EUGENIA ALMEIDA UNO

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Cultura CLA VOZ DEL INTERIORCÓRDOBA. JUEVES 26 DE MAYO DE 2005 5

Sorpresa yexpectativa“Después de enterarmedel premio –cuenta aúnafónica la escritora– es-tuve en cama toda una se-mana: me quedé muda.Me dio vértigo”.

Tras una etapa de in-credulidad en la quepensó que el título El co-lectivo que figuraba en-tre los finalistas del con-curso correspondía a otroescritor, llegó la alegría,los múltiples llamados te-lefónicos y la consagra-ción de un sueño: “Yo mesiento escritora desde ha-ce muchos años, pero esla primera vez que leo enuna nota periodística queotra persona me dice ‘laescritora María EugeniaAlmeida’, y eso es fuerte”.

Eugenia no sabe cómosigue su vida ahora que tie-ne un importante premiobajo el brazo. “Después delpremio mucha gente me di-jo: Ahora sí te tenés que de-dicar a escribir’, y yo lesdecía que toda mi vida mehe dedicado a escribir”. Lasmejores perspectivas apa-recen en torno a la posibi-lidad de trabajar haciendolo que más le gusta: “Siem-pre está la fantasía de ga-nar por escribir aunque seael mismo dinero que ganocomo docente. Eso seríamaravilloso”, explica.

Por ahora, la realidadde esta escritora cordobe-sa de 32 años tiene que vercon una rutina laboralque le deja poco tiempo alejercicio de su vocación:“Escribo en la parada delcolectivo, en el bar tomán-dome un cafecito, en laplaza, en el recreo...”.

Actualmente, Almeidaestá escribiendo una nue-va novela y espera queluego de este reconoci-miento transatlántico laseditoriales locales salgande su habitual resquemorpor publicar a autoresnuevos.

AP

El libro de Almeida transcurre bajo la última dictadura, en un pueblo de Córdoba en donde ya no para el único colectivo que pasaba.

CORDOBESA PREMIADA EN ESPAÑA

EMANUEL RODRÍGUEZ

ESPECIAL

El 13 de mayo, cuando ya habíaconcluido su rutina laboral,María Eugenia Almeida che-queó la casilla de mensajes desu teléfono celular y lo que es-cuchó cambió su vida: El co-lectivo, la primera novela queescribió, había ganado el PrimerPremio Internacional de Nove-la Las Dos Orillas, otorgado porel Salón Internacional del LibroIberoamericano de Gijón (Es-paña), consistente en la contra-tación, traducción y publicaciónde la obra en Alemania, Fran-cia, Portugal, Grecia, Italia, Es-paña e Inglaterra.

Almeida nació en Córdoba en1972, actualmente vive en Un-quillo y es licenciada en Comu-nicación Social. Trabaja en elGrupo de Investigación sobreHumor de la Facultad de Filo-sofía y Humanidades, es docen-te de Comunicación en el cole-gio secundario Juan Mantova-ni, y “eventualmente” corrige yasesora editorialmente en un se-llo local.

“El día del fallo –cuenta Eu-genia–, entré a la página Web delconcurso pero no había nada, yya me iba a mi casa a ver La erade hielo por Canal 8. Como micelular es un desastre y siemprese queda sin señal, ca-da tanto me fijo si hayalgo. Había un men-saje de un español,que al principio yopensaba que era mihermano haciéndomeuna broma. Pero amedida que trans-curría iba dando da-tos que mi hermanono tenía, y al final fuealgo increíble”.

El Premio Las DosOrillas es un concur-so bianual de novela cuyo obje-tivo, según las bases, es “supe-rar el aislamiento internacio-nal” y unir las literaturas deAmérica latina y Europa, prin-cipalmente editando la obra ga-nadora en siete idiomas y dis-tribuyéndola por gran parte delViejo Mundo.

María Eugenia Almeida (pre-fiere que la llamen simplemen-te Eugenia y, por su “extrema ti-

EL FALLO DEL JURADO

Una historia argentina que cruzó el marMaría Eugenia Almeida vive en Unquillo y acaba de ganar el Premio Internacional Las Dos Orillas con su novela “El colectivo”.

