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CONfines 4/7 enero-mayo 2008 53
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Ricardo Zugasti
El presente artculo ofrece una aproximacin al papel desem-
peado por la prensa diaria espaola durante los aos centra-
les de la Transicin a la democracia, esto es, desde la muerte
del general Franco, en noviembre de 1975, hasta la entrada en
vigor de la nueva Constitucin democrtica, en diciembre de
1978, que supuso el cierre de la Transicin desde un punto de
vista jurdico e institucional.
A travs de la combinacin de un anlisis de contenido
cuantitativo con otro de corte cualitativo, se estudia la infor-
macin poltica sobre los asuntos espaoles publicada en las
portadas y, por lo tanto, considerada como la ms relevante,
as como la aparicin de los valores democrticos en los art-
culos editoriales. Fueron analizadas las ms notorias cabece-
ras de prensa diaria que constituan una representacin amplia
de las principales tendencias polticas e ideolgicas.
Por un lado, se arroja algo de luz sobre cul fue el discurso
periodstico comn a la prensa y, por otro lado, se destacan
los perfiles concretos de cada uno de los peridicos. En ltima
instancia, se ofrecen datos para entender cul fue la impor-
tancia del periodismo en una de las transiciones que han sido
tomadas como referente de cambio pacfico.
I. UNA BREVE INTRODUCCIN HISTRICA
La Transicin a la democracia, operada en Espaa tras la muer-
te de Franco, se inscribe habitualmente en la ola democratiza-
dora de los pases de la Europa del Sur y que afect a Grecia,
Portugal y Espaa (Huntington, 1991). No existe unanimidad a
la hora de establecer los lmites cronolgicos de ese proceso
en el caso espaol (Powell, 2001: 127-144). No obstante, des-
de un punto de vista ms estrictamente poltico-institucional,
la transicin se llev a cabo entre noviembre de 1975, mes de
la muerte de Franco, y diciembre de 1978. En este ltimo mes
se aprob y entr en vigor la nueva Constitucin democrtica
que sustitua definitivamente la legalidad anterior, heredada
an del franquismo en buena parte. A lo largo de estos tres
aos, se produjo un progresivo desmantelamiento de las insti-
tuciones de la dictadura. Pieza clave de estos cambios polticos
fue la Ley para la Reforma Poltica, de diciembre de 1976, que
disolva las Cortes franquistas y convocaba a elecciones libres
para escoger un Parlamento que asumi, como principal tarea,
elaborar una nueva Constitucin (Lucas Verd, 1976). Celebra-
das las elecciones el 15 de junio de 1977, con participacin de
prcticamente todos los grupos polticos, la Unin de Centro
ISSN: 1870-3569
* Facultad de Comunicacin. Universidad San Jorge. Espaa. rzugasti@usj.es
El papel de la prensa en la construccin de la democracia espaola: de la muerte de Franco a la Constitucin de 1978Ricardo Zugasti*
El artculo ofrece una aproximacin al papel desempeado por la prensa espaola durante el periodo clave de la transicin a la democracia. A tra-
vs del anlisis de contenido de la informacin poltica, publicada en las portadas, y de la aparicin de los valores democrticos, en los artculos
editoriales, se ofrecen datos para entender cul fue la importancia del periodismo en una de las transiciones que han sido tomadas como ejemplo
de cambio pacfico.
Palabras clave: prensa, Espaa, historia del periodismo, democracia, transicin poltica.
The role of the press in the construction of the Spanish democracy: From Francos death to the 1978 Constitution
Through content analyses focused on the political news on front pages and on the introduction of the democratic values in newspaper editorials, this
article outlines the political role of the Spanish press during the principal stage of the transition to democracy, an exceptional journalistic period.
This piece of research could be likewise considered as a contribution, through a particular case, to the role of the press in political transitions.
Key Words: press, Spain, journalism history, democracy, political transition.
Fecha de recepcin: 27/04/07 Fecha de aceptacin: 09/01/08
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CONfines 4/7 enero-mayo 200854
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osEl papel de la prensa en la construccin de la democracia
Democrtico (UCD)1, una coalicin formada desde el Ejecutivo,
consigui una mayora suficiente para formar Gobierno.
El modelo espaol de transicin a la democracia presen-
ta una serie de peculiaridades con respecto a otros procesos
similares. Cabe destacar especialmente su carcter pactado y
la ausencia de peticin de responsabilidades polticas y crimi-
nales a las autoridades de la dictadura (Colomer, 1998: 10-
18). La explicacin histrica de esto se basa en que apenas
hubo actos de ruptura con la legalidad franquista heredada: a la
muerte de Franco funcionaron los mecanismos institucionales
previstos para la sucesin y siguieron vigentes las as llamadas
Leyes Fundamentales, que operaban a modo de Constitucin
de la dictadura. Tanto el Rey Juan Carlos como su segundo
Gobierno, presidido por Adolfo Surez desde julio de 1976,
eran instituciones cuya legitimidad de ejercicio provena de
la dictadura y sus leyes. Pero fueron ambas quienes llevaron
las riendas de la reforma poltica, que fue recibida, al princi-
pio, con ciertas prevenciones por los partidos de la oposicin
democrtica debido a su falta de participacin en el proce-
so. Estos partidos preconizaron la ruptura frente a la reforma
como mtodo que deba seguirse. Al final del proceso lo que
se produjo fue una reforma con resultado ltimo de ruptura
(Barrera, 2002: 97-132).
Despus de aprobarse en referndum la Ley para la Refor-
ma Poltica, a finales de 1976, vinieron dos aos en los que las
negociaciones entre Gobierno y oposicin fueron frecuentes.
La bsqueda del consenso se produjo, primero, en torno a las
condiciones que haba que crear para una convocatoria electo-
ral abierta. Ms tarde, celebradas ya las elecciones, las nego-
ciaciones se trasladaron a otras cuestiones como la amnista,
medidas urgentes de poltica econmico-social y, sobre todo,
a la redaccin y discusin del texto constitucional. En todo
ese tiempo funcion un pacto no escrito entre casi todas las
fuerzas polticas, el cual puede resumirse en la siguiente fr-
mula: La amnista para los antifranquistas y la amnesia para
los franquistas (Colomer, 1998: 177).
El objetivo final era el mismo para ambos, esto es, la au-
sencia de inculpaciones criminales por las conductas polticas
pasadas para poder empezar desde cero. Dicho de otra forma,
se trataba de hacer borrn y cuenta nueva, mediante una
consciente poltica de olvido del pasado como forma de con-
seguir la reconciliacin nacional. En el nimo de los principales
actores polticos de la transicin pesaba mucho el recuerdo de
las dos Espaas enfrentadas en la guerra civil (1936-1939).
Intentando evitar a toda costa la repeticin de dicha situacin,
se pusieron unos cimientos polticos bastante distintos a los
de la Segunda Repblica (1931-1936). Se trataba, en definiti-
va, de no volver a las condiciones que provocaron la contienda
(Aguilar Fernndez, 1996: 226-261).
Este mismo sentimiento fue compartido en lo bsico por la
sociedad civil; de ah que las movilizaciones pblicas de aque-
llos aos de la Transicin, si bien en ocasiones derivaron en
enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y en problemas
de orden pblico, tendieron con el tiempo a no convertirse en
factores de desestabilizacin. Del mismo modo, la mayor parte
de la prensa actu con un alto grado de sentido de responsa-
bilidad, sabiendo sacrificar, cuando hizo falta, las propias po-
siciones en aras de la consecucin de la meta deseada por po-
lticos y ciudadanos: un sistema poltico nuevo y democrtico
donde hubiera lugar para todos (Zugasti, 2007). Cuando esto
se hizo realidad con la Constitucin de 1978, los peridicos
recobraron su papel habitual en un sistema democrtico.
II. LA PRENSA Y LOS DEMS MEDIOS DE COMUNICACIN EN LA ESPAA DE LA TRANSICIN
La libertad de la que gozaba la prensa escrita en la Espaa de
1975, aun con limitaciones evidentes, haba ganado terreno
con respecto a la situacin existente diez aos antes. La nueva
Ley de Prensa e Imprenta de 1966, junto con el empuje de
algunos peridicos y revistas por ir ampliando los mrgenes
informativos y editoriales que el Gobierno permita de forma
discrecional, haban significado un paso importante hacia el
cumplimiento de la labor de la prensa: informar al ciudadano
de lo que ocurre y proporcionarle orientaciones interpretativas
de los hechos. La muerte de Franco y la proclamacin de Juan
Carlos I como Rey supusieron, adems, que los peridicos se
mostraran ms atrevidos y se comportaran como si hubiera una
autntica libertad de prensa (Alfrez, 1986; Barrera, 1995).
Al igual que aument la libertad de los peridicos para in-
formar y opinar, creci el nmero de ttulos nuevos que sa-
lan al mercado, precisamente, al calor de esos nuevos aires
de cambio poltico que se perciban en el ambiente. Desde el
punto de vista jurdico, la primera medida importante de li-
beralizacin de la prensa no lleg sino hasta el 1 de abril de
1977 cuando un decreto derog los artculos ms punitivos de
la Ley de Prensa, como los relativos al secuestro administrativo
y a la facultad de suspender peridicos. Se vivan, entonces,
1 UCD era una coalicin de quince pequeos partidos, creada solo dos meses antes de las elecciones. Su victoria tuvo mucho que ver con el enorme carisma poltico de quien era su lder y tambin presidente del Gobierno, Adolfo Surez (Alonso-Castrillo, 1996).
