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La Psicología de la Educación: 1870-1913
Políticas Educativas y Estrategias de Intervención.
André Guillain Universidad de Montpellier III, Francia
La psicología de la educación está considerada como una ciencia estratégica. Se constituye entre 1870
y 1913 en relación, con las políticas educativas que se implementan en Estados Unidos y Europa El análisis
histórico permite definir tres estrategias.
La pedagogía neo-herbartiana valoriza la instrucción; la estadística mental provee los medios para
construir la unidad nacional por el sesgo de una m estipulación de las representaciones.
La Child Study, en cambio, valoriza los mecanismos de una regulación natural de los Intereses y la
unidad nacional emerge del enfrentamiento de todas las diferencias individuales; la estadística mental provee los
medios para una regulación por la media.
Esta estrategia liberal se modificará a comienzos del siglo XX: es necesario vigilar la competencia y
racionalizar la vida social para aumentar el rendimiento nacional. La psicología de la educación se convierte
entonces en una psicología de los aprendizajes y una teoría de la medición que provee los medios para una justa
distribución social.
La psicología de la educación se constituye en los siglos XIX y XX. Más precisamente: entre 1870
y 1913, durante el período que inauguran, en Alemania, las primeras estadísticas mentales y que en Estados
Unidos culmina con la definición de una psicología objetiva que se da por tarea la predicción y el control de
la conducta. La educación busca entonces darse un fundamento científico aplicando a su propio dominio los
métodos que habían asegurado el éxito de las ciencias naturales: la pedagogía neo-herbartiana alemana de T.
Ziller y sus discípulos, la Child-Study norteamericana de G.S. Hall, la pedagogía experimental y la paidología
son signos indudables de esto. Pero se ha destacado recientemente cuánto "el contenido de este movimiento
estaba lejos de constituir un todo coherente" (Depaepe, 1987). Quisiéramos mostrar aquí que esta confusión
aparente de los programas y los proyectos remite de hecho a diferentes políticas educativas en competencia
y a veces incompatibles, así como a los tipos de intervención que éstas autorizan o prescriben.
La psicología de la educación puede ser considerada como una ciencia estratégica (Guillain, 1968):
en efecto, provee a los educadores la estructura o la secuencia de sus
intervenciones y todo un saber relativo a las condiciones de sus decisiones. Según James, "como todo
sistema de pedagogía general construido sobré sus bases, ésta se parece bastante a la ciencia de la guerra"
(1909, p. 14*15) cuyas maniobras se esfuerzan por resolver los problemas de la unidad nacional, la salud
y la estabilidad del cuerpo social o del rendimiento económico y social de la nación. Su análisis histórico
debería mostrar sus coherencias o sus lógicas estratégicas, cada una de las cuales correspondería a lo que
Foucault (1978) llama un "régimen de prácticas": un régimen de la acción y el conocimiento donde se
encadenan las eficiencias y las formas del saber. Y este régimen no deja de tener de relación con el de la
¿poca considerada, con el tipo de poder que la caracteriza y que se puede describir como el conjunto de sus
técnicas de gobierno.
La psicología de la educación se define así por cierto número de elementos cuya organización
final determina sus apuestas. Exige ante todo un marco teórico que recorta el campo de, sus problemas,
proveyéndole al mismo tiempo sus mecanismos heurísticos y sus procedimientos de verificación. En
segundo lugar, exige un dispositivo institucional que las reformas escolares implementarán a lo largo del
siglo XIX, luego a comienzós del siglo XX. En tercer lugar, requiere un cuerpo de especialistas en busca
de un estatuto y cuya identidad se define por el conjunto de las luchas que emprenden contra los poderes
instituidos que se oponen a su reconocimiento. Por último, estos nuevos especialistas deben disponer de
todo un arsenal de técnicas, (cuestionario, entrevista, test menta!, etc.) que constituyen, según Brett, "la
base de la educación y del gobierno" (1962, p. 668).
