La Escuela Del Rio Hudson

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Características de la obra de ésta extraordinaria escuela de pintores paisajistas de mediados del S.XIX

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El paisaje norteamericano a mediados del S.XIX

"La vida consiste en lo salvaje. Lo más vivo es lo salvaje. Aquello que todavía no ha sido sometido por el hombre, aquello cuya presencia nos renueva" Henry David Thoreau, Walking, 1862

Dentro de ese bullicioso periodo artístico que fue el siglo XIX americano, ninguna tendencia o movimiento resulta más interesante y sugestivo que la Escuela del Río Hudson. Los pintores de esta escuela dieron un giro radical a la pintura paisajista, haciendo del paisaje ya no un fondo de la composición, sino convirtiéndolo en el auténtico motivo y protagonista del cuadro.

1840-1880. Nos encontramos, pues, en pleno siglo XIX americano. Los Estados Unidos son aún una nación joven, en pleno desarrollo (parte de los Estados que hoy forman el Oeste Americano aún no habían sido anexionados), que -para mayor complejidad- sufre entre 1861 y 1865 una Guerra Civil - la Guerra de la Secesión , que pone en peligro su unidad y las bases mismas de su existencia. Es por ello que, tras el fin de la Guerra , los pintores del Norte victorioso desearan -consciente o inconscientemente- encontrar en las grandiosas y monumentales escenas naturales la representación ideal de la Nación unida y la Paz duradera tras la batalla.

Las influencias de esta escuela son variadas y no siempre evidentes. Mucho se ha hablado de la continua presencia de guiños a los grandes paisajistas del tardobarroco -Hobbema, Claudio de Lorena- en obras de Cole o Durand.El recurso de representar la naturaleza salvaje, grandiosamente salvaje, como elemento recurrente en el paisaje no es creación de la Escuela del río Hudson o el resto de paisajistas americanos. Puestos a buscar un origen, debíamos encontrarlo en el temprano romanticismo europeo, donde pintores como Caspar David Friedrich emplearon el sobrecogedor contraste entre la inmensidad de la naturaleza y la insignificancia del ser humano como individuo ( El monje frente al mar, El coracero en el bosque.). Pero en el caso americano se incluye un nuevo elemento atractivo e inquietante a la vez: a la grandiosidad de la naturaleza se añadía el hecho de que gran parte de ese espacio natural estaba en aquella época todavía inexplorado. Más compleja, pero incluso más importante, es la influencia de los grandes escritores y pensadores americanos de la época, como Ralph Waldo Emerson o Henry David Thoreau o Walt Whitman.

El habitante original de estas "tierras salvajes" era -por supuesto- el indio americano. En palabras del propio Thoreau, "los indios. vivían libres y sin obligaciones en la naturaleza. Son sus habitantes, no sus huéspedes, y poseen su gracia y sencillez. Pero el hombre civilizado tiene los hábitos en su casa. Y su casa es su prisión" . Así pues, el modo de vida del indio americano, viviendo en armonía con el entorno natural, se convertirá en tema recurrente para los paisajistas americanos, especialmente Albert Bierstadt o Ralph Albert Blakelock. Pero incluso en pinturas de esta temática, el ser humano, el indio americano, no parece el motivo principal de la composición, sino como un elemento más dentro de la grandiosidad de la naturaleza circundante.

El bellísimo valle fluvial del Río Hudson no fue el único paisaje natural protagonista en los pintores de la Escuela. Numerosos monumentos naturales del Noreste pasaron a formar parte de esta particular iconografía natural, tales como el Monte Washington o los Montes Adirondacks. También pintaron marinas, por ejemplo de las costas de Connecticut... Pero la verdadera Meca de este paisajismo, allí donde el paisaje americano se exhibía en su máximo esplendor, era el Oeste americano. La expansión de los colonos hacia el Oeste había manifestado la magnificencia de estas tierras vírgenes, a las que pronto se dirigieron pintores como Herman Herzog, Thomas Hill, y, sobre todos ellos, Albert Bierstadt.Hay que destacar, además, a dos pintores cuya ambición no se conformó con el paisaje americano, ni siquiera con el magnífico Oeste, y viajaron hasta la exótica Sudamérica en busca de exuberantes paisajes.Pero frente a estos paisajes naturales, sean americanos o foráneos, y tal vez relacionado con la idea de "perfeccionar" el paisaje natural, muchos pintores de la Escuela recurrieron con asiduidad al paisaje imaginado, como forma de dotar a la naturaleza de una grandiosidad más allá de la realidad.

"El auténtico campo del Arte del paisaje es la obra de Dios en la Creación , independiente de la mano del hombre" Asher Brown Durand.

