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LA PASIÓN DEL LENGUAJE
Aproximaciones a la poesía de Jorge Luis Borges
SANTA CRUZ DE LA SIERRA- BOLIVIA 2005
© Mauricio Peña Davidson Primera edición 2005 Se autoriza la reproducción parcial de esta obra, citando al autor y con fines educativos, en la extensión autorizada por Ley. La correspondencia dirigirla a: mauriciop@bolivia.com Queda hecho el Depósito de Ley: No. 8-1-1818-04 ISBN: 99905-0-616-7 Fotografía de la portada: Revista Américas. OEA. No. 75. Washington. Impreso por Editorial Universitaria. U.A.G.R.M. Santa Cruz de la Sierra - Solivia, 2005
In memoriam Julio Mendoza López A quien debo, entre tantas cosas, el descubrimiento de Borges
y con gratitud indeleble para: Sara María Vásquez Rivero, Gary Daher Cañedo, Jorge Ordenes Lavadenz,
Javier Méndez Vedia, José Mansilla Vázquez y Peter Lewy Schuftan
"Los dioses traman las desdichas de los mortales, para que a las nuevas generaciones no les falte qué cantar"
Homero: ODISEA. VIII.
ÍNDICE
Abreviaturas de los poemarios de Borges 9 Prólogo 11
CAPÍTULOS:
I.- El inconcebible universo 13 II.- La estética de la desdicha 25 III.- Este sueño, mi destino 37 IV.- Paraísos perdidos e infiernos necesarios 49 V.- El amenazado 63 VI.- Ha soñado un claro laberinto 77 VIL- La firme espada y la sangrienta gloria 87 VIII.- Una mitología de puñales 97 IX.- El ordenamiento del caos 1 1 1 X.- Borges corrige a Borges 123 XI.- La pasión del lenguaje 133
ANEXOS:
Valoraciones y homenajes de treinta escritores (en orden alfabético) 149
Bibliografía 189
ABREVIATURAS DE LOS POEMARIOS DE BORGES (en orden cronológico)
1923.- Fervor de Buenos Aires (F.B.A.)
1925.- Luna de enfrente (L.E.)
1929.- Cuaderno San Martín (C.S.M.)
1960.- El hacedor (E.H.)
1964.- El otro, el mismo (O.M.)
1965.- Para las seis cuerdas (S.C.)
1969.- Elogio de la sombra (E.S.)
1972.- El oro de los tigres (O.T.)
1975.- La rosa profunda (R.P.)
1976.- La moneda de hierro (M.H.)
1977.- Historia de la noche (H.N.)
1981.- La cifra (C)
1984.- Atlas (A)
1985.- Los conjurados (L.C.)
PROLOGO
A 18 años de su muerte corporal, es preciso reconocer algunos hechos notables en
tomo a la obra de Jorge Luis Borges: que su fama ha crecido hasta convertirlo en
uno de los clásicos de la literatura universal; que sus obras completas son cada
vez más incompletas, por la frecuente aparición de "nuevos" textos que sus
lectores habituales no conocían; que aumenta sin cesar el caudal de publicaciones
formales y virtuales destinadas a divulgar, comentar o celebrar las páginas del
gran escritor argentino.
En este último aspecto, son innumerables los investigadores y exegetas de todo el
mundo (como en la pesadilla de "La biblioteca de Babel") entregados a revisar,
discutir o interpretar los cuentos, ensayos, prólogos, conversaciones y
conferencias de Borges en frenética búsqueda de tesoros literarios y mensajes
ocultos. Lamentablemente, no sucede lo mismo con su obra poética. Son
contadísimos los escritores que se ocupan de ella, en tanto que la abrumadora
mayoría se inclina por la narrativa borgesiana, preferentemente por "ElAleph" y
"Ficciones", que parecen haber capturado casi por completo la imaginación de
críticos y comentaristas.
Relegar, sin embargo, la poesía de Borges a un segundo plano, como si fuera un
producto menor, irrelevante o prescindible, delata una inexplicable injusticia,
agravada por ser precisamente la poesía la faceta más depurada y brillante del
"corpus " borgesiano; es decir, la que revela mejor las claves de su filosofía
personal, sus sentimientos profundos y convicciones más arraigadas. Es en sus
poemas donde aparece un Borges, para muchos, desconocido: delicado,
humano, confidencial; aquel Borges (para definirlo con palabras de Rubén
Darío) "sentimental, sensible, sensitivo", que no refleja su obra en prosa. No es
menos deplorable el error de creer que el fantástico universo literario de
Borges se encuentra exclusivamente en sus libros en prosa, cuando en realidad
está íntegra y bellamente expresado en sus poemas.
Mitigar este error y combatir de algún modo aquella injusticia, reivindicando a
la vez el genio del poeta que esencialmente fue Borges, constituyen el propósito
y la justificación de las páginas que siguen.
El autor declara que no ejerce la crítica literaria ni tiene competencia para
ello. No se considera otra cosa que un lector de Borges, un fervoroso y
agradecido lector de la deslumbrante poesía borgesiana. No deberá pues
buscarse aquí ninguna clase de análisis estructuralista ni sintáctico ni
deconstructivista ni otra propuesta de lectura que no sea la que acostumbra un
ciudadano de instrucción media. El mismo Borges consideraba esa clase de
crítica más propia de personas insensibles, a quienes la poesía no conmueve.
Por lo demás, la poesía de Borges no exige instrumentales teóricos ni técnicos;
es-clásica y sencilla. Requiere apenas la aptitud de apreciar sus ingredientes
fundamentales: la música, la pasión, el sueño, la emoción, la sabiduría y,
ciertamente, "la inminencia de una revelación que no se produce" en el texto,
pero sien el espíritu. Este libro sólo aspira a compartir con el benevolente
lector un recorrido por algunos senderos, algunas regiones de esa inagotable,
cautivante y suntuosa literatura.
Borges en 1919
I
EL INCONCEBIBLE UNIVERSO
(...) Acaso cada hormiga que pisamos
Es única ante Dios que la precisa
Para la ejecución de las puntuales
Leyes que rigen su curioso mundo.
Si así no fuera, el Universo entero
Sería un error y un oneroso caos. (...)
"Poema de la cantidad" (O.T.)
En un ensayo notable por su clara visión de conjunto, Enrique Anderson
Imbert1 sostiene que la perdurable fascinación que Borges ha ejercido y
ejerce sobre sus lectores (y muy especialmente sobre los hombres de letras)
proviene de su peculiar "weltanschauung", esa extraña cosmovisión que
asoma en toda su obra y más notoriamente en su poesía:
(...) la obra poética de Borges, aunque no valga ni como
ciencia ni como filosofía, presupone una concepción del 1______________ Anderson Imbert, Enrique: "Borges por los cuatro costados", en El realismo mágico y otros ensayos. (Caracas: Monte Ávila Eds. 1991).
mundo. La concepción del mundo de Borges corresponde a
su temperamento, a su tipo psicológico. Expresa modos de
sentir y estimar, deseos, temores, exigencias espirituales y
aspiraciones. Hay pues una correlación entre el hombre
Borges y su concepción del mundo; como la hay entre ésta y
su estilo literario (...)
Aquí resulta muy aplicable el conocido aforismo de Buffón: el estilo es el hombre. Siguiendo con el razonamiento, resulta que la atracción de Borges no es únicamente una consecuencia de su selecta erudición, extraordinaria memoria, magistrales recursos y artificios literarios. Todo eso no constituye más que un ropaje, una presentación formal. Lo que más impresiona y cautiva es su mentalidad, el mundo interior que reflejan sus escritos. Y ante la dificultad que entraña descubrir y definir el credo personal de Borges, Anderson Imbert propone identificar primero lo que Borges niega:
(...) Lo que niega es la posibilidad del conocimiento. Borges
es un escéptico (...) y si tomamos en seño algunos de sus
sofismas nos sentiríamos tentados a calificarlo como solipsista.
El solipsismo es la teoría de que el "yo" está sólo -solus
ipse- y nada existe fuera de la conciencia: el universo sería
un espejo, un sueño, una invención. Pero Borges admite una
realidad exterior. Las últimas palabras de su libro "Otras
inquisiciones" son éstas: "El mundo desgraciadamente es
real; yo, desgraciadamente, soy Borges". No es pues un
solipsista, sino un idealista subjetivo (...)
Para Borges el universo es incomprensible y atroz. La inteligencia humana es
incapaz de abarcarlo y mucho menos de saber qué es. Cuando se refiere al
universo Borges utiliza adjetivos que reflejan esa perplejidad: palabras
como "inescrutable", "insondable", "inconcebible", son frecuentes en sus austeras e intensas páginas, donde la noción de un radical desconocimiento puede asumir dimensiones cósmicas:
La luna ignora que es tranquila y clara
y ni siquiera sabe que es luna;
la arena que es la arena, no habrá una
cosa que sepa que su forma es rara.
Las piezas del marfil son tan ajenas
al abstracto ajedrez como la mano
que las rige. Quizá el destino humano
de breves dichas y de largas penas
es instrumento de Otro. Lo ignoramos;
darle nombre de Dios no nos ayuda.
Vanos son también el temor, la duda,
y la trunca plegaría que iniciamos.
Qué arco habrá arrojado esta saeta
que soy?. ¿Qué cumbre puede ser la meta?
"De que nada se sabe" (R.P.)
En otro texto del mismo autor2 descubrimos la vertiente primordial del pesimismo de Borges; el origen del intrincado y vertiginoso laberinto, esa metáfora espléndida con la que Borges alude a todo lugar donde un individuo puede perderse (una ciudad, un palacio, una biblioteca) en el espacio o en el tiempo (que es de uno y de todos, y que pueden modificar el sueño y la memoria): 2_________________ Anderson Imbert, Enrique: Historia de la literatura hispanoamericana, Vol. II. (México: Fondo de Cultura Económica, 1974).
En vez de gritar su angustia, como los existencialistas, Borges
prefiere razonar sus sospechas. Su sospecha mayor es que el mundo
es un caos, y dentro del caos el hombre está perdido como en un
laberinto.
Símbolo arquetípico del universo borgesiano, el laberinto no tiene salida porque es infinito. Estamos destinados a errar en él, como el Minotauro de la leyenda, Asterión, aquella figura emblemática del propio Borges que habría de inspirarle uno de sus relatos de mayor perfección y acento personal: "La casa de Asterión", el laberinto descrito en un admirable soneto con resonancias de trágica sentencia:
No habrá nunca una puerta. Estás dentro
y el alcázar abarca el Universo
y no tiene anverso ni reverso
ni extemo muro ni secreto centro.
No esperes que el rigor de tu camino,
que tercamente se bifurca en otro,
que tercamente se bifurca en otro,
tendrá fin. Es de hierro tu destino,
como tu Juez. No aguardes la embestida
del toro que es un hombre y cuya extraña
forma plural da horror a la maraña
de interminable piedra entretejida.
No existe. Nada esperes. Ni siquiera
en el negro crepúsculo la fiera.
"Laberinto". (R.P.)
Al escribir este poema, Borges parece haber intentado llevar a su expresión
extrema la idea de un destino irreversible, predeterminado y fatal. Pero, hay
otro soneto donde, junto a la concepción de que lo venidero ya se halla escrito y
sellado, se abre no obstante una última esperanza: que la propia divinidad
intervenga para romper el férreo encadenamiento de causas y efectos, modificar
el curso del tiempo y borrar siquiera una partícula de la escritura que contiene
sus ignotos designios:
El porvenir es tan irrevocable
como el rígido ayer. No hay una cosa
que no sea una letra silenciosa
de la eterna escritura indescifrable,
cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja
de su casa ya ha vuelto. Nuestra vida
es la senda futura y recorrida.
Nada nos dice adiós. Nada nos deja.
No te rindas, la ergástula es oscura,
la firme trama es de incesante hierro,
pero en algún recodo de tu encierro.
puede haber un descuido, una hendidura.
El camino es fatal como la flecha,
pero en las grietas está Dios, que acecha.
"Para una versión del I King". (M.H.)
A la luz de estos sonetos, es indudable que Borges entiende la literatura como
un arte lúdico, un juego que le permite desarrollar, combinar y agotar las más
opuestas doctrinas, teorías e interpretaciones del universo y del hombre.
Puede así, en pocas líneas, pasar con facilidad -y felicidad- del más abismal y
paralizante pesimismo a la esperanza luminosa que representan el milagro, la
religión y Dios.
El poeta no puede aceptar pasivamente ese "odiado laberinto" al que parece
condenado y cuya causa y finalidad desconoce. Desde luego, entre los diversos
escapes posibles el más natural viene a ser la muerte "que nos libra del sol, de
la luna y del amor", que nos libra del "intolerable universo":
El alivio que tú y yo sentiremos
en el instante que precede a la muerte,
cuando la suerte nos desate
de la triste costumbre de ser alguien
y del peso del Universo.
"Tríada". (L.C.).
La creación literaria, la "salida" preferida por Borges, ha inspirado múltiples
interpretaciones; "desde la lucha del espíritu contra los obstáculos, para lograr
la plena expresión de la singularidad de nuestra vida personal" (Anderson
Imbert); hasta "crear una obra del genio en el plano cultural y salir del mal paso
mediante una sublimación restauradora, en el plano personal" (Didier Anzieu).
Queda todavía el recurso que crípticamente Borges menciona cuando habla de
"la puerta que está siempre abierta", es decir, la puerta del suicidio, que al
parecer Borges intentó cruzar en alguna ocasión. Una muy seria tentativa habría
ocurrido cuando cumplió 35 años, como sugiere la narración titulada "25 de
agosto de 1983", escrita en sus años postreros. Hay, además, páginas suyas muy
expresivas y concretas acerca del suicidio premeditado y sereno, como el de
Leopoldo Lugones y el de Francisco López Merino.
Más explícita es la "tentación" del suicidio que Borges menciona en la página
que dedicó a Ginebra (donde estuvo con su familia de 1914 a 1918) y que se
halla en uno de sus libros últimos: "Atlas". Especial interés reviste un breve
pero intenso poema que lleva precisamente el título de "Suicida" (en "La Rosa
Profunda"), donde se conjeturan los pensamientos de un intelectual "solipsista"
en el instante mismo de quitarse la vida:
No quedará una estrella en la noche. No quedará la noche. Moriré y conmigo la suma Del intolerable universo. Borraré las pirámides, las medallas, Los continentes y las caras. Borraré la acumulación del pasado, Haré polvo la historia, polvo el polvo. Estoy mirando el último poniente. Oigo el último pájaro. Lego la nada a nadie.
Como un demiurgo, un pequeño dios que aniquila su propio mundo, en ese acto
de suprema violencia el suicida lo destruye todo. No obstante, con frecuencia,
jugando siempre con tesis y antitesis, Borges trata de mostrar la otra cara de la
moneda: los favores del cielo, los obsequios de la existencia, que alivian "la
pesadumbre de la vida consciente":
Gracias quiero dar al divino Laberinto de afectos y causas Por la diversidad
de las criaturas Que forman este singular universo. (...)
dice Borges al comienzo del "Otro poema de los dones" (O.M), para luego
ingresar a una de esas vertiginosas enumeraciones caóticas (que según Borges
obedecen a un orden secreto), donde se entrelazan los hechos y cosas más
dispares de toda índole, a veces contradictoriamente relacionados; v.g.
"el sueño y la muerte, esos dos tesoros ocultos"; "feroces prodigios y júbilos
atroces"; siempre con el magnífico estilo que deja percibir ecos de Walt
Whitman. No son pocos los poemas en los que Borges celebra "los dones" que
le fuera dado recibir o conocer, mediante composiciones cuya magia estriba en
su destreza para enumerar temas diversos y ofrecer así la imagen de un mundo
infinito. Entre estos poemas, merece a nuestro juicio destacarse el que
justamente lleva el título de "Los dones" (A), una página inmortal, brillante
condensación de lirismo y sabiduría, donde podemos leer las siguientes
estrofas:
Le fue dada la música invisible
que es don del tiempo y con el tiempo cesa.
le fue dada la trágica belleza,
le fue dado el amor, cosa terrible (...)
Le fue dado el lenguaje, esa mentira,
Le fue dada la carne, que es arsilla,
Le fue dada la obscena pesadilla
y en el cristal el otro, el que nos mira (...)
Borges agradece todo, o casi todo, lo que ha recibido, no sólo por la experiencia
o por el conocimiento que le han deparado, sino porque tales hechos le
ayudaron a encontrarse consigo mismo y crear su literatura. Aunque alguna vez
manifestó que únicamente le faltaba agradecer las desgracias, lo cierto es que
más de una vez lo hizo, agradeciendo la vejez, la ceguera y hasta la pesadilla:
(...) Loada sea la pesadilla, que nos revela que podemos crear al Infierno (...)
La dicha " (C)
No sería muy errado ver en esta curiosa celebración un atisbo de amarga ironía;
pero, según Borges, los males, las desdichas, son el mejor material para escribir
poesía. El poeta sería como el rey Midas; éste convertía en oro todo lo que
tocaba, aquel puede convertirlo en poesía.
Gran parte de la poesía de Borges traduce una elegiaca nostalgia de días,
imágenes e instantes del pasado, de acuerdo a la copla de Manrique: "cómo a
nuestro parecer/ cualquier tiempo pasado fue mejor".
Ese pasado "de breves dichas y de largas penas", Borges dixit, es lo único que
realmente nos pertenece y no está exento de belleza:
Según se sabe esta mudable vida Puede entre muchas cosas ser muy bella.
Y hubo así una tarde en que con ella Te miramos ¡Oh luna compartida!
"La Luna" (O.M.)
Osear Wilde dijo alguna vez que el mayor pecado es no tener imaginación. Para
Borges, lo peor sería no tener memoria, ya que, como escribió en su
premonitorio elogio a Ginebra, "en la memoria todo es grato, hasta la
desventura".
Volviendo al "leitmotiv" de nuestro poeta, el enigma del universo, es indudable
que la angustia de no encontrarle un sentido y, con ello, de no saber el
propósito de la existencia humana, es una constante en su obra y así lo admitió
él en múltiples ocasiones. En gran medida, le confesó Borges a Georges
Charbonnier, su producción literaria la elaboró influido por
la idea de estar perdido en el universo, de no comprenderlo (...); por el
sentimiento de la soledad, de la angustia, de la
inutilidad, del carácter misterioso del universo y del tiempo, y lo que es más
importante de nosotros mismos, para decirlo de una buena vez, de mí mismo.3
Pero ha sido John Updike quien logró expresar en pocas palabras la inaudita
cosmovisión de Borges:
Con Borges -dice- avanzamos más allá de la psicología, más allá de lo humano, y
su obra nos confronta con un mundo atomizado y vacante; quizá desde Lucrecio
no ha habido otro poeta que sintiera de manera tan definitiva que los hombres son
meros incidentes del espacio.4
Es dudoso, le dijo Borges a Marguerite Yourcenar, que el universo tenga un
sentido. Resulta innegable, sin embargo, que el inconcebible universo sirvió
para que Borges amonede poéticamente un perfecto símbolo, el laberinto, y
levante, a partir de sus lecturas, dudas e intuiciones filosóficas, una hermosa
literatura. Como él mismo reconoció, en palabras que muy bien explican su
poderosa vocación de intelectual y poeta:
Quizá el fin del laberinto, si es que el laberinto tiene un fin, sea el de estimular
nuestra inteligencia, el de hacernos pensar en el misterio y no en la solución:
somos seres humanos, nada más, pero buscar esa solución y saber que no la
encontraremos es algo hermoso. Quizá los enigmas sean más importantes que las
soluciones5
____________________ 3 Charbonnier, Georges: El escritor y su obra. Entrevistas con Jorge L. Borges. (México: Ed. Siglo XXI, 1975) 4 Updike, John: "El autor-bilbliotecario", en Borges y la crítica. (Buenos Aires: Centro Editor de A. Latina, 1981) 5 Yourcenar, Marguerite: "Borges o el vidente", en Peregrina y extranjera. (Madrid: Ed. Alfaguara, 1995)
Según el autor inglés Christopher Priest, el género literario cultivado por
Borges sería lo que denomina "slipstream", a la que ubica por encima de las
otras categorías, ya que las que incluye sin expulsar a ninguna, como ser:
ciencia-ficción, realismo mágico, literatura convencional, ensayos y poesía.6
_______________________________
6 Diario Clarín, Revista de Cultura, artículo "Todos los géneros el género". (Buenos Aires, 18/12/2004)
II
LA ESTÉTICA DE LA DESDICHA
(...) Habrá pensado
en quitarse la vida. No sabía
que esa espada, esa hiél, esa agonía,
eran el talismán que le fue dado
para alcanzar la página que vive
más allá de la mano que la escribe
y del alto cristal de catedrales (...)
"Enrique Banchs" (LC.)
Quienes frecuentan los textos de la producción poética borgesiana7 no
desconocen su persistente y casi obsesiva expresión de pesadumbre; las
confidencias y revelaciones de un alma sumida en la desventura. Y no deja de
ser curioso que tan sugestiva faceta de Borges, verdadera clave para
comprender su personalidad y apreciar mejor su deslumbrante literatura, no
parece haber concitado mayor atención entre los críticos literarios y semiólogos
que con ahínco analizan y descifran su obra, atareados como están en buscar y
desentrañar enigmas, símbolos, significados y sugerencias
_____________________ 7 Decimos "borgesiana", siguiendo el criterio de Jean de Milleret, para quien el
adjetivo "borgiano" es incorrecto, ya que Borges no es Borgia,
metafísicas, en el contexto de su prosa, vale decir, de sus cuentos y ensayos de
ficción. Paradoja injusta y extraña, ya que Borges sobre todo es un poeta, por
encima de cualquier otra dimensión, como han dictaminado los autores que
siguieron más de cerca su trayectoria. Así, Ernesto Sábato le escribió este
saludo:
(...) A usted, Borges, ante todo lo veo como un gran Poeta. Y luego: arbitrario,
genial, tierno, relojero, débil, grande, triunfante, arriesgado, temeroso,
fracasado, magnífico, infeliz, limitado, infantil, inmortal.8
Más recientemente, el escritor argentino Horacio Salas ha recordado que ya en
julio de 1942, en las páginas de la revista Sur, Sábato había señalado que:
La fama es un conjunto de equivocaciones y muy a menudo el artista es
alabado por los defectos que lo debilitan. Y a este hombre, que por encima de
todo es un poeta, se lo celebra por sus juegos de ingenio, por cosas que a lo
más pertenecen a esa literatura bizantina que constituye el lujo (pero también
la flaqueza) de una gran literatura. 9
El propio Borges nunca dejó de identificarse con su vocación (y destino)
primordial, como declaró en un reportaje de 1978:
Yo personalmente creo que soy un poeta, (...) me siento muy cerca de lo que
escribo en verso, en una relación casi inmediata; en cambio los cuentos (son)
una cosa premeditada
____________________ 8 Sábato, Ernesto: Tres aproximaciones a la literatura de nuestro tiempo. (Santiago de Chile: Ed. universitaria, 1968). 9 Salas, Horacio: Borges, una biografía. (Buenos Aires: Ed. Planeta, 1994
Los he trabajado mucho y, una vez escritos, los veo muy lejos. En cambio la poesía
la siento como algo muy intimo (...), pero todos tienden a verme como un prosista10
Resulta excepcional en éste sentido el señero libro que Guillermo Sucre
dedicó en 1967 a la poesía de Borges (cuando todavía éste no había
publicado la parte más extensa e importante de su obra poética) entre cuyas
certeras apreciaciones subraya la preeminencia que cobran sus poemas
cálidos y espontáneos, frente al desapego y la frialdad que contaminan sus
páginas en prosa:
Pensar que existen varios Borges es una de las mejores fórmulas para
recuperar la tranquilidad. El poeta Borges, más humano y sencillo, viene a
compensar de este modo al fabulador de ficciones, inhumano y acaso
inaccesible11
Hay pues una opinión muy aceptada entre los autores borgesianos que
señala que es en la poesía donde podemos encontrar al Borges más
auténtico, ya que se trata de una poesía lírica y que por ello refleja con
mayor nitidez al Borges íntegro, modesto y grande, lacerado pero
victorioso...; como ha dicho el escritor César Fernández Moreno:
La poesía lírica, para Borges, sirve básicamente para comunicar experiencias
personales y hacerlo sin impudor. Este género ocupó su interés en los primeros
años de su vida literaria y, después, cuando su ceguera lo aleja de las
_____________________ 10 García Ramos, Juan Manuel: "Los perfiles de Borges", La Página. (Santa Cruz de Tenerife, 1998). 11 Sucre, Guillermo: Borges, el Poeta. (Caracas: Monte Avila Ed., 1967)
construcciones extensas, cuando vuelve a la poesía en los últimos años de su
vida.12
En cuanto a la función que cumple la poesía lírica, nada mejor en este punto
que citar un diccionario especializado, para diferenciarla de los otros
géneros poéticos (épico, dramático, didáctico y satírico):
Los poemas líricos asumen una gran variedad y expresan los sentimientos del
poeta, su estado de ánimo, su punto de vista subjetivo acerca del mundo y de
los problemas humanos universales (el amor, la muerte, y otros que de ellos se
derivan, el gozo, la melancolía, etc.)13
Otro autor menciona que Hégel, en su "Curso de estética", sostuvo al
respecto que
La poesía linca representa el mundo interior del alma, sus alegrías y
sufrimientos. Es el pensamiento personal en lo que tiene de íntimo y de real,
expresado por el poeta como su disposición propia, su inspiración viva, la
inspiración de su espíritu.14
Está fuera de toda discusión que para Borges la poesía era el género superior
de la literatura y que, por ello, los mejores escritores del mundo fueron
fundamentalmente poetas: Hornero, Virgilio, Dante, Shakespeare, Walt
Whitman y otros, dictamen muy parecido al que pronunciara su admirado
Leopoldo Lugones, para quien los cuatro "poetas esenciales" eran Hornero,
______________________ 12 Fernández Moreno, César: Poetizar o politizar. (Buenos Aires: Ed. Losada, 1973). 13 Beristain, Helena: Diccionario de retórica y poética. (México: Ed. Porrúa, 1997). 14 Taborga, Carlos: "Poetas Religiosos". Revista de Humanidades. (Santa Cruz de la Sierra: Editorial Universitaria U.A.G.R.M., 1999)
Dante, Víctor Hugo y Walt Whitman. Borges consideraba que para ser perdurable la poesía exige la excelencia, concepto que, con ligeras variantes, sostuvo en diferentes ocasiones.15 Estaba también convencido de que para la creatividad o creación literaria no existían mejores fuentes de inspiración que el sufrimiento y la derrota. Durante una conversación con María Esther Vásquez manifestó:
Instintivamente se siente que la desdicha es una experiencia más rica, más intensa que la dicha (...) Por lo tanto es mejor materia para la estética (...), la prueba está en que casi no hay poesía de la felicidad.16
Pero Borges no sólo conocía el valor estético de la adversidad; él mismo soportaba desventuras personales que sus amigos y quienes llegaron a conocerlo no podían dejar de percibir. El escritor polaco Witold Gombrowicz, por ejemplo, en el diario donde registró sus experiencias en Buenos Aires, poco después de la Segunda Guerra Mundial, anotó esta primera impresión que le causó Borges:
En esa cena estaba también presente Borges, quizá el escritor argentino de más talento, dotado de una inteligencia que el sufrimiento personal agudizaba (….)17
Que la Musa prodigue al mismo tiempo inspiración y desventura es una noción antigua, como antiguo es el estoicismo que acepta el infortunio. Para Marcial ________________ 15 Como en su magistral conferencia sobre el Libro de Job, que hasta la fecha no se ha reproducido en ningún volumen de textos recobrados. 16 Vásquez, María Esther: Borges, sus días y su tiempo. (Buenos Aires: Vergara Ed., 1984). 17 Vila Matos, Enrique: "Pero, ¿qué diablos pasó en la famosa cena?". Revista Vuelta. (México, Marzo de 1995)
(Pablo Valerio) es fácil despreciar la muerte; mayor valor supone ser
desdichado. Marco Aurelio afirmaba que la adversidad no es una desgracia, ya
que sufrirla con grandeza de ánimo es una dicha; con lo que llegamos al otro
extremo: el sufrimiento sena la piedra de toque de un hombre, la prueba que
necesita para tener conciencia de lo que vale por sí mismo.
