque había visto a hombres quedarsemancosdeesaforma:unpocodeaguaenlapielquesecongelabaacausadeuncambiorepentinoenelviento.Noteníaningunasganasdeperderlosdedosdelaotramano.Fuimos al lugar donde habíamos enterrado nuestras provisiones, la
emprendimos con el pico contra el suelo y desenterramos cereales, carnecongeladaymaderaheladaparaintentarquemarla.Aprovechamosesedíaparatrasladar el máximo de víveres posible, porque ¿quién sabía cuándo iban aregresarlastormentas?Habíaaúntanpocaluz,tanpocotiempo.Esa noche, cuando al final nos tumbamos agotados en la cueva, Thorisme
insistiómásquenuncaparaque le cantase.Perodescubríquenomeveíaconánimos. Por primera vez desde que tenía uso de razón, no me venían laspalabras,noeracapazdecantar.
—Ya te recuperarás —dijo Thoris—. El primer invierno es el más duro.Aprenderás.Yyaempiezaaaflojar.Estáterminando.Oísuspalabrasysupequeeranciertas.Aunasí,nolascreí.—Tendríaquehabermeidoalextranjero—dije—.Tendríaquehaberocupado
milugarenaquelbarco.Quedarmefueunatontería.Haypalabrasqueunhombrepronuncia,cuandohacefríoyestáoscuro,yque
nodiceenserio.Elinviernopuedeapoderarsedeunhombrecomounafiebreyllenarlelabocadefalsedades.Mientrasnoinsulteanadiedeunmodoqueexijaunarespuestaenformadesangre,seleperdonará.Peroyocreíamispalabras;nodijeningunamentira,sinolaverdad.Allí,enlaoscuridad,viqueThorisseestremecía.
Llegóundía,comocualquierotrodelosanteriores.Defríoheladoryhambre;demiseria y aburrimiento. Era un día más despejado, de modo que caminamoshastaunadenuestrasreservasdevíveresmásalejadas.Enfermos,dobladosporlatos,porqueaambosnosconsumíalamismaenfermedad.Parecía imposible que el verano pudiera regresar, después de pasar tanto
tiemporodeadosdefríoyoscuridad.HacíatantoquenoveíaaningúnhombreoanimalapartedeThorisquesememetióenlacabezaquealomejornoquedabanadie más, que en todo el mundo solo nosotros habíamos sobrevivido a eseinvierno,queelRagnarokhabía llegadoypasadoyhasta losdioses sehabíanperdido. Que éramos los únicos hombres que quedaban en el mundo y queprontomoriríamos.Hastamí llegóunsonido,mientrasavanzabapor lanieveconpasocansino.
Unsonidosuaveyfrágil,comolaprimeranotaquetocaunmúsicoinexperto.Alprincipio lo tomé por un producto de mi imaginación, porque en las nochesinvernales de insomniome había acostumbrado a oír voces y sonidos que noexistían.Volví a oírlo y no supe identificarlo.Sonóunayotra vez, aún tenue
pero insistente,porqueelmúsicoestabaadquiriendoconfianza, ibarecordandoloqueeratocar.MevolvíhaciaThorisparaversiéltambiénlooía.Habíadejadodecaminary
estabaquietoenlanieve,conlacabezaladeadaylosojoscerrados.Medicuentadequeéltambiénlooíayalmomentosupedequésetrataba.Tenía que verlo. No me lo creería hasta que lo viese. Y aunque hasta ese
momento no había sabido si tendría fuerzas para siquiera caminar, de repenteempecé a correr a trompiconespor lanieve,moviendo la cabezadeun lado aotro.Dipalmadasychillémaldiciones,conlaesperanzadeespantaralafuentedelsonido.¡Allí!Uninstantedemovimientopardo,ungritofurioso,ylovi.Unpajarillo
marrón,quelevantóelvuelodesdeelesqueletodeunarbustoexhumadoporelsol.Elavetrazóuncírculosobremí,meabroncó,aleteóysemarchó.Era el primero, pero otros lo seguirían. Los pájaros habían vuelto, y la
primaveraregresaríaconellos.Mehinquéderodillasenlanieveydigraciasatodoslosdiosesquepudieran
oírme.Miré haciaThoris y vi queme sonreía.Yo debía de parecerle un crío,pues él sabía que estemomento llegaría. Encontrarse en lo peor del invierno,cuandonoquedaningunaesperanza,yoírcantaralospájaros.Nosreímosjuntoscomosifuéramosunpardelocos,aullandoygritandode
alegría, peleando en la nieve como si fuéramos niños jugando. Si un diosmehubiera hablado en ese momento y me hubiese dicho que iba a morir al díasiguiente,mehabríadadolomismo.Vivirparaoírunavezmásel trinodelospájaroserasuficiente.Cuando estuvimos agotados y nos sentamos en la nieve, ebrios con el
recuerdodeaquellamúsica,dije:—Estanocheencenderemosotrahoguera.—Desdeluego.—Thorisserascólaorejamutilada—.¿Todavíapiensasque
ojalá te hubieras subido a aquel barco? ¿Nohavalido la pena sufrir tantoporesto?
Vaciléymeplanteémentirle,peroyaerademasiadotarde.Violaverdadenmirostro.Sepusoenpieysesacudiólanievedelaropacongolpesbruscosysecosdelasmanos.—Vamos—dijo—. Tenemos que volver a la cueva.—Arrancó a caminar,
peronohabíaavanzadomuchocuandosevolvióparahablarmeunavezmás—:Estanochequierounacanción.Nolodijocomounapetición;eraunaorden.
22
—¿Leves?—pregunté.
—Sí.—¿Quéhacemos?—Nosédecirte.Alcé lasmanosparaprotegermelosojosdelsolyvolvíamirarvalleabajo.
Hacíaundíadespejado,elsolestabaenloaltoy,aunasí,nopodíadarcréditoamis ojos. Había un hombre caminando por el valle. Un hombre solo, que seacercabahaciadondeestábamostumbadosenlanieve.Era primavera; la primera que vivía como proscrito, y esa mañana nos
dirigíamos a cuidar de las ovejas. Nuestro nuevo rebaño, porque habíamosrobadounashembrasembarazadasaprovechandoquelasnochesseguíansiendobastantelargas.Ycuandoíbamoshaciaellas,habíamosdivisadomovimientoenlosconfinesdelvalle.Al principio lo tomamos por uno de los otros proscritos, una de aquellas
sombras que veíamos en las montañas de vez en cuando y rehuíamos a todacosta.Unladrónqueveníaaarrebatarnoselganadoquehabíamosrobado.Peroaquelhombreeradiferente. Inclusodesde lejos senotabaque ibabien
vestido. Caminaba como un guerrero, en vez de con los andares pesados yexhaustos del proscrito, siempre hambriento y agotado. Y llevaba algo en lasmanos, algo largo y delgado. Un cayado, tal vez, aunque no lo usaba comoapoyoparacaminar.—¿Seráunodeloshombresquetedancaza?—pregunté.—Necio—exclamóThoris—.¿Quiénvendríaaquísolo?
—Otroproscrito,entonces.—Talvez.Sedirigíahaciaelrebaño;prontolasvería.Mediadocenadeovejas,cadauna
deellasmarcadaconelhierrodeunhombredistinto.Nadiepodríatomarlasporotracosaquenofueraeltrabajodeunladrón.—Sisellevalasovejas,morimos—señaléyo.—Dalomismosiselaslleva,siemprequehayavistodondepacen.Nopuede
marcharse.Nopodemosdejarquesevaya.Nosquedamos inmóviles,con lapanzapegadaal suelo,y lovimoscaminar
haciasumuerte.Vio el rebaño, que debía de ser la primera muestra de vida con la que se
encontraba en lasmontañas desde hacía días. Pensé que el hallazgo tal vez leharíahuiroescudriñarlasladerasenbuscadelospastoresquevigilabanaquelrebaño robado. Solo se detuvo un instante, con la cabeza ladeada, antes dedirigirsehacialosanimalesquehabíavistoenelvalle.Esperamoshastaquehubodejadoatrásnuestraposiciónyestuvobienmetido
valle adentro. Solo había una forma de entrar y salir de aquel lugar; por esoguardábamos allí nuestras ovejas. Si se adentraba más en el valle, quedaríaatrapado, pues este terminaba en unos acantilados infranqueables. Si intentabavolver por donde había venido, tendríamos que recorrer la distancia que nosseparabaconrapidezparacerrarleelpasoantesdequepudieraescapar.Sinembargo,encuantonoslevantamos,parecióoírnos,puessevolvióhacia
nosotrosynosaliócorriendo.Nossaludóconlamano,comosifuéramosamigosdeotrovalle,ycaminóhacianosotros.Leesperamos,indecisos.Nonoshubierasorprendidoquesalieracorriendoo
quedesenvainaseunarma.Aquellacortesíaeraalgoaloquenosabíamoscómoresponder.—Tendríamos que darle la bienvenida —dijo Thoris—. Que se relaje.
Despuéspodremoscogerloporsorpresa.—Nopiensoasesinaraunhombredeesamanera.Sidebemorir,quelohaga
luchando.Thorismemaldijo.—Honordeinsensatos—dijo—.Todavíahablascomounhombrelibre;pero
lomataremosatumanera.Casihabíaolvidadoelaspectoque tenían loshombres libres:mofletes, ropa
limpia, aros de plata en los brazos. A él debíamos de parecerle un par dedesesperados.YoconmimediamanoyThoriscastigadopor sieteañosen lasmontañas:teníamosmásencomúnconloslobosqueconloshombres.Llevaba un arma muy bella, una espada demasiado larga para colgarla del
cinto, por lo que sujetaba la funda con lasmanos como si fuera un báculo, yguiaba sus pasos por entre las rocas con el filo envainado. En ese momentoapoyó esa punta en el suelo y su barbilla en el pomo.Nos sonrió y vi que lefaltabanlamitaddelosdientes,todosenelmismolado.Elcantodeunescudo,elbordeplanodeunaespada,unacozdeuncaballoencabritado…algolehabíadejadomarcadoconunasonrisademonstruo.—¿Eserebañoesvuestro?—preguntó.—Asíes—respondióThoris.—Nomeloparece.Lasovejasllevanlamarcademuchoshombresdiferentes.—Ahorasonnuestras.Setapólabocaconlamano.—Yaveo—dijomientrasloshombrosselesacudían.—¿Quiéneres?—pregunté.—MellamoThorvaldur.—¿Quéhacesaquí?—Soyunproscrito,comovosotros.—Entoncesvete,búscateotrositio.Alzóunaceja.—¿Medejaríaispartir?—Ysetapólabocadenuevo.Llevélamanoalaempuñadurademiespada.—Nopodemos.Peroteconcederemosunamuertedeguerrero.
—Osagradezcoquehayáissidosinceros.—Hizounapausa,antesdeañadir—:Yaquenopuedoirme,alomejorpuedounirmeavosotros.—Nonecesitootrohombrequesecomamisovejasymigrano—dijoThoris,
quemeseñalóconundedo—.Conunparásitoessuficiente.—Bueno,podríaserosdeutilidad—sugirióeldesconocido.—¿Cómo?—pregunté,ydeprontorecordélaspalabrasquemehabíadirigido
Thorisdurantelatormenta—.¿Quésabeshacer?—¿Quéséhacer?—¿Porquédeberíamossalvarte?Enesemomentoserioenvozalta,comosilehubierancontadounchisteque
soloélpudieraoír.—PuedohablarosdeDios—dijo—.DelDiosverdadero.—¿ElCristoBlanco?—Algunoslollamanasí.—Yatenemossuficientesdiosesconlosnuestros—dije—.Nonecesitamosel
tuyo.—Cretino—dijo Thoris—. Los dioses no son nuestros amigos.—Volvió a
miraraldesconocido—.PerotuDiosnoserádistinto.Nolonecesitamos.—Muybien.¿Puedoconocerelnombredequienesvanamatarme?—YosoyThoriselFratricidayesteesKiaránelDesafortunado.Díselosatu
Dios,cuandoloveas.Elreciénllegadovolvióaladearlacabeza.—Heoídotuhistoria—dijo—.Matasteatuhermano.—Sí.Esohice.—MiDiostieneunahistoriasobrelomismo.Querrásoírla.—Acontinuación
me miró a mí—. Tu crimen no lo conozco, pero tal vez también tenga unahistoriaparati.Lascompartiríaencantadoconvosotros.—Agarrólaespadaconmásfuerza—.Opodemosmatarnosentrenosotros.Medalomismo.Heoídosoltarlamismafanfarronadaamuchoshombres.Nuestrosdiosessolo
honran a aquellosquemueren en la batalla, demodoquenadiedebería temer
que el filo de una espada le arrebatase la vida. Aun así, de todas lasbravuconadasquehabíaoídoalolargodemivida,solomehabíacreídolasdedoshombres:ladeGunnaryladelsujetoqueteníamosdelanteenaquelvalle.Tenía entendido que los cristianos eran poco varoniles, que suDios era un
cobarde.PorqueesoeraloquesignificabaelCristoBlanco:elCristoCobarde.Yaunasí,ahíloteníamos,dispuestoamorir.—Espera—dijoThoris.El silencio se prolongó. Tal vez estuviera pensando en los peligros que
entrañabauncombate.Éramosdos,peroestábamosdébiles.Quizálebastaraconherirnos para matarnos; la fiebre o el hambre rematarían lo que él hubieraempezado. Tal vez Thoris solo pensara en las probabilidades, y en que noestabandenuestraparte.Peronocreoquefueraeso.—¿DicesquetellamasThorvaldur?—Sí.—Thorvaldur —repitió Thoris, como si la palabra contuviera un hechizo.
Puede que fuera así, porque no me esperaba ni por asomo lo que dijo acontinuación—.Puedesvenirconnosotros.OiréhistoriasdetuDios.De inmediato, el desconocido se relajó. Clavó en la nieve la punta de la
espadayseadelantóparaabrazarnos,comosifuéramossushermanos.Podríamoshaberacabadoconélenesemomento;quizáhubierasidolomejor.
Pero él sabía que no lo haríamos.Ya estábamos bajo el extraño embrujo queparecíairradiar.Yasífuimostres.Ungranjero,unpoetayunsacerdote.Lollevamosalfondodelacuevayencendimosunahoguera,laprimeradesde
hacíamuchos días.Me hizo gracia ver cómo la encendía Thoris. Incluso allí,lejosde todo,quería impresionarasu invitado,comosi fueraun jefevenidoa
menos que prefiriese regalar su último aro de plata a un visitante antes queconfesarsupobreza.Porqueesmejormorirdehambrequesentirvergüenza.Comimos, compartimos un poco del hidromiel que Thoris guardaba en el
frasco que llevaba al cuello y nos sentamos juntos en silencio. Esperé a queThorvaldurhablaseycompartieralaspalabrasdesuDios,peronoparecíatenerprisa.Aguardabaaquenosotrosselopidiéramos.—¿Cómohasacabadofueradelaley?—pregunté.Thoris torciólabocaconademándesdeñoso.Yosabía lomuchoqueodiaba
hablardelmundoquehabíafueradeaquellasmontañas.—Viajabaconunobispo—respondióelcristiano.—¿Quéeseso?—Un gran hombre de Dios, del otro lado del mar. Viajábamos juntos,
visitandoaunjefetrasotro.DespuésfuimosalAlthing,paradifundirlapalabradeDios.—Secalló.Eralaprimeravezqueloveíavacilar,evidenciardudas.—¿Quépasó?—Serierondenosotros.Le llamaronafeminado.—Mesonrió—.Yporeso
matéadosdeellos.Fueuncombatejusto.—Y,aunasí,tedeclararonfueradelaley.—Quieren que los cristianos nos acobardemos. A cualquier otro hombre le
habríanhechopagar el precio de sangre por responder a un insulto comoese.Peroqueríanlibrarsedemí.EsohizointerveniraThoris.—Sediríaquelohanconseguido.Thorvaldurseencogiódehombros.—Durantetresaños.Despuésvolveré.—¿Porquénotefuistealextranjero?—Thorismeseñaló—.Estementecato
tuvo la oportunidad de hacerlo, pero renunció a ella. ¿Tú también erasdemasiadoorgullosoparamarcharte?¿Odemasiadopobre?—Ninguna de las dos cosas. He venido aquí a encontrar a hombres como
vosotros.
—¿Porquéibasahacereso?—LoshombresdeahífueranoestánpreparadosparaoírlapalabradeDios.A
lomejorvosotrossí.—¿Porquéteimportamos?—Amímeimportantodaslasalmas.Peroesahistoriaesparaotromomento.
—Extendiólasmanosydijo—:AhoraoshablarédemiDios.—Adelante,pues—leanimóThoris—.Entretennoscontushistorias.—¿Ysinoosentretengo?¿Memataréis?Thorisseencogiódehombros.Lapreguntanomerecíarespuesta.—Almenosmorirébienalimentado—dijoThorvaldur,yvi reflejada la luz
delfuegoensusdientescuandosonrió—.Esunalargahistoria.Llevarámuchotiempo.Thorisextendiólosbrazos.—Somosricosentiempo,aunquenoloseamosennadamás.—Muybien—dijoThorvaldur,ycruzólaspiernasyenderezólaespalda—.
Dejadqueosexpliquecómosehizoelmundo.Yempezóahablar,conpalabrasquenoeransuyas.Alprincipio,pocodeloquecontósemeantojónuevo.Hablódelacreación
delmundo,peronosotrosteníamosunahistoriamuyparecida.Hablódeunárbolsagradodelconocimiento,muysemejanteaYggdrasil,elárboldelquesecolgóOdín en su búsqueda del saber. Contó historias de un dios embaucador queadoptaba la forma de una serpiente; Thorvaldur lo llamó Satanás, pero yo loconocíacomoLoki.Empecéaaburrirmemientrashablaba.PorlopocoquesabíadelCristoBlanco,esperabaqueloshombresmurieranporél.Comofeporlaquemorir,nomeparecíagrancosa.Pero después habló de un hombre y una mujer expulsados de un paraíso.
Exiliados;quizáhastapodríallamárselesproscritos.Ysentíqueunescalofríometrepaba por la columna, pues allí es donde una historia deja sumarca cuandosabemosqueescierta.Thorvaldurhablódedoshermanos.Desurivalidadydecómo,llevadoporlos
celos,unoasesinóalotro.Unpleitoentrehermanos,unpleitoentreunhombreysuDios.Einclusoenlaoscuridad,viqueThoristemblabaunpoco.Thorvaldurhizounapausa.Lecambiólavoz,dejódehablarconlaspalabras
deunDiosyempezóausarlassuyas.—Creoqueestahistoriateresultafamiliar,¿verdad?Unmovimiento en la oscuridad. Unasmanos que buscaban y encontraban.
Unasombraencimadeotra,ylaluzdelfuegoreflejadaenelfilodeuncuchillo.YThorisconlacarapegadaaladeThorvaldur,mientrasaquelhombredeDiosle sostenía lamirada, impasible, con un reguerillo de sangre bajándole por lagarganta.—¿Teburlasdemí?—dijoThoris.—TehedichoquemiDiosteníaunahistoriaparecida.Nopretendíaburlarme.—¿YquédicetuDiosquelepasóaaquel?—Fuemaldecido a errar por la tierra, separado de su gente.—Los ojos de
Thorvaldur parpadearon mientras miraba la oreja destrozada de Thoris—. Yquedómarcado,paraquetodoaquelquelovieseloreconociera.—Esahistoriayamelasé.¿Dequémesirve?—Peronosabescómoacaba.Thorisvolvióasentarse,conelcuchilloaúnenlamano.—Cuéntamelo.—Quedómarcadoparatodalavida—explicóThorvaldur—.Odiadoporlos
habitantesdelmundo.Sufrió,peroDiosloperdonó.—¿Porqué?—Diosperdonalasmalasaccionesquecometenloshombres.—¿Aquéprecio?—Noexistemásprecioquelafe.PueselmíoesunDiosdeamor.Sehizoelsilencio.¿Quérespuestahabíaaeso?Odín, Thor, Freyr… nuestros dioses son nuestros jefes, nuestros reyes. Los
honramosyellosnosprotegen.Leshacemosenfadarynosdestruyen.Morimosbienynosrecompensan.Pero¿cómopodíaunDiosamaraunhombre?
Thoris torció los labios; rabia, quizá incluso asco. El cuchillo seguía en sumano,aunquenolosujetabaconfuerza.—Yabastadeesto—dije—.Cantaréunpoco,siteapetece.—No—replicóThoris—.Noquierotuscanciones.—SeñalóaThorvaldur—.
Habla.Cuéntametuhistoria.Cuéntamecómoacaba.
23
¿Quéimportanlasestacionesenunlugarcomoaquelvalledelosforajidos?
¿Paraquésirveelveranoenunatierradondenadacreceynuncadesaparecenelhieloylanieve?¿Dondeelprincipioyelfindelinviernolomarcanlasavesyelsol,peronootrohombreomujer?A veces soñaba que existía un segundo mundo secreto dentro de aquellos
vallesmuertos.Unacongregacióndeproscritos,talvezinclusounasombradelAlthing.Un lugar donde, en el apogeo de un verano helado, los fugitivos nosreuníamosenunvallegélido,juntoaunlagomuerto.Allípodíamoscomerciareintercambiarhistorias,sentirnospartedealgomásgrande.Nuestros antepasados habían llegado a este país un siglo antes y habían
forjadounnuevopuebloenunatierravacía.¿Podíamosnosotrosretirarnosunavezmásyfundarunpaísdentrodeotro?Peronoexistíanadasemejante.Aquellanoeraunasegundasociedad,oculta
para la gente de la costa. No éramos pioneros, colonos del hielo. No habíamujeresniniños.Noéramoshombres,sinofantasmas.Pasábamoslasestacionestemblandoenlacueva,mientrastrabajábamospara
que entraran fragmentos de luz diurna. En algunas de las noches largas, yotodavíacantaba,aunquelohacíayamásquenadaparaThorvaldur,queaplaudíay aclamaba todas las canciones como si estuviéramos en el salón de un jefe.Thorisescuchabasinprestarmuchaatención,rascandoelsuelodelacuevaconsu cuchillo embotado.Estaba esperandootra cosa; pues losdías enqueyonocantaba,ThorvaldurcontinuabaconlahistoriadesuDios.Yo escuchaba como hace un niño con los desvaríos de un anciano
cascarrabias:contodalaatención,peropocointerés.Yateníalosdiosesdedospueblos,losislandesesylosirlandeses,OdínylaDamaBlanca,padreymadredemipoesía.Nonecesitabanadadeél.Oesocreía,alprincipio.
Llegóundíaafinalesdeverano,enelqueThorvalduryyoestábamossentadosanteunapequeñahoguera,preparandounadenuestraspocohabitualescomidascalientes.Thorishabíasalido,paracuidardelrebañoobuscaragua,norecuerdola razón. El caso es que estaba a solas con el cristiano, al menos por unmomento.—¿VolverásahablardetuDiosestanoche?—pregunté—.¿Ocantoyo?—Haremosloquemandenuestrojefe.—Entonces creo que oiremos tus historias. Me apostaría algo, si tuviera
algunaposesiónquejugarme.—¿NoteagradanmisrelatosdeCristo?—Nomemolestan.Algunosdanparaunabuenahistoria.—Peronoteconmueven.—Yatengobastantesdiosesamilado;nonecesitootromás.—Alomejorpuedocontarteotrascosas.¿Quéesloquequieresoír?Vacilé.—Hayunhombresobreelquemegustaríatenernoticias—dije—.También
unamujer,aunquedudoquehayasoídohablardeella.—Dimesusnombres.Alomejorlosconozco.—GunnarKarlsson.Cavilóduranteunrato,haciendomemoriaopergeñandounamentira.Perosi
intentabaengañarme, lo sabría.Mepreguntosi lehabría rebanadoelpescuezopormentirme.Peroalfinalasintiópocoapocoy,cuandohabló,lecreí.—Lo vi en elAlthing—dijo—.No conversé con él en persona, pero hubo
otrosquemehablarondeél.
Sentíundolorenelpecho.—¿Estababien?—Noestabamal;aunqueparecíaestarpeleadoconmuchagente.—Élesasí.Meobservóduranteunrato.—Le vi ir a donde los poetas—añadió—. Para oírles cantar. Supongo que
pensandoenti.—Siemprelehagustadooírcantaralospoetas—expliqué—.Yonosoymás
queunodetantos.Esbozóunasonrisa.—Allíhabíaunamujerconlaquehabló.Cerrélosojos.—Descríbemela—pedí.—Alta, depiel pálida.Demasiadodelgada.Pero creoque sabesdequién te
hablo.«Unañomás—pensé—.Esperasolounañomás.Porfavor.»—Vale—dijoThorvaldur—.Esaesunamujeralaqueamas.—Sí,loes.HáblamemásdelAlthing.—¿Quéesloquedeseassaber?—Todo.Serio,ymehabríacontadomáscosas,perooímoslospasoscontundentesde
Thoris,quevolvíaalacueva.Seplantóenlaentrada,conlasmanosapoyadasenlapiedraquehabíaencima
desucabeza.Seinclinóhaciadelante,escudriñandolapenumbraymirándonosaunoyluegoalotro.—¿Dequéhabláis?—Denadaimportante.—Esoesmentira.Hablabaisdemí,¿verdad?—No—aseveróThorvaldur—.HablamosdelAlthing.Deviejosamigos.Thorisescupióenelsuelo.
—No quiero saber nada de eso. Los chismorreos de los granjeros, lasconspiracionesdelosjefes…¿Quémeimportanamí?Sivaisahablardeesascosas,nolohagáisenestacueva.—Sesentóanuestrolado,cogióunacucharatalladaenhuesoylametióenelpuchero—.HáblamemásdetuDios.Thorvaldursepusoenpieymetendiólamano.—Nohemosacabadodehablar—dijo—,demodoquesaldremosdetucueva.
Caliéntatejuntoalfuego;notardaremosmuchoenvolver.Thorismovió la bocaperono le salió ningunapalabra, y nosmiró como si
fueraunamantedespechado.—Puessalid.Pormí,comosioscongeláis.
¿Cuánto hacía que no paseaba solo por placer? Al principio fui incapaz derecordarlo,porquellevabademasiadotiemposiendounproscritooatrapadoenunpleitodondecadamovimientorespondíaaunpropósito.LaúltimaocasiónhabíasidolanocheenqueGunnaryyohabíamossalidoa
cazar el fantasma.Una caminata invernal emprendida por el puro placer de lacaza,eldisfrutedelabuenacompañía,ynadamásqueeso.Alomejorporesohabíaperdidolasganasdecaminarporquesí.CuandoThorvalduryyosalimosdelacueva,nolohicimoscomoproscritos,
sino como si fuéramos jefes contemplando nuestras tierras, o amantes quebuscaran la paz de un valle recóndito.Y aunque tiritaba de frío yme daba laimpresión de que arrastraba mis débiles piernas a cada paso, me alegré dealejarmedeThoris,almenosporunmomento.—¿Teparecequeesohasidoprudente?—pregunté.—No consentiré que ese hombreme haga callar.—Me observó durante un
instante—. Pero tal vez no ha sido prudente. Me parece que he abierto unabrechaentrevosotrosdos.—No.Cualquieraquesealabrecha,estabaallíantesdequetúllegaras.—¿Ah,sí?Háblamedeella.