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los meses inmediatamente anteriores a las primeras elecciones
democrticas. En octubre de ese mismo ao, otro decreto del
Gobierno estableci la libertad de organizacin de servicios
informativos en la radio.
El ms alto reconocimiento legal de la libertad de informa-
cin tuvo que esperar a la Constitucin de 1978, cuyo artculo
20 expresa solemnemente que todo espaol tiene el derecho
a comunicar o recibir libremente informacin veraz por cual-
quier medio de difusin (Constitucin Espaola, 1978).
El contexto de la crisis econmica internacional, que afect
de lleno a la Espaa de la Transicin, fue un factor que reper-
cuti negativamente en el esperado boom de publicaciones
peridicas. El panorama general fue ms bien inestable: bas-
tantes de las nuevas iniciativas tuvieron escasa vida y algunos
peridicos tradicionales sufrieron serias dificultades para man-
tenerse, debido a la necesidad de renovacin tecnolgica, a los
altos costes de produccin y de personal, a la falta de adecua-
cin ideolgica a los nuevos tiempos y al empuje de algunos
nuevos peridicos que se constituyeron en seria competencia
de los tradicionales lderes de opinin (Barrera, 1997: 7-46).
Algunos datos revelan el cambiante panorama de la prensa
diaria en la Espaa de aquellos aos. As, entre 1975 y 1984,
dejaron de editarse 60 diarios, 25 de los cuales pertenecan a
la cadena de prensa estatal heredada del franquismo. Y a la al-
tura de 1984, la mitad de los aproximadamente 115 peridicos
que se publicaban no exista en 1975, lo que da una idea de
la renovacin producida (Iglesias, 1989: 436-444). En el prin-
cipal mercado periodstico, Madrid, aparecieron, en 1976, dos
nuevos diarios llamados a tener un importante protagonismo:
El Pas y Diario 16, ambos de tendencia centroizquierdista. En
dos regiones con un fuerte sentimiento nacionalista, Catalua y
el Pas Vasco, nacieron diarios de tendencia nacionalista: Avui,
en 1976 (escrito ntegramente en cataln), y Deia y Egin, en
1977. En 1978 naci, en Barcelona, El Peridico de Catalunya,
como alternativa al veterano La Vanguardia y situado ms a la
izquierda que sta. Entretanto, los diarios tradicionales como
ABC y Ya en Madrid; La Vanguardia, El Correo Cataln y El Noti-
ciero Universal, en Barcelona- vivan tiempos de crisis. Algunos
consiguieron salir de ella, pero otros acabaron cerrando.
Este mayor pluralismo periodstico permiti que, todava
ms que en el perodo 1966-1975, la prensa actuara como un
autntico parlamento de papel. En efecto, el debate poltico
que se estableci a travs de sus pginas fue vivo y, adems,
incluy a personas pertenecientes a grupos polticos de iz-
quierda y nacionalistas que, hasta entonces, no haban tenido
voz pblica.
La radio fue el medio de comunicacin que tuvo un mayor
crecimiento de audiencia: pas de 7 millones, en 1975, a 17
millones, en 1982. La libertad informativa que se le concedi,
en 1977, contribuy grandemente a su desarrollo, pero el es-
fuerzo de apertura a los nuevos tiempos fue bastante similar
en las dos grandes cadenas: Radio Nacional de Espaa (de pro-
piedad pblica) y la privada cadena SER. Por su parte, la tele-
visin, que era el medio de comunicacin ms seguido por los
espaoles, tambin realiz una renovacin de sus modos de
informar, aunque sin perder su dependencia gubernamental,
lo que la convirti en un poderoso instrumento al servicio de
la reforma democrtica emprendida desde el Gobierno Surez
(Palacio, 2001: 91-121; Muns, 2001: 137-188).
Atendiendo a la prensa madrilea, durante la Transicin,
podemos distinguir, desde un punto de vista poltico-ideolgi-
co, tres grupos de peridicos: dos afines a los planteamientos
de los grupos franquistas de ultraderecha (El Alczar y, desde
diciembre de 1977, El Imparcial); cuatro clasificables dentro
del amplio y heterogneo abanico de centroderecha (ABC, Ya,
Arriba y Pueblo); y tres de tendencia centrista o centroizquier-
dista (Informaciones ms los recin creados, en 1976, El Pas y
Diario 16). Hay que hacer notar que, de los cinco englobados
en el mbito de centroderecha, dos pertenecan a la cadena
de prensa de propiedad estatal y estaban controlados por el
Gobierno: Arriba y Pueblo. Los otros dos cubran posiciones
distintas: ABC representaba a la derecha reticente a cambios
profundos y Ya, a la posicin ms abierta (Barrera, 1995).
Los peridicos que crecieron fueron, precisamente, los de
ultraderecha y los de centroizquierda. Los primeros supieron
recoger el sentimiento de los nostlgicos del franquismo ante
una situacin poltica, econmica y social inestable y difcil
como fueron los aos de la Transicin. El Pas y Diario 16, por
su parte, labraron su xito dando voz a los nuevos sectores
polticos, culturales y sociales que se incorporaron a la vida
pblica espaola. Parecida tendencia experiment la prensa
barcelonesa y vasca. Mundo Diario y, a partir de 1979, El Pe-
ridico de Catalunya son los dos nicos diarios que crecen,
siendo ambos de tendencia centroizquierdista y catalanista. La
prensa nacionalista vasca, por su parte, tambin experiment
un auge frente a la ms conservadora como El Correo Espaol
y La Gaceta del Norte.
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CONfines 4/7 enero-mayo 200856
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osEl papel de la prensa en la construccin de la democracia
III. ASPECTOS METODOLGICOS DE LA INVESTIGACIN
La metodologa empleada fue el anlisis de contenido, tanto
cuantitativo como cualitativo, de la prensa diaria. Nos inte-
resaba descubrir el perfil conjunto del discurso periodsti-
co dominante en la poca y, a la vez, destacar los perfiles
especficos de cada uno de los peridicos. En este trabajo
pretendemos mostrar algunos de los resultados obtenidos en
dichos anlisis.
En este sentido, los resultados obtenidos nos servirn para
aportar algunas conclusiones a cuestiones como la relacin
entre la prensa y los dems actores polticos, y el proceso de
introduccin de los valores propios de una cultura poltica
democrtica por parte de la prensa. En definitiva, esbozar en
qu consisti la contribucin de la prensa al xito del proceso
poltico de la Transicin, al menos desde la aproximacin a
sus contenidos.
Hemos elegido el concepto de construccin democrtica
porque es el que mejor refleja el carcter dinmico y progre-
sivo del proceso. En el caso concreto de la prensa como actor
poltico (Borrat, 1989), sta goz de un estatus privilegiado de
semilibertad desde 1966. Adems, la mayora de los diarios
apoyaron las lneas esenciales de la reforma poltica y la es-
trategia de consenso pactada entre los principales partidos. Al
igual que muchos de los polticos de la poca, hubo bastantes
peridicos que haban apoyado al franquismo y que, llevados
por un espritu de realismo, optaron por el nuevo camino de-
mocrtico en vez de entorpecer el proceso. Slo hubo algunas
excepciones procedentes de la extrema derecha y del naciona-
lismo vasco, fundamentalmente.
Los anlisis han sido realizados tomando como muestra
la prensa diaria. No han sido tenidos en cuenta, por lo tanto,
ni las revistas de informacin ni la radio ni la televisin. En
el caso de estos dos ltimos medios, que tenan mayor au-
diencia que la prensa, la principal dificultad radica en que no
se conservan los programas de noticias de aquellos aos. Las
revistas de informacin tuvieron un papel destacado, pero su
estudio requiere otra metodologa algo distinta que la utilizada
para los diarios y los resultados que se obtuvieran no podran
mezclarse. En favor de la prensa diaria cabe argumentar que se
trata del medio que ms influa, en su quehacer cotidiano, so-
bre las lites polticas. Eso explica, por ejemplo, que la revista
poltica de mayor difusin de la poca, Cambio 16, intentara
fundar lo antes posible un peridico diario: as naci Diario 16,
en octubre de 1976.
El uso combinado de mtodos cuantitativos y cualitativos
se debe al convencimiento, fruto de la experiencia investiga-
dora, acerca de la insuficiencia de los primeros para captar to-
das las realidades que pretendamos descubrir. Hemos optado
por unos o por otros, o por una mezcla de ambos, de acuerdo
con los objetivos especficos que perseguamos. Bsicamente,
hemos realizado dos estudios:
1) Anlisis de las noticias publicadas en la primera pgina
de los diarios durante los dos aos en que principalmente
se oper el cambio poltico, es decir, 1976 y 1977.
2) Anlisis de cmo se efectu la introduccin de los nue-
vos valores democrticos a travs de los editoriales de los
diarios, entre 1975 y 1978.