La psicología de la educación será analizada, pues, en referencia a las estrategias de intervención
que se suceden a lo largo del período considerado. Desde 1870 en Alemania, la estadística mental de los
neo-herbartianos da los medios para una manipulación de las representaciones cuyos fundamentos
filosóficos proporciona la metafísica de Herbart. En los Estados Unidos, el movimiento de la Child-Study
movilizará desde 1890 una estrategia liberal: la adaptación es considerada como la instancia reguladora de
las conductas y como la condición de todo progreso Tanto en Estados Unidos como en Europa, sin embargo,
esta estrategia se modificará con bastante rapidez de manera de incrementar el rendimiento nacional. La
organización científica del trabajo buscará entonces optimizar el funcionamiento propio del liberalismo
racionalizando la vida social y las conductas del individuo.
La psicología de la educación y La unidad nacional
Según Hetbart, la pedagogía se funda sobre la ética y la psicología, La primera indica la meta y el
fin de la educación, en tanto que la segunda provee los medios para alcanzará o realizarla. "El objetivo
supremo de la educación, escribe en 1806, es la moralidad" o la virtud. El valor del hombre reside en el
querer, y no en el saber. Y sin embargo la voluntad se enraiza en el círculo de las ideas adquiridas (im
Gedankerkreis). "La instrucción quiere en especial formar el circulo de ideas y la educación el carácter: el
último no es nada sin el primero: esto es el resumen de mi pedagogía", precisa Herbar! La instrucción dirige
así la formación de los deseos y la voluntad por la vía de un control de las representaciones: control
meticuloso que exige la elaboración de una estratega de vigilancia que sólo la institución familiar hace
posible (1908, passim).
Esta educación familiar se inscribe sin embargo a contracorriente del vasto movimiento de
reformas que desde 1808, se esfuerza por reorganizar la enseñanza elemental prusiana. Según Garmo, los
educadores de la segunda mitad del siglo XIX "prestaron servicio a Alemania adaptando la pedagogía
herbartiana a las necesidades y las condiciones de sus escuelas" que deben asegurar una enseñanza masiva
(1895, p. 202). (El objetivo de la educación es siempre la formación del carácter, cuyo instrumento
privilegiado sigue siendo la instrucción; pero contribuye ahora a la "formación del círculo de los
pensamientos de millones de niños) (Staude, 1880). La pedagogía, pues, cambió de objetivo: se produjo
un desplazamiento institucional de la familia hacia la escuela; uno de sus efectos y a la vez una de sus
condiciones de posibilidad será la psicología de la educación.
El Estado moderno se vuelve entonces el educador de la nación; y la institución escolar debe ser
considerada como el principal instrumento de su unificación política, moral y religiosa. La pedagogía de
los neo-herbartianos uniformiza por la instrucción. Desde este punto de vista, la psicología de las
representaciones desempeña el papel de una ciencia política: funda el ejercicio
de un poder disciplinario que descompone y recompone el circulo de los pensamientos de cada niño de
manera de imponerle un tipo nacional definido previamente "Una doctrina que construye la vida psíquica
toda con representaciones que se puede hacer surgir, vincular, fortificar o debilitar, encadenar o frenar a
voluntad, una doctrina según la cual el carácter determinado enteramente por representaciones puede ser
modelado, transformado o dirigido: debe ser particularmente seductora para el pedagogo, pues le abre la
perspectiva de poder dirigir a su voluntad la vida mental de su alumno" (Gokler, 1905, p.. 303). .
Esta manipulación de las representaciones que busca normalizar el círculo de todos los futuros
ciudadanos de la nación alemana exige un método nuevo: un método estadístico de observación que sería
patrimonio del psicólogo, Este nuevo especialista hace el inventario de las representaciones de las que
disponen los niños y sobre las cuales se funda la eficacia cíe las prácticas educativas y del control que
vuelven posible. Propone así, en la unidad de una misma operación, una técnica de gestión de las
poblaciones de alumnos sin la cual el podes administrativo no podía ejercerse y los fundamentos científicos
que les faltan a los pedagogos
El inventario que realiza el psicólogo, ese catálogo de manifestaciones de la vida psíquica de los
niños pone en contribución el doble registra de la encuesta y el examen. Las encuestas escolares consisten
siempre en "acumular el mayor número de hechos sobre la superficie más vasta posible" (Maroussem,
1900, p. 6): encuestas directas a veces donde triunfa la iniciativa de los simples particulares; pero sobre
todo encuestas mediante cuestionario que encuentran la condición de su eficacia en la estructura jerárquica
y fuertemente centralizada del Estado. El psicólogo no es pues, aquí más que un naturalista de una especie
nueva, el que añade a las ciencias de la tierra, las plantas y los animales un saber y técnicas gracias a las
cuales se hace posible administrar a los hombres por el sesgo de sus representaciones. Es cierto que la
encuesta no será suficiente. Su metodología deberá incorporar una tecnología del examen que hace de cada
individuo un "caso", es decir, a la vez un objeto de conocimiento y una toma para nuevos
poderes. Otro saber, otro poder, en efecto: pues ya no se trata aquí de ese poder que el Estado ejerce
directamente por intermedio de su administración sobre la base de una acumulación masiva de
informaciones que muy a menudo él mismo provocó, sino de los poderes que se ejercen de manera mucho
más tenue, en el enfrentamiento de las individualidades, allí donde se aplican los finos procedimientos de
vigilancia y las técnicas de registro de los individuos.