—¿Quéinteréspuedetenerparatialgoasí?—Espuracuriosidad.Habla,ocalla;comodesees.Caminamosen silencioduranteun rato, contemplandocómonuestro aliento
seenroscabayescarchabaenelaire,mientraspensabaquédecir.—No tenemos nada—expliqué—. Y aun así, nos peleamos por todo. Me
preguntosiseráasíeldíaenquemueran losdioses,cuandoel loboengullaelsol.Cuando solo quedendos hombres en elmundo, cuandono se tenganmásqueelunoalotro.¿Seacurrucaránjuntosparahacersecompañíaoseagarraránelunoalotrodelagargantaconlasmanos?¿Sentiránamoroseráodio?Creoqueseráodio.Noséporquénomehaechado.—Tenecesita,porsupuesto—dijoThorvaldur.—Yyonosobreviviríasinél.—Entonces¿setratadeunpleito?—Unpleitoentredoshombressolitarios,queseluchaconpalabras.—Sinsangre.—Todavíano.Creoquenoshabríamosmatado,sinohubiesesllegadotú.Ladeólacabeza.—¿Enserio?Asíque¿medebeslavida?—No.Teladebeél.—¿Ganaríaslapelea?—preguntóThorvaldur,conlavistapuestaenmimano
destrozada.—Amímequedaalgoporloquevivir.Aél,no.—Eso quizá fuera cierto en el pasado. Pero ya no lo es. —Exhibió su
espantosasonrisa—.Eselregaloquelehehecho.—¿Yquéhaydeturegaloparamí?¿QuéotrasnoticiasmetraesdelAlthing?Seencogiódehombros.—La verdad es que poco más. Pasé allí menos de un día, antes de que
empezaralamatanzaymedejaranfueradelaley.—Tropezó,porqueuntramomás profundo de nieve se había tragado su pie. Lo agarré por el codo, ymededicó su sonrisa de media dentadura en señal de agradecimiento—. ¿Qué
piensashacer?—preguntó—.¿Quéharáscuandoterminetucondenaydejesdeserunproscrito?¿Volveráscontuamigo?¿Tecasaráscontuamada?—Sí.Yresolveréelpleito.—¿Conplataoconsangre?—Todavíanolosé.¿Yquéharástú,Thorvaldur?—Bueno,intentarépredicarotravez.Hablaréunavezmásconlosjefes,aver
simehacencaso.—¿Ydelocontrariolosmatarás?—No,amenosqueellosmeobliguen.Peroesperootracosa.—¿Dequésetrata?—¿Teacuerdasdemishistorias?¿LatierradondenacióelCristoBlanco?—TúlallamasJerusalén.—Vaya—dijo—,oseaqueescuchabas.Porlomenosunpoco.—Meacuerdodeesaclasededetalles.¿Quépasaconesesitio?—Ahora lo gobiernan unos infieles. Sirven a un Dios más nuevo que mi
Cristo.—Esotedebedeparecervergonzoso.—Asíes,peronodurarámucho.Diosnoloconsentirá.—Miróhaciaelotro
ladodelvalle,peroyosabíaqueyanoloveía.Teníalaimagendeunpaíslejano,unlugardetierraroja,dondeelsolpegabacomoelmartillosobreelyunque.Unsinfíndelanzasquesemecíancomoárbolesenunvendaval.Elcentelleodelasespadas, sostenidas en alto contra la luz.Y sangre en la arena, un nuevomarderramadosobreunatierrasecacomoelhueso—.Habráunagranguerra—dijo—.Los cristianos seunirán.Olvidaremosnuestrasmezquinasdesavenenciasyrecuperaremosesaciudad.Soloesperovivirlosuficienteparaverlo.—Entonces¿setratadeunpleito?—Sí.—Mesonrió—.¿Loves?MiDiossíquetienecabidaentretugente.Un
pleitoporunpedazodetierra.¿Puedehaberalgomáspropiodelosislandeses?—Cierto.Muycierto.—Perosiguessinestarconvencido.
—No.Peromegustaoírcómolointentas.Movióloshombros,comounluchadorantesdeagarrarseasurival.—Venga—dijo—.Debemosregresar.
Thoris había dejado que el fuego se enfriase y solo quedaban las brasas. Alprincipio pensé que se había ido, porque no vi ni rastro de él. Pero entoncescaptéunmovimientoalfondodelacuevay,cuandomisojosseacostumbraronalaoscuridad,viaThorissentado,encorvadosobre lasmantas, tronomíserodeaquelrey.—QuieromáshistoriasdetuDios—dijo.—Ylastendrás—replicóThorvaldur,quesesentó,metióundedoenlasopa
tibiayselolimpiódeunlametazo—.Peroantestienesquedarmealgo.—Yatedoytechoycomida.Tepermitovivir.Eresundesagradecidoyun…—No, te estoy agradecido.—Estiró lamano haciamí, con la palma vuelta
haciaelcielo—.PeroKiaráncanta.—Recogiólamanoylaapoyóensupecho—. Yo hablo de Dios.—Tendió la mismamano hacia Thoris—. ¿Qué sabeshacertú?—Tencuidado—leadvirtióThoris.Laspalabrasfueronsuavescomolanieve
ycortantescomolaespadareciénafilada.PeroThorvaldurnoseamilanó.—Tienes que contarme tu historia—dijo el cristiano—.Cuéntame cómo te
convertisteenproscrito.Unavacilaciónenlaoscuridad.—Yaconocesesahistoria.—Séloquecuentanotroshombres.Quematasteatuhermanoylerobasteala
mujer.Peroquierooírtelonarrarati.Thoris no respondió. Habían sido muchas las ocasiones en las que había
pensado en preguntarle eso mismo, durante aquellas noches de invierno queparecían interminables.Unaodosveceshabía llegadoapronunciar laprimerapalabradeesapregunta,peroThorismehabíamiradoconcaradesaberloque
estaba a punto de decir, del mismo modo en que un gran guerrero parecepredecir cada movimiento de tu acero y cada paso de tu juego de pies unmomentoantesdequelollevesacabo.Nohasasestadounsologolpe,peroyaestás derrotado. Y había tenido la impresión de que las que formaban esapreguntahabríansidolasúltimaspalabrasquepronunciase.—No—respondióThoris.—Entonces no oirás ni una palabra más de mi Dios. Y no sabrás cómo
terminalahistoria.Thoris se inclinó hacia delante, como si se doblara sobre una herida en la
barriga, de esas quematan a un hombre de forma lenta e inexorable.Abría ycerraba los dedos, tensos sobre la tela de su capa, y en cualquier momentopensabaquelosveríamoversehaciaunarma,queempezaríaunamatanza.Perosequedaroninmóviles,yélempezóahablar.—SellamabaKjartan—dijo—.Mihermano.LellamabanKjartanelFuerte,y
loera.Nohabíahombrequepudierahacerlefrenteenlabatalla.—Memiró—.Ni siquiera tu Gunnar, del que siempre estás cantando. No hubiera podidoaguantarcontramihermano.Ysecasóconlahijadeunjefe;sellamabaFreydis.»Oírumoressobreloquepasabaenaquellugar.Susurros,chismorreos,alos
que no di ninguna importancia. Era mi hermano y le quería. —Sumergió sucuernoenuncubodenievederretida,ydiountragohondo.»Estaba en su casa—prosiguió—, un verano.Había ido a visitarle, pero él
habíasalidoacazarfocasconsushombres,demodoquemesentéaesperarle.Sumujermediopanycerveza,yestuvimossentadosunratojuntosdelantedelfuego.Hablamos;norecuerdodequé.Despuéssevolvióhaciamíymepreguntósilaayudaríaamorir.Volvióabeberaguaypenséenesoshombresqueestánmalditosconunased
insaciable,primerodeagua,luegodesangre.—Le dije que acudiese a su padre, que solicitase el divorcio. Estaba en su
derecho.Peromihermanoeraunhombrepoderoso.Sehabíaganadoelfavorde
susuegro,quenoqueríaayudarasuhija.Demodoquevolvióconmihermano.Yningunodesusparientesseofrecióaayudarla.Alzólosojoshacianosotros.—Noquierohablarmásdeesto.—Sigue hablando —le dijo Thorvaldur, con delicadeza—. Ya has llegado
hastaaquí.Thorisasintió,comosiestuvieramediodormido.—Huboentrelosfamiliaresdeellaquienhablódematarle,peroeranpalabras
vacías.Yosabíaquenoharíannada.Noteníanvalor.Ymihermanocontabaconmuchoshombresque le eran leales.Los animales comoél siempre los tienen.Sonloshombresbuenoslosquesequedansolos.Dejóelcuernoenelsueloyviqueletemblabaunpocolamano.Laderecha,
ladematar.—Peroamímedejaríaentrarensucasaporlanoche.Confiabaenmí.¿Ypor
quénoibaahacerlo?Mearriesguéaaportarunaobservación.—Podríashaberloretadoalholmgang—dije.Pensé que me gritaría, que tal vez hasta se me tiraría encima, cuchillo en
mano.Peroasintióyreplicó:—Hubiera sido lomáshonorable; pero ¿y si hubiese perdidoyo?Él era un
berserker;eramejorguerreroqueyo.Entoncesellasehabríaquedadosola,sinnadiequelaayudase.Temíqueseleescaparaunalágrima,porqueestabasegurodequenosmataría
sileveíamosllorar,paranodejartestigosdesuvergüenza.Perorespiróhondoysiguióhablando.—Esperéhastaquetodossedurmieronyfuiasuhabitación.Eraricoytenía
undormitoriopropio.Erademasiadoorgullosoparacompartirelsalóncon losdemás hombres. —Llevó una mano al arma que tenía al cinto—. Tenía estecuchilloenlamano.»Pero,cuandoabrílapuerta,descubríquealguiensemehabíaadelantado.—
Se estremeció—. Noté la sangre a través de un agujero de mi bota, todavíacalientecontramipiel.Laolíflotandoenelaire,comoelhierroreciénforjado.Yenlacama,mihermanoysumujer.»Vi que él tenía la garganta rajada. Desgarrada, como si alguien hubiera
dejadosueltounloboenlahabitación.Tambiéntenía tresheridasenelpecho,aunque ninguna de ellas lo habría matado. No eran obra de la mano de unguerreroexperto.Quienquieraquefueseelresponsable,habíaaprendidoamatarenesemismomomento.»Ellaestabatumbadaasulado.Teníatantasangreencimaqueparecíaquela
hubieran despellejado. Pensé que había llegado tarde, que una magia oscurahabíapenetradoenaquellahabitaciónyloshabíadespedazadoalosdos.»Pero ella se movió. Qué blancos parecían sus ojos entre tanta sangre. Y
entoncesme di cuenta de lo que había hecho. Tenía unmordisco en lamanoizquierda;lellegabahastaelhueso.Porquehabíatenidoquemantenerlocallado,paraquenolaoyésemos.»Nohablamos.Nopodíaarriesgarmeadecirnada.Mesentéasuladoynoté
quelaropasemeempapabadesangre.Lecogílamano.—Yuniólasdossuyas;imaginando,talvez,quelateníaasuladounavezmás.»¿Quélehabríanhecho?—dijo,hablandosoloparasí—.Nolosé.Nuestras
leyes no dicen nada de unamujer quemata. Habría quedado fuera de la ley,comoloestamosnosotrosahora.Yaunapersonaenesascircunstanciaspuedehacérselecualquiercosa.»Demodoquelasaquédeallíydejéqueloshombreshablasen.Dejéquela
historiasefueraagrandando,hastaconvertirseenloqueeshoy.Ylapartequefaltayalasabéis.—¿Quéfuedeella?—preguntóThorvaldur.—Vinoavivirconmigo.Aestelugar.—Estiróelbrazoparatocarlasparedes
delacueva,paratocarcualquierrecuerdodeellaquetodavíapudiesevivirallí.»Lepedíque fueseconsusparientesoqueviajaraaotraparte.Queviviera
comocriada, comoesclava, antesque ser la esposadeunproscrito.Cualquiercosaparecíamejorqueeso.»Peronoquisoirse.Durótresinviernos.Encadaunodeellosfueponiéndose
másdébilyenferma.Peronoquisomarcharse.Mirómás allá de nosotros, hacia la entrada de la cuevay la nieveque caía
fuera.—Estáenterradaenestevalle—dijo.Eseeraelfinaldelahistoria.Siyolahubiesecantadoonarradoenformade
saga,esehabríasidoelpuntoenquemivozhabríaenmudecido.—Hayalgomás—dijoThorvaldur—.Algoquenonosestáscontando.—Oslohecontadotodo.—No.Haymás.Ycreoquedeseashablardeello.Thorisechólacabezahaciaatrásytorcióelcuelloparaalejarladenosotros,
tal y como un hombre con fiebre se contorsiona, como si de alguna formaquisieraescapardesucuerpo,esecuerpoqueletortura.—Noséquéclasedemujerera—dijo,extrayendolaspalabrascomosifueran
elvenenoquesechupadeunaheridaparaluegoescupirloenelsuelo—parasercapazdehaceralgoasí.Oquéclasedehombresoyyoparaamaralaasesinademihermano.Thorvaldurasintió,satisfecho.Ese,alparecer,erasufinal.El finalcristiano
quebuscaba.—Tedoylasgracias—dijo.EnThoris no se apreciaba absolución alguna ni alivio por haber contado la
verdad.Soloteníaelaspectomohínodequiensesienteengañado.—Hala—dijo—,yatienestuhistoria.Ahora,damelatuya.Thorvaldurempezóahablarotravez.DeDios,delperdón,de la redención.
Noleescuché.Contempléelvalle,escuchélallamadadelvientoymepreguntédóndeestaríaenterrada.
24
Siempremehabíapreguntadocómopodíasaberunproscritocuándollegabael
día de su regreso. Los que huyen al extranjero o son lo bastante ricos paraconvertirsuscasasenfortalezassabenmuybiencuáleslafecha,pero¿quépasacon los hombres que escapan al hielo y establecen su hogar en los vallesmuertos?Paralamayoríadeellos,dalomismo.Muerenmuchoantesdequellegueel
día de su libertad; de hambre, de frío o atravesados por las lanzas de susperseguidores. Pero ¿y los que sobreviven a sus tres años?En ninguna de lashistoriasqueheoídosedicenuncaqueunproscritovuelvaundíatarde.Talvezhabíaproscritosquehabíancontadoomarcadocadadía,parallevarla
cuentadeltiempotranscurridoconsumaprecisión.¿Oteníanotroarte?Heoídohablardequeentierraslejanashayhombrescapacesdeadivinarlafechaapartirdelmovimientodelasestrellas.Nadiequerríapermanecerfueradelaleymástiempodelnecesarioy,aunasí,
volver antesde tiemposupondría lamuerte. ¿Habría regresadoalgúnproscritoconundíadeadelantoparamoriratravesadopor laespadadelprimerhombreconelquesecruzase,oyendosuerroralavezquesesumíaenlaoscuridad?No,antesdeserproscritonosabíacómoesoshombrespodíanconocercuál
era elmomento de su regreso.Y aun así, cuando llegó elmío, lo supe sin lamenorduda.Sentíelcambiodelasestacionesysupequeestabaafinalesdeveranodemi
terceraño.Habíapensadoque tendríaqueesperara lasprimerasnevadaspara
estarsegurodelafecha,queperderíaunmessumidoeneltormentodelaesperaantesdepoderestarseguro.Peroreconocíeldíamismoencuantollegó.Nofueunamerasuposiciónnihabíallevadolacuentadelosdías.Tampoco
fuepurasuerte,nicreoquefueseobradeundios.Fuelasimplememorialaquemedijoquepodíavolveracasa.Habíaolvidadotantascosasenaquellostresañosfueradelaley,habíahabido
tanpocoquerecordar…Aunasí,meacordabadehastaelúltimodetalledeldíaen que me había convertido en proscrito. La curva precisa que el sol habíatrazado en el cielo; el dibujo del sol sobre el mar; la madurez exacta de lascosechas en los campos, hasta el punto de que podría haber distinguido unaespiga de trigo de aquel día entre otras cien cosechadas al día siguiente. Puescuando un hombre o mujer añora un día con tanta entrega, conocerá cuál escuandolleguedenuevo.Yasí, desperté en la cuevaundíade finalesdeveranoy sentí que caíanal
suelolascadenasinvisibles.Volvíaaserunhombrelibre.Podíavolveracasa.
Losotrosnodijeronnadamientrasmepreparabaparapartir.Thorissesentóenelsuelodelacueva,rodeándoselasrodillasconsuslargosbrazos,conlacabezagachay laorejadestrozadavueltahaciamí.Thorvaldurmeobservabaconunalevesonrisaenlacara.Cogíunpocodecomidayunsoloodredeagua,porquenonecesitabamás.
Volvíaaserunhombrelibre;podíapararencualquiergranjadelpaísylaleydela hospitalidad les obligaría a hospedarme por una noche. Podía cantar paraganarmelacomida,segartrigoycuidardelganado,acambiodepanycerveza.Ellos,queseguíansiendoproscritos,losnecesitabanmásqueyo.Mepasélacapadepielporloshombrosypaséciertosapurosparacerrarel
brocheconunasolamano;tresañosdepráctica,yaúnnolodominaba.Guardéenelcintomicuchillo,miarmadeejecutor,queteníaelfilocasiembotado.En
último lugar,meacomodé laespadasobre lacadera.LaespadadeGunnar,unarmadehéroes,quenohabíaabandonadosufundaentodoeltiempoquehabíaduradomiexilio.Lahojaseguíaafilada.—Entonces¿hallegadoelmomento?—dijoThorvaldur.—Asíes.Thorvaldurasintió.—Teacompañaremos;porlomenosuntrecho.Vamos,Thoris.Tenemosque
llevarlohastaelcamino.Pensaba que no nos seguiría. Apenas me había dirigido la palabra en los
últimosmeses,puescuantomásseacercabaeldíademilibertad,menosdeseosteníadehablarconmigo.Contabalosdíasmásqueningunodenosotros,aunquesupasonoleaportabaelmenoralivio.Yavecesmedespertabaenplenanocheylodescubríaobservándomeconlosojosfríos.Peroselevantósinmediarpalabraysalimoslostrescaminandojuntos.Bajamosalvalle,ellugarqueconocíacomopodríallegaraconocerelcuerpo
de una amante.La roca alta y lisa que se curva comoun cuerpo demujer; elpunto donde el hielo del invierno sobre el río era más fino, y que habíamosperforadouncentenardevecesparaecharun tragodeaguagélida;elpeñascoque parecía una cara de gigante, el agujero oculto por los matorrales queamenazabaconqueeltobillosetorcieraorompiera.Fuimoshastadondeelvalleseensanchaba,dondelastierraslibresdeIslandia
seextendíanantenosotros.Alolejos,elmovimientodelosrebaños,ladanzadelas cosechas mecidas por el viento. Un mundo diferente, en el que yo podíaentraryellosno.—Hastaaquípodemosllegar—señalóThoris.Porunmomentonomeatrevíamirarlos,puesmepreguntésinopretenderían
dejarmesaborearlalibertadporuninstanteantesderajarmelagarganta.Nonosuníanlazosdeparentescoodelealtad.Yopodíaprocurarmeungranrenombrellevando conmigo la cabeza de aquellos dos proscritos. Tal vez no quisieranarriesgarseadejarlibreaunhombrequeconocíatanbienelvalle.
Pero, cuandovolví la cabezaparamirarlesdecara,me topéconplata,ynoconacero.Thoris dio un paso al frente yme tendió un brazalete de plata, el doble de
grandequeelquehabíacambiadoenBorg.Nose lohabíavistopuestoen lostres años que habíamos pasado juntos. Debía de mantenerlo escondido, unúltimotesoro;unareliquiadelavidaquehabíaperdido.Talvezelregalodeunamigo,comolohabíasidoelmío.—Cógelo—medijo—.Lonecesitarásmásqueyo.—Nopuedoaceptarlo.—¿Paraquéquieroyolaplata?Nolagastarénunca.Enaquellacuevahabíasidountiranoyyohabíaaprendidoaodiarlo.Ahora
me veía libre de él y podía dar rienda suelta a mi odio. Aun así, no sentíanecesidaddehacerlo.—¿Porquémeloregalas?—pregunté.—Cantasbien—dijoél.Parecióquequisieraañadiralgo,peronoencontrólas
palabrasadecuadas.Desvié lamiraday ladirigí alvalle congeladoquehabía sidomihogar.La
cárceldelaqueélnopodíasalir.—Estodaráparaunabuenacanción—observé.—¿Tresañosenestesitio,ycreesquesacarásunabuenacanción?—Atodoelmundolegustanlashistoriasdeproscritos.Uniólasmanos,comosifueseapronunciarunaplegariacristiana.—¿Cantarássobremí?—Sí.—¿Quéclasedecanción?—preguntó,ymepareciócaptarmiedoensuvoz.A lo mejor temía que le dedicasen un insultante flyting, por extraño que
pareciese.Aquelhombreibaapermanecerexiliadoparasiempredesugentey,aunasí,temíaqueserierandeélasusespaldas.Talvezfueraesoloúnicoqueoíacuandocerrabalosojosporlanoche.Hombresquesereíandeél,el idiotaquehabíamatadoasuhermanoporamor.
—Hassobrevividoaquímásquecualquierotroproscrito.¿Qué tieneesoderisible?Medio la espalday empezóa caminar, pocoapocoy sin rumbo, comoun
ancianoquenosabeloquehace.—Nofueunactodeshonroso—dije,yélsevolvióparamirarme.—¿Quéhasdicho?—Nohayvergüenzaenloquehizo.Lamujeralaqueamabas.—Gracias —dijo él. Después se fue, remontando con grandes zancadas la
pendientedelacolina,endirecciónalacueva.Thorvaldur le agarró el hombro cuando pasó a su lado y le susurró unas
palabras que no pude oír. El cristiano se adelantó, me cogió la mano y memostróesaespantosasonrisasuyamediodesdentada.—Buena fortuna, Kiarán.—Volvió la vista hacia Thoris—. Has sido muy
amablealdecirleeso.—Eraloquedeseabaoír—repliqué—.Eslomismoqueledicestú,conesas
historiasdetuDios.Seencogiódehombros,desenmascarado.—Alomejornosvolveremosaverentiemposmejores—dije.—Nodeseotiemposmejores.Estoydondedebería.—Nomelocreo.—Me parece que sientes celos.De que le gustenmásmis palabras que tus
canciones.—Vinisteaquíaencontrarhombresdesesperados.Hombresdesesperadosque
necesitasenatuDios.Nopareciósentirseinsultadopormispalabras.Ladeólacabeza,sopesandolo
quehabíadicho.—No me parece tan mala idea llevar a Dios primero a quienes más lo
necesitan.Pensabaquedebía llevar lapalabradeDiosa los jefesdeestepaís,perocreoqueesanoeslamanera.Lahumillaciónquesufrí,elexilio…Diosmeestádiciendoqueesanoeslamanera.
—Entonces, llevarás tu Dios a unos hombres que pronto estarán muertos.Hombresquenoengendraránhijos.Tupalabramoriráconellos.—Esposible. Pero yo digo que será un tiempobien invertido.He dedicado
dosañosasalvarunasolaalma,ynololamento.—¿DeverdadcreesqueseuniráatuDios?—Estácercadehacerlo.—Sí.Quierequeloperdonen.—¿Ytúqué?—Yono.Nohaynadaqueperdonarme.—MiDiosteamará.—Tengounamujerquemeama.¿QuénecesidadtengodelamordeunDios?—Esocambiaráconeltiempo.Cuandosuceda,vuelveamí.—Nolohará.—Entoncesesperoquenovolvamosavernos—dijo.Aprecié una frialdad en sus ojos donde antes no se veía sino alegría. Me
pregunté si no sería eso lo que aquellos hombres habían visto en él, aquelloshombresquesehabíanmofadodeélenelAlthing,hacíavariosaños.¿Habíanvislumbradoesaexpresiónensusojosantesdemorir?—Nome malinterpretes—añadió—. Haré un cristiano de ti o te daré una
muertedeguerrero.Nopuedehaberotracosaentrenosotros.—Alzólasmanosyseñalóelvalle—.Aquíexisteunatreguaentrelosdos.Túmehospedasteyteloagradezco.Meagradabastante tucompañíay te tengoporunbuenhombre,perosoyunguerrerometidoenunpleito.Unpleitodedioses.Yfueradeestevalle,eresmienemigo.—Posólasdosmanossobresucorazón—.Peroesperoqueundíaseasmiamigo.—SéamableconThoris—dije.—MiDiosseráamable—replicóél.Yluegosefue.Observécómosealejaban,unodetrásdelotro.Lospasos lentosy torpesde
Thoris,ylazancadadesenfadadadeThorvaldur.Comounancianocuyamuerteestápróximayelhijoquelosucederá.
Regreséalastierraslibrescomounviajeroprocedentedeotromundo.Caminécon la cabeza alta y a plena luz del día, avanzando sin miedo por el terrenoelevado,disfrutandodelcalordelsolsobremipiel.Podíanhabermevistohastaelúltimohombreymujer,ynomehabría importado.La leyeradenuevomiamiga,ymesentíacomositodosloshabitantesdelaislacaminaranamilado.No tenía caballo, ni plata que me sobrara para comprarlo, ni amigos por
aquelloslaresquepudieranprestarmeuno.Yasí,fuicaminandodeunagranjaala siguiente, siemprehaciaeloeste,avanzandoendirecciónalmar.Cuandoelsolestababajo,buscabalacasamáscercanayseguíaelhumoascendentecomoelmarineroquepersigueuna estrella.Llamaba a esaspuertas ypedíaun sitiodondepasarlanoche.La mayoría no sabían mi nombre, pero reconocían mi condición. A nadie
podíaescapárseleelsignificadodelaroparaídaquevestíaoelcuerpohuecodequienhapasadohambre.Porqueelproscritoenvejececomosiestuvieramalditoyseconvierteenancianoantesde tiempo.Aquellos tresañosen lasmontañasmehabíanrobadolajuventud.Huboalgunosquememiraronconmiedo;medejabanpasarymedabanpan,
ymepermitíancantarunaodoscanciones,peronomedirigíanniunapalabraymeabríanlapuertanadamásamanecer.Perolamayoríademisanfitrionesmerecibieron con amabilidad, me regalaron prendas viejas para reemplazar mistrapos de proscrito y compartieron conmigo hidromiel sin aguar. Y por lasnoches,ellosysushijossereuníanfrenteal fuegoyescuchabanmishistorias.Porqueatodoelmundolegustanlosrelatosdeproscritos.Asíquelescontéqueenelvallevivíaungiganteyquedebajodeéldormíaun
dragón. Que nunca veíamos el sol, que luchábamos contra monstruos yhechiceros.Ytodoeramentira,ytodoeraverdad.Lespedíquemecontaransushistorias.Ylespedíquemecontaranhistorias
deGunnarelEjecutor.
