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Genealogía del ciberespacio
Enric Gil GarciaTrabajo finalCurso Pensamiento Científico - CourseraJunio 2013
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TABLA DE CONTENIDOS
1. El ciberespacio: ensayo de definición
2. Ciencia, tecnología y ciberespacio
3. Internet y la sociedad de la información y el conocimiento
4. El entorno transparente
5. Ciberespacio y educación
Conclusiones
Fuentes consultadas
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El ciberespacio. Una alucinación consensual experimentada diariamente por billones de legí8mos operadores, en todas las naciones, por niños a quienes se enseña altos conceptos matemá8cos… Una representación gráfica de la información abstraída de los bancos de todos los ordenadores del sistema humano. Una complejidad inimaginable. Líneas de luz clasificadas en el no-‐espacio de la mente, conglomerados y constelaciones de información. Como las luces de una ciudad que se aleja…
William Gibson: Neuromante, cap. 3
1. El ciberespacio: ensayo de definición
El uso de la palabra “ciberespacio” ha sido muy habitual en las úlJmas décadas desde la aparición de Internet, la “red de redes”, aunque su origen se encuentra en la literatura de ciencia-‐ficción, y concretamente en los relatos de William Gibson, preferentemente Johnny Mnemonic (1981) y la novela Neuromante (1984). Aunque se trata de un término con un senJdo claramente metafórico, que se aplica al espacio planetario de los computadores interconectados, no debemos olvidar que no sería posible un discurso coherente sobre él si no se hubiera producido un progreso cienTfico-‐técnico sin precedentes durante la segunda mitad del siglo XX, en el marco del capitalismo tardío y de la sociedad posJndustrial, que privilegia el sector de los servicios frente al industrial y el agrario.
Ahora bien, ¿cómo podríamos definirlo? Aguirre Romero (2004) pone énfasis en su carácter de sistema relacional: no Jene “una naturaleza \sica primaria”, sino que surge como un ámbito en el que se da una interacción, en el cual diferentes sujetos-‐usuarios se encuentran. Sin relación la red no existe. El mismo autor destaca que la “alucinación consensual” de Gibson (v. supra) es superada por la virtualidad, que no es ficción sino un mundo en el que se realiza la comunicación, se llevan a cabo acciones y se toman decisiones. Es una relación social que se produce por la colaboración de múlJples usuarios (o “dobles virtuales” de lo somáJco primigenio) en un contexto de nodos integrados en una gran red mundial de ordenadores.
John Perry Barlow, en su famosa Declaración de independencia del ciberespacio, lo llama “el nuevo hogar de la mente”, absolutamente inviolable, transparente y global, un espacio en el que sobran los gobiernos, con una cultura y moral autóctonas, formado por “transacciones, relaciones y pensamiento en sí mismo”, sin materia ni cuerpos, guiado por el bien común, sin coste alguno y perpetuado en una “conversación global de bits”. Es el anJcipo opJmista de una inteligencia colecJva de la humanidad que no pueda ser poseída por la codicia offline. Vemos en el texto de
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Barlow un trasunto del mundo inteligible de Platón, en el que las ideas, universales, eternas y necesarias, consJtuyen la perfección formal e incorpórea que contrasta con el mundo de las apariencias y sombras conJngentes.
Frente a la visión tecnoutópica de Barlow, podemos acotar la definición de ciberespacio como aquella construcción cultural generada por la interconexión planetaria entre ordenadores, que posibilita la interacción entre los usuarios en una red informacional mediada por la tecnología. El simple intercambio de bits genera relaciones sociales, que afectan a nuestro mundo de la vida y que contribuyen a desarrollar idenJdades y generar conocimiento.
2. Ciencia, tecnología y ciberespacio
Para poder entender el ciberespacio y, por extensión, las interacciones que desarrollamos diariamente en internet no podemos olvidar su origen cienTfico-‐técnico, en concreto, la eclosión de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), definidas como “el conjunto de tecnologías que permiten la adquisición, la producción, el almacenaje, el procesamiento y la transmisión de datos y otras in formac iones med iante seña les de natura leza acúsJca , ópJca o electromagnéJca” (Guitert et al., 2000). Las TIC incluyen la microelectrónica, la informáJca y las telecomunicaciones.