Los detalles. Blanca Rosa Roca, de la editorial es-

pañola Roca, señaló en el fallo que uno de los méritos

de la novela premiada es que “la autora cuenta su his-

toria desde un pequeño pueblecito argentino, en el

que viven gentes sencillas y se cuentan pequeños de-

talles, envueltos en un gran misterio”. También des-

tacó “cómo se transmiten las noticias y la vida de sus

dos protagonistas, un abogado y un farmacéutico, con

una intriga sobre unos guerrilleros de trasfondo”.

El secreto. Georges Miressiottis, de Editions Opera de

Grecia, dijo que el secreto de la obra ganadora es la

clave misma de cualquier gran novela: “Ofrecer al lec-

tor un nuevo punto de vista de acontecimientos que ya

conocemos, una nueva manera de observar el mundo”.

Desolación y dictadura. Luigi Brioschi, de la editorial

italiana Ugo Guanda, aseguró que EEll ccoolleeccttiivvoo ”mues-

tra una nueva visión sobre los horrores de la dictadu-

ra militar argentina, desde un punto de vista inédito, el

de la colectividad de un pueblo perdido en las mon-

tañas y lleno de desolación”.

mejor de las 80 novelas presen-tadas y se refirieron a la cordo-besa como a “una gran novelis-ta capaz de cambiar nuestra vi-sión de una dictadura, para mos-trarnos su lado más real”.

La novela de Almeida, la pri-mera obra de autor argentinoque gana este premio, será pu-blicada y distribuida en Europaen 2007 y aún no se sabe, porcuestiones contractuales, si seráeditada en el país.

El colectivo está ambienta-da en un pequeño pueblo de laprovincia de Córdoba, durante1977, y cuenta lo que le ocurre aalgunas personas que viven allídesde que el único colectivo quepasa deja de parar. “A partir deeso –cuenta la autora– es unahistoria sobre lo generosas o lomezquinas que podemos llegara ser las personas en determi-nadas situaciones”.

“Yo creo que la historia esmuy sencilla –continúa– y que

al mismo tiempo en esa sencillezbusca desnudar una mecánicade la dictadura. Más que descri-bir grandes gestas de la huma-nidad, me gusta ir a los pequeñosgestos: qué hago cuando alguienme pide ayuda, qué hago cuan-do alguien me saluda y no loquiero saludar, qué hago cuan-do alguien me desafía”.

Almeida considera que es-cribir sobre las pequeñas cosassignificó un cambio en su lite-ratura: “Lo que escribía antesera de una complejidad rococó,cosas medio pesadas, en cambioesto es como buscar la palabramás despojada, descarnada ysimple. Por eso no creo que al le-er El colectivo se pueda decir‘¡guau, qué trabajo que tiene so-bre la lengua! Creo que puedemover otras cosas que tenganque ver más con lo emotivo”.

Habitué de los saldosEntre sus muchas lecturas –“leo

hasta los prospectos de los re-medios”, bromea–, María Euge-nia Almeida cita a MargueriteDuras, Marguerite Yourcenar,algunas obras de Milan Kunde-ra –“no todas, algunas no me gus-tan nada”–. También nombra ala escritora norteamericana To-ni Morrison, Premio Pulitzer1988 y Nobel en 1993; a SilvinaOcampo, “cuyos cuentos me pa-recen maquinitas perfectas” y aGeorges Simenon, “otro autorque ha quedado ninguneado porescribir policiales y a mí me pa-rece excelente: él también va alas pequeñas cosas”, dice quiense confiesa como habitué com-pulsiva de las mesas de saldos.

“Pensando en mi sueldo dedocente –explica–, un libro nue-vo, que cuesta entre 30 y 40 pe-sos, me resulta privativo: tengoque esperar a que la Facultad loscompre para ir a la biblioteca asacarlos o recurrir a las mesasde saldos”.

midez”, no accedió a que le to-maran fotos) deberá viajar en2007 a Europa, cuando su nove-la se publique en ocasión de unnuevo Salón del Libro.

“El hecho de publicar en tan-tos idiomas –dice la escritora– yque la obra llegue a tanta gentede diferentes países, es algo muysoñado: a los cinco años, cuan-do me preguntaban qué queríaser, yo respondía que quería can-tar y escribir”.