Lamayoríadeellosnohabíanoídonuncaesenombre.Algunosloconocíanyestabanaltantodelpleito.UnospocoshastaafirmaronhaberestadopresentesenelAlthingcuandomehabíandeclaradofuerade la ley.Ningunopudodecirmenada de utilidad, porque todavía estábamos muy lejos del valle del Río delSalmón. Aun así, hallé consuelo en su silencio. Si hubiera acaecido algunadesgracia,sisehubieraderramadosangre,sindudasehabríanenterado.Uno de ellos me regaló un caballo; estaba medio ciego, temblaba y se
estremecía de forma incontrolable, pero aún le quedaba algo de vida. Lasuficiente,quizá,parallevarmehastacasa.LleguéaBorgalomosdeaquelcaballo,contempléunavezmáslasmontañas
quemehabíaninsufladoeldeseodequedarmeyescuchélallamadadelmarporprimeravezentresaños.BusquéconlamiradaelbarcodeRagnarenelpuerto,pero no lo encontré. Estaría navegando, o en algún punto más al norte de lacosta.Al norte, pues. A través del profundo valle, dejando atrás acantilados y
cascadas,elevándomesinpararendirecciónalvalledelRíodelSalmón.Aesasalturasavanzabaconmáscuidado,puesmeacercabaa tierrasdehombresquepodíanconocerme.Yanoeraunproscrito,peroesoquizá le importasepocoaBjornylossuyos,queseexpondríanaquedarfueradelaleyellosmismoscontaldevermemuerto.NoestaríaasalvohastaquenoestuvieraconGunnar.Lascolinasseabrieronyantemíaparecieronelmaryelvalle,mihogar.El
gran arco de la bahía, la gran montaña de Helgafell a mi espalda, el terrenoonduladodelascañadaspordelante.Medijequenomeiríanuncamásdeallí,quenadapodríaobligarmeahacerlo.NielseñuelodelAlthing,nielsusurrodelmar.Niotracondenacomoproscrito,niunamaldiciónounsortilegio.Viviríaymoriríaeneselugar.Y,derepente,sentímiedo.Nome preguntes cómo, pero lo olí, lo saboreé, mucho antes de que fuera
posible.Algunacruelbromadelosdiosesmetraíadesdelejosaquelolor,aquelsabor.Yentoncesmeapresuréyespoleéaaquelcaballoviejoymoribundopara
arrancarleunapostreracarrera.Yél fuevaliente,porquealzó lacabezay,porúltimavez,casiparecióqueecharaavolar.Cruzamosalgalopelasgranjas,porentrelosrebañosquepacíanylosrestos
delacosecha.Hastaquevolvieroneseoloryesesabor,másfuertesquenunca.Elfuegoenlanariz,lacenizaenlalengua.Yvielevarseelhumo.Noqueríacreérmelo,alprincipio.Mesusurréquedebíadetratarsedealgún
otro lugar, de otro pleito en el valle. De queOlaf el PavoReal habría hechoenfadar a algún jefe vecino que había reducido a cenizas el gran salón deHjardaholt.Que laprolongadadisputadeBolli conBjarniapropósitodeunastierrassehabíaresueltoalfinalasangreyfuego.Habíatantospleitosyrencillasquenoteníaporquéserelqueconocíatanbien.Aunasí,enalgúnlugardemiinterior, donde los hombres sienten el odio, el amor y todos los sentimientospurosyverdaderos,yasabíaloquedebíadehaberpasado.Remontéelpromontorioquehabía juntoa lagranjadeGunnarycontemplé
desdearribaloquequedabadeella.Loprimeroen loquemefijé fueen losdetalles.Losfragmentosdemadera
quemada que bailaban al viento como luciérnagas. La tierra, removida por elpasode un centenar de pies, quehabían labradoungran círculo en torno a lagranja. Las pequeñas esquirlas de hierro, arrancadas en el choque de espadacontraespada,quecentelleabanenelsueloalaluzdelsolbajo.Entonces estuve listo para contemplar el resto. La casa chamuscada por el
fuego y abierta al cielo. El viento que cincelaba la gran pila de ceniza, de talmodo que parecía que debajo de ella se agitase invisible una gran criaturamonstruosa.Ylasangreenelsuelo.Tanta,queparecíaqueallíhubieranmatadoaungigante.Perono.Allínohabíamuertoningúngigantenisehabíacazadoaunagran
fiera.Soloaunhombreyasufamilia.Tendímimanomutiladahacia lacasareducidaacenizasysentíquedeella
emanabaunpocodecalor.Lahabíanquemadolanocheantes.Habíaregresadoundíatarde.
Lavenganza
No.Para.Esperaunmomentoydéjamepensar.Sí,tienesrazón.Estoycansado.Ysí,elhidromielmehanubladounpocoel
entendimiento.Ysí,alomejornodeseohablardeesto.Esteesunrecuerdoqueheenterradotanhondocomosi fueraelcuerpodeungranrey,cuyas tumbassoncomociudades.Peroeste recuerdoescomoun fantasma.Unay otra vez,cavosusepulturaenlatierra,yaunasíselevanta,yaunasícamina.Te lo contaré. Tengomiedo de que, si no lo digo esta noche, nunca tendré
valorparavolverahacerlo.Noquierovivircomouncobarde.Peroantesdejaquetecuenteunahistoriadistinta.OtrahistoriadeGunnar.Muchasyate lashecontado.CómonosconocimosencasadeOlafelPavo
Real,cómoleembrujéconunacanción.Prontotecontarélahistoriadecómomurió.Peroahoradejaquerecuerdeesto.Fuea finalesdenuestroprimer invierno juntos.EraelDíadelTraslado,a
principiosdeverano,cuando losvagabundoscomoyodebenmarcharsea susnuevoshogares.Aqueldíahacíaunsolpoconormalydelcielocaíauncalorqueparecíaacariciar lapiel.Nossentamosunoal ladodelotrodelantede lapuerta, con el muro de tierra de la casa contra la espalda, y disfrutamostomandoesesol,mientrascompartíamosunvasodeagua.—Unbueninvierno—dijoél.—¿Esoesposible?—Yocreíaqueno,peroresultaquesí.—Hizounapausa—.Cantasbien.—Nocantomal.
—Esmásqueeso.—Túhassidoamableconmigo.—Nohesidomalo—dijo,haciéndoseecodemi tono,conunasonrisillaen
loslabios—.¿Adóndeirásahora?—Buscaré otro sitio. A lo mejor Olaf el Pavo Real me honra con su
hospitalidad.Tienedebilidadporlascancionesdeunirlandés.—Soloeresmedioirlandés—señalóél.—Bueno,nocreoquehayauncantorirlandésentodoLaxdaela.Puedequese
conformeconunmestizocomoyo.Pasóelpulgarporelbordedelcuerno,recorriendoloscortesylosnudoscon
lauña.—¿Ysinoencuentrasunlugardondeteacojan?—preguntó.—Siemprehaysitioparaunpoeta.—Pero¿ysinoloencuentras?—insistió.—Moriré,supongo.Sinoencuentrounhogarparaelinvierno.Gunnarmiróhaciaelmarlejano,másalládeloscampos.—Nomegustaríatenerquedependerdelaamabilidadajena.—Nopararquietotienesusventajas—dije.Perosentíesedolorenelcorazón
que se experimenta cuando uno debe abandonar el sitio donde ha hallado unhogar,odejaralamujerconlaquehaencontradoelamor.Cuandodestinoydeseo divergen, como suele pasar, y tenemos que dejar atrás lo quemás nosimporta.Mepuseenpieybostecébajoelcalordelsol.MevolvíhaciaGunnar,letendí
lamanoydije:—Buenafortuna,Gunnar.NosvemosenelAlthing.No me respondió. Se limitó a contemplar ese cuerno como si le hubiera
hechizadoy,alprincipio,penséquelehabíaofendido.Parpadeó,alzólavistahaciamíydijo:—¿Tequedasotroaño?—Pensabaquenomeloibasapedir.
—¿Queríasquelohiciese?—Sí. —Reflexioné durante unos instantes—. Durante otro año. No puedo
alargarlomás.Estiró el brazo y asió mi mano durante un momento, y lo hizo con una
delicadeza que no entendí. Después recordó que debía aferrarla con la otramano,conungestorápidoymarcial,ymecondujodevueltaasucasa.Ya está, eso es todo. Es una breve historia, pero para mí tiene una gran
importancia.Ahoratecontaréelresto.Loharéconrapidez,porqueelsolnovaadormir
muchomás.Ycuandosalga,tenemosmuchascosaspendientesquehacer.
25
¿Losabíanlosasesinos?¿Habíanesperadoaldíademiregreso?¿Paradarme
labienvenidaacasaconsangreycenizasaúncalientes?Nopodíansaberlo.Eracomosiundiosse lohubierasusurrado, leshubiera
dadounavozdeavisoesanoche.Duranteaquellosañosdeexilio,esposiblequepronunciaraalgunapalabraen
contradeOdínodeThor.TalvezformularaundeseosilenciosoqueluegoLokihabía tergiversado enmi contra, como tiene por costumbre. O quizámi errorfuese mucho más antiguo, de cuando era niño; tal vez le había lanzado unamaldición o un desafío a alguno de ellos. ¿Cuánto tiempo había esperado esedios para vengarse de mí? Porque los dioses no olvidan. Y los nuestros, losviejosdioses,nosabenperdonar.Avancépocoapoco,porquenoparecíahabermotivoparalasprisas.Lacalma
eratotal,aexcepcióndelhumoquebailabaamanosdelviento.Crucélatierramojada, porque la noche antes había llovido, cubierta de muchas huellas; lospasoscircularesyarrastradosdeloshombrespreparadosparalabatalla.Lacasaincendiadaerancuatromurosnegrosbajouncieloabierto.Los vi, tendidos en el suelo, pero necesitémucho tiempo para acercarme a
donde yacía él.Antes fui a la entrada de la casa, donde otrora una cabeza dedragónrematabalapuerta.Dos formas negras, enroscadas en el suelo, enterradas una en la otra. No
parecíanpersonas,porlomenosalprincipio.Elfuegocreaefectosextrañosenlapiel.Aunasí,alcabodeunmomento,distinguílacurvadeunpieolablancurade unos dientes; por encima de todo, resultaba inconfundible su manera de
abrazarse.DallayFreydis,aovilladasjuntasenlascenizasdesuhogar.AKarinoloveía,peroestabasegurodequetambiénseencontrabaallí.Meimaginabaporquénohabíanhuido.Después retrocedí, caminandodespacio,muydespacio, hasta el lugardonde
Gunnaryacíaenelsuelo.Mesentéjuntoaélduranteunratoyesperéaqueselevantara.Aquelapiel
cortada se suturase, a que la sangre se filtrase hacia arriba desde el suelo yregresaraasucuerpo,aque lasatrocesheridassecerrasen.Esperéunmilagroquenoibaallegar.Alcésucabezadelsueloyviquélehabíanhechoenlacara.Cómolohabían
marcado,paraluegodejarloinsepulto.Ibadescalzoysincamisa.Habíaunhacha rotaa su lado,y toqué laespada
quellevabasobrelacadera,envainadaeinútil.¿Quéhabríapodidohacerconesaarma de héroe a su costado? No lo bastante para salvar la vida, pero habríatenidounamuertemejor.Unadelaquepodríahaberestadoorgulloso.Sentado a su lado, cogí sumano fría y la froté con la palma de lamía, la
mutilada,paraintentarinsuflarlealgodecalor.Sentadosjuntos,contemplécómoelsolcaíadelcielo.No sé durante cuánto tiempo esperé allí, pero, al cabo de un rato, capté un
sonido,unotandébilquealprincipiolotoméporuntrucodelviento.Volvióasonar detrás demí: una inhalación.Una pequeña boqueada de dolor.Volví lacabezapocoapoco,dejélamanodeGunnarenelsueloyalcélaespada.Algo semovía entre las cenizas de la casa.Al principiopenséque sería un
espíritu,unfantasma,puesseantojabaqueningúnhombreomujerpodríahabersobrevividoasemejanteincendio.Entoncesempecéamoverme,entrelasarcadasylatosquemeprovocabanel
humo que seguía elevándose y el intenso olor a piel quemada. Con los ojosinservibles,me puse a cavar en la ceniza con lasmanos, buscando, apartandotrozosdemaderacarbonizada,hastaquemisdedostoparonconuntipodiferentedecalor.
Medioenterrado,apenasrespiraba.Kari,elhijodeGunnar.
Elsolcaíadelcielo,ynoteníamuchotiempo.Porencimainclusodelchapoteodeloscascossobrelatierrayelaullidodelviento,oíalosestertoresyboqueadasdelniñomoribundo.Habíaintentadoreptarporaqueltúnel.Elagujeroenelmuroporelque,tres
añosantes,habíaescapadodenocheparabuscarauncaballoperdido.Peronohabía podido recorrerlo por completo. Se le habían ensanchadodemasiado loshombros, era demasiado hombre para usar aquel túnel de niño. Y así, habíaquedadoatrapadomientrassufamiliaardíaasualrededor.Alsacarlo,descubríqueelfuegotambiénlehabíaalcanzadoahídentro.Tenía
la ropa quemada y la piel roja y supurante. Lo cogí en brazos y escuché losestertores de su respiración, cada uno más débil que el anterior. Entonces lotendísobremicaballoreventado,mesubíalasillaylopusealgalopeporúltimavez.Cabalgamoshacialacosta.Viajamoshaciaelmar;endirecciónaunapequeñacasaqueyohabíavistode
lejos pero nunca visitado. Porque era un sitio desafortunado, donde vivía unhombredesafortunado.Ycualquieracondosdedosdefrenteevitabaesaclasedelugares.Elcaballosucumbióen las lindesde lagranja,ycayóalsuelodeformatan
silenciosacomounhombrealqueunalanzalehaatravesadoelcorazón.Cogíenbrazosalniñoycorrítantocomopude.Lacasaerapequeña.Noeraelhogardeungranjefe;nisiquieralaresidencia
deungranjeropróspero.Era lamoradadeunhombresolitario,unpedacitodetierraparaquiennosehaganadoelderechodeposeernadamás.Golpeé la puerta e intenté gritar, pero de mi boca no salió ningún sonido.
Traguésaliva,escupíeintentégritarotravez,yenesaocasiónmivozsonó.Oílospasosdeunsolopardepiesenelinterior,nolacarreradeunapartida
deguerreroshacialapuerta.EstaseentreabriómínimamenteyfueRagnarquienmemiródesdeelotrolado,conojostemerosos.RagnarelCobarde.Enlamanososteníaunhachaconunagarreflojo,inexperto.Memiróyvique
nosabíaquiénerayo.Levantéalniñoenbrazosunpocomásenalto,igualquesileestuvieraofreciendoalniñocomoregalo.—EselhijodeGunnar—dije.Viquepalidecíayletemblabanlasmanos.Porqueentoncesmereconoció.—¿Losdemás?—preguntó.—Están muertos. —Sentí que el niño se agitaba en mis brazos. Tal vez,
incluso en lo más profundo de su sueño, oía mis palabras; que su padre, sumadreysuhermanahabíanfallecido—.¿Puedopasar?Sentíunamanoenelhombroquemeguiaba.Viquelaotraacunabalacabeza
delniñoqueyocargaba,paraasegurarsedequenolagolpeabacontraunaparedoelmarcodelapuerta.Alaluzdelfuego,viquenohabíanadiemásenaquellacasa.Portodaspartes
habíarecuerdosdesusviajes.Untrozodevelaremendada,pequeñasreliquiasdetierraslejanas,monedas,cuchillosytrozosgastadosdehuesodeballena.EraelhogardeuncapitányparecíaañorarelmartantocomoelpropioRagnar.—Sé que aquí no tienes ningunamujer, pero no conozco ningún otro sitio
adondeir.—Ahoratengoesposa—medijoconvozqueda.—¿Deverdad?Mealegro.Hizounamuecaaloírlapalabra.—Vamos—dijo—.Tenemosquehacertodoloquepodamos.Lasllamasdelahogueraestabanaltas,aunquenohubieranadiecuidandode
ella.—¿Dóndeestátumujer?—pregunté.—Enelcobertizo.—¿Sabesalgodequemaduras?Ragnarobservóalniñoqueteníaenbrazosyacercóunamanovacilantealas
marcasrojasylapielquesupuraba.—Noeselprimerquemadoqueveo—dijo—.Tenemosquedarleaguafría.
Solounpoco.Perodebemosmantenersugargantafrescaydespejada.Me pasó un cuerno de agua, que yo incliné hacia la boca del niño. Unas
gotitascadavez,pacienteyconstante,comoelaguaquealcaerlabradibujosenlapiedra.—Más tarde, tenemos que limpiar la piel—añadióRagnar—.Le dolerá de
manerahorrorosa,peroesnecesario.Yesoestodoloquesé.—¿Creesquesobrevivirá?Vacilóymoviólabocaensilencio.Despuésnegóconlacabeza.—Losquemadosmuerencasisiempre—dijo—.Losiento,Kiarán.Bajélavistahaciaelchicoyobservécómomislágrimascaíansobresucara.
Nosentíavergüenza.Parecíaqueestuvieseviendolloraraotrohombre.—Debescontarmeloquehapasado.—Las cosas han cambiadomucho desde que nos dejaste—explicóRagnar,
queparecióencogersemientrashablaba.—Háblamedelpleito.Metióelcuernoenunbarrildeaguay,enesaocasión,melotendióamí.Me
loacerquéaloslabiosysentílagelidezdelaguacomosifueraunacuchilladaenlosdientes.Melobebídeuntragoylotendíparaquelorellenase.Bebíunayotravez,sinqueRagnardijeranada.Cuandoalfinquedésaciado,habló.—Volvieronde lasmontañas.Bjornysusparientes.Contaronque tehabían
atrapadoytehabíanmatado.YtraíanconellosaKetil,cojodeunapierna,comopruebadeloquedecían.—¿Ketilestávivo?—Siaesolollamasvivir.—Ytúlescreíste.—Gunnarno;perosí,elrestolescreímos.—¿Yluegoqué?—Nada. Gunnar juró venganza, pero no tenía seguidores suficientes para
cobrársela.Ningúnbandopodíaactuarcontraelotro.—Hastahoy.—Hastahoy.—Nohabíaseguidoresconél—señalé—.¿Creesquehuyerondelapelea?—No—respondióélconvozqueda—.Sefueronantesdelapelea.Silencioduranteunrato,mientrasardíaelfuego;mislágrimashabíandejado
decaer.—Cuéntameeso—dije.—No hay mucho que contar. Le fueron dejando, uno a uno. Creo que a
algunos los compraron. Con plata y promesas de tierras. A otros los echó elpropioGunnar;sepeleabaconellosylesacusabadetraicionarle,detraicionartea ti. Hacia el final estaba medio loco, creo. Y los últimos se fueron cuandoentendieroneso,porquenoveíanhonorenmorirasulado.Asífue,hastaquesequedósoloenelpleito.—Respiróhondoyagachó lacabeza—.Sabíamosquepasaríaesto,tardeotemprano.Nadiepuedeaguantarsolomuchotiempo.—Túnoestabasasulado.¿Teníasmiedo?—Noqueríaniverme.Memaldijoporpermitirquehuyerasa lasmontañas.
—Alzólacabezayapreciélasmarcasquelatristezahabíadejadoensucara—.Tienesquecreerme.—Tecreo.Desviólamiradahaciaelniñoquellevabaenbrazos.—¿Incendiaronlacasa?—Sí;losmuycobardes.Diezcontrauno,ynoseatrevieronaenfrentarseaél
comohombres.—Eraunguerrerodelosdeantes—dijo—.Nodebíandeatreverseaplantarle
cara.—Cogiólamanodelniñoconlassuyas—.¿Dóndelohasencontrado?—Elchicoseescondió.Fueloquelesalvólavida.Parecequealrededorde
Gunnarnohabíasinocobardes.Ragnarseencogiódenuevo.—¿QuésabesdeOlaf?—pregunté.
—Intentó imponer la paz. Sus tierras quedan entre las de Vigdis y las deGunnar, y no pensaba tolerar que hubiese partidas de guerra cruzando suscampos.—Sefrotólasmanos—.Peronocreoquelamenteenterarsedequeelpleitohaterminado.—¿Quépleitohaterminado?Agachólacabezaybajólavozhastareducirlaapocomásqueunsusurro.—Hastatúdebesserconscientedequenopuedecontinuar.MatasteaErik,y
lopagastequedandofueradelaley.GunnarmatóaHaakonylohapagadoconsupropiavida.Ladeudaestásaldada.—¿Quépasaconsumujerysushijos?—Tienesque saberqueesoha sidounaccidente.Nomataríanapostaauna
mujeryunaniña.Seríaalgodeshonroso.—Talvez.Tienesrazón.—Hassufridomucho,peroelpleitotienequeterminar.Losabes,¿no?Cerrélosojos.—Sí.Losé.—Teayudaréenloquehagafalta;peroKiarán,hayalgomásquedebessaber.—Puescuéntamelo.—Nosécómodecirlo.—¿Quédañovaahacermea estas alturasnadade loquepuedasdecir?Ya
estoyporencimadecualquieradeesascosas.Sepasólalenguaporloslabios.—Tecreíamosmuerto—dijo.«Creíamos.» No lo habría adivinado, de no haber sido por ese plural. Si
hubieradicho«tecreía»,habríavividoenlaignoranciaunpocomásdetiempo.Peronodijoesoyentoncesmedicuenta.Oíelsonidodeunapuertaalabrirse.Alcabodeunmomento,entróella.Nopudemirarlaalacara,alprincipio.Verlacaraquetantohabíaluchadopor
recordarenaquellaberintodehieloynieve,susfaccionesmarcadas,laluzquedanzaba en sus ojos… Supe que no tenía valor suficiente para mirar ahí. En
lugardeeso,contemplésusmanosyrecordécómounavezmehabíaacariciadolacaraconellas,conuntactosuaveyligerocomolanieve.Recordabalacurvade su cintura bajomismanos, pero ahora de ella colgaba la llave de la casa,comolecorrespondíaporderecho.Enlafirmezadesuposturareconocílafuerzadelaamadecasaquecaminamuchospasosantesutelartodoslosdías;yanoeraunadoncella,niunasirvienta.Noseleadivinabantrazasdeunacriaturaenelcuerpo,yaunasí,dealgunamanera,presentíquehabíauna.Losupeconunasolamirada.Agachélacabezayacariciéelpelodelniñomoribundoqueteníaenelregazo.OíqueSigridsesentaba.DespuésoíhablaraRagnar.—Volvieron de las montañas. Bjorn y los demás. Volvieron llevando a un
tullidoycontandoquehabíasmuerto.—Ytúlescreíste.—Sí.—¿Tú también creíste lo que contaban?—pregunté,mirándola por primera
vez.Mesostuvo lamiradaconsusextrañosojos,ynohabíadolorenellos; solo
ciertacólerafría,losojosdequienestáinmersoenunpleito.—No—respondió—.Pero¿quéimportaeso?—Puedesquedartetodoeltiempoqueseanecesario—dijoRagnar.Hiceungestoconlacabezaquepodríahabersidounasentimiento,siquerían
tomarloporeso.—¿Quévasahacer?—preguntóRagnar.—¿Cuidarás del niño?—lepedí aSigrid—.Yo tengoquevolver a casa de
Gunnar.—¿Quéharásallí?—preguntóella.Peroyoyamehabíalevantado,yaestabaenotraparte.
Por encima de mí, nubes dispersas y una luna hueca. Por debajo, la tierra
mojada,inundadadelluvia.Ypronto,eloloracenizaenlanariz,susaborenmilengua.Habíaoscurecidoparacuandovolvíalagranja.Erauntrabajomásapropiado
paralanoche,pueslosmuertoscasiparecenvivosenlapenumbra.Sediríaque,en vez de tumbas, cavé refugios, camas labradas en la tierra, para quedescansaranyvolvieranalevantarse.Alosmásgrandesdeentreloshombresylasmujeresselesconcedeunbarco
lleno de tesoros para que los lleve al otro mundo, cargado de armas, objetospreciosos y esclavos con la garganta recién cortada, porque su servicio noterminaconlamuerte.¿QuéregalospodíaentregaryoalgranguerreroGunnar,contracuyaespadanadiepodíadefenderse?¿Quépresentesparasuesposaysuhija?Un puñado de piezas de ajedrez talladas, un caballito demadera que dealgúnmodohabía sobrevividoal incendio, lacadenadepiedrasengarzadasenunalambredeplata.Loquenohabíaardidoselohabíanllevado,yesosfuerontodoslostesorosquepudedejarlesparalaotravida.Antes de echar el primer puñado de tierra encima de Gunnar, observé la
espadaqueteníasobrelacadera.—No puedo devolvértela—dije—, porque todavía reluce y está limpia de
sangre. Antes la mancharé por ti. —Y creí ver cómo su cara destrozada mesonreíadesdelatumba.Sentíalalocuratancercaquepodíatocarla.Eracomolamanoqueofreceuna
chica sonriente durante un baile: basta con estirar el brazo y agarrarla. Ymeprometíqueloharía,porqueesaseríamirecompensa.Perotodavíano.Cubríde tierraa losmuertosydespuésme tumbéencimadeella.Nohabía
fuegoverdebailando en el cielo, porque el año era aúndemasiado joven.Fueuna noche corta, propia de finales de verano.Unas pocas horas de oscuridad,durantelascualesnodormí.Contempléunavezmásloquequedabadelacasa,loscampos,losmontesde
alrededor,latumbaquehabíaamispies.Noobservéaquellugarparagrabarloenmimemoria.Lomirabayqueríaolvidar.
Mefijéen lashuellas,queseapreciabanconclaridadenel terrenomojado,pueselaguaaúnnolashabíaborradoninadiehabíapisadoencima.Allísehabíaproducidolamatanza,se leíaa lasclaras.Vidóndehabíanrodeadolacasa loshombres,hastaquélugarhabíanavanzadoparalanzarsusantorchasyretrocederconlamismarapidez.VielrastroindividualdehuellasquehabíadejadoGunnaraladelantarseparalucharensolitariocontraellos.Viquehabíallegadohastaunpuntoydespuéshabíagiradoentodaslasdirecciones,rodeadoportodoslados.Yviotroconjuntodehuellas,que salíande la casay luegovolvíana ella.Viesas huellas y vi la historia escrita en ellas.Me di cuenta de lo que se habíahecho.
26
Despuésdeunanocheenvela,todoparecensueños.Aquellamañana,volvía
cruzarelvallecomosirecorrieraunodeesossueños,atravesandounmundoqueya no tenía sentido para mí. Y así, cuando vi a Sigrid sentada fuera, al sol,delantedeunapequeñacasacomolaquehabíasoñadoquepodríaposeeralgúndía,lavisiónpareciócompletarse.¿Cuántasveceshabíasoñadoconesamismaescenaduranteaquellosañosdeexilio?Fuesoloalacercarmemásyverqueestabacosiendodoslienzosdevelapara
el barco de sumarido cuando la fantasía se hizo añicos.Alzó la vista cuandolleguéhastaellayviquecerrabalospuñosalverme.—Si siguiéramos viviendo en una época en que lasmujeres aún blandieran
espadas—dije—,habríassidotodaunaguerrera.—¿Crees que hubo una época así?A los poetas os gusta cantar sobre ella,
peromeparecequenooscreo.—Nolosé.Talvez.Memiródearribaabajo,enbuscadealgúnindiciodedóndehabíapasadola
noche.Algunamanchadetierraodesangre.—¿Adónde fuiste anoche? Te faltó valor para quedarte y hablar conmigo.
Diríaquememerecíaalmenoseso.—FuiaenterraraGunnarysufamilia—expliqué,yviquesusojosperdían
brilloporunmomento.—Esoestuvobienhecho—dijo.Mesentéenelsuelodelantedeellaynorepliquénada.—¿Unabatalla?—preguntóSigrid,mirandomimanoizquierdamutilada.
