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Grupo Memoria IEP. Documento preliminar. [24, mayo 2012]. No citar sin autorización de su autor/a.
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La utopía de la emancipación de la mujer peruana en el discurso del PCP-SL
Fiorella López
Este ensayo se enmarca en el desarrollo más extenso de un análisis sobre las causas y
motivaciones de la participación de las mujeres en el grupo subversivo PCP-SL, así como
las limitaciones y contradicciones entre el discurso y la práctica en relación al tema de
género. El objetivo final de este capítulo es plantear las objeciones a nivel teórico (y político
en tanto el discurso es también una forma de práctica) de la postura asumida en torno a la
emancipación de la mujer peruana que el PCP-SL configuró como parte de su proyecto
político-armado.
Si bien es parte del primer capítulo de mi tesis de maestría en Estudios Culturales, han sido
excluidas algunas partes e incluidas algunas otras (de otros dos capítulos) para tener una
comprensión más amplia de los hechos y del contexto histórico del que se habla.
***
El Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (de ahora en adelante PCP-SL) fue una
organización política subversiva en cuyo discurso el problema de la subordinación femenina
aparecía como un elemento clave para la revolución. Se dedicó por ello a reclutar
activamente a mujeres, pues consideraba muy importante su politización a través de una
formación ideológica que enfocara esta subordinación desde una posición científica,
materialista y dialéctica. De este modo, el feminismo, la politización de la mujer y su
organización fueron tres cuestiones relevantes a llevar a cabo bajo completa dirección del
Partido.
La incorporación de la mujer resultó vital para el desarrollo de la guerra por parte del PCP-
SL. A diferencia de las agrupaciones o partidos políticos legales, el PCP-SL sí desarrolló un
discurso reivindicativo dirigido a las mujeres y las acogió en puestos importantes. Parte de
su estrategia de captación consistió en elaborar un discurso en torno a la problemática de la
mujer peruana y su rol en la lucha revolucionaria. Este discurso apelaba a la situación de
crisis económica y política que vivía de manera aún más dramática la mujer por su misma
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explotación, sino daba además la solución a ella, la manera ‘correcta’ de organizarse
siguiendo un principio clasista de agrupar a las mujeres partiendo de su ’posición’ de clase.
Este discurso que mezcla las reivindicaciones de género con la lucha política de la igualdad
económica explica, en gran medida, las expectativas que buscaba abarcar el PCP-SL en su
estrategia político-militar para incorporar a la mujer apelando a sus distintas identidades:
estudiantes, profesionales, madres de familia. Muchas de ellas se vieron atraídas por este
discurso sobre la emancipación femenina que se encargó de propalar el Movimiento
Femenino Popular,1 un organismo generado por el mismo partido, especialmente dedicado a
la captación de mujeres de procedencia de las clases media y baja.2
En todo este proceso el liderazgo femenino adquirió gran relevancia. Las mujeres -de
manera contraria a la posición subordinada que adopta comúnmente la figura femenina en el
imaginario colectivo, y de manera contraria, además, a los estereotipos de mujeres
senderistas sanguinarias, objetos sexuales o autómatas asexuadas- asumieron múltiples y
distintas posiciones de poder y tuvieron, en muchos casos, una visión política tan o más
firme que la de los hombres senderistas. El acceso al partido significó para estas mujeres un
espacio de reconocimiento (espacios negados históricamente a la mujer) que explica, en
parte, su presencia en el conflicto interno pero que refleja, también, la ausencia de
alternativas desde las cuales haya sido posible legitimar sus demandas por vías legales.
La participación de las mujeres al interior del partido se dio de diferentes y complejas
maneras, dependiendo del contexto en el que se situaron y de su vinculación con la
ideología del “marxismo-leninismo-maoísmo-pensamiento gonzalo”. Tanto en la ciudad de
Lima como en provincias esta incorporación se dio, sin embargo, no libre de
contradicciones: El PCP-SL lejos de desarrollar un discurso verdaderamente democrático y
plantear soluciones en torno a la subordinación de la mujer en la sociedad que articulara las
múltiples diferencias constitutivas del género, la raza, la clase, centró su análisis únicamente
en una de ellas –la clase- que imposibilitó la consideración de la diferencia genérica, sexual
1 Según el Informe de la CVR, el Movimiento Popular Femenino, así como el Movimiento Clasista Barrial, el
Movimiento de Obreros y Trabajadores Clasistas y el Movimiento de Campesinos Pobres, entre otros, constituyeron núcleos por lo general pequeños pero ideológicamente cohesionados y orgánicamente dependientes del partido. Ver: Tomo II, Capitulo 1: Los actores armados. p.21. 2 El estudio de Isabel Coral sostiene que la procedencia de las militantes fue mayoritariamente urbana y de
sectores sociales medios y empobrecidos. Véase: Coral, Isabel. Las mujeres en la guerra: impacto y respuestas. En: Stern, Steve (ed.), Los Senderos Insólitos del Perú: guerra y sociedad, 1980-1995. Lima: IEP-UNSCH, 1999.
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe y racial en condiciones históricas específicas. En la ideología del PCP-SL, el privilegio dado
a la “clase” invisibilizó en muchos casos a las mujeres y sujetos no heterosexuales,
imposibilitando pensar la opresión de género más allá del ámbito puramente económico.
En el presente estudio analizo el testimonio de Lucía3, quien es detenida en 1992 y cuyo
testimonio da cuenta de la experiencia de una mujer identificada con la ideología senderista.
A partir de él se muestra cómo el discurso del PCP-SL otorgó firmes convicciones políticas a
muchas mujeres y fue el sustento para otorgarle un sentido de necesidad a la violencia
“revolucionaria” como la única forma de conquistar el poder y transformar la sociedad. Pero
además cómo el discurso en torno a la emancipación de la mujer sirvió también para
legitimar su participación en el partido. Poniendo en diálogo este testimonio con un
documento histórico del PCP-SL, El Marxismo, Mariátegui y el Movimiento Femenino, se
hacen visibles algunas tensiones y contradicciones entre el discurso y la práctica en torno a
la articulación de género y clase y al proyecto revolucionario del PCP-SL.
1. [Las percepciones sobre la participación de las mujeres en el PCP-SL ]
Las mujeres del PCP-SL jugaron un rol central en la alteración de las relaciones de género;
al participar activamente en el proceso de la guerra fueron también responsables de
muertes, torturas y muchas otras violaciones a los derechos humanos. Por ello fueron
incluso caracterizadas por agentes de la policía “como más determinadas y peligrosas que
los hombres”4 y quedaron subsumidas, de este modo, bajo el estereotipo de mujeres
sanguinarias. Ellas, sin duda, dieron cuenta de otras facetas de la feminidad usualmente no
conocidas, o mejor dicho, tradicionalmente no aceptadas. Las mujeres se mostraron ya no
únicamente como sujetos pasivos, mediadoras de la paz o cuidadoras del hogar, sino que
accedieron a puestos importantes de dirección política y evidenciaron que podían ejercer
violencia, agredir y matar al igual que los hombres. Pero más allá de poner en práctica el
ejercicio de la violencia, las mujeres configuraron nuevos espacios de poder5, dando lugar a
una participación protagónica que alteró, de cierta manera, un sistema de género
3 El nombre de la testimoniante ha sido cambiado por no contar con autorización para citarlas en este trabajo.
4 Robin Kirk cita un manual de entrenamiento de la policía acerca de las mujeres subversivas que data de
1990. Las mujeres de Sendero. Grabado en piedra. Lima: IEP, 1993. p.18. 5 Ellas accedieron a importantes puestos de dirección, así como también participaron en incursiones armadas
y estrategias militares. De las tres personas que integraron el Comité Permanente, dos eran mujeres: Augusta La Torre y Elena Iparraguirre. Recién luego de la muerte de Augusta en 1988, ingresa Oscar Ramírez Durand, conocido como el camarada Feliciano. Como parte del Buró Político estaban además Deodato y Elizabeth Cárdenas, y en el comité central ocho de las diecinueve personas que lo integraban eran mujeres.
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe caracterizado por la jerarquía y la discriminación en una sociedad en la que se asumía (y
continúa asumiéndose) la invisibilización de la mujer como una premisa fundamental. Es
necesario preguntarse entonces en qué términos se dio esta nueva configuración de lo
femenino sin dejar a un lado la voluntad, autodeterminación y la agencia política puestas de
manifiesto en esta participación.
La representación que se ha hecho de ellas en el imaginario popular ha cobrado arraigo
debido al impacto que tuvo en la sociedad su participación, y a que los medios de
comunicación explotaron algo que aún continúa para muchos siendo un hecho inexplicable.
El estigma social imputado se debió, en primer lugar, a la trasgresión de rol tradicional de la
mujer6 y, en segundo lugar, a la trasgresión de los espacios que muchos concibieron como
determinados a partir de categorías raciales y de clase, e incluso a patrones de belleza
dominantes en la sociedad. En este segundo punto, al romper la imagen tradicional
(estereotipada) del militante de grupos subversivos, tal como se dio en algunos casos, estas
representaciones colaboraron fuertemente en la reificación de una imagen pública
sumamente negativa.7 Todas ellas, de diversas maneras y en distintos grados, se
convirtieron en símbolos de la maldad, la traición y la vergüenza como resultado de un
proceso de estigmatización que se mantiene vigente en la actualidad y que evidencia una
vez más el sistema patriarcal y machista imperante.
Son pocos los estudios realizados sobre las mujeres que participaron del proyecto armado
que emprendió el PCP-SL. Haré un breve recuento de las interpretaciones planteadas para
centrarme en la incapacidad de pensar las causas y consecuencias de dicha participación
sin partir de una serie de prejuicios y estereotipos en torno a ellas.
Si bien es innegable que la participación de las mujeres en las filas del PCP-SL ha sido
importante y significativa, muchos observadores han discrepado al momento de explicar las
causas y razones de esta participación. Esta ha sido generalmente pensada como una
instrumentalización de la militancia femenina a partir de una canalización del odio y la
frustración de la discriminación social, racial y de género, algo que dejaría sin explicar por
6 Aquellas tareas y roles vinculados a la esfera privada, principalmente el cuidado del hogar y la familia. En
contraposición, el PCP-SL proponía el desarrollo de nuevas cualidades y la transformación en “mujeres de nuevo tipo”, algo que implicó en muchos casos el rompimiento de sus lazos familiares más cercanos. 7 Algunos casos representativos son, por ejemplo, los de Maritza Garrido Lecca y Lori Berenson. Los medios
de comunicación han prestado particular interés en ellas, manifestando un abierto rechazo y ensañamiento. Ambas eran jóvenes de clase media, con educación en escuelas privadas, algo muy diferente a lo que se concebía en el imaginario popular como la identidad ‘subversiva’ de los grupos alzados en armas.