El primer estudio nos ofrece datos sobre la seleccin y
jerarquizacin de las noticias que llegaban a los lectores; el
segundo, acerca de los comentarios editoriales dirigidos ms
especficamente a la clase poltica. Hemos procurado dar si-
milar importancia a los aspectos informativo y editorial de los
peridicos porque, de diverso modo, ambos reflejan y ayudan
a delimitar la posicin del medio. El anlisis de las noticias
permite, por ejemplo, discernir qu peridicos dan mayor co-
bertura a la actividad oficial o a la de los grupos de la oposicin,
mientras que el estudio de los editoriales ayuda a descubrir
los argumentos discursivos utilizados y la visin de la propia
historia reciente de Espaa. Los resultados obtenidos de estos
anlisis pueden, as, complementarse entre ellos y dar respues-
ta a la pregunta de si la prensa mostr tambin el alto grado de
responsabilidad que habitualmente se adjudica a los polticos
en este tramo de la historia contempornea de Espaa.
IV. NOTICIAS POLTICAS DE PORTADA EN LOS AOS 1976 Y 1977
La informacin es la materia prima de los peridicos. Sobre ella
se construyen despus los comentarios de los columnistas y
los editoriales de los peridicos. La primera pgina constituye,
adems, una muestra diaria de la poltica de seleccin y de
jerarquizacin de las noticias llevada a cabo por cada peri-
dico. Es la pgina que ms se cuida por su mayor impacto
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sobre los lectores que, en un solo vistazo, pueden hacerse una
idea de los acontecimientos ms relevantes sucedidos el da
anterior. Sobre esta pgina acta, quizs ms que en ninguna
otra, el enfoque propio de cada peridico, de acuerdo con sus
principios editoriales y su adecuacin concreta a la realidad
de la que informa. Por estas razones nos propusimos realizar
un estudio de las noticias aparecidas en las portadas de los
ocho diarios de circulacin nacional y que abarcan los aos
1976 y 1977, esto es, el perodo en el que se produjeron los
principales cambios polticos e institucionales2.
Para realizar estos estudios tomamos como muestra la pri-
mera semana de cada mes y obtuvimos, as, un total de 8.723
noticias. Establecimos una serie de variables bsicas que nos
permitieran descubrir la importancia concedida a las noticias
polticas nacionales. Dentro de ellas pretendamos apreciar
tambin la mayor o menor cobertura de la actividad poltica
oficial (Gobierno, Cortes, etc.); de los partidos o grupos de
oposicin; y de los conflictos sociales, laborales, de orden
pblico y terroristas. Bajo el rtulo noticias polticas englo-
bamos, pues, estos tres tipos de noticias, que fueron objeto,
como veremos, de un anlisis ms detallado. El resto de la
informacin no referida a estas realidades (economa, inter-
nacional, deportes, local, sociedad, cultura, sucesos, etc.) fue
simplemente consignada como tal.
Las variables utilizadas para el estudio de las noticias
polticas nacionales se fijaban en los contenidos: institucin,
persona o grupo poltico protagonista de la noticia; y cata-
logacin del tipo de actividad poltica desarrollada o del tipo
de conflicto objetos de la noticia. Ello nos ofreci el ndice de
presencia de algunos actores polticos y cuantificar en qu
contexto noticioso general, es decir, en qu tipo de actividad,
se produjo su aparicin.
La tabla 1 nos permite ver el porcentaje de noticias relati-
vas a la vida poltica espaola respecto del total de las noticias
aparecidas en portada.
Las noticias polticas sobre Espaa dominaron en las por-
tadas de los diarios nacionales y, en 1977, incluso subi el
porcentaje en casi tres puntos con respecto a 1976. Adems,
se aprecia claramente un notable incremento de las noticias,
referidas a la oposicin y a los conflictos, que pas del 21% al
28.2%, en menoscabo de las oficiales, que bajaron 4.3 puntos.
La diferencia entre ambos bloques, que en 1976 era de 11.9
puntos, se redujo a apenas 1.6, en 1977. El predominio de las
noticias protagonizadas por las instituciones oficiales fue, por
tanto, disminuyendo hasta casi igualarse con aquellas otras
que reflejaban ms la nueva Espaa que se estaba abriendo
camino, es decir, la de los grupos polticos y sindicales de
oposicin que, a su vez, protagonizaban bastantes de los con-
flictos y desrdenes pblicos. Otros dos factores influyeron
en este crecimiento de la noticiabilidad de la otra Espaa:
el reconocimiento legal de los partidos y centrales sindicales
que se oper en 1977 y el hecho de que, tras las primeras
elecciones, la iniciativa poltica ya no fue tan monopolizada por
el Gobierno como lo haba sido hasta entonces.
Si analizamos la informacin poltica oficial, vemos que
ms de la mitad de las noticias tuvieron como protagonistas
al Gobierno y a la Administracin Pblica seguidos, a bastante
distancia, por el Rey y la familia real, por las Cortes y por el
Ejrcito.
2 Las peculiaridades formales de dos de los ocho peridicos estudiados (ABC y Ya), que tenan una portada con papel especial y, a veces, monotemtica, hi-cieron que en estos dos casos registrramos tambin las noticias aparecidas en la primera pgina informativa propiamente dicha, similar a la del resto de los diarios. De este modo salvaguardbamos el equilibrio y la proporcionalidad de la muestra y de los datos obtenidos.
3 Entendemos por actividades polticas oficiales las producidas en un contexto poltico institucional tales como reuniones de las Cortes, notas oficiales de ministros, reuniones del Gobierno, viajes oficiales del Rey, etc.
Tabla 1
Noticias polticas referidas a Espaa (%)
Noticias polticas 1976 1977
Actividades polticas oficiales3 32.9 28.6Actividades polticas no oficiales, sociales y laborales 8.9 12.4
Conflictos (terrorismo, desrdenes, manifestaciones, huelgas) 12.1 15.8
Subtotal de noticias polticas 53.9 56.8
Otras noticias 46.1 43.2
Total 100.0 100.0
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osEl papel de la prensa en la construccin de la democracia
Tabla 2 Noticias sobre poltica oficial (%)
Noticias sobre poltica oficial 1976 1977
Gobierno, Administracin Pblica 54.2 62.4
Rey y familia real 19.9 17.5
Cortes 14.2 11.4
Fuerzas Armadas 6.6 4.2
Otros 5.1 4.5
Total 100.0 100.0
La evolucin refleja un claro crecimiento de la aparicin
del Gobierno, en detrimento del resto de instituciones. Resulta
lgico si tenemos en cuenta que fue el Gobierno de Surez
el que tom ms directamente las riendas de la reforma, pa-
sando progresivamente el Rey a un segundo plano. Adems,
las nuevas Cortes democrticas no comenzaron a operar hasta
despus de las elecciones de junio de 1977.
Centrndonos en las noticias relativas a la oposicin y des-
granndolas segn el grupo o grupos polticos protagonistas,
los dos datos ms relevantes son la alta presencia de varios
grupos juntos, como protagonistas, y el ascenso meterico
del Partido Comunista de Espaa (PCE), que se convierte en el
grupo de oposicin que ms aparece en las noticias de portada
de 1977. Ambos hechos tienen su explicacin histrica: la
necesidad de una accin conjunta para plantar cara a los dos
primeros Gobiernos de la monarqua, incluyendo la formacin
de alianzas electorales ms slidas, en el primer caso; y la muy
debatida cuestin de la legalizacin del PCE, que se convirti
en tema de frecuente debate, en el segundo caso4. Los resul-
tados obtenidos pueden verse en la tabla 3.
Pese a la escalada del PCE, los grupos que copan los cinco
primeros puestos no varan. Son dignos de atencin los des-
censos de los grupos de ultraderecha y de los socialistas del
Partido Socialista Obrero Espaol (PSOE) y del Partido Socialista
Popular (PSP)5. La extrema derecha haba sido vista como una opcin minoritaria por buena parte de la opinin despus de
sus fracasos en el referndum de la Ley para la Reforma Polti-
ca y en las elecciones de 1977, lo que le hizo perder influencia
y, por lo tanto, visibilidad periodstica. Los socialistas, por su
parte, resultaron perjudicados, en cuanto a ndice de noticia-
bilidad, por la mayor significacin poltica de los comunistas,
en 1977. No olvidemos que, durante ese ao, se produjo un
intenssimo debate sobre su legalizacin. Tambin cabe sealar
que los grupos nacionalistas catalanes y vascos duplicaron su
presencia informativa en 1977, cuando los resultados electo-
rales favorecieron su protagonismo y obligaron al Gobierno a
negociar la concesin de autonomas provisionales para ambas
comunidades. Obviamente, no podemos extraer de estos datos
consecuencias sobre la valoracin que la prensa hizo de los
mencionados grupos o sobre el propio proceso democratizador.
Tan slo podemos mostrar que hubo grupos con una mayor
presencia informativa, lo que indica, a priori, una mayor aten-
cin y que, al menos, no fueron considerados tab por la prensa.