—No—contesté—.Elfrío.Recapacitóduranteunmomento.—Deseéamenudoquesufrieras—dijoenvozbaja—.Ahoramearrepiento.—¿Cuálde los tres inviernosquehan transcurrido lopasaste aprendiendo a
odiarme?—Elprimero—respondióella.—¿Tantemprano?Veoquenuestroamornosignificabagrancosaparati.Un
devaneodeverano,supongo.Peroparamísignificóalgomásqueeso.Esolehizoecharlacabezahaciaatrás.—¿CómotellamabaGunnar?KiaránelAmable.Norespondí.—Yotambién lopensé,enun tiempo.Despuésconocíaunhombrequeera
amabledeverdad.—Yuncobarde.—Medalomismo.Yatitambién,creo.—LetengomuchaestimaaRagnar.—Nocreasqueesunaespeciedematrimonioporcompasión—aclaró—.Es
mejorhombreque tú.—Soltóunreniegoy tirósu laboralsuelo.Esperéhastaquesevolvióhaciamí—.Quierespreguntarmeporqué,oseaque¿porquénolopreguntas?—¿Medabaspormuerto?Pensóduranteunosinstantes.—Nolosabía.Siemprehabíapensadoque,si temataban, losabría.Cuando
mataronamipadre,mediolaimpresióndesaberloantesdequemelocontasen.Un roce de su fantasma en el hombro, un susurro enmi oído, que enseguidadesapareció.Peroatinuncateoíhablarme.—Recogiólosdostrozosdevelayempezóacoserunavezmás—.Yloteníadecididoantesdequevolvieran,antesdequeanunciasentumuerte.—¿Desdecuándo?—Desde que me dijeron que no habías zarpado con Ragnar. Que habías
decididoquedarte.—¿Nopensastequemequedabaporti?—¿Fueporeso?—No.Torciólaboca.—¿Loves?Nosoytantontacomotecrees.Cuéntameporquétequedaste.Nopuderesponderdurantemuchotiempo.Cuandoalfinhablé,dije:—Mirélasmontañasyelmar,ymeparecieronbellos.Penséquemipaísera
demasiadohermosoparaabandonarlo.Demodoquenofueporamorati,sinoaestaisla.—Memirélasmanos,conlaspalmasvueltashaciaelcielo—.Supongoquetepareceráunaestupidez.Sigridtardóunratoenresponder.—A menudo me maravillan las mentiras que los hombres se cuentan a sí
mismos.Veoquetúnoeresunaexcepción.—¿Creesquetemiento?—Locreo.—Explícame, pues, por qué me quedé, ya que pareces creer que lo sabes
mejorqueyo.Cerrólosojos,negóconlacabezay,alprincipio,diolaimpresióndequeno
ibaaresponder.—Pororgullo—dijoalfin—.Fuistedemasiadoorgullosoparahuir.Descubríquenoteníarespuestaparaeso.Ellaacabódecoseryenrollólavela.—¿Te quedarás con nosotros este invierno?—preguntó con cierto tono de
desafío.—¿Túquieres?—Sí.—Entoncesmequedaré.Porquenotengootrositioadondeir.—Ysilotuvieras,teirías.—Sí—aseguré,aunquealmirarlacaptéeldolorqueesapalabraprovocaba—.
Peroteagradezcotuamabilidad.Mequedaréconvosotros.Seinclinóhaciadelante,detalmodoquelamelenalecayópordelantedela
caraymelaocultó.—¿Quéharásahora?—Esperaraqueelniñomuera.—¿Ydespués?—¿Quéquieresquehaga?—Creoque,tepidaloquetepida,haráslocontrario.Novolveréadecirteesa
clasedecosas.—Después de que el niño muera… —Se me cerró la garganta por un
momento, pero con un esfuerzo la obligué a abrirse de nuevo—. Le pediré aRagnar queme acepte en subarco.No sé qué trabajohabrápara unmarineromanco,perodebedehaberalgoquepuedahacer.—¿Noseguirásconelpleito?—No.Hanganado.—¿AcasoGunnarnotesusurraquelevengues?—No.Leoigo,peronoesesoloquemedice.—¿Yquéleoyesdecir?—Deseaqueteame.Ydeseaquevivaycante.Nopuedohacerunadeesas
doscosas,peroalomejorlaotrasí.Sumanoseacercóamihombroporunmomento,antesdequelaretirasede
nuevo.—Haz lo que debas —dijo. Vaciló, y luego añadió—: ¿Cantarás para
nosotros?Megustaríaoírtecantar.Penséentodaslasvecesenquemehabíanpedidolomismo.Talvezesofuera
loúnicoquequedabademí.Unpar depulmonesdoloridos, una lengua, unoslabiosyunacabezallenasolodecanciones.Yrespondícomosiemprehacía:—Sí.Todavíapuedocantar.—Mealegrodeverqueestásvivo.—¿Esoesverdad?
—Esoesverdad—dijoella.Yalomejorfuiunestúpido,perolacreí.Melevanté,contempléelvalleyescuchélallamadadelmar.Entréenlacasa
ymepuseaesperaraqueelniñomuriera.
Había tenido la esperanza de que Kari no volviese a despertar, de queabandonaraestemundotranquilamente,enpaz.Peronohabíavistonuncamorira un hombre por quemaduras; no sabía lo que se avecinaba. Pues no tardó endespertaryyanovolvióadormir.Todoslosdías,Sigridyyolerestregábamoslapielmuertaconarena,aunque
él gritaba y nos suplicaba que parásemos. Le echábamos en la boca gotas delecheymiel,porque tenía lagargantademasiadocerradapara tomarcualquierotracosa.Nodormíay,porlotanto,nosotrostampoco.Todaslasnoches,unodenosotrosseibaalcobertizo,puesallípodíamosconciliarelsueño.Losotrosdosnosquedábamoscomocentinelasmontandoguardia,esperandoaquepasaralanocheparapoderdormir.Esperandoaquemuriese.Empecé a desearlo y parecía quenuncahubiesequeridonada tanto.Por las
noches,cuandonopodíadormir,cuandoleescuchabachillardedolor,rezabaalos dioses para que le dejaran morir. Sentía que mi mano bajaba hacia elcuchillo,yhacerlohubiesesidounactodebondad,elmayorregaloquepodríahaberleofrecidoaningúnhombre.PeroKarieratodocuantoquedabadeGunnarenelmundo.Sabíaquenopodíadestruirle.Mehabríapasadoelcuchillopormipropia garganta antes de clavárselo a él.Y así, esperamos a que lo llevase lamuertelenta,mientraslacombatíamoscontodasnuestrasfuerzas.
Fue unamañana, cuando el verano empezaba a dar paso al invierno,mientrasvolvíadelcobertizo,en laque llegóelcambio.Caminéhacia lacasaydentrocaptéunextrañosilencio.Escuchécontralapuertaduranteunrato,esperandoa
que los gritos ahogados empezaran de nuevo. Pero no oí nada y empezó ainvadirmeunespasmodealegría.Pensaba que encontraría a Sigrid junto al cuerpo del crío, pero era Ragnar
quien estaba sentado al lado de Kari, con una captura de salmón todavíagoteando en su red. Pasaba buena parte de su tiempo trabajando en los ríos,durmiendoenelcobertizooensubarco.Participabapocoen loscuidadosdelniño;noporcobardía,creo,sinollevadoporunpeculiarsentidodelacortesía.Sabíaqueyonoqueríatenerloporahí.Se sobresaltó cuando entré, como si hubiera sorprendido a alguien
conspirando.—Sigridmehapedidoquelovigileunrato—explicó—.Volverápronto.—
Miróconelrabillodelojoalniñoacostado.—¿Estámuerto?—pregunté.—No.Duerme.—Entonces¿quétepreocupa?—Dalomismo.—Cuéntame.Vacilóyluegomeindicóquemeadelantase.—Escuchacómorespira.Meacerquéyvique,enefecto,elchicodormía.Esoyasuponíauncambiode
por sí,porqueeldolor siempre lomanteníaenvela.Pusemioreja sobre ladeKariyescuchélosestertoresdesurespiracióntrabajosa.Nooínadadiferente.—¿Atiteparecequerespiramejor?—preguntóRagnar.—Creoquesonimaginacionestuyas.—Esposible.Sesentóasuladoyestiróhaciaélunamanodubitativa.Elmáslevecontacto
podíahacerledañoalniño,demodoqueRagnar se limitóaextenderundedoparaacariciarsuavementeelpelodeKari,quiennoreaccionó.—Noquieroquemuera—dijoRagnar.—Yosí.Quieroquedejedesufrir.
Hizounapausayvolvióahablar.—Pensabaqueme ibas amatar cuando te vi volver.Cuando te conté lo de
mi…lodeSigrid.—No.Yahevistomuertessuficientes.—Sigridmeha dichoque, después del invierno, temarcharás al extranjero.
Queestáspensandoembarcarteconmigo.—Simeaceptas.—Porsupuesto.—Tendría que haber partido contigo hace tres años. Ahora es demasiado
tarde,peronopuedohacernadamás.—Noesdemasiadotarde.Unaccesorepentinodecóleramenublólavistaduranteuninstantey,cuando
la recobré,viqueRagnar se tapaba labocacon lamanoymemirabacon losojosdesorbitados.Supongoquedebíadehabérsemepuestocaradeasesinoporunmomento.—Perdona—dije—.Peroesalgosencillodedecirparaunhombrecomotú.—Sí.—Sepusoenpiedegolpey sedirigióa lapuerta,mientrasdejabael
pescado juntoa la cazuela.Enelumbralhizounapausaymedijo—:No sonimaginacionesmías.—¿Elqué?—Estoyseguro.—Sevolvióhaciaelmuchacho,ydespuésmemiróalacara
conunaconfianzaimpropiadeél—.Elniñoseestárecuperando.—Ojaláfueracierto—dije.
Nopodíafiarmedelapalabradeuncobarde;esloúnicoquenosenseñan,quelos valientes dicen la verdad y los cobardes mienten. Pero Ragnar nunca meengañó.Eneso,porlomenos,eravaliente.Elniñoempezóavolver,despacísimoyarrastrándose,alavida,dealientoen
aliento.Aguantabalascurasdesupielconsiseosenvezdegritos.Dormíadíasenterosdeltirónsinemitirunsonido.Nomepermitícreerlodurantemuchotiempo,perorecuerdounanocheenla
queRagnar,Sigridyyonossentamos juntos.Estuvimosasídurantehoras, sinhablar,observandocómoKaridormíayrespiraba,yfuecomosipresenciáramosunmilagro.Ragnarmemiróysonrió.—Esobradelosdioses—dijo.—Talvez—contesté.Yesofuetodoloquesehablóaquellanoche.Nuestrosdiosesnolevantanalosmuertos.Lesdanlabienvenida,lesofrecen
banquetes, luchanconellos,perono los traendevuelta.Puessiunhombrehamuerto bien, en la batalla, y luego ha llegado al Valhalla, ¿qué dios cruel lomandaríadevueltaalatierraparasufrirotravez?Ysiesehombremurierasinhonor,¿quémotivotendríanlosdiosesparaconcederleelretornoalavida?DeThorodeOdínnopuedeesperarsecaridad; solodeber.Recordéentoncesunahistoria que me había contado Thorvaldur sobre un hombre al que llamabanLázaro,tocadoporelCristoBlancoyresucitado.Peromelaquitédelacabezaenseguida.Ibaatenerunaspectomonstruoso,puespareceríamásunatallaenmaderade
unhombrequealguiendecarneyhueso;peroelniñoviviría.
Pasó mucho tiempo sin pronunciar una sola palabra, pues el dolor parecíahabérselollevadoaalgúnlugarmásalládellenguaje.Asípues,inclusodespuésdequesecerrasen lasheridasdesupiel,pasómucho tiempoantesdequemehablara.AvecesmeparecíaoírquelesusurrabaalgoaSigrid,peroellanuncaquisorepetirmesuspalabras.En cuanto estuvo lo bastante fuerte, le hicimos caminar alrededor de la
estrechacasa,unayotravez,comosehaceconunamujerapuntodedaraluzparaquelleguesuniño.Debíamosdevolverlafuerzaaunaspiernasquehabían
olvidado cómo se caminaba, que se habían creído innecesarias y se habíanpreparadoparalamuerte.Yélaúnseguíasinhablar.Hubounatardedeprincipiosdeinvierno,enlaqueyoestabasentadoasolas
juntoalfuego.SigridyRagnarhabíansalido,norecuerdoadónde.Peromientrascontemplaba la danza de las llamas, pensé en el verano siguiente e intentéimaginarelsonidodeloleaje,lavisióndeunospaíseslejanos.Tratédeimaginaresefuturo,peronomevenía.Soloveíaelfuego.—Kiarán.—El sonido fue tan suavecomoel susurrodelviento,pero looí.
Habíaesperadomuchosmesesparaoírlehablar.Mevolvíyvielbrillodesusojosalaluzdelfuego.—Sí.Aquíestoy.—Agua—dijo,yseladi.Medisponíaaverterlaensuboca,peromequitóel
odrey,conmanostemblorosas,seechóellíquidoalaboca.—¿Más?—pregunté.—No.Vacilé por un momento y vi que sus ojos se desviaban hacia mi mano
mutiladayquetorcíasuslabiosdeformesasqueadoporloqueveía.Esextrañover horrorizarse a un tullido por el aspecto de otro, pero él no sabía quéaparienciateníaahora.—¿Telohicieronellos?—preguntó.—No,fueelinvierno.Sellevólasmanosalacaraynotólapielalteradabajolosdedos.Apartóla
vistademíyhundióelrostroenlaspielesymantasqueteníadebajo.Alcabodeunmomento,oíquehablabadenuevo.—¿Quévamosahacer?Alprincipionorespondí.Escuchélosestertoresqueemitíaal introduciraire
ensusmaltrechospulmones.¿Cuántosañoslequedabanantesdequeunafiebreinvernal se lo llevara por delante? Porque la nuestra es una tierra donde losdébiles no vivenmucho tiempo. ¿De cuánto dispondría él antes de empezar a
morirpocoapoco,ahogándoseentierrafirme?¿Antesdemorirenlacama,sinunaespadaenlamano?—Nos quedaremos aquí—dije—.No hablaremos con nadiemás. Esmejor
quenosdenpormuertos.Ati,sobretodo.Elpleitocontinúacontigo.Tienenquematarteparaponerlefin.Alzólacabezayasintió.—Kari—dije—,necesitoquemedigasunacosa.—¿Sí?—Quieroquemehablesdelanochedelataque.Quieroquemecuentescómo
murióGunnar.—No—dijoél.—Debosaberlo.—Porfavor.—Debosaberlo.—Mástarde.Telocontarémástarde.—No.Tienesquehablarahora.Hizofaltamuchotiempo.Unayotravez,memiróensilencio,conexpresión
de súplica, esperando a que retirase la pregunta, a que le liberase de miexigencia.Peronolohice.Melimitéamirarle,conunamanoenlaespadaquesupadremehabíaregalado,yesperé.Alfinal,empezóahablar.
¿¡Sumardil!?Quépocotemuevesenlaoscuridad.Porunmomentohecreídoquedormías.
Estástaninmóvil,quepodríatomarteporuncadáver.Sumardil.Nonosquedanadafuertedebeberpero,aunasí,tengotunombre,
queesdulcecomoelhidromielenloslabioscuandolopronuncio.Yaestoypreparadoparacontaresahistoria.Laprimeravezlaoídelabiosde
su hijo, pero ahora es mía. Ya estoy preparado para contarte cómo murióGunnar.Consideramos lamuerte en un pleito como si fuese algo que sucede en un
momento.Untajoquerajaunagarganta,demasiadorápidoparadistinguirlo.¿Ycuántotardalasangreenmanardeesecorte?Cuentaunadocenadelatidos,ylavíctimaestarámuertaantesdequepronuncies«doce».Pero es cosa lenta morir en un pleito. Es una muerte palmo a palmo, a
medidaqueelfavorajenoseteescapadelasmanosylaslealtadesseponenapruebaysequiebran.Todoslosdíashayunhombremenosconelquecontar.Otranocheenvela,vigilandoporsihayenemigosalapuerta.Lascosechasquenoserecogen,elganadoquevadesapareciendo.¿Cuántoshansucumbidoenunpleitoalhambreylaenfermedad,envezdeaunaespada?Demasiadosparacontarlos.Yesdespuésdeincontablesmesesdeenfermedad,insomnioysoledadcuando llega por fin la partida de guerra. De noche, armados con fuego,decididosaponerfinalpleitoantesdequesalgaelsol.PiensaenGunnar,lanocheenquefueronaporél.Porprimeravezenmucho
tiempo duerme. Al no quedarle ningún compañero no se ha atrevido a
descansar,siempreatentoalaposiblellegadadelosverdugos.Peroesanocheestá cayendo un aguacero, y no hay luna; no es una buena noche para elasesinato.Perolalluviacesamientrasduerme.Seabrenlasnubesybrillalaluna.Unos
hombres se visten de negro, el color de lamatanza, y salen con sigilo de suscasas, en respuesta a una señal u otra que tienen acordada.Cruzan el valle;primero uno, luego dos, y pronto una docena omás, equipados con armas yantorchas. Saben que ha llegado el momento, pero Gunnar no. Siguedurmiendo.¿Qué le despierta primero? ¿Es el sonido de unos pasos en el tejado? ¿El
repiqueteo de las flechas en una aljaba cuando el arquero saca una? ¿O elcrepitardel fuegode laprimeraantorchaqueseacercaa lacasa?Nopuedosaberlopero,nadamásdespertar,sabequenohaynadaquehacer.Sabequehallegadosuhora.Tiene el hacha en lamano, ha entreabierto un poco la puerta. Espera que
cometan la imprudencia de abalanzarse contra la entrada, donde puedaenfrentarseaellosunoauno,peroesunaesperanzavana.Losfuegosyaestánprendidos, lacasaarde.Loshombresde fuerasolo tienenqueesperar.Sabenque Gunnar acudirá a ellos, con la misma seguridad con que un marineroconoce loscambiosde lasmareas.Es igualde inevitable.Unavez incendiadaunacasa,loshombresquehaydentrodeellasaldránaluchar,yamorir.Puesnopuedenhacerotracosa.¿Piensa enmí en esemomento?Espero que sí.Pero ¿y si en esemomento
recuerda que fueronmis palabras las que empezaron todo esto? ¿Que fui yoquienleenviéadarcazaaunhombremuerto?Talveznopienseenmíy,antesdemorir,memaldiga.Hablaconellos;concalma,sinprisasniira,comosaludaríaaunviajeroen
lacarretera,oaungranjeroqueestuvieratrabajandoensuscampos.Leshaceunapreguntaynoreciberespuesta.Sale de su casa, con el hacha baja al costado y el escudo bien pegado al
cuerpo.Sienteelbordemetálicodelacero,fríocontraelpechodesnudo.Notalablanduradelbarrocontrasuspiesdescalzosy,porinstinto,doblalasrodillasycargaelpesoenlasyemasdelosdedos,aunquesuesmeradojuegodepiesnoleservirá de nada. A la luz del fuego los ve a todos con considerable claridad.Hombres que siempre han sido sus enemigos, hombres a los que otroraconocieracomoamigos.Lessonríeatodosparaquerecuerdenquefuevaliente,querecibióbienasumuerte.Estonoesunacanción,en laqueunhombreescapazdehacer frenteaun
centenar.Noesuncuentoenelqueelguerreromataasuenemigojuradoalavez quemuere. Ni siquiera ve a Bjorn cuando este le asesta el primer corte,porquelerodeanportodosloslados,ylosfilosbailancontrasupiel.Lanzaunhachazoaciegasyrecibeotrotajo.Estárodeadodehombrespor
todas partes, los tiene tan encima que huele su fétido sudor, la peste de sualiento. Pero cada vez que acomete, pese a lo rápido que es, su hacha noencuentracarne.Nocortasinoelaire,hastaqueseatascaenloslistonesdeunescudo y la punta se parte y se separa del mango cuando la retuerce paraintentarliberarla.Cae al suelo y le arrancan de lamano el hacha rota.No ha sentido dolor
hastaesemomentoy,derepente,nonotaotracosa.Esperaelgolpedegracia:laestocadaenel lateralde lagargantaque luego ladesgarrehacia fuera, laque se clava entre las costillas o la que desciende desde el hombro hasta elcorazón.Peronollega.LasmanosleagarranconmásfuerzayvequeseacercaBjorn,ysabelamuertelentaquepiensandarle.Yenelúltimomomentosientemiedodeverdad.Loscuchillosiniciansutrabajolentosobreél,queintentanogritarduranteel
mayortiempoposible.Asíescomomuriómiamigo.
27
DejéhablaraKari,sinhacerleningunapregunta.Setrababaensunarración,
como si estuviera volviendo a aprender las palabras a medida que laspronunciaba.Envariasocasiones,cuandosusvacilacionessealargaban,parecíaa punto de dormirse, y cuando eso pasaba, estiraba la mano y le agarraba lamuñeca.Manteníalosdedosalejadosdelacarnequemada,peroelmíonoeraelcontactodeunamadre.Queríadejarleclaroquenolepermitiríadescansarhastaquehubieraacabadosuhistoria.Cuandoterminó,viqueselecerrabanlosojosysurespiraciónsevolvíasuave
y uniforme. Pensé en la historia que nome había contado, la que yo conocíademasiado bien; la historia de cómo debían de haber muerto su madre y suhermana.—¿Tendríaquehabermuertoconél?Lavozmesobresaltó.—Pensabaquedormías—dije—.Deberíasdescansar.Telohasganado.—Dímelo,Kiarán.Porfavor.¿Tendríaquehaberledicholaverdad?Quizá.Peronomevicapaz.—No—respondí—.Esmejorqueestésvivo.—¿Nohayvergüenzaenello?—¿Deberíaavergonzarmeyo,quenoestuveallí?—Túnoerassuhijo.Paraesonoteníarespuesta.Mesentéasuladoycontemplamoselfuego.Al
cabo de un rato, sentí un roce vacilante en lamano. Eran sus dedos, queme
buscaban,comohacíaGunnar.Leagarrélamanoypenséenelamigoquehabíaperdido.—¿Quévoyahacer?—preguntó.—PodríamosirnosdeIslandia.Buscarotropaísdondevivir.—Nopodemoshuir.—EsloqueGunnarhubiesequerido.—Eso no importa.—Negó poco a poco con la cabeza, como un borracho
adormiladoounhombre sumergidoenel agua—.Esunadeshonradejarlo sinvengar.—Loes.PeroesloqueGunnarhubiesequerido.—¿Quépasaconmimadre?¿Ymihermana?—Bjorndebiódematarlas.Teníamáshonorqueeso.—Peroyooí…—Nosabesloqueoíste.Luego calló y pensé que había ganado. Pero entonces lo sentí, del mismo
modoenqueunheridonolosabealprincipio,nosientedolor;yunmomentodespuéssellevalamanoalpechoydescubrequelohanmatado.PenséenDallay supe loqueellahubiesequerido.Podíamos irnosdeaquel
sitio, buscar un nuevo hogar. Yo quizá podría sobrellevar la vergüenza de lamuertedeGunnar;perodejaraunpadresinvengar…quéseríaparaélvivirconsemejantepesoencima.—Creoquetienesrazón—dijepocoapoco.Memiróysusojoscobraronvidaunavezmás.—¿Losmataremosatodos?—preguntó,convozesperanzada.—Sí.Sonrió, y por un momento fue un niño otra vez, lleno de esa alegría que
inspiranlossueñosaloscríos.—¿Cómoloharemos?—Sépaciente.Elesclavosevengaenseguida…—Peroelcobardenunca—dijoél,concluyendoelproverbio.
Elprimerdíadeprimavera,melevantéantesdelamanecer.Memovíconsigilopor la oscuridad, pero también con confianza, como un ciego en un sitio queconocebien.Encontréatientaslascosasquehabíadejadopreparadaslanocheanterior.Unsacodepescadoensalazón,variosodresdeagua,unamantagruesaconmanchasdetierraydehierba.DejélaespadadeGunnarenvainadaytendidajuntoalfuego.UnregalodedespedidaparaKari.Ycuandoestuvelisto,puselamanoenelhombrodeRagnarylodespertécondelicadeza.—Hablabajo—lesusurré—onohables.Asintióyesperó.—Voyaestarfueraunatemporada—dije.—¿Adóndevas?—Esmejorquenolosepas.—Kiarán…—Nohables.Escucha.Existelaposibilidaddequenovuelva.—¿Quédebemoshacernosotros?—Convencedledequesevayaalextranjero,sipodéis.—¿Yquémás?MiréaSigrid,tumbadaasuotrolado.Estabainmóvil,deespaldasamí,con
aparienciadeestardormida.Creoquesolofingíanohabersedespertado,peronopuedoestarseguro.—Educabienatushijosyséamableconella—dije.Ymientraspronunciaba
esaspalabras,creoquelaviestremecerse.Entoncesmefuiatravesandoelvalle.Apie,sincaballoquemeacompañase;
un mero relincho en la oscuridad podría haberme delatado. Caminé y corrí,tropecé y me volví a levantar, sin parar mientes a los charcos y piedras queesperaban para zancadillearme. El invierno acababa de terminar y las nochesseguían siendo largas,pero teníaqueencontrarun sitio antesdeque salieraelsol.
Viloquebuscaba:unasombraenlaladeradeunacolina,achaparradayfea,comoungranmonstruoqueacecharaenlaoscuridad.Memovíhacialaderechatrazando un círculo, con las manos por delante, hasta que sentí que se meenredabanramitasenlosdedosynotéhojasnuevasbajolaspalmas.Metumbéentre losmatorrales y los arbolillos.Me envolví con lamanta y, con lamanobuena,meechéencimatierrayramitas.Salió el sol, lento y reacio, todavíamedio dormido después del invierno, e
iluminóunaconstrucciónentrelosmontes.Noeraunamorada,sinounpequeñocobertizo,situadoenlosbuenospastosdelastierrasaltas.Confiéenquefueraciertoloquehabíaoído.Durantedías,esperéyobservé.Al principio parecía abandonado: el techo, desatendido, estaba medio
hundido, y había una pared combada y agujereada como un drakkar en unarrecife. Era un momento demasiado temprano en la estación para que unhombreestuvieraalojadoallí.No tardaríanen llevarapastaraaquellas tierraselevadasa laspocasovejasquehubieransobrevividoal invierno,peroaúneratempranoy, al principio, creí que aquella construcciónestaba abandonada.Noerasitioparaquevivieraunhombre.Elprimermediodía,llegóalapuertaunesclavocargadoconpanysefuecon
lasmanosvacíasalcabodepoco.Mástarde,viquesalíaunhombre,untipodebarbapobladaysinarosdeplataenlosbrazos.Uncriado,ounesclavo,porquenoteníaaspectodeposeertierras.Cortóleñaylallevóalinteriordelcobertizo,perosefueantesdequeanocheciese.Laleñaquehabíacortadonoeraparaél.Transcurrióunsegundodía,yuntercero,ylospasétumbadoenelsuelo,sin
moverme salvo por la noche. Si hubiesen salido a buscar leña, me habríandescubiertoymatado,perolosdiosesmehabíanotorgadosufavor,oquizáfuerapura suerte,yningúnhombre fuealbosque.Huboun iryvenirdeesclavosycriados,peronovianingúnpersonajeimportante;niaBjorn,niasusparientes
ni a ningún otro miembro de la partida de guerreros. Tampoco vi nunca alhombrequevivíadentro.Veíaelhumodesufuegoyolíalacarnequecocinaba.Aveces creía oír un sonidoprocedente del interior, el de alguienque cantabaparasíconvozsuave;peronuncasaliódelcobertizo.Toménotadelasidasyvenidas,haciendoarañazosenelsueloparacontara
los hombres que llegaban y partían. Pero tuve que esperar muchos días paraasegurarme de que el ocupante estaba solo. Tenía que cerciorarme de que elhombrealquebuscabaestabadentro.Fue el cuarto día, y ya empezaba a sentir arder una fiebre por debajo de la
piel,cuandolovi.Soloporuninstante,enelumbral,asomadohaciafuera,conla cara pálida y mugrienta. Era Ketil: el hombre al que había herido yabandonadoasusuerteenlanievedurantelaventisca.Alquintodía,hiceyrehícemismarcasenelsuelo,hastaquemeconvencíde
queKetilestabasoloenelcobertizo,dequenollegaríanadieparamolestarnos.Cayó la noche y el viento empezó a susurrar, transportando voces de mimemoria. Las voces de Gunnar y sus hijos. Me levanté de los matorrales,arranquéacaminarhaciaelcobertizo,sinelmenordisimulo,yabrílapuerta.