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe qué las mujeres “educadas” habrían optado conscientemente por este vía. Ha sido pensada
también a partir únicamente de los lazos familiares del matrimonio, como una lealtad
política, en primer lugar, al esposo y, en segundo lugar, al partido. Isabel Coral, por ejemplo,
explica los vínculos del PCP-SL con las mujeres a partir de dos modalidades: ”el
involucramiento afectivo del entorno de familiares de los alzados en armas y el
involucramiento forzado de mujeres en la atención de sus necesidades de sobrevivencia” 8
Señala además que ellas eran caracterizadas por su compromiso y voluntad de lucha y no
por sus capacidades teóricas y políticas. Esta es una postura que también el Informe de la
CVR adopta: “en todo este proceso de expansión del PCP-SL, el liderazgo femenino
adquirió gran relevancia, lo cual no implica que el PCP-SL haya construido un discurso
sobre el problema de la mujer, sino que utilizaba su condición de subordinación y necesidad
de reconocimiento para reclutar militantes y encuadrarlas en los objetivos de su proyecto
armado”9.
La mayoría de estos postulados concuerda también en plantear la masculinización de las
mujeres como un tipo de subordinación extrema. Kirk afirma, por ejemplo, que al presenciar
el modo de vida que llevaban las senderistas recluidas en el penal de Canto Grande lo que
vio allí fue ‘mujeres formadas como soldados’ recitando himnos, gritando lemas y
aplaudiendo: una feminidad amoldada a un canon de masculinidad donde son el coraje y la
resolución lo que importan10. Lo que se sostiene entonces es que las mujeres pasan por un
proceso de masculinización para legitimarse en la esfera pública a través de su inserción en
el desarrollo de la guerra, un tipo de masculinización que es pensada siempre como
deficiente en comparación a la del hombre.
Todos estos planteamientos, sin embargo, dejan totalmente de lado las convicciones
políticas por parte de las simpatizantes y militantes del PCP-SL, y su particular modo de
subvertir el orden de género, una imagen que reinscribe la representación pasiva de la mujer
en la sociedad y un discurso hegemónico sobre la masculinidad. Si bien en la esfera pública
el poder masculino se performa (y se reafirma) a través de cuerpos y prácticas concretas
como los uniformes, la exhibición de las armas y los rituales militares, la masculinidad no
necesariamente implica poder ni está vinculado indefectiblemente con el cuerpo del varón.
Una serie de mitos y fantasías sobre la masculinidad son las que Judith Halberstam recopila
8 Coral, Isabel. Op. Cit. p.343.
9 Ver: 2003, Tomo III, Capitulo 3: Las organizaciones sociales. 3.6. Las universidades p.627
10 Kirk, Robin. Op. Cit. p.61
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe y sostiene que ella no debe ni puede ser reducida al cuerpo del hombre y a sus efectos.11 De
acuerdo con esta idea, la masculinidad femenina nos da una pista de como se construye la
masculinidad como tal: “las masculinidades femeninas se consideran las sobras
despreciables de la masculinidad dominante, con el fin de que la masculinidad de los
hombres pueda aparecer cómo lo verdadero”12
2. [’El marxismo, Mariátegui y el movimiento femenino’]
La literatura sobre las mujeres -tanto feminista como antifeminista, señala Gayle Rubin, es
una larga meditación sobre la cuestión de la naturaleza y génesis de la subordinación social
de las mujeres.13 Las respuestas a tal cuestión condicionan tanto las causas de la opresión
como cualquier estimación de lo que habría que hacer para alcanzar una sociedad sin
jerarquía por géneros. En su caso, lo que el PCP-SL elaboró fue una concepción de la
opresión de la mujer desarrollada desde una perspectiva marxista, una corriente de la teoría
feminista que defiende la abolición del capitalismo y la implantación del socialismo como
única forma de liberación de las mujeres14. Catalina Adrianzén figura como la autora del
documento El Marxismo, Mariátegui y el movimiento femenino15, cuya primera edición fue
hecha en 1974 y la segunda en 197516.
11
La dicotomización del género lleva consigo la oposición “activismo” – “pasividad”, la primera de ellas concebida como un atributo esencial de los hombres y la segunda de las mujeres y de personas no heterosexuales. De acuerdo con esta configuración “la masculinidad de las mujeres en general es percibida por las culturas normativas heteros y gays como un signo patológico de identificación equivocada, como una inadaptación, como una aspiración a ser y tener un poder que está siempre fuera de su alcance” Halberstan, Judith. Masculinidad femenina. Barcelona: Egales, 2008 p.31 12
Ibídem p.23. 13
Rubin, Gayle. El tráfico de mujeres: Notas sobre la economía política del sexo. Versión en línea. En: www.cholonautas.com p. 1. 14
El PCP-SL, sin embargo, no reivindica para sí ninguna postura feminista. Elena Iparraguirre ha afirmado: “nunca nos hemos dado de feministas, sino la emancipación de la mujer antes la ley y ante la vida”. CVR, Entrevista a Abimael Guzmán Reinoso y Elena Iparraguirre, 6 de noviembre del 2002. 15
Este documento si bien aparece bajo su autoría, constituye un trabajo elaborado colectivamente para la dirección del partido. Elena Iparraguirre señala en la entrevista recogida por la CVR que escribió dicho texto de manera conjunta con Augusta La Torre y una militante más del PCP-SL. Se encuentra actualmente en línea a través de la revista Sol Rojo: http://www.solrojo.org/pcp_doc/pcp_0475.htm 16
Catalina Adrianzén figura también como la autora del documento Semblanza a Antonio Díaz Martínez, en el cual narra la vida personal, profesional y revolucionaria de su esposo muerto en la matanza del penal de Lurigancho en 1986. En este documento ella se llega a referir sucintamente a su relación de pareja planteándola como un amor recíproco y en igualdad de condiciones, citando alguna de sus cartas suscribe que “Identidad y diferencias hacen que exista en ellos lucha y compenetración, unidad y divergencia: es decir todo lo necesario para desarrollarnos el uno junto al otro…”
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe Augusta La Torre fue quien fundó el Movimiento Femenino Popular (MFP) de Ayacucho a
fines de la década del 60.17 Varios años después en Lima, se conformó el Centro Femenino
Popular18 y se publicó este texto en base a la lectura del libro El segundo sexo de Simone de
Beauvoir. La intención principal fue plantear una crítica de sus postulados y desarrollar
desde un enfoque clasista el tema de la subordinación de la mujer. En la última edición, se
señala que el MFP ha entrado en una nueva etapa del desarrollo de la lucha de las mujeres
del país: la etapa de organización a nivel nacional. El año 75 fue considerado así un año
particularmente importante para la politización y movilización de las mujeres ya que fue
declarado por Naciones Unidas como el “Año Internacional de la Mujer” y en el país “Año de
la Mujer Peruana”19. Se creó también una Declaración de Principios y un Programa (1973) a
través de la revista Rimariyña warmi, Vocero del Movimiento Femenino Popular. En ambos,
se invoca a la mujer a ser parte de la lucha popular siguiendo un principio clasista de
organización. Entre los objetivos de dicho programa se encontraba la igualdad económica,
política e ideológica de la mujer en relación al hombre, la formación de una conciencia
clasista, la movilización ligada a las masas, principalmente obreras y campesinas y la
creación de un órgano de prensa que sirva como medio de comunicación.20 Ambos textos
buscaban fundamentalmente sentar las bases ideológico-políticas del Movimiento Femenino
Popular que reiniciaba en esa época la movilización clasista de la mujer peruana.
El primer capítulo de El Marxismo, Mariátegui y el movimiento femenino se titula “El
problema femenino y el marxismo”, el cual sostiene que un verdadero movimiento femenino
popular solo puede surgir sustentado en el marxismo-leninismo. Inicia realizando así un
recuento de las diferentes etapas de la historia con la intención de mostrar que en cada una
de ellas se ha justificado la opresión de la mujer a partir de la defensa de una esencia
femenina independiente de las condiciones sociales. Se detiene en el desarrollo del
capitalismo como etapa histórica que ha constituido un momento clave, puesto que ha
permitido la posibilidad para la mujer de vincularse directamente a la lucha de clases a partir
17
Abimael Guzmán sobre el Movimiento Femenino Popular: “Nosotros íbamos trabajando desde Ayacucho sobre los problemas de la mujer (…) hemos trabajado en todo el país, íbamos a todos los pueblitos, hacíamos reuniones y allí las mujeres exponían sus problemas, igual con los universitarios”. CVR, Entrevista a Abimael Guzmán Reinoso y Elena Iparraguirre, 21 de octubre del 2002. 18
El Centro Femenino Popular se convertiría luego en Movimiento Femenino Popular, movimiento que tendría incidencia a nivel nacional. Elena Iparraguirre describe en la entrevista recogida por la CVR que en los años 74 y 75 se buscó participar en todos los eventos sobre la mujer que se dieran en el país, tanto como oyentes generando debates y repartiendo volantes, así como también siendo invitadas como ponentes. 19
Ambas celebraciones, contrarias a la ideología del PCP-SL, sirven para plantear la necesidad de movilizar a las mujeres para luchar contra la línea burguesa-burocrática que organiza a las mujeres en beneficio de las clases explotadoras. 20
Rimariyña Warmi, órgano de prensa en el cual dicha declaración y principios aparecen publicados.
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe de su incorporación al proceso productivo. Esta etapa solo puede otorgar, sin embrago, una
igualdad jurídica formal y no una emancipación femenina real.
La mujer no nace, se hace: el documento concuerda con la frase de De Beauvoir en la idea
de que el materialismo histórico ha sacado a la luz el hecho de que la humanidad es una
realidad histórica y la conciencia de la mujer depende no solo de su sexualidad sino también
de la estructura económica de una sociedad, mas no con las limitaciones que esta autora
encuentra en algunos postulados sobre la aplicación de esta teoría al problema de la
opresión de la mujer.21 Se afirma, por el contrario, que el enfoque científico del marxismo
permite un adecuado estudio del problema. El texto de Engels El origen de la familia, la
propiedad privada y el Estado, sistematiza el pensamiento científico marxista en relación a la
condición de la mujer: su opresión surge con el origen de la propiedad privada; señalando
específicamente la sustitución del derecho materno por el paterno como el inicio de dicho
sometimiento. Marx, Engels, Lenin y Mao TseTung sostuvieron, se señala en el documento
del PCP-SL, la tesis de la emancipación de la mujer y no de la liberación femenina, pues
esta última constituye una tesis burguesa que convierte a las reivindicaciones de género en
el problema original a resolver.
