La pelota que queria ver mundo.

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Una vez había un niño que tenía una pelota.

Era bonita y pequeñita y él la quería mucho.

Se llamaba Santiago.

Como decíamos, él adoraba su pelota aunque

ella iba un poco por su cuenta. .

Cuando la hacían protagonista de los juegos ya sea que

jugaban al fútbol o baloncesto o balonmano, ella era

feliz.

Pero, sin embargo, cuando Santiago jugaba con otros

niños y niñas a otras cosas, y la pelota no intervenía,

a ella le gustaba rodar por el barrio y conocer nuevos

lugares. Era como un pacto entre ambos. Iba deprisa y a

menudo el niño ni se daba cuenta.

Un buen día, se fue tan rápida, que fue a

parar muy lejos ...

Llegó a un pueblo donde todo el mundo era

cuadrado. Ancianos y jóvenes, no eran otra cosa

que unos dados que caminaban con dos piernas

y dos brazos ... pero el resto del cuerpo, un

cubo!

El balón saltaba de nervios y a todo el

mundo le hizo mucha gracia, enseguida

tuvo quien le hacía preguntas y la

invitaban a pasar por su casa a tomar

un té... ¡Nunca habían visto algo

parecido! Aunque eran muy cuadrados,

eran amables con ella. Tenían un país

muy bien organizado, cada cosa en su

sitio sin que nada se pudiera mover.

No demasiado lejos, vio un

país diferente, de personas

alargadas en forma de

rectángulo muy estrecho. Se

fue acercando y todo el

mundo salía a verla.

La encontraban rarísima, pero

tenían mucho sentido de la acogida

y lo que hacían era enseñarle

todos los monumentos frutos de una

historia a veces más cuadrada, a

veces más divertida, pero siempre

personal y querida. Lucían todo lo

que tenían.

Cuando ya consiguió ser amiga de toda la gente,

pensó que quería continuar su camino y fue a

parar al país de la Magia. Todo era fantástico, el

sol era de miel, las nubes de caramelo y los árboles

de regaliz. ¡Qué bonito de ver! ¡Ay! Pero ¡qué tarde

que se ha hecho! No se pudo entretener mucho.

Ahora tenía que correr mucho para estar cerca de

su amigo a la hora de volver a casa. ¡Siempre

volvían juntos!

Estaba trastornada, muy contenta

y tan excitada que botaba y

saltaba ... finalmente el niño

aprendió a trabajar con ella y

ella le dio a entender que había

ido a lugares fantásticos y que

ahora quería ir con él ...

Practicaron tanto que

Santiago fue un gran

jugador. Ambos se inventaron

un juego nuevo que era

medio juego y medio malabar.

Llegaron a montar un gran espectáculo y

enseñaban a niñas y niños el control de la

pelota. Tan pronto la hacían ir a velocidades

muy grandes, como la hacían pasar suavemente

entre unos conos puestos cada vez más juntos.

La echaban al aire y ella sabía bajar cayendo

en diferentes rebotes en lugares diferentes de

manera que podía rodear la persona.

Tanto las personas mayores como las

pequeñas se lo pasaban muy bien y, como

además Santiago no abusaba con los

precios, muchísima gente les

iba a ver.

¡Ah! Pero con la excusa del espectáculo

el buen amigo de la pelota siempre elegía

ciudades magníficas donde ir a jugar para

hacerse más culto y apreciar mejor todo lo

que los hombres y las mujeres han ido

construyendo.

Y siempre iba con una bolsa con la

pelota, aunque ella, si se iba por su

cuenta a lugares mágicos y extraños, a

países de formas diferentes y

misteriosas, siempre sabía cómo volver

a casa y acudía a la hora y al lugar

cuando la estaban esperando para

jugar con su compañero de viaje.

Cuento pensado para leerlo conjuntamente en pequeño grupo de personas o en el aula en gran grupo. La imagen nos hace pensar en cuál será el contenido del texto que viene a continuación. Desarrollamos y compartimos estrategias de lectura: intuir, imaginar, suponer, deducir ... Lo que no ve uno, lo ve la otra. La imagen nos da muchas pistas.

Conversamos para

aprender

Las letras presentan un poco de dificultad que sabremos vencer. Nos dan la oportunidad de hablar de cómo se hacen las grafías y de la importancia que tienen.

Aprenderemos a razonar y tendremos conciencia de valores humanos como la amistad, el compañerismo, pero sobre todo el respeto de la otra persona tal como ella es, no solamente toleramos lo que la hace diferente de nosotros, si no que dialogamos y cambiamos nuestra manera de hacer y nos adaptamos. Nos dejamos empujar por quien tiene más intereses e inquietudes, aunque sea una pelota. Finalmente, también podremos escribir a partir de esta lectura: nuevos títulos, nuevas alegrías o nuevas aventuras ... Puede consultar una Guía Didáctica a www.didacticolite.com