Habíaunpequeñofuegoencendido,unahogueradeunpalmo,hechadevirutasde estiércol y ramitas, que solo servía para calentar al hombre solitario queestuviera junto a ella. Ketil estaba sentado allí, con la pierna lisiada estiradahacia delante y un palo de madera mal tallado junto a él, para ayudarle acaminar. Alzó la cabeza poco a poco al oírme entrar y me miró con ojosmortecinos.Alverme, los abrióporunmomento, perodespués asintiópara símismoyapoyólaespaldacontralapareddelcobertizo.Teníaunhachaasulado,peronoacercóaellalamano.Todavíano.—Noeresunfantasma—dijocontononeutro,trasuninstantedesilencio.—¿Estásseguro?—Habríasmuertodemasiadolejosparallegarvagandohastaaquí.Porloque
sédefantasmas,almenos.Habríasencantadoesasmontañasparasiempre.—Sepasó el pulgar por los labios cuarteados—.Además, si yo sobreviví a aquellaventisca,¿porquénoibasahacerlotú?—Nosoyunfantasma.Arrugólanariz.—Huelesamuerto,esosí.Lapestellegahastaaquí.—Llevodíasescondidoentre losmatorrales.Tendríasquearrancarlos, sino
quieresquetevigilen.—AGunnarnolesirviódemucho—comentó.Sefrotósussuciasmanoscon
parsimonia—.Entoncesestabasesperandoparapillarmeasolas.¿Hasvenidoamatarme,Kiarán?Noesmuyhonorableasesinarauntullido.Alprincipionorespondí.Notabaqueelaguamecaíaencimaporlasgoteras
deldescuidadotechoysentíalosdedosdelvientoquesecolabanporlasparedesrotaspararozarmelapiel.—¿Quéhaces aquí?—pregunté—.Tienesunagranja en las tierrasbajas.Y
estoysegurodequeBjornounodelosdemásteacogerían.—Echéunvistazoasupierna.Inclusopordebajodelaropaseapreciabalomarchitaqueestaba,elánguloextrañoenelquecolgaba—.Telohasganado.—Noquierovivirdelacaridaddeunoshombresdeesacalaña.—Escupióen
elsueloasulado—.Nosoportocómomemiranmimujerymishijos.Esmejorquevivaaquí.—Alzólamanoizquierdaymoviólosdedoscongestoburlón—.Creoquepuedesentenderlo.Yanosomoshombres.Deformainstintiva,escondílamanomutiladadetrásdelaespaldayélserio.—Sihubierasvueltoileso,tehabríamatado,porcojoqueesté.—Vaciló,yla
sonrisa desaparecióde su rostro—.Nomehas llegado a responder. ¿Vienes amatarme,Kiarán?—No.—Entonces¿quéesloquequieres?Mesentéasuladoyestiréunamano,labuena,haciaelfuego.—¿RecuerdaselbanquetequeorganizóGunnar?
Dejódemoverlamanoconlaqueseestabafrotandoypalmeandolapiernaherida.—Yonoestuve—dijo.—Notesentastea lamesa,peroestuvisteallí.Vigilandodesde lassombras,
conBjornylossuyos.—Sí—reconoció.—Sacrificasteisalcaballoyclavasteissucabezaenunpostedeescarnio.Esavez,norespondióenseguida.—Sí—dijoalcabo.—Perohuboalguienqueos llevóelcaballo.Unhombrequeparticipóenel
banquete con Gunnar y conmigo. Un hombre que se hizo pasar por nuestroamigoynostraicionó.Quieroquemedesesenombre.Apartólamirada.—¿Sabesloquemásdespreciodetodo?Deseruntullido,quierodecir.—Dime.—Mehavueltouncobarde.Incluso después de todo lo que había visto y oído, la palabra hizo queme
estremeciera.Oírqueunhombreseconfesaba lopeorquesepuedeser.Sentiraquellacobardíaenlahabitacióneraequiparableaverseatrapadoconunleprosoounmoribundodetifus.—Estuve al borde de lamuerte, allí en lamontaña, cuando te fuiste.No se
puedeestarmáscerca.—Yopaséporlomismo.Después,enlatormenta.—Noquierovolveraviviraquello.Nielsiguientepaso.Nomegustóloque
vi aquel día. Aun así, todos los hombres hacen ese viaje y yo lo emprenderépronto.El inviernoquevieneme liquidaráenseguida.Como tendríaquehaberhechotresañosatrás.Comotendríaquehabertematadoati.Volvió a mirarme y capté en sus ojos una especie de hambre extraña, una
suertedelocuraansiosa.—¿Atitehapasadolomismo?
—No—respondí—.Yonotengomiedo.Eldolorlecambiólacara,ytambiénlavergüenza.Peroasintió,resignado.—¿Porquénomemataste?¿Porquénoahorrarmeestavergüenza?—Sabía que entorpecerías a los demás. Que no te dejarían tirado. Eso fue
todo. Te habría matado, de no ser por eso.—Vacilé—. ¿Qué les dirás a losotros?—pregunté.—¿ABjorn?¿Yasusparientes?Alomejorsivinieranalgunavezporaquí
leshablaríadeti,peronolohacen.Nohablarédeturegreso.Medalomismoquién más muera en este pleito. Pero sería de necios que continuaras con lamatanza.—Ydecobardessinohicieranada.—Yenesoradicalatrampa.Nuestropueblollegóaestaislaparaserlibre.De
reyes,tiranos,hombresquenosmandenquéhacer.Yaunasí,aquíestamos;conmenoslibertadqueunesclavo.Recogióunpaloyatizólapequeñahoguera.—Déjalocorrer,Kiarán—dijo—.Nosoyunhombreacaudalado,peroestoy
dispuestoadarteplata;eldobledelpreciodesangreporGunnarysufamilia.Lobastante para concluir el pleito de forma honorable. Puedes marcharte a otrapartedeIslandiayvolveraempezartuvida.Otedoyelnombre;¿quéesloquequieres?—Debosaberelnombre.Esperóunmomento,conlosojosclavadosenlosmíos.Mediotodoeltiempo
quepudoparaquecambiasedeidea.
28
Dejéelcobertizoyarranquéacaminaratravésdelvalle.Noorientémispasos
aloeste, hacia elmaryRagnar,KariySigrid, sinoendirecciónal sur, por elcamino conocido. Y falté a la promesa que me había hecho de que nuncavolveríaadejaraquelvalle.Atraveséelpasodelasmontañasy,enlaprimeragranjaquemeencontréal
otrolado,cambiémiúltimobrazaletedeplata,elquemehabíaregaladoThoris,por un buen caballo. Cabalgué hasta que Borg apareció ante mis ojos, lasmontañasyelmar.Asísupequehabíallegadoelmomentodedesviarmehaciaeleste,pararecorrerelcaminodelosexiliadosylosproscritos.Tenía miedo de no recordar el camino, pero mis temores eran infundados.
Hasta el últimodetalle de aquella travesía estaba grabado enmimemoria.Nohabía contorno de piedra, ladera de risco, río u ondulación del terreno que norecordase.El viaje fue más llevadero esa vez. Estábamos a principios de verano y la
nieve había desaparecido de las tierras bajas. Aun así, al acercarme a lascumbresmeencontréquelanieveseguíaenelsuelo,porqueesunlugarquenoconoceelverano.Cobrabafuerzaelmiedodelcobarde,puestodosmisinstintosmeempujaban
a alejarme de aquel lugar. El caballo sintió mi miedo, como sucede con losanimales, más sabios que los hombres pero malditos con el silencio. Pero alcorcovear y relinchar por debajo de mí, me recordó que fuese valiente. Loespoleéconlostalonesyseguimoscabalgando.Volvíaatenerloantemisojos:elvalleenelquehabíapasadotresañoscomo
proscrito.Unlugarsinnombre,pues¿quiénse lopondríaaunatierraa laqueningúnhombredesearíair,dondesoloescogenvivirlosolvidados?Novi el rebañodeovejas robadasquedebíade rondarpor el valle; tal vez
ThorvalduryThorisnohubiesensalidoaúndeincursiónenfechastantempranasdelaño.Atéelcaballoenlavaguadaymellamóconunrelinchocuandolodejéallí.Porqueél tambiénintuíaqueaqueleraunsitiodondenadadeberíavivirynadapodíacrecer;alcaballoledabamiedoquedarseallíasolas.Emprendíellentoascensoporlaladeradelacolina,abriéndomepasoentrela
nievefangosaymedioderretida.Medirigíahacialacuevaymedabamiedoloquepodríaencontrarmeenella.Quizá me recibieran a cuchilladas; yo era un hombre libre y ellos seguían
fueradelaley.Peronoteníanadiemásaquienacudir.Yasí,remontéesaladera,recordando todos lospasosdel camino, todas laspequeñas trampasde tierraypiedraqueacechabanpararompermeeltobillo,destrozarmelarodillaydejarmemuriendoenelsuelo.Hastalatierramismapareceansiosapormatarenunlugarcomoese.Olí lacuevaantesdeverla:elhedorcalienteaaireviciadoalquemehabía
acostumbrado.Yvi laestrecharanura,en la laderadelmonte,situadasobreellugar donde dormía un dios o un dragón. Acerqué la mano al cuchillo quellevabasobrelacaderamientrasmeacercaba.Estaba vacía. Esperé a ver si algún proscrito asomaba la cabeza entre las
mantasy laporquería,comounhombremalditoquese levantaradesu tumba,peronohabíanadie.Mearrodilléjuntoalaentradaypasélamanoporlacenizade una hoguera reciente, en la que encontré unos huesos roídos en una tierradondenohaymáscarnívorosqueloshombres.Habíanestadoallí,demodoqueme senté a esperar sobre la familiar piedra caliente del fondo de la caverna,donde, en lomás profundo, un dragón seguía dormitando en el corazón de lamontaña.
Recordé losdíasquehabíapasado tumbadoenaquellacueva,pudriéndomedefiebre, con la mano izquierda muerta al tacto. Recordé que Thoris me habíacuidado como habría hecho con un niño. Recordé la llegada del cristiano, lapaulatinaquiebradenuestraamistad.Recordéquehabíajuradonovolvernunca;otra promesa incumplida. Entonces oí unos pies aplastando la nieve, y ya nohubotiempoparamásrecuerdos.Unasombraenlaentrada,conelsolbajoalaespalda.Alprincipionosupede
quién se trataba.Hubo un tiempo en el que habría distinguido a aquellos doshombressoloporelolor,perohabíaperdidoesedon.—Bienvenido,Kiarán.—Fuelavozdelcristianolaquehabló.—Thorvaldur—saludé.Unapausa.—Nosésimealegrodevolveraverte.—¿DóndeestáThoris?AlprincipioThorvaldurnorespondió.Descolgó loque llevabaa laespalda;
unodrellenodeagua,reciénsacadadelríohelado.Meloofrecióprimero,comome correspondía por derecho en cuanto a invitado. Llevé la mano desde elcuchillohastaelagua,peroalbeber lanotégélidaycortantecontra la lengua.Meestremecí,porquehabíaperdido lacostumbreaesaclasedecosas,y se ladevolvíalcristiano.Estesoltóunarisillaybebiópocoapoco,sinqueelfríoleincomodase.—Thorismurióestepasadoinvierno.—¿Lomatastetú?—pregunté,sinlevantarlavoz.Volvióareírse.—No,no.Selollevóunafiebre.Rápidaymortal.—Seinclinóhaciadelantey
juntólasmanos—.Yahoradime:¿quétetraedevueltaaquí?Norespondí.—¿Nos echabas de menos? No me pareció que te fuera a pasar. ¿O has
cometido alguna temeridad y han vuelto a declararte fuera de la ley? —Tamborileó con los dedos de una mano en el pomo de la espada—. ¿O has
venidoacobrarunarecompensaporlamuertedeunproscrito?Creíaquenoeraslobastantetontoparavenirsolo,siesaestuintención.—Dijiste que, cuandonosvolviéramos a ver, podría elegir.Entre tuDiosy
unamuerteencombate.—Esciertoquelodije.¿Estáspreparadoparaelegir?—Sí—contesté—.Deseoescogerambas.Memiró fijamente durante un instante, escudriñandomi rostro.A lomejor
creía que me mofaba de él, un insulto al que respondería con sangre. Perocuandovioquehablabaen serio, soltóunacarcajada roncaypuso losojosenblancocomounberserker,mientrassedabapalmadasdejúbiloenlosmuslos.—Oh,Kiarán—exclamó—,nosabescuántotiempohacequeesperooíruna
respuesta como esa. La respuesta verdadera. Les he hecho a muchos esapregunta, y ninguno ha hablado como tú. —Ladeó la cabeza—. ¿Por quéhacerlo?—Hayhombrescontralosquetengoquecombatir.Demasiadosparaqueme
enfrentesoloaellos.¿Meapoyarás?¿Lucharásymorirásconmigo,contraellos,sijurocreerentuDios?—¿Tupleito?—Sí.Tamborileódenuevoconlosdedossobre laespada,arribayabajo,comosi
fuerauninstrumentoconelquetocaseunamelodíainaudible.—Esoshombrescontralosquevasacombatir…¿soncristianos?—No.Hizounapausareflexiva.—Entoncessí—contestóporfin—.Perotienesqueconvertirteencristianode
inmediato.Nohaytiempoqueperder.—¿Quédebohacer?Memiróconaquellasonrisademediadentadura,propiadeuncadáver.—Acompáñame—dijo.
El agua helada no guarda silencio.Gime como unmoribundo; ladra como unperro rabioso. Y cuando el viento la cruza, se oye una especie de rascar dededos, como si todos losmuertos que el agua ha engullido suplicaran que losdejasensalir.Estábamosaprincipiosdeveranoy,aunasí,elríoseguíacongelado.Coloqué
ambospiesconcautela,buscandolospuntosdondeelhieloparecíamásgrueso,mientraslooíagemirbajomipeso.Depequeñohabíavistocómoesaclasedehielo se tragaba aunhombre.Unchasquido, ydesaparecióbajo el agua.Paracuandolleguéhastaél,patinandoydeslizándomesobreelhielomientrascorría,elaguaya sehabíavueltoacongelar sobre sucabeza.Levigolpearesehielounavez,dos,tres,peroyosabíayaqueerademasiadotarde.Thorvalduravanzabapordelantedemíconpaso firme,confiandoenqueel
Dios guiara sus pasos; solo paraba de vez en cuando paramirar hacia atrás yburlarsedemíconunasonrisa.—¿Tienesmiedodemorir?Teteníaenmayorconsideración.—Todavíamequedamuchoporhacer.Seencogiódehombros.—Hala,aquímismo—dijo—.Yahemosavanzadosuficiente.—Ysacóuna
hachuelaquellevabaalcinto,melaentregóymepidióquerompieseelhielo.Me han contado historias de casos en los que, durante los pleitos más
enconados,unapartidaguerreraconansiasdevenganzatieneaunhombreasumercedperoseniegaaconcederleunamuertehonorable,unamuerteenbatalla.En vez de un arma, le entregan una herramienta, para obligar al condenado acavarsupropiatumba.Cabepreguntarseporquéunhombreibaahacersemejantecosa.Porquéno
negarsedeplanoyexigirlesunamuertelimpia.Sobreesolashistoriasguardansilencio. Quizá sea la amenaza de tortura lo que le obliga, o la promesa deentregarleunarmasihace loque lepiden,paraque tengaunaoportunidaddemorirbien.Seacomofuere,pareceserqueelhombrecondenadosiemprehace
loquelepiden.Luegolosasesinosseretractandecualquiertratorelativoaunamuertehonrosaquehayanofrecido.Lometenenesatumbayloentierranvivo.Dejanqueseahoguebajolatierra.Mientras trabajabaenelhielo,bajo la silenciosamiradadeThorvaldur, que
estaba sentadocon laspiernascruzadas sobreelhielo,mevinierona lamenteaquellashistorias.Yaunasí,parecíaincapazdeparar.Cortéuncírculoenelhielo;unagujerodepescador,aunqueenaquellaagua
muerta no había nada que pudiera capturarse. Y Thorvaldur pronunció unaspalabrasenunalenguaqueyonoentendía,conlasmanosunidasenoración.—¿Unhechizo?—preguntécuandoacabó.—Aquínohaybrujería.Solopalabras;yagua;yDios.—Señalóelhielo—.
Arrodíllateconmigo.Sentí sumano en la nuca, oí otras palabras y el crujido del hielo bajomis
rodillas.Despuéselmundodiounbandazohaciaarribaysentíqueelaguasecerraba a mi alrededor. Y, de mi boca, el sonido apagado de unos gritossumergidos.Mehabíaconvertidoenunsacrificio,enunregaloparasudiosdesdeelagua.
Yasí,luchécontraél,intentéagarrarmealosbordesdelhieloysacarlacabeza.Peroéleramásfuertequeyo,porquecargabasupesosobremíparamantenermebajoelaguanegra.Ysentíeldesquiciadoanheloderespiraresaagua.El mundo regresó, y cambié el agua por el cielo; tumbado sobre el hielo,
boqueando y viendo cómo el aliento se me escarchaba ante los ojos. Intentéhablar,peroelfríoacallómivoz,yThorvaldurseinclinósobremí,apoyandolasmanossobremishombros.Seriocomoloslobosparecenhacerlocuandoestándecaza,aullandodealegría,conlosdientesalavistaylosojosdesorbitados.—Oh, cómo me alegro de que estés conmigo. ¿Lo sientes ahora? ¿Sientes
sobretilasmanosdelnuevoDios?—Sí—dije,yasíera.
Mástarde,juntoalfuego.Habíanpasadomuchashorasdesdeelritualsobreelhielo, y todavía parecía incapaz de calentarme.Mi corazón latía a vecesmuydespacioyavecesamenazabaconsalírsemeporlaboca,ymesentíamásdébilpormomentos.Mequedéquieto,sinhablar,esperandoaversimoríaovivía.Thorvaldurestaba tanactivocomoyoinmóvil.Atizabael fuegoymirabael
cielo,deseandoqueacabaralanoche,rezandoporlallegadadelalba.—¿Acuántos—preguntó—tenemosquematar?—Los que importan son dos hermanos. Bjorn y Snorri. Con ellos hay tres
parientes;Bersi,HaraldySvein.—¿Solocinco?—Hay más. Siempre hay más para seguir adelante con el pleito, ¿verdad?
Perosonesoscincolosqueimportan.—Muybien.¿Yaquiéntenemosdenuestrolado?—Soloauno.KariGunnarsson.—¿ElhijodeGunnar?¿Unniño?—Yaescasiunhombre,ylucharácomotal.—¿Yquéhaydeesamujer?Vigdis,dijistequesellamaba.—¿Quépasaconella?—¿Tambiéndebemorir?—¿TuDiospermitequesematealasmujeres?—A veces sí.—Juntó las manos de una palmada y se inclinó hacia mí—.
Dimeunacosa,sitengoquelucharenestepleitotuyo.—Pregunta.—¿Porquéhacesesto?Ynomemientas,porquemedarécuentadeello.—Porvenganza,claroestá.Meestudióduranteunmomentoyluegomovióundedodeladoalado,como
siyofuerauncríoymeestuvierariñendo.—No—dijo—.Esanoeslarespuesta,perodaigual.Mecontaráslaverdad,a
sudebidotiempo.—Sinpronunciarotrapalabra,mediolaespalda,seenvolvióensusmantasycayódormidoencuestióndeuninstante.
Yotambiéndormí,mejorqueningunaotranochedesdequehabíaempezadoelpleito.Ynosoñé.
29
Avanzábamosdenoche,porqueThorvaldurseguíasiendounproscritoyque
nossorprendieranjuntossignificaríalamuerteparalosdos.Atravesamoselpaísaoscuras,durmiendodedíaenpantanosylechosderío,ylosrelatosempezaronadifundirseanuestropaso.Los escucharíamás tarde: granjeros queoíannuestros pasospor la nochey
nostomabanporfantasmas;pastorcillosquenosentreveíandesdesuscobertizos,recortadoscontraelcielo,ynosconfundíancongigantes,engañadosporsuvistay la distancia. Dioses y monstruos, que avanzaban hacia el valle del Río delSalmón.Cuando le mostré el valle a Thorvaldur por primera vez, estábamos en las
colinasdelsur,arriesgándonosaquenosvieranalaluzdelamanecer.Recorrióconlamiradalosríosylascañadas,lasmontañasyelmar.Asintióydijo:—Unabuenatierra.Peronomoriríaporella.—Notienesquemorirporestelugar.—Notengoquemorirypunto.Paraesohasvenidotúaquí,¿no?Norespondí,yélgruñó.—Vale —dijo—, ese tampoco es tu secreto. Pero lo descubriré, no te
preocupes.—Yacasiesdedía.Tenemosquedormir.Lagentesaldráaloscamposdentro
depoco,ynotienenquevernos.—¿Adóndeiremosmañana?—Acasadeunamigo—respondí,aunquelaspalabrasmesupieronaceniza.
Cuando llegamos a casa de Ragnar, llamé con unos golpecitos a la puerta;suaves, con tacto de ladrón. Aun así, la puerta se abrió al momento, y fue aSigridaquienencontramosalotrolado.Supongoquesabíaqueseríayo.—Mealegrodequehayasvuelto—dijo,yvique losojos lebrillabanen la
oscuridad.Sumanoavanzóhaciamí,vacilante,comosisospechasequeyoeramás un espíritu que un hombre, y solo pudiera convencerse de lo contrariomedianteeltacto.Despuéssumiradasedeslizóporencimademihombro,hastaelhombrequeesperabadetrásdemí—.¿Aquiéntraescontigo?—Aunaliado.Asintióyrecuperólafrialdad.—Despertaréa losdemás.Esperadaquí.—Escuchésuspasos,yunasvoces
quedasenelinterior.YdespuésoílaspalabrasdeThorvaldurenmioído.—¿Quiénes?—Sigrid—respondí,yleoísoltarunarisilla.—Conozco ese nombre. Susurrado por la noche, en sueños, muchas veces
durante el largo invierno. Y la reconozco. Esa mujer alta y pálida que tantoañorabas…—Thorvaldur…Mesonrió.—Nodirénada,notepreocupes.Volvíaverla, a lamedia luzqueemitía lahoguera, indicándonospor señas
queentrásemos.TantoRagnarcomoKarinosesperabanjuntoalfuego.—Notendríasquehaberteidosinmí—mereprochóKari.—Losé—respondí—.Peroyaestáhecho.Tenemosmuchodeloquehablar.—Es posible —dijo Sigrid—, pero no disponéis de mucho tiempo. —No
apartólamiradadeThorvaldur,comosihubiesemetidoaunperrosalvajeensucasa.—¿Yeso?—Heoídohablaralagentesobreunextrañoquerecorrelascolinas.
—¿Metomanporunfantasma?Seríaloapropiado.—Eso dicen algunos, pero estoy segura de que hay otros que imaginan la
verdad.Estánnerviosos.EntonceshablóRagnar.—HeoídoqueBjorn talvezsevaya fuerade la isla.Élysusparienteshan
habladoconvarioscapitanes;amigosmíos.Buscanpasajeenunbarco.—¿Porqué?—Incursiones.Comercio.Ahoraesunhombremuyrico.Yquemarunacasa
esunactovergonzoso.Talveztemaquealguienlolleveantelaley.—Semirólaspalmasdelasmanos—.Ytalvezhayaoídolosrumores.Quizásepaquehasregresado.—Entoncestendremosqueactuarconrapidez.—Bien—dijoThorvaldur—.Nohevenidoaquíaesperar.Karipareciórepararenelreciénllegadoporprimeravez.—¿Quiénerestú?—preguntó.—Alguienqueluchará.—¿Conocisteamipadre?—No,no.SololashistoriasqueKiaránmehacontado.—Entonces¿quéhacesaquí?—Megustamatar.¿Atino?—Thorvaldur—dije.Inclinólacabezahaciamí.—Paraesomehastraído,¿noesasí?—Nuncahematadoanadie—dijoKari.Thorvaldurformóuntejadoconlosdedos.—Pero¿quiereshacerlo?Kariagachólacabeza.—Sí—respondió.—Yabasta—interrumpióSigrid con calma—.No habléis dematar en esta
casa.
Thorvaldurmiróalachicayluegoamí,sonriendocomounimbécil.—Tambiénheoídohistoriassobreti.—Yosobretinoheoídonada.—¿Quieresoírlas?—No.—Sigridsevolvióhaciamí—.¿Quiénesestehombre?—SellamaThorvaldur.—Esenombreloconozco.Unproscrito.—Sí.Ragnarhundiólacabezaenlasmanos,peronodijonada.—Esto es pedirnos demasiado—protestó Sigrid—. Hospedar a un hombre
comoeste.—Nohabráningunanecesidaddeeso—aseguróThorvaldur—.Dormiréenel
granero y, si me encuentran, acusadme de intruso. No recaerá sobre vosotrosculpaalguna.—Miróalniño—.¿Quieresvenirconmigo?Tenemosmuchodeloquehablar.Sentíelcontactodeunosdedosfríosenlapiel;unaadvertenciadelosdioses,
esoesloquehabríapensadoenelpasado.Peronolehicecaso;minuevoDiosno hablaba mediante acertijos ni presagios, ni ponía la mano encima a susadoradores. Yo rezaba y le oía hablar. De modo que permití que Thorvaldursalieraydejéqueelniñoleacompañase.Alcabodeunrato,Ragnarsuspiróymetióuncuencodecuernoenelpuchero
deestofadoquehabíaenelfuego.Despuésmelopasó.—Come—dijo—.Debesdeestarhambriento.—Oshetraídoproblemas,ylolamento.Ragnarnegóconlacabeza.—Tengounagrandeudacontigo.—Sepasólalenguaporloslabiosyañadió
—:Creíquememataríascuandoteviregresar.—Penséenello.—¿Porquénolohiciste?MiréaSigrid,quesostuvolamiradasintemor.
—No habría conseguido nada —expliqué—. ¿Crees que estás en deudaconmigoporeso?—Penséqueibaamorir,ynomediomiedo.Penséque…quenocambiaría
pornadaesosañosconmimujer.Nisiquierasielprecioeralamuerte.Nuncahetenidovalor,peroentoncesmedicuentadeeso.Yteloagradezco.Nohabíanadaquepudierareplicaraaquello.Dejémicuencoenelsuelo,a
medias,porquesemehabíaquitadoelapetito.—¿Quéharásmañana?—preguntóSigrid.—Iréaveraunviejoamigo.Esmejorquenosepáisnadamás.Entonces me llegó el cansancio, después de aquellas largas semanas de
caminatasnocturnas.Sindecirnadamás,mehiceunovillobajomismantasymedejéarrastraralsueño.Nomedormídeltodo;esperabaoírlosgoznesdelapuerta cuando Kari regresara. Pero no volvió. Y cuando desperté, entrada lanoche,agitadoporculpadeunsueño,consaborasangreenlabocaygritosdefantasmasenlosoídos,viqueaúnnohabíavuelto.Noledimuchaimportancia.
Alamañanasiguientehacíaundíaprecioso,peroviquenoibaadurar.Elsolcaíaaplomosobrenosotros,peroencimadelasmontañasdelinteriorseestabanformandounosgruesosnubarronesqueprometíanlluvia.Aunasí,pudedisfrutardel sol durante un rato, sentado fuera de la casa de Ragnar con la espaldaapoyadacontralapared.Sentíalegríaporello.OílavozdeKari,quemellamabaporminombre.Ycuandomevolví,levi
acercarsedesdeelgranero,conunaspronunciadasojeras.—¿Hasdormidopoco?—lepregunté.—Losuficiente.¿Vuelvesamarcharte?Asentí.—¿Puedoacompañarteestavez?—No.Todavíano.