Tabla 3Noticias sobre grupos de oposicin (%)
1976 1977 Dif.Varios juntos 23.6 PCE 27.1 +20.0Ultraderecha 17.6 Varios juntos 18.0 -5.6
PSOE/PSP 17.4 AP y centroderecha 15.6 -0.7
AP y centroderecha 16.3 PSOE/PSP 10.3 -7.1
PCE 7.1 Ultraderecha 7.5 -10.1Sindicatos 5.4 Sindicatos 6.5 +1.1
Nacionalistas catalanesnalistas catalanes 3.4 Nacionalistas catalanescionalistas catalanes 6.3 +2.9
Nacionalistas vascoscionalistas vascos 1.7 Nacionalistas vascos 4.0 +2.3
Otros 7.5 Otros 4.7 -2.8
Total 100.0 Total 100.0
Los conflictos de orden laboral y poltico y las noticias
relacionadas con acciones terroristas tuvieron tambin impor-
tante presencia, si bien fueron variando segn la evolucin de
los acontecimientos polticos y sociales de los primeros aos
de la Transicin. Como se puede apreciar en la tabla 4, llama
la atencin el descenso de los conflictos y desrdenes pro-
ducidos en el mbito laboral, que bajan 17.6 puntos. Ganan
terreno, sin embargo, el terrorismo y los desrdenes varios.
Ciertamente, en 1977, comenzara un importante incremento
de acciones terroristas, sobre todo por parte del grupo te-
rrorista vasco ETA, que alcanzar su cenit, en 1980, con 128
asesinatos (Equipo D, 1984: 939-941)6. Al mismo tiempo, los
movimientos huelgusticos de 1976 declinaron, en 1977, como
consecuencia del propio proceso democratizador impulsado
desde el Gobierno Surez.
4 El PCE haba sido el partido ms activo en la oposicin a la dictadura de Franco. Adems, la intensa y continuada propaganda anticomunista del rgimen anterior, basada en que la guerra civil haba supuesto la victoria contra el comunismo, hizo que el temor de la poblacin hacia los comunistas aumentara. Esto explica el recelo con que se vea su posible legalizacin, en 1977, por parte de ciertos sectores polticos y ciudadanos (Powell, 2001: 175-180).
5 El PSOE era un partido histrico, fundado en 1879. Pese a su papel ms tmido que el del Partido Comunista en la lucha antifranquista, se convirti, con su lder Felipe Gonzlez, en el partido hegemnico de la izquierda espaola, a partir de las elecciones de 1977. El PSP fue un partido socialista creado en torno a la figura del prominente poltico Enrique Tierno Galvn (Barrera, 2002: 117-118).
6 En 1976 el nmero de asesinados en acciones terroristas fue de 21, que ascendieron a 29 en 1977, a 89 en 1978; a 124, en 1979 y a 128, en 1980. Casi las dos terceras partes de dichos crmenes fueron perpetrados por ETA.
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Tabla 4 Noticias sobre conflictos (%)
1976 1977 Dif.
Conflictos laborales 35.2 Terrorismo 44.4 +9.9
Terrorismo 34.5 Conflictos laborales 27.1 -8.1
Desrdenes sindicales 15.2 Desrdenes varios 16.8 +7.6
Desrdenes varios 9.2 Desrdenes pro-amnista 6.0 +0.1
Desrdenes pro-amnistia 5.9 Desrdenes sindicales 5.7 -9.5
Total 100.0 Total 100.0
Hasta ahora hemos resumido los datos referidos a los ocho
diarios tomados en su conjunto. A la hora de describir los dis-
tintos perfiles de los peridicos objeto de estudio, presenta un
especial inters descubrir cules fueron los que hicieron un
mayor hincapi en los distintos tipos de noticias polticas. Para
ello hemos calculado el porcentaje de noticias oficiales, de la
oposicin y de conflictos que cada peridico recogi en por-
tada sobre el total de noticias polticas de cada uno de ellos.
Evidentemente, no se trata aqu de ver si las valoraciones de los
peridicos eran positivas o negativas, sino de aproximarnos a
la importancia otorgada a unos tipos determinados de noticias
polticas y, en definitiva, al silenciamiento o no de aspectos de
la realidad poltica. Por ejemplo, hablar de conflictos polticos,
fuese cual fuese la opinin de cada cabecera acerca de cada
uno de ellos en concreto, resultaba de por s una novedad des-
tacada que contrastaba con el enfoque periodstico obligado
durante la dictadura de Franco.
Tabla 5Tipo de noticias polticas por peridicos (%)
Oficiales Oposicin Conflictos1976 1977 1976 1977 1976 1977
El Alczar 60.8 43.2 26.0 32.0 13.1 24.8
ABC 69.2 58.7 9.7 17.9 21.0 23.4
Ya 56.1 49.8 12.9 15.1 30.9 35.0
Arriba 66.1 60.7 13.1 17.3 20.8 21.9
Pueblo 71.4 55.1 7.2 17.6 21.3 27.3
Informaciones 54.1 45.1 20.4 20.1 25.5 34.8
El Pas 51.6 43.6 22.8 27.1 25.6 29.4
Diario 16 37.1 45.1 45.4 29.5 17.5 27.3
Varios puntos pueden destacarse de esta visin compara-
tiva y evolutiva. Por lo general, hay unos peridicos que ten-
dieron a mostrar una mayor presencia de las actividades de los
grupos de oposicin y, de forma paralela, un menor porcentaje
de noticias sobre la actividad oficial. Se trata de los peridicos
situados ms a la izquierda (Informaciones, El Pas y Diario
16) y del rgano de la ultraderecha, El Alczar. De hecho, en
1977, es mayor el porcentaje de noticias de la oposicin y de
conflictos, aparecido en estos peridicos, que la informacin
oficial. Dada su orientacin poltica, se explica que los tres
primeros quisieran recoger este tipo de noticias ms que otros
peridicos vinculados al poder (los estatales Arriba y Pueblo, o
el democristiano Ya7) o de perfil conservador (como ABC). En
el caso concreto de El Alczar debe hacerse una precisin: gran
parte de las noticias de oposicin hacan referencia o bien a
grupos de ultraderecha con los que se senta vinculado o bien
al Partido Comunista, casi siempre de forma negativa, a fin de
deteriorar su imagen pblica.
Especialmente significativa, por su carcter simblico, fue la
atencin prestada al PCE; relativamente alta y homognea, por-
centualmente, en todos los peridicos estudiados. Hubo, pues,
una conciencia clara de que el debate de su legalizacin cons-
titua una piedra de toque para la validacin del naciente siste-
ma democrtico. Otra piedra de toque eran los nacionalismos
cataln y vasco. En 1977, fueron El Pas y Diario 16 quienes se
destacaron a la hora de darles presencia informativa. El 59% del
total de las noticias de grupos nacionalistas aparecieron en las
portadas de estos dos nuevos peridicos de centroizquierda.
Si analizamos, peridico a peridico, los tres grupos de
oposicin que ms atencin informativa merecieron en 1976
y 1977, se observa que, en 1976, la categora varios juntos
lidera la clasificacin en todos excepto en El Alczar y ABC,
donde son sobrepasados por la ultraderecha y por el centrode-
recha respectivamente. Y, en 1977, el PCE aparece primero en
todos excepto, otra vez, en El Alczar, donde es sobrepasado
por la ultraderecha, y en Informaciones, donde es mayora la
categora varios juntos. En ABC, el PCE y el centroderecha
empatan en el primer puesto. Se cumpla, as, que los diarios
situados ms a la derecha tendieron a mostrar una mayor con-
sideracin hacia los grupos polticos afines.
V. LA INTRODUCCIN DE LOS VALORES DEMOCRTICOS
Otro acercamiento a la interrelacin entre peridicos y actores
polticos puede hacerse, como hemos apuntado, a travs del es-
tudio de cules fueron los conceptos y argumentos bsicos utili-
7 La vinculacin de este diario con el poder deriva de que muchos de los miembros del primer Gobierno Surez compartan perfil democristiano con el rotativo, en donde haban publicado numerosos artculos difundiendo sus propuestas polticas (Powell, 1990: 249-268).
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zados por unos y por otros en el proceso de cambio. Este fue el
propsito del segundo estudio con el que pretendamos analizar
la mayor o menor aparicin de algunos conceptos en los edito-
riales de los peridicos, el modo de referirse al pasado histrico
inmediato y la repeticin de ciertos argumentos discursivos.
En este trabajo, tomamos como muestra los editoriales
de doce peridicos (seis de Madrid, tres de Barcelona y tres
del Pas Vasco), referidos a un total de 21 acontecimientos
habitualmente reconocidos como hitos fundamentales de
la Transicin. En total, fueron analizados 441 editoriales. A
efectos metodolgicos, dividimos estos acontecimientos en
tres grupos temticos: los referidos a las libertades pblicas,
a la amnista y a las autonomas regionales. No cabe olvidar
que uno de los gritos ms repetidos en las manifestaciones
pblicas de los primeros tiempos de la Transicin era precisa-
mente: Libertad, amnista, estatuto de autonoma!. En esta
sntesis se recogan las principales aspiraciones de los sectores
de poblacin que abogaban por un cambio poltico e insti-
tucional profundo. Los acontecimientos concretos que fueron
analizados pueden verse en la tabla 6. Dado que la amnista y
las autonomas afectaban de modo especial a algunas regiones
que se significaron especialmente en sus reivindicaciones de
autogobierno, como Catalua y el Pas Vasco, quisimos que la
muestra recogiera tantos peridicos de mbito nacional como
publicados en aquellas dos comunidades8.