Restringiéndonos al tema que alude este capítulo, veamos cómo Borges expresa
su latente congoja en diferentes contextos, pero siempre con la dignidad del
estilo clásico que prefería cultivar, esto es, la deliberada omisión del énfasis
(como lo hacía Horacio, a quien Borges llamó "el más misterioso de los
poetas") y la "inminencia de una revelación que no se produce", como él definía
el hecho estético. Aquí resulta inevitable reproducir el muy difundido poema
que, en sus últimos días de Ginebra, Borges pidió eliminar de sus obras
completas:
He cometido el peor de los pecados
Que un hombre puede cometer. No he sido
Feliz. Que los glaciares del olvido
Me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
Arriesgado y hermoso de la vida,
Para la tierra, el aire, el agua, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida
No fue su joven voluntad. Mi mente
Se aplicó a las simétricas porfías
Del arte, que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.
Nunca me abandona, siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.
"El remordimiento" (M.H.)
La certeza de haber estado en el infierno muchas veces (puesto que el infierno puede no ser un lugar atroz, ni allí donde ocurren cosas atroces, sino un estado del alma que produce horror, como la pesadilla), aparece con frecuencia en los versos de Borges:
(...) soy el otro, que estuvo como Dante y como todos
los hombres en el raro Paraíso
y en los muchos Infiernos necesarios (...). "Thethinglam "(H.N.)
Ese horror puede sobrevenir en cualquier instante y aún lo acechaba en sus paseos por Buenos Aires, ciudad con la que Borges sostuvo al final (mucho después del "Fervor de Buenos Aires") una relación contradictoria:
Y la ciudad, ahora, es como un plano, De mis humillaciones y fracasos; Desde esa puerta he visto los ocasos Y ante ese mármol he aguardado en vano.
Aquí el incierto ayer y el hoy distinto
Me han deparado los comunes casos
De toda suerte humana; aquí mis pasos
Urden su incalculable laberinto. Aquí la tarde cenicienta espera El fruto que le debe la mañana; Aquí mi sombra en la no menos vana
Sombra final se perderá, ligera. No nos une el amor sino el espanto; Será por eso que la quiero tanto.
"Buenos Aires" (S.C.)
Estos versos de inmediato nos remiten a otro poema (escrito en los Estados
Unidos), en el que Borges parece insinuar un oculto deseo de no vivir (¿ni
morir?) en Buenos Aires:
(...) todo eso estoy cantando y asimismo
La insufrible memoria de lugares de Buenos Aires
En los que no he sido feliz;
En los que no podré ser feliz.
"East Lansing" (O.T.)
Pero hay también lugares asociados al recuerdo de una felicidad perdida. En el
primer terceto de la segunda parte de la composición titulada "1964" (año en el
que -se dice- Borges sufrió una frustración afectiva), al confesar que una mujer
lo ha dejado, declara:
(...) La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada.
Lo que era todo tiene que ser nada. (...)
"1964"(O.M.)
Parecería la declaración de un triunfo de la razón, la voluntad de sobreponerse a
la derrota, pero esa impresión se diluye enseguida, en el melancólico terceto
final:
(...) Solo me queda el goce de estar triste Esa vana costumbre que me inclina
Al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
"1964" (O.M.)
Ciertamente, Borges parece haber encamado en su persona una de las teorías de
Arturo Schopenhauer, según el cual "el dolor es esencial a la vida y no proviene
del exterior; cada uno lo llevamos dentro, como un manantial inagotable".
No es de extrañar, pues, que se hubiese complacido en repetir versos de
Almafuerte (el poeta Pedro Bonifacio Palacios), quien sintió la vida como algo
terrible y a quien Borges llamó "místico del fracaso"; autor de líneas como "la
felicidad humana no ha entrado en los designios de Dios" y "la derrota merece
también laureles y arcos triunfales";18 frases que a menudo Borges recordaba, al
igual que una de Robert Luis Stevenson: "Ignoramos -dijo éste- para qué existe
el hombre, pero no ha nacido evidentemente para la felicidad", y otra de
Rudyard Kipling agradeciendo a Dios el dolor físico "que permite a las almas
olvidar sus otros infiernos".19 Sin embargo, debemos destacar en Borges la
pudorosa resolución de guardar silencio y ocultar heridas:
(...) Yo temo ahora que el espejo encierre El verdadero rostro de mi alma,
Lastimada de sombras y de culpas. El que Dios ve y acaso ven los hombres
"El espejo" (H.N.)
No sería exagerado pensar que Borges constituye un paradigma, un modelo, de
los llamados "poetas crepusculares". Hasta sus últimos años, al llegar a la
serenidad y el sosiego, la melancolía y la depresión fueron siempre sus
compañeras. El "no he sido feliz", el "solo me queda el goce de estar triste",
______________________________
18 J. L. B.: Libro de prólogos. (Buenos Aires: Torre Agüero Eds., 1975). 19 Carrizo, Antonio: Borges, el memorioso. (México: Fondo de Cultura Económica, 1982)
sólo son momentos culminantes de una larga trayectoria, cuyo rastro nos
conduce a sus primeras composiciones poéticas, como aquella publicada en
1925, pero sin duda escrita mucho antes (y que recién apareció en Textos
recobrados. Vol. I), donde al describir un hermoso paisaje Borges deplora
(...)la afrenta de estar triste en la hermosura
y el deshonor de la insatisfecha esperanza
(...)
Este lugar es semejante a la dicha.
Y yo no soy feliz.
"Por los viales de Mimes"
No deja de extrañar tan profunda y temprana desolación, cuando un muchacho
de 19 años se muestra deseoso de morir. En el poema que sigue, el novel poeta
recuerda a un amigo, del que se despidió en el puerto, para iniciar un largo
viaje:
(...) Le vi tuberculoso, deshojado,
el alma llena de suicidio,
el alma oscura como la cicatriz de una herida.
Le vi pronto a morir
y sentí envidia.
En el mismo poema, líneas más allá, al expresar el asombro que le produjo su
acaso primera experiencia erótica, conjetura que semejante suceso será
(...) el lictor de mi victoria o de mi definitiva derrota.
"Motivos del espacio y del tiempo"
La tristeza y la soledad que impregnan toda la poesía de Borges, más intensas todavía por su economía y densidad verbal, ha llamado la atención de los lectores de su obra poética, uno de los cuales encuentra que
El verso de Borges, especialmente el que surge después de 1960, está marcado por una intensa condensación lírica, que (...) establece una estética del despojamiento y la desdicha.20
El enigma de un Borges genial y prematuramente desdichado, ha sido permanente tentación para quienes leen sus poemas. En el excelente libro surgido de una investigación psicoanalítica de las obras de Borges, Julio Woscoboinik ha debido admitir que la misma resulta
Tarea nada fácil cuando se trata de Borges, hábil jugador (...), Proteo del disfraz inasible, intangible como la arena, erudito como la enciclopedia, millonario de la belleza y de la palabra, Minotauro de la poesía, desdichado Asterión preso, solo, pobre y ciego.21
Pero ¿qué interés tiene indagar sobre las motivaciones y obsesiones que han dado lugar a tan espléndidas páginas? Cedamos de nuevo la palabra al psicoanalista:
Para nosotros, el interés pasa por descubrir la opulencia del genio que florece en las anémicas arenas de un desierto. La acaudalada realización de un cerebro iluminado en franco ____________________________
20 Arbeleche, Jorge: "Una poesía del despojamiento", en Borges, el último laberinto. (Montevideo: Linardi y Risso, 1987). 21 Woscoboinik, Julio: El secreto de Borges. (Buenos Aires: Grupo Editor Latinoamericano, 1991)
divorcio con un cuerpo ciego (...) las posibilidades infinitas de decir su
padecimiento, paseándose con elegancia y fuerza en el reducido ámbito de una
biblioteca -celda, como el tigre asiático del zoológico que tanto le fascinara
(...)
Despojamiento y desdicha. Aquí cabe transcribir una breve composición (de
"El Hacedor"), que recoge las palabras de un poeta cubierto de fama, cuyo
padecimiento recién llegamos a conocer en el insólito y terrible final:
El círculo del cielo mide mi gloria,
Las bibliotecas de Oriente se disputan mis versos,
Los emires me buscan para llenarme la boca de oro,
Los ángeles conocen de memoria mi último zéjel.
Mis instrumentos de trabajo son la humillación y la angustia
Ojalá yo hubiera nacido muerto.
"Elpoeta declara su nombradla" ("Museo")
No son otras las herramientas que, sumadas a su talento y sensibilidad,
ayudaron a erigir la extraordinaria literatura de Jorge Luis Borges, el poeta
extraviado en el laberinto del universo.
III
ESTE SUEÑO, MI DESTINO
(...) Como a todo poeta, la fortuna
o el destino le dio una suerte rara (...)
"Ariosto y los árabes" (E.H.)
Destino y azar (junto a sueño y sombra) se hallan entre las palabras que se
repiten más veces a lo largo de los libros de Borges, especialmente los de
poesía, cuyas páginas revelan sus temas de reflexión permanente, angustiosa y
hasta obsesiva. Para Borges, el destino humano "de breves dichas y de largas
penas" es un enigma como el azar, como el universo, como el sueño y otras
abstracciones que ocuparon su atención, en versos que hasta cierto punto
parecen variaciones de un mismo tema; así
El claro azar o las secretas leyes que rigen este sueño, mi destino...
que encontramos al comienzo de la "Oda compuesta de 1960" (en la
colección de poemas El Otro, el Mismo), guarda sorprendente
correspondencia con las líneas
El vago azar o las precisas leyes Que rigen este sueño, el universo...
que son los versos iniciales de "In memoriam A.R.", poema de homenaje a su
amigo el escritor mejicano Alfonso Reyes. Es fácil advertir la íntima
contradicción, el oxímoron, que Borges deliberadamente ha introducido en esa
aparente repetición, ya que "claro" es opuesto a "vago" y "secretas" se opone a
"precisas". Pero en otros poemas hay sinonimia entre ambos términos, una
suerte de identificación,
(...) Un orbe fluido
Deformas que varían como nubes
Sujetas al arbitrio del Destino
O del Azar, que son la misma cosa (...)
"Metáforas de las mil y una noches" (H.N.)
idea borgesiana que se halla perfectamente lograda en una frase desconcertante:
El azar o el destino, esos dos nombres De una secreta cosa que ignoramos (...)
"Yesterdays" (L.C.)
Si concebimos al destino como algo predeterminado, inexorable y definitivo, el
azar (palabra de origen árabe: juego con dados) significa lo imprevisto, lo
casual, lo fortuito. En este punto cabe preguntarse: ¿por qué Borges hizo del
destino, y de su contrario, el azar, un motivo tan persistente y peculiar de su
literatura? Probablemente, por la intensa necesidad de encontrar una
explicación a su propia existencia atormentada.
En capítulos precedentes hemos propuesto, no sin vacilaciones, la hipótesis de
un Borges que desde muy joven sabe o presiente que no será feliz, que
incluso le ha sido negada la dicha pasajera; un Borges que recién modifica en
algo esa idea pesimista y depresiva al final de su vida, al confesar que
(...) cuando era joven, yo trataba de ser desdichado (...) quería
ser el príncipe Hamlet, o Raskolnikov, o Byron, o Alian Poe, o
Baudelaire, (...)y ahora no. Nadie llega a la felicidad, pero
he llegado a veces a cierta serenidad y eso ya es mucho (...)Y
quizá la serenidad sea una forma de felicidad.22
Muy poco después, ya en Ginebra, en vísperas de su muerte, Borges pedía a
Jean Pierre Bernés, el editor de sus obras completas en francés, que suprimiera
"El remordimiento" (aquél soneto escrito diez años antes donde afirma y repite
"no he sido feliz"), porque tal cosa no era verdad; que él también había
conocido la felicidad.
De una u otra manera, las páginas de Borges se hallan saturadas de alusiones,
fábulas, conceptos y teorías acerca del destino. Paradójicamente, ha observado
Guillermo Sucre, su idea dominante es que el hombre ignora siempre quién es
y, por consiguiente, desconoce también cuál es su destino. Una excepción sería
la del suicida, que premedita y ejecuta fríamente su autoeliminación, lo que nos
recuerda la frase de Leopoldo Lugones, para quien "dueño el hombre de su
vida, lo es también de su muerte".
Siguiendo el razonamiento borgesiano, así como para los griegos lo más
importante era conocerse a sí mismos, el primer deber de un hombre sería
descubrir quién es, porque al descubrirlo descubre también cuál es su destino.
Debemos recordar nuevamente la facilidad de Borges para jugar con las más
variadas doctrinas, creencias y supersticiones, tomándolas como material
____________________________
22 Ferrari, Osvaldo: Borges en Diálogo. (Buenos Aires: Ed. Grijalbo, 1985)
de sus ficciones literarias, simulando a veces compartirlas o, todavía más allá,
asumiéndolas a veces como si fueran propias, lo que ha ocasionado y ocasiona
no pocas confusiones y perplejidades acerca de sus convicciones personales.
La idea de un destino prefijado, único e invariable, como una flecha lanzada
hacia un blanco preciso, encuentra una expresión rigurosa y desconsolada en
los siguientes versos, que traducen el imaginario monólogo del Minotauro:
Zeus no podría desatar las redes
de piedra que me cercan. He olvidado
los hombres que antes fui, sigo el odiado
camino de monótonas paredes
que es mi destino (...)
"El laberinto" (E.S.)
imagen que se personaliza en otro poema, referido a un hombre ciego
extraviado en ese laberinto:
(...) Y siente que los actos que ejecuta
Interminablemente en el crepúsculo
Obedecen a un juego que no entiende
Y que dirige un dios indescifrable. (...)
"Un sábado" (N.H.)
Son varios los poemas donde se asoma un Borges fatalista, aunque se trata, lo
repetimos, de un juego, un recurso literario. Veamos uno que logra expresar, a
través de una hermosa imagen, un destino de hierro:
Tras los firmes barrotes, la pantera
Repetirá el monótono camino
Que es (pero no lo sabe) su destino
De negra joya, aciaga y prisionera (...)
"La pantera" (R.P.)
¡Soy juguete del destino! exclama Romeo al desencadenarse el drama de
Shakespeare. Siempre lúdicamente, Borges con frecuencia imagina ser
prisionero y víctima de algo desconocido (divinidad, azar, fuerzas cósmicas).
Juega también con la idea muy extendida de un destino interrumpido por la
ciega fatalidad, como cuando ocurre una desgracia imprevista, casual. En el
cuento "La busca de Averroes" menciona al poeta Zuhair, para quien el destino
es torpe, inocente e inhumano, ya que a menudo atrepella de un golpe a los
hombres como un camello ciego.
El más difundido concepto de Borges en tomo al destino se encuentra
expresado en dos frases memorables, de una sola narración: "Biografía de
Tadeo Isidoro Cruz". En la primera, Borges postula:
Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en
realidad de un solo momento; el momento en que el hombre
sabe para siempre quién es.
En la otra, al explicar cómo el sargento Cruz resuelve defender al desertor
Martín Fierro y asumir "su íntimo destino de lobo, no de perro gregario",
Borges señala:
Un destino no es mejor que otro, pero el hombre debe acatar
el que lleva adentro
Llegamos así a lo que sería el destino para Borges. En vez de concebirlo como
un solo camino con un final inevitable, el destino parece apenas una tendencia,
una vocación. Muchas veces, por ejemplo, Borges hubo de recordar que cuando
era niño se resolvió, por un tácito acuerdo familiar, que su destino sería
literario. A ese acuerdo habría de agregar (aparte de los astros favorables), la
vocación personal y la propia voluntad. Escuchemos al mismo Borges:
Cada hombre tiene su destino, más allá de la ética, ese destino
es su carácter;... ese destino es la ética secreta del hombre...:
escribo, porque para mino hay otro destino.23
Se trataría pues de la personalidad del hombre, del papel que se impone o de la
misión que quiere cumplir en el mundo. Pero ese destino, individualmente
buscado, azarosamente encontrado y minuciosamente imaginado, nunca se
cumplirá del todo; puede quedar trunco, sufrir variaciones, ramificarse,
dilatarse, etc ; de tal manera que el hombre únicamente podría conocer su
auténtico y definitivo destino en el último acto de la representación, en el
eruginoso instante de la muerte, siempre y cuando tenga la necesaria lucidez, lo
cual no deja de añadir horror a tal circunstancia.
Es probable que ninguna página de Borges ilustre mejor su idea del destino que
el "Poema Conjetural" (O.M.), el impresionante monólogo interior de Francisco
de Laprida, antepasado de Borges, en el momento en que lo persiguen y
asesinan los montoneros de Aldao en las afuera de Buenos Aires tras una
batalla desesperada, durante la Guerra Civil de 1829. Borges imagina los
pensamientos del procer argentino, inmolado en un episodio sangriento de la
interminable lucha entre la civilización y la barbarie:
__________________ 23 Rodríguez Monegal, Emir: Borges, por él mismo. (Caracas: Monte Ávila Eds., 1980)
(...) vencen los bárbaros, los gauchos vencen.
Yo que estudié las leyes y los cánones,
Yo, Francisco Narciso de Laprida,
cuya voz declaró la independencia
de estas crueles provincias, derrotado,
de sangre y de sudor manchado el rostro,
sin esperanza ni temor, perdido,
huyo hacia el Sur por arrabales últimos...
Antes del violento desenlace, antes de sentir "el primer golpe que me raja el
pecho y el íntimo cuchillo en la garganta", el doctor Laprida detiene, en una
proyección lenta, sus reflexiones existenciales al describir el escenario y sus
propias sensaciones:
(...) La noche lateral de los pantanos
me acecha y me demora, oigo los cascos
de mi caliente muerte que me busca
con jinetes, con belfos y con lanzas (...)
Es entonces cuando "huyendo a pie y ensangrentado el llano", frase que Borges
extrajo de la Divina Comedia (Purgatorio, V: "sfuggendo a piede e
insanguinando il piano"), en el capítulo donde narra su muerte Buonconte da
Montefeltro, Laprida vislumbra la terrible ironía de su destino:
Yo que anhelé ser otro, ser un hombre
de sentencias, de libros, de dictámenes,
a cielo abierto yaceré entre ciénagas,
pero me endiosa el pecho, inexplicable,
un júbilo secreto, al fin me encuentro
con mi destino sudamericano...
Para la época de Laprida, ese "destino sudamericano" es el triunfo de los
"caudillos bárbaros"; es el sometimiento, la persecución o la muerte atroz de los
opositores. Pero el mensaje principal del poema parecería ser que solamente a
tiempo de morir un hombre llega a conocer su destino. La muerte confiere a la
vida categoría de destino, ha escrito André Malraux, en frase que sin dubitar
pudo haber suscrito Borges. Un brillante análisis del "Poema conjetural" y de
sus connotaciones históricas, filosóficas, oníricas y hasta esotéricas, se
encuentra en el ensayo "Experiencia borgiana", de Juan Liscano.24 También
Guillermo Sucre se ha ocupado de este poema, acerca del cual comenta:
Podría pensarse que Borges intuye una fatalidad en el destino.
No sería erróneo pensar igualmente que es un finalismo lo
que concibe. Los héroes borgianos - Cruz, Laprida - no solo
toman conciencia de su destino; esta toma de conciencia es lo
que da sentido a sus vidas. De ahí el arrebato liberador del
primero, el"júbilo secreto" del segundo (...) Así, el encuentro
con su "destino sudamericano" le hace sentir su penuria, su
desamparo, pero también su grandeza.
Como ya se dijo, el azar (concepto antagónico a destino) es otro tema que
siempre inquietó a la musa poética de Borges, quien lo utiliza para crear
alucinantes mundos literarios donde todo es posible. Es difícil saber si a un
individuo las cosas le ocurren por destino, porque así tenía que ser, o por
casualidad, es decir, por el azar. Este factor imprevisible, el azar, puede
intervenir en cualquier momento para cambiar, a veces radicalmente, la suerte
de los seres humanos. Para Juan Carlos Mondragón: ________________________ 24 Liscano, Juan: "Experiencia borgesiana", en Espiritualidad y literatura. (Caracas: Monte Ávila Eds., 1995)
(...) En la obra de Borges el azar lo contamina todo (...); el
azar, en su caso, no es un artificio más, ni un recurso agotable e
simbolismo cultural; se le impone como una necesidad
"sine qua non", columna vertebral de un sistema (...); le
permite justificar toda su teoría y deslizar las más osadas
propuestas de su imaginación.25
Una frase paradójica que Borges utilizó con frecuencia y que resume su
posición sobre la inestable y cambiante fortuna de los individuos, es que una
derrota puede ser el comienzo de una hermosa victoria o, al revés, que un
aparente triunfo puede conducir a una espantosa derrota; o desde otro punto de
vista, que hay derrotas que tienen más dignidad que una victoria. Esa idea de un
final imprevisto, de un vuelco del destino, expresada muchas veces con ligeras
variaciones, es una verdadera clave para entender el escepticismo de Borges, su
peculiar y elusiva concepción de la vida.26
Es que para Borges, al igual que para Almafuerte, el triunfo y la derrota, el
éxito y el fracaso, dependen fundamentalmente del azar; por consiguiente,
también los vencidos "merecen laureles y arcos triunfales" y el vencedor no
tiene mayor mérito "que cualquier tahúr afortunado". Borges gustaba evocar el
poema "If' de Kipling, donde éste desea que su hijo pueda algún día
(...) enfrentarse con el éxito y el fracaso
y tratar del mismo modo a ese par de impostores.
______________________ 25 Mondragón, Juan Carlos: "Un naipe en la manga: el azar en Borges", incluido en Borges, el último laberinto. ( Montevideo: Linardi y Risso, 1987). 26 "Pienso en Wellington, que después de la jornada de Waterloo, sintió que la victoria no es menos terrible que una derrota" ("Irlanda", Atlas)
El predominio del azar en la vida de los hombres se halla explícito en
innumerables lugares de la producción borgesiana. He aquí algunas muestras
tomadas de diferentes poemarios:
Cuando corrige lo que considera un error del Evangelio cristiano:
Bienaventurados los que no tienen hambre de justicia
porque saben que nuestra suerte, adversa o piadosa, es
obra del azar, que es inescrutable.
"Fragmentos de un evangelio apócrifo" (O.T.)
Cuando busca la causa de su horror a los espejos:
(...)Hoy, al cabo de tanto y perplejos
Años de errar bajo la varia luna
Me pregunto qué azar de la fortuna
Hizo que yo temiera a los espejos (...)
"Los espejos" (E.H.)
Cuando celebra las épicas hazañas de Carlos XII de Suecia:
Supiste que vencer y ser vencido
Son caras de un azar indiferente,
Que no hay mayor virtud que ser valiente (...)
"A Carlos VII" (O.M..)
Cuando recuerda la fábula de Mazeppa, el legendario héroe de Ucrania,
condenado a morir de sed en el desierto, que llega por azar a un
pueblo donde lo reciben con flores y canciones, porque allí es el rey; fábula que
es el reverso de aquella otra, universalmente conocida, en la que un hombre
cree huir de la muerte y, en realidad, esta yendo a encontrarse con ella.
Cuando conmemora a su maestro Cansinos Assens, quien resolvió asumir
plenamente la identidad judía, porque
Bebió como quien bebe un hondo vino
Los Psalmos y el Cantar de la escritura
Y sintió que era suya esa dulzura
Y sintió que era suyo aquel destino.
(Rafael Cansinos Assens. O.M.)
Cuando piensa, en fin, en los otros caminos que su existencia pudo haber
seguido:
¿Dónde estará mi vida, la que pudo
Haber sido y no fue, la venturosa
O la de triste horror? (...)
Dónde el azar de no quedarme ciego
Dónde el ancla y el mar, dónde el olvido
De ser quien soy? (...)
"Loperdido" (O.T.)
Para Schopenhauer el destino es el resultado de una combinación entre la
voluntad individual y el azar: "La vida reparte las cartas, pero nosotros
jugamos". Para otros, el hombre no es libre, está movido por fuerzas ignotas
o dioses cuyos designios desconoce, como una pieza de ajedrez; desarrollando
esta última hipótesis Borges escribe:
(...) También el jugador es prisionero
(La sentencia es de Ornar) de otro tablero,
De negras noches y de blancos días.
Dios mueve al jugador y éste la pieza.
Qué Dios, detrás de Dios, la trama empieza
De polvo y tiempo y sueño y agonías?
"Ajedrez. II." (E.H.)
Una vez llegados al final, nos encontramos al principio. El destino es un
misterio que solamente podría sernos revelado al término de nuestra existencia;
La vejez (tal es el nombre que otros le dan)
puede ser el tiempo de nuestra dicha (...)
Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas (...)
Ahora puedo olvidarlas. Llego a mi centro,
a mi álgebra y mi clave,
a mi espejo.
Pronto sabré quién soy.
"Elogio de la sombra" (E.S.)
IV
PARAÍSOS PERDIDOS
E INFIERNOS NECESARIOS
No hay un instante que no pueda ser el cráter del Infierno.
No hay un instante que no pueda ser el agua del Paraíso.
"Doomsday" (LC.)