Lediounapatadaaunamatadehierba.—Nopiensoquedarmeatrásporsegundavez.—Peroloharás.Nohabráunaterceravez;esoteloprometo.Miróhaciaatrás,endirecciónalgranero,ynosupeinterpretarsumirada.—Mehacontadoquetehasconvertidoencristiano—dijo—.¿Esverdad?—Asíes.—Dicequeyotambiéndeberíahacerlo.—NohagascasodetodoloquetedigaThorvaldur.Asintióconaireausente.—¿Cuándoempezaremos?—¿Amatar?—Sí.—Pronto.Debemosserpacientes.Debemosesperarnuestraoportunidad.—Medamiedoesperar.—¿Porqué?Susdedos subieronvelocesa lasquemadurasde sucara; esegesto sehabía
convertidoenunhábitoparaél.Cuandoestabaabsortoensuspensamientosonosabía qué decir, sus manos subían de forma inconsciente hacia aquella pielextraña, sin edad, arruinada.Yo había visto jugar a los hijos de los jefes conmuñecas talladas procedentes de allende los mares. El rostro de Kari merecordabaaellas:plano,inmóvil,nodeltodohumano.—Hayotracosaquedebocontarte—dijo—.Sobrelanocheenque…—Cuéntame.—Cuandopadresalió…alucharcontraellos…oíquemellamaba.Paraque
luchaseasulado.Ynolohice.Corríhaciaeltúnel,paraescapar.Peronopuderecorrerlo.—¿Yluegoqué?—Mimadreymihermana.Lasoíllorardetrásdemí,notéquemetirabande
laspiernas.—Alzólavistahaciamí—.Bjornlashabríadejadolibres,¿verdad?¿Porquénohuyeron?
—Nolosé—respondí.Eraunamentira,peronecesaria.Karinohabló.Memirómientrasesperabaunveredicto.—¿Huistedelabatalla?—Sí—susurró.—¿Yporesocreesquedebesmorir?Negóconlacabezabruscamente.—No,no.—Sesecólosojos—.Noquieromorir.Peronopuedosoportaresta
vergüenza. Tengo que…—Miró hacia el granero una vezmás—.A lomejorentoncessemeconcedeelperdón.—Atodossenosperdonará.—NoesesoloquediceThorvaldur.—Sevolvióhaciamí—.¿Adóndevas?—Teacuerdasdelcaballo,¿verdad?Inclusoenlaoscuridad,vicómopalidecía.—Séquiénlohizo—dije.Entonces se echó enmis brazos y hundió la cabeza enmi pecho, como si
quisieraenterrarseenél.Loabracécomopodríahaberhechoconunhijomío,enotravidayotromundo.—Mátalospormí—mepidió,conlavozronca.Después se apartó de mí con la misma brusquedad con la que me había
abrazadoy caminó conpaso decidido hacia el granero,mientras se secaba laslágrimas.«Que hablen—pensé—.Que se haga cristiano, si es lo que desea.»Quería
mantener contento a Thorvaldur, nutriéndolo de conversos como quien hacesacrificiosaundios.Yo seguía pensando según las viejas costumbres, en los viejos dioses. El
Cristo Blanco aceptaba una clase distinta de ofrendas. Pero eso no lo sabíaentonces.
30
Recorríelpaíspocoapoco,comounviajeroocioso.Habíaestadoesperando
aquello durante años y, aun así, el día había llegado y no parecía que tuvieseprisa.Medetenía en los ríos ymetía lamano izquierdadestrozada en el aguafresca,comosiesperaseencontrarunenclaveélficoquepudierarecomponerla.Buscabahuesosdeovejaoguijarrosalisadosenmatasycharcas,comoelniñoqueregistraelsueloenposdeamuletos.Cuando el sol llegó a lomás alto del firmamento, dirigímis pasos hacia el
interior, siguiendo la parte elevada de las orillas del río, donde se colocan lasmejorestrampas.Atraveséunpequeñotramoboscoso,cortandomatorralesconelcuchilloparapasarel rato, recogiendoramitasyhojasmojadas,sintiendo lamateria húmeda entre las palmas antes de esconderlas otra vez debajo de micapa.Nosabíaaquéestabaesperando,pero llegóunmomentoenelquesupequehabíallegadolahora,yqueestabapreparado.MedirigíhacialacasadeKormákBersisson.Lacasadeuntraidor.
Dentroseoíaruido.Alacercarmealapuertadelamorada,caminandoconsigilosobreelterrenomojado,oíavarioshombreshablando.Nomuchos,dosotres,amenosquelosacompañaraunodeesosquenopronuncianunasolapalabrahastaquehaysangrequederramar.Retrocedí un poco, colocando cada pie con cautela, aunque hubiese poca
necesidaddesemejantesprecauciones.Loshombresimplicadosenpleitosestánatentosalsonidodeloscascosylosrelinchosdecaballo.Noesperanlossuaves
pasosdeunúnicohombrequeseacercaapie.Además,estoshombresnoteníanporquéestarpendientesdenada.Elpleitohabíaterminado;habíanganado.Esperé a que saliera humo de la casa, a que la hoguera de dentro cobrase
fuerza.Entoncesfuihastalapuertayempujéparaabrirla,sinllamar.Lohizodeparenpar,porqueestabasin trabar,comocorrespondeaunacasaabiertaparaamigos y vecinos. Oí un reniego en el interior, porque sin duda me habíantomadoporunaráfagadevientorepentina.Luegounospasosqueseacercaban.—Kormák—dije,ylospasossedetuvieron.—¿Quiénandaahí?—preguntólavozdedentro.—Un viejo amigo —respondí, pero estaba seguro de que debía doblar la
esquina antes de pronunciar mi nombre. Quería verlos antes de concederlessemejanteadvertencia.Había dos hombres sentados junto al fuego, mirándome como si fuera un
fantasma.UnoeraKormák,másviejoygordoque laúltimavezque lohabíavisto.Alotronoloreconocíalprincipio,peroluegocaíenqueera…Bjarni,asísellamaba;elhijodeKormák.LohabíavistoenelbanquetedeGunnartresañosantes.Entonceseraunniño,peroyasehabíaconvertidoentodounhombre.InclusoalatitilanteluzdelahogueraviqueKormákpalidecíaalvermeyque
susojosbuscabanunarma.Peroyolesonreíyletendílamanobuenaamododesaludo.Éllaestrechó,másporinstintoquellevadoporlaamistad,ymesentésinesperaraquemeinvitaranahacerlo.—Atizaesefuego—ledije—.¿Onosoyuninvitadolobastantedignopara
quegastesunpocodeleñaenmí?—Todoinvitadotieneesederecho—comentóélconlavozpastosa,antesde
echarleñaalfuego,unapequeñafortunaenformadeyescayramitas,lomínimoqueexigíasuhonor.Elhumoseespesópero,aunasí,loveíaalaperfección.—Bjarni,te«acordarás»deKiarán.—Enfatizólatercerapalabra,unhincapié
quepretendíadarleotrosignificado.—Sí—dijoeljoven—.Meacuerdo.
—Hasestadomuchotiempofuera,Kiarán.Alprincipionotehereconocido.—Sí.—Habíaoídoqueestabasmuerto.Le sonreí, para demostrarle que no tenía miedo. Luego me incliné hacia
delanteyremovíelpucheroquehabíaalfuegoconelcucharón.—Aquíhayguisodesobrasparadoshombres.Élsoltóunacarcajadainsinceraytratódesonreír.—Yameconoces.Tragón.Siemprequieromás.—Sí,conozcoesafacetatuya.Vi que la sonrisa vacilaba y acababa por desaparecer, y noté que lo roía la
vergüenza,comosifueraunaalimañaquevivieradentrodeél.«Perodejaqueleroaunratomás»,pensé.—Creíaqueaestashorasteencontraríaenloscampos.Escasimediodía.—Esteañohecogidomássirvientes.—Hasprosperadodesdelaúltimavezquetevi.—Sí—dijo,yagachólacabeza.—Teencuentrasmal.—Esposible.—Vaciló—.Notendríasquehabervuelto,Kiarán.Elhijosemovióydeslizólospiesporelsuelohastaacercársememediopaso.
Ladeélacabezaunpocoparamantenerlodentrodemicampovisual.—¿Porquélodices?Seencogiódehombros.—Tequedanpocosamigosenestevalle.—Poresovengoaverte.Unaluzensusojos.Cambiódeposiciónenelbancoytratódesonreír.—Bienpensado,bienpensado.Tendríasquecontarmequépretendeshacer.—Mejor no.—Me incliné hacia delante y sentí que el calor del fuegome
mordíaelcuelloylabarbilla—.Losé.—¿Qué sabes?—preguntó, aunque en realidad fuese«¿Cómo lo sabes?» lo
quequeríadecir.
—TodavíanohashabladodeGunnar—observé.Emitióunlevesuspiro,unatenueboqueadaderemordimientos.—No.Esverdad.—Mandaatuhijoaloscampos—ledije—.Nodeberíaestarpresentecuando
pronuncielassiguientespalabras.—Nocreoquevayaamandarloaningunaparte—replicóél.—Nopensabaquetuvierastanpocavergüenza,peronoséquémeesperabade
unhombrecomotú.—Puedequetengasrazón.—Mepareciócaptarunpocodevergüenzaensu
voz;peronoerasuficiente—.Nocreoquehayasvenidoacruzarsolopalabras.Se hizo un silencio absoluto. Todo estaba preparado. Me concentré en mi
respiración; dentro, y fuera, dentro, y fuera, dentro, y fuera.El aire nuncamehabía sabido tan dulce como en esemomento, cuando no sabía cuántas vecesmásibaapaladearlo.Entonces llamaron a la puerta. El momento pasó, se rompió el hechizo.
Kormák adoptó una expresión extraña: mitad miedo, mitad alivio. ¿Quiénllegabaaaquellacasaamediodía?Tendríaquehaberhuidoenesemomento.Hacialapuertatrasera,pordelante
delosbarrilesdesuerodelecheypescadoensalazón,hacialaluz.Elhijomehubieraclavadoelcuchilloentrelascostillassinoeracojooestúpido,peroeramenosarriesgadoquequedarse.Yaunasí,permanecíallísentado,inmovilizadoporunaextrañafuerza.Unconjuroparalizador,aunquenosupieradistinguirsilamaldiciónprocedíadeunabrujaodemipropiocorazón.Seabriólapuertayporellanoentróningunabandadehombresdispuestosa
quitarmelavidaniunenemigosolitarioquequisierarebanarmeelpescuezo.Enelumbralhabíaunamujer;unaalaquehacíamuchosañosquenoveía.Vigdis.Laquehabíaempezadoelpleito.
Nosmiramos fijamenteduranteun rato, sinqueella apartaseesosojos fríosy
negrosdelosmíos.—¿Vienessola?—lepreguntóKormák.—Porsupuesto—respondióella,ysesentójuntoalfuego.—NosabíaqueKiaránibaavenir.Tienesquecreerme.Nohedicho…—Daigual—leatajóella—.No tepreocupes,Kormák.—Inclinó lacabeza
haciamí—.Nopensabaquevolveríaaverte.—Yosabíaquesí.—¿Te concedió tu dios una visión?Heoído que es algo que les pasa a los
escaldos.—Algoparecido—dije.—¿TeconcediótudiosunavisióndeGunnar?¿Delaformaenquemurió?—No.Peroséloquesehizoallí.—Mealegro.—¿Tubebéestávivo?—Así es.—Alzó la cabeza—. El chico tiene ya casi tres años y es fuerte
comosupadre.—Entoncesesunchico.Bien.Susmanosdejarondemoverse.—¿Dóndepasaslasnoches,Kiarán?Cuéntamelo;nopuedehaberningúnmal
enello.—Nopiensodecírtelo.Todavíamequedanalgunosamigos.—Pero no aquí. —Vigdis se llevó el vaso a los labios, sosteniéndolo con
ambasmanoscomounaniñapequeña—.Tegustaríamatarme,creo.—No.—¿No?—Túpusiste laspalabras,perono fuistequien seocupóde lamatanza.Esa
vergüenzarecaesobreotros.—Pero¿Bjorn?—AlzóundedohaciaKormák—.¿Yestehombre?Norespondí.Ellaasintió,satisfecha.—Yameloparecía.
—¿Teimportaexplicarmeporqué?—dije.Ladeólacabeza.—Noteentiendo.—Porquéhasprovocadoestepleito.—Yonohematadoanadie.—No.Perohahabidomuchasocasionesenlasquepodríahaberseacordadola
paz. Y en todas ellas has pronunciado las palabras justas para impedirlo.Mepreguntóporqué.Vigdis recapacitó durante un rato, y observé cómo la luz de la hoguera
danzaba sobre su piel y la sombra de las llamas acentuaba sus pómulos, elmovimientoelegantedesusmanos,laconcavidaddesugarganta.Eraunamujerverdaderamentehermosa.Peronolobastanteparamorirporella,oparamatarporella.—No—replicóporfin—.Notedaréesegusto.Morirásenlaignorancia.—Puedequemuera—dije—,peroesoesalgoquesabréantesdemorir.—Novolveréaverte—contraatacóella.—Quizá.—Quizá—reconocióella—.Peronololamento—añadió—.Recuérdalo.—
Sepusoenpieysealisó lafaldaconlasmanos.LuegomiróaKormák—.Yasabesloquehayquehacerahora.Entoncessefue,devueltaalaluzdelmundo,yescuchamosunoscascosde
caballogolpeandolatierramojada.—Ojalánohubierasvenidoaquí—dijoKormák.—¿Mataríasauninvitadoentupropiacasa?—Noeresuninvitado.Notendríasquehabervenido.—No debería sorprenderme.No sería la primera vez quematases como un
cobarde.—YonotuvenadaqueverconloquelehicieronaGunnar.EsolohizoBjorn
pordiversión.—Nomereferíaaeso.SéloquepasóconlamujerdeGunnar.Yconsuhija.
Sepusoblancodevergüenza.—Nopuedessaberlo—dijo—.Nadietelocontaría.—Y,aunasí,losé.Temblóporunmomento,yluegosecalmóymiróasuhijo.—¿Quéhacesaquí,Kiarán?—Creoqueyalosabes.Memiróboquiabierto.Despuésemitióunpequeñosuspirodealivio.—¿Hasvenidoamorir?Recogílasmanossobreelpechoybajélacabezahaciaelfuego,talycomohe
oídoque,enotrastierras,loscondenadossearrodillananteelverdugo.—Yahevividosuficiente—dije.Conelrabillodelojo,viquesuhijoponíalamanoenelcuchilloquellevaba
enganchadoenelcinturón.—Dimeunacosa—añadí.—¿Quéquieressaber?—Viquesuhijoseacercabatodavíamás.—¿PorquétraicionasteaGunnar?—¿Deverdaddeseassaberlo?—Sí.Miródereojoasuhijo.—Se creía mejor que el resto de nosotros —confesó, con voz pausada, a
regañadientes,aunquesuspalabrasdejabanelregustodelaverdad—.Creíaque,por ser diestro con la espada y tener afición a matar, estaba por encima denosotros.Loúnicoque tenía era esepedacitode tierray ese rebañodeovejasagusanadas.Niparientesnielfavordesujefe.Y,aunasí,creíaquepodíavivirsinlosdemás.Nome atrevía a cerrar los ojos, pero era lo único que quería: aislarme del
mundo por un momento, creer que estaba soñando. No sé qué era lo queesperaba.QuehubiesencompradoaKormákconplataoprometiéndolehonores.Unavezconocidalamezquinaverdad,deseabanohaberlaoído.—Esverdad—dije—.Fueuninsensatoalcreerquepodríavivirsintodoeso.
Elhijoestabaaúnmáscerca,perotodavíateníatiempoparahablarotravez.—Enuna cosa tenía razón—puntualicé—.Eramejorhombrequevosotros.
—Yunavezdichoeso,saquélamano,labuena,dedebajodelacapa.Kormák estaba preparado, y enseguida se levantó y dio un paso atrás para
esquivar una cuchillada, a la vez que movía la mano hacia su costado, endirección a supropia arma.Peroquiso evitar una estocadaqueno seprodujo,porqueenlamanoyonollevabahierro,sinoungranpuñadodehojas,todavíamojadasporlalluviaquehabíacaídolanocheanterior.Lasechéalfuegoy,alinstante,lacasasellenódehumo.Unamanomeagarródelacapaytiródemíhacialapuntadeunaespada,pero
yo la llevaba desabrochada y se me escurrió de la espalda, mientras meadentrabaenelhumotapándomelabocacon lamanoycon losojoscerrados.Escuché.Losotrosdostropezabandeunladoaotroentreboqueadasyarcadas.Busqué
aKormákguiándomeporeloídoyeltacto,comomehancontadoquelosciegosbuscan venganza al final de su vida, tanteando la oscuridad con manotemblorosaalacazadeunagarganta,unojo,uncorazónquelatealqueacallar.De ese modo me adentré en la humareda, adelantando la mano izquierdamutiladahastaque le toqué el pecho.Porque era la derecha laque sostenía ladaga.Lahojaentrótresvecesyendosocasionesvolvióasalir,porquealatercera
cuchillada una trampa de hueso se cerró en torno a ella y la mantuvo allí.Entoncesretrocedíycontélospasoshastalapuerta.Oíamoversealhijoentreelhumo, bordeando el fuego, llamando a su padre a gritos. Pero comprendiódemasiadotardequeyomedirigíaalaentrada.Salí a la luz cegadora del sol, perseguido por el humo, que era como un
espíritu vengativo, con los ojos arrasados en lágrimas, tragando grandesbocanadas de aire fresco como bebe agua alguien que haya atravesado eldesierto.MiréporencimadelhombromientrascorríaporquepenséqueBjarnimeperseguiría,queiría trasdemípara lucharymoriralaire libre.Peronolo
hizo.Mientrasmealejabadelacasa,oíelsonidodeunarmaquecaíaalsueloamiespalda,yseelevóunalaridoagudo,eldeunhijoporsupadre,alavezqueempezabaacaerunablandísimanieve.
31
¿Quéaugurioeraaquellanevadaveraniega?Porquelasnubeshabíanentrado
desde elmar, perono iban cargadasde lluvia.Los coposblancos caían enunespesomantoamialrededor,mientrasmealejabacorriendoytropezandodelacasadelmuerto,devueltaa lamoradadeRagnar,alotro ladodelvalle.¿Quédioshablabaasí?¿ElCristoBlancoo losviejosdiosesa losquehabíadejadoatrás?¿Teníaporobjetocubrirmihuida,orevelarmishuellasynodejaraunasesinoningúnescondrijoseguro?En aquelmomento nome importaba. Porque el júbilo dematar ardía como
unafiebreynopodíasabercómohabíavividotantotiemposinél.Entonces entendí el anhelo que sentía Gunnar, aunque me fuese imposible
comprendercómohabíaintentadorenunciaraélycambiarlavidadelguerreropor ladelgranjero.Quéenterezahacía faltapara intentarcolgar laespadaunavezquesehabíaconocidoaqueljúbiloterrible.Enaquelmomentoleamémásquenunca;yamabaasuhijo,pueseraloúnicoquemequedabademiamigo.MetomémitiempoparavolveracasadeRagnar.Diunrodeoporlastierras
altas, esperando y atento a cualquier indicio de persecución, pues no podíaarriesgarme a que me siguieran. De vez en cuando, paraba para sumergir lasmanos en la nieve y dejarla roja ami paso, borrando lasmanchas demi actohomicida. No encaminé mis pasos en dirección a la costa, hacia la casa deRagnar,hastaqueestuvesegurodequeningúnperseguidoribaaencontrarme.Sin molestarme en llamar, abrí la puerta de par en par y entré. Notaba la
sonrisaqueteníaenlacara,peronopodíadesembarazarmedeella.Alentrar,me
encontréaRagnarySigridhablandodealgoseriojuntoalfuego;Sigridalzólavistahaciamíycaptéelmiedoensusojos.—Lasangrenoesmía—aclaré—.Noestoyherido.—Pues tenía lasmanos
limpias,peromiropaseguíamanchadadesangre.Sigridcaminóhastamí,mepusolasmanosenlacaraymemiróa losojos.
Fui incapaz de respirar durante unos instantes, transido de dolor. Aun así, vienseguida que la había malinterpretado. No había ternura ni afecto en sucontacto.Soloqueríaasegurarsemiatención.—Thorvaldursehaido—dijo—.SehallevadoaKari.Unavezmás,aquelrocefríocontralapiel:laadvertenciaburlonadeundios.—Explícamequéquieresdecir.Todolorápidoquepuedas.FueRagnarquientomólapalabra.—He ido a ver a los capitanes y marineros para hacerme una idea de los
rumores que corren por el valle. Para enterarme de lo que estaban haciendoBjorn y sus parientes.Quería…quería ayudar.—Vaciló—.HoyVigdis se hapaseado por todo el valle a caballo. Y parece que Bjorn zarpará esta noche,cuandocambielamarea.Porunmomentomequedésinrespiración.—¿Dónde?—pregunté.—Hacialacostanorte,cercadeCambness.Hayunbarcoqueleesperaallí.—Nomecreoquealguienvayaahacersealamarconestatormenta.—El viento es favorable y la tormenta pronto amainará. Es inevitable. —
Tragó saliva—. Thorvaldur ha dicho que esperar sería la maldición de uncobarde.Que le tenderíanunaemboscadaaBjorncuando sedirigierahacia elbarco.—¿CuántosacompañaránaBjorn?—Nolosé.Suhermano.Yunpuñadomásdehombres,diríayo.—¿Porquénoloshasdetenido?EntoncesintervinoSigrid.—¿Invitasaunloboanuestracasaynospidesqueleparemoslospiesporti?
Ragnarsonrióconpesar.—Losiento,Kiarán,ojaláhubierapodidoimpedirquesefueran.—Sepasóla
lenguaporloslabios—.Mehallamado…cobarde.Lapalabraquedóflotandoenelaire:unapalabraquemataba.Unhombreo
una mujer necesitan magia para provocar un derramamiento de sangre. Haypalabras quenoprecisanbrujería para convertir en inevitable unamatanza; sepronunciany,entonces,muerenhombres.ViqueloslabiosdeSigridsevolvíanblancosdeirayquelasmanosseletensabancomosiansiaranempuñarunarma.—Tendréquebatirmeconél,¿verdad?—dijoRagnar—.Retarloalholmgang.
—Semirólasmanos,propiasdeunmarinero.Mepreguntécuándohabíasidolaúltimavezqueblandióunarma—.Séloquesoy;peronopuedotolerarquesediga.—No—repliqué. Sentí que, enmi interior, el júbilo homicida daba paso a
algodistinto:elimpulsofríoymedidodelavenganza—.Sillegamosaeso,yolucharéconélentulugar.Creoque,talvez,esoesloquequiere.¿Cuántohacequesehanido?—Unahora.Sehanllevadocaballos.—Yotambiénnecesitouno.—Hancogidolosdosmejoresquetenemos.PeropuedesllevarteaSnorri.Es
viejoyestámediocojo,peroalomejortellevahastaallíatiempo.Unamentira;bondadosa,esperanzada,peromentiraafindecuentas.Cogíuna
lanzadeunaesquinadelahabitaciónylasopesé.Tambiénhabíaunhachayunescudo,queasimismomellevé.Karihabíacogidolaespadadesupadre.Nome dirigieron la palabramientras reuníamis armas. Ni siquiera podían
mirarme,niyoaellos.ConelrabillodelojoviqueSigridlecogíalamanoyselaacercabaalpecho,ytuvequecerrarlosojosparanovermás.«Sealegrandelibrarsedemí—pensé—.Ynolesculpo.»Aunasí,cuandoyaestabaenlapuerta,oíunavozquemellamaba.—Kiarán,espera.MevolvíymeencontréconSigrid.Echóunvistazohaciaatrás,aRagnar,que
estabasentadojuntoalahogueraydesviólamiradahaciaotraparte.—¿Volverás?—mepreguntóella.—Nolocreo.—Memirélamano,labuena,yviquenotemblaba—.Volveré
a ver a Gunnar. Y salvaré a su hijo. Y eso bastará. —Al pronunciar esaspalabras, pensé en el fuerte abrazo queKarime había dado esamañana. ¿Losabíayaentonces?¿Habíasidosumaneradedespedirse,afaltadelaspalabrasapropiadas?—¿Tienesmiedo?—No.—Lamiréalosojos—.Esfácilmarcharhacialamuertecuandosabes
quesupondráunaalegríaparaalguienaquienquieres.Ellanodijonadaduranteunmomento.Luego:—Esonoesverdad.Porquesíteamé,enotraépoca.—Peroyano.—No.—Ynuncameamarás.—Nolocreo.Perosíteaméunavez.Deverdad,contodomiser.Yesposible
queesopuedasignificaralgoparati.—Asíes.Meempapédelrubiodesupelo,delcontornodesumentón,queparecíauna
piedradeafilar,ydeesosojosconunapinceladaverdeenelcentro.Eltactodesus caderas, aquella noche de hacía tanto tiempo. Entonces lo recordé todo ysupequenoolvidaría.
Estabacansadoantesdeempezar.La lujuriahomicidamehabíaabandonadoysolo tenía ganas de descansar, de apoyar la cabeza, cerrar los ojos y dar porterminadalamatanzaalmenosduranteundía.Unaúltimacabalgataalabatalla,medije.Unamás,yluegotodoseacabará.
Luegonohabrásinodescanso.¿Qué debían de haber pensado aquellos hombres que cazaban a sus
semejantes? ¿Qué caminos habrían tomado? Irían por lugares donde la nievehubiera cuajadoy, enefecto, allí encontréhuellasdecaballo.Eraun territoriodesconocido para Thorvaldur, pero le guiaba Kari, y nadie conocíamejor losescondrijos de un lugar que un niño. Me dirigí hacia el norte, pasando pordelantedelaplayaenlaqueGunnaryyohabíamosencontradolaballenay,porun momento, entre la espuma de las olas zarandeadas por la tormenta, meparecióverunafiguraallíquelevantabaunamanoparasaludarme.«Espera—ledije—.Prontoirécontigo.»AlnorteseencontrabaLaugar;talvezBjornysushombressedetendríanenel
manantialdeaguastermalesantesdezarpar.Parasentirelcalor,reírsedesnudosbajo la repentinanevadayalardeardevalor.Ydespués iríanaloeste,haciaelamarraderoquehabíamásalládeCambness.Subiríana lacimade lacolinaycontemplaríanelvalledelRíodelSalmónunavezmásantesdeembarcar.Encontré los caballos sueltos al pie de la colina. Los habían dejado libres,
porque sus jinetes no contaban con volver a montarlos. Cerca, en el suelo,huellas de pisadas en el barro y la nievemedio derretida: de un hombre y unniño.Comounpadreyunhijoquecaminasenjuntos.Seguíelrastroatodaprisa,atándomeelescudoalamanomutiladamientrascorría,entrelazandolastirasdecueroydetela.Lleguéalacima,conunfuegoabrasadorenlospulmonesyodiopuroenel
corazón.Allí, delante demí, una figura tendida en el suelo. Tan inmóvil quepodríahaberlaconfundidoconunaretorcidaraízconformadehombre,unarocapeculiarquecreabaunefectoópticoounhombreasesinadoalquehabíandejadoinsepulto.Perolavistanomeengañaba.Thorvaldurestabatumbadoenelsuelo,conlamanosobreunalanzaylavistapuestaenelvalledeabajo.Meadelanté,poniendounpiedelantedelotroyconelescudopordelante,con
todoelsigiloconelquepodíacaminar.Desplacéelpesoyapoyéelastildelalanzaenelhombro, ahorrando fuerzaspara el lanzamiento.Peseami cautela,meoyóacercarme.—Kiarán—dijo Thorvaldur, y volvió la cabeza para mirarme. Si mi lanza
aprestadalecausabaalgunapreocupación,noselenotóenlacara—.Karimehaadvertidoquevendrías,quenosencontrarías.Nolehecreído.—¿Dóndeestáelniño?—Yanoesunniño,sinounhombre.Porquelucharáconnosotrosenelpleito.