El segundo capítulo “El problema femenino en Mariátegui” está dedicado a mostrar el
pensamiento de José Carlos Mariátegui como la correcta aplicación de la verdad universal
del marxismo-leninismo a las condiciones específicas del Perú. Son dos los textos que se
plantean como fundamentales para comprender cómo su visión caló en la importancia del
problema femenino: La mujer y la Política y Las Reivindicaciones Femeninas. En ambos, se
dice, está expresada la posición de la clase obrera peruana frente a la cuestión femenina,
desde la cual las mujeres campesinas constituyen la fuente principal que todo movimiento
femenino ceñido al proletariado aspira a alcanzar. Siendo lo esencial el carácter de clase
existen tres tendencias fundamentales según Mariátegui: el feminismo burgués, feminismo
pequeño burgués y feminismo proletario; sólo este último representa un auténtico
movimiento femenino popular al estar al servicio del pueblo y ser verdaderamente
revolucionario.
21
“Es imposible considerar a la mujer exclusivamente como una fuerza productiva: para el hombre es una compañera sexual, una reproductora, un objeto erótico, una Otra a través de la cual se busca a si mismo (…). Y para conocerla hay que desbordar el materialismo histórico, que no ve en el hombre y la mujer sino entidades económicas” Para este punto véase la crítica de De Beauvoir del materialismo histórico para el problema de la subordinación de la mujer. En: El Segundo Sexo, Cap. III. El punto de vista de materialismo histórico.
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe El tercer capítulo “Desarrollar el movimiento femenino siguiendo a Mariátegui” se centra
principalmente en plantear la vigencia actual de su pensamiento. Realiza por ello un breve
análisis de algunas posiciones sobre el problema femenino que han sido sustentadas en el
país (Manuel González Prada, Jorge Basadre y Carlos Miró Quesada Laos) para
contrastarlas con el pensamiento de Mariátegui y concluir que ha sido él, el “exponente
cumbre de nuestra clase obrera”, quien ha sentado las bases de la línea política proletaria
sobre el problema de la mujer.22
3. [Entre el discurso y la práctica en el PCP-SL]
El PCP-SL estableció un sistema de organización respecto de las relaciones de pareja, el
matrimonio, la sexualidad y la familia. Esta serie de normas y prohibiciones, configuradas
desde el discurso oficial para dirigir la guerra revolucionaria, fueron en numerosos casos
desacatadas o usadas para controlar la vida personal de sus miembros. Narda Henríquez
refiere que varios testimonios recogidos por el Informe de la CVR hablan de la <<ley de la
subversión>>, uno de los cuales menciona una suerte de carta rectora cuyas ocho
advertencias incluía la de no tomarse libertad con las mujeres.23 Se trataba de las “tres
reglas de oro” y las “ocho advertencias”, normas de disciplina formuladas por Mao Tse-tung
y retomadas por el PCP-SL.24
22
José Carlos Mariátegui funda el Partido Comunista Peruano con el nombre de Partido Socialista Peruano en 1928, fecha relevante en tanto el PCP-SL lo considera el más gran marxista que ha dado América Latina hasta hoy y el fundador que lo ha dotado de una clara posición ideológica. El documento Retomemos a Mariátegui y reconstituyamos su partido, publicado en 1975, plantea retomar las ideas del marxismo-leninismo-maoísmo con el objetivo de lograr su aplicación en el Perú reconstituyendo el partido que fundó Mariátegui. Documento actualmente en circulación a través de la revista Sol Rojo: http://www.solrojo.org/pcp_doc/pcp_1075.htm 23
Narda Henríquez afirma que el PCP-SL “elabora discursos y códigos de conducta destinados a construir roles de género entre sus militantes, y pautar las relaciones familiares. Algunas de ellas son escrupulosamente respetadas, otras en cambio los propios mandos altos de SL se encargan de contradecirlas en la práctica, se trata también de construcciones discursivas con diverso grado de obligatoriedad para mandos altos, medios y de base”. Ver: Henríquez, Narda. Cuestiones de género y poder en el conflicto armado en el Perú. Lima: CONCYTEC, 2006. p.27, 138. 24
Las “Tres Reglas”, en la traducción senderista: Obedecer las órdenes en todas las acciones. No tomar a las masas ni una sola aguja ni una sola hebra de hilo. Entregar todas las cosas capturadas.
Las “Ocho Advertencias”: Hablar con cortesía. Pagar con honradez lo que se compre. Devolver todas las cosas solicitadas en préstamo. Indemnizar por todo objeto dañado. No pegar ni injuriar a la gente. No estropear los cultivos. No tomarse libertades con las mujeres.
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe Entre las estrategias de proselitismo y de captación de mujeres que se han mencionado
realizaba el PCP-SL en el campo, estaban las técnicas de educación popular como los
sociodramas que exaltaban el mito de la mujer guerrera. En ellas se realizaban
caricaturizaciones del “marido maltratador o adúltero, buscando representar la necesidad de
orden y disciplina de las campesinas”.25 Carol Andreas considera que para entender la
simpatía o captación de las mujeres por parte del partido es imprescindible comprender el
grado de subordinación de las mujeres indígenas y la oportunidad que el partido les dio de
ser parte de un proyecto importante que cambiara las estructuras sociales y reorganizara las
relaciones de género de un modo más equitativo. De esta manera, ha afirmado que la
mayoría de las publicaciones de las feministas de clase media sólo se han enfocado en
denunciar todas las formas de violencia y no han llegado a comprender que el PCP-SL
significó un aliado para el movimiento de mujeres. Plantea por ello la necesidad de
considerar que muchas de ellas lejos de ver los 'ajusticiamientos' como algo perturbador, los
han justificado como una manera de acabar con la corrupción y los malos tratos hacia las
mujeres por parte de los hombres.26
En el documento Marxismo, Marxismo y el movimiento femenino se menciona como
ejemplos de mujeres que han asumido y llevado a cabo gestas revolucionarias a Rosa
Luxemburgo y Liu Ju-Lan en el plano internacional, y en el Perú a Micaela Bastidas. Ellas
fueron algunos de los referentes para pensar la emancipación de la mujer y la necesidad de
su incorporación a la lucha revolucionaria. A través de estas figuras, el PCP-SL buscaba
incentivar la participación política y la consolidación de mujeres guerreras, combativas, y con
una fuerte personalidad, características necesarias para convertirse en mujeres de 'nuevo
tipo' indispensables para la consolidación del “nuevo estado”. Estos referentes son los que
permiten explicar también el éxito y la acogida que encontró el discurso del partido como
una oportunidad para transformar las estructuras sociales así como romper con los moldes
opresivos tradicionales vinculados a la mujer.
No maltratar a los prisioneros.
Ver: Gorriti, Gustavo. Sendero. Historia de la guerra milenaria en el Perú. Lima: Editorial Apoyo, 1990. p.174-175 25
Las estrategias de proselitismo variaban de acuerdo al contexto específico, pudiendo establecerse diferencias entre las prácticas realizadas en el campo y la ciudad. Ver: Mávila León, Rosa. Presente y futuro de las mujeres en la guerra. En: Quehacer, No. 79. Sep/Oct., 1992, p. 47. 26
Carol, Andreas. “Woman at war”, NACLA Report on the Americas, vol. 24, No- 4 (Dec/Jan 1990/1991)
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe Es posible, sin embargo, reconocer diferentes momentos, así como múltiples y distintas
memorias con respecto a lo acontecido. A partir de un estudio sobre las relaciones familiares
y la vida cotidiana en tres bases del PCP-SL en Ayacucho, Ponciano del Pino sostiene que
la imposición de los valores clasistas y revolucionarios a las relaciones familiares
tradicionales hizo que la propia población comience a cuestionar la viabilidad del proyecto
senderista. Con el inicio de los reclutamientos de mujeres, niños y familias enteras a las filas
del PCP-SL, muchas personas empezaron a manifestar diferentes niveles de resistencia
frente a los privilegios de que gozaban algunos líderes y los abusos sexuales cometidos
contra las mujeres. Mientras el núcleo principal de Sendero, en nombre de la revolución,
“había sacrificado a la familia y abandonado a sus hijos, estas familias se resistían a ser
despojados de sus hijos, más aún si eran niñas”27. Los testimonios recogidos hacen evidente
diferentes percepciones de los ideales del PCP-SL, así como cambios producidos en estas
percepciones a lo largo del tiempo. Muchos de ellos, sin embargo, permiten afirmar que
existió un trato autoritario y una falta de reconocimiento por parte del partido de las
diferencias étnicas y culturales de las distintas comunidades.
La configuración particular de ideas marxistas que el PCP-SL realizó bajo el llamado
<<pensamiento Gonzalo>>28 implicaba un conocimiento y un proceso objetivo, “científico” de
la historia. De ahí que pueda hablarse de aquellos que tienen conciencia verdadera y, por lo
tanto, la “línea correcta” (el partido, los intelectuales) y aquellos que tienen falsa conciencia,
es decir, aquellos a quienes es preciso guiar y educar acerca de sus intereses y su propia
emancipación (las masas). La lucha de clases, por lo tanto, sería planteada no como una
auto-emancipación sino como un proceso impuesto desde fuera por aquellos que son
conscientes de la necesidad de la revolución. En este sentido, ocurre lo mismo con el
proyecto de la emancipación de la mujer peruana en tanto es una parte del proyecto
revolucionario del proletariado y se ajusta a la ideología del PCP-SL.
El resultado de este planteamiento es una subordinación de los sujetos respecto del curso
objetivo que sigue la historia y respecto de aquellos que dicen haber accedido a la “línea
27
Del Pino, Ponciano. Familia, cultura y “revolución”. Vida cotidiana en Sendero Luminoso. En: Los Senderos Insólitos del Perú: guerra y sociedad, 1980-1995. Lima: IEP/UNSCH, 1999. p.181 28
Guzmán señala en la “Entrevista del Siglo” que el <<Pensamiento Gonzalo>> es “la aplicación del marxismo-leninismo-maoísmo a la revolución peruana (…), aplicando de la manera más fiel posible la verdad universal a las condiciones concretas de nuestro país”
Grupo Memoria IEP. Documento preliminar. [24, mayo 2012]. No citar sin autorización de su autor/a.
Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe correcta”29. En el plano de la emancipación femenina esto ha dado lugar también a
relaciones jerárquicas y autoritarias que se manifiestan en la relación que estableció el PCP-
SL con las mujeres. En el marco del desarrollo de la politización de la mujer, el partido
consideraba que era necesario e imprescindible que la mujer se organice, pero sólo en
organizaciones de <<nuevo tipo>> como el Movimiento Femenino Popular, es decir, aquella
que ha sido generado por el proletariado y que defiende la única “línea justa”: el marxismo-
leninismo-maoísmo, pensamiento gonzalo. De ahí que dijera sobre las “viejas”
organizaciones feministas del “viejo Estado” que ellas “vienen proclamando la liberación
femenina y el papel de ellas en esta sociedad caduca. Esas organizaciones actúan como
colchones de adormecimiento; tienen en el fondo planteamientos revisionistas y burgueses y
sirven como instrumento de opresión y retardamiento de la mujer con el fin de alejarlas del
camino que el proletariado y el pueblo han trazado con la guerra popular”30
4. [El movimiento femenino y las izquierdas peruanas]
Para comprender la participación de las mujeres en el PCP-SL es necesario situarla en
relación al fracaso de los partidos políticos y movimientos de izquierda para pensar una
articulación de sus propuestas con diversos movimientos femeninos (tanto “letrados” como
populares) y la marginación constante de las políticas de Estado.
Una relación llena de tensiones es la que se ha dado entre el movimiento femenino/feminista
y los partidos políticos de izquierda, tanto por parte de aquellos que aparecieron en la
década del 20 como de los más recientes. Todos ellos, sin embargo, significaron algún tipo
de esperanza para la ampliación e inclusión de los derechos de las mujeres, los cuales se
desvanecieron debido a los paradigmas patriarcales y autoritarios de estos últimos. En
relación a esto, Maritza Villavicencio escribe en el año 84 que “Cuando se trata de lucha
electoral, militar, o de resistencia, las mujeres somos convocadas: los políticos se acuerdan
que nosotras también tenemos un papel que cumplir al lado del pueblo. (…) Persiste pues,
un manejo utilitario de la intervención política de la mujer relegada siempre a un lugar
29
En el documento del PCP-SL, Somos los Iniciadores, se habla del partido como “la luz del universo” que ha de dirigir a las masas, “la fuerza de la tierra”, hacia la revolución. Se encuentra actualmente en línea a través de la revista Sol Rojo: http://www.solrojo.org/pcp_doc/pcp_240880.htm 30
Más hambre y desocupación sobre la mujer. En: El Diario. 21 de febrero, 1992.
Grupo Memoria IEP. Documento preliminar. [24, mayo 2012]. No citar sin autorización de su autor/a.
Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe decorosamente subalterno.”31 Una falta de reconocimiento, por lo tanto, atravesó la dinámica
con respecto a las reivindicaciones de las mujeres de las nuevas organizaciones femeninas.
Precisamente por esta exclusión y manipulación se generaron distanciamientos, críticas y
debates de parte de mujeres tanto desde dentro como fuera de los partidos políticos de
izquierda. Las tensiones se dieron en torno a tres temas principales: la comprensión de sus
propias dinámicas y reivindicaciones, la lucha por la autonomía y la colocación de las
cuestiones de las mujeres en un segundo plano puesto que la prioridad giraba en torno a la
clase obrera y un enfoque clasista. Muchas mujeres reclamaron incluir, desde sus propios
partidos políticos, una serie de reivindicaciones en la dinámica partidaria interna (tal fue el
caso de Vanguardia Revolucionaria e Izquierda Unida) y cambios para la mujer en la
sociedad.32 Desde fuera, muchas problematizaron algunos de los postulados de izquierda
sobre su proyecto universal de emancipación desde un enfoque clasista que definía el
“protagonismo de las mujeres, no como el proceso complejo, ambivalente, sino reducido a la
capacidad de las mujeres de luchar contra el Estado, de apoyar las luchas generales, de
responder a las necesidades familiares.”33 Dejar de pensar en un proyecto universal de
emancipación, desde un sujeto único y desde un lugar privilegiado de hacer política (el
partido), fue un debate continuo en la vertiente feminista que perfiló su dirección en los
siguientes años.
Elena Iparraguirre se refiere al machismo en los partidos de izquierda cuando menciona en
su testimonio brindado a la CVR: “¿Patria qué cosa quería? Que las mujeres fuéramos a
recolectar pollos… inaceptable. Pero en el “Comité Nacional 14 de Julio” éramos iguales que
todos, hacíamos las mismas cosas.”34 El PCP-SL fue la única agrupación de las
organizaciones de izquierda que elaboró un discurso sobre la subordinación de las mujeres
en la sociedad y las integró masivamente a sus filas, sin duda, una razón importante para
que muchas de ellas decidieran participar de su “proyecto revolucionario”. Una mujer que ha
31
Villavicencio, Maritza. Mujer y Política. En: La República, Especial. Los partidos políticos les tienen miedo en el Perú. ¿Qué quieren las mujeres? 25 de agosto, 1984. 32
Se crearon “Comisiones Femeninas” dentro de los partidos. Estos quedaron, sin embargo, muchas veces aislados como “asuntos de mujeres” sin conseguir modificar las dinámicas y concepciones partidarias en torno a la problemática de la mujer. Ver: Barrig, Maruja. Democracia emergente y movimiento de mujeres. En: Eduardo Ballón, Ed. Movimientos sociales y democracia: La fundación de un nuevo orden. Lima: Desco.
pp.143-183. 33
Vargas Virginia. Feminismos en América Latina. Su aporte a la política y a la democracia. Lima: UNMSM, PDGT, Flora Tristán, 2008 p.100. 34
CVR, Testimonio de Elena Iparraguirre, 12 de marzo del 2003.
Grupo Memoria IEP. Documento preliminar. [24, mayo 2012]. No citar sin autorización de su autor/a.
Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe participado en el proyecto del PCP-SL afirma que es necesario preguntarse por qué este
partido ha constituido “uno de los movimientos que ha aglutinado bastantes mujeres”:
si ha habido muchas mujeres que se han incorporado es porque han visto algo que no
hay o que no hace el estado peruano, que margina a la mujer hasta decir basta (…) tal
vez más oportunidades, poder desenvolverse como tales o respetando realmente los
derechos que tienen como mujer.
La adhesión al partido se explica en términos de una ausencia de espacios desde los cuales
haya sido posible legitimar sus demandas por vías legales. El PCP-SL fue una organización
que significó para muchas mujeres un espacio de representación política que el Estado no
les brindaba. Ella dice desconocer, sin embargo, alguna reivindicación por los derechos de
la mujer:
Una reivindicación no sabría decirte (…) si las mujeres se incorporaron ahí pienso que
ha sido por dignificar su propia condición de mujer y hacer ver que la mujer también es
capaz de pensar y que la mujer sirve a un proceso de esa magnitud.
Si bien se trataba de probar que las mujeres también podían “servir” para llevar a cabo el
proyecto revolucionario, las reivindicaciones de género no eran lo fundamental, sino luchar
en función de “un objetivo común”, la construcción de una nueva y mejor sociedad. La
participación en el PCP-SL (y en el MRTA) tuvo que significar para muchas mujeres, al igual
que para muchos hombres, ser consecuentes con el discurso de la lucha armada que
planteaban casi todas las agrupaciones de izquierda pero que ninguna se atrevía a llevar a
nivel práctico.
5. [Análisis del Testimonio]
Algunas ideas en torno al proyecto revolucionario del PCP-SL -y su discurso sobre la
politización de la mujer- calaron en el pensamiento de miles de mujeres peruanas. Todas
estas ideas, sin embargo, no fueron interiorizadas de igual manera y en la misma intensidad
por todas ellas. Formar parte de la militancia senderista tuvo, por lo tanto, múltiples
significados y expresiones. Dentro de esta gama de posibilidades analizaré a partir del
testimonio de Lucía lo que para ella significó ser parte del PCP-SL.35 La testimoniante narra
su experiencia antes, durante y después de su paso por las aulas de la Universidad de
35
CVR. Testimonio 700086.
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe Educación Enrique Guzmán y Valle “La Cantuta”, dando cuenta en este transcurso de
aspectos personales sobre su vida y con ellos de un conjunto de factores y valores tanto
familiares como académicos y religiosos.
La historia de su vida se inicia el 22 en abril de 1968, fecha con la que da inicio también a
su propio relato. Ella cuenta que si bien nació en el entonces llamado Hospital Obrero en La
Victoria, su infancia y juventud las vivió en el distrito de Santa Anita. De padres limeños, con
ideas de izquierda y muy católicos, Lucía simpatizaba con Izquierda Unida (IU) y estuvo muy
vinculada durante toda su secundaria a la Iglesia, asistía junto a su hermana a misas,
catequesis y a todas las actividades que se realizaban. Comenzó a manifestar, sin embargo,
una serie de dudas e inquietudes, ella se preguntaba: “si existe Dios, por qué hay tanta
injusticia y tanta pobreza”.
Educación
Lucía pasó de estar en un colegio público a ingresar a la Universidad de Educación Enrique
Guzmán y Valle “La Cantuta”. Una universidad que se convirtió desde su reapertura en 1980
en uno de los centros educativos referentes para los jóvenes provincianos y donde se
concentró además un foco importante de profesores y alumnos defensores de la guerra
“revolucionaria” como única forma de transformar la sociedad. Desde 1986, año en que
ingresó para estudiar educación a dicha universidad, se encontró con un ambiente muy
politizado, muchos partidos de izquierda representados en las pintas que hacían y las
discusiones que se realizaban en el comedor de la Universidad. En esta época, afirma, su
simpatía por IU se vio resquebrajada debido a la “corrupción” que ejercían. Ante este
alejamiento, participó en un movimiento independiente dentro del Centro de Estudios de
Geografía de la universidad. Lucía resalta el hecho de que no mantenían vinculación política
con ningún partido: este era un grupo con ideas claras, consecuentes y que consiguió
algunos beneficios para los estudiantes. Posteriormente el Centro fue tomado por otros
alumnos, lo que provocó su alejamiento y detuvo su participación política. En el ambiente,
relata, se daban manifestaciones esporádicas en algunas jornadas culturales de personas
que parecían tener simpatía por el MRTA y el PCP-SL
Para ella, esto era la misma expresión de la lucha de clases que estaba expresada fuera de
la universidad, pero no con la violencia de la acción armada, sino a nivel ideológico y
político. Entre los partidos de izquierda, la presencia del PCP-SL no le pasó desapercibida,
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe pues llegó a este por medio de unos estudiantes que compartían este tipo de ideas y que,
según ella, se organizaban en diferentes grupos que luchaban por los derechos de la
educación, la cultura y el arte del pueblo. Ella misma afirma que se trataba de otro tipo de
participación y dice, además, que lo que más veía era que hacían su prensa: “yo conozco
eso porque soy parte de ello, Prensa y Propaganda Revolucionaria”. Niega, sin embargo,
en varias oportunidades que su unión con el partido se haya dado dentro de la universidad,
ella se dio, afirma, en la década del 90, años en los cuales no era más una estudiante
universitaria:
No es dentro de la universidad… Eso es lo más que puedo decir, no es dentro de la
universidad y quizá me ha ayudado sí, dentro del proceso de la universidad, me ha
ayudado a conocer mis ideas y ver realmente cuál es la posición correcta y cuál su
aplicación correcta. Eso sí, influencia de algunos estudiantes de la universidad (…)
pero la misma realidad golpea.