Como cantante, Eugenia re-corrió guitarra en ma-no y durante un añoItalia y Francia, par-ticipó brevemente enel Coro de LA VOZDEL INTERIOR y es-porádicamente se pre-senta en espectáculos“de amigos que me in-vitan”. Como escrito-ra, en su hasta ahorabreve currículum deediciones, aparece lapublicación de algu-nos poemas premia-

dos en 1997 en el Concurso Pro-vincial de Poesía para AutoresInéditos, y el reciente galardónobtenido en Asturias.

El lado real de la dictaduraLos editores de España, Francia,Portugal, Grecia e Italia que in-tegraron el jurado presidido porel escritor chileno y director delSalón, Luis Sepúlveda, conside-raron que El colectivo fue la

La novela deAlmeida serápublicada en

España, Grecia,Portugal, Italia,

Inglaterra,Francia yAlemania.

“Agradezco a mis padres queno me llenaran de amor”

–La familia es uno de los ejes en torno al cual gira “Yohe de amar una piedra”...

–La familia me permite dar cuenta de relaciones muy dife-rentes, y eso me interesa mucho. Pero yo no he sido nunca muyde familia, no he tenido allí relaciones muy estrechas. Tuveuna niñez muy solitaria, quizá porque éramos muchos her-manos. No había demasiada proximidad, existía una conten-ción verbal y afectiva. Es algo que les agradezco a mis padres,que no me llenaran de cariño, de amor, que no me volcaran en-cima todas sus atenciones. Así que he tenido que inventarlotodo en las relaciones, y me ha permitido explotar mi lado cre-ativo. No había preguntas en casa, no me ahogaron, no me im-pusieron una prisión de la que luego tuviera que liberarme.

GENTILEZA CLARÍN

Lobo Antunes es, con Saramago, uno de los máximos autores lusos.

JOSÉ ANDRÉS ROJO

EL PAÍS, DE MADRID

Madrid. Algunas viejas heridas,la irrupción de la muerte quetrastoca el orden cotidiano, elsúbito descubrimiento de unamujer que le dice un día al hom-bre que ha amado: “He dejado dequererte”. No hay manera decontar, ni de resumir, lo que ocu-rre en el último libro de AntonioLobo Antunes (Lisboa, 1942), Yohe de amar una piedra, queacaba de aparecer en una coedi-ción de Mondadori con Círculode Lectores.

Algunas heridas, la muerte,el amor: no es gran cosa, peroquizá sea ésta la única manerade presentar el impo-nente desafío litera-rio que propone el es-critor portugués ensu nuevo libro, dondesu escritura atravie-sa tiempos y lugaresdistintos, registrandocon minuciosidad lasminúsculas variacio-nes del comporta-miento humano, lafragilidad de las emo-ciones, el radical des-concierto que acecha en todaspartes, los vanos gestos que que-dan en la memoria cuando ya to-do se ha olvidado.

–En la contraportada se di-ce que este es su texto más au-tobiográfico...

–No creo que lo sea, no mu-cho más que cualquiera de misotros libros. Claro que no in-ventas nada, siempre tomas deaquí y de allá. Si tiene algo quever conmigo, es con todo lo queen mí hay de tinieblas. Cada vezmás, de libro en libro, me doycuenta de que el material del quetrato se vuelve autónomo, inde-pendiente de mi voluntad.

–¿Trabaja sobre un guión,con algún plan específico?

–Ya no. Empiezo sin saber na-da. Las cosas van saliendo muylentamente, y el libro se va es-tructurando solo. Tengo la im-presión de que el libro es un or-ganismo vivo, que nada tiene quever conmigo, con su propio tem-peramento, su propia fisonomía.Intento, sobre todo, que mis va-lores no sean los valores del li-bro. Al empezar sólo existe unapequeña historia, una pequeñaintriga, que va avanzando sola yque de pronto cristaliza.

–Su último libro es muycomplejo, lleno de retos parael lector...