El universo borgesiano está poblado de sombras de ausentes y recuerdos
nostálgicos. En casi toda su poesía es común encontrar multitud de versos y
poemas dedicados a evocar y rescatar imágenes del pasado:
(...) Gira en el hueco la amarilla rueda
De caballos y leones, y oigo el eco
De esos tangos de Arólas y de Greco
Que yo he visto bailar en la vereda,
En un instante que hoy emerge aislado,
Sin antes ni después, contra el olvido
Y que tiene el sabor de lo perdido,
De lo perdido y lo recuperado (...)
"El tango" (O.M.)
Cualquier cosa, por pequeña que sea, hasta el objeto más ínfimo, suscita en Borges un sentimiento de ausencia o de pérdida, emoción que transmite (y transmuta) en versos que quieren revelar una confidencia:
(...) Un libro y en sus páginas la ajada
Violeta, monumento de una tarde
Sin duda inolvidable y ya olvidada (...)
"Las cosas" (E.S.)
En ese mundo de añoranzas, cobra relieve la inclinación de Borges a rememorar instantes y circunstancias de su vida que marcaron su sensibilidad y su incesante memoria: (...) Lo acosarán interminablemente Los recuerdos sagrados y triviales Que son nuestro destino, esas mortales Memorias, vastas como un continente (...)
"Elfin"(M.H.)
Mas de una vez encuentra Borges que la memoria puede ser una forma de felicidad: (...) Soy el que no conoce otro consuelo Que recordar el tiempo de la dicha Soy a veces la dicha inmerecida (...)
"ThethingIam"(H.N.)
Pero, habitualmente, los recuerdos llegan acompañados del temor a revivir sufrimientos o episodios penosos:
(...) A veces me da miedo la memoria.
En sus cóncavas grutas y palacios
(Dijo San Agustín) hay tantas cosas;
El infierno y el cielo están en ella. (...)
"El grabado" (H.N.)
La idea de un paraíso perdido, o sea la desaparición de la dicha y con ella el
predominio de la infelicidad, es inseparable de la lírica borgesiana. El pesar de
haber caído en el infortunio y el dolor sería una condición natural del hombre
consciente de su soledad y desamparo:
(...) Recuerdo los jazmines y el aljibe, cosas de la nostalgia
(...) Recuerdo lo que he visto y lo que me contaron mis padres
(...) Sé que los únicos paraísos no vedados al hombre son los
paraísos perdidos (...)
"Buenos Aires" (L.C.)
Más que triste, la idea es sombría, ya que haber perdido el paraíso, haber salido
de él, para luego recordarlo, no deja de ser terrible. "El infierno es el recuerdo
del paraíso perdido", responde Mefistóteles a la pregunta de Fausto. El
dictamen que llegó a emitir Borges es igualmente desolador:
(...) Sólo es nuestro lo que perdimos
(...) No hay otros paraísos que los paraísos perdidos.
"Posesión del ayer" (L.C.)
Una de las pocas felicidades posibles sería el recuerdo de los momentos de
dicha, aunque siempre acechará la imagen de lo perdido, como lo
supieron San Agustín y otros místicos de muy elevada talla intelectual como
Swedenborg:
Más alto que los oíros caminaba
Aquel hombre lejano entre los hombres (...)
Sabía que la Gloría y el Averno
En tu alma están y sus mitologías (...)
"Emanuel Swedenborg" (O.U.)
Una prueba de lo anterior es la pesadilla, durante la cual el soñador se
encuentra virtualmente en el Infierno. Fiel a su afición por las ironías y
paradojas, el poeta agradece esa experiencia:
(...) Loada sea la pesadilla que nos revela
Que podemos crear el Infierno (...)
"La dicha" (LC.)
Estas cuestiones desvelaron a Borges en forma permanente y lo hicieron
concebir admirables poemas, como el que titula "Del Infierno y del Cielo"
(O.M.), cuyo desarrollo culmina con una sorprendente imagen alegórica:
(...) En el cristal de un sueño he vislumbrado
el Cielo y el Infierno prometidos:
Cuando el Juicio retumbe en las trompetas
últimas y el planeta milenario
sea obliterado y bruscamente cesen
¡oh Tiempo! tus efímeras pirámides,
los colores y líneas del pasado
definirán en la tiniebla un rostro
durmiente, inmóvil, fiel, inalterable,
(tal vez el de la amada, quizá el tuyo),
y la contemplación de ese inmediato
rostro incesante, intacto, incorruptible,
será para los reprobos Infierno;
para los elegidos, Paraíso.
En múltiples páginas de su obra poética Borges rememora los paraísos que le
fueron dados y que, especialmente por causa de la ceguera, llegó después a
perder:
Lo han despojado del diverso mundo,
De los rostros que son lo que eran antes,
De las cercanas calles, hoy distantes
Y del cóncavo azul, ayer profundo.
De los libros le queda lo que deja,
La memoria, esa forma de olvido
Que retiene el formato, no el sentido,
Y que los meros títulos refleja. (...)
"El ciego" (R.P.)
Sin duda, la ausencia que mayormente deploraba Borges era la de los libros,
entre los que recordaba en particular las enciclopedias:
"En Atenas me fue dado este sueño. Frente a mí,
en un largo anaquel, había una fila de volúmenes.
Eran los de la Enciclopedia Británica, uno de mis
paraísos perdidos". (...)
"Atenas" (A)
(...) El viejo amor de las enciclopedias
y de los finos mapas caligráficos (...)
"Aquel" (LC.)
La amistad fue otra pasión de Borges, otra forma de felicidad. Varios poemas
suyos rinden homenaje a sus amigos, mujeres y hombres, que influyeron
decisivamente en su obra y su destino. Destacamos el bello soneto dedicado al
autor de "Don Segundo Sombra", con quien, además, colaboró en la
publicación de la revista "Proa" (1924 -1925).
Nadie podrá olvidar su cortesía,
Era la no buscada, la primera
Forma de su bondad, la verdadera
Cifra de un alma, clara como el día. (...)
"Ricardo Guiraldes" (E.S.)
Con el insigne escritor mexicano Alfonso Reyes, Borges mantuvo una
prolongada y nutrida correspondencia. En el poema escrito en su memoria,
Borges elogia sin reservas la vida y la obra literaria de Reyes:
(...) En los trabajos lo asistió la humana
Esperanza y fue lumbre de su vida
Dar con el verso que no se olvida
y renovar la prosa castellana.
(...)
Vastos y delicados esplendores
Logró tu estilo, esa precisa rosa,
Y a las guerras de Dios tomó gozosa
La sangre militar de tus mayores (...)
"In memoriam A.R " (E.H.)
El gran escritor judeo-español Rafael Cansinos Assens, precursor y promotor
del "Ultraísmo", a quien Borges, muy joven, conoció en Madrid, le mereció
siempre una incondicional admiración. En "Inquisiciones", el primer libro de
ensayos que Borges escribió a los 24 años, éste promete a quienes examinen los
libros de Cansinos "la más intensa y asombrosa de las emociones estéticas". El
soneto que años más tarde escribió en su homenaje tiene un solemne aire de
unción religiosa:
(...) Acompáñeme siempre su memoria;
Las otras cosas las dirá la gloria.
"Rafael Cansinos Assens" (O.M.)
A su amigo Manuel Peyrou lo elogia con emotivos versos:
Suyo fue el ejercicio generoso
De la amistad genial, era el hermano
A quien podemos en la hora adversa
Confiarle todo, o sin decirle nada
Dejarle adivinar lo que no quiere
Confesar el orgullo (...)
"Manuel Peyrou" (H.N.)
Francisco Luis Bernárdez, también compañero suyo en sus primeras
experiencias literarias, le inspira la siguiente evocación:
(...) Hermano en los metales de Quevedo
y en el amor del numeroso hexámetro,
descubridor (todos entonces lo éramos)
de ese antiguo instrumento, la metáfora,
(...)
Francisco Luis, del estudioso libro,
ojalá compartieras esta vana,
tarde conmigo, inexplicablemente,
y me ayudaras a limar el verso.
"Epilogo" (L.C.)
Un lugar especial en el santuario del "culto a los mayores" lo destina Borges a
su abuela, Francés Anne Haslam (1842-1935), esposa del coronel Francisco.
Borges Lafinur (1833 -1874), mencionada en diferentes poemas:
(...) Gracias quiero dar al divino
Laberinto de los efectos y las causas (...)
Por Francés Haslam que pidió perdón a sus hijos
Por morir tan despacio (...)
"Otro poema de los dones" (O.M.)
Qué habrá soñado el tiempo hasta ahora?
(...)
Ha soñado a mi abuela Francés Haslam en la guarnición
de Junín, a un trecho de las lanzas del desierto,
leyendo su Biblia y su Dickens (...)
"Alguien sueña" (L.C.)
Sitial privilegiado es el de Macedonio Fernández, de quien Borges dijo que era
el hombre de mayor genio que había conocido y al que convirtió en figura
central de su mitología privada, además de leyenda bonaerense. Lo conmemoró
en múltiples ocasiones, como arquetipo "de las mejores posibilidades del ser
argentino", conversador incomparable y filósofo innato. En el discurso fúnebre
que pronunció ante sus restos mortales, Borges afirmó: "Una de las felicidades
de mi vida es haber sido amigo de Macedonio, es haberlo visto vivir". Lo
recuerda también en el poema que le inspira
Una esquina cualquiera de Buenos Aires (...)
abarrotada por mis fantasmas (...)
Puede ser la de ese jardín que fue tu paraíso
Puede ser la de una confitería del Once,
donde Macedonio Fernández, tan temeroso de la muerte,
nos explicaba que morir es lo más trivial que puede
sucedemos.
"Esquinas" (A).
Marcos Ricardo Barnatán (en Borges total) sugiere que Rafael Cansinos Assens
y Macedonio Fernandez no fueron acaso más que dos veneraciones
borgesianas, que el tiempo y los exegetas han convertido en leyenda.
No es posible cerrar este capítulo sin tocar el tema de la íntima relación de
Borges con Buenos Aires; es decir, su identificación con el Buenos Aires de su
primera juventud. Las viejas casas, los barrios que entonces recorrió, las calles
melancólicas, los patios, las plazas, las esquinas y hasta los cementerios,
aparecen intermitentes a lo largo de toda su obra poética. Esa pasión ya se halla
explícita en su primer poemario Fervor de Buenos Aires, cuyo título no deja
dudas acerca de su contenido. Allí encontramos por ejemplo esta evocación de
un patio antiguo:
(...) haber sentido el círculo del agua
en el secreto aljibe,
el olor del jazmín y madreselva,
el silencio del pájaro dormido,
el arco de zaguán, la humedad,
esas cosas acaso son el poema.
"ElSur"(F.B.A.)
En esa época Borges descubre, con emoción y asombro, la vida de los arrabales
porteños, el paisaje del suburbio colindante con la pampa, los viejos barrios y
calles de la ciudad:
(...) Las calles de Buenos Aires ya son mi entraña.
No las ávidas calles,
incómodas de turba y ajetreo
sino las calles desgarradas del barrio,
casi invisibles de habituales (...)
"Las calles" (F.B.A.)
Es tan intenso ese fervor porteño que Borges no aceptaba otro escenario posible
para su vida:
(...) Esta ciudad que yo creí mi pasado
es mi porvenir, mi presente;
los años que he vivido en Europa son ilusorios,
yo estaba siempre (y estaré) en Buenos Aires.
"Arrabal" (F.B.A.)
La seducción (¿obsesión?) de Buenos Aires en cierta medida se encuentra
asociada al recuerdo de frustraciones afectivas que casi nunca llegan a
revelarse:
¿Qué será Buenos Aires? (...)
Es el día que dejamos a una mujer
y el día en que una mujer nos dejó (...)
"Buenos Aires" (E.S.)
(...) Y no haber visto nada o casi nada
Sino el rostro de una muchacha de Buenos Aires,
Un rostro que no quiere que lo recuerde (...)
"Elegía" (O.M.)
Con el paso de los años y desengaños la ciudad se vuelve al mismo tiempo (en
otra paradoja borgesiana) infierno y cielo para el poeta, célebre contradicción
proclamada en las siguientes líneas:
(...) No nos une el amor sino el espanto;
Será por eso que la quiero tanto.
"Buenos Aires" (O.M.)
Borges asocia recuerdos tristes con algunos lugares concretos de la ciudad: (v.
Capítulo II: La estética de la desdicha)
(...) todo esto estoy cantando y asimismo
la insufrible memoria de lugares de Buenos Aires
en los que no he sido feliz
y en los que no podré ser feliz. (...)
"East Lansing" (O.T.)
En el libro de Carlos Alberto Zito El Buenos Aires de Borges, se examina con
elocuentes textos e ilustraciones antiguas las facetas de la ciudad que
impresionaron vivamente a Borges. Por su parte, el escritor mexicano Carlos
Fuentes27 ha expresado: "Quien conoce Buenos Aires, sabe que el más
fantástico vuelo de Borges ha nacido de un patio, de un zaguán o de una
esquina de la capital porteña".
En el poema "El amenazado" (O.T.), que probablemente constituye uno de los
momentos culminantes de su poesía, Borges escribió: "Hay una esquina por la
que no me atrevo a pasar". Otra esquina temida (que bien puede ser la misma)
se halla mencionada en el segundo soneto del poema "1964" (O.M.):
(...) Sólo me queda el goce de estar triste,
Esa vana, costumbre que me inclina
Al Sur, a cierta puerta, cierta esquina.
Más concreta es una puerta bien señalizada, inspiradora de un poema cuyo
primer título llevaba las enigmáticas iniciales de "J.M." que con el tiempo se
transformaron en "H.O.", en las páginas de "El oro de los tigres":
En cierta calle hay cierta firme puerta
Con su timbre y su número preciso
Y un sabor a perdido paraíso,
___________________ 27Fuentes Carlos: La nueva novela hispanoamericana. (México: Ed. J. Mortiz, 1969)
Que en los atardeceres no está abierta
A mi paso. Cumplida la jomada,
Una esperada voz me esperaría
En la disgregación de cada día
Y en la paz de la noche enamorada (...)
Resulta claro que Borges, al utilizar unas iniciales y luego cambiarlas, trataba
de hacer invisible a la mujer que aluden tan admirables versos. Como evidencia
de esa voluntad por resguardar su vida privada, cabe señalar que "El
amenazado", por expresa instrucción suya, durante varios años, no figuró en las
ediciones de su obra poética.
V
EL AMENAZADO
Ahora es invulnerable como los dioses,
Nada en la tierra puede herirlo,
ni el desamor de una mujer (...)
"Mayo 20, 1928" (E.S)
En la poesía de Borges el tema del amor casi siempre viene acompañado por
sentimientos de pesadumbre o de temor. Son en verdad contados los poemas
suyos donde el encuentro amoroso del hombre y la mujer aparece evocado con
versos o imágenes felices. Entre estos últimos podemos mencionar:
Esta mañana
Hay en el aire la increíble fragancia
De las rosas del Paraíso (...)
Whitman canta en Manhattan
Hornero nace en siete ciudades (...)
Todo el pasado vuelve como una ola
Y esas antiguas cosas recurren
Porque una mujer te ha besado.
"Himno" (C)
(...) La conquista de reinos por la espada (...)
El rostro del suicida en el espejo.
El naipe del tahúr. El oro ávido (...)
Cada remordimiento y cada lágrima.
Se precisaron todas esas cosas
Para que nuestras manos se encontraran.
"Las causas" (H.N.)
Una página titulada "Esquinas"(Atlas) incluye una esquina de Buenos Aires
donde se halla "ese jardín que fue tu paraíso", refiriéndose elípticamente a una
mujer.
No faltan estrofas de romántico y elevado lirismo, como ésta:
(...) Si una mujer comparte mi amor
mi verso rozará la décima esfera de los cielos concéntricos.
Si una mujer desdeña mi amor
haré de mi tristeza una música,
un alto río que siga resonando en el tiempo (...)
"Browning resuelve ser poeta" (R.R)
La reminiscencia de un viejo amor generalmente asume en Borges expresiones
de honda melancolía, como en estos versos que delicadamente rememoran una
ausencia:
(...) Un hombre trabajado por el tiempo
(...) Un hombre que ha aprendido a agradecer
Las modestas limosnas de los días:
El sueño, la rutina, el sabor del agua (...)
La memoria de una mujer que lo ha abandonado
Hace ya tantos años
Que hoy puede recordarla sin amargura (...)
"Alguien" (O.M.)
(...) Que no daría yo por la memoria
De que me hubieras dicho que me querías
Y de no haber dormido hasta la aurora
Desgarrado y feliz.
"Elegía del recuerdo imposible" (O.M)
(...) Oh ponientes, oh tigres, oh fulgores
Del mito y de la épica.
Oh un oro más precioso, tus cabellos,
Que ansian estas manos.
"El oro de los tigres" (O.T.)
Con relación a este rasgo de la poesía borgesiana, nos parece pertinente la
opinión de Blas Matamoro,28 para quien
"la nostalgia de Borges por la vida no vivida (una casa,
una mujer, unos niños, la vuelta cotidiana al hogar, la comida
familiar) traduce la nostalgia universal por todas las vidas
no vividas, por el ansia humana de totalidad (...). Hasta la
erótica misma de Borges, la devoción por la amada lejana o
____________________________ 28 Matamoro, Blas:"El kiosco argentino", en Rev. Cuadernos Hispanoamericanos. No. 480. (Madrid, junio de 1990)
muerta, es una variante del amor cortés y romántico, cuya
condición de existencia es el ser amado como ausente, aunque
su cuerpo esté al alcance de la mano (...)"
Esa nostalgia, ese "recuerdo imposible", queda expuesta claramente en las
líneas que siguen:
¿Dónde estará mi vida, la que pudo
haber sido y no fue ?(...)
¿Dónde el olvido de ser quien soy?
¿Dónde estará la pura
Noche que al rudo labrador confía
El iletrado y laborioso día,
Según lo quiere la literatura?
Pienso también en esa compañera
Que me esperaba y tal vez me espera.
"Loperdido" (O.T.)
En toda la obra poética de Borges asoma un sentimiento de pérdida, una
reiterada meditación sobre la ausencia, con registros y tonos que van desde la
añoranza hasta la penosa declaración de infelicidad, cuando Borges
condesciende a revelar heridas y cicatrices. Una de ellas es "1964" (O.M.) que
posiblemente indica el año de una de sus "recaídas sentimentales", al decir de
un autor.29 Se trata de un poema compuesto por dos sonetos: en el primero, el
otro Borges, su "alter ego", le anuncia en tono confidencial (no sin alguna
crueldad):
______________________ 29 Salas, Horacio: Borges, una biografía. (Buenos Aires: Editorial Planeta, 1994)
Ya no es mágico el mundo, te han dejado; Ya no compartirás la clara luna Ni los lentos jardines, ya no hay una Luna que no sea espejo del pasado. Cristal de soledad, sol de agonías. Adiós las mutuas manos y las sienes Que acercaba el amor, hoy sólo tienes La fiel memoria y los desiertos días (...)
En el segundo soneto, el poeta (se) responde admitiendo la derrota, en términos de estoica dignidad:
Ya no seré feliz, Tal vez no importa. Hay tantas otras cosas en el mundo; Un instante cualquiera es más profundo Y diverso que el mar. La vida es corta Y aunque las horas sean tan largas, una Oscura maravilla nos acecha, La muerte, ese otro mar, esa otra fecha Que nos libra del sol y de la luna Y del amor (...)
A propósito de estos poemas y haciendo una comparación entre Borges y Dante, el escritor Jorge Vehils comprueba que
Aunque pocos, los más conmovedores versos de Borges delatan una pérdida amorosa; quizá el mejor ejemplo es el soneto "Al que está solo", luego rebautizado en compañía de otro no menos bello, con un nombre cuya clave sólo posee el autor, sus biógrafos y, desde luego, su destinatario: "1964". También importa mucho, en este orden de cosas, el verso con el que, ya
septuagenario, cierra su poema "El amenazado": "Me duele
una mujer en todo el cuerpo" (...). Parece cierto que tanto
para Dante como para Borges el amor no fue un juego (...)30
Es evidente que la serie de penas de amor comenzó desde muy temprano.31 En
una composición de "Fervor de Buenos Aires" (1923), podemos leer este
desolado testimonio:
(...) Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido (...)
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia,
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea,
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.
"Ausencia" (F.B.A.)
Harold Bloom ha dicho que Borges siempre fue el poeta de la pérdida.32 Las
estrofas que siguen, indagan sobre el origen de sus dramas afectivos:
_________________________________________________
30 Vehils, Jorge: "Borges y Dante", en Rev. Cuadernos Hispanoamericanos. No. 409.
(Madrid, julio de 1984). 31 Como afirma su biógrafo, Horacio Salas, desde sus poemas juveniles Borges sigue una
línea "donde el amor se confunde con la desdicha". 32 Bloom, Harold: "Una brújula para leer a Borges", Diario Clarín. Sección Artes y Letras.
(Buenos Aires, 22/08/99)
Aquí está la moneda de hierro. Interroguemos
Las dos contrarias caras que serán la respuesta
De la terca demanda que nadie no se ha hecho:
¿Por qué precisa un hombre que una mujer lo quiera?
(...)
En la sombra del otro buscamos nuestra sombra;
En el cristal del otro, nuestro cristal recíproco.
"La moneda de hierro" (M.H.)
Como se dijo, el sentimiento de angustia por una ausencia se expresa ya en
su primer libro de poemas, donde más que manifestaciones de dicha el amor
despierta los temores de un espíritu hipersensible:
En ti está la delicia,
como está la crueldad en las espadas (...)
En nuestro amor hay una pena
Que se parece al alma (...)
"Sábados" (F.B.A.)
Cuando tenía 24 años, en vísperas de un viaje a Europa con su familia,
Borges escribe:
Entre mi amor y yo habrán de levantarse
Trescientas noches como trescientas paredes (...)
Definitiva como un mármol
Entristecerá tu ausencia otras tardes (...)
"Despedida" (F.B.A)
No sería excesivo afirmar que los fracasos juveniles hicieron germinar en
Borges, para el resto de su existencia, una actitud negativa o escéptica, en todo
caso de prevención, hacia el amor, que al final de su vida habría de llevarlo a
escribir: "Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir". Veamos algunos
ejemplos de esta hipótesis.
(...) Le fue dada la trágica belleza
Le fue dado el amor, cosa terrible (...)
"Los dones" (A)
(...) Heine me dio sus altos ruiseñores;
Goethe, la suerte de un amor tardío,
a la vez indulgente y mercenario, (...)
"Al idioma alemán" (O.T.)
(...) Desde ese ayer cuántas cosas
a los dos nos han pasado:
las partidas y el pesar
de amar y no ser amado (...)
"Alguien le dice al tango" (S.C.)
(...) Felices los amados y los amantes
y los que pueden prescindir del amor.
"Fragmentos de un evangelio apócrifo" (E.S.)
Alguna vez Borges afirmó que el mayor sufrimiento para él era amar y no ser
correspondido. Era una convicción personal y de alguna manera una
confesión autobiográfica que probablemente pueda explicar por qué a Buenos
Aires la hubiese llegado a llamar "un plano de mis humillaciones y fracasos".
Pero, aunque Borges se enamoró muchas veces, sus biógrafos y exegetas han
llegado a establecer que hubo una mujer (cuya identidad no se conoce con
certeza) que se volvería una obsesión para él. Es muy probable que a ella se
refiera la célebre declaración de la sección "Museo", en el poemario El
Hacedor:
Yo, que tantos hombres he sido, no he sido nunca
Aquel en cuyo abrazo desfallecía Matilde Urbach.
"Le regret d'Heraclite" (E.H.)
De ahí que Borges comprenda y parezca compartir la congoja de aquel poeta
amigo suyo, que arrastraba una suerte semejante a la suya:
Un hombre gris. La equívoca fortuna
hizo que una mujer no lo quisiera;
esa historia es la historia de cualquiera,
pero de cuantas hay bajo la luna
es la que duele más. Habrá pensado
en quitarse la vida (...)
"Enrique Banchs" (L.C.)
Esto recuerda algunos versos de un poema de Borges que siempre ha llamado la
atención, porque revela una pasión profunda, inextinguible y secreta:
Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir (...)
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo (...)
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz,
La espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo (...)
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
El nombre de una mujer delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.
"El amenazado" (O.T.)
No es posible dejar de mencionar el impacto que ha tenido esta composición
sobre algunos lectores. Baste señalar que en la exposición realizada en Buenos
Aires, con motivo del centenario de Borges, el trabajo más comentado fue un
laberinto, en cuyo centro solamente se podía ver un libro abierto con el texto
íntegro de "El amenazado".
Analizando el enigma que plantean estos poemas, Horacio Salas considera que
En toda su obra, Borges pretendió alejarse de lo estrictamente
personal: el pudor lo dominaba y lo obligó a levantar una
muralla. Detrás quedaba el hombre (...) que había de ocultar
sus desdichas sentimentales bajo distintos rostros, bajo
diferentes nombres que solo fueron enmascaramientos.
Por su parte, María Esther Vásquez,33 seguramente una de las personas que
mejor lo conoció, ha explicado que
Detrás de ese anciano, febril conocedor de literaturas y
lenguas, dueño de una erudición sólo comparable a su
_______________________ 33 Vásquez, María Esther: "Borges, esplendor y derrota". Tusquets Editores. Barcelona,
1996
memoria prodigiosa (...) se ocultaba un adolescente
romántico, temeroso, encendido de pasión, que temblaba ante
el contacto de la mano querida (...). Las sucesivas Ulrica,
Beatriz Viterbo, Matilde Urbach, Teodelina Villar (...)
conforman un solo rostro inaccesible.
Es probable que sea la dueña de ese rostro la "inspiradora y destinataria" de los
estremecidos versos que siguen:
(...) Y nada de eso importa. El resignado
Ejercicio del verso no te salva,
Ni las aguas del sueño, ni la estrella.
Una sola mujer es tu cuidado,
Igual a las demás, pero que es ella.
"Al triste" (O.T.)
(...) Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura.
"El enamorado" (H.N.)
Líneas como éstas han dado lugar a la teoría de un Borges atormentado por el
recuerdo, como bien ha observado Horacio Salas en su biografía de Borges:
A través de sus libros de poemas, el fantasma de ese amor
desgraciado emerge de una manera constante, obstinada;
daría la impresión de que incluso contra su voluntad, como
en "Talismanes", donde enumera los objetos que lo
acompañan en su casa.
(...) Los cinco tomos de la obra de Schopenhauer. Los dos tomos de las "Odiseas" de Chapman. Una espada que guerreó en el desierto (...) Unos daguerrotipos borrosos (...) La toga y el birrete de un doctorado. "Las empresas" de Saavedra Fajardo, en olorosa pasta española. Líneas de Virgilio y de Frost. La voz de Macedonio Fernandez. El amor o el diálogo de unos pocos. Ciertamente son talismanes, pero de nada sirven contra la sombra que no puedo nombrar, contra la sombra que no debo nombrar.