La universidad ha sido, sin duda, una institución referencial en la difusión y propagación de
ideas de izquierda socialista y marxista. Constituye, por lo tanto, un espacio indispensable
para comprender el desarrollo del conflicto armado interno, pues fue ahí donde un sector
importante de la población peruana dio pie al surgimiento de proyectos subversivos, en
especial del PCP-SL. Los partidos de izquierda en los claustros universitarios pusieron en
marcha una serie de estrategias políticas tanto para la difusión de sus ideologías como para
la captación de militantes entre estudiantes y docentes.36 La influencia de núcleos
socialistas, algunos de ellos radicales, aumentó su influencia logrando una hegemonía al
interior de estos centros de estudio.
La implementación del curso de materialismo histórico y dialéctico en los planes curriculares
de las universidades nacionales desde los años setenta implicó una revolución
epistemológica bajo el filtro del marxismo-leninismo: “Pronto el curso de Materialismo
Histórico remplazó a la Introducción a las Ciencias Sociales, Dialéctica de la Naturaleza al
de Ciencias Biológicas, el Materialismo Dialéctico a las clases de Filosofía e incluso a las de
36
Las escuelas, universidades y academias preuniversitarias fueron espacios de captación, formación y agitación política. En las universidades, los grupos radicales de la izquierda combinaron su discurso con el clientelismo y demandas pragmáticas de corto plazo, tales como horarios especiales de clases, más raciones en el comedor o más cupos en las residencias estudiantiles. En la UNE-La Cantuta, el PCP-SL boicoteó las actividades de la izquierda legal buscando absorber sus bases, y desarrollo actividades propagandísticas y escuelas populares. Ver: CVR, 2003, Tomo III, Capitulo 3.6: Las universidades. Y para el caso especifico de La Cantuta: Tomo V, Capitulo 2.19: La universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle La Cantuta.
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe Física”37. Esta revolución, señala el informe de la CVR, se dio también debido a la
renovación total de docentes y a la circulación de los manuales de materialismo, filosofía y
economía política de la Academia de Ciencias de la URSS y las Ediciones de Lenguas
Extranjeras de Pekín. Carlos Iván Degregori menciona, en relación a estos dos tipos de
publicaciones, que ambas rivalizaron por la captación de sus lectores, y que en la polémica
chino-soviética los jóvenes optaron en su mayoría por la posición pro-china. Este éxito lo
explica en los siguientes términos: “A través del campesinado maoísta los jóvenes proceden
a la reconstrucción ideologizada de sus lazos con el mundo andino (…). La cultura regresa
como ideología, la vida cotidiana como “ciencia”, el hombre andino como ‘campesino pobre
de la capa inferior’”38.
Los cursos y manuales tuvieron tal éxito –ha concluido el informe de la CVR- debido a que
ofrecían explicaciones y seguridades a una juventud que necesitaba de ambos aspectos: un
regreso a sus raíces, explicaciones sencillas planteadas a su vez como “verdades
universales”, una identidad y un poder hasta entonces negados por la sociedad dominante.
El informe de la CVR menciona además, en relación a estos cursos y manuales, que ellos
evidencian una concepción tradicional de entender la educación en el Perú. Aquella en la
que no sólo el pensamiento que se transmite es esquemático y totalizador, sino también la
forma de transmitir los conocimientos: una concepción pedagógica donde la autoridad del
libro y del maestro resulta inapelable. El PCP-SL, se afirma, empalmó con esta pedagogía
autoritaria, apropiándose de estas lecturas y adaptándolas dogmáticamente a la realidad
nacional.
Si bien se puede decir, siguiendo a Degregori, que al igual que la ideología del PCP-SL
también “los manuales transmiten una visión autoritaria tanto de la transformación social
vanguardista, como del modelo de la nueva sociedad: vertical en lo político (el partido único
en el vértice) y conservadora en lo cultural” 39, las causas que se han otorgado comúnmente
tanto al éxito de los manuales como a la adhesión al partido son, sin duda, mucho más
debatibles. Esta adhesión ha sido explicada comúnmente en términos reduccionistas,
puesto que se han dejado de lado las causas políticas y económicas del contexto histórico
peruano que movilizó a miles de jóvenes en busca de una mejor y nueva realidad y, por lo
37
CVR, 2003, Tomo III: Las organizaciones sociales. 3.6. Las universidades p.614 38Degregori, Carlos Iván. La revolución de los manuales. La expansión del marxismo-leninismo en las ciencias sociales y la génesis de Sendero Luminoso. En: Qué difícil es ser Dios: el Partido Comunista del Perú-sendero Luminoso y el conflicto armado interno en el Perú: 1980-1999. p.177 39 Ibídem p.174
Grupo Memoria IEP. Documento preliminar. [24, mayo 2012]. No citar sin autorización de su autor/a.
Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe tanto, las firmes convicciones políticas de muchos de los militantes del PCP-SL. En el caso
de las mujeres, esta explicación ha sido incluso aún más reducida, explicando su
participación únicamente como una herramienta para la consecución de los objetivos del
partido. Tanto la prensa como los académicos intelectuales, si bien han coincidido en
resaltar su significativo papel al interior del partido, han obviado los intereses por las
reivindicaciones de género y la demanda de un nuevo estado, evitado pensar incluso en una
mejora en los niveles de subordinación que muchas mujeres pudieron haber encontrado en
el partido, en comparación con sus anteriores modos de vida.
En relación a este sistema educativo, en el testimonio se señala que fueron los profesores,
las clases y, particularmente, las lecturas de Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao Tse Tung las
que le dieron una comprensión sobre el proceso constante de lucha y la transformación que
se lleva a cabo por medio de ella. Lucía abandonó la universidad en diciembre de 1990 por
problemas económicos y familiares cuando apenas le faltaba un ciclo para concluir su
carrera: su padre no pudo continuar costeando sus estudios debido a la crisis económica de
aquellos años y, además de ello, su hermana fue detenida y condenada a diez años de
prisión en el 91, detención que se dio un año antes de la suya en mayo del 92.
Religión
Lucía señala que la introducción al mundo universitario y a este ambiente politizado fue para
ella “un choque”. Su vinculación con la religión cristiana sufrió un quiebre ya desde la
secundaria, un distanciamiento que fue creciendo dentro de la universidad.
La cuestión es que ya la vida misma te golpea y te das cuenta y sí, me he dado cuenta
de muchas cosas, ya no tenía apego tanto, de ahí mi contradicción con la religión,
tenía mi contradicción, y cuando ya ingresé en la universidad, el materialismo
dialéctico, el materialismo histórico te abre los ojos.
Su distanciamiento de la religión se vincula con su acceso a discursos críticos sobre la
realidad histórica impartidos a través de los cursos que llevó en la universidad. En el
contexto de los años 80 la ideología marxista y el espíritu revolucionario de la época
significaron el alejamiento de la religión y la justificación de la lucha popular como la única
manera de generar cambios estructurales en la sociedad. Fue este contexto también el que
posibilitó una apuesta política por el discurso de la emancipación de la mujer desde el
Grupo Memoria IEP. Documento preliminar. [24, mayo 2012]. No citar sin autorización de su autor/a.
Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe enfoque marxista como lo hicieron muchas mujeres que simpatizaron o militaron en el PCP-
SL.
El discurso religioso es considerado por la ideología senderista como una desviación de la
única y verdadera postura revolucionaria, tal y como lo señala Abimael Guzmán en lo que es
conocido como la “Entrevista del Siglo”: “Marx nos enseñó ‘la religión es el opio del pueblo’,
es una tesis marxista plenamente válida hoy y mañana lo seguirá siendo; que la religión es
un fenómeno social producto de la explotación y que se irá extinguiendo conforme la
explotación vaya siendo barrida y una nueva sociedad surgiendo. Estos son principios que
no podemos soslayar y debemos tener siempre presentes”40 Esto no impide, sin embargo,
que la religión haya sido un factor influyente en la vida de los militantes del PCP-SL como
menciona Lucía:
Influye bastante la formación religiosa si usted ve la maravilla acá, compañeras que
hemos tenido vinculación con la iglesia hemos estudiado en colegio de monjas,
nuestro mismo Presidente Gonzalo ha estudiado en colegio de curas. La Iglesia, que
propugna teóricamente hablando –porque en la práctica claro que no lo hace- es la
igualdad, el amor a todos los demás (…) Entonces nos hace sentir, tener esa
sensibilidad social, que ya se encauza en su camino porque muchos religiosos te
dicen: tenemos los mismos objetivos, crear un paraíso aquí en la tierra, pero ustedes a
su manera, nosotros a la nuestra.
El objetivo común que se menciona remite a la consecución de mejores condiciones de vida
para las sociedades. Los medios difieren, sin embargo, puesto que las personas ligadas al
PCP-SL comparten una ideología que sostiene una posición “científica” acerca de la historia,
la cual se cree restituiría finalmente la justicia en el mundo. De ahí que haya sido posible
pensar la ideología senderista como una convicción (casi) religiosa.
Violencia “revolucionaria”
El marxismo planteado como una claridad que vino a iluminarla le permite justificar la
violencia y la guerra como necesarias, a veces, “para llegar a alguna parte”, aclarando que
se trata no de una violencia “reaccionaria”, sino una que permitirá construir algo nuevo: la
violencia “revolucionaria” se justifica puesto que permite la destrucción de un viejo y caduco
orden para crear uno nuevo. En palabras de Guzmán: “En cuanto a la violencia partimos de
40
En la “Entrevista del Siglo” se encuentra condensado, según Lucía, todo el pensamiento del partido.
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe un principio establecido por el Presidente Mao Tsetung: la violencia es una ley universal sin
excepción alguna, quiero decir la violencia revolucionaria; esa violencia es la que nos
permite resolver las contradicciones fundamentales con un ejército y a través de la guerra
popular”41
Las firmes convicciones políticas que adquirió Lucía son las que, por lo tanto, le sirven de
sustento para otorgarle un sentido de necesidad a la violencia revolucionaria concebida
como la única forma de conquistar el poder y transformar el mundo. En el testimonio es
posible ver cómo Lucía encontró en la ideología senderista una justificación de sus acciones
revolucionarias. Ante la pregunta sobre qué respuestas le daban esas lecturas ella explica:
Comprendí más el proceso, el proceso de la lucha, que el pueblo siempre ha luchado y
luchará y esa lucha misma sirve para transformar. Se estudió la revolución francesa,
que ha sido sangrienta, que ha habido excesos, que ha sido violenta, sí, pero de qué
sirvió, para transformar a la sociedad y eso es lo que pesa y ahora pues si no se
hubiera dado esa situación cuántos años más hubieran pasado para que pueda
devenir todo lo que es el capitalismo ahora.