El método estadístico debe ser aplicado en todos casos donde la investigación se ve confrontada
a una multiplicidad concreta. El análisis del círculo de los pensamientos proveerá, pues, un conocimiento
de los procesos mentales aprehendidos en el nivel de una masa de alumnos o en un solo niño del cual
describe la masa de representaciones (Vorsellungsmasse) que lo caracteriza. Este análisis funciona ante
todo sobre el modelo de la estadística de las poblaciones: se esfuerza por establecer la presencia/ausencia
de una representación o el número de sus ocurrencias. Pero no podría reducirse a la simple descripción de
una masa en reposo; debe analizarla también en la totalidad de sus fases de desarrollo. La estadística mental
de los neo- herbartianos que describe la masa de las representaciones acumuladas por el niño a lo largo de
los seis años que preceden su entrada a la escuela será, pues, un análisis de su formación; y su método será
un método genético que, por el sesgo de las comparaciones, desprende las series o las sucesiones según las
cuales se ordenan los hechos relevados mediante el método de observación (Hartmann. 1906).
Al final del siglo XIX, "ya no hay ningún hecho social, económico o moral de la importancia que
sea que no sea objeto de una observación oficial, ocasional o permanente/.../ Esta masa de determinaciones
cuantitativas proveen entonces la mejor y la más precisa de las descripciones cualitativas del pueblo"
(Haushofer, 1982, p. 30-31)’ Desde este punto de vista, el análisis del círculo de los pensamientos
finalmente no es nada más que una extensión y una particularización de ese movimiento gracias al cual el
Estado utiliza las informaciones estadísticas "para que sirvan de base a sus reglamentos y controlar sus
efectos" (Becker, 1987, p. 4) para intervenir también, de manera local y circunstancial, sobre el estado
moral de un individuo o una masa de individuos.
La psicología de la educación y la salud del cuerpo social
"Si el Estado debe asegurar el orden social en el interior y si debe ser fuerte en el exterior, escribe
Hall en 1890, la educación debe convertirse en el gran problema de la ciencia de gobierno". En efecto, la
escuela es lo que asegura el éxito de las repúblicas; y la psicología promovida ai rango de ciencia política,
se verá confiar en Estados Unidos la tarea de proveer los medios necesarios para la unificación nacional de
un país sometido a la inmigración, desprovistos de toda tradición política y cuyos antiguos modos de vida
fueron destruidos por industrialización.
Esos medios, sin embargo, no podrían ser los que la psicología de los neo-herbartiano preconiza.
La manipulación de las representaciones no es nada más, según Barnes, que un "adoctrinamiento". Por lo
tanto, no se trata de reducir las diferencias imponiéndoles un tipo
nacional previamente determinado; por el contrario, para la Child-Study norteamericana, se trata de dejar
jugar entre ellas estas diferencias de manera que "de esa mezcla, de ese choque de tantas fuerzas a menudo
contrarias, surja una sociedad" (Guer, 1880, p. 12). La normalización está fundada aquí sobre el dinamismo
de la naturaleza cuyas leyes, que son siempre leyes de crecimiento, hay que respetar: la educación no debe
trabar el curso de las cosas ni oponerse a la competencia que constituye el resorte principal de toda evolución.