Por lo que respecta a la primera, su origen es la electricidad y la electrónica, y su avance viene dado por la aparición del microprocesador (1971). Como señala Castells (1997: 72), con él “la capacidad de procesar información podía instalarse en todas partes”, integrándose los circuitos en un solo chip de silicio. Este hecho posibilitó la fabricación de ordenadores cada vez más pequeños sin sacrificar la potencia y el precio. El PC (Personal Computer) había llegado.
La informáJca Jene como objeJvo tratar la información de forma automáJca. Desde la Segunda Guerra Mundial se impulsaron calculadoras cada vez más complejas, apareció el ENIAC (Electronic Numerical Integrator and Calculator) y se representaron los programas de forma binaria. Con el paso del Jempo aumentó la capacidad de almacenaje, se desarrollaron componentes ópJcos, arquitecturas en paralelo y se mejoró la capacidad de comunicación entre la persona y la máquina (Guitert et al., ibid.). La miniaturización y el aumento de la memoria RAM contribuyeron a la popularización de los ordenadores personales (Apple, IBM y Microsol trabajaron en la integración entre hardware y soLware y en la popularización de sistemas operaJvos cada vez más intuiJvos).
Las telecomunicaciones, que son las tecnologías de la información más anJguas, consJtuyen un punto de referencia inexcusable para poder explicar el impacto de internet y el nacimiento del ciberespacio. Señala Castells (1997: 75) que “las telecomunicaciones también han sufrido la revolución producida por la combinación de las tecnologías de ≪nodo≫ (conmutadores y selectores de ruta electrónicos) y los nuevos enlaces (tecnologías de la transmisión)”. La incorporación de las técnicas digitales ha sido decisiva para la mejora de la calidad del servicio. Este hecho permite que la señal analógica se pueda converJr en una señal digital binaria (resultado de la
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combinación entre ceros y unos) y, por tanto, ser tratada por un computador. Un objeto compuesto por átomos se puede escanear y converJrse en bits de información que atraviesan el ciberespacio y se comparten globalmente, abandonando la localidad atómica a favor del mundo binario, mulJdireccional y transparente. En el avance de las telecomunicaciones también cabe destacar la fibra ópJca, la transmisión vía satélite, la telefonía móvil, los servicios telemáJcos y móviles y las autopistas de la información, desde las cuales fluyen los datos en el mundo digital. El ciberespacio es posible gracias a la conjunción y las sinergias de estos avances tecnológicos. Migran a la vida coJdiana principios forjados en la ciencia y aplicados a la tecnología.
3. Internet y la sociedad de la información y el conocimiento
Internet surge a parJr de dichos avances como una red de ordenadores capaces de comunicarse entre ellos (Castells, 2001) y deviene un medio de comunicación con una estructura propia, que posibilita la interacción y la creación de conocimiento a parJr de los datos que se extraen de la serie de unos y ceros que técnicamente lo sustenta. En la sociedad posJndustrial, en la que surgen nuevos valores, se producen “bienes intangibles” (Guitert et al., ibid.), relacionados con un sector de servicios que se convierte en el dominante. La información se distribuye globalmente en un mundo de complejidad creciente en el que ya no se puede controlar el conocimiento como un todo, sino tan sólo parcelas acotadas de lo real. De ahí que la pretensión de dominio individual del saber sea vana: el hombre enciclopédico del renacimiento se transforma en el hombre postmoderno, fragmentario, disperso ante el exceso informacional.
En la sociedad de la información los conceptos de Jempo y espacio se transforman profundamente: la comunicación no precisa de la coincidencia espacial ni de la simultaneidad temporal. Los foros de internet y las redes sociales son asincrónicas: los usuarios se comunican, pero no coinciden en el mismo lugar ni en el mismo instante y, sin embargo, la comunicación se produce e incluso genera conocimiento colaboraJvo (véanse los wikis o los documentos comparJdos como GoogleDrive). El ciberespacio aparece como el contexto virtual, el espacio de los flujos de información que ha de ser procesada e interpretada y que siempre se encuentra al alcance de los usuarios. Se trata del trasfondo ontológico de la sociedad de la información, el hogar del ser-‐virtual en el que el espacio-‐Jempo se indetermina y los datos binarios se proyectan al mundo, escenario en el que seres corporales toman decisiones sobre los artefactos.