Tanto la revolución francesa como el capitalismo tienen, para Lucía, un sentido de
necesidad y transitoriedad. En El Marxismo, Mariátegui y el movimiento femenino, se
menciona al primero de ellos como aquel que sentó las bases para el movimiento femenino,
y al segundo, como aquel que sentó las bases para su futura emancipación al permitir la
incorporación económica de la mujer a la producción industrial. Ambos, transitorios en tanto
capaces de dar sólo una igualdad formal a las mujeres, fueron concebidos como momentos
de la historia dirigidas hacia la verdadera emancipación de la mujer: el cumplimiento en la
vida práctica de una real igualdad jurídica de hombres y mujeres. De acuerdo con esto, de lo
que se trataba era de encarnar cada vez más las ideas, “lo que nosotros decimos
“Marxismo-Leninismo-Maoísmo-Pensamiento Gonzalo” no es cuestión que lo recitemos,
sino es cuestión de aplicación.”
La invocación a la guerra popular por parte del PCP-SL ofrecía a sus militantes la posibilidad
de sacarlos del escenario universitario e insertarlos en un proceso ‘revolucionario’ para
transformar la sociedad, una manera de llevar el discurso a la práctica y buscar así el
complemento entre la teoría y la acción. A través de la agitación política y la reivindicación
de sus acciones armadas el partido consiguió que su ideología resultase atractiva para miles
41
“Presidente Gonzalo rompe el silencio. Entrevista en la clandestinidad”. El Diario. Lima: 24 de julio de 1988
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe de jóvenes, pues aparecía como portador de una nueva realidad, una que las autoridades y
el Estado no podrían construir. Por su parte, Lucía relata que fue la inmersión en el proceso
de la guerra lo que supuso una mayor compresión del marxismo, pues si al inicio tuvo
algunas dificultades ya con la práctica estas se fueron disolviendo. Ella explica esta división
entre teoría y praxis del siguiente modo:
Un estudiante es diferente pues a un campesino, a un obrero (…) porque uno dice sí a
la lucha de clases, pero él lo vive cada día. Yo puedo hablar de la huelga, pero él vive
la huelga, (…) uno lo sabe de la teoría, él lo sabe de la práctica, entonces los dos
arriba y nos complementamos de esa manera.
Feminismo “revolucionario”
La idea marxista de que es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, la
relativa a la terrenalidad de su pensamiento y aquella que afirma que es necesaria una
concientización de clase son ideas42 que se reiteran en la Declaración de Principios (1973)
del Movimiento Popular Femenino con respecto al problema de la mujer: “Es que la mujer no
es un simple ser pasivo, ni banal adorno doméstico ni apolítico instrumento; la mujer con
conciencia de clase es luchadora infatigable y militante decidida”43. Lo que se plantea es la
necesidad de la urgente incorporación política de la mujer, la necesidad de trabajar con
ellas, educarlas, organizarlas y prepararlas para todas las formas de lucha; de ahí que se
sostenga la identidad que existe entre el movimiento femenino revolucionario y la lucha de la
clase obrera por la construcción de una nueva sociedad: se construye entre ambas una
identidad de lucha. De igual manera, se suscribe la tesis de la emancipación de la mujer y
se sostiene que debemos tenerla presente hoy más que nunca, pues es cuando se
reimpulsa nuevamente la organización de las mujeres, la mayoría de las cuales callan y
ocultan el carácter de clase que los sustenta. Lo que se plantea en torno a la pregunta sobre
qué movimiento femenino impulsar y apoyar es que el problema fundamental es desentrañar
su raíz clasista y establecer si realmente están o no del lado del pueblo.
42
“El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento”. Ver: Marx, Karl. Tesis sobre Feuerbach. En: Obras escogidas, Moscú: Editorial Progreso, 1969. p.26 43
Declaración de Principios y Programa del Movimiento Femenino Popular. En: Rimariyña Warmi, No. 2, Setiembre, 1993.
Grupo Memoria IEP. Documento preliminar. [24, mayo 2012]. No citar sin autorización de su autor/a.
Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe Dentro de este discurso es la posición que uno asume con respecto a su clase lo central
para la construcción de un verdadero movimiento femenino popular. Lucía suscribe estas
ideas cuando afirma que el problema no está en el sexo, ni en la edad, ni en la condición
social de la que uno provenga, “el problema no está en las razas”, el problema está para ella
en la clase que uno asuma. Lo que se dice entonces es que no se debe luchar contra el
“sexo opuesto” ya que eso llama a desunir e impide que ambos puedan “luchar juntos por
sus derechos.” El problema, por lo tanto, no es ser hombre o mujer, sino la conciencia de
clase que uno llega a asumir, puesto que la diferenciación sexual y genérica no tiene mayor
relevancia. Así, plantea su postura de la siguiente manera:
Nosotros no somos feministas, no somos feministas, nosotros vemos que el problema
de la mujer es parte del problema de la sociedad, esa explotación en que vive, en que
está sumida como clase, no es problema de sexo, (...) esos son infantilismos de
burguesía.44
De este modo, las reivindicaciones de género se hacen innecesarias y hasta indeseables
pues desorientan la auténtica y única lucha del proletariado por la revolución. En esta
perspectiva una reivindicación a favor de la igualdad femenina es prescindible puesto que el
género se subordina al orden económico y, por lo tanto, al proyecto de la revolución
socialista. En El Marxismo, Mariátegui y el movimiento femenino se señala respecto a estos
“problemas íntimamente ligados a la mujer en especial: el divorcio, el matrimonio y el amor”,
que ellos no deben tornarse como una cuestión principal, pues “hacer tal cosa es olvidar la
lucha principal y la meta fundamental, a la vez que sembrar confusión y desorientar la lucha
revolucionaria.” Lucía explica en su testimonio el por qué todos estos aspectos de los que
habla son poco conocidos: “claro, es que no es lo principal, la gente no conoce esos
aspectos secundarios.” En una sociedad sin distinción de clases, se cree, no existirán más
estos ‘otros’ tipos de opresiones, pensadas siempre como secundarias: “esas ideas de
machismo son ideas feudales, vienen de la colonia acá en nuestro país (…) así como el
racismo que con el tiempo van a desaparecer”.45 Más adelante, con respecto al feminismo
dice lo siguiente:
44
Elena Iparraguirre sobre el discurso de la emancipación de la mujer del PCP-SL: “nunca nos hemos dado de feministas, sino la emancipación de la mujer antes la ley y ante la vida”. CVR, Entrevista a Abimael Guzmán Reinoso y Elena Iparraguirre, 6 de noviembre del 2002. 45
“Sobre el tema del racismo, Oscar Ramírez Durand dice lo siguiente: “en el Partido Gonzalo nunca lo ha tenido en cuenta, y cuando le decíamos que había racismo, nos decía que eso no le interesa al marxismo, que
Grupo Memoria IEP. Documento preliminar. [24, mayo 2012]. No citar sin autorización de su autor/a.
Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe Esa es una posición burguesa, es una posición burguesa de personas que solamente
centran en que la lucha es de sexos, pero el problema no es de sexos, (…) ¡Quieren
igualdad en todo! Ellas mismas dicen igualdad en todo. Porque hay feministas y hay
feministas, hay otras un poquito que ya se van a la deformación que ya son un poquito
hasta lesbianas y otras que tienen un cierto sentido social, hay de todo allí. (…)
Homosexualidad
En el testimonio, Lucía considera la homosexualidad como una “desviación burguesa”, un
problema social, algo que debe ser sancionado y corregido al igual que lo debe ser la
delincuencia y la drogadicción: “como clase nueva el proletariado no consiente, el obrero no
consiente esas deformaciones, contranatura”. El testimonio revela cómo el discurso
senderista velaba por la heterosexualidad tanto de sus miembros como de todos los demás
integrantes de la sociedad. Un discurso homofóbico también arraigado en la sociedad
peruana, tanto en el contexto urbano como rural:
Nosotros no consentimos por ejemplo dentro del Partido, no se consiente ni la
homosexualidad, no se consiente la delincuencia. No se consiente eso. Tampoco se
consiente la drogadicción, esas personas están como apartadas de la misma
sociedad, desclasadas, no cumplen la función.
Se hace evidente un discurso que piensa la sociedad, el partido y el proletariado como
categorías homogéneas, coherentes y legítimas. En su relato, tanto el feminismo “burgués”
como la homosexualidad son considerados “problemas” sociales resultado de inequidades
económicas que han de ser barridos con la misma transformación de la sociedad. En este
sentido, más allá de la clase por la que se luche, los homosexuales no tienen cabida dentro
del proyecto revolucionario del partido, pues son considerados personas que deben pasar
primero por un proceso de reeducación.
Si hay personas que han tenido esos problemas simplemente se les separa, no
pueden estar dentro del partido (…). Se pueden reeducar, sí. Pero no dentro (…) que
vayan a ser comunistas, por ejemplo, que tengan responsabilidades, que estén dentro,
no, no puedo ser, porque sería un partido igual a todos los partidos políticos
Lucía menciona incluso que si algunos de ellos están ya “perdidos totalmente, ahí por el
bien de la sociedad tendría que verse qué hacer con esa persona, pero no es que de
hay que ver la cuestión económica, la lucha de clases, él nunca ha visto lo del racismo.” CVR, Entrevista a Oscar Ramírez Durand, 4 de octubre del 2002.
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe buenas a primera agarre usted y lo mate porque es así.” El PCP-SL se presentaba
ofreciendo una sociedad justa y ordenada, buscando eliminar frente al descrédito y la
ineficacia de las autoridades nacionales problemas tales como el adulterio, la delincuencia y
la corrupción, problemas entre los cuales la homosexualidad figuraba también como una
'desviación' a ser erradicada. Es precisamente en nombre del bienestar de “la sociedad” que
algunos sujetos, en este caso 'desviados' del género normativo, deben desterrarse. Así
como quedar fuera también del proyecto 'revolucionario' del partido por respeto a sus
valores, normas e ideas.46 La búsqueda de igualdad entre hombres y mujeres
(comprendidos como términos opuestos y complementarios) en el PCP-SL tropieza con
serias limitaciones al estar basado en un pensamiento heterosexista y únicamente enfocado
en la clase como el eje que articula y subsume cualquier otro tipo de subordinación.