Por valores democrticos entendemos aquellos concep-
tos o realidades centrales que se asocian habitualmente a la
democracia como sistema poltico, ms aquellos propios de
un perodo de trnsito desde un rgimen dictatorial a una de-
mocracia parlamentaria. Dicho de otra forma: los que forman
parte de lo que se suele llamar cultura poltica democrtica,
con las adiciones particulares de una etapa de transicin (Mai-
ner y Juli, 2000: 31-51).
Junto a los tres temas bsicos ya mencionados (libertad,
amnista, autonoma), fijamos nuestra atencin en otros tres
a modo de representaciones, soportes o consecuencias de los
anteriores: la concordia y la reconciliacin (como forma de
olvidar el pasado y construir el futuro en consenso y convi-
vencia, mediante la negociacin y el pacto); el mantenimiento
de la autoridad y del orden social (como necesidad para que
el proceso no se fuera de las manos en momentos difciles o
por embates de los extremos reaccionarios o revolucionarios);
las elecciones y referendos (como efectiva realizacin de la
participacin ciudadana en el quehacer poltico y como forma
de devolucin de la soberana al pueblo).
Al mismo tiempo, y dado que el proceso de la Transicin se
efectu en un momento histrico determinado, incluimos tam-
bin en nuestro anlisis las referencias al pasado inmediato y
al ms remoto, es decir, Franco y/o el franquismo y la guerra
8 El criterio de seleccin de peridicos se bas en la representacin ideolgico-poltica de las diversas tendencias. De los ocho diarios de Madrid eliminamos dos: el estatal Arriba, ya que Pueblo tena la misma naturaleza, pero ms difusin; e Informaciones, cuya tendencia liberal de centroizquierda estaba tambin representada por los ms nuevos y pujantes, El Pas y Diario 16. En Catalua y el Pas Vasco optamos por escoger dos peridicos nacionalistas (Avui y Deia respectivamente), dos conservadores moderados (La Vanguardia y El Correo Espaol) y un tercero que fuera de los ms vendidos en ambos mercados (El Correo Cataln y La Gaceta del Norte).
Tabla 6
Eventos histricos analizados
LIBERTAD AMNISTA AUTONOMA
Discurso del Rey ante las Cortes (22-XI-1975)
Discurso del Rey ante el Congreso de los Estados Unidos (2-VI-1976)
Discurso del Rey ante las primeras Cortes democrticas (22-VII-1977)
Discurso de Surez en las Cortes: defensa del dere-cho de asociacin poltica (9-VI-1976)
Programa de gobierno del ejecutivo presidido por Surez (16-VII-1976)
Aprobacin en las Cortes de la Ley para la Reforma Poltica (18-XI-1976)
Aprobacin en referndum de la Ley para la Re-forma Poltica (15-XII-1976)
Semana sangrienta (23 al 30-I-1977)
Elecciones generales (15-VI-1977)
Aprobacin en referndum de la Constitucin (6-XII-1978)
Primer indulto del Rey (25-XI-1975)
Amnista inicial del gobierno Surez
(30-VII-1976)
Segunda amnista del gobierno Surez (14-III-1976)
Amnista general de las Cortes
(14-X-1977)
Entrevistas de Tarradellas con Surez y el Rey (27-VI-1977)
Asambleas de parlamentarios en Euskadi y Catalua (26-VI-1977)
Diada multitudinaria en Barcelona
(11-IX-1977)
Restablecimiento de la Generalitat
(29-IX-1977)
Regreso de Tarradellas a Barcelona
(23-X-1977)
Vuelta del exilio de Manuel Irujo
(25-III-1977)
Constitucin del Consejo General Vasco (31-XII-1977)
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civil. Aunque no puede considerarse valor democrtico ni est
al mismo nivel clasificatorio que los conceptos anteriores, la
memoria histrica de ambos perodos, como se ha demostrado
en algunos estudios, actu como un elemento condicionan-
te del proceso democrtico (Aguilar, 1996; Reig, 1999). Por
ello, consideramos interesante tomarla en cuenta en nuestro
anlisis, pues fueron dos temas que planearon sobre todo el
perodo de transicin.
Nos interes conocer, en primer lugar, las menciones a los
conceptos clave de democracia, libertad, amnista y autono-
ma9. Son las que se muestran en la tabla 7.
Tabla 7
Menciones explcitas a la democracia, las libertades, la amnista y la autonoma (%)
Valores democrticos Menciones %Democracia 69.8
Libertades pblicas 46.0
Autonoma 32.9
Amnista 18.8
El concepto democracia aparece en ms de las dos terce-
ras partes de los editoriales analizados. Es, por tanto, el ms
utilizado por ser el que engloba al resto de los que hemos de-
nominado valores democrticos. En un nivel estimablemente
alto casi la mitad de los editoriales aparecen las libertades
pblicas, mientras que la amnista y la autonoma presentan
proporciones ms bajas. No es ste el momento de aproxi-
marse a la valoracin que los diarios analizados hicieron de
tales conceptos, algo que se abordar en el anlisis cualitativo.
Dejemos constancia simplemente de la frecuencia de su apa-
ricin que indica, al menos, que fueron objeto de debate y
exposicin pblicos. Desde un punto de vista de la sucesin
cronolgica de los acontecimientos de la Transicin, resulta
lgico que el acento principal se ponga en los dos primeros
conceptos, puesto que los otros dos tendran que venir como
consecuencia de haberse alcanzado los anteriores. Mxime
si tenemos en cuenta que la accin de Gobierno privilegi el
cambio poltico (reforma poltica, elecciones generales, elabo-
racin del texto constitucional) sobre otros aspectos.
Si analizamos tambin otros valores anejos, que formaban
parte de la nueva cultura poltica democrtica que se trataba
de implantar, y algunas realidades relacionadas con ella, en-
contramos los siguientes resultados:
Tabla 8
Menciones a valores anejos a la democracia, al franquismo y a la guerra civil (%)
Valores anejos a la democracia Menciones %Elecciones, referendos 59.4
Concordia, reconciliacin 54.6
Autoridad, orden 27.0
Franquismo y guerra civil 57.6
Abundan las menciones a la necesidad de concordia, con-
senso y pacto como premisas ineludibles para la construccin
del nuevo Estado democrtico en todos sus niveles. Es una
proporcin superior al 50%, al igual que la obtenida por las
menciones explcitas a Franco, el franquismo y la guerra civil.
Son como las dos caras de una misma moneda: hacer tabla
rasa del pasado (la guerra y la divisin) para construir un nue-
vo orden basado en la paz y la reconciliacin. Precisamente,
una paz estable requiere el mantenimiento del orden social
y, por tanto, el ejercicio de la autoridad. Estos valores que,
por lo cercano del tiempo, pudieran considerarse ms propios
de la dictadura de Franco, fueron, sin embargo, incorporados
en el acervo democrtico, sobre todo, con ocasin de ciertas
situaciones de peligro para el xito del proceso de reformas.
Abordaremos el juicio que de dichos conceptos emitieron los
peridicos en la parte cualitativa del anlisis.
Hasta aqu, hemos tratado la cuestin objeto de estudio
presentando todos los peridicos como un solo bloque, lo que
nos ha permitido destacar algunas caractersticas del discurso
comn a todos ellos. Pueden, no obstante, observarse tambin
diferencias en su tratamiento editorial dentro an del mbito
meramente cuantitativo. Hemos procurado hacerlo midiendo
las proporciones que alcanzan en cada peridico las mencio-
nes a los distintos conceptos. Hemos destacado, en negrita, las
proporciones ms altas (ver tabla 9).
Algunos resultados son lgicos, como que los nacionalistas
Deia y Avui obtengan las mayores proporciones en la amnista y
en la cuestin autonmica respectivamente, muy por encima de
la media. Es tambin destacable que el diario Ya slo figura por
encima de la media en el captulo de orden y no supera el 50%
en ninguno de los contemplados. ABC, por su parte, slo se sita
por encima de la media en los captulos orden y democracia;
mientras que el ultraderechista El Alczar slo lo hace en am-
nista y franquismo, y presenta porcentajes muy por debajo
de la media en casi todos los dems. En el anlisis cualitativo se
9 En el caso del concepto democracia, slo admitimos la aparicin explcita, en forma de adjetivo, sustantivo o adverbio, de dicha palabra. Dentro del con-cepto libertad englobamos tanto su mencin explcita como todas sus representaciones concretas, es decir, las libertades pblicas y los derechos de asoci-acin, expresin, reunin, manifestacin, etc. En el caso del concepto amnista incluimos tambin las menciones al indulto, al perdn u otros sinnimos; y lo mismo hicimos con autonoma, donde admitimos sus distintas variantes: regionalismo, nacionalismo, derechos de los pueblos, etc.