Contrariamente a la pedagogía que deja a la realidad jugar espontáneamente con ella misma y a veces contra
ella misma, de manera que la norma pueda emerger e imponerse en virtud de una regularidad tenida por
natural y por ende una media indica por lo general la incuestionable eficacia
"La conciencia de un pueblo, escribe Barnes en 1902, es una fotografía compuesta de la conciencia
de los individuos reales que constituyen el grupo y, por consiguiente, debe haber siempre matices cambiantes
del sentimiento y el pensamiento que, en el primer plano, atraviesan la conciencia nacional; pero al mismo
tiempo, debe haber una unidad para las cosas esenciales si alguna gran obra debe ser llevada a cabo" (p. 5).
El carácter nacional no es, pues, finalmente, otra cosa que una media en la cual los rasgos fugitivos y las
particularidades individuales se borran en beneficio de los elementos comunes: "todo lo que es común
persiste, todo lo que es individual tiende a desaparecer" precisa Gallon en 1879. El estudio de sus mecanismos
de formación depende, por consiguiente, de una estadística mental; una suerte de antropometría psíquica que,
lejos de limitarse sólo a las representaciones, le proporciona al pedagogo, por aproximaciones sucesivas,
"una imagen compuesta del desarrollo de la raza" (Hall, 1904, II, p. 151) y el medio para modular sus
intervenciones en función de las poblaciones involucradas. El cuestionario será el instrumento privilegiado
de esta estadística por el hecho de que articula, en una misma operación, los procedimientos del examen
individual y de la encuesta general. Exige, pues, la colaboración de una multitud de observadores: "la maestra
jardinera y el profesor universitario pueden trabajar jimios en las mismas tareas" (Hall, 1902, p 40). Pero no
es menos cierto que la red institucional densa y apretada que funda la posibilidad de este nuevo método de
la encuesta inductiva directa o indirecta terminará por asignarle al psicólogo un lugar bien definido y un
nuevo estatuto: estatuto de experto que estudia objetivamente, de modo de controlarlas mejor, las condiciones
del desarrollo humano, proveyendo así a la ciencia política los medios para gobernar un país que se pretendía
sin historia ni tradiciones
La estadística mental determina e! contenido de las normas de crecimiento, de esas normas cuya
normatividad se funda en el dinamismo de la naturaleza que es concebida entonces como el más seguro
garante de la salud (health) individual y social. "¿Que beneficio para un hombre, pregunta Hall en 1902, si
conquista el mundo entero de la riqueza, el conocimiento y el poder, y si pierde su propia salud?" (en
Strickland y Burgess, p. 156). La nueva educación de la Child-Study no es, pues, sino un aspecto de esa
"nueva higiene" que, utilizando al máximo la facultad de adaptación que cada uno manifiesta relativamente
a su entorno, se esfuerza por incrementar "la prosperidad (welfare)"de la nación: pues "si se piensa que un
pueblo no es más que la suma de los individuos que ¡o componen, escribe Godfermaux, es posible sospechar
que la conciencia social refleja las oscilaciones de la salud pública" (1894, p. 127).
El psicólogo se vuelve entonces "un defensor de la salud" (Hall, 1904, II, p. 497), un
especialista de los mecanismos de regulación que previenen los desórdenes, mitigan las distancias y garantizan
la armonía de todos los desarrollos, poderes reguladores y control natural sobre los cuales la educación se
apoya y que es necesario utilizar para beneficiarse con una sabiduría que fue adquirida a lo largo de la evolución
de las especies. Por consiguiente, la educación renunciará a todas las limitaciones exteriores que son "análogas
a una tarifa protectora" (en 1965, p 135) en beneficio de un método genético fundado en la dinámica de los
intereses espontáneos y transitorios que, en el niño, expresan las diferentes etapas de una historia natural que
hay que aprender a respetar. De allí la importancia de lo que James describe como un uso negativo de la ciencia
psicológica (1909, p. 15): una ciencia que traza las grandes líneas del desarrollo de los intereses de numera de
conformar a ellos la acción educativa cuyo método ideal se reabsorbería enteramente en el curso natural de las
cosas y el juego de esos mecanismos que determinan su sucesión.