"Talismanes" (R.P.)
La misma afirmación puede hacerse de la composición que sigue, cuyo conmovedor final parece completamente involuntario:
(...) Sé de ríos de arena y peces de oro Que rige el Preste Juan en las regiones Ulteriores al Ganges y ala Aurora (...) Sé de aquel genio de humo encarcelado En la vasija de amarillo cobre Y de lo prometido en la tiniebla, ¡Oh mente que atesoras lo increíble! (...) El fino olor del té, el olor del sándalo. Las mezquitas de Córdoba y del Aksa Y el tigre delicado como el nardo.
Tal es mi Oriente. Es el jardín que tengo
Para que tu memoria no me ahogue.
"El Oriente" (R.P)
Es razonable pensar que Borges no pudo menos que reflexionar sobre su propio
infortunio cuando escribió este comentario del dantesco episodio de Paolo y
Francesca:
(...) Con infinita piedad, Dante nos refiere el destino de los
dos amantes y sentimos que él envidia ese destino. Paolo y
Francesca están en el Infierno; (...) esos dos reprobos están
juntos, no pueden hablarse, giran en el negro remolino, sin
ninguna esperanza (...) pero están juntos en la eternidad,
comparten el Infierno y eso para Dante tiene que haber sido
una suerte de Paraíso (...)
"La Divina Comedia" en "Siete noches".
En 1933 Borges dedicó en inglés su libro Historia universal de la infamia a una
misteriosa mujer "inglesa, innumerable, angelical", oculta bajo las iniciales
"S.D." Le ofrecía su "corazón central, que no utiliza palabras ni trafica con
sueños; que permanece intocado por el tiempo, las alegrías, las adversidades".
En la misma época escribió "Two english poems", dedicados a una mujer cuyo
nombre (Beatriz Bibiloni de Bullrich), como se ha comprobado, era ficticio; el
segundo poema termina ofreciendo "mi soledad, el hambre de mi corazón;
estoy tratando de sobornarte con la incertidumbre, el peligro, la derrota". "Me
he preguntado más de una vez -ha dicho Alicia Jurado- si fueron aceptados esa
dádiva dolorosa y ese amargo cohecho".34
________________________ 34 Bamatán, Marcos Ricardo: Introducción a Nueve ensayos dantescos. (Madrid: Espasa-
Calpe Colección Austral, 1998)
En el prólogo a la reedición del mismo libro, en 1954, Borges recuerda que
cuando lo escribió, 20 años atrás, era un joven "asaz desdichado" y en "Historia
de la eternidad" confidencialmente manifiesta que la eternidad "es un artificio
espléndido que nos libra, siquiera de manera fugaz, de la intolerable opresión
de lo sucesivo". Para Marcos Ricardo Barnatán esa era su "manera pudorosa de
dar las pistas sobre unos años dolorosos, en los que la infelicidad lo golpeaba
con dureza. Una infelicidad que tenía oscuros orígenes, pero que cuajaba en
poemas casi secretos".35
Es posible que Borges siempre tuviese una lúcida conciencia de su íntima
desgracia y de que la misma iba a ser el terrible talismán que lo llevaría a
escribir como a su amigo Banchs versos inolvidables:36
(...) Amor y vísperas de amor y recuerdos intolerables,
El sueño como un tesoro enterrado, el dadivoso azar
Y la memoria....
(...)
Todo eso te fue dado y también
El antiguo alimento de los héroes:
La falsía, la derrota, la humillación (...)
"Mateo XXV-30 "(OM.)
_________________________________ 35 Barnatán, Marcos Ricardo: "Borges, biografía total". (Madrid: Temas de Hoy, 1998). 36Recientemente (2004), el profesor de Oxford Edwin Williamson (en Borges, a Ufe) ha demostrado que la dama en cuestión, la obsesión de Borges, fue la escritora Norah Lange, descubrimiento sorpresivo por tratarse de un nombre completamente inesperado, aún para quienes conocen mejor la vida del poeta argentino.
VI
HA SOÑADO UN CLARO LABERINTO
Soy el único hombre en la tierra
y acaso no haya tierra ni hombre.
Acaso un dios me engaña.
Acaso un dios me condena al tiempo,
esa eterna ilusión. (...)
"Descartes" (C)
El sueño es otro tema y artificio literario con el que Borges logra crear una
atmósfera de irrealidad propicia en alto grado a la poesía. No sería aventurado
afirmar que los sueños sean la base que sostiene buena parte de la poética
borgesiana. Borges utiliza este recurso tanto para referirse al hecho cotidiano de
dormir y soñar, como para sostener la creencia de que también la vigilia es un
sueño, o todavía más, la sospecha de que si el mundo es un sueño, el hombre
que sueña puede también estar siendo soñado. Shakespeare es uno de los
precursores de esta noción onírica de la existencia humana que preside buena
parte de las ficciones literarias de Borges: estamos hechos de la misma materia
que nuestros sueños. Borges aparenta creer e incluso postular tales doctrinas
con fines poéticos. Ya veremos al final cómo Borges derrumba
toda esa arquitectura en un solo párrafo, para restablecer resignadamente el
imperio de la realidad, o de lo que consideramos realidad.
Observemos en primer lugar el significado de "olvido" y "reflejo" que asigna
Borges a los sueños, cuando éstos acuden a la mente del soñador:
La noche quiere que esta noche olvides
Tu nombre, tus mayores y tu sangre,
Cada palabra humana y cada lágrima,
(...)
Los imperios, los Césares y Shakespeare
Y lo que es más difícil, lo que amas (...)
"El sueño" (L.C.)
(...) Dios ha creado las noches que se arman
De sueños y las formas del espejo,
Para que el hombre sienta que es reflejo
Y vanidad, por eso nos alarman.
"Los espejos" (E.H.)
También la pesadilla se presenta con frecuencia en la obra borgesiana:
(...) En el fondo de un sueño están los sueños,
Cada noche quiero perderme en las aguas obscuras
(...)
Puede ser un jardín. Siempre es la pesadilla.
"Efialtes" (R.P.)
(...) Loada sea la pesadilla que nos revela
que podemos crear el Infierno (...)
"La dicha" (C)
En uno de sus mas enigmáticos poemas (Endimión en Latmos), Borges concibe
al sueño como una manera grata de evadir al "intolerable" universo o la
deficiente condición humana:
(...) Me placía dormir para soñar y para el otro
Sueño lustral que elude la memoria
Y que nos libra del gravamen
De ser aquel que somos en la tierra (...)
Al cabo de muchos años el protagonista ya no puede saber si la increíble
experiencia que le fuera deparada en la montaña (haber sido amado por la luna)
había ocurrido realmente o sólo era un sueño (lo que de paso descubre una
relación estrecha entre la memoria y el sueño):
(...) Yo aspiré la fragancia de la luna
y su infinita voz dijo mi nombre.
¡Oh las puras mejillas que se buscan!
¡Oh ríos del amor y de la sombra!
¡Oh el beso humano y la tensión del arco!
No sé cuanto duraron mis venturas;
Hay cosas que no miden los racimos
Ni la flor ni la nieve delicada.
La gente me rehuye, le da miedo
El hombre que fue amado por la luna.
Los años han pasado. Una zozobra
Da horror a mi vigilia. Me pregunto
Si aquel tumulto de oro en la montaña
Fue verdadero o no fue más que un sueño.
Inútil repetirme que el recuerdo
De ayer o un sueño son la misma cosa (...)
"Endimión en Latmos" (H.N.)
Sueños hechos para que sueñen los demás son los libros, donde los autores
encierran sueños que pueden contener otros sueños (de los personajes). Un caso
ilustre es Don Quijote de la Mancha:
(...) El hidalgo fue un sueño de Cervantes
Y don Quijote un sueño del hidalgo.
El doble sueño los confunde y algo
Está pasando que pasó mucho antes.
Quijano duerme y sueña. Una batalla,
Los mares de Lepanto y la metralla.
"Sueña Alonso Quijano" (O.T.)
(...) Ni siquiera soy polvo. Soy un sueño
Que entreteje en el sueño y la vigilia
Mi hermano y mi padre, el capitán de Cervantes (...)
"Ni siquiera soy polvo" (H.N.)
(...) Desde su sueño, el hombre ve al gigante
De un sueño que soñado fue en Bretaña
Y apresta su corazón para la hazaña
Y le clava la espuela a Rocinante (...)
"El testigo" (R.P.)
En esta materia vale la pena ensayar la semántica cuantitativa. En un solo
poema, "Ariosto y los árabes", hemos encontrado repetida 16 veces la palabra
sueño o conjugaciones de soñar (el tema central de la composición sostiene que
la mejor literatura surge de los sueños):
(...) Así lo pensó Ariosto, que al agrado
Lento se dio, en el ocio de caminos
De claros mármoles y negros pinos
De volver a soñar lo ya soñado (...)
Ariosto y los árabes " (E.H.)
Aquí debemos recordar lo que Luis de Góngora escribió al respecto:
El sueño, autor de representaciones, en su teatro sobre
el viento armado, sombras suele vestir de bulto bello.
En los sueños somos actores, espectadores y autores de la representación. Al
respecto, Borges nos proporciona ejemplos tomados de los clásic&s:
Shakespeare, Ornar Khayam, Dante Alighieri:
(...) Claudio, rey de una tarde, rey soñado
No sintió que era un sueño hasta aquél día
En que un actor mimó su felonía
Con arte silencioso en un tablado (...)
"Los espejos" (E.H.)
(...) Tome a mi voz la métrica del persa,
A recordar que el tiempo es la diversa
Trama de sueños ávidos que somos
Y que el secreto soñador dispersa (...)
"Rubaiyat" (E.S.)
(...) Son Paolo y Francesco (...)
Un libro, un sueño, les revela
Que son formas de un sueño que fue soñado (...)
Otro libro hará que los hombres,
Sueños también, los sueñen.
"Inferno V. 129 " (L.C.)
Al igual que las Mil y una Noches, Borges frecuentó asiduamente La Divina
Comedia, ambas obras pobladas de infinitos sueños y pesadillas.
(...) Por aquel sueño del Islam
Que abarcó mil noches y una noche,
Por aquel otro sueño del Infierno
De la torre del fuego que purifica
Y de las esferas gloriosas (...)
"Otro poema de los dones" (O.M.)
Pero no solamente la noche está poblada de sueños. También se sueña en pleno
día, cuando nadie sabe que se está soñando:
(...) Seré otro
Que sin saberlo soy, el que ha mirado
Ese otro sueño, mi vigilia (...)
"El sueño" (R.P.)
En el mundo poético de Borges la vida es metáfora del sueño y el sueño lo es
de la muerte:
(...) Sentir que la vigilia es otro sueño
Que sueña no soñar y que la muerte
Que teme nuestra carne, es esa muerte
De cada noche, que se llama sueño (...)
"Artepoética" (E.H.)
La vida es sueño de Calderón de la Barca, la ilustra Borges con una elegante
fábula:
Pienso en aquel Chuang-Tzu que soñó que era una mariposa
y que no sabía, al despertar, si era un hombre que había soñado
ser una mariposa, o una mariposa que ahora soñaba ser un hombre.
"El bastón de laca" (L.C.)
Con el supuesto de que todo es sueño, Borges logra ficciones y metáforas de un
lirismo delicado:
(...) Los númenes que rigen este curioso mundo
Me dejaron soñarte pero no ser tu dueño (...)
Yo también soy un sueño fugitivo (...)
"La cierva blanca" (R.P.)
También logra la incertidumbre absoluta, que a veces llega a extremos de
nihilismo:
(...) He soñado el día de ayer,
Quizá no tuve ayer, quizá no he nacido,
Acaso sueño haber soñado.
Siento un poco de frío, un poco de miedo (...)
"Descartes" (L.C.)
Hermano de la memoria el sueño puede sin embargo, en su viaje ignoto, no
dejar rastro de ella:
Cuando los relojes de la medianoche prodiguen
Un tiempo generoso,
Iré más lejos que los bogavantes de Ulises
A la región del sueño, inaccesible
A la memoria humana (...)
"El sueño" (R.P.)
También la memoria del hombre guarda un tesoro formado por las imágenes y
los recuerdos de lo acontecido y aprendido ayer, listos para despertar, no
sorpresivamente como en el sueño, sino por la voluntad del que recuerda:
(...) Pero todo esto ocurre en esa suerte
De cuarta dimensión que es la memoria.
En ella y solo en ella están ahora
Los patíos y jardines.
El pasado Los guarda en ese círculo vedado (...)
"Adrogué" (E.H.)
(...) Sede aquel genio de humo encarcelado
En la vasija de amarillo cobre
Y de lo prometido en la tiniebla,
¡Oh mente que atesoras lo increíble! (...)
"El Oriente" (R.P.)
Sueños y pesadillas, ensueños que son vigilias, cielos que parecen infiernos,
memorias y olvidos; tales son los materiales con que Borges crea el universo
fantástico que sirve de telón de fondo a su poesía; una poesía que impresiona y
conmueve más en la medida en que se recubre de irrealidad. Tal vez por eso,
Harold Bloom, en El canon occidental, considera que la mejor definición del
poeta argentino es la que acuñó Ana María Barrenechea: "Borges es un escritor
admirable, empeñado en destruir la realidad y convertir al hombre en una
sombra..." Tan formidable empresa consigue crear una literatura espléndida,
llena de mitos y ficciones que el propio Borges disolverá con la dramática
declaración que anula esos mundos para dejarlos tan solo como fantasía:
And yet, and yet... Negar la sucesión temporal, negar el yo,
negar el universo astronómico, son desesperaciones aparentes
y consuelos secretos. Nuestro destino (a diferencia del infierno
de Swedenborg y del infierno de la mitología tibetana) no es
espantoso por irreal, es espantoso porque es irreversible y de
hierro. El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo
es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que
me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume,
pero yo soy el fuego. El mundo desgraciadamente es real;
yo, desgraciadamente, soy Borges.
"Nueva refutación del tiempo " (Otras inquisiciones)
VII
LA FIRME ESPADA Y
LA SANGRIENTA GLORIA
Así combatieron los héroes,
tranquilo el admirable corazón,
violenta la espada,
resignados a matar y morir.
"El jardín de los senderos que se bifurcan"
Otro motivo recurrente en la poética borgesiana es el culto a los héroes, en el
sentido bélico del término, los guerreros, los que prefieren jugarse la vida en la
batalla y cuyo símbolo es la espada, el arma que aparece repetidamente (incluso
como protagonista) tanto en la poesía como en la narrativa de Borges.
Precisamente, los versos del epígrafe provienen de uno de sus más celebrados
cuentos (que integra el volumen "Ficciones") y cuyo título es, en realidad, la
figura de un laberinto, el símbolo borgesiano por excelencia.
La predilección de Borges por la espada, "cuyo mejor lugar es el verso", lo
llevó a incluirla en el prólogo a su "Elogio de la sombra", cuando menciona sus
temas favoritos: "A los espejos, laberintos y espadas que ya prevé mi resignado
lector, se han agregado dos temas nuevos: la vejez y la ética".
Veremos a continuación algunos versos representativos de esa inclinación suya
a utilizar la espada como emblema del coraje, aparte de otros
significados y connotaciones que puede sugerir esa palabra; reproduciendo para
ello estrofas de poemas que por su extensión (no por su calidad siempre
elevada) no pueden caber en un ensayo breve.
El primero está referido a Beowulf, el rey godo que se alista para luchar contra
los francos, en cuyos versos se incluyen metáforas de las antiguas literaturas
germánicas (Kennigar), para describir la batalla (el tejido de hombres), los
ejércitos (la selva de lanzas), la sangre (el oro rojo):
(...) Una espada para la mano
Que regirá la hermosa batalla, el tejido de hombres.
(...)
Una espada para la mano
Que prodigará el oro rojo.
(...)
Una espada para la mano
Que derribará la selva de lanzas.
Una espada para la mano de Beowulf.
"Fragmento" (O.M.)
Hay que destacar en estos versos, como en tantos otros, la maestría de Borges
en el manejo de la hipálage, en la cual un objeto (en este caso la espada) se
anima con cualidades propias o autónomas:
Sueño con un antiguo rey. De hierro
Es la corona y la muerta mirada.
Ya no hay caras así. La firme espada
Lo acatará, leal como su perro (...)
"Lapesadilla" (M.H.)
pero la espada puede también simbolizar la maldad y el horror, siempre
presentes en la historia:
(...) Le fue dada la infamia.
Dócilmente Estudió los delitos de la espada,
Las ruinas de Cartago, la apretada
Batalla del Oriente y del Poniente (...)
"Los dones" (A)
(...) Lo seguirán sumisos y crueles.
Saben que siempre fue el primero en la batalla de los hombres.
Saben que una vez olvidó su deber de venganza
Y que le dieron una espada desnuda y que la espada hizo su
obra (...)
"Hengist quiere hombres" (O.T.)
Hengist era el jefe de mercenarios que preparaba una expedición, "para
debelar una isla que todavía no se llamaba Inglaterra", y de la cual iría
después a ser el rey. Admirable conocedor de la historia y mitología de los
pueblos nórdicos, Borges les atribuye el coraje como su principal atributo.
Conmemorando el episodio en que un grupo de vikings, al ser preguntados
en qué Dios creían, respondieron "creemos en nuestro coraje", Borges
escribe:
(...) Odín o el rojo Thor o el Cristo blanco (...)
Poco importan los nombres y sus dioses,
No hay otra obligación que ser valiente
Y Einar lo fue, duro caudillo de los hombres (...)
"Einar Tambarskelver" (M.H.)
Resulta ineludible, en este punto, reproducir el extraño saludo de Muirchertach,
rey de Dublín, al invasor Magnus Barford, cuando éste se disponía a conquistar
Irlanda, la víspera de la batalla decisiva (año 1102), a las puertas de la ciudad:
Que en tus ejércitos militen el oro y la tempestad, Magnus Barford.
Que mañana, en los campos de mi reino, sea feliz tu batalla.
Que tus manos de rey tejan terribles la tela de la espada.
Que sean alimento del cisne rojo los que se oponen a tu espada.
Que te sacien de gloria tus muchos dioses, que te sacien de sangre.
Que seas victorioso en la aurora, rey que pisas a Irlanda.
Que de tus muchos días ninguno brille como el día de mañana.
Porque ese día será el último. Te lo juro rey Magnus.
Porque antes que se borre su luz, te venceré y te borraré, Magnus Barford
"El enemigo generoso" (E.H.)
Entre las elegías dedicadas a esos legendarios héroes septentrionales, sobresale
también un soneto que exalta la figura de Carlos XII de Suecia, aquel rey
soldado que fuera rival de Pedro el Grande. Borges lo saluda como "Viking de
las estepas" y le dice:
(...) fueron tu goce
Los trabajos que mueven la memoria
De los hombres al canto, la batalla
Mortal, el duro horror de la metralla,
La firme espada y la sangrienta gloría.
Supiste que vencer y ser vencido
Son caras de un Azar indiferente,
Que no hay mayor virtud que ser valiente
Y que el mármol, al fin, será el olvido (...)
"A Carlos XII" (O.M.)
Pero el multiplicado elogio a los valientes no se circunscribe al mundo nórdico.
Puede inspirarse cuando Borges recuerda personajes épicos de otras culturas,
como en estos versos dedicados claramente a los conquistadores españoles:
(...) Ni Cristo, ni mi Rey, ni el oro rojo
Fueron el acicate del arrojo
Que puso miedo en la pagana gente.
De mis trabajos fue razón la hermosa
Espada y la contienda procelosa.
No importa lo demás. Yo fui valiente.
"El Conquistador" (M.H.)
Aparece también para invocar creaciones artísticas, como en esta referencia al
personaje del grabado "El caballero, la muerte y el demonio" de Durero:
(...) Caballero de hierro, quien te mira
Sabe que en ti no mora la mentira
Ni el pálido temor. Tu dura suerte
Es mandar y ultrajar. Eres valiente.
"Dos versiones de Ritter, Tod und Teufel" (E.S.)
O en homenaje a célebres escritores:
(...) Y conoció el arpón enrojecido
Por Leviathan y la raya de arena
Y el olor de las noches y del alba
Y el horizonte en que el azar acecha
Y la felicidad de ser valiente
Y el gusto, al fin, de divisar a haca (...)
"Hermán Melville" (M.H.)
Lo que parece impresionar más al poeta, aparte del coraje en la contienda, es
la serenidad y la desdeñosa actitud ante la muerte, de las que por ejemplo
vhiciera gala en el cadalso el rey católico Carlos I (Estuardo), después de su
derrota frente a los ejércitos del puritano Oliverio Cromwell, en una escena
en verdad alucinante:
(...) Ha rechazado los brazos de la escolta.
Liberado la necesidad de la mentira
Sabe que va a la muerte, no al olvido
Y que es un rey. La ejecución lo espera;
La mañana es atroz y verdadera.
No hay temor en su carne, siempre ha sido,
A fuer de buen tahúr indiferente.
Ha apurado la vida hasta las heces;
Ahora está solo entre la armada gente.
No lo infama el patíbulo. Los jueces
No son el Juez. Saluda levemente Y sonríe.
Lo ha hecho tantas veces.
"Una mañana de 1964" (O.M.)
El mismo rey aparece nuevamente evocado, esta vez en compañía de Julio
César que se prepara para su definitivo combate contra Pompeyo, cuando
Borges los conmemora afrontando la hora de la prueba:
(...) El alivio que habrá sentido César en la mañana
de Farsalia, al pensar: Hoy es la batalla.
El alivio que habrá sentido Carlos Primero, al ver el
alba en el cristal y pensar: Hoy es el día del patíbulo,
del coraje y del hacha. (...)
"Tríada" (L.C.)
Pero la afición por lo épico no está reservada sólo a lejanas historias.
Orgulloso de sus antepasados militares y sus jornadas de gloria, Borges
tributa homenaje a ese "destino épico". Sitial de honor ocupan su abuelo y
su bisabuelo. Del primero, que prefirió hacerse matar antes que rendirse,
evoca su figura en esa hora "amarga y vencedora":
(...) Avanza por el campo la blancura
Del caballo y del poncho. La paciente
Muerte acecha en los rifles. Tristemente
Francisco Borges vapor la llanura (...)
"Alusión a la muerte del coronel Francisco Borges" (1833-1874)
Al segundo, que encabezó la carga de caballería que había de inclinar la
victoria en favor de los patriotas en Junín, lo imagina en el vértigo de la
batalla:
(...) Su voz gritando a los peruanos que arremetieran,
la luz, el ímpetu y la fatalidad de la carga,
el furioso laberinto de los ejércitos,
la batalla de lanzas en la que no retumbó un solo tiro,
el godo que atravesó con el hierro,
la victoria, la felicidad, la fatiga, un principio de sueño (...)
"Páginas para recordar al Coronel Suárez, vencedor de Junín" (O.M.)
Hay otro poema de exaltación de Junín y su héroe:
(...) Oh joven capitán que fuiste el dueño
De esa batalla que torció el destino:
Junín resplandeciente como un sueño".
"Coronel Suárez " (M.H.)
Recordando esas epopeyas familiares, hay momentos en que Borges deplora su
"destino literario":
No haber caído
Como otros de mi sangre
En la batalla.
Ser en la vana noche
El que cuenta las sílabas.
"Tankas" (O.T.)
La devoción de Borges por lo épico se extiende hacia los héroes de la
tradición literaria gauchesca, que ingresan al combate como si fuera una fiesta:
Alguna vez hubo una dicha.
El hombre aceptaba el amor y la batalla
con igual regocijo
Fue suya la alegría de una espadi en la mañana (...)
"Hilario Ascasubi" (M.H.)
(...) Qué no daría yo por la memoria
De haber combatido en Cepeda
Y de haber visto a Estanislao del Campo
Saludando la primera bala
Con la alegría del coraje (...)
"Elegía del recuerdo imposible" (M.H.)
VIII
UNA MITOLOGÍA DE PUÑALES
(...) El almacén rosado floreció en un compadre,
ya patrón de la esquina, ya resentido y duro (...)
"Fundación mítica de Buenos Aires" (C.S.M.)
Capítulo aparte reclama la afición de Borges por celebrar las hazañas
"reales, imaginarias o dudosas"37 de los compadritos, llamados también
guapos, malevos o cuchilleros, que a finales del siglo XIX y comienzos del
XX señorearon e impusieron su ley en los arrabales de Buenos Aires o "en
perdidas poblaciones" y que son las figuras centrales de esa fantasmagórica
"mitología de puñales" cantada por Borges. En torno a la curiosa devoción
de éste por los héroes del suburbio y de la campaña, por esa "chusma
valerosa", existe una inagotable bibliografía. Aquí solamente vamos a
recordar unos cuantos versos que Borges dedicó a los "soberbios
cuchilleros" que "sin odio, lucro o pasión de amor" se acuchillaron38 y que,
como aquel Servando Cardóse, apodado Ño Calandria, iban a pasar a la
leyenda orillera:
________________________ 37 Son palabras extraídas del primer cuarteto de "La luna" (O.M.) 38 La colección completa de milongas dedicadas a los compadritos se halla en Para las
seis cuerdas que se publicó por primera vez en 1965. La última edición de "Emecé",
corregida y aumentada primero por Borges y luego por los editores, consta de 16
poemas, de los cuales 11 son milongas. (Buenos Aires, 2000)
(...) Siempre la selva y el duelo,
pecho a pecho y cara a cara,
vivió matando y huyendo
Vivió como si soñara (...)
"Milonga de Calandria"
Conviene mencionar que Calandria era (igual que Martín Fierro) un desertor.
Abandonó su batallón de la Guardia Nacional llevándose el caballo del
comandante. Pero veamos lo que de él escribió Paul Groussac (en "El viaje
intelectual". 1904):
Y principió entonces un duelo sin descanso, que duró más de
tres años entre Calandria y toda la Policía rural de Entre Ríos.
Acosado y perseguido de pago en pago, hallaba donde quiera
asilo y protección. No robaba, no mataba, devolvía
religiosamente lo prestado. Si se hallaba muy hostigado o dejado
a pie, cruzaba a nado el Uruguay y se daba unos días de resuello
en la otra banda, hasta rehacerse. Pero la existencia aventurera,
en que a diario jugaba su vida, volvía a atraerle muy pronto
con su potente seducción. Se aparecía una tarde (...) arrojando
un nuevo reto a la partida: "Aquí está Calandria" (...)