Visión de nuevos planteamientos sobre la mujer
En cuanto a la opresión y subordinación femenina, Lucía señala en su relato que “es una
opresión más que ya existe sobre el pueblo, existe sobre la mujer una opresión más, presión
marital, presión del marido”. En la Declaración de Principios del Movimiento Femenino
Popular se sostiene que: “Las mujeres de hoy sufren opresión y explotación y éstas tienen
una causa: la situación semicolonial y semifeudal de nuestro país; situación que al pesar
como montañas sobre nuestro pueblo redoblan su peso sobre las masas femeninas del
Perú”.
A partir de esta doble opresión se puede rastrear una creencia extendida en la sociedad de
que es a través de la acción guerrera, la agresividad y los excesos a partir de los cuales se
obtiene la igualdad con los hombres al mostrarse tan o más valientes que ellos, puesto que
se trataría de probar que las mujeres también pueden ser igualmente revolucionarias. Así, a
la mujer se le exigiría mayor entrega y capacidad, esfuerzos para ubicarse en un mismo
nivel junto a los hombres y alcanzar su respeto. Un tipo de creencia propia de un contexto
patriarcal que construye la masculinidad del varón en relación a una subordinación
femenina. Siguiendo esta idea, la mayoría de los trabajos académicos han retratado a la
mujer senderista como aquella encargada de dar el “tiro de gracia” y han caracterizado su
46
El PCP-SL no era sino un pequeño “nuevo estado” que buscaba pre-figurar al interior de su organización el tipo de sociedad que quería construir. Estableció por ello una serie de valores y normas sobre las relaciones de pareja, el matrimonio, la sexualidad y la familia, configurados desde el discurso oficial para dirigir su “guerra revolucionaria”
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe participación siempre en referencia al ejercicio de la violencia, la agresividad y una
masculinización “extrema”.
Si bien han podido darse numerosos casos47, esta postura no es aplicable a todas ellas. Es
necesario tener presente que las mujeres del PCP-SL han experimentado una condena
mayor al desviarse de las normas que rigen al género y, por lo tanto, al desvincularse de sus
roles tradicionales, especialmente la maternidad. El estigma creado en torno a ellas ha sido
producto de una <<valorización>> que “debía revestirse de una presentación agresiva y
amenazante en las filas senderistas, igualando o emulando la violencia asociada al poder
masculino”.48
Las palabras de Lucía dan cuenta, en parte, de esta situación: “cuando una mujer asume el
papel revolucionario asume más firmemente, ¿por qué? Porque dentro de la sociedad vieja,
está marginada”. Si bien ella no detalla lo que significa “asumir más firmemente”, a lo largo
de su testimonio (y en la ideología senderista) encontramos justificaciones a la violencia
“revolucionaria” sin distinciones por género. Así como también manifiesta una apuesta por
una serie de ideas en torno al papel activo de la mujer en la guerra, en contraposición a los
roles tradicionales restringidos al ámbito domestico. Sobre la diferencia del rol de la mujer en
el <<nuevo estado>> dice lo siguiente:
Una tara de lo viejo por ejemplo es donde las mujeres cocinan, además de sus tareas
políticas ella cocina, ella lava, se encarga de los hijos, agarra el hombre viene y le
pega, eso es lo viejo. Eso no se permite ya en lo nuevo (…) si son padres los dos
padres, si son pareja, el rol de pareja. Asumir las responsabilidades por igual.
El proyecto comunista en el discurso del PCP-SL, sin embargo, no tuvo puntos de vista
claros acerca de la situación de la mujer en lo que sería la “nueva sociedad”. El testimonio
de Lucía si bien contiene algunas especificaciones o detalles en cuanto a lo que sería el
paraíso de la “nueva sociedad” para las mujeres, carece de una propuesta concreta sobre
dicha situación. Al preguntársele cómo es que imagina el partido la cuestión de la mujer en
la sociedad nueva se remite al proceso de la historia, a la construcción del socialismo y a la
cooperación entre todos para la crianza de los hijos:
47
Harían faltan mayores estudios para determinar que tan recurrentes han sido este tipo de casos, es decir, que mujeres hayan sido destacadas a tareas más violentas. 48
Caro, Ricardo. Ser mujer, joven y senderistas. Memorias de género y pánico moral en las percepciones del senderismo. En: Alpanchis No 67 (2005) p.136.
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Una formación así que no necesariamente sea mi hijita, a mi hijito yo veo y velo por los
hijos también de los demás, pero ya se rompe ese egoísmo del individuo, del
individualismo, del yo primero. No es, nosotros nuestro lema es “primeros en el
sacrificio y últimos en el beneficio” Yo no estoy para servirme a mi misma sino para
servir a los demás.
Sobre el socialismo como proceso histórico dice además:
Creo que en el mundo sí se ha dado un proceso, y se ha dado en la Unión Soviética
(…). Entonces, por ejemplo, allí ya el padre y la madre cumplían su papel, su papel
revolucionario, su trabajo que tenía que desenvolver allí: la construcción del
socialismo. ¿De los niños quién se encargaba? El Estado, porque allí había jardines
de infancia, lugares de crianza, que eran personas dedicadas a eso (…) mientras que
el padre y la madre trabajaban, hacían sus cosas, se encargaban de toda la crianza de
un grupo, ya sean voluntarias (…) y formaban a los niños en eso.
El informe final de la CVR señala como uno de los posibles factores que propiciaron que el
discurso del PCP-SL sintonice con las expectativas de los jóvenes empobrecidos al hecho
que haya ofrecido un discurso muy clasista que escamotea la violencia de la discriminación
racial, étnica y de género para subordinarla a la lucha de clases y la construcción del nuevo
poder: una realidad en la cual la igualdad clasista borraría por añadidura la discriminación
sociocultural de la que eran víctimas.49 Lo que el discurso senderista no tomó en cuenta es
que todos estos tipos de discriminación, enmarcados en el interior de una realidad social
específica, eran igualmente relevantes para establecer una serie de consideraciones en
torno a la problemática de la subalternidad de la mujer. El análisis realizado por el PCP-SL
fue llevado a cabo a partir de una adaptación dogmática de la teoría marxista a la realidad
nacional, un análisis que tuvo como resultado un discurso definido por la lucha de clases
que obvió también ideas muy arraigadas de discriminación étnica en el país.50
Lucía, ante la pregunta de si sentía en términos personales reivindicada como mujer,
responde:
49
CVR, 2003, Tomo III, Capitulo 3: Las organizaciones sociales. 3.6. Las universidades p.624 50
Hay que tener presente que la identidad de género se construye siempre en relación con otros factores con los que se articula, igualmente importantes a tomar en cuenta según el contexto específico. Las diferencias étnicas, de género, la historia política de un sujeto confluyen para darle una experiencia particular a las diferentes maneras en las que las mujeres experimentan la subordinación.
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe Yo sí, o sea dentro de nuestra organización, dentro del Partido Comunista del Perú,
hombres y mujeres tenemos igual participación, no depende del sexo, no depende de
la edad, no depende de la condición social de donde usted haya venido, sino depende
de la posición que usted asuma (…) asume una posición y según eso va asumiendo
mayor responsabilidad, va encarnando cada vez más las ideas, la convicción.
Aludiendo a la existencia de muchas mujeres en el Comité Central y en el Comité
Permanente Histórico (“camarada Nora, camarada Elena”) e inclusive al hecho de que
muchos hombres tenían que sujetarse a mujeres “mandos” busca reafirmar el hecho que no
existió ningún tipo de discriminación por sexo.
Marcos partidarios sobre el género y la sexualidad en el PCP-SL
Lucía nos introduce a través de su testimonio a la experiencia de la relación de pareja, el
matrimonio, la maternidad, tal y como eran experimentados por las senderistas. De la
relación de pareja relata que dentro del partido existía una serie de principios, a partir de los
cuales se consideraba como acciones a ser sancionadas la poligamia, el adulterio y el
maltrato a las mujeres.
Esas cosas sí eran sancionadas (…) en las Obras Escogidas de Mao tse Tung allí él
plantea no tomarse libertad con las mujeres y no significaba solamente con las
mujeres del partido, las comunistas o las revolucionarias o las masas, en general con
todo el pueblo, incluso las prisioneras.
Ella señala que “por ejemplo hay problemas así, compañeros que han venido con ciertas
ideas feudales, ya de edad, que han venido con toda una formación desde la casa, donde la
mujer era la que le servía, le daba de comer, le planchaba, le lavaba”. Estas “ideas feudales”
impedían el correcto desarrollo de las relaciones que debían darse entre hombres y mujeres:
la mujer no podía servir a un hombre puesto que debía servir al partido. En algunos casos, si
el problema persiste, menciona Lucía, “ella agarra y le plantea a quien corresponde y ahí se
arma una lucha”. La sanción a este tipo de faltas estaba justificada de acuerdo al grado de
culpabilidad. Así dice también tener conocimiento de los juicios que se realizaban en el
campo, juicios que considera justificados debido a que buscaban corregir y sancionar a
aquellas personas que no eran “sinceras”.
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe Más allá de estos problemas, la testimoniante parte de su propia experiencia para afirmar
que la relación de pareja se trataba de una relación de respeto mutuo, y que era ella
fundamentalmente política: “él su trabajo, yo mi trabajo y la relación era política, más que
todo, si sirve a lo nuevo, sirve mucho más”. Ella mantuvo, afirma, una relación con un
compañero suyo, un estudiante de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos quien
murió asesinado por la policía al ser detenido por ser un presunto implicado en actos
subversivos. A partir de esto sostiene sobre las relaciones al interior del partido lo siguiente:
Se puede tener esa relación por esa práctica cotidiana en la vida que en común
llevamos, entonces en eso va naciendo, pero ese amor tiene un sello de clase (…) la
cuestión es que sirva pues al objetivo que uno tiene porque eso se da normalmente en
todo sitio, pienso que es así.
El objetivo del que se habla aquí es la lucha revolucionaria. Este es el fin que media y da
sentido a la unión de dos personas. De este modo, la unión de un hombre y una mujer debe
servir para que ambos se asistan y así sirvan mejor a la realización del comunismo. La
finalidad de servir a la revolución es algo que permite explicar también la unión en
matrimonio de personas dentro del partido. Lucía señala que el matrimonio es “una relación
ya más consolidada, más fuerte”, por la cual existía también una reglamentación. Las
parejas que se casaban lo hacían con la ley y a nombre de la dirección del partido:
Era a nombre del partido, a nombre de la dirección del Partido que es el Presidente
Gonzalo. Y era una relación muy fuerte, no era que yo me caso hoy y me divorcio
mañana, que estoy con uno, estoy con otro, no, eso no, eso no se permitía, si se daba
esos problemas se les veía, (…) se les combatía ideológica, políticamente los
problemas.