La ya comentada importancia de la religión no era ajena a los grandes paisajistas del XIX americano, que ven en la grandiosidad de la naturaleza la mano inconfundible de la divinidad. No obstante, las implicaciones religiosas en los pintores de la Escuela del Río Hudson son más complejas y menos evidentes de los que muchos críticos pretenden hacernos creer. Como bien ha señalado Alfred Kazan en su ensayo God and the American writer , la religiosidad en el caso del escritor americano -o en el pintor- es profundamente personal y heterodoxa, en el que los elementos naturales adquieren prácticamente una categoría de divinidad. En este sentido, no es descabellado sugerir que este trascendentalismo pictórico se acercaba más a las primitivas creencias de los nativos americanos que a la rígida ortodoxia cristiana.Frente a esta defensa de la naturaleza divina y salvaje, no alterada por el hombre, Edgar Allan Poe escribe en 1847 The Domain of Arnheim (El domino de Arnheim) conocido en su primera versión como The landscape Garden (El jardín-paisaje) en el que aboga por la modificación del paisaje por la mano humana. La Naturaleza , para Poe, no era perfecta, sino que tenía defectos que podían -y debían- ser modificadas por el artista. Pero ni siquiera esta idea está exenta de la mano divina, más bien se trata de "una Naturaleza que no es Dios, ni una emanación de Dios, pero que sigue siendo Naturaleza, en cuanto es la obra de los Ángeles que se sostienen entre el hombre y Dios " ( The Landscape Garden )

"Sólo existen dos clases de jardines-paisajes: el natural y el artificial. El primero busca recordar la belleza original de la Tierra (.) Pero comprenderá usted que rechace esta idea de "recordar la belleza original de la Tierra": La belleza original nunca será tan bella como la inducida" Edgar Allan Poe El Dominio de Arnheim (el jardín-paisaje), 1847

"Todo en la Naturaleza contiene todos los poderes de la Naturaleza. Todo está hecho de sustancia oculta" Ralph Waldo Emerson

THOMAS COLE (1801-1858) es conocido como el fundador de la Escuela del río Hudson. Británico de nacimiento, su familia emigra a América siendo él muy joven (17 años) por lo que puede considerarse un pintor plenamente americano. Cole descubre la belleza del río Hudson en 1825, al emigrar a Nueva York, y comienza a crear sus primeros esbozos y bocetos al aire libre. Aquí pinta algunas de sus obras más famosas, como The falls of Kaaterskill. Su amor por el paisaje americano se demuestra cuando, tras viajar a Europa -especialmente a Italia-, encuentra el paisaje del Viejo Continente frío y desolado. Al final de su vida se establece en los Catskills, donde pinta la serie The voyage of the life.

ASHER BROWN DURAND (1796-1886), aunque mayor que Cole, se introduce en el paisaje tras conocer las obras de éste. Más romántico y menos fiel a la realidad que Cole, sus obras son no obstante más bellas y poéticas, con claras influencias de maestros como Meindert Hobbema o Claudio de Lorena. Es creador de obras tan célebres como Kindred Spirits (espíritus afines) o Las hayas.

ALBERT BIERSTADT (1830-1902) emigró de Europa con su familia siendo un niño a Massachusetts. Es uno de los primeros pintores en representar la grandiosidad del Oeste Americano, destacando sus vistas del parque de Yosemite, el valle del río Kern o las White Mountains. Es el más prolífico y posiblemente el más grandilocuente de todos los pintores americanos de su época.

FREDERICK EDWIN CHURCH (1826-1900) es discípulo y admirador de Thomas Cole, a quien dedica muchos de sus obras. Church representa la culminación de la Escuela del río Hudson: posee el amor por el paisaje de Cole, el lirismo romántico de Durand y la grandilocuencia de Bierstadt, siendo más valiente y técnicamente más dotado que cualquiera de ellos. Se trata sin duda de uno de los mejores paisajistas de todos los tiempos, tal vez sólo superado por Turner y algunos impresionistas y postimpresionistas de primera linea como Monet o Cézanne. Poco a poco el paisaje americano se le queda corto a Church, y pinta obras maestras exóticas como Cotopaxi, Chimborazo o el onírico Above the clouds at sunrise.

En una segunda línea podemos situar a SANFORD ROBINSON GIFFORD (1823-1880), tal vez el más dotado pintor de la segunda generación (Bierstadt y Church al margen), JOHN FREDERICK KENSETT (1816-1872), gran marinista y retratista del Monte Washington, WILLIAM TROST RICHARDS (1833-1905), WORTHINGTON WHITTREDGE (1820-1910), de formación germana al igual que Bierstadt, JASPER FRANCIS CROPSEY (1823-1900) o MARTIN JOHNSON HEADE (1819-1904), atraído, al igual que Church, por los paisajes exóticos.

JF. Kensett

W. Trost

W. Whittredge

M.J.Heade

Aunque Frederick Remington no pertenece a la Escuela del Rio Hudson, me he permitido incorporar a ésta presentación algunas de sus obras, en particular aquellas en las que pintó a los últimos índios de las praderas, por las que sintió una profunda admiración.

Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentar sólo los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar, no sea que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido. No quería vivir lo que no fuera la vida; ¡es tan hermoso el vivir!; tampoco quise practicar la resignación, a no ser que fuera absolutamente necesaria. Quise vivir profundamente y extraer toda la médula de la vida, vivir en forma tan dura y espartana como para derrotar todo lo que no fuera vida, cortar una amplia ringlera al ras del suelo, llevar la vida a un rincón y reducirla a sus menores elementos, y si fuera mezquina, obtener toda su genuina mezquindad y dar a conocer su mezquindad al mundo, o si fuera sublime, saberlo por propia experiencia y poder dar un verdadero resumen de ello en mi próxima salida.

H.D. Thoreau. “Walden”

Esta presentación acompaña a las entradas sobre tres escritores de la llamada literatura transcendentalista norteamericana:

1/3 Walt Whitman2/3 Ralph Waldo Emerson3/3 H.D. Thoreau

Que podéis leer aquí:

http://terraxaman.blogspot.com/2010/02/tres-autores-norteamericanos-33.html