–Cada vez me ocupo más, den-tro de cada libro, dereflexionar sobre lapropia escritura, so-bre los límites de lanovela, sobre la posi-bilidad de cambiarunas formas demasia-do gastadas. Conraddecía: “Me parece queestoy contando missueños para ustedes”.Algo de eso hay en loque hago, como si loque contara fueran vi-

siones. Mi libro es un delirio es-tructurado. No escribes lo quequieres, escribes lo que puedes.De lo que se trata es de poner enpalabras lo que por definición nose puede traducir a palabras. Unlibro no se hace con ideas, y des-confío de los que dicen que tie-nen una buena idea para un li-bro. No me interesa nada lo quepueda salir de un planteamien-to de esas características.

Detective de detalles–Es muy minucioso con losdetalles, con las pequeñas co-sas...

–Es que en los detalles está to-

do. Hace poco leí la crónica deuna joven periodista, que es-cribía sobre las experiencias deun hombre mayor en una cárcel.En un momento dado se referíaa un aparato de radio que teníaen su celda. Explicaba que en laantena había puesto un rollo depapel higiénico. Y que el papelhigiénico vibraba. Es algo total-mente secundario, pero es lo quemejor cuenta lo que allí ocurre.

–Comentó alguna vez quehay libros que tienen su pro-pia llave, que hay que encon-trarla para descubrirlos. ¿Tie-ne alguna pista para abrir“Yo he de amar una piedra”?

–Si tu desafío es hacer algonuevo, tienes que enseñar a tuslectores a leerte. Joseph Conradera amigo de escribir prefacios,y los escribía en un tono ligeropara acercar a la gente a su obra.Pero cada escritor es muy dife-rente, y leer un libro es como sicamináramos por un caminodesconocido hasta que, de pron-to, se produce la iluminación.

–“Amar a una piedra”: sue-na raro...

–¿Lo cree de verdad? Fíjese en

Miguel Ángel. En un soneto quehizo a propósito de una de sus es-culturas, la que se llama La no-che, escribió: “Grata me es la no-che y más aún si es de piedra”.Nunca tengo título para mis li-bros, surgen de pronto como unmilagro. En este caso, fue un ami-go del Alentejo el que me lo des-cubrió. Cantaba una vieja canciónque decía “yo he de amar una pie-dra”. Pensé que tenía que ver conlo que hay dentro del libro.

–El libro arranca con unaserie de fotografías. En cadaimagen hay partes nítidas yotras que son más borrosas. Eslo que ocurre al leer su libro.

–Al principio quise que todoel libro fueran fotografías, peroluego me di cuenta de que nopodía ser, que debía ensayarotras formas de aproximación alo que estaba contando. Así quefinalmente abordo el materialdesde cuatro ángulos diferentes.Siempre que termino un librome paso una semana sin hacernada. Luego empiezo a leerlo yme sorprende descubrir que to-do esté articulado. Al final ya nosabes muy bien lo que hiciste al

ANTONIO LOBO ANTUNES

“El libro es un organismo vivo”El autor portugués acaba de publicar la novela “Yo he de amar una piedra”

principio, y por eso asombra queexista una coherencia interna.

Una máquina de triturar–¿Corrige mucho?

–Tienes que sacudir el árbol,y dejar sólo lo que sirva. Nor-malmente al final queda menosde la mitad del libro. Tienes quedesnudar tu prosa de todo lo quesea accesorio. El libro tiene queser una máquina implacable quese mueve triturándolo todo. Unafrase bonita no puede entorpe-cer su eficacia. Las frases boni-tas no pertenecen normalmenteal libro, pertenecen a tu vanidad.

Tolstoi escribió 14 veces el pri-mer capítulo de La muerte deIván Ílich, y luego fluye con tan-ta facilidad. Un amigo decía: “Serespontáneo me da mucho traba-jo”. Y eso es lo que hay que ha-cer, el lector no puede darsecuenta de tu trabajo.

–¿Le sirvió su experienciacomo psiquiatra a la hora dedar cuenta de los conflictoshumanos?

–No fue nada más que una for-ma de ganarme la vida. Hubierapreferido ser cirujano, pero es unaespecialidad que te obliga a estarsiempre al día, exige mucho.

“El libro tieneque ser una

máquinaimplacable que

se muevetriturándolo

todo”.