Post on 05-Aug-2015
Feminismo Negro/Feminismo Afrodescendiente
Socióloga Esther Pineda G.
estherpinedag@gmail.com
Cuando hablamos de feminismo en su forma abstracta y generalizadora, es habitual
asociarlo a la defensa de los derechos de la mujer blanca, heterosexual, clase media;
olvidamos los diversos matices que ha de tomar lo femenino, la pluralidad de mujeres, de
sus historias, de sus culturas, de sus experiencias, y las posibles maneras en que habrá de
expresar su sexualidad.
No existe solo un modelo de mujer, coexisten una infinidad de modos de ser mujer, de
ejercer la feminidad y por tanto diversas formas de feminismo.
El feminismo no ha ni habrá de ser solo uno, su comprensión y manifestación en estos
términos expresaría así un carácter reductivo, castrante, excluyente y arbitrariamente
designado.
El feminismo tradicional se constituye como un feminismo invisibilizador de la mujer
afro-descendiente, un feminismo que parece exaltar el proceso de sujeción y coerción a la
que ha sido sometida la mujer blanca en nuestras sociedades, pero que a su vez habrá de
obviar la explotación, relegación, esclavitud y sub valoración a la cual ha sido expuesta y
sometida la mujer afro-descendiente en occidente.
En un continente donde “lo negro” ha sido asociado al mutismo, la invisibilidad, la
ignorancia, a la noche y en consecuencia a la oscuridad como lugar por naturaleza
inhóspito, desolado y lleno de vicios; se naturalizará la sumisión que le ha sido atribuida a
la mujer afro-descendiente, y se le configurará como objeto cosificado de placer para y
del hombre blanco, en el contexto de una estructura societal que históricamente la ha
marginalizado mediante un constante proceso de exclusión, relegándola a un apartado y
reducido espacio de la vida social.
La historia de la mujer afro-descendiente se ha definido de acuerdo a la triada de la
opresión: capitalismo, patriarcado y racismo, todos en recíproco apoyo de su
mantenimiento y legitimación, en correspondencia a los criterios de explotación,
exclusión y apropiación de acuerdo a los que el sistema pre-configuró a la mujer como
inferior a lo masculino, y a “lo negro” más aún por debajo de la condición de ser mujer.
Es por ello que la mujer afro-descendiente en nuestras sociedades será triplemente
explotada, reducida y subordinada; no solo en relación al hombre, al hombre blanco, sino
también a la mujer blanca.
Estará subordinada a la mujer blanca como consecuencia de que la mujer negra ha sido
definida y se le exige autodefinirse a partir, y en relación al prototipo socialmente
establecido de la mujer blanca, no encuentra una referente en si misma, pues todos los
agentes socializadores a los que ha sido y es reiteradamente expuesta operan como
socializadores del racismo.
Es por ello que sus posibilidades de ascenso social, familiar y personal estarán dispuestas
por la efectiva adecuación de la mujer afro-descendiente a los rasgos físicos, gestuales,
actitudinales y comportamentales de la mujer blanca.
Siendo entonces necesario descentralizar los modos en que estudiamos y cuestionamos el
sexismo, dando espacio a su comprensión en relación a su presencia histórica y cultural;
como así mismo, redefiniendo la feminidad desde lo femenino, pero también una
feminidad desde “lo negro” mismo.