"Gobernar demasiado es tal vez peor que no gobernar bastante” escribe Pérez (1888, p. 42). La
escuela activa será, pues, una escuela de la espontaneidad; y la psicología funda la posibilidad de una educación
negativa que, en la institución escolar, se ve encargada de hacer participar a todos los niños en "la conciencia
social de la raza" (Dewey, 1931, p. 255). De allí las variaciones del umbral de intervención pedagógica y las
diversas aplicaciones de una estrategia liberal que hace del adulto un aliado de la naturaleza. El educador puede
primero "estimular la vida" (Montessori, 1919, p. 43), luego distanciarse para no trabar el curso de un desarrollo
natural; basta entonces que sepa determinar el momento oportuno de su intervención y el de su retirada. El
educador puede incorporar en segundo lugar todo el edificio de los hábitos sociales sobre los intereses
primordiales cuyas fuentes ancestrales vendrán a vivificar estas nuevas adquisiciones; "un hábito se desarrolla
tanto más fácilmente cuanto que se incorpora a un instinto" señalará Decroly en 1924. El educador puede
finalmente dirigir al niño según sus tendencias reconocidas: control indirecto sin embargo o reorientación de
su conducta por el sesgo de un medio social donde se cristalizan las direcciones comunes y compartidas.
"La fórmula no es, pues, exactamente laisser-faire, precisa Binet en 1910, sino más bien regular las
circunstancias." (p. 317). Para Dewey, la educación debe modificar las condiciones del medio para dirigir la
actividad en la cual el yo se encuentra involucrado; control indirecto y bastante eficaz si es verdad que la acción
es siempre una respuesta o un ajuste y que la experiencia es una transacción entre el sujeto y su entorno (1975,
Passim). Para Decroly, la educación debe adaptarse a los intereses del niño: por consiguiente, se da una base
biopsíquica cuyo dinamismo respetará. "¿Es decir/.../ que todo funcionará solo?" Sin ninguna duda, pero sólo en
un entorno educativo que es necesario organizar y cuyo valor se mide en la escasa distancia que deja subsistir
entre él y el medio "natural" que es siempre un medio social (en Decordes, 1952, Passim). Para Montessori, por
último, la educación debe contentarse con intervenir sobre las condiciones del ambiente para ayudar al niño a
conquistar su independencia. La escuela se vuelve liberadora y, mediante una inversión bastante significativa,
constituye la condición de posibilidad de una verdadera psicología del niño. "Para captar el alma del niño, escribe
Lapie, es» -necesario dejarlo moverse libremente ante el observador. Una pedagogía liberal es la condición de
una psicología científica" (en Montessori, 1919, p. IV).
La psicología de la educación y el rendimiento nacional
La regulación de las conductas se ha convertido así en uno de ios problemas fundamentales de
la pedagogía; y la psicología funcional provee a los educadores los medios para una intervención que
respetaría el dinamismo de los intereses que orientan todas las formas del desarrollo. La organización
comporta siempre una cooperación y una lucha: los intereses se -encuentran y se enfrentan. La armonía
seria, pues, imposible de mantener si no interviniera todo un conjunto de órganos reguladores cuyos
actos se dividen en dos clases: los actos reguladores positivos que intervienen directamente en el curso
del desarrollo; los actos reguladores negativos que dejan jugar a los mecanismos naturales de una auto-
adaptación individual y social. "El control negativo debe ser extendido y mejorado; el control positivo,
disminuido, y estos dos cambios no Se producen uno sin el otro"... Tal es, según Spencer (1879, p. 221),
la teoría de la administración que funda la posibilidad del liberalismo, es decir, de una práctica
gubernamental que quiere aumentar su racionalidad reduciendo al máximo el número y el campo de sus
intervenciones para no perturbar el curso natural de las cosas.
Sin embargo, subsisten ciertas conductas que van en contra de la conservación del individuo y
la especie; y los intereses privados a veces terminan por no coincidir más con el interés general. Tal será
el caso de Estados Unidos al final del siglo XIX, cuando los comienzos del gran capitalismo se
manifiestan por la constitución de monopolios que traban la competencia de la cual sin embargo
surgieron. Por ende, es necesario vigilar la competencia y racionalizar la vida social La organización
científica del trabajo y la cooperación constituye, según Bagley, la solución universal que puede ser
aportada al problema del derroche (1907, p. 13): en efecto, sus principios fundamentales se aplican a
todas las formas del trabajo humano que es siempre un trabajo psicofísico. Por consiguiente, designa
una técnica nueva del gobierno de los hombres correlativa de un nivel de racionalidad que aísla o
constituye en lo social; un nuevo sistema de dirección que da prueba de un reajuste de la estrategia liberal
que terminará por volver a poner en tela de juicio.