Menciona, por ejemplo, que existía una ceremonia especial, realizada “como si fuera ante un
juzgado por civil”, cuyos encargados de la celebración eran los llamados “comisarios
políticos”.51 El acta de celebración de matrimonio del PCP-SL, que figura como una
elaboración del Comité Central52, afirma que la relación entre un hombre y una mujer
entendida como “la más directa y estrictamente humana” debe coadyuvar a la brega que
ambos realizan por la revolución.
51
Abimael Guzmán sobre este punto: “Hemos tenido un sistema para nuestros matrimonios, hemos establecido cómo casarnos unos con otros, y qué cosas les leíamos, por ejemplo un texto de Marx, y luego un texto de Mariátegui”. CVR, Entrevista a Abimael Guzmán Reimoso y Elena Iparraguirre, 29 de octubre del 2002. p.79 52
Ver Acta de celebración de matrimonio. Versión en línea:: http://www.solrojo.org/pcp_doc/pcp_actadec.htm
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe En torno a la maternidad, Lucía reafirma una vez más la libertad que el partido otorgaba a
las mujeres.
Era libertad de tener o no tener hijos, eso nosotros lo planteamos. Si yo quiero tener
hijos, tengo mis hijos. Si no quiero tener hijos, yo no lo tengo a mi hijo. Daba libertad,
no es como la Iglesia (…) hay libertad del aborto o de no abortar.
En los documentos del PCP-SL revisados no se ha encontrado información sobre el tema
del aborto. Se desconoce, por lo tanto, las razones, procedimientos utilizados y la
recurrencia de dicha práctica53. Sobre la condición de madre el PCP-SL afirma que “el
proletariado creó el ‘Día Internacional de la mujer’ y es dentro de este contenido que celebra
a la madre” como una condición secundaria en su vida, puesto que “lo fundamental es la
mujer como ser social”. En este sentido, denuncia al ‘Día de la Madre’ en tanto ha sido
instituido por la burguesía para mantener la situación de opresión y rinde homenaje a la
madre “combatiente del pueblo, que no se doblega ante la pérdida de un hijo que entregó a
la revolución, pues para ella sus hijos son todos los hijos del pueblo.”54
Si bien Lucía habla sobre su vida anterior a la militancia (datos personales, la escuela y la
universidad), su discurso se encuentra fuertemente vinculado al partido, pues remite su
propia subjetividad a él a partir de un “nosotros” que usa de manera constante. De este
modo, se incluye dentro de este grupo de mujeres militantes y asume una identidad a partir
de aquella adhesión. El partido, por lo tanto, le otorga una identidad desde de la cual
ubicarse. El PCP-SL le permitió a Lucía acceder a espacios de participación política
usualmente negados a las mujeres, le otorgó además una identidad y un proyecto colectivo
del que ser parte, creando en ella una fuerte convicción política y una serie de expectativas
respecto a su condición social y de género. Con respecto a la “lealtad” de su hermana al
partido dice lo siguiente:
Yo no hablo como militante, mi hermana tampoco, nuestra condición nosotros no la decimos, si somos o no somos, estábamos dentro del proceso de la guerra.
53
Dianderas afirma, en base a cuatro testimonios recogidos de mujeres ligadas al PCP-SL, que existió una represión de los valores vinculados a la maternidad, y si bien muchas mujeres han tenido abortos voluntariamente (método ligado a la idea de que una vez concluida la revolución habría tiempo para tener hijos), también existen casos en que fueron inducidas a abortar u obligadas a dar en adopción a sus hijos a extraños (siendo enviados a algunas “bases” para ser criados). Véase: Dianderas, Liliam. The paradoxical role of women within Sendero Luminoso: the myriad reasons behind their refusal to continue fighting. Master´s Thesis, Gender and Peace Building Program UN University Costa Rica, 2004, p. 59. 54
La madre y su papel en la revolución. En: ¡Por la Emancipación de la Mujer! El Diario. Suplemento Especial, Lima 13 de marzo de 1988.
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe Al presentarse como una prisionera política, “ser parte del proceso de la guerra” hace
énfasis en la lucha realizada, en su compromiso social y político por transformar la realidad
nacional. De este modo se resalta el sacrificio realizado y se sigue justificando la violencia
ejercida por parte del partido. Esta defensa tiene además una dimensión colectiva, Lucía
adopta una fuerte posición en defensa de lo que ella considera una represión por parte de
las políticas de Estado.
Si usted ve todo lo que hemos pasado, no es muy gracioso ¿no? En estos años de
genocidio que es la máxima masacre, los golpes que nos daban, el trato sicológico,
moral, la familia, los hijos, acá mismo. Entonces hay cosas que sí se deben denunciar,
(…) Somos una organización y ellos tienen que reconocernos, somos la otra parte de
la guerra y tenemos que luchar por la reconciliación nacional.
La testimoniante se ubica a sí misma en aquella “otra parte de la guerra”, en el lado de los
“revolucionarios”, aquellos que han luchado por una serie de ideales en beneficio de toda la
sociedad. Ella denuncia la manipulación de los medios de comunicación, pues es consciente
del papel que han jugado en la configuración del imaginario que sobre ellas la sociedad
tiene, reitera así en varias oportunidades la tergiversación de los hechos que realizan tanto
los medios escritos como televisivos. Sin duda se han generado numerosos estereotipos
sobre las mujeres del PCP-SL, estereotipos a los que ha contribuido en gran medida a
construir los medios de comunicación.55 Sobre el caso de la conocida senderista Maritza
Garrido Lecca dice, por ejemplo, que se ha querido buscar las causas de su adhesión en un
sentimiento de culpa por haber pertenecido a la clase alta de la sociedad: explicaciones a
partir de un “complejo de rica, de bonita, de bella, de famosa (…) sentirme culpable de vivir
así y no ser la mayoría, no es eso”. No se trata, señala, de decir que un grupo de violentos
quiso hacer la guerra, sino de buscar entender las causas por las cuales muchas personas
entraron a compartir las mismas ideas, entre ellas el hambre y la explotación que generaron
la necesidad de participar en un movimiento que permitiese cambiar la difícil situación.
Sostiene que su deseo al salir de prisión es retomar sus estudios, conseguir trabajo y velar
por su hijo. Todo ello sin dejar de lado lo que asume como un compromiso político
fundamental: seguir luchando por la libertad de sus “compañeras” y los derechos de los
integrantes del PCP-SL. Lucía fue condenada en el año 93 a treinta años de prisión; sin
55
Para un análisis más detallado sobre dos mujeres convertidas en figuras icónicas por la prensa, Carlota Telli y Edith Lagos, véase: Ricardo Caro. Ser mujer, joven y senderista: memorias de género y pánico moral en las percepciones del senderismo. En: Alpanchis No 67 (2005) p. 125-156.
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe embargo, en el 2007 obtuvo el beneficio de la libertad condicional. Esta fue revocada por la
Sala Penal Nacional el año 2011, motivo por el cual fue trasladada nuevamente al penal de
máxima seguridad de Santa Mónica en Chorrillos hasta ser puesta en libertad el 21 de enero
del presente año.
A partir del análisis de este testimonio se hace evidente la necesidad de re-pensar el tema
de la reconciliación como un proceso que debe involucrar no sólo a las ‘víctimas’ de la
guerra, sino también las voces de aquellos que han iniciado y llevado a cabo el desarrollo
del conflicto (tanto grupos subversivos como agentes del Estado). Tomando en cuenta
dentro de este primer grupo a aquellos que han reformulado sus ideas y se han
desvinculado de sus respectivas organizaciones (PCP-SL/MRTA), como aquellos que aún
permanecen afiliados.
Queda pendiente también continuar explorando en nuevos estudios el proyecto
emancipatorio femenino del PCP-SL, el debate entre la izquierda, el feminismo y los grupos
subversivos, así como las causas y consecuencias que ha tenido la participación de la mujer
tanto en las relaciones al interior de dichas agrupaciones como en la sociedad misma.
6. [Conclusiones]
Si bien el testimonio de Lucía permite comprender algunas de las causas y motivaciones de
la participación de la mujer en el PCP-SL basada en firmes convicciones en torno a la
ideología del partido sobre la ‘revolución’ y la emancipación femenina, es necesario situar el
testimonio en un registro más amplio. Un registro que permita ver las fisuras entre el
discurso y la práctica sobre la igualdad de género, así como las objeciones teóricas y
políticas a la ideología del “marxismo-leninismo-maoísmo, pensamiento gonzalo”.
A partir de lo visto se puede decir entonces que la perspectiva del PCP-SL en torno a la
emancipación de la mujer peruana se encuentra limitada para realizar un análisis multifocal
de la opresión de género al hacer de la categoría clase el eje central de su propuesta. Esta
centralidad puesta únicamente en la lucha de clases implicó una subordinación e
invisibilización de las diferencias culturales, étnicas, sexuales y de género, y con ello una
noción monolítica y normativa en torno al sujeto mujer. Ello debido, principalmente, a dos
motivos.
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Si desea citar este documento o parte del mismo, escribir a: grupomemoria@iep.org.pe En primer lugar, porque las consideraciones de la ideología “marxista-leninista-maoísta,
pensamiento gonzalo” dejan a un lado la posibilidad de un análisis en un contexto particular
que prescinda de las clases sociales como el origen y único centro de los diferentes tipos de
subordinación que existen. Lo planteado en el testimonio sobre la homosexualidad, hace
evidente que la pérdida en la unidad abstracta de la militancia (“el partido”, “la sociedad”)
trajo consigo una negación y un rechazo de la diferencia que impidió vincular de diversas
maneras los múltiples tipos de opresión de género que existen. En este punto, por lo tanto,
se ve que la aplicación de conceptos occidentales, tal y como han sido retomados por el
discurso del PCP-SL, ha dado lugar a una posición hegemónica que concibe a la mujer y al
hombre como categorías unitarias, borrando con ello la heterogeneidad de subjetividades
producto de las condiciones de opresión de realidades sociales particulares.
En segundo lugar, porque parte de un discurso que se piensa como “científico” y
“verdadero”. Es decir, un discurso destinado a “dirigir” a los sujetos hacia su emancipación
que termina reproduciendo finalmente relaciones profundamente jerárquicas. En la práctica
se ha hecho evidente, a través de una gran cantidad de casos (sólo tratados brevemente en
este ensayo), las contradicciones en torno a la igualdad entre hombres y mujeres que el
discurso oficial del PCP-SL decía defender.