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Coinciden en la cabeza de ambas clasificaciones cinco
diarios: los cuatro de nueva creacin (los madrileos El Pas y
Diario 16, y los nacionalistas Deia y Avui), ms El Alczar. Este
ltimo figura en los ltimos puestos en el resto de las clasifi-
caciones por conceptos, pero tanto el franquismo (que segua
siendo su credo fundamental y al que por tanto defenda de los
ataques y crticas que sufra) como la amnista (que significaba,
en definitiva, el olvido del resultado de la guerra civil) fueron
temas que no pudo obviar. En cambio, los nuevos diarios son
aqullos que, por tener menos vnculos con el pasado fran-
quista y un compromiso ms intenso con la nueva situacin
poltica, contienen un mayor nmero de referencias editoriales
al anterior rgimen, casi siempre negativas, como veremos, y a
la amnista como necesidad de hacer un borrn y cuenta nueva
respecto del pasado.
Por el contrario, se aprecia cmo son los diarios ms
conservadores y tradicionales (ABC, Ya, El Correo Espaol, La
Vanguardia y La Gaceta del Norte) los que consciente o incons-
cientemente intentan recordar menos ese pasado del franquis-
mo. El gubernamental Pueblo y El Correo Cataln se sitan en
un punto medio de equilibrio entre ambos grupos, igual que El
Correo Espaol en el tema de la amnista por ser una cuestin
que afectaba especialmente al Pas Vasco.
Resultados algo diferentes son los que se obtienen del
examen de las menciones editoriales de los peridicos al tema
de la autonoma, como muestra la tabla 11.
Tabla 11
Menciones a la autonoma por diarios (%)
Diario Menciones %1. Avui 79.2
2. Deia 66.7
3. El Correo Cataln 52.1
4. La Gaceta del Norte 44.4
5. El Correo Espaol 43.8
6. La Vanguardia 41.7
7. El Pas 32.1
8. Diario 16 22.6
9. Ya 20.0
10. ABC 18.2
11. Pueblo 15.8
12. El Alczar 5.3
Media 32.9
podrn mostrar, an mejor, los matices de estas percepciones
cuantitativas de los peridicos que aparecen como algo ms
reticente o cauteloso ante los nuevos valores democrticos.
Tabla 9
Menciones a los distintos conceptos por diarios (%)
A* B* C* D* E* F* G*El Alczar 47.4 15.8 21.1 5.3 26.3 21.1 73.7
ABC 75.0 40.9 15.9 18.2 47.7 40.9 22.7
Ya 44.0 22.0 16.0 20.0 46.0 28.0 26.0
Pueblo 86.8 68.4 18.4 15.8 71.1 31.6 50.0
El Pas 81.1 56.6 20.8 32.1 45.3 22.6 66.0
Diario 16 71.0 64.5 24.2 22.6 67.7 37.1 72.6
La Vanguardia 70.8 41.7 12.5 41.7 56.3 29.2 39.6
El Correo Cataln 60.4 25.0 14.6 52.1 45.8 8.3 52.1
Avui 66.7 54.2 29.2 79.2 66.7 20.8 62.5
El Correo Espaol 75.0 56.3 18.8 43.8 59.4 28.1 28.1
La Gaceta del Norte 88.9 66.7 11.1 44.4 55.6 8.3 44.4
Deia 88.9 33.3 33.3 66.7 66.7 11.1 77.8Media 69.8 46.0 18.8 32.9 54.6 27.0 48.8
Hay dos clasificaciones especialmente reveladoras de las
distintas sensibilidades de los peridicos analizados, que son
las relativas a las menciones del franquismo y de la amnista.
Ambas ofrecen la connotacin de estar mirando a dos rea-
lidades que juzgaban, de alguna forma, al reciente pasado
histrico. Veamos los resultados en la tabla 10.
Tabla 10
Menciones al franquismo y a la amnista por diarios (%)
Franquismo Amnista1. Deia 77.8 1. Deia 33.3
2. El Alczar 73.7 2. Avui 29.2
3. Diario 16 72.6 3. Diario 16 24.2
4. El Pas 66.0 4. El Alczar 21.2
5. Avui 62.5 5. El Pas 20.8
6. El Correo Cataln 52.1 6. El Correo Espaol 18.8
7. Pueblo 50.0 7. Pueblo 18.4
8. La Gaceta del Norte 44.4 8. Ya 16.0
9. La Vanguardia 39.6 9. ABC 15.9
10. El Correo Espaol 28.1 10. El Correo Cataln 14.6
11. Ya 26.0 11. La Vanguardia 12.5
12. ABC 22.7 12. La Gaceta del Norte 11.1
Media 48.8 Media 18.8
* A= democracia; B= libertad; C=amnista; D=autonoma; E=concordia; F=orden; G=franquismo
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Ciertamente las diferencias entre unos y otros peridicos,
desde el punto de vista cuantitativo, son grandes en la cuestin
autonmica, una de las grandes novedades de la transicin
espaola a la democracia. Los seis primeros diarios, o lo que
es lo mismo, aquellos que ms atencin editorial prestan a la
cuestin son los seis editados en el Pas Vasco y en Catalua.
Adems, encabezan claramente la lista los dos diarios nacio-
nalistas Avui y Deia. Pero, incluso los ms conservadores como
La Gaceta del Norte, El Correo Espaol y La Vanguardia, se
muestran sensibles ante el resurgir del sentimiento regiona-
lista o nacionalista. A continuacin, en sptimo y octavo lugar,
figuran los dos diarios madrileos situados en el espectro del
centro-izquierda y de nueva creacin: El Pas y Diario 16. Y
luego, en orden decreciente, el resto de los publicados en la
capital de Espaa. La bajsima proporcin de menciones edi-
toriales por parte de El Alczar encaja dentro de su conocida
aversin a todo lo que significaba, a su entender, la desmem-
bracin de la unidad nacional espaola.
El anlisis cualitativo de los editoriales nos proporciona ms
claves para entender los discursos periodsticos de la poca
en torno a esos nuevos valores democrticos. Para encontrar
una profusin de referencias explcitas y abiertas a la demo-
cracia, hubo que esperar al clebre discurso que pronunci
Juan Carlos I ante el Congreso y el Senado norteamericanos,
en junio de 1976. El propio Rey afirm que la Monarqua har
que, bajo los principios de la democracia, se mantengan en
Espaa la paz social y la estabilidad poltica (ABC, 3/6/1976:
20) y parece que con ello rompi el retraimiento de parte de
la prensa que an se mostraba excesivamente cauta en sus
pronunciamientos. En este sentido, bastantes diarios (sobre
todo, los ms tradicionales) fueron a remolque de la iniciativa
regia en vez de actuar como medio de presin.
Los peridicos de nueva creacin mostraron, en ms de una
ocasin, su escepticismo hacia la posibilidad de que surgiera un
rgimen democrtico desde las instituciones de la dictadura. Esa
desconfianza se mantuvo en la campaa del referndum para la
aprobacin de la Ley para la Reforma Poltica, en diciembre de
1976. Peridicos como El Pas y Avui hicieron campaa a favor de
la abstencin, aunque admitan que el camino conduca a un r-
gimen democrtico (Avui, 14/12/1976: 1; El Pas, 14/12/1976:
8). Con mayores dosis de pragmatismo, Diario 16 propugn el
voto afirmativo explicndolo as: El referndum es un trmite,
se mueve todava dentro del orden franquista. Pero [...] despus
de l estaremos un poco ms cerca de la democracia y segu-
ramente ms lejos de la dictadura (Diario 16, 14/12/1976: 4).
Una democracia an incipiente y dbil, azotada crecien-
temente por el ltigo del terrorismo, necesitaba la fortaleza
necesaria para mantener el orden pblico. A pesar de ser ste
un valor asociado durante varias dcadas con la dictadura, la
mayora de los diarios lo valoraron como propio de una de-
mocracia que se quera fuerte y slida. Incluso la prensa de
centroizquierda y nacionalista lo pidi. Diario 16 lo conside-
r como la condicin primera de la democracia (Diario 16,
27/1/1977: 4). La amnista general de octubre de 1977 fue
otra oportunidad que aprovech la mayora de los diarios para
declarar, como hizo ABC, que a partir de este momento no
pueden admitirse, bajo ninguna excusa, alteraciones del orden
pblico bajo la bandera de la amnista (ABC, 15/10/1977: 2).
Precisamente la amnista fue considerada por todos los dia-
rios analizados, excepcin hecha de El Alczar, como un paso
necesario para la reconciliacin nacional. Hubo discrepancias,
a lo largo del proceso de transicin, acerca de las distintas
amnistas parciales que se fueron concediendo antes de la de-
finitiva de octubre de 1977, pactada por todos los partidos po-
lticos en el Parlamento. Algunos las consideraban insuficientes
por no cubrir los delitos de sangre. Incluso diarios como El Pas
llegaron a justificar, en parte, algunas acciones terroristas. En
el editorial que sigui a una de esas medidas de gracia explic:
Los planteamientos subversivos que promueven la destruccin
del adversario son siempre condenables. Pero no habra que
olvidar los motivos de persecucin, de humillacin o de des-
esperacin que en algunos casos dieron origen a la rebelda
armada. Estas circunstancias deberan reconsiderarse a la hora
de aplicar el decreto de amnista (El Pas, 5/8/1976: 7).