El self-goverment es incapaz de asegurar el orden y la disciplina, escribe Bagley: "debe
imponerse un control desde el exterior" (1907, p. 31); y (Thorndike precisará en 1913 que la naturaleza
humana no podría progresar bajo el régimen del laisser-faire (1930, p. 287), El Estado vuelve a
transformarse en el agente de un control positivo y el educador interviene modificando el entorno de sus
alumnos de manera de eliminar aquellas conductas que juzgue indeseables. La psicología de la
educación aparece entonces como una forma del Human Engineering. Busca incrementar el rendimiento
de la nación aplicando a los "recursos humanos" todo un programa de investigaciones cuyas grandes
líneas trazará Meumann en el marco de su pedagogía experimental (1907, Passim); necesita estudiar el
curso del desarrollo físico y mental, y describir el tipo medio a partir del cual los niños se desvían más
o menos (retraso o precocidad); necesita estudiar también las diferencias individuales y determinar para
cada niño las aptitudes que lo caracterizan; por último, necesita estudiar el trabajo escolar, las técnicas
del aprendizaje más económicas y la fatiga que puede resultar de ellas.
El rendimiento escolar y la medición de la fatiga intelectual
La fatiga es una defensa preventiva: un regulador que le permite al hombre adaptarse a las condiciones
de su trabajo evitando la sobrecarga. Pero este rol sólo, puede ejercerse dentro de ciertos límites previstos por la
naturaleza, límites que el desarrollo del maquinismo industrial trastornó o borró definitivamente. La regulación
natural de la actividad humana va a ceder el lugar, tanto en Estado*s Unidos como en Europa, a su
racionalización. "Cuando se trata del trabajo industrial, precisa Ioteyko, ese rol será atribuido a otro factor.
Tenemos en vista las investigaciones científicas sobre las condiciones mismas del trabajo y las mediciones de la
fatiga". El campo pedagógico no podría escapar a este problema: en efecto, la educación debe ser considerada
como una técnica de gestión del trabajo psíquico. Por lo tanto, debe disponer de criterios de distinción entre una
fatiga normal y la que serla excesiva. El problema se complica, por lo demás, por el hecho de que la distinción
no puede ser fijada de una vez para siempre, puesto que el grado de resistencia varía en las diferentes edades de
la vida. El niño está incompleto; es un "motor en vías de formación" cuyo gasto energético contribuye a su
desarrollo (1917, p. 33 y 21).
La psicología estudia las facultades de trabajo de los niños, su desarrollo espontáneo y el uso que se
hace de ellas en el medio escolar; va a aprender sobre todo a medir la fatiga intelectual de manera de proveerle
a la educación y a la higiene escolar Un fundamento científico qué les faltaba. Los métodos serán directos o
indirectos, psicológicos o psicofisiológicos; pero todos apuntarán a determinar cuáles son los signos objetivos
de la fatiga, signos que deben ser clasificados, ordenados conforme a la cronología de sus apariciones y que
deben compararse si se quiere determinar su valor, Pero "conocer el valor de cada signo de fatiga, es saber qué
grado de fatiga indica, es medir la fatiga" (Binet y Henri, 1898, p. 332). Problemática análoga a la que permitirá
ulteriormente medir la inteligencia. Procedimientos análogos para alcanzar el mismo objetivo: en efecto, la
psicología del trabajo se esfuerza por resolver el problema del derroche; quiere evitar la sobrecarga y la
improductividad así como la ciencia de las aptitudes y la psicología de los aprendizajes que buscan instaurar las
condiciones de un trabajo óptimo.
La psicología de los aprendizajes
El final del siglo XIX se caracteriza por lo que se llama entonces una crisis del aprendizaje. El
desarrollo del maquinismo acarrea la desaparición de los oficios; el trabajador se convierte en un auxiliar de la
máquina y su actividad se ve reducida a una tarea parcelaria. Una "revolución del aprendizaje" se esforzará por
dar respuesta a estas consecuencias de la revolución industrial que son relativas a la formación de la mano de
obra. El aprendizaje debe ser económico; debe sustituir el empirismo del oficio por un método experimental que
evite todo derroche: "si podemos “hacer economías en Tas cosas más pequeñas del aprendizaje -escribe Colvin-
, economizaremos en el conjunto un tiempo considerable y mucha energía gastada inútilmente" (1912, p. 159).