4. El entorno transparente
La discusión de los conceptos tradicionales de espacio y Jempo, la destrucción de la secuencialidad con la aparición del hipertexto y la posibilidad de saltar desde un punto a otro del ciberespacio mediante los hipervínculos rompe con el estatus lógico del mundo moderno. De la taxonomía u organización jerárquica y controlada de la
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información pasamos a la folksonomía o eJquetado social de los contenidos, que son clasificados democráJcamente por los usuarios. Todos parJcipan de la indexación, pero el control jerárquico desaparece. El ciberespacio favorece la ausencia de controles férreos y a la vez cierta dispersión de los datos. Incluso las enciclopedias ya no son producidas por especialistas elegidos ad hoc sino por el pueblo, que parJcipa en libertad de la actualización perpetua de las páginas web. Como señala Žižek,
“El rizoma hipertextual no privilegia ningún orden e lectura ni interpretación: no hay una síntesis úlJma o “mapa cogniJvo”, ninguna posibilidad de unificar los fragmentos dispersos en un marco narraJvo abarcaJvo, uno está irreducJblemente tentado en direcciones conflicJvas; nosotros los interactores, sólo tenemos que aceptar que estamos perdidos en una inconsistente complejidad de múlJples referencias y conexiones. La paradoja es que esta definiJva e indefensa confusión, esta falta de una orientación final, lejos de causar una angusJa insoportable, es extrañamente reaseguradora: la misma falta de un punto final de clausura sirve como un Jpo de negación que nos protege de enfrentar el trauma de nuestra finitud, del hecho de que nuestra historia debe terminar en algún punto.” (Žižek, 2010)
No hay, pues, clausura del discurso sino una prolongación sin fin en una red de múlJples vínculos que se entrelazan y que rompen definiJvamente con la estructura narraJva tradicional. El inicio no presupone el fin: hay múlJples puntos de salida y de llegada, en el círculo de internet todos los puntos son el centro y a la vez la periferia. El mundo incierto del que habla Bauman (2007) ha perdido su solidez, la heterogeneidad e inconmensurabilidad discursiva nos conduce a un escenario líquido, en el cual los compromisos se diluyen y lo e\mero prevalece. En las redes sociales y en los blogs Jene valor lo inmediato, lo que ha sido publicado recientemente: los archivos históricos se pierden en el olvido, aunque siempre hay una opción de recuperarlos, remota pero posible. La sacralización de lo ya realizado es susJtuida por el sacrificio de lo que se confunde en el fondo de la página.
Pese al imperio de lo e\mero y lo provisional, el ciberespacio es un entorno transparente: la cerrazón del mundo atómico, cuya solidez impide el hipertexto, contrasta con la transparencia del mundo de los bits (parafraseando a Negroponte en su Being digital), que permite salir del entorno local en busca de datos comparJdos mulJdireccionalmente y de alcance global. Ya no es posible un mundo de la vida restringido al espacio \sico, sino que éste se enriquece con la apertura al entorno virtual. Un simple QR, un hipervínculo en el territorio, nos conduce a mundos virtuales insospechados con la ayuda de un teléfono inteligente, nos abre al escenario complejo de los flujos ciberespaciales. ¿Cómo este hecho, producido con la ayuda de los avances tecnocienTficos, puede transformar la educación?
5. Ciberespacio y educación
El límite de este ensayo no nos permite analizar todas las implicaciones que la aparición de internet ha supuesto en los diferentes ámbitos de la vida. La existencia del ciberespacio ha modificado las relaciones sociales, con lazos elecJvos (Castells, 2001) en los que la gente se busca y “se sigue” en función de los intereses (los followers de Twiuer son buen ejemplo de ello), ha transformado las relaciones
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laborales con el teletrabajo, ha replanteado la políJca y la economía, e incluso el amor en una auténJca globalización de los senJmientos. Y en la educación ha provocado un cambio de paradigma sin precedentes.