Concordia y reconciliacin fueron dos de las palabras ms
repetidas por los peridicos, siguiendo as la pauta del mensaje
inicial del Rey, quien habl de que la nueva etapa que se abra
se iba a caracterizar por un efectivo consenso de concordia
nacional (Armada, 1983: 195). Todos los diarios analizados,
con la excepcin del casi siempre divergente El Alczar, man-
tuvieron ese llamamiento a la concordia y a la reconciliacin
a lo largo de los eventos histricos objeto de estudio. A este
respecto, se observa que el papel del Rey, como garante de la
concordia, se mantiene, pero, a medida que se avanza en la con-
secucin de logros democrticos, se traspasa tambin al resto
de actores polticos y sociales, como el Gobierno y los partidos.
Con el paso del tiempo, aparecieron otros trminos pertene-
cientes al mismo campo semntico consenso, convivencia,
pacto, negociacin, etc., que tenan un mismo fondo comn.
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CONfines 4/7 enero-mayo 200864
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osEl papel de la prensa en la construccin de la democracia
Entre los acontecimientos histricos analizados hubo dos
que destacaron como especiales hitos en la consecucin de
la concordia: el discurso del Rey en la primera sesin de las
Cortes democrticas, el 22 de julio de 1977, y la aprobacin
en referndum de la Constitucin, el 6 de diciembre de 1978.
En el primero de estos eventos, la reconciliacin se represent
de una forma visible al reunirse en el hemiciclo los represen-
tantes de lo que antes fueron las dos Espaas enfrentadas en
la guerra civil. La Constitucin, por su parte, slo encontr las
crticas de El Alczar, desde la ultraderecha, y de Deia, desde
el nacionalismo vasco. Este ltimo daba razn del elevado abs-
tencionismo registrado en el referndum, especialmente en el
Pas Vasco, y lo explicaba en los siguientes trminos:
Los espaoles gozan ya de Constitucin, pero siguen sin con-
senso constitucional () Los seores constituyentes queran
destruir las dos Espaas, cuando en realidad existen ms de
dos Espaas, las Espaas que se han abstenido (...) Ms que
del consenso, esta Constitucin es la Constitucin del centro,
es decir, la del centralismo (Deia, 8/12/1978: 15).
Los radicalismos de derecha y de izquierda fueron vistos
como los grandes enemigos del proceso democrtico y, por
tanto, del deseo de reconciliacin latente en la mayora de los
actores polticos. Cuando a finales de enero de 1977 una ola de
secuestros y asesinatos hizo peligrar la Transicin, los directores
de todos los diarios de Madrid se pusieron de acuerdo para pu-
blicar un mismo editorial cuyo ttulo era expresivo: Por la unidad
de todos. Uno de sus prrafos ms representativos deca as:
Quienes han puesto en marcha esta maquinacin son los
enemigos de todos, son los enemigos del pueblo espaol. Su
designio es patente: tratan de impedir que se establezcan las
frmulas civiles de convivencia libre y ordenada a que los es-
paoles tienen derecho. Ante este reto todas las fuerzas po-
lticas y sociales estn obligadas a hacer un frente comn y,
dejando a un lado sus diferencias, proclamar su decisin de
continuar hasta el final el camino hacia la democracia a travs
de unas elecciones libres (Prensa de Madrid, 29-I-1977)
Esta actuacin constituy un hito histrico en pro de la
concordia y la unidad durante la Transicin, protagonizado
por la propia prensa como actor colectivo. Incluso El Alczar
suscribi dicho editorial.
Con respecto a la cuestin autonmica, la prensa se mos-
tr inicialmente cauta. En su primer mensaje, el Rey se refiri a
la necesidad de reconocer las peculiaridades regionales (Ar-
mada, 1983: 195). Entonces slo El Correo Cataln se atrevi
a plantear que el pueblo cataln como todos los pueblos de
Espaa ha de ver reconocida legalmente su personalidad (El
Correo Cataln, 28/11/1975: 11). Hubo que esperar hasta la
declaracin programtica del primer Gobierno Surez, el 16 de
julio de 1976, para que los editoriales se hicieran eco explcito
del trmino autonoma, que supona un paso adelante. Sin
embargo, fue el recin creado Avui el que ms lejos lleg en
sus reivindicaciones autonmicas, pidiendo el Estatuto de au-
tonoma conseguido en los aos anteriores a la guerra civil:
Nuestro pueblo, junto con los dems que forman la comunidad
ibrica, no demanda slo el reconocimiento de unas peculia-
ridades regionales sino que con el Estatuto quiere la restaura-
cin de sus libertades histricas (Avui, 18/7/1976: 1).
Meses despus, comenz a aparecer en varios diarios el
trmino nacionalidades, ms atrevido que el de regiones, a
la hora de denominar los distintos territorios espaoles. Avui
pidi el reconocimiento de un Estado espaol plurinacional
(Avui, 20/11/1976: 1), y con motivo del Da Nacional de Ca-
talua de 1977 lleg a afirmar que el derecho de los pueblos
a su autodeterminacin es indiscutible (Avui, 13/9/1977:
1). Fue slo a partir de entonces cuando el diario cataln de
mayor difusin, el liberal-conservador La Vanguardia, utiliz
el adjetivo nacional para referirse a las realidades regionales:
La democracia en Espaa puede establecerse slidamente con
un reconocimiento de las particularidades nacionales y re-
gionales (La Vanguardia, 11/9/1977: 5). En contraste con su
habitual mesura anterior, La Vanguardia experiment un claro
giro catalanista. Aunque todos los diarios, salvo El Alczar,
aceptaran el restablecimiento de la Generalitat de Catalua el
nombre del rgano de autogobierno cataln- en septiembre
de 1977, el ms conservador ABC expresaba sus reservas: El
hecho del restablecimiento en s mismo lo recibimos como
acertado, conveniente y plausible. Eso s: sin que por nadie,
ni jams, se entienda contra la indiscutible unidad de Espaa
(ABC, 30/9/1977: 2).
Todos los diarios analizados, con la excepcin ya vista de El
Alczar, ofrecieron un innegable y explcito apoyo a las refor-
mas democrticas, ya que vean en la democracia parlamenta-
ria el sistema poltico deseable para Espaa. Sin embargo, este
respaldo bsico y compartido a la democratizacin no signific
que todos los diarios hicieran una valoracin negativa del fran-
quismo. Al contrario, hubo algunos que estimaron positiva su
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labor, especialmente en el mbito del desarrollo econmico
y social. Podramos establecer varios grupos, dentro de los
diarios analizados, dependiendo del juicio que les mereci el
rgimen de Franco. En primer lugar estara El Alczar, con un
discurso plenamente apologtico del franquismo, basado so-
bre todo en los logros materiales alcanzados, mayores que los
conseguidos con el advenimiento de la democracia y las liber-
tades polticas. Sirva como ejemplo este prrafo de un editorial
publicado con ocasin de las elecciones generales de 1977:
El carnaval ha terminado. Deseamos sinceramente a nuestro
pueblo que no empiece ahora la cuaresma. Una cuaresma que
ya se haca sentir, aunque quedar disimulada por el cmulo
de bienes almacenados durante el denostado franquismo (El
Alczar, 17/6/1977: 1).
En segundo lugar, hubo diarios que no dudaron en hacer
alusiones positivas al franquismo y, en especial, a sus logros,
pero mostrando esta realidad como algo compatible con una
nueva y deseable Espaa democrtica. El diario Ya, por ejem-
plo, hablaba de Franco como del forjador de la paz y vea en
los numerosos ciudadanos que le tributaron pstumo home-
naje el apoyo popular del que iba a disfrutar el joven Rey (Ya,
24/11/1975: 7). En la misma lnea, para El Correo Espaol, el
cumplimiento de lo expuesto por el Rey en su primer mensa-
je ser posible a partir de la herencia de paz y prosperidad
que recibimos, como precioso legado del Caudillo Franco (El
Correo Espaol, 24/11/1975: contraportada). ABC afirm, por
su parte, que a la gran mayora de espaoles le horrorizara
poner en riesgo lo conseguido en estos cuarenta aos (ABC,
22/11/1975: 3). Otras claras referencias laudatorias a Franco
y su rgimen pueden encontrarse en sendos editoriales de La
Gaceta del Norte y Pueblo, con motivo de los debates y aproba-
cin en las Cortes de la Ley para la Reforma Poltica (La Gaceta
del Norte, 20/11/1976: 28; Pueblo, 17/11/1976: 3).
Las referencias positivas al rgimen franquista por parte
de los diarios anteriormente citados se fueron diluyendo con-
forme se avanz en la democratizacin, aunque las crticas
editoriales a la totalidad del franquismo, en estos diarios,
fueron inexistentes.
Por ltimo, estaban aquellos diarios que ofrecan frecuen-
tes referencias negativas al franquismo en su conjunto. El Pas,
Diario 16 y El Correo Cataln son los primeros en definir el
franquismo como una dictadura y continuarn con sus crticas
hacia Franco y su Rgimen. (El Pas, 19/11/1976: 6; Diario
16, 19/11/1976: 4; El Correo Cataln, 16/11/1976: 3). Para
el catalanista Avui el franquismo era un poder histricament
opressor, gasiu i malfiat (un poder histricamente opresor,
mezquino y desconfiado) (Avui, 29/9/77: 1). Con motivo de
las primeras elecciones democrticas Deia afirm que durante
muchsimos aos hemos sido gobernados a contrapelo de lo
que realmente queramos (Deia, 17/6/1977: 3). Ya se vio
anteriormente cmo el diario cataln La Vanguardia mostr
un catalanismo ms acusado con motivo del restablecimiento
de la Generalitat. Este giro se vio acompaado por la apari-
cin de crticas al rgimen franquista, antes inexistentes en
dicho peridico. As, por ejemplo, calificar metafricamente
el franquismo como un penoso desierto (La Vanguardia,
25/10/1977: 9).