Refiriéndose al "matrero", o como lo llama "gaucho malo", equivalente rural,
trashumante, del compadrito arrabalero, Domingo Faustino Sarmiento escribió
el fragmento que sigue (Borges lo incluye en "El Matrero") y que nos ayuda a
conocer a este otro personaje que vive "a fierro con los sargentos/ con propios y
forasteros":
(...) Este hombre divorciado con la sociedad, proscripto por
las leyes, este salvaje de color blanco, no es en el fondo un ser
más depravado que los que habitan las poblaciones. El osado
prófugo que acomete una partida es inofensivo para con los
viajeros: el "gaucho malo" no es un bandido; no es un
salteador; el ataque a la vida no entra en su idea (...), roba,
es cierto, pero esta es su profesión, su tráfico, su ciencia. Roba
caballos (...)
En el postrer poemario de Borges, Los conjurados, encontramos esta
reminiscencia de las juveniles circunstancias en que el poeta concibió esa
epopeya de los arrabales porteños; epopeya historiada casi por completo en las
milongas de "Para las seis cuerdas":
(...) Naderías. El nombre de Muraña,
una mano templando la guitarra,
una voz, hoy pretérita, que narra
para la tarde una perdida hazaña
de burdel o de atrio, una porfía,
dos hierros, hoy herrumbre, que chocaron
y alguien quedó tendido, me bastaron
para erigir una mitología. (...)
"Todos los ayeres, un sueño" (L.C.)
Rastreando la génesis de esa singular "secta del cuchillo y del coraje", Daniel
Balderston ha observado que sus antecedentes se hallan en las viejas novelas de
Eduardo Gutiérrez (1851 -1889), en las cuales la pelea a cuchillo adquiere
dimensiones míticas, donde dicho y hecho, cuchillo y pluma, se vinculan de
una vez para siempre.39
___________________________ 39 Balderston, Daniel: Borges, realidades y simulacros. Cap.3 "Dichos y hechos. Gutiérrez y la nostalgia de la aventura". (Buenos Aires: Editorial Biblos, 2000)
Balderston reproduce las palabras de Borges recordando una página de Eduardo Gutiérrez, cuando éste describe la famosa pelea de Juan Moreira con Leguizamón:
(...) A puñaladas pelean dos paisanos en una esquina de una calle de Navarro. Ante los hachazos del otro, uno de los dos retrocede. Paso a paso, callados, aborreciéndose, pelean toda la cuadra. En la otra esquina, el primero hace espalda en la pared rosada del almacén. Ahí el otro lo mata. Un sargento de la policía provincial ha visto ese duelo. El paisano, desde el caballo, le ruega que le alcance el facón que se ha olvidado. El sargento, humilde, tiene que forcejear para arrancarlo del vientre muerto (...). Descantada la bravata final, que es como una rúbrica inútil, ¿No es memorable esa invención de una pelea caminada y callada? ¿No parece imaginada para el cinematógrafo ?(...)
Pero antes de abordar las características de ese coraje que admira Borges, conviene detenerse a examinar un poco la apariencia física, los rasgos externos de los compadritos que celebra el poeta, comenzando por su personaje favorito, don Nicanor (en realidad Nicolás) Paredes:
(...) Nolo vi rígido y muerto, ni siquiera lo vi enfermo.
Lo veo con paso firme
pisar su feudo, Palermo. El bigote un poco sris, pero en los ojos el brillo
y cerca del corazón
el bultito del cuchillo (...)
Lacia y aura la melena y aquel empaque de toro; la chalina sobre el hombro y el rumboso anillo de otro. (...)
"Milonga de don Nicanor Paredes"
Sea permitida una digresión. Entre las críticas de diversa índole e intensidad lanzadas contra Borges se ha reprochado el anacronismo y el culto a los héroes del cuchillo. En esta materia es oportuno mencionar la influencia de Evaristo Carriego, de quien Borges siempre se consideró discípulo y deudor literario, habiéndole dedicado varios ensayos y el título de un libro acerca de la mitología de los suburbios.
Helft y Pauls,40 al tocar el tema, han destacado el apego de Borges a la poesía de Carriego y el aporte de ambos a la tradición popular bonaerense:
Escribe sobre un poeta perdido (Carriego), que a su vez escribió sobre un barrio perdido (el Palermo de los cuchilleros), que a su vez representó a un país perdido (la Argentina del siglo XIX) (...). A través de Carriego, Borges reivindica la tradición de la milonga, el truco, el duelo de los compadritos, el velorio barrial, lugares comunes que ponen en escena una manera conversada -a veces indolente, otras violenta, pero nunca sentimental ni quejumbrosa- de ser argentino.
El propio Borges, adicto como era al género épico y que consideraba esta poesía como una "canción de gesta", en sus conversaciones con Roberto Alifano, había de reconocer el papel precursor de Carriego: ____________________________ 40 Helft y Pauls: El factor Borges. Nueve ensayos ilustrados. (Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2000)
Carriego ha sido el primero en cantar el valor de esos hombres.
Su poesía rescata todas las posibilidades épicas del orillero.
Unos hermosos versos dicen así:
"Le cruzan el rostro estigmas violentos,
hondas cicatrices, y tal vez le halaga
llevar imborrables adornos sangrientos;
caprichos de hembra que tuvo la daga"
Lo anterior nos retrotrae a la descripción de los "patrones de la esquina". Con
pinceladas breves pero minuciosas, Borges ofrece una semblanza de tales
hombres:
(...) Atildado en el vestir,
medio mandón en el trato;
negro el chambergo y la ropa,
negro el charol del zapato (...)
Bailarín y jugador,
no sé si chino o mulato,
lo mimaba el conventillo
que hoy se llama inquilinato
A las pardas zaguaneras
no les resultaba ingrato
el amor de ese valiente
que les dio tan, buenos ratos. (...)
"El títere"
(...) Albornoz pasa silbando
una milonga entrerriana;
bajo el ala del chambergo
sus ojos ven la mañana (...)
"Milonga de Albornoz"
(...) Fija la vista en los ojos,
era capaz de parar
el hachazo más artero.
¡Feliz quien lo vio pelear! (...)
"Milonga de Calandria"
(...) Alto lo veo y cabal,
con el alma comedida,
capaz de no alzar la voz
y de jugar se la vida.
Nadie con paso más firme
habrá pisado la tierra;
nadie habrá habido como él
en el amor y en la guerra. (...)
"Milonga de Jacinto Chiclana "
Para visualizar mejor el perfil del compadrito, debemos transcribir aquí la
imagen que del personaje ofrece Carlos Alberto Zito, en su libro sobre el
Buenos Aires de comienzos de siglo:
Se trata de un hombre de los arrabales pobres de la ciudad,
diestro en la lucha con cuchillo e incapaz de cobardía. Pelea
por el simple gusto de pelear y de medir su coraje. Descreído,
irónico y rencoroso, viste siempre de negro, mira de soslayo y
habla poco. En general, debe alguna muerte, pero elude la
cárcel gracias a la protección de algún caudillo político, al
que sirve de fuerza de choque, durante las elecciones. Se lo
encuentra en el boliche, jugando a las cartas, junto a una copa
de caña, o de ginebra, en el reñidero de gallos o en el prostíbulo.
Compañero y elemento inseparable del compadrito es el cuchillo, puñal o
facón, que a veces parece cobrar vida propia:
(...) No veo los rasgos, veo,
bajo el farol amarillo,
el choque de hombres o sombras
y esa víbora, el cuchillo (...)
"Milonga de Jacinto Chiclana "
(...) Cuántas veces habrá entrado
en la carne de un cristiano
y ahora está arrumbado y solo,
a la espera de una mano (...)
"Un cuchillo en el Norte"
(...) Se la tienen bien jurada
más de un taura y más de un pillo;
en una esquina del Sur
lo está esperando un cuchillo.
"Milonga de Albornoz"
Cabe aquí señalar que el compadrito está preparado siempre para matar y morir;
es un heraldo de la muerte, la suya o la de otro. Haciendo un parangón entre
éste y el gaucho, en el prólogo a la primera edición de El compadrito Borges ha
observado:
El compadrito fue el plebeyo de las ciudades y del indefinido
arrabal, como el gaucho lo fue de la llanura o de las cuchillas.
Venerados arquetipos del uno son Martín Fierro y Juan
Moreira y Segundo Ramírez Sombra; del otro no hay todavía
un símbolo inevitable, aunque centenares de tangos y de
saínetes lo prefiguran. Por lo demás, la primacía literaria del
gaucho es nominal: en el cuchillero Martín Fierro (como en
Hormiga Negra y en otros paladines congéneres) la gente cree
admirar al gaucho, pero esencialmente admira al compadre,
en el sentido peyorativo de la palabra. Lo prueba el hecho de
que el episodio más familiar de nuestra epopeya (Martín
Fierro) ...es la pelea con el negro del almacén. (...)
Acaso también sea por eso que los versos de mayor eficacia en las milongas de
Borges, en términos de impresión o de sorpresa, sean los que describen el
brusco final y el estoicismo del que en silencio muere:
(...) Un acero entró en el pecho,
ni se le movió la cara;
Alejo Albornoz murió
como si no le importara (...)
"Milonga de Albornoz"
(...) Acaso en aquel momento
en que le entraba la herida,
pensó que a un varón le cuadra
no demorar la partida (...)
"Milonga de Jacinto Chiclana "
(...) Ya se cruzan los puñales,
ya se enredó la madeja,
ya quedó tendido un hombre
que muere y que no se queja (...)
"Milonga del forastero"
(...) Manuel Flores va a morir,
eso es moneda corriente;
morir es una costumbre
que sabe tener la gente (...)
"Milonga de Manuel Flores"
En un diálogo con Roberto Alifano, al hablar del origen del tango, Borges
menciona su índole sexual y pendenciera que transmite una "belicosa alegría",
en particular el tango-milonga, que aún no tenía el tono sentimental y
nostálgico del inmigrante europeo, sino el gesto imperioso del compadre:
El tango (pendenciero) expresa directamente lo que los poetas
de distinta épocas han querido decir con palabras: la
convicción de que pelear puede ser una fiesta. Yo recuerdo
ahora que en "La Ilíada ", por ejemplo, se habla de los aqueos
para quienes la guerra era más dulce que regresara la querida
tierra natal; también es conocida la actitud de París, el hijo
de Príamo, que corrió velozmente y con una gran alegría a la
dura batalla (...)
Una constante de estas composiciones es la exaltación del temerario valor del
guapo, respetado en el barrio y mimado en el almacén de la esquina rosada; el
que no usaba arma de fuego porque "era su gusto jugarse en el baile del
cuchillo":
(...) Entre las cosas hay una
de la que no se arrepiente
nadie en la tierra. Esa cosa
es haber sido valiente (...)
"Milonga de Jacinto Chiclana"
(...) Al forastero le han dicho
que en el pago hay un valiente;
para probarlo ha venido
y lo busca entre la gente (...)
"Milonga del forastero"
(...) Tuvo una sola virtud,
hay quien no tiene ninguna;
fue el hombre más animoso
que han visto el sol y la luna (...)
"Milonga de Juan Muraña "
Sin embargo el poema de más altura y vuelo en esta veneración a los ídolos del
arrabal no se encuentra en "Para las seis cuerdas" y más bien se trata de
un homenaje al tango (pendenciero, por cuanto Borges siempre afirmó que el otro, el tango-canción, no le gustaba por parecerle demasiado sentimental) incluido en "El Otro, el Mismo". Allí encontramos versos que, como él calificó ciertos párrafos de Quevedo, "reclaman el adjetivo de perfectos":
(...) ¿Dónde estará (repito) el malevaje Que fundó en polvorientos callejones De tierra o en perdidas poblaciones, La secta del cuchillo y del coraje?
¿Donde estarán aquellos que pasaron, Dejando a la epopeya un episodio, Una fábula al tiempo, y que sin odio, Lucro o pasión de amor se acuchillaron?(...)
Una mitología de puñales Lentamente se anula en el olvido; Una canción de gesta se ha perdido En sórdidas noticias policiales. (...)
Aunque la daga hostil o esa otra daga, El tiempo, los perdieron en el fango, Hoy, más allá del tiempo y de la aciaga Muerte, esos muertos viven en el tango.
En la música están, en el cordaje, De la terca guitarra trabajosa, Que trama en la milonga venturosa La fiesta y la inocencia del coraje. (...)
“El Tango” (OM)
En otro texto de Borges (El Hacedor), hay un poema cuyo final bien podría
servir como epitafio de aquel semidiós de los arrabales, Juan Muraña, "ese
cuchillo de Palermo":
(...) Arrabal y barrial. Por esa brava
Región anduvo el sórdido cuchillo.
El cuchillo. La cara se ha borrado
Y de aquel mercenario cuyo austero
Oficio era el coraje, no ha quedado
Más que una sombra y un fulgor de acero.
" Alusión a una sombra de mil ochocientos noventa y tantos" (E.H.)
IX
EL ORDENAMIENTO DEL CAOS
(...) Soy al cabo del día el resignado
Que dispone de un modo algo distinto
Las voces de la lengua castellana
Para narrar fábulas que agotan
Lo que se llama la literatura (…)
"The thing Iam" (H.N.)
Un rasgo muy peculiar de la obra poética borgesiana, casi diríamos un sello
personal por la frecuencia con que Borges lo utiliza, es la enumeración de
imágenes, ideas y hechos heterogéneos, cuyo encadenamiento va diseñando
escenarios múltiples que son al mismo tiempo páginas gratificantes de
sabiduría, erudición y estilo incomparable, donde podemos entrever el infinito,
vertiginoso, insondable universo:
La trama que llamamos la historia universal o el proceso
cósmico, es parte de la trama que abarca estrellas, agonías,
migraciones, navegaciones, lunas, luciérnagas, vigilias,
naipes, yunques, Cartago y Shakespeare.
"La trama" (L.C.)
Con el recurso de la enumeración logra Borges alcanzar en pocas líneas el
plano de comunicación inmediata y elevada que la poesía exige, venciendo así
las barreras que siempre opone la insuficiencia del lenguaje a la expresión
literaria. En sus propias palabras:
La materia de la poesía -si es lícito que usemos esa metáfora-
vendría a ser la emoción (...) Un hecho cualquiera -una
observación, una despedida, un encuentro, uno de esos
curiosos arabescos en que se complace el azar-puede
suscitar la emoción estética. La suerte del poeta es proyectar esa
emoción, que fue íntima, en una fábula o una cadencia. La
materia de que dispone, el lenguaje, es, como afirma
Stevenson, absurdamente inadecuada... (Epílogo, en "Historia
de noche")
begún se sabe, entre las diversas figuras que admiten la enumeración sobresale
la llamada "enumeración caótica" que básicamente consiste en el
eslabonamiento o agregación de frases y términos dispares, aparentemente sin
relación entre sí, pero que al releerlos, viendo el conjunto de la construcción
literaria, resultan más bien complementarios y obedecen a un orden que puede
ser claro, velado o secreto. El Diccionario de Retórica y Poética de H. Beristáin
informa que se trata de un antiguo recurso poético, y que su tratamiento
moderno habría empezado con Walt Whitman, autor con el cual esta figura
...revigoríza precisamente su significación caótica merced a
su capacidad para aproximar entre sí, y al azar, los objetos
más dispares, en el estilo que Spitzer denomina "bazar",
porque mezcla lo perteneciente a diferentes órdenes de ideas,
inclusive lo concreto con lo abstracto.
En este punto conviene transcribir algunas líneas del gran poeta norteamericano y nada mejor que un fragmento del "Canto a mí mismo", donde podemos percibir lo que Borges llamaba "la vasta respiración de Whitman" no sin antes advertir que dicha respiración es probablemente más poderosa en inglés, por aquello de "traduttore, traditore", ya que la traducción es uno de los grandes problemas no resueltos de la literatura y específicamente de la poesía:
Soy de los viejos y de los jóvenes, tanto de los necios como de los sabios. Sin hacer caso a los demás, siempre atento a los demás. Maternal como paternal, un niño tanto como un hombre. …………………………
Camarada de balseros y carboneros, camarada de todos los
que se estrechan las manos y dan la bienvenida con comida y
bebida. Un alumno del más simple, un maestro del más pensativo. ……………………………
Yo soy de todos los matices y castas, de todos los rangos y
religiones
Granjero, mecánico, artista, caballero, marinero, cuáquero. Prisionero, rufián, pendenciero, abogado, médico, sacerdote...
Y este otro de "Hojas de hierba":
Al pasear por las calles o al recorrer los senderos del campo, mirad qué rostros! Rostros de amistad, precisión, cautela, suavidad, idealismo. El rostro espiritual, pro/ético, el siempre bienvenido rostro
benevolente. El rostro del cantante, los grandes rostros de los abogados y
jueces naturales, de ancha coronilla.
Los rostros de los cazadores y de los pescadores, de cejas
abultadas, los rostros pálidos y rasurados de los ciudadanos
ortodoxos.
El rostro puro, extravagante, anhelante, inquisidor, del artista.
El rostro feo de un alma bella, el agraciado rostro detestado o
despreciado.
Los rostros sagrados de los niños, el rostro iluminado de la
madre de muchos hijos.
Así vagando por las calles, o cruzando en elferry que no cesa,
rostros y rostros y rostros.
Los veo y no me quejo, y con todos estoy satisfecho.
Ciertamente, la figura literaria que nos ocupa confiere a la poesía considerable
fuerza expresiva y eficacia lírica. Pablo Neruda y Jorge Luis Borges, tan
diferentes, distanciados y casi antagónicos entre sí, premio Nobel uno y el otro
ya canonizado umversalmente, fueron discípulos aventajados de Walt
Whitman. Neruda cultivó la enumeración a lo largo de toda su obra poética.
Recordemos a propósito el "Canto de amor a Stalingrado":
Yo escribí sobre el tiempo y sobre el agua,
describí el luto y su metal morado,
yo escribí sobre el cielo y la manzana,
ahora escribo sobre Stalingrado.
Ya la novia guardó con su pañuelo
el rayo de mi amor enamorado,
ahora mi corazón está en el suelo,
en el viento y la luz de Stalingrado.
Guárdame un trozo de violenta espuma,
guárdame un rifle y guárdame un arado,
y que los pongan en mi sepultura
con una espiga roja de tu Estado,
para que todos sepan si hay alguna duda
que he muerto amándote y que me has amado,
y que si no he combatido en tu cintura
dejo en tu honor esta granada oscura,
este canto de amor a Stalingrado.
En su laureado poema "Que despierte el leñador", Neruda combina la
enumeración con el recurso anafórico, es decir, la repetición de las primeras
palabras en cada verso:
Paz para los crepúsculos que vienen,
paz para el puente, paz para el vino,
paz para las letras que me buscan
y que en mi sangre suben enredando
……………………………
el viejo canto con tierra y amores,
Paz para mi mano derecha
que solo quiere escribir Rosario;
paz para el boliviano secreto
como una piedra de estaño, paz
para que tú te cases, paz para todos
los aserraderos del Bío-Bío,
paz para el corazón desgarrado
de España guerrillera;
paz para el pequeño musco de Wyoming
en donde lo más dulce
es un almohada con un corazón bordado
paz para el panadero y sus amores
……………………………
paz para todos los que viven, paz
para todas las tierras y las aguas.
Como habíamos dicho al comienzo, el recurso de la enumeración es la técnica
literaria que aparece con mayor frecuencia en las obras de Borges y se la
encuentra en todos sus libros, en especial los de poesía, donde al paso de los
años se hizo tan recurrente que el propio Borges llegó a comentar ese hábito
suyo en una de las anotaciones del poemario La Cifra (1981), al referirse a su
poema "Aquél", que por supuesto es él mismo:
Esta composición, como casi todas las otras, abusa de la
enumeración caótica. De esta figura, que con tanta facilidad
prodigó Walt Whitman, solo puedo decir que debe parecer un
caos, un desorden, y ser íntimamente un cosmos, un orden.
Poco después, en el que iba a ser su último poemario Los Conjurados (1985),
una línea central de la composición en prosa poética "Alguien sueña" (otra vez,
el mismo Borges) incluye la siguiente definición:
Ha soñado la enumeración que los tratadistas llaman caótica,
y que de hecho es cósmica, ya que todas las cosas están unidas
por vínculos secretos.
Esta idea, casi obsesiva en Borges, de la unidad dentro de lo universal, nos
remite al epílogo, de "El Hacedor", (1960) que el poeta calificó como el libro
más personal de cuantos había entregado a la imprenta, precisamente por la
diversidad de los temas, donde narra la siguiente fábula:
Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo
largo de los años puebla un espacio con imágenes de
provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de
naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros,
de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que
ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara.
En ese mismo libro se halla el "Poema de los dones", una meditación de Borges
sobre la ironía que para él (que siempre imaginó el Paraíso bajo la forma de una
biblioteca) significó ser Director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires:
(...) De hambre y de sed (narra una historia griega)
Muere un rey entre fuentes y jardines;
Yo fatigo sin rumbo los confines
De esa alta y honda biblioteca ciega.
Enciclopedias, atlas, el Oriente
Y el Occidente, siglos, dinastías,
Símbolos, cosmos y comogonías
Brindan los muros, pero inútilmente (...)
Ensayos de enumeración se encuentran ya en los primeros poemas de Borges.
Así, en su obra juvenil Fervor de Buenos Aires (1923), hallamos entre otras la
página titulada "Líneas que pude haber escrito y perdido en 1922", que anuncia
un estilo que con el tiempo sería su distintivo: la enumeración de las cosas que
lo conmueven:
(...) la luna sobre el mármol,
árboles que se elevan y perduran
como divinidades tranquilas,
la mutua noche y la esperada tarde, Walt Whitman cuyo nombre es el universo, la espada valerosa de un rey en el silencioso lecho de un río, los sajones, los árabes y los godos, que, sin saberlo, me engendraron (...)
Otra poesía del mismo volumen, "La Recoleta", conmemorativo del célebre cementerio porteño, es en realidad un elogio extraño, fúnebre, de lo que para Borges era la "deseable dignidad de estar muerto", prefigurando posteriores mensajes lúgubres y atroces (como "el horror de vivir en lo sucesivo")
(...) Bellos son los sepulcros, el desnudo latín y las trabadas fechas fatales, la conjunción del mármol y de la flor
y las plazuelas con frescura de patio
y los muchos ayeres de la historia
(...) Vibrante en las espadas y en la pasión
y dormida en la hiedra, solo la vida existe, El espacio y el tiempo son formas suyas, son instrumentos mágicos del alma, y cuando ésta se apague, se apagarán con ella el espacio, el tiempo y la muerte, como al cesar la luz, caduca el simulacro de los espejos
que ya la tarde fue apagando (...)
Sin embargo la más conocida (aunque, desde luego no la mejor) página representativa del procedimiento borgesiano que nos ocupa no se halla en una poesía, sino en el emblemático y muy celebrado relato "El Aleph", (en torno al cual se han vertido literalmente ríos de tinta), que comienza diciendo
"Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América...".
Lo más notable es que dicha enumeración, más que mostrar, oculta o trata de
ocultar entre sus líneas el horror del enamorado al descubrir, en el vertiginoso
Aleph, la verdad sobre su amada : "Vi en el cajón de un escritorio (y la letra me
hizo temblar) cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a
Garlos Argentino... ". A continuación viene una especie de "venganza poética"
del narrador contra la licenciosa Beatriz (que puede ser también una venganza
de Carlos Argentino contra Borges); ...pero no deseamos privar al lector de
encontrar por sí mismo la frase vengadora, en el texto del famoso cuento.
Es bien conocido el hecho de que durante más de 30 años Borges abandonó la
escritura de poemas para dedicarse a otros géneros y quehaceres literarios con
los que ha enriquecido su obra (cuentos, ensayos, prólogos, traducciones,
crítica, manuales de literatura conferencias) y que tan merecida fama le han
deparado. No obstante, a partir de 1960, cuando quedó completamente ciego,
Borges retornó al ejercicio poético. Entonces, la enumeración se vuelve la
estructura que había de permitirle construir poemas expresivos y memorables (o
sea, dignos de guardarse en la memoria, como generalmente sucede con los
buenos versos), que son al mismo tiempo conmovidas alusiones a sentimientos
e inquietudes que agitaban su atormentado mundo interior (ya sabemos que la
poesía lírica se nutre mayormente de la expresión personal y confidencial)
Muchas son las composiciones poéticas en las que Borges utiliza la
enumeración. Sólo para ensayar una pequeña selección mencionaremos:
"España" y "Otro poema de los dones" (en El otro, el mismo); "Elegía de un
recuerdo imposible" y "La suerte de la espada " (en La moneda de hierro);
"Talismanes" y "El Oriente" (en La rosa profunda), "Las causas" y
"Fragmentos de un evangelio apócrifo" (en Elogio de la sombra); "Metáforas
de las mil y una noches" y "The thing I am" (en Historia de la noche, según
Borges el más íntimo de sus libros); "Descartes" y "La fama" (en La Cifra);
"Cristo de la cruz" y "Alguien sueña" (en Los Conjurados)
En medio de tanta efusión poética, será siempre difícil, cuando no arbitrario,
elegir un par de muestras. Pero lo haremos usando el criterio de la brevedad, el
más aconsejable para el género del ensayo corto.
Con esa aclaración la primera muestra de la enumeración borgesiana será "Un
libro" (poema de Historia de la noche) que viene a ser también una suerte de
acertijo:
Apenas una cosa entre las cosas;
Pero también un arma. Fue forjada
En Inglaterra, en 1604, Y la cargaron con un sueño. Encierra
Sonido y furia y noche y escarlata.
Mi palma la sopesa. Quién diría
Que contiene el infierno: las barbadas
Brujas que son las parcas, los puñales
Que ejecutan las leyes de la sombra,
El aire delicado del castillo
Que te verá morir, la delicada
Mano capaz de ensangrentar los mares,
La espada y el clamor de la batalla.
Ese tumulto silencioso duerme
En el ámbito de uno de los libros
Del tranquilo anaquel. Duerme y espera."
El libro en cuestión es, como ya lo sabía el avisado lector Macbeth. Nuestro
segundo ejemplo, que aparte de ser breve constituye un testimonio de vida, es
la "Elegía" que aparece en El otro, el mismo:
Oh destino el de Borges,
haber navegado por los diversos mares del mundo
o por el único y solitario mar de nombres diversos,
haber sido una parte de Edimburgo, de Zurich,
de las dos Córdobas, de Colombia y de Texas.
Haber regresado al cabo de cambiantes generaciones
a las antiguas tierras de su estirpe,
a Andalucía, a Portugal y a aquellos condados
donde el sajón guerreó con el danés y mezclaron sus sangres.
Haber errado por el rojo y tranquilo laberinto de Londres;
haber envejecido en tantos espejos,
haber buscado en vano la mirada de mármol de las estatuas,
haber examinado litografías, enciclopedias, atlas,
haber visto las cosas que ven los hombres,
la muerte, el torpe amanecer, la llanura
y las delicadas estrellas.