Precisamente en este campo, influido por inercias históricas, internet somete a discusión la relación tradicional entre profesor y alumno: el acceso a una canJdad ingente de información que debe ser procesada e interpretada es el gran reto del docente, que deja de ser un transmisor unilateral de conocimiento y se convierte en el guía del aprendizaje. La tecnología es el elemento mediador decisivo: los contenidos se encuentran en la red y el docente debe ayudar a discriminar entre lo fundamental y lo accesorio para que el alumnado acceda por sí mismo a los datos y los pueda converJr en conocimiento. El aprendizaje basado en proyectos incide en este aspecto: de la pasividad del alumno se pasa a una acJvidad especialmente frucTfera por lo que supone de construcción cogniJva a través de un trabajo colaboraJvo que refuerza los lazos socioafecJvos. Himanen enfaJza el modelo hacker de aprendizaje en lo que él llama Academia red, similar al que estamos definiendo:
“El modelo hacker se asemeja a la Academia de Platón, donde los estudiantes no eran considerados puros receptores del conocimiento transmiJdo, sino que eran tratados como compañeros en el aprendizaje. (...) No era tarea del maestro inculcar en los estudiantes un conocimiento preestablecido sino ayudar a que ellos mismos lo engendraran, cada uno desde su propio punto de parJda.” (Himanen, 2001: 95 y s.)
El maestro platónico debía conducir al discípulo a la contemplación eidéJca; igualmente, el maestro ciberespacial debe conducir al alumno a la comprensión del denso mundo de las ideas que consJtuye internet. Ese es el reto de la educación del futuro: ayudar a desentrañar el senJdo de los flujos informacionales y orientar al alumno, desde una escala de valores, para que comprenda que el ciberespacio es un mundo por explorar (pese a sus zonas oscuras) lleno de retos y enigmas.
Conclusiones
En nuestro trabajo hemos pretendido analizar un hecho de la vida coJdiana (el acceso a internet y el ciberespacio), condicionado por los avances tecnocienTficos que lo han hecho posible. En el marco de este espacio de ordenadores interconectados a escala planetaria hemos desarrollado un discurso que, parJendo de una definición, ha puesto énfasis en la microelectrónica, la informáJca y las telecomunicaciones como bases tecnológicas que han repercuJdo en su implantación efecJva. Internet es uno de los elementos clave de la sociedad de la información y el conocimiento, que ha favorecido una comunicación mulJdireccional y el acceso a canJdades ingentes de información disponible en Jempo real. El conocimiento está disponible en la red en forma de datos hipertextuales que deben ser procesados y asimilados, de tal manera que el gran relato moderno de la secuencialidad cede el protagonismo a un entorno transparente hipervinculado, un universo de bits que se produce debido a un salto cualitaJvo a parJr del mundo de los átomos. El mundo virtual está abierto a un horizonte de posibilidades, especialmente interesantes en el campo de la eduación, en el cual se repiensan los roles tradicionales de maestro y alumno con la mediación de la tecnología.
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Como conclusión, podemos señalar que la vida adquiere nuevos maJces con la aparición del ciberespacio, una “complejidad inimaginable” que no habría sido posible sin la curiosidad humana inherente a la ciencia.
Fuentes consultadas
AGUIRRE ROMERO, J. M. (2004): “Ciberespacio y comunicación:nuevas formas de vertebración social en el siglo XXI”. Espéculo. Revista de Estudios Literarios, núm. 27. Madrid: Universidad Complutense. [Consulta 19/6/2013] <URL: hup://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero27/cibercom.html>. BARLOW, J. P. (1996): Declaración de independencia del ciberespacio. Wikisource. <URL: hup://cort.as/0V2k>. BAUMAN, Z. (2007): Temps líquids. Viure en una època d’incertesa. Barcelona: Viena Edicions.CASTELLS, M. (1997): La era de la información. Vol. 1: “La sociedad red”. Madrid: Alianza. CASTELLS, M. (2001): “Internet y la sociedad red”. La factoría, núm. 14-‐15. [Consulta 17/6/2013] <URL: hup://cort.as/4OmM>. DREYFUS, H.L. (2003): Acerca de Internet. Barcelona: UOC. GIBSON, W. (1996): Neuromante. Barcelona: Minotauro.GUITERT, M. et al. (2000): Mul8mèdia i comunicació a la UOC. Barcelona: Universitat Oberta de Catalunya.HIMANEN, P. (2001): La é8ca del hacker y el espíritu de la era de la información. Barcelona: DesJno.NEGROPONTE, N. (1995): El mundo digital. Barcelona: Ediciones B. ŽIŽEK, S. (2010): The cyberspace real. ArJcles. The European Graduate School. <URL: hup://www.egs.edu/faculty/slavoj-‐zizek/arJcles/the-‐cyberspace-‐real/>.
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