Esoesloquequerías,¿no?Poresoledevolvistelaespadadesupadre.—¿Dóndeestá?—Estácerca,dondetienequeestar.—Temataré—dije.—Alomejor.Peroteservirádepoco.—Señalóhaciaabajo—.Mira.En el valle de abajo vi aKari erguido en toda su estatura.Tenía unamano
apoyadaenelcantodelescudoqueestabaderechoasuladoyarrastrabaporelsuelo lapuntade laespadaque llevabaalcinto,porquenoera lobastantealtopara que colgara suelta. Vestía una túnica negra: el color de matar. Susintencioneseraninconfundibles.Entoncesmevio a travésde la cortinadenieve.Me sonrióy saludó con la
mano,yvolvióaconvertirseenunniño.Quería llamarle.Decirle que huyera, que se escondiese.Queme perdonase.
Perolaspalabrassemequedaronatascadasenlagargantaporquevi,alotroladodeunacurvadelvalle,másalládelavistadeKari,aungrupodehombresqueseacercaban.Oílosrelinchosdesuscaballosyelparloteolejanoyfamiliar.Nodistinguía las palabras, pero incluso a esa distancia reconocí algunas de lasvoces.Loshombresquemehabíandadocazaatravésdeotratormenta.Bjorn,sushermanosyquieneslosapoyaban.Me tumbé en el suelo y bajé la cabeza, hasta sentir en la frente la hierba
mojada,comounamanofrescaquecompruebasitienesfiebre.Cuandovolvíalevantar la mirada, vi a Thorvaldur con las manos vueltas hacia arriba y laspalmashaciaelcielo.Ladeólacabezaysonrió.—La nieve nos bendice —susurró—. Es una bendición blanca del Cristo
Blanco. A lo mejor hasta ganamos esta batalla.—Extendió un dedo hacia elgrupodeguerreros—.Ymira.Solosonseis.
—Nossuperanennúmero.Élesunniño.Yoestoymutilado.—Yovalgopordosdeesoshombres.Karivalepordosdeesoshombres.Pero
¿ytú?—Tenemosqueirnosdeaquí.—Esdemasiadotardeparaeso.SabíaqueThorvaldurteníarazón.—Podríamoshaberesperado.—¿Quénecesidadhay?Meprometistemuertesytufe.¿Vasacumplirsolola
mitaddeltrato?—EscuposobretuCristoBlanco.Lomaldigo.Esundiosdecobardes.—Y,aunasí,yosoyelvalienteytú,elcobarde,sinoestásdispuestoaluchar
hoy.PuedesmaldeciramiDiossiteapetece.Perosilohaces,nopelearécontrati.—Lasonrisadesquiciadadesapareciódesurostroconlamismarapidezconlaque había brotado—.Rézale,Kiarán.Hazlo ahora, porque no tenemosmuchotiempo.Éltediráquéhacer.Juntélasmanos,cerrélosojosyrecé.Sentíalaproximidaddelamuerte,comounasmanoscerradasentornoami
garganta,unafrialdadagudaquesedeslizabaentremiscostillashastatocarmeelcorazón.Habíadescubiertoque lamuerte tienesupropiosabor, seco,comoelhierro sobre la lengua. No huele a nada; el sudor y la peste del mundo sedesvanecenynodejannadaatrás.Recé al Cristo Blanco y a su padre para que me confiriesen fuerzas en la
batalla y valor para destruir a mis enemigos, para que me concediesen lavenganza de unos amigos muertos hacía mucho. Y solo tardé un instante ennotarlamanofríadeDiossobremihombro.Abrílosojos.Elmundoparecíaunpocomásluminoso.Elsabordelamuerte
seapagóenmibocayfuicapazdeapreciardenuevoelolordelatierrayelaire.Lucharíaamilado,porqueentoncesmedicuentadequeeratalycomohabíadichoelsacerdote:aqueleraunDiosdelavenganza.Entoncesquisecantarleypenséenofrecerleuncánticosuavequeseperdiera
enelviento.Penséenbrindarleunacanciónnueva,peronoencontrabapalabras.Busquéinspiraciónenlasviejascanciones,lasquehabíarepetidouncentenardeveces, y aunque las palabras se acercaban amis labios, no llegaban a salir deellos,comounríocrecidoquenoacabadedesbordarsusorillas.Miscancionespertenecíana losviejosdiosesy loshabíaabandonado.Ami
nuevoDiosseleadorabaensilencio.Nuncavolveríaacantar.Abajo,elgrupodeguerrerosdoblólaesquina,ysucharlaysusrisascesaron
de golpe. Bjorn y los demás desmontaron, se adelantaron y se colocaron ensilenciodelantedelniño.NocreoquereconociesenaKarialprincipio;ledabanpormuertoysurostroquemadolesdejabapocoqueencontraranfamiliar.VihablaraKari,peronodistinguíloquedecía.Yviqueaquelloshombresse
estremecíancasicomounosolo,recorridosporunaoladevergüenza.Sindudahabíanintentadoolvidarloquehabíanhecho.KarihablódenuevoyBjornnegóconlacabeza.Luegoseñalóhaciaelsury
apuntóconeldedoalaplaya,laseguridad.Karihablóunaúltimavez,másaltoenesaocasión:unasolapalabra.Porlo
menos,yosolooíuna:—Cobarde.EntoncesBjornasintió.Cogióelescudoquellevabaenganchadoalasillayel
hachaque lecolgabadelcinto.Otrohombreempezóadesenvainarsuarmaalveresto,peroBjorn ledetuvoconunamaldiciónyhabló lobastantealtoparaqueyolooyera:—¡Nomedeshonres!La espada deGunnar ya estaba a la vista; era demasiado grande paraKari,
pero la sosteníabien.Nocabíadudadequeeraundignohijodesupadre.Laposturaqueadoptó,laexpresióndesusojos…Inclusoensucaradestrozadaseadivinabalasombradelamigoquehabíaperdido.Bjorn vaciló una vezmás y contempló al chico que le plantaba cara.Visto
desde lejos, a travésde lacortinaenmovimientode lanieve,casiparecíaqueestuvierapresenciandounabatalla salidade lasantiguashistorias.Comosino
fuera un niño oponiéndose a un hombre, sino un hombre enfrentado a ungigante.Elgiganteseencogiódehombrosyescupióenelsuelo.Yelaceroempezóa
cantar.Levantémedio cuerpo, agarrando la lanza conmás fuerza, peroThorvaldur
mepusolamanoenelhombro.—Espera—dijo.—¿Aqué?No respondió, pero en ese momento confiaba en él. No hay confianza
comparablealadeloshombresqueluchanjuntos.Fueracualfueseeljuegoquese traía entremanosantes,pormuchoque legustasehacermebailar a su son,todoesocarecíadeimportanciaenaquelinstante.Bjornleteníamiedoaesaespada,porquehabíavistoloquepodíahacer.Levi
esquivar retrocediendo más de lo necesario, para interponer su escudo conprecisión en el camino de la hoja. Sus acometidas eran vacilantes, a pesar detodalaventajaquetenía.Aunasí,estabaclarocómoibaaterminarelcombate.Eraunaespadahermosa,peronocompensabaunpalmoymediodebrazoydosarrobas de peso.Kari luchaba bien, pero no podía romper la guardia de aquelhombremáscorpulento.YBjornnotardómuchoenencontrarsucoraje.Empezaron a saltar astillasdemaderadel escudodeKari, y le vi respirar a
boqueadas mientras retrocedía. Apenas contraatacaba con algún que otroespadazopococonvencido,yaquevolcabatodossusesfuerzosenmantenerenaltoelescudomientrasBjornlomachacaba;noteníaningúnarteyandabajustodehabilidad,peronolosnecesitaba.Solonecesitabasupeso,ytiempo.ProntoKarisequedósinespaciopararetroceder,ysuescudogemíaycrujía
concadagolpe.Viquelosotroshombresestabanabsortos,conlasmanosmediolevantadas, implorantes. Anhelaban que llegase la muerte y les diera suliberación.Perdidosenelbailequeteníandelante,noteníanojosparanadamás.—Ahora—dijo Thorvaldur. Pero yo lo adiviné antes de que hablara, y ya
estabaenmarcha.
Colinaabajo,brincandodemataenmatacongrandeszancadas.ConelrabillodelojoviqueKarihabíacaídoalsueloysosteníaelescudoenaltoconlasdosmanos, yquehabía sangre sobre la nieve recién caída.Peronopodíamirarle,porqueteníalavistaclavadaenloshombresalosquedebíamatar.Notéqueenmi interiorburbujeabaybullíaungransonido,quemerascaba
los dientes y me atenazaba la garganta, desesperado por nacer, pero no le dirienda suelta. No hasta que mi lanza emprendió el vuelo, no hasta que huboalcanzadosudianadecarneyhueso,nohastaquehubounhombregritandoenel suelo. Al oírle, dejé que el sonido surgiera de mi interior. No fue unamaldiciónoungritodeguerra,niunacanciónounalarido,sinounacarcajada.Porque a través de mí, en ese momento, habló una alegría; la alegría delberserker,quesoloconocelarisa.Labatallanoeramovimiento,sinoquietud.Unasucesióndemomentosenlos
que el mundo cesaba de moverse y todo podía verse. Entre dos de esosmomentos semenubló lavista.Nopodíahablar.Nopodíacantar.Peropodíareír;ypodíamatar.Enaquellos instantesdeinmovilidad, lovi todoconmeridianaclaridad.Los
dientesblancosdelhombrealquehabíaalanceado, lasespiralesdetierraenlamanoquesosteníaenalto,elarcoquetrazólasangrecuandohicecaermihachasobresubocayledejéconvertidoenuncadáversonriente.El siguiente hombre parecía petrificado en mitad de su ataque, porque su
hacha semovíahaciami cabeza con la lentituddel sol en el firmamento.Fuesencillísimo interponer mi escudo. Él no tuvo tiempo de levantar el suyo, demodoquealzó lamanopor instintoparadetenermiacometida.Eseescudodecarnedesapareciócondoshachazos.Letoquélabarrigaconlahojay,aunqueamímepareció una suave caricia, él cayóde rodillas en el acto y derramó sussecretossobrelanieve.Movióloslabios,peronooíloquedecía.Nooíanadasalvolarisa.También vi a Thorvaldur. No tenía escudo en el brazo, solo esa espada
tremenda que blandía con ambas manos. Se movía como un bailarín y solodejabalamuerteasupaso.YenlacúspidedemifuriaviaBjorn.Teníalapiernarajadayseveíalagrasa
amarilla separada limpiamente hasta el hueso. Su escudo había caído y él sesosteníasobreunamanovacíaapoyadaenelsuelo.Conlaotramano,laqueaúnestabaocupada,hacíadescendersuhachaunayotravezsobreelniñoqueteníaalospies.
Yaestamoscerca,¿verdad?Cercadelamanecer,porqueelsolsaldráreptandohacia el cielo muy pronto. Y cerca del final de mi historia. Nuestra historia,seríamejordecir.Ah,veoqueesohahechoquetemuevas,Sumardil.Losabrástodo,teloprometo.Seráelfindetodoslosmisterios.Tedarétoda
la verdad que puedas desear; demasiada, quizá, ya veremos. Pero deboentretenermeunpocomásantesdellegaralfinal.TengoquehablarteunpocomásdeKari,elhijodeGunnar.Cuandoerajoven,nuncasemepasóporlacabezatenerunhijo.Sintierrasa
mi nombre, hubiera sido esperar demasiado. A decir verdad, tampoco meimportabamucho. Lo único que quería era vagabundear y ser libre.Pensabaquemispalabrasseríanmidescendencia.Unabuenacanciónvivemásqueunbuenhijo,afindecuentas.CuandoencontréaSigridypensabaquenoscasaríamos, sentíporprimera
vez ese extraño anhelo de ser padre. Entonces lo entendí como no lo habíacomprendido hasta entonces. Ese anhelo de traer al mundo algo más de miamada, de encontrar unamanerade lograr que el amorburle a lamuerte. Ysupongoquealfinalmideseosehizorealidad,aunquenodelmodoquehabíaimaginado.Kari eranuestrohijo,mío y deSigrid.No lo criamosdesde su nacimiento,
sinodesdesumuerte.Nohabíaotroniñocomoélenelmundo.He amado a una mujer. He amado a un amigo. A veces, creo que no he
amadoanadietantocomoamabaaaquelniño.Nisiquieraati,Sumardil.
32
Meabandonólafuriadelabatallayrecuperéeloído.
Oílallamadadelvientoyelfragordelmaralotroladodelascolinas.Cercademí,lossollozosdeunhombre.Oímirespiraciónentrecortadayellatidodemicorazón,comounpuñoaporreandounapuerta.Perohabíaunsonidoqueansiabaescucharynooía.Unapalabra,unjadeoo
ungrito…elniño tendidoenel suelonoemitíaningunodeellos.E inclusoaaquelladistanciaveíaquelanieveestabamanchadadesangre.Una risilla entrecortada y jadeante, cerca de mí. Porque Thorvaldur seguía
vivoyestabaencorvadoyapoyadoensuespadacomounancianoenunbáculo.Yo también estaba doblado por la mitad, porque parecía que el combate noshubieseconvertidoalosdosenancianos.ABjorn,porotrolado,lohabíadejadohechounniño,puesleveíaalejarseagatas,mientrasdejabatrasdesíunreguerodesangre.Era el único que quedaba. Sus hermanos, sus amigos… aquellos cinco
hombresyacíanmuertosamispies,ynorecordabaacuáleshabíamatadoyo.Un sonido blando y mojado, de barro y nieve, bajo mis pies, cuando me
acerquéaKari.Estaba tumbadobocaarribaycon losbrazosabiertos comosipretendieraabrazarelcielo.Lefaltabaunojoyelotroestabaoscuro,comounacuentadecristalennegrecido.Unrasguidodehierbaarrancada,elsonidodeuncuerpoquesearrastrabapor
el fango. Bjorn intentaba escapar de nosotros reptando. Debería habermeinvadidouna sensacióndeurgencia al tenermivenganza tanamano.Deberíahaber estado preocupado por si llegaban más hombres, pues el camino de la
costa eramuy transitado. Pero no parecía sentir ningún apremio.Ya no habíaprisaporhacernada.Mientrashabíaduradoelpleito,habíatenidolasensacióndequeeltiemposemeescapabadelasmanos.Ahora,mesobraba.Mequedabademasiadotiempoporvivir.Thorvaldurmepusolamanoenelhombroyvisucansadasonrisademedia
dentadura.—Vamos—dijo.
Bjornnohabíallegadomuylejos.Observélafeaheridaqueteníaenlapierna,ungrancortedeespadaquelehabíarajadoelmuslohastadejarlarótulaalairecomo una sonrisa al cielo. Debía de habérsela hecho Kari desde el suelo.Exhausto,conelescudorotoyllenodeheridas.Podríahabersequedadoquieto,hacerseelmuertocomouncobardeysalvarlavida,perohabíahechoacopiodefuerzasparaunaúltimaestocadaconlaespadadesupadre.Bjornrodóparaponersebocaarribacuandooyóquenosacercábamos.Tenía
elhachapegadaalpecho,comosiledieramiedoqueselaarrebatase.Parecíaunniño temerosodeque lequitaranun juguete.Memiróy,enesemomento,mereconoció.—¿Eresunfantasma?—preguntó.—No.—¿Mihermano?—Estámuerto.Susojosperdieronbrillo,yrelajóunpocolamanodelhacha.Luegosepusoa
maldecirme,yyoesperéaquesecansara.Cuandoseleagotaronlosinsultos,dijo:—EstolohashechoporGunnar.Porloquenosotros…—No.NoesporloquelehicisteisaGunnar.—Entonces…—Lanzóunaexclamaciónahogadadedoloryvolviólacabeza
—.Entonces¿porqué?
Mearrodilléasulado,fueradelalcancedelhacha.—Lashuellas—dije.—¿Quéquieresdecir?—Cuando llegué a la granja de Gunnar, vi las huellas. Dos pares. Unas
grandes,lasotraspequeñas.Salíandelacasa.Despuésdabanlavueltayvolvíanhaciaelincendio.—Vilavergüenzaescritaensusojos—.Erandesuesposaysuhija,¿verdad?DallayFreydis.—Sí.—Dimeloquehicisteis.Miróhaciaambasdireccionesdelsendero,conlacaracenicientayrecubierta
de sudor espeso, comoun caballo reventado tras una largagalopada.Perovioquenollegabanadiearescatarlo,queestabasoloconlanievequecaíaylosdoshombresquelomirabandesdearriba.—Nosotros…—empezó,yluegodejóesafraseenelaire,conunaboqueada
—.Salieron cuando incendiamos la casa.Yo quería dejarlasmarchar, lo juro.Pero…—Hizounapausaymemiró.Noséquéesperabaencontrarenmisojos,peronolohalló.»FueVigdis.Medijo…dijoqueseríauncobardesipermitíaquesefuesen.
Quemishermanosseavergonzaríandemí.—Cerrólosojosalrecordarlo,ynoañadiónadamás.Entoncesmeloimaginé.Uncírculodehombres,unamuralladeescudos.Una
casapastodelasllamas,altasyrugientes.Unamujerysuhijaquegolpeanlosescudos, suplicando por su vida. Y esos hombres que avanzan, paso a paso,obligandoalasmujeresaregresaralfuego.¿Habíanapartadolavistamientraslas empujaban hacia las llamas? ¿Habían llorado de vergüenza detrás de susescudos?¿HabíamuertoGunnarviendoaquello?—Loquehicimos fuevergonzoso.—Esoya lodijo susurrando; temblabay
teníalacarapálidacomounhuesosalidodelocéano.Lasmanosquerodeabanel
mango del hacha empezaban a estar fláccidas—. Sé cuáles fueron las últimaspalabrasdeGunnar.Séloquedijo.Prometequemematarásbienytelasdiré.MiréaThorvaldur.—Túeliges—medijo.Cerca,oíelborboteodeunarroyo.Entoncessupequéhacer.—Sueltaelhacha—ordené.Bjornasintió,sinpensar,ydejóquelequitaseel
arma.—Dameelbrazo.—¿Quévasahacer?—preguntó,conlosdientescastañeteandodefrío.Sindecirnada, lolevantéhastacargarsupesosobreunhombro.Thorvaldur
secolocóalotroladoy,juntos,leayudamosallegarhastaelrío;doshermanosayudandoaunancianopadreallegarhastasucama.Allí lo tumbamos,yél formóuncuencocon lamanoy lametióenelagua,
para luego llevársela a los labios. Sin embargo, cuando tuvo el líquido en lamano,parecióolvidarloquedeseaba.Abriólosdedosyelaguacayóotravezenelrío.—¿Sabescómosehacecristianoaunhombre?—pregunté.—No.—Renacemosenelagua.Yoteharécristianoytúmecontaráslaspalabrasde
Gunnar.—¿Medejarásvivir?—CuéntameloquedijoGunnar.Bjorncontemplóelagua.Alhablar,fuecomosilaspalabrassurgierandeotra
persona.—Gritótunombre.Comosi…comosifuerasunamujeralaqueamase.Eso
fueloúnicoquedijomientrasmoría.Tunombre,unayotravez.EntoncesintentéoíraGunnar.Habíapronunciadominombrealmorir;talvez
suespírituaúnloestuvieradiciendoymeloestuvierasusurrando.No oí nada. Pensé en lo que sabía, en las palabras que unmoribundo debe
pronunciar.Entoncesconocíamiamigo,porprimerayúltimavez.
—Metelacabezaenelagua—dije.Bjorn se arrastró hasta la orillamisma del río ymemiró una vez, con aire
dubitativo,temeroso.Despuésintrodujolacabezaconcuidadoenlacorrientedeagua.Le puse una mano en la nuca. La otra, mi pedazo de carne sin dedos, la
enrosqué en torno a su brazo, y luego cargué todomi peso sobre su espalda.Entoncessupoloquepretendíahacerleyserevolviótantocomopudo,peronolequedabanfuerzas;lashabíaderramadotodassobrelanieve.No tardómucho. Cuando quedó inmóvil una vez más, Thorvaldur me dijo
unas palabras, pero fue como si no las oyera.Descubrí queme encontraba denuevoalladodeKari,conelcristianotrasmispasos.Mesenté,yélseacomodóamicostado,aunquefuelobastanteprudenteparanodecirnada.Thorvaldurteníasangreenlosdientes,yunreguerillolesalíadelabocayle
llegaba hasta la barbilla. Perome sonrió, y supe que no estabamalherido. Sehabíallevadoungolpeenlabocaconelumbodeunescudooelmangodeunhacha,peronoeraunaheridamortal.—¿Quéserádeél?—pregunté.—¿DeKari?—Sí.—HamuertocomounguerrerodeCristo.Suspecadoshansidoperdonados.
AhoraestáenelCielo.—¿Yquépasaconsuspadres?—Murieroncomopaganos.Novolveráaverlosnunca.—Esunajusticiadura,esaqueofrecenuestroDios.—Corren tiempos duros. Es una guerra por las almas de los hombres; una
guerraquedebemosganar.Recogílaespada,queestabaenelsuelojuntoaKari,yempecéalimpiarlade
sangreconlacapa.—¿Todavíaquieresmatarme?—preguntóThorvaldur.—No.Nohassidotúquienhamatadoalniño.—Envainélaespada,conun
roce de metal contra el cuero—. He sido yo. Tendría que habérmelo llevadolejosdeaquí.—Ahora ya está hecho. Los espíritus de los muertos descansan en paz.
Deberíassentirteagradecido.—Nomesientoagradecido.—Hasidounbuencombate.Haspeleadobien.Noteteníaporunberserker,
peroheoídoquelospoetasamenudoluchandeesamanera.—Volvióaexhibirsuespantosasonrisamellada—.Unbuencombate—repitió.Miescudoestabatiradoporallícerca,ylorecogíylopusesobrelacaradel
chico,paranotenerquemirarlamás.—HaplantadocaraaBjorntodoeltiempoquehapodido—señalóThorvaldur
—.Nosehavenidoabajo.—Escupiósangreenlanieve—.Hasidounabuenamuerte.Norespondí.Cogílamanodelniño,comohabíahechounavezconladesu
padre.Cuandoalcélavistadenuevo,meencontréconqueelcristianomeobservaba,
conlacabezaladeadayunasonrisaenloslabios.—¿Quétehacegracia?—pregunté.—Hasidoporelniño,¿verdad?—¿Aquéterefieres?—Todoesto.Elpleito.Lohashechoporél,¿verdad?Túhabríashuido,pero
hasluchadoporél.—Sí—reconocí—.Hasidoporél.Diounapalmada,alborozadoyaúnsonriendocomounloco.—Eseamorqueletienesalossecretosajenos—dije—algúndíavaahacer
quetematen.—Nolodudo—replicóél—.Peronohoy.—¿Quéharásahora?—pregunté.—VolveréaNoruega.Mevanadarcazaporesto.Atitambiénteperseguirán.
—Besó la cruz que llevaba al cuello yme tendió unamano—.Ven conmigo.Predicaremosjuntos,lucharemosjuntos.—No.—¿No?—Nuncadejaréestaisla.Esperóunmomentomásparaversicambiabadeopinión.Luegoselevantó,
meapretóelbrazoylevidesaparecerentrelanevada,cantandoenvozbajaparasímismo.Unhombrefeliz.Bajélamanoymetoquéelcostadopordebajodelacapa,hastasentireltacto
delahumedadcaliente.Laheridanomedolía;solonotabaunasensaciónfría,ausente.Eldolorllegaríamástarde,estabaseguro.Sentíunaccesodenáuseaycreíqueibaatenerarcadas,peroluegosemepasó.Elsoldescendíadelcieloparacuandovolvícaminandoalvalle.Lanievecaía
conmásfuerza,yyoibadejandogotitasdesangreenellacomosifueranbayasrojasquesecaíandeunacestamaltejida.No tardómucho en oscurecer del todo, y las nubes cubrieron la luna y las
estrellas.Aunasí,descubríqueconocíaelcamino.Simehubieranvendadolosojosymehubiesensoltadoenunpuntoalazardelvalle,detodosmodoshabríaencontradoelcaminohastaeselugar.La vi alzarse ante mí: una casa, como cualquier otra. Del agujero de la
chimeneasalíahumoyoloracomida.Noseoíaningún ruidodentro,peroyosabíaquehabíavidaenelinterior.Ymuertetambién,quizá.Lleguéhasta lapuertay llamé.Meabrióunamujer,quememiró fijamente
duranteunmomentoy,porprimeravezqueyo recordase, captémiedoen susojos.Perosoloporuninstante.—Entra—dijoVigdis—.Hacefrío.
33
Dentronohabíaningunatrampa.Nomeesperabaningúnparientecuchilloen
mano.Enunaesquinade lahabitación,bienenvuelto enmantas,vi aunniñodurmiendo.Apartedeeso,estábamossolos.Meindicóporseñasquemesentase,yasílohice.Noscolocamosdelantedel
fuegoy,alprincipio,nohablamos.Talvez,enaquelsilencio,nosconocimosdeverdadporprimeravez.Ellaestabainmóvil,comosiestuvierahechadehierroforjadoenvezdecarne.Emanabaunafuerzainnataoaprendidaconlosaños,yno se captaba un atisbo de miedo en su cara. Ni tampoco en su voz cuandohabló:—Entoncesestánmuertos.Asentíybusquéensurostroalgúnindiciodetristeza.Novininguno.—Yahorahasvenidoapormí—dijo.—Sí.—Esalgovergonzoso,mataraunamujer.—ADallalamataron,¿ono?YaFreydis.¿Porquénoibasarespondertúpor
eso?—Perofuiyoquienlasmató.Lasmujerespuedenmataraotrasmujeres,del
mismomodoqueloshombrespuedenmataraotroshombres.Peronodebemosmatarnosentrenosotros.Esunablasfemia.—Yocreoquetútambiénhasmatadoahombres.—Yonoblandíalaespada.—Peroloshasmatado.Yquierosaberporqué.—Sí—dijoella—.Losabrás.Telohasganado.
Se sirvió un vaso de agua con pulso casi firme; se detectaba un ligerotembleque, como el que sufre la mano de quien maneja la espada antes delholmgang. A mi pesar, sentí un leve acceso de miedo. Había contemplado agrandesguerrerosenotrasocasiones;aGunnar,aBjornyaotrosmás.Enesemomentoteníaaotromásdelante.—¿Conocisteamimarido,Hrapp?—preguntó.—Poco.Loviunaodosveces.—¿Quétepareció?—Unhombrecruel.Yestúpido.—Sí,loera.Perotambiénfuerte.Todosloshombresletemían.—¿Ytú?—Sí. Yo también le temía. —Hizo una pausa y contempló el fuego. Me
preguntositodavíaloveíaallí.Porqueeltemblordesumanodesapareció,comolepasaaladelguerrerocuandoasestaelprimergolpe.»Élnoquería hijos.No sépor qué.Perono era estéril y yo tampoco.Tuve
muchoshijos.En un acto reflejo, paseé la mirada por la habitación, en busca de alguna
prueba de lo que decía. Pero, aparte de la criatura de la esquina, no habíaningunamás.—Losabandonamosalaintemperie—explicóella—.Nadielosuponunca.Elbastardoindeseadoquedeshonraaunafamilia,elhijodeesclavoquesolo
morirádehambresiseledejavivir…esossonlosniñosalosqueseabandonaenlaoscuridad.Sinohubiesenliberadoamipadredesuesclavitud,sindudaesallídondeyohabríaencontradolamuerte,a laspocashorasdenacer, llorandoenmitaddelanochemientraslanievecaíasobremí.Peroeraalgosecreto,algovergonzoso.Sentíunaoleadadefríoaloírselodecircontantacalma.—Peroestoyagradecidaporeso—añadiómientrasjugueteabaconunamano
consutrenza—.Laprimeravez,penséqueibaamorirdepena.Peronofueasí.Yestaclasedecosastehacenmásfuerte.Creoqueloentiendes.Tienesqueserasí,parahaberhechotodoloquehashecho.