Y no haber visto o casi nada
sino el rostro de una muchacha de Buenos Aires,
un rostro que no quiere que lo recuerde.
Oh destino el de Borges,
tal vez no más extraño que el tuyo.
En nuestro entender el encanto y la intensidad de la poesía que Borges logra
acuñar con el recurso analizado provienen de la convergencia de tres factores
principales: (1) su erudición, muy propia y selecta; (2) el tono apasionado y
confidencial; y, (3) aunque no lo último el noble uso del lenguaje mediante
palabras esenciales y expresivas despojadas de toda grandilocuencia.
Tales son los elementos que unidos por el recurso de la enumeración
contribuyen a forjar el inconfundible estilo de Borges, así como la fascinación
que sus páginas, elegantes y austeras, ejercen sobre sus lectores y discípulos,
en particular sobre los escritores, para convencernos que Borges llegó a ser lo
que él mismo afirmó de Francisco Quevedo: que era el literato de los literatos;
o lo que dijo su amigo Adolfo Bioy Casares: "para mí, Borges era la literatura
viviente".
X
BORGES CORRIGE A BORGES
(...) Soy los contados libros, los contados
Grabados por el tiempo fatigados;
Soy el que envidia a los que ya se han muerto.
Más raro es ser el hombre que entrelaza
Palabras en un cuarto de una casa.
"Yo". (R.P.)
El domingo 16 de diciembre de 1984 La Nación de Buenos Aires publicó
"Alguien sueña", poema que a mediados de 1985 aparecería incluido, con no
pocas correcciones y adiciones, en el que iba a ser el último libro de poemas de
Borges: Los conjurados. Se trata de una extensa enumeración de diferentes
cosas y hechos del mundo real o imaginario (originalmente de 41 versos, luego
de 57). Es interesante detenerse a estudiar este poema, tanto por ser muy
representativo de la técnica literaria del poeta, que abunda en Ínter y
extrapolaciones, como por abarcar todos los temas que lo acuciaron durante los
últimos años de su vida; al punto que casi podemos considerarlo un catálogo de
temas borgesianos, ya que muchas frases del texto se encuentran repetidas
(iguales o con ligeras variaciones) en diversos lugares de la obra borgesiana.
Valorando este poema-testamento, Carlos García Gual ha comentado que en él:
volvemos a encontrar los motivos e imágenes y figuras que
han frecuentado obsesivamente la memoria de Borges, como
si, desde este último libro, a sus ochenta y muchos años, el
anciano quisiera despedirse de ellos y hacerlos desfilar otra
vez, como Alejandro moribundo a sus soldados en la mañana
de Babilonia...41
Como procedimiento de análisis, en primer lugar copiaremos el poema in
extenso, numerando correlativamente los versos. Para Borges, el Tiempo sueña,
pero ya sabemos que el Tiempo es nuestra sustancia; ya sabemos que somos el
Tiempo y que la historia universal es también la del Tiempo.
1) ¿Qué habrá soñado el Tiempo hasta ahora, que es, como todos los ahoras,
el apice?
2) Ha soñado cosas atroces.
3) Ha soñado la certidumbre, que enciende cruzadas y hogueras.
4) Ha soñado la aniquilación de Cartago por el incendio y por la sal.
5) Ha soñado la espada, cuyo mejor lugar es el verso.
6) Ha soñado la palabra, ese obstinado y rígido símbolo.
7) Ha soñado la dicha que tuvimos o que ahora soñamos haber tenido.
8) Ha soñado la ética y las metáforas del más extraño de los hombres, el que
murió una tarde en una cruz.
9) Ha soñado que en las batallas los tártaros cantaban.
10) Ha soñado la música que puede prescindir del espacio.
_____________________________ 41 García Gual, Carlos: "Borges y los clásicos de Grecia y Roma"; en Cuadernos Hispanoamericanos. No. 505-507. (Madrid, Julio- Septiembre de 1992)
11) Ha soñado el arte de la palabra, aún más misterioso que el de la música,
porque incluye la música. 12) Ha soñado el libro, ese espejo que siempre nos revela otra cara. 13) Ha soñado las caras de tus muertos, que ahora son empañadas
fotografías. 14) Ha soñado a Walt Whitman que decidió ser todos los hombres, como la
divinidad de Spinoza. 15) Ha soñado a los griegos que descubrieron el diálogo y la duda. 16) Ha soñado la luna y los tres hombres que caminaron por la luna. 17) Ha soñado la enumeración que los tratadistas llaman caótica, y que, de
hecho, es cósmica, ya que todas las cosas están unidas por vínculos secretos.
18) Ha soñado que la flor del higo es secreta. 19) Ha soñado una cuarta dimensión. 20) Ha soñado los números transfinitos, a los que no se llega contando. 21) Ha soñado a Yorick, que vivepara siempre en unas palabras del ilusorio
Hamlet. 22) Ha soñado el Plata y el Ródano, que son nombres del agua. 23) Ha soñado a Blake, que soñó con unas muchachas de suave plata y de
furioso oro. 24) Ha soñado el calidoscopio, grato a los ocios del enfermo o del niño. 25) Ha soñado la máscara de hierro. 26) Ha soñado las formas universales. 27) Ha soñado que a lo largo de los veranos, o en un cielo anterior a los
veranos, hay una sola rosa. 28) Ha soñado la brújula y el cristal, el cáncer y la rosa, las campanadas del
insomnio y el ajedrez. 29) Ha soñado la muerte de Julieta y la muerte de Indira. 30) Ha soñado el espejo en que Francisco López Merino y su imagen se vieron
por última vez. 31) Ha soñado el cero y la nada.
32) Ha soñado al primero que en el trueno oyó el nombre de Thor. 33) Ha soñado los reyes de la baraja. 34) Ha soñado los signos que trazará el escriba sentado. 35) Ha soñado el principio y el fin del fragmento de Finsburh.
36) Ha soñado el ancla profunda. 37) Ha soñado el mar y la lágrima. 38) Ha soñado una esfera de marfil que guarda otras esferas.
39) Ha soñado el desierto. 40) Ha soñado el alba que acecha. 41) Ha soñado a Alguien que lo sueña.
Igual que su amigo Alfonso Reyes, Borges era infatigable en la corrección de sus trabajos. Sostenía que un autor sólo se resignaba a publicar para no pasarse la vida corrigiendo. Ya hemos visto cómo llegó a impedir la reedición de algunos poemas suyos, aparte de sus tres primeros libros:
Inquisiciones, El tamaño de mi esperanza y El idioma de los argentinos.
El ejercicio comparativo que proponemos permite apreciar el riguroso trabajo de Borges en busca de la frase más efectiva y de la palabra más precisa y pertinente, "le mot juste". Hemos elegido este poema, de entre otros muchos que registran visibles correcciones y cambios drásticos porque refleja mejor la vastedad de su pensamiento y de su vida intelectual. Para orientar al lector, el segundo texto del poema llevará dos enumeraciones. En la primera columna irán los números que corresponden a la versión primigenia. Se subrayan las palabras cambiadas o añadidas.
Antes Después 1 1 Qué habrá soñado el Tiempo hasta ahora, que es, como todos
los ahoras, el ápice?. 5 2 Ha soñado la espada, cuyo mejor lugar es el verso.
3 Ha soñado y labrado la sentencia, que puede simular la sabiduría.
3 4 Ha soñado la Fe. ha soñado las atroces cruzadas.
15 5 Ha soñado a los griegos que descubrieron el diálogo y la duda.
4 6 Ha soñado la aniquilación de Cartago por el fuego y la sal.
6 7 Ha soñado la palabra, ese torpe y rígido símbolo.
7 8 Ha soñado la dicha que tuvimos o que ahora soñamos haber tenido.
9 Ha soñado la primer mañana de Ur.
10 Ha soñado el misterioso amor de la brújula.
11 Ha soñado la proa del noruego y la proa del portugués.
8 12 Ha soñado la ética y las metáforas del más extraño de los hombres, el
que murió una tarde en una cruz.
13 Ha soñado el sabor de la cicuta en la lengua de Sócrates.
14 Ha soñado esos dos curiosos hermanos, el eco y el espejo.
12 15 Ha soñado el libro, ese espejo que siempre nos revela otra cara.
30 16 Ha soñado el espejo en que Francisco López Merino y su imagen se
vieron por última vez.
17 Ha soñado el espacio.
10 18 Ha soñado la música que puede prescindir del espacio.
11 19 Ha soñado el arte de la palabra, aún más misterioso que el de la música,
porque incluye la música.
19 20 Ha soñado una cuarta dimensión y la fauna singular que la habita.
21 Ha soñado el número de la arena.
20 22 Ha soñado los números transfinitos, a los que no se llega
contando.
32 23 Ha soñado al primero que en el trueno oyó el nombre de Thor. 24 Ha
soñado las opuestas caras de Jano, que no se verán nunca.
16 25 Ha soñado la luna y los dos, hombres que caminaron por la luna.
26 Ha soñado el pozo y el péndulo.
14 27 Ha soñado a Walt Whitman que decidió ser todos los hombres, como la
divinidad de Spinoza.
28 Ha soñado el jazmín, que no puede saber que lo sueñan.
29 Ha soñado las generaciones de las hormigas y las generaciones de los
reyes.
30 Ha soñado la vasta red que tejen todas las arañas del mundo.
28 31 Ha soñado el arado y el martillo, el cáncer y la rosa, las
campanadas del insomnio y el ajedrez.
17 32 Ha soñado la enumeración que los tratadistas llaman caótica, y que, de
hecho, es cósmica, porque todas las cosas están unidas por vínculos secretos.
33 Ha soñado a mi abuela, Francés Haslam, en la guarnición de Junín, a un
trecho de las lanzas del desierto, leyendo su Biblia y su Dickens.
9 34 Ha soñado que en las batallas los tártaros cantaban.
35 Ha soñado la mano de Hokusai, trazando una línea que será muy pronto
una ola.
21 36 Ha soñado a Yorick, que vive para siempre en unas palabras del ilusorio
Hamlet.
37 Ha soñado a los arquetipos.
27 38 Ha soñado que a lo largo de los veranos, o en un cielo anterior a los
veranos, hay una sola rosa.
13 39 Ha soñado las caras de tus muertos, que ahora son empañadas fotografías.
40 Ha soñado la primer mañana de Uxmal.
41 Ha soñado el acto de la sombra.
42 Ha soñado las cien puertas de Tebas.
43 Ha soñado los pasos del laberinto. 44 Ha soñado el nombre secreto de Roma, que era su verdadera
muralla.
45 Ha soñado la vida de los espejos. 34 46 Ha soñado los signos que trazará el escriba sentado. 38 47 Ha soñado una esfera de marfil que guarda otras esferas. 24 48 Ha soñado el calidoscopio, grato a los ocios del enfermo o del niño.
39 49 Ha soñado el desierto.
40 50 Ha soñado el alba que acecha.
22 51 Ha soñado el Ganges y el Támesis. que son nombres del agua. 52 Ha soñado mapas que Ulises no habría comprendido. 53 Ha soñado a Alejandro de Macedonia.
54 Ha soñado el muro del Paraíso, que detuvo a Alejandro. 37 55 Ha soñado el mar y la lágrima.
56 Ha soñado el cristal. 41 57 Ha soñado que Alguien lo sueña.
Tenemos entonces que la primera versión del poema es de 41 líneas; la segunda de 57. Al original le fueron pues suprimidas 10 líneas íntegras (cuya eliminación, para usar palabras del propio poeta, nadie lamentará) quedando por tanto 31, a las que luego se añadieron 26, con lo cual, finalmente, suman 57. Estas son las líneas suprimidas:
2 Ha soñado cosas atroces. 18 Ha soñado que la flor del higo es secreta. 23 Ha soñado a Blake, que soñó con unas muchachas de suave plata y de
furioso oro. 25 Ha soñado la máscara de hierro. 26 Ha soñado las formas universales
29 Ha soñado la muerte de Julieta y la muerte de Indira.
31 Ha soñado el cero y la nada.
33 Ha soñado los reyes de la baraja.
35 Ha soñado el principio y el fin del fragmento de Finsburh
36 Ha soñado el ancla profunda.
Revisando los cambios introducidos en los versos que resultaron modificados,
lo primero que se aprecia es el insuperable acierto de Borges en el reemplazo
de vocablos v el ajuste de la frase. Estos son los principales cambios:
a) Se reemplazó "Ha soñado la certidumbre, que enciende cruzadas y
hogueras" (3), por "Ha soñado la Fe, ha soñado las atroces cruzadas"(4)-
b) "El incendio y la sal" (4); por "el fuego y la sal" (6).
c) "Ese obstinado y rígido símbolo" (6), por "ese torpe y rígido símbolo"
(7).
d) "La brújula y el cristal" (28), por "el arado y el martillo" (31).
e) "El Plata y el Ródano" (22), por "el Ganges y el Támesis" (51).
Son las correcciones de un poeta preocupado en dar la mayor eficacia, eufonía
y significación a sus versos; lo que Borges llamaba "aplicar la lima".
Indiscutiblemente, el último verso (57): "Ha soñado que Alguien lo sueña", del
segundo poema, es muy superior, en fuerza y cadencia, al débil y vacilante:
"Ha soñado a Alguien que lo sueña" (41) del primero. "Ha soñado una cuarta
dimensión" (19), complementado por "y la extraordinaria fauna que la habita"
(20), es un verdadero hallazgo de la literatura fantástica.
Sólo resta decir que Los conjurados se encuentra a la altura de los mejores
poemarios de Borges, confirmando que llegar a una edad avanzada no significó
para él ninguna declinación intelectual; muy al contrario, es innegable que, con
el transcurso de los años, su poesía se hizo cada vez más
depurada, lúcida y elegante. Las últimas poesías de Borges no tienen
desperdicio, como tampoco lo tienen las últimas entrevistas que concedió y que
pudieron recoger Antonio Carrizo, Osvaldo Ferrari, Roberto Alifano, Marco
Ricardo Barnatán, Fernando Sorrentino, Rodolfo Bracelli, Jean de Milleret, por
citar únicamente a sus interlocutores más conocidos. Podemos asegurar,
parafraseando a su biógrafa María Esther Vásquez, que a pesar de las derrotas
afectivas su genio nunca dejó de tener esplendor. Borges siempre fue Borges, el
otro y el mismo.
(...) Soy el que no conoce otro consuelo
Que recordar el tiempo de la dicha.
Soy a veces la dicha inmerecida.
Soy el que sabe que no es más que un eco.
El que quiere morir enteramente.
Soy acaso el que eres en el sueño.
Soy la cosa que soy. Lo dijo Shakespeare (...)
"The íhing I am" (H.N.)
Sábato y Borges en 1975
XI
LA PASIÓN DEL LENGUAJE
Las versos de Almafuerte que Evaristo Carriego nos
recitó, me revelaron que el lenguaje podía ser también
una música, una pasión y un sueño.
"Prosa y poesía de Almafuerte" (L.P.)
Como se puso de relieve en capítulos anteriores, un factor determinante en la
formación de Borges fue su devoción por los libros, leídos ávidamente desde su
infancia en la biblioteca paterna "llena de infinitos libros ingleses". En páginas
y entrevistas diversas, Borges ha subrayado la decisiva influencia de sus
tempranas lecturas en su casa del barrio de Palermo, rodeada por un verja con
lanzas:
(...) Como ciertas ciudades, como ciertas personas, una parte muy grata
de mi destino fueron los libros. ¿Me será permitido repetir que la
biblioteca de mi padre ha sido el hecho capital de mi vida?. La verdad
es que nunca he salido de ella, como no salió nunca de la suya Alonso
Quijano (...)
"Epílogo" (H.N.)
Una convicción de Borges era que "los libros permiten que el Universo sea
más tolerable" por cuanto "esos sueños forman parte de nuestra felicidad".
Sobre todo creía que "un escritor no llega a ser quien es por lo que escribe
sino por lo que lee", como sostuvo en la Universidad de Harvard, en una
conferencia dictada en 1968 y publicada muchos años después bajo el título
de Credo del Poeta.42
Borges era un magnífico e incomparable lector, no en términos cuantitativos,
sino por la calidad de lo que alcanzó a leer, revelando un gusto infalible, una
certera orientación para encontrar el texto apetecido. Alguna vez afirmó que la
mejor universidad era una buena biblioteca y que el mejor profesor era un
buen libro. Conoció casi todas las obras memorables que veneran las
diferentes culturas; es decir, las obras clásicas de la literatura universal; y todo
eso antes de quedar completamente incapacitado de leer a sus 56 años, cuando
lo nombraron Director de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires (ver
Capítulo IV, sobre sus paraísos perdidos). En materia de lecturas, Borges bien
pudo repetir lo que él mismo, en uno de sus poemas, hizo decir a otro gran
lector y escritor:
(...) Leí los libros esenciales
Y otros compuse que el oscuro olvido
No ha de borrar. Un dios me ha concedido
Lo que es dado saber a los mortales (...)
"Emerson" (O.M.)
Reiteradamente Borges afirmó que no lamentaba la ceguera, pero es muy
notorio que para él, lector hedónico y selectivo, lector arquetípico, fueron
42 Arte Poética (This craft of verse). (Barcelona: Edit. Crítica, 2000)
los libros los que dieron sentido a su vida y le dejaron por ello un recuerdo
entrañable:
Que otros se jacten de las páginas que han escrito;
A mime enorgullecen las que he leído.
No habré sido un filólogo (...)
Pero a lo largo de mis años he profesado
La pasión del lenguaje,
Mis noches están llenas de Virgilio; (...)
"Un lector" (E.S.)
A pesar de su estoicismo el poeta ciego nunca deja de añorar las cosas que
alegraron e iluminaron su mundo interior:
(...) Repito que he perdido solamente la vana
superficie de las cosas. El consuelo es de Millón y es
valiente, Pero pienso en las letras y en las rosas (...)
"Un ciego" (R.P.)
La penosa imagen de sí mismo, caminando con dificultad y reconociendo con
el tacto los objetos que lo rodean, le permite mencionar los iconos de su
santuario personal:
(...) Un hombre ciego en una casa hueca Fatiga ciertos
limitados rumbos Y toca las paredes que se alargan Y el
cristal de las puertas interiores Y los ásperos lomos de
los libros
Vedados a su amor y ¡a apagada Platería que
fue de los mayores (...)
"Un sábado" (H.N.)
Todavía más penoso para Borges era recorrer las vastas galerías de la Biblioteca
Nacional, cuya Dirección se le confirió el año 1955. precisamente cuando ya no
podía seguir leyendo:
(...) Lento en mi sombra, la penumbra hueca Exploro con
el báculo indeciso, Yo, que me figuraba el Paraíso Bajo
la especie de una biblioteca (...)
"Poema de los dones" (E.H.)
Los libros que amaba y que poblaron su soledad estaban sin embargo íntegros, en
su memoria, justificando plenamente el título del libro "Borges, el memorioso",
que reúne los diálogos publicados por Antonio Carrizo. Cuando cita libros y
autores, cuando con arte inigualable comenta o resume títulos, temas y escritores
en sus rasgos esenciales, los poemas de Borges se enriquecen con líneas de
erudición puntual, precisa y gratificante:
(...) Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises
(...) Por Schopenhauer que acaso descifró el Universo
(...) Por aquel sueño del Islam que abarcó
Mil noches y una noche.
Por aquel otro sueño del infierno,
De la torre del fuego que purifica
Y de las esferas gloriosas.
Por Swedenborg
Que conversaba con los ángeles en las calles de Londres.
(...) Por Verlaine, inocente como los pájaros,
(...) Por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
Y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos.
(...) Por Séneca y Lucano de Córdoba,
Que antes de! español escribieron
Toda la literatura española.
(...) Por el lenguaje que puede simular la sabiduría.
Por el olvido, que anula o modifica el pasado.
(...) Por Wíntman y Francisco de Asís,
Que ya escribieron el poema.
"Otropoema de los dones" (O.M.)
La riqueza de las lecturas de Borges se refleja en la mayor parte de sus poemas,
como en éste consagrado al elogio de la literatura alemana; la "música verbal de
Alemania":
(...) Mis noches están llenas de Virgilio Dije una vez;
también pude haber dicho De Holderlin y de Ángelus
Silesius. Heine me dio sus altos ruiseñores; Goethe la
suerte de un amor tardío A la vez indulgente y
mercenario; Keller, la rosa que una mano deja En la
mano de un muerto que la amaba (...)
"Al idioma alemán" (O.T.)
Examinando la faceta de Borges-lector, el escritor argentino Carlos Dámaso
Martínez ha observado que el poeta argentino, como nadie, vivió sumergido en la
lectura:
A diferencia de otros escritores que han hecho de su experiencia el
material fundamental de su obra, como Horacio Quiroga o Ernest
Hemingway, la mayor experiencia de Borges es haber pasado gran
parte de su vida leyendo. En "El libro", conferencia publicada en
"Borges oral", resume esta experiencia: "Yo diría —afirma—que la
literatura es también una forma de alegría. Si leemos algo con
dificultad, el autor ha fracasado".43
Otras veces, tocando el mismo tema, Borges solía comentar que, más
probablemente, el fracaso sería del lector (de paso diremos que, vencida su
extrema timidez, Borges llegó a ser un brillante conferencista).
Pero, cabe preguntar: ¿Cuáles fueron sus lecturas preferidas? Aquí es preciso
diferenciar entre las dos etapas de su vida. Sobre la primera, tenemos un
testimonio en su artículo "La fruición literaria", de El idioma de los argentinos
(1928):
Sospecho que los novelones policiales de Eduardo Gutiérrez y una
mitología griega y "El estudiante de Salamanca ", las tan razonables
y tan nada fantásticas fantasías de Julio Verne y los grandiosos
folletines de Stevénsen y la primera novela por entregas del mundo:
Las 1001 noches, son los mejores goces literarios que he practicado.
Después de cinco décadas las preferencias de Borges habían de variar bastante,
inclinándose al final hacia escritores ingleses y los clásicos de la literatura,
como podemos advertir en una entrevista que Antonio Carrizo le hiciera en
1979: _____________________________ 43 Martínez, Carlos Dámaso: "Leer como un escritor", en Borges y yo. (Buenos Aires: Fondo Nacional de las Artes, 1999)
Me gustaría conversar con Bernard Shaw, con Joseph Conrad. Con
Kipling tal vez no; debe de haber sido un hombre muy difícil, muy
áspero, muy solitario y muy desdichado. Pero me hubiera gustado
conocer al doctor Johnson, y me hubiera gustado conversar con
Cervantes también. Sospecho que con Quevedo el diálogo hubiera sido
muy difícil, debe de haber sido muy pedante, sería como conversar con
Lugones, casi imposible. Y qué lindo, qué mágico sería conversar con
Virgilio, salvo que mi latín es muy deficiente; mi latín nunca fue digno
de Virgilio.
En no pocas páginas de Borges la mención y el homenaje a Virgilio aparece
con variadas formas y en diferentes contextos:
Felices los que guardan en la memoria palabras de Virgilio o de
Cristo, porque éstas darán luz o. sus días.
"Fragmentos de un Evangelio apócrifo" (E.S.)
(...)Cercado estoy por la mitología. Nada puedo.
Virgilio me ha hechizado, Virgilio y el latín (...)
"Góngora" (L.C.)
(...) La lenta mano de Virgilio acaricia la seda que
trajeron del reino del Emperador Amarillo la
caravanas y las naves (...)
"Himno" (C)
Su devoción por la obra de Virgilio llega a su más alta expresión en el último
tramo de su vida, como lo demuestra el siguiente párrafo del prólogo que
Borges escribió para una edición de "La Eneida" (en "Biblioteca personal" :
Publio Virgilio Marón):
De los poetas de la tierra no hay uno solo que haya sido
escuchado con tanto amor. Más allá de Augusto, de Roma, y de
aquel imperio que, a través de otras naciones y de otras lenguas,
es todavía el Imperio, Virgilio es nuestro amigo. Cuando Dante
Alighierí hace de Virgilio su guía y el personaje más constante de
la Comedia, da perdurable forma estética a lo que sentimos y
agradecemos todos los hombres.
A fin de alcanzar una visión por lo menos aproximada del vasto universo de
lecturas y relecturas de Borges, nada mejor que averiguar los títulos y autores
que más veces aparecen mencionados en sus textos. Así, Carlos García Gual **
nos dice que, según el catálogo de citas elaborado por la Biblioteca Nacional
de Madrid (año 1986), se tiene las siguientes cifras: Shakespeare está citado
113 veces al igual que Lugones, la Biblia 95, Dante 77, Hornero 65, Cervantes
60 (sin contar las alusiones al Quijote), Virgilio 56 y Platón 53 veces cada uno.
Considera García Gual que, si añadimos las citas a personajes y escenas de La
Ilíada, tal vez sea Hornero el autor más veces invocado en la obra de Borges.
Pero, diríamos nosotros, igual cosa ocurre con personajes y escenas de
Shakespeare, de Dante, de Virgilio y otros autores (además, sobre Lugones
tiene Borges todo un libro) que aparecen en múltiples lugares de la obra
borgesiana. De cualquier manera, lo que importa es comprobar el abrumador
predominio del género poético entras las lecturas favoritas de Borges.
_______________________________________________
44 García Gual, Carlos: en el ya citado ensayo "Borges y los clásicos de Grecia y Roma" Cuadernos Hispanoamericanos. No. 505-507.
Podemos ahora pasar directamente a la concepción borgesiana de la poesía y
de los poetas. Ya hemos visto que para Borges el efecto primordial de un texto
poético es la emoción que el mismo debe despertar en el lector:
"Los versos tienen que herimos inmediatamente. Nos sentimos
tocados por la belleza y la explicación no importa ".
Un elemento fundamental es la musicalidad del lenguaje empleado. En la
última conferencia que pronunciara (en el Colegio Ward de Ramos Mejía, el 5
de septiembre de 1985) antes de emprender su viaje sin retorno a Ginebra,
Borges sostuvo:
Creo que lo importante en el verso es la cadencia. El verso debe
tener esencialmente música. El verso tiene que ser grato al oído.
Como ejemplo relevante de cadencia musical en el lenguaje, esto es en la
forma, que puede prescindir del contenido, a Borges le gustaba repetir versos
del poema "Siempre" de Ricardo Jaimes Freyre:
Peregrina paloma imaginaria que enardeces
los últimos amores, alma de luz, de música y
de flores. Peregrina paloma imaginaria.