VI. ALGUNAS CONCLUSIONES
El privilegiado estatus de la prensa espaola, desde 1966, le
permiti desarrollar un papel relevante en el intenso debate
pblico de los primeros aos de la Transicin a la democracia.
Hasta las elecciones de junio de 1977 sigui actuando como
Parlamento de papel, con la diferencia de que, a partir de la
muerte de Franco, pudo acoger en sus pginas a actores pol-
ticos hasta entonces prohibidos, pero que, entonces, pasaron
a ser tolerados y, finalmente, reconocidos por la ley. Desde
las elecciones y hasta la aprobacin de la Constitucin de
diciembre de 1978, con un Parlamento ya democrticamente
elegido, su funcin corri paralela a los objetivos de los grupos
polticos: la construccin de un rgimen democrtico mediante
el consenso y la negociacin de sus bases.
A pesar de las diferencias ideolgicas de los principales
diarios analizados, hubo un esfuerzo consciente por centrar-
se en los puntos de encuentro ms que en los de la lgica
divergencia. As, se forj tambin un discurso periodstico
dominante, paralelo al que se registraba entre los principales
partidos polticos, cuyos puntos comunes han sido expues-
tos a lo largo de las pginas precedentes. De este modo, la
prensa fue un actor cuya conducta y cuyos mensajes se ba-
saron en una razonable moderacin, y no en una demaggica
agitacin. Esto no fue obstculo para que algunos peridicos
(sobre todo los de nueva creacin, sin vnculos con la dic-
tadura de Franco) presionaran, con su poltica informativa y
editorial, a favor de determinadas causas como la amnista y
otras medidas dirigidas a afianzar los derechos individuales y
las libertades pblicas.
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Vasco, como se demuestra por los anlisis realizados. Pero
tambin el resto de peridicos se vieron obligados a recoger
la actividad de estos grupos polticos y sindicales, especial-
mente la del Partido Comunista de Espaa, cuya legalizacin
no lleg sino hasta abril de 1977. Si durante largas dcadas
la propaganda franquista haba llevado a cabo intensas y pro-
longadas campaas de demonizacin del comunismo y del
resto de partidos de oposicin, que eran considerados como
compaeros de viaje de los comunistas, la accin meramente
informativa de la prensa en los primeros aos de la Transicin
colabor a la normalizacin de la imagen de todos ellos como
unos actores polticos ms dentro de una Espaa plural que
se corresponda con la autntica realidad sociopoltica, y cuya
existencia no poda ignorarse.
Las funciones desempeadas por polticos y peridicos
fueron diferentes aunque complementarias. La iniciativa polti-
ca corri a cargo de los Gobiernos, especialmente cuando Su-
rez fue nombrado primer ministro, en julio de 1976. Cuando la
prensa verific que los propsitos democratizadores de Surez
se hacan realidad, se sum a dichos objetivos aunque, a ve-
ces, algunos diarios criticaran los modos de llevarlos a cabo. La
aprobacin de la Ley para la Reforma Poltica, en diciembre de
1976, con un 94.4% de votos favorables en el referndum, llev
a esa prensa crtica a aceptar que el emprendido por Surez era
el nico camino viable, en dichas circunstancias, para sustituir
las instituciones de la dictadura por otras democrticas. A
partir de entonces, se inaugur una etapa de unidad de accin
entre polticos y periodistas en torno a la poltica de consenso
pluripartidista que deba presidir el proceso constitucional.
Aunque hubo un discurso periodstico compartido por
buena parte de la prensa, no fue, sin embargo, un discurso
uniforme u homogneo, pues cada peridico no perdi su
identidad propia y su lugar dentro del ms abierto y plural
panorama de la prensa espaola tras la muerte de Franco.
Los nuevos peridicos cumplieron un papel importante como
configuradores de una opinin pblica ms plural y acorde
con la realidad. El nuevo enfoque que proporcionaron a sus
informaciones y sus comentarios signific modos distintos
de interpretar la realidad, lejanos del complaciente que haba
caracterizado a la mayora de los peridicos que se publicaban
durante la dictadura. Junto a esta mayor sintona que logra-
ron con importantes sectores de la poblacin, consiguieron
convertirse en la conciencia crtica del proceso de reformas
democrticas de la Transicin y en medios de presin para
acelerar dicho proceso ante los riesgos de hacer excesivas
Tambin eran distintas, entre los peridicos que compar-
tan el discurso dominante, las representaciones del pasado
histrico inmediato: el franquismo y la guerra civil. No fueron
temas tab y los peridicos hablaron de ese pasado de acuer-
do con sus principios ideolgicos y sus estrategias polticas,
pero no los utilizaron como un instrumento de lucha poltica
de unos contra otros. Aqu se produjo otro evidente parale-
lismo con el comportamiento de los polticos. El olvido del
pasado como elemento fundamental para la reconciliacin de
los espaoles tuvo una razn de ser poltica: fue parte nuclear
del pacto entre los sectores procedentes del franquismo y los
de la oposicin democrtica.
Los nuevos valores democrticos y sus consecuencias
fueron asumidos por la mayora de los actores periodsticos
aunque difirieran en su alcance. Todos comprendieron la ne-
cesidad de una amnista amplia, pero hubo interpretaciones
diversas sobre a quines deba alcanzar. Todos admitieron la
necesidad de dar cauces a las aspiraciones de un mayor au-
togobierno de las regiones, pero divergan sobre el modo y
los plazos para hacerlo realidad. Los hitos polticos en que la
libertad de los espaoles se fue haciendo efectiva (elecciones,
referendos) fueron interpretados ms como un triunfo colec-
tivo del pueblo espaol que como victorias de los Gobiernos
centristas de Surez, si bien se reconoca la indiscutible ca-
pacidad de liderazgo poltico de ste. Peridicos que desde el
centroizquierda, desde el nacionalismo moderado o desde la
derecha se opusieron, en determinadas ocasiones, a algunas
estrategias polticas del Gobierno acabaron sumndose al con-
senso general sacrificando sus propias actitudes iniciales. En
este panorama slo algunos peridicos de la extrema derecha
y del nacionalismo vasco no participaron de ese consenso.
Una contribucin importante de la prensa al paulatino
pluralismo del debate poltico fue la introduccin progresiva
de los nuevos actores polticos en la esfera pblica. Durante
bastantes meses se emple a fondo para que los distintos
grupos de la oposicin democrtica, hasta entonces clandes-
tinos o simplemente tolerados, tuviesen voz propia en los
importantes asuntos pblicos que se estaban ventilando en
la Espaa de 1976 y 1977. Se convirti muchas veces en su
principal altavoz a falta de otros cauces eficaces de comuni-
cacin con la sociedad.
En esta labor hubo algunos peridicos que se significaron
ms especialmente, como Informaciones y los recin creados
El Pas y Diario 16 en Madrid, y Avui y Deia en Catalua y el Pas
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fuerzas polticas de izquierda en el juego poltico. Slo algunos
pocos diarios, como El Alczar, prefirieron mantenerse fieles a
los principios ideolgicos y polticos del franquismo.
El franquismo consideraba a la prensa como colaboradora
de los fines del rgimen. Esto se produjo mediante un control
frreo de su actividad hasta 1966 y luego, mediante instru-
mentos indirectos de vigilancia. De forma quizs paradjica,
puede afirmarse que durante los primeros aos de la Transicin
tambin existi una actitud bsicamente colaboracionista de la
mayora de la prensa con respecto a los objetivos democratiza-
dores. Pero se registraron dos diferencias esenciales: se realiz
de forma voluntaria y, adems, los objetivos perseguidos no
eran patrimonio de un grupo hegemnico y excluyente sino
causa comn de la mayora de los partidos polticos. A partir de
1979, con la normalizacin de la vida poltica y la consiguiente
lucha partidista por el poder bajo la Constitucin de 1978, ese
excepcional consenso periodstico desapareci.
concesiones a los sectores ms conservadores del franquismo,
todava operantes y presentes en las instituciones polticas que
se trataba de sustituir.
Por la otra parte, los peridicos que convivieron pacfica-
mente con el franquismo y que apoyaron tambin el proceso
de transicin cumplieron un papel importante. Cabe discutir
en cada caso cunto hubo de conveniencia poltica, periods-
tica y empresarial y cunto de sincero convencimiento en lo
referente a la meta de un nuevo sistema democrtico. Es lo
que se ha denominado conversin democrtica de empre-
sarios de la comunicacin y de periodistas, que se produjo de
forma apenas traumtica (Barrera, 1997: 7-46). Sin entrar en
todas las razones posibles de tal cambio, el hecho es que su
acomodacin a la nueva situacin estuvo fundada, en buena
parte, en un espritu de realismo poltico y periodstico y en
la conviccin de que se abra de forma ineludible una nueva
etapa que exiga la colaboracin de todos y la inclusin de las
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