La psicología del aprendizaje (learning) reemplazará, pues, el aprendizaje del oficio
(aprenticesship), a menos que le provea más simplemente los medios para manejar una adquisición de saber:
una adquisición que moviliza siempre la memoria del sujeto, su memoria verbal en particular, lo que constituye
el fundamento principal de la instrucción. "Se comprende entonces que (su) estudio es de una importancia
capital para la pedagogía", escribe Henri en 1896; y se comprende que su interés estratégico haya hecho de ella
la primera función psíquica superior sometida a medición por Ebbinghaus en 1895, Bolton en 1891, Binet y
Henri quienes, desde 1894-95, iban a abordar el problema de las diferencias individuales mediante un estudio
experimental de los procesos relativamente complejos de la actividad intelectual de los niños (memoria de las
palabras y las frases).
La memoria no es, sin embargo, más que una forma particular del hábito; una forma particular de esas
asociaciones motrices y sensorio-motoras, cuyo conjunto determina las capacidades y la conducta de cada uno.
El aprendizaje se reduce entonces a la adquisición de una disciplina que, en el funcionamiento del cuerpo
biológico, aísla un cuerpo productivo que lo racionaliza por celo de rentabilidad. Los hábitos se construyen por
tanteo (trial and error); y la selección de las respuestas satisfactorias le permite al organismo adaptarse
racionalmente a su entorno. El aprendizaje provee así a la educación un método nuevo de dirección y
orientación: "la educación no implica solamente todo un conjunto de aptitudes particulares puestas en práctica,
sino también un método de trabajo gracias al cual enfrentamos las condiciones de nuestro entorno de manera
racional" (Bair, 1902, p. 70).
La psicología funcional será reemplazada así por una psicología de la conducta definida como el nivel
racionado racionalizado de una conducta adaptada. Watson precisará en 1913 que la psicología debe intentar,
predecir la conducta de aquellos en quienes quiere influir. Por lo tanto, constituye un saber aplicado: pero un
saber elaborado en el seno mismo de estas prácticas cuya eficacia intenta aumentar. Funciona como una
verdadera política, interna al proceso educativo: y mejor aún: como una política coextensiva al campo social
que ambiciona controlar en su conjunto y hasta en sus menores detalles con fines de rentabilización.
La psicología de las aptitudes y la medición de la inteligencia
La psicología va a convertirse en "una ciencia de utilidad social", escriben Binet y Simon en 1908.
En efecto, participará en la organización de la cooperación y el control científico de la interacción. La psicología
individual interviene en la intersección de lo civil y lo político, de manera de corregir los efectos nefastos del
liberalismo y de neutralizar los riesgos de una revolución que trastornaría el orden social. Por consiguiente,
constituye una técnica de gobierno que caracteriza los regímenes democráticos que reconocen el derecho a la
diferencia y que deben administrar una diversidad cuyo evolucionismo afirma la necesidad y "el carácter
progresista. La teoría de la evolución está perfectamente adaptada a "la filosofía nacional de una democracia",
escribe Hall en 1897. Pero aquí, en este comienzo del siglo XX, tanto en Europa como en Estados Unidos, ya
no se trata de respetar el libre juego de los intereses particulares cuyos mecanismos de una regulación natural
asegurarían la armonía presente o futura. La ciencia de las aptitudes esboza una forma nueva de la acción social:
provee al político los medios para una distribución
más racional de los recursos nacionales y los que fundan la posibilidad de una justa distribución de los
individuos. Estudiando las aptitudes de los niños, precisa Binet, se resolverla el problema de la elección de
su carrera: "se aumentarla el rendimiento económico de todos poniendo a cada uno en su verdadero lugar,
y ése sería, probablemente, uno de los medios más simples, más naturales, los mejores, de resolver, al
menos parcialmente, algunas de esas irritantes cuestiones sociales que inquietan a tantos espíritus y que
amenazan el futuro de la sociedad actual" (1910, p. 237).
La cuestión de los anormales no es otra cosa entonces que la de su reconocimiento: de su
clasificación y reclasificación que evitarla los riesgos de su decadencia moral y de una improductividad
social. La construcción de una escala métrica de la inteligencia proveerá la base precisa de un diagnóstico
diferencial que permita aislar a aquellos niños que son "refractarios a los métodos habituales de enseñanza"
(Bine», 1904). La medición de la inteligencia reduce así a casi nada el empirismo pedagógico y médico; y
"la utilización social de los anormales" que hace posible a través de las clases de perfeccionamiento hace
del psicólogo el agente de una racionalización que quiere "considerar todo fenómeno como una magnitud,
y aplicar a esa magnitud una medida" (Binet, 1903).