De este hecho, que la música sea materia inseparable de la poesía, deriva la
principal dificultad de su traducción, especialmente cuando en ella priman el
ritmo, la rima, el sonido; o sea, el verso clásico. Refiriéndose a este problema,
Borges -traductor insuperable- dijo a Osvaldo Ferrari:
Se ha dicho que Lugones, Rubén Darío y Jaimes Freyre no
hicieron otra cosa que traer al castellano la música de Hugo y de
Verlaine. Sí, pero trasladar la música de un poeta a otro idioma es
muy difícil, (...) trasladar la música de un idioma a otro es mucho.
En definitiva ¿Qué hizo Garcilaso sino trasladar la música de
Petrarca al castellano?. Nada más que eso. Pero, ¡nada más y
nada menos! diría yo.45
Al describir cómo en su infancia le fue revelada la poesía, Borges relataba
minuciosamente la impresión que le causó escuchar a Evaristo Carriego
repitiendo en voz alta "El misionero" de Almafuerte (Pedro Bonifacio
Palacios), así como escuchar la voz de su padre (Jorge Guillermo Borges)
recitando la "Oda al ruiseñor" de John Keats. Narrando ambas experiencias,
añadía con frecuencia que, al oir aquellos versos, había descubierto que "el
lenguaje podía ser también una música, una pasión y un sueño".
Hay otro elemento que para Borges resulta indispensable: la capacidad de
alusión, de mencionar indirectamente los hechos y las cosas. Para ilustrar lo
anterior nuevamente acude a Virgilio:
Virgilio no nos dice que los aqueos aprovecharon los intervalos de
oscuridad para entrar en Troya; habla de los "amistosos silencios
de la luna". No escríbe que Troya fue destruida; escribe "Troya
fue". No escríbe que un destino fue desdichado; escribe "De otra
manera lo entendieron los dioses". Para expresar lo que ahora se
llama panteísmo nos deja estas palabras: "Todas las cosas están
llenas de Júpiter". Virgilio no condena la locura bélica de los
hombres; dice "El amor del hierro" (...) (Prólogo a La Eneida).
________________________ 45 Ferrari, Osvaldo: Op. Cit. "Lugones, ese hombre austero y desdichado".
Para Borges el hecho estético era "la inminencia de una revelación que no se produce". En la poesía siempre debería quedar algo enigmático, indefinido, secreto. Horacio es el modelo:
He recordado a Horacio, que sigue siendo para mí el más misterioso de los poetas, ya que sus estrofas cesan y no terminan y asimismo son inconexas. No es imposible que su mente clásica se abstuviera deliberadamente del énfasis.
"Las islas del tigre" (Atlas)
Esto nos conduce a otro recurso poético que contribuye a enriquecer las posibilidades de acercar al lector a la esencia de la poesía, a esa "revelación que no se produce"; un recurso que en cierta época llegó a ser considerado indispensable para la verdadera poesía: la metáfora, que sería "el contacto momentáneo de dos imágenes", una comparación entre imágenes diferentes, una ecuación de conceptos. Borges llegó a postular que solo existe una docena de metáforas de afinidades esenciales (Arte Poética), ya que las demás son meras variaciones o sólo quieren asombrar, pero cuyo número puede ser infinito. Es así como llegó a identificar seis pares metáforas-modelo o de metáforas-patrón. Primero está la clásica comparación entre ojos y estrellas: "Quisiera ser la noche para mirarte con millares de ojos" (Platón), que admite variaciones de toda clase: "Las estrellas miran hacia abajo" (que significa la indiferencia de los astros hacia lo humano); "La enorme noche, una nube mayor que el mundo, un monstruo hecho de ojos" (que crea una atmósfera de pesadilla); "La Hidra del universo, retorciendo su cuerpo recamado de astros" (frase de Víctor Hugo gráficamente representada por el cuadro de Van Gogh "La noche estrellada")
Otras metáforas de valor universal serían: El tiempo que fluye como un río ("Nuestras vidas son los ríos, que van a dar a la mar, que es el morir", escribió Jorge Manrique); la comparación de las mujeres con las flores; la vida como sueño o como ilusión ("¿He soñado mi vida?" de Byron; "Estamos hechos de la misma materia que los sueños" de Shakespeare; "Mi vida se parece a algo que no ha sucedido" de Cummings); la comparación entre dormir y morir (" El sueño de hierro de la muerte" de Hornero); entre la batalla y el fuego ("La batalla resplandece como un incendio", leemos en La Riada).
Borges nos ofrece una colección de metáforas que le parecieron extrañas o de inusual belleza: "Oro como fuego helado" y "Mármol como sólida luz de luna" (Chesterton); "La noche oscura del alma" (San Juan de la Cruz); "Su tumba son de Flandres las campañas / y su epitafio la sangrienta luna" (Quevedo); "Seré como un tigre de ternura" (Cansinos Assens); "Y muere como un tigre el sol eterno" (Lugones); "Muchachas de suave plata y de furioso oro" (Blake); "La leche de la bondad humana" (Shakespeare); "La luna es el espejo del tiempo" y "El Himalaya es la risa de Shiva" (imágenes poéticas del lejano oriente).
Pero si queremos buscar la materia realmente esencial de la auténtica poesía, siempre vamos a encontrar con el sufrimiento humano. Borges confirma la tesis de que la más alta poesía lírica surge de la propia desventura del poeta, o que, para repetir un famoso verso de Alfredo de Musset:
El más desesperado canto es el más hermoso y sé de uno divino que es un puro sollozo.
y del poeta boliviano Franz Tamayo:
Tu alma es un ruiseñor que solo canta cuando tiene un puñal en la garganta.
Precisamente para reforzar el dictamen de Borges, de que "casi no existe
poesía de la felicidad", es pertinente reproducir aquí una tesis de Tamayo,
muy semejante a lo que afirma Borges, a tiempo de reconocer la primacía
de la emoción poética:
(...) para alcanzar ese fin (la exaltación emotiva), el poeta precisa
recurrir a un elemento más sutil y poderoso -el dolor humano- (...)
que confiere un poder inaudito a la poesía y al arte en general. Y
el resultado es que el sufrimiento, la tristeza y la desesperación, o
la melancolía y el ensueño religioso, llegan a formar el fondo y la
forma exclusivos de toda poesía lírica (...).46
Borges fue consecuente con esa "justificación estética de los males", según
la cual "la desgracia del individuo puede ser la fortuna del poeta".47 A éste
solamente le correspondería la tarea de expresar su desdicha (como el canto
del cisne) con el cadencioso lenguaje de la poesía (en el Capítulo II: "Una
estética de la desdicha" el tema se halla expuesto con mayor amplitud):
El azar o el destino dieron a Shakespeare las triviales cosas
terribles que todo hombre conoce; él supo trasmutarlas en fábulas,
en personajes mucho más vividos que el hombre gris que los soñó;
en versos que no dejarán caer las generaciones, en música verbal.
"La memoria de Shakespeare" (O.C. II)
____________________________ 46 Tamayo, Franz: "Horacio y el arte lírico", en Mi silencio es más que el mar que canta. (La Paz: Compilación de M. Baptista Gumucio. Ed. Khana Cruz, 1995). 47 "Borges y las mujeres", en El mundo de Borges. Publicación del diario Ámbito Financiero. Buenos Aires, s.f.
En una conferencia que figura en el mencionado libro Credo del Poeta, Borges reconoce de manera explícita su afortunada vocación literaria y su facilidad para manejar el lenguaje y trabajar la poesía:
(...) El hecho central de mi vida ha sido la existencia de las palabras y la posibilidad de entretejer y transformar esas palabras en poesía (...)
A lo largo de toda su vida, pero especialmente durante sus años postreros, Borges fue leal con su destino literario de "Hornero redivivo y ciego" y con su firme compromiso con la poesía:
(...) Soy el que hojeaba las enciclopedias. El tardío escolar de sienes blancas O grises, prisionero de una casa Llena de libros que no tienen letras, Que en la penumbra escande un temeroso Hexámetro aprendido junto al Ródano. El que quiere salvar un orbe que huye Del fuego y de las aguas de la Ira, Con un poco de Pedro y de Virgilio (...)
"TheThingIam"(H.N.)
En definitiva, Borges se consagró, como Flaubert, al sacerdocio de la literatura, donde la vida sólo adquiere sentido por la emoción y la belleza que sus intérpretes pueden ofrecer a los lectores iniciados:
(...) Debo alabar y agradecer cada instante del tiempo. Mi alimento es todas las cosas: El peso preciso del Universo, la humillación, el júbilo.
Debo justificar lo que me hiere. No impona mi ventura o mi desventura. Soy el Poeta.
"El cómplice" (C)
FIN
DE JAIME ALAZRAKI
John Barth se ha referido a Borges como "uno de los viejos maestros de la literatura de este siglo." El lector que frecuenta con relativa constancia el mundo de las letras ha tropezado, seguramente, con el nombre de Borges en los textos más heterogéneos, en contextos que aparentemente muy poco tienen que ver su obra; como Joyce, Kafka, y Faulkner, el nombre de Borges además de ser un apelativo se ha convertido en un concepto: su creación ha generado una dimensión que designamos con el adjetivo "borgeano". De la misma manera que una buena parte de la literatura contemporánea hispanoamericana no puede explicarse en su totalidad sin tener en cuenta a Borges como uno de sus más importantes catalizadores, no es exagerado afirmar que el mapa de la ficción del siglo XX quedaría incompleto sin su nombre. Borges ha conferido una realidad adamantina a esa irrealidad que no hemos dejado de citar y repetir durante siglos: " Life is a tale told by a fool with sound and fury" o "Dreams are the stuff men are made of', o simplemente "la vida es un sueño". A través de una cita de Hume, Borges retoma y continúa:"El mundo es tal vez el bosquejo rudimentario de algún dios infantil, que lo abandonó a medio hacer, avergonzado de su ejecución deficiente; es obra de un dios subalterno, de quien los dioses superiores se burlan; es la confusa producción de una divinidad decrépita y jubilada que ya se ha muerto"; para concluir: "La imposibilidad de penetrar el esquema divino del universo no puede, sin embargo, disuadirnos de planear esquemas humanos, aunque nos conste que éstos son provisorios" (O.I). Estos esquemas son el quehacer de la filosofía y la teología: "Es aventurado pensar -dice Borges- que una coordinación de palabras (otra cosa no son las filosofías) pueda parecerse mucho al mundo" (D). La conclusión que se nos impone es el valor de esos sistemas, que de antemano sabemos falibles, como "juegos verbales", como literatura. Borges concluye "Otras Inquisiciones" con este juicio: "Dos tendencias he descubierto, al corregir
las pruebas, en los misceláneos trabajos de este volumen. Una, a estimar las
ideas religiosas o filosóficas por su valor estético y aún por lo que encierran de
singular y de maravillosas" (O.I.); y en otro lugar: "Las invenciones de la
filosofía no son menos fantásticas que las del arte". (...) Los temas de sus
cuentos están inspirados en esas hipótesis metafísicas acumuladas a lo largo de
muchos siglos de historia de la filosofía y en sistemas teológicos que son el
andamiaje de varias religiones. Borges, escéptico de la veracidad de las unas y
de las revelaciones de las otras, las despoja del prurito de verdad absoluta y de
la pretendida divinidad y hace de ellas materia prima para sus invenciones. De
esta manera, les devuelve el carácter de creación estética, de maravilla, por el
que esencialmente valen o se justifican.
"NARRATIVA Y CRÍTICA DE NUESTRA HISPANOAMÉRICA" (1978)
DE FERNANDO BAEZ
Hoy vuelve a discutirse si Borges era filósofo o un narrador y poeta interesado
por la filosofía. Antes de una toma de posición caprichosa, sugiero que leamos
su discurso sobre Macedonio Fernández de 1952. En su alocución, manifestó
que "Filósofo es entre nosotros, el hombre versado de la historia de la filosofía,
en la cronología de los debates y en las bifurcaciones de las escuelas...". Pero su
definición más valiosa es la que ofreció al decir que Macedonio "fue filósofo,
porque anhelaba saber quiénes somos (si es que alguien somos) y qué o quién
es el universo...". En lo personal, creo que es mejor insistir en que Borges fue
escritor filosófico, un hombre que desarrolla ideas filosóficas desde una
dimensión literaria, que relaciona contextos diferentes y valora lo fantástico de
una creencia antes que su verdad ontológica. En "Magias parciales del Quijote"
(incluido en "Otras Inquisiciones". 1952), escribió: "Las invenciones de la
filosofía no son menos fantásticas que las del arte...". En la reseña de un libro
sobre la muerte, publicada en Sur en 1943 y colocada en las reediciones de
"Discusión", admitió que la antología de la literatura fantástica que había
compilado estaba incompleta por no haber incluido las creaciones de la
filosofía: "¿Qué son los prodigios de Wells o de Edgar Alian Poe -una flor que
nos llega del porvenir, un muerto sometido a la hipnosis- confrontados con la
invención de Dios, con la teoría laboriosa de un ser que de algún modo es tres y
que solitariamente perdura fuera del tiempo". "¿Qué es la piedra bezoar ante la
armonía preestablecida; quién es el Unicornio ante la Trinidad; quién es Plinio
Apuleyo ante los multiplicadores de Budas del Gran Vehículo, qué son todas
las noches de Sharazad junto a un argumento de Berkeley?"... La originalidad
de Borges como escritor consistió en que logró percibir la relación fructífera
entre el pensamiento y las letras como ningún escritor había podido hacerlo
antes. Al justificarse por su afición a temas metafísicos,
expresó que "lo que suele ser un lugar común en filosofía puede ser una novedad en lo narrativo" (Antonio Carrizo, "Borges el memorioso", México 1982)
"BORGES Y LA CRÍTICA DE LA RAZÓN SÚBITA" (1999)
DE JULIAN BARNES
En 1971 Borges vino a Oxford, obviamente para recibir su título honorario. En
ese momento yo estaba trabajando en el Oxford English Dictionary y, por la
noche, Borges ofreció algo que no puede llamarse, exactamente, una
conferencia, o una lectura o un seminario, sino una suerte de audiencia papal
informal. Yo ya había estado frente a otros escritores "a veces bastante más
famosos", pero, por lo general, no me habían impresionado. Más bien, me
habían parecido actores que simulaban haber escrito las palabras que estaban
pronunciando, pero no había sido así, parecían estar vendiéndose de alguna
manera. Borges era totalmente diferente. Al finalizar el encuentro, pensé: si
esto es ser un escritor, vale la pena serlo.
En ese entonces yo tenía 25 años y escribí en mi diario que Borges tenía "la
presencia más noble que alguna vez haya visto o sentido". Ahora tengo 50 y el
eco de esa presencia sigue sobreviviendo en mi interior. También leo que
escribí: "Parece una veleta entrada en años que los vientos del tiempo hicieron
adelgazar". Su traductor leía prosa y poemas en voz alta, mientras Borges
escuchaba, con la cabeza levemente inclinada hacia un costado, y siempre
articulando los labios al son de sus propias palabras, como un monje que repite
un eco silencioso. "Su obsesión calma, precisa y total con la identidad y el
tiempo", anoté "me hizo sentir que esta era la verdad era condición normal del
hombre".
Hablaba en un inglés suave y agradable y parecía nadar en nuestra literatura,
pero una vez más me sorprendió el hecho de que sus puntos de referencia
fueran totalmente diferentes de los que a mí me resultaban familiares y a los
que él era fiel. Hablaba de Stevenson, Coleridge, Andrew Lang, Dr. Johnson y
Lord Chesterfíeld. Sin intención, hizo un comentario simple pero profundo: la
literatura de una nación no es sólo lo que esa nación decide que sea, sino
también lo que otras naciones decidan que sea. Logró que la sala estallara en
risas y aplausos cuando citó la observación de Lord Chesterfield:" ¿Qué es la
vida?, una maldita cosa detrás de otra". (Cuando intento verificar la cita 25 años
después, descubro que mi Diccionario de Citas de Oxford la adjudica al oscuro
Elbert Hubbard. Bueno, prefiero creerle a Borges y no a un simple diccionario).
(...)
"LA VIDA, UNA MALDITA COSA DETRÁS DE LA OTRA" (1996)
DE HAROLD BLOOM
Su curioso destino como escritor y como principal inaugurador de la literatura
hispanoamericana, no puede separarse ni de su universalismo estético, ni de lo
que supongo deberíamos calificar de agresividad estética. Releerle ahora me
fascina y anima, más incluso que hace 30 años (...)
Aun cuando Borges no fuera fundador primordial de la literatura
hispanoamericana (que lo es), aun cuando sus relatos no poseyeran auténtico
valor estético (que lo poseen), seguiría siendo uno de los escritores canónicos
de la Edad Caótica, pues, más que ningún otro escritor, aparte de Kafka, a
quien emula deliberadamente, él es la literatura metafísica de la época. (...)
Al contemplar este idealismo nihilista, recuerdo la mejor frase que he leído
acerca de Borges, de Ana María Barrenechea: "Borges es un escritor admirable
empeñado en destruir la realidad y convertir al hombre en una sombra. La
posición de Borges en el canon occidental, si prevalece, será tan segura como la
de Kafka y de Beckett (...). De todos los autores latinoamericanos de este siglo
es el más universal. (....)
"EL CANON OCCIDENTAL" (1994
Diez años después de su muerte, Borges emerge
claramente como el único autor del siglo XX que
resulta más emblemático de los valores estéticos aún
esenciales para la supervivencia de la literatura
canónica universal. Ocupa esta posición, no sólo con
respecto a las letras hispanoamericanas, sino a
toda la literatura occidental y quizás, incluso, a la literatura mundial. No es
exagerado decir que Borges, consciente y exitosamente, encarnaba la "idea"
misma de literatura tradicional. A través de su obra, llegó a representar a Dante
y a Skakespeare, a Cervantes y a Joyce, para nuestra era que, en el último
tramo del siglo, sigue buscando detrás de su estandarte. Borges se volvió
sinónimo de romance literario: es hoy su Caballero de la Triste Figura. Como
Don Quijote, no puede ser derrotado, al menos no en su propio reino.
El verdadero triunfo de Borges es, al mismo tiempo, un triunfo que lo
identifica con Walt Whitman: Borges también es el genio de la Evening Land,
de América del Sur, central y del norte. Borges, al igual que Whitman, sostiene
que nuestro retraso es una nueva anticipación. En Borges, Whitman y Borges,
se combinan para darle un nuevo sentido al escritor del hemisferio occidental
como un "Adán temprano en la mañana". Sin el poder primordial de Whitman,
Borges, no obstante se unió a Whitman al recrear la "idea de Walt Whitman",
que sigue siendo un punto de partida para nuestra literatura. Ese es un epítome
de la perpetua relevancia de Borges: al fundirse con la literatura, hizo de lo
canónico y de loborgeano una categoría fusionada, de modo que "valor
literario estético" y "Borges" se convirtieron en sinónimos.
"CABALLERO DE LAS LETRAS" en "Clarín". Buenos Aires. (1996)
DE PILAR BRAVO Y MARIO PAOT .F. TTT
¿Qué quedará de Borges? (...) Sus ensayos disfrazados de cuentos y sus cuentos
disfrazados de ensayos. Aquella Matilde Urbach, símbolo y medida de todos
los sueños inalcanzables (...). Quedará también la transparencia de sus poemas,
dedicados todos a trazar un mapa de sus propias desdichas, una obra que es
hermana gemela de la de César Vallejo, aunque con un registro muy diferente
(...), la prosa de Borges se favorecerá con las traducciones (...), mientras que en
el mundo que lee en español se irá revalorizando su poesía, que es lo menos
conocido de su producción y de muy difícil traducción, porque está sostenida
en la música de las palabras (...) Será recordado, en fin, como decía Eugenio
Móntale, por ser el hombre que fue capaz de "meter el universo en una cajita de
fósforos".
"BIOGRAFÍA DE YO". en "Borges Verbal". Emecé. (1999)
DE GUILLERMO CABRERA INFANTE
(...) No ha habido desde la muerte de Calderón en 1681 otro escritor en español
de la consecuencia universal de Borges. No admitirlo o negarlo es un nuevo
acto de soberbia o de envidia literaria. Borges, además, es el único escritor que
ha escrito en español en el siglo XX que será leído seguro en el siglo XXI. Su
influencia fuera del área del idioma se ha hecho cada vez mayor. Cuando llegué
a Inglaterra apenas si nadie lo conocía y sus traducciones eran publicadas en
breves libros escogidos que sólo se vendían en la trastienda: los libreros los
proponían como pornografía pura. Veinte años después, no pasa un día sin que
se le cite en la presa inglesa del Times al Standard y críticos que apenas saben
pronunciar su nombre (lo convierten en un escandinavo Borg) lo invocan en la
radio y en la televisión. Como la Coca Cola, Borges is it!
"EL ESPAÑOL NO ES UNA LENGUA MUERTA" en "Vidas para leerlas".
Alfaguara. Madrid.(1998)
DE ITALO CALVINO
Si tuviera que decir quién ha realizado a la perfección, en la narrativa, el ideal
estético de Válery en cuanto a exactitud de imaginación y de lenguaje,
construyendo obras que responden a la rigurosa geometría del cristal y a la
abstracción de un razonamiento deductivo, diría sin vacilar: Jorge Luis Borges.
Las razones de mi predilección por Borges no se detienen aquí; trataré de
enumerar las principales: porque cada uno de sus textos contiene un modelo del
universo o de un atributo del universo: lo infinito, lo innumerable, el tiempo
eterno o copresente o cíclico; porque son siempre contenidos en pocas páginas,
con una ejemplar economía de expresión. (...)
"MULTIPLICIDAD" en "Seis propuestas para el próximo milenio"
Ed. Siruela. Madrid. (1989
DE EMILE CIORAN
(...) Si Borges me interesa tanto es porque representa un espécimen de la humanidad en vías de desaparición y porque encarna la paradoja de un sedentario sin patria intelectual, de un aventurero inmóvil que se encuentra a gusto en varias civilizaciones y en varias literaturas, un monstruo magnífico y condenado. En Europa, como ejemplar similar, se puede pensar en un amigo de Rilke, Rudolf Kassner, que publicó a principios de siglo un excelente libro sobre la poesía inglesa (...) y que ha hablado con admirable agudeza de Sterne, Gogol, Kierkegaard y también del Magreb o de la India. Profundidad y erudición no se dan juntas, él había logrado sin embargo reconciliarlas. Fue un espíritu universal, al que sólo le faltó la gracia, la seducción. Es ahí donde aparece la superioridad de Borges, seductor inigualable que llega a dotar a cualquier cosa, incluso al razonamiento más arduo, de un algo imparable, aéreo, transparente. Pues todo en él es transfigurado por el fuego, por una danza de hallazgos fulgurantes y de sofismas deliciosos. (...)
Es la nada sudamericana la que hace a los escritores de aquel continente más abiertos, más vivos y más diversos que los europeos del oeste, paralizados por sus tradiciones e incapaces de salir de su prestigiosa esclerosis.
(...) Una vez más no podemos sino deplorar que una sonrisa enciclopédica y una visión tan refinada como la suya, susciten una aprobación general, con todo lo que ello implica. Pero, después de todo, Borges podría convertirse en el símbolo de una humanidad sin dogmas ni sistemas y, si existe una utopía a la cual yo me adheriría con gusto, sería aquella en la que todo el mundo lo imitaría a él, a uno de los espíritus menos graves que han existido, al "último delicado".
"EL ÚLTIMO DELICADO" en "Ejercicios de admiración". París. (1976)
DE JORGELINA CORB ATTA
De Borges podrá decirse lo que un profesor en mis clases de filosofía afirmaba
enfático: "Con Kant o contra Kant, pero siempre Kant". La presencia de Borges
es insidiosa y omnipresente, no sólo en la literatura argentina sino en toda la
literatura latinoamericana (innecesario recordar a Fuentes en la "Nueva novela
latinoamericana", o a García Márquez y el grupo de Barranquilla como los
ejemplos más salientes) y universal.
La obra de Borges inspira a Foucault, Derrida, Paul de Man, Gerard Genette,
Humberto Eco, John Updike, Goddard, Bertolucci - para citar sólo unos pocos
nombres. Los términos "Borgiano" o "Borgesiano" se han incorporado en la
lengua cotidiana y son usados aún por aquellos que nunca han leído una página
suya. El universo creado por su obra, como el de Kafka, es otra postulación de
la realidad; su Fierre Ménard es todo un tratado de lectura y crítica; su "Kafka y
sus precursores" instaura una nueva y revolucionaria concepción de la historia
de la literatura; su gusto por el "western", las "inscripciones de los carros", el
tango y la milonga anticipan el pop art, el Kitsch y la irrupción democrática de
los soi-disant géneros menores en el ámbito de la literatura culta.
"ECOS DE BORGES EN LA NARRATIVA ARGENTINA ACTUAL"
(2001)
DE CARLA CORDUA
El misterio insondable de las cosas de la vida humana será conservado como tal
en la poesía, perdurará en la obra que lo canta. Pues, "tal es la poesía, que es
inmortal y pobre". Además, en cuanto prodigio mágico, el poema hará sentir los
límites de lo comunicable, de lo explicable, de lo cognoscible. Los tiempos
actuales, poco propicios a los mitos, los necesitan, sin embargo, para ayudar a
los hombres a soportar pasablemente la realidad. Toda época los necesita. "Hoy
somos noche y nada". Todavía Sócrates, recuerda Borges, examinaba el
problema de la inmortalidad "alternando los mitos y las razones". La literatura
que, en ciertas direcciones, contrasta frontalmente con lo real, ofrece una
alternativa a la realidad mediante su capacidad de sugerencia, de ambigüedad,
su raíz en lo fantástico, su carácter lúdico, humorístico, en suma porque nos
hace intimar con lo posible y lo imposible. "¡Oh mente que atesoras lo
increíble!" (...). "La palabra habría sido en el principio un símbolo mágico, que
la usura del tiempo desgastaría. La misión del poeta sería restituir a la palabra,
siquiera de un modo parcial, su primitiva y ahora oculta virtud. Dos deberes
tendría todo verso: comunicar un hecho preciso y tocarnos físicamente, como la
cercanía del mar" (...). "Ser leal a su imaginación y no a las meras
circunstancias efímeras de una supuesta realidad". Esta lealtad exige precisión,
una "precisión mágica" capaz de evitar lo abstracto y de "despertar la
imaginación".
BORGES Y LOS SERVICIOS DE LA PALABRA (2003)
DE JULIO CORTÁZAR
En principio soy -y creo que lo soy cada vez más- muy severo, muy riguroso
frente a las palabras. Lo he dicho, porque es una deuda que no me cansaré
nunca de pagar, que eso se lo debo a Borges. Mis lecturas de los cuentos y de
los ensayos de Borges, en la época en que publicó "El jardín de los senderos
que se bifurcan", me mostraron un lenguaje del que yo no tenía idea (...). Lo
primero que me sorprendió leyendo los cuentos de Borges fue una impresión de
sequedad. Yo me preguntaba:"Qué pasa aquí? Esto está admirablemente dicho,
pero parecería que más que una adición de cosas se trata de una continua
sustracción". Y efectivamente, me di cuenta de que Borges, si podría no poner
ningún adjetivo y al mismo tiempo calificar lo que quería, lo iba a hacer. O, en
todo caso, iba a poner un adjetivo, el único, pero no iba a caer en ese tipo de
enumeración que lleva fácilmente al floripondio (...).