—¿PorquéhablasdeHrapp?¿Creesquevoyacompadecerte?Noparecióoírme.—Penséqueibaamorirhacemuchotiempo—dijo—.Hubounavezenlaque
Hrapp se enfadó más de lo normal. Después de eso me convencí de quepretendíamatarme.—Podríashabertedivorciado.Habervueltocontufamilia.—AunhombrecomoHrappnoseledeja.Salvoporlamuerte.Además,yo
noquería.—¿Porqué?—Porqueleamaba.Escuchéelcrepitardelfuegoeintentécomprender.—Pensabasquetemataría.—Amaresmorirporloqueamamos.Gunnarteamaba,¿ono?Ymurióporti.
YoaprendíaamaraHrapp,porqueélmeenseñólaverdaddelmundo.—¿Ycuáles?—Soloimportaelpoder.—Seinclinóhaciadelante,cercanaalasllamas,yvi
reflejadalaluzensusojosmuertos—.Loshombrescomotúlleganaestelugarcreyendo que serán libres —dijo—. Pero nunca lo seréis. Siempre seréisesclavosdehombrescomoHrapp.—¿Ydemujerescomotú?—pregunté—.Esoesloquecrees.—Nomedamiedomorir—dijoella—.Alomejorhastasoycomotú.—¿Enquésentido?—A lo mejor quiero morir —respondió. Observó la cruz de madera que
colgabademicuello—.LlevaslamarcadeCristo.—¿Quésabesdeél?—Séqueperdona.—Síqueperdona,enlaotravida.PeroesunDiosdelavenganza,porencima
detodolodemás.—¿Quévasahacer?Pensésobreelloduranteunrato.Cansadoyherido,yconelcalordelfuego
delante, podría haber dormido. Ganas no me faltaban. Pero sabía que mequedabancosasporhacer.—Notemataré—dije—.Peromellevaréatuhijo.Moviólabocasindecirnada,comosifueralasúplicadeunmudo.Porfinse
veíamiedoensusojos.—Porfavor—rogó.Hizoademándedetenerme,perosostuveelcuchilloante
mí.—Siéntate,olomataréantetuspropiosojos.¿Esesoloquequieres?—Porfavor—dijo.Sehincóderodillasypronunciómáspalabras,peronolaescuché.Medirigíhacialasmantasdelaesquina.Unniñodetresaños,tantoscomoel
pleito, durmiendo al calor del fuego. Un niño, con una sonrisa en los labios.¿Conquéestaríasoñando?¿Soñabaconsumadre?¿Conelpadrequenohabíaconocido?¿Conjuegosenloscamposysobreelhielo?Muchassonlasalegríasdelniño,yquérápidolasolvidaelhombre.Esunactodepiedadponerfinaunavidatantemprano,cuandosoloconocealegrías;esofueloquepensé.Esofueloquepensé,mientrascogíaalniñoenbrazos.—¿Cómosellama?—pregunté.YVigdissusurró,tanbajoqueapenaspudeoírlaporencimadelcrepitardel
fuego:—Sumardil.Todavía dormías cuando te levanté de las mantas, pero despertaste un
momento cuando te cogí en brazos.Temiré a los ojos y túmeobservaste uninstantesinasustartenireconocerme,antesdevolveratussueños.Esafuelaprimeravezquenosmiramos,Sumardil.Eseerastú,hijomío.
Miintenciónerallevarteaalgúnsitiodiscretoyrajartelagarganta,porquenotehabría abandonado perdido y asustado en la nieve. Tumuerte era un pago, elsaldo de una deuda, no un acto en el que regodearse. Y pensaba quemoriría
contigo ahí fuera, queme tumbaría en la tierra fría a tu lado yme permitiríadormir.Parecíaquenomequedabaotracosaquehacer.Aun así, tampoco tenía prisa, si aquella noche iba a ser todo lo que me
quedaba. Y así, vagué por el frío, en busca de un sitio hermoso para morir.Lloraba,aunquemedévergüenzaadmitirlo,porlavidaquepodríahabertenido.Sentía tu aliento cálido contra el cuellomientras caminaba alrededor de todosaquellos campos vacíos,mientras remontaba las onduladas colinas y luego lasbajabahaciaelsusurrodelmar.No pude encontrar un sitio, porque aquella tierra contenía demasiados
recuerdosparamí.Meparecióqueunmeandrodelríoserviría,peroalsacarelcuchillocaíenlacuentadequeestábamosdemasiadocercadedondeSigridyyohabíamoshechoelamor.Caminéunpocomás,endirecciónalterrenoelevado,paraquepudierasvertodoesepreciosovalleantesdequetedegollara.PeroyaestábamoscercadelapiedraylalagunadondeDallayyohabíamoshabladosinguardarnosningúnsecreto.Nopodíahacerloallí.Unayotravezcreíhaberencontradoun lugarpropiciopara lamuerte, solo
paraquecadavezmedetuvieraunrecuerdo.Eracomoesosgrandeshéroesdelosviejosrelatosquesehancansadodelavida; todossusamigoshanmuerto,hanperdidoasusmujeres.Yasí,deambulanporelcampodebatalla,buscandoun guerrero lo bastante valiente para concederles la paz. Pero nadie quiereenfrentarse a ellos, pues su reputación los precede y, así, encuentran que nopuedenmorir.Yono era ungranhéroe, pero tal vez compartiera ese don conellos.Alfin,medescubrídelantedelacasadeGunnar,odeloquequedabadeella.
Mesentéenelsuelorenegrido,apoyadoenunodelospilaresrotos.Penséqueoiría que los cuerpos me llamaban desde debajo de la tierra, suplicando quederramasetusangre.Perolosmuertosguardabansilencio.Notehabíasdespertado.Pegastelacaraamicuello,acurrucadobajomicapa,
sinmovertenillorar.Teabracéyquiseunirmeatienelsueño,unodelquenodespertaríamos.Penséquedejaríaqueelfríonosllevasealosdosalotromundo.
Sin embargo, no pude conciliar el sueño. No te despertaste. En algúnmomentodelanochemedescubrícantando.Bajito, para no despertarte, porque deseaba quemis palabras te llegaran en
sueños.Teníalagargantairritadadetantollorar,secayoxidada.Aunasí,intentécantaryalgunasdelasviejascancionesvolvieronamimemoria.Nolasgestasgrandiosasdehéroes, reyesydioses, sino las cancioncillasque reservabaparalos niños. Poemas absurdos, cuentos de embaucadores y elfos. Entonces supequenoqueríamorir.Lanochesiguiósucursoyelcieloempezóailuminarse.Melevantéporfin,
con los músculos doloridos de tanto temblar, tropezando con mis piernasentumecidas.Yanosentíaningúndolorprocedentedelaheridademicostado.Almovernos,tedespertaste.Memirasteynohabíaasomodemiedoenti.Te
frotastelosojosydijiste:—Tengohambre.En esemomentome entró la prisa y empecé a correr por el valle, riendo y
cantándoteparaquenocaptasesmimiedo.Entoncesvolvíalacasadondehabíasnacido.Queríadevolverteatumadre;esofueloquemedije.Yyomeentregaríapara
quemejuzgasenporlasmuertes.Volveríanadeclararmefueradelaleyyenesaocasiónnohabríanadiequemeconcediesepasajeenunbarco.Moriríaenestatierrayconmimuerteconcluiríaporfinelpleito.Deregresoenlacasaabrílapuertaconunamano.Elfuegoreducidoaascuas
enelhogar,lapuertatraserabatiendoconcadaráfagadeviento.Habíavueltodemasiadotarde.Vigdisyanoestaba.
34
¿Recuerdasaquellosdíasdeespera?
Transcurrióundía,yluegounsegundoyuntercero,mientrasesperábamosaqueVigdisvolviera.Regresaríaacompañadaporlosparientesquelequedasen,enbuscadevenganza.Yoselaconcederíasinluchar.Loúnicoquedeseabaeraqueosreunierais,deshacerloquehabíahecho.Mepreguntastecuándoibaavolverytedijequenolosabía.Peronolloraste;
yosí,perotúno.Teníastalfuerzaqueeratodaunaleccióndehumildadparamí.¿LahabíasheredadodeVigdis?Seguramente.¿Recuerdaslosdíasquepasaste
conella?¿No?Cómotesujetabalasmanosytehacíacaminardeunladoaotrodelacasaparaenseñarteaandar,alavezqueplaneabamiasesinato;cómotallóuncaballitodemaderaparati,cómoseleanegaronlosojosenlágrimasalvertesonreír, antes de pronunciar las palabras que aguijonearon a aquellos hombresparaquequemaranvivosamisamigos.Elladestruyótodoloqueyoquería;casitodo,porlomenos.Aunasí,contigo,
seconvirtióenloqueteníaqueser.Yyoseloarrebaté.Ahoraveoquetusojospreguntanloquetuspalabrasnoseatrevenaplantear,
Sumardil.Quieressaberquéfuedeella.Yesonopuedodecírtelo.Seperdióen la tormentao se tiróalmarporunacantilado.Quizáhuyeraa
otrapartedelaislaoaunatierraremota,lejosdeestasorillas.Nadielosabe,ydebescreerloquequieras.Pero llegó unmomento en el que los dos supimos que no iba a volver. Te
preguntésiteníasalgúnparientemásenelvalle,ynombrastealoshombresalosqueyohabíamatado.
Nosabíaquéhacer.Loúnicoquesemeocurriófueesperarunpocomás,aque llegara algún visitante a aquella casa. Ellos sabrían adónde llevarte. Tearrebataríandemismanosyluegomequitaríanlavida.Yalcabodeuntiempo,esehombrellegó.Me desperté por la noche, rodeándote con los brazos. Pues aunque eras
valientededía,porlasnochesteníasmiedo,ynotedormíassinoteabrazaba.Despertéyviaunhombrequemeobservabadesdeelumbral.Alprincipiolotoméporunfantasma.Despuéspenséqueseríaunasesinoque
veníaaquitarmelavida.Nofuehastaqueelsueñomeabandonóporcompletocuando lo reconocí; un hombre al que hacía muchos años que no veía. OlafHoskuldsson,elhombrealquellamabanelPavoReal.—Kiarán —dijo. No llevaba sus mejores galas ni iba escoltado por sus
thingmen. No parecía el jefe que era, sino un simple viajero; un proscrito,incluso.Me llevé un dedo a los labios. Bajé la vista hacia ti, pero no te habías
despertado.Meapartédeticoncuidadoytetapébienconlasmantas.Olafyyonossentamosjuntosfrentealosrescoldosdelfuego,yhablamosen
susurros.—Cuentanenelvallequehayunfantasmaenestacasa.Unfuegoencendido,
peronoentranisaleningúnhombre,salvoporlanoche.Hevenidoaversieracierto.—Esbastantecierto—dije.—Enterramos a losmuertos hacemuchos días.ABjorn y sus parientes.—
Paseólamiradaporlacasa—.¿Vigdissehaido?—Sí.Asintió.—Oseaquesoloquedáistúyelniño.—Asíes.—Podría haber hecho muchas cosas para impedir esto. Debería haberlos
declaradofueradelaleyporelincendio.Ojalá…—Olafdejólafraseenelaire.
—Estacarganotecorrespondeati.Essolomía.—Puedeser.Perocreoquelosdiosesrecordaránesto.Yllegaráunmomento
enelquepagueporloquenohice.—¿Otradetusvisiones?Intentósonreír,yvielreflejodelfuegoensusdientesporuninstante,perolo
queledijeacontinuaciónlearrebatólasonrisa.—Tienesquellevartealniño.Negóconlacabeza.—No puedo quedarme a Sumardil. Daría demasiado que hablar. Si se sabe
queestásvivo,nosobrevivirás.—Medalomismo.—Amíno.—Vaciló—.¿PorquénovuelvesconRagnar?¿YSigrid?—Nopuedenprotegerme.Yesmejorquecreanquemeheido—expliqué.Me puso una mano en el hombro y me miró en silencio durante mucho
tiempo.RecordécómohabíamiradoyoaSigridcuandomelahabíagrabadoenlamemoriaporúltimavez.Yluegosefue.Llegaronregalosenlosdíasquesiguieron.Cereales,pescadoensalazón,que
nostrajoenlosbrazosunesclavosinlengua;unhombredelacasadeOlaf,quenopodíahablarparacontarloquehabíavisto.Talveznohubieseimportadoquehablara,puespocoslehabríancreído.Así fue como vivimos aquel primer año.Y todos los posteriores, hasta que
fuistelobastantemayorparatrabajarenloscampos.Hice un trato contigo en aquellos primeros días. Te criaría y protegería lo
mejor que pudiera. Podías considerarme un padre si lo deseabas, pero noesperaba de ti ni amor ni amabilidad, aunque yo te ofreciera ambos de buenagana.Pero,aunsiendoniño,memirastealosojosyaceptasteesepacto.Esolorecuerdas,¿verdad?
Laque tehedadoesunavidadura,pero lahasvividobien.Tehashechoun
hombreyyomehehechoviejo.La soledad conlleva seguridad y por eso te he enseñado a vagar como un
fantasma por las tierras encantadas que son tu legítima herencia. El resto dehombresdelvalle te rehúyeny te tachande loco:elhijo locodeun fantasma,quemerodeasinrumbonidescanso.Yenesalocuraestribatuseguridad.Tehascriadocasisinpalabras,conunosojosazulesysalvajes,comounlobo.El Lobo, te llamo, porque no hay otra fiera capaz de vivir como tú lo has
hecho.Yporesocreoquealmenosdebesdesermediolobo.Noerestanrápidoo fuerte como otros depredadores, ni tan astuto. Pero tienes aguante.Moriríasportumanada.Erescomoyo,¿verdad?Nuncahaspreguntadoportupasado.¿Cuestionaellobosulinaje?¿Heredala
venganza,comonosotros?Niéllohacenitampocolohashechotú.Tehecriadopara que estuvieras libre de pleitos. En este lugar, a nuestra manera, hemosvividocomolosprimeroscolonoscreíanquepodríamosvivir.Estamossolosenlatierra,libresdereyes,libresdelpleito,compartiendoelamordeunpadreysuhijo. Esperando que el resto de islandeses se unan a nosotros, a que la genteaprendaavivircomonosotros.Porlanochetecuentohistorias.Interminablesrelatosycanciones,dehéroes,
diosesymonstruos.Peroestahistorianotelahabíacontadonuncanitúmelahabíaspedido.Te preguntas por qué te la cuento ahora. Es porque necesito algo de ti. Es
porquehayalgoquedebeshacer.
35
Ahoraveymirafuera.Esposiblequemisancianosojosmeesténjugandouna
malapasada,perocreoqueveoasomarelsol;unosdedosdeluzquereptanpordebajodelapuerta,quenosllaman.Veaversitengorazón.¿Hasalidoelsol?Bien,bien.Dejaquemueraelfuego,pues.Yanohacefalta
malgastarleña.Acabaremosjustoatiempo.
Tehecontadomuchashistorias,¿noesasí?Yeresamable,porqueescuchasconpacienciaymedaslasgraciasporlanarración.Perotalvezmehayassuperadoenesto,comopareceshacerloentodo.Pueslahistoriaquetúmehascontado…nocreoquepuedaigualarla.Nomelacreeríasivinieradecualquierotro.HanpasadoyadiezsiglosdesdeelmilagrodeCristo,unmilagrodemuerte.
Ahora,ennuestraisla,túmehablasdeotromilagro.Pues la palabra del Cristo Blanco se ha ido difundiendo. Hombres como
ThorvaldurhanllegadoparapredicarlaPalabra,ymuchosdelosquenaveganalextranjero—grandeshombresquebuscanelfavorenlascortesdereyeslejanos—vuelvenbautizadosyconcrucesalcuello.A lo largoyanchode lasviejastierras,NoruegaySuecia, lapoblaciónsearrodillaanteelCristoBlanco.Soloaquí los hombres se han aferrado a las antiguas creencias, como cobardesescondidos tras un fuego moribundo. Nos hemos convertido en un pueblodivididoporlosdioses.Yenestaisla,porprimeravez,mehastraídorumoresdeguerra.Thorvalduransiabaesaguerra,entreundiosylosotros.Peronosotrosnonos
comportamos así.Cuando había hombres preparándose para la batalla y reyeslejanos sopesando una invasión de la isla, me cuentas que nuestro pueblo sereunióenelAlthingydecidióloquehabíaquehacer.Un encuentro en un campo, manos alzadas, argumentos expuestos y
escuchados.MecuentasquelaVozdelaLeyseretiróasutiendadecampaña,secubrió lacaracon lacapaymeditóensimismadodurante todoundíayunanoche.Al final, tomóunadecisión.Así, seha rechazado a losviejosdiosesyaceptadoalDiosverdadero.Enotrastierras,Dioshaentradoaespadazos,porelcaprichodeuntiranoomediantesobornosenoroyamenazasalalma.Peroaquíno.Ennuestropaísno.Nuncaheestadotanorgullosodenuestropueblocomoahora.Y,aunasí,séquedebemospartir.Ya sabes que amo a nuestro Dios. Te he enseñado sus historias, te he
enseñado sus palabras. Aun así, sé que destruirá este lugar, esta tierra frágildondenohayreyes.EseúnicoDiosnosenseñaráaamaraunsologobernante.Desearemostenerunhombreanteelquearrodillarnos,ynosolounDios.Prontotendremosrey.Seremosunpaíscomocualquierotro.Seperderáelsueñodelatierralibre,ynoquieroquedarmeparavercómosucede.¿Adóndeiremos,preguntas?Lejosdeaquí,peronoalasviejastierras.Iremos
alasnuevas.YahasoídohablardeGroenlandia,esasupuestatierraverdecuyonombreera
unardidparaembaucaraloscolonosincautosquepoblaronunpaísinhabitable.Ese no es el lugar que quiero para ti.Quedará destruido por una plaga o unahambruna,oseconvertiráenotratierrasometidaaunrey.Tenemosquellegarmáslejos,hastaunatierravirgen.Hayotropaísaloeste,másalládeesemarquecreemosilimitado.Heoídolas
historias que traen a puerto los marineros: desviados de su rumbo por lastormentas,con laschispasdeThor lloviendoasualrededorcomoflechas,hanavistadounatierranuevaaponiente.Vinlandia,lallaman.Unatierradebosques
queseextiendendurantedías.Unlugardondeelsolsigueenloaltoduranteelinvierno.Unpaíscontierrasuficienteparatodosloshombres.Hequeridovivircomounhombresintierrayhevistocómoesomeconvertía
enunesclavo.Demodoquetúdebesiraunlugardondelatierradeunhombrecarezca de valor, donde haya espacio suficiente para todos. Tienes que ir allíparaempezarunanuevavida,unnuevomundo.Alomejorallínossalebien.Sí, hijo mío, irás allí. Pero tienes que hacerme un último favor. No te he
criadoparaque rehúyas tusdeberes,y tienesunadeudaquesaldarantesde tutravesía.
Sal fuera conmigo. Sal al sol. Lleva contigo tu espada, el regalo que te hicecuandotehicistehombre.LaespadadeGunnar;laespadadeKari;laespadaquematóatupadre.Salimosparpadeandoalsol,quenoshacedañoen losojosdespuésde tanta
oscuridad.Yalprincipionoloves.Mirashaciaelmar,tevuelvesendirecciónalaspálidascolinasdedetrásy tepreguntasquées loque tengoqueenseñarte.Miramejor.Fíjateahí,enelsuelo.Ahoraloves,¿noesasí?Unapieldebueyquehetendidosobreelsuelo.Las
esquinasestánmarcadasconvarasdecastaño.Noestáenunaislacomodebería,pero lo reconoces. El cuero de un holmgang. El lugar donde los hombres sebatenenduelo.Una sonrisa de lobo en tu cara y miras a tu alrededor una vez más. Me
preguntas quién es el que nos ha agraviado, con quién debes combatir. Estásansioso por batirte, como corresponde, y no piensas dejar un insulto sinrespuesta. Peroya veoque tu sonrisa se desvanece, pues creoque empiezas aentenderme.
Somoslosúltimoseslabonesdelpleito:túyyo.DelagentedeGunnarnoqueda
nadie salvo yo.Bjorn y sus parientes están todosmuertosmenos tú.Y por lotanto,recaeenti:eldeberdelavenganza,elmayorregalodetodos.Yomatéa tupadreydejéquesu tumbaquedasesinmarcar.Matéa loque
quedabadetuparentela.Empujéatumadrealalocurayahorayaceinsepultaenalgunaparte.Terobédetugente.Calla,nohables.Medirásquemeperdonas,peroesocarecedeimportancia.
EsanuestroDiosaquienleofrezcolarestitución.ComparadoconSuperdón,¿quémeimportaeltuyo?Ahora, coge esa espada.Agarra un escudo y entra en el cuero conmigo.Y
sabesquelucharemosdeacuerdoconlaviejaley.Elduelonoterminaconunagotadesangre,sinocontodaella.Medicesquemequieres.Yyo tequieroa ti,peroesonocambianada.No
puedoacompañartealasnuevastierras,puesningúnbarcoaceptaráaunlisiado,un proscrito como yo. ¿Qué me quedará cuando hayas partido a las tierrasnuevas?Me veo solo delante del fuego, llorando comoun necio, durante díasincontables. El resto de mi vida, y lo pasaré solo. ¿Me condenarías a eso?¿Aceptaríastúesavidasitelaofrecieran?Creoqueno.Dasunpasoadelante,unúltimopaso.Porqueahoraestamoslosdossobrela
pieldebuey,ynopodemosabandonarla; seríasuncobardesi lohicieras,y séque no puedes soportar esa vergüenza.Debemos luchar, y que ni se te ocurratenermiramientosconmigo.Porquetequiero,perolucharéenserio.Temataréomematarás.Puesprefierovertemuertoquevivoycobarde.Es el destino de los poetas, que debemos morir sobre el cuero en un
holmgang,manchándolodesangre,pronunciandoelnombrede lapersonaa laque más amamos. Dame la muerte que anhelo. Dame la oportunidad depronunciaresenombre.Yahevividosuficiente.No será el nombre de Sigrid. Ni el de Gunnar, el de Kari o el del Cristo
Blanco.Serátunombre,Sumardil,simequedanfuerzasparaunúltimoaliento.Prestaatención.Estateatentoparaoírtunombre.Hallegadoelmomento.Seacabaronlaspalabras.
Venga.Empecemos.
Agradecimientos
Esta es una obra de ficción, inspirada en el universo de las sagas islandesas.Como novelista, me he tomado muchas libertades mientras escribía, pero heprocurado ser fiel al espíritu de esas historias extrañas, trágicas yextraordinariamente hermosas. A quienes quieran adentrarse en ellas, lesrecomiendoqueempiecenconlasagadeKormák,lasagadeNialylasagadeLaxdœla.Esperoquedisfrutenconellastantocomoyo.Unlibroesobrademuchasmanos,ojosycorazones.Quierodarlasgraciasa
MònicaTusellyatodosloscolaboradoresdeGrijalboporlaatenciónyelamorque han puesto en esta novela, a Barbara y Rosie de Andrew NurnbergAssociates, y a Michele y Caroline y todos los demás de Felicity BryanAssociates.EstoyespecialmenteagradecidoaGabrielDolsporsutraducción,yaMarioArturoHernándezyYolandaArtolaporlahermosacubierta.También quiero agradecer a mis primeros lectores —Claire, Sara, Ness,
Sholeh,Petia,Thom,GillyMichael—suentusiasmo,apoyoyojocrítico.Quierodedicarestanovelaamiagente,CarolineWood.Alosescritoresnos
gustapensarqueestamosenelnegociodehacerrealidadlossueños,peroellahahechomisueñorealidad,encontradetodo.Hasidomágico.Gracias,Caroline.
Glosario
Althing:parlamentonacionalislandés,creadoenelsigloX.berserker: tipo de guerrero vikingo que entraba en un estado de trancesemisalvajeyviolentoquelohacíacasiinvulnerablealdolor.
drápa y flokkr: la drápa y el flokkr son dos clases de poemas típicos de laantiguapoesía islandesa,quesediferencianporqueelprimerodeellos tieneestribilloyelsegundocarecedeélyesmásbreve.
flyting: composiciónpoéticaqueconsisteenunacompeticiónde insultosentredospoetas.
holmgang:uncombateadueloparaasentardisputas.Nochesde Invierno:períodoespecíficodel añopara losescandinavos, los tresdíasquedaninicioalinvierno,dondesolíanrealizarseunaseriedesacrificiosdeterminados.
PuebloOculto:enelfolcloreislandés,loselfos.thingman:miembrodelaguardiapersonaldeunreyounjefe.wergild: costumbre habitual en la sociedad vikinga, una compensación de uncrimen,porlogeneraldecaráctereconómico,debidoaunasesinato.
«Tengounabuenahistoriaquecontarte.Deduelosy traiciones.De exilio y de venganza. Ninguna otra historia importa si seolvida esta.» Una novela épica de amistad y de honor en laIslandia del siglo X d.C., tierra de hielo y nieve, de vikingos ypoetas,dondelaúnicaleyeralavenganza.
Tim Leach se graduó en la Universidad de Warwick, donde vive y enseñaescritura creativa. Su primera novela,The Last King of Lydia, fue finalista alpremioDylanThomasde2013.
Títulooriginal:TheFeudEdiciónenformatodigital:octubrede2017©2017,TimLeachPublicadoporacuerdoconFelicityBryanAssociates,representadosporAndrewNurnbergAssociates©2017,PenguinRandomHouseGrupoEditorial,S.A.U.TravesseradeGràcia,47-49.08021Barcelona©2017,GabrielDolsGallardo,porlatraducciónDiseñodeportada:©MarioArturoFotografíadeportada:©FernandoCortésPenguin Random House Grupo Editorial apoya la protección del copyright. El copyright estimula lacreatividad,defiendeladiversidadenelámbitodelasideasyelconocimiento,promuevelalibreexpresióny favorece una cultura viva.Gracias por comprar una edición autorizada de este libro y por respetar lasleyesdelcopyrightalnoreproducirnidistribuirningunapartedeestaobraporningúnmediosinpermiso.AlhacerloestárespaldandoalosautoresypermitiendoquePRHGEcontinúepublicandolibrosparatodosloslectores.DiríjaseaCEDRO(CentroEspañoldeDerechosReprográficos,http://www.cedro.org)sinecesitareproduciralgúnfragmentodeestaobra.ISBN:978-84-253-5578-3Composicióndigital:M.I.Maquetación,S.L.www.megustaleer.com
Índice
Lasonrisadellobo
Capítulo1
Elasentamiento
Capítulo2
Capítulo3
Capítulo4
Capítulo5
Capítulo6
Capítulo7
Elpleito
Capítulo8
Capítulo9
Capítulo10
Capítulo11
Capítulo12
Capítulo13
Capítulo14
Capítulo15
Capítulo16
Elproscrito
Capítulo17
Capítulo18
Capítulo19
Capítulo20
Capítulo21
Capítulo22
Capítulo23
Capítulo24
Lavenganza
Capítulo25
Capítulo26
Capítulo27
Capítulo28
Capítulo29
Capítulo30
Capítulo31
Capítulo32
Capítulo33
Capítulo34
Capítulo35
Agradecimientos
Glosario
Sobreestelibro
SobreTimLeach
Créditos