Conclusión
"Toda educación puede ser considerada como una vigilancia melódica y una dirección del
desarrollo natural conforme a ideales pedagógicos determinados", escribe Meumann (1907, p. 41- 42),
Hemos intentado mostrar que estas finalidades educativas corresponden a diferentes estrategias de
intervención que caracterizan ellas mismas diferentes políticas educativas y que organizan todo un
conjunto de técnicas de gobierno. El análisis histórico permite definir las estrategias que se enfrentan y se
transforman entre 1870 y 1913,
En Alemania, la pedagogía neo-herbartiana valoriza la instrucción: una estadística de las
representaciones permite imponer un mismo tipo nacional a la masa de niños escolarizados. En Estados
Unidos, la Child -Study valoriza por el contrario los mecanismos de una regulación natural de los intereses
particulares y la estadística de todos los fenómenos psicológicos funda la posibilidad de una regulación por
la media. En Estados Unidos, como en Europa, las técnicas de racionalización darán prueba finalmente de
un reajuste de la estrategia liberal. Tienden a incrementar el rendimiento nacional; la psicología de la
educación se vuelve entonces una psicología de los aprendizajes y una teoría de la medición que proveería
los medios para una justa distribución social,
Somos tal vez los herederos de este período: por algunos de sus problemas, por los métodos y
técnicas que nos ha legado Pero la cuestión de su actualidad nos parece que debería ser planteada
principalmente en el marco de un análisis crítico de los problemas que la estructuraban entonces y que
definirán a veces ulteriormente el lugar y el papel de la psicología en las reformas y proyectos de reforma
escolares.
Nos bastará con algunos ejemplos tomados de la historia de la enseñanza francesa. En 1947,
Langevin y Wallon verán en la escuela el instrumento de una democracia moderna: un "elemento de
cohesión" y el medio de realizar "una clasificación de los trabajadores, fundado a la vez en las aptitudes
individuales y las necesidades sociales". La psicología proveerá, pues, el saber necesario a quien quiere
incrementar el "rendimiento" mediante la exacta utilización de todas las competencias. En 1975, la escuela
deberá compensar los handicaps. Haby toma entonces de los Estados Unidos de los años 60 la noción de
estrategia de compensación cuya eficacia reposa en todo un saber psicológico que permite al educador
modular sus intervenciones "en función de las diferencias individuales y familiares". La escuela debe formar
los ciudadanos, precisa Chevénement en 1985. Por lo tanto, es la "matriz" de la unidad nacional y el garante
más seguro de la democracia. Pero también hay que "valorizar al máximo el recurso humano": planificación
y racionalización están nuevamente a la orden del día y la psicología debe participar en la elaboración de
una pedagogía diferenciada capaz de luchar eficazmente contra las desigualdades sociales.
El porvenir de la democracia, la construcción de la unidad nacional y el rendimiento económico de
la nación constituyen algunos de los objetivos fundamentales relativamente a los cuales se alían, se enfrentan
o se suceden las estrategias de compensación y de racionalización. Pero es posible tal vez detectar hoy la
emergencia de una nueva estrategia de intervención que correspondería a la crisis del Estado benefactor y a
la autonomización de lo social que le es correlativa. El Estado ya no es el único agente ni el único garante
del progreso económico y social entre los individuos, y existe todo un conjunto de dispositivos
institucionales donde se encuentran y despiden los distintos actores sociales. La nueva estrategia consiste,
pues, en implementar procedimientos de implicación que exigen que cada uno participe en la reorganización
de las relaciones sociales "alrededor de la negociación erigida en ritual principal de la vida social" (Donzelot,
1984, p. 228). El trabajo del psicólogo se inscribe bien en esta estrategia: su función principal es entonces
la de un mediador o de un catalizador encargado de valorizar el capital evolutivo de un sistema relativizando
los handicaps y desarrollando "en las personas que trabajan juntas/.../ la capacidad humana más elevada: la
capacidad de colaborar" (Selvini Palazzoli, 1984).
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