"LOS CUENTOS, UN JUEGO MÁGICO" en "La fascinación de la palabra”
DE SALVADOR ELIZONDO
Los dos senderos, aparentemente siempre paralelos, de la aventura y el destino,
no se bifurcan ya, sino que se encuentran en la visión de un mundo que
conjuga, con una lucidez que solo la ceguera más diáfana puede dar a las
palabras (que son esencialmente hechos mentales) la dicción con las que el
héroe y el artesano las profieren (...)
Lo que más amo en Borges es su rebuscada convicción de ciego; esa condición
que él validamente atribuye al destino y que yo, válidamente también, atribuyo
a la voluntad. Y es que la ceguera de Borges es, parafraseando a Bufón, el estilo
de Borges (...)
Es ésta la más alta posibilidad de un lenguaje que en todo momento está
encaminado a la invención que, también, es la más prodigiosa y la más difícil
de las tareas poéticas. La obra de Borges, como la de los enciclopedistas de
Tlon, Uqbar, es la vasta reseña de una civilización ficticia y mental; su poesía,
como el trozo de metal de su relato, el hecho que constata la certidumbre de su
existencia.
"CUADERNO DE ESCRITURA" Ed. Vuelta. México. (1992)
DE GERMAN ESPINOZA
En algún texto suyo recuerdo haber leído que, en su juventud, soñó con ser un
poeta español del siglo XVII. Esta vocación clásica, que en él acendró tal vez la
amistad que lo unió con ese inmenso humanista que fue Alfonso Reyes, lo
compelía a pensar, por ejemplo, a despecho de los teorizantes contemporáneos,
que el verso era, ante todo, una entonación. Su música debía seguir las
emociones. Por eso concedía un extremo relieve a los acentos, que nunca faltan
en los suyos. Creía que "un verso no permite que se lo lea en voz baja", pues "el
verso exige la pronunciación". Estoy persuadido de que es tal la razón por la
cual jamás escribió un comentario sobre poesía contemporánea. Esta debía
resultarle átona, como escrita por hombres sin sentido de la música. Para él -
insisto- el instante cenital de la poesía sucedió en los tercetos de Dante, en sus
fervorosos endecasílabos y en su rima ternaria, cuya principal característica,
según Carlyle, es la intensidad. Aquella vocación clásica hacía que considerase
erróneo creer que la prosa estaba más cerca de la realidad que la poesía. Ambas
para él eran a la vez magnificación y realidad, porque juzgaba el mero lenguaje
como una creación estética. En algún momento, aseveró que la belleza no solía
ser el privilegio de unos pocos autores; era común y podía acecharnos "en las
casuales páginas del mediocre o en un diálogo callejero". No obstante, creía en
la poesía como en "una forma de música" (así lo consigna expresamente en el
quinto texto de "Siete noches"). Al mismo tiempo la reputaba un "sin por qué".
Le agradaba el verso de Ángelus Silesius "La rosa es sin por qué, florece
porque florece".
“BORGES, MAESTRO DE LA CRÍTICA” (1999)
DE JOSÉ PABLO FEIMAN
No hay una relación de causalidad entre la política y la literatura (...)• Los
escritores argentinos hemos aprendido esta lección a través de nuestra compleja
relación con la escritura de Jorge Luis Borges (...)• Cierta vez, compelido a
elegir entre la política y Borges, elegí a Borges. Descubrí que me importaban
poco su filiación al Partido Conservador, sus boutades periodísticas, su
antiperonismo o su concepción de la democracia como un vicio de la
estadística. Descubrí que me importaba más su literatura. Y que nada habría de
impedirme el goce de entrar en ella sin mediaciones paralizantes.
"IGNOTOS Y FAMOSOS" Ed. Planeta. Buenos Aires. (1994)
ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR
Qué mal he sido leído con demasiada frecuencia. Cómo no repararon en que laberintos bibliotecas tigres espadas saberes occidentales y orientales. Eran transparentes metáforas del pobre corazón de aquel muchacho Que simplemente quería ser feliz con una muchacha Como sus amigos comentes en Buenos Aires o Ginebra Al evocar mis antepasados los presenté en mármol o bronce y fingí ignorar Que ellos mezclaron con sus batallas lágrimas ayes y amores La tristeza la soledad la desolación contribuyeron a que existieran mis páginas perfectas Pero yo habría cambiado tantas de esas páginas por haber besado labios que nunca besé Dije abominar de los espejos y no se entendió que lo que quería era
verme reflejado En ojos oscuros y claros bajo la gran luna de oro o en la penumbra de la
alcoba
Me han atribuido la indeseable paternidad De vocingleras sectas literarias y cenáculos de eruditos Cuando yo quería ser padre de hijas e hijos de carne y hueso Nadie extrañe dónde decidí quedar enterrado Si antes no me entendió ni me ayudó a salir de mi celebrada cárcel Lamenté no haber tenido el valor de mis mayores Pero ahora que nadie puede censurármelo como jactancia Proclamo que no fui menos valiente al afrontar una adversidad atroz Hubiera preferido muchas veces la bala en el pecho o el íntimo cuchillo en la garganta.
Antes que el espanto que contemplé en mí mientras pude contemplar
No se olvide que no soy quien escribe estos versos
No los escribe nadie.
"COMO YO AMÉ MI BORGES" en "Borges y yo". Buenos Aires (1999)
DE CARLOS FUENTES
Borges abolió las barreras de la comunicación entre las literaturas,
enriqueció nuestro hogar lingüístico castellano con todas las tesorerías
imaginables de la literatura del Oriente y Occidente, y nos permitió ir hacia
delante con un sentimiento de poseer más de los que habíamos escrito, es
decir, todo lo que habíamos leído, de Hornero, a Millón y a Joyce. Acaso
todos, juntó con Borges, eran el mismo vidente ciego (...)
Borges el poeta se asombra incesantemente ante el misterio del mundo,
pero, irónicamente se compromete en la inversión de lo misterioso (como un
guante, como un globo) de acuerdo con la tradición de Quevedo: "Nada me
asombra, el mundo me ha hechizado"
"LA HERIDA DE BABEL" México.(1995)
DE JUAN LESCANO
Cualquier tentativa por interpretar algunas de las características del arte
borgiano -estilo, crítica del lenguaje, escepticismo, ironía, paradojas,
conjeturas, alusiones, menciones, metáforas, nihilismo, reversiones y
refracciones del tiempo, eterno retorno, correspondencias insólitas, juegos de
espejos y laberintos; cualquier desarrollo emprendido con base a algunos de sus
temas predilectos, conducen en medio de esplendentes ramificaciones
conceptuales, barrocas e imaginíferas, hacia planteamientos trascendentes de la
filosofía, de la ontología, del hermetismo, de la poesía, de la angustia
existencial, de la rebeldía ante el absurdo, sin excluir la crítica de costumbre, la
caricatura, el esperpento, la intriga policíaca y el deslumbramiento del hallazgo
estético. Aunque Borges no asuma posiciones ideológicas, frente al inmenso
despliegue de su pensamiento y de sus alusiones, el hecho mismo de reflexión
memoriosa y lúcida, su libertad, su desenfado, su negativa a comprometerse
con lo que no sea el misterio mismo de crear, de imaginar, de reflejar, le sitúan
en el campo opuesto al de la literatura documental, comprometida y útil. Detrás
de las máscaras de su creación, Borges incita a "crear" no a "creer".
"EXPERIENCIA BORGIANA O EL HORROR POR LA HISTORIA"
en "Espiritualidad y literatura" (1996)
DE JOAQUIN MARCO
La contemplación de la realidad mentalizada sugiere una lógica atravesada por
símbolos: números, reiteraciones, equilibrios, bibliotecas, laberintos, barrios de
ciudades organizadas. Y junto a ello, la magia, lo inexplicable. El pasado se
observa con ironía. El tiempo es un factor dislocador; una llave que abre el
misterio. Pero es también el sueño, inspiración o fracasada belleza. El esplendor
de los tigres, en "Dreamtigers" (El Hacedor), o en los sueños, aparece "disecado
o endeble, o con impuras variaciones de forma...". El poeta no es, pues, capaz
de movilizar sus sueños y la belleza se evade. Los sueños liberalizadores de los
surrealistas, sueños también inducidos, no alcanzan ahora a plasmar la plenitud
de la belleza. Es el drama del barroco italiano Giambattista Marino en "Una
rosa amarilla" también de "El Hacedor". La visión de la rosa- sueño visionario-
le llega en los umbrales de la muerte. Tal vez sólo la muerte le permite alcanzar
la belleza en su plenitud.
El intelectualismo de Borges aparece veteado por signos específicamente
románticos. No puede hablarse de frialdad en las composiciones de sus obras.
Al contrario, el autor resulta capaz de hacer vibrar la abstracción
humanizándola. Mediante un lenguaje ajustado, medido, imaginativo,
sugerente, Borges transmuda su personalidad al conjunto de su obra. Arrastra al
lector hacia la profundidad de su encantamiento textual, le lleva por la duda
hacia una peculiar concepción de la literatura y en el fondo del ingenioso
abismo aparece siempre la figura de Borges.
“UNA APROXIMACIÓN MÁS JORGE LUIS BORGES” (1982)
DE AUGUSTO MQNTERROSO
Acostumbrados como estamos a cierto tipo de literatura, a determinada manera
de conducir un relato, de resolver un poema, de encadenar las palabras, no es
extraño que los modos de Borges nos sorprendan y que desde el primer
momento lo aceptemos o no. Aparte del purísimo manejo que hace del idioma,
de la inusitada brillantez que confiere al cansado castellano, su principal
recurso literario es precisamente eso: la sorpresa. En la totalidad de sus obras,
en todas sus líneas largas o cortas, el lector que lo conoce de antemano sabe que
de un renglón a otro está gratamente condenado a ser sorprendido (...)
La sorpresa no se constriñe en Borges al final inesperado. Eso sería demasiado
fácil y cualquiera podría hacerlo. Dentro de la sorpresa puramente anecdótica se
da con frecuencia la sorpresa de los detalles; dentro de éstos, la sorpresa verbal.
Apenas existe una línea suya que no lleve en sí - cual entre flor y flor sierpe
escondida- un elemento sorpresivo, encomendado casi siempre al verbo menos
cómodo, al adjetivo más imprevisto. Y esto sería también demasiado fácil si
todo se quedara en meros juegos de palabras y no constituyeran, como es la
verdad, a pesar de su riqueza formal, admirables vehículos de pensamientos
profundos, valederos por sí mismos. Lo novedoso de sus puntos de vista, lo
insólito de sus proposiciones, nos hace pensar que no hay temas agotados.
"INILLOTEMPORE" "La palabra mágica". México (1991)
DE SERGIO RAMÍREZ
Borges fue para mí, desde la apreciación ávida de mis años juveniles, un escritor ecuménico en por lo menos tres sentidos principales. Primero, porque logró una constante identidad estilística, capaz de trasegar los rigores deslumbrantes del lenguaje a la prosa de ficción, a los ensayos literarios, y a la poesía, como si se tratara de las tres caras de una misma novela imposible.
(...) Otra cualidad ecuménica de Borges estaba para mí en el uso de la inmensa ventaja de su erudición, que es el primero de sus juegos infinitos de espejos. No una falsa erudición, sino la erudición verdadera, insondable, arcana, a través de la cual es posible construir todo un mundo imaginario, utilizando sus reflejos, y sus caminos y entrevero como si se tratara de un laberinto imposible donde el lector, que es el Minotauro, dueño falso de ese laberinto, que es el mundo apócrifo de la ficción, morirá siempre de una puñalada limpia como en el cuento de "La casa de Asterión".
(...) Y hallé aún otro sentido en la dimensión ecuménica de Borges, que como la luz pasando por las aristas de un prisma es también los otros dos de que he hablado, la misma luz, siempre que el prisma pueda ser uno y diverso. Es la identidad de las correspondencias de su obra, en poesía, en narrativa, en ensayo, una fidelidad apasionada a un número selecto de temas, u obsesiones, que se corresponden ciegamente con su idea del universo, del infinito,- del tiempo, de la eternidad, de la realidad, que es siempre ilusoria, del azar, que gobierna los destinos, del ser, que es siempre todos los seres y uno mismo y de las cosas. "Todo es todo. Cada cosa es todas las cosas. El sol es todas estrellas y cada estrellas es todas las estrellas y el sol". (Historia de la eternidad).
en "PRIMERAS LETRAS CON BORGES" en "BORGES Y YO". Buenos Aires (1999)
DE EMIR RODRÍGUEZ MONEGAL
Quizá la manera más eficaz de acceder al mundo literario que cubre el
nombre de Jorge Luis Borges sea aceptar, de una vez por todas, que
constituye una literatura dentro de la literatura. En efecto, la literatura de
Borges no es sólo un capítulo o una tendencia o un gran momento dentro de
la literatura argentina (e hispanoamericana) contemporánea. Es toda una
"literatura", con su pluralidad de géneros, desde la lírica o la crítica; con sus
evidentes períodos, desde la renovación criollista del 20 hasta la fantasía
arqueológica de hoy; con sus corrientes opuestas y hasta excluyentes, desde
el versolibrismo ultraísta hasta el neoclasicismo de sus últimos poemas. Una
literatura que tiene su estilística propia, su metafísica y hasta sus apócrifos.
Una literatura que no por estrechamente limitada es menos rica.
"JORGE LUIS BORGES Y LA LITERATURA FANTÁSTICA"
DE SEVERO SARDUY
LUCIDEZ
De cuantos hombres Dios ha reclamado
a su diestra, ninguno tan preciso
en su misión: la de nombrar lo que hizo
el Creador fatal y apresurado.
Necesitaba el hacedor supremo
de un Humano Hacedor, austral y ciego,
que completara su invención: un juego
de silabas ardientes, que al extremo
de su caída en el vacío adverso
se decanten en forma de universo.
Supo soñarlas el demiurgo altivo,
darles textura, resonancia, nombre,
y su imagen, entre ellas, dar al hombre,
para que no le falte, un adjetivo.
DE BEATRIZ SARLO
No existe un escritor más argentino que Borges: él se interrogó como nadie
sobre la forma de la literatura en una de las orillas de Occidente. Pero el tono
nacional de su obra no depende de la representación de las cosas, sino de la
presentación de una pregunta ¿Cómo puede escribirse literatura en una nación
culturalmente periférica?
Borges escribió en un encuentro de caminos. Su obra no se instala del todo en
ninguna parte: ni en el criollismo vanguardista de sus primeros libros ni en la
erudición universalista de sus cuentos.
(...) Por el contrario, está perturbada por la tensión de la mezcla y la nostalgia
por una literatura europea que un latinoamericano nunca vive del todo como
naturaleza original. Colocado en los límites, Borges es el escritor de "las
orillas"
Se desplaza por el filo de varias culturas, que se tocan (o se repelen) en sus
bordes. Borges desestabiliza las grandes tradiciones occidentales y las que
conoció de Oriente, cruzándolas (en el sentido en que se cruzan los caminos,
pero también en el sentido en que se mezclan las razas) en el espacio
rioplatense. Su obra muestra el conflicto de un escritor que fue, al mismo
tiempo, cosmopolita y nacional.
"BORGES: UN ESCRITOR EN LAS ORILLAS" "Arie". Buenos Aires (1995)
(...) Usted fue un gran recurso para otros escritores. En 1982 - es decir, cuatro
años antes de morir - (Borges, son diez años), dije en una entrevista:" Hoy no
existe ningún otro escritor viviente que importe más a otros escritores que
Borges. Muchos dirán que es el más grande escritor viviente (...) Muy pocos
escritores de hoy no aprendieron de él o lo imitaron". Eso sigue siendo así.
Todavía seguimos aprendiendo de usted. Todavía lo seguimos imitando. Usted
le ofreció a la gente nuevas maneras de imaginar, al mismo tiempo que
proclamaba, una y otra vez, nuestra deuda con el pasado, por sobre todo con la
literatura. Usted dijo que le debemos a la literatura prácticamente todo lo que
somos y lo que fuimos. Si los libros desaparecen, desaparecerá la historia y
también los seres humanos. Estoy segura de que tiene razón. Los libros no son
sólo la suma arbitraria de nuestros sueños y de nuestra memoria. También nos
dan el modelo de la autotrascendencia. Algunos piensan que la lectura es sólo
una manera de escapar: un escape del mundo diario "real" a uno imaginario, el
mundo de los libros. Los libros son mucho más (...)
Lamento tener que decirle que la suerte del libro nunca estuvo en igual
decadencia. Son cada vez más los que se zambullen en el gran proyecto
contemporáneo de destruir las condiciones que hacen la lectura posible (...)
Por esos tiempos no habrá necesidad de una gran conflagración. Los bárbaros
no tienen que quemar los libros. El tigre está en la biblioteca. Querido Borges,
por favor entienda que no me da placer quejarme. Pero a quién podrían estar
dirigidas estas quejas sobre el destino de los libros - de la lectura en si- más que
a usted?. Todo lo que quiero decir es que lo extrañamos. Yo lo extraño. Usted
sigue marcando una diferencia. Estamos entrando en una era extraña.
El siglo XXI podrá a prueba el alma de maneras inéditas. Pero, le prometo,
algunos de nosotros no vamos a abandonar la Gran Biblioteca. Y usted seguirá
siendo nuestro modelo y nuestro héroe.
"TODAS LAS LECCIONES DE UN MAESTRO"
Nueva York, junio de 1996
DE GEORGE STEINER
Inevitablemente la fama mundial de Borges nos produce la íntima sensación de
haber perdido algo. Como sucede cuando una imagen largamente venerada (...),
una pieza de coleccionista para la contemplación íntima y sólo para ella, se
convierte en un espectáculo panorámico para hordas de turistas. Durante largo
tiempo, el esplendor de Borges era algo clandestino, pertenecía a una minoría,
se transmitía de una persona a otra a través de susurros, y los devotos se
reconocían mutuamente (...). Tales informaciones eran celosamente guardadas,
parsimoniosamente repartidas, e inhallables, al igual que los poemas, cuentos y
ensayos de Borges, dispersos, agotados (...), se consideraban señales de
profunda erudición y una prueba para iniciados.
“LOS TIGRES EN EL ESPEJO
en “Extraterritorial”. Buenos Aires (2000)
DE VOLODIAM TELTELBOIM
Como hombre-libro concede al papel una dignidad de carta de nobleza, la
calidad de lo verdaderamente real. Se complace en practicar operaciones de
magia con la lengua. No todos los que hablan o escriben pueden ejercer el
oficio de brujos. Una ley en esa faena exige el respeto a la palabra, que debería
alcanzar una jerarquía casi sagrada.
Muerte al vocablo floripondioso, a la hiperinflación, a la incontinencia verbal,
que deslumbra al que se deja llevar por el brillo de las perlas falsas, pero no a
Borges. Riguroso de léxico, no celebra los malabarismos de circo con el
diccionario. Descubre que el lenguaje debe ser tratado como una esencia
sencilla a la vez que compleja, primordial. Tiene que buscar sus profundidades.
Depurar los vocablos hasta conseguir los 24 kilates. Los pasa por el cedazo para
eliminar toda sombra de escoria y dejar con vida sólo aquellos que a su juicio
se han ganado ese derecho. Es un compresor de historias, un sintetizador de
médula. Ante un tema que otro narrador desarrollaría en toda una novela
Borges lo reduce a una parquedad que bordea la miniatura. A la vez usa
técnicas no ajenas al impresionismo, porque también insinúa, crea atmósferas
indeterminadas y disfumina las fronteras, hablando de hombres que se
desvanecen, de destinos duales y perfiles gaseosos. El matiz se colorea o diluye
en la luz final de un ocaso, con la lluvia copiosa de la pampa, el fantaseo en el
umbral del sueño, las imperceptibles sombras que se deslizan por la casa (...)
"LOS 24 KILATES” en "Los dos Borges" México (1996)
DE DANIEL GUSTAVO TEOBALDI
A la hora de ensayar una explicación del fenómeno poético, Borges termina
confirmando la acción de la memoria (...) "La poesía es el encuentro del lector
con el libro, el descubrimiento del libro. Hay otra experiencia estética que es el
momento, muy extraño también, en el cual el poeta concibe la obra, en el cual
va inventando o descubriendo la obra. Según se sabe, en latín las palabras
"inventar" y "descubrir" son sinónimas. Todo está de acuerdo con la doctrina
platónica, cuando dice que inventar, que descubrir, es recordar".
En este punto cabría preguntarse el sentido de la inspiración, el poder de la
Musa, que visita a los poetas susurrando a los oídos el sentido último de la
existencia. Así, el mismo Borges trata de definir el rol de esta "fuerza
misteriosa":... "el poeta sería el amanuense de esa fuerza misteriosa que puede
salir de su mente, en la cual, tal como creía el poeta irlandés Yeats, estaba
contenida la gran memoria, la memoria de todos los antepasados, y quizá la
memoria de los arquetipos platónicos".
Entonces, surge la pregunta: ¿Qué es lo que se recuerda?. Borges trata de
responder:... "uno de los efectos de la poesía deber ser darnos la impresión, no
de descubrir algo nuevo, sino de recordar algo olvidado", algo que los otros han
olvidado. Por esto, al presentizarlos, el poeta hace memoria de los orígenes y es
tan proclive a la cosmogonía (...)
(...) memoria y olvido tienen la impronta de configurarse como dos rostros de
una misma realidad, que terminan configurándose en la palabra escrita. "El
texto es una mezcla de memoria y olvido...".
Borges, ante la poesía, ante ese misterio inmarcesible de la poesía, se plantea
los destinos para ella, y adjudica uno al hecho de que deja una imagen total del
hombre que la hizo. No obstante, Borges, insiste en el misterio:"... toda
poesía es misteriosa; nadie sabe del todo lo que le ha sido dado escribir".
Borges establece el carácter de la escritura como una donación conferida,
como una potencia creativa, que el poeta acaso intuye. Escribe Borges: "...
los griegos invocaban la musa"...
"LA MEMORIA DEL ORIGEN"
"Algunos aspectos de la poesía de J. L. Borges" (1998)
DE MARIO VARGAS LLOSA
Creo que no es arriesgado afirmar que Borges ha sido lo más importante que le
ocurrió a la literatura en lengua española moderna y uno de los de artistas
contemporáneos más memorables (...)
Para el escritor latinoamericano, Borges significó la ruptura de un cierto
complejo de inferioridad que, de manera inconsciente, por supuesto, lo inhibía
de abordar ciertos asuntos y lo encarcelaba en un horizonte provinciano
(...)
Pocos escritores europeos han asumido de manera tan plena y tan cabal la
herencia de Occidente como este poeta y cuentista de la periferia. ¿Quién entre
sus contemporáneos, se movió con igual desenvoltura por los mitos
escandinavos, la poesía anglosajona , la filosofía alemana, la literatura del Siglo
de Oro, Dante, Hornero, y los mitos y leyendas del Medio y el Extremo
Oriente? (...)
Pero no sólo nos mostró que un argentino podía hablar con solvencia sobre
Shakespeare (...) sino, también revolucionar la tradición estilística (...). Borges
es uno de los escritores de nuestra lengua que llegó a crear un modo de
expresión tan suya, una música verbal (para decirlo con sus palabras) tan propia
como los más ilustres clásicos: Quevedo (a quien él tanto admiró) o Góngora
(que nunca le gustó demasiado). La prosa de Borges se reconoce al oído, a
veces basta una frase, e incluso un simple verbo (...) para saber que se trata de
él (...)
"LAS FICCIONES DE BORGES" en "Contra viento y marea". III (1990)
DE HÉCTOR YANOVER
Borges acontece, sucede. El país no elige tener a Borges.
Tampoco Borges. Es un hecho poético.
En vez de tener un maremoto, lo tuvimos a Borges. Yo me congratulo.
Porque me he ido haciendo un lector de poesía. Por egoísmo, por sentirme mejor, para quererme.
Cada vez gozo más con la lectura, Con la poesía de Borges.
Después de leerlo, se nos ocurre
Que no tiene sentido seguir escribiendo. Lo terrible es creer que es fácil.
Un día se propuso escribir un libro circular, Hace poco me di cuenta que lo había logrado.
Sus obras completas figuran, Cifran una novela del Universo,
Del Universo que es Borges. Ahora muere como un semidiós.
Escribía su envidia por Walt Whitman, Pero en realidad quería ser Dios.
Confesarlo hubiera sido someterse al ridículo. Al querer ser Whitman quiere ser un cosmos: Dios.
Llegó el descanso también para él. Ser todo el día Borges era demasiado.
Dijo que Stevenson fue su mejor amigo en la literatura. Para mí, él fue aquel con quien más dialogué.
Nunca le llevé un libro mío.
Nunca me acerqué a él.
Le tuve respeto y miedo.
Pero yo sabía que me daba lo mejor de sí mismo.
Nadie recibió de él más que yo.
Al morirse me recuerda que yo también
Voy a morir como los raros y Borges,
Y como aquel subdito de Yacub Almanzur.
Si se instaurara el culto a Borges
Yo sería uno de sus monjes heréticos,
Única forma de serle fiel.
Me encantaría que se lo deificara;
En ese altar yo podría sentarme y leer;
Esa sería la forma de creer;
De hecho, lo estoy haciendo hace muchos años.
Acaso no me extasío ante el milagro,
Acaso no dudo.
Borges ha muerto.
¿Interrumpimos por eso el diálogo?
Sí, el quería ser Dios.
Intuyo que este final
Es el comienzo de una larga vida.
DE MARGUERITE YOURCENAR
No digo que sea suficiente tener mala vista como Borges para desarrollar un
sentido agudo de la belleza o del horror de las cosas (...), pero es un hecho que
la clarividencia y el talento de Borges crecieron con la pérdida general de la
vista. En vez de ser un motivo de tristeza lírica, fue para él un medio de ver el
mundo, en un sentido más amplio del que de ordinario se da a esa palabra, y de
verse, aún alcanzado por la desgracia (...), el vidente ve, si está ciego como
Borges, con una mirada interior, ayudada por los recuerdos almacenados por
sus ojos de antaño, reforzada quizá con los recuerdos ancestrales de hombres
que vieron antes que él (...). Se podría hablar de una visión infinita.
"BORGES, EL VIDENTE" en "Peregrina